Simón Bolívar 8

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El sur se encontraba en la mira de Colombia, es decir, de Bolívar. La liberación y adhesión de Quito y Guayaquil resultaba fundamental para mantener la hegemonía de Colombia en el continente. Ello fue logrado, desde el punto de vista militar, en la batalla de Pichincha, y desde el punto de vista político, por las negociaciones adelantadas por Sucre y Bolívar en la región. La jornada de Independencia, sin embargo, terminaría en Perú con las batallas de Junín y Ayacucho, en 1824. El valor estratégico que tenía la liberación y conquista de este territorio por parte del ejército Libertador era promover la salida definitiva de los españoles del territorio americano. Pero, además, se trataba del triunfo de la ideología bolivariana republicana sobre la propuesta de construir una monarquía en los territorios del sur, defendida por la oligarquía peruana y secundada aparentemente por José de San Martín, "Libertador del Sur" y "Protector" de aquellas tierras. Ambos libertadores se reunieron en Guayaquil en julio de 1822 con el fin de tratar éste y otros asuntos relativos a la guerra. Nunca se supo de qué hablaron, pero el curso de los acontecimientos brinda la evidencia de un pacto en el cual San Martín cede. Bolívar anhelaba para el Alto Perú su reivindicación definitiva como tierra incaica frente a la devastadora clase dominante limeña. En ese territorio, después de la batalla de Ayacucho se construye una nación con el nombre de Bolívar (Bolivia). Sucre queda al mando y Bolívar regresa a rendir cuentas al Congreso colombiano; corría el año 1826. Los meses que precedieron la muerte del Libertador en Santa Marta, en 1830, le significaron a Bolívar la evocación de la memoria de su amarga derrota política. La trayectoria desde lo alto de la cima del Chimborazo cuando Bolívar deliraba y se confundía con el "Dios de Colombia" hasta su renuncia a la presidencia de Colombia en abril de 1830, significó para Bolívar la lucha por la verdadera construcción de las naciones. Abogó en todo momento por la edificación de un Estado centralista que lograra cohesionar aquello que en virtud de la heterogeneidad racial, cultural y geográfica no resistía la perfección de una federación. Todo fue inútil. Las pugnas caudillistas y nacionalistas vencieron y procedieron a la separación de Venezuela y Ecuador de la Gran Colombia. Recordaba a Manuelita Sáenz, su último amor y la "Libertadora" de su vida en el atentado del 25 de septiembre de 1828, en Bogotá; también evocaba otros amores y otros atentados. Lloraba la muerte de Sucre, recordaba y deliraba, y así murió, solo y defenestrado de los territorios que había libertado, por causa de una hemoptisis, en la Quinta San Pedro Alejandrino, el 17 de diciembre de 1830. En 1842 el gobierno de Venezuela decidió trasladar los restos de Bolívar, según su último deseo. Desde entonces, su legado ha devenido mito y veneración como "fundador de la patria".

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El sur se encontraba en la mira de Colombia, es decir, de Bolívar. La liberación y adhesión de

Quito y Guayaquil resultaba fundamental para mantener la hegemonía de Colombia en el

continente. Ello fue logrado, desde el punto de vista militar, en la batalla de Pichincha, y desde el

punto de vista político, por las negociaciones adelantadas por Sucre y Bolívar en la región. La

jornada de Independencia, sin embargo, terminaría en Perú con las batallas de Junín y Ayacucho,

en 1824.

El valor estratégico que tenía la liberación y conquista de este territorio por parte del ejército

Libertador era promover la salida definitiva de los españoles del territorio americano. Pero,

además, se trataba del triunfo de la ideología bolivariana republicana sobre la propuesta de

construir una monarquía en los territorios del sur, defendida por la oligarquía peruana y

secundada aparentemente por José de San Martín, "Libertador del Sur" y "Protector" de aquellas

tierras. Ambos libertadores se reunieron en Guayaquil en julio de 1822 con el fin de tratar éste y

otros asuntos relativos a la guerra. Nunca se supo de qué hablaron, pero el curso de los

acontecimientos brinda la evidencia de un pacto en el cual San Martín cede. Bolívar anhelaba

para el Alto Perú su reivindicación definitiva como tierra incaica frente a la devastadora clase

dominante limeña. En ese territorio, después de la batalla de Ayacucho se construye una nación

con el nombre de Bolívar (Bolivia). Sucre queda al mando y Bolívar regresa a rendir cuentas al

Congreso colombiano; corría el año 1826.

Los meses que precedieron la muerte del Libertador en Santa Marta, en 1830, le significaron a

Bolívar la evocación de la memoria de su amarga derrota política. La trayectoria desde lo alto de

la cima del Chimborazo cuando Bolívar deliraba y se confundía con el "Dios de Colombia" hasta

su renuncia a la presidencia de Colombia en abril de 1830, significó para Bolívar la lucha por la

verdadera construcción de las naciones. Abogó en todo momento por la edificación de un Estado

centralista que lograra cohesionar aquello que en virtud de la heterogeneidad racial, cultural y

geográfica no resistía la perfección de una federación.

Todo fue inútil. Las pugnas caudillistas y nacionalistas vencieron y procedieron a la separación

de Venezuela y Ecuador de la Gran Colombia. Recordaba a Manuelita Sáenz, su último amor y

la "Libertadora" de su vida en el atentado del 25 de septiembre de 1828, en Bogotá; también

evocaba otros amores y otros atentados. Lloraba la muerte de Sucre, recordaba y deliraba, y así

murió, solo y defenestrado de los territorios que había libertado, por causa de una hemoptisis, en

la Quinta San Pedro Alejandrino, el 17 de diciembre de 1830. En 1842 el gobierno de Venezuela

decidió trasladar los restos de Bolívar, según su último deseo. Desde entonces, su legado ha

devenido mito y veneración como "fundador de la patria".