Rodolfo Mondolfo - Figuras e Ideas de La Filosofia Del Renacimiento

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    Rodolfo Mondolfo

    Figuras e ideas de la

    filosofa del Renacimiento

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    Rodolfo Mondolfo de la edicin espaola: ICARIA EDITORIAL, S. A.De la Torre, 14, Barcelona-6Primera edicin: diciembre 1980ISBN: 84-7426-063-9

    Depsito legal: B. 36.899 -1980Imprime: SIDOGRAF, Corominas, 28 - L'Hospitalet de Llobregat

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    PRLOGO

    Cuando present, en 1947, mi libro Tres filsofos del Renacimiento, expres en elprlogo mi confianza en que los muchos amigos de la filosofa y la cultura, con que cuenta Amrica latina, pudiesen interesarse por las figuras de Bruno, Galileo y Campanella,sobresalientes en la luminosa poca renacentista. Agotada ahora esa edicin, laconfirmacin, dada por el hecho a mi esperanza, me alienta a agregar a los ensayos deentonces, revisados y ampliados en base a nuevos documentos y estudios, cuatro nuevos,sobre puntos y aspectos de la misma poca, que me parecen de no menor importancia:Leonardo terico del arte y de la ciencia; La idea de cultura en el Renacimientoitaliano; El Renacimiento italiano y la filosofa moderna; El mtodo galileano y lateora del conocimiento.

    Mi libro se presenta, por lo tanto, duplicado con respecto a la edicin anterior, y conttulo modificado para responder a su nuevo contenido; pero permanece invariada miesperanza de que pueda seguir interesando al pblico, tal como en su primera edicin.

    R. MONDOLFO

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    NDICE

    PRLOGO ..............................................................................................................3NDICE....................................................................................................................4

    PRIMERA PARTE .......................................................................................................6

    CUATRO PENSADORES RENACENTISTAS: LEONARDO, BRUNO,GALILEO, CAMPANELLA...........................................................................................6

    I LEONARDO, TERICO DEL ARTE Y DE LA CIENCIA ....................................7II GIORDANO BRUNO.........................................................................................28

    I. LA VIDA Y LAS OBRAS ........................................................................28II. LALIBERTAD FILOSFICA Y LA RELACIN ENTRE RELIGIN Y

    FILOSOFA...........................................................................................................46III. TEORA DEL CONOCIMIENTO ........................................................52

    IV. DIOS Y EL UNIVERSO: INFINITUD Y ANIMACIN DE LANATURALEZA.....................................................................................................58V. EL MONISMO BRUNIAMO: LO UNO Y LO MULTIPLE, Y LA

    COINCIDENCIA DE LOS CONTRARIOS.........................................................61VI. LA TICA Y EL PROGRESO DE LA HUMANIDAD.......................74

    III EL PENSAMIENTO DE GALILEO Y SUS RELACIONES CON LAANTIGEDAD Y EL RENACIMIENTO....................................................................83

    IV TOMAS CAMPANELLA Y SU PENSAMIENTO............................................111I. LA FORTUNA HISTRICA DE CAMPANELLA ...............................111II. LA VIDA Y LAS OBRAS ......................................................................114

    III. LAS DOCTRINAS Y SU IMPORTANCIA HISTRICA.................123a) La libertad de la ciencia y su acuerdo con la religin .............................123b) La teora del conocimiento: Campanella y Descartes.............................125c) La Metafsica y la Religin natural. Su relacin con las religiones

    positivas ...........................................................................................................128d) La poltica y la utopa de Campanella: La Ciudad del Sol .....................136

    SEGUNDA PARTE...................................................................................................148

    ORIENTACIONES DEL PENSAMIENTO RENACENTISTA............................148I LA IDEA DE CULTURA EN EL RENACIMIENTO ITALIANO ......................149

    II EL RENACIMIENTO ITALIANO Y LA FILOSOFA MODERNA..................163III LA IDEA DEL PROGRESO HUMANO EN GIORDANO BRUNO ...............182IV EL MTODO GALILEANO Y LA TEORA DEL CONOCIMIENTO............188

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    NOTA ANTECEDENTES ANTIGUOS: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS CONRESPECTO A GALILEO.........................................................................................198

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    Primera Parte

    CUATRO PENSADORES RENACENTISTAS:LEONARDO, BRUNO, GALILEO, CAMPANELLA

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    ILEONARDO, TERICO DEL ARTE Y DE LA CIENCIA*

    En el ao 1452, el mismo del nacimiento de Leonardo da Vinci, el humanistaflorentino Giannozzo Manetti acababa de escribir, por invitacin del rey Alfonso

    de Npoles, su obra De dignitate et excellentia homims, que al iniciar lascelebraciones renacentistas del poder creador del espritu humano, querareivindicar la dignidad del hombre contra el vilipendio medieval, expresadotpicamente a fin de humillar el orgullo humano en el De miseria humanaevitae del Papa Inocencio III. T, hombre [deca Inocencio], andas investigandohierbas y rboles; pero stos producen flores, hojas y frutos, y t producesliendres, piojos y gusanos; de ellos brota aceite, vino y blsamo, y de tu cuerpoesputos, orina y excrementos. Reaccionaba Manetti, proclamando que los frutosdel hombre no estn constituidos por estas sucias materias, sino por las obras de

    su inteligencia y de su accin creadora, para las cuales el hombre ha nacido comointegrador y perfeccionador de la naturaleza mediante sus artes e inventos.1Nuestras, vale decir, humanas (escriba Manetti), son todas las casas, los

    castillos, las ciudades, los edificios de la tierra... Nuestras las pinturas, nuestraslas esculturas, nuestras las artes, nuestras las ciencias, nuestra la sabidura.Nuestros... en su nmero casi infinito, todos los inventos, nuestros todos losgneros de lenguas y literaturas..., nuestros, finalmente, todos los mecanismosadmirables y nuestros, finalmente, todos los mecanismos admirables y casi

    * Conferencia leda en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional deTucumn, y en italiano en el Centro di studi italiani de Buenos Aires.

    1 Ecos de esta polmica parecen los pasajes de Leonardo donde los hombres especulativos,que ejercitan las virtudes, son opuestos a quienes se reducen a la funcin de trnsito dealimentos y produccin de estircol y ya no participan de la especie humana: Non mi pare cheli omini grossi e di tristi costumi e di poco discorso meritino si bello strumento n tanta varietdi machinamenti quanto li omini speculative e di gran discorsi, ma solo un sacco donde siriceva il cibo e donde esso ne esca, che invero altro che un transito di cibo non son da esseregiudicati, perch niente mi pare che essi partecipino della spezie humana, altro che la voce e lafigura, e tutto il resto assai manco che bestia (W. An., II, 203 r.). Ecco alcuni che nonaltrimenti che transito di cibo ed aumentatori di stereo e riempitori di destri chiamare si

    debbono, perch per loro non altro nel mondo oppure alcuna virt in opera si mette, perch diloro altro che piedi destri non resta. (S. K. M., III, 17 r.). En el Tratado de la pintura, 62, Leonardodeclara que para el hombre slo el estudio de la virtud es alimento del alma y el cuerpo (Verloen trad. espaola, ed. Losada, Buenos Aires).

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    increbles que la energa y el esfuerzo del ingenio humano (o dirase ms biendivino) han logrado producir y construir por su singular y extraordinariaindustria.2 Y despus de enumerar todas estas artes e inventos, arquitectura eingeniera, pintura y escultura, ciencias y filosofa, literatura y construccin de

    mquinas de toda clase, que la humanidad va produciendo por las actividadesseparadas y conjuntas de un sinnmero de individuos diseminados en el tiempoy el espacio, Manetti los imaginaba reunidos de modo que se pudierancontemplar de una vez como en una gran exposicin, y declaraba que si estofuera posible, nadie dejara nunca de admirar y asombrarse,3 y todos, conCicern, reconoceran en el hombre una especie de Dios mortal.4

    Por singular coincidencia, aquel mismo ao de 1452, en que Manetti serepresentaba la posibilidad de contemplar de una vez las mltiples creacionesdel genio humano, sealaba con el nacimiento de Leonardo da Vinci la

    realizacin de tal idea, no en forma material, es decir, como la exposicin en unmismo sitio, de los ms variados productos del genio inventivo del hombre, sinoen su forma espiritual, o sea en la reunin de las ms diferentes capacidadescreadoras en una sola y misma persona. A Leonardo, por lo tanto, que reuni ensu genio personal los genios de una multitud de artistas y cientficos, pensadorese inventores, los escritores del siglo siguiente le dieron con justicia ese ttulo dedivino que Cicern y Manetti atribuan a la totalidad de la especie humana, y lellamaron el divino Leonardo.

    Divino, desde luego, por la excelencia de sus creaciones inmortales, que, sinembargo, no significaban para l conciencia y goce de una perfeccin acabada ysatisfecha de s misma, como la que suele atribuirse a los dioses, sinoinsatisfaccin constante de lo realizado, exigencia continua de superacin, anhelode investigacin de lo desconocido, para captar, entender y explicar los misteriosde la naturaleza, tormento de una aspiracin inextinguible hacia el inalcanzableinfinito.

    O Leonardo perch tanto pnate?

    Oh, Leonardo, por qu os atormentis tanto? Esta pregunta, escrita por un

    amigo suyo en una hoja del Cdice Atlntico, documenta la inquietud insaciabledel espritu de Leonardo, que siempre se atormenta por la conciencia de faltas y

    2 Nostra namque, hoc est humana, sunt... omnes domus, omnia oppida, omnes urbes, omniadenique orbis terrarum aedificia... Nostrae picturae, nostrae sculpturae, nostrae sunt artes,nostrae scientiae, nostrae... sapientiae. Nostrae... cum prope infinitae sint, omnes adin-ventiones, nestra omnia diversarum inguarum ac variarum litterarum genera... Nostra suntdenique omnia machinamenta, quac admirabilia et pene incredibilia humani vel divini potiusingenii acies ac acrimonia singulari quadam ac praecipua solertia moliri fabricarique constituit.Vase la cita ntegra en GENTILE, Il pensiero del rinascimento, III, ed., Firenze, 1940, pgs. 110 y sig.

    3 Quae si ut animis, ita oculis videre atque conspicere valeremus, nemo cuneta aspectuntuens, ullo unquam tempore admiran atque obstupescere desisterei.

    4 Qudam mortalis deus.

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    lagunas en sus obras y conocimientos. Como artista, que reclama en su obra unesfuerzo ulterior y ms grande, Leonardo exige en s mismo la presencia interioractiva del crtico, siempre insatisfecho de su propia creacin, y acicatendose a smismo con el aguijn del ideal inalcanzado. Cuando la obra queda al mismo

    nivel del propio juicio crtico dice es mal indicio en semejante juicio; ycuando la obra se coloca ms arriba del juicio, es psimo indicio, as como ocurrea quien se asombra por haber obrado de manera tan perfecta. Pero cuando el

    juicio supera la obra, esto, s, es indicio perfecto; porque entonces la obranunca termina de mejorar, si no lo impide la avaricia. Por lo tanto, es un malmaestro aquel cuya obra se coloca ms alta que su propio juicio crtico, ysolamente se dirige hacia la perfeccin del arte aquel cuya obra es superada porel juicio.5

    La misma exigencia anota Gentile afirma Leonardo en el dominio de laciencia. La verdad fue solamente hija del tiempo,6 conquista gradual yprogresiva siempre imperfecta, que en su generacin infinita nunca podr sercaptada totalmente por nadie. Qu es pregunta Leonardo aquello que nose da, y que si se diera ya no sera? El infinito. Porque si pudiese darse seraterminado y finito; pues lo que puede darse tiene su lmite en lo que lo abraza ensus extremos.7 Sin embargo, justamente por esta imposibilidad de seraprehendido, el infinito es objeto de inextinguible aspiracin y continuoesfuerzo; la perfeccin en el arte, as como la plenitud en los conocimientos, sonlos ideales inalcanzables que provocan el infinito esfuerza y el infinito progreso.

    De tal modo, arte y ciencia son formas mutuamente vinculadas de un mismoanhelo y esfuerzo de conocimiento y conquista; no permanecen separadas sinoque se compenetran recprocamente, en una misma exigencia de comprensin ycreacin. En esto debemos reconocer con Cassirer8una caracterstica de la pocarenacentista, que se ha manifestado en Leonardo ms intensamente que en otroscontemporneos. En la escuela de Andrea del Verrocchio y en toda la atmsferade su tiempo, Leonardo haba respirado esta necesidad de vinculacin mutua, noslo entre las distintas artes que muchos artistas de la poca solan cultivar yejercer conjuntamente, sino tambin entre artes, ciencias y filosofa. Lasexigencias pictricas escribe Bongioanni en su Leonardo pensatore se

    convirtieron para l en exigencias especulativas. Sin salir de la pintura, Leonardoentraba en la epistemologa y la metafsica. Filsofo, cientfico, Leonardo essiempre pintor.9 Pero hay que completar estas afirmaciones con las recprocas:

    5Trat. de la pintura, 57, 62, 406; cfr. RICHTER, n. 498: tristo quel discepolo che non avanzail suo maestro.

    6MS. M., 58 v.7Cod., Atl, 131 r.8 Cfr. CASSIRER, Individuo e cosmo nella filosofia del rinascimento, Firenze, La Nuova Italia, ed.

    1935, pgs. 252 y sig.9 F. M. BONGIOANN, Leonardo pensatore, Piacenza, 1935, pg. 9. Sobre la vinculacin entre

    ciencia (especialmente matemtica) y arte, en el ambiente florentino donde Leonardo se form

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    pintor y artista, Leonardo es siempre filsofo y cientfico, y entra en la pintura yen el arte sin salir de la epistemologa y de la metafsica.

    Es esto lo que no entendieron a veces sus contemporneos, cuando, alreconocer en l al sumo artista, le reprocharon, como una desviacin y una

    prdida de tiempo y energas, sus investigaciones cientficas y especulacionesfilosficas. Otro ms entre los primeros pintores del mundo escriba sobreLeonardo Baltasar Castiglione, el autor del Cortesano, alrededor del ao 1514desprecia el arte en el cual descuella, y se ha puesto a aprender filosofa, de laque tiene tan extraas concepciones y nuevas quimeras que l mismo, con todasu pintura, no sabra pintarlas.10 Y aun cuando se trataba de investigaciones yexperiencias cientfico-tcnicas relativas a la propia pintura se las reprochabancomo cosas extraas a su arte; as Vasari narra que cuando el Papa Len, enRoma, le haba confiado la ejecucin de una obra, y Leonardo se puso a destilaraceites y hierbas para preparar sus tinturas especiales, el Papa exclam: Ay dem! ste no har nada, pues empieza por pensar en el fin de su obra antes que enel comienzo.

    Leonardo se quejaba de semejante incomprensin de las exigencias que eranpara l intrnsecas no slo a la tcnica, sino a la propia creacin artstica, la queno puede prescindir de la investigacin y el estudio cientficos de la naturaleza.Entre los innumerables necios escribi, hay una secta llamada de loshipcritas, que tratan siempre de engaarse a s mismos y de engaar a losdems... Y son los que reprochan a los pintores que estudien en los das de fiestalas cosas que pertenecen al conocimiento verdadero de todas las figuras quetienen las obras de la naturaleza, y con suma diligencia traten de adquirir elconocimiento de aqullas en la medida de sus posibilidades. Pero callen talescensores, porque sta es la manera de conocer al Creador de tantas cosasadmirables y de amar a tan grande Inventor. Pues el gran amor nace del gran

    espiritualmente, escribi pginas sugestivas A. Guzzo, Quattrocento, en Filosofa, Torino,aprile 1963, recordando a Brunelleschi, Ghiberti, Masaccio, L. B. Alberti, etc., y estudiando enparticular a Piero de la Francesca y Luca Pacioli juntos con Leonardo. Sobre las investigacionesqumicas de Leonardo en relacin con la pintura, vanse las indagaciones originales del doctorLadislao Reti, recordadas tambin por Guzzo.

    10 Ms tarde VASARI, a pesar de su expresada admiracin por las muchas virtudes que sereunan en la persona verdaderamente admirable y celeste de Leonardo, se hace eco de losreproches de inestabilidad que se le dirigan, y del juicio de CASTIGLIONE acerca de lasinvestigaciones cientficas y filosficas, imputndoles la irreligiosidad de Leonardo: El tantifurono i suoi capricci, che filosofando delle cose naturali attese a intendere le propiet delleerbe, continuando e osservando il moto del cielo, il corso della una e gli andamenti del sole, peril che fece nellanima un concetto si eretico, che enon saccostava a qualsivoglia religione,stimando per avventura assai pi lo esser filosofo, che cristiano (Le vite del pi eccellenti, pittori,scultori e architetti, Firenze, 1550, pg. 210). En realidad Leonardo, segn mostraron SOLMI,

    GENTILE y otros, se adelant en parte a la religin solar de CAMPANELLA con su Laide del sole;pero sobre todo recogi las sugestiones de CUSANO referentes al heliocentrismo y la rotacin dela tierra (Cf. SOLMI, Nuovi studi sulla filosofia naturale di Leonardo da Vinci, Mantova, 1905, pgs.115 y sigs.).

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    lugares umbrosos y frescos en temporadas bochornosas, o lugares calientes entemporadas fras, los configura. Si quiere valles, si quiere desde las altas cumbresde las montaas descubrir amplias campias, o quiere ver despus de aqullas elhorizonte del mar, es dueo de hacerlo; y si desde los valles bajos quiere ver las

    altas montaas o desde las altas montaas los valles bajos y el mar. Y, en efecto,lo que est en el universo por esencia, presencia o imaginacin, l lo tiene antesen la mente y luego en las manos, y stas poseen tan grande excelencia que almismo tiempo engendran una armona proporcionada de una mirada nica, talcomo hacen las cosas.19

    Pero no cabe duda que, en todo esto, la misma invencin pictrica quiere ydebe, para lograr sus fines, producir en los que la vean las impresiones,emociones y reflexiones que el pintor tiene en la interioridad de su espritu; y poresto su fantasa no puede ser arbitraria, sino que debe hablar el mismo lenguaje

    de la naturaleza conocido por todos los hombres, es decir, utilizar los medios, loselementos, las proporciones con que la naturaleza produce, en quien lacontempla, los efectos que el pintor quiere generar mediante su obra. El pintordebe darse cuenta de las razones o causas que producen los resultados que lquiere lograr; o sea que debe conocer la naturaleza real, y conocerla no de unamanera superficial, tal como puede percibirla pasiva y empricamente un ojodistrado e incapaz de analizarla y de entender el secreto de las impresiones queella produce en sus observadores, sino de una manera activa y profunda, quereconozca y comprenda las razones de las cuales procede necesariamente elefecto que el artista experimenta en s mismo y quiere producir en los dems.

    El artista, por lo tanto, no puede ser artista verdadero sin ser cientfico, sinpenetrar con su anlisis en los secretos de la naturaleza, sin comprender lasrazones que operan en ella y descubrir las leyes de necesidad por las cuales ellaproduce sus efectos. Aqu encontramos el motivo primordial de lasinvestigaciones anatmicas, zoolgicas, botnicas, geolgicas, pticas, mecnicas,qumicas, etc., de Leonardo, que le han permitido realizar descubrimientosasombrosos para su poca y crear nuevas ramas de la ciencia que no tenanantecedentes en las edades pasadas.

    El artista que quiere representar el movimiento de hombres y animales, la

    expresin de sus sentimientos, las actitudes correspondientes a las distintasndoles y situaciones personales, ha de conocer cmo se producen talesmovimientos, expresiones, actitudes, mediante las cuales debe manifestarse enlas figuras pintadas el concepto de su alma,20conocer los signos de los rostrosque muestran la naturaleza de los hombres;21 debe saber cul es el mecanismode los msculos, los tendones, los huesos, etc., que los determinan; debe darse

    19Trat. pint., 13.20Cod. Atl., fo. 137 r.: La pictura over le figure dipinte debbono esser fatte in modo tale che

    li riguardatoli di esse possino con facilit conoscere, mediante la loro attitudine, il concettodellanima loro.

    21 Cf. Tr. della pitt., ed. Ludwig, I, 312.

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    cuenta de las proporciones que gobiernan las formas, profundizar el estudio deesa divina proporcin que el matemtico amigo de Leonardo, Luca Pacioli,siguiendo las huellas de Piero de la Francesca,21 bis haca objeto de un tratado,declarndola no slo madre del saber, sino madre y reina del arte. La teora del

    arte coincida en todo esto con la teora de la ciencia, y deba reconocer no slolos elementos y las formas de la realidad natural, sino tambin el dominio en ellade leyes matemticas que le confieren la necesidad que le es intrnseca.

    Sin embargo, en la unidad del espritu leonardiano, la vinculacin entre el artey la ciencia no significaba solamente dependencia unvoca de la primera conrespecto a la segunda, sino recproca, por la cual la pintura y el dibujo se hacangeneradores de conocimientos y ciencias. Leonardo, tal como Piero y Pacioli,haba aprendido de Vitruvio las consecuencias producidas en la poca deAnaxgoras y Demcrito, sobre el desarrollo de la matemtica, la ptica y la

    astronoma antiguas, por la innovacin del pintor Agatarco, introductor de laperspectiva en la pintura. El dibujo, dice Leonardo, ha dado a luz la ciencia dela astronoma... Ninguna parte existe en la astronoma que no sea oficio de laslneas visuales y de la perspectiva hija de la pintura... dentro de cuyas lneas seincluyen todas las varias figuras de los cuerpos engendrados por lanaturaleza.22 Al dibujo Leonardo le reserva una parte importante en susmanuscritos cientficos, pues ve en l tanto el lenguaje de la ciencia geomtrica yla condicin necesaria de su desarrollo como el medio indispensable para fijar yconvertir de momentneas en permanentes las conquistas de las observacionesanatmicas realizadas en la diseccin de los muertos o de los vivos. El dibujo dice Leonardo en el proemio de su proyectado tratado de anatoma demuestra,en una sola figura permanente, lo que la visin directa de la diseccin permitecontemplar slo parte por parte en momentos sucesivos y fugaces. El dibujo le esindispensable para la ideacin, representacin y realizacin de sus creacionesmecnicas; le ofrece a veces observaciones y le plantea problemas que luego lainvestigacin cientfica debe profundizar, como en el caso de las leyes del sexo delas plantas y de la filotaxia, o en el de la contraccin y dilatacin de la pupilaproporcionales a la cantidad de luz que la hiere, que Leonardo declara haberobservado primeramente como pintor y, posteriormente, haber tratado como

    terico.23 La deuda que el arte tiene siempre con la ciencia, se la retribuyemediante su contribucin al desarrollo de los conocimientos cientficos, en unintercambio continuo que las hace inseparables; y si Leonardo dice en un lugarde su Tratado de la pintura que el pintor por s mismo, sin ayuda de ciencia o deotros medios, procede inmediatamente a la imitacin de las obras de lanaturaleza,24 a estas palabras debe darse igual sentido que a las otras

    21 bis Vase A. Guzzo, Quattrocento, ya citado.22Trat, pint., 6 y 17.23 Ms. D., fo. 13 r.: questa nostra pupilla crescie e disminuscie secondo la chiarit e oscurit

    del suo obbietto: e questa cosa gi mi ingann nel dipingere un occhio, e di li imparai.24Trat, pint., 10.

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    aseveraciones del mismo tratado, es decir, que el pintor debe convertirse en lapropia naturaleza, y que la necesidad obliga a la mente del pintor atransmutarse en la propia mente de la naturaleza.25 Lo cual significa que elpintor, ms bien que hacerse discpulo de los cientficos, debe ser cientfico l

    mismo, debe l mismo conocer y comprender la naturaleza, a fin deensimismarse en ella y poderla reproducir. Debe comprenderla en su mente parahacerla comprender luego mediante la obra de sus manos, por cuya creacin lamente del pintor se transmuta en una similitud de la mente divina;26 esto es, elpintor crea porque posee las razones de las cosas.

    Leonardo, al afirmar la similitud de la creacin artstica con la creacin divinade la realidad natural, quiere probablemente superar la distincin entre las dos,establecida por Ficino en un lugar de su Theologia platnica (IV, 1). Ficino partadel reconocimiento general de las razones vivientes que inspiran la mente delartista en la creacin de sus obras (imitaciones de la naturaleza) para demostrarque esas razones vivientes operan en la naturaleza misma. El arte, pues, decaFicino, es una especie de naturaleza que trata la materia desde afuera,quedndose en su superficie; en cambio, la naturaleza es un arte que modela lamateria desde su interior, domina su intimidad y extrae de ella las formassustanciales. Ahora bien, Leonardo no admite que el arte se quede en lasuperficie de las cosas, aunque, como en el caso de la pintura, ofrezca solamenterepresentaciones en superficie (por lo cual declara en su Tratado de la pintura, pg.433, que es en s misma, cosa superficial, y la superficie no tiene cuerpo); noslo la pintura sabe crear con la perspectiva y la distribucin de luces y sombrasla profundidad en las figuras y los paisajes, sino que adems infunde vida a loque en efecto es una sola superficie (Trat. pint., 25), esto es, hace ver en lasuperficie exterior la manifestacin y los efectos de las razones interiores, como alrepresentar la vida, los movimientos y las expresiones de animales y hombres,donde la apariencia externa es el resultado de todo el juego interior de las partesy los rganos, que slo la diseccin anatmica descubre y revela. Larepresentacin en superficie implica y exige por lo tanto el conocimiento enprofundidad de la constitucin interior, el dominio de las leyes de su accin, laposesin mental de las ideas certeras mediante las cuales (segn deca Ficino) la

    naturaleza realiza sus obras.Y esto nos permite comprender la advertencia que Leonardo dirige a los

    artistas para que no tomen por autor la pintura hecha de otros artistas,abandonndose a la imitacin de la manera ajena, porque los que estudian lasobras de los autores, en lugar de las obras de la naturaleza, se hacen nietos antes

    25Ibid., 30 y 40.26 Ibid., 65. Por su poder cognoscitivo exalta Leonardo la pintura sobre todas las dems

    artes: chi biasima la pittura, biasima la natura (Tr. pitt., 5; y cf. toda la discusin referente a

    la primaca de la pintura sobre la msica y la poesa, y del ojo sobre el odo, en los 2 a 28 y31). Oportunamente BONGIOANNI (op. cit., 51), recuerda a KANT, quien declara preferir la pinturaa las otras artes figurativas porque puede penetrar en la regin de las ideas mucho ms quecualquier otra (Crit. del juicio, parte I, secc. I, lib. II, 53).

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    que hijos de la naturaleza,27 y no logran comprender a la madre verdadera de suarte en sus razones ntimas, y as hacen decaer su arte. Lo cual no solamentecorresponde como seala Cassirer a la polmica posterior de Galileo contrael mtodo escolstico, que reemplazaba por el estudio y la reverencia de los

    autores la investigacin y el respeto de la naturaleza, sino que constituye msbien el contenido y la orientacin esenciales de la polmica cientfica del propioLeonardo contra el principio de autoridad y en defensa de la experiencia. Asquiero decir de estas cosas matemticas, que los que estudian solamente a losautores y no las obras de la naturaleza son nietos, no hijos de la naturaleza,maestra de los buenos autores. Oye esta suma tontera de los que reprochan aquienes aprenden de la naturaleza y dejan de lado a los autores, discpulos deesta naturaleza.28

    Frente a los eruditos, escolsticos o humanistas, atados al principio deautoridad para la solucin de cualquier problema, Leonardo gusta proclamarsehombre sin letras, as como Cusano en su Idiota se complaca en declarar laignorancia y situacin de lego (idiota), como condicin de la verdaderasabidura.29 De acuerdo con esta orientacin, Leonardo declara: an cuando yono supiese como ellos alegar el testimonio de los autores, alegar algo muchomayor y ms digno alegando el testimonio de la experiencia, maestra de losmaestros de aqullos. stos andan hinchados y pomposos, vestidos y adornados,no con sus propias fatigas, sino con las ajenas, y no me quieren conceder las masa m mismo. Y si me desprecian a m, inventor, cunto ms no podrn sercensurados ellos, que no son inventores sino pregoneros y recitadores de lasobras ajenas?.30 Muchos creen tener razn de censurarme porque mis pruebas

    27 Cf. Cod. Atl, fo. 139 v. y 141 r.; Trat, pitt., ed. Ludwig, I, 69; CASSIRER, op. cit., pg. 258 y sig.:La pittura va di et in et declinando e perdendosi quando i pittori non hanno per altore che lafatta pittura. Il pittore avr la sua pittura di poca eccellenza, se quello piglia per altore laltruipitture, ma segli imparer dalle cose naturali, far bono frutto (Cod. Atl., 139 r.).

    28Cod. Atl., 139 r.: Voglio cosi dire di queste cose matematiche, che quegli, che solamentestudiano li altori i non lopre di natura, son per arte nipoti, non figliuoli dessa natura, maestradeboni altori. Odi, somma stoltezza di quelli i quali biasimano coloro che imparano dallanatura, lasciando stare li altori, discepoli di essa natura. Cf. Trat, pitt., ed. Ludwig, I, 69: Dico

    alii pittori che mai nessuno dee imitare la maniera dun altro, perch sar detto nipote e nonfiglio della natura. Piuttosto si dee ricorrere ad essa natura, che ai maestri che da quella hannoimparato.

    29 Cf. CASSIRER, op. cit., 84 y sig. Sin embargo, tanto CUSAN o como LEONARDO se dedicabancon empeo al estudio de sus predecesores. Para CUSANO, cf. P. ROTTA, Il pens. di Nic. da Cusa neisuoi rapporti storici, Torino, Bocca 1911. Para LEONARDO, P. DUHEM, Lonard de V., ceux quil a lu etceux qui lont lu, Pars, 1906-14, destac el estudio, efectuado por Leonardo, de las obrascientficas de autores antiaristotlicos como J. PECKAM y los occamistas BURIDANO, ALBERTO DESAJONIA, NICOLS DE ORESME; y Guzzo (Quattrocento, cit.), puso de relieve que deben tenerse encuenta adems muchos otros maestros y, especialmente, PIERO DE LA FRANCESCA y LUCAPACIOLI. Es evidente, sin embargo, que LEONARDO otorgaba su preferencia a investigadoresheterodoxos e independientes, y hacia estos mismos se comportaba con independenciaobedeciendo a la naturaleza ms que a sus intrpretes.

    30Cod. Atl., 117 r.

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    estn en contra de la autoridad de ciertos hombres que ellos, en sus juiciosinexpertos, tienen en gran reverencia, sin considerar que mis pruebas han nacidopor la sencilla y pura experiencia, que es maestra verdadera.31De esta manera lavindicacin de la naturaleza se presenta como vindicacin de la experiencia y

    observacin directa de los fenmenos. La naturaleza, con sus secretosmisteriosos, estimula la curiosidad y fascina la mente del hombre, la cual seencuentra frente al misterio dividida entre el temor y el deseo de investigarlo, talcomo el explorador que en el umbral de una pavorosa caverna, a la vez que temelas tinieblas amenazadoras, anhela entrar en ella y ver qu hay en su interior.32As presenta Leonardo su propia alegora de la caverna, muy diferente por ciertode la platnica, pero semejante a esta ltima en la caracterstica consideracin delconocimiento como visin de lo real; lo cual lo lleva, en el Tratado de la pintura, ala exaltacin del ojo como principio de toda ciencia y arte y creacin culturalhumana.

    Quien pierde la vista pierde la visin y la belleza del universo y queda comoel encerrado vivo en una tumba, donde conserva movimiento y vida. No vesque el ojo abarca la belleza del mundo entero? Es el jefe de la astrologa. Hace lacosmografa, dirige y corrige todas las artes humanas... Es principio de lasmatemticas... Ha engendrado la arquitectura, la perspectiva, la divina pintura...Es la ventana del cuerpo humano por la cual el alma especula y goza la bellezadel mundo... Mueve a los hombres de Oriente a Occidente; ha creado lanavegacin. Y supera a la naturaleza en el hecho de que los simples naturales sonfinitos, y las obras que el ojo manda a las manos son infinitas.33

    En esta exaltacin del ojo, instrumento esencial de la experiencia, es evidentecomo seal Gentile34 que se identifica su virtud con la de todo elpensamiento humano, cuya actividad no es solamente de recepcin yobservacin, sino adems de explicacin y dominio de la realidad natural y deinvencin y creacin de realidades nuevas. Por lo tanto, ya esto nos previene queno debemos interpretar el concepto leonardiano de experiencia dentro de unestrecho significado emprico. Desde luego, Leonardo opone la exigencia y laprctica de la experiencia a todo procedimiento apriorista que quiera basarsenicamente en los discursos, y se re del filsofo que se sac los ojos para que

    ver no le impidiera pensar. Fue un acto compaero del cerebro y de losdiscursos, porque todo fue locura... Loco el hombre, loco el discurso, ysumamente estpido el sacarse los ojos.35 Por cierto, al polemizar contra quiendiga que las ciencias comienzan y terminan en la mente, Leonardo da comoprimer motivo de su repudio de tal tesis el hecho de que en semejantes

    31Cod. Atl., 119 v.32 RICHTER II, n. 1.000; cf. SOLMI, Nuovi studi, etc., pg. 72; GENTILE, Il pens. ital. del rinasc.,

    pg. 124.33Trat. de la pint., 28.34GENTILE, op. cit., pg. 149.35Trat. de la pint., 16.

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    discursos mentales no interviene la experiencia, sin la cual nada puede de por sdar certeza.36 Y preconiza huir de los preceptos que aquellos especuladorescuyas razones no son confirmadas por la experiencia;37 y proclama que lasabidura es hija de la experiencia38 y que la experiencia es la verdadera

    maestra.39Pero stas y muchas otras declaraciones semejantes, que se encuentran a cadapaso en las pginas de Leonardo, no autorizan a considerarlo un mero empirista,tal como hicieron a veces los historiadores de tendencia positivista. El empiristapuro carece, segn Leonardo, de la orientacin indispensable para susactividades: los que se enamoran de la prctica sin la ciencia dice son comoel piloto que est en un barco sin timn ni brjula, que nunca sabe con certeza adnde va; siempre la prctica tiene que edificarse sobre la buena teora.40 En elconocimiento cientfico, Leonardo distingue dos elementos igualmente

    indispensables y mutuamente vinculados: la experiencia y las razones, esto es, laobservacin de los fenmenos reales y la comprensin de la necesidad causal yde las leyes de su produccin.

    Realizar dice algunas experiencias antes de proseguir adelante, pues mipropsito es basarme primero en la experiencia y despus demostrar, mediantela razn, por qu semejante experiencia est forzada a obrar de tal manera. Y staes la verdadera norma, de acuerdo con la cual tienen que proceder losinvestigadores de los hechos naturales. Y a pesar de que la naturaleza comienzapor la razn y termina por la experiencia, a nosotros nos es preciso recorrer el

    camino contrario, es decir, comenzar por la experiencia y mediante ellainvestigar la razn.41

    Aqu se contempla una oposicin entre las dos direcciones, hacia abajo y haciaarriba, en las que el camino entre las causas y los efectos debe ser recorrido por lanaturaleza al producir la realidad de las cosas, y por la mente humana alconocerla: la primera, parte de las causas para engendrar los fenmenos queofrece a nuestra experiencia; la segunda, debe partir de esta experiencia parallegar al descubrimiento de las causas; de este modo seala Cassirer, comoya para Aristteles, lo que es primero de por s resulta ltimo para nosotros.42

    Sin embargo, esta oposicin puede subsistir solamente si la actividadcognoscitiva del hombre se considera llegada a su meta final con la intuicin delas razones explicativas de los fenmenos experimentados; es decir, si se supone

    36Trat. pitt., ed. Ludwig, I, 10.37Ms. ., f. 4 .: Fugg i precetti di quelli speculatori, che le loro ragioni non son confermate

    dalla sperienzia.38 S. K. M., III, 80 v.39 Cod. Atl., fo. 119 r.: Non considerando le mie cose esser nate sotte la semplice a mera

    sperienza, la quale maestra vera.40 Cf., Trat. de la pint., 52; MS. G., fo. 8 t.41 Cf. MS. E., fo. 55 r.42CASSIRER, op. cit., pg. 245.

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    que en la intuicin de la causa la mente puede detenerse, completamentesatisfecha y segura de s misma, sin necesitar otra investigacin ulterior. Lo cualparece aceptado a veces por Leonardo, como cuando escribe: Ningn efectoexiste en la naturaleza sin razn. Entiende la razn y no te har falta la

    experiencia.43

    Pero al declarar de este modo innecesaria la experiencia cuandose haya entendido la razn, Leonardo debera renegar de su misma advertencia:Huye de los preceptos de los especuladores, cuyas razones no estnconfirmadas por la experiencia.44 Y debera justificar aun aquella ciencia depuros discursos que justamente repudia como incapaz de verdad. Y si t dicesque las ciencias que comienzan y terminan en la mente son verdaderas, no tienesen modo alguno razn, y en primer lugar porque tales discursos mentales no sebasan en la experiencia, sin la cual nada puede ser absolutamente cierto.45

    Desde luego, podra pensarse en una conciliacin del contraste indicadosuponiendo que Leonardo exija la experiencia en el momento inicial de lainvestigacin, pero no la considere necesaria en el momento final, cuando sehaya alcanzado la explicacin causal. En este sentido, precisamente, pareceexpresarse una advertencia que Leonardo se dirige a s mismo: Recuerda,cuando comentas las aguas, que debes alegar primero la experiencia y luego larazn;46 aqu la experiencia parece constituir el punto de partida y la razn elpunto de llegada, con el cual quedara acabado y completo todo el ciclo de lainvestigacin cientfica. Lo cual parece confirmado por otra declaracin msexplcita que dice: La experiencia, intrprete entre la naturaleza industriosa y laespecie humana, nos ensea que aquello que la naturaleza, obligada por lanecesidad, hace entre los mortales, no puede hacerse de manera distinta de lasealada por la razn, que es su timn.47

    Sin embargo, la solucin indicada no corresponde al concepto integral delprocedimiento cientfico de Leonardo, que incluye una doble exigencia deexperimento, ya como condicin inicial, ya como averiguacin final. Pero me

    43Cod. Atl, fo. 147 v.44Ms. ., fo. 4 ., cit. en una nota anterior. Cf. Ms. I., fo. 102 Sicch voi, speculatori, non vi

    fidate dellautori, che hanno sol collimmaginazione voluto farsi interpreti fra la natura

    alluomo, ma sol di quelli, che non coi cenni della natura, ma cogli effetti delle sue esperienziehanno esercitato i loro igegni.

    45Trat, de la pint., 1.46Ms. ., vol. 2, fo. 42 r.: Ricordoti quando commenti lacque, dallegar prima la sperienzia

    e poi la ragione.47Cod. Atl., fo. 85 r.: La sperienza, interprete infra lartificiosa natura e la umana spetic, ne

    insegnia che ci essa natura infra mortali adopera, da necessit costretta, non altrimenti operarsi possa che la ragione, suo timone, operare le assegni. Hay que agregar, adems, que antes deafirmar una razn como reconocida en su carcter necesario, Leonardo exige una multiplicidadde experiencias, a fin de tener seguridad de la constancia de los efectos: Innanzi di fare di

    questo caso una regola generale, sperimentalo due o tre volte, guardando se le sperienzieproducono gli stessi effetti (Ms. A., fo. 47). Cf. MS. I., fo. 102: Lesperienzie ingannano chi nonconosce loro natura, perch quelle, che spesse volte paiono una medesima, spesse volte son digrande variet.

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    parece (dice el 33 del Tratado de la pintura) que son vanas y llenas de erroresaquellas ciencias que no han nacido de la experiencia, madre de toda certeza, yno terminan en experiencia conocida, esto es, que su origen, medio y fin nopasan por ninguno de los cinco sentidos.48 Adems de nacer de la experiencia,

    nica que pueda sugerirnos la razn verdadera, la ciencia debe por lo tantoterminar en la experiencia confirmadora. Antes que yo confirme tal proposicindice en otro pasaje, har experiencia de ella... Formula tus proposiciones yalega las cosas mencionadas como ejemplos y no como proposiciones, lo cualsera muy sencillo. Y dirs de la manera siguiente: experiencia.49 Y en otraspartes: Se prueba mediante la razn y se confirma mediante la experiencia; 50 yentonces puede decirse tanto que esta experiencia ha nacido de la razn,51como que esta razn se ve manifiestamente confirmada por la experiencia.52

    As se aclara la exigencia de que la ciencia nazca de la experiencia y termine ensta, y que su origen, medio y fin pasen por los sentidos. Esta exigencia,precisamente, inspira la teora leonardiana de la ciencia y del arte como segundacreacin: la ciencia es una segunda creacin efectuada por la razn, as como lapintura es una segunda creacin efectuada por la fantasa; y esta segundacreacin significa una realizacin que slo puede cumplirse en el mundo de laexperiencia sensible.

    La razn para Leonardo es una facultad distinta de los sentidos, pues, segnreza un aforismo del Cdice Trivulzio, discutido por Franti, Ueberweg yGentile,53 los sentidos son terrestres, y la razn est fuera de aqullos cuandocontempla. Por esta existencia separada, precisamente, la razn logra extraer dela experiencia sensible la idea de la causa pero si luego la mantuviese separadade la experiencia en el mundo de las ideas puras, objeto de la contemplacin, nopodra explicar la realidad fenomnica, ni darnos la ciencia de la naturaleza. Paracrear esta ciencia, la investigacin no puede detenerse en los lmites del soloprocedimiento que va de la experiencia a la causa, inverso al de la naturaleza queva de la causa a la experiencia, sino que debe superar tal oposicin, integrando elmtodo analtico o resolutivo, con el sinttico o compositivo, es decir, comoobserva Cassirer,54 unificndolos ambos en un verdadero proceso cclico, que dela experiencia se eleva a las razones para descender nuevamente de las razones a

    los fenmenos. No solamente la ciencia de la naturaleza debe reconocer que el

    48Trat, de la pint., 33.49 Cf.Ms. D., fo. 3 r.;Ms. A., fo. 31 r.50 Ms.A., fo. 57 r.51 Ms. F., fo. 29 r.52Ms. A., fo. 46 r.53Cod. Triv., 33 r. Cf. PRANTL, Len. d. V. in philosophischer Bezichung, Mnchen, 1885 (Konig.

    Bayer. Akad. d. Wiss.); UEBERWEG, Grundr. d. Gesch. d. Philos. d. Neuzeit, Berln, 1888, pg. 35;GENTILE, Leonardo filsofo, en op. cit., pg. 132; BONGIOANNI, Leonardo pensatore, pgs. 98 ysiguientes.

    54Op. cit., pg. 270.

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    cambio de la mente hacia arriba coincide con el de la naturaleza hacia abajo, sinoque debe recorrer ambos caminos sucesivamente, volviendo mediante laverificacin experimental a esa misma experiencia de la cual ha partido paraalcanzar la idea explicativa. Unicamente al cumplir este proceso cclico,

    nicamente al tener antes en la mente y luego en las manos55

    la realidad de lascosas, la ciencia obedece a la exigencia que Leonardo le impone, al decir que ellasiempre, sobre los primeros, verdaderos y conocidos principios, procedesucesivamente con secuelas verdaderas hasta el final.56

    En este sentido, probablemente, debemos interpretar la advertencia deLeonardo al investigador de la naturaleza, a fin de que no alimente la ilusin deconocer de verdad lo que hace la naturaleza por s misma, sino solamente lo quel mismo realiza: Oh investigador de las cosas, no te jactes de conocer las cosasque ordinariamente la naturaleza lleva a cabo por s misma; pero algrate deconocer el fin de aquellas cosas que son diseadas por tu mente.57 El fin de estascosas se conoce cuando uno las tiene primero en la mente y luego en lasmanos, primero en la razn y luego en la experiencia, que significa en este casoexperimento, realizacin, segunda creacin. En Leonardo hay un presentimientogerminal del principio de Vico: verum ipsum factum; para conocer la verdad,tenemos que producir nosotros mismos el objeto de nuestro conocimiento.

    Sin duda Leonardo parece, como not Cassirer,58 oscilar entre dosdeterminaciones opuestas al alegar como principio fundamental ora la razn, orala experiencia; y adems, al hablar de experiencia, no hace distincin entre laobservacin de los fenmenos que se nos presentan espontneamente y sureproduccin provocada y dirigida por nosotros en el experimento. Pero estasvacilaciones e indistinciones representan las incertidumbres inevitables en quienrecorre como primer explorador un territorio nuevo, y va buscando y abrindoseun camino que otros luego recorrern con seguridad. Leonardo, en efecto, es elprecursor del mtodo experimental de Galileo, y a pesar de las dificultadescontra las cuales debe luchar, como todo precursor, logra ya la visin de loselementos y las fases de ese mtodo, al cual la ciencia moderna de la naturalezadebe su propio desarrollo.

    Leonardo ya sabe claramente que la ciencia de la naturaleza exige, como

    primer paso, la aprehensin de los fenmenos reales en la experiencia, pero nopuede detenerse en la mera comprobacin de los hechos, sino que requiere elreconocimiento y la demostracin de la necesidad y la ley que los gobiernan. Lanecesidad es maestra y tutora de la naturaleza; la necesidad es tema e inventorade la naturaleza y freno y regla eterna.59(59) La naturaleza no rompe su ley.60

    55Trat. de la pint., 13.56Trat. de la pint., 33.57MS. G., fo. 46 r.58Op. cit., pg. 243 y sig.59RICHTER II, nmero 1.135.60MS. F., fo. 48 v.

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    La naturaleza se halla obligada por la razn de su ley que en ella vive demanera infusa.61 Oh, admirable necesidad!, t, con suma razn, obligas atodos los efectos a participar de sus causas, y con suma e irrevocable ley cadaaccin natural te obedece mediante una brevsima operacin. Oh magna accin!

    Qu ingenio podr penetrar tal naturaleza? Qu lengua puede explicar talmaravilla? Ninguna, por cierto. Esto dirige el discurso humano hacia lacontemplacin divina.62

    Sin embargo, esta idea de una fuerza divina inmanente en toda la naturaleza,que lo mueve todo y lo determina todo por una necesidad y ley intrnsecas, noimpulsa a Leonardo hacia el camino por el cual march, en el mismoRenacimiento, la nueva metafsica, desde Pico y Cardano hasta G. B. della Porta,Bruno y Campanella, asociando la filosofa de la naturaleza de Telesio con lasllamadas ciencias ocultas y la magia natural. Cassirer63 ha sealado que lacorriente que parte de Cusano, y a travs de Leonardo llega hasta Galileo yKpler, nos muestra una manera de estudiar la naturaleza en directa oposicincon la explicacin mstico-mgica. Para esta corriente, el sentido de la naturalezano debe experimentarse msticamente, sino pensarse como sentido lgico; lo cualno puede alcanzarse sino pasando por la matemtica. Nada cierto tenemos ennuestra ciencia (haba escrito Cusano en su De possest) sino nuestramatemtica.64 En efecto, por haber sido el mundo creado por Dios, connmero, peso y medida, como dice Ficino en su Theologia platnica, o, comorepite Luca Pacioli, sometido por necesidad al nmero, peso y medida, debenser matemticos (declara Pacioli) el fundamento y la escala para llegar alconocimiento de toda otra ciencia, por estar aqullos en el primer grado de lacerteza. Y Leonardo vuelve a declarar: Ninguna investigacin humana puedellamarse ciencia verdadera si no pasa por las demostraciones matemticas.65Ninguna certeza hay donde no pueda aplicarse una de las ciencias matemticaso de las que estn unidas con las matemticas.66 E imitando a Platn, quevedaba a los ignaros en matemticas el ingreso en la Academia (nadie entre queno sepa geometra), Leonardo escribe: No me lea quien no sea matemtico, enmis Principios.67

    La matemtica, en efecto, ofreca al arte y a la ciencia igualmente el principio

    de la proporcin y la medida, adems del rigor de las demostraciones. Aqu

    61Ms. F., fo. 28 v.62Ms. A., fo. 24 v. y God. As., fo. 145 v.63Op. cit., pgs. 91 y sigs., 233 y sigs.64 En Opera, pg. 259.65 Cf. PACIODLI, De divina proportione: Tutto ci che per lo universo inferiore e superiore si

    squaterna, quello de necessit al numero, peso o mensura fia soctoposto. Conciossia chemathematici sienno fondamento e scala de perveniere a la notitia de ciascuna altra scientia peresser loro nel primo grado de la certeza (citado por GARIN, La filosofia, ed. Vallardi, Milano, vol.II, pgs. 96-98). Cf. LEONARDO, Trat, de la pint., 1.

    66MS. G., fo. 96 v.67RICHTER I, n. 3.

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    dice Leonardo no se argir que dos 3 puedan hacer ms o menos que 6, nique un tringulo tenga sus ngulos menores de dos ngulos rectos; sino que todadisputa queda destruida y reducida al silencio eternamente.68 El conocimientode las causas naturales y de su relacin con los efectos se hace preciso y exacto

    mediante la precisin y exactitud de la matemtica, mientras la insensatez de losmetafsicos y secuaces de la magia quiere engaarse a s misma y a los dems...despreciando las ciencias matemticas, donde est contenido el conocimientoverdadero de las cosas... y quiere luego transcurrir en los milagros y escribir ydar noticias de aquellas cosas de las cuales la mente humana no es capaz, y queno pueden demostrarse por ningn ejemplo natural.69

    La matemtica encuentra en el estudio de la naturaleza su ms fecundoterreno de aplicacin; aqu tambin Leonardo es el precursor directo de Galileo, ylo evidencia adems su constante estudio e invencin de mquinas einstrumentos para experimentar, cuyos proyectos y dibujos ocupan tanta partede sus manuscritos. Es evidente que ha despertado en l la conciencia de laimportancia cientfica de los instrumentos, que faltaba a los antiguos, y que alafirmarse en la fsica moderna se convierte, sobre todo de Galileo en adelante, enla fuerza impulsiva ms eficaz de las conquistas y de los progresos de estaciencia.

    Leonardo ya declara que la mecnica es el paraso de las cienciasmatemticas, porque en ella se cosechan los frutos de la matemtica;70 y deeste modo la exigencia de cosechar los frutos obliga al investigador, que se hayaelevado de la experiencia preliminar a la razn explicadora, a usar esta ltimacomo causa productora para confirmar, en una nueva experiencia provocada, laverdad de la ley descubierta. De tal modo se cumple y se cierra, con laverificacin experimental, el ciclo investigativo de la ciencia, as como se cumpley se cierra el ciclo del arte con la realizacin de la idea concebida por la fantasaexacta, en la obra que representa la segunda creacin.

    Es evidente, en la exigencia de este retorno final a la experiencia realizadora,tanto en el arte como en la ciencia, un decidido alejamiento del platonismo. Loshistoriadores que al reaccionar contra la errnea interpretacin de Leonardocomo puro empirista lo han declarado un platnico, han incurrido en el mismo

    error de definir el pensamiento leonardiano mediante uno solo de los elementosque confluyen en su composicin. El momento platnico del retorno al logos

    juega sin duda un papel esencial en la epistemologa de Leonardo, como luegoen la de Galileo; y se afirma de manera expresa en el aforismo ya citado: lossentidos son terrestres, y la razn est fuera de aqullos cuando contempla.Pero, segn el espritu y la letra del platonismo, esta contemplacin racional,purificada de toda mezcla terrestre, deba constituir la conclusin y meta delconocimiento verdadero; y por eso en la Repblica Platn niega a la misma

    68Trat, de la pint., 33.69Quad. danatomia II, fo. 14 r.70MS. E., fo. 8 v.

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    impresiones persisten a lo largo de toda una serie de puntos sucesivos desensibilidad,83 esto es, que debe haber una superficie y no slo un punto desensibilidad. Lo cual le es confirmado por la observacin de la correspondenciaque hay entre el cielo sembrado de estrellas y nuestra visin del cielo, en la

    distribucin de puntos luminosos y espacios intermedios;84

    de modo que debepasar en el ojo lo mismo que en un espejo, cuya superficie refleja los objetos entodas sus partes y no en un punto nico.85 Las observaciones sugieren de estamanera la nueva razn explicativa del fenmeno visual; y la demostracin desemejante razn exige la refutacin de los adversarios mediante el experimento.Dice aqu el adversario que la virtud visiva est reducida en un punto... A stehay que demostrarlo por la experiencia, y despus llevarlo a la conclusin de lanecesidad de tal experiencia.86 Y primero mediante la experiencia, queLeonardo realiza por varios medios: una aguja que, situada en la mayor

    proximidad del ojo, ante el pretendido punto nico de visin, no impide lapercepcin de ningn objeto colocado detrs de ella a cierta distancia; o bien uncedazo de pelo de caballo que, colocado ante el ojo, deja ver todos los objetos queestn detrs de l, lo cual demuestra que la virtud existe en toda la extensinretnica (Leonardo dice: por toda la pupila); y lo confirma el hecho de contraersey dilatarse la pupila en proporcin a la cantidad de luz que recibe, a fin de vermejor los objetos.87 Adems de esto, Leonardo ide un experimento muyingenioso,88 en el cual el ojo ve al mismo tiempo un objeto dos veces en suimagen real y en su imagen aparente cumpliendo dos movimientos contrarios,

    lo cual confirma la existencia de una superficie sensible en el ojo, adems del

    83 Cf. Ms. ., fo. 119 y 120, acerca de la impresin de una lnea de fuego producida por elmovimiento rpido de la lumbre o del ojo: e questo accade, perch locchio riserva peralquanto spazio la similitudine della cosa che splende. Cf. tambin Cod. Atl., fo. 201 r.:guardando il sole o altra cosa luminosa, e serrando poi locchio, lo rivedrai smilmente perlungo spazio di tempo. Y en MS. G., fo. 73 r., en base a la persistencia anloga de lasimpresiones sonoras o calorficas, enuncia una ley general: Ogni impressione attende allapermanenza.

    84 Ms. F., fo. 31 v.: tal proporzione hanno li spazi, che sono infra il simulacri delle stelle sopra la

    superficie dellocchio, qual hanno infra loro li spazi interposti infra le stelle del cielo.Anlogamente en Ms. E., fo. 15, que aplica la misma observacin, adems a todas le speziedelli obbietti, che concorrono alla pupilla dellocchio.

    85 Cf.Ms. F., fo. 36 r. y 36 .: Se tutti li simulacri concorressino in angolo, econcorrerebbononel punto matematico, il quale, essendo indivisibile, tutte le spezie vi parrebbono unite... E se lasperienzia ci mostra tutte le cose divise colli spazi proporzionali e intelligibili, tal virt, dovesimprime le spezie delle cose, ancora lei divisibile in tante parti maggiori o minori, quanti sonli simulacri delle cose vedute... Concluderemo adunque che... non concorrono in punto e perconseguenza in angolo.

    86Ms. D., fo. 6 v.87Ms. D., fo. 6 v.: Sel tutto della popula per lavversario non vede, perch cresce la notte?

    Cf. Ms. G., fo. 44, Cod. Atl, fo. 262, RICHTER I, 32-38 acerca de las experiencias referentes a laextensin y dilatacin de la pupila en varias especies animales.

    88 Cf.Ms. E., fo. 127, yMs. D., fo. 4, y el relato en SOLMI, op. cit., pg. 167 y sig.

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    hecho de producirse en l invertidas las imgenes de los objetos. Basado en todosestos experimentos concluye Leonardo que la virtud visiva no est en un punto,como quieren los pintores perspectivistas, sino que est en toda la pupila dondepenetran las imgenes de los objetos.89En este ejemplo es evidente el papel que

    Leonardo hace desempear tanto a la experiencia como a la razn en su mtodoexperimental. La experiencia debe dar el punto de partida y llevar analticamentea la hiptesis explicativa o razn; pero sta no seala el trmino final de lainvestigacin, sino el punto de partida de su segunda fase sinttica, que usa larazn como causa productora en el experimento. El proceso mental de la primerafase, que va del efecto a la causa, a la inversa de la naturaleza, debe integrarsecon la reproduccin del propio proceso natural, de la causa al efecto, a fin delograr en el ciclo completo el conocimiento verdadero de la causa y de suconexin con el efecto. Y si el experimento no confirma la hiptesis y sugiere otra

    diferente, un nuevo ciclo se abre y debe cumplirse hasta alcanzar en laproduccin real del efecto la prueba del carcter necesario de la causa. Solamentepor este camino la investigacin humana puede construir la ciencia de lanaturaleza; esto es, por el camino recorrido luego de manera magistral porGalileo, pero ya diseado y seguido, a pesar de las imprecisiones y vacilacionesde un primer esbozo de teora, por Leonardo, el precursor.

    La conciencia que tena del mtodo cientfico llev a Leonardo adescubrimientos geniales y a creaciones de nuevas ramas de las ciencias, que hansido y son causa de asombro para los modernos, que descubrieron en susmanuscritos sus anticipaciones maravillosas.90 Desde luego, si Leonardo hubiesepodido completar y publicar las obras proyectadas, las sugestiones fecundas y elimpulso poderoso que ellas podan dar al desarrollo de las investigacioneshabran impreso un ritmo ms intenso y rpido al progreso moderno de laciencia, que, sin embargo, se benefici de sus enseanzas en la medida (muydifcil de determinar) en que los investigadores de su tiempo, a partir deCardano y G. . della Porta, pudieron conocer sus manuscritos, antes de la pocade olvido que los ocult luego y dispers en buena parte.

    De todos modos, la participacin de Leonardo en las corrientes del nuevopensamiento, precursor del moderno, contribuy a dar a tales corrientes ms

    fuerza y eficacia histrica; y la misma idea, fundamental en el Renacimiento, dela dignidad del hombre como intrprete y ejemplo del universo natural,microcosmo reflejo del macrocosmo y autor de una segunda creacin en el arte yla ciencia, se iluminaba con una nueva luz en la concepcin de Leonardo, segn

    89Ms. D., fo. 10 v.90 Una diligente resea de los descubrimientos e inventos cientficos de LEONARDO puede

    verse en la Enciclopedia Italiana: artculo de R. MARCOLONGO sobre Lopera scientifica (ricerche

    geometriche, statica e dinamica, meccanica dei fluidi, fisica, invenzioni, mecnica pratica, volostrumentale, arte militare, botnica e geologia) y de G. FAVARO sobre Leonardo bilogo. Sinembargo, otros descubrimientos ms agregan estudios recientes, como los citados de L. RETIsobre las investigaciones qumicas de Leonardo.

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    IIGIORDANO BRUNO

    I. LA VIDA Y LAS OBRASDesde el comienzo del siglo XIX, cuando Jacobi, Schelling y el romanticismo

    alemn volvieron a levantar el recuerdo de Giordano Bruno del silencio y olvidoque lo haban cubierto durante dos siglos a partir de su trgica muerte, se hanvenido multiplicando las investigaciones y estudios no solamente sobre supensamiento y obra literaria y filosfica, examinados en s mismos y en susrelaciones con los antecedentes y los desarrollos contemporneos y sucesivos,sino tambin sobre su vida y los acontecimientos que incidieron en ella. En el

    sinnmero de libros, folletos y artculos dedicados a la reconstruccin histricade las vicisitudes agitadas de la vida dramtica del Nolano, dos biografas se handestacado sucesivamente (a distancia de medio siglo una de otra) por la novedady riqueza del material documental que utilizaban, merced a investigaciones ydescubrimientos realizados en los archivos por sus autores: una publicada en lasegunda mitad del siglo XIX por Domenico Berti,1 otra en nuestro siglo porVincenzo Spampanato.2

    Sin embargo, aun despus de los numerosos descubrimientos documentalesagregados a los de Berti por las concienzudas investigaciones de Spampanato,

    quedaban todava desconocidos los documentos del largo proceso romano delSanto Oficio, terminado con la condena de Bruno a la hoguera; y solamentevarios aos despus de la aparicin del libro de Spampanato, lograba GiovanniGentile publicar en su Giornale critico della filosofia italiana del ao 1925 una partenotable de ellos (Nuovi documenti sul processo di Bruno), extrados por Mons. E.Carusi de las Actas verbales del Santo Oficio, en una transcripcin no exenta porcierto de algunos errores. Aun as, a pesar de esta publicacin reproducida enDocumenti della vita di G. Bruno, Firenze, 1933, falt durante varios aos, debidotambin a la muerte prematura de Spampanato, un estudio atento de estos

    1DOMENICO BERTI, Giordano Bruno da Nola, Sua vita e dottrina; 1 ed. 1868; 2 ed. 1889.2VINCENZO SPAMPANATO, Vita di Giordano Bruno; Messina, 1921.

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    documentos; y slo un nuevo hallazgo realizado por Mons. A. Mercati alfinalizar el ao 1940 (// sommario del processo di G. Bruno, Citt del Vaticano,1942) promovi un nuevo florecimiento de estudios, cuyo fruto ms maduro estconstituido por las agudas indagaciones de Luigi Firpo, Il processo di G. Bruno,

    Napoli, 1949. Sin duda que todava quedan y quedarn acaso siempre, debidoa la prdida del volumen original de las actas procesales muchos puntososcuros respecto al proceso no menos que a otros momentos de la biografa deBruno, que slo en parte podran ser esclarecidos por ulteriores investigacionesespeciales.

    La rpida biografa presente no puede, sin duda, tener la pretensin de llenarlas lagunas mencionadas, sino que solamente quiere, adems de reunir lasnoticias y los datos que pueden considerarse acertados en base a lasinvestigaciones de Berti y Spampanato, utilizar tambin los documentos quefaltaron a ellos y alguna investigacin particular, para aclarar puntos que habanquedado oscuros y agregar algn elemento biogrfico interesante. Nosesforzaremos especialmente en poner de relieve, en la reconstruccin de la vida,el proceso de desarrollo del pensamiento bruniano.

    A comienzo del ao 1548, en la pequea ciudad de Nola situada en laCampania, Italia meridional Juan Bruno, militar de familia distinguida, que sehaba casado con doa Flaulisa Savolino, tuvo de ella un hijo a quien llam con elnombre de Felipe, cambiado luego por el de Giordano cuando el muchacho, quese haba trasladado a Npoles en 1562 para cursar sus estudios de letras yfilosofa, visti all a los 17 aos, en junio de 1565, el hbito de clrigo en elconvento de Santo Domingo.

    En este convento pas Giordano Bruno la mayor parte de sus aos de claustro,primero como novicio (1565), despus como profeso (de 1565 a 1572), siendoluego promovido a sacerdote en 1572 y recibido de doctor en Teologa en 1575.Diez aos en total, dedicados a estudios intensos y tesoneros, con un fervor quele hace adquirir en edad muy juvenil una sabidura de extraordinaria extensin yprofundidad. Su avidez de conocimientos le haca buscar siempre coninsaciabilidad libros y ms libros: de poetas y filsofos, de paganos y cristianos,de ortodoxos y herticos. Y con todos meditaba hondamente: de Aristteles a

    Santo Toms, de los rabes a los cabalistas, de los presocrticos a losneoplatnicos de la edad antigua y la contempornea, etc.; y de todos haba demanifestar ms tarde, en sus obras, impresiones y huellas duraderas, ya fuera enla adhesin, ya en la polmica. Sin embargo, los que lo fascinaron fueron demanera particular, entre los antiguos, Herclito, Parmnides, Demcrito,Lucrecio y Piotino; entre los modernos la trada, recordada por l mismo, delomnisciente Lulio, el magnnimo Copernico y el divino Cusano.

    Su primera orientacin, tal como era natural en un claustro dominicano,dominado por el influjo de la filosofa de Santo Toms hacia el cual siempre

    Bruno sigui manifestando respeto, aun despus de haberse alejado de sus

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    doctrinas haba sido de adhesin a la metafsica y cosmologa de Aristteles,3pero las mltiples lecturas efectuadas llevaron a su espritu muy pronto hacia lainquieta bsqueda de orientaciones nuevas.

    Recuerda l mismo, ms tarde, en pginas autobiogrficas contenidas en sus

    dilogos De la causa4

    y De los heroicos furores5

    el largo perodo de atormentadotrabajo interior que se desenvolvi en su espritu por la duracin de unos treintaaos, ocupando por lo tanto todos los aos de claustro y otros ms, anteriores ysucesivos. Recuerda all y en otros lugares de sus obras su conversin delgeocentrismo al heliocentrismo en cosmologa,6 y una larga fase de orientacinmaterialista en filosofa diez aos, de acuerdo con los citados lugares de De losheroicos jurares hasta lograr una iluminacin nueva, como por un relmpago deimproviso, cuando resplandeci en su mente la nueva intuicin de la infinitaunidad y animacin universal.

    Sin embargo, esta iluminacin subitnea, que habase realizado, de acuerdocon la declaracin de Bruno, despus de seis lustros (30 aos) de atormentadotrabajo espiritual, pertenece a un momento posterior a su salida del claustro,efectuada a los 28 aos de edad; de manera que durante la permanencia en stedebemos suponerlo siempre agitado por su honda crisis espiritual, y por finsometido algn tiempo antes y despus de salir del claustro a la sugestindel materialismo filosfico. Segn lo que puede inferirse de algn pasaje de susobras,7 las sugestiones materialistas procedan de la insatisfaccin que le causabala interpretacin ortodoxa de la doctrina aristotlica, y del atractivo que tenan encambio para l las interpretaciones pantestas del aristotelismo como la deAverroes y otras formas de pantesmo tales como las de Ibn ben Gebirol(Avicebron) y David de Dinant, etc., que le parecan consecuencias inevitables dela doctrina aristotlica, y que convirtiendo las formas en accidentes de la materia,otorgaban a esta ltima el ttulo de sustancia, realidad divina y generadoraptima de las cosas;8 sobre todo, adems, vena luego a influir en su trabajo

    3 Cfr. Las declaraciones contenidas en sus dilogos italianos Cena de las cenizas (Cena delle

    ceneri), dilogo IV, en la pg. 98 de la ed. Gentile (Opere italiane, I, Dialoghi metafisici; Bari, ed.Laterza, 1907) y De lo heroicos furores, argumento del dilogo V, pg. 298 de la misma edicin (II,Dialoghi morali, 1908). Advierto, de una vez por todas, que las indicaciones de tomo y pgina,para las citas tomadas de Opere italiane, se refieren siempre a esta primera edicin crtica de1907-1909, en tres tomos: I y II cuidados por Gentile, y III (Candelaio) por Spampanato. Unasegunda edicin publicaron los mismos en 1926.

    4De la causa, principio e uno, dilogo III; ver la pg. 197 de la ed. Gentile (tomo I).5Degli eroici furori, dilogo 5 de la II parte, en las pgs. 423 y sigs., y dilogo 5 de la II parte,

    en las pgs. 479 y sigs. (tomo II de la ed. Gentile).6Cena delle ceneri, I, 98 de la ed. cit.7 Cfr. De la causa, dilogo III, pg. 197 y sigs., 203 y 206 y sigs.; dilogo IV, pg. 231 y sigs.

    237. Vase tambin LIMENTANI, La morale di G. Bruno, Firenze; pg. 35 y sig.8 Cosa divina e ottima parente (frase procedente de ALANO DE LILA, De arte cathol. fidei, I,

    24).; cfr. lugares citados en la nota anterior.

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    espiritual el conocimiento del atomismo democriteo y lucreciano.9No obstante, durante todo el perodo del claustro haba conseguido mantener

    en su espritu una especie de separacin entre los problemas filosficos y lascreencias religiosas; y a pesar del contraste que iba a determinarse fatalmente

    entre sus nuevas ideas filosficas y los dogmas teolgicos, lograba reprimir susprimeras dudas acerca de la trinidad, la encarnacin y otros dogmas. Lo que nolograba de todas maneras, era aguantar la ignorancia y la incomprensin queotros compaeros de claustro manifestaban acerca de doctrinas filosficas quecondenaban someramente por herticas; y las reacciones violentas contra ellos,que l no saba reprimir, suscitaban en su contra reproches y amonestaciones, ypor fin, en 1576, un proceso por hereja, al que decidi sustraerse huyendo aRoma.

    All, sin embargo, pudo quedarse muy breve tiempo, por haberse dirigidocontra l, adems de la acusacin de hereja, otra de carcter oscuro; y a pesar deque sta (por lo que parece) no tena fundamento, l crey ms prudenteeclipsarse, desprendindose del hbito religioso y alejndose de Roma. Por dosaos anda peregrinando por el norte de Italia, entre Liguria, Piamonte, Veneto yLombardia; en Liguria ensea en la ciudad de Noli astronoma (o, como se decaen aquel entonces, la esfera); en Venecia publica una pequea obra, Acerca de lasseales de los tiempos (Dei segni dei tempi, 1578), que no conocemos por haberseperdido. De no haber sido algo de astrologa muy cultivada en aquel siglo anpor filsofos (as como nos muestra el ejemplo de Campanella) al igual que lamagia, sobre la cual el propio Bruno escribi ms tarde varias obras es muyposible que se tratara de una obra tocante al arte combinatoria (Juliana) o al artede la memoria (mnemotcnica),10 que Bruno, acorde con su poca, tena en muyalta consideracin. Ya en el perodo del claustro haba escrito, probablementesobre las mismas artes,11 otra obra igualmente perdida para nosotros, El arcade No, que haba dedicado y parece haber presentado al Papa Po V; y muchasotras sigui escribiendo hasta el final de su actividad literaria.

    Sus peregrinaciones por Italia septentrional terminan en 1579 con el

    9 El proceso de desarrollo de la honda crisis espiritual de Bruno, constituida por la fasematerialista de su pensamiento y la superacin sucesiva que lo lleva a la construccin de susistema propio, no ha sido todava investigado como, sin embargo, merece, Tengo el propsitode dedicarle un estudio particular.

    10 Justamente GENTILE, en su comentario al dilogo I, de la II parte de Degli eroici furori (pg.425) rechaz la conjetura de V. IMPRIANI (Natanar II, en Propugnatore VIII, pg. 1.a) de que fuerauna especie de almanaque; pero mucho menos puede pensarse con el mismo Gentile en undocumento de la conversin filosfica de Bruno (superacin del materialismo), cuya realizacinGentile quisiera colocar en el momento de cumplirse los seis lustros de vida de Bruno (1578),mientras Bruno parece indicar un perodo de ejercicio de la reflexin, que poda empezar acasocon la adolescencia. De todas maneras hay que interpretar como indicacin aproximativa la delos seis lustros.

    11 Vase mi artculo Per la biografa de G. Bruno; en Rivista dItalia de octubre 1913.

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    No se apagaba la enemistad de los peripatticos con su salida de Tolosa, sinoque le persegua aun en Pars, adonde Bruno se traslad en 1581 y dondepermaneci hasta 1583. Sin embargo, las mismas causas que excitaban laoposicin de sus adversarios, despertaban por otro lado en favor de l gran

    inters y admiracin entre los discpulos y parte de los profesores de la magnaUniversidad parisiense. La extensin amplia de su saber, la prontitud de sutalento, la vivacidad de su ingenio le rodeaban de alta reputacin, intensificadapor el atractivo que tenan las artes combinatoria y mnemnica, a las que lmismo declaraba deber la amplitud y facilidad de manejo de su sabidura.

    Despertbase de esta manera un inters intenso por estas artes, que parecanprometer a cada cual una posibilidad o esperanza de alcanzar resultadosasombrosos en la conquista de los conocimientos; y el propio rey de Francia,Enrique III, hondamente interesado en el asunto, invitaba a Bruno a su corte y leotorgaba una ctedra rentada. Bruno escribi y public en Pars, en 1582, tresobras (que se han conservado) dedicadas a la exposicin de las dos artes tanalabadas: De umbris idearum (Las sombras de las ideas), Cantus Circaeus (Elcanto de la maga Circe, personificacin de la materia), y De architectura etcommento artis Lulli (Arquitectura y comentario del arte combinatoria deRaimundo Lulio). Estas obras tienen importancia no solamente en relacin conlas dos artes combinatoria y mnemnica, sino tambin en lo tocante a laevolucin del pensamiento de Bruno y a la formacin de su filosofa.

    El arte luliana quiere ofrecer la solucin de un problema lgico-metafisico, esdecir, construir el sistema de las relaciones entre las ideas, teniendo la firmeconviccin, de carcter francamente platnico, de poder con este medioreconstruir el sistema de la realidad. Para lograr su fin el arte combinatoriaprocede por medio de tablas y figuras. Ante todo determina los elementosprimeros del pensamiento (sujetos y predicados), y los representa medianteletras, que constituyen el alfabeto del gran arte; dispone luego estas letras enuna especie de tabla pitagrica, y despus las inscribe en tringulos y crculosque sobrepone y hace rodar para lograr todas las distintas combinaciones. Laconviccin que inspira este proceso de combinaciones, que genera el silabarioy el diccionario del gran arte, consiste en la creencia de que al conocer las

    maneras de combinar los sujetos con los predicados, se tenga la posibilidad decontestar a todas las cuestiones que la mente humana pueda plantear. Hay querecordar que esta misma ilusin, que Bruno comparta con Lulio, se reproduceluego en Leibniz, quien por este camino quera llegar al descubrimiento de unlenguaje universal.15

    Naturalmente, este mecanismo del arte combinatorio era de manera particular

    15 Sobre todos estos puntos, vase FELICE Tocco, Le opere latine di Giord. Bruno confrontate con le

    italiane (Firenze, 1889), partes I y II. Para Leibniz, ver especialmente COUTURAT, La logique deLeibniz (Pars, Alcan). Cfr. tambin mi ensayo: Leibniz. en la historia de la filosofa (en Ensayoscrticos sobre filsofos alemanes, ed. Imn, Buenos Aires), y ahora el importante estudio de A.CORSANO, G. W. Leibniz, Libr. Scient. Edit., Napoli, 1953.

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    apto para ser aplicado tambin al arte de la memoria (mnemotcnica); y Brunoefecta tal aplicacin en sus obras del ao 1582, y la extiende ms tarde al arteinventivo o venatorio (caza de conocimientos nuevos). En la mnemotcnica setrata de solucionar el problema de la memoria fundndose en las leyes de la

    asociacin mental; y por eso Bruno recurre a la unin de las ideas con imgenessensibles; pero toda su construccin gira alrededor de los goznes de un principiofilosfico platnico, es decir, que nuestras ideas, por ser sombras de las ideaseternas, estn vinculadas recprocamente, al igual que aqullas, en cadenas cuyoseslabones son partes de un sistema nico total y por eso pueden iluminarsemutuamente, pues nica es la luz que resplandece en todas.

    Tenemos que poner de relieve la orientacin filosfica platnica o, mejordicho, neoplatnica que aparece en estas obras del ao 1582, y especialmenteen el De umbris idearum. Ella significa una superacin del materialismo, bajo cuyodominio Bruno (as como hemos recordado) declara despus, en pasajes de losdilogos De la causa y De los heroicos furores, haber quedado por largo tiempo (losltimos diez aos del atormentado perodo de seis lustros), cegado por lamaga Circe (la materia). Sin embargo, esta superacin del materialismo16 quedeba iniciarse por una iluminacin debida al neoplatonismo, no se produjo enBruno, as como ocurri a San Agustn, al primer contacto con aquella doctrina;ni Io llev, como a aqul, al reconocimiento de una realidad espiritual distinta yopuesta a la material, sino a la intuicin de la unidad universal, inculcndoleprecisamente la idea de la unidad del principio que anima eternamente todo eluniverso, en la multiplicidad y mutabilidad de las cosas particulares.

    Es decir, que significa para l un encaminamiento hacia la afirmacin de launidad de la naturaleza, por la inseparabilidad de los dos gneros de sustancia,corprea y espiritual; sta es la primera o parcial intuicin de aquella filosofamonista por la cual segn la declaracin hecha por Bruno en este mismo ao1582 en la carta dedicatoria de su comedia El candelabro el alma se le ampla yse le magnifica el intelecto.17

    16 Cuya iniciacin, segn mi parecer, debe colocarse en el bienio de estadia en Pars, con el

    De umbris idearum, completndose con ms clara evidencia en la sucesiva morada en Londres,donde Bruno vincula con la idea de la unidad universal la de la infinitud, deducida del doblefundamento de la teora copernicana y de la doctrina de la inseparabilidad entre sustanciamaterial y espiritual (infinita porque divina). En la declaracin que Bruno hace a los ingleses(cfr. De los heroicos furores, dilogo V de la II parte, pg. 479 y sigs.), que la iluminacin se le haproducido en las Islas britnicas, ntegra y sbitamente, hay por lo tanto una parte pero slouna parte de verdad. De todas maneras debe excluirse la interpretacin de Gentile en sucomentario (pg. 425), que quiere colocar en el momento de cumplir Bruno los 30 aos (1576, enVenecia) la aparicin de la luz filosfica a sus ojos, anteriormente cegados por Circe: la que, porexpresa declaracin de Bruno, significa la materia, y no la iglesia de Roma, como suponeGentile.

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    Cada cosa cambia, nada se aniquila; es Uno solo lo que no puede cambiar. Uno solo eseterno y puede perseverar eternamente uno, semejante y el mismo. Este Uno solo es la totalidaduniversal, que permanece idntica en el cambio incesante de las cosas particulares. Con questafilosofia lanimo mi saggrandisse e me si magnifica lintellecto. (Carta dedicatoria del

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    No sin motivo habla Bruno de su nueva filosofa en la dedicatoria de estacomedia El candelabro, como de un tema vinculado con la misma comedia; una yotra, en efecto, pertenecen a su lucha constante contra el pedantismo y la vilezaque le parecen dominar en la vida no menos que en la filosofa. La stira muy

    cruda, por cierto, pero muy ampliamente imitada luego por muchos otrosescritores, incluso Moliere de los tipos del amante insulso, del avaro srdido,del pedante ridculo, representa una de las batallas espeadas por Bruno (elfastidiado, como se llamaba a s mismo) contra la estrechez espiritual de lospedantes atados a las frmulas escolsticas y contra la bajeza moral de lasaspiraciones vulgares: puede considerarse, en cierta manera, un preludio a lareforma moral intentada dos aos despus en el Despacho de la bestia triunfadora(Spaccio della bestia trionfante), que es uno de los dilogos italianospublicados en Londres.

    En abril de 1583, en efecto, no obstante la cordial acogida que se le habadispensado en Pars por el rey y los espritus desvinculados del aristotelismo,Bruno decide salir de Francia, donde hacase ms grave cada da la amenaza deuna renovacin de la guerra civil. Con la proteccin del conde de Castelnau,embajador de Francia en Inglaterra, pasa a las Islas Britnicas, y en seguidapublica en Londres tres obras latinas, dedicadas al arte mnemnico: El arte derecordar (Ars reminiscendi), La explicacin de los treinta sellos (Trigintisigillorum explicatio) y el Sello de los Sellos (Sigillus sigillorum), precedidas deuna carta al procanciller y a los doctores de la Universidad de Oxford, donde seles presenta como despertador de los espritus dormidos (dormitatiumanimorum excubitor), pidiendo libertad de manifestar en pblico el resultado desus descubrimientos filosficos, que llevan a la refutacin de la filosofadominante.

    Esos descubrimientos aparecen delineados en parte en la obra Sigillussigillorum, donde la doctrina neoplatnica vuelve a ser afirmada, pero con mayorindependencia crtica que en la obra anterior De umbris idearum. El principiomonista de la unidad universal adquiere en el Sello de los sellos un vigor msenrgico y decidido: Bruno, tomando como premisa y punto de partida laafirmacin de la Mente que lo vivifica todo en el universo, siendo ms ntima a

    las cosas de lo que ellas son a s mismas, concluye con Parmnides que todo esuno; y por eso exige que nosotros busquemos lo uno en cada ser mltiple, y loidntico en cada ser diverso; lo cual nos lleva a sentir en nuestro interior el amorque lo engendra y aviva, todo, y nos impulsa por todo camino cognoscitivo avolver hacia la unin con Dios.

    Semejantes ideas, esbozo de las doctrinas que encuentran muy pronto su

    Candelaio a la seora Morgana, Cfr. ed. Spampanato, pg. 7.) Anlogamente, dos aos despus,en la Epstola proemial del dilogo De linfinito universo, Bruno dice: questa quella filosofa cheapre gli sensi, contenta il spirito, magnifica lintellecto e riduce luomo alla vera beatitudine chepu aver como uomo (pg. 273, ed. Gentile).

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    desarrollo ulterior en los dilogos italianos De la causa y De los heroicos furores,estn ya asociadas en stos con la intuicin de la infinitud del universo, deducidadel doble fundamento de la teora copernicana y de la afirmada infinitud divina;la que exige una correspondiente infinitud csmica, a raz de la inseparabilidad

    de los dos gneros de sustancia (espiritual y corprea) y de la unidad e identidadde potencia y acto de Dios enseada por Cusano en su teora del possest(identificacin depodery ser). Son por cierto estas dos ideas fundamentales, de launidad y la infinitud universal, los dos soles que en los dilogos I y V de lasegunda parte de De los heroicos furores Bruno dice haber iluminado sbitamentesus ojos en las Islas Britnicas (antes cegados por Circe, la materia), dando en elblanco de su espritu con la doble flecha de la verdad y la bondad.

    No hay duda de que, introducido por la presentacin de las mencionadasobras mnemnicas en la Universidad de Oxford para ensear filosofa yastronoma, Bruno empez a desarrollar sus nuevas doctrinas; pero las iraslevantadas en contra de l por la osada de semejantes ideas y de una disputapblica a la que desafi a los doctores oxonienses, lo obligaron muy pronto ainterrumpir su enseanza y volver a Londres en junio del mismo ao 1583.18

    Husped en Londres del embajador francs Castelnau, introducido por l en lacorte y admitido al conocimiento personal de la reina Isabel (la divinaElizabetta), Bruno conquista altas amistades de personajes influyentes, y sededica con intenso trabajo a la composicin de los dilogos italianos, publicadosentre el ao de 1584 y el siguiente en Londres, pero con la data simulada de Parsy Venecia: Cena de las cenizas, De la causa principio y uno, Del infinito universo ymundos, Despacho de la bestia triunfadora todos en 1584 y Cabala del caballo

    pegaseo con agregado El asno ellnico y De los heroicos furores, en 1585.19Su pensamiento se dilata en el amplio aliento de sus nuevas concepciones

    expresadas en estas obras.20 La Cena de las cenizas y De linfinto universodesarrollan frente a la estrechez de la cosmologa geocntrica tradicional, quequera atrincherarse al amparo de la autoridad de las Sagradas Escrituras laintuicin nueva de la infinitud del universo deducida de la cosmologaheliocntrica copernicana y del principio de la infinitud divina. Luego, partiendode la afirmacin de la unidad indivisible del primer principio divino y del alma

    universal que lo mueve y gobierna todo, el dilogo De la causa llega a laconclusin de la unidad divina de la naturaleza infinita; y despus la teora de lainmanencia de lo divino se presenta en Despacho de la bestia aplicado al hombre,espejo del universo; y por tal aplicacin se traza all para el hombre el proceso deuna purgacin moral, fundada en el reconocimiento del valor de la ley natural yen la exaltacin del trabajo, la justicia y el amor, entendidos como principios y

    18Sobre la disputa oxoniense vase el docto estudio de LUD LIMENTANI, G. Bruno a Oxford, enCivilit moderna; Firenze, 1937.

    19 Vase en particular sobre ellos el libro de A. Guzzo, / dialoghi del Bruno, Torino, 1932.20 Cfr. la declaracin contenida en la Epstola proemial del dilogo De linfinito universo, citada

    en una nota anterior, junto con la de la Carta dedicatoria del Candelabro.

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    fundamentos de la unidad tica de la humanidad, por la cual el espritu seencamina hacia una ms profunda unidad con la universalidad divina.

    Los dilogos del ao siguiente quieren, por un lado (Cabala del caballo pegaseo yEl asno ellnico), despejar el camino para los espritus que deben cumplir el

    ascenso hacia la unidad con la infinitud divina; por el otro (De los heroicos furores)levantar al espritu purificado hacia la cumbre de este ascenso. Puesto que, enefecto, la unin espiritual con Dios puede realizarse nicamente en lacontemplacin de la verdad, la Cabala y El asno intentan despejarle el caminoderribando el obstculo constituido por la santa ignorancia (santa asinit),enemiga declarada de toda investigacin de la verdad; y por otro lado el dilogoDe los heroicos furores lleva al espritu ansioso de la contemplacin verdadera, arecorrer la escala ascensional del conocimiento y el amor hasta la intuicin de laNaturaleza infinita, en cuya unidad la mente humana encuentra a Dios, msintrnseco para ella de lo que ella es para s misma, y por consiguiente seensimisma con l.

    A una consideracin superficial puede aparecer una diversidad ydiscontinuidad de temas e inspiraciones en la serie de estos dilogos; pero unestudio atento y una comprensin penetrativa descubren la conexin ntimaoculta que los vincula mutuamente en la formacin orgnica de un sistemafilosfico; al mismo tiempo que reconoce, a travs de vacilaciones ycontradicciones ms aparentes que sustanciales, una coherencia ntima yentiende la honda seriedad escondida bajo el velo de la risa amarga de una stiraspera y mordaz.

    Mordaz a veces hasta el punto de provocar (sobre todo por lo expresado en laCena y en la Cabala) reacciones violentas en la sociedad britnica, las quehubieran podido arrollar a Bruno, si no lo hubiera sacado del peligro laproteccin del embajador Castelnau.21

    En consecuencia, al ser Castelnau llamado de vuelta a Francia en el otoo de1585, Bruno lo acompaa en su regreso. Regreso desdichado, pues durante elviaje los ladrones los despojan a ambos de todo lo que llevaban consigo; y a lallegada Castelnau se encuentra cado en desgracia ante su gobierno, y Brunofracasa en su tentativa de ser aceptado de nuevo en el catolicismo sin que se le

    obligara a volver a tomar el hbito religioso. No le queda por el momento otraposibilidad que la de concentrarse en el estudio y la composicin de nuevasobras.

    Escribe en latn un rbol de los filsofos (Arbos philosophorum), perdido paranosotros; dos dilogos exaltando pretendidos