Selección de Textos 1 G

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1 Universidad de Buenos Aires Facultad de Filosofía y Letras Carrera de Filosofía Problemas de Filosofía Antigua 2do. Cuatrimestre de 2015 Teóricos - Claudia Mársico Selección de textos I 1. Antropología homérica Ilíada, XIX.85 ss. Con frecuencia los aqueos me han dado ese consejo tuyo y también me han censurado; pero no soy yo el culpable, sino Zeus, el Destino y la Erinis, vagabunda de la bruma, que en la asamblea infundieron en mi mente una feroz ofuscación aquel día en que yo en persona arrebaté a Aquiles el botín. Más ¿qué podría haber hecho? La divinidad todo lo cumple. La hija mayor de Zeus es la Ofuscación y a todos confunde la maldita. Sus pies son delicados, pues sobre el suelo no se posa, sino que sobre las cabezas de los hombres camina dañando a las gentes y a uno tras otro apresa en sus grilletes. (…) Pero ya que cometí un grave error y Zeus me quitó el juicio, estoy dispuesto a repararlo y a entregar inmensos rescates. πολλάκι δή μοι τοῦτον Ἀχαιοὶ μῦθον ἔειπον καί τέ με νεικείεσκον: ἐγὼ δ᾽ οὐκ αἴτιός εἰμι, ἀλλὰ Ζεὺς καὶ Μοῖρα καὶ ἠεροφοῖτις Ἐρινύς, οἵ τέ μοι εἰν ἀγορῇ φρεσὶν μβαλον ἄγριον ἄτην, ματι τῷ ὅτ᾽ Ἀχιλλῆος γέρας αὐτὸς ἀπηύρων. ἀλλὰ τί κεν ῥέξαιμι; θεὸς διὰ πάντα τελευτᾷ. πρέσβα Διὸς θυγάτηρ Ἄτη, πάντας ἀᾶται, οὐλομένη: τῇ μέν θ᾽ ἁπαλοὶ πόδες: οὐ γὰρ ἐπ᾽ οὔδει πίλναται, ἀλλ᾽ ἄρα γε κατ᾽ ἀνδρῶν κράατα βαίνει βλάπτουσ᾽ ἀνθρώπους: κατὰ δ᾽ οὖν ἕτερόν γε πέδησε. (…) ἀλλ᾽ ἐπεὶ ἀασάμην καί μευ φρένας ἐξέλετο Ζεύς, ἂψ ἐθέλω ἀρέσαι, δόμεναί τ᾽ ἀπερείσι᾽ ἄποινα: Ilíada, II.110 ss. (y IX.18 ss.) (Agamenón) Zeus Cronida me ha atado fuertemente con pesada ofuscación, el cruel, que antes me prometió y garantizó con su asentimiento que regresaría tras saquear la bien amurallada Ilio, y ahora ha decidido un pérfido engaño y me ordena regresar a Argos sin gloria, tras perder numerosa hueste. Ζεύς με μέγα Κρονίδης ἄτῃ ἐνέδησε βαρείῃ, σχέτλιος, ὃς πρὶν μέν μοι ὑπέσχετο καὶ κατένευσεν Ἴλιον ἐκπέρσαντ᾽ εὐτείχεον ἀπονέεσθαι, νῦν δὲ κακὴν ἀπάτην βουλεύσατο, καί με κελεύει δυσκλέα Ἄργος ἱκέσθαι, ἐπεὶ πολὺν ὤλεσα λαόν.

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Universidad de Buenos Aires Facultad de Filosofía y Letras Carrera de Filosofía Problemas de Filosofía Antigua 2do. Cuatrimestre de 2015 Teóricos - Claudia Mársico

Selección de textos I

1. Antropología homérica Ilíada, XIX.85 ss. Con frecuencia los aqueos me han dado ese consejo tuyo y también me han censurado; pero no soy yo el culpable, sino Zeus, el Destino y la Erinis, vagabunda de la bruma, que en la asamblea infundieron en mi mente una feroz ofuscación aquel día en que yo en persona arrebaté a Aquiles el botín. Más ¿qué podría haber hecho? La divinidad todo lo cumple. La hija mayor de Zeus es la Ofuscación y a todos confunde la maldita. Sus pies son delicados, pues sobre el suelo no se posa, sino que sobre las cabezas de los hombres camina dañando a las gentes y a uno tras otro apresa en sus grilletes. (…) Pero ya que cometí un grave error y Zeus me quitó el juicio, estoy dispuesto a repararlo y a entregar inmensos rescates. πολλάκι δή µοι τοῦτον Ἀχαιοὶ µῦθον ἔειπον καί τέ µε νεικείεσκον: ἐγὼ δ᾽ οὐκ αἴτιός εἰµι, ἀλλὰ Ζεὺς καὶ Μοῖρα καὶ ἠεροφοῖτις Ἐρινύς, οἵ τέ µοι εἰν ἀγορῇ φρεσὶν ἔµβαλον ἄγριον ἄτην, ἤµατι τῷ ὅτ᾽ Ἀχιλλῆος γέρας αὐτὸς ἀπηύρων. ἀλλὰ τί κεν ῥέξαιµι; θεὸς διὰ πάντα τελευτᾷ. πρέσβα Διὸς θυγάτηρ Ἄτη, ἣ πάντας ἀᾶται, οὐλοµένη: τῇ µέν θ᾽ ἁπαλοὶ πόδες: οὐ γὰρ ἐπ᾽ οὔδει πίλναται, ἀλλ᾽ ἄρα ἥ γε κατ᾽ ἀνδρῶν κράατα βαίνει βλάπτουσ᾽ ἀνθρώπους: κατὰ δ᾽ οὖν ἕτερόν γε πέδησε. (…) ἀλλ᾽ ἐπεὶ ἀασάµην καί µευ φρένας ἐξέλετο Ζεύς, ἂψ ἐθέλω ἀρέσαι, δόµεναί τ᾽ ἀπερείσι᾽ ἄποινα: Ilíada, II.110 ss. (y IX.18 ss.) (Agamenón) Zeus Cronida me ha atado fuertemente con pesada ofuscación, el cruel, que antes me prometió y garantizó con su asentimiento que regresaría tras saquear la bien amurallada Ilio, y ahora ha decidido un pérfido engaño y me ordena regresar a Argos sin gloria, tras perder numerosa hueste. Ζεύς µε µέγα Κρονίδης ἄτῃ ἐνέδησε βαρείῃ, σχέτλιος, ὃς πρὶν µέν µοι ὑπέσχετο καὶ κατένευσεν Ἴλιον ἐκπέρσαντ᾽ εὐτείχεον ἀπονέεσθαι, νῦν δὲ κακὴν ἀπάτην βουλεύσατο, καί µε κελεύει δυσκλέα Ἄργος ἱκέσθαι, ἐπεὶ πολὺν ὤλεσα λαόν.

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Ilíada, VI.354 (Helena a Héctor) Ea, entra ahora y siéntate sobre este escabel, cuñado mío, pues ti eres al que más acosa las mientes la tarea por culpa de esta perra de mí y por la ofuscación de Alejandro, a quienes Zeus impuso el malvado sino de en lo sucesivo tornarnos en materia de canto para los hombres futuros. ἀλλ᾽ ἄγε νῦν εἴσελθε καὶ ἕζεο τῷδ᾽ ἐπὶ δίφρῳ δᾶερ, ἐπεί σε µάλιστα πόνος φρένας ἀµφιβέβηκεν εἵνεκ᾽ ἐµεῖο κυνὸς καὶ Ἀλεξάνδρου ἕνεκ᾽ ἄτης, οἷσιν ἐπὶ Ζεὺς θῆκε κακὸν µόρον, ὡς καὶ ὀπίσσω ἀνθρώποισι πελώµεθ᾽ ἀοίδιµοι ἐσσοµένοισι. Ilíada, VIII.235 Zeus padre, ¿has cegado a alguno de los prepotentes reyes antes con una ofuscación como esta, quitándole gran gloria? Ζεῦ πάτερ, ἦ ῥά τιν᾽ ἤδη ὑπερµενέων βασιλήων τῇδ᾽ ἄτῃ ἄασας καί µιν µέγα κῦδος ἀπηύρας; Ilíada, IX.115 ss. (Agamenón a Néstor) En nada has mentido, anciano, al relatar mi ofuscación: me ofusqué, y tampoco yo lo niego. Por muchas huestes vale el hombre a quien Zeus ama en su corazón; así ahora ha satisfecho a ese y subyugado a la hueste aquea. Mas ya que ofusqué por hacer caso de mis nocivos instintos, estoy dispuesto a repararlo y a darle inmensos rescates. ὦ γέρον οὔ τι ψεῦδος ἐµὰς ἄτας κατέλεξας: ἀασάµην, οὐδ᾽ αὐτὸς ἀναίνοµαι. ἀντί νυ πολλῶν λαῶν ἐστὶν ἀνὴρ ὅν τε Ζεὺς κῆρι φιλήσῃ, ὡς νῦν τοῦτον ἔτισε, δάµασσε δὲ λαὸν Ἀχαιῶν. ἀλλ᾽ ἐπεὶ ἀασάµην φρεσὶ λευγαλέῃσι πιθήσας, ἂψ ἐθέλω ἀρέσαι δόµεναί τ᾽ ἀπερείσι᾽ ἄποινα. Ilíada, IX.502 ss. (Fénix a Aquiles) También las Súplicas son hijas del excelso Zeus. Cojas, arrugadas y bizcas de ambos ojos, se cuidan de ir por detrás de la Ofuscación. La ofuscación es vigorosa y ágil, porque toma a todas gran delantera corriendo y se adelanta por toda la tierra burlando a las gentes, y ellas van detrás curando el mal. καὶ γάρ τε λιταί εἰσι Διὸς κοῦραι µεγάλοιο χωλαί τε ῥυσαί τε παραβλῶπές τ᾽ ὀφθαλµώ, αἵ ῥά τε καὶ µετόπισθ᾽ ἄτης ἀλέγουσι κιοῦσαι. ἣ δ᾽ ἄτη σθεναρή τε καὶ ἀρτίπος, οὕνεκα πάσας πολλὸν ὑπεκπροθέει, φθάνει δέ τε πᾶσαν ἐπ᾽ αἶαν βλάπτουσ᾽ ἀνθρώπους: αἳ δ᾽ ἐξακέονται ὀπίσσω. Ilíada, XIX.270 ss. (Aquiles) Zeus padre, cómo ofuscas a los hombres. Si no fuera así, nunca el Atrida me habría alterado de parte a parte el ánimo en el pecho, ni a la muchacha se habría llevado contra mi voluntad sin reparar en nada.

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Ζεῦ πάτερ ἦ µεγάλας ἄτας ἄνδρεσσι διδοῖσθα: οὐκ ἂν δή ποτε θυµὸν ἐνὶ στήθεσσιν ἐµοῖσιν Ἀτρεΐδης ὤρινε διαµπερές, οὐδέ κε κούρην ἦγεν ἐµεῦ ἀέκοντος ἀµήχανος: Ilíada, XX.331 ss. (Poseidón a Eneas) Eneas, ¿quién de los dioses te ha ofuscado así y te ha mandado a luchar frente al soberbio Pelida, que es más fuerte que tú y más querido para los inmortales? No lo hagas, retírate cuando te encuentres con él çon él, no sea que llegues antes de tu destino a la morada de Hades. Mas cuando Aquiles alcance la muerte y el hado, no tengas miedo entonces de luchar entre los primeros pues ningún otro de los aqueos será capaz de despojarte. ‘Αἰνεία, τίς σ᾽ ὧδε θεῶν ἀτέοντα κελεύει ἀντία Πηλεΐωνος ὑπερθύµοιο µάχεσθαι, ὃς σεῦ ἅµα κρείσσων καὶ φίλτερος ἀθανάτοισιν; ἀλλ᾽ ἀναχωρῆσαι ὅτε κεν συµβλήσεαι αὐτῷ, µὴ καὶ ὑπὲρ µοῖραν δόµον Ἄϊδος εἰσαφίκηαι. αὐτὰρ ἐπεί κ᾽ Ἀχιλεὺς θάνατον καὶ πότµον ἐπίσπῃ, θαρσήσας δὴ ἔπειτα µετὰ πρώτοισι µάχεσθαι: οὐ µὲν γάρ τίς σ᾽ ἄλλος Ἀχαιῶν ἐξεναρίξει. Ilíada, XXIV.480 ss. Como cuando una densa ofuscación apresa al hombre que mata en la patria a una persona y llega a un pueblo extraño ante un hombre acaudalado, el estupor invade a quienes lo ven, así de estupefacto se quedó Aquiles al ver al deiforme Príamo. ὡς δ᾽ ὅτ᾽ ἂν ἄνδρ᾽ ἄτη πυκινὴ λάβῃ, ὅς τ᾽ ἐνὶ πάτρῃ φῶτα κατακτείνας ἄλλων ἐξίκετο δῆµον ἀνδρὸς ἐς ἀφνειοῦ, θάµβος δ᾽ ἔχει εἰσορόωντας, ὣς Ἀχιλεὺς θάµβησεν ἰδὼν Πρίαµον θεοειδέα: Ilíada, XXIII.677 ss. Euríalo fue el único que se levantó, mortal igual a un dios, Hijo de Mecisteo, el soberano Talayónida, Que una vez había ido a Tebas después de la caída de Edipo Para los funerales y allí fue venciendo a todos los cadmeidas. ὣς ἔφαθ ̓, οἳ δ ̓ ἄρα πάντες ἀκὴν ἐγένοντο σιωπῇ. Εὐρύαλος δέ οἱ οἶος ἀνίστατο ἰσόθεος φὼς Μηκιστῆος υἱὸς Ταλαϊονίδαο ἄνακτος, ὅς ποτε Θήβας δ ̓ ἦλθε δεδουπότος Οἰδιπόδαο 680ἐς τάφον: ἔνθα δὲ πάντας ἐνίκα Καδµείωνας. Ilíada, XXIII.104-105 ¡Ay! También en las mansiones del Hades es algo el alma y la sombra... ὢ πόποι ἦ ῥά τίς ἐστι καὶ εἰν Ἀΐδαο δόµοισι ψυχὴ καὶ εἴδωλον... Ilíada, XXIV.480 ss. Como cuando una densa ofuscación apresa al hombre que mata en la patria a una persona y llega a un pueblo extraño

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ante un hombre acaudalado, el estupor invade a quienes lo ven, así de estupefacto se quedó Aquiles al ver al deiforme Príamo. ὡςδ ὅ̓τ ἂ̓νἄνδρ ̓ἄτηπυκινὴλάβῃ, ὅςτ ̓ἐνὶπάτρῃ φῶτα κατακτείνας ἄλλων ἐξίκετο δῆµον ἀνδρὸς ἐς ἀφνειοῦ, θάµβος δ ̓ἔχει εἰσορόωντας, ὣς Ἀχιλεὺς θάµβη σενἰδὼν Πρίαµον θεοειδέα: Odisea, XI.271 ss. Vino luego la madre de Edipo, la bella Epicasta, que una gran impiedad cometió sin saberlo ella misma, pues casó con Edipo, su hijo. Tomóla él de esposa tras haber dado muerte a su padre y los dioses lo hicieron a las gentes saber. Él en Tebas, rigiendo a los cadmios, en dolores penó por infaustos designios divinos y ella fuese a las casas de Hades de sólidos cierres, que, rendida de angustia, se ahorcó suspendiendo una cuerda de la más alta viga. Al morir le dejó nuevos duelos, cuantos suelen traer a los hombres las furias maternas. Hesíodo, Trabajos y días, 157 ss. Y ya luego, desde que la tierra sepultó también esta estirpe, en su lugar todavía creó Zeus Crónida sobre el suelo fecundo otra cuarta más justa y virtuosa, la estirpe divina de los héroes que se llaman semidioses, raza que nos precedió sobre la tierra sin límites. A unos la guerra funesta y el temible combate los aniquiló bien al pie de Tebas la de siete puertas, en el país cadmeo, peleando por los rebaños de Edipo, o bien después de conducirles a Troya en sus naves, sobre el inmenso abismo del mar, a causa de Helena de hermosos cabellos. Píndaro, fragmento 131b El cuerpo de todos sigue a la muerte poderosa mas viva queda siempre la imagen del alma (...) duerme (el alma), mientras los miembros del cuerpo están activos y a los que duermen, en multitud de ensueños, revela ella la decisión futura de lo agradable y de lo malo. 2. Repertorio de prácticas mágicas Magia Papiro de Derveni, col. 6.10 … plegarias y sacrificios propician las almas, y el encantamiento de los magos tiene el poder de remover los demonios que obstruyen. Los demonios que obstruyen son enemigos de las almas. Esta es la razón de que los magos hagan sacrificios, como si pagaran una pena. Arrojan agua y leche sobre las víctimas, y de estos líquidos también hacen libaciones completas. Sacrifican innumerables tortas, porque las almas son también innumerables. Los iniciados (mystaí) hacen el primer sacrificio a las Euménides como los magos. Porque las Euménides son almas. Por eso … toda esa gente que ha realizado ritos sagrados en las ciudades los han visto. Estoy menos sorprendido de que esta gente no entienda, porque no es posible escuchar y comprender lo que se dice al mismo tiempo. Pero toda esta gente que busca entender de uno que hace de lo sagrado su técnica debería querer saber y apenarse. Digo “querer saber”

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porque piensan que recibirán conocimiento antes de realizar sus ritos, pero se van después de hacerlos, antes de saber nada y sin haber preguntado de nuevo, suponiendo que conocen algo de lo que han visto o que han aprendido. Y digo “apenarse” porque no es suficiente haber gastado dinero rápido, sino que tienen que partir en busca del conocimiento. Antes de realizar sus ritos sagrados esperan haber aprender, pero cuando los han hecho se van privados incluso de la esperanza… Milagros IG 4.951-2 Cuando habían pasado cinco años de embarazo fue a ver al dios por ayuda y durmió en el interior del santuario. Apenas salió de allí y del santuario dio a luz un barón que, en cuanto nació, se lavó a sí mismo en la fuente y caminó con su madre. Dado que le pasó eso, dejó una inscripción que decía: “No es el tamaño de la tableta lo que se debería admirar, sino la intervención divina. Cleo llevó su fruto en el vientre por cinco años hasta que durmió aquí y el dios la auxilió”. Este niño vino al santuario a conseguir voz. Cuando estaba presentando su sacrificio preliminar y realizó el ritual acostumbrado, el acólito que llavaba el fuego para el dios miró al pare del chico y le preguntó: “¿prometes que si se le cumple el deseo que lo trajo aquí él hará en un año el sacrificio que debe por su cura?”. El chico gritó inmediatamente: “lo prometo”. El padre estaba sorprendido y le dijo que lo repitiera. Él lo dijo de nuevo y estuvo bien desde ese momento. Pándaro, un tesalio, tenía marcas en la frente. Durmió en el santuario y tuvo una visión. Soñó que el dios le ponía un vendaje sobre las marcas y le dijo que se lo sacara despu´s de dejar el interior del santuario y dedicarlo en el templo. Cuando llegó el día, el hombre se levantó y se sacó el vendaje y su cara estaba libre de marcas. Dedicó el vendaje en el templo y tenía las marcas de su cara. Este hombre, Equedoro, recibió de Pándaro una suma de dinero para ofrecerle al dios de Epidauro de su parte, pero no lo entregó. Cuando durmió en el santuario tuvo una visión. Soñó que el dios se paraba junto a él y le preguntaba si había recibido algún dinero de Pándaro de Eutenas para dedicarle en el templo. Dijo que no había recibido nada por el estilo de Pándaro, pero que pintaría un cuadro y lo colocaría si el dios lo curaba. Después de eso el dios le ajustó el vendaje de Pándaro alrededor de las marcas y le dijo que se sacara el vendaje cuando saliera del interior del santuario, que se lavara la cara en la fuente y se mirara en el agua. Cuando llegó el día salió del santuario, se sacó el vendaje, pero éste no tenía las marcas. Cuando miró en el agua vio que su cara ahora tenía las marcas de Pándaro además de las que él ya tenía. Demonología Hesíodo, Trabajos y días, 109-193 Ahora si quieres te contaré brevemente otro relato, aunque sabiendo bien —y tú grábatelo en el corazón— cómo los dioses y los hombres mortales tuvieron un mismo origen. Al principio los Inmortales que habitan mansiones olímpicas crearon una dorada estirpe de hombres mortales. Existieron aquellos en tiempos de Cronos, cuando reinaba en el cielo; vivían como dioses, con el corazón libre de preocupaciones, sin fatiga ni miseria; y no se cernía sobre ellos la vejez despreciable, sino que, siempre con igual vitalidad en piernas y brazos, se recreaban con fiestas ajenos a todo tipo de males. Morían como sumidos en un sueño; poseían toda clase de alegrías, y el campo fértil producía espontáneamente abundantes y excelentes frutos. Ellos contentos y tranquilos

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alternaban sus faenas con numerosos deleites. Eran ricos en rebaños y entrañables a los dioses bienaventurados. Y ya luego, desde que la tierra sepultó esta raza, aquéllos son por voluntad de Zeus démones benignos, terrenales, protectores de los mortales [que vigilan las sentencias y malas acciones yendo y viniendo envueltos en niebla, por todos los rincones de la tierra] y dispensadores de riqueza; pues también obtuvieron esta prerrogativa real. En su lugar una segunda estirpe mucho peor, de plata, crearon después los que habitan las mansiones olímpicas, no comparable a la de oro ni en aspecto ni en inteligencia. Durante cien años el niño se criaba junto a su solícita madre pasando la flor de la vida, muy infantil, en su casa; y cuando ya se hacía hombre y alcanzaba la edad de la juventud, vivían poco tiempo llenos de sufrimientos a causa de su ignorancia; pues no podían apartar de entre ellos una violencia desorbitada ni querían dar culto a los Inmortales ni hacer sacrificios en los sagrados altares de los Bienaventurados, como es norma para los hombres por tradición. A éstos más tarde los hundió Zeus Crónida irritado porque no daban las honras debidas a los dioses bienaventurados que habitan el Olimpo. Y ya luego, desde que la tierra sepultó también a esta estirpe, estos genios subterráneos se llaman mortales bienaventurados, de rango inferior, pero que no obstante también gozan de cierta consideración. Otra tercera estirpe de hombres de voz articulada creó Zeus padre, de bronce, en nada semejante a la de plata, nacida de los fresnos, terrible y vigorosa. Sólo les interesaban las luctuosas obras de Ares y los actos de soberbia; no comían pan y en cambio tenían un aguerrido corazón de metal. [Eran terribles; una gran fuerza y unas manos invencibles nacían de sus hombros sobre robustos miembros.] De bronce eran sus armas, de bronce sus casas y con bronce trabajaban; no existía el negro hierro. También éstos, víctimas de sus propias manos, marcharon a la vasta mansión del cruento Ha- des, en el anonimato. Se apoderó de ellos la negra muerte aunque eran tremendos, y dejaron la brillante luz del sol. Y ya luego, desde que la tierra sepultó también esta estirpe, en su lugar todavía creó Zeus Crónida sobre el suelo fecundo otra cuarta más justa y virtuosa, la estirpe divina de los héroes que se llaman semidioses, raza que nos precedió sobre la tierra sin límites. A unos la guerra funesta y el temible combate los aniquiló bien al pie de Tebas la de siete puertas, en el país cadmeo, peleando por los rebaños de Edipo, o bien después de conducirles a Troya en sus naves, sobre el inmenso abismo del mar, a causa de Helena de hermosos cabellos. [Allí, por tanto, la muerte se apoderó de unos.] A los otros el padre Zeus Crónida determinó concederles vida y residencia lejos de los hombres, hacia los confines de la tierra. Éstos viven con un corazón exento de dolores en las Islas de los Afortunados, junto al Océano de profundas corrientes, héroes felices a los que el campo fértil les produce frutos que germinan tres veces al año, dulces como la miel, [lejos de los Inmortales; entre ellos reina Cronos. Pues el propio > padre de < hombres > y < dioses le libró, y ahora siempre > entre ellos goza de res- peto como < benigno. Zeus a su vez > otra estirpe creó < de hombres de voz articulada, los que ahora > existen sobre < la tierra fecunda.] Y luego, ya no hubiera querido estar yo entre los hombres de la quinta generación sino haber muerto antes o haber nacido después; pues ahora existe una estirpe de hierro. Nunca durante el día se verán libres de fatigas y miserias ni dejarán de consumirse durante la noche, y los dioses les procurarán ásperas inquietudes; pero no obstante, también se mezclarán alegrías con sus males. Zeus destruirá igualmente esta estirpe de hombres de voz articulada, cuando al nacer sean de blancas sienes. El padre no se parecerá a los hijos ni los hijos al padre; el anfitrión no apreciará a su huésped ni el amigo a su amigo y no se querrá al hermano como antes. Despreciarán a sus padres apenas se hagan viejos y les insultarán con duras palabras, cruelmente, sin advertir la vigilancia de los dioses — no podrían dar el sustento debido a sus padres ancianos aquellos [cuya justicia es la violencia— , y irnos saquearán las ciudades de los otros]. Ningún reconocimiento habrá para el que cumpla su palabra ni

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para el justo ni el honrado, sino que tendrán en más consideración al malhechor y al hombre violento. La justicia estará en la fuerza de las manos y no existirá pudor; el malvado tratará de perjudicar al varón más virtuoso con retorcidos discursos y además se valdrá del juramento. La envidia murmuradora, gustosa del mal y repugnante, acompañará a todos los hombres miserables. Plutarco, Sobre la desaparición de los oráculos, 9.414e-11.415d Es, efectivamente, ingenuo y absolutamente pueril creer que el dios mismo, como los ventrílocuos en otro tiempo llamados «Euricles» y actualmente «Pitones», entra en el cuerpo de sus intérpretes y habla utilizando las bocas y voces de ellos como instrumentos; (pues quien) mezcla (a un dios) en los asuntos humanos no ahorra su majestad ni observa la dignidad y la magnitud de su excelencia.» 10. «Tienes razón», dijo Cleómbroto; «sin embargo, puesto que el captar y determinar cómo y hasta qué punto debe ser utilizada la providencia es difícil, yerran en lo mesurado y adecuado tanto los que no hacen al dios responsable absolutamente de nada como los que lo hacen responsable de la totalidad de las cosas. Bien dicen también, por tanto, los que dicen que Platón, al descubrir el elemento que subyace a las cualidades engendra- das, lo que ahora se llama materia y naturaleza, liberó a los filósofos de muchas y graves dificultades; mas a mí me parece que más y mayores dificultades resolvieron aquellos que, con el descubrimiento de la raza de los démones, intermedia entre dioses y hombres, de alguna manera aunaron y juntaron nuestra comunidad; ya sea de magos del círculo de Zoroastro esta doctrina ya sea tracia, proveniente de Orfeo, ya sea egipcia o frigia, según podemos conjeturar por los rituales mistéricos de una y otra parte, al ver mezclados muchos ingredientes mortuorios y luctuosos en los ritos orgiásticos que celebran y ejecutan. Entre los griegos, Homero todavía utiliza claramente ambos términos en común y llama a los dioses a veces démones; Hesíodo fue el primero que estableció clara y categóricamente cuatro clases de seres racionales, dioses, luego démones, luego héroes y finalmente hombres, de acuerdo con las cuales parece postular el paso de la generación de oro a numerosos y benéficos démones, al tiempo que los semidioses se segregaron en héroes. Otros postulan un cambio por igual para los cuerpos y las almas; del mismo modo que de la tierra se ve generar agua, del agua aire y del aire fuego, al ser la sustancia arrastrada hacia arriba, así las almas superiores obtienen el cambio de hombres en héroes y de héroes en démones, y de démones unas pocas a lo largo del tiempo, purificadas por sus méritos, llegan a participar por entero de la esencia divina. A algunas, en cambio, les ocurre que no son dueñas de sí mismas, sino que, descendiendo en la escala y entrando de nuevo en cuerpos mortales, llevan una vida oscura y difusa como vapor»6Q. 11. «Hesíodo cree que también a los démones les llega su fin tras ciertos períodos de tiempo; pues dice por boca del personaje de la Náyade y aludiendo al tiempo en forma de acertijo: “Nueve generaciones vive la chillona corneja de jóvenes hombres; un ciervo lo que cuatro cornejas; lo que tres ciervos tarda el cuervo en envejecer; y el fénix lo que nueve cuervos; y lo que diez fénix nosotras las Ninfas de hermosos bucles, hijas de Zeus portador de la égida”. De ese tiempo concluyen una cifra enorme aquellos que no entienden la generación correctamente. Pues es un año. De manera que nueve mil setecientos veinte años viene a ser el total de la vida de estas divinidades, menos de lo que piensan la mayoría de los matemáticos, pero más de lo que ha dicho Píndaro cuando dijo que las Ninfas viven a un límite de tiempo igual al de un árbol destinadas, por lo cual también se llaman Hamadríades.» Plutarco, Sobre la desaparición de los oráculos, 14.418e-15.419e Y Heracleón dijo: «Que al frente de los oráculos estén no E dioses, propio de los cuales

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es mantenerse apartados de las cosas terrenales, sino démones servidores de los dioses, no me parece un pensamiento equivocado; pero el tomar casi a puñados de los versos de Empédocles e imputar a esos démones faltas, desgracias y destierros enviados por los dioses, y finalmente postular también que mueren lo mismo que los hombres, lo considero demasiado osado y bárbaro». Entonces Cleómbroto preguntó a Filipo quién y de dónde era ese joven; y una vez que se hubo enterrado de su nombre y su ciudad dijo: «Tampoco a nosotros mismos se nos oculta, Heracleón, que nos hemos embarcado en argumentaciones extrañas; sin embargo, sobre cuestiones importantes no es posible avanzar en la opinión hasta lo verosímil sin utilizar además principios importantes. Tú mismo no te das cuenta de que quitas lo que concedes: estás de acuerdo en que hay démones, pero al pretender que no son malos ni mortales ya no los mantienes como démones: ¿en qué se diferencian de los dioses si son incorruptibles en su esencia e impasibles e intachables en su moral?» 17. Mientras Heracleón meditaba para sí en silencio sobre esta objeción, Filipo dijo: «En realidad, démones malos, Heracleón, no sólo Empédocles los admitió sino también Platón, Jenócrates y Crisipo; y también Demócrito cuando rogaba obtener «espíritus propicios» ", por medio de cuya oración resulta evidente que conocía otros intratables y con ciertas inclinaciones e impulsos ruines. Por lo que respecta a la muerte de tales seres he oído el relato de un hombre que no era ningún insensato ni impostor. De Emiliano el rétor, del cual también algunos de vosotros habéis sido discípulos, fue padre Epiterses, conciudadano y profesor de gramática mío. Contaba éste que, en una ocasión en que hizo un viaje por mar a Italia, se embarcó en un barco que llevaba mercancías y muchos pasajeros; ya atardecido, en las in- mediaciones de las islas Equínadas, amainó el viento y el barco llegó a la deriva cerca de Paxos; la mayoría de los pasajeros estaban despiertos y muchos todavía bebían después de haber cenado; de repente se escuchó una voz procedente de la isla de Paxos, alguien que llamaba a gritos «Tamus», de modo que se extrañaron. Tamus era un timonel egipcio y no conocido por su nombre para muchos de los pasajeros. Pues bien, a las dos primeras llamadas se calló, pero a la tercera respondió al que llamaba; y éste, elevando la voz, dijo: «cuando estés frente a Palodes anuncia que el gran Pan ha muerto». Al oír esto, decía Epiterses, todos se asustaron, y mientras deliberaban consigo mismos si sería mejor cumplir lo ordenado o bien no tomarse la molestia y dejarlo, Tamus tomó la siguiente determinación: si había viento, pasar tranquilamente de largo navegando, y, en el caso de que hubiera calma y bonanza en las aguas del lugar, repetir lo que había oído. Así pues, cuando llegaron a la altura de Palodes, puesto que no había ni viento ni oleaje, Tamus, dirigiendo la vista desde la popa hacia tierra, dijo, tal como había oído: «el gran Pan ha muerto». No había terminado de decirlo cuando un gran sollozo mezclado con extrañeza no de uno sino de muchos se produjo. Como había mucha gente presente, la historia se difundió rápidamente por Roma, y Tamus fue hecho llamar por Tiberio César. Hasta tal punto se creyó Tiberio la historia, que trataba de averiguar e investigar sobre Pan; y los filólogos de la corte, que eran muchos, conjeturaban que era el que había nacido de Hermes y Penélope». Efectivamente, Filipo tenía también entre los presentes algunos testigos que se lo habían escuchado a Emiliano cuando era viejo. 18. Demetrio dijo que de las islas de en torno a Britania hay muchas aisladas que están desiertas, algunas de las cuales tienen nombres de démones y de héroes; y que él mismo hizo la travesía, enviado por el emperador con el fin de obtener información y observar, hasta la que está más próxima de entre las desiertas, la cual tenía no muchos ocupantes y todos eran te- nidos por sagrados e inviolables por parte de los britanos. Al poco de llegar él se produjo una gran confusión en la atmósfera y numerosas señales celestes, se desencadenaron vientos, y rayos y truenos cayeron del cielo; cuando

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amainó, decían los habitantes de la isla que había tenido lugar una extinción de algunos de los seres superiores. Jámblico, Sobre los misterios egipcios, 2.1.67-2.69 Preciso es también demostrarte “en qué se diferencia un demon de un héroe o de un alma, sea en esencia, en potencia o en actividad”. Digo, pues, que los démones son creados en virtud de los poderes generadores y creadores de los dioses en el extremo más lejano de la procseión y de los últimos confines, los héroes en virtud de las razones vitales de los seres divinos, y los primeros y perfectos grados de las almas tienen su origen y se dividen a partir de ellos. Nacidos así, poseen también diferente de las otras causas la misma esencia: la de los démones ejecuta y lleva a término las naturalezas cósmicas y completa la providencia sobre cada uno de los seres en devenir, mientras que la de los héroes está plena de vida, de razón y es hegemónica sobre las almas. A los démones hay que adscribirles poderes fecundantes, que presiden la naturaleza y la ligazón de las almas con los cuerpos, mientras que a los héroes justo es asignarles poderes vivificantes, hegemónicos sobre los hombres libres del devenir. En consecuencia, hay que definir también sus actividades. Las de los démones hay que establecer que son más cósmicas y tienen una mayor extensión en lo que por ellos es producido, mientras que las de los héroes tienen una menor extensión y centran su atención en la disposición de las almas. Tras las clases así definidas viene a continuación la que pone fin a los órdenes divinos y a partir de estos dos géneros recibe en suerte unos lotes de poderes, sobrepasa por superabundancia sus propios límites por adiciones diversas superfluas, proyecta especies unas veces unas y otras veces otras y razonamientos unos distintos de otros, y vidas unas veces unas y otras veces otras; según cada región del mundo usa de vidas y figuras variadas, se une a lo que quiere, se retira de lo que desea, se hace semejante a todos los seres y de ellos por alteridad se separa, prepara nociones congéneres con lo que es y deviene, se une con los dioses de acuerdo con armonías de esencias y poderes distintas de aquellas con las que se ligan a ellos démones y héroes, poseen en grado menor que ellos la eternidad de la vida y de la actividad semejante, pero, merced a la buena voluntad de los dioses y a la iluminación otorgada por ellos, con frecuencia asciende y se eleva al rango superior angélico. Cuando no se queda en los límites del alma, este conjunto alcanza un alma angélica y una vida inmaculada. Por el cual el alma parece también presentar en sí esencias y actividades de todas clases, nociones variopintas y todas las formas. No obstante, si hay que decir verdad, ella está siempre determinada según un único género, pero en común con las causas dirigentes se alinea unas veces con unas y otras veces con otras. Necromancia Odisea, XI.12-224 Se ocultaba se ocultaba ya el sol y extendíase la sombra en las calles cuando el barco llegaba al confín del océano profundo. Allí está la ciudad y el país de 1os hombres cimerios, siempre envueltos en nubes y en bruma, que el sol fulgurante desde arriba jamás con sus rayos los mira ni cuando encamina sus pasos al cielo cuajado de estrellas ni al volver nuevamenente a la tierra del cielo: tan solo una noche mortal sobre aquellos cuitados se cierne. Arribado que hubimos, varamos la nave. Sacando

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el ganado, seguimos a pie costeando el oceano y llegamos por fin al lugar señalado por Circe. Perimedes y Euríloco, entonces, cogieron las reses mientras yo desnudaba del flanco el agudo cuchillo y excavaba una fosa de un codo de anchura; libamos allí mismo al común de los muertos primero de todo derramándoles leche con miel y después vino dulce, finalmente agua pura. Esparcida la cándida harina, imploré largamente a los muertos, cabezas sin brío, (30) prometiendo inmolarles en casa una vaca infecunda, la mejor que se hallase al volver al país de mis padres, y colmarles la pira de ofrendas y aparte a Tiresias un carnero de negros vellones, y la flor de mis greyes. Mas después de aplacar con plegarias y votos las tumbas de los muertos, tomando las reses cortéles el cuello sobre el hoyo. Corría sangre negra. Del Érebo, entonces, se reunieron surgiendo las almas privadas de vida, desposadas, mancebos, ancianos con mil pesadumbres, tiernas jóvenes idas más allá con la pena primera; muchos hombres heridos por lanza de bronce, guerreros que dejaron su vida en la lid con sus armas sangrantes. Se acercaban en gran multitud, cada cual por su lado, con clamor horroroso. Yo, presa de lívido miedo, ordené a mis amigos que al punto cogiendo las reses que por bronce cruel degolladas yacían en el suelo, las quemaran quitada la piel invocando a los dioses, al intrépido Hades, la horrible Perséfona. A un tiempo, del costado sacando otra vez el agudo cuchillo, me quedé conteniendo a los muertos, cabezas sin brío, (50) sin dejarles llegar a la sangre hasta hablar con Tiresias. Presentóseme el alma, primero, de Elpenor, mi amigo, todavía sin cubrir por tierra de vías anchurosas, pues habíamos dejado su cuerpo en las salas de Circe insepulto y sin duelos; el nuevo quehacer nos urgía. Brotó el llanto en mis ojos al verle, apiadóse mi alma y, dejándome oír en aladas palabras, le dije: ¿Cómo fue tu venida, Elpenor, al lóbrego ocaso? ¿Has corrido tú a pie más que yo con mi negro navío? Tal hablé y él, rompiendo a gemir, contestó de este modo: ¡Laertíada, retoño de Zeus, Ulises mañero! Me perdieron mi suerte fatal y el exceso de vino: acostado en los altos de Circe, no puse cuidado en bajar nuevamente buscando la gran escalera; de cabeza caí del terrado, doblándoseme el cuello, me rompí la cerviz y mi alma bajó a las mansiones tenebrosas del Hades. Te imploro por todos los tuyos que quedaron allá, por la esposa y el padre que un tiempo de tu infancia cuidó, por Telémaco, el hijo a quien solo has dejado en tu hogar; yo bien sé que tu sólida nave desde aquí pondrá rumbo otra vez al islote de Eea: al llegar, mi rey, haz memoria de mí, te lo ruego,

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no me dejes allí en soledad, sin sepulcro y sin llanto, no te vaya mi mal a traer el rencor de los dioses. Incinera mi cuerpo vestido de todas mis armas Y levanta una tumba a la orilla del mar espumante que de mí, desgraciado, refiera a las gentes futuras; presta oído a mi súplica y alza en el túmulo el remo con que vivo remé compañero de todos los tuyos”. Tal Elpenor habló y, a mi vez, replicándole dije: “Cuanto has dicho, infeliz, cumpliré por mí mismo sin falta”. De este modo estuvimos cambiando dolientes palabras, mientras yo protegía con mi espada la sangre y la sombra de mi amigo seguía al otro lado sus largas razones. Mas entonces el alma llegó de mi madre difunta, de Anticlea, que engendrara el magnánimo Autólico. Viva la dejé en mi mansión al salir para Troya sagrada; brotó el llanto en mis ojos al verla, inundóseme el pecho de dolor; mas con toda mi pena impedíle, asimismo, a la sangre llegar mientras yo no escuchase a Tiresias. Acercóseme el alma por fin de Tiresias tebano con un cetro de oro. Al notar mi presencia me dijo: ¡Laertíada, retoño de Zeus, Ulises mañero! ¿Cómo ha sido, infeliz, que, a la luz renunciando del día, has venido los muertos a ver y el lugar sin contento? Mas aparta el hoyo, retira el agudo cuchillo, que yo pueda la sangre beber y decir mis verdades”. Tal habló, me aparté y, embutiendo en la vaina mi espada, de tachones de plata, dejéle beber negra sangre, de la fosa y entonces me dijo el perfecto adivino: “Claro Ulises, en ansias estás de tu dulce regreso, pero un dios te lo va a hacer penoso. No pienso que olvide el que bate la tierra las iras que puso en su pecho al entrar en furor contra ti, que cegaste a su hijo; mas con todo, entre muchos trabajos vendréis a la patria si decides tu gusto frenar y el ardor de tus hombros. Una vez atracada tu sólida nave en la isla de Trinacia después de escapar a las cárdenas aguas, unas vacas pastando verás entre recias ovejas: son del Sol, el que todo lo mira, el que todo lo escucha. Si a esas reses respetas, atento tan sólo al regreso, a la patria podréis arribar aun con grandes trabajos; mas si en algo las dañas, entonces predigo ruina para ti, tu bajel y tu gente. Y si tú la esquivases, irás tarde, en desgracia, con muerte de todos los tuyos, sobre nave extranjera y allí encontrará nuevos males: unos hombres que henchidos de orgullo te comen los bienes pretendiendo a tu esposa sin par con ofertas de dotes. Verdad es que al llegar vengarás sus violencias; mas luego que a los fieros galanes de muerte en tus salas, ya sea por astucia, ya en lucha leal con el filo del bronce, toma al punto en tus manos un remo y emprende el camino hasta hallar unos hombres que ignoren el mar y no coman

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alimento ninguno salado, ni sepan tampoco de las naves de flancos purpúreos ni entiendan los remos de expedito manejo que el barco convierte en sus alas. Una clara señal te daré, bien habrás de entenderla: Cuando un día te encuentres al paso con un caminante que te hable del bieldo que llevas al hombro robusto, clava al punto en la tierra tu remo ligero y ofrece al real Posidón sacrificios de reses hermosas, un carnero y un toro, un montés cubridor de marranas; luego vuelve a tu hogar, donde harás oblación de hecatombes uno a uno a los dioses eternos que pueblan el cielo anchuroso; librado del mar, llegará a ti la muerte, pero blanda y suave, acabada tu vida en la calma de lozana vejez; entretanto tus gentes en torno venturosas serán. Éstas son las verdades que anuncio”. De este modo me habló y, a mi vez, contestándole dije: ¡Tiresias! Sin duda los dioses así lo han tejido, pero ahora pon mente a mi ruego y explica esto otro: pues el alma aparéceme allí de mi madre difunta, que, apostada en silencio, cercana a la sangre, rehúsa contemplarme de frente y hablar con su hijo. ¿Qué medio podré, príncipe, hallar de que sepa quién soy? Tal le dije. Sin hacerse esperar contestó de este modo Tiresias: “Fácil es la respuesta y habrás de guardarla en tu mente: de los muertos aquel que tú dejes llegar a la sangre te dirá sus verdades y aquel a quien no lo permitas te dará las espaldas y atrás volverá su camino”. De esta suerte acabó sus presagios el alma del prócer agorero y al fondo se entró de las casas de Hades, mientras yo quedé firme esperando que fuera mi madre a beber la sangre sombría. Notándome al punto y de lástima llena, me dijo en aladas palabras: “¿Cómo fue tu llegada, hijo mío, al país de las brumas, vivo aún? El paraje es difícil de ver por vivos, porque hay mitad grandes ríos, tremendas corrientes, el océano ante todo, que a nadie de cierto es posible de otro modo pasar que teniendo una sólida nave. ¿Por ventura has venido de Troya tras ir largo tiempo errabundo con nave y con hombres? ¿Y así ni en las playas atracaste por Ítaca aún ni a tu esposa en las salas viste más?” Tal habló y a mi vez contestándole dije: “Madre mía, preciso me fue descender hasta el Hades a tratar con el alma del cadmio Tiresias: de cierto que a las costas de Acaya no más me acerqué ni he pisado nuestra tierra de nuevo, alejado en dolor desde el día que escolté a Agamenón, el divino, con rumbo hacia Troya, la de buenos caballos, dispuesto a luchar con los teucros. Pero ahora pon mente a mi ruego y explica esto otro: ¿Qué destino te vino a abatir en la muerte penosa? ¿Una larga dolencia? ¿O bien la saetera Artemisa te mató disparando sus flechas suaves? Mas dime

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de mi padre y el hijo que allí me dejé: ¿por ventura en mi puesto de honor se mantienen aún o ha pasado a algún otro de allá sin que nadie ya piense en mi vuelta? De mi esposa refiere también: ¿qué proyecta, qué hace? ¿Sigue al lado del niño guardándolo todo fielmente o casó con algún hombre aqueo mejor que los otros?”. Dije así y al momento repuso la reina, mi madre: “Bien de cierto que allí se conserva con alma paciente sin salir de tu casa: entre duelos se pasan sus noches y entre duelos sus días, con lágrimas siempre. Ninguno te ha quitado hasta ahora tu reino glorioso: tranquilo las haciendas gobierna Telémaco y tiene su parte en los buenos banquetes cual cumple a quien falla justicias, pues se ve agasajado por todos. Tu padre, entretanto, en el campo se está, nunca baja al poblado. Sus lechos no son catres ni mantas ni colchas de telas brillantes: en invierno su cama es la misma en que duermen los siervos, la ceniza al amor del hogar con sus pobres vestidos; mas, llegada la buena estación y la rica otoñada, cuando, al halda del monte en que tiene el viñedo, las hojas al caer van formando por tierra sus rústicos lechos, allá base a dormir con su pena. Su angustia se acrece añorándote a ti, pues la dura vejez se le acerca. Ésta ha sido mi muerte también, tal cumplí mi destino: no acabó mi existencia en palacio la gran flechadora, la de tiro infalible, lanzando sus blandas saetas, ni cayó sobre mí enfermedad como aquellas que suelen, en fatal consunción, arrancar de los miembros el alma; no, mi Ulises, mi luz, fue mi pena por ti, fue el recuerdo, fue tu misma bondad quien dio fin a mi gozo y mi vida”. Dijo así, mientras yo por mi parte, cediendo a mi impulso, quise al alma llegar de mi madre difunta. Tres veces a su encuentro avancé, pues mi amor me llevaba a abrazarla, y las tres, a manera de ensueño o de sombra, escapóse de mis brazos. Agudo dolor se me alzaba en el pecho y, dejándome oír, la invoqué con aladas palabras: “Madre mía, ¿por qué no esperar cuando quiero alcanzarte y que, aun dentro del Hades, echando uno al otro los brazos nos saciemos los dos del placer de los rudos sollozos? ¿O una imagen es esto, no más, que Perséfona augusta por delante lanzó para hacerme llorar con más duelo?”. Dije así y al momento repuso la reina mi madre: “Hijo mío, ¡ay de mí!, desgraciado entre todos los hombres, no te engaña de cierto Perséfona, prole de Zeus, porque es esa por sí condición de los muertos: no tienen los tendones cogidos ya allí su esqueleto y sus carnes, ya que todo deshecho quedó por la fuerza ardorosa e implacable del fuego, al perderse el aliento en los miembros; sólo el alma, escapando a manera de sueño, revuela por un lado y por otro. Mas vuelve a la luz sin demora, que esto todo le puedas contar a tu esposa algún día”.

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Así hablando estuvimos los dos. Acercáronse entonces las mujeres que allá nos mandaba Perséfona augusta: Véanse además los pasajes del apartado 4 de la Selección de textos II. Adivinación y astrología Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, 1.1.1-9 1 A menudo me he preguntado sorprendido con qué razones pudieron convencer a los atenienses quienes acusaron

a Sócrates de merecer la muerte a los ojos de la ciudad.

Porque la acusación pública formulada contra él decía lo siguiente: «Sócrates es culpable de no reconocer a los dioses en los que cree la ciudad, introduciendo, en cambio, nuevas divinidades. También es culpable de corromper a la juventud». 2 En cuanto al primer punto, que no reconocía a los dioses que reconoce la ciudad, ¿qué prueba utilizaron? Porque era evidente que hacía frecuentes sacrificios en su casa, los hacía a menudo también en los altares públicos de la ciudad, y tampoco era un secreto que utilizaba la adivinación. Se había divulgado, en efecto, que Sócrates afirmaba que la divinidad le daba señales, que es la razón fundamental por la que yo creo que le acusaron de introducir divinidades nuevas. 3 Pero nada introducía más nuevo que otros que por creer en un arte adivinatoria utilizan pájaros, voces, signos y sacrificios. Ya que estas personas suponen no que los pájaros o los encuentros fortuitos saben lo que conviene a los consultantes, sino que los dioses se lo manifiestan a través de ellos, y Sócrates también lo creía así. 4 Sin embargo, la mayoría de las personas dicen que los pájaros y los encuentros

les disuaden y les estimulan, pero Sócrates lo decía como lo

pensaba, o sea, que la divinidad le daba señales, y aconsejaba a muchos amigos suyos que hicieran unas cosas y no hicieran otras, según las indicaciones de la divinidad, y les iba bien a quienes le creían, pero los que no le creían se arrepentían. Como quiera que sea, ¿quién se negaría a reconocer que él no deseaba pasar por necio ni por impostor ante sus amigos? Habría pasado por ambas cosas si, después de anunciarse como mensajero de la divinidad, hubiera resultado falso. Por ello es evidente que no lo habría anunciado si no hubiera creído que decía la verdad. Y en tales asuntos, ¿quién se fiaría de otro ser sino de un dios? Y fiándose de los dioses, ¿cómo no iba a creer que los dioses existen? 6 Pero también trataba a sus amigos de la siguiente mañera: en los asuntos inevitables, aconsejaba actuar como creía que tendría mejor resultado, y en cuanto a los de resultado incierto, les enviaba a consultar al oráculo para saber lo que debían hacer. 7 Decía que quienes se disponen a gobernar correctamente casas y ciudades necesitaban la adivinación, pues creía que llegar a ser carpintero, herrero, labrador, gobernante de hombres, experto en tales actividades, contable, administrador o comandante militar, todas son enseñanzas asequibles a la inteligencia humana. 8 Pero lo más importante de estas actividades, decía, se lo han reservado los dioses para ellos y no dejan ver nada a los hombres. Porque ni el que hace una buena siembra sabe quién recogerá la cosecha, ni el que construye bien una casa sabe quién la habitará, ni para el general está claro si su mando es útil, ni sabe el político si conviene que esté al frente del Estado, ni el que se casa con una bella mujer para disfrutar de ella sabe si por su culpa se sentirá desgraciado, ni quien ha conseguido parientes influyentes en la ciudad sabe si por culpa de ellos no se verá privado de la ciudadanía. 9 Pero quienes creían que ninguna de estas cuestiones compete a la divinidad, sino que son propias de la razón humana, decía que estaban locos, como por locos tenía también a quienes consultaban el oráculo sobre materias que los dioses concedieron a los hombres para que aprendieran a decidir (como, por ejemplo, si alguien preguntara si es mejor contratar como cochero a uno que sepa conducir o a uno que no sepa, o si es preferible contratar como piloto de una nave a

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un experto o a uno que no lo sea) o lo que se puede saber con la ayuda del cálculo, de la medida o del peso: consideraban como una impiedad consultar tales cosas a los dioses. Decía que se debe aprender lo que los dioses concedieron aprender a hacer, pero lo que está oculto a los mortales debemos intentar averiguarlo por medio de los dioses, pues los dioses dan señales a quienes les resultan propicios. Preguntas en Dodona (Dittenberger, Sylloge 793, 977, 1160-1, 1163-5) 793. El Estado de los mondaiatas consulta a Zeus y Dione acerca del dinero pedido por Temisto, si ella puede afrontarlo y si está bien prestarle. 1160. Heráclides pregunta a Zeus y Dione por buena fortuna y quiere saber de la divinidad acerca de un niño, si tendrá uno de su esposa Egle, la que tiene ahora. 1161. Nicocratea querría saber a qué dios ofrecer sacrificio para estar estar bien, sentirse mejor y que su enfermedad se vaya. 1163. Lisano quiere saber de Zeus y Diones si el chico que espera Anila es suyo o no. 1165. Cleota le pregunta a Zeus y Dione si es provechoso y para su ventaja criar ganado. 977. Timoteo pregunta al dios si sería provechoso y apropiado para él pedir a la ciudad que construya un templo a Afrodita en el lugar que tiene en mente, en el precinto de Apolo de Asgelata, y que sea propiedad pública, o que se construya en el santuario de Asclepio, en el lugar que tiene en mente. El dios contestó que debería pedir a la ciudad que lo construya en el precinto de Apolo y, después de que el templo esté terminado, conseguir el decreto, el oráculo y el pedido inscripto en piedra. El senado decidió en este asunto y aseguró su pedido, siempre que la Asamblea lo aprobara también. Ouroboros (1.132-3 Berthelot) Uno es todo y por él se da todo y para él es todo y si uno no contiene todo, todo es nada. Preceptos de Hermes Trimegisto (Kopp, beitrage zus Geschichte der Chemie, Brunswick, 1869). I. Lo que digo no es ficticio sino confiable y verdadero. II. Lo que está debajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. Trabajan para cumplir las maravillas de lo Uno. III. Como todas las cosas fueron creadas por el mundo único y el ser único, así todas las cosas fueron creadas por lo Uno por adaptación. IV. Su padre es el sol y su madre es la Luna. El viento lo lleva en su seno. Su nodriza es la Tierra. V. Es el padre de la Perfección en el mundo entero. VI. El poder es fuerte si se cambia en Tierra. VII. Separa Tierra de Fuego, lo sutil de lo rudo, pero sé prudente y circunspecto cuando lo haces. VIII. Usa tu mente entera y elévate de la Tierra al Cielo, y desciende de nuevo a la Tierra y combina los poderes de lo que está arriba y lo que está debajo. Así ganarás gloria en el mundo entero y la oscuridad te dejará inmediatamente. IX. Esto tiene más virtud que la Virtud misma, porque controla toda cosa sutil y penetra toda cosa sólida. X. Este es el modo en que el mundo fue creado. XI. Este es el origen de las maravillas que han sido logradas. XII. Esta es la razón por la cual soy llamado “tres veces gran Hermes”, porque poseo las tres partes de la filosofía cósmica.

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XIII. Lo que tengo para decir acerca de la operación del Sol está completo. Véase además Luciano, El amante de las mentiras (texto adjunto) Sujetos de las prácticas mágicas Chamanes Heródoto, 4.94-6 Por cierto que [los Getas] se creen inmortales, entendiendo por tal lo siguiente: piensan que no mueren, sino que, a la hora de morir, van a reunirse con Salmoxis, un ser divino (alguno de ellos, sin embargo, denominan a este mismo ser Gebeleicis). Cada cuatro años despachan en calidad de mensajero, para que se entreviste con Salmoxis, a aquel miembro de su pueblo que en dicha ocasión resulte elegido por sorteo y le encargan lo que, según el momento, necesitan. Y he aquí cómo lo envían: los encargados de este menester sostienen tres venablos, en tanto que otros cogen de las manos y de los pies al que va a ser enviado a entrevistarse con Salmoxis; y, tras haberlo balanceado en el aire, lo echan sobre las picas. Si, como es lógico, muere al ser atravesado, consideran que la divinidad le es propicia; pero, si no muere, llenan de denuestos al mensajero en cuestión, afirmando que es un ser malvado; y, tras sus denuestos a dicho sujeto, envían en su lugar a otra persona, dándole sus encargos mientras todavía se halla con vida. Asimismo, estos mismos tracios, cada vez que truena o relampaguea, disparan flechas al aire, airados con el cielo, al tiempo que amenazan al dios, pues no creen que exista ningún otro dios que no sea el suyo. Pero, según he oído decir a los griegos que viven en el Helesponto y en el Ponto, el tal Salmoxis fue un hombre que sirvió como esclavo en Samos: estuvo al servicio de Pitágoras, hijo de Mnesarco; Allí se convirtió en libre y acumuló una gran fortuna y con ella volvió a su país. Ahora bien, aunque los tracios eran poco inteligentes y de vida rústica, este Salmoxis era conocedor de la manera de vivir jónica y de costumbres más civilizadas que las de los tracios, pues había convivido con griegos, y con el sabio nada insignificantes entre los griegos, Pitágoras. Se construyó una residencia donde recibió y agasajó a los caudillos de los ciudadanos y les enseñó que ni él ni sus convidados ni los que de ellos descendieran moriría, sino que marcharían a un lugar donde vivirían siempre en posesión de todos los bienes. Mientras hablaba y contaba esta historia, hizo construir una morada subterránea. Cuando la morada estuvo terminada, desapareció de entre los tracios. Descendió a la morada subterránea y vivió allí tres años, mientras ellos clamaban por él y lo lloraban como muerto. Al cuarto año se apareció a los tracios, y así ellos se convencieron de lo que les había dicho Salmoxis. Esto es lo que dicen que hizo. Yo no creo demasiado ni dejo de creer del todo esto de la morada subterránea, pero me arece que Salmoxis vivió muchos años antes que Pitágoras; y si hubo un hombre llamado Salmoxis o fue una divinidad regional de los getas, renuncio a saberlo. ἀθανατίζουσι δὲ τόνδε τὸν τρόπον: οὔτε ἀποθνήσκειν ἑωυτοὺς νοµίζουσι ἰέναι τε τὸν ἀπολλύµενον παρὰ Σάλµοξιν δαίµονα: οἳ δὲ αὐτῶν τὸν αὐτὸν τοῦτον ὀνοµάζουσι Γεβελέιζιν: διὰ πεντετηρίδος τε τὸν πάλῳ λαχόντα αἰεὶ σφέων αὐτῶν ἀποπέµπουσι ἄγγελον παρὰ τὸν Σάλµοξιν, ἐντελλόµενοι τῶν ἂν ἑκάστοτε δέωνται, πέµπουσι δὲ ὧδε: οἳ µὲν αὐτῶν ταχθέντες ἀκόντια τρία ἔχουσι, ἄλλοι δὲ διαλαβόντες τοῦ ἀποπεµποµένου παρὰ τὸν Σάλµοξιν τὰς χεῖρας καὶ τοὺς πόδας, ἀνακινήσαντες αὐτὸν µετέωρον ῥίπτουσι ἐς τὰς λόγχας. ἢν µὲν δὴ ἀποθάνῃ ἀναπαρείς, τοῖσι δὲ ἵλεος ὁ θεὸς δοκέει εἶναι: ἢν δὲ µὴ ἀποθάνῃ, αἰτιῶνται αὐτὸν τὸν ἄγγελον, φάµενοί µιν ἄνδρα κακὸν εἶναι, αἰτιησάµενοι δὲ τοῦτον ἄλλον ἀποπέµπουσι: ἐντέλλονται δὲ ἔτι ζῶντι. οὗτοι οἱ αὐτοὶ Θρήικες καὶ πρὸς βροντήν τε καὶ ἀστραπὴν τοξεύοντες ἄνω πρὸς τὸν οὐρανὸν ἀπειλέουσι τῷ θεῷ, οὐδένα ἄλλον θεὸν νοµίζοντες εἶναι εἰ µὴ τὸν σφέτερον.

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ὡς δὲ ἐγὼ πυνθάνοµαι τῶν τὸν Ἑλλήσποντον οἰκεόντων Ἑλλήνων καὶ Πόντον, τὸν Σάλµοξιν τοῦτον ἐόντα ἄνθρωπον δουλεῦσαι ἐν Σάµῳ, δουλεῦσαι δὲ Πυθαγόρῃ τῷ Μνησάρχου, ἐνθεῦτεν δὲ αὐτὸν γενόµενον ἐλεύθερον χρήµατα κτήσασθαι µεγάλα, κτησάµενον δὲ ἀπελθεῖν ἐς τὴν ἑωυτοῦ. ἅτε δὲ κακοβίων τε ἐόντων τῶν Θρηίκων καὶ ὑπαφρονεστέρων, τὸν Σάλµοξιν τοῦτον ἐπιστάµενον δίαιτάν τε Ἰάδα καὶ ἤθεα βαθύτερα ἢ κατὰ Θρήικας, οἷα Ἕλλησι τε ὁµιλήσαντα καὶ Ἑλλήνων οὐ τῷ ἀσθενεστάτῳ σοφιστῇ Πυθαγόρη, κατασκευάσασθαι ἀνδρεῶνα, ἐς τὸν πανδοκεύοντα τῶν ἀστῶν τοὺς πρώτους καὶ εὐωχέοντα ἀναδιδάσκειν ὡς οὔτε αὐτὸς οὔτε οἱ συµπόται αὐτοῦ οὔτε οἱ ἐκ τούτων αἰεὶ γινόµενοι ἀποθανέονται, ἀλλ ̓ ἥξουσι ἐς χῶρον τοῦτον ἵνα αἰεὶ περιεόντες ἕξουσι τὰ πάντα ἀγαθά. ἐν ᾧ δὲ ἐποίεε τὰ καταλεχθέντα καὶ ἔλεγε ταῦτα, ἐν τούτῳ κατάγαιον οἴκηµα ἐποιέετο. ὡς δέ οἱ παντελέως εἶχε τὸ οἴκηµα, ἐκ µὲν τῶν Θρηίκων ἠφανίσθη, καταβὰς δὲ κάτω ἐς τὸ κατάγαιον οἴκηµα διαιτᾶτο ἐπ ̓ ἔτεα τρία: οἳ δὲ µιν ἐπόθεόν τε καὶ ἐπένθεον ὡς τεθνεῶτα. τετάρτω δὲ ἔτεϊ ἐφάνη τοῖσι Θρήιξι, καὶ οὕτω πιθανά σφι ἐγένετο τὰ ἔλεγε ὁ Σάλµοξις. ταῦτα φασί µιν ποιῆσαι. ἐγὼ δὲ περὶ µὲν τούτου καὶ τοῦ καταγαίου οἰκήµατος οὔτε ἀπιστέω οὔτε ὦν πιστεύω τι λίην, δοκέω δὲ πολλοῖσι ἔτεσι πρότερον τὸν Σάλµοξιν τοῦτον γενέσθαι Πυθαγόρεω. εἴτε δὲ ἐγένετό τις Σάλµοξις ἄνθρωπος, εἴτ ̓ ἐστὶ δαίµων τις Γέτῃσι οὗτος ἐπιχώριος, χαιρέτω. οὗτοι µὲν δὴ τρόπῳ τοιούτῳ χρεώµενοι ὡς ἐχειρώθησαν ὑπὸ Περσέων, εἵποντο τῷ ἄλλῳ στρατῷ. Hechiceros, magos, iniciadores y sacerdotes mendicantes Plutarco, Dichos espartanos, 224e-f Filipo el iniciador órfico (orpheotelestés), que vivía de modo enteramente mendicante, afirmaba que la gente que él iniciaba llevaría sus vidas a un fin afortunado. Leotíquidas el hijo de Aristón respondió: “¿Entonces por qué, estúpido, no te mueres ya, para dejar ahora de lamentar tu infortunio y tu penuria?”. Estrabón, c333f18 Al pie del Olimpo está la ciudad de Dium. El poblado de Pimpleia es su vecino. Allí se cuenta que vivía Orfeo el cicón. Era en hechicero (goés), vivió primero la vida de un sacerdote mendicante (agurteuon) por medio de la música y la adivinación (mantiké) y la celebración de ritos secretos de iniciación mistérica. Después comenzó a pensar más en grande y adquirió un séquito de discípulos y un cierto grado de poder. Alguna gente lo aceptó con gusto, pero otros sospechaban que estaba planeando violencia contra ellos y se juntaron para matarlo. Cerca de ahí está también Libetra. Platón, República, 364b-e Sacerdotes mendicantes y adivinos acuden a las puertas de los ricos. convenciéndolos de que han sido provistos por los dioses de un poder de reparar. mediante sacrificios y encantamientos acompañados de festines placenteros. cualquier delito cometido por uno mismo o por sus antepasados; o bien, si se quiere dañar a algún adversario por un precio reducido, trátese de un hombre justo lo mismo que de uno injusto, por medio de encantamientos y ligaduras mágicas,ya que -según afirman- han persuadido a los dioses y los tienen a su servicio. Como testigos de todas estas narraciones ponen a los poetas. Unos confieren a la maldad fácil acceso, de modo que también en abundancia se puede alcanzar a la perversidad fácilmente; el camino es liso y ella mora muy cerca. Frente a la excelencia, en cambio, los dioses han impuesto el sudor ", y un camino largo y escarpado. Otros invocan a Homero como testigo de la persuasión de los dioses por los hombres, porque también él dijo: los dioses mismos son también accesibles a los ruegos, por medio de sacrificios y tiernas plegarias, con libaciones y aroma de sacrificios los conmueven los hombres que imploran, cuando se ha cometido alguna

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transgresión o alguna falta. Proveen por otra parte, un fárrago de libros de Museo y de Orfeo, descendientes de la luna y de las Musas, según afirman, y llevan a cabo sacrificios de acuerdo con tales libros. Y persuaden no sólo a individuos sino a Estados de que, por medio de ofrendas y juegos de placeres, se producen tanto absoluciones como purificaciones de crímenes, tanto mientras viven como incluso tras haber muerto: y a estas cosas las llaman 'iniciaciones', que nos libran de los males del más allá. A los que no han hecho esos sacrificios, en cambio, aguardan cosas terribles. Platón, Leyes, 909a-d Todos los que, además de no creer en los dioses o creer que no se preocupan o que se pueden apaciguar, adquieran una naturaleza bestial y, despreciando la humanidad, engatusen el alma de numerosos vivos porque dicen que pueden convocar el alma de los muertos y porque prometen persuadir a los dioses, como si los embaucaran con sacrificios, plegarias y encantamientos, intenten aniquilar de raíz casas y ciudades ente- ras por el dinero, de eso, sostengo, si alguien pareciere ser culpable, condénelo el tribunal a ser encarcelado según la ley en la cárcel del interior del país, pero nunca se acerque a ellos ningún hombre libre, sino que reciban de esclavos la comida ordenada por los guardianes de la ley. Una vez que haya muerto, deben arrojarlo insepulto más allá de la frontera. Si algún libre colaborare a sepultarlo, sea posible al que lo desee llevarlo a juicio por impiedad. Si dejare hijos aptos para la ciudad, los encargados de los huérfanos deben atenderlos como si fueran huérfanos, de una forma en nada peor que a los otros, a partir del día en que su padre hubiere sido encontrado merecedor de ese castigo. Platón, Leyes, 932e-933e Ya se encuentran especificados todos los daños mortales que uno produce a otro por medio de venenos, pero sobre los otros perjuicios no se regularon los casos en que alguien ocasiona un daño adrede con bebidas, comidas o ungüentos, pues, al ser dos, las formas de intoxicación entre los hombres demoran y dificultan su explicación y especificación. La que ahora hemos mencionado expresamente es natural porque daña cuerpos con cuerpos, mientras que la otra persuade con trucos, encantamientos y hechizos, a los unos de que, si se atreven a intentar hacerles un daño a los otros, podrán hacerlo, y a los otros, de que el daño se lo ocasionan sobre todo los que tienen la capacidad de embrujar. En todas estas cosas, no es fácil llegar a conocer alguna vez cómo son realmente, ni, si uno llegara a hacerlo, podría convencer con facilidad a los demás. Por el contrario, no vale la pena intentar persuadir a hombres cuyas almas recelan unas de otras en estos temas, recomendarles a ciertas personas que, si alguna vez ven imágenes moldeadas en cera, ya sea sobre sus puertas, en los cruces de caminos o sobre las tumbas de sus padres, no den importancia a nada semejante, porque no tienen una convicción clara sobre todo eso. Dividiendo en dos la ley sobre la acción maléfica, de acuerdo con cada una de las dos formas en que uno puede intentar llevarla a cabo, debemos, en primer lugar, pedir, exhortar y aconsejar que no deben intentar hacer tal cosa ni atemorizar a la mayoría de los hombres que son temerosos como niños, pero tampoco hay que obligar al legislador y al juez a curar semejantes temores totalmente de los hombres, en la convicción de que, en primer lugar, el que intenta hacer un maleficio no sabe qué hace, no sólo en el caso de los cuerpos, si desconoce la medicina, sino también en el de los conjuros mágicos, no es adivino o augur. Las siguientes palabras, por tanto, sean prescritas como ley sobre el envenenamiento y la brujería. Cuando alguien suministre un veneno para producir un daño no mortal a una persona o

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a su gente o para causar cualquier otro tipo de daño o un perjuicio mortal a su ganado o a sus enjambres, si resulta ser médico y se lo encuentra culpable de envenenamiento, debe ser castigado con la muerte, pero en caso de que sea un lego, el tribunal debe evaluar lo que debe sufrir o pagar. Si se considera que actuó de forma semejante al que produce daños con algún tipo de hechizos, embrujamientos, encantamientos o de medios propios de cualquier forma de magia, cuando se trate de un adivino o e un augur, debe morir94.Si fuere encontrado culpable sin poseer la técnica del envenenamiento por magia, debe pasar lo mismo que con el lego en el caso anterior, pues también debe estimar el tribunal qué le parece que debe sufrir o pagar el autor en este caso. Platón, Político, 291b-c Extr. –Sí, dado que lo insólito es siempre resultado de la ignorancia. También yo sentí ahora esa misma impresión: quedé repentinamente desconcertado al ver ese coro que evoluciona en torno a los asuntos de la ciudad. Sóc. - ¿Cuál coro? Extr. –El de todos los sofistas, enormes hechicero y el más versado en este arte. A él debemos aislarlo de todos aquellos que son verdaderamente políticos y reyes, aunque sea dificilísimo hacerlo, si queremos ver con toda claridad lo que estamos buscando. Brujas Ps. Aristóteles, Magna moralia, 1188b Dicen que una mujer una vez le dio a alguien una poción amorosa (phíltron) para beber y el hombre cayó por eso muerto y por esa razón se la llevó frente al Areópago, pero ellos la dejaron libre porque precisamente no había actuado con malicia y premeditación, dado que le había dado la poción por amor y falló en su proyecto. Por tanto, el asesinato fue juzgado involuntario, porque le había dado la poción sin intención de matarlo. Eurípides, Andrómaca, 26ss. Antes, aunque acosada por desgracias, sin embargo siempre me impulsaba la esperanza de encontrar, si mi hijo se salvaba, cierta ayuda y protección de los males. Pero una vez que mi amo tomó por esposa a la laconia Hermíone, después de haber rechazado mi lecho de esclava, soy perseguida terriblemente por parte de ella. Dice, en efecto, que con fármacos ocultos la hago estéril y odiosa a su marido, y que personalmente pretendo habitar esta casa en lugar de ella, derribando su matrimonio por la fuerza. En un lecho, que yo, al principio, no acepté de grado, y, ahora, lo tengo abandonado. ¡Que el gran Zeus sepa lo siguiente: que yo no tomé parte en esta unión por mi voluntad! 155 Hermíone: Tú que eres una esclava y una mujer capturada por la lanza quieres apoderarte de esta casa tras expulsarme a mí. Me hago odiosa a mi marido a causa de tus drogas, y mi vientre no preñado se pierde por culpa tuya. Pues hábil es el ingenio de las mujeres del continente para tales asuntos. De los que yo te apartaré, y de nada te servirá esta casa de la Nereida, ni el altar, ni el templo, sino que vas a morir. 205 Andrómaca: No te odia tu marido a causa de mis drogas, sino porque no eres apta para la convivencia amorosa. También esto es una droga: no es la belleza, mujer, sino las virtudes las que gustan a los maridos. 355 Andrómaca: Pues, si yo doy drogas a tu hija y hago abortar su vientre, como ella dice, yo misma, de grado y no por la fuerza, ni tampoco postrada en el altar, me someteré a juicio ante tu yerno, para quien soy culpable de un daño no inferior por

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causarle la falta de hijos. En tal disposición me encuentro yo. Una cosa temo de ti. A causa de una discordia por una mujer aniquilaste también a la desdichada ciudad de los frigios. Esopo, Fábula 56 Una bruja afirmaba que podría aplacar la ira divina con encantamientos. Logró un montón de estas cosas. Por ello algunos hombres la acusaron de hacer innovaciones religiosas y la llevaron ante la corte. Como resultado de la acusación la condenaron a muerte. Alguien la vio al salir de la corte y le dijo: “pobre mujer. Afirmabas que podías alejar la ira de los demonios, entonces ¿cómo fue que no pudiste usar tu persuasión con los mortales?”. Se podría usar este relato contra una mujer fantasiosa que promete grandes logros pero se le muestra que es incapaz de lograr incluso otros menores. Harpocratión, s.v. Theoris Demóstenes, en su discurso contra Aristogitón, si es genuino. Teoris era una mántis y fue ejecutada por impiedad (asébeia), como dice Filócoro en su sexto libro. Plutarco, Alejandro, 77 Arrideo nació de una mujer común, Filina. Perdió su inteligencia por alguna enfermedad. No pasó naturalmente ni por su acción. Más bien cuentan que cuando era un chico su gracia y noble carácter brillaban, pero que Olimpia lo dañó y destruyó su mente con drogas. Evocadores Esquilo, Psychagogoí, F 273ª, 275 TRGF Aristófanes, Aves, 1553-64 Coro de Aves: Al lado del Pie de sombra hay un lago que no sirve para lavarse conde Sócrates evoca almas. Ahí vienen Pisandro pidiendo ver al “espíritu” que lo dejó cuando estaba vivo. Tienen una ternera para sacrificar. Corta su garganta, como Odiseo, y se va. Y ahí viene de abajo, por la sangre derramada, Querefonte el murciélago. Suda, s.v. psychagogía Hacen ciertos hechizos con respecto a los muertos. Cuando llegan a lugares donde la gente les pide que alejen a los fantasmas, van a donde los sujetos a evocación están muertos. Sin embargo, no encuentran el lugar inmediatamente, sino que lo rastrean del siguiente modo. Llevan una oveja negra arrastrándola de uno de sus cuernos o de uno de sus patas frontales, y dejándola que se apoye en la otra. Siguen arrastrándola pero cuando llegan al lugar donde el hombre o mujer en cuestión está enterrado, la oveja se detiene. Cuando esto sucede, sacan a la oveja, la queman en holocausto y entonces, junto con ciertos elaborados sacrificios y conjuros, marcan y caminan alrededor del lugar y escuchan lo que los fantasmas dicen y les preguntan la razón de su ira. Antonino el emperador de los romanos evocó a su padre Cómodo. Ventrílocuos Aristófanes, Avispas 1015-22 con escolios Ahora, gente, presten atención, si quieren un consejo sincero. El poeta ahora quiere censurar a su audiencia. Dice que es víctima de un mal inmerecido después de ofrecer muchos beneficios. Inicialmente no lo hizo abiertamente sino en secreto, ayudando a otros poetas. Imitando el método profético de Euricles entraba en sus panzas y los

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llenaba de comedia. Pero después de esto se aventuró por sí mismo en carros arrastrados por sus propias Musas antes que las de otros. Escoliasta R: Euricles era un profesta que se manifestaba a través de otros, por eso dice, “Como Euricles daba a otros, también lo hice yo”. Escoliasta Lh: Este Euricles era llamado ventrílocuo (engastrimythos), dado que profetizaba ante los atenienses a través del demonio que llevaba dentro. (…) De allí que todos los profetas sean llamados ventrílocuos (engastritai) y Euricles, por Euricles, que fue el primero en hacer esto. Escolio a Platón, Político, 252c: Euricles era el nombre proverbialmente dado a los que profetizaban para su propia desgracia. Se creía que Euricles tenía un demonio en su estómago, que le inspiraba a hablar acerca del futuro. De allí que también se lo llamaba ventrílocuo (engastrimythos). Encontró un mal fin cuando un día hizo una predicción que no gustó. A este tipo de profeta se lo llama Euricles por él. Chamanismo y antropología arcaica Aulo Gelio, Noches áticas, IV.11.4: Ahora bien, se ha dicho con frecuencia que Pitágoras mismo tenía la fama de haber sido primeramene Euforbo -tal como estas cosas tan remotas han sido transmitidas por Clearco y Dicearco- y que luego fue el poeta Pirandro, después Etálida y luego una mujer de hermoso rostro, una meretriz cuyo nombre era Alco. Apolonio, Mirab., 6 (DK, 14.7): Mientras cruzaba con otros el río Cosa, escuchó una enorme voz suprahumana que le decía: “Bienvenido, Pitágoras”, ante lo cual los presentes fueron presas del miedo. Una vez apareció el Crotona y en Metaponto a la misma hora y día. En una ocasión, mientras estaba sentado en el teatro, según dice Aristóteles, se puso de pie y mostró a los espectadores que uno de sus muslos era de oro. Los discursos de Crotona Primer discurso (Jámblico, Vida de Pitágoras, VIII.37-45) Pocos días después <de su llegada a Crotona> Pitágoras visitó la escuela. Una vez congregados a su alrededor los jóvenes, se sabe que les dirigió algunas palabras, por medio de las cuales los exhortó a estimar más a los más ancianos. Mostró que, tanto en el universo como en la vida, en los Estados y en la naturaleza, es más venerado lo que precede en el tiempo que lo que le sigue, dando como ejemplos el levante, que es más venerado que el poniente, la aurora más que el crepúsculo, el principio más que el fin, la generación más que la destrucción; a su vez, en forma semejante, los autóctonos más que los forasteros; del mismo modo, en las colonias, los líderes y fundadores de un Estado <son los más venerados>, y, en general, los dioses más que los demonios, éstos más que los semidioses y los héroes más que los hombres, y entre éstos, más los que son causa de nacimientos que los más jóvenes. Dijo estas cosas con el propósito de inducirlos a que valoraran más a sus progenitores que a sí mismos, ya que -afirmó- debían estarles agradecidos tanto como un muerto al que se lo devuelve a la vida. Y añadió que es justo amar -y nunca afligir- a los primeros y más grandes benefactores que a todos los demás, y que sólo los padres precedían para beneficio de su nacimiento; además, que los antepasados eran la causa de toda la prosperidad de los descendientes, y por ello los mayores benefactores y que han mostrado que no se puede pecar contra los dioses: en efecto, es natural que los dioses perdonen a quienes honren a los padres más que todo, pues hemos sido

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enseñados por ellos a honrar a los dioses. De ahí también que Homero glorificó al rey de los dioses con mismo nombre, llamándolo padre de todos los dioses y de los morales. Y muchos otros de los poetas creadores de mitos han legado la tradición de que los que reinan entre los dioses han preservado celosamente entre ellos el dividido amor de parte de los hijos hacia el lazo matrimonial de sus padres, y por esta causa se han hecho cargo del papel del padre y a la vez del de la madre: Zeus procreó a Atenea, Hera a Hefesto, hijos de sexo opuesto al de sus respectivos progenitores, a fin de participar del amor más distante. Una vez que todos los presentes convinieron en que el juicio de los inmortales es el más fuerte, mostró a los crotoniatas por qué Heracles era el patrono de los colonizadores, por lo cual ellos debían obedecer con gusto lo que les ordenaran sus padres; ya que, según la tradición, el dios mismo, obedeciendo a otro de mayor edad que él, había luchado penosamente e instituido, en honor a su padre, los juegos olímpicos para celebrar el triunfo de sus obras. Y declaró que, en el trato mutuo, obrarían más afortunadamente si jamás se erigían en enemigos de sus amigos, y su se hacían lo más rápidamente posible amigos de sus enemigos, así como también si practicaban en su buena conducta hacia los ancianos la benevolencia para con sus padres y en la amabilidad con los demás la convivencia con sus hermanos. A continuación habló sobre la moderación, afirmando que la edad de los adolescentes pone a prueba su naturaleza en la época en que sus deseos alcanzan mayor fuerza. Después los exhortó a considerar que, entre las virtudes, sólo a la moderación conviene ser buscada tanto por muchachos como por mujeres vírgenes o casadas, así como también por la generación mayor, pero sobre todo por los más jóvenes. Sólo esa virtud, les reveló, abarcaba tanto los bienes del cuerpo como los del alma, preservando la salud y el deseo para las mejores realizaciones vitales. Añadió que esto era evidente a través de la situación opuesta. En efecto, cuando los bárbaros y los griegos se enfrentaron en torno a Troya a causa de la incontinencia de uno solo, unos y otros sufrieron terribles calamidades: unos, en la guerra, otros en el viajo por mar; y por esta única falta el dios estipuló el castigo de diez años y mil daños, tras profetizar la toma de Troya y el envío de las vírgenes por los locros al santuario de Atenas en Troya. También exhortó a los jóvenes respecto de su formación integral, haciéndoles notar cuán insólito era juzgar, por un lado, al raciocinio como lo que más dedicación merecía y como aquello por medio de lo cual se debía deliberar acerca de las demás cosas; y no consagrar tiempo alguno, por otro lado, a su ejercicio. Pues en esto la preocupación por el cuerpo se asemeja a los malos amigos: pronto es abandonada. La formación integral, en cambio, permanece hasta la muerte, como los varones nobles, e incluso en algunos casos se conserva más allá del fin de la vida, como fama inmortal. Y sostuvo otros argumentos similares unos provenientes de informaciones de otros, otros de opiniones personales, para demostrar que la formación integral es una buena constitución que es común a los más aventajados en cada género <de actividades>. En efecto, los descubrimientos de éstos sirven a la formación integral de los demás. Y esto es, por naturaleza, importante a tal punto que, mientras las otras cosas habitualmente elogiadas -por ejemplo, la fuerza, la belleza, la salud, la bravura- no se pueden transferir a otros, o bien -como en el caso del dinero, los puestos de mando y otras cosas circunstanciales-, <una vez transferidas>, no se las puede recuperar más. De la <formación integral>, en cambio, puede hacerse partícipe a otro sin que, por eso, quien la da pierda la que posee. Similarmente, hay otras cosas que los hombres no pueden adquirir; es posible, en cambio, recibir una educación integral según la propia elección. De este modo, si luego se aplica a los asuntos políticos del país, no será con desvergüenza, sino con formación integral. En efecto, es en su modo de vida en lo que los hombres se

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diferencian de los animales, los griegos de los bárbaros,k los libres de los esclavos, los filósofos de los hombres comunes. Y, para hablar en general, entre los que sobresalen, se han hallado siete hombres de una misma ciudad <ésta, Crotona>, que corren más que los demás. Que sobresalgan en sabiduría, en cambio, se han contado <sólo siete> en el mundo entero. Y en los tiempos siguientes, en los cuales vivía el mismo <Pitágoras>, uno solo <él> sobresalía entre todos por su amor a la sabiduría. En efecto, se dio a sí mismo este nombre <el de filósofo>, en lugar del de sabio. De estas cosas habló en la escuela con los jóvenes. Porfirio, Vida de Pitágoras, 54-5: Tanto Pitágoras como los discípulos que lo rodeaban, durante mucho tiempo produjeron admiración a través de Italia, a tal punto que los Estados les confiaban el gobierno. Después de cierto tiempo suscitaron envidia, y se tramó contra ellos una conjura de esta índole. Un varón de Crotona, Cilón, quien por su estirpe sobrepasaba a sus conciudadanos en cuanto a la fama heredada y a la abundancia de recursos, pero que por otro lado era cruel, violento y despótico, hacía uso de la fuerza para cometer injusticias, gracias a un círculo de amigos y al poder del dinero. Este hombre valoraba mucho más las cosas que a él le parecían bellas, y consideró que lo más valioso era participar de la sabiduría de Pitágoras. Se presentó a éste, pues, elogiándose a sí mismo y con la pretensión de formar parte de su comunidad. Inmediatamente Pitágoras examinó la fisonomía del hombre, y, al darse cuenta de cómo era a través de sus rasgos corporales, le ordenó que se fuera y que hiciera lo que le correspondía. Esto dolió a Cilón en forma desmesurada, sintiéndose ultrajado, y por ser un hombre difícil en todo lo demás, se enfureció hasta perder el control. Así, pues, reunió a sus amigos y calumnió a Pitágoras, tramando una conjura contra él y sus partidarios. En este punto, unos dicen que, estando reunidos los discípulos de Pitágoras en la casa del atleta Milón después de la partida de Pitágoras (…) fue incendiada la casa por todas partes y todos perecieron, escapando de las llamas dos, Arquipo y Lisis, según narra Neanto. De ellos, Lisis se fue a vivir a Grecia, y fue a colonizar Tebas en compañía de Epaminondas, del cual también se convirtió en maestro. Porfirio, Vida de Pitágoras, 19 (DK, 14.8a): Lo que decía a sus dicípulos no hay nadie que lo sepa con certeza, y guardaban entre ellos un silencio nada común. No obstante, las cosas más importantes llegaron a ser conocidas por todos. En primer lugar, dice que el alma es inmortal; después, que se transformaba en otras especies vivientes, y además de esto, que periódicamente lo que ha sucedido se repite, y nada es absolutamente nuevo, y que todos los que han llegado a ser animados deben ser considerados del mismo género. Se narra que Pitágoras fue el primero en introducir estas doctrinas en Grecia. Heródoto, IV.93-6: De este modo sostenían los Getas ser inmortales: creían que el que perecía iba junto a una divinidad llamada Zalmoxis, a la que algunos denominaban Gebéleizis. (…) En cuanto a mí, me he enterado por griegos que habitan en el Helesponto y en el Ponto, que este Zalmoxis era un hombre que había sido esclavo, en Samos, de Pitágoras, hijo de Mnesarco. Allí se convirtió en libre y acumuló una gran fortuna y con ella volvió a su país. Ahora bien, aunque los tracios eran poco inteligentes y de vida rústica, este Zalmoxis era conocedor de la manera de vivir jónica y de costumbres más civilizadas que las de los tracios, pues había convivido con griegos, y con el sabio nada insignificantes entre los griegos, Pitágoras. Se construyó una residencia donde recibió y agasajó a los caudillos de los ciudadanos y les enseñó que ni él ni sus convidados ni los

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que de ellos descendieran moriría, sino que marcharían a un lugar donde vivirían siempre en posesión de todos los bienes. Mientras hablaba y contaba esta historia, hizo construir una morada subterránea. Cuando la morada estuvo terminada, desapareció de entre los tracios. Descendió a la morada subterránea y vivió allí tres años, mientras ellos clamaban por él y lo lloraban como muerto. Al cuarto año se apareció a los tracios, y así ellos se convencieron de lo que les había dicho Zalmoxis. Esto es lo que dicen que hizo. Yo no creo demasiado ni dejo de creer del todo esto de la morada subterránea, pero me arece que Zalmoxis vivió muchos años antes que Pitágoras; y si hubo un hombre llamado Zalmoxis o fue una divinidad regional de los getas, renuncio a saberlo. Escolio a Platón, Fedro, 279c: Las cosas de los amigos son comunes, aplicada a las cosas bien participadas. Dicen que el proverbio fue dicho por primera vez en la Magna Grecia, en aquellos tiempos en que Pitágoras persuadió a los que la habitaban a poseer todo sin dividir. Diógenes Laercio, VIII.34 (Aristóteles, fr. 195 Rose): Dice Aristóteles en el libro Sobre los pitagóricos que éste <Pitágoras> ordenaba abstenerse de las habas porque éstas son como genitales, o semejantes a las puertas del Hades; en efecto, sólo esta planta carece de nudos; o porque son dañinas, o porque son semejantes a la naturaleza del universo, o porque son oligárquicas: en efecto, se las usa para elecciones por sorteo. Jámblico, Vida de Pitágiras (DK 58C4): Pitágoras prescribió a los “pitagóricos” tener los bienes en común y pasar todo el tiempo en convivencia, en tanto que a los otros (es decir los “pitagoristas”) les ordenó tener propiedades privadas, si bien debían reunirse en un mismo lugar para realizar en conjunto las actividades escolares. Y así esta derivación de ambas modalidades se originó en Pitágoras. Pero a su vez había dos clases de filosofía, según otro modo de concebirla. Había, en efecto, dos géneros de los que la practicaban: unos, acusmáticos; otros, matemáticos. De ellos, los matemáticos eran admitidos por los otros como pitagóricos, pero ellos mismos no admitían a los acusmáticos, ni admitían que su doctrina fuera de Pitágoras sino de Hípaso. Aristóteles, Metafísica, I.5.985-6 (DK 58B4-5): En tiempos de éstos <los atomistas>, y aun antes, los llamados pitagóricos cultivaron las matemáticas y fueron los primeros en hacerlas avanzar; y, entrenados en ellas, creyeron que los principios de ellas eran principios de todas las cosas existentes. Ahora bien, puesto que los números son, por naturaleza, los primeros de ellas, y en los números les parecía contemplar muchas semejanzas con las cosas que existen y con las que se generan, más que en el fuego, en la tierra y en el agua (puesto que tal propiedad de los números <constituía para ellos la> Justicia, mientras que tal otra el alma y el intelecto, otra la oportunidad, y análogamente con cada una de las demás cosas, por así decirlo), y tras ver en los números las propiedades y relaciones de la escala musical; e, en fin, puesto que las demás cosas, en toda su naturaleza, parecían asemejarse a los números y que éstos parecían ser los primeros de toda la naturaleza, supusieron que los elementos de los números eran los elementos de todas las cosas existentes, y que todo el cielo era armonía y número. Y cuantas concordancias podían mostrar en los números y en las armonías en relación al ordenamiento cósmico íntegro, las reunían y adecuaban a éstas. Y si se producía algún vacío, los apremiaba el deseo de tener una obra coherente (…) También parece que éstos consideraban que el número era principio, tanto en cuanto materia de las cosas existentes como en relación con <sus> propiedades y

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estados, mientras los elementos del número son lo par y lo impar: uno <lo par>, limitado, otro <lo impar> infinito, y lo uno proviene de ambos (es, en efecto, tanto par como impar); el número, por su parte, <proviene> de lo uno; y que todo el cielo es, como se ha dicho, números. Ahora bien, otros de ellos dicen que hay diez principios, que se ordenan en columnas paralelas: límite e infinito impar y par uno y multiplicidad derecha e izquierda macho y hembra en reposo y en movimiento recto y curvado luz y tiniebla bueno y malo cuadrado y oblongo Apolonio de Tiana (I d.C.) Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana, III.38-9 En el curso de esta conversación se les presenta a los sabios el mensajero, que traía a unos indios que requerían ayuda. Traían también a una pobre mujer que venía a suplicar por su hijo. Afirmaba que éste tenía diecisiete años, que llevaba endemoniado dos años y que el carácter del demon era pícaro y mentiroso. A preguntas de uno de los sabios de por qué decía tales cosas, dijo: “De este hijo mío, que es extremadamente bello de ver, está enamorado el demon y no lo deja estar en sus cabales, ni siquiera estar en casa del maestro o del arquero, ni siquiera estar en casa, sino que lo aparta a lugares desiertos. Ni siquiera tiene el muchacho si propia voz, sino que habla bajo y hueco, como los hombres, y mira con otros ojos más que con los suyos. Yo lloro por ello, me araño y reprendo a mi hijo cuanto es natural, pero él no me conoce. Y cuando se me ocurrió encaminarme aquí, y eso se me ocurrió el año pasado, el demon se manifestó, usando al niño como su intérprete, y me dijo que efectivamente era el fantasma de un hombre que murió en tiempos de guerra, y murió enamorado de su mujer. Pero como su mujer injurió su lecho, casándose con otro el tercer día de su fallecimiento, aborreció por ello el amor de las mujeres y se deslizó en este hijo mío. Me prometía que si no lo acusaba ante vosotros le daría a mi hijo muchas cosas nobles y buenas. Yo condescendí con él precisamente por eso, pero él me da largas hace ya mucho tiempo y controla mi casa él solo, sin tener ningún propósito moderado ni verdadero. Le preguntó entonces el sabio si el niño estaba por allí y ella dijo que no, pues, aunque había puesto mucho de su parte para que viniera él amenaza avisos y precipicios y decía que mataría a mi hijo si yo lo hiciera comparecer aquí. Ten ánimo, dijo el sabio, pues no lo matará al leer esto. Y sacando del pliegue de su vestido una carta, se la dio a la mujer. Estaba dirigida, al parecer, al fantasma, con amenaza e intimidación. Llegó asimismo cojeando un hombre de unos treinta años, hábil cazador de leones, pero que, por haberse abalanzado sobre un león, tenía dislocada la cadera y estaba lisiado de una pierna. No obstante, sus manos le dieron masaje en la cadera y el joven recobró la derechura en su marcha. Otro, que tenía cegados ambos ojos, se marchó teniendo toda la luz en ellos. Y otro, que estaba paralizado de una mano, se fue en pleno uso de ella. Asimismo, una mujer que había malparido ya en siete embarazos, se curó por intercesión de su marido de la forma siguiente: le encargó al hombre que cuando la mujer estuviera de parto, llevara una liebre viva bajo los pliegues de su

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vestido y que, dando una vuelta a su alrededor, soltara la liebre al mismo tiempo, pues ella soltaría con el feto la matriz si la liebre no era echada fuera enseguida. Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana, 4.10 Con discursos de este tipo agrupó Esmirna. Pero cuando la plaga se abatió sobre los efesios y nada había efectivo contra ella, enviaron una delegación a Apolonio, haciéndolo médico de la enfermedad. Y él pensó que no debía posponer el viaje, sino que con sólo decir “vayamos” estaba en Éfeso haciendo, creo, lo mismo que Pitágoras: estar en Turios y Metapondo a la vez. Así, pues, tras reunir a los efesios, les dijo: “Animaos, pues hoy haré cesar la plaga”. Y al decirlo, llevó a la población de todas las edades al teatro, donde se alza ahora la estatua del Tutelar. Allí parecía pedir limosna un viejo que cerraba artificiosamente sus ojos, y llevaba una ljorja y un mendrugo de pan en ella; iba cubierto de harapos y tenía el rostro escuálido. Así pues, Apolonio, disponiendo a los efesios a su alrededor, les dijo: “Apedread a ese enemigo de los dioses, cogiendo cuantas más piedras podáis”. Extrañados los efesios de lo que decía, y pareciéndoles terrible matar a un extranjero que se hallaba en un estado tan lastimoso, y dado que suplicaba y decía muchas cosas para obtener piedad, Apolonio insistió en exhortar a los efesios a que se le echaran encima y no lo dejaran. Pero cuando algunos lo hacían blanco de sus pedradas y él, que parecía tener los ojos cerrados, los miró intensamente y mostró sus ojos llenos de fuego, lo reconocieron los efesios como un demon, y lo lapidaron de tal modo, que se acumuló sobre él un rimero de piedras. Al poco rato los exhortó a que apartaran las piedras y conocieran la bestia que habían matado. Así que al ser descubierto el que creían haber apedreado había desaparecido, pero se vio un perro, semejante por su apariencia a un moloso, y por su tamaño al león de mayores dimensiones, machacado por las piedras y escupiendo espuma, como los rabiosos. Precisamente la estatua del Tutelar (es Heracles) se alza cerca del lugar en el que la aparición (phasma) fue apedreada. Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana, 4.11 y 16 Llegó a Ilión y saciándose de toda la tradición del pasao referente a ellos, visitó los sepulcros de los aqueos y, tras pronunciar muchas palabras sobre ellos y haber celebrado muchos sacrificios incruentos y puros, exhortó a sus compañeros a retirarse a la nace, y él dijo que iba a pasar la noche sobre el túmulo de Aquiles. Al tratar, pues, de amedrentarlo sus compañeros –pues se habían unido a Apolonio ya los Discórides, los Fédimos y un grupo todo por el estilo- y decirle que Aquiles se aparecía aún terrible, pues de esto estaban convencidos los de Ilión, Apolonio dijo “De ningún modo” (…). Al requerirle también los demás este tema y mostrarse deseosos de oírlo, dijo “pues no fue cavando el hoyo de Ulises, ni conjurarndo las almas con sangre de corderos como llegué a una conversación con Aquiles, sino suplicándole como los indios dicen que suplican a los héroes. ‘Aquiles’, dije, ‘la mayoría de los hombres aseguran que estás muerto, pero yo no admito esa idea, ni Pitágoras, ancestro de mi sabiduría. Si estamos en lo cierto, muéstranos tu propia figura, pues en gran medida te beneficiarías de mis ojos si te sirvieras de ellos como testigos de tu existencia”. Inmediatamente sobrevino un corto temblor de tierra en rededor del túmulo, y surgió un joven de cinco codos de alto, tesalio, a juzgar por su clámide. En su porte no aparecía jactancioso como a algunos les parece Aquiles, sino que, terrible de ver, no ha cambiado su aspecto radiante. Su belleza me parece que aún no ha encontrado un digno panegirista, aun cuando Homero dijo mucho sobre ella, sino que es inexpresable y se arruina en boca del que la canta, en lugar de ser celebrada de un modo aproximado a sí misma. Una vez que lo vi del tamaño que dije, se hizo doble, y más que eso, pues me pareció de doce codos cuando alcanzó su estatura completa, y su belleza se acrecentaba progresivamente con

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su talla. En cuanto a su cabellera, dijo que no se la había cortado nunca, sino que la había guardado intacta para el Esperqueo, pues consideraba al Esperqueo como el primero de los ríos. Sus mejillas tenían el primer bozo. Dirigiéndome la palabra dijo: “De buen grado he venido a entrevistarme contigo, necesitado como estoy hace mucho de un varón de tu categoría. Pues los tesalios hace ya mucho tiempo que han desatendido las ofrendas en mi honor y aún no me parece procedente mostrar mi cólera, pues si muestro mi cólera morirán más griegos que los de antaño allí, así que recurro a un consejo razonable: que no se muestren soberbios respecto a los usos tradicionales, ni se pongan en evidencia como peores que estos troyanos, que, privados por mí de tantos varones, celebran públicamente sacrificios en mi honor, me ofrecen las primicias de los frutos de estación y, depositando un ramo de olivo, me piden treguas que yo no les voy a conceder. Pues lo que perjuraron contra mí no permitirá que Ilión recobre nunca su antigua apariencia ni alcance el florecimiento que sobrevino a muchas de las que fueron destruidas, sino que la habitarán, en absoluto en mejores condiciones, que si la hubiesen tomado ayer. Así pues, para no hacer semejante a ésta la situación de los tesalios, ve a su Consejo como delegado de lo que te he dicho”. “Seré tu delegado”, respondí, “pues la razón de la embajada es que ellos no perezcan, pero hay algo, Aquiles, que requiero de ti”. “Entiendo”, contestó, “pues das muestras de que vas a preguntarme acerca de los temas troyanos. Hazme cinco preguntas, las que tú quieras y las Moiras toleren”. Así pues, primero le pregunté si había encontrado sepultura de acuerdo con el relato de los poetas. “Yazgo”, contestó, “del modo que resultó más agradable para mí y para Patroclo, pues andábamos juntos, como es sabido, de muy jóvenes, y una vez fallecidos, nos acoge un ánfora de oro a ambos, como a uno solo. En cuanto a los trenos de las Musas y de las Nereidas que dicen que se cantaron sobre mí, las Musas ni siquiera vinieron nunca aquí, pero las Nereidas aún me visitan”. Después de eso, le pregunté si Políxena había sido sacrificada sobre él. Y él dijo que eso era cierto, pero que no había sido sacrificada por los aqueos, sino que tuvo en la mayor estima el amor entre ella y él, llegándose por su voluntad a la tumba y arrojándose sobre una espada puesta de pie. En tercer lugar, le pregunté: “Aquiles, ¿llegó Helena a Troya o es que a Homero le pareció bien hacer esas suposiciones?”. “Por largo tiempo”, contestó, “fuimos engañados, enviando delegaciones a los troyanos y entablando los combates por ella, en la idea de que se hallaba en Ilión. Pero ella moraba en Egipto, llevada a la fuerza por Paris a casa de Proteo. Cuando nos convencimos de ello, combatimos en adelante por la propia Troya, para no retirarnos de forma vergonzosa”. Emprendí también la cuarta pregunta, y le dije que me extrañaba que Grecia hubiera tenido a tantos varones y de tanta categoría cuantos Homero forma contra Troya. Y Aquiles dijo: “los bárbaros tampoco se quedaron muy atrás de nosotros, tanto floreció en nobleza la tierra toda”. En quinto lugar le pregunté: “¿Por qué motivo Homero no conoce a Palamedes, o bien lo conoce, pero lo excluye de la narración acerca de vosotros?”. “Si Palamedes”, contestó, “no hubiera llegado a Troya, Troya tampoco hubiera llegado a existir. Pero, dado que el hombre más sabio y más combativo murió como había decidido Ulises, Homero no lo introduce en sus poemas, para no cantar las infamias de Ulises”. Y Aquiles, tras lamentarse por él como el más grande y más hermoso, el más joven y más belicoso, que en moderación los aventajaba a todos y que había tenido mucha relación con las Musas, dijo: “Así que tú, Apolonio, dado que entre sabios hay buena disposición para con los sabios, cuídate de su sepulcro y reinstala la estatua de Palamedes, que está abandonada de mala manera. Se halla en la Eólide, junto a Metimna, la de Lesbos”. Dicho esto y, por último, lo referente al joven de Paros, se marchó con un tenue resplandor, pues de hecho los gallos ya emprendían su canto. Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana, 4.25

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En Corinto practicaba precisamente por aquella época la filosofía Demetrio,, hombre que había abarcado toda la vitalidad de la doctrina cínica. De él hace luego mención Favorino en muchos de sus discursos y no sin generosidad. Le ocurrió respecto a Apolonio lo que dicen que le ocurrió a Antístenes respecto de la sabiduría de Sócrates; lo seguía, deseoso de ser su discípulo y pendiente de sus discursos, e incluso a los más estimados de sus seguidores los dirigió en pos de Apolonio. Uno de ellos era Menipo de Licia, de veinticinco años de edad, bastante dotado de inteligencia y bien proporcionado de cuerpo, pues parecía un atleta hermoso y de noble estirpe en su porte. La gente pensaba que a Menipo lo amaba una mujer extranjera. La mujer parecía hermosa y bastante elegante. Afirmaba que era rica, pero al parecer no era sencillamente nada de eso, sino sólo lo parecía. Pues una vez que caminaba él solo por el camino de Cencreas, se le presentó una aparición y se convirtió en mujer. Lo tomó de la mano, asegurándole que lo amaba hace tiempo, que era fenicia y vivía en un arrabal de Corinto. Dándole el nombre del arrabal, añadió: “Si vas a la tarde, habrá para ti una canción, pues yo te cantará, y vino como nunca lo bebiste. Además, no te molestará ningún competidor, sino que yo, hermosa, viviré con un hombre hermoso”. Seducido por esto, el joven, que para la filosofía en general poseía gran vigor, pero de lo amoroso era un esclavo, la visitó por la tarde y la frecuentó en adelante como su amiga, sin reconocer al fantasma. Pero Apolonio, mirando a Menipo al modo de un escultor, delineó al joven y lo escrutó, así que, llegando a una conclusión negativa, dijo: “Tú, hermoso sin duda, y objeto de acecho de las mujeres hermosas, acaricias una serpiente, y una serpiente, a ti”, y, ante la sorpresa de Menipo, añadió: “porque tu mujer no es una esposa. ¿Qué? ¿Piensas que eres amado por ella?”. “Sí, por Zeus”, contestó, “puesto que se comporta conmigo como quien ama”. “¿Y te casarías con ella”, añadió”. “Efectivamente, sería grato casarse con la que nos ama”. Así pues, preguntó: “¿Y las bodas, cuándo?”. “Prontas”, contestó, “quizá mañana”. Así que Apolonio, acechando el momento del banquete y presentándose a los comensales recién llegados, les dijo: “¿Dónde está esa elegante dama por la que habéis venido?”. “Allí”, dijo Menipo, y al tiempo se levantó, ruborizado. “¿Y la plata, el oro y lo demás con lo que está adornada la sala de banquetes de quién de vosotros es?”. “De mi mujer, pues esto es todo lo mío”, contestó señalando su manto de filósofo. Apolonio dijo: “¿Conocen los jardines de Tántalo, que son, pero no son?”. “Sólo por Homero”, contestaron, “ya que no hemos bajado al Hades”. “Pensad eso de esta ornamentación. Pues no es materia, sino apariencia de materia. Y para que sepáis lo que quiero decir, la buena novia es una de las empusas, a las que la gente considera lamias o mormolicias. Esas pueden amar, y aman los placeres sexuales, pero sobre todo la carne humana, y seducen con los placeres sexuales a quienes quieren devorar”. Y ella dijo: “¡Deja de decir cosas de mal agüero y márchate!”, y daba la impresión de estar irritada por lo que oía. De algún modo se burlaba de los filósofos, de que charlataneaban continuamente. No obstante cuando las copas de oro y lo que parecía plata demostraron ser cosas vanas y volaron todas de sus ojos, y los escanciadores, cocineros y toda la servidumbre de ese jaez se esfumaron al ser refutados por Apolonio, la aparición pareció echarse a llorar y pedía que no se la torturara ni se la forzara a reconocer lo que era. Al insistir Apolonio y no dejarla escapar, reconoció que era una empusa y que cebaba de placeres a Menipo con vistas a devorar su cuerpo, pues acostumbraba a comer cuerpos hermosos y jóvenes porque la sangre de éstos era pura. En esta narración, precisamente la más famosa de las de Apolonio, me he extendido por obligación, pues la mayoría de la gente sabe que tuvo lugar en medio de Grecia, pero tienen la idea general de que venció una vez en Corinto a una lamia, pero lo que hacía y que fue a favor de Menipo, no lo saben aún. Lo que aquí he narrado, sin embargo, es la versión de Damis, y según sus propias palabras.

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Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana, 4.11 y 16 Otro milagro de Apolonio. A una muchacha se la dio por muerta en el momento de su boda. El novio acompañaba las andas con las lamentaciones propias de una boda no consumada. Se lamentaba con él también Roma, porque sucedía que la muchacha era de una familia de rango consular. Así pues, Apolonio, que se hallaba casualmente presente en el duelo, dijo: “poned las andas en el suelo, pues os haré cesar del llanto por la muchacha”. E inmediatamente preguntó qué nombre tenía. La gente pensaba que pronunciaría un discurso, como los discursos funerarios y que mueven al llanto. Pero él, sin más que tocarla y decirle algo en secreto, despertó a la muchacha de su muerte aparente. La joven recobró el habla y volvió a la casa de su padre, como Alcestis, vuelta a la vida por Heracles. Al regalarle los allegados de la muchacha ciento cincuenta mil sestercios, dijo que se los daba como dote a la joven. Sea que descubrió en el ella una chispa de vida que se les había escapado a quienes la cuidaban –se dice que Zeus hacía lloviznar y que ella despedía vapor por su cara-, sea que a una vida que se había extinguido le había devuelto el calor y reanimado, la comprensión de esto se ha vuelto misteriosa, no sólo para mí, sino también para los que se hallaban presentes. Orígenes, Contra Celso, 1.68 Y de repente [Hierocles] compara los milagros de Jesús con los actos de los hechiceros, dado que realizan algunos hechos milagrosos, y con los logros de los discípulos de los egipcios, que venden su saber sagrado por unos pocos óbolos en el medio del mercado, expulsan demonios de la gente, soplan enfermedades y convocan las almas de los héroes muertos. Alejandro de Abonutico Luciano, Alejandro o el falso profeta, 9-18, 26 Comenzaban entonces a inspeccionar, primero el lugar, segundo cuál sería el principio y el modo de organizarse. Coconas era de la opinión de que Calcedón era el paraje adecuado, bien comunicado, vecino de Tracia y de Bitinia, no muy alejado ni de Asia ni de Galacia, ni de todos los pueblos establecidos al Norte. Alejandro, al revés, prefería lugares de su propia tierra, aduciendo —cosa que era verdad— que deberían ejercer su autoridad e influencia sobre un tipo de personas bastas y simples, como decía que eran los paflagonios que habitaban al norte de Abonoteico, muchos de ellos supersticiosos e ingenuos y que, simplemente con que alguien presentara a un flautista o tamborilero o campanillero, dando a conocer al oráculo con cuentagotas se quedarían todos al punto boquiabiertos ante él y mirándolo como si fuera un extraterrestre. (10) Produciéndose no poca controversia entre ellos respecto de ese tema, se impuso por fin Alejandro. Llegando a Calcedón —pese a todo, la ciudad les pareció tener alguna utilidad—, en el templo de Apolo, que es el más antiguo para los calcedonios, entierran unas tablillas de bronce que decían que enseguida Asclepio, en compañía de su padre Apolo, se acercaría al Ponto y se instalaría en Abonoteico. Esas tablillas, halladas a propósito, hicieron propagar la noticia por toda Bitinia y por el Ponto y, mucho antes que a los demás lugares, por Abonoteico. Sus habitantes votaron al punto construir un templo a toda prisa, al tiempo que se ponían a excavar ya los cimientos. En ese momento queda Coconas abandonado en Calcedón, escribiendo oráculos de doble sentido, ambiguos y retorcidos; al cabo de poco tiempo llegó al final de sus días por picadura de víbora, según tengo entendido. (11) Allá que se va por delante Alejandro, melenudo ya y con

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rizos, vestido con una túnica blanca, con ribetes de púrpura y recubierto de un manto blanco, con una hoz, al modo de Perseo, de quien se hacía descender por parte de su madre. Aquellos infelices paflagones que sabían que sus progenitores —ambos— eran grises y de origen modesto, daban crédito al oráculo que decía

Por su estirpe se ve que el Persida es amigo de Apolo, el divino Alejandro, sangre de Podalirio mojando en la lanza.

Hasta tal punto el Podalirio era, por su natural, lascivo y andaba loco por las mujeres, que andaba de cabeza desde Trica hasta Paflagonia por la madre de Alejandro. Se decía ya un oráculo, según el cual profetizara la Sibila:

Del Ponto Euxino a orillas, cerca de Sinope, habrá en tiempos ausonios, bajo Tirsis, un profeta que mostrará a las claras la unidad, tres veces diez, cinco unidades y tres veces el veinte clave de cuatro cifras, de un hombre defensor

(12) Lanzando estos oráculos con todo ese aparato teatral, al cabo de mucho tiempo era motivo de admiración y brillo en su patria, fingiendo a veces que enloquecía y llenándose la boca de espuma. Con facilidad lo conseguía masticando la raíz de la planta de teñir. A ellos la espuma les parecía algo divino y que les daba miedo a la vez. Hacía tiempo que había fabricado y preparado para ellos una cabeza de serpiente, hecha de tela, que tenía un aspecto ligeramente antropomórfico con una serie de trazos, perfectamente verosímil, que abría y cerraba la boca por medio de unas crines de caballo y asomaba por delante una lengua como la de una serpiente, bífida y negra, que se movía bajo la acción de las crines ella también. La serpiente de Pela allí estaba preparada; la criaba en casa dispuesta para aparecer en el momento adecuado, y a compartir con ellos la tragedia, pero sobre todo dispuesta a ser la protagonista. (13) Siendo ya el momento oportuno de comenzar, maquina la siguiente trama. Acercándose de noche al pie de los cimientos del templo recién excavados —había allí con ellos agua, bien porque manara de allí mismo, bien caída del cielo—, pone un huevo de oca, previamente vaciado, que guardaba en su interior un reptil recién nacido, y sumergiéndolo en una hondonada del barro, desanda el camino. Al amanecer, yendo a saltos, desnudo, antes que los demás, hacia el ágora con un taparrabos que cubría sus vergüenzas, eso sí de oro, y llevando la hoz aquella, agitando la melena desenfrenado como los que se reúnen posesos para el culto de la diosa madre, se dirigía a las masas subiendo sobre un altar elevado y le deseaba toda clase de dichas a la ciudad porque se disponía a recibir al dios radiante. Los presentes —a la carrera habían acudido casi todos los habitantes con mujeres, ancianos y niños— se miraban con asombro, hacían súplicas y se postraban de rodillas. Él, dejando oír ciertas palabras ininteligibles, que podrían ser de los hebreos o los fenicios, anonadaba a las personas que no entendían lo que decía, excepto una sola cosa, que por todas partes andaban entremezclados Apolo y Asclepio. (14) Después corría al pie del templo que se iba a construir. Acercándose al hoyo y a la fuente del oráculo previamente organizada, metiéndose en el agua, entonaba con voz potente himnos de Asclepio, de Apolo, e invocaba al dios para que viniera con buenos augurios sobre la ciudad. Después pidió una copa; alguien se la dio, y con un simple deslizamiento tira hacia arriba y saca, con el agua y el barro, el huevo aquel en el que había encerrado al dios, pegado con cera blanca y albayalde por la fisura de la cáscara. Y, tomándolo en sus manos, decía que tenía ya a Asclepio. Ellos miraban atentamente lo que sucedía, maravillados sobre todo ante el huevo encontrado en el agua. Acto seguido, rompiéndolo, recogió en el cuenco de la mano al embrión de aquel reptil. Los presentes vieron que se movía y que se enredaba por los dedos; daban gritos, saludaban al dios, se deshacían en felicitaciones a la ciudad y, a boca llena, cada uno se iba

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atiborrando allí de oraciones pidiéndole al dios tesoros, riquezas, salud y demás cosas positivas. Él, a la carrera, volvía a casa llevando consigo... al Asclepio recién nacido... Dos veces nació cuando otros hombres sólo lo hacen una, no de Corónide, por Zeus, ni de una corneja, sino engendrado de una oca. La plebe en masa lo acompañaba, entusiasmados y medio locos de tantas esperanzas como albergaban. (15) Permaneció en casa varios días esperando, como así sucedió, que, al divagarse la noticia, acudirían a toda prisa muchísimos paflagonios. Una vez que la ciudad se llenó de gente hasta rebosar, levantados previamente su seso y sus corazones, sin parecerse en nada a hombres que comen trigo, sino diferenciándose de los rebaños tan sólo en la forma, sentado él en una alcoba sobre una litera, ataviado con aires divinos, tomaba en su regazo a aquel Asclepio de Pela, muy grande y muy hermoso, como dije, y, enroscándoselo todo él alrededor del cuello y dejando caer la cola —era muy larga—, hasta el extremo que la había dejado caer en la parte del vestido que recubre el pecho con una parte arrastrada por el suelo, teniendo la cabeza sola oculta bajo el sobaco y dejando libre todo el resto, mostraba por delante la cabeza de tela a un lado de la barba de forma que pareciera que era totalmente la de la serpiente la que se veía. (16) Imagínate una alcoba no con mucha iluminación, sin recibir la luz de plano, y a una multitud de hombres arracimados, alterados y previamente impresionados, movidos por las esperanzas, a los que el asunto les parecía, como es lógico, prodigioso, ya que, en el curso de tan pocos días, de un reptil insignificante se hubiera mostrado una serpiente de semejante tamaño, antropomórfica y domesticada. Se apiñaban junto a la puerta de salida, y antes que pudieran ver con detalle, ya eran echados fuera por los que estaban entrando constantemente; hubo que perforar la pared opuesta y hacer otra salida. El relato se parece a lo que hicieron los macedonios en Babilonia cuando Alejandro estaba enfermo; cuando ya estaba en situación muy grave, los que estaban alrededor de su palacio ansiaban verlo y decirle la última palabra. Aquella exhibición se cuenta que la hizo no una sino muchísimas veces, y especialmente si llegaban algunos jovencitos acaudalados. (17) Entonces, querido Celso, si hay que ser sinceros, hay que otorgar el perdón a los paflagonios y pónticos aquellos, gentes bastas y analfabetas, por dejarse engañar tocando la serpiente —esa posibilidad ofrecía Alejandro a quienes deseaban—, al ver en aquella tenue luz la cabeza de la serpiente que abría y cerraba la boca, hasta el punto de que el truco necesitaba de un Demócrito o del mismísimo Epicuro o de Metrodoro o de cualquier otro que tuviera una mente dura como el acero frente a ese tipo de espectáculos, para no creer lo que era evidente, y si no podía descubrir el truco, sí al menos podría tener el convencimiento previo de que no acertaba a captar el truco de la magia, pero que aquello era falso e imposible que sucediera en realidad. (18)A él afluían, al cabo de poco tiempo, Bitinia, Galacia y Tracia, pues cada uno de los que traían las noticias decían lo que era evidente, que veían que nacía el dios y que, después, al cabo de poco, podría tocársele cuando había pasado ya a ser de enorme tamaño y con cabeza semejante a la de un hombre. Además, surgieron dibujos, imágenes y grabados de madera, unos de oro, otros con las reproducciones de plata, y con el nombre del dios grabado. Glicón se hacía llamar a raíz de un verso, mandato divino. Alejandro lo recitaba con voz alta. Sobre Simón el mago, véase Ps. Clemente Romano, Recog., 2.5, 7-15, 3.73.

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3. Magia y culto a los muertos en Parménides y Gorgias Parménides, 28B1. 1 Las yeguas que me conducen hasta donde llega mi ánimo, 2 me impulsaron, pues, guiándome, me llevaron hacia el camino 3 de la diosa, lleno de signos, la cual, respecto de todo, conduce aquí al hombre que sabe. 4 Ahí fui llevado, pues ahí me condujeron las muy conocedoras yeguas, tirando del carro, mientras las doncellas mostraban el camino. 6 El eje, que echaba chispas en los cubos, producía un silbido (pues estaba presionado a ambos lados por ruedas circulares) cuando las Hijas del Sol, que abandonaban la morada de la noche, se apresuraban a impulsarme hacia la luz, quitándose con las manos los velos de sus cabezas. 11 Ahí se encuentran las puertas de los caminos de la noche y del día, enmarcadas por un dintel y un umbral de piedra. Etéreas, ambas están enmarcadas por grandes hojas, cuyas llaves, que se alternan, pertenecen a Dike, la pródiga en castigos. 15 Las doncellas, calmándola, la persuadieron sagazmente con palabras acariciantes para que de inmediato quitara de las puertas las trabas que las clausuraban. Las hojas, al abrirse, produjeron un gran abismo, haciendo girar unos después de otros los bronceados ejes en los cubos, fijados con clavijas y bulones. Ahí, en medio de ellas, las doncellas dirigieron al carro y a las yeguas directamente por el gran camino. 22 La diosa me recibió amablemente, tomó con su mano 23 mi mano derecha y, dirigiéndose a mí, pronunció estas palabras: 24 ¡Oh, joven, acompañado por guías inmortales y por l as yeguas 25 que te conducen llegando hasta mi morada, 26 salud! No es un destino funesto el que te ha empujado a tomar 27 este camino (que, en efecto, se encuentra fuera y separado del sendero de los hombres), 28 sino Themis y Dike. Es necesario, entonces, que te informes de todo: 29 tanto del corazón imperturbable de la bien redondeada verdad, 30 como de las opiniones de los mortales, en las que no hay verdadera

convicción. 31 No obstante, también aprenderás esto: cómo hubiera sido necesario 32 que las opiniones existiesen realmente abarcando todo incesantemente Ἵπποι ταί µε φέρουσιν, ὅσον τ' ἐπὶ θυµὸς ἱκάνοι, πέµπον, ἐπεί µ' ἐς ὁδὸν βῆσαν πολύφηµον ἄγουσαι δαίµονος, ἣ κατὰ πάντ' ἄστη φέρει εἰδότα φῶτα· τῇ φερόµην· τῇ γάρ µε πολύφραστοι φέρον ἵπποι [5] ἅρµα τιταίνουσαι, κοῦραι δ' ὁδὸν ἡγεµόνευον. Ἄξων δ' ἐν χνοίῃσιν ἵει σύριγγος ἀυτήν αἰθόµενος - δοιοῖς γὰρ ἐπείγετο δινωτοῖσιν κύκλοις ἀµφοτέρωθεν -, ὅτε σπερχοίατο πέµπειν Ἡλιάδες κοῦραι, προλιποῦσαι δώµατα Νυκτός, [10] εἰς φάος, ὠσάµεναι κράτων ἄπο χερσὶ καλύπτρας. Ἔνθα πύλαι Νυκτός τε καὶ Ἤµατός εἰσι κελεύθων, καί σφας ὑπέρθυρον ἀµφὶς ἔχει καὶ λάινος οὐδός· αὐταὶ δ' αἰθέριαι πλῆνται µεγάλοισι θυρέτροις· τῶν δὲ Δίκη πολύποινος ἔχει κληῖδας ἀµοιϐούς. [15] Τὴν δὴ παρφάµεναι κοῦραι µαλακοῖσι λόγοισιν.

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πεῖσαν ἐπιφραδέως, ὥς σφιν βαλανωτὸν ὀχῆα ἀπτερέως ὤσειε πυλέων ἄπο· ταὶ δὲ θυρέτρων χάσµ' ἀχανὲς ποίησαν ἀναπτάµεναι πολυχάλκους ἄξονας ἐν σύριγξιν ἀµοιϐαδὸν εἰλίξασαι [20] γόµφοις καὶ περόνῃσιν ἀρηρότε· τῇ ῥα δι' αὐτέων ἰθὺς ἔχον κοῦραι κατ' ἀµαξιτὸν ἅρµα καὶ ἵππους. Καί µε θεὰ πρόφρων ὑπεδέξατο, χεῖρα δὲ χειρί δεξιτερὴν ἕλεν, ὧδε δ' ἔπος φάτο καί µε προσηύδα· ὦ κοῦρ' ἀθανάτοισι συνάορος ἡνιόχοισιν, [25] ἵπποις ταί σε φέρουσιν ἱκάνων ἡµέτερον δῶ, χαῖρ', ἐπεὶ οὔτι σε µοῖρα κακὴ προὔπεµπε νέεσθαι τήνδ' ὁδόν - ἦ γὰρ ἀπ' ἀνθρώπων ἐκτὸς πάτου ἐστίν -, ἀλλὰ θέµις τε δίκη τε.Χρεὼ δέ σε πάντα πυθέσθαι ἠµὲν Ἀληθείης εὐκυκλέος ἀτρεµὲς ἦτορ [30] ἠδὲ βροτῶν δόξας, ταῖς οὐκ ἔνι πίστις ἀληθής. Ἀλλ΄ ἔµπης καὶ ταῦτα µαθήσεαι, ὡς τὰ δοκοῦντα χρῆν δοκίµως εἶναι διὰ παντὸς πάντα περῶντα. Gorgias, Encomio de Helena (8) Por otra parte, si el discurso fue el que la persuadió y engañó a su alma, tampoco es difícil defenderla de esto y liberarla de la acusación, del siguiente modo: el discurso es un gran señor que, con un cuerpo pequeñísimo y sumamente invisible, realiza obras divinísimas, pues puede hacer cesar el temor, quitar la pena, producir alegría o aumentar el coraje. Que esto es así, lo voy a demostrar. εἰ δὲ λόγος ὁ πείσας καὶ τὴν ψυχὴν ἀπατήσας, οὐδὲ πρὸς τοῦτο χαλεπὸν ἀπολογήσασθαι καὶ τὴν αἰτίαν ἀπολύσασθαι ὧδε. λόγος δυνάστης µέγας ἐστίν, ὃς σµικροτάτωι σώµατι καὶ ἀφανεστάτωι θειότατα ἔργα ἀποτελεῖ· δύναται γὰρ καὶ φόβον παῦσαι καὶ λύπην ἀφελεῖν καὶ χαρὰν ἐνεργάσασθαι καὶ ἔλεον ἐπαυξῆσαι. ταῦτα δὲ ὡς οὕτως ἔχει δείξω· (9) Es preciso demostrar las cosas oscuras a los oyentes. A toda la poesía la considero y la llamo discurso con metro. A quienes la escuchan les entra un estertor de temor, una compasión lacrimosa y una tendencia al dolor; por los discursos, frente a venturas y desventuras de acciones y personas ajenas, el alma queda afectada por una afección propia. δεῖ δὲ καὶ δόξηι δεῖξαι τοῖς ἀκούουσι· τὴν ποίησιν ἅπασαν καὶ νοµίζω καὶ ὀνοµάζω λόγον ἔχοντα µέτρον· ἧς τοὺς ἀκούοντας εἰσῆλθε καὶ φρίκη περίφοβος καὶ ἔλεος πολύδακρυς καὶ πόθος φιλοπενθής, ἐπ' ἀλλοτρίων τε πραγµάτων καὶ σωµάτων εὐτυχίαις καὶ δυσπραγίαις ἴδιόν τι πάθηµα διὰ τῶν λόγων ἔπαθεν ἡ ψυχή. φέρε δὴ πρὸς ἄλλον ἀπ' ἄλλου µεταστῶ λόγον. (10) Vamos, pasemos de un argumento a otro. En rigor, los encantamientos inspirados, mediante los discursos resultan atraer el placer y alejar la pena, pues la fuerza del encantamiento junto con la opinión del alma seduce, persuade y transforma por medio de un hechizo. Precisamente, se han inventado dos técnicas de hechicería y magia, que son los impulsos del alma y los engaños de la opinión. αἱ γὰρ ἔνθεοι διὰ λόγων ἐπωιδαὶ ἐπαγωγοὶ ἡδονῆς, ἀπαγωγοὶ λύπης γίνονται· συγγινοµένη γὰρ τῆι δόξηι τῆς ψυχῆς ἡ δύναµις τῆς ἐπωιδῆς ἔθελξε καὶ ἔπεισε καὶ µετέστησεν αὐτὴν γοητείαι. γοητείας δὲ καὶ µαγείας δισσαὶ τέχναι εὕρηνται, αἵ εἰσι ψυχῆς ἁµαρτήµατα καὶ δόξης ἀπατήµατα.

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(11) Cuántos persuadieron a cuántos y sobre cuántas cosas, y los siguen persuadiendo, moldeando un discurso falso, pues si todos tuvieran memoria sobre todas las cosas pasadas, conciencia de las presentes y previsión de las futuras, incluso siendo igual, no podría el discurso engañar igualmente. Pero ahora no es fácil ni recordar el pasado, ni investigar el presente, ni adivinar el futuro, de modo que respecto de la mayoría de cosas la mayoría acepta a la opinión como consejera del alma. Pero la opinión, por ser tambaleante e insegura arroja a circunstancias tambaleantes e inseguras a los que se valen de ella. ὅσοι δὲ ὅσους περὶ ὅσων καὶ ἔπεισαν καὶ πείθουσι δὲ ψευδῆ λόγον πλάσαντες. εἰ µὲν γὰρ πάντες περὶ πάντων εἶχον τῶν [τε] παροιχοµένων µνήµην τῶν τε παρόντων [ἔννοιαν] τῶν τε µελλόντων πρόνοιαν, οὐκ ἂν ὁµοίως ὅµοιος ἦν ὁ λόγος, οἷς τὰ νῦν γε οὔτε µνησθῆναι τὸ παροιχόµενον οὔτε σκέψασθαι τὸ παρὸν οὔτε µαντεύσασθαι τὸ µέλλον εὐπόρως ἔχει· ὥστε περὶ τῶν πλείστων οἱ πλεῖστοι τὴν δόξαν σύµβουλον τῆι ψυχῆι παρέχονται. ἡ δὲ δόξα σφαλερὰ καὶ ἀβέβαιος οὖσα σφαλεραῖς καὶ ἀβεβαίοις εὐτυχίαις περιβάλλει τοὺς αὐτῆι χρωµένους. (12) ¿Qué causa, entonces, impide que arrojara también a Helena? Un encantamiento le sobrevino, cuando ya no era joven, que actuaron igual que si hubiese sido raptada por la fuerza, pues la fuerza de la persuasión, en la que se originó su forma de pensar -y lo hizo por necesidad- no admite reproche alguno, sino que tiene el poder mismo de la necesidad. Pues el discurso que persuade al alma obliga al alma que persuade a que se convenza de lo que se dice y apruebe lo que se hace. Entonces, el que la persuadió cometió injusticia porque la forzó, mientras que la que fue persuadida tiene en vano mala fama porque fue obligada por el discurso. †τίς οὖν αἰτία κωλύει καὶ τὴν Ἑλένην ὕµνος ἦλθεν ὁµοίως ἂν οὐ νέαν οὖσαν ὥσπερ εἰ βιατήριον βία ἡρπάσθη. τὸ γὰρ τῆς πειθοῦς ἐξῆν ὁ δὲ νοῦς καίτοι εἰ ἀνάγκη ὁ εἰδὼς ἕξει µὲν οὖν, τὴν δὲ δύναµιν τὴν αὐτὴν ἔχει. λόγος γὰρ ψυχὴν ὁ πείσας, ἣν ἔπεισεν, ἠνάγκασε καὶ πιθέσθαι τοῖς λεγοµένοις καὶ συναινέσαι τοῖς ποιουµένοις. ὁ µὲν οὖν πείσας ὡς ἀναγκάσας ἀδικεῖ, ἡ δὲ πεισθεῖσα ὡς ἀναγκασθεῖσα τῶι λόγωι µάτην ἀκούει κακῶς. 4. Psicología, magia y culto a los muertos en la tragedia Esquilo, Orestíada Agamenón 1466-15761 (Clitemnestra en diálogo con el coro, una vez asesinado Agamenón y Casandra) Coro: ¡Espíritu maligno que caíste sobre esta casa y sobre los dos descendientes de Tántalo,2 concediste vigor a la fuerza de idéntico temple que, procedente de dos mujeres,3 me muerde el corazón! Puesta sobre el cadáver como odioso cuervo, (...) se jacta de entonar un himno monstruoso.

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1!Las versiones castellanas de los textos de Esquilo pertenecen a B. Perea Morales, en Esquilo, Tragedias, Madrid, Gredos 2000 (reimpr.)!2!Agamenón y Menelao. Tántalo era su bisabuelo.!3!Helena y Clitemnestra.!

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Clitemnestra: Ahora sí enderezaste la sentencia, que anteriormente tu boca expresara, invocando al espíritu malo, engordado tres veces,4 de esta familia, porque de él se alimenta en el vientre esta pasión lamedora de sangre: antes de haber cesado el antiguo dolor se derrama de nuevo otra sangre. Coro: Sí. Das tu asentimiento a la existencia +en este palacio+ de una poderosa deidad maligna inspiradora de terrible rencor -¡ay, ay!-, ¡triste asentimiento a una funesta fortuna insaciable -¡ay, dolor!- recibida de Zeus, causante y artífice de todas las cosas! ¿Pues qué les ocurre a los hombres mortales sin Zeus? ¿Qué desgracias de éstas no se ha cumplido sin el concurso de los dioses? ¡Ay, ay! ¡Rey, Rey! ¿De qué manera debo llorar? ¿Qué decirte desde el interior de mi alma amiga? Yaces en esa tela de araña, exhalando tu vida con impía muerte -¡ya, ay de mí!- en este indigno lecho, vencido por muerte traicionera mediante el arma de doble filo que una mano empuñó. Clitemnestra: Afirmas tú que esta obra es mía y dices que soy la esposa de Agamenón. No es así, sino que bajo la forma de la mujer de este muerto, el antiguo, amargo genio, para tomar venganza de Atreo -aquel execrable anfitrión- ha hecho pagar a éste5 y ha inmolado un adulto en compensación de unos niños.6 Coro: ¿Quién dará testimonio de que no eres culpable de este asesinato? ¿Cómo? ¿Cómo va a darlo? Puede, no obstante, haber sido cómplice tuyo el genio que ansiaba venganza del padre. Avanza violento el Ares temeroso entre familias ríos de sangre con los que otorgará justicia al cuajarón de sangre infantil devorada. ¡Ay, ay! ¡Rey, Rey! ¿De qué manera debo llorarte? ¿Qué decirte desde el interior de mi alma amiga? Yaces en esa tela de araña, exhalando tu vida con impía muerte -¡ay, ay de mí!- en este indigno lecho, vencido por muerte traicionera, mediante el alma de doble filo que una mano empuñó. Clitemnestra: No creo que indigna haya sido su muerte <...> ¿No causó éste a esta casa una desgracia mediante un engaño? Pero, como trató indignamente a la flor que me había brotado de él, a mi Ifigenia muy llorada, y ha sufrido su merecido, ¡que él no se jacte en el reino de Hades!, porque ha pagado lo mismo que hizo con la muerte que ha recibido mediante un puñal. Coro: Me falla la mente al tratar de buscar un recurso certero. No encuentro hacia dónde volverme, cuando esta casa se derrumba. Me asusta el fragor sangriento de lluvia que abate a esta casa. Ya no es precisamente una llovizna, y Justicia se está afilando por otra acción dañosa en otras piedras de afilar del destino. ¡Ay, tierra, tierra!, ¡ojalá que tú me hubieras recibido antes de haber visto a éste ocupar como lecho la bañera de plata! ¿Quién va a enterrarlo? ¿Quién en su honor cantará el canto fúnebre? ¿Después de haber dado muerte a tu propio marido, vas a llorarlo? ¿Y vas a dar cima a tu obra, rindiendo a su alma inicuamente un homenaje que no es homenaje en compensación de tu crimen monstruoso? ¿Quién va a sentir el dolor de pronunciar el fúnebre elogio en honor de este héroe junto a su tumba, fiel a la verdad de su corazón? Clitemnestra: No es asunto tuyo preocuparte de eso. A mis manos cayó y murió. Y yo lo enterraré, pero no acompañado del llanto de los de su casa, sino que Ifigenia, su hija,

4 Asesinato de Atreo, sacrificio de Ifigenia y asesinato de Clitemnestra. 5 A Agamenón. 6 Ver n. 131 [La casa de Atreo, padre de Agamenón y Menelao, está manchada por el asesinato

que perpetró Atreo en los hijos de su hermano Tiestes, a quien se los sirvió en un banquete como manjar.]

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cuando, con agrado, como es debido, haya salido a su encuentro al vado del veloz río de los dolores,7 luego de haberlo abrazado, lo besará. Coro: ¡Un ultraje sucede a otro ultraje! Difícil es esto de juzgar: expolian al que expolia, y el que mata paga. Mientras permanezca en su trono Zeus, permanecerá -es ley divina- que el culpable sufra. ¿Quién podrá arrojar de esta casa esa semilla de maldición? ¡Esta estirpe está condenada a la ruina! Clitemnestra: Te has embarcado con la verdad en este oráculo. Y yo, en consecuencia, quiero, luego de establecer pactos curados con el genio recial de los pristénidas,8 aceptar estos hechos, por duros que sean de soportar, pero que en el futuro salga de esta casa a destruir otra estirpe mediante muertes parricidas. Y de las posesiones, con tener una parte pequeña me basta, ¡si consigo arrancar del palacio esas locuras de asesinarse unos a otros! (entra Egisto con gente armada). Χορός δαῖμον, ὃς ἐμπίτνεις δώμασι καὶ διφυί- οισι Τανταλίδαισιν, κράτος τ᾽ ἰσόψυχον ἐκ γυναικῶν [1470] καρδιόδηκτον ἐμοὶ κρατύνεις. ἐπὶ δὲ σώματος δίκαν μοι κόρακος ἐχθροῦ σταθεῖσ᾽ ἐκνόμως ὕμνον ὑμνεῖν ἐπεύχεται Κλυταιμήστρα νῦν δ᾽ ὤρθωσας στόματος γνώμην, [1475] τὸν τριπάχυντον δαίμονα γέννης τῆσδε κικλήσκων. ἐκ τοῦ γὰρ ἔρως αἱματολοιχὸς νείρᾳ τρέφεται, πρὶν καταλῆξαι τὸ παλαιὸν ἄχος, νέος ἰχώρ. [1480] Χορός ἦ μέγαν οἰκονόμον δαίμονα καὶ βαρύμηνιν αἰνεῖς, φεῦ φεῦ, κακὸν αἶνον ἀτη- ρᾶς τύχας ἀκορέστου: ἰὴ ἰή, διαὶ Διὸς [1485] παναιτίου πανεργέτα: τί γὰρ βροτοῖς ἄνευ Διὸς τελεῖται; τί τῶνδ᾽ οὐ θεόκραντόν ἐστιν; ἰὼ ἰὼ βασιλεῦ βασιλεῦ, πῶς σε δακρύσω; [1490] φρενὸς ἐκ φιλίας τί ποτ᾽ εἴπω; κεῖσαι δ᾽ ἀράχνης ἐν ὑφάσματι τῷδ᾽ ἀσεβεῖ θανάτῳ βίον ἐκπνέων. ὤμοι μοι κοίταν τάνδ᾽ ἀνελεύθερον δολίῳ μόρῳ δαμεὶς δάμαρτος [1495] ἐκ χερὸς ἀμφιτόμῳ βελέμνῳ. Κλυταιμήστρα αὐχεῖς εἶναι τόδε τοὔργον ἐμόν; 7 El Aqueronte. 8 Según variaciones del mito, Plístenes, hijo de Atreo, es el padre de Agamenón y Menelao; pero,

muerto Prístenes, se encargó Atreo de la crianza de sus nietos.

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μηδ᾽ ἐπιλεχθῇς Ἀγαμεμνονίαν εἶναί μ᾽ ἄλοχον. φανταζόμενος δὲ γυναικὶ νεκροῦ [1500] τοῦδ᾽ ὁ παλαιὸς δριμὺς ἀλάστωρ Ἀτρέως χαλεποῦ θοινατῆρος τόνδ᾽ ἀπέτεισεν, τέλεον νεαροῖς ἐπιθύσας. Χορός ὡς μὲν ἀναίτιος εἶ [1505] τοῦδε φόνου τίς ὁ μαρτυρήσων; πῶς πῶς; πατρόθεν δὲ συλλή- πτωρ γένοιτ᾽ ἂν ἀλάστωρ. βιάζεται δ᾽ ὁμοσπόροις ἐπιρροαῖσιν αἱμάτων [1510] μέλας Ἄρης, ὅποι δίκαν προβαίνων πάχνᾳ κουροβόρῳ παρέξει. ἰὼ ἰὼ βασιλεῦ βασιλεῦ, πῶς σε δακρύσω; φρενὸς ἐκ φιλίας τί ποτ᾽ εἴπω; [1515] κεῖσαι δ᾽ ἀράχνης ἐν ὑφάσματι τῷδ᾽ ἀσεβεῖ θανάτῳ βίον ἐκπνέων. ὤμοι μοι κοίταν τάνδ᾽ ἀνελεύθερον δολίῳ μόρῳ δαμεὶς ἐκ χερὸς ἀμφιτόμῳ βελέμνῳ. [1520] Κλυταιμήστρα οὔτ᾽ ἀνελεύθερον οἶμαι θάνατον τῷδε γενέσθαι. οὐδὲ γὰρ οὗτος δολίαν ἄτην οἴκοισιν ἔθηκ᾽; ἀλλ᾽ ἐμὸν ἐκ τοῦδ᾽ ἔρνος ἀερθέν. [1525] τὴν πολυκλαύτην Ἰφιγενείαν, ἄξια δράσας ἄξια πάσχων μηδὲν ἐν Ἅιδου μεγαλαυχείτω, ξιφοδηλήτῳ, θανάτῳ τείσας ἅπερ ἦρξεν. Χορός ἀμηχανῶ φροντίδος στερηθεὶς [1530] εὐπάλαμον μέριμναν ὅπα τράπωμαι, πίτνοντος οἴκου. δέδοικα δ᾽ ὄμβρου κτύπον δομοσφαλῆ τὸν αἱματηρόν: ψακὰς δὲ λήγει. δίκην δ᾽ ἐπ᾽ ἄλλο πρᾶγμα θηγάνει βλάβης [1535] πρὸς ἄλλαις θηγάναισι μοῖρα. ἰὼ γᾶ γᾶ, εἴθ᾽ ἔμ᾽ ἐδέξω, πρὶν τόνδ᾽ ἐπιδεῖν ἀργυροτοίχου δροίτης κατέχοντα χάμευναν. [1540] τίς ὁ θάψων νιν; τίς ὁ θρηνήσων; ἦ σὺ τόδ᾽ ἔρξαι τλήσῃ, κτείνασ᾽ ἄνδρα τὸν αὑτῆς ἀποκωκῦσαι ψυχῇ τ᾽ ἄχαριν χάριν ἀντ᾽ ἔργων [1545] μεγάλων ἀδίκως ἐπικρᾶναι; τίς δ᾽ ἐπιτύμβιον αἶνον ἐπ᾽ ἀνδρὶ θείῳ

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σὺν δακρύοις ἰάπτων ἀληθείᾳ φρενῶν πονήσει; [1550] Κλυταιμήστρα οὐ σὲ προσήκει τὸ μέλημ᾽ ἀλέγειν τοῦτο: πρὸς ἡμῶν κάππεσε, κάτθανε, καὶ καταθάψομεν, οὐχ ὑπὸ κλαυθμῶν τῶν ἐξ οἴκων, ἀλλ᾽ Ἰφιγένειά νιν ἀσπασίως [1555] θυγάτηρ, ὡς χρή, πατέρ᾽ ἀντιάσασα πρὸς ὠκύπορον πόρθμευμ᾽ ἀχέων περὶ χεῖρε βαλοῦσα φιλήσει. Χορός ὄνειδος ἥκει τόδ᾽ ἀντ᾽ ὀνείδους. [1560] δύσμαχα δ᾽ ἔστι κρῖναι. φέρει φέροντ᾽, ἐκτίνει δ᾽ ὁ καίνων. μίμνει δὲ μίμνοντος ἐν θρόνῳ Διὸς παθεῖν τὸν ἔρξαντα: θέσμιον γάρ. τίς ἂν γονὰν ἀραῖον ἐκβάλοι δόμων; [1565] κεκόλληται γένος πρὸς ἄτᾳ. Κλυταιμήστρα ἐς τόνδ᾽ ἐνέβης ξὺν ἀληθείᾳ χρησμόν. ἐγὼ δ᾽ οὖν ἐθέλω δαίμονι τῷ Πλεισθενιδῶν ὅρκους θεμένη τάδε μὲν στέργειν, [1570] δύστλητά περ ὄνθ᾽: ὃ δὲ λοιπόν, ἰόντ᾽ ἐκ τῶνδε δόμων ἄλλην γενεὰν τρίβειν θανάτοις αὐθένταισι. κτεάνων τε μέρος βαιὸν ἐχούσῃ πᾶν ἀπόχρη μοι μανίας μελάθρων [1575] ἀλληλοφόνους ἀφελούσῃ. Coéforas 1007-1039 (Luego del asesinato de Clitemnestra y Egisto en manos de Orestes) Coro: ¡Ay, ay! ¡Ay, dolor! ¡Tristes hazañas! ¡Con muerte horrorosa has sido muerta! ¡ay, ay! ¡Ay, dolor! ¡Pero también florece el sufrimiento en el que aquí queda!9 Orestes: ¿Lo hizo o no lo hizo? ¡Me lo atestigua este manto que tiñó de sangre la espada de Egisto! El chorro sangriento, junto al paso del tiempo, ha destruido muchos matices en el tinte del vario dibujo. ¡Ahora le dedico10 el elogio fúnebre y en su presencia lo honro con mi llanto, al dirigir mis palabras a este tejido que mató a mi padre! ¡Me duelen los crímenes y todo el sufrimiento de mi estirpe, cuando sobre mí siento la no envidiable mancha de esta victoria mía! Coro: Ningún mortal <puede> atravesar una vida libre de daño sin que lo pague. ¡ay, ay! ¡Ay, dolor! ¡tan pronto ha pasado una pena, otra que viene! 9 En Orestes. 10 A Agamenón.

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Orestes: Pero, que lo sepáis -pues, como manejo las riendas con mis caballos demasiado fuera de la pista, no sé cómo va a acabar esto-; sí, mis pensamientos, que ya no domino, me arrastran vencido, y, en mi corazón, el terror está presto a cantar, y él a danzar al compás del rencor vengativo. Mientras estoy todavía en mi juicio, quiero proclamarlo ante mis amigos: afirmo que no sin justicia he matado a mi madre, esa impura asesina de mi padre, ese ser odioso para las deidades. Y, sobre todo, considero a Loxias, el dios divino de Delfos, como el filtro instigador de esta audacia mía. Me profetizó que, cuando yo hubiera hecho eso, estaría libre de culpa criminal. pero que, si lo descuidaba... no voy a decir el castigo, pues ninguno de sus sufrimientos ha de alcanzarme ya con sus dardos. Ved ahora cómo estoy preparado: con este ramo y con esta corona11 me llegaré al templo ombligo del mundo, al solar de Loxias, a la luz radiante del fuego de la que se dice que es inmortal,12 procurando escapar de esta sangre que también es mía. No me permitió Loxias dirigirme a otro lugar. Χορός αἰαῖ αἰαῖ μελέων ἔργων: στυγερῷ θανάτῳ διεπράχθης. ἒ ἔ, μίμνοντι δὲ καὶ πάθος ἀνθεῖ. Ὀρέστης ἔδρασεν ἢ οὐκ ἔδρασε; μαρτυρεῖ δέ μοι 1010 φᾶρος τόδ᾽, ὡς ἔβαψεν Αἰγίσθου ξίφος. φόνου δὲ κηκὶς ξὺν χρόνῳ ξυμβάλλεται, πολλὰς βαφὰς φθείρουσα τοῦ ποικίλματος. νῦν αὐτὸν αἰνῶ, νῦν ἀποιμώζω παρών, πατροκτόνον θ᾽ ὕφασμα προσφωνῶν τόδε. 1015 ἀλγῶ μὲν ἔργα καὶ πάθος γένος τε πᾶν, ἄζηλα νίκης τῆσδ᾽ ἔχων μιάσματα. Χορός οὔτις μερόπων ἀσινὴς βίοτον διὰ παντὸς ἀπήμον᾽ ἀμείψει. ἒ ἔ, μόχθος δ᾽ ὁ μὲν αὐτίχ᾽, ὁ δ᾽ ἥξει. 1020 Ὀρέστης ἀλλ᾽, ὡς ἂν εἰδῆτ᾽, οὐ γὰρ οἶδ᾽ ὅπη τελεῖ, ὥσπερ ξὺν ἵπποις ἡνιοστροφῶ δρόμου ἐξωτέρω: φέρουσι γὰρ νικώμενον φρένες δύσαρκτοι: πρὸς δὲ καρδίᾳ φόβος ᾁδειν ἕτοιμος ἠδ᾽ ὑπορχεῖσθαι κότῳ. 1025 ἕως δ᾽ ἔτ᾽ ἔμφρων εἰμί, κηρύσσω φίλοις κτανεῖν τέ φημι μητέρ᾽ οὐκ ἄνευ δίκης, πατροκτόνον μίασμα καὶ θεῶν στύγος. καὶ φίλτρα τόλμης τῆσδε πλειστηρίζομαι τὸν πυθόμαντιν Λοξίαν, χρήσαντ᾽ ἐμοὶ 1030 πράξαντι μὲν ταῦτ᾽ ἐκτὸς αἰτίας κακῆς

11 Atributos del suplicante. 12 El fuego del templo de Delfos nunca se apagaba.

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εἶναι, παρέντα δ᾽—οὐκ ἐρῶ τὴν ζημίαν: τόξῳ γὰρ οὔτις πημάτων ἐφίξεται. καὶ νῦν ὁρᾶτέ μ᾽, ὡς παρεσκευασμένος ξὺν τῷδε θαλλῷ καὶ στέφει προσίξομαι 1035 μεσόμφαλόν θ᾽ ἵδρυμα, Λοξίου πέδον, πυρός τε φέγγος ἄφθιτον κεκλημένον, φεύγων τόδ᾽ αἷμα κοινόν: οὐδ᾽ ἐφ᾽ ἑστίαν ἄλλην τραπέσθαι Λοξίας ἐφίετο. Esquilo, Euménides 34-63 (Al comienzo de la tragedia, en el templo de Apolo en Delfos, la Pitia encuentra a Orestes: Entra en el templo y, al momento, sale horrorizada) Algo terrible de contar, algo horrible de ver con los propios ojos me ha echado fuera del templo de Loxias, hasta el punto que me faltan las fuerzas y no puedo mantenerme en pie, sino que corro ayudándome con las manos, no con la ligereza de mis piernas, pues una anciana asustada no tiene valor para nada, es como una niña. Iba yo al interior de la gruta que adornan guirnaldas innúmeras, cuando veo sobre el ombligo13 a un hombre odiado por los dioses. Está sentado como suplicante. Gotean sangre sus manos. Lleva una espada recién sacada de la herida y levanta un ramo de olivo, con reverencia coronado de cintas, con un vellón resplandeciente de blancura, pues así lo diré claramente. Delante de este hombre, duerme un extraño grupo de mujeres que ocupan sus asientos. No quiero decir mujeres, sino Gorgonas, pero ni a Gorgonas puedo compararlas por sus aspectos <ni siquiera con las Harpías,14 que, dotadas de alas> ya vi una vez pintadas, arrebatando la comida a Fineo.15 Pero éstas se ve que carecen de alas, son de color negro y en todo repugnantes: roncan con resoplidos repelentes y de sus ojos segregan humores odiosos. El orden justo exige que no se acerquen a estatuas de dioses ni a moradas de seres humanos. No conozco la raza de esta gente ni qué tierra presume de haberla criado sin sufrir daño alguno ni llorar su esfuerzo después. Lo que ocurra a partir de ahora es ya cosa de Loxias, el muy poderoso señor de este templo, que es adivino que cura, conocedor del porvenir y purificador de las cosas ajenas. ἦ δεινὰ λέξαι, δεινὰ δ᾽ ὀφθαλμοῖς δρακεῖν, πάλιν μ᾽ ἔπεμψεν ἐκ δόμων τῶν Λοξίου, [35] ὡς μήτε σωκεῖν μήτε μ᾽ ἀκταίνειν βάσιν, τρέχω δὲ χερσίν, οὐ ποδωκείᾳ σκελῶν: δείσασα γὰρ γραῦς οὐδέν, ἀντίπαις μὲν οὖν. ἐγὼ μὲν ἕρπω πρὸς πολυστεφῆ μυχόν: ὁρῶ δ᾽ ἐπ᾽ ὀμφαλῷ μὲν ἄνδρα θεομυσῆ [40] ἕδραν ἔχοντα προστρόπαιον, αἵματι στάζοντα χεῖρας καὶ νεοσπαδὲς ξίφος ἔχοντ᾽ ἐλαίας θ᾽ ὑψιγέννητον κλάδον, λήνει μεγίστῳ σωφρόνως ἐστεμμένον,

13 en el templo de Apolo, en Delfos, en el lugar que se consideraba el centro de la tierra, una piedra

de mármol simbolizaba el ombligo del mundo. En una piedra sumamente adornada, se situaba la Pitia.

14 Genios en forma de mujer alada o de aves con cabeza de mujer. Raptan a los niños y a las almas. 15 Fines, rey de Tracia, cambió la visión por una larga vida. Helios lo castigó a que las Harpías le

arrebatara los alimentos que fuera a tomar o se los manchasen con sus excrementos.

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ἀργῆτι μαλλῷ: τῇδε γὰρ τρανῶς ἐρῶ. [45] πρόσθεν δὲ τἀνδρὸς τοῦδε θαυμαστὸς λόχος εὕδει γυναικῶν ἐν θρόνοισιν ἥμενος. οὔτοι γυναῖκας, ἀλλὰ Γοργόνας λέγω, οὐδ᾽ αὖτε Γοργείοισιν εἰκάσω τύποις. εἶδόν ποτ᾽ ἤδη Φινέως γεγραμμένας [50] δεῖπνον φερούσας: ἄπτεροί γε μὴν ἰδεῖν αὗται, μέλαιναι δ᾽ ἐς τὸ πᾶν βδελύκτροποι: ῥέγκουσι δ᾽ οὐ πλατοῖσι φυσιάμασιν: ἐκ δ᾽ ὀμμάτων λείβουσι δυσφιλῆ λίβα: καὶ κόσμος οὔτε πρὸς θεῶν ἀγάλματα [55] φέρειν δίκαιος οὔτ᾽ ἐς ἀνθρώπων στέγας. τὸ φῦλον οὐκ ὄπωπα τῆσδ᾽ ὁμιλίας οὐδ᾽ ἥτις αἶα τοῦτ᾽ ἐπεύχεται γένος τρέφουσ᾽ ἀνατεὶ μὴ μεταστένειν πόνον. τἀντεῦθεν ἤδη τῶνδε δεσπότῃ δόμων [60] αὐτῷ μελέσθω Λοξίᾳ μεγασθενεῖ. ἰατρόμαντις δ᾽ ἐστὶ καὶ τερασκόπος καὶ τοῖσιν ἄλλοις δωμάτων καθάρσιος. Euménides 140-178 (Coro de Erinias, luego de que la sombra de Clitemnestra intenta despertarlas para que se preocupen por hacer justicia) Corifeo: ¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta tú a ésa, igual que yo a tí! ¿Sigues durmiendo? ¡Levántate ya! ¡Sacúdete el sueño y veamos si algo de este preludio no responde a la realidad. Coro: ¡Ay, ay, dolor! ¡Qué hemos sufrido, amigas! ¡Cuánto ha sufrido yo! ¡Y para nada! ¡Un dolor sin remedio -¡ay!- hemos sufrido! ¡Una desgracia insoportable!: ¡ha saltado de entre las redes la fiera y se escapa! ¡Vencida del sueño, he perdido la presa! ¡Eh, tú, hijo de Zeus,16 eres un ladrón. ¡Has pisoteado -tú, un muchacho- a viejas deidades. al respetar a un suplicante que es un hombre impío y fue cruel con quien lo engendró! ¡Y tú, a pesar de que eres un dios nos has robado a un matricida! ¡Quién dirá que algo de esto es justo? Desde mi sueño me llegó y me ha punzado un ultraje, como una aguijada que por el centro agarra un carretero, en el fondo de mi corazón, abrumador escalofrío que da el cruel verdugo público. ¡Cosas que hacen los dioses demasiado jóvenes! Ejercen en todo el poder en detrimento de la justicia: puede verse un trono manchado, de pies a cabeza, por la sangre de un asesino. ¡Y el ombligo de la tierra cargado con el espantoso sacrilegio de esa sangre! Aunque eres profeta, has contaminado la gruta con una mancha en tu propio hogar, por tu propio impulso, sin que ningún otro te invitara a hacerlo. Contra la ley de los dioses, das primacía a intereses humanos, con lo que has destruido la antigua distribución en categorías. También para mí es un miserable. No lo librará. Aunque haya huido bajo la tierra, jamás estará libre, y, a donde vaya como suplicante, otro vengador atraerá sobre su cabeza. Χορός ἔγειρ᾽, ἔγειρε καὶ σὺ τήνδ᾽, ἐγὼ δὲ σέ. [140] εὕδεις; ἀνίστω, κἀπολακτίσασ᾽ ὕπνον,

16 Apolo.

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ἰδώμεθ᾽ εἴ τι τοῦδε φροιμίου ματᾷ. ἰοὺ ἰοὺ πύπαξ. ἐπάθομεν, φίλαι,— ἦ πολλὰ δὴ παθοῦσα καὶ μάτην ἐγώ,— ἐπάθομεν πάθος δυσαχές, ὦ πόποι, [145] ἄφερτον κακόν: ἐξ ἀρκύων πέπτωκεν οἴχεταί θ᾽ ὁ θήρ.— ὕπνῳ κρατηθεῖσ᾽ ἄγραν ὤλεσα. ἰὼ παῖ Διός, ἐπίκλοπος πέλῃ,— νέος δὲ γραίας δαίμονας καθιππάσω,— [150] τὸν ἱκέταν σέβων, ἄθεον ἄνδρα καὶ τοκεῦσιν πικρόν: τὸν μητραλοίαν δ᾽ ἐξέκλεψας ὢν θεός.— τί τῶνδ᾽ ἐρεῖ τις δικαίως ἔχειν; ἐμοὶ δ᾽ ὄνειδος ἐξ ὀνειράτων μολὸν ἔτυψεν δίκαν διφρηλάτου μεσολαβεῖ κέντρῳ ὑπὸ φρένας, ὑπὸ λοβόν.— πάρεστι μαστίκτορος δαΐου δαμίου [160] βαρὺ τὸ περίβαρυ κρύος ἔχειν. τοιαῦτα δρῶσιν οἱ νεώτεροι θεοί, κρατοῦντες τὸ πᾶν δίκας πλέον φονολιβῆ θρόνον περὶ πόδα, περὶ κάρα.— [165] πάρεστι γᾶς ὀμφαλὸν προσδρακεῖν αἱμάτων βλοσυρὸν ἀρόμενον ἄγος ἔχειν. ἐφεστίῳ δὲ μάντις ὢν μιάσματι μυχὸν ἐχράνατ᾽ αὐτόσσυτος, αὐτόκλητος, [170] παρὰ νόμον θεῶν βρότεα μὲν τίων, παλαιγενεῖς δὲ μοίρας φθίσας. κἀμοί γε λυπρός, καὶ τὸν οὐκ ἐκλύσεται, ὑπό τε γᾶν φυγὼν οὔ ποτ᾽ ἐλευθεροῦται. [175] ποτιτρόπαιος ὢν δ᾽ ἕτερον ἐν κάρᾳ μιάστορ᾽ ἐκ γένους πάσεται. Euménides 443-496 (Orestes da testimonio de su propia acción delante de tribunal que decidirá su suerte) Orestes: Soberana Atenea, en primer lugar, voy a quitarte una gran inquietud, que se advierte en las últimas palabras que has dicho. No soy un suplicante de purificación ni con mancha en mi mano estoy hace rato sentado junto a tu imagen. Voy a darte una gran prueba de ello. Es ley que el homicida no le hable a nadie hasta el momento en que un hombre con capacidad para purificarlo lo haya rociado con sangre que brote al degollar una res lechal. Tiempo ha que estoy purificado de esas manchas en otras moradas y con las reses y las aguas corrientes. Así que te digo que esa preocupación está ya fuera de lugar. Pero, cómo es mi raza, vas a saberlo rápidamente. Soy un argivo. Conoces perfectamente a mi padre -Agamenón, el jefe de los héroes que fueron por el mar- con cuyo concurso tú hiciste que Troya, la ciudad de Ilio, dejara de ser una ciudad. Murió él de manera deshonrosa, luego de haber regresado a su casa: mi madre, impulsada por su sombrío corazón, lo mató, tras haberlo enredado con redes arteras que todavía dan testimonio del asesinato consumado en una bañera. Y cuando yo regresé -el tiempo anterior lo había pasado en el exilio-, maté a la que me parió -no voy a negarlo- dando muerte por muerte en venganza de mi queridísimo

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padre. Y conmigo fue Loxias responsable de ello, porque me estuvo anunciando dolores que como aguijones punzarían mi corazón, si yo no llegaba a ejecutar algo de esto contra los culpables. Dicta sentencia ahora sobre si obré o no justamente. Cualquier decisión que consiga de ti, la aceptaré en todos los términos. Atenea: Si alguien piensa que este asunto es demasiado grave para que lo juzgue un mortal, tampoco a mí me autoriza la ley divina a resolver en un juicio por homicidio cometido bajo el influjo de cólera intensa. Y, sobre todo, cuando tú has venido bien preparado -como suplicante que ya tuvo purificación y sin peligro de daño para mi templo- y éstas, igualmente, están revestidas de una dignidad no desdeñable y, si no ganan en el asunto, inmediatamente de haber caído a tierra desde el interior de su pecho, se irá extendiendo su veneno, insoportable, eterna peste. Esto es así: ambas cosas -que se queden o echarlas de aquí- constituyen calamidades contra las que no tengo soluciones yo. Pero ya que este asunto se ha presentado aquí, para entender en los homicidios, elegiré jueces que a la vez que sean irreprochables en la estimación de la ciudad, estén vinculados por juramento, y les constituiré un tribunal para siempre.17 Citad vuestros testigos que aporten las pruebas y, juramentados, vengan en auxilio de la justicia. Cuando yo haya seleccionado a los mejores de los ciudadanos, vendré con ellos, para que juzguen en este proceso con toda verdad, [sin transgredir su juramento, sin dejarse llevar de pensamientos que no sean justos]. Coro: Ahora será el momento de la aniquilación que acarrearán unas leyes nuevas, si llega a triunfar el derecho y la culpa de este matricida. Este hecho va a acostumbrar a todo ciudadano a la licencia. ¡Muchos auténticos sufrimientos de heridas causadas por hijos aguardan a padres a partir de ahora a lo largo del tiempo! Ὀρέστης ἄνασσ᾽ Ἀθάνα, πρῶτον ἐκ τῶν ὑστάτων τῶν σῶν ἐπῶν μέλημ᾽ ἀφαιρήσω μέγα. οὐκ εἰμὶ προστρόπαιος, οὐδ᾽ ἔχων μύσος [445] πρὸς χειρὶ τἠμῇ τὸ σὸν ἐφεζόμην βρέτας. τεκμήριον δὲ τῶνδέ σοι λέξω μέγα. ἄφθογγον εἶναι τὸν παλαμναῖον νόμος, ἔστ᾽ ἂν πρὸς ἀνδρὸς αἵματος καθαρσίου [450] σφαγαὶ καθαιμάξωσι νεοθήλου βοτοῦ. πάλαι πρὸς ἄλλοις ταῦτ᾽ ἀφιερώμεθα οἴκοισι, καὶ βοτοῖσι καὶ ῥυτοῖς πόροις. ταύτην μὲν οὕτω φροντίδ᾽ ἐκποδὼν λέγω. γένος δὲ τοὐμὸν ὡς ἔχει πεύσῃ τάχα. Ἀργεῖός εἰμι, πατέρα δ᾽ ἱστορεῖς καλῶς, [455] Ἀγαμέμνον᾽, ἀνδρῶν ναυβατῶν ἁρμόστορα, ξὺν ᾧ σὺ Τροίαν ἄπολιν Ἰλίου πόλιν ἔθηκας. ἔφθιθ᾽ οὗτος οὐ καλῶς, μολὼν εἰς οἶκον: ἀλλά νιν κελαινόφρων ἐμὴ μήτηρ κατέκτα, ποικίλοις ἀγρεύμασιν [460] κρύψασ᾽, ἃ λουτρῶν ἐξεμαρτύρει φόνον. κἀγὼ κατελθών, τὸν πρὸ τοῦ φεύγων χρόνον, ἔκτεινα τὴν τεκοῦσαν, οὐκ ἀρνήσομαι, ἀντικτόνοις ποιναῖσι φιλτάτου πατρός.

17 El Areópago.

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καὶ τῶνδε κοινῇ Λοξίας ἐπαίτιος, [465] ἄλγη προφωνῶν ἀντίκεντρα καρδίᾳ, εἰ μή τι τῶνδ᾽ ἔρξαιμι τοὺς ἐπαιτίους. σὺ δ᾽ εἰ δικαίως εἴτε μὴ κρῖνον δίκην: πράξας γὰρ ἐν σοὶ πανταχῇ τάδ᾽ αἰνέσω. Euménides 777-808 (Las Erinias piden por sus derechos) Coro: ¡Ay, dioses demasiado jóvenes! ¡Habéis pataleado la antigua ley y me habéis arrancado de las manos a Orestes! Pero, aunque yo esté privada de honores -¡desgraciada de mí!-, llena de horrible resentimiento, dejaré que mi corazón destile en esta tierra -¡ay!- su veneno, un veneno que compense mi dolor con vuestro dolor, que sea insoportable para el país. De él saldrá -¡Justicia!, ¡Justicia!- y que, al precipitarse sobre el suelo, sembrará en el país pestes destructoras de los seres humanos. ¿Debo llorar? ¿Qué debo yo hacer? ¡Se han reído de mí! ¡He padecido algo insufrible en presencia de los ciudadanos! ¡Ay de las muy desgraciadas hijas de la Noche, víctimas del sufrimiento por la pérdida del honor! Atenea: Hacedme caso y no os andéis con esos lamentos en todo profundo. No habéis sido vencidas. Simplemente que en el veredicto de los votos ha habido un empate. (...) prometo que tendréis una sede y una gruta en este país que se rige por la justicia, donde ocupando lustrosos tronos junto al hogar al que acuden los suplicantes, seréis honradas por los habitantes de esta ciudad. Χορός ἰὼ θεοὶ νεώτεροι, παλαιοὺς νόμους καθιππάσασθε κἀκ χερῶν εἵλεσθέ μου. ἐγὼ δ᾽ ἄτιμος ἁ τάλαινα βαρύκοτος 780 ἐν γᾷ τᾷδε, φεῦ, ἰὸν ἰὸν ἀντιπενθῆ μεθεῖσα καρδίας, σταλαγμὸν χθονὶ ἄφορον: ἐκ δὲ τοῦ λειχὴν ἄφυλλος, ἄτεκνος, 785 ἰὼ δίκα, πέδον ἐπισύμενος βροτοφθόρους κηλῖδας ἐν χώρᾳ βαλεῖ. στενάζω: τί ῥέξω; γελῶμαι πολίταις. δύσοισθ᾽ ἅπαθον. 790 ἰὼ μεγάλα τοὶ κόραι δυστυχεῖς Νυκτὸς ἀτιμοπενθεῖς. Ἀθηνᾶ ἐμοὶ πίθεσθε μὴ βαρυστόνως φέρειν. οὐ γὰρ νενίκησθ᾽, ἀλλ᾽ ἰσόψηφος δίκη 795 ἐξῆλθ᾽ ἀληθῶς, οὐκ ἀτιμίᾳ σέθεν: ἀλλ᾽ ἐκ Διὸς γὰρ λαμπρὰ μαρτύρια παρῆν, αὐτός θ᾽ ὁ χρήσας αὐτὸς ἦν ὁ μαρτυρῶν, ὡς ταῦτ᾽ Ὀρέστην δρῶντα μὴ βλάβας ἔχειν. ὑμεῖς δὲ μὴ θυμοῦσθε μηδὲ τῇδε γῇ 800 βαρὺν κότον σκήψητε, μηδ᾽ ἀκαρπίαν τεύξητ᾽, ἀφεῖσαι †δαιμόνων σταλάγματα, βρωτῆρας αἰχμὰς σπερμάτων ἀνημέρους. ἐγὼ γὰρ ὑμῖν πανδίκως ὑπίσχομαι ἕδρας τε καὶ κευθμῶνας ἐνδίκου χθονὸς 805

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λιπαροθρόνοισιν ἡμένας ἐπ᾽ ἐσχάραις ἕξειν ὑπ᾽ ἀστῶν τῶνδε τιμαλφουμένας. Esquilo, Persas 176-214 (La reina, viuda de Darío, cuenta sus ensueños al corifeo) Reina: Constantemente vivo en medio de innúmeros ensueños nocturnos. desde que mi hijo, tras haber aprestado su ejército, partió con la intención de arrasar el país de los jonios. Pero nunca hasta ahora tuve una visión de tal claridad como la he tenido la noche pasada. Te la contaré. Me pareció ver a dos mujeres con rico atuendo: la una, ataviada con vestidos persas, la otra con dóricos, ante mi vista se presentaron, mucho más excelentes en altura que las de ahora e irreprochables por su belleza, y ambas hermanas, del mismo linaje.18 Como patria habitaban, la una, Grecia, tierra que obtuvo en suerte, la otra la tierra bárbara. Según creía yo ver, ambas andaban preparando cierta discordia entre ellas, y mi hijo, que se enteró, estaba conteniéndolas y apaciguándolas, tras lo cual, la una unce a su carro y pone colleras bajo sus cuellos. Una se ufanaba con este atalaje y tenía su boca obediente a las riendas. La otra, en cambio, se revolvía y con las manos iba rompiendo las guarniciones que al carro le uncían; tras arrancarlas con violencia, quedó sin bridas y partió el yugo por la mitad. Cae mi hijo, y su padre Darío se pone a su lado, compadeciéndolo: Al verlo Jerjes, se rasga el vestido que cubría su cuerpo.19 Te digo -sí- que esto he visto esta noche. Luego me levanté y toqué con mis manos una fuente de bella corriente, y con mano dispuesta a ofrendar me acerqué al altar con la intención de ofrecer la torta sagrada20 en honor a los dioses que salvan de males, de quienes son propias estas ofrendas. Y entonces veo un águila huyendo hasta el hogar que hay en el altar de Febo,21 y de miedo me quedo, amigos, sin voz. Me fijo después en un halcón que, de veloz aleteo, se arroja sobre ella y con sus uñas le va arrancando plumas de la cabeza. Pero el águila no hacía otra cosa que hacerse un ovillo y abandonarse. Para mí fue terrible de ver, como lo es oírlo para vosotros, pues lo sabéis bien: si mi hijo llegara a triunfar, sería un héroe fuera de lo común; pero, si fracasara... no tiene que rendir cuentas a la ciudad y, con tal que se salve, seguirá siendo el rey de esta tierra. Ἄτοσσα πολλοῖς μὲν αἰεὶ νυκτέροις ὀνείρασιν ξύνειμ᾽, ἀφ᾽ οὗπερ παῖς ἐμὸς στείλας στρατὸν Ἰαόνων γῆν οἴχεται πέρσαι θέλων: ἀλλ᾽ οὔτι πω τοιόνδ᾽ ἐναργὲς εἰδόμην ὡς τῆς πάροιθεν εὐφρόνης: λέξω δέ σοι. 180 ἐδοξάτην μοι δύο γυναῖκ᾽ εὐείμονε, ἡ μὲν πέπλοισι Περσικοῖς ἠσκημένη, ἡ δ᾽ αὖτε Δωρικοῖσιν, εἰς ὄψιν μολεῖν, μεγέθει τε τῶν νῦν ἐκπρεπεστάτα πολύ, κάλλει τ᾽ ἀμώμω, καὶ κασιγνήτα γένους 185 ταὐτοῦ: πάτραν δ᾽ ἔναιον ἡ μὲν Ἑλλάδα κλήρῳ λαχοῦσα γαῖαν, ἡ δὲ βάρβαρον. τούτω στάσιν τιν᾽, ὡς ἐγὼ 'δόκουν ὁρᾶν,

18 En esta expresión hay un cierto anticipo de humanitas. 19 Todo el pasaje es una alegoría fácil de entender. 20 Compuesta, generalmente, de harina, aceite y miel. 21 Apolo.

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τεύχειν ἐν ἀλλήλαισι: παῖς δ᾽ ἐμὸς μαθὼν κατεῖχε κἀπράυνεν, ἅρμασιν δ᾽ ὕπο 190 ζεύγνυσιν αὐτὼ καὶ λέπαδν᾽ ἐπ᾽ αὐχένων τίθησι. χἠ μὲν τῇδ᾽ ἐπυργοῦτο στολῇ ἐν ἡνίαισί τ᾽ εἶχεν εὔαρκτον στόμα, ἡ δ᾽ ἐσφάδαζε, καὶ χεροῖν ἔντη δίφρου διασπαράσσει καὶ ξυναρπάζει βίᾳ 195 ἄνευ χαλινῶν καὶ ζυγὸν θραύει μέσον. πίπτει δ᾽ ἐμὸς παῖς, καὶ πατὴρ παρίσταται Δαρεῖος οἰκτείρων σφε: τὸν δ᾽ ὅπως ὁρᾷ Ξέρξης, πέπλους ῥήγνυσιν ἀμφὶ σώματι. καὶ ταῦτα μὲν δὴ νυκτὸς εἰσιδεῖν λέγω. 200 ἐπεὶ δ᾽ ἀνέστην καὶ χεροῖν καλλιρρόου ἔψαυσα πηγῆς, σὺν θυηπόλῳ χερὶ βωμὸν προσέστην, ἀποτρόποισι δαίμοσιν θέλουσα θῦσαι πέλανον, ὧν τέλη τάδε. ὁρῶ δὲ φεύγοντ᾽ αἰετὸν πρὸς ἐσχάραν 205 Φοίβου: φόβῳ δ᾽ ἄφθογγος ἐστάθην, φίλοι: μεθύστερον δὲ κίρκον εἰσορῶ δρόμῳ πτεροῖς ἐφορμαίνοντα καὶ χηλαῖς κάρα τίλλονθ᾽: ὁ δ᾽ οὐδὲν ἄλλο γ᾽ ἢ πτήξας δέμας παρεῖχε. ταῦτ᾽ ἔμοιγε δείματ᾽ εἰσιδεῖν, 210 ὑμῖν δ᾽ ἀκούειν. εὖ γὰρ ἴστε, παῖς ἐμὸς πράξας μὲν εὖ θαυμαστὸς ἂν γένοιτ᾽ ἀνήρ, κακῶς δὲ πράξας, οὐχ ὑπεύθυνος πόλει, σωθεὶς δ᾽ ὁμοίως τῆσδε κοιρανεῖ χθονός. Persas 597-634 (Entra en escena la Reina. Su atuendo es severo y sencillo. Las sirvientas que la acompañan portan ofrendas) Reina: Cualquier que tiene experiencia en males sabe que, entre los mortales, cuando un oleaje de infortunios les sobreviene, todo suele asustarlos; cuando, en cambio, el destino fluye favorable, confían en que siempre ha de soplar el mismo viento de buena suerte. Del mismo modo, a mí, que ya estoy llena de temor en todo, se revela a mis ojos la hostilidad que me envían los dioses y grita en mis oídos un clamor que no es adecuado para curarme. Tal terror me han causado los infortunios que atemorizan mi corazón. Por eso salí de palacio de nuevo y emprendí este camino sin carro, sin mi antiguo esplendor, llevándole al padre de mi hijo libaciones que nos lo hagan propicio, ofrendas que aplacan a los muertos: la dulce leche blanca de una vaca sin señal de yugo; el licor de la obrera que trabaja en las flores,22 la muy brillante miel rociada con agua corriente de una fuente virgen,23 la bebida pura nacida de una madre salvaje: esta alegría24 de una vid añosa; el fruto oloroso de la verde oliva frondosa, de vida perenne en sus hojas; y flores trenzadas nacidas de la tierra que todos los frutos produce. Ea, amigos míos, sobre estas libaciones que ofrezco a los muertos, entonad himnos y llamad aquí arriba al divino Darío, que yo enviaré estas ofrendas que bebe la tierra en honor de los dioses subterráneos. (Mientras el coro empieza a cantar, la Reina, con sus sirvientas, se dirige a la tumba de Darío).

22 Perífrasis de abejas. 23 Intacta. 24 Metonimia: "vino".

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Coro: Mujer, tú que eres Reina, persona venerable para los persas, envía libaciones a las cámaras que tiene tu esposo25 bajo la tierra, que nosotros rogaremos con himnos que nos sean favorables los guías favorables que tienen los muertos. ¡Ea, sagradas deidades subterráneas: Tierra, Hermes y tú, Rey de los muertos,26 enviad desde abajo un alma a la luz! Pues, si algún ventajoso remedio de nuestras desdichas conoce, sólo él entre los mortales podría decirnos el fin que tendrán. Ἄτοσσα φίλοι, κακῶν μὲν ὅστις ἔμπειρος κυρεῖ, ἐπίσταται βροτοῖσιν ὡς ὅταν κλύδων κακῶν ἐπέλθῃ πάντα δειμαίνειν φιλεῖ: 600 ὅταν δ᾽ ὁ δαίμων εὐροῇ, πεποιθέναι τὸν αὐτὸν αἰεὶ δαίμον᾽ οὐριεῖν τύχην. ἐμοὶ γὰρ ἤδη πάντα μὲν φόβου πλέα ἐν ὄμμασιν τἀνταῖα φαίνεται θεῶν, βοᾷ δ᾽ ἐν ὠσὶ κέλαδος οὐ παιώνιος: τοία κακῶν ἔκπληξις ἐκφοβεῖ φρένας. 605 τοιγὰρ κέλευθον τήνδ᾽ ἄνευ τ᾽ ὀχημάτων χλιδῆς τε τῆς πάροιθεν ἐκ δόμων πάλιν ἔστειλα, παιδὸς πατρὶ πρευμενεῖς χοὰς φέρουσ᾽, ἅπερ νεκροῖσι μειλικτήρια, 610 βοός τ᾽ ἀφ᾽ ἁγνῆς λευκὸν εὔποτον γάλα, τῆς τ᾽ ἀνθεμουργοῦ στάγμα, παμφαὲς μέλι, λιβάσιν ὑδρηλαῖς παρθένου πηγῆς μέτα, ἀκήρατόν τε μητρὸς ἀγρίας ἄπο ποτὸν παλαιᾶς ἀμπέλου γάνος τόδε: 615 τῆς τ᾽ αἰὲν ἐν φύλλοισι θαλλούσης βίον ξανθῆς ἐλαίας καρπὸς εὐώδης πάρα, ἄνθη τε πλεκτά, παμφόρου γαίας τέκνα, ἀλλ᾽, ὦ φίλοι, χοαῖσι ταῖσδε νερτέρων ὕμνους ἐπευφημεῖτε, τόν τε δαίμονα 620 Δαρεῖον ἀνακαλεῖσθε, γαπότους δ᾽ ἐγὼ τιμὰς προπέμψω τάσδε νερτέροις θεοῖς. Χορός βασίλεια γύναι, πρέσβος Πέρσαις, σύ τε πέμπε χοὰς θαλάμους ὑπὸ γῆς, ἡμεῖς θ᾽ ὕμνοις αἰτησόμεθα 625 φθιμένων πομποὺς εὔφρονας εἶναι κατὰ γαίας. ἀλλά, χθόνιοι δαίμονες ἁγνοί, Γῆ τε καὶ Ἑρμῆ, βασιλεῦ τ᾽ ἐνέρων, πέμψατ᾽ ἔνερθεν ψυχὴν ἐς φῶς: 630 εἰ γάρ τι κακῶν ἄκος οἶδε πλέον, μόνος ἂν θνητῶν πέρας εἴποι.

25 Las traducciones suelen eludir la palabra thalamous. No compartimos ese criterio.

Interpretamos, como expresa nuestra traducción, que se refiere a la morada que, a la sazón pueda tener a Darío bajo tierra.

26 Hades.

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Persas 680-694 (La sombra de Darío aparece arriba de la tumba) Sombra: ¡Oh, fieles entre fieles, compañeros que fuisteis de mi juventud, ancianos de Persia, ¿qué sufrimientos padece la ciudad? Gime y se golpea en señal de duelo, y hasta el suelo se abre.27 Siento espanto de ver a mi esposa cerca de mi tumba, mas sus libaciones propicio acepté. Y vosotros estáis al lado del túmulo cantando canciones de duelo y, alzando gemidos que atraen a las almas, llamándome estáis con voz lastimera. No es fácil salir: sobre todo porque las deidades que tienen poder bajo tierra más prontas están a tomar que a soltar. Sin embargo, ejercí mi influencia sobre ellas y he venido aquí. Date prisa, con el fin de que yo no merezca reproche en el uso del tiempo.28 ¿Qué grave, reciente desgracia padecen los persas? Εἴδωλον Δαρείου ὦ πιστὰ πιστῶν ἥλικές θ᾽ ἥβης ἐμῆς Πέρσαι γεραιοί, τίνα πόλις πονεῖ πόνον; στένει, κέκοπται, καὶ χαράσσεται πέδον. λεύσσων δ᾽ ἄκοιτιν τὴν ἐμὴν τάφου πέλας ταρβῶ, χοὰς δὲ πρευμενὴς ἐδεξάμην. 685 ὑμεῖς δὲ θρηνεῖτ᾽ ἐγγὺς ἑστῶτες τάφου καὶ ψυχαγωγοῖς ὀρθιάζοντες γόοις οἰκτρῶς καλεῖσθέ μ᾽: ἐστὶ δ᾽ οὐκ εὐέξοδον, ἄλλως τε πάντως χοἰ κατὰ χθονὸς θεοὶ λαβεῖν ἀμείνους εἰσὶν ἢ μεθιέναι. 690 ὅμως δ᾽ ἐκείνοις ἐνδυναστεύσας ἐγὼ ἥκω. τάχυνε δ᾽ ὡς ἄμεμπτος ὦ χρόνου. τί ἐστι Πέρσαις νεοχμὸν ἐμβριθὲς κακόν: Sófocles, Edipo en Colono 1548-157829 (Edipo avanza hacia el lugar de su muerte, acompañada de sus hijas y de Teseo). Edipo: Por este camino me conducen el mensajero Hermes 30 y la diosa de los infiernos.31 ¡Oh, luz que no percibo,32 antes eras mía y ahora mi cuerpo por última vez está en contacto contigo! Pues ya estoy haciendo el último tramo de mi vida para ocultarme en el Hades. Tú, el más querido de los huéspedes, tú mismo, este país y los que te sigan, sed felices, y en éxito acordaos de mí, aunque muerto, para vuestra verdadera felicidad. (Salen todos detrás de Edipo, sus hijas, Teseo y los servidores) Coro: Si me es lícito adorar con súplicas a las diosas invisibles y a tí, rey de las tinieblas, Edoneo, Edoneo, 33 concédeme que sin penas y sin lamentos de muerte descienda el extranjero al llano de los muertos, el que a todos oculta, a la morada estigia. Que, tras haberle llegado tantas inútiles penas, un dios justo lo ensalce de nuevo.

27 Para que salga a la luz Darío. 28 El plazo de que dispone Darío para conversar con los vivos. 29 Las versiones castellanas de los textos de Sófocles pertenecen a A. Alamillo, y están publicadas por la

editorial Gredos, en Sófocles, Tragedias (2000 reimpr.). 30 Hermes, invocado aquí como conductor de las almas de los muertos. 31 Perséfone. 32 La despedida habitual de la vida se hace apelando a la luz del día (véanse Ayax 856, Filoctetes

415, etc.). En el caso del ciego Edipo hay un mayor dramatismo cuando tiene que decir estas palabras.

33 Edoneo, otro nombre de Hades.

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¡Oh, diosas infernales y fiera invencible34 de quien se tiene noticia de que, en las muy visitadas puertas, te acuestas como guardián indómito junto al Hades y gruñes desde su cueva! Yo te suplico, hijo de la Tierra y del Tártaro, que éste deje libre el paso para el extranjero que se dirige hacia las llanuras profundas de los muertos. A tí te invoco, a la que das un sueño eterno.35 Οἰδίπους Ἑρμῆς ὁ πομπὸς ἥ τε νερτέρα θεός. ὦ φῶς ἀφεγγές, πρόσθε πού ποτ᾽ ἦσθ᾽ ἐμόν, νῦν δ᾽ ἔσχατόν σου τοὐμὸν ἅπτεται δέμας. 1550 ἤδη γὰρ ἕρπω τὸν τελευταῖον βίον κρύψων παρ᾽ Ἅιδην. ἀλλά, φίλτατε ξένων, αὐτός τε χώρα θ᾽ ἥδε πρόσπολοί τε σοὶ εὐδαίμονες γένοισθε, κἀπ᾽ εὐπραξίᾳ μέμνησθέ μου θανόντος εὐτυχεῖς ἀεί. 1555 Χορός εἰ θέμις ἐστί μοι τὰν ἀφανῆ θεὸν καὶ σὲ λιταῖς σεβίζειν, ἐννυχίων ἄναξ, Αἰδωνεῦ Αἰδωνεῦ, λίσσωμαι 1560 ἄπονα μήτ᾽ ἐπὶ βαρυαχεῖ ξένον ἐξανύσαι μόρῳ τὰν παγκευθῆ κάτω νεκρῶν πλάκα καὶ Στύγιον δόμον. πολλῶν γὰρ ἂν καὶ μάταν 1565 πημάτων ἱκνουμένων πάλιν σφε δαίμων δίκαιος αὔξοι. ὦ χθόνιαι θεαὶ σῶμά τ᾽ ἀνικάτου θηρός, ὃν ἐν πύλαισι ταῖσι πολυξένοις 1570 εὐνᾶσθαι κνυζεῖσθαί τ᾽ ἐξ ἄντρων ἀδάματον φύλακα παρ᾽ Ἁίδᾳ λόγος αἰὲν ἔχει: τόν, ὦ Γᾶς παῖ καὶ Ταρτάρου, κατεύχομαι ἐν καθαρῷ βῆναι 1575 ὁρμωμένῳ νερτέρας τῷ ξένῳ νεκρῶν πλάκας: σέ τοι κικλήσκω τὸν αἰένυπνον. Edipo en Colono 1590-1625 (Un mensajero llega para contar al coro la muerte de Edipo) Mensajero: Una vez que llegó al abrupto camino sólidamente arraigado desde la tierra por broncíneos cimientos,36 se detuvo en uno de los senderos que se bifurcan, cerca de la cóncava hondanada de la roca, donde reposan los pactos de lealtad eterna entre Teseo

34 Se trata de Cerbero, que vigila la entrada al Hades. 35 Posiblemente, la divinidad a la que se refiere es Thánatos, la muerte. 36 Existía la creencia popular de que la gruta de Colono comunicaba con el mundo subterráneo.

Parece que se habían construido unas gradas artificiales para señalar la bajada.

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y Pirítoo.37 A partir de aquí, colocándose en el medio, entre la roca Toricia y el peral silvestre hueco y la tumba de piedra, se sentó. A continuación, se liberó de las mugrientas ropas, y entonces, llamando a sus hijas, les ordena que traigan de algún manantial agua para lavarse y para las libaciones. Ellas, dirigiéndose a las colinas que tienen ante sí, dedicada a Deméter, la que produce verdor en los campos, llevaron con prontitud a su padre este encargo y le arreglaron con los baños y con la ropa con que se acostumbra. Tan pronto sintió la satisfacción de que todo estaba realizado y que no quedaba ya por hacer nada de lo que deseaba, tronó Zeus infernal y las muchachas se estremecieron cuando lo oyeron y, caídas a los pies de su padre, lloraban y no dejaban de darse golpes de pecho38 ni de lamentarse continuamente. Y él, cuando oyó este repentino y amargo lamento, abrazándolas dijo: "¡Oh, hijas, no tenéis ya padre en este día! Está muerto todo lo mío y ya no tendréis que afanaros por mi alimento. Era duro, hijas, lo sé. Pero una sola palabra os redime de todas estas penalidades: no podéis haber recibido de nadie un amor mayor que de este anciano sin el cual vais a pasar desde ahora el resto de vuestra vida". De esta manera, teniéndose abrazados entre sí, todos se lamentaban entre sollozos. Cuando hubieron puesto fin a sus plañidos y ningún grite se emitía, se hizo el silencio. De repente una voz de alguien que llamaba a gritos de tal modo que a todos se nos erizan súbitamente los cabellos por el terror. Un dios le llama repetidas veces de distintas maneras: "¡Eh, a ti, a ti, Edipo! ¿A qué esperamos para marchar? Ya hace rato que hay retraso por tu parte". ἐπεὶ δ᾽ ἀφῖκτο τὸν καταρράκτην ὀδὸν 1590 χαλκοῖς βάθροισι γῆθεν ἐρριζωμένον, ἔστη κελεύθων ἐν πολυσχίστων μιᾷ, κοίλου πέλας κρατῆρος, οὗ τὰ Θησέως Περίθου τε κεῖται πίστ᾽ ἀεὶ ξυνθήματα. ἀφ᾽ οὗ μέσος στὰς τοῦ τε Θορικίου πέτρου 1595 κοίλης τ᾽ ἀχέρδου κἀπὸ λαΐνου τάφου, καθέζετ᾽: εἶτ᾽ ἔλυσε δυσπινεῖς στολάς. κἄπειτ᾽ ἀΰσας παῖδας ἠνώγει ῥυτῶν ὑδάτων ἐνεγκεῖν λουτρὰ καὶ χοάς ποθεν: τὼ δ᾽ εὐχλόου Δήμητρος εἰς προσόψιον 1600 πάγον μολοῦσαι τάσδ᾽ ἐπιστολὰς πατρὶ ταχεῖ 'πόρευσαν σῦν χρόνῳ, λουτροῖς τέ νιν ἐσθῆτί τ᾽ ἐξήσκησαν ᾗ νομίζεται. ἐπεὶ δὲ παντὸς εἶχε δρῶντος ἡδονὴν κοὐκ ἦν ἔτ᾽ οὐδὲν ἀργὸν ὧν ἐφίετο, 1605 κτύπησε μὲν Ζεὺς χθόνιος αἱ δὲ παρθένοι ῥίγησαν, ὡς ἤκουσαν: ἐς δὲ γούνατα πατρὸς πεσοῦσαι 'κλαιον οὐδ᾽ ἀνίεσαν στέρνων ἀραγμοὺς οὐδὲ παμμήκεις γόους. ὁ δ᾽ ὡς ἀκούει φθόγγον ἐξαίφνης πικρόν, 1610 πτύξας ἐπ᾽ αὐταῖς χεῖρας εἶπεν: ὦ τέκνα, οὐκ ἔστ᾽ ἔθ᾽ ὑμῖν τῇδ᾽ ἐν ἡμέρᾳ πατήρ.

37 Teseo descendió con Pirítoo, rey de los lapitas, a los infiernos para ayudarle a traerse a

Perséfone; pero ambos fueron hechos prisioneros por Hades. Más tarde, Teseo fue liberado por Heracles cuando bajó a capturar a Cerbero; pero, al ir a liberar a Pirítoo, la tierra tembló y el héroe entendió que los dioses no querían.

38 Gestos de dolor entre las mujeres griegas.

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ὄλωλε γὰρ δὴ πάντα τἀμά, κοὐκέτι τὴν δυσπόνητον ἕξετ᾽ ἀμφ᾽ ἐμοὶ τροφήν: σκληρὰν μέν, οἶδα, παῖδες: ἀλλ᾽ ἓν γὰρ μόνον 1615 τὰ πάντα λύει ταῦτ᾽ ἔπος μοχθήματα. τὸ γὰρ φιλεῖν οὐκ ἔστιν ἐξ ὅτου πλέον ἢ τοῦδε τἀνδρὸς ἔσχεθ᾽, οὗ τητώμεναι τὸ λοιπὸν ἤδη τὸν βίον διάζετον. τοιαῦτ᾽ ἐπ᾽ ἀλλήλοισιν ἀμφικείμενοι 1620 λύγδην ἔκλαιον πάντες. ὡς δὲ πρὸς τέλος γόων ἀφίκοντ᾽ οὐδ᾽ ἔτ᾽ ὠρώρει βοή, ἦν μὲν σιωπή: φθέγμα δ᾽ ἐξαίφνης τινὸς θώϋξεν αὐτόν, ὥστε πάντας ὀρθίας στῆσαι φόβῳ δείσαντας ἐξαίφνης τρίχας, 1625 Edipo en Colono 1646-1667 (Final del relato del Mensajero) Todos le oímos decir estas cosas, Acompañábamos a las muchachas derramando incesantes lágrimas. Cuando nos hubimos distanciado, al volvernos al cabo de muy poco tiempo, vimos desde allí que nuestro hombre ya no estaba presente en ninguna parte y que el rey, solo, se ponía la mano delante del rostro tapándose los ojos, como si se le hubiera mostrado una visión terrible e insoportable de ver. Poco después, no obstante, tras un corto espacio de tiempo, vemos que él, arrodillándose, adora a la vez a la tierra al Olimpo de los dioses en la misma plegaria. Pero de qué muerte pereció aquél no podría decirlo ni uno solo de los mortales excepto Teseo. No lo mató ni el rayo portador del fuego de una deidad ni un torbellino que del mar se hubiera alzado en aquel momento. Mas bien, o algún mensajero enviado por los dioses o el sombrío suelo de la tierra de los muertos le dejó paso benévolo. El hombre se fue no acompañado de gemidos y de los sufrimientos de quienes padecen dolores, sino de modo admirable, cual ningún otro de los mortales. ξύμπαντες: ἀστακτὶ δὲ σὺν ταῖς παρθένοις στένοντες ὡμαρτοῦμεν. ὡς δ᾽ ἀπήλθομεν, χρόνῳ βραχεῖ στραφέντες ἐξαπείδομεν τὸν ἄνδρα τὸν μὲν οὐδαμοῦ παρόντ᾽ ἔτι, ἄνακτα δ᾽ αὐτὸν ὀμμάτων ἐπίσκιον 1650 χεῖρ᾽ ἀντέχοντα κρατός, ὡς δεινοῦ τινος φόβου φανέντος οὐδ᾽ ἀνασχετοῦ βλέπειν. ἔπειτα μέντοι βαιὸν οὐδὲ σὺν χρόνῳ ὁρῶμεν αὐτὸν γῆν τε προσκυνοῦνθ᾽ ἅμα καὶ τὸν θεῶν Ὄλυμπον ἐν ταὐτῷ λόγῳ. 1655 μόρῳ δ᾽ ὁποίῳ κεῖνος ὤλετ᾽, οὐδ᾽ ἂν εἷς θνητῶν φράσειε, πλὴν τὸ Θησέως κάρα. οὐ γάρ τις αὐτὸν οὔτε πυρφόρος θεοῦ κεραυνὸς ἐξέπραξεν οὔτε ποντία θύελλα κινηθεῖσα τῷ τότ᾽ ἐν χρόνῳ, 1660 ἀλλ᾽ ἤ τις ἐκ θεῶν πομπὸς ἢ τὸ νερτέρων εὔνουν διαστὰν γῆς ἀλύπητον βάθρον. ἁνὴρ γὰρ οὐ στενακτὸς οὐδὲ σὺν νόσοις ἀλγεινὸς ἐξεπέμπετ᾽, ἀλλ᾽ εἴ τις βροτῶν θαυμαστός. εἰ δὲ μὴ δοκῶ φρονῶν λέγειν, 1665 οὐκ ἂν παρείμην οἷσι μὴ δοκῶ φρονεῖν.

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Eurípides, Bacantes 1075-115439 (El mensajero cuenta cómo Penteo fue castigado por Dioniso) Mensajero: Pero aún no era visto [Penteo] sentado en lo alto, cuando ya no estaba a mi vista el extranjero. Entonces, desde lo profundo del cielo una voz -al parecer de Dioniso- dio un grito: "¡Ah, jóvenes mujeres, os traigo al que intenta burlarse de vosotras y de mis ritos! ¡Castigadle ahora en venganza!" Y al tiempo que esto clamaba, en el cielo y en la tierra prendía un el fulgor de un divino fuego. Quedó en silencio el aire, y en silencio el valle boscoso retenía su fillaje, y ni siquiera se oía el gruñir de las bestias. Las mujeres, que en sus oídos habían recibido la voz sin claridad, se pusiron en pie y agitaron alerta sus cabezas. Aquél dio de nuevo la orden. Y en cuanto conocieron claramente la incitación de Baco, las hijas de Cadmo lanzáronse, tan valoces como las palomas, precipitando sus pies en unánime carrera, su madre Ágave, las hermanas de ésta, y todas las bacantes. A saltos traspasaron los torrentes del valle, y escalaban las escarpadas peñas enloquecidas por los influjos del dios. En cuanto divisaron a mi señor sentado en el abeto, comenzaron a tirarles piedras arrojadas con toda su fuerza, subiéndose a una roca que se levantaba enfrente como una torre, u le alanceaban con ramas de abeto. Otras lanzaron por el aire sus tirsos contra Penteo, blanco desgraciado. Pero no lo alcanzaban. Pues en su altura por encima del furioso ataque quedaba el infeliz, agobiado por la angustia. Al final, apoderándose de ramas de encina, desgarraban las raíces del árbol, con estas palancas sin hierro. Pero como no conseguían éxito con sus fatigas, dijo Ágave: "Venga, rodead en círculo el tronco, y arrancadlo, ménades, para que atrapemos a la fiera encaramada, que no pueda divulgar las secretas danzas en honor del dios". Ellas incontables manos aplicaron al tronco del abeto y lo desgajaron del suelo. Penteo que se sentaba en lo alto, cae desde la altura, derribado por tierra con incontables gemidos. Porque comprendía que estaba cercano a su perdición. Su madre fue la primera en iniciar, como sacerdotisa,40 el sacrificio, y se echa encima de él. Penteo se arrancó la diadema del cabello para que le conociera y no lo matara la infeliz, Ágane. Al mismo tiempo decía, acariciando su mejilla: "¡Soy yo, madre mía, yo, tu hijo! ¡Penteo, al que diste a luz en la morada de Esquión! ¡Ten piedad de mí, madre, y no vayas a matar, por culpa de tus errores, a tu propio hijo!". Pero ella echaba espuma por la boca y revolvía sus pupilas en pleno desvarío, sin pensar lo que hay que pensar. Estaba poseída por Baco, y no atendía a Penteo. Tomando con sus dos manos el brazo izquierdo, y apoyando el pie en los costados del desgraciado, le desgarró y arrancó el hombro, no con su fuerza propia, sino porque el dios había dado destreza a sus manos. Luego Ino completaba el resto de la acción, desgarrando su carne, mientras se le echaba encima Autónoe y toda la turba de bacantes. Había un griterío total; a la vez él, que gemía de dolor con todo lo que le quedaba de vida, y ellas con sus gritos de triunfo. Arrancaba una uno brazo, otra un pie con su calzado de caza,41 mientras que en el 39 Transcribimos la traducción de Bacantes realizada por C. García Gual, en Eurípides, Tragedias, Vol.

III, Madrid, Gredos, 2000 (reimpr.). 40 Porque Penteo se transforma en la víctima del sparagmós o descuartizamiento ritual. En vano

su hijo tiende su mano hacia la mejilla de Ágave, en el gesto típico del suplicante; ella, poseída por el furor báquico, presenta los signos de la locura: espuma en la boca y la mirada extraviada (como los epilépticos, según Hipócrates, De morh. sacr. 7). Para otra versión de la muerte de Penteo, muy coincidente con ésta, ver Ovidio, Met. III 710 y ss.

41 Ese calzado de caza de Penteo, que en el v. 638 resonaba amenazador, insignia de un paso varonil, lo ha conservado el alocada Penteo bajo su peplo femenil, y aquí aparece echado en lo alto con un trozo de su cuerpo, convertido en despojo de carnicero.

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descuartizamiento quedaban al desnudo sus costillas. Y todas, con las manos teñidas de sangre, se pasaban una a otra como una pelota la carne de Penteo. Ha quedado esparcido su cuerpo; un trozo al pie de las peñas abruptas y otro entre el follaje denso de la enramada del bosque. No será fácil de encontrar. Y su triste cabeza, que ha tomado su madre en las manos, después de hincarla en la punta de un tirso la lleva como si fuera la de un león salvaje, en medio de Citerón. Ha abandonado a sus hermanas junto con los coros de las ménades, y viene ufana de su infausta presa hacia el interior de este recinto, invocando a Baco, como "compañero de montería", "coautor de la caza", "el de la bella victoria". Ella, a la que dejará el dios como corona de victoria lágrimas. Ahora bien, yo me aparto de la desgracia, y me voy antes de que Ágave entre en el palacio. El ser sensato y venerar a los dioses es lo mejor. Creo que eso mismo es la más sabia adquisición que pueden administrar los mortales. Ἄγγελος ὤφθη δὲ μᾶλλον ἢ κατεῖδε μαινάδας. 1075 ὅσον γὰρ οὔπω δῆλος ἦν θάσσων ἄνω, καὶ τὸν ξένον μὲν οὐκέτ᾽ εἰσορᾶν παρῆν, ἐκ δ᾽ αἰθέρος φωνή τις, ὡς μὲν εἰκάσαι Διόνυσος, ἀνεβόησεν: Ὦ νεάνιδες, ἄγω τὸν ὑμᾶς κἀμὲ τἀμά τ᾽ ὄργια 1080 γέλων τιθέμενον: ἀλλὰ τιμωρεῖσθέ νιν. καὶ ταῦθ᾽ ἅμ᾽ ἠγόρευε καὶ πρὸς οὐρανὸν καὶ γαῖαν ἐστήριξε φῶς σεμνοῦ πυρός. σίγησε δ᾽ αἰθήρ, σῖγα δ᾽ ὕλιμος νάπη φύλλ᾽ εἶχε, θηρῶν δ᾽ οὐκ ἂν ἤκουσας βοήν. 1085 αἳ δ᾽ ὠσὶν ἠχὴν οὐ σαφῶς δεδεγμέναι ἔστησαν ὀρθαὶ καὶ διήνεγκαν κόρας. ὃ δ᾽ αὖθις ἐπεκέλευσεν: ὡς δ᾽ ἐγνώρισαν σαφῆ κελευσμὸν Βακχίου Κάδμου κόραι, ᾖξαν πελείας ὠκύτητ᾽ οὐχ ἥσσονες 1090 ποδῶν τρέχουσαι συντόνοις δραμήμασι, μήτηρ Ἀγαύη σύγγονοί θ᾽ ὁμόσποροι πᾶσαί τε βάκχαι: διὰ δὲ χειμάρρου νάπης ἀγμῶν τ᾽ ἐπήδων θεοῦ πνοαῖσιν ἐμμανεῖς. ὡς δ᾽ εἶδον ἐλάτῃ δεσπότην ἐφήμενον, 1095 πρῶτον μὲν αὐτοῦ χερμάδας κραταιβόλους ἔρριπτον, ἀντίπυργον ἐπιβᾶσαι πέτραν, ὄζοισί τ᾽ ἐλατίνοισιν ἠκοντίζετο. ἄλλαι δὲ θύρσους ἵεσαν δι᾽ αἰθέρος Πενθέως, στόχον δύστηνον: ἀλλ᾽ οὐκ ἤνυτον. 1100 κρεῖσσον γὰρ ὕψος τῆς προθυμίας ἔχων καθῆσθ᾽ ὁ τλήμων, ἀπορίᾳ λελημμένος. τέλος δὲ δρυΐνους συγκεραυνοῦσαι κλάδους ῥίζας ἀνεσπάρασσον ἀσιδήροις μοχλοῖς. ἐπεὶ δὲ μόχθων τέρματ᾽ οὐκ ἐξήνυτον, 1105 ἔλεξ᾽ Ἀγαύη: Φέρε, περιστᾶσαι κύκλῳ πτόρθου λάβεσθε, μαινάδες, τὸν ἀμβάτην θῆρ᾽ ὡς ἕλωμεν, μηδ᾽ ἀπαγγείλῃ θεοῦ χοροὺς κρυφαίους. αἳ δὲ μυρίαν χέρα προσέθεσαν ἐλάτῃ κἀξανέσπασαν χθονός: 1110 ὑψοῦ δὲ θάσσων ὑψόθεν χαμαιριφὴς πίπτει πρὸς οὖδας μυρίοις οἰμώγμασιν Πενθεύς: κακοῦ γὰρ ἐγγὺς ὢν ἐμάνθανεν.

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πρώτη δὲ μήτηρ ἦρξεν ἱερέα φόνου καὶ προσπίτνει νιν: ὃ δὲ μίτραν κόμης ἄπο 1115 ἔρριψεν, ὥς νιν γνωρίσασα μὴ κτάνοι τλήμων Ἀγαύη, καὶ λέγει, παρηίδος ψαύων: Ἐγώ τοι, μῆτερ, εἰμί, παῖς σέθεν Πενθεύς, ὃν ἔτεκες ἐν δόμοις Ἐχίονος: 1120 οἴκτιρε δ᾽ ὦ μῆτέρ με, μηδὲ ταῖς ἐμαῖς ἁμαρτίαισι παῖδα σὸν κατακτάνῃς. ἣ δ᾽ ἀφρὸν ἐξιεῖσα καὶ διαστρόφους κόρας ἑλίσσουσ᾽, οὐ φρονοῦσ᾽ ἃ χρὴ φρονεῖν, ἐκ Βακχίου κατείχετ᾽, οὐδ᾽ ἔπειθέ νιν. λαβοῦσα δ᾽ ὠλένης ἀριστερὰν χέρα, 1125 πλευραῖσιν ἀντιβᾶσα τοῦ δυσδαίμονος ἀπεσπάραξεν ὦμον, οὐχ ὑπὸ σθένους, ἀλλ᾽ ὁ θεὸς εὐμάρειαν ἐπεδίδου χεροῖν: Ἰνὼ δὲ τἀπὶ θάτερ᾽ ἐξειργάζετο, ῥηγνῦσα σάρκας, Αὐτονόη τ᾽ ὄχλος τε πᾶς 1130 ἐπεῖχε βακχῶν: ἦν δὲ πᾶσ᾽ ὁμοῦ βοή, ὃ μὲν στενάζων ὅσον ἐτύγχαν᾽ ἐμπνέων, αἳ δ᾽ ἠλάλαζον. ἔφερε δ᾽ ἣ μὲν ὠλένην, ἣ δ᾽ ἴχνος αὐταῖς ἀρβύλαις: γυμνοῦντο δὲ πλευραὶ σπαραγμοῖς: πᾶσα δ᾽ ᾑματωμένη 1135 χεῖρας διεσφαίριζε σάρκα Πενθέως. κεῖται δὲ χωρὶς σῶμα, τὸ μὲν ὑπὸ στύφλοις πέτραις, τὸ δ᾽ ὕλης ἐν βαθυξύλῳ φόβῃ, οὐ ῥᾴδιον ζήτημα: κρᾶτα δ᾽ ἄθλιον, ὅπερ λαβοῦσα τυγχάνει μήτηρ χεροῖν, 1140 πήξασ᾽ ἐπ᾽ ἄκρον θύρσον ὡς ὀρεστέρου φέρει λέοντος διὰ Κιθαιρῶνος μέσου, λιποῦσ᾽ ἀδελφὰς ἐν χοροῖσι μαινάδων. χωρεῖ δὲ θήρᾳ δυσπότμῳ γαυρουμένη τειχέων ἔσω τῶνδ᾽, ἀνακαλοῦσα Βάκχιον 1145 τὸν ξυγκύναγον, τὸν ξυνεργάτην ἄγρας, τὸν καλλίνικον, ᾧ δάκρυα νικηφορεῖ. ἐγὼ μὲν οὖν τῇδ᾽ ἐκποδὼν τῇ ξυμφορᾷ ἄπειμ᾽, Ἀγαύην πρὶν μολεῖν πρὸς δώματα. τὸ σωφρονεῖν δὲ καὶ σέβειν τὰ τῶν θεῶν 1150 κάλλιστον: οἶμαι δ᾽ αὐτὸ καὶ σοφώτατον θνητοῖσιν εἶναι κτῆμα τοῖσι χρωμένοις. Bacantes 1233-1263 (Cadmo llega dolido, trayendo partes del cuerpo de Penteo y Ágave evalúa su propia acción) Ágave: ¡Padre, bien puedes ufanarte al máximo de que engendraste unas hijas superiores en mucho a todos los humanos! A todas he aludido, pero en especial a mí, que tras abandonar en el telar mi rueca he llegado a más noble empeño: cazar fieras con mis manos; y traigo en mis brazos, como ves, estos trofeos de mi captura, para que en tu palacio se expongan colgados. Tú, padre, acéptalos en tus manos. Orgulloso por las

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presas de mi cacería invita a los amigos a una fiesta.42 ¡Pues eres dichoso, dichoso, por lo que nosotras hemos realizado! Cadmo: ¡Pena desmedida, e irresistible espectáculo, el crimen que con vuestras desgraciadas manos habéis realizado! ¡Hermosa víctima de sacrifico has ofrecido a los dioses para invitarnos al festejo a esta ciudad de Tebas y a mí! ¡Ay de mí, qué desgracias, primero tuyas, y luego mías! ¡Cómo el dios, de modo justo, pero excesivo, nos ha destruido, el soberano Bromio, que nació en nuestra familia! Ágave: ¡Qué mal genio produce en los hombres la vejez y qué oscuridad de la vista! Ojalá mi hijo fuera un excelente cazador, parecido a su madre en tales acciones, cuando en compañía de los jóvenes tebanos persigue las bestias salvajes. ¡Pero él sólo sabe combatir contra un dios! Hay que hacerle entrar en razón, padre, eso es de tu competencia. ¿Quién puede llamarle aquí ante mi presencia, para que me vea tan feliz? Cadmo: ¡Ay, ay! ¡Cuando comprendáis lo que habéis hecho, sufriréis un tremendo dolor! Pero si hasta el fin os quedáis sin pausas en el estado en que estáis, sin ser felices, al menos parecerá que evitáis la desdicha.43 Ἀγαύη πάτερ, μέγιστον κομπάσαι πάρεστί σοι, πάντων ἀρίστας θυγατέρας σπεῖραι μακρῷ θνητῶν: ἁπάσας εἶπον, ἐξόχως δ᾽ ἐμέ, 1235 ἣ τὰς παρ᾽ ἱστοῖς ἐκλιποῦσα κερκίδας ἐς μείζον᾽ ἥκω, θῆρας ἀγρεύειν χεροῖν. φέρω δ᾽ ἐν ὠλέναισιν, ὡς ὁρᾷς, τάδε λαβοῦσα τἀριστεῖα, σοῖσι πρὸς δόμοις 1240 ὡς ἀγκρεμασθῇ: σὺ δέ, πάτερ, δέξαι χεροῖν: γαυρούμενος δὲ τοῖς ἐμοῖς ἀγρεύμασιν κάλει φίλους ἐς δαῖτα: μακάριος γὰρ εἶ, μακάριος, ἡμῶν τοιάδ᾽ ἐξειργασμένων. Κάδμος ὦ πένθος οὐ μετρητὸν οὐδ᾽ οἷόν τ᾽ ἰδεῖν, φόνον ταλαίναις χερσὶν ἐξειργασμένων. 1245 καλὸν τὸ θῦμα καταβαλοῦσα δαίμοσιν ἐπὶ δαῖτα Θήβας τάσδε κἀμὲ παρακαλεῖς. οἴμοι κακῶν μὲν πρῶτα σῶν, ἔπειτ᾽ ἐμῶν: ὡς ὁ θεὸς ἡμᾶς ἐνδίκως μέν, ἀλλ᾽ ἄγαν, Βρόμιος ἄναξ ἀπώλεσ᾽ οἰκεῖος γεγώς. 1250 Ἀγαύη ὡς δύσκολον τὸ γῆρας ἀνθρώποις ἔφυ ἔν τ᾽ ὄμμασι σκυθρωπόν. εἴθε παῖς ἐμὸς εὔθηρος εἴη, μητρὸς εἰκασθεὶς τρόποις, ὅτ᾽ ἐν νεανίαισι Θηβαίοις ἅμα

42 Por tercera vez, insiste Ágave en lucir como trofeo de caza su presa. como observa J. Roux, lo

hace con diferencias de matiz según sus interlocutores: "ante las bacantes, insiste sobre el aspecto ritual de la matanza, ante los tebanos sobre el cinegético, ante Cadmo sobre su carácter honorífico para la familia".

43 El pensamiento de que la ignorancia de la desgracia la mitiga es muy propio de Eurípides, así como el preferir, con todo, a esta beatitud ilusoria la dolorosa lucidez de la verdad y la conciencia. Un fragmento de la Antíope 205 Na., reza así: "Comprendo lo que sufro y eso no es pequeño mal. Pero la inconsciencia de la propia enfermedad guarda un cierto placer, y es un beneficio en las desdichas la ignorancia".

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θηρῶν ὀριγνῷτ᾽: ἀλλὰ θεομαχεῖν μόνον 1255 οἷός τ᾽ ἐκεῖνος. νουθετητέος, πάτερ, σοὐστίν. τίς αὐτὸν δεῦρ᾽ ἂν ὄψιν εἰς ἐμὴν καλέσειεν, ὡς ἴδῃ με τὴν εὐδαίμονα; Κάδμος φεῦ φεῦ: φρονήσασαι μὲν οἷ᾽ ἐδράσατε ἀλγήσετ᾽ ἄλγος δεινόν: εἰ δὲ διὰ τέλους 1260 ἐν τῷδ᾽ ἀεὶ μενεῖτ᾽ ἐν ᾧ καθέστατε, οὐκ εὐτυχοῦσαι δόξετ᾽ οὐχὶ δυστυχεῖν.