Revista Verd 73 Los volcanes
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ISSN
139
0-53
92
R e c u r s o D i d á c t i c o , E d u c a t i v o y C u l t u r a l
73número
año 11 publicación mensual enero 2015 5,000 ejemplares
Verd AmbienteManejo sostenible
y restauraciónPág. 24 y 25
# 73 Los Volcanes
Editorial
Verd Volcanes
Verd
Verd Volcanes
contenido
Rosalía Arteaga. Volcanes jóvenesy volcanes viejos
Pág. 4
El Curichi
Pág. 20 y 21
Verd VolcanesEl volcán Cotopaxi
Pág. 8
Pág. 10 y 11
Pág. 6 y 7
Ojo VerdVolcán Cotopaxi Las erupciones del
Tungurahua Pág. 9
Presidenta EjecutivaRosalía Arteaga Serrano
Directora EjecutivaClaudia Arteaga Serrano
ResponsableAndrés León Calderón
Consejo Asesor PedagógicoXavier Bustamante, Francisco Delgado,Joseph Garzozi, Alvaro Dahik, María Antonieta Sevi-lla, Manolo Morales, María Sara Jijón,Alfredo Carrasco, Víctor Hugo Villacrés.
Dirección de ArteHenry Méndez [email protected]
LADIECIOCHO comunicacionesTelf.: 2800 829 . 099 8375 080
Diagramación y DiseñoLautaro Colovini
Portada© http://es.gde-fon.com/
Los autores son responsables de los textos publicados, los mismos que no representan necesariamente el pensa-miento de la Dirección y del Consejo Asesor Pedagógico.
VERD es un producto de AS Producciones y Fundación FIDAL.
ImpresiónImprenta de la UniversidadTécnica Particular de Loja
Dirección FIDALCarlos Montúfar 319 E13-352 y MonitorTeléfonos 2448007 - 2446936e – mail: [email protected] - Ecuador
Identificación de contenidos:Formativos, educativos y culturales
Edición mensual correspondientea Enero de 2015
EN LA BOCA DE FUEGO
Pág. 16
Crónicas de viajeSan Cristóbal
Pág. 14 y 15
Verd VolcanesAzuay, primera pro-
vincia en el país que resuelve sus límitesPág. 17
Verd NoticiasVer Noticias
Pág. 19
Verd TurismoDonde lo real tiene
toques de magiaPág. 22 y 23
Verd VolcanesDel cielo de
Quito llovió cenizaPág. 12 y 13
Naturaleza vivaEl árbol de papel
Pág. 26
Publicación mensual / 2014
Verd Chuterías
Verd VolcanesEl Popocatépetl
e IztaccíhuatlPág. 5
Rosal ía Arteaga [email protected]
Edito
rial
Somos parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, esta-mos en una zona de intenso volcanismo como parte de la geografía andina, lo que hace que el tema que tratamos en esta publicación sea de permanente ac-tualidad y también de preocupación, más aún para los moradores de las zonas aledañas a los volcanes que han demostrado actividad más reciente, aunque también forma parte del imaginario colectivo con le-yendas y con una mitología particular que enriquecen nuestro acervo y nuestra identidad como país andino.
De igual manera, los volcanes, al formar parte de nuestro paisaje, se transforman en un atractivo turísti-co, sea que se encuentren cubiertos de nieve o que muestren altivos sus penachos de humo o de fuego.
A lo largo de esta publicación encontraran nuestros lec-tores y sobre todo los profesores a quienes va destinada para enriquecer su acervo a la hora de dictar sus clases, diversas versiones sobre el tema volcánico, desde aquellas que se refieren a la belleza e imponencia de los volcanes, los que se angustian frente a la posibilidad de las erupcio-nes así como también la referencia a los beneficios que las erupciones entregan a las tierras aledañas, la riqueza en componentes de mejoramiento de los suelos que aportan las cenizas, la modificación de la topografía en algunas oportunidades por la acumulación de la lava, lo que da origen a la formación de lagos y lagunas, la fertilización de la tierra, la capacidad de procesar los componentes como desinfectantes, abonos, etc.
En fin, las aproximaciones son variadas, sabemos que los volcanes son monitoreados, al menos algunos de ellos, para tratar de predecir su comportamiento o establecer patrones que luego pueden servir con es-tudios comparativos dentro de la prospectiva y la co-municación a las comunidades que viven en territorios cercanos a los mismos.
Hay libros que mencionan, entre las grandes calamida-des de la humanidad, a las erupciones volcánicas, que han sepultado pueblos, acabado con civilizaciones, alejado a poblaciones enteras, pero también se recuer-da que erupciones como las del volcán Pinatubo ubica-do en las Filipinas, en 1991, y considerada la más poten-te erupción del siglo XX, si bien causó muchos destrozos, permitió el enfriamiento de la tierra por las partículas ele-vadas a la estratósfera que sirvieron como una pantalla protectora frente a los rayos del sol, por lo que inclusive se analiza desde ciencias como la geo-ingeniería, que se podrían "fabricar" o "simular" erupciones que enfren-ten el grave problema del calentamiento global.
En todo caso, este número de Verd significará, con sus contenidos, una interesante contribución para los estu-diosos y cautivará a muchos que recién despiertan su interés por los volcanes.
Por nuestra parte, queremos entregarles nuestros mejo-res deseos para este año que se inicia y también reiterar nuestro compromiso con el cuidado del entorno y la edu-cación ambiental.
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Majestuosos yPeligrosos
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EL POPOCATÉPETL E IZTACCÍHUATL:DOS VOLCANES MEXICANOS
Axel Ramírez MoralesCIALC-UNAM, México
Lo primero que impacta cuando uno llega por
primera vez al Valle de México es, sin lugar a
dudas, la majestuosidad de estos dos volcanes
que en el transcurso del tiempo han venido os-
cilando entre la historia, el mito y la leyenda.
De acuerdo con algunos lingüistas, popoca-
tépetl deriva del náhuatl popoca=humo y
tépetl=montaña, monte o cerro, por lo que su
nombre significaría "montaña de humo", por su
lado iztac=blanco y cihuatl=mujer, "mujer blan-
ca" aunque influido por la leyenda se le cono-
ce también como "La Mujer Dormida". El prime-
ro de ellos, considerado como uno de los más
activos del mundo, tiene una altura de 5, 452
mts. mientras que el Iztaccíhuatl cuenta con 5,
230 mts., aunque éste último es un volcán ex-
tinguido.
Tipificado como un estratovolcán, al Popoca-
tépetl se le calcula una antigüedad de 730,000
años y de acuerdo con el Centro Nacional de
Prevención de Desastres (CENAPRED) la última
erupción fue en 2013. Bernal Díaz del Castillo
en su Historia verdadera de la conquista de la
Nueva España (1568) relata que el adelantado
Diego de Ordás fue el primero en escalarlo en
1519, causando una fuerte impresión entre los
nativos y conquistadores.
"El Popo" como comúnmente se le conoce,
cuenta en su hábitat con cerca de 50 espe-
cies de mamíferos, 168 especies de flora, dis-
tinguiéndose sobre todo por su bosque de
coníferas destacando el Pinus hartewghii con-
virtiéndose prácticamente en la única especie
que existe en altitudes demasiado altas regis-
tradas para un pino en el mundo. También se
presentan 74 especies de hongos, 4 de ellas en
peligro de extinción debido a la demanda con
fines comerciales lo que conlleva a una sobrex-
plotación de los mismos: Morchella esculenta,
Agaricus augustus, Amanita muscaria y Boletus
edulis. Desde 2010, pasó a formar parte de la
Red Mundial de Reservas de la Biósfera de la
UNESCO.
Aunque existen varias versiones de la misma le-
yenda, lo básico es que la silueta de los dos vol-
canes representan a un bravo guerrero azteca
que hincado vela el sueño eterno de su gran
amor que falleció durante su ausencia en los
campos de batalla. Fray Diego Durán y Fray Ber-
nardino de Sahagún nos relatan ya en el siglo XVI
la relación sagrada de los nativos con las monta-
ñas, creadoras de la lluvia, nubes, granizo, rayos,
etc. En la actualidad, todavía subsiste a las faldas
del volcán los "graniceros" o ritualistas atmosfé-
ricos que tienen además la cualidad de poder
curar desde los sueños.
Es por todos conocido que a nuestro país lo
atraviesa la Cordillera de los Andes, en sus dos
ramales, la Oriental y la Occidental y en ambas
encontramos la presencia de volcanes activos,
otros activos ocasionales y los dormidos o sim-
plemente inactivos.
La influencia que los volcanes ejercen en el pai-
saje, la geografía y la vida de plantas, animales
y seres humanos es alta. Su imponencia y su for-
taleza puesta de manifiesto, de vez en cuando,
determinan los comportamientos.
En el Ecuador de estos últimos tiempos encon-
tramos a varios de estos colosos vivitos y co-
leando, bramando y enojados, lanzando gran-
des columnas de humo, material piroplástico y
provocando evacuaciones, temores y, en oca-
siones, desgracias y muertes. De norte a sur, los
volcanes que muestran una actividad mayor
en suelo ecuatoriano son: Chiles, ubicado en la
frontera de Ecuador con Colombia, en la pro-
vincia del Carchi; Reventador, ubicado en un
ramal o subcordillera oriental en los límites pro-
vinciales de Sucumbíos y Napo; Tungurahua,
que da su nombre a la provincia de la Sierra
Central; y, Sangay, en una derivación de la cor-
dillera oriental en la provincia de Morona San-
tiago; es decir, uno en la cordillera occidental y
los 3 restantes en la Oriental o sus derivaciones.
Por su cercanía a centros poblados y urbanos,
dos de ellos atraen más la atención de las auto-
ridades y medios de comunicación: el Chiles y
el Tungurahua; el Reventador ha sido causa de
problemas en la economía nacional, ya que
el oleoducto pasa por sus faldas y en 1977, en
una rabieta del volcán, esta arteria de la eco-
nomía fue inutilizada y debieron pasar algunos
meses antes de su reparación y consiguiente
reingreso a aportar los recursos que el país re-
quiere para su desarrollo. El Sangay es conside-
rado el volcán más activo del Ecuador ya que
sus bocanadas de humo y piedras se producen
cada 20 minutos, pero, quizás por estar ubica-
do una zona poco poblada, apenas es toma-
do en cuenta.
Si bien los 4 volcanes men-
cionados aparecen
continuamente en los
noticieros, las autorida-
des y centros acadé-
micos encargados de
Fausto Jaramil lo Y.Periodista
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VOLCANES JÓVENESY VOLCANES VIEJOS
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este tema, permanentemente están monito-
reando otros volcanes ya que históricamente,
algunos de ellos han sido los responsables de
fuertes movimientos terráqueos que han provo-
cado muerte y destrucción. Hace pocos años,
por ejemplo, el Guagua Pichincha arrojó a los
aires una enorme columna de humo y ceniza
que fue a depositarse en una gran superficie
a su alrededor. Recordemos que la ciudad ca-
pital, está construida en sus faldas. Siglos atrás,
el Cotopaxi era un volcán de gran actividad
y los científicos lo consideran como un volcán
“dormido” que en cualquier momento puede
despertar. La laguna de Cuicocha, en el interior
del volcán Cotacachi está, permanentemente
monitoreada y sus aguas medidas en su tem-
peratura.
El Atacazo, el Pasochoa, el Corazón en la Sierra
central, el Quilindaña en la zona oriental, for-
man parte de esta cadena de volcanes en ob-
servación a fin de prevenir cualquier anormal
comportamiento que puedan presentar.
Una curiosidad permanente entre los científicos
y nosotros los legos en la materia es la de sa-
ber si estos volcanes tienen un fuente común
(un gigantesco mar de lava) que alimente sus
cráteres, o si por el contrario, se trata de varias
fuentes o bolsones
desde los cuales, es-
tos gigantes de la
naturaleza extraen
la lava. Especial atención merecen el Tungu-
rahua y el Sangay, ya que por su cercanía po-
dría pensarse en una única fuente que alimen-
te a estas dos bocas ¿será esto posible?
En alguna ocasión, un distinguido científico
vulcanólogo, a los periodistas que acudieron
a conversar con él, haciendo un símil dijo que:
la lava que arrojan los volcanes muestran las
diferencias geológicas de aquellos: un volcán
“viejo” como el Pichincha, arroja una lava pe-
sada, difícil de levantar, mientras que un volcán
“joven” como el Tungurahua arroja una lava
liviana y comparó: la lava vieja es como la
“fanesca” mientras que la lava joven es como
un caldo de gallina”. No sé si dicha compara-
ción tranquilizó o no a sus contertulios, porque
un volcán joven o viejo es capaz de producir
grandes desastres que cambian el paisaje de
la tierra.
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EL VOLCAN COTOPAXI
Santiago Pérez*Alumno del 6to. Curso, Colegio Rudolf Steiner
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El volcán Cotopaxi es uno de los volcanes “activos” más grandes del mundo.
Desde el 2003 ha presentado una mayor actividad ponien-do en alerta a los vulcanólogos del país, los cuales desmien-ten un diagnóstico de erupción en un corto plazo, pero que esta reciente actividad volcánica indica que el volcán está en un proceso de reactivación, lo cual no ha sido demostra-do siendo así que en el año 1904 ocurrió su última erupción,
Teniendo en cuenta estos aspectos, en el gobierno anterior se implementó un plan de contingencia para el caso de que el volcán Cotopaxi entrara en un periodo de erupción. Esto fue motivado, entre otras razones, por el libro “Coto-paxi: Alerta roja” escrito por el autor Leonard Wild.
Siendo el segundo volcán más alto en el Ecuador, superado solo por el Chimborazo, este majestuoso tesoro latinoame-ricano que mide solo dos metros más que el Kilimanjaro, en África, alcanza un total de 5897 metros sobre el nivel del mar y brinda un paisaje único para los que lo visitan y una experiencia inolvidable para los que lo escalan, siendo una fuente de turismo en el país para todos los que aspiran llegar a su cumbre y conquistar a este magnífico volcán.
En lo personal el llegar a este paisaje lleno de magia, que al-berga tan importante volcán, es una sensación inigualable, es sentirse libre y al mismo tiempo dependiente de la madre naturaleza. El hecho de estar sobre el Cotopaxi causa una mezcla de sensaciones asombrosas, entre las cuales con la que más me identifico es la de la paz, la cual día tras día no la encontramos por estar llenos de estrés en el trabajo, en el estudio o muchas más actividades que realizamos; que no la encontramos por estar rodeados de consumismo y tecno-logía la cual nos esclaviza.
Solo basta con acercarse a la naturaleza, dejar todo atrás y volver a ser libre.
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La historia nos muestra que tras 374 años desde la pri-mera erupción de la que se tiene registro, el volcán Tungurahua ha acompañado a la región central del Ecuador formando parte cotidiana de nuestras vidas. Frente a esta realidad alguien se ha preguntado ¿qué hay tras las erupciones cotidianas del volcán y la vida junto a él en todos estos años, así como el arraigo que tiene la gente en los alrededores del volcán? ¿Porqué estas tierras son tan productivas? ¿Porqué es tan difícil dejarlas? Simple, tras la ceniza y las erupciones del vol-cán, hay vida.
Es difícil creerlo pero parece ser que desde tiempos muy remotos el hombre está ligado a lugares tectónicamente activos. Esto no es producto de la fortuna o de la igno-rancia, sino algo muy necesario para estos pueblos ya que estos fenómenos, tan extremos, producen al mismo tiempo condiciones que favorecen la vida y una amplia diversidad de hábitats. Es así que estas tierras ofrecen des-de tiempos remotos guaridas para animales que, como es lógico, eran objeto de caza para los humanos; en la actualidad el ganado también se mantiene en ellas de-
bido a la presencia de más del 50% de óxido de silicio, lo que permite sostener o incrementar la producción de plantas, especialmente de pastos, así como incrementar su resistencia al estrés biótico y abiótico.
Un volcán genera cambios en sus alrededores, crean-do nuevos cursos fluviales, dando lugar a una fisiografía con escarpes o relieves y permitiendo la creación de humedales que contienen agua, es decir “vida” y con ello agricultura, salud y mayor diversidad; además di-señan un paisaje que ningún escultor o pintor pueden ofrecer. Desde la antigüedad – en concepto ligado a Dioses - estos paisajes heterogéneos proporcionan se-guridad y refugio ante adversidades y peligros y posibili-dad de esconderse de los enemigos y sus emboscadas.
Las cenizas volcánicas se disipan a lo largo y ancho del espacio, debido a factores ambientales como el viento y la lluvia, llegando a muchos kilómetros a la redonda del sitio de erupción. Este material se desarrolla y transforma el suelo haciéndolo más fértil y fácil de trabajar, así no es de sorprender que las más grandes culturas de Centro Amé-
Cuando alguien habla de un volcán, habla de tragedia, de muerte, de desolación. Eso
pasa ya por casi 400 años, década tras década. La gente cree que hoy referirse al volcán
es hablar de la entrega de comida para ganado y víveres, de tragedia; en realidad es
más que eso. Con este articulo como con mi tesis universitaria quiero dejar en claro que
la ceniza volcánica tiene altos contenidos de silicio, fósforo y otros minerales que son un
importante aporte a la agricultura y para varios aspectos industriales. Además hasta ahora
no se ha inventado una maquina que pueda llegar triturar a ese nivel la piedra. En vez de
lamentarnos podemos aprovecharla.
Las erupciones del Tungurahua
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Daniel RománIngeniero Agrónomo
Especial ista en Economíay Administración Agrícola
Las erupciones del Tungurahua
rica y América del Sur se hayan desarrollado gracias a es-tos suelos y convirtiéndose en grandes civilizaciones que demandaban mucho alimento, del cual se abastecieron en estas zonas.
Hoy apenas estamos descubriendo e investigando los be-neficios que trajeron las antiguas erupciones que dieron lugar a grandes lagos y lagunas, sitios ricos en minerales aptos para la construcción y, lo que es más, la misma ce-niza volcánica después de varios procesos químicos, se convierte en diversos sustratos excelentes para plantas, para materiales aislantes, desinfectantes y otros.
Estamos ligados desde mucho tiempo atrás a los volcanes. Parece ser que la actividad volcánica va al ritmo de nuestras pulsaciones y necesidades, tanto es así que donde no hay acti-vidad volcánica, no hay suelos agrícolas, no hay agua, no hay refugio, no hay muchos animales; lo que al parecer aleja a la gente de esos espacios.
Tal vez las razones se hayan esclarecido un poco en este artículo.
Un poco de Historia
1886: “En enero, desde la ciudad de Riobamba se
observa inflamado al Tungurahua y con la activi-
dad en aumento. Hay lluvia de ceniza que llega a
Ambato. El derrame de lava represa los ríos Penipe,
Cusúa y la unión entre el Chambo y el Patate. El vol-
cán arroja agua y piedras calcinadas. Oscuridad en
Guano y Puela. En Cotaló hay cerca de un metro de
ceniza, tierra y cascajo. Baños está incomunicado.
En Mocha se escuchan ruidos subterráneos y se sien-
ten temblores. En Riobamba hay constantes tem-
blores y se escuchan las fuertes detonaciones, Dos
muertos en Puela”. 128 años después seguimos miti-
gando la acción del volcán, volvemos a evacuar las
mismas zonas y los mismos daños, pero persistimos
en continuar allí. ¿Por qué?
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DEL CIELO DEQUITO LLOVIO
CENIZALos quiteños, de nacimiento o adopción, nos
preciamos del azul de nuestro cielo al punto
de que hasta en una canción tradicional afir-
mamos, llenos de orgullo, que “no hay cielo
como el de Quito”. Es tal este convencimiento
que nos olvidamos de las alteraciones y cam-
bios violentos que sufre en pocas horas – hasta
en minutos – gracias a la inestabilidad de nues-
tro clima serrano.
Por lo dicho, como que resulta normal tener,
como alguna vez se dijo, “las cuatro estaciones
en un solo día”. Estamos tan acostumbrados a
los bruscos y repentinos cambios que sabemos
que no podemos confiar demasiado en una
mañana esplendorosa y clara como presagio
de un día caliente, gracias a los rayos del sol
perpendiculares, ya que no es raro que poco
después se obscurezca y caigan fríos chapa-
rrones, hasta granizadas sobre toda la ciudad
o parte de ella. Tampoco lo contrario resulta
cosa rara: de momentos donde nos sentimos
como en el peor de los helados inviernos, pa-
samos ágilmente a gozar de temperaturas pri-
maverales.
Insisto: eso es lo normal en Quito y no afecta a
nuestro convencimiento del azul precioso de
nuestro cielo.
El 7 de octubre de 1999 esta situación se alte-
ró en forma notoria. Aquel jueves, una enor-
me columna de ceniza y vapor de agua en la
que jugaban los colores negruzcos con el rojo
y el amarillo, decoró el paisaje occidental de
la ciudad. Esta columna salía desde el cráter
del vecino volcán Guagua Pichincha, de 4776
metros sobre el nivel. La fumarola que sorpren-
dió a los habitantes alcanzó, según cálculos
empíricos o científicos, entre 8 y 20 kilómetros
de altura, proporcionando un verdadero es-
pectáculo que atrapó el interés de todos. De
la contemplación se pasó a las fotos y filmacio-
nes, de allí a carteles promocionales de la ciu-
dad, todo grato y positivo, sobreponiéndose al
lógico sentimiento de temor.
Lo que vino después es otra historia. Se cal-
cula que el volcán había lanzado unas 5.000
toneladas de ceniza que cambiaron el alegre
azul del cielo por un gris que obscurecía todo
el paisaje y que luego se precipitaron sobre la
Andrés León CalderónResponsable de la edición
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ciudad, cubriéndola de polvo, obli-
gando a detener el movimiento
aéreo, limitar el uso de vehí-
culos, a caminar con mas-
carillas y lentes, a declarar
una alerta en hospitales y
clínicas, a suspender cla-
ses y trabajos.
Pasado el susto, recupera-
do el aire límpido, se recupe-
ró la normalidad ciudadana y
el hecho parecía quedar para la
historia. Cuando más todos los residentes
mirábamos todas mañanas hacia el querido
Pichincha que decora nuestra urbe, como
dice la canción patria, quizá con la esperan-
za, o el temor, de que el espectáculo se repita.
Tres años después, cuando nuestra memoria se
había demostrado frágil y no recordábamos
las experiencias vividas, el 7 de octubre del
2002, el volcán Reventador, localizado aproxi-
madamente a 90 kilómetros de Quito, entre las
provincias amazónicas de Napo y Sucumbíos,
haciendo honor a su calidad de ser uno de los
volcanes más activos, lanzó una enor-
me masa de flujos piroclásticos
y gran cantidad de ceniza
que, por efecto de los
vientos, fue arrastra-
da hasta el cielo
de la capital,
c u b r i é n d o l o ,
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y causando
una lluvia de
polvo sobre la
ciudad, mu-
cho más grave
que la causada
por el Guagua
Pichincha.
Nuevamente obscuridad; cie-
rres de aeropuertos, cen-
tros de estudio, oficinas y
fábricas; calles, patios,
parques, techos y te-
rrazas, cubiertos de ese
material difícil de retirar.
Entonces, gracias a la
memoria histórica, nos en-
teramos que había sucedi-
do algunas veces en el pasa-
do. Entonces caímos en cuenta
del riesgo que significa ser una ciudad
de altura, localizada en el callejón llamado de
fuego de los Andes.
Esta es una realidad con la que nos toca vivir.
Estamos cercanos a volcanes activos y lo que
debemos hacer es contar con elementos apro-
piados para enfrentar posibles emergencias:
refugios, vías de evacuación, sitios de acopio,
personal apropiado para ayuda y, sobre todo,
debemos tener junto a la consciencia de la
situación geográfica y sus consecuencias, la
tranquilad necesaria para continuar nuestra
vida normal y nuestro desarrollo.
Para asumir esa actitud
hay que recordar
dos cosas: la una,
que no hay cie-
lo como el de
Quito, y la
otra, aque-
lla premoni-
ción de que
nuestro país
no se destrui-
rá por terre-
motos y simila-
res, sino por …
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En diversas oportunidades me he referi-
do a la belleza de nuestras Islas Encanta-
das, pero me confieso reincidente en ha-
blar sobre el archipiélago de Galápagos,
cuarto territorio ecuatoriano, exaltado
por todos quienes visitan su maravillosa y
misteriosa geografía, preñada de leyen-
das, de mitos, de referencias históricas.
Considerado como un extraordinario la-
boratorio natural que sirvió de base para
las reflexiones del sabio naturalista inglés
Charles Darwin, omnipresente todavía
en los rincones de este mágico espacio
geográfico, pero especialmente en la
isla que ahora denominamos San Cris-
tóbal, pero que fue llamada
también como Chatam en
tiempos anteriores, cuan-
do los piratas ingleses y
de otras nacionalidades
la visitaban con regula-
ridad para esconderse,
descansar, abastecerse
de agua dulce, de made-
ra, así como de aceite y de
carne de tortuga para sus inter-
minables viajes y travesías.
La antigua Chatam, que alberga a la ca-
pital de la provincia insular de las Galápa-
gos, Puerto Baquerizo Moreno, es todavía
un lugar apacible, a pesar de que los
turistas la van descubriendo de a poco.
Cuenta con un aeropuerto que está en
proceso de rehabilitación, con un male-
cón en el que comparten apaciblemente
los espacios los turistas, los lugareños que
salen con la caída del sol y los enormes
y majestuosos lobos marinos que es previ-
sible encontrarlos en casi cualquier lugar
de los extensos litorales de la isla.
San Cristóbal es uno de los lugares por los
cuales se accede como portón de en-
trada para las islas, por vía aérea, el otro
aeropuerto con vuelos que llegan desde
el continente es el ubicado en la isla Bal-
tra, en las inmediaciones de la isla
Santa Cruz, la otra isla que tiene
un número importante de ha-
bitantes. Claro que podemos
comunicarnos con servicio
de avionetas a la isla más
grande, pero también más
alejada, la Isabela, isla bella
y poblada de misterios.
Las islas fueron oficialmente descu-
biertas por Fray Tomás de Berlanga, obis-
po de Panamá en 1535, este obispo, na-
tural de Berlanga del Duero, las descubre
por accidente y las transforma en pose-
sión de la corona española; luego, con la
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independencia, pasarían a formar parte
del territorio ecuatoriano.
Durante la permanencia en San Cristóbal
es posible hacer varias visitas turísticas,
empezando por el cerro de las Tijeretas,
donde se pueden observar a diversas
aves: Las Tijeretas o Fragatas, con sus
pechos hinchados, los Piqueros de Patas
Azules, los Cormoranes y otros tipos de
aves. También se puede sacar fotografías
de una imponente estatua de Darwin y
caminar por los senderos que nos condu-
cen a las playas donde se bañan los lobos
de mar en armoniosa sintonía con pajari-
llos de las más diversas especies.
De igual manera podemos des-
plazarnos, subiendo algunos
metros y llegando a otros pi-
sos climáticos, a la laguna
de El Junco, casi siempre
cubierta de niebla, visitar
la galapaguera, donde se
crían los pequeños bebés
galápagos, así también ha-
cer cortos viajes por mar ha-
cia el León Dormido, formación
rocosa que brilla con el sol del ama-
necer o de la caída de la tarde y hasta
aventurarnos a bucear o hacer snorkel y
mirar a través de la transparencia de las
aguas, los múltiples peces, las tortugas
marinas y hasta los no feroces tiburones
que pululan en sus aguas.
La gastronomía de San Cristóbal está
maravillosamente representada por las
famosas langostas, cuando estamos en
período regular y no de veda, lo que im-
posibilita la oferta en los restaurantes y en
las casas de familia. Todos los frutos del
mar son recomendables provenientes de
estas aguas más temperadas por la in-
fluencia de la corriente fría de Humboldt.
Pero lo que yo personalmente más disfru-
to de mi estadía en la Isla San Cristóbal
o Chatam es el paseo sosegado por el
malecón, dejando que una brisa suave
despeine mis cabellos y agite el
borde de mi falda, contem-
plando una maravillosa
puesta de sol, mientras los
lobos marinos mugen en
sus eternas ceremonias
de apareamiento o de
disputa territorial, sintien-
do el aleteo de pájaros que
casi nos rozan la mejilla o el
dorso de la mano.
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SAN CRISTOBAL
El Chutasreportero estrellaV
erd
Ch
ute
rias
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¡Que bestia, panas! Tenaz. Solo a mí me pa-san estas cosas. No sé si porque soy ingenuo, o porque soy bruto, o porque me hacen fal-tas los VERD y el man ese del editor abusa de mi nobleza, pero la semana pasada estuve en las puertas del fuego.
¿No me creen? Verán, les cuento el cuento…..el mancito me mandó a llamar para decirme que escriba un artículo y en lugar de decirme sobre qué quería que escriba me empezó a contar de aquella mañana en que el Pichincha se enojó con los quiteños y, sin bramar, sin decir una pala-bra, sin anunciar ni nada, el muy…….. (mejor me callo, y no le digo lo que se merece) lanzó una columna de humo blanco llenita de ceniza. ¿Se acuerdan? Bueno, yo si me acuerdo. Claro que yo era aun guaguito, ni siquiera pensaba en las mancitas… ni me fijaba en ellitas, tan lindas que son, nos tratan tan mal, pero ahí estamos, diciéndoles mamiticas que son lindas, que sus ojos cuadrados me han complicado la vida… pero, bueno, que no importa, que igual seguimos soñándolas.
¡Chuta, que bruto! Ya me cambié de tema. El man ese empezó a recordar ese día, que él no había salido de su casa, que aún estaba tomando el desayuno, que su mujercita estaba cuidan-do al guagua, que el otrito que era mayorcito había salido para la escuela y que había regresado corriendo, que se había asusta-do (él y el guagua y su mujer y su chiquito) ante los gritos del mocoso y cuando se dieron cuenta, ellos también habían gritado del susto que les causó ver semejante espectáculo, allí cerquita, porque ellos vivían ahí arriba por la Gasca y que desde se veía como si esa columna de ceniza estuviera saliendo de la casa de a lado.
Bueno, que tan se creerá el man ese, que solo él y su familia se asustaron. No, pues, pa-nas, eso no es así. Toditititicos nos asustamos. Ques, pssss, ustedes no se asustarían. Pero si fue grandota y altototota esa columna. Pa-recía que alguien, desde dentro de la tierra estuviera soplando una manguera y el agua saliera por el otro lado, pero con una fuerza… tremendaza.
Claro que mi vieja y creo que mi viejo también se asustaron porque corrieron a mi cuarto a
abrazarme y a cobijarme, pero yo quería salir corriendo a la calle para ver mejor el espec-táculo. Mi vieja se puso a llorar y después de hincarse se puso a rezar el rosario. El viejo, que es de esos liberales a la antigua, que dizque no creía en Dios, se arrodilló junto a la vieja para rezar ambos el rosario. Claro que nadie le po-día ver al viejo, y, por si acaso fuera el fin del mundo….él también se puso a rezar.
Después de contarme todas esas cosas y ha-cerme acordar de las mías, el jucho este del editor me dijo que quería que suba hasta el cráter del Pichincha para constatar “de pri-mera mano” si está echando humo por las fumarolas. Claro que le protesté y me rebelé contra semejante orden; pero me dijo que me
enviaba porque solo confiaba en mí, que la nueva Ley de Comunicación obligaba a escribir la verdad y solo la verdad, que había que contrastar las fuentes, de no levantar falsos testimo-nios contra nadie, peor con-tra la naturaleza que ahora, gracias a la Constitución de Montecristi tiene derechos y que podía seguir juicios a esta publicación, que había que es-tar seguros y más seguros antes de escribir sobre el volcán.
Fue tanta la insistencia del man que no me quedó más remedio que aceptar su propuesta, pero eso sí, le pedí que me pague por adelantado, no vaya a ser que
estando arriba, el man del guagua Pichincha se le ocurra “eruptar” (como dijo el Alvarito) y ahí si… que me j…fregué. El man me pagó y yo salí pensando en la mejor forma de escribir el artículo sin irme hasta el cráter.
Me contacté con unos panas de la Politécni-ca y ellos me llevaron a unas oficinas desde donde los científicos “estudean” a los volca-nes y les ponen una buena o mala califica-ción según sea su comportamiento. Bueno, no les alargo en cuento. De allí saqué toda la información que necesitaba y corrí a escribir el artículo. Claro que me demoré en entregarle al jucho, no vaya a pensar que no me fui a la boca del volcán que como uste-des ya saben se llama cráter. Cuidadito va-yan con el chisme donde el jucho, porque…., no ha de querer pagarme los VERD, y año nuevo sin VERD´s, si es bien triste…
EN LA BOCA DE FUEGO
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AZUAY, PRIMERA PROVINCIA EN EL PAÍS QUE RESUELVE SUS LÍMITES
Tres de los cuatro problemas de indefinición li-
mítrofe de la provincia de Azuay fueron solucio-
nados el pasado 9 de enero de los corrientes
tras la firma de los respectivos acuerdos con las
autoridades de Cañar y Morona Santiago. El
acto se lo vivió entorno a una verdadera fiesta
multicolor y plurinacional en el sector La Victo-
ria, cerca de El Descanso, límite entre Cañar y
Azuay.
La definición limítrofe se obtuvo mediante diá-
logo entre los Prefectos y socialización entre los
pobladores de las zonas inmiscuidas en una ex-
tensión de 158 kilómetros con Morona Santiago
y 198 kilómetros con Cañar. Un evento similar
se cumplió el pasado mes de octubre, cuando
se firmó el acuerdo de límites con la provincia
de Loja.
"Solucionar es ganar", expresó el prefecto azua-
yo Paúl Carrasco, quien explicó que también
está en proceso de solucionar el único lío de
territorialidad pendiente con la provincia de
Guayas y que se aspira solucionar en este mis-
mo mes.
Hasta tanto, el acuerdo suscrito ayer con las
provincias de Cañar y Morona Santiago queda
como un ejemplo positivo de lo que se puede
hacer, pues además de haberse sellado los lími-
tes se conformó una Mancomunidad entre las
tres provincias.
Entre las obras que se comenzarían a realizar
con el trabajo en equipo, Carrasco citó la cons-
trucción de las vías Sucúa-Shoray, que unirá
Morona Santiago y Cañar, así como la Jima-
Moriré-Amazonas-Gualaquiza, otra conexión
entre Azuay y Morona, que consta dentro del
acuerdo firmado la mañana de ayer.
La definición de límites va más allá del plano
político, pues también ayuda a las comunida-
des autóctonas de cada región a confirmar
su identidad. Así lo dejó entrever Jaime Var-
gas, Presidente de la Nacionalidad Achuar del
Ecuador, al señalar que "para los pueblos no
hay límites, somos un solo país, trabajamos para
construir un Ecuador unido", agregando que
esta definición "nos permite ratificar nuestra
identidad, de dónde venimos y quiénes somos".
Carrasco finalizo manifestando que “el Ecuador
requiere dialogo, acuerdos”, y que desde “el
Sur se está construyendo la Unidad Nacional”.
El café (Coffea sp.) repre-senta uno de los principa-les productos agrícolas en Ecuador, sin embargo el rendimiento productivo del cultivo es muy bajo (196 kg/ha) comparado con otros países como Bra-sil y Colombia (1140 y 1897 kg/ha, respectivamente según FAO en 2002).
Ante esta problemática es importante la construc-ción de una caficultura organizada y sostenible, que resulte competitiva, que pueda alcanzar una productividad suficiente para conseguir exporta-ciones masivas y llegar a los pequeños, medianos y grandes caficultores, para proporcionarles bienestar y prosperidad que les permi-tan seguir produciendo.
Estos objetivos los pode-mos alcanzar a través de la investigación científica y la transferencia de tec-nologías. La Universidad Técnica Particular de Loja, a través de la platafor-ma SmartLand, ha propi-ciado la elaboración del proyecto denominado: “Planificación de la cafi-cultura en el sur del Ecua-dor mediante Sistemas de Información Geográfica”. El objetivo es desarrollar una herramienta prototi-po de gestión para la or-denación y optimización de la capacidad produc-tiva de una agrupación de productores. Son mu-chas las entidades públi-cas y privadas que han mostrado entusiasmo y compromiso de colabora-ción: DEPROSUR (Empresa Pública de Desarrollo Pro-ductivo y Agropecuario del Sur), AGROCALIDAD
(Agencia Ecuatoriana de Aseguramiento de la Ca-lidad del Agro), MAGAP (Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca), SWISSCONTACT (Fundación Suiza de Coo-peración para el Desarro-llo Técnico), IEPI (Instituto Ecuatoriano de la Pro-piedad Intelectual) o FA-PECAFES (Federación de Asociaciones Cafetaleras del Sur de Ecuador).
Ubicada en la provincia de Zamora se encuentra la Asociación de Cafe-taleros Ecológicos de Pa-landa (APECAP) la cual cuenta con un total de 301 socios, de los cuales 185 tienen información de sus parcelas, ingresadas al sistema (61%).
Uno de los objetivos de este proyecto es incenti-var y motivar a los caficul-tores para que actualicen y levanten la información, así como mejorar sus siste-mas de gestión, aumen-tando la productividad, el control y la calidad de sus productos. Como elemen-to imprescindible para mejorar la calidad del café, se ha desarrollado un software de gestión de-nominado “SIG2PC: Siste-ma Integrado de Gestión Productiva Cafetalera” que facilita a los adminis-tradores levantar y orde-nar información relevante para la toma de decisio-nes en sus asociaciones.
Se tomó, a APECAP como prueba piloto de la me-todología. Gracias al uso de SIG2PC, se consolida la información levantada y, además, se permiten realizar análisis en tiempo
real que nos ofrecen in-formación valiosa sobre el estado de los cafeta-les asociados. El registro de la entrada de lotes al sistema permite conocer la producción entregada de cada socio y valorar los parámetros de calidad que la asociación procesa en su centro de acopio. Existe, en APECAP, una subdivisión en 22 zonas o grupos, por lo que me-diante el software de ges-tión propuesto se pueden estudiar los diferentes pa-rámetros agrupados por productor o por grupo.
Cabe destacar que en el curso del año 2014, has-ta la fecha de recupera-ción de la base de datos, los socios entregaron un total de 579 qq de café “pergamino” distribuidos en un total de 175 lotes. 98 socios han entregado café al centro de aco-pio, siendo la media por caficultor de 3.37qq de café pergamino. El valor promedio de calidad or-ganoléptica o de cata de los lotes entregados es de 83.88 puntos, siendo el valor máximo obtenido de 87 .El proyecto se encuen-tra ahora en una fase de seguimiento del uso, así como de optimización del software que, es capaz de administrar el registro de socios y sus parcelas, el re-gistro de entrada de lotes a la bodega, el sistema de pagos, los valores de cata desglosados, el estado de almacén o el registro de envíos o despachos.
ProyectoSmartLand
www.smartland.utpl.edu.ec
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El estudio realizado por Ivanna Terán y Hellen Arichábala, estudiantes de Gestión Ambiental de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), en imprentas y entidades de ´publicidad, demostró que unas 20 mil lonas, en su mayoría de material plástico PVC, se desechan cada año en Guayaquil siendo su último destino el relleno sanitario, pero la degradación tarda como mínimo 25 años. Frente a esta realidad, proponen la creación de un centro de aco-pio para estos desechos y la reutilización de este material en la elaboración artesanal de productos como carteras y carpas.
Por este proyecto obtuvieron el primer premio en el Concurso Nacional Odebrecht Ecua-dor para el Desarrollo Sostenible 2014, en el que participaron 25 universidades con 94 pro-yectos. “Nos sentimos orgullosas de tener la oportunidad de aplicar los conocimientos para el desarrollo de un proyecto que es factible”, dijo Ivanna mientras sostenía su trofeo, y su compañera, Hellen, consideró que una pequeña idea puede generar un gran cambio. Ellas esperan que su propuesta sea aplicada por el Municipio, por medio de una ordenanza en la que se incluya una cláusula dentro del contrato de autorización del uso de la vía pública, que indique que la lona, al término de su vida útil, sea devuelta a la empresa contratista o trasladada a un centro de acopio.
El profesor Stephen Hawking e Intel mostraron la primera una plataforma que sustituirá el sistema de comunicación que el experto ha utilizado por décadas, y que mejora notablemente sus capaci-dades de conectarse con el mundo. El científico padece MND, enfermedad de la neurona mo-tora relacionada a una esclerosis lateral amiotrófica (ALS, por sus siglas en inglés), una condi-ción que ha progresado en los últimos años. Él está casi totalmente paralizado y se comunica a través de la tecnología. Mediante el estudio de las necesidades urgentes de Hawking, y su relación con su máquina para comunicarse, Intel ha proporcionado una solución llamada ACAT (Assistive Context Aware Toolkit, por su denominación en inglés) – que resulta una me-jora de la herramienta utilizada por Hawking para conectarse con el mundo. Esta solución podrá convertirse en la columna vertebral de un sistema moderno y adaptable para que otros investigadores y tecnólogos realicen otros desarrollos.
"La medicina no ha sido capaz de curarme, así que cuento con la tecnología para que me ayude a comunicarme y a vivir", dijo Hawking. y concluyó "Intel me ha apoyado du-rante casi 20 años, permitiéndome hacer lo que me gusta todos los días. El desarrollo de este sistema tiene el potencial de mejorar la vidas de las personas discapacitadas de todo el mundo y es precursora en términos de interacción humana y en la capacidad de superar los límites de la comunicación que una vez obstaculizaron el camino”
La Fundación Charles Darwin tiene un presupuesto que supera los tres millones de dólares anua-les, cantidad indispensable para mantener sus trabajos conservacionistas y de investigación en bien de las Islas Galápagos. Una nota de prensa informa al respecto que “… los costos indirec-tos para la preservación de las colecciones de fama mundial y el funcionamiento de la esta-ción de investigación requieren del 50% del presupuesto”, lo cual ha creado un déficit que amenaza la supervivencia de la Estación y más programas a cargo, lo cual significaría un desastre para el ecosistema, la flora y la fauna del Archipiélago.
Ante esta situación de crisis la Fundación Charles Darwin ha dado inicio a una campaña de recaudación de fondos, a nivel internacional, bajo el eslogan de “Ayúdanos a salvar la ciencia en Galápagos”, la misma que ha despertado el interés de personas y organi-zaciones científicas al punto que en los primeros días de diciembre logró comprometer 257.000 dólares, lo cual anticipa que se pueda lograr el objetivo de recaudar un millón de dólares, cantidad que permitiría paliar la actual situación y darle un cierto respiro econó-mico a la Fundación para garantizar su valioso trabajo.
Premio nacional para plan sobre residuos gráficos
Stephen Hawking: “Gracias a la tecnologíavivo y me comunico”
Un millón de dólares para Galápagos
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´´Los cazadores mataron al último Tapir hace un mes´´, dice Edwin Martinez, residente local y guía de nuestra expedición, mientras machete en mano va cortando las hojas de las plantas de Pa-tujú, abriéndonos paso por los estrechos y densos senderos que nos llevan hasta El Curichi, un hu-medal ubicado en el distrito Antofagasta, al norte del Municipio de San Carlos en el departamento de Santa Cruz. El Curichi es un área de 1270 hec-táreas formada por un fragmento de bosques, que se encuentra rodeada por cultivos de arroz, soya y caña de azúcar. Todos los años en la épo-ca seca este lugar es testigo de un espectáculo natural formidable; El anidamiento masivo de mi-les de cigüeñas de la especie Mycteria america-na, las que volando desde lejos llegan hasta aquí para reproducirse y criar de sus polluelos.
Los lugareños las conocen como garzas cabeza seca, pero estas aves pertenecen a la familia de los cicónidos y son consideradas una especie de cigüeña. En los meses de julio y agosto, cuando las aguas de El Curichi están bajas llegan en ban-dadas de hasta 4500 ejemplares, en búsqueda de los árboles de Ochoó en donde construyen sus nidos. Las copas de estos árboles que se en-cuentra sin hojas a causa del invierno, se revisten de blanco debido a las 30 a 50 cigüeñas que se posan sobre estos para anidar. Los polluelos una vez nacen permanecen bajo el cuidado de sus madres durante tres meses, antes de aventurarse a su primer vuelo hacia la independencia, mo-
mento en el que dejan vacíos más de 1200 nidos, para retornar algún día como adultos y dar conti-nuidad a su ciclo natural.
EXCURSIÓN A LA COLONIA DE CIGÜEÑAS Los primeros rayos del sol anuncian que será un día caluroso, en los alrededores la sinfonía del bosque nos recibe inquieta con el rugido de una familia de monos aulladores, el golpeteo de un pájaro carpintero sobre el tronco hueco de un ár-bol y el chillido de una veintena de monos ardilla que nos observan curiosamente como si fuesen los centinelas del lugar. Durante el trayecto es sor-prendente la cantidad de aves que observamos, esto se debe a que El Curichi es una isla de bos-que dentro de grandes extensiones de cultivo y por ello se ha convertido en su albergue natural, de 92 especies, entre las que se encuentran las majestuosas parabas azules (Ara ararauna), las parabachis verdes y algunas especies considera-das sensibles como la pava campanilla.
Luego de una hora de expedición arribamos al riachuelo Tacuaral, una desembocadura del río Palacios, el río que atraviesa la famosa Reserva Forestal El Choré. Este riachuelo en conjunto con el Jochi son los principales afluentes que año tras año inundan más de 400 hectáreas de El Curichi, formando un gigantesco humedal en donde se encuentra el sitio de anidamiento de la Mycte-ria americana. En esta etapa de la travesía Ed-win nos indica que debemos pasar el río, nuestro anterior puente era el tronco de un árbol caído, pero en esta oportunidad debemos caminar por el agua. Mientras pasamos decenas de diminutos peces se acercan a picarnos los pies, a nuestra derecha un grupo de crías de caimán observan estáticamente nuestra hazaña, ´´Mientras su ma-dre no nos sorprenda hambrienta, todo estará bien´´, comenta Edwin entre risas.
Una vez llegamos al sitio de anidamiento nos re-cibe una escena increíble y enternecedora; Mi-les de pichones de cigüeñas chillan hambrientas como si no hubieran comido nunca, recordán-doles a sus madres que es hora del almuerzo. Al
Eduardo Franco Berton
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El Curichi,un nidal de cigüeñas en riesgo
Existe un humedal en la amazonía boliviana, en donde miles de cigüeñas llegan todos los años para anidar ma-sivamente, un admirable espectáculo natural que pronto
podría desaparecer.
aproximarnos un poco más las cigüeñas adultas aletean nerviosas, dejando caer una lluvia de pe-ces sobre nuestras cabezas, como alertando que debemos guardar distancia. Los ventones y sardi-nas son parte de la dieta principal de las crías, cu-yas madres pescan hábilmente de los riachuelos, aprovechando la bajura de sus aguas. Ellas introducen delicadamente el pescado dentro de los rosáceos y pequeños picos de sus polluelos, los que una vez satisfechos guardan silencio tan solo unos minu-tos antes de volver a chi-llar de nuevo.
AMENAZAS Y URGENCIA DE CONSERVACIÓN
El año 2009 el Gobier-no Municipal de San Carlos declaró al área como Reserva Natural de Inmovilización, una categoría de protec-ción transitoria contem-plada en la ley del medio ambiente que dura cinco años y prohíbe el aprovecha-miento de los recursos naturales y los asentamientos humanos. Desde abril de este año una vez cumplida la dura-ción, El Curichi se encuentra desprotegido nue-vamente y vulnerable ante la presión de algunos avasalladores que pretenden convertir sus bos-ques en cultivos agrícolas.
El año 2012, la deforestación y quema fueron los causantes de un incendio forestal que consumió gran parte del lugar, ocasionando que las cigüe-ñas no vinieran a anidar al año siguiente. Este año la historia casi se repite nuevamente, y el fuego producto de los chaqueos que realizaron los ava-salladores estuvo a punto de reducir toda la zona a cenizas. ´´La situación era grave, no teníamos herramientas para controlar el fuego, me preocu-paba tan solo pensar que sería de las miles de cigüeñitas, gracias a Dios impedimos que el in-cendio se expanda, evitando una catástrofe ma-yor´´, comentó Javier Quino, una de las personas que ayudó a apagar el fuego.
Actualmente los chaqueos y la expansión agrí-cola son algunas de las principales amenazas del Curichi y su biodiversidad, y de las 1.270 hectá-
reas iniciales ya se han perdido 400. La fauna sil-vestre también está amenazada por la cacería y captura de aves para el comercio ilegal de mascotas. A todo ello, se suma la amenaza de la demanda forestal local, puesto que es el único sitio donde hay árboles con potencial maderable
para la construcción de viviendas y otras necesidades de las comunidades.
Estudios de la Fundación Na-tura Bolivia indican que
al ser El Curichi el último parche de vegetación
continua en los alre-dedores del Distrito Antofagasta, brinda un aporte valiosísimo para el micro clima y el ciclo hidrológi-co de la zona y sus 20 comunidades aledañas. Ayudan-
do a mantener la humedad y regular el
régimen de lluvias que son de beneficio para
los cultivos de sus alre-dedores. Es por esto que su
conservación y mantenimien-to es de vital importancia para el
bienestar de las familias de San Carlos.
A pesar de las amenazas una nueva visión y li-derazgo están surgiendo en San Carlos y el mu-nicipio ha decidido adscribirse al Mecanismo de Bosques, la propuesta de Bolivia para mitigar y adaptar contra los efectos del cambio climático. Este compromiso incluye un ambicioso plan de conservación de 10.000 hectáreas de bosque y la recuperación de su cobertura forestal, esfuerzo que brinda algunas luces de esperanza para la conservación de este maravilloso lugar.
Al caer el atardecer aún escuchamos a la distan-cia los graznidos desesperados de los pichones, ́ ´es como si estuvieran implorando ayuda a gritos...es-peremos los escuchemos a tiempo´´, dice Edwin.
Eduardo F. Franco Berton es abogado ambiental, conservacionista y fotógrafo de naturaleza. Especialista en políticas públicas ambientales, cambio climático y conservación de áreas naturales. Es coordinador de políticas y asesor legal en la Fundación Natura Bolivia. Ha sido autor de
tres ensayos fotográficos premiados por la agencia brasileña de noticias ambientales O Eco: ´´Paso a Paso del Nacimiento de un Guajojó´´, ´´Mira-
das Salvajes´´ y ´´Colibrí, el Cupido de la Amazonía Boliviana´´[email protected]
Twitter: @Edufrancoberton
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Un tesoro de perlas adorna la serranía; su rostro
fulgurante parece que detuviera los corazones.
Tal vez se trata de la plata que derramaron las
estrellas, o quizá un manojo de nácar que la
luna cristalizó en su blancura. Estas sensaciones
producen el volcán Cayambe, viéndolo a lo le-
jos adornar la enriscada cordillera. El coloso de
acero divide a la tierra en dos mitades de verdes
inmensidades. Es un volcán apagado de nieves
perpetuas y cima amplia e irregular, conforma-
do por tres cumbres cubiertas por imponentes
glaciares: Puntas Jarrín en el occidente con 5100
m, Cumbre Central con 5790 m, y Cumbre orien-
tal con 5487 m. Es el único volcán nevado que se
eleva en el punto más alto del mundo de la línea
equinoccial. Forma parte de la Reserva Cayam-
be-Coca, y su base, se asienta en alrededor de
4000 msnm, extendiéndose en los páramos de la
cordillera real de los Andes.
Para subir al volcán, la travesía comienza en
Cayambe, tomando la vía que conduce a la
parroquia Juan Montalvo, en donde empieza
el camino conocido como Whimper, llama-
do así en honor al montañista inglés Edward
Whimper, primero en conquistar la cima del
Cayambe. Más adelante una ruta empedra-
da lleva a la Hacienda Piemonte, sitio de in-
greso a la Reserva Ecológica Cayambe-Coca.
El recorrido ofrece un entorno diverso: suelos
verdes con retazos de sembríos y árboles; co-
linas que se estrechan como hermanas y pá-
ramos infinitos que reverdecen en la antesala
del mundo blanco. Desde el control se sigue
hacia el refugio Ruales-Oleas-Berge, ubicado
a 4600 msnm. El nevado, por su gran belleza,
es visitado por aficionados y profesionales que
llegan con la intención de dominar las nieves.
El desafío es para los que están aclimatados
y en buen estado físico, que pueden alcanzar
la cima en 6 horas desde el refugio. Los turis-
tas que solo van de paseo hasta el albergue,
pueden quedarse allí para descansar, comer
algo o abrigarse en la chimenea antes de re-
gresar. El refugio está dotado de una cocina
para prepararse bocadillos.
Donde lo real tiene toques
de magiaMaría Antonieta Sevilla
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Los caminantes empeñados en con-
quistar la cresta, saldrán del re-
fugio aproximadamente a
la 1 de la mañana, pues
las condiciones de la nie-
ve son mejores; el frío la
mantiene sólida y com-
pacta para evitar la pre-
sencia de avalanchas.
La primera barrera por
afrontar es un cúmulo de
rocas que está casi al inicio
del glaciar, el que hay que tre-
par sosteniéndose con las manos.
Al final se llega a una planicie que lleva al
glaciar; a un costado de este borde existe una
laguna de más o menos 100 m de diámetro que
está formada por los deshielos del volcán. Sus
aguas son de color verde-turquesa, dependien-
do de la iluminación del sol y el grado de nubosi-
dad. Desde aquí se contempla los primeros gla-
ciares y la larga melena del coloso. La aventura
continúa hasta el inicio del glaciar, donde los
andinistas tienen que equiparse. La presencia
de un guía experimentado es fundamental para
subir al nevado, ya que el glaciar está formado
por varias grietas, lo que hace más complicado
el ascenso. El guía dará previamente un peque-
ño entrenamiento sobre el uso del equipo técni-
co. Además de un equipo completo para el as-
censo es indispensable llevar mochila, bolsa de
dormir, ropa abrigada, botas, botiquín, protector
solar, gafas para nieve, brújula y mapa, alimen-
tos ricos en calorías, entre otros. Al Cayambe se
puede acceder todo el año, pero la época más
recomendada es de junio a septiembre.
Para quienes les apasiona el ciclismo de mon-
taña y todavía tienen sed de emociones fuer-
tes, el Cayambe es un sitio donde pueden
delirar de emoción. Desde el refugio empe-
dernidos pedalistas se deleitarán de su depor-
te favorito, recorriendo por caminos y chaqui-
ñanes cuajados de historia y belleza natural.
Las bicis son llevadas hasta el albergue en ca-
mioneta y desde allí los trotamundos se lanzan
a una peripecia sin igual en sus caballitos de
acero. No importan las piedras, los baches, ni
los charcos; la emoción consiste en
la velocidad para esquivar y
vencer los obstáculos.
Cuenta una leyenda Ka-
yambi que en tiempos
remotos el taita Manuel
Imbabura estuvo casa-
do con Isabel Cotaca-
chi, sin embargo tenía
amoríos con la mama Ca-
yambe. Él, muy descuidado
y desamorado, nunca regaló
ropa a su mujer, por eso ella siem-
pre estaba llucha; el Taita en cambio,
llenó a la amante de vaporosos vestidos blan-
cos… Por eso es que siempre el volcán Cayam-
be luce lujosas mantas de nieve. Aunque estas
creencias solamente sean mitos de la cosmovi-
sión indígena, lo cierto es que los volcanes del
Ecuador son monumentos blancos con acce-
so a paisajes alucinantes, son un reto a la resis-
tencia y habilidad de los más aventureros, son
barquitas con guirnaldas de cristales, donde lo
real tiene toques de magia. Parte de la leyenda
no es un cuento, los volcanes se están quedan-
do “lluchiticos” pero por el cambio climático, a
pesar de que los científicos han afirmado que
pequeñas erupciones volcánicas podrían estar
deteniendo el calentamiento global al emitir
aerosoles de sulfuro que se remontan a la par-
te superior de la atmósfera y hacen que la luz
del sol rebote fuera de la tierra, ¿Qué puedes
hacer para mitigar el rompecabezas del calen-
tamiento global? Planta un árbol, pues absorbe
una tonelada de CO2 de por vida; adquiere
alimentos con menos envolturas, es mejor em-
plear bolsas reutilizables; usa focos ahorradores,
el empleo masivo de esta tecnología permite
reducir en 80% las emisiones de CO2 por la dis-
minución energética.
Si quieres pasar una aventura sin igual en el
volcán Cayambe, comunícate con el Concejo
Municipal de esta ciudad, llamando a los telé-
fonos: (02)2360-052 y (02)2361-591.
Los ecosistemas de alta montaña ofrecen una
amplia variedad de beneficios directos e indi-
rectos a las sociedades. Se estima que más de
la mitad de la población mundial depende de
servicios hídricos provistos por estos ecosiste-
mas, sea por la captación, almacenamiento
y purificación de agua dulce o por la genera-
ción de energía renovable. Tampoco se debe
olvidar que las montañas son esenciales para
la producción agrícola, ganadería e industria
extractiva, y una fuente esencial para la bio-
diversidad debido a la gran variabilidad topo-
gráfica, geológica y climatológica.
Imagines ópticas espaciales y aéreas nos permi-
ten monitorear cambios en los ecosistemas de
montaña desde los años 60. Estos análisis han re-
velado que los Andes ecuatorianos se caracte-
rizan por una dinámica forestal sumamente inte-
resante. Los mayores cambios en los bosques de
la Sierra ecuatoriana ocurrieron durante los años
70 y 80, cuando la ocupación y transformación
de tierras forestales para obtener títulos de pro-
piedad jugó un papel importante. Hoy en día, la
tala de bosques continúa a un ritmo alarmante
en zonas rurales alejadas bajo la presión de la
colonización agrícola y la industria, mientras que
se observa un incremento en cobertura forestal
en zonas degradadas y/o de baja productivi-
dad agrícola.
Una de las principales preocupaciones para
promover un desarrollo sostenible en ecosiste-
mas de montaña es el desequilibro creciente
entre la demanda y oferta de bienes y servi-
cios ecosistémicos. El desarrollo de aglome-
raciones urbanas y crecimiento industrial; el
comercio en los Andes ecuatorianos aumen-
ta la demanda de recursos hídricos para uso
doméstico, industrial y agrícola y producción
energética. Al mismo tiempo, la provisión de
servicios ecosistémicos está afectada por la
degradación de los suelos, desertificación y
cambio climático.
La dinámica del uso del suelo influye en la pro-
visión de servicios ambientales en ecosistemas
de montaña. Los ejemplos son varios: estudios
pioneros en base de radionúclidos de origen
cosmogénico - realizados por primera vez en
los Andes Tropicales - concluyen que la co-
bertura vegetal es el control principal sobre
los procesos de erosión y transporte de sólidos
hacia la red fluvial. Una reducción de la cober-
tura vegetal – sea por colonización agrícola o
industria extractiva - acelera las tazas de ero-
sión de 10 a 100 veces el promedio natural.
Por medio de estudios de caso en el Austro
ecuatoriano, se ha demostrado que la conver-
sión de bosques nativos en tierras agrícolas y
ganaderas cambia drásticamente la hidrolo-
gía del suelo. La reducción en la capacidad
de filtración del suelo aumenta su grado de
humedad y saturación después de lluvia; lo
que incrementa significativamente la probabi-
lidad de derrumbes y deslizamientos superficia-
les en tierras agrícolas. Estas amenazas natu-
rales no solo tienen un efecto directo sobre la
productividad agrícola; pero también sobre la
producción y calidad de aguas superficiales.
MANEJO SOSTENIBLE Y RESTAURACIÓN
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DE ECOSISTEMASDE MONTAÑA EN ECUADOR.
Al mismo tiempo, se observa un incremento en
la cobertura forestal en zonas rurales con alto
grado de degradación de suelos, como en las
pampas de Palmira y valles interandinos de
las provincias de Chimborazo, Cañar, Azuay y
Loja. La baja productividad de los terrenos ero-
sionados genera un abandono de tierras agrí-
colas, seguido por una colonización esponta-
nea de especies nativas y/o una reforestación
de tierras degradadas con especies arbóreas
de crecimiento rápido. Experimentos de cam-
po en cuencas torrenciales han demostrado
que la reforestación en cárcavas activas redu-
ce la erosión hídrica y transporte sólido. De tal
forma, proyectos de restauración en cuencas
torrenciales llegan a tener un mayor impacto
sobre el transporte de nutrientes y sólidos e hi-
drología en los valles interandinos.
Un manejo integral de los recursos naturales
es sumamente importante para promover un
desarrollo sostenible en los Andes. La dinámica
del uso de suelo, incluyendo la dinámica fo-
restal, afecta directamente las funciones esen-
ciales de los ecosistemas de montaña, y por
lo tanto debería ser un elemento clave en la
gestión sostenible del ecosistema.
Veerle VanackerPrometeo, Coordinación de Saberes Ancestrales, Secretaría de Educación Superior de Ciencia, Tecnología e Innovación
de la República del Ecuador.Earth and Life Institute, University of Louvain, Belgium.
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Claudia Segovia Salcedo
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Es tiempo de repensar en la naturaleza, para evitar el agotamiento de este recurso Una planta maravillosa –Polylepis-, conocida como árbol de papel está en peligro; tiene relación directa con los páramos y la provisión de agua. Los bosques de Polylepis son la vegetación do-minante de los páramos andinos, a pesar de una larga historia de explotación y destrucción. Su distribución está fragmentada y reducida en varios países andinos, por lo que ha sido con-siderada por la World Conservation Monitoring Center como uno de los ecosistemas boscosos más vulnerables del mundo.
Equilibrio hídricoLos bosques de Polylepis proveen de importan-tes servicios ecológicos como el equilibrio hídri-co de los páramos y como refugio de flora y fauna especializada y endémica.
En Ecuador se encuentran 8 especies, en los Andes, cuyo estado de conservación varía de acuerdo a la especie y el nivel de presión an-tropogénica al cual están sometidas.
Principales amenazasLas principales amenazas se centran en activi-dades humanas como la tala y la quema, la expansión agrícola y urbana, y la introducción de especies exóticas. Esta situación es preo-cupante porque la mayoría de los bosques na-turales de Polylepis no se encuentran dentro de Áreas Protegidas o Reservas Ecológicas, y no existe una estrategia efectiva para su conser-vación.
Cada una de las especies ocupa un hábitat en la serranía ecuatoriana basado en parámetros como son la temperatura, la precipitación, la
altitud, la posición geográfica y la exposición al viento. El Ecuador cuenta con estas especies en la parte norte de los Andes, así como en la zona Austral –El Cajas- y con una especie endé-mica, lo cual convierte al país en un centro de diversidad para este género junto con Bolivia y Perú, aparentes centros de origen del mismo.
Identificación de especiesPara definir prioridades de conservación y di-señar estrategias adecuadas de mitigación es importante identificar a las especies. La dife-renciación taxonómica es complicada; sin em-bargo, la forma y el número de los foliolos de las hojas, así como su manera de crecimiento permiten una clasificación preliminar de las mis-mas. Las especies del género Polylepis son: Po-lylepis incana H.B.K, Polylepis lanuginosa Kunth, Polylepis serícea Wedd, Polylepis pauta Hieron, Polylepis microphylla Wedd, Polylepis reticulata Hieron, Polylepis weberbauri Pilger y Polylepis racemosa Ruiz &Pav.
Polylepis en el EcuadorLos bosques de Polylepis son los hábitats más ame-nazados de América Latina. Actualmente están representados por una pequeña fracción de su dis-tribución original. Los bosques ocupan pocas hec-táreas restringidas a zonas inaccesibles.
La investigación científica que realiza la Escue-la Politécnica del Ejército (ESPE), con el apoyo de la Universidad de Florida, unida a procesos de reforestación podrían ser estrategias para mitigar estas amenazas.
Fuente: http://plaza.ufl.edu/claudia/index_files/index_files/
Page524.htm
El árbol de papelClaudia Segovia Salcedo
Phd