Sensacionalismo y StellaMartini

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    i

    Stella

    Martini Elsensacionalismoy las agendas

    sociales

    dilogosde la comunicacin

    Profesora en la Carrera de Ciencias de la Comunicacin de la

    Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

    Investigadora en el Instituto de Investigaciones

    Gino Germani de la misma Facultad.

    Direccin: Uriburu 950 piso 6. (1426) Buenos Aires.

    E-mail: [email protected]

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    dilogosde la comunicacin

    Elsensacionalismoylasagendassoc

    iales

    StellaM

    artini

    Bajo un cielo gris avanza un

    grupo de unos cuarenta

    hombres y mujeres en proce-

    sin. Los rezos, casi como

    letanas, se mezclan con los

    sollozos entrecortados de la

    mujer joven que lleva el crucifijo

    de algo ms de un metro. La

    tristeza y la desazn son las

    marcas predominantes. La

    imagen corta ahora a los pies

    que avanzan penosamente sobre

    el barro de una calle que permite

    suponer una zona muy pobre.

    Los pies se arrastran, envueltos

    en un calzado miserable, sedeforman en la marcha, y el rezo,

    ahora casi ininteligible, es el

    nico sonido ambiente. Plano

    del rostro de la mujer que lleva

    el crucifijo. Los ojos, bajos y

    enrojecidos por el llanto que

    dificulta sus palabras. Mi hijta,

    yo slo quiero a mi hijita... Que

    me devuelvan a mi hijita... No s

    dnde est... ella me necesita,

    musita la joven ante un micr-

    fono, y su entonacin y sus

    rasgos delatan la procedencia

    boliviana. Plano al Cristo

    crucificado. Silencio. Luego al

    rostro angustiado de la madre, yfinalmente plano general.

    Este relato quizs ms propio del

    melodrama cinematogrfico, de

    la telenovela o de ciertas formas

    de la non-fiction es en realidad

    parte de un bloque de un

    noticiero televisivo, de horario

    central -siete de la noche- en uno

    de los canales nacionales de aire,

    que se emite diariamente desde

    la ciudad de Buenos Aires. La

    cobertura se incluy en una

    serie iniciada en los medios unos

    das antes. En aquel momento,

    en la puerta de un hospital

    materno-infantil de la ciudad de

    Buenos Aires, una joven

    boliviana que ha llevado a su hija

    de pocos meses a revisin

    mdica, se da cuenta de que

    olvid algo dentro del

    nosocomio. Una desconocida se

    ofrece a cuidar de la criatura

    durante unos minutos para

    facilitar su trmite. Cuando la

    madre vuelve, la mujer y la beba

    han desaparecido. El director del

    hospital aclara que el hecho

    ocurri puertas afuera de la

    institucin pblica, por lo que la

    nica responsable es la madre.

    La marcha que registra lacmara televisiva -aproximada-

    mente tres minutos del bloque

    informativo- es una de las

    ltimas noticias que aparecer

    en los medios nacionales acerca

    del hecho. El caso, ocurrido hace

    unos ocho meses, y an no

    resuelto, desaparece de las

    agendas periodsticas a poco de

    haberse instalado (suele ser

    noticia en pocas lneas de

    manera espordica cuando se

    celebran misas para pedir por la

    aparicin de la nia). El conjunto

    de la cobertura, aunque remite

    a un crimen muy grave, ofrecepocos datos a la opinin pblica,

    se explaya en imgenes sensa-

    cionalistas, tanto en la prensa

    grfica como en la televisiva, y

    se diluye, sin una propuesta de

    discusin desde los medios, en

    la casi mtica serie robo de

    bebs que, en nuestro pas

    afecta especialmente a los

    sectores ms pobres.

    La cobertura de este caso es una

    muestra de la tendencia cada vez

    ms afianzada en los medios de

    informar a travs de moda-

    lidades dramticas de la

    enunciacin que intentan causar

    impacto en el pblico desde la

    escenificacin, la impresin, y

    las sensaciones. Este tipo de

    discurso sensacionalista -que

    avanza por sobre las tradicio-

    nales formas de la grfica

    popular- aunque ha hecho de la

    televisin su soporte privi-

    legiado- tiene su desarrollo

    creciente tambin en vastos

    sectores del periodismo grfico.

    Las retricas del sensaciona-

    lismo, que son la razn de los

    talk shows y de la denominada

    televisin basura, refuerzan

    una etapa caracterizada por una

    amplia exposicin de laprivacidad y una creciente

    opacidad en la administracin

    de los asuntos pblicos.

    Pero no slo es la cuantificacin

    del fenmeno, la vertiginosa

    expansin que remite a una

    agenda distributiva y dira ms

    exactamente una agenda

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    estilstico-discursiva de los

    medios informativos lo que

    alienta esta discusin. Aqu lo

    que tambin est planteando un

    nudo problemtico, en los

    planos poltico, periodstico y

    epistemolgico, es la cuestindel significado de esta manera

    de producir y consumir

    informacin. El sensacionalismo

    parece favorecer la percepcin

    del mundo en trminos de

    conmocin permanente, conmo-

    cin que, se asume, dificultara

    la identificacin, conocimiento y

    debate sobre los conflictos

    contemporneos. El fenmeno

    se cierra de este modo sobre la

    recepcin y sobre la funcin de

    la informacin pblica en la

    sociedad.

    La verificacin del sensacio-

    nalismo, como discurso domi-

    nante en la construccin de mu-

    chos temas en medios que se

    proponen como serios desde

    sus contratos de lectura o con-

    tratos mediticos, advierte tam-

    bin sobre cambios fuertes en la

    relacin entre el periodismo y el

    pblico y en el significado de la

    triangulacin informacin-reali-

    dad-ciudadana, y pone en discu-

    sin los conceptos mismos de

    noticia y de noticiabilidad.

    El caso del robo de la beba en

    las puertas de la MaternidadSard, cubierto en lugar

    destacado en todos los soportes

    mediticos durante los primeros

    das, forma parte del conjunto

    que tematiza las problemticas

    del individuo comn en la

    agenda de los medios. Si bien el

    delito sufrido es muy grave,

    como fue cometido sin violencia,

    hay menos posibi-

    lidades de color en la

    cobertura periods-

    tica, lo que obliga a un

    tratamiento de la

    informacin que

    explote el costadodecididamente lacri-

    mgeno del episodio.

    Desde un principio,

    las declaraciones del

    director del hospital

    deslindando respon-

    sabilidades, y el

    carcter de extranje-

    ras (y pobres) de las

    vcti mas permiten

    aumentar el sensacionalismo de

    la cobertura, que adquiere

    marcas singulares.

    Son la figura y el discurso

    femeninos los que protagonizan

    la escena de la informacin y

    permiten el desarrollo de una

    cobertura centrada en la

    expresin del dolor sin

    vergenza y el reclamo de la

    aparicin de la criatura que es

    parte de su mismo ser. Se renen

    dos significantes fuertes en

    nuestra cultura: la condicin de

    la madre y la fortaleza que

    supera al mismo dolor causado

    por la prdida del hijo e impulsa

    a continuar la bsqueda. Desde

    la significacin posible femi-

    neidad-maternidad, planteada

    desde los pares fragilidad-

    fortaleza, y victimizacin-

    padecimiento, el discurso puederecurrir a la nota de color sin

    problemas: mucha tristeza y

    estupor, muchas lgrimas, altas

    dosis de suspiros y ojos ms que

    enrojecidos, dificultades en la

    expresin y en la relacin con las

    instituciones que hacen an ms

    evidente la intencionalidad de

    causar impacto. La matriz

    melodramtica permite el

    despliegue de la informacin a

    modo de relato-bsqueda (que

    queda inconcluso ante la

    opinin pblica) y construye un

    mundo posible basado en una

    lgica binaria inapelable.

    Pero donde quizs esta serie

    noticiosa articula con ms

    certeza la operatoria de

    verosimilitud es en el habla de

    la protagonista, que recorre

    todas las notas televisivas.

    Desde un habla diferente de

    nuestra pronunciacin dialectal,

    la mujer boliviana casi no logra

    hacerse entender. La diferencia

    dialectal parece entonces

    construida en trminos de

    dificultad, tambin de pobreza,

    y la ecuacin es alarmantemente

    simplificadora y discriminatoria.

    Permite al mismo tiempo

    destacar las marcas evidentes de

    la diferencia: la ropa, el calzado,

    el rostro, el entorno, los vecinos,

    la cultura. La hiperobservacin,

    que es la demora de la cmara

    en la escena y los sonidos,

    facilita el logro del efecto de

    lejana.

    Se puede asumir que la

    propuesta es mostrar antes que

    aportar o demostrar, o conmo-

    ver antes que reflexionar sobre

    problemticas que cruzan los

    mbitos privado y pblico, y que

    muestran la relacin inevitable

    entre el delito y ciertos aspectoscrticos de las instituciones de la

    salud, la seguridad y la justicia

    en relacin con la pobreza, y

    remiten tambin a la situacin

    precaria de los migrantes

    llegados a la Argentina desde

    pases vecinos. La cobertura

    elude ese marco contextual del

    hecho y no discute, por ejemplo,

    ELSENSACIONALISMOYLOS

    VEROSMILESIDEN

    TITARIOS

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    dilogosde la comunicacin

    Elsensacionalismoylasagendassoc

    iales las escasas posibilidades que lasdos vctimas, madre e hija

    bolivianas y pobres en la

    Argentina, tenan y tienen de

    recibir la atencin merecida por

    parte de la polica, la justicia, la

    asistencia social y las auto-ridades competentes. Esto es, se

    muestra pero no se explica, ni se

    abre a la discusin la condicin

    de indefensin y angustia de la

    madre que las imgenes

    televisivas traducen.

    Tambin se puede asumir que el

    periodismo pretende plantear la

    reflexin y el debate desde la

    conmocin. Lo que parece estar

    respaldado en el uso cada vez

    ms frecuente de la dinmica del

    caso, las formas narrativizadas,

    el cruce de ancdotas y la

    construccin de representa-

    ciones binarias que se inscriben

    en los pares Bien y Mal en la

    tematizacin de aconteci-

    mientos que tienen como

    protagonistas a individuos

    comunes o pblicos que han

    sido violentamente victimados.

    Se hace referencia aqu al caso

    periodstico, en los trminos en

    que lo plantean Anbal Ford y

    Fernanda Longo, como una

    nueva forma de non-fiction en

    los medios periodsticos y

    audiovisuales (1999:250), que

    remite a un suceso individual

    o microsocial construido

    narrativamente (1999: 256).

    Varios son los riesgos del

    recurso excesivo a la casustica

    como manera de poner en

    escena problemas de inters

    pblico y de la narrativizacin

    que la acompaa. Ms all de

    demostrar la crisis de las

    instituciones, esta forma habla

    de un contrato de lectura

    confuso, ya que el crecimiento

    de la casustica en los medios,

    su avance sobre otros niveles

    est produciendo ...el

    reemplazo de la narracin de

    zonas que durante el desarrollode la modernidad fueron

    elaboradas, en trminos

    generales, mediante gneros

    discursivos fundamentalmente

    informativos y argumentativos

    (1999: 265-6).

    En el caso antes planteado, si la

    informacin se construye de

    forma impactante es porque el

    tema lo es y porque reactualiza

    la serie del robo, desaparicin o

    muerte de un hijo, serie que llega

    incluso a constituir en la prensa

    lo que Furio Colombo (1997)

    denomina leyendas metropoli-

    tanas. Por eso estn dados

    todos los elementos que pueden

    llegar a constituirse en caso. Hay

    tambin algo ms, ya que otro

    dato irrumpe en la serie

    centrada en el drama personal

    de la joven madre, la desapa-

    ricin, las lgrimas, el cuerpo

    destrozado desde adentro. El

    discurso sensacionalista da una

    vuelta de tuerca sobre s mismo

    y, al aceptar las palabras

    sancionatorias -condenatorias-

    del director del hospital,

    convierte de manera implcita a

    la vctima en victimario, o al

    menos en cmplice involuntaria.

    Con lo que el dolor y la angustiaquedan en parte suspendidos o

    al menos se desplazan hacia otro

    tipo de sentimiento ya que la

    madre habra facilitado el delito.

    El sufrimiento equipara a su

    falta, falta que inscribe el hecho

    en el plano universal -la

    maternidad responsable- y le

    resta, aparentemente, responsa-

    bilidad al Estado, las institu-

    ciones y la sociedad. La

    discusin implcita en las

    noticias remite al mandato

    sagrado de la maternidad. Pero

    los motivos de una falta tal se

    cruzan con la condicin depobre y de extranjera (boliviana)

    de la protagonista de los

    acontecimientos, ecuacin que

    connota la dificultad para llevar

    a cabo la tarea resguardadora de

    una madre para con su hijo

    pequeo. La cobertura noticiosa

    dice, tambin implcitamente, de

    los riesgos de la credulidad

    unida a la ignorancia, y se hace

    eco y contribuye a la natu-

    ralizacin del discurso oficial.

    Las fuentes oficiales, sobrerre-

    presentadas, legitiman y son

    legitimadas a la vez por el

    discurso meditico.

    As, el padecimiento que

    reprodujo la cobertura televisiva

    antes descrita se entronca con

    la ignorancia que aparece,

    construida en trminos tanto de

    exotismo como de intencin

    universal moralizante, pero

    siempre por fuera de la

    inscripcin y las explicitaciones

    en las series sociales y culturales

    correspondientes.

    Pero ese calvario representado

    tambin construye imgenes

    que permiten la interpretacin

    desde la metonimia porque,

    aferrada al crucifijo, la mujerpide a la justicia divina lo que

    tendra que poder demandar a la

    justicia humana. La incapa-

    cidad (imposibilidad?) de

    encauzar su reclamo en los

    mbitos correspondientes y el

    hecho de realizar una marcha de

    reclamo en tono religioso, la

    constituyen en un personaje

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    meditico extico: una creyente

    que se sustenta en ciertas

    formas de la religiosidad popu-

    lar, frecuentemente ubicadas en

    las fronteras de la supersticin,

    tanto por los relatos ficcionales

    como por los informativospintoresquistas y hasta por

    ciertos discursos sociales.

    Y es justamente en este punto

    donde se articula con fuerza el

    sensacionalismo con las

    diferentes formas en que

    aparecen las agendas de las

    migraciones, las de la pobreza,

    a nuestro pas. En el marco de la

    mundializacin de las imgenes

    y las comunicaciones -fenmeno

    que permitira una gran ventana

    abierta al mundo, por tanto el

    conocimiento de muchos y

    diferentes otros- con un proceso

    de integracin como el Mercosur

    en marcha, y en medio de una

    situacin gravsima de crisis que

    acrecienta las brechas entre

    riqueza y pobreza en el mundo

    y en Amrica Latina, la prensa

    argentina no encuentra an el

    lugar adecuado donde agendar

    las problemticas de pobreza,

    expulsin y migraciones.

    Las migraciones provenientes de

    pases vecinos son agenda

    errtica en los medios argenti-

    nos y los migrantes son

    tematizados en ocasiones en que

    resultan victimarios o vctimas

    en alguna situacin delictiva. Enenero de este ao, intentando

    despegarse del discurso oficial

    que impuls dos semanas de

    persecucin de los migrantes

    que estn en condicin de

    ilegalidad en el pas, los medios

    no lograron constituir una

    agenda que impulsara el debate

    sobre el tema en la sociedad. La

    informacin sobre los sucesos

    varios se cruz con notas de

    color, decididamente sensacio-

    nalistas, referidas a los pesares

    de algn migrante en condicin

    de ilegal, que trabaja hones-

    tamente y que no puede, porrazones econmicas, completar

    la documentacin de la

    residencia, o la denuncia de la

    situacin de ilegalidad en que

    muchos de ellos viven en

    nuestra ciudad en forma

    precaria. Datos incompletos,

    reconstruccin de hroes, los

    migrantes sufridos, honestos, y

    trabajadores -que no explotados-

    frente a algunos que, desde las

    sombras en que se dibuja el

    mundo del delito, perjudican la

    vida normal de sus conna-

    cionales. Un silencio acerca de

    las causas de la expulsin de sus

    pases de origen, y datos que no

    terminan de cerrar sobre las

    dificultades para tramitar los

    permisos de residencia en la

    Argentina.

    En todo caso, las repre-

    sentaciones de los migrantes

    pobres en nuestra prensa renen

    la condicin de diferencia con el

    riesgo y hasta el delito. La

    triangulacin diferencia-peligro-

    delito se ensambla perfec-

    tamente con la visin sensacio-

    nalista que los medios constru-

    yen en el espacio pblico. El pun-

    to de partida es la diferencia que

    se explica una y otra vez en tr-minos esencialistas, por tanto de

    exotismo. Desde una concepcin

    que relata la identidad como un

    atributo esencial de una nacin-

    un ser nacional, el que sea, do-

    tado desde las races telricas

    de ciertos rasgos distintivos casi

    inefables-, los medios avanzan

    en la construccin de otros ex-

    ticos suspendidos en la lejana

    casi imposible de verificacin. Y

    el exotismo vende. De una u otra

    forma los personajes exticos

    despiertan la curiosidad por

    todo aquello que se encuentra

    tan alejado del sentido comn,de un discurso verosmilmente

    naturalizado. Y vende porque los

    otros lejanos, tan diferentes a

    nosotros, protagonizan hechos

    coloridos, pintorescos, aterro-

    rizadores o moralizadores. El

    sensacionalismo meditico pare-

    ce, en ese sentido, heredero del

    pintoresquismo con que cons-

    truye la alteridad la novela de

    aventuras o el relato de viajeros

    decimonnicos, y reafirma, en

    tiempos de crisis, los imagina-

    rios xenfobos (Baczko: 1991;

    Martini y Halpern: 1998).

    De este modo, la noticia que

    hace de la joven madre boliviana

    un manojo de tristeza, aferrada

    a un crucifijo que metaforiza su

    calvario, la convierte en

    personaje tanto universal -la

    madre doliente- como extico -

    una representante de una

    cultura que cruza sufrimiento y

    religiosidad supersticiosa-. La

    doble atribucin de extranje-

    ridad y de pobreza explicaran la

    dificultad de la protagonista del

    hecho para funcionar en esta

    sociedad moderna. Y pone como

    intertexto posible la cuestin de

    la nacionalidad y el naciona-

    lismo como artefactos cultu-rales de una clase particular

    (Anderson, 1993: 21). Se articula

    as con la presuposicin de

    riesgo, no supo cuidar de su

    hija, y de delito, favoreci el

    crimen que sufre. En todo caso,

    la sociedad puede conmoverse

    ante su situacin, o puede

    alarmarse, por eso el tema se

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    iales agenda fuertemente anclado enla nota de color inquietante.

    El discurso sensacio-

    nalista no es una no-vedad. A travs de l

    se despleg desde la

    consolidacin de la

    prensa grfica, a fines

    del siglo pasado, un

    tipo de discurso y una

    visin del mundo cer-

    canos a los sectores

    populares. Relaciona-

    do con el melodra-

    ma teatral diecio-

    chesco, y con sus herederos, el

    folletn, la novela sentimental y

    la novela negra del siglo XIX, el

    sensacionalismo cubri pginas

    y pginas de los peridicos cer-

    canos a los sectores populares

    y relat los dramas sociales y el

    mundo del crimen especialmen-

    te. La consolidacion de los me-

    dios en este siglo legitim la exis-

    tencia de un periodismo popu-

    lar centrado en un modelo que

    retoma matrices de la cultura

    popular, donde la informacin se

    cruza con las impresiones, y que

    tal como lo seala Sunkel (1992),

    recurre muchas veces a las for-

    mas de una matriz simblico-

    dramtica, que construye la rea-

    lidad en trminos de escenario

    donde se desarrolla el drama, la

    pasin del hombre.

    El sensacionalismo en la prensa

    popular pone en juego los

    sentimientos y el cuerpo, y

    rescata los cdigos de un

    pblico que, ubicado lejos de las

    esferas del poder, prefiere el

    relato periodstico que resulte

    ms cercano a sus luchas y a su

    cotidianidad.

    Pero en la actualidad se asiste a

    un desplazamiento del lenguaje

    sensacionalista a todos los

    mbitos informativos. No se

    trata ya de una matriz enraizada

    en las tradiciones populares.

    Desde la propuesta deimpresionar a la sociedad, el

    modelo que se reitera en

    pantallas y pginas informativas

    conserva y exacerba un estilo ya

    acuado por un sector de la

    prensa popular, pero propone

    otra visin del mundo. Los

    medios son la ventana al mundo

    y all lo que hay es espectculo

    que est a la venta.

    Atravesado por las lgicas del

    mercado, el imperativo del

    marketing y la crisis poltica e

    institucional, el fenmeno del

    avance del sensacionalismo se

    inscribe en la explosin

    meditica, fruto del desarrollo

    tecnologico, de la globalizacin

    de las comunicaciones y de la

    concentracin empresarial. Los

    medios se consolidan como un

    negocio altamente rentable si

    entretienen. La activa circu-

    lacin de flujos informativos en

    tiempo real convierte as a los

    ciudadanos en inevitables

    consumidores de noticias que se

    sustentan en los golpes de efecto

    propios de las formas en que se

    publicita cualquier artculo de

    consumo en el mercado. De esta

    manera la informacin se incluye

    en la programacion global delentretenimiento y queda pues

    sometida a las leyes que rigen el

    xito y el fracaso en el mercado

    meditico.

    Se trata de una informacin que,

    alterando las rutinas del trabajo

    de la produccin periodstica y

    proponiendo otra manera de

    percibir el mundo, forma parte

    de lo que ha dado en calificarse

    como sociedad del infoentre-

    tenimiento. En este contexto,

    por ejemplo, en Argentina desde

    el mes de abril se levantaron

    varias horas diarias deinformacin en tres de las cinco

    televisoras de aire nacionales,

    Canal 2 Amrica Televisin,

    canal 9 Azul Televisin y Canal

    11 Telef (los dos ltimos

    suprimieron directamente su

    noticiero de horario central -

    ocho y siete de la noche

    respectivamente-, con alta

    medicin de rating para un

    servicio informativo televisivo

    sin embargo) y un canal de

    noticias por cable, La Red, que

    pasara a estrenarse en los

    prximos meses como un canal

    destinado ntegramente al

    enretenimiento. La naturaliza-

    cin de la concepcin de la

    televisin como espacio para el

    entretenimiento, unida a la

    concentracin empresaria y los

    intereses econmicos en juego,

    han diluido todo debate sobre

    este fenmeno hasta el

    momento.

    Si la noticia es espectculo y

    como tal, mercanca a la venta,

    la categora de ciudadano queda

    en crisis y las formas de

    percepcin de la realidad se

    alteran. La advertencia es acerca

    de un fenmeno que aparece a

    modo de bisagra en la estructurade las sociedades, ya que estas

    tendencias en la infocomuni-

    cacin, paralelas o emparen-

    tadas con los caminos socio-

    econmicos y tecnolgicos,

    descolocan al sujeto en cuanto

    constructor de sentido y no slo

    ciudadano o sujeto tico y legal.

    Tambin lo hacen en sus

    ELESPECTCULOD

    E

    LAINFORMACIN

  • 7/29/2019 Sensacionalismo y StellaMartini

    7/11

    61 S.M

    artin

    i

    60

    sistemas lgicos, cognitivos,

    perceptuales, de pensamiento y

    accin (Ford, 199: 111).

    La informacin percibida como

    sensacin, a travs de una

    reiteracin de golpes de efecto,dificultara la participacin

    ciudadana en la cosa pblica y

    pondra en riesgo la salud de la

    democracia, en tanto los efectos

    an no sistemticamente

    medidos en los pblicos refieren

    a hartazgo ante la visibilidad

    extrema y la sangre, y hasta

    apata ante la reiteracin del

    espectculo cotidiano de la

    catstrofe y el escndalo. Una

    cantidad apreciable de sondeos

    de opinin en nuestro pas, en

    los Estados Unidos y en varios

    pases europeos evidencian

    cierta fatiga en el pblico ante

    una informacin sensacionalista

    y escptica. En tal sentido,

    Anbal Ford advierte que la

    cultura del infoentretenimiento

    puede llegar a constituirse en el

    certificado de ...defuncin de la

    informacin como un servicio al

    ciudadano (1999: 110).

    Entran en crisis, al mismo

    tiempo, los conceptos de lo

    privado y lo pblico, en tanto el

    sensacionalismo necesita de la

    intromisin en la vida privada de

    los individuos, sean victimarios

    o vctimas, para asombrar y

    sumar puntos de rating. As

    entendida, la privacidad sedespliega de manera procaz

    sobre el espacio pblico, se

    confunden los mbitos, se olvida

    toda regla de tica periodstica

    referida al resguardo y cuidado

    de lo que no puede ser pblico.

    En la ltima semana de mayo,

    por ejemplo, en un episodio

    triste y violento ocurrido en una

    zona semi rural de la localidad

    de Chascoms, a unos cien

    kilmetros de la ciudad de

    Buenos Aires, cinco hermanos,

    entre ocho y trece aos

    secuestraron amenazando con

    una tijera a una compaera dela escuela de slo nueve aos, a

    la salida de clases. La llevaron a

    una zona de monte cercana, le

    pegaron, le cortaron el cabello e

    intentaron ultrajarla con un palo.

    Tal como lo dispone la

    legislacin del pas, los menores

    culpables quedaron bajo el

    cuidado de sus padres en su

    casa, donde fueron entrevis-

    tados por los diferentes medios.

    La televisin puso en escena a

    los acusados, quienes con una

    suerte de arrepentimiento

    mezclado con justificacin (la

    compaera atacada no era

    simptica con ellos) exhibieron

    su privacidad que, si bien se

    supone protegida por las leyes,

    no parece protegida por los

    medios. De igual forma,

    entrevistaron durante un largo

    rato, aunque de espaldas a la

    cmara, a la vctima, quien

    lloraba acongojada en brazos de

    su madre, luciendo su cabeza

    rapada a medias. Las coberturas

    construidas resultaron estre-

    mecedoras. Una vez ms gan

    puntos de rating el sensacio-

    nalismo. Los rostros angustiados

    de los padres de la vctima, las

    calles de tierra y la humildad de

    la vivienda, lo extico del paisajedesolado donde la nia fue

    victimizada, los rostros azora-

    dos de los mismos acusados

    construyeron el escenario del

    espectculo meditico. Pero el

    efecto de confusin que permite

    afianzar la representacin de la

    sociedad, a partir de dos

    absolutos, el Bien y el Mal -en

    trminos melodramticos-,

    justos y pecadores, normalidad

    y desvo -en el sentido de la

    criminalstica tradicional-, se

    une a la pregunta de hasta dnde

    se puede avanzar en la mostra-

    cin de la privacidad, del dolory de la intimidad. El resto es

    horror, alarma, incomodidad,

    reclamo de mayor seguridad.

    La espectacularidad construida

    por la informacin meditica

    alcanza su punto ms alto de

    expresin en la televisin, donde

    se conjugan la imagen, el texto

    verbal y el sonido con un alto

    efecto de verosimilitud. Se

    produce en muchos casos una

    verdadera escenificacin de un

    hecho a travs de la puesta en

    prctica de la teatralidad,

    entendida como ilusin

    perfecta, lo que nos permite

    considerar como real el mundo

    creado por la escena... y como

    la utilizacin pragmtica del

    instrumento escnico, de

    manera que los componentes de

    la representacin ponen de

    manifiesto y fragmentan la

    linealidad del texto y de la

    palabra (Pavis, 1983, 470-1).

    El relato informativo comparte

    con el relato de ficcin

    justamente el que se trata de

    relatos, se cuenta algo. Pero

    mientras en la ficcin el texto

    construye un mundo absolu-

    tamente imaginado y puederecurrir a estrategias, tanto

    espaciales como temporales,

    que desarman y rearticulan la

    narracin y los mismos hechos

    narrados, en el relato perio-

    dstico hemos de suponer que el

    texto es deudor de un mundo

    real y de un mundo de referencia

    que, tal como seala Rodrigo

    61

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    dilogosde la comunicacin

    Elsensacionalismoylasagendassoc

    iales Alsina, permiten la verificaciny la verosimilitud (1996: 187). En

    ese sentido, las lgicas de la

    narracin en la informacin

    periodstica que, como en la

    ficcin, siguen estando orde-

    nadas a causar sorpresa en elpblico, se encuentran cons-

    treidas por el conjunto de

    mediaciones de la intertex-

    tualidad, porque la informacin

    est puesta para construir

    sentido sobre la realidad. De all

    que el acento est puesto, en

    apariencia, en las modalidades

    discursivas. Pero si reconoce-

    mos que el contrato de lectura,

    basado en las modalidades de la

    enunciacin, transmite ideo-

    loga, podemos enfocar la

    cuestin del sensacionalismo de

    manera ms productiva y

    acertada.

    El significado de

    tantas coberturas

    noticiosas sensacio-

    nalistas desplaza de

    manera imperceptible

    -y quizs no por

    voluntad del mismo

    periodismo- la res-

    ponsabilidad de las

    instituciones y de la

    sociedad en su con-

    junto a las formas del

    calvario individual.

    Construye una escena

    donde se representael melodrama media-

    do y reformulado,

    naturalmente, por las

    propuestas del periodismo de fin

    de siglo, la inscripcin de los

    casos en las agendas mediticas

    correspondientes, los supuestos

    atribuidos a la competencia del

    pblico, la legitimacin del

    periodismo, tantas veces, como

    cuarto poder y hasta las

    representaciones propias del

    cronista ocasional.

    Pero la escenificacin de acon-

    tecimientos notables o impresio-nantes en clave sensacionalista

    no puede ir ms all de esa mos-

    tracin de sufrimientos y culpas,

    en todo caso bucea en los pro-

    blemas personales o familiares

    de los delincuentes y las vcti-

    mas, alienta una denuncia bien

    intencionada, interpela en casos

    resonantes al poder pblico, y

    luego se diluye. Se trata, las ms

    de las veces, de relatos cruzados

    sin un desenlace. Por tanto, la

    instalacin como tema en el de-

    bate ciudadano -si se produce-

    responde ms a las lgicas del

    comentario, entre indignado y

    receloso. La indignacin y el te-

    mor de una sociedad no alcan-

    zan quizs para que una proble-

    mtica se agende en la sociedad

    y desde all se exija su tratamien-

    to, previa instalacin de mayor

    vigilancia, es decir, la particula-

    ridad que conmociona y despier-

    ta indignacin e inseguridad

    vuelve a la sociedad, de la que

    estuvo discursiva-mente separa-

    da, en forma de relato, de mito.

    Por eso puede afirmarse que el

    tratamiento de un caso como

    extico o patolgicamente des-

    viado, estimulado a travs de las

    retricas del sensacionalismo,

    favorece la instalacin de narra-tivas de explicitacin que remi-

    ten a la necesidad de mayor con-

    trol sobre la sociedad o sobre

    ciertos grupos de la sociedad.

    Aqu importa recordar las difi-

    cultades de la construccin ob-

    jetiva de la realidad, rotunda

    bandera que los medios infor-

    mativos despliegan como discur-

    so primero de autole-gitimacin.

    El problema de la voz autoriza-

    da es tema de debate y

    problematizacin profunda en el

    mbito de las ciencias sociales,

    (Clifford: 1995; Mumby: 1997,entre otros) y las mismas re-

    flexiones pueden aplicarse al

    campo de la autoridad periods-

    tica. La concepcin de la noticia

    como reflejo o espejo de la

    realidad, sostenida todava por

    parte de amplios sectores del

    periodismo, dificulta el aborda-

    je correcto de este problema en

    el momento del newsmaking. Y

    el tratamiento sensacionalista

    de la informacin acenta an

    ms este problema. Los trmi-

    nos absolutos y dicotmicos en

    que se construye la realidad y la

    fuerza testimonial de los elemen-

    tos que causan impacto -una l-

    grima en un rostro ajado, una

    habitacin destrozada, un cad-

    ver mutilado, una calle mancha-

    da de sangre, el relato de dolor

    por la prdida o el horror ante

    el abuso sufrido- funcionan

    como rasgos que contribuyen a

    la verificacin de verdad necesa-

    ria a todo relato autosuficiente

    y con pretensin de objetividad.

    Pero en la construccin plantea-

    da opera la dialctica de la para-

    doja. Un relato informativo que

    ofrece al espacio pblico la ver-

    sin sensacionalista de un

    aconte-cimiento es una apela-

    cin irrefutable a la emotividaddel receptor, y es justamente el

    efecto de la conmocin el que

    dificulta el distanciamiento del

    objeto que posibilite la inscrip-

    cin en las agendas corres-

    pondientes y su discusin.

    Pero tambin hay que sealar

    que la noticia sensacionalista

    ELSEN

    SACIONALISMOYLO

    S

    RELATO

    SDECONTROLSO

    CIAL

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    artin

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    62 63

    trabaja sobre ms de una serie,

    y diferentes propsitos, en

    trminos de expectativas del

    pblico: la informacin, la

    enseanza, la dramatizacion, el

    hedonismo, como lo seala

    J orge Rivera para el cuentopopular (1985:9). La certeza es

    que todos estos propsitos

    tienen lugar en una realidad

    considerada espectacular.

    Las agendas de la violencia y de

    la criminalidad, del desvo y la

    corrupcin, inundan en estos

    momentos los medios informa-

    tivos argentinos. Ms all de los

    niveles de coincidencia de la

    informacin periodstica y la

    realidad, el conjunto construido

    en los planos temticos y

    atributivos aportan a una

    representacin casi insopor-

    table de la sociedad que, en la

    prctica, ha llevado a la

    interpelacin ciudadana de las

    instituciones de seguridad, la

    justicia y el gobierno en su

    conjunto y a la constitucin de

    asociaciones y grupos informa-

    les de vecinos para salvaguardar

    propiedades y vidas. En un

    proceso neto de retroalimen-

    tacin, los medios construyen

    las agendas del riesgo y la

    violencia en trminos de

    atribucin sensacionalistas

    agendas que se reiteran las

    veinticuatro horas del da desde

    las pantallas de aire y por cable.

    A la vez, el pblico construye elsentido de la informacin -unido

    a sus experiencias cotidianas y

    directas- y exige lo mismo que se

    plantea en la informacin

    periodstica: mayor seguridad,

    esto es, control, vigilancia

    adecuada, mayor represin y

    ms dureza en la legislacin

    correspondiente.

    La escenificacin y

    sobreexposicin de la

    violencia, el crimen, la

    sangre, el padeci-miento, las lgrimas y

    la desesperacin de

    los individuos, y en

    especial de los

    individuos comunes,

    ocupan un espacio

    cuantitativamente

    importante en los

    diferentes formatos

    periodsticos en la

    actualidad. El cuadro

    se completa, en los

    dos ltimos aos, es-

    pecialmente en la Argentina, con

    la cobertura de la violencia

    relacionada con la corrupcin y

    el poder. El discurso sensa-

    cionalista relata tanto historias

    de los ciudadanos annimos

    como de los que son pblicos y

    conocidos. En este contexto, no

    slo la violencia criminal logra

    una cobertura sensacionalista:

    todo conflicto puede ser

    relatado desde la retrica

    sensacionalista y desde los

    diferentes formatos informa-

    tivos. Aqu se verifica ya la

    instalacin de una tendencia que

    afecta a casi todos los productos

    informativos.

    Si el sensacionalismo est

    dejando de ser la marcaexclusiva del periodismo de

    corte popular y se desplaza, con

    la agilidad de las commodities

    culturales, hacia los soportes

    mediticos que an se proponen

    en su contrato de lectura como

    serios y/u objetivos, cabra

    preguntarse, en primer trmino,

    sobre los efectos en las

    estructuras noticiosas bsicas.

    Tal como lo vemos, el fenmeno

    atraviesa el anlisis de los

    significados mediticos y los

    discursos periodsticos e instala

    el debate tambin en la misma

    teora sobre el periodismo. A laluz del sensacionalismo, que es

    un registro discursivo, pero

    tambin una naturalizacin del

    sentido del conflicto y de la

    violencia en nuestras socie-

    dades, hay que preguntarse

    entonces por el mismo concepto

    de noticia y el privilegio de

    ciertas marcas que hacen

    noticiable un acontecimiento,

    por el papel de las agendas

    periodsticas, las temticas y las

    atributivas, en relacin con la

    vida cotidiana, las formas de

    percepcin de la realidad, los

    imaginarios sociales y la opinin

    pblica.

    La informacin periodstica se

    distingue en el campo de los

    tipos de informacin porque

    permite a los individuos, en el

    mbito pblico y privado, la

    percepcin y conocimiento

    cotidianos de la realidad y la

    posibilidad de organizacin de la

    vida. Si bien los sujetos se

    informan, tanto desde los

    medios como por fuera de ellos,

    complejidad social, mundiali-

    zacin de los flujos comu-

    nicacionales y globalizacin de

    los conflictos y de sus efectos

    constituyen el conjunto queposibilita hablar de los medios

    como soportes informativos

    privilegiados. Por eso, la carac-

    terizacin de la noticia como

    mediacin -interpretacin y

    elaboracin- de un aconte-

    cimiento, en tanto cambio o

    ruptura, en cualquier mbito, se

    resignifica en trminos cuali-

    TRA

    NSFORMACIONESE

    NLA

    TEO

    RASOBRELANOTICIA

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    10/11

    dilogosde la comunicacin

    Elsensacionalismoylasagendassoc

    iales tativos de la mano de la imagentelevisiva, y en el contexto de la

    sociedad del infoentrete-

    nimiento. Cuando el aconte-

    cimiento es relatado en los

    medios, lo vivido se transforma

    en representado y el aconte-cimiento es aprehendido segn

    las categoras del relato

    periodstico. Y como ninguna

    narracin puede ser aconte-

    cimiento mismo, en el caso de la

    noticia de corte sensacionalista

    se construye un relato que es

    una versin espectacularizada

    de la realidad. Las estrategias del

    relato sensacionalista apuntan a

    un mundo representado regido

    por el impacto emocional,

    destinado a impresionar. Toda

    noticia se estructura como el

    relato-bsqueda, sobre el eje

    del deseo, y para que una

    historia se d a leer como

    poseedora de sentido, o tiene

    que ser interpretada por el que

    la cuenta, o tiene que cruzarse

    con un contexto que la inviste de

    intencionalidad. La construccin

    de la informacin desde los

    resortes del sensacionalismo

    apela, quizs ms que en otros

    casos de discurso periodstico,

    a las representaciones y las

    supuestas expectativas de los

    pblicos, ms que a la relacin

    entre las agendas de la sociedad

    y las agendas periodsticas en

    trminos de debate pblico.

    Los criterios de noticiablidad,que estn en relacin con el

    contrato de lectura del medio y

    las modalidades de la circu-

    lacin de la informacin en la

    actualidad, privilegian entonces

    ciertas caractersticas en un

    hecho. Centrada en el valor

    emocional de un aconte-

    cimiento, la noticiabilidad

    responde tanto a novedad e

    imprevisibilidad como a impacto

    sobre la sociedad. Se afirma

    adems, el criterio que exige al

    hecho gravedad unida a la

    catstrofe (individual o social).

    El relato sensacionalistaprivatiza la informacin pblica

    y podra leerse como una suerte

    de instalacin de la necesidad de

    supervivencia en un contexto

    marcado por la desviacin. Se

    asume que la informacin

    construida para impresionar

    dificulta o de alguna manera

    obtura el debate pblico. El

    cruce entre sensaciones exacer-

    badas y reflexin, esto es, el

    cruce entre las formas narrativas

    y las formas argumentativas,

    redunda en una instalacin

    defectuosa de un tema o un

    problema en el debate social. La

    pregunta que queda es la

    informacin ha de cumplir una

    funcin en pro del inters

    pblico, o acaso slo es otra

    forma de entretener a travs de

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