Salvatore R.A. -El Elfo Oscuro 2- El Exilio.rtf

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R. A. Salvatore

El Elfo Oscuro 2 EL EXILIO Traduccin de Alberto CoscarelliCRCULO de LECTORESA Diane, con todo mi amorLa caverna Illita

PreludioEl monstruo avanzaba lentamente por los silenciosos corredores de la Antpoda Oscura, restregando contra la piedra sus ocho patas cubiertas de escamas. No se espantaba del eco de los roces ni lo preocupaba descubrir su presencia. No corra a ponerse a cubierto, atento al ataque de otro depredador. Porque, incluso en los peligros de la Antpoda Oscura, esta criatura slo conoca la seguridad, confiaba en la capacidad de derrotar a cualquier adversario. Su aliento apestaba a veneno, los bordes duros de sus mandbulas abran surcos en las rocas, y las hileras de dientes como sierras podan desgarrar la piel ms gruesa. Pero lo peor de todo era la mirada del monstruo, la mirada del basilisco, capaz de transmutar en piedra cualquier ser vivo que observaba.Esta criatura, enorme y terrible, figuraba entre las ms grandes de su especie. No conoca el miedo.El cazador vigil el paso del basilisco tal como haba hecho unas horas antes. El monstruo de ocho patas era un intruso en los dominios del cazador. Haba visto al basilisco cazar con su aliento ponzooso a varias de sus vaquillas unos animales un poco ms grandes que un gato que formaban parte de su dieta, y el resto de la manada haba escapado por los tneles, quiz para siempre.El cazador estaba furioso.El monstruo penetr en un pasadizo ms estrecho, precisamente la ruta que el cazador haba sospechado que tomara. ste desenvain las armas, y el contacto de las empuaduras aument su confianza. Las posea desde la niez, e, incluso despus de casi tres dcadas de un uso casi constante, apenas si tenan alguna huella de desgaste. Ahora las pondra a prueba otra vez.El cazador enfund las armas y esper el sonido que lo hara entrar en accin.El basilisco se detuvo al escuchar un rugido profundo y espi en la oscuridad alerta, aunque sus miopes ojos slo alcanzaban a ver a unos pasos de distancia. Una vez ms son el rugido, y el basilisco se agazap a la espera de que apareciera el desafiante, la prxima vctima, para matarlo en el acto.Muy atrs, el cazador sali de su escondite y corri a gran velocidad casi pegado a las paredes del pasadizo llenas de grietas y rebordes. Envuelto en la capa mgica, el piwafwi, resultaba invisible contra la piedra, y, gracias a la agilidad y a la prctica de sus movimientos, no haca ningn ruido.Avanzaba como el rayo en el ms absoluto silencio. Se oy otra vez el rugido en la distancia; al parecer no haba cambiado de posicin. El monstruo avanz impaciente por conseguir la presa. Cuando el basilisco pas por debajo de un arco de poca altura, un globo de oscuridad impenetrable le rode la cabeza. La bestia se detuvo de pronto y dio un paso atrs, tal como haba supuesto su perseguidor.Entonces el cazador inici el ataque. Salt desde la pared del tnel y ejecut tres acciones distintas antes de llegar a su objetivo. Primero lanz un hechizo sencillo que envolvi la cabeza del basilisco en un halo de llamas azules y prpura. A continuacin se cubri el rostro con la capucha porque no necesitaba ver para luchar, y las consecuencias de una mirada del basilisco eran mortales. Por ltimo desenvain las cimitarras. Slo entonces se plant sobre el lomo de la bestia y trep por las escamas para llegar a la cabeza.El basilisco reaccion en el momento en que las llamas le envolvieron la cabeza. No quemaban pero marcaban la silueta del monstruo y lo convertan en una presa fcil. Intent volverse, pero slo haba conseguido girar a medias la cabeza cuando la primera cimitarra se clav en uno de los ojos. La criatura se encabrit con el propsito de arrojar al suelo al cazador con la violencia de sus sacudidas. Lanz una nube de gas venenoso y sacudi la cabeza como un ltigo.El cazador era mucho ms rpido, y se mantuvo detrs de la boca, donde el veneno no poda alcanzarlo. La segunda cimitarra revent el otro ojo, y entonces el cazador atac con toda su furia.El basilisco era un intruso que haba matado a sus vaquillas! Descarg mandobles a diestro y siniestro contra la cabeza acorazada para quebrar las escamas y alcanzar la carne.El basilisco comprendi el peligro pero confiaba en ganar. Siempre haba salido victorioso. Slo tena que echar el aliento ponzooso contra su atacante.Entonces se sum al ataque el segundo enemigo que con sus rugidos haba tendido el cebo. El felino se lanz contra la cabeza envuelta en llamas sin preocuparse de la nube txica, porque se trataba de un ser mgico y, por lo tanto, inmune a sus efectos. Las garras de la pantera desgarraron las mandbulas del basilisco, y la sangre cerr el paso a la ponzoa.Detrs de la cabeza, el cazador descarg un centenar o ms de golpes salvajes que consiguieron primero abrir una brecha en la coraza de escamas y despus hendir el crneo del basilisco.Pero el cazador no detuvo el ataque hasta bastante despus de la muerte del monstruo.Por fin el vencedor se quit la capucha para observar los despojos del basilisco y el estado de las armas. Despus levant bien alto las cimitarras manchadas de sangre y proclam su triunfo con un grito de alegra.l era el cazador y se era su hogar!Sin embargo, despus de agotar su ira con aquel grito primitivo, el cazador mir a su compaera y se avergonz. Los grandes ojos amarillos lo juzgaban, aunque no fuera sta su intencin. El felino era el nico vnculo con el pasado, con la civilizacin que el cazador haba conocido en otros tiempos.Ven, Guenhwyvar susurr mientras enfundaba las cimitarras.Disfrut con el sonido de las palabras al pronunciarlas. La suya era la nica voz que haba escuchado en ms de una dcada. Pero ahora, cuando hablaba en voz alta, le resultaba cada vez ms difcil recordarlas y le sonaban desconocidas. Tambin perdera la capacidad de hablar de la misma manera que haba perdido tantas otras cosas de la vida pasada? Esta posibilidad lo preocupaba muchsimo, porque sin voz no podra llamar a la pantera.Entonces se encontrara realmente solo.Por los silenciosos corredores de la Antpoda Oscura, el cazador y la pantera siguieron su camino sin hacer ningn ruido, sin mover ni una piedra. Juntos haban llegado a conocer los peligros de este mundo en silencio. Juntos haban aprendido a sobrevivir. A pesar de la victoria contra el monstruo, el cazador no sonrea. No tema a ningn enemigo, pero ya no tena muy claro si era por el coraje y la confianza en s mismo o por la apata de su vida. Quiz no bastaba con sobrevivir.

PRIMERA PARTEEl cazadorRecuerdo con toda claridad el da en que abandon la ciudad donde nac, la ciudad de mi raza. Ante m se abra la inmensidad de la Antpoda Oscura, una vida de emociones y aventuras que me entusiasmaba. Pero sobre todo lo dems, haba dejado Menzoberranzan convencido de que podra vivir mi vida de acuerdo con mis principios. Tena a Guenhwyvar a mi lado y las cimitarras enganchadas al cinturn. Era dueo de mi destino.Pero aquel drow, el joven Drizzt Do'Urden que abandon Menzoberranzan en aquella fecha sealada, apenas entrado en la cuarta dcada de vida, no comprenda la verdad del tiempo, de cmo su paso parece cada vez ms lento cuando no se comparte con los dems. En mi entusiasmo juvenil, pensaba en los siglos de vida que tena por delante.Cmo puedes medir los siglos cuando una sola hora parece un da y un solo da parece un ao?Ms all de las ciudades de la Antpoda Oscura, hay comida para aquellos que saben cmo encontrarla y seguridad para aquellos que saben dnde ocultarse. Y, por encima de todo lo dems, ms all de las populosas ciudades de la Antpoda Oscura hay soledad.A medida que me converta en una criatura de los tneles desiertos, conseguir los medios para sobrevivir result ms fcil pero se hizo ms difcil en otros aspectos. Adquir la habilidad y experiencia necesarias para defender mi vida. Era capaz de derrotar a casi todas las criaturas que penetraban en mi territorio, y de escapar o esconderme de los pocos monstruos a los que no poda vencer. De todos modos, no tard mucho en descubrir al nico enemigo invencible del que no me era posible escapar ni esconderme. Me segua all adonde iba y, cuanto ms me alejaba, ms cerca la tena. Mi enemigo era la soledad, el silencio eterno de los tneles en tinieblas.Al recordar aquellos aos, me sorprenden y asombran los muchos cambios que sufr por efecto de la soledad. La propia identidad de un ser racional est definida por el lenguaje, la comunicacin, entre aquel ser y los que lo rodean. Sin aquel vnculo, estaba perdido. Cuando dej Menzoberranzan, haba decidido vivir segn mis principios: la fuerza surgira de la lealtad inquebrantable a mis creencias. En cambio, a los pocos meses de soledad en la Antpoda Oscura, el nico fin de mi vida era la supervivencia en s misma. Me haba convertido en una criatura instintiva, calculadora y astuta que no pensaba, que slo utilizaba la mente para elegir la siguiente presa.Creo que Guenhwyvar fue mi salvacin. La misma compaera que me haba salvado de una muerte segura entre las garras de una infinidad de monstruos tambin me rescat de la muerte por soledad, quiz mucho menos heroica pero no por ello menos mortal. Descubr que viva slo para los momentos en que la pantera caminaba a mi lado, cuando tena a otro ser vivo para escuchar mis palabras por mucho que me costara pronunciarlas. Adems de sus muchos otros mritos, Guenhwyvar se convirti en mi reloj, porque saba que la pantera poda regresar del plano astral a das alternos y durante medio da.Slo despus del final de aquella odisea comprend lo terrible que haba sido. Sin Guenhwyvar, no habra mantenido la decisin de seguir adelante, jams habra conservado las fuerzas para sobrevivir.Incluso cuando ella estaba a mi lado, dudaba cada vez ms de mi posicin ante el combate. En secreto haba comenzado a desear que algn engendro de la Antpoda Oscura resultara ser ms fuerte que yo. Acaso el dolor de unos colmillos o de unas garras clavadas en la carne poda ser ms fuerte que el suplicio de la soledad y el silencio?Creo que no.

drizzt do'urden

1Un regalo de aniversarioLa matrona Malicia Do'Urden se movi inquieta en el trono de piedra instalado en la pequea y oscura antecmara de la gran capilla de la casa Do'Urden. Para los elfos oscuros, que medan el paso del tiempo por dcadas, el presente era un da sealado en los anales de la casa de Malicia, el dcimo aniversario de la guerra encubierta que mantenan la familia Do'Urden y la casa Hun'ett. La matrona Malicia, que nunca se perda una celebracin, haba preparado un regalo especial para sus enemigos.Briza Do'Urden, la hija mayor de Malicia, una hembra fuerte, fornida y de muy mal carcter, se paseaba impaciente arriba y abajo por la antecmara.Ya tendra que haber acabado protest propinando un puntapi a un pequeo taburete, que vol por los aires y fue a estrellarse contra el suelo.El asiento, hecho de tallo de seta, se abri en dos.Paciencia, hija ma le aconsej Malicia con un ligero tono de reproche, aunque comparta el nerviosismo de Briza. Jarlaxle es muy precavido.Briza se volvi al escuchar la mencin del presuntuoso mercenario y camin hacia las puertas de piedra decorada de la sala. Malicia no pas por alto el significado de las acciones de su hija.No apruebas a Jarlaxle y a su banda declar la madre matrona.Son unos truhanes descastados afirm Briza, sin mirar a su madre. No hay lugar en Menzoberranzan para gente como ellos. Perturban el orden natural de nuestra sociedad! Y son todos varones!Nos sirven bien le record Malicia.Briza hizo un esfuerzo para no mencionar el elevado costo que representaba alquilar mercenarios. No quera provocar la ira de la matrona. Desde el comienzo de la guerra con los Hun'ett, ella y Malicia no haban hecho otra cosa que discutir.Sin Bregan D'aerthe, no podramos luchar contra nuestros enemigos aadi Malicia. Utilizar los servicios de los mercenarios..., los truhanes descastados, como los has llamado..., nos permite combatir sin comprometer a nuestra casa como participante en el conflicto.Y por qu no acabamos de una vez con todo esto? pregunt Briza al tiempo que se acercaba al trono. Matamos a unos cuantos soldados Hun'ett, y ellos matan a un puado de los nuestros. Y mientras tanto las dos casas se dedican a contratar a quien quiera reemplazarlos. No se acabar nunca! Los nicos beneficiados en este conflicto son los mercenarios de Bregan D'aerthe... y la banda que haya contratado la matrona SiNafay Hun'ett..., que se alimentan de las arcas de las dos casas!Vigila el tono, hija ma! gru Malicia, enfadada. Hablas con una madre matrona!Tendramos que haber atacado la casa Hun'ett inmediatamente, la misma noche del sacrificio de Zaknafein! se atrevi a protestar Briza, mientras daba media vuelta.Te olvidas de las acciones de tu hermano menor durante aquella noche replic Malicia, ms sosegada.Pero la matrona Malicia se equivocaba. Aun en el caso de que viviese mil aos, Briza jams olvidara las acciones de Drizzt la noche en que haba desertado de la familia. Entrenado por Zaknafein, el amante favorito de Malicia, reputado como el mejor maestro de armas en todo Menzoberranzan, Drizzt haba conseguido una perfeccin en el manejo de las armas muy por encima de la norma. Pero Zak tambin le haba inculcado unas actitudes blasfemas que Lloth, la deidad de los elfos oscuros, no toleraba. Por fin, el comportamiento sacrlego de Drizzt haba provocado la clera de Lloth, y la reina araa haba reclamado el sacrificio del joven.La matrona Malicia, impresionada por las aptitudes de Drizzt para la guerra, haba actuado con decisin en defensa del joven y haba entregado a Lloth el corazn de Zaknafein como compensacin por los pecados del hijo. Haba perdonado a Drizzt con la esperanza de que, desaparecidas las malas influencias de Zaknafein, enmendara la conducta y reemplazara al maestro de armas sacrificado.En cambio, el ingrato Drizzt los haba traicionado y haba escapado a las regiones desconocidas de la Antpoda Oscura; un acto que no slo haba privado a la casa Do'Urden de su candidato a maestro de armas sino que adems haba hecho perder el favor de Lloth a la matrona Malicia y al resto de la familia Do'Urden. Como desastrosa conclusin de todos sus esfuerzos, la casa Do'Urden haba perdido al maestro de armas, a su supuesto reemplazante, y el favor de Lloth. Aqul no haba sido un buen da.Por suerte, la casa Hun'ett tambin haba sufrido bajas en la misma fecha: la muerte de dos magos que haban intentado asesinar al joven guerrero. Con las dos casas debilitadas y sin contar con el favor de Lloth, la guerra inminente se haba transformado en una interminable serie de ataques encubiertos.Briza nunca lo olvidara.Una llamada a la puerta de la antecmara arranc a Malicia y a Briza de los recuerdos de aquel da aciago. Se abri la puerta y Dinin, el hijo mayor de la casa, entr en la sala.Salud, madre matrona salud con todo respeto mientras haca una reverencia.Dinin quera darle una sorpresa, pero la sonrisa que le iluminaba el rostro lo descubri.Jarlaxle ha vuelto! exclam Malicia, exultante.Dinin se volvi hacia la puerta abierta, y el mercenario, que haba esperado pacientemente en el pasillo, hizo su entrada. Briza, que no dejaba de sorprenderse ante la extravagancia del bribn, sacudi la cabeza cuando Jarlaxle pas junto a ella. Casi todos los elfos oscuros de Menzoberranzan vestan con discrecin y sentido prctico: adornaban las prendas con smbolos de la reina araa o utilizaban una cota de malla oculta debajo de los piwafwi, las capas mgicas.Jarlaxle, arrogante y descarado, segua muy pocas de las costumbres de los habitantes de Menzoberranzan. No constitua precisamente un modelo de lo que la sociedad drow exiga, y se complaca en resaltar las diferencias, en una actitud insolente. No vesta una tnica o un albornoz, sino una capa resplandeciente que reflejaba todos los colores del espectro de la luz normal y la infrarroja. La magia de la prenda slo se poda intuir, pero los ms allegados al lder mercenario comentaban que era muy poderosa.El chaleco de Jarlaxle no tena mangas y era tan corto que su delgado y musculoso estmago quedaba a la vista. Llevaba un ojo cubierto por un parche, aunque un observador atento poda ver que slo serva de adorno, porque el mercenario lo cambiaba de un ojo a otro con cierta frecuencia.Mi querida Briza dijo Jarlaxle por encima del hombro, al ver la expresin de disgusto de la gran sacerdotisa ante su apariencia.Dio media vuelta e hizo una reverencia que acompa con un ampuloso movimiento de su sombrero, otra excentricidad, y ms incluso cuando el sombrero estaba adornado con las enormes plumas de un diatryma, un pjaro gigante de la Antpoda Oscura.Briza resopl enfadada y se gir para no ver la cabeza inclinada del mercenario. Los elfos drows utilizaban sus espesas cabelleras blancas como un emblema de su rango, con un corte destinado a mostrar su categora y la afiliacin de la casa. En cambio Jarlaxle no tena pelo y, a Briza, la cabeza afeitada le pareca una bola de nice.Jarlaxle se ri discretamente del enfado de la hija mayor de los Do'Urden y volvi su atencin a la matrona Malicia. Las numerosas joyas tintineaban, y los tacones de sus botas relucientes sonaban con cada paso. Briza tambin not estos detalles, porque saba que las botas y las joyas slo parecan hacer ruido a voluntad del bribn.Est hecho? pregunt la matrona Malicia antes de que el mercenario tuviese tiempo de saludarla.Mi querida matrona Malicia contest con un suspiro quejumbroso, consciente de que poda saltarse las formalidades a la vista de la importancia de las noticias, es que habis dudado de m? Me siento muy dolido.Malicia abandon su trono de un salto y levant un puo en seal de victoria.Dipree Hun'ett est muerto! proclam. El primer noble muerto en esta guerra!Te olvidas de Masoj Hun'ett coment Briza, al que mat Drizzt hace diez aos. Y, contra toda prudencia, aadi: Y de Zaknafein Do'Urden, muerto por tu propia mano.Zaknafein no era noble de nacimiento replic Malicia, enfadada por la insolencia de la hija.Las palabras de Briza le picaron la conciencia. Malicia haba decidido sacrificar a Zaknafein en lugar de a Drizzt con la oposicin de Briza.Jarlaxle carraspe en un intento de disuadir a las dos mujeres de prolongar la discusin. El mercenario saba que deba acabar sus asuntos y salir de la casa Do'Urden lo antes posible. Estaba advertido aunque los Do'Urden no lo saban de que faltaba poco para la hora sealada.An est por resolver el tema del pago le record a Malicia.Dinin se ocupar de pagarte repuso Malicia, que se despidi del mercenario con un ademn sin desviar la mirada del rostro de Briza.Entonces me retiro dijo Jarlaxle y, con un movimiento de cabeza, indic a Dinin que lo acompaara.Antes de que el mercenario diera un paso en direccin a la salida, Vierna, la segunda hija de Malicia, entr en la sala, con el rostro brillante por el calor del entusiasmo.Maldicin susurr Jarlaxle por lo bajo.Qu ocurre? pregunt la matrona Malicia.La casa Hun'ett! grit Vierna. Soldados en el patio! Nos atacan!En el patio de armas, ms all del edificio principal, casi quinientos soldados de la casa Hun'ett cien ms de los calculados por los informes de los espas penetraron en la casa Do'Urden tras el estallido de un rayo contra los portones de adamantita. Los trescientos cincuenta soldados de la guarnicin de los Do'Urden salieron a la carrera de las estalagmitas que les servan de cuarteles para responder al ataque.Superadas en nmero pero entrenadas por Zaknafein, las tropas se agruparon en las posiciones defensivas que tenan como principal objetivo proteger a los magos y las sacerdotisas para que pudiesen lanzar sus hechizos.Todo un contingente de soldados Hun'ett, que podan volar gracias a un hechizo, se lanzaron en picado contra el sector de la pared de la caverna que albergaba los aposentos principales de la casa Do'Urden. Los defensores utilizaron con gran eficacia las pequeas ballestas de mano y diezmaron a los soldados voladores con sus dardos emponzoados. Pero los invasores areos haban conseguido sorprender a los defensores, y stos no tardaron en verse en una situacin comprometida.Hun'ett no tiene el favor de Lloth! chill Malicia. Jams se atrevera a atacar abiertamente!Arrug el gesto cuando el estruendo de los rayos le dieron la rplica.No? dijo Briza.Malicia le dirigi una mirada de amenaza pero ya no tena tiempo para continuar la discusin. El plan normal de ataque de una casa drow comprenda el asalto de los soldados en combinacin con una barrera mental a cargo de las sumas sacerdotisas de la casa. Sin embargo, Malicia no captaba ninguna onda del ataque mental, y esto le confirm fehacientemente que los atacantes pertenecan a la casa Hun'ett. Al parecer, las sacerdotisas enemigas, apartadas de la gracia de la reina araa, no podan utilizar los poderes otorgados por Lloth para lanzar el ataque mental. De no ser as, Malicia y las hijas, tambin privadas del favor de la reina araa, no habran tenido ninguna esperanza de salvacin.Qu los habr impulsado al ataque? pens Malicia en voz alta.Desde luego son muy osados respondi Briza, que haba comprendido el razonamiento de la matrona, al pensar que slo con los soldados podan eliminar a todos los miembros de nuestra casa.Todos los presentes en la sala saban, igual que todos los drows de Menzoberranzan, el castigo brutal e inexorable que reciba cualquier casa incapaz de eliminar totalmente a otra. Los ataques estaban permitidos de una forma encubierta pero no se perdonaba el fracaso.Rizzen, el actual patrn de la casa Do'Urden, entr en la sala con una expresin muy grave en el rostro.Nos doblan en nmero y perdemos posiciones inform. No tardaremos mucho en caer derrotados.Malicia no quiso aceptar la mala nueva. Abofete a Rizzen con tanta fuerza que lo hizo caer al suelo, y despus se volvi hacia el mercenario.Debes llamar a tu banda! grit la matrona. Deprisa!Matronatartamude Jarlaxle, sorprendido, Bregan D'aerthe es un grupo secreto. No participamos en las guerras abiertas. Hacerlo significara provocar la ira del consejo regente!Te pagar lo que sea prometi la madre matrona, desesperada.Pero el coste...Lo que sea! repiti Malicia.Dicha accin... comenz Jarlaxle.Una vez ms, Malicia no lo dej acabar la frase.Salva mi casa, mercenario grit. Tus ganancias sern enormes pero te lo advierto, mucho ms te costar el fracaso!A Jarlaxle no le gustaban las amenazas y mucho menos de una madre matrona desvalida cuyo mundo se desplomaba a su alrededor. No obstante, el dulce sonido de la palabra ganancias vala a los odos del mercenario ms que un millar de amenazas. Despus de conseguir durante diez aos consecutivos unos beneficios extraordinarios del conflicto entre los Do'Urden y los Hun'ett, Jarlaxle no dudaba de la voluntad ni de la capacidad de Malicia para pagar lo prometido, ni tampoco dudaba de que este arreglo resultara mucho ms lucrativo que el otro establecido con la matrona SiNafay Hun'ett a principios de semana.Como queris respondi a la oferta de la matrona Malicia, y acompa la respuesta con una reverencia y un floreo de su ridculo sombrero. Ver qu puedo hacer.Dirigi un guio a Dinin, y el hijo mayor se apresur a seguirlo fuera de la sala.Cuando los dos salieron al balcn que dominaba el recinto Do'Urden, pudieron ver que la situacin haba empeorado sensiblemente. Los soldados de la casa Do'Urden aquellos que todava estaban vivos se encontraban atrapados alrededor de una de las inmensas estalagmitas que formaban parte de la entrada.Uno de los soldados voladores descendi al balcn al descubrir la presencia de un noble Do'Urden, pero Dinin lo despach en un abrir y cerrar de ojos.Bien hecho coment Jarlaxle, con una mirada de aprobacin.Se acerc dispuesto a palmear el hombro del hijo mayor, pero ste se apart.Tenemos que ocuparnos de asuntos ms urgentes le record Jarlaxle. Llama a tus tropas, y deprisa, porque si no la victoria ser para la casa Hun'ett.Tranquilo, amigo Dinin respondi el mercenario con una carcajada, y cogiendo un pequeo silbato que llevaba colgado del cuello, sopl en l.Dinin no oy ningn sonido porque los pitidos del mgico instrumento slo podan ser escuchados por los miembros de Bregan D'aerthe.El hijo mayor de los Do'Urden observ asombrado mientras Jarlaxle soplaba las rdenes, y su asombro no tuvo lmites cuando ms de un centenar de soldados de la casa Hun'ett comenzaron a atacar a sus camaradas.Bregan D'aerthe slo era leal a s mismo.No pueden atacarnos insisti Malicia, pasendose de arriba abajo por la sala. No cuentan con la ayuda de la reina araa.Pese a no contar con su ayuda estn a un paso de conseguir la victoria le record Rizzen desde el rincn ms alejado de la habitacin, donde se haba refugiado con toda prudencia.T dijiste que jams se atreveran a atacar! le reproch Briza a la madre. Incluso cuando intentabas justificar las razones para no realizar nuestro propio ataque!Briza recordaba aquella conversacin con todo detalle, porque haba sido idea suya atacar abiertamente a la casa Hun'ett. Malicia la haba reprendido pblicamente, y ahora Briza pretenda devolverle la humillacin. Su voz sonaba cargada de sarcasmo mientras contestaba a la matrona.Es posible que la matrona Malicia haya cometido un error?La rplica de Malicia fue una mirada donde se combinaban la clera y el terror. Briza le devolvi la mirada sin acobardarse, y de pronto la madre matrona de la casa Do'Urden no se sinti tan invencible y segura de sus acciones. Dio un respingo cuando Maya, la menor de las hijas, apareci en la sala.Han entrado en la casa! grit Briza, convencida de que haba llegado el momento final, y empu el ltigo de cabezas de serpiente. Y ni siquiera hemos hecho los preparativos para la defensa!No! la corrigi Maya. El enemigo no ha cruzado el balcn. La casa Hun'ett est a punto de perder la batalla!Lo saba exclam Malicia, que se irgui envalentonada con la mirada puesta en Briza. La casa que ataca sin contar con el favor de Lloth comete una locura!A pesar de sus afirmaciones, Malicia adivinaba que haba algo ms que el favor de la reina araa en el imprevisto resultado del combate. Su razonamiento la llev inevitablemente a Jarlaxle y a su banda de truhanes.Jarlaxle salt desde el balcn y utiliz las habilidades innatas de los drows para levitar hasta el suelo de la caverna. Al ver que no necesitaba involucrarse en una batalla que estaba controlada, Dinin permaneci en el lugar y observ la marcha del mercenario mientras pensaba en lo que acababa de suceder. Jarlaxle haba servido a los dos bandos, y una vez ms el mercenario y su banda haban sido los autnticos ganadores. Desde luego, los integrantes de Bregan D'aerthe no tenan escrpulos, pero Dinin reconoci que eran muy efectivos y descubri que el mercenario le era simptico.La acusacin ha sido entregada a la matrona Baenre segn todos los requisitos? le pregunt Malicia a Briza cuando la luz de Narbondel, la estalagmita calentada mgicamente que serva de reloj en Menzoberranzan, comenz su ascenso para marcar el alba del nuevo da.La casa regente esperaba la visita contest Briza en tono burlan. Toda la ciudad comenta el ataque y el xito de la casa Do'Urden ante los invasores de la casa Hun'ett.La matrona Malicia intent disimular sin conseguirlo una sonrisa vanidosa. Disfrutaba con la atencin y la gloria que de ahora en adelante merecera su casa.El consejo regente se reunir hoy mismo aadi Briza. Sin duda para desesperacin de la matrona SiNafay Hun'ett y su familia.Malicia asinti. La destruccin de una casa rival en Menzoberranzan era una prctica legtima entre los drows. Pero si fracasaba en el intento, si slo quedaba vivo un testigo de sangre noble para presentar la acusacin, entonces el consejo regente ordenaba la eliminacin definitiva de la casa agresora.Una llamada hizo que ambas se volvieran hacia la puerta.Te llaman, matrona anunci Rizzen en cuanto entr en la sala. La matrona Baenre ha enviado una carroza.Malicia y Briza intercambiaron una mirada nerviosa y esperanzada. Cuando impusieran el castigo a la casa Hun'ett, la casa DoUrden pasara a ocupar el octavo lugar dentro de la jerarqua de la cuidad, una posicin envidiable, pues nicamente las madres matronas de las primeras ocho casas ocupaban un asiento en el consejo regente de Menzoberranzan.Ya? pregunt Briza.Malicia encogi los hombros como nica respuesta; sali de la sala detrs de Rizzen y lleg hasta el balcn. Rizzen tendi una mano para ayudarla, pero Malicia la apart con violencia. Rebosante de orgullo, la matrona se encaram a la balaustrada y descendi lentamente hasta el patio de armas, donde se agrupaban los soldados de la casa. El disco volador con la insignia de la casa Baenre flotaba a unos pasos del portn destrozado al comienzo de la batalla.La madre matrona desfil con la cabeza bien alta entre las tropas que se empujaban para dejarle paso. Hoy era su da de gloria, el da en que haba conseguido un asiento en el consejo regente, el sueo de toda su vida.Madre matrona, te acompaar a travs de la ciudad se ofreci Dinin, que la esperaba en la entrada.Permanecers aqu con el resto de la familia le orden Malicia. Slo me han llamado a m.Cmo lo sabes? pregunt Dinin, pero se dio cuenta de que haba cometido un error tan pronto como las palabras salieron de su boca.Cuando Malicia volvi la cabeza para fulminarlo con la mirada, Dinin ya haba desaparecido entre los soldados.Insolente murmur por lo bajo, y orden a los soldados que retiraran los restos del portn reparado a medias.Con una ltima mirada triunfal a sus sbditos, Malicia cruz la verja y se instal en el disco volador.sta no era la primera vez que Malicia responda a una invitacin de la matrona Baenre, as que no se sorprendi cuando varias sacerdotisas Baenre salieron de las sombras para formar un escudo de proteccin alrededor del disco y su pasajera. La vez anterior, Malicia no las haba tenido todas consigo porque desconoca los motivos de la invitacin. Ahora, en cambio, cruz los brazos sobre el pecho en un gesto de desafo y dej que los curiosos la contemplaran en el esplendor de la victoria.Malicia acept con orgullo las miradas, convencida de su superioridad. Incluso cuando el disco lleg a la fabulosa verja en forma de telaraa de la casa Baenre, con los mil guardias y las fantsticas edificaciones que abarcaban estalagmitas y estalactitas, el orgullo de Malicia no disminuy ni un pice.Ahora formaba parte del consejo regente, o lo hara dentro de muy poco; ya no tena razones para sentirse intimidada en ningn lugar de la ciudad.Al menos era lo que crea.Esperan vuestra presencia en la capilla le inform una de las sacerdotisas Baenre en cuanto el disco se detuvo al pie de la escalera que conduca al gran edificio con forma de cpula.Malicia se ape del vehculo y subi los escalones de piedra pulida. Tan pronto como entr en la capilla advirti la presencia de una figura sentada en una de las sillas instaladas en el altar central. La drow, la nica persona visible en la sala, no pareca haberse dado cuenta de la entrada de la madre matrona. Permaneca sentada cmodamente, muy entretenida en contemplar la enorme imagen mgica en el techo de la cpula que primero mostraba una araa gigante y despus una hermosa mujer drow.Cuando se acerc, Malicia reconoci las vestiduras de una madre matrona, y dio por sentado, como haba hecho desde el primer momento, que se trataba de la matrona Baenre, el ser ms poderoso de toda Menzoberranzan, que la esperaba. Malicia subi la escalera del altar, y se acerc a la drow por la espalda. Sin esperar la invitacin, avanz con toda osada para saludar a la otra madre matrona.Sin embargo, no se trataba de la figura anciana y encogida de la matrona Baenre la que Malicia Do'Urden encontr en el altar de la capilla Baenre. La madre matrona sentada no haba superado la longevidad habitual de los drows ni era tan arrugada y seca como una momia. De hecho, esta drow tena ms o menos la misma edad de Malicia y era bastante pequea. Malicia la conoca demasiado bien.SiNafay! grit y a punto estuvo de caerse por la sorpresa.Malicia respondi la otra, muy tranquila.Un sinfn de posibilidades desagradables desfilaron por la mente de Malicia. SiNafay Hun'ett tendra que haber estado refugiada en su casa junto al resto de la familia a la espera de la aniquilacin. En cambio, apareca sentada la mar de feliz en el recinto sagrado de la familia ms importante de Menzoberranzan.No tienes ningn derecho a estar aqu! protest Malicia, con los puos apretados contra las caderas.Por un instante pens en atacar a su rival all mismo, en estrangular a SiNafay con sus propias manos.Tranquilzate, Malicia le recomend SiNafay, despreocupada. Como t, estoy aqu invitada por la matrona Baenre.La mencin de sta y el recordatorio del lugar donde se encontraban sosegaron a Malicia. sta era la capilla de la casa Baenre y no su casa! Malicia se dirigi al lado opuesto del altar circular y tom asiento, sin apartar la mirada ni por un instante de la presumida sonrisa de SiNafay Hun'ett.Despus de unos minutos de silencio que le parecieron eternos, Malicia no pudo contenerse ms.Fue la casa Hun'ett la que atac a mi familia en la ltima oscuridad de Narbondel afirm. Tengo numerosos testigos del hecho. No puede haber ninguna duda!Ninguna contest SiNafay, y su asentimiento pill a Malicia con la guardia baja.Admites el hecho? exclam Malicia, frustrada.Desde luego dijo SiNafay. Nunca lo he negado.Aun as ests viva dijo Malicia, con desprecio. Las leyes de Menzoberranzan exigen que el peso de la justicia caiga sobre ti y tu familia.Justicia? SiNafay solt la carcajada ante una idea tan estpida. La justicia nunca haba sido ms que una fachada y una manera de simular un cierto orden en el caos de Menzoberranzan. Actu de acuerdo con el mandato de la reina araa.Si la reina araa aprobaba tus mritos, habras conseguido la victoria razon Malicia.No necesariamente interrumpi otra voz.Malicia y SiNafay se volvieron cuando la matrona Baenre apareci por arte de magia en su trono, ubicado en el lado ms alejado del altar.Malicia dese poder descargar su ira contra la anciana madre matrona por espiar la conversacin y por la aparente negativa a las acusaciones contra SiNafay. Pero si Malicia haba conseguido sobrevivir a los peligros de Menzoberranzan durante quinientos aos, era porque comprenda los riesgos de provocar la clera de alguien como la matrona Baenre.Reclamo el derecho de acusacin contra la casa Hun'ett dijo Malicia, sin alzar la voz.Concedido repuso la matrona Baenre. Como has dicho, y SiNafay ha estado de acuerdo, no hay ninguna duda.Malicia se volvi triunfante hacia SiNafay, pero la madre matrona de la casa Hun'ett permaneca tan tranquila y sonriente como antes.Entonces, por qu est aqu? protest Malicia, con un tono casi histrico. SiNafay est fuera de la ley. No...No hemos puesto ninguna objecin a tus palabras la interrumpi la matrona Baenre. La casa Hun'ett atac y fracas. El castigo que merecen sus acciones es bien conocido y aceptado por todos, y el consejo regente se reunir hoy mismo para ocuparse de que se haga justicia.Entonces, por qu est aqu SiNafay? repiti Malicia.Dudas de la sabidura de mi ataque? le pregunt SiNafay a Malicia, casi sin poder contener la risa.Fuiste derrotada le record Malicia. Ah tienes la respuesta.Lloth exigi el ataque dijo la matrona Baenre.Entonces, por qu fue derrotada la casa Hun'ett? insisti Malicia, empecinada. Si la reina araa...No he dicho que la reina araa hubiese dado la bendicin a la casa Hun'ett afirm la matrona Baenre sin dejarle acabar la frase y un tanto enfadada.Malicia se movi inquieta en su silla, al recordar dnde estaba y su situacin.Slo he dicho que Lloth exigi el ataque aadi la matrona Baenre. Durante diez aos Menzoberranzan ha soportado el espectculo de vuestra guerra privada. Os aseguro que ya no le interesaba a nadie. Tena que acabarse de una vez por todas.Y se acab declar Malicia y se puso de pie. La casa Do'Urden consigui la victoria, y reclamo el derecho de acusacin contra SiNafay Hun'ett y su familia!Sintate, Malicia intervino SiNafay. En todo esto hay algo ms que tu derecho de acusacin.Malicia mir a la matrona Baenre en busca de la confirmacin, aunque dadas las circunstancias no poda dudar de las palabras de SiNafay.As es le respondi la matrona Baenre. La casa Do'Urden ha ganado y la casa Hun'ett dejar de existir.Malicia se sent otra vez y dirigi una sonrisa de satisfaccin a SiNafay. Sin embargo, la madre matrona de la casa Hun'ett no pareca preocupada en lo ms mnimo.Presenciar la destruccin de tu casa con enorme placer le comunic Malicia a su rival. Se volvi hacia Baenre. Cundo se ejecutar el castigo?Ya se ha cumplido contest lacnicamente la matrona Baenre.SiNafay vive! grit Malicia.No la corrigi la anciana madre matrona. Vive la que fue SiNafay Hun'ett.Por fin Malicia comenzaba a comprender. La casa Baenre siempre haba sido oportunista. Caba suponer que la matrona Baenre se haba apoderado de las sumas sacerdotisas de la casa Hun'ett para incorporarlas a sus filas?La protegers? se atrevi a preguntar Malicia.No contest la matrona Baenre con calma. Esa tarea recaer sobre ti.Los ojos de Malicia se abrieron como platos. Jams en los centenares de aos que llevaba al servicio de Lloth como gran sacerdotisa le haban encomendado una tarea ms desagradable.Es mi enemiga! Cmo puedes pedir que le d asilo?Ella es tu hija replic la matrona Baenre. Con un tono ms suave, y una leve sonrisa de picarda aadi: Tu hija mayor que ha regresado de Ched Nasad, o de cualquier otra ciudad de nuestra raza.Por qu haces esto? quiso saber Malicia. Es algo sin precedentes!No del todo dijo la matrona Baenre.Sus dedos repiquetearon sobre los brazos del trono mientras recordaba algunas de las extraas consecuencias de la interminable serie de batallas libradas en la ciudad de los drows.No niego que tu observacin es correcta en apariencia aadi la matrona. Pero sin duda sabes muy bien que las apariencias ocultan muchas de las cosas que suceden en Menzoberranzan. Es inevitable que se destruya la casa Hun'ett y se ejecute a todos sus nobles. Despus de todo, es la forma civilizada de hacer las cosas. Hizo una pausa para asegurarse de que Malicia comprenda su explicacin. Al menos, tiene que parecer que son ejecutados.Y te encargars de hacerlo? inquiri Malicia.Ya est hecho afirm la matrona Baenre.Y cul es el sentido de todo esto?Cuando la casa Hun'ett inici el ataque contra tu casa, se te ocurri implorar la ayuda de la reina araa? pregunt de improviso la matrona Baenre.La pregunta sorprendi a Malicia, y tener que dar una respuesta la inquietaba todava ms.Y cuando fracas el ataque de la casa Hun'ett, rezaste acaso a la reina araa para dar las gracias? prosigui la matrona Baenre, con un tono helado. Llamaste a alguna de las doncellas de Lloth en el momento de la victoria, Malicia Do'Urden?Es que soy la acusada? protest Malicia. Sabes la respuesta, matrona Baenre. Inquieta, mir a SiNafay mientras contestaba, ante el riesgo de revelar alguna informacin valiosa. Ests enterada de mi situacin respecto a la reina araa. No me atrev a invocar a una doncella sin tener alguna seal de que hubiese recuperado el favor de Lloth.Y no has visto ninguna seal intervino SiNafay.Ninguna, aparte de la derrota de mi rival replic Malicia, con inquina.El triunfo no fue una seal de la reina araa les inform la matrona Baenre. Lloth no se involucr en vuestra pelea. Slo exigi que se acabara.Est satisfecha con el resultado? pregunt Malicia sin ningn rodeo.Todava est por verse contest la matrona Baenre. Hace muchos aos, Lloth manifest claramente su deseo de que Malicia Do'Urden tuviese un asiento en el consejo regente. Con la prxima luz de Narbondel, se cumplir su deseo.Malicia alz la barbilla, orgullosa.Pero debes comprender tu dilema le reproch la matrona Baenre, levantndose del trono.Malicia se encogi, inquieta.Has perdido a ms de la mitad de tus soldados aadi Baenre. Y no tienes una familia numerosa que te d su apoyo. Gobiernas la octava casa de la ciudad, pero todos saben que no cuentas con el favor de la reina araa. Cunto tiempo crees que la casa Do'Urden podr sostener su posicin? Todava no has ocupado tu puesto en el consejo regente y ste ya corre peligro!Malicia no poda refutar la lgica de la vieja matrona. Las dos saban cmo eran las cosas en Menzoberranzan. Con la casa Do'Urden casi desprotegida, cualquier casa menor no tardara en aprovechar la oportunidad para escalar posiciones. El ataque de la casa Hun'ett no sera la ltima batalla librada en el patio de la casa Do'Urden.Por lo tanto te doy a SiNafay Hun'ett..., Shi'nayne Do'Urden: una nueva hija, otra gran sacerdotisa... dijo la matrona Baenre.Se volvi hacia SiNafay dispuesta a proseguir la explicacin, pero Malicia se distrajo sbitamente cuando una voz son en su mente, un mensaje teleptico.Mantnla a tu lado slo el tiempo que la necesites, Malicia Do'Urden dijo la voz.Malicia mir a su alrededor al adivinar la fuente de la comunicacin. En la visita anterior a la casa Baenre, haba conocido al desollador mental de la matrona Baenre, una bestia teleptica. La criatura no se encontraba a la vista, pero tampoco lo haba estado su ama cuando Malicia haba entrado en la capilla. Malicia mir las sillas vacas en el altar sin descubrir ningn indicio de ocupantes en los muebles de piedra.Un segundo mensaje teleptico disip sus dudas.Cuando llegue el momento lo sabrs.... y los cincuenta soldados restantes de la casa Hun'ett prosegua la matrona Baenre. Ests de acuerdo, Malicia?Malicia mir a SiNafay con una expresin que poda entenderse como de asentimiento o de mordaz irona.Scontest.Entonces ve, Shi'nayne Do'Urden le orden la matrona Baenre a SiNafay. Rene a tus soldados en el patio. Mis hechiceros se encargarn de llevarte en secreto a la casa Do'Urden.SiNafay dirigi una mirada de sospecha a Malicia y despus abandon la capilla.Lo he entendido manifest Malicia en cuanto sali SiNafay.No has entendido nada! le grit la matrona Baenre, hecha una furia. He hecho todo lo que he podido por ti, Malicia Do'Urden! Era el deseo de Lloth que tuvieses un asiento en el consejo regente, y lo he conseguido a base de un gran sacrificio personal.Malicia comprendi entonces, sin ninguna duda, que la casa Baenre haba empujado a la accin a la casa Hun'ett. Se pregunto hasta dnde llegara la influencia de la matrona Baenre. Quiz la madre matrona haba previsto, y probablemente arreglado, la conducta de Jarlaxle y los soldados de Bregan D'aerthe, que haban decidido el resultado de la batalla.Tendra que ocuparse de averiguar esto ltimo. Jarlaxle haba diezmado los tesoros de la casa Do'Urden.Nunca ms aadi la matrona Baenre. Ahora dependes de tus propios medios. No tienes el favor de Lloth, y es la nica manera en que t y la casa Do'Urden podris sobrevivir.La mano de Malicia apret con tanta fuerza el brazo de su silla que casi esper or el ruido de la piedra al romperse. Haba esperado que, con la derrota de la casa Hun'ett, quedaran perdonados los actos sacrlegos cometidos por su hijo menor. Ya sabes lo que debes hacer concluy la matrona Baenre. Corrige el mal, Malicia. Me he arriesgado en tu defensa. No tolerar ms fracasos!Dinin recibi a Malicia cuando el disco volador la dej delante del de adamantita de la casa Do'Urden.Ya nos han informado de los arreglos dijo Dinin, que sigui a Malicia a travs del patio de armas y levit a su lado hasta el balcn entrada a los aposentos. Toda la familia se encuentra en la antecmara, incluido su miembro ms reciente aadi Dinin, con un guio.Malicia no respondi al intento humorstico de su hijo. Lo apart de un empelln y avanz furiosa por el pasillo central. Con una orden que son como un ladrido, mand que se abrieran las puertas de la antecmara. La familia se apart del camino mientras ella se diriga a ocupar su trono a la cabecera de la mesa con forma de araa.Los presentes esperaban mantener una larga reunin en la que seran informados de los cambios en la situacin y los desafos del futuro. En cambio slo tuvieron un breve atisbo de la clera que abrasaba la matrona Malicia. sta mir a cada uno de ellos para hacerles entender claramente que no estaba dispuesta a aceptar desobediencias ni fracasos, y, con una voz que pareca el chirrido del roce de las piedras, exigi:Buscad a Drizzt y traedlo aqu!Briza abri la boca para protestar, pero Malicia la silenci con una mirada terrible. La hija mayor, tan obcecada como la madre y siempre dispuesta a la discusin, desvi la mirada. Y nadie ms entre los presentes, a pesar de que compartan la preocupacin de Briza, se atrevi a decir nada en contra.Malicia dej que se ocuparan en pensar la manera de cumplir la orden. Los detalles no le interesaban.La nica parte que se reservaba para s misma era la de empuar la daga de ceremonias y clavarla en el pecho de su hijo menor.

2Voces en la oscuridadDrizzt estir los msculos doloridos y se forz a s mismo a ponerse de pie. Los esfuerzos del combate contra el basilisco la noche pasada, al haberse dejado llevar por los instintos primitivos tan necesarios para sobrevivir, lo haban dejado exhausto. De todos modos, no poda permitirse dormir ms; el rebao de vaquillas, su reserva de alimentos, se haba dispersado entre el laberinto de tneles y tena que recuperarlo.El joven ech una rpida ojeada a la pequea y sencilla cueva donde viva para asegurarse de que todo estaba en orden. Detuvo la .mirada en la estatuilla de la pantera. Echaba mucho de menos la compaa de Guenhwyvar. Durante la lucha contra el basilisco, Drizzt haba retenido a la pantera a su lado demasiado tiempo casi toda la noche y Guenhwyvar necesitaba descansar en el plano astral. Tendra que esperar un da entero para invocar su presencia; sera una insensatez llamarla sin la justificacin de una situacin realmente desesperada. Con un gesto de resignacin, Drizzt guard la figura en un bolsillo y trat en vano de olvidar la soledad.Despus de inspeccionar la barrera de piedras que cerraba la entrada del pasillo principal, Drizzt se dirigi a un tnel ms pequeo en el fondo de la cueva. Observ las marcas en la pared junto a la entrada, las muescas que marcaban el paso de los das. En un gesto casi automtico traz otra raya aunque comprendi que no tena importancia. Cuntas veces se haba olvidado de hacerlo? Cuntos das haban pasado sin darse cuenta, entre los centenares de muescas en la pared?De todas maneras, ya no le pareca importante. El da y la noche eran uno, y todos los das eran el mismo, en la vida del cazador. Entr en el tnel y se arrastr durante muchos minutos en direccin a la dbil luminosidad que apareca en el otro extremo. Si bien la presencia de aquella luz, producida por el resplandor de una extraa variedad de hongos, habra sido normalmente una molestia para los ojos de un elfo oscuro, Drizzt experimentaba una autntica sensacin de seguridad mientras recorra el pasadizo que desembocaba en una gran caverna.El suelo tena dos niveles; en el ms bajo, cubierto de musgo, haba un arroyo, en el otro, un bosquecillo de setas gigantes. Drizzt camin hacia el bosquecillo, aunque su presencia no sola ser bien recibida. Saba que los micnidos, los hombres-hongo, un rarsimo cruce entre humanoides y amanitas venenosas, lo vigilaban inquietos. El basilisco haba llegado hasta all en sus primeras incursiones por la regin, y los micnidos haban sufrido grandes prdidas. Sin duda ahora desconfiaban de cualquiera, pero Drizzt sospechaba que saban que l haba matado al monstruo. Los micnidos no eran seres estpidos; si l no desenvainaba las armas y no haca ningn movimiento inesperado, no se opondran a su paso por el bosquecillo.La pared hasta el nivel superior tena unos tres metros de altura y era casi vertical. Aun as, no era un obstculo para el joven, que subi por ella como quien sube una escalinata. Un grupo de micnidos se despleg a su alrededor en cuanto lleg arriba; algunos slo le llegaban al pecho, pero la mayora lo doblaba en altura. Drizzt cruz los brazos sobre el pecho, un gesto aceptado en toda la Antpoda Oscura como seal de paz.Para los hombres-hongo, el aspecto del drow era repugnante igual que le pasaba a l respecto a ellos, si bien comprendan que el guerrero haba destruido al basilisco. Durante muchos aos los micnidos haban sido vecinos del drow vagabundo, todos ocupados en proteger la caverna que era su refugio comn. Los lugares como ste un oasis provisto de plantas comestibles, un arroyo con peces y un rebao de vaquillas no abundaban en las enormes y desiertas cavernas de la Antpoda Oscura, y los depredadores que rondaban por los tneles exteriores acababan por descubrir la entrada. Entonces quedaba a cargo de los hombres-hongo y de Drizzt defender los dominios.El mayor de los micnidos avanz para situarse delante del elfo oscuro. Drizzt no se movi, atento a la importancia de establecer un contacto amistoso con el nuevo rey de la colonia, pero tens los msculos, dispuesto a apartarse de un salto si las cosas se ponan feas.El micnido escupi un puado de esporas. Drizzt las estudi en la fraccin de segundo que tardaron en posarse sobre l, consciente de que los micnidos adultos podan lanzar muchas clases de esporas, algunas bastante peligrosas. Pero reconoci el color de la nube y no se apart.Rey muerto. Yo rey transmiti el hombrehongo a travs del vnculo teleptico establecido.T eres rey respondi Drizzt, telepticamente. Cunto deseaba que estos seres pudiesen hablar en voz alta! Igual que antes?Fondo para elfo oscuro, bosquecillo para micnidos contest el rey.De acuerdo.Bosquecillo para micnidos!pens otra vez el hombrehongo, enftico.Drizzt baj en silencio hasta el nivel inferior. Haba conseguido renovar el acuerdo con los hombres-hongo: ni l ni el nuevo rey tenan ningn deseo de continuar la reunin.El joven cruz de un salto el arroyo, que tena un metro y medio de ancho, y camin deprisa por el musgo espeso. La caverna era ms larga que ancha y se extenda durante muchos metros; casi al final haba una pequea curva antes de llegar a la salida que comunicaba con el laberinto de tneles de la Antpoda Oscura. Cuando lleg a la curva, vio la destruccin causada por el basilisco. Haba varias vaquillas a medio comer Drizzt tendra que ocuparse de los cadveres antes de que el olor atrajera a ms visitantes indeseables y otras permanecan absolutamente inmviles, convertidas en piedra por la mirada del terrible monstruo. Delante mismo de la salida se ergua el antiguo rey de los micnidos, un gigante de cuatro metros de altura, transformado en estatua.Drizzt hizo una pausa para contemplarlo. Jams haba sabido el nombre del hombre-hongo y nunca le haba dicho el suyo, aunque supona que aquella cosa haba sido como mnimo su aliado, quizs incluso un amigo. Haban vivido como vecinos durante muchos aos, si bien casi nunca se encontraban, y los dos se haban sentido ms seguros slo con la presencia del otro. De todos modos, Drizzt no experiment ninguna pena al ver al aliado petrificado. En la Antpoda Oscura slo sobrevivan los ms fuertes, y en esta ocasin el rey de los micnidos no haba tenido suerte.En las profundidades de la Antpoda Oscura no exista la segunda oportunidad para los perdedores.De vuelta en los tneles, Drizzt not que aumentaba su clera. La recibi de buen grado, con el pensamiento puesto en la destruccin de sus dominios y aceptndola como una aliada. Recorri una serie de pasillos y tom por el mismo donde la noche anterior haba colocado la esfera de oscuridad, y donde Guenhwyvar se haba agazapado, lista para saltar sobre el basilisco. El hechizo se haba esfumado haca horas y, gracias a la infravisin, pudo ver varios cuerpos calientes que se movan sobre el cadver del monstruo.Ver el cuerpo de aquella cosa increment la clera del cazador.Involuntariamente ech mano a una de las cimitarras y, como si estuviese dotada de voluntad propia, el arma hendi de un golpe los sesos del basilisco cuando Drizzt pas junto a la cabeza. Las ratas ciegas intentaron escapar al or el ruido y una vez ms Drizzt, sin pensarlo, utiliz la segunda cimitarra para cazar a uno de los roedores. Sin detenerse, recogi la rata y la guard en la bolsa. Encontrar las vaquillas poda llevarle mucho tiempo, y necesitaba comer.Durante el resto de aquel da y parte del siguiente, el cazador se alej de su dominio. La carne de la rata no era un bocado muy apetitoso, pero era suficiente para alimentarlo y le permiti continuar la marcha, le permiti sobrevivir. Para un cazador en la Antpoda Oscura no haba nada ms importante.Al segundo da de marcha, Drizzt advirti que se acercaba a un grupo de reses extraviadas. Llam a Guenhwyvar y, con su ayuda, no tuvo mayores problemas en dar con las vaquillas. Haba confiado en encontrar a toda la manada, pero slo haba seis en aquella regin. Seis era mejor que nada, y Drizzt utiliz a la pantera para arriar a las vaquillas de regreso a la caverna. El joven march sin descanso, consciente de que la tarea sera mucho ms fcil y segura con Guenhwyvar a su lado. Cuando la pantera agot las fuerzas y tuvo que regresar al plano astral, las vaquillas pastaban otra vez en el musgo junto al arroyo.El drow volvi a partir enseguida, en esta ocasin con dos ratas en el morral. Llam a Guenhwyvar cuando necesit sus servicios y la despidi cuando fue el momento de hacerlo. Repiti el proceso otra vez, pero luego pasaron los das sin encontrar ningn rastro de las vaquillas. Aun as no renunci a la bsqueda. Las vaquillas asustadas podan recorrer grandes distancias, y necesitara semanas antes de que pudiese recuperarlas a todas en el laberinto de tneles y cavernas.Drizzt consegua comida cuando se presentaba la ocasin; cazaba murcilagos con un lanzamiento de daga despus de arrojar al aire un puado de guijarros para despistar a la presa y cangrejos gigantes aplastndolos con una piedra. Por fin, Drizzt se cans de buscar y aor la seguridad de la pequea cueva. Dudaba de la capacidad de las vaquillas para sobrevivir despus de tanto tiempo en los tneles, sin agua ni musgo, y acept la prdida del resto del rebao. Decidi regresar y tom una ruta que lo conducira hasta la caverna desde otra direccin.Slo si encontraba alguna huella fresca de la manada perdida cambiara de rumbo, pero al pasar por una curva a mitad de camino de regreso, un sonido extrao capt su atencin.Drizzt apoy las manos contra la piedra y sinti las sutiles y rtmicas vibraciones. No muy lejos, algo golpeaba la piedra; parecan los golpes acompasados de un martillo.El cazador desenfund las cimitarras y avanz por los tneles guiado por las vibraciones.Se agazap al ver las oscilaciones de las llamas de una hoguera, pero no escap, atrado por el conocimiento de que all haba un ser inteligente. Aunque era lgico suponer que el extrao resultara ser una amenaza, Drizzt rogaba para que esta vez no fuese as.Entonces los vio. Haba dos ocupados en golpear la piedra con picos, un tercero recoga las piedras en una carretilla, y otros dos montaban guardia. El cazador comprendi en el acto que tena que haber ms centinelas en la zona; probablemente haba pasado entre ellos sin verlos. Utilizando uno de sus dones innatos, Drizzt levit sin apartar las manos de la piedra para poder guiarse. Por suerte, el techo del tnel quedaba bastante alto, por lo que pudo observar a los mineros sin mucho riesgo.Eran ms bajos que l y calvos, con torsos anchos como barriles y muy musculosos, perfectamente adecuados para el trabajo de mineros que era la finalidad de sus vidas. Drizzt haba tenido un contacto previo con esta raza y haba aprendido mucho sobre ellos en los aos pasados en la Academia de Menzoberranzan. Eran svirfneblis, enanos de las profundidades, los enemigos ms odiados por los drows en toda la Antpoda Oscura.Una vez, haca muchos aos, Drizzt haba guiado a una patrulla drow en el combate contra un grupo de svirfneblis y l mismo haba derrotado a un elemental terrestre invocado por el jefe de los enanos. El joven record aquel encuentro, y, como le suceda cada vez que rememoraba algo de su pasado, lo invadi la tristeza. Haba sido capturado por los enanos, atado sin miramientos, y mantenido prisionero en una cmara secreta. Sin embargo los svirfneblis no lo haban maltratado, aunque sospechaban y as se lo explicaron que quiz se veran obligados a matarlo. El jefe del grupo le haba prometido actuar con la mayor misericordia posible dadas las circunstancias.Pero la patrulla de Drizzt, al mando de Dinin, su hermano, haba acudido en su rescate, y cuando asaltaron la cmara no tuvieron compasin con los enanos. Drizzt haba podido convencer a su hermano para que perdonara al jefe de los svirfneblis, pero Dinin, en una demostracin de la tpica crueldad de los drows, haba ordenado que le cortaran las manos antes de dejarlo ir.Drizzt reprimi los recuerdos y concentr su atencin en el presente. Los enanos de las profundidades podan ser unos rivales formidables, y sin duda no les hara ninguna gracia encontrarse con un elfo oscuro durante sus actividades mineras. Tena que mantenerse alerta.Al parecer los mineros haban dado con un buen filn, porque comentaban el hallazgo muy excitados. Drizzt disfrut con los sonidos de los vocablos, aunque no entenda ni una sola palabra del extrao lenguaje de los enanos. Una sonrisa, que por una vez no estaba inspirada por la victoria en algn combate, apareci en el rostro de Drizzt mientras los svirfneblis corran entre las piedras, cargaban las carretillas y llamaban a los dems para que participaran del bullicio. Tal como haba sospechado, ms de una docena de enanos aparecieron en la escena.Drizzt se instal en una cornisa alta y observ a los mineros hasta mucho despus de desaparecer los efectos del hechizo de levitacin. Cuando por fin los enanos acabaron de cargar las carretillas hasta los topes, formaron una columna y abandonaron la caverna. Drizzt comprendi que lo ms prudente era esperar a que se alejaran y a continuacin reemprender el camino de vuelta a casa.No obstante, en contra de la lgica impuesta por la supervivencia, el drow descubri que no era fcil dejar que las voces desaparecieran en la distancia. Descendi hasta el suelo del tnel y sigui a la caravana de los svirfneblis, preguntndose adonde lo llevara.Durante muchos das Drizzt march detrs de los enanos. Resisti a la tentacin de llamar a Guenhwyvar, consciente de que a la pantera le vendra bien un descanso prolongado y que l por ahora tena suficiente con or la charla de los enanos, aunque fuera de lejos. Todos los instintos indicaban al cazador que deba abandonar la persecucin, pero por primera vez en mucho tiempo, Drizzt domin a su parte ms primitiva. En esos momentos, escuchar las voces de los enanos era una necesidad que se impona a todas las dems.Por fin lleg a una zona donde los tneles se vean trabajados y supo que se aproximaba al pas de los svirfneblis. Una vez ms apareci la sombra del peligro, y tampoco esta vez le hizo caso. Camin ms deprisa hasta tener la caravana a la vista. Sospechaba que los svirfneblis tenan montadas algunas trampas muy ingeniosas.Vio cmo los enanos contaban los pasos y evitaban algunos sectores. Drizzt repiti los movimientos con precisin y asinti al ver una piedra suelta aqu y un alambre casi a ras del suelo ms all. De pronto otras voces se sumaron a las de los mineros, y Drizzt se ocult deprisa detrs de unas piedras.El grupo haba llegado a una escalera muy larga y ancha que ascenda entre dos paredes cortadas a pico y sin ninguna grieta. A un lado de la escalera haba una abertura con las medidas justas para permitir la entrada de las carretillas, y Drizzt observ admirado cmo los mineros llevaban las carretillas hasta la abertura y enganchaban la primera a una cadena. Una serie de golpes en la piedra sirvieron de seal a un operario invisible, y la cadena se tens, con lo que arrastr la carretilla al agujero. Una tras otra, las dems siguieron el mismo camino, y tambin disminuy el nmero de enanos que suban la escalera despus de entregar la carga.En el momento en que los dos ltimos enanos engancharon la carretilla y dieron la seal, Drizzt actu llevado por la desesperacin. Esper a que los enanos le dieran la espalda; entonces corri hasta la carretilla, y se mont en ella cuando ya entraba en el agujero. Drizzt comprendi el alcance de su tontera cuando un enano, al parecer sin advertir su presencia, cerr el agujero con una piedra. Le haba cortado la retirada.La cadena tir de la carretilla y la hizo subir en un ngulo con la misma pendiente de la escalera. Drizzt no consegua ver nada delante, porque la carretilla, diseada para un encaje perfecto, ocupaba todo el alto y el ancho del tnel. El drow observ que el vehculo tena unas ruedas pequeas en los lados para facilitar el paso. Le pareca fantstico estar otra vez ante la obra de seres inteligentes pero no poda pasar por alto el peligro en que se encontraba. Los svirfneblis no toleraran la presencia de un elfo oscuro; utilizaran las armas antes de hacer preguntas.Despus de varios minutos, el tnel lleg al nivel superior, donde se ensanchaba. Un svirfnebli se encargaba de dar vueltas a la manivela que arrastraba las carretillas. Atento a su trabajo, el enano no vio la sombra oscura que saltaba del ltimo vehculo y se deslizaba en silencio por una puerta lateral.Drizzt oy voces en cuanto abri la puerta. Sigui adelante porque no tena otra opcin, y se tendi boca abajo en una cornisa estrecha. Los enanos, mineros y guardias, se hallaban ms abajo, en el rellano de la escalera. Al menos haba una veintena que escuchaban el relato de los mineros sobre el filn.Al fondo del rellano, a travs de las enormes hojas entreabiertas de una puerta de piedra con cantos y goznes metlicos, Drizzt pudo atisbar la ciudad de los svirfneblis. El drow slo poda ver una parte, y no muy bien, pero calcul que la caverna ms all de la puerta no era tan grande como la que albergaba a Menzoberranzan.Quera entrar! Deseaba bajar de la cornisa y atravesar aquella puerta, entregarse a los enanos de las profundidades y aceptar la sentencia que estimaran conveniente. Quiz lo aceptaran. Quiz veran a Drizzt Do'Urden como era de verdad.El grupo del rellano, sin dejar de charlar y rer, entr en la ciudad.Haba llegado el momento. Tena que saltar y seguirlos ms all de la puerta.Pero el cazador, el ser que haba sobrevivido ms de una dcada en el entorno salvaje de la Antpoda Oscura, no poda moverse de la cornisa. El cazador, el ser que haba derrotado al basilisco y a otro millar de monstruos, no poda confiar en la misericordia de la civilizacin. El cazador no comprenda estos conceptos.La puerta se cerr con gran estrpito, y se apag la luz de esperanza que haba surgido en el corazn de Drizzt.Despus de un largo y atormentado momento, Drizzt Do'Urden abandon la cornisa y salt hasta el rellano. De pronto se le nublaron los ojos, cuando bajaba para alejarse de la vida bulliciosa al otro lado de la puerta, y slo fueron los instintos primitivos del cazador los que advirtieron la presencia de los guardias. El cazador esquiv a los enanos con un salto prodigioso y corri en busca de la libertad ofrecida por los tneles de la Antpoda Oscura.Cuando estuvo bien lejos de la ciudad de los svirfneblis, Drizzt meti una mano en el bolsillo y sac la estatuilla dispuesto a llamar a su compaera. Pero la guard al cabo de un segundo. Se neg a llamar a la pantera como una forma de castigo por su momento de cobarda. Si hubiese sido ms fuerte y hubiese atravesado la puerta podra haber puesto fin a su calvario, de una manera u otra.Los instintos del cazador lucharon por imponerse mientras Drizzt marchaba por los tneles que lo conducan hasta la caverna donde tena su casa. A medida que se adentraba en la Antpoda Oscura y los peligros aumentaban a cada paso, los instintos apartaron de su mente cualquier pensamiento sobre los svirfneblis y su ciudad.Estos instintos primitivos eran la salvacin y al mismo tiempo la maldicin de Drizzt Do'Urden.

3Cimitarras y serpientesCuntas semanas han pasado? le pregunt Dinin a Briza a travs del cdigo mudo de los drows. Cuntas semanas hace que recorremos estos tneles a la caza de nuestro hermano, el renegado?La expresin de Dinin revelaba el sarcasmo de la pregunta mientras la transmita. Briza frunci el entrecejo sin responderle. Tena todava menos inters que l en esta tediosa tarea. Era una de las sumas sacerdotisas de Lloth y haba sido hasta haca poco la hija mayor, por lo cual mereca una posicin prominente dentro de la jerarqua familiar. Jams la habran enviado en una misin de este tipo. Pero ahora, por algn motivo inexplicable, SiNafay Hun'ett se haba unido a la familia y Briza se haba visto relegada a un rango inferior.Cinco? aadi Dinin, cada vez ms furioso a medida que mova los dedos. Seis? Cunto tiempo ha pasado, hermana? insisti. Cunto tiempo lleva Shi'na..., Shi'nayne... sentada junto a la matrona Malicia?Briza empu el ltigo de cabezas de serpiente, y se volvi colrica hacia su hermano. Dinin, al comprender que se haba pasado de la raya con tantos comentarios irnicos, desenvain la espada e intent esquivar el azote. El golpe de Briza fue como un rayo que atraves la ridcula defensa de Dinin, y tres de las seis cabezas clavaron los colmillos en el pecho y un hombro del hijo mayor de los Do'Urden. Un dolor helado sacudi el cuerpo de Dinin, y la secuela fue un entumecimiento que lo dej inerme. Baj el brazo que sostena la espada y comenz a caer de bruces.La gran sacerdotisa tendi una mano, lo cogi por la garganta, Y lo mantuvo erguido de puntillas. Despus, mir a los otros cinco miembros del grupo para asegurarse de que ninguno tena la intencin de ayudar a Dinin, y estrell a su hermano contra la pared de piedra. Briza se apoy con todas sus fuerzas contra Dinin, sin aflojar la presin en la garganta.Un varn prudente tendra ms cuidado con las cosas que dice lo increp en voz alta, a pesar de que ella y los dems haban recibido instrucciones especficas por parte de la matrona Malicia de que slo deban emplear el cdigo mudo en cuanto dejaran atrs los lmites de Menzoberranzan.Dinin tard un rato en comprender la gravedad de su situacin. A medida que desapareca el entumecimiento, descubri que casi no poda respirar y, si bien todava empuaba la espada, Briza, que pesaba unos diez kilos ms, la mantena pegada a su flanco. Para colmo, la mano libre de la mujer sostena el temible ltigo. A diferencia de los ltigos normales, este terrible instrumento no necesitaba espacio de maniobra. Las cabezas de serpiente podan enrollarse y golpear en distancias cortas como una extensin de la mano del poseedor.La matrona Malicia no har preguntas si mueres susurr Briza, despiadada. Sus hijos no han hecho ms que crearle problemas!Dinin mir por encima del hombro de la hermana a los soldados del grupo.Testigos? se burl Briza, que adivin sus pensamientos. De verdad crees que hablarn en contra de una gran sacerdotisa en beneficio de un vulgar varn? Briza entorn los prpados y acerc su rostro hasta casi tocar a Dinin. Por el cadver de un varn?Solt una carcajada y de pronto apart la mano de la garganta de Dinin, que cay de rodillas casi asfixiado.Vamos! seal Briza a los soldados. Percibo que mi hermano menor no est en esta zona. Volveremos a la ciudad en busca de provisiones.Dinin contempl la espalda de su hermana mientras ella se ocupaba de los preparativos para el viaje de regreso. No pensaba en otra cosa que clavarle la espada entre los omplatos, aunque no era tan tonto como para intentarlo. Haca ms de trescientos aos que Briza era suma sacerdotisa y ahora contaba con el favor de Lloth, aun cuando la matrona Malicia y el resto de la casa Do'Urden lo hubieran perdido. Incluso sin la proteccin de la diosa, Briza era una enemiga formidable, experta en hechizos y en el manejo de aquel maldito ltigo que nunca abandonaba.Hermana llam Dinin, y Briza se volvi para mirarlo, sorprendida de que l le dirigiera la palabra en voz alta. Acepta mis disculpas dijo e hizo una sea a los soldados para que se marcharan, y despus se comunic otra vez con su hermana por medio del cdigo mudo. Estoy disgustado por la incorporacin de SiNafay Hun'ett a la familia explic.Los labios de Briza se curvaron en una de sus tpicas sonrisas ambiguas: Dinin no saba si estaba de acuerdo o si era una burla.Te crees tan listo como para poner en duda las decisiones de la matrona Malicia? pregunt.No! transmiti Dinin. La matrona Malicia hace lo correcto y siempre por el bien de la casa Do'Urden. Pero no confo en SiNafay. Presenci imperturbable la destruccin de su casa. Acept la muerte de toda su familia y de la mayora de los soldados. Cmo puede ser leal a la casa Do'Urden despus de semejante prdida?Estpido varn seal Briza en respuesta. Las sacerdotisas saben que la lealtad slo se debe a Lloth. La casa de SiNafay ya no existe, y por lo tanto tampoco existe SiNafay. Ahora es Shi'nayne Do'Urden, y, por orden de la reina araa, aceptar todas las responsabilidades que acompaan al nombre.No confo en ella repiti Dinin. Ni tampoco me complace ver a mis hermanas, las autnticas Do'Urden, desplazadas en la jerarqua para hacerle un hueco. Shi'nayne tendra que haber sido situada por debajo de Maya, o albergada entre los comunes.Briza le dirigi una mirada feroz, aunque estaba de acuerdo de todo corazn con las opiniones de Dinin.El rango de Shi'nayne en la familia no es cosa de tu incumbencia afirm Briza. Contar con otra gran sacerdotisa fortalece la casa Do'Urden. Esto es lo nico que debe interesarte!Dinin asinti en respuesta al razonamiento de la hermana y prudentemente envain la espada antes de ponerse de pie. Briza enganch el ltigo al cinturn, aunque no dej de vigilar al imprevisible varn con el rabillo del ojo.A partir de ahora Dinin tendra que obrar con ms cuidado. Saba que su supervivencia dependa de su capacidad para mantenerse junto a la hermana mayor, porque Malicia haba ordenado que actuaran juntos en estas misiones. Briza era la ms fuerte de las hijas Do'Urden, y la mejor dotada para encontrar y capturar a Drizzt. Por su parte, Dinin haba sido jefe de patrullas durante ms de diez aos y conoca a fondo los tneles fuera de los lmites de Menzoberranzan.Dinin maldijo su mala suerte y sigui a su hermana por los tneles que conducan a la ciudad. Un corto respiro, no ms de un da, y otra vez saldran en busca del escurridizo y peligroso hermano, al que Dinin no tena ningn deseo de encontrar.Guenhwyvar volvi la cabeza bruscamente y permaneci inmvil como una estatua, con una pata levantada y lista para echar a correr.T tambin lo has odo susurr Drizzt, con la boca casi pegada a la oreja de la pantera. Ven, amiga ma. Veamos qu nuevo enemigo ha entrado en nuestros dominios.Marcharon a gran velocidad y absoluto silencio por los tneles que conocan a la perfeccin. Al or el eco de un roce, Drizzt se detuvo de pronto, y Guenhwyvar lo imit. No lo haba producido ningn monstruo de la Antpoda Oscura sino una bota. Drizzt seal una pila de escombros que daba por el otro lado a una caverna con muchas cornisas, y la pantera lo gui hasta all, donde disfrutaran de un buen puesto de observacin.La patrulla drow apareci a la vista al cabo de unos segundos, un grupo de siete, aunque estaban demasiado lejos para que pudiese reconocerlos. Lo sorprenda el hecho de que hubiese podido orlos con tanta facilidad, porque recordaba los das en que haba actuado como gua de las patrullas. Qu solo se haba sentido entonces, al frente de ms de una docena de elfos oscuros perfectamente entrenados que no hacan ningn ruido y se confundan entre las sombras tan bien que ni siquiera la aguda visin de Drizzt era capaz de localizarlos!Sin embargo, el cazador en que se haba convertido Drizzt, este ser primario e instintivo, haba descubierto la presencia del grupo sin ninguna dificultad.Briza detuvo la marcha sin previo aviso y cerr los ojos para concentrarse en las vibraciones del hechizo de localizacin.Qu ocurre? preguntaron los dedos de Dinin cuando la sacerdotisa lo mir.La expresin de sorpresa y entusiasmo en el rostro de su hermana le anticip la respuesta.Drizzt? susurr Dinin, incrdulo.Silencio! gritaron las manos de Briza.Ech una mirada al entorno, y despus seal a la patrulla que la siguiera hasta las sombras de la pared de la inmensa caverna.Ests segura de que es Drizzt? inquiri Dinin, tan excitado que casi no poda formar las palabras con los dedos. Quiz se trata de algn depredador...Sabemos que vive lo interrumpi Briza. De no ser as, la matrona Malicia ya disfrutara otra vez del favor de Lloth. Y, si Drizzt vive, entonces podemos suponer que est en posesin del objeto.El sbito movimiento evasivo de la patrulla pill a Drizzt por sorpresa. No era posible que el grupo lo hubiese visto detrs de la pila de escombros, y estaba seguro de que ni l ni la pantera haban hecho ningn ruido. Pese a ello, no dudaba que la patrulla se ocultaba de l. Haba algo muy extrao en este encuentro. Los elfos oscuros no se aventuraban tan lejos de Menzoberranzan. Quiz slo era el efecto de la paranoia necesaria para sobrevivir en las profundidades de la Antpoda Oscura, pens Drizzt, aunque sospechaba que el grupo no haba entrado en sus dominios por casualidad.Ve, Guenhwyvar le orden a la pantera. Averigua quines son nuestros visitantes.El animal desapareci entre las sombras de la caverna, y Drizzt se tendi entre las piedras con el odo atento.Guenhwyvar regres al cabo de un minuto, que a Drizzt le pareci una eternidad.Sabes quines son? le pregunt el drow. El felino rasc la piedra con una pata. Nuestra vieja patrulla? aadi Drizzt. Los guerreros que nos acompaaban?La pantera pareca insegura y no hizo ningn movimiento definido.Entonces son Hun'ettafirm Drizzt, convencido de haber resuelto el misterio.Por fin la casa Hun'ett haba ido en su busca para vengar las muertes de Alton y Masoj, los dos magos Hun'ett que haban pagado con la vida el intento de asesinar a Drizzt. O quiz pretendan recuperar a Guenhwyvar, el ser mgico que en un tiempo haba pertenecido a Masoj.Drizzt hizo una pausa para estudiar la reaccin de Guenhwyvar y comprendi que se equivocaba. La pantera haba dado un paso atrs y pareca inquieta por sus palabras.Entonces, quin? inquiri Drizzt.Guenhwyvar se levant en dos patas, apoy una zarpa en el hombro del joven y con la otra toc la bolsa que le colgaba del cuello. Sin entender qu pretenda el felino, Drizzt cogi la bolsa y vaci el contenido sobre la palma de una mano; unas pocas monedas de oro, una piedra preciosa pequea y el emblema de la casa, un medalln de plata grabado con las iniciales de Daermon N'a'shezbaernon, de la casa Do'Urden. El guerrero comprendi por fin el mensaje de Guenhwyvar.Mi familia susurr Drizzt, con aspereza.La pantera se apart y una vez ms rasc el suelo, excitada.Un millar de recuerdos desfilaron por la mente de Drizzt en aquel momento, pero todos, buenos y malos, le sealaron ineludiblemente una sola posibilidad: la matrona Malicia no haba perdonado ni olvidado sus acciones en aquel da fatdico. Drizzt haba rechazado a su madre y el culto de la reina araa, y saba lo suficiente acerca de la maldad de Lloth como para entender que, a consecuencia de su comportamiento, Malicia haba perdido el favor de la diosa.El drow observ el interior de la caverna; despus hizo una sea a Guenhwyvar y ech a correr por los tneles. La decisin de abandonar Menzoberranzan haba sido muy dolorosa, y ahora no quera encontrarse con la familia y revivir todas aquellas dudas y temores.Los compaeros corrieron durante ms de una hora a lo largo de pasillos secretos y por las zonas donde el laberinto de tneles era un autntico rompecabezas. Drizzt conoca a fondo esta regin y no dudaba que conseguira despistar a la patrulla sin demasiado esfuerzo.Sin embargo, cuando por fin hizo una pausa para recuperar el aliento, el drow presinti y tuvo suficiente con mirar a Guenhwyvar para confirmar la sospecha que la patrulla segua su rastro, quiz ms cerca que antes.Comprendi que lo rastreaban ayudados por la magia; no poda haber otra explicacin.Pero cmo? le pregunt a la pantera. Ya no soy el hermano que conocan, ni fsica ni mentalmente. Cul entre los objetos en mi poder puede servir de atraccin a los hechizos rastreadores?Drizzt inspeccion sus posesiones y se fij primero en las armas.Las cimitarras tenan poderes mgicos pero esto no las distingua de la mayora de las armas de Menzoberranzan. Adems, las suyas ni siquiera las haban fabricado en la casa Do'Urden y el diseo no corresponda con el preferido por la familia. Sera la capa? El piwafwi era como el uniforme de la casa, con los bordados y dibujos caractersticos de la familia; pero la prenda estaba tan desgarrada y sucia que ni siquiera un hechizo habra podido reconocerla como perteneciente a la casa Do'Urden.Perteneciente a la casa Do'Urden murmur Drizzt en voz alta.Mir a Guenhwyvar y asinti bruscamente; tena la respuesta. Cogi otra vez la bolsa y sac el medalln, el emblema de Daermon N'a'shezbaernon. Creado por la magia, posea la suya propia, un duomer especfico de la casa. Slo un noble de la casa Do'Urden poda llevarlo.Drizzt pens un momento; despus guard el medalln en la bolsa y la colg del cuello de Guenhwyvar.Es hora de que la presa se convierta en cazador le susurr a la pantera.Sabe que lo seguimos transmiti Dinin a Briza, que no se dign rubricar la afirmacin con una respuesta.Desde luego que Drizzt estaba enterado y tambin era obvio que intentaba despistarlos. Briza no se preocupaba. Las seales del medalln de Drizzt eran para ella como un faro.De todos modos, la sacerdotisa hizo un alto cuando el grupo lleg a una bifurcacin del tnel. La seal llegaba desde ms all de la bifurcacin aunque sin definir cul de los dos brazos.Izquierda seal Briza a tres de los soldados. Derecha indic a los otros dos.Retuvo a su hermano; permaneceran en la bifurcacin para servir de reserva al primero de los grupos que pidiera refuerzos.Por encima de la patrulla, oculto entre las sombras del techo cubierto de estalactitas, Drizzt sonri complacido por su astucia. La patrulla poda seguir su ritmo de marcha, pero no tena ninguna posibilidad de atrapar a Guenhwyvar.El plan haba dado un resultado perfecto, porque Drizzt slo pretenda alejar a la patrulla a la mayor distancia posible de sus dominios y convencerla de la inutilidad de la misin. Pero ahora, mientras levitaba en las alturas, con la mirada puesta en los hermanos, descubri que ansiaba algo ms.Drizzt esper un rato hasta convencerse de que los soldados se encontraban bien lejos. Desenvain las cimitarras y pens que no estara mal tener una reunin con los hermanos.Se aleja cada vez ms le inform Briza a Dinin, sin preocuparse del sonido de su voz, segura de que el renegado estaba muy lejos. A gran velocidad.Drizzt nunca ha tenido problemas para moverse en las profundidades de la Antpoda Oscura opin Dinin. Ser muy difcil atraparlo.Se cansar mucho antes de que mis hechizos pierdan eficacia presumi Briza. Lo encontraremos agotado en algn agujero oscuro.Pero la petulancia de Briza se transform en asombro cuando una silueta oscura apareci entre ella y Dinin.El hermano mayor casi ni tuvo tiempo de sorprenderse. Vio al joven slo por una fraccin de segundo, y despus sus ojos se pusieron bizcos al seguir el movimiento descendente de la empuadura de una cimitarra. Dinin se desplom como abatido por un rayo, y su rostro golpe contra el suelo.Mientras con una mano se ocupaba de Dinin, Drizzt acerc la punta de la segunda cimitarra a la garganta de Briza con el propsito de conseguir su rendicin. Pero la sacerdotisa no se dej sorprender. Retrocedi con gran agilidad, levant el ltigo, y las seis cabezas de serpiente se enrollaron sobre s mismas listas para lanzar su ataque a la primera oportunidad.Drizzt se volvi hacia Briza y movi las dos cimitarras en una finta defensiva para mantener a raya a las serpientes. Recordaba el terrible dolor de las mordeduras; como todos los varones drows haba sido azotado infinidad de veces.Hermano Drizzt! grit Briza, con la esperanza de que la patrulla escuchara el grito y comprendiera la llamada de ayuda. Aparta tus armas. No hay necesidad de comportarnos de esta manera.El sonido de las palabras, vocablos drows, emocion a Drizzt. Qu hermoso era escucharlas, recordar que no siempre haba sido un cazador cuya vida slo consista en sobrevivir!Baja tus armas repiti Briza, con mayor insistencia.Por..., por qu has venido? tartamude Drizzt.A buscarte, hermano mo, por qu si no? replic Briza, con un tono de cario exagerado. Por fin ha concluido la guerra contra los Hun'ett. Es hora de que regreses a casa.Una parte de Drizzt anhelaba creer, deseosa de olvidar aquellos hechos de la vida drow que lo haban forzado a abandonar la ciudad donde haba nacido; anhelaba dejar que las cimitarras cayeran al suelo y volver al refugio y a la compaa de su vida anterior. La sonrisa de Briza era tan tentadora...Vuelve a casa, querido Drizzt susurr Briza, que utilizaba en sus palabras un sencillo hechizo de atraccin, consciente de que haba dado con el punto flaco de su hermano. Te necesitamos. Ahora eres el maestro de armas de la casa Do'Urden.El sbito cambio en la expresin de Drizzt advirti a Briza de su error. Zaknafein, maestro y amigo ntimo de Drizzt, haba sido el maestro de armas de la casa Do'Urden, pero lo haban ofrecido en sacrificio a la reina araa. Drizzt jams olvidara este acontecimiento.En aquel momento, el joven record mucho ms que las comodidades de su casa. Rememor con toda claridad los males de su vida pasada, la maldad que sus principios no podan tolerar.No tendras que haber venido manifest Drizzt con una voz parecida a un rugido. Nunca ms se te ocurra volver por aqu!Querido hermano dijo Briza, ms para ganar tiempo que por enmendar el error, y permaneci inmvil, con el rostro helado en una de sus sonrisas de doble filo.Drizzt mir detrs de los labios de Briza, ms gruesos de lo habitual entre los drows. La sacerdotisa no pronunciaba ninguna palabra, pero Drizzt poda ver con toda claridad que los labios se movan detrs de la helada sonrisa.Un hechizo!Briza siempre haba sido muy hbil en este tipo de engaos.Regresa a casa! grit Drizzt, y lanz un ataque.Briza lo esquiv sin problemas, porque las cimitarras no pretendan herirla sino interrumpir la letana.Maldito seas, renegado exclam la sacerdotisa, que renunci al disimulo y levant el ltigo. Rinde las armas ahora mismo, si no quieres morir!Drizzt se afianz sobre los pies. Sus ojos lila se encendieron con un fuego extrao a medida que el cazador se dispona a hacer frente al desafo.Briza vacil, sorprendida por la sbita ferocidad desplegada por su hermano. Esta vez no tena delante un guerrero vulgar. Drizzt se haba convertido en otra cosa, mucho ms formidable.Pero Briza era una gran sacerdotisa de Lloth, en los escalones ms altos de la jerarqua drow. No se dejara asustar por un varn.Rndete! grit.Drizzt ni siquiera entendi la palabra, porque el cazador que haca frente a Briza ya no era Drizzt Do'Urden. El guerrero salvaje y primitivo que los recuerdos del difunto Zaknafein haban invocado no entenda de palabras y mentiras.Briza descarg un azote, y las seis cabezas de serpiente se arremolinaron por voluntad propia en busca del mejor ngulo de ataque.Las cimitarras del cazador respondieron con una velocidad sorprendente. Briza ni siquiera pudo seguir el movimiento de los aceros y, cuando acab de bajar el brazo, descubri que ninguna de las cabezas haba mordido la presa y que ahora slo quedaban cinco.Dominada por una furia casi igual a la del oponente, Briza reanud el ataque y lanz una lluvia de azotes. Serpientes, cimitarras y brazos se confundieron en una danza mortal.Una cabeza mordi la pierna del cazador, y una descarga de dolor helado corri por las venas. Una cimitarra desvi otro ataque y cort la cabeza del ofidio por la mitad.Otra cabeza mordi al cazador. Otra cabeza cay al suelo.Los oponentes se apartaron, para medirse el uno al otro. A Briza le costaba trabajo respirar despus de unos pocos minutos de lucha; en cambio, el pecho del cazador suba y bajaba con toda normalidad. La sacerdotisa no presentaba ninguna herida; Drizzt haba recibido dos mordidas.Haca mucho tiempo que el cazador haba aprendido a no hacer caso del dolor, de modo que se mantuvo erguido preparado para proseguir el combate. Briza, con su ltigo reducido a tres cabezas, insisti en atacar. Vacil una fraccin de segundo al ver que Dinin pareca volver en s. Sera capaz de acudir en su ayuda?Dinin se movi e intent levantarse, pero las piernas no tenan la fuerza suficiente para sostenerlo.Maldito seas gru Briza, dedicando el insulto a los dos varones.Invoc el poder de la reina araa y descarg un latigazo con todas sus fuerzas.Las tres cabezas de serpiente restantes cayeron al suelo con un solo golpe de la cimitarra.Maldito seas! repiti la gran sacerdotisa, que esta vez dirigi la maldicin al rival.Empu la maza sujeta al cinto y con el brazo extendido lanz el arma en una trayectoria circular contra la cabeza de Drizzt.Las cimitarras cruzadas detuvieron el torpe golpe mucho antes de que llegara al objetivo. El cazador levant una pierna y descarg tres puntapis contra el rostro de la sacerdotisa antes de volver a bajarla.Briza retrocedi con el rostro baado con la sangre que manaba de la nariz rota. En cuanto alcanz a ver la silueta de Drizzt entre la sangre que le emborronaba la visin, lanz otro ataque desesperado en un gancho abierto.El cazador levant una cimitarra para detener el golpe y, girando el acero, lo dej deslizar sobre la porra hasta chocar con la mano de Briza. La mujer aull de dolor y solt el arma.La maza cay al suelo junto con dos dedos de Briza.En aquel momento Dinin consigui levantarse y empuar la espada. Briza emple toda su fuerza de voluntad para no apartar la mirada de Drizzt. Si consegua distraerlo unos segundos ms...El cazador presinti el peligro y se volvi.Lo nico que vio Dinin en los ojos lila del hermano menor fue su propia muerte. Arroj la espada al suelo y cruz los brazos sobre el pecho para rendirse.El cazador gru una orden, casi ininteligible, aunque Dinin capt el significado con toda claridad. Sin perder ni un instante ech a correr como alma que lleva el diablo.Briza dio un paso con la intencin de seguir el ejemplo de Dinin, pero una cimitarra enganchada debajo de la barbilla la detuvo y le forz la cabeza hacia atrs hasta que slo pudo ver la piedra oscura del techo.El dolor era como un hierro candente en los miembros del cazador, un dolor causado por el ltigo de este ser malvado. Ahora el cazador deseaba acabar con el dolor y la amenaza. Estaba en sus dominios!Briza pronunci una ltima oracin a Lloth cuando sinti que el acero comenzaba a cortar la carne. Pero en aquel instante un relmpago oscuro le devolvi la libertad. Mir al suelo y vio a Drizzt aplastado por una enorme pantera negra. Sin perder tiempo en hacer preguntas, la sacerdotisa corri por el tnel en pos de Dinin.El cazador consigui zafarse del cuerpo del felino y se levant de un salto.Guenhwyvar! grit. Ve tras ella! Mtala!La pantera se sent y respondi a la orden con un bostezo; a continuacin, enganch con una pata el cordn de la bolsa colgada del cuello y lo cort.Qu haces? chill el cazador, ciego de rabia al tiempo que recoga la bolsa.Guenhwyvar se haba vuelto en su contra? Drizzt retrocedi un paso y, vacilante, levant las cimitarras como si creyera que la pantera fuera a atacarlo. El animal no se movi y continu sentado sin dejar de observar al joven.Un momento ms tarde, el chasquido de una ballesta le demostr que estaba en un error. El dardo habra acertado en su cuerpo de no haber sido porque Guenhwyvar dio un salto e intercept el vuelo del proyectil. El veneno drow no tena ningn efecto en los animales mgicos.Tres guerreros drows aparecieron por un lado de la bifurcacin y dos ms por el otro. Drizzt se olvid en el acto de perseguir a Briza y, escoltado por Guenhwyvar, emprendi la huida por los tneles. Sin la gua de la suma sacerdotisa y la magia, los soldados ni siquiera intentaron perseguirlo.Despus de muchos minutos de carrera, Drizzt y Guenhwyvar se refugiaron en un pasaje lateral, atentos a cualquier ruido de persecucin.Ven orden Drizzt, y ech a andar sin prisa, convencido de que haba repelido la amenaza de Dinin y Briza. Una vez ms la pantera se sent.He dicho que me acompaes gru Drizzt, un tanto desconcertado.Guenhwyvar lo mir de una manera que despert una sensacin de culpa en el drow. Entonces el felino se levant y camin poco a poco hacia su amo.Drizzt asinti, seguro de la obediencia de la pantera. Le volvi la espalda y reanud la marcha, pero el felino pas junto a l y le impidi el paso. Guenhwyvar describi un crculo al tiempo que apareca la tpica niebla que acompaaba sus apariciones y desapariciones.Qu haces? pregunt Drizzt.Guenhwyvar no se detuvo.No te he ordenado que desaparezcas! chill el drow mientras se esfumaba el cuerpo de la pantera. El guerrero corri y tendi las manos en un intento intil por retenerla. No he dicho que te vayas! repiti, desesperado.Guenhwyvar haba desaparecido.Aquella ltima imagen de Guenhwyvar acompa a Drizzt en el largo camino de regreso a la cueva que era su casa. Le pareca sentir la mirada de la pantera clavada en la espalda. Comprendi que su amiga lo haba juzgado y encontrado en falta. Llevado por la clera haba estado a punto de matar a Briza, y lo habra hecho de no haber sido por la intervencin de Guenhwyvar.Por fin, Drizzt se arrastr por el tnel que comunicaba con el pequeo recinto de piedra.Las preocupaciones no lo abandonaron. Una dcada antes, Drizzt haba matado a Masoj Hun'ett, y en aquella ocasin haba jurado que nunca ms matara a un drow. Para Drizzt, su palabra era el sostn de sus principios, aquellos principios por los que haba renunciado a tantas cosas.Sin duda, ese da habra faltado a la palabra de no haber sido por las acciones de Guenhwyvar. Si era as, qu lo diferenciaba de los dems elfos oscuros?Drizzt haba vencido en el encuentro contra sus hermanos y tena confianza en que sera capaz de esconderse de Briza y de cualquier otro enemigo enviado por la matrona Malicia. Pero en la soledad de la pequea cueva, Drizzt comprendi algo mucho ms grave.No poda esconderse de s mismo.

4Huir del cazadorDrizzt no pens en sus acciones mientras continuaba con la rutina de la supervivencia. El cazador no habra aceptado otra cosa. Pero el coste emocional cada vez mayor de esta supervivencia provocaba una profunda angustia en el corazn de Drizzt Do'Urden.Si la repeticin de las tareas diarias ayudaba a disimular el dolor, cuando llegaba la hora del descanso Drizzt se encontraba desprotegido. El encuentro con sus hermanos lo persegua; cada noche apareca en sus sueos con una