Seis Nuevas Razones Carlos Reynoso

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Revista de Ant7qXJlogfa Seis nuevas razones 16gicas para desconfiar de Levi-Strauss La presente es una ree1aboracion de una ponencia presentada en e1 Segundo Congreso Argentino de Antropo10g'ia Social desarrollado en Buenos Aires en 1988. Con e1 correr de estos pocos ailos, se ha convertido en uno de nuestros trabajos de 10s que menos razones tenemos para arrepentirnos. Su publi- cacion en estas paginas obedece menos a1 hecho de que hasta ahora habia permanecido inedito que a 1a necesidad de iniciar una discusion sobre 1a aplicabW" dad y replicabilidad de 10s metodos. De quince ailos a esta parte, el estructuralismo no hace mas que acentuar su declive. No digamos ya en 10s Estados Unidos, donde jamas logro imponerse ca- balmente, y en donde e1 contexto academico, in- clinado entonces hacia el pragmatismo, nunca estuvo en condiciones de comprender ciertas afirmaciones 1evistraussianas demasiado sutiles, como 1a de que "los mitos se piensan a si mismos", 1a de que "existen pueblos que cultivan diferencias", sociedades que "se niegan a la historia", 0 culturas en las que "la sincronia triunfa sobre la diacronia". Tampoco digamos en este pais, en el que el libro de texto de historia antro- pologica vigente hasta hace poco habia side escrito en 1937, y en el que un conservadurismo generalizado permite tanto seguir creyendo a pies juntillas en la eficacia del analisis estructural como sostener la plena cientificidad del psicoanalisis. Pero aun consultando !as paginas de L 'Homme, el organo oficial de la prensa esoueturalista (0 post-estructuralista), es para cual- quiera evidente que el metodo se ha cristalizado hasta el grade de la quebradura y que, ya fuera del control de Levi-Strauss, ha perdido fluidez, creatividad y vero- similitud EI estructuralismo acabara colapsando, sin duda al~ guna, si es que no 10 ha hecho ya. Pasara a integrar el arc6n de 105 recuerdos antropologicos, como tantos otros metodos y teorias. La crttica que aqui sigue no tiene, ni de lejos, la intencion de propinarle un golpe de gracia. Por el contrario, y no resignandose a que el estructuralismo se extinga simplemer'lte porque paso de m6da, pretende rendirle algo asi como un tributo, inspeccionando las razones por las cuales el metodo de analisis estructura1 positivamente no funciona, pero recuperando, por via de 1a negacion, indicios para fundar alguna vez un metodo mejor. En este senti do, nuestra crltica ha de interpretarse por un lado como testimonio de un intento frustrado por ahondar en una formalizacion que e1 estructuralismo aduce como promesa, y par el otro como explicacion de los motivos de su fracaso. La heuristica positiva concomi- tante a esta crltica Oa teoria de modelos que ofrecemos como alternativa a la de Levi-Strauss) se expone en otra parte (cf. Reynoso 1990). La que aqui comenzamos a plantear no tiene nada que ver con una busqueda empirica de 10s atropellos cometidos par Levi-Strauss en el analisis espedfico de este a aquel mito, tal como la emprende, por ejemplo, Marvin Harris. Tampoco habremos de denunciar, a 1a manera de Paul Shankman, 1a contradiccion existente entre los archivos etnogrificos y las generalizaciones levistraussianas. Menos aun cuestionaremos, como 10 hace Hymes, la legitimidad moral del origen etic de las categorias estructuralistas, ni aborreceremos los textos 1evistraussianos, como 10 hace Geertz, porque estan autosellados en libros que parecen existir tras un crista!. Ninguna de estas impugnaciones demuestra, logicamente, la impropiedad del metodo, sino que mas bien presuponen en alguna medida su pertinencia: de otra manera se habrian concentrado en 10 unico que importa verdaderamente (su capacidad de funciona c miento), re1egando los improperios, 10s dictamenes subjetivos y las efusiones sentimentales alas paginas de comentario. Creemos que Levi-Strauss ha sido solida y transpa- rentemente confutado desde diversas perspectivas ya 10 largo de distintos nive1es de articulacion, y que 1as mejoras criticas que se Ie han hecho estan muy 1ejos de haber side conjuradas por 1as respuestas ironicas que * El autor es Profesor Titular de Elementos de Linguistica y Semi6tica y Profesor Adjunto de TeoMs Antropol6gicas Contemporaneas en la Carrera de Ciencias Antropo/6gicas de la Universidad de Buenos Aires. Sus investigaciones conciernen a la teOM antropoi6gica reciente, a la etnomusicologia y al disefio de programas y epistemiologias para integrar tecnicas y modelos de inte/igencia artificial a /as ciencias sociales.

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Revista de Ant7qXJlogfa

Seis nuevas razones 16gicaspara desconfiar de Levi-Strauss

La presente es una ree1aboracion de una ponenciapresentada en e1 Segundo Congreso Argentino deAntropo10g'ia Social desarrollado en Buenos Aires en1988. Con e1 correr de estos pocos ailos, se haconvertido en uno de nuestros trabajos de 10s quemenos razones tenemos para arrepentirnos. Su publi-cacion en estas paginas obedece menos a1 hecho deque hasta ahora habia permanecido inedito que a 1anecesidad de iniciar una discusion sobre 1a aplicabW"dad y replicabilidad de 10s metodos.

De quince ailos a esta parte, el estructuralismo nohace mas que acentuar su declive. No digamos ya en10s Estados Unidos, donde jamas logro imponerse ca-balmente, y en donde e1 contexto academico, in-clinado entonces hacia el pragmatismo, nunca estuvoen condiciones de comprender ciertas afirmaciones1evistraussianas demasiado sutiles, como 1a de que "losmitos se piensan a si mismos", 1a de que "existenpueblos que cultivan diferencias", sociedades que "seniegan a la historia", 0 culturas en las que "la sincroniatriunfa sobre la diacronia". Tampoco digamos en estepais, en el que el libro de texto de historia antro-pologica vigente hasta hace poco habia side escrito en1937, y en el que un conservadurismo generalizadopermite tanto seguir creyendo a pies juntillas en laeficacia del analisis estructural como sostener la plenacientificidad del psicoanalisis. Pero aun consultando!as paginas de L 'Homme, el organo oficial de la prensaesoueturalista (0 post-estructuralista), es para cual-quiera evidente que el metodo se ha cristalizado hastael grade de la quebradura y que, ya fuera del controlde Levi-Strauss, ha perdido fluidez, creatividad y vero-similitud

EI estructuralismo acabara colapsando, sin duda al~guna, si es que no 10 ha hecho ya. Pasara a integrar elarc6n de 105 recuerdos antropologicos, como tantosotros metodos y teorias. La crttica que aqui sigue notiene, ni de lejos, la intencion de propinarle un golpe

de gracia. Por el contrario, y no resignandose a que elestructuralismo se extinga simplemer'lte porque pasode m6da, pretende rendirle algo asi como un tributo,inspeccionando las razones por las cuales el metodo deanalisis estructura1 positivamente no funciona, perorecuperando, por via de 1a negacion, indicios parafundar alguna vez un metodo mejor. En este senti do,nuestra crltica ha de interpretarse por un lado comotestimonio de un intento frustrado por ahondar en unaformalizacion que e1 estructuralismo aduce comopromesa, y par el otro como explicacion de losmotivos de su fracaso. La heuristica positiva concomi-tante a esta crltica Oa teoria de modelos que ofrecemoscomo alternativa a la de Levi-Strauss) se expone en otraparte (cf. Reynoso 1990).

La que aqui comenzamos a plantear no tiene nadaque ver con una busqueda empirica de 10s atropelloscometidos par Levi-Strauss en el analisis espedfico deeste a aquel mito, tal como la emprende, por ejemplo,Marvin Harris. Tampoco habremos de denunciar, a 1amanera de Paul Shankman, 1a contradiccion existenteentre los archivos etnogrificos y las generalizacioneslevistraussianas. Menos aun cuestionaremos, como 10hace Hymes, la legitimidad moral del origen etic de lascategorias estructuralistas, ni aborreceremos los textos1evistraussianos, como 10 hace Geertz, porque estanautosellados en libros que parecen existir tras uncrista!. Ninguna de estas impugnaciones demuestra,logicamente, la impropiedad del metodo, sino que masbien presuponen en alguna medida su pertinencia: deotra manera se habrian concentrado en 10 unico queimporta verdaderamente (su capacidad de funcionac

miento), re1egando los improperios, 10s dictamenessubjetivos y las efusiones sentimentales alas paginasde comentario.

Creemos que Levi-Strauss ha sido solida y transpa-rentemente confutado desde diversas perspectivas y a10 largo de distintos nive1es de articulacion, y que 1asmejoras criticas que se Ie han hecho estan muy 1ejos dehaber side conjuradas por 1as respuestas ironicas que

* El autor es Profesor Titular de Elementos de Linguistica y Semi6tica y Profesor Adjunto de TeoMs Antropol6gicasContemporaneas en la Carrera de Ciencias Antropo/6gicas de la Universidad de Buenos Aires. Sus investigaciones conciernena la teOM antropoi6gica reciente, a la etnomusicologia y al disefio de programas y epistemiologias para integrar tecnicas ymodelos de inte/igencia artificial a /as ciencias sociales.

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el amontona al final de El Hombre Desnudo. Pero sepodna decir que, dado que se ignora cual es la masade refutaci6n que puede soportar una idea sin desmo-ronarse y dado que la evidenda acumulada en sucontra es circunstancial, esas mejores criticas carcomenel metodo sin desarticularloj decidir si este sigue 0 notodavia en pie ala luz de 10 que se ha dicho es aun unacuesti6n opinable.

Esta constataci6n es, sin embargo, del todo mar~ginal respecto de 10 que aqu1 se proyecta. No se trataahora de emprender otra critica mas 0 menos ideolo-gizada en contra de una teor1a, sino de concretar desdedentro de ella la puesta en crisis de una actitudmetodol6gica que lleva, en ultimo analisis, a un juegointelectual, mal planteado inc1uso como puro juego, yque es susceptible todav1a de lograr aceptaci6n comomodelo especulativo y como concepci6n ludica de ladisciplina, mas alla de Levi-Strauss y mas aHa delestructuralismo como tal.

Por dicha raz6n no se apunta en la cr1tica sub-siguiente al estructuralismo como idealidad 0 comome to do potencialmente satisfactorio, a un estructura-lismo como podr1a haber sido 0 como se decanta de loshallazgos mas logrados de- los estructuralistas masbrillantes, sino a 10 que el metodo ha llegado a ser enel momenta de c1ausura de las Mito16gicas: una especiede filosofia heterogenea que esgrime el rigor de lasmatematicas, pero que opera y sobrevive gradas a laambigtiedad de la ret6rica.

Aqu1 se va a cuestionar el metodo en 10 queconstituye su fundamento y su condicionalidad: asaber, su isomorfismo 0 su equivalencia con otros tiposde analisis que integrarian con el una c1ase trans disci-plinaria. Gran parte del esquema estructuralista de-pende, a la larga, de una constanda semantica quepermite remitirlo, superponerlo, proyectarlo hacia otrosmarcos de referenda (la Teona de la informaci6n, la delas Categonas, la de la Comunicaci6n, la Cibernetica,el algebra de grupos, la fonologia estructural, lasemiologia) cuya encarnaci6n antropo16gica y cuya in-tegraci6n sistematica el estructuralismo levistraussianopresume ser.

A manera de ejemplificaci6n global de nuestrocuestionamiento, resulta oportuno evocar la iguala-ci6n entre el intercambio de mujeres y el intercambiode signos y mensajes que Levi-Strauss plantea primeroen Las Estructuras Elementales del Parentesco y luegoen la Antropologia Estructural 0985;1973:51-73). Noes diflcil darse cuenta que el "sistema comunicacional"que en esos casos se postula es por completo ilusorio:el "mensaje" de la mujer intercambiada Centropia pura,por no portar informaci6n) no resulta de la conca-tenaci6n de elementos diferenciales, remitentes a suvez a un c6digo de significaci ones, ni discurre por uncanalligado a una modalidad corporal de percepci6n,ni comporta significado traducible alguno, ni esta entanto signo "en lugar de otra cosa" que no sea ella

misma en el proceso concreto 0 material de su inter-cambio.

EI intercambio de mujeres, en consecuencia, noostenta el menor isomorfismo con nada de 10 quedefine basicamente un circuito y un fen6meno decomunicaci6n, por 10 que corresponde poner en telade juicio el establecimiento levistraussiano del simil atitulo de recurso heuristico, asi como las consecuenciasy explicaciones que su metifora permite deducirCd.Reynoso 1986a). Si bien Levi-Strauss es dueno, porsupuesto, de llamar "comunicacional" a su modelo,este calificativo por s1 solo no otorga el derechometodo16gico de usurpar el prestigio de y de extra po-lar consideraciones desde una Teoria de la Comunica-ci6n que jamas podria aceptar el intercambio demujeres como objeto propio, ni reconocer en el lasformas que rigen la organizaci6n de su paradigma,como no sea un difuso aire de familia.

E1 error levistraussiano que este ejemplo tipificapertenece a la familia de sofismas que podriamosllamar, colectivamente, inadecuaciones formales,contrapuestas alas equivocadones de hecho. Lasinadecuadones formales constituyen una c1ase elusivae insidiosa que recubre, como habra de verse, aspectostan variopintos como el transito de atributos entreconceptos que deberian poseer una significaci6n aparte,el despliegue de categorias anallticas 0 metaf6ricassistematicamente incorrectas y el uso ~tichista deimagenes de las ciencias duras en contextos operativosque no han satisfecho los requisitos minimos de lasensatez metodol6gica.

Practicando un afinamiento de detalle, modifi-cando la escala, centraremos ahora nuestra critica en laconstituci6n de seis definiciones levistraussianas (la de"oposici6n binaria", la de "c6digo", la de "estructura",la de "sistema", la de "grupo de transformaci6n" y la de"modelo"), para luego revisar la aceptabilidad de lasconc1usiones que deriva de su juego redproco.

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Revista de Antropologfa

Es ostensible que bajo la categoda camtin de"oposici6n binaria", Levi-Strauss subsume toda unaserie de relaciones y operaciones que no son en SIopositivas, a que por 10menos no 10son en igual gradoy en el mismo sentido: tales sedan, entre otras, ladiferencia, la ausencia, la negaci6n, la simetda, laasirnetda, la inversi6n, la enantiosis, la transformaci6n,la permutaci6n, el cambia de valencia. Los criticos quehan sabido advertir esta ambiguedad inicial (Burridge1967; Douglas 1%7; Wilden 1979; Greimas 1971), paruna u otra raz6n, siempre han declinado u olvidadoexaminar sus consecuencias.

La concreto es que, desde una 6ptica rigurosa-mente 16gica a matematica, todas las operacionesenumeradas son irreductibles. Su simple inventariotrasluce la imposibilidad de establecer entre ellas uncomtin denominador formal; algunas ataiien a con-tradicciones radicales, otras a diferencias de enclave a10largo de un continuum anal6gico, otras a modula-dones discretas, otras a polaridades, otras a transi-ciones de Hmites y otras mas a diferenciaciones filo-geneticas. Pese a la declamada dependencia levistraus-siana de la lingiilstica, las oposiciones y diferencias queproliferan no estan siquiera acotadas gramaticalmente;todo puede en principio operar como termino oposi-rivo: sucesos, cosas, cualidades.

Cuando al inaugurar el metoda analizando el mitode Edipo, Levi-Strauss equipara la "sobreestimaci6n" yla 'subestimaci6n" de los lazos de parentesco par unapane can la "afirmaci6n" y la "negaci6n" de la autoc-toelia del hombre par otra, 10 que hace es postular laequivalencia relacional entre una diferencia "anaI6-gica" de grado y una dicotomla "digital" y "binaria" queimplica una diferencia de naturaleza (d. Levi-Strauss1973:194-195). La expresi6n cuasimatematica que nosdice que la sobreestimaci6n de X es a la subestimaci6n

de X 10 que la afirmacion de Y es a la negaci6n de Yes doblemente err6nea.

Por un lado, el Hmite entre una afirmaci6n y unanegaci6n es categ6rico, taxativo, y se dispone segtinuna jerarqula de tipificaci6n 16gica bien analizada:negar es negar una afirmaci6n. La transici6n entreestimar mucho y poco, en cambia, pudiera ser infini-tamente matizada, y entre ambos palos, estirables encualquier direcci6n, mediarla una zona difuminada deindiferencia 0 incertidumbre. En 10 que respecta a latipficaci6n 16gica,sobreestimar y subestimar no se es-calonan en una jerarqula: mientras que si se niega unaafirmaci6n, no se subestima 10 que se sobreestima.

Par otra parte, para validar la expresi6n relacionalsabre la que Levi-Strauss va construyendo sus estruc-turas seria preciso que los objetos respectivos de todoslos terminos tambien se acoma den en una relaci6nbien opositiva, bien de identidad, 10que rotundamenteno es el caso. Levi-Strauss, empero, equipara ambasrelaciones. Todo su estructuralismo se origina en estafalacia, y sigue adelante a traves de decisiones delmismo jaez.

La violencia que aSIse ejerce sabre el objeto no esconsonante, par cierto, can la expresi6n algebraicamediante la que el analisis nos habla de su exactitud.Una exactitud espuria, nada renuente a proponeroperaciones tanto 0 mas absurdas que la multiplica-ci6n de conejos por manzanas. De aqul en mas, laslntesis formal del mito, en presuntuosa notaci6nmatematica, no hace sino encubrir el caracter intuitivoy arbitrario de la 16gica en base a la cual funciona.

Lo mas importante (y 10 que Levi-Strauss tampocoadvierte) es que las oposiciones que el encuentra no sedan espontaneamente en el objeto como producto ahuella de "una caractedstica universal de la mentehumana", sino que surgen en la interpretaci6n comopropiedad espedfica e inevitable de la naturaleza delanalisis que se practica. Hitler y Schweitzer no sonopuestos, a menos que el analista estipule cual es elcriterio en base al cual se los contempla. No existen,contrariamente a 10 que muchos sostienen, contextosu objetos directamente "anaI6gicos" ni naturalmente"binarios" 0 "digitales". Existe, sl, un principia, desa-rrollado como fundamento mismo de la informaticaque afirma que todo contexto a conjunto de casas e~mediata 0 inmediatamente binarlzable.

Esto significa que, dado un complejo a conjunto decosas a clasificar, es posible siempre encontrar unsistema de codificaci6n que otorgue una categorladiferencial de base binaria a cada uno de sus elemen-tos. No existe tampoco limite alguno para el ntimero desistemas de codificaci6n que se puede construir sabreeste principio: en informatica, sin ir mas lejos, seutilizan corrientemente dos c6digos binarios distintosde caracteres, llamados ASCIIy EBCDIC. Mas atin, laposibilidad de encontrar siempre un factor, compo-nente semantica 0 eje opositivo no configura una mis-

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teriosa propiedad de las cosas que aparece con mayorvitalidad en algunos fen6menos que en otros, sino,apenas, un coroiilrio trivial del criterio 16gico de laidentidad y de las formas posibles dedefinir, construiro trazar la diferencia.

En terminos de binarizaci6n en el sentido in-formatico, no ex'isten tampoco cosas tales como"oposiciones" binarias entre dos entidades que confor-man el inventario de un c6digo, sino solamentediferencias identicamente arbitrarias. En un c6digobinario sobre unalfabeto 0 conjunto de mas de doselementos no ha1f)e~tidades opuestas privilegiadas;todas las diferencH1sson iguales. El sistema binario denumeraci6n estaasociado alas mismas operacionesque los demas sist~mas numericos. Lo cual implica, depaso, que no hay lugar en las matematicas para la"oposici6n" binaria; esta no es ni siquiera una opera-ci6n matematica que alguien haya definido alguna vez.

Ahora bien, sea como sea, Levi-Strauss encuentra,especialmente en sus Mito16gicas, toda una serie deoposiciones, tanto plausibles como excesivas, que Iepermiten de alg(In modo cerrar un drculo en tomo deun inmenso corpus, que de inmediato se constituyecomo sistema. El cierre de este drculo, admitiendocontra toda evidencia que las oposiciones haBadas porel en realidad sean tales, sera oportunamente cues-tionado mas adelante. Lo que ahora importa es desta-car que en el analisis estructural, estas operaciones,que ya sabemos heter6clitas, no obedecen a una 16gicaque delimite a priori 0 formalmente cuales han de serlos ejes opositivos, sino que estos se van multiplicandocon forme alas necesidades y como producto delanalisis mismo.

Tenemos entonces que la naturaleza del conjuntode los ejes que determinan las oposiciones admisiblesy que punruan los contextos no es sintetica, ni estruc-turada, ni sistematica, sino analltica, contingente y aposteriori. Esto implica que un personaje mitico,supongamos, de sexo var6n y edad avanzada, puede"oponerse" tanto a una mujer, como a un joven, unanina, una anciana, un animal, un objeto inanimado,segiin el eje de articulaci6n que se escoja con arregloa la conveniencia del momento. Esto implica tambienni mas ni menos que la disoluci6n del metodo, unainstancia ya advertida entre otras por Morris Freilich0975:207-208).

El cuadro siguiente ilustra una pequena muestra alazar de oposiciones levistraussianas. En el puedenobservarse categorias contingentes de la historia in-telectual de nuestra civilizaci6n y por 10tanto dudosa-mente activas en un contexto etnografico: naturaleza/cultura, estricto/figurado, activo/pasivo, animal/hu-mano. Algunas categorias opositivas tienen que vercon diferencias de naturaleza (mortal, no morta!), otrascon diferencias circunstanciales en procesos dclicosde fases Ouna Bena, luna nueva) y as! sucesivamente.

Revista de Anrropologfa

Vegetariano Carnivoro Cima Fondo

Cocido Crudo Arriba AbajoAnimal Humano Iluvia Manantial

Naturaleza Cultura D1a Noche

Colaboraci6n Antagonismo Luna llena Luna nuevaMortal No mortal Humedo Seco

Fresco Rancio Crudo Podrido

Tierra Agua Aire Tierra

Despiadado Compadecido Compatriota Extraiio

Sano Venenoso Dulce Empalagoso

Flojo Fuerte Dulce AmargoMalo Bueno Fermentado No fermentado

Puro Diluido Estrieto FiguradoActivo Pasivo Agente Paciente

Caer Saltar Luminoso Oscuro

Sobre fundamentos semejantes no hay, en rigor, unmetodo, por cuanto las oposiciones pueden plantearsea partir de un comienzo escogido de cualquier refe-rente, de cualquier atributo y de cualquier acci6n, ysobre e.ltipo yel tamano de diferencia que a uno se Ieocurra. Diez minutos de reflexi6n bastan para advertirque, no existiendo una pauta para la selecci6n de lossucesivos ejes, el encadenamiento de las oposicionespuede establecerse aiin en el caso de que en el mito aanalizar no se haga referencia a nada especialmentesignificativo (Cf.Reynoso 1985). Sea cual fuere elevento, cualidad 0 fen6meno que aparezca en unainstancia narrativa cualquiera, a la que llamaremos A,el solo hecho de que por un tiempo no vuelva arepetirse genera espontaneamente una "oposici6n",no-A; es analtticamente posible, en consecuencia,definir oposiciones binarias segiin se quiera en puntosdel relato escogidos al azar. Tambien es palpable quelas oposiciones que pueden identificarse depende dela forma en que se narre un evento, cuesti6n que eseliminada del horizonte de problemas decretando quetodas las versiones de un mito (incluso la parafrasis 0el resumen del analista) son igualmente validas.

La generaci6n no reglada del conjunto de los ejeslos hace parecerse a otras entidades te6ricas multipli-cativas y no acotadas, como los "instintos" y las "pul-siones" de la antigua psicologia, 0 como las "necesi-dades" del funcionalismo. Resulta ir6nico que hayasido el propio Levi-Strauss el crttico mas agudo de estetipo de categorias ad hoc, siendo que a el mismo losejes opositivos, y con ellos las probabilidades de darcon una relaci6n plausible, se Ie multiplican entre losdedos como se multiplican los panes en el Evangelio.Como veremos luego, Levi-Straussni siquiera aprovechala potencialidad de los contextos que recorre para sucodificaci6n binaria, puesto que ni remotamente llevaa cabo, ni mucho menos descubre, nada que separezca a una codificaci6n.

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Hacemos notar que, entre otras maniobras, Levi-Strauss se 1asingenia para escindir 1aanalitica del mito(e1aborada en 1a etno10gia de 1as Mito16gieas) de 1aanalltica de las clasificaciones (ejemplificada en 1asetnografias que nutren ElPensarniento Salvaje), cuando5010 esta iiltima podria servir de base empirica parasustentar a aquella. Desembarazado de 1amo1estia de105 insumos ernie, se siente libre para decretar por suOJeD.ta males son 1as oposiciones pertinentes.

Dejemos por ahora de 1ado que Levi-Strauss insti-tuya sus oposiciones arbitrariamente, siendo que exis-ten procedimientos axiomaticos para deslindar estetipo de diferenciaciones (en ciertos dominios) conplena anuencia ernie, como ser el analisis componen-ci.a1. ,Podemos seguir sostenie.ndo, a 1a 1uz de 10expuesto, que el binarismo conforma un fundamentoactivo y operante en 10s productos etnograficos? MasalIa de 1aimprobabilidad intrinseca de este argumento,el testimonio antropo16gico indica rotundamente queno.

Hoy en dia se dispone de una amplisima evidencia,aportada por 1aAntropo10gia Cognitiva, respecto a que1as oposiciones binarias no alcanzan a explicar 10sdiferentes sistemas de clasificaci6n que se encuentranen 1as distintas cu1turas. Los .llamados "paradigmasortogona1es" y 10s "arboles perfectos" (que serian 1asmacroestructuras 16gicas de 1aclasificaci6n que con fir-marian 1a actuaci6n de diferenciaciones binarias con-secutivas en un dominio componencia1 dado) son,como se ha demostrado hasta e1 hartazgo,empiricamente raras (cf. Kay 1966; Wallace y Atkins1960; Perchonock y Werner 1969). Las pocas que sehan presentado en publicaciones especializadas son,resue1tamente, mas un producto de 1a manipu1aci6nacademica que de 1a actividad conceptual de 10spueblos etnograficos.

Vamos a hacer un esfuerzo por poner entreparentesis, como dicen algunos, el hecho de que Levi-Strauss, en su obsesi6n por 1as oposiciones, no seaconsecuente en todo momenta con 10s estatutos queeI mismo se fija. En 10s mitos 530 y 531, por ejemplo,el heroe es "sa1vado por arriba" mediante una canasta

que Ie alcanzan 1asmuchachas-mariposa, seres inocen-tes que han vo1ado hasta e1jen 10s mitos 7 a 12, que seoponen a aquellos, e1heroe es rescatado porun jaguar,animal temib1e que se desliza por e1 suelo. Es pues"sa1vado por abajo", siendo que para preservar laparsimonia de las inversiones y de acuerdo con 1asreglas del juego, hubiera sido menester no que se 10ayudara, sino que se Ie agrediera, como salta a la vista:

A riesgo de que estallen, incluiremos ademas entre108parentesis, junto a mil transgresiones como esta, 1asinterpretaciones 1evistraussianas (no precisamenteesporadicas) que 1indan con el ridiculo: antes quenada, la que contra pone 10s ojos a 10s excrementos,bajo e1pretexto de que 10s ojos no se pueden moverde su lugar, mientras que 10sexcrementos se mueven ...inevitablemente 0968: 192).

Las "oposiciones" 1evistraussianas se pueden cues-tionar, empero, en sentidos mucho mas fundamenta1esque e1anecd6tico. Aun suponiendo 1apertinencia y lacorrecd6n algebraica de 1as oposiciones que se des-cubren, 1asmismas no nos dirian nada acerca de unaintencionalidad 0 de un principio generador subya-cente: incluso si el mito no fuese mas que glosolalia, 0incluso si sus terminos se generaran a1eatoria 0estocasticamente, vo1verian a presentarse siempre 1asmismas pautas: porque no es e1discurso, ni e1objeto,ni e1espiritu, ni el1enguaje e1que las produce, sino e1analisis el que las segrega.

Ni siquiera puede decirse que e1 pensamientosa1vaje, en su producci6n mitica, resulte privilegiadoen cuanto al numero 0 al estilo de las oposiciones quemuestra: el mismo patr6n reaparece, en efecto, en 1apoesia decadentista del simbolismo Frances segunJames Boon (976), en 10s suenos, tanto etnograficoscomo occidentales, segun Adam Kuper (979), en todoe1Antiguo Testamento bfulico segun Andriolo (1973,1981), Freilich (975), Jacobs (976) y Peck (968), en

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e1vestuario burgues seg(In Marshall Sahlins 0980:210-254), y hasta en e1 teatro griego preclasico segun Levi-Strauss, porque el mito de Edipo resu1t6 no sertampoco un mito.

Como bien dice Rubio Carracedo, "indudab1e-mente, Levi-Strauss fuerza 1as oposiciones donde s610existen diferencias. E1mismo parece tener concienciade ello, pero e1 metodo binario Ie obliga L..l a instituiresta fa1sa uniformidad" 0976:205,242). Marvin Harris,por su parte, expresa que el producto de estasoperaciones"puede consistir en cualquier cosa queguarde un vago parecido con una 'oposici6n'" y que eIhallazgo de estas oposiciones s610 requiere "una pizcade ingenio" 0982: 191). Aqui no hemos hecho otra cosaque imponer una envo1tura algo mas formal a estosinevitables juicios, que desde ya compartimos.

Levi-Strauss suele hablar de "c6digos" con la mastranquila indiferencia respecto del nivel de tipificaci6nen el que supuestamente los c6digos se despliegan.Violentada ella misma por una multitud de simileslinglilstico, semiol6gicos y comunicacionales, la cate-goda estructuralista de "c6digo" se presenta entonces,indistintamente, haciendo referencia a una muche-dumbre incoordinada de cosas. Tenemos asi tanto un"c6digo binario" como un "c6digo culinario", uno "me-teorol6gico", uno "sensible", uno "botanico", uno"ritual" y hasta uno "filos6fico", que a veces se compor-tan buscando interre1acionarse y otras resaltando susidiosincracias.

La pregunta eS:iDeterminan, acaso, las oposicionesbin arias el indicio 0 e1 testimonio de la actuaci6n de unc6digo? iSon dichas oposiciones, sin mas, el c6digo?iExiste, entre 10s hechos sacados ala luz par laanalltica1evistraussiana, algo asi como un c6digo, binario,poliva1ente 0 10 que fuere? iEs este c6digo especifi-cable a traves de paut~s emic 0 etic de codificaci6n?

Aclaremos que la 16gica seg(In la cual se rige, porejemplo, la Tearia de la Informaci6n, dificilmenteadmitiria entidades tales como un "c6digo culinario",en el sentido que Ie atribuye Levi-Strauss, y que quizasea mas propiamente el de "gramatica"; hablada masbien de contextos 0 dominios a los que se aplica unc6digo de transformaciones, y que en conjunto pueden(0 no) constituir un sistema en el que los diferentesambitos son sometidos a conversiones equivalentes decodificaci6n, a traves quiza de una serie de metarreglasatinentes a la especificidad de cada uno. Esta precisi6nes, sin embargo, a 1a esca1a de 1a indeterminaci6nlevistraussiana. comparativamente preciosista.

Piensese en 10que es, intuitivamente, un verdaderoc6digo, como ser el Morse: una tabla de equivalenciasentre pares de termin05; 0 mejor, un conjunto noredundante y exhaustivo de feglas de transformaci6n,que son por un 1ado univocas y por el otro reversibles.Es factible, en consecuencia, tanto encodificar comodescodificar, y tambiCn, si se quiere, transcodificar,pasar de un c6digo a otro, en 1a medida en que existaun metac6digo. Las reglas de transformaci6n suponen,ademas ser exhaustivas para cada dominio dado: lacodificaci6n opera siempre sin incertidumbre y sinresiduo. Los c6dig05, por Ultimo, se mueven hacia 0desde e1 sentido, aunque a veces, como en el Morse,no lleguen direetamente a eL

En e1 caso del celebre c6digo binario 1evistraus-siano, 10 que se suscita no es en realidad un procesode codificaci6n, sino mas rigurosamente uno de impu-taci6n clasificatoria. No se oponen, pongamos parcaso, 1a carne y 105 atuend05 como tales, sino como"naturaleza" y "cu1tura-, respectivamente. Con eStaprescriptiva no se determina c6mo se reescribe unaentidad siguiendo !as regIas de reescritura del c6digo(Ias que por otra parte variarian de acuerdo con el ejese1eccionado), sino que se enuncia solamente a queclase dicha entidad pertenece. Esta pertenencia sederiva, por aiiadidura, de !as clases que anallticamentehace falta oponer en un momento dado.

Siendo que este procedimiento de imputaci6n, unavez cumplido, no es unlvoca y directamente reversible,no cabe hab1ar en absoluto de haber concretado unacodificaci6n, ni de haber demostrado 1a actuaci6n deun c6digo inherente a1 fen6meno. Puesto que uno de10s terminos de la presunta codificaci6n levistraussianaataiie a especimenes, personajes 0 indiviuos, en tantoque la adscripci6n analltica que se Ie apareja ataiie aclases de contenido innumerable, no existe la menoresperanza de deducir inequivocamente, partiendo deesta adscripci6n, 1a identidad de los referentes miticosoriginarios.

Es conmovedar que haya side e1 propio Levi-Strauss quien reprochara a Propp que el analisis queeste auspiciaba permitia ir "de 10 concreto a 10 abs-tracto", pero no volver "de 10 abstracto a 10 concreto"0979:128-131); como metod610go, Levi-Strauss in-

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curre, en su discurso fallido sobre los c6digos, en elrnismo tipo de extravio formalista que habia proscriptoen su papel de critico. AI confundir el c6digo con laclase, el tambien "aniquila su objeto". La clasificaci6nencubierta que el practica es en ultima instancia unprocedimiento infalibleque siempre encontrara suresoluci6n: la famosa "prueba de Cantor" demuestra,matematicamente, que existen mas clases de cosas quecasas rnismasen un genero dado, no importa que estassean 0 no finitas.

Proponemos una prueba que avalara esta aserd6n:imagfuese un par de objetos, atributos 0 acdonescualesquiera. Siempre, absolutamente siempre, esposible imaginar una forma de adscribir aclasesopuestas algunas de sus cu~lidades, conductas 0aspectos respectivos. Esta peculiaridad no tiene nadaque ver con la naturaleza idiosincratica de la mentali-dad salvaje, con pensamientos ligados a 10 concreto,con la temperatura sodal 0 con la estructura carac-teristicade los mitos. Se trata, apenas, de un efecto bienconoddo de la l6gica de clases. No hay Hmitepara elnumero de clases a las que podamos imputar clasifica-toriamente un objeto. La ret6rica de la adscripd6n declases trabaja asi, inadvertidamente, con un ampliomargen de probalilidades a su favor. Los c6digosverdaderos, sin embargo, siempre alardeados peronunca estableddos, brillan aqui por su ausencia.

AIcontrario de 10que Levi-Straussparece presumir,el conjunto de las oposidones, aun suponiendo que setrate de un conjunto acotado (que claramente no 10es),no se traza, ni revela, ni constituye una "estructura".Sem:intica y epistemo16gicamente, esta es quiza laparadoja mas chocante: he aqui que estamos ante unestructuralismo que no ha podido determinar, en eluniverso de 10que analiza, ninguna estructura recono-cible como tal conforme a cualquier definici6n vigente.

Reden puede hablarse de estructura a partir de unpatr6n 0 de una disposici6n posidonal determinada,ya se trate de una disposid6n estable 0 de un estadoen una serie de metamorfosis, ya se conciba la estruc-tura como un ente observable 0 un constructo concep-tual. El estructuralismo levistraussiano no ha esta-bleddo jamas 10 que los autores de habla inglesallaman un pattern, una pauta, una configuraci6n, unaestructura; en toda su busqueda no ha elucidado nuncani el mas vago perfil de una forma; cuando mucha, hadesenvuelto una secuenda de oposiciones al azar, sincomienzo, sin fin, y sin una regIa que precise losenclaves de sus articulaciones, su conformaci6njerarquica y sus Hmites.Todas las figur,ascomplejas enque abunda la imagineria levistraussiana (hexagonos,triangulos culinarios, figuras volumetricas y polidi-mensionales) s6lo poseen como relaciones hasta ciertopunto fundadas alguna que otra diagonal 0 bisectriz encuyos extremos se acomodan las oposiciones; todoslos demas elementos estructurantes de la geometria(aristas, lados, angulaciones) son aiiadiduras que noresponden a ningun analisis real.

Aunque. las oposiciones no se hubieran reveladoinvalidas, el sistema no pasa de ser un amontona-miento. No puede haber estructura sin morfologia. Nopuede haber estructura careciendo, como se carece, deun punto de partida Hmpido para trazar las oposi-dones, ni siendo el final del analisis tan impredecibleque puede sobrevenir en el mismo mito 0 mil mitosdespues. No puede haber estructura tampoco si lasoposiciones se apoderan del metodo, despedazandoprimero el mito en sus partkulas en una anaHticaqueno tiene como contrapartida una sintesis ordenadoraque recomponga sus objetos.

En otras palabras, y como corolario: Si considera-mos legltimo codificar 0 mas bien imputar cada ele-mento del mitocomo integrante de una clasecualquiera,a condici6n de hallar en el corpus un opuesto plausiblede esa misma clase, las estructuras arbitrarias 0 iluso-rias que se pueden imponer al sistema son,matematicamente, infinitas. Su significaci6n objetivaes, por consiguiente, nula.

Lasunicas estructuras a la vista son las que presen-tan, tauto16gicamente, los propios mitos al ser repro-ducidos 0 el propio analisis mientras se desenvuelve.En todo caso, las reladones planteadas por Levi-Strauss no hacen menci6n a situaciones 0 entidadesgenuinamente posicionales, sino a instancias semanti-cas que, una vez introducidas para·motivar la oposi-d6n, se escamotean con prisa y disimulo. Las rela-ciones por el halladas no son, en otras palabras,reladones opo'sitivas entre momentos 0 categoriassintictica, sino oposiciones entre significados quecontradicen las premisas del metodo. Elanalisis deLevi-Straussno es estructuralista en sentido estricto,pues siempre es el significado denotativo 0 connota-tivo de los terminos (y no su situaci6n relacional

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abstracta) 10que sirve de criterio para la manipulaci6na que se los somete.

En el estructuralismo de Levi-Strauss,en fin, no haylugar para las estructuras. Losmitos se derivan a partirde una operaci6n Oaoposici6n binaria) que, alvolversesobre si misma, es incapaz de generar una sucesi6nsintagmatica 0 de engendrar superficies y volumenesideacionales. Al no existir un canon estructural enpleno sentido (esto es, un inventario sintagmatico deelementos secuencialmente dispuestos), no hay posi-bilidad de engendrar una mitologl'aa partir del unicoprincipio de desarrollo que aportan las oposicionesbinarias. EIestructuralismo no devela, en suma, cual esla estructura sintiicticaml'nimadefinitoria del mito, quehace posible, operando sobre ella, generar toda lamitologl'ay dar pie a todo el analisis.

Seg6n cualquier definici6n admisible, un sistema esun conjunto de elementos interrelacionados, de unmodo tal que una transformaci6n operada sobre unode ellosocasiona transformacionesconcomitantes sobreotros elementos. Teniendo en cuenta la magnitud delsistema indagado por Levi-Strauss y siendo que elcurso de las oposiciones y transiciones de ejes oposi-tivos es indecidible, el hecho de haber logrado cerrarel mismoun drculo de transformaciones, relacionandotodo con todo, s610puede ser fruto de una manipula-ci6n intencional 0 de un milagro. Pero no hay necesi-dad de ser suspicaz: en realidad no hay tal sistema.

Dejemos de lado que la clausura del cicio seaincompatible con la dinamica y la continuidad de lamitopoesis: ninguna dttgresi6n ingeniosa sobre dia-cronl'a y sincronl'a es capaz de anular esta antl'tesis,ning6n rodeo ret6rico puede esconder la certeza deque los mitos viven, se transforman y mueren en eltiempo. Dejemos tambien de lado la sospechosacasualidad de que en las Mitol6gicas no subsistan"medias oposiciones" no resueltas, como si nuncahubiera habido historia, como si mitologlas enteras nohubieran desaparecido junto con sus mitopoetas. Loque ahora nos mueve es dejar sentada la convicci6n deque, para que una oposici6n binaria tenga sentido 0credibilidad, deberl'a resolverse en el interior de unmismo cuerpo de fen6menos, en el seno de un mismoconjunto cultural 0 en el marco de una tradici6ncomprobable.

Recordemos que al principio, cuando Levi-Straussestaba abocado apromocionar!as bondades delmetodo,el drculo de las oposidones se cerraba incluso en elambito de un solo mito: el analisis de Edipo es, en estesentido, representativo de una concepci6n mas sana,mas vigorosa y mas controlada que el de la metaflsicadifusionista que invade el metodo a partir del tercervolumen de las Mitol6gicas, donde no s610 todos los

tiempos devienen contemporaneos, sino que todas lasdistandas se tornan contiguas.

Desde EIOrigen de la Maneras de Mesa, en efecto,Levi-Straussse siente autorizado a cancelar las oposi-dones pendientes del mito bororo que toma comopunto de partida, por medio de correspondenciasentresacadas de diversos mitos de America del Norte.De am en mas, ya no explica la cultura bororo, ni losmitos bororo en si mismos, en su diferencia y en sumitologicidad: el protagonista pasa a ser ahora elpensamiento humano en general, el espl'ritu, que estambien el cuerpo, y que opera sobre los mitos de lamisma manera que podrl'a haber operado sobre cual-quier otro objeto. '

La clausura del cicio, lograda a fuerza de unaerudici6n fantastica,de una imaginaci6n a toda pruebay de las transgresiones 16gicasde siempre, ya no puededisimular que el sistema se ha disuelto. El logro escircular con respecto a la tradici6n que Ie precediera(porque ya se conoda que los temas ml'ticos eranrecurrentes), como con respecto a la parabola quetraza (porque al fm del camino se encuentra, expli-cante, el mismo pensamiento humano que ya se dabacomo presupuesto). Para los desdichados bororo, cuyamitologl'ase esperaba elucidar, el drculo de su propiosentido se ha completado en otra parte, demasiadolejos.

Para Levi-Strauss, los mitos, las variantes de Iosmitos, y en rigor toda la mitologl'a que 10 ocupa,conforman 10 que en rnatematicas se denomina un"grupo de transformaci6n". Ciertos subconjuntos miti-cos dentro suyo, ademas, se ordenan como si se tratarade un tipo especifico de grupos, llamados "grupos deKlein",incluyendo un tema, el contrario del tema y susinversas 0983:586-587). En estas referencias alas altasmatematicas y en su apertura hacia terminos talescomo "operadores y "jerarqul'as",encuentra Levi-Straussel fundamento totalizador y vertebrante de todo suanalisis, yel pretexto para presentar su estructuralismocomo mediador entre una antropologl'a hasta amdispliscente y el futuro mundo de certidumbres de laciencia. Ninguna de estas metiiforas, por desdicha,puede sostenerse en pie, ni a6n suponiendo que lascategorl'as levistraussianas cuya destrucci6n 16gicahemos cumplimentado sean 10 que en realidad de-benan ser.

Veamos, por empezar, como se define, elemen-talmente, un grupo. Un grupo puede ser finito 0infinito: el sistema de los numeros enteros constituyeel caso mas nitido de los grupos infinitos. Para que unsistema sea grupo, debe definirse un conjunto deelementos junto con una operaci6n, de manera tal queal efectuar la operaci6n entre los elementos, el resul-

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tado constituya un elemento del mismo grupo. Toda lamatematica de grupos exige el mantenimiento de tresreglas.

• En primer lugar, el con junto debe contener un"elemento neutro", de modo que al efectuar la opera-ci6n entre este y cualquier otro elemento, el resultadosea igual a dicho elemento. Para el con junto de losnumeros enteros y la operaci6n de suma, el elementoneutro es, naturalmente, el cero; para ese mismoconjunto y la multiplicaci6n, en cambio, el elementoneutro es el numero l.

• La segunda regIa exige que para cada elementodel conjunto tiene que existir en el conjunto su inversorespectivo, tal que la operaci6n de un elemento por suinverso y luego la conmutaci?m de esta sean iguales.Para los numeros enteros y la operaci6n de suma losinversos son el negativo y el positivo del mismonumero absoluto.

• Finalmente, la operaci6n establecida debe serasociativa. Por ejemplo, (a • b) • c = a • (b • c)

Desde todo punta de vista, los mitos no forman ungrupo de transformaci6n, y eUo por tres motivos. Enprimer lugar, porque la observaci6n opositiva de Levi-Strauss no ha previsto la existencia de un elementoneutro, ni se puede imaginar uno. En segundo, porquela doble oposici6n binaria, al no operar sobre un ejeinvariable, no restablece indefectiblemente un ele-mento igual al originario. Y en tercer lugar (y esto es10mas definitorio) porque los mitos, en tanto e1emen-

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tos de un grupo, no se constituyen s6lo mediantesucesivas oposiciones binarias, sino que tambien y pri-mordialmente se construyen sobre un eje sintagmatico,como secuencias lineales dotadas de continuidadsemantica, mediante una operaci6n no declarada en ladefinici6n de grupo.

Es real que ciertas ramas de las matematicas mo-dernas permiten aplicar isomorfismos, pero 10 hacensiempre dentro de llmites muy precisos, y hastaestrechos: correspondencias de estructuras algebra i-cas, homorfismos de predicados topo16gicos, identi-dad de las ecuaciones que describen el sistema,analogias de estructuras jerarquicas. Se exige en todocaso una prolija trasposici6n termir~o a terminG queLevi-Strauss de ninguna manera acata en sus f6rmulasy mucho menos en sus insinuaciones. El obtiene conello la ilusi6n de un enlace .amplio que s610 sejustificaria al cabo de una superposici6n sin residuos.Llega as! escasamente, como,dirfa Mouloud, a ciertos"epimorfismos" 0 reflejos parciales, que sirven paraamedrentar al profano 0 para compensar el exceso deret6rica, pero que no alcanzan a configurar concordan-cias plenas. Llevado a ciertos extremos no queridos, escomprensible que Levi-Strauss quisiera iluminar lavaporosidad de sus definiciones, haciendo creer quelas matematicas estaban de su lado, como 10estaban lapoesla y la imaginaci6n.

Acaso haya pretendido sugerir asi, hablando dematematicas, tanto la neutralidad de sus juicios como,larectitud del camino entre estos y el mundo. Hablandode matematicas (fundamento de legitimaci6n porexcelencia) se pretende infundir a los metodos desple-gados objetividad, replicabilidad y rigor. Pero ni elanalisis estructural ni, para e1 caso, la expresi6nalgebraica de un sistema, constituyen deduccionesneutrales originadas en un plano de contenidos empiri-cos, sino que son, a todas luces, operaciones volun-tariosas de imposici6n de forma, realizadas desdefuera, que definen 0 redefinen inteligiblemente el nivelde las cosas concretas. Y en esta ocasi6n 10 hanredefinido mal.

Aunque existen diversas prefiguraciones y anun-cios profeticos, el uso de modelos en la disciplina seinaugura con las especulaciones de Levi-Strauss en LaNoci6n de Estructura en Etnologfa, de 1952, artlculoque constituye el celebre capitulo :xv de la Antropo-logfaEstructuralC1973:249-309). Sus afirmaciones handefinido el tono, el objeto yel nivel de las discusionessubsiguientes, y por elio es preciso citarlas textu-almente. Dice Levi-Strauss:

El principio fundamental afirma que la noci6n deestructura social no se refiere a la realidad empirica,sino a los modelos construidos de acuerdo con esta.L..l. Se trata ...de saber en que consisten estos modelosque son el objeto propio de los analisis estructurales.

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El problema no corresponde a la etnolog'ia sino a laepistemolog'ia, porque las definiciones que daremos acontinuaci6n no dependen para nada de la materiaprima de nuestros trabajos. En efecto, pensamos quepara merecer el nombre de estructura los model osdeben satisfacer exclusivamente cuatro condiciones.En primer lugar, una estructura presenta un caracter desistema. Consiste en elementos tales que una modifi-caci6n cualquiera en uno de ellos entrana una modi-ficaci6n en todos los demas. En segundo lugar, todomodele pertenece a un grupo de transformaciones,cada una de las cuales corresponde a un modelo de lamisma familia, de manera que el conjunto de estastransformaciones constituye un grupo de model os. Entercer lugar, las propiedades antes indicadas permitenpredecir de que manera reaccionara el modelo, en casode que uno de sus elementos se modifique. En fin, elmodele debe ser constru'ido de tal manera que sufuncionamiento pueda dar cuenta de todos los hechosobservados 0973:251-252).

Las parafrasis de estas palabras que podemosencontrar en la Iiteratura antropol6gica son innume-rabIes, pero por desdicha los terminos concretos delacto fundacional han sido fatalmente los expuestos.Podr'iamos senalar en estos parrafos clasicos numero-sos gaIimat'iasy entuertos conceptuales, sin necesidadde sobreimprimirle ningun enfasis : la confusi6n Iisa ylIana de las estructuras con los modelos; la asombrosaafirmaci6n de que "una estructura presenta caracterde sistema"; la idea de que en un sistema todas lasvariables son igualmente sensibles y determinantes, yde que todas las· demas se yen afectadas cuando semodifica una de eIlas; la equivocada identificaci6n deun modelo con un miembro de un grupo de transfor-maciones estructurales; la ins6Iita observaci6n de queen un modelo puede haber no ya una estructura, sinouna estructura social, contradictoria con el aserto deque la materia prima de los referentes es irrelevantepara dicho constructo.

La palpable Iigereza de los juicios levistraussianos(que, como antrop610gos, nos ocasiona mas pesa-dumbre que indignaci6n) no har'ia necesaria una recu-saci6n en regIa si la nuestra fuese una ciencia madura.Es por escrupulo metodol6gico (y no por dudar de lamadurez epistemica del lector) que procederemos, noobstante, a subrayar los desatinos mas ofensivos. Loserrores de Ia argumentaci6n levistraussiana son innu-merables, y nos inclinamos a sentir que su recono-cimiento no depende de la adscripci6n a una doctrinadeterminada por parte del cr'itico. AI contrario de 10que piensa Levi-Strauss,

(a) Las estructuras no son model os. Existe ciertoacuerdo respecto de que las estructuras sean deter-minadas invariantes, configuraciones, disposicionesde componentes 0 constantes que se pueden presentarya sea en un modele que representa a un sistema 0 enun discurso anal'itico cualquiera que se refiere a una

realidad mas 0 menos "dada'. No es imperativo quetodo modelo de una realidad enfatice su caracter desistema, ni tampoco es inevitable que todo modele esteconminado a exaltar 0 probar la existencia de estruc-turas. Existe una amplia libertad para inspeccionar larelaci6n entre realidades, sistemas, estructuras ymodelos, Iibertad que se va perdiendo, necesaria-mente, por poco que los diversos terminos se utiIicencomo si fueran equivalentes. 1

Si se igualaran sin mas estructuras y modelos (yenprincipio ser'ia leg'itimohacerIo, si a quien formula unadoctrina Ie place) se pierde, obviamente, la posibiIidadde identificar y caracterizar aquellas mediante manipu-laciones operadas sobre estos. Naturalmente, 10 que sellama "modelo" en un marco te6rico puede recibir elnombre de "estructura" en otro: un caso a prop6sito esel de la econometr'ia en re/aci6n con la 16gica (Suppes

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1988: 112); pero semejante confusi6n jamas se da en elinterior de un mismo entramado conceptual.

(b) Las estructuras no "presentan caracter de sis-tema'", sino que mas bien los sistemas (reales 0 ideales)poseen real 0 idealmente una estructura, definida par!as invariantes relacionales que se revelan al cabo deuna serie de transformaciones; se pueden postular (yde hecho se hace habitualmente) diferentes estructurasy niveles estructurales en el interior de un sistemarepresentado en un modelo. 2

(c) En ninglin sistema conocido que tenga algo que"\o"efconuna realidad m:inimamente compleja la totalidadde las variables reacciona a la modificaci6n de unarualquiera de elIas: siempre hay variables mas 0 menossensibles, mas 0 menos criticas 0 determinantes, alpunto que existe una "teorIa de las jerarquias" queestudia la importancia 0 faha de importancia relativa de105diversos conjuntos de variables en un sistema y un'"analisisde la sensibiIidad" que aborda las propiedadesmatematicas de ese estado de cosas. 3

(d) En la epistemologia y en las matematicasestructuralistas, un grupo de transformaciones defineuna estructura, y de ninguna forma un modelo; seglinotra definici6n estructuralista aceptable, un grupo sepuede considerar como un tipo especial de estructura,pero jamas como la forma necesaria 0 la esencia detodo modelo. 4

(e) Aun admitiendo la legitimidad de imprimir unsenti do atipico 0 idiosincratico a la noci6n de modelo,un modelo no es necesariamente un miembro de unafamilia de transformaciones, pues la relaci6n entre unaoperaci6n transformacional discreta y un modelo no esni remotamente uno a uno; si las variables del modeloadmiten manipulaci6n (y no tendrIa sentido pensar enun modelo que restrinja esta posibiIidad), un solomodelo puede puede dar cuenta de una, muchas 0inflOitas series de transformaciones. Un modelo querepresentara un solo estado en una serie de transforma-dones serIa rotundamente inutil para dar cuenta de laserie, y no seria susceptible de modificarse paraexaminar la re-estructuraci6n 0 la dinamica del sistemaal cual representa.

(f) Puesto que Levi-Strauss ha identificado a losmodelos con las estructuras, la suposici6n de que elmodelo se transformara "en caso de que uno de suseleme,ntos se modifique" es err6nea; en su propiaepistemologia, las estructuras (y consecuentemente losmodelos) no constituyen conjuntos de elementos sinoconjuntos de relaciones; la modificaci6n de un ele-mento en nada incide sobre la estructura y la trayecto-ria de un sistema, en tanto las relaciones entre losterminos se mantengan constantes. En una teorIasisternica consistente, la incidencia de un elementosobre el conjunto depende del valor de sus relacionesen el tejido estructural del sistema.

Mas que la escala de la equivocaci6n, sorprende ladensidad de los errores, la forma en que se aglomeran

en una muestra textual minima casi sin necesidad deinterponer elipsis. Toda la construcci6n se apoya sobrearena, y su denuncia se toma forzosa. La lecturalevistraussiana de la doctrina estructuralista preexis-tente ha sido a todas luces apresurada, superficial yconfusa, y en 10 que respecta a su discurso sobremodelos es induso infiel alas definiciones y usos queel mismo asentara; la resultante de ello es el caos queacabamos de cartografiar, donde todos los tipos 16gi-cos se ofrecen pOI' el precio de uno y donde no secumple en absoluto el objetivo que el mismo se hapropuesto de saber en que consisten estos modelosque son el objeto propio de los analisis estructurales".Virtualmente no hay en todo el cuerpo de la cita unasola proposici6n que sea correcta en alguna epistemo-logia imaginable 0 que no resulte contradictoria conaserciones contiguas . Sea que pal'adigmaticamente ex-aminemos sus correspondencias con otros marcoscategoriales 0 que sintagmaticamente examinemos suconsistencia interna, la formulaci6n levistraussianadeviene insostenible.

Estructuras, transformaciones, modelos y sistemasno deberIan ser, creemos, conceptos difusamenteintercambiables de acuerdo con los vaivenes delmercado ret6rico; se trata de aspectos que, cualquierasea la amplitud semantica de sus definiciones ycualesquiera sean las diferentes personalidades on-tol6gicas que hayan asurnido en el curso del tiempo,han sido distinguidos con daridad en todas las episte-mologias mas 0 menos responsables, con la posibleexcepci6n de las que se construyeron en nuestradisciplina tras el advenirniento del estructuralismo. Noes que esos terminos, pOI'unadecisi6n autoritaria, nopuedan definirse en un marco te6rico a traves de de-notaciones que en otros marcos corresponden a otrascategorIas; 10verdaderamente ineorreeto es que en elinterior de una sola perspeetiva sus signifieaciones seeonfundan.

Con cierto esfuerzo de reconstrucci6n pOI'parte dellector es posible corregir 10 que Levi-Strauss efeetiva-mente dice e infundirle un eontenido aceptable: que laestructura social de un sistema concreto s610 se captaen un modelo relativamente abstracto, que un modelopermite dar cuenta de y predecir determinadas trans-formaciones del sistema representado, que estas trans-formaciones no son estocasticas sino que responden acierta pauta, que la estructura de un sistema se revelaa 10largo de las transformaciones a las que se someteel modelo, etcetera. Esta lectura algo mas correeta,pero idealizada, es, sin duda, la que realizan eotidiana-mente los antrop610gos y los criticos de la discipIina,de otra manera, alguien se habria dado cuenta antes deque el esquema teoretico esta Iisa y lIanamente malplante ado y no habrIamos tenido que ser nosotrosquienes trajeramos a eolaci6n el easo recien aqui yahora. En todo el discurso antropo16gieo sobre losmodelos levistraussianos, los ostensibles errares de la

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formulaci6n original invariablemente se pasan poralto, como si existiera un acuerdo secreta para noponer en relieve su precariedad (Cf.Vogt 1960; Nutini1965; Parain-Vial 1969; Scholte 1973; Caws 1974;Chaney 1978; El Guindi y Read 1979). Silas equivoca-ciones de Levi-Straussnos sorprenden, la conformidadde los criticos nos deja estupefactos.

Las lecturas redentoras, empero, no alcanzan paraponer los modelos en marcha . Lo mas grave de todoesto es que en la presentaci6n que de ellos hace Levi-Strauss, la naturaleza de los modelos, la forma en queestos modelos reflejan una realidad y apoyan unateoria nos ha sido escamoteada, tal vez consciente-mente. En los ensayos levistraussianos no hay unaclara delimitaci6n entreel modelo y el discurso aser-tivo comun, y es esa misma fluidez 10 que dificultasaber en que consiste el modelo y c6mo trabaja.

EI mode1o de marras es soluble en lenguaje, sedisuelve al sumergirse en las pretextaciones ret6ricase ideol6gicas que 10 circundan, se mimetiza con eldrculo de adjetivos con que se 10celebra. Escierto quelas argumentaciones de Levi-Straussque asumen untonG formal difieren de las demas por cierto carkterdiagramatico y por la generosidad de sus lancesanal6gicos: pero todo ello es harto indisciplinado, yentodo el discurso modelico levistrausssiano 10 masnecesario esta sistematicamente ausente: no existe niuna gramatica inherente al modelo, ni una fundamen-taci6n 16gicade su capacidad productiva, ni una formapautada y replicable de operarlo, ni un conjuntoenunciable de reglas de modelizaci6n.

En la jerga cientifica,si la palabra "modelo" significaalgo, ello es la capacidad de re-producir una herra-

MANUALDEL PROMOTOR

CULTURAL3 TOMOS

ADOLFOCOLOMBRES

BASES TEORICAS DE LAACCION

II. LA ACCION PRACTICA

III. DOCUMENTOS YMATERIALES DE TRABAJO

EDITORIAL

HUMANITASCARLOS CALVO 644 • 1102 • Bs. As.Tel. - Fax: (01) 362-0746

mienta que (como diriaAyer) pone en pie de igualdada los pontlfices y a los jornaleros, y que permite llegara conc1usiones parecidas partiendo de los mismosinterrogantes; suprema paradoja: ninguna escritura,ninguna analitica es, en toda la antropologia, masidiosincratica e inimitable que la levistraussiana. En laencrucijada de las referencias eruditas a la lingi.ilstica,a la cibernetica, alas matemiticas estructurales y a lateoria de la informaci6n el modelo levistraussiano noes definidamente nada de eso: no cumple con el deber.de delimitarse y con ello no se compromete a ningunc6digo de conducta. Tras la fachada de la interdiscipli-nariedad se esconde, de hecho, el labeiinto de laindisciplina.

Lapregunta que debemos hacernos eS:iquees paraLevi-Straussefectivamente un modele? iES acaso unaentidad imaginaria que se puede "materializar" y"operar" -por asi decirlo- mediante un flujo de pala-bras? iEs una herramienta que podria constituirse dediversas formas, incluso en una discusi6n verbal entreintelectuales? iES un constructo heter6clito, formadode aserciones, imagenes, maquetas, circuitos ymecanismos?iEsuna nueva suerte de metafora?iEsundiagrama en un papel, acompaiiado por una notaexplicativa que prescribe su forma de uso?.:Es,masformalmente, una entidad conceptual que se puedetraducir de acuerdo con determinados principios desimbolizaci6n en un conjunto de grafos, vectores yparentesis?iES un artificiopuramente 16gico,un nucleoplat6nico capaz de transcodificarse y corporizarse bajodiversas formas de representaci6n? iO es mas bien unconjunto no pautado de proposiciones, que el escritorva "transformando" guiado por su intuici6n a medidaque, discursivamente, se simula la modificaci6n de susvariables?

Ademas, iQue privilegio exime a los modeloslevistraussianos de la estipulaci6n de aquello en que sefundamentan, de la identificaci6n precisa de los rigoresque hacen que se les deba tener confianza?iCualessonlos atributos de estos modelos que Ie confieren laadecuaci6n descriptiva y el poder explicativo quereclaman?.:Cualesson los prerrequisitos a los que seatienen y las reglas que reconocen en materia deprecisi6n conceptual, exhaustividad y coherencia in-terna?

Los interrogantes son infinitos, pues la necesidadmisma d~ que Levi-Strauss recurra a una entidadinstrumental que despues no caracteriza mas que atraves de su uso que sistematicamente la encubre,resulta enigmatica. Podriamos seguir haciendonospreguntas que nadie nos contestara: iPOrque hablar demodelos, despues de todo? .:Cu~i1es el quantum deprecisi6n que debe poseer un modelo para contrarres-tar los efectos envolventes de la subjetividad, laconnotaci6n y la ideologia? iC6mo puede verficarse lacorrecci6n descriptiva y la eficacia predictiva de unmodelo? iESun modelo una herramienta de una teoria,

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una estructura escondida en la realidad, un metodo 0

un avatar 0 manifestaci6n esquematica de la teoriamisma? tCual es el sentido de desplegar la sutileza deapabulIar a este 0 aquel infeliz colega por no habersedado cuenta que las "estructuras sociales" pertenecenal plano del modelo (y no a la realidad) para terminarencubriendo (0 ignorando), a fin de cuentas, la topo-logia, la capacidad funcional, el status etnol6gico, elregimen interno y la configuraci6n formal de eseconstructo?

Sin reflexionar sobre su propio silencio en lasmaterias verdaderamente cruciales, Levi-Strauss sigui6entonando loas a la modelizaci6n cientifica en los casicuarenta aiios siguientesj pero jamas nos porporcion6un solo modelo explkito y digno de ese nombre, a noser que se acepten como model os elaboracionesliterarias -brillantes 0 letargicas, ese no es el punto- queen nada difieren, epistemol6gica e instrumental mentehablando, de cualquier otra estructura 0 de un de-spliegue imaginativo de sentido comun. A menos queexista alguna reseiia que desconozcamos, Levi-Strauss,por ejemplo, nunca se dign6 a demostrar la forma enque se manipula una variable de un modele paraobservar su comportamiento diferencial, pese a queesta es una de las razones recurrentes que justifican suconstrucci6n.

Este estado de cosas nunca se modific6, por masque los intelectuales mas conspicuos de la epocaparticiparon en el debate. Para Levi-Strauss 105 mode-los siguieron siendo nebulosos y polimorfos, y nadiese atrevi6 a despertarlo de esta etapa de sus sueiiosdogmaticos, ni sinti6 la necesidad de hacerlo. Algunaevoluci6n hubo con el correr del tiempo, pero no fuepara mejor. Hacia 1946, en una contribuci6n sabresociologia francesa en una obra colectiva, los modelos"aunno se confundian can las estructuras, sino que eran"dispositivos anal1ticos capaces de reducir la com-plejidad con creta de los datos a estructuras massimples y elementales" 0946: 525). En la etapa inter-media es cuando mas proliferan las identificacionesextravagantes, como cuando afirma que las estructurassodales consisten en modelos etnol6gicos (0 cuyascaracteristicas los tornan cientificamente mani pulables;es decir, son sistematicos, transformacionales, predic-tivos y exhaustivos 0953:279-280). En Tristes Tr6Picosse encuentra tal vez la justificaci6n mas escueta y masdasica:

Despues de Rousseau, y de una manera que me pa-rece decisiva, Marx enseii6 que la ciencia social ya nose construye en el plano de los acontecimientos, as! co-mo tampoco la flsica se edifica sobre los datos de lasensibilidad: la finalidad es construir un modelo, estu-diar sus propiedades y las diferentes mane;as comoreacciona en ellaboratorio, para aplicar seguidamenteesas observaciones a la interpretacion de 10 que ocurreempiricamente, y que puede halIarse muy alejado delas previsiones 0973:45-46; original de 1955).

Eventualmente, empero, los modelos volvian aidentificarse con la cosa en si 0 con identidades idealesemergentes de operaciones abstractas: un modelocientifico -afirmaba Levi-Strauss- "es un objeto quepuede aislarse facilmente, con contornos bien de-finidos, cuyos diferentes estados revelados par laobservacion se pueden analizar can referencia a unaspocas variables" 0964:544). Estas afirmaciones son depar si inespecificas, pero si se las concatena alasanteriores el contrasentido es inquietante:tcomo secan cilia, por ejemplo, el argumento empirista de queun modelo es un "objeto que puede aislarse" can eldictum racionalista de que se trata de una construccionideal a de un "dispositivo anal1tico"?Los razonamien-tos de Levi-Strauss sobre los modelos son, sin duda,precarios; 10 malo del caso es que ni siquiera se tratade una precariedad consistente.

No hay modelos autenticos en la especulacionlevistraussiana y tampoco los ha habido despues. A laluz de 10 sucedido con posterioridad a la presentacionde Ikvi-Strauss podemos decir, sin pretender probarahara el particular, que la practica disciplinaria deconstrucci6n de modelos qued6 menos instauradapara siempre que rrematuramcntc aholida.

LasMito16gicascubren dos mil paginas. Hay alga deestremecedor en el hecho de que alguien haya inver-tido tanto trabajo en anudar categorias tan etereas queno pueden ni empezar a articularse. Asusta tambienpensar en el tiempo que uno mismo necesit6 paradeshauciar un paradigma cuya artificiosidad se ve tanclaramente ahora. Es factible que sea uno el unicoequivocado, al presumir que los modelos aniropologi-cos tienen valor de uso y que estan diseiiados verda-deramente para funcionar. Quien sabe. Hasta es posibleque tad a el mundo se haya dado cuenta antes de estascosas, y que quiza 10 unico que en algun momenta falIo

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fue la comunicaci6n mutua de nuestras conjeturas.Con todo, nos permitimos dudar que las sospechas

acerca del sistema levistraussiano est en habitualmentemejor fundamentadas que este mismo: tCUantas Crlti-cas hay que se extrav'ian en detalles minusculos sobresifones de almejas, que descubren la sombra de Hegeldetras de Descartes 0 que aducen fantasmas romanti-cos tan improbables como la hermeneutica, habiendocuestiones epistemo16gicas tan apremiantes para poneren los primeros pianos?

Nuestras razones 16gicas para desconfiar de Levi-Strauss no son nada mas que seis. Han de serloforzosamente ahora, porque a nosotros se nos haterminado el espacio y a quienes leen, quiza, lapaciencia. Ante los dudosos artilugios de Levi-Strauss,la reacci6n de los academicos ha venido favoreciendoampliamente el camino de la tolerancia, como si ladesmesura de su pretensi6n, la riqueza de sus obser-vaciones colaterales y el esplendor de su estilo excu-saran las fallas de un modelo que ha confundido losatributos de todos los niveles, la naturaleza de todas lasoperaciones y la significaci6n de todos los conceptos.

Se habla de la ambigiiedad de Levi-Strauss comoadmirandola en el fondo, y se admite su arbitrariedadcomo si fuera una prerrogativa suya. Hoy se 10 dejaentrar pasivamente en su crepusculo, como antes se 10dej6 imponerse. Lo mismo da. Se seguira creyendo,despues de todo, que el error estaba en otra parte: ensu escaso trabajo de campo, en su indiferencia par laperspectiva del actor, en la trivialidad de los des-cubrimientos, en su pedanteria de especulador deescritorio. Pero quedara vigente 10 menos cierto: laimpresi6n de que el metodo que propuso funcionaba.

Aun ante la perspectiva amenazante de que esaimpresi6n sobreviva mas que estas notas, aun ante laposibilidad de que el residuo de beneficio que hayadejado el estructuralismo sea menor que el esfuerzonecesario para neutralizar sus errores, hemos tornadola determinaci6n de desencadenar, por una vez, lafuerza de una critica interna. Lo hemos hecho no parasugerir que hemos sido capaces de refutar a Levi-Strauss, sino en espera de que se genere un dialogo conotros. Uno que esclarezca en que medida el estructu-ralismo sera un incentivo, un ejemplo 0 un obstaculopara la Antropolog'ia que de aqu'i en mas habra deconstituirse.

1 Las definiciones alternativas son innumerables, pero elnucleo del sentido de todas las que hemos consultado nuncapasa por la asimilaci6n de "estructura" y "modelo"; la entidaddel "sistema" es variable de un cientifico a otro, pero muy detarde en tarde se 10 confunde con la estructura y jamas conel "modelo" Cd.].G.Miller 1978:22-23; Mouloud 1969; Wilden

1979; Klir 1984; von Bertalanffy 1982, 1984; Rapoport 1984).Nuestra formulaci6n alberga un implkito deliberado que parahora dejamos latente: que no es posible determinar laentidad "sistematica" de una realidad compleja si no seconstruye un modelo.

2 Pueden verse diferentes definiciones correlativas desistema y estruetura en la literatura estructuralista y en losestudios encuadrados en la teoria general de sistemas,dinamica de sistemas, ete. Cf. James Grier Miller 1978:9-50;Aracil 1983, passim.

3 Sobre las organizaciones jerarquicas, d. Whyte, Wilsony Wilson 1973; Aracil 1983:35-36. Sobre el analisis de lasensibilidad en la moderna teona de la modelizaci6n, veaseRothenberg 1989:88-89; D'Ambrosio 1989:142-146.

4 Veanse las definiciones estructuralistas clasicas de obinGandy (1976). Definimos formalmente un modelo masadelante, en multiples ocasiones y segun diferentes perspec-tivas. Como definiciones alternativas cf.Miller1978, passim;Aracil 1983: 15-38. Hemos tratado con mas detalle el conceptode "grupos de transformaci6n" en Reynoso 1986.

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