Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

21
149 YANACONA Rodolfo Cerrón-Palomino Academia Peruana de la Lengua «[...] y despues para acomodar mejor á la lengua un vocablo tan derramado y largo [como Yanayaco cona] sincoparonlo, quitandole de en medio aquella discion yaco, y ansi los tales seruidores que no estan sugetos á visita sino que tienen a cargo el ministerio de las haciendas de los señores son llamados Yanacona [...] (énfasis provisto)». Cabello Valboa ([1586] 1951: cap. 19, 347) 0. La voz yanacona, de origen quechua, es entendida en el Perú bajo dos acepciones generales, como ya lo señalaba Juan de Arona (1882: 506): la primera, circunscrita al léxico institucional incaico, referida a la categoría socioeconómica prehispánica correspondiente al servicio personal perpetuo de un grupo de individuos destinados al inca y del estado; la segunda, como término incorporado al castellano peruano, equivalente a aparcero o arrendatario de un latifundio. A lo largo de la historia el vocablo ha ido adquiriendo otros valores, todos ellos derivados de la idea central de servidumbre y vasallaje que comportaba. En tal sentido, si bien la palabra es relativamente transparente en cuanto a su significado, no ocurre lo propio en relación con su significante. Conforme se verá, la etimología formal B. APL, 43. 2007 (149-169) B. APL 43(43), 2007

Transcript of Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

Page 1: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

149

YANACONA

Rodolfo Cerrón-PalominoAcademia Peruana de la Lengua

«[...] y despues para acomodar mejor á la lengua unvocablo tan derramado y largo [como Yanayaco cona]sincoparonlo, quitandole de en medio aquella discionyaco, y ansi los tales seruidores que no estan sugetos ávisita sino que tienen a cargo el ministerio de lashaciendas de los señores son llamados Yanacona [...](énfasis provisto)».

Cabello Valboa ([1586] 1951: cap. 19, 347)

0. La voz yanacona, de origen quechua, es entendida en el Perú bajodos acepciones generales, como ya lo señalaba Juan de Arona (1882: 506): laprimera, circunscrita al léxico institucional incaico, referida a la categoríasocioeconómica prehispánica correspondiente al servicio personal perpetuode un grupo de individuos destinados al inca y del estado; la segunda, comotérmino incorporado al castellano peruano, equivalente a aparcero oarrendatario de un latifundio. A lo largo de la historia el vocablo ha idoadquiriendo otros valores, todos ellos derivados de la idea central deservidumbre y vasallaje que comportaba. En tal sentido, si bien la palabra esrelativamente transparente en cuanto a su significado, no ocurre lo propio enrelación con su significante. Conforme se verá, la etimología formal

B. APL, 43. 2007 (149-169)

B. APL 43(43), 2007

Page 2: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

150

convencional que se le da no está exenta de una serie de problemas deanálisis e interpretación. En las secciones siguientes, luego de esbozar losavatares de su significación, intentaremos dilucidar la génesis formal deltérmino en función de una nueva alternativa de explicación.

1. Evolución semántica. Como palabra que refería a un grupo depersonas dedicadas al servicio personal del poder estatal y religioso incaico<yanacona> o <anacona>1 es voz registrada tempranamente en losdocumentos coloniales. Quienes han estudiado la palabra en tanto instituciónsocioeconómica están de acuerdo en señalar que, en términos generales, laprestación de servicios comprendidos dentro del sistema del yanaconazgotenía un carácter perpetuo, hereditario, y a tiempo completo (cf., entre otros,Murra [1964] 1975, Villar Córdova 1966, Rostworowski 1972, 1977: 35-38,Rowe [1948] 1970, Espinoza 1987: cap. 9, 287-293, Pärsinen 2003: cap. IV, §2), con tareas de tipo agrícola, ganadero y artesanal. Los miembros de dichacategoría, además, podían constituir aillus íntegros, tener su propio curaca, y,en ocasiones, gozar de un estatuto económico privilegiado, pero siempre encalidad de «criados» o «vasallos» del inca. En cuanto a su origen, hayevidencias de su existencia previa a los incas, aun cuando las fuentes señalanque fue Tupa Inca Yupanqui, el gran reformador del imperio, quien la instituyó.

Una vez consumada la conquista española, la institución delyanaconaje fue asimilada dentro del nuevo ordenamiento socioeconómico

1 Ambas formas alternan desde muy temprano en las fuentes coloniales; así, porejemplo, en Betanzos ([1551] 2004), donde encontramos <yanaconas> (cf. op. cit,I, XI, 89) al lado de <anaconas> (op. cit., I, XVIII, 123), con pluralizacióncastellana. Fenómenos de aféresis como el ilustrado por la segunda variante nohan sido infrecuentes en la acomodación de los indigenismos dentro del castellano,pues en los documentos encontramos, entre otros casos seguramente, el delantropónimo <Opangui> por <Yopangui>, el del nombre étnico de los<Amparaes> en lugar de <Yamparaes> (Chuquisaca), y el del topónimo<Chuquiapo> en vez de <Chuquiyapu>, el antiguo nombre de La Paz. Laforma que muestra aféresis ha dado lugar, en más de un caso, a una interpretaciónerrática del significado. Es lo que ocurrirá con <anacona> que, según MaflaBilbao (2003: 144), habría adquirido en el Ecuador «un cambio total en su sentidosemántico (sic)», pues tendría el significado de ‘ponerse la saya’. Nada de eso:ocurre que en el quechua ecuatoriano anaku-na es un verbo derivado de anaku‘saya’, que nada tiene que ver con yanakuna.

B. APL 43(43), 2007

Page 3: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

YANACONA

151

dispuesto por la corona. Es interesante, a este respecto, contrastar lacaracterización que ofrece el cronista Cabello Valboa del significado delvocablo en tiempos incaicos y en la colonia:

[...] y ansi los tales seruidores que no estan sugetos á visita sinoque tienen a cargo el ministerio de las haciendas de sus señoresson llamados Yanacuna, y de este nombre usamos el día de oy losEspañoles, con aquellos que nos sirven en casa sin ser Jornaleros niMytayos (resaltado nuestro; cf. Cabello [1586] 1951: cap. 19, 347-348).

Pues bien, instalado el poder colonial, la institución degeneró enmanos de los nuevos gobernantes, para convertirse en símbolo de servidumbrepersonal y explotación, desde la perspectiva de los grupos dominantes, perotambién de desintegración como grupo social, aunque de eventual ascensoindividual en la sociedad estamental fuertemente cerrada2. De esta manera,el yanacona asumirá una nueva función dentro del sistema colonial, y elvocablo respectivo se resemantizará en los términos señalados, difundiéndosetemprana y rápidamente en boca de conquistadores y encomenderos, pasandoa formar parte del léxico común y corriente del castellano de América. Losestudios de Manuel Alvar (1972: 299-300), Hugo Mejías (1980: 97) y AlonsoMafla Bilbao (op. cit., 144, 396-397), a la par que ilustran su documentación,dan cuenta del uso y extensión del término más allá del ámbito del antiguoterritorio de los incas3.

En el contexto de la emancipación de la corona española y elconsiguiente advenimiento de los nuevos estados republicanos, el yanaconajepersiste como parte de la herencia colonial y como institución esencial en la

2 Alonso de Ercilla, en nota al Canto III de su obra, a propósito de los yanaconas,dice que son «indios mozos amigos que sirven a los españoles, andan en su traje,i algunos mui bien tratados, que se precian mucho de policia en su vestido [...]»,citado por Lenz ([1905] 1977: 777).

3 Justamente, la amplia documentación colonial del vocablo, con precisionesimportantes que permiten comprender su significado, le hace decir a Araníbar(1989: 874) que conocemos más del [yanacona colonial que del prehispánico.

B. APL 43(43), 2007

Page 4: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

152

estructura de la sociedad agraria peruana, esta vez estrechamente vinculadaal régimen de haciendas y latifundios. Así es como, ya en pleno siglo XX, ensu versión moderna, el yanaconaje, como forma de explotación agraria, esobjeto de disposiciones legales protectoras por parte del estado, y la palabra,desprovista o camuflada de su matiz denigrante de servidumbre, pasa asignificar, sobre todo en el castellano de la costa peruana, «arrendatario deuna parcela de terreno»4. En palabras de Juan de Arona:

hoy damos este nombre en las haciendas de la costa á los indiosserranos que se acomodan en ellas de acuerdo con el dueño, paracultivar una parte del terreno bajo ciertas estipulaciones (cf. op.cit., 506).

La segunda mitad del siglo XX constituye, en el Perú, el fin delrégimen de hacienda imperante hasta entonces, y ello se da a raíz del procesode reforma agraria, que se inicia en 1964 para consolidarse en 1969, duranteel velascato. Dentro de la nueva estructura agraria, las grandes haciendas seconvierten en cooperativas y los yanaconas pasan a ser feudatarios (cf. MatosMar, op. cit., cap. 4). Como ocurre en estos casos, el derrumbe del régimenque le servía de soporte y contexto acarreó la obsolescencia inminente delvocablo, tanto que hoy ya no se lo escucha. Como tampoco se oye el empleodel término con el valor metafórico de ‘colono mental’ que era frecuente enla literatura revolucionaria de mediados del siglo pasado.

2. Etimología formal. En relación con la estructura formal delvocablo, hay acuerdo casi unánime, entre los autores contemporáneos, acercade su constitución, que se analizaría como integrada por la raíz yana ‘criado’seguida de la marca plural –kuna (Middendorf 1890, Lenz, op. cit., Mafla, op.cit.). Esta forma, plural en quechua, habría ingresado al castellano en formainanalizada, de suerte que, en la lengua receptora, podía recibir, sin temor aredundancias, el sufijo plural respectivo: de allí que la documentación colonial

4 Véase también Palma ([1895] 1953: 1406). Para un estudio detallado del sistemadel yanaconaje en el Perú, siguiendo su evolución y transformación a través dela historia, ver el ensayo de Matos Mar (1976: cap. 1), en el que ofrece, además,un estudio de caso muy ilustrativo referido al valle de Chancay.

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 5: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

153

esté llena de alusiones a los «indios yanaconas». Así, pues, en opinión deTorero, el vocablo

se tornaría, en boca de hispanos y ladinos, en un términoinanalizable con que se nombraría en singular a cualquier nativopuesto al servicio de los españoles como doméstico, siervo o esclavo(cf. Torero 1974: 182).

La explicación sugerida parece convincente, sobre todo tratándosede la opinión de un especialista en lenguas andinas como lo fue el mencionadolingüista. Sin embargo, conforme veremos, la etimología propuesta tropiezapor lo menos con dos dificultades fundamentales: el supuesto morfema plural–kuna y la raíz yana, es decir los meros componentes de la palabra que venimosexaminando. En las secciones siguientes nos ocuparemos de cada uno detales problemas.

2.1. Sufijo anacrónico. El análisis del sufijo –kuna como índice deplural en el quechua del siglo XVI no es exacto, como lo prueban lasinformaciones gramaticales con que contamos para la época. En efecto,nuestro primer gramático de la lengua, al ocuparse de la «diction o articulodel plural» (cf. Santo Thomas [1560] 1995: cap. II), expresada por <cona>5,si bien le asigna el valor de pluralidad, lo hace con una restricción importante:

5 En relación con la notación de –kuna como <cona>, y en general integrando elvocablo <yanacona>, hay que señalar que ella obedece a la distinta percepciónde la vocal u por parte de los españoles. En realidad, esta vocal tiene, enquechua, un timbre intermedio entre la u y la o castellanas, es decir [υ], que elhispanohablante interpreta preferentemente como o. Ello explica por qué palabrascomo <yanacuna> o <mamacuna> pasaron al castellano como <yanacona> y<mamacona>, respectivamente. Nótese, a este respecto, que los codificadoresdel III Concilio Limense y sus seguidores, entre ellos el Inca Garcilaso, canonizan<cuna> a la par que rechazan <cona>, la forma registrada por el primergramático, suscribiéndola sin embargo cuando se trata de su uso en los préstamostomados del quechua.

B. APL 43(43), 2007

YANACONA

Page 6: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

154

que sólo pluraliza los nombres animados, mas no los inanimados. Pero, demanera más interesante, observa que

allende de su principal significacion [...] paresce que denota enalguna manera, llamar, o pedir atenciõ como (guarmecóna)allende significar en plural las mugeres: paresce que denota loque dezimos en la lengua castellana, Ola, mugeres (cf. op. cit., II,fol. 24).

Por su parte, Gonçález Holguín, el primer gramático del quechuacuzqueño, distingue en la lengua «siete plurales simples», uno de los cuales,y no el más importante, era <cuna>. Lo dice taxativamente, luego deobservar que en verdad el recurso más socorrido en la formación del pluralera la reduplicación. Señala el jesuita cacereño, en efecto, que dichoprocedimiento

es su proprio plural [de la lengua], y no (cuna) y este mismo pluraltienen los pronombres relativos demonstratiuos y primitiuos, pay,cay, chay, chacay, como paypay, ellos, caycay, estos, chaycay [sic],esos, chacaychacay, aq[u]ellos, pipi, quienes, ymayma, q[u]e cosas,maycanmaycã, quales (cf. Gonçález Holguín [1607] 1975: I, 5, §6, p. 9).

Para abundar más sobre el tema, recordemos que una de las«advertencias» con que el Inca Garcilaso quiere introducirnos en su obra, enmateria de lingüística quechua, tiene que ver precisamente con la noción depluralidad en la lengua. Señala entonces el Inca historiador que

[t]ambién se debe advertir que no hay número plural en estegeneral lenguaje, aunque hay partículas que significan pluralidad;sírvense del singular en ambos números (cf. Garcilaso Inca [1609]1943: «Advertencias», p. 10)6.

6 Pruebas de tal uso los da en varios pasajes de su obra, como cuando observa, porejemplo, que «para dezir hijos en plural o en singular, dize el padre churi y lamadre uaua» (op. cit., IV, XII, 201-202).

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 7: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

155

Pues bien, si comparamos el uso actual del sufijo –kuna con el quetenía en el siglo XVI no hay duda de que ha sufrido una evolución muyimportante, de tal manera que hoy día, completamente gramaticalizado,sólo indica pluralidad, libre de la restricción señalada por el gramáticosevillano. Es más, los ejemplos de pluralización por reduplicación ofrecidospor el jesuita anconense resultan sencillamente inusitados en la actualidad7.En tal sentido, no es aventurado sostener que el proceso de gramaticalizaciónque afectó al sufijo mencionado, todavía en sus inicios en tiemposprehispánicos, fue acentuándose gracias a la labor codificadora de losgramáticos de la colonia, consolidándose por influencia del castellano.

Una prueba más de que el valor del sufijo evolucionaba la encontramosjustamente a propósito de la palabra que estudiamos. En efecto, es el propioGonçález Holguín, quien, al registrar la entrada <yanacuna> en suVocabvlario, la define como «[l]os criados, o un criado», agregando, paramás precisión, que la expresión <Hucyanacuna> podía emplearse como<huc mamacuna>, es decir «vna de las mamaconas matronas», al igualque <huc padrecuna> podía significar «vn padre» (cf. Gonçález Holguín[1608] 1952: I, 364)8. Los ejemplos son contundentes: los nombres<yanacuna>, <mamacuna>, <padrecuna>, que no significaban pluralnecesariamente, podían ir precedidos del numeral <huc> con valor deartículo indefinido de ‘un’ o ‘una’. Que esto era así nos lo confirma una vezmás el Inca Garcilaso, cuando a propósito de <mamacuna> nos dice queeste nombre

interpretándolo superficialmente, bastaría dezir matrona, empero,para darle toda su significación, quiere dezir mujer que tiene

7 Lo que no significa que el procedimiento haya desaparecido de la lengua, ya que,como lo advertía el propio gramático en su momento, se lo sigue empleando, sobretodo con los «nombres collectiuos, que significan muchedumbre de vn genero»(op. cit., ibidem).

8 Lo dicho por el cacereño es, en verdad, un eco de lo que encontramos en elVocabvlario del Anónimo, del cual se sirve, como de una plantilla, para elaborarel suyo. Dice el jesuita anónimo, a propósito de <yanacuna> «los criados, tomaseen singular, por el criado, como mamacuna», es decir, «las mamaconas matronas,y en singular por cada vna dellas» (cf. Anónimo 1586).

B. APL 43(43), 2007

YANACONA

Page 8: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

156

cuidado de hazer oficio de madre; porque es compuesto de mama,que es madre, y desta partícula cuna, que por sí no significa nada,y en composición significa lo que hemos dicho, sin otras muchassignificaciones, según las diversas composiciones que recibe (op.cit., IV, I, 185).

Queda claro entonces que postular el elemento –kuna como pluralde yana para explicar la etimología de yanacona resulta infundado, sobre todosi la palabra formaba parte del vocabulario común de los quechuahablantesprehispánicos. Debemos sospechar que razones como éstas obligaron a Toreroa silenciar la explicación etimológica que había sugerido previamente, parapostular otra, igualmente errática, según veremos después (cf. § 3).

2.2. Una raíz fantasma. Lo primero que sorprende a quien consultalos diccionarios coloniales del quechua y del aimara es la ausencia de unradical verbal primitivo para ‘ayudar’. En efecto, para ambas lenguas, tanto eljesuita cacereño como su colega anconense proporcionan, como equivalentedel proceso verbal mencionado, el derivado <yana-pa-> (cf. GonçálezHolguín [1608] 1952: II, 427, Bertonio [1612] 1984: I, 83, respectivamente),en el caso del aimara, claramente tomado del quechua. Lo propio diremos denuestro primer gramático quechua, quien, aparte de <yana-pa->,proporciona otro derivado, que al parecer no tuvo mayor fortuna: nos referimosa <yanacya-> «seruir, como sirue el criado», que interpretamos como yana-q-ya- (cf. Santo Thomas [1560b] 1994: II, fol. 140v). Así, pues, que sepamos,no existe un verbo primitivo yana- ‘ayudar, desprovisto de sufijos derivativos,y sí, en cambio, la raíz nominal yana como equivalente de «criado, o moço deseruicio», según glosa del Anónimo y de su seguidor Gonçález Holguín. Ental sentido, tanto Middendorf (op. cit., 108) como Lira ([1941] 1982: 340),que en sus vocabularios dan cabida al verbo yana- con el valor de ‘ayudar’ o‘prestar servicio’, lo hacen de manera artificial, por pura inferencia9. ¿Significaesto que nuestras lenguas mayores no disponían de otros recursos para expresar

9 El quechua registraba, sin embargo, un verbo <yana-> ‘probar’ (cf. Torres Rubio[1619] 1754: 106), que obviamente constituía una raíz diferente, y que, actualmente,no parece tener uso.

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 9: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

157

la noción de ‘ayudar’? De ninguna manera, pues tanto el quechua como elaimara hacían uso, para dicho efecto, de sendos sufijos: <-ussi> (es decir–wsi), en el primero, que «en todos los verbos dice ayudar» (cf. GonçálezHolguín [1608] 1952: II, 427); por ejemplo en <huaca-ussi-> ‘ayudar allorar’), y <-khaa> (o sea –xa:), en el segundo, que significaba «ayudartomando parte del trabajo, o todo» (cf. Bertonio, op. cit., I, 83; así en <hacha-khaa-> ‘ayudar a llorar’)10. Como se ve, la estrategia léxica en la formaciónde lexemas no es la única alternativa seguida por las lenguas para expresardeterminadas nociones o procesos, puesto que para ello puede igualmenteecharse mano de otros recursos, como en este caso, de carácter derivativogramatical.

Ahora bien, el registro de yana como sinónimo de ‘criado’ por partede ambas lenguas, sobre cuya base se formó el verbo yana-pa-, no deja de serextraño, toda vez que en el quechua existía la raíz nominal homófona yana‘negro’. Advirtamos, además, que ambas lenguas registraban otro nombrepara ‘criado’: <pachaca>, en quechua (cf. Gonçález Holguín, op. cit., I,363)11, y <supari>, en aimara (cf. Bertonio, op. cit., II191), aunque en esteúltimo caso hacía referencia sólo a la «muger que sirue». Teniendo en cuentaesta situación, resulta curioso que el quechua registrara una misma formapara dos significados ajenos el uno del otro. Siendo así, lo más probable esentonces que yana ‘criado’ sea una palabra intrusa dentro del léxico quechua,por lo que nuestro paso siguiente consistirá en explorar su procedencia. ¿Seráun vocablo tomado de otra lengua, por ejemplo del mochica, como sugeríaJohn Rowe (art. cit., 341)? No lo creemos así, por las razones que expondremosen la sección siguiente.

10 Dicho sea, de paso, que mientras que el sufijo quechua sigue siendo productivo,el correspondiente aimara parece haberse tornado obsoleto ya.

11 Arriaga, el célebre extirpador de idolatrías, lo consigna, sin embargo, como<pachacac> (es decir pacha kaq), con el significado más restringido de «mayordomode las chácaras de las huacas» (cf. Arriaga [1621] 1999: XV, 131).

B. APL 43(43), 2007

YANACONA

Page 10: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

158

3. Formación regresiva. Como se sabe, algunas de las fuentescronísticas registran, al lado de la voz <yanacona>, otro término cuyosignificado vendría a ser equivalente: nos referimos a <yanayaco>. El dato noha pasado inadvertido entre quienes se ocuparon, directamente o al pasar, dela institución referida por el vocablo (cf., por ejemplo, Villar Córdova 1966,Rostworowski 1972, Espinoza Soriano 1987: cap. 9, 287-293, Pärssinen 2003: IV,§ 2). Con excepción de Castro Pozo 1924, citado por Villar Córdova, y MaríaRostworowski, sin embargo, asombra constatar que a nadie pareció llamar laatención el parecido obvio, no ya sólo semántico, sino también formal entre unvocablo y otro. Tan llanos a aceptar cuanta etimologia popular se les ocurriera,sorprende ver que en esta oportunidad nuestros historiadores hayan calladosobre el tema. En lo que sigue buscaremos demostrar precisamente que ambostérminos están vinculados etimológicamente guardando una relación deformación derivativa especial entre sí, la misma que ya fuera entrevista a finesdel siglo XVI por el cronista Cabello Valboa, según se puede leer en el epígrafeque encabeza el presente ensayo.

Pues bien, el pasaje citado del cronista mencionado constituye, comose puede apreciar, una pieza interesante de disquisición etimológica,anunciada ya como parte del título del capítulo 19 de su crónica, en que seocupa de «la derivación de este nombre Yanacona» (p. 346). La reflexiónlingüística deslizada se hace en el contexto de una tradición recogida por elautor que explicaría supuestamente el origen de la institución del yanaconajeen tiempos prehispánicos, concretamente durante el gobierno de Tupac IncaYupanqui. Que sepamos, la leyenda referida ha sido consignada también porotros dos cronistas, a saber Sarmiento de Gamboa ([1572] 1965: cap. 51, 256)y Murúa ([1613] 1987: I, XXVI). La versión ofrecida por el último, másescueta que la de los dos primeros, parece haberse basado en la del segundo,aunque es probable que tanto ésta como la del propio Cabello deriven de laproporcionada en la crónica perdida de Cristóbal de Molina. Como quieraque fuese, la tradición cuenta que Tupac Capac, hermano de Inca Yupanqui,a quien éste había designado «Juez unibersal» (es decir t’uqri) de las provinciasconquistadas, otorgándole una serie de privilegios relativos a su cargo (posesiónde tierras y de gente de servicio), no sólo no se contentó con tales beneficiossino que, cegado por la envidia y las ansias de poder, armó una conspiracióncontra el inca, comprometiendo en dicha conjuración a los jefes locales

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 11: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

159

principales, a quienes convenció para que lo apoyaran en su rebelión.Contando con dicho apoyo, Tupac Capac se dirige al Cuzco con el objeto deponer en ejecución su conjura, pero la noticia llega a oídos de Inca Yupanqui,quien, tras mandarlo degollar inmediatamente, se dirige al lugar donde sehabía armado la conspiración. Allí realiza un castigo ejemplar entre losconfabulados, a quienes pasa a cuchillo, en medio de una matanza generalque sólo cesó ante las súplicas de Mama Ocllo, hermana y mujer del inca,quien logró convencerlo para que perdonase la vida de los sobrevivientes,con cargo a que «los aplicasse[n] para el servicio de sus Guacas, ganados ysementeras, y tambien para pagar à muchas obligaciones que estauanpendientes de su misma conciencia» (cf. Cabello, op. cit., 347). En cuanto allugar donde se habría armado la conjuración, y en el que se habría ejecutadoel castigo ejemplar posterior, sería nada menos que el pueblo de <Yanayaco>,en la jurisdicción de Huamanga12, de manera que

porque el lugar donde este general indulto se gano y concedio, sellamase Yanayaco todos los allí perdonados se llamaron de talnombre de manera que fue su nombre de los aplicados para suservicio particular y casero [del inca] Yanayaco cona (énfasisagregado; cf. Cabello, op. cit., 347).

De este modo, según los cronistas citados, se habría institucionalizadoel sistema de yanaconaje en el imperio de los incas. Sin entrar en la discusiónde la verdad histórica subyacente al mito referido, implícitamente consideradocomo dato anecdótico irrelevante por los historiadores, lo que nos interesaver ahora es la etimología propuesta por Cabello Valboa. ¿Hasta qué puntotiene sustento lingüístico la hipótesis del cronista para derivar <yanacona>de <Yanayaco cona>?

Como se dijo, una de las pocas personas que se plantearon esteproblema, una y otra vez, fue María Rostworowski. En efecto, nuestra ilustre

12 El cronista Murúa nos precisa: «delante de Vilcas» (p. 98). Paz Soldán (1877)registra una localidad, concretamente una hacienda, <Yanayacu>, enSocosvinchos, Huamanga. Sin duda estamos ante el mismo referente aproximado.

B. APL 43(43), 2007

YANACONA

Page 12: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

160

historiadora da prueba de ello en las distintas versiones de su conocido ensayosobre las etnias del Valle del Chillón (cf. Rostworowski 1972, 1977: 35-36,1989: 31-32), así como en su estudio sobre el Tahuantinsuyo (cf. Rostworowski1988: cap. IV, 196-197). No contenta con la etimología literal de <Yanayaco>,descompuesta formal y semánticamente en <yana> ‘negro’ y <yacu>‘agua’, descarta la explicación de Cabello Valboa, buscando hacer prevalecerel análisis lingüístico por sobre el dato proporcionado por el cronista. De estamanera, nuestra autora rechaza la motivación histórica del nombre tras sudesglose formal y semántico, no dándole ningún crédito, antes bien tratandode desvirtuarla. Descartada la etimología quechua, prefiere buscarle,apoyándose en una sugerencia hecha por Rowe (art. cit), un origen diferente,en este caso la voz mochica <yanà> (con su forma genitiva <yanângô>),registrada por el gramático de esta lengua (cf. de la Carrera 1644: 144). Lapalabra en cuestión, una vez ingresada al quechua, habría sido objeto de unproceso derivativo complejo, descomponible en: yana «el que sirve, ayuda»,seguida de los sufijos –ya ‘continuativo’ y –ku «dativo, para mí» (cf.Rostworowski 1977: 35). Dicha interpretación, según la historiadora, le habríasido proporcionada por un quechuista aficionado, el doctor José Pérez Villar,a quien le da los créditos respectivos (cf. también Rostworowski 1989: 31).Sin embargo, en Rostworowski (1988: 196), quien le sugiere dicho análisis yano es más el mencionado Pérez Villar sino Alfredo Torero, a quien cita según«comunicación verbal» con el referido lingüista. Asumiendo la autoría deéste13, y conociendo su posición inicial mencionada previamente en § 2, nohay duda de que el propio lingüista no estaba satisfecho de su interpretacióninicial, razón por la cual ensayaría, a instancias de doña María, la alternativaseñalada.

Pues bien, ¿qué podemos decir al respecto? Dejando de lado por elmomento la cuestión del supuesto origen mochica de la raíz del vocablo, lo

13 Lamentablemente la autora no explica el cambio del nombre de la autoría enreferencia, pero todo indica que la fuente de la explicación mencionada proviene,en efecto, del mismo Torero, pues una información gramatical como la manejadadifícilmente pudo provenir de un quechuista aficionado. Por lo demás, descartamosque estemos aquí ante un posible pseudónimo que podría haber empleado ellingüista peruano.

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 13: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

161

cierto es que el análisis gramatical aplicado a la palabra en su conjuntoresulta errático, por decir lo menos. En efecto, asumiendo que yana fuerauna raíz nominal, no se entiende cómo podía tomar sufijos derivativos verbalessin que ella se verbalizara previamente; y si pudiera haber sido asimiladacomo raíz verbal (posibilidad más remota aún), resulta demasiado forzado,por no decir ad hoc, admitir que tomara no sólo un derivativo exclusivo delquechua central sino, incluso dentro de éste, de un dialecto que registrase lavariante simplificada –ya del sufijo, que normalmente es –yka. Y una vezdescartado el elemento –ya del parcial -yaku, por no tener sustento gramaticalempírico, no hace falta ya invalidar la identificación del remanente –kucomo el sufijo benefactivo, pues la base a la que éste se agregaría resultainfundada de principio a fin14. Por las razones expuestas, descartamos laalternativa de interpretación sugerida por Torero y apuntalada por MaríaRostworowski.

Conviene, entonces, reconsiderar la etimología propuesta por CabelloValboa. Según ésta, como se dijo (ver epígrafe), el término yanacona sería unproducto haplológico de *yana (yaku)-kuna, donde por lex parsimoniae sehabría suprimido el parcial yaku de la base originaria que, como sabemos, fueun topónimo devenido en gentilicio15. El nuevo significado de ‘gente deservicio’ que adquirió la expresión habría tenido la motivación referida por latradición recogida por los cronistas, por lo que llegar a dicho significado pormedio de la traducción literal del topónimo, como pretendió MaríaRostworowski, era un absurdo. Había, pues, en este caso, que darle crédito ala versión oral de su motivación por metonimia. Que dicho uso —es decir, el

14 Adviértase, además, que la derivación postulada por Torero resulta agramaticalpor doble partida, ya que la forma derivada, para ser empleada como un nombre,habría requerido precisamente de un nominalizador, que en este caso tendríaque haber sido el agentivo –q, de manera de tenerse algo como *yana-ya-ku-q.Admitamos, sin embargo, que en derivaciones semejantes, como en el caso de<haravicu>, tal parece que la marca agentiva podía caer, especialmente enlabios de los españoles.

15 Recordemos que tanto en quechua como en aimara el pase de un topónimo agentilicio se hace de manera automática, sin la intervención de sufijos, a diferenciade lo que ocurre en castellano. De manera que qusqu runa o punu haqi se traducenal castellano como ‘gente cuzqueña’ y ‘gente puneña’, respectivamente.

B. APL 43(43), 2007

YANACONA

Page 14: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

162

de yanayaku como equivalente de ‘criado de servicio’— circulaba en labiosde los propios andinos nos lo atestiguan diversos documentos dados a conocerpor los historiadores (cf., por ejemplo, Pärssinen, op. cit., 146, nota 34). Dehecho, el propio Guaman Poma ([1615] 1987: 288) observa cómo «el sol y lasuacas ydolos [tenían] yndios rrezeruados llamados yana yacu y uayror aclla,las monjas de sus dioses (énfasis agregado)». En tal sentido, la expresión,cuyo referente había devenido en categoría institucional, podía recibir elsufijo –kuna, como lo sugiere Cabello, aunque no necesariamente parasignificar pluralidad, tal como ya fue señalado en § 2.1. Lo que no quita querescatemos plenamente de la interpretación del cronista la hipótesis de laformación regresiva de la base del término, es decir yana. En efecto, comoocurrió con varios topónimos, comenzando por el de Cuzco (cf. Cerrón-Palomino 2006), en el caso que estudiamos, el modificador yana de la frasenominal originaria —es decir yana yaku—, se nuclearizó absorbiendo el sentidoglobal de la frase en su conjunto, para significar por sí solo ‘siervo o criado deservicio’. De esta manera la economía lingüística se daba en los dos planosdel signo: significante y significado. Se incorporaba así un nuevo vocablo a lalengua, formalmente idéntico a otro u otros ya existentes, creando homofonías«peligrosas», que a su turno daría lugar al establecimiento de asociacionessemánticas igualmente dañinas16.

Pues bien, de aceptarse la hipótesis desarrollada hasta aquí, quedaahora claro el carácter exclusivamente nominal y no verbal del nuevo término,de modo que para verbalizarlo en función de una o de las varias tareasefectuadas por su nuevo referente se hacía necesario recurrir al empleo desufijos derivativos propios de la lengua, tal como nos lo atestiguan las primerasfuentes lexicográficas coloniales (ver § 2.2). De todas las formas derivadas, lade yana-pa-, con el repetitivo transitivizador –pa, es la que se universalizó enla lengua, y así la tomó el propio aimara sureño, que a su vez se la pasó alchipaya, donde la encontramos como yanap-z, alternando como nanap-z (cf.

16 De hecho, no han faltado historiadores que hayan relacionado semánticamentela voz yana ‘criado’ con su ahora homófona yana ‘negro’, en vista de que losesclavos traídos por españoles eran negros. Dicha asociación es tal vez laresponsable de que la institución misma del yanakuna haya sido interpretada, poralgunos historiadores, como equivalente de esclavitud.

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 15: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

163

Cerrón-Palomino y Ballón Aguirre 2007)17. Sin embargo, tal parece que ellono ocurrió necesariamente en las otras lenguas con las que el quechua entróen contacto.

En efecto, por lo que toca al mochica, la palabra ingresó como <yanà>‘sirviente’ (cf. de la Carrera, op. cit., 144)18, es decir como sustantivo, y nocomo verbo, compitiendo desde entonces con su similar nativo <paræng>.En tal sentido, la sugerencia de Rowe en favor de que el término pudiera serde origen mochica resulta improbable, y, a decir verdad, el propio historiadorno estaba muy convencido de ello (cf. Rowe [1948] 1970: 341). Después detodo, una lengua dominante como el quechua difícilmente podía haberincorporado un término proveniente de otra de menor rango, a menos que elreferente del vocablo respondiera a una categoría conceptual inusitada en elmundo incaico, cosa que no parece haber sido así. De otro lado, la voztambién fue incorporada al aimara central bajo la forma de <yanha> (cf.Belleza 1994: 200), es decir [yaŋa] (con ene velar), y aquí sí estamos ante unproblema, pues no se explica cómo la ene alveolar del quechua en posiciónintervocálica pudo haber sido acomodada en el jacaru-cauqui como enevelar. De hecho, en términos de adaptación fónica, lo natural habría sido elfenómeno contrario: que una ene velar sea asimilada como alveolar. Pero,como en el caso del mochica, la posibilidad de que el quechua haya tomadoprestado el vocablo del aimara central resulta igualmente improbable. En talsentido, ensayamos la siguiente explicación: la fuente del préstamo <yanha>habría sido la forma derivada quechua *yana-q ‘el que ayuda’ (provenientede *yana ka-q ‘el que es yana’), y a partir de ella, la expresión se habríaaimarizado como *yana-q(a). De aquí, la voz se habría sincopado, de acuerdocon las reglas de la propia lengua, para devenir en yanqa; es ésta la forma que,

17 Aparte de las lenguas andinas, la voz también ingresó en el amuesha, como loseñala Adelaar (2007: 295), bajo la forma de yenp.

18 La forma en que de la Carrera la introduce en su tratado sugiere que la voz<yanà> portaba vocal larga final, es decir habría sido [yana:], como ya lo advertíaRowe. Desgraciadamente, los conocimientos que se tienen de la fonología de lalengua son tan limitados que no es posible entrar en detalles como los necesariospara explicar los procesos de adaptación de los préstamos.

B. APL 43(43), 2007

YANACONA

Page 16: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

164

finalmente, habría desembocado en [yaŋqa], y de allí en [yaa], tal comoocurrió con manqha ‘dentro’, que devino en <manha>, o sea [maŋa]19.

4. Apreciación de conjunto. En las secciones precedentes hemosbuscado demostrar que la etimología usualmente propuesta para la vozyanacona (que provendría de *yana ‘criado’ y –kuna ‘plural) peca deanacronismo, desde el momento en que, como se vio, ni existía en el quechuala raíz involucrada ni la terminación significaba pluralidad necesariamente.La documentación lexicográfica colonial en la que busca respaldarse lapresente nota no hace sino corroborar lo señalado.

Descartada dicha hipótesis, nuestra discusión se centró en el examende otra alternativa etimológica que, no obstante haber sido propuestatempranamente (fines del siglo XVI), y salvo algunas excepciones, no parecehaber sido tomada en serio por quienes se ocuparon del vocablo institucionalincaico. La alternativa de interpretación, sugerida explícitamente por elcronista Cabello Valboa, consiste en derivar yanacona a partir de *yana (yaku)-kuna. Formalmente, la expresión se habría sincopado, suprimiéndose elelemento yaku; semánticamente, ella haría alusión a los confabulados deYanayacu que, según la tradición recogida por los cronistas, habrían sidoperdonados por el inca a condición de que pasaran a ser servidores perpetuosde la autoridad soberana y del estado. Como hemos tratado de demostrarlo,la explicación ofrecida por Cabello, una vez sometida a riguroso análisislingüístico, lejos de ser puramente anecdótica, parece justificarse plenamente.En tal sentido, si bien las etimologías con las que los cronistas amenizan devez en cuando sus historias no siempre deben ser tomadas en serio (piénsese,por ejemplo, en las proporcionadas por Murúa; cf. Cerrón-Palomino 2005),en el presente caso creemos estar ante una interpretación etimológicaaltamente plausible.

19 Para complicar el panorama, ocurre sin embargo que el jacaru consigna igualmente<yanha> para ‘negro’. Que en este caso también el modelo quechua pudo habersido *yanaq lo estaría probando el hecho de que no faltan topónimos que tienenesa forma, es decir <Yanaq>, tal como lo hemos estudiado en Cerrón-Palomino(2005: § 1). De esta manera, yanaq ‘negro’ se opondría perfectamente a yuraq‘blanco’.

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 17: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

165

Una vez aceptada la etimología propuesta, de origen quechua, quedadescartada cualquier otra sugerencia a favor de una procedencia exógenadel vocablo. De esta manera, en efecto, desechamos las sugerencias hechaspor Rowe y Rostworowski en el sentido de que la voz pudiera provenir delmochica. Todo indica, por el contrario, que fue esta lengua (además deotras) la que la asimiló dentro de su sistema léxico, una vez que ella secondensó, en forma y significado, bajo la textura simplificada de yana.

El vocablo, por lo demás, de cuyo uso ampliamente extendido dancuenta los trabajos lexicográficos modernos citados, parece haber entrado enuna fase de obsolescencia, al haberse quebrado el aparato estructural agrariode corte latifundista que lo nutría. Ello es cierto con respecto a la acepcióngeneral y moderna de la palabra, porque en su sentido de categoríasocioeconómica incaica, más restringido, seguirá vigente como otros tantostérminos propios de la civilización del Tahuantinsuyo.

BIBLIOGRAFÍA

ADELAAR, Wilem F.H, 2007. «The Quechua Impact in Amuesha, anArawak Language of the Peruvian Amazon». EnAIKHENVALD, Alexandra y R.M.W. Dixon (Eds.): ACross Lingistic Typology. Oxford: Oxford University Press,pp. 291-312.

ALVAR, Manuel, 1972. Juan de Castellanos. Tradición española y realidadamericana. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.

ANONIMO (Alonso de Barzana?),1586. Arte, y vocabvlario en la lengvageneral del Perv llamada quichua, y en la lengva española.Lima: Antonio Ricardo Editor.

ARANÍBAR, Carlos,1989. «Índice analítico y glosario» a su edición de losComentarios. Lima: Fondo de Cultura Económica, TomoII.

B. APL 43(43), 2007

YANACONA

Page 18: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

166

ARONA, Juan de, 1884. Diccionario de Peruanismos. Lima: Librería FrancesaCientífica, J. Galland.

ARRIAGA, Pablo Joseph de, [1621] 1999. La extirpación de la idolatría en elPirú. Cuzco: C.E.R.A. «Bartolomé de Las Casas».

BELLEZA, Neli,1994. Vocabulario jacaru-castellano/castellano-jacaru. Cuzco:C.E.R.A. «Bartolomé de Las Casas».

BERTONIO, Ludovico, [1612] 1984. Vocabvlario de la lengva aymara.Cochabamba: Ediciones CERES-IFEA.

BETANZOS, Juan Díez de [1551] 2004. Suma y narración de los Incas.Madrid: Ediciones Polifemo.

CABELLO VALBOA, Miguel [1586] 1951. Miscelánea antártica. Lima:Instituto de Etnología, U.N.M.S.M.

CASTRO POZO, Hildebrando, 1924. Nuestra comunidad indígena. Lima:Editorial Lucero.

CERRON-PALOMINO, Rodolfo, 2005. «La toponimia como fuente de usosgramaticales arcaicos y como registro cronológico dedesplazamientos idiomáticos». Lexis, XXIX: 1, pp. 111-124.

2006 «Cuzco: la piedra donde se posó la lechuza. Historiade un nombre». Lexis, XXX: 1, pp. 145-188.

CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo y Enrique Ballón Aguirre, 2007 . Vocabulariochipaya-castellano/castellano-chipaya. En preparación.

DE LA CARRERA, Fernando, 1644 Arte de la lengua yunga. Lima: JosephContreras, editor.

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 19: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

167

ESPINOZA SORIANO, Waldemar, 1987. Los incas: economía, sociedad yestado en la era del Tahuantinsuyo. Lima: Amaru Editores.

GARCILASO DE LA VEGA, Inca [1609] 1943. Comentarios Reales de losIncas. Buenos Aires: Emecé Editores S.A.

GONÇÁLEZ HOLGUIN, Diego[1607] 1975 Gramatica y arte de la nueva lengvageneral de todo el Peru, llamada lengua qquichua, o lengua delInca. Cabildo Vaduz-Georgetown: Franz Wolf, Heppenheima.d.B.

[1608] 1952 Vocabvlario de la lengva general de todo elPerv llamadalengva qquichua o del Inca. Lima: U.N.M.S.M.

GUAMAN POMA DE AYALA, Felipe[1615] 1939 Nueva corónica y buen gobierno. Paris.Institut d’Ethnologie.

LENZ, Rodolfo[1905] 1977 Diccionario etimolójico de las voceschilenas derivadas de lenguas indíjenas americanas. Santiago:Seminario deLingüística Hispánica, U. de Chile.

LIRA, Jorge A.[1941] 1982 Diccionario kkechuwa-español. Bogotá:Cuadernos Culturales No. 5.

MAFLA BILBAO, Alonso, 2003 Indigenismos en las Noticias Historiales defray Pedro Simón. San Juan de Pasto: Universidad de Nariño.

MATOS MAR, José, 1976. Yanaconaje y reforma agraria en el Perú. Lima: I.E.P.

MEJÍAS, Hugo A. 1980. Préstamos de lenguas indígenas en el español americanodel siglo XVII. México: UNAM.

B. APL 43(43), 2007

YANACONA

Page 20: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

168

MIDDENDORF, Ernst W. 1890. Wörterbuch des Runa Simi oden der Keshua-Sprache. Leipzig: F.A. Brockhaus.

MURÚA, Martín de[1613] 1987 Historia general del Perú. Madrid:Historia 16.

MURRA, John v. [1964] 1975 «Nueva información sobre laspoblaciones yana». En Formaciones económicas y polìticas delmundo andino. Lima:I.E.P., pp. 225-254.

PALMA, Ricardo[1895] 1953 «Neologismos y americanismos». EnObras Completas. Madrid: Aguilar S.A. Ediciones, pp. 1377-1406.

PÁRSINEN, Martti, 2003. Tawantinsuyu. El estado inca y su organizaciónpolítica. Lima: I.F.E.A. y P.U.C.P.

PAZ SOLDÁN, Mariano Felipe, 1877. Diccionario geográfico estadístico delPerú. Lima: Imprenta del Estado.

ROSTWOROWSKI, María, 1972. «Las etnías del valle del Chillón». Revistadel Museo Nacional, XXXVIII, pp. 250-314.

[1972] 1977 «Las etnías del valle del Chillón». EnEtnía y sociedad. Lima: I. E.P., pp. 21-95.

[1972] 1989 «Las etnías del valle del Chillón». EnCosta peruana prehispánica. Limna: I.E.P., pp. 23-69.1988 Historia del Tahuantinsuyu. Lima: I.E.P.

B. APL 43(43), 2007

RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

Page 21: Rodolfo Cerrón Palomino. Onomástica Andina. Yanacona

169

ROWE, John Howland[1948] 1970 «El reino de Chimor». En RAVINES, Rogger(Comp.): 100 años de arqueología en el Perú. Lima: I.E.P., pp.321-355. Cuzco: I.N.C., pp. 17-43.

SANTO TOMÁS, Domingo de[1560a] 1994 Lexicon o vocabulario de la lengua generaldel Peru. Edición facsimilar, transliteración y nota preliminarde Rodolfo Cerrón- Palomino. Madrid: Ediciones de CulturaHispánica.

[1560b] 1995 Grammatica o arte de la lengua generalde los indios de los reynos del Perú. Edición transliterada yestudio preliminar de Rodolfo Cerrón-Palomino. Cuzco:C.E.R.A. «Bartolomé de Las Casas».

SARMIENTO DE GAMBOA, Pedro[1570] 1965 Historia Indica. Madrid: BAE,Ediciones Atlas, Tomo CXXXV, pp. 195-279.

TORERO, Alfredo1973 El quechua y la historia social andina. Lima: UniversidadRicardo Palma.

TORRES RUBIO, Diego de[1619] 1754 Arte, y vocabulario de la lengua quichua. Lima:Imprenta de la Plazuela de San Christoval.

VILLAR CÓRDOVA, Sócrates, 1966. La institución del yanacona en elincanato. Lima: UNMSM. Tirada especial de NuevaCoronica, Vol I, Fasc. 1.

B. APL 43(43), 2007

YANACONA