Sanchez ramos, jose contemplacion y presencia

126
José SÁNCHEZ RAMOS Testigos en el corazón del mundo

Transcript of Sanchez ramos, jose contemplacion y presencia

Page 1: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

José SÁNCHEZ

RAMOS

Testigos en el corazón

del mundo

Page 2: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

José Sánchez Ramos

Contemplación y presencia Testigos en el corazón

del mundo

NARCEA, S.A. DE EDICIONES

Page 3: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Queda rigurosamente prohibida sin autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el trata­miento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

© NARCEA, S. A. DE EDICIONES, 2000 Dr. Federico Rubio y Galí, 9. 28039 Madrid [email protected] www.narceaediciones.es I.S.B.N: 84-277-1344-4 Depósito legal: M.44.980-2000 Cubierta: Francisco Ramos y Ménica Ramos Impreso en España. Printed in Spain Imprime LAVEL. Pol. Ind. Los Llanos. 28970 Humanes (Madrid)

índice

PRÓLOGO de Antonio López Baeza 7

ESCRITOS TESTIMONIALES 11

Ha brotado un retoño en el árbol de Jesé . . . . . . . . 13 Nazaret en una Casa de Oración 17 Consagración 21 El Desierto de la Paz 25 La oración en mi historia de fe 29

EN EL CARISMA DE CHARLES DE FOUCAULD 37 Volvamos al Evangelio 39 Carlos de Foucauld, un pobre entre los pobres 45 Contemplación y medios pobres 53 Los laicos en el carisma de Charles de Foucauld . . . . 65 El matrimonio tiene una grandeza maravillosa 73 Práctica sencilla de la Revisión de vida 77 En memoria mía 81 Nazaret, en la vida pastoral de Jesús 87 En el desierto de la ciudad 103 Le llevaré al desierto 111 Silenciamiento en el día de desierto 121

Page 4: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

6 Contemplación y presencia

DE PAZ Y DE PIEDAD ERA LA CIENCIA PERFECTA 127 Ser como "alma" de todo hacer, en comunión con todo lo que existe 129

Olvido de lo creado 133 Juan de la Cruz vivió desde la fe y el amor confiado . . 143 La atención logra una conciencia profunda 151 Amor y contemplación 161 La resurrección de Jesús, bodas de Dios con la humanidad 171

Vivir en adoración 179 Sobre el sosiego y la quietud del espíritu 189 Vivir en el momento presente 199 Las visitas del Señor, su paso entre nosotros 211 Gustad qué bueno es el Señor 221 Los llamó para hacer camino con Él 229 El camino místico 239

Procedencia de los artículos 245 Libros bíblicos citados 249 índice onomástico 251

Prólogo

UNA VIDA PARA LA CONTEMPLACIÓN

Presentar esta recopilación de textos de Pepe Sánchez Ramos lleva para mí un gozo muy puro y un desafío nada despreciable (no es nada fácil que la presentación pueda estar a la altura de lo aquí presentado). No obstante, no deja de ser un gozo, y muy intenso, el hecho que se me ofrece de colaborar a poner en ma­nos del gran público un testimonio y un pensamiento que hincan sus raíces más luminosas en el Espíritu de nuestro bien amado Hermano y Señor Jesús.

Porque, Pepe Sánchez Ramos, no es un escritor que compon­ga sus textos a base de fichas bibliográficas acumuladas, ni usan­do de la facilidad de su erudición académica. En él, la escritura siempre ha sido —y así podrá comprobarlo el lector— emana­ción natural de su alma empapada de la experiencia de fe en el seguimiento de Jesús.

En efecto, el primer rasgo que sobresale al acercarnos a la co­municación escrita de este testigo del Dios vivo, es sin duda su amor a Jesús de Nazaret. Un Jesús que es intimidad de aban­dono con el Padre y anonadamiento en su entrega salvadora a la

Page 5: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

8 Contemplación y presencia

humanidad histórica. Abandono y anonadamiento: dos concep­tos, dos valores eminentemente evangélicos, que alcanzaron muy bien a resumir la vida de Jesús —nuestra vida en Cristo— para nuestro hermano Pepe. Un Jesús que nos espera cada día en la contemplación de la Palabra, en la Eucaristía celebrada y adora­da, en el Último Lugar buscado (al menos, deseado) para mejor servir a los hermanos... Nazaret en todas partes, es decir, presen­cia de encarnación, de servicio humilde, de testimonio callado, como expresión del amor más puro, el Amor de Gratuidad, en el que somos amados y salvados, ¡transformados! ¡Cómo vibran muchas de las páginas que siguen con el temblor incontenible de un corazón enamorado, disparado como una flecha que busca su único blanco en el misterio de Dios hecho Hombre!

Junto a su amor, casi violento, a Jesús, y sin que pueda encon­trarse fisura significativa entre ambos, Pepe descubrió muy pronto —D. Diego Hernández, su acompañante espiritual de siempre, tu­vo mucha parte en ello— la contemplación de amor, vocación y destino de todo itinerario creyente, hasta dedicar a ella gran parte de sus mejores energías.

Podríamos decir, sin miedo a exageración alguna, que nuestro autor ha sido, en la Iglesia del post-Vaticano II, un adelantado y un apóstol de la urgente necesidad de fundamentar la entera ac­tividad pastoral de las Iglesias en la praxis y en la pedagogía de la experiencia mística. Una pastoral que no conduce, desde sus primeros pasos, a iniciar a los creyentes en la vida contempla­tiva, amén de no ser evangélica está condenada al fracaso más estentóreo.

Para acrisolar la vida de fe, y muy especialmente el camino contemplativo que la autentifica, Pepe intuyó, de la mano del er­mitaño de Tamanrasset, la necesidad del Desierto como espacio y tiempo de la mejor preparación de nuestro espíritu para captar el paso de Dios por nuestras vidas. Su misma estancia prolongada —casi veinticinco años— en el Desierto de la Paz (Murcia), re­sulta elocuente por la profundidad que alcanzó en su propia vida

Una vida para la contemplación 9

de oración y por la clarividencia discerniente con que tantos, mu­jeres y hombres, laicos y consagrados, se sintieron acompañados por él.

Mas como no quiero que estas letras se conviertan en un pa­negírico —por otro lado inevitable, tratándose de la presentación postuma de un libro— de mi muy querido amigo, compañero y hermano Pepe, corto ya la que muy bien podría ser una muy larga lista de aspectos (adoración, momento presente, silencio, fraterni­dad, revisión de vida, seglaridad, matrimonio, etc.) que aparecen en este libro, como inseparables de un buen entendimiento de los frutos espirituales de la auténtica contemplación cristiana. Si la contemplación fuera ajena a la vida ordinaria del que la practi­ca, dejaría en el mismo momento de ser cristiana, es decir, de ser fruto de la Palabra hecha carne, don del Espíritu que nos habita.

Una cosa sí quiero destacar en fidelidad a las páginas que pre­sentamos: su particular devoción tanto a San Juan de la Cruz co­mo a Charles de Foucauld, verdaderos guías —indicadores del camino, sería la expresión del Hermano Carlos— en su búsqueda de autenticidad evangélica. El mismo título que preside esta co­lección de escritos espirituales, CONTEMPLACIÓN Y PRESEN­CIA, dirá ya mucho a los lectores avisados sobre el leit motiv o línea vertebradora que engarza la totalidad de estas páginas.

Carlos de Foucauld resumió, tal vez sin ser plenamente cons­ciente de ello, su vida espiritual en esta simple frase: Presente a Dios y presente a los Hombres. Por su parte, el místico de Fontiveros hizo consistir (en aparente contradicción al místico de Beni Abbés) la Suma de la Perfección Cristiana en estos versos-resumen:

Olvido de lo creado, memoria del Creador, atención a lo interior y estarse amando al Amado.

Pero como ya observábamos más arriba, la contradicción sólo es aparente. El olvido de lo creado, al ir inmediatamente seguido

Page 6: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

10 Contemplación y presencia

de la memoria del Creador, remite de inmediato a la presencia amorosa de Dios en las criaturas, pues no es posible la presencia del Creador sin el amor al mundo salido de sus manos. Olvido de lo creado que ha de ser entendido como verdadero amor a las bondades creadas, sin dependencias idolátricas y esclavizadoras, en actitud contemplativa, es decir, de comunión, de adoración, de acción de gracias...

CONTEMPLACIÓN Y PRESENCIA —título que se debe a la fina intuición de Salvador Reyes Cerezo, principal recopilador de es­tos textos junto con Marisa Martínez Díaz de Revenga— enmar­ca preciosamente —en espíritu y en verdad, podríamos decir— el legado inapreciable del ministerio tan vivo y actual de Pepe Sánchez Ramos: una vida entregada a la Contemplación que, co­mo actividad del Amor teologal, como síntesis más palpitante de la Fe en el Misterio de Dios, nos hace, por su misma dinámica in­terna, abiertos, audaces en el servicio a las necesidades humanas, videntes del paso de Dios —de su salvación siempre en marcha— en las encrucijadas del Mundo y de la Iglesia. Ver a Dios en los Hombres y a los Hombres en Dios. Todo un desafío.

ANTONIO LÓPEZ BAEZA

Murcia, septiembre del 2000

ESCRITOS

TESTIMONIALES

Page 7: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Ha brotado un retoño en el árbol de Jesé

Durante el mes de diciembre he compartido con los Hermanos de Jesús una experiencia de ermitaño. A hora y media de Farlete, junto a la ermita de San Caprasio, que está en el punto más alto de estos contornos, hay varias cuevas. Dos amplias, una para capilla y otra para la vida colectiva; y otras pequeñas, individuales.

Los novicios suelen pasar aquí el tiempo de Adviento y otras semanas del año. Los ya profesos las utilizan para sus días anua­les de retiro, para el retiro de cuarenta días que hacen en solitario antes de profesar, y en otros momentos que se sienten llamados a un tiempo de desierto.

El paisaje que hay delante es desértico: un mar de cal. La parte posterior, que ya es provincia de Huesca, tiene algún verdor, y al final se ven los Montes Pirineos, nevados en estos días. No hay más ruido que el de los grajos y el de algún rebaño que se acerca a los barrancos del fondo, que están a bastantes metros de profundidad respecto a nosotros. Las noches limpias, se ve un cielo estrellado casi al alcance de la mano.

El ambiente es austero, como os podéis imaginar. De piedras y ramas de pino es el indispensable mobiliario. El agua, de lluvia recogida en pequeños pozos. Iluminados con velas y cámping-gas. Caminando por sendas de monte, que utilizan de noche las

Page 8: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

14 Contemplación y presencia

zorras y los jabalíes. Algunos días de sol primaveral, la mayoría con un viento horrible, típico de esta zona. Los últimos días, con lluvia.

Yo vivía solo en la cueva de Santa Teresa, a unos diez minutos. Es la costumbre de ellos. Una colchoneta en el suelo, una mesa de pino, unas piedras para sentarme, unos tacos para colgar el macuto y la ropa, una palangana. En un rincón: el Crucifijo, una Virgen oriental y Santa Teresa de Ávila.

En este ambiente he esperado la gracia de Navidad. La primera semana me resultó muy dura. En algunos momen­

tos tuve ganas de marcharme. Creía que esto no era para mí. In­comodidades físicas, dificultades psicológicas y Dios, que rompió todos los proyectos y todos los esquemas con los que yo me subí. Con lo minuciosamente que había preparado lo que debía de leer, lo que debía meditar... los objetivos que iba a conseguir. Fueron días de no encontrar camino por ninguna parte.

El día de la Inmaculada fue un día de sol. También por dentro. Me pareció oír: "¿Quién debe llevar la iniciativa en estos días, tú o yo?" Y decidí dejarme conducir por el Espíritu. Analizar todas las llamadas interiores para ir rastreando el paso de Dios. Luego, unos días con luz y otros a oscuras, fui, según creo, dejándome preparar para la Navidad.

Ha brotado un retoño en el árbol de Jesé. Así he entendido este año la gracia del Nacimiento. En el árbol viejo, ha brotado un retoño nuevo. Ha nacido otra esperanza de salvación. Dios no se cansa —nos ama con locura— y cada año —¿cada momento?— hace brotar en el mundo, en la Iglesia, en cada uno de nosotros, la novedad de Jesús. Ventana abierta de Dios hacia nosotros, camino nuestro hacia Dios.

Pero, me doy cuenta en estos días, cuánto tenemos que seguir ayudándonos para que esta flor recién abierta llegue a ser fruto. Cuando analizo mi experiencia de veinticinco años de camino, veo las muchas veces que el retoño en mí se heló. Es mi gran miedo de estos días, del que me saca la confianza en el Señor de

Ha brotado un retoño en el árbol de Jesé 15

lo imposible. "Dios nace para hacer posible lo imposible" (Carlos de Foucauld).

Dedicábamos a la oración algunas horas al día y una duran­te la noche. Siempre recordaré esos caminos nocturnos hacia la cueva del Santísimo, a veces iluminado por la luna, con viento o empapado de barro, medio dormido, pero ilusionado.

Qué sabios son los capítulos sobre la oración del hombre de la calle que ofrece el Padre Voillaume en El corazón de las masas1. Os los recomiendo.

Orar es pensar en Mí amándome... Cuanto más se ama, más se ora.

Y la condición imprescindible para madurar en ella:

Un verdadero trabajo de desasimiento interior que tie­ne que ser aceptado, en principio, de forma radical y sin límites, a la medida del amor que se nos pide.

Y sobre vivir en oración:

Es una reacción de fe permanente ante la realidad de los hombres.

También, con la ayuda de Marcel Légaut, he sintonizado con la problemática del hombre, a ese nivel de humanidad en que él se coloca:

La misión es el lugar privilegiado en el que surge más fácil y frecuentemente la presencia de Dios... Es acción del mismo Dios, en la medida en que alcanza su pureza propia. Sólo la misión ofrece a cada uno la posibilidad de alcanzar al otro en el plano del ser, ayudándole a encontrarse... Es fuente de luz, esfuerza, es llamada, es nueva creación...

La Nochebuena la vivió con nosotros el Responsable General de los Hermanos de Jesús. Regresaba de un detenido viaje por los países de Extremo Oriente. Toda la tarde del día de Navidad

'Studium, 1961. Editado actualmente en Herder.

Page 9: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

16 Contemplación y presencia

la pasamos hablando de la problemática de aquellas naciones: In­dia, Pakistán, Japón, Corea, Viet-Nam... Aquí se vive a nivel de humanidad.

También, unos días antes, pasó un Hermano que vive entre los hippies para hacer dos días de silencio y oración. Iba a Marruecos y venía de Bangla-Desh, siempre en auto-stop, con su mochila, sus pelos largos y sus ropas de colores. Vive ambulante por las comunas hippies de todo el mundo. Antes de marchar, conversa­mos con él sobre los valores y deficiencias de esas experiencias.

En fin, como veis, un mes interesante, que agradezco a Dios y comparto con vosotros.

Por ahora continúo en Farlete. Luego marcharé para Argelia. Nada más. Un abrazo.

Nazaret en una Casa de Oración

Explicar una intuición es siempre difícil. Al menos eso es lo que me pasa a mí al querer explicar esta experiencia de la Casa de Oración desde el misterio de Nazaret.

Desde que viví el año de desierto con los Hermanos de Jesús, sentí la necesidad de ofrecer en mi Diócesis de Murcia un lugar de oración con ciertas características. Durante el año siguiente, se puso en marcha la idea con motivo del tiempo de desierto que quería vivir una amiga catalana de la Fraternidad Jesús—Caritas.

La casa está situada en la Sierra de Carrascoy, junto a Murcia capital. En la parte posterior de la sierra, en un paisaje bastante desértico, en repoblación forestal, y a donde rara vez va gente.

Era una casa de campesinos. Casi totalmente destruida y que, durante un tiempo, ha ido rehaciéndose: habilidad de un viejo al-banil que ha hecho una obra de artesanía para poner en pie aque­llas ruinas. Puertas y ventanas de un cine viejo de La Alberca... Y luego, pequeños detalles de decoración que la han hecho aco­gedora.

Inmediatamente se siente uno en casa propia. Todo está abier­to, todo es de todos: comida, limpieza, agua, leña... Todos cola­boramos en la marcha de la casa. Todo lo que hay o lo que se trae

Page 10: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

18 Contemplación y presencia

es para todos. Queremos que sea, de verdad, un lugar de acogida, de comunión.

Dios es la única razón de ser de esta casa. Sólo Dios, sólo Dios, sólo Dios... Él es el eje a partir del cual cada uno programa su ritmo de cada día. Porque a Dios se le ha de encontrar desde la originalidad personal y según el ritmo que a cada uno y en cada momento le lleva el Espíritu. Por eso, en la casa hay un clima de gran libertad.

Queremos que Jesús sea el Gran Intermediario, especialmente presente en la Eucaristía, en la Palabra, en los hermanos que com­parten juntos la búsqueda, en la naturaleza sobria y bella... Cristo es el protagonista de la Casa de Oración. Se trata de lograr un tú a tú con Él. Por eso ofrecemos las mínimas mediaciones: pocos actos comunes, nada de pláticas o meditaciones dirigidas...

El silencio del ambiente es tan fuerte, que uno se calla sin darse cuenta. Y nos alegra. Recordemos lo que escribió Juan de la Cruz:

Una Palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta ha­bla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser aco­gida por el hombre. (Dicho 99)

O lo del Hermano Carlos:

Cualquiera que ama desea la soledad en compañía del ser amado... Es en silencio cuando se ama más ardiente­mente.

Por eso, el silencio de aquí no es un silencio impuesto, sino el que se crea cuando uno busca en serio e intenta amar de verdad.

Orar es aquí la principal actividad. Es para lo único que nunca tenemos prisa. La Eucaristía, los Laudes o las Vísperas duran ca­da vez lo que conviene, según los que vivimos esa oración común. El rato de Adoración, dejándonos orar por el Espíritu: "Yo no te pido pensar mucho, pero sí amarme; adórame y ámame; mírame... Déjate mirar por Mf'. O el Amigo íntimo, que te acompaña en el paseo vespertino y con el que dialogas cuando la naturaleza va

Nazaret en una Casa de Oración 19

quedando en silencio y el sol se despide con cualquiera de esos atardeceres imponentes de la huerta murciana...

Y económicamente, ¿cómo marcha esto? Nos fiamos del Pa­dre que cuida de los que optan por la única tarea de alabarle. La Providencia es aquí experiencia, más que un acto de fe.

Otra cosa contrastada por la experiencia: al alejarte de los hombres a la soledad encuentras como una nueva experiencia de ellos. A veces es como una mayor sensibilidad para todo lo huma­no; otras, es la experiencia de unas amistades fuertes que no creía uno encontrar en aquella lejanía; otras, es la fortaleza para conti­nuar la lucha por los hermanos, de la que uno se iba encontrando cansado... Es gente comprometida en el cambio de la Iglesia y del mundo los que más nos han acompañado en este año.

Todo esto en un clima de sencillez, alegría, cordialidad, de mucho mirar adelante...

¿Es esto Nazaret? Conforme hemos ido viviendo la experien­cia, muchos han ido viendo así la Casa de Oración. A quienes la vivimos de manera más constante, nos alegra que sea así.

Hasta ahora hemos sido dos o tres los que más nos hemos de­dicado a ofrecer este servicio. Esperamos —ya aparece— que sea tarea de un grupo de seglares y sacerdotes, y que sea —también lo está siendo— un servicio de fraternidad universal, un rinconcico de Murcia abierto a toda la Iglesia.

Page 11: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Consagración

Padre, quiero vivir en acción de gracias esta nueva llamada, este nuevo don tuyo. Gracias, Padre, por todas las veces que has salido a mi encuentro a lo largo de toda mi vida. Gracias, por el encuentro primero del Bautismo. Gracias, por los encuentros de mi juventud; en ellos me descubriste a Jesús como el Gran Amigo por quien jugármelo todo. Gracias, por el último gran encuentro, a través del Hermano Carlos, en el que te descubriste a mí como el Amigo que nace para hacer posible lo imposible. Gracias por haberme ido descubriendo en estos últimos años su camino de fe, invitándome a vivir en él.

En este día, yo, José Sánchez Ramos, quiero tomar claramente conciencia de tu llamada y comprometerme de manera pública, ante mis hermanos, a vivir mi vida de cura diocesano dentro de este carisma vivido por el Hermano Carlos en

la Iglesia,

o í

Page 12: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

22 Contemplación y presencia

sirviéndose de los medios que en la Fraternidad Sacerdotal lESUS CARITAS pueden ayudarme a madurar en él.

Acepto, Padre, tu llamada a vivir totalmente abandonado a Ti, dejándome conducir hacia no sé dónde. Tú eres el Único, el Absoluto en mi vida. Me haces ver que debo vivir hoy con acento especialmente contemplativo. Vivir en el amor y para el amor.

Abro mi corazón a la fraternidad universal a través de mi compromiso concreto, de comunión y servicio contemplativo con todos aquellos que trabajan por construir tu Reino, en una sociedad nueva, desde los pobres, con los pobres y por medio de los pobres.

Quiero, Padre, vivir la contemplación en los caminos. En medio de las encrucijadas de la Iglesia y del Mundo. Siendo muy sensible a los problemas de los hombres desde la Iglesia y como Iglesia. Te agradezco el tener la suerte de vivir esta nueva aventura de la Iglesia de hoy, a la que quiero servir con todas mis fuerzas.

Ábreme, Padre, al espíritu de las Bienaventuranzas. Que esa síntesis del Evangelio sea, día a día, mi estilo.

Padre, he intentado recoger lo que creo que son tus llamadas en este momento de mi vida.

Consagración 23

Te las presento, Padre, con temor y temblor. Hubiera preferido no concienciarlas, incluso no decirlas en público. Tengo miedo. Tú sabes bien que soy un imposible.

Confío sobre todo en Ti, Padre, el Dios Fiel, que me ama desconcertantemente. En Cristo, el Gran Amigo. En las fuerzas del Espíritu. Confío en María y en todos los santos, amigos del cielo. Confío en todos los hermanos que andan por este mismo camino. Ellos me ayudarán a ser fiel. Confío en todos los otros hermanos en la fe, con quieres voy recorriendo, día a día, el camino. Amén. Aleluya.

Page 13: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

El Desierto de la Paz

La Casa de Oración del Desierto de la Paz está en Murcia. En la sierra que separa la huerta murciana del campo de Cartagena, y en la que se encuentra el Santuario de la Virgen de la Fuensanta, el Monasterio de los Ermitaños de la Luz y algunos monasterios de monjas contemplativas, que en los últimos años han dejado la ciudad para vivir en lugares más silenciosos.

Es como la montaña sagrada de Murcia, desde tiempos ante­riores al cristianismo, como lo atestiguan algunas excavaciones. Los árabes llamaban a la zona donde está la Casa "el desierto de Shalem".

Tiene dos espacios fundamentales: el primero está formado por una sencilla casa de campesinos, sin luz eléctrica, ni agua corriente, con una capacidad para unas catorce personas (usando literas); una pequeña capilla y un salón de meditación, con capa­cidad para unas treinta y cinco personas. En el otro espacio hay unas ermitas, cercanas a la Casa, donde se puede vivir en total soledad.

Es un lugar dedicado, exclusivamente, a la contemplación. En clima de silencio. Con un estilo más bien eremítico-contemplati-vo. En medio de una naturaleza austera, pero amable.

Hace unos diez años me vine a vivir aquí, buscando un lugar de desierto en el que vivir en soledad y en el que otras personas pudieran tener soledad para su oración.

Page 14: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

26 Contemplación y presencia

Ha habido un paso ininterrumpido de personas. Desde hace unos años, una religiosa vive aquí también, de manera permanen­te, en soledad. Otros han pasado unos años o un año completo. También hay quienes vienen a pasar un mes o varios meses o in­cluso tiempos más cortos.

El momento fuerte del año, en cuanto a estancia, es la Semana Santa. Una preparación a la Pascua, vivida en silencio, en oración contemplativa, en fraternidad y en sencillez.

También los meses de julio y agosto son muy aprovechados para la oración, por bastantes personas, como parte de su tiempo de vacaciones.

Dos fines de semana, cada mes, se reúnen un grupo de perso­nas a practicar la meditación Zen y la Oración de Jesús o repeti­ción de la frase.

La experiencia contemplativa se vive en estas modalidades fundamentales:

Como experiencia de desierto. Viviendo a solas, con sólo Dios. En austeridad de mediaciones. Se hace en alguna de las Ermitas, o en la Casa con una soledad menor. Es una experien­cia muy personalizada, en la que procuro estar lo cerca que cada cual necesita. Es la experiencia a la que damos prioridad desde el comienzo.

Como lugar donde vivir tiempos fuertes de oración. Necesi­tado, por diversas razones, por personas que prefieren un estilo sencillo y austero y un marco de gran libertad personal. Para ayu­dar a quienes les interesa, en alguna semana del mes hacemos la llamada Semana Contemplativa, en la que ofrecemos unas char­las más sistematizadas sobre la contemplación y nos ejercitamos en diversos modos de orar contemplativo.

También, otros se ejercitan en la meditación Zen como camino contemplativo, vivido desde nuestra fe cristiana. Algunos pasan tiempos largos, otros vienen para esto, los fines de semana. En algunos días del año hay iniciación en ella, para quienes están

El Desierto de la Paz 27

interesados, o sesiones intensivas, para quienes ya meditan dia­riamente.

Estos son los tres grandes bloques de experiencia contempla­tiva que aquí vivimos, aunque la realidad es mucho más variada.

Este espacio de oración está inspirado en la corriente contem­plativa impulsada por Carlos de Foucauld, que busca la contem­plación presente en la vida. Y brotó a la luz del Concilio Vatica­no II, que nos insistió en una realidad de Iglesia contemplativa y comprometida, desde los pobres, en este gran cambio que se está realizando en el mundo de hoy.

Esto hace que, aunque abiertos a todos, pasen fundamental­mente por aquí personas que buscan o intuyen esa síntesis con­templativa. Personas presentes en el mundo obrero, en barrios suburbiales o en pueblos rurales. Religiosas, sacerdotes y segla­res presentes en las diversas zonas de marginación. Gente joven que busca una respuesta integral a la situación actual y que están en los diversos movimientos cívicos actuales o en comunidades o grupos cristianos, conscientes de que la contemplación hay que vivirla en los caminos.

Desde el comienzo hemos ido ofreciendo, preferentemente, es­ta experiencia, a quienes se han tomado en serio a los demás.

Procuramos vivir en un clima de sencillez de medios y de aco­gedora fraternidad. Ponemos en común lo que hay o lo que trae cada uno.

Cada día hacernos entre todos los trabajos comunes: comida, limpieza, leña, agua...

No existe un horario preestablecido. Según quienes estamos en cada momento, vamos encontrando el ritmo adecuado. Cada uno debe moverse desde una gran libertad interior.

Sólo hay un Maestro: el Espíritu, que en cada uno vive. Él es el maestro interior, el mozo de ciego por el que nos debemos dejar conducir.

Sólo hay un Señor: Jesús, el Hijo enviado como el único ca­mino, la única verdad y la vida verdadera.

Page 15: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

28 Contemplación y presencia

Sólo hay un Padre: del que todo procede gratuitamente y que nos llama a ser hijos y hermanos.

A nosotros sólo nos toca hacer todo lo que está de nuestra parte para dejarnos ser en plenitud.

La oración en mi historia de fe

Primeros tiempos

Mis primeros maestros en la oración fueron mi padre y mi ma­dre. El rosario diario en familia fue mi primera escuela de ora­ción. El ambiente religioso doméstico, la educación en un colegio religioso, la primera comunión bien preparada, las reuniones en grupos cristianos infantiles... no pasaron en balde por mí. Me hicieron un niño y un adolescente religioso.

Pero la necesidad de oración nació en mí, sobre todo, a partir de mi encuentro con Jesucristo. Tenía dieciocho años. Estaba en el seminario. Fue durante unos ejercicios. En ellos el Señor salió a mi encuentro como un amigo. Y en su amistad quedé cogido.

A partir de entonces fue una gran necesidad pasar ratos a solas con Él. Sobre todo en las noches. Cuántas noches al pie del sagra­rio o junto a la cama... También, durante las vacaciones, dedicaba días en algún lugar solitario a tener largos ratos de encuentro con El, sobre todo a través de la oración.

Dios me dio entonces maestros de oración. Tuve la suerte de encontrarme con varios sacerdotes que eran hombres de fe, hom­bres de oración. Me iba con ellos, durante las vacaciones del seminario, a convivencias en las que la oración era el plato fuerte. Junto a ellos aprendí a orar y aprendí la necesidad de la oración.

Page 16: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

30 Contemplación y presencia

Los últimos años del seminario fueron años intensos de bús­queda de Dios, de servicio a los compañeros, de experiencia de equipo y de comunidad, de soñar con un sacerdocio vivido "a tope"... Y en todo esto, la oración tuvo mucho que ver.

Era un encuentro de amigos. Su presencia en la Eucaristía me atraía mucho. Presentaba a Jesús, ahí presente, toda mi vida: problemas, alegrías, tentaciones, ilusiones, compromisos... Él me preparaba para la ordenación sacerdotal.

Sacerdote diocesano

Ordenado sacerdote, aparecieron las primeras dificultades in­herentes a la actividad pastoral: entré en una actividad febril. Si no tenía tiempo para descansar, tampoco lo iba a tener para rezar.

Fueron los sacerdotes amigos, los que me ayudaron a buscar el equilibrio entre la actividad y la vida de oración. Un equilibrio difícil sobre el que he tenido que estar atento a lo largo de toda mi vida.

Había que madrugar. Cuántas horas de oración al amanecer junto a la mesilla de noche antes de salir de casa. Cuántos ratos, al atardecer de cada día, para conversar con el Amigo, antes de encontrarme con la gente en las actividades de la noche.

También la tarea pastoral me puso al alcance dos grandes fuen­tes de comunicación con el Señor: las celebraciones litúrgicas y la vida de la gente.

La celebración de la Eucaristía fue, y sigue siendo, el gran momento orante del día. Vivirla como una novedad diaria ha sido un regalo de Dios. Y cada Sacramento, o cada entierro o cada oración pública con los cristianos, era un tiempo sin prisas, de apertura al Señor, de vivencia honda de su presencia entre noso­tros.

Otra fuente de oración fue la vida de la gente: sus sufrimien­tos, sus preocupaciones, sus alegrías, sus luchas... He disfrutado siempre mucho, en cada uno de los pueblos donde he estado, vi­viendo muy cerca de todos y palpando a ese Cristo vivo que nace,

La oración en mi historia de fe 31

vive, lucha, es tentado, explotado, muere... Cuántos encuentros con ese Único que es todos, que está en todos.

Años vividos en España y en América. Años en los que todo era poco por el Reino de Dios, en los que toda la geografía era pequeña para las ganas de trabajar por el Señor.

Una cosa importante en todos estos años fue la fidelidad a los lunes. Durante muchos años, ha sido el lunes mi día de reposo; día de larga oración, de revisión pastoral y personal. A veces solo. A veces con otros compañeros con los que estaba haciendo el trabajo pastoral. Siempre ha habido un Santuario tranquilo, un convento de religiosas o algún monasterio amigo, donde poder desaparecer. Normalmente era un solo día. De vez en cuando, eran varios días de esa semana.

El Vaticano II

Viví "a tope" el Vaticano II. Todo el aire fresco que nos trajo, el aliento hacia una renovación desde las raíces. En mi experien­cia cristiana ha sido un acontecimiento capital. Lo viví siempre como una llamada a la conversión evangélica y a la conversión a la historia de hoy. Fue el tiempo del encuentro con los pobres, con la mujer, con la realidad sociopolítica española. Tiempo de aprender a superar esa situación de "separados", y aun de lejanos, en que vivíamos los sacerdotes: el traje, las costumbres, hasta el modo de hablar. El tiempo de los movimientos apostólicos; el en­cuentro con el mundo obrero a través de la HOAC. El encuentro con otra concepción teológica, con otras expresiones litúrgicas.

Fueron años maravillosos. De mucha asimilación, de mucho cambio, de muchos tanteos. También de muchas dificultades de todo tipo. De dentro y de fuera.

Todo creó en mí una crisis positiva, pero profunda. Crisis en algunos datos de la fe, en la tarea apostólica, en la Iglesia, respec­to a la relación con la mujer y al rol sacerdotal.

¿Cómo encaré estas crisis? Tres cosas me ayudaron a supe­rarlas: la oración, el acompañamiento de sacerdotes amigos con

Page 17: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

32 Contemplación y presencia

quienes formaba grupo espiritual, y seguir testimoniando o anun­ciando el evangelio en la vida pastoral, sin dejarla en ningún mo­mento.

Fueron años de fidelidad a la larga oración diaria. Horas de oración ante el Sagrario de mi parroquia, en medio de oscuri­dades, incluso respecto a la presencia eucarística. Días de larga oración, en soledad, en alguno de los monasterios amigos. Años de compartir con el pequeño equipo de sacerdotes amigos, con el corazón abierto, cada una de estas crisis interiores en revisión de vida sincera. Años de intensa vida pastoral, de mucha cercanía con las personas militantes, para ir con ellos asimilando el cambio desde las perspectivas de la fe. Trabajo pastoral vivido a veces en medio de mucha oscuridad interior.

En este tiempo tuvo una fuerza especial la Sagrada Escritura. Fue mi "descubrimiento" de la Palabra de Dios. Años de estu­dio y de saboreo de los textos bíblicos. A través de la Escritura brotaba mi encuentro con el Señor y la iluminación de los acon­tecimientos que ocurrían a mi alrededor.

Un año sabático

Al final de todos estos años fue creciendo en mí la necesidad de un año de síntesis. Lo necesitaba como un tiempo largo de oración, de reposo interior. Me terminaron de animar las palabras de Carlos de Foucauld: "Dios se ha hecho hombre para hacer po­sible lo imposible". Vi, como claramente posible, que Dios podía dar a luz en mí ese nuevo hombre que se había venido gestando en los últimos años. Mi maestro de espíritu me dijo: "Ni más de un año, ni menos de un año". Y con esa consigna marché.

Doce meses de larga oración, a veces en compañía, a veces en soledad eremítica. Meses de largos paseos solitarios en compañía del Señor, dejándole hacer a El la síntesis que buscaba. Meses de lecturas de los místicos, de teología conciliar, a veces de forma sistemática, a veces de forma espontánea. Días y noches con la

La oración en mi historia de fe 33

única tarea de estar atento a Él, de dejarle hacer en mí, de aceptar las purificaciones y el dolor sincero del desconcierto que había en mí, de dejar que cada pieza se volviera a colocar en su sitio, dentro de esta nueva visión que el Vaticano II nos había traído.

En ese año, Dios me entró en la contemplación. Él me había entrado en muchos otros momentos de mi vida, pero nunca me enraicé en ella. Sin saber cómo, me encontré con otro talante interior.

Las obras de Juan de la Cruz fueron como mi carnet de ruta del año. Juan de la Cruz y Carlos de Foucauld fueron grandes maestros en ese año. El año sabático fue un regalo que nunca agradeceré bastante al Señor, un paso esencial de Dios por mí.

Pastoral de la maduración de la fe

Al volver, mi obispo me dedicó al trabajo pastoral de la madu­ración de la fe a través de ejercicios, retiros y convivencias con grupos parroquiales y comunidades. Pero, poco después, me vol­vió a brotar lo que había visto en el tiempo de desierto: ofrecer un espacio donde los cristianos pudieran reencontrarse en la soledad, el silencio y la oración.

Era algo que me parecía muy importante, en ese momento de la Iglesia, para hacer que toda la renovación maravillosa impulsada por el Vaticano II estuviera bien fundamentada y no se perdiera en realizaciones estériles por falta de savia.

Dios quería que me dedicara de lleno al servicio de la oración. Lo cual suponía entrar en una etapa en la que la oración iba a ser la razón de mi vida como experiencia personal, como servicio a los hermanos creyentes. En ello estoy.

La oración en mi momento actual

En estos trece últimos años, dedico gran parte del día a la ora­ción. A veces solo, a veces acompañando a otras personas en el aprendizaje o en la maduración de su camino de la oración.

Page 18: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

34 Contemplación y presencia

Una oración enmarcada en la vida fraternal y de solidaridad, en la preocupación por los últimos de este mundo, por los proble­mas que viven los hombres de hoy. Contemplación y presencia, son los dos elementos sobre los que camina la síntesis de mi vi­da actual y en los que se mueven las personas con quienes voy compartiendo mi vida orante.

Mi modo fundamental de orar en este tiempo es estar silen­ciosamente y en amor atento, en compañía del Señor. Dejarle mirarme, dejarle quererme, dejarle obrar en mí con la fuerza de su Espíritu.

A veces apoyado en la lectura de la Liturgia de las Horas o en alguna frase de la Sagrada Escritura. Otras, apoyado en una mirada simple y amistosa a su presencia eucarística. Otras, apo­yado en breves oraciones vocales, repetidas lentamente, sabrosa­mente, o en alguna palabra, repetida de vez en cuando, para que las distracciones no disminuyan la actividad del corazón. Pero conduciendo todo a un silencio teologal, sencillo, amistoso, cer­cano ante el Padre Dios, en compañía de Jesús y sostenido por el Espíritu.

Me fortalece mucho la palabra de Pablo (Rom 8, 26-27), de que es el Espíritu quien ora en nosotros. ¿Qué me toca hacer a mí? Dejarme orar por Él con gemidos inexpresables. Disponerme, dejarme ofrecer mi realidad para que sea Él quien en ella realice el eterno diálogo trinitario.

Desde ahí, el encuentro con cada persona es muchas veces un encuentro con Él, y andar por la montaña es un andar en su com­pañía, y el vivir cotidiano es un estar en adoración ante Él, que está esencialmente en todo.

En este clima van aflorando los mil apegos, las diferentes trin­cheras en las que me escondo para no dar mi brazo a torcer al Señor. Van pasando por la oración las dificultades de ir haciendo un camino nuevo; la dificultad de estar abierto a quienes cada día conviven conmigo, codo a codo; las tensiones psicológicas pro-

La oración en mi historia de fe 35

pias de la edad adulta; el haber tenido que soltarme de hábitos de vida y de hábitos pastorales para ajustarme a esta nueva tarea.

Un proceso que ha tenido, incluso, dos etapas fuertes de depre­sión, encajadas desde esa confianza en el Señor, desde el abando­no en sus manos, en días en los que la muerte hubiera sido la gran liberación.

Importante ha sido para mí el encuentro con la meditación Zen. Este modo de orar me hizo redescubrir la necesidad de la disci­plina; me ha ayudado al proceso de limpieza profunda, a niveles inconscientes; y me ha potenciado en la experiencia cósmica de Dios.

Dios es, en este momento, el gran cercano y el gran inacce­sible, el Todo y el fuera de todo, Aquél con quien más hablo y a quien cada día sé menos definir, Aquél de quien me siento inmen­samente amado y de quien me veo aún muy, muy lejano.

Es el Amigo, el permanente punto de referencia de día y de noche, quien da sentido definitivo a mi existencia.

Gracias sean dadas siempre a Él. Alabanzas al Único, por siempre.

Page 19: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

EN EL CARISMA DE

CHARLES DE FOUCAULD

Page 20: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Volvamos al Evangelio

Volver al Evangelio es el remedio. Volvamos al Evangelio... de lo contrario,

Jesucristo no vivirá en nosotros. Carlos de Foucauld

"Conviértete y cree en el Evangelio"

Cuando el miércoles de ceniza nos acercamos a recibirla, el sacerdote, al imponerla, nos dice: "Conviértete y cree en el Evan­gelio". Son las mismas palabras con las que Jesús comenzó su predicación:

El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertios y creed la Buena Noticia. (Me 1, 14-15)

Es una llamada importante. Nuestra conversión tiene un punto de referencia obligado: el Evangelio, la buena noticia de Jesús.

El punto de referencia esencial para convertirnos, según Jesús, no son unas normas de conducta ni unas determinadas expresio­nes religiosas... sino su Evangelio.

Cuando Jesús habla con Nicodemo (Jn 3, 1-8) le incita a nacer de nuevo. Y el nuevo nacimiento, según el Espíritu, consiste en encontrar a Jesús y su estilo evangélico de vivir y de actuar, lo que

Page 21: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

40 Contemplación y presencia

va a hacernos vivir de una forma determinada y va a dar a nues­tros compromisos un toque específico, o a nuestras expresiones religiosas un estilo adecuado.

Urgencia actual

Si esto es siempre medular, urge más en tiempos críticos como los que vivimos, tiempos de cambios profundos que crean confu­sión.

El creyente cristiano actual o es evangélico o tiene poco que aportar en la historia contemporánea. Hay un despertar religioso importante, aunque con ambigüedades, y ha de ser evangelizado desde testigos del Evangelio que ofrezcan a los nuevos buscado­res la revelación que, a través de Jesús, nos ha dado el Padre.

Incluso el hombre agnóstico de hoy sólo puede ser interrogado al contacto con creyentes evangélicos.

Urgen pequeños grupos evangélicos —sacerdotes incluidos— que sean el núcleo de las comunidades cristianas, el verdadero fermento de las diversas realidades cristianas. Tenemos masa pe­ro... ¡sin fermento que la transforme!

El Evangelio, libro místico cristiano

Solemos tener una relación rutinaria con el Evangelio. Nos "sabemos" los Evangelios, los usamos con alguna frecuencia, pe­ro no están en nuestras manos como el libro diario donde beber sin cesar la sabiduría que nos ofrece Jesús.

Sin embargo, los Evangelios son el corazón cristiano de la Bi­blia. Todo el Antiguo Testamento apunta hacia Jesús y el resto del Nuevo brota de Él.

Los Evangelios son nuestro gran libro místico. El libro de la sabiduría cristiana. Es el libro del Señor. Nuestro gran libro sagrado. El Evangelio es el icono único de Jesús.

"El Evangelio es el libro de la vida del Señor y está concebido para ser el libro de nuestra vida". No está hecho para ser leído,

Volvamos al Evangelio 41

sino para ser recibido en nosotros. No está hecho para ser com­prendido, sino para ser abordado como el umbral del misterio.

Las palabras de los libros humanos se comprenden y se sope­san. Las palabras del Evangelio se sufren y se soportan.

No nos transforma porque no le pedimos que lo haga. Pero reside en él la fulminante virtud que sanaba, purificaba y resuci­taba.

Pensemos que en el Evangelio habita el Verbo que quiere ha­cerse carne en nosotros "para que reanudemos su vida en este lugar, en este tiempo, en esta sociedad". Así escribía Madeleine Delbrél, la mujer que vivió del Evangelio en medio del mundo obrero.

Los místicos han bebido de esa fuente

Todos los místicos, hombres y mujeres de las diversas épocas de nuestra historia, se han dejado cambiar por el Evangelio y lo han tenido como la fuente original de todas sus reformas eclesia-les. De algunos de ellos se ha dicho que podrían reconstruirlo entero si se perdieran los originales. ¡Cuántas veces los habrían saboreado!

Francisco de Asís es el "hombre absolutamente evangélico". El Altísimo había revelado a Francisco que debía "vivir según la forma del santo Evangelio". Por eso quería vivir el Evangelio "al pie de la letra y sin glosa".

Francisco no hace ninguna selección entre las palabras de Je­sús, sino que se propone practicarlas todas sin omitir ni trans­gredir ni una coma; quería simplemente observar el Evangelio integral, sin glosa, con todo rigor, según la letra y el espíritu al mismo tiempo.

A Teresa de Jesús se le descubre que:

Todo el daño que viene al mundo es de no conocer las verdades de la Escritura, con clara verdad.

Y por eso se decide:

Page 22: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

42 Contemplación y presencia

A cumplir muy de veras y con todas mis fuerzas la más pequeña parte de la Escritura divina. Paréceme que nin­guna cosa se me pondría delante que no pasase por esto. (Libro de la vida 40, 1-2)

Su hija, Teresa de Lisieux, vive sólo del Evangelio en sus eta­pas más maduras.

Todos los libros me han dejado aridez. La Escritura San­ta y la Imitación vienen en mi ayuda; en ellas encuentro un alimento sólido y completamente puro. Pero, por encima de todo, el Evangelio me sostiene durante mis oraciones, en él encuentro todo lo que es necesario para mi pobre pe­queña alma. Descubro siempre en él nuevas luces, sentidos ocultos y misteriosos. (Historia del un alma, VIII, A83)

Por eso llevaba siempre el librito de los Evangelios sobre su pecho, para leer y releer, saborear y saborear, sin cesar.

Carlos de Foucauld, como Chevrier y otros maestros de espí­ritu de nuestro tiempo, han bebido sin cesar del Evangelio. Algu­nos textos de Carlos de Foucauld son bien explícitos:

Recibamos el Evangelio; seremos juzgados por el Evan­gelio, según el Evangelio. No según tal y cual libro de tal o cual maestro espiritual, de tal o cual doctor, de tal o cual santo, sino según el Evangelio de Jesús, según las palabras de Jesús, los ejemplos de Jesús, las enseñanzas de Jesús. (Meditaciones sobre el Evangelio)

Y en carta a Luis Massignon:

Es preciso que tratéis de impregnaros del espíritu de Jesús leyendo y releyendo, meditando y volviendo a medi­tar, sin cesar, sus palabras y sus ejemplos; que haga en no­sotros como la gota de agua que cae y vuelve a caer sobre una losa, siempre en el mismo lugar.

Volvamos al Evangelio 43

¿Cómo volver al Evangelio?

Asimilándolo a través de una lectura asidua. Cada día debe­mos leer algún trozo. La liturgia diaria de la Eucaristía nos ofrece una selección preciosa. Un texto breve, para poderlo saborear hasta sacarle el máximo provecho.

Una lectura orante. En comunión con el Espíritu Santo. El tiene la llave de las Escrituras. Él nos hace dóciles, nos libera de nuestro ego, nos va introduciendo en el silencio profundo donde la Palabra vuelve a ser engendrada.

Lectura hecha con atención. Que realizamos sin saber a qué playas nos puede llevar, realizada en un momento adecuado del día. Con atención a los pequeños detalles, pormenorizada. Es una lectura que nos conduce al éxtasis en Dios, a la pura contempla­ción, a permitirle a Dios esa infusión amorosa que, si le dejamos, nos inflama en su amor.

Una lectura que ilumina nuestra vida y nos conduce al servicio de los demás. La Palabra nos conduce a realizarla, a testimoniar­la. Una vez acogida, conservada y meditada en el corazón, como lo hizo María, nos lleva a visitar y a servir a nuestros hermanos. La verdadera escucha de la Palabra lleva a la praxis, a ir por el mundo para hacer surgir en el corazón de las realidades huma­nas el proyecto del Reino. Esta cercanía al Evangelio nos hace misioneros con Jesús.

El Evangelio nos hará evangélicos

Como en tiempos de San Pablo, unos se empeñan en ofrecer conocimientos, otros en potenciar una religiosidad fácil para des­cubrir "señales" que entusiasman:

Nosotros predicamos a un Cristo crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. (2 Cor 1, 22-24)

Sólo un Jesús hecho experiencia nuestra a través de su Evan­gelio, leído, orado, contemplado, asimilado, hará de nosotros per­sonas evangélicas.

Page 23: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

44 Contemplación y presencia

El Evangelio ha de ser nuestra norma de vida, el criterio pa­ra revisar nuestra actividad. El Evangelio ha de ir configurando nuestro estilo, nuestro modo de ser. Hacernos evangélicos es la obra fundamental del Espíritu de Jesús. ¡Dejémosle hacerla!

Sólo viviendo, podremos gritarlo

La persona evangélica crea interrogantes a su alrededor. Y no tanto por sus palabras, sino por su vivir.

Nuestras palabras han de ser respuestas a los interrogantes que vayan suscitando nuestras vidas, o las vidas de quienes van vi­viendo desde el Evangelio. Pero cuántas veces damos respuestas a quienes no han llegado a preguntarse nada.

Las explicaciones son necesarias, pero han de estar precedidas por los gritos de nuestras vidas. Por eso, los grandes testigos nos dicen:

¡Gritad el Evangelio desde los tejados! Haced de vues­tras vidas un grito que despierte e interrogue. Toda nues­tra vida por muda que sea: la vida de Nazaret, la vida en el desierto o la vida apostólica, debe ser una predicación del Evangelio por el ejemplo; toda nuestra existencia, todo nuestro ser, debe predicar el Evangelio sobre los tejados; toda nuestra persona debe respirar a Jesús, todos nuestros actos deben gritar que somos de Jesús, deben presentar la imagen de su vida evangélica.

Llevadles el Evangelio, no tanto predicándolo con la bo­ca sino predicándolo con el ejemplo, no tanto anunciándolo sino viviéndolo. (Carlos de Foucauld)

A este grito vital ha de conducimos nuestro encuentro con Jesús y nuestra conversión a su Evangelio.

Carlos de Foucauld, un pobre entre los pobres

La opción por los pobres, signo de autenticidad evangélica

Es uno de los datos claves a lo largo de toda la vida del cre­yente que fue Carlos de Foucauld: desde que descubrió a Jesús, no tiene otra ilusión que la de parecerse a Él. ¡Y en Jesús está tan clara la opción por los pobres!

En el retiro que realiza antes de su ordenación sacerdotal (en 1901), se pregunta:

¿Dónde viviré mi sacerdocio? Allí donde iría Jesús: A las ovejas más descarriadas, al hermano de Jesús más en­fermo, a los más abandonados, a los más perdidos...

Por eso elige Benni-Abbés (1905):

Ningún pueblo me parece más abandonado que éste... Este banquete divino, del cual yo soy ministro, es necesario presentarlo, no a los hermanos y parientes, a los vecinos ricos; sino a los cojos, a los ciegos, a las personas más abandonadas.

Tierra Santa sigue atrayéndole mucho:

Page 24: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

46 Contemplación y presencia

¿No será mejor ir primero a Tierra Santa? ¡No! Una so­la persona vale más que Tierra Santa entera. Es necesario ir, no donde la tierra es más santa, sino donde las personas tienen mayor necesidad.

De tal forma ve esta actitud como importante, que hará de ella su criterio de discernimiento:

¿ Cuál es la prueba de que esta elección expresa la vo­luntad de Dios? Estas dos frases de Jesús: "Sigúeme..."; y "Cuando invitéis a comer..., no invitéis a vuestros amigos y hermanos... sino que cuando hagáis un festín llamad a los pobres, los lisiados, los cojos y los ciegos ".

A los pobres se les encuentra entre los olvidados y despreciados

Muy de acuerdo con el Evangelio, su gran fuente de vida, el concepto de pobres es amplio en Carlos de Jesús.

A este respecto, dice González Fauss:

Según Isaías 61, pobre equivale a gente de corazón roto, con el peso de la culpa, encadenados, tristes, desanimados. En el Evangelio se aproxima a: hambre y sed, llanto, en­fermedad, trabajos y cargas agobiantes, últimos, simples, perdidos, incultos de la Ley, pecadores.

En resumen, los mal vistos, los marginados.

En sus retiros, el Hermano Carlos anota sus propósitos de darse a los pobres, a los enfermos, a los pecadores, a los no-creyentes: "Que ninguna miseria nos deje indiferentes".

Su casa está abierta a los más abandonados, a los rechazados de las aldeas, a los mal vistos por la guarnición francesa, a los que no tienen familia ni patria; a los que se hallan en la nbche de la soledad y la desesperación; a quienes han arrebatado la libertad.

Carlos de Foucauld, un pobre entre los pobres Al

La opción por los pobres conduce a la fraternidad universal

Carlos de Foucauld está abierto a todos. En su corazón late una dimensión universal, que no queda recortada —antes bien, se potencia— con la entrega a los pobres:

Quiero acostumbrar a todos los habitantes (cristianos, musulmanes, judíos e idólatras) a mirarme como el herma­no universal.

Por eso tiene siempre su puerta abierta a todos:

No sólo a los pobres, sino a todos los hombres; para no olvidar a los ricos mientras se evangeliza a los pobres.

Entre sus visitantes se encuentran a veces oficiales del ejército francés. Es conocida su amistad con el General Laperrine.

Pero tratará a todos, eso sí, con gran libertad evangélica:

He tomado la costumbre de decir a todos mi modo de pensar y todos me tienen un santo temor.

Y alguien llegó a decir de él: "El Padre De Foucauld es duro, exigente, difícil de contentar".

Cómo ser un pobre entre los pobres

En primer lugar, haciéndose uno de ellos.

Para salvarnos, Dios ha venido a nosotros, se ha mez­clado, ha vivido con nosotros en el contacto más familiar y estrecho, desde la Anunciación hasta la Ascensión. Por la salvación de los hombres, sigue viviendo con nosotros cada día y a todas horas, en la Santísima Eucaristía. Así debe­mos ir nosotros a los hombres, mezclarnos con ellos, vivir con ellos y como ellos, en un contacto familiar y estrecho.

Así era la visión que tenía el Hermano Carlos y a la que fue ajustando toda su vida: vivió con los Tuaregs, viste como ellos, asume sus costumbres, estudia su idioma.

Page 25: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

48 Contemplación y presencia

Descubrir los problemas reales de los pobres y comprometerse en su solución

Esta plena presencia le hace descubrir los problemas reales. Descubre la esclavitud, que es "la mayor plaga del país", escribe antes de tres meses. Se entera de que los oficiales abusan de las mujeres indígenas y saquean los poblados musulmanes. Ve como los comerciantes extranjeros "roban a los Tuaregs y les venden mercancías aprecios desorbitantes".

¿Qué hacer antes estas realidades? Denuncia los casos con­cretos a quienes corresponde; aprueba la represión severa de los crímenes cometidos; entrega sus pequeñas posibilidades para la liberación de los esclavos y el mantenimiento de los necesitados; llama a la conciencia de todos: autoridades, obispos...

No nos debemos entrometer en el gobierno temporal; nadie está más convencido de ello que yo. Pero hay que amar la justicia y odiar la iniquidad; y cuando el gobier­no temporal comete una gran injusticia... hay que decirlo, porque nosotros representamos en la tierra la justicia y la verdad, y no tenemos derecho a ser centinelas dormidos o perros mudos o pastores indiferentes.

La opción por los pobres pone la base de la pastoral misionera

Y es desde aquí desde donde planteará sus proyectos pastora­les. El Hermano Carlos es un adelantado de la pastoral misionera.

El 4 de junio de 1908, escribe:

A los musulmanes no se les puede hacer primeramente cristianos y civilizarlos después. El único camino posible es otro, mucho más lento: instruir y civilizar, primero; con­vertir, después.

Y en el proyecto de Misión para Marruecos, apunta:

Carlos de Foucauld, un pobre entre los pobres 49

Lo que yo creo mejor para su conversión es*organizar una pequeña legión de religiosos, dedicados a la vez a la contemplación y ala beneficencia; viviendo pobrísimamen-te del trabajo manual... Sería el equipo de vanguardia... Se iría así a un acercamiento que conciliaria los corazones y abriría los caminos a la predicación abierta.

Este criterio lo va a repetir muchas veces, y a él se va a ajustar dentro de su forma específica de imitar a Jesús de Nazaret.

Aún callando, se hará conocer a estos hermanos lo que es nuestra santa religión; no por medio de la palabra, sino del ejemplo y de la universal caridad es como descubrirán lo que es el espíritu cristiano, quién es Jesús.

La pobreza es la inseguridad del camino andado con esperanza

A través de sus cartas se descubren momentos de oscuridad, dudas, cansancio. Este camino, de ser pobre entre los pobres para darles la gran riqueza de Dios, es un camino lento en el que se tarda en ver los frutos, sobre cuya eficacia se duda muchas veces.

Leamos algunos párrafos:

Los indígenas nos reciben bien. Este recibimiento no es sincero. Ceden a la necesidad. ¿Sabrán distinguir en­tre los sacerdotes y los soldados? ¿Sabrán ver en nosotros servidores de Dios, ministros de paz y amor, hermanos uni­versales? No sé...

Yo no he hecho una sola conversión en serio desde hace siete años que estoy aquí; dos bautismos, pero Dios sabe qué son y serán esas dos personas bautizadas.

El tiempo de Navidad de 1907 es para él un momento terrible. Sus esfuerzos siguen en la esterilidad; no vienen compañeros. Los elementos civiles franceses siguen explotando al pueblo. Los oficiales nada hacen para que se respete la justicia... El Hermano Carlos quisiera pedir ayuda, pero... ¿a quién?, ¿cómo?

Page 26: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

50 Contemplación y presencia

Su corazón está abrumado por el mal que percibe. Se siente solo, tan pobre ante tal noche de egoísmo, ante tamaño desierto de amor... El 2 de enero de 1908 se hunde, tiene un presentimiento de muerte. Son los Tuaregs, los pobres, quienes acuden en su ayuda y le salvan la vida.

La alegría en el camino de la pobreza es imposible sin un fuerte amor a Jesús

Carlos de Foucauld es ante todo un gran creyente. Sólo desde ahí es posible continuar a pesar de todo. Jesús, en sus diversas expresiones, sigue ayudando a este pobre a vivir entre los más abandonados:

Creo que no hay frase en el Evangelio que haya causado en mí tan profunda impresión ni transtornado tanto en mi vida, como ésta: "Todo lo que hacéis a uno de estos pe­queños, a mí me lo hacéis ". Es Jesús el que se encuentra en cada una de estas situaciones.

Ésta era su luz en la noche.

Leo a Ernesto Cardenal:

También el contemplativo tiene una misión política. Creo que el contemplativo, el monje y aun el ermitaño, es en realidad un revolucionario. También están promoviendo el cambio social.

También dan testimonio de que además de los cambios sociales y políticos hay una realidad trascendente, más allá de la muerte. Que la revolución se prolonga después de la muerte. Que la humanidad está destinada a una boda con Dios. Conforme la humanidad vaya llegando a su madu­rez, irá sintiendo más y más la necesidad del Esposo. Los contemplativos son como hormonas en este organismo, lo

Carlos de Foucauld, un pobre entre los pobres 51

están madurando para tener después ese matrimonio con

Dios1.

;No fue así el Hermano Carlos?

'E. CARDENAL: La santidad de la revolución. Sigúeme, Salamanca.

Page 27: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Contemplación y medios pobres

La contemplación nos lleva a vivir el amor, a Dios y a los demás, desde la impotencia. Tratar sobre la contemplación desde el carisma del Hermano Carlos, es imposible hacerlo sin tratar el tema de la pobreza como expresión de amor, como algo muy relacionado con él.

Y nos podemos preguntar: ¿cómo se relacionan la contempla­ción y la pobreza en la experiencia carismática del Hermano Car­los y de quienes nos inspiramos en él? ¿De qué manera matiza la pobreza nuestra acción pastoral? Vamos, a continuación, a tratar de dar algunas respuestas a estas preguntas. Entre las múltiples relaciones que hay entre la pobreza y la contemplación vamos a seleccionar algunas.

El anonadamiento de Cristo y de la Iglesia

La misión terrestre de Jesús estuvo marcada por una actitud de espíritu que influyó todo su ser y su acción: el anonadamiento.

La carta de Pablo a los Filipenses (2, 5-11) comprueba este hecho real: que Jesús "se despojó a sí mismo tomando condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres... y se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la muerte, y una muerte de cruz".

Page 28: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

54 Contemplación y presencia

Jesús renunció a sus prerrogativas y poderes (se despojó, se vació de sí mismo) haciéndose un hombre, y un hombre pobre en el sentido radical de la pobreza. Se hizo una persona impo­tente para, desde la impotencia, ofrecer la plena liberación a la humanidad.

Su anonadamiento es una forma radical de toda renuncia al poder, en su ser y en su actuar. Es una renuncia a toda forma de violentar a los demás, aunque sea para llevarlos a lo más grande que puede tener el hombre: el Reino; y una renuncia a toda forma de prestigio y de idolatría del yo. Renuncia al dinero y a lo que él ofrece como instrumento para anunciar el Reino.

Jesús asumió así la forma más radical de pobreza, en medio de tentaciones que le empujaban en otra dirección (ver Mt 4, 8; Jn 6, 15; Jn 18, 33; Le 6,35; Jn 18, 11).

Descubriéndonos, además, la enorme fecundidad que hay en esa impotencia seriamente asumida como instrumento para hacer avanzar el Reino, tanto en las realidades colectivas como en cada una de las realidades personales.

La impotencia de la Iglesia

Si la Iglesia es el sacramento de Cristo en la historia, ella es también sacramento del anonadamiento de la impotencia del Señor. La Iglesia prolonga el anonadamiento de Cristo. Si es sierva, está llamada a despojarse de sí misma para ofrecer a los hombres la Buena Noticia de una forma única y original.

Ha de presentarse ante los hombres como pobre e impotente: dando fe del poder de Dios y de su estilo distinto de conducir los hombres a su Reino.

Las Fraternidades testifican el Reino de Dios desde el anonadamiento

El señor suscita en la Iglesia personas y grupos que se sien­ten llamados a vivir con fuerza esta dimensión importante de la impotencia de los pequeños, de la minoridad.

Contemplación y medios pobres 55

¿No es ésta una de las notas distintivas del carisma del Her­mano Carlos de Foucauld? ¿No es ésta, por lo tanto, una de las llamadas a intentar vivir, quienes nos sentimos llamados a seguir su síntesis?

Vivir esta dimensión ha de ayudarnos mucho a los sacerdotes, en este momento, a liberarnos de las diversas formas de clericalis­mo en las que aún estamos, a permitir el crecimiento de los demás ministerios en su debida dimensión, a dar al seglar su verdadero sitio en la Iglesia y a dar a la misma Iglesia su verdadera defi­nición de Pueblo de Dios y su verdadera manera de relacionarse con las realidades históricas.

La contemplación supone rehusar a los medios ricos, al poder, a la violencia y al prestigio

Son las tentaciones, viejas y actuales, que Jesús nos invita a superar con la actitud del anonadamiento.

Tentación de poder

Ya aparece en la primera comunidad cristiana la tentación de poder: "Los jefes de la tierra tiranizan con su autoridad... No hagáis vosotros asf' (Me 10, 35^5).

Y sigue presente hoy: buscando el poder y la influencia tem­poral, como modo de estar en el mundo. Presionando para que se haga la sociedad que ella proyecta, impidiendo la autonomía de la ciencia o del arte...

Influimos en la conciencia de la gente por la Buena Noticia que les ofrecemos. Pero, qué fácilmente saboreamos el poder que así ejercemos y cuánto hemos de estar sobre nosotros para no ejercer una fuerza sutil sobre los demás, incluso con aire de democracia.

Es bueno usar los medios modernos de comunicación, pero fácilmente podemos usarlos como los poderosos de este mundo; no para madurar la conciencia personal, sino para mentalizar a nuestro gusto. .

Page 29: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

56 Contemplación y presencia

Existe el peligro de absolutizar nuestros modos de pensar. No ofreciéndolos, sino imponiéndolos como los únicos para todos y en todo momento.

Tentación de violencia

Los que somos portadores de una palabra de parte de Dios, qué fácilmente podemos violentar a los demás. A veces más cuanto mayor es nuestra inmadurez personal y cuanto más se alza ésta con revestimientos sagrados: voluntad de Dios, certezas de lo que Dios quiere para los demás...

¿Cómo usamos las grandes verdades del Dios que nos ha de juzgar, de la posibilidad de cielo o infierno? ¡Cuánto miedo he­mos metido! ¡Cuántas personas traumatizadas con esta violencia sutil!

Aún no entendemos siempre al Dios sumamente respetuoso, que no violenta a nadie, que espera, que valora a cada uno en su individualidad concreta, que sufre junto a cada realidad con enorme discreción...

Tentación de prestigio

Búsqueda de prestigio, que es idolatría de nuestro ego. Y que expresa que no tenemos conciencia, o la ocultamos, de nuestros limites, de nuestra realidad personal o colectiva. Quien se apoya en sólo Dios o en la verdad que va haciéndose en él, le importa poco el concepto de los otros. No monta su acción en el prestigio. "Ten con todos igual amor e igual olvido", nos van a decir los místicos.

Es algo que se cuida mucho en nuestra realidad sacerdotal: as-cendatur ut removeatur. Vistiéndoles con colores rojos y dándo­les un título que suene bien, nos quedamos tranquilos...

Tentación de dinero

En nuestra Iglesia buscamos la seguridad en los bienes mate­riales. Esta es una gran tentación de la Iglesia española actual.

Contemplación y medios pobres 57

Es importante recordar en este momento histórico las palabras de Jesús, a sus discípulos, cuando dice: "no llevéis alforjas, ni dine­ro, ni bastón" (Le 9, 3).

Algunos pasos hacia la fecunda impotencia

La pobreza del corazón, el camino del anonadamiento, van expresándose en nuestra vida a través de unas prioridades que vemos en la vida de Jesús y que El nos invita a vivir.

Vamos a explicar algunas de ellas como pistas concretas desde las que vivir nuestro servicio apostólico y nuestra vida personal y de fraternidad. Conscientes de que es sólo el Espíritu quien puede descubrirnos esta sabiduría de la que brota la vida nueva y que en cada uno ha de expresarse según su temperamento y circunstancias específicas.

En una de sus cartas escribía Carlos de Foucauld:

La debilidad de los medios humanos es causa de fuer­za. Jesús es el maestro de lo imposible. Una de las cosas que debemos absolutamente a nuestro Señor es el no tener jamás miedo a nada.

De ahí que él confiara siempre en los medios pobres como medio de avance del Reino de Dios.

Debemos ir, no donde hayan más posibilidades humanas de tener novicios, autorizaciones canónicas, dinero, tierras y apoyos, sino donde iría Jesús: a la oveja descarriada, a la más abandonada...

Es la misma experiencia de Pablo:

No vine a vosotros con prestigio de palabra o de sabi­duría humana. Porque resolví no saber otra cosa sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté ante vosotros con sensación de impotencia, con miedo, con mucho tem­blor. (1 Cor 2, 1-5; 1 Cor 1, 17-25)

El Padre Voillaume define así los medios pobres:

Page 30: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

58 Contemplación y presencia

Medios sencillos, que ofrecen lo esencial a través de una acción lo más directa posible.

Se trata de ofrecer lo esencial de la Buena Noticia, de una for­ma directa, lo más directa posible, y a través de unos medios "sim­ples, que evidencien lo esencial.

Es verdad que, en un momento determinado, cualquier medio usado con caridad auténtica y un alma de pobre puede ser válido para anunciar el Evangelio. Pero, mirados en sí mismos, hay me­dios que anuncian el Reino y otros que más bien lo ocultan.

En la vida de Jesús existen unas preferencias acerca de los medios adecuados para anunciar el Reino, y es a ellas a las que debemos de acudir. Y la historia confirma que los resultados más profundos y verdaderos siguieron al empleo de medios pobres y desproporcionados.

Cuántas veces tendremos que preguntarnos: ¿usar estos me­dios nos hacen testigos creíbles del misterio divino?

Optar por los medios pobres y sencillos es un reto evangélico permanente, porque supone optar por lo esencial más que por lo accidental; optar por la calidad más que por la cantidad; optar por el ritmo de Dios más que por el nuestro; optar por la eficacia profunda más que por la espectacular...

Lo más importante es ser

Así escribe el Padre Voillaume:

Jesús quiere que seáis luz del mundo, sal de la tierra, levadura en la masa... Entendedlo bien: quiere que seáis luz, sal, levadura... Y esto es ser, no obrar.

Vuestro único medio apostólico consiste en vivir el Evan­gelio en medio de los hombres. Lo demás no es de vuestra cuenta. Dejaos comer por los que tienen hambre y sed de justicia de Dios.

Es la traducción perfecta de la intuición evangélica de Carlos de Foucauld:

Contemplación y medios pobres 59

Entra en tu vocación: la de pregonar el Evangelio sobre los tejados, no por tu palabra, sino por tu vida.

Lo cual le lleva a este compromiso:

Que sea El quien viva en mí... Y así pregonaré por mi vida el Evangelio.

Lo importante es ser, es dejar al Espíritu modelarnos según Jesús. La actividad más importante es ser según el Evangelio. Es el mejor regalo que podemos hacer a los demás.

Ser evangélicos es el gran modo de obligar a los hombres, entre quienes vivimos, a que se puedan preguntar: ¿Por qué viven así? ¿Por qué son de esa manera? Pablo VI escribía:

El hombre de hoy acoge mejor a quienes dan testimonio que a quienes enseñan, y si escuchan a los que enseñan es en la medida en que dan testimonio.

¿Creéis verdaderamente lo que anunciáis?, ¿procuráis vivir lo que creéis?, es lo que nos dicen tantas veces aquellos a quienes evangelizamos. A veces de forma consciente y verbalizada, otras de forma inconsciente o callada.

Hoy se valoran más los gestos que las palabras; las vidas que las ideologías; las imágenes de Dios viviente que los hábitos reli­giosos; los testigos que los profesionales del apostolado.

Valorar la actividad silenciosa

Es muy importante descubrir que la presencia cercana, el tra­bajo silencioso, los encuentros personales, las etapas calladas, los tiempos oscuros... son medios conductores de vida divina.

Saboreemos lo que escribe el Hermano Carlos, como dicho por Jesús:

Llevadme a los demás en silencio. Trabajad como mi Madre, en silencio, sin palabras; estableceos en medio de los que no me conocen, llevadme entre ellos, llevadles el Evangelio como María me llevó a Juan.

Page 31: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

62 Contemplación y presencia

plenitud que incluye siempre la crucifixión de nuestro egoísmo. Si el grano de trigo muere brota la espiga deseada. El que pierda su vida, la encontrará definitivamente. En el sepulcro se realiza la resurrección.

Sin duda que el punto de arranque auténtico hacia el último lugar es colocarnos en el nuestro, es decir, en la verdad de quie­nes somos. Es tener conciencia de nuestros verdaderos límites, de nuestras posibilidades verdaderas, para vivir ajustados a nuestra verdad. Es tener conciencia y vivir desde nuestra única esencia-lidad. Cuántas veces vivimos desde una imagen personal distor­sionada, midiéndonos desde los demás...

Otro paso importante es: ser libres respecto al fruto o a los efectos que produce nuestro trabajo. No andar esclavos de eso. Asumir, incluso, el fracaso real o aparente de nuestra actividad. En paz. Sin dejar, por eso, de seguir caminando y haciendo lo que hoy debemos hacer.

Yo no he hecho una sola conversión, en serio, en siete años que llevo aquí; dos bautismos: un niño y una pobre anciana ciega... pero sólo Dios sabe qué son y qué serán esas dos personas bautizadas... Como conversión en serio, cero.

Así escribía el Hermano Carlos. Decir esto con paz, lleno de confianza, es vivir una dimensión importante del último lugar.

Aceptar el lugar donde nos van colocando los años al pasar por nosotros o donde nos permite estar nuestra situación de salud, puede ser otro modo de caminar hacia el último lugar. Acoger esa situación "B" que nos llega en su momento, con paz, felices, con alegría. Vivir el "Ceda el paso" que nos vamos encontrando tantas veces en nuestro camino. Sabiendo que lo más fecundo es olvidarnos de nosotros mismos para que Él sea en nosotros.

Preferir estar con los últimos y entre ellos, buscar los trabajos más oscuros o menos cotizados, hacer eso que a otros no les atrae hacer, pasar desapercibidos, ser, como decía el Hermano Carlos,

Contemplación y medios pobres 63

"la cenicienta", es dar pasos hacia el último puesto donde se situó Jesús.

Caminar hacia el último lugar será también acoger la experien­cia dolorosa, que podemos vivir en momentos determinados, de que Dios se ha olvidado de nosotros, que ha huido de nuestra vi­da. Es la experiencia de la noche del espíritu que puede tocarnos vivir. La experiencia bien oscura de que no tiene sentido vivir.

Sequedad, tinieblas; todo me resulta penoso: la comu­nión, la oración, todo, todo, aun el decirle a Jesús que le amo. Necesito asirme a la fe. Si al menos sintiera que Jesús me ama... Pero El no me lo dice.

Así vive Carlos de Foucauld esta noche del espíritu. En pura fe. En abandono confiado en el Padre.

Así vivió Jesús el punto final de su peregrinación hacia el último lugar. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandona­do?" (Mt 27, 46). Es el momento del abandono total y confiado en las manos del Padre: "En tus manos encomiendo mi espíritu" (Le 23, 46). Es el preludio oscuro de la gran iluminación de su gloriosa resurrección.

En Jesús, como en Carlos de Foucauld y en tantos hombres y mujeres que han asumido en la fe el último lugar, queda evi­dente que los últimos serán los primeros, que en la negación del egoísmo está la máxima afirmación personal, que el mayor servi­cio está en ponernos a lavar los pies de los otros, que la resurrec­ción brota de la muerte vivida en amor, en fe y en total abandono.

Como conclusión, podemos decir que estos pasos, la acepta­ción de estos medios, son como las etapas maduras de ese camino de limpieza del falso yo. Suponen y exigen la maduración en el amor. En efecto, el anonadamiento conduce a la fecundidad y a la transparencia plena.

Por eso, Dios le encumbró sobre todo y le concedió el título que sobrepasa todo título; de modo que a ese título de Jesús toda rodilla se doble —en el cielo, en la tierra, en

Page 32: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

64 Contemplación y presencia

el abismo— y toda boca proclame que Jesús, el Mesías, es Señor, para gloria de Dios Padre. (Fil 2, 9-11)

Danos, Señor, tu sabiduría

Cada vez que me acerco a este tema, me doy más cuenta que andar en esta dirección sólo es posible con la luz y el empuje de Dios. Sólo Él puede abrirnos la puerta de este camino estrecho que conduce a la Bienaventuranza. Nuestra carne y nuestra sangre no pueden engendrar este fruto de vida definitiva; la contempla­ción de Jesús y de su dinámica evangélica nos hará descubrir y vivir esta ley esencial para la plenitud de los humanos.

Danos, Señor, el don de saber y de entender.

Los laicos en el carisma de Charles de Foucauld

Este trabajo es una pequeña reflexión sobre la Fraternidad secular, teniendo en cuenta diversas realidades de la Iglesia de hoy. Os la ofrezco especialmente a quienes vivís en las diversas Fraternidades seglares de España, con el deseo de que sirva pa­ra un diálogo entre todos los que estamos más interesados en la vitalidad de las Fraternidades en este momento de la Iglesia.

Qué es la Fraternidad secular

- Es una comunidad de la Iglesia. - Que reúne fraternalmente a personas creyentes de diversos

orígenes. - Que quieren ayudarse a vivir el Evangelio, según la síntesis

de fe vivida por el Hermano Carlos de Jesús.

Es una comunidad de ¡a Iglesia

Cristo nos ha llamado a la comunidad. Ella es la tierra debi­damente abonada para vivir el Evangelio. No hay vida cristiana completa si no es en comunidad.

La Iglesia universal es el conjunto de todas las comunidades de creyentes en Cristo del mundo entero. Existen comunidades

Page 33: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

66 Contemplación y presencia

de muchas clases: geográficas (diócesis, parroquia), carismáticas (franciscanos, carmelitas, etc.), sociológicas o de grupos huma­nos (obreros, gitanos, etc.).

La Fraternidad secular es una comunidad carismática de la Iglesia, formada por todas las Fraternidades locales del Mundo.

Cada una de esas Fraternidades locales debe ser una comu­nidad cristiana completa en sí misma. Con todos los elementos básicos de toda comunidad y con todos los medios adecuados. De tal forma, que cada uno de sus miembros debe encontrar en ella lo necesario para la maduración de su fe. Es incomprensi­ble que miembros de nuestras Fraternidades tengan que acudir a otras comunidades a buscar elementos necesarios, porque en la Fraternidad no se le ofrecen.

Toda Fraternidad debe estar en relación con otras comunida­des:

- A nivel de quienes viven el mismo carisma, ya en otros lugares de la Iglesia, ya con expresiones distintas (no po­demos olvidar las muchas ramas brotadas en el árbol de la familia del Hermano Carlos).

- A nivel de otras comunidades de la Iglesia que trabajan en la misma zona o región. Especialmente, hay que intentar llegar a lo universal por lo zonal o regional. También la Iglesia tiene fisonomía regional. A nivel de zona estamos más cerca de otras comunidades de diversos carismas, con quienes construimos ahí la Iglesia. Cada Iglesia local o regional se construye con la originalidad de los diversos carismas que se mueven en ella.

Que reúne a personas creyentes de orígenes diversos

Personas. A veces se ha presentado un tipo de creyente que parece olvidar la realidad fundamental de ser persona. La fe en Jesús no sólo no debe despersonalizar, sino que es un gran ele­mento personalizador.

Los laicos en el carisma de Charles de Foucauld 67

Para suplir deficiencias que a veces arrastramos, puede ser in­teresante ayudarnos a descubrir los derechos y valores del ser hu­mano, o a encontrar el lugar desde donde estar presentes en el cambio de la historia, e incluso ofrecer medios para nuestra ma­duración psicológica.

Creyentes. El Vaticano II ha ofrecido a la Iglesia toda una Teología del laicado. Teología que ya está rebasada, sobre la que aparecen hoy nuevos interrogantes y sobre la que se presentan ya nuevas realidades que han abierto ampliamente el horizonte que el Concilio trazó.

Hemos de incorporarnos a la nueva eclesiología construida desde el pueblo de Dios, desde la comunidad cristiana. Y por lo tanto a la nueva visión del laicado, con lo que lleva de cambios, todavía imprevisibles, pero que ya se vislumbran.

De orígenes diversos. Personas creyentes de diversas edades y diversa condición social.

Para vivir el Evangelio según la síntesis del Hermano Carlos

En la Iglesia existen muchas síntesis vitales del Evangelio. Carlos de Foucauld ha ofrecido con su vida una de ellas. De gran actualidad. De enorme vitalidad. ¿Cómo resumirla?

Unos contemplativos presentes entre los hombres

como misioneros.

Contemplativos. Lo cual nos configura con un talante especial en el camino de Dios. Personas de gran vida teologal. De profun­da mirada de fe sobre la historia y la vida de cada día. Especialis­tas en la oración: "Aquellos que siguen el camino trazado por el Hermano Carlos, tienen que realizar una vida contemplativa".

Comprometidos. Presentes entre los hombres y, especialmen­te, entre los pobres de este mundo. Presentes por la profesión en el barrio, la vida matrimonial o familiar, el compromiso político,

Page 34: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

68 Contemplación y presencia

sindical o cívico... El contemplativo es muy sensible a los proble­mas de los hombres. Es un experto en humanidad.

Misioneros. Cuando Carlos de Foucauld pensó en los laicos, no fue para ofrecerles un camino de perfección espiritual indi­vidual, sino como una respuesta a una situación de misión que él vivía. Los miembros de las Fraternidades tenemos concien­cia de ser evangelizadores con nuestro compromiso vivido en la contemplación. ¿En qué lugar del proceso de evangelización de­ben situarse las Fraternidades? Sin duda que en el del testimonio. Todo cristiano debe ser testigo, pero algunos se sitúan ahí co­mo en su lugar propio. Podéis leer los números 21, 41 y 76 de la encíclica de Pablo VI sobre la evangelización de los pueblos (Evangelii nuntiandi, 1975).

Estos tres elementos del carisma sólo se pueden vivir unida­mente en amor apasionado a Cristo. Y en unión con los tres grandes momentos de su vida: Nazaret, el desierto y la vida apostólica.

Exigencias que plantea todo lo anterior

Es necesario descubrir la Fraternidad como una vocación es­pecífica dentro de la Iglesia: "Porque existe una tal llamada, po­demos hablar de una vocación a la fraternidad". Se trata de ser cristiano con una síntesis determinada de fe. Y no cabe duda de que hay una llamada específica de Jesús a caminar por aquí.

Cada uno debe descubrir si tiene esa llamada específica. Los otros me serán buena ayuda para discernir si éste es mi camino.

Si la tengo, debo hacer una opción por ella. Debo tomármela en serio, como la línea fundamental de mi vida de creyente. ¿No parece raro encontrar personas que están a la vez en grupos dis­tintos, que suponen distintos cansinas? Señal de no haber descu­bierto aún el carisma propio.

Recorrer junto con otros un camino, a lo largo del cual el Espíritu me irá configurando de esa manera específica que me es

Los laicos en el carisma de Charles de Foucauld 69

designada por vocación. Utilizando, además, unos medios deter­minados (de los que hablaremos en otro apartado de este trabajo).

No debemos engañarnos ni engañar. Ofrezcamos con autenti­cidad este camino específico. Sin rebajarlo. La gente está cansada de cristianismo facilón. El camino del carisma de Foucauld puede ser camino válido para gente generosa que busca la autenticidad cristiana: gente joven, gente buscadora...

Camino a recorrer

Toda persona que viene a la Fraternidad debe recorrer un cami­no. A lo largo del cual se le pueda ayudar con seriedad a que vaya descubriendo los diversos elementos específicos del carisma. De forma gradual y dando unos pasos determinados.

A veces, el primer tiempo será para descubrir la vocación cris­tiana en sí misma. Después, descubrir dentro de ella esta síntesis particular. Y descubierta ésta, ir madurando en diversas etapas dentro siempre del camino concreto.

Estamos volviendo a descubrir en la Iglesia la importancia de la institución catecumenal: ¿no sería éste un camino adecuado para las Fraternidades seculares? Podría comenzar por una Con­vocatoria, que podría hacerse cada cierto tiempo directamente a aquellas personas que vamos viendo interesadas. En la convoca­toria se podría dar una visión general del Carisma y de los medios a utilizar.

Quienes se deciden, comienzan en una Fraternidad de acogida, como etapa de iniciación o precatecumenal. Al final de ella, uno opta por entrar en el camino catecumenal de las Fraternidades. Con un acto que exprese, ante los demás, su deseo de continuar adelante.

Viene después la etapa larga de la formación catecumenal. En ella se logrará una síntesis vital de fe, según la experiencia que vivió el Hermano Carlos y que hoy continúa en las Fraternidades. ¿Y por qué no terminar esta etapa con el compromiso público de optar por este camino en la Iglesia?

Page 35: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

70 Contemplación y presencia

La última etapa es la de entrar en una Fraternidad. Integrarnos en una comunidad específica de creyentes, según la definición del primer apartado de este trabajo. En dicha comunidad, cada miem­bro que haya optado libremente realizará el servicio que haya ido descubriendo durante la etapa catecumenal. Y esto último sin dejar su servicio personal por la liberación de los hombres. Ha comenzado el camino definitivo de maduración, o fe adulta.

Cada una de las Fraternidades locales irá engendrando poco a poco nuevas comunidades. Si no ocurriera así, es que algo no marcha en esa Fraternidad.

Medios a utilizar

No cabe duda que el camino —todo camino y toda vida— exi­ge una serie de medios adecuados. Algunos concretos tenemos ya en la experiencia de las Fraternidades. Pero creo que tendríamos que concretar otros. Y prepararlos, para que cada Fraternidad los pueda usar.

En cada Fraternidad local deberían de existir los tres tipos de Fraternidades: de acogida, catecumenal y el propiamente dicho de Fraternidad secular. El no existir estos tres acarrea las dificul­tades que conocéis.

Es necesario un plan de catecumenado. Amplio, pero que tra­ce unas líneas básicas que cada Fraternidad, según sus circuns­tancias, debe acoplar. Existe un boceto ofrecido desde Algeciras que lo veo interesante.

La Revisión de vida, es un gran medio que utilizamos. Habría que ofrecer a quienes se inician la posibilidad de conocerlo bien.

También importa mucho la maduración en la oración. Una de las etapas del catecumenado se debería dedicar a profundizar en ella.

¿Sería interesante el Mes de Nazaret para la Fraternidad secu­lar? Sería un tiempo especial para descubrir interiormente la Fra­ternidad secular, sobre todo en momentos determinados del cami-

Los laicos en el carisma de Charles de Foucauld 71

no: por ejemplo, al terminar el catecumenado y antes de entrar en la Fraternidad.

También es muy importante que en cada Fraternidad haya un presbítero que camine en este carisma, que esté integrado en la Fraternidad, viviendo sus exigencias básicas. ¿No tendríamos que plantearnos esta necesidad los curas de la Fraternidad sacerdotal?

Conclusiones

- Es innegable que las Fraternidades de laicos, acogidas al carisma del Hermano Carlos, tienen un lugar en la Iglesia de hoy. Pero urge presentar su realidad de manera que res­ponda a las exigencias de los hombres creyentes de hoy.

- En el gran movimiento de comunidades cristianas tenemos un lugar específico las Fraternidades cristianas de Carlos de Foucauld. Con estilo propio, con síntesis propia.

- Es necesario ofrecer experiencias concretas, vivas, de la marcha de las diversas Fraternidades laicas, a partir de las cuales sigamos descubriendo lo que Dios quiere de noso­tros hoy.

Page 36: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

£1 matrimonio tiene una grandeza maravillosa

Tres cartas de Carlos de Foucauld a Luis Massignon

Entre las ochenta cartas que escribió Carlos de Foucauld a Luis Massignon hay tres de ellas en las que, con motivo de su noviaz­go y posterior matrimonio, le presenta su visión del matrimonio cristiano y le anima, si es su vocación, a vivir seriamente en él. Carlos de Foucauld parte de lo que es para él la vocación esencial: la vocación del bautizado. Y deja bien claro que esta vocación puede ser vivida con profundidad tanto en el matrimonio como en la vida religiosa y sacerdotal.

No hay pues, dos clases: los sacerdotes y los seglares, los religiosos y las personas casadas, con la idea de que son los primeros los que aman a Dios "con todo el corazón", mientras los segundos solo tendrían un amor mediocre; se puede amar al Bien—Amado en el matrimonio y fuera de él. (Carta 45)

Por eso, el Directorio que le envía, y que es un manual de per­fección cristiana, está destinado tanto a los seglares como a los sacerdotes y religiosos.

Page 37: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

74 Contemplación y presencia

El estado más perfecto es aquél que Dios quiere para nosotros

Massignon escribe a Foucauld para hablarle de su reciente no­viazgo. Foucauld, a quien le habría gustado ver a Massignon co­mo sacerdote junto a 61, le aprueba en su elección y sin reservas, con palabras justas y fraternales:

Yo también te aconsejo considerar con seriedad la posi­bilidad de este matrimonio... Lo único necesario, lo único perfecto para nosotros, es hacer la voluntad de Dios, sea la que sea. Hay que buscar lo que Dios quiere, y hacerlo. Dios quiere que muchas personas vivan en el matrimonio. El quiere que se santifiquen y se unan íntimamente a Él, co­mo Santa Mónica, San Luis, Santa Isabel, Santa Francisca Romana... El estado más perfecto, más santo, más hermo­so, más deseado para nosotros, sea el que sea, es el que Dios quiere para nosotros, sea el que sea. Si Dios te quiere casado, es en este estado donde mejor podrás santificarte, mejor glorificar su Nombre, hacer llegar su Reino en ti y en los demás, cumplir su Voluntad en ello...

¡Qué grande y hermosa es la vocación de los esposos que ayudan a sus esposas a caminar en la vida hacia la dichosa eternidad, que colaboran al nacimiento de hijos dotados de alma inmortal, que a su vez serán padres de otras almas inmortales, y que les educan para Dios y pa­ra el cielo! Esta multitud de elegidos que proceden de un matrimonio cristiano, ciudadanos no de la tierra sino del cielo, donde adoran eternamente al Esposo celeste, me lle­na a menudo de admiración... Las repugnancias físicas, las debilidades, desaparecerán. El sacramento del matrimonio te dará nuevas fuerzas. (Carta, 16-9-1913)

Luis Massignon está comunicando también a otros amigos su decisión matrimonial. Y alguno le contesta que puede ir a él, pero como una "expiación".

El matrimonio tiene una grandeza maravillosa 75

Cuando Carlos de Foucauld conoce esta contestación, se rebe­la contra esa concepción peyorativa y le presenta el matrimonio como "una admirable vocación".

Leamos la carta que le escribe el 30 de septiembre, días des­

pués de la anterior:

De todo corazón pido para ti que seas y hagas en todo momento lo que quiere Jesús en este proyecto del matrimo­nio y en todo... Si Dios quiere para ti el matrimonio, no lo aceptes como una expiación, sino como un estado santo al que se entra por un sacramento, en el cual uno puede santificarse y santificar a los demás... Ser padre de hijos que tienen almas inmortales destinadas a servir y a amar a Dios eternamente en el cielo y, probablemente, ser el ori­gen de una generación de personas dichosas que adoran a Dios eternamente...

¡Qué grandeza y qué admirable vocación! Qué gran be­neficio es un santo casado en medio del mundo, penetrando en tantos ambientes donde el sacerdote no puede entrar y estando ahí con una presencia raramente posible para un sacerdote. El papel del católico casado es el de conducir y guiar hacia el sacerdote a las personas alejadas de Dios.

El matrimonio es la aventura de dos personas en plena comu­nión. Por eso Carlos de Foucauld, en adelante, orará por ella, a la vez que por él. Para que ambos se ayuden a madurar en su vida creyente y juntos puedan ayudar a otros. Así unidos, ayudarán a santificar el Nombre del Señor y harán llegar su Reino.

Mi querido hermano en Jesús: De todo corazón te pro­meto no separarte nunca en mis pobres pero fieles oracio­nes, de la que es desde hace meses tu novia y que estará pronto, a lo mejor lo está ya, unida a ti por el sacramento del matrimonio. Que Jesús te bendiga y la bendiga, que os haga ayudaros mutuamente en la vida para amarle y amar al prójimo, para alcanzar vuestra salvación y trabajar en

Page 38: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

76 Contemplación y presencia

la salvación de los demás, para santificar su Nombre, hacer llegar su Reino y hacer su voluntad.

Yo agradezco a Jesús haberte enseñado su voluntad, de­signándote el lugar donde El te quiere en la vida, donde te reserva las cruces y los trabajos por las que El quiere santi­ficarte y santificar a los demás por medio tuyo, glorificarse en ti...

Nunca permitirá Dios que todas las personas que de to­do corazón le aman entren en la vida religiosa; a algunas de ellas. Dios dará, como a ti, la vocación de vivir en la santidad del matrimonio, en medio del mundo, para dar ejemplo de virtud y hacer una evangelización que no pue­den hacer los sacerdotes: hacer penetrar la luz cristiana en los ambientes donde no puede llegar el sacerdote. (Carta, 1-1-1914)

Visión mística del matrimonio

En estos tres textos, Carlos de Foucauld acompaña como "her­mano mayor" a Luis Massignon, tanto en el tiempo de discernir su vocación matrimonial como en el tiempo en el que se prepara pa­ra el sacramento matrimonial. Carlos de Foucauld les presenta el marco místico en el que han de vivir como pareja. El matrimonio ha de ser para ellos lugar privilegiado donde encontrar y experi­mentar al buen Dios, y medio adecuado para hacerle presente en ambientes específicamente seglares. Su fecundidad no mira sólo a la tierra, sino a hacer "ciudadanos del cielo". Ha de ser vivido con la conciencia de quien acoge una llamada específica de Dios. Y el norte permanente será siempre la voluntad del Bien-Amado, en cualquier circunstancia y en toda decisión.

Con todos estos datos, este maestro espiritual orienta a la pa­reja a una experiencia mística evangelizadora. ¡Qué importante visión del matrimonio!

Práctica sencilla de la Revisión de vida

Cosas básicas

Sólo entenderemos la Revisión de vida en la medida en que tengamos conciencia de que hemos hecho la opción de vivir la fe en Fraternidad. Otros no lo han hecho o la viven más individual­mente o en la gran comunidad.

Hemos tomado la Fraternidad como instrumento clave de dis­cernimiento. No es un director espiritual, no es un amigo o amiga, no es un superior ni un psiquiatra... quien me ayuda a discernir. Es la Fraternidad.

No sólo discernimiento personal, sino discernimiento históri­co, de los acontecimientos de cada día vistos desde la fe.

Nos interesa la Revisión de vida en la medida en que tenemos vivo el deseo de madurar seriamente en la fe. De vivir las exigen­cias evangélicas. De lograr la verdadera liberación del hombre.

Por eso, con sólo ver como toma una persona la Revisión de vida, es índice para ver si está en el camino o no; si en crisis, o con rutina...

nn

Page 39: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

78 Contemplación y presencia

En qué consiste

Consiste en tomar el pulso a la acción de Dios en mi vida; saber por dónde me lleva Dios hoy; qué quiere hoy de mí, en mi largo camino de maduración.

Supone un momento primero en el que yo me tomo el pulso, capto la dominante, busco qué quiere Dios de mí. Y un segundo momento en que someto esto al discernimiento de los demás en la Fraternidad.

La toma del pulso es, o bien a través de mis movimientos inte­riores, llamadas, dificultades, dudas... o bien a partir de aconteci­mientos exteriores que llaman a mi vida.

La Revisión de vida es un acto de contemplación del paso de Dios por nuestras vidas. Exige actitud teologal: fe, esfuerzo, amor. Exige actitud de oración.

Es el gran momento contemplativo del mes. El momento de la gran luz. Es también el gran acto fraternal. Espero mucho de los otros y ellos lo esperan de mí. Voy a él con todo amor, con toda caridad. Obliga a creer en la eficacia de la Fraternidad. En ella, la Fraternidad ofrece su función como regla de vida y como instrumento teologal.

Por eso debemos ir a ella con las actitudes que plantean la dimensión contemplativa y la fraternal:

- Pobres: conciencia de lo pobre que soy.

- Niños: espero todo de los otros y del Otro.

- Fidelidad: escucha del otro.

- Disponibilidad: para vivir en el sí.

Preparación

En mi interior. Preparación general: transparencia, saber por dónde Dios nos lleva en líneas generales, silencio integral...

En lo exterior. Escoger bien el momento del día para hacerla y el clima de que la rodeamos.

Práctica sencilla de la Revisión de vida 79

Preparación inmediata. Se recomienda un día de desierto. Pa­ra esto: para venir desnudos, abiertos a sólo Dios, sensibles ante lo que nos digan los demás.

Es el momento clave de todo el mes, para mí y para la Fraterni­dad. Debo prepararlo exquisitamente. Cuando no se ha preparado la Revisión de vida no debemos hacerla. Asistimos, pero hoy no ofrecemos nuestra revisión. Podemos vivir la revisión de los otros y ayudarles a discernir. Y si no nos encontramos a punto, debe­mos callar.

Cómo se hace

La Revisión de vida consta de tres momentos:

- Compartir

- Discernir

- Comprometerse En la Revisión de vida, tan importante como las palabras son

los silencios: silencio antes de comenzar, silencio en momentos clave. El silencio es síntoma de conversión profunda.

A veces, la Revisión de vida nos conduce a una acción de gra­cias; otras, a una petición de perdón. Debe terminar en oración.

Cuando está presente un presbítero, debe terminar con la ab­solución. Creo que la Revisión de vida, así vivida, es la verdadera confesión, aunque se den también otras situaciones de confesión.

Diversas sugerencias

Cuidar: la broma, la ironía, la desconfianza en el otro, el orgu­llo de sentirnos superiores, sentirnos juzgados. No se debe hablar fuera, con otra persona, de lo que se ha revisado. ¡Cuántas veces se queda en los labios una confidencia al ver en el otro alguna de estas malas actitudes!

Es un camino largo, como el de una amistad. Pasa por etapas dolorosas. Es el fruto maduro de la perseverancia, de la fidelidad.

Page 40: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

80 Contemplación y presencia

A veces vendrá bien oír lo que cada uno comparte y después discernir, otras, discernir con cada uno después de su compartir. Normalmente, cada uno deduce el compromiso que debe tomar, otras veces, habrá que ayudar al hermano a que lo descubra y lo tome.

El discernir supone coraje para poner a cada hermano ante el espejo de las exigencias evangélicas. Debe estar claro siempre a dónde debemos llegar, aunque aceptemos en cada caso la posibi­lidad concreta.

Esto supondrá tensiones en algunos momentos, pero son mejo­res que los paños calientes o las aguas tibias. Son señal de salud. La razón por la que muchas veces no exigimos a los demás es porque no nos exigimos a nosotros. O porque tenemos cosas tur­bias en esa materia que se revisa. "La falsa amistad es la muerte de la Revisión de vida y, por tanto, de la Fraternidad".

A veces, el problema de algunos, la situación tensa del grupo, etc.. exigirá continuar la Revisión de vida después de haber orado más, o de haber ayunado, o de haber hecho esfuerzos serios de transparencia.

Voy a la Revisión de vida buscando mi conversión, no la de los otros. No voy a ella a la caza de confidencias. Si el otro no comparte, esperaré, respetuoso, su momento.

En memoria mía

En la experiencia creyente del Hermano Carlos, que nos sirve de punto de referencia esencial a lo largo de todo el Mes de Na-zaret, su fe en la Eucaristía es el centro de su vida, de su servicio Pastoral y de la Fundación que proyectó.

Y no es lo que de ella nos dijo; Carlos de Foucauld no es un teólogo. Es lo que vivió. Hasta el punto que es en la Eucaristía donde encontramos la explicación de su vida, tan generosa y gra­tuitamente repartida y entregada.

Desde esta óptica, vamos a recordar algunos datos sobre la Eucaristía, que nos ayuden a revisar nuestra experiencia de fe y a fundamentar nuestra práctica durante el Mes.

El lugar más fuerte de la presencia de Jesús

Es cierto que Jesús nos habla en el Evangelio de varias presen­cias: en la comunidad (Mt 18,20), en los pobres (Mt 25,31-46), en los signos de los tiempos (Mt 16,4), en la Iglesia y en quienes en ella tienen responsabilidad... (Mt 16,17-19; Jn 20,21-23). El Hermano Carlos, el lugar donde más fuertemente vive la presen­cia de Jesús es en la Eucaristía.

Ningún grupo de la Iglesia abarca todo el misterio de Cristo. Tampoco todas las presencias. Cada grupo de la Iglesia se sien­te llamado a profundizar en una presencia. Quienes formamos la

Page 41: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

82 Contemplación y presencia

familia espiritual del Hermanos Carlos profundizamos en la pre­sencia Eucarística.

Si esto se vive bien, nunca la experiencia de una presencia estará en contradicción de las otras. Más aún, es desde ella desde donde se vivirán a fondo las demás. Es desde la presencia de Jesús en la Eucaristía desde donde viviremos a fondo las demás.

Expresión sacramental del camino salvador de Jesús

Jesús es Salvador, mediante su entrega hasta la muerte, de to­dos y cada uno de los hombres (Le 22, 14-22).

Una entrega crucificada, a la que le vemos ya el fruto: porque es para nosotros una entrega resucitada y resucitadora. Es grano de trigo y es ya espiga en la historia de los hombres y en nuestra propia historia (Jn 12, 23-26).

Una entrega sumamente deseada (Le 22, 15) y vivida como suma experiencia de amor (Jn 13, 1).

Una entrega vivida como el que sirve, desde abajo. Por eso Juan nos ofrece el Lavatorio de los Pies (Jn 13, 1-17) donde los demás evangelistas nos ofrecen la Institución de la Eucaristía.

Entrega vivida en sola fe, en medio de oscuridades, de seque­dad (Mt 26, 26^6; Me 15, 34). Y en desprecios, incomprensio­nes, burla, saña de los hombres.

En la Eucaristía percibimos el grito sacramental y permanente de Jesús: ¡Así me he entregado Yo!

Nosotros hemos objetivado la Eucaristía, nos hemos centrado más en la materialidad de ella que en el gesto que sacramentaliza. La hemos racionalizado, más que ahondarla desde la fe.

Jesús es Salvador desde lo pequeño, lo cotidiano, lo pobre

Nunca se nos habría ocurrido que su presencia se iba a realizar en un pedazo de pan y en un vaso de vino. Y sigue costándonos

En memoria mía 83

que sea así. Por eso la adornamos, la enriquecemos, la perde­mos en medio de lo que nosotros entendemos por grandeza, por belleza... y que a la larga sólo la esconden y engendran una con­tradicción.

Pan y vino ofrecidos en una comida. ¿Habrá algo más sencillo, cotidiano, de todos los hombres, más pobre?

¿Es eficaz lo pequeño, lo cotidiano? Podemos preguntárselo a la Eucaristía... Para el Hermano Carlos era lo más eficaz, co­mo instrumento salvador pastoral. A nosotros nos parece que no. Sólo es eficaz lo complicado, lo técnico, lo bien estructurado...

De Cristo, se lo preguntaban sus paisanos: "Si es el hijo del carpintero, ¿de dónde le viene esto?" (Me 6, 2-3).

Toda la vida de Cristo es un grito de que lo pequeño es lo que más vale para el Reino (Me 9, 33-35) y todos sus gestos son pequeños, con los pobres, en medio de la vida, a partir de las situaciones de cada día...

Por eso, el Hermano Carlos vivió tan relacionadamente la Eu­caristía y Nazaret:

Sin este realismo de Jesús presente en la Eucaristía, Na­zaret sería la mística de las virtudes llamadas pasivas. Pero la presencia Eucarística de Jesús hace hogar, familia, ca­mino a seguir...

La Eucaristía, es comunión

Jesús se nos ofrece en el pan y en el vino, para que le comamos. ¡Pan para ser comido! Es el capítulo 6 de Juan. Los judíos no lo entienden, algunos de los más cercanos a Jesús se escandalizan y se marchan. Sólo los que empiezan a creer, permanecen.

Comer este pan es entrar en comunión con Jesús. Creer en Él. Aceptarlo íntegramente. Aceptar su sabiduría (Jn 6, 45). Perma­necer en Él (Jn 15, 1-16).

Comer este pan es entrar en comunión con todos los hombres. Es en la Ultima Cena, en clima de Eucaristía, cuando Jesús ofrece

Page 42: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

84 Contemplación y presencia

en plenitud su mandamiento, el del Amor Fraterno, con la origi­nalidad y exigencia que allí dio (Jn 13 y 15). Pablo ve con suma facilidad esta dimensión de comunión (1 Cor 11, 17-34).

Las dos actitudes de comunión, si marchan bien, se van hacien­do una sola actitud de comunión. Así se expresaba el Hermano Carlos:

Los pequeños son Jesús porque Jesús lo ha dicho, como la Hostia es Jesús, porque El lo ha dicho.

La Eucaristía es el sacramento de la contemplación

En ella, se realiza el diálogo eterno del Padre y el Hijo en el Espíritu. A través de ella, como de la humanidad de Jesús, ese diálogo trinitario llega a la humanidad, se vive en humanidad.

Ella es el sacramento de lo que es la verdadera oración cris­tiana: lugar donde se realiza este diálogo. La oración del hom­bre comienza a ser verdadera oración cristiana cuando el hombre, más que orar él, se deja orar por el Espíritu. Cada humanidad debe ser orada por el Espíritu.

Cada persona debe disponerse para que el diálogo trinitario sea en él una realidad. Es el gemido inenarrable del que habla Pablo. La Eucaristía nos abre a la inhabitación de la Trinidad (Jn 14, 23). Ella nos va madurando para ser en verdad hijos, lo que seremos del todo al final de la Historia (Rom 8, 19-27).

Ante ella sólo cabe la adoración: el silencio esencial, lo más vacío de nosotros mismos.

La Eucaristía hace misión

Fue otra de las intuiciones fuertes del Hermano Carlos en su experiencia eucarística. La presencia de Jesús en la Eucaristía no es ineficaz, aunque sea una presencia silenciosa y de fe.

La presencia del Santísimo Sacramento hace mucho, cierta­mente:

En memoria mía 85

Jesús no puede estar en un sitio sin irradiar.

Son palabras de Carlos de Foucauld. Es muy importante esta experiencia dinámica de la Eucaristía.

Page 43: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Nazaret, en la vida pastoral de Jesús

Algunas veces hemos oído preguntar: ¿Es posible, para un se­glar comprometido, vivir el misterio de Nazaret? ¿Es posible vi­vir desde Nazaret a un sacerdote diocesano? ¿Qué aporta Nazaret para la vida activa?

Quisiera que esta lectura de algunos textos del Evangelio de Lucas ayude a la repuesta. Os ofrezco hoy parte de esa respues­ta. Y os la ofrezco especialmente a los amigos seglares y a los sacerdotes diocesanos de las Fraternidades.

La dimensión de Nazaret

A veces hemos mirado Nazaret como contraposición de la vida apostólica. Como si Nazaret no fuera, en sí mismo, apostólico, y como si los años en los que Jesús camina por Palestina no llevaran en su entraña la experiencia nuclear de Nazaret.

Jesús es apóstol en sus treinta y tres años. Aunque en cada etapa exprese su acción pastoral con acentos distintos. Las ramas son el árbol, el tronco es el árbol, las raíces son el árbol. Todo forma una unidad inseparable. En cada parte está el árbol integral.

En Nazaret Jesús salva testimoniando, gritando con su propia vida la gran experiencia que más tarde va a explicar de palabra.

Page 44: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

88 Contemplación y presencia

Pero en su vida misionera permanece Nazaret. Son dos dimen­siones entrelazadas.

Por los caminos polvorientos va el Nazareno: vive una gran experiencia, descubre su experiencia, invita a incorporarse a esa experiencia de Dios y de la vida. Por los caminos de Galilea camina el testigo del amor del Padre, testigo silenciado que vive y explica la acogida gratuita de Dios al hombre. Por aquellos caminos Jesús sigue ofreciendo la Buena Noticia a través de una comunicación sencilla, coloquial, viva, directa, con cada persona o con la multitud.

La vida de Jesús es una sinfonía en dos tiempos: un tiempo largo, el de Nazaret; un tiempo breve, el de itinerante. Pero la melodía dominante se encuentra en los dos tiempos, aunque el colorido musical sea distinto en cada uno.

Por eso, para penetrar su experiencia de Nazaret, nada mejor que repasar su vida itinerante y descubrir las líneas de fuerza que Jesús anuncia. Ellas son la experiencia acumulada en sus años silenciosos y testimoniales. Y, para entender bien su vida activa, necesitamos tener como telón de fondo los elementos nucleares de Nazaret.

Quitad a la enseñanza la experiencia, y se convierte en ideo­logía. Quitad a la oración la relación filial y amistosa con el Padre, y aparece un "cumplidor" de sus obligaciones religiosas. Quitad a las palabras su dimensión de silencio, y se convierten en pala­brería...

Jesús es un Maestro lleno de sabiduría, porque es un experi­mentado; es un contemplativo, porque tiene la experiencia de ser amado por el Padre; es un apóstol, porque le urge comunicar lo que a Él se le está dando; es un humano, porque está entroncado directamente con la vida.

Todo esto es la dimensión de Nazaret en la vida itinerante de Jesús. Lo vamos a ver a través de algunos textos del Evangelio de Lucas.

Nazaret, en ¡a vida pastoral de Jesús 89

"Tengo que estar en lo que es de mi Padre" (Le 2,49)

Son las primeras palabras de Jesús que nos ofrece el evange­lista. Jesús es una naturaleza humana transida de divinidad. Va creciendo en la conciencia de que es habitado. Se descubre Hi­jo del único Padre y vive unas relaciones crecientes con El hasta llegar a vivir en unidad:

El Padre y Yo somos una sola cosa. (Jn 10, 29)

El Padre es su verdadero educador:

Un hijo no puede hacer nada por sí, tiene que vérselo hacer al padre. Así, cualquier cosa que éste haga, también el hijo la hace igual, porque el padre quiere al hijo y le enseña todo lo que él hace. (Jn 5, 19-20)

En Nazaret Jesús vive colgado de la palabra del Padre, orien­tado por su querer. Nazaret es la experiencia en la que la voluntad de Dios es el centro y la guía de la vida cotidiana, donde no hay otro conductor que el Espíritu del Padre.

¿No define Jesús este aspecto de Nazaret con la alabanza que hace de su maestra, María: "Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen" (Le 11.28)? Y así va a continuar en su vida pastoral:

Yo no puedo hacer nada por mí. (Jn 5, 30)

Mi alimento es hacer el designio del que me envió y lle­var a cabo su obra. (Jn 4, 34)

Yo no he hablado en nombre mío, no; el Padre, que me envió, me ha encargado lo que tenía que decir y que hablar, y yo sé que este encargo suyo es vida eterna; por eso, lo que hablo, lo hablo tal y como me lo ha dicho el Padre. (Jn 12, 49-50)

Jesús descubre a sus oyentes lo que es su experiencia esencial filial y nos indica cual es el eje de la vida creyente y de la actividad pastoral. Jesús hablará poco, pero sus palabras serán palabras de Dios; caminará en un espacio bien pequeño, pero sus pasos son

Page 45: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

90 Contemplación y presencia

los pasos de Dios; hará pocas cosas y sencillas, pero serán gestos de Dios que tendrán una repercusión única en la historia humana.

"Jesús iba adelantando en saber, en madurez y en gracia" (Le 2, 52)

A lo largo de su vida en Nazaret, Jesús va descubriendo qué es ser hombre y va creciendo como humano en todas sus dimensio­nes. En este tiempo se autocomprende como el "Hijo del Hom­bre", es decir, el hombre poseído plenamente por el Espíritu de Dios (Le 3, 21-22). Y es que el hombre no es pleno sino en refe­rencia al Espíritu de Dios.

Jesús vive una vida plenamente humana, en libertad, en ver­dad, en amor. Es un hombre armónico. Es hombre verdadero y verdadero hombre.

Quienes lo tratan, lo ven como un hombre lleno de autoridad (Me 2, 10), de fuerza (Le 6, 19), de sabiduría (Me 1, 27), de veracidad (Le 20, 21). Es el hombre pleno soñado por el Creador.

Pilatos, sin saber mucho lo que decía, así lo presenta a la mul­titud: "He ahí al Hombre" (Jn 19, 5). Y así es. El crecimiento en madurez, del que habla Lucas, ha llegado a plenitud. Por primera vez en la historia está apareciendo lo que es y significa ser hom­bre. Los soldados, al despojar a Jesús de la falsa dignidad real propia del mundo, han dejado al descubierto la verdadera realeza de Jesús, su dignidad esencial. El vaciamiento que vive de todo aquello que los hombres creemos imprescindible para ser hom­bres, hace que podamos descubrir en Él al verdadero hombre.

El misterio del hombre, su autocomprensión, sólo queda es­clarecido en el misterio del Verbo Encarnado: "Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre" (GS 22).

La presencia del Espíritu en el hombre no destruye, sino ple-nifica. Desmonta, sí, el falso ego. Desmonta nuestros desajustes mentales, afectivos, operativos... Pero hace emerger nuestro ver­dadero rostro original y termina, en la cumbre mística, siendo el sujeto de nuestras actuaciones cotidianas.

Nazaret, en la vida pastoral de Jesús 91

Nazaret es el camino de maduración en lo humano, desde su perspectiva esencial. Nazaret es la valoración de lo humano, de todo lo humano.

"Enviado a proclamar el año favorable del Señor" (Le 4, 16-30)

En Nazaret Jesús ha ido comprendiendo su misión. Se ha ido descubriendo como el Mesías enviado por el Padre en bien de la humanidad. Y eso que era difícil caer en cuenta del verdade­ro mesianismo en aquel ambiente nazareno. "Pero, ¿de Nazaret puede salir algo bueno?", pregunta Natanael, desconfiando de los mesianismos procedentes de Galilea.

Tampoco se ve Jesús situado en el horizonte del Antiguo Tes­tamento, como lo ve Felipe: "Hemos encontrado al descrito por Moisés en la Ley y por los Profetas: es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret" (Jn 1,45-46).

Jesús trae un anuncio de gracia universal y comienza procla­mándolo en Nazaret, donde se había criado, ante sus vecinos:

Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año favorable del Señor. (Le 4, 18-19)

Jesús supera la mentalidad estrecha de sus vecinos. ¡El Padre ama y regala la salvación a todos los hombres! ¡Ofrece su gracia para todos! "Ya no hay judíos y paganos, hombres y mujeres, esclavos y libres" (Ga 3, 28). Todos son amados, a todos se les regala la entrada para el banquete de bodas.

Sus vecinos se resisten, "extrañados del discurso sobre la gra­cia que salía de sus labios"; pero, "¿no es éste el hijo de José?" (Le 4, 22). Pues no le ha salido a "su padre", no ha asumido las ideas y comportamientos del padre. ¿Cómo va ser igual, ante Dios, el Centurión que uno de nosotros?

Page 46: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

92 Contemplación y presencia

Ha sufrido mucho Jesús, en sus años de Nazaret, al ver la estre­chez de sus vecinos. Una vez más les quiere ayudar, y les anuncia con claridad la Buena Noticia de que Dios ama a todos, es Padre de todos y no tiene acepción de personas cuando alguien acoge su gran regalo de amor.

Jesús seguirá descubriéndonos al Padre del hijo pródigo, al pastor de la oveja perdida, al médico de los enfermos...

La clave de toda la pastoral de Jesús es la de ayudar a caer en cuenta del amor gratuito del Padre Dios. Su vida, sus gestos y sus palabras son un grito en favor del amor universal de Dios.

Nazaret es experiencia del amor del Padre "que hace salir el sol, cada día, para buenos y para malos" (Mt 5,45).

"Danos hoy nuestro pan de cada día" (Le 11,3)

En Nazaret, Jesús ha aprendido a vivir el hoy, el cada día. En ese ambiente rural y sencillo pesa lo cotidiano, absorbe lo actual.

El hoy es ya eternidad. Vivimos agobiados por el mañana o el ayer. Nazaret es vivir el hoy, atentamente, entregadamente, amorosamente. Es verdad que un hoy en referencia al ayer y al mañana, porque somos historia, pero sin que ello bloquee el hoy o nos evada de él.

Jesús acoge a esta mujer concreta que ha venido a sacar agua del pozo, a este enfermo que está en la camilla o que le toca-Jesús desenmascara actitudes bien concretas.

Nazaret es la realidad concreta, a la que debemos responder muy concretamente. Nazaret es la experiencia del hoy concreto en el que se transparenta lo que Dios Padre quiere hoy para mí.

"Cada día trae su preocupación", "no os agobiéis", "no andéis preocupados" (Mt 6, 25-34). La preocupación impide que la se­milla nazca (Le 8, 14); por lo preocupada que está, Marta no vive bien su encuentro con Jesús (Le 10,41).

¡No tengáis miedo! Si lo cabellos de vuestra cabeza están con­tados por el Padre que os ama... No temáis ni siquiera a la muerte. Que sólo os dé temor el no amar.

Nazaret, en la vida pastoral de Jesús 93

"¿A qué se parece el Reino de Dios?" (Le 13,18)

A un grano de mostaza, a un puñado de levadura, a una semi­lla... La pequenez, la sencillez, lo no aparente, son los instrumen­tos del Reino.

Jesús renuncia a la imagen del "cedro frondoso" de Ezequiel (17, 22), indicando que el Reino de Dios no tendrá el esplendor humano esperado por el judaismo.

Por eso la semilla se planta en el "huerto", lugar de los pobres y pequeños, no en el "monte alto y macizo", signo de la grandeza que impresiona y asusta.

El Reino que anuncia Jesús se anuncia por caminos pastorales distintos de los del judaismo y del paganismo.

Jesús valora las "pasividades" tanto o más que las "activida­des", en orden al crecimiento del Reino. Porque transforma tanto la "pasividad activa" como la "actividad". Y hasta más. Aunque en nuestros ambientes de eficacismo no lo creamos.

Sus treinta años en Nazaret son años de "pasividad", en cuanto al "hacer" apostólico; son años de gran silencio. Pero son tan redentores, tan eficaces y fecundos, como los tres de caminante.

El silencio, los tiempos de oración, los días retirados de la ta­rea... son Nazaret. La vida conscientemente anónima, lo cotidia­no... son Nazaret. La enfermedad desconcertante, la incapacidad que nos margina del mundo activo, la ancianidad... son Nazaret. La oblación silenciosa en un claustro, la renuncia por el Reino a determinadas capacidades humanas... son Nazaret.

Jesús difunde el Reino a través de medios muy vulnerables pe­ro cargados de calidad divina. Lo que importa es la calidad divina en cada una de nuestras etapas, no la grandeza de los medios.

Nazaret, a veces, va al comienzo; otras, va al final. Pero siem­pre ha de dar su toque en todas las etapas de la actividad y en los medios que usamos en cada una de ellas.

Page 47: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

94 Contemplación y presencia

"Salía de Él una fuerza que los sanaba a todos" (Le 6,19)

En Nazaret, Jesús ha ido tomando conciencia de la fuerza del Espíritu que hay en Él. La fuerza que engendra la vida verdadera, la fuerza que conduce a la plenitud total.

Esa fuerza del Espíritu lo engendró en las entrañas de la Vir­gen María y lo va conduciendo, paso a paso, a través de su vida. Lucas no deja de subrayarlo en cada uno de los acontecimientos importantes que nos narra.

El Espíritu es el eje esencial del Reino que Él vive y que anun­cia a todos. El Reino es como un grano de mostaza que crece hasta hacerse arbusto, o como la levadura que fermenta la masa, gracias a la fuerza que lleva dentro y que transforma a todo aquél que lo acoge de veras (Le 13, 18-20).

Por eso, al inaugurar su misión "se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre Él en forma como de una paloma" (Le 3, 22), ungiéndolo con su fuerza en orden a la tarea que había de realizar.

Jesús no apoya la extensión del Reino en medios humanos", elocuencia, poder, buena imagen... sino en la fuerza Única de la que se sabe portador.

De aquí que en el primer envío que hace de sus apóstoles les da "fuerza y autoridad sobre demonios y enfermedades" (Le 9, 1). Y después de la resurrección, les dirá: "Quedaos aquí hasta que de lo alto os revistan de la fuerza" (Le 24, 49).

Nazaret es tomar conciencia de que lo importante en el ser­vicio pastoral es la fuerza del Espíritu que nos viene de lo alto. Lo importante es abrirnos a esa fuerza, es poner en ella nuestra confianza, es dejarnos revestir de ella para servir a tos demás, curándoles de sus enfermedades y liberándoles de sus demonios.

Ante la fuerza que emana de Jesús, la gente se asombra, teme y alaba al Señor que ha dado esa fuerza a los hombres. Es el efecto que ha de producir nuestra presencia evangelizadora, si nace de esa "fuerza de lo Alto".

Nazaret, en la vida pastoral de Jesús 95

"Extendió su mano y tocó al leproso" (Le 8, 13)

Jesús vive en la realidad, pero no se queda en lo externo de ella. Jesús penetra en la esencia de la realidad. Por eso distingue lo esencial de lo periférico, lo verdadero de lo engañoso. Jesús desenmascara todo lo que en la superficie de la realidad no está de acuerdo con lo esencial de ella.

¿Por qué no se puede curar en sábado? ¿Por qué, en sábado, no pueden sus discípulos comer un puñado de espigas, si tienen hambre? (Le 6, 1-11).

Jesús toca y cura al leproso. Quiere ayudarles a ver que la Ley apunta más hondo que las apariencias. No ha venido a abolir la Ley, sino a descubrirles su plenitud. No es la realidad física de unos alimentos lo que hace impuro al hombre, "sino lo que sale del corazón humano situado en la desarmonía" (Me 7, 14-23).

Jesús nos descubre que lo legal es siempre el punto de partida, no el techo de la plenitud evangélica.

¿Por qué han de haber excluidos? Leví tiene su sitio junto a Jesús (Le 5, 20-28). Y lo tiene la pecadora que en casa de Simón le lava y besa sus pies (Le 7, 36-50).

En sus años de Nazaret, desde niño, Jesús se ha ido educando a mirar el corazón de sus vecinos más que sus apariencias externas; a descubrir sus intenciones más que sus hechos.

No te fijes en las apariencias... Porque Dios no ve las apariencias, como hacen los hombres. El Señor ve el co­razón. (1 Sam 16, 7)

Eran las palabras del Señor a Samuel, al elegir a David, que mu­chas veces había escuchado en la sinagoga.

Lo importante es lo esencial, lo profundo del ser. Ahí sólo hay sí o no. Jesús sabe vivir desde ahí. Y, desde ahí, nos invita a vivir.

Nazaret es vivir desde el fondo, desde la verdad esencial de toda realidad. En Nazaret se sitúa en su sitio verdadero lo tran­sitorio, lo periférico, lo accidental. Nazaret es veracidad transpa­rente.

Page 48: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

96 Contemplación y presencia

Qué importante es esta actitud para nuestras relaciones con quienes vivimos cada día nuestra misión evangelizadora.

"Qué más quisiera yo que toda la tierra estuviera ya ardiendo" (Le 12,49)

Jesús ha ido aprendiendo en Nazaret que las personas no cam­bian rápidamente. ¡Cómo querría Él que todos cambiaran pronto! Pero el cambio es lentísimo.

Jesús ha aprendido la paciencia del campesino. Ha observado la naturaleza y ha visto lo lentos que son sus procesos... Lo ha ido viendo, también, en las vidas de sus vecinos. Cuánto cuesta llevar adelante el movimiento inicial de cambio. Falta aún interés verdadero, constancia, capacidad para superar los obstáculos de dentro y de fuera.

Impresiona ver a Jesús respetando y acompañando adecuada­mente el proceso del Reino en cada ser humano. ¡Qué humano se hace Dios!

Un riesgo importante y frecuente en la misión evangelizadora es la impaciencia por ver los frutos, y los frutos concretos que no­sotros preveíamos. Cuando no llegan fulminamos a las personas, como quisieron hacer Santiago y Juan cuando los samaritanos se negaron a recibir a Jesús y a sus acompañantes: "Señor, si quie­res, decimos que caiga un rayo y acabe con ellos" (Le 9, 51-56).

Pero Jesús tiene el talante de Dios:

No escardéis la cizaña por si al hacerlo arrancáis con ella el trigo. Esperad hasta la siega. (Mt 13, 30)

El que ama, "espera siempre, se fía siempre, disculpa siem­pre..." (1 Cor 13,7).

Nazaret es respeto al camino de cada uno, al ritmo personal. Es paciencia en los altibajos. Es espera en los tiempos oscuros en los que parece que no se avanza. Es alegría serena en cada uno de los nuevos brotes de vida.

Nazaret, en la vida pastoral de Jesús 97

"Cuando des una comida o una cena invita a los pobres" (Le 14, 12-14)

Jesús nos describe lo que era su casa de Nazaret: una casa abierta, con una mesa puesta para los pobres, los emigrantes, los huérfanos...

Jesús disfruta con dar gratuitamente. Por el gozo de dar. Sin esperar nada a cambio. Reparte y se reparte gratuitamente. Invita a quienes no pueden pagar. Vive compartiendo. "Es mejor dar que recibir", nos dirá.

No nos creemos que Dios es así: que nos regala, por el gozo del regalar; que nos ama gratuitamente, no para que le devolvamos amor, y aunque se lo devolvamos. Si nosotros le respondemos es un bien para nosotros, del que Él se alegra por nosotros.

Dios ha regalado a todos la plenitud de su Ser. En Jesús ha quedado confirmado definitivamente. Dios es en Sí regalo gratui­to para los humanos. Las parábolas de Le 15 son contundentes: Dios ama a todos. También a los excomulgados, a quienes no cumplen la Ley: "recaudadores y descreídos".

Jesús los acoge no porque ellos se deciden a cumplir la Ley, sino porque acogen la amistad gratuita de Jesús. El cambio de conducta que sin duda realizarán, será el modo de responder a esta amistad gratuita.

La clave de toda la pastoral de Jesús es ayudar a caer en cuenta del amor gratuito del Padre Dios. Y a eso ayudan sus gestos de amistad gratuita y comprometida. Jesús se hace excomulgado con los excomulgados para salvar a los excomulgados. ¡Éste es Dios!

Nazaret es gratuidad. Lo que da fisonomía a Nazaret son las expresiones de amor gratuito. Que nuestra evangelización ¡grite gratuidad!

Y gratuidad con los pobres y desde la pobreza. Para que quede más claro el regalo que nos da Dios.

He sido ungido para dar la buena noticia a los pobres, para libertar a los cautivos, para dar vista a los ciegos...

Page 49: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

98 Contemplación y presencia

Y esto, ya veis que se está realizando. ¡Dichosos vosotros si no es escandalizáis de que el Reino que ofrece mi Padre camina por ahí! (Le 4, 18-21)

Es a ellos a quienes, sin cesar, pone a su mesa. Y lo hace desde el no tener. Caminando por la vida "sin bolsa, sin alforja, sin sandalias... pero lleno de paz" (Le 10, 4-6).

Esto es Nazaret, ésta es su escuela apostólica, es su estilo evan­gelizados

"¿Por qué me llamas insigne?" (Le 18, 18-20)

En Nazaret, Jesús ha vivido unas relaciones llanas, sencillas, de tú a tú. Es el carpintero, el hijo de José y de María, el pariente de Santiago, Judas y Simón. Y así realiza su vida apostólica. No es un personaje, ni un señor, ni un rabino... es el amigo, el hombre cercano, una persona sencilla.

Por eso, no abre escuela como los rabinos. Es un caminante que, a partir de sus relaciones cotidianas, va dejando caer las se­millas del Reino. No tiene un lugar propio para reunir a la gente: la orilla del mar, una casa amiga, cualquier camino. Todo lugar, cualquier circunstancia, son adecuados para anunciar el amor del Padre a los hombres y a las mujeres. En este pozo encuentra a la Samaritana (Jn 4, 1-26), en las afueras del pueblo a la viuda de Naín (Le 7, 11-17), en casa de Simón a la pecadora (Le 7, 36-50)... Y quiere que éste sea nuestro estilo evangelizador.

A nadie llaméis Maestro, ni Padre, ni Señor... porque sólo uno lo es. Los reyes de las naciones las dominan y los que tienen autoridad se hacen llamar bienhechores. Pero vosotros, nada de eso: el más grande iguálese al más joven y el que dirige al que sirve. (Le 22, 24-26)

Id de casa en casa, de persona a persona. Sembrad el Reino desde las circunstancias concretas de la vida. Moveos con liber­tad, sin demasiados planes preconcebidos.

Nazaret, en la vida pastoral de Jesús 99

Nazaret es cercanía, es ser hermanos, es acercamiento a todos sin excluir a nadie, es sencillez en el trato.

Cuánto examen hemos de hacer, desde aquí, para que nuestra evangelización no suene a montaje, a moralismos desencamados, perdiendo la candidez del Evangelio, la fluidez de la vida.

"Pero ellos gritaban: ¡A la cruz, a la cruz con El!" (Le 23, 21)

En la escuela de Nazaret ha aprendido Jesús el camino de la renuncia al falso yo, a las actitudes egoístas. Jesús ha vivido en el desapego que madura el amor. Se ha dado cuenta de que si uno se aferra a su propia vida está perdido, y que sólo aquél que se suelta de lo que creemos vida encuentra del todo la vida.

En Nazaret, Jesús ha visto tantas veces que sólo cuando el gra­no de trigo se pudre en la tierra da espiga llena de grano; ha ido entendiendo que sólo asumiendo el ser rechazado, ser malenten­dido, ser perseguido y hasta ser crucificado, podrá ofrecer plena­mente la liberación, desde el amor, que viene a ofrecer de parte del Padre.

Lo que en Nazaret fue "cargar con la cruz de cada día" (Le 9, 23), le ha preparado a cargar con la cruz solemne del pecado de la humanidad, corriendo la misma suerte que los dos malhechores que crucifican junto a Él, y peor suerte que Barrabás.

La Redención comenzó en Nazaret y culminó en el Gólgota. El adiestramiento para el Calvario comenzó en la experiencia co­tidiana de quien, desde Nazaret, vivió sólo para el amor, costara lo que costase. Hacer el proyecto del Padre, venciendo las ten­taciones de su ambiente, supone crucifixión para una visión car­nal. Vivir en la verdad y en el amor a los semejantes trae diarias incomodidades. "Hacerse uno de tantos" (Fil 2, 7) es duro en muchísimos momentos.

Por eso, Nazaret es para nosotros el aprendizaje de cargar con la cruz de cada día, por amor al Padre y a los hermanos, abier-

Page 50: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

100 Contemplación y presencia

tos a los momentos solemnes del Calvario que, cuando estemos maduros, nos han de llegar para nuestro bien.

"¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? ¡Ha resucitado!" (Le 24, 5-6)

La certeza esencial de Jesús, que sin duda arranca de Nazaret, es que la última palabra es siempre la palabra de su Padre, y es siempre una palabra positiva.

Es una sabiduría difícil de aprender cuando se vive en situa­ciones duras, como debían ser las de Nazaret. Pero son, por otra parte, las situaciones más idóneas en las que nace y se afianza una esperanza sólida, como la roca en que descansa el edificio de la entrega total a la misión encomendada, claramente percibida y decididamente realizada.

Si la última palabra la tiene Aquél que me ama, ¿qué puedo temer? Sé que será una palabra para mi plenitud y la de toda la humanidad. No sé cómo, porque desde la cruz no se ve nada. Pero hay en mí una certeza absoluta. "Padre, a tus manos confío mi vida, mi historia, el camino realizado..." (Le 23, 46).

Es lo que anuncia el Ángel, desde el sepulcro:

¿Cómo buscáis entre los muertos al que vive? Ya os lo dijo cuando estaba en Galilea. ¡Ha resucitado! ¿Es que no recordáis lo que os dijo tantas veces, que la última palabra sería una palabra de vida? (Le 24, 1-10)

¡Vive para la vida definitiva de toda la humanidad!

Nazaret es esa certeza del corazón. Es abandono en sus ma­nos. Es la confianza de que todo —aunque no sepamos explicar como— es para el bien de los que son amados. Es saber que la muerte ha perdido su aguijón. Es saber que sólo la vida es el espacio de Dios.

Nazaret, en la vida pastoral de Jesús 101

"Cuando estaba sentado a la mesa con ellos tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron" (Le 24, 30-31)

La Eucaristía es Nazaret. ¡Qué bien lo entendió Carlos de Fou-cauld!

Contemplando la Eucaristía se descubre Nazaret y la semilla nazarena que hay en toda la vida evangelizadora de Jesús y en cada una de las palabras que nos dejó.

Ante el pan bendecido y partido por Jesús, a los discípulos "se les abrieron los ojos y lo reconocieron". Es el gran sacramento de su presencia. Carlos de Foucauld comprendió a Jesús y asu­mió su sabiduría como fruto de horas y horas silenciosas ante la presencia Eucarística. Como le ha ocurrido a tantos hombres y mujeres a lo largo de toda la historia cristiana.

Y desde ese reconocimiento, los de Emaús se ponen inmedia­tamente en camino para comunicar a los demás que el Señor ha resucitado. La adoración Eucarística, si es verdadera, es la gran fuente de estimulo evangelizador y misionero. Nunca nos hace evasivos respecto a los hermanos.

El mismo Jesús que nos dijo "éste es mi Cuerpo" (Le 22, 19), nos dijo: "lo que hiciereis con uno de mis hermanos, lo hacéis conmigo" (Mt 25, 40). Era la convicción del Hermano Carlos de Jesús.

Por eso la Eucaristía es, para todos nosotros, la gran escue­la iniciática Nazarena, para aprender a vivir desde el amor y la Sabiduría desde los que vivió Jesús.

La Eucaristía es la escuela del darse del todo por amor, hasta dejarse comer y partir y repartir.

La Eucaristía es El, hecho Amigo, Maestro, Misionero, Sal­vador... desde el estilo único y original de Dios, comenzado en Nazaret.

Page 51: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

En el desierto de la ciudad

Cristianos contemplativos y comprometidos

Una de las cosas que los hombres de hoy esperan del cristia­nismo es la de conocer cristianos contemplativos inmersos en la vida secular. Es un gran reto actual.

En el lenguaje popular la contemplación, la mística, son sinó­nimos de persona que está en las nubes, que no pisa tierra, que vive lejos de la realidad humana.

Hoy se buscan personas con experiencia de Dios y con expe­riencia de humanidad. Cristianos acostumbrados a ver la realidad completa, también en su cara invisible. Cristianos que lean cre-yentemente los acontecimientos que viven y en los que están em­barcados. Cristianos que sean "contemplativos en los caminos" (J. Maritain).

Se buscan personas enteras, fiables, coherentes, simples y si­lenciadas. Con la blandura y ternura de corazón propios de una maduración enraizada. Que sean, a la vez, cuestionadoras y pro­vocadoras de contradicciones en medio de los hombres.

El cristiano es el hombre sembrado en el desierto de la ciudad, de la historia, de la vida: "Ellos se quedan en el mundo y no te pido que los saques del mundo" (Jn 17, 11.15). Está llamado a ser luz en la ciudad: "La lámpara no es para esconderla, sino pata que alumbre a su alrededor" (Mt 5, 15).

Page 52: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

104 Contemplación y presencia

Hacen falta luces en el sendero, faros indicadores, puntos de referencia. Baterías vivas que se dejan chupar y consumir la luz acumulada en silencio, en contemplación, pero que se cargan con­tinua e imperceptiblemente en la misma entrega.

Contemplación y presencia son dos realidades que se llaman la una a la otra. Es imposible ser sal entre los hombres sin contem­plación. Y es también imposible ser contemplativo sin compro­meterse en favor de los hombres: "Quien no ama a su hermano, a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo" (Un 4, 20).

El desierto de la ciudad

El desierto no es un lugar geográfico, sino una situación. Una situación dura, inhóspita, de poca fecundidad... donde el hombre se siente obligado a esforzarse y a luchar para poder sobrevivir y para poder transformar lentísimamente esa realidad.

El desierto contiene unas dificultades permanentes que hacen sacar al hombre todas sus potencialidades, toda su creatividad y que le empujan a buscar toda ayuda "en el cielo y en la tierra", bajo pena de quedar calcinado en él.

En el desierto hay serpientes venenosas. Un veneno que hay que anular en uno mismo y en el entorno. Pérdida de conciencia de la dignidad humana, bloqueos, miedos, sensaciones de impo­tencia...

Es una situación vivida junto a otros que, con nosotros y como nosotros, van haciendo un camino transformante.

La inmensidad del desierto supera a quienes viven en él. Es una realidad que no se puede dominar en todas sus dimensiones. En ella uno se siente pequeño, aunque empeñado; pobre, pero decidido.

La ciudad es siempre un imponente desierto. Más aún esta ciu­dad moderna, la que hoy nos toca vivir en suerte, tan secularizada y tan secularizadora.

En el desierto de la ciudad 105

Toda época histórica es un desierto pero hay épocas más de-sertizadas. La nuestra, por ejemplo. El materialismo, el agnos­ticismo, la negación práctica de Dios y del hombre, los valores hedonistas que se nos ofrecen por todos los medios de comunica­ción... hacen de la historia humana actual una situación desértica.

En nuestra época todo es hipotético, de puntillas, light. Pero sólo es así en la superficie. En el fondo hay una actitud brutal, vio­lenta, salvaje. Cuando se trata de cuestionar las bases del sistema, la tolerancia aparente se convierte en apisonadora que anula.

Por eso, el cristiano es el hombre del desierto. Vive su expe­riencia creyente en el desierto de la ciudad, enraizado entre los hombres.

Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, triste­zas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay ver­daderamente humano que no encuentre eco en su corazón... La Iglesia, por ello, se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia. (LG 1)

Cómo estar en el desierto de la ciudad

Hace falta que nos eduquemos en algunas actitudes básicas para poder ser contemplativos en la ciudad, haciendo que nuestra presencia en ella sea plenificante y transformadora.

Vivir con gran atención

"Hoy es el tiempo que puede ser mañana". Atención a la ar­monía de cada instante, a la óptica con que se mira, a la conscien-cia con que se vive, sin esperar que nos llegue el futuro. Atentos al hoy y al aquí.

El superficial, el rutinario, el disperso o atolondrado, no podrá hacer largo camino por el desierto. Es incapaz de hondas raíces y en el desierto el agua está siempre en la profundidad.

Page 53: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

106 Contemplación y presencia

Necesitamos vivir como personas humanas, desde la concien­cia profunda. Atentos a cada acontecimiento, a cada persona o grupo humano con quienes estamos. Capaces de analizar todo con rigor y seriedad, vigilantes durante todo el día y a toda hora (Me 13, 32-33).

Atentos, también, a quien está en la esencia de todo y con nosotros trabaja en la transformación del mundo. Viviendo a tope los momentos lúcidos de presencia consciente que nos mantiene y conforta, pero integrados en la realidad presente.

Atentos a los momentos de gracia, a las luces que brotan en la acción y que vienen cuando, como y de donde menos se espera.

En gran libertad

Presentes en todo, pero libres de todo. Pablo lo dice magistral-mente:

Los que tienen mujer pórtense como si no la tuvieran; los que sufren, como si no sufrieran; los que gozan, como si no gozaran... (1 Cor 7, 30-31)

El "como si no" de Pablo, es un grito de libertad: "Para ser libres, os llamó el Señor (Ga 5, 1).

Y Juan de la Cruz nos dirá que vale más trabajar en nuestra libertad que hacer todas las penitencias y mortificaciones posibles (1S8.4).

El difícil mundo de las relaciones, el trabajo diario, las dificul­tades inherentes a todo vivir humano, el sufrimiento que produce la situación actual de cambio, van haciendo aflorar los fantasmas engañosos que hay en nosotros. El ego aparece claro. El contem­plativo percibe la gran llamada a la libertad que nace del fondo del ser y se siente empujado a ella, estimulado por la dura realidad de la ciudad.

Libres en un actuar desapegado, más allá de su fruto. La libertad no es posible sino en la verdad. Por eso es fuerte,

en el creyente, el deseo de dejar emerger su rostro original. Van

En el desierto de la ciudad 107

siendo inaceptables la falsedad y la mentira. Solo puede amar de verdad quien vive en libertad.

Amigos de los hombres

No estamos en la ciudad para vivir aislados en nuestros rasca­cielos sino para ser solidarios.

El desierto no puede transformarse en vergel si no hay un tra­bajo común. Todos necesitamos de todos.

Si es verdadera, la contemplación nos va haciendo compasi­vos, sensibles a los problemas de aquéllos con quienes estamos, entregados a sus situaciones. Y el compromiso, si es verdade­ro, nos hace transparentes, capaces de permitirle a Dios amar al hombre concreto a través de nuestro corazón.

El creyente ha de ser amigo de los hombres. La amistad es la perfección de la caridad.

Los hombres actuales no se sienten amados, no tienen amigos. La amistad es la forma más inteligible del amor a los demás.

Una amistad hecha de gratitud y de compromisos concretos. Son muchas las necesidades del hombre de la ciudad. Cada

creyente va descubriendo su forma específica de ser amigo. Por­que el amor se expresa siempre en acciones concretas, pero dentro de un abanico de posibilidades en el que cada época histórica po­ne sus acentos. En la nuestra, por ejemplo, el urgente problema de la liberación de los oprimidos del mundo.

En fe creciente ante el misterio

Hemos sido llevados al desierto para realizar en él el verdadero culto al Señor (Ex 7, 16), para ofrecer en él nuestra propia exis­tencia como sacrificio vivo, consagrado, agradable a Dios, como nuestro culto auténtico (Rom 12, 1-2).

En la ciudad hay muchos que gritan: "Dios ha muerto, Dios no existe más que en inconscientes enfermizos". Hoy lo oímos con más frecuencia. Pero quien anda en la experiencia de Dios sabe

Page 54: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

108 Contemplación y presencia

bien que el hombre sólo es verdaderamente hombre en Él; que la humanidad sólo estará madurada cuando sienta la necesidad del Esposo.

La ciudad, además, destruye nuestras falsas imágenes de Dios. Nos mete, y mete a los grupos humanos, en ateísmos. Es el "no dios" que sin cesar debe dejar paso al Dios inasible, incontrolable, totalmente otro, que se nos ha revelado en Jesucristo.

Metiéndose en los sufrimientos humanos, en las contradiccio­nes históricas, en las duras realidades de la explotación, la tortura, los mil abusos de poder, el contemplativo —además de hacer lo que está en su mano— llega a la raíz de donde nace todo: el mal arquetipo. Y, horror de los horrores, encuentra también este mal en sí mismo. Todos participamos de esta dura realidad de la fa­milia humana.

Desde esta experiencia, el creyente aprende a confiar abso­lutamente. Aprende a caminar en la larga noche del desierto, dejándose conducir por la "Nube misteriosa". Aprende que la plena salvación supera el esfuerzo del hombre y es don gratuito de Dios: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu (Le 32, 46).

Los oasis del desierto

En el desierto no se puede caminar sin cesar. Hay que descan­sar cada día. Hacer una parada larga de vez en cuando.

Recuperar fuerzas, situarse bien en cada realidad, elegir las metas parciales del camino... son algunos de los frutos de estas paradas.

Te seduciré, te llevaré al desierto y te hablaré al co­razón. (Os 2, 16)

El hombre de la ciudad necesita pararse para oír la voz de su corazón. En él habla Dios.

Necesita pararse para discernir entre la sabiduría que viene de Dios y la sabiduría humana. Vemos escalas de valores distintos,

En el desierto de la ciudad 109

escuchamos insinuaciones sutiles que pueden abortar nuestro ser­vicio a los demás, se nos ofrecen medios de mayor eficacia o de eficacia más inmediata, nos encontramos con ídolos que nos fas­cinan o con fantasmas que nos asustan... Los días de reposo, las horas de larga oración nos dan la lucidez y la sabiduría.

Son días, también, para saborear todo lo positivo de la vida. Los valores del Reino diseminados acá o allá: gestos de frater­nidad, actitudes justas, búsquedas de lo esencial... vividos por los hombres de este mundo, los conocidos y la inmensidad de los anónimos.

Es necesario acampar a los pies del Sinaí y subir a la Montaña para acoger la manifestación de Dios y testimoniarla al pueblo que espera.

Es imposible vivir en el desierto sin repostar, de cuando en cuando, en la frescura y el verdor del oasis. Sin ello moriríamos.

La tierra prometida

El desierto no es un fin en sí mismo. Es el camino imprescin­dible para llegar a la tierra prometida. Y la tierra prometida se va percibiendo ya en muchas facetas.

Cada violencia superada, todo logro en la comunión de los bie­nes de la tierra, la opresión suprimida, algunos triunfos concretos de la verdad, el ver crecer y madurar a personas de nuestro al­rededor... todas son experiencias gratificantes que ya nos hacen disfrutar. Es el vislumbre de "la tierra que mana leche y miel" (Ex 3, 8), anunciado a quienes se deciden a caminar.

El creyente, presente en la ciudad, va también madurando co­mo persona y como creyente en medio de esta brega. Va siendo él mismo, cada vez más. Van quedando disipadas muchas sombras. Aparecen con claridad los verdaderos rasgos con que nos esbozó el que nos creó. Va pudiendo decir "Padre", desde la conciencia profunda de verdadero hijo.

Page 55: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

I I I I Contemplación y presencia

Y es en este dinamismo donde brota la verdadera alabanza, la acción de gracias al Guía del desierto, el auténtico culto al Dios verdadero.

Hasta el día en que aparezca la ciudad nueva y definitiva:

Y vi bajar del cielo, de junto a Dios, a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, ataviada como una novia que se adorna para su esposo. Y una voz decía: Esta es la morada de Dios con los hombres; Él será su Dios y ellos serán su pueblo. (Ap 21, 2-3) Le llevaré al desierto

La atracción del desierto la han sentido intensamente todos los místicos cristianos. No sólo porque se sentían peregrinos en esta tierra, sino para disponerse mejor a la ciudad futura, con la eficacísima disciplina contemplativa y purificadora del desierto.

A lo largo de toda la historia de la Iglesia, la experiencia bíbli­co—espiritual del desierto ha estado presente.

En nuestro tiempo, ha tomado una nueva fuerza, con experien­cias comunitarias y personales, especialmente inspiradas por el ejemplo de Carlos de Foucauld y las diversas familias espiritua­les que de él han nacido.

El desierto bíblico

Al acercarnos a la historia de la salvación descubrimos que un dato importante en ella es el desierto. Tanto para el pueblo de Is­rael como para los grandes personajes bíblicos que han conducido esta historia: Abrahán, Moisés, Elias, Juan Bautista, Jesús...

En síntesis, el camino bíblico de la salvación consiste en ser sacados por Dios de Egipto, lugar de la esclavitud, pasar por el desierto, lugar de la Alianza y de la purificación, y llegar a la tierra prometida que mana la leche y la miel del amor sin límites.

111

Page 56: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

112 Contemplación y presencia

El paso por el desierto es una época importante para el pueblo de Israel. Es una época querida por Dios y que Él mismo va conduciendo:

Yahvé iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche. (Ex 13, 21)

En el desierto se vive el gran momento de la Alianza, del pri­mer encuentro entre Dios y su pueblo. Es el lugar de la adoración.

Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos; seréis para mí una nación santa. (Ex 19, 5-4)

Es, también, un lugar de pruebas que permitirá a este pue­blo verificar las motivaciones de su vida y de su fe en Yahvé. ¡Cuántas murmuraciones en estos años! El desierto revela así el corazón del ser humano incapaz de fiarse plenamente de Dios.

Acuérdate de todo el camino que Dios te ha hecho andar durante estos cuarenta años en el desierto para humillarte, probarte y ver lo que había en tu corazón. (Dt 8, 2)

Es el lugar en el que triunfa la misericordia de Dios, porque Dios no se cansa nunca, no abandona a su pueblo. Dios sigue cercano, dándole no sólo el pan, sino también su palabra.

Es un tiempo de silencio y soledad (alejado de otros pueblos) en el que el pueblo va a conocerse mejor a sí mismo y va a ir experimentando más y más el ser de Dios.

Es, finalmente, el tiempo del resurgir, el lugar de la seducción total, la mejor preparación para el desposorio y las bodas de la tierra prometida:

Por eso, la voy a seducir, la llevaré al desierto y le ha­blaré al corazón... Allí te desposaré conmigo para siem­pre... y diré a "No-mi-pueblo ": "Tú mi-pueblo ", y él dirá "Tú mi-Dios". (Os 2, 16-25)

Le llevaré al desierto 113

Carlos de Foucauld, hombre del desierto

Podemos decir que Carlos de Foucauld buscó la vida de de­sierto desde los primeros años de su conversión.

Al discernir sobre la vida religiosa en la que debía ingresar, no tardó en limitar su búsqueda sólo a las Ordenes Monásticas, ani­mado, entre otras cosas, por la lectura de las Vidas de los Padres del desierto, traducida por Arnauld D'Andilly.

Carlos de Foucauld sabía que los fundadores de ellas se habían curtido en el desierto antes de tener discípulos. Eso le animó a escoger la Trapa, lugar de silencio, soledad y total ocultamiento del mundo, para seguir a Jesús, pobre y humilde.

Opté por seguir el ejemplo de los solitarios que excava­ron cuevas en las montañas donde Jesús había ayunado, a fin de ayunar toda la vida a sus pies. (Carta, 20-9-1889)

Marcha luego a Palestina y vive "como ermitaño" en el huer­to de las Clarisas de Nazaret. Sueña, más tarde, con ser "ermi­taño-sacerdote en la cima del Monte de las Bienaventuranzas". Y cuando opta por evangelizar a los más pobres y abandonados, se marcha al desierto del Sahara, para vivir su sacerdocio con­servando la soledad y el silencio del desierto, en medio de las personas a las que ha sido enviado.

La actitud eremítica del hombre del desierto será siempre co­mo el telón de fondo de este sacerdote, evangelizador del mundo musulmán, en medio de viajes, actividad cultural, servicios fra­ternales y puertas siempre abiertas a cualquier persona.

El desierto del espíritu

Pero lo duro y penoso del desierto no es el marco físico, aun­que es lo que más impresiona a simple vista. Lo fuerte del desier­to es la limpieza del corazón que se va a realizar.

Fue, también, la experiencia de Carlos de Foucauld:

Page 57: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

114 Contemplación y presencia

Es preciso pasar por el desierto y permanecer en él pa­ra recibir la gracia de Dios. Es allí donde uno se vacía y se aparta de todo lo que no es Dios, desalojando comple­tamente esa pequeña casa de nuestra alma, a fin de dejar únicamente a Dios todo el espacio. Es indispensable. Es un tiempo de gracia. Es un período a través del cual de­be pasar necesariamente toda persona que desee dar fru­to; porque hace falta este silencio, este recogimiento, este olvido de todo lo creado para que Dios instaure en la per­sona su reino, formando en ella el espíritu interior, la vida íntima con Dios en la fe, la esperanza y el amor. (Carta, 19-5-1898)

El crecimiento en el amor, que es el objetivo del camino según el Espíritu, ha de ir paralelo al vaciamiento de nuestro egoísmo. El amor y la desnudez son los dos ritmos del corazón espiritual. Y eso, a partir de los acontecimientos de la vida, vividos desde la fe.

A lo largo del camino, hay días luminosos y días de oscuridad, días en los que nos llena de consuelo la presencia del Señor y días en los que esta presencia hay que descubrirla en la sequedad.

Dios mío, ¿qué es lo que os disgusta de mi alma? Jesús no está contento de mí... Sequedad y tinieblas: todo me resulta penoso: santa Comunión, oración, todo, todo, aun el decirle a Jesús que le amo. Es necesario asirme a la vida de fe. ¡Si al menos sintiera que Jesús me ama! Pero El no me lo dice nunca. (Notas, 6-6-1897)

El tiempo en el que el Hermano Carlos de Jesús vivió en Ta-manrasset, fue un tiempo fuerte de purificación a través de situa­ciones dolorosas diversas.

El hombre que tenía la Eucaristía como el centro de su vida, se ve obligado a un gran ayuno eucarístico. Durante algún tiempo no sólo no podrá celebrarla, sino que quedará, incluso, sin la Reserva Eucarística. Privado de ella, Carlos de Foucauld vive una mayor soledad.

Le llevaré al desierto 115

He reanudado mi vida con alegría. Tengo el Santísimo Sacramento pero no puedo, sino muy raras veces, celebrar la Misa por falta de asistentes, ya que ahora no tengo a nadie conmigo. (Carta, 17-7-1907)

El año 1907 es un año de gran sequía en aquella tierra. Dos años sin llover han provocado una gran carestía a su alrededor, y él no tiene provisiones para ayudar a aquellas personas con quie­nes vive. Los ve sufrir, sin poder poner remedio. Es otra causa de sufrimiento para él.

El mes de enero de 1908 es otro momento clave en su desier­to interior. Desmoralizado, cansado por los continuos viajes y mal alimentado, cae en una profunda postración. Llega a una si­tuación tan límite en su salud que cree morir. Y él, que estaba acostumbrado a dar, tiene que aceptar que le den. Sus amigos Tuaregs buscan la poca leche de los alrededores para alimentar a aquél marabut a quien ven a punto de sucumbir. Y son las aten­ciones de sus vecinos las que van levantándolo, poco a poco, de aquel estado límite. Será la segunda gran conversión del Hermano Carlos, como dice Antoine Chatelard.

Otros momentos de desierto, de noche interior, son aquéllos en los que se pregunta si ha respondido a la amistad que Dios le ha regalado. Así se lo comunica a su acompañante espiritual, el Padre Huvelin:

Hace ya más de veintiún años que hicisteis que me rin­diera a Jesús; casi dieciocho años que entré en un conven­to; y tengo, ahora, cincuenta años: ¡qué cosecha tendría que haber recogido para mí y para los demás...! Sin em­bargo, lo que he obtenido para mí es la mayor de las mi­serias y, para los demás, ni el menor de los bienes. (Carta, 1-1-1908)

Desde Tamanrasset, escribe al Padre Carón, el 9 de junio del mismo año:

Page 58: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

116 Contemplación y presencia

Yo no he hecho ni una sola conversión en serio, desde hace siete años que estoy aquí; dos bautismos; pero sólo Dios sabe lo que son y serán las personas bautizadas: un niño pequeño, que los Padres Blancos educan, y una ancia­na ciega... Como conversión en serio, cero.

Es el fondo de la noche oscura, es la hondura mayor del de­sierto, tanto en lo que percibe de su camino personal como en lo que percibe como fruto de su tarea evangelizadora.

En este estado de extrema pobreza espiritual —escribe L. Bo-rriello— y de completo anonadamiento, a pesar de todo, avanza a tientas pero con fe, a través de este desgarrador desierto, a ejem­plo de Jesús doliente. El único gesto que le queda es ofrecer a su querido hermano Jesús su propia inutilidad para la redención de los hermanos, aceptando generosamente esta purificación in­terior.

De este modo se adentró, cada vez más, en la noche del Espíri­tu, para salir al fin de ella, maduro y dispuesto a la unión de amor en la bodas con el Amado.

Ahora que la vida casi ha concluido para mí... comienza a brillar para nosotros la luz en la que habremos de entrar en el momento de nuestra muerte... Este desierto me resulta profundamente dulce. Porque es sumamente dulce y prove­choso ponerse en soledad frente a las realidades eternas. (Carta, 15-7-1906)

Incluso deseaba la muerte como un martirio. Era la gracia que había deseado siempre:

Te pido en nombre tuyo, ¡mi Bienamado!, la gracia de poder derramar con amor, con valor y del modo que mejor sirva para glorificarte, mi sangre por Ti. (Meditación sobre Jn 19, 30)

Dios le regaló el martirio del corazón, a través de la muerte de sí mismo, lenta y dolorosa, que le hacía cada día más libre de las criaturas terrenas, para unirlo al Creador.

Le llevaré al desierto 117

El desierto fue para el Padre De Foucauld un largo y fecundo camino que lo condujo a la plenitud del amor. ¡En qué hondura de amor vivió siempre como fruto de su gran libertad de corazón!

Necesitamos pasar por el desierto

Cualquier forma de vida cristiana auténtica exige, en cierta medida, el desierto, no sólo como tiempos dedicados al silencio y la soledad, sino como proceso de purificación y limpieza del corazón.

Suele definirse la experiencia de desierto como un tiempo de­dicado a "estar a solas con sólo Dios". Los que se aman, necesitan estar juntos y a solas. Por eso, la amistad con Dios nos impulsa muchas veces a buscar un tiempo y un espacio adecuado, para estar a solas con Él.

Así nos lo dice el Hermano Carlos:

En nuestra vida... tomémonos algunos períodos de re­poso, de soledad, para pasarlos en compañía de Jesús... Es decir, hagamos retiros; y que éstos posean tres carac­terísticas: Que sean descanso... momentos de distensión de los que podamos salir no con el espíritu debilitado, sino renovado y refrescado por un dulce descanso a los pies de Jesús. Que sea un período de soledad: cuanto más a solas estemos con Jesús, más podremos gustarlo, porque el amor gusta de coloquio entre dos... Y que sea un período de so­ledad en compañía de Jesús, continuamente junto a El; no nos ocupemos más que de Él, manteniéndonos dulcemente a sus pies, ya sea mirándolo sin decir nada, ya sea inte­rrogándolo, y siempre gozando de Él. (Meditación sobre Me 6, 30-32)

Son tiempos para vivir sólo con Jesús y, a través de El, solos ante la realidad trinitaria de Dios. A la escucha de su palabra. Acompañados, cuando es posible, de su presencia Eucarística. Dedicados a orar con los modos de oración que vayan brotando

Page 59: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

I i H Contemplación y presencia

del corazón. Con ratos largos de silencio amoroso. Haciendo, a veces, caminatas en su compañía. Descubriendo su presencia en el encanto de la naturaleza y de las pequeñas tareas cotidianas.

Descalzados y en adoración, como Moisés ante la zarza. En clima de sencillez y austeridad. En fe, en confianza abandonada y en amor.

En este clima de desierto podremos descubrir el Rostro de Dios y dejarle ser plenamente en nosotros, en comunión de amor. Per­mitirle a Dios que pueda darse enteramente a nosotros, por amor, y que pueda atraernos sin dificultades hacia Él.

Pero Carlos de Foucauld no se queda siempre en el desierto, en la pura contemplación del Rostro de Dios, sino que va y viene, como Jesús, del desierto hacia los humanos que lo necesitan y de éstos al desierto.

Son las exigencias del amor, el cual, mientras por una parte lo toma y lo conduce al desierto para encontrar allí al "Muy Ama­do", por otra parte lo quiere entre sus pobres e infelices hermanos, mancomunándolo a su suerte. Un desierto, también, importante que asumir.

Al desierto, además, llevamos en el corazón a todos aquéllos a quienes debemos servir con nuestro amor. Por eso, cuando podría parecer que huimos de los demás, los encontramos más cercanos.

¡Cómo beneficia el desierto nuestra relación con los demás...! ¡Cómo madura nuestra vida fraternal, nuestra solidaridad con los otros...!

Moisés encontró en el desierto su misión para con el pueblo (Ex 3,1). Elias baja de la experiencia de Dios, en la montaña, para seguir entre los suyos, sin miedo a la reina Jezabel (1 Re 19, 15-16).

Es el fruto del vaciamiento, de la limpieza del corazón, de la purificación que hace en nosotros este encuentro, frente a frente, con Dios, en la soledad.

En el desierto afloran nuestros demonios, aparecen nuestros miedos. Nuestro mundo consciente y nuestro inconsciente, se

Le llevaré al desierto 119

van purificando y limpiando. Y es así como va armonizándose toda nuestra personalidad, va creciendo el hombre nuevo, se va haciendo el ser espiritual.

Como a Moisés (Ex 34, 29), cada experiencia de desierto vivi­da va a ir embelleciendo nuestro rostro, haciendo luminosos nues­tros ojos y manteniendo joven nuestro corazón enamorado. Tanto para los tiempos de desierto como para los tiempos en los que so­mos visitados por noches oscuras, a través de acontecimientos y situaciones diversas, son válidas las palabras que, sobre el Salmo 104, escribía el Hermano Carlos de Jesús:

El desierto está lleno de gracias infinitas y sublimes... En él, Dios mismo nos nutre y nos viste; en él se vence milagrosamente a todos los enemigos, con tal de que se sepa orar y obedecer la guía de Dios; en él está siempre Dios con nosotros, en medio de nosotros, hablándonos y guiándonos constantemente... En él nos pone Dios en un es­tado de pureza y santidad, haciendo de nosotros su pueblo elegido, que camina y vive a plena luz, en el conocimiento de El, en su amor y en su obediencia, bajo su dirección.

Page 60: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Silenciamiento en el día de desierto

¿Cómo llegar al silenciamiento profundo a lo largo del día de desierto?

Voy a intentar contestar a esta pregunta, recordando algunas pautas que pueden ayudarnos a que el día de desierto sea una jornada a través de la cual nos introduzcamos, paso a paso, en un silencio profundo que nos deje huella para todo el mes.

El objetivo de un día de desierto es llegar al silencio del co­razón. Sólo desde ese silencio podremos entender con el corazón (Is 6, 10) la palabra que Dios me quiere decir a mí hoy, según mi situación concreta actual:

Le llevaré al desierto y le hablaré al corazón. (Os 2, 16)

Una de las grandes tristezas de Jesús con el pueblo que le acoge es que "miran sin ver y escuchan sin oír, ni entender" (Mt 13, 13). Y es, por eso, una de sus bienaventuranzas:

Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos por­que oyen. (Mt 13, 16)

El fin del día de desierto es llegar a ver y a oír y a entender con sabiduría de Dios, cuál es su paso por nuestra vida actual, bien personal, bien pastoral. A lo largo del día de desierto deberemos poder llegar a hacer una lectura del hoy en el que estamos.

Page 61: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

122 Contemplación y presencia

Por eso nosotros preparamos nuestra Revisión de vida (y nues­tra confesión) en un día de desierto.

Pero este nivel del silencio del corazón no se alcanza de im­proviso. Tampoco en un solo día. Pero un día intensivo cada mes es un gran instrumento para alcanzarlo. Sobre todo si cada uno de nosotros dedica, de vez en cuando, unos cuantos días seguidos a vivir en silencio intensivo; por ejemplo, cada trimestre.

Se supone, también, que cada día tenemos momentos fuertes de silencio orante. Son los pequeños ratos de desierto diario que intentamos tener en medio de las actividades a las que estamos llamados.

Todo esto va creando una actitud silenciosa permanente que queda potenciada en nuestra jornada mensual de desierto.

¿Qué pedagogía seguir en este día de desierto?

El camino del silencio del corazón pasa, sin duda, por el silen­cio corporal y el silencio psicológico. Para que lleguemos a ser silencio es necesario que vayan silenciándose los diversos niveles de nuestro ser.

Silencio ambiental

Cada nivel de silencio hace posible el siguiente. Ayuda mucho, de entrada, el silencio ambiental:

Jesús les dijo: "Venid vosotros solos a un sitio tran­quilo y descansad un poco". Es que eran tantos los que iban y venían, que no les quedaba tiempo ni para comer. (Me 6, 31)

Entrar en un espacio de naturaleza es como el pórtico del iti­nerario del silencio. Es importante sintonizar con esta armonía de la naturaleza. Entrar en su silencio.

Puede ayudarnos este ejercicio: ver, oír, oler, palpar la na­turaleza. Que a través de los sentidos penetre la naturaleza en nosotros.

Silenciamiento en el día de desierto 123

También, el caminar atentos a la naturaleza, observarla, que­darnos como embobados ante ella. Una florecilla, un pájaro que vuela, un rincón determinado, el cielo azul... pueden hacer que, de un golpe, nos situemos en el fondo de nosotros.

Silencio corporal

También importa mucho silenciar nuestro cuerpo, darle un to­no de distensión, de relajación, ponerlo poco a poco en armonía.

Para relajar tu sistema muscular, a veces te vendrá bien andar mucho; otras, lo mejor será andar menos o sentarte.

Puede ayudarte hacer unas relajaciones, bien a través de tus sensaciones físicas o bien a través de la respiración. Puedes hacer, también, una relajación sofrológica, tumbado o apoyado en un árbol.

Es conveniente tener ese día relajado tu sistema digestivo. Un tono de ayuno te puede venir bien. Tomar fruta durante todo el día es relajante y uno de los modos de ayuda. También, el masticar despacio y dándole muchas vueltas. Te relajará.

Hacer un almuerzo fuerte antes de comenzar el desierto no te va ayudar mucho. Tampoco debe ser fuerte la comida de ese mediodía. A nivel corporal, un día de desierto debe ser un día de desintoxicación.

Silencio psicológico

Estos silencios preparan el de nuestra psicología. Es más difí­cil. Exige una disciplina de silencio mental y afectivo.

Venimos al desierto cargados de pensamientos, de proyectos, de ideologías.... También de intereses, de preocupaciones, de de­seos...

En el día de desierto hay que estar a solas con Dios. Un día para Él sólo. Sueltos de todo otro pensar, sueltos de cualquier preocupación.

Va a silenciamos mucho vivir conscientemente cualquier cosa que hacemos, las pequeñas cosas. Desde que sales de tu casa,

Page 62: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

124 Contemplación y presencia

debes hacerlo con un una gran consciencia; desde allí comienzas tu desierto: "Limítate a tratar de ser consciente... y aparecerá el silencio" (De Mello).

También te va a silenciar la lectura de la Palabra de Dios, hecha reposadamente a lo largo de ese día. Una lectura hecha con el corazón, no hecha por curiosidad.

Además, pueden silenciarte algunos ejercicios rítmicos de ora­ción: un canon repetido, una palabra o una frase repetida e inclu­so respirada, una oración vocal saboreada: el Padrenuestro, el Avemaria, unas letanías... Eliminamos la multiplicidad de ideas, concentrándonos en una sola.

Silencio del inconsciente

Dejad, también, que se limpie el inconsciente. Es posible que, si entras bien en el silencio a lo largo del día

de desierto, tu inconsciente intente aflorar. Tiene tanta necesidad de encontrar abiertas tus puertas y tus ventanas...

Miedos no expresados, ansiedades, odios no descargados, con­flictos sin resolver, problemas de la infancia sin liquidar, lágrimas no derramadas, curiosidades insatisfechas, escrúpulos, inseguri­dades, dudas...

Cuántas veces, si de veras hemos entrado en el silencio a lo largo de la jornada de desierto, alguna de estas cosas asoma a la cabeza. No te extrañes. Es buena señal. Déjala salir. Pero no te entretengas con ella. Tú sigue en Dios mientras tu inconsciente se silencia. Déjalo salir, te liberas.

Silencio del corazón

Y llegamos al gran silencio, al silencio fundamental: el silen­cio del corazón. Es el silencio de las raíces de nuestro ser, que están turbadas y desordenadas:

Porque del corazón del hombre salen las malas ideas: los homicidios, adulterios... Lo que sale del corazón, eso sí mancha al hombre. (Mt 15, 18-20)

Silenciamiento en el día de desierto 125

Por eso De Mello define el silencio profundo como "la ausencia de egoísmo".

Amor y limpieza del corazón

A veces nos resulta curioso que en el día de desierto somos tentados. Así le ocurrió a Jesús. Y es que en una experiencia seria de silencio afloran hasta las raíces desordenadas del ser. Se hacen presentes.

Cuántas veces un día de desierto se convierte en un día de gran dolor por nuestros pecados; en una toma de conciencia difusa del mal que hay en nosotros o del mal que hay en aquéllos con quienes vivimos cada día.

Y brotan lágrimas suaves y amorosas con las que se va lavando el corazón. Amoroso dolor...

En este corazón limpio surge con fuerza el amor. En él se arraigan bien las actitudes teologales. Nace de él la disposición de hacer en todo la voluntad del Amigo por quien vivimos y somos. "Mi amado es para mí y yo soy para mi amado" (Ct 2, 16).

Un día de desierto es sobre todo un día de amor, de fuerte amistad con el Señor. Lo decía Juan de la Cruz maravillosamente:

Sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía.

El silencio del corazón nos capacita para el amor; un amor que va a ser mayor cuanto mayor sea esta limpieza de corazón.

Y es este amor, nacido del silencio, el gran motor para traba­jar decididamente por el Reino de Dios. Un trabajo veraz según el Espíritu de Dios. Es a través de todo este camino de silen­ciamiento —a veces acentuando una zona, a veces acentuándose otra— en Dios. Y es para ver en Dios toda nuestra vida pastoral y fraternal.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. (Mt 5, 8)

Page 63: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

126 Contemplación y presencia

Es entonces cuando estamos preparados para la Revisión de vida. Es entonces cuando debemos tomar nota de cuanto debemos presentar al discernimiento de los hermanos, cuando descubrimos la realidad de nuestro ser.

Cuando las facultades quedan vacías, todo el ser escucha. Cuando las facultades quedan vacías, el corazón se llena de luz-(Chuang Tzu)

Esto es, amigos, lo que se me ha ocurrido para responder a la pregunta planteada al principio. ¡Ojalá que nos pueda ayudar a hacer bien el próximo desierto!

D E PAZ Y DE PIEDAD

ERA LA CIENCIA

PERFECTA

Page 64: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Ser como "alma" de todo hacer, en comunión con todo

lo que existe

He oído decir muchas veces que la contemplación es problema de ser. Y es ésta una verdad que desde que desde hace años la voy experimentando más y más. Y no como alternativa al hacer, sino como alma de todo hacer.

Lo más esencial de cada uno de nosotros es que somos. El que Es, es en nosotros; su ser es nuestra médula, el espacio in­finito que nos invade, el fondo eterno del que brota, momento a momento, nuestro vivir.

Y lo que en nosotros ha de ir madurando es el Es que hay en nosotros, hasta el punto de que en todo y siempre, seamos. Y esto, no perdiendo nuestra identidad, sino llevándola a plenitud, en cada originalidad.

Desde ahí, somos hermanos de todo lo que es; vamos entrando en comunión con todo lo que existe. Nada que es, puede sernos indiferente sin renunciar a nuestro ser total. ¿Encontramos, por aquí, la fraternidad esencial, universal, cósmica?

Nadie nos debe resultar extraño. Con unos, nos encontraremos más fácilmente, y con otros, nos resultará más duro. Pero nadie puede sernos indiferente. Sobre todo, aquéllos que sufren.

Page 65: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

130 Contemplación y presencia

Hoy estoy más cerca de algunos que sufren, porque han perdi­do el sentido de su vida o porque nunca lo han llegado a percibir. Algunos, incluso, están afectados en su vida psíquica por esta razón.

Ser con ellos lo más posible es una necesidad. Ayudándoles a entrar poco a poco en sí mismos, para que vuelvan a encontrar la fuente original, donde mana el agua verdadera.

Estar junto a ellos en los pequeños acontecimientos positivos que hay en sus vidas, para que vuelvan a ver que la vida merece vivirla.

Esperar a que, poco a poco, vaya aclarándose en ellos el senti­do religioso básico que hay en todo hombre, aunque a veces está enterrado por los "ismos" que envuelven al hombre de hoy (ma­terialismo, racionalismo...).

Con otros, sin embargo, comparto la alegría de haber encon­trado el Ser que da razón a su vivir y por el que quieren dejarse invadir.

Es un acompañamiento distinto: discerniendo sus momentos de luz o de noche oscura; animándoles a perseverar a pesar de todo o a ir soltado todo aquello que, día a día, se descubre que estorba a que el que Es, pueda serlo todo en ellos...

Esto lo hago con unos y con otros, compartiendo juntos la vida diaria, durante un tiempo, en sincera amistad. A veces, saborean­do la naturaleza mientras paseamos tranquilos, otras, charlando sin prisas al calor del fuego de la chimenea o mientras hacemos cualquier trabajo en la casa; también, haciendo juntos un tiempo de meditación, o compartiendo la Eucaristía de forma sencilla, o recitando juntos algún salmo que ilumina el momento concreto de esa persona...

En otras ocasiones, tomo el tren o el autobús para vivir de cer­ca aquellos acontecimientos o situaciones que exigen ser vividos codo a codo, con los amigos.

Ser como "alma " de todo hacer 131

Y es que la contemplación no tiene en sí lugar propio y es­pecífico. Habrá que vivirla en quietud o en los caminos, según lo necesiten aquéllos a quienes debemos servir, en sincera amistad.

Sí necesita la contemplación momentos fuertes en los que, de manera exclusiva, dejarnos invadir por quien Es. Necesitamos crecer en la conciencia de Él. Hacer silencio total a todo lo que no es Él, o no conduce a Él, para que Él crezca en nosotros. Tiempos en los que aprender a soltarnos de todo lo que no es esencial, ni verdadero, ni profundamente real... para que emerja el rostro único y universal, el rostro amigo, permanentemente deseado y buscado.

Así aprendemos a vivir silenciados en medio de todo. A vivir atentos a todo. Procurando amar todo y valorarlo todo. Sin forzar nada. Sin vivir angustiados por el pasado o por el futuro. Afron­tando lo que cada día nos trae, con talante nuevo y distinto, en gran libertad y con una visión más sustancial de todo.

La contemplación no es el no-hacer, sino el hacer, lo que cada cual debemos hacer, pero en otra onda; con una perspectiva más larga, más llena de esperanza, más modesta, más llena de una visión esencial.

Contemplar los almendros en flor; dejarte invadir por el silen­cio de cada atardecer; disfrutar con el gusanito que repite fielmen­te su tarea; o con el pajarillo que se acerca temeroso a picotear las migajas de pan que le ofreces...

Compartir lo que tienes o lo que eres, con quien pasa junto a ti, sin pedirle el carnet de identidad; sufrir las dificultades de ca­da persona con quien te encuentras; vivir expectante el momento actual de la Iglesia; asistir a una manifestación en pro de un mun­do más justo y en paz... Todas son expresiones distintas de una única realidad en la que ser y a la que darnos permanentemente.

Y todo esto porque el que Es se ha hecho uno de los unes tros, ha tomado un rostro humano, se ha metido en nuestra misma aventura de hombre, en Cristo Jesús.

Page 66: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

132 Contemplación y presencia

Desde entonces, toda la naturaleza esencial es naturaleza cris-tica. Todo rostro esencial es el rostro de Cristo, el Hijo. La flor y el mar, el niño y el anciano, el marqués y la prostituta... son Él, en expresiones distintas pero únicas.

Es verdad que todo esto a veces es muy claro y otras muy oscuro. Algunos días es una armonía permanente y otros días (los más) es una experiencia de pura fe, de luminosa oscuridad y hasta de oscuridad sin ninguna luminosidad perceptible.

Sí hay, en esta búsqueda diaria, una gran paz, un deseo per­sistente del Rostro Único, ganas de servir adecuadamente a cada persona, una conciencia serena de no-ser, una felicidad profun­da. .. Sin duda, son señales de que, entre limitaciones, Él va sien­do más en nosotros.

Olvido de lo creado

Con esta frase, "Olvido de lo creado", Juan de la Cruz expre­sa otro de los pilares esenciales del trabajo interior. Expresa otra de las cualidades del amor, necesaria para que sea un amor de calidad: la limpieza. Jesús expresó esta limpieza de modo ma­gistral en las bienaventuranzas: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5, 8).

La limpieza es una ley universal. La encontraremos como una necesidad en cualquier experiencia religiosa verdadera. En efec­to, el hombre se siente necesitado de ser veraz para poder comu­nicarse con Dios. Es, pues, la veracidad, condición indispensable y necesaria para una buena comunicación. Esto incluso puede hacerse extensivo a todo tipo de relaciones humanas.

La limpieza de corazón y la veracidad, porque el hombre es invitado a ser libre de todo cuanto puede limitar o condicionar el amor. El hombre es invitado a romper toda atadura, sea del tipo que fuere, que no vaya en dirección al amor absoluto y único. Esta llamada el hombre la siente desde el principio de su toma de conciencia como ser y criatura, aunque en cada etapa de la vida tenga sus acentos especiales.

En esta conferencia vamos a ver la necesidad que tenemos cada uno de enfrentarnos con el mal que hay en nuestro corazón. Esta tarea persigue como única finalidad erradicar el mal que anida en nosotros en orden a amar mejor a Dios y a los demás y, al

Page 67: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

] 34 Contemplación y presencia

mismo tiempo, esta tarea nos irá capacitando para encontrarnos con el mal que hay en la vida y en la historia; así mismo, nos estimulará a seguir haciendo lo que a cada uno nos toca en orden a irlo eliminando y, lo que es más importante, en orden a convertir ese mal en instrumento de salvación.

El camino de la purificación

En la medida que entramos en serio en el camino de la con­templación, sube a la superficie de nuestra conciencia la parte sombría de nuestra personalidad. Avanzar por caminos de con­templación, es penetrar en un estado alterado de conciencia que es sumamente penoso pero que debemos ineludiblemente afron­tar, como condición necesaria para crecer como personas.

Adentrarse con valentía y decisión por caminos de contempla­ción, nos va a hacer aflorar a la superficie todo lo desordenado que hay en nosotros; van a aparecer al descubierto, con gran fuerza, nuestras propias miserias y nuestras limitaciones. Evidentemente que penetrar en nuestro ser nos va a llevar a descubrir que en cada uno de nosotros existe una sombra psicológica difícil de aclarar, y que nos condiciona; y al mismo tiempo, nos vamos a encontrar con toda crudeza con ese mundo complejo de nuestros apetitos, que nacen de nuestras tendencias desordenadas y de nuestro ego, en último término.

La sombra

Ese mundo complejo al que aludíamos anteriormente es de­finido por Jung como la sombra. William Johnston amplía esta definición diciendo de esa zona de nuestra personalidad que es "todo aquello que hay en nosotros que no queremos ver". Se deduce de estas definiciones que la sombra no es, propiamente, nuestro lado malo, sino más bien nuestro lado ignorado.

Diirckheim define esta misma realidad de sombra, de lado os­curo en cada persona, diciendo:

Olvido de lo creado 135

La sombra representa el conjunto de todo aquello que hubiera debido formar parte de la integridad del hombre y que no ha podido desarrollarse. Es la luz, bajo la forma que la disimula; es la fuerza tene­brosa que nos amenaza.

Y habla de los efectos de esta sombra:

Muchos seres humanos sufren ante la imposibilidad de llegar a ser ellos mismos, porque los aspectos primordia­les de su totalidad no tienen el derecho a madurar, convir­tiéndose así en la sombra que castiga las mentiras de la apariencia luminosa^.

También nos habla extensamente el autor de las principales causas que originan la sombra en nosotros. Bueno será que nos detengamos, aunque sea someramente, en la explicitación de este particular.

En primer lugar, nos habla Diirckheim de que la situación de sombra en nuestra personalidad viene dada por la situación de nuestra naturaleza reprimida, que con tanta frecuencia vivimos. Unas veces esta represión se manifiesta en la falta de reacción ante las heridas y ofensas que hemos padecido durante nuestra vida (ataques, decepciones, resistencias...); y otras, se nos pre­senta como rechazo y soslayo de aquellas llamadas que sentimos hacia las cosas bellas que nos hubieran aportado alegría y que no hemos aceptado por cobardía, debilidad, razones morales, etc..

En segundo lugar, la sexualidad y el erotismo reprimidos jue­gan un papel particular en la fuerza de la sombra.

En tercer lugar, la represión de lo femenino en favor de lo mas­culino, tanto en el hombre como en la mujer. Es decir, la repre­sión del mundo de la sensibilidad, de la armonía interior y de los sentimientos, en favor de lo eficaz, lo racional, lo técnico.

Un cuarto lugar de sombra es la represión de la creatividad. Vivimos en una regresión, en un continuo decrecimiento de la

"K.G. DÚRCKHEIM: Meditar, ¿por qué y cómo?. Mensajero, Bilbao.

Page 68: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

136 Contemplación y presencia

individualidad creadora en favor de realizaciones colectivas im­personales.

En quinto y último lugar, podríamos señalar la represión de Dios. El núcleo de la sombra es Dios, esencia del hombre, en la medida que no le dejamos que se manifieste.

Por todas estas causas encontramos en nosotros problemas sin resolver, conflictos de la infancia sin liquidar, lágrimas no derra­madas, odios no descargados, miedos no expresados, curiosida­des insatisfechas... Todas estas situaciones provocan en nosotros estados de ansiedad, miedos, escrúpulos, inseguridades, dudas... que nos atenazan y nos impiden todo crecimiento espiritual.

Por lo expuesto, vemos que la sombra es una zona importante de nuestro ser, fruto de nuestra historia, que está viva en nuestro inconsciente y que, necesariamente, hemos de afrontar porque ejerce una gran influencia en nuestro vivir diario. Es una zona que nos condiciona mucho y que, al mismo tiempo, lo hace de una manera muy sutil.

Es obvio que esta zona de sombra es muy importante en la vida de cada uno y que nos condiciona de manera extraordinaria, por lo que se sigue que no es posible una auténtica maduración en el camino contemplativo sin afrontar nuestra sombra. Llamándola y aclarándola por su nombre, sin evasivas, para ir, poco a poco, resolviendo, hasta donde nos sea posible, las tensiones y los trau­mas originados, e ir consiguiendo la transmutación e integración de las energías que encierran estas situaciones negativas. Mien­tras acechan en el inconsciente estos temores y ansiedades, estos odios y fuerzas reprimidas, nos están tiranizando y coaccionando, pudiendo llegar a causar estragos de toda clase en nosotros.

Esto lo sabían bien los Padres del desierto. Ellos decían que iban al desierto para enfrentarse con Satanás, para vencerlo. Sin duda era la sombra parte de ese Satanás al que querían vencer. A través de la oración contemplativa, y de la vida seriamente vivida, toda esa zona va a aflorar. Déjala salir. Sin asustarte. Afrontándola como aconsejaba Juan de la Cruz: "Ni temeré las

Olvido de lo creado 137

fieras, ni cogeré las flores". ¡Qué indicativas pueden ser las dis­tracciones en la oración para descubrir la sombra y dejarla airear! Debes compartir con alguien experimentado esa limpieza... para no ser engañado. Y si es necesario, porque algo te ha traumati­zado a fondo, contrástalo con algún técnico de confianza que te sepa acompañar.

El contemplativo, que se siente amado, no se desconcierta ni se desanima por todo lo que aparece. Dios me ama siendo quien soy; y me descubre estas realidades, a veces muy olvidadas, para que se haga en mí la transparencia y pueda responderle también con amor. Dios me descubre el vestido que llevo y me anima a vestir el vestido de bodas...

Apetitos, tendencias, egoísmos

No solamente estamos condicionados por nuestra historia pa­sada. En el presente, dentro de nosotros, aunque no lo perciba­mos de forma racional, bulle todo el mundo de nuestros apetitos, de nuestros deseos. Ellos nacen de nuestras tendencias naturales, de nuestras grandes necesidades esenciales:

- Necesidad de autoafirmación, personal o colectiva, que es esencial para ser mientras estemos en esta historia.

- Necesidad de la sexualidad y del erotismo, en función de la relación afectiva con los demás y del crecimiento de la humanidad.

- Necesidad de las cosas, que existen como herramientas ne­cesarias para nuestra maduración personal y colectiva.

Estas grandes tendencias, necesarias en sí, las vivimos desor­denadamente a causa de nuestro egoísmo, por el que quedamos atados, apegados a través de ellas en la medida que el hombre las viva sólo en función de sí mismo (son las concupiscencias, en lenguaje clásico). De esta manera, nuestros deseos se van convir­tiendo en apegos que nos distorsionan, que nos hacen vivir super­ficialmente y nos impiden vivir plenamente orientados hacia Dios

Page 69: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

138 Contemplación y presencia

y hacia los demás. Los deseos vividos de este modo nos cansan, atormentan, oscurecen, nos ensucian y nos enflaquecen2.

¿Cómo actuar en medio de estas realidades? Esta es la cuestión a la que vamos a tratar de ayudar a encontrar algunas pistas de integración.

Ser libres respecto a todos los apetitos o todos los apegos

Juan de la Cruz nos aporta la primera pincelada para integrar en nosotros la fuerza de los apetitos y apegos. En efecto, nos dirá que, si queremos vivir para el amor, lo más eficaz es ser libres de todos los apetitos:

Es necesario que en el camino hacia Dios haya un cui­dado constante de estar libres respecto a todos los apetitos. Más pronto llegará quien en esto se trabaje mucho. (1 S 4)

Son muy ignorantes los que hacen otras cosas... y no procuran negar sus apetitos. Si en esto pusieran interés, adelantarían más en un mes que sin esto en muchos años. (1 S 8, 4)

El desapego es tan importante que "Es en lo que más ha de exigir un Maestro a su discípulo" (1 S 12, 6). Esta experiencia es patrimonio de todos los grandes místicos. Carlos de Foucauld nos va a decir lo mismo que Juan de la Cruz:

Todo esto pregona desasimiento total de lo que no sea Él... No desear la posesión pues El sólo grita: desasimien­to. Sus ejemplos dicen: desasimiento. Su voluntad grita: desasimiento.

Isabel de la Trinidad, cuya vida transcurrió en el Carmelo a finales del siglo pasado y albores de éste, nos comunicará idéntica experiencia a las aportadas anteriormente3 :

Un alma que discute consigo misma, que se ocupa de sus sensibilidades, que alimenta un pensamiento inútil, un

2JUAN DE LA CRUZ: 1 S 6-10. 3Retiro Laudem Gloriae II.

Olvido de lo creado 139

deseo cualquiera, dispersas sus fuerzas, no está totalmente ordenada a Dios, su lira no vibra al unísono, y el Maestro, cuando la pulsa, no puede hacer salir armonías divinas.

No estar apegado a los bienes, vivir sueltos de todo afán de dominio sobre los demás, no estar apegados a nosotros mismos. Debemos estar sueltos de todo aquello a lo que podemos quedar atados en cualquiera de las tres grandes tendencias reseñadas an­teriormente.

El capítulo 13 del Libro Io de la Subida es como el progra­ma de la libertad cristiana. Escuchemos de nuevo los versos que ofrece Juan de la Cruz:

Procure siempre inclinarse: no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso; no a lo más sabroso, sino a lo más desabrido; no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto; no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso; no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo; no a lo más, sino a la menos; no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciable; no a lo que es querer algo, sino a no querer nada; no andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo

peor, y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza por Cristo de todo cuanto hay en el mundo.

Ama apasionadamente al Todo y serás libre de ti y de todo

Lo que más nos va a ayudar a ser libres es no estar centrados en nosotros mismos, no ser nosotros el punto de referencia de la vida, no vivir para nosotros.

Y la gran manera de salir de nosotros es estar fijos en el Otro y en los otros. Mira al Todo y no mirarás nada. Es la regla que Juan de la Cruz nos sigue dando en otros versos (tomados también del capítulo 13 del Libro Io de la Subida):

Page 70: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

140 Contemplación y presencia

Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada... Modo para no impedir al Todo: Cuando reparas en algo, dejas de arrojarte al todo... En esta desnudez halla la persona espiritual su quietud y descanso...

La nueva conciencia del mal engendra nueva cercanía a Dios y a los demás

El descubrimiento de nuestra zona sombría nos lleva a una nueva conciencia de la propia indignidad, a una comprensión del mal en nosotros y a darnos más cuenta de que no estamos, en consecuencia, con Aquél a quien profundamente anhelamos.

Nos encontramos ante lo santo que empieza a brillar con nue­va fuerza y que nos obliga, como a Moisés (Ex 3, 5), a quitarnos los zapatos... El pecado, ante lo santo, se ve más claramente co­mo alienación, como intento de un proyecto de vida a partir del yo superficial. Nos damos cuenta, de manera más clara, que la interpretación del mundo y de nuestra existencia no es posible exclusivamente a base de la razón. Nos damos cuenta que hay otra sabiduría, otro conocimiento distinto, que nos da una nueva certeza, aunque sea en medio de la oscuridad. Nos damos cuenta, en definitiva, de que hay otros motivos, además de la razón, en qué confiar y seguir adelante...

Todo esto nos hace sufrir más. Incluso puede hacernos saltar las lágrimas o puede llevarnos a un llorar interior, que se vive con mayor intensidad y que conlleva una fuerza de purificación muy grande. Al mismo tiempo, esta situación interior nos va llevando a una nueva conversión, a una curación más radical y a una nueva reestructuración de todo, en el que Dios es mucho más, el único Absoluto. Vamos experimentando una nueva paz, en medio del sufrimiento y del dolor.

Percibimos, también, que a esta nueva purificación ayudamos nosotros en parte, pero que Dios mismo es la gran fuerza paci-

Olvido de lo creado 141

ficadora y purificadora. Nos damos cuenta que, junto a nuestro trabajo —purificaciones activas—, otras veces lo único que po­demos hacer es estarnos quietos, dejarnos purificar, dejarle a Él que nos cure ciertas zonas de nuestra personalidad sombría.

La conciencia de nuestro mal nos lleva también a un mejora­miento en nuestras relaciones con los demás. En efecto, cuanta mayor limpieza hay en nosotros, menos nos miramos a nosotros mismos en el servicio de los demás y más podemos ofrecer las obras precisas que ellos necesitan, y de la manera como las ne­cesitan. Evidentemente, el contemplativo se hace creativo para servir mejor. Intuye. Se arriesga, si es necesario. Le brotan las palabras justas o los gestos precisos. Es audaz, como fruto de una gran libertad.

En comunión con la noche de la humanidad

La experiencia del contemplativo no se queda ahí. El contem­plativo llega más lejos. Toda la experiencia del mal se acerca a los grandes problemas de los hombres. No le son ajenos los pro­blemas de la guerra nuclear, el hambre, la tortura, la violencia, la opresión... El contemplativo no sólo se encuentra y enfrenta con sus propios demonios, sus propios monstruos, sino que también lo hace, y con la misma fuerza y tesón, con los monstruos de la raza humana.

Un ser contemplativo llega a encontrarse con la verdadera raíz que ocasiona la guerra, el hambre o la opresión. Se encuentra con el odio, con la oscuridad, con el deseo de oprimir, con la rebeldía en contra de Dios, con el mal arquetipo de toda la humanidad y horror de los horrores, pero lo encuentra, no fuera ni lejos, sino en sí mismo.

El contemplativo descubre que todos somos responsables, que todos participamos del inconsciente colectivo de la familia huma­na. A las preguntas: ¿pueden estar en mí los males del mundo?, ¿puedo ser yo también responsable de la matanza de inocentes,

Page 71: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Contemplación y presencia

de la tortura, de la opresión de los pobres?, no halla más que una respuesta: yo soy responsable. Por eso, el contemplativo, inclu­so sufre la lejanía de Dios porque muchas personas de nuestro hoy viven sin fe, sin esperanza, sin amor. En las noches oscu­ras atraviesa este infierno del sinsentido, y no sólo por lo que a él concierne sino por todo el mundo. En definitiva, gusta de la misma desesperación que sus contemporáneos pero su fe, incon­movible, es una luz para un mundo que busca, en el mejor de los casos, y no encuentra. Está en el centro de la lucha titánica por la salvación del mundo. Es un faro para los demás. Por medio de él los demás se van salvando.

Y es curioso constatar que el contemplativo ni se dará cuenta de esta tarea hermosa y grande. Es parte de su noche. Pero lo cierto es que, en unión con Cristo, está llevando a buen final toda la historia. Vivirá con una cercanía y una sensibilidad especial ante todo sufrimiento humano, que le hará buscar y poner medios para aliviar el mal y, sobre todo, para darle con Cristo eficacia salvadora.

Juan de la Cruz vivió desde la fe y el amor confiado

La aportación más genial de Juan de la Cruz a la es­piritualidad cristiana es haber hecho de la fe-esperanza-caridad el eje del crecimiento creyente y, por lo tanto, el eje de la tarea transformadora del hombre en la historia terrestre.

Es la perspectiva en la que se ha situado el Vaticano II. En sus documentos, las actitudes teologales definen la Iglesia (LG 8; UR 2) y la madurez cristiana (LG 41), y dan el programa y la fuerza para la actividad del creyente en la historia humana (GS 1.11.20.21.42). La fe-esperanza-caridad impulsan a ocuparse de la historia terrestre, en cuanto ésta entra a formar parte de la salvación y la alian­za (AA 4).

Con esta perspectiva, el Vaticano II nos ha actualizado toda la herencia bíblica. Con uno u otro nombre, la fe-esperanza-caridad forman parte esencial de la Alianza des­de su nacimiento. Las tres llenan literalmente las páginas del Nuevo Testamento. Es lo primero que Cristo ofrece, lo primero que exige, lo que más recomienda. Es el don supre­mo que ha traído como distintivo a sus discípulos. Cristia­nos van a ser: los que crean, los que se aman y aman a to-

Page 72: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

144 Contemplación y presencia

dos, los que esperan. "Al presente —nos dirá San Pablo— permanecen estas tres cosas: fe, esperanza, caridad. La más excelente de ellas es la caridad" (1 Cor 13, 13)1.

¿Quién soy yo para ir al Faraón?

Todos estamos convocados a trabajar en el Proyecto del Padre que nos fue descubierto por Jesús y al que nos impulsa el Espíritu.

Un Proyecto que conduce a la transformación y plenitud perso­nal, en la medida que colaboramos al desarrollo y transformación de la humanidad como miembros de la comunidad de Jesús. Un Proyecto que mira siempre como último objetivo el"alabar, hacer reverencia y servir a Dios", el Único Señor.

Pero no es tarea fácil. Somos unos seres en evolución, desde la desarmonía. Desarmonía:

...desde el nacimiento, que deja en los corazones una tendencia a la sospecha, a la desconfianza, a la desobe­diencia, a la rebelión, a la ruptura con ese Dios que nunca ha cesado de amarnos2.

Una desarmonía existente, también, en el ambiente en el que nos desenvolvemos. Es un ambiente con gran carga negativa: egoísta, lleno de mentira, estimulante del poder y del poseer co­mo la meta de la felicidad, que lleva a la explotación mutua y al deterioro creciente de la creación.

El creyente en Jesús el Nazareno trabaja por el Proyecto del Padre en este ambiente. Intenta sacar a flote toda la realidad posi­tiva que existe abundantemente en la creación, todas las semillas de bien que existen en el corazón y en la vida de todos y de todo.

Y con ese trigo, que crece entre cizaña, va preparando la gran hogaza del pan que Cristo —el Cristo total— presentará al Padre en la hora omega de la historia.

'F. RUIZ SALVADOR: Caminos del Espíritu, cap. 2, págs. 55 y 59. 2JUAN PABLO II, el día 14-8-83 en Lourdes.

Juan de la Cruz vivió desde la fe y el amor confiado 145

Ante esta tarea, el hombre se pregunta muchas veces, como tantos místicos de la historia bíblica: "¿Quién soy yo para ir al Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?" (Ex 3, 11). Era la pre­gunta de Moisés. Y también la de Jeremías: "¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho" (Jer 1, 8).

Y siempre el hombre, de parte de Dios, recibe la misma res­puesta que ellos: "Yo estaré contigo" (Ex 3, 12); "No tengas mie­do, que Yo estoy contigo" (Jer 1, 8).

Dios mismo se nos ha dado como energía esencial

Desde el comienzo, Dios comunicó al hombre una semejanza general de naturaleza: inteligencia, voluntad y proyecto. "Haga­mos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra" (Gn 1, 26).

Pero no se quedó ahí. Dios le ha hecho participar al hombre de toda su potencialidad divina. Dios se nos ha autocomunicado, por amor, al modo de Dios. Es su gracia, su regalo. Regalo que llegó a su plenitud en Pentecostés. En la Pascua de Jesús, Dios ha regalado al ser humano una efusión única y plena de su Espíritu. Efusión que cada uno recibimos en el Bautismo.

Esta donación sorprendente de Dios realiza "el perfecciona­miento del ser humano en cuanto que es participación por asi­milación del Ser divino"3. Por ella, nos dice Juan de la Cruz, el hombre puede "quitar de sí totalmente lo que repugna y no está conforme con la voluntad divina para quedar transformado en Dios por amor" (2 S 5, 3), y puede ir liberando de negatividad y desarmonía la historia humana y la creación. Es lo que nos dice, también, San Pablo:

La creación tiene la esperanza de ser liberada de la ser­vidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa

3TOMÁS DE AQUINO III, 26, 2.

Page 73: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

146 Contemplación y presencia

libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la crea­ción entera gime en el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primi­cias del Espíritu, gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. (Rom 8, 20-23)

La dimensión teologal

Este regalo de Sí mismo, abarca al hombre entero en su triple dimensión de conocimiento, afectividad y proyecto, dándole un conocimiento de Él, una relación afectiva con Él y un horizonte que el hombre no puede producir.

Por este don, el hombre puede conocer a Dios como Él mismo se conoce, y puede penetrar en la hondura de todo como Dios mismo penetra.

Y si lo queréis oír, consiste esta suma ciencia en un subido sentir de la divina Esencia; es obra de su clemencia hacer quedar no entendiendo toda ciencia transcendiendo4.

Por este don, el hombre puede amar a Dios como Él mismo se ama, en su propio Espíritu de Amor, y puede amar a los demás "como Yo os he amado" (Jn 13, 34).

Comentando la Canción 26 ("En la interior bodega de mi ama­do bebí..."), dice Juan de la Cruz:

Diome a beber amor metida dentro en su amor; o más claramente, hablando con propiedad: ordenó en mí su ca­ridad, acomodando y apropiando a mí su misma caridad lo cual es beber el alma de su Amado su mismo amor, in­fundiéndoselo su Amado. (C 26, 7)

4JUAN DE LA CRUZ: Coplas sobre un éxtasis de harta contemplación.

Juan de la Cruz vivió desde la fe y el amor confiado ] 47

Desde esta entrega amorosa de Dios, el hombre entra en un nivel de conciencia espiritual transicológica que le embarga, le empapa y se impone en su vida.

Y se va haciendo tal comunión entre Dios y el hombre, que éste se va identificando más y más con Él.

Esta presencia de Dios es dinámica, empapa el actuar del hom­bre. Va cambiándole su valoración de las cosas o de los aconteci­mientos, va conduciéndole a actuaciones o decisiones que pueden superar, a veces, la lógica racional, va poniendo en sus labios pa­labras que llamaríamos de "vida eterna".

El hombre es más transformado y más transformador cuanto más Dios es. Y es esta dimensión teologal la que lo diviniza sin cesar.

Este dinamismo se realiza en la vida diaria de las personas, en los acontecimientos o relaciones diarias, dándoles un cambio de calidad en la que podemos apreciar los frutos del Espíritu: bon­dad, paz, alegría, generosidad, dominio de sí...

Y se percibe claramente en el comportamiento ante hechos es­peciales de la vida humana, personales o colectivos: enfermedad, muerte, cambios de proyectos de vida, hechos imprevistos, rela­ciones fraternales difíciles, actuaciones delicadas, discernimien­tos sutiles...

El místico vive "a tope" desde la fe-esperanza-caridad

La dimensión teologal es en el místico el traje de bodas de la amada con el que anda revestido: la fe es la túnica blanca que vis­te la novia, sobre la que se coloca la almilla verde de la esperanza y la toga colorada del amor (2 N 21). Es el "río de agua viva" que mana constantemente en él: "Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche":

Sé ser tan caudalosos sus corrientes que infiernos, cielos riegan, y las gentes,

Page 74: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

148 Contemplación y presencia

aunque es de noche5.

Desde ella, el místico se ha identificado con el Proyecto de Dios, lo ha asumido como su único proyecto.

El místico ve el mal en su realidad personal y en la colectiva. Llega, desde su experiencia teologal, a las mismas raíces del mal. En sus noches oscuras, los místicos atraviesan el infierno por ellos y por el mundo; han descubierto los monstruos de la raza humana, el mal arquetipo que ocasionan las guerras, las opresiones, las torturas, el hambre o el terrorismo. Se encuentran con el odio y la desesperación, la injusticia, el ateísmo y la oscuridad... Y con la gracia de Dios, lo vencen en ellos y ayudan a que sea vencido en la historia humana.

El místico vive en esperanza esta lucha contra el mal. Sabe que el mal ya no tiene aguijón. Que aún la victoria es parcial, pero que en su momento el cambio será definitivo.

El místico afronta los sufrimientos que vienen del trabajo en favor del Proyecto, porque la fe le ha dado la oscura certeza de que la cruz es inevitable y es fecunda. La sabiduría de la cruz es la sabiduría del místico. Los escritos de Juan de la Cruz están llenos de esta sabiduría, fruto de su vida crucificada (C 36, 13).

El místico ama incansablemente, gratuitamente, y se da a Dios y a los demás una y otra vez:

Para enterar y formar a la persona en la caridad de Dios, no hallé palabra más adecuada que esta: "Amarás a tu Dios de todo corazón y con toda el alma y con toda tu fortaleza ", en la cual se contiene todo lo que el hombre espiritual debe hacer... pues en ella se manda al hombre que todas las capacidades y deseos y actuaciones y afectos empleen en Dios y en las cosas de El. (3 S 16, 1)

El místico vive todo esto desde la alegría y el buen humor.

5JUAN DE LA CRUZ: Cantar de la alma que se huelga de conocer a Dios por la fe.

Juan de la Cruz vivió desde la fe y el amor confiado 149

Esta mañana habernos ya venido de coger nuestros gar­banzos, y así, las mañanas. Otro día los trillaremos. Es lindo manosear estas criaturas mudas, mejor que ser ma­noseados de las vivas. Dios me lo lleve adelante. (Carta 28)

Camina ya en las bienaventuranzas. Vive confiadamente por­que se sabe muy amado.

En tu tierra está escondido ese tesoro

En ti está la dimensión teologal. La fe-esperanza-caridad están en ti como la fuerza operativa de tu vida dada gratuitamente por Dios.

Dios ya se te entregó. Tienes experiencia de Él, de su fuerza en ti, de su capacidad transformadora a través de ti.

Eres ya el pequeño místico llamado a crecer y crecer. Pero sólo crecerás arriesgando, negociando con lo que se te ha dado. Es lo que te recuerda Jesús en la parábola de los talentos (Mt 24, 14-30).

En nosotros está toda la Energía de Dios y muchas veces lo ignoramos. Teniendo a nuestro servicio una corriente de alta ten­sión, seguimos usando nuestro pequeño voltaje.

Qué insensatos somos: seguimos vestidos de harapos, tenien­do el traje nupcial. Seguimos mendigando al pie de los semáforos, teniendo el gran tesoro en nuestro propio bolsillo.

Hagamos como Juan de la Cruz: dispongamos todas nuestras capacidades para que puedan ser revestidas de divinidad.

Florencia de los Ángeles, de Caravaca, ofrece este testimonio sobre el santo6:

En el trato y tiempo que comuniqué con él, eché de ver las cosas de santidad que la pregunta dice, y en particular la virtud grande que tenía de fe tan viva y confianza en Nuestro Señor.

6Proceso, 189.

Page 75: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

150 Contemplación y presencia

Y esto entendí siempre que llevaba muy en su punto, porque casi de ordinario en todas las comunicaciones y pláticas que tenía conmigo y las demás religiosas, trataba de dichas virtudes teologales, y en particular de la fe.

La atención logra una conciencia profunda

Necesidad de la conciencia profunda

Si queremos tener un nivel de conciencia suficientemente lúci­da para poder conectar con nuestra propia realidad y poder estar abiertos adecuadamente al misterio de Dios, necesitamos madurar en el nivel de conciencia.

Nicolás Caballero1 concreta en cuatro las notas de la concien­cia: unificada, estable, voluntaria y fuerte (o sólida).

Conciencia unificada

Este nivel de conciencia es especialmente importante hoy da­do que vivimos en una gran dispersión, lo que entraña un debili­tamiento de la conciencia psicológica y de la capacidad intuitiva.

Este estado de dispersión se manifiesta a través de la angustia, depresión, nerviosismo y respiración irregular. En este estado, toda nuestra energía interior se dispersa a través de la palabra, el pensamiento, el placer y el agobio del tiempo. De esta manera no nos quedan energías para estar atentos.

'N. CABALLERO: Cerebro, personización y meditación. Edicep, Valencia.

Page 76: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

152 Contemplación y presencia

Conciencia estable

Vivimos permanentemente en situación de conciencia inesta­ble. Es decir, no somos capaces de permanecer atentos en una misma dirección y con una mirada integrada y penetrante.

Necesitamos estímulos nuevos constantemente para evitar el aburrimiento, lo que nos conduce a una falta de profundidad per­sonal y a dejar todo resuelto con superficialidad y emoción, cuan­do no solamente por imperativos de gusto o placer.

Conciencia voluntaria

Nuestra atención, por lo general, suele ser involuntaria. Aten­demos a donde nos llaman. Reaccionamos por estímulos exterio­res y breves que pronto cambian y pasan. Sería interesante que nos interrogáramos sobre el particular. ¿Cuánto tiempo soy capaz de atender? ¿Qué profundidad tiene esa atención?

Conciencia sólida

Nicolás Caballero nos dirá que somos unos "débiles menta­les", si no al nivel de mente que piensa, sí al nivel de mente que mira en silencio, que contempla.

Es necesaria una mente clara, lógica, saludable, no dis­torsionada, acompañada de un corazón sereno en cuanto a sentimientos y emociones, y abundante en amor y compa­sión. Eso es lo que ustedes necesitan si quieren adentrarse en el viaje por dentro de esa cosa que se llama meditación.

Son palabras de Khrisnamurti (citado por N. Caballero en Ce­rebro, personalización y meditación).

La atención logra ese nivel de conciencia profunda

La atención es la que puede lograr en nosotros el nivel de con­ciencia adecuado, es decir, una atención enteramente presente, liberada de toda elección, de todo hábito, de toda memoria, de todo proceso mecánico repetitivo.

La atención logra una conciencia profunda 153

Una atención dirigida al Único Centro, desde el yo profun­do. Una atención, en definitiva, como medio de poner en silencio todo lo que conduce al Centro Único. Hemos, pues, de desinsta­larnos de todo lo que sea conciencia superficial e instalarnos en la conciencia profunda, porque sólo desde una conciencia profunda podemos caminar hacia el Centro. Desde la conciencia superficial será imposible este viaje.

Efectos de la atención

El primer efecto de la atención es que nos descondiciona. En efecto, a través de una atención adecuada vamos poniendo en si­lencio —en noche, nos dirá Juan de la Cruz— todos los niveles de nuestro ser: ambiental, corporal, afectivo, mental. Nuestra con­ciencia, o mejor, a través de ella, va quedando "descondicionada" de todo lo accesorio y va quedando en un silencio lleno. Silencio que unifica nuestra conciencia, la estabiliza y la hace voluntaria y fuerte.

El segundo efecto de la atención plena, de la conciencia si­lenciosa, es que nos potencia. En efecto, la vivencia es máxima porque nada se interpone entre la conciencia despierta y la reali­dad; la receptividad es máxima porque la conciencia está entera­mente abierta, como su condición natural, a Dios y a los otros; el amor, por último, es máximo porque el silencio crea las mejores condiciones para la comunión y la fusión. El silencio mismo es comunión.

Estando así las cosas podemos llegar a algunas conclusiones:

- La atención no es una limitación sino una ayuda para vivir con mayor intensidad.

- La atención pone cada cosa en su sitio dentro de nuestra conciencia y da a cada realidad su verdadera dimensión. "Cuando la atención no está dividida, la mente se mueve como un todo y permanece completamente estable".

Page 77: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

154 Contemplación y presencia

- La atención libera. Tiene un gran poder de limpieza, de desposesión. El que está atento no está poseído por nada.

- La atención nos va liberando de las formas y nos capacita para comunicarnos con el que no tiene forma y está más allá de toda forma. La forma pertenece a la superficie.

- El modo más profundo de cambiar es estar totalmente aten­to al Centro. Incluso los traumas interiores son sanados con una adecuada atención.

- El amor es un estado de atención completa.

- El silencio surge cuando hay una atención profunda.

- La vivencia surge de una atención sin distracción.

- Una mente atenta es una mente vacía, silenciosa.

Vigilancia

Esta atención forma parte de una actitud evangélica. Actitud recomendada por Jesús en múltiples ocasiones.

Atentos ante la venida permanente del Señor

- Mt 25, 1-3: Parábola de las diez muchachas. La experien­cia del Reino y de la Oración es una experiencia de bodas. Se nos regala compartir el banquete pero, al mismo tiempo, nos toca vigilar, estar a la puerta con la lámpara encendida.

- Mt 24, 37^12: Estad en vela, no os pase como cuando llegó el diluvio, que los cogió desprevenidos en su vida superfi­cial.

- Mt 24, 43-44: Estad en vela porque el Señor llega como el ladrón, de improviso, y es preciso estar preparados.

- Me 13, 33-37: Cuidado con dormiros. Sed como el por­tero que está en vela, esperando la venida de su dueño que marchó al extranjero.

- Le 17, 26-30.34-36: No miréis hacia atrás como la mujer de Lot. ¡Estad alerta!

La atención logra una conciencia profunda 155

- Le 12, 35^-0: Tened el delantal puesto y encendidos los candiles, porque el Señor está viniendo constantemente y a través de todo lo que existe o lo que sucede.

Nos exige el Señor estar atentos, vigilantes, para poder acoger el don.

Atentos ante las circunstancias

Debemos estar también atentos ante las circunstancias, sean las que sean, para saber leer a través de ellas:

Sabéis interpretar el aspecto del cielo, ¿y las señales de los tiempos no sois capaces? (Mt 16, 1—4).

Atentos y vigilantes en las relaciones con los demás

La vida entera de Jesús transcurre en un estado de gran aten­ción con todas las personas con las que se cruza en el camino:

- Jn 4, 1^2: Jesús está atento a esta mujer que se le acerca y le sirve adecuadamente.

- Le 10, 29-37: El samaritano obró con misericordia porque estuvo atento a esa persona que se encontró.

Podríamos recoger mil detalles y descubriríamos un hombre que vive en total atención y vigilancia. Lo mismo se puede de­cir de María. Baste recordar los episodios de las bodas de Cana (Jn 2, 1-12) o la Visitación (Le 1, 39-45).

Se trata, pues, de una vigilancia profunda:

Parece que existen dos clases de vigilancia: una ordi­naria, que no ve más que los aspectos superficiales de las cosas y de los seres; y otra más profunda, que de ningu­na manera es la huida hacia fantasías irreales propias de una imaginación desordenada, y que nos descubre aspec­tos secretos y misteriosos del mundo, de sí mismo y de los demás.2

2N. CABALLERO: Ob. cit. Pág. 290.

Page 78: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

156 Contemplación y presencia

Otros textos, igualmente, nos hablan de la necesidad de velar. Como muestra vamos a transcribir algunos de ellos:

Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas; no durmamos, pues, como los otros; vigilemos más bien, sea­mos sobrios. (1 Tes 5, 1-7)

Velad y orad para que no caer en tentación. (Mt 26, 41) Sed sobrios y vigilad, porque vuestro adversario el dia­

blo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. ( lPe5 , 8)

La atención exige disciplina

La palabra disciplina nos suena mal. Le tenemos alergia; unos, porque la hemos vivido envuelta en un voluntarismo excesivo del cual, gracias a Dios, huimos; otros, porque andan más por la vida en una línea anarco y todo lo que les acote les va mal.

No obstante necesitamos descubrir, mejor, redescubrir la dis­ciplina en un contexto verdadero, un contexto humanizante. Dis­ciplina que no limite la creatividad ni a toda la persona sino que, muy al contrario, la potencie y plenifique, porque sin disciplina es imposible madurar.

Necesitamos disciplina para orar, es decir, para responder ade­cuadamente al momento de Dios en nosotros. En efecto, la dis­ciplina es el método adecuado al momento en que vivimos y es respuesta a la necesidad de buscar unos medios que nos ayuden a conseguir el fin que pretendemos. Es de todo punto importan­te para orar el ambiente, la hora determinada, la fidelidad a un tiempo mínimo, compartir con alguien experimentado, la puntua­lidad, la postura, etc.. Llegará un tiempo en el cual "ya no hay camino" pero antes hemos de ascender al Monte Carmelo, por la senda recta, sin perdernos por vericuetos.

La atención forma parte de nuestro rostro original pero la tene­mos muy perdida y es importante que la recuperemos con disci­plina, hasta que vuelva a ser una actitud ordinaria en nuestra vida.

La atención logra una conciencia profunda 157

Muchas veces sentimos miedo a la hora de analizar las excusas que nos hacen infieles con nuestros compromisos, por temor a encontrarnos con nosotros mismos.

Atención y oración

Quien viva atentamente podrá estar atento en su tiempo de ora­ción. Quien ora atentamente, vivirá atentamente.

Hay un dicho oriental que se va haciendo usual en el aprendi­zaje del vivir contemplativo: Vive aquí y ahora. Y que tiene un paralelo en occidente: Haz bien lo que haces.

Es evidente que necesitamos ejercitamos en vivir de esta ma­nera sabia, atentos al trozo de historia que en cada momento te­nemos en nuestras manos y viviéndolo con toda profundidad e intensidad. Sin escaparte a añoranzas pasadas que ya no están en tu mano y, al mismo tiempo, sin evadirte a proyectos futuros que aún no han llegado. Lo importante es estar presente en cada situación, con las personas determinadas, y no otras de ficción, y desde las circunstancias actuales.

De ahí que, para que la contemplación se nos dé, hemos de procurar una atención que busque el "adentro de cada cosa"; que sea receptiva y preparada para la acogida; que no esté fragmen­tada ni dividida; abierta a la realidad total; sin la claridad de las formas, pero con la fuerza de la presencia sin formas; y con una indecible sensación de estar sin límites, abierta a un horizonte que se ensancha cada vez más. Si quieres ser contemplativo, aprende a mirar.

Vivir de esta manera nos hace verdaderamente felices, nos qui­ta ansiedades bloqueantes, nos humaniza y da a nuestra vida una calidad distinta. Hoy se buscan, hacen falta, personas atentas, con capacidad de escucha.

Page 79: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

158 Contemplación y presencia

"Entendimiento íntimamente sosegado y acallado, puesto en fe"

Con estas palabras describe Juan de la Cruz (2 S 9, 1) el nivel que ha de tener nuestro entendimiento para que el don de la fe pueda empaparlo y revestirlo.

Un entendimiento silenciado, en el que han ido quedando en noche todos los niveles superficiales y en el que nuestro pensa­miento se ha ido ordenando e iluminando.

Un entendimiento silenciado que, a través de un pensar cada vez más simple, sabe mirar de manera directa y sencilla.

Entendimiento sosegado y acallado en el que es posible que ocurra en su momento el "no poder pensar" como un encandila-miento ante una luz superior.

Un entendimiento consciente de que es la escalera corta que deja paso a la escalera adecuada de la fe, con la que podemos llegar hasta la esencia de Dios.

Un entendimiento, por último, con una ciencia adecuada que va a ser trascendida por la ciencia perfecta.

Juan de la Cruz, en este hermoso poema, nos va a dar unas pistas de cómo va creciendo el vivir creyente en la oración y en la vida3 :

El que allí llega de vero de sí mismo desfallece; cuanto sabía primero mucho bajo le parece; y su ciencia tanto crece, que se queda no sabiendo, toda ciencia transcendiendo.

Cuanto más alto se sube, tanto menos se entendía, que es la tenebrosa nube

3 Coplas hechas sobre un éxtasis de contemplación. Estrofas 4-8.

La atención logra una conciencia profunda 159

que a la noche esclarecía; por eso quien la sabía queda siempre no sabiendo toda ciencia transcendiendo.

Este saber no entendiendo es de tan alto poder que los sabios, arguyendo, jamás le pueden vencer; que no llega su saber a no entender entendiendo, toda ciencia transcendiendo.

Pero hay sólo un modo de estar a punto para este saber supe­rior:

Quien se supiera vencer con un no saber sabiendo, irá siempre transcendiendo.

A nosotros nos toca disponernos, porque vivir en esta madura­ción:

Es obra de su clemencia hacer quedar no entendiendo, toda ciencia transcendiendo.

Aplicación a nuestra vida

La oración, en especial cuando se realiza un tiempo largo y con sosiego, debe ser un ejercicio de atención contemplativa, de mira­da contemplativa. Un ejercicio de pasar horas, con toda atención, en lo único que nos importa.

También la Revisión de vida es un ejercicio de atención con­templativa a nuestra vida y a la vida de quienes van a revisar con nosotros.

Page 80: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

160 Contemplación y presencia

Por último, importa mucho vivir en atención contemplativa en cada momento del día. En las pequeñas cosas: al comer, al andar, al encontrarnos con alguien... Todo lo hemos de hacer muy aten­tamente. Quien vive con atención contemplativa a lo largo del día estará muy a punto para la oración y la revisión.

Amor y contemplación

La atención ha de ser amorosa para que sea orante

Al leer las páginas que tiene Carlos de Foucauld sobre la ora­ción en los Escritos Espirituales vemos que él, siguiendo a todos los místicos cristianos, pone toda la fuerza de la contemplación en la atención amorosa. Para el Hermano Carlos: "Orar es poner la atención amorosa en Mí". Y también: "Cuanto la atención es más amorosa, mejor es la oración". Lo que importa, sobre todo, es "el amor, el amor, el amor".

En esto que acabamos de escribir, Carlos de Foucauld es un discípulo de Juan de la Cruz. En efecto, en múltiples lugares define la oración contemplativa como una "advertencia amorosa", una "atención amorosa", un poner toda nuestro amor en dirección de Dios, atentamente.

El contemplativo es el hombre del amor

Subrayan los místicos que "la sustancia de la oración perfec­ta es el amor" (Santa Teresa). Es el amor quien estimula nuestra atención hacia Dios. Es el amor el que hace que la atención ha­cia Dios sea una atención contemplativa, una verdadera atención relacional. Es el amor el que hace que la atención hacia Dios sea oración.

Page 81: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

162 Contemplación y presencia

En La nube del No-Saber , el místico anónimo inglés del siglo XIV que lo escribió, pone también en el amor toda la fuerza de la oración contemplativa:

Siéntate sobre una nube del olvido, pon tu mente en la nube del no saber y deja abierto tu corazón para que salgan de él los dardos de amor.

El doble encuentro es un encuentro amoroso

La raíz de toda la vida cristiana es el encuentro amistoso con Dios, a través de Cristo Jesús. Ante la pregunta de los prime­ros discípulos a Jesús "Maestro, ¿dónde vives?", Jesús contestó: "Venid y lo veréis". Y dice el Evangelio que aquellos hombres se fueron con Él, y con Él se quedaron para siempre (Jn 1, 35-39). De esta manera nace para Juan y Andrés el encuentro amistoso con Dios. Y así ha nacido también en tantos y tantos hombres a lo largo de la historia de la salvación.

Pero la entrada en la experiencia contemplativa está marcada por el gran descubrimiento de que somos amados por Dios. Tener esta experiencia nos cambia nuestro talante espiritual porque ya la única ley es el amor. "Si amamos a Dios es porque Él nos amó primero" (1 Jn 4, 19), nos dirá Juan, el contemplativo. Y también nos dirá en su evangelio: "Vosotros sois mis amigos... ya no os puedo llamar siervos... porque os he descubierto todos los secretos del Padre" (Jn 15, 14-15).

¡Somos amados! ¡Dios nos ama!, esta es la gran experiencia de todos los contemplativos.

La contemplación, en su relación con Dios, es "una amorosa y sosegada comunión con Dios mismo, más allá de todo raciocinio, palabra o imagen". La contemplación, nos dirá Juan de la Cruz:

Es una infusión secreta, pacífica y amorosa de Dios en la persona que, si le dejan, inflama a la persona en espíritu de amor. (1 N 10, 6)

'Paulinas, Madrid, 1981.

Amor y contemplación 163

Esta experiencia amorosa, nos dice Teilhard de Chardin, lleva a la persona:

A perderse en lo insondable, hundirse en lo inagotable, pacificarse en lo incorruptible, darse a fondo a Aquél que no tiene fondo.

La etapa más alta del amor la describe el cuarto evangelio en términos de inhabitación. En la vida humana, la mutua inhabita-ción de los amigos es un hecho de experiencia no menos real que el amor de los esposos.

Cuando Jesús habla de la relación con su Padre, nos dice que habita en el Padre y el Padre en él. "¿No creéis que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?" (Jn 14, 10). Aquí está el misticismo de Jesús, que extiende a sus amigos. "Aquel día conoceréis que Yo estoy con el Padre, vosotros conmigo y Yo con vosotros" (Jn 14, 20).

Características del amor contemplativo

La contemplación, como queda expuesto en los apartados an­teriores, exige un doble encuentro amoroso: el encuentro con Dios, encuentro de amor, y el encuentro con los hombres. El amor es la mejor aportación a la humanidad. El contemplativo realiza un papel cósmico, es decir, realiza un gran papel en or­den a la transformación de la humanidad. Una visión raquítica de la contemplación la deja como descalificada en orden a la trans­formación de la historia y de la humanidad. Parece como si el contemplativo no tuviera sitio en el servicio a los demás. Pero es una visión falsa porque el contemplativo verdadero aporta a la humanidad la forma más elevada de energía: el amor. Y es el amor lo más necesario para la transformación de la humani­dad. En efecto, el Universo va siendo curado y transformado por hombres y mujeres de amor universal2.

2Cfr. W. JOHNSTON: La música callada. Paulinas, Madrid, 1980.

Page 82: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

164 Contemplación y presencia

Pero bueno es preguntarse cómo es posible esto, cómo es posi­ble y creíble la presencia y existencia de este amor transformador. La respuesta, como dice Bergson, es el amor:

El amor que consume al místico, no es ya simplemente el amor de un hombre hacia Dios, es el amor de Dios hacia todos los hombres.

El amor de Dios a través de un hombre cada vez más olvidado de sí y más abierto al Otro y a los otros, en una donación total. De ahí la importancia de la contemplación para quienes queremos servir a los demás. Por eso también pastoral y contemplación no son realidades contradictorias, sino realidades llamadas a vivir en unidad, a influenciarse mutuamente y a tener mutuo conocimien­to.

Además de lo expresado por Bergson, podemos añadir que to­do conocimiento y amor nos abren a nuevas áreas de experiencia por las que vivimos en los demás y quedamos afectados por sus alegrías y sufrimientos. El amor que brota de la contemplación, nos conduce a un nivel más profundo de conciencia por el que somos una misma cosa con las personas que amamos. Y, cuan­do se ahonda de verdad en el amor, nos convertimos en parte de los demás, de tal forma que lo que le sucede a ellos nos sucede a nosotros: su alegría es nuestra alegría, su tristeza nuestra tristeza.

El contemplativo cristiano que ama al Cristo Cósmico toma sobre sí la alegría y el sufrimiento del cosmos. Su amor le hace vivir en Cristo y Cristo en él. Pero el Cristo con el que ahora se encuentra tan comprometido, es el Cristo total que padece en las guerras, en las injusticias sociales, en las enfermedades que afligen a la humanidad. Tras abrir su corazón al Cristo Cósmico, el contemplativo abre su corazón a las alegrías y a los sufrimien­tos de todos y de todo el universo. El contemplativo vibra con la realidad de los hombres con quienes vive y a quienes sirve. Es sensible a la realidad concreta de los hombres que ama. Asume, cada día más, la aventura histórica de aquéllos a quienes anun­cia la buena noticia, a quienes ofrece la salvación. De aquí que

Amor y contemplación 165

el contemplativo, al amar más, goza más y sufre también mucho más.

La experiencia de amor que vive el contemplativo arde en un nivel muy profundo de la conciencia, y es tan diferente de lo que ordinariamente llamarnos amor que, a veces, hasta ha sido nece­saria una palabra diferente para expresarlo.

Y es que el amor que tiene al amor del Padre como punto de referencia y como fuente propia, tiene unas características pro­pias que lo hacen original respecto a otras experiencias de amor. Vamos a detenernos en algunas de ellas, para que nos sirvan como pistas en orden a nuestra revisión.

Un corazón amistoso

La frase es de Voillaume. El contemplativo, trabajado por la gracia y la caridad de Jesús, debe tener un corazón de amigo para con todos los hombres.

Jesús nos ha descubierto el rostro amigable de Dios: Dios es un Padre, es como un esposo con su esposa, es un amigo...

El rostro de Dios que nos trasluce la vida de Jesús es el ros­tro de alguien muy cercano, que se ha hecho igual a nosotros, que está atento a nuestra realidad como alguien que nos ama de verdad... Nos invita a relacionarnos con Él como amigos.

Este amor de amistad que nos une con Jesús y con el Padre, nos obliga a amar a todos nuestros hermanos con un amor de amistad de idéntica naturaleza.

El amor de amistad es la perfección del precepto de la cari­dad. La amistad es, además, la forma más inteligible del amor a los demás. Pueden haber expresiones fraternas que no sean per­cibidas por las personas entre las que vivimos, pero la amistad es siempre entendida.

La amistad verdadera es aquélla que lleva a mucho más que a dar tus cosas, incluso mucho más que a dar tu tiempo, tu salud, tus capacidades... La amistad verdadera —a la que nos invita Jesús

Page 83: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

166 Contemplación y presencia

nos lleva a darnos a nosotros mismos en lo más sustancial que somos, a desaparecer en todo lo que somos en favor de los demás.

Esto no es posible sin tener un corazón bastante abierto al amor, bastante humilde, bastante atento a los demás y bastante despegado de todo y de uno mismo. La amistad plena es imposi­ble sin la total pobreza del corazón.

¿No es esta forma de amistad activa la manera de estar presen­tes en la historia en favor de los hombres, de quienes nos sentimos animados por la experiencia contemplativa del Hermano Carlos? ¿Es ésta la forma de quienes tienen la contemplación como lo sustancial de su vida?

Siempre me ha hecho pensar mucho este párrafo de Maritain a los Hermanitos:

Vuestro papel profético consiste en afirmar existencial-mente el valor primordial de la proclamación del amor de Jesús a los hombres, no ya por los grandes medios visibles, sino por el medio invisible o casi invisible de la simple pre­sencia, del amor fraternal en medio de los pobres y de los abandonados.

Una amistad gratuita

"Lo que recibisteis gratis, dadlo gratis" (Mt 10, 8), es el con­sejo del Señor a los enviados.

Leemos, de nuevo, a Maritain:

Una amistad que no es astucia para domesticar al otro y prepararle para que acoja bien nuestro mensaje. La amis­tad fraternal en Jesús, por Jesús y para Jesús, no es un me­dio para otra cosa; el prójimo es amado tal cual es, aquí y ahora, tal como Dios y las generaciones le han hecho, y es así, de una manera totalmente desinteresada y totalmen­te libre, como se quiere su bien, su bien eterno y su bien temporal también.

Amor y contemplación 167

Y mucho menos es un medio para hacer crecer nuestro ego a través de recompensas o gratificaciones expresadas o buscadas a través del cariño, la comprensión, los favores, los cargos de mayor relevancia, el dinero o los bienes...

Ni siquiera por tener recompensa de Dios hemos de servir a los demás. Cada persona, por sí misma, merece toda nuestra amistad. Amar buscando recompensa es mirarnos a nosotros.

Y también, respecto a Dios, debe ser gratuita nuestra amistad, como lo es la suya. Escuchemos al Maestro Eckhart:

Mientras el hombre posee todavía esto que es su volun­tad —querer cumplir la adorada voluntad de Dios—, ese tal hombre todavía no tiene la pobreza a la que nos queremos referir. Pues este hombre aún posee una voluntad con la que quiere cumplir la voluntad de Dios, y eso no es la ver­dadera pobreza, puesto que para que el hombre de verdad sea pobre debe estar tan vacío de su propia voluntad como lo estaba antes de existir. Os digo ante la verdad eterna: mientras sigáis teniendo la voluntad de cumplir la volun­tad de Dios y tengáis deseos de la vida eterna y de Dios, no sois todavía verdaderamente pobres. Porque sólo es pobre de verdad el hombre que nada quiere y nada desea.

Carlos de Foucauld nos dirá:

Cuando descubrí que Dios existía, no pude hacer nada más, en adelante, que vivir para El.

Y en otra ocasión:

Me pregunta si estoy dispuesto a ir a otro sitio, para ofrecer el Evangelio... Estoy dispuesto, para ello, a ir hasta el fin del mundo y a vivir hasta el Juicio final.

Y así se expresa Pablo:

Me he propuesto entre vosotros, no saber otra cosa que Cristo, y Cristo crucificado (1 Cor 2, 2)... por el cual, todo me parece basura (Fil 3, 8).

Page 84: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

168 Contemplación y presencia

Es radical en su entrega a los demás:

Por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera ser yo mismo un proscrito separado del Mesías. (Rom 9, 3)

Santa Catalina saldrá de su celda y viajará para lograr la paz en la Iglesia. El gusto de Cristo asume en ella el sabor de la sangre y no puede descansar hasta que el "dulce Cristo" en la tierra se convierta de nuevo en signo de unidad.

Y Santa Teresa pedirá ir al mismo infierno, si fuera posible encender en el amor a quienes puedan estar allí sin posibilidad de amar.

Así viven su amistad los contemplativos.

Atentos esencialmente a los últimos

Puede ayudarnos mucho leer los escritos del Hermano Carlos en vísperas de su Ordenación sacerdotal y posteriores.

Su gran preocupación es ofrecer su servicio sacerdotal a las personas más abandonadas:

Ir a las ovejas más perdidas, ofrecer mi festín, mi ban­quete divino, no a mis hermanos, ni a mis vecinos ricos, sino a los ciegos, a los mendigos, a los lisiados.

Ir a donde hay más necesidad:

¿No sería mejor ir primeramente a Tierra Santa? No. Una sola persona vale más que toda la Tierra Santa entera y que todas las criaturas irracionales. Es necesario ir, no a donde la tierra es más santa, sino donde las personas tienen más necesidad.

Vivimos en un momento de especial sensibilidad y de mayor conciencia del mundo de los pobres. Los movimientos de li­beración, los medios de comunicación, nos han descubierto las realidades de la esclavitud... Ser hombres de hoy exige esta sen­sibilidad.

Amor y contemplación 169

Todos debemos vivir en comunión con la realidad de margina-ción. Bastantes deben dedicarse a servirles especialmente a través de los diversos medios para ayudarles a su promoción y liberación integral. Algunos deben hacerse totalmente ellos.

Debemos analizarnos desde esta nota del amor. Los últimos son el gran sacramento de Cristo y el lugar privi­

legiado desde donde grita el Evangelio a todos los hombres.

Amor universal

El amor es una exploración, un salir de nuestro yo en búsqueda del misterio del Otro y de todos los otros... Y en esta búsqueda uno se adentra en un mar sin fin.

El amor tiende hacia la universalidad cualitativa y cuantitativa. Igual que en la Subida al Monte Carmelo, no se puede dejar

de trepar, porque siempre hay nuevos horizontes: cualitativos y cuantitativos.

En la amistad hay que cuidar lo mismo la seducción de par­te de las flores bellas que el temor a las bestias salvajes. Hay que estar dejándolo todo, en una purificación constante, para que la amistad vaya madurando. No podemos dejarnos seducir por cosas secundarias: los deleites periféricos, las delicias estáticas. Todo este goce de la amistad es exquisitamente bueno pero, el que depende de él, se niega a seguir adelante. Si quedas absorbi­do por determinadas amistades, te cierras a vibraciones cada vez mayores del Universo y del Cristo Cósmico.

La amistad verdadera nos lleva a la universalidad, nos libera de la autoconcentración y nos lanza a la cosmificación. El corazón se va preparando para la amistad con todos los hombres, cosa que no se podrá realizar hasta la plenitud de los tiempos. Pero ya hoy, en la medida en que el corazón va siendo universal, va estando capacitado para amar a todos o, mejor, a cualquiera.

Así pues la amistad más auténtica lleva al amor universal, al amor del cosmos y de su misteriosa fuente. Cristo, el Espíritu,

Page 85: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

170 Contemplación y presencia

el Padre y la raza humana están envueltos en un mismo amor, misterioso y envolvente. Hay un solo amor. Y este amor es la forma más alta de energía humana. Es la fuerza vital y la meta última hacia la que se dirige el universo.

Las personas que dirigen el pulso de la evolución son los mís­ticos. Ellos son la vanguardia que apunta hacia el futuro. Ellos maduran a la humanidad a través del amor, para la fiesta de bo­das de la humanidad con Dios. Ellos son —como dice Ernesto Cardenal3— "las hormonas" que van haciéndola madurar en el amor y haciéndola sentir la necesidad de esposo. Cuando haya llegado la humanidad a su plena maduración, sentirá fuertemente la necesidad de unión y se hará, por fin, una sola cosa con Él:

Vosotros en Mí, yo en vosotros, como mi Padre en mí y yo en Él. (Jn 14, 20)

3E. CARDENAL: Ob. cit.

La resurrección de Jesús, bodas de Dios con la humanidad

Dios enamorado de la humanidad

Dios se ennovió con nuestra humanidad al encarnarse su Hijo en las virginales entrañas de María, por obra del Espíritu. Fue­ron treinta y tres años de unas relaciones amorosas cada vez más hondas y más profundas:

El Padre y Yo somos una sola cosa. ¿ Tanto tiempo estáis conmigo y aún no conocéis al Padre ? Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí. (Jn 14, 10)

Pero era ya largo el noviazgo y urgían las bodas. La esposa no podía aguantar más:

Arrástrame contigo y correremos, y llévame, rey mío, hasta tu alcoba. Y allí que me cubra de besos tu boca. (Ct 1, 2.4)

Tampoco el Esposo podía esperar más:

Paloma mía, escondida en los huecos de las peñas, de barrancos y quebradas en las grietas.

1 - 7 1

Page 86: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

172 Contemplación y presencia

Déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz... (Ct 2, 14)

Dios tenía necesidad de fundir para siempre, de manera plena, en su divinidad, aquella realidad humana de Jesús de la que había quedado prendido, de la que estaba locamente enamorado.

Así es Dios. Parece incomprensible: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" (Sal 8, 5). Pero Dios está enamorado de este ser humano que ha hecho brotar en el planeta Tierra, y ha escogido a Jesús para vivir en él la aventura de amor que Dios vive con toda la humanidad.

En medio de las limitaciones

Porque, aunque era grande la unión, todavía estaban por medio en la humanidad de Jesús las limitaciones propias de esta expe­riencia histórica en la que vivía la prometida:

Soy agraciada, pero morena como lona de tiendas de beduinos... no os extrañéis de que esté tan morena. Enfadados conmigo, mis hermanos me hicieron guardavinas... (Ct 1, 5-6)

Aún hay cierta tosquedad en esta guardadora de viñas; está tos­tada su cara, aunque sigue bella; todavía la joven no está del todo madura para las bodas; aún ha de vivir el gran acontecimiento que la termine de poner a punto:

Tenemos una hermana pequeñita, aún no le han crecido los pechos. ¿ Qué haremos cuando vengan a pedírnosla? (Ct 8, 8)

Hacia las bodas

El camino hacia la boda es desconcertante. Ninguna doncella llegó al gran día envuelta en trabajos hasta el último instante:

La resurrección de Jesús... 173

¿Qué es aquello que se alza en el páramo? ¿Acaso una humareda? ¡Atención!, que se acerca la litera del rey Salomón. Sesenta soldados la escoltan. Todos van armados de espada, veteranos de muchas guerras; con la espada envainada al flanco que la noche esconde emboscadas. (Ct 3, 6.8)

Efectivamente, había llegado la noche de la emboscada. Dios deja a Jesús vivir la última gran prueba de su fidelidad. A la amada hay que examinarla de fidelidad.

"Levantaos, vamos; ya llega el que va a entregarme"'. Y aún estaba hablando cuando llegó Judas, uno de los do­ce, y con él una gran turba armada de espadas y garro­tes... "Amigo, ¿a qué vienes?, ¿con un beso me entregas?". (Mt 26, 46.56)

Extraño vestido de boda

Sobre Jesús cae la prueba definitiva.

Los soldados, despojándole de sus vestiduras, le echa­ron encima un manto de púrpura y tejiendo una corona de espinas se la pusieron sobre la cabeza y en la mano una caña; y doblando ante El la rodilla se burlaban diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiéndole tomaban la caña y le herían con ella la cabeza. (Mt 27, 28-30)

Es que:

Tropecé con los centinelas que hacen la ronda en la ciudad. Me hirieron, me maltrataron,

Page 87: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

/ 174 Contemplación y presencia

me arrancaron el manto los centinelas de las murallas. (Ct 5, 8)

En el dolor de esta prometida están todos los dolores del mun­do, todas las marginaciones, todas las situaciones de explotación, de hambre, de violencia, de desnudez... Es un único rostro. Ele­mentos naturales, malos hermanos, centinelas de turno... todos prueban a la comprometida con Dios. Está haciéndose el vino para la boda. Hay que pisar bien la uva en el lagar. Los pies de la prometida pisan el lagar paso a paso. Su rostro, sus manos, su cuerpo... todo está salpicado de vino. Aquí no faltará vino como en Cana. Y será un vino nuevo, mejor que el primero.

Loca de amor

En la litera del rey Salomón que avanza y avanza hacia la boda, hay "como un centro incrustado que dice: Amor" (Ct 3, 10).

Es el secreto de todo este sufrimiento. Es la gran energía que mueve a la amada. Es lo que mueve hacia adelante a la humanidad en medio de sus dolores, fracasos, incertidumbres... El amor es el secreto del crecimiento:

Hijas de Jerusalén, os conjuro: si encontráis a mi amado, ¿qué vais a decirle?... que me muero de amores. (Ct 5, 8)

Decidle que necesito ya el definitivo encuentro. Tantos traba­jos me hacen desear más el momento de la boda, el para siempre jamás.

¡Todo está consumado! (Jn 19, 30)

Éxtasis de amor

Y aparece la gran teofanía, la manifestación sin igual, su éxta­sis con la humanidad:

La resurrección de Jesús... 175

Estaba yo durmiendo, mi corazón velaba: ¿qué oigo? Mi amado golpea a la puerta. -Ábreme, hermana mía, compañera, ábreme, paloma, incomparable... (Ct 5, 2)

Y el amado la llama, la hace salir de las sombras de la muerte, le hace abrir para siempre sus puertas:

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¡Ha Resucitado! (Le 24, 5-6)

Levanta, princesa, y vente conmigo. Pasó ya el invierno, las lluvias se alejan; florecen los campos: es la primavera. (Ct 2, 10-12)

Y ocurre la fusión de amor. Amado y amada en unidad to­tal. Jesús queda sellado para siempre de divinidad. Dios queda sellado para siempre de humanidad:

Márcame, sí, como sello en el brazo, como sello en el pecho: que el Amor y la Muerte son tan fuertes, que el Abismo y los celos son tan recios. Viva llama divina: sus centellas, centellas son de fuego. (Ct 8, 6)

Esposos para siempre

Jesús resucitado queda deslumhrado. Qué único es el Esposo. Lo intuía, pero ya no hay duda jamás:

Mi amado es entre rubio y moreno, se distingue entre millares.

Page 88: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

176 Contemplación y presencia

Su cabeza es de oro macizo, su melena, racimos de palma, de un negro brillante de cuervo... (Ct 5,10-11)

También el Esposo disfruta. Porque esta esposa, que ha asu­mido todo lo humano, incluso las consecuencias de su rebelión y su egocentrismo, ha logrado la plenitud humano-divina que Dios siempre soñó para el hombre. Y aunque los hombres han proba­do a la esposa hasta el último instante para quitarla de su camino nupcial, ella ha buscado sólo y siempre estar a punto para las bo­das:

¡Qué guapa, qué atrayente, mi amada, qué delicia! Esbelta palmera es tu talle, apretados racimos tus pechos. ¿Quién trepará a la palmera? ¿Quién se agarrará a tus dátiles? Son tus pechos los racimos, tu aliento huele a manzanas... (Ct 7, 7-9; 4,1-7)

Los dos son para siempre esposos inseparables:

Anda, vamos al campo, amado mío. Pasaremos la noche entre cipreses; de madrugada iremos a los huertos, a mirar si florecen ya las vides, si las yemas se abren, y apuntan los brotes del granado. Entonces te daré mi amor. (Ct 7, 12-13)

Hacia las bodas de oro

Viviendo en el amado, esta joven esposa va a seguir creciendo: "Tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra".

La resurrección de Jesús... \11

Esa humanidad-cabeza de Jesús, va a ir incorporando a todos sus miembros a la realidad nupcial y van a ir preparándose siglo tras siglo las bodas de oro de la humanidad con Dios.

El beso de los esposos ancianos que viven sus bodas de oro rodeados de hijos, nietos, bisnietos... tiene una calidad especial:

En Cristo todos seremos vivificados. Será aquel día en que Cristo entregue al Padre el Reino.

Día grande y definitivo para la humanidad. Día de la Pascua

total:

Vi un cielo nuevo y una nueva tierra... Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo del lado de Dios, ataviada como una esposa que se engalana para su Esposo.... Su brillo era semejante a la piedra más pre­ciosa... La ciudad no había menester de sol ni de luna que la iluminasen porque la gloria de Dios la iluminaba, y su lumbrera era el Cordero. (Ap 21, 1.2.11.23)

Page 89: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Vivir en adoración

Pastoreaba Moisés el rebaño de su suegro Jetró a lo largo del desierto. Al llegar al pie del Horeb, el monte de Dios, vio una zarza que ardía sin consumirse. Y quiso acercarse para ver ese "espectáculo tan admirable", cuando oyó al Señor que le dijo:

Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pi­sas es terreno sagrado... ¡Descálzate!, porque estás ante el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de este pueblo oprimido, cuyo clamor percibo. (Ex 3, 1-10)

Aquella zarza que ardía sin consumirse era sólo la cara externa que contenía la Realidad Esencial: el Dios de Abrahán, el Dios del pueblo aplastado, el Único Dios.

¡Descálzate!, es la palabra que viene a nosotros desde cada realidad a la que nos acercamos, porque en toda realidad está la Realidad Esencial. Como Moisés, tendríamos que andar siempre descalzos, porque todo terreno que pisamos es terreno sagrado. Toda realidad, para quien sabe ver, es como la zarza de Moisés: en ella está el que arde sin consumirse.

Estamos invitados a vivir, desde la mañana hasta la noche, en constante adoración. Adoración cuando tratamos con las perso­nas, adoración al relacionarnos con cualquier cosa, adoración ante todo acontecimiento...

17Q

Page 90: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

180 Contemplación y presencia

Qué es adorar

Adorar es sentirnos criatura, hechura de Dios. Infinitamente pequeños ante El, pero muy amados.

Adorar es quedarnos como anonadados a los pies de Dios.

Como el polvo a vuestros pies. Pero un polvo que piensa, que ama, que os admira, que os venera, que os ama apa­sionadamente, que besa y abraza vuestros pies y se deshace en amor y veneración. (Carlos de Foucauld)

Adorar es rendir nuestro pleno homenaje al único Señor.

Adorar es quedarnos embobados ante la Realidad de Dios, que nos transciende, que nos envuelve, que está presente absoluta­mente a nosotros: "En El vivimos, nos movemos y existimos" (He 17, 27).

Es quedarnos boquiabiertos, mudos, ante el Único, el Sobreto­do, el Innombrable.

La adoración es silencio y es reverencia. Es admiración. Es amor y es entrega. Es donación rendida.

Adorar es ver en todo a quien es la sustancia de todo. Es tras­pasar la superficie de la realidad visible. Adorar es ver al Invisible y quedarnos en silencio de amor, atentos a Él.

Adorar es acoger la santidad del "tres veces Santo", desde nuestra realidad de pecado, desde nuestra conciencia de personas limitadas, desde nuestra inmadurez actual.

La adoración es, en palabras de L. Dufour:

La expresión, a la vez espontánea y consciente, impuesta y voluntaria, de la reacción compleja del hombre impresio­nado por la proximidad de Dios.

Conciencia aguda de su insignificancia y de su pecado, confusión silenciosa, veneración trepidante y agradecida, homenaje jubiloso de todo su ser.

Vivir en adoración 181

Quién es adorable

Cuando Jesús fue invitado por Satanás para que le adorara (Mt 4, 9), El le contestó con las palabras del Deuteronomio: "Sólo adorarás al Señor tu Dios y sólo a El le prestarás servicio".

Sólo Dios es adorable. A esta experiencia conduce la larga pedagogía de Dios con su pueblo, para hacerle ver que no son adorables ni los ídolos, ni los astros, ni los dioses extranjeros, ni las personas, por muy poderosas que ellas sean.

Bien aprendido lo tenían los judíos fieles, como Mardoqueo, que se negó a doblar la rodilla ante Aman, o como los tres jóvenes Sidrac, Misac y Abdénago, que estuvieron dispuestos a ir al horno antes que adorar la estatua de Nabucodonosor.

Sólo la Gloria de Yahvé es adorable. Así lo hace Ezequiel, después de contemplar la gran visión, presidida por una "figura que parecía un hombre":

Era la apariencia visible de la Gloria de Dios. Al con­templarla caí rostro en tierra. (Ez 1, 26-28)

La santidad y la grandeza de Dios tienen siempre algo abrumador para la criatura, que en cada experiencia especial de Él vuelve a sumergirse en su nada.

Cuando en la plenitud de los tiempos Dios se hace presente en Jesús, quienes le siguen, sobre todo después de la resurrección, descubren que Él es la gran teofanía de Dios, y le adoran (Mt 28, 10.17; Le 24, 52). En Él está la plenitud de Dios, es el Hijo en quien el Padre tiene las complacencias. Por eso:

A su nombre doble la rodilla todo cuanto hay en los cie­los, en la tierra y en los abismos. (Fil 2, 10)

Cristo es adorable porque es el gran Icono de Dios, la plena manifestación de su Gloria. "Quien me ve a mí, ve al Padre; quien me ama, ama al Padre; quien me adora, adora al Padre". Cristo es el Dios adorable.

Page 91: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

182 Contemplación y presencia

Diversas presencias

Dios, en Cristo Jesús, es adorable en sus múltiples presencias. Presencias en las que, a la vez, está escondido y patente, callado pero activo. En palabras de Juan de la Cruz:

¿A dónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido?

Hay una presencia ante la que se ha vivido la adoración de manera especial: es la presencia Eucarística. Presencia pascual de Jesús. Jesús hecho servicio a los pies de cada hombre. Jesús que es resucitado por el Padre al darse hasta la muerte, y una muerte de cruz. Ese gesto pascual se nos hace presente en la Eucaristía. Ese pan es el memorial vivo de Jesús.

Cuántas personas, a lo largo de la historia cristiana, han sacado de la adoración eucarística la fuerza para darse, incluso heroica­mente, a los hombres, sus hermanos. Adorar a Dios a través de la Eucaristía es algo muy comprometido.

Pero Jesús es igualmente adorable en cada hombre. Todo hom­bre lleva en sí la naturaleza crística. Todo hombre es el Santuario de la Gloria de Dios, el Templo del Espíritu de Dios. Sea quien sea. Más si es una persona marginada, débil o pequeña. Ya no hay hombre o mujer, esclavo o libre, judío o gentil... "lo es todo y para todos, Cristo" (Ga 3, 28).

El mismo que ha dicho: "Esto es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre", ha dicho: "lo que hagáis a cada uno de los más pequeños, a mí me lo hacéis". ¡Cómo se siente uno empujado a buscar y a amar a cada uno de estos pequeños!

Es la experiencia de un gran adorador, Carlos de Foucauld.

Y el hombre, no sólo como una realidad estática sino como sujeto histórico. En la historia de cada hombre y en la del con­junto de la humanidad, Dios es adorable. En la entraña de cada acontecimiento está Dios.

Vivir en adoración

Los judíos pedían señales. Y no eran señales lo que necesi­taban, sino la capacidad para descubrir las mil señales que había ante sus ojos. Por eso el sufrimiento de Jesús era que "tienen ojos, pero no ven" (Mt 13, 13). Quien penetra con la mirada de la fe en la esencia de todo acontecimiento, percibe el ser y el actuar de Dios en él y se siente llamado, como Moisés, a adorar y a com­prometerse. ¡Qué cerca están la adoración y el compromiso, la solidaridad y la adoración, la admiración y la entrega!

También es Dios adorable en todo lo creado.

Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, y, yéndoles mirando, con sola sujigura vestidos los dejó de su hermosura. (Juan de la Cruz, Canción 6)

Cada cosa creada lleva a Dios en su esencia. Tanto, que sin El no serían. Cada cosa es una distinta expresión de Él. Qué bello es en la rosa, qué duro en el pedernal, qué ágil en la gacela, qué luminoso en el sol... Para Thony De Mello, toda la creación es como "el vestido del danzante".

Todo es fosforescente y de milagro. Todo encendido misteriosamente por esa luz azul, cual de presencia, que sube por las venas de las cosas, lo mismo que si el mundo, todo, fuera una zarza de Horeb que ardiera dentro... (J. Bautista Bertrán)

¿Cómo no vivir en adoración si uno vive consciente y creyen-temente? ¿Cómo no acercamos a cada cosa como de puntillas, en admiración? ¿Cómo no ser respetuosos con todo lo que vive? ¡Qué cerca está la adoración de la ecología, del buen uso de todo lo creado, del respeto a la vida, de valorar todo —lo pequeño y

Page 92: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

184 Contemplación y presencia

lo grande—, de acoger el momento presente como momento de eternidad!

¿Es Dios adorable en toda realidad?

¿Es Dios adorable, también, en las situaciones de margina-ción, de opresión, de hambre... en las situaciones de egoísmo, de injusticia, de odio, de violencia... en los cataclismos, en los ríos contaminados, en los arsenales atómicos?

Dice el Vaticano II que, efectivamente, hay situaciones en el mundo que más que revelar, velan el genuino rostro de Dios. Y, desgraciadamente, no estamos los creyentes exentos de responsa­bilidad en estas situaciones.

Por eso hay realidades humanas, o de la naturaleza, ante las que es muy difícil, a veces imposible, adorar el rostro de Dios. Si­tuaciones que son más una blasfemia que una adoración. Porque aunque sigue estando en la sustancia de esas realidades, Dios está tan desfigurado que más engendran ateísmo o reacciones contra Dios que adoración.

El verdadero adorador siente vivamente la realidad del mal en la historia del hombre. Es muy sensible a esta realidad. Descu­briendo, incluso, que él también produce mal a su alrededor, que también su realidad es claroscura. Y se siente llamado a hacer todo lo posible para no producir él ningún mal y para liberar del mal toda la realidad humana.

Por eso, adoración verdadera y compromiso fraternal están tan unidos. Cada uno encontrará cuál es su tarea concreta, y en ella pondrá tanto empeño cuanto desee para hacer adorable la realidad en la que está inserto. Es la síntesis que nos ofrece el Salmo 149:

Que los fieles festejen su gloria: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos.

El gran sueño de quien adora es que toda la creación y la huma­nidad sean tan transparentes, que esté evidente el rostro de Dios.

Vivir en adoración 185

Pero hay algo más: quien vive en adoración tiene la certeza de que en este trabajo no está solo. Dios, sustancia de cuanto existe, es un Dios activo que, respetando la libertad del hombre y el ritmo evolutivo existente, va conduciendo todo hacia un final positivo, de humanidad liberada, en la que ya no habrá que explicar nada sobre Él porque su rostro será evidente en todo.

Quien penetra con su mirada contemplativa la historia humana, sabe bien que desde que el Padre aceptó la muerte en cruz de su Hijo, el dolor humano, inevitable, es tierra fecunda de resurrec­ción. Sabe que todo sufrimiento, todo aplastamiento, es motor de crecimiento y de maduración para quienes lo sufren: que es salva­dor. La muerte ya ha perdido su aguijón y el dolor su sinsentido, y en el mal están fuertes las semillas de resurrección.

La adoración nos hace penetrar en este misterio de la cruz, y hace la cruz adorable, la hace gloriosa. Lo cual es para unos locura, para otros escándalo, pero para nosotros es "portento de Dios y saber de Dios", conscientes de que:

La locura de Dios es más sabia que los hombres y la de­bilidad de Dios más potente que los hombres. (1 Cor 1, 25)

Actitudes para vivir en adoración

No es posible vivir en adoración sino en la medida que vamos siendo personas silenciadas. El que vive aturdido por los ruidos de dentro, por sus apetencias, por el cúmulo de pensamientos sin control, por sus miedos, por su egoísmo... tendrá mucha dificultad para encontrar el rostro de Dios.

Has de ser libre para ser un buen adorador. El esclavo de las personas o de las cosas, no tiene perspectiva para adorar.

La actitud adorativa es una actitud abierta permanentemente a la sorpresa de Dios. Es una actitud de asombro. Sólo el niño está abierto a la sorpresa, es capaz de asombrarse, de mirar embobado, de captar desde el fondo de su ser a quien está en el fondo de todo ser. Necesitamos "volvernos como niños", aprender a mirar todo

Page 93: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

186 Contemplación y presencia

con ojos nuevos, limpiar nuestra mirada vieja y torcida. Si miras atentamente, podrás ser un buen adorador.

Si amas, serás capaz de ver con el corazón. También esto es adorar. El herido de amor, busca el rostro amado en todos y en todo. Intuye su presencia, incluso donde no parece que puede estar. Descubre sus huellas y corre tras ellas.

La adoración es el fruto de un amor apasionado que va enten­diendo la gran distancia que hay entre nosotros y nuestro amigo Dios, y se siente feliz en ella y amado en ella. Y abandonado al amor desde la nada.

El hábito de vivir adorativamente es el fruto de muchos ac­tos de adoración, de tiempos largos con la mirada en el único Señor, de espacios adecuados silenciosos en los que poder más fácilmente entrar dentro de nosotros y de todo. También, es el fruto de muchos discernimientos y de muchas Revisiones de vi­da, hechas desde la mirada creyente.

Por último, deja al Espíritu que sea en ti el verdadero adorador:

Se acerca la hora, o mejor, ha llegado, en que los que dan culto auténtico darán culto al Padre con espíritu y ver­dad pues, de hecho, el Padre busca hombres que le adoren así. (Jn 6, 23-24)

Adorar es un don del Espíritu. Y es el Espíritu de Dios el que transforma nuestra adoración y la lleva a la perfección al consa­grar con su unción "nuestra persona entera, alma y cuerpo". Él nos introduce permanentemente en el único santuario agradable al Padre, que es el cuerpo de Cristo resucitado, y desde él, ofrece al Padre la única adoración en la que halla su complacencia, la palabra del Hijo amado que repite sin cesar: Abba, Padre.

En la madurez de la adoración el creyente calla y sólo el Espí­ritu clama en él "con gemidos inexpresables" (Rom 8, 26).

Vivir en adoración 187

En eterna adoración

Cuando Juan, en el Apocalipsis, nos describe la Nueva Jeru-salén, nos hace ver cómo toda ella será un templo, alumbrado por la gloria de Dios, a través del Cordero:

Templo no vi ninguno, su templo es el Señor Dios, So­berano de todo, y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, la gloría de Dios la ilumina y la lámpara es el Cordero. (Ap 21, 22-23)

En ella no habrá idólatras, sólo adoradores:

Nada profano entrará en ella, sólo los inscritos en el registro de los vivos que tiene el Cordero, (v. 27)

La vida en ella será una permanente adoración:

Sus siervos le prestarán servicio, lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente. (Ap 22, 3-4)

Ya no habrá noche:

No tienen necesidad de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos y serán reyes por los siglos de los siglos, (v. 5)

Page 94: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Sobre el sosiego y la quietud del espíritu

Hace siglos, los Padres del desierto vivían conducidos por es­te principio de sabiduría: Fuge, tace, quiesce : "Huye, calla y reposa".

Desde la perspectiva de quienes queremos vivir la contempla­ción en medio de la vida diaria, creo que podríamos hacer esta traducción de aquel principio sabio: "Huye de la dispersión, de la superficialidad, sosiégate, serénate, y serás conducido a la quie­tud del Espíritu".

Para que el agua del Espíritu que mana dentro de nosotros pue­da inundamos e inundar todo lo que tocamos, necesitamos tener una actitud de sosiego, de serenidad y de quietud, en medio del mundo de relaciones y de acontecimientos en los que vivimos.

No es fácil, pero es posible y es imprescindible si queremos dejar al Espíritu del Padre hacer su obra en nosotros.

Huye de la dispersión, de la superficialidad

Los grandes regalos que la civilización actual ofrece al hom­bre, entrañan una gran dificultad para vivir desde dentro y en re­poso profundo.

Page 95: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

190 Contemplación y presencia

Hay más posibilidades de moverse, existe un diluvio de in­formación, nos llegan medios de presiones masivas, de estímulos diversos en una sociedad rica, pluralista y libre, nuevas comodi­dades y objetos de todo tipo.

El uso indiscriminado de estas realidades está haciéndonos personas llenas de stres; muy dispersas; personas nerviosas que viven fuera de sí, personas superficiales a caballo de la última no­vedad; personas poco silenciadas que no viven a tope el presente, disfrutándolo; personas evadidas y desarmónicas. En El arte de amar (Paidós, Barcelona), Erik Fromm escribe:

Nuestra cultura lleva a una forma difusa y descentrada, que casi no registra paralelo en la historia. Se hacen mu­chas cosas a la vez. Somos consumidores con la boca siem­pre abierta, ansiosos y dispuestos a tragarlo todo... Esta falta de concentración se manifiesta claramente en nuestra dificultad para estar a solas con nosotros mismos.

Es tan fuerte esta situación, que incluso se percibe en la vida de muchos sacerdotes y en las comunidades religiosas de vida activa, a quienes vemos estresados, sin tiempo para el encuentro personal, cogidos por horas de televisión, sin espacios gratuitos, y con un clima de parloteo que, a veces, es para preocupar.

Hemos de ser conscientes de esta situación quienes queremos dejarnos conducir por el Espíritu hacia "el estado del hombre adulto, a la madurez de la plenitud de Cristo" (Ef 4, 13). Así superamos positivamente la ambivalencia de la realidad actual en la que debemos vivir.

Es necesario vivir desde la profundidad

No es posible que se dé en nosotros un nivel de conciencia mística viviendo en el nivel de conciencia superficial.

Es necesario hacer fondo. Vivir desde lo hondo de nosotros, desde dentro, desde "la sustancia del alma".

Sobre el sosiego y la quietud del espíritu 191

La vida del Espíritu es una sorprendente revelación de nues­tra realidad fundamental y del Dios que vive en lo profundo de nosotros. Esto exige del creyente vivir desde su realidad esencial.

Viviendo desde la profundidad, nuestra personalidad se armo­niza y cada pieza de nuestro puzzle se va colocando en su sitio y va aflorando nuestro rostro original.

Viviendo en ella, nos relacionamos con las personas desde una actitud de veracidad. Es mi yo verdadero quien sale a acoger al otro con quien me relaciono.

Desde la profundidad, puedo percibir los acontecimientos en su objetividad y puedo implicarme y comprometerme con ellos en lo que desde mi verdadera realidad puede aportarles.

Desde la profundidad capto las ataduras, las distorsiones que desde mi falso yo están interceptando la relación verdadera con todo cuanto existe. Sitúo bien las tormentas de superficie que se dan en mí.

Por último, sólo desde la profundidad puedo adorar, puedo vi­vir en comunión con lo que es el Núcleo Esencial de cuanto exis­te, puedo ser introducido en el nivel de conciencia crística, para ir siendo unificado en Jesucristo.

Sosiégate, serénate

Para poder vivir desde la hondura es necesario, no sólo sere­nar la superficie, sino hacer todo un camino de sosiego que nos introduzca en la quietud del Espíritu.

Comencemos por cuidar el lugar donde vivimos. Muchos de los ruidos y de las tensiones que nos rodean son controlables. En tu casa, en el trabajo, en tu vida de relaciones, pueden disminuir­se los ruidos para ir construyendo un ambiente sereno, relajado, acogedor.

Una habitación ordenada, el detalle de una flor, el modo de caminar, tu manera de relacionarte con quienes vives, un tono de música apropiado, la austeridad en los muebles y los adornos

Page 96: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

192 Contemplación y presencia

de tu casa... son medios muy eficaces para vivir en un ambiente sereno y sosegado.

Todos tenemos la experiencia de lugares que, sólo con entrar en ellos, nos sosiegan y nos sitúan dentro de nosotros.

Otro paso es el sosiego de la persona. Soltar las tensiones musculares innecesarias, lograr un tono de relajación corporal que mantenga nuestro cuerpo en armonía. Hay que revisar nues­tras costumbres en la comida, equilibrar más la tensión y el des­canso, hacer un pequeño tiempo diario de ejercicio corporal...

El cuerpo es la cara del espíritu, es la expresión sensible de la transcendencia, es el templo de la divinidad... y debemos ayudar­le para que pueda transparentarla.

Llegamos así al sosiego psicológico. Este es la armonía de to­das nuestras dificultades. Fruto de ser señores de nuestro ser, de vivir conscientemente cada una de nuestras actividades, de estar aquí y ahora con aquellas dimensiones del ser que ahora necesi­tamos ejercitar. La serenidad es el fruto de una adecuación del adentro con el afuera, en todo momento.

La serenidad no es posible, además, sino en la medida en que nuestro mundo inconsciente vaya estando aclarado y desconges­tionado. Miedos, ansiedades, conflictos internos, influjos suti­les... todo debe irse limpiando para que haya también una ade­cuación entre nuestro consciente y nuestro inconsciente. La sere­nidad es el fruto de esta adecuación. Juan de la Cruz nos dirá:

Para que el entendimiento esté dispuesto para la divina unión, ha de quedar limpio de todo... Un entendimiento íntimamente sosegado y acallado, puesto en fe. (2 S 9, 1)

Y llegamos al gran sosiego, a la serenidad fundamental: la serenidad del corazón. Es el silencio de las raíces del ser, de donde nace el desorden radical:

Lo que sale del corazón del hombre es lo que contamina al hombre. Porque de dentro del corazón del hombre salen las malas ideas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulte-

Sobre el sosiego y la quietud del espíritu 193

rios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, in­juria, insolencia, insensatez. Todas estas prevaricaciones salen de dentro y contaminan al hombre. (Me 7, 20-23)

Por eso Thony De Mello ha dicho que el silencio profundo es "la ausencia de egoísmo".

La persona sosegada del todo es aquélla que vive en la paz del corazón. La que domina sus apetencias, la que ha salido de sí para vivir en el amor al Otro y a los otros; es la persona libre que tiene todo bajo sus pies; es el indiferente positivo de San Ignacio: "Igual muerte que vida, salud que enfermedad, riqueza que pobreza..."; es aquél que ve todo sólo desde el querer de Dios; es el pobre de corazón. Dice Juan de la Cruz:

En esta desnudez halla el alma espiritual su quietud y descanso, porque, no codiciando nada, nada le fatiga ha­cia arriba y nada le oprime hacia abajo, porque está en el centro de su humildad. (1 S 13, 13)

Es este silencio del corazón el que nos capacita para ver a Dios. "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Mt 5, 8). Y nos capacita para ver al hermano desde la verdad, para acogerlo en su realidad, sin proyectar sobre él nues­tras ilusiones o nuestras frustraciones, o nuestras tentaciones de dominio. Este sosiego del corazón nos capacita para amar; un amor adulto y un amor teologal. Hace salir de nosotros la activi­dad verdadera, ese hacer que nos madura y hace crecer el Reino de Dios en la vida humana.

Necesidad de adiestramiento

Todo este proceso de sosiego y de serenidad, impulsado en nosotros por el Espíritu, necesita de nuestra colaboración.

Hace falta todo un nuevo estilo de ascesis que deje crecer en nosotros la armonía y la unidad a la que somos llamados, en me­dio del ambiente consumista y burgués en el que nos toca vivir.

Page 97: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

194 Contemplación y presencia

Es necesaria una disciplina personal, comunitaria y ambiental. Jesús lo deja claro en el Evangelio:

Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas se os darán por añadidura. No os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propia dificultad. (Mt 6, 33-34)

El que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. (Le 14, 33)

Venid a un lugar solitario para descansar un poco... Por­que eran tantos los que iban y venían que no les quedaba tiempo para comer. (Me 6,31)

Si alguno quiere seguir conmigo, niegúese a si mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. (Mt 16, 24-25)

Necesitamos, incluso, alguna metodología que nos acompañe durante esta peregrinación hacia el sosiego del corazón, al menos durante las primeras etapas. Las diversas generaciones de creyen­tes han ido ejercitando en su época el método popular adecuado que conducía al sosiego y la serenidad del espíritu.

Hoy también se nos ofrecen viejos y nuevos métodos para el silencio del ser. Cada uno ha de encontrar el que más le ayude.

Urge, también, encontrar el espacio de soledad y el ritmo de soledad que cada uno necesita para crecer. Jesús armonizaba so­ledad y servicio. A veces de noche, otras de madrugada. A veces marchando a la montaña, otras internándose en el mar o en el huerto de un amigo. A veces eran los pequeños momentos ora­cionales que cada día realizaba como un buen israelita; otras ve­ces, la fidelidad a los momentos semanales en la sinagoga o las grandes semanas en las que subía a Jerusalén.

La soledad es imprescindible en dimensiones diversas y en equilibrio con la actividad y el tiempo dedicado a las relaciones fraternales. La actividad será motor de crecimiento en nosotros

Sobre el sosiego y la quietud del espíritu 195

si encontramos el ritmo adecuado de soledad y de presencia en la vida.

El abad Moisés dijo al abad Macario: "Yo deseo estar en sosiego y serenidad, pero los hermanos no me dejan".

El abad Macario le contestó: "Me parece que tú eres de natural tierno y delicado y no eres capaz, de deshacerte de un hermano inoportuno. Si realmente buscas el sosiego del corazón, ve al desierto, bien dentro, a Petra; verás cómo allá encontrarás el reposo que buscas".

Así lo hizo, y consiguió la paz.

Cada uno, según su modo de ser y las circunstancias en las que debe vivir, debe encontrar la medida de soledad que necesita para responder a las exigencias que Dios pone en su corazón.

Así entrarás en la quietud de espíritu

El sosiego y la serenidad de toda la persona va introduciéndo­nos en una activa quietud que, en su momento, va siendo madu­rada por el don de la quietud del Espíritu.

La verdadera quietud es intensidad de amor. Es poner en di­rección de Dios todas las fuerzas, todas las capacidades, todo el corazón. Es amar sin medida a quien nos ama desmesuradamente.

La quietud es como un enraizamiento en Dios; es tenerlo a Él como la única tierra en que hemos sido plantados, en la que crecemos y desde la que fructificamos.

Va haciéndose en nosotros en la medida en que estamos cogi­dos por el Único necesario.

Marta, Marta, aún estás cogida por muchas preocupa­ciones y no te das cuenta que sólo una es necesaria. María la ha encontrado, y por eso su quietud y enraizamiento en la tierra auténtica. (Le 10, 41-42)

Esta quietud es contemplación. Así la define Juan de la Cruz:

Page 98: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

196 Contemplación y presencia

Es la atención amorosa a Dios, sin particular conside­ración, en paz interior y quietud y descanso... (2 S 13, 4)

Es una quietud amorosa y sustancial... (2 S 14, 4) Y en el mismo capítulo:

Poniéndose la persona delante de Dios, se pone en ac­to de noticia confusa, amorosa, pacífica y sosegada, en que está la persona bebiendo sabiduría y amor y sabor. (2 S 14, 2)

La quietud es la paz de Dios que exulta en el fondo del co­razón.

La quietud no es inactividad. Los místicos han actuado, han hecho lo que tenían que hacer, pero desde ese núcleo sagrado y quieto de quien sólo busca "Ja honra y gloria de Dios".

La quietud tampoco es ausencia de sufrimientos: no hay ver­dadera quietud sin buena cruz. Se puede sufrir mucho y crecer en la quietud. Algunas personas me han dicho: "Estoy sufriendo mucho desde esta situación sin salida, pero hay un núcleo dentro de mí que sigue inalterable, en total paz".

Cuando este don de la quietud va asentándose en la persona, Dios va siendo el único Maestro, el guía espiritual del ser huma­no. Ya no necesita otros medios y maestros que le conduzcan en su clara oscuridad.

En soledad vivía y en soledad ha puesto ya su nido, y en soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido. (Juan de la Cruz, Canción 35)

Es la sabiduría de Dios, la única sabiduría del que vive en esta quietud. Oigamos de nuevo a Juan de la Cruz:

Sabiduría de Dios, secreta o escondida, en la cual, sin ruido de palabras y sin ayuda de algún sentido corporal ni

Sobre el sosiego y la quietud del espíritu 197

espiritual, como en silencio y quietud, a oscuras de todo lo sensitivo y natural, enseña Dios ocultísima y secretísima-mente a la persona sin ella saber cómo; lo cual algunos llaman entender no entendiendo... (C 39, 12)

Es el punto final de este largo camino del sosiego y la sereni­dad:

Hay personas que con sosiego y quietud van aprove­chando mucho. (S prólogo, 7)

Aventura maravillosa la que hemos descrito. Aventura esencial que va a lograr en nosotros la integración de toda nuestra persona, la fecundidad en su quehacer y el crecer sin cesar en esa tierra teologal del único Dios.

Page 99: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Vivir en el momento presente

A lo largo de muchos siglos y en todas las tradiciones reli­giosas contemplativas, tanto en Oriente como en Occidente, lo mismo en la vida monástica que entre quienes viven la contem­plación en la actividad, se ha cuidado la vivencia profunda del momento presente.

En Oriente se ha escuchado, una y otra vez, este principio de sabiduría: Vive aquí y ahora. En Occidente, los maestros de espíritu han insistido a sus discípulos: Haz bien todo lo que haces.

Este es el trasfondo imprescindible para vivir el "ora et labora" (ora y trabaja), de San Benito a sus monjes; o el "contemplativos en la actividad", de Ignacio de Loyola siglos más tarde; o el "con­templativos en los caminos", que procuran vivir las Familias del Hermano Carlos en medio de los empobrecidos de la tierra.

Huir del presente es una enfermedad de nuestra cultura actual

Hay siempre, en el ser humano, una tendencia a evadirse del presente, soñando con el futuro o recordando el tiempo pasado.

Pascal, que vivió con toda intensidad, nos ofrece esta radio­grafía del ser humano:

Page 100: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

200 Contemplación y presencia

No nos atenemos nunca al tiempo presente. Anticipa­mos el futuro como si fuera demasiado lento en llegar, co­mo para acelerar su curso, o recordamos el pasado para detenerlo, como si hubiera pasado demasiado rápido. Va­gamos por tiempos que no son los nuestros y no pensamos en el único que nos pertenece. Somos tan vanos, que pen­samos en los tiempos que ya no existen y dejamos escapar, sin reflexión, el único que subsiste.

Es que el presente, de ordinario, nos hiere, nos aflige; y si nos es agradable, nos lamentamos de verle huir... Exami­ne cada cual sus pensamientos: los encontrará completa­mente ocupados en el pasado o en el futuro. Apenas si pen­samos en el presente y si lo hacemos sólo es para disponer el futuro. El presente jamás es nuestro fin. De este modo, no vivimos nunca, sino que siempre estamos esperando vivir; y preparándonos para ser felices mañana, inevitablemente no lo somos nunca...

Esta falacia del ser humano hoy es especialmente estimulada. Así lo atestigua el Dr. Wayne1:

Vivir el momento presente, ponerte en contacto con tu ahora constituye el meollo de una vida positiva. Si lo pien­sas, te darás cuenta de que en realidad no existe otro mo­mento que puedas vivir. El ahora es todo lo que hay, y el futuro es simplemente otro momento presente para ser vi­vido cuando llegue. Una cosa es segura: que no puedes vivirlo hasta que aparezca realmente.

El problema reside en que vivimos en una cultura que quita importancia al presente, al ahora: ¡ahorre para el futuro!, ¡piense en las consecuencias!, ¡prepare su jubila­ción...! Evitar el momento presente es casi una enfermedad de nuestra cultura y continuamente se nos condiciona a sa­crificar el presente por el futuro.

' D R . W. DlER: Las zonas erróneas. Grijalbo, Barcelona, 1988.

Vivir en el momento presente 201

Si nos damos cuenta, no sólo evitamos la felicidad de es­te momento, sino que renunciamos a la felicidad para siem­pre. Cuando llega el futuro, éste se convierte, de nuevo, en un presente con el que preparar el futuro siguiente. Así, la felicidad es algo falaz que siempre va a suceder en un mañana que nunca llega.

Esta situación ambiental de huida del presente nos trae unas consecuencias psicológicas que tienen influencia en el camino del espíritu:

- Nos hace superficiales.

- Facilita una vida rutinaria y autómata.

- Estimula a la dispersión mental.

- Nos hace como ausentes de la vida.

¡Afronta el presente!

El presente es el trozo concreto de la realidad y de la historia que en cada momento tenemos ante nosotros y debemos asumir.

El presente nos indica las personas a quienes hoy debemos amar y servir, la tarea que en este momento debemos realizar, el acontecimiento —a veces previsto, a veces imprevisto— al que ahora me debo entregar.

El momento presente me descubre, además, la historia colec­tiva actual en la que mi vida debe incidir. Mi presente personal siempre está situado en el hoy de la humanidad de la que formo parte.

El momento presente se realiza en las pequeñas realidades co­tidianas: trabajo, familia, vecinos... Con ellas nos educamos para acoger aquellos momentos solemnes que también se dan en nues­tra vida. Y, sobre todo, nos preparamos para el acontecimiento esencial y diario del paso de Dios junto a nosotros.

El momento presente te enseña a acogerte y a amarte tal como eres hoy. A ser feliz como eres ya. A no vivir esclavo de los perfeccionismos, porque eso es futuro.

Page 101: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

202 Contemplación y presencia

El momento presente te lleva a amar y a aceptar a los demás como ellos son hoy. Sólo así les puedes ayudar a crecer.

El momento presente es la gran fuente de felicidad. De la feli­cidad vital y verdadera. Aquí, ahora, en esta situación, con estas circunstancias, yo soy, y lo soy plenamente. Es la auténtica feli­cidad.

Teología del momento presente

Sacramento de la presencia de Dios

Cada momento presente es el sacramento de la presencia de Dios en nuestra vida. El presente es el único lugar en el que po­demos estar en comunión con la voluntad de Dios. Cada instante nos trae la expresión concreta de lo que Dios quiere de nosotros. Cuando se acoge ese instante con atención creyente, el instante se transforma en tiempo de salvación. Cada momento presente es la Hora de Dios para nosotros.

El tiempo no nos llega vacío, nos llega como tarea concre­ta. Podemos vivirlo sólo en su dimensión superficial, sólo desde su cara visible, o podemos vivirlo en toda su profundidad. Sólo desde esta segunda manera, cada acontecimiento es presencia de Dios y regalo suyo. Una presencia oscura y misteriosa pero real y fecunda.

Oración continua

Desde esta perspectiva, la atención creyente al momento pre­sente nos introduce en la oración continua. Quien vive en serio cada instante de su existencia observa que el instante se abre, po­co a poco, y aparece lleno de Dios. El tiempo y el espacio están habitados por El. Al vivir aquí y ahora atraviesas lo visible y se te manifiesta el Invisible. Todo se convierte en una teofanía de Dios y, por lo tanto, en una mutua comunicación con Él.

Vivir en el momento presente 203

Orar sin cesar es vivir en comunión constante con Él, a través de la realidad cotidiana.

Orar sin cesar es vivir iluminados con esa luz maravillosa que atraviesa las venas de las cosas.

Orar sin cesar es descubrir en el desierto de la vida la zarza que arde sin cesar en el corazón de toda circunstancia.

Atentos a los demás

Vivir desde la fe el momento actual nos capacita para ser­vir a los demás, de la manera comprometida que ellos necesi­tan. Cuando vivimos superficiales, desatentos, rutinarios, servi­mos deficientemente. Quien vive atento a cada persona con quien se encuentra puede servirle bien.

En Calcuta, todo el mundo veía morir a la gente en medio de la calle. Pero pasó una mujer contemplativa y vio con atención creyente aquel dolor, y se comprometió plenamente en él... ¿Por qué actuó bien el samaritano y fue buen prójimo del maltratado por los bandidos? Porque vivió el aquí y ahora con aquel hombre olvidándose del después hacia el que caminaba... Sólo si vivimos con atención podremos amar bien y servir como es necesario.

La ternura es una calidad de atención que se ofrece sin forzar, dando sin esperar nada a cambio. La ternura no es un estado permanente, sino un descubrimiento permanente que cada uno podemos hacer en la vivencia consciente y completa del presente.

Camino de purificación

Acoger el presente es un camino permanente de purificación. Es una manera radical de morir a nosotros mismos. Es una forma natural de ascesis que está siempre a nuestra mano, sin buscarla expresamente. Tomar en serio el instante y la tarea que él contie­ne debilita nuestro yo egoísta. Este yo falso está colgado de los resultados futuros o bloqueado por los miedos del pasado. Si se vive en el momento presente, el egoísmo pierde todas sus posibi­lidades. El momento presente nos hace libres, nos transparenta.

Page 102: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

204 Contemplación y presencia

Vivir en plenitud

Vivir el instante presente es vivir en plenitud. El presente no es la repetición estereotipada de instantes idénticos, no es un tic-tac monótono. Hay en el presente una evolución y un dinamismo. El presente es la expresión de una madurez y una libertad crecien­tes, de un imperativo que se hace cada vez más categórico. Las palabras de San Pablo: "Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación", suenan de forma nueva y apremiante.

El presente alcanza el paroxismo cuando la persona puede gri­tar con Juan de la Cruz: "Ahora que estoy fortificado en amor... rompe la delicada tela de esta vida". Palabras y experiencia que recuerdan la oración de Jesús: "Ahora, Padre, glorifícame tú, jun­to a ti, con la gloria que tenía a tu lado, antes que el mundo fuese" (Jn 17, 5).

Jesús es el maestro del vivir aquí y ahora

En Mateo 6, 25-34, Jesús nos ofrece un bello autorretrato:

No andéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer o a beber, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir. Fijaos en los pájaros... fijaos en los lirios del campo... ¿No hará Dios mucho más por vosotros?

Termina con un trazo contundente:

Total, que no os agobiéis por el mañana, porque el ma­ñana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus propias preocupaciones.

Y tampoco el pasado os debe atenazar. Sed libres respecto al pasado. El pasado, pasado está.

A otro le dijo Jesús: sigúeme. Pero él respondió: permí­teme que vaya primero a enterrar a mi padre. Jesús le re­plicó: deja a los muertos enterrar a sus muertos; tú vete por ahí a anunciar el Reino de Dios.

Vivir en el momento presente 205

Y otro le dijo: te seguiré, Señor, pero déjame despedirme de mi familia. Jesús le contestó: el que echa la mano en el arado y sigue mirando hacia atrás, no vale para el Reino de Dios. (Le 9, 59-62)

Lo que importa es el hoy, el ahora, el aquí. Pero eso supone, en la enseñanza de Jesús, unos ojos atentos e

iluminados:

Ellos miran sin ver y escuchan sin oír ni entender... Di­chosos en cambio vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen. (Mt 13, 13-17)

Por eso respondió a quienes le pedían una señal:

Al caer la tarde decís: está el cielo colorado, va a hacer bueno; por la mañana decís: está el cielo de un color triste, hoy va a haber tormenta. El aspecto del cielo sabéis inter­pretarlo, ¿y la señal de cada momento no sois capaces? (Mt 16, 1-4)

Y las señales de cada momento son llamadas de amor, bien cotidianas:

Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino prepa­rado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui extranjero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestísteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme. (Mt 25, 31—46)

Vivir el momento presente, en toda su hondura, es el fruto de la vigilancia:

Tened el delantal puesto y encendidos los candiles: pa­receos a los que aguardan a que su amo vuelva de la bo­da para, cuando llegue, abrirle en cuanto llame. Dichosos esos criados si se les encuentra en vela. (Le 12, 35-40)

Jesús va a insistir en varias parábolas en esta actitud básica de la vigilancia. Hay que estar a la puerta de la boda con la lámpara

Page 103: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

206 Contemplación y presencia

encendida, hay que estar despiertos y negociar con lo que se nos ha dado, hay que estar alerta como cuando se espera la visita de un ladrón (Mt 25, 1-30).

Vivir el momento presente es posible en la medida que tene­mos un corazón de niño. Los niños viven en el presente, se dan totalmente a lo que ocurre en cada momento, se entregan al aho­ra. En la vida del niño todo es ahora:

Dejad que se me acerquen los niños, no se lo impidáis porque los que son como ellos tienen el Reino de Dios. Quien no acoge el Reino de Dios como un niño, no entraré en él. (Me 10, 13-16)

Así vivió Jesús. Atento a la hora del Padre. En ella se mani­fiesta Él como Hijo del Padre, y en ella el Padre le glorifica:

Mujer, aún no ha llegado mi hora... (Jn 2, 4)

Sabiendo Jesús que había llegado su hora... (Jn 13, 1)

Me siento agitado; ¿le pido al Padre que me saque de esta hora? ¡Pero si para esto he venido, para esta hora! ¡Padre, manifiesta en esta hora tu gloria! (Jn 12, 27-28)

Padre, ha llegado la hora; manifiesta la gloria de tu Hi­jo, para que tu Hijo manifieste la tuya... (Jn 17, 1)

Jesús acoge y asume plenamente la hora del Padre; es siempre su hora. Y esta es su última palabra:

Todo ha quedado realizado. (Jn 19, 30)

Algunos frutos de vivir en el presente

Reconciliación de Marta y María

Viviendo de esta manera se supera la tensión entre acción y contemplación. Es un gran descubrimiento: se puede vivir en la acción contemplativamente.

Vivir en el momento presente 207

Vivimos ordinariamente enfrentando a María con Marta, rom­piendo esta armonía esencial de nuestro ser que simbolizan las dos hermanas.

Santa Teresa nos descubre cuál es el secreto para ser contem­plativos en la actividad:

Estando pocos días después de esto que digo pensando si tenían razón los que les parecía mal que yo saliese a fun­dar y que estaría yo mejor empleándome siempre en orar, entendí: "Mientras se vive, no está la ganancia en procu­rar gozarme más, sino en hacer su voluntad". (Cuentas de conciencia, julio 1571)

Este es el secreto al que nos ayuda la vivencia del momento presente. Y no sólo cuando se fundan conventos, que pueden ser tareas especiales:

Cuando la obediencia nos imponga tareas exteriores, aunque sea la cocina, sabed que el Señor también está en­tre los pucheros. (Fundaciones V)

Y en esto de servir a los demás a través de la actividad, nos

dice:

Pareceros ha que hablo para los que comienzan y que después ya se puede descansar; ya os he dicho que el so­siego que tienen estas almas en lo interior, no lo tienen muy menos cuando están en lo exterior. (Moradas 4, 10)

Así habla de quienes están en la séptima morada. Y concluye en la Meditación sobre el Cantar de los Cantares:

Cuando el alma está en este estado, casi nunca dejan de obrar juntas Marta y María; porque en lo activo, y que parece exterior, obra lo interior, y cuando las obras acti­vas salen de esta raíz son admirables y olorosísimas flores, porque proceden de este árbol del amor de Dios y por sólo Él, sin ningún interés propio y extiéndese el olor de estas flores para aprovechar a muchos. (Cap 7)

Page 104: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

208 Contemplación y presencia

Cuanto más desde Dios vivimos cada momento, más volvemos a la unidad original. El trabajo es, cada vez menos, algo que se añade al ser, y llega a convertirse en verdadera irradiación del ser. Conforme vivimos de esta manera, más trabajamos al estilo de Dios, es decir, simplemente siendo. Se es, simplemente; se ama; se da; se sirve. Se vive, en una palabra.

Superación del tiempo y del espacio

Otro fruto de este modo creyente de vivir es que se va tras­cendiendo el tiempo y el espacio. Son dos realidades que nos envuelven y muchas veces nos agobian. Pero desde este modo de vivir nuestro tiempo se amplía y también nuestro espacio.

Cuánto tiempo nos hace perder nuestra dispersión, nuestras preocupaciones sobre el futuro. Cuánta energía evaporada. Ven­cemos el tiempo viviendo sólo ahora. Vencemos el espacio vien­do sólo aquí. Viviéndolos así, el tiempo y el espacio quedan tras­cendidos.

El tiempo se hace eternidad para quien vive desde el núcleo de eternidad que está escondido en su ser. La eternidad no es mañana, es ya.

Recuerda que en los momentos de tu vida que has vivido a fondo, el tiempo se ha pasado volando y no sabías en qué espacio estabas. De eso se trata.

Vivir en eterna novedad

Por último, vivir atenta y amorosamente el presente nos lleva a vivir en la eterna novedad. En el Nuevo Testamento aparece mucho la palabra nuevo: el vino nuevo, un cántico nuevo, cosas nuevas, un hombre nuevo, un nuevo cielo y una tierra nueva... Viviendo el presente entramos en esta novedad.

Dios es nuevo, cada día, para nosotros. Vivimos de su maravi­llosa sorpresa. Las palabras de Jesús son nuevas en cada lectura de ellas. Los sacramentos son siempre un estreno. Estrenamos llamada cada amanecer.

Vivir en el momento presente 209

También es nuevo el ser humano, cada ser humano. Nos acer­camos a su verdadera originalidad. Y tenemos para cada uno un amor único, como lo tiene Dios, que ama a cada persona de ma­nera particular.

Y somos nuevos, cada día, también nosotros. No envejecemos. Para el niño todo es nuevo, vive en el asombro desde la mañana a la noche. Escribía una autora inglesa:

En otro tiempo, el mes de noviembre era mi mes favorito: brumas, suaves trinos de pájaros... Ahora soy feliz porque tengo doce meses favoritos.

Page 105: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Las visitas del Señor, su paso entre nosotros

Deseo de encontrar a Dios

Toda la vida del ser humano está llena de un deseo esencial de conocer el rostro de Dios, de verle... aunque le de nombre a este anhelo o viva este deseo de modo inconsciente. Pasados aquellos primeros tiempos en los que Dios se "paseaba con Eva y con Adán cada atardecer, por el paraíso" (Gn 3, 8) —tiempos de evidencia— y ellos vivían en constante comunión con Él, Dios se escondió dejando en el ser humano el misterio de su oculta-miento y, con él, la necesidad de volverse a encontrar en clima de amistad.

Anda —dice mi corazón—, busca su rostro... Y yo busco tu rostro, Señor; no me escondas tu rostro. (Sal 26, 8-9).

Es el grito que brota tantas veces del ser humano.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo; mi garganta tiene sed de ti, mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. (Sal 62,1)

Page 106: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

212 Contemplación y presencia

La sed de todo caminante es el deseo de encontrarle.

Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me preguntan: ¿Dónde está tu Dios? (Sal 41,4)

Su ausencia es la razón del llanto humano más esencial.

El Dios escondido y siempre manifiesto

Los místicos nos dicen que el ocultamiento de Dios es mani­festación universal; su ausencia es una presencia sutil y plenifi-cante; su lejanía es la más profunda cercanía que podamos ima­ginar.

Dios ha unlversalizado aquel primer paraíso y se acerca a pa­sear con cada uno de nosotros, misteriosa pero realmente, en cual­quier lugar de la tierra, a través de toda persona y en medio de to­dos los acontecimientos de nuestra historia. Toda la vida humana se ha convertido en un delicioso atardecer del paraíso en el que Dios nos visita sin cesar.

Fue la experiencia de Jacob. Después de larga caminata llegó a un lugar. Y como se había puesto el sol, se quedó allí a pasar la noche. Cogió una piedra, se la puso de almohada y se echó a dormir. Y durante la noche tuvo un sueño precioso en el que se sintió visitado por el Señor. .Y al despenar, Jacob exclamó: Realmente el Señor está en este lugar y yo no había caído en cuenta (Gn 28, 11-19).

Podemos decir que todo lugar es sagrado, porque el universo es la morada de Dios y en cualquier lugar podemos recibir su visita. Los salmistas lo experimentaron:

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos; el día le pasa el mensaje al día, la noche se lo susurra a la noche.

Las visitas del Señor, su paso entre nosotros 213

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. (Sal 18,2-5)

Y en otro lugar vuelve a exclamar:

Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín de mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. (Sal 138, 8-10)

La montaña o el llano, el mar o el firmamento, la huerta o nuestra casa, el lugar donde trabajamos o el jardín por donde pa­seamos con nuestros hijos, el coche o el metro que usamos cada día... todos son lugares donde podemos recibir las visitas de Dios.

Dios nos visita por medio de cada hermano

Así vivió Isabel la visita de María. Por eso, cuando Mana entró en la casa de Zacarías e Isabel, al saludarla, Isabel exclamo:

¿ Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor. En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. (Le 1, 43)

Isabel vio a Dios en las entrañas de su prima María. Se sintió visitada por Él y percibió cómo el fruto de su vientre saltaba de gozo por esa visita de Dios. María estaba preñada de Dios, era portadora de Él y desde su silencio fue captada por aquella ancia­na a quien el Señor ya antes había visitado también, haciéndola concebir en su ancianidad. Inundada por tantas visitas del Señor, Isabel estimuló a María a pronunciar su maravilloso canto de ala­banza al Señor. Y más tarde exclamaría con su esposo Zacarías:

Page 107: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

214 Contemplación y presencia

Bendito sea el Señor, porque nos ha visitado y ha redi­mido a su pueblo. (Le 1, 68)

Pero, ¿no está todo ser humano preñado de Dios? ¿No so­mos cada uno portadores multiformes de la naturaleza crística de Jesús? ¿No somos cada uno una expresión original de la Única Realidad Esencial? Negros o blancos, bajos o altos, cultos o igno­rantes, santos o pecadores, ¿no somos todos expresiones diversas del Único Rostro que existe?

Por eso tendrían que brotarnos sin cesar las palabras de Isabel: "¿Quién soy yo, para ser visitado por mi Señor?" (Le 1, 43). O las del centurión: "Señor, no soy digno de que vengas a mi casa" (Le 7, 6).

Desde esta visión viviremos cada relación humana en su ver­dadera profundidad. Suena el teléfono: ¡es Dios! Llega el com­pañero de trabajo: ¡es Dios! Voy a la calle: ¡es El, es Él, es Él! Me asomo al telediario: ¡es Él! ¡Cuántas visitas nos hace cada día Dios, a través de los hermanos!

En cada acontecimiento nos visita Dios

José, el hijo menor de Jacob, el último de los doce hermanos, aprendió bien la experiencia creyente de su padre y, desde ella, se vio permanentemente visitado por Dios a través de acontecimien­tos bien dolorosos.

Cuando ya en Egipto, lugarteniente del Faraón, descubrió a sus hermanos, éstos "quedaron sin respuesta del espanto". Pero José les dijo: "No os preocupéis por haberme vendido a los egipcios. Para vuestro bien me envió Dios delante de vosotros" (Gn 45, 1-15). Así interpretó José la traición y venta de sus hermanos y toda la historia dolorosa posterior: como una visita del Señor que lo enviaba a Egipto para su bien y el bien de sus hermanos.

No hay acontecimiento en nuestra vida que no lleve dentro una semilla de Dios. Incluso aquéllos que tienen una corteza dura, áspera o de muy mal olor. En todos los momentos de nuestra vida

Las visitas del Señor, su paso entre nosotros 215

ordinaria nos está visitando el Señor: Así se lo decía Susurro al pájaro Pity, su amigo, cuando éste le preguntó:

-¿Ycómo eres libre tú, una hoja, si estás unida al árbol?

-El espacio no importa —contestó ella— y el estar su­jeta, aunque sea a un árbol, no me impide ser libre y amar. Mío es el día, el sol, los atardeceres y las mañanas... Cada ser puede hacer suyo todo esto, y yo lo hago. Cada día es nuevo y distinto si se sabe descubrir. La libertad está al alcance de todos. Cada día podemos hallar nuevas formas, nuevos colores, nuevas luces y sombras... Cada día puede nacer el amor. Siempre hay algo maravilloso en cada acon­tecer. Pero hay que saberlo encontrar y aprender a ver lo positivo, lo alegre, lo amable de la vida. En el cielo negro hay claroscuros que, bien vistos, pueden parecer preciosos.

¿Por qué es posible en nosotros este modo de ver y de vivir? Porque en todo acontecimiento de nuestro vivir cotidiano (ordina­rio o extraordinario) nos visita Dios. Tengo que hacer la comida: ¡está Él! He de levantarme el lunes por la mañana: ¡está Él! Ten­go excesivo trabajo: ¡está Él! Hay que cambiar los pañales al niño o a la anciana, durante la noche: ¡está Él! Hace frío, hace calor: una visita de Él.

Jesús, la gran visita de Dios

Pero, llegado el momento óptimo de la historia humana, Dios se manifestó en Jesús de Nazaret. Jesús es la visita excepcional de Dios.

Jesús vivió como un itinerante que visitaba aldeas, visitaba casas, llamaba a personas concretas, y se fue encontrando con mujeres y hombres sin cesar.

Los evangelios son un gran florilegio de las visitas de Jesús, de los encuentros salvadores del nazareno. La vida cambia con sus encuentros:

Page 108: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

216 Contemplación y presencia

Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los esclavizados obtienen su liberación integral. (Mt 11, 1-6)

Así lo proclamaba Él mismo en casa de Zaqueo:

Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha ve­nido a buscar y salvar lo que estaba perdido. (Le 19, 9-10)

Jesús sigue hoy su peregrinación por la humanidad. Hoy nos sigue visitando en nombre de su Padre y nuestro Padre.

¿Recuerdas aquel día en que se encontró contigo y dio un giro a tu vida? "Mi vida tiene un antes y un después de aquella oca­sión...", es una frase que he escuchado, incluso entre lágrimas, mil veces.

Fue en unos días de retiro o a partir de una crisis muy honda o cuando vivías encenagado del todo o mientras hacías unos días de montaña... cuando recibiste la visita inolvidable de Jesús.

"Se me abrieron los ojos..."; "desperté del sueño en el que vivía..."; "salí de la locura en la que estaba...", así te expresabas con las amistades. Era el fruto de la visita de Jesús.

De cuántas sencillas maneras continúan las visitas de Jesús. Visitas constantes. Visitas de amigo, visitas que dejan siempre una gran armonía, aunque a veces las acojamos con incomodo. Jesús nos visita en el consejo de un buen amigo, en la lectura de un libro, en esos ratos vacíos en que estamos desarmados y con todas las puertas y ventanas abiertas; o al contemplar alguna de las muchas imágenes que nos llegan cada día, o en el mensaje de una necesidad humana grave que escuchas como dada para ti.

¡Cada día, y de muchas maneras, somos visitados por Jesús!

La pascua de Jesús es el paso culminante de Dios

La muerte de Jesús en el Calvario y su posterior resurrección fue el gran paso del Padre por su vida, y por la vida de toda la

Las visitas del Señor, su paso entre nosotros 217

humanidad. ¡Hasta la muerte perdió su aguijón! Hacer de este efecto esencial de la desarmonía humana, que es la cruz en todos sus matices, el gran medio de transformación de la humanidad, es la mayor obra de arte que nos podía regalar el Dios amante, por medio de Jesús.

Las visitas más importantes de Dios nos las hace cuando es­tamos sumergidos en alguna de las muchas experiencias de dolor que tenemos los humanos. La enfermedad, la incomprensión, la separación necesaria, la traición, la etapas depresivas, la muerte... son los grandes momentos en que se nos acerca Dios.

Le duelen tanto a Dios los sufrimientos de sus amigos, que es siempre el primero en llegar junto a nosotros y hacer todo lo que está en su mano —siempre con respeto a las diversas libertades de los demás— para hacer que ese pedazo de muerte, que es cada cruz, se nos convierta en explosión de vida. Esto es experiencia de cada día.

Se podrían aportar miles de testimonios en las que las situacio­nes más crucificantes han sido la causa de una vida nueva y llena de plenitud:

- ¡Bendito infarto, que me hizo distinta!

- ¡Benditos años de cárcel que me han traído esta vida de hoy que ni podía sospechar!

- ¡Bendita enfermedad que me puso al borde de la muerte en la que se dio en mí la experiencia de unidad y de totalidad que jamás había experimentado!

Son frases que nacen de personas concretas con nombres y apellidos.

Qué verdadero es lo de Pablo: "Para los que son tan amados, todo coopera al bien" (Rom 8, 28). Cuánto saben de esto los po­bres de este mundo, las gentes sencillas, aquéllas a quienes el Pa­dre ha querido revelarles su sabiduría. Cuánta comunión con Dios viven los humanos por medio del sacramento de la cruz diaria, vi­vida con sencilla profundidad, y de las cruces más especiales que a todos nos llegan en momentos determinados.

Page 109: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

218 Contemplación y presencia

¡Dichosos vosotros que veis!

Uno de los sufrimientos de Jesús con quienes se relacionaba era que teniendo ojos no veían y escuchándolo, no oían ni en­tendían. ¡Eran visitados y no caían en cuenta!

Sabéis interpretar el color del firmamento, ¿y la señal de este momento no sois capaces? (Mt 16, 3)

Por eso dedicó muchas horas a que sus discípulos aprendieran a mirar, a contemplar, a escuchar, a entender, en una palabra, a caer en cuenta de que a través de Él les estaba visitando y hablando Aquél que no puede ser percibido por los sentidos.

Sólo una mirada creyente que atraviesa lo periférico y llega a lo esencial le puede ver. Sólo capta su paso el que va silenciando y armonizando todo su ser. Se encuentra con Él quien vive atenta­mente lo cotidiano, quien sigue teniendo capacidad de asombro, mirada de niño, gusto por existir. Una pequeña leyenda:

La mujer de Abdul era la más bella de la ciudad. En cierta ocasión en que Abdul regresaba de un largo viaje, ésta le preguntó:

—¿Qué me has traído?

Y su esposo le contestó: —Nada hay más bello que tu semblante. ¿Qué mejor

regalo podía traerte que este espejo en el que te puedas contemplar en todo momento?

Para ver a Dios, para percibir sus visitas, lo que más importa es la limpieza del corazón. Este corazón limpio es el espejo donde se refleja, en todo momento, la belleza que viene a nosotros.

Necesidad de discernimiento

Hay toda una pedagogía de Dios en la que siempre quedan claras dos cosas: su amor hacia nosotros y su entera libertad.

A veces sus visitas son unas sorpresas que nos estimulan. Otras veces, un acompañamiento discreto. Unas veces un revulsivo que

Las visitas del Señor, su paso entre nosotros 219

nos impulsa al cambio, a la conversión. Otras, una brisa suave que impulsa la vela de nuestra navecilla.

En ocasiones esperamos su visita en la oración y, sin embargo, donde le percibimos es mientras barremos la cocina o conducimos nuestro automóvil.

A veces percibimos su venida en días bien borrascosos, y otras en los días apacibles. Pero siempre, siempre, sus visitas son vi­sitas de amigo, visitas en las que procura ayudamos, sin dejarse manipular por nosotros.

Por eso necesitamos estar muy alerta y saber discernir. Dis­cernir para poder captar los matices de cada una de sus venidas y abrirnos ellas. Discernir para no creer paso de Dios lo que es en sí un paso de tinieblas. Porque el enemigo (que también nos visita) se viste a veces de luz para desorientamos y hacerse con nosotros. "Tened cuidado —nos dice San Juan—, que se han presentado ya muchos anücristos" (1 Jn 2, 18-28). Por eso, en sus cartas nos ofrece diversos criterios de discernimiento para verificar que es el verdadero Cristo quien nos visita y nos mueve.

El que ama está en la Vida

Cuando es Dios quien nos ha visitado, siempre queda en noso­tros un crecimiento en el amor. Mayor amor a Él y mayor amor a los hermanos. ¡Qué claro lo tenía San Juan!

Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida por­que amamos a los hermanos. No amar es quedarse en la muerte... (1 Jn 3, 13-14)

Quien diga "yo amo a Dios" mientras odia a su her­mano, es un embustero, porque quien no ama a su herma­no, a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo. Y éste es precisamente el mandamiento que reci­bimos de El: quien ama a Dios, ame también al hermano. (1 Jn 4, 20-21)

Page 110: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

220 Contemplación y presencia

Este es el criterio fundamental para discernir si las visitas que recibimos son de Dios: el crecimiento en el amor.

"Donde hay caridad y amor verdadero, allí está Dios". Amor que queda bien matizado por Pablo, tanto en la carta a los Gálatas como en la primera a los Corintios:

Los frutos de la presencia del Espíritu son: amor, paz, alegría, tolerancia, agrado, generosidad, lealtad, sencillez, dominio de sí... Contra estos frutos no hay duda que valga. (Ga 5, 22-23)

El amor es paciente, es afable; el amor no tiene envi­dia, no se jacta, no se engríe, no es maleducado ni busca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal, no sim­patiza con la injusticia, simpatiza con la verdad. Disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre. El amor no falla nunca. (1 Cor 13, 1-13)

Si son estos los frutos que vamos percibiendo poco a poco en nuestra vida, es que las visitas que recibimos y vamos acogiendo son del Señor.

Gustad qué bueno es el Señor

Uno de los frutos del acercamiento a la Biblia es el haber re­descubierto que la vivencia de Dios, aquí en esta tierra, se realiza con todo el ser. No es sólo el alma quien le busca y le percibe, sino todo el compuesto humano. También este cuerpo en el que hoy somos, busca, percibe y transparenta a Dios.

El gusto, puerta de la sabiduría

Vamos a detenemos en el sentido del gusto. Gustar en latín es sapere, y sapere viene de sapientia, que sig­

nifica sabiduría, por lo que gustar tiene que ver con sabor y con saber.

El sentido del gusto, por lo tanto, partiendo de un sabor nos conduce siempre a un saber. Un saber desde el sabor, desde el saboreo. Un saber experiencial.

El gusto es una puerta del saber, una puerta corporal de la sa­biduría. Desde la sabiduría popular de las cosas materiales (re­cordemos a los catadores de vino), hasta la sabiduría mística de gustar a Dios, pasando por el "te comería", que tantas veces les hemos oído a los que se aman.

Es en esta visión global del gusto donde nos vamos a mover.

Page 111: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

222 Contemplación y presencia

Gustar a Dios

Como dice Ignacio de Loyola, todas las cosas creadas le han sido regaladas al ser humano para que le ayuden a "alabar, hacer reverencia y servir a Dios", logrando, mediante este ejercicio de vida, su plena maduración. Por eso, la vocación suprema de nues­tro gusto es ayudarnos a gustar a Dios. Y a gustarlo a través de cada una de las mil experiencias gustativas que podemos vivir.

En nuestras Escrituras Sagradas aparecen muchas invitaciones de Dios a gustarlo, a saborearlo, a paladearlo. Dios quiere llevar a plenitud el gusto humano.

Y el hombre o la mujer que lo busca y lo desea, no sólo conecta con El a través de las múltiples realizaciones del gusto, sino que utiliza sin cesar toda la simbología de este sentido para expresar su relación con Él: eres "dulce como la miel", un "festín de vinos de solera...".

El mismo Jesús, en su máximo gesto de amor, se nos ha dado como comida y como bebida:

Quien come mi carne y bebe mi sangre, tendrá la vida definitiva. (Jn 6, 54)

"¡Comedme, bebedme, asimiladme, hacedme carne y sangre vuestra!", nos grita Jesús desde su presencia en la Eucaristía. ¿Puede darse mayor expresión de entrega? ¿Se puede gustar algo mejor?

Ora comáis, ora bebáis...

Escribía el Maestro Eckhart:

Quien tiene a Dios en la lengua, encuentra en todas las cosas el gusto de Dios.

La primera realidad desde la que podemos experimentar a Dios a través del gusto, es en algo tan básico y universal como el comer o el beber.

Gustad qué bueno es el Señor 223

Educar el gusto en este ejercicio diario, es abrir progresiva­mente al ser humano a gustar el Ser, ya que afina en él la recepti­vidad y le abre a la profundidad.

Comer saboreando, masticar con reposo, tomar en la medida adecuada aquellos alimentos que vemos nos sostienen y armoni­zan... es disponemos desde el nivel natural al nivel suprasensible.

Beber un vaso de agua, degustar un buen vino, compartir la co­mida doméstica, morder una fruta recién cogida del árbol... son acciones casi cultuales. Por algo, nuestros mayores envolvían to­das estas acciones del comer y del beber con gestos y oraciones, y nuestros maestros espirituales conjugaban comida y ayuno y en­contraban "reglas para el comer", para hacer del acto de comer y de beber un ejercicio abierto a la transcendencia.

Para cuántas personas son los sentidos el primer paso de aper­tura a lo esencial. "Estaba en la huerta comiendo una naranja y me ocurrió algo que no sé expresar. Aquel sabor era todo el uni­verso". Así era la cexpresión de alguien que vivió esa acción con toda profundidad.

Gustar la vida

También el Maestro Eckhart decía: "Me gusta vivir". Y es que el gusto por la vida nos abre por dentro para gustar al Dios de la vida y a quien ha venido "a traer la vida, y la vida en abundancia" (Jn 10, 10).

Escribe Dürckheim:

El ser humano se hace consciente del Ser en plenitud por el gusto de la vida, sobre todo cuando ha experimenta­do espontáneamente como el sabor de una fuerza original y de una energía liberadora. El élan vital tiene en el ser hu­mano el carácter de un sí inconsciente a la vida. Cuando un destino adverso lo transforma en un "no" o en un "sí pero", se apaga el resplandor sobrenatural de la alegría

Page 112: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

224 Contemplación y presencia

espontánea de vivir. Y también se cierra el camino de la profundidad.

Gustar la vida es apreciar el aire, el mar, las montañas, los árboles, los pájaros... Es recobrar las brisas del primer paraíso. Es encontrarse con el gran sacramento de la naturaleza, para gustar, desde él, al buen Dios.

Gustar la vida es saborear el arte, la música, la poesía... Gustar la vida es gustar el amor, la amistad, el mundo de las relaciones. Gustar la vida es abrimos a todo aquello que nos armoniza, que nos hace felices de verdad. Escribía Carlos de Foucauld:

Nuestro Muy-Amado es feliz; abismémonos en su ale­gría y en su felicidad infinitas.

Gustar la vida es aprender a ser, por encima del hacer; es des­cubrir el existir como algo que tiene valor en sí mismo.

Vivir así, es estar permanentemente abiertos a nuestra Fuente Original y, desde ella, poder estar gustando permanentemente la bondad, la ternura, la belleza y toda la infinita maravilla que es Dios.

"Tú eres un festín para mí"

Pero la vocación suprema para la que el gusto fue creado es la experiencia directa de Dios. Estamos llamados a "sentirle y gustarle internamente"; a vivir en un gozo sereno e íntimo, tantas veces inexplicable; a ir quedando empapados de "un no sé qué que quedan balbuciendo", como dice nuestro poeta místico.

En las personas que van aprovechando —escribe Juan de la Cruz—, Dios:

Les hace la merced de dar en lo que oyen o ven o entien­den, y a veces sin eso y sin esotro, una subida noticia en que se les da a entender o sentir alteza de Dios y grandeza. Y en aquel sentir tan alto de Dios, entienden claro lo mucho que aún les queda por entender y sentir de El. (C 7, 9)

Gustad qué bueno es el Señor 225

Saborear las Escrituras, rumiar los hechos de salvación, repetir con la boca y el corazón el nombre de Jesús o el del Abba, mante­ner en el paladar a lo largo del día la frase evangélica subrayada al amanecer... va madurando en nosotros el gusto esencial de Dios.

Vivir el sacramento de la reconciliación, ¿no es, también, fuen­te importante donde saborear lo bueno que es el Señor? Cada experiencia sacramental transforma el sabor amargo de nuestra debilidad en el dulce sabor de un nuevo encuentro con la ternura y la misericordia de Dios. Es, de nuevo, la transformación mila­grosa del vino corriente en un vino mejor.

¿Y qué decir de la experiencia gustativa de comer el Pan Vivo, venido de parte del Padre para transformar, comida tras comida, nuestra sustancia terrenal en sustancia divina, hasta hacernos uno con El?

Gustar también a Dios en esos tiempos de estar a solas con El solo. Calladamente, con la mirada recogida y el paladar jugoso, cogidos por el que amamos. Aprendiendo a estar "en atención y advertencia amorosa", en fe y abandonados a sus manos. Vivien­do, a veces, esas horas como si cada hora fuera un solo minuto, y viviéndolas, otras, sosteniendo con firmeza en las manos esa "lámpara que en el corazón ardía", en memoria amorosa, a lo lar­go de noches más o menos intensas, según las situaciones.

El don de la sabiduría

Este trato sabroso diario va haciendo crecer en nosotros el don de la sabiduría, regalo del Espíritu, que es un saber que empapa al hombre entero y le hace ver inequívocamente cuál es el camino verdadero y la respuesta justa a situaciones determinadas.

Escribe Carlos G. Valles:

El don de la sabiduría es el don del buen gusto en las cosas del espíritu. Es el saber discernir, disfrutar y agra­dar. Es la espontaneidad con Dios, la familiaridad con los hombres. Es la alegre confianza. Es la facilidad de moverse

Page 113: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

226 Contemplación y presencia

con soltura en cualquier ambiente por el sentido constan­te de lo que pide cada situación. Es el buen gusto como principio del bien actuar.

El don de la sabiduría nos capacita para situamos en medio de los gustos amargos, de las situaciones dolorosas y crucifican­tes, desde una hondura y una visión tal, que nos haga actuar en ellas como nos corresponde, permitiéndole a Dios sacar bienes de tantos sabores amargos como componen la trama humana, cola­borando con Él a que desaparezcan tantas cruces fabricadas en las carpinterías egoístas de la humanidad. Es vivir la amargura de la cruz, en la perspectiva de la resurrección.

Esta sabiduría de Dios, nos ayuda a seguir gustando que Dios es bueno en medio de este misterio del mal que esclaviza a los seres humanos y que, porque es bueno, continúa siendo la lla­mada permanente a cruzar el Mar Rojo y el largo desierto, para llegar a la tierra prometida, mientras comemos, de pie, "el pan sin fermentar y las hierbas amargas" (Ex 12, 1-14), como el pueblo escogido. Quizá la plenitud del gusto del espíritu sea la sabiduría de la cruz.

Libres para poderlo gustar

Recordemos, antes de terminar, las palabras de alerta que los maestros espirituales nos hacen sobre todas las formas de gusto que podemos experimentar.

No olvidemos que el gusto es el órgano de unas necesidades muy básicas, llenas de sutilezas conscientes e inconscientes por las que, como estudia Freud, podemos quedar alienados o muy condicionados.

Por otra parte, como ha escrito Carlos G. Valles, en nuestros días, el gusto es el "sentido más estragado y el más atrofiado; con tantos sabores artificiales y tanta saciedad sensual". Tanto, que puede quedar achatado e incapacitado para sentir los gustos esenciales.

Gustad qué bueno es el Señor 227

Pero, incluso, sobre los gustos más espirituales, nos invitan los experimentados a tener vigilancia, para que sean siempre camino que se recorre pero que nos deja en el Término.

Así nos habla el gran maestro Juan de la Cruz:

Ni cogeré las flores... por las cuales entiende todos los gustos y contentamientos y deleites que se le pueden ofre­cer en esta vida y que podrían impedirle realizar el camino si quisiese cogerlos y quedarse en ellos. Y esto, tanto de los gustos temporales como de los sensuales y aun de los espirituales. (C 3, 5)

"Para ser libres nos llamó el Señor" (Ga 5, 1), dice San Pablo. Y con cuanta mayor libertad nos movemos, más se gusta y se siente al Muy-Amado.

Sois la sal de la tierra

Quien vive en el saboreo de Dios, se va haciendo sabroso para los demás. Jesús nos invita en su Evangelio a ser personas de buen gusto. Quiere que seamos el condimento de la vida humana, aquéllos que aporten a los acontecimientos y situaciones humanas el justo sabor.

El amor sin ficciones; aborreced lo malo, apegaos a lo bueno. Sed cariñosos unos con otros... En la actividad no os echéis atrás. Que la esperanza os mantenga alegres, sed enteros en las dificultades y asiduos en la oración. Haceos solidarios... Esmeraos en la hospitalidad. Venced el mal a fuerza de bien. (Rom 12, 9-21)

¿Verdad que da gusto convivir y trabajar con quienes tienen este sabor del espíritu? Sin duda que, al verlos, muchos dirán: "¡Qué bueno es el Señor de esas personas!".

Y hasta el mismo Señor gustará de esa manjar precioso, bajan­do a su jardín:

Ya vengo a mi jardín, Amada mía,

Page 114: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

228 Contemplación y presencia

a recoger el bálsamo y la mirra, a comer de mi miel y mi panal, a beber de mi vino. Compañeros, comed y bebed; embriagaos amigos míos. (Ct 5,1)

Así lo celebra el Cantar de los Cantares.

Los llamó para hacer camino con El

Caminar es crecer

Ya desde la Edad Media se definió la experiencia cristiana co­mo status viae, es decir, como un caminar permanente hacia la plena unión con Dios.

Nuestra primera vocación cristiana es a caminar, a crecer, a evolucionar, a decirle sí a Dios, diciendo sí a esa llamada que, desde dentro, nos impulsa a la madurez. Es todo un camino el que hemos de recorrer.

La primera llamada de Dios al hombre es una llamada al cre­cimiento:

Sed fecundos, multiplicaos, llenad la tierra. (Gn 1, 28)

Llamada que se inscribe en el gesto de Dios de bendecir. Dios bendice todas las cosas para que crezcan, para que evolucionen.

Se podría decir, parafraseando a Moltmann, que Dios, que lo es todo, renunció por sí mismo a ser todo para que otro exista, para que frente a El exista el ser humano, esa alteridad que El quiso libre y llamada a unirse a El en la libertad del amor. En su acto creador, Dios no tiene más que un proyecto, un deseo: el crecimiento de cada uno de los humanos en la libertad y en la Alianza, hasta llegar a la plenitud de la unión con Él.

Page 115: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

230 Contemplación y presencia

También, el Reino de Dios es presentado por Jesús: - Como levadura que fermenta la masa (Mt 13, 33). - Como semilla que madura la cosecha (Me 4, 26-29). - Como red que se llena hasta rebosar (Mt 13, 47-50). - Como sala de bodas donde corre la vida (Mt 22, 1-10). - Como ciudad que se va edificando (Le 6, 47^49).

Donde hay vida que crece y se desarrolla superando la muerte, allí está Dios. Donde hay aquello que aliena, destruye y mata, hay ausencia de Él. Todo el camino es una sucesión de muertes y resurrecciones hasta que la vida triunfe definitivamente.

Miedo a crecer

Es más frecuente de lo que se cree encontrar vidas que se nie­gan a caminar, a crecer:

- Que se estancan en una etapa de la vida sin superarla - Que se quedan bloqueadas por miedo a dar el nuevo paso

que intuyen.

- Que procuran engañarse en sus relaciones con Dios, con excusas sutiles para no aceptar la llamada a un paso nuevo de vida.

- Que incluso pueden ocultarse en actitudes espirituales, co­mo la infancia espiritual o la humildad, para ocultar el re­chazo al crecimiento.

Hay hombres y mujeres a nuestro alrededor que multiplican sus esfuerzos para no tener que crecer:

- Por miedo a crecer, se refugian en la neurosis o en la enfer­medad, permaneciendo hechos niños que buscan el refugio maternal.

- Por miedo a crecer, se refugian en la ley. Los integrismos, los sectarismos y los legalismos son un miedo a crecer.

- La violencia es un miedo a crecer. Destruir lo real a través de la violencia es una manera de rechazar el enfrentamiento con lo real, negándose a crecer.

Los llamó para hacer camino con El 231

Dinámica del crecimiento

El camino que estamos llamados a realizar lleva en sí una dinámica particular que es bueno conocer.

En primer lugar, hemos de saber siempre que, más que caminar nosotros, es Dios, su Espíritu, quien camina en nosotros. Él y nosotros hacemos el camino. Por eso en Jesús se ha hecho nuestro camino.

Y lo hacemos más por lo que vivimos y experimentamos que por saber cosas sobre Él. Aunque es necesario —y más en la noche— mirar las estrellas para ver si caminamos bien. Son im­prescindibles, para aprender a caminar bien, las Escrituras y los escritos de los grandes espirituales.

Crecemos siempre en una relación. Superamos el contexto fu-sional y narcisista en el que nacemos, para vivir en el amor al otro, amado por sí mismo, en el respeto y la aceptación de su diferencia. Y esto tanto en las relaciones con Dios como en las relaciones con los demás.

Crecemos desde nuestra historia concreta y desde la historia universal en la que estamos inscritos. Es en la vida cotidiana don­de hemos de madurar, con todos sus acontecimientos. Asumiendo nuestro pasado, mirando hacia el futuro, pero con los pies muy en el presente.

El crecimiento es integral. Cada toque del Espíritu hace crecer a la persona en todas sus dimensiones. Nada impulsa tanto el crecimiento de todo el ser como el camino espiritual.

Para hacer bien este itinerario necesitamos acompañamiento. Sobre todo en la medida que el camino se estrecha y entramos en la dificultosa subida al Monte Carmelo.

Etapas del crecimiento

La tradición cristiana nos ha descrito los grandes pasos del camino espiritual. También hoy la psicología nos da elementos valiosos para situarnos bien en esta andadura.

Page 116: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

232 Contemplación y presencia

Son etapas integradas más que sucesivas. Pero en cada tramo del camino hay acentos peculiares.

Desde la conciencia superficial

La mayoría de los seres humanos viven desde el ego o yo su­perficial. Éste es la conjunción de nuestros sentimientos, pen­samientos, sensaciones, recuerdos, deseos, actos de la voluntad, etc.. Son fuerzas de nuestro ser que, vividas sin norte, nos escla­vizan.

Cuántos viven atrapados por las personas de su entorno: mie­dos a los otros, deseos de ser más que ellos, movimientos de ex­plotación... O atados a las cosas: dinero, comodidades... O za­randeados por los acontecimientos. Los sentimientos y los deseos son, en ellos, los caballos alocados que conducen el carro de sus vidas.

Es la vida en Egipto, que nos dice el Éxodo, con sus esclavi­tudes y sus idolatrías. Es el "afuera del castillo", que dice Santa Teresa.

Es la situación del hombre exteriorizado y derramado, descen­trado y lejano de sus raíces. Un hombre que no vive, sino que es vivido.

Es la situación desde la que comienza el camino.

A la conciencia profunda

Pero un día Dios irrumpe en nuestra vida. Es un acontecimien­to, es la percepción del desencanto de una vida sin sentido, es un amigo que nos interroga, es una experiencia de soledad, es la vida de un hombre o de una mujer auténticos...

Y comenzamos a despertar, a sentir la necesidad de cambio, a ver lo que nos rodea con nuevos ojos.

"¡Sigúeme!", es la invitación que escuchamos. Y decidimos ponernos en camino. El encuentro con Él nos anima, nos entu­siasma y nos pone en marcha para encontrar el tesoro escondido. Aún sólo vislumbramos su Rostro pero nos atrae fuertemente.

Los llamó para hacer camino con Él 233

Es la salida de Egipto, invitados por el Señor, afrontando todas las dificultades que quieren impedir el ponernos en marcha, hasta cruzar el Mar Rojo.

Crecer es hacerse libre para poder amar. Es dejar nacer el hombre nuevo que llevamos dentro en semilla. Es dar un paso de resurrección.

Comenzando el camino, sentimos necesidad de ordenar el yo superficial y situarnos en el yo profundo. Necesidad de volver a casa. Es el tiempo de ordenar y purificar nuestro mundo cons­ciente. Tiempo para encontrarnos con nosotros mismos.

Aparece la necesidad de orar, de tener tiempos de silencio y so­ledad para gustar la compañía del que amamos. Hay que aprender a estar dentro. Es el tiempo de la meditación, en el lenguaje de Juan de la Cruz.

"¡Te amo!", es el grito frecuente. Se disfruta con la conciencia de que se ama a Dios. En esta etapa percibimos determinados frutos que estimulan nuestros primeros pasos:

- Más serenidad y equilibrio en la persona, más libertad.

- Más atención a los demás. Comienza el compromiso con ellos.

- Se está mejor en cada cosa que se hace. El trabajo cambia de aspecto.

- Se despierta la sensibilidad ante la naturaleza, ante lo bello. Es un tiempo de alegría, de felicidad sensible, aunque todavía

se siente el tirón de los deseos que esclavizan.

Hacia la conciencia mística

Cruzando el Mar Rojo comienza el largo camino del desierto. Es una etapa importantísima que va a ayudar a emerger el verda­dero yo, capaz de relacionarse con el Dios verdadero.

Psicológicamente,' la persona se afianza en el nivel de concien­cia profunda. Se vive más a nivel de intuición que desde los mo­dos racionales. Se vive el afuera desde el adentro.

Page 117: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

234 Contemplación y presencia

Hay un cambio importante en la experiencia de amistad con Dios: el caminante experimenta que es amado. Gratuita y fiel­mente amado. Es la certeza que va a fundamentar la marcha y que va a dar un nuevo talante a su concepción espiritual.

Todo crecimiento espiritual supone la familiaridad con Cristo, encontrado en el testimonio del Evangelio. El espíritu en el que queremos crecer es el Espíritu de Jesús. En esta etapa habrá que haber contemplado a Jesús, haberse impregnado de su Espíritu, hasta que pueda vivirse casi naturalmente, discerniendo en todas las cosas lo que Jesús habría dicho y hecho. No hay crecimiento espiritual sin la mirada prolongada del Evangelio.

Más tarde, la oración se irá convirtiendo en una mirada in­terior. El entendimiento va quedando a oscuras y la voluntad simplificada. Comienza la contemplación. Brota la oración de recogimiento o de quietud.

En este tiempo se produce una gran limpieza del inconscien­te. Va saliendo lo desgajado, aquello que hemos querido olvidar o hemos arrinconado. Se abre "el baúl de los recuerdos". La purificación del mundo inconsciente supone:

- Resolver las tensiones originadas.

- Conseguir sus transmutaciones.

- Integrar las energías que encierran. Juan de la Cruz da una regla de oro, para este proceso: "Ni

cogeré las flores ni temeré las fieras". Hay que dejarlo salir para que se desvanezca o se integre, pero sin encantarse con las flores ni asustarse con las fieras.

Es un tiempo duro en el que ha de ir saliendo la savia que aún queda en el tronco, para que éste pueda quedar totalmente incandescente.

Es un tiempo de miedos, de temor a ir equivocados. Pero la persona va viviendo grandes cambios:

- Cada día es más ella misma. Vive más en la verdad.

- Se relaciona con las cosas de otra manera.

Los llamó para hacer camino con Él 235

- Va creciendo en una paz profunda.

- Adquiere libertad, estabilidad, sencillez.

- Van apareciendo las primeras manifestaciones infusas.

- Cada vez es más llevada. Crece en la "activa pasividad".

La unión mística

Es la entrada en la tierra prometida. Si en la etapa anterior se ha realizado la hominización, aquí se realiza la plena divini­zación. El Padre, en Cristo Jesús y con la fuerza del Espíritu, se hace único en el hombre.

Es el segundo nacimiento interior, cuando ya guía la Sabiduría del Amor y la persona vive desde Dios por la acción oscura, pero plenificante, del Espíritu Santo. Ya se actúa desde Dios habitual-mente.

Hay un nuevo paso en el camino de la oración: la oración de unión transformativa. En ella, como dice hermosamente Juan de la Cruz, "el alma no hace sino llamar". Y así se expresa Santa Teresa:

En lo más interior, en una cosa muy honda que no sabe decir cómo es, siente en sí la divina compañía.

El término del camino es la unión por el amor, término deseado y no alcanzado en las etapas anteriores, aunque a todas ellas ha ido dando su último sentido.

Es una unión esponsal. En el fondo de la comunión mística más profunda, Dios sigue siendo Dios y el hombre, hombre. Co­mo en la comunión de las Personas divinas, el Padre permanece Padre y el Hijo, Hijo.

Los frutos de esta unión mística son inmensos: - "Uno sólo de estos actos de amor es mas importante para

la Iglesia que todas las obras juntas", dice Juan de la Cruz.

- Llega la perfecta alegría, la bienaventuranza en el dolor.

- La caridad se vive hasta el heroísmo.

Page 118: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

236 Contemplación y presencia

El precio, según Juan de la Cruz, es la noche pasiva del espíri­tu, es la gran purificación.

Quienes se han dejado conducir hasta aquí, fecundan la Iglesia y la humanidad. Son el corazón oculto, las piedras claves, las aguas subterráneas.

Caminar desde nuestra pobreza

Si se quisiera resumir en una frase toda esta trayectoria desde el Evangelio, habría que decir que el camino va siempre desde la santidad deseada a la pobreza ofrecida1.

Todo comienza con el deseo de santidad. Es el dinamismo que nos pone en ruta y nos estimula con su fuerza. Pero la vida se encarga de revelarnos la parte de sueños y de ilusiones que puede conllevar tal deseo.

Es un momento de gran riesgo; al no ser aquello que habíamos deseado ser, estamos tentados a replegarnos sobre nosotros mis­mos, resignándonos a no ser otra cosa que lo que somos. Es una tentación que aflora en muchos momentos del camino al experi­mentar nuestra realidad.

Pero razonar de esta forma es confundir la pérdida de nuestras ilusiones con la muerte de la llamada. Es olvidar que esa puri­ficación dolorosa es necesaria para poder vivir lo que el Padre Voillaume llama la "segunda llamada", la llamada a la santidad no ya deseada en la búsqueda de nuestra perfección, sino vivida en la ofrenda de nuestra pobreza.

Sí, no somos aquéllos que hubiésemos querido ser. El Espíritu nos ha conducido por caminos no previstos. El pecado nos ha llevado a escondidas fuentes en las que nos entretuvimos. Pero el Dios que nos ama nos sigue siendo fiel y sólo necesita nues­tra disponibilidad para acogerle. No seremos el discípulo mode­lo que nos hubiera gustado ser, pero podemos ser la debilidad,

'Cfr. M. RONDET: La Fraternidad: relación-tipo del Reino. Boletín fesus Caritas 2 (1987) 30-35.

Los llamó para hacer camino con El 237

la fragilidad en quien resplandece el amor de Dios, la pobreza transfigurada por el poder de la gracia.

Es necesario, y basta para ello, que nosotros no tengamos otra cosa para ofrecer a Dios sino nuestra misma pobreza. Y ésta es, los místicos son testigos, la madurez de todo crecimiento espiri­tual:

En tus manos pongo mi espíritu. (Le 23, 46)

Page 119: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

£1 camino místico

El reino de Dios está dentro de vosotros (Le 17,21)

Es grande la atención prestada en los últimos tiempos, y espe­cialmente en el nuestro, al fenómeno místico en su extraordinaria variedad de formas extrarreligiosas y religiosas.

Dentro de su evidente ambigüedad, nos encontramos hoy con personas que llevan dentro una búsqueda de interioridad, de sabi­duría experiencial, de encuentro con el Misterio. Éstas coinciden con otras muchas que, dentro de la tradición cristiana, buscan al­go más hondo que las devociones populares, las rutinarias misas dominicales o el adoctrinamiento. Son personas que buscan una experiencia personal y profunda de Dios, a través de Jesús, en la comunidad cristiana.

Entre ellas, las hay de vida consagrada que desean llevar a plenitud su consagración, y otras muchas que quieren vivir el ca­mino místico en su vida laical, entre su familia, en sus quehaceres diarios, en el marco de sus pequeñas fraternidades cristianas y en medio de esta historia concreta de la humanidad.

Hemos de dar la bienvenida a este nuevo despertar místico. Y hemos de incorporarnos a él para animarlo y acompañarlo. Es­te despertar es el fruto de esa "rebelión del alma" que se está produciendo en esta sociedad materialista y agnóstica en la que

vivimos.

Page 120: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

240 Contemplación y presencia

El despertar del corazón

Nacemos con todos los ojos cerrados. Nuestros ojos corpo­rales se abren pronto, aunque tímidamente. Va abriéndose, más tarde, el ojo de nuestra razón. Y debe abrirse, luego, el ojo del corazón, nuestro tercer ojo, que es la tercera dimensión existente en el ser humano y en todas las cosas. El camino místico es el que abre el ojo del corazón, el que le hace despertar.

Todos llevamos en el corazón un místico dormido. Es la be­lla durmiente del cuento. Y es necesario hacer todo un camino, atravesando "bosques y espesuras" , superando obstáculos, para llegar a esa princesa dormida que es el místico que vive en nuestro corazón.

El camino místico nos indica el itinerario y nos ofrece la dis­ciplina por la que, día a día, nos disponemos a la Iluminación.

"¡Dichosos vosotros que veis!" (Mt 13, 16), decía Jesús. ¡Di­chosos vosotros que habéis despertado y podéis ver la vida desde el ojo despierto del corazón!

El camino hacia la sabiduría

¡Cuántas veces deseamos y buscamos la sabiduría! Pero, a lo más, nos quedamos sólo en la ciencia, en los conocimientos. La sabiduría brota del corazón despierto, del corazón iluminado. Y consiste en un saber íntimo, amoroso, profundo y experiencial, que nace del encuentro unitivo con el Ser Esencial que vive en nosotros.

La sabiduría es un "conocimiento sabroso" que supera toda certeza racional y todo conocimiento simplemente humano. Es el fruto de la contemplación, de la oración. Es lo que pedía Sa­lomón: "Señor, da a tu siervo un corazón sabio". Y Dios le con­testó: "Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha habido antes de ti, ni lo habrá" (1 Re 3, 12).

Escuchemos el libro de la Sabiduría:

El camino místico 241

Supliqué y me fue dado el espíritu de Sabiduría. La he preferido a los cetros y a los tronos, y a su lado, en nada he tenido la riqueza. Ni siquiera la he comparado a la piedra más preciosa, pues todo el oro ante ella es un poco de arena, y a su lado la plata no pasa de ser lodo. La he amado más que a la salud y ala belleza, y la he preferido a la misma luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Todos los bienes me han venido con ella. (Sab 7, 7-14)

Un camino hacia el centro

El camino místico es un camino hacia el centro del alma, que está habitado. Es la morada principal del gran castillo que somos cada uno de nosotros. Es "la pieza donde está el Rey", el lugar humano "a donde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma", según Santa Teresa. Para Juan de la Cruz, el camino místico lleva hacia el "hondón" del alma, donde arde la "llama de Amor viva".

El camino místico conduce al encuentro con el que habita este "hondón" de nuestro ser. Un encuentro indecible pero transfor­mante, que nos llena de paz y nos introduce en un estado existen-cial único; un encuentro que cambia nuestra visión del universo; un encuentro pleno, fruto de pequeños encuentros.

Un encuentro interior unitivo

El teólogo Karl Rahner nos ofrece esta definición amplia, pero perfectamente válida, del camino místico:

Es el encuentro interior unitivo de un ser humano con la infinitud divina, que le fundamenta tanto a él como a todo ser.

Page 121: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

242 Contemplación y presencia

Se trata de hacer un camino hacia el interior de la persona, para vivir en él una experiencia de unión con el que es el Fundamento de toda existencia. Es un camino que parte de los niveles superfi­ciales de la persona y va adentrándose, a través de silencios cada vez más hondos, en niveles profundos de conciencia, hacia el en­cuentro unitivo con el Deseado, conducido solamente con la luz y guía "que en el corazón ardía".

Conducidos por el Espíritu de Jesús

El Espíritu Santo ofrece, a quien desea despertar, el gran cami­no místico que es el propio Jesús. Desde nuestra óptica cristiana, el centro del alma, hacia donde apunta el camino místico, es —en palabras de Juan de la Cruz— el lugar íntimo donde:

El Verbo Hijo de Dios, juntamente con el Padre y el Espíritu Santo, está escondido, esencial y presencialmente. (C 1, 6)

Encontrarse con Jesús —el Verbo Hijo de Dios—, es el gran comienzo de este camino. Un encuentro de amistad —"vosotros sois mis amigos" (Jn 15, 14)— a partir del cual el Espíritu va a ir configurándonos con Él. Y si el místico se deja modelar por este Artista llegará a la plenitud de Pablo:

Yo ya no soy yo, sino que es Cristo quien vive en mí. (Ga2, 19)

Jesús irá adentrando al místico en el misterio del Padre. Jesús es la Puerta del gran palacio en el que vive el Padre.

Quien me ve a mí, ve al Padre. (Jn 14, 9)

Yo estoy con el Padre, vosotros conmigo y yo con voso­tros. A quien me ama, mi Padre le amará, y yo también lo amaré y me revelaré a él. (Jn 14, 20-21)

El Espíritu de Jesús irá revelando al místico los grandes secre­tos del misterio trinitario y sumergiéndolo en él:

El camino místico 243

Lo cual es ilustrándole el entendimiento divinamente en la sabiduría del Hijo, y deleitándole la voluntad en el Espí­ritu Santo, y absorbiéndola el Padre poderosa y fuertemen­te en el abrazo abisal de su dulzura. (Ll 1, 15)

Y esto desde la experiencia del "amor del Padre derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rom 5, 5). Son el amor y la fe, junto con la limpieza del co­razón, los que irán conduciendo al místico al corazón del Único Misterio.

Contemplativos en los caminos

Aunque los místicos nos insisten en hacer el camino hacia adentro, no es para que vivamos sólo adentro, ajenos a la vida humana, sino para que vivamos desde dentro. Cuanto más vivi­mos en el hondón del alma, más crecemos en compasión por los demás, en sensibilidad y preocupación por los sufrimientos de este mundo. Dice Jesús Espeja:

Por mística entiendo una forma intensa de intimidad con Dios, que se verifica en un modo de conducta histórica.

Es una definición palpable en la vida concreta de los místicos. En el místico, el adentro y el afuera son vasos comunicantes.

El místico vive aquí y ahora, atento a la sorpresa de cada mo­mento en el que se revela Dios y se entrega de lleno a él; atento a cada persona y situación, a la realidad cotidiana en sus diversas facetas.

Quien no vive aquí la plenitud de la vida, que se despida de la vida eterna. (Simeón, el Nuevo Teólogo)

El místico tiene una gran conciencia práctica inmediata, es muy realista. No sólo porque ha perdido el miedo a la acción, sino porque es en la acción donde la vida mística se cultiva, se hace, crece y encuentra su criterio de autenticidad. El místico es un ser abierto, no reconoce fronteras.

Page 122: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

244 Contemplación y presencia

La mística no sólo conduce a la evangelización, sino que es, también en sí misma, acción política y social de la mejor calidad.

La mística es una manera de vivir

El camino místico nos ofrece un modo de vivir, una nueva for­ma de vida, el verdadero modo humano de existir. El modo de vivir para el que hemos sido creados.

Jesús, y los que han originado caminos místicos, han expresa­do en la vida la experiencia original que nos han regalado.

El camino místico es una manera de relacionamos: con toda la creación, desde el respeto y la libertad; con todos los seres huma­nos, desde el amor con el que somos amados; con Dios, viviendo según el proyecto del Reino. Una manera de ser profundamente felices desde cualquier situación humana, confiando en el amor del que nunca deja de amarnos. El camino místico nos conduce a vivir de verdad, a vivir en libertad, a vivir desde el amor.

Y esto no se aprende en los libros, ni en doctrinas, ni con sanas ideas. En este camino somos conducidos por diversas disciplinas que, en parte, son coincidentes en las grandes tradiciones y, en parte, cada tradición ofrece las suyas específicas o sus acentos propios.

Pero, sobretodo, llegamos a este camino a través de vidas con­figuradas desde la iluminación, desde la comunión completa, des­de la unidad, desde el pleno silencio.

El camino místico es un camino que, "toda ciencia transcen­diendo", lleva a un país que no se conoce y al que íntimamente todos deseamos llegar.

¡Entremos en este camino!

Procedencia de los artículos

Ha brotado un retoño en el árbol de Jesé. Boletín "Iesus caritas" 1 (1984) 36-38. Texto escrito en enero de 1974.

Consagración. Boletín "Iesus caritas" 5 (1977) 45^47. Es su declaración de compromiso al ingresar en la Fraternidad Sacer­dotal Iesus Caritas, en julio 1977.

Nazaret en una Casa de Oración. Boletín "Iesus caritas" 1 (1977) 36-38.

El Desierto de la Paz. Revista "Pastoral misionera" 140 (1985) 233-235. Boletín "Iesus caritas" 3 (1987) 20-22.

La oración en mi historia de fe. Revista "Cuadernos de ora­ción" 65 (1989) 12-15. Apareció, anónimo, en la sección Testi­monios.

Volvamos al Evangelio. Revista "Cuadernos de oración" 164 (1999) 21-24.

Carlos de Eoucauld, un pobre entre los pobres. Boletín "Iesus caritas" 2 (1977) 4-9.

Contemplación y medios pobres. Boletín "Iesus caritas" 4 (1987) 34^42. Este artículo fue reelaborado unos años después, desde la tercera sección hasta el final, y publicado en el Boletín 3 (1991) 28-32 con el título Algunos pasos hacia la fecunda impo­tencia. Hemos ofrecido las dos primeras secciones junto con la reelaboración.

Page 123: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

246 Contemplación y presencia

Los laicos en el carisma de Charles de Foucauld. Boletín "le­sus caritas" 3 (1978) 8-13. Artículo titulado originalmente La fraternidad secular.

El matrimonio tiene una grandeza maravillosa. Boletín "lesus caritas" 2 (1996) 6-8.

Práctica sencilla de la Revisión de vida. Boletín "lesus cari­tas" 1 (1980) 18-20.

En memoria mía. Boletín "lesus caritas" 5 (1981) 17-20. Nazaret, en la vida pastoral de Jesús. Publicado originalmente

en dos partes: Boletín "lesus caritas" 1 (1990) 29-33 y Boletín "lesus caritas" 3 (1995) 22-28.

En el desierto de la ciudad. Revista "Cuadernos de oración" 54(1988)4-8.

Le llevaré al desierto. Boletín "lesus caritas" 2 (1997) 83-93. Silenciamiento en el día de desierto. Boletín "lesus caritas" 3

(1989) 29-32. Ser como "alma " de todo hacer, en comunión con todo lo que

existe. Revista "Pastoral misionera" 140 (1985) 242-244. Olvido de lo creado. Boletín "lesus caritas" 4 (1987) 7-14. Juan de la Cruz vivió desde la fe y el amor confiado. Boletín

"lesus caritas" 6 (1991) 40-44. La atención logra una conciencia profunda. Boletín "lesus

caritas" 4 (1987) 16-22. Amor y contemplación. Boletín "lesus caritas" 4 (1987) 24-

32. La resurrección de Jesús, bodas de Dios con la humanidad.

Boletín "lesus caritas" 3 (1990) 36-40. Vivir en adoración. Revista "Cuadernos de oración" 68 (1989)

4-8. Boletín "lesus caritas" 4 (1990) 20-24. Sobre el sosiego y la quietud del espíritu. Revista "Cuadernos

de oración" 86 (1991) 4-9. Boletín "lesus caritas" 5 (1991) 28-33.

Vivir en el momento presente. Boletín "lesus caritas" 1 (1994) 26-32.

Procedencia de los artículos 2A1

Las visitas del Señor, su paso entre nosotros. Revista "Cuader­nos de oración" 126 (1995) 4-10.

Gustad qué bueno es el Señor. Revista "Cuadernos de oración" 132 (1995) 4-8.

Los llamó para hacer camino con El. Revista "Cuadernos de oración" 138(1996)4-9.

El camino místico. Revista "Cuadernos de oración" 160 (1998) 21-23.

Page 124: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

Libros bíblicos citados

Apocalipsis, 110, 177, 187

Cantar de los Cantares, 125, 171-176, 228

Corintios I, 57, 84, 96, 106, 144, 167, 185, 220

Corintios II, 43

Deuteronomio, 112, 181

Efesios, 190 Éxodo, 107, 109, 112, 118,

119, 140, 145, 179, 226

Ezequiel, 93, 181

Filipenses, 53, 64, 99, 167, 181

Hechos, 180

Isaías, 46, 121

Jeremías, 145 Juan, 39, 54, 81-84, 89-

91,98, 103, 116, 146, 155, 162, 163, 170, 171, 174, 186, 204, 206, 222, 223, 242

Juan I, 104, 162,219

Lucas, 54, 57, 63, 82, 87-101, 108, 154, 155, 175, 181, 194, 195, 205, 213, 214, 216, 230, 237, 239

Gálatas, 91, 106, 182, 220, 227, 242

Génesis, 145,211,212,214, 229

Marcos, 39, 55, 82, 83, 90, 95, 106, 117, 122, 154, 193, 194, 206, 230

Page 125: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

250 Libros bíblicos citados

Mateo, 54, 63, 81, 82, 92, 96, 101, 103, 121, 124, 125, 133, 149, 154-156, 166, 173, 181, 183, 193, 394, 204-206, 216, 218, 230, 240

Oseas, 108, 112, 121

Reyes I, 118.24Q Romanos, 34, 84, 107, 146,

168, 186, 217, 227, 243

Sabiduría, 241 Salmos, 119, 172, 184, 211-

213 Samuel I, 95

Pedro!, 156 Tesalonicenses I, 156

índice onomástico

Anónimo Inglés, 162

Bergson, H., 164 Bertrán, J.B., 183 Borriello, L., 116

Caballero, N., 151, 152, 155 Cardenal, E., 50, 170 Carón (padre), 115 Catalina de Siena, 168 Chardin, T., 163 Chatelard, A., 115 Chevrier, A., 42 ChuangTzu, 126

D'Andilly, A., 113 De Foucauld, C, 15, 18,

21, 27, 32, 33, 39, 42,44-51,53,55,57-59, 61-63, 65-69, 71, 73-76, 81-85, 101, 111, 113-115, 117-119, 138, 161, 166-

168, 180, 182, 199, 224

De Mello, A., 61, 124, 125, 183, 193

Delbrél, M., 41 Dufour, L., 180 Dürckheim, K.G., 134, 135,

223

Espeja, J., 243

F. Ruiz Salvador, 144 Florencia de los Angeles,

149 Francisco de Asís, 41 Fromm, E., 190

González Faus, J.I., 46

Huvelin (padre), 115

Ignacio de Loyola, 193, 199, 222

Page 126: Sanchez ramos, jose   contemplacion y presencia

252 índice onomástico

Isabel de la Trinidad, 138

Johnston, W., 134, 163 Juan de la Cruz, 18,33, 106,

125, 133, 136, 138, 139, 143, 145, 146, 148, 149, 153, 158, 161, 162, 182, 183, 192, 193, 195, 196, 204, 224, 227, 233-236, 241, 242

Juan Pablo II, 144 Jung, C.G., 134

Khrisnamurti, 152

Légaut, M., 15

Maestro Eckhart, 167, 222, 223

Maritain, J., 103, 166 Masignon, L., 42, 73, 74, 76 Moltmann, J., 229

Pablo VI, 59, 68 Pascal, B, 199

Rahner, K.,241 Rondet, M., 236

San Benito, 199 Simeón, el Nuevo Teólogo,

243

Teresa de Jesús, 41, 161, 168, 207, 232, 235, 241

Teresa de Lisieux, 42 Tomás de Aquino, 145

Valles, C.G., 225, 226 Vaticano II, 27, 31, 33, 67,

90, 105, 143, 184 Voillaume, R„ 15, 57, 58,

165, 236

W. Dier, Dr Wayne, 200

LIBROS PUBLICADOS EN LA MISMA COLECCIÓN

ALASTRUE, Pilar: Nada es impo­sible.

ALBAR, Lázaro: Descenso a las pro­fundidades de Dios.

BALLESTER, Mariano: Hijos del viento.

BARRIALES, Andrés: Claridades. BARBERA, C. E: La fuente que mana

y corre. Cincuenta testigos fasci­nantes.

BEESING, M.a: El eneagrama. Un ca­mino hacia el autodescubrimiento.

BESTARD, Joan: Otras reflexiones cristianas radiadas desde la COPE. Volumen 2.

— Nuevas reflexiones cristianas ra­diadas desde la COPE. Volumen 3.

BOADA, Jaume: Mi única nostalgia. — Peregrino del silencio. BOHIGUES, R.: Una forma de estar

en el mundo: Contemplación. BOÜLS, Emili M.: La mar de Dios. BOUDET, Paulette: Setenta y siete ve­

ces siete.

CENTRO DE ESTUDIOS «CRIS­TIANISMO Y JUSTICIA»: Gran­des injusticias de hoy.

— ¿Naufragio de utopías? CLEMENT, Olivier: Aproximación a

la oración. — Taizé, un sentido a la vida. COSTE, Rene: El Magníficat o la re­

volución de Dios. COUGHLAN, Peter: La vid y los sar­

mientos.

DELFIEUX, Pierre-Marie: Nuestras madres en la fe.

ESTRADE, Miguel: Diálogo sobre el amor.

— Shalom Miriam. EVDOKIMOV, R: El amor loco de

Dios.

FERDER, Fran: Palabras hechas amistad.

FERNÁNDEZ DE BUJÁN, E: La pri­macía del corazón.

FERNÁNDEZ DE RETANA, José: Madre de Dios y madre nuestra.

GAGO, J.L.: Miniaturas. — Nuevas miniaturas. — Mihihomilías. Ciclo A. Ciclo B.

Ciclo C. GALILEA, Segundo: Tentación y dis­

cernimiento. — Fascinados por su fulgor. GÓMEZ DEL MANZANO, Mercedes:

Pedro Poveda. Dinamismo pro)'ético. GÓMEZ MOLLEDA, Dolores: Pedro

Póveda, hombre interior. — Pedro Poveda, educador de educa­

dores. — Amigos fuertes de Dios. GREEN, Th. H.: La cizaña entre el

trigo. GRZYBOWSKI, Alain: Bajo el signo

de la Alianza. GRÜN, Anselm: La mitad de la vida

como tarea espiritual. — Nuestras propias sombras. — La oración como encuentro. — Buscar a Jesús en lo cotidiano. — Su amor sobre nosotros. — La salud como tarea espiritual. — Una espiritualidad desde abajo.