Robin Cook - Fiebre

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Quinto libro de Robin cook publcado en 1982

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ROBIN COOK

FIEBRE

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A la felicidad de mi familia, que empez con mis padres, y que ahora comparto con mi esposa.

Ttulo del original ingls, Fever Traduccin, Rolando Costa Picado

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...el hombre ms fuerte del mundo es el que est ms solo. HENRIK IBSEN

Las molculas venenosas de benceno llegaron a la mdula sea en un instante. El elemento qumico extrao fluy en la sangre y fue llevado desde la trabcula sea hasta lo ms profundo del delicado tejido. Era como una horda frentica de brbaros descendiendo sobre Roma. El resultado fue igualmente desastroso. La complicada naturaleza de la mdula, destinada a aprovechar al mximo el contenido celular de la sangre, sucumbi ante el invasor. Todas las clulas expuestas al benceno fueron atacadas. Tal era la naturaleza del elemento qumico, que desgarr las membranas celulares como con dagas de acero. Todas fueron atravesadas por igual: las clulas rojas y las blancas, las jvenes y las viejas. En algunas clulas menos castigadas, en las que entraron slo unas pocas molculas, las enzimas lograron desactivar el elemento qumico. En la mayor parte de las otras, la destruccin de la membrana interior fue inmediata. A los pocos minutos la concentracin de benceno haba aumentado hasta tal punto que miles de molculas venenosas alcanzaban el mismo centro de la mdula: las primitivas y delicadas clulas germinales, activos agentes divisorios, fuente de las clulas que circulan en la sangre, cuya funcin da fe de cientos de millones de aos de evolucin. All se agostaba, segundo a segundo, el increble misterio de la vida, esa organizacin ms fantstica que la ms disparatada quimera cientfica. Las molculas de benceno penetraban en estas atareadas clulas, interrumpiendo la ordenada reproduccin de las molculas de cido desoxirribonucleico. La mayora de estas clulas suspendan sus procesos vitales en forma repentina, o bien, desprendidas del misterioso control central, daban tumbos frenticos y anrquicos como animales rabiosos, hasta que se producia la muerte. Despus de que repetidas oleadas de sangre pura barrieron las molculas de benceno, la mdula podra haberse recuperado, de no ser por una sola clula germinal. Esta clula haba estado activa durante aos, produciendo una progenie impresionante de clulas o glbulos blancos cuya funcin, aunque parezca irnico, era ayudar a que el cuerpo luchara contra los invasores extraos. Cuando el benceno penetr hasta el ncleo de esta clula, da una parte muy especfica del cido desoxirribonucleico, pero no destruy la clula. Habra sido mejor que el benceno la hubiese destruido porque, al no hacerlo, rompi el delicado equilibrio entre reproduccin y la maduracin. La clula se dividi instantneamente, y las clulas resultantes tuvieron el mismo defecto. Ya no escuchaban el misterioso control central, madurando para convertirse en glbulos blancos normales, sino que respondan a un impulso desenfrenado de reproducir su naturaleza alterada. Aunque parecan relativamente normales, eran diferentes de las otras clulas de la sangre. La tpica viscosidad superficial estaba ausente, y absorban sustancias nutritivas en proporciones alarmantes. Se haban convertido en parsitos dentro de su propia casa. Despus de slo veinte divisiones ya haba ms de un milln de estos glbulos incontrolados. Tras veintisiete divisiones alcanzaban los mil millones. Entonces empezaron a separarse de la masa. Primero unos pocos glbulos enfermos entraron en la circulacin como un hilo delgado, que pronto se convirti en corriente, y por ltimo en torrente. Avanzaron por el cuerpo, ansiosos por establecer colonias frtiles. Despus de cuarenta divisiones superaban los tres millones. Fue el comienzo de una agresiva leucemia mieloblstica aguda en el cuerpo de una muchacha pber, que empez el 28 de diciembre, dos das despus de que la joven cumpliera doce aos. Se llamaba Michelle Martel y no tena idea de lo que le estaba pasando, excepto por un solo sntoma: tenia fiebre. Una fra semana de enero se abra paso, vacilante, por el helado paisaje de Shaftesbury, en el estado de Nueva Hampshire. De mala gana, las sombras empezaban a palidecer a medida que se iba aclarando lentamente el cielo invernal, revelando una montona cubierta de nubes grises. Estaba a punto de nevar y,

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a pesar del fro, haba una humedad cortante en el aire, como para recordar a todos que muy cerca, hacia el este, estaba el Atlntico. Los edificios de ladrillo rojo del viejo Shaftesbury se apiaban a lo largo del ro Pawtomack, dndole un aspecto de pueblo abandonado. El ro haba sido su apoyo y fuente de sustento; naca en las Montaas Blancas del norte, cubiertas de nieve, y corra hacia el mar en direccin sudeste. En el pueblo, su curso se vea interrumpido por una presa que se estaba desmoronando y una enorme rueda hidrulica que ya no daba vueltas. Junto al ro se sucedan, manzana tras manzana, las fbricas vacas, testimonios de una poca ms prspera cuando las hilanderas de Nueva Inglaterra eran el centro de la industria textil. En el extremo sur del pueblo, al fondo de la calle Main, la ltima hilandera, un edificio de ladrillos rojos, estaba ocupada por una empresa qumica, Recycle Ltd. Era una planta de recuperacin de goma, plstico y vinilo. Un jirn de humo gris y acre se elevaba de una gran chimenea, confundindose con las nubes. En toda la zona flotaba un olor asqueroso y sofocante a goma y plstico quemados. Alrededor del edificio haba pilas enormes de neumticos desechados que parecan el excremento de un monstruo gigantesco. Al sur del pueblo, el ro corra entre colinas onduladas y boscosas, esparcidas entre praderas cubiertas de nieve y rodeadas por cercas de piedra levantadas por los pobladores haca trescientos aos. A diez kilmetros al sur del pueblo el ro haca un suave recodo hacia el este y formaba una idlica pennsula de dos hectreas y media, en cuyo centro se encontraba una laguna poco profunda conectada con el ro por un brazo de agua. Detrs de la laguna se levantaba una colina sobre la que se ergua una casona de estilo victoriano con el tejado a dos aguas y adornos de madera. Un largo camino serpenteante bordeado de robles y arces conduca a la carretera interestatal que hacia el sur llevaba a Massachusetts. A veinticinco metros al norte de la casa se encontraba un granero deteriorado por el tiempo, rodeado por un matorral de arbustos perennes. Construida sobre pilares, al borde de la laguna, haba una rplica, en miniatura, de la casa principal; era un cobertizo transformado en casa de muecas. Se trataba de un hermoso paisaje de Nueva Inglaterra, semejante a una escena invernal de las que ilustran los almanaques, excepto por un leve detalle macabro: no haba peces en la laguna ni vegetacin en unos dos metros a la redonda. Dentro de la pintoresca casa blanca, la luz plida de la maana se difunda a travs de las cortinas de encaje. Poco a poco el amanecer, que iba cobrando fuerzas, sacaba dulcemente a Charles Martel de las profundidades de un reconfortante sueo. Rod sobre el lado izquierdo, disfrutando de una satisfaccin presente en su vida desde haca dos aos, y que no se atreva a reconocer. Haba un nuevo sentimiento de orden y de seguridad que Charles no esperaba experimentar desde que a su primera esposa le haban diagnosticado un linfoma. Haba muerto nueve aos atrs, dejndolo con tres hijos que criar. La vida se convirti en algo que haba que soportar. Sin embargo, todo eso perteneca al pasado. La espantosa herida se fue curando poco a poco, y luego, ante su sorpresa, hasta el vaco se llen. Dos aos antes se haba vuelto a casar, pero todava tena miedo a reconocer cunto haba mejorado su vida. Era ms seguro y fcil concentrarse en su trabajo y en las necesidades diarias de su familia que reconocer ese contento recobrado y luego admitir la mayor de las vulnerabilidades: la felicidad. Cathryn, su nueva esposa, haca difcil esa actitud de su marido porque era una persona alegre y generosa. Charles se enamor de ella el da que la conoci y se casaron cinco meses despus. Esos dos ltimos aos slo haban incrementado su amor por ella. A medida que la oscuridad menguaba, Charles poda ver el plcido perfil de su mujer dormida. Estaba de espaldas, con el brazo derecho doblado de manera casual sobre la almohada. Pareca mucho ms joven de los treinta y dos aos que tena, hecho que al principio haba acentuado la diferencia de trece aos que los separaba. Charles tena cuarenta y cinco, y saba que los aparentaba, pero Cathryn pareca tener unos veinticinco aos. Apoyado en el codo, observ los delicados rasgos de su mujer. Recorri el valo formado por el suave pelo castao desde el nacimiento hasta los hombros. La cara, iluminada por las primeras luces de la maana, le pareci radiante, y observ la lnea ligeramente curva de la nariz y la dilatacin de las fosas nasales al respirar. Contemplarla despert en Charles una emocin profunda.

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Mir el reloj: faltaban veinte minutos para que sonara el despertador. Agradecido, volvi a hundirse en el tibio nido, bajo las mantas y se acerc al cuerpo de su mujer, maravillado ante el bienestar que senta. Incluso ansiaba comenzar los das de trabajo en el instituto. Sus investigaciones progresaban a un paso alarmante. Sinti una punzada de excitacin. Y si l, Charles Martel, de Teaneck, Nueva Jersey, daba el primer paso significativo hacia el descubrimiento del misterio del cncer? Charles saba que eso se estaba convirtiendo en una posibilidad cada vez ms cercana, y resultaba irnico, pues l no era un cientfico investigador formalmente preparado. Cuando Elizabeth, su primera mujer, enferm, era un mdico interno especializado en alergia. Despus de la muerte de Elizabeth, Charles abandon la prctica lucrativa para dedicarse exclusivamente a investigar en el Instituto de Investigaciones Weinburger. Haba sido una reaccin ante la muerte de su esposa, y, aunque varios colegas le advirtieron que se trataba de una forma malsana de hacer frente a un problema, l renaci en el nuevo ambiente. Cathryn sinti que su marido estaba despierto, se volvi y se encontr rodeada por los brazos de Charles. Se frot los ojos, lo mir y ri al ver su aspecto pcaro, tan poco caracterstico. Qu maquina esa mente tuya? le pregunt, sonriendo. Te estaba mirando, simplemente. Maravilloso! Estoy segura de que estoy esplndida dijo Cathryn. Devastadora brome l, llevando hacia atrs el pelo de su frente. Cathryn, ms despierta ahora, se dio cuenta de la urgencia de la excitacin de su marido. Recorri su cuerpo hasta dar con el miembro erecto. Y qu es esto? pregunt. No acepto ninguna responsabilidad contest l. Esa parte de mi anatoma tiene iniciativa propia. Mientras los primeros copos de nieve se posaban sobre el tejado a dos aguas, alcanzaron juntos el clmax con una profundidad de pasin y de ternura que nunca dejaban de abrumarlo. Luego son el despertador. El da comenzaba. Michelle oy que Cathryn la llamaba, desde lejos, interrumpiendo su sueo; ella y su padre cruzaban un campo. Michelle trat de ignorar la llamada, pero se repiti. Sinti una mano sobre el hombro, y al volverse vio la cara sonriente de Cathryn. Hora de levantarse dijo alegremente su madrastra. Michelle inspir hondo y asinti, para hacerle ver que estaba despierta. Haba tenido una noche desasosegada, llena de sueos inquietantes que la haban baado en sudor. Senta calor bajo las mantas, y fro al destaparse. En varias oportunidades pens en ir con su padre, cosa que habra hecho si hubiera estado l solo. Por Dios, ests colorada exclam Cathryn al correr las cortinas. Se inclin para tocarle la frente. Estaba caliente. Me parece que otra vez tienes fiebre observ Cathryn compasiva. Te encuentras mal? No contest Michelle rpidamente. No quera volver a estar enferma. No quera dejar de ir a la escuela y quedarse en casa. Ansiaba levantarse y preparar el zumo de naranja, su tarea de costumbre. Es mejor que te tome la temperatura, de todas maneras dijo Cathryn, yendo hacia el bao que separaba los dormitorios. Reapareci, agitando el termmetro y observndolo alternativamente. Slo

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tardaremos un minuto, y luego sabremos con seguridad qu pasa. Le puso el termmetro en la boca. Debajo de la lengua. Volver despus de despertar a los chicos. La puerta se cerr y Michelle se sac el termmetro. Aunque haba pasado muy poco tiempo, el mercurio indicaba treinta y siete grados y medio. Tena fiebre, y lo saba. Le dolan las piernas y senta flojedad en la boca del estmago. Se volvi a poner el termmetro en la boca. Desde la cama alcanzaba a ver la casa de muecas que le haba hecho Charles en el viejo cobertizo. El tejado estaba cubierto de nieve recin cada. Tembl al ver el paisaje helado. Anhelaba la primavera y los das indolentes que pasaba en esa casa de fantasa. Ella y su padre, solos. Al abrir la puerta vio que Jean Paul, de quince aos, ya estaba despierto, sentado en la cama leyendo su libro de fsica. Detrs de su cabeza, en la pequea radio que tambin era reloj, sonaba una suave msica de rock. Llevaba puesto el pijama de franela rojo oscuro. Tienes veinte minutos advirti Cathryn alegremente. Gracias, mam dijo Jean Paul con una sonrisa. Cathryn se detuvo a mirar al muchacho, y se le abland el corazn. Senta ganas de correr y abrazarlo, pero se resisti a la tentacin. Haba aprendido que los Martel eran poco afectos al contacto fsico directo, hecho que al principio le haba costado aceptar, pues provena del barrio italiano de Boston, donde tocarse y abrazarse era cosa de todos los das. Su padre era letn, pero se march cuando ella tena doce aos, de manera que Cathryn se cri sin su influencia. Se senta italiana al cien por cien. Te ver en el desayuno le dijo. Jean Paul saba que a su madrastra le encantaba que le dijera mam, por eso lo haca, y de buen grado. Era poco a cambio de tanta ternura y solicitud por parte de ella. Jean Paul se haba acostumbrado a que su padre fuese un hombre muy atareado y a verse eclipsado por su hermano mayor, Chuck, y por Michelle, su irresistible hermanita. Despus lleg Cathryn, y la excitacin de la boda, seguidas por la adopcin legal de los tres hijos por Cathryn. De haberlo preferido ella, Jean Paul la habra llamado abuela. Crea amarla tanto como a su verdadera madre, o lo poco que recordaba de ella. Cuando muri, l tena seis aos. Chuck abri los ojos al sentir la mano de Cathryn, pero fingi seguir durmiendo. Tena la cabeza bajo la almohada. Saba que si esperaba, ella volvera a tocarlo, slo que con ms fuerza. As fue, efectivamente, y sinti dos manos que lo sacudan por los hombros antes de levantar la almohada. Chuck tena dieciocho aos y estaba cursando el primer ao en la Universidad del Nordeste. No le iba muy bien, y senta terror por los exmenes semestrales que se aproximaban. Iban a ser un desastre, en todas las asignaturas, menos psicologa. Quince minutos dijo Cathryn. Le enmara el largo pelo. Tu padre quiere ir temprano al laboratorio. Qu mierda murmur Chuck. Chuck! exclam Cathryn, simulando escandalizarse. Yo no me levanto. Chuck le quit la almohada y se sepult bajo ella. Cmo que no? estall Cathryn, destapndolo. Chuck, que slo llevaba puesto un calzoncillo, se vio expuesto al fro de la maana. Salt de la cama, cubrindose con las mantas. Te he dicho que no hagas eso nunca dijo con irritacin.

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Y yo te he dicho que no hables de esa manera en casa le record Cathryn, ignorando lo desagradable de su tono. Quince minutos! Cathryn gir sobre sus talones y sali del cuarto. Chuck se sinti embargado por la frustracin. Vio que Cathryn se diriga hacia el dormitorio de Michelle. Llevaba puesta una bata anticuada de seda color melocotn que haba comprado en un mercado de ropa usada; era de un tono parecido al de su piel. Chuck se la imaginaba desnuda con muy poca dificultad. No tena edad para ser su madre. Extendi el brazo y cerr la puerta de un golpe. Porque su padre quera ir al laboratorio antes de las ocho, l tena que levantarse al alba, como un granjero. El genial hombre de ciencia! Chuck se frot la cara y se fij en el libro abierto que yaca al lado de la cama. Crimen y castigo. Haba pasado gran parte de la noche leyndolo. No era lectura obligatoria para ninguna de sus asignaturas, y por eso probablemente lo disfrutaba. Debera haber estudiado qumica, pues estaba en peligro de ser suspendido. Dios mo, qu dira su padre si eso pasaba! Ya haba habido un lo cuando Chuck no logr entrar en la universidad donde l haba estudiado, Harvard. Y ahora, si no aprobaba qumica..., la especialidad de su padre... Yo no quiero estudiar medicina, de todos modos se dijo con furia al ponerse sus sucios vaqueros Levi's. Se enorgulleca de no haberlos lavado nunca. En el cuarto de bao decidi no afeitarse. A lo mejor se dejaba crecer la barba. Charles se enjabon la barbilla. Estaba pensando en mil detalles relacionados con el proyecto de investigacin que le ocupaba. La inmunologa de las formas vivas abarcaba una gama de complejidades que no dejaban de sorprenderlo y estimularlo, especialmente ahora que pensaba que se estaba acercando a una respuesta verdadera en el problema del cncer. Ya en otras oportunidades se haba sentido excitado, para luego decepcionarse. Eso lo saba. Pero esta vez sus ideas se basaban en aos de concienzudos experimentos, y en hechos fcilmente reproducibles. Empez a planear las actividades del da. Quera comenzar a trabajar con la nueva cepa HR7 de ratones, portadores de cncer mamario hereditario. Esperaba hacerlos alrgicos a sus propios tumores, objetivo al que crea que se iba aproximando cada vez ms. Cathryn abri la puerta y pas a su lado. Se quit la bata por la cabeza y se meti bajo la ducha. El agua y el vapor hacan ondular la cortina. Despus de un momento la corri y dijo: Me parece que tendremos que llevar a Michelle a un verdadero mdico. Desapareci tras la cortina. Cathryn ignoraba el hecho de que los problemas mdicos de la familia se solucionaban espontneamente en veinticuatro horas. Su instinto maternal recientemente despierto exiga ver un especialista Yo crea que al casarme con un mdico asegurara una buena atencin a mi familia grit Cathryn por encima del ruido del agua. Me equivoqu. Charles se examin la cara a medio afeitar. Not que tena un poquito hinchados los prpados. Trataba de evitar una discusin. Charles dej de afeitarse, haciendo un esfuerzo por no enfadarse por esa referencia sarcstica a un verdadero mdico. Era un punto conflictivo entre ambos. Con exasperacin, Charles se acerc y levant un extremo de la cortina. Cathryn, soy un investigador del cncer, no un pediatra. Oh, perdn dijo Cathryn, levantando la cara bajo el agua. Crea que eras mdico. No permitir que me enredes en una discusin contest Charles irritado. Hay muchos casos de gripe. Michelle es uno de ellos. Las personas estn enfermas una semana, y luego mejoran. Cathryn sac la cabeza de la ducha y mir a Charles de frente. Pero da la casualidad de que hace cuatro semanas que est enferma.

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Cuatro semanas? pregunt l. El tiempo pasaba volando cuando trabajaba. Cuatro semanas repiti Cathryn. No se trata de asustarse ante los primeros sntomas de un resfriado. Me parece que debo llevar a Michelle al Hospital Peditrico, para que la vea el doctor Wiley. Adems, podra visitar al chico Schonhauser. Est bien, ir a ver a Michelle convino Charles, volvindose hacia el lavabo. Cuatro semanas era demasiado tiempo para una gripe. Tal vez Cathryn estaba exagerando, pero prefiri no llevarle la contraria. En realidad, lo mejor era cambiar de tema. Qu le pasa al muchacho Schonhauser? Los Schonhauser eran unos vecinos que vivan a un kilmetro y medio ro arriba. Henry Schonhauser era qumico del Instituto Tecnolgico de Massachusetts, adems de una de las pocas personas con quien le gustaba tratar. Su hijo, Tad, tena un ao ms que Michelle, pero estaban en el mismo curso debido a las fechas de sus cumpleaos. Cathryn sali de la ducha, satisfecha de que su tctica para hacer que Charles viera a Michelle hubiera dado resultado. Hace tres semanas que internaron a Tad en el hospital. Me han dicho que est muy enfermo, pero yo no he hablado an con Marge. Cul es el diagnstico? Charles se pas la mquina de afeitar debajo de la patilla izquierda. Algo que no haba odo nombrar nunca. Anemia eplstica, o algo parecido. Anemia eplstica? pregunt Charles incrdulo. Dios mo dijo Charles, apoyndose en el lavabo. Eso es... Qu es? Cathryn sinti pnico. Es una enfermedad en la cual la mdula sea deja de producir clulas sanguneas. Michelle sigue encontrndose mal? pregunt Charles. Era mejor hablar de casos especficos. Es grave? Siempre es grave, a menudo fatal. Cathryn dej caer los brazos a ambos lados del cuerpo; el pelo hmedo le colgaba como un estropajo sin retorcer. Senta una mezcla de lstima y temor. No debera tener que decrtelo. Hace tiempo que este chico est enfermo. Es contagiosa? No contest Charles, distrado. Estaba tratando de recordar lo que saba de la enfermedad, que no era comn. Michelle y Tad han pasado mucho tiempo juntos dijo Cathryn. Haba vacilacin en su voz. Charles la mir, dndose cuenta de que le estaba suplicando que la tranquilizara. Un momento. No estars pensando que Michelle podra tener anemia aplstica, eh? Podra ser? No. Por Dios, eres como un estudiante de medicina! Te enteras de la existencia de una nueva enfermedad y cinco minutos despus piensas que uno de los chicos podra tenerla. La anemia aplstica es

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muy rara. Generalmente est asociada con una droga o producto qumico. Se contrae por envenenamiento o por una reaccin alrgica, aunque por lo general nunca se descubre la causa. Y de todos modos, no es contagiosa. Pobre chico. Y pensar que ni siquiera he llamado a Marge dijo Cathryn. Se inclin hacia adelante y se mir la cara en el espejo. Intent imaginar la tensin emocional de Marge y decidi que lo mejor era volver a confeccionar listas, como antes de casarse. Ese descuido no tena excusa. Charles se afeit el lado izquierdo de la cara, pensando si no deba ocuparse de estudiar la anemia aplstica. No era posible que le diera una pista acerca de la organizacin de la vida? Dnde estaba el control que clausuraba la mdula sea? Esa era una pregunta lgica porque, despus de todo, Charles pensaba que el tema del control era la clave para desvelar el misterio del cncer. Charles golpe suavemente la puerta. Aguz el odo y slo lleg a or el ruido de la ducha proveniente del cuarto de bao que haba entre los dormitorios. Abri la puerta silenciosamente. Michelle estaba en la cama, mirando la pared. De repente se volvi y sus miradas se cruzaron. Las lgrimas que corran por sus mejillas enrojecidas brillaron en la luz. El corazn de Charles se enterneci. Se sent en el borde de la cama de su hija, cubierta con una colcha bordada; se inclin y bes a Michelle en la frente. Por los labios se dio cuenta de que tena fiebre. Se enderez y mir a su hijita. En su rostro vea a Elizabeth, su primera mujer. El mismo pelo negro espeso, los mismos pmulos y labios gruesos, la misma piel aceitunada e impecable. De su padre, Michelle haba heredado los ojos azules, los dientes blancos y derechos y, desgraciadamente, la nariz un tanto ancha. Charles crea que era la nia de doce aos ms bonita del mundo. Con el dorso de la mano sec la humedad de sus mejillas. Lo siento, pap dijo Michelle, entre lgrimas. Qu es lo que sientes? pregunt Charles con dulzura. Estar enferma otra vez. No me gusta molestar. Charles la abraz. La sinti frgil entre sus brazos. T no molestas. No quiero orte decir eso otra vez. Deja que te mire. Turbada por las lgrimas, Michelle desvi la mirada mientras Charles tomaba distancia para examinarla. Apoy la barbilla de la nia sobre la palma de la mano y le levant la cara. Dime cmo te encuentras. Me encuentro un poco dbil, eso es todo. Puedo ir a la escuela. Te lo juro. Te duele la garganta? Un poco. No mucho. Cathryn dijo que no poda ir a la escuela. Alguna otra cosa? Te duele la cabeza? Un poquito, pero menos que antes. Los odos? No. El estmago? Tal vez un poquito. Charles le examin los prpados inferiores, apretndolos hacia abajo. Tena las conjuntivas plidas. En realidad, estaba plida toda ella.

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Mustrame la lengua. Se dio cuenta de que haca mucho que no practicaba la medicina clnica. Michelle sac la lengua y observ los ojos de su padre para tratar de detectar el primer sntoma de preocupacin. Charles le toc debajo de la mandbula y ella retir la lengua. Te duele? le pregunt al tocar unos pequeos ndulos linfticos. No dijo Michelle. La hizo sentar en el borde de la cama, de espaldas a l, y le subi el camisn. Jean Paul asom la cabeza por la puerta del cuarto de bao para decirle que tena la ducha a su disposicin. Vete de aqu grit Michelle. Pap, dile que se vaya. Fuera! dijo Charles. Jean Paul desapareci. Alcanzaron a or sus risas, mezcladas con las de Chuck. Charles golpe suavemente la espalda de Michelle, con cierta torpeza, pero comprob que tena los pulmones limpios. Luego hizo que se acostara de espaldas y le levant el camisn justo debajo de sus incipientes pechos. El delgado abdomen suba y bajaba de modo rtmico. Era lo suficientemente delgada como para que l notara cmo se contraa el corazn despus de cada latido. Con la mano derecha, le empez a palpar el abdomen. Trata de relajarte. Si te hago dao, avsame. Michelle le seal el lugar y l toc con mucho cuidado, concluyendo que le dola la lnea media del abdomen. Le puso los dedos justo debajo de las costillas derechas y le pidi que inspirara. Sinti entonces bajo sus dedos el borde romo del hgado. Ella le dijo que le dola un poco. Poniendo la mano izquierda debajo de ella, para sostenerla, busc el bazo. Se sorprendi al ver que lo palpaba sin dificultad. Siempre le haba costado cuando ejerca, de modo que se pregunt si el de Michelle estara dilatado. Se puso de pie y la mir. Estaba delgada, aunque siempre lo haba estado. Charles empez a tocarle las piernas para sentir el tono muscular. Se detuvo al notar una serie de morados. Dnde te has hecho todos estos morados? Michelle se encogi de hombros. Te molestan las piernas? Un poco. Las rodillas y los tobillos, despus de hacer gimnasia. Pero si me escribes una nota no tengo por qu ir a gimnasia. Charles volvi a ponerse de pie y observ a su hija. Estaba plida, tena algunos dolores, ndulos linfticos y fiebre. Poda tratarse de cualquier enfermedad vrica sin importancia. Pero cuatro semanas! A lo mejor Cathryn tena razn. A lo mejor deba ir a un mdico verdadero . Por favor, pap dijo Michelle . No puedo faltar a la escuela si quiero ser un mdico investigador como t. Charles sonri. Michelle siempre haba sido una nia precoz, y este halago indirecto era prueba de ello. Que pierdas unos pocos das de clase en la escuela primaria no arruinar tu carrera dijo Charles. Cathryn te llevar hoy al Hospital Peditrico para que veas al doctor Wiley. Es un mdico de bebs! dijo Michelle, desafiante. Es un pediatra y tiene pacientes hasta de dieciocho aos, sabelotodo. 11

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Quiero que t me lleves. No puedo, querida. Tengo que ir al laboratorio. Por qu no te vistes y bajas a desayunar? No tengo hambre. Michelle, no te pongas difcil. No me pongo difcil. No tengo hambre, eso es todo. Baja a tomar un poco de zumo, entonces. Charles le pellizc ligeramente la mejilla. Michelle mir a su padre hasta verlo salir de su dormitorio. Nuevamente se le saltaron las lgrimas. Se encontraba muy mal, no quera ir al hospital y, para colmo, se senta muy sola. Ms que nada en el mundo, quera que su padre la quisiera, y saba que l se pona impaciente cuando uno de ellos caa enfermo. Se sent con dificultad y trat de sobreponerse al mareo. Por Dios, Chuck dijo Charles con aversin. Pareces un cerdo. Chuck no le hizo caso. Se sirvi cereal, le ech leche y se sent a comer. Para el desayuno se haba dispuesto que cada uno se ocupara de s mismo, excepto el zumo de naranja, que preparaba Michelle. Cathryn lo haba hecho esa maana. Chuck iba vestido con un suter manchado y vaqueros sucios, tan largos que se pisaba la parte inferior, deshilachada. Estaba despeinado y era evidente que no se haba afeitado. Por qu andas tan desaliado? prosigui Charles. Yo crea que el aspecto de hippie estaba pasado de moda ahora que los estudiantes universitarios han vuelto a ser respetables. Tienes razn. Los hippies estn pasados de moda dijo Jean Paul al entrar en la cocina. Se sirvi zumo de naranja. La moda ahora es punk. Punk? pregunt Charles. Chuck es punk? No ri Jean Paul. Chuck no es ms que Chuck. Chuck levant la mirada de la caja de cereal y espet una sarta de obscenidades destinadas a su hermano menor. Jean Paul no le hizo caso y abri su libro de fsica. Se le ocurri en ese momento que su padre nunca se fijaba en lo que se pona l. Slo se fijaba en Chuck. Por Dios, Chuck deca en ese momento Charles. Crees realmente que debes tener ese espantoso aspecto? Chuck no respondi. Charles lo observaba comer con creciente exasperacin. Chuck, te estoy hablando. Cathryn extendi la mano y la puso sobre el brazo de Charles. No discutamos durante el desayuno. Ya conoces a los estudiantes universitarios. Djalo en paz. Creo que por lo menos merezco una respuesta insisti Charles. Inspirando hondo y exhalando el aire por la nariz para subrayar su fastidio, Chuck mir a su padre cara a cara. No soy mdico respondi. No tengo obligacin de respetar un cdigo para vestirme. Las miradas de padre e hijo se encontraron. Chuck dijo, para sus adentros: Trgate sta, hijo de puta, genio. Como sacabas buenas calificaciones en qumica crees saberlo todo, pero no es as. Charles estudi la expresin de su hijo, maravillado por la arrogancia que mostraba el muchacho con tan poca base de razn. Era inteligente, pero terriblemente haragn. Harvard lo haba rechazado por sus mediocres resultados en la enseanza secundaria y Charles tena la impresin de que no le iba bien en Northeastern.

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En qu se habra equivocado como padre? No le fue posible concentrarse en el problema debido a la personalidad de Jean Paul. Charles mir a su otro hijo: pulcro, tranquilo, estudioso. Costaba creer que esos dos muchachos provinieran de la misma fuente gentica y que hubieran crecido juntos. Charles volvi a fijar su atencin en Chuck. El desafo del muchacho no haba disminuido, pero Charles perdi todo inters en el asunto. Por el momento tena cosas ms importantes en qu pensar. Espero dijo apaciblemente que tu aspecto y tus calificaciones no tengan nada en comn. Espero que te vaya bien en la universidad. No nos hemos enterado de nada en ese sentido. Me va bien contest Chuck, volviendo a clavar los ojos en la caja de cereal. Hacer frente a su padre era algo nuevo para Chuck. Antes de entrar en la universidad, haba evitado toda confrontacin. Ahora trataba de buscarla. Estaba seguro de que Cathryn lo notaba, y que lo aprobaba. Despus de todo, Charles tambin era tirnico con Cathryn. Si voy a ir a Boston en la camioneta intervino Cathryn con la esperanza de cambiar de tema necesitar ms dinero. Y ya que hablamos de dinero, llamaron de la compaa de combustible para decir que no vendrn hasta que se les pague. Recurdamelo esta noche dijo Charles en seguida. No quera hablar de dinero. Tampoco has pagado el semestre de la universidad le record Chuck. Cathryn levant la mirada del plato y la clav en Charles, esperando que refutara las palabras de Chuck. La matrcula de un semestre era mucho dinero. Recib una nota ayer dijo Chuck en la que me decan que estbamos atrasados en el pago y que no me reconoceran los cursos si no nos ponamos al da. Pero el importe de la cuota fue retirado de nuestra cuenta observ Cathryn. Gast el dinero en el laboratorio explic Charles. Qu? pregunt Cathryn, estupefacta. Lo recuperaremos. Necesitaba una nueva cepa de ratones y hasta marzo no hay dinero. Compraste ratas con el dinero de la matrcula de Chuck? pregunt Cathryn. Ratones corrigi Charles. Con el placer de un voyeur, Chuck escuch la discusin entre su padre y su madrastra. Haca meses que estaba recibiendo notas de la administracin, pero no las haba mencionado esperando una oportunidad en que estuviera en juego su rendimiento en la universidad. Mejor no podra haber resultado. Qu maravilla dijo Cathryn. Y cmo esperas que comamos de aqu a marzo y paguemos la matrcula de Chuck? Ya me encargar yo de eso contest Charles, cortante. Se defenda adoptando una actitud airada. Sera mejor que yo buscara un empleo dijo Cathryn. No necesitan a alguien que escriba a mquina en el instituto? Por el amor de Dios. No estamos en crisis! exclam Charles. Todo sigue bajo control. Lo que debes hacer es terminar tu tesis doctoral y entonces dedicarte a trabajar en tu especialidad. Haca casi tres aos que Cathryn estaba tratando de terminar la tesis.

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De modo que ahora yo tengo la culpa de que no se pague la matrcula de Chuck, por no terminar el doctorado dijo Cathryn, sarcstica. Michelle entr en la cocina en ese momento. Cathryn y Charles levantaron la mirada, olvidando momentneamente la discusin. Se haba puesto un suter rosado con un monograma sobre otro de cuello alto blanco de algodn, lo que la haca aparentar ms de doce aos. Su cara, enmarcada por el pelo negro azabache, estaba extraordinariamente plida. Se dirigi al aparador y se sirvi un vaso de zumo de naranja. Al probarlo, hizo un gesto de desagrado. Aborrezco el zumo lleno de burbujas. Bueno, bueno dijo Jean Paul. La princesita se est haciendo la enfermita para no ir a la escuela. No molestes a tu hermana le orden Charles. De repente, un violento estornudo sacudi la cabeza de Michelle. El vaso de naranjada que tena en la mano salpic parte de su contenido en el suelo. Sinti el lquido que se le agolpaba en la nariz y automticamente se inclin hacia adelante, abriendo la mano para atajar el estornudo. Horrorizada, comprob que era sangre. Pap! grit al ver la sangre que llenaba su mano ahuecada y se derramaba por el suelo. Charles y Cathryn saltaron de sus asientos al mismo tiempo. Cathryn tom un pao mientras Charles alzaba a Michelle y la llevaba a la sala. Los muchachos contemplaron el charco de sangre, luego miraron la comida, tratando de decidir el efecto que tena el episodio sobre su apetito. Cathryn regres corriendo, sac una cubitera de la nevera y volvi a la sala. Ah! dijo Chuck. Yo no sera mdico ni aunque me pagaran un milln de dlares. No aguanto ver sangre. Michelle siempre se las arregla para llamar la atencin dijo Jean Paul. Me gustara que repitieras eso. Digo que Michelle siempre... repiti Jean Paul. Le diverta molestar a Chuck. Cllate, estpido. Chuck se levant y volc en el cubo de la basura el resto de su bol de cereal. Luego, dando un rodeo alrededor del charco de sangre, se fue a su dormitorio. En cuatro bocados Jean Paul termin su comida y puso el plato en el fregadero. Con una toalla de papel limpi la sangre del suelo. Dios mo! exclam Charles al salir al exterior por la puerta de la cocina. La tormenta haba levantado el viento del nordeste, que traa el hedor de goma quemada proveniente de la planta de recuperacin. Qu olor ms espantoso. Vivimos en un lugar de mierda dijo Chuck. La desfachatez de su hijo le hizo hervir la sangre, pero se contuvo y no dijo nada. La maana ya haba sido bastante desagradable. Meti la barbilla dentro del chaquetn de piel de oveja para guarecerse de la nieve y camin pesadamente hacia el granero. En cuanto pueda me ir a California anunci Chuck, siguindolo. Haba dos centmetros y medio ms de nieve reciente. Vestido como ests, encajars a las mil maravillas dijo Charles.

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Jean Paul, que cerraba la marcha, ri. Su aliento formaba bocanadas de vapor en el aire. Chuck gir sobre sus talones y de un empujn sac a Jean Paul del sendero abierto a paladas, haciendo que se metiera en la nieve profunda. Se oyeron palabras airadas, pero Charles no les hizo caso. Haca demasiado fro para detenerse. Las rfagas de viento parecan cortar la piel y el hedor era espantoso. No siempre haba sido as. La planta haba abierto en el setenta y uno, un ao despus que l y Elizabeth compraron la casa. Vivir all fue idea de ella. Quera que sus hijos se criaran en el campo, con aire limpio. Qu irona, pens Charles al abrir el granero. Aunque no era tan malo. El olor les llegaba nicamente cuando haba viento del nordeste y, por suerte, eso no suceda a menudo. Maldicin dijo Jean Paul, mirando el estanque. Con esta nueva nevada voy a tener que volver a limpiar mi pista de hockey. Pap, cmo es que el agua no se hiela nunca alrededor de la casa de muecas de Michelle? Charles mir hacia la laguna, dejando un pedazo de tubera contra la puerta del granero para mantenerla abierta. No s. No se me ha ocurrido pensar en eso. Debe de estar relacionado con la corriente, porque la laguna se conecta con el brazo del ro, y el brazo tampoco se hiela. Qu asco dijo Chuck, sealando ms all de la casa de muecas. Sobre el barro congelado que rodeaba la laguna haba un pato silvestre muerto. Otro pato muerto. Me parece que ellos tampoco soportan el olor. Qu extrao reflexion Charles. Hace varios aos que no se ven. Cuando vinimos a vivir aqu, yo siempre los ahuyentaba de la casa de muecas de Michelle. Luego desaparecieron. All hay otro dijo Jean Paul. Este no est muerto. Anda revoloteando. Parece borracho observ Chuck. Vayamos a ayudarlo. No tenemos tiempo dijo Charles, previnindolos. Oh, vamos. Jean Paul ech a andar sobre la nieve endurecida. Ni Charles ni Chuck compartan el entusiasmo de Jean Paul, pero aun as lo siguieron. Cuando llegaron a su lado, lo vieron agachado sobre el animal, que se sacuda, presa de un ataque. Por Dios, tiene epilepsia! exclam Chuck, sobresaltado. Qu le pasa, pap? pregunt Jean Paul. No tengo ni la menor idea. La medicina de las aves no es una de mis especialidades. Jean Paul estaba tratando de contener las sacudidas y espasmos del pato. No s si deberas tocarlo dijo Charles. No estoy seguro de si los patos transmiten o no la psitacosis. A m me parece que deberamos matarlo para que no siga sufriendo afirm Chuck. Charles ech un vistazo a su hijo mayor, que tena los ojos clavados en el ave enferma. Por alguna razn la sugerencia de Chuck, que probablemente era correcta, le pareci cruel. Lo puedo dejar en el granero? suplic Jean Paul. Voy a buscar mi rifle de aire comprimido y lo aliviar de su sufrimiento dijo Chuck. Ahora poda desquitarse de las actitudes de su hermano.

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No orden Jean Paul. Lo puedo dejar en el granero, pap?. Por favor. Est bien convino Charles, pero no lo toques. Ve a buscar una caja, o algo as. Jean Paul corri hacia el granero. Charles y Chuck se miraron por encima del pato enfermo. No sientes compasin? pregunt Charles . Compasin? T me hablas de compasin, despus de todo lo que haces con esos animales en el laboratorio? Charles estudi a su hijo. Le pareci ver ms que falta de respeto. Le pareci ver odio. Chuck haba sido un misterio para su padre desde el da que alcanz la pubertad. Con cierta dificultad, reprimi el impulso de darle una bofetada. Con su habilidad acostumbrada, Jean Paul se las haba ingeniado para encontrar una caja grande de cartn y una almohada vieja. Rompi la funda y llen la caja de plumas. Alz el pato usando la funda como proteccin, y lo meti en la caja. Explic a su padre que las plumas evitaran que el pato se hiciera dao, en caso de tener un nuevo ataque, y adems lo mantendran caliente. Charles asinti y los tres subieron al automvil. Charles sali del garaje en direccin norte, hacia Shaftesbury El coche, un Pinto rojo de cinco aos, con manchas de herrumbre por aqu y all, se quej cuando Charles intent ponerlo en marcha. El silenciador estaba lleno de agujeros, de modo que el Pinto hizo unos cuantos ruidos hasta que finalmente arranc marcha atrs, subi por el sendero y tom la carretera 301 en direccin a la carretera 193 que llevaba a Boston. El trnsito slo se |e hizo pesado al llegar a Massachusetts. Conducir un coche tena un efecto hipntico sobre Charles. Por lo general se pona a pensar en las complejidades de antgenos 1 y anticuerpos, estructuras proteicas y formacin de protenas 1 mientras conduca guiado por otras partes inferiores y ms primitivas de su mente. Ese da en especial, sin embargo, perciba el silencio habitual de Chuck, cosa que empez a irritarlo. Trat de imaginar en qu pensaba su hijo mayor, pero por ms que se esforz, no logr ningn resultado. La cara inexpresiva y hastiada de su hijo, que alcanz a ver de soslayo, le hizo preguntarse si estara pensando en alguna chica. Se dio cuenta de que ni siquiera saba si el muchacho sala con chicas. Sinti alivio cuando el coche tom velocidad. Era imposible lograr una paz perfecta en la vida familiar. Por lo menos en el laboratorio las variables tenan una consoladora predeterminacin y los problemas se sometan al mtodo cientfico. Charles toleraba cada vez menos los caprichos humanos. Qu tal te va en la universidad? le pregunt con tono tan informal como le fue posible. Muy bien! dijo Chuck, en guardia de inmediato. Otro silencio. Sabes ya en qu te especializars? No. Todava no. Los muchachos haban estado peleando por la emisora que queran sintonizar. Muy bien! No habr msica! Apag la radio. Contemplad el paisaje con tranquilidad, que es una buena forma de empezar el da. Los dos muchachos se miraron y pusieron los ojos en blanco. El camino bordeaba el ro Pawtomack, que serpenteaba por la campia. A medida que se acercaban a Shaftesbury aumentaba el hedor proveniente de Recycle Ltd. Lo primero que se vea del pueblo era la chimenea del edificio, que escupa un negro penacho de humo. Un agudo silbato rompi el silencio cuando pasaron junto a la planta. Indicaba un cambio de turno.

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Una vez que se alejaron de all, el olor desapareci como por arte de magia. Las hilanderas abandonadas fueron asomando, amenazantes, a la izquierda, mientras recorran la calle Main. No se vea ni un alma. A las siete menos cuarto de la maana, pareca una aldea desierta. Tres puentes de acero oxidado, tendidos sobre el ro, eran otras reliquias de la era progresista, antes de la primera guerra mundial. Haba incluso un puente cubierto, pero nadie lo utilizaba, pues era inseguro. Lo conservaban para los turistas. El hecho de que nunca llegaban turistas a Shaftesbury pareca pasarles inadvertido a las autoridades. Jean Paul baj del coche delante de la escuela, en la parte norte del pueblo. La ansiedad que tena por empezar el da se reflej en la forma rpida de despedirse. Ya a esa hora haba un grupo de amigos esperndolo. Juntos entraron en la escuela. Jean Paul perteneca al equipo de baloncesto y entrenaban antes de clase. Charles mir a su hijo menor hasta verlo desaparecer y luego prosigui el viaje. Ya tienes el programa de materias del ao prximo? Falta tiempo para eso. Qu asignatura te gusta ms este ao? Psicologa, creo. Chuck se puso a mirar por la ventanilla. No quera hablar de la universidad. Tarde o temprano empezara a hablar de qumica. Psicologa? repiti Charles, meneando la cabeza. Chuck mir la cara de su padre, pulcra y rasurada, su nariz ancha pero bien definida, esa manera tan condescendiente que tena de hablar, con la cabeza ligeramente vuelta hacia atrs. Siempre tan seguro de s mismo, tan inclinado a sacar conclusiones. A Chuck le pareci or cierta mofa en el tono de su padre al pronunciar la palabra psicologa. Se arm de coraje y pregunt: Qu tiene de malo la psicologa? Era una rea en la que estaba seguro de que su padre no era experto. Es una prdida de tiempo dijo Charles. Se basa en un principio fundamentalmente falso de estmulo-respuesta. El cerebro no funciona as. No est en blanco, ni es una tabula rasa, sino un sistema dinmico que genera ideas y hasta emociones que a menudo prescinden del medio. Sabes a qu me refiero? S! Chuck apart la mirada. No tena idea de lo que estaba diciendo su padre, pero como de costumbre sonaba bien. Y era ms fcil estar de acuerdo, que es lo que hizo los quince minutos siguientes, mientras Charles mantena un apasionado monlogo acerca de los errores del enfoque psicolgico behaviorista. Por qu no vienes al laboratorio esta tarde? pregunt Charles despus de un intervalo de silencio. Mis investigaciones han progresado muchsimo, y creo que estoy prximo a un descubrimiento. Me gustara compartirlo contigo. Hoy no puedo contest rpidamente Chuck. No le apeteca en absoluto que le enseara el instituto, donde todo el mundo tocaba el suelo con la frente al ver pasar a Charles, el famoso hombre de ciencia. Eso siempre lo haca sentir incmodo, sobre todo porque no entenda absolutamente nada de lo que haca su padre. Sus explicaciones estaban tan fuera de su alcance que viva aterrorizado de que al hacerle una pregunta revelara su gran ignorancia. Puedes venir a cualquier hora, cuando te venga bien, Chuck. Charles siempre haba deseado poder compartir su entusiasmo con Chuck, pero ste nunca haba demostrado el menor inters. Charles crea que si su hijo vea la ciencia en accin, se sentira irresistiblemente atrado hacia ella. No. Tengo clase y luego un par de reuniones.

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Qu lstima. Maana, quiz? pregunt Charles. S, quiz maana. Se baj del auto en la avenida Huntington y luego de despedirse mecnicamente, se alej bajo la nieve. Charles lo observ. Pareca una caricatura de la dcada de los sesenta, fuera de lugar hasta en medio de sus pares. Los otros estudiantes parecan ms despiertos, ms atentos a su aspecto. Casi todos estaban en grupos. Chuck iba solo. Charles pens que tal vez Chuck haba sufrido mucho ms que sus hermanos las enfermedad y muerte de su madre. Esperaba que la presencia de Cathryn contribuyera a aliviar en algo la situacin, pero desde la boda, Chuck se haba vuelto todava ms distante y reservado. Charles dej atrs la avenida Huntington y se dirigi hacia Cambridge. Mientras cruzaba el ro por el puente de la Universidad de Boston, Charles empez a hacer planes para el da. Era infinitamente ms sencillo tratar con las complejidades de la vida intracelular que con la incertidumbre de la educacin de los hijos. En Memorial Drive, Charles gir a la derecha, luego casi en seguida a la izquierda, para entrar en la zona de estacionamiento del Instituto de Investigaciones Weinburger. Empez a sentirse mejor. Al bajar del auto not que ya haba muchos otros, algo raro para esa hora de la maana. Incluso el Mercedes azul del director estaba en el lugar que le corresponda. Sin importarle el tiempo, Charles se qued de pie un momento pensando en el significado que poda tener aquello, luego ech a andar hacia el instituto. Era un edificio moderno de cuatro pisos, hecho de ladrillo y vidrio, semejante al hotel Hyatt, que estaba cerca, aunque sin el perfil piramidal de ste. Estaba situado a orillas del ro Charles, entre Harvard y el Instituto de Tecnologa, frente al campus de la Universidad de Boston. Por eso no era extrao que el instituto no tuviera dificultades en reclutar investigadores. La recepcionista lo vio por el vidrio de espejo mientras se acercaba y apret un botn para abrir la puerta de cristal grueso. Las medidas de seguridad eran estrictas debido al valor del instrumental cientfico y a la naturaleza de algunas investigaciones, especialmente las genticas. Charles cruz la alfombrada rea de recepcin, y dijo buenos das a la recatada seorita Andrews, que haba ingresado haca poco. Ella inclin la cabeza y observ a Charles bajo sus bien depiladas cejas. Charles se pregunt cunto durara. La vida de los encargados de la recepcin en el instituto era de muy corta duracin. Con una exagerada reaccin tarda, Charles se detuvo en el saln principal y volvi atrs para poder ver la sala de espera. En medio de una nube de humo de cigarrillos, una pequea multitud se arremolin, excitada. Doctor Martel... doctor Martel grit uno de los hombres. Sorprendido al or su nombre, Charles entr en la sala y se vio rodeado de inmediato por todas las personas, que hablaban a la vez. El hombre que lo haba llamado le puso un micrfono a unos centmetros de la nariz. Soy del Globe dijo el hombre. Puedo hacerle unas cuantas preguntas? Charles hizo a un lado el micrfono, e inici una retirada hacia el saln. Doctor Martel, es verdad que usted se va a hacer cargo del estudio? grit una mujer, tomndolo del bolsillo del abrigo. No concedo entrevistas dijo Charles, y se desprendi de la pequea multitud. Inexplicablemente, los reporteros se detuvieron en el umbral de la sala de espera. Qu demonios pasa aqu? se pregunt Charles al dejar de correr. Empez a caminar rpidamente. Odiaba los medios de comunicacin. La enfermedad de Elizabeth haba atrado la atencin de la prensa, por alguna razn, y en repetidas ocasiones Charles se haba sentido ultrajado al ver que su tragedia personal se converta en un suceso trivial para que la gente leyera con el caf del desayuno. Entr en el laboratorio y cerr la puerta de un golpe.

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Ellen Sheldon, su ayudante de laboratorio desde haca seis aos, dio un respingo. Estaba concentrada en medio de la quietud del laboratorio mientras preparaba el equipo para separar seroprotenas. Como de costumbre, haba llegado a las siete y cuarto, para prepararlo todo antes de la llegada de Charles, que invariablemente se produca a las ocho menos cuarto. Le gustaba estar trabajando a las ocho en punto, sobre todo en los ltimos tiempos, en que todo iba tan bien. Si yo diera un portazo como se, me lo recordaras toda la vida dijo Ellen, irritada. Era una mujer morena y atractiva, de treinta aos, que llevaba el pelo recogido, aunque siempre se le escapaban unos mechones que le caan sobre la nuca. Cuando la contrat, sus colegas, celosos, le hicieron toda clase de bromas, pero en realidad Charles no empez a apreciar su extica belleza hasta haber trabajado con ella varios aos. Sus rasgos no eran excepcionales individualmente; era el conjunto lo que resultaba interesante. Sin embargo, para Charles los aspectos ms importantes eran su intelecto, su disposicin para el trabajo y su excelente formacin en el Instituto Tecnolgico. Siento haberte sobresaltado se excus Charles, mientras colgaba el abrigo. Hay un montn de periodistas all abajo, y ya sabes cmo me ponen. Todos lo sabemos convino Ellen, volviendo a su tarea. Charles se sent al escritorio y empez a revisar sus papeles. El laboratorio era un cuarto grande y rectangular con una oficina privada en la parte posterior, separada por una puerta. Charles haba prescindido de la oficina y haba puesto un escritorio funcional de metal en el laboratorio, convirtiendo la oficina en un cuarto para los animales. El recinto principal para los animales era un ala separada, en la parte de atrs del instituto, pero Charles quera que algunos de Ios animales que utilizaba en sus experimentos estuvieran cerca para poder supervisar su cuidado con mayor atencin. Los buenos resultados de los experimentos dependan en gran parte del esmero con que se cuidara a los animales, y Charles procuraba que no se pasase por alto un solo detalle. Qu hacen todos estos periodistas aqu, de todos modos? pregunt Charles. Es cierto que nuestro intrpido lder hizo algn descubrimiento importante mientras se baaba anoche? Debes ser un poco ms generoso le record Ellen, reprendindolo. Alguien tiene que hacer el trabajo administrativo. Perdname dijo Charles, con exageracin sarcstica. En realidad, es algo serio explic Ellen. El New York Times se enter del episodio de Brighton. A estos mdicos de la nueva generacin s que les gusta la publicidad dijo Charles, meneando la cabeza con asco. Yo crea que despus de ese artculo delirante en Times hace un mes, haba quedado satisfecho. Qu diablos hizo? No me digas que no te has enterado? pregunt Ellen con incredulidad. Ellen, yo vengo a trabajar. T, ms que nadie, deberas saberlo. Es verdad. Pero esta situacin de Brighton... Todo el mundo se ha enterado. Ha sido la comidilla del instituto durante una semana por lo menos. Si no te conociera mejor, dira que ests tratando de hacerme enfadar. Si no me lo quieres decir, no me lo digas. En realidad, por tu tono de voz, empiezo a pensar que sera mejor que no me dijeras nada. Bueno, es malo dijo Ellen. El jefe del departamento de animales denunci al director que el doctor Thomas Brighton haba estado entrando a hurtadillas al laboratorio, y sustituyendo los ratones enfermos de cncer por otros sanos. Qu maravilla! exclam Charles con sarcasmo. Evidentemente, la idea era hacer que su droga pareciera milagrosamente eficaz.

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Exactamente. Lo ms interesante es que ha sido su droga, Cancern, la que le ha dado toda esta publicidad reciente. Y su posicin aqu en el instituto agreg Charles sinti que se pona colorado de desprecio. No aprobaba la publicidad de la que se haba rodeado el doctor Thomas Brighton, pero al dar su opinin se haba dado cuenta de que la gente crea que estaba celoso. Le tengo lstima dijo Ellen. Esto seguramente tendr un efecto muy grave en su carrera. Oigo bien? pregunt Charles. Sientes lstima por ese conspirador hijo de puta? Ojal le prohban el ejercicio de la medicina y lo echen con una patada en el culo. Se supone que es un doctor en medicina. Hacer trampas en la investigacin es tan malo como hacer trampas atendiendo a los pacientes. No! Es peor. En la investigacin se termina por hacer dao a muchas ms personas. Yo no me apresurara a juzgarlo. A lo mejor estaba bajo presin con tanta publicidad. Puede haber circunstancias atenuantes. Cuando se trata de integridad no puede haber circunstancias atenuantes . Pues yo no estoy de acuerdo. Las personas tienen problemas. No todos somos superhombres, como t. No empieces con toda esa mierda psicolgica dijo Charles. Le sorprenda la inquina que esconda el comentario de Ellen. Muy bien, no seguir. Pero un poco de generosidad humana te vendra bien, Charles Martel. Te importan un rbano los sentimientos de los dems. Slo te ocupas de ti mismo. La voz de Ellen temblaba de emocin. Se produjo un silencio tenso en el laboratorio. Ellen volvi ostensiblemente a su tarea. Charles abri su libro de laboratorio, pero no poda concentrarse. No haba sido su intencin enfurecerse tanto, y evidentemente haba ofendido a Ellen. Era realmente insensible a los sentimientos de los dems? Era la primera vez que Ellen deca algo negativo sobre l. Charles se pregunt si tendra algo que ver con la breve relacin que mantuvieron antes de que l conociera a Cathryn. Despus de muchos aos de trabajar juntos, fue ms el resultado de la cercana que del amor. Sucedi en un momento en que Charles por fin haba salido de la depresin inmovilizadora despus de la muerte de Elizabeth. Slo dur un mes. Luego lleg Cathryn al instituto, para trabajar temporalmente durante el verano. Despus, l y Ellen no volvieron a hablar del asunto. A Charles le haba parecido mejor entonces dejar que el episodio se olvidara. Siento haberme enfadado dijo Charles. No era mi intencin. Me he dejado llevar. Yo siento haber dicho lo que he dicho se disculp Ellen, en su voz todava se detectaba la emocin que la embargaba. Charles no qued convencido. Quera preguntarle si crea realmente que l era insensible, pero no se atreva. Me olvidaba agreg Ellen. El doctor Morrison quiere verte cuanto antes. Ha llamado antes de que llegaras. Morrison puede esperar dijo Charles. Empecemos nuestro trabajo.

Cathryn estaba irritada con Charles. No era la clase de persona que trata de reprimir sus sentimientos; adems, se senta justificada. En vista de la hemorragia nasal de Michelle, bien podra su marido haber alterado sus sagrados horarios para llevarla l mismo al hospital peditrico. Despus de todo, l era el mdico. Cathryn tuvo una imagen mental horrible: vio que Michelle volva a sufrir una hemorragia

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en el coche. Podra desangrarse hasta morir? Cathryn no estaba segura, pero la posibilidad le pareca lo suficientemente real como para asustarse. Cathryn aborreca todo lo que tuviera que ver con enfermedad, sangre y hospitales. No estaba segura acerca de la causa de su temor, aunque posiblemente hubiera contribuido una experiencia desagradable que tuvo a los diez aos, debido a un caso complicado de apendicitis. Se presentaron dificultades en el diagnstico, primero en el consultorio del mdico, luego en el hospital. Hasta ese da recordaba claramente los azulejos blancos y el olor antisptico. Pero lo peor haba sido la penosa experiencia del examen vaginal. Nadie trat de explicarle nada. Slo la sujetaron. An recordaba la angustia y la desesperacin. Charles saba todo eso, pero aun as insisti en que deba llegar a tiempo al laboratorio y dej que ella acompaara a Michelle. Cathryn decidi que la unin hace la fuerza, de modo que llam a Marge Schonhauser por el telfono de la cocina para preguntarle si quera ir a Boston. Si Tad segua en el hospital, exista una buena posibilidad de que as fuera. Levantaron el telfono a la segunda llamada. Era Nancy, la hija de diecisis aos. Mam ya est en el hospital. Bueno dijo Cathryn . Tratar de verla all, pero si no la veo, dile que la he llamado. S asegur Nancy. Se alegrar de saber que la ha llamado. Qu tal est Tad? pregunt Cathryn. Volver pronto a casa? Est muy enfermo, seora Martel. Tuvieron que hacerle un transplante medular. Nos hicieron pruebas a todos pero la nica compatible era Lisa. Est en una cmara para protegerse contra los grmenes . Lo siento mucho dijo Cathryn. Sinti que su fortaleza la abandonaba. No tena idea de qu era un transplante medular, pero pareca algo serio. Se despidi de Nancy y colg el receptor. Se qued sentada un momento, pensando. Le espantaba el aspecto emocional de una confrontacin con Marge, y se senta culpable por no haberla llamado antes. La enfermedad de Tad haca que sus temores por la hemorragia nasal de Michelle parecieran nimios en comparacin. Inspir hondo y entr en la sala. Michelle estaba mirando el noticiero de la maana en la televisin, sentada en el sof. Despus de un zumo de naranja y un breve descanso se encontraba considerablemente mejor, aunque molesta. Charles no haba dicho nada, pero ella estaba segura de que estaba decepcionado. La hemorragia nasal haba sido la provocacin final. He llamado al consultorio del doctor Wiley anunci Cathryn con toda la animacin de que logr hacer acopio y la enfermera me ha dicho que vayamos cuanto antes. De lo contrario, tendremos que esperar mucho. Vmonos, entonces. Me encuentro mucho mejor minti Michelle. Forz una sonrisa pero le temblaron los labios. Muy bien dijo Cathryn. Pero te quedars quieta. Yo te traer el abrigo y las otras cosas. Cathryn empez a subir la escalera. Cathryn, me parece que ya estoy bien. Ya puedo ir a la escuela. Como para fundamentar su opinin, Michelle baj las piernas y se puso de pie. Se senta muy dbil, pero aun as segua sonriendo, vacilante. Cathryn se volvi a mirar a su hija adoptiva, y sinti una oleada de emocin por la niita que Charles tanto amaba. Cathryn no tena idea de por qu Michelle querra negar su enfermedad, a menos que le tuviera miedo al hospital, como ella. Se acerc a la nia y la abraz con fuerza. No tienes por qu tener miedo, Michelle.

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No tengo miedo repuso Michelle, resistindose al abrazo de Cathryn. No? le pregunt Cathryn, por decir algo. Siempre le sorprenda que alguien rechazara su afecto. Sonri forzadamente sin quitar las manos de los hombros de Michelle. Creo que puedo ir a la escuela. No tengo por qu hacer gimnasia si escribes una nota de justificacin. Michelle. Hace un mes que no te encuentras bien. Esta maana tenas fiebre. Es hora de que hagamos algo. Pero es que ya estoy bien, y quiero ir a la escuela. Quit las manos de los hombros de Michelle y estudi el rostro desafiante de la nia. En muchos sentidos, Michelle segua siendo un misterio. Era tan concienzuda y seria, que pareca madura para su edad, pero por alguna razn mantena a Cathryn a cierta distancia. Cathryn se preguntaba hasta qu punto eso se debera a que Michelle hubiera perdido a su madre a los tres aos. Ella misma saba lo que significaba crecer con un solo progenitor, debido a que su padre haba abandonado a su madre. Yo s lo que vamos a hacer anunci Cathryn, preguntndose cul sera la mejor manera de tratar el problema . Volver a tomarte la temperatura. Si tienes fiebre, iremos al hospital; de lo contrario no iremos . La temperatura de Michelle era de treinta y ocho grados. Una hora y media ms tarde, Cathryn entraba en el garaje del Hospital Peditrico y sacaba de la mquina la tarjeta de estacionamiento. Por suerte, haban viajado sin novedades. Michelle habl muy poco durante el trayecto, limitndose a responder preguntas directas. A Cathryn le pareci que la nia estaba exhausta, con las manos inmviles sobre la falda, como un ttere que espera que lo muevan desde arriba. En que ests pensando? le pregunt rompiendo el silencio. No haba espacio libre para estacionar y tuvieron que circular de un lugar a otro. En nada contest Michelle, sin moverse. Cathryn la observ por el rabillo del ojo. Quera tanto que la nia bajara la guardia y aceptara su cario... No quieres compartir tus pensamientos? insisti. No me encuentro bien, Cathryn. Me encuentro muy mal. Me parece que tendrs que ayudarme a bajar del coche. Cathryn la mir y detuvo el coche abruptamente. Se acerc y la abraz. La niita no opuso resistencia. Se corri y apoy la cabeza sobre el pecho de Cathryn, que sinti las lgrimas tibias de Michelle sobre el brazo. Slo quiero ayudarte, Michelle. Te ayudar cuando me necesites. Te lo prometo. Cathryn tena la sensacin de haber traspuesto finalmente una frontera indefinida. Le haba costado dos aos y medio de paciencia, pero renda sus frutos. Un bocinazo agudo la volvi a la realidad presente. Hizo un cambio y reinici la marcha, satisfecha de que Michelle siguiera abrazndola. Cathryn se senta ms que nunca en su vida como una madre verdadera. Cuando entraron por la puerta giratoria, Michelle estaba tan dbil que permiti que ella la ayudara. En el mostrador de recepcin, Cathryn llen de inmediato un formulario solicitando una silla de ruedas, y aunque al principio Michelle se resisti, finalmente le permiti que empujara la silla. Cathryn sinti que la felicidad de tener a Michelle tan prxima la ayudaba a amortiguar el horror al hospital. El decorado tambin contribua: el suelo del vestbulo

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estaba recubierto de acogedores azulejos mexicanos, y el tapizado de los sillones era de tonos anaranjados y amarillos. Incluso haba muchas plantas. Pareca ms bien un hotel de lujo que el hospital de una gran ciudad. Los consultorios de pediatra eran igualmente acogedores. Ya haba cinco pacientes esperando en la sala del doctor Wiley. Para desagrado de Michelle, ninguno tena mas de dos aos. Se hubiera quejado, slo que vio los consultorios a travs de una puerta abierta y record por qu estaba all. Se acerc a Cathryn y le pregunt: No me pondrn una inyeccin, no? No tengo ni idea dijo Cathryn. Luego, si te sientes con nimo, podemos hacer algo divertido. Lo que quieras. Podramos visitar a pap? pregunt la nia. Su mirada se aviv. Por supuesto contest Cathryn. Coloc a Michelle junto a una silla vaca, y all se sent ella. Una madre con un nio de cinco aos, que gimoteaba, salieron del consultorio. Otra de las madres, con un niito diminuto, se puso de pie y entr. Preguntar a la enfermera si puedo llamar por telfono dijo Cathryn. Quiero averiguar dnde est Tad Schonhauser. Ests bien verdad? S afirm Michelle. En realidad, me encuentro muy bien. Qu suerte dijo Cathryn al ponerse de pie. Michelle observ cmo Cathryn se diriga hasta el escritorio de la enfermera. Su larga cabellera castaa se mova al caminar. La vio usar el telfono. Record que su padre siempre deca que le gustaba el color del pelo de su madrastra, y dese que el de ella fuera igual. De pronto ansi ser vieja, como de unos veinte aos para poder ser mdica, hablar con Charles y trabajar en su laboratorio. Charles le haba dicho que los mdicos no tenan que poner inyecciones, para eso estaban las enfermeras. Michelle rog que no le pusieran una inyeccin. No le gustaba.

Doctor Martel dijo el doctor Peter Morrison, de pie en la puerta del laboratorio de Charles. No te han dado el recado? Charles, que estaba cargando muestras de suero en un mostrador automtico de radiactividad, se irgui para mirar a Morrison, jefe administrativo del departamento de fisiologa. Estaba apoyado en la jamba de la puerta, con expresin tensa, de enfado. La luz del tubo fluorescente del cielo raso se reflejaba en las lentes de sus gafas de montura de concha. Ir a verte dentro de diez o quince minutos dijo Charles. Tengo una cosa importante que terminar. Morrison consider las palabras de Charles un momento. Te esperar en mi oficina. La puerta se cerr lentamente tras l. No deberas provocarlo le advirti Ellen . No haces ms que causar dificultades.

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Le hace bien afirm Charles. Le da algo en qu pensar. No tengo idea de qu hace en esa oficina que tiene. Alguien tiene que ocuparse de los asuntos administrativos seal Ellen. La irona es que alguna vez fue un buen investigador dijo Charles. Ahora toda su vida est dominada por su ambicin de llegar a ser director. No hace otra cosa que firmar papeles, asistir a reuniones, ir a almorzar y a fiestas de beneficencia. En esas fiestas se recauda mucho dinero. Supongo que s. Pero no se necesita un doctorado en fisiologa para hacer todas esas cosas. Me parece un desperdicio. Si las personas que donan dinero en esos banquetes llegaran a descubrir la nfima proporcin que se destina a la investigacin, se quedaran heladas. En eso estoy de acuerdo contigo concord Ellen. Deja que yo termine de colocar las muestras. T ve a ver a Morrison y vuelve pronto porque voy a necesitar tu ayuda para extraer sangre a los ratones. Diez minutos ms tarde, Charles subi la escalera de incendio para llegar al segundo piso. No tena idea de por qu quera verlo Morrison, aunque supona que era para inyectarle nimos y pedirle que publicara algo para algn congreso. Charles difera de sus colegas con respecto a las publicaciones. Nunca haba querido apresurarse a publicar. Aunque a menudo las carreras de investigacin eran valoradas de acuerdo con la cantidad de artculos publicados, la tenaz dedicacin y la capacidad de Charles le haban granjeado el respeto de sus colegas, muchos de los cuales solan decir que eran los hombres como Charles los que hacan los grandes descubrimientos cientficos. Era el departamento administrativo el que protestaba. El despacho del doctor Morrison quedaba en el rea administrativa del segundo piso, donde las paredes de los salones estaban agradablemente pintadas de beige y cubiertas de sombros retratos al leo de antiguos directores que vestan la toga acadmica. La atmsfera era totalmente distinta a la de los utilitarios laboratorios de la planta baja y el primer piso. Daba la impresin de un prspero despacho de abogados ms que de una organizacin mdica sin fines de lucro. Su opulencia nunca dejaba de irritar a Charles: saba que el dinero provena de personas que crean contribuir a la investigacin. Con este estado de nimo Charles se encamin al despacho de Morrison. Estaba a punto de entrar cuando not que una de las secretarias lo miraba. Presinti la misma excitacin reprimida que haba sentido esa maana, como si todos esperaran que sucediera algo. Cuando Charles entr, Morrison se levant de detrs de su ancho escritorio de caoba y sali a su encuentro extendiendo la mano. Su fastidio se haba evaporado. Charles le estrech la mano automticamente, aunque se sinti estupefacto por el gesto. No tena nada en comn con ese hombre. Morrison luca un traje a rayas, recin planchado, camisa blanca, almidonada y corbata de seda. Sus zapatos, confeccionados a mano, estaban bien lustrados. Charles llevaba su acostumbrada camisa azul de algodn, la corbata floja, con el nudo entre el segundo y el tercer botn y las mangas arrolladas. Llevaba unos pantalones anchos y los mocasines estropeados. Bienvenido dijo Morrison, como si no hubiera visto ya a Charles esa maana. Con un ademn le indic que se sentara en el sof de cuero colocado en el fondo de la oficina, desde donde se vea el ro. Caf? le pregunt, mostrando sus dientes pequeos y blancos. Charles rechaz cortsmente la invitacin, se sent en el sof y se cruz de brazos. Pasaba algo raro, y estaba intrigado. Has visto el New York Times de hoy? le pregunt Morrison. Charles mene la cabeza negativamente.

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Morrison camin hasta su escritorio, tom el diario y le mostr un artculo de la primera pgina. Al sealarlo, su pulsera de identificacin, de oro, asom por debajo de la manga de la camisa. ESCANDALO EN EL INSTITUTO WEINBURGER. Charles ley el primer prrafo, que parafraseaba lo que le haba contado Ellen. Era suficiente. Terrible, eh? pregunt Morrison en tono montono. Charles asinti con la cabeza, aunque estaba a medias de acuerdo. Saba que el incidente tendra un efecto negativo en las finanzas durante un tiempo, pero al mismo tiempo desplazara del centro de inters a la nueva droga, Cancern, que injustificadamente haba atrado toda la atencin de la gente, para llevar esa atencin hacia reas ms promisorias. Charles pensaba que Cancern era slo un agente alcalinizante ms. Para l, la solucin para el cncer estaba en la inmunologa, no en la quimioterapia, si bien reconoca la creciente cantidad de curas logradas en los ltimos aos. El doctor Brighton no debera haber hecho todo esto dijo Morrison. Es demasiado joven e impaciente. Charles esper a que Morrison fuera al grano. Tendremos que deshacernos de l agreg Morrison. Charles asinti, mientras Morrison se embarcaba en una explicacin del comportamiento de Brighton. Observ la reluciente calva del director. El poco pelo que le quedaba estaba detrs de las orejas, y se lo juntaba en una franja peinada cuidadosamente. Un momento dijo Charles, interrumpindolo. Todo esto es muy interesante, pero tengo un experimento importante en marcha abajo. Queras decirme algo en especial? Por supuesto contest Morrison, arreglndose el puo de la camisa. Su voz se volvi ms seria. Junt los dedos de las dos manos. La junta de directores del instituto se anticip al artculo del New York Times y tuvo una reunin de emergencia anoche. Decidimos que, de no actuar rpidamente, la verdadera vctima del caso Brighton sera la nueva y prometedora droga, Cancern. Supongo que comprenders nuestra preocupacin no? Por supuesto dijo Charles. En el horizonte de su mente empez a formarse una nube negra. Se decidi tambin que la nica forma de salvar el proyecto era que el instituto apoyara pblicamente la droga designando a su cientfico ms prestigioso para que completara los experimentos. Tengo la gran satisfaccin de comunicarte, doctor Charles Martel, que t resultaste elegido. Charles cerr los ojos y se peg en la frente con la mano abierta. Quera salir corriendo de la oficina, pero se contuvo. Lentamente, volvi a abrir los ojos. Los labios delgados de Morrison estaban extendidos en una sonrisa. Charles no estaba seguro de si Morrison se daba cuenta de su reaccin, en cuyo caso se estaba burlando de l, o si crea sinceramente que le estaba dando una buena noticia. No puedo decirte lo contento que estoy prosigui Morrison porque la junta eligi a un hombre de mi departamento. No es que me sorprenda, entindeme. Todos hemos trabajado incansablemente para el Weinburger. Pero es agradable que de vez en cuando lo reconozcan. Y, por supuesto, fui yo quien te propuso. Bueno empez a decir Charles con la voz ms firme que pudo. Espero que trasmitas a la junta mi agradecimiento por su voto de confianza, pero lamentablemente no estoy en posicin de ocuparme del proyecto Cancern. Te dars cuenta de que mi propio trabajo va muy, muy bien. Tendrn que buscar a otro. Estars bromeando dijo Morrison. Su sonrisa disminuy, luego se esfum.

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En absoluto. Con el progreso que estoy haciendo, no puedo de ninguna manera abandonar mi trabajo actual. Mi asistente y yo hemos tenido xito y vamos a un ritmo ms rpido. Pero no has publicado nada desde hace varios aos. Qu clase de ritmo es se? Adems, los fondos para tus investigaciones provienen, casi en su totalidad, del instituto. Hace muchsimo tiempo que no se producen donaciones importantes gracias a tu trabajo. S que eso se debe a que has insistido en permanecer en el campo inmunolgico de las investigaciones, y hasta ahora yo siempre te he respaldado. Pero ahora se necesitan tus servicios. En cuanto termine el proyecto Cancern podrs volver a tu trabajo. Es as de sencillo. Morrison se puso de pie y volvi a su escritorio para darle a entender que para l le entrevista haba terminado, y que la decisin estaba tomada. Pero yo no puedo abandonar mi trabajo insisti Charles, sintindose desesperado. En este momento es imposible. Todo marcha muy bien. Y mi desarrollo del proceso del hibridoma? Deberan tenerlo en cuenta. Ah, el hibridoma dijo Morrison. Un trabajo maravilloso. Quin hubiera pensado que un linfocito sensibilizado pudiera fusionarse con una clula cancerosa para hacer una especie de fbrica celular de anticuerpos? Brillante! Slo que existen dos problemas. Primero: eso fue hace muchos aos; y segundo: no publicaste el descubrimiento. Habramos podido sacar provecho de l. En cambio, fue otra institucin la que se llev la fama. Yo, en tu lugar, no dependera del desarrollo del hibridoma para asegurar mi posicin ante la junta de directores. No me molest en publicar el proceso del hibridoma porque no era ms que un paso en mi experimento. Nunca me he impacientado por publicar. Todos lo sabemos. En realidad, sa es probablemente la principal razn por la que ests donde ests, y no eres jefe de departamento. No quiero ser jefe de departamento! grit Charles, empezando a perder la paciencia. Yo quiero investigar, no barajar papeles y asistir a fiestas benficas. Supongo que eso es un insulto personal dijo Morrison. Puedes tomarlo como quieras contest Charles, que haba abandonado los esfuerzos por controlar su furia. Se puso de pie, se acerc al escritorio de Morrison y lo acus con el dedo. Te dir cul es la razn principal por la que no puedo ocuparme del proyecto Cancern. No creo en l! Qu demonios quieres decir? La paciencia de Morrison tambin iba desapareciendo. Quiero decir que los venenos celulares como Cancern no son la solucin para el problema del cncer. Se presume que matan las clulas cancerosas con mayor rapidez que las normales de modo que despus que se detiene la enfermedad al paciente todava le quedan clulas normales para seguir viviendo. Eso es slo un enfoque provisional. La cura verdadera del cncer slo puede producirse cuando se comprendan mejor los procesos celulares de la vida, en especial la comunicacin qumica entre las clulas. Charles empez a pasearse por la habitacin, deslizndose nerviosamente los dedos por el pelo. Morrison, en cambio, no se movi. Se limit a seguir con la mirada los movimientos giratorios de Charles. Te digo grit Charles que el ataque contra el cncer se est haciendo desde una perspectiva equivocada. El cncer no puede ser considerado una enfermedad como si se tratara de una infeccin porque eso alienta el concepto errneo de que pueda existir una cura mgica, como un antibitico. Charles dej de pasearse y se apoy en el escritorio de Morrison, mirndolo. Habl con voz ms tranquila pero ms apasionada. He estado pensando mucho en esto. El cncer no es una enfermedad en el sentido tradicional del concepto, sino el desenmascaramiento de una forma de vida ms primitiva, como las que existan en el comienzo del tiempo, cuando se estaban desarrollando los organismos multicelulares. Piensa. En una

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poca, hace eones, slo existan criaturas unicelulares que, egostamente, se ignoraban entre s. Pero luego, despus de unos cuantos millones de aos, algunas se reunieron en grupo porque era ms eficaz. Se comunicaron qumicamente, y esta comunicacin hizo posible que existieran organismos multicelulares como nosotros. Por qu una clula del hgado slo hace lo que hace una clula del hgado, lo mismo que sucede con una clula del corazn, o del cerebro? La respuesta reside en la comunicacin qumica. Pero las clulas cancerosas no reaccionan a esta comunicacin qumica. Se han independizado, han vuelto a una etapa ms primitiva, como esos organismos unicelulares que existan hace millones de aos. El cncer no es una enfermedad, sino una pista de la organizacin bsica de la vida. Y la inmunologa es el estudio de esta comunicacin. Charles concluy su soliloquio apoyado sobre el escritorio de Morrison. Se hizo un silencio incmodo. Morrison se aclar la garganta, alej del escritorio el silln de cuero y se sent. Muy interesante dijo. Lamentablemente, no nos ocupamos de asuntos metafsicos. Y debo recordarte que hace ms de una dcada que se estudia el aspecto inmunolgico del cncer sin que se haya contribuido significativamente a prolongar la vida del enfermo . De eso se trata dijo Charles, interrumpindolo. La inmunologa proporcionar una cura, no un alivio. Por favor dijo con suavidad Morrison. Yo te he escuchado, ahora quiero que me escuches t. Hay muy poco dinero disponible para la inmunologa actualmente. Eso es un hecho. El proyecto de Cancern est respaldado por una enorme subvencin, tanto del Instituto Nacional del Cncer como de la Sociedad Estadounidense del Cncer. El Weinburger necesita dinero. Charles trat de interrumpirlo, pero Morrison se lo impidi. Charles se desplom sobre un silln. Senta que el peso de la burocracia del instituto lo rodeaba como un pulpo gigantesco. Morrison se quit las gafas ceremoniosamente y las puso sobre el secante. T eres un cientfico excelente, Charles. Eso lo sabemos todos, y por eso te necesitamos en este momento. Pero tambin eres un hombre rebelde, y en ese sentido se te tolera ms que de lo que se te aprecia. Tienes enemigos aqu, tal vez motivados por los celos, tal vez por verte tan justo y bueno ante sus propios ojos. Yo te he defendido muchas veces. Hay muchos que desearan que te fueras. Te digo todo esto por tu propio bien. Anoche en la reunin suger que tal vez t no quisieras hacerte cargo del proyecto Cancern. Se decidi que, en ese caso, no se necesitaran ms tus servicios. No ser difcil encontrar a alguien que ocupe tu lugar para un proyecto como ese. No se necesitaran ms mis servicios! Las palabras resonaron dolorosamente en su mente. Charles trat de ordenar sus ideas. Puedo decir algo ahora? pregunt. Por supuesto contest Morrison. Dime que te hars cargo del proyecto Cancern. Eso es lo que quiero or. He estado muy ocupado abajo dijo Charles,pasando por alto el ltimo comentario de Morrison, y estoy haciendo progresos a paso acelerado. Intencionalmente, he guardado el secreto, pero creo que estoy prximo a descubrir la naturaleza del cncer y, posiblemente, el modo de curarlo. Morrison estudi su expresin, tratando de descubrir si era sincero. Se trataba de una treta? Delirios de grandeza? Morrison mir sus ojos azul claro, la alta frente surcada de arrugas. Conoca a la perfeccin su pasado, la muerte de su mujer, el cambio repentino de la medicina clnica a la investigacin. Saba que era brillante, pero que le gustaba trabajar solo. Sospechaba que la idea de Charles de estar prximo bien poda significar unos diez aos ms. Curar el cncer dijo Morrison, sin molestarse en disimular el tono de sarcasmo. No apart los ojos del rostro de Charles. Sera muy bonito. Todos nos enorgulleceramos. Pero... tendrs que esperar a que se complete el proyecto Cancern. El laboratorio Leslie, que tiene la patente, est ansioso por empezar

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la produccin. Si me perdonas ahora, tengo cosas que hacer. No se hablar ms del asunto. Ve a consultar los libros que tratan de Cancern y empieza a trabajar. Buena suerte. Si tienes algn problema, hzmelo saber. Charles sali aturdido del despacho de Morrison, aplastado por la perspectiva de tener que abandonar sus investigaciones a la fuerza en un momento tan crtico. Consciente de la mirada inquisitiva de la pulcra secretaria de Morrison, Charles apret el paso hasta la escalera de incendio, abriendo la puerta con fuerza. Baj lentamente. Le daba vueltas la cabeza. En toda su vida nadie lo haba amenazado con echarlo. Aunque estaba seguro de conseguir otro empleo, la idea de quedar a la deriva durante un tiempo, por corto que fuera, lo anonadaba, especialmente con todas las obligaciones financieras que tena. Al abandonar su consultorio, Charles haba abandonado tambin su posicin acomodada. El sueldo de investigador apenas les alcanzaba, especialmente ahora que Chuck iba a la universidad. Al llegar al primer piso, Charles enfil el corredor en direccin a su laboratorio. Necesitaba tiempo para pensar.

Su turno haba llegado. Una enfermera, que pareca salida de una pelcula de Doris Day, de la dcada de los cincuenta, llam a Michelle por su nombre y permaneci junto a la puerta abierta. Michelle tom con fuerza la mano de su madrastra cuando entraron en el consultorio. Cathryn no saba cul de las dos estaba ms tensa. El doctor Wiley levant la vista de un historial clnico que tena sobre su escritorio, y las mir por encima de las gafas. Cathryn nunca haba visto al doctor Wiley, pero todos los chicos lo conocan. Michelle le dijo a Cathryn que lo haba ido a ver haca cuatro aos, cuando tuvo varicela. Tena ocho aos entonces. Cathryn se sinti cautivada de inmediato por el atractivo del hombre. Aparentaba alrededor de sesenta aos, y emanaba de l ese aire paternal, tranquilizador, que las personas asocian tradicionalmente con los mdicos. Era alto, de pelo canoso, muy corto, y llevaba un abundante bigote gris. La corbata roja de lazo, con el nudo hecho a mano, le daba un aspecto personal que irradiaba vigor. Con sus manos grandes, aunque suaves, dej el historial clnico sobre el escritorio y se inclin hacia adelante. Bueno, bueno dijo el doctor Wiley. La seorita Martel est hecha toda una dama. Ests muy hermosa. Algo plida, pero hermosa. Presntame a tu nueva mam. No es mi nueva mam dijo Michelle, indignada. Hace ms de dos aos que es mi nueva mam. Cathryn y el doctor Wiley rieron y, despus de un momento de indecisin, Michelle tambin, aunque no estaba muy segura de por qu. Sintense, por favor dijo el doctor Wiley, indicando las sillas colocadas frente al escritorio. Como clnico consumado que era, haba empezado el examen no bien Michelle entr en su consultorio. Adems de la palidez, haba notado el paso inseguro de la nia, su postura agobiada, la mirada vidriosa de sus ojos azules. Tras abrir el historial clnico de Michelle, que acababa de releer, tom un lpiz. Qu sucede? Cathryn describi la enfermedad de Michelle, y sta agreg comentarios aqu y all. Cathryn dijo que todo haba empezado gradualmente, con fiebre y un malestar general. Crean que tena gripe, pero no se le iba. Algunas maanas estaba bien, otras muy mal. Cathryn concluy diciendo que haba decidido llevarla finalmente para que la examinara, en caso de que necesitara antibiticos. Muy bien dijo el doctor Wiley. Me gustara quedarme a solas con Michelle, si no le molesta, seora Martel. Se puso de pie, se dirigi a la puerta del consultorio, y la abri.

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Cathryn se qued confundida un momento, y se puso de pie. Esperaba quedarse con Michelle. El doctor Wiley sonri clidamente y, como si leyera la mente, le asegur: Michelle estar cmoda conmigo. Somos viejos amigos. Cathryn apret ligeramente el hombro de Michelle y se encamin hacia la puerta, donde se detuvo. Cunto tardar? Tengo tiempo de visitar a un enfermo? Creo que s. Tardaremos unos treinta minutos. Volver antes, Michelle dijo Cathryn. Michelle se despidi con un ademn y la puerta se cerr. Cathryn sigui las instrucciones de la enfermera y desanduvo el camino hasta llegar al vestbulo de recepcin. Al subir al ascensor volvi a sentir su antiguo miedo a los hospitales. Mientras miraba a una pobre niita en una silla de ruedas, se dio cuenta de que los hospitales peditricos eran particularmente intimidantes. La idea de un nio enfermo la descompona. Intent concentrarse en el indicador de pisos situado encima de la puerta, pero una necesidad poderosa e incomprensible atraa su mirada hacia la nia enferma. Cuando se abrieron las puertas en el quinto piso, donde sali del ascensor, tena las piernas como de goma y las palmas de las manos hmedas por la transpiracin. Cathryn se diriga a la unidad de aislamiento Marshall Memorial, pero el quinto piso contena tambin la unidad de terapia intensiva y la sala de recuperacin quirrgica. En el estado sensible en que se encontraba, se vio sometida a las imgenes y sonidos asociados con una crisis mdica aguda. La seal electrnica de los monitores cardacos se mezclaba con los alaridos de nios aterrorizados. Por todas partes se vea una profusin de tubos, botellas y mquinas chirriantes. Era un mundo extrao, poblado por un personal que iba y vena apresuradamente y que a Cathryn le pareca irrazonablemente indiferente al horror que lo rodeaba. Cathryn no se daba cuenta del hecho de que a esos nios se los estaba socorriendo. Durante la pausa que hizo para recobrar el aliento en un corredor angosto con muchas ventanas, Cathryn not que estaba cruzando de un edificio a otro dentro del centro mdico. El corredor era un pacfico puente. Estuvo sola un momento hasta que pas por su lado un hombre en una silla de ruedas motorizada, con la leyenda EXPEDIDOR en la parte de atrs. Sobre un enrejado de metal sonaban de manera discordante tubos de ensayo y frascos llenos de toda clase de muestras de fluidos corporales. El hombre le sonri, y Cathryn le devolvi la sonrisa. Fortificada, sigui su camino. La unidad de aislamiento Marshall Memorial le pareci menos atemorizante. Todas las puertas de las habitaciones estaban cerradas, y no se vean enfermos. Cathryn lleg hasta el puesto de las enfermeras, que le pareci la seccin de venta de pasajes de un aeropuerto moderno y no el centro nervioso de la sala de un hospital. Era un recinto cuadrado, grande, con un grupo de monitores de televisin. Un empleado levant la vista y le pregunt amablemente en qu poda servirla. Busco al nio Schonhauser dijo Cathryn. Quinientos veintiuno dijo el empleado, indicando la direccin con la mano. Cathryn le dio las gracias y se dirigi a la puerta cerrada. Llam con suavidad. Entre directamente le dijo el empleado desde el mostrador. Pero no se olvide la bata. Cathryn puso la mano en el picaporte, abri la puerta y se encontr en una antesala pequea con estantes para ropas de cama y otras cosas, un botiqun, un lavabo y un cesto grande para ropa sucia. Ms all del cesto haba otra puerta con una ventanita de vidrio. Antes de que Cathryn diera un paso, la puerta interior se abri y una figura con mscara y bata entr en el cuarto. Con movimientos rpidos, la persona se

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quit la mscara de papel y el gorro, que arroj en el cesto de basura. Era una enfermera joven, de pelo rojizo y pecas. Hola dijo. Arroj los guantes a la basura y la bata al cesto de ropa sucia. Viene a ver a Tad? Eso espero dijo Cathryn. Est la seora Schonhauser? S, viene todos los das, pobre mujer. No se olvide de la bata. Las precauciones son estrictas. Yo empez a decir Cathryn, pero ya la enfermera traspona la puerta. Cathryn busc en los estantes hasta encontrar los gorros y las mscaras. Se puso uno de cada uno, sintindose ridcula. Al lado haba una bata, que se puso por encima de los hombros. Tuvo dificultad con los guantes de goma; no logr calzarse bien el izquierdo. Los dedos de goma le colgaban de la mano. Abri la puerta interior. Lo primero que vio fue una gran urna de plstico, como una jaula, que rodeaba la cama. Aunque el plstico fragmentaba la imagen, Cathryn logr divisar la forma de Tad Schonhauser. En la fuerte luz fluorescente estaba plido, ligeramente verdoso. Se oa el leve silbido de un tubo de oxgeno. Marge Schonhauser estaba sentada a la izquierda de la cama, leyendo junto a la ventana. Marge llam Cathryn en un susurro. La mujer, de mscara y bata, levant los ojos. S? pregunt. Soy Cathryn. Cathryn? Cathryn Martel. Por Dios exclam Marge, cuando finalmente pudo asociar el nombre. Se puso de pie y dej el libro. La tom de la mano y la llev a la antesala. Antes de que la puerta volviera a cerrarse a sus espaldas, Cathryn mir a Tad. No se haba movido, aunque tena los ojos abiertos. Gracias por venir dijo Marge. Realmente te lo agradezco mucho. Cmo est? pregunt Cathryn. El cuarto extrao y las batas no eran muy alentadores. Muy mal contest Marge. Se quit la mscara. Estaba ojerosa y tensa, con los ojos hinchados y enrojecidos. Le hicieron un trasplante medular, de Lisa, pero no ha resultado. En absoluto. Habl con Nancy esta maana. No tena idea de que Tad estuviera tan enfermo. Cathryn poda sentir la emocin de Marge. Estaba cerca de la superficie, como un volcn a punto de estallar. Nunca haba odo hablar de anemia aplstica dijo Marge, tratando de rer, pero le saltaron las lgrimas. Cathryn tambin se ech a llorar, y las dos mujeres se abrazaron, llorando un rato. Por fin Marge suspir, se hizo hacia atrs y mir a Cathryn a los ojos. Qu bien que has venido! No sabes cunto te lo agradezco. La gente se olvida de una cuando hay un caso grave. Pero es que yo no me imaginaba...murmur Cathryn, con remordimiento. No te estoy culpando a ti explic Marge. Me refiero a la gente, en general. Supongo que no saben qu decir, o tienen miedo a lo desconocido, pero es en estos momentos cuando ms se necesita a las personas.

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Lo siento mucho dijo Cathryn, que no encontraba qu decir. Deseaba haber venido haca semanas. Marge era mayor que ella, de la edad de Charles, ms bien. No obstante, se llevaban bien, y Marge haba sido muy amable y generosa cuando ella lleg a Shaftesbury. Los dems la acogieron con frialdad. No quiero desquitarme