Revista Edición 94 SEP. 1997

49
REVISTA ACORE - ORGANO DE LA ASOCIACION COLOMBIANA DE OFICIALES EN RETIRO DE LAS FUERZAS MILITARES

description

Editorial: La política de paz y de guerra

Transcript of Revista Edición 94 SEP. 1997

Page 1: Revista Edición 94 SEP. 1997

REVISTA ACORE - ORGANO DE LA ASOCIACION COLOMBIANA DE OFICIALES EN RETIRO DE LAS FUERZAS MILITARES

Page 2: Revista Edición 94 SEP. 1997

REVISTA

RE ORGANO DE LA ASOCIACION COLOMBIANA DE OFICIALES EN RETIRO DE LAS FUERZAS MJUTARES

Oficinas: Calle 70 No. 4-24 PBX: 345 OS 11 Aportado Aéreo No. 77172

Sontofé de Bogot6, D. C.

Resoluci6n No. 001167, (Sept./73) • Mingobiemo Resoluci6n No. 0286 (Feb./82) • Permiso No. 318 Adpos!ol

Director MG. JOSE ROBERTO IBAÑEZ SANCHEZ

Subdirector CN. CARLOS A PRIETO AVILA

JUNTA DIRECTIVA

Presidente co Luis Alfonso Rincón Aldono

Primer Vicepreside nte CA. Juan Pablo Ro1rón H.

Seg undo Vicepresidente BG. Luis A Morillo A

Secreto rio Ge nera l Ejecutivo CO Gustavo Gordo Acosto

Voca les CO Armando Castañedo N.

TC. Jorge A Sónchez M. CO. Ernesto Cortés A.

TC. Hernondo Lozodo G. CO Gabriel Morales H. CO Daniel H. Riveros C.

Revisor Fisca l CO. Guillermo Rodríguez Guzmón

CONSEJO EDITORIAL GR. Alberto Ru1z Novoo

MG José Roberto lbóñez Sónchez MG. Lisondro Barrera Rey

BG. Gabriel Puyono Gordo CN. Carlos A Prieto Avilo MY. Osear Forero Rocines

Director Editoria l Jaime A Cubillos C.

los ideos y tesis expuestos por los autores de los artículos publicados son de lo exclusivo responso-bil,dod de éstos y no reflejan necesariamente el criteno de lo Asociación

CONTENIDO

Pág . EDITORIAL

- Lo político de paz y de guerra.......................................... 3

ACTUALIDAD - Discursos pronunciados en el Homenaje Nocional de

Solidaridad al General Horold Bedoyo Pizarra: De Monseñor Alvaro Fondiño Fronky . . . ... .. . .. ............ ..... . . . . S Del Coronel Luis Alfonso Rincón Aldono .. .. .. .. .. . .. .. .... .... ... S Del Dr. Fernando londoño Hoyos..................................... 9 Del General Alvaro Valencia Tovor .... ............................... 12 Del Dr. Luis Prieto Ocompo .... .. .. .. .. .. .. .. .. .... ...... .... .. .. .. .. .. . 16 Del General Horold Bedoyo Pizarra.................................. 18

ECONOMIA - Prácticos gerenciales poro el año 2.000

Coronel Francisco Gómez Lo verde .. .. .... ............. ... . .. .. .. .. .. 23

POLITICA - Lo guerra y lo poz

Mayor General Luis Enrique Rodríguez B. . .. .. .. .. .. ... . .... .. ..... 2S - Lo guerra civi l

Estratego . . . . . . . . . ... . .... .. . . . . . . . .. .. .. .. . .... . .. . . . .. . . . . . . . . . . . . .. ... . .. .... 32

ESTRATEGIA - Corl Van Clousewitz

Coronel Luis Alfonso Plazos Vega ............................... ...... 3S

HISTORIA - 46 Años de participación del Batallón Colombia y lo

Armado en Coreo Coronel Francisco A. Coi cedo Montúo ..... .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. . 41

- El General José de los Santos Gutiérrez Mayor General José Roberto lbóñez Sónchez . .. .. . .. ... .. .. ..... 43

INSTITUCIONES - lo rozón de ser de los encuentros de Acore

Coronel Gustavo Gordo Acosto .. .. .. . .. . .. .. .. .. .. .. . .. .. . .. .. .. .. .. 48

No.94 SEPTIEMBRE DE 1997 SANTAFE DE BOGOTA, D. C.

NUESTRA CARATULA Aspecto gráfico del Homenaje Noc•onol de Solidaridad ofrecido por Acore al General Horold Bedoyo Pizarra

1 ACORE 11

Page 3: Revista Edición 94 SEP. 1997

LA POLITICA DE PAZ Y DE GUERRA

Las críticas circunstancias que padece hoy el país en todos los órdenes de su vida política, económica y social, pero especialmente las que se relacionan con la seguridad del Estado y de la comunidad, ameritan profundas reflexiones. So pena de hundir a la Nación en la desesperanza y la anarquía total, no podemos aventuramos en el campo de la negociación coaccionada a la cual pretende llevamos una subversión prepotente y terrorista con la vocería de los propios delegados gubernamentales que exploran los caminos de la paz.

Es necesario entender que la escalada violenta y terrorista frente al proceso electoral es una amenaza contra uno de los instrumentos del sistema democrático, pero no puede interpretarse como una capacidad de acabar con él, justamente al apelar la subversión al terrorismo y a la intimidación de los candidatos regionales en algunas zonas del país, está demostrando su impoten­cia para atacar directamente a las Fuerzas Militares. Por ello utiliza este medio criminal y cobarde repudiado por el derecho internacional humanitario que tanto pregona respetar.

También hay que comprender que los errores militares cometidos en Puerres y las Delicias, aún cuando sirvieron de caja de resonancia nacional e internacional a la subversión, difícilmente se repetirán. Las distintas unidades militares estarán de la fecha en adelante cada vez más alerta y dispuestas al combate, como lo están demostrando en el Yarí, combate que rehuye la subversión para atacar y dañar instalaciones y fuentes energéticas vitales para la comunidad que dicen defender.

La capacidad de la subversión hay que mirarla pues, en su dimensión real. Es decir en su inca­pacidad militar de derrotar al Estado pero también en su capacidad de causarle graves males a la sociedad en asesinar, secuestrar y chantajear a los ciudadanos, en generarle enormes daños a la estructura energética del país, en continuar acrecentando sus finanzas con el narcotráfico y la extorsión.

Desde luego, ante la imposibilidad de la Fuerza Pública de prevenir y evitar estos daños que al amparo de la soledad y de la sombra realiza fácilmente la subversión, la comunidad se atemoriza y el Estado se confunde. Por ello, es fundamental que la sociedad civil se solidarice y colabore en la labor de prevenirlos y evitarlos para que la vida ciudadana normal no se paralice.

1 ACORE 31

Page 4: Revista Edición 94 SEP. 1997

Las CONVNIR, son instrumentos legales de protección ciudadana que pueden colaborar para tal .fin mediante la alarma temprana, como son igualmente útiles para prevenir y evitar otros delitos y crímenes contra la comunidad inocente e inerme. Esta es la razón esencial por la cual la subver­sión ataca y atacará las CONVNIR y esperamos que la Corte Constitucional no vaya a caer en el error garrafal de suprimirlas, pues de ocurrir así, el mal llamado paramilitarismo cobrará mayor dimensión, resultando el remedio peor que la enfermedad.

Si es la comunidad la que está siendo agredida brutal e injustamente, no se le puede exigir que agache la cabeza para que le sea cercenada por sus verdugos. Si la defe.1sa individual es legítima y de derecho natural, en mayor medida lo será la protección de la propia sociedad, máxime cuando el Estado no puede garantizar la seguridad de todos los ciudadanos y del patrimonio nacional.

Por las razones anteriores, no podemos aceptar algunas de las consideraciones hechas por los dos delegados presidenciales exploradores de la paz. Porque dicho informe lo que revela es una visión medrosa y cobarde del problema para llevar al Estado a su sumisión total, sin exigir nada a cambio.

Hay que hacer la paz y entablar diálogos con la subversión para evitar que siga martirizando a los colombianos. Pero no se puede hacer la paz sobre la base de un Estado vencido, de la humilla­ción de las Fuerzas Militares cuyo poder bélico está intacto. Sólo la mente febril y alienada de los enmantados cabecillas subversivos, alejados del todo de la realidad mundial, continental y nacio­nal entienden lo contrario; lo grave es que así lo crean los delegados de paz del propio gobierno.

Cuando Colombia tenga liderazgo, cuando el ejercicio de la política recobre su moral perdida y la administración sea honesta y eficiente, cuando se proyecten políticas de guerra y de paz realis­tas, cuando la Nación tenga justicia, cuando las leyes no favorezcan a los criminales, cuando los propios funcionarios del Estado no se conviertan en agentes de sus enemigos, cuando se pueda atacar las finanzas de la subversión y cuando a las Fuerzas Militares se les reconozcan sus fueros y se les dé material de guerra apropiado y equipo moderno y adecuado, la subversión será someti­da. Nadie debe dudarlo.·

14 ACORE 1

Page 5: Revista Edición 94 SEP. 1997

HOMENAJE NACIONAL DE SOLIDARIDAD AL GENERAL HAROLD BEDOYA PIZARRO SEPTIEMBRE 9 - SALON ROJO HOTEL TEQUENDAMA

ORADORES: Monseñor: ALVARO FANDIÑO FRANKY

En nombre de l señor Arzo­bispo de Bogotá, cuya re­presentación me cabe el

he"'\r., )r Jc llevar en este importante home naje al señor General HAROLD BEDOYA PIZARRO,

e olombia está presente en este Homenaje Nacional de Solidaridad que se

ofrece al Señor General HAROLD BEDOYA PIZARRO, organizado por la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Militares y por representantes de

Coronel: LUIS ALFONSO RINCON ALDANA Presidente de Acore

Doctor: FERNANDO LONDOÑO HOYOS General: ALVARO VALENCIA TOVAR Doctor: LUIS PRIETO OCAMPO

General: HAROLD BEDOYA PIZARRO

deseo darle rendidas gracias a Dios, junto con todos ustedes, por los más de cuarenta años de bri­llantes servicios a Colombia que él ha prestado, como lo reconoce todo el pueblo colombiano.

estamentos de la vida nacional, para reconocer y exaltar los mé­ritos del amigo, el compañero, el militar, el Comandante, el lí­der y el hombre del futuro, en su paso por cargos de respon­sabilidad en la nación, con re­sultados altamente positivos

1

Al mismo tiempo, pedirle a Dios que bendiga nuestra mesa y nuestras inten­ciones, y que se digne alcanzarle el pan a quien no lo tiene, o lo tiene que tomar en lamentable escasez. Así pues, en el nom­txe del ¡:Wre, y del hijo y del Espíritu santo.

para el país y para las Instituciones militares.

En este Homenaje se conjuga tam­bién, el reconocimiento al Mando Militar y a todos los hombres que in­tegran las Fuerzas Militares, por la labor cumplida en el desarrollo de la

1 ACORE si

Page 6: Revista Edición 94 SEP. 1997

misión que les fija la Constitución Política de Colombia y por haber demostrado a través de la historia que son el soporte indiscutible de la democracia colombiana.

El General Bedoya, nació en la bella, pujante y prospera región del Valle del Cauca, en un hogar cimen­tado por el amor, la comprensión, el respeto y la moral, fonnación que posteriormente acrecentó desde cuando ingresó ello de septiembre de 1955 como alumno en la Escue­la Militar de Cadetes General José María Córdova, y egresó Juégo como profesional militar, con el grado de Subteniente de Infantería el 5 de diciembre de 1959 .

Durante su brillante carrera mi­litar, desempeñó con eficiencia Jos diferentes cargos que el mando y el Gobierno tuvieron a bien asig­narle, habiendo escalado todos los peldaños de la jerarquía castren­se hasta ocupar el cargo de Co­mandante General de las Fuerzas Militares, cargos que desempeñó con profesionalismo, con inteli­gencia, con pericia, con dignidad y con honor, en los que puso al servicio de la Institución y de la patria sus innegables condiciones de soldado y de líder.

Es indudable que en Jos últi­mos años, sus actuaciones tuvie­ron controversia dentro de la vida nacional; sin embargo, se debe reconocer que sus actitudes fue­ron en todo momento el desarro­llo y la consecuencia de sus fun­ciones como Comandante en de­fensa de la dignidad de la institu­ción militar, en el fortalecimiento

16 ACORE 1

de la unidad de la nación, la liber­tad, la paz y en la conservación de la integridad territorial.

Temas como el Fuero Militar, la Justicia Penal Militar, los aspec­tos disciplinarios, la seguridad so­cial, el presupuesto para las Fuer­zas Militares, la lucha contra la narcosubversión y las diferentes formas de violencia, el respeto por los derechos humanos y la no acep­tación de la desmembración del territorio nacional para aceptar exi­gencias de los subversivos, fueron entre otras, actividades en las cua­les el General Bedoya intervino, defendiendo con altivez, con en­tereza y con dignidad, el honor de las Fuerzas Militares y la majes­tad de la nación, lo cual se le ha reconocido. La historia plasmará en toda su dimensión los concep­tos y las actitudes asumidas por este gran líder de la democracia.

Llegó en un momento crucial para el país su retiro como Coman­dante General de las Fuerzas Mi­litares, según el Gobierno por «ra­zones de Estado», las cuales no se han conocido; sin embargo se ha filtrado que varias de estas razo­nes tienen que ver con la posición férrea, digna y leal del General Bedoya en defensa de las Institu­ciones militares y del país; no que­remos pensar que algunas de estas razones tengan que ver con las exi­gencias que hace la narcoguerrilla para el debilitamiento de las Fuer­zas Militares y el retiro de algunos de sus Comandantes; esto sería inaceptable en un estado de dere­cho y sería entregar la dignidad de la nación a unos apátridas sin idea-

les políticos que solamente siem­bran de terror y sangre los campos de Colombia y atentan contra la infraestructura del país.

El país desde hace más de cua­tro décadas, afronta una lucha sub­versiva que tiene sus orígenes en diferentes causas; entre otras, la ausencia del Estado en regiones marginadas y carentes de obras y servicios de infraestructura tales como: puestos de salud, escuelas, caminos vecinales y distribución adecuada de tierras.

Por todo lo anterior no se vis­lumbra solución alguna; las cla­ses sociales menos favorecidas si­guen desprotegidas y cada día más pobres. Se entronizaron, en cam­bio, la inmoralidad, el cinismo y la mentira en el alto Gobierno; de­lincuentes de cuello blanco, sa­quean a diario las arcas del Esta­do, y los colombianos presencia­mos con asombro el panorama más desolador de la historia repu­blicana en el que sólo podemos ofrecer a los pueblos del mundo dos récords universales: la corrup­ción y la violencia.

Es que Colombia con su poder nacional en los campos político, económico, social y militar tiene que trabajar totalmente integrada para lograr su desarrollo; es incon­cebible que finalizando el siglo XX se hable, se discuta y se criti­que el accionar de las Fuerzas Militares, presentándolas como las únicas responsables de la vio­lencia en Colombia; en las altas esferas del Gobierno, del Congre­so, de la Justicia y de la sociedad,

Page 7: Revista Edición 94 SEP. 1997

con la resonancia en los medios de comunicación, se les exigen resultados; pero simultáneamente se les restringen los apoyos logísticos y legales necesarios y adecuados para la lucha.

Será que se quiere desconocer que el instrumento militar es parte de la Nación? No sería lo más ade­cuado y necesario pedirle resulta­dos al Gobierno y por consiguiente al resto del poder nacional en los campos político, económico y so­cial ? Es que las Fuerzas Militares solas no pueden enfrentar a la narcosubversión y presentar resul­tados, sin el compromiso de todo el Estado y si éste no llega al pue­blo colombiano, sería conveniente que se estudiara con alto sentido pa­triótico el aspecto presupuesta! de la Institución Militar; pongo como ejemplo el anteproyecto de presu­puesto del Ejército para el año de 1997, elaborado técnicamente de acuerdo a las necesidades, se le asignó por la Ley del presupuesto solamente el 80% del anteproyecto y de este presupuesto, a la fecha se le ha recortado aproximadamente el 25% ; Se aprobaron los bonos de guerra para renovar el equipo de las Fuerzas Militares y no como pre­supuesto para los gastos normales de la institución militar; hasta aho­ra, tan sólo parte de estos recursos está llegando; es necesario además, anotar que el pie de fuerza, por los complejos problemas nacionales, se ha incrementado siendo normal y lógico asignar el presupuesto adi­cional para el personal de las nue­vas unidades, con destino a la in­versión en dotaciones de vestuario, equipo, alimentación y salario.

Colombia está en guerra! Por fin lo dijo públicamente el Minis­tro de Defensa! Por fin lo dijeron en el parlamento representantes de las diversas corrientes políticas, quienes así lo hicieron al sentirse amenazados por la subversión y por la delincuencia, amedrentados además al darse cuenta de que tam­bién a ellos les estaba tocando su cuota de sangre y de dolor.

Es imperioso también, que no solamente se haga esa pública ma­nifestación, sino que ella se con­vierta en una real voluntad políti­ca, en una decisión y en una ac­ción de todos los poderes del Es­tado, con disposiciones legales que le permitan a éste, a la Fuerza Pú­blica y a la sociedad civil, enfren­tar con eficacia y decisión la ac­ción subversiva y delincuencia!.

Las Fuerzas Militares práctica­mente se encuentran maniatadas para el cumplimiento de su mi­sión, pero se les exige resultados y por otro lado se expiden nuevas disposiciones con detrimento de su moral y su disciplina. No es po­sible que sus hombres permanez­can combatiendo, dejando atrás a sus familiares sin servicios de sa­lud, de vivienda y con salarios de hambre; ahora se agregan los pro­yectos del Gobierno para suprimir entidades de apoyo logístico que prestan servicios de bienestar a sus hombres; se olvida que las reservas militares son parte inte­gral del estamento militar; se pro­yecta disminuir a este sector de la sociedad, parte de su seguridad social cimentada a través de los años que según la ley, son dere-

chos adquiridos, sin pensar que esta disminución para la reserva, trasciende al futuro de los milita­res en servicio activo cuando és­tos pasen a la reserva y pierdan ta­les derechos. Pretende también el Gobierno convertir el «sueldo de retiro» en «pensión», proyecto que afectaría notablemente la capaci­dad adquisitiva de los militares; el cambiar esos términos, equivaldría a suprimir el derecho a la oscila­ción de salarios establecido desde hace muchos años en disposicio­nes legales y en las normas de la carrera militar, los cuales tienen su razón de ser, entre otras cosas, como régimen especial por la di­ferencia de las condiciones labo­rales de los militares con respecto a la normatividad del resto de los servidores públicos.

Los militares en Colombia han afrontado la violencia con estoicis­mo y con alto sentido de respon­sabilidad, buscando la conviven­cia y la paz entre los ciudadanos; con alguna frecuencia como contraprestación, reciben la críti­ca injusta por sus actuaciones, es­pecialmente de personas que, como uno de los objetivos de la subversión, se han infiltrado en las altas esferas del Estado; y a nivel internacional, recibiendo también las críticas d~ las ONG las cuales sin sustentación alguna y como cajas de resonancia de la subver­sión, acusan a las Fuerzas Milita­res de violar los derechos huma­nos por acciones individuales de sus miembros; por otra parte ve­mos cómo el asesinato de un miembro de la institución militar a manos de la narcosubversión

1 ACORE 71

Page 8: Revista Edición 94 SEP. 1997

parece que fuera normal; esto no sucede cuando el crimen se come­te en algún personaje de prestan­cia social o política; cuando ello sucede, se conmueve toda la socie­dad civil y en esos momentos, sí aparece transitoriamente la volun­tad política, se buscan responsa­bles y aceleradamente se emiten disposiciones para tratar de repri­mir la subversión. Acaso los inte­grantes de las Fuerzas Militares no tienen los derechos humanos para que el Gobierno y la sociedad, así como los organismos no guberna­mentales reaccionen en demanda de los mismos derechos?

La sociedad colombiana está exigiendo una pronta solución al problema de la violencia y busca por todos los medios que la paz lle­gue a Colombia; los militares so­mos los más interesados en esta paz; como instrumento militar del Estado colombiano, somos los que enfrentamos permanentemente a los grupos subversivos y con do­lor de patria enterramos a nuestros muertos y observamos con triste­za nuestros hombres heridos y mutilados que deja esta lucha en­tre hermanos.

A través de los años las Fuerzas Militares han realizado estudios y han presentado propuestas al alto Gobierno en búsqueda de la paz; ACORE, también a participado por medio de foros y seminarios en este proceso y ha recomendado que se establezca una política integral per­manente de paz del Estado colom­biano para que no se continúe con una política de paz del Gobierno de tumo. Es importante hacer relevan-

la ACORE 1

cia en que para lograr la paz, el Go­bierno debe propender por una in­fraestructura con soluciones en edu­cación, salud y obras públicas en las regiones marginadas del país, una justicia eficiente, una administración sin corrupción y robustecer el ins­trumento militar, con presupuesto acorde con las necesidades logísticas para enfrentar la narcoguerrilla, so­metiendo a los viole\].tos y creando condiciones de superioridad con au­toridad para entrar a negociar una paz permanente, con dignidad para toda la nación; en este empeño es­toy seguro que lo acompañarán las Fuerzas Militares en servicio activo y en la reserva y el país nacional.

Los planteamientos anteriores, no son nuevos; algunos fueron ex­puestos oportunamente por el Gene­ral Bedoya durante su Comando; probablemente la franqueza y la leal­tad del comandante militar, consti­tuyeron las «razones de Estado>> que tuvieron como desenlace el retiro del General; él, como cualquiera de los mandos militares, tuvo la capacidad y la inteligencia para pensar, hablar, escribir y ser leal. Esos planteamien­tos siguen, seguirán vigentes y deben constituir una política de Estado y un programa de todo Gobierno.

Las reservas de las Fuerzas Mili­tares, ciudadanos con todos los dere­chos , conocedores de la problemáti­ca del país, con un significativo nú­mero de personalidades de alto nivel profesional, académico y con volun­tad de servicio, seguiremos partici­pando en la vida nacional y en las mesas de concertación y análisis, donde se toman las grandes decisio­nes del país; buscaremos que nues-

tros mejores hombres lleguen a los cargos de elección popular, desde las alcaldías hasta la Presidencia de la Re­pública; desde esos estrados defen­deremos y apoyaremos por todos los medios legales a las Fuerzas Milita­res y coadyuvaremos con los estamentos de la vida nacional a me­jorar las condiciones de vida de los colombianos, construyendo un país más amable y próspero; formaremos el nuevo hombre colombiano para los retos que nos deparará el siglo XXI, propiciando leyes acordes con las ne­cesidades futuras y mejorando la ima­gen de Colombia en el plano interna­cional, llevando nuestro país a ocu­par el liderazgo que le corresponde entre las naciones, especialmente en Latinoamérica

Todos los colombianos debemos tomar conciencia de la verdad y de la realidad colombiana en lo interno y en lo externo; los militares en reti­ro convocamos a todos los hombres y mujeres de la patria para implan­tar un modelo de desarrollo huma­no, social, económico, cultural , po­lítico y moral que identifique los pro­blemas antes enunciados y les dé adecuadas soluciones en el inmedia­to, mediano y largo plazo; para esto insinuamos la organización de una «Cámara de excelencia)); es decir, integrar a los pensadores colombia­nos más ilustres para formular un plan concreto en la materia . Deberá tener prelación el volver por los prin­cipios y valores cristianos, hispáni­cos y bolivarianos que nos legaron los padres de la patria para formular las bases de una nueva Nación, de una nueva sociedad en la cual, indu­dablemente, los militares en servi­cio activo y en retiro tendremos una

i1

Page 9: Revista Edición 94 SEP. 1997

función y un papel fundamental; el Gobierno deberá concretar ese ob­jetivo, su desempeño y su inserción en las decisiones que requiere la República. Existen múltiples estu­dios; el problema radica en hacer la unidad nacional, hacer que Colom­bia se reestructure como una poten­cia moral en lo interno y en lo exter­no, digna, respetada y libre, que nos honre y dignifique; la nueva Repú­blica del siglo XXI.

Señor General Bedoya: en unión de su distinguida esposa

M e han entregado el di­fícil encargo, Sr. Gene­ral de explicar a usted

porqué razón, la sociedad civil, le rinde este homenaje.

Usted ha sido, el hombre de la guerra, el hombre de una guerra desgraciada, y sin embargo, con desgracia a cuestas, usted es más grande que los que están ganando esta guerra.

Después de haber escuchado tantas razones sobre las caracte­rísticas del conflicto bélico que nos asola, al fin le oí algo impor­tante a alguno de los miembros más conspicuos de las ONG; dijo este fulano en días pasados, que la guerra en Colombia, era atf pica, ahí quedó dicho todo, es lo mis­mo que cuando los politólogos no saben, dicen que se trata de un fe­nómeno socioeconómico, cuando los economistas no saben, dicen que se trata de un milagro, cuando los

MARIA CRISTINA y de sus hi­jos, acepte este homenaje que la reserva militar y los dirigentes de la vida nacional le ofrecemos, an­helando un futuro mejor con oportunidades para la sociedad colombiana y el resurgir de una patria noble, de tradición republi­cana, con fé y con esperanza en nuestras Fuerzas Militares; en estos días, cuando han sucedido hechos significativos en el mundo, especialmente por el fa­llecimiento de dos grandes mu­jeres que con su amor, dedica-

médicos ignoran de qué dolencia muere el paciente, lo atribuyen a una causa de origen viral; ahora los de la ONG, descubren que nuestra guerra, es atípica y así quedó todo dicho.

La primera atipicidad de nues­tra guerra, consiste en que no se acaba nunca y es imposible ganar­la, como que dura cincuenta años en la muy curiosa estadística de estas extrañas matemáticas. Si las cuentas no nos fallan, después de vicisitudes políticas serias, que no vamos a ocultar, la guerra nuestra, la primera, se inicia en el año de 1948, cuando un mozalbete, de nombre Fidel Castro, viene a Co­lombia para asesinar a Jorge Eliécer Gaitán, para encender la mecha de los odios políticos. Es una guerra horrorosa, como todas las guerras civiles, y sin sentido, como las que se libran entre her­manos, pero termina, con victoria, y la gana el General Rojas Pinilla,

ción y entrega a los enfermos e indigentes, dieron ejemplo de ter­nura: la Princesa de Gales que hace renacer a un cambio en las seve­ras tradiciones de la monarquía inglesa, de la conciencia de los poderosos del mundo; y la ma­dre Teresa de Calcuta que nos deja una historia de entrega a los desposeídos; asimismo Señor General Bedoya, los colombia­nos vemos el renacer de un país con su liderazgo, presagiando un futuro glorioso para Colombia, con libertad y orden.

que rinde los ejércitos en contien­da de quienes recibe sus armas y el encargo de llevar el País a un destino de paz. Esa guerra conclui­da, le da paso a una nueva y dis­tinta, que se inicia después de 1.959, cuando nuestro mozalbete de ayer, convertido en el tirano de Cuba, arma todas las empresas ase­sinas que desde ese país organiza­ba, y se dirige contra el corazón de nuestra patria. Los primeros mer­cenarios de esa empresa fueron todos los bandidos cesantes de la vieja contienda. Quién podría ol­vidar sus nombres: Desquite, Pe­dro Brinco, Chispas, Mariachi, Efraín González, el Diablo, com­ponen el triste repertorio que no desaparecerá fácilmente de nues­tra memoria, y esa guerra termi­na, y se gana, la gana, con la ayu­da de generales valiosos, un hom­bre insigne, y lo llaman el Presi­dente de la Paz, Guillermo León Valencia. La primera versión de la guerra cubana, que concluye

1 ACORE 91

Page 10: Revista Edición 94 SEP. 1997

después de que expirara el último bandido, digo mal se escapara uno entre ellos, el inefable Trrofijo per­dido por allá entre las montañas del Pato Guayabero.

Se inicia después, otra guerra dis­tinta, de unos jóvenes idealistas, embarcados por los supuestos hala­gos de una ideología marxista, que en mil novecientos sesenta y tanto o setenta no alcanzábamos a com­prender cuánto tenía de engaño y de fábula, y esa guerra nadie podrá ol­vidarla, termina o ha debido termi­nar entre los cañones y desfiladeros de Anorí. No se cobra la victoria, por cualquier razón que fuese pero las guerras si se ganan. Y hay otra que termina en el año de 1982 cuando el Presidente Julio César Turba y le en­trega a su sucesor un ejército ene­migo vencido, encarcelado, desmo­ralizado, derrotado. La historia con­tará lo que sigue, en lugar de cobrar la victoria, resolvió el Presidente de entonces, declarar la paz, abrir las cárceles, y reavivar la hoguera del conflicto. A poco surge otra nueva guerra absolutamente distinta de to­das las anteriores, con personajes nuevos, con técnica nueva y sobre todo en medio de un escenario, tan

complejo, que los politólogos de la ONG llaman atípica. Esa guerra co­bra todos sus peñtles, aquel día ne­fando y para siempre memorable en que las huestes armadas y combina­das del narcotráfico y de la guerrilla asaltan el Palacio de las Cortes y asesinan a todos los magistrados. Era lo que faltaba, un fenómeno doloro­so y tristísimo el de las hordas de bandidos que nos deshonraban y que llenaban de dinero sucio y de las peo­res costumbres, nuestra patria, se

asocian con los guerrilleros del M-19 y con los guerrilleros de todos los pelambres, y se lanzan en esa letal combinación contra el cuerpo des­trozado de la patria.

Y aquí si empieza una guerra no tan atípica, como lo diría el hombre de nuestro cuento, pero si muy difícil de entender y sobre todo más difícil de librar cuando no se le quiere ven­cer, porque ello tiene dos aspectos separados y distintos. El de la guerra económica que no hemos querido li­brar porque no nos conviene librar. Eso de derrotar a los que le inyectan cuatro mil millones de dólares al año a la economía colombiana, no ha pa­recido una tan buena idea Eso de derrotar a los que inflan las cuentas del Banco de la República, con sus ingresos multimillonarios. Esos que a la hora de las penurias fiscales, al llamado de una amnistía llenan tam­bién las áreas de los tesoros públicos y permiten toda clase de corruptelas y de demagogias. Esos que mantie­nen una economía, aparentemente tan equilibrada, que hacen exclamar a nuestros economistas gloriosos de Fedesarrollo, de todos los Fedesarrollos de todos los tiempos, que ésta es la casa buena del barrio malo en América Latina, esos tales, digo no pueden ser derrotados. Así que mejor, hemos resuelto convivir con ellos hasta donde sea posible, usufructuar los gajes de su miseria, recibir sus dolores y quedarnos con ellos dormidos al rincón.

Pues bien, del otro lado aparece una guerrilla, supuestamente política con el viejo discurso marxista, que estamos cansados de escuchar en to­

das las latitudes, vendiendo las mis-

mas ilusiones dirimidas con el mis­mo cántico del cisne de una civiliza­ción que no pudo ser.

Pero esos tales se asocian con los anteriores, y forman una combinación explosiva y detestable, y e~ si es la guerra no atípica, pero sí la terrible guerra, la más compleja de todas las que padecemos, que no es desde lue­go exclusivamente económica. No puede ser que tanto bandido se pon­ga de acuerdo en cuanto a los propó­sitos, los medios y los fines. Para eso se necesita, la disciplina de unos hom­bres disciplinados, y se necesita el designio político de unos hombres que los tiene. La pura mafia sin gue­rrilla, no pasaría de ser, un episodio. Pero la guerrilla sin la mafia no hu­biera pasado de ser otra loca aventu­ra como la del Salvador o la de Gua­temala, esa guerrilla también estaría vencida Lo que no ha sido posible derrotar es esa combinación siniestra de fuerzas enquistadas en el corazón de la sociedad colombiana, porque se lo tomaron todo, corrompieron lo que tenían que corromper, lo que no po­dían corromper, lo mataron y hemos quedado vencidos, de rodillas ante el ídolo de oro y ante quienes pregonan este credo político que ha sido en to­das partes del mundo desechado por falaz, por mentiroso, y por catastrófico.

No queremos ganar la guerra, y como la culminación de todos nues­tros males, vivimos las elecciones de 1994 y éste si ya fue la apoteósis de todas las desventuras. Un Presidente de la República elegido con el dinero del narcotráfico. Así, que desde en­tonces, todo se tomó sospechoso, todo equívoco, todo ilógico, nada de lo que está pasando en Colombia,

Page 11: Revista Edición 94 SEP. 1997

desde aquel día de 1.994, deja de substraerse al tristísimo origen del poder presidencial.

Así pues planteada la guerra, quién la gana y contra quién se combate. Desde luego, que si no se sabe contra quién se combate, es imposible el triunfo. Y así está el Ejército de Co­lombia aprisionado, entre todas las contradicciones posibles; si lo derro­tan es un Ejército de ineptos, si logra una victoria es una pandilla de mato­nes, si hace lo suyo como correspon­de, cae bajo la sospecha de los peo­res excesos, si no está donde debiera estar en el momento de peligro, es porque ha abandonado el cumpli­miento de sus deberes, si no se trans­porta es ineficiente, si pide helicóp­teros, es un Ejército despilfarrador, cómo dentro de ese ambiente de con­tradicciones, puede ganarse una gue­rra? Desde luego que ello es imposi­ble. El Ejército enemigo que se lla­ma Ejército por todas partes, o Fuer­zas Armadas, o Ejército de Libera­ción o Ejército Popular, se convierte inmediatamente en un cuerpo civil, a la hora en que deja un prisionero. Es entonces el momento de las indagatorias, los fiscales, los interrogatorios, los abogados, y el Código de Procedimiento Penal con­tratado por la mafia en las tristísimas jornadas de Cali.

El país no ha ganado esta gue­rra, porque no la quiere ganar, y no la quiere ganar porque no quiere empeñarse en ella, y usted señor Ge­neral BEDOYA fue el centro de to­das esas contradicciones. Usted fue el punto de equilibrio entre seme­jantes antagonismos crueles e inex­plicables y en las horas de las más

negras pesadumbres, los colombia­nos decíamos todo está oscuro, nada se sabe, pero allá está Bedoya Allá está Bedoya, que no autoriza los despejes, que mantiene intacto el honor del Ejército, que sigue lu­chando con bravura una guerra que nadie le agradece y que muy pocos le perdonan. Allá está Bedoya Ten­go que confesarle señor General que en esos momentos de tanta incerti­dumbre, muchos como yo, creímos en la teoría de los dos aviones. Para quien no lo recuerde se trataba de fletar dos aviones, uno pequeño que llevaba a bordo al Presidente de la República con todos cuantos qui­sieran acompañarlo, con cualquier destino, no importaba cuál; otro más grande probablemente, con to­dos los bandidos almacenados en las cárceles de la Picota e Itaguí, en contra de un tratado internacional solemne que Colombia se deshon­ra al incumplir. Creíamos que con esos dos aviones, el país podía cam­biar, y a usted se lo dijimos y usted lo supo. Yo tengo la certeza, como la tienen todos mis compatriotas, que usted tuvo grandes vacilacio­nes a la hora de decidir entre la juridicidad formal y la tesis de los dos aviones. Tengo que reconocer que usted fue más grande que no­sotros y que prefirió ahorrarle al país ese espectáculo, y darle al mun­do una nueva oportunidad. Eso fue lo que más admiramos. Usted pre­firió deponer su orgullo y el orgu­llo del Ejército que representaba, a los pies de un parlamento, a pesar de que sabía que era un parlamento corrupto y a las órdenes de un co­mandante en Jefe, de un Presidente de la República que usted sabía que era corrupto y no obstante, en un

acto de dignidad, que el mundo ten­drá que recordar, usted prefirió las voces de la forma del derecho, a una decisión audaz que muchos habría­mos agradecido.

Así que, usted ya no está allá Ge­neral Bedoya, y no está quizá en el momento en que más vamos a de­plorar su ausencia Aquí se está or­ganizando una mesa de negociacio­nes de mucha amplitud, necesita para instalarse como setenta mil ki­lómetros de superficie. Después, de organizada de ese modo, las partes se preguntarán de qué quieren ha­blar; la una arrogante, ganadora y perversa, impondrá las condiciones de su juego, la otra, contrita, aver­gonzada y sin ideales, que es lo peor que puede faltarte a una institución de Gobierno, preguntará qué hace falta para lograr la paz, así sea al precio de cualquier genuflexión, y usted no va a estar señor General a la hora del despeje, ni a la hora de la negociación ni a la hora de las concesiones. Todos sabemos, que esos famosos diálogos no conduci­rán a ninguna parte, y mucho me­nos, a una paz fructífera; será en­tonces la hora más dura en la histo­ria de Colombia. Una hora tan dura en donde se combine la arrogancia del poder del dinero con la audacia del poder de la política, pero bien dirigida y bien planificada por los marxismos de siempre, harán sentir a Colombia, que ha llegado el mo­mento de su crisis definitiva, y en­tonces en ese momento definitivo que probablemente no esté lejos, el país comprenderá, que debe terminar la opereta, y que de la opereta, deben salir los saltibanquis y los arlequines, será la hora de los grandes hombres.

1 ACORE 111

Page 12: Revista Edición 94 SEP. 1997

Al recordar que la hora de los grandes hombres concluyó Señor General, evoco la reminiscencia que me llega del fondo de la historia, y veo venir al señor General Bolívar, derrotado de Venezuela, por todas las indignidades de un pueblo que no supo ser libre y que no quiso ser

E n el corazón del Vichada, donde se dan cita las inmensidades de la Ori­

noquia y la Amazonia, se presentó en septiembre de 1961 un acto de rebe­lión que se contagió en seguida a la totalidad de los pobladores: colonos, llaneros, comerciantes, masa flotan­te de aventureros, contrabandistas, buscadores de fortuna, fugitivos de la violencia o de la ley, explotadores de pesquerías y recursos naturales.

El desarme por los facciosos de un puesto de Infantería de Marina, fue el detonante que produjo el estallido en una región olvidada, donde no existía presencia alguna del Estado. La Revolución Cubana acababa de triunfar y desbordaba de la isla caribeña hacia todos los confines de Iberoamérica, sirviendo de inspi­ración a los promotores de la insur­gencia en el caserío de Santa Rita, a orillas del río Vichada.

Se me nombró comandante del Batallón Colombia, destacado por el mando superior para afrontar el deli­cado incidente, que podría encender de nuevo la violencia de los años cin­cuenta aún no cicatrizada Entre los jóvenes subtenientes de la última pro­moción egresada de la Escuela Mili­tar de Cadetes, hallé a un joven ofi-

digno, por todos los pequeños egoísmos, por todas las ambiciones, por todas las incoherencias de una nación que no quiso serlo, y que lo derrotó no por las armas, sino que lo derrotó por la vía tristísima de los cabildeos y de la politiquería de baja ley. Fue entonces cuando lle-

cial que me produjo desde el primer contacto la más favorable impresión. madurez, serenidad en situaciones di­fíciles, aplomo, talento práctico, des­pejada inteligencia, mente alerta para las cambiantes circunstancias de un conflicto enredado y complejo, per­mitían avizorar una carrera brillante que llevaría a ese joven a las cum­bres de la jerarquía militar. Era el subteniente Harold Bedoya PÍZarro. Muchas oportunidades nos daría la vida para trabajar en estrecha asocia­ción de voluntades y propósitos. Y en cada una de ellas, esa primera ima­gen cobraría mayor nitidez al igual que la certidumbre de que sus pasos seguros y firmes lo llevarían a los más altos destinos.

Registra la carrera militar de Harold Bedoya una variadísima gama de situaciones y actividades, que demuestran la versatilidad de su mente y el lucimiento de sus accio­nes. Cinco años como oficial subal­terno en el Batallón Colombia, uni­dad de combate y contraguerrillas por excelencia, lo enfrentaron en el norte del Valle del Cauca, Norte del Tolima y la propia ciudad capital a los riesgos y desafíos de la lucha contra fracciones móviles y diluí das, en los ambientes geográfico y huma­no de este conflicto peculiar y extra-

gando Bolívar a rendirle cuentas al Presidente de la Unión, tuvo aquel encuentro para siempre memorable con el Dr. CAMILO TORRES, quien le dió un abrazo y le dijo lo que yo le digo a usted: Podrá ser usted un militar desgraciado, pero es un grande hombre.

ño que nos ha envuelto a lo largo del último medio siglo.

En el grado de teniente, herido en acción contra el sanguinario cabecilla de trágica memoria, Efraín González, obtuvo la Cruz de Boyacá por heroís­mo, caso en verdad excepcional para esa novel etapa de la carrera de las ar­mas. Sirvió en los Batallones Juanambú y Patriotas, siempre en re­giones alteradas en el orden público, donde era necesario combinar la ac­ción intrépida de contraguerrilla con la conducta flexible y comprensiva hacia una población civil, empareda­da en 1 a contienda de la subversión armada contra el Estado de Derecho, que tan sólo el Ejército solitario y las Fuerzas Armadas en su apoyo han ve­nido enfrentando.

Capitán en la Escuela Militar de Cadetes cuando me correspondió di­rigirla, demostró en la conducción formativa de los futuros oficiales una de las cualidades que lo han distin­guido de manera sobresaliente en el manejo de hombres: su liderazgo na­tural, su habilidad para subyugar vo­luntades y afectos, respeto y obedien­cia espontánea. Es ésta la mejor ex­presión del don de mando, afianzado en firmeza, fuerza de voluntad, ca­rácter, sentido ancho y profundo del

Page 13: Revista Edición 94 SEP. 1997

compañerismo y la amistad, sustenta­dos siempre en el ejemplo personal.

Cuando ocupaba yo el Comando del Ejército, destiné al joven mayor Bedoya Pizarro al segundo comando del Batallón Bolívar, con el encargo directo y personal de tomar bajo su control la turbulenta zona de los ya­cimientos esmeraldíferos del occiden­te boyacense. Era una de esas situa­ciones tan frecuentes, en nuestra tem­pestuosa realidad colombiana, en las que el Ejército es sacado de su entor­no funcional para forzarlo a cubrir sitios y circunstancias flagelados por el delito, cuyo control corresponde a la institución policial.

Cumplió el mayor Bedoya una tarea de vastas proyecciones, en la que pude apreciar su rectitud acerada, su integridad insobornable, su lealtad sin sombras al Ejército, al mando supe­rior, a los principios que han guiado su vida y templado su carácter. Son cualidades que el jefe auténtico sabe transmitir a los subordinados para gobernar su comportamiento, en me­dio de tentaciones monetarias que han hecho mella en tantos espíritus que se creyeron incorruptibles, pero que han acabado sucumbiendo al halago del dinero fácil, en medio del ambien­te deletéreo que se ha ido apoderan­do de la Colombia sana, virtuosa y respetable de otros tiempos.

El decurso académico e intelec­tual de Harold Bedoya Pizarro no ha sido menos brillante que el castren­se. Quizá sea una comarca menos conocida de su personalidad para el grueso público, habituado a escuchar sus planteamientos y opiniones en tomo al compromiso de las Fuerzas Militares con la defensa del Estado

de Derecho. A los cursos regulares del Ejército colombiano, cabe agre­gar en su proceso de capacitación los adelantados en la Escuela de Infante­ría de Fort Benning y Escuela de las Américas, este último en la especia­lidad de Inteligencia Militar, que lue­go aplicó en el Batallón Charry Sola­no y en la Escuela del mismo nom­bre. Fue Asesor del Colegio Intera­mericano de Defensa en Washington, cargos y actividades que adelantó con reconocida competencia, destacándo­se por su estudiosidad, consagración y capacidad analítica, que luego apli­có con excelencia en el mando de tro­pas y en la docencia militar.

Su corrección y caballerosidad lució en asignaciones de relevancia Internacional y en nuestro propio en­tomo militar. En 1964, fue nombra­do edecán del general Charles de Gaulle, Jefe de Estado de Francia con ocasión de su visita a Colombia. Co­mandante del Batallón Guardia Pre­sidencial y Jefe de la Casa Militar en las administraciones de los Presiden­tes Julio César Thrbay y Belisario Betancur, desempeñó más tarde la Jefatura de la Delegación de Colom­bia ante la Junta Interamericana de Defensa y la Agregaduría de Defen­sa a la Embajada en Washington, donde estableció importantes relacio­nes con el general Barry Mac Caffrey, por entonces comandante del Coman­do Sur de los Estados Unidos y en la actualidad, ya en el retiro del servicio activo, personaje de la más alta im­portancia en el Gobierno de su na­ción en el campo de la lucha contra el narcotráfico.

Esta relación y el aprecio que el general Mac Caffrey profesa a Harold Bedoya, tuvieron alcance decisivo en

el éxito de la visita realizada por el General colombiano a los Estados Unidos en 1996, cuando se presentó ante la Comisión de Defensa y Justi­cia del Congreso norteamericano para defender la actuación de nuestras Fuerzas Militares en la lucha contra el narcotráfico. Viva quedó en las re­tinas de millones de colombianos, la imagen del general Mac Caffrey, cuando la víspera del retiro del gene­ral Harold Bedoya del Servicio Acti­vo, hizo por televisión el más elogio­so comentario sobre el Comandante General de las Fuerzas Militares de nuestro país.

Alcanzada la jerarquía de los ge­nerales de Colombia, y con ella las altas responsabilidades del mando operativo, desempeñó Harold Bedoya Pizarro las comandancias de la Sép­tima y de la Cuarta Brigadas. En Villavicencio, realizó trascendental misión frente al narcotráfico que ex­tendía sus tentáculos letales por los amplios espacios de Arauca y Casanare, golpeados por el terroris­mo subversivo, consiguiendo neutra­lizar su acción apátrida contra la in­fraestructura de la industria del pe­tróleo y la de la ganadería, así como los procedimientos inhumanos del se­cuestro extorsivo, el chantaje, y de­más formas criminales disfrazadas con el manto de una revolución ideo­lógica que perdió el norte político de sus luchas iniciales, para descender en acelerado deterioro moral por el declive de la simple delincuencia or­ganizada.

En Medellin, donde el tráfico de estupefacientes y la mafia tenebrosa que lo accionaba había hecho de la otrora puritana y religiosa ciudad la base de sus operaciones criminales,

1 ACORE 131

Page 14: Revista Edición 94 SEP. 1997

el brigadier general Harold Bedoya se enfrentó al desafío de la más po­derosa y brutal organización criminal de que se tenga noticia. con entereza, reciedumbre y valor moral, no tan

sólo ante el delito rampante sino fren­te al poder de personajes encumbra­dos que de una u otra manera disfru­taban de los beneficios y amparaban solapadamente las actividades delictuosas.

Al frente de la Segunda División del Ejército, ascendido al grado de mayor general, rescató con sus esca­sas fuerzas en relación con las dimen­siones del territorio de su jurisdicción, el Guaviare y el Vichada oriental don­de todavía se le recordaba por sus actuaciones como subteniente en el Batallón Colombia. Fue ésta una empresa gigantesca y trascendental. Aquella selva. «esposa del silenci4de la soledad y de la neblina» de que hablara José Eustacio Rivera. se ha­bía transformado en una nueva vorá­gine donde la hoja de coca y su pro­cesamiento en droga heroica había sustituido al caucho de comienzos de siglo, con una agigantada actividad criminal. que no ha hallado aún su estremecido narrador.

Su paso por la Dirección de la Escuela Superior de Guerra se carac­terizó por el impulso dado a las acti­vidades académicas, analíticas y de investigación militar, con preferencia en las comarcas de la guerra revolu­cionaria con sus proyecciones globales de combinación de todos los medios de lucha, que hacen de ella una forma de confrontación ar­mada atípica. en la que los ingredien­tes no castrenses cobran mayor alien­to que los del combate directo, y por ello invaden predios de las demo-

114 ACORE 1

cracias débiles y vacilantes, que ofrecen sus desequilibrios y vulne­rabilidades a la penetración disol­vente de la Guerra Política.

Convencido de la importancia de proveer al más alto instituto de capa­citación de las Fuerzas Militares, de un organismo especializado para es­tudios del más alto nivel, propuso y obtuvo la creación del Centro de Es­trategia e Historia. que ha cumplido para la Escuela y para el Comando General señalada labor, en la prepa­ración de documentos de Estado so­bre los tema<; propios de su esfera. Este sentido innovador se extendió a otros campos de la organización mi­litar, como lo fueron la transforma­ción de las Comunicaciones en Arma Táctica y su modernización para si­tuarla a la altura de los adelantos tec­nológicos propios de nuestra era. y la creación de la Aviación del Ejército que incrementará la efectividad del apoyo aerotáctico para las tropas a pie, en esta guerra móvil y dispersa en la que la nación se halla comprometi­da. ante la renuencia de las agrupacio­nes sediciosas para hallar caminos de entendimiento hacia la convivencia y la armonía de todas nuestras gentes.

Para quienes hayan podido for­marse la imagen de un general Bedoya duro, intransigente, partida­rio de la guerra a ultranza frente a la subversión, es conveniente recordar su decisiva participación en los pro­cesos que culminaron con la desmovilización del autodenominado Ejército Popular de Liberación que venía operando en Antioquia y Cór­doba. dentro de la comprensión te­rritorial bajo su responsabilidad. Este acontecimiento, ocurrido du­rante el gobierno del Presidente

Vrrgilio Barco, demuestra que el espíritu de Harold Bedoya no es en forma alguna refractario a la paz por la cual ha luchado desde subteniente, sino a los procesos equívocos en los que los alzados en armas imponen condiciones y ma­nipulan los diálogos en beneficio de sus propósitos revolucionarios.

A partir de 1992, cuando el ma­yor general Harold Bedoya Pizarro asume el Comando del Ejército Na­cional, su proyección en la vida pú­blica adquiere dimensiones excepcio­nales. Su actitud erguida y resuelta en defensa de la Constitución y de la ley, adquirió presencia vigorosa en el con­vulso panorama del má'i complicado capítulo de nuestra historia Sin te­mor a equivocarnos, podemos afrr­mar que atraviesa Colombia la cri­sis más profunda de nuestra vida republicana.

Con frecuencia se quiso acusar al general Bedoya de deliberación polí­tica Se habló en conocidas publica­ciones de un «ruido de sables» que sólo existió en la imaginación febril de periodistas para quienes la fanta­sía y el sensacionalismo están prime­ro que la información real y verdade­ra Bastaba conocer al protagonista de semejantes rumores para descartarlos de plano. Si algo caracterizó el paso de este militar demócrata y republi­cano por los Comandos del Ejército y de las Fuerzas Militares, fue su leal­tad indeclinable al Estado de Dere­cho, a la nación, a la Carta Funda­mental que juró respetar y cumplir.

Cabe recordar aquí el memorando que sometió a consideración de su superior inmediato, el Comandante General de las Fuerzas Militares,

Page 15: Revista Edición 94 SEP. 1997

cuando el Jefe del Estado habló pú­blicamente de efectuar un despeje de tropas en el municipio de Uribe por exigencia de una agrupación subver­siva. No hubo de su parte desconoci­miento alguno de la autoridad presi­dencial, pero sí creyó Harold Bedoya su deber ceñido a la Constitución y a la disciplina militar, poner de mani­fiesto las consecuencias que esta me­dida traería para el orden público, al entregar un espacio difícilmente con­quistado en años de esfuerzo y lapo­blación civil rescatada de las garras de la guerrilla, que así tendría la opor­tunidad de apoderarse de nuevo de ella y ejercer las tremendas represa­lias a que nos hemos acostumbrado en situaciones similares.

Procedió usted de acuerdo a su conciencia, señor general Bedoya. En ésta, como en todas las ocasiones en las que debió actuar dentro de las res­ponsabilidades del mando militar, que no consiste en sumisión silenciosa sino en valor para decir las cosas con lealtad y franqueza, cuando se piensa que determinadas líneas de conducta pueden conducir a desconocimiento de la Ley de Leyes que se ha jurado cumplir, o del bien público y la segu­ridad de la nación que se tiene la mi­sión de tute1ar.

Razón tenía el Libertador cuando afirmaba que sólo es leal al gober­nante quien le dice la verdad. La obsecuencia servil no es propia de soldados. La deliberación no puede mal entenderse, en cuanto a la veda constitucional establecida para los militares, como silencio ante el error o aceptación abyecta de lo que se juz­ga inconveniente. Jamás pensaríamos los militares colombianos conscien­tes de nuestra dependencia del poder

civil, en desconocer su autoridad. Pero tampoco podremos aceptar ja­más, que la subordinación y la obe­diencia que de ella se desprende, im­plique una mordaza que sería desdorosa y establecería un conflic­to de principios ante nuestra propia conciencia.

El rescate de extensas comarcas que fueron predio de la subversión, del narcotráfico o de la alianza crimi­nal de las dos organizaciones, no se hizo a sangre y fuego como quieren hacerlo creer organizaciones no gu­bernamentales empeñadas en presen­tar ante el mundo a unas Fuerzas Ar­madas violadoras de los derechos hu­manos y del Derecho Internacional Humanitario. Los campesinos del Chucurí santandereano y de las mon­tañas antioqueñas, los colonos de los viejos territorios nacionales, pueden dar testimonio, de lo que fue su ac­ción pacificadora, comprensiva, hu­manitaria, racional, de realización de la convivencia social.

En lo tocante al percance de Las Delicias, es bueno precisar que la base asaltada no correspondía a la juris­dicción del Ejército bajo su mando, sino al Comando Unificado del Sur, dependiente a su vez del Comando General de las Fuerzas Militares. En cambio su conducción mesurada y prudente de las «marchas cocaleras» del Putumayo y Caquetá, urdidas e infiltradas por la narcoguerrilla, evi­tó una verdadera catástrofe.

Señor General Harold Bedoya Pizarro: en gesto patriótico y gene­roso ha puesto usted su nombre a la consideración de los colombianos para una posible candidatura presi­dencial. Nombre que conlleva la ex-

periencia acumulada de cuarenta y dos años de servicio a la nación, al Estado, al Ejército y a la colectivi­dad colombiana. Quienes bien lo conocemos tenemos la clara con­ciencia de su desprendimiento y de su inagotable voluntad de entrega a esos mismos valores, cuando toda una vida de renunciamiento le per­mitía un merecido descanso en unión de la familia ejemplar que usted constituyó con María Cristi­na como modelo de hogar.

Pensamos que la tremenda trage­dia nacional, descrita por usted en sus intervenciones recientes, ha movido una vez más su corazón y su espíritu, para prolongar en el servicio público el camino de lucha y sacrificio que emprendió al vestir por primera vez el uniforme de cadete, ceñir al cinto la daga del honor y de la gloria silen­ciosa y pronunciar ante el tricolor patrio el juramento que fusiona el oro de los sueños mejores, el celeste por donde teje la fantasía el brocado de la esperanza y el púrpura del sacrificio en aras de la grandeza de Colombia

Reciba de este viejo jefe que guió sus primeros pasos de oficial, el tes­timonio de reconocimiento que le rin­den quienes fueron sus comandantes y subalternos en el ayer luminoso de su andar por las filas de su Ejército, y de sus camaradas y amigos que hoy se estrechan a su lado en este esplén­dido homenaje impregnado de nobles sentimientos.

Dios quiera acompañarlo en esta etapa trascendental de su existencia, e iluminar al pueblo colombiano para que escoja su nombre inmaculado y meritorio como adalid para fOijar un gran destino.

1 ACORE 151

Page 16: Revista Edición 94 SEP. 1997

M uy grata esta invitación para asistir a este en­cuentro con el fin de ren­

dir un homenaje a un noble militar de nuestra patria Esto es algo excep­cional en la Colombia de hoy, por­que la escasez de cosas y de causas nobles, en esta época que nos ha to­cado vivir, es abrumadora. Por eso cuando amigos generosos, solicitaron mi asistencia a este acto y me invita­ron a decir unas palabras en honor del General Harold Bedoya, no vacilé ni un minuto en aceptar.

Porque Ud. Sr. General, por las virtudes que lo adornan, por la histo­ria de su carrera profesional, por la fmneza de su carácter, por las actitu­des enhiestas que ha tomado y por el sentimiento de patria que anida en su pecho, es verdaderamente una excep­ción en el panorama nacional del momento actual.

Pocas veces en la historia de Co­lombia, quizás nunca, se ha registra­do tanta degradación de las condicio­nes morales, espirituales, económi­cas, sociales y anímicas como la que hoy aflige al país en que vivimos.

Ciertamente el proceso de la vida colombiana no ha sido fácil. La herencia recibida del dominio español no honra a quienes ejercie­ron autoridad y mando durante más de trescientos años en nuestro te­rritorio. Pobreza, miseria, ignoran­cia, extorsión, es el saldo que uno encuentra en las lecturas que rela­tan el estado de cosas en la época de la independencia. Unaindepen­dencia lograda con sangre pero im-

116 ACORE 1

pulsada por principios y conviccio­nes que desde entonces han enor­gullecido nuestro diario vivir.

Los años que sucedieron a este magno acontecimiento fueron tor­mentosos y durante todo el siglo pa­sado, prácticamente una guerra civil fue su constante.

Pero también, desde ese enton­ces, en medio de ese violento trans­currir, se inició un proceso de acu­mulación de valores, encarnados en una pléyade de hombres de bien, mediante la cual se ha ido constru­yendo poco a poco, con ritmo varia­ble, una estructura que pueda algún día, conducir a un comportamiento colectivo civilizado.

Hemos tenido gobiernos y colom­bianos ilustres que han hecho esfuer­zos valiosos y logrado avances im­portantes en la composición de un país democrático y de leyes. Colom­bia había logrado, a pesar de su in­menso problema social, un puestosig­nificati vo dentro del hemisferio lati­noamericano.

Las letras y las artes, como ejem­plos de cultura, han honrado, internacionalmente al país. En el de­sarrollo económico estábamos dan­do un salto estimulante, con un liderazgo en la integración y en la modernización reconocido y aplau­dido por nuestros congéneres del con­tinente. Se podría vislumbrar una es­peranza de que estos éxitos contribu­yeran a impulsar el equilibrio social, nuestro Talón de Aquiles, durante toda nuestra existencia.

El orgullo de ser colombianos empezaba a tener sentido. La moral y la dignidad estaban ganando terre­no, tanto institucional como indivi­dualmente.

Pero el logro más importante de Colombia, a lo largo de este enorme esfueiZO en la construcción de un país digno y civilizado, ha sido la confor­mación y el comportamiento de sus fuerzas armadas.

Ningún país, por lo menos dentro de nuestro hemisferio latinoamerica­no, puede mostrar una organización militar con mayor sentido de respon­sabilidad y de patriotismo como la que ostenta Colombia

Los militares colombianos han acompañado, con estoicismo, valor y sabiduría, la formación democráti­ca de esta nuestra Patria Como na­die, conocen todos los rincones de nuestra geografía y también como nadie saben de las angustias y de la miseria en que se debaten millones de gentes colombianas. Condiciones éstas que han sido sentidas y adverti­das permanentemente por los jefes de la institución, dejando constancia de que mientras prevalecieran estas aberrantes injusticias, la verdadera paz es imposible que reinara en nues­tro territorio.

Durante mi ya largo ejercicio pro­fesional, que me ha llevado a las re­giones más inhóspitas y miserables, he tenido oportunidad de conversar con militares de diferente graduación, al cuidado del orden público, de tan deprimidas comunidades. Todos, sin

Page 17: Revista Edición 94 SEP. 1997

excepción han sido categóricos, des­de hace muchos años, en afinnar y reiterar que las armas, por poderosas que sean, no pueden garantizar paz mientras subsistan el hambre, la ig­norancia, la morbilidad y el abando­no irredento de sus moradores. Han insistido, desde entonces, sin ser oí­dos, de que su labor, abnegada y frr­me, para contener las reacciones ló­gicas de estos desposeídos compatrio­tas, se frustran y se pierden ante las promesas, siempre incumplidas, por parte de los gobiernos de turno, de programas de desarrollo social y eco­nómico, obligatoriamente comple­mentarias de su trabajo y de su ab­negación.

Situaciones tan deprimentes, como las denunciadas y advertidas por autoridades militares durante su permanente recorrer a Colombia, no podían permanecer indefinidamente sin consecuencias.

Yo estuve invitado, varias veces, con distinguidos ciudadanos. a la Es­cuela Superior de Guerra. cuando se iniciaba insútucionalmente la subver­sión en el país, a oír de los diferentes voceros militares, informaciones muy completas sobre la penetmción que se iniciaba en Colombia, de elemen­tos extraños y extranjeros, con pro­pósitos decididos de subvertir el or­den público, tumbar el gobierno de­mocrático e imponer una organiza­ción comunista-stalinista. No impúnemente había entrado ya el comunismo en América Latina. Un comunismo con progrdiilaS conúnen­tales, fuertemente respaldado por su casa matriz en Moscú. Colombia, na­turalmente figuraba dentro de sus ob­jetivos más inmediatos porque reunía las condiciones más propicias para

captar simpatías y adeptos dadas sus inaceptables condiciones sociales.

A la Sierra Maestra le seguirían acciones iguales en los Andes colom­bianos. Recuerdo, muy precisamen­te, que como algo muy alarmante se nos informaba que ya se habían de­tectado tres o cuatro frentes subver­sivos organizados.

Todas estas informaciones se trasmitían y se siguieron transmitien­do permanentemente a los gobier­nos, con las suficientes luces rojas de advertencia, a medida que la si­tuación empeoraba, con el fin de ob­tener de las autoridades competen­tes los apoyos políticos y técnicos, para controlar esta situación en sus inicios.

Absurdamente sucedió lo contra­rio. El ambiente nacional se invadió de una ola comunistoide, que empe­zó a coquetear, irresponsablemente, con ideas de este porte, así no fuera si no por hacer gala de un esnobis­mo estrafalario. El interior de los go­biernos se contagió de este virus no­vedoso y se inició una campaña in­famante e irresponsable contra las fuerzas armadas que se fue infiltran­do en las organizaciones políticas, en e1 Parlamento y hasta en las mis­mas entrañas del poder judicial.

Los militares empezaron a des­cender de su posición de preemi­nencia con que Colombia entera las premiaba, por todo lo que ha­bían aportado en la construcción de la República, desde la indepen­dencia, y por el celo que siempre los ha distinguido en la defensa y el respeto por las normas de la vida democrática.

Poco e insuficiente ha sido el res­paldo efectivo para que el ejército colombiano pudiera controlar la in­surgencia, entrenada inicialmente en el exterior, y provista de armamento moderno por misteriosos y sospe­chosos proveedores, interesados en el derrumbamiento de la democra­cia colombiana.

Hoy nos encontrarnos con unas fuerzas annadas en tela de juicio en muchos ámbitos de la vida nacional, con una serie de advenedizas normas legales que atan sus manos e intimidan su actuar, en contraste con las fuerzas subversivas, a las cuales les llueven ofertas de garantías, que les permiten su libre discurrir violento, a trueque de conseguir una audiencia, de esas fuer­zas a representantes de las autorida­des legalmente constituidas, para que les informen cómo quisiera esa sub­versión dccrctarle la paz a Colombia.

La verdad es que la violencia co­munista parece ser la dueña de la si­tuación.

Controla a su arbitrio más del cin­cuenta por ciento de la geogratia na­cional, impone su propio sistema tri­butario que se nutre de la vacuna y el secuestro, ejerce impúnemente su es­trategia guerrera destruyendo lo que mine y atemorice al gobierno, como oleoductos, centrales eléctricas, y ase­sina a gentes humildes del pueblo sos­pechosas de colaborar con el ejérci­to. Alcaldes y gobernadores, por las buenas o por lao; malas, úencn, periódi­camente, que rendirle tnbuto, informar sobre sus actividades y recibir instruc­ciones y programas del gobierno gue­rrillero. Ahora, todo indica, que esas fuerzas ilegales manejarán a su antojo el proceso electoi'al que se avecina.

1 ACORE 171

Page 18: Revista Edición 94 SEP. 1997

La tan anhelada y manoseada paz está en manos y al arbitrio de la insu­rrección.

Los enviados oficiales ante los re­presentantes de la guenilla para su­plicar un diálogo, no son recibidos, como ocurrió recientemente en Méjico. Los colombianos ya se han hecho a la idea de que los insurrectos no están muy interesados en armisti­cios con el gobierno porque su pro­pósito es el poder, ciento por ciento en sus manos, y como están las cosas creen que no están muy distantes de ese logro. Seguramente quienes detentan hoy la autoridad oficial pien­san lo mismo. Por eso una generosi­dad que ya raya en la sumisión. Cla­ro que nuestras fuerzas armadas tie­nen que tener otros ojos para apre­ciar la situación y lógicamente para concebir la mejor estrategia, una es­trategia que no sea la sumisión ni la humillación del honor nacional, que tan caro le ha sido a todos los que han lucido el uniforme de los mili­tares de Colombia.

Por eso Ud. Sr. General Bedoya es enaltecido esta noche, por el gru­po de amigos que lo rodean y estoy

E xpreso mi emocionado y más profundo reconoci­miento a todos los aquí

presentes, en esta noche inolvidable para mí y para todos los míos, por un homenaje que estimo salido del carazón de mis antiguos jefes, com­pañeros y subalternos ocasionales, así como de personalidades civiles y ciu­dadanos en general que han valorado con noble generosidad lo que fue mi

118 ACORE 1

seguro por una muy amplia opinión nacional.

Ud. no ha hecho otra cosa que ha­cer valer esa noción del honor a cam­bio de lo que pudiera ocurrirle. Y te­nía que ser Ud., que sabe lo que sig­nifica el honor patrio por que ha esta­do toda su vida al servicio de la Pa­tria, sin mancillarla ni deshonrarla, ni con la más leve acción u omisión, durante su larga y admirable carrera militar.

Ud, ha trasegado por toda Colom­bia, ha conocido a fondo a las gentes que la habitan, que son sus compa­triotas, ricos, pobres y miserables. Ha compartido durante muchísimos años sus penas y sus alegrías. Sabe de sus virtudes y de sus falencias, de lo que pueden construir y de lo que pueden destruir. Ud. no es un advenedizo en el transcurrir de la vida colombiana. Cuando Ud. creyó que se mancillaba el honor de la Patria y que se atenta­ba contra la dignidad de las fuerzas armadas, levantó su voz de protesta enérgica, para dejar una constancia histórica, sabiendo exactamente lo que se jugaba y las consecuencias que asumía, por que en su conciencia de

servicio en filas a los grandes ideales donde hallan inspiración los soldados de Colombia, y que en mi modesto sentir no pac;ó del simple cumplimien­to del deber.

Para María Cristina, inmejorable y cálida compañera de las horas, ráudas e intensas de una vida militar consagrada a la Patria y a sus Institu­ciones, para María Alexandra, Harold

militar sin tacha siempre ha estado in­crustada la noción indiscutible de la jerarquía castrense.

Ud. ofreció el sacrificio de su ca­rrera militar, una carrera militar lim­pia, tnmsparente y exitosa para tener la elación, que produce en un hom­bre que siempre ha sido digno, el pon­derar el honor y rechazar con energía y fmneza, lo que se considera des­honroso.

Y eso podía hacerlo Ud., que ha practicado todas las virtudes de co­lombiano y de militar, con la ener­gía que lo caracteriza, sin temor al­guno de que alguien en esta tierra, pueda levantar un dedo para seña­larle ni el pecado más venial en su brillante hoja de servicios a la Pa­tria y a la sociedad.

Por todo eso, honor a Ud. Sr. General Harold Bedoya, es lo que queremos manifestarle, en esta cita, esta noche, quienes aquí es­tamos a su alrededor, orgullosos de ser sus compatriotas, dignificados por la presencia de su distinguida esposa, protagonista ineludible de todos sus éxitos.

Andrés y para mí, esta reunión de colombianos identificados por senti­mientos compartidos frente a nuestra nación amada y dolorida constituye uno de los momentos más emocio­nantes y significativos de nuestras vidas. El calor de la amistad sincera, la solidaridad que rodea lo que fue­ron mis actuaciones al frente de las responsabilidades de comandante en los más altos niveles de nuestras fuer-

Page 19: Revista Edición 94 SEP. 1997

zas militares, la gallardía y magnarú­midad de quienes nos acompañan, compensa con creces los sinsabores de circunstancias que ya forman parte del pasado y que prefiero no rememorar esta noche, má~ propi­cia para el júbilo derivado de las mo­tivaciones que aquí se han dado cita, que para recordar actuaciones men­guadas o sombrías.

Me guiaron en los diferentes car­gos de mando desempeñados duran­te mis largos años en las formaciones del ejército, principios éticos y ense­ñanzas incalculadas por mis instruc­tores en la Escuela Militar de Cade­tes, donde se forjó en fragua de ace­ro, mi alma militar, y por jefes co­mandantes muchos de ellos presen­tes en este lugar que han contempla­do tantas horas luminosas de nuestra historia contemporánea y que a lo lar­go de mi carrera contribuyeron amo­delar mi espíritu, tallando en él, lec­ciones inolvidables de bien obrar, cumplimiento del deber, por encima y más alla del sacrificio, reciedum­bre ante los desafíos de la vida, integridad, rectitud, honor y leal­tad, como parte de una ética pro­fesional, que no admite concesio­nes, ni se inclina, ni se doblega, y prefiere ganar animadversiones con la franqueza y la verdad en la voz, que dádivas y prebendas derivadas de la lisonja servil o la obsecuente cobardía.

Considero que en un conflicto de las dimensiones y características del que padece nuestra Nación, un gene­ral de la República, no es simplemen­te un comandante de tropas, en cum­plimiento de la misión histórica del ejército. Su liderazgo en el amplio

espacio del mando mi ­litar, debe proyectarse so­bre una comu­nidad nacional golpeada por el delito, inspirar­le confianza, ganar su respe­to para las Insti­tuciones arma­das, su fe en ellas y en la de­mocracia que defienden y, so­bre todo, su par­ticipación soli­daria en la de­fensa del Estado y del Cuerpo So­cial del que for­manparte.

Aquí se toca el sensible cam­po de la delibe- GENERAL HAROLD BEDOYA PIZARRO ración, errónea-mente interpretada por quienes qui­sieran ver el mando militar reducido al silencio, mientras la vociferación del subversivo, el estruendo de las ex­plosiones del terrorista y el clamor de falsos demócratas por derechos su­puestamente violados, estremecen una sociedad intimidada, huér­fana de liderazgo y sobrecogi­da ante la brutalidad inclemen­te del delito.

En una era caracterizada por el poder de las comunicaciones y la masificación de las sociedades, los elementos sicológicos de las contien­das contemporáneas adquieren un peso que no tuvieron en el pasado.

Sería un error fatal abandonar ese campo decisivo de la contienda del enemigo, y permitirle que se apodere de la colectividad por una dialéctica que combina la mentira, el engaño, la intimidación, y la fragilidad del sis­tema democrático ante la agresión encubierta de sus enemigos. Menos­preciar esa combinación de recursos hábilmente esgrimidos por quienes se valen de las libertades para destruir­las, sería una falla deplorable en la cual no incurri jamás en mis car­gos de mando.

Si en defensa del Estado y las Ins­tituciones legítimas hablé con fran­queza y carácter, que forman parte de

1 ACORE 19J

Page 20: Revista Edición 94 SEP. 1997

mi ser y que el ejemplo y las ense­ñanzas de mis más respetados jefes contribuyeron a modelar, nunca in­currí en lo que la Constitución prohi­be: la deliberación política, incompa­tible con el servicio a las armas. Con­sideré mi obligación de soldado, aler­tar al gobierno y a la Nación sobre los peligros que determinadas deci­siones pudiesen significar contra lo que se me encomendó proteger. No me arrepiento de haberlo hecho así. Lo que sí me hubiese causado re mor­dimiento incurable, habría sido silenciarme cobardemente para per­petuarme en un cargo, que para mí entrañaba un servicio digno y altivo a la República, no actitudes genuflexas de quien se apega a las prebendas o brillantez de un cargo por elevado que sea.

Pienso que en esta Colombia, don­de los valores que nos enseñaron nuestros mayores, y que el ejército fortaleció en mi conciencia hasta for­mar todo un credo y una norma go­bernante de conducta, han caído en angustiosa postración. Falta carác­ter para decir la verdad, franque­za para expresar el disentimiento honesto, principios sobre los cua­les se esté dispuesto a luchar y a morir. Se tiene hacia la palabra em­peñada una flexibilidad culpable. Se jura lealtad a la república cuando se asume un cargo, pero no se vacila en defraudar el fisco, aplicar el tráfico de influencia, beneficiarse del pues­to, utilizar las bienes y elementos del Estado en provecho propio o intere­ses poilítiqueros, y mezquinos, todo lo cual traiciona el juramento presta­do como simple rutina pero no como un acto comprometedor del compor­tamiento y de la ética

120 ACORE 1

Para un militar colombiano los ámbitos del honor, de la lealtad, del deber, configuran un marco deontológico que gobierna todos sus actos. Se nos enseña desde los pri­meros pasos en la carrera de las ar­mas a seguir la línea recta, a cumplir el deber que la patria impone y el ejér­cito demanda, sin considerar los sa­crificios y el renunciamiento, a la per­sona, y a la misma familia Vivimos en función de servicio, de rectitud, de honestidad. Y si alguien falla en es­tos aspectos de la moral militar, son los jefes, comandantes, camaradas y aún los propios subalternos quienes lo rechazan, inculpan y castigan.

Por estas razones profundas quise hacer de mi paso por cada cargo de mando un motivo de ejemplo para mis subalternos y de honra para mi espada, mis insignias y mi concien­cia Se emplea toda la vida para for­jar un nombre y edificar un prestigio, pero basta un instante, un paso en fal­so, un traspiés ético, para que toda esa obra se derrumbe. Por ello es tan hondamente grato alcanzar los tres soles de General sin tener nada que ocultar, nada que reprocharse, nada de que arrepentirse.

Este sentido acerado de la vida nos asemeja al acero de nuestras espadas. Por ello nos oprime y angustia ver a esta Colombia de nuestros sueños y nuestros amores, hundirse en el fan­go de la corrupción, perder su buen nombre ante el mundo, enfermarse con los miasmas del etéreos que ema­nan de los cenegales donde naufraga todo lo bueno y respetable que here­damos de nuestros mayores y que el culto a las armas de la república nos cimentó en el espíritu y en el corazón.

Combatir el delito en todas sus formas, porque repugna a mi alma de soldado y porque veo en su aterrado­ra proliferación una amenaza contra el ser mismo de la heredad recibida de las generaciones pasadas, hasta arrancar del origen de la patria sobe­rana que recibirnos y nos correspon­de, transmitir a nuestros hijos; engrandecida por nuestros actos, ja­más manchada por errores u omisio­nes, que tiendan una sombra sobre nuestra conducta o demeriten el recto y valeroso cumplimiento del deber.

Confieso ante ustedes, amigos y compañeros reunidos esta noche en un acto que llena de luz mi existen­cia y la de los míos, que sufrí tre­mendamente en el desempeño de mis últimos cargos de mando. Su­frí ante lo irremediable del descen­so al abismo de la nación que he amado. Ante el deterioro de todas las cosas por las cuales un militar de honor está dispuesto a ofrendar la tranquilidad, el entorno familiar, y balita la propia vida. Me dolía la impotencia de percibir la corrup­ción que avanzaba como cáncer in­contenible por el tejido político y social de la Nación y no poder con­tenerlo. Me amargó recorrer zonas campesinas de donde han hufdo millares de compatriotas ante la tempestad desatada de la violencia subversiva, y carecer de los medios adecuados para derrotarla. Me gol­peó el drama colombiano, la doble descertificación que enlodó esa efi­gie sagrada, que en la oración pa­tria recitada a diario desde nuestra formación de oficiales, expresaba nuestros ardientes anhelos de verla grande, respetada y libre.

Page 21: Revista Edición 94 SEP. 1997

Jamás había pensado durante mis años de setvicio a las annas en nada distinto, al quehacer que devoró siem­pre todas mis energías, mi tiempo y mis preocupaciones. Fueron estos años finales de mi carrera los que me impulsaron a ofrecer rni nom­bre, para alcanzar la primera ma­gistratura de la Nación.

No me ha movido en este paso trascendental de mi existencia, una ambición subalterna, mucho me­nos un ansia de poder. Sé de so­bra, la pesada carga que constitu­ye dirigir un país desquebrajado internamente, golpeado por el de­lito desenfrenado, con un déficit fiscal que tomará tiempo y esfuer­zos ingentes enjugar, amenazado por la subversión, avergonzado por el narcotráfico, disminuido ante el mundo que mira en él a un paria despreciable, violento, violador de los derechos humanos, interna­mente destrozado por una reyerta sangrienta entre sus propios hijos torpemente bárbaro y cruel.

No.se me oculta la dimensión del desafío. Como tampoco la de los sacrificios y sin sabores que traerá para mi gente y para mí acep­tarlo. Pero hay algo que me impul­sa a asumir ante la vida una posi­ción irrenunciable y ante el pue­blo colombiano la tremenda res­ponsabilidad de enrumbarlo hacia el destino que merece y que los libertadores trazaron en los cam­pos de batalla con sangre, sudor y sacrificio: la certeza de que un hombre no puede ser inferior a su destino. En mi caso, el que los co­lombianos puedan señalarme, si consideran que mi nombre, mi pa-

trimonio moral y mi voluntad de ser útil pueden responder a sus ex­pectativas y sus anhelos por tener de nuevo una patria orgullosa, dig­na y soberana para legada a sus hijos.

En un mundo cada día más tecnificado, en el que todo campo de la actividad humana, se halla bajo el dominio de la ciencia, el conocimiento y la especialización, un jefe de Estado no puede domi­nar la enorme complejidad de su manejo. Para ello debe saber rodear­se de hombres y mujeres que do­minen los campos diversificados del quehacer público, manteniendo las dos herramientas fundamenta­les para el exitoso ejercicio del go­bierno: la habilidad para dirigir un equipo humano coherente e inte­grado, y la capacidad para la toma de decisiones dentro de un liderazgo fuerte y dinámico que dirija y enrumbe a sus colaboradores y acierte a convocar al pueblo en todos sus estamentos para la for­midable empresa que salvará a Colombia.

Esa es, precisamente, la comar­ca mejor conocida por un general. Un Estado Mayor no es otra cosa que un cuerpo de especialistas en las diversas y complicadas mate­rias de un ejército contemporáneo, que el comandante no puede do­minar en su amplísima gama de es­pecialidades. Conducir ese orga­nismo armonizando e integrando sus funciones, obtener de cada per­sona el rendimiento máximo, aprender a delegar sin desprender­se por ello de las responsabilida­des, es esencia del liderazgo afor-

tunado que conduce al acto deci­sivo de un jefe: la toma de deci­siones.

Señor General Alvaro Valencia Tovar. Dos escritos suyos, entre los muchos que he leído y grabado en mi memoria, pueden traerse a cuento en esta ocasión. El uno, dis­tante en el tiempo, lo intituló Go­bernar es Decidir. Hablaba allí de la importancia de saber escuchar y comparar las opiniones ajenas con las propias hasta formar su propio criterio, después de lo cual viene la decisión, frente a la que no ca­ben ya dudas o vacilaciones, ni del jefe que ordena ni del subalterno que ejecuta. Es ésta sin duda la parte de la autoridad que en forma decisiva traza el perfil de un go­bernante.

El otro, reciente, se refirió al fa­llo de la Corte Constitucional so­bre el fuero militar. Es decir, la competencia de los jueces y tribu­nales castrenses para conocer de los delitos cometidos por oficiales en servicio activo y por razón del mismo servicio. Coincidimos ple­namente en la filosofía de este tema trascendental, para la moral de las Instituciones Armadas. Poco interesa a los militares qué delitos atroces queden bajo el conocimien­to de la justicia ordinaria, porque un soldado de honor no incurre en ese tipo de crímenes. Lo que pre­ocupa y estremece, es la fabrica­ción del delito, el montaje calcu­lado para desprestigiar y demoler moralmente lo que en franca lid ja­más podrán vencer los subversi­vos, así sea con la combinación de todos los medios de lucha.

Page 22: Revista Edición 94 SEP. 1997

PRACTICAS GERENCIALES -PARA EL ANO 2.000

L os cambios organizacio­nales en las diferentes entidades gerenciales,

están obligando a estudiar nuevas filosofías de los gerentes para lo­grar involucrar a la totalidad de personas comprometidas en las di­ferentes actividades.

Se trata de crear y mantener la interrelación social dentro de la organización. El grado en que los valores humanos existen y se com­parten, producen respeto de sí mis­mo y de los demás, la empatía, la flexibilidad, la preocupación por las necesidades individuales y del grupo, la participación en la toma de decisiones y las diferentes for­mas de comunicación entre sí, son parte de la clave que consolida la filosofía gerencial.

Consultando algunas teorías de Tom J aap referentes al liderazgo,

Coronel Dr. FRANCISCO GOMEZ LA VERDE Magíster en Integración Económica de América

en el modelo de pensamiento es­tratégico, los obstáculos potencia­les en el futuro y la perspectiva histórica hallé un gráfico que pre­tende probar las suposiciones y la realidad comparando la forma del mundo en el presente y la misma en el escenario del futuro, así:

La forma del mundo como lo vemos en el presente

Evolucionando lentamente. Emergiendo y cambiando in­fluida y formada por ambientes económico-político, tecnológico, social y cambios y dominio del pensamiento estratégico.

La forma del mundo en el esce­nario futuro.

Por razón de nuestra formación castrense hay muchos factores que nos atan al pasado, ubicando a una

notoria mayoría que se aferra a los detalles día a día fijándose únicamente en los asuntos co­rrientes.

Cuando se confrontan las deci­siones acerca del futuro tienden a plantear dificultades o a buscar soluciones en pasadas experien­cias, lo cual en oportunidades da como resultado respuestas tardías y a menudo inapropiadas.

En otras oportunidades anali­zando sus consultas en términos históricos y estadísticos sin estar dispuesto a considerar cambios en las estructuras o sistemas de tra­bajo diferentes.

Al carecer de percepción , esto les impide ver que haya necesidad de ha­cer algo, junto con una relación con­fusa y casi de ceguera artificial hacia los cambios tecnológicos y sociales.

1 ACORE 231

Page 23: Revista Edición 94 SEP. 1997

Para que Colombia pueda supe­rar la tremenda crisis que invade to­dos los rincones de su presente y ta­llar el futuro que anhelamos sus bue­nos hijos, se requiere antes que todo, una fuerte y cohesionada unidad nacional. Frente al peligro inminen­te que encarna la alianza cada día más fuerte del narcotráfico y subver­sión, un país desunido y fragmenta­do, no puede ofrecer resistencia, mucho menos conjurar el peligro, que se cierne sobre su destino. Pero esa unidad no puede realizarse mi en­tra<; los partidos tradicionales se en­frenten entre sí desde sus recintos amurallados, y el grupismo fragmen­te sus ftlas.

La unidad puede lograrse en tor­no a una bandera, levantada por quien sólo ha tenido en sus manos la de la patria. De ahí nace la pro­puesta que vengo presentando a mis conciudadanos, de un movi­miento nacional, que nos aglutine y congregue en tomo a un ideal compartido. Ideal que se alienta en el corazón de los colombianos, an­helantes de ver su patria reivindi­cada, respetable de nuevo recupe­rado el título de potencia moral que un ilustre pensador nuestro le diera en un pasado que evocamos con tristeza, pero que debemos re­hacer con voluntad, coraje y deter­minación, para forjar un futuro que responda a la grandeza de nuestro ideal.

Que esta propuesta se convierta en realidad depende de ustedes se­ñoras y señores colombianos. De us­tedes, que representan lo mejor de la Nación, y de otros millones de ciu­dadanos honestos, de hombres y

122 ACORE 1

mujeres buenos que conforman nuestro pueblo, hoy amedrantado y disminuído, por la presencia desa­fiante del crimen, de la comJpción, de la agonía de valores y principios, de la debilidad de un Estado, que perdió el rumbo, la credibilidad y la confianza. Ustedes y ellos, serán quienes determinen que mi propues­ta se convierta en realidad y que esa bandera pueda levantarse a los cie­los, empuñada no solo por mis ma­nos, limpias y honestas, sino por la inmensa mayoría de nuestra gente, que ve en ella la concreción de sus sueños y esperanzas.

El propósito central de estas pa­labras ha querido ser al mismo tiem­po convocación y gratitud. Lo pri­mero con llamado ardiente a mis conciudadanos para que nos unamos en tomo a la bandera nacional, in­clinando las de partidos, ante su ma­jestad soberana. Lo segundo, en ex­presión de profundo reconocimien­to a quiene.s como el Coronel Rin­cón Aldana y demás organizadores ofrecieron este conmovedor home­naje, en nombre de todos los aquí presentes, y de quienes sé. que des­de la distancia nos acompañan, esta noche encendida por el fervor y la fé en Colombia y su destino.

Han tocado ustedes las fibras más sensibles de mi espíritu. Las senti­das palabras de los señores oradores General Alvaro Valencia Tovar y de los Doctores Luis Prieto Ocampo y Fernando Londoño han llegado a mi mente y a mi corazón con recuerdos de un pasado que transita con emo­ción por los cuarteles, por los cam­pos y las veredas donde sembré la paz y llevé la seguridad al mando de

millares de colombianos en unifor­me, para reemplazar el terror y Ja bar­barie. Así en las llanuras orientales, y en las selvas del sur y del Chocó, las breñas empinadas de los Santanderes, las soberbias montañas de Antioquia, los rincones todos de esta patria querida a dondequiera me llevó el mandato del deber.

Al agradecimiento, que les rue­go interpretar, má-; allá de la-; pala­bms, agrego una ardiente invocación a la paz. Paz que debe nacer del espíritu y del corazón de los co­lombianos, hoy enfrentados vio­lentamente, no de negociaciones falaces que busquen ventajas para magnificar la contienda. Una paz que permita el regreso de nuestros soldados a sus cuarteles y de los al­zados en armas cualesquiera sean sus motivaciones, al trabajo hon­rado y a la vida nonnal de un país que tanto ha sufrido por la violen­cia enloquecida que destruye cuanto halla al paso y comprome­te el futuro de Colombia.

En esa paz lograda con buena fé y grandeza de alma, pero sobre todo con honor y dignidad, la que yo me empeñaré en alcanzar si mis com­patriotas me acompañan en la em­presa formidable de forjarla. Soy el guerrero de la paz, de la moral, de la ética, de la anticorrupción y del anticontinuismo. Yo he estado, estoy y estaré al servicio de Colom­bia y de los colombianos. Pido a Dios que, ilumine mis actuaciones y a ustedes que unan sus voces a la mía para lanzar al viento un fer­voroso grito: de pie Colombia, de pie con fuerza Colombia, con fuer­za, viva Colombia viva.

Page 24: Revista Edición 94 SEP. 1997

PRACTICAS GERENCIALES -PARA EL ANO 2.000

L os cambios organizacio­nales en las diferentes entidades gerenciales,

están obligando a estudiar nuevas filosofías de los gerentes para lo­grar involucrar a la totalidad de personas comprometidas en las di­ferentes actividades.

Se trata de crear y mantener la interrelación social dentro de la organización. El grado en que los valores humanos existen y se com­parten, producen respeto de sí mis­mo y de los demás, la empatía, la flexibilidad, la preocupación por las necesidades individuales y del grupo, la participación en la toma de decisiones y las diferentes for­mas de comunicación entre sí, son parte de la clave que consolida la ftlosofía gerencial.

Consultando algunas teorías de Tom Jaap referentes al liderazgo,

Coronel Dr. FRANCISCO GOMEZ LAVERDE Magíster en Integración Económica de América

en el modelo de pensamiento es­tratégico, los obstáculos potencia­les en el futuro y la perspectiva histórica hallé un gráfico que pre­tende probar las suposiciones y la realidad comparando la forma del mundo en el presente y la misma en el escenario del futuro, así:

La forma del mundo como lo vemos en el presente

Evolucionando lentamente. Emergiendo y cambiando in­fluida y formada por ambientes económico-político, tecnológico, social y cambios y dominio del pensamiento estratégico.

La forma del mundo en el esce­nario futuro.

Por razón de nuestra formación castrense hay muchos factores que nos atan al pasado, ubicando a una

notoria mayoría que se aferra a los detalles día a día fijándose únicamente en los asuntos co­rrientes.

Cuando se confrontan las deci­siones acerca del futuro tienden a plantear dificultades o a buscar soluciones en pasadas experien­cias, lo cual en oportunidades da como resultado respuestas tardías y a menudo inapropiadas.

En otras oportunidades anali­zando sus consultas en términos históricos y estadísticos sin estar dispuesto a considerar cambios en las estructuras o sistemas de tra­bajo diferentes.

Al carecer de percepción , esto les impide ver que haya necesidad de ha­cer algo, junto con una relación con­fusa y casi de ceguera artificial hacia los cambios tecnológicos y sociales.

1 ACORE 231

Page 25: Revista Edición 94 SEP. 1997

La industria y el comercio has­ta ahora están empezando a darse cuenta que el mundo ha cambiado y debemos tener en cuenta si de­seamos el éxito en las empresas que hemos creado o a las que per­tenecemos, que los trabajadores y los gerentes no solamente nos mantenemos en las siguientes prácticas sino que deben ser dele­gadas a los mandos medios.

-Registrar la hora de entrada y sa­lida del trabajo.

- El liderazgo tradicional sujeto a las organizaciones jerárquicas y autoritarias que trata a las perso­nas como subalternos y seguidores.

- Ser tratados como piezas de una rueda y no consultarles sobre los asuntos que los afectan directa­mente, porque esto es prerrogati­va de la gerencia.

- Ser controlados y disciplinados en forma que los desmotivan y los hacen sentir incómodos, creando paros, huelgas, etc.

Necesitamos enfocar nuestras experiencias y energías aprendien­do del pasado para no cometer los mismos errores.

Los valores de una empresa es­tán gobernados por sus creencias, las cuales tienen un profundo efecto sobre las acciones de la empresa.

Los militares (en la reserva) cuando actuamos como gerentes o ejecutivos de una empresa, te­nemos que cambiar nuestro len­guaje profesional y cuando se

j24 ACORE 1

trate de establecer políticas, te­nemos que pedir ayuda a la gen­te clave, escribiendo un borra­dor y tener cuidado de reunir y evaluar las opiones de los miem­bros claves de la empresa. Este borrador debe ser mostrado a la gente que tenga algo que decir y con base en el borrador hágales saber, que su ayuda fue necesa­ria y apreciada.

Guarde el borrador una semana, luégo mfrelo de nuevo, si todavía lo encuentra correcto, consúltelo por última vez y preséntelo a la jun­ta directiva para su aprobación.

Luégo comuníqueselo a sus empleados, clientes, proveedores y a la comunidad, depende del tama­ño de su organización.

Usted como directivo, tendrá en cuenta que quienes escriben las di­rectivas no son superhombres, son personas que capitalizan las expe­riencias del personal en conjunto.

En el negocio internacional del desarrollo, la gente dá amplias oportunidades para conocer mu­chas personas y clasificarlas entre los grupos que viven del pasado. Y vuelvo a observar las discusio­nes sobre el cambio que son blo­queadas por individuos cuyos ca­sos se apoyan en lo que ocurrió en el pasado. Generalmente no están dispuestos a aceptar que el crite­rio que hoy rodea las situaciones podría ser diferente.

Los gerentes o ejecutivos en la empresa, necesitamos darnos cuenta que el mundo ha cambiado.

Ya no se considera aceptable que la gente sea usada corno uni­dades de producción para ser ma­nejadas por jefes lejanos.

En esta primera parte de este es­tudio, señalo que a medida que el ímpetu por lograr los derechos hu­manos gana trascendencia y apoyo a través del proceso legislativo, los individuos cada vez polemizan más.

El liderazgo tradicional sujeto a las organizaciones jerárquicas y autoritarias que trata a las personas como subalternos y seguidores, ha cambiado. No aceptarlo, el resulta­do es tensión y conflicto. Necesita el gerente del año 2.000 enfocar de nuevo sus energías aprendiendo del pasado, para no cometer los mis­mos errores otra vez.

Los gerentes son líderes y en consecuencia es necesario estudiar un modelo de capacitación para ese liderazgo que comprenda:

- Capacitación en la filosofía - Capacitación en el proceso -Capacitación en el conocimiento - Capacitación en el aprendizaje - Capacitación en documentos - Capacitación para el cambio.

El conocimiento es el centro del desarrollo de la capacitación para el liderazgo.

Cuando avanzarnos en la jerarquía de la empresa o cuando pretendernos organizar una de ellas, es indispensa­ble preparamos en el conocimiento para obtener el máximo de rendi­miento tanto en el personal designa­do o en la inversión planeada.

Page 26: Revista Edición 94 SEP. 1997

LA GUERRA Y LA PAZ

Mayor General LUIS ENRIQUE RODRIGUEZ B.

L a paz en su más amplia acepción de concordia y de convivencia sin con­

flictos, ha sido anhelo perenne de la humanidad a través de los tiem­pos. sin embargo solo unas pocas naciones han podido disfrutar limitadamente de ese don invaluable e indispensable para el progreso individual y colectivo.

Infortunadamente en esa cons­tante histórica de un mundo en conflictos y guerras, Colombia en el devenir de su evolución republi­cana padeció en el siglo pasado una sucesión de sangrientas guerras ci­viles con consecuencias irrepara­bles para la estabilidad, el desarro­llo, la integridad territorial y la so­beranía nacional. Y en este siglo a estos sombríos antecedentes, se suman aciagas épocas de violen­cia partidista y en los últimos 40 años una nueva modalidad de con-

flicto en el cual organizaciones guerrilleras, surgidas como instru­mentos del expansionismo mun­dial del comunismo, adelantan una sistemática y cruenta agresión con­tra la comunidad ciudadana y con­tra del Estado, con el propósito de tomarse el poder.

l. ANTECEDENTES Y CIR­CUNSTANCIAS

Sobre las causas determinantes del actual conflicto, su prolonga­da persistencia y crecimiento, se han hecho toda clase de diagnósti­cos; los sucesivos gobiernos han establecido múltiples comités y comisiones de rehabilitación, de reconciliación, de diálogos y de paz; se han promovido planes, es­trategias, y programas orientados a la solución de algunas de las cau­sas socioeconómicas; se han decre­tado amnistías e indultos comple-

mentados con costosos programas de reinserción; se han hecho con­cesiones de orden político ante las exigencias de la subversión, pero, en la práctica de todo esto sólo se han conseguido resultados muy parciales en el propósito de llegar a acuerdos efectivos de paz. Una apreciación sobre estas 4 décadas de violencia y de terrorismo gue­rrillero, así como de las acciones y propósitos gubernamentales para contrarrestarlos, permite afirmar que la persistencia, crecimiento e intensificación de las acciones sub­versivas, no puede atribuirse, como se ha señalado recientemente, a la ineficiencia en las operaciones de la Fuerza Pública, pues si aque­llas circunstancias se presentan, es porque las causas determinantes del conflicto también persisten, crecen y se intensifican en el País, luégo es responsabilidad del Es­tado, como un todo, el no haber

1 ACORE 251

Page 27: Revista Edición 94 SEP. 1997

tenido la voluntad y la capacidad para dar solución a los factores ge­neradores de la perturbación.

En conflictos graves y comple­jos como el que afrontamos es ex­plicable que se presenten situacio­nes de confusión, de incertidum­bre y de intransigencia, que impi­den apreciar objetivamente la rea­lidad, llevan a eludir la responsa­bilidad propia y a culpar a otros de los fracasos y a los adversarios de todo lo malo que sucede. Es una actitud maniqueísta en la cual cada uno se considera pertenece al par­tido de los buenos enfrentado al partido de los malos. El gran pen­sador español Ortega y Gasset atinadamente expresó: «Yo soy Yo y mis circunstancias», definición aplicable no solo a un ser como in­dividuo, sino a toda una comuni­dad, como la colombiana, estructurada en el transcurso de varios siglos, producto de fusiones de diversas razas y culturas, esta­blecida en condiciones difíciles en un territorio específico y dentro de un entorno internacional en opor­tunidades hostil y prepotente. En este orden de ideas podríamos con­cretar, como parte de la identidad colombiana en cada uno de los campos del quehacer de la comu­nidad, las siguientes «circunstan­cias» que de manera directa o in­directa, han tenido y tienen rela­ción con la endémica perturbación de la paz nacional.

l. l. De orden político:

Tradicionalmente se ha prego­nado la vigencia de un sistema de gobierno democrático y de un es-

j26 ACORE 1

tado de derecho, sin embargo en la práctica han sucedido y se pre­sentan los siguientes hechos que los desvirtúan :

-A partir de nuestra independen­cia la Nación Colombiana se cons­tituyó como República unitaria, con el poder público conformado por las ramas legislativa, ejecutiva y la ju­dicial, las cuales según la Constitu­ción «tienen funciones separadas pero colaboran armónicamente para la realización de sus fines», sin em­bargo esta interdependencia de los poderes ha estado supeditada a la volubilidad de la política partidis­ta, que en ocasiones ha establecido una virtual subordinación de la rama legislativa y de algunos com­ponentes de la judicial, al Gobier­no de turno con grave detrimento del control político y de las even­tuales investigaciones que deben adelantar esos poderes sobre fun­cionarios de la rama ejecutiva.

-En la gestión gubernamental se hacen prevalecer los intereses per­sonales, de grupos o partidos en de­trimento de los grandes intereses nacionales y del bien común. En este aspecto debe destacarse que en la administración pública no existe un claro deslindamiento o un régimen de incompatibilidades de carácter ético y moral, entre lo que debe ser el servicio al Estado y el servicio a las empresas privadas y multinacionales; por ello hay quie­nes alternan sin escrúpulo alguno su desempeño en altas posiciones gubernamentales y en grandes empresas, nacionales o extranjeras, cuyos intereses en algunos casos son antagónicos.

-La imposición de la hegemo­nía y del monopolio partidista en el ejercicio del poder constituye discriminación injusta, que lesio­na la unidad y la integración na­cional.

-Existe una gran profusión de normas constitucionales, legales y jurídicas, pero no hay el interés, ni la voluntad para cumplirlas y ha­cerlas cumplir.

-En la administración pública no hay eficiencia, son frecuentes los casos de corrupción y despil­farro de los recursos públicos; existe también excesiva centrali­zación con perjuicio de los Depar­tamentos y de las diferentes regio­nes del País.

-El Estado como ente rector de la Nación, ha perdido capacidad para cumplir las funciones bási­cas que constituyen la razón de ser de su existencia; hoy no sega­rantizan la seguridad individual y colectiva; son conculcados en menor o mayor grado la mayoría de los derechos ciudadanos por la delincuencia común o subver­siva y se reconoce oficialmente que la justicia no investiga, ni pe­naliza más del 1% de los delitos denunciados.

- El contubernio iniciado des­de la década de 1980, entre narcotraficantes y dirigentes po­líticos, ha sumido al País en una de las más graves crisis de su his­toria, dadas las nefastas conse­cuencias tanto de orden interno como en las relaciones interna­cionales.

Page 28: Revista Edición 94 SEP. 1997

-La comunidad ciudadana ha perdido credibilidad en las institu­ciones y en los dirigentes políticos, hecho que se manifiesta en los eventos electorales, en los cuales no participan más de un 45% de los ciudadanos.

l. 2. De orden social:

En este campo es pertinente se­ñalar, entre otros muchos, los si­guientes hechos:

-La permisividad en el cumpli­miento y en la práctica de los prin­cipios morales. de los valores tra­dicionales éticos y religiosos, es conducta que induce al relajamien­to de las costumbres en el ambien­te familiar y social.

-La aparición de nuevas moda­lidades delictivas, especialmente el narcotráfico nacional e internacio­nal, el contrabando en gran escala y la corrupción en la administra­ción pública, han facilitado el en­riquecimiento rápido, y el desestímulo del trabajo hones­to, con graves consecuencias socioeconómicas.

-El mercantilismo y la sociedad de consumo, en su propósito de lu­cro, han implantado una competen­cia basada especialmente en una ha­bilidosa y atractiva publicidad, con elevados costos que obviamente encarecen los productos; además en la mayoría de los casos esa propa­ganda explota en los diferentes medios de comunicación, sin escrú­pulo alguno el erotismo y la frivo­lidad propia del ambiente de farán­dula, con lo cual se alimenta la

morbosidad, las pasiones malsanas, la degradación moral y social.

-El marginamiento de conside­rables sectores de la población ur­bana y rural de la acción estatal especialmente en lo relacionado con los servicios públicos, con la salud y la educación.

-El acelerado proceso de urba­nización de grandes núcleos de población campesina, forzados a emigrar por la violencia y la acción subversiva, ha dado lugar a asentamientos subnormales en la periferia de las grandes ciudades.

-La situación de crisis económi­ca que afecta en mayor grado a los sectores sociales de menores recur­sos económicos, genera desem­pleo, disminuye los ingresos y acrecienta la pobreza.

-La persistencia y agudización de los problemas poHticos, socia­les, económicos y de inseguridad en la población de menores ingre­sos, estimula su inconformidad y la hace permeable a la lucha de cla­ses promovida por la subversión.

-En algunos centros docentes oficiales de educación secundaria y universitaria se han constituido núcleos de activistas para promo­ver la subversión y de esos centros han salido docentes y alumnos a integrar las guerrillas y organiza­ciones terroristas. Resulta así abe­rrante que con recursos del erario público se contribuya a la forma­ción de las nuevas generaciones para que sean instrumentos al ser­vicio de la subversión.

-La explosión demográfica cuyo mayor crecimiento paradójicamente se produce en las zonas más pobres y más po­bladas. es un fenómeno que agrava los problemas de pobre­za, de alimentación, de vivien­da, de educación, de salud, de empleo, de violencia, de migra­ciones internas y externas y de conflictos sociales en general.

l. 3. De orden económico:

-Colombia posee una privile­giada posición geográfica, un extenso territorio, continental y marítimo con abundantes recur­sos naturales, minerales e hidro­carburos, y no obstante esas invaluables riquezas en muchos aspectos aún somos un País sub­desarrollado; tal paradoja cons­tituye un verdadero estigma pues revela la incapacidad para admi­nistrar y utilizar ese patrimonio en beneficio de la comunidad nacional.

-La entrega de los más ricos ya­cimientos de metales preciosos y de los recursos energéticos no re­novables, como los hidrocarburos y el carbón, hecha mediante con­cesiones a empresas multinaciona­les para su explotación acelerada, afecta la economía nacional y pri­va a las futuras generaciones de recursos vitales para su supervi­vencia y desarrollo.

-La falta de continuidad y los frecuentes cambios en la política gubernamental para regular activi­dades del sector agropecuario, del comercio y de la industria,

Page 29: Revista Edición 94 SEP. 1997

desestimulan nuevas inversiones y afectan la productividad de esos sectores.

-La ineficacia e imprevisión gu­bernamental para planificar, cana­lizar, priorizar e invertir recursos en función del desarrollo regional y nacional, desorientan y obstacu­lizan la iniciativa y las actividades de la empresa privada.

-Las prácticas implantadas por el consumismo desbordado, basa­das en una habilidosa y costosa pu­blicidad y mediante un sistema de ventas a crédito con altos intere­ses, afectan a grandes sectores de la población que dependen de in­gresos muy limitados.

-La globalización de la econo­mía y la apertura económica a es­cala mundial, coloca al país en des­ventaja porque aún no tiene un de­sarrollo industrial suficientemen­te competitivo para salir a los mer­cados internacionales y ello acen­túa de una parte nuestra dependen­cia de la producción y exportación de materias primas y de otra esti­mula la importación de bienes y productos de consumo.

-El alto costo de funcionamien­to, la ineficiencia y la corrupción prevalecientes en la mayoría de las denominadas empresas industria­les, comerciales y de servicios pú­blicos, pertenecientes al Estado, generan incalculables pérdidas que han colocado al borde de la quie­bra o han obligado a la liquidación de empresas vitales para la eco­nomía nacional, como los Fe­rrocarriles, la Flota Mercante

128 ACORE 1

Grancolombiana, IDEMA, la Caja Agraria, la Siderúrgica Paz del Río, CONASTIL, etc.

-Algunos sindicatos de entida­des oficiales, de empresas estata­les y privadas, bajo la influencia de quienes en apoyo de la subver­sión estimulan la desestabilización nacional, en acciones de beligeran­cia política promueven conflictos laborales como sistema para pre­sionar mayores privilegios, presta­ciones «extralegales» y exigencias de diverso orden, sin consideración a los graves perjuicios que ocasio­nan a las mismas empresas y a la economía en general.

l. 4. De la seguridad interna y externa:

La seguridad individual y colec­tiva, en la comunidad, está estre­chamente relacionada y depende de factores tales como la normatividad legal vigente, de la colaboración ciudadana, del ejer­cicio de la autoridad en todos los niveles de la administración públi­ca, de la acción preventiva de la policía, de las operaciones milita­res contra la subversión y de la ad­ministración de justicia. A su vez, la seguridad externa de la nación depende de su propia capacidad defensiva ante potenciales amena­zas y está correlacionada con el de­recho internacional vigente, con las diferentes organizaciones de la co­munidad de naciones, con el cli­ma de paz, de estabilidad y de com­prensión mutua en el entorno ve­cinal, continental y mundial.

En lo concerniente a la seguri­dad interna, a más de las diversas

formas de delincuencia común, el principal factor de perturbación lo constituye la subversión, pues ha afectado desde hace varias déca­das la seguridad individual y co­lectiva en todo el País. Situación en la cual las Fuerzas Armadas han cumplido con abnegación e inmen­sos sacrificios su misión constitu­cional en defensa de la indepen­dencia nacional, de la comunidad ciudadana y de las instituciones de­mocráticas. Y como es usual en toda guerra, particularmente en la modalidad de la guerra re vol ucio­naria, se presentan vicisitudes; en oportunidades se obtienen éxitos y en otras se sufren fracasos, resul­tados que no dependen exclusiva­mente de la capacidad y voluntad de las unidades y fuerzas empeña­das, sino de factores muy diversos que influyen inexorablemente en el desarrollo de las operaciones.

En la evolución del conflicto subversivo que afrontamos se han presentado hechos y factores que han afectado y afectan la capaci­dad operacional de las Fuerzas Armadas. entre los cuales es im­portante destacar los siguientes:

- Las características del conflic­to subversivo y las causas deter­minantes del mismo obligan a afrontarlo de manera integral con el concurso de los diferentes com­ponentes del Estado, sin embargo esa acción estatal se ha orientado y. concentrado casi exclusivamente en las operaciones contra la gue­rrilla a cargo de la Fuerza Pública y en consecuencia las causas o fac­tores políticos, sociales, económi­cos y de orden internacional, con-

Page 30: Revista Edición 94 SEP. 1997

tinúan agravándose y estimulando el fortalecimiento de la subversión.

- Transcurridas varias décadas del conflicto armado subversivo aún no se ha definido un marco ju­rídico para fortalecer al mismo Es­tado y para respaldar a la Fuerza Pública en el esfuerzo de guerra, y contrariamente a la lógica las me­didas gubernamentales dictadas por exigencia de la subversión, han constreñido legalmente a las Fuer­zas Armadas en su accionar y han despojado a la comunidad ciuda­dana del derecho a organizarse para ejercer su legítima defensa.

- El Código Penal, adoptado por decreto en 1980, en su artículo 127 establece que «los rebeldes o sediciosos no quedarán sujetos a pena por los hechos punibles co­metidos en combate, siempre que no constituyan actos de ferocidad, barbarie o terrorismo». Como es obvio en la práctica la vigencia de este artículo constituye una amnis­tía permanente, institucionaliza la guerra subv~rsiva y estimula el fortalecimiento de las guerrillas.

- Por decreto del Ejecutivo se derogaron los artículos de la Ley de Defensa Nacional que permitían organizar a la población civil para contribuir a su propia defensa y al mantenimiento del orden interno en el País.

-En la Constitución promulga­da en 1991 se excluyó el artículo de la Constitución anterior que per­mitía organizar una milicia nacio­nal y no es simple coincidencia que a partir de la derogación y de

la exclusión de estas dos normas, se hayan organizado y hayan pro­liferado en los últimos años, en las principales ciudades y en algunas zonas rurales, numerosas «mili­cias» de la subversión.

El virtual desconocimiento del fuero militar y del fuero discipli­nario ha llevado a casos tan insóli­tos como la providencia de un Juez que impuso pena de arresto al Co­mandante de la XII Brigada y al Comandante del Ejército, por obstaculizar una marcha de «Cocaleros» promovida por la sub­versión y que avanzaba hacia Florencia con el evidente propósi­to de perturbar el orden.

La abolición de atribuciones legales que permitían a miembros de la Fuerza Pública cumplir de­terminados procedimientos judi­ciales en desarrollo de operaciones antisubversivas.

La excesiva injerencia en proce­sos judiciales tolerada y reconocida por el Gobierno a las denominadas organizaciones No Gubernamenta­les, tanto nacionales como extranje­ras, las cuales ejercen virtualmente una fiscalización en las investigacio­nes contra miembros de la Fuerza Pública, por hechos sucedidos en de­sarrollo de operaciones contra orga­nizaciones subversivas.

Como es bien conocido, el con­flicto armado se ha prolongado durante más de tres décadas y sólo hace unos pocos años el Gobierno reconoció que esa perturbación del orden público era una verdadera guerra, y no obstante el reconocí-

miento de esa realidad, hay parla­mentarios y dirigentes políticos que proponen la abolición del ser­vicio militar obligatorio.

El incremento de las acciones terroristas de la subversión, parti­cularmente contra los oleoductos e instalaciones petroleras, contra puentes y sistemas de transporte te­rrestre, contra redes eléctricas, con­tra instalaciones aeroportuarias y contra edificios públicos y empre­sas privadas, a más de los grandes perjuicios económicos y sociales contra la comunidad y para el País, comprometen en un alto porcenta­je a los efectivos de la Fuerza Pú­blica, en actividades de seguridad.

Los resultados adversos y fata­les en la conducción de una opera­ción militar o en los ataques sorpresivos a guarniciones y bases son indudablemente consecuencias de la imprevisión, de errores y del incumplimiento de los principios que rigen la guerra. Y si tales he­chos se repiten, ello demuestra que también se ha fallado en las medi­das correctivas indispensables.

El contubernio entre la subversión y el narcotráfico en los últimos años ha facilitado la obtención de cuantio­sos recursos económicos a las orga­nizaciones subversivas, con los cua­les han fortalecido y multiplicado su infraestructura y su poder de comba­te para enfrentar con mayor capaci­dad a la Fuerza Pública.

l. 5. De orden internacional:

La evolución de las ideologías políticas, la conformación de blo-

1 ACORE 291

Page 31: Revista Edición 94 SEP. 1997

ques antagónicos de Naciones, las dos grandes guerras mundiales de 1.914 y 1.939, la extinción delco­lonialismo en su forma tradicional y la substitución por nuevas formas de dominio sobre los países deno­minados del Tercer Mundo o Sub­desarrollados por parte de grandes potencias, los numerosos conflictos bélicos de carácter interno, o de carácter limitado en diferentes paí­ses y zonas geográficas, y la diso­lución de la Unión Soviética en la última década, constituyen un con­junto de hechos que han manteni­do convulsionado al Mundo en el transcurso de este siglo.

-Colombia por su privilegiada posición estratégica, por la varie­dad y riqueza de sus recursos na­turales, a lo largo de su vida inde­pendiente ha sido víctima del intervencionismo de las grandes potencias, uno de carácter econó­mico y el otro de carácter ideoló­gico. A consecuencia del primero se impuso la secesión de Panamá y la explotación inequitativa de va­liosos yacimientos petrolíferos y de recursos minerales; a consecuen­cia del segundo la subversión ar­mada adelanta una cruel agresión contra la comunidad ciudadana y la destrucción de numerosos bie­nes y obras de infraestructura del patrimonio nacional. Lo aberrante de estas modalidades del intervencionismo es que en todos los casos ha contado con el concur­so de quienes sin consideración a su condición de colombianos se han puesto al servicio de esos intereses.

-Hecho de singular significa­ción en las últimas décadas es el

J3o ACORE 1

propósito de establecer en la comu­nidad internacional, relaciones de interdependencia a nivel regional. continental y mundial, en activida­des de orden político, comercial, económico, sobre derechos huma­nos y preservación del medio am­biente; propósito que en oportuni­dades estimula el intervencionismo de las grandes potencias, la impo­sición de condiciones, de limitacio­nes y aún de sanciones, todo ello con menoscabo y en algunos casos con desconocimiento de la libre au­todeterminación y de la soberanía nacional.

-Las denominadas Organizacio­nes No Gubernamentales creadas en Estados Unidos y en algunos países europeos, para contribuir a la defensa de los derechos huma­nos, en el ejercicio de sus activida­des han adquirido notoriedad e in­fluencia en la comunidad interna­cional, por lo cual voceros de los movimientos subversivos en el ex­terior los utilizan para elevar ante ellas denuncias e informaciones parcializadas y tendenciosas contra integrantes de la Fuerza Pública, con el deliberado propósito de pro­mover un ambiente adverso contra el País. Desde luego a aquellas ONG no se les denuncia o informa sobre los numerosos casos de vio­laciones a los derechos humanos que cometen permanentemente las organizaciones subversivas.

- La acción delictiva de las gue­rrillas, en las modalidades de asal­tos a bases militares y de secues­tros, se ha extendido en los últi­mos años a territorios fronterizos de países vecinos y ha dado lugar

a delicadas situaciones en las rela­ciones internacionales. especial­mente con Venezuela.

- Los cuantiosos recursos eco­nómicos, producto de la extorsión, de los secuestros y del narcotráfico, con que actualmente cuenta la sub­versión, le han permitido estructu­rar y mantener representaciones, en diversos países con fines de coor­dinación y de publicidad a nivel in­ternacional.

2. INTERROGANTES SOBRE LOS FACfORFS DE PERTUR­BACIÓN Y EL CONFLICTO ARMADO

Corolario de los anteriores plan­teamientos y de la enumeración de algunas de las causas y de los fac­tores determinantes de la situación de guerra que afrontamos, debe ser el de precisar la razón de la per­sistencia de los vicios que han distorsionado los principios en los cuales deben sustentarse la vida ciu­dadana y las instituciones, dentro de un régimen democrático y de un es­tado de derecho. Igualmente es per­tinente formular entre otros mu­chos, los siguientes interrogantes sobre cuál debe ser la actitud y la participación de los componentes del Estado colombiano frente a la agresión armada de la subversión:

- Qué hacen cada una de las ra­mas del poder público y las enti­dades gubernamentales ?

-Qué hacen los partidos tradi­cionales de inspiración democrá­tica?

- Qué hacen las organizaciones cívicas y religiosas ?

Page 32: Revista Edición 94 SEP. 1997

- Qué hacen los gremios eco­nómicos, industriales y empresa­riales?

- Qué hacen los medios de co­municación ?

- Qué hacemos los ciudadanos ?

En síntesis : Qué debería hacer cada uno para contribuir a enfren­tar la agresión armada y las per­turbaciones que afectan nuestra vida cotidiana ?

3. CONCLUSIONES

3 . l. Las consideraciones ex­puestas, la somera descripción de algunas de las circunstancias que han contribuido a configurar en el transcurso de los siglos la fisono­mía de la nación colombiana, la enumeración de hechos que han dado origen a la compleja crisis institucional y a la subversión ar­mada, permiten afirmar que nues­tra comunidad, como organismo vivo, es una sociedad enferma, profundamente afectada por un conjunto de males, estrechamente correlacionados, a los que genéri­camente denominamos como la politiquería, la corrupción, la ineficacia, la indiferencia, la inse­guridad, la impunidad, la subver­sión y la violencia. Fenómenos és­tos que a más de la perturbación intrínseca de cada uno en la vida nacional, han generado un virtual divorcio entre la comunidad ciu­dadana de una parte y los dirigen­tes políticos y entidades guberna­mentales de otra.

3. 2. Es claro que de los facto­res de perturbación la mayoría de ellos son de responsabilidad del

Estado, entendido como tal el po­der público en sus tres ramas y otros componentes como los par­tidos políticos, los sectores gremia­les, las organizaciones y los estamentos sociales. En estas con­diciones el propósito de restable­cer y de consolidar la paz no pue­de depender exclusivamente del resultado de unos eventuales diá­logos y negociaciones con la dirigencia subversiva, sino que esencialmente dependerá de aque­llos componentes del Estado que por acción u omisión contribuye­ron a la generación de esos facto­res de perturbación y que actual­mente continúan contribuyendo a su persistencia como una verdade­ra endemia nacional.

3. 3. Deber básico e ineludible de las autoridades instituidas en la República es el de cumplir y hacer cumplir el ordenamiento jurídico y administrativo vigentes. Infortunadamente en el transcurso del tiempo se han debilitado en las ramas del poder público y en las entidades gubernamentales la vo­luntad y la capacidad para cumplir sus funciones y los fines mismos del Estado, los cuales son la razón de ser de su existencia como ente rector, al servicio de la comunidad para garantizar la convivencia pa­cífica, el desarrollo, la soberanía nacional, la integridad territo­rial, la vigencia del orden y de la libertad.

3.4. Colombia en el transcurso de su existencia ha soportado y superado dolorosos conflictos; el que actualmente afrontamos es no menos grave y ocasiona desorien-

tación e incertidumbre sobre nues­tro porvenir y el de las futuras ge­neraciones. Y ante los retos que esta delicada situación plantea la respuesta no puede ser otra que la adopción de una estrategia en la cual se unifiquen e integren los organismos del Estado, los estamentos y las fuerzas vivas de la N ación, con responsabilidades, planes y programas específicos para actuar en los campos social, económico, político, de la seguri­dad interna y en la comunidad in­ternacional.

3.5. Debe considerarse que esta síntesis es sólo una radiografía par­cial, por lo cual para auscultar toda la sintomatología de la violencia endémica que padecemos, sería conveniente e imprescindible hacer una completa evaluación autocrítica y profundizar en ese análisis con participación de espe­cialistas en los campos de la acti­vidad nacional y en cada uno de los componentes del Estado, de manera que se puedan precisar el ser y las circunstancias de la co­munidad colombiana. Sólo enton­ces, cuando se haya hecho ese diagnóstico real y objetivo, podrán definirse las alternativas de acción, las prioridades, los recursos y los esfuerzos requeridos para superar los diferentes males.

Como epílogo puede afirmarse, que hoy como nunca tiene vigen­cia aquel mandato imperativo de Rafael Núñez : «REGENERA­CIÓN O CATÁSTROFE», pues es la única fórmula para definir nues­tro presente y el futuro, ante la disyuntiva de la guerra o de la paz.

Page 33: Revista Edición 94 SEP. 1997

LA GUERRA CIVIL ( 11 Parte )

P ara referirnos al artículo que bajo el mismo título publicamos en el número

pasado nos parece que el augurio de una guerra civil no es un supues­to descabellado sino una hipótesis que se está haciendo realidad ace­leradamente. En los últimos tres meses se han perfilado más clara­mente las posiciones de las partes en conflicto.

En «El Tiempo» del 6 de julio, el Presidente de las Asociaciones Comunitarias de Vigilancia Rural «Convivir» dió una información sobre el avance que ha tenido su organización. Actualmente operan 700 «Convivir» con 120.000 aso­ciados y para finales de 1997 es­pera contar con 1.200 asociaciones con 600.000 afiliados. Este creci­miento da una idea del estado de desprotección en que se encuentra la población rural y la producción agrícola y ganadera del país. Los

132 ACORE 1

ciudadanos dedicados a esta acti­vidad vital para la economía co­lombiana no han tenido más reme­dio que asumir el costo para la de­fensa de su vida y bienes amena­zados por LA REVOLUCIÓN. En cuanto a su actitud frente a los sub­versivos y su resolución de lucha está expresada claramente en su declaración: «Estamos convenci­dos de que la guerrilla sólo ne­gociará cuando la tengamos arrodillada». Las «CONVIVIR», amparadas por la ley, refuerzan la posición de los llamados paramilitares que también se han organizado en una entendible po­sición de legítima defensa. Los paramilitares se han declarado amigos y sostenedores del gobier­no legítimo y justifican su existen­cia ante la comprobada incapaci­dad del Estado para proteger los sectores rurales sujetos a atentados terroristas que están destruyendo haciendas en los departamentos de

Por ESTRATEGA

Antioquia, del Cesar y otras regio­nes del país con pérdidas en vidas humanas e ingentes perjuicios eco­nómicos.

Por otra parte, los partidarios de LA REVOLUCIÓN se han lanza­do a la carga contra las «Convivir». Son los políticos que buscan los eventuales votos que les ponga la guerrilla en las próximas eleccio­nes, las ONG infiltradas por las viudas del marxismo y que atacan a las «Convivir» en nombre de una pretendida defensa de los derechos humanos. También los idiotas úti­les de siempre, quienes serán los primeros en perder la cabeza al triunfo de LA REVOLUCIÓN, como ha sucedido históricamente. Según «El Tiempo» de la fecha ci­tada, 24 ONG y una senadora pi­dieron al Gobierno acabar con las «Convivir» porque son «otro ejér­cito irregular» y se está violando el Protocolo de Ginebra. Mientras

Page 34: Revista Edición 94 SEP. 1997

tanto el terrorismo de LA REVO­LUCIÓN ataca un helicóptero y embosca una patrulla del Ejército en Arauca, produciendo más de 30 bajas. Desgraciadamente el Go­bierno, en posición ambivalente, no asume una posición clara de apoyo a las «Convivir», creación legal que el pueblo colombiano está formando en su desesperación y el nuevo Ministro del Interior ha prometido ante una jauría de polí­ticos y ONG que estudiará sus pe­ticiones. Es de esperar que el Mi­nisterio de Defensa y los Altos Mandos Militares defiendan las «Convivir» y estimulen su creación a lo largo y ancho del país como entidades que serán auxiliares insustituibles en el cumplimien­to de su misión. Con ellas la so­ciedad se involucra directamen­te en la defensa de la legitimidad, lo cuál sólo bien puede traer para la Nación.

La Fuerza Pública ha sufrido en lo que va corrido del año reveses cuya importancia no puede negar­se. Estos, unidos a la campaña de animadversión que tradicional­mente sus enemigos libran contra las FF. MM. han provocado una serie de críticas que cuestionan la capacidad del Estado para enfren­tar la guerrilla y motivan la pro­ducción de propuestas de diverso orden, muchas inspiradas en sen­timientos de derrota y pesimismo. En estas propuestas se mezclan las de los amigos de LA REVOLU­CIÓN, que quisieran la desapari­ción de las FF.MM. para llegar al poder, con otras que propugnan de buena fe reformas que son resulta­do de falta de buena información

y que resultarían perjudiciales para la institución armada. Una de ellas es la abolición del servicio mili­tar obligatorio. SMO.

Declaramos enfáticamente que somos contrarios a esta propuesta por profundas razones de orden profesional y de ideología sobre la conformación del Estado. Admiti­mos que debe estudiarse, especial­mente por parte del Ejército, la administración óptima del SMO para que los conscriptos y solda­dos regulares puedan convertirse en tropas aptas para librar la lucha antisubversiva que el Estado afron­ta y necesita ganar. Entre otras medidas creemos que el SMO debe ser universal y no deben existir diferencias entre el tiempo de ser­vicio de los conscriptos por razón de su instrucción, posición social o económica, etc. El reclutamien­to de soldados bachilleres debería ser aprovechado al máximo para hacer de estos los mejores comba­tientes y auxiliares de los cuadros de mando. Es claro que las FF.MM. requieren unidades para tareas especiales, conformadas por combatientes escogidos entre quie­nes están prestando el SMO y que es conveniente conservar estos in­dividuos especializados, en razón de su experiencia, para el cumpli­miento de misiones que por su alto riesgo requieren personal, entrena­miento y armas especializadas y sofisticadas. Pero el grueso de un Ejército que afronta una subver­sión armada que adelanta una gue­rra de guerrillas, debe estar constituído por unidades antiguerrilleras conformadas por soldados que estén prestando su

servicio a la patria, impregnados de los sentimientos de mística, ab­negación y sacrificio que son ne­cesarios para derrotar a un enemi­go apátrida. El SMO tiene sus raí­ces en el nacimiento mismo de nuestros sentimientos de indepen­dencia. La Constitución de la Re­pública de Tunja, sancionada el 9 de Diciembre de 1811 ya contem­plaba este servicio en los siguien­tes términos:

~Todo ciudadano es soldado nato o defensor de la patria en­tretanto sea capaz de llevar las armas: por esta razón nadie pue­de eximirse del servicio militar cuando el Estado peligre)).Todas las subsiguientes Constituciones, pasando por la de 1886 y hasta la de 1991 han respetado esta norma que es la única razón de ser del verdadero Ejército Nacional, cri­sol donde se funde nuestra nacio­nalidad compuesta de andinos y costeños, del valle, de los llanos y de las montañas, quienes al llegar al Ejército aprenden que a pesar de sus diferencias todos son colom­bianos, hijos de la misma patria, constituyentes de una misma na­ción y dueños de un común terri­torio, soberano y libre. Se ha ge­neralizado entre los autoexpertos en defensa nacional la opinión de que hay que suprimir el SMO y es­tructurar unas FF.MM. más peque­ñas, de mejor calidad y sobre todo menos costosas.

Quienes por más de treinta años ejercimos la profesión mi­litar, llegando a los cargos de la mayor responsabilidad podemos decir que con un SMO de dos años

1 ACORE 331

Page 35: Revista Edición 94 SEP. 1997

de duración es posible formar sol­dados con capacidad para enfren­tar a la guerrilla en una área deter­minada donde como condición in­dispensable sean amplios conoce­dores de la población y del terre­no. LaG. de G. es una contienda esencialmente terrestre y para ga­narla hay que contar con gran su­perioridad numérica. Los expertos militares que han actuado en va­rios teatros de operaciones donde se ha librado esta clase de guerra estiman esta superioridad de uno a diez. En cuanto al costo de lo que se ha dado en llamar soldado «pro­fesional», es infinitamente superior al del conscripto y la eficiencia del «profesional» es posible que dis­minuya con su tiempo extra de per­manencia en el servicio ante el fac­tor sicológico de la mística que se puede exigir a una persona que ex­pone su vida por dinero solamente.

En cuanto a las consideraciones presupuestales, lo que el Estado, que es la sociedad organizada debe resolver es si está dispuesto a de­rrotar a LA REVOLUCIÓN, cues­te lo que cueste, o se resigna en su avaricia a entregar el PODER al precio de su propia derrota, que sig­nificaría la ruina y la humillación de la mayoría de los colombianos.

Esto no va a suceder porque los colombianos no lo vamos a permi­tir. Pero lo que los actuales gober-

134 ACORE 1

nantes deben considerar en forma inmediata es cuánto le está costan­do a Colombia la situación de in­seguridad institucional y criminal común que está viviendo desde hace varios años por falta de una

rrarjeta ACORE VISA BANCO

política clara y firme que devuel­va a propios y extraños la confian­za en el país. El Gobierno está en mora de tomar la decisión de lide­rar el Estado para derrotar a LA REVOLUCIÓN.

DE COLO~IBIA

Page 36: Revista Edición 94 SEP. 1997

CARL VON CLAUSEWITZ

SU VIDA

N ació cerca a Magdeburgo, ello. de junio de 1780. Fue el menor de los cin­

co hijos de un teniente retirado que se desempeñaba como em­pleado del gobierno en dicha po­blación. Su familia, de clase me­dia baja, le crió y educó con mu­chas dificultades. Ingresó al ejército prusiano a la edad de TRECE años y tuvo su bautis­mo de sangre en la campaña del Rin durante la Guerra de la Pri­mera coalición contra Francia en 1793, en la batalla de MAYENCE. Desde entonces permaneció en guarnición dedi­cado a la instrucción de tropas y a mejorar su preparación militar por cerca de 7 años.

En 1801 solicitó su ingreso en el «Instituto de Ciencias Milita-

Coronel LUIS ALFONSO PLAZAS VEGA

«Ciausewitz ha sido y es citado a menudo, pocas veces leído y mucho menos comprendido».

res para oficiales subalternos de Infantería y Caballería>>, que era parte de la Escuela de Guerra de Berlín. Allí conoció a Gerhard Von Scharnhorst un general Hanoveriano de artillería que se había incorporado recientemen­te al Ejército Prusiano y había re­formado la Academia de Guerra, de la cual era su Director.

En 1804 Clausewitz se graduó como oficial siendo el primero de su promoción. Scharnhorst, lo pro­puso entonces como ayudante per­sonal del príncipe Augusto. En este cargo Clausewitz tuvo la oportuni­dad de conocer el manejo que se hace de los asuntos políticos y mi­litares desde los altos niveles. Ob­servó con detenimiento los aconte­cimientos alrededor de las campa­ñas napoleónicas en Ulm y Austerlitaz, en las cuales los fran­ceses derrotaron a los austríacos y

Pierre Naville

a los húngaros. Su cercanía a lacas­ta gobernante le permitió conocer a la condesa María Von Bruehl, quien habría de ser su esposa.

Después de observar los prepa­rativos del alto comando Prusiano para ir a enfrentarse a Napoleón, Clausewitz fue ascendido a Capi­tán en 1805 y un año después mar­chó a la guerra como ayudante del Príncipe Augusto. En la campaña de Jena, a pesar de haber demos­trado coraje, determinación y ha­ber luchado con distinción, según rezan los reportes, fue puesto pri­sionero en Averstadt aliado de su jefe el Príncipe. Era la segunda vez que Clausewitz se veía envuelto en combate.

Luégo de la batalla, derrotados los prusianos por los franceses, vino el canje de prisioneros, pero naturalmente el Príncipe no fue

1 ACORE 351

Page 37: Revista Edición 94 SEP. 1997

canjeado sino que luégo de via­jar a través de Suiza fue confina­do en Francia, y a su lado su ayu­dante personal. Fue entonces, cuando se dió a la tarea de anali ­zar lo que había sucedido. Estu­dió las causas del desastre, y pen­só que el Ejército Prusiano debe­ría ser reorganizado. Mientras garrapateaba notas en la prisión, Clausewitz soñaba con ser ascen­dido y lograr un cargo en el cual pudiera contribuir al mejora­miento de las instituciones mili­tares de su patria.

En 1807 fue puesto en liber­tad y en la primavera de 1808 llegó a Berlín donde fue asigna­do durante los siguientes cuatro años a varios oficios en el Esta­do Mayor del Ejército Prusiano, bajo la dirección nuevamente de Sharnhorst. Allí contribuyó en la reorganización del Ejército y su regeneración moral. Además dictó clases en la Academia de Guerra y fue escogido como tu­tor del Príncipe heredero FEDE­RICO GUILLERMO. En 1809 ascendió al grado de Mayor y en 181 O se casó con la condesa Von Bruehl.

Durante su servicio a órdenes de Sharn Horst C1ausewitz hizo muchos amigos, entre ellos a otro reformista militar Gneisenau, con quién se identificó en las refor­mas estratégicas y mantuvo su amistad hasta la muerte.

Cuando en 1811 Napoleón exigió a Prusia su apoyo con un cuerpo de Ejército para invadir a Rusia, y Prusia lo aceptó,

j36 ACORE 1

Clausewitz se declaró «Prusiano libre», renunció a su cargo en el Ejército de su país y ofreció sus servicios al Ejército ruso. En efecto durante la invasión Napoleónica, Clausewitz se des­empeñó como asesor en el Esta­do Mayor ruso. Nunca pudo ser miembro efectivo del Estado Ma­yor, ni comandar tropas rusas por su desconocimiento del idioma.

En los años 1812-13 Clausewitz con el grado de Teniente Coronel ayudó en la organización de las milicias rusas en las regiones ocu­padas por Francia y desarrolló sus ideas sobre la guerra irregular y la resistencia. Fue oficial de enlace con el cuartel general de Blucher y se tomó conceptos claros sobre la conducción de una defensa a gran escala con la cual Rusia de­rrotó a las tropas napoleónicas. Finalmente fue jefe de Estado Mayor de la región ruso-alemana.

En 1814 Clausewitz pidió ser readmitido en el Ejército Prusiano, habida cuenta de la derrota france­sa y la nueva ruptura de Prusia con el emperador francés. Luego de su­perar las dificultades obvias, des­pués de la Primera Paz de París y gracias a su ya reconocido presti­gio como estratega, fue readmitido en Prusia con el grado de Coronel.

En 1815 fue nombrado jefe de Estado Mayor de uno de los cua­tro cuerpos del ejército prusiano y como tal intervino en las batallas de Ligny y Wawre, habiendo sido derrotado en ambas. Luego duran­te la batalla de Waterloo estuvo en las unidades de reserva.

En 1816 fue destinado nueva­mente como Jefe de Estado Ma­yor, esta vez a órdenes de su ami­go Gneisenau. Hasta 1818 conti­nuó laborando en el territorio ocu­pado a Francia en el río Rhin. Ese año fué ascendido a Mayor Gene­ral y destinado a Berlín como Di­rector de la Academia de Guerra Prusiana, mientras su amigo Gneisenau se retiraba del servicio activo.

Estando en plena guerra la re­lativamente nueva academia de Guerra no era una buena posición para un general prusiano. Sin em­bargo fue allí, durante los siguien­tes doce años donde Carl Von Clausewitz se ganó su paso a la fama mundial como pensador y estratega a través de sus escritos que hoy, todavía cerca de dos si­glos después, se estudian en to­das las academias militares del mundo.

En varias ocasiones Clausewitz fue nominado para puestos diplo­máticos, pero su afán reformista y sus servicios prestados al ejército ruso impidieron que esto se hicie­ra realidad.

En 1830 luego de haber solici­tado varias veces su reingreso al mando de tropas, logró su cometi­do siendo nombrado comandante de una unidad de artillería. Por entonces una nueva revolución en Francia obligó a los prusianos a reactivar unidades de combate y Gneisenau fue llamado de nuevo al servicio activo y nombrado Co­mandante de un cuerpo del Ejérci­to Prusiano, como era de suponer

Page 38: Revista Edición 94 SEP. 1997

escogió a Clausewitz como su jefe de Estado Mayor.

El Cuerpo del Ejército ocupó toda la frontera con Polonia, pero allí se desató una terrible epidemia de cólera que acabó con buena par­te del ejército prusiano entre ellos su Comandante y su Jefe de Esta­do Mayor, quienes murieron en Breslau en 1831. Clausewitz había vivido 51 años.

SU OBRA

No fueron acciones de comba­te, ni heroicas batallas las que lle­varon a este soldado prusiano al podium de los grandes. Fue su plu­ma, su pensamiento militar. Des­de muy temprana edad sus escri­tos gustaron y pusieron a pensar a políticos y militares

En 1804 se publicó su primer trabajo. Un ensayo crítico sobre Bulow, (estratega y general) «sencillamente» titulado «BEMERKUNGEN UBER DIE REINE UND ANGER WANDTE STRATEGIE DES HERR VON BULOW». Para entonces, Clausewitz se sentía lo suficientemente informado para hacer una crítica científica a un estratega como Bulow. Durante los años siguientes tuvo una nutrida correspondencia, pero escribió pocos ensayos. Más tarde haría escritos no publicados como trata­dos históricos y ensayos sobre la naturaleza de la guerra. En sus pro­fundos estudios sobre la historia, Clausewitz fundamentó su labora­torio para el estudio científico de este fenómeno. Descubrió la nece-

sidad de estudiar profundamente muchas batallas para lograr un co­nocimiento completo sobre algún aspecto de la guerra. Descubrió que los ejemplos históricos pueden ser usados como una explicación de una faceta de la guerra, pueden demostrar la aplicación de un prin­cipio, pueden demostrar la verdad de una teoría o pueden usarse para demostrar una doctrina. Advirtió el peligro de hacer estudios super­ficiales para establecer la relación causa-efecto en los conflictos.

Los ensayos sobre «la guerra» fueron escritos durante los últimos quince años de su vida, tanto estos como el resto de sus trabajos fue­ron puestos en orden y publicados después de su muerte. En realidad, el único libro de los ocho integran­tes de su obra maestra: DE LA GUERRA, que fue escrito en for­ma metódica para ser publicado fue el primero: «la naturaleza de la Guerra». Los siete restantes fue­ron compilados por un equipo de estudiosos del tema, profesores de la Academia de Guerra Prusiana, que los desempolvaron de los ana­queles de su estudio, los organiza­ron y publicaron.

Su esposa, testigo de sus incon­tables noches de trabajo tuvo la ini­ciativa de que los expertos organi­zaran y editaran el trabajo y el re­sultado fue el famoso libro DE LA GUERRA, uno de los documen­tos de consulta indispensables en todo centro de estudios castrenses en el mundo. El libro fue publica­do en alemán y francés y sólo va­rios años después fue traducido al inglés y a otros idiomas. Tal

vez la razón primordial fue el hecho de que a pesar de las va­liosas teorías allí recopiladas, éstas eran incongruentes entre si. Era el resultado natural de que quien escribió era una persona diferente de quienes organizaron, compilaron y editaron.

Clausewitz siempre buscó e in­vestigó la naturaleza de los hechos. Al fin y al cabo vivió en una época en que la filosofía dominaba el pensamiento. Prusia en los co­mienzos del siglo XIX no era sim­plemente un Estado en Guerra. Se vivía la época dorada de la moder­na Alemania con su ciencia, sus letras, su música, y su cultura. Era la época de Kant (cuyos escritos tuvieron una profunda influencia en Clausewitz), Shiller y Herder, los padres de la «Ilustración Germana». El análisis de la natu­raleza de la Guerra de Clausewitz, sigue los lineamientos del estilo Kantiano, según sus críticos. En ese contexto deduce la existencia de un arquetipo de forma de gue­_rra, según la cual toda la actividad militar puede ser medida.

Clausewitz reconoce dos clases de guerra: una, la guerra para de­rrotar completamente al enemigo, para destruirlo como nación (aca­bar con su entidad nacional), u obligarlo a aceptar la paz en los tér­minos impuestos por el vencedor, cualquiera que ellos sean. Y otra, la guerra en la cual el objetivo es la captura de territorio en la frontera. Esta última la llama guerra limita­da. Define la guerra como un acto de fuerza para obligar al enemigo a acatar nuestra voluntad. Su propó-

1 ACORE 371

Page 39: Revista Edición 94 SEP. 1997

sito es fundamentalmente derrotar al enemigo y desarmarlo y los me­dios para lograrlo, son solamente uno: el combate. Describe tres mé­todos: 1- Invasión para destruir el país enemigo y su voluntad de re­sistir. 2- La destrucción de la fuer­za enemiga que se nos enfrenta. 3-La defensa pasiva.

Pero la parte central de su teo­ría, contenida en el capítulo 24 del Libro Primero, indica que la guerra no es un acto independien­te ni autónomo, sino parte de la interrelación política entre las na­ciones. La guerra por tanto no es otra cosa que .da continuación de la política por otros medios•. Los dirigentes de la nación deben de­terminar los objetivos políticos y determinar si la guerra es el medio apropiado para obtener esos obje­tivos. Finalmente la guerra asume las características de la política nacional que la origina. Entre más objetivos tenga la guerra, más ab­soluto es el comprometimiento.

Como la guerra es un acto de violencia, la batalla (el encuentro como él lo llama) es el acto decisi­vo. La destrucción del enemigo por las fuerzas militares, es la razón de la existencia de un ejército. La tác­tica comprende el planeamiento y la conducción del encuentro. La estrategia combina los diferentes encuentros para lograr el propósi­to de la guerra.

Clausewitz enfatizaba en la importancia de la moral o fuer­za sicológica de las tropas en la guerra. Esto incluye entre otros aspectos el genio militar del

138 ACORE 1

conductor de la guerra. Esto es lo que el comandante debe es­forzarse por lograr.

El genio lo describe como ~una muy alta aptitud mental desa­rrollada para una ocupación particular» y se opone y a veces roza con el desarrollo intelectual normalmente adquirido por seres corrientes. Ha sido el genio el que ha ganado las batallas y no esa ad­herencia ciega a la doctrina y a los principios de la guerra.

Un ingrediente crítico para todo comandante es la audacia. Este alto grado de liderazgo se requiere en la guerra por el concepto que Clausewitz denomina «fricción». Al describir la atmósfera de la gue­rra Clausewitz señala al peligro, el esfuerzo físico, la incertidumbre, y la oportunidad, como los princi­pales elementos de la fricción. La fricción (téngase bien en cuenta), es lo que hace la verdadera dife­rencia entre la guerra real y la gue­rra de papel. Dice que cada guerra es diferente de la anterior. Las gue­rras están llenas de eventos fortui­tos. De modo que no hay una doc­trina absoluta en esta materia, de­bido a la fricción. En la guerra has­ta las cosas más sencillas son difí­ciles de lograr. El talento y el ge­nio militar operan por fuera de las doctrinas y son las que llevan al éxito o al fracaso.

Clausewitz escribió que la de­fensa es la más fuerte forma de guerra, pero tiene un propósito negativo. La ofensiva en cambio tiene un propósito, pero su natu­raleza la hace débil y esta carac-

terística aumenta con la fricción. Recomienda la actitud defensiva­ofensiva como la que ofrece más seguros y completos resultados. Imagina una defensa contra un ataque enemigo el cual a medida que aumenta se debilita por des­gaste, de tropas y de medios, se­guida de un veloz y vigoroso con­traataque en el momento oportu­no y de una inmediata e incansa­ble persecución.

Para quienes buscan algún tra­bajo de Clausewitz fácil de leer, es recomendable su ensayo Prin­cipios de la Guerra, naturalmen­te menos conocido que su magis­tral tratado de Estrategia DE LA GUERRA. Al leerlo debe tener­se en cuenta: que el ensayo fue escrito en 1811 más de tres dé­cadas antes de la publicación de DE LA GUERRA, por tanto no refleja los dieciocho años de ex­periencia de combate, y los doce de estudio y de análisis que se verán en este último. El ensayo fue preparado para servir de guía elemental al príncipe heredero. No trae aportes verdaderamente novedosos al arte de la guerra, sen­cillamente recuenta los principios tal como los traían los distintos tratadistas del terna hasta entonces y crítica a quienes él considera erra­dos en esos conceptos, tales como Jomini y otros.

Otro escrito llamado «Las Gue­rras del Pueblo» recogen la expe­riencia adquirida en la resistencia rusa contra la invasión napoleónica. Años después Marx, Engels y Lenin estudiarían cuidadosamente estos conceptos.

Page 40: Revista Edición 94 SEP. 1997

Sobre su obra, finalmente, debe tenerse en cuenta que a pesar de haber transcurrido cerca de 170 años de la época en que escribió, aún muchos de sus ensayos, no han sido traducidos del alemán y si­guen siendo materia de estudio doméstico en Alemania.

SU L'JFLUENCIA

Mucha literatura política, filo­sófica y castrense se ha escrito inspirada en el contenido de DE LA GUERRA, unos para aplau­dirlo otros para criticarlo, pero en fin, para analizarlo. Molke, Von Shlieffen, Ludendorff y otros lí­deres alemanes incluyendo al propio Hitler han elogiado y se han identificado con las doctri­nas de Clausewitz, desconocien­do con frecuencia, conceptos que sacan en claro al autor, porque si la milicia es apenas un instru­mento de la política, es la políti­ca la responsable de los resulta­dos y no los soldados. Por eso los militares alemanes no fueron ahorcados, luego del proceso de Nuremberg.

En todo caso, parece que nuestro autor fue conocido sólo en Europa hasta los comienzos de la Primera Guerra Mundial, a partir de entonces el mundo entero lo conoció. Numerosos artículos indican que Clausewitz influyó en Lenín y probablemen­te en Mao Tse Tung. El general alemán Von Meckel un entusias­ta lector de Clausewitz fue quien entrenó al ejército japonés que ganó la guerra ruso-japonesa de 1904. El libro fue traducido al

japonés y se convirtió en texto de consulta de los comandantes del Imperio del Sol Naciente.

Clausewitz era desconocido en el mundo inglés cuando estalló la primera guerra mundial. Cuando se le conoció fue señalado como el padre espiritual del militarismo prusiano, el cual no era del gusto británico.

Los intérpretes ingleses de ON WAR (sin descartar que hayan leí­do traducciones mal hechas), con­denaron sus conceptos sobre la guerra, acusándolos de las grandes carnicerías de las batallas de Verdum, Somme y otras de la pri­mera guerra mundial. Con seguri­dad la ignorancia y la emoción in­fluyeron en estos conceptos.

Luégo de la segunda guerra mundial, los prejuicios sobre Clausewitz en el mundo inglés continuaron inmodificables, hasta que en 1948 la Academia Militar de West Point en los Estados Uni­dos conceptuó a través de sus li­bros de historia, que la influencia de Clausewitz no era indigna y no debía morir. Sencillamente el libro DE LA GUERRA no debería ser leído, sino estudiado para com­prenderlo. Aún así los ingleses insisten en que la filosofía de Clausewitz es muy similar a la del canciller de hierro Otto Von Bismark en su libro «Sangre y Hie­rro», y la misma de ADOLFO HITLER en «Mi Lucha».

Hoy en día, con el advenimien­to de la guerra nuclear y la prolife­ración de la guerra de guerrillas

(subversión armada), como herra­mienta política, que hacen muy di­fícil una escalada de la guerra con­vencional a dimensiones como las alcanzadas por las dos grandes tra­gedias mundiales vividas en este siglo que termina, pero que de pre­sentarse nos llevaría a la guerra ab­soluta que menciona Clausewitz, vale la pena volverlo a estudiar.

Clausewitz en conclusión, fue tanto un soldado profesional como un filósofo del pensamiento mili­tar. Siempre estuvo guiado por las más sanas motivaciones, el servi­cio a su patria en la mejor forma posible, maximizando el genio y el talento que Dios le dió, y tratan­do de descubrir la verdadera natu­raleza de la guerra para explicarla a las generaciones venideras.

PUBLICACIONES

-Los principios de la guerra

Este ensayo fue escrito para su estudiante el Príncipe heredero, en 1811, antes de abandonar el ejército prusiano, como ya se mencionó, los principios que Clausewitz señala son los gene­ralmente aceptados en ese enton­ces, adicionando críticas a algu­nos tratadistas contemporáneos como el francés JOMINI.

El propósito era iniciar al Prín­cipe heredero en el conocimiento del arte de la guerra.

-Las Campañas de 18U en Rusia

También fue publicado des­pués de la muerte del autor en

l ACORE 391

Page 41: Revista Edición 94 SEP. 1997

1843. Es un recuento histórico de la campaña napoleónica en Rusia en el año de 1812. Clausewitz, parece haber sido el primer histo­riador en escribirla y lo hizo habiéndola observado desde el lado ruso, donde se desempeñaba como asesor del Ejército. Es po­sible que su desconocimiento del idioma haya hecho un poco con­fusos sus análisis, pero aún así fue certero e inteligente en sus apre­ciaciones.

Como es natural, tiene marca­das diferencias con Jos historiado­res del lado francés, así como con los propios historiadores rusos.

-De la guerra

Esta es su obra maestra y una de las obras maestras del pen~a­miento estratégico. Comprende ocho libros, que fueron publica­dos después de su muerte, a pedi­do de la viuda condesa de VON BRUEHL, luego de que un equi-

po de expertos amigos del difun­to trataron de organizar en la me­jor forma posible sus escritos, notas y apuntes. Eran ellos gene­rales o nobles, profesores de la Academia de Guerra de Berlín, o miembros del Estado Mayor Prusiano.

Parece que la primera edición en alemán fue hecha en 1832, pero estaba repleta de errores e incon­gruencias, todos los ocho libros con sus notas fueron incluidos, completando una colección de en­sayos de diferentes épocas, en los cuales el autor trató de desarrollar una teoría de la guerra.

El único de los ocho libros que el autor escribió en forma com­pleta y organizada fue el prime­ro, llamado: «LA NATURALE­ZA DE LA GUERRA». Pudiéra­mos decir que este libro es la fi­losofía del conflicto armado. Es la estrategia nacional en su más pura expresión. Los libros 2, 3 y

PROliBROS

140 ACO~E 1

... por la cultura ! PROLIBRO~ C~~~Ct,TR\L ........ Carrera .'2 ,o. 24 . 9J Ttl<'fono: 2 698114 FAX !91 12 6940M~ Sanlafi de BOROIIÍ, 1>.('.

8 comprenden sendos tratados de Estrategia Militar General y los libros 4, 5, 6 y 7 traen conceptos profundos sobre Estrategia Mili­tar Operativa y Táctica General.

Aunque muchos de Jos concep­tos están revaluados, y los temas que tienen que ver con la Estrate­gia Militar tanto General como Operativa y obviamente la Tácti­ca General, han evolucionado con el paso de los tiempos, y en espe­cial con los adelantos tecnológicos, sus conceptos sobre Estrategia Nacional, expresados en el primer libro, se mantienen prácticamente inmutables.

Es el primer libro precisamen­te el que le ha dado la dimensión a Clausewitz como uno de los au­tores del pensamiento militar que no puede faltar en la biblioteca de ningún hombre de armas de alta graduación, ni de ningún político que tenga que ver con la defensa de su Nación.

Única obra hecha por colombianos para colornbianos

Page 42: Revista Edición 94 SEP. 1997

46 AÑOS DE LA PARTICIPACION DEL BATALLON COLOMBIA Y LA ARMADA EN COREA.

1 nmerecido honor me corres­ponde en este día, como Presidente de la Asociacion

Colombiana de Oficiales Vetera­nos de Corea, ser el vocero de este grupo de Oficiales, Subofi­ciales y soldados, quienes encar­nando la sublime representación de una patria y la grandeza cen­tenaria de sus armas, cruzamos el mar, para acudir en la defensa de la libertad, de un pueblo no­ble milenario del Asia, sumido en la angustia y la congoja, la Re­pública de Corea, agredida por el invasor del Norte.

Placentero para el alma y dra­mático también para el recuerdo, es repasar la historia de los pue­blos, cuando se han tenido horas

Coronel FRANCISCO A. CAICEDO MONTUA Presidente Asociación de Oficiales Veteranos de la Guerra de Corea

de juventud y sacrificio, vincu­ladas con su dolor y sus hilos de esperanza.

Por eso celebramos con júbi­lo la resurrección de un país her­manado con la sangre. la Repú­blica de Corea. que emergió de las cenizas calcitrantes como el Ave Fénix de este siglo, para ejemplo de los pueblos democrá­ticos del mundo.

Hace 47 años esa nación ar­caica, veía naufragar su libertad ante la agresión despiadada y la infamia sorpresiva, inmersa en la tristeza de sus ruinas, y en las lá­grimas frescas de su desolación. Así la conocimos, cuando tam­bién hace 46 años, Colombia er-

guida en su grandeza, respon­diendo con honor e hidalguía como la única nación Sudameri­cana, envió a sus marinos y sol­dados, a cumplir los pactos inter­nacionales de honor, solidaridad y hermandad, ante la afrenta del sarpazo comunista.

«Los caballeros del mar», cru­zaron el Pacífico insondable con la Fragata Almirante Padilla, con la gallarda inspiración de su de­ber y tradición heróica, como emi­sarios primígenos del nombre de Colombia. Y los soldados de la Patria, cuyo esplendor ha sido siempre fulgurante de varonía y heroísmo, portando su viejo pabe­llón de guerra, escoltado por sus bayonetas mimadas de la gloria y

Page 43: Revista Edición 94 SEP. 1997

consagradas por la inmortalidad: con un Batallón, cuyo nombre se esculpió con la fuerza de los si­glos, desde nuestras gestas emancipadoras, en las agrestes cimas andinas, «El Batallón Colombia».

Y nos integramos en la lucha al lado de Unidades combatien­tes, de tierra, mar y aire de 16 países del planeta, y de 6 nacio­nes más que daban el tributo de su solidaridad con buques, hos­pitales y bancos de sangre. Uni­dos con los ROKAS, Ejército de Corea, temerarios, bizarros y heróicos, que defendían con su sangre y su martirio el valor de su heredad.

47 años del país históricamen­te llamado CHOSON , tierra de la frescura matinal, de constante sacrificio, de batallar hacia el éxito, de superación en el triun­fo, y de ejemplo vivificante ante los ojos del mundo, con un pro­greso palpitante cada día más di­námico en su desarrollo, para crear el modelo de esplendor que nos presenta Corea, no sólo a los 22 países que combatimos a su lado, sino a los pueblos democrá­ticos del mundo. Su poder estra­tégico, está entre los primeros de los paises de dimensión mundial, su fortaleza industrial es pionera del desarrollo oriental y los mer­cados internacionales, y la calidad humana de sus gentes es modelo de equidad y pulcritud, de renunciamientos y de amor patrio.

Admirable es valorar que la nación coreana, quien descono-

142 ACORE 1

cía la intrépida avidez de nues­tras quillas navales en la contien­da, y el temple heróico de nues­tras bayonetas en combate: de su gratitud ha hecho un testimonio ante los siglos, con dos expresio­nes plásticas monumentales, sembradas en las entrañas de dos continentes Asia y América. Esta pagoda erigida con el granito extraído del mismo corazón de la península, cuyo símbolo de ho­nor y de martirio enaltece dos pa­trias: Colombia y Corea. Y el bello monumento ofrendado a nuestras Fuerzas Militares en la ciudad de Inchón, inmortalizado en el bronce y el granito, en una hermosa dimensión geométrica, que simboliza el significado de nuestra participación histórica, con el majestuoso volúmen gris de un buque representando qui­zá nuestras fragatas, con tres sol­dados a proa con su espada en­hiesta, llegando desde el otro lado del mar para luchar por su libertad. Y en su pedestal, deben estar escritos los nombres de las acciones heróicas de combate que nos llenan de orgullo, de do­lor y de nostalgia, integrados a su epopeya y que son parte también de nuestra historia contemporánea: «El Chamizo», «Kumsong», «El Cerro 180», «El Cerro 400», «El Old Baldy», em­papados de sangre, rutilantes de heroísmo y de la aureola de siem­pre de las armas de la patria, diá­fanas ante la historia, inolvida­bles para la justicia de los hom­bres, que destellan ante las tinie­blas de la indiferencia y la igno­minia. Porque nuestro ejército si ayer fue grande en nuestro suelo

por la grandeza de su gloria, agigantó sus dimensiones en los frentes de batalla del Asia en el presente siglo, y en los campos mustios de dolor de nuestra pa­tria, con hidalguía y estoicismo ejemplar, y el deslumbrante ful­gor de sus merecimientos y heroísmo. Y no se arredra ante el poder del crimen, ni el apoyo tangencial a las fuerzas de la di­solución.

Esta noble conmemoración, es el revivir otra jornada más de honor en el transcurrir augusto de la patria, de su Ejército y su Armada, como ejemplo vivifican te para las generaciones del pre­sente y del mañana, del metáli­co valor de nuestras armas, in­cólumes, sacrificadas y heróicas, con la misma inspiración y for­taleza de siempre que imprime el amor a la patria: y tambien evaluar con admiración, que ese vínculo entre dos patrias, naci­do en los frentes de batalla con el gérmen nutricio de los hom­bres caídos, no fue inútil, sino la nutriente de fé y esperanza, y el artífice del despertar de la her­mana República de Corea, alti­va y palpitante hacia el progre­so, y en cuyo corazón y gratitud está el recuerdo de una Colom­bia erguida, martirizada y mag­nánima, que escribió su nombre con gloria y con sangre, en las trincheras enemigas conquista­das, en sus breñas escarpadas y ariscas y con el orgullo del glo­rioso flamear de su bandera al­tiva en el sacrificio y el triunfo, cuando revivía las glorias pre­téritas de nuestra nacionalidad.

Page 44: Revista Edición 94 SEP. 1997

EL GENERAL JOSE DE LOS SANTOS GUTIERREZ Guerrero de la democracia y caballero del honor

(Continuación del número anterior)

El general Melo no previó en toda su magnitud la re­acción de los grandes cau­

dillos, amenazados en sus intere­ses e inspirados por la causa de la democracia. La lucha de clases planteada, borraba temporalmen­te las diferencias doctrinarias de los dos partidos, cuyos caudillos se dieron a la tarea de levantar a su costo ejércitos con los cuales derribar al usurpador. La restaura­ción de la legitimidad emergió en toda la República como razón de lucha y grito de guerra de los cau­dillos gólgotas y conservadores, quienes, imbuidos del espíritu de­mocrático, no podían aceptar la usurpación del poder por la fuer­za, menos por una clase social dis­tinta que amenazaba directamente sus intereses terratenientes y co­merciales, así se dijera que el pro­pio presidente general Obando, lo había consentido y propiciado para entregar el poder al pueblo.

Mayor General JOSE ROBERTO ffiAÑEZ SANCHEZ

Pero a su vez, el sabor social del conflicto, considerado por ar­tesanos y soldados como medio ne­cesario para defender sus intereses frente a los ricos, permitió que en muchas poblaciones y regiones del país, los caudillos revolucionarios, viendo próximo el momento de las reivindicaciones populares, orga­nizaron fuerzas y se dispusieron a defender el nuevo régimen.

En Bogotá, los ministros y personas más destacadas del gobierno de Obando, se nega­ron a participar en el de Melo. Por esta razón y ante las pers­pectivas de su encarcelamien­to, muchos buscaron asilo po­lítico en las legaciones de los Estados U nidos y Gran Breta­ña, tal como lo hicieron en la primera oportunidad que se les presentó el Vicepresidente Obaldía y el designado general Tomás Herrera.

De las autoridades regionales, el primero en declararse en abierta oposición al régimen de facto fue el gobernador de Tequendama, co­ronel Justo Briceño, quien trató de organizarse militarmente en Tocairna y designó como coman­dante de sus tropas al poeta y co­ronel Julio Arboleda. Luégo el ge­neral Tomás Herrera se escapó de su asilo en Bogotá y acompañado del general Manuel María Franco, se dirigió a Chocontá, donde, por mandato del asilado Vicepresiden­te Obaldía, se declaró en ejercicio del poder Ejecutivo y procedió a la organización del gobierno. El coronel José María Rojas Pinzón, enviado por Melo con 200 hom­bres a perseguirlo, se puso a dis­posición de Herrera.

Por su parte, las ciudades de Pamplona, Tunja, Neiva y Mari­quita, se rebelaron contra la dicta­dura, el gobernador de esta última

1 ACORE 431

Page 45: Revista Edición 94 SEP. 1997

se apoderó de Honda, llave impor­tante de las comunicaciones de Bogotá con la Costa Atlántica y los generales José Hilario López y Joa­quín París pusieron su espada al servicio de la legitimidad y comen­zaron a organizar sus fuerzas. El primero sobrepuso a su amistad personal con Obando, su deber de combatir al usurpador.

El doctor Santos Gutiérrez, lí­der de la comarca cocuyana, al te­ner conocimiento de la revolución de Melo, por su cuenta y riesgo se dió a la tarea de reclutar y or­ganizar militarmente a las gentes del cantón y a procurar contacto con el general Reyes Patria, quien en Sogamoso, Santa Rosa y Tunja estaba ocupado en la misma tarea de combatir al usurpador. Su es­píritu guerrero afloró con entu­siasmo, porque su formación ju­rídica y democrática, no podía aceptar que las armas nacionales, constituidas justamente para pro­teger a las instituciones patrias, se volvieran contra ellas, bajo cual­quier pretexto.

Con tal fin, el cocuyano, ayuda­do por sus paisanos Nepomuceno Leal, Cristo Velandia, Juan Valderrama y otros, recorrió los campos y poblados del cantón en­tusiasmando a sus gentes por la causa de la legitimidad, informan­do a las autoridades sobre los peli­gros que engendraba la dictadura y alertándolas con relación a los pueblos vecinos de Soatá y Chita, cuyos alcaldes se habían declara­do partidarios de la revolución y también se aprestaban a organizar fuerzas en su defensa.

144 ACORE 1

Santos Gutiérrez logró confor­mar con sus propios peones y otros voluntarios, una pequeña fuerza. Así como su formación jurídica lo motivó a defender el gobierno le­gítimo, su experiencia de soldado y de guerrillero, pero sobre todo, sus cualidades militares escondi­das en el transfondo de su ser lo empezaron a revelar como caudi­llo auténtico. Por eso logró confor­mar una unidad de milicias regio­nal pequeña pero entusiasta y re­suelta a ir al combate y cumplir sus órdenes en defensa de las institu­ciones democráticas violadas por el usurpador.

Entre tanto Melo en Bogotá trataba de atraerse a la iglesia y de obtener un cuantioso crédito forzoso para sostener la guerra, el cual debían sufragar los capi­talistas bogotanos. Algunos de ellos obligados por las circuns­tancias accedieron, pero la ma­yoría resolvieron asilarse en la Legación de los Estados Unidos, mientras los jóvenes de las fami­lias más prestantes eran amena­zados de ser filiados como sol­dados rasos. El expresidente José Ignacio de Márquez y varios de los más prestantes ciudada­nos bogotanos fueron encarce­lados y exaccionados en cuan­tiosos sumas.

Las operaciones militares se iniciaron por parte del general To­más Herrera desde Tunja, quien con las fuerzas reclutadas por el héroe de la independencia Reyes Patria en esa ciudad y en Sogamoso, había logrado confor­mar un ejército de 3.000 hombres

aún cuando mal armado y muy poco instruido. Con él, de manera precipitada marchó sobre Zipaquirá, guarnecida por una di­visión melista de 900 hombres bien entrenada y mandada por el coro­nel Manuel Jiménez.

El combate tuvo Jugar el 19 y 20 de mayo de 1854, dentro del perímetro urbano del poblado, con amplia ventaja para los defensores que se habían fortificado derrum­bando muros y abriendo troneras en las casas, desde las cuales dis­paraban protegidos y a discreción sobre los atacantes. Así desde que comenzó la acción, las pérdidas de los legitimistas fueron grandes, y una de ellas, la del general Fran­co, produjo la desmoralización de su ejército.

Por tal razón, Herrera dispuso la retirada hacia Funza en busca de las fuerzas legitimistas de López y París, con la mala fortu­na de encontrarse el 21 con el grueso del ejército de Melo en el Puente del Común; y aún cuando inicialmente el generalBuitrago, que había sucedido a Franco, lo­gró con el batallón Tundama al­guna resistencia, la entrada en ac­ción de la artillería de los dictato­riales, dispersó y puso en fuga a los legitimistas por las lomas de Tíquiza, quienes arrojaban en el camino cuanto les podía estor­bar la huída. El general Herrera y algunos oficiales y tropas a duras penas pudieron salvarse siguiendo por Subachoque a La Vega y Villeta, donde se reunió con la columna que mandaba Julio Arboleda.

Page 46: Revista Edición 94 SEP. 1997

La derrota de Zipaquirá y Tiquiza obligó a los generales López y Pa­rís a desistir de su intento sobre Bogotá. El primero fue a Popayán a organizar el Ejército del Sur y el segundo a la provincia de Mariqui­ta, dejando en la Sabana la guerri­lla de José María Ardila, que tanto dió que hacer al ejército de Melo, mientras el gobierno presidido por Herrera se trasladaba a Ibagué.

Entre tanto, el coronel Corena, había logrado conformar en Pamplona un batallón con poco más de 200 hombres, del cual ha­cían parte los jóvenes Eusebio Mendoza, Leonardo Canal, Anto­nio Valencia, Francisco Olarte y otros; quienes motivados por una carta del asilado Vicepresidente Obaldía en la que les alentaba a ocupar a Bogotá aprovechando su indefensión militar, ya que el grue­so del ejército con Melo se encon­traba en Facatativá, dispuesto a marchar sobre Honda

Corena llegó a Usaquén, don­de, notificado que el comandante melista José María Barriga, había salido de Zipaquirá con 300 hom­bres en su búsqueda, resolvió es­perarlo en una fuerte posición en la Calera. Allí logró derrotarlo el 28 de mayo, pero dos días más tar­de tuvo que soportar el ataque de la división del Coronel Dámaso Girón, ante el cual no pudo resis­tir y tuvo que rendirse.

Estos triunfos iniciales de las fuerzas de Melo, lo alentaron a persistir en su legitimación con miras a mantenerse en el poder, para lo cual denominó a sus fuerzas

como restauradoras o conven­cionalistas; pues, habiendo decla­rado sin vigencia la Constitución de 1853, convocaba a los colom­bianos a una nueva Convención para hacer otra Constitución.

Por fortuna para la legitimidad, Melo era sólo un valeroso soldado en el campo de combate y un mag­nífico instructor de tropas, que creía que el ceremonial y formali­dad militares eran suficientes para obtener la victoria. Pero en el ám­bito de la conducción militar tenía poca luz en táctica y todavía me­nos en la concepción estratégica. Así creyó que la imponente presen­tación de sus húsares y la discipli­na militar de sus tropas eran sufi­cientes para disuadir a sus adver­sarios.

Dada la inveterada costumbre de copiar teorías, doctrinas e ins­tituciones de Europa y de los Es­tados Unidos, sin medir su grado de aplicabilidad en nuestro medio sociaL es posible que hubiera lle­vado al general Melo a intentar prusianizar al Ejército. Sus años de permanencia en Alemania, le habían permitido observar cómo sobre la institución militar se gestaba la reunificación alemana. Por ello, ante la crisis del Estado neogranadino, trató de implantar ese modelo, sin calibrar su grado de receptividad, sin observar que el prusianismo era fruto de la rea­lidad social germana de entonces, políticamente absolutista, social­mente disciplinada y dinámica, estricta en su comportamiento y culturalmente avanzada. Y al im­plantarlo en nuestro medio igno-

rante, pobre, inculto, libertino y anarquizado, se quedó en la for­malidad, en la energía aparente, en la presentación, con muy poco de eficacia profesional, menos de criterio táctico o estratégico. Por eso su ejército fue derrotado y con él su dictadura y el sueño de los artesanos. De no haber sido así, la Nueva Granada habría tenido el primer gobierno de claros vi­sos socialistas.

Por las razones anteriores, las victorias iniciales de Me lo tu vie­ron carácter pírrico, por la estrate­gia que concibió después de ellas: enviar hacia las regiones donde se organizaban sus adversarios, co­lumnas integradas con un núcleo de tropas veteranas y una mayoría de colecticias, con el fin de apoyar a las autoridades que se declara­ran favorables, sentar su autoridad e impedir la organización militar de sus adversarios o por lo menos hostigarlos y presentarlos agotados sobre la capital.

El grueso de sus fuerzas vete­ranas quedaban concentradas bajo sus órdenes en los alrededores de la capital, con el propósito de ba­tir los ejércitos legitimistas en la medida que buscaran la concentra­ción sobre Bogotá o en una batalla general y decisiva. Esta estrategia le daba suficiente tiempo para dis­ciplinar y acrecentar su ejército y emplear su vistosa caballería, que la consideraba fundamental para la victoria. Por eso, elevó su pie de fuerza por decreto primero a 6.000 hombres y luego a 20.000. Cifras nunca alcanzadas a pesar del re­clutamiento forzoso y de las

1 ACORE 451

Page 47: Revista Edición 94 SEP. 1997

exacciones en dinero, alimentos, forrajes y caballerías que tuvieron que soportar los habitantes deBo­gotá y poblaciones cercanas.

Pero la inmovilidad del grue­so del ejército «convencionista» en la Sabana, facilitó la organiza­ción de las columnas legitimistas en las diversas regiones del país, principalmente por parte de los generales López en Neiva y Popayán y París en Mariquita y Honda, y posteriormente la del general Mosquera que había arri­bado a Cartagena donde fue nom­brado Comandante del Ejército del Norte. El general Herrán en Washington, recibió el mando en jefe de todos los ejércitos legitimistas y antes de su regreso despachó por el Caribe, el mate­rial de guerra que pudo obtener. Fueron varias las provincias don­de los revolucionarios tuvieron éxitos parciales, como la de Popayán. Allí fue necesaria la pre­sencia del general López para con­ciliar a los caudillos; la de Cali que tuvo mayores proporciones y algunas pocas de Antioquia y la Costa Atlántica donde la activi­dad de los generales Mosquera y Posada Gutiérrez así como la de las autoridades regionales pudie­ron garantizar el orden.

De tal manera, las distintas co­lumnas legitimistas empezaron a cobrar disciplina, organización y buenos resultados en el combate. El coronel Julio Arboleda obran­do desde Honda, pudo sorprender la guarnición melista de Guaduas y el sargento Mayor Félix Monsalve desde Guasca, la de Chipaque.

146 ACORE 1

No sucedió lo mismo en las provincias de Tunja y Tundama, donde el coronel Dámaso Girón enviado por Meto con una divi­sión de 800 hombres, las ocupó después de derrotar al general Reyes Patria en Bonza. Esta vic­toria de la dictadura se debió a que el sogamoseño no pudo recibir a tiempo refuerzos de los cantones leales al gobierno legítimo como el del Cocuy, cuya pequeña fuer­za a órdenes de Santos Gutiérrez fue dispersada por las gentes de Chita, que habían logrado orga­nizarse en guerrillas. El jefe cocuyano pudo escapar de ser cap­turado gracias al oportuno aviso que algún conocido le dió y al re­fugio seguro que le brindó otro en dicho poblado. Pero allí perdió 100 bestias que había enviado en apoyo de Reyes Patria.

No tardó mucho tiempo San­tos Gutiérrez en salir de Chita a reorganizar a los dispersos e in­corporar otros voluntarios, con los cuales, burlando las guerrillas melistas, pudo incorporarse y en­grosar la columna de 90 hombres, que Reyes Patria había salvado en Bonza y que marchaba hacia Pamplona, a ella también se sumó el gobernador de Málaga Eustorgio Salgar.

En Pamplona, el centenar de hombres del general Reyes Patria fue reforzado con la columna del Teniente Coronel Antonio María Díaz que había retrogradado de Bucaramanga ante la presión de la división convencionista de Dámaso Girón que marchaba a imponer el orden dictatorial y a

contener a Mosquera. Por fortu­na, la marcha de Girón fue lenta, debido a la amenaza legitimista del gobernador de Tundama que había logrado apoderarse de la Salina de Chita, a donde tuvo que ir el Coronel Troncoso a recupe­rar aquella estratégica posición.

De tal manera, Reyes Patria tuvo el tiempo y apoyo requeri­do para rehacer sus fuerzas, disciplinarlas y entrenarlas, pues la mayoría eran gentes rústicas del campo, analfabetas y sin ma­yor grado de entrenamiento mi­litar, aún cuando sí dotadas de la capacidad de adquirirlo rápida­mente, gracias a su idiosincracia y al entusiasmo, coraje y ejem­plo de jefes y caudillos regiona­les como Santos Gutiérrez.

Por este mismo tiempo, se con­solidaba el gobierno legitimista con la fuga del vicepresidente Obaldía de Bogotá a !bagué, don­de asumió la presidencia de la Re­pública e integró un gabinete paritario integrado por Pastor Ospina como representante del Conservatismo y José María Plata por el Liberalismo.

Además, los distintos ejércitos legitimistas, a órdenes de renom­brados jefes, fueron concretando su organización militar. La colum­na de Antioquia con cerca de 600, se incorporó al ejército del gene­ral París en Honda y Mariquita, y el general López, después de la recuperación de Cartago logró con­centrar sus fuerzas en la provincia de Neiva y empezó su avance ha­cia la capital.

Page 48: Revista Edición 94 SEP. 1997

Mosquera por su parte, antes de emprender su marcha desde la Costa, garantizó con las autorida­des regionales el orden público, la seguridad y el flujo del material que llegaba del exterior, ya que el primero se había alterado con la rebelión de algunas provincias en favor de la dictadura. siendo la más importante la de los indios de Cié­naga y de San Juan que intentaron ocupar a Santa Marta.

A finales de agosto de 1854, la división de Dámaso Girón marchó a buscar las fuerzas de Reyes Pa­tria, antes de que llegara Mosquera en su apoyo. Esta división había logrado un buen grado de discipli­na militar y espíritu combativo, gracias al empeño de su coman­dante, de su segundo el coronel José María Rojas Pinzón, de su jefe de Estado Mayor coronel venezo­lano Enrique Weir, del comandan­te Díaz, de Santos Gutiérrez que empezaba a mostrarse como ofi­cial brillante y de otros jóvenes que después fueron ilustres. Estaba in­tegrada por 640 hombres organi­zados. en los batallones Socorro. Vélez, Santander, Constante y Franco.

El primer encuentro entre la di­visión de Girón y la de Reyes Pa­tria tuvo lugar sobre las alturas de Piuñuelas entre Musticua y Silos donde el primero se organizó defensivamente. Dámaso Girón sólo empleó en el atque a su van­guardia, por considerarla suficiente para desalojar la posición, pero se llevó una sorpresa al ver cómo era rechazada, dispersada y tomada prisionera en gran proporción. Re-

yes Patria, a pesar de este triunfo, de manera prudente no esperó otro ataque del grueso de la división convencionista que le doblaba en número. Resolvió defenderse so­bre la propia ciudad de Pamplona, concentrando su esfuerzo en tres de los costados de la plaza mayor, donde las construcciones garanti­zaban la protección de sus hom­bres y aumentaban sus posibilida­des de triunfo.

El ataque a Pamplona comen­zó otra vez con el avance de la vanguardia por el cementerio. Pero allí Reyes Patria organizó con prontitud un contra-ataque combinado por el frente y la reta­guardia, el primero a órdenes del coronel Rojas, en cuyas filas ser­vía el Doctor Santos Gutiérrez y el segundo al mando del coronel Díaz. Entre ambos lograron des­articular a los atacantes, dispersar­los y tomarles varios prisioneros. Pero esta acción cobró la vida el coronel Rojas y Santos Gutiérrez estuvo a punto de perderla al caer muerto su caballo cuando de ma­nera intrépida pretendía romper la puerta de la casa donde estaban atrincherados sus adversarios.

Al observar Girón desde la coli­na que domina la ciudad por el oc­cidente la derrota de su vanguardia, decidió contenerla con un ataque general bajo su propio mando. Bajó del cerro y a la cabeza de sus hom­bres avanzó resuelto contra las só­lidas posiciones de su bizarro ene­migo. Para su desfortuna y la de la causa que defendía, encontró de manera rápida la muerte y con ella la derrota y dispersión de su divi-

sión. Un centenar de revoluciona­rios quedaron tendidos en el cam­po, 200 fueron tomados prisione­ros y el resto, dispersos huyeron hacia el Socorro y el Chicamocha perseguidos por el coronel Díaz, quien no pasó este río por órdenes del propio general Mosquera que se aproximaba por Ocaña.

En el parte de esta acción, Re­yes Patria resaltó el comportamien­to heróico del Doctor Santos Gutiérrez, aliado del coronel Díaz, Ezequiel Canal y otros más. Su bi­zarra conducta le mereció el reco­nocimiento como Teniente Coronel de Milicias, grado con el cual em­pezó a figurar en adelante, en su carrera militar.

Después de este importante triunfo, llegó Mosquera a Bucaramanga, donde dispuso que los jefes y oficiales boyacenses, pasaran a las provincias de Tundama y Tunja, recién liberadas la primera por las fuerzas de su go­bernador Luis Reyes y la segunda por las guerrillas de Gabriel Reyes, a organizar un cuerpo de infantería y de caballería. Con tal fin llegó Santos Gutiérrez a esta hermosa re­gión, en medio del entusiasmo que la legitimidad había despertado en sus gentes: «Corrió la noticia por todos los pueblos y de inmediato los pueblos de Firabitoba, Iza, Tibasosa y Floresta, marchaban cuantos hom­bres tienen caballos disponibles; era ésta una procesión de los vecinos más notables de esta provincia. To­dos iban en busca del peligro, lle­nos de entusiasmo y animados por el valor y el patriotismo».

(Continuará en el próximo número)

Page 49: Revista Edición 94 SEP. 1997

LA RAZON DE LOS ENCUENTROSDEACORE

Han sido nuestras reunio­nes, paralelas al mismo progreso de la Institución;

que han ido avanzando unas en el plano profesional, otras en el pla­no intelectual, también en el plano social e internacional, pero en todo caso manteniendo y conservando los eslabones de la amistad y del compañerismo. _

Nos han llevado progresiva­mente los encuentros anuales, hoy el octavo, a realizar las vivencias de las gratas reuniones con los aso­ciados de las diecisiete seccionales de todo el país; allí se reviven los principios comunes que tenemos y que nos han hecho vivir; es allí en donde interpretamos los antioqueños, caldenses, caleños, costeños, santandereanos, bogo­tanos y demás asociados, lo que son las virtudes militares, lo que es la amistad, lo que es el compa­ñerismo, lo que es la lealtad; todo

j48 ACORE 1

Coronel GUSTAVO GARCIA ACOSTA

esto nos hace ver y sentir que vi­vimos por principios, realmente no nos une nada material, pero estamos entrelazados unos con otros por esos principios comunes que nos han hecho conservar la Asociación.

Entonces los encuentros han tomado la importancia de la unión y de la cohesión, para seguir el derrotero de ser históricos; por esto se deben conocer, se deben sentir por esta generación que está hoy en la reserva; hemos sido tes­tigos presenciales de la trascen­dencia nacional e internacional que han tenido y que sin duda nos llevarán a reunir todos los esfuer­zos para integramos, pensando en una institución fuerte, inspirada en ideales nobles con comunes in­tereses y trabajos de conjunto.

Con estos encuentros esta­mos revitalizando la esencia de

lo que es ACORE, perfectamente convencidos y optimistas de nues­tras metas y objetivos, de que nuestros propósitos siguen ade­lante, de la superación diaria, de que la unión se reafirma como esencial y necesaria, de que la ins­titución es incólume, de que nues­tro ideal es el bienestar de los Asociados, y de que si hay una institución más, debemos hacerla girar alrededor, en un solo pro­pósito y en honor de nuestras Fuerzas Militares.

El octavo encuentro de ACORE, señala el momento de fortalecer y renovar los vínculos, movilizando nuestras energías con entusiasmo, con participación, con alegría, con armonía de jóvenes y viejos de to­das las épocas, y con el futuro de proyectar nuestra ejemplar organi­zación al siglo XXI, con muchas esperanzas, muchos valores de unión y verdadera solidaridad.