Revista Literaria Full Tànit nº 7

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Taller d’escriptura creativa Tànit Ajuntament Sant Andreu de la Barca FORUM CULTURAL GASPAR DE PRESES Primavera de 2011 Publicació literària de Sant Andreu de la Barca nn.7

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Taller d’escriptura creativa Tànit

Ajuntament Sant Andreu de la Barca

FORUM CULTURAL GASPAR DE PRESES

Primavera de 2011

Publicació literària de Sant Andreu de la Barca

nn.7

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La revista Full Tànit no es responsabilitza dels diferents escrits ni de les opinions que puguin expressar els col.laboradors

Publicació gratuïta

Imatge de la portada: Juan A. Tenorio, pintor local.

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Ana Maria Matute, rep per fi, el premi Cervantes.

Jordi Milián

“La literatura ha estat, i és, el far salvador de moltes de les meves tempestes”, Amb aquesta frase l’escriptora Ana María Matute va rebre el Premi Cervantes 2011.

Un discurs emotiu on va comentar entre d’altres coses que que qui no inventa, no viu, l’escriptora catalana va realitzar un discurs intimista, sincer i emotiu. També va comentar que preferia “escriure tres novel·les seguides i vint-i-cinc contes, sense respir, a haver de pronunciar un discurs”, Matute també va destacar els seus inicis literaris i els seus contactes amb les editorials. Anava cada dia a l’editorial Destino amb la seva primera novel·la, Pequeño teatro, escrita als disset anys, “a mà, en un quadern escolar, quadriculat, amb les tapes d’hule negre”. Un empleat se’n va apiadar i li va aconseguir “una entrevista amb el director”, el novel·lista Ignacio Agustí, el qual amb “infinita paciència”, li va explicar que ho havia de “passar a màquina”. Li van contractar el llibre i va enviar la seva segona novel·la, Los Abel, al Premi Nadal, que va quedar en tercer lloc. Amb Pequeño teatro va guanyar el Premi Planeta. Ara l’editorial Planeta l’ha reeditat. Ana María Matute, que va néixer a Barcelona l’any 1925, ha estat una de les eternes candidates per a aquest prestigiós guardó. Matute destaca en els seus contes i novel·les, temes recurrents com la Guerra Civil espanyola i la postguerra, la incomunicació o la injustícia social. És membre de la Real Academia Española, autora de gairebé una vintena de novel·les i altres tants relats i contes. Té, entre molts d’altres, el Premi Planeta, el Nadal, el Nacional de Literatura, el Nacional de les Lletres Espanyoles. Als seus 85 anys, l’autora entre d’altres de Olvidado rey Gudú, encara segueix en forma i en aquests moments escriu una nova novel·la que de moment no ha volgut revelar el seu argument.

EDITORIAL Revista:

Full Tànit

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Fòrum cultural Gaspar de Preses

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Direcció:

Rosa de Santiago

Coordinació i disseny:

Asunción Mellado Jaime López

Col.laboradors:

Grup d’escriptura Tànit Dima Anaboussi David Castillo Javier de Pilar Xosé Lois García A.F.Herrero Senés Dionisio Martín Grados Jordi Mil ián Vicente Orós Espinosa Bosco Soriano Juan A. Tenorio

Assessorament lingüístic: Magda Aragonès

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Rafael Cerrato Salas

Els nostres autors publiquen

WWW.RafaelCerrato.com

25448, NO! ROBERTO MARTÍN PÉREZ (fragmento) Me encontraba confortablemente sentado y con el cinturón de seguridad abrochado. Para mi aliv io, no tardaron en e ncenderse los motores. El estruendo de las turbinas fue en aumento, el avión empezó a rodar por la pista, la velocidad se fue incrementando, los ruinosos edificios iban quedando atrás y unos segundos después estaba en el aire. Ya no hab ría vuelta a trás; abando naba el ter ritor io cu bano , mi tierra , la patria por cuya libertad sacrifiqué la mayor parte de mi vida, ahora convertida en una inmensa y miserable prisión. Miré por la ventanilla hacía abajo y vi perfilarse el contorno de la isla que, destacaba sobre e l transparente azul del mar. Se me formó un nudo en la garganta y unas tímidas lágrimas empezaron a resbalar por mi cara.

Nació en Córdoba en 1951. Hace más de diez años que vive en San Andrés de la Barca en una vieja masía del siglo XVII. Cursó estudios de ciencias económicas en la facultad de Málaga. Es escritor de ensayos y narrativa, y un investigador interesado en poner al descubierto, para el gran público, grandes verdades históricas que han sido veladas por las historiografías y son acontecimientos clave para entender nuestro presente.

Desde diciembre del 2005 que vio luz su primera obra: "Carta de Fernando Sánchez Dragó", ha publicado: "Lepanto: la batalla inacabada" y “El

imperio perdido de los jázaros”; todas ellas firmadas con el seudónimo de Ramiro Ponce del Río. Y es a part ir de su obra publicada: “Desde el corazón de Irán” que el autor f irma con su propio nombre marcando un antes y un después en su carrera literaria, publicando a continuación un libro compartido con varios autores, titulado: “Sentido e historia”. Su último libro ¡25448, NO! Roberto Martín Pérez, está publicado en Estados Unidos.

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LA MARGARITA

No sé si la cegata abuela me dejó sola de un modo ex profeso. Esta mañana ha venido, tijeras en ristre, y ha degollado mis pobres hermanas, que tanto relucían a mi lado en este rincón del jardincillo. Ahora estoy sola. Me pesa la soledad, más por la ausencia de los que formaron mi tribu, que por la soledad en sí misma. No crean que nuestra unión fuese idílica. A veces, nos peleábamos y nos afanábamos por una gotita de mas o de menos de rocío o por un rayito de mas o de menos del rubicundo sol. Pero eso sí, nos hacíamos un bloque compacto cuando la desgracia se cernía sobre una de nosotras. Acechábamos el peligro, cuando "acertaban" a pasar por nuestra morada una pandilla de adolescentes, entre las cuales siempre destacaba una --post-romántica ella-- que quería ver confirmado su amor por medios tan macabros, como el descuartizamiento de una de nosotras Así, al mismo tiempo que decían "sí" o "no" iban arrancando los pétalos de las faldillas blancas, hasta quedar completamente en cueros. con un lívido amarillento, tiñendo su carita. Una vez mutilada, quedaba exangüe en el suelo y para mas INRI pisoteada, si se encaraba a un nefasto "no". Estoy contenta, porque pienso disfrutar de este paréntesis de libertad que me concede el "ángel guardián de las margaritas", sin nadie que me atosigue, a excepción de mi vecina la Gardenia, que vive enfrente muy soberbia y ufana ella, que suele mirarme por encima de su cáliz cilíndrico, con sus aires de superioridad. Ahora bien, yo que soy humilde por naturaleza, hago caso omiso de sus bravatas.

He dormido a pétalo suelto, con una bola blanca muy grande encima de la azotea. Es nada menos que la luna, mucho mas gorda porque dicen que se ha acercado a la Tierra unos kilómetros y no se en cuantos años no volveremos a verla así de hermosa. Me he desperezado y las gotas de rocío han lavado mi rostro y mi cuerpo, añadiendo aún más alegría a mis ganas de vivir. Me divierte contemplar las nubecillas blancas que se arremolinan delante del sol, para darme sombra, pero cuando se descorren como cortinillas traviesas y dejan paso a sus rayos benéficos de luz y calor, soy la más feliz de las flores. Aquí y ahora, todo es paz y concordia. En ráfagas sutiles me trae el viento aromas de la flora circundante, entre ellas, la de la propia Gardenia blanca, que a pesar de su orgullo, me obsequia con el regalo de su delicado perfume. Toda yo vivo imbuida de un presente que me brinda lo mejor de la vida: la felicidad, y soy feliz porque presiento que voy a morir con toda la dignidad que merece un ser vivo. No degollada como mi hermana por una quinceañera, y menos aún apuñalada a traición por las tijeras de la abuelita. Todas mis células cantarían, si cantar pudieran, las excelencias de este momento casi divino, porque me siento fuera del peligro de acabar como la preciosa Gardenia en una jarra de cristal, con el agua hasta el cogote y asfixiada por mor de la aspirina o el chorreón de lejía. ……………………………………………… Ha llegado mi hora. Ya la savia no encuentra su cauce para alimentar mis venas y mi alma se resiste a dejar esta vida con la que tanto soñé. Pero mi ángel guardián me protegerá con sus alas de los malos vientos y me depositará con todo amor en la tierra que me vio nacer y a la que vuelvo como materia fabulosa y apócrifa hasta el fin de los siglos. Así sea.

María Pérez de Cos

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Se sucedían, uno tras otro, los templados días otoñales, ofreciendo, con frecuencia, temperaturas que hacían re-cordar al recientemente despedido estío. La vega presen-taba su dilatada, admirable e impoluta sábana blanca, con manchas del mismo color que ofrece el cereal seco, allí donde las matas de algodón habían sido despojadas del suave y níveo producto. Entre el algodón también habían crecido numerosos edifi-cios. Parte de la vega pertenecía al Instituto Nacional de Colonización. Fraccionada en parcelas de cuatro hectá-reas, aproximadamente, y entregado a otros tantos colo-nos para su explotación y medio de vida. En cada parcela se construyó una vivienda familiar y un segundo edificio que albergaría a los animales y almacenaría piensos, co-secha y enseres de labranza. En otras propiedades, cuyos dueños acataron explotar sus tierras cultivando los productos pautados por el Estado: algodón, tabaco, maíz, mijo, pimientos, etc., proporcionan-do empleo a cuantiosa mano de obra, destacadas mansio-nes y otros edificios destinados a secar el tabaco, se su-maban a la ornamentación del paisaje. Innumerables columnas de humo, elevándose al cielo, desvaneciéndose poco después, procedentes de los hoga-res donde se preparaba el desayuno para la multitud em-pleada en la recolección de la cosecha algodonera, brota-ban de otras tantas chimeneas. Un numeroso hormiguero humano: personas de ambos sexos, de todas las edades, siempre que la condición físi-ca permitiese colgarse un morral de saco o lona en el que depositar el algodón que cada mata había producido en sus bagas, invadiría poco después el algodonar, para unir-se, cada cual, con el resto de la cuadrilla, y compartir tiem-po y tarea. Movimiento desecho en sentido contrario para regresar al punto de partida, comer y volver al trabajo para completar la jornada, diciendo adiós al sol, poco antes de que éste desapareciese tras la montaña. Con frecuencia, si algún adolescente no alcanzaba el rendimiento de los mayores, sus padres se esforzarían para suplir la falta ayudándole a terminar el surco al mismo tiempo que el resto. Con el fin de que el menor cobrase el salario en la misma cuantía que los demás. Pasear entre el inmenso algodonar, suponía oír y disfrutar el más amplio y variado abanico de cante y canciones, en todos sus muchos y variados estilos y versiones, interpre-tados con mejor o peor calidad, por las voces de los reco-lectores, amenizando así tanto la ardua tarea, como la larga jornada. Si bien técnica y máquinas habían alcanzado la tierra para su preparación y cultivo, no lo habían conseguido para la recolección de la cosecha algodonera; y el algodón había que arrancarlo con la mano de cada una de las bagas y depositarlo en el morral que cada cual portaba colgado por delante, sujeto con sendas tiras por la espalda.

La cosecha estaba a punto. Y el tiempo, seco y soleado: inmejorable. Había que aprovecharlo y ponerse manos a la obra, antes que la climatología empeorase poniendo en dificultades el trabajo. Juanito pertenecía a la cuadrilla que Emilio, hijo de El tío Por Hora, había reunido y contratado para recolectar la cosecha de algodón de sus tierras. El apodo Por Hora, se lo había ganado el padre del algodonero por ser pionero en implantar en la zona la jornada de trabajo bajo el impe-rio del reloj, desestimando el de toda la vida: de sol a sol. De dicha cuadrilla formaban parte también los progenitores del joven; y dos hermanas, acumulando cinco miembros de la misma familia. Cuarentona, esbelta, alta, vivaracha, locuaz y atrevida Emiliana, avecindada en Cilleros. De dicha localidad pro-cedía Justa, a quien acompañaba su hijo Justo, con el fin de sumar su jornal a la economía familiar. Rapaz de unos doce años de edad. Uno más de tantos, que se contabili-zaban en las cuadrillas empleadas en la vega. El oficio del niño es poco, pero quien lo desperdicia es un tonto. Máxi-ma bajo la cual ha crecido la adolescencia española, tras la guerra civil sufrida desde el año 1936 hasta 1939. ¡Cuánto mejor que el niño, como todos aquellos involucra-dos en las mismas circunstancias, hubiese acudido a la escuela! Salvo sexo, edad y vecindad otra condición no permitía establecer paralelismo alguno entre ambas muje-res. Hasta la indumentaria las diferenciaba. Vestidos cla-ros, alegres, dinámicos de la una, contrarrestaban con los oscuros y ajados de la otra. Astuta, reservada, misteriosa, perteneciente a ese tipo de personas que a simple vista no ofrecen más que recelos, desconfianza y sospechas, aunque puedan ser dechado de honradez y virtudes, con sus sesenta y pico de abriles, allí estaba la tía Cavileña completando el grupo de em-pleados. A la hora convenida, todos acudían al tajo. Colocados sobre el fondo del surco, cada trabajador comenzaba su faena cogiendo el algodón de las matas que a ambos la-dos les flanqueaban. Avanzando hasta el final de la haza. Dando media vuelta con idéntico cometido hasta el punto de partida. Una y otra vez… y otra vez… y otra vez… Cuando se ha llenado el morral individual se avisa, y el encargado acude hasta la cuadrilla para depositar en una saca el producto recolectado. El algodón recogido durante las primeras horas de la mañana, no puede ser envasado. La humedad lo echaría a perder. Se tiende al sol, sobre unas seras o lonas, para que se seque. La temperatura, que alcanza el ambiente por la intensidad de los rayos solares, despierta la fatiga. Para aminorarla se recurre a calmar la sed, que también acude sin haber sido invitada. Hasta el corte llega el encargado con el agua fresca, pura y cristalina contenida en el barril de arcilla, llenado en el arroyo. La tarea de asistir a la cuadrilla era asumida por el patrón: Emilio.

AlgodónAlgodónAlgodónAlgodónDionisio Martín Grados

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Se interrumpe la jornada para recuperar fuerzas descansando, al menos durante el tiempo que dura la ingesta de alimentos. El segundo acto mantiene la misma pauta que la sesión matinal. Para toda la cuadrilla, excepto para Juanito. A falta de poco más de una hora para finalizar la jornada, a requerimiento de Emilio, el joven suelta el morral y no coge más algodón. Su nuevo cometido es ayudar al patrón a cargar las sacas llenas en el carro, donde las transportarán al lugar de almacenaje. Por su volumen y peso, el trabajo se realiza con mayor comodidad y menor esfuerzo si se ejecuta entre dos personas. La distancia que ahora separa a Juanito de sus padres le permite disfrutar fumar los cigarrillos a los que generosamente le invita Emilio. Fumar delante de los padres no les estaba permitido a los jóvenes. Cargado el carro, Juanito, siempre acatando órdenes, termina la jornada segando yerba, abundante y copiosa, crecida entre las matas, una vez maduradas las gabas, que servirá de alimento durante la noche a los animales. – ¡Juanito: ya sabes lo que te toca! Por la carretera, al iniciar el descenso de la ligera pendiente que finaliza en el arroyo, apareció una pollina de pelo grisáceo, a cuyos lomos cabalgaba una joven. No era otra que Pili, hermana de Emilio, cultivador arrendatario de aquella tierra, que ahora ofrecía generosa el fruto, en pago a tanto empeño, esfuerzo y sacrificio empleados con ilusión y confianza. Joven, bonita, agradable… Sobre sus espaldas soportará también el calor otoñal, y la fuerza del peso del morral sobre la cintura, hasta que sea vaciado su contenido en el saco, para volver a ser llenado una y otra vez, hasta haberse cumplido las ocho horas de la jornada. Y ¿cómo no? La calada matutina con que obsequiaban las algodoneras, receptoras en su frondoso follaje de la copiosa ración de rocío, regalada cada madrugada por la madre Naturaleza. ¿Qué es lo que le tocaba a Juanito. Esporádicamente, diversas actividades provocaban su ausencia. En tales ocasiones encomendaba a su hermana el transporte de las sacas y la orden para Juanito que realizase las tareas del patrón. Sucedió una tarde. Al incorporarse Juanito al grupo, regresando, tras haber realizado alguna tarea lejos del grupo, comentó en voz alta: – ¿Quién se habrá dejado sin coger una rama llena de algodón? Menos mal que la he visto y echado el algodón al morral. – ¡¡Quéee!! –exclamó sorprendida y exaltada Pili. – Pues que alguien se ha dejado atrás una mata de algodón sin coger. Enojo, rabia, ira… con enorme ímpetu y vigor afloraron e invadieron cuerpo, alma y espíritu de la joven. – ¡Juanito! ¿No me digas que has cogido el algodón de esa mata? – Claro que sí. – Tú eres tonto. ¿A ti no se te ha ocurrido pensar que una mata tan bonita la podía dejar nadie atrás sin verla? – ¡Yo qué sé! Aquí hemos venido a coger algodón. – ¡Tonto! Eres tonto, tonto, tonto… –repetía Pili iteradamente, furiosa, iracunda, como queriendo atacar y hacer daño a su interlocutor–. Esa rama la he cortado yo, y la he dejado para llevármela a casa. Era preciosa. Y tú vas y la quitas el algodón. ¡No vuelvas a hablarme en tu vida! Una mata de algodón, cuando éste está esponjado, sin llegar a colgar y sujeto a la baga donde se ha criado y

mantenido hasta entonces, es maravillosa. La rama en cuestión era una auténtica y extraordinaria belleza. Su presencia sería un lujo para cualquier estancia. La exacerbación de Pili, en aumento e incontenible, era lógica y comprensible. Edad, dinamismo, simpatía… contribuyeron para que la relación entre ambos jóvenes, hasta entonces, transcurriera con armonía y cordialidad. – Se necesita ser tonto para no darse cuenta de que una rama como esa nadie la deja atrás, si no es por algo. – Ya encontrarás otra. Hay muchas. – Como esa, ¡ninguna! – ¡Y mas bonitas! Ya lo verás. Juanito intentaba justificar su acción y calmar a su compañera. La joven, inmersa en su enojo, continuó su trabajo en un mutismo total. Actitud que no se la conocía. Compartía la jornada dialogando con todo el mundo, o bien cantando, dado que lo hacía de manera agradable. El Dúo Dinámico –Manuel de la Calva y Ramón Arcusa– era una de las atracciones musicales de la época. Sus canciones se oían con frecuencia en las emisoras de radio. Entre ellas: Perdóname. Juanito, intentando congraciarse con su compañera, le pedía perdón. Silencio era toda la respuesta que obtenía. Remedando a los cantantes, puso música a su iterada solicitud. Y así entonaba: Te perdí, Por culpa de un error. Te perdí Y destrocé tu algodón… ¡Perdóname! Te he roto el ramo… Fue sin querer No volveré otra vez… ¡Perdóname! Cantinela repetida, cargada de ironía y guasa, inadvertidas por la destinataria, a quien la cólera incapacitaba para darse cuenta de que Juanito pudiese estar representando una escena teatral, como sospechaban e intuían otros elementos de la cuadrilla. El evento protagonizó la sesión vespertina. Las horas acumuladas de la jornada y el peso del algodón en los morrales, provocaban que el personal se izase con frecuencia para suavizar y aligerar el dolor que se dejaba notar en la zona lumbar. Cada cual aprovechaba la verticalidad para otear el campo, intentando localizar el ramo, sospechando que estaba escondido y no roto. Las agujas del reloj alcanzaron l hora que ponía punto final a la jornada laboral. Caminando, cada cual a su ritmo, entre las algodoneras, el personal abandona su puesto, dirigiéndose a la linde, por donde acceder con menor dificultad a las vías de tránsito habilitadas entre el terreno cultivado. Sobre la haza, en toda su extensión, tanto en la zona recolectada como en la virgen, blanca y pura, la mirada escrutadora de diversos pares de ojos. ¿Dónde estará la rama de algodón de Pili? – ¡Pili!, ¡Pili! ¡Aquí! ¡Aquí! –gritaba tía Cavileña. Movía los brazos de la misma manera que el banderillero lo hace cuando provoca y cita al toro para ejecutar la suerte. – ¡Pili! Allí está el ramo –sentenció Emiliana, enérgica y resuelta. Y como si alguien osase arrebatarla el trofeo, a trompicones, rauda, vigorosa y decidida se encaminó hacia el lugar que indicaba su compañera. No tardando en conseguir y exhibir triunfante y gozosa el ramo de algodón, protagonista de este relato, que cortara y reservara Pili; y, que sin otra finalidad que gastar una broma a la joven, escondiera Juanito.

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El nostre arxiu històric

Fue al alcalde Nicolau Costa i Duran a quien el destino quiso que inaugurara la estación y la llegada del tren a Sant Andreu de la Barca aquel 28 de diciembre de 1912. No era ninguna inocentada, el camino de hierro por el cual llegaba la humeante locomotora, dando impulsos lentos y sofocantes, sobrecogía a los más incrédulos de que por esos raíles podría llegar tan aparatoso artilugio, dando atenuados silbidos que a unos divertía y a otros les producía pánico. La imagen que retiene esa fotografía de la espera del primer tren en la estación, es bastante reveladora para observar a todo un público aglutinado, por edad y sexo, como si se tratase de estar persuadidos y ser conscientes de inaugurar un nuevo templo de progreso y unión que se simplifica en el paso del tren. El pueblo estaba de gala, quizás sus mejores atuendos los había que lucir en

irrepetible acontecimiento. Las cuatro campanas de la ática torre de la iglesia sonorizaron el repique de la llegada del primer tren, que se fueron enmudeciendo ante el repentino y constante silbido de esa máquina que entraba en la estación. Todos a especular, a preguntar cosas de lo imposible de la técnica ferroviaria. Pocos cuestionaban los cambios que iba producir en el progreso de un pueblo. Lejanas quedaban las palabras reivindicativas del alcalde Joan Falguera i Estapé, que durante su mandato no dejó de lado su constante demanda de que Sant Andreu contase con una vía férrea y que tal conquista no llegó a verla. Falguera era consciente que con esa máquina –tan diabólica para muchos- se duplicaría el comercio de los productos agrícolas excedentarios por la agilidad en el transporte hacia Barcelona.

Se licenció en Historia Contemporánea en la Universidad de Barcelona. Ejerció de profesor y fue director del Archivo Histórico de Barcelona y responsable del Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de San Andrés de la Barca (Barcelona). Divulgador de la cultura gallega en Cataluña,

conferenciante, articulista, crítico literario y de arte, su obra ensayística está compuesta por ocho libros de diversas temáticas. Es autor de quince libros de poesía, creador de literatura infantil y de teatro, especialista en literatura de expresión portuguesa en África (viajó a ese continente en

varias ocasiones) y autor de antologías poéticas de Portugal, Mozambique, Angola, Guinea-Bissau, Macao y Brasil. Sus publicaciones sobre literatura e historia están recogidas en diversas publicaciones. Es

miembro de honor de la União de los Escritores Angoleños.

XOSÉ LOIS GARCÍAHistoriador y poeta

La travesía del camino de hierro

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Los veraneantes que en aquella época eran pocos, se incrementaron e intentaron marcar los horarios mañaneros del tren hacia Barcelona. El tren trae la modificación de muchas cosas que con su presencia no tenían razón de ser y de estar. El ferrocarril también trae a Sant Andreu una nueva mentalidad organizativa en lo que respecta al medio urbano, un cambio que por mucha oposición de los más conservadores del pueblo que pese a tantas imposiciones fueron claudicando. El dinamismo de los santandreuenses era una expresión de futuro y de cambio progresista.

Si el camino de hierro rompió el aislamiento exterior, impuso un aislamiento interior, en lo que concierne al área urbana, división de una misma finca, eliminación de caminos tradicionales y construcción de otros caminos con pasos a nivel que constituyeron no pocos problemas a los pagesos que no cesaron en la demanda de pasos seguros para personas, animales y carros que en ocasiones se producían desgracias muy lamentables.

La explosión demográfica de los años sesenta del siglo XX, en Sant Andreu de la

Barca, tanto el ferrocarril como el canal Sedó eran dos obstáculos importantes contra el crecimiento urbanístico. Y a la medida que se edificaron viviendas al otro lado de las vías el obstáculo fue más grande y ofrecía inmensas dificultades. A los pocos meses de la llegada a la alcaldía de M. Enric Llorca i Ibáñez, en mayo de 1995, surgió la reivindicación del soterrament del tren y comenzaron los proyectos y también las pancartas alusivas al tema: “SOTERRAMENT DEL TREN (METRO BAIX) SANT ANDREU DE LA BARCA”. El nuevo consistorio se moviliza ante la incredulidad de muchos y la obra se constata con esas poderosas excavadoras que ejecutan durante varios años la obra más importante que se realizó en Sant Andreu de la Barca. El ambicioso soterrament, con una moderna estación y con una nueva y larga avenida, denominada: Avda Del Parlament de Catalunya, que unifica y articula las dos partes de la ciudad y convertida hoy en la arteria pr incipal de la ciudad. Desde el alcalde Costa Durán hasta Llorca i Ibáñez van casi cien años de distancia; dos estaciones construidas y dos caminos de hierro uno que dividía el pueblo y el otro que unifica la ciudad.

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Acostumo a anar una mica de pressa en

la meva motocicleta. M’agrada la velocitat, no hi puc fer més. Quan arrenco em va envaint poc a poc una sensació d’anar més de pressa, intento reprimir-me, però al sortir del primer revolt, el meu puny prem l’accelerador, i ja hi som. Em produeix certa impressió però aquesta descàrrega d’adrenalina em segresta i ja no sóc jo, el pare de família assenyat, ni el cap d’empresa prudent i calculador, sóc el ximplet que desobeeix les normes de circulació, la serenitat i passo a convertir-me en un saltamarges embogit per l’esbufec del vent a la cara.

Avui penso prendre-m’ho amb més calma. Sóc al semàfor. Espero. Tranquil... Ara canviarà... Verd. Poc a poc vaig donant gas. La pressió de l’aire. Tranquil... Una mica més de gas... El cor s’accelera com una batuta excitant a tot els músics. Cada cop més ràpid. El peu canvia la marxa. El puny que prem. La roda de davant que s’alça com si estigués a Montmeló. L’espetegar pudent que vessa el fum recremat pel carrer. El camió, del carril contrari, que vol apurar el semàfor. I ja està... La trencadissa. Sorollada. Tot passa molt ràpid.

Em sento dormint. No escolto cap soroll. No puc veure res. Ni les mans, ni els peus. No sento el tacte. Només silenci. Un silenci continu. Captivador. No puc fer res. Penso. Penso en el que he fet, en el que m’hauria agradat fer. De cop i volta me n’adono. Em dec d’haver estavellat amb la moto i dec ser a l’hospital. Però, no sento dolor, ni sento res de res. Hauré quedat malament. Hauré quedat com un vegetal i no em podré moure, ni podré veure, ni escriure, ni llegir... ni tornar a anar en moto. M’altera aquesta perspectiva. Estarà la família visitant-me i jo estirat com un bocí de mortadel·la sense poder moure’m? O potser soc mort. Deu n’hi do quina situació!

Continuo fent anàlisi del meu estat. No sóc conscient del dia ni de la nit. Sóc en un lloc calent. La sensació de benestar és molt agradable. Potser m’han sedat. Sí, potser funciono a base de drogues, al final li agafaré gustet.

Com sento a faltar la moto. Amb lo bé que m’ho passava. Qui sap si algun dia tornaré a sentir la sensació de la velocitat.

De cop i volta hi ha un fet que em

preocupa enormement. No respiro. Estigui en el estat que estigui, he de respirar. Ho tinc clar. No, no, no respiro.

Ara em dono compte d’un altre fet vital. Sento que el meu cor batega. Molt ràpid. Sí, sí, aquest fet em fa ser conscient que sóc viu. Sóc viu!!!! Ja tenim un punt de partida.

Avui sembla que fa molt de temps que vaig estimbar-me amb la moto. Avui tinc la sensació de percebre el meu cos. Estiro ràpidament el peu. Sí, sí, he donat una puntada de peu i he donat un cop a quelcom. Anem prosperant!!! M’ha sentit un crit quan he estirat la cama. Potser he tocat algú?

Penso en la moto. Al sortir de les corbes i pitjar a fons amb la pressió de la cara, com si em pressionessin el cap en un matalàs de plàstic.

Torno a donar un cop de peu. Sí, sí, sento uns crits. Semblen ser crits d’alegria però. Com si algú rigués. Deu ser la família que veuen que començo a recuperar-me. Estaran contents.

Vaig notant la sensació de moviment. Potser em mouen per a que no em llagui. La sensació de no respirar és una mica preocupant. No respiro. La veritat és que no em sento gens ofegat.

Penso en la moto. El soroll quan avançava el cotxes. Com si fossin parats.

Uns moviments estranys. Em sento impulsat. Tinc pressió a les costelles i sobretot al cap. El cap em pressiona molt fort. No sé què pensar. Puc escoltar crits i moviments. Em sento transportat. No sé què deu passar. Tinc el cor accelerat. Hi ha quelcom que no funciona. Ai, ai, ai!!

De cop i volta sento uns crits com de boig, de fet són de dona. Sembla que la estiguin matant. Un altre cop. Déu n’hi do. I un altre, encara més fort. La pressió en el cap ara és tremenda. No sé si és pels crits però sembla que em vagi a explotar el cap. Sento que m’ofego. Això cada cop va pitjor.

Noto que el meu cos llisca, sento fred. M’alcen. Què bèsties m’alcen pels peus i em donen un cop al cul. Desgraciats!! Terroristes!!

Em poso a vomitar i trec la primera farineta. Ara dono la primera xuclada d’aire i de la sensació em poso a plorar desesperadament.

Déu meu! ...... M’han parit! Quin horror? Estaré setze anys sense

anar en moto!!

El motard (el motorista)Per Albert Riudeubàs

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Unas gruesas cortinas cuelgan recogidas a los lados de un ventanal

El ventanal enmarca el horizonte de despejado cielo y penetrante mar.

Una baranda delimita lo externo. Y una veterana silla da fuerza al

contenido de este paisaje Predomina la quietud de los elementos. No

hay olor ni sabor marítimo. No hay brisa que agite viento. No hay prisas. La vida está

quieta La mente duerme en las alcobas del tiempo.

Música en la distancia. Los elementos danzan. Se despierta la mente. Relámpagos

pensamientos dinamizan la acuarela Se destiñe el cielo en amenaza

Se enfurece el mar en oleadas espumosas El aire toma cuerpo en

viento. El viento abofetea las calles, silba en las esquinas, persigue salidas nuevas

tal vez inexistentes.

Los pensamientos juegan. Torbellinos de palabras Las palabras adquieren

forma según el prisma, según los intereses que negociamos, según el

chantaje de nuestro ánimo… Las palabras juegan, y en el juego, pierden su

significado.

¡Bronceadas!¡Abierto!

¡Azul!¡Fuera! ¡Dentro!

¡Incompleto!

¡Movimiento! ¡Tormenta!¡Invasoras!

¡Silenciosa!

¡Distintas!

Asun Mellado

Juego de palabras

XXEz

WOH

PPI

¡Voces!

¡Real!

¡Pesan!

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Dima Anaboussi

No sé que ha pasado… no lo sé. No me siento demasiado capaz de procesar un argumento eficaz, ni puedo ni quiero, pero desde luego hemos perdido el norte. Últimamente he visitado varios pacientes que acudían por un motivo de consulta principalmente estético. Y aunque eso no parece nada raro, en realidad entras en un mar de inconfesables dudas respecto a qué es la estética. Qué es la belleza. Qué es ser guapo o estarlo más. ¿Podemos diagnosticar la falta de belleza desde un punto de vista médico?, ¿es viable que existan unos parámetro o unos estandartes adecuados para delimitar qué es bello y qué no lo es? y más que viable.... ¿es eficaz?. Fácilmente todos alzaremos la voz con un firme "NO" . Pero afirmar sin contemplaciones que la belleza, que la hermosura, que lo estético es algo personal y subjetivo es quedarse en la capa más superficial, aún nos hallaríamos en la estratosfera del asunto... en la piel del conejo. Yo os diré la mía: llego a una firme postura donde la belleza, no solo de las personas sino también de las cosas, de los lugares, de las situaciones… se basa es tres grandes pilares: la salud, la armonía y la naturalidad. Una carcajada es dulce, es preciosa cuando se muestra sincera. Un aplauso es de agradecer cuando procede de unas manos ansiosas por hacerse escuchar, es natural. Las hojas de los libros, ordenadas, armónicas, sencillas. O incluso los enfados malhumorados, los llantos, las lágrimas, cuando son honestos me dan la impresión como de fugaz acaricia y cadencia sublime. Un hombre, simpático, amable, sincero, noble… es bello. Un hombre falso, torcido, forzado, pretencioso… es feo. Y de igual manera lo siento en mi campo. ¿Una sonrisa linda?: para mi la boca no son unos diente paralelos, blancos y rectos. La sonrisa, es un labio apoyado suavemente en los incisivos, donde a veces se le antojará mostrar tímidamente una encía sonrosada cuando la dulce carcajada se de paso, la belleza residirá en un equilibrado paralelismo, pero sin simetrías, sin espejismos. El color no será el de la tiza sino el del algodón, el color se llamará translucidez, se llamará ocaso de luz. La belleza está en las manos de todos. Si acaso nuestra alma nos dejará educarla. No creo que exista mayor verdad que esa.

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Cuenta un proverbio chino que uno de los hijos de una familia humilde partió hacia otras tierras en busca de un futuro algo más digno, y en busca del amor. Y subió mil y una montañas y cruzó mil y un ríos y pasó por el hambre y por la sed. Y vio nevar. Dicen que habiendo transcurrido mil y un días con sus mil y una noches volvió a su poblado casado con una bellísima pr incesa y repartió riquezas entre los suyos. ¿O quizá decían que regresó tan pobre como se había marchado, aunque más desconfiado y receloso? En fin, quién de nosotros no ha quitado con mora una mancha de mora o quién no hizo esa mancha más oscura y visible. Quién no, abrió la mano y así pudo cazar cien pájaros en vuelo, o quién no, la cerró y esa fue su ganancia. Decidme, ¿cada uno de nosotros acaso es un proverbio? ¿O todos los proverbios cada uno?

Proverbio chinoManolo Martín

¡Soy joven, tengo tiempo! – me dije cuando tenía veinte años-. A los treinta y cinco inicié un negocio por mi cuenta y me dije

– ¡soy joven tengo fuerza!- Pasados diez años de tiempo tuve que cerrar el negocio- (a cargo: una hipoteca a cancelar en un tiempo

de treinta años). Ahora con la distancia del tiempo pasado, la experiencia, los recuerdos… y sobre todo la hipoteca cancelada

y mi pensión de jubilada me digo - ¡Soy joven, tengo tiempo…!!!

Isabel Delgado

El paso del tiempo

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En Pere Mata...Jordi Martí

Una petita dificultat

Com ja hem explicat en alguna ocasió, en Pere Mata tenia una petita dificultat. La petita dificultat és que havia perdut el 80% de la audició. En realitat, en Pere Mata era amable amb la gent, ja que el problema era d’aquells que no parlaven prou fort per que ell els entengués. Haver de salvar als altres de si mateixos quan no tenen en compte la petita dificultat és una feina dura, però algú l’havia de fer. La seva dona, sense anar més lluny, i com totes les altres dones, nomes servia per la cuina i el llit. A banda d’haver fet de mare de tots els seus germans, de pujar dos fills, de dur la casa i de treballar a l’Espanya Industrial, no sabia fer res. Ja estava jubilada, i encara no sabia administrar-li els diners: -Pere, haig d’anar al mercat. Dóna’m cinc mil pessetes- -Antònia,però si ja te les vaig donar fa quinze dies!- -Fa tres setmanes Pere, i tu vols menjar carn cada dia- -Espera’t a dilluns- -Som dijous i la nevera és buida- -Doncs ho podies haver pensat abans! Tu saps el que representa això? Creus que podem llençar els interessos d’aquestes cinc mil pessetes d’avui fins dilluns?- -Ho sento molt, Pere. Perdona’m. Però haig d’anar al mercat avui- -Doncs acompanya’m a la caixa. Al mercat hi vas tu sola. A mi no em facis pujar les escales carregat- -Si Pere. Jo vaig baixant. Ja saps que amb l’artrosi no puc agafar-me bé- En Pere, que s’ha entretingut tancant la porta, no s’assabenta del terrabastall quan, a l’alçada de l’entresol, la seva dona ensopega i cau rodolant els dos trams d’escala que li falten per arribar a baix. Desprès de baixar quatre pisos, en Pere comença a trobar, escampat per l’escala, el contingut de la bossa de la seva dona:

-Antònia, que t’han caigut les claus!- Dos esglaons més avall:

-I el moneder també. Per això em demanes tants diners? Per llençar-los?- Quatre esglaons més:

-Collons Antònia, tanca bé la bossa que les ulleres es poden trencar i no tenen ni quinze anys!!!- En aquell moment en Pere arriba a baix i es troba la Antònia, que de miracle ha quedat asseguda al darrer esglaó, coberta de sang i commocionada, mirant-lo sense veure’l.

Aiiii! Però que t’ha passat????

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Cuando una obra como El lazarillo de Tormes vio la luz por primera vez, hubo quién llegó a pensar que era una historia real. El hecho de que la obra estuviera narrada en primera persona y en forma de epístola contribuyó a ello. Y no fue el único caso en el que la barrera de la ficción y la realidad se difuminaban para confundirse la una con la otra. Y es que la literatura se ha prestado mucho a este juego a lo largo de su historia, basta recordar el tan manido recurso del manuscrito encontrado.

Pero si dejamos la historia de la literatura pasada y nos centramos en el presente se supone que ahora ya no somos tan ingenuos, y detectamos los juegos literarios. Se supone. Pero no. Parece que en tantos siglos, como lectores, no hemos acabado de evolucionar del todo. Si no, no se explica que a Dan Brown le reprochasen tanto que en el Código da Vinci se afirmara en la primera página que lo “que cuenta es cierto, engañando así al lector” (reproche que un servidor ha escuchado más de una vez), cuando lo único que hizo fue usar un viejo recurso narrativo (a mí lo que me sorprende es que siga colando).

También sucede mucho que con la novela histórica el lector de hoy se pierda entre los datos reales y los ficticios. Un caso bastante sonado sucedió con el bicentenario de la batalla de Trafalgar, en una exposición conmemorativa incluyeran un navío español que jamás existió: el antilla, un barco surgido de la imaginación de Arturo Pérez Reverte en su novela Cabo Trafalgar. Aunque también fuera de la novela histórica suceden estas cosas, en cualquier obra basada en nuestra época actual pueden surgir elementos que el lector los crea existentes. Pasó de nuevo con otra novela de Pérez Reverte, La piel del tambor, de la cual cuenta el académico que “benditos e ingenuos lectores guiris –un ruso se quejó por carta hace menos de un mes– que patean Sevilla, mapa en mano y con cuarenta grados a la sombra, buscando inútilmente la iglesia de Nuestra Señora de las Lágrimas”.

Y es que la literatura cambia constantemente, pero los lectores parecen ser inamovibles.

Cuestiones literarias: ¿Ficción o realidad?

Bosco Soriano

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El cuento es un tejido. Hilos que se entrelazan, se anudan y se desatan para formar el dibujo que la fantasía ha vislumbrado. Enlaces y desenlaces, cabos sueltos que se recogen en un abrazo o siguen libres para engancharse en otro tejido. Laberinto compuesto de obstáculos y de hallazgos que el tejedor recorre como un explorador infatigable, siguiendo el hilo de los sueños. Desde algún remoto lugar de la infancia, en la vida de cada ser humano y de los pueblos, siguen resonando las voces de hilanderas y tejedoras, quienes, mientras hacían su tarea, iban contando historias extraídas de la tradición, que se entretejían con el pensar y el sentir de los oyentes, dejando un sedimento de sabiduría en su alma. Hilar, tejer y contar son, más que tareas, formas de vivir y de dar voz a la memoria colectiva que, tirando del cordón de la vida, desemboca en palabras, a su vez, también productoras de vida. Porque el arte de hilar y de tejer se asocia desde tiempos muy lejanos a la vocación de narrar, y muchos autores vuelven a incorporar en sus textos a tejedoras e hilanderas como personajes transmisores de viejas historias.

Taller de escritura: el método (Fragment)

El gozo de escribir (Fragment)

Natalie Goldberg

El taller impulsa al sujeto hacia el texto como territorio fecundo para ser explorado. Se suele hablar del estímulo interior que orienta al escritor como de una voz encantada que le susurra ideas. Pero quien no está alerta no reconoce esa voz. El material está al alcance de todos, pero sólo lo recibe quien se prepara para recibirlo. El taller cumple la función de preparador: abre compuertas, advierte, propone, señala y muestra atajos, desvíos, direcciones inesperadas o poco frecuentadas, libera al sujeto de trabas o pesos molestos, le permite disponer sus antenas para que capte el susurro.

…Los primeros pensamientos tienen una energía increíble. Son la forma mediante la cual la mente alumbra algo con un repentino relámpago de luz. Luego el censor interno, normalmente, se apresura a reprimirlos, y es así como vivimos en el mundo de los segundos y terceros pensamientos, pensamientos acerca de pensamientos, a dos o tres niveles de distancia de la conexión inmediata establecida por el primer relámpago.

Silvia Adela Kohan

Escritura creativaEscritura creativaEl tejido del cuento (Fragment)

Teresa Martín Taffarel

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Jordi Cabré desmo stra a “Després de Laur a” la seva cap acitat com a escriptor i narr ador. Finalista de la darrera edició del Premi Sant Jordi, la nov el•la arr enca ma gistralme nt en un fune ral.

El protagonista de ‘Després de Laura’ és un pianista de funerals, Salva dor Dal mau,que v iurà una història molt passional amb Laura, la dona del difunt.

Amb escen aris com Barce lona, V iena i Nov a York, el motor de bona part de la història plantejada per Jordi Cabré és la passió. Passió musical i amorosa, dos elements molt assoc iats al protag onista. Gràcie s a la música, Salvador Dalmau v iurà bon s moments però també el portaran a la destrucció. La histò ria ac tual es barreja a mb p assat ges de la vida de Beetho ven, on Jordi Cabré es permet la llice ncia de teo ritzar sobre una suposada filla i una partitura inèdita del compositor alema ny. La mú sica de Beetho ven és v ital pe l de senvolupame nt de la narració i es converteix en un protagonista més.

Despr és de Laura e s llegeix com una partitura amb tots els seus detalls, i nterpretats ma gistralm ent per un Jord i Cabr é que sap cont rolar en tot m omen t els temp os de la c omp osició liter ària. Jordi Cabré és a dvocat i g estor cultura l. Autor de Postal de Krypton, l’any 2004 ja va ser finalis ta del prem i Sant Jordi am b Rubik a les palpentes i, dos anys després, obtenia el premi Ciutat de Palma-Llorenç Villalonga de novel·la amb El virus de la tristesa . Tamb é es autor La pregària del Diable, guanyadora del premi El Lector de L ’Odiss ea.

“Ens dirigim a le s noves generacions, preneu el relleu, i ndigneu-vos”. Amb aquesta fras e és d irigeix Stéphane Hessel als joves d’avui en dia i a la resta de la humanitat a rebel·lar-se contra les injust ícies. Aquesta rebel·lió ha de ser sempre pací fica segons comenta al seu manifest Indigneu-vos! (Destino). A França s’ha convertit en tot un bestsell er amb més d’un milió d’e xemplar s

venuts, Indigneu-vos!

“La bretxa entre el s més pobres i els més rics mai ha estat tan profunda; dues solucions senzille s: “Que l’in terès gener al s’imposi sobr e els intere ssos partic ulars i que el repart iment just de la riquesa creada pels tr eballadors t ingui prioritat sobr e els egoismes del poder dels doblers”.

Hessel als sus 93 anys és l’unic redactor que queda en vida de la Declaració Universal dels Dre ts Humans Va ser membre de la resistència francesa que s’uní a l general De Ga ulle, va parti r l’horror dels camps de concentració. Hessel ataca durament al sistema financer;

“La dic tadura in ternac ional dels mercats internacionals” const ituïx una amenaça per a la pau i la democràcia”. “Mai el poder dels diners va ser tan immens, tan insolent i tan egoista, i mai els fidels ser vidors dels doblers es van situar tan alt en les màxime s esferes de l’estat.

L’edició catalana i castellana d’Indigneu-vos! Compta amb un interes sant pròleg del novel·l ista i economista José Luis Sampedro.

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Jordi Cabré interpreta ‘Després de Laura’

Stéphane Hessel convida a la rebel.lió

www.illadelsllibres.com

L’illa d’en Jordi Milián