SEMINARIO MENOR DIOCESANO SAN JOSÉ DE … · Virgen), obra de Pier Matteo d´Amelia, desde su...
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SEMINARIO MENOR DIOCESANO SAN JOSÉ DE CÚCUTA Especialidad: Humanidades Jornada: Mañana Modalidad: Mixto Carácter: Privado
Dane: 354001001520 Nit. 890.501.795-6
GUÍA-TALLER # 9 Gestión Académica
Versión 3 / 12-2-2016
TEMA: LOS ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN
¿Quiénes? ¿Dónde? ¿Cuándo? (Adaptación) El 10 de Mayo de 1508, Miguel Ángel comienza a pintar los frescos de la Capilla Sixtina en el
Vaticano. La capilla es de forma rectangular y mide 40,93 m de longitud por 13,41 de anchura. Su altura es de 20,7
m. Miguel Ángel lo pintó solo, subido en un andamio construido por él mismo. La bóveda de la Capilla Sixtina estuvo
decorada con un cielo raso de estrellas doradas sobre un fondo azul (simbología que se aplicaba al manto de la
Virgen), obra de Pier Matteo d´Amelia, desde su construcción en 1484 hasta la intervención de Miguel Ángel en
dicha bóveda, realizada entre 1508 y 1512. La Capilla Sixtina la pintó Miguel Ángel, por encargo del papa Julio II.
Dos personalidades de fuerte carácter que, aunque existía una admiración mutua y amistad entre ellos, chocaban
incesantemente. Sus pinturas debieron ser acordadas con el pontífice, sometiéndose estas a la aprobación
definitiva del papa, que temía fallecer antes de que el pintor acabara el trabajo. De cuando en cuando, entre una
audiencia y entre una y otra guerra, Julio II se acordaba de su artista e iba a la capilla Sixtina para ver cómo iba de
adelantada la pintura de la bóveda. Miguel Ángel no podía darle con la puerta en las narices, como había hecho
con sus ayudantes florentinos, y por fuerza -era el papa- había de recibirle y escucharle. “Mientras pintaba -refiere
Condivi-, varias veces quiso el papa Julio ir a ver la obra, subiendo por una escalera de mano, y Miguel Ángel le
tendía la mano para ayudarle a subir al andamio.” El Pontífice se aproximaba a los sesenta años; pero después de
haber subido a los muros de Mirandola le gustaba subir también, no obstante, el estorbo de las ropas y de la edad,
por la escalera que conducía junto a su gran amigo. Condivi añade que Julio “le quiso entrañablemente, haciendo
más aprecio de él que de ninguna otra de las personas que le rodeaban “, pero no siempre las charlas entre
aquellas dos almas grandes eran tranquilas y amistosas. El papa no daba punto de reposo al pintor, porque no
veía el momento de mandar descubrir la bóveda: cada visita suya era un reproche; cada palabra un golpe de
espuela. Y un día se produjo la explosión: Queriendo Miguel Ángel, por San Juan, ir a Florencia, pidió dinero al
papa, y, al preguntarle este cuándo acabaría la capilla, Miguel Ángel, según su costumbre, le contestó: “Cuando
pueda”. El Papa, que tenía unos prontos terribles, le golpeó con un bastón que tenía en la mano, diciendo; “¡Cuando
pueda! ¡Cuando pueda!” Miguel Ángel, irritado por aquella nueva ofensa, se fue enseguida a casa y se dispuso a
partir para Florencia, quizá con la misma intención que la otra vez, es decir, la de no regresar. Pero el papa, que
se acordó a tiempo de la primera fuga y quizá se arrepintió de haber golpeado a Miguel Ángel con un bastón, como
si hubiera sido un palafrenero cualquiera, mandó a un favorito suyo, un tal Accursio, que le llevara quinientos
ducados y le presentase excusas, de su parte, por aquellos bastonazos tan poco pontificios ni cristianos. Miguel
Ángel aceptó el dinero; pero partió de todas maneras hacia Florencia.
Papini, Giovanni. Vida de Miguel Ángel en la vida de su tiempo. Editorial EMECE: 1980.
1. Relee con atención la anterior narración y contesta en tu cuaderno: A. ¿De quiénes se habla en la narración?
B. ¿Sobre qué se habla?
C. ¿Dónde y cuándo ocurren los hechos narrados?
D. ¿Quién relata la historia?
E. ¿Cómo inicia?
F. ¿Cuál es la acción más importante?
G. ¿Cómo termina la narración?
Nombre estudiante:
Fecha: D / M / A
Asignatura: LENGUA CASTELLANA
Grado:
5° Periodo:
2-P
DBA 3. Reconoce las obras literarias como una posibilidad de circulación
del conocimiento y de desarrollo de su imaginación. DBA 4. Identifica algunas expresiones de diferentes regiones y contextos
en las obras literarias. DBA 5. Interpreta obras de la tradición popular propias de su entorno.
Educador: Luz Dari Lindarte
Clavijo
Socialización con
estudiante y
padre familia,
firma: ___________________
Valor del
Logro Calificación:
LOGRO: Lee, comprende y produce textos de los géneros literarios
asumiendo una postura crítica en sus relaciones intertextuales.
Plan de refuerzo Prueba de periodo Recuperación Diagnóstico
Guía-Taller
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2. Piensa en un hecho personal en donde, a pesar de tener un pacto, al final hayas cambiado las cosas, tal
como hizo Miguel Ángel. Escribe:
A. ¿Dónde y cuándo ocurrió este hecho?
B. ¿Qué pasó en esa ocasión?
C. ¿Quiénes estaban en ese momento?
D. ¿Por qué crees que estas narraciones se llaman anécdotas?
Recuerda:
Una narración es el relato de unos hechos reales o imaginarios que les suceden a unos personajes en un lugar.
Cuando contamos algo que nos ha sucedido o que hemos hecho.
En esta guía, las preguntas sobre la anécdota titulada Miguel Ángel: las pinturas de la Capilla Sixtina, te
permitieron identificar los personajes, lugares, hechos y tiempo en que sucedió la historia. Estos elementos
también hacen parte de la narración.
ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN EN EL TEXTO DE MIGUEL ÁNGEL
Son quienes
realizan las acciones dentro de la narración. En ocasiones pueden ser objetos o animales con características humanas, como en la fábula. Son presentados por el narrador, una figura creada por el escritor para contar lo que sucede en el relato. El narrador puede ser un personaje o estar por fuera de la historia.
• Los principales personajes son el pintor italiano Miguel Ángel y el papa Julio II. Ambos poseen un fuerte carácter, al punto que se vieron enfrentados en varias ocasiones, debido al trabajo en la capilla.
Hace referencia a los espacios donde
ocurren los hechos. Esto se refiere a que hay unos sitios que sirven de escenario para los protagonistas.
• El lugar al que se refieren la historia es la capilla Sixtina, ubicada en Italia.
Son los eventos o sucesos que
les ocurren a los personajes dentro de la narración. Se identifican en frases que indican acciones.
• Son hechos en la narración de Miguel Ángel, quien pintó la capilla Sixtina por encargo del papa, que: el papa lo iba a visitar; Miguel Ángel quería viajar a Florencia y pidió dinero al papa; el papa se opuso al viaje y lo golpeó con su bastón; Miguel Ángel se fue para su casa muy molesto.
Se refiere a la duración de las
acciones en la narración.
• En la narración existen varias referencias sobre el
tiempo transcurrido; por ejemplo; “desde su
construcción en 1484 hasta la intervención de Miguel
Ángel en dicha bóveda, realizada entre 1508 y 1512.
LOS PERSONAJES:
So n los que mueven las acciones. Hay muchas formas de clasificar los personajes que aparecen en una obra
lit eraria; ya sea según su importancia dentro de la obra, su desarrollo u otros parámetros. Veamos algunos de
ell os. La primera clasificación corresponde a:
Personaje principal: aquel o aquellos personajes en los cuales se basa la narración y a quienes se les presta mayor atención. Son los protagonistas.
Personaje secundario: aquel o aquellos personajes que, si bien tienen una participación menor que el
personaje principal, participan en uno o más momentos importantes de la obra.
Personaje dinámico: se trata de un personaje que evoluciona o cambia (no necesariamente para bien) durante el desarrollo de la narración. En general, se espera esto del personaje principal.
Personaje estático: se trata de un personaje que, al final de la narración, está igual que al principio; no
presente ningún desarrollo.
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Uno de nuestros máximos representantes de la literatura colombiana es Gabriel García Marques quien
nos deleita con sus Doce cuentos peregrinos. Lee detalladamente “Espantos de agosto” e identifica
sus personajes.
Espantos de agosto
Llegamos a Arezzo un poco antes del mediodía, y perdimos más de dos horas buscando el castillo renacentista
que el escritor venezolano Miguel Otero Silva (PERSONAJE PRINCIPAL) había comprado en aquel recodo idílico
de la campiña toscana. Era un domingo de principios de agosto, ardiente y bullicioso, y no era fácil encontrar a
alguien que supiera algo en las calles abarrotadas de turistas. Al cabo de muchas tentativas inútiles volvimos al
automóvil, abandonamos la ciudad por un sendero de cipreses sin indicaciones viales, y una vieja pastora de
gansos (PERSONAJE ESTÁTICO) nos indicó con precisión dónde estaba el castillo. Antes de despedirse nos
preguntó si pensábamos dormir allí, y le contestamos, como lo teníamos previsto, que sólo íbamos a almorzar.
-Menos mal -dijo ella- porque en esa casa espantan.
Mi esposa y yo (PERSONAJES SEGUNDARIOS), que no creemos en aparecidos del medio día, nos burlamos
de su credulidad. Pero nuestros dos hijos, de nueve y siete años, (PERSONAJE SEGUNDARIO) se pusieron
dichosos con la idea de conocer un fantasma de cuerpo presente.
Miguel Otero Silva, (PERSONAJE PRINCIPAL) que además de buen escritor era un anfitrión espléndido y un
comedor refinado, nos esperaba con un almuerzo de nunca olvidar. Como se nos había hecho tarde no tuvimos
tiempo de conocer el interior del castillo antes de sentarnos a la mesa, pero su aspecto desde fuera no tenía nada
de pavoroso, y cualquier inquietud se disipaba con la visión completa de la ciudad desde la terraza florida donde
estábamos almorzando. Era difícil creer que en aquella colina de casas encaramadas, donde apenas cabían
noventa mil personas, hubieran nacido tantos hombres de genio perdurable. Sin embargo, Miguel Otero Silva nos
dijo con su humor Caribe que ninguno de tantos era el más insigne de Arezzo.
-El más grande -sentenció- fue Ludovico. (PERSONAJE PRINCIPAL)
Así, sin apellidos: Ludovico, el gran señor de las artes y de la guerra, que había construido aquel castillo de su
desgracia, y de quien Miguel nos habló durante todo el almuerzo. Nos habló de su poder inmenso, de su amor
contrariado y de su muerte espantosa. Nos contó cómo fue que en un instante de locura del corazón había
apuñalado a su dama (PERSONAJE ESTÁTICO) en el lecho donde acababan de amarse, y luego azuzó contra
sí mismo a sus feroces perros de guerra que lo despedazaron a dentelladas. Nos aseguró, muy en serio, que a
partir de la media noche el espectro de Ludovico deambulaba por la casa en tinieblas tratando de conseguir el
sosiego en su purgatorio de amor.
El castillo, en realidad, era inmenso y sombrío. Pero a pleno día, con el estómago lleno y el corazón contento, el
relato de Miguel no podía parecer sino una broma como tantas otras suyas para entretener a sus invitados. Los
ochenta y dos cuartos que recorrimos sin asombro después de la siesta, habían padecido toda clase de mudanzas
de sus dueños sucesivos. Miguel había restaurado por completo la planta baja y se había hecho construir un
dormitorio moderno con suelos de mármol e instalaciones para sauna y cultura física, y la terraza de flores
intensas donde habíamos almorzado. La segunda planta, que había sido la más usada en el curso de los siglos,
era una sucesión de cuartos sin ningún carácter, con muebles de diferentes épocas abandonados a su suerte.
Pero en la última se conservaba una habitación intacta por donde el tiempo se había olvidado de pasar. Era el
dormitorio de Ludovico.
Fue un instante mágico. Allí estaba la cama de cortinas bordadas con hilos de oro, y el sobrecama de prodigios
de pasamanería todavía acartonado por la sangre seca de la amante sacrificada. Estaba la chimenea con las
cenizas heladas y el último leño convertido en piedra, el armario con sus armas bien cebadas, y el retrato al óleo
del caballero pensativo en un marco de oro, pintado por alguno de los maestros florentinos que no tuvieron la
fortuna de sobrevivir a su tiempo. Sin embargo, lo que más me impresionó fue el olor de fresas recientes que
permanecía estancado sin explicación posible en el ámbito del dormitorio Los días del verano son largos y
parsimoniosos en la Toscana, y el horizonte se mantiene en su sitio hasta las nueve de la noche. Cuando
terminamos de conocer el castillo eran más de las cinco, pero Miguel insistió en llevarnos a ver los frescos de
Piero della Francesca en la Iglesia de San Francisco, luego nos tomamos un café bien conversado bajo las
pérgolas de la plaza, y cuando regresamos para recoger las maletas encontramos la cena servida. De modo que
nos quedamos a cenar.
Mientras lo hacíamos, bajo un cielo malva con una sola estrella, los niños prendieron unas antorchas en la cocina,
y se fueron a explorar las tinieblas en los pisos altos. Desde la mesa oíamos sus galopes de caballos cerreros por
las escaleras, los lamentos de las puertas, los gritos felices llamando a Ludovico en los cuartos tenebrosos. Fue a
ellos a quienes se les ocurrió la mala idea de quedarnos a dormir. Miguel Otero Silva los apoyó encantado, y
nosotros no tuvimos el valor civil de decirles que no.
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Al contrario de lo que yo temía, dormimos muy bien, mi esposa y yo en un dormitorio de la planta baja y mis hijos
en el cuarto contiguo. Ambos habían sido modernizados y no tenían nada de tenebrosos. Mientras trataba de
conseguir el sueño conté los doce toques insomnes del reloj de péndulo de la sala, y me acordé de la advertencia
pavorosa de la pastora de gansos. Pero estábamos tan cansados que nos dormimos muy pronto, en un sueño
denso y continuo, y desperté después de las siete con un sol espléndido entre las enredaderas de la ventana. A
mi lado, mi esposa navegaba en el mar apacible de los inocentes. "Qué tontería -me dije-, que alguien siga
creyendo en fantasmas por estos tiempos". Sólo entonces me estremeció el olor de fresas recién cortadas, y vi la
chimenea con las cenizas frías y el último leño convertido en piedra, y el retrato del caballero triste que nos miraba
desde tres siglos antes en el marco de oro. Pues no estábamos en la alcoba de la planta baja donde nos habíamos
acostado la noche anterior, sino en el dormitorio de Ludovico, bajo la cornisa y las cortinas polvorientas y las
sábanas empapadas de sangre todavía caliente de su cama maldita.
Espacio: Es el lugar donde transcurre la narración. Puede ser único o múltiple.
Tiempo: Las acciones transcurren durante un lapso de tiempo determinado, pueden durar
poco o mucho tiempo. También debe identificarse la época en que se desarrollan los
sucesos, el pasado, el presente, el futuro o en un tiempo indeterminado.
Narrar es contar. El narrador es quien cuenta la historia. Pero, ¿quién es...?
El narrador es un personaje creado por el autor que tiene la misión de contar la historia. Hay diferentes tipos de
narrador según la información de que dispone para contar la historia y del punto de vista que adopta.
NARRADOR OMNISCIENTE EN TERCERA PERSONA: (que todo lo sabe). Es aquel cuyo conocimiento
de los hechos es total y absoluto. Sabe lo que piensan y sienten los personajes: sus sentimientos,
sensaciones, intenciones, planes…
NARRADOR OBSERVADOR EN TERCERA PERSONA: Sólo cuenta lo que puede observar. El narrador
muestra lo que ve, de modo parecido a como lo hace una cámara de cine.
NARRADOR PERSONAJE SECUNDARIO. El narrador es un testigo que ha asistido al desarrollo de los
hechos. NARRADOR PROTAGONISTA EN PRIMERA PERSONA: es el personaje principal de la historia
(autobiografía real o ficticia).
1. Responde según el texto leído ESPANTOS DE AGOSTO: A. ¿Cuáles son los personajes que allí
participan?
B. ¿Cuál es el tiempo de la narración?
C. ¿Cuál es el lugar o lugares que presenta la narración?
D. ¿Qué tipo de narrador presenta el texto? Argumente su respuesta.
2. Retomo los tipos de narradores y me ejército en ellos. Leo atentamente las narraciones que
aparecen a continuación y determino el tipo de narrador.
A. Luego se habían metido poco a poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía por las piernas. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y se les contagiaban como un cosquilleo nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas, jadeantes de risa.
TIPO DE NARRADOR ---------------------------------------------------------------------
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B. La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin.
TIPO DE NARRADOR ---------------------------------------------------------------------
C. Me niego a corresponder, a representar el papel de esposa de alto status, que esconde su cansancio tras
una sonrisa, lleva la batuta en conversaciones sin fuste, pasa bandejitas y se siente pagada de su trabajera con la típica frase: Has estado maravillosa, querida.
TIPO DE NARRADOR ------------------------------------------------------
3. Lee la siguiente narración y completa el cuadro:
La hija perdida de Deméter
Hades, el tenebroso dios de la muerte, tenía prohibido visitar el Olimpo y vivía en un oscuro palacio en las
profundidades de la tierra. Un día, se encontró con su hermano Zeus en Grecia, territorio que compartían, y le
confesó:
—Me he enamorado de tu sobrina Perséfone, la hija de Deméter. ¿Tengo tu consentimiento para casarme con
ella?
Zeus no deseaba ofender a Hades diciéndole: « ¡no, qué horrible idea!»; pero tampoco quería desairar a Deméter
contestándole: « ¿por qué no?». Así que no le dio a Hades ni un sí, ni un no; se limitó a parpadear un ojo.
El guiño dejó satisfecho a Hades, que se fue a Colono, cerca de Atenas, donde Perséfone, que recogía flores
primaverales, se había alejado de sus amigas. Hades se la llevó en su gran carro fúnebre. Perséfone gritó, pero
cuando las otras chicas llegaron corriendo, ella ya había desaparecido sin dejar ningún rastro, excepto unas
margaritas y unas violetas aplastadas. Las chicas, luego, le contaron a Deméter todo lo que sabían.
Deméter, muy preocupada, se disfrazó de anciana y deambuló por toda Grecia en busca de Perséfone. Viajó
durante nueve días, sin comer ni beber, y nadie pudo darle noticia alguna. Al final, se dirigió de nuevo hacia
Atenas. El rey y la reina la trataron con gran amabilidad, le ofrecieron el puesto de niñera de la joven princesa y
ella aceptó un vaso de agua de cebada.
Al poco tiempo, el príncipe mayor, Triptolemo, que cuidaba de las vacas reales se le presentó apresurado: —Si
no me equivoco, señora —dijo—, usted es la diosa Deméter. Me temo que le traigo malas noticias. Mi hermano
Eubeo estaba dando de comer a los cerdos, cerca de aquí, cuando oyó un gran ruido de pezuñas y vio un carro
pasando a toda velocidad. En él iba un rey de cara oscura, ataviado con una armadura negra y acompañado de
una chica que se parecía a vuestra hija Perséfone. De repente, la tierra se abrió ante los ojos de mi hermano y el
carro desapareció por el agujero. Todos nuestros cerdos cayeron también en él y los perdimos, porque la tierra
volvió a cerrarse.
Deméter supuso que el rey de cara oscura era Hades.
Y junto a su amiga, la vieja diosa bruja Hécate, fue a preguntarle al sol, que lo ve todo. Este no quiso contestar,
pero Hécate lo amenazó con eclipsarlo todos los mediodías si no les contaba la verdad.
—Era el rey Hades —confesó el sol.
—Mi hermano Zeus ha tramado esto —dijo Deméter furiosa—. Me vengaré de él.
Deméter no volvió al Olimpo, sino que recorrió Grecia prohibiendo a sus árboles que dieran frutos e impidiendo
que la hierba creciera, para que el ganado no pudiera alimentarse. Si aquello duraba mucho tiempo, los hombres
se morirían de hambre. Así que Zeus ordenó a Hera que enviase a su mensajera Iris desde el arco iris, con un
aviso para Deméter: «¡por favor, sé sensata, querida hermana, y permite que las cosas vuelvan a crecer!».
Deméter no hizo caso y entonces Zeus mandó a Poseidón, a Hestia y a la misma Hera para ofrecerle magníficos
regalos. Pero Deméter gimió:
— ¡No haré nada por ninguno de vosotros, nunca, hasta que mi hija no vuelva a casa conmigo!
Zeus entonces envió a Hermes para que le dijera a Hades: «si no dejas que esa chica vuelva a casa, hermano,
iremos todos a la ruina». También le dio a Hermes un mensaje para Deméter: «Podrás tener a Perséfone de
vuelta, siempre que no haya probado el “alimento de los muertos”».
Puesto que Perséfone se había negado a comer, ni siquiera un trozo de pan, diciendo que prefería morirse de
hambre, Hades difícilmente podía decir que Perséfone se había ido con él de buen grado. Así que entonces
decidió obedecer a Zeus, por lo que llamó a Perséfone y le dijo con amabilidad:
—No pareces feliz aquí, querida. No has comido nada.
Quizá sería mejor que regresaras a casa.
Uno de los jardineros de Hades, llamado Ascálafo, estalló en risotadas:
— ¡Que no ha tomado ningún alimento, dices! Esta misma mañana, la he visto coger una granada de tu huerto
subterráneo.
Hades sonrió. Llevó a Perséfone en su carro hasta Eleusis, donde Deméter la abrazó y lloró de emoción.
Hades dijo entonces:
—Por cierto, Perséfone se ha comido siete semillas rojas de una granada; mi jardinero la vio. Tiene que bajar al
Tártaro, otra vez.
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— ¡Si se va —gritó Deméter—, nunca levantaré mi maldición de la Tierra, aunque se mueran todos los hombres
y todos los animales!
Al final, Zeus envió a su madre Rea (quien, además, era también la madre de Deméter) para interceder.
Finalmente, ambas diosas acordaron que Perséfone se casaría con Hades y que pasaría siete meses en el tártaro
—un mes por cada semilla de granada comida— y el resto del año sobre la Tierra.
Deméter castigó a Ascálafo, convirtiéndolo en una lechuza ululante de largas orejas, y recompensó a Triptolemo,
dándole una bolsa de semillas de cebada y un arado. Siguiendo las órdenes de Deméter, Triptolemo recorrió
entonces el mundo en un carro tirado por serpientes, y enseñó a la humanidad a arar los campos, sembrar la
cebada y recoger las cosechas. Robert Graves. Dioses y héroes de la antigua Grecia. Bibliotex. Madrid: 1999.
ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN EN EL TEXTO: La hija
perdida de Deméter
4. Copia el siguiente cuadro en el cuaderno y, a partir de la lectura anterior, escribe un hecho ocurrido a cada
personaje.
5. ¿Te gustó la historia? Argumenta tu respuesta.
6. Lee el texto muy atentamente y complétala en la parte del nudo.
Ayer encontré un hada en mi jardín. Fue algo inesperado, pues llevo años buscándolas sin descanso, donde
todos me habían dicho que se esconden, pero por más que lo intenté nunca vi aparecer ninguna. Hasta ayer.
Había visto hadas en casa de mis amigos. Muchos tenían una o varias, pequeñas y diminutas, y las cuidaban con
esmero y cariño para que crecieran. A mí me hacían gracia, aunque me daba miedo tocarlas, tan frágiles me
parecían. Soñaba con encontrar alguna y quedármela, para cuidarla con el mismo amor con que había visto
hacerlo a mis amigos. Pero no había manera. Por más que buscaba y rebuscaba entre la hierba y en cada una
de las hojas de los árboles, en mi jardín no vivía ninguna, o eso creía. Me regalaron incluso un aparato especial,
un detector de hadas, para ayudarme en mi tarea…pero ayer la encontré al fin.
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Una noche creí ver una. El detector emitió un zumbido extraño y empezó a parpadear con una luz azulada. Pero
resultó ser una simple libélula. Ni rastro de un hada por allí.
CONTINÚA LA NARRACIÓN…
Dentro de poco la dejaré de ver, y dejaré de sentir su respiración entrecortada. Pero no olvidaré esa ilusión que me
hizo sentir durante este breve tiempo. Ahora sé que la magia existe. Sólo tengo que seguir buscando.
Ahora sí creo en las hadas, aunque me apene tanto perder a esta. Los sueños se cumplen. Afortunadamente.
Narrando con sentido
1. Vas a poner en juego tu imaginación y lo que has aprendido sobre las narraciones; es decir, vas a construir
textos que tengan en cuenta cada uno de los elementos de la narración. Puedes tomar como ejemplo la
narración de La hija perdida de Deméter y llevar a cabo cada uno de los siguientes pasos.
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