Revista El Ejercito El Fin Guerra

90

Click here to load reader

description

Fin de la guerra

Transcript of Revista El Ejercito El Fin Guerra

  • sumarioEjrcito-RevistailustradadelasArmasyServiCiOS__julio 1965 ao XXVI - imero 306

    El cristianismo ante la paz y laguerraBodas de plata

    Para la Historia de la Guerra deLlberacifl.El final de la Guerra.La semana comunista en Madrid.(febrero-marZo 1939)

    La hi:jella militar en el Camino deSantiago

    Los Centros de Instruccin de Reclutas C. 1. R. Reportajes desde Fort-BI1SS: Losfuertes del Ejrcito americanoLa explosin demogrfica mundialMecanizacin de los Zapadores divisionarios

    9

    Informacin e ideas y reflexiones

    Vacaciones a la espaolaDiscurso del embajador de EstadosUnidos en Espaa, en la Cmarade Comercio Hispanoamericana dNueva York (9 de marzo de 1965)Qu suceder en 1965 en materiade ingenios nucleares y misiles?,

    La caballera ligera

    Militares en Lourdes

    Notas brevesLa fuerza nuclear multilateral

    Desarrollo de la actividad. espaola

    Gua bibliogrfica

    profesor F. Prieto Martnez, S. 1. 3teniente general C. Martnez de Campos 11

    teniente coronel de Artillera,J. M. Martnez Bande

    teniente coronel de Infantera,J. M. Grate Crdoba

    coronel de Infantera N. Ariza Garca

    capitn de Artillera, A. Piris Laespadacoronel mdico y. Garca Rodrguez

    teniente de Ingenieros. M. Ponce Casares y comandante M. Guerrero Al.causa

    J. P. Migeon 69

    almirante E. Biorklurld- (Redaccin de.EjrcitO-) -comandante Jourdier. (Traduccin delteniente coronel de Artillera 8. Espaol Iglesias)teniente coronel de Artillera A. Gonzlez Eviro

    71

    teniente coronel J. Perret-Gentil. (Traduccin del coronel N. Ariza Garca.) 83teniente coronel de Intendencia J Reyde Pablo-Blanco . .84

    88.

    -15

    29

    43

    4957

    65

    73

    74

    7578

  • ejrcitREVISTA ILUSTRADA DELAS ARMAS Y SERVICIOS

    Madrid, Julio l965A,jo XXVIm. 306DOPdSItO Legal: M. 1.633.195$

    DIR3CTORALFONSO FER ANDEZ, Coronel de E. M.

    CoNSEJO DE RDA(X1NGeneral de Divisin, Excmo. Sr. D. Emilio Alamn Ortega. En Reserva.General de Divisin. Excmo. Sr. D. Juan Prez-Chao Fernndez. En Reserva.General de Divisin, Excmo. Sr. D. Enrique Gallego Velasco. En Reserva.General de Brigada, Excmo. Sr. D. Jos Daz de Villegas, Director General de Plazas y Provincias Afri

    canas.

    General de Brigada, Excmo. Sr. D. Gonzalo Pea Muoz. En Reserva.General de Brigada, Excmo. Sr. D. Jos Otaolurruchi Toba. Del Servicio Militar de ConstruccionesGeneral de Brigada, Excmo. Sr D. Alfonso Romero de Arcos, del Consejo Superior de Accin Social.Coronel de Infantera, del Sv. E. M.. D. Narciso Ariza Garca, Jefe de la 1. Zona Instruccin Premilitar

    Superior.Teniente Coronel de Intendencia D. Jos Rey de Pablo.fljnc0 de la Escuela Superior del Ejrcito.

    PUBLICACION MENSUALRedaccin y Administracin: Alcal, 18, 4,0 MADRID (14)

    Telfono 2225254 :-: Correspondencia. Apartado de Correos 317

    PRECIOS DE ADQUISICIONPara militares en suscripcin colectiva por intermedio de los Cuerpos ... 11 ptas. ejemplarPara militares en suscripcin particular (por semestres adelantados)70 Para el pblico en general, por suscripcin anual200 Para el extranjero, en suscripcin anual400 Nmero suelto20

    Correspondencia para colaboracin, al Director

    Correspondencia para suscripciones, al Administrador;1]

    Las ideas contenidas en los trabajos de esta Revista representn nicamerlaOpinindelrespectivofirmanteynoladoctrinadelosorganismosficial(Redaccin y Admin.c+r,ir;,.i. Al 1;0]

  • EL CRISTiANISMOANTE IAPAZY LA GUERRA

    Por el Profesor de la Facultad de Teologla de Granada Fernando

    Hace algunos aos, el profesor Murray, S.J.,apuntaba con agudeza que la tendencia acuestionar el uso de La doctrina catlica sobrela guerra nace precisamente del hecho de queesa doctrina flO ha sido aplicada durante muylargo tiempo, incluso por los catlicos. Los intelectuales catlicos ni siquiera la han empleado para formar estados de opinin pblica correcta sobre las medidas de una poltica exterior. Murray aduce el ejemplo de la polticade rendicin incondicional)), que fue lema dela actuacin de los aliados durante la ltimaguerra mundial. Esta poltica va en contra delos principios bsicb de la moral catlica sobre la guerra. Sin embargo, no hubo ni unaSvoz entre los catlicos norteamericanos que seatreviera a mantener una crtica seria y ConStante sobre la poltica de rendicin incondicional (MurraY RemarkS on the moral probiem of war; TheologiCal Studies 20 (1959),53-54).

    Esta sencilla pero profunda e incluso dolorosa reflexin ha sido para m el empujn queme ha lanzado a contribuir con mis alcancesal fortalecimiento de una opinin pblica cristiana en Espaa sobre la situacin lmite dela guerra. Desde los tiempos de San Agustn,la Iglesia Catlica cuenta en su inventario conun cuerpo de doctrina sobre la guerra. Lo interesate est en que esa palabra de la Iglesia

    salte desde el campo de los tericos al de loshombres de accin y cree en ellos una mentalidad que luego dar sus frutos en la prctica.Me ha parecido tambin que ninguna tribunamejor que ErRCITO para ofrecer la contemplarcin de este problema al pblico, a quien vadirigida la Revista.

    Asist hace aos a una jura de bandera. Alfinal del acto, el gobernador militar de laplaa tuvo unas palabras de rigor. No sabra reproducirlas COti exactitud, pero recuerdo unaidea que se me grab con ms intensidad, quiz por la ley psicolgica del contraste. Dijo elorador, poco ms o menos, que aquellos jvenes, una vez jurada la bandera, eran ya soldados de Espaa y slo entonces pona Espaaen sus manos las armas. Es nuestro deseoque Dios nos ayude a todos para que nuncatengis necsidad de usarlas.)) Hasta aqu laidea. Ahora viene el contraste, otra idea en labios de Mussolini: El fascismo, cuando considera el porvenir. y el desarrollo de la humanidad..., no cree en la utilidad de la paz perpetua. Repudia, pues, el pacifismo, que esconde una renuncia a la lucha... Slo la guerralleva al mximo de tensin todas las energashumanas... Una doctrina, pues, que parta delpostulado de la paz, es extraa al fascismo

    3

  • (Enciclopedia italiana1 1932, X, pg. 849, a).Aquella doctrina de La jura de bandras es nims ni menos el cristianismo Y ese deso yesa casi oracin del orador en aquel acto dela jura resume el fondo de la actitud cristiana ante el fenmeno de la guerra.

    CONCEPTO DE EQUIDISTANCIA

    Generalmente ha sido situada la doctrinacatlica sobre la guerra en el campo del pacifismo. Sin embargo, los autores catlicos especializados en el tema suelen repetir una yotra vez que la posicin catlica en esto, comoen todo, est siempre en el justo medio, contrasea universal que garantiza la verdad deuna doctrina, siempre. y cuando se entiendabien la nocin de equidistancia. Existe la equidistancia del punto medio de un segmento rectilneo con relacin a los dos extremos y existe tambin la equidistancia del tercer vrticede un tringulo equiltero. Son dos tipos deequidistancia que representan dos sistemas diferentes para ubicarse en el centro de cualquier zona ideolgica o prctica. El primeroes el sistema de compromiso, que el puebloms castizamente llamara sistema pastelero. El pastel o el compromiso, como sistemas,no son sujetos aptos para ser bautizados, y,por tanto, como sistemas permanecern siempre extraos al cristianismo. Pueden, eso s,tener entrada en la Iglesia nicamente parasoluciones urgentes y pasajeras. El sistemacristiano se sita en el centro no por compromiso, sino por superacin; participa, si se quiere, de la dialctica hegeliana, no en cuanto quesea un momento ms en el proceso ideolgico,sino en cuanto sntesis superior y definitiva.Es interesante que los catlicos tomemos conciencia de esta posicin privilegiada de nuestra doctrina. Quiz podra parecer jactanciosaesta afirmacin. No hay tal, si el cristiano tine la humildadque es la verdadpara decircomo Jess: Mi doctrina no e ma, sino deAquel que me envi.

    Los dos extremos qe debe superar el cristianismo son evidentemente los de pacifismo

    y belicismo. No interesa ahora detenerse parahacer una diseccin de ambas posturas. Quizbastaran para caracterizar al belicismo laspalabras arriba citadas de Mussolini, a las quehabra que aadir el concepto del derecho deguerra corno atributo de los estados soberanosa su entera discrecjonaljdad En el lado delpacifismo habra que colocar una visin eudemonista de la vida que ha tenido diversas formulaciones, entre las que podramos colocaraquella concisa consigna tan extendida en Alemania aos atrs: Lieber rot .als tot (Mejor rojos que muertos))). Un anlisis del fondode los movimientos pacifistas nos llevara ainteresantes consecuencias, pero nos apartara de la sntesis catlica que intentamos esclarecer.

    A la posicin catlica que se sita en el tercer vrtice del tringulo han llegado los grandes autores clsicos desde dos puntos diferentes: O examinando la guerra a la luz de lapaz, o examinando la paz a la luz de la guerra. En este caso se consegua la sntesis enla idea de la paz como objetivo de la guerra.En aqul se llegaba a la conocida teora de laguerra justa. Las dos direcciones conf luyen,naturalmente, en ese tercer vrtice cuya tomade conciencia nos ocupa ahora. Santo Tomsha conseguido enlazar en una frmula exacta,sacramental diramos, y, por tanto, indisoluble, las dos direcciones del pensamiento catlico: los que hacen guerras justas van enbusca de la paz (2-2, q. 40, a. 1, acl tertium).

    El distanciamiento catlico del extremo belicista es evidente en cuanto que tempera laguerra con el concepto de justicia. Pero lamisma frase de Santo. Toms parece situarnos en una posicin pacifista contra nuestroinicial postulado de equidistancia. El cristianismo s pacifista, pero en un sentido muchoms profundo, que necesita ser explicado. Encuanto paz y guerra sean los dos extremosde una misma lnea, la mentalidad catlica noencuentra acomodo en sa dimensin. Porquela paz y la guerra para el catlico no son situaciones alternantes que se definen la unapor la otra, como la .vigilia y el sueo, sinoque la sntesis se Consigue a base de otro concepto ms fecundo que da vida legtima a una

    4

  • y otra situacin: es el concepto de justicia. Lapaz tiene sentido para un cristiano, si es justa;la guerra puede ser cristianizada, santificada,si es justa.

    PAZ Y JUSTICIA

    La paz es justa cuando es el resultado de larealizacin del derecho; es decir, de la justicia. Cuando los miembros de una comunidadpueden ejercitar sus derechos civiles y polticos, en esa comunidad existe la paz. Este esel nico concepto de paz admisible para uncatlico. Y esto merece ser subrayado: el cristiano no busca la paz,. y para ello, porque noencontramos otro camino, desea la justicia.Esa puede ser la visin, del pacifismo egostaes decir, anticris.tiafloQ concibe la pazcomo fuente de bienestar, cuyo tributo es unadosis de justicia. Algo parecido a la ancdotadel empresario americano que hablaba de suconcepcin de las relaciones humanas en lafbrica: Tratamos muy bien a los obrerosporque hemos descubierto que as producenms. Si la produccin aumentase con el malestar, ya nos encargaramos de tenerlos furioSoS. Para el cristiano, la justicia es fin ens misma. Jesucristo ha sealado con ms claridad que cualquier jefe poltico la lnea deactuacin de. los suyos: Buscad el reino deDios y su justicia, y lo dems se os dar poraadidura (Mat., 6, 33). Es evidete que elconcepto de justicia que emplea aqu el Maestro tiene unas dimensiones ms vastas que elbinomio derecho-justicia, pero lo incluye primordialmente. La tonalidac de ser aadiduraes esencial en una concepcin cristiana de lapaz. Lo importante para el cristiano es buscarla justicia; el resultado de esa bsqueda serla paz... o quiz la guerra.

    PAZ Y CONFLICTO

    Como la luz blanca del sol es el resultadode un equilibrio cromtico, la paz es una armona de derechos. A est concepto de paz nose opone directamente el concepto de guerra,

    sino el de conflicto. La abstracta teora, si cada,cual realiza su existir dentro del espacio vitalque el derecho le as.igna, una tranquilidad absoluta se deriva de los quehaceres ordenados.Cada cual en movimiento y el conjunto enapacible calma, como las aguas pacficas ytranquilas ocultan en su interior una microscpica agitacin de sus molculas. Pero lomalo de las comunidadeS_flacj0nes o internacionaleses que sus molculas SOfl inteligentes y el. derecho es una cerca moral quepuede rebasarSe eP cualquier momento, seaporque los contornos no se ven claramente definidos o sea porque las apetencias humanasdesprecian conscientemente los iniites del derecho. En cualquiera de los casos se produceel conflicto, que no es ms que un choqUe de,intereses, de los cuales uno, al menos, no eslegtimo.

    Un momento de reflexin en las dos clasesde conflictoS posibles entre las relaciones personales ser til. Hay un primer conflicto quees la delincuencia. En. una sociedad civil sepodr conseguir, mediante diversos procedimientos, una reduccin del ndice de delincuencia. Nosotros podemos sentirnos razonablemente orgullosos de que nuestro ndice dedelincuencia es manifiestamente bajo con relacin a otros pases europeos (el promdiO dereclusos en Granada es de 80, mientraS que.un nivel europeo, de acuerdo con los habitafltes de la ciudad, hubiera supuesto unos 250).Por una vez tendremos que alegrarnos de no,haber alcanzado las cifras europeas. De todosmodos, la delincuencia no llegar a desalDa]ecer nunca, porque va inscrita dentro de lamisma concilCifl humana, pero se la puedetener a raya. Los medios son dos: una legislacin justa y una buena organizacin policaca. Insisto en el primero, que es, con mucho,el ms importante, porque si la ley, que oficialmente define esa cerca invisible del derecho, institucioflaliza un desfase entre el campo exigido por el derchO natural y el que ellareconoce reduciendo la esfera vital legtimade las personas, esa ley, por su misma definicin, es jfljUSt&rfl0 se ajusta al primordialderecho de la personaY no puede fundamentar la paz. Es una ley fuente de conflictos, una

  • ordenacin fuente de desorden. Cuando la legislacin arrebata derechos, es el cuerpo legislativo el que se constituye en delincuente, yautomticamente las molculas, que se desenvolvan tranquilas en su lquida comunidad,cmenzarn a revolverse inquietas, subir latemperatura de la sociedad y la nica salidapara evitar una ebullicin tumultuosa str elprocedimiento del autoclave: aumentar la presin desde fuera. Mientras hayr equilibrio habr paz..., pero aparente.

    Tengamos en cuenta que en el mejor de loscasos en que la, legislacin sea suficienternen.te satisfactoria, La sociedad humana es un servivo y, por tanto, dinmico, cambiante. Locual quiere decir que va creado en s mismanuevas virtualidades operativas y necesita unacontinua renovacjn legislativa, con vistas air ordenando los nuevos campos de actividad.

    Este granito de dinamismo que hemos vertido en nuestra Consideracin de la sociedadnos lleva de la mano a la segunda fuente deconflictos Los intereses se encuentran sobreun terreno legisLativamen virgen, puesto alalcance del hombre por el progreso social Primero naci el peridico, luego hubo Conflictos,y en consecuencia 1aci una legislacin sobrela prensa. Notemos que el derecho natural precede a la ley positiva, y, por tanto, es omnipresente en cualquier parcela de la actividad humana. Por eso vale para cualquier Conflicto elantigo principio de que la guerra no ouedeser justa por ambas partes a la vez (Surez:De bello, 4, 1).

    La diferencia entre ambos gneros de conflictos est en que en unos el Inters ilegtimoes manifiesto, y en otros puede ser ignoradoporque no se conocen los lmites que imponeel derecho. Por eso mismo este segundo gneroes ms peligroso para un disfrute de la paz.

    SOLUCIN DE LOS CONFLICTOS

    A los -conflictos podramos aplicar las lainentaciones de Jesucristo sobre los escndalos: Es forzoso que vengan escndalos; pero ay del hombre por quien vielie el escndalo !

    (Mat. 18, 7). Pero la lamentacin es slo unprimer momento del quehacer cristiano. Nuestra consigna es activa: Buscad el reino de.i.Mos y su justicia... Por eso debemos fijamosun momento en las vas geneales de solucinde los conflictos.

    El conflicto, decamos, es una situacin deinjusticia. Por qu caminos se vuelve a lajusticia? El principio general consiste en atribuir la tutela del derecho al sujeto del mismo,sustraynciole, en la medida de lo posible, elrecurso a la coaccin. La coactivjdad es competencia normal de la autoridad. La razn yla experiencia demuestran que as debe ser,porque Cuando el particular puede disponera su arbitrio del recurso a la violencia paratutelar sus intereses, resulta prcticamenteimposible no sentir el vrtigo y caer en el abismo del abuso. Por eso hoy da en las nacionescivilizadas slo se admite el recurso a la violencia para la legtima defensa y slo mientras perdura el ataque. Es Clsico ya en mora!el ejemplo de que la chica, una vez violada, notiene derecho a matar a su violador.

    Cules son los caminos para la restauracn de la justicia? En primer lugar, el rectu.cir el campo de los Conflictos con una legislacin adecuada. Un segundo paso sera la constitucin de una organizacin judicial para intentar las soluciones no violentas. Finalmente, la restriccin de la coactividad, traspasndola de manos de los particulares a la autoridad.

    Los ceNFLIcTos INTERNACIONALES

    He ido p.,nsando hasta ahora en los conflictos dentro del marco del Estado, porque losfenmenos a escala privada son mejor apreciables para la simple vista del no especialjzado. Ahora, con este equipaje de ideas, pode.mos hacer viaje a la esfera internacional ycomprobar con satisfaccin que all tambinson valederas. -

    Lentamente se ha ido constituyendo un de.recho internacional, muy imperfecto todava.pero lo suficientemente consoJjado algu

    6

  • nos puntos para que e puedan considetar delictivas, en el sentido tcnico de la palabra,algunas actividades de los Estados. No hacemuchos aos, en los tratados de Derecho internacional se preguntaban los autores si elconcepto de legitirnidaa de una guerra puedeentrar dentro del Derecno internacional positivo, cuya misin es establecer cmo se debedirigir la guerra, pero ro cundo puede serpracticada (Diena: Derecho internacional pblico, Barcelona, 1948, pg 493). Frente a estaconsideracin positivista d fondo ateo el Pontfice Po XII defina la guerra de agresincomo un crimen, una ofensa y un ultraje contra la majestad de Dios (Mensaje de Navidad, 1948, AAS 41 (149), 13). Naturalmente,la voz del Papa habla desde el plano supremode la moralidad. En un marco estrictamentelegal, Stephean Glaser defendi la tesis de queya en 1939 la guerra de agresin era crimen enel sentido ms estricto del trmino: Se impone la conclusin de que mucho antes del comienzo de La segunda guerra mundial hab aseformado una costund)re internacional, reconociendo la guerra de agresin como un actocontrario al Derecho internacional y, por ende,ilegal (Glaser: Constituye un crimen la guerra de agresin?, Revista Espaola de Derecho Internacional, 6 (1953), 547).

    Por desgracia, la organizacin internacionalse encuentra loy en paales, lo cual significaque los campos de conflicto son vastsimoS.Mientras extensiones ormes. de la actividadinternacional permanezcan sin colonizar poruna legisincin autntica, la justicia vive deprecaxio y la paz, en su sentido ms entraable de hija de la justiciaopuesta a conflicto, se siente amenazada.

    Incumbe a un terico de la poltica. auscultar en el organismo de la O. N. ti. para undiagnstico sobre el raquitisnio de la criatura.Quiz en otro momento me hubiese animado.Ahora o, porque me basta con el hecho. Dela O. N. U., hoy por .hdy, no podemos esperarun Derecho internacional. Sin embargo, estalegislacin es necesaria, es urgente. Hastaahora los avances los ha conseguido el Derecho internacional por el prcedimiento de convenios o tratados-leyes, los cuales, si son jus

    tosque equivale a decir si son verdaderos--,conquistan ms tarde la adhesin de otros Estados, y aun sin esta adhesin, .otros Estadoscomienzan. a ajustarse en su comportamientoa esa norma. Estas convenciones, llamadastambin tratados colectivos, rebasando finalmente el crculo de los Estados firmantes, pueden de esta manera ser objeto de un reconocimiento consuetudinario (Verdross: Derechointernacional pblico, Madrid, 1957, pg. 122).He aqu el sendero de cualquier aventura enbusca de la justicia internacional.

    LA GUERRA JUSTA

    La guerra no debe ser considerada entre lacategora de los conflictos, sino ms bien comoun recurso extremo para la solucin de losmismos. El conflicto es anterior y da sentidoa la guerra. La guerra no tiene otra justificacin moral que la restauracin de la justicia. Esta es la regla urea que detecta al menor indicio la presencia de la injusticia en elprocedimiento blico.. La tradicional doctrinacrIstiana sobre la guerra se extiende en unaserie de consideraciones que se han de verif icar para que una guerra pueda ser llaiiiadajusta. A mi entender, todas ellas van a parara la anterior frmula. La guerra justa es aquella que restaura la justicia. Si la guerra tienepor fin el mantener una situacin preblicade injusticia, esa guerra es injusta. Si la guerrase emprende sin la seguridad de que la victoria traer al vencedor la rehabilitacin de susderechos, esa guerra es injusta. Y as otrosmil casos en que podemos ir verificando la.bondad de nuestro principio. Digamos de pasoque la guerra justa es casi una ntelequia.Cuando se pone en juego la violencia, el sentido de la justicia se embota. Por so, con mucha frecuencia, el tratado de paz no es garanta de la paz; no se ha restaurado la justicia.El vencedor.se cobra sus derechos y algo ms.

    Por eso mismo el empleo de la fuerza, quees un captulo de la administracin de la justicia, debe ser sustrado de manos de los liti

    4T

  • gantes y puesto a disposicin de una autoridadsuperior en la medida de lo posible. Como todava nuestra civilizacin no ha conseguidocrear esa autoridad supranacional, no quedams remedio que seguir confiando en la autotutela, incluso armada. Po XII, el Papa quems ha hablado y trabajado por la paz, expresaba con frecuencia en sus discursos el deseo de llegar pronto a dicha organizacin internacional. La O. N. U.que supone un granpaso sobre la Sociedad de Nacionesno haconseguido an el monopolio de la coactividad.

    En -la actualidad nuevas circunstancias hanvenido a agravar el problema de la autotutelaarmada. Por una parte, la solidaridad internacional conseguida con diversos tratados expone cualquier guerra a encenderse en dimensiones universales. Por otra parte, la potencia.destructiva de las armas modrnas hace sumamente problemtica la restauracin de unajusticia por esos procedimientos. Por aqu secomprende que las discusiones sobre la guerra justa hayan revivido en nuestro tiempo.Yo creo que una tranquila meditacin ensea,en primer lugar, que el mismo concepto deguerra ha adquirido tanta elasticidad que puede cnsiderarse como equvoco. Conflictosfronterizos, guerrillas, guerras civiles, guerraatmica..., cada uno de estos trminos requiere un tratamiento especial. Insisto en que todavisin cristiana de la. guerra ha de construirEe en dos etapas. Una pregunta previa sobreel conflicto: qu derechos han sido violads?Y supuesto. que los medios no violentos seaninoperantes, una pregunta directa: la guerrava a restaurar esos. derechos sin causar daosms graves? He aqu un suculento y abundante manjar para la especulacin. Pero las dimensiones de este ensayo imponen un deberde sobriedad.

    Podemos resumir diciendo que el cristianono tiene miedo a la guerra, porque comprendeel valor de la justicia. Tampoco la quiere, notando bien qe su aborrecimiento no se funda.menta directamente en los dolores que la guerra por s misma trae, sino en que la guerrajusta supone una situacin previa de injusticia mucho ms trgica todava. Por eso, conhonda visin cristiana del papel de las armas,

    peda a Dios el orador en aquella jura de bandera que nunca llegsemos a la necesidad deusarlas.

    ALLEND LA JUSTICIA

    Es la justicia la ltima instancia en la cristianizacin de la paz y la guerra? No; el cristianismo exige una ulterior apelacin. La ltima palabra en todo la tiene el amor especficamente cristiano que se llama caridad.

    Aprovecho la ocasin para lamentar en vozalta que la caridad sea un nombre casi forastero en la vida de muchos cristianos. He tenido la experiencia consoladora de hablar despacio de la caridad a un grupo de hombresde buena voluntadla buena voluntad es sloel zagun de la caridady ver despertarse enellos el asombro, la admiracin y el entusiasmo, al contemplar el paisaje accidentado de laexistencia, iluminado con la tonalidad trascendente y original de la caridad. Podramos condensar el contenido de la caridad diciendo quees el amor universal clue viene de Dios y llevaa Dios. La caridad quiere la justicia a lo grande; no mi justicia, mis derechos, sino nuestrosderechos (la caridad conjuga siempre en plural y le duele el apretn del zapato en el piedel vecino). La caridad hace posible la justiciaporque la injusticia viene siempre de quererms de la cuenta para m, y por eso invado elterreno ajeno. Finalmente, la caridad luchapor la justicia porque al cristiano le importa.mucho que haya personas en las cercanasprivadas de sus derechos.

    El bautismo nos hace cristianos porque poneen nosotros el. amor cJe Dios. El bautizado tie-ne ahora el encargo de ir transmitiendo eseamor a todas las cosas. El sacerdote tiene elencargo especfico de transmitir ese amor alas personaspor la predicacin y sacramentos; el encargo tpic del laico cristiano estransmitir ese amor a las cosas, a las estructuras. As la vida toda se cristianiza. Guerray paz son tambin cristianizables. El caminopara el bautizo de ambas sijuaciones esten cristianizar la justicia injertndola, en esa

    8

  • circulacin amorosa que es la vida cristiana.Cn esto venimos a decir que la tarea fundamental del laico en la sociedad, es luchar porel triunfo de la justicia.

    Un poco lejanas, idealistas, suenan estasconsideraciones. Y, sin embargo, la experiencia ensea que siempre hay hombres de corazn permeable para esta clase de lluvia. Unosoyen como quien oye llover hombres impermeables, la lluvia queda fuera; pero hayotrs que acogen la lluvia en su interior. Hombres stos en minora, sin duda; el cristianismo hasta el final es cosa de pocoslo dijo elMaestro. Lo cual no significa que tenganpoca importancia. Son como la levadura: UflOSgranos... y la masa entera fermenta.

    EsPAA TIENE UNA PALABRA

    Consciente, pues, de la potencia transformadora de los cristianos, me atrevo a clausurarmis reflexiones con un grito: Espaa tienela palabra sobre la paz y la guerra! Es preciso tomar conciencia de la gran posibilidadde Espaa en el. trreno internacional. Posibilidad y responsabilidad. Porque Espaa tiene un patrimonio cristiano asimilado con sudores a travs del vaivn metablico de laHistoria. Un patrimonio aletargado quiz engeneraciones precedentes, pero que ahora despierta con empje. Como la vitamina A permite un correcto funcionamiento del ojo,esa dosis de cristianismo que circula por las venasde Espaa nos capacita para captar sin deformaciones los problemas de la justicia. Por esonaci en Espaa la primera escuela de Derecho Internacional. Cristianismo por dentro yempresa universal por fuera, y Espaa dijouna palabra al mundo en el siglo xvi.

    El mundo de hoy, angustiado por su constante vigilia en armas, necesita otra palabraque le devuelva la paz de verdad; es decir, la

    fundamentada en la justicia internacional.Puede Espaa decir esa palabra? Creo que

    s puede y debe. Espaa tiene el privilegio deser heririana mayor de la comunidad hispnica, un grupo de pueblos que se entienden yque piensan todava en cristiano, justamentelas dos condiciones para una actuacin eficazen pro. de, la justicia internacional. Grupo denaciones con mentalidad cristiana, si este ensayo no ha ido descaminado en sus pginasanteriores, es el sujeto ideal para comenzaruna actuacin sistemtica de convencionesjustas que vayan posibilitando, un derecho internacional. Defiendo, pues, la posibilidad yla necesidad de crear un cuerpo legislativo dela hispanidad, que sistemticamente vaya elarando,tratados-leyes que regulen las relaciones internacionales de sus miembros. Esta esla palabra que Espaa, puede decir al mundo.

    Utpico proyecto? Yo creo que, no. Es. factible y, adems, no aparece otro camino..Eficacia a largo plazo, sin duda; pero es quehoy,por hoy no poseemos el secreto de la biologa del organismo internacional y no conocemos qu misteriosas palancas endocrinashabra que poner en juego para. acelerar sudesarrollo. Va por delante de nosotros el ejemplo del influjo critiaflo en la legislacin laboral. Los avances los consiguen, en general,minoras decididas que ponen en prctica ensus reducidas esferas ,,las nuevas modalidades. Cuando la mejora en la justicia se haceevidente, las prcticas saltan de la esfera prticular a a nacional y son introducidas en lalegislacin. Entonces las minoras cristianashablo del cristianismo en seriopueden sentirse satisfechas de haber ganado para Cristouna nueva parcela de la actividad humana.

    Cuando el problema se proyecta a escala internacional, los factores esenciales nO. sufrendeformacin alguna. La legislacin internacional es el camino para cristianizar la paz,,porque es el primer paso para establecer la justicia y para cristianizar la guerra, porque nosdir en cada momento sila justicia ha llegadoa tal extremo de agona que exige para su reavivacin procedimientos violentos.

    9

  • 1 (11 iormassobreLolaDoracionEJRCITO se forma preferentemente con los trabajos de colaboracin espontnea de

    los Oficiales. Puede nviar los suyos toda la Oficialidad, sea cualquiera su empleo, escalay situacin.

    Tambin publicar EJRCITO trabajos de escritores civiles, cuando el tema y su desarrollo interese que sea difundido en el Ejrcito.

    Todo trabajo publicado es inmediatamente remunerado con una cantidad no menor de800 pesetas, que puede ser elevada hasta 1.200 cuando su mrito lo justifique. Los utilizadosen la Seccin de Informacin e Ideas y Reflexiones tendrn una remuneracin mnimade 250 pesetas, que tambin puede ser elevada segn el caso.

    La Revista se reserva plenamente el derecho de publicacin; el de suprimir lo que seaocioso, equivocado o inoportuno. Adems los trabajos seleccionados para publicacin estnsometidos a la aprobacin del Estado Mayor Central.

    Acusamos recibo siempre de todo trabajo recibido, aunque no se publique.

    Algunas recomendaciones a nuestros colaboradores

    Los trabajos deben venir escritos a mquina, en cuartillas de 15 renglones, CON DOBLE ESPACIO entre ellos.

    Aunque no es indispensable acompasar ilustraciones, conviene hacerlo, sobre todo sison raras y desconocidas. Los dibujos necesarios para la correcta interpretacin del textoson indispensables, bastando que estn ejecutados, aunque sea en lpiz, pues la Revista seencarga de dibujarlos bien.

    Admitimos fotos, composiciones y dibujos en negro o en color, que no vengan acompaiando trabajos literarios y que por su carcter sean adecuados para la publicacin. Lasfotos tienen que ser buenas, porque en otro caso no sirven para ser reproducidas. Pagamossiempre esta colaboracin segn acuerdo con el autor.

    Toda colaboracin en cuya preparacin hayan sido consultadas otras obras o trabajos,deben ser citados detalladamente y acompaiar al final nota completa de la bibliografa consultada.

    En las traducciones es indispensable citar el nombre completo del autor y la publicacin de dnde han sido tomadas. No se pueden publicar traducciones de libros.

    Solicitamos la colaboracin de la Oficialidad para Guin, revista ilustrada de los mandos subalternos del Ejrcito. Su tirada, 18.000 ejemplares, hace de esta Revista una tribunaresonante donde el Oficial puede darse la inmensa satisfaccin de ampliar su labor diariade instruccin y educacin de los Suboficiales. Pagamos los trabajos destinados a Guin conDOSCIENTAS CINCUENTA a SEISCIENTAS pesetas.

    De las remuneraciones asignadas a todo trabajo se deducir, el 10 por 100 por ImpuestoRendimiento Trabajo Personal.

  • BODAS DE PLATATeniente general Carlos MARTINEZ DE CAMPOS, Duque de la Torre. De la Real Acade

    mia Espaola de la Lengua.

    Cinco lustros sin contienda es cosa extraordinaria para Espaa. Los vemos alejarse comola tierra y las casitas que se admiran desd& lacristalera del vagn pullman enganchado a lacola del convoy. Cambian de forma y de proporciones. Se empequeecen por segundos ydsaparecen cuando aumenta ,la distancia;pero se agrandan en la mente del que profundiza un poco en nuestro panorama histrico.Los menores de veinticinco no saben ya loque es la guerra. Muchos la perciben como leyenda o como quimera. No la comprenden. Noquieren entenderla. Los carteles les aburren oles inquietan. Pero en lontananza se refleja unpeligro, y los viejos, los Astudiosos, los pensardores y los patriotas se dan perfecta cuenta deque s real y verdadero ese peligro y deseanque las casas y la tierra antes citadas continen alejndose sin que un malintencionadoobstaculice el trfico y haga descarrilar el trenque se halla en marcha. Dcense, en efecto,aquellos pnsadores y patriotas que se tratade un hecho inslito en la historiahispnica.Miran atrs. Leen.. Prescinden, por lejana, dela interminable reconquistay observan atentamente la Edad Moderna, los casi cinco siglos transcurridos desde el advenimiento delos Reyes Catlicos. Una meditacin que me

    interesa. Quiero seguirles, animarles inclusive y aun apuntarles algo que ellos olviden.

    Por el xix empiezo, para ir etrocediendo, unotras otro, hasta la fecha en que Coln abriel camino a Amrica.

    Apenas comenzado el mencionado siglo xxx,en 1801, estall la Guerra de las Naranjas, yen 1804 entramos en franca lucha contra Inglaterra. San Vicente y Trafalgar! Los Churruas y los Gravinas! Luego la invasin deBonaparte, entre 1808 y 1813. Castaos y Parlafox! Poco despus la intervencin del duquede Angulema (6 de los Cien mil Hijos de SanLuis, 1820 a 1823) y simultneamentey loque es peorla prdida de Amrica a conse-.cuencia de una guerra que da principio en 1806y concluye en 1824.

    En 1833, apenas muerto Fernando VII, laprimera guerra carlista. (que acab en 1841).Seguidamente, la segunda (1872 a 1875).Y en los intervalos, guerra en Dinamarca yRusia (1808 y 1812), levantamientos en Espaa(en diferentes pocas), la lucha en Cochinchina (1857 a 1862), la aventura del ,Callao(1866), insurreccin en Cuba (durante casi todoel siglo), campaas en Maruecos(1859-1860 a1893), la expedicin a Mjico (1861 a 1962) y.desrdenes continuos en Filipinas y Microne-.

    :

  • sia (1851 a 1897). En fin, la guerra con los Estados Unidos (1898), en que perdimos nuestrapreciosa isla de Cuba y nos exigieron en castigo Puerto Rico y Filipinas. En resumen, nohubo en todo el siglo ms que dos aos depaz, que fueron los ltimos. Durante los noventa y ocho restantes, dos o tres contiendas, exteriores o polticas, se desarrollaron con frecuencia simultneamente, absorbiendo gentey capitales e impidiendo trbajar en las ciudades o en el campo.

    En el siglo anterior, el XVIII, dos guerras exteriores: la de Sucesin (de 1701 a 1714) y lade los Pirineos (de 1793 a 1795). En el intervalo, expediciones a Africa, cuatro guerras enItalia, tres sitios al Pen de Gibraltar, la defensa de Cartagena de Indias, la prdida de

    Manila y de La Habana y las de San Sebastin y Fuenterraba (en dos ocasiones). En fin,lucha martima en Ultramar casi continua.Paz los cuatro ltimos aos y la lograda porFernando VI (o, mejor dicho, por Mara Brbara de Braganza) que abarc el breve perodo comprendido entre los aos 1747 y 1750.

    Siglo xvii. Felipe III luch contra Inglaterra y Francia, contra los infieles y moriscos,contra los sublevados en Flandes, y tom parte ms o menos directa en la espantosa guerra de los Treinta Aos. Felipe IV soport nopocos alzamientos interiores. Luch doce aoscontra Catalua y diecinueve contra Portugal(que acab quedando independiente); en elNorte estuvo en guerra con medio mundo, perdiendo, una tras otra, las batallas de Rocroi

    El general Franco cruzando a pie las calles de Huelva.

    12

  • (1847) y la de las Dunas (1658). Carlos II, enfin, sostuvo tres contiendas contra Francia,ple en las plazas de Africa e, igual que supadre y que su abuelo, sostuvo largas luchasen Amrica. La guerra, en consecuencia, fuecasi constante.

    Y ahora el ltimo.paSO atrs nos lleva al xvi,en que nuestras armas alcanzaron su apogeo.En ese siglo se produjeron las clebres cam-.paas del Gran Capitn (1496 a 1505) y lasltimas del Rey Catlico (1505 a 1516), las cuatro guerrs que hubo entre Carlos y y Francisco 1 (1516 a 1530), la conquista de Amrica(1500 a 1548), las expediciones contra los ber

    beriscos (1532 a 153), la guerra conra los protestantes (1547 a 1556), las de Felipe II contralos franceses (1556 a 1559, contra los moriscos(1565 a 1570) y contra los musulmanes (1566a 1571); la dura represin de los Estados deFlandes (1566 a 15,85), la conquista de Portugal (1580), la expedicin de la Invencible(1588), otra continua lucha en Ultramar (1548a 1598) y las entradas de.FarneSiO en Francia(1590 a 1598). En resumen, Mjico y Per, Garellano, Pava, Mhlberg, San Quintn, Amberes y Lepanto. Victorias muy glrioSaS, peroni un da de paz en todo el siglo.. Menos nocabe. , .

    1

    13

  • Cuando se recuerda lo expresado, resultanser aos en estado de gracia los que hemosvisto discurrir en esta ltima paz. Veinticinconada mnos. Causan envidia. No de otro modo.se concibe esa velada resistencia del extranjero a confirmar las amistades con Espaa,esa constante y solapada indicacin de que laEspaa de ahora no es Espaa todava, esasfrases retorcidas que aparecen en ciertas prensas exteriores sobre el estilo de nuestra democracia, esa innecesaria e injusta crtica quesuele deslizarse hasta n trabajos que nos ala.ban y, en fin, ese olvido tan profundo de losdefectos suyos cuando se trata de los nuestros.

    La propaganda no se harta de esa injusticia

    inexplicable, y contra ella nos defendemos desde hace tanto tiempo a fuerza de prestigio yde victorias. Acusaciones continuadas que estn basadas en razones o en conveniencias deorden poltico. Un criterio inadmitido paras por los que ms impugnan. Hechos intolerables, mas no nos deben inmutar. Convieneincluso no escuchar aquella crtica severa.Mucha firmeza es necesaria a fin de que lapaz que disfrutamos se prolongue. No hay guerras grandes en el mundo a causa del temor alarmamento ultramoderno. Pero la espadapende de una crin, como en la fiesta de Dionisio, y es preciso estar atento. De otro modola guerra no se evita ni se gana.

    Asamfrlea de a*.c.i provkiopKd.

    14

  • Para la Historia delaGuerra de Liberacion

    EL FINAL DE A GUERKA. - La semanacomunista en Madrid (Fe4rero-NarzoL959)

    Teniente coronel de -Artilleria Ioe Manuel MARTINEZ BANDE, del Servicio HhatricoMilita

    EN LA FRONTRRA FRANCESA

    El 8 de febrero de 1939 las fuerzas nacionales conquistaban Figueras y. al df a siguiente alcanzaban lafrontera en el poblado de Le Perthus (1). En estamisma gloriosa jornada quedaba liberada Menorca,en una incruenta operacin de desembarco, y el 10se daba por ocupado todo. el territorio cataln.

    Pero volvamos la vista atrs.El gobierno del doctor Negrn y los altos organis

    mos polticos de l dependientes haban abandonadoBarcelona el 23 de enero, entre el pnico y generaldesorden. An tendra lugar en Figueras, el 1 de febrero, una sesin fantasmal de las Cortes, a la queslo asistieron sesenta y dos diputados de un totalde 473 y en la que el doctor Negrin dira: Esta sesin ser probablemente histrica, lo que bien poda

    (1) A ttulo de curiosidad damos algunos detalles delparte de la III Agrupacin de la 5. DiviSin de Navarra,correspondiente al 9 de febrero. Deca, entre otras cosas: Muy de madrugada la Agrupacin sale con direccin a a Junquera.. La Agrupacin avanza con tal rapidez que cubre los 26 kilmetros hasta la frontera encinco horas, no obstante haber encontrado ligeras resistencias. Una vez en El Perthus, se iza la Bandera Nacional en presencia del Excmo. Sr. General Jef e de esta Divisin y de las Autoridades Francesas. Y luego, al hablardel botn, sealaba: Incalculable, encontrndose entre l:quince blindados, das caones, seis ametralladoras antitanques, ms de doscientos coches, enorme cantidad demuniciones y fusiles de todas las clases y calibres, veintemotocicletas, gran variedad de morteros y ametralladoras.Casi todos los camiones se encuentran cargados de material, vveres, ropas, objetos artsticos, etc., que por sunmero y la premura del tiempo fue imposible clasificar.

    ser considerado como una verdad indiscutible. Peroera ya demasiado tarde y todas las invocaciones a laresistencia desesperda, lanzadas en el seno de la reducida asamblea, resultaban anacrnicas y hasta inhumanas.

    El 4 de febrero cruzaban la raya pirenaica el presidente de la Repblica (Azaa), el de las Cortes(Martnez Barrios) y los de los gobiernos ilusorios deEuzkadi y Catalua (Aguirre y Companys). Detrsiban Negrin, sus ministros y los funcionarios mscomprometidos, abrindose paso en el apelotonamiento de una de las ms tristes caravanas de la historia (2).

    Luego se celebrara en Toulouse, el da 9, un Consejo de ministros.

    ENTRE lA GuERRA Y LA PAZ

    Qu podan hacer aquel Gobierno y el Mando delEjrcito Popular?

    Slo los comunistas estaban empeados en la con-

    (2) No queremos cargar las tintas. La documentacines abundante, pero ofreceremos slo un testimonio irrecusable. He aqu lo que dice Vicente Rojo (Alerta a lospueblos! niceto Lpez, Buenos Aires, 1939, pg. 192): portodas las carreteras van procesiones de gentes, automviles, camiones; los que no tienen posibilidad de ir en coche y disponen de armas, asaltan a los que no las llevan,obligan a bajar a sus ocupantes y siguen ellos en el vehculo. Mujeres, nios, viejos, hombres, carros, coches detodas clases, impedimenta, ambulancias, camiones, todorevuelto; algunos que, viajan en coche, viendo la imposibilidad de avanzar rpidamente, por la larga caravana quese forma y los atascos que se producen, abandonan elvehculo para seguir a pie.

    15

  • tinuacin de la guerra (3), y como aqullos obraronsiempre, durante toda ella,- segn las instruccionesrecibidas de Mosc, a travs de los representantesdel Kremlin en su Bur Poltico (4), parece indudable que Stalin no deseaba una paz en Espaa, pesea conocer perfectamente cul era aqu la situacinmilitar. Sin embargo, el dictador ruso crea entonces,y con razn, en un conflicto de alcance internacionalde estallid prximo y en el que la baza espaola ensus manos podra serle de gran valor (5).

    Negrn no dispona, pues, de la voluntad precisa,aunque reconoca sobradamente cul era el signo dela catastrfica situacin (6). Aparte de su sumisinal Kremlin, su decisin de proseguir la lucha obedeca seguramente a motivos muy complejos, entre losque sobresala, ppr su alcance y mayor verosimilitud,

    (3) Vase, entre otros testimonios, Ramos-Oliveira, seguidor fiel de Negrn y de los comunistas (Historia de Espaa, tomo III, ompaia General de Ediciones, Mjico,19SZ pg. 368): En febrero de 1929 el partido coniunistaera el nico partido que segua propugnando la continuacin de la resistencia. Hugh Thomas abunda en igualopinin: Todos estaban hartos de la guerra. La polticade continua resistencia no era expuesta con sinceridadms que por el Partido Comunista)) (La guerra civil espaola, Ruedo Ibrico, Pars, 1962, pg. 488).

    (4) En la poca a que nos referimos, la representacinmxima de Mosc en el partido comunista espaol la ostentaban el italiano Palmiro Tcgliatti y el blgaro Stepanov; particularmente el primero. Como asesor militarfiguraba el general Berov.

    (5) Madariaga (Espaa, Hermes, Mxico-Buenos Aires,1955) dice a este respecto: No es probable qUe Stalin pen

    sara que al prolongar la guerra iba a ganarla, porque Mosc suele estar bien informado. Mas lo es que el dictadorruso viera dos posibilidades: una guerra general o un pac

    to con Hitler.; y que para ambas creyera til seguir con-- servando en la mano una carta espaola, aunque esta

    carta fuera perdiendo su valor. Por su parte, el anarquista J. Garca Prados (Cmo se termin la guerra deEspaa, Imn, Buenos Aires, 1940, pg. 57), seala: Aunantes de terminar la batalla del Ebro, Rusia comprendique la guerra estaba ganada definitivamente por las fuerzas nacionales. Sin embargo, cuando lleg el momento, el

    - comunimio fue la nica fuerza poltica que decidi continuase la resistencia. Seguramente an crea en la posibilidad de ligar la guerra de Espaa con otra internacio

    nal; adems tenan aqu Intereses que salvar. De manera- anloga se expresa el comunista Jess Hernndez (Yo,

    ministro de Stalin en Espaa, Nos, Madrid, 1954, pg. 218).(6) He aqu unas palabras de Vicente Rojo: El Pre

    sidente (Negrin) vea, como yo; la guerra deslizndose yya prxima a su fin, por un plano inclinado que nada ninadie poda invertir (se refiere a la poca en que el Gobierno est ya instalado en FigUeras). Estbamos tambinde acuerdo en que en la zona Central no haba nada quehacer, si previamente no se resolvan una serie de problemas..: Si aquello no se lograba, habra que buscar urgentemente la frmula poltica que permitiese terminarla guerra en el ms breve plazo, de la manera ms dignay salvando el mayor nmero posible de personas, y como,en efecto, nl se logr ni poda lograrse porque a ello seoponan exigencias polticas y tcnicas.., el Gobierno fuea la zona Central con la sola aspiracin de sostener lamoral de la masa en tauto se hallaba y se pona en ejecucin la frmula poltica que consintiese poner fin a laguerra (ob. oit., pg. 233-234). Por su parte, Garca Prados (ob. oit., pg. 38) seala lacnicamente: Negrn, en elfondo, quera marcharse, dejarlo todo manga por hombro.

    la misma esperanza que acabamos de sealar de unaprxima conflagracin europea, hoguera que bien poda avivar los rescoldos moribundos de la resistenciaroja (7).

    Pero un profundo cansancio general, la total miseria, el dolor en sus ms agudos tonos, la concienciade la irreparable derrota haban ido ganando porigual a la masa engaada y a la inmensa mayora desus propios, engaadores (8).

    Por esq, slo una posible paz ventajosamente negociada poda galvanizar la voluntad de continuar laguerra, pues entonces quiz se lograran algunas ventajas; por ejemplo, la de que en una situacin poltica inmediata los vencidos desempearan un ciertopapel con vistas a un desquite quiz no lejano.

    Esta idea de paz de compromiso vena de muyatrs (9) y tom cuerpo firme a partir de la sesinde las Cortes de Figueras; base de la misma debaser la ausencia de represalias por parte de los vencedores y la concesin de un lapso de tiempo para que

    pudieran marchar al extranjero quienes lo deseasen.

    REGREsO A LA ZONA CENTRO. REcoNocIMIENTOPOR GRAN BRETAA y FaAr4cIA DE LA ESPAA

    NAcIoNAL

    Al da siguiente del Consejo de ministros de Toulouse (da 10 de febrero), Negrn y el ministro deAsuntos Exteriores, Alvarez del Vayo, marchaban porva area a Alicante (10), y posteriormente ms ministros; y aunque tratse de que lo hiciera el presidente de la Repblica, no se consigui. Igualmenteregresaron los principales jefes comunistas y los dos

    (7) Salvador de Madariaga (ob. oit., pgs. 668669) baraja las razones que pudieron influir aqu en el jefe. delGobierno. He aqu sus primeras palabras: Pero el doctorNegrn no tena libertad, Estaba amarrado a Mosc poruna cadena de oro. Ms adelante dice que aqul, pudomuy bien haber confundido la causa de Espaa, y aun lade Europa y la del mundo, con la continuacin de unaguerra que le aseguraba el poder; es decir, el disfruteambicioso del poder. Luego, prosigue: Es muy posibletambin que abrigara esperanzas de que la conflagracineuropea Inminente viniera a salvarle de la derrcta. Finalmente seala que todo era como una especie de combate de retirada sobre el campo diplomtico para obtenerpromesa de no represalias y dar tiempo a que salieran deEspaa los espaoles de izquierda que desearan hacerloantes de que el general Franco ocupase la zona republicana.

    (8) Segn Georges Roux, en el diario londinense TheTimes, nmero del 16 de febrero de 1939, se afirmaba queen Madrid fallecan semanalmente, a causa de las privaciones, de 400 a 500 personas (La guerra civil de Espaa,Cid, Madrid, 1965, pg. 323).

    (9) Georges Roux ha dedicado un captulo de su obra,ya citada ,en otra nota, a las tentativas de negociacionesy mediaciones, procedentes o del extranjero o del bandorojo.

    (10) Seguimos aqu el libro de Alvarez del Vayo, Ereedoms Battle (Alfred A. Knopt, Nueva York, 1940, pgina 275 y sgs.) Julio Alvarez del Vayo fue, probablemente,la persona que ms presion cerca de Negrn para quecontinuase la resistencia: aunque nominalmente socialista estaba totalmente entregado a Mosc. /

    16

  • representantes mximos del Kremlin: Togliatti y Stopanov (11).

    Es lo ms probable que el primer cambio de impresiones de Negrn y Alvarez del yayo con algunas autoridades de la llamada zona Centro tuviese lugar enel propio Alicante.

    De todas formas, el 12 se encontraba el presidentdel Consejo en Madrid, donde celebr una conferenicia con los principales jefes militares: ((Todos estaban hrtos de la guerra (12). Pese a lo cual, el 13 defebrero el Gobierno lanzaba una proclama invitandoa continuar la resistencia sin limitacin de sacrif icios, a menos de que se dieran unas perspectivasaceptables de paz.

    En este mismo da, el Boletn 0/icial del Estado(nacional) publicaba una Ley de ResponsabilidadesPolticas de gran alcance y que, naturalmente, lasestableca para todos los culpables de la Espaa roja.Por eso resultaba intil el que Alvarez del yayo, quehaba vuelto a Pars tratando en vano y conforme seha dicho de hacer regresar al presidente Azaa, telegrafiase a Negrin el 17 diciendo que, dadas las cir

    (11) As lo afirma Jess Hernndez, testigo de mayorexcepcin (ob. cit., pg. 220). El Comit Central del Partidocomunista espaol se estableci en El Palmar, lugr muyprximo a Valencia. En El Vedat, casero tambin muycercano a la capital del Turia, se encontraba el generalBerov, ltimo representante del Ejrcito sovitico en Espaa, conforme ya se ha dicho. Entre los jefes comunistasfiguraban aqu Lister, Modesto, pasionaria, Taguea,Etelvino Vega, etc.

    (12) La fuente, Thomas (ob. cit., pg. 488), no es sospechosa; adems se apoya en otra, menos an: el libro delpropio Alvarez del Vayo, Freedms Battle, ya citado enotra nota.

    cunstancias, las condiciones de paz deban reducirsenicamente a la no toma de represalias. La respuestade Negrn leg a Pars. el 25; pero ya por entoncesGran Bretaa preparaba el reconcimiento inmediato del rgimen de la Espaa nacional.

    Ello tena lugar slo dos fechas ms tarde, y adems en unin de Francia, lo que fue bastante paraque el presidente de la Repblica dimitiera de sucargo (13). El 3 de marz se reuna en Pars la llamada Comisin Permanente de las Cortes, formadapor diecisiete diputados, bajo la presidencia de Martnez Barrios, al que ofrecieron aqullos la presidencia de la Repblica.

    Los PRIMEROS SONDEOS DE PAZ DEL cORONEL CASADO -

    Estos sondeos se- haban iniciado tiempo muy, atrs,al contrario de lo que se ha venido suponiendo. Enefecto, ya el 6 de febrero un agente del 5. 1. P. M. (Servicio de Informacin r Polica Militar) del Ejrcitonacional del Centro se presentaba en Terminus (14)con una nota en la que se indicaba que el coroneldon Segismundo Casado peda que el general Barrnle escribiera una carta fijndole condiciones y planpara la capitulacin del Ejrcito del Centro, que mandaba (15).

    (13) Lo haca basndose en que haba desaparecido elaparato poltico del Estado del Parlamento y de los par-

    - tdos. Es evidente que el seor Azaa se quit una cargapesada hasta lo inconcebible, que le vena aplastando desdeel 18 de julio de 1936.

    (14) Cuartel General, volante, del Generalsimo.(15) Todo lo que aqu se dice est basado en el Expe

    diente de las incidencias en relacin con las gestiones y

    17

  • /El general Franco redact el borrador de la cartay el general Barrn escribi y firm sta, que fuetransmitida por mediacin del 5.1. P. M., junto conunas instrucciones para iniciar las conversacionesprevias.

    El 11 se recibi, igualmente por conducto del 5. 1.P. M., unaS informacin telegrfIca en la que se decaque Casado, de acuerdo con don Julin Besteiro, socialista del ala derecha, peda el respeto de la vidade ((los militares decentes, corprometindose a garantizar el orden y la vida de presos y refugiados.

    La carta pedida por Casado el da 6 lleg a susmanos el 15, y el Generalsimo contest al ltimomensaje citado indicando que los militares a que lmismo se refera, si no tenan i-esponsabilidad decrmenes, podran pasar la frontera. Se recordabanadems las garantas generales fijadas reiteradamente en las emisiones de Radio Nacional sobre el respeto a las personas no criminales, y se agregaba: Nonos interesan poblaciones como objetivos, sino entrega o destruccin del Ejrcito, y nos sobran mediospara hacerlo rpidamente por nuestra armas. Criterio militar estrictamente ortodoxo.

    El 16, los agentes nacionales en Madrid comunicaban que Casado esperaba la constitucin de un Gabinete Besteiro, asegurando que tena a su favor a todos los jefes militares y redactado un plan para entregar la zona Centro-Sur. El 21 prometa que cuatrodas ms tare estara constituido el citado Gobierno (16).

    Por estas fechas era ya un hecho el contacto entreBesteiro y todos los representantes del general Franco en la capital de Espaa. Los partidos republicanosestaban decididos a la rendicin, la C. N. T., despusde vacilar, aceptaba esta solucin como mal menor,y los socialistas, luego de pasar por una etapa dedesorientacin, se agrupaban alrededor de Besteiro.As, pues, slo se encontraban disconfonnes los comunistas.

    El 22 de febrero se reciba por radio, y a travs delos agentes citados, la noticia de que al da siguienteiba a quedar constituida una llamada Junta de Liquidacin, pidiendo a la vez autorizacin para ir a Burgos por avin don Julin Besteiro y el teniente coronel don Ramn Ruiz Fornells, a fin de formalizaruna capitulacin rpida. A esta comunicacin se con-test que slo se aceptara una rendicin sin condiciones, debiendo sujetarse los vencidos a la generosidad ofrecida, y que nicamente a efectos de ilustrarsobre la forma en que se deba llevar a cabo la rendicin deban ir a Burgos uno o dos militares profesionales, mas no Besteiro ni ninguna otra personasignificada en la poltica. Se fijaba como posible hora

    tentativas del Gobierno rojo Casado-Besteiro para hacerentrega de su Ejrcito y zona (Archivo del Srvicio Histrico Militar. Cuartel General del Generalisimo).(16) Por otra parte ya el 17 de febrero, segn unainformacin recibida, los generales Rojo y Jurado, huidosa Francia, se mostraban opuestos a toda resistencia, y elsegundo se freea a dar detalles de las fortificaciones delos frentes de Madrid y del que defenda el Ejrcito rojode Levante. El general Matallana haba, adems, enviadoal general Franco un despliegue total del Ejrcito.

    de llegada de los emisarios al aerdromo de aquellapapital la comprendida entre las diez y las doce delda 2 de marzo (17).

    Pero el da 4 Casado comunicaba que, aunque s-gua firme en su propsito, el Gobierno de Negrnintentaba destituirle a l y al general Matallana, jefedel Estado Mayor del Grupo de Ejrcitos de la Regin Centro, y el 5 daba como explicacin a la nollegada a Burgos cte los emisarios la resistencia delos elementos opuestos a la rendicin incondicional.

    Las negociaciones podian darse de momento porsuspendidas. Qu haba pasado?

    CoNspxRAcxoNzs

    Mientras tanto, el 16 de febrero haba tenido lugaren el aerdromo de Los Llanos, prximo a Albacete,una reunin de incalculable iqiportancia, a la queasistieron, presididos por Negrn, las ms altas personalidades militares (18).

    En ella el presidente del Consejo propuso prolongar la guerra por lo menos seis meses (19), reorganizar el Ejrcito, crear unidades mviles de choque yhacerse con el abundante material que esperaba enFrancia (20); pero los jefes militares, con la excepcin del general Miaj a, se pronunciaron unnimamente por la paz a toda costa (21).

    As, pues, el presidente del Consejo no poda esperar nada del Ejrcito, y, por lo tanto, la nica formade conseguir la continuacin de la lucha era emprender rpidamente la remocin de los mandos que nole eran afectos. En cnjunto puede decirse que la

    (17) El general Franco design para recibir a los mis-mes al general Vign (don Juan), coronel de Estado Mayor don Luis Gonzalo Vitoria y los comandantes; tambinde Estado Mayor, don Carmelo Medrano y don EduardoRodrigues Madariaga, todos del Cuartel General del Generalsimo.

    (18) A ella asistieron, por lo menos, los generales Miaja,Menndez y Escobar, jefes, respectivamente, del Grupo deEjrcitos del Centro y de los Ejrcitos de Levante y Extremadura; los coroneles Casado y Moriones, que mandaban los Ejrcitos del Centro y de Andaluca; los generalesMatallana y Bernal, jefes del Estado Mayor Central y dela Base Naval de Cartagena; el almirante Buiza, jefe dela Armada, y el general Camacho, que lo era de laAviacin.

    (19) Era indudable que se crea que en estos seis mesesestallara la gran guerra que se esperaba. El clculo noestaba mal hecho, pues fall slo por doce fechas.

    (20) Negrmn declar que los rojos tenan en Francia,antes de terminar la liberacin de Catalua., unos 600aviones, comprados a Rusia, unas 10.001) ametralladoras ygran nmero de caones, morteros, fusiles y carros decombate. (CAsADo, ob. cit., pg. 104 y sgtsj.

    (21) Ramos-Oliveira afirma que los que se opusieron ala rendicin fueron el general Escobar y el coronel Monones, pero no parece probable. Jess Hernndez (ob. df.,pginas 220 y 221) seala que el almirant Buiza no serecat en anunciar que la flota desertara si no se emprendan inmediatamente negociaciones de paz, mientrasque el general Camacho, jefe de la aviacin, expuso laprecaria situacin en que se encontraba la aviacin decaza y bombardeo, proponiendo tambin la apertura denegociaciones.

    18

  • Direcciones pr/nc ,oales de la ofensiva ______Concentracionesfr,ea de contacto de las fuerzas nacionales

    Escala0 1 2 3 456789lO Kas.

    reunin de Los Llanos fue contraproducente para la- prolongacin de la guerra (22).

    A partir de este momento debemos considerar aqu,por separado, dos bandos: de un lado, Negrn y loscomunistas; de otro, la mayora cte los militares profesionales y el resto de la poblacin.

    Estos militares profesionale5escasos desde luego,frente a los mandos procedentes de las miliciaspensaban que toda resistencia en los frentes era ya imposible, debiendo ser ellos los que negociaran la pazpor su personal significacin y por estar menos ligados al comunismo que los dirigentes polticos. Es indudable que un engaoso concepto del compaerismoles permita abrigar la ilusin de una paz en la queacabaran disfrutando de sus derechos y grados.

    Despus de la reunin de Los Llanos vinieron algunos ministros a Madrid, pues el gobernador de la

    (22) El propio Hernndez dice que Negrn estuvo malaconsejado por delegados scviticos. De otro modo hubieraall mismo detend a los partidarios de la rendicin:Cuando quiso hacerlo, la medida fue tarda, impoltica einoperante)> (ob. elt., pg. 221).

    capital manifestaba. a la Prensa el dia 1 de marzoque el da anterior, por la maana, la haban abandonado con direccin a Levante para celebrar all un((importante)) Consejo de ministros. Este tuvo lugar, enefecto, en la tarde del proo da 28, en un lugar prximo a Elda llamado ((posicin Yuste)) (23), y tras lse dio una nota a la Prensa, donde se anunciaba lacelebracin de otro Consejo, esta vez en Madrid. Perola reunin prometida no tuvo lugar.

    Sgsmn Alvarez del yayo (24), Negrn se entrevistcon Casado el 1 de marzo ei Elda e inmediatamenteCasado march a Valencia para anunciar sus propsitos cte sublevarse a varias altas jerarquas milita

    (3) Negrn se estableci -en una magnfica casa decampo, a la que llam posicin Yuste, cerca de Elda, provincia de Alicante, donde se celebr el Consejo de que sehabla en el texto; los otros -ministros se instalaron enpueblos cercanos o en la propia capital alicantina. Por lodems, no haba aparato estatal de ninguna clase: of icinas, departamentos, funcionarios, etc.

    (24) Ob. cit., pg. 291.

    LA SEMANA COMUNISTACroqut n2 /

    LA OFENSIVA COMUNISTA (CONJUNTO)

    19

  • res, alguna de significacin netamente comunista;luego volvi a Madrid (25).

    El 3, Casado recibi un telegrama de Negrmn paraque volviese a Elda y el 4 aterriz en Barajas unavin puesto a disposicin de Casad; pero ste, losdos das y reiteradamente, se opuso a dejar la capital alegando motivos de salud e invitando a su vez alpresidente del Consejo a ir a la misma; en realidadtema ser detenido. Mas tampoco aqul se decidi adejar Elda por iguales motivos.

    Por estas fechas el movimiento de resistencia frente a Negrn y a los comunistas estaba definitivamente fraguada en tomo a la figura dl jefe del Ejrcitodel Centro, buscndose la formacin de un nuevo Gobierno presidido por un militar y encargado exclusivamente de llegar a un entendimiento con el generalFranco para poner fin a la guerra. La razn jurdicaque lo explicaravainos al decirsera la ausencia deun presidente de la Repblica, de unos partidos polticos, de unas Cortes y la carencia de autoridad y legitimidad del equipo del seor Negrn. Se trataba,pues, de crear una situacin de hecho justificada porla imposibilidad de presentar una situacin de fundamento legal.

    Negrn trt de adelantarse a la formacin delConsejo, y as, el 3 y el 4 de marzo el Boletn del Ministerio de Defensa publicaba una combinacin demandos militares que pona los de verdadera importancia en gentes de confianza del partido comunista.

    EL CoNsEjo DE DEFENsALa citada combinacin de mandos militares era de

    verdadera trascendencia. Los Ejrcitos del Centro yExtremadura quedaban en manos de dos comunistasmuy destacados: Modesto (ascendido a general) yLster (que lo era a coronel), mientras que Jess Hernndez, la ms sealada figura del comunismo espaol durante la guerra, era nombrado comisario ge-

    (25) A Cas&lo le acompaaba Matallana. En Valenciahablaron ambos con el general Menndez, jefe del Ejrcitode Levante, y el coronel Ruiz Fornells (don Ramn), queestaba al frente del Estado Mayor del Ejrcito de Extremadura, partidarios de la sublevacin. El 2 lo hizo con elgeneral Hidalgo de Cisneros, jefe supremo de las fuerzasareas y arrimo comunista, que probablemente comunica Negrin los proyectos de Casado.

    Segn Alvarez del Vayo (ob. oit,, pg. 306), el 2 de marzo el coronel Casado manifest al general Hidalgo de Cisneros su conviccin de que Franco no quera negociar conel Gobierno de Negrin; era Indispensable llegar a unacuerdo, pero, segn dijo, slo nosotros, los militares, podemos hacerlo,>. Estaba completamente seguro de que sepoda lograr de Franco la promesa de que no habra represalias, de que podran salir de Espaa todos los quequisieran y de que a la mayora de los militares se lesreconocera el grado que tenan. Por su arte, el propioCasado afirma: Negrn termin dicindonos que no haba tenido xito en sus esfuerzos por la paz y que porconsiguiente no haba ms remedio que resistir, No sele ocurri decirnos que habiendo fracasado l haba decidido dimitir para qu se pudiera forniar un Gobierno capasde lograr lo que l no haba podido conseguir (The lastdays of Madrid, Londres, 1939, pg. 119).

    neral de todas las Fuerzas Armadas, A la ez se disolva el Grupo de Ejrcitos del Centro y sus figurasprincipales no fieles al partido comunista eran dispersadas en puestos secundarios (26).

    Pero en la noche del da 5, revolucionariamente, quedaba por fin constituido en Madrid el llamado Consejo Nacional de Defensa, que pretenda asumir todos.los poderes frente a Negrn. Lo presida de momentoCasado y en un reajuste posterior Miaja (27), y enl haba una serie de consejeros pertenecienteslosde significacin polticaal socialismo, anarquismo ypartido de Izquierda Republicana; en Defensa se encontraba el propio Casado, y en Asuntos Exteriores,don Julin Besteiro (28).

    El Consejo contaba fundamentalmente para imponerse sobre las unidades adversarias_las de signifi.ccin comunistacon el IV Cuerpo de Ejrcito, mandado por el teniente coronel Mera (29), y, de momento, con la LXX Brigada, que, aunque perteneca a la8. Divisin y al II Cuerpo, era totalmente afecta;

    (26) Adems se aumentaba el poder del subsecretariodel Ejrcito, Cordn; El Campesino sera Inspector general de la recluta de toda la zona; jefe de la base naval deCartagena el teniente coronel Francisco Galn, y gobernadores militares de Murcia y Alicante (poblaciones degran importancia militar en aquellos momentos) Tagueay Mendiola. Todos de significacin comunista bien probada. Por lo dems no era necesario cambiar los mandos delos Ejrcitos de Andaluca y Levante, porque el primero,coronel Moriones era comunista, y el del segundo, generalMenndez, estaba rodeado, y en cierto modo prisionero,de elementos affliados al Partido de aquella significacin,

    (2.7) En un principio se ofreci la presidencia a Besteiro, mas ste aleg que, en virtud de haberse proclamado el estado de guerra, el 23 de enero anterior, dicha presidencia corresponda a un militar. Se le ofreci a Casado,pero ste slo acept de momento, y ello permiti que yamuy entrada la noche el general Miaja aceptara dichocargo, desde Valencia, donde se encontraba.

    La poltica de Miaja haba sido muy tortuosa, pero indudablemente se pens que no poda despreciarse la popularidad que contaba entre sectores revolucionarios muyamplios de la capital de Espaa. Garca Fradas dice quese le coloc como cnascarn de proa)> (ob. St., pg. 84). DeGobernacin se encarg Wenceslac Carrillo, socialista.

    (28) Besteiro fue el mayor escptico sobre el triunfo dela Repblica, probablemente desde los primeros momentosde la guerra. En mayo de 1937 asisti, como representanteoficial de la Repblica, a la coronacin de Jorge VI, peroa la vez llevaba una misin secreta a nombre del presidente Azaa: la de visitar a mster Eden, ministro de Estado, pidindole que tantease las posibilidades de ponerfin a la guerra.

    (29) La figura de Cipriano Mera no deja de tener graninters. Fue el ms destacado jefe anarquista de la zonaCentro, y aun de toda Espaa luego de difwninarse la deJoaqun Ascaso, tras los sucesos sangrientos de mayo de1937, y morir Buenaventura Durruti, en el frente de Madrid en noviembre de 1936. En la llamada batalla de Guadalajara llev la parte ms dura de la misma.

    Era el anarquista que primero comprendi la necesidadde una disciplina dentro de las milicias. Despus de lo deAravaca y Pozuelo (se refiere a las luchas tenidas all afinales de 1936), en ios alrededores de Madrid, todas misideas referentes a la disciplina y militarizacin se handestrozado, En lo sucesivo no vacilar en sostener antetodos los combatientes la necesidad de sometimiento a losnuevos principios militares, declaraba el 20 de septiembrede 1937 en el diario C. N. T.

    20

  • Brigada que tena por misin inmediata ocupar algunos edificios considerados fundamentales (30).

    Parece ser que a las veintitrs horas de ese da 5

    (30) Eran estos edificiOS los ministerios de Defensa, Hacienda y Gobernacin, Correos y TelgrafOS, el Banco deEspaa y la Telefnica,

    ya se enciontraba esta Unidad en Madrid convenientemente establecida. Por ello, una hora despus, y porlas dos emisoras de radio de la capital, luego de darseel acostumbrado parte de guerra, se acercaron a losmicrfonos Besteiro, que declaraba la cons1tuciridel Consejo y la ilegitimidad de los poderes qu decaostentar Negrn, pntando un cuadro bien sombro de

    2

    LA SEMANA COMUNISTACroqc/s g2

    UC4RES PRINCIP,41ES DEL /4 CHA DENTRO DE MADRIDf,/etO de //aaenda ?./d de/lerma ,5:/d o*erra 4. Plaza de o/5e 5Jd de Cibeles. 6.-Id de Ifaoue/Bec&ra 1. Nueos.MrnsteroS. 5: Puerta de/Sol 5. Plaza de Castelar /0/dde la 1 OS?c,a, /1.Re/.XYO o nk..aclefleS. /2. Bafico deE.oana. 13. Tele/ornca. 14; Cogote Prowoctalde/ Parn,o2 Comunista. /5: Cogote Cenra1de/7708t10 /6; PuestO deMaede de la /D,ws,Ofl 11: Co de /neD/?tOS /8: 0,rerx,oi? 0eero/oleSeQu 17: OobleMO gol. 20. oeo/ede Oe/eosa de/a C 1 21.- Cote/te flegana/ de la CjVJ 22: lImes ladio. 2J 1/tos del odo5OteO

    Escala KmS.

  • la situacin general (31); y luego el coronel Casado yel teniente coronel Mera (32).

    La noticia de la sublevacin lleg rpidamente aYuste, y Negrn se puso al habla inmediatamentecon Casado, tratando de llegar con l a una situacinamistosa, a lo que el coronel se opuso (33).

    En la Gaceta que llevaba fecha del da 5 (34) apareca un Decreto con la firma de Miaja que comenzaba as: En virtucj de haberse declarado el estadode guerra, y ante la necesidad de asumir funcionesfundamentales del Estado que han quedado completamente desatendidas, con esta fecha se dispone laconstitucin del Consejo Nacional de Defensa.

    Pronto los dirigentes comunistas ms destacadosiniciaran su huida al extranjero (35).

    (31) He aqu alguna de las frases de Besteiro: Ha llegado el momento de irrumpir con la verdad y rasgar lasre-des de falsedades en que estamos envueltos,.. El Gobierno del seor Negrn,.. no puede ispirar a otra cosa queganar tiempo.., y esta poltica de aplazamiento no puedetener otra finalidad que alimentar la morbosa creencia deque la complicacin de la vida internacional desencadeneuna catstrofe de proporciones universales, en 1-a cual,junto con nosotros, perecerian masas proletarias de muchas naciones.,.))

    (32) Casado deca, entre otras cosas: O todos nos salvamos o todos nos hundimos en la exterminacin y eloprobio. Mera, por su parte, declaraba :- La derrota sufrida por las armas antifascistas en Cataluiia me ha resultado, adems de dolorosa, inexplicable, mientras no hetenido el convencimiento de que fue precedida por latraicin de unos hombres dispuestos a vender a precio deoro y de orgia la sangre generosa del pueblo espaol.Luego recordaba la actitud alevosa y criminal de JuanNegrn, gobernante indigno de los combatientes y de lostrabajadores.,

    (33) Negrn, prcticamente rendido o tratando quiz deganar tiempo, ofreci a Casado, desde Elda, una transmisin amistosa de poderes. Alvarez del Vayo (ob. cit., pgina 224)! transcribe este dilogo, tenido lugar luego delas alocuciones por radio de la noche del 5 al 6: Quocurre en Madrid, mi general?)) Me he sublevado.)) & Contra quin? Contra m?)) S, contra usted. Segn Hernndez (ob. eit., pg. 246); fue Togliatti el que inspir estaposible transmisin de poderes: Todo est acabado. Hayque buscar un entendimiento con la Junta de Casado y

    ganar tiempo para evacuar a los camaradas ms responsables y para esperar la llegada de barcos que ya se hanpedido a Francia para llevarse el grueso de los camaradasms comprometidos.))

    (34) Esta fecha es a todas luces errnea, pues la sublevacin tuvo lugar, como sabemos, en la noche del 5(domingo)! al 6 (lunes); deba ser aqulla, por lo tanto,6 osi se tiene en cuenta que era lunes y no se publicaban en ese da peridicos oficiales7,

    (35) La decisin de huir se tom a las tres de la tardedel lunes da 6; una hora antes Negrn y los suyos habanrecibido la noticia de que el gobernador militar de Alicante, el comunista Vega, se haba unido al Consejo deDefensa de Casado (declaraciones de Alvarez del Vayo aDaily Heraid, del 3 de marzo de 1939), Segn el propioAlvarez del Vayo (Last optimist, The Viking Press, NuevaYork, 195Q, pg. 316), los primeros en huir fueron Negrn,el propio Alvarez- del Vayo, los- ministros comunistas Uribe y Moix, el jefe del Ejrcito del Aire Hidalgo de Cisneros, Lister, Modesto, Cordn y Pasionaria)), todos de unbien probado comunismo. Hernndez (ob. cit., pg. 242 y246) dice que Togliatti fue de los ltimos que lo -hicierondesde Mureia -junto con l. El Campesino sali de Almera en una embarcacin de motor, rumbo a Orn.

    LA SITUACIN MILITARAl llegar a este punto se puso claramente de ma

    nifiesto cul haba sido la infiltracin comunista Ilevada a cabo en las filas del Ejrcito Popular (36),pues la mayora de los mandos haban sido confiados a personajes del partido o fuertemente simpatizantes con el comunismo, frente a los Socialistas moderados, los anarco-sindicalistas y los ltimos restosdel republicanismo.

    Sin embargo, y pese a ser muy numerosos los efectivos del Grupo de Ejrcitos Centro-Sur, carecan dematerial en gran parte y, sobr tQdo, de moral combativa.

    El Ejrcito del Centroque.es el que ahora particularmente nos interesa, pues en su seno se desarrollaron las luchas que vamos a considerarestabaconstituido por las siguientes Unidades:

    1 Cuerpo de Ejrcito. Mando-, teniente coronel- Barcel (comunista). Puesto de mando, en La

    Pedriza (Manzanares). Divisiones 1, 2 y 69, conun total de ocho Brigadas.

    II Cuerpo de Ejrcito. Mando, teniente coronelBueno (comunista). Puesto de mando, en Cha-martn (Madrid). Divisiones 4, 7 y 8, con un totalde nueve Brigadas.

    III Cuerpo de Ejrcito. Mando, coronel Ortega(comunista). Puesto de mando, en Carabaa. Divisiones 9, 13 y 18, con ocho Brigadas y unaAgrupacin de Caballera. -

    - IV Cuerpo de Ejrcito. Mando, teniente coronelMera (anarquista). -Puesto de mando, en Yebes.Divisiones 12, 17 y 33, con siete Brigadas. - -

    A grandes rasgos puede decirse que el IV Cuerpodefenda la zona del frente correspondiente a la provincia de Guadalajara, que el 1 se encontraba desplegado a continuacin del anterior hasta el ro Guadarrama, que el II protega el frente de Madrid propiamente dicho y que el III tena a su cargo la lnea -de fuego desde - Vaciamadrid al ro Algodor (entreAranjuez y Toledo).

    Entre todas estas unidades, Casado contaba plena-mente con la LXX Brigada (mayor Luzn), de la8. Divisin, hasta el punto de que fue la que habapermitido Id constitucin del Consejo de Defensa, segn vimos en su momento. Las restantes de los tresprimeros Cuerpos citados o eran dudosas o francamente adversas; en cambio, el IV Cuerpo de Ejrcito, constituido por antiguos milicianos procedentesdel anarcosindicalismo se encontraba animado de unespritu rabiosamente anticomunista. Por su parte,los carros y blindados (al parecer, tres compaas de

    (36) Numerosos testimonios podran darse aqu. Bastar uno. La mayor parte de los mandos militares losdesempeaban a ltima hora comunistas, y en manos destos quedaron los principales resortes del Poder. Cmopudo ocurrir esto? Por su sistema de coacciones, graduadasentre el provecho personal para quien se someta y el asesinato para quien se rebelaba (Indalecio Prieto, Informepresentado al Congreso Nacional del Partida) Socialista - Espaol, Pars, 1938).

    22

  • LA SEMANA COMUNISTACro t.iis n 3

    4 CONTRAOFENSIVA DEL CONSEJO DE DE/ENS/1Line5s a/cornzads .rucer,vmente por el C. E. de ,lfoio5raL,e de Cofi/ac/o de las luerzas ,?ac,o/w/es

    EscIao 1 2 3 4 5. 6 7 8 9 lO_____________________________ Kms.

    los prfmeros y una de los segundos) estaban casi ensu totalidad en manos de comunistas (37).

    (7) Los carros siempre fueron un arma en manos delos comunistas. Entre otros testimonios puede verse el delpropio Casado, que dice: Puedo afirmar con toda clan-dad que durante la guerra ni las fuerzas areas ni los cuerpos de tanques estaban controlados por el Ministerio deDefensa Nacional ni, por consiguiente, por el Estado Mayor Central. El ministro y su Estado Mayor ni siquieratenan conociniientp de la cantidad y tipos de sus armasy slo conocan la situacin de los caones que se estabanutilizando en las operaciones del momento. Del mismomodo, el ministro y su Estado Mayor no conocan la situacin ni siquiera la existencia de un gran nmero de aer

    Desde haca mucho tiempo, el puesto de mando del.Ejrcito del Centro se encontraba en la llamada posicin Jaca, ocho kilmetros al este de la capital (38);mas al constituirse el Consejo de Defnsa, aquel puesto trasladse a los stanos del Ministerio d Hacienda, establecindose en el de Marina un segundo puesto de mando. En el primero se encontraba Casado

    dromos, mantenidos en secreto por los consejeros amigos>)y algunos de los jefes de aviacin que gozaban de su ligeraconfianza (ob. cit., pg. 54).

    (381 La posicin Jaca no era sino el viejo palacio dela Alameda de osuna, de gran abolengo histrico, conabundantes jardines. .

    23

  • con Besteiro, y en el segundo, el teniente coronelMera.

    Las reservas del Ejrcito del Centro consistan encuatro Divisiones (2. de Asalto, 14, 65 y 73), algunasde cuyas Brigadas se hallaban afectas a las Divisiones en lnea. Su adhesin a la poltica de Casado era,en general, totalmente adversa. En Madrid haba adems fuerzas diversas de Asalto y Carabineros de significacin borrosa cuando no contraria.

    De las reservas generales o estratgicas del Grupode Ejrcitoslos tres Cuerpos de Ejrcito XIV, XVII

    y XXII---merece especial mencin el primero de ellos.Mandado por el comunista Hungra, se llamaba deguerrilleros)), y aunque de formacin reciente, estabaintegrado por gentes seleccionadas y de peligrosidadmanifiesta. De l formaba parte la 300 Divisin (mayor Santiago Calvo), acantonada en Alcal de Henares, donde haba adems una Base de tanques; Divisin qu jug un papel muy destacado en los acon

    - tecimientos que vamos a narrar.Los otros dos Cuerpos de Ejrcito de reserva se

    encontraban desperdigados por diversas comarcas,con sus efectivos no completos; de ellos no poda esperar mucho el coronel Casado.

    El triunfo de ste no apareca, pues, nada fcil.

    LA LLAMADA sEMANA coMuNIsTA1

    Una, nueva versin de los llamados sucesos demayo, ocurridos en Barcelona del 3 al 12 de aquelmes del ao 1937, y en los que fueron aplastados porel comunismo el trostlcismo y aun el anarcosindicalismo, fue la lucha desarrollada en las calles de Madrid del 5 al 12 de marzo de 1939, sangriento prlogode la rendicin total de las fuerzas que ocupabanlo que an quedaba de zona roja (39). Para su mejorexposicin seguiremos los hechos da a da.

    JORNADA DEL 6

    En la misma noche en que queda constituido elConsejo d Defensa, Casado habla con los tenientescoroneles Barcel y Bueno, que le ofrecen su colaboracin entusiasta, y con el coronel Ortega, que manifiesta determinadas reservas (40).

    (39) No resulta fcil el estudio detallado de la semanacomunista, dado que la documentacin de la zona rojaes aqu muy incompleta. Slo se han