REVISTA DIEZ - NÚMERO 121

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Comitán, ciudad que habla de vos Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez En este número: CASA DE CITAS - de Héctor Cortés Mandujano EL EXCUSADO DE HOYO - de Enrique Robles Solís LA PASIÓN, SEGÚN DAVID TOVILLA

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La actualidad de la ciudad de Comitán de Domínguez, Chiapas.

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Comitán, ciudad que habla de vos

Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez

En este número:

CASA DE CITAS - de Héctor Cortés Mandujano

EL EXCUSADO DE HOYO - de Enrique Robles Solís

LA PASIÓN, SEGÚN DAVID TOVILLA

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Contenido

5.– EDITORIAL:

¡Orgullo!

6.– ZAGUÁN: Arenilla

La pasión, según David Tovilla.

8.– PATIO:

Las fotografías de la quincena.

18.– BALCONES:

Casa de Citas

“75 páginas sin patos”

Autor: Héctor Cortés Mandujano.

30.– CORREDORES:

El excusado de hoyo.

Autor: Enrique Robles Solís.

36.– SITIO:

Entrevista con:

Amando Vázquez Morales.

Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa

Vázquez.

44.– ACTUALIDADES.

46.– MOJOL:

Amor primero.

48.– En nuestro próximo número:

Entrevista con:

Pepe

Alfonzo.

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Editor responsable: Alejandro Molinari

Contacto: [email protected]

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Comitán, ciudad que habla de vos

Por fin, desde la Autoridad, se emprende una campaña a favor de ¡lo nuestro! No se trata de in-

sertar elementos de manera artificial. Comitán, desde siempre, es un pueblo que habla de vos.

Hay muchos jóvenes que ya no usan el voseo, pero -por el contrario– existe un gran sector

de la población que se expresa con el vos, de manera natural. Hemos crecido en esta ciudad,

donde en sus plazas, en sus mercados, en los patios de las escuelas y en las salas de las casas

¡oímos hablar de vos!

El voseo es un rasgo de la personalidad del comiteco. Acá, a diferencia de los argentinos,

quienes también -orgullosamente– hablan de vos, tenemos un “cantadito” que nos identifica y

nos hace únicos en el universo.

Por fin, desde la oficialidad, existe un reconocimiento a este rasgo lingüístico. Se trata de

recordar a los nuestros que nuestra ciudad tiene un habla propia; asimismo, se trata de decirles

a quienes llegan a esta ciudad, que acá, en el corazón de Chiapas, hablamos desde el corazón.

Hay muchos jóvenes que gustan de comer hamburguesas, pero existe un gran sector de la

población que sigue disfrutando los panes compuestos. Muchos jóvenes prefieren las “palomitas

con caramelo”, pero otros son felices con un salvadillo con temperante.

Nuestra ciudad está conformada por una gran variedad de personas. Ya somos más de

ciento veinte mil habitantes. Muchas de estas personas hablan como si fueran del Distrito Fede-

ral y sienten pena por los que hablamos de vos. Pero nosotros no nos apenamos. Existen millo-

nes de argentinos que hablan de vos, que cantan de vos, que escriben de vos, que sueñan con

vos, y lo hacen sin ninguna pena, ¡al contrario!

A partir de hoy, el Honorable Ayuntamiento de Comitán, recibe al visitante diciendo que

escuche con atención porque arriba a una ciudad donde su gente ¡habla de vos!

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“Letras apasionadas. Prontuario de Octavio Paz” se llama el libro más reciente de David To-

villa. Se llama así, porque letras apasionadas son las suyas.

David, con este libro, suma otro DIEZ a su bibliografía, ya amplia. El recuento de sus

libros nos dice que en 1994 publicó su primer libro (“El loco mundo del agua”). De entonces

a la fecha ha publicado diez títulos más. En 2010 publicó uno (“Vislumbres libertinos”); en

2011, sumó dos títulos más (“Imágenes voluptuosas” y “Destellos”) y en este 2012 -que

apenas balbucea su primer trimestre– ya ha presentado dos libros (“Juguetes y

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ocasiones” y el que es motivo de este comentario). Con esto, David se convierte, por pertinen-

cia y emoción, en el autor chiapaneco más prolífico en cuanto a publicaciones.

Su libro más reciente vuelve a sorprender a sus lectores, por la magnífica edición y por la

calidad del contenido.

En la contraportada se lee: “El Prontuario constituye una herramienta para acercarse al

pensamiento de Octavio Paz”. Como si fuese un vaso para contener el agua esencial de Paz, el

libro de David otorga al lector la posibilidad de acercarse al límite infinito del pensamiento de

nuestro Nobel de Literatura. Todo mundo coincide en que la inteligencia de Octavio Paz des-

bordaba en bordados luminosos. Su pasión no tuvo límite. De igual manera, la pasión de David

parece no encontrar diques.

David ha realizado el prólogo y luego ha abierto la puerta para que los lectores entremos

de lleno, sin vestigios de penumbra, a la estancia luminosa de una de las mentes más luminosas

del siglo XX. De la obra ensayística de Octavio Paz, el autor ha elegido ciento treinta y cuatro

nociones del pensamiento del famoso escritor.

En forma alfabética, el lector encuentra en el Prontuario una serie de respuestas a temas

fundamentales que obsesionaron a Octavio Paz. La labor de David ha sido exhaustiva y de in-

teligencia discriminatoria. De todo el agua que contiene el mar ¿qué decantar para escuchar su

voz y su pensamiento? David se ha colocado en la playa, se ha internado mar adentro, ha bu-

ceado y luego, como si fuese Moisés, ha elevado los brazos, ha partido en dos el mar y nos ha

impelido a cruzar, junto a él, junto a Octavio, para reconocer que sólo quien se atreve a ir más

allá es el que logra acercarse a la luz. Más allá está Dios,

mucho más allá. Paz y Tovilla así lo intuyen. Paz con su pen-

samiento y Tovilla en la delicada y dedicada misión de ex-

purgar el oro.

David se ha convertido en el referente más directo de lo

que puede ser la pasión en la literatura chiapaneca, y cómo

compartirla. Este libro es (así lo dice el autor) “un testimo-

nio: de una etapa; de la posibilidad de permutar una adver-

sidad personal en una oportunidad”. Es, por lo tanto, un

testimonio de que la inteligencia está por encima de todos los

muros. La inteligencia ¡vuela! No es posible que quienes

están atados a los terrones puedan cancelar a la inteligencia.

Por esto no es casual que sea el pensamiento de Octavio Paz

el que esté inmerso en cada huella de este libro, no lo es, por-

que Octavio también fue un hombre que voló en el mar infi-

nito de la libertad.

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¡Ah, vos, no te fijés en la ortografía! ¡Vos, comela, que está bien sabrosa!

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Comprar un boleto es un poco difícil, pero, eso sí, ¡el viaje es de primera!

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‘orita no me hablés, porque estoy bien concentrado.

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¿Trabajar de planta? Pues yo tengo cierta experiencia en ser planta de chipilín.

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Acá se comprueba cómo, en Chiapas, debajo de cada piedra

¡hay un poeta que viborea!

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Foto: Cortesía

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Son vistosos los colores, manejable el tamaño, creativo el diseño, la edición es lin-

da e incluye un separador. El libro es, pues, como nunca debe decir alguien que se

supone sabe describir, bonito. Si lo vemos por fuera dan ganas de abrirlo, de leer-

lo.

Se titula Prohibido degollar patos, el autor es Luis Daniel Pulido y la editorial

se llama Almada Broders. Es su carta de presentación. Abrámoslo, leamos.

Luis Daniel es un niño y un adolescente y un adulto que, sin que se les pueda

deshebrar, tiene ganas no de comerse, sino de sacarse el mundo de encima. Por

eso, sus poemas son un variopinto catálogo de ideas, sensaciones, imágenes (p. 9):

“Lo último que recuerdo: la mano de mi madre/ dándome esa pastilla anti cruel-

dad que tomo/ desde niño y el agua con su primer destello/ de mar abierto”.

Pulido parece creer a pie juntillas que, como dice Mallarmé, todo en el mundo

existe para terminar en un libro o, más compendiado aún, en un poema. Por ello su

recurrencia a la eclosión de tanto en cada línea (p. 10): “No creo en la voluntad

romántica del socialismo,/ tampoco en la obvia travesía de los capitales,/ aunque

prefiero Cancún o Los Cabos…”

Escribe sin subterfugios sobre sí mismo (“me di un gatillazo de cocaína”; “he

sido malo, y saben, no quise serlo”) y sus poemas parecen, así, fragmentos de una

biografía que sólo toma respiro entre la vuelta de una página a otra donde nos di-

ce (p. 14) “Es cierto que he dejado el whisky” y luego (p. 16) “Hay días que me

siento triste”, como si los versos de uno y otro pudieran cambiarse de lugar, como

lo intentó en varias ocasiones Cortázar en sus juegos poéticos, como lo concreta

Paz en varios de los suyos.

En su claro amasiato con la música, no cesa de evidenciar en sus títulos, que

son nomás punta de iceberg, su filiación musical: “La balada del caballero de la

noche”, “El blues rockero de Tom Brady”, “El blues del pollito que extraña a su

novia y cada día está más flaquito”, “Al son de la poesía (con puntitas, figuras y

detalles)”, “Balada para Lupita Calvo”, “Canción de amor unplugged”, “Yo no

quiero ser un héroe, lo que quiero es llamarme Jaime López”. Antes de cerrar el

libro, incluso, lo hace suponer un disco y agrega dos últimos poemas como Bonus

track.

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Es notoria también la influencia que en él tiene el cine. Hace referencias a la voz

en off, al stop motion, a Batman, George Lucas, Hollywood, Godzilla, Rudo y cursi,

Stanley Kubrick, Kun Fu Panda, Guillermo del Toro…

Su escritura heteróclita no desdeña luchadores, países lejanos, gente de la

farándula, escritores, Muebles Troncoso, héroes de cómic, boings de mango. Todo

sirve para amueblar el salón inmenso de este universo donde está prohibido dego-

llar patos, aunque el terapeuta informe al poeta que debe pensar las cosas en serio

porque el barco pirata del que habla, en realidad es su casa y (p. 28) “dice,

además, que tengo cuarenta años,/ que en mis huesos se sedimentan golpes/ y cin-

co fracturas, que en mi corazón/ no hay cajitas para abrir y lo más triste:/ Que yo

no inventé la pizza”.

Los poemas recorren la larga pista que existe desde la balandronada (p. 36,

“no existe poesía sin hombre de manos fuertes”), pasando por la fantasía (p. 50:

“Somos protagonistas de una comedia/ romántica de los años cincuenta”), hasta la

ternura sin retoques (p. 43): “Ojalá volvieran los días cuando tocabas/ mi pancita

y soñabas con volverme grillo”.

Como en las películas de, justamente, los hermanos Almada hay en este poe-

mario violencia (p. 18: “Quizá un ladrón, un díler de sueños/ o un padre desespe-

rado, nos haga/ el favor y nos salve metiéndonos/ un balazo en la cabeza”) y amor

(p. 19): “Y entonces busco tu rostro y sé que viene lo mejor:/tus ojos, tu sonrisa y

todo eso por lo que daría la vida”. Pero no hay patos que degollar, pese al título,

en estas 75 páginas de poesía. Lo que hay mucho en este nuevo libro (y en los ante-

riores) de Luis Daniel Pulido es la necesidad de escribir sin ponerse máscaras ni

guantes, ni traje de etiqueta ni baberos, ni camisa de fuerza ni mesura. Lo que hay

en Prohibido degollar patos son palabras que rezuman vida, versos completos, en-

teros (con triglicéridos y colesterol), experiencias vueltas letras que trasminan sen-

timientos y que son como “un viejo cuaderno lleno de notas” donde un hombre

llamado Luis Daniel Pulido nos habla como si supiera que también nosotros, algu-

nas veces o casi siempre, hemos sido malos (oh, qué canallas), pero también (ay,

qué cursilería) nunca hemos dejado de creer en el amor.

* Texto leído por el autor en la presentación de Prohibido degollar patos, de Luis

Daniel Pulido, en el Café Shiva, de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 16 de febrero de

2012.

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***

Sin ser un gran seguidor suyo, he visto varias de las cintas de Lars von Trier

(Bailando en la oscuridad, la básica; Dogville, Manderlay y Melancolía, de 2011, la

más reciente); Jaime Ruiz Ibañez, mi amigo cineasta, me regaló la extraña Las

cinco obstrucciones (The Five Obstructions, 2003) donde Lars hace un experimento

con otro cineasta afín, Jorgen Leth, a quien le pide filmar de nuevo su cortometra-

je El humano perfecto (1967), pero con una serie de obstrucciones, de limitaciones.

El resultado es una especie de documental, de cocina de autores (arrancan en

2001, concluyen en 2003) que muestra a dos cineastas jugando formalmente con

su trabajo cinematográfico. Trier dice conocer más a Leth que Leth mismo, y que

de él aprendió a filmar con reglas del juego, limitaciones o auto flagelos. Por eso el

juego, el desafío entre ambos.

Von Trier, como sabrán quienes estén interesados en el cine, ha buscado la

polémica de siempre (su Dogma 95 ha hecho correr ríos de tinta). Por sus declara-

ciones, cuando presentó Melancolía, alcanzó el punto más alto (declaró su simpa-

tía por Hitler, dijo de sí que se consideraba nazi) y fue declarado persona non gra-

ta en el Festival de Cannes. Dicen que ahora nadie le quiere producir nada. No lo

tienten, acuérdense que Hitler quiso ser pintor y nadie le hizo caso. Mejor que

Lars siga filmando.

En fin. Una de mis conclusiones sobre Las cinco obstrucciones (el trabajo de

ambos cineastas elude los planteamientos definitivos) fue que el arte, aunque bus-

que ser parte de la realidad sólo la toca para crear una realidad paralela; el artista

es alguien que ve la realidad desde su burbuja personal (todos vivimos en una

burbuja, no sólo los hacedores de arte) y con su mirada, necesariamente subjetiva,

agrega a la realidad algo que ésta no tenía, no tiene.

***

En el final de Deseando amar (2000), el director Wong Kar-Wai, para redondear

esta historia de amor triste, escribe una verdad meridiana: El pasado se puede

ver, pero no se puede tocar. En cambio, es sobre política la frase que se me quedó

de J. Edgar (2011, dirigida por Clint Eastwood), una biografía sobre el creador del

FBI: Hasta lo no autorizado necesita autorización.

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***

El que sueña no teme el dolor de muela

Shakespeare, en Cimbelino

En la pantalla de mi sueño apareció una inmensa montaña; tuve, luego de extasiarme con su

vista, la sensación de yo estaba dentro de ella. La sensorialidad fue cada vez más precisa: no

estaba dentro de la montaña, sino era la montaña. Sentí mi materia terrosa, el peso de las

piedras, aguijones finos donde nacían los árboles, nada donde el pasto. Qué inmensidad, qué

poderío. Arrojé varios pedruscos para probar mi control sobre mi naturaleza.

Decidí moverme, mi ectoplasma voló hacia el cielo y me convertí en él: fui el sol (oía mi

ruido sordo calcinándome a mí mismo), las nubes, el viento. Cuando una de mis partes ba-

jas, un viento a ras de suelo, se movió noté como quedaba enganchado por momentos en los

árboles y sentía con fugacidad la sensación de su estatura, sus flores, sus frutos, sus muchas

ramas.

Concentré mis sensaciones en el vientecito que acariciaba lomas (yo era el acariciante, el

acariciador y la caricia), montes, pájaros, serpientes, rocas, hasta legar al mar. Ser el mar,

qué delicia este movimiento que da vueltas, se rompe contra los murallones, suspira en las

arenas, saca de lo profundo aguas frías para que las caliente el sol. El enorme tiburón fui yo:

nadé hacia el pez que en mis mandíbulas se volvió sangre, carne triturada. También fui el

pez molido incorporándome a mi nuevo hogar.

De pronto no pude moverme. Era una vieja piedra tallada. Hice un esfuerzo mínimo y

entonces comencé a recorrerme con delectación: me había convertido en una enorme pirámi-

de y estaba dentro de todos los cuerpos morenos que danzaban alrededor de una hoguera,

allá abajo, a mis pies. Yo era todos (el niño, la vieja y el jaguar que desde la oscuridad veía,

relamiéndose, tamaña cantidad de posibles víctimas), yo era todo.

Me desperté feliz. Conté mi sueño a un amigo.

—¿Y qué crees que signifique?, me dijo.

—Mira, ya leí desde hace mucho La interpretación de los sueños, de Freud, y varios li-

bros sobre el tema, dado que soy un soñador empedernido desde niño. La conclusión es que

no hay sueños proféticos ni ninguna de esas zarandajas. Los sueños se producen dentro de

nosotros mismos, con la información que tenemos, son básicamente proyecciones…

—Entonces este sueño que me cuentas es muy claro, ¿no?

—¿Ah, sí? ¿Qué crees que significa?

—Que tienes un ego del tamaño del mundo.

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Contraportada

“Un escritor contrata a los habitantes de Comitán para hacer las veces

de personajes de sus novelas, y está escribiendo una sobre Vincent Van

Gogh; así, realidad y ficción se trastocarán hasta llegar a un desenlace

fatal. Al más puro estilo Vila-Matas, en este volumen se entrecruzan la

metanovela, la observación aguda de la vida provinciana, el humor y

la más clara voluntad de estilo. “Sólo en los cuadros de Van Gogh exis-

ten los cielos Van Gogh”, dice Alejandro Molinari en esta breve pero

intensa novela.”

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4a. calle norte oriente No. 10

Comitán de Domínguez, Chiapas

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Un lavado público convenientemente remodelado, pero que aún conserva sus urinarios y

letrinas, es desde hace seis años el hogar de Zeng Lijun, un inmigrante rural chino de 33

años, de su esposa y su hijo de 14 meses, informó la prensa oficial china. La singular vi-

vienda, de apenas 20 metros cuadrados, se encuentra en un hostal de la ciudad de Shen-

yang, en el noreste chino, y desde hace unos días circulan imágenes de ella en las redes

sociales chinas más visitadas por los cibernautas de ese país.

Zeng, quien dice sentirse satisfecho con su actual morada, ha dispuesto su cama so-

bre una letrina (tapada con tablas) y la televisión descansa en una mesa cuyos apoyos son

unos urinarios. “Mi vida es mejor que antes, cuando tenía que apañármelas como fue-

ra”, comentó el inmigrante a la agencia Xinhua, recordando que cuando llegó a Shen-

yang desde su pueblo, hace 13 años, sólo tenía unos 50 yuanes (7 dólares, 5 euros) en el

bolsillo.

Las paredes de la casa de Zeng con las mamparas de madera que suelen separar los

excusados públicos, que la familia ha decorado con fotos de Michael Jackson, carteles

tradicionales chinos para atraer a la suerte u otros ornamentos. Pese a lo austero del lu-

gar, éste no le sale gratis a Zeng, quien paga al hostal 8 mil yuanes anuales (14 mil 250

pesos) por vivir allí.

Para sustentar a su familia y pagar ese alquiler, el joven chino trabaja como limpia-

botas, cerrajero y zapatero remendón en la cercana estación de autobuses local, donde

gana unos 2 mil yuanes mensuales (3 mil 562 pesos). Aunque los baños públicos donde

vive Zeng hace años que no se usan como tales, él cuenta que debe usar la cisterna con

frecuencia para eliminar los malos olores que a veces desprende el sistema de tuberías.

También reconoce que debido a la humedad reinante en esta morada su hijo ha tenido

problemas cutáneos, por lo que admite que le gustaría trasladarse a un hogar más con-

fortable, aunque de momento la situación económica familiar no se lo permite.

El caso de Zeng es anecdótico, pero refleja una realidad social imperante en China,

donde las malas condiciones en las que viven los cerca de 100 millones de inmigrantes

que en la última década han dejado las zonas rurales para buscar trabajo en las ciudades

es la constante en el país más poblado del mundo.

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Uninajab, para la familia de don César Solís no es sólo una palabra y un lugar de

recreación, es parte de la historia de la vida de cada uno de nosotros, es una referencia de

las vivencias y la puerta de los recuerdos y la nostalgia. Desde nuestra niñez, infancia y

adolescencia, visitamos ininterrumpidamente a Uninajab, una vez al año, precisamente

después de concluida la semana santa. De tal suerte que el verde de los amates, el olor

sulfuroso de sus aguas, el cantar de las palomas y el chiflido de los chisquirines, amén de

las noches de estrellas, de los conciertos de los grillos y el volar nocturno de los mushca-

ques, los llevamos en la piel y en el corazón, como un tatuaje permanente y sempiterno.

La aventura empezaba el día de la partida, frente a la casa de mis abuelitos, enfren-

te de la Iglesia Grande, se estacionaba el camión de redilas de tres toneladas de César

García y tres cargadores subían todas las cosas que debía llevar el camión. Cajas de

cartón repletas de comida y de carbón, maletas de petates repletas de ropa, utensilios de

cocina, costales con hielo y aserrín, petates, agujas de arrea, hilo, sombreros, gorras,

lámpara de luz llena de gas, bombillos, la escopeta cuata del abuelito, las resorteras, una

dotación de canicas morrocas y todo lo necesario para pasar 15 días extraordinarios.

Lo intransitable del camino garantizaba privacidad, el paso por el “puente” (hoy

Francisco Sarabia), la subida por Tenam, la llegada al “Vergel” donde nos proveíamos de

agua dulce que nos entregaban en barriles de madera, la bajada del cerro, el paso del vo-

ladero, en donde empezaba el rosario comandado por mi tía Merce, la vista desde el ca-

mión de la laguna de Coilá, la llegada al “Trapichito” y finalmente la recta esperada pa-

sando por “La taojía” y el arribo a Uninajab, donde nos esperaban y nos recibían las fa-

milias de Félix y doña Julia, entre otros; y una caravana de chuchos flacos que ladraban

su alegría.

Nuestra “residencia” era un jacal construido con cañas secas de maíz, horcones de

madera y techo de palma fresca. Tenía su comedor y dos cuartos separados por una divi-

sión de las mismas cañas secas de maíz, alfombrados con juncia verde y olorosa. A las pa-

redes interiores del jacal, se le cosían petates para evitar el frío y los insectos, la “percha”

era fundamental, un palo largo amarrado a uno de los horcones, en donde se colgaba la

ropa. La cocina, igualmente construida con cañas secas, pero con techo de hojas de laurel

y finalmente en un lugar estratégico: ¡el excusado!

El excusado, una caja de madera suficientemente amplia, con tres “calibres” para

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sentarse y una grada de madera para subirse, se

sembraba en un hoyo que permitía por detrás la

entrada de los cuches para que hiciera su tarea,

no tenía techo, las cañas de maíz que formaban

las paredes, permitían que el ocupante no se vie-

ra, salvo que éste se parara en la grada y asoma-

ba la cabeza para apreciar el panorama. Desde

ese lugar, por entre las cañas de maíz, se veía pa-

sar a la gente e incluso al amate y los que retoza-

ban en sus aguas. No faltó ocasión en que, alguno

de los que pasaban por ahí, incluso te saludaran.

No había, cada año, más familias que Doña Ma-

rianita Pérez y sus hermanas, Don Carlos Esco-

bar, Doña Beatriz Sosa, el Tio Chepón y nosotros.

Todos contaban con ese tipo de excusados, con ex-

cepción de Doña Mariana Pérez, cuyo excusado

daba a la corriente y no necesitaba del cuch. Eran

comunes las historias de las actividades de los cu-

ches que a veces eran atrevidos, quizá de ahí sur-

gió el cuento aquel, en que una señora se fue a

confesar y le dijo al padre: “me acuso padre que

me josió el cuch y me gustó”.

Don Armando Alfonzo, en su libro relativo a

Uninajab, narra con maestría todos estos aconte-

cimientos. En esos tiempos, no teníamos necesi-

dad de vivir en el excusado, como los amigos chi-

nos, pero era una parte fundamental de nuestras

vacaciones y se demuestra que de extremo a ex-

tremo en el mundo, estos espacios resultan vitales.

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Plaza Las Flores - Local 34

Servicio a domicilio:

Tel.: 108-90-44

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Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez

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Para tener una alimentación completa, es fundamental el consumo de frutas y verduras. Basta con ir

al mercado, elegir algunas manzanas, plátanos, tomates y cebollas para complementar el menú del

día. Sin embargo, en pocas ocasiones, reflexionamos de dónde provienen, el recorrido que han se-

guido para llegar a la mesa; la inversión, el trabajo, pero sobre todo, la esperanza de los producto-

res. Amando Vázquez Morales, Ingeniero Agrónomo, es agricultor de chiles, pepinos y desde hace

veinte años, ¡de jitomates! Es originario de El Triunfo, tierra que se caracteriza por el trabajo de sus

habitantes y por ser uno de los principales productores del estado. Al respecto Amando responde las

siguientes preguntas:

¿Por qué se dedica a la agricultura?

Me gusta el trabajo de campo, lo disfruto, es muy bonito. Estudié una carrera para Ingeniero

Agrónomo, pero para encontrar trabajo es muy difícil así que, me dediqué al cultivo del cam-

po. Aquí platicamos con las plantas. Nos piden sus nutrientes, agua. Tienen un lenguaje mu-

do que nosotros interpretamos. Con sólo ver la hoja ya sabemos qué nos está pidiendo la

planta; si nos pide nitrógeno, fósforo, potasio o calcio. Si una hoja está dobladita para atrás

nos está pidiendo magnesio, si hay varias hojas dobladas, nos está pidiendo manganeso; en-

tonces la planta reacciona y se va poniendo más bonita. Les metemos calcio para que los jito-

mates salgan con buena consistencia, pero mucha gente que no sabe le mete otras cosas y da-

ña a la planta, le produce enfermedades. Mucha gente no disfruta el proceso de siembra y co-

secha. Muchos, en lugar de contemplar la planta, de atenderla, la regañan cuando los precios

están bajos. La planta hace su función, si nosotros aplicamos los macro y micro elementos

que necesita entonces reaccionará positivamente, nos da su cosecha y ya el mercado pues ¡es

otra cosa!

¿Qué significa este lugar para usted?

Mucha gente lo ve como un trabajo muy cotidiano pero no. Es un arte porque desde que plan-

tamos la plantita ya estamos creando. Nos adentramos a esto y cuando estamos aquí no que-

remos salir. Debemos estar muy atentos con el color y textura de las plantas, de eso depende

el resultado en los frutos. Este espacio no es un invernadero, aquí le llamamos casa-sombra.

En sí, es una casa de malla antiáfidos. Esto se practica en zonas cálidas como en Tapachula y

Tuxtla. Si afuera estamos a veinte grados aquí estamos a veintidós, ese microclima le gusta a

la planta y desarrolla más rápido y da mejores frutos que estando a intemperie. Esta casa-

sombra nos funciona muy bien. Aquí somos nuestro propio patrón, trabajamos y descansa-

mos a la hora que queremos. Aquí vemos el crecimiento de nuestras plantitas desde que están

chiquitas y luego la cosecha.

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¿De qué manera podría relacionar el desarrollo de una planta con el desarrollo de un pueblo?

Anteriormente en este poblado se trabajaba puro maíz y frijol; lo teníamos como caballito de

batalla. Se vino implementando el cultivo de hortalizas y en este caso del jitomate, que es un

cultivo rentable. Iniciamos hace veinte años, el pueblo fue creciendo rápidamente, hubo más

negocios, hubo más visitas del gobierno. Nos han apoyado también en estas casa-sombras, un

cincuenta por ciento lo da el gobierno y un cincuenta por ciento el productor. Se relaciona es-

to del crecimiento de las plantas con el crecimiento del pueblo porque si no hubiéramos sem-

brado hortalizas estuviéramos también muy mal económicamente. De la misma forma en que

crece una plantita, así crece un pueblo y se cosecha.

¿Qué es el Tomate de Oro?

El tomate de oro fue un evento que se realizó en el 2007. Estaba planeado para realizarse ca-

da año pero ya no siguió. En ese año yo fui acreedor del segundo lugar en categoría pabellón y

me dieron una casa-sombra de mil 250 metros cuadrados como premio y me dieron una beca

para ir a un curso en Almería, España. Allá aprendimos mucho sobre control biológico. A ve-

ces, aplicamos químicos que no debe tener el tomate porque a lo largo produce cáncer en el

ser humano. Allá nos dijeron que debemos implementar más lo orgánico. Allá no dicen

‘vamos a ir a asperjar o fumigar el tomate’ allá dicen ‘vamos a ir a la suelta’ ellos van a soltar

unos bichos, dragoncitos, organismos que controlan la mosquita blanca. Ahora, a nuestro cul-

tivo le bajamos el químico, ya no usamos el clorpirifros que es un producto que daña al ser

humano. Se aprendió mucho.

¿Qué necesita un productor para ser acreedor de ese premio?

Para empezar que el presidente de la sociedad de productores de tomate gestione ante el go-

bierno que se realice el premio del Tomate de Oro. En el 2007, hubo treinta y seis premios, el

último premio fue de diez mil pesos a cada productor en insumos. Califican la inocuidad, que

no tenga mucho químico, califican el tamaño, el peso y la cantidad de frutos por planta.

¿Cuál es el compromiso de los productores?

¡Producir! Cultivamos, sacamos, y vendemos a intermediarios, comisionistas, al que venga se

le vende el producto porque es nuestro deber. Nuestro trabajo es producir, porque si nos me-

temos al mercadeo sería otra cosa, tendríamos que buscar centros estratégicos de venta, pues

aquí no nos ocupamos de eso. Nos ocupamos en producir, así que le estamos dando chance a

los coyotes, a los comisionistas que también ellos ganen, que no se debe, porque a nosotros

nos cuesta mucho producir pero así es. Nuestro compromiso es sacar una cosecha al máximo.

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¿Qué nutre las raíces de los productores del Triunfo?

El darle sustento a nuestras familias. Si la venta fuera directa-

mente de productor a consumidor sería muy bueno porque el

productor va a estar más contento y más holgado trabajando,

porque últimamente los precios del tomate han bajado mucho,

muchas veces sólo sale la inversión y seguimos sembrando,

pensando que en la próxima siembra nos irá mejor y muchas

veces sigue igual o empeora, a veces la mejor tajada se la lle-

van los coyotes. De tanta paciencia que han tenido los produc-

tores, ya no quieren sembrar tomate y se van a dedicar más a

sembrar pepino, coles, lechugas, y chiles, porque su paciencia

con el tomate ya fue mucha y han perdido mucho.

¿De qué manera beneficia o afecta esto?

Va a beneficiar a los pocos que queden sembrando porque van

a vender a mejor precio. Y afecta a los consumidores porque

tienen que pagar más por el producto.

Don Amando está consciente de la necesidad de seguir sembran-

do; quizá no hectáreas porque requiere de mucha inversión, pero

seguir sembrando y ver hasta dónde es posible llegar. Él forma

parte de los mil ochocientos productores de la zona fronteriza: La

Independencia, Comitán y Trinitaria, que es donde se concentra la

mayor parte de productores de tomate del estado ya que en la zona

centro, que es Tuxtla Gutiérrez son alrededor de 600 productores

y la zona frailesca, 300. Amando se divierte trabajando con las

plantas, disfruta el trabajo de campo, ama sentir el olor de la tie-

rra y ver poco a poco, la cosecha de un trabajo realizado día a día.

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Programa del martes 3 de abril de 2012.

Invitada de honor: Psicóloga Martha Karina Velázquez

Karina labora en el Geriátrico, del ISSTECH, de Comitán.

¿Cómo rescatar la memoria de los ancianos comitecos para no extraviar los lazos de

identidad? Ésta y otras interrogantes abordó en plática interesante.

En la fotografía: Paty y Karina.

Crónicas de Adobe también se escucha por Internet:

www.imer.gob.mx

Los martes, de 3 a 4 de la tarde, hora del Centro de México.

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Fotografía tomada en San José Coneta - 4 de abril de 2012

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