Catalina Labouré nació el 2 de Mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Francia.

Eran once hermanos en la

familia y se dedicaban a las

labores del campo

Todos eran muy devotos de la

Santísima Virgen.

Cuando tenía nueve años, murió su madre y ese mismo día una empleada sorprendió a Catalina sobre una silla abrazando una

imagen de la Virgen y pidiéndole protección

y amor.

“Desde ahora Tú serás mi única

Madre”

Su hermana mayor entró al Seminario y Catalina tuvo que hacerse cargo de las tareas de la casa.

Tuvo que dejar la escuela y no pudo aprender a leer ni

escribir.

Cada día cuando terminaba su tarea, hacía

oración.

A los 14 años pidió a su padre permiso para ser religiosa, pero su padre no se lo permitió porque la necesitaba para atender las tareas de la casa.

Esto le dolió pero obedeció.

Sin embargo, le pedía mucho a Jesús que le

concediera ser religiosa.

Cuando tenía 18 años soñó que un anciano

sacerdote le decía: “Un día me ayudarás a

cuidar a los enfermos”.

La imagen de ese sacerdote se le quedó grabada para siempre

en la memoria.

Un día visitó a su hermana religiosa y vio el retrato de San Vicente de Paúl en el

recibidor. Se dio cuenta de que era el mismo sacerdote que

había visto en sueños.

Desde ese día se propuso ser Hija de la

Caridad.

Por fin su padre le dio permiso de ingresar con las Hijas de la Caridad. El informe de ingreso

decía: “Lee y escribe, es piadosa, ama el trabajo y es

muy alegre”

Catalina había aprendido a leer y escribir sola y estaba feliz de

ser religiosa.

Una noche, mientras dormía, oyó que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y vio un niño vestido de

blanco que le dijo:

“Levántate pronto y ven a la capilla, la

Santísima Virgen te espera”. Catalina siguió al niño. El cuerpo del niño irradiaba vivos

resplandores y a su paso todo quedaba

iluminado.

Con gran sorpresa se encontró todas las velas prendidas en la capilla y Sor Catalina vio a una señora de extremada

belleza, atravesar majestuosamente el presbiterio y el niño la llevó hacia la Virgen María.

Nuestra Señora le comunicó esa noche varias cosas futuras que iban a suceder en la Iglesia y recomendó que el mes de mayo fuera celebrado con mayor fervor en honor a la Madre

de Dios.

Catalina creyó

siempre que el niño que la había guiado era su ángel de la guarda.

Después de un año de estar en el Seminario fue a trabajar en un hospital asilo.

Allí vivió durante 46 años, en los que sirvió a los pobres en trabajos diversos.

Cinco años los pasó en la cocina,

poniendo todo su esmero en hacer lo

mejor posible la comida para los

pobres.

Durante muchos años atendió la granja, en la

que había un buen número de vacas y también numerosas

palomas.

También atendió una sala de ancianos

enfermos.

Los últimos años de su vida, estuvo en la portería, donde con cariño recibía a

cuantos allí llegaban.

El 27 de Noviembre de 1830 la Virgen le encomendó hacer una medalla que tuviera su imagen.

Le prometió ayudas muy especiales para quienes llevaran esta

medalla.

La Virgen le dijo a Sor Catalina que muchas gracias y ayudas celestiales

no se obtienen porque no se

piden.

Sor Catalina fue al Arzobispo a consultarle el

caso y éste le dio permiso para que

hiciera las medallas, y a partir de este

momento empezaron los

milagros.

Para 1836 se había repartido más de 130.000 medallas.

SIGNIFICADO DE LA MEDALLA

ANVERSOMaría se muestra en pie.

María con las manos abiertas en actitud de acogida.

Se lee una oración: “Oh María sin pecado concebida, ruega por

nosostros que recurrimos a Ti.

SIGNIFICADO DE LA MEDALLA

REVERSO

La M coronada por la cruz: indica la unión de María con el misterio de la Pasión y Cruz de su Hijo.

Dos corazones : el de Jesús y el de María.

Doce estrellas : Jesús estableció su Iglesia sobre el fundamento de Pedro y sus Apóstoles.

Y así, mientras esta devoción se propagaba por todas partes, Catalina seguía en su destino

barriendo, lavando, cuidando de los animales de

la granja y haciendo de

enfermera, como la más humilde e ignorada de todas

las Hermanas.

Desde 1830 hasta 1876, año en que murió,

Catalina estuvo en la Comunidad sin que a nadie se le ocurriera

que ella era a la que se le había aparecido la

Virgen María.

Catalina pidió que se colocara una imagen

de la Virgen Milagrosa en el sitio donde se le había

aparecido y al verla, aunque es una

imagen hermosa, ella exclamó:

¡Oh, la Virgen es muchísimo más

hermosa que esta imagen.”

En 1874 a los 70 años, Catalina se enfermó y murió sin sufrir. Las hermanas le preguntaban: “¿No siente usted miedo

demorir?” a lo que ella contestó: “¿Por qué he de tener miedo de ir a ver a Nuestro Señor, a su Madre y a San Vicente?

Su cuerpo se encuentra incorrupto en París, Francis. Poco tiempo después de la muerte de Catalina fue llevado un

niño de 11 años inválido de nacimiento, y al acercarlos al sepulcro de la santa, quedó instantáneamente curado.

En 1947 el Papa Pío XII declaró santa a Catalina Labouré.

La Capilla de las Apariciones en París, está

siempre llena de gente rezando a la Virgen

Milagrosa.

Al pie del altar se encuentra el cuerpo de Santa Catalina.

Ojalá que la vida de Santa Catalina nos motive para saber mirarnos en el espejo de nuestra Madre María.

Que aprendamos de ella a vivir con sencillez, con una mirada limpia y realizando en cada momento aquello que es nuestro deber.

¡ OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS

A TI !