Sem Gim Beliveau Uba

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Seminario “Identidad, memoria y territorio. Formas de la Religión en sociedades contemporáneas” Profesora: Giménez Béliveau, Verónica. Corrección trabajo final: “Acerca de piquetes y otras misticas populares Alumno: Noelia Figueroa Fecha de entrega: 08/2011. Nota: 8 50 (ocho 50/100) Observaciones: El trabajo es muy bueno, presenta un interesante desarrollo que articula reflexiones teóricas con una vuelta analítica sobre expertiencias militantes y producciones de un grupo socio-político, el “Frente Popular Darío Santillán”. Conceptualmente, es muy interesante la relación entre religión y política a partir de los conceptos de mística y memoria. De hecho, el apartado más logrado del trabajo es el que profundiza en las dinámicas de la memoria y de la identidad. Recurre a categorías adecuadas para el análisis, como las reflexiones de Carozzi sobre las muertes jóvenes y la persistencia y celebración del recuerdo, o los análisis de Candau sobre el duelo, la memoria y la pregnancia política de su uso. Creo que un posible agregado interesante, un concepto que sugiere y que no termina de trabajar, es el de utopía: la dinámica utópica entre la reperesentación del pasado y las proyecciones hacia el futuro aparece mencionada, pero no se la profundiza. También la observación y la reflexión sobre las prácticas/ rituales personales de los militantes es muy interesante, y está poco desarrollada, hubiera sido interesante profundizarla más. Desde el punto de vista del análisis de los datos, la autora realiza una indispensable y a la vez no tan común reflexión sobre la voz de la investigadora en la investigación, no sólo describiendo su implicación militante con el grupo, sino también en el trabajo interpretativo. Enuncia una idea interesante, el paralelismo entre las acciones de la militancia y la investigación. El punto más débil es quizás algo que tiene que ver con el exesivo entrecruzamiento entre un discurso, o sensibilidad militante (se notan los esfuerzos de la autora por trabajarlo, pero aún así a veces emerge

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Religin, identidad, territorio, memoria

Seminario Identidad, memoria y territorio. Formas de la Religin en sociedades contemporneas

Profesora: Gimnez Bliveau, Vernica.

Correccin trabajo final: Acerca de piquetes y otras misticas populares

Alumno: Noelia FigueroaFecha de entrega: 08/2011.

Nota: 850 (ocho 50/100)Observaciones: El trabajo es muy bueno, presenta un interesante desarrollo que articula reflexiones tericas con una vuelta analtica sobre expertiencias militantes y producciones de un grupo socio-poltico, el Frente Popular Daro Santilln.

Conceptualmente, es muy interesante la relacin entre religin y poltica a partir de los conceptos de mstica y memoria. De hecho, el apartado ms logrado del trabajo es el que profundiza en las dinmicas de la memoria y de la identidad. Recurre a categoras adecuadas para el anlisis, como las reflexiones de Carozzi sobre las muertes jvenes y la persistencia y celebracin del recuerdo, o los anlisis de Candau sobre el duelo, la memoria y la pregnancia poltica de su uso.

Creo que un posible agregado interesante, un concepto que sugiere y que no termina de trabajar, es el de utopa: la dinmica utpica entre la reperesentacin del pasado y las proyecciones hacia el futuro aparece mencionada, pero no se la profundiza. Tambin la observacin y la reflexin sobre las prcticas/ rituales personales de los militantes es muy interesante, y est poco desarrollada, hubiera sido interesante profundizarla ms.

Desde el punto de vista del anlisis de los datos, la autora realiza una indispensable y a la vez no tan comn reflexin sobre la voz de la investigadora en la investigacin, no slo describiendo su implicacin militante con el grupo, sino tambin en el trabajo interpretativo. Enuncia una idea interesante, el paralelismo entre las acciones de la militancia y la investigacin.

El punto ms dbil es quizs algo que tiene que ver con el exesivo entrecruzamiento entre un discurso, o sensibilidad militante (se notan los esfuerzos de la autora por trabajarlo, pero an as a veces emerge con ms fuerza de los que debera), y las propuestas analticas. Esto puede verse, por ejemplo, en el uso de categoras nativas como categoras analticas (sin filtro), como pibes, p. 9.

Se aconseja revisar los errores involuntarios de tipeo, muchos acentos son graves y no agudos.

Seminario Identidad, memoria y territorio. Formas de la religin en sociedades contemporneasDra. Vernica Gimenez Beliveau

Acerca de piquetes y otras msticas populares.

La mstica es una forma de manifestacin colectiva de un sentimiento. Queremos que ese sentimiento aflore en direccin a un ideal, que no sea una obligacin. Nadie se emociona porque recibe la orden de emocionarse, se emociona porque est motivado en funcin de algo. Y tampoco se trata de una distraccin metafsica o idealista, de que todos iremos juntos al paraso...Joao Pedro Stdile/ Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem TerraIntroduccin

El tema que me interesa abordar a lo largo de este trabajo est vinculado con una serie de interrogantes tericos, que forman parte de mi recientemente iniciado proceso de investigacin doctoral. Para situar este proceso, el proyecto de investigacin en que estoy trabajando se ubica en el marco de la indagacin en filosofa poltica y se titula Mstica y poltica. Un anlisis de los aportes de Jos Carlos Maritegui y Walter Benjamin a la filosofa poltica. El mismo se plantea por objetivo realizar un anlisis comparado de las producciones de Jos Carlos Maritegui y Walter Benjamin, en torno a las nociones de la poltica, la cultura y lo religioso, explorando las posibles articulaciones y relaciones entre ellas, con la intencin de apreciar los aportes creativos que sus obras hicieron a la filosofa poltica. La bsqueda de construccin de un marco terico sustentado en estos autores tiene que ver con la proyeccin de una investigacin que pueda trabajar sobre los elementos msticos que, segn considero, forman parte de la poltica de movimientos sociales y polticos actuales. Es en este sentido es que creo que el seminario Identidad, memoria y territorio. Formas de la religin en sociedades contemporneas se constituye en un aporte valioso en el itinerario de la investigacin encarada.Antes de comenzar el trabajo, me gustara aclarar algunos de los puntos de partida del mismo, en funcin de inscribirme como sujeto en la propia investigacin y de paso explicitar algunos supuestos metodolgicos y epistemolgicos generales en los que se asienta. Siguiendo a Sandra Harding, La clase, la raza, la cultura, las presuposiciones en torno al gnero, las creencias y los comportamientos de la investigadora o el investigador mismo, deben ser colocados dentro del marco de la pintura que ella o l desean pintar () As, la investigadora o el investigador se nos presentan no como la voz invisible y annima de la autoridad, sino como la de individuo real, histrica, con deseos e intereses particulares y especficos.(HARDING,1897:21). Tomando en cuenta los aportes de la epistemologa feminista aclaro que hace aos soy militante de la organizacin que analizo en este trabajo. Como parte de la misma, he vivido momento de encantamiento y tambin de desencantamiento, en un proceso que se asimila mucho a la dinmica del proceso social de la investigacin en relacin al objeto de estudio. Hoy creo poder nombrar mi lugar parcial, situado, de produccin, como una forma de buscar algunos rasgos de objetividad ya no el objetivismo, universal y neutral del que se habla desde el lugar invisible del sujeto cognoscente- al describir algunas dinmicas e historizar un proceso del que me siento parte.

Algunas aproximaciones tericasPara comenzar, considero que el recorrido efectuado hasta aqu en el cursado de este seminario, me habilita a trabajar sobre algunas de las intersecciones conceptuales pasibles de ser establecidas entre la religin (definida en una primera aproximacin como un campo especfico -relacional y conflictivo- de lo social) y la poltica (definida en tanto disputa por el sentido del orden social).Si bien existen mltiples estudios que abordan esta relacin religin-poltica, en muchas oportunidades se focalizan en la posibilidad/capacidad de intervencin poltica de ciertos segmentos religiosos, (ORO: 2005) o en la importancia que reviste para los distintos regmenes de gobierno la relacin con las iglesias ms influyentes en cada pas, basndose en la tensin existente entre las esferas religiosa y poltica en la modernidad. Es decir, la poltica aparece reducida, por el objeto de estos trabajos, a su dimensin institucional (en un sentido restringido, relativo a la institucin poltica estatal). Incluso en las reconstrucciones de ndole ms terico-conceptual, en que se trabajan nociones interesantes acerca de los procesos de secularizacin/ desecularizacin sociopolticos (SCATTOLA, 2007) no es abordada la dimensin de lo que prcticas que podemos denominar religiosas (en el sentido de un re-ligare poltico y social) instituyen en la construccin identitaria de los colectivos polticos. Diez Hurtado, que efectivamente plantea que el poder poltico contiene, en s mismo y en todas partes, elementos religiosos menciona desde una perspectiva demasiado instrumentalista a mi parecer el uso que el lenguaje poltico hace de los usos rituales y del lenguaje religioso para producir efectos de orden (DIEZ HURTADO, 2004: 117) y termina enfocando su trabajo en una especial configuracin de un espacio poltico dentro del campo religioso. Una operacin similar (de exclusin de esta variable de anlisis de lo poltico en un sentido ampliado) aparece incluso en los trabajos que de manera ms original han intentado plantear paralelismos o continuidades entre las iglesias que defendan otro mundo y los partidos de izquierda que () promueven un futuro diferente (DE CERTEAU, 1996: 200): presas de la lgica del sistema poltico en tanto sitio referente por excelencia, en estos trabajos no se han explotado algunas intuiciones respecto a las analogas posibles entre los tipos de creencias. A la vez, todas estas referencias tericas tampoco dejan el camino despejado para el anlisis de organizaciones que no son directamente asimilables en las tipologas del partido poltico, sino que se autodefinen como movimientos sociales (CASTELLS,1997:92) y que podemos definir, a modo de ajustar mejor a lo que nos referimos, como movimientos sociopolticos (OFFE,1992).

A diferencia de lo hasta aqu reseado, lo que intentar plantear en este trabajo son algunos puntos de contacto entre ciertas prcticas religiosas, en su dimensin afirmadora de identidades en construccin y la poltica, concretamente, un tipo de poltica revolucionaria (identificada en una serie de proyectos contra-hegemnicos) que en su enunciacin positiva tambin generan procesos de construccin identitaria visibles, con recursos muchas veces similares. Es decir, el puente conceptual se cimentar alrededor de la nocin de identidad (en tanto la define Castells) y sus formas de construccin, as como los recursos a que apelan y en ese sentido, al lugar central de la memoria. Esta ltima se nos aparece como un ejercicio poltico insoslayable para actores que pretenden moldear un discurso disruptivo del orden vigente y prefigurativo de lo que se persigue para el futuro, ya que es un sostn en el pretrito de acciones, figuras, sistema de valores del pasado que se actualizan permanentemente. Con este trabajo, entonces, no se pretender pensar una poltica que parte de la asociacin religiosa, ni la relacin entre Iglesias y Estado, sino una particular forma de la religin en la poltica. Como antecedentes en esta lnea podemos sealar algunos de los trabajos de Lwy (LWY, 1997;2003;2004) y en nuestro pas, de Mazzeo (MAZZEO, 2008a ; 2008b). La concepcin de poltica desde la que planteo este trabajo es una nocin ampliada, referida a todos los proyectos en pugna por determinar el sentido de un orden social, y por tanto, muy vinculada a la nocin de hegemona y lucha hegemnica en Gramsci (GRAMSCI, 2003). Un comienzo de anlisis: la mstica de Daro Santilln.A partir de la muerte de Dario Santilln y Maxi Kosteki, tambin naturalmente, o culturalmente, empieza a generarse toda una mstica y un sentido de pertenencia en torno a la figura de estos compaeros, como smbolo de esa construccin que un poco ms asistemtica se venia dando a partir de ciertas fotos, dibujos, que empiezan a producir algunos compas, eso empieza a generar una mstica de ciertos valores, ciertos principios, empiezan a ver reflejado en imgenes y consignas, que antes era ms difcil hablar de todo eso, en cambio, a partir de esa cuestin trgica que pudo resignificarse, la mstica del movimiento tambin es eso

Mariano Pacheco/ Militante del FPDS Cul ser el punto de partida emprico, si se me permite- para la reflexin? Para llevar adelante un anlisis especfico, que habilite la puesta en juego de estas conceptualizaciones y elaboraciones tericas, me centrar en los actos de conmemoracin llevados adelante por uno de los movimientos sociopolticos de existencia nuestro pas (Frente Popular Daro Santilln, organizacin creada en 2004, en adelante, FPDS) en ocasin del 26 de junio. En esta fecha, ao a ao se conmemora con diversas manifestaciones el asesinato de dos militantes barriales en una movilizacin del 26/06/2002, que formaban parte de Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTDs que hoy se encuentran integrados al FPDS). A partir de una serie de testimonios documentados, videos, volantes, afiches, registros fotogrficos y experiencias vivenciales propias, intentar un anlisis de lo que se ha hecho y dicho (inscripto) en relacin al 26 de junio desde la organizacin, haciendo hincapi en una serie de hechos puntuales (ocupacin de la estacin, acampe frente a tribunales) y en las actividades que se hicieron ao a ao en la Estacin Avellaneda entre 2006 y 2011.La hiptesis que sobrevuela este trabajo tiene que ver con la manera en que en un proceso organizativo particular (en este caso, la conformacin y consolidacin de una organizacin de izquierda) construye identidad propia apoyndose en elementos que podramos denominar msticos, considerando a estos no privativos de las experiencias organizativas estrictamente religiosas. Ese proceso de mistificacin puede ser sealado como una cristalizacin a la vez de un fenmeno social ms amplio que tiene que ver con la canonizacin de muertos populares, pero la idea es mostrar cmo puede ser instrumentalizado (no hay carga negativa en esto) para dar sustento a una identidad poltica particular.

2002-2004. La marcha de los 26 y la recuperacin de la Estacin. Rupturas polticas y apropiaciones simblicas.Lo que va a pasar hoy pas hace tanto, me despert diciendo esa maana, no vi las predicciones del espanto () y junio me arde rojo aqu en la espalda, soy uno de los dos que ya partieron, los dos entre un montn que resistan() Yo no llevaba un arma entre mis manos sino en el franco pecho dolorido, y el pecho es lo que me vieron armado y en el corazn todos los peligros () Hoy necesito un canto piquetero que me devuelva la voz silenciada

Junio / Jorge FandermoleEs necesario, para comenzar, remontarnos a los hechos que dan lugar a la represin del 26/06/2002. Ese da, una gran coordinacin de los Movimientos de desocupados, que venan masificndose desde sus comienzos en 1996/7, junto a varias organizaciones sociales y polticas, define marchar y cortar los accesos a la Capital desde el Conurbano. Los reclamos (segn la reconstruccin que se hace en un volante de mayo de 2005) eran: aumento de los subsidios a 300 pesos; alimentos para los comedores populares; mejoras en salud y educacin; desprocesamiento de los luchadores sociales, por otro 19 y 20 de diciembre, por un gobierno de trabajadores y solidaridad con Zann, ante el peligro de desalojo de la fbrica, entre otros.Ese da, el gobierno provisorio de Duhalde decide reprimir la protesta, y el saldo es de al menos 33 heridos y dos muertos a consecuencia de la accin policial. Los asesinatos se producen en la Estacin de Trenes de Avellaneda, hasta donde la polica persigui a Daro Santilln y Maximiliano Kosteki. A partir del asesinato de Kosteki y Santilln a manos de la Polica Bonaerense, la Coordinadora Anibal Vern, de la que formaban parte los MTDS de Daro y Maxi, junto con muchas otras organizaciones y militantes sociales, comienzan el reclamo por justicia. Ya la semana siguiente al 26/06 se renen en el lugar de los hechos una multitud de manifestantes exigiendo que se haga justicia. Comenzaba as a tomar forma una lucha que continuara durante aos y que ira perfilndose como uno de los reclamos permanentes alrededor de los cuales se organizara el movimiento de desocupados. Desde esa convocatoria, comienza a organizarse una actividad fuerte para el 26/07/2002, que sea parte de una campaa ms global de denuncia y de exigencia de investigacin. As, cuando se cumple un mes de la masacre de Avellaneda que es como se empieza a nombrar esa jornada represiva- cientos de personas se renen pidiendo justicia en el mismo lugar donde fue cometido el asesinato. Dan comienzo as a un rito que, tomando mucho de las tradiciones y formas de lucha instaladas en Argentina por los movimientos de DDHH (especialmente, pensemos en las Madres con su vuelta semanal a la plaza), logra instituirse como una cita de lucha a la que se convocan mes a mes los familiares, compaeros, militantes, que llevan el 26/06/2002 como una marca traumtica en sus vidas. Cada mes, cada 26, los manifestantes se congregan, a veces logran bloquear el puente, a veces permanecen en la estacin, pero tienen firme el objetivo de mantener la memoria de los cados (FERNANDES, 2008:12). Es interesante volver a las coberturas de la convocatoria a 1 ao, el 26/06/2003, donde el clima de tristeza y bronca se percibe en el tipo de homenajes que se realizaron (una misa, un acto con oradores, una serie de recitales) donde la idea de la muerte violenta y la impotencia de responder estaban muy presentes.

Mientras tanto, el pas estaba sufriendo varios cambios, ya que los hechos criminales del 26 /6 precipitaron la salida del gobierno de Duhalde, quin convoc a elecciones. De las mismas sale electo Nstor Kirchner, que a partir de asumir el cargo, tiene una poltica ofensiva hacia los movimientos sociales: mediante reuniones, promesas y nuevos programas sociales, se da una inteligente poltica de cooptacin y alineamiento de muchos de esos movimientos, generando divisiones en los distintos sectores e invisibilizando a todos aquellos espacios polticos que definieron sostener su autonoma respecto al proyecto de gobierno. En este marco, y llegando a fines del 2003, una batalla interna desgarra a la Vern, la Coordinadora de la que eran parte Daro y Maxi. Por un lado, haba quienes consideraban que era hora de capitular con algunos reclamos y cambiar las metodologas, priorizando las negociaciones ministeriales y la bajada de recursos a cambio de una relacin de no hostilidad hacia el gobierno nacional; por otro, haba un sector importante que consideraba que los reclamos no haban sido respondidos debidamente y que era necesario continuar movilizados en las calles. Segn sostienen militantes de la Vern que atravesaron el conflicto en un documento de 2005: otra aclaracin debemos hacer, ahora respecto a nuestra organizacin: el MTD Anbal Vern, que en el captulo 10 de este libro caracterizamos como un "movimiento de movimientos" se encontr, fruto de la poltica gubernamental de doble discurso y cooptacin, con dos posiciones a su interior que no encontraron una sntesis comn: algunos MTDs mantuvieron la confianza en las promesas gubernamentales, mientras que otros optamos por seguir acompaando a los familiares de Daro y Maxi en un reclamo de justicia que consideramos innegociable. La divisin se hizo inevitable a fines de 2003. Al igual que el resto de las organizaciones sociales que no cedieron a la exigencia de "lealtad" por parte de un gobierno que no satisface las demandas populares, nuestro sector se encontr con una actitud de creciente desprecio hacia nuestras demandas por parte de los funcionarios gubernamentales. An as, mantuvimos nuestros criterios de funcionamiento democrtico y de base (otra diferencia que se profundiz al interior de la Vern, como consecuencia de frecuentar tantos pasillos gubernamentales); sumamos fuerzas junto a otras organizaciones de desocupados, estudiantiles, culturales y militantes sindicales, conformando el Frente Popular Daro Santilln (FPDS, 2005: 7)Como se lee, la discusin sobre cmo seguir frente a la posicin del gobierno de cara al reclamo de justicia por Daro y Maxi fue uno de los puntos que dividi aguas. Desde la presidencia de Nstor Kirchner haba un pedido explcito de que para avanzar con la investigacin y conformar la anteriormente prometida Comisin Investigadora, los piqueteros deban dejar de cortar el acceso al puente Pueyrredn. Sino, no habra caso. La respuesta nuestra fue clara: las protestas de cada da 26 eran nuestra forma de denuncia y de memoria, al igual que las rondas de los jueves de las madres de Plaza de Mayo; si realmente haba un compromiso con la justicia, como deca el presidente, no poda exigir que bajemos nuestras banderas, porque la desclasificacin de los archivos de inteligencia podran ser un avance, pero no garantizaran en s mismos la condena a los autores ideolgicos y los responsables polticos () Alguien puede imaginarse al presidente dicindole a las Madres de Plaza de Mayo que, si quieren que se avance en la construccin del Museo de la Memoria en el predio de la ESMA, primero acaben con las rondas de cada jueves? o plantendole a los jvenes de HIJOS que, para avanzar en la restitucin de la identidad de otros hijos de desaparecidos, primero acaben con los escraches a los represores?(FPDS, 2005: 8)La movilizacin a 29 meses del asesinato, en noviembre del 2004, aparece cruzada de cabo a rabo por esta disputa. La Vern, ya dividida, aparece sealada como con un sector de piqueteros duros (el sector que en ese momento estaba decidiendo conformar el Frente Popular Daro Santilln) y otro de blandos, el resto de los MTDS y la CCC, que presionaban para no cortar el acceso al puente Pueyrredn (al menos, no totalmente) para seguir dialogando con el Ejecutivo nacional. El escenario se tensa y, si bien es la polica quien termina cortando el acceso para evitar que los piqueteros suban al puente, el conflicto es evidente: estaban los que queran negociar, y nosotros, que de cortar todo el puente no nos bajbamos.

Previo a esta movilizacin pero en el mismo ao, particularmente el 26 de marzo de 2004, se produce un hecho que sirve para sealar la bsqueda de reapropiacin simblica que se hace desde estos sectores del lugar fsico donde se dieron los asesinatos, la Estacin de Trenes de Avellaneda. La empresa que tena la concesin de los ferrocarriles decide cerrarla para hacer remodelaciones, despus de un sospechoso incendio, y corra el rumor de que iban a reinaugurarla con un acto el 2 de abril en el que invitaran a los Ex Combatientes. Segn el relato de uno de los integrantes del MTD Anbal Vern, impulsores de la reapertura, as estuvo durante mucho tiempo la estacin cerrada, hasta que un da estbamos reunidos y empezamos a decir, qu vamos a hacer, no vamos a dejar que estos forros la inauguren ellos, vamos a inaugurarla nosotros ()Y la organizamos y fuimos a abrir la estacin, y la abrimos, y no sabes, hay un video , pero sobre todo la alegra de los compaeros, haber reabierto la estacin y ese fue el momento en donde se puso Estacin Daro y Maxi, en el da que abrimos la estacin empezamos a poner los primeros carteles con el nombre Estacin Daro y Maxi. A partir de all, el re-bautismo de la estacin dara comienzo a una batalla permanente por evitar que la empresa baje los carteles y vuelva a colocar los de Estacin Avellaneda. El objetivo estaba claro: haba que evitar que el nombre del lugar permanezca como estaba antes de la Masacre, como si nada hubiera pasado. Era necesario dejar marcas, hacer huellas en el territorio, disputndoselo al olvido.Llegando a fines del 2004, podemos decir que ambos hechos, la recuperacin de la estacin y la batalla por lo que implica a la identidad piquetera cortar todo el puente, son parte de la lucha hegemnica que, afirmndose contra otros, coadyuva a fortalecer la identidad propia de los sectores que aqu estudiamos. Tanto la estacin como el puente son territorios privilegiados del acopio simblico: aqu se nos aparece la posibilidad de trabajar la apropiacin identitaria del territorio entendido como espacio en disputa, central a los fines de instituir memoria.Si tomamos en cuenta los aportes de Candau acerca de la prosopopeya memorialista y el recuerdo de las tragedias (CANDAU, 1998), tenemos algunas pistas acerca de la dinmica de rememoracin y lo que implica frente a los cambios contextuales que describa ms arriba. Frente a las internas que desgarraban el Movimiento de Desocupados, una parte del mismo (que en ese momento est impulsando la conformacin del FPDS) establece que la fidelidad a una memoria (la de los muertos) est en no ceder ante las presiones del gobierno y cortar todo el puente. La disputa simblica por la voz autorizada para hablar como la Vern incluye como dato fuerte qu se hace y dice respecto a los muertos. A quin le corresponden? Quin mantiene fiel su memoria? Hacer hincapi en los asesinatos y en su impunidad pasa a ser fundamental en el discurso de los duros para trazar lneas divisorias con los blandos: un hecho del pasado cobra sentido en tanto sirve a los efectos de una batalla actual.Por otro lado, la forma de mantener vivos a los muertos es tambin aduearse de los lugares en que esa disputa con la polica, el gobierno, e incluso con otros proyectos se vuelve encarnizada. Llenar de marcas identitarias un terreno es parte de avanzar en esa lucha, que a la vez genera en su desenvolvimiento, las autoafirmaciones necesarias para consolidar el proyecto propio. Rituales son artefactos comunicativos que a un mismo tiempo, crean, sellan un continente social () y permiten que la corporacin o consorcio as formado inscriba el espacio con la marca de su existencia. En ese sentido, est claro que el ritual consagra, sacraliza, un territorio como tal (SEGATO, 2007: 319) El puente, la estacin, se tornan lugares privilegiados de esa batalla hegemnica: se constituyen en escenario de rituales colectivos. 2005: el Acampe, la Condena. Justicia, justicia perseguirs.Daro y Maxi gracias por dar hasta sus vidas por la dignidad piquetera. Ni muertos nos detendrn Mural pintado en uno de los galpones del FPDS

Volviendo a fines del 2004, la conformacin de una organizacin que contenga a los MTDs pero los trascienda fue la manera de concebir una poltica que sea integral, que pueda salir de los reclamos reivindicativos, que estaban alcanzando un techo, para comenzar a construir de manera multisectorial. La idea que acompaaba este planteo era la de comenzar a proyectar polticamente desde organizaciones que tenan una fuerte base en trabajo social en distintos espacios de sociabilidad. En el documento de constitucin del FPDS se dice que Es por esto que entendemos la lucha poltica como algo inseparable de la lucha por nuestros derechos: no concebimos la separacin de lo poltico y lo social. Las experiencias ms importantes y genuinas que se proyectan como referencia poltica al conjunto popular, surgen del movimiento de masas y sus luchas, y no de partidos que dirijan a las masas u organizaciones de vanguardia que se sientan por encima del propio movimiento de masas. Es precisamente a partir de las conquistas y de la lucha por nuestros derechos que vamos tomando conciencia de la situacin que vivimos y de quienes son los responsables de esa situacin..

Por esto hemos decidido adoptar la conceptualizacin de Offe y hablar del FPDS como un movimiento sociopoltico, esto es aquellos en los cuales los fines que se plantean como objetivo de la movilizacin y la accin colectiva son extensivos a toda la sociedad (OFFE, 1992: 73) . Este movimiento lleva el nombre de uno de los chicos asesinados ese da. Por qu? Los argumentos se repiten en distintos materiales grficos: Finalmente el nombre del Frente no es casual, intentamos con l recuperar en la figura del compaero Daro Santilln los valores de solidaridad, compromiso, creatividad y alegra como proyeccin del pas que queremos cambiar, el mundo que buscamos transformar y la subjetividad que apostamos a construir., Daro era un pibe de 21 aos enamorado de la militancia, comprometido, solidario hasta haber dado su propia vida por salvar a sus compaeros, poniendo en prctica esa frase del Che que tanto repeta: sentir cualquier injusticia cometida contra cualquiera como si fuera propia.

Como sostiene Fernandes, la utilizacin de la imagen de Daro Santilln mantiene la memoria de la lucha y conforma la identidad de todas aquellas millares de personas que estuvieron en la masiva movilizacin del 26/06/2002, as como de aquellas que continan sustentando un proyecto alternativo de sociedad frente a la falta de solucin para la pobreza y la desigualdad econmica de la sociedad argentina, ayudando a forjar la unidad del movimiento (FERNANDES, 2008: 15). En la conformacin de la nueva herramienta, la figura de Daro sera central a fines de erigir una identidad que logre identificar a distintos sectores, con trabajos militantes distintos, de lugares diversos del pas. Hay una serie de caractersticas que se vuelven determinantes en el caso de Daro: no slo que era un joven (21 aos!) lder emergente de ese nuevo proceso que se vena gestando en los barrios del Conurbano, de organizacin popular en las barriadas, sino que se referencia tambin el ltimo gesto que tuvo en vida y la forma en que muri. Cuando Maxi haba sido ya baleado y yaca en el suelo, Daro volvi a entrar a la Estacin que haba atravesado corriendo segundos antes para proteger a Maxi en el suelo. Una de las imgenes que ms se repite en estampas y volantes es la del Daro con la mano gigante intentando intilmente detener las balas asesinas. El polica que entra le grita que se vaya y deje a Maxi sino quiere correr su misma suerte, y cuando Daro comienza a correr, es baleado por la espalda. Constantemente vuelve esa idea de la solidaridad y dejar la vida por el otro, el desconocido que est en la misma situacin. Eso pasa a formar parte del repertorio simblico de los que luchan por una sociedad menos injusta, hay un ideal que se construye y se afirma en cada evento organizado para celebrar la memoria.

Hay otra idea fuerte en el rescate de la figura de Daro, que es la de juventud rebelde, la juventud en pleno florecer, como puro proyecto, que se ve coartada por el brazo asesino del poder. No es casual que se haya relacionado la muerte de los pibes de Cromagnon con Daro: otros pibes, otro contexto, muchas muertes. Uno de esos pibes que fueron a ver a Callejeros en noviembre del 2004 y perdi la vida en el fuego, Luis Santana, le haba escrito un poema a Daro en agosto del 2003: El aparecido. No s por qu extraa razn Daro siempre se me aparece, siempre est presente en todos los lugares adonde voy. Lo veo en las marchas, en la cara de los pibes barbudos rebeldes que cantan, lo veo en las paredes de Lans dibujado con pintura negra. Lo veo en los graffitis de Wilde, en esas manifestaciones escritas que el pueblo escupe desde las paredes. Lo veo en el mural inmenso debajo del Puente Pueyrredn, lo veo en cada polica bonaerense que calla, que habla, que culpa, que se suicida, que no se hace cargo, que se entrega... Lo veo en los pasillos de la villa caminando tranquilo, y enormemente feliz, a veces. (...)Daro volviendo para entrar al hall de la estacin, es el hombre nuevo que pens tantas veces Guevara, ese Daro que vuelve para entrar al infierno es la juventud nueva que tanto hace falta. Daro volviendo, entrando, caminando, con miedo, claro, pero con absoluta seguridad, es el ejemplo que toman los que hoy levantan las banderas con su rostro eternizado. Y siempre Daro entra. Cada vez que lo veo, Daro entra. Adentro, arrodillado, se aferra a la mano de Maxi, que ya est muerto. La realidad convertida en sangre, humo y plomo, lo encuentra despus de buscarlo, arrodillado y sufriendo, mostrando la humilde sensibilidad de los pobres. Daro no quiere soltar la mano de Maxi que ya muri. Es gigante ese acto, es eterno. Es inmortal, surge de lo ms profundo del alma. Lo veo a Daro y lo admiro con verdadero respeto; hay que tener coraje para tejer la vida con la casi ausencia de todo, con tanta desesperacin, ofensa, dolor. Con tanta humanidad negada, traicionada y aplastada. Daro volviendo y entrando al hall sin poder cruzar los brazos ante tanto insulto, Daro aguantando al frente para que sus compaeros se escapen, Daro otra vez, otra vez Daro, siempre Daro, eternamente Daro ah donde pocos se atreven a pararse. (...) Y no puedo hablar slo de Daro mientras escribo, hablo tambin de los ms de 30 seres humanos que dejaron su vida el 20 de diciembre, hablo tambin de los otros tantos que cayeron a lo largo y a lo ancho de todas las rutas del pas. Todos muertos que pone el pueblo. Hablo tambin de los que estn en los fros calabozos de la desgracia esperando justicia, y hablo de todos porque es Daro ahora quien habla mientras escribo. El aparecido se llama lo que ustedes leen, porque Vctor Jara canta mientras los muertos de mi felicidad se hacen presente. Felicidad digo, porque ellos marcan el camino y no mueren, sino que trascienden para vivir por siempre. Daro ha aparecido hoy, como otras tantas veces se me aparece por la calle, en el colectivo, en las paredes, en el diario, en fotos, en los ojos de Leo, en las caras de los que marchan hacia la esperanza. Daro vino hoy, un da de lluvia, con calor, sin sol, no golpe mi puerta, entr como un hermano, y en el silencio estuvimos conversando mates, compartiendo msicas, cigarrillos baratos y otras maravillas de esas que alegran el alma, despus de algunas horas, con un sentido abrazo se despidi y se fue sonriendo, como siempre.

Para entender lo que provoca la muerte cuando se ve asociada con la juventud, podemos decir con Carozzi que no es necesario recurrir a la tradicin catlica para explicar esta centralidad de la muerte joven y violenta en el recuerdo, se trata de un fenmeno ms general: una anomala douglasiana, acontecimiento fuera de lugar que resulta notorio, memorable y, por lo tanto, sacralizable. Si las circunstancias de la muerte son objeto de memoria detallada y los signos de juventud se recuerdan particularmente esto probablemente se debe al impacto que produce una muerte joven, que desafa las expectativas que crean unas vidas que se proyectan al futuro: la conmocin que produce una muerte en estas circunstancias de vida, cuando alguien se va de repente, segn el decir popular, parece dar lugar a una memoria detallada de las circunstancias en que se produjo o se supo de ella. (CAROZZI, 2006: 100)Volviendo a la reconstruccin cronolgica, durante el 2005 y a partir de que se fija la fecha de comienzo del juicio por el asesinato de los militantes piqueteros, el FPDS define llevar a cabo una accin que marcara un antes y un despus en su vida orgnica. El 17 de mayo de 2005, comenzara el juicio oral a los policas responsables de los asesinatos de 2002. En el volante en que convocaba a apoyar con presencia el proceso, el FPDS deca: Cules son los alcances del juicio oral? El juicio que comienza el 17 de mayo en el Tribunal Oral N 7 de Lomas de Zamora es, sin duda, una instancia importante en el proceso de lucha por el castigo a los responsables de la Masacre. Sin embargo, el alcance del juicio se reduce a algunos de los ejecutores materiales: solamente estn procesados 15 policas. A pesar de que Kirchner prometi investigar hasta las ltimas consecuencias, los responsables polticos y autores intelectuales no slo no fueron imputados por la justicia sino que, hoy en da, ocupan cargos en el Gobierno Nacional y Provincial. Sobre ellos no pesa ni la menor sospecha, no se abrieron los archivos de la SIDE y se sigue encarcelando y reprimiendo a los luchadores populares. A casi 3 aos comienza el juicio por la Masacre: los reclamos siguen siendo los mismos, la resistencia tambin.

Ante el Juicio, la forma escogida de presionar para que la condena a los imputados fuera efectiva, fue el acampe frente al Tribunal. Parte tambin de los repertorios de accin colectiva del pueblo argentino, el Acampe es otra forma de hacerse con un territorio: no se abandona el lugar hasta no alcanzar el objetivo fijado. Con el acampe que llevan adelante frente a los tribunales, desde el FPDS comienzan a consolidar un proceso organizativo y de integracin que haba comenzado con anterioridad, y se haba formalizado pocos meses atrs. El compartir la cotidianeidad de la vida en el Acampe, las actividades que se realizaban a diario para llenar de contenido la accin, la idea de que todos estaban resistiendo y exigiendo castigo para sus compaeros cados, fueron determinantes en ese camino de consolidacin orgnica. A la vez, comenzaron a tejerse o profundizarse vnculos con colectivos culturales, bandas musicales, murgas, artistas populares, que se haban comenzado a acercar ya a la Estacin Avellaneda para contribuir con obras propias a las muestras instaladas en honor a Daro y Maxi. El acampe fue el momento en que muchos de esos grupos o individuos que se acercaban para aportar a la exigencia de justicia desde su produccin artstica, se fueron sumando al proyecto, conformando un Espacio de cultura del FPDS que tendra un protagonismo innegable en todas las conmemoraciones posteriores como veremos ms adelante.El acampe dur 40 das corridos. La batalla contrahegemnica por instalar el tema en los medios, la denuncia contra el silencio, el intento por avanzar en la condena social a los autores de la Masacre, por imponer la idea de que no era posible asesinar as como as en democracia, iban ganando espacio. La contraparte de esta impunidad, lejos de la resignacin o el escepticismo, fue y seguir siendo la memoria, la denuncia y la lucha popular. Ah estn los carteles de la estacin de Avellaneda, que a fuerza de insistencia militante ahora llevan los nombres de Daro y Maxi; ah est, en el rbol de la estacin, el rezo a "San Daro del andn", manuscrito por una mano annima y pegado sobre la corteza, mes a mes. Ah estn las pintadas con los nombres de los pibes en los paredones bonaerenses, exaltando la dignidad piquetera; y los comedores populares, centros culturales, agrupaciones estudiantiles, aulas universitarias, movimientos de desocupados que llevamos el nombre de los militantes asesinados en nuestras banderas y nuestros corazones; ah seguimos estando, cada 26, agitando la desmemoria social, reclamando justicia, aunque las marchas y cortes de rutas y puentes "dificulten el trnsito" y alimenten el centimetraje alarmista y antipopular en medios de des-informacin. Ah estn tambin los artistas populares preparando obras de teatro, murales, canciones, para denunciar frente a los tribunales de Lomas de Zamora el inicio de un juicio que no har justicia (FPDS, 2005: 9)Finalmente, las condenas fueron las que se esperaban: cadena perpetua al Comisario Fanchiotti y al Cabo Acosta, y condenas diversas por encubrimientos a otros policas partcipes de la represin. No obstante, sobre la idea, de que los que haban dado la orden no fueron juzgados y que no habra cese en el reclamo hasta no verlos tras las rejas, se montaran una serie de movilizaciones y actividades que no slo no se desinflaran sino que fueron instalndose en la agenda de la militancia social en la Argentina.

En todo este camino, asistimos a la consolidacin de una identidad: por esta entendemos no un estatus definitivo sino el proceso de construccin del sentido atendiendo a un atributo cultural, o un conjunto relacionado de atributos culturales a los que se les da prioridad sobre el resto de las fuentes de sentido (CASTELLS, 1997:28). En esa construccin de sentido se van produciendo algunas metamorfosis (por ejemplo, de piquetero a luchador popular, con la constitucin del FPDS multisectorial) y la referencia a Daro y Maxi es un organizador permanente de esa identidad en gestacin. Esto es lo que habilita, a mi entender, la recreacin de prcticas que son religiosas, que los propios militantes llaman de msticas y que se vuelven fundamentales en la afirmacin de esos atributos que se resaltan (juventud, lucha, solidaridad). 2005-2011. La fiesta del 25 en la estacin y la lucha contra la impunidad. La consolidacin de lo organizativo.Ya no vivo, pero voy, en lo que andaba soando y otros que siguen peleando harn crecer otras rosas () Mi voz la que est gritando, mi sueo que sigue entero, y sepan que slo muero, si ustedes van aflojando, porque el que muri luchando, vive en cada compaero

Milonga del Fusilado, Los Olimareos

Como veamos al comienzo, a partir de julio del 2002, la marcha al puente los 26 de cada mes pasara a ser una constante. Ahora bien, en cada aniversario de un ao ms de la Masacre de Avellaneda, se organizan en la Estacin y en el Puente jornadas de vigilia, artsticas. As adems de cortar el puente los 26 de junio, todos los 25 de junio, en una prctica que se ha venido institucionalizando a partir del 2006, la militancia se rene en la estacin de trenes Daro y Maxi para un ritual colectivo casi nico. En palabras de un investigador brasileo que particip del evento en 2007: Muchas cosas sucediendo al mismo tiempo, por todos lados. Llegu a experimentar una sensacin de vrtigo, agravada por un cierto deseo infantil de onmipresencia, por no querer perder ningn detalle de lo que pasaba a mi alrededor. En seguida, me calm. Yo no podra hablar con todos, ni vivira todo lo que pasara all, ms podra atestiguar el tremendo esfuerzo colectivo que este evento representaba () El aire tenan olor de revuelta y alegra. () En el 25 de junio, la estacin era nuestra y no de la polica () Nosotros ramos ms fuertes que ellos, y podamos, al menos por algunas horas, sentirnos libertadores de un territorio controlado. (FERNANDES, 2008: 12)Como vamos viendo, Adems, la propia movilizacin en torno al castigo a los culpables de la Masacre se constituye, desde la fundacin del FPDS, como un elemento de unidad de la organizacin, y un elemento de acmulo organizativo; desde las manifestaciones mensuales, todo los 26, en la Estacin Avellaneda, as como en el Puente Pueyrredn, realizadas a partir de julio del 2002- hasta la idea de realizacin del evento el da 25 de junio, (con la ocupacin de la Estacin) que contempla la realizacin de presentaciones musicales y teatrales y la creacin de una muestra artstica permanente, seguida de una vigilia durante toda la noche, que prepara el acto masivo del da 26 de junio. (FERNANDES, 2008: 12)Las intervenciones en los 26-6 son asimilables a lo que Halbawchs seala como ritos para toda religin: Los ritos consisten en un conjunto de gestos, palabras, objetos litrgicos, fijados en una forma material (HALBAWCHS, 2004: 256) que es importante diferenciar de la fetichizacin: se puede recuperar desde esta perspectiva la dimensin mstica de la poltica, tal como lo hace el Movimiento Sin Tierra de Brasil (PACHECO: 2010). Con el correr de los aos, esta actividad se ha ido ganando un lugar importante en la agenda de militancia del campo popular en la Argentina. Particularmente, lo que se ve en la jornada previa de los 25, a partir del 2006, es la confluencia de colectivos de diversas partes del conurbano, de Capital Federal y en muchos casos, del interior del pas que llegan con sus producciones a compartir con otros un da de encuentro y alegra. Generalmente, pasan por el escenario montado en la estacin decenas de bandas y grupos musicales, malabaristas, artistas de distinta ndole y dejan sus huellas en las paredes colectivos culturales, de muralistas.La actividad anual de los 25 del festival popular en la Estacin tiene dos dimensiones que pueden ser sealadas como centrales. Por un lado, la ms evidente, tiene que ver con la capitalizacin simblica de lo que representa, en trminos de construccin identitaria colectiva, inscribir, como sealbamos ms arriba, en un territorio determinado las huellas de un proceso de rememoracin constante. En este sentido, la memoria de los muertos es un recurso esencial para la identidad. Ese trabajo de la memoria y la identidad que se organiza alrededor de los muertos se manifiesta explcitamente en el monumento (CANDAU,1998: 142). En el caso de la estacin, el trabajo de monumentalizacin est adaptado a las producciones culturales de los colectivos que ejecutan sus intervenciones: sobre todo adquiere la forma de murales, esculturas, grafittis. Ms all incluso de la apropiacin territorial, lo que aparece desarrollndose en cada festival del 25 es un trabajo de conmemoracin que es parte de la construccin de identidad, tpica de todo segmento de la sociedad que se propone constituirse en sujeto poltico. (CANDAU,1998: 142) Esta dimensin simblica no puede desprenderse del trabajo poltico instituyente de presentacin como actor de ese colectivo: as, que ao a ao se sostenga el festival, acto y posterior corte del Puente es una carta de presentacin del FPDS, su nombre est atado a ese evento. Por otro lado, existe otra dimensin tambin vinculada a la memoria de las tragedias como recurso identitario: la posibilidad del duelo colectivo. Si siempre alguien que ya no est es un vnculo o una advertencia, (CANDAU,1998: 140) todo individuo muerto puede convertirse en un objeto de memoria e identidad, hay una comunidad de sentido que se inaugura con la muerte: el dolor de quienes rodeaban a los muertos se transforma en vnculo forjado. Hay una necesidad evidente de hacer trabajo de luto en los eventos del 25 en la estacin: se habla de Daro y Maxi, se recuerdan historias, sus familiares los traen en el acto a partir de recordar escenas cotidianas, sus amigos y compaeros cantan y gritan Presente! en un rito que acompaa todos los actos de recordatorio de los cados populares en nuestro pas. Tener espacio para esa elaboracin del duelo ms all de los procesos individuales forja una posibilidad de reactualizacin de destino comn: Sern desoladores el silencio y el vaco? Daro Santilln se top sbitamente con ellos. Se convirti materialmente en una ausencia, aunque su cara en las paredes y banderas lo transformaron rpidamente en permanentemente presencia. As logr vencer al olvido; al menos por ahora, logr triunfar en la batalla. Habr visto la muerte? No pudo ver la bala del remate. No pudo ver cara a cara a su verdugo. Pero: la habr visto a ella en su ms cruda presencia? Es absurdo que su porvenir le haya sido robado justo en ese momento: a los 21 aos; en pleno auge de su vida militante; cuando junto a Claudia -su compaera- planeaban una vida el uno en compaa del otro. El porvenir le fue arrebatado de sus manos y ya nada, ni nadie, podr hacer algo al respecto. Todas sus posibilidades quedaron aplazadas, definitivamente. Depende ahora de todos y cada uno de nosotros, y de muchos otros, que el olvido no triunfe en el combate; que la memoria no sea letra muerta en papeles del pasado, sino grito de guerra en el presente y proyectndose hacia un porvenir. Tenemos confianza, a pesar de todo, en que un futuro mas digno, justo, solidario, es posible de conquistar para la humanidad. Tenemos confianza en el movimiento de los hombres hacia su liberacin. Estamos convencidos de que, con ejemplos como el de Daro, es posible avanzar en la construccin de una humanidad socialista. Y tenemos confianza, sobre todo, porque su ejemplo no es individual, sino el mas claro exponente de un tipo de accin que es colectiva; y se multiplica. En este pasaje escrito por el compaero de militancia y amigo de Daro, Mariano Pacheco, encontramos seales de eso que plantebamos como un trabajo de recuperacin memorial. Est la muerte, el proceso trunco, pero tambin la reelaboracin, duelo que se torna responsabilidad por continuar ese proceso y retrabajar la ausencia en un presente de lucha con futuro delineado. La dimensin ms teraputica del rito colectivo se termina resolviendo en relacin con la construccin identitaria, el alivio de que se puede seguir luchando para que no haya ms Darios y Maxis.Para visualizar este desplazamiento, resulta muy grfica la consigna que se comienza a utilizar en el 2006, que reza: Daro y Maxi no estn solos y que acompaada por un dibujo de los rostros de ambos jvenes comenz a multiplicarse en estencileadas varias calles del pas. Qu quiere decir que no estn solos? Es un recurso para evidenciar la permanencia de la lucha por los an vivos, los que quedaron. En un momento en que muchos parecan querer olvidar al aceptar las condiciones de memoria del gobierno de Kirchner, decir que los muertos no estn solos es autoafirmarse en una lucha en trminos de continuidad presente.En relacin a esto podemos decir que, se trata de inscribir el acontecimiento conmemorado en el marco de los desafos identitarios presentes que debe afrontar el grupo (CANDAU,1998: 144). En este sentido, ao a ao las consignas han sufrido variaciones. Por ejemplo, durante el 2010, el ex presidente Duhalde lanza su candidatura para las presidenciales del 2011. Ante eso, el FPDS y el resto de organizaciones con las que comparte articulaciones, se dedican de lleno a resituar el lugar de responsabilidad de Duhalde respecto a la Masacre, con una campaa de denuncia. Duhalde es nuestro candidato a la crcel. Para una organizacin que no participa en la disputa electoral, fue una forma de intervenir en ese escenario a partir de la condena de un candidato: esto se hace en nombre de una exigencia de justicia ya totalmente apropiada por la organizacin y por tanto nombra la forma en que se lleva adelante la conmemoracin ese ao. Recordar a Daro y Maxi reclama exigir crcel para su verdugo poltico. Siguiendo a Candau, la actividad de la memoria que no se inscribe en un proyecto presente carece de fuerza identitaria e incluso, equivale a no recordar nada. (CANDAU, 1998: 146). La conmemoracin, el recuerdo de la tragedia, tiene sentido desde una construccin presente: dialcticamente, se ve posibilitado por esa construccin y a la vez aporta a su consolidacin. Es imposible pensar de manera aislada esos ritos anuales sin analizar toda la libido militante que se pone en la generacin de los mismos: hay all una potencia que radica sus fuerzas en el pasado (tragedia), se asienta en un reclamo y sed de justicia mientras se postula como resolucin de un futuro (cambio social) en que no existan las tragedias ni los jvenes luchadores muertos por luchar, ni las causas que dieron lugar a la lucha (hambre, exclusin, etc).

De esta manera, los mismos itinerarios de la organizacin van reflejndose en la forma de construccin del recuerdo. Es posible sealar una primera metamorfosis, del lugar del piquetero cortando la ruta al del luchador, joven, alegre, en busca de justicia, que se produce entre 2002 y 2006/7 y se opera con la conformacin de la multisectorialidad (la identidad piquetera se queda corta al incluirse organizaciones estudiantiles, centros culturales, etc). Se est produciendo ahora, segn creo, un segundo desplazamiento, relacionado con la fuerte una asimilacin identitaria de los MTDS como parte del pueblo trabajador: a partir de una fuerte lucha en la calle llevada adelante en el 2009, las organizaciones de desocupados del FPDS consiguieron autogestionar las cooperativas de trabajo planteadas en el Programa Nacional Argentina Trabaja y escoger as algunas de las obras a emprender. En este marco, varias de las cuadrillas desempean su trabajo en las inmediaciones de la Estacin, llevando a cabo un trabajo de remodelacin y embellecimiento. Recuperamos la estacin para las barriadas, para todo el pueblo. Es un espacio donde nos sentimos referenciados, libres. Donde trabajamos y construimos con cooperativas ganadas por la lucha. El trabajo autogestivo, que a la vez hace genealoga en Daro Santilln trabajando en la bloquera del MTD de Lans, pasa a ser una nueva forma de apropiacin del territorio en disputa. Al mismo tiempo, cada vez ese trabajo de genealogizacin incluye ms masacres y muertos: cambiar el nombre Avellaneda por el de Daro y Maxi tambin es una forma de revancha con el ex presidente argentino, uno de los promotores de la campaa del desierto. En la prctica de renombrar la estacin borrando Avellaneda de los carteles del anden, descubrimos una continuidad de exterminio y resistencias. El cargo de "responsables polticos de la masacre" con el que sentenciamos a Eduardo Duhalde y su gabinete se lo extendemos con este cambio de nombre a los genocidas de los pueblos originarios de la patagonia, Nicols Avellaneda y Julio Argentino Roca. As, los derrotados se nombran y se encuentran en distintas temporalidades. En todo este recorrido entre el 2002 y el 2011, y como organizacin constituida propiamente entre 2004 y 2011, se han ido consolidando reas de trabajo y lugares de sntesis poltica claves en la organicidad del movimiento. En el caso de las actividades del 25 y 26, a travs de ellas se ha fortalecido un espacio de trabajo particular del FPDS, como es el espacio de cultura. Originariamente aglutinado alrededor de la organizacin de este evento, no obstante con el paso del tiempo ha ido sistematizando sus intervenciones, adquiriendo mayores niveles de articulacin y organicidad y hoy en da es un sector dinmico de la poltica del frente, que contiene a militantes de las distintas organizaciones de base que lo conforman pero tambin a personas sueltas, artistas, dibujantes, msicos, que encontraron un lugar de militancia concreto en ese espacio. La tarea fundamental de este espacio de trabajo, que es nacional, es la organizacin ao a ao de los eventos en torno al 26/6, pero se ha avanzado mucho ms all de esto y hoy cuentan con mecanismos de funcionamiento aceitados, delegados a las instancias de coordinacin general, plenarios propios, participacin en otros eventos, produccin terica, etc.Ahora bien, ms all de las analogas pasibles de ser establecidas en el campo de construccin de lo religioso como campo y de la identidad poltica, hay en el caso de Daro hay algunos de signos que nos permiten aventurarnos un poco ms y pensar en general en la canonizacin de muertos populares. Por ejemplo -y tal vez estas manifestaciones son referentes de la exacerbacin de la funcin icnica de los smbolos en el nuevo orden territorial (SEGATO, 2007)- la creacin del altar a San Daro del Andn por una mujer hare krisnha, Mabel, que frecuenta la estacin y le atribuye a San Daro milagros para los pobres es el caso ilustrativo tal vez ms extremo. Pero adems, y ya dentro de la organizacin tambin hay en los testimonios de los compaeros que reivindican la figura de Daro algunas seales de esta operacin. Por ejemplo, en el caso de algunos de sus compaeros, reconocen que tienen rituales en que cada uno lo recuerda (usar el mismo parche que en la marcha en que murieron, construir su casa con bloques de los que construy Daro, etc).

En relacin a esta arista, hay un marco terico general que no podemos desarrollar en este trabajo, pero que establece las coordenadas de ese trabajo memorialista y de heroicizacin de los muertos populares. Existen lneas de investigacin que plantean nueva configuraciones de las canonizaciones populares durante la dcada del 90 en nuestro pas: muertos que la gente aprecia y que se tornan figuras de culto y devocin, por lo trgico de sus muertes, por su relacin con los propios estratos populares (pensemos en el caso de Rodrigo, Gilda, pero tambin en la fuerza del Gauchito Gil como mrtir de los pobres) (CAROZZI, 2006:98). Hay un marco elaborado muy interesante que plantea la especificidad del milagro como forma de resistencia de los derrotados en nuestro espacio regional. As, una inaceptabilidad del orden social ya instalado se expresaba, con justa razn, bajo la forma del milagro. All, en un lenguaje necesariamente ajeno al anlisis de las relaciones socioeconmicas, poda mantenerse la esperanza de que el vencido de la historia -cuerpo sobre el cual se escriben continuamente las victorias de los ricos o de sus aliados- pueda, en la "persona" del "santo" humillado, ponerse en pie gracias a las buenas pasadas que el cielo puso en juego contra sus adversarios (DE CERTEAU, 1984: 21)Siguiendo estos postulados, puede pensarse en un enlace posible entre cultura popular y sufrimiento, que habilita una relacin con un ms all que permite la cura, y se puede vincular con la necesidad de revancha de sectores fuertemente castigados por la reestructuracin econmica del neoliberalismo y los niveles de pobreza y exclusin que aumentaron drsticamente durante los 90.

Se han establecido parangones entre la figura de Daro y la del Cristo pobre: a esto contribuy la difusin de una de las fotos ms conocidas de Daro, en la que se lo ve sonriendo y con los brazos en cruz. As, no es casual que uno de los homenajes ms emotivos que se elaboraron desde el mundo artstico plantee una analoga entre Daro Santilln y el Cristo de las ltimas horas antes de la crucifixin. En La pasin del piquetero, Vicente Zito Lema reconstruye en formato dramatrgico toda la secuencia de hechos que culminan en los asesinatos en la estacin, desde la voz del polica que lo asesina:

Verdugo: (Persigue la sombra de Daro Santilln) As que organizaste un barrio de mierda entre la mierda!As que levantaste una olla popular y la comida era poca y vos ni siquiera comas!As que diste tu ropa al ms desnudo y te cagabas de fro! As que entregaste tu cama y dormas en el suelo entre piedras y latas! As que escuchabas al que sufra y le explicabas por qu sufra! Y puteabas al resignado y era amor tu puteada! Y tenas veinte aos y ya eras viejo en el dolor porque venas del primer dolor, grandsimo hijo de mil putas, parido por una yegua, que una mierda caliente como vos ni madre puta tuvo, ni padre cornudo a la gran yegua se la mont! Habr que cerrarte la boca, cabrn de los cabrones! (ZITO LEMA, 2010: 46) Sin embargo esta posible asimilacin a un proceso de canonizacin popular, se ve limitada por el propio discurso de la organizacin, obviamente por las tensiones que produce en una militancia que se reconoce socialista. As, no promovemos mrtires, rescatamos la alegra de la lucha, la emocin y la creatividad, dice un video del FPDS del 2011. Las limitaciones al proceso de sacralizacin estn dadas, en este caso, por los reparos que la organizacin pone frente a la fetichizacin religiosa en un sentido moldeado por la Iglesia catlica. La recuperacin, entonces, es selectiva, y hace hincapi en la posibilidad de justicia (a Daro y a Maxi los vamos a vengar, con la lucha popular, reza uno de los cantos recurrentes) con la continuidad de la lucha en alegra. ConclusinEn cada lucha, ellos estn, y con la patria liberada volvernCanto de protesta habitual en las marchas por memoria y justiciaEste anlisis hizo foco (si bien no de manera exhaustiva) en una serie de prcticas e intervenciones polticas concretas que, a mi entender, dan cuenta de la existencia de elementos msticos en la trayectoria de movimientos sociopolticos no religiosos. Estos elementos msticos, que forman parte inherente de la que se denomina a s misma como nueva izquierda autnoma (PACHECO, 2010: 294) al menos en nuestro pas, son pasibles de ser detectados en eventos y dinmicas de conmemoracin y gestacin de la memoria que estos movimientos llevan a cabo. Segn algunos autores, la importancia del fenmeno religioso y mesinico en el pensamiento de los movimientos sociales se debe a que dicho fenmeno representa, en el objeto de lo pensable, la situacin concreta del dolor (MATAMOROS PONCE, 2010; LWY, 1988). Lo que capta la atencin acerca de esa dimensin mstica es que no slo forma parte de las presentaciones en pblico de los movimientos que integran (en este caso) el FPDS (acciones callejeras como cortes de ruta, acampes, marchas, etc) sino que existen dinmicas y metodologas de interaccin hacia dentro de la organizacin que se autodenominan de msticas y que buscan intencionalmente generar efectos de movilizacin afectiva en los espacios de encuentro. A los fines de este trabajo se hizo necesario recortar el fenmeno y por tanto el anlisis pormenorizado de estas dinmicas ha sido excluido de esta reconstruccin. Como vimos en este repaso, las figuras de Daro y Maxi (sobre todo del primero) son utilizadas por los militantes del FPDS en tanto smbolos que sirven para auto-identificarse con ciertos valores que pretenden constituir un sistema de valores futuro pero con peso en el presente, es decir, en lo que se construye en el aqu y ahora pero en funcin de oponerse al orden de cosas vigente. Entre esos valores es posible hallar, a primera vista, la rebelda, la juventud, la valenta, la solidaridad, el enfrentamiento con un enemigo claro (en este caso, el Estado corporizado en la polica). La forma de atribuir esos valores al smbolo que busca remitirlos est dada por la construccin inter-subjetiva de un recuerdo comn. En este sentido, la Masacre de Avellaneda aparece como acontecimiento fundador, en el sentido de un pasado construido desde un presente, que adquiere en esa reconstruccin un carcter eminentemente normativo (el ltimo acto en vida de Santilln representa lo que se aspira para el hombre nuevo en la sociedad del futuro; hay anticipacin utpica del tiempo del final). En este sentido podemos hablar, siguiendo a Hervieu-Leger de la dimensin religiosa constitutiva de los rituales seculares, en constante actualizacin. La forma del rito (mes a mes, ao a ao) tiene la funcin de inscribir en el tiempo los acontecimientos fundadores que permitieron que el linaje se constituyera. (H. LEGER, 1996: 14)As, en la historia del FPDS el recuerdo de los muertos no slo permite inscribir el linaje sino que sirve de eje a partir del cual se diferencia de otros actores (por ejemplo, se juzga de traidores a los que acuerdan con el gobierno, fallando as a la memoria de los cados por dejar de exigir justicia), construye enemigos (como sucede con Duhalde como responsable poltico) y ocupa espacios para el trabajo de monumentalizacin (como hemos visto con la Estacin y el Puente) forjando en ese camino los vnculos orgnicos que constituyen el movimiento y sus reas de trabajo. Todas estas dimensiones, separadas slo analticamente, son parte del proceso de una identidad del colectivo que est en permanente construccin.

Qu tipo de identidad es la que aparece? Creemos que podemos sealar una identidad-proyecto en constitucin, aquella que aparece cuando los actores sociales, basndose en los materiales culturales de que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posicin en la sociedad y, al hacerlo, buscan la transformacin de toda la estructura social(CASTELLS 1997:30). En ese sentido, la reconstruccin de los hechos de avellaneda y los ritos de conmemoracin puede plantearse como religiosa no slo por la forma que adquiere (heroicizacin de los muertos, idealizacin, entronizacin del dolor, etc) sino por su vinculacin con una particular tica militante (compromiso, solidaridad, abnegacin). As, se nos aparece como posibilidad el pensar el lugar de la mstica en el proyecto poltico como fundante y afirmadora de una tica que reclama para s, actualmente, los atributos del futuro anhelado (el ms all escatolgico, el del Paraso pero tambin el de la sociedad sin clases). Por esto, en cada recordatorio de los muertos que se sienten como propios, del pueblo en un sentido indeterminado, hay una lnea genealgica que se traza selectivamente hasta el presente en que se contraponen los atributos de los cados con los de la sociedad actual, planteando una batalla abierta por el sentido del futuro. Antes de finalizar este trabajo, queramos dejar planteadas algunas intuiciones sobre las que se asienta. Creemos que es posible arriesgar que los paralelos entre la poltica revolucionaria y la religin en un sentido amplio estn dadas por el fuerte sentido de totalidad (cosmovisiones integrales del mundo) que podemos atribuir a ambas. Asimismo, por lo que podramos denominar una bsqueda constante de ordenamiento de una tradicin (en disputa, y que incluye-excluye determinados elementos del pasado en funcin del sentido actual del que se busca dotar a las prcticas) y por tanto, por las evidentes pretensiones de normatividad que comparten. Sin embargo, aqu el eje temtico central para exponer estas continuidades es el de la relacin con el tiempo que proponen estos conjuntos de prcticas. La dimensin utpica que atraviesa el hacer-decir en ambos campos de accin configura una peculiar relacin entre el pasado idealizado, un presente a combatir y un todava-no, un futuro que se anhela, que es un ms all pero que puede ser tambin presente y terrenal, en el sentido de prcticas anticipatorias de lo que se identifica, al menos discursivamente, como ideal de emancipacin humana. Bibliografa utilizadaCandau, Jol (1998). Mmoire et identit, Paris, Presses Universitaires de France. Captulo V. Le jeu social de la mmoire et de lidentit (2).AAVV (2006). Entre santos, cumbias y piquetes: las culturas populares en la Argentina reciente. Biblos. Carozzi, Mara Julia. (2006) Antiguos difuntos y difuntos nuevos. Las canonizaciones populares en la dcada del 90Castells, Manuel (1997). La era de la Informacin, Tomo 2. Economia, sociedad y cultura, Madrid, Alianza. Captulos 1. Parasos comunales: identidad y sentido de la sociedad en red, y 2. La otra cara de la Tierra: Movimientos sociales contra el Nuevo Orden Global.

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Este es el ttulo de un captulo finalmente no incluido de la tesis de doctorado de Marco Fernandes, a quien agradezco haberme dejado acceder al mismo y utilizar su trabajo de entrevistas y anlisis.

Ese da, la polica persigui y dispar contra decenas de manifestantes. Una crnica documentada del despliegue policial en La crisis caus dos nuevas muertes (Documental de Escobar y Finvarb) y Daro y Maxi, dignidad piquetera (investigacin periodstica de la coordinadora de Trabajadores Desocupados Anbal Vern)

Nota Pacfico homenaje a piqueteros muertos, La Nacin, 27/6/2003)+

Ver notas Laura Vales, DOS SECTORES PIQUETEROS, a dos aos y 5 meses; Clarn PROTESTA PIQUETERA EN EL PUEYRREDON La Polica impidi que cortaran un puente.

Entrevista a Orlando, MTD La caada, FPDS.

Entrevista a Orlando, MTD LA Caada, FPDS.

Documento Acuerdos polticos del Frente Popular Daro Santilln, noviembre de 2004.

Documento de presentacin del sector estudiantil del FPDS, 2006.

Volante para el 25/26 de junio de 2010, COMPA-

El 23 de diciembre de 2004, 194 personas, en su mayora jvenes, perdieron la vida al incendiarse un local bailable en Once, durante un recital de la banda de rock Callejeros.

La carta que una de las vctimas de Croman dej escrita para uno de los Piqueteros asesinados en el puente Pueyrredn, La Fogata.

Volante Convocatoria ante el inicio del juicio por la Masacre de Avellaneda, FPDS Mayo 2005

Documento elaborado por el Espacio de Cultura del FPDS, ledo en el acto del 25/06/2011 en la estacin.

Documento elaborado por el Espacio de Cultura del FPDS, ledo en el acto del 25/06/2011 en la estacin.

Ver Video San Daro del Anden de la Cooperativa de Fotgrafos SUBCOOP en http://subcoop.blogspot.com/2009_10_01_archive.html