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    PEDAGOGA/EDUCACIN n 129 | 01/09/2007

    Viva la ignorancia. El fracaso de la educacin en EspaaFernando Eguidazu

    Alicia Delibes LiniersLA GRAN ESTAFA. EL SECUESTRO DEL SENTIDO COMN EN LA EDUCACINUnisn, Madrid 172 pp. 11

    Xavier PericayPROGRESA ADECUADAMENTE. EDUCACIN Y LENGUA EN LA CATALUA DEL SIGLO XXI

    Tentadero, Barcelona 210 pp. 21

    Una educacin universal y de calidad es condicin necesaria no slo para el progresoeconmico de un pas, sino tambin para la cohesin social, la igualdad deoportunidades, el desarrollo cultural y el enriquecimiento de la actividad poltica.Pocos, pienso yo, estaran en desacuerdo con esta opinin. Como tampoco creo que loestaran con la impresin de que nuestro actual sistema educativo deja mucho quedesear.

    Se escribe mucho, y con razn, de los mediocres avances de Espaa en materia deinnovacin y tecnologa, de la mala adecuacin de la oferta de nuevos graduados a lasnecesidades de las empresas, o de la alarmante escasez de vocaciones empresariales,

    todos ellos problemas graves cuya raz se encuentra fundamentalmente en el sistemaeducativo. La primera mirada de alarma suele dirigirse, lgicamente, a la enseanzasuperior. Y lo que vemos en la universidad espaola no incita ciertamente al optimismo.Unas universidades ms parecidas a negociados ministeriales que a entidadesautnomas, con un profesorado endogmico y poco motivado, y enmarcadas en unsistema aparentemente orientado a procurar que todas ellas ofrezcan un nivel decalidad homogneo (y en consecuencia, bajo), y no a que compitan por la excelencia:sta parece ser, en buena parte, la radiografa desde luego, esquemtica de nuestroentramado universitario.

    El cuadro se complica an ms como consecuencia de los excesos del sistemaautonmico. Da la impresin de que todas las comunidades autnomas han decididotener su propia universidad con absolutamente todas las titulaciones posibles(pretensin que con frecuencia se observa tambin en cada provincia, e incluso en cadaciudad). Y ello no slo en aras del prestigio (no ser menos que la comunidad vecina),sino por la sospecha, no mal fundada, de que sus naturales se veran postergados en elacceso a las universidades de otras comunidades.

    Ello ha llevado a una proliferacin de centros universitarios que, en buen nmero decasos, ni son capaces de disponer de un profesorado de cierto nivel, ni pueden ofrecer,por tanto, una calidad de enseanza adecuada, ni resultan siquiera viables por nmero

    de alumnos.

    Segn elAtlas digital de la Espaa universitaria[1], el descenso del alumnado

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    universitario de estos ltimos aos, unido a la proliferacin de centros universitarios yde titulaciones (ms de 2.200 actualmente), ha reducido la media de alumnos(alrededor de 70, segn la Conferencia de Rectores) muy por debajo de la cifra que seconsidera como mnimo de viabilidad (alrededor de 125 por titulacin).

    Si la media es ya de por s baja, algunos casos concretos bordean el ridculo: nuevealumnos de nuevo ingreso en la titulacin de Filologa Gallega de la Universidad de LaCorua y diez en la de Vigo; en la titulacin de Humanidades, seis nuevos alumnos enla Universidad de Crdoba y cuatro en la de Huelva; en la titulacin de FilologaClsica, nueve alumnos en la Universidad de Cdiz y once en la de Extremadura; o enMatemticas, nueve en la Universidad de Almera y diez en la de La Rioja[2].

    Con todo, no son los males de la universidad, con ser graves, y con seriasconsecuencias para la economa y la sociedad espaolas, nuestro problema principal. Elproblema ms grave se encuentra en los niveles anteriores, en la enseanza bsica ysecundaria. Se quejan los profesores universitarios, y es de temer que con razn, delpenoso nivel educativo de los estudiantes salidos de secundaria que acceden a launiversidad. Parece como si el sistema educativo espaol se hubiera convertido en unamera fbrica de ttulos en la que el nivel de conocimientos de los titulados no tuvieraimportancia.

    Los males de la educacin bsica y secundaria han sido, y son, objeto de bastantesestudios en los ltimos tiempos. Recientemente algunos think tanks, como el Crculo deEmpresarios, se han pronunciado sobre el tema con diagnsticos y propuestas desolucin, en documentos de recomendable lectura[3].

    Los datos publicados sobre la calidad de la enseanza obligatoria en Espaa sonpreocupantes. Segn cifras oficiales, la tasa de abandono de estudios (fracaso escolar)en la enseanza obligatoria es en Espaa (las cifras son del ao 2002) del 29%, lasegunda ms alta de la Unin Europea, y un 75% superior a la media de sta, que sesita en el 16,5%[4]. Segn el informe PISA de la OCDE del ao 2003[5], la puntuacinmedia de los estudiantes espaoles de quince aos en matemticas, comprensinlectora, ciencias de la naturaleza y capacidad para resolver problemas era no sloinferior a la media de la OCDE, sino cercana adems a la puntuacin ms baja. Elcuadro anexo indica las puntuaciones espaolas en comparacin con la media de laOCDE (exceptuados Turqua y Mxico) y las puntuaciones ms altas y bajas obtenidaspor los dems pases.

    Estos son datos que debieran llevar a reflexin, y ciertamente lo hacen, aunque alparecer las discrepancias respecto al diagnstico y las soluciones son notables.Haciendo trazo grueso, el anlisis enfrenta a quienes sostienen que el problema resideen un insuficiente gasto en educacin (la solucin, por tanto, es gastar ms) y quienesafirman que los males estn en el propio sistema educativo. Deca Woody Allen quelos problemas econmicos son muy fciles de resolver: slo se necesita dinero. Esbroma. Slo que algunos en Espaa y no slo en Espaa parecen compartir tan boboanlisis. Como si el mero incremento de recursos pblicos (y no digo que no sea

    necesario) bastase para resolver el problema, sin tener en cuenta ni la forma en que segasta ni la eficiencia del gasto.

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    Los libros objeto de esta recensin son dos lamentos apasionados sobre el desastreeducativo en Espaa. No contienen datos ni estadsticas, sino tan slo argumentos. Sinduda piensan los autores que las cifras objetivas, suficientemente difundidas (como lasanteriormente citadas) son prueba ms que concluyente de que nuestro sistema

    educativo adolece de graves problemas estructurales.

    Alicia Delibes tiene la suficiente experiencia como docente para saber de lo que habla.Su libro podra inscribirse en el noble gnero de la diatriba o, por usar una palabramenos radical, de la denuncia. Para ella, aunque parte del problema venga de atrs, loprincipal de nuestros males proviene de la Ley Orgnica General del Sistema Educativo(LOGSE) de 1990, y del giro radical y excesivo que se dio a la estrategia en materiade educacin con respecto al sistema anterior. ste era evidentemente culpable deimportantes defectos, pero quiz no fuera descartable en su totalidad.

    Cundo se jodi el Per?, se preguntaba Vargas Llosa en Conversaciones en lacatedral. Y cundo le sucedi eso mismo a nuestro sistema educativo?, se pregunta asu vez Alicia Delibes. Que el franquismo fuera una dictadura detestable es algo fuerade discusin entre demcratas. Pero del franquismo, por fortuna, ya nos hemos librado.Quiz nos convendra empezar a librarnos tambin del antifranquismo. Al menos de eseantifranquismo indiscriminado que lleva a efectuar giros de 180 grados y a derruir ydemonizar todo cuanto en aquella poca se hiciera, sin analizarlo siquiera, como si elmero hecho de proceder de entonces lo convirtiera sin ms en reprobable. Siguiendotan extremo anlisis, quiz debiramos volar todos los pantanos inaugurados por eldictador, pues una poltica hidrulica desarrollada por tan deleznable sujeto es, sinduda, mala, y debiera, por tanto, ser borrada del mapa.

    Alicia Delibes repasa, en la primera etapa de su libro, la evolucin de la polticaeducativa espaola a lo largo de los siglos XIX y XX, plasmada en los planes del duquede Rivas, Echegaray, Ruiz Zorrilla y la Segunda Repblica, sin olvidar losplanteamientos de educadores como Giner de los Ros y Nez de Arenas. ParaDelibes, la historia de la estrategia educativa, en Espaa y en Europa, es la historia dela confrontacin de dos formas de contemplar la educacin representadas porCondorcet y Rousseau.

    Para Condorcet, la instruccin universal y gratuita sostenida por el Estado, al alcancede todos los ciudadanos, era la nica forma de garantizar la igualdad real de losindividuos. Pero distingua ntidamente la instruccin, tarea del Estado, de laeducacin, competencia de los padres. Las ideas de Rousseau, plasmadas en suEmilio,iban por otros derroteros: el objetivo sera educar, no instruir. La educacin es la clavedel perfeccionamiento social y moral y, por tanto, sera responsabilidad del Estado, msque de los padres. Se tratara, en suma, de formar a los individuos para que fueranbuenos ciudadanos. El nio rousseauniano se desarrollara al ritmo de su naturaleza,sin someterlo a mandatos, prohibiciones ni castigos, permitindole aprender con supropia experiencia, acompaado del tutor o educador que fuera orientando eseproceso.

    Para Delibes, en el siglo XX hemos asistido en buena medida al triunfo de las ideas deRousseau. Para los lderes polticos espaoles, desde la transicin hasta nuestros das,el enemigo a batir ha sido el clich de la educacin franquista: autoritaria,

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    memorstica, trufada adems de adoctrinamiento religioso. Sin duda los tenebrososcolegios de curas, el la letra con sangre entra, la lista de los reyes godos y loscastigos corporales son un tpico poderoso (amn de real) que ha motivado el giroradical en que an nos encontramos. Se supone, por ende, que tal educacin, aparte de

    autoritaria y memorstica, era elitista, por cuanto no garantizaba el acceso a laeducacin superior a los menos favorecidos, ni aseguraba la igualdad de oportunidadesa todos los ciudadanos.

    Tengo dudas sobre esto ltimo. Con sus enormes defectos y carencias (no ser yo quinlos niegue), la educacin tradicional ha sido en nuestro pas un importante factor depromocin social. Sin duda insuficiente, y en consecuencia todo esfuerzo poruniversalizar la educacin y asegurar una igualdad de oportunidades real y efectiva eray sigue siendo necesario. Pero quiz ello no requera un giro tan radical, y quiz notodo lo procedente de aquel sistema educativo fuera desechable.

    En realidad, ya en las postrimeras del franquismo, la Ley General de Educacin (LGE)de 1970, o Ley Villar Palas imprimi un giro hacia el modelo igualitarista de laescuela unificada. La citada ley ampli la escolarizacin obligatoria hasta los catorceaos, suprimi los exmenes oficiales en secundaria y extendi el mbito de actuacinde los profesores de primaria hasta cubrir el perodo de escolarizacin ampliada de losdoce a los catorce aos, con el consiguiente aumento del colectivo docente mediante lafigura de los profesores no numerarios.

    Con ello se segua lo que se entenda que era el camino del resto de Europa, aunqueello no fuera ciertamente as. En realidad el modelo a copiar era el de la comprehensive

    school inglesa, adoptado en los aos cincuenta, pero distinto del imperante en pasescomo Alemania, Austria u Holanda.

    En los aos de la transicin, y decididamente a partir de los gobiernos socialistas, enlos aos ochenta, se adopt la filosofa de la escuela unificada, de la comprensividad,cuya idea central era que la igualdad de oportunidades slo sera un hecho cuandotodos los ciudadanos, con independencia de su nivel econmico, al terminar su etapaformativa tuvieran un mismo bagaje cultural.

    Tal idea parece, en principio, inobjetable: el acceso libre y gratuito a la educacin es,sin duda, requisito necesario para asegurar la igualdad de oportunidades a todos losciudadanos, evitando que las diferencias econmicas tengan como consecuencia unmenor nivel educativo de los ms desfavorecidos. Planteadas as las cosas, difcilmentese podran poner reparos. Slo que a tal planteamiento cabra objetarle que laeducacin, adems de ser general, debera tener como elemento aadido una calidadadecuada. Lo contraro sera hacer a todos iguales en la ignorancia.

    Para Alicia Delibes, el fallo en el propsito anterior reside en la vana pretensin de quela escuela tiene como misin la de limar las diferencias intelectuales entre losindividuos. Que todos los ciudadanos deban tener acceso a la mejor educacin posibleno parece cuestionable. Otra cosa es que no todos los alumnos tienen igual inteligencia

    ni disposicin al estudio, y que pretender anular ese hecho natural puede conducir, conla mejor de las intenciones, a igualar a todos al nivel del ms torpe. Seala Delibes: Laidea de una escuela capaz de eliminar todas las desigualdades, una escuela en la que

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    se reprima el natural sentimiento competitivo de los nios, una escuela en la que atodos se exija lo mismo sin hacer distingos por razones de capacidad o inteligencia, unaescuela en la que se aprenda a ser solidario y tolerante y en la que todos los nios seanbuenos y felices resulta tan demaggicamente atractiva que, hbilmente manipulada,

    deja a la sociedad sin posibilidad de reaccin (p. 81).

    La culminacin de este camino, en el sistema educativo espaol, fue la Ley OrgnicaGeneral del Sistema Educativo (LOGSE) de 1990. En esencia, la LOGSE creaba unaeducacin secundaria obligatoria (ESO), con cuatro cursos de enseanza comunesdesde los doce a los diecisis aos, terminados los cuales los alumnos podran optar porel bachillerato (dos aos) o la formacin profesional. Bajo ese sistema, antes de losdiecisis aos no se permita la separacin de alumnos por rendimiento escolar ni pordiferencia de intereses. Los alumnos progresaran, adems, al mismo ritmo. Losexmenes y las evaluaciones se proscribiran en aras de no traumatizar a los alumnos,sustituyndose las notas y los histricos aprobado y suspenso por los polticamentecorrectos progresa adecuadamente y no progresa adecuadamente. Y sedescartara la posibilidad de repetir curso. Con este sistema, supuestamente a losdiecisis aos todos los alumnos habran recibido la misma formacin y estaran enigualdad de condiciones para afrontar la vida. Obviamente apunta Delibes, talsistema slo podra sostenerse con planes de estudios ligeros, cuyo nivel de exigenciafuera tan bajo que todos los alumnos pudieran alcanzarlo.

    La LOGSE cre, asimismo, una jerga propia que en ocasiones alcanza lo grotesco:comprensividad, desarrollo curricular, temporalizacin, secuencializacin o contenidosconceptuales, procedimentales y actitudinales. Donde antes se hablaba del programa

    de una asignatura, ahora deba decirse desarrollo curricular. Se hablaba demateriales curriculares y de evaluaciones criteriales o curriculares. Delibes loridiculiza sin piedad (p. 90): Incluso existen expertos curriculeadores que curriculeanconcienzudamente las diferentes reas o materias. Por no hablar de latransversalidad, otro de los hallazgos ms caros de nuestros modernos pedagogos:los temas recurrentes que aparecen en distintas asignaturas, y que pretendentransmitir los valores en cuya difusin debe afanarse la escuela pblica.

    Detrs de este sistema educativo, Alicia Delibes encuentra los dogmas de la llamadapedagoga posmoderna, hoy ya en franca retirada en el resto de Europa (en la que laadopt en su da, pues no todos los pases siguieron ese camino), y segn los cuales elobjetivo de la enseanza no es tanto transmitir conocimientos cuanto inculcar valores yasegurar la adquisicin de capacidades, es decir, aprender a aprender.

    Para un profesor posmoderno dice Delibes la transmisin de conocimientos pierdesentido, pues no considera la existencia de una verdad objetiva [...]. Dado que elconocimiento se construye, el nio lo construir a partir de su propia forma de ser, depensar y de interpretar la informacin. Cada nio ha de aprender, por tanto, a sumanera, y el papel del maestro ha de ser de simple mediador (p. 93). Educar ser, portanto, no transmitir al nio un acervo de conocimiento, sino acompaarle en sudescubrimiento del mundo, permanecer silencioso a su lado observando cmo

    construye su propia percepcin de todo lo que le rodea (p. 94).

    Tal cmulo de disparates parecen difciles de atribuir en toda su crudeza a los sin duda

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    bienintencionados autores de la LOGSE. Pero lo que s parece claro en su filosofaeducativa es el deseo de asegurar una absoluta uniformidad en la educacin obligatoria(sin desviacin ni itinerario alternativo alguno en funcin de la inteligencia, capacidado intereses de cada alumno), una hostilidad abierta a cualquier clase de evaluacin,

    examen, selectividad o revlida, y una santificacin de la permisividad, sustituyendo eltradicional principio de la autoridad del docente por el de la permisividad, latolerancia, la persuasin y el dilogo. Todo ello bajo la idea de que la misin de laescuela no es ya, o no es tanto, transmitir conocimientos cuanto educar en valores.

    Vayamos por partes. Son muchos los que opinan en la estela de Condorcet, y de unalarga tradicin liberal que los encargados de transmitir valores son los padres, y no laescuela, ni mucho menos el Estado. Pero como en nuestros tiempos, y por desgracia,muchos padres han abdicado de la encomiable tarea de educar a sus hijos y prefieren,por comodidad o por otra causa, endosar a la escuela esa patata caliente, quiz noestara del todo mal que los educadores procurasen inculcar ciertos valores a susdesamparados alumnos. Pero tal reflexin debe ir acompaada de dos advertencias:primero, que, adems de valores, no vendra mal transmitir tambin conocimientos, yello con la debida exigencia de calidad. De poco nos servirn ciudadanos cuajados devalores ticos y democrticos pero que no sepan multiplicar, y que ignoren cul es lacapital de Francia. Y, segundo, que convendra evaluar cuidadosamente cules son losvalores que pretendemos transmitir.

    A qu valores se refieren los mentores de nuestro sistema educativo est claro: latolerancia, el respeto a las opiniones ajenas, el rechazo a la violencia, el valor deldilogo, la igualdad de gnero, el rechazo al racismo y la xenofobia, la cooperacin, la

    solidaridad...; valores todos ellos a lo que mal pueden formularse reparos. Slo que enel tintero parecen quedar algunos otros no menos importantes: el sentido de laresponsabilidad individual, el valor de la emulacin y la superacin personal, lavaloracin del esfuerzo y la iniciativa, la bsqueda de la excelencia: todo lo que noshace progresar como personas y como comunidades. Y que en absoluto entra enconflicto con los otros valores antes mencionados.

    Por desgracia, estos valores parecen ausentes, o casi, de la preocupacin de nuestrospedagogos. Pero, aunque as no fuera, un sistema que abomina del principio deautoridad, que deja al docente indefenso frente al desinters, la apata, el absentismo,la hostilidad o incluso la violencia del alumno, y que rehye cualquier forma deevolucin o control de su nivel de conocimientos difcilmente podr transmitir la ideade que el esfuerzo y el afn de superacin son valores estimables. Si todos llegan a lamisma meta con independencia de su propio esfuerzo, si se pasa de curso aunque sesepa poco o nada, si tanto da la actitud que se adopte en clase, para qu esforzarse?

    El problema es, por tanto, mltiple: si los valores de la igualdad, la solidaridad, latolerancia y el relativismo excluyen los no menos esenciales de la responsabilidad y elesfuerzo, si la escuela renuncia a cualquier nivel de exigencia a los alumnos, y si tantoda que stos abandonen la ESO con un nivel de conocimientos adecuado o no, pocodebe extraarnos que la escuela espaola salga tan malparada en las comparaciones

    internacionales.

    Alicia Delibes rompe una lanza a favor del tmido intento de reconducir la situacin al

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    menos parcialmente que se plasm en la Ley Orgnica de Calidad de la Educacin(LOCE) promovida por el Partido Popular en 2002, y rpidamente derogada con elcambio de Gobierno en 2004. Sin duda tal atrevimiento de la autora servir para que ellibro que comentamos sea descalificado por muchos por la cmoda va de descalificar a

    quien lo escribi. Pero quienes consideramos que los argumentos no son buenos omalos en funcin de quin los expone, ni de sus afinidades polticas, creemos encontrarmuy slidas razones en las pginas objeto de este comentario. Y eso que no hemoshecho alusin a la segunda parte del libro, dedicada a la enseanza de las matemticasla especialidad de Delibes, en la que la autora se regodea con estudiada crueldad enla profunda necedad de la llamada matemtica moderna, y de algunas de las msdisparatadas derivaciones de la matemtica difusa: las etnomatemticas (lo han ledobien) y la coeducacin matemtica feminista. Omito el comentario, no porque el temano lo merezca, sino para excitar la curiosidad del lector y moverle a adquirir el libro.Me lo agradecer.

    Pasemos ahora a la obra de Xavier Pericay, perfecto complemento de la de AliciaDelibes. El autor, licenciado en Filologa Catalana por la Universidad de Barcelona,traductor de Pla y antiguo redactor del Diari de Barcelona, conoce sin duda el temasobre el que escribe. Desde septiembre de 2002 colabora de forma regular con el diarioABC, de manera recurrente sobre los excesos del sistema educativo cataln y, porextensin, de los estragos del nacionalismo en este terreno. Su libro, irnicamentetituladoProgresa adecuadamente (su subttulo esEducacin y lengua en la Cataluadel siglo XXI), es una recopilacin de sus hilarantes artculos aparecidos en el diariomencionado y en otros medios. Como otro ilustre traidor, Albert Boadella, utiliza lasarmas que al parecer ms irritan a los nacionalistas: la stira y la irona.

    El tema principal de su libro es, obviamente, el modelo educativo nacionalista (enconcreto, el cataln) y, en especial, su modo de concebir la lengua. Pero no rehye elproblema general de la educacin en Espaa, al que ya nos hemos referido al comentarla obra de Ana Delibes. Pericay denuesta como ella a la LOGSE, critica la negativa areconocer que la principal funcin de la enseanza ha de ser la transmisin delconocimiento, y censura las ideas inspiradoras de dicha ley con su rechazo de lamemoria, la autoridad, el mrito y el esfuerzo, con su apologa del peterpanismo, y consu defensa de la igualdad como valor y aspiracin supremos, igualdad a la que todosestamos sujetos y ante la que nada valen ni la libertad ni la excelencia (p. 13).

    Especialmente interesante es, a este respecto, el artculo titulado Buenismo y sistemaeducativo, incluido en el libro (pp. 132-146), en el que, recordando lo escrito porHannah Arendt sobre este asunto, culpa de la mayor parte de los males del sistemaeducativo actual a la erradicacin del principio de autoridad de los profesores, fruto delo que denomina buenismo educativo. Una de las caractersticas del buenismoeducativo escribe es precisamente el rechazo de esta autoridad, la negacin de lajerarqua entre profesor y alumno. Para la progresa [...] autoridad equivale aautoritarismo (p. 135).

    Las alarmantes seales de indisciplina y violencia (conductas contrarias a la

    convivencia, las llama el buenismo bobalicn) en las escuelas espaolas empiezan amostrarse en las pginas de los peridicos. Cierto es que no han llegado a los nivelesde otros pases se consuelan algunos, pero existen, y van en aumento. Las primeras

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    vctimas son los educadores: si no tienen forma de exigir a sus alumnos el esfuerzonecesario de atencin y estudio, si ni siquiera tienen medios para mantener el orden enlas aulas, no es de extraar que su motivacin se resienta, que les invada el desnimo,y que las salidas ms tentadoras sean el pasotismo resignado o la baja por depresin.

    Un estudio reciente[6] seala que el 74,5% de los profesores considera que laeducacin ha empeorado en los ltimos treinta aos. Para el 53,2%, la falta de respetoes el sentimiento ms insatisfactorio en sus relaciones con los alumnos. Los profesoresno se sienten valorados socialmente. La despreocupacin de las familias y el serdesautorizados frente a sus alumnos son los factores que les resultan ms frustrantes.La falta de esfuerzo de stos les causa preocupacin. Y ms del 50% preferira volver ala estructura organizativa anterior a la LOGSE.

    Los profesores espaoles no estn mal pagados, en comparacin con los niveleseuropeos (quizs ellos piensen que s), y no estn escasos de vocacin ni, en general,de preparacin y conocimientos. Pero se sienten manifiestamente descontentos con elmodelo educativo actual, y con el escaso o nulo respaldo a su autoridad en las aulas.

    Pero no son los educadores las nicas vctimas de la desaparicin del principio deautoridad en la escuela. Las principales vctimas son los propios alumnos. Como sealaPericay, la crisis de autoridad tiene que ver tambin con el grado de exigencia decada alumno para consigo mismo, es decir, con el ejercicio de la responsabilidad. Dichode otro modo, en la medida en que el descrdito de la autoridad, y la entronizacin deligualitarismo comportan una renuncia a crecer, a progresar [...], el alumno se complaceen ese rgimen placentero, en ese vuelo de Peter Pan [...]. Si todos somos iguales, si

    ya no hay buenos y malos alumnos [...], si hasta las notas desaparecen y sonreemplazadas por eufemismos del tipo progresa adecuadamente [...] no es deextraar que en la ltima dcada el nivel general de conocimiento de los jvenesespaoles haya cado en picado (p. 139).

    Falta de estmulo y ausencia de disciplina y exigencia son, as, las dos caras de lamoneda de nuestro sistema educativo. La letra con sangre entra, frase anatema denuestros modernos educadores, no debe interpretarse en su acepcin ms tosca comouna apologa retrgrada de la enseanza autoritaria y del castigo fsico, sino como unaadvertencia de que el aprendizaje requiere esfuerzo y de que de poco sirve que uno elprofesor se afane en ensear si el otro el alumno no se molesta en aprender.

    Y no para aqu la relacin de vctimas. A los profesores y alumnos cabe aadir unatercera e insospechada vctima: la propia igualdad de oportunidades que el sistemaeducativo pretenda asegurar. Como lcidamente observa Pericay, a quin msperjudica es al joven perteneciente a una familia con pocos recursos econmicos al quela educacin debera haberle servido cuando menos, poda haberle servido de habermediado el talento y el esfuerzo para labrarse un porvenir. En este sentido, no haysistema educativo ms reaccionario que el actual, dado que al negar la meritrocraciaest negando a un tiempo la igualdad de oportunidades; slo quien posee dinerosuficiente para costearse unos estudios en una escuela o una universidad de pago, o

    realizando en ltimo trmino cuantos msteres sean precisos lograr acceder a unaeducacin de calidad. Se trata, sin duda, de la triste paradoja del progresismoeducativo (p. 142). Y remata: Hoy en da slo existe una forma de aprovechar esos

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    aos jvenes y es pagando. Y para pagar hay que tener dinero. Entonces s, entoncesuno todava puede encontrar una escuela que merezca la pena. Menuda injusticia (p.18).

    Claro que a esto un estatista radical le encontrara remedio: suprimir los centrosprivados, y que no existan ms escuelas que las pblicas: todos caf. Y que de lamediocridad no pueda escapar ya nadie, ni pagando. Pero como hoy no pueden ponersepuertas al campo, a los ms ricos siempre les quedara el recurso de estudiar en elextranjero. Aunque ser mejor no dar ideas.

    Podra pensarse que este triste panorama agota las desdichas de la educacin enEspaa. Pues no. An nos quedan otros actores en esta tragedia, que son lascomunidades autnomas. Uno de los frutos de la LOGSE fue la concesin a lascomunidades autnomas de la competencia para definir la mitad de los contenidos delos planes de enseanza. Y la forma que muchas de ellas han tenido de hacer uso detales competencias ha sido la insistencia en el localismo ms exacerbado. Autoreslocales de escasa relevancia que reciben la misma atencin que Cervantes, ros queaparecen milagrosamente en las fronteras de la comunidad autnoma en cuestin (eltramo anterior, al parecer, no existe), cuando no deformaciones groseras y sectarias dela realidad histrica, poltica y geogrfica, como la ectoplsmica Euskalherria que seles cuenta a los nios vascos.

    Con estos excesos se ensaa Pericay, y uno de sus principales temas de inters es lalengua. Para Pericay, la operacin de derribo [sic] de nuestro sistema educativotiene responsables, y uno de ellos es el nacionalismo (p. 12). No en vano acogi la

    LOGSE con tan buena disposicin, e hizo tan buen uso de ella para sus fines. Laimposicin de la lengua catalana en el sistema educativo cataln en la forma en que havenido hacindose le merece a Pericay un duro juicio: La consideracin de que laslenguas no son un asunto estrictamente individual, de cada uno de sus habitantesescribe sino propias de un lugar y poseedoras, en consecuencia, de un aura colectiva,histrica y simblica; la consideracin, en suma, de que hay lenguas de un territorio ylenguas que no lo son, no slo determina la primaca de un idioma con respecto al otroque, para ms inri, es el idioma oficial del Estado, y el hablado por la mayora de lapoblacin, incluso en el territorio en cuestin, sino que representa, inevitablementeuna fractura social, unos ciudadanos de primera y otros de segunda (p. 15). Y elloimplica la conculcacin de los derechos individuales del conjunto de los ciudadanos enaras de unos supuestos derechos colectivos que no favorecen ms que a una parte deestos ciudadanos. La escuela pblica catalana niega a los padres castellanohablantesel derecho a que sus hijos reciban la enseanza en su lengua materna. Esto no es unamaledicencia, ni un infundio propalado por Madrid, sino que es un hecho reconocidosin pudor y sin ambages por los propios dirigentes nacionalistas. Y ello con la pasividadde los sucesivos gobiernos nacionales, como tantas otras cosas.

    Leyendo los libros de Delibes y Pericay, uno no slo se alarma ante la situacin de laeducacin espaola, tal y como la describen, sino que comienza adems a comprenderla razn de fondo de muchas cosas. Y llega a la conclusin de que ste es,

    posiblemente, el problema ms grave que hoy tiene planteada la sociedad espaola,aunque otros despierten ms ruido meditico y alarma social. Ya seal antes que sonobras de denuncia, no estudios acadmicos. Algunos pensarn posiblemente que los

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    autores exageran, y que la cosa no es para tanto. Otros, a buen seguro, se apresurarna rastrear su currculum profesional y poltico en busca de coartadas para descalificarsus opiniones. ste suele ser el mtodo ms cmodo para ahorrarse argumentos. Perola realidad es tozuda: que nuestro sistema educativo no funciona no lo dicen (slo)

    Delibes y Pericay. Lo dicen los datos sobre fracaso escolar del propio Ministerio deEducacin y los deficientes niveles de conocimiento de nuestros alumnos que seala elestudio PISA, puntos ambos anteriormente citados. Como lo manifiesta la encuesta deopinin entre los profesores (cabe suponer que de todas las tendencias polticas)tambin citada anteriormente, que muestran su insatisfaccin sobre el actual sistemaeducativo (y algo sabrn al respecto), y apuntan hacia los mismos males que estos doslibros denuncian.[1] Atlas digital de la Espaa universitaria, dirigido por Pedro Reques (Universidad de Cantabria), en

    colaboracin con el Consejo de Coordinacin Universitaria y la Conferencia de Rectores.

    [2] Datos, todos ellos, reproducidos en la prensa. Vase, por ejemplo, ABC, 23 de enero de 2007, y

    www.abc.es/sociedad.

    [3] Informe Crculo sobre la economa espaola. Cmo garantizar el futuro, obra colectiva de Fernando

    Fernndez Mndez de Andrs, Inmaculada Gutirrez, Javier Martnez Arvalo, Jaime Requeijo, Beln

    Romana, Juan Jos Toribio y Mara Jess Valdemoros (Crculo de Empresarios, julio de 2006); Hacia un nuevo

    sistema educativo. Bases para la mejora de la enseanza obligatoria (Crculo de Empresarios, junio-julio de

    2006). Los textos de ambos documentos pueden encontrarse en www.circulodeempresarios.org.

    [4] Porcentaje de poblacin entre dieciocho y veinticuatro aos que no ha completado los estudios

    secundarios y que no est siguiendo ningn estudio-formacin (datos del Ministerio de Educacin en 2004 y

    de la Caixa).

    [5] Este informe evala el nivel de competencias bsicas en matemticas, lectura y ciencias de los alumnos

    de quince aos (lmite de la enseanza obligatoria) en cuarenta y dos pases.[6] Las emociones y los valores del profesorado, estudio realizado por lvaro Marchesi y Tamara Daz y

    editado por la Fundacin Santa Mara en 2007.

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