Roig Andres - Narrativa Y Cotidianidad

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    NARRATIVA Y

    COTIDIANIDAD

    l obra de

    Vladimir

    Propp

    l luz de un cuento

    ecuatoriano

    rturo

    ndrs

    Roig

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    Julio de 1984

    rd torfal BELEH

    ()Uil0 - I-ClI,Il/0r

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    DEDICATORIA

    AIUUl

    Valerio

    cuando seas ms grandecita

    y

    te

    cuente algn cuento no lo

    or

    pensando en

    sus 11

    articulaciones posibles sino en la justicia

    y

    la injusticia.

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    PRELIMINAR

    a narrativa y, en particular, la narrativa popular, considerada desde el

    punto de vista de la vida cotidiana y, ms propiamente, de lo que en este en

    sayo se denomina "sintaxis de la cotidianidad", permite rescatar toda esa

    literatura en lo que tiene de valioso para un enriquecimiento de los diversos

    niveles y formas de comunicacin.

    Por lo dems, el intento de llevar a cabo un anlisis que corrija los defec

    tos del formalismo dentro de la crtica literaria, abre las puertas para un es

    fuerzo por desentraar la estructura, ms amplia dentro de la cual la narrati

    va fantstica es

    t n

    slo uno de U aspectos:

    la

    del "univerno discursivo", en

    tendiendo por ello la totalidad actual o posible de los discursos correspon

    dientes a un determinado grupo humano en una poca dada (sincrnicamen

    te) o a lo largo de un cierto perodo (diacrnicamente) y sobre cuya base se

    establece, para esa misma comunidad, el complejo mundo de la intercomuni

    cacin.

    Este ensayo, por lo dems, pone en cuestin los criterios mismos sobre

    cuya base se lleva a cabo la seleccin de un corpus a partir del cual se

    enuncian luego teoras respecto del material elegido con el que se lo inte

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    gr o El cuento, en particular el cuento fantstico -tal el caso tpico que

    nos ofrece el esfuerzo sistematizadar proppiano, tal como se lo ver - de al

    guna manera result ser no lo que la investigacin concluy despus de un

    arduo trabajo, sino lo que se haba pre-establecido ya antes de la investiga

    cin misma. Se pretende, pues, alertar con este ensayo justamente contra

    posiciones adoptadas a-priori de modo a-crtico y no, por cierto, negar la

    necesidad de un determinado a-priori sin el cual tampoco se podra poner en

    marcha

    una

    investigacin. En el caso proppiano

    -yen

    otros que se le aseme

    jan- el hecho de descubrirla parcialidad del momento pre-selectivo nos

    abre la posibilidad de sealar lo que bien podra considerarse como e secre

    to del formalismo 1/ que est puesto en juego en este caso.

    Una teora crtica del discurso y por tanto una doctrina crtica de la co

    municacin, entendida esta ltima como una de las funciones bsicas de todo

    discurso (la funcin misiva ), debern responder a la exigencia de reinser

    cin de todos esos hechos en su raz social y, por tanto, en el complejo mun

    do de ocultamiento y manifestacin , de elusin y de alusin , dentro

    del cual se encuentran tanto lo investigado como el investigador.

    Por ltimo, digamos que -como lo ha observado Daniel Prieto Castillo

    en su trabajo Radiodrama y Vida Cotidiana-- la cotidianidad afirmada como

    homognea nos pone frente a un fenmeno de mediatizacin ejercido dentro

    de los marcos de un discurso dominante uno de cuyos secretos consiste en la

    .simplificacin de los procesos sobre los que se ejerce el desconocimiento del

    otro . La nocin de sintaxis de la cotidianidad tendera precisamente a

    restablecer la clara conciencia de lo complejo del mundo social, tanto en su

    facticidad como en los diversos niveles discursivo comunicativos a travs de

    los cuales se manifiesta. No nos cabe duda que en una sociedad alienada se

    tiende hacia una simplificacin ocultante de la conflictividad. Hay sin em

    bargo fisuras que nos alertan y que deben guiarnos en la tarea

    nvestqati

    va, sobre todo si pretendemos que sta no sea ajena a una posicin en favor

    de la liberacin y en contra de los incontables modos como se genera y re

    genera lo que para nosotros es el discurso opresor .

    No podramos dar por terminado este breve preliminar sin hacer refe

    rencia a un hecho que nos manifiesta la importancia que puede tener a nivel

    continental, el anlisis de textos como el que aqu presentamos. Concreta

    mente nos referimos a la bellsima y famosa reelaboracin literaria hecha so

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    bre la narrativa folk por el gran escritor argentino Juan Draghi Lucero, en cu

    yo libro 8 mil y una noche argentinas (Buenos Aires, Talleres Grficos

    Atlas, 1940), que ha tenido ya incontables reediciones, se transcribe un

    cuento denominado Te acords, patito i n g r a t o ~ recogido en los desier

    tos de Mendoza, mi tierra natal, que es exactamente la misma narracin

    -l

    gicamente con las variantes que son tpicas de esta

    literatura-

    que recolec

    t en el Ecuador el gran folklorlogo Paulo de Carvalho Neto y sobre la que

    hemos elaborado el presente ensayo de relectura.

    Quito, Enero de 1984

    Ve;

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    rimera

    parte

    LA TEORIA

    DEL

    DISCURSO Y LA

    INVESTIGACION

    DE LO IDEOLOGICO

    Pocas obras haya habido tal vez en lo que va de esta segunda mitad del

    SIglo tan

    incitantes y fecundas

    como

    la realizada

    por

    Vladimir Propp, den-

    tro de los estudios de morfoloqia de un texto. La edicin inglesa de su cl-

    sico libro sobre el cuento fantstico, muy tarda respecto de la primera edi-

    cin rusa, gener en Europa

    todo

    un remozamiento en este campo de inves-

    tigaciones y,

    como

    era de esperarlo, las posteriores ediciones en lengua es-

    paola extendieron a nuestro Continente el

    inters por

    las todava insospe-

    chadas posibilidades que la metodologa proppiana planteaba para el anli-

    sis de un texto. En el Ecuador, y

    por

    cierto en otros pases de Hispanoam-

    rica, aquel inters es un hecho que no podra ser justificado como una nueva

    moda, una de las tantas modas intelectuales que de vez en cuando invaden

    a Occidente, sino que responde a urgencias sentidas por numerosos grupos

    de estudiosos, acuciados

    por

    un creciente deseo de poseer y de perfeccionar

    instrumentos metodolgicos de investigacin de la propia riqueza cultural

    y

    en este caso

    muy

    particularmente de una veta tan

    poco

    trabajada

    como

    es

    la de la sabidura popular expresada en la narrativa "fantstica".

    Sin pretender sealar todas las posibilidades y los campos de estudio que

    no pueden ya profundizarse sin tener en cuenta el hecho proppiano, pense-

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    mos

    por ejemplo en el caso t n sugestivo de nuestra literatura culta, en par

    ticular la novela, que ha revelado la existencia de lo que se ha dado en deno

    minar el "realismo mgico" que ofrece una correlacin

    muy

    sugestiva

    con las

    aparentemente ingenuas manifestaciones de la narrativa popular y

    dentro

    de

    ella, precisamente

    con

    el denominado cuento fantstico"; pensemos

    tam

    bin en las posibilidades que los instrumentos metodolgicos de anlisis del

    discurso generados a partir del intento de Propp tienen de inters para el es

    tudio morfolgico de ciertas expresiones

    no ya

    propiamente narrativas en

    un sentido extricto del trmino, o

    tal

    vez "narrativas" latu sensu,

    como

    es

    por ejemplo el discurso poltico y aun el losco-pohtco. Baste sealar,

    para mostrar la posibilidad de esta ampliacin, cmo Greimas propone apli

    car su esquema actancial derivado de la nocin de "personaje

    narrativo

    de

    Propp al discurso

    filosfico,

    dividido por aquel autor en dos grandes catego

    ras movidas por lo que l denomina "deseo de conocer (dentro del cual

    entrara, por ejemplo, el discurso cartesiano) y "deseo de transformar" (el

    discurso generado

    por

    la literatura filosfica y flosfico-pohtica marxista).

    En general, las respuestas dadas ante el

    intento

    proppiano, por lo menos

    las que se han manifestado en Amrica Latina, han respondido a las mismas

    exigencias visibles en otros lugares, de superar

    por

    una parte el formalismo,

    y por

    la

    otra, de extender la nocin misma de "narrativa" dndole

    una

    signi

    ficacin mucho ms amplia que la muy limitada dentro de la cual se mueve el

    anlisis morfolgico del

    autor

    ruso. Por cierto, cabe asimismo mencionar el

    intento de someter a una prueba sobre la base de otros materiales tomados

    de la cultura folk, los hallazgos de Propp en relacin con aquel deseo de;en!

    contrar, tambin

    por

    esta va lo intentado

    en

    otros campos de estudio, a

    saber la bsqueda de lo propio dentro de tradiciones culturales

    diversas

    a las.

    de origen indoeuropeo, o

    dentro

    de estas

    mismas, pero desarrelladas.en

    mar

    cos histricos diferentes como es nuestro caso latinoamericano.

    Por

    otra

    parte, desae hace

    ya

    varias dcadas, diversos grupos de invesnga

    dores particularmente en algunos de nuestros pases, dieron nacmentrr a la

    sistematizacin de lo que

    podra

    ser un "pensamiento latinoamericano",

    esfuerzo ste que

    si

    bien comenz dentro de los marcos de la historiografa

    de l s ideas

    flosficas,

    se ha ido ampliando a otros campos, en particular

    las ideas polticas y econmicas. Este proceso de bsquedas condujo a plan

    tearse el problema de la naturaleza de ese pensamiento manifestado en su

    ya extenso desarrollo histrico, y tambin, como era inevitable, el problema

    10

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    de los mtodos apropiados para su estudio. No es casual que los aportes de

    las nuevas formas del saber, entre ellas las de la semiologa, la teora de la co

    municacin y asimismo, todos los estudios morfolgicos del discurso desarro

    lIados a impulsos tanto del formalismo como del estructuralsmo, en sus di

    versas variantes, se los intentar asumir en esta lnea de trabajo. Todo ello

    condicionado, adems,

    por

    una exigencia cada vez ms sentida dentro de los

    investigadores interesados en las ideas losficas, de ampliar la nocin mis

    ma de filosofa, como tambin de mostrar la correlacin que hay entre el

    discurso filosfico y otras formas discursivas, entre ellas muy particular

    mente las propias de las ciencias sociales en general.

    A medida que se fue tomando conciencia de que el viejo problema de la

    objetividad del saber no poda ya ser planteado sin tener en cuenta el lengua

    je como resultado del reconocimiento de su permanente funcin de media

    cin, yen cuanto se fue alcanzando una nueva comprensin del sentido de

    su valor idolctco: superadas, adems, dentro de la crtica literaria las ten

    dencias que

    partan

    de la posibilidad de un acto creador absoluto, surgi con

    ms

    fuerza la necesidad de avanzar hacia

    una teora

    del discurso que abra

    perspectivas insospechadas para una nueva crtica. De este modo, los apor

    tes de la lingstica, utilizados casi exclusivamente hasta entonces dentro de

    los estrechos lmites de un anlisis de textos que no superaba

    por

    lo general

    los marcas de una estilstica, pudieron ser aprovechados por la naciente so

    ciologa del saber,

    la

    que no slo se enriqueci, sino que vino a ser profunda

    mente modificada. En efecto, de una sociologa del

    saber

    tal como la ha

    ba elaborado el culturalismo alemn de entreguerras, se pas a 10 que ac

    tualmente se conoce como teorfa crtica de las ideologas , nueva forma

    de saber que impuso como tema central de la teora general del discurso

    la problemtica de su contenido y produccin ideolgicos. La funcin de

    mediacin del lenguaje alcanzaba de este modo una clarificacin a la vez

    que su naturaleza idiolctica comenzaba a ser entendida en relacin con las

    diversas formas de la conciencia

    social

    por

    lo mismo que el sujeto del dis

    curso, en cuanto emisor y receptor de un mensaje, no poda ser entendido

    ya como extrao a un sistema de cdigos y dejaba de ser un sujeto indivi

    dual, pretendido creador absoluto. Se haba relativizado, pues, la nocin de

    sujeto, mas al mismo tiempo apareca revalorada la relacin histrica, con

    creta, que hay siempre entre un discurso y el sujeto que lo enuncia, relacin

    que se haba borrado en el anlisis tradicional de los textos. Se trataba de

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    un verdadero

    reencuentro

    del sujeto, que a su vez implicaba una nueva com

    prensin

    del mismo que

    vena

    a

    poner

    en crisis, de modo radical, las pericli

    tadas filosofas de la conciencia.

    Por

    otra

    parte la

    "teora

    crtica de las ideologas , en relacin

    COl

    la

    "teora general del discurso , pudo realmente constituirse como una forma

    de saber poseedora de nuevas herramientas de investigacin que permiti

    superar los principios mecanicistas que la caracterizaron en ms de uno de

    sus cultores iniciales, como tambin facilit la incorporacin del fonnalis

    mo dentro del anlisis de textos, una vez superado el

    problema

    del desco

    nocimiento

    del sujeto del discurso

    por

    parte de esta tendencia. De este mo

    do se pudo avanzar de una primera lnea de trabajo que se interesaba princi

    palmente

    por

    el "contenido" ideolgico de un

    texto, determinado

    a

    partir

    de una

    teora

    del "reflejo" muchas veces ingenuay escasamente cientfica,

    hacia

    otras

    lneas que destacaban la importancia de descubrir el

    hecho

    de la

    "produccin de significantes por parte de aquel sujeto de discurso rescata

    do en su

    papel

    agente en relacin con los sistemas de cdigos,

    como

    tambin

    el

    problema

    de la presencia de lo ideolgico, no slo en cuanto "contenido",

    sino en

    cuanto "forma",

    muchas veces como lo nico sealable con cierto

    rigor. o por lo menos como va de confirmacin del valor ideolgico de con

    tenidos", no determinable en s mismo.

    En relacin con

    toda

    esta amplia problemtica de la

    "teora

    del discurso

    quisiramos referirnos precisamente a investigaciones relativas al problema

    de la "forma ideolgica y a algunas de las vas de su determinacin, debien

    do aclarar que no supone

    nuestro

    intento

    una

    alternativa

    excluyente

    respec

    to de las investigaciones que apuntan al sealamiento de "contenidos". Dos

    son

    hasta ahora las vas posibles que nos parece

    pueden

    seguirse, una de ellas

    parte del discurso entendido desde el

    punto

    de vista de una "teora del men

    saje"

    y

    s

    particularmente de las funciones del

    lenguaje"

    en

    cuanto acto

    de

    comunicacin;

    la otra, del discurso

    como

    "narracin" y en relacin con

    este criterio, tanto de las funciones narrativas como de las actanciales .

    La primera lnea de trabajo la hemos intentado dar a conocer en nuestro

    ensayo La filosofa de la historia desde el punto de vista filosfico-polti

    co", ledo y discutido inicialmente en el III

    Encuentro

    Ecuatoriano de Filo

    sofa organizado por la Pontificia Universidad Catlica en

    1978,

    fruto de

    una

    serie de cursos iniciados en Mxico sobre iextos cartesianos y

    continuados

    en

    2

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    Quito sobre

    otros

    textos de Rousseau y de Comte, los que

    constituyen,

    a

    nuestro juicio, un exponente del discurso de la modernidad europea. De es

    tos anlisis ha surgido a nuestro entender la necesidad de ampliar el cuadro

    de las funciones sealadas por Roman

    Jakobson

    en su .:ssais de Linguisti

    que

    Gnerale

    (Pars, 1963),

    como

    las que caracterizan la

    estructura

    del men

    saje,

    con

    el

    aditamento

    de otras dos a

    las

    que

    hemos

    denominado

    de

    apo

    yo y de historizacin/deshistorizacin ,

    cuya

    presencia permite justamen

    te denunciar

    modos

    formales del discurso que son de naturaleza ideolgica.

    Todo mensaje se

    apoya

    sobre

    otro,

    al que se le concede

    un

    valor absoluto.

    Baste con sealar

    para

    que se comprenda lo que queremos decir, que el

    mensaje del sujeto histrico Rousseau, parte del presupuesto de la existen

    cia de otro sujeto con su voz propia, la Naturaleza, como as mismo la exis

    tencia de un tercer sujeto que acta simplemente

    como

    portavoz de la

    voz

    de

    la

    Naturaleza , el Caribe. Para

    poder

    establecer

    las

    relaciones

    entre

    el sujeto real-histrico y los otros, y consecuentemente ejercer aquella fun

    cn de apoyo , se ha de recurrir a un complicado juego de historizacin y

    deshistorizacin de los diversos niveles discursivos que implica el mensaje

    rousseauniano,

    como

    es el caso de la ontologizacin y en tal sentido deshis

    torizacn del propio mensaje del

    autor

    y a la vez del buen salvaje , en

    cuanto dados inmediatamente sobre la voz de la Naturaleza , sujeto abso

    luto justfcatorio, o el caso de la

    hstorizacin

    del discurso

    contrario

    al

    que el autor se

    opone

    y que debe ser mostrado

    como

    carente de apoyo.

    Pues bien, este complicado juego que

    ponen

    en movimiento las dos funcio

    nes aqu rpidamente esbozadas, permite mostrar

    una

    estructura a la cual po

    demos considerar sin riesgo como ideolgica, aun

    cuando

    no podamos sea

    lar contenidos sobre la base de

    otros

    mtodos, o que nos confirmarn en

    el valor ideolgico de ellos, superando el problema de las imputaciones

    que

    surgen muchas veces del

    mtodo

    tradicional derivado del establecimien

    to

    de ana1ocas temticas dadas entre la realidad social de base y el discur

    so.

    La otra va es, decamos, la de la consideracin del discurso desde el

    punto de vista de la narrativa , problemtica que tiene su inevitable

    punto

    de partida en la

    obra

    de Propp y en particular en sus dos

    s

    importantes

    hallazgos, el relativo a las

    funciones

    y el

    atinente

    a los personajes ,

    reconsiderados desde el punto de

    vista

    del rescate de la nocin de sujeto

    al que ya hemos mencionado, nica manera a

    nuestro

    juicio de

    poder

    llevar

    a cabo propiamente

    un

    anlisis ideolgico del discurso sobre la base de as

    3

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    .J,, .ctos

    formales, pero superado el formalismo. Como consecuencia de ste

    : \

    pudo, Propp darnos una respuesta satisfactoria acerca de la naturaleza de

    la 'narrativa fantstica , en particular respecto de los problemas de su

    "vi-

    qencia o supervivencia, del peso o valor de 10 fantstico en relacin con

    esa misma vigencia y en fin de 10 ideolgico que en l se mantiene externo

    a la narracin.

    Sin invalidar la

    determinacin

    de las funciones narrativas y sus se

    cuencias ,

    tal como

    Propp 10hizo, es posible a nuestro juicio encontrar o se

    alar

    otras funciones ms generales y comprensivas, que superan el nivel me

    ramente descriptivo proppiano,

    como

    asimismo es posible

    una

    visin distinta

    de los personajes narrativos reconsiderados a la luz de su sentido axiol

    qico, Para esto es necesario reinstalar la narracin, y en general todo

    discur-

    so, dentro de la cotidianidad

    tanto

    la que aparece sealada en el texto,

    como

    la que desde un contexto social, genera la vigencia o permanencia del cuento.

    Al mismo tiempo, la consideracin de lo narrativo desde la cotidianidad

    permite

    la

    reelaboracin de un cuadro actancial que supera los restos de

    formalismo visibles aun en el que nos propone Greimas, en el que lo axo

    lgico ha quedado relegado a un nivel

    profundo ,

    el llamado por este

    autor

    cuadro semitico o estructura elemental de significacin . Slo

    all

    es posible ver la caracterstica bipolar de los valores, en el clsico esquema

    de contrarios, contradictorios e implicados

    al

    que regresa Greimas, bipolari

    dad que desaparece de su cuadro actancial haciendo que los actantes sean

    los mismos para todo tipo de discurso.

    Mas, esta pretensin de universalizar un esquema, como sucede en Grei

    mas, corre el riesgo de ser ideolgica en

    cuanto

    que viene a ocultar,

    por -

    menos en lo que se refiere a ese nivel de superficie, a saber el de los actantes,

    la existencia de dos tipos discursivos que nos parecen a nosotros irreducti

    bles entre s, el discurso opresor y el discurso liberador '. El actante, en

    cuanto sujeto narrativo,

    no

    encarna indistintamente este o aquel valor, sino

    que su funcin la cumple respecto de un valor o de

    un

    anti-valor determina

    dos, y de

    modo

    excluyente, de

    ah

    que surja un doble cuadro actancial ya

    la

    vez dos discursos que juegiln como discurso y lo que en general puede

    ser llamado discurso antittico.

    Nuestro intento es pues el de establecer

    una

    detenninaci6n de funciones

    4

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    narrativas

    y

    a

    la

    vez de actantes que

    permitan una

    mostracin de lo ideolgi

    co no por su relacin

    con

    un nivel axolqco profundo ,

    sino

    en su misma

    manestacin narrativa. Para ello se hace necesario

    partir

    de otro criterio

    deductvo

    que es para nosotros lo que bien podra denominarse una sintaxis

    de 'a cotidianidad , desde

    la

    cual lo profundo y lo

    superficial

    en el sen

    tido

    seftalado aparecen superados y el

    cuadro

    semitico propuesto

    por

    Greimas queda reducido tan slo a lo que es: un esquema de posibilidades

    lgicas de combinacin de valores que no alcanza a darnos una respuesta al

    problema de la relacin ntima que hay entre un actante y el valor o el an

    tivalor que encarna y de los cuales deriva

    su

    propio ser actancial. Nuestro

    planteo

    lleva necesariamente a proyectar las dos cualidades propias del valor,

    la bipolaridad y la jerarqua, al discurso mismo. La primera se muestra por la

    presencia de

    la oposicin

    valor/antivalor en

    la propia textualidad

    del dis

    curso, motivo

    por el cual todo discurso supone, real o virtualmente, el dis

    curso antittico.

    En otras palabras, el discurso

    liberador

    implica el dis

    curso

    opresor

    correspondiente y viceversa. Y por

    cierto

    que un

    fenmeno

    semejante se produce respecto de la jerarqua : el anti-discurso,

    como una

    de

    las

    formas del discurso antittico, se produce una

    inversin

    de ella, es

    decir,

    una

    organizacin discursiva sobre la jerarqua contraria. Lo axiol-

    gico no es pues, un nivel profundo , sino que es el nivel mismo en el que

    se desarrolla la narracin y sta no puede por tanto zafarse de la duplicidad

    caracter stica de lo valorativo. El fenmeno ha de mostrarse en las funciones

    narrativas,

    tanto

    como

    en el

    cuadro

    actancial, diversificados ambos

    por

    las

    mismas razones que hablamos de dos discursos .

    (*)

    La presencia de lo axiolgico en el

    sentido

    que hemos indicado se hace

    patente si

    tenemos

    en

    cuenta

    el problema del

    sujeto .

    En el cuento se en

    (*) En trabajos posteriores 1 ste hemos hablado de la existencia de un universo discur

    sivo cuya definicin puede verse en las palabras iniciales con las que se abre la presen te

    edicin. Ese

    universo

    es expresin, manifestacin o reflejo de las

    contradicciones

    y

    de la conflictividad que son propias de la realidad social.

    Atendiendo

    a esto se puede

    afirmar oue hay siempre un discurso actual o oote ci,,1 antittico resoecto de otro, por

    lo general el vigente. Ahora, esa anUtesis puede darse en dos planos cuya diferenciacin

    es ciertamente importante: cuando el discurso antittico se construye por la simple in

    versIn de la jerarqua de valores del discurso vigente (como sera el caso de invertr el

    racismo blanco por un racismo negro), hablamos de

    antldiscurso

    o simplemente de

    discurso en lugar de ; cuando el discurso antittico se organiza sobre la base de una

    detarminacin crlticl de los supuestos del

    discurso

    opresor , no

    mediante

    una simple

    inv.ersin valorativa, sino mediante una fundamentacin axiolgica

    superadora,

    hablamos

    de discurso contrario (en el sentido de discurso

    liberador propiamente

    dicho).

    15

  • 7/26/2019 Roig Andres - Narrativa Y Cotidianidad

    16/68

    cuentra

    el sujeto de la accin que

    es

    relatada, el personaje narrativo , y a

    la vez est el sujeto que narra . Por un lado los actantes , a los cuales

    pueden ser reducidos los diferentes personajes narrativos en un juego su

    mamente rico y complejo, y por el otro quien ejerce

    el

    papel de transmisor

    y tambin

    re-qenerador

    de

    la

    narracin

    misma.

    Estos aspectos se

    encuen

    tran,

    como

    se sabe, bien lejos del inters de Propp, quien movido

    por

    su for

    malismo, centr sus investigaciones en las funciones narrativas dejando a

    los personajes en un segundo plano y enumerados a partir de un criterio

    ms bien emprico. Sucede

    sin

    embargo que el narrador, el que hace suyo el

    cuento, en la medida que lo relata, es de alguna manera tambin un sujeto

    participante de

    la

    narracin. Es un sujeto que est por

    detrs

    de la narra

    cin, y al mismo tiempo, a su modo,

    dentro

    de ella. Cabe por

    tanto

    inves

    tigar qu papel juega respecto de la narrativa ese sujeto, al que si no lo tene

    mos en cuenta,

    no

    podremos responder a

    lo

    que hemos denominado

    la

    re

    generacin del relato,

    como

    tampoco, en el caso concreto del cuento fan

    tstico , podremos dar razn alguna de lo que define a este tipo de narra

    cin, lo fantstico mismo. A nuestro juicio Propp

    no

    podfa estar en con

    diciones de dar estas respuestas, pero tampoco las podremos alcanzar l p r -

    t r de una deduccin de los actantes al estilo de la que neva a cabo Greimas.

    En el primer caso, como consecuencia de una comprensin externa del hecho

    ideolgico y en el sequndo, debido a que lo axiolgico ha sido colocado en

    un nivel

    profundo

    que se reduce a

    un

    cuadro de posibilidades lgicas

    y

    que

    desaparece del cuadro actancial ,

    Propp se haba planteado, es cierto, el problema del origen de la narra

    cin. Propona un primer anlisis, sincrnico, de carcter descriptivo-formal,

    mas tambin un segundo anlisis diacrnico, histrico, de naturaleza explica

    tiva. El planteo de Propp parte tambin de lo que podramos considerar

    como niveles diferenciales en razn de su profundidad ,

    si

    bien con

    un

    sentido distinto al que ya sealamos al hablar de Greimas. As, desde el pun

    to

    de vista sincrnico, reconoce un nivel que podramos denominar temti

    co-narrativo , el que constituye la superficialidad de la narracin, en cuanto

    que los contenidos son siempre los que poseen una

    mayor

    fuerza fenomnica

    o de manifestacin; y adems

    un

    nivel formal-narrativo , no visible como el

    otro, que para Propp se organiza principalmente sobre las clebres 31 funcio

    nes que l descubre y determina. Ahora bien, cuando pasa al segundo tipo

    de anlisis, el diacrnico, nos encontramos con

    una

    estructura ms profunda,

    extra-narrativa o tal vez pre-narrativa que es la de los hechos histricos a

    16

  • 7/26/2019 Roig Andres - Narrativa Y Cotidianidad

    17/68

    partir de los cuales se origin la narracin. En este caso, el "nivel profundo

    no est dado

    por

    lo

    formal

    como suceda en el momento del anlisis sin

    crnco.vsno que est constituido

    por

    una "realidad histrica" que esa la

    vez logicamente,

    una

    "realidad social". Frente a este otro modo de ver lo

    profundo , el cuento fantstico en su totalidad, en

    cuanto

    contenido y

    en cuanto

    forma

    se convierte en "manifestacin" o, dicho

    con

    trminos

    proppanos, en un "reflejo".

    y ste es el unico sentido de acuerdo

    con

    el cual la narracin es conside

    rada como "ideolgica", en cuanto lo "ideolgico" queda reducido para

    Propp a decirnos que el

    cuento

    fantstico" integra lo superestructural, en

    relacin con

    una

    infraestructura. Por cierto que el esquema proppiano expli

    cativo es ms complejo debido a que entre el modo de produccin tpico

    de la sociedad cazadora, que es la sociedad de la cual derivara la "narrativa

    fantstica",

    y

    sta, se interponen en

    un

    proceso evolutivo, el rito

    y

    el mito,

    ashnismo integrantes segn Propp de toda superestructura de una sociedad

    "primitiva". En funcin de esto deciamos que lo ideolgico quedaba en el

    nlisis

    proppiano como un hecho

    externo

    y slo indicado en el momento

    diacrnico o histrico del problema. Por

    otra

    parte, en

    cuanto

    toda la cues

    tin del origen del cuento se reduce a determinar aquella lejana sociedad

    en la que las "funciones narrativas" eran sin ms "funciones reales" o fun

    ciones que se cumplan dentro de determinadas instituciones, resulta que las

    dichas "funciones narrativas" slo aparecen envueltas en lo fantstico o re

    lacionadas con ese

    mundo irreal

    de dragones y brujas, porque la humani

    dad

    ha

    olvidado el origen histrico de lasmismas.

    De este

    modo

    resulta ser explicado el

    cuento

    fantstico". Se trata de

    un relicto tal como la doctrina de la evolucin de las especies nos lo muestra

    respecto de ciertos grupos de seres vivos "sobrevivientes", ltimos restos de

    una

    e s p ~ e en vi s de extincin o ya casi extinguida. Hay aqu en efecto,

    una

    "especie" desaparecida, el

    modo

    de produccin de la primitiva sociedad

    cazadora, anterior a la aparicin de la agricultura, y

    un

    relicto de esa "espe

    cie", el cuento fantstico", que para nosotros resulta

    t n

    extrao

    o "fants

    tico como podran serio tambin determinados rganos, visibles en especies

    vivientes y en las que

    han

    dejado de cumplir su primitiva funcin y ms aun,

    no

    cumplen ninguna y que en tal sentido son asimismo relictuales. Como

    consecuencia de esto, la investigacin diacrnica

    tendria

    como objeto mos

    tr r que lo fantstico no es

    tal

    y que el cuento fantstico es un reflejo

    17

  • 7/26/2019 Roig Andres - Narrativa Y Cotidianidad

    18/68

    de algo muy real y en tal sentido la llamada "fantasa creadora de los pue

    blos" queda reducida a un simple "olvido". Por otra parte el sujeto narrante,

    de acuerdo a lo que venimos diciendo, tiene tan slo la funcin de la tans

    misin de un relicto, cuya razn de supervivencia nos es desconocida.

    En cuan to que toda "narracin" puede ser considerada como "mensaje",

    si bien no todo "mensaje" es necesariamente "narracin", podemos por esa

    va rescatar el papel del sujeto narrador, entendido como "sujeto emisor",

    camino a nuestro juicio que permite superar la concepcin relictual y encon

    trar alguna razn que explique la "supervivencia" o vigencia del cuento fan

    tstico en las comunidades actuales, en particular en las formas de cultura

    folk no "primitivas". Con esto no ponemos en entredicho el origen histrico

    sealado por Propp, sino que partimos de que adems de

    aqul "origen" hay

    un permanente "re-oriqinarniento" de la narrativa que permite superar

    la

    te

    sis simple del "olvido" que hace de lo "fantstico" una mera curiosidad e

    incluso un absurdo. Partimos de la tesis de que lo"fantstico"posee un "pe

    so" propio y por tanto que ejerce una funcin de' valor actual, relacionada

    con lo'ideolqico entendido en este caso como algo ~ internamente. Es

    te ngulo de consideracin permitira entender asimismo la correlacin que

    hay entre los "personajes narrativos", que era el nivel en el que se reconoca

    en Propp un "sujeto"; dejando, por ahora de lado la cuestin de su reduccin

    a un nmero de "actantes" bsicos, y el sujeto transmisor y re-originador

    de la narracin. Podemos aventurar la tesis de que el sujeto narrador se ex

    presa en determinados "personajes" encarnndose en ellos o rechazndolos,

    mediante un fenmeno de compatibilidad o incompatibilidad ideolgica,

    es decir, que los que podramos llamar "personajes interiores" de la narra

    cin, se encuentran apoyados en el "sujeto narrador" que funciona como

    "personaje exterior", en el sentido que habamos anticipado, es decir, que

    est detrs pero tambin dentro de la narracin transmitida. Y por

    cierto que, en funcin de la circularidad de todo mensaje ese "personaje

    exterior est dado por la conjuncin de "sujeto-emisor-receptor" y "su

    jeto-receptor-emisor", o sea el narrante y el oyente. Dicho de otro modo,

    que el "personaje

    exterior

    de que depende la vigencia de la narracin es

    el resultante de

    un

    cdigo, por donde se trata de un sujeto que acta desde

    una determinada forma de conciencia social. entro de ese cdigo lo fantas

    tco juega sin duda un papel propio, no es ya un "residuo" y se hace nece

    sario investigar el peso que 1 fantstico agrega al rgimen de valoracio

    nes, por ejemplo, de qu manera se encuentra presente en relacin con

    18

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    19/68

    valor concedido al "principe " salvador, ya que no es lo mismo la relacin

    de ste con lo fantstico, que la que mantiene con ello el

    dragn

    que ha

    robado a

    la

    "princesa" o la bruja que la ha encantado.

    Para poder pues superar el form lismo de Propp y poder considerar 10

    ideolgico como fenmeno interno, se hace necesario partir de la presencia

    de un sujeto real que haga algo as como de soporte vivificante y re-oriq

    nante de los sujetos narrativos en cuanto que las "instituciones de carcter

    ritual relativas a la religin propia de un determinado modo de produccin

    dado en el pasado",

    no

    constituyen una va suficientemente explicativa, por

    lo menos en el sentido que lo deseamos. Como ya lo hemos dicho,

    una

    so

    ciedad actual en el nivel de lo que se denomina su cultura popular asume el

    cuento y le inyecta una vida que es causa de su permanencia y de su uso so

    cial

    como

    tambin puede ser causa de su desuso y desaparicin o su modifi

    cacin.

    A

    su vez, esta lnea explicativa lleva a otros enfoques en lo que res

    pecta al momento descriptivo y lo condiciona.

    Dicho de otra manera, a pesar de la aparente estabilidad e "inmovl

    dad

    del

    cuento

    fantstico", hay que tener en cuenta la presencia de un

    sujeto recreador del mismo que es la comunidad que lo porta.

    Estos puntos de vista obligan a investigar lo que una narracin posee y

    que permite que sea congruente con un determinado rgimen de cdigos

    que es justamente lo que facilita la vigencia del cuento, "congruencia" que

    slo es explicable si se acepta que esos aspectos codales se encuentran tanto

    en

    la

    narracin misma, como en los sujetos que cumplen las funciones comu

    nicativas de emisin y recepcin. Tradicionalmente y en lo que respecta al

    cuento fantstico, esos sujetos suelen ser la abuela y el nio y la relacin en

    tre

    ambos constituye sin duda, una de las tantas vas para la incorporacin,

    pasiva

    de rechazo del segundo dentro de los cdigos vigentes, fenmeno

    que se encuentra condicionado adems

    por

    el nivel social de quienes ejercen

    el acto de transmisin y recepcin del mensaje.

    Propp ha dicho acertadamente que lo que se denomina el dao , "per

    juicio o fechora , nombres con los cuales suele designarse la funcin oc

    tava dentro de la serie establecida en la Morfologa del

    cuento

    fantstico,

    constituye el nudo de

    la

    narracin". Ahora bien, a pesar de la importancia

    que se le concede a esa funcin, al ser considerada

    como

    un momento for

    19

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    mal, no queda bien en claro el papel que se le asigna en

    cuanto

    movlzador

    de la narracin en su totalidad. La falta en que cae Propp impulsado

    por

    su

    formalismo, es la de

    haber

    descuidado el fenmeno de la in-existencia in

    tencional de los con tenidos de conciencia de acuerdo con el cual no exis

    te un campo semntico

    puro

    que se reduzca a la mera denotacin perjuicio

    o

    dao ,

    sino que ello siempre implica un alguien que es perjudicado y

    un

    algo en lo que es perjudicado ese alguien. Dicho de

    otro

    modo, no es po

    sible un anlisis que no intente descubrir

    las

    relaciones ntimas que hay en

    tre las funciones narrativas y los personajes del cuento, y ms aun, en

    tre el cuento y el grupo social que lo mantiene vigente, es decir, que no

    ponga en

    primer

    trmno al

    sujeto ,

    tanto el que hemos denominado in

    terno como el externo . Es justamente porque hay un sujeto que pa

    dece la accin negativa, que la funcin, ms all de su valor formal puede

    movilizar la narracin y presentarse

    como

    verdadero

    nudo

    de la misma.

    As pues el eje sobre el cual se moviliza la narracin

    no

    es

    una fechora

    sino un sujeto que padece

    una

    fechora , por lo que es ineludible pregun

    tarnos por el mismo. Se trata de un individuo que recibe o padece un dao

    tal como se desprendera de una interpretacin literal de los episodios que

    muestra la narracin. Sin embargo, la respuesta es todava ms compleja,

    es en efecto un personaje narrativo individualizado, tal como surge de la

    literalidad, pero no es cualquier personaje sino

    c si

    sin excepcin un al

    guien representativo respecto de una comunidad dada. Por donde, el sujeto

    es tambin esa misma comunidad y ms concretamente el orden sobre el

    cual funciona, su sistema de cdigos que padece un cierto desorden

    por

    cau

    sa de un dao o

    fechora .

    Se

    trata

    en efecto de

    una

    alteracin respec

    to de un orden,

    ya

    sea el mismo, un orden actual, que parece ser el caso ms

    comn, ya sea pos1'ble. Ese

    orden

    en unos casos es destruido, en

    otros

    re

    parado

    J

    en otros es modificado o parcialmente transformado. Visto desde

    otro

    ngulo que nos parece de esencial importancia,ese

    orden

    es el de la v

    da cotidiana y

    toda

    narracin del tipo que analiza Propp, por ejemplo,

    gira por entero y manifiestamente sobre el problema de la cotidianidad .

    Visto el problema desde la estructura elemental de significacin de

    Greimas, segn la cual

    todo

    el contenido axiolgico de

    una

    narracin se or

    ganiza desde lo que l denomina un eje semnteo'[drfamos que atendiendo

    la presencia permanente de lo cotidiano, como sujeto ltimo, es posible

    reconocer dos sistemas axiales permanentes, el de la cotidianidad positiva

    20

  • 7/26/2019 Roig Andres - Narrativa Y Cotidianidad

    21/68

    y el de la "cotidianidad negativa", los que generan parejas de contrarios ta

    les como los de "violacin-restauracin", en relacin con el primer eje se

    mntico, y los de "rebelda-represin ", respecto del segundo, sin que ello

    sig-

    nifique que no puedan darse otros, como podra ser, por ejemplo, el de "re

    belda-transformacin ". En todos los casos, se trata de un sujeto afectado

    dentro de un determinado orden social,

    por

    causa de una "fechora",

    por

    lo

    que la "cotidianidad", sea ella entendida como "positiva" o "negativa ",

    resulta ser siempre una cotidianidad afectada en un caso con "justicia" y

    en el otro con "injusticia".

    Ahora bien, desde el punto de vista de un anlisis formal, no se trata de

    determinar si esa cotidianidad que hace de eje semntico es "positiva" o "ne

    gativa", en el sentido de ser realmente justa o injusta, sino que se ha de par

    tir de lo que en el cuento o narracin se da como presupuesto, lo cual no

    excluye un segundo anlisis no ya formal, que ha de completar al primero

    y que nos permitir confirmar aspectos de la estructura ideolgica de la na

    rracin.

    Dc.io de otro modo, el hecho de que la cotidianidad sea "positiva" o

    "negativa", puede tener tres planos de consideracin:

    a) A "nivel objetivo", es decir que lo sea realmente;

    b) A "nivel subjetivo", es decir que seamos nosotros los que

    por

    nuestra

    cuenta le atribuyamos "positividad" o "negatividad" creyendo estar

    apoyados en una funcin referencial establecida de modo correcto;

    e) A "nivel discursivo", vale decir que prescindiendo de la referenciali

    dad sobre la cual

    se apoya

    todo

    discurso y de aquella en la que, ob

    jetiva o subjetivamente podramos apoyarnos nosotros, nos reduci

    mos a "constatar" el hecho de que para determinados "personajes

    literarios" que constituyen los sujetos de la narracin, sean ellos "to

    dos

    los de una comunidad o simplemente "algunos", la vida cotidia

    na en que se mueven se les presenta corno "positiva" o "negativa".

    Si realmente lo es, es

    otro

    problema y

    por

    cierto que en un segundo

    momento del anlisis no podremos prescindir de pasar del plano "dis

    cursivo" a lo que sera la crtica de su contenido referencial.

    Sin pretender dar categoras universales, aunque

    tal

    vez las mismas pue

    dan llegar a ser confirmadas en ese sentido, es posible distinguir dos tipos

    2

  • 7/26/2019 Roig Andres - Narrativa Y Cotidianidad

    22/68

    de desarrollos narrativos segn el presupuesto sobre el que se organizan res

    pecto del valor de la cotidianidad afectada:

    a) Narraciones en las que

    todos

    los miembros de una comunidad consi

    deran que su vida

    cotidiana

    es positiva y que debe ser restaurada

    Cuento de

    tipo

    C.P.

    b) Narraciones en las que algunos miembros de

    una

    comunidad conside

    ran que su vida cotidiana es negativa y que debe ser alterada. Cuento

    de tipo C.N.

    Segn sea el presupuesto del cual se parta, sern las "funciones narrati

    vas como as tambin los actan tes a los cuales pueden ser reducidos los

    "personajes

    narrativos

    intervinierrees.

    No es posible desde este tipo de an

    lisis afirmar

    pues

    que toda narracin responde a un mismo sistema de "actan

    tes , toda vez que la tpica bipolaridad de lo axiolgico impone la distincin

    entre dos tipos de discursos antitticos. Del mismo modo surgir una di

    ferenciacin en lo que respecta a la

    estructura

    sintagmtica, la que es para

    las dos categoras, la misma formalmente, pero radicalmente distinta en

    cuanto a su sentido axiolgico, aun cuando el juicio de valor no sea ejercido

    por nosotros, sino que nos atengamos al que hace de presupuesto de la na

    rracin. Digamos

    todava

    que las "funciones narrativas" sealadas

    por Propp

    no son incompatibles con las que surqena partir de la narracin desde el

    punto

    de vista de la cotidianidad y que

    pueden

    unas encajar en las otras, si

    bien las funciones

    proppianas

    adquieren, al ser relacionadas con las que sur

    gen de lo que podemos llamar una "sintaxis de la cotidianidad",

    una

    conno

    tacin axiolqica que

    haba

    sido sistemticamente eliminada

    por

    el autor ru

    so. Y otro

    tanto

    debemos decir del cuadro actancial" que Greimas dedu

    ce.

    De estos criterios surge

    una

    estructura narrativa muy simple y a la vez

    sumamente cohesionada en cuanto que funciones, sintagmas y actantes

    no

    pueden

    en ningn

    momento

    ser considerados

    por

    separado respecto de la

    todalidad discursiva. Las funciones sern entendidas

    como

    los

    modos

    de

    accin bsicos" de un determinado actante

    respecto.

    de la cotidianidad

    supuesta por el cuento mismo; los sintagmas (syntagms - coordinatio)

    estarn dados

    por

    los momentos secuenciales narrativos surgidos del sistema

    de

    opuestos

    en losque se divide en cada caso el "eje semntico"y los actantes

    22

  • 7/26/2019 Roig Andres - Narrativa Y Cotidianidad

    23/68

    debern ser deducidos, si no queremos caer en una universalidad abstracta,

    no de una sintaxis de

    la

    lengua , sino de lo que ya dijimos, una sintaxis

    de la cotidianidad , tomando

    la

    palabra sintaxis en su sentido primi

    tivo y que respecto de la vida cotidiana es sin ms codal sobre la que se

    encuentra organizada en cada caso. En ese sentido, deberamos decir que

    el

    modelo

    actancial propuesto

    por

    Greimas

    no

    se ha desprendido to

    talmente de los actantes propuestos empricamente por Propp, En efec

    to, los actantes sealados por aqul pretenden ser la reduccin de los

    personajes narrativos , es decir que la nocin de actantes si bien en

    este caso supone un intento de revalorar la presencia del sujeto

    dentro

    del

    anlisis del discurso,

    no

    va ms all de q ~ o s Mientras que si se parte de

    una sintaxis de la cotidianidad , el esquema bipolar actancial que obten

    dremos se referir tanto a los sujetos narrativos , los personajes , como al

    sujeto emisor de la narracin que la asume

    como

    mensaje,

    por

    lo mismo que

    se ha establecido un concepto de actante no depurado de todo sentido

    axiolqico.

    Es decir que es posible intentar una conexin entre el sujeto

    narrativo y el sujeto real-histrico que narra, entre lo narrado y el narra

    dor. Esto ltimo ser posible, a nuestro juicio, en la medida que se pueda

    descubrir y sealar que la narracin se organiza, para quien la narra, como un

    sistema metafrico .

    23

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    Seounda

    Darte

    L ESTR UCTURA DEL

    CUENTO

    fAIITASTICO

    PROPPI NO

    Trataremos de confirmar nuestras hiptesis haciendo primero un anlisis

    del cuento fantstico a partir de la definicin descriptiva que de l da Vla

    dimir Propp en su libro Las races histricas del cuento (Madrid, Ed. Funda

    mento, 1974), que nos muestra que todas las piezas que integraban el corpus

    sobre el cual trabaj, responden desde el

    punto

    de vista de la cotidianidad,

    a un solo tipo de desarrollo narrativo, a saber aqul que parte del presupues

    to de que todos los miembros de una comunidad consideran que su vida

    cotidiana el positiva

    y

    que debe ser restaurada. Y trataremos de confirmar

    aquellas hiptesis, en segundo lugar, haciendo un anlisis de un cuento ecua

    toriano recogido por Paulo Carvalho Neto en su libro Decamern Ecuatoria

    no (Mxico, Editorial V Siglos, 1975) titulado Bella Flor Blanca que

    muestra un tipo de desarrollo narrativo que responde

    por

    el contrario al pre

    supuesto de que algunos de los miembros de una comunidad consideran que

    su vida cotidiana es negativa y que debe ser alterada.

    Comencemos pues por la definicin de Propp, que de alguna manera pa

    reciera ser presentada como la nica definicin posible. La denominacin

    cuentos maravillosos - dice - vamos a aplicarla a los cuentos cuya estruc

    tura he estudiado en mi libro Morfologa del cuento. En l se delimita con

    bastante exactitud el gnero de cuentos que comienza con una disminucin o

    25

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    un

    dao causado a alguien (rapto, expulsin del hogar, etc.), o bien con el

    deseo de poseer algo (el rey enva a su hijo a buscar el pjaro de fuego) y se

    desarrolla a travs de la partida del protagonista del hogar paterno, el encuen

    tro

    con un donante que le ofrece

    un

    instrumento encantado o un ayudante

    por medio del cual halla el objeto de su bsqueda. Ms adelante, el cuento

    presenta un duelo con el adversario (la forma principal es el duelo con la

    serpiente), el regreso y la persecucin. Con frecuencia esta composicin pre

    senta determinadas complicaciones. El protagonista ya ha regresado al ho

    gar, sus hermanos le arrojan a un precipicio. Ms adelante reaparece, se

    somete a una prueba llevando a cabo actos difciles, sube al trono y contrae

    matrimonio, en su propio reino o en el de su suegro. Esta es la breve exposi

    cin esquemtica,

    -termina

    diciendo

    Propp-

    del eje de la composicin que

    constituye la base d muchos y variados temas. Los cuentos que respetan

    este esquema sern denominados en el presente libro

    cuentos

    maravillosos"

    y constituyen el objeto de nuestra investigacin" (p. 16-17).

    Presentaremos el desarrollo narrativo que surge de la obra de Propp or

    denndolo segn los sintagmas que surgen del sistema de oposiciones

    en

    el

    que ,se resuelve el "eje semntico vigente en este caso, el de una "cotidiani

    dad positiva" y que son las de "violacin-restauracin ", Los sintagmas se

    suceden desarrollando el sistema oposicional, hasta llegar al nmero de cua

    tro, reunidos en parejas a las que podramos denominar "secuencias". Ellos

    seran pues:

    A) 1 Primera violacin / Il. Primera restauracin.

    B) III Segunda violacin / IV. Segunda restauracin.

    Aclarando ahora, como

    se lo ver luego detalladamente, que los sintag

    mas I y III presentan matices diferenciales en el acto de "violacin" y que

    esto es todava ms patente

    en

    el caso de los sintagmas y IV,

    en cuanto

    que la restauracin final se da junto con la "glorificacin" del orden coti

    diano alterado. Por otra

    parte

    cada sintagma se diferencia de los otros y a la

    vez se relaciona con ellos mediante lo que denominaremos su ncleo

    dram

    tico".

    Dentro

    de este esquema quedarn reordenadasJas "funciones narrati

    vas de Propp, incorporadas dentro de funciones narrativas ms generales

    y comprensivas y que, deducidas de lo que hemos denominado "sintaxis de

    la cotidianidad",

    podran

    ser para este tipo de desarrollo narrativo:

    26

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    1 "Violacin de la cotidianidad".

    2.- "Restauracin de la cotidianidad".

    3.- "Glorificacin de la cotidianidad alterada/restaurada".

    En cuando a los "actantes", de ellos hablaremos despus y

    por

    ahora nos

    apoyaremos en la reduccin de los "personajes narrativos" propuesta

    por

    el

    mismo Propp quien nos habla del "agresor", el donante , el "auxiliar ma

    ravilloso", el "personaje buscado", el mandatario , el hroe y el "anti

    hroe .

    LA ESTRUCTURA DEL CUENTO DE PROPP

    DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA COTIDIANIDAD

    PRIMER SINTAGMA (Primera violacin).

    El primer sintagma va desde la vigencia del

    tiempo

    repetitivo ", propio

    de una cotidianidad no alterada, su transgresin mediante la comisin de la

    fechora con la aparicin del "agresor" o destructor del cdigo de la cotidia

    nidad, hasta el reclamo de restauracin del orden cotidiano afectado.

    Este sintagma tendra como "ncleo dramtico la

    fechora .

    Las "funciones narrativas" establecidas

    por

    Propp a la luz de la cotidia

    nidad:

    Vigencia del tiempo repetitivo y transgresin del mismo (funciones

    r

    IlI).

    Aparicin del agresor, quien se informa respecto de las prcticas co

    tidianas que sern alteradas (funciones IV - V).

    Ingreso del agredido en el proceso de destruccin de su propia coti

    dianidad (funciones VI-VII).

    Alteracin de la cotidianidad: fechora (funcin VIII).

    Demanda de restauracin del orden cotidiano o demanda de restau

    racin del tiempo circular o repetitivo (funcin IX).

    En este sintagma, lo que altera la vida cotidiana aparece

    como

    un tiempo

    no-repetitivo, como algo "nuevo", fuera de lo habitual, o como un tiempo

    27

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    lineal". Lo peligroso, lo negativo, lo destructivo, son categoras ajenas a lo

    que se debe repetir, aquello que es entendido omo lo no-peligroso, lo po

    sitivo para el mantenimiento

    de la regularidad de la vida diaria de la comu

    nidad.

    SEGUNDO SINTAGMA (Primera restauracin).

    Va desde la aparicin del hroe, que da comienzo a lo que Propp deno

    mina la

    accin

    contraria ,

    es decir, la

    restauracin

    de la cotidianidad

    afectada, su partida a un lugar "lejano", lugar extrao a la comunidad que

    ha Sido alterada en su cotidianidad, su encuentro con el donante, etc., has

    ta

    el

    combate,

    la victoria sobre el agresor y el regreso.

    El "ncleo dramtico de este sintagma estara dado por los opuestos

    "combate/victoria".

    Las

    funciones narrativas

    proppianas y la cotidianidad:

    Aparicin del hroe: comienzo de la "accin

    contraria

    que llevar

    al restablecimiento de lo normal o del tiempo repetitivo (fun

    cin X).

    Partida del

    hroe.

    La

    partida

    surge del hecho de que el agresor es

    extrao a la comunidad, si bien incide o puede incidir sobre su vida.

    (funcin XI).

    Encuentro del hroe con el donante (funcin XII: primera funcin

    del donan

    te ;

    funcin XIII: "reaccin del

    hroe ;

    funcin XIV:

    "recepcin del

    objeto

    mgico").

    El hroe reconoce

    al donante

    como principio de

    restauracin

    y se

    po

    ne respecto de l en

    actitud

    de servicio. El hroe presta un servicio a la

    co

    munidad

    pero

    a su vez, l presta servicio al fundamento de la comunidad.

    De este modo,

    tanto

    el hroe

    como

    el donante, juegan un mismo papel

    res

    pecto del proceso de restauracin, si bien es posible reconocer diferencias

    entre

    ellos que

    podramos

    denominar "ontolgicas". La fechora ha in

    troducido en la vida cotidiana de la comunidad un nuevo modo de tempo

    ralidad y para regresar a la que le es "propia", la temporalidad repetitiva o

    cclica, el sujeto encargado de la restauracin de la misma mediante el apo

    28

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    yo sobr-enatural (el que permite el donante y el objeto maravilloso" que ob

    tiene por su

    mediacnlha

    de moverse fuera. de aquel tiempo repetitivo. El

    agresor, que en este sintagma aparece

    por

    lo general como externo co

    munidad, slo puede ser anulado movindose dentro de la temporalidad

    que le es propia. El paso de una forma de temporalidad a la otra, exiqe la

    presencia de lo "fantstico" o "sobrenatural",

    tanto

    para producir el dao

    como para repararlo.

    En tal sentido, y anticipndonos a lo que deberemos decir ms adelan

    te respecto de lo que hemos denominado "sistema metafrico", pueda afir

    marse que "la posesin del objeto mgico" (funcin XIV) es una metfora

    de la transferencia del poder ordenador-fundador al hroe. Surge de ah

    tambin la naturaleza misma del "hroe": es aqul que es capaz de percibir

    una demanda social y quien recibe a su vez el poder del orden jundante

    mismo del orden social. En este sintagma se da por tanto claramente la

    unin entre la cotidianidad y su "fundamento absoluto" sobre el cual se

    ordena.

    El hroe es transportado (funcin XV); entra en combate (funcin

    XVI); durante el combate recibe una "marca" (funcin XVII);

    el agresor es vencido (funcin XVIII).

    Si bien como ha sealado

    Brernond

    en su obra

    El meusaje narrativo

    (Buenos Aires, Ed. Tiempo Contemporneo, 1974) Propp habra cerrado

    el juego de posibilidades al considerar la "victoria" como funcin perma

    nente, hay que reconocer que dado el punto de partida de este tipo de na

    rracin, el supuesto de una "cotidianidad positiva", se trata de un momen

    to necesario, pues de no ser as debilitara al supuesto mismo del cual s

    parte y quedara adems destruida la estructura sintagmtica que le es pro

    pia.

    El

    hroe, como consecuencia de la victoria, repara las consecuen

    cias de la fechora (funcin XIX) y luego emprende el regreso

    (funcin XX).

    El "regreso" del hroe junto con el agredido o "personaje buscado", es

    un "reingreso" a la vida cotidiana de la comunidad afectada.

    Ya sabemos

    29

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    que el regreso no es tranquilo y que el agresor, vencido pero no muerto,

    efecta

    un

    persecucin. Elprincipiodelmal,aun cuandoderrotado,loes

    transitoriamente. Hay conciencia de que la ciclicidad de la temporalidad

    qtie

    se

    entiende como propiadelavidacotidianaseencuentra sometidaal

    resgod

    otra

    forma de temporalidad. Elprincipiodelbiensigue,sinembar

    00,

    a;yud_do:

    el donante terminade cumplir su tarea, siempre por media

    cndel "auxiliarprodigioso". El regresosehace posible, adems, median

    te la interposicin deuna serie de "barreras"que vanbloqueandoelacceso

    del principio alterador de la vidacotidianay separndoladela comunidad

    afectada, a la cual slo puede reingresar el restauradorde lamisma, junto

    con "lorestaurado".

    TERCER S I N ~ M (Segundaviolacin).

    Elmalesenfrentadoenlanarracinendosniveles:

    a) Uno en dondeslo medianterecursos que, ya sean ellos triviales o

    fantsticos, implican siempre la ayudasobrenaturalrecibidapor el

    hroe del donante, que es el nivel externo o "lejano"respecto

    de la vida cotidiana (laluchacon laserpiente,el dragn, el demo

    nio,etc.):

    b) Otro dentro de los marcos de la vida cotidiana dela comunidad,

    en dondeaparece esepersonaje delavidareal,por lomenostan real

    como el hroe originariamente, al que Propp denomina el "falso

    hroe",cuya derrotanoexigedemodonecesariolomaravilloso.

    El sintagmavapues desde el "regreso"(funcinXXIII),

    las "pretensio

    nes engaosas"delfalso-hroe (funcinXXIV),la"tareadifcil"aqueesso

    metido elhroe para ser reconocidocomo tal (funcin XXV)y que servir

    para descubrir a su vezalfalso-hroe. Deestemodo,la funcin

    tarea

    di

    fcil" genera a la vez las funciones "reconocimiento"y "descubrimiento"

    delbuenoydelmalo (funcionesXXVII

    y

    XXVIII).

    El"ncleodramtico" de este sintagma estara dado fundamentalmente

    por

    las "pretensiones engaosas", que vendranaser equivalentesala "fe

    chora

    ya que, en ambos casos lo que se llevaa cabo esuna "violacin"

    del orden sobre el cual se organiza la cotidianidaddela comunidad, si bien

    30

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    en

    dos planos distintos.

    CUARTO SINTAGMA (Segunda restauracin. Glorificacin).

    La

    tarea

    difcil , decamos, genera el reconocimiento y a su vez ste

    es el paso narrativo necesario para

    la

    transfiguracin . El donante,

    por

    intermedio del auxiliar mgico , provoca un cambio de figura del hroe:

    se trata de la configuracin correspondiente al papel que le corresponde co

    mo restaurador del orden social, dentro de la comprensin de

    una

    cotidia

    nidad positiva. La comunidad lo reconoce como principio del bien, como

    el representante del fundamento de la cohesin social.

    El sintagma va pues de la transfiguracin (funcin XXIX) al casti

    go del enemigo interior, el falso-hroe (funcin XXX) y concluye con el

    matrimonio

    (funcin XXXI).

    La transfiguracin es un momento narrativo necesario para que sea po

    sible el matrimonio y entre ambos, constituyen la glorificacin del or

    den de la comunidad, restaurado. El hroe une su destino on el agredido,

    el personaje buscado , la hija del rey, la princesa, etc. Tampoco esta glo

    rificacin sera completa si la misma no se diera unida al castigo del enemi

    go interior, con lo cual la lucha del bien contra el mal se realiza plenamente.

    Es interesante observar que casi siempre este enemigo

    interno

    concluye con

    la muerte, mientras que el enemigo externo es simplemente anulado en su ac

    cin, por lo menos temporariamente tal como

    podra

    entenderse de la repe

    ticin permanente del enfrentamiento entre el bien y el mal que muestra este

    tipo de narrativa en sus diversos ejemplos. El matrimonio , momento de

    regreso a la vida feliz

    de

    la

    comunidad afectada, es el trmino de un proceso

    que

    haba

    comenzado

    con

    el alejamiento y que

    podra

    considerrselo

    como anticipado en

    las

    intenciones del mandatario . Este, en ltima instan

    cia, es la comunidad afectada a alterada que exige

    reparacin.

    El ncleo dramtico que da sentido interno a este sntaqma est dado

    por muerte-transfiguracin que es equivalente

    al

    n\1ttleo que sealamos

    al

    hablar del segundo sintagma, combate-victoria , en

    cwmto

    que ambos son

    modos de restauracin.

    En qu sentido podemos afirmar que este cusnto-tpo es ideolgico y

    3

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    32/68

    dentro de qu clase de discurso vendramos a colocarlo? Hemos anticipa

    do la tesis de que es posible sealar la naturaleza ideolgica de un

    texto

    aten

    diendo a ciertos modos formales sobre los que se organiza, sin perjuicio de

    correlacionar luego este mtodo con otros que nos faciliten el difcil asunto

    de la determinacin de aquella naturaleza.

    Intentaremos

    una

    respuesta en este caso regresando a lo que habamos

    dicho respecto de la narrativa como mensaje y a las funciones que dentro

    de todo mensaje nos pueden poner en

    la

    pista de estructuras o modos de fun

    cionamiento dentro de ellas, que pueden ser tenidos como ideolgicos aun

    cuando no sealemos concretamente ideologas ,

    Sealaremos algunos aspectos que nos parecen muy claros en el desarro

    llo del tipo de narracin que hemos visto: la identificacin entre formu

    lacin y reformulacin de la demanda social; la concepcin del tiempo

    lineal como extrao a la temporalidad propia de la vida cotidiana, que es

    entendida como organizada fundamentalmente sobre formas cclicas de

    tiempo; la identificacin entre el restaurador del orden alterado con el prin

    cipio del orden; la

    absolutzacin

    de los contrarios bien-mal ; la universa

    lidad del sujeto de valoracin de la cotidianidad, en cuanto cotidianidad

    positiva y por ltimo la

    afirmacin dentro del discurso de una sola forma

    de vida cotidiana. En todos estos casos podemos ver cmo juegan las fun

    ciones del mensaje que hemos denominado

    deshistorizacin

    y de

    apoyo .

    Este momento del anlisis no elimina el que es necesario hacer respecto de

    lo que entendemos que son propiamente las funciones narrativas , las de

    violacin , restauracin y glorificacin , como propias del cuento que

    parte del presupuesto de una cotidianidad positiva y dentro de las cuales

    hemos tratado de reordenar las funciones narrativas proppianas, en subes

    tructuras sintagrnticas ordenadas en dos secuencias.

    emos partido de la afirmacin de que el cuento fantstica puede ser es

    tudiada a la luz del problema de

    la

    vida cotidiana. Pues bien, en el seno de

    la cotidianidad, toda carencia, que supone un mal y a la vez un agente del

    mal, conlleva necesariamente una demanda social. Esta aparece formulada

    a nivel de la cotidianidad misma, como facticidad y es entendida como re

    clamo de justicia, en cuanto que exige

    una

    reparacin. Desde este punto de

    vista puede definirse

    toda

    discurso poltico coma aquel en que aparece

    un sujeto que escucha o percibe la demanda social y que la re-formu

    32

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    la

    y bajo este punto de vista no cabe dudas que el cuento fantstico"

    puede ser entendido como uno de los tantos subgneros de este tipo de

    discurso. Ahora bien, en la medida que la sociedad no es un bloque homo

    gneo, el sujeto de la re-formulacin, el polttco, lo hace desde el grupo so

    cial al cual pertenece, motivo por el cual la re-formulacin

    no

    coincide con la

    formulacin sino desde

    uno

    de los sectores sociales desde el cual se la plan

    tea. A pesar de esto, la re-formulacin, que se constituye siempre a nivel dis

    cursivo (el nivel de la formulacin hemos dicho estara dado sobre lafactici

    dad social misma) parte del presupuesto de la identificacin de formulacin

    y

    reformulacin, identificacin que implica encubrimiento de la pretendida

    universalidad de la re-formulacin y en tal sentido, su organizacin sobre

    tpicos universales ideolgicos. Ahora bien, qu sucede con el cuento

    fantstico? Pues que en todo momento, el hroe aparece .como el intrpre

    te de la demanda sin mediacin alguna, es decir, que todo se desarrolla como

    si no hubiera diferencia entre la facticidad de la demanda inicial y su primera

    formulacin y l re-formulacin, o dicho de otro modo, como si no hubiera

    lugar para una re-formulacin. De esta manera, el hroe aparece identificado

    con la comunidad social en su totalidad. Ahora bien, como su relacin con

    su propia comunidad no es relativa, sino absoluta, el papel que juega aqu el

    restaurador del orden alterado aparece radicalmente deshistorizado. Y he

    mos tratado de probar justamente en nuestro ensayo mencionado en un

    comienzo, que la posibilidad de sealar lo que hemos denominado "funcin

    de deshstoriaacn" nos pone frente a una forma ideolgica tpica.

    (*).

    En un mismo sentido podemos entender la fuerza que se concede dentro

    de la comprensin de la historicidad que muesta el cuento fantstico que es

    tamos considerando, al "tiempo repetitivo" o "tiempo cclico". De un an

    lisis del problema de la temporalidad en relacin con la vida cotidiana surge

    que en ella se dan en un permanente "entrecruzamiento" dos formas de tem

    poralidad, que son ambas propias de la cotidianidad misma, la mencionada

    y la que ha sido caracterizada como "tiempo lineal ". En relacin con ambas

    se juega el problema de la alienacin o autenticidad de la cotidianidad. Pues

    (*) En nuestro ensayo acerca de

    El

    pensamiento latinoamericano y su tratamiento fi-

    losfico

    y en algunos otros posteriores habamos hablado del fenmeno de la re-for

    mulacin como si la misma se

    diera

    directamente sobre la facticidad social , Nues-

    tros

    estudios

    posteriores nos han llevado a ver que no hay

    nunca

    una facticidad social

    en bruto y que toda re-formulacin sobre la cual definimos al hombre poltico) se

    da sobre una formulacin que es asimismo discursiva. El

    hecho

    de la

    mediacin

    del

    lenguaje se da en

    todos

    los niveles del trato del hombre con la realidad.

    33

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    bien, el cuento parte del presupuesto de que la forma

    normal

    y exclusiva

    de la vida, cotidiana, es

    tan s ~

    la cclica . Los modos de temporalidad

    no

    repetitivos que aparecen, slo tienen

    razn

    de ser en relacin con lo que

    se considera alteracin del orden y muestran una marcada tendencia a re

    lacionar

    las

    formas de tiempo lineal con lo sobrenatural. Incluso el hroe,

    que debe alejarse de la comunidad y de su vida ordenada repetitiva cuando

    se introduce en formas de temporalidad lineal, lo hace constreido por el

    principio del desorden o del mal, que al aparecer se mueve de modo exclusi

    vo, linealmente. De esta manera caemos en otra forma de deshstorza

    cin , la de entender que la forma de temporalidad fundante es la cclica,

    tesis que ha sido atribuida a una llamada mentalidad primitiva . No se

    trata sin embargo, de modos de comprensiones del mundo y de la vida ,

    sino de respuestas ideolgicas en relacin con la organizacin de la cotidia

    nidad.

    Sin que con esto quede agotada la rica problemtica que tratamos de

    mostrar en algunos de sus aspectos, volveremos a hablar de la relacin que

    hay entre el hroe y el donante , lo cual nos llevar a anticipar el pro

    blema de cules son los actantes , que surgen de lo que denominamos sin

    taxis de la

    cotidianidad . Entre ambos hay una relacin intima y los dos

    cumplen con una funcin de restauracin e integran un tipo de actante

    al que llamaramos restaurador , as como hay un violador o agresor

    violador , un agredido y debe suponerse un mandatario (que si nos

    atenemos a los actantes que seala Greimas, asume los papeles tanto del

    destnador como del destinatario ). Dijimos que el hroe presta un

    servicio a la comunidad, pero que a su vez se coloca en actitud de servicio

    respecto del donante. De este modo la narracin se organiza sobre una igual

    dad: servicio de la comunidad-servicio del fundamento de la comunidad ,

    por donde el servicio de la comunidad deja de ser relativo y pasa a ser ab

    soluto. El hroe puede lograr todo lo que tiene que lograr, gracias a que entra

    en juego la funcin de

    apoyo ,

    que es otra de las funciones tpicas del men

    saje. Una vez ms se deshstorizan las relaciones y se las coloca en un plano

    absoluto.

    Podramos tambin hablar de una absolutizacin de los contrarios

    mal-bien que se lleva a cabo mediante la conversin de los personajes na

    rrativos en smbolos. El

    hroe

    encama al

    bien

    y por su parte el dra

    gn y el anti-hroe , representan el mal .

    y

    representan estos contra

    34

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    rios de

    modo

    absoluto con lo que todo el cuento fantstico muestra un

    claro maniquesmo. La elaboracin de smbolos llevada a cabo de esta ma

    nera muestra bajo otra faz la tendencia hacia la absolutizacin de las relaco

    nes humanas, y por lo tanto a su comprensin a-histrica. En relacin con

    este ltimo aspecto se organiza lo que llamamos sistema metafrico .

    Habamos hablado tambin de la universalidad del sujeto que aparece

    como sujeto de valoracin de la cotidianidad positiva . En efecto, el su

    puesto del cual se parte en este caso, aparece como no discutido por ninguno

    de los miembros de la comunidad afectada, para todos ellos, representados

    por

    el hroe en cuanto restaurador, el grupo humano que ha sufrido el

    dao o fechora goza de un orden social bueno. De

    ah

    que hayamos dicho

    que el presupuesto responde a un enunciado que comienza con un todos .

    No se concibe

    enla

    narracin la existencia de grupos sociales o

    por

    lo me

    nos de '

    personajes

    narrativos, que sufren efectos negativos como conse

    cuencia de la convivencia comunitaria misma.

    En relacin

    muy

    estrecha con lo que acabamos de sealar se encuentra

    otro aspecto significativo dentro de este tipo de narracin y que consiste en

    partir del supuesto de que

    una

    determinada comunidad, a pesar de sus dife

    renciaciones internas en clases sociales diversas

    y

    muchas veces antagnicas,

    muestra un solo

    tipo

    de vida cotidiana.

    Por qu entendemos que los aspectos indicados muestran formas ideol

    gicas discursivas, podemos explicarlo si ponemos en claro qu es lo qu en

    cada caso aparece como no visto

    yen

    tal sentido ocultado o ignorado, no

    necesariamente de modo consciente. En el primer caso, se trata de lo qu he

    mos denominado identificacin de la demanda social con su reformula

    cin , hecho que parte del supuesto de la uniformidad de la sociedad y por

    tanto

    de la inexistencia de relaciones sociales contradictorias; en el segundo,

    se trata de un desconocimiento de una de las formas de temporalidad que

    constituye la estructura temporal de la vida cotidiana, subrayando el valor,

    exclusivo, de

    la

    ciclicidad, lo cual supone una comprensin de la vida huma

    na sobre la base de una determinada nocin de orden social fuera del

    cual todo es desorden : en el tercero, l hroe en cuanto.cumple la funcin

    de restaurador , aparece consustanciado con el principio del orden mismo,

    lo cual impide sin duda la posibilidad de comprensin de

    todos aquellos

    35

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    factores internos de la vida comunitaria que puedan jugar un papel de irrup

    cin frente a lo que se considera bueno ; en el cuarto, se cae en una abso

    lutizacin de los valores y en la afirmacin de que el

    mal slo puede ser

    extrao al orden social vigente; en el quinto, el ejercicio del juicio de valor es

    entendido como enunciado por la totalidad de los miembros de la comuni

    dad; y en el sexto, se desconoce la diversidad de formas de vida cotidianas

    dadas en el seno de la estructura social.

    De esta manera, podemos afirmar que cuando en una narracin, sin tener

    necesariamente que sealar sus "contenidos", aun cuando nunca podremos

    dejar de tenerlos en cuenta, aparecen los siguientes fenmenos judicativos,

    podemos inferir que en todos los casos se lleva a cabo formas de encubri

    miento de la realidad social:

    a) Identificacin de la formulacin de la demanda social con la refor

    mulacin de la misma.

    b) Afirmacin de que la vida cotidiana se organiza de modo exclusivo

    sobre una temporalidad cclica;

    e) Identificacin del restaurador del orden con el principio del orden.

    d) Absolutizacin de los contrarios "bien-mal".

    e) Afirmacin de que el "sujeto de valorizacin" es la totalidad de la

    comunidad.

    f) Que hay una sola forma de vida cotidiana.

    A partir del sealamiento de estos fenmenos judicativos podemos ha

    blar de la

    forma

    de lo que nosotros consideramos como tpico "discurso

    opresor" que posee

    por

    eso mismo una "sintaxis" que le es propia.

    En resumen, desde el

    punto

    de vista de la cotidianidad, el "cuento fan

    tstico" puede ser analizado como mensaje y adems es posible establecer

    una interrelacin entre las llamadas "funciones del lenguaje como comuni

    cacin", con

    l s

    denominadas "funciones narrativas". Es posible tambin,

    por

    eso mismo, entender el

    cuento

    fantstico", como una forma de "dis

    curso poltico

    sin

    que pretendamos por cierto reducirlo totalmente a este

    tipo discursivo. Ms aun, dentro de las formas bsicas del "discurso polti

    co

    yen el caso concreto de este tipo de cuento que parte del presupuesto

    de una "cotidianidad positiva", el mismo muestra los lineamientos de lo

    que nosotros entendemos como "discurso opresor".

    36

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    erceraparte

    LA ESTRUCTURA

    DE UN

    CUENTO

    ECUATORIANO

    Consideremos ahora una narracin fantstica que, como anticipamos,

    tiene como presupuesto la nocin de cotidianidad negativa . Como po

    dr verse, la diferencia en lo que respecta a este punto de partida, nos mos

    trar lo que podra ser entendido como un antidscurso. En l se m no

    tendrn vigentes las funciones narrativas sealadas por Propp, como tam

    bin la estructura sintagmtica que hemos sealado dentro de nuestra hip

    tesis interpretativa. Sin embargo, las funciones proppianas en lo que res

    pecta a su sentido

    axiolqico aparecern diversamente cualificadas por lo

    mismo que en este tipo de narracin, el sistema de contrarios derivado del

    eje semntico que rige toda la estructura.y el eje semntico mismo, son dis-

    tintos. La cotidianidad negativa genera en efecto los opuestos rebelda

    represin , mientras que en la anterior estructura narrativa el eje

    coti

    dianidad positiva daba lugar a los contrarios violacin-restauracin . Esto

    habr de

    incidir

    necesariamente sobre la naturaleza de los actantes y deter

    minara nuevas ftmciones narrativas , diversas por lo mismo que es distinto

    el sentido axiolgico sobre el que se organizan los sintagmas.

    A pesar de las diferencias que acabamos de sealar, si nos atuviramos a

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    un

    mero anlisis formal proppiano, resultara sin embargo que este cuento

    que vamos a presentar ahora tan slo muestra diferencias, por ejemplo, en

    lo que respecta al nmero de las funciones narrativas que pone en movi

    miento, que no son todas las que seal Propp, sino algunas, hecho que es

    lo comn dentro de la narrativa fantstica. Estas diferencias,

    como

    sabemos,

    el

    autor

    ruso las mostraba mediante su sistema de formulizacin creado

    por

    l. Se tratara pues de un cuento ms y lo que para nosotros aparece como

    realmente especfico no podra ser sealado por esa va.

    EL CUENTO BELLA

    FLOR

    BLANCA : Primer anlisis.

    Haremos la presentacin del cuento indicado, atenindonos en un primer

    momento a un anlisis desde el

    punto

    de vista de las funciones narrativas

    tal como

    las

    ha establecido Propp.

    El

    cuento

    muestra dos secuencias a tal

    punto

    que

    podra

    decirse que se

    trata

    de dos cuentos en

    uno,

    si no fuera que la exigencia de redundancia

    que rige la organizacin de la secuencia, nos da la clave de la unidad estruc

    tural de este tipo de narracin. En relacin con la duplicidad secuencial, se

    repetirn, como veremos las mismas funciones narrativas en cada

    una

    de las

    secuencias. Ambas suponen adems

    una

    misma

    fechora ,

    si bien en cada

    caso es llevada a cabo

    por

    vas distintas, en la primera se trata de

    una

    fecho

    ra

    potencial : amenaza de

    muerte ,

    en la segunda, la fechora es conse

    cuencia de

    una

    maldicin .

    La

    correlacin lgica

    y

    narrativa de ambas se

    cuencias se da como una continuidad de la fechora: al

    no

    poderse concretar

    la amenaza de muerte , el dao es continuado con la maldicin .

    PRIMERA SECUENCIA.

    Detenninacin espacio-temporal, descripcin de la familia, etc.

    El cuento comienza, segn el mismo Propp 10 seala, con los elementos

    informativos indicados en el

    subttulo:

    Este era un rey que

    tena

    tres hijas, tres prncipas. Una se llamaba Be

    lla Flor Blanca, la nifl a menor.

    y

    este rey tambin

    tena un

    paje, un mu

    chacho. Para esto,

    la

    na se

    haba

    enamorado del paje del

    rey .

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    Desarrollodelaprimerasecuencia.

    Prohibicin(funcin

    11 .

    Diceelrey: - Yo noquieroquemihijasevayaacasarconestemucha

    cho

    (p.

    143).

    La razn que da es quese tratadeun "majadero". Notemosquesibien

    el reyes el queenunciala prohibicin,es la familia real en plenolaque la

    hace suya. Elsujetodelaprohibicinespor tantolafamiliaensutotalidad.

    Transgresindelaprohibicin (funcin

    111

    "Pero la nia estababien apasionadadelmuchacho. As andabael rey

    viendo queestamuchachaleseguaalmuchacho", (p.144),

    Es decir, sedesoye la prohibiciny por tantoselatransgrede. Lasitua

    cin de transgresin cobrafuerza si tenemosen cuentaque quien la llevaa

    cabo dentro de la familia esuna "mujer",unadelashijasyadems, "lahija

    menor".

    Entradaenescenadelagresor. (funcinIV)

    Ante esta situacinde transgresin,hace suentradaelagresor,queesen

    estemomentodelanarracinelmismopadredelaprincesa:

    Un daya habido, elreynolegust. Lellam almuchacho..." (p.144)

    Es decir, elagresorseenfrentaconelagredido, aclarandoqueenestapri

    merasecuencia

    e l

    agredido esel

    muchacho

    mientrasque en la segundael

    agresor serlamadre,la reina y elagredido laprincesa. Ascomoyaantici

    pramos, elagresor resultaen la totalidad de la narracin,la familia real, o

    ms particularmentela pareja Rey-Reina,

    yel

    agredido esa suvezlapareja

    enamorada: muchacho-princesa.

    Fechora (funcinVIII)

    a fechora sepresentacomodao potencial, en la voluntadprimera

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    y luego en el intento de eliminar al muchacho. Para cumplirla se recurre a

    una serie de "pruebas" que en caso de no ser satisfechas justificaran la muer

    te. Estas son la bsqueda del "anillo de virtud" (p. 144) y de "la sierpe

    de siete cabezas" . (p. 145). Al superarlas, con la ayuda de la princesa, el rey

    resuelve dar muerte al paje directamente:

    - "Ven ac muchacho. Vea esta noche, a las doce de la noche te mato,

    le dice al muchacho" (p. 145).

    De este modo queda expresada la fechora en la resolucin de muerte. El

    muchacho ante ella debe huir.

    Mediacin (funcin IX)

    "El muchacho (al enterarse de la disposicin del rey) se asust, dijo:

    - No, me voy. Avis a la nia: -Sabe que tu pap me va a matar esta

    noche a las doce de la noche. Yo qu hago? Yo me voy (p. 145).

    De esta manera la princesa toma conocimiento de la fechora potencial,

    concretada ahora en una amenaza real.

    Comienzo de la accin contraria (funcin X).

    La "accin contraria", es decir, el proceso mediante el cual se trata de

    superar la

    fechora

    (en este caso la muerte potencial y el impedimento de

    matrimonio consecuente), consistir en la huida de ambos enamorados.

    No

    te vaya - le dijo la nia - esta noche nos vamo ... queda ac"

    (p. 145).

    Es decir, qudate conmgo que huiremos juntos.

    Recepcin del objeto mgico (funcin XIV)

    Para poder iniciar la accin contrara, en este caso la huida, la muchacha

    manda al muchacho al potrero a buscar dos "caballos tlacos". Se trata de

    "caballos que volaban" (p. 147) y que "el uno era el viento y el

    otro

    era el

    trueno

    (p. 146). Se produce de este

    modo

    la recepcin del "objeto mgi

    co .

    40

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    Desplazamiento (funen XV).

    Entnces cuando ya montaron esos caballos, se fueron ..." (p. 146).

    Persecucin. Primer

    momento

    (funcin XXI)

    La persecucin aparece en dos momentos. El primero se reduce a un

    control

    por parte del

    rey

    sobre si la nia est o no en su

    cuarto.

    El rey sos

    pecha que la nia se ha ido. De este

    modo

    el primer momento de la perse

    cucin queda expresada simplemente en un acto de control, el que es burla

    do

    con

    el recurso de "las tres salivas" de la princesa, que la reemplazan y

    respondern por ella, con lo que se pasa a la funcin siguiente.

    Socorro (funcin XXII)

    Ante cada

    pregunta del rey dirigida a la

    nia

    para saber si se encuentra

    o no en su cuarto, cada

    una

    de las "salivas" va contestando por ella. Este en

    gao, que funciona en este caso

    como socorro

    permite a los enamorados

    ganar tiempo en su huida, que ya ha sido emprendida.

    Persecucin. Segundo

    momento (funcin XXI bis).

    Entonces

    dijo el rey: -No,

    no.

    Yo vaya traer mi caballo y me voy al

    arcance d'este majadero, donde lo

    encuentro

    lo quito a mi hija y a l

    lo mato

    -dijo

    el rey (p. 147).

    De este modo se inicia la segunda parte de la persecucin, o persecucin

    propiamente dicha. Es importante notar la expresin:

    lo

    quito a mi hija",

    es decir, es la hija del rey la que lleva al muchacho y no viceversa.

    Socorro (funcin XXII bis)

    Las acciones de socorro se suceden hasta llegar a la ltima que hace

    imposible la continuacin de la persecucin. Estas acciones estn previstas,

    como lo estuvieron las anteriores. En efecto, cuando la princesa monta a

    caballo para

    huir

    lo hace "llevando tres cosas con que trabajaba ella

    (p.I