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REVISTA

DE

HISTORIA NAVAL

INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

ARMADA ESPAÑOLA

Año XIII Núm. 48

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INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

ARMADA ESPAÑOLA

REVISTA

DE

HISTORIA NAVAL

Año XIII 1995 Núm. 48

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REVISTA DE HISTORIA NAVAL

CONSEJO RECFOR:

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Redacción, Difusión yDistribución:

Administración:

Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, José IgnacioGonzález-Mier Hierro, contralmirante.

José Cervera Pery, coronel auditor. Periodista.

Juan Antonio Viscasillas Rodríguez-Toubes, Secretario General delInstituto de Historia y Cultura Naval; Manuel Martínez Cerro, Jefedel Departamento de Cultura del Instituto de Historia y CulturaNaval; Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, de la Comisión Española de Historia Marítima.

Isabel Hernández Sanz, Paloma Moreno de Alborán, Ana Berenguer Berenguer.

Ovidio García Ramos, comandante de Intendencia de la Armada,María del Carmen Mérida Guerrero.

DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:

Instituto de Historia y Cultura NavalJuan de Mena, , 1a planta.28071 Madrid (España).

EDICIÓN DEL MINISTERIO DE DEFENSA

IMPRIME:

Servicio de Publicaciones de la Armada.

Publicación trimestral: primer trimestre 1995.Precio del ejemplar suelto: 650 pesetas.

Suscripción anual:

España y Portugal: 2.600 pesetas.Resto del mundo: 30 $ USA.

Depósito legal: M. 16.854-1983.ISSN-0212-467x.NIPO: 076-95-0f5-X.Impreso en Espaiia. Printed in Spain.

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SUMARIO

Págs.

NOTA EDITORiAL5

La reforma de los servicios de la Armada. Un debate en las Cortesde la nación desarrollado por Ramón de Carranza (1902-1912),por Joaquín María Piñeiro Blanca7

España ante las implicaciones mediterráneas de la ConferenciaNaval de Londres de 1930, por José Luis Neila Hernández .... 27

Rosendo Porlier y Pascual de Herazo y Ayesta: Dos peruanos en laAntártida, por Jorge Ortiz Sotelo45

La Marina en Filipinas, II: La Marina en el sur de Filipinas (1845-1858), por Hermenegildo Franco Castañón57

La Marina soviética en la guerra de España, porJosé Luis InfiestaPérez77

El pensamiento naval y las campañas marítimas en el siglo xvii, porF. Fernando de Bordejé y Morencos93

La historia vivida, por José Manuel Veiga García115

Documento: El combate de Abtao119

La Historia Marítima en el mundo, por José Antonio Ocampo121

Noticias Generales123

Recensiones 131

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COLABORAN EN ESTE NÚMERO

Joaquín María Piñeiro Blanca es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Cádiz, profesor de la Escuela de Graduados Sociales y miembro del Grupo deEstudios «Bahía de Cádiz». Es autor de varias publicaciones (libros y revistas) sobrehistoria política durante la Restauración y la Dictadura de Primo de Rivera en Cádiz yotras relacionadas con la historia de la música. Colaborador de diversas publicaciones:revista El Ateneo, del Ateneo de Madrid, revista Trocadero, de la Universidad deCádiz, tiene en imprenta la tesis Decadencia de la oligarquía gaditana en la crisis dela Restauración.

José Luis Neila Hernández es doctor en Historia Contemporánea por la UniversidadComplutense de Madrid, en cuyo Departamento, como profesor asociado, imparte laasignatura Historia de España del siglo xx. Está especializado en el campo de lasComunidades Europeas. Autor de varios libros y colaborador en distintas obras yproyectos, ha impartido cursos sobre temas de su especialidad. Investigador y articulista activo, ha publicado trabajos en numerosas publicaciones, entre las que se encuentran la revista Hispania, la Revista de Estudios Africanos, los Cuadernos de la Escuela Diplomática, la revista Cuadernos Republicanos y otras nacionales y extranjeras.

Jorge Ortiz Sotelo es capitán de fragata de la Marina peruana. Pertenece al Institutode Estudios Histórico-marítimos del Perú, es Secretario permanente de los simposiosde Historia Marítima y Naval iberoamericana y miembro fundador de «Talassia»(Asociación Iberoamericana de Historia Naval). Dirige la revista Derroteros del Mardel Sur y es autor de numerosas publicaciones histórico-navales y activo conferenciante en diversos foros de España y de América.

Hermenegildo Franco Castañón es capitán de fragata de la Armada, especialista enArmas Submarinas. Fue profesor de Maniobra y Cultura Naval en el buque-escuelaJuan Sebastián de Elcano y en la Escuela Naval Militar, y colabora con el diario LaVoz de Galicia, de La Coruña, el Diario de Avisos, de Santa Cruz de Tenerife, la Revista General de Marina y la Revista de Historia Naval.

José Luis Infiesta Pérez ha venido firmando sus trabajos con el seudónimo de «Alcofar Nassaes». Publicista naval e investigador tenaz, se ha dedicado al estudio de laGuerra Civil española, 1936-1939, especialmente a sus aspectos menos conocidos,aquellos en los intervinieron personas y fuerzas extranjeras. Ha publicado numerososlibros y artículos sobre la materia y colabora con asiduidad con la revista Historia yVida, entre otras publicaciones.

F. Fernando de Bordejé y Morencos es contralmirante de la Armada en situación dereserva, ex director del Instituto de Historia y Cultura Naval y diplomado en GuerraNaval de la Armada española y de las Escuelas de Guerra naval e interejércitos deParís. Publicista y conferenciante de temas estratégicos, históricos y navales, colaboracon el Instituto de Estudios Estratégicos del CESEDEN desde 1974. Es autor de numerosas obras y ha sido premiado varias veces por la Revista General de Marina.

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EDITORIAL

El creciente aumento en el envío de trabajos que se reciben en la redacciónde esta REVISTA, la calidad y el rigor histórico de los mismos y el prestigio ysolvencia de sus autores, crean verdaderos problemas en orden a su seleccióny posterior publicación. La noticia es satisfactoria, pero al propio tiempo preocupante, pues necesitaríamos multiplicar por tres el número de páginas otorgadas a cada número.

De aquí que ofrezcamos en este primer trimestre de 1995 —año puente entrelo comnemorado y lo que aún hay por conmemorar— un número compacto conseis estudios que abarcan un amplio campo historiográfico: La reforma de losservicios de la Armada objeto, en su día, de un apasionado debate en las Cortesde la nación, y que fue mantenido por don Ramón de Carranza, es una interesante aportación de Joaquín María Piñeiro Blanca, profesor de la Universidadde Cádiz, mientras que José Luis Neila Hernández sitúa a España ante las implicaciones mediterráneas de la Coñferencia Naval de Londres de 1930. Desde lasorillas del Pacífico, el historiador peruano y marino Jorge Ortiz Sotelo nosenvía su semblanza de Rosendo Porlier y Pascual de Herazo y sus vinculaciones antárticas, y el capitán de fragata Franco Castañón, completa su interesante estudio sobre la Marina española en el sur de Filipinas

Unafirma de prestigio, la de José Luis Infiesta Pérez, estudia la participación de los marinos soviéticos en la guerra de España y el contralmiranteBordejé nos da sus conclusiones sobre el pensamiento naval y las campañasmarítimas del siglo XVIII.

Los acostumbrados espacios de Noticias Generales, la Historia vivida y laHistoria Marítima en el mundo encuentran también su acomodo én el número,que con el documento y las recensiones completan su fisonomía, cuyo contexto sigue siendo de compromiso y esperanza para los días futuros.

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LA REFORMA DE LOS SERVICIOSDE LA ARMADA. UN DEBATE EN

LAS CORTES DE LA NACIÓNDESARROLLADO POR RAMÓN DE

CARRANZA (1902-1912)

Joaquín María PIÑEIRO BLANCADoctor en Historia Contemporánea

Tras las agitaciones políticas del Sexenio Revolucionario, tan intensamente vividas en Cádiz (1), se abre un período de aparente tranquilidad: laRestauración. Cánovas del Castillo y Sagasta se turnaron en el poder, al frente de los grupos conservador y liberal respectivamente, siguiendo un modelopolítico teóricamente equilibrado. Sin embargo, las prácticas caciquiles afectaron al ejercicio de la política y a la situación socioeconómica del país de unmodo que desvirtuaría este modelo.

Una de las familias más importantes en las redes caciquiles de la provinciade Cádiz en los últimos años de la Restauración fue la de los Gómez de

(1) Vid. At.mitÉs GALLEGO, J.: «Las Juntas Revolucionarias de 1868: una interpretación’>.Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXVI, 1979, Pp. 39-96; CA1o CANCELA, D.:Burguesía y Jornaleros. Jerez de la Frontera en el Sexenio Revolucionario (1868-1874). Jerezde la Frontera, 1990; COMELLAS, J. L.: «Génesis de la Revolución del 68». Atlántida. Revistadel pensamiento actual, n.°36, 1968, pp. 531-550; ESPADAS BURGOS, M.: Alfonso XlIy los orígenes de la Restauración. Madrid, 1975; ESPIGADO TociNo, G.: La Primera República en Cádiz.Estructura social y comportamiento político durante 1873. Jerez de la Frontera, 1993; GARCÍANIETO, M.’ C. y otros: El liberalismo democrático, 1868-1874. Bases documentales de laEspaña contemporánea, 3. Madrid, 1971; GONZÁLEZ CASTAÑEDA, T.: «La Revolución de 1868en 110 municipios españoles (proceso de formación y obra de las Juntas Revolucionarias, desdeel 19 de septiembre hasta el 31 de octubre)». Revista de Historia Contemporánea, n°3, 1984,pp. 55-85; GUTIÉRREZ CONTRERAs, F.: «Programas revolucionarios de Cádiz y Granada en 1868:la dualidad de fines en los orígenes del movimiento insurreccional», en La burguesía mercantilgaditana (1650-1868). Cádiz, 1976; HERRAN PRIETO, J.: La Gloriosa en Cádiz: de la Revoluciónde 1868 a la Constitución de 1869. Cádiz, 1986; LÓPEZ C0IWÓN, M.’ V.: La Revolución de 1868y la 1 República. Madrid, 1976; Idem: El pensamiento político internacional del federalismoespañol (1868-1874). Barcelona, 1975; LLORCA, C.: Cádiz y la Primera República. Cádiz,l973;MILLÁN Ctnvrra, J. L.: Revolucionarios, reformistas y reaccionarios. (Aproximación a un estudio de la generación de 1868). Sevilla, 1979; Idem: «La generación revolucionaria de 1868 enAndalucía». Archivo Hispalense, n.° 183, 1977, pp. 113-125; Idem: El hombre nuevo en la generación española de 1868. Sevilla, 1975; MoRENO ALONSO, M.: «El cantón de Cádiz (La información del consulado británico)». Actas III Coloquio Historia Andalucía. HistoriaContemporánea. Tomo III. Córdoba, 1985, pp. 365-377; PARRILLA ORTIZ, P.: El cantonalismogaditano. Cádiz, 1983; PUELLES, F. de: Fermín Salvochea. República y Anarquismo. Sevilla,.1984; SÁNciaz MANTERO, R.: «Bibliografla sobre la Revolución de 1868». Atlántida. Revistadel pensamiento actual., n°37, 1969, pp. 28-31.

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Aramburu. Ellos continuaron conservando su poder cuando, tras un período deconfusión, al turnismo de Cánovas y Sagasta le sucede el de Maura yCanalejas. Los hermanos Gómez de Aramburu llegaron a controlar totalmente el panorama político en Cádiz al presidir Luis José el Partido Conservadory —tras la muerte de Cayetano del Toro en 1915— Juan Antonio el PartidoLiberal (2).

El calculado matrimonio de Ramón de Carranza con Josefa Gómez deAramburu —hermana de los arriba mencionados— en 1890 le abrió las puertas de la política gaditana, casi recién incorporado a los grupos de poder de laburguesía gaditana. En 1902, tras abandonar su carrera militar (con el grado deteniente de navío) y coincidiendo con la fundación de sus negocios de almadrabas y buques de pesca, Carranza ingresa en el partido con el que tuvomayores afinidades ideológicas, el Conservador (3). Tan sólo un año más tardeconsigue ser diputado, gracias a que, fallecido Rafael de Muro y Joaristy —

diputado por el distrito de Algeciras— en julio de 1903, fue elegido por losórganos de su partido para sustituirle en dicho puesto (4).

Carranza ocuparía este escaño durante las legislaturas de 1903-1904 y1904-1905, una vez pasada por la Comisión de Incompatibilidades una comunicación del Ministerio de Marina participando haber sido declarado en situación de excedencia voluntaria (5).

Disueltas estas Cortes, tras un año de inactividad política coincidente conun gobierno liberal, Carranza logra ser elegido senador por la provincia deCádiz en las de 1907-1910, presididas por el jefe de su partido, AntonioMaura. En este cargo permanece en las legislaturas siguientes hasta 1917 (6).

Durante este período, los partidos Conservador y Liberal sufren un gravevacío en sus respectivas jefaturas, con la consiguiente fragmentación interna. Enestas fechas el sector maurista del Conservador se separa y funda uno propio.Carranza no ingresó en esta nueva organización como cabría esperar, perma

(2) Cfr. R.&rvios SANTANA, A.: «<Apuntes para una crónica... » Art. Cit. p. 129; Cfr. MILLÁN

CHIvITE, J. L.: «<El Cádiz polémico...» Art. Cit. pp. 67-68.(3) Con independencia de que sus mayores simpatías estaban en el Partido Conservador, en

1902 el Partido Liberal todavía no era controlado por Juan Antonio Gómez de Aramburu, porlo que su ingreso en éste era aún menos lógico, según información proporcionada por la familia Carranza en la entrevista del 26 de enero de 1990.

(4) Esto tuvo lugar en la Legislatura 1903-1904, siendo presidente del Gobierno FranciscoSilvela. Las Cortes de 1903-1905 —de las que ésta era su primera legislatura— fueron las primeras de Alfonso XIII. Las anteriores habían sido suspendidas el 9 de diciembre de 1902. Laconvocatoria de nuevas elecciones se llevó a cabo por Real Decreto de 26 de marzo de 1903,obteniendo el Partido Conservador la mayoría: doscientos treinta escaños de los cuatrocientostres a cubrir. Cfr. Diario de Sesiones del Congreso, Legislatura 1903, Tomo XIV, p. 23 (delíndice).

(5) Cfr. Ibídem. Dictamen de la Comisión de Actas n.°2, Dictamen de la Comisión deIncompatibilidades n.°12,p. 305, Apéndice 3.°; Aprobado y admitido n.°29, p. 772.

(6) Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1907, Tomo CXVIII, p. 81 (del índice).Legislatura 1908, Tomo IX, pp. 78-79. Legislatura 1910, Tomo VI, pp. 52-53.

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neciendo en las filas del Partido Conservador hasta la llegada de la Dictadura (7).En 1917, fecha conflictiva en España por el inicio del llamado «Trienio

Bolchevique», pierde su escaño en el Senado definitivamente. El sistema político de la Restauración entraba ya en crisis abierta. No obstante vuelve a serdiputado a Cortes, esta vez por el distrito de El Puerto de Santa María, en lalegislatura de 1919, coincidiendo con una momentánea recuperación de poderde su partido. Presentó su candidatura por esta localidad —y no por Algeciras,como en anteriores ocasiones— porque allí tenían más fuerza las redes caciquiles en las que estaba incluido (8). Pero el asesinato del nuevo líder conservador, Eduardo Dato, con la consiguiente confusión en el maltrecho sistemade la Restauración, propiciaron su retiro de la política activa hasta llegadasmejores circunstancias: la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

Su comportamiento político durante el período en que fue diputado y senador en las Cortes no se destacó singularmente. Como otros caciques delmomento, ejerció su control en la provincia donde tenía fijada su residencia,negocios y propiedades, al servicio de sus intereses personales.

Ramón de Carranza, al igual que destacados oligarcas de la época, hizo unuso demagógico del discurso regeneracionista de Joaquín Costa en diversasocasiones. Empleando los argumentos de una corriente ideológica anticaciquilpodía así desmarcarse aparentemente de este grupo.

La conciencia cada vez más clara de que España ya no era el glorioso imperio del pasado, los graves problemas políticos (inestabilidad gubernamental,pérdida de las antiguas colonias y el crecimiento del fenómeno caciquil), elatraso en la educación de los españoles y los problemas estructurales y sociales del campo (muy graves si se tiene en cuenta que España sostenía una economía fundamentalmente agraria) fueron la base para el nacimiento de unacorriente ideológica que, alarmada, defendiese la necesidad de «regenerar»España, de europeizarla como respuesta al desastre en el que se hallaba.Aunque fueron muchos los que denunciaron los males de España, fue JoaquínCosta el que mejor supo teorizar sobre este asunto (9).

El programa elaborado por Costa para lograr la regeneración de España fuerecogido en su obra Oiigarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla (10). Una memoria sobre este

(7) Carranza no continuaría su camino bajo el amparo del líder con el que había iniciadosu carrera política por la sencilla razón de que su cuñado, Luis J. Gómez de Aramburu, permaneció en el Partido Conservador en Cádiz. Sin embargo, esto no supondría una pérdida de smipatías por la postura ideológica defendida por Maura, como indica su posterior actitud de admiración por su figura. Cfr. Ibídem. Legislaturas 1911 a 1917. Vid. índices; Cfr. Diario de Cádiz,sábado 12 de mayo de 1923.

(8) Cfr. Diario de Sesiones del Congreso. Legislatura 1919, Tomo XII, pp. 69-70 (del índice).(9) Eloy Fernández Clemente, en su libro Estudios sobre Joaquín Costa, recoge la biblio

grafía fundamental sobre este importante personaje, ordenada cronológicamente,Vid.FEIuÁNDEz CLEMENTE, E.: Estudios sobre Joaquín Costa. Zaragoza, 1989, pp. 462-464.

(10) La obra fue publicada originariamente en Madrid, en 1902. La edición que hemosmánejado está incluida en la colección de libros de bolsillo de Alianza Editorial (n.° 51). Madrid,1973 (3. edición).

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escrito fue sometida a debate en el Ateneo de Madrid, en su sección deCiencias Históricas, los días 23 y 30 de marzo de 1901, causando gran expectación y comenzando desde allí su difusión (11). Este estudio superaba enseriedad a las anteriores y ya tópicas quejas acerca de la mala salud de la política, la economía y la sociedad españolas. Costa se entrevistó con numerosaspersonalidades para completar con su opinión este trabajo, que se convertiríaen libro de cabecera de muchos políticos y pensadores españoles del momento (12).

Este programa, que atiende de forma desproporcionada a grandes temasmuy generales y a pequeños asuntos locales, que piensa mucho en la Españaagraria y muy poco en la industrial y que plantea de forma utópica la aniquilación del caciquismo, sería aprovechado por una parte de estos mismos caciques, cambiando así su papel de acusados por el de acusadores (13). Con sumanipulación del discurso regeneracionista, respaldaron teóricamente la necesidad del advenimiento de una dictadura para atajar todos los males que Costáhabía expuesto (14). Como otros oligarcas, Carranza utilizaría demagógicamente estas argumentaciones, llegando al extremo de considerarse el «cirujano de hierro» que Cádiz necesitaba para regenerarse, en la misma medida enque Miguel Primo de Rivera se identificaría con idéntico papel para la salvación de España (15).

Sin embargo, recurriría en mayor medida a la corriente ideológica «gaditanista». Desde mediados del siglo XIX, la burguesía local había creado su propio programa de regeneración de Cádiz, empujada por la quiebra económicasufrida tras la pérdida del monopolio comercial con las colonias de Ultramar.La búsqueda de caminos alternativos que recuperasen la actividad económicaen la ciudad y la pretensión de que el gobierno central proporcionase importantes ayudas a una población que había demostrado en el pasado sus sacrificios por España durante la Guerra de la Independencia, constituirían los hilosconductores de este programa regenerador (16).

El proyecto político de Antonio Maura sería —en menor grado que lascorrientes regeneracionista y gaditanista— otro de los pilares ideológicos

(11) Cfr. FERNÁNDEZ CLEMENTE, E.: Estudios sobre Joaquín Costa. Zaragoza, 1989, pp.37-38.

(12) Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, Emilia Pardo Bazán, Pi y Margall, AntonioMaura, Ortí y Lara, Bonilla, Mañé, Tomás Bretón; profesores de la Institución Libre de Enseñanzacomo Azcárate, Altamira, Posada, Calderón; o regeneracionistas como Isem y Sánchez de Tocase encontraban entre los sesenta y un entrevistados por Costa, Cfr. Ibídem , p. 37.

(13) Vid. TuÑÓN de LARA, M.: España: la quiebra de 1898. Costa y Unamuno en la crisisdefin de siglo. Madrid, 1986, pp. 85-87.

(14) Cfr. FERNÁNDEZ CLEMENTE, E.: Op. Cit, pp. 32 1-324.(15) Cfr. PEMÁN PEMARTIN, J. M.: El hecho y la idea de la Unión Patriótica. Madrid,

1929, p. 16. «Costa fue el Bautista que precedió al Dictador, profetizando la venida de su cirujano de hierro», CARA, R.: España,1808-1975. Barcelona, 1985, p. 545.

(16) Cfr. Pñitez SERRANO, J.: «Gaditanismo y Andalucismo. Orígenes de la concienciaandaluza en el Cádiz de la Restauración borbónica». Actas del II Congreso sobre AndalucismoHistórico. Granada, 1987, pp. 407-431.

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empleados por Carranza, aún después de que aquél fundase su propio partido.El maurismo representó un cambio en el pensamiento conservador, en unmomento en el que el liberalismo elitista de Cánovas del Castillo comenzabaa manifestarse como poco válido. Esta corriente se constituiría en partidoindependiente a partir de 1913, con la pretensión de formar una derecha conservadora democrática, sin embargo fue evolucionando inconscientementehacia’ posiciones propias de la derecha autoritaria, aunque esto nunca llegaríaa ser asumido por Maura (17).

En síntesis, el nuevo partido planteaba lo siguiente: el problema políticoespañol no era de doctrina sino de conducta. Por ello se hacía necesario iniciaruna labor de educación ciudadana y de crítica al Gobierno, en defensa de unaserie de cuestiones: el catolicismo, la monarquía constitucional de AlfonsoXIII, la democracia, la legislación liberal adoptada en el siglo XIX, una legislación protectora del obrero, el nacionalismo español y el reforzamiento delEjército y la Marina (18). Todo ello era un resumen de los postulados defendidos por Maura desde el gobierno y que ahora fueron presentados de formamás explícita. Estas ideas eran escasamente originales, pero reflejaban la actividad intelectual de un grupo de políticos abiertos a las nuevas corrientes de laderecha europea. Trataron de incluir en el viejo conservadurismo liberal ciertos elementos de tradición carlista (el énfasis en el catolicismo) y las nuevasideas de la democracia conservadora. La mezcla tuvo éxito a medias ya que laambigüedad entre autoritarismo y democracia contribuyó a que, desaparecidoMaura, sus seguidores más fieles se encaminasen en direcciones contrapuestas, y a que, a pesar de sus duras críticas al caciquismo, muchos de sus éxitospolíticos fuesen debidos a prácticas caciquiles (19).

Carranza recogió parte de estas ideas —a pesar de no continuar su actividad política bajo el amparo del nuevo Partido Maurista—, especialmente en loreferente al reforzamiento del Ejército y la Marina, tema central en sus intervenciones en las Cortes. ‘ ‘

Su atención a los temas de carácter militar lo llevaría aconcentrarse en dosasuntos relacionados directamente con los problemas castrenses, empujadoquizás por su mayor preparación sobre estas cuestiones, lo que podía facilitarle un eficaz lucimiento en las Cortes. Al propio interés personal se sumabancuestiones de preocupación general (la reforma y modernización de los servi

(17) Cfr. TUSELL, J. y Avii..És ,J.: La’ derecha española contemporánea. Sus orígenes: elmaurismo. Madrid, .1986, pp.. 17-18.....

(18) Cfr. Ibídem, pp. .52-54.(19) Vid CABRERA, M.: «El conservadurismo maurista en la Restaüración» en: La España

de la Restauración: política, economía, legislación, y cultura (Edición de J. L. García Delgado).Madrid, 1985, pp. 55-69; CARRETERO NoviLLo, J. M.: Goicoechea y la Restauración. Madrid,1935; CATÁ y GAVILA, J.B.: Don Antonio Maura. Ideario político. Extracto de sus discürsos.Madrid, 1953; GcL& VENERO, M.: Antonio Maura, 1907-1909. Madrid, 1953; LACOMBA, J. A.:La crisis española de 1917. Madrid, 1970; MAuaA, A.: Discursos conmemorativos. Madrid,1941; Ossoiuo y GALLARDO, A.: Antonio Maura. Salamanca, 1928; SECO SERRANO, C.: AlfonsoXIII y la crisis de la Restauración.Madrid, 1979; Idem: Perfil político y humano de un estadistade la Restauración: Eduardo Dato a través de su archivo. Madrid, 1978.

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cios de la Armada) y problemas que entonces obsesionaron a los gaditanos,como el porvenir del arsenal de La Carraca y, por extensión, el de los astilleros gaditanos.

La reforma del Ejército y la Armada fue tema de debate nacional a raíz deldesastre de 1898, suceso que había puesto en evidencia que las fuerzas militares españolas eran anticuadas y poco operativas. Este punto fue recogido porJoaquín Costa en su proyecto de regeneración de España: a la idea de rectificación del curso de la historia de España y sus supuestos éxitos militares(«Doble llave al sepulcro del Cid») (20), se sumaba la de modernizar elEjército para que España resurgiese económica, militar y políticamente. En1883 escribía que «sin marina mercante no hay colonias, ni comercio exterior,ni industria floreciente, ni agricultura próspera, ni presupuesto posible parasostener grandes escuadras» (21).

La pérdida de la guerra con Estados Unidos y, por ella, de Cuba, PuertoRico y Filipinas, hacían necesaria la reforma de la vetusta organización militar española. Carranza recogió en parte estas inquietudes, haciendo valer suparticipación en aquella contienda como un grado de conocimiento del problema. Desde la primera legislatura en la que ocuparía un escaño en las Cortes,centró sus gestiones en tratar la reforma de los servicios de la Armada (22).

Su primera intervención en el Congreso, el 19 de noviembre de 1904, fueprecisamente para expresar su opinión acerca del proyecto de ley sobre lareforma general en la organización de los servicios de la Armada y programade armamentos navales. Aunque el objetivo del proyecto de ley era la reconstrucción urgente del poder naval español, no se mostró de acuerdo con suorientación dado que se pedían sacrificios a un colectivo que los acababa dehacer en Santiago de Cuba y en Manila con resultados estériles. A su juicio, elEstado no podía exigir esto si otros organismos no se sacrificaban de igualmanera, un razonamiento frecuentemente utilizado en defensa de los interesesde la Armada que se consideraba agraviada por una falta general de agradecimiento por los servicios prestados en Cuba y Filipinas. Por otro lado, el estamento militar no aceptaba el recorte de presupuesto a su personal destinado aproporcionar el deseado ahorro de dinero para la mejora de los servicios castrenses. El argumento en contra de esta medida era simple: si ellos ya se habían sacrificado en 1898, correspondía al resto de la sociedad española hacerlo ahora para compensarlos de alguna manera. A esto añadían que el buen funcionamiento de la maquinaria de defensa de la nación iba en beneficio de todosy evitaba que en un futuro España viviese un desastre parecido al que acababade padecer. Ramón de Carranza simplemente se hizo eco de esta insatisfaccióny la presentó en el Congreso (23).

(20) Vid. COSTA, Joaquín: Crisis política en España. Madrid, 1914 (en la edición: Madrid,Alianza Editorial, 1973, pp. 169-179).

(21) Cit. en: FERNÁNDEZ CLEMENTE, E.: Op. Cit. ,p. 30.(22) Vid. Estado General de la Armada para el año 1902. Madrid, 1901.(23) La reforma de los organismos y servicios de la Armada y la creación —con los recur

sos disponibles— de nuevos elementos de fuerza, tenían como fin la defensa de la autonomía eintegridad territorial de España. Para lograr tal objetivo se definió en este proyecto de ley una

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Por otra parte, señaló un grave defecto en el proyecto de ley: éste hacíareferencia detallada —y pertinente, en su opinión— a que el objetivo últimode la reforma de la Armada debía ser su transformación en instrumento útilpara la defensa de la autonomía e integridad del territorio de la nación, perosin embargo descuidaba la definición de las características de la nueva Marinade Guerra. En sus propias palabras, la eficacia de la Armada dependía de unacorrecta formación de su personal, de unas bases de operaciones bien provistas económicamente y dotadas de una moderna infraestructura y de un repartoconcreto de los campos de acción de cada flota para evitar los desajustes y faltade organización habituales hasta ese momento. Cuestiones tan importantes sedejaban, según su criterio, a la imaginación en el proyecto de ley (24).

Una vez explicados los problemas generales de este proyecto de ley, sededicó a ir describiendo sus puntos débiles. La creación de una Dirección deNavegación, Pesca e Industrias Marítimas que reuniese la administración —

dispersa hasta entonces en varios ministerios— de todo lo referente a estascuestiones no especificaba, según su opinión, cuáles eran estos asuntos y quéprofesional sería su director general (él sugería para el puesto a un general decualquier cuerpo de la Armada, por considerarlo más apropiado que, por ejemplo, un representante de una de estas industrias —con intereses en cualquierade ellas—, o que un abogado sin conocimientos concretos sobre asuntos navales). A esto añadía que la Junta de la Dirección —formada por naviero—debía tener sólo funciones consultivas y no administrativas, ya que no teníasentido que estas funciones las cumpliesen los mismos administrados. En ningún otro organismo del Estado se producía tal circunstancia y no encontrabamotivos aparentes para que recayese tal privilegio entre aquellos industrialesdedicados a la explotación de recursos marítimos. Resulta llamativo el enfoque que Carranza —dedicado a estos negocios— hace de este tema. A nuestrojuicio, dado que todavía llevaba poco tiempo dedicado a esta actividad profesional —apenas dos años— sería razonable pensar que era pronto para que sureacción fuese la esperable en un oligarca y que, en cambio, su formación castrense fuese aún la que prevaleciera en la orientación dada a esta cuestión.

Tampoco se mostraría de acuerdo con otro de los puntos del proyecto deley: el establecimiento de una Jurisdicción Central de la Armada que asumiríalas funciones ejercidas por las Capitanías Generales de los tres DepartamentosMarítimos de España. Sus argumentos contra esta medida se basaban en lopoco operativo que sería acumular en Madrid el trabajo de las capitanías generales, con riesgo de producir una demora aún mayor que la actual en la resolución de los problemas (25).

política naval con tres puntos de desarrollo: 1) La modernización de las unidades existentes enla flota y su ampliación. 2) Un informe de la cantidad, calidad y coste de los nuevos elementosde la flota. 3) La organización de los servicios y personal que harán eficaz esta flota una vezconstruida; Cfr. Diario de Sesiones de las Cortes. Congreso de Diputados. Legislatura 1904-1905. Tomo II, 19-XI- 1904, p. 1.192; Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1907.Tomo VI, 13-XII-1907, p. 2.406.

(24) Cfr. Ibídem, pp. 1.193-1.194.(25) Cfr. Ibídem, p. 1.194.

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Ramón de Carranza en su época de teniente de navío. 1898

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Otra cuestión que intentó corregir en el proyecto de reforma de los servicios de la Armada hacía mención a la escasa precisión existente en el tratamiento dado a las funciones de la Junta de Defensa del Reino. Según el textodel proyecto, ésta tendría que determinar las relaciones que debían guardar lasfuerzas marítimas con las terrestres para la defensa nacional, pero sin especificarse en qué términos tenían que definirse estas relaciones. A falta de unaplanificación concreta, Carranza expuso la suya: en las bases de operacionesmarítimas, las defensas terrestres de auxilio (fortificaciones, destacamentos ydemás fuerzas situadas en lugares estratégicos de’ la- costa) debían estar bajo el -

control de la Marina, que era —en definitiva— la que llevaba el peso de lacuestión y la que mayor conocimiento poseía de los problemas que pudiesensurgir: A ello sumaba la’inconveniencia deun mando con dos cabézas (terrestre y marítima). En su opinión, la unidad de mando bajo el dominio de ‘laMarina no era una novedad en las naciones que tenían que defender costas.Aprovechando el conocimiento que le proporcionaron sus múltiples lecturassobre temas relacionados con estas cuestiones (26), cita varios ejemplos de lasorganizaciones navales de Alemania, Austria, Italia, Rusia, Japón, Suecia,Noruega y Dinamarca (27). De ellas, expuso cori detalle el caso francés, posi

- blemente empujado por su admiración personal por el mariscal Moltke, inspirador de la organización naval en aqtiélla nación (28). En ésta se estipulabaque las defensas que miraban al mar estuviesen a cargo de las autoridades -

navales, sin que esto quisierá decirque las fuerzas que ocuparan esas fortificaciones fuesen todas de Marina.

Asimismo, encontraría falto de previsión el artículo que contemplaba quelos establecimientos pará construcciones y carenas pertenecientes al Estadodebían dediçarse exciusivámente a un tipo de trabajo, a construcciones o areparacioñes. Esta disposición, a su juicio, süpondría un ‘grave problema: losastillerós, que se ‘especializasen en reparaciones no ‘tendrían trabajo cuandoéstas no tuvieran que hacerse. Lo mismo sucedería con los destiñados’ a construcciones cuando’ no hubiese ninguna contratada. La solución’ dada porCarranza pretendía qüe ‘todos los astilleros se dedicaran a la construcción demayor, mediano o pequeño tonelaje, según sus capacidades, y a las reparacio

(26) Señalábamos en capítulos anteriores que tuvimos la oportunidád de aceder a labibliotecapersonal de Ramón de Carranza. Esta, si bien sé hibía visto despojada con el tiempode gran parte de sus documentos persoñales, ‘conservaba en cámbio una extensa colección delibros publicados en varios idiomas sobre temas navales: ‘ -

(27) Cfr. Diario’ de’Sesiones de las Córtes. Congreso dé Diputados. Legislatura 1904 -

1905. Tomo II, 21-XI-1904, pp. 1.208 - 1.209.(28) El mariscal Helmuth von Moltke (Parchim, 1800 - Berlín, 1891) fue uno de los más

reputados estrategas del siglo pasado. Partiendo de unas ideas del general prusiano Clausewitzelaboró su propio concepto bélico, según el cual, en la guerra, todos los esfuerzos materiales ymorales deben dirigirse a la destrucción del enemigo en el menor tiempo posible (guerra total).Nombrado por Federico Guillermo IV jefe del Estado Mayor Central (1858 - 1888), con laayuda del canciller Bismarck puso en práctica planteamientos estratégicos que dieron a Prusiala victoria sobre Dinamarca (1864), Austria (1866) y Francia (1870 - 1871).

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nes. Otros razonamientos reforzaron sus argumentos: un barco que necesitasealgún arreglo, y más si éste fuese importante, tendría que trasladarse al arsenalmás cercano, no pudiendo correr el riesgo de que el más próximo sólo estuviese dedicado a construcciones. La medida propuesta combinaría, según supunto de vista, la voluntad de especializar los astilleros —en construcciones dedistinta magnitud—, tal y como el proyecto de ley pretendía, con solucionespara la falta de trabajo y para no dejar ningún punto sin equipo de reparaciones (29). Debemos tener presente que uno de los mayores problemas de Cádizen esta época fue el de la escasez de trabajo en los astilleros gaditanos. Ello eramotivo suficiente para que decidiese abordar este tema siempre que fuera posible. Como veremos en páginas siguientes, otra de las cuestiones por él planteadas en este período de su actividad política fue, junto con la reforma de losservicios de la Armada, la del porvenir del arsenal de La Carraca.

Con respecto a la reforma de los cuerpos militares se mostraría de acuerdocon un aspecto que se intentaba cambiar: el sistema de ascenso. Este se haríahasta el grado de capitán de navío como era habitual, por antigüedad. En lasgraduaciones superiores se efectuaría por elección, armonizando la conveniencia del Estado y la estimación de los servicios prestados. El motivo por elcual encontró esto aceptable radicaba posiblemente en una visión, esta vez,más cercana a su faceta de hombre de negocios y político que a la de militar:según su punto de vista, la elección de los altos cargos era algo normal entodas las carreras y ámbitos profesionales, ello creaba estímulos y permitíaevitar, en este caso, que el que fuese examinado para su ingreso en la EscuelaNaval, al obtener un buen puesto en los exámenes, no adquiriese uña patentede almirante de por vida independientemente de su trayectoria posterior. Peroiría más allá al proponer que esta medida se extendiese a todos los grados inferiores de la carrera militar al menos en un tercio de los casos, ya que una elección al cien por cien era inviable por la desorganización que aquello podríaproducir (30). Con ello el Ejército tendría a los más cualificados en los puestos clave (31). No se nos debe escapar que Carranza, incorporado a las redescaciquiles de la provincia de Cádiz, podría ascender con este sistema —a pesarde encontrarse en situación de excedencia— de forma mucho más fácil quecon el anterior.

Todas las intervenciones sobre el proyecto de reforma de los servicios dela Armada anteriormente citadas fueron protagonizadas por Carranza durante

(29) Cfr. Diario de Sesiones de las Cortes. Congreso de Diputados. Legislatura 1904-05.Tomo II, 21 -XI-1904, p. 1.210.

(30) Cfr.lbídem,p. 1.211.(31) La experiencia de la guerra de Cuba había demostrado que los que estuvieron al

mando del Ejército español no fueron necesariamente los más cualificados, y que muchas mentes preclaras no pudieron ser aprovechadas al estar bajo las órdenes de militares cuya visión delos acontecimientos no estuvo suficientemente a la altura de las circunstancias. Como el espíritu que inspiró esta reforma de los servicios de la Armada fue el de corregir los defectos de laorganización militar española puestos de manifiesto en el desastre de 1898, este asunto fue tratado con especial énfasis. Cfr. Ibídem, pp.l.2ll-l.2l2.

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su legislatura como diputado en las Cortes por el distrito de Algeciras en 1904-1905. Cuando vuelve a participar en las Cortes de la nación lo hace comosenador por la provincia de Cádiz a partir de la legislatura de 1907. Al no estarcerrado el problema que estamos comentando, vuelve a tomar el tema en cuestión exponiendo aquellos aspectos del proyecto de ley que él consideraba quecontinuaban mal definidos o seguían sin ser corregidos, acogiéndose al mismoargumento hasta ahora empleado: no debían exigirse a la Marina de Guerra lossacrificios que el proyecto de ley determinaba si los demás organismos de lanación no los hacían análogos (32).

Insistió nuevamente en los puntos que han sido comentados con anterioridaddebido a que el proyecto de ley aún no había sido puesto en práctica y, por tanto,sus correcciones al mismo debían ser expuestas nuevamente para que fuesentenidas en cuenta, esto a pesar de que el ministro de Marina seguía siendo elalmirante Ferrándiz, receptor de todos sus discursos de 1904. Sin embargo entróen nuevas consideraciones, no referidas en su mayoría a los aspectos organizativos de la Armada, sino a los de la situación profesional de su personal.

El debate tenido en las Cortes sobre el proyecto de reforma de los serviciosde la Armada se había centrado casi exclusivamente en sus primeros años enlas cuestiones de organización: los Departamentos Marítimos y sus jurisdicciones, la composición de la escuadra, o la modernización del material disponible. Pero rara vez se había ocupado de la nueva situación profesional del personal de la Armada. Carranza, al parecer consciente de esta circunstancia, pusoen evidencia este olvido e introdujo el tema desde sú primera intervencióncomo senador en 1907 (33).

El primer punto que a este respecto consideró fundamental estudiar fue elde la correcta instrucción del personal que se fuese incorporando en lo sucesivo a la Armada. A su juicio, de nada serviría modernizar el material militarsegún el modelo de otros países si el personal encomendado al mismo no seencontraba en consonancia con estas reformas. La deducción era simple perola solución dada no era tan sencilla: argumentó que pasarían varios años hastaque España tuviese construida su escuadra y, por ello, no habría material conel que practicar y aprender. En su opinión, para paliar esta insuficiencia estepersonal podría ser destinado a las marinas extranjeras (las inglesa, alemana yjaponesa preferentemente) durante al menos dos años, tiempo suficiente parael conocimiento de la organización intérna de las mismas. Además de estamedida, propuso la creación de escuelas de maquinistas, de maestranza y deartilleros del mar como complemento docente a la Escuela Naval (34).

(32) El razonamiento de que todos los ciudadanos debían sacrificarse por igual a la hora debuscar el bien general fue una constante en toda la carrera política de Carranza. Ya lo encontramos en 1904, cuando aborda este tema por primera vez, pero su uso se iría intensificando conel paso de los años. Cfr. Ibídem, p. 1.215.

(33) Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1907, Tomo VI, 13-XII-1907, pp.2.406-2.407.

(34) Cfr. Ibídem, pp. 2.407-2.410.

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El segundo punto a tratar con respecto a la situación del personal de laArmada fue el de la Escala de Reserva. Según su punto de vista, mal llamadaasí debido a que el ministro de Marina no podía recurrir, en caso de no ser suficientes los jefes y oficiales en activo, a los existentes en la Escala de Reservapues una de las condiciones para pasar a esta situación era, precisamente, la deno volver a ser embarcados (35). Por esto, a su juicio, debería denominarseEscala de Tierra y así su nombre iría en consonancia con su auténtico contenido, además de, recordando su verdadera condición, permitir la determinación de cuáles serían las funciones que cumplirían en la nueva organizacióndel personal que contemplaba el proyecto de ley (36). En sus propias palabras,un marino en escala de reserva o tierra podía ser destinado con la misma propiedad que un militar en activo a todos los servicios de costas: Comandancias,Ayudantías, Dirección de Navegación, Alistamiento y cargos en laAdministración Central (37).

El último tema que presentó en las Cortes con relación al proyecto de leyde la reforma de los servicios de la Armada se refería nuevamente a un asunto que afectaba al personal de la misma, siguiendo la línea más reciente de susintervenciones desde 1907. En este caso se trataba de una situación, en su opinión, injusta y que afectaba a los profesores de las academias militares: éstos,además de impartir sus clases, prestar los servicios que los directores de loscentros disponían y examinar a sus discípulos, han de formar parte del tribunal para su ingreso en ellas. En los tribunales de las diferentes carreras delEstado los alumnos pagaban en aquellos años veinticinco pesetas en conceptode derechos de examen, las cuales se repartían entre los profesores que lo formaban. En cambio, en las academias militares esta cantidad pasaba a los fondos de las mismas, por lo que el Estado ahorraba la cifra correspondiente delos presupuestos anuales destinados a éstas. El pago de los derechos de examen en estos centros debía ir destinado, según defendía, a remunerar el servicio prestado por sus profesores en las oposiciones. Estos no abandonaban porello sus demás funciones, al contrario de lo que sucedía en otras carreras cuyosmiembros de tribunal suspendían sus ocupaciones habituales en tanto formaban parte de un tribunal. La propuesta fue aceptada por el ministro de Guerra,general Aznar, sin que mediase debate alguno (38).

Estas intervenciones de Carranza en el Congreso de Diputados en ningúncaso provocaron polémica y, en general, parecieron ser recibidas con agrado.Ello supuso, por un lado, que su protagonismo en la Cámara fuese menor que

(35) La Escala de Reserva se concedía exclusivamente a aquellos jefes y oficiales en activo que, careciendo de la suficiente aptitud fisica para el servicio de la mar, tenían la necesariapara servir en tierra.

(36) La situación de los marinos en Escala de Reserva fue un tema tratado en el Senado araíz de un debate surgido entre los señores Concas, Loygorri y Carranza acerca de si un militaren la reserva podía desempeñar o no el cargo de comandante de Marina. Cfr. Diario de Sesionesdel Senado. Legislatura 1907. Tomo VI, 20-XII-1907, pp. 2.604-2.605.

(37) Cfr. ibídem, pp. 2.606-2.608.(38) Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1910. Tomo V, 7-XII-19l0, pp. 1.548-1.551.

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silos temas por él tratados hubiesen motivado largos debates pero, por otraparte, le resultaría útil en el futuro para labrarse un prestigio como voz autorizada en materia naval.

En las nótas publicadas én lá prensá gaditana cdii motivo de su fallecimiento en 1937, se recordaba su etapa política en las Cortes de la Nación conuna frase en la que se indicaba cuales habían sido los dos temas sobre los quesustentó su actividad en ese período. Era, en defmitiva, lo que había quedado enla memoria de todos: «Actuó en política siendo senador y diputado a Cortes endistintas legislaturas por distritos de la provincia de Cádiz, defendiendo siempreal par que los intereses de los gaditanos los de la Marina nacional» (39).

Se había interesado principalmente en temas castrenses a nivel estatal porque, posiblemente, con ellos pudo hacer mejor papel en las Cortes. Pero no selimitaría sólo a los asuntos generales debido a que, para fortalecer su posiciónen las redes caciquiles de la provincia de Cádiz, los intentó relacionar con losproblemas locales en los casos en que fue posible. La protección y defensa delarsenal de La Carraca frente a los más privilegiados de El Ferrol y Cartagenasería el vehículo que utilizaría para forjar su buscado papel de protector ydefensor de los intereses gaditanos (40).

Esta cuestión centraría su actividad entre 1907 y 1910 en la misma medidaen que lo había hecho con el de la reforma de los servicios de la Armada, asun

(39) Diario de Cádiz, martes 14 de septiembre de 1937 (edición de la mañana).(40) El arsenal de La Carraca de San Fernando tuvo su origen dentro del proceso de reno

vación de la Armada española que José Patiño, Intendente General de Marina, inició en el primer tercio del siglo XVIII. El traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz hizo pensaren la conveniencia de separar, dentro de la bahía gaditana, los puertos comercial y militar, ycrear en este último un arsenal de considerables dimensiones. Se eligió el islote de La Carracapor su situación estratégica y su fácil defensa ante posibles ataques. El nuevo establecimientotenía ya un precedente de sus mismas características en la zona: el Real Carenero del PuenteZuazo, al que pronto suplantaría. En 1729 se botó desde La Carraca el primer navío importante, el Hércules, coincidiendo con una visita de Felipe V a Cádiz, ocasión en la que la Isla deLeón se incorporaría a la Corona. Pocos años más tarde Fernando VI otorgaría definitivamenteel carácter oficial al arsenal. Tras esto, La Carraca alcanzaría su período de mayor desarrollo,especialmente desde que el Marqués de la Ensenada sucediese a Patiño en el fomento de lasobras de construcción. La actividad industrial desplegada por este establecimiento a lo largo detodo el siglo xix se convirtió en el principal sustento económico de San Fernando, superandocon creces a las tradicionales industrias salinera y pesquera. Pero en el último tercio del siglocomenzaron los problemas para el arsenal, situación que preocuparía a la mayor parte de lospolíticos gaditanos del momento. Piénsese que la tercera parte de la población de San Fernandodependía directamente de los trabajos de la construcción naval de La Carraca. Los encargos deconstrucción comenzaron a hacerse a otros astilleros, especialmente al de Bilbao, y ya en 1890los más cualificados especialistas abandonaron el arsenal, dada la inseguridad de su trabajo, paraser contratados por empresas privadas. En 1902 los obreros quedaron por primera vez en parototal, aunque esta situación durase pocos meses. Queda explicado, así, el por qué Ramón deCarranza se interesó en la solución de los problemas que entonces sufría el arsenal. Cfr. BARROS

CADENA, J. P.: Arquitectura y urbanismo en La Carraca durante el siglo XVIII. Sevilla, 1989,pp. 9-25; Cfr. ClAVIJO y CLAVIJO, S.: La ciudad de San Fernando. Historia y espíritu. SanFernando, 1961. Tomo 1, pp. 227, 244-248, 265-268; VV.AA.: Historia de los pueblos de laprovincia de Cádiz. San Fernando, Volumen 1. Cádiz, 1980, pp. 57 y 109-114.

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to con el que, no obstante, guardaba cierta relación. La justificación de su postura ante este particular fue expuesta por él mismo en el Congreso: su interéspor este tema no radicaba sólo en sus obligaciones como representante de laprovincia de Cádiz sino también en el convencimiento de que con ello se atendían los intereses de la nación, ya que aquel puerto era, a su juicio, la base deoperaciones más importante de España (41). Así intentaba eliminar el riesgode ser criticado por anteponer irracionalmente los intereses de Cádiz a losgenerales, a la vez que lograba mayor fuerza para sus argumentos de potenciación del arsenal de La Carraca al ser presentado como un bien nacional yno exclusivamente provincial.

El primer punto por él tratado con referencia a esto fue el de la situación desus instalaciones y su grave desaprovechamiento. En su opinión, al arsenal deLa Carraca debían encomendársele grandes trabajos, en la misma medida quea los arsenales de El Ferrol y Cartagena. Según su criterio, mientras esto no sellevara a efecto, además del consiguiente perjuicio para sus trabajadores, susinstalaciones se estarían deteriorando por falta de uso. Pero aún llegó más alláal considerar que el arsenal de La Carraca presentaba mejores condiciones quelos de Cartagena y El Ferrol para llevar a buen término los encargos más ambiciosos, por encontrarse en una situación estratégica mejor para convertirse enuna completa base de operaciones. Pero, a su juicio, para que esto pudiesematerializarse tenía que ser prestada ayuda económica para la modernizaciónde unas instalaciones que, en muchos aspectos, se encontraban tal y como estaban en tiempos de Carlos IV (42).

Las sugerencias de Carranza en las Cortes esta vez no fueron aceptadasbajo la argumentación de que carencias existían en todas partes y que el arsenal de La Carraca no podía llevarse todo el presupuesto consignado para mejora de instalaciones en los arsenales españoles. En definitiva, sus palabras fueron interpretadas como el resultado de su ciega representación de los interesesde su provincia más que como el análisis lúcido de un oficial de la Marina, taly como pretendió demostrar (43).

A pesar de este fracaso inicial al abordar el tema, insiste nuevamente sobreel mismo en los días siguientes presentando una enmienda a un proyecto de leydel gobierno según el cual, en los establecimientos de El Ferrol y Cartagena,los trabajos de construcción de barcos se realizarían por contrata con una entidad industrial de completa garantía y no por administración (44). El desacuer

(41) Cfr. Diario de Sesiones del Senado . Legislatura 1908-1909. Tomo III, 4-Xll-1908, p.778.(42) Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1907. Tomo VI,13-XII-1907, pp.

2.409-2.4 10.(43) Cfr. Ibídem, p. 2.411.(44) El proyecto de ley presentado en las Cortes determinaba que el arsenal de El Ferrol se

especializaría en grandes construcciones, que el de Cartagena se reservaría para las pequeñas yque el de La Carraca quedaría encargado de las reparaciones y de las obras nuevas de artillería.Los presupuestos asignados para las obras de reforma necesarias y la determinación de que losencargos se realizasen por contrata estaban en función de la importancia dada a cada arsenal porel presente proyecto de ley. De ahí que el arsenal de La Carraca no disfrutase de las mismas ven

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do que mostró radicaba en la no inclusión del arsenal de La Carraca en un proyecto del que, al parecer, se esperaban mejores resultados. La justificación desu postura se basa en razonamientos ya empleados y que vuelven a insistir enla mayor importancia estratégica de Cádiz frente a los otros dos centros deconstrucción naval. Además valoraría esta discriminación como una verdadera falta de inteligencia (45):

«No creo que quepa dudar que Cádiz es la base militar de más importanciade España, que después viene Cartagena y luego El Ferrol. Si no pudiera haberen España más que una base naval, ésta sería Cádiz. Si pudiera haber dos,Cádiz y Cartagena, y si pudiera haber tres, serían Cádiz, Cartagena y El Ferrol.Y tres tenían que ser porque nuestra costa está dividida en tres partes. (...) Ynuestra importancia estratégica viene por estar la península enla confluenciade dos mares y en el extremo de un continente tan inmediato a Africa. Y comonos enseña la historia, en cuatro siglos ha sido objeto Cádiz de cinco ataques,y todos los combates ocurrieron allí: San Vicente, Santa María, Trafalgar,Algeciras y Málaga, mientras en Ferrol sólo ha habido un ataque, y un combate de casualidad en el cabo Finisterre» (46).

Carranza no aceptaría la supuesta compensación que Cádiz recibiría a través de un incremento de los encargos de construcciones navales civiles parasus astilleros (47).

Un año después, en 1908, decide volver a plantear la cuestión, pero esta vezpor sí misma, sin que algún motivo en concreto propiciase su discusión en lasCortes. Planteó el problema de la siguiente forma: solicitaba al ministro deMarina una solución al estado de total abandono en el que se encontraba, a sujuicio, el servicio de la base naval de Cádiz integrada en el arsenal de La

tajas que los otros dos centros, tanto en el presupuesto asignado —setecientas mil pesetas frente a dos millones de pesetas— como en la imposibilidad de acceder a los encargos por contrataen vez de por el menos ventajoso sistema de administración. El proyecto fue justificado por dosobjetivos: el primero, acabar rápidamente con las obras por administración que tan nefastosresultados estaban produciendo debido a la generalizada desorganización existente tras el fin dela guerra de Cuba; el-segundo, variar el--sistema hasta entonces- vigente según -el cual -

los buques se construían en grupos de tres, uno en Ferrol, otro en Cartagena y otro en Cádiz,resultando que para tres crucueros se necesitaba un proyecto triplicado y ejecutado por tresdirecciones de ingenieros, de artilleros, de talleres de modelos y plantillas y de oficinas de planos y tres corrientes de expedientes entre los arsenales y el Ministerio. Este sistema era, segúnel Gobierno, más costoso y dilatorio que si los tres buques hubiesen sido construidos en unmismo arsenal. Por tanto, la especialización de los arsenales era, según este punto de vista, másconveniente para el buen servicio de la nación, aunque llevase como resultado un deterioro delfomento de alguno de ellos. Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1908-1909. TomoIII, 4-XII-l908, p. 780. -

(45) Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1907. Tomo VI, 19-Xll-l907, -pp.2.555-2.556. - -

(46) Ibídem, pp. 2.556-2.557. - -

(47) Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1907. Tomo VI, 19-XII-1907, pp.2.557-2.559. - - - -

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Carraca (48). Esta vez no se trataba de que determinadas medidas fuesen equitativas a las dictadas para los otros dos arsenales, sino de una petición de ayudaen tono desesperado. Provocó, así, un debate acerca del porvenir del establecimiento naval gaditano, aunque, según él mismo expresó, sin que ello significase que se estuviera censurando la labor del Ministerio de Marina. La intención última de esta iniciativa era, según su opinión, la de obligar al Gobiernoa expresar sus planes concretos a este respecto y, en la medida de lo posible,hacer una llamada de atención ante una situación que era considerada injustapor todos los gaditanos y que afectaba a un tercio de la población residente enSan Fernando.

Nuevamente insistió en que los planes y presupuestos del gobierno se concentraban en los arsenales de Cartagena y El Ferrol y olvidaban, en cambio, elde La Carraca. Al argumento ya conocido de la discriminación, se unió el delas peores oportunidades de trabajo para el futuro: si los arsenales ferrolano ycartagenero contaban con medios económicos mayores, producirían más ymejor, de modo que el de La Carraca no podría ser nunca competitivo frente aellos y su evidente desventaja aumentaría con el tiempo (49).

Este razonamiento se vio, a su vez, fortalecido por otro que recurría al propio espíritu de la política gubernamental: si el arsenal de La Carraca debía serdestinado exclusivamente a reparaciones de buques pero, en cambio, no se leconcedía presupuesto suficiente para su modernización, cómo podían éstas hevarse a cabo. En su opinión, no se cumplía el objetivo último del gobierno:aumentar la eficacia de las principales bases navales españolas, así como suinfluencia sobre los mares próximos a ellas.

La situación del arsenal de La Carraca era, pues, según lo expuesto porCarranza, insostenible. Ante tal panorama pidió al Gobierno que se expresaraclaramente acerca de si le interesaba prescindir del arsenal gaditano o si, porel contrario, pensaba en su rápida y efectiva reorganización. Antes de recibiruna respuesta, recordó sus ya conocidos argumentos acerca de la convenienciade fomentar el desarrollo de la base naval de La Carraca, debido a la importancia estratégica de Cádiz en la defensa de las costas españolas del sur de lapenínsula y a su trascendencia dentro del Mediterráneo occidental (50). Supostura, por tanto, intentaba demostrar que sus objetivos pretendían atenderintereses generales de la nación y no exclusivamente los particulares de la provincia de Cádiz.

La respuesta de Ferrándiz, ministro de Marina, empleaba las mismas razones que justificaron la ley causante de esta polémica: el sistema de construcción de buques por grupos de tres en Cartagena, El Ferrol y La Carraca triplicaba todo el proceso y lo hacía más costoso y lento. Con la especialización delos tres arsenales en grandes y pequeñas construcciones y en reparaciones (El

(48) Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1908-1909. Tomo III, 4-XII-1908, pp.776-777.

(49) Cfr. Ibídem, pp. 777-778.(50) Cfr. Ibídem, pp. 778-779.

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LA REFORMA DE LOS SERVICIOS DE LA ARMADA. UN DEBATE EN LAS CORTES DE...

Ferrol, Cartagena y Cádiz respectivamente) sólo se pretendía un eficaz funcionamiento, sin ánimo de discriminar a nadie. El arsenal de La Carraca, enconsecuencia, no había sido abandonado sino especializado en una clase detrabajo, el de reparaciones, que lo único que implicaba era una transformaciónde funciones, pero, en ningún caso, su eliminación, ya que éste era un trabajoseguro y constante (51). Como era de esperar, la respuesta oficial fue acogida por Carranza como una muestra de buenas palabras que sólo conteníanevasivas y que, en definitiva, no contestaban a las peticiones formuladas. Fueprecisamente por esta apreciación por lo que se resistió a abandonar la cuestión, aumentando su insistencia sobre el asunto.

Ante la imposibilidad -de -ganar-terreno -por-el camino -hasta- ahora- utilizado,-cambia de táctica: abandona sus peticiones de justicia e igualdad y orienta susobjetivos hacia un intento de sacar el mayor provecho posible a la situación enla que el Gobierno colocaba al arsenal gaditano. Para ello ruega al ministro deMarina que fuese creada una comisión encargada de estudiar cómo se podríanorganizar los servicios de una base naval de operaciones en el arsenal de LaCarraca, ya que hasta ese momento carecía de los medios necesarios para prestar los dos servicios que una entidad de esta naturaleza debía ofrecer: los aprovisionamientos y las reparaciones. La supuesta especialización que en artillería debería tener en un futuro no entraba en estas consideraciones ya que noera función específica de una base naval (52). Con esto no se contradecían lasdisposiciones gubernamentales, pero se continuaba solicitando lo mismo:atención, preocupación y unas considerables partidas presupuestarias. A pesarde sus esfuerzos, recibió esta vez, no buenas palabras, sino una rotunda negativa: se consideraba innecesario enviar a Cádiz una comisión que estudiase lacreación de una verdadera base naval en La Carraca cuando no se contaba aúncon el presupuesto necesario para después llevarla a efecto. No obstante, sedejaba abierta la posibilidad de que, una vez desahogada la situación económica, se pusiese en-práctica lo planteado (53). -

El problema del futuro del arsenal de La Carraca centró todas las intervenciones de Ramón de Carranza en las Cortes entre 1907 y 1909. Debido a quesus gestiones resultaron infructuosas, intentó sacar de ello algún beneficio parasu carrera política difundiendo, a través de la prensa gaditana, todo el desarrollo de este asunto ante la Cámara. Su objetivo, suponemos, era el de reforzar enla opinión pública su imagen de defensor de los intereses de Cádiz, con independencia del éxito obtenido (su fracaso podía, así, mostrarse más como producto -de la incomprensión -del -Gobierno-que como -resultado -de su ineficacia)

(51) Cfr. Ibídem, pp. 780-781. -

(52) Carranza no mostró gran interés por este particular ya que un centro de fabricaciónartillera podía ser instalado en cualquier zona, costera o del interior, con tal de que estuviesebien comunicada. La importancia en el fufuro de Cádiz no residía, en opinion de Carranza, enque se construyesen cañones, porque su verdadero porvenir descansaba sobre los servicios quenecesitaba una base naval, Cfr. Ibídem, p. 782.

(53) Cfr. Ibídem, pp. 782-785.

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Joaquín María PIÑEIRO BLANCA

Un extenso artículo publicado en la primera página del periódico LaDinastía, en aquel tiempo el órgano oficial del Partido Liberal Conservador enla provincia de Cádiz, fue el más importante ejemplo de ello. Carranza explicó en él la cuestión con idénticos argumentos a los utilizados en sus discursosen el Senado. La destacada situación estratégica de Cádiz, la dependencia económica de San Femando —ciudad que vive en tomo a las actividades desplegadas por la Armada— y la eficacia demostrada con anterioridad en las construcciones navales hacían, a su juicio, obligatorio que el Estado se ocupase deestas instalaciones de igual modo que como hacía con las de El Ferrol yCartagena. En su opinión, tres peticiones urgentes debían presentarse ante elGobierno:

1) Trabajo para los obreros gaditanos del sector de la construcción naval,para lo que tenían que intensificarse los encargos.

2) Restauración y puesta en funcionamiento de las instalaciones del arsenal de La Carraca ya existentes.

3) Establecimiento de talleres con máquinas, materiales y herramientasmodernas que completarían lo ya existente en el arsenal.

Para lograr este objetivo, pidió en las últimas líneas del escrito la colaboración de las poblaciones que podían verse beneficiadas con ello: Cádiz y SanFernando (54).

Carranza, a la vista de que no ganaba terreno en favor de estos intereses fueabandonando este tema en favor de otros más agradecidos, en los que encontraría mayor respaldo por parte de los gaditanos, ya que afectaban a gruposmás amplios que el castrense. Así, lograría el que parecía ser su objetivo último: desarrollar un rápida y brillante carrera política que lo situase en la cúspide de la escala social. A pesar de ello, aún mostraría atención por determinados problemas relacionados con el arsenal de La Carraca, pero que ya no sereferían a su situación general sino a aspectos puntuales de su actividad, principalmente los relacionados con las obras de la dársena y del dique de sus instalaciones.

El dique construido en La Carraca presentaba un grave problema: no estaba comunicado con los caños y, a través de éstos, con el mar. Para solventarlo, por Real Decreto de 16 de agosto de 1907 se dispuso que, sin formalidadesde subasta, se verificara el concurso de obras para poner en comunicación elmencionado dique con los caños mediante el dragado pertinente. Se celebraron tres concursos en octubre y diciembre de 1907 y en agosto de 1908, quedando todos ellos desiertos. El motivo de ello fue que el futuro contratista sedebía hacer responsable de los desperfectos que se ocasionasen en las instala

(54) Cfr. La Dinastía, órgano del Partido Liberal Conservador en la provincia de Cádiz.Viernes, 2 de julio de 1909. n.° 9.952.

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ciones ya existentes al realizar las nuevas. La petición formulada por Carranzase encaminaba a la eliminación de esta cláusula en las condiciones del concurso, motivo, según su parecer, del retraso de una obra de vital importanciapara el buen funcionamiento del arsenal. A esta súplica se añadía otra: la de larealización de un estudio para ampliar el dique de una capacidad de trece miltoneladas a una de quince mil, tamaño más acorde con las dimensiones de losbuques que en ese momento se estaban construyendo (55). Esta obra permitiría la recepción de barcos que necesitasen reparación urgente y la botadura delos de nueva construcción con mayor facilidad (56).

La respuesta del Ministerio de Marina esta vez fue afirmativa, pero seimpuso una condición: las obras de ampliación del dique sólo se efectuaríanlongitudinalmente, ya que hacerlo también transversalmente sería lo mismoque construir uno nuevo y los presupuestos disponibles para tal efecto no lopermitían. A ello se añadía que el aumento del largo de un dique era, además,técnicamente más sencillo que una modificación de su ancho (57).

La última intervención de Carranza en las Cortes en relación con el temadel arsenal de La Carraca fue breve y podemos interpretarla como su últimointento de lograr una respuesta positiva del Gobierno. En aquella ocasión utilizó un nuevo argumento que fortalecía los ya expuestos con anterioridad: elarsenal gaditano podía convertirse, además de en lugar de construcción y reparación de buques, en centro de prácticas para los alumnos de la Escuela NavalMilitar de San Fernando, un servicio que sería de gran interés para la formación de los futuros marinos y que solucionaría uno de los puntos débiles delsistema de formación vigente: la escasez de clases prácticas (58).

Como ya señálábamos, la disminución de su presencia en las Cortes vino acoincidir con la crisis en las jefaturas de los partidos Liberal y Conservadortras el asesinato de Canalejas. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique pusieron fin a su carrera política en Madrid (59), centrando desde ese momento suactividad pública en el ámbito local. El nuevo camino emprendido tuvo como

(55) Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1908-1909. Tomo Y, 8-11-1909, pp.1.664-1.665.

(56) Carranza consideró que uno de los temas olvidados en el proyecto de obras del arsenal de La Carraca fue el del dragado de los caños, imprescindible para que la comunicación deldique con el mar fuese efectiva. En su opinión, no era suficiente con dragarlos en el momentode las obras ya que un caño, en el plazo aproximado de diez años, vuelve a tener la misma cantidad de fango que en origen. Era, por tanto, necesario instalar un tren de dragado que trabajase continuamente a fin de mantener el calado de los canales.

(57) Cfr. Ibídem, pp. 1.666-1.672.(58) Carranza relacionó el tema del arsenal de La Carraca con el anteriormente menciona

do proyecto de ley de reforma de los servicios de la Armada. Suponemos que con ello queríaaprovechar el demostrado interés general por este proyecto de ley para lograr mayores apoyosen este asunto, Cfr. Diario de Sesiones del Senado. Legislatura 1908-1909. Tomo VII, 8-1V-1909, pp. 2.800-2.801.

(59) Su último cargo en las mismas fue como diputado por el distrito de El Puerto de SantaMaría en 1919 aunque, como decimos, su presencia como senador desde 1912 a 1917 fue puramente testimonial.

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Joaquín María PIÑEIRO BLANCA

primer resultado su nombramiento como alcalde de Cádiz en 1927, ya en ladictadura de Primo de Rivera.

La actuación política de Ramón de Carranza en los años finales de laRestauración fue, en términos generales, discreta. Se ocupó de los temas quemejor podía dominar por su formación castrense, con el fin de ganar prestigioa través de sus intervenciones y así avanzar en su planificado progreso social.Sin embargo, no obtendría ningún resultado importante en sus gestiones. Noobstante, esta etapa de su carrera le proporcionaría una considerable experiencia política —fueron dieciseis años como diputado y senador— y la oportunidad de ingresar en las redes caciquiles de la provincia de Cádiz. Este períodosería posteriormente utilizado por Carranza y sus seguidores como instrumento de prestigio y elemento fortalecedor de su autoridad como político, aunqueexagerando algunos capítulos, como una supuesta gran amistad con AntonioMaura forjada, según Carranza, en aquellos años (60). Con ello intentó responder a las acusaciones que se le hicieron acerca de que su permanencia enel poder se debía exclusivamente a la voluntad de Miguel Primo de Rivera yno a su valía como político.

(60) Las consultas que hemos efectuado en el archivo de la Fundación Antonio Maura deMadrid no nos dieron resultados positivos en la búsqueda de vestigios de una posible relaciónpersonal de Carranza con este político, por lo que debemos dudar sobre este particular.Imaginamos que el contacto personal de ambos debió de ser el normal entre un diputado-senador y el jefe de su partido, sin que ello tuviese mayor trascendencia.

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ESPAÑA ANTE LASIMPLICACIONES MEDITERRÁNEASDE LA CONFERENCIA NAVAL DE

LONDRES DE 1930

José Luis NEILA HERNÁNDEZDoctor en Historia ContemporáneaUniversidad Autónoma de Madrid

La Conferencia Naval de Londres, en la estela de la celebrada en Washington en 1921-22, coincide con una coyuntura especial en la historia del períodode entreguerras. 1930 no delimita simplemente la línea divisoria entre dosdécadas, sino el punto de inflexión en el que comienzan a deteriorarse irreversiblemente los pilares sobre los que se había cimentado la sociedad internacional tras la Guerra del Catorce. A esa coordenada internacional, que suponeel fin del período de mayor eficacia e implantación de la Sociedad de lasNaciones, en el caso de España se incorpora otra coyuntura de cambio. Estavez, sin embargo, el cambio es de signo contrario ya que España, ante la crisisdel sistema monárquico, 0pta por la adopción de un régimen democrático yliberal desde 1931, que armonizase las estructuras internas y la posición internacional de España con las de la Europa democrática y la Sociedad de lasNaciones. La inauguración oficial de la Conferencia Naval el 21 de enero de1930, en la Galería Real de la Cámara de los Lores, precede únicamente ensiete días al encargo de Alfonso XIII al general Berenguer para formar gobierno, dando fin a la dictadura de Primo de Rivera.

El componente mediterráneo en la política exterior española ocupaba unaposición de privilegio -y, -evidentemente, cualquier amenaza- o factor-perturba-dor en esa área acaparaba la atención de los medios oficiales españoles. España, una gran potencia venida a menos en su devenir histórico (1), se habíaconvertido en una potencia exclusivamente euroafricana después de 1898. Un

(1) Para un estudio en profundidad sobre la posición internacional de España como potencia se puede consultar la conceptualización realizada por MORALES LEZCANO, V.: «Grande,pequeña y mediana potencia (algunas puntualizaciones conceptuales)», en Portugal, España yEuropa. Cien años de desafío (1890-1990), Mérida, U.N.E.D., 1991, pp. 21-32; y, asimismopara la posición internacional de España en las primeras décadas del siglo xx los trabajos deTolutE Górvmz, II. de la: «El destino de la “Regeneración” internacional de España (18981918)», en Proserpina, n9 1, diciembre de 1984, Mérida, pp. 9-22; y en un espacio temporal másamplio TUSELL, J.: «El problema del Estrecho en la política internacional española de la épocacontemporánea», en Actas del Congreso Internacional “El Estrecho de Gibraltar, Ceuta “.

Madrid, U.N.E.D., 1988, pp. 9-26. -, -

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J. L. NEILA HERNÁNDEZ

Estado que, como afirma J. U. Martínez Carreras, desde el último tercio delsiglo XIX y los primeros compases del xx era:

« (...) una pequeña potencia situada por un lado en una situaciónperiférica, y no sólo desde el punto de vista geográfico, sino tambiénpolítico y económico, en relación con los pueblos protagonistas y conlos Estados que son los nuevos centros del poder mundial, y por otrotan radicalmente introvertida que neutraliza con una pasividad internacional casi total la actividad y tensiones exteriores precedentes» (2).

Una posición que, en definitiva, imponía condicionantes objetivos para queEspaña pudiese ejercer plenamente su potencia en el «hinterland» mediterráneo, un área vital para su seguridad. En esas condiciones España participará enel reordenamiento internacional que se produce en el Mediterráneo a principiosde siglo bajo el diseño franco-británico. Sobre este patrón se articularán lasrelaciones de dependencia de España con las grandes potencias en el espaciomediterráneo, pero será, asimismo, gracias a ese nuevo equilibrio de interesescomo España reactivará su presencia internacional tras el recogimiento cano-vista.

La política mediterránea jugará, además, un papel muy importante en lapercepción española de los problemas europeos. Fue, de hecho, un canal apartir del cual los medios oficiales españoles pudieron percibir las realidadeseuropeas. Ciertamente, España —utilizando las palabras de María de losAngeles Egido—, «aun dentro de una posición claramente secundaria, Españaera europea en función de ser mediterránea. Siempre ha sido el Mediterráneouna de las constantes en la participación española en cuestiones europeas» (3).

Debemos tener en consideración, asimismo, el argumento apuntado ya porF. Albi en su libro sobre la Política del Mediterráneo en la posguerra publicado en 1931, en torno al lugar central que ocupaba el «hinterland» del Mediterráneo en la política exterior de la Monarquía y, más concretamente, de ladictadura de Primo de Rivera. La concepción del Mediterráneo como eje degravedad de la política internacional de España en los años veinte explica, engran medida, la falta de atención que Primo de Rivera —como afirma M. Espadas Burgos— dedicó a la dimensión europea de su política y, muy en especial,en el entorno de los países democráticos y en el seno de la Sociedad de lasNaciones (4).

El orden internacional instaurado por los vencedores tras la Guerra del

(2) MAwrÍtz CARRERAS, J. U.: «‘La política exterior española durante la Restauración,1875-1931», en Las relaciones internacionales en la España Contemporánea, Murcia, JuanBautista Vilar (Ed.), 1989, p. 80. Un comentario directamente inspirado en las tesis sostenidaspor el profesor J. M.’ JOVER ZAMORA, en Política, diplomacia y humanismo militar en la España del siglo xix. Madrid, Tumer, 1976.

(3) EQmo, M. de los A.: «‘España ante la Europa de la Paz y de la guerra (1919-1939)», enPortugal, España y..., p. 39.

(4) ESPADAS BURGOS, M.: «La política exterior española en la crisis de la Restauración», enHistoria de España y América, vol. XVI, 2, Madrid, 1981, p. 610.

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ESPAÑA ANTE LAS IMPLICACIONES MEDITERRÁNEAS DE LA CONFERENCIA....

Catorce incorporó un nuevo concepto de la seguridad —la Seguridad Colectiva—, cuya fuente y cuyo marco fue la Sociedad de las Naciones. Las lagunasque presentaba el Pacto de la Sociedad respecto al problema de la seguridadfueron objeto de numerosos estudios y proyectos jurídico-políticos durante elperíodo de entreguerras. Unos de carácter general, como el protocolo de Ginebra o el Pacto de París, otros de carácter regional, como los Acuerdos de Locarno, pretendían ofrecer soluciones a las lagunas del Pacto. Evidentemente, lacuenca mediterránea no permaneció ajena a las fórmulas de la seguridadcolectiva. De este modo la península ibérica, situada en una de las puertas delMediterráneo, no pudo asistir inerte ante la nueva realidad de la seguridadcolectiva y la fiebre de la pactomanía.

La Sociedad de las Naciones, además de las insuficiencias inherentes alPacto, tuvo que hacer frente a dos realidades políticas que mediatizarían sutrayectoria histórica: por un lado, el hecho de que nunca pudo alcanzar launiversalidad a la que aspiraba el nuevo organismo internacional, y por otro,que su vinculación a los tratados de paz situaba a la Sociedad de las Nacionesen un lado determinado de la balanza en la dialéctica entre defensores del statuquo y los revisionistas. En estas circunstancias la seguridad colectiva y losintentos para complementarla van a tener diferentes lecturas en función delos intereses de las potencias y de su posición en la sociedad internacional.En el marco concreto de las grandes potencias con intereses en el Mediterráneo —Francia, Gran Bretaña e Italia—, sus formas de concebir la seguridad yde actuar en Ginebra se definen en función de sus intereses nacionales concretos. Francia, por su lado, fue firme partidaria de la seguridad colectiva y la másimportante defensora de los pactos regionales siempre que sirvieran a susimperativos de seguridad en Europa. Gran Bretaña, muy reacia a incrementarsus responsabilidades en Europa más allá de los términos del Pacto, no estabadispuesta a sobrepasar los compromisos a que había llegado en Locarno. Erauna firme defensora del equilibrio continental y en el Mediterráneo mantuvo suposición de árbitro y de garante del statu quo. Finalmente Italia, resuelta aemprender una política revisionista en el Mediterráneo, siempre criticó el sistema ginebrino, mostrando sus preferencias, como así haría en los años treinta,por el contacto directo con la aristocracia internacional en detrimento de losprincipios democráticos de Ginebra.

Previamente al análisis en profundidad de las implicaciones mediterráneasde la Conferencia Naval de Londres, estimamos conveniente exponer una seriede factores para la comprensión de la política mediterránea en el ecuador delperíodo de entreguerras. En primer término y en un plano general, en el Mediterráneo Occidental se va a reproducir a pequeña escala esa bipolarizaciónentre potencias satisfechas —defensoras del statu quo—, concretamente Francia y Gran Bretaña, y potencias revisionistas —Italia y más modestamenteEspaña—.

Junto a éste debemos destacar una serie de vectores que definen el sentidode las relaciones entre estas cuatro potencias de modo más concreto. En primerlugar, la «tensión franco-italiana» en el marco de la cual la rivalidad naval no

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fue más que un vehículo de expresión de esa confrontación de intereses entreFrancia, celoso guardián de su situación de privilegio en el Mediterráneo Occidental, e Italia, dispuesta a conseguir mejoras en su área de expansión naturalen virtud del Tratado de Londres de 1915. En segundo lugar, la «amistad hispano-italiana», que con la implantación de la dictadura de Primo de Rivera seconvirtió en un factor de primera magnitud de la política exterior española (5).En tercer lugar, el «inicio de la aproximación hispano-francesa», que se confirmaría más tarde con la proclamación de la República en 1931. La dictadura, apesar de su amistad con Italia y su actitud irredentista en el Norte de Africa,prefirió solucionar los contenciosos hispano-franceses a partir de los cauces deentendimiento y negociación con la propia Francia (6). Y, finalmente, la «actitud arbitral de Gran Bretaña»; potencia con la cual la dictadura de Primo deRivera mantuvo unas estrechas relaciones, pero siempre celosa de no vercomprometidos sus intereses en el Mediterráneo (7).

Bajo estos condicionamientos, además de los propiamente técnicos de lalimitación de los armamentos navales, se presenta la problemática del Mediterráneo en la Conferencia Naval de Londres de 1930; una cuestión que se antojaba vital para las autoridades españolas, si fuese incluida en el orden del díade la Conferencia. De hecho, la yuxtaposición y la secuencia de los aspectosmeramente técnicos, con otros más directamente relacionados con el equilibriodel Mediterráneo, determinarán la percepción que desde Madrid se tendrá de lareunión de Londres.

La política naval de España en la era de las conferencias navales

Desde 1898 hasta la Guerra del Catorce el pensamiento estratégico navalestuvo predefinido por la irremisible necesidad de «rehacer la Marina». ParaEspaña era vital replegarse a las aguas metropolitanas, una vez perdidas lascolonias de ultramar, y adoptar una nueva estrategia naval de recuperación.

En el período de entreguerras los artífices del pensamiento estratégiconaval español —el almirante Francisco Moreno, el futuro almirante Luis Carrero Blanco y el capitán de navío Carvia—, plantearon la necesidad de crear en

(5) En torno a las relaciones hispano-italianas durante la dictadura de Primo de Riverapueden consultarse los trabajos de TUSELL, J., y SAZ, 1.: »Mussolini y Primo de Rivera: las relaciones políticas y diplomáticas de dos dictaduras mediterráneas», en Boletín de la Real Acadeinia de la Historia, CLXXIX, III, 1982, Madrid, pp. 413-483; SuEIR0, S.: »Primo de Rivera yMussolini. Las relaciones diplomáticas entre dos dictaduras (1923-1930)», en Proserpina,n.° 1, diciembre de 1984, Mérida, pp. 23-34; de la misma autora «La influencia de Mussolini ysu Régimen en la dictadura de Primo de Rivera», en Proserpina, n.° 1, diciembre de 1984, Mérida, pp. 35-50, y PALOMARES, G.: Mussolini y Primo de Rivera. Política exterior de dos dictadores. Madrid, Eudema Universidad, 1989.

(6) Vid. SuEmo, S.: España y Francia en Marruecos. La política mediterránea de Primode Rivera. Madrid, Tesis Doctoral leída en la U.N.E.D., 1991, p. 565.

(7) Vid. PEREIRA CASTAÑARES, J. C.: Las relaciones entre España y Gran Bretaña duranteel reinado de Alfonso Xlii (1919-1 931). Madrid, Tesis Doctoral leída en la Universidad Complutense de Madrid, 1986; TUSELL, J., y GARCÍA QUEIPo DE LLANO, G.: El dictador y el mediador.Madrid, C.S.I.C., 1986.

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ESPAÑA ANTE LAS IMPLiCACIONES MEDITERRÁNEAS DE LA CONFERENCIA..

España una conciencia marítima que acabase con la mentalidad continental quehabía predominado en nuestra política durante el XIX y las primeras décadas delpresente siglo. Esta mentalidad, en opinión de estos especialistas, había sidopromotora del aislamiento internacional de España (8).

Con el inicio de los años veinte las grandes potencias navales, en la atmósfera creada por la Sociedad de las Naciones para estimular la limitación yreducción de los armamentos mundiales, comenzarán a promover encuentrospara establecer unas normas de equilibrio entre las diversas fuerzas navalespara evitar la feroz carrera de armamentos que precedió a la Gran Guerra. Paraconseguir este objetivo se recurrió al sistema tradicional de las conferencias, laprimera de las cuales se celebró, a iniciativa de los EE.UU., en Washingtonentre noviembre de 1921 y febrero de 1922. Esta Conferencia reunió al anfitrión, los EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón. En el acuerdo finalFrancia reconoció la paridad con Italia, al menos en acorazados y portaviones,aunque Francia se negó a reconocerla para el resto de categorías de buques.Desde este momento la paridad sería un elemento de continua confrontaciónentre ambas potencias. Con el fin de universalizar estas medidas, la Sociedadde las Naciones convocó una nueva reunión general en Roma en 1924. En estaocasión fracasó el intento de hacer extensivo el Convenio de Washington atodos los Estados miembros de la Sociedad. La postura española en la Conferencia se concretó en tres-puntos: en primer lugar,- en la declaración-del contralmirante Marqués de Magaz en la reunión de 1922, respecto a la libertad deEspaña en el crecimiento de su Armada; en segundo lugar, la consideraciónestratégica de que España, en virtud de su posición geográfica y por estar rodeada por tres potencias navales, necesitaría unas fuerzas navales iguales a lasde ellas; en tercer lugar, a España no le producía beneficio alguno imponerselimitaciones como las estipuladas a las potencias de segundo orden, máximecuando España no tenía ningún problema local pendiente. Se tomaba comolímite óptimo, pero no definitivo, de la potencialidad naval de España, enfunción de las necesidades de la defensa nacional y los recursos disponibles, en105.000 toneladas en buques de línea. España en aquel momento poseía 82.000toneladas en esas categorías de buques. La Conferencia fue un rotundo fracasoy España, por medio de su representante Joaquín Montagut, mantuvo el criterio de que, como era imposible que España llegase a un equilibrio de armamentos con las tres grandes potencias que la rodeaban, convenía mantener lalibertad de acción o aceptar, a lo sumo, una limitación nominal condicionándola a la proporcionalidad con los armamentos de sus vecinos (9).

(8) Vid. ALBA SALGADO, J.: «Evolución estratégica de la Marina española entre las dosguerras mundiales», en Les armées espagnoles etfrançaises. Modernisation et réforme entre lesdeux guerres mondiales. Madrid, Annexes au mélanges de la Casa Velázquez, 1980, pp. 135-138. Para las teorías de Mahan y otros teóricos de la geopolítica como Mackinder o Haushoferpuede consultarse: NúÑEz LACAd, F., y TORRENTE SÁNCHEZ, F.: La Armada: esa desconocida.Madrid, Ed. San Martín, 1986, pp. 28-34.

(9) Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (A.M.A.E.). R - 515 exp. 32. Informereservado de la Subcomisión Naval elaborado por Joaquín Montagut. Cartagena, 12 de marzo de1924.

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J. L. NEILA HERNÁNDEZ

España necesitaba una posición de equilibrio en sus relaciones triangularescon Londres, París y Roma. Luego, la idea estratégica española imperante hastael estallido de la Guerra Civil en 1936 consistía, según afirma J. Alba Salgado,en tratar de ejercer el papel de «potencia equilibradora en esa zona del Mediterráneo»,.en el marco de la rivalidad franco-italiana (10). Esos objetivos de política exterior y esas premisas de seguridad nacional se concretaron en una política de rearme naval bajo la Monarquía y, especialmente, durante la dictadura.

Este trato privilegiado que concedió Primo de Rivera a la Marina, según elcitado autor, fue fruto bien de una compensación del dictador por la neutralidadde la Marina en los asuntos internos, o bien «porque el General estaba convencido de que en caso de conflicto, incluidos en una alianza, el único componente de cierto valor que podía aportar España sería el núcleo de las modernasunidades navales que estábamos a punto de conseguir» (11). Con el gobiernoBerenguer, el 30 de enero de 1930 el almirante Carvia, uno de los principalesexponentes del pensamiento naval español de este período, accedía a la carterade Marina. Con él se iba a elaborar y llevar a cabo una importante labor deracionalización y modernización del Ministerio y de la Armada. La flota, segúnel plan del ministro, había que evaluarla a partir de hipótesis derivadas de lasituación de Europa en aquellos momentos y de la fuerza naval que, con arregloa los tratados, podía tener un valor en el caso de participar en una alianza.

Cuando se celebró la Conferencia de Londres, la diplomacia y los mediosmilitares españoles estaban preparando la estrategia a seguir en la futuraConferencia del Desarme y la valoración de los medios necesarios para garantizar la defensa nacional. La dictadura, conforme con la actitud que Españahabía exhibido en las anteriores conferencias navales, defensora de la libertadde acción en su política naval, no cursó acción alguna para participar en lareunión de Londres. Unicamente la posibilidad de que los problemas mediterráneos fuesen incluidos en la agenda de la Conferencia motivó la movilizaciónde la diplomacia española, con el fin de asegurar su participación en caso deconsumarse esa eventualidad. De hecho, el embajador español en París—Quiñones de León— informaba al Ministerio de Estado el 10 de octubre, trashaber mantenido conversaciones con Briand y Berthelot, de la buena disposición del Gobierno francés para que España participase en la ConferenciaNaval. No obstante, el ministro de Asuntos Exteriores francés advirtió que lainvitación habría de partir de Gran Bretaña y los EE.UU., promotores de lareunión. La contestación de Primo de Rivera no se hizo esperar. Este sosteníaque sólo ante una invitación expresa, y sin realizar para ese fin gestión alguna,asistiría España a la Conferencia (12). Días más tarde, Quiñones de León

(10) Vid. ALBA SALGADO, J.: Art. Cit., p. 139.(11) B0RDEiÉ, F. de: Vicisitudes de una política naval. Antecedentes, desarrollo de la

Armada entre 1898-1936. Madrid, Ed. San MartÍn, 1978, p. 482.(12) Archivo General de la Administración (Asuntos Exteriores) [A.G.A.(A.E.)]. Caja

11.233. «Memorándum sobre la Conferencia del Desarme Naval reunida en Londres en enero de1930; según los antecedentes que obran en la Embajada de España en París», realizado por elagregado naval Fernando Navarro y Capdevila. París, 3 de agosto de 1934.

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ESPAÑA ANTE LAS IMPLICACIONES MEDITERRÁNEAS DE LACONFERENCIA...

mantuvo una conversación con el agregado naval británico en París, en la queéste le confesaba que España contaría con la buena disposición de una parte delAlmirantazgo. Conocidas en Madrid estas opiniones, la actitud de Primo deRivera se mantuvo impasible, como queda reflejado en su contestación aQuiñones de León:

«Deseo para España una política internacional clara y con lasmenores complicaciones posibles. Abierta como ha de quedar ladiscusión del problema naval ante la Comisión preparatoria de laConferencia del Desarme, tendremos allí la ocasión de defender losintereses de nuestra Patria sin los inconvenientes que nuestra presencia en Londres podría ocasionar al vernos solicitados en opuestosentido por Francia y por Inglaterra. Sobre todo, si les conviene nuestra presencia fácil les es invitarnos a asistir, y ante un requerimientoespontáneo de esa índole claro es que no habríamos de eludir nuestrapresencia, cuidando entretanto de no provocar tal invitación» (13).

Posteriormente, cuando el Gobierno francés dio publicidad al memorándum, que dirigió a las demás potencias participantes en la Conferencia, dondeplanteaba la posibilidad de concluir un eventual acuerdo de mutua garantía yno agresión entre las potencias navales mediterráneas, la fisionomía de laConferencia’ cobró una nueva dimensión para los medios oficiales españoles.

Nuevas expectativas para España en la Conferencia de Londres: el PactoMediterráneo

La publicidad del memorándum francés a finales de 1929, tanto por loscanales de la prensa como por la vía diplomática, va a provocar una modificación notable en el modo de percibir y analizar la reunión naval para España.Evidentemente, la posibilidad de que en Londres el problema del Mediterráneopudiese ser tratado confería un carácter sustancialmente diferente a la Conferencia. La iniciativa francesa tendía a solventar dos problemas presentes en lapolítica mediterránea de Francia durante la segunda mitad de los años veinte:por un lado, configurar un marco donde hallar una solución factible a sus intereses que acabase con las fricciones franco-italianas; por otro, neutralizar laamistad hispano-italiana, que había alimentado los rumores e indicios sobre unhipotético acuerdo político-militar.

El memorándum francés salió a la luz a finales de 1929 y de él dio conocimiento el ministro de Asuntos Exteriores —A. Briand— simultáneamente alresto de las potencias participantes en la Conferencia de Londres y al embajador español en París. El contenido constaba de dos partes: la primera, atendía

(13) Ibídem.

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a la actitud general de Francia respecto a las bases de discusión de la Conferencia; la segunda, planteaba los positivos efectos de la conclusión de un acuerdo de garantía mutua y de no agresión en el Mediterráneo. Era precisamente eneste último apartado donde el Gobierno francés hacía una mención específicade España. El Gobierno francés planteaba:

«Est-il possible de réaliser entre les Puissances navales méditerranéennes, un. accord de garantie mutuelie et de non agressionauquel seraient associées celles d’entre elles que ni serontpas représentées Londres, d ‘abord une Puissance comrne 1 ‘Espagne dont itn ‘est pas besoin de rappeier 1 ‘importance des intéréts navais enMéditerranée? Le Gouvernement de la République pose la questionen se déclarant favorable au principe d’un tel accord (...)» (14).

La noticia de este pacto y la directa alusión a España, según comentaba añosmás tarde el agregado naval en París Fernando Navarro, debió «influir poderosamente en el ánimo» de Primo de Rivera, ya que la reacción diplomática fuecasi inmediata. En esta reacción, tendente a asegurar la presencia española antecualquier discusión o negociación sobre un acuerdo Mediterráneo en el contexto de la Conferencia de Londres, podemos distinguir dos tetnpos en la actividad diplomática. Un primer momento, correspondiente a las gestiones iniciadas a finales de diciembre de 1929, con el fin de recabar, especialmente entrelas potencias con intereses en el Mediterráneo, la seguridad de que España noquedaría marginada de una eventual negociación sobre una inteligencia mediterránea. Y un segundo momento, en marzo de 1931, tras el enfriamiento de lasinquietudes españolas al evidenciarse que el Pacto Mediterráneo no seríaincluido en el calendario de la Conferencia, cuando la reactualización de lacuestión a iniciativa francesa provocó una nueva gestión de la diplomacia española sobre aquellas potencias, en el sentido de confirmar las seguridades obtenidas meses antes.

El conocimiento del memorándum por los medios oficiales españoles tuvolugar a través de la prensa, ya que el citado documento no fue enviado a Madridpor el embajador español en París hasta el día 27 de diciembre. En líneas generales la prensa, en parte por el efecto de la censura, y en parte por la primacíadel conflicto interno dada la delicada situación de la dictadura y la poca credibilidad de la Monarquía, no concedió un excesivo interés, salvo en determinadas ocasiones, a las implicaciones de la Conferencia Naval de Londres paraEspaña. Así lo confirmaba Augusto Barcia desde las páginas de La Libertaddel 21 de diciembre de 1929, donde, tras aludir a la importancia de la tensión

(14) Archives du Quai D ‘Orsay (A.Q.D.) (S). Société des Nations, V. 788. Prof ect du PacteMéditerranée. Memorándum. París, le 20 décembre 1929.

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franco-italiana para el transcurso de la Conferencia, destacaba el poco interésque despertaba en España un acontecimiento de esa envergadura (15).

El comportamiento de la diplomacia española ante la Conferencia deLondres estuvo caracterizado por una actitud pasiva y expectante. Esta falta deiniciativa y sustancial pasividad se explica, además de los condicionantes derivados de las difíciles relaciones triangulares con Londres, París y Roma, enfunción de dos componentes: el primero estructural, en cuanto la diplomaciaespañola, lejos de basar su acción en la planificación y la prevención, se limitaba normalmente a reaccionar ante los acontecimientos y actuar improvisadamente; el segundo coyuntural, dado que, curiosamente por la planificación ypreparación que se estaba realizando de cara a la próxima Conferencia delDesarme, se había desestimado cualquier gestión para participar en la Cónferencia Naval de Londres. Sin embargo, no se previó que la discusión de unacuerdo general sobre el Mediterráneo pudiese ser incluida en el calendario dela reunión de Londres.

Los dos momentos que hemos distinguido en la actividad diplomática no••responden a iniciativas españolas, sino a reacciones concretas ante circunstancias internacionales muy específicas. La primera reacción de la dictadura trasel conocimiento de la propuesta francesa fue la rápida y sistemática transmisión de su posición a las potencias participantes en la Conferencia de Londres,mediante los canales diplomáticos el 27 de diciembre de 1929, y a la opiniónpública internacional, a través de la prensa —nota oficial del 1 de enero de1930—. El día 27 Primo de Rivera instruía a los embajadores españoles enLondres, París y Roma para entregar un memorándum el día 30 a aquellosgobiernos, donde se definía la actitud española ante la Conferencia tras los últimos acontecimientos. Primo de Rivera, reiterando la orientación pacifista enque se inspiraba la política del gobierno y contribuyendo, «tanto por accióncoipo por omisión consciente», a asegurar la paz, reafirmaba su abstención aparticipar en la Conferencia de Londres por entender que los problemas parciales de desarme serían luego analizados con mayor amplitud en la Sociedad delas Naciones. Sin embargo, la alusión francesa a la conclusión de un pactomediterráneo y la mención de España obligaban a la dictadura a matizar suactitud. Evidentemente, si el desarme afectaba a todos los Estados por igual yera competencia de la Sociedad de las Naciones —afirmaba el dictador—, el«problema del Mediterráneo concierne sólo a un grupo de países», entre losque se encontraba España. En consecuencia, el Gobierno español:

«(...) debe declarar que no podría menos de ver con hondo disgiisto que en su ausencia se abordase en dicha conferencia o fuera de ellael problema del Mediterráneo bajo ninguno de sus aspectos y esperaconfiadamente que si las demás naciones directamente interesadas en

(15) La Libertad, 21 de diciembre de 1929, <La próxima Conferencia de Londres. Políticanaval», por A. BARCIA.

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ese problema concreto desean plantearlo, no lo harán sin contar desdeel primer momento y en primer plano con el concurso del Gobiernoespañol» (16).

El objetivo inmediato se desprende del mismo texto. Éste no era otro que laobtención de una garantía por parte de aquellas potencias para que se contasecon España, como miembro de pleno derecho, en cualquier negociación relativa al problema del Mediterráneo que se produjese en el contexto de la Conferencia. Una omisión de España en un arreglo general en el Mediterráneo, unárea vital para la seguridad y la política exterior española, hubiera sido undescalabro para el prestigio internacional de la dictadura.

España se limitaba, pues, a ir a remolque de los acontecimientos e improvisar una estrategia de actuación para evitar su marginación de los designios dela política mediterránea, pendientes del rumbo de las relaciones entre Londres,París y Roma. La postura de Primo de Rivera, afirma G. Palomares, refleja lanecesidad de mantener a España al margen de la Conferencia y de conseguir elapoyo de los «países amigos» para que la cuestión mediterránea no fuera tratada en Londres (17). En nuestra opinión, lo que es incuestionable es: en primerlugar, que Primo de Rivera no varió su actitud respecto a la Conferencia mientrás no se tratase el problema del Mediterráneo; en segundo lugar, que en casode plantearse en el marco de aquélla, era necesario lograr un compromiso delas potencias para que no se marginase a España de las negociaciones, y entercer lugar, que en consonancia con esa actitud de pasividad y expectación dela diplomacia española, ésta nunca adoptó una actitud positiva en el sentido depresionar y estimular la inclusión de la cuestión mediterránea en el orden deldía de la Conferencia.

De acuerdo con las instrucciones de Madrid, el memorándum español fueentregado el día 30 a los gobiernos británico, francés e italiano (18). Larespuesta de las tres potencias al requerimiento español fue satisfactoria, en elsentido de que España obtuvo un compromiso formal para no quedar relegaday participar como miembro de primera fila en caso de emprenderse conversaciones sobre el Mediterráneo en Londres. Las respuestas, asimismo, sirvieronpara definir y evaluar el estado de ánimo. de aquellos gobiernos ante esa eventualidad.

La primera. .potencia en contestar fue Francia, cuya respuesta, evidentemen-.te, estaba ya explícitamente manifiesta en el memorándum enviado a las potencias participantes en la Conferencia y a España. Quiñones de León, en unaentrevista con el ministro de Asuntos Exteriores francés hizo entrega delmemorándum español. Briand reiteró su respaldo al concurso de España en

(16) A.M.A.E. R. - 515 exp. 29. T. Presidente del Consejo de Ministros a embajador deEspaña en Londres (n. 182), embajador de España en París (n. 479) y embajador de España enRoma (n. 110). Madrid, 27 de diciembre de 1929. (El subrayado es nuestro).

(17) Vid. PALOMARES, G.: Op. cit., p. 145.(18) Vid. MINARDI, S.: Italia e Francia alZa Conferenza navale di Londra del 1930. Roma,

Salvatore Sciascia Editore, 1989, pp. 125-127.

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caso de que el Pacto Mediterráneo fuese objeto de negociación en Londres. Sinembargo, le comunicó a Quiñones que aún no había recibido contestación alguna de las potencias convocadas en Londres (19). La respuesta francesa almemorándum español fue entregada fmalmente a Quiñones de León el 11 deenero de 1930. La contestación no presentaba ningún cambio respecto a lasopiniones vertidas por los medios diplomáticos en los días previos, confirmando la garantía de que «si des négociations en vue de la conclusión d ‘un telpacte devaient s ‘ouvrir, la participation de 1 ‘Espagne y serait indispensable,et c ‘est dans ce sens que 1 ‘action de la Délegation française ne manquera pasde s ‘exercer a Londres» (20).

La dictadura había agradecido a los medios políticos y diplomáticos franceses su proposición, pero recelaba del excesivo protagonismo francés, motivoque indujo a reafirmar el interés de España por participar en un posible acuerdo mediterráneo, pero siempre en igualdad de condiciones y de derechos queel resto de las partes.

La respuesta y la actitud británica al memorándum español no podía sersino otra acorde a la desconfiaaza con que en Londres se recibió el memorándum francés. A diferencia de la reacción de Briand cuando Quiñones le entregó el mensaje de Primo de Rivera, el subsecretario permanente del ForeignOffice —sir Robert Vansittart— no hizo comentario alguno, prometiendo aMerry del Val someter el documento al ministro —sir A. Henderson— (21).De acuerdo con las instrucciones de Primo de Rivera, transmitió el interésespañol de figurar como «factor de primera línea» en cualquier discusión entomo a un acuerdo mediterráneo. Interesaba, pues, obtener la garantía británica ante tal eventualidad. Con el memorándum entregado al Foreign Office seintentó precisar los antecedentes y circunstancias de la gestión española, con elánimo de desvanecer- la -desconfianza quehabía mostrado sir R. Vansittart,.temeroso de que hubiera podido relacionarse dicha gestión con acuerdosprevios con alguna otra potencia. Primo de Rivera, en una carta dirigida aMerry del Val el 4 de enero, coincidía con este último enque:

«(...) cuanto afecte al Mediterráneo nos afecta aun tratándose delimitar y no de aumentar los armamentos navales, pues los efectos deesos acuerdos no dejarían de modificar la situación en dicha región yEspaña necesita participar en ellos, aunque la modestia de nuestrasactuales fuerzas navales, incluso partiendo de la base de la ejecuciónde los planes acordados, por mucho que quieran o aparenten atribuirles importancia esos periódicos, nos deja muy por bajo del límite

(19) A.M.A.E. R. - 515 exp. 34. Correspondencia. Quiñones de León a Primo de Rivera.París, 31 de diciembre de 1929.

(20) A.M.A.E. R. - 515 exp. 34. D. n. 33. Embajador de España a Presidente del Consejode Ministros. París, 12 de enero de 1930. -

(21) A.M.A.E. R.- 515 exp. 18. D. n. 1.316. Embajador de España a Presidente del Consejo de Ministros. Londres, 31 de octubre de 1929.

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mínimo que podríamos aceptar dentro de la salvaguardia de la seguridad nacional» (22).

El estudio del memorándum español y la respuesta británica al mismo sedemoraron por la ausencia de R. MacDonald y de sir A. Henderson, deLondres. No obstante, en las cancillerías europeas —concretamente en París—, parecían confirmarse las impresiones de Merry del Val respecto a la noinclusión de la cuestión mediterránea en el orden del día de la ConferenciaNaval. El embajador francés en Londres —Fleriau— confirmaba que elForeign Office no se mostraba partidario de la admisión de España en la Conferencia, aunque no desestimaba su participación si se planteaba la discusión delacuerdo Mediterráneo (23). El secretario general del Foreign Office, conmovido por este lenguaje, a juicio de Fleriau, expresó su deseo de tratar la cuestión con los gobiernos francés e italiano antes de dar la respuesta al gobiernoespañol (24).

El escenario en este momento se desplazó a Ginebra, donde Quiñones deLeón debería terciar con los delegados de las otras potencias con el fin de allanar el terreno para que España obtuviese los compromisos requeridos. La actividad diplomática de Quiñones tuvo como protagonistas a A. Briand y A.Henderson. Su encuentro con el primero se encaminó a obtener el compromiso francés para invitar a España a la Conferencia, a menos que se excluyese deantemano la cuestión mediterránea. El ministro francés se mostró dispuesto autilizar sus buenos oficios cerca del representante británico, ya que la invitación debía partir en última instancia de Londres. En su encuentro posterior conA. Henderson, éste le comunicó que la respuesta de su gobierno obraba ya enMadrid y que se atenía a lo allí especificado (25). El mismo día Quiñones erapuesto al corriente de una reunión entre el embajador español en Londres y R.MacDonald, de la que se deducía que Gran Bretaña no era partidaria de incluirel problema Mediterráneo en la futura Conferencia (26). No obstante, no sehabía recibido memorándum británico alguno con la respuesta al requerimiento español. La dilatada espera finalizó el 17 de enero cuando el gobierno británico envió un memorándum a la Embajada española respondiendo en términossimilares a los que habían utilizado verbalmente los diplomáticos y políticosbritánicos ante los representantes españoles (27). La causa del retraso fue

(22) A.M.A.E. R. - 515 exp. 18. Correspondencia. Primo de Rivera a Merry del Val.Madrid, 4 de enero de 1930.

(23) A.Q.D. (S) Société des Nations, V. 788. T n. 7. M. l’Ambassadeur de France a M. leMinistre des Affaires Etrangres. Londres, le 4janvier 1930.

(24) A.Q.D. (S) Société des Nations. T. n. 13. M. / ‘Ambassadeur de France ¿1 M. le Ministre des Affaires Etrangres. Londres, le 8janvier 1930.

(25) A.M.A.E. R. - 515 exp. 34. T. n. 5. Delegado Español en la Sociedad de las Nacionesa Secretario General de Asuntos Exteriores. Ginebra, 15 de enero de 1930.

(26) A.M.A.E., exp. 34. T. n. 4. Secretario General de Asuntos Exteriores a Delegado Español en la Sociedad de las Naciones. Madrid, 15 de enero de 1930.

(27) A.M.A.E. R. - 515 exp. 29. Embajador de España al Presidente del Consejo de Ministros. Londres, 18 de enero de 1930.

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debida a la lentitud con que Italia respondió a la consulta británica acerca delMemorándum español (28).

La actitud italiana ante el memorándum español reflejaba dos de las clavesde la política mediterránea italiana: por un lado, las reticencias derivadas de larivalidad franco-italiana; y por otro, la amistad hispano-italiana en función delpapel que España jugaba en la política mediterránea del «Duce». En consecuencia, la valoración inicial de la iniciativa francesa del Pacto Mediterráneoen los medios italianos, según P: Brundu Olla, era la siguiente: - --- ---- -

« Un patto mediterraneo, piú precisamente una “Loca mo mediterranea “, rientrava a pieno diritto nella pii articolata politica disicurezza inaugurata da Parigi dopo Locarno e poteva essere considerato come un efficace tentativo di cristalizzare la situazione nelMediterraneo a scapito delle aspirazione italiane» (29).

Acorde al recelo despertado en Roma por la iniciativa francesa y la amistadhispano-italiana, la respuesta inicial del ministro de Asuntos Exteriores italiano —Grand.i— al embajador español. en Roma —Viñaza—, cuando le entregóel memorándum español, se expresaba en los siguientes términos:

«(...) puedo asegurar al Gobierno español que el Gobierno fascista, sin la intervención de España, no acordará nada, ni esencial niaccidentalmente que se relacione con el Mediterráneo» (30).

Las palabras de Grandi, en nombre del Gobierno italiano, ofreciendo elcompromiso que solicitaba el Gobierno español para no quedar marginadosde la esfera de actividad de las potencias con intereses en el Mediterráneo,fueron corroboradas por Mussolini en los primeros días del nuevo año (31).La valoración reticente por el Gobierno italiano de la propuesta francesa y elconocimiento de la actitud británica de oposición a tratar la cuéstión mediterránea y la posición española, interesada en no quedar marginada de un posible acuerdo, pero no entusiasta en la conclusión del mismo, indujeron a Gran-di —subraya G. Palomares— a instruir al embajador italiano en Londres paraque comunicara a ese gobierno la oposición italiana a incluir dicho tema en laConferencia sugiriendo, simultáneamente, una conferencia separada y especialentre las potencias con intereses en el Mediterráneo (32).

(28) A.M.A.E. R. - 515 exp. 34. T. n. 31. Embajador de España al Secretario General deAsuntos Exteriores. París, 25 de enero de 1930.

(29) BRUNDU OLLA, P.: L ‘équilibre d(fficile. Gran Bretagna, italia e Francia nel Mediterraneo (1930-1 937). Milano, Dott. A. Giuffre Editore, 1980, p. 5.

(30) A.M.A.E. R. - 515 exp. 37. T. n.° 132. Embajador de España al Secretario General deAsuntos Exteriores. Roma, 30 de diciembre de 1929.

(31) A.M.A.E. R. - 414 exp. 29. Correspondencia. Viñaza a Primo de Rivera. Roma, 4 deenero de 1930.

(32) Vid. PALOMARES, G.: Op. cit., p. 146. Y también, A.M.A.E. R-515 exp. 18. T. n. 16.Embajador de España al Secretario General de Asuntos Exteriores. Londres, 14 de enero de 1930.

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Roma, que se retrasó en comunicar su impresión a Londres sobre el memorándum español, fue también la última en dar una respuesta por escrito a lademanda española, la’ cual fue enviada por el embajador español —Viñaza—el día 25 de enero (33).

Pocos días después de la inauguración de la Conferencia, el 28 de enerodimite Primo de Rivera y, con él, finaliza un período que había configurado lahistoria de España en los años veinte. Iniciada la Conferencia de Londres ylogrados los compromisos tan anhelados en Londres, París y Roma, cabepreguntarse si el nuevo Gobierno, en manos del general Berenguer, iba a imprimir algún cambio en la política exterior y naval española, y si en algo iba acambiar la valoración de España respecto al Pacto Mediterráneo. En principio,el hombre sobre el que el Rey había depositado su confianza —el generalDámaso Berenguer— se convirtió, utilizando la expresión de Shiomo Ben-Ami, « en defensor de una monarquía precaria». La composición del Gobiernomostraba una comprensión de la «normalización» como un paso hacia atrás ala normalidad monárquica de antaño (34). En el caso de la política exterior, serestableció la estructura tradicional del Ministerio de Asuntos Exteriores y seprodujo una cierta desmonopolización en la conducción de la política exterior,tras el férreo control a que la sometió Primo de Rivera. Tras un breve períodode tiempo en que Berenguer, desde el 30 de enero, asumió las labores del titular de la cartera, el 22 de febrero el Duque de Alba fue nombrado ministro deEstado. En relación con el Ministerio de Marina, Carvia, al que ya hemosaludido en repetidas ocasiones, emprendió una importante labor de racionalización en la gestión y planificación de la política naval.

La actitud oficial ante el Pacto Mediterráneo no va a experimentar cambioalguno y, de hecho, cuando el tema vuelva a convertirse en un punto caliente,semanas después, la diplomacia española se movilizará en idéntico sentido decomo lo hizo durante los últimos meses de la dictadura. Dicho de otro modo,la garantía de las potencias para que España no quedase marginada en las negociaciones sobre un Pacto Mediterráneo nuevamente se convertiría en el objetivo inmediato de la diplomacia española.

La cuestión del Pacto Mediterráneo no había sido objeto de discusión en laConferencia de Londres, luego la diplomacia española, acorde con la actitudenunciada a las cinco potencias firmantes, permaneció al margen de cualquieriniciativa para intervenir en la misma. Sin embargo, comentarios en torno aldesinterés del Gobierno y la prensa españoles y, principalmente, los rumores ycomentarios surgidos en medios diplomáticos y de prensa europeos sobre unposible planteamiento del problema del Mediterráneo, volvieron a poner enestado de alerta al personal del palacio de Santa Cruz.

El tema volvió a cobrar actualidad cuando la agencia Hayas reprodujo unaconversación entre Briand y Grandi publicada por el Daily Telegraph, en la

(33) A.M.A.E. R. - 515 exp. 37. T. n. 4. Embajador de España al Secretario General deAsuntos Exteriores. Roma, 27 de enero de 1930.

(34) BEN-AMI, S.: Los orígenes de la Segunda República española: anatomía de una transición. Madrid, Alianza Universidad, 1990, pp. 46-47.

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que se hizo referencia al Convenio del Mediterráneo (35). Esta sucesión deacontecimientos y noticias que pusieron nuevamente de actualidad el problemadel Mediterráneo, en relación con la Conferencia de Londres, culminaron en eldiscurso de A. Briand en el Senado el 25 de marzo sobre el presupuesto de sudepartamento y la actitud de Francia durante la Conferencia de Londres. Alprecisar la posición francesa, lo hizo basándose en el memorándum francés del20 de diciembre de 1929, con las consecuencias que para España implicaba porsu alusión a la concertación de un Pacto Mediterráneo. Francia había presentado como condición indispensable para examinar posibles reducciones en suflota de guerra que a cambio se estableciesen garantías de seguridad —un pactode consulta previa— (36).

Estas especulaciones acabaron por suscitar nuevamente la cuestión mediterránea en la Cámara de los Comunes, donde MacDonald, días antes de la intervención de Briand en el Senado, tuvo que salir al paso respondiendo a uno delos miembros de la Cámara que el problema del Mediterráneo no había sidoobjeto de discusión en la Conferencia Naval (37). Sin embargo, en algunosmedios políticos y en la prensa, como aseguraba Merry del Val al ministro deEstado, no se desestimaba que Gran Bretaña, a pesar de su actitud de no iricrementar sus responsabilidades en el continente, pudiese acceder a participar enun acuerdo de consultas previas entre las potencias con intereses en el Mediterráneo. El embajador español en Londres opinaba que sería conveniente que elGobierno español, a menos quehubiese modificado. su postura respecto al anterior, enviase una carta confidencial al secretario del Foreign Office para recordar la actitud española y asegurar la garantía confirmada por ese gobierno enenero (38).

En virtud de las informaciones y consejos suministrados por Quiñones deLeón y Merry del Val, el ministro de Estado decidió cursar el 29 de marzo lasinstrucciones oportunas para que los Gobiernos británico, francés e italiano(39) reiterasen las seguridades dadas en enero, e informar, como ya se hizoanteriormente, de esa nueva gestión a Washington y Tokio (40). En el texto dela nota oficial, recordando los términos del memorándum español del 30 dediciembre y las seguridades dadas por aquellos gobiernos, el argumento esgri

(35) A.M.A.E. R. -515 exp. 37. Correspondencia. Quiñones de León a Emilio de Palacios.París, 12 de marzo de 1930.

(36) A.M.A.E. R. - 515 exp. 34. D. n. 316. Embajador de España al ministro de Estado.París, 27 de marzo de 1930.

(37) A.G.A.(A.E.). Caja 7.172. T. o. 103. Embajador de España al ministro de Estado.Londres, 21 de marzo de 1930.

(38) A.M.A.E. R. - 515 exp. 18. T. n. 111. Embajador de España al ministro de Estado.Londres, 28 de marzo de 1930.

(39) A.M.A.E. R. - 515 exp. 18. T. o. 38. Ministro de Estado al embajador de España enLondres. Madrid, 29 de marzo de 1930; A.Q.D. (S) Société des Nations, y. 788. Lettre. Directeur des Affaires Politiques et Comerciales ñ Fuques-Duparc —Service Français de la Sociétédes Nations—. París, le 31 mars 1930; y A.M.A.E. R. -515 exp. 37. T. n. 16. Ministro de Estado al embajador de España en Roma. Madrid, 29 de marzo de 1930.

(40) A.M.A.E. R. - 515 exp. 38. T. Ministro de Estado a los embajadores de España enWashington (n. 26) y Tokio (n. 4). Madrid, 29 de marzo de 1930.

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mido por el Gobierno consistía en que los trabajos de la Conferencia deLondres parecían encaminarse hacia soluciones que afectarían indudablemente a la cuestión del Mediterráneo. Se reconocía que no se había recibido ninguna comunicación autorizada en ese sentido, pero existían rumores que hacíanaconsejable este nuevo paso.

Las dudas quedaron despejadas en un breve espacio de tiempo. El espejismo que en torno a la viabilidad del Pacto Mediterráneo se había producido enla prensa, fruto del estado de estancamiento en que había entrado la Conferencia de Londres por las irreconciliables posiciones de Francia e Italia, se disipóa medida que prosperaban los contactos diplomáticos. La actitud de las potencias no evidenció cambio alguno respecto al compromiso adquirido conMadrid en enero y- asus respectivas posiciones ante elPacto Mediterráneo. Laprimera respuesta se produjo en París el 31 de marzo; en la nota francesa seaclaraba que en Londres se estaba discutiendo únicamente sobre el problemageneral de la seguridad y sus relaciones con el desarme. Hecha esta matización,el Gobierno francés se remitía íntegramente a su respuesta del 11 de enero (41).La respuesta británica a la nota española volvía a reincidir en que nada se habíatratado de la cuestión del Mediterráneo en la Conferencia y reiteraba elcompromiso de contar con todas las potencias mediterráneas en caso de sertratada (42). Italia, que no varió su respuesta al memorándum español, no habíaocultado su rechazo a las conversaciones franco-británicas sobre seguridad, apesar de que ahora se pretendía que participase en ellas. La impaciencia en ladelegación italiana en Londres aumentaba ante la situación de bloqueo en quese encontraba. Desde luego, Italia no estaba dispuesta a renunciar a la paridadnaval con Francia y, de hecho, el jefe de la delegación había afirmado en privado que sólo permanecía en Londres por deferencia personal con el gobiernobritánico (43). La Conferencia Naval terminó el 22 de abril sin dilucidar unasolución clara a la rivalidad franco-italiana, ya que ninguna de ellas cedió paralograr un acuerdo en materia naval. El Tratado sólo fue firmado íntegramentepor los EE.UU., Gran Bretaña y Japón. Francia e Italia no firmaron la terceraparte, que limitaba la flota por categorías de navíos, precisamente la cuestiónmás delicada y conflictiva. El Tratado, cuya validez se prolongaba hasta unafutura Conferencia que debería celebrarse en 1935, dejaba la puerta abierta aun futuro acuerdo entre París y Roma que les permitiese adherirse a la terceraparte.

En España este clima de tensión fue una fuente constante de preocupación,por el papel desestabilizador que la rivalidad franco-italiana suponía para elMediterráneo Occidental. Cuestiones como los rumores de un acuerdo navalsecreto entre España e Italia fueron objeto habitual de atención en medios

(41) A.Q.D. (S) Société des Nations, V. 788. Note. M. le Ministre des Affaires Étrangres

¿1 M. l’Ambassadeur Espagnol. París, le 31 mars 1930.(42) A.M.A.E. R. - 515 exp. 29. D. n. 351. Embajador de España al ministro de Estado.

Londres, 5 de abril de 1930.(43) A.M.A.E. R. - 515 exp. 18. T. n. 118. Embajador de España al ministro de Estado.

Londres, 5 de abril de 1930.

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ESPAÑA ANTE LAS IMPLICACIONES MEDITERRÁNEAS DE LA CONFERENCIA...

diplomáticos y políticos franceses. Asimismo, la preocupación de España porno quedar al margen de cualquier acuerdo general sobre el Mediterráno seríauna constante en la diplomacia española de los años posteriores.

* * *

En una panorámica global la incidencia del Pacto Mediterráneo, en elcontexto de la Conferencia Naval de Londres, sobre la política exterior y navalde España, nos lleva a destacar, en primer término, que el Pacto en esta ocasióninserto en la dinámica de las conferencias navales, fue un fiel reflejo y unaproyección de los mecanismos de la seguridad colectiva, en boga tras el ordeninternacional postbélico, sobre un área determinada y de vital interés paraEspaña.

A continuación y como derivación de la anterior, la valoración española delPacto Mediterráneo —como hipotético instrumento de trabajo en la Conferencia—, iba más allá de los argumentos y razonamientos exclusivamente navales. En efecto, el Mediterráneo, que se había convertido en el eje principal dela política exterior de la Monarquía y, por supuesto, de la dictadura de Primode Rivera, era el punto de convergencia para la política exterior y de defensa yun área geopolítica de cuyo equilibrio regional dependía, en gran medida, laposición internacional de España.

En tercer lugar, la posición de España en el equilibrio de poderes en elMediterráneo dependería, en el período de entreguerras, del estado de las relaciones triangulares con Londres, París y Roma, así como de la eficacia delsistema internacional instaurado tras la Guerra del Catorce y la actitud de aquellas potencias dentro del mismo.

Y finalmente, en relación con este juego de flujos internacionales y en laprioridad de intereses de España en el Mediterráneo de la postguerra mundial,por encima de las expectativas a corto plazo que alimentaron las relaciones deEspaña con Gran Bretaña, Francia e Italia, la percepción de peligro y deamenaza a la neutralidad en el devenir de la rivalidad franco-italiana presidió,a nuestro juicio, la actitud final de España. Una España obsesionada por noquedar al margen de cualquier acuerdo mediterráneo que pudiese neutralizarlos factores de desestabilización en ese área vital para su seguridad.

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ROSENDO PORLIER Y PASCUAL DEHERAZO Y AYESTA: DOS PERUANOS

EN LA ANTÁRTIDA (1)

Jorge ORTIZ SOTELOCapitán de Fragata

Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú

El naufragio del navío de guerra español San Telmo, ocurrido en septiembre de 1819, aparentemente en alguna parte de las islas Shetland, ha pasado aconstituir un antecedente valioso de la presencia iberoamericana en la Antártida, puesto que habría sido la primera nave en arribar a ese continente. Si bienlas circunstancias en que lo hizo no fueron las deseables, pues el daño delcasco, así como la pérdida de su timón y de parte de la arboladura no podíaterminar en otra cosa que en su naufragio, lo cierto es que existen indicios razonables para creer que al menos parte de la tripulación sobrevivió al accidente.Esto, claro está, hasta que el clima acabó con ellos, sea en el mismo lugar delnaufragio o al intentar alcanzar tierra firme en alguna embarcación menor. Locierto es que, aquel septiembre de 1819, entre los 644 hombres que iban abordo, había al menos dos péruanos: el brigadier Rosendo Porlier y el tenientede navío Pascual de Herazo y Ayesta.

¿Quiénes fueron estos marinos, cuya trágica desaparición vincula directamente al Perú con el continente blanco? Lamentablemente, como en el caso deBodega y Quadra, de Domingo Ucho Inca, de Agustín Mendoza y Arguedas, ode algunos otros marinos peruanos coloniales, debemos confesar que Porlier yHerazo de Ayesta son dos ilustres desconocidos entre sus compatriotas. Esa esla razón por la cual escogí este tema para la presente reunión, pues creo que ladeuda que a su memoria tenemos los peruanos debe ser amortizada con esfuerzos de este género o como el llevado a cabo por la Marina de Guerra del Perú,a principios de este año, cuando develó una placa en homenaje a RosendoPorlier en las proximidades de nuestra base antártica Machu Picchu. Es igualmente oportuno señalar que en aquella oportunidad también fue colocada unaplaca en homenaje a otro hito en la historia antártica, con el cual el Perú seencuentra profundamente vinculado. Me refiero al viaje que llevara a cabo laArmada del Mar del Sur en 1603, al mando del general Gabriel de Castilla,alcanzando los 64° de latitud sur, viaje sobre el cual tratamos en la 1 Reuniónde Historia Antártica Iberoamericana, a finales de 1992 (2).

Rosendo Porlier nació en Lima el 1 de marzo de 1771, siendo bautizado en

(1) Ponencia presentada a la II Reunión de Historia Antártica Iberoamericana, realizada enLima, del 20 al 22 de julio de 1994.

(2) ORTIz SoTELO, Jorge:<Gabriel de Castilla y la Expedición de 1603», en Revista deMarina, enero-febrero 1994, pp. 14-27.

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la parroquia de Santa Ana el 21 de mayo de ese año (3). Sus padres fueronAntonio Aniceto de Porlier y Sopranis (4) y María Josefa de Asteguieta e Irribarren (5). El padre, de ascendencia francesa, había arribado a América en1758, vía Buenos Aires, para servir como fiscal protector de indios de la RealAudiencia de La Plata, cargo en el cual contrajo matrimonio en Mojo, Tupiza,el 30 de julio de 1765 (6), naciendo poco después sus dos primeros hijos: José,fallecido a tierna edad, y Esteban (7). Hacia 1770, don Antonio Porlier fuenombrado fiscal en lo civil de la Audiencia de Lima, asentándose así en la capital del virreinato peruano donde además de Rosendo nacieron Antonio Domingo y Juana María (8). En 1774, don Antonio fue designado fiscal del SupremoConsejo de Indias, razón por la cual la familia partió para España a principiosdel siguiente año, haciéndolo a bordo del navío de registro Buen Consejo o delSan Fermín (9).

A los quince años de edad, el 28 de enero de 1786, Rosendo Porlier ingresó en la Real Compañía de Guardiamarinas de Cádiz, iniciando así su carreranaval. Ese mismo año fue embarcado y tomó parte en la campaña de Nápoles,sirviendo luego en la división que al mando de José Mazarredo se dirigió aArgel para negociar un tratado de paz y amistad, firmado en junio de ese año,

(3) Poa.uER Y JARAVA, A. de: «Bicentenario del brigadier de la Real Armada D. RosendoPorlier», en Revista General de Marina, tomo 182, noviembre 1971, pp. 543-556; «El apellidoLasquetty y su vinculación a la marina», en Revista General de Marina, tomo 183, diciembre1972, p. 573; PAULA PAVÍA, Francisco de: Galería Biográfica de los Generales de Marina, jefesy personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868. Madrid,Imprenta de F. García, calle Mayor 119, 3 tomos, 1873 y un apéndice 1874.

(4) Nacido en La Laguna, islas Canarias, en 1722, estudió Letras en Alcalá de Henares,Salamanca y Madrid. Era caballero de la orden de Carlos III, prestando servicios durante variosaños en América y luego como consejero de Estado y secretario del Despacho Universal deGracia y Justicia de Indias, cargo en el cual fue hecho primer Marqués de Bajamar, en 1791[LOHMAN VILLaNA, Guillermo: Los americanos en las órdenes nobiliarias (1529-1900), Madrid1967, 1, pp. 332-333. Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Lima, H-3, libro 900,p. 199, Real Orden del 24-3-1791]. Sus padres eran el capitán de Caballería Esteban Porlier yDurath, natural de París, caballero de San Lázaro y cónsul general de Francia en las islas Canarias y Rita de la Luz Dutari Soprams, natural de La Laguna.

(5) Nacida en Salta, Tucumán, en 1745, sus padres fueron Juan Manuel de Asteguieta yCortazar, natural de Lezarde, Alava, gobernador de Salta, y doña Josefa Sebastiana de Iribarren,nacida en San Andrés de Pica, en Tarapacá [AGN, N-3, escribano Andrés de Sandoval, protocolo 960, ff. 57v-58v, f. 66].

(6) ibídem.(7) Segundo Marqués de Bajamar, y miembro de las órdenes de Santiago) San Hermene

gildo y San Fernando, Esteban Porlier llegó a ser mariscal de campo [Archivo Alvaro de Bazán(AAB en adelante), Cuerpo General, Rosendo Porlier. Esteban Porlier a la Reina, Borox 23-11-1832. PoltuER Y JARAVA: «Bicentenario del brigadier ...», p. 544].

(8) Antonio Domingo nació en 1772. En 1789, cuando presentó expediente para la Ordende Carlos III, era oficial de la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Gracia y Justicia de Indias, domiciliado en Madrid [Lohman II, p. 402]. Al morir solteros sus hermanos mayores, se convirtió en el tercer Marqués de Bajamar. Juana nació en 1774 y falleció sin descendencia [P0mJER Y JARAVA: «Bicentenario del brigadier ...>‘, p. 544].

(9) AGN, N-3, escribano Andrés de Sandoval, protocolo 960, ff. 57v-58v, f. 66. Testamentode los padres, Lima, 31-1-1775.

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ROSENDO PORLIER Y PASCUAL DE HERAZO YAYESTA: DOS PERUANOS...

que puso fin a varios siglos de piratería en esa zona del Mediterráneo. Posteriormente fue embarcado en la fragata Nuestra Señora de la Soledad, en la quepasó a Constantinopla y Cartagena formando parte de las escuadras delMarqués del Socorro Francisco Xavier Morales y de Federico Gravina. La relación con este último oficial sería muy cercana en los años siguientes, por lo quecreemos que Porlier tomó parte en el viaje que a fines de 1787 llevó a cabo lafragata Rosa, al mando de Gravina, con el objeto de retornar a Constantinoplaal Acmet Vasif Efendi, enviado del Sultán turco, pues en dicho viaje se embarcó a «oficiales jóvenes y aprovechados» (10).

Hacia 1790, encontramos al alférez de fragata Porlier en el navío San Francisco de Paula, solicitando quese le conceda la merced de hábito militar quesu tío, el capitán de fragata Joseph Porlier, tenía otorgada en 1762, cuandofalleció al mando de la fragata Tetis en un combate contra la escuadra británica que bloqueaba La Habana (11). Mientras la solicitud del joven Porlier obtenía respuesta positiva, éste pasó a Mazalquivir, puerto de Orán, formando partede la división enviada en socorro de dicha plaza, sometida a ataques por partedel Dey de Marruecos. Al mando de la división iba el brigadier Gravina,actuando Porlier como su ayudante y tomando «parte activa en siete de losataques que se dieron» contra dicha plaza. Nuestro personaje habría de permanecer en dicha zona hasta fines de 1791, en que la plaza fue evacuada encumplimiento de la convención suscrita entre el Rey de España y el Dey deArgel (12).

La guerra contra la Francia revolucionaria debió encontrar a nuestro personajeirviendo con Gravina, por lo que suponemos que asistió a la campaña deTolón, en 1793, ya como teniente de fragata. Lo cierto es que en julio delsiguiente año debió desembarcar en Barcelona del bergantín San León, porencontrarse enfermo. Ese mismo mes fue destinado nuevamente a las órdenesdel teniente general Gravina, quien entonces se encontraba participando en ladefensa de Rosas, sitiada por las fuerzas francesas (13). En dicha accióri, queduró dos largos meses del invierno de 1794 a 1795, Porlier sirvió en las fuerzas sutiles, y en esa condición participó en el reembarco de la tropa del castilb de la Trinidad, última defensa de la ciudad, llevado a cabo el 2 de febrero(14). Durante la campaña fue ascendido a teniente de navío, y con motivo de laevacuación de Rosas fue nuevamente promovido a capitán de fragata graduado (15).

Desde esta fecha hasta marzo de 1797, Porlier sirvió a bordo de otros

(10) FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo: Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Madrid, 1973, VII, p. 359.

(11) AAB, Cuerpo General, Rosendo Porlier. Luis de Córdova a Antonio Valdés, Isla deLeón, 30-11-1790.

(12) FERNÁNDEZ DURO, op. cit., VIII, pp. 28-29.(13) AAB, Cuerpo General, RosendoPorlier,. BaltazarCastañola aAntonio Valdés, Barce- -

lona, 16-7-1794.(14) FERNÁNDEZ DURO, op. cit., VIII, p. 48.(15) AAB, Cuerpo General, Rosendo Porlier, hoja de servicios.

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buques, asistió a varias campañas de corso y cumplió con otras obligacionesque la profesión naval exigía. En esta última fecha fue embarcado en el navíoPríncipe de Asturias como ayudante de Gravina, quien a su vez era segundojefe de la escuadra de José Mazarredo. Para entonces España se encontrabanuevamente en guerra con Inglaterra, habiendo sido establecido el bloqueo deCádiz por el almirante británico John Jervis. En dicha condición participó en lasalida que la escuadra efectuó en la noche del 6 de febrero de 1798 paraahuyentar a los buques bloqueadores, permaneciendo una semana en la marantes de retornar a la bahía gaditana. En abril de 1799 una escuadra francesa,compuesta por 25 buques de línea, al mando del almirante Bruix, logró escapar de Brest con rumbo al Mediterráneo, donde debían restablecer la presencianaval gala tras el terrible desastre que había significado el combate del Nilo. Alpresentarse frente a Cádiz el 4 de mayo, Bruix atacó a los 15 buques con losque lord Keith bloqueaba dicho puerto, forzando su paso a través del estrechode Gibraltar hacia Tolón. Pocos días después, la escuadra británica de lord St.Vincent, reunida con la de Keith, se lanzaron en persecución de los buquesfranceses, dejando momentáneamente el bloqueo de Cádiz, ocasión que fueinmediatamente aprovechada por Mazarredo para zarpar hacia el Mediterráneocon 16 velas, entre las cuales se hallaba el buque de Porlier. Lamentablemente, la flota española fue sorprendida por un fuerte temporal, que le obligó abuscar refugio en Cartagena, donde se le unió la escuadra de Bruix (16). Afines de julio ambas escuadras, fuertes en 40 naves, dejaron Cartagena condirección a Brest adonde arribaron el 13 de agosto de 1799, perseguidas por los31 buques de lord Keith (17). En este puerto los buques españoles permanecerían poco menos que secuestrados por largos meses, lapso en el cual Porlier fuetransbordado al Neptuno, donde Gravina izó su insignia.

En diciembre de 1801, Gravina zarpó al mando de una división de ob servación compuesta por cinco navíos, una fragata y un bergantín, acompañandoa la escuadra francesa del almirante Louis Thomas Villaret-Joyeuve, formadapor 54 naves de guerra y numerosos transportes con más de diez mil hombresque al mando del general Leclerc debían debelar la rebelión de ToussaintLouverture en Santo Domingo (18). La campaña militar de Leclerc duró algunos meses, hasta rendir al líder negro y a sus principales seguidores, correspondiendo a la división española tomar parte en las operaciones que se llevarona cabo en Puerto Príncipe y en la zona de Guárico (19). Tras dichas operaciones, concluidas en mayo de 1802, Gravina y sus buques pasaron a La Habana,retornando luego a la Península.

Una vez en Cádiz, Porlier quedó desembarcado y con licencia para pasar a,Madrid, situación en la que permaneció hasta diciembre de 1804, cuando se ledio el mando de una división de cuatro cañoneras estacionadas en Sevilla. En

(16) MAJw1, A. T.: The L(fe of Nelson, ihe embodi,nent of the Sea Power of Great Britain.Boston, 1918, 1, pp. 417-423.

(17) Idem,pp.465.(18) FERNÁNDEZ DURO, op. cit., VIII, p. 229.(19) Enciclopedia General del Mar, artículo Rosendo Porlier.

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febrero del siguiente año fue embarcado en el Argonauta, buque insignia de laescuadra de Federico Gravina, compuesta por seis navíos, que zarpó hacia lasAntillas el 10 de abril de 1805 en unión de los doce navíos del almirante francés Conde de Villeneuve. Este último había escapado al bloqueo británico deTolón a fines de marzo, obedeciendo al plan de invasión de Inglaterra, quedemandaba que las fuerzas navales francesas de Tolón, Brest y Rochefort, asícomo las fuerzas navales españolas existentes en Cartagena y Cádiz, se reuniesen en el Caribe para retomar en masa y proteger el cruce de las tropas por elcanal inglés (20).

Como quiera que una reunión de fuerzas tan dispersas a una distancia tangrande de sus respectivas bases de origen requería tiempo para llevarse a cabo,Villeneuve decidió emplear parte de dicho tiempo en tomar la isla del Diamante, base británica desde donde se hostilizaba a Fort Royal, puerto principal dela Martinica. Para ello se conformó una fuerza combinada formada por dosnavíos, una fragata y once lanchas con tropa de desembarco, constituyendo dosdivisiones, una francesa y otra española. Esta última estuvo al mando dePorlier, llevando a cabo el asalto en la madrugada del 30 de mayo. Gravinaescribió al respecto (21):

«La bizarría, valor y conócimiento con que este oficial y losdemás que llevaba a sus órdenes se han conducido en esta acción, hanmerecido los mayores elogios en una y otra escuadra, pues, noobstante el vivo y repetido fuego de metralla y fusilería de los enemigos, y a pesar de las dificultades casi insuperables que presentaba laresaca de una gruesa mar, fueron los primeros que abordaron el islote, desembarcaron en él con las tropas francesas que conducían, sehicieron dueños de una batería de tres cañones de a 12, un obús de a32 y una carronada de a 48, y se posesionaro.n de la falda del monte,obligando a los enemigos a retirarse a sus alturas, arbolando labandera española, la que se mantuvo hasta la capitulación de esteimportante punto. »

En cumplimiento de las órdenes de Napoleón, la escuadra combinada, fuerte en 20 navíos, zarpó de la Martinica el 4 de junio para intentar la captura deBarbados, otra posesión británica en el Caribe. El día 8, frente a la isla de Antigua, la flota combinada capturó un convoy inglés compuesto por catorcebuques mercantes, tomando conocimiento entonces de la proximidad de laflota de Nelson, que había zarpado del Mediterráneo tras el escape francés deTolón (22). Ante esta situación, Villeneuve decidió retornar a Europa, siendoigualmente seguido por los buques de Nelson, aun cuando con varios días ygrados de latitud de diferencia, pues mientras éste creía que se dirigían nueva-

(20) MAHAM, op. cit., II, pp. 283-284.(21) AAB, Cuerpo General, Rosendo Porlier, el Marqués de Bajamar al Rey, Madrid 28-9-

18 14. FERNÁNDEZ DURO, op. cir., VIII, pp. 277-278.(22) MARAM, op. cit., II, pp. 300-301. FERNÁNDEz DURO, op. cit., VIII, p. 289.

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mente al Mediterráneo, aquel trataba de alcanzar El Ferrol. Durante el cruce, el3 de julio, a la altura de las islas Azores, la escuadra combinada capturó a doscorsarios ingleses y al galeón Minerva, que procedente de El Callao con másde 400.000 pesos, había sido apresado por éstos. Ya cerca de El Ferrol, la flotacombinada sostuvo un encuentro poco decisivo el 22 de julio contra los quince navíos del vicealmirante Robert Calder, que cruzaba sobre el cabo Finisterre con órdenes de detener su paso. En dicha acción, peleada en medio de unadensa neblina, Calder sólo pudo capturar dos navíos españoles, siendo posteriormente sometido a corte marcial por no perseguir al evasivo enemigo (23).

Tras este encuentro, la flota combinada estuvo frente a Vigo y El Ferrol, dedonde Villeneuve, contraviniendo las órdenes de Napoleón de continuar haciaBrest, retornó a Cádiz el 20 de agosto. A fines de ese mes, Gravina y su Mayoría de Ordenes, en la cual seguía Porlier, izó su insignia en el navío Príncipede Asturias, de 118 cañones, a bordo del cual tomó parte en la batalla de caboTrafalgar, el 21 de octubre de 1805. En dicha acción, como es conocido, estebuque se batió contra cinco navíos británicos, quedando seriamente dañado ysu jefe herido en el brazo izquierdo. Tras liberarse de este ataque por el auxilio oportuno de otros dos buques aliados, y habiéndose rendido Villeneuve enel Bucentauro, Gravina tomó el mando supremo de la flota y ordenó su repliegue a Cádiz, donde sólo once de los treinta y tres buques aliados que iniciaronla acción encontraron refugio. A los pocos días, el 3 de noviembre de 1805,Rosendo Porlier fue ascendido a capitán de navío como reconocimiento a sucomportamiento en el combate. Su jefe, el teniente general Federico Gravina,moriría algún tiempo después de resultas de las heridas recibidas en la acción(24). Cabe señalar la existencia de un par de cartas de Porlier refiriendo laacción, una dirigida a su padre y otra al capitán de navío José Meléndez,conservadas ambas en el archivo familiar, en España (25).

En junio de 1808, habiéndose iniciado la guerra contra Francia tras los sucesos de Bayona y Madrid, Porlier fue nombrado comandante de la batería demorteros situada cerca de la Casería de Osio, en la bahía de Cádiz, con la cualcontribuyó a rendir la escuadra francesa del almirante Rosilly, entre el 9 y el14 de ese mes. Luego de ello fue enviado a Sevilla por el brigadier José Serrano Valdenebro, en busca de instrucciones, recibiendo el mando de la fragataAtocha, con la cual zarpó para Cartagena y Tarragona en enero de 1809. Habríade permanecer cruzando frente a dichas costas todo ese año, llevando a cabodiversas acciones en apoyo de las fuerzas terrestres y batiéndose en variasocasiones con las baterías francesas. En enero de 1810 salió hacia Cartagena yen julio volvió a zarpar hacia Veracruz, llevando a bordo a Francisco JavierVenegas de Saavedra, nombrado virrey de México por la Regencia.

En septiembre de ese año, algunos días después de que el virrey hubodesembarcado y tomado posesión de su cargo, Porlier y ocho de sus oficiales

(23) MAHAM, op. cit., II, p. 307. FERNÁNDEZ DURO, op. cit., VIII, pp. 289-293.(24) FERNÁNDEZ DURO, op. cit., VIII, pp. 329-346.(25) PORLIER Y JARAvA: ‘<Bicentenario del brigadier ...‘<, pp. 547-549.

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lo visitaron en la ciudad de México, encontrando la conmoción que se vivía porel levantamiento del cura Miguel Hidalgo, ocurrido el 16 de ese mes. Al ver lasescasas tropas disponibles, Porlier ofreció al virrey desembarcar a la guarnición y marinería de su fragata y de otros buques de la Real Armada surtos enVeracruz, por lo que bajando nuevamente a este puerto retornó a la capital conquinientos hombres para participar en la lucha contra los patriotas mexicanos.Destinado a socorrer al brigadier José de la Cruz, Porlier y sus hombres tomaron parte en la batalla de Zamora, el 13 de enero de 1811, distinguiéndose porsu actuación en la misma (26). A fines de febrero fue destacado al mando deuna división desde Guadalajara, para controlar las actividades de los guerrilleros patriotas en la Barca, Zacoalco y Zamora, venciendo el 3 de marzo a uncontingente patriota en la cuesta de Zapotián. Regresó a México con un cargamento de plata que le había encomendado el general Callejas en Guanajuato.En virtud de estos logros y de los poderes del virrey, Porlier fue ascendido abrigadier en mayo de 1811, y poco después fue enviado a socorrer la asediadaciudad de Toluca. El 21 de septiembre de ese año atacó a una partida de patriotas en la cuesta de Tenango, forzándolos a desalojar dicha posición. Tras perseguir a este grupo, retornó a Toluca para defender la ciudad contra el ataque deésa y otras columnas de patriotas, resistiendo desde el 14 al 19 de octubre, enque logró levantar el sitio con los refuerzos enviados desde México. El 31 dediciembre atacó nuevamente a los patriotas en el cerro de Tenango, sosteniendo luego dos encuentros en Barranca de Tegualoya, los días 3 y 17 de enero de1812. Se defendió en Tenancingo los días 21 al 22 de ese mes, contra un ataquede las fuerzas de Morelos, viéndose forzado a retirarse durante la noche haciaToluca, donde resistió hasta que fue relevado por el coronel Castillo Bustamante, enviado desde México (27).

Porlier retornó a la capital del virreinato, desde donde se le envió á Veracruz con la división del general Olazábal para que zarpara con su fragata a LaHabana. En el camino fueron atacados por las fuerzas de Morelos en el lugarllamado Ojo de Agua, entre la Puebla de Los Angeles y la Fortaleza de SanCarlos de Pesote, y nuevamente en Jalapa. En dicha acción Porlier derrotó a lospatriotas, tomándoles la artillería y causándoles gran mortandad (28). Prosiguiendo en su ruta hacia Veracruz, la columna realista fue atacada nuevamente en el lugar denominado el Puente del Rey, viéndose obligada a replegarse ycontinuar hacia su destino a través de la zona montañosa. Finalmente, Porliery sus hombres se reembarcaron en la Atocha, zarpando hacia La Habana, dondeentregó el mando de su buque al capitán de fragata Lorenzo Noriega, arribando a Cádiz en la fragata Prueba en octubre de 1815.

En junio del siguiente año, habiendo sido designado comandante de la expe

(26) Archivo Marqués de Bajamar, Corella, Legajo 4, 4•0 P0RuER Y JARAVA: «Bicentenario del brigadier ...‘, p. 550.

(27) Archivo Marqués de Bajamar, Corella, Legajo 4, 4.° PoiuiER Y JARAVA: «Bicentenario del brigadier ...», pp. 550-552.

(28) AAB, Cuerpo General, Rosendo Porlier, constancia de Francisco Xavier Venegas,Madrid 27-9-1814.

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dición que debía partir hacia el Río de la Plata, fue convocado a Madrid paraque asistiera a la Junta Militar de Indias en la que se debía tratar sobre dichaoperación. Sin embargo, la expedición no llegó a constituirse con la rapidez quela situación requería, al punto de que en enero de 1818 Porlier aún permanecíaen la capital española (29). Finalmente, el 19 de marzo de 1819 se le dio elmando del navío San Telmo (30) y de la división destinada al Apostadero Navalde El Callao, compuesta por dicho navío, el Alejandro 1(31) y la fragata Prueba (32). El capitán de navío Joaquín Toledo fue designado segundo jefe de ladivisión, con el mando directo del San Telmo. Cuatro días después se le ampliaron dichas funciones para encomendarle también el mando del referido apostadero, con la salvedad de que no debía «quedarse en tierra sino salir al mar quando lo exija el servicio» (33). La división zarpó de Cádiz el 13 de mayo, enconserva con la fragata mercante Mariana. Las naves estaban en mal estado ypocos días después de zarpar se presentaron diversos problemas a bordo, obligando a que el Alejandro 1 retornase a Cádiz por hacer mucha agua. Ya en elcabo de Hornos, el mal tiempo se encargó de dificultar más aún la travesía,separando primero a la Prueba y luego a la Mariana. Esta última vio al SanTelmo por última vez el 2 de septiembre de 1819, pudiendo percatarse de quetenía averías en el timón, tajamar y yerga mayor, que no podían ser reparadasen ese momento debido a temporales tan duros como los que se ha-bían encontrado en esas latitudes. Mientras que las dos fragatas lograron doblar el cabo yarribar separadamente a El Callao, aun cuando con diversas averías, el navío dePorlier se había alejado hacia el sur hasta que naufragó en la Antártida.

En el Perú se esperó el arribo del San Telmo por un tiempo prudencial, perocomo quiera que esto no se produjo, finalmente, el 27 de diciembre de 1821 sele dio de baja junto con los 644 hombres que se hallaban a bordo. La distinguida carrera de Porlier le valió ser incluido en diversas enciclopedias y diccionarios, así como la colocación de una placa en el Panteón de Marinos Ilustres,en San Fernando, Cádiz; y otra en la estación antártica peruana Machu Picchu.

El segundo peruano presente en el San Telmo fue el ya mencionado teniente de navío Juan Manuel Pasual de Herazo y Ayesta. Nacido en Lima el 26 dejunio de 1773 (34), era uno de los hijos menores de Juan Manuel Pascual deHerazo, capitán del Batallón del Comercio y dós veces cónsul del Real Tribunal del Consulado, y de doña María Luisa de Ayesta Etulaín (35).

(29) AAB, Cuerpo General, Rosendo Porlier, Rosendo Porlier a José Vázquez Figueroa,Madrid 20-12-1816. PORLIER Y JARAVA: «Bicentenario del brigadier ...<>, p. 553.

(30) Construido en El Ferrol, en 1788, tenía una dotación de 644 hombres.(31) Ex-Dresde, de la armada rusa, portaba 74 cañones e iba al mando del capitán de navío

Antonio Tiscar.(32) De 44 cañones, estaba al mando del capitán de fragata Melitón Pérez del Camino.(33) AAB, Cuerpo General, Rosendo Porlier, Nombramiento, Palacio, 19 y 23-3-18 19.(34) VÁLGOMA y BARÓN DE FINESTRAT, Dalmiro de la: Real Compañía de Guardiamarinas

y Colegio Naval. Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1943, p. 251.(35) Había sido precedido en la familia por Baltazar Gregorio, Manuel Cayetano, Maria

Josepha, Rosa Teresa, Francisco Valentín, Luisa Isabel y otro hermano nacido en 1768 [AGN,N-3, escribano José Ortiz de Zevallos, protocolo 828, f. 481 v.1

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ROSENDO PORLIER Y PASCUAL DE HERAZO YAYESTA; DOSPERUANOS...

En febrero de 1787, a los trece años de edad, el joven Juan Manuel fueadmitido como aventurero en la fragata Astrea, que al mando del posteriormente célebre explorador capitán de fragata Alejandro Malaspina llevaba acabo un viaje por cuenta de la Compañía de Filipinas. Dicha nave zarpó de ElCallao el 1 de marzo tocando en Guam, Manila y finalmente Cádiz, adondearribó en junio de 1788, completando así una circumiavegación (36). En febrero siguiente, tras esta valiosa experiencia, nuestro personaje sentó plaza en laReal Compañía de Guardiamarinas de Cádiz (37), donde cursó los estudios dela profesión naval, obteniendo el calificativo de sobresaliente en geometría. Enjulio de 1792 Herazo fue embarcado en el navío Gallardo, siendo ascendido aalférez de fragata en enero siguiente y destinado a prestar servicio en los batallones de Infantería de Marina. Permaneció en dicha condición hasta abril de1793, en que pasó a la fragata Dorotea, asignada a la escuadra de Francisco deBorja. Dicha escuadra desalojó a los franceses de la isla de Cerdeña, pasandoluego a colaborar con los defensores de Tolón, asediados por las fuerzas revolucionarias. El asedio se había iniciado a finales de agosto, y pese a la decidida colaboración de las fuerzas españolas y británicas, la suerte de las operaciones en tierr iba de mal en peor. Fue así que, al producirse el ataque finaldel general L’Eguillette el 17 de diciembre de 1793, que habría de concluir conla pérdida de la ciudad, Herazo fue comisionado a socorrer el castillo de Balaguer, al mando de 30 hombres de la guarnición de su buque (38).

En marzo de 1794, habiendo retornado a Cádiz, nuestro personaje fueembarcado nuevamente en la fragata Astrea, que al mando de Pedro Cabrerallegó al Callao en enero de 1795 (39). En este puerto fue transbordado primero a la fragata Fama y luego al bergantín Peruano, que al mando del tenientede navío José Pascual de Vivero zarpó el 26 de enero de 1797 para cruzar frente a las costas del sur chileno, en el marco de la guerra que entonces se librabacontra Inglaterra. La misión del bergantín incluía llevar auxilios a las guarniciones de Juan Fernández y Valdivia, así como hacer la guerra de corso contralas naves enemigas. Tras cumplir su labor de auxilio, el Peruano logró capturar dos balleneras inglesas, una llamada El Comercio y la otra El Triunfo, estaúltima en Pisco el 8 de abril, remitiéndolas a El Callao para ser juzgadas (40).

En julio de 1797, ya como alférez de navío, Herazo pasó al Limeño, que almando del teniente de navío Felipe Martínez acababa de retornar del sur, dondehabía permanecido cruzando por espacio de nueve meses. Tras llevar a cabo lasnecesarias reparaciones, el 4 de octubre el referido bergantín volvió a dirigirse

(36) MANFRED!, Darío:Il viaggio attorno al mondo di Malaspina con lafregata di S.M.C.«Astrea». 1786-1788, La Spezia, 1988.

(37) Museo Naval, Madrid (en adelante MNM), ms. 1.074, asiento 2.482.(38) FE1nÁNtz DURO, op. cit., VIII, pp. 31-38.(39) AAB, Expediciones a Indias, legajo 19 (1795), cuadernillo de la Astrea.(40) Biblioteca Nacional, Lima (en adelante BNL), «Papeles de la Armada Virreinal»

(C.398), «Cuaderno de actas de la sesiones de la Junta de Marina y del Apostadero Naval delCallao, 1794-1799», sesiones XXXIV, XXXIX, XXXIX-XLII. AAB, Expediciones a Indias,legajo 22 (1797) 23-12-1797, Vivero a Pedro Varela, ministro de Marina, Peruano, Callao 14-4-1797; legajo 27 (1800) Ugarte a Cornel, Callao 31-12-1800, n.’ 115.

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a las aguas del sur chileno, donde permaneció hasta el 13 de marzo siguiente(41). En agosto de 1798 el Limeño volvió a zarpar, esta vez a la búsqueda decorsarios ingleses frente a la costa norte peruana, encontrándose en el ríoTumbes el 14 de septiembre (42), y pasando poco después a Guayaquil, dedonde retornó a El Callao el 4 de abril de1799 (43). Los maltratos sufridos porel bergantín en esta nueva campaña fueron de suma consideración, quedandoevaluada su reparación en ciento trece mil pesos (44). El Limeño permanecióen El Callao hasta enero de 1801, cuando zarpó hacia Guayaquil escoltando ala fragata Jesús María, propiedad de Fernando del Mazo, que iba a apoyar laslabores de buceo en Santa Elena, donde en noviembre del año previo habíanaufragado la fragata Santa Leocadia con el situado para Panamá (45). Trasdejar en Panamá el nuevo situado que enviaba el virrey Avilés, el Limeño retornó a Guayaquil para ser recorrido (46). Estando en la boca del río Guayas, el23 de septiembre de ese año, fue interceptado por la corbeta británica Chance,trabándose un combate de tres horas y media, luego de las cuales Martínez sevio obligado a rendir su nave (47).

Junto con sus demás compañeros, Pascual de Herazo fue restituido a Limapoco después, siendo destinado primero al bergantín Peruano, al mando delteniente de navío José Ignacio Colmenares, y luego a la Cástor, cuyo comandante era el teniente de fragata José de Moraleda y Montero. Para entonces yaera teniente de fragata, pues había sido promovido en octubre de 1802 (48). Afinales de ese año zarpa en la Cástor hacia Guayaquil de donde, en unión de laAlavesa, al mando de Antonio Quartará, se dirigen a llevar a cabo el levantamiento de planos de las costas de Veragua, Nicaragua y Guatemala, así comode los puertos desde Panamá hasta Sonsonate (49).

Ambos buques permanecieron en dicha zona hasta mediados de 1804, enque debieron retomar a costas chilenas para perseguir buques contrabandistas,en unión del bergantín Peruano, al mando del teniente de navío José Colmenares. A principios de 1805, habiéndose declarado una nueva guerra contraInglaterra, los tres buques reciben órdenes de desalojar de la isla Más a Tierra,del grupo Juan Fernández, a un grupo de norteamericanos que se había asen-

(41) BNL, «Papeles de la Armada Virreinal», sesiones L y LI.(42) AAB, Expediciones a Indias, legajo 24 (1798), Martínez a Lángara, Limeño, río de

Tumbes, 14-9-1798.(43) AAB, Expediciones a Indias, legajo 26 (1799), Martínez a Lángara, Limeño, Callao

8-4-1799.(44) BNL, «Papeles de la Armada Virreinal», sesión LVII.(45) AAB, Expediciones a Indias, legajo 29 (1801), Ugarte a Cornel, oficio 116, Bellavis

ta 3-1-1801.(46) Elías, 1, pp. 383-387,435.(47) AAB, Expediciones a Indias, legajo 29 (1801) oficio n.° 285, Lima 16-10-1801.(48) AAB, Cuerpo General, Juan Pascual Herazo y Ayesta.(49) MNM ms. 612. «Diario de los viajes de Moraleda del Callao a Panamá y de allí al reco

nocimiento de otros puertos en Centroamérica, en la Cástor. Contiene un dibujo de la isla Lobosde Afuera (15), y dibujo de la isla Gorgona (127)». O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA, Hugo: Elviaje a Chiloé de José de Moraleda (1 78 7-1 790). Madrid, 1990, p. 79.

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ROSENDO PORLIER Y PASCUAL DE HERAZO YAYESTA: bOS PERUANOS...

tado en ella, lo que llevaron a cabo sin mayores dificultades. De regreso aValparaíso, la Cástor capturó a la goleta norteamericana Peregrina, sospechosa de contrabando, pasando luego a El Callaó con catorce mercantes (50).Durante el viaje, el buque de Herazo se separó del convoy, arribando al Callaocon nueve de las naves mercantes en agosto de 1805. En el viaje capturó a lanave inglesa Springfield (51). A resultas de este viaje, Colmenares presentó undetallado derrotero de las costas del sur chileno (52).

A fines de ese mismo año la corbeta donde está Herazo parte hacia Paita,escoltando un convoy mercante y llevando víveres y material para la fragataAstrea, que al mando del capitán de navío Pedro Esquivel se encontraba endicho puerto. Pasó luego a Guayaquil, donde recibe órdenes para cruzar encompañía de la nave corsaria La Paz. Posteriormente, en unión de la Astrea, elbergantín Flecha, la goleta Alavesa y ocho buques mercantes, la Cástor se dirige a El Callao, adonde arriba a mediados de 1806 (53).

Herazo pasó luego a servir nuevamente en la Astrea, y en octubre de 1807se le dio el mando de la cañonera n.° 3 y la ayudantía del Apostadero delCallao. Sus servicios en El Callao cesaron en febrero de 1809, cuando inicióun azaroso retorno a España, vía Boston y La Habana, arribando finalmente ala asediada Cádiz en febrero de 1811. En dicho departamento se le dio elmando de la cañonera n.° 13 y de un falucho, con el cual participó en el sitiode Tarifa, entre febrero y abril de aquel año, mereciendo ser condecorado porsu comportamiento. Ascendido a teniente de navío en julio de 1811, quedódesembarcado en septiembre de 1812, pasando como ayudante militar de laPuebla y Coria.

En febrero de 1817 fue nombrado capitán de puerto de Valparaíso, embarcándose para ese destino en el navío San Telmo, cuyo trágico destino ya hemosseñalado (54).

Cabe indicar que a bordo del San Telmo venía otro oficial que tambiénhabía prestado largos años de servicios en El Callao. Se trata del teniente denavío Juan Díaz Maqueda, quien había desempeñado su cargo corno ayudantedel Cuerpo de Pilotos de este departamento, por lo menos entre 1805 y 1816.

Ésta es pues la visión general de los tripulantes del San Telmo cuya vinculación con el Perú es indudable. Su sacrificio, en los procelosos mares antár

(50) O’DoNNELL, op. cit., p. 79. LEGUÍA Y MARTÍNEZ, Jorge Guillermo: Historia de laEmancipación del Perú: el Protectorado. Lima, 1972, V, p447.

(51) AAB, Expediciones a Indias, legajo 37 (1805), Vivero a Grandallana, 25-8-1805.(52) MNM, ms. 98, ff. 48-48v, «Situación de algunos puntos de la Costa de Chile y Perú,

determinada en la Expedición Hidrográfica del bergantín Peruano y en particular por el Pilotode Cargo». MNM ms. 117, if. 215-235, «Derrota general y parcial desde el puerto del Callao alos comprehendidos hasta 42 grados de latitud meridional y regreso a él, con una breve descripción de los puertos del reyno de Chile e islas adyacentes. Por don Ignacio Colmenares, comandante del Peruano».

(53) O’DoNNELL, op. cit., pp. 79-80.(54) AAB, Cuerpo General, Juan Pascual Herazo y Ayesta.

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ticos, y su posible arribo al grupo de las Shetland del Sur, marcan un importante hito en la historia antártica de nuestro país, hito que aún no ha sidoplenamente reconocido pero que, a la luz de las nuevas evidencias que tanto lahistoria como la arqueología están aportando, podrá constituirse en una certeza de lo que fue la suerte de aquellos primeros hombres en llegar al continente blanco.

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LA MARINA EN FILIPINAS (II)

LA MARINA EN EL SUR DE FILIPINAS (1845-1858)

Hermenegildo FRANCO CASTAÑÓN

Capitán de Fragata

Incidentes en Basilán y Joló

Francia, al igual que Inglaterra y Holanda, tuvo siempre puestas sus mirasen el sur de Filipinas, y por ello hubo frecuentes incidentes y roces con estaspotencias, siendo el más importante el que se produjo con Francia en febreroen 1845.

En noviembre de 1844 fondeó en la rada de Zamboanga la goleta de guerra francesa Sabine. Su comandante, el teniente de navío Guerín, solicitó delgobernador de Zamboanga —coronel Figueroa— gestionase la entrega devarios tripulantes de su buque que habían sido capturados por los piratas deMatuso, y en donde habían muerto un oficial y un marinero. Se consiguió rescatarlos, pero con la llegada de la corbeta La Victorieuse, Guerín comunicóel bloqueo de Basilán e islas adyacentes con objeto de obtener satisfacciónpor la muerte de sus hombres.

El gobernador protestó por el bloqueo, pero éste se llevó a cabo. Los franceses se reforzaron con el vapor Archimede y la fragata Erigone al mando delvicealmirante M. Cecille. Estos buques procedían de Joló, cuyo sultán habíafirmado el 20 de febrero de 1845 un convenio de navegación y comercio conel ministro plenipotenciario de Francia M. de la Grené, y había cedido por100.000 pesos la isla de Basilán, cuya soberanía correspondía a España.

Mientras esto ocurría, salió de Manila para Zamboanga el brigadier de laArmada Agustín Bocalán —2.° jefe del apostadero— a bordo de la fragataEsperanza, mandada por el capitán de navío Cristóbal Mallén. En Mindanaosostuvo una enérgica y activa correspondencia con el vicealmirante Cecillerespeto a Basilán, quedando la resolución de la soberanía de la isla a cargo delos respectivos gobiernos.

Los buques franceses se hicieron a la mar, excepto la Sabine, que permaneció en el canal entre Basilán y Malamawi. Bocalán se dirigió a la misma isla,exigiendo la sumisión de los pueblos costeros, construyendo un fuerte en lacosta norte en un punto denominado Pasanján. A ello se opuso el comandante de la Sabine, pero por la actitud de fuerza con que se presentó el jefeespañol, se retiró. El asunto, finalmente, se liquidó por anulación delgobierno francés del convenio firmado por su plenipotenciario, regresando laEsperanza a Zamboanga, y de allí a la entrada del Río Grande de Mindanao,donde se consiguió del sultán la cesión del gran seno de Davaó.

En marzo arribó Bocalán, a Joló para que el sultán reconociese los derechos de España, no teniendo buen resultado las negociaciones y produciéndose un grave incidente cuando un grupo de gente de la Esperanza, que había

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HERMENEGILDO FRANCO CASTAÑÓN

ARCHIPIELAGO FIUPINO• PUNTOS PRINClLES DE ESTACION DE

LAS FUERZAS SUTILES (1827-1899)

c.

Puørto Princesa

1. CAGAYAN JOLÓo

• de Catonduan.,

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LA MARINA EN FILIPINAS (II)

bajado a tierra para hacer la aguada, fue acometida por un numeroso grupode moros, repeliendo la agresióñ la marinería y muriendo en la lucha variosjoloanos y dos marineros. La Esperanza leyó tras este suceso, dirigiéndose aZamboanga y Manila.

Ocupación de Davaó y ataque a Balanguingui

En febrero de 1847 se llevó a cabo la expedición para la ocupación deDavaó, que finalizó en enero de 1849. La efectuó el español José Oyanguren,que al tener noticia de la cesión del seno por el sultán de Mindanao, solicitóautorización para llevar a cabo su ocupación (1). Por Decreto de 27 de febrerode 1847, se concedió a Oyanguren, por diez años, el mando del territorio queconquistase y por seis, el privilegio de comerciar y la facultad de organizar unacompañía o tercio provincial de soldados.

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.

A principios del año 1849 Oyanguren estaba en posesión del litoral delseno de Davaó, había fundado la población cabecera de Nueva Vergara y,por Decreto de 29 de enero, se declaraba este territorio provincia con el nombre de Nueva Guipúzcoa. En abril llegó el vapor Elcano con el comandantegeneral del apostadero Manuel Quesada, con cuya cooperaciÓn tomó y ocupó

(1) Natural de Guipúzcoa, fue a Filipinas en 1825 huyendo de persecuciones políticas. Sededicó a comerciar y a navegar por las costas de Mindanao e islas adyacentes, pasando despuésa Calamianes y Manila.

MAR DE MINDORO

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MAR DE CELEBES

Año 199559

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HERMENEGILDO FRANCO CASTA ÑÓN

el fuerte de Hipo, uno de los pocos puntos que se resistían a la ocupaciónespañola.

Mientras se llevaba a cabo la conquista de Davaó, se organizó por el capitán general de Filipinas —general Clavería— una de las operaciones másduras, pero también más necesarias en el sur del archipiélago, que ya su antecesor general Pavía había propugnado como primera solución al problema dela piratería: «atacarla en su propio territorio». Por ello se planeó el ataque aBalanguingui, sede principal y feudo inexpugnable, hasta entonces, de lospiratas samales, preparándose con gran discreción esta operación en los últimos meses del año 1848.

Las fuerzas partieron de tres puntos: Manila, Ib-Ib y Zamboanga. DeManila lo hicieron los vapores de guerra Elcano y Reina de Castilla, en dondeembarcaron tropas del Ejército. En el Reina de Castilla arbolaba su insigniael comandante general del apostadero José Ruiz de Apocada, embarcandotambién en este buque el capitán general y su Estado Mayor. Estos buquessalieron el 6 de febrero llegando el día 10 a Dapitán (Mindanao).

De Ib-Ib lo hicieron los bergantines de transporte Constante, Guadianay Senejayen, el primero del comerciante local Joaquín Ortiz, que lo cedió gratis, yendo él a bordo al frente de algunos paisanos armados a su costa, y losotros dos fletados por Hacienda, siendo convoyados por los bergantines deguerra Pasig y Ligero, y una división de lanchas y falúas de fuerza sutil,embarcando en los transportes tres compañías del Ejército. Esta fuerza salióel 27 de enero para Dapitán, en donde los expedicionarios se ejercitaron ymaniobraron, y el 11 de febrero llegaron a este punto las fuerzas sutiles deZamboanga.

El día 12 salió la expedición en demanda de Balanguingui, llegando el 15a su vista y efectuándose el 16 al amanecer el desembarco para atacar la cotao fuerte de Balanguingui, situado en el norte de la isla (había otros tres denominados Sipac, Sungap y Bucotigol).

Dice el coronel de Ingenieros Bernáldez sobre Balanguingui, en su libroReseña histórica de la guerra al sur de Filipinas, que tomó parte en este ataquecon el grado de capitán: «un pequeño canal principal y poco profundo dividea la isla en dos porciones y de éste parten en distintas direcciones y escasísimofondo un sin número de brazos, esteros y canalizos que hacen de la isla un verdadero laberinto. Las fortificaciones consistían en cuatro fuertes, uno alnorte y tres al sur, y todos formados de gruesos troncos de árbol enterrados yperfectamente unidos. La artillería más baja, que era la principal, estaba enunas casamatas rasantes y la más ligera en un segundo orden o batería al descubierto. El reducto de los fuertes era de planta irregular».

El ataque y desembarco comenzó con cuatro falúas, un bote del Reina deCastilla y tres vintas de zamboangueños, al mando del teniente de navío Fernando Fernández, que recogieron del vapor Elcano las tropas que conducía.Otras cuatro falúas, un bote de Elcano y cuatro vintas de zamboangueños, almando del teniente de navío Domingo Medina, transportaron a tierra a lasfuerzas del bergantín Guadiana. Las lanchas de los transportes y tres botes de

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LA MARINA EN FILIPINAS (II)

los vapores, a las órdenes del alférez dé navío Claudio Montero, hicieronigual operación con las fuerzas de los bergantines Senejayen y Constante.

Los dos vapores, los dos pailebotes de guerra y las falúas de las fuerzassutiles batieron el fuerte, pero sin producir daño, ya que las balas se empotraban en las empalizadas rellenas de arena, reforzándolas en lugar de abrir brecha, por lo que se tiró sobre el fuerte por elevación.

A las 8 de la mañana efectuó el desembarco la columna de ataque y el capitán general con su Estado Mayor, arengando a las tropas y dirigiéndolas alasalto, suspendiéndose el fuego de artillería de los buques. Dice Bernáldez aeste respecto: «Fijadas las escalas al fuerte, a pesar del tiroteo de los moros,y de su desesperada resistencia y furor salvaje, y cuando ya se dudaba del éxito, se consigue penetrar en el fuerte, luchándose cuerpo a cuerpo, campiláncontra bayoneta, escapando los defensores a ocultarse al mangle donde lospersigue la compañía de reserva, tomándose el fuerte al mediodía».

La Orden General de 17 de febrero del Ejército de Filipinas es el más claroexponente de lo que fue esta jornada y dice así: «Soldados! Las esperanzasexpresadas en la Orden General del 15 fueron enteramente cumplidas,Balanguingui fue nuestro, no sin resistencia, no sin valor de sus defensores,pero el vuestro fue mayor y escalando esos muros de tañto nombradía en estearchipiélago disteis prueba de lo que valéis y de lo que puede esperarse devosotros... ¡Honor al Ejército Filipino! y ¡Honor a la Marina! que con sus fuegos, sus auxilios y la decisión personal de todas sus clases, preparó y ayudó altriunfo que ha privado a los piratas de su nombrado fuerte.... Preparaos soldados a otro triunfo. El fuerte Sipac nos espera, y confío que con vuestrovalor tremole en él, muy pronto, la bandera de Castilla.—Narciso Clavería».

Al comandante general del apostadero comunica: «Como verá V. S. enlaadjunta copia de la Orden General de hoy, hago una honrosa mención dela Marina de su digno mando en la función de ayer yme complazco en asegurar a Y. S. he quedado muy satisfecho, no sólo del acierto con que se colocaron las fuerzas navales, sino de la franca y decidida cooperación que vi en losSres. Jefes, Oficiales, Tropa y Marinería, animados de los sentimientos másdecididos para lograr la victoria, que se debió a los unánimes esfuerzos de losque componen esta expedición».

Una vez tomado Balanguingui, la escuadra se dirigió al sur de la isla paraatacar la cota o fuerte de Sipac. El día 18, al anochecer, se efectuó el desembarco de la columna que ataca el día 19 al amanecer, una vez que la artillería de los buques bate el fuerté. La lucha es desesperada, heroica por ambas partes. Los moros, dice Montero: «se defienden como fieras», muchos,por impedir que sus mujeres e hijas cayeran en poder de las tropas, les danmuerte (2).

(2) Con motivo del ataque a Sipac, es curiosa la carta dirigida al sultán de Jólo por unamora prisionera. En su narración destaca la contundente acción artillera de los barcos: «Elvapor negro descargó muchos cañonazos hasta el mediodía, y yd no hemos podido aguantar»«Sentimos la mayor aflicción y así preferimos el sepulcro. escuchadnos sacopes del Sultán yestad seguros que desde nuestros antepasados no se ha visto una ocurrencia semejante y tanfatal».

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HERMENEGILDO FRANCO CASTAÑÓN

La orden pasada al Ejército el 20 de febrero pinta con vivos colores el combate del 19. Simultáneamente, y por el desconcierto de los moros, se atacó elfuerte de Sungap que cayó el mismo día. El 25, se tomó el fuerte de Bucotigol,regresando la escuadra a Zamboanga el 27.

El capitán general ensalza la actuación de la escuadra en su Parte de Campaña, rendido desde Zamboanga, y en particular, a su comandante generalel brigadier José Ruiz de Apodaca, al que considera: «muy acreedor a que5. M. dé una prueba de su Real agrado, premiado sus dilatadosy buenosservicios» (3).

El ataque a la isla de Balanguingui tuvo una gran resonancia y fue un éxitocompleto. Su influencia se dejó sentir en las posesiones próximas, inglesas yholandesas, hasta el punto que el gobernador de Borneo escribió al capitángeneral el 25 de febrero de 1849: «a los esfuerzos enérgicos y reiterados deV. E. se debe principalmente que la audacia de estos piratas haya disminuidomucho. Por tanto V. E. ha adquirido derecho de reconocimiento del mundocivilizado y de la Holanda en primer lugar». Y fue realmente así, ya que en1847 hicieron los moros más de 450 cautivos, en 1848 ninguno y en 1849 tres (4).

Otras acciones de las fuerzas sútiles

El 2 de diciembre de 1848 el dato Paulina Tampán salió de Joló a la islade Paat, del grupo de Balanguingui, comenzando a fortificar la isla. Salió aimpedírselo la División de Isabela de Basilán, con el pailebote Pasig y cuatrofalúas, que consiguió su objetivo destruyendo sus comenzadas baterías yembarcaciones. No obstante, el comandante general del apostadero, ante eltemor de que los moros volviesen a Balanguingui y fortificasen la isla,‘emprendió una operación sobre el sur, con dos vapores que salieron deManila en febrero de 1849, a los que se unieron cinco falúas, ocho vintas yvarios lancanes en Zamboañga, desembarcando el propio comandante general José M Quesada en Sipac, el 27 de febrero, sin encontrar resistencia, dirigiéndose posteriormente a Tonquil, en donde ajustó una capitulación con elsultán Paulina Bombali, izándose en aquella isla por primera vez la banderaespañola. Estúvieron los buques en las islas de Tapis, Tantanán y Pilas, regresando a Manila después de visitar también el seno de Davaó.

El 29 de mayo se efectuó un ataque al río Maluso con 5 falúas de Za’inboanga, como contrapartida al ataque que los piratas de este lugar habían llevado a cabo sobre Ib-Ib. En septiembre, los datos de Boal y Salamant (Joló)atacaron el fuerte de Isabela de Basilán. El día 29 efectuaron el primer ataque, repitiéndolo el 30, siendo rechazados por el fuego de cañón y fusileríadel fuerte y falúas.

El bergantín Ligero, al mando del teniente de navío Pedro Rivera yTruells, salió para Joló con una queja del gobernador de Zamboanga, y las

(3) Se le confiere el empleo inmediato de jefe de escuadra.(4) José Montero: Historia de Filipinas, tomo Hl. pág. 136. Madrid, 1894.

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LA MARINA EN FILIPINAS (II)

fuerzas sutiles de Basilan atacaron pocos días después los pueblos de dondehabía partido el ataque y agresión.

En noviembre de 1850 se produjo otro ataque pirata procedente de Tonquil, reforzado con pancos de Belaun y Bocotuan, sobre la isla de Samar,haciendo varias decenas de cautivos. Ante ello, salió de Manila el vapor Reinade Castilla, al mando del teniente de navío Franéisco de Paula Ramos Izquierdo, a reclamar enérgicamente al sultán de Joló por estos atropellos, el cualreconoció lo infame del ataque, pero por no disponer de fuerzas para atacarTonquil, dejaba la represalia en manos del capitán general. Al conocer la respuesta, el general Urbistondo concibió el proyecto de efectuar una campañacontra Joló, pero prefirió arreglar el asunto personalmente, dirigiéndose aaquella isla.

Expedición y ataque a Joló

El capitán general ordenó, el 23 de noviembre de 1850, que con toda celeridad se preparase una expedición para atacar Tonquil. El 11 de diciembresalieron de la bahía de Manila el vapor de guerra Reina de Castilla (comandante, teniente de navío Francisco de Paula Ramos Izquierdo), corbeta Villade Bilbao (comandante, capitán de fragata Blas García de Quesada) y bergantín Ligero (comandante, teniente de navío Pedro Rivera y Truelis) (5).

En el Reina de Castilla embarcaron el general Urbistondo y el comandantegeneral del apostadero Manuel Quesada, y en los buques restantes 500 hombres de Infantería y 100 artilleros.

(5) Estado General de/a Armada, 1850.

PlEGAD

U. C*DUGANl. PALLIAGANS

J/•’LpTAPUL

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El día 17 llegó a Zamboanga el Reina de Castilla y el 20 los otros dosbuques. En este puerto embarcaron el gobernador José María Carlés, dos compañías de Infantería y 102 voluntarios zamboagueños y se unieron el vaporMagallanes (comandante, teniente de navío Diego Medina) y seis falúas.

De Zamboanga salió la fuerza para Tonquil, encontrándose el día 24 en elcanal entre las islas Belaun y Bocotuan, efectuándose ataques sobre dichasislas por dos columnas. La escuadra continuó a Joló, en donde dio fondo eldía 29, saludando con 21 cañonazos a la plaza. El día 30 bajaron a tierra elcapitán de Ingenieros Emilio Bernáldez y el alférez de navío Manuel Sierra,acompañados del intérprete Alejo Alvarez, llevando un pliego para el sultánanunciando la llegada del capitán general.

Al pisar la playa los emisarios, se arrojó sobre los dos oficiales la turbaamotinada y dice en su parte el comandante general del apostadero al respecto: «aseguro en mi honor y conciencia que ambos parlamentarios corrieronriesgo inminente de muerte entre aquellos bárbaros mahometanos» (6). Suactitud enérgica les salvó la vida, teniendo que desenvainar los sables pocoantes de llegar a la sala de consejo del sultán, el cual tuvo que intervenir personalmente para proteger a los dos oficiales.

Reunido el Consejo, éste no aceptó ir a parlamentar con el capitán general, por el estado de insurrección del pueblo. Los oficiales fueron sacados delpalacio y llevados a una canoa, que los condujo al bote del Reina de Castilla,sobre el que abrieron fuego los joloanos.

Aún intentó el general Urbistondo arreglar pacíficamente el incidente,pidiendo a través del dato Molok la entrega de los cabecillas del ataque, peroa esta petición se negó el sultán, por lo que el Marqués de la Solana decidióacudir a las armas, aunque su imprevisión de no llevar fuerzas suficientes, ensu creencia equivocada de que los joloanos accederían de buen grado a susdeseos, hizo posponer el ataque y retirarse (7). La escuadra fondeaba el 1 deenero de 1851 en Tonquil, y el día 2 se efectuó el desembarco de una columnade 600 hombres que castigó la isla, regresando la expedición a Zamboanga.

El vapor Elcano se destacó a Manila haciendo escala en Cebú, dejando sucomandante —teniente de navío Medina— un oficio del capitán general parael alcalde mayor en el que comunicaba «que procediera a preparar 20 barangayanes para atacar a Joló el 10 de febrero». Los cebuanos pusieron al frentede sus voluntarios a fray Pascual Ibáñez, que llegó a Zamboanga el 26 de enero, y de Ib-Ib se presentó el comerciante Joaquín Ortiz con el bergantínmercante Dos Hermanas y 100 voluntarios.

Los buques participantes de la Armada eran los mismos que habían acudido anteriormente a Joló; solamente se había producido el relevo en elmando de Elcano, el teniente de navío Cocco por el teniente de navío Medina, que lo era del Magallanes y éste a su vez sustituido por el alférez de navíoFrancisco de Paula Madrazo. Las fuerzas sutiles de Visayas, al mando del

(6) José Montero: Historia de Filipinas, tomo III, pág. 184. Madrid, 1894.(7) La defensa de Joló contaba con 8.000 combatientes.

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capitán de fragata Fermín Sánchez, y las de Basilán a las del teniente de navíoJosé María Escurdiz, se reunieron con un total de 2 lanchas cañoneras y9 falúas.

Los buques mercantes de transporte participantes eran los siguientes:

Barca AmistadCapitán Ramón MuñozBarca EurotasCapitán Manuel Ciriaco IñigoBarca ManilaCapitán Elías AbogasFragata UniónCapitán Mariano PardoBergantín OquendoCapitán Juan GuillénBergantín BilbaínoCapitán Juan VillarBergantín TiempoCapitán Jorge AguirreBergantín Dos HermanasCapitán Federico Chalband (8)

Listas las fuerzas de la expedición, salieron los buques el 19 de febreropara Joló, soportando en la travesía mal tiempo que produjo algunas averías.El percance más serio lo tuvo la Villa de Bilbao, que varó el día 20 sobre unbajo desconocido. Se logró ponerla a flote transbordando la gente, y repararla más tarde en un fondeadero próximo.

Dice el comandante general del apostadero Manuel Quesada en el Diariode las Operaciones efectuadas por las Fuerzas Navales del Apostadero deFilipinas, fechado en Zamboanga el 7 de marzo de 1851, lo siguiente: «puededecirse que el salvamento de la Bilbao, la Amistad, el Oquendo y el Bilbaínoque ya tocaba en los arrecifes, se debe a la presencia del vapor Elcano y alnoble carácter de su comandante, a su precoz inteligencia, a su bizarría navegando sobre un escollo imposible de medir en sus diferentes prominencias, enmedio de una corriente furiosa a toda fuerza de máquina».

En la noche del 26 de febrero llegó la expedición a la rada de Joló, dondeel general Urbistondo comunicó las órdenes oportunas para efectuar eldesembarco, marcando la hora a las cuatro de la madrugada, para que éstequedase realizado al despuntar el alba. El plan previsto era embestir la líneade fortificaciones enemigas por ambos lados al mismo tiempo, y una veztomados los baluartes extremos, caer sobre los del centro, que ofendidos defrente y flanco, no podían defenderse. Por ello, se dividió la fuerza en doscolumnas laterales y una tercera central.

Al amanecer, rompió el fuego la escuadra, siendo contestado por los fuertes. Las columnas atacaron con decisión, aunque la de la izquierda fue repelida, por lo que se enviaron cinco compañías de la reserva a reforzarla. Losfuertes fueron tomados y el palacio del sultán Mahamad Pulatón ocupado porel capitán general.

Habiéndose tratado en junta de jefes y oficiales si convenía la ocupaciónpermanente de Joló o su abandono, se decidió esto último, capturándose 112piezas de artillería de todos los tamaños, finalizando esta operación el día 4 y

(8) Terminada la campaña fueron agraciados el capitán Ramón Muñoz con el empleo dealférez de navío y los restantes con el de fragata de la Real Armada. José Montero: Historia deFilipinas, tomo III, pág. 190. Madrid, 1894.

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quemándose los fuertes de Asibi y Daniel. El día. 5 salió la escuadra de Jolópara Zamboanga y el 6 falleció el heroico fray Pascual Ibáñez, a bordo delvapor Reina de Castilla. Las bajas españolas fueron 36 muertos y 92 heridos ylas de los joloanos sobre 300 muertos (9). El 20 de marzo regresaron losbuques a Manila, donde se celebraron grandes festejos por el éxito de la expedición.

La toma de Joló infundió terror en la morisma y, aprovechando esteefecto y buenas disposiciones, se ordenó al comandante Coballes, acompañado por el capitán Bernáldez, 400 de tropa y 100 paisanos armados, irde Zamboanga al río Grande de Mindanao, puerto de Pollok, fondeaderode Barás y otros puntos, para estudiar su importancia militar, mercantil ypolítica, y proponer si convenía o no el establecimiento de un puesto militar.El 2 de abril llegaron de vuelta a Misamis y el 14 salieron de este puerto paraManila.

Al mismo tiempo, y para finalizar el asunto de Joló, recibió el comandantede las fuerzas sutiles de Visayas, capitán de fragata Fermín Sánchez, ordende conducir a Joló al gobernador de Zamboanga, autorizado a celebrar untratado de paz con el sultán y datos de la isla. El día 10 salió el coronel Carlésen el vapor Elcano para Joló, pasando por el pueblo de Pasahanján, próximoa Basilán, en donde se le unieron el pailebote Pasig y 4 falúas. El día 11 fondearon en Joló, firmándose el tratado y enarbolándose la bandera españolaen la isla el día 19.

La ceremonia la describe Montero del siguiente modo: «El 19 a las oncede la manaña volvió el seriph y dijo al gobernador de Zamboanga que el sultán y los datos aceptaban el Tratado y que desde luego podía enarbolarse enJoló la bandera española. Vistiéronse de gala las dotaciones y tropas de losbuques y éstos fueron empavesados al son de la marcha real; el seriph al recibir la bandera española, presentó juramento en nombre de los joloanos de respetarla como signo de la incorporación estipulada y, escoltado por un piquetede Infantería de Marina, se transbordó a una canoa que le condujo a tierra,donde la gloriosa enseña fue enarbolada a presencia de un gentío inmenso: lamarinería desde las vergas dio los vivas de ordenanza y los buques saludaroncon 21 cañonazos, de cuyo fausto suceso se levantó solemne acta».

A las 6 de la tarde se llevó el tratado suscrito a bordo del Elcano, por el quese consignaba que Joló y todas sus dependencias quedaban incorporadas a laCorona de España. El sultán comisionó al seriph Binsarin y al dato Chichuypara prestar juramento de sumisión, rendir pleito-homenaje al capitán general y recibir la ratificación del tratado, acto que tuvo lugar en Manila el 30 deabril.

Juicio sobre el Tratado de Joló

Así finalizó la 1a Campaña de Joló, pero aunque se venció al sultán en suterritorio, no penetraron las armas españolas en él. Hubo una victoria impor

(9) Ibídem, pág. 199.

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tante, pero no hubo conquista, se impusieron condiciones para asentar elderecho de España, pero esta operación llevada a cabo con prisa fue incompleta, y para finalizar inmediatamente la campaña, se negoció con precipitación.

Dice Patricio de la Escosura, comisario regio en Filipinas, en su Memoriasobre Filipinas y Joló: «Es achaque antiguo en Filipinas el no atender a lasexpediciones militares más que a un fin cualquiera de actualidad respectiva einmediata, sin curarse las consecuencias políticas para el futuro (...) Si se fuea Joló a castigar desmanes de los piratas, la cuestión del vasallaje debiódejarse a un lado y limitar los pactos a un verdadero tratado diplomático, sibien tomando sólidas garantías de que los joloanos cumplirían religiosamentesus ofertas. Y si se fue a reivindicar el dominio soberano eminente de laCorona sobre el Sultanato y sus dependencias todas, la campaña terminóantes de tiempo y sin fruto alguno».

«Nuestro dominio en Joló», continúa diciendo, «es nominal puramente, yno puede ser de otro modo, puesto que no se ocupó allí ni un solo palmo deterreno y no pueden nuestros buques comerciar en otro puerto que en el dela capital, si capital es aquello realmente, ni los súbditos de la Reina les esdado penetrar libremente y sin riesgo en el interior de aquella isla, cuyo suelofertilizan exclusivamente el trabajo y el sudor de esclavos filipinos, es decirespañoles oceánicos a servidumbre por los piratas reducidos».

Y esta realidad, nacida de la improvisación en el cuerpo del Tratado de1851, se arrastró, como se verá, durante los años en que España permanecióen Filipinas, y fue origen de los múltiples incidentes que sobrevinieron a esta1•a Campaña de Joló. De todos modos, hubo artículos de este tratado positivos, y redactados con un alto sentido político, como lo son el 2.° y el 3.° en losque: «se prohíbe al Sultán y Datos enajenar parte alguna de los dominiosjoloanos» y los incapacita para celebrar tratados y alianzas, anulando las quese hubiesen celebrado, en cuanto se opusiesen o desconociesen la soberaníaespañola.

Y en esto no hay duda que el general Urbistondo actuó e infligió un golpemortal —tanto a la piratería, como a las intrigas de Inglaterra—, que fueronheridas de muerte, ya que ellos, con la ocupación hecha de Labuan (Borneo),tenían en su pensamiento político tomar bajo su protección Joló y así hubiesen tenido un pie en las posesiones españolas y otro en las holandesas. Dicea este respecto Jurién de la Graviére que al general Urbistondo le corresponde el honor de haberlo evitado.

Otros artículos fueron incompletos, y sí convenientes en parte, comoel 9°, que permitía a los joloanos el libre ejercicio de su religión, pero debióestipularse en justa reciprocidad iguales ventajas para los cristianos y aúnpara las demás religiones. También parece absurdo no haber impuesto a losjoloanos una contribución de guerra, que indemnizase a España de los crecidos gastos de las expediciones que se armaron contra ellos. Y aunque en losartículos 4.° y 13.° se tiende a favorecer el comercio español,, sólo se fija laconstrucción de una factoría en la cota Daniel (puerto de Joló), no estable

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ciéndose claramente que se pudiesen instalar las factorías que se tuviese abien, y haber dejado fuera de duda el perfecto derecho de transitar libremente por el sultanato de Joló a todo súbdito español, pudiendo establecerse,comerciar o ejercer cualquier actividad industrial en donde la tuviesen porconveniente, bajo la protección y responsabilidad del sultán. Y fue en esto endonde España perdió la gran oportunidad de penetración pacífica y eficaz.

Tampoco se envió ningún buque de guerra de estación a Joló, y ello enverdad parece inexplicable; al igual que haber concedido el gobierno españolun sueldo anual al sultán «para indemnizarle de las pérdidas sufridas y los perjuicios que le ha ocasionado la guerra» (Artículo 16.°), lo cual da la impresiónde que los vencidos habían sido los españoles y los vencedores los joloanos,interpretando éstos la concesión de sueldos al sultán y datos principales,como un tributo para redimirlos del pirateo.

Este sistema, que aplicaron los ingleses en la India y los holandeses en lasMolucas, aparte de que los resultados no han sido muy buenos, tiene la explicación en la diferencia del sistema colonial español con el de estas naciones,indiferentes para las cuestiones religiosas y sólo preocupadas de interesescomerciales, con total explotación de sus súbditos, valiéndose de caciques alos que p1gaban para así obtener resultados acordes con su codicia.

Puede parecer duro, pero la realidad ha sido que la norma de gobierno deHolanda e Inglaterra ha sido siempre el más refinado materialismo, sin hacernada por civilizar, por moralizar a los indígenas. El almirante francés M.Jurién de la Graviére, en La relación de sus Viajes, hablando de las Molucasy Filipinas, dice a este propósito: «Nunca agradecerán bastante a la Providencia los indios de Filipinas el señalado favor que les hizo, en que fueran losespañoles y no los holandeses quienes les decubrieran y conquistaran». Frasesque debieran haber grabado en su mente los filipinos (10).

Acciones navales y evolución del apostadero (1851-1857)

Con la sumisión del sultán de Joló, la frontera sur del archipiélago filipinose situó en las proximidades de Borneo, pues con los establecimientos deDavaó y Pollok en Mindanao, esta isla prácticamente quedó sometida a lasoberanía española en sus zonas costeras. Puntos aislados de ella y otras islasde pequeña extensión, pero de gran importancia estratégica, son los que enlos años próximos van a entretener a la Armada en el archipiélago filipino.

La División de Fuerzas Sutiles de Calamianes, al mando del teniente denavío Claudio Montero, se hallaba cruzando a principios de mayo de 1851 elsudoeste de La Paragua, encontrándose el día 3 con cuatro pancos moros a losque atacó, tomando la iniciativa a pesar de su inferioridad. En el combate seincendió una de sus falúas, que voló, muriendo todos sus tripulantes, con su

(10) Este juicio del almirante francés Jurién de la Graviére, imparcial y sereno, es de plenaactualidad y puede comprobarse hoy en día, con solo darse una vuelta por las antiguas coloniasde Holanda y Reino Unido en el sudeste asiático y así confirmar lo dicho por el citado almirante.

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comandante alférez de navío Fernando Otálora a la cabeza y el médico de lasubdivisión Francisco Madrid (11).

El 11 de mayo, con el fin de mantener a los piratas con el temor que lesembargaba, después de efectuado el ataque a Joló, salió la División de Zamboanga a efectuar una campaña, siendo reforzada por el vapor Elcano, endonde embarcaron dos compañías del Regimiento del Príncipe, reconociendo y atacando las islas de Sampinigan, Tadean-Tana y Pilas.

El 25 de junio salió nuevamente de Zamboanga la División de FuerzasSutiles, al mando del capitán de fragata Sánchez, embarcado en el Reina deCastilla, distinguiéndose en estas acciones el alférez de navío Ramón Lobatón. A la isla de Dong-Dong, situada en el sur de Joló, fue después el Reinade Castilla, penetrando por la silanga que esta isla forma con la de Pata,desembarcando la columna de tropas que apresó a numerosos piratas y regresando la expedición a Zamboanga el 30 de junio.

El 25 de octubre de 1852 dispone el comandante general del apostadero,brigadier Ramón Acha: «que por acercarse la época en que los pancos morossalen a hacer sus piraterías» se organice una división de reserva compuesta decuatro falúas. Estas se hallaban en Cavite y eran las números 17, 26, 36 y 44,pasando a Basilán al mando de un teniente de navío, aprobándose el 14 demayo de 1853 esta determinación (12).

El 20 de julio del mismo año se resolvió que los buques de vapor y vela fuesen guarnecidos por tropas de los Cuerpos de Artillería e Infantería deMarina tripulados con cuatro quintas partes de marineros europeos y el restoindígenas filipinos, ordenándose al capitán general del Departamento deCádiz que anualmente enviase a Manila 43 grumetes, para de este modocubrir las bajas.

Para la coordinación táctica de las fuerzas sutiles del apostaderó se editóun cuaderno de señales, remitiéndose un ejemplar al ministro que lo aprobóel 19 de septiembre (13). También en septiembre se aprobaba la propuestadel comandante general del apostadero, de fecha 9 de abril, en la que habíadispuesto que el teniente de navío Claudio Montero, que se encontraba efectuando trabajos hidrográficos en La Paragua: «tan luego los concluya se traslade a la silanga formada por las islas de Negros y Panay, para rectificar su plano». Después se le ordenaba continuar efectuando las mismas operacionescon los demás canales que forman entre sí las Visayas y recalcaba que: «suexacto conocimiento se hace cada día más necesario por la creciente importancia que van teniendo aquellas islas».

También se comunicaba que para que los trabajos hidrográficos pudiesenproducir los mejores resultados, era necesario que se colocasen balizasen los

(11) Se distinguen en esta acción el teniente de navío Montero, alférez de navío López deRoda y teniente de Infantería Llobregat. Ricardo de la Guardia: Datos para un Cronicón de laMarina Militar de España, pág. 284. Ferrol, 1914.—Parte de Campaña doc. 1 y 2 del tenientede navío Montero.

(12) Legislación Marítima, págs. 130-131, año 1853.(13) Carta oficial n.° 599 de 27 de junio de 1853 del Comandante General del Apostadero

de Filipinas.

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bajos y puntos más peligrosos de los canales, ya que por carecerse de prácticosde los mismos y no ser posible que pudiese haberlos con conocimientos positivos de aquel laberinto marítimo, era su necesidad perentoria (14).

Por R.O. de 21 de octubre, se determinó que el capitán general de Filipinas tuviese el mando superior de la Marina, siendo sus atribuciones las queseñalaban las Ordenanzas de la Armada de 1793 a los virreyes de Indias, peroteniendo en cuenta, en cuestiones facultativas, «el parecer del ComandanteGeneral del Apostadero» (15). Esta disposición provocó varios incidentes,destacando el surgido en noviembre por haber ordenado el capitán general«que los vagos que se aprehendan sean destinados al servicio de la Marina,en alternativa con los presidios correccionales o puntos de confinamiento aque suelen destinarse» (16). El comandante general del apostadero elevóreclamación el 13 y 20 de febrero de 1854, en las que consideraba que admitiren los buques de guerra gente de levas por castigo, equivalía a: «considerar alos bajeles de S. M. como presidios, cosa que no consienten las Ordenanzasde la Armada» (17). La Junta Superior de la Armada entendió y dio la razónal comandante general del apostadero, quedando sin efecto la disposición delcapitán general por resolución del presidente del Consejo de Ministros.

Las fuerzas sutiles del archipiélago continuaron en gran actividad y, ennoviembre, la 2a División de Reserva al mando del teniente de navío Críspulo Villavicencio —estando en el sur de Basilán, surgidero de Lahat-Hat—tuvo un encuentro con los piratas, muriendo heroicamente en la acción elcabo 2.° de Infantería de Marina europeo Florenció Bolaño y el marineroindígena Guillermo Araneta.

En enero de 1854 se crearon, por interesarlo la Junta de Comercio deManila, las capitanías de puerto de Zamboanga e ¡locos, por la importanciamarítima y comercial que habían tomado ambos puntos, estableciéndosecomunicación entre ellos y la capital por medio de un buque de guerra —elvapor Jorge Juan— que se adscribió a la Compañía Peninsular Oriental pororden del capitán general Manuel Pavía y Lay, Marqués de Novaliches.

El 6 de febrero el citado capitán general se encargó del mando del apostadero, en base a la Real Orden de 21 de octubre de 1853. Equivocadamente fuedepuesto del cargo el brigadier de la Armada Ramón Acha. Es posible que elincidente mencionado entre ambas autoridades llevara al Marqués de Novaliches a tomar esta decisión, ya que la intención de la Real Orden no era eliminarla figura del comandante general del apostadero. Conocida en Madrid estaresolución del capitán general, se revoca, siendo repuesto el citado jefe de la

(14) Real Orden de 22 de septiembre de 1853, págs 244y245 de Legislación Marítima, año1853. Las balizas de los canales se pagaron con los fondos de Marina recaudados por las licenciasde los corrales de pesca (carta de 9 de abril del Comandante General del Apostadero).

(15) Por la misma real orden se ordenaba lo mismo para los capitanes generales de Cubay Puerto Rico.

(16) Real Orden de 17 de noviembre de 1853, pág. 295 y siguientes. Legislación Marítima,año 1853.

(17) Cartas oficiales números 112 y 116 del Comandante General del Apostadero.

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Armada en su cargo (18). Otra Real Orden de fecha 12 de agosto de 1854,deroga la de 21 de octubre de 1853, motivada por las razones expuestas por elministro de Marina José Allende Salazar ante el Consejo de Ministros, y también se desaprueba la fusión de la Auditoría y Fiscalía de Marina a las de Guerra, volviendo a desempeñar sus cargos los mismos jefes que los ejercían (19).

En mayo, las falúas de la subdivisión de la Isabela de Basilán, al mando delteniente de navío Pedro González, al ser atacadas cuando se encontraban enCapual —isla al nordeste de Joló— repelen la agresión, desembarcando 50hombres al mando del citado oficial, que prenden fuego a la población, y lasde la nueva estación de Pollok remontan el Painan en Mindanao. En Cavite,se inician pruebas del carbón mineral filipino para ser utilizado por los buquesde vapor de la Armada, y se ordena se inicien cortes de madera isleña paraevitar costes al Estado.

En junio, a la vista del expediente instruido con motivo de 1ostrabajoshidrográficos efectuados en el archipiélago por el teniente de navío ClaudioMontero (de los que forman la Carta Esférica de Calamianes, Cayo Cuyo ySemerava y el plano del puerto de Log), el ministro Molins comunicó alcomandante general: «que se va a proceder a la tirada de planchas por elDepósito Hidrográfico, y por lo bien levantadas que están, las cartas, se hadeterminado que se facilite, al teniente de navío Montero, cuanto necesitepara establecer una Comisión Hidrográfica bien ordenada que proporcione el

(18) Real Orden de 12 de abril de 1854, pág. 119. Legislación Marítima, año 1854.(19) José Ramón González como auditor y Lino Amuzco como .iical.

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levantamiento de una colección de cartas completa del archipiélago». Asínació oficialmente la Comisión Hidrográfica de Filipinas el 27 de junio de1854. Dada la categoría militar y científica del teniente de navío Montero, laReal Orden finalizaba: «S.M. quiere que V.E. haga saber al precitado Claudio Montero que ha visto con agrado su estudiosa laboriosidad y los trabajosque hasta ahora ha producido» (20). Este oficial llevaba 8 años en Filipinas,y su salud estaba muy resentida y se preveía que én breve tendría que dejarel archipiélago, lo cual no fue así realmente (21).

En enero de 1855, entre los días 8 y 30, el teniente de navío Pedro González con las fuerzas sutiles de Zamboanga tuvo sobre Joló un encuentro conun panco moro, que tomó al abordaje, rescatando a 12 cautivos, dirigiéndosedespués a Basilán y con el teniente de navío Villavicencio —jefe de la 2. DiviSión de Reserva— partió para Balanguingui el día 28, penetrando el 30 por unestero y atacando por sorpresa a los moros que se encontraban construyendoembarcaciones, destruyéndolas y haciéndoles mucho daño.

Por efectuar los joloanos ataques e incursiones durante la primavera de1855, el 19 de agosto salió de Zamboanga el vapor Elcano, al mando delteniente de navío Mariano Aguirre y Barbacho, y dos falúas, llevando algobernador de Mindanao con tropas a Joló. El día 20 se conferenció con elsultán, que dijo no poder contener a los piratas de su Sultanía por lo que el día21 se dirigió el Elcano al este de la isla, atacando y prendiendo fuego alpoblado de Carang-Datto, y el 24 efectuó similar operación en la isla de SimiSa, regresando el 25 a Zamboanga.

El teniente de navío Córdoba, jefe de la Empresa Nacional de Poliok,entabló a lo largo del año 1855 magníficas relaciones con los datos de Mindanao, ocupantes de las orillas del río Painan, lo cual motivó que cuatro de ellosfuesen a Manila a cumplimentar al nuevo capitán general, teniente generalCrespo. A raíz de esta visita, se dispuso que una comisión formada por elcoronel Mascaró, jefe del Estado Mayor, teniente coronel Crespo, tenientede navío Montero y el conquistador de Davaó Oyanguren, acompañasen a losdatos a su regreso a Mindanao y reconocieran el curso del río Grande y territorios inmediatos. La comisión presentó una memoria de sus observaciones,y el teniente de navío Montero levantó un croquis del curso del río Grande.

En diciembre el Elcano y las falúas del sur llevaron varios ataques aembarcaciones piratas y poblados en la embocadura del río Guimborang, enel sur de Basilán.

En abril de 1857, el teniente de navío Montero, mandando el paileboteNuestra Señora del Carmen, hizo un reconocimiento hidrográfico de la islade Balabac previo a su ocupación, que fue la razón de que ésta se llevase acabo (22).

(20) Real Orden de 27 de junio de 1854, pág. 202 y 203. Legislación Marítima, año 1854.(21) Real Orden de 22 de diciembre de 1854, pág 320. Legislación Marítima, año 1854, que

preveía su cese y proponía buscar un relevo.(22) Ricardo de la Guardia: Datos para un Cronicón de/a Marina Militar de España, pág.

291. Ferrol, 1914.

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LA MARINA EN FíLIPINAS(II)

El 22 de julio, en las proximidades de Cebú, el vapor Magallanes destrozó13 pancos moros, y en agosto se llevó a cabo una operación sóbre Malajat porel vapor Reina de Castilla, mandado por el teniente de navío Eugenio Agüeray la 2. División de Reserva, que salieron de Zamboanga y Basilán el día 15,regresando de esta operación el día 22 a sus puntos de partida. De estamanera finaliza la última acción de castigo del año 1857, y con ella tambiénuna primera etapa de la lucha contra la piratería, en que las falúas de las divisiones navales fueron elemento básico.

Las estaciones y divisiones navales hasta 1858

Desde el primer Plan de Defensa del archipiélago, en que se fijan los seispuntos de estación de las fuerzas sutiles para luchar contra la piratería, laestrategia naval seguida y el empleo táctico de las fuerzas navales siguen elcamino trazado por los logros y conquistas llevados a cabo en el frente sur.

Inicialmente, se adopta un plan defensivo basado en cruceros para interceptar las incursiones moras en las zonas geográficas que la experiencia aconseja, para posteriormente tomar la ofensiva coincidente con el notable cambio producido en los barcos, al llegar los primeros vapores al archipiélago,que indudablemente, aparte de ser mayores que las embarcaciones empleadas hasta entonces, y por tanto capaces de transportar mayor número de tropas, sus características les permitieron la movilidad que su propulsión les facilitaba y de este modo iniciar la ofensiva.

Los puntos de estación iniciales fueron, de acuerdo con la Real Orden de2 de abril de 1827, tres en el sur, situados en la isla de Mindanao (Misamis,Caraga y Zamboanga),dos en posición central para cubrir las Visayas hacia elnorte, situados en las islas de Pana y Negros, y otros en Calamianes (PuertoMangarin) cubriendo el acceso hacia las islas de Mindoro y Luzón por la parteoccidental del archipiélago.

Con la toma de Basilán y las conquistas efectuadas en el sur de Mindanao,desaparecen los puntos de estación de Misamis y Caraga, se establece el deBasilán y Pollok, y por la importancia de sus puertos, nacen el de Ib-Ib yCebú, desapareciendo los iniciales de San José (Panay) e isla de Negros.Algunas divisiones se establecen en otro puntos, siendo su vida breve, comolas estaciones en Burias, Puerto Galera y Romblón.

Para el control de la bahía de Manila se establece la división de El Corregidor, y en Cavite una división de reserva siempre lista para desempeñarcomisión y cualquier servicio (23).

La división de Calamianes, que perdura a lo largo de estos años, tomaacciones claramente ofensivas compaginadas con los trabajos hidrográficos,ya que esta división fue la que principalmente los llevó a cabo hasta que secrea la Comisión Hidrográfica (24). Esta culmina su trabajo inicial más

— (23) Real Orden de 28 de septiembre de 1857.(24) Antes y después de creada la Comisión Hidrográfica de Filipinas, todos los buques y

embarcaciones de la Marina del apostadero trabajaron en levantamientos hidrogrficos.

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HERMENEGILDO FRANCO CASTAÑÓN

importante: la carta esférica del Estrecho de Ib-Ib, formada por la costa deesta provincia y la occidental de Negros con los canales e islas adyacentes,levantada en 1854 y publicada con el número 235 por la Dirección de Hidrografía én 1858 (25).

Al finalizar el año 1857, las estaciones navales de fuerzas sutiles eran:Poliok, Isabela de Basilán, Calamianes, Ib-Ib, Cebú y El Corregidor; losbuques de la Armada destinados en el archipiélago eran los siguientes:

Bergantín EscipiónT.N. Santiago Durán y Lira.Vapor Jorge JuanC.F. Francisco García Quesada.Vapor Reina de CastillaT.N. Eugenio Agüera y Bustamante.Vapor MagallanesT.N. José María Tuero y Truelis.Vapor ElcanoT.N. José Oreiro y Villavicencio (26).

Estos buques estaban complementados con un considerable, aunque insuficiente, número de lanchas y falúas, que eran las embarcaciones que formaban las divisiones basadas en los puntos de estación citados, teniendo el apoyoprincipal en Cavite, arsenal y apostadero.

Ocupación de Balabac y expedición a Simisa

Los ingleses, en su constante afán de ocupar todos los puntos estratégicosdel globo, fijaron su atención en la pequeña isla de Balabac, situada entreBorneo y la Paragua, muy próxima a esta última.

Laisla de Balabac, llave del estrecho de su nombre y de las comunicaciones entre el sur del archipiélago y las Indias holandesas, tenía un tremendovalor estratégico y para la seguridad de las islas, y ante su posible usurpación,el capitán general de Norzagaray decidió ocuparla militarmente. Por ello, el12 de enero de 1858, salió de Manila la expedición militar al mando delteniente coronel de Infantería Julio Garnier, embarcada en los vapores deguerra Reina de Castilla y Elcano, y en la fragata José y María. El mandonaval lo ostentaba el comandante del primero, teniente de navío Agüera.

El día 14 desembarcan las fuerzas con poca resistencia de los indígenas,ocupando la isla y estableciéndose un gobierno político-militar y una guarnición, que al poco tiempo de su asentamiento se redujo a la mitad por una epidemia de calenturas perniciosas. En memoria del natalicio del Príncipe deAsturias, se propuso que al establecimiento militar de Balabac se le denominase de príncipe Alfonso, lo que se aprobó por Real Orden de 15 de mayo (27).

En agosto se creó la División de Fuerzas Sutiles de Balabac, con cincofalúas al mando de un teniente de navío, que ocupó el cargo de gobernadorpolítico militar, suprimiéndose la división de las islas Calamianes, que cam

(25) Página 201, Estado General de la Armada, 1859.(26) Págs 192 a 201, Estado General de la Armada, 1856.(27) Por Real Orden de 21 de junio, comunicada por la Secretaría de Estado y Ultramar

al capitán general de Filipinas, se amplía la denominación al puerto de Balabac que se denominará Puerto del Príncipe Alfonso.

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LA MARINA EN FILIPINAS (II)

BALABAC

• bia deestación a este nuevo establecimiento. Con esta ocupación en el frentesur, se inician acciones importantes, ya que las incursiones de los moros estaban causando mucho daño sobre Las Visayas, y así comienzan un ataque aSimisa, llevado a cabo por la división de La Isabela, compuesta de tres falúasal mando del teniente de navío José Malcampo. La acción se efectuó en elalba del 5 de mayo, abriendo fuego de cañón y pedreros, y desembarcandoeste oficial con 70 hombres de marinería y tropa para efectuar una notableoperación de castigo.

El teniente de navío Malcampo continuó recorriendo las islas Samales,regresando a Basilán con 116 prisioneros y 76 cautivos rescatados, armas,cañones y varias vintas. Entre los prisioneros capturados estaban los familiares del Paulina Tampán (28). Esta contingencia hizo que este datto se presentase en Basilán el 16 de julio para solicitar la libertad de su familia, y se sometiese a las autoridades españolas.

La 2a División de Reserva, al mando del teniente de navío Juan González, y un panco de moros leales de Malamawi, efectúan un crucero sobre laisla de Pilas, capturando a la familia del dato Tampol, que posteriormente secanjeó por cautivos, regresando a finales de agosto a Basilán (29). Con estasacciones se puede decir que finalizan las actuaciones de las Fuerzas Sutiles avela exclusivamente, ya que la necesidad y avances tecnológicos van a hacerque se decida la incorporación de nuevos buques de vapor para llevar a caboestas operaciones.

(28) Apostadero de Filipinas. Expedición a Simisa (papeles almirante Indalecio NúñezIglesias). Archivo Biblioteca Z.M. del Cantábrico.

(29) José Montero: Historia de Filipinas, tomo III, pág. 277. Madrid, 1894.

ISLA DEBALABACREPRODUCCIÓN 1 DELl PUERTO DELA ISLA DE BALABAC, CON LAESTACIÓN NAVAL, LEVANTADO EN1888 POR EL TENIENTE DE NAVÍOD. MANUEL ANTON.

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MARINOS SOVIÉTICOS EN LAGUERRA DE ESPAÑA

José Luis INFIESTA PÉREZHistoriador

Durante muchos años me he dedicado al estudio de la intervención soviética en la guerra de España por lo que el artículo publicado en uno de los últimos números de esta revista, del que son autores el capitán de navío Monakovy el teniente coronel Ribalkin, me ha interesado profundamente, haciéndomerevisar y actualizar un trabajo sobre los marinos soviéticos que hace unos añospubliqué en una revista española, que aquí presento, a partir de fuentes muydiversas, con la esperanza de aportar algunos datos más y, sobre todo, con elruego, si cae en manos de los autores citados, de que verifiquen mis datos. Talactitud es similar a la que adopté al publicar un artículo en la revista Ejércitoen noviembre del año pasado, dedicado a la artillería rusa llegada a España,consecuencia de otro escrito aparecido en aquella revista, debido también alteniente coronel Ribalkin.

Debe convenirse que la Marina soviética se encontraba en un alto grado depostración después de la guerra civil rusa, la Revolución y la intervenciónextranjera. Disponía de gran cantidad de barcos sobre proyectos anteriores a laGran Guerra, desatendidos y algunos en vías de modernización. Sus jefes yoficiales tenían una preparación limitada pues, ante la penuria provocada porlas bajas ocurridas durante la Revolución, se habían admitido voluntarios que,aunque muy entusiastas, recibían someros cursillos de instrucción, con pocasprobabilidades de navegar, y menos aún en barcos modernos.

Hasta 1934, es decir, hasta el XVII Congreso, los dirigentes soviéticos sehabían ocupado poco de la Marina, pendientes de necesidades más urgentes, ala que sólo habían incorporado unidades menores. Cuando se estudió el II PlanQuinquenal, se incluyó la construcción de barcos de tonelaje medio, con asistencia técnica italiana, siendo en el Plan de 1938-43 cuando se decidió la construcción de acorazados, bajo proyecto italiano —pues una cosa es la ideologíay otra las motivaciones económicas—, que al iniciarse la Segunda GuerraMundial fueron destruidos en grada por la aviación alemana.

Por ello, la ayuda soviética a la Flota republicana fue muy limitada (cuatrolanchas torpederas, minas y algún cañón), siendo en cambio muy numerososlos consejeros que envió, cuya preparación no era muy buena, si aceptamos laopinión de sus compañeros españoles. Sin embargo, debe recalcarse que estos

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JOSÉ LUIS INFIESTA PÉREZ

marinos eran los más distinguidos que figuraban en sus listas y que una vezque regresaron a su patria, alcanzaron altos puestos, fama y una brillante carrera. Según me escribía el capitán de navío francés Claude Houan, el 90 por 100de ellos llegaron al grado de almirante.

Los primeros consejeros

Marcel Rosemberg, primer embajador de la URSS en Madrid, presentó suscredenciales el 26 de agosto de 1936, acreditándose con él varios agregados,

entre ellos el capitán de navío Nikolai Kuznetsov, en cuya biografía se observan numerosas discrepancias. El mismo refiere su ingreso en la Marina en1922, procedente del Komsomol, pero Gardner lo supone marinero en el crucero Aurora y Bieler apunta su ingreso en la Marina en 1919, miembro de laFlotilla del Duma. Nacido en 1902, parece que salió de la academia en 1930,fue destinado como oficial de artillería a un crucero y era comandante de otroen el momento de venir a España. Una vez en Madrid se personó en el Ministerio de Marina, donde funcionaba el Comité Central de la Flota, presidido porel teniente de navío Pedro Prado Mendizábal, quien le acompañó a Cartagenapara presentarle al jefe de aquella base, el teniente de navío Antonio RuizGonzález. De regreso a la capital, el nuevo ministro de Marina, Indalecio Prieto, le instó a que viajara con la escuadra que al mando del capitán de fragata

• El capitán de navío Kuznetsov y el general Gregorij Mijailovich Stern, segundo jefe de laMisión Militar Soviética en España.

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MARINOS SOVIÉTICOS EN L4 GUERRA DE ESPAÑA

posible y si Kuznetsov no lonombra es porque todavía estaba en el Norte; además, en sucargamento figuraban piezasVickers de 114, que hemossituado en aquellos días en elfrente de Aragón, en la unidadque mandaba el capitán JoséConejos Fernández.

A partir de entonces Kuznetsov, desde Cartagena, secuidó de la protección de losbarcos rusos con armas queiban llegando, aunque según sedesprende de una carta escritapor el teniente de navío Vicente Ramírez de Togores a Indalecio Prieto —ambos en elexilio mejicano— la Flota republicana no prestó protecciónde ningún tipo a estos barcos.

Miguel Buiza iba a subir al Norte.Salió de Málaga. el 21 de septiembrey regresó el 10 de octubre parafondear en Cartagena. En este viajefiguró al menos otro oficial soviético, N. Anin, asesor en el cruceroLibertad.

Según el almirante inglés Greaton, Kuznetsov regresó en avión y el15 de octubre se encontraba enCartagena para recibir al mercanteKomsoinol (capitán G. Menzesev),con el primer cargamento de armáscompuesto por 50 carros de combate. Que este barco fue el primero quellegó a España con armas sedesprende del relato del propioKuznetsov y es aceptado por lamayoría de los historiadores. Sinembargo, Monakov y Ribalkin, en elartículo que ha dado origen a éste,aseguran que el primero en llegarfue el Coinnechin, que salió deFeodosia el 4 de agosto. Esto es muy

El capitán de navío Ramishvili

Nicolai Kuznetsov

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Esta ausencia de protección propició el hundimiento del Komsomol por elCanarias el 14 de diciembre de 1936. A partir de entonces, pienso que el transporte de armas a puertos mediterráneos lo realizaron sólo barcos españoles, aexcepción del Adreev (capitán Preynkopf) que, desde Leningrado, desembarcóarmas en Bilbao en dos ocasiones.

Según el citado almirante Greaton, en noviembre de 1936 llegaron a España una veintena de oficiales de Marina soviéticos, cuyos nombres no cita. Losdos más importantes fueron el capitán de navío Ramishvili, nombrado asesordel teniente Antonio Ruiz en la base de Cartagena —que se hizo llamar «JuanGarcía» —y el también capitán de navío V. Drozd, consejero de la Flotilla deDestructores.

Kuznetsov nos informa de que Ramishvili conocía perfectamente el francésy que en pocos días hablaba bien el español. Seguramente es al que se refiereBruno Alonso —comisario de la Flota republicana— cuando escribe: «Notodos los soviéticos —y eran muy pocos— inspiraban sus actos en este espíritu de proselitismo. Hubo entre ellos uno que me llamó un día a su despacho dela Base para decirme que él no era comunista y que se hallaba identificado connuestro proceder. Y en prueba de ello un día expulsó de su despacho a unacomisión de comunistas que habían acudido a recabar su ayuda. Desgraciadamente este jefe duró poco, pues fue llamado a Rusia inmediatamente. Por suimparcialidad y capacidad técnica le testimoniamos en su día nuestra simpatía,desagraviándole así de las vejaciones a las que le sometían desde el Gobierno».

El capitán de navío Kuznetsov y el de fragata Y. Drozd, durante la guerra de España

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Tal actitud era poco aconsejable en aquellos días de 1937,en los que se estaba iniciandola gran purga militar stalinistay, tal vez por ello, es el únicoconsejero importante del queno he tenido más noticias.

Y. Drozd, como hemosdicho consejero de la Flotillade Destructores, conocido enEspaña como <Don Ramón»,no se llevó demasiado biencon el teniente de navío Valentín Fuentes López, comandante de la Flotilla, y el almirante Greaton refiere un incidente que se produjo a bordodel Lepanto. Ascendido acomodoro al regresar a su país,ya de vicealmirante —segúnHarrison Salisbury— fue jefe

Kuznetsov en su época de Gran Almirante de la Flota de Maniobra delde la Flota Soviética (1972) Báltico en 1942, con insignia

en el crucero Kirov con el que— escapó de Riga cuando estaba

a punto de ser ocupada por los alemanes y aldanzó Tallin. Más tarde mantuvodragados una serie de canales en los campos de minas del Báltico, participando en la defensa de Leningrado, siendo herido en las acciones de bombardeode Peterhof y Kronoye-Salo. Ya de almirante, murió durante un viaje de Kronstadt a Leningrado, al caer su automóvil en el cráter de una bomba, ahogándose en el agua helada que lo llenaba (14-1-1943).

Entre estos primeros consejeros figuró el submarinista Ivan AleksievichBurmistrov, llamado en España «Luis Martínez», de quien hablaremos enseguida, e 1. Yumashev, cuyo destino ignoro. Estos oficiales descargaron aKuznetsov de parte de sus obligaciones permitiéndole estar presente en las salidas que la Flota republicana realizó en marzo y en abril. Regresó a la UniónSoviética en agosto, y allí su carrera fue meteórica, beneficiado por las terribles purgas que diezmaron las listas de la Marina: ascendido a vicealmirante,fue nombrado comandante de la Flota del Pacífico, en sustitución del almirante Viktoref —que había sido purgado—, pero reclamado casi inmediatamentedesde Moscú, fue designado comisario del Pueblo para la Marina, comandante de las Fuerzas Navales y muy pronto vicealmirante de Defensa, y, finalmente, comandante de la Flota, cargo que desempeñó hasta 1956. El mismo seasombra de tan rápida carrera y escribe en uno de sus libros: «Leí aquel docu

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JOSÉ LUÍS INFIESTA PÉREZ

mento —uno de sus ascensos— con una mezcla de alegría y ansiedad. Unascenso demasiado rápido es peligroso para un hombre. Este principio no atañeúnicamente a los buceadores y a los pilotos de aviación. También hay peligrosque acechan a los ascensos demasiado rápidos en el escalafón de la Administración, cosa que había sabido desde mi juventud. Esa había sido la razón porla que, desde que me gradué en la Academia, pedí ser nombrado ayudante, paraascender paso a paso en mi carrera. Soñaba con mandar un barco alguna vez,y eso era todo. Pero en los últimos años mis ascensos habían sido muy precipitados. Esto sólo puede explicarse por la ola de sustituciones forzosas deaquellos tiempos. Sin embargo, cuando uno acepta un empleo debe cumplirtodas sus obligaciones y no esperar indulgencia. Yo sabía muy bien que mitarea no iba a ser fácil.»

Prolífico escritor, Harrison Salisbury lo considera como «un maestro endecir la verdad a medias y, amenudo, confundir las cosasdeliberadamente». Pero indudablemente fue un brillantemarino, director y creador dela Flota soviética de la postguerra hasta hacerla la segunda —o la primera— delmundo. Sin embargo, susrecuerdos de España sondecepcionantes, influyendoposiblemente en ello una traducción bastante defectuosade sus escritos.

La escuadrilla de cooperación aeronaval

Aunque seguramente laMarina soviética no disponíapor entonces de una aviaciónpropia, incluimos aquí estaunidad ya que jugó un papelimportante en el Mediterráneo.Al comprenderse la necesidad .El capitan N. Ostrikov, de la Escuadrilla de Cooperade una proteccion y de una ción Aeronavalexploración aeronaval y coincidiendo con la llegada de la segunda remesa de bombarderos «Katiuska» enmayo de 1937, se creó en San Javier esta escuadrilla, dotada con muy pocosaviones. Su actuación fue irregular, bajo el mando de los capitanes Ivan Proskurov y Nikolai Ostriakov, figurando en ella los pilotos Nesmeyanov, y Skoro

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MARINOS SOVIÉTICOS EN LA GUERRA DE ESPAÑA

vodnikov y los observadoresAlexander Skorojov, ViktorLobizov, G. Prokofiev y G.Levinski.

Casi recién formada, encooperación con dos patrullasde la 2a Escuadrilla deBombardeo en tierra —con untotal de nueve aviones—atacó el puerto de Palma deMallorca, alcanzando alcrucero Baleares, causandobajas en su tripulación, y repitiendo el ataque por la tarde.Dos días después —26 demayo— a las 07,30 horas;cinco aviones, volando altospero picando con gran decisión, alcanzaron al cruceroauxiliar italiano Barletta,haciéndole zozobrar, matandoa seis oficiales e hiriendo a sucomandante y a varios tripulantes; otra bomba hundió almotovelero Ca/a Mayor yvarias más destrozaron unos almacenes y a un «Savoia» S-55», que se encontraba inútil. Aunque los republicanos te-nían todo su derecho a bombardear labase de los cruceros enemigos, se produjó una fuerte protesta italiana y alemana y el abandono del puerto por parte de los barcos de guerra neutrales.

Unas horas después, la escuadrilla atacó al acorazado alemán Deutschlanden el puerto de Ibiza con tres bombas, que le causaron 22 muertos y 82 heridos. Este ataque condujo al bombardeo alemán de Almería como represalia.

La escuadrilla y en general los «Katiuska», a pesar de su vulnerabilidad ycierta disposición a incendiarse, demostraron una enorme decisión y una granexactitud en sus bombardeos, por lo que incluso se ha dicho que disponían deunos visores muy perfeccionados, teniendo orden de destruirlos antes de quepudieran caer en manos enemigas. Prueba de esta exactitud fue el ataque realizado el 18 de febrero de 1938 contra el crucero Almirante Cervera, que fuealcanzado por dos bombas: una explotó en su combés y produjo la muerte de18 tripulantes, resultando heridos otros 66; la segunda penetró por su chimeneapero no explotó, circunstancia muy afortunada para este crucero.

Los dos fundadores de la escuadrilla destacaron en la Aviación naval. Proscurov, que regresó a su patria en abril de 1937, alcanzó el generalato, pero fuedepuesto en 1941 acusado de haberse dejado sorprender por el ataque alemán.Ostriakov, que mandaba toda la aviación de la Flota en el mar Negro, murió

El capitán 1. Proscurov uno de los jefes de la Escuadrillade Cooperación Aeronaval

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JOSÉ LUIS INFIESTA PÉREZ

durante un bombardeo en los combates de Sebastopol, recibiendo el título deHéroe de la Unión Soviética.

Los submarinos

Los doce submarinos de que disponía nuestra Marina quedaron leales alGobierno. Los de tipo «B», anticuados y con una habitabilidad muy restringida, prestaron sus servicios durante los primeros meses, y tras haber sido hundidos varios de ellos, fueron retirados. Los del tipo «C», que Monakov y Riba!km llaman de clase «S», más grandes, tenían graves defectos, entre ellos lapoca capacidad de sus baterías de acumuladores, que además estaban muygastadas, carecían de algunos elementos fundamentales y era muy corta sudisponibilidad de torpedos, con sólo 36 de estos artefactos, según nos informaRamírez Gabarrús.

Al producirse el alzamiento fueron muy pocos los oficiales submarinistasque quedaron leales a la República. Esta situación se quiso paliar mediante lallegada de oficiales soviéticos. En la mayoría de informes y relatos de losoficiales españoles que los conocieron se realza su incapacidad y falta depreparación. Pero tal incapacidad, si fue real, pudo ser debida a que se vieronsometidos a la dura prueba de mandar y poner en condiciones de serviciobarcos para ellos desconocidos, en no muy buen estado ycasi sin la ayuda de compañero alguno, sin conocer a sustripulaciones ni el idioma.Pero muchos de estos oficiales merecieron distinciones yascensos durante la SegundaGuerra Mundial.

El más célebre fue el yacitado capitán de corbeta Burmistrov, al que a partir deagosto acompañaba el tambiéncapitán de corbeta NikolaiEgipko, llamado «Matisse» yel comisario «Paolo», al parecer de origen italiano, cuyonombre era Carlo Muratto.Junto a ellos operaron unaveintena de oficiales y técnicos, llegados en diferentesmomentos y sobre los que nohe logrado demasiada infor- El almirante soviético Nikolai Egipko («Matisse»)mación combatió en España siendo capitán de corbeta y llegó amandar un submarino

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MARiNOS SOViÉTICOS EN LA GUERRA DE ESPAÑA

El 1 de febrero de 1937 se dio el mando de C-6 a Bunnistrov, siendo susegundo Viktor A. Egorev («Víctor Nicolás»), de cuyas acciones tenemosconocimiento a través de un artículo que publicó ya de regreso en la URSS.Tras realizar algunas inmersiones de entrenamiento en aguas de Cartagena, el19 de aquel mes emprendió su primer crucero para atacar a un barco italianoque había sido señalado, pero recibiendo ellos el ataque de un avión enemigo.El segundo crucero fue ya un viaje al Cantábrico, iniciado el 28 de abril, parallegár a Santander el 6 de mayo de 1937, intentando algunos ataques a losbarcos enemigos en el Cantábrico. El 26 de aquel mes Burmistrov fue nombrado jefe de la flotilla que operaba en el Cantábrico, a la que se incorporarontambién «Paolo» y Nikolai Egipko.

Entre tanto en el Mediterráneo, al ser retirados los B, se encontraba solo elC-1 que mandaba el alférez de navío Martínez Montero, con el soviético 1. V.Graiev («Camilo Montes») de segundo. Poco después se dio su mando a CarlosMuratto, siendo su segundo otro soviético llamado « Simón». El 24 de abrilatacaron sin éxito al Almirante Cervera en el delta del Ebro.

Al perderse la franja cantábrica se decidió hundir al C-6, que estaba averiado, en tanto que los otros dos submarinos —el C-2 y el C-4— se refugiaban enpuerto francés, donde corrieron muchas peripecias hasta que recibieron laorden de regresar. El 14 de abril salió de Burdeos el C-4 al mando del soviético Y. E. Egorev y llegó a Cartagena el 25 de abril. El C-2 zarpó de Saint Nazaire el 17 de junio, al mando de Egipko y llegó el 26, aunque es muy posible queen realidad lo mandase el segundo maquinista de la Armada Antonio GarcíaAlcázar.

Durante los siguientes meses, estos tres submarinos tuvieron mando soviético. Del C-1 dejó el mando «Paolo» y lo tomó «Samuel» que, al parecer, erael soviético G. 1. Kuzmin —desaparecido con su barco en la Segunda GuerraMundial— cuyo intérprete era «María». El. C-2 quedó al mando de Viktor A.Egorev («Juan García») y el C-4 pasó a estar mandado por 5. P. Lisin(«León»). Al ordenarse el 14 de mayo de 1938 la creación del Correo Submarino, para enlazar los puertos soviéticos y la casi aislada Mahón, se emplearonestos submarinos.

En la noche del 8 al 9 de noviembre, el C-1 resultó hundido por un bombardeo del puerto de Barcelona, siendo el soviético S. P. Lisin quien firmó el partede su hundimiento: tras ser puesto a flote se le subió al diqueflotante, dondesufrió otro bombardeo. En este bombardeo o en otro inmediato resultó muerto«Paolo» que fue el segundo marino soviético caído en España.

A finales de diciembre los submarinistas soviéticos fueron llamados a supaís. Burmistrov, ya repatriado bastante antes, ascendió a capitán de navío yfue miembro de la flotilla del capitán Bultonov, basada en Sebastopol, recibiendo el título de Héroe de la Unión Soviética.

El primer relevo de consejeros

En mayo de 1937, a bordo del Cabo de Santo Tomé, llegó a Cartagena el

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JOSÉ LUIS 1NFIESTA PÉREZ

capitán de navío ViadimirAntonovich Alafuzov, quesustituyó a Anin como consejero de la Flota republicana.Este oficial, una vez en laUnión Soviética, ascendió acontralmirante y fue jefe delEstado Mayor de la Marina,considerado como un grantécnico en la guerra aeronaval.Sin embargo, según Medvedevfue detenido y separado delservicio, pero fue rehabilitadoen la época Kruschev y, segúnalgunos, nombrado director dela Escuela Naval.

El sustituto de Kuznetsovcomo consejero principal fueel capitán de navío N. Basisty(«Juan Montero») que permaneció en España hasta laprimavera de 1938, regresando a su patria donde se distinguió al mando de las fuerzasque intervinieron en el desem

El capitán de navío Vladimir Antonovich Alafuzov llegó barco que condujo a la liberaa España en mayo de 1937 a bordo del Cabo Santo Tomé cion de Kerch y Feodosia. Su

sustituto fue el capitán denavío N.A. Piterski que, ya de contralmirante, fue ayudante del almirantePenteleyev durante la desastrosa evacuación de Tallin.

Drozd dejó el puesto de asesor de la Flotilla de Destructores al capitán denavío N. Abramov. El teniente de navío Ivan Dimitrev Eliseiev —que durantela Segunda Guerra Mundial fue jefe del Estado Mayor de la Flota del marNegro y más tarde comandante de la Flotilla del Danubio— fue consejero delcrucero Libertad, el capitán de fragata V. G. Bogdenko («Valentín») delMiguel de Cervantes, .<K.irilo». del. Méndez Núñez y N. 1. lun y Sergeij .M.Serjiev de las flotillas de destructores.

Las lanchas torpederas

En la cubierta del Cabo Santo Torné llegaron a Cartagena el 1 de mayo de1937 dos lanchas soviéticas con sus torpedos y demás elementos. Otras dosllegaron unas semanas más tarde a bordo del Aldecoa.

En la Marina soviética había bastante tradición de empleo de estas lanchas,utilizadas ya con éxito en la guerra ruso-turca de 1878, por el luego célebre

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MARiNOS SOViÉTICOS EN LA GUERRA DE ESPAÑA

almirante Makarov. También se habían empleado en la guerra civil rusa. Sedice que las lanchas soviéticas estaban inspiradas en el tipo inglés Thornnycroft «MT B-5», estudiadas al ser capturadas cuatro de ellas en el puerto deEnzeli, una de las cuales parece que está en el Museo de Leningrado. Si es así,los técnicos rusos le incorporaron muchas novedades, principalmente debidasal gran ingeniero Andriel Nikolajevich Tupolev, creador del modelo «G», elelegido para su experimentación en España. Desarrollado a partir de 1933,

(ir

Las dos únicas fotografías que conoce el autor de las lanchas «G» en puerto español

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JOSÉ LUIS INFIESTA PÉREZ

llegaron a construirse más de 300 unidades en los astilleros de Kibinski-Zelyenodolsk y en los Marty, de Leningrado. Se trataba de la mejor lancha torpedera soviética y en aquellos momentos era la más rápida del mundo de las deserie.

Con ellas llegaron muchos oficiales soviéticos: A. P. Korovnuch —de cuyaparticipación tengo dudas— pudo ser el comandante o comisario de lostenientes V. A. Loriokov, A. Butrov, V. Likholetov y 5. Osipov y de los técnicos Vrodlivets, Usvenko, Erimief y Bielov. Según J. Meister estas lanchas recibieron en España las siglas DAR-] a DAR-4, pero otros autores les adjudican losnumerales 11, 22, 33 y 44 ó 11, 2], 31 y 41. Se les asignó unos locales en laEscuela de Submarinos de Cartagena, donde se inició la instrucción de las dotaciones españolas, que según Benavides comprendían seis hombres por lancha.

A finales de mayo quedaron basadas en Portman, emprendiendo una seriede raids de instrucción, llegando a Aguilas, Alicante, Tarragona y Barcelona.En el curso de uno de ellos una lancha, la DAR-4 según Meister (o la 31), fueincendiada y hundida por un hidroavión enemigo al norte de Barcelona,

muriendo toda su tripulación y su comandante, N. A. Lariokov,primer marino soviético muerto en España.El malogrado R. Espinós, en su libro, informa que un pesquero deArenys sacó en susredes hace años uncompás marino con unainscripción en ruso,suponiendo que debióde pertenecer a unsubmarino soviético.Dado que no se haseñalado la presenciade barcos de este tipoen tal situación, esposible que perteneciese a esta lancha.

Una navegando

Hundimiento del Baleares

La gran ocasión deestas torpederas pudohaberse presentado en

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MARINOS SOVIÉTICOS EN L4 GUERRA DE ESPAÑA

marzo de 1938 cuando se montó para ellas una operación de ataque al puertode Palma de Mallorca, protegidas y abastecidas en su navegación de aproximación por la 1 •a Flotilla de Destructores. Pero las lanchas no pudieron presentarse en el punto de cita a causa del mal tiempo, por lo cual el comandante dela Flota republicana decidió proseguir su navegación hasta que la Flotilla seincorporase a su grueso. De esta forma se produjo el encuentro con los cruceros nacionales. Durante esta acción se encontraban a bordo de los barcos republicanos varios oficiales soviéticos, entre ellos los capitanes de navío Bogdenko y Basisty. En el Libertad iba como consejero el capitán de navío N. Piterski,quien en un artículo asegura que el Baleares se hundió al ser alcanzado por lascinco salvas de artillería disparadas por este crucero que ocasionaron «suincendio y rápido hundimiento, y constituyó en la noche un espectáculo impresionante». Sin embargolo tradicional, y casi loseguro, es suponer queel barco se hundió al seralcanzado por los torpedos de los destructoresrepublicanos, a bordo delos cuales se conoce lapresencia de los soviéticos N. Ilin, 1. Eleseev y5. M. Serjev.

Último relevo de consejeros

En la primavera de1938 era consejero navalprincipal el capitán denavío Arseni Grigorevich Golovko que sehacía llamar «SimónGarcía Alva-rez» —loque puede crear confusiones con otro «Simón»del que ya hemos hablado— y que debió deregresar a su país enabril, donde ascendió acontralmirante mandando, durante la Segunda 1 0 -El almirante Arseni Grigorevich Golovkov, combatio enGuerra Mundial, la Flota España con el nombre de <Simón García Álvarez>del Norte basada en siendo capitán de navío

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JOSÉ LUÍS JNF1ESTA PÉREZ

Tres marinos soviéticos que combatieron enEspaña, cuya identificación es dudosa.Podrían ser:«Simón», ayudante de Burmistrov.El llamado «Juan Sánchez», que fueconsejero en el acorazado Jaime 1.S. D. Soloukim, consejero del AlcaláGaliano

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MARINOS SOVIÉTICOS EN JA GUERRA DE ESPAÑA

Polyarni. Al producirse el corte en dos del territorio republicano vinieronnuevos consejeros soviéticos, entre ellos Spozhnikov, que residía en Barcelona, y G. Zhucov, que quedó en la zona Valencia-Cartagena. El primero regresó a Rusia poco después y, ya de contralmirante, dirigió durante la SegundaGuerra Mundial el desembarco de Yuzhuay-Ozeveika, que según Kuznetsovconstituyó un gran fracaso. En cuanto a G. Zhukov —que no debe confundir-se con el célebre mariscal de este nombre, y al que Castelis llama E. M.Jukov— se distinguió ya de contralmirante, según escribe Gorshov, al mandode la base naval de Odesa al producirse el ataque alemán. Monakov y Ribalkincitan dos marinos con este apellido, G. Zhukov y E. Zhukov, así como a y.Gavrigov, V. Tsepanovuch y M. Snitro, de los que no teníamos conocimiento.

En algunos trabajos aparece el capitán de corbeta B. D. Soloukin comoconsejero del Alcalá Galiano, que llegó a almirante en el Báltico y a L.K.Brekenev y a N. Paulovich —citados por Dimitrov— de los que tampoco tenemos noticias. También se nombra al capitan de fragata Smilikov, técnico entelecomunicaciones que montó la emisora de Cartagena, de donde fue uno delos últimos en salir a bordo del petrolero Campillo, en los últimos momentosde la guerra. Si se trata del mismo citado por un autor tan discutible comoMauricio de Oliveira con el nombre de Smilicoff como llegado a Barcelona enoctubre de 1936, sería el marino soviético de más larga estancia en España.

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LASCAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL

SIGLO XVIIF. Fernando de BORDEJÉ Y MORENCOS

Contralmirante (R)

Cuando se anuncia el siglo xvii se produce un cierto espejismo, pues tododa a entender que las agitaciones y contiendas del xvi parecen haberse calmado. Pero si se ha puesto fin, de momento, a las luchas religiosas, si Felipe II,Isabel 1 y Enrique IV han desaparecido y las Provincias Unidas han firmado en1609 una tregua con España por la que se les reconoce la independencia, eseidílico panorama será de corta duración al alumbrarse en el horizonte elcomienzo de una de las guerras más larga y mortífera de la Historia.

Ese conflicto se abrió en 1618, cuando el emperador Fernando II trató deexplotar las rivalidades religiosas en un intento de unificar bajo su autoridadese conglomerado anárquico, de más de 300 Estados, que constituían Alemania. Aunque inicialmente esa guerra aparecía como religiosa y de carácter limitado, pronto se propagó hasta convertirse en una lucha por la hegemonía europea en la que intervendrá Felipe III y luego su sucesor en nombre de principiosreligiosos y vínculos familiares, apoyando a Fernando II contra Federico, elector palatino y jefe del partido protestante.

Fue una contienda en la que poco teníamos que ganar y en la que surgierongrandes capitanes de la táctica y estrategia como TilIy, Wallestein, Condé,Turena y, especialmente, el gran señor del arte de la guerra terrestre GustavoAdolfo, conflicto de marcado signo continental pero del que se derivarán otroseminentemente marítimos en los que, asimismo, aparecerán grandes marinos,entre otros, Oquendo, Tromp, Ruyter, Blake, Monk y Tourville.

En el llamado período palatino (1619-1623), el español Spínola invadió elPalatinado y colaboró con Tilly en la toma de Praga, tras derrotar a los protestantes en una de la más espectaculares batallas del siglo, la de la MontañaBlanca. Una segunda fase, conocida como la danesa, se abrió en 1625 convictorias imperiales para cerrarse en 1629 con la paz de Lubeck, fase a la quesiguió el período sueco, que se inició en 1630 y en el que el cardenal infanteDon Fernando derrotó a los suecos en Nordlingen, dándose por finalizado en1635 con la paz de Praga.

Esa larga guerra acabaría con un cuarto período, el franco-sueco, quecomenzó en 1635 para terminar en 1648 con la paz de Westfalia, en el que lostercios españoles al mando del portugués Francisco de Melo fueron batidos porel joven Duque de Enghien, más tarde príncipe Condé, en la batalla de Rocroy,que señaló en el ámbito terrestre el principio de nuestra decadencia militar y dedolorosas pérdidas territoriales, puesto que la citada paz implicaba la firma delTratado de Munster por el que reconocíamos la independencia de Holanda y susoberanía sobre sus conquistas en Asia.

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F. FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS

No obstante España proseguiría la lucha contra Francia e Inglaterra hastaque derrotados en la batalla de las Dunas nos viésemos forzados a concluir en1659 la paz de los Pirineos o de los Faisanes, en la que perderíamos el Rosellón, Cerdaña, Artois, etcétera, y que pondría definitivamente fin a nuestrapresencia en Europa.

Pero lo que interesa destacar es que la guerra de los Treinta Años fue laprimera contienda que puede considerarse como una verdadera lucha entrepueblos en la que, en general, los participantes se vieron unidos por lazos ideológicos, especialmente religiosos, y por motivaciones que podríamos llamar«patrióticas». Fue, además, un conflicto generalizado al abrazar a toda Europa,habiéndose perdido desde los tiempos de las grandes invasiones la noción desituaciones similares, porque si las cruzadas pusieron en movimiento a lamayor parte de Occidente, no fueron consideradas por la Cristiandad comoguerra sino interpretadas como la expresión de sentimientos morales y espirituales, mientras que las campañas turcas, por su parte, se juzgaron como periféricas y sólo fueron calamitosas para quienes las sufrieron.

Por todo ello, desde una perspectiva de situación mundial surge Europa enla primera mitad del siglo XVII como el continente elegido para albergar, producir y conducir los futuros conflictos mundiales, incluso y como los hemossufrido, hasta en nuestros propios días. Otra característica esencial de ese siglofue que también por primera vez los flujos y reflujos de las luchas europeasalcanzaron los más remotos confines de la Tierra, en los que se asentaban intereses de las potencias continentales del Viejo Continente, ampliándose la esfera de intereses a defender y las zonas geoestratégicas de expansión. Comoconsecuencia, Europa en el xvii no sólo fue un continente en movimiento sinoque por el repliegue turco a su área de influencia y por el inmovilismo y aislamiento de los imperios asiáticos, los Estados europeos monopolizaron el podermundial y se convirtieron en el motor político, económico y tecnológico deldesarrollo de la Humanidad.

Como ya indicamos, si esa larga guerra dominó la política y la estrategia dela primera mitad del siglo xvii, en la segunda mitad iban a originarse otrosconflictos en búsqueda de la supremacía continental y marítima.

Con independencia de una nueva lucha de España contra Inglaterra entre1601 y 1604, en la que Felipe III intentó ayudar a los católicos irlandesessufriendo otro desastre naval que nos condujo a la firma de la paz con Jacobo 1,hijo de María Estuardo, o el episodio italiano de la región de la Valentinacontra Francia, durante la mencionada guerra de los Treinta Años destaca laruptura de una precaria paz en Flandes.

Provocó el conflicto el fallecimiento del archiduque Alberto en 1621, esposo de Isabel Clara Eugenia, y que pudo verse resuelto tras la rendición deBreda, en 1626, de haberse llevado una política realista y acertada, puesto quelos errores españoles prolongarían inútilmente la lucha hasta 1648 en que sefirmó el tratado de Munster, fecha a partir de la cual Holanda se convertiría enla primera potencia naval de la época y hasta podríamos decir que comercial.

Otro conflicto en la segunda mitad del siglo xvii fue el anglo-holandés,

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL SIGLO XVII

desarrollado en tres fases muy diferenciadas, entre 1652 y 1673, guerra deeminente carácter marítimo que terminaría con la supremacía holandesa en lamar, pasando Inglaterra a ostentar el cetro de los mares, que sabría mantenerhasta 1939.

Finalmente, el mencionado siglo se cerraría con la guerra de una Europamás o menos coaligada, según el momento, contra una Francia autoritaria bajoel poder personal de Luis XIV. Se iniciará en 1666 para finalizar en 1697,conflicto asimismo fragmentado en tres períodos, la guerra de la Devolucióncontra España, al reclamar Francia la soberanía de Flandes por estimar quecorrespondía a María Teresa, esposa del monarca francés e hija del primermatrimonio de Felipe IV, antes que a Carlos II y que concluirá en 1688 con lapaz de Aquisgrán, como consecuencia de haberse formado la Triple Alianzaentre Holanda, Suecia e Inglaterra contra Luis XIV, no recuperando España lasplazas perdidas en Flandes.

El segundo período se extenderá de 1673 a 1678, al deshacerse dicha alianza, pero viéndose apoyada España por el Imperio, Holanda y Duque de Lorena, disputa que cerrará la paz de Nimega, perdiendo España el Franco Condado y más plazas en Flandes.

Por último, entre 1686 y 1697 la Liga de Augsburgo, constituida por España, Holanda, Suecia y Alemania, tratará de frenar las aspiraciones del monarca francés de convertirse en árbitro de la política europea, iniciándose otraguerra que acabará con la paz de Ryswick cuando Luis XIV, para atraerse yganar la voluntad de Carlos II, que no dejaba descendencia, retiró sus tropas deCataluña, en donde había conquistado Barcelona, y decidió renunciar a cuantonos había quitado desde la paz de Nimega.

Pero la designación de Felipe de Anjou, nieto del soberano francés, paraocupar el trono de España encendería en 1701 otro largo conflicto conocidocomo la guerra de Sucesión española. Claro es que las paces de Westfalia, Pirineos, Aquisgrán, Nimega o Ryswick no tuvieron ningún significado conrespect3’ a los sentimientos bélicos del siglo, en el que la guerra fue el factorbásico de la evolución de Europa y a la que era difícil renunciar y, menos aún,mantenerla dentro de unos límites muy precisos.

El nacimiento de un incipiente pensamiento naval

La lucha del mar contra la tierra no solamente es una constante de todareflexión político-estratégica desde la mitad del siglo XVI sino, incluso, filosófico-estratégica desde muchas centurias anteriores, pues ya Platón nos habla delos problemas que se suscitaban entre la ciudad ideal, en términos actualesléase Estado, y la mar.

Siglos después, ya en la Edad Moderna, Francis Bacon, Felipe II, Richelieuy otros reformularon tímidamente la misma cuestión en espera de la llegada deMahan y de los geoestrategas marítimos contemporáneos como Colomb,Colbert, Castex, Richmond, Fioravanzo o Giambernardino.

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F. FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS

Tal como entendemos la estrategia, el primer pensador que escribe sobreproblemas navales es un francés llamado Gilles de Roma, consej ero de FelipeIV el Hermoso, quien a comienzos del siglo xiv en su obra De regimine principium ofrece ciertas recetas tácticas originales para el tiempo, aunque practicadas desde hacía siglos, como era la de enviar buceadores a perforar las obrasvivas de las naves adversarias.

Un siglo después, en 1455 se publicó Debat sur le héraut d’armes, querespondía al Lybelle of english polycie de Moleynes, aparecido diez años antes.Trataba de rebatir la pretensión inglesa de ejercer la soberanía de los mares,concepto que con fortuna propagaría Grotius en 1609 con su tratado MareLibe rum, en el que trasladaba a la esfera jurídica el concepto expuesto décadasantes por su compatriota sir Walter Raleight sobre el dominio de los mares.

Unos decenios más tarde, Philippe de Cleves en Intructions sur lefais de laguerre preconizaba ya que la cadencia rápida en el tiro naval iba a dominar ala táctica, y la velocidad en los desplazamientos y la autonomía a la estrategia.

En 1516, ya en pleno siglo xvi, Antoine de Conflans escribió Les faits de lamarine et de la navigaie (sic), años antes de que apareciera el Espejo de navegantes del español Alonso de Chaves.

Eran, no obstante, trabajos muy pobres sobre táctica naval que pasarontotalmente desapercibidos en la literatura militar aparecida entre el siglo xiv yfinales del xvi cuando, por el contrario, la táctica terrestre avanzaba soportadapor una larga serie de innovaciones operativas y mejoras en el armamento,propagadas por multitud de obras de reconocidos capitanes y pensadores civiles como Maquiavelo.

A propósito de España, llama la atención la prácticamente nula existenciade tratados tácticos y, menos aún, de conceptos del ámbito político-estratégico, aunque algunos hayan intentado encontrarlos en las ideas de Gelmírez,expuestas en el siglo xiii, en ciertos capítulos de las Partidas de Alfonso X elSabio en el siglo xiii, en los que, por ejemplo, se hacen algunas observacionessobre lo que podríamos denominar «espíritu ofensivo» o, en el mismo iglo, enel capítulo «Ars navegandi» de la obra Ars Magna, atribuido al mallorquínRamón Llull.

Posteriormente lo que en realidad ofrecería España sería una ingente bibliografía concerniente al arte de navegar y cosmografía, no igualada durante cercade dos siglos pero en la que no se aporta nada a la esfera táctica o del manejode las escuadras y, tampoco, a consideraciones político-estratégicas en el ámbito marítimo, que no fueran simples instrucciones.

Dicha obra es muy extensa y surge en su mayor parte coincidiendo connuestro mayor esplendor y total dominio de la mar, esto es, en el siglo xvi,limitándonos a mencionar algunos autores: Martín Fernández de Enciso, autorde Suma de Geografía, publicada en 1519; Juan Bautista Gallo, redactor delArte de navegar, dado a conocer en Lima en 1521; Francisco Falero, portuguéseducado en Sevilla, quien dio a luz en esa ciudad su libro Tratado de la esferay dl arte de navegar en 1535; Alonso de Chaves y su Espejo de navegantes,escrito hacia 1540; Pedro de Medina, quien publicó en Valladolid en 1545 su

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL SIGLO XVII

trabajo Arte de navegar, seguido en 1551 por Martín Cortés con su estudioBreve compendio de la esfera y del arte de navegar. El mérito de estos últimos,como ellos mismos nos indican, fue el intentar evitar «la multitud de barcosque se pierden cada día en la mar porque los marinos no son bastante instruidos en su oficio y porque no existen libros que lo enseñen», vanagloriándoseCortés, en su dedicatoria al monarca, de ser el primero en haber anunciado loserrores que se advertían en las cartas de marear utilizadas en su tiempo. El librode Medina sería pronto traducido al italiano, francés y flamenco y se convertiría en guía de los navegantes ingleses, mientras que de la obra de Cortés seeditarían cuatro ediciones en castellano y nueve en inglés, la última de ellas en1630.

Otras obras en la esfera del conocimiento náutico serían las de Escalante deMendoza, autor del Itinerario de navegación de los mares y tierras occidentales, aparecido en 1575; el Compendio del arte de navegar, de Rodrigo Zamorano, editado en Sevilla en 1581; Instrucción náutica debida a Diego García dePalacio en 1587; Espejo de navegantes, escrito en 1592 por Baltasar Vellarinoy que puede considerarse como un complemento de la obra de Escalante deMendoza, etcétera.

Pero no seríamos justos de no mencionar algunas aportaciones portuguesas,asimismo referidas a la cosmografía y navegación, escritas en su mayor partecomo súbditos españoles durante las largas décadas en las que el país hermanose integró en la monarquía hispánica.

Como en nuestro caso, nos reduciremos a citar a: Simo Fernándes con sulibro Regimiento de navegaçao, editado en Lisboa en 1534; Bernardo Fernández, autor del Libro de marinharia, que vio la luz en 1548; Andrés Alvarez deAlmeda con su trabajo Arte náutico o de navegar, aparecido en 1594; JoaoBaptista que escribió Regimiento náutico a finales del XVI; Cristovo Brono consu Arte de navegar, de 1628; Antonio Nájera, quien publicó en Lisboa Navegación especulativa, obra que repite lo escrito por García de Céspedes y, finalmente, Luis Serrao Pimentel, a quien se le debe en 1681 el Arte práctica denavegar. A esas obras debemos añadir las decenas de Roteiros de navegaçao,consagrados a las derrotas y costas africanas y de las Indias Orientales, en losque figuran descripciones, datos e instrucciones para los navegantes.

Cuando se llega al siglo xvii, el pensamiento naval se ve inicialmente dominado por el libro L ‘armata navale del italiano Pantero Pantera, publicado enVenecia en 1614, seguido por un estudio del francés Grenier, que hizo pensarque pudiera servir de modelo a ulteriores desarrollos más profund9s.

Pero sin duda el trabajo más importante se debió a Isaac d Razilly, porpresentar nuevos conceptos doctrinales que inspirarán los proyectos de Richelieu en la esfera naval, esbozando la aplicación de ciertos principios de laguerra, como el de la «concentración», «maniobra» y «libertad de acción»,aunque en sus referencias operativas preconice ciertas tácticas ya utilizadasdurante el siglo xvi por la Marina española, como la ventaja de constituirconvoyes escoltados por buques de guerra.

Otro doctrinario fue el padre George Fournier, a quien se le debe la publi

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F. FERNANDO DE BORDEJÉ YMORENCOS

cación en 1643 de la obra Hidrographie contenant la theorie et la practique detoutes les parties de la navigation, personaje que había asistido como capellánembarcado a numerosos combates navales. Si como refleja el título el librocontiene una serie de temas hidrográficos, no faltan aspectos operativos, de altapolítica y hasta logísticos, por lo que se le puede considerar, tal vez, como laprimera enciclopedia marítima.

Con independencia de las referencias hidrográficas, presenta instruccionespara el combate dirigidas al general de la flota, a los jefes de escuadra y capitanes, así como mejoras y medios para la transmisión de señales de día y denoche, cañonazos, posición de las velas, izado y arriado de banderas, etcétera,al mismo tiempo que incide sobre dispositivos de marcha y batalla, recomendando mantener los navíos de una escuadra alejados los unos de los otros paracubrir una mayor superficie a vigilar, colocar buques exploradores en vanguardia y demostrando predilección por las formaciones en media luna, muyempleadas en el siglo anterior y en éste, quizá por haber estudiado algunosencuentros del pasado, como el de Lepanto, al que nombra.

Aunque ya se anuncian trabajos más profundos cuyo modelo en el campotáctico será la obra del jesuita francés Pre Hoste, la exigua aportación quehasta bien entrados en la segunda mitad del siglo XVII se nos ofrece, se deberáen gran parte a que tanto en Francia como en España e Inglaterra la conjunciónpolítica era muy incierta para que la reflexión naval pudiera canalizarse encondiciones favorables.

En nuestra patria durante el citado siglo, el pensamiento naval, como sucede en Inglaterra, es prácticamente inexistente, como lo había sido en el xvi.Quizá pudo haber sido el almirante Diego Brochero quien podría haber abierto el camino de haberlo intentado, pero se limitó a redactar instrucciones y aconcentrarse en señalar los males que aquejaban a la Marina y las formas pararegenerarla, exponiendo el defectuoso armamento de los buques, la mala construcción de los navíos por corruptelas de armadores y proveedores, el atraso enlas pagas o el mal trato a las dotaciones.

Pero en lugar de paliar el vacío existente, con Felipe III nos concentramosen estudiar aquellas denuncias y en publicar unas Ordenanzas navales para laArmada del Mar Océano y flotas de Indias, firmadas el 4 de noviembre de1606 y ampliadas por Real Cédula del 22 de enero de 1607, en las que seincluían deberes, responsabilidades, prebendas, jurisdicciones, mejoras en lasituación de pilotos y marinería, desarrollo de la industria naval, estímulo a losarmadores, pagos, etcétera, pero nada en absoluto referente a las operaciones,maniobras en combate o aplicación de los principios de la guerra, aspectos quetampoco aparecerían en los numerosos «asientos» firmados en ese siglo.

Todo daba a entender, conforme transcurre el siglo, como si en la profesiónmarinera nadie fuera capaz de pensar en aquellos problemas, aunque sólo fueseesbozando ideas. Unicamente aparecerá a comienzos del siglo la obra de ToméCano Arte para fabricar, fortificar y aparejar naos de guerra y mercante,impresa en 1611, seguida por la de Juan de Veas, amigo de Brochero, publicada en 1613, trabajos eminentemente técnicos.

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL SIGLO XVII

De esa profunda paralización del pensamiento naval español se saldrá esporádicamente en el siglo XVIII gracias a Patiño y, especialmente, al Marqués dela Ensenada, quien pondrá los cimientos a un renacer materializado en la Marina de Carlos III, para volver a sumergirnos en la oscuridad y no conocer otrasideas brillantes, aunque efimeras, salvo con Sánchez de Toca a comienzos delsiglo xx o a finales de los años sesenta de este mismo siglo con la elaboracióndel Plan General de la Armada. En compensación gozamos de excelentes técnicos y sabios como Jorge Juan, Bustamante o González Hontoria y de brillantesinvestigadores históricos como Navarrete y Fernández Duro.

Claro es que como más tarde señalaremos, tampoco en el siglo XVII encontró Holanda o Inglaterra pensadores y, por ello, este último país, siendo yadueño de los mares, marchó a remolque del pensamiento naval francés, aunquesabría asimilarlo, adaptarlo e inspirar posteriormente el suyo.

Fue con Richelieu cuando en Francia comenzó a elaborarse una políticanaval, aunque las ideas del cardenal no le eran originales, ni aun en la forma,puesto que respondían a lo expresado en el Libro III del Traité d’economiepolitique que llevaba por título «De la navigation», libro de Montchrestienpublicado en 1615, así como en la Reformation de la France, memoria presentada por el almirante Montmorency al Consejo de Notables en 1617 y, también,en los tratados del mencionado sacerdote y consejero suyo Isaac de Razilly, sibien el mérito del cardenal fue el haber sabido integrar ideas y sugerencias enun proyecto político y actuar en condiciones difíciles partiendo de estructurasadministrativas y hasta sociales desfavorables.

En ese proyecto político influyó decisivamente la comprobación de que ladebilidad naval había favorecido la agitación hugonote que, impunemente,erigió en 1621 un almirantazgo rebelde en La Rochela apoyado por una flotamandaba por un experimentado marino de la familia Roham, quien fue capazde cortar el tráfico con Burdeos —el de la sal—, instalarse en Re y saquearMedoe, capturar presas y desafiar a los escasos navíos reales, lo que habíaforzado a París a mendigar la ayuda naval de países protestantes, como Holanda e Inglaterra, vergüenza nacional que hizo escribir a Razilly «qué poder tieneel rey que todas sus fuerzas no han podido vencer a un súbdito sin acudir a laasistencia de Inglaterra, Holanda y Malta», debilidad en la mar de la que tomóbuena nota Richelieu.

Los proyectos navales de éste iban a quedar reflejados en su TestamentoPolítico en los apartado relativos a la «potencia del príncipe» y a la «potenciaen la mar», que pueden considerarse, en cierto modo, de marcado signo estratégico.

Partiendo del principio de que el punto débil de su secular enemigo, España, radicaba en las comunicaciones marítimas que enlazaban la Península conItalia y los Países Bajos, el cardenal preconizaba la urgencia de disponer de unafuerte marina a la que concedía un alto valor disuasivo y una capacidad para ladefensa del litoral, por lo que, en su opinión, esa defensa debía recaer en lasfuerzas navales y no en las obras fortificadas.

Para dar forma a su idea, comenzó por concentrar en sus manos todos los

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poderes y controles relacionados con la mar, al firmar el rey en 1626 el Edictode Saint Germain por el que el cardenal se convertía en el «gran señor, jefe ysuperintendente general de la navegación y del comercio del reino», aprovechando la muerte del Condestable de Francia en 1627 para refundir en supersona los cargos de condestable y almirante, lo que justificaba al señalar que«el almirante compartía la autoridad del rey a tal punto que éste se ve despojado de ella sin ningún control sobre la gestión del almirante».

Años más tarde, en 1636, nacía la Secretaría de Estado para la Marina queno sólo iba a establecer las misiones de las fuerzas a flote: protección del tráfico comercial, defensa del litoral, corte de las comunicaciones españolas a partirde 1638 y, por último, convertirse en instrumento de la política real, sino aemitir una serie de directivas tendentes al rearme naval y fortalecimiento de laestructura marítima. Entre otras figuraron las relativas a la construcción naval,con el encargo de buques al extranjero y el contrato de técnicos especializados;al acondicionamiento de puertos donde se establecieron comisarios generales,antecedente de los actuales prefectos marítimos; a la creación de tres bases: enTolón, en la que en 1641 nada se habría hecho; la de Brest, que entusiasmabaal cardenal por su situación geográfica, y la del Havre, en su opinión «el máscómodo, más seguro y más célebre puerto de Europa», que estaría operativo en1639; a la creación de escuelas de Hidrografia, Artillería y Oficiales; a la modificación del sistema de reclutamiento de leva que, no obstante, mantendría; ala formación de un Cuerpo de oficiales profesionales, que ya tenía Inglaterra,sujetos a una jerarquía y escalafón, etc., sin olvidar que en 1634 se habían codificado los usos y costumbres tradicionales en la Marina y redactado un reglamento de disciplina, verdadero breviario del marino que se inspiraba en lasreglas de la Orden de Malta y de las Marinas holandesa e inglesa.

Pero aún hizo algo más, porque siguiendo las recomendaciones de Raizilly,Richelieu trató asimismo de desarrollar la expansión comercial acudiendo afomentar el tráfico marítimo, adoptando la fórmula que retomará Colbert afinales del siglo, la de establecer compañías similares a las que había instaurado Holanda. Pero tampoco se detuvo ahí pues, cuando en España se ibaperdiendo la mentalidad marítima suplantada en la masa del pueblo por lacontinental, el cardenal, para sacar a los franceses de un cierto inmovilismo eindiferencia hacia los problemas de la mar, redactó el Código Michau en 1629,que servirá a los ingleses en 1651 para alumbrar su famosa «Acta de Navegación», pilar sobre el que se basaría la futura preponderancia británica en todoslos océanos, decisiones que, dos siglos después, Mahan ensalzaría comoelemento fundamental para quien quiera ser fuerte en la mar y que englobaríaen su conocido principio naval, el de la acción política de un gobierno en laesfera marítima.

Sin duda, la obra más importante aparecida en siglo xvii fue la debida aljesuita Hoste, inicialmente protegido del Duque de Montemort, general de lasgaleras del rey y luego capellán del mariscal Jean dEstrés, futuro almiranteTourville, editada en Lyon en 1697. Lleva por título Traité des évolutions navales, aunque su enunciado correcto y completo sea Traité des évolutions qui

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTiMAS EN EL SIGLO XVII

contient des regles utiles aux officiers généraux et particulires d ‘une arméenavale, avec des examples tires de ce que s ‘est passé de plus considerable surla mer depuis cinquante ans, basándose en el estudio de las grandes batallasdel pasado desde Lepanto a la de Hougue en 1692, pasando por el episodio dela Gran Armada en 1588 y los encuentros de Portland en 1653 y Texel en 1673.

Aunque Hoste intentó tratar ciertos temas relacionados con la estrategianaval, no pasó de ser su obra eminentemente táctica, es más, de una cierta táctica más cinemática que militar, sin duda porque, por su formación matemática,aplicó esta ciencia a problemas operativos presentando el trabajo, en sus 424páginas y 382 dibujos de evoluciones en la mar, una serie de descripcionesgeométricas de dificil comprensión.

Por ello, ciertos autores posteriores se mostrarían muy duros con él, comoel conocido Caxtex en 1937, en sus difundidas Teorías estratégicas, o el italiano Giovanni Sechi, al pretender oscurecer las ideas de aquél sobre el combatey orden de batalla, marcha o navegación, sobre la retirada y cambios de dispositivos o sobre formaciones en el paso por aguas restringidas, olvidándose quesu trabajo provenía del siglo XVI y que podía considerarse como el primer tratado en describir evoluciones en un contexto naval.

Asimismo se le criticó su entusiasmo por la formación adoptada por DonJuan de Austria en Lepanto, que Hoste presenta como singular, lo mismo quela maniobra, al argumentarse que en 1690-1700 aquellas formaciones de galeras habían sido superadas y no podían ser adoptadas por los navíos. En nuestrosentir, hubo mala fe en sus críticos pues, por el contrario, parecieron ignorarque el espíritu ofensivo no está ausente en su obra y que presenta atrevidasmaniobras, como la ruptura de una línea de batalla, que en el siglo xx alabaría el gran estratega e historiador británico sir Julian Corbett, problemas deruptura que sólamente abordaría el inglés Clerk of Eldin, a finales del siglo Xviii,

en su libro An essay on naval tactics publicado en 1762. También se ignora quela importancia de Hoste quedaría reconocida en 1762, casi un siglo después, alser traducido su tratado al inglés, presentándose en el prólogo a Hoste como elhombre más capaz e idóneo para estudiar problemas navales.

Con todas las lagunas y errores que se puedan encontrar en dicho trabajo, delo que no hay duda es de la facilidad que existe para censurar a quien descuella,siendo culpables muchos de los críticos de la esclerosis o paralización que enciertas épocas de la historia sufrieron las concepciones tácticas y hasta estratégicas, porque en lugar de incidir en lo positivo y aclarar y mejorar lo expuesto,solamente se acostumbra a atacar al ingenio.

Lo que puede asegurarse es que será bien avanzado el siglo xix cuando seabra un verdadero debate estratégico sobre las operaciones navales, sus posibilidades y el porvenir de la Marina y, muchas décadas después, en pleno siglo xx,sobre el enfrentamiento del Poder Naval contra la Tierra y sus repercusionespolíticas.

Pero para ser veraces y objetivos, recodaremos que la obra de Hoste respondió a los temas operativos con escasísimas referencias tanto a la conducción dela guerra, tal como él mismo pretendía, como a la importancia que ya se intuía

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de la destrucción de la fuerza organizada del adversario, y que sus consejossobre el movimiento y ofensiva no tienen ningún carácter estratégico.

También señalaremos que muchos analistas de su obra ven en ella una graninfluencia del gran táctico francés Tourville, hasta el punto de que algunos handejado traslucir que escribió lo que el citado almirante le dictaba o inspiraba,basándose esas afirmaciones, jamás probadas, en que su tratado fue escritocuando Francia luchaba contra la Liga de Augsburgo, conflicto en el que lasflotas galas fueron dirigidas por Tourville, asistiendo a la contienda Pare Hosteembarcado en el navío del almirante.

Ciertos lectores estimarán que era lógico que el pensamiento naval sehubiera manifestado igualmente en Holanda e Inglaterra, grandes potenciasnavales en el siglo XVII.

En cuanto a Holanda, su dominio del mar sólo pudo ejercerlo durante escasas décadas, viéndose sometida su Marina a combates constantes, lo que imposibilitó toda reflexión estratégica, e incluso táctica, para terminar abatida en lamar por los ingleses sin posibilidad alguna de una posterior recuperación.

En lo que concierne a Inglaterra, parece olvidarse que durante el siglo XVII

no surgió ningún pensador naval de la misma categoría y renombre que enFrancia y las alusiones que formularon los tratadistas británicos en el sigloposterior, como el citado Clerk of Eldin, sobre la superioridad intelectual francesa en ésa y otras vertientes es capital, al demostrar el prestigio que gozaba laque podríamos denominar escuela francesa.

Realmente, puede afirmarse que cuando se llega a 1780 no existía todavíaen Inglaterra un tratado de táctica naval comparable a los franceses, lo que seha achacado a que los almirantes ingleses prefirieron durante largas décadasredactar instrucciones concretas y detalladas para hacer frente a una determinada campaña marítima o combate, en las que figuraban desde las formacionesque se debían adoptar y señales, a cambios de dispositivo y orden de batalla,dejando una gran iniciativa a los comandantes.

Por ello, no puede extrañar que a finales del XVII y, especialmente, duranteel XVIII, se ofrezca una profunda diferencia entre las concepciones sobre laguerra en la mar en ambas naciones. Los británicos basaban sus operaciones enreglamentos y directivas emitidas por el Almirantazgo de las que se derivabanlas Instrucciones para el combate, cuando los franceses, por no disponer de unórgano similar ni de un Estado Mayor capaz de crear y difundir una doctrinaasí como tampoco claras y detalladas directivas para afrontar una batalla, severían empujados a fundamentar su acción naval en los trabajos de teóricosesclarecidos, siendo el británico Clerk el primero que romperá con aquellaconcepción inglesa en 1790, al desarrollar una tesis que se ha consideradocomo el antecedente de la futura teoría del «Sea Power» que materializará ensus obras Mahan.

Centrándonos en el siglo XVII, podemos determinar que del análisis de esacenturia es fácil adivinar el preeminente que ocupaba el ataque y defensa de lascomunicaciones marítimas, pasando la Marina española de ejercer un papel

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTiMAS EN EL SIGLO XVI!

preponderante a difuminar su. protagonismo y perder el dominio del mar. Porotro lado, esas misiones se vieron estrechamente ligadas a la lucha entre fuerzas organizadas, que comenzaban a tomar cuerpo bajo la forma de marinasnacionales de carácter permanente en las naciones europeas.

Esa ligazón puede comprobarse, como posteriormente veremos, estudiandolas guerras anglo-holandesas, las desencadenadas contra Francia y en nuestramisma lucha en Flandes, puesto que para Holanda era esencial asegurar laentrada y salida de su tráfico al Atlántico, de tal forma que la lucha contra elcomercio y los encuentros entre escuadras se fundieron y si la guerra de corsopareció eclipsar a finales del siglo esa constante, ello se debió a las oscilaciones que sufrió la doctrina de guerra debido a penurias económicas y por estimarse, erróneamente, que el corso podría alcanzar los objetivos y hasta ponerfin a una contienda sin exigir gastos considerables, doctrina que alcanzaría suapogeo en la lucha contra la Liga de Augsburgo y, más aún, en la de la Sucesión española a comienzos del siglo XVIII.

El ataque y defensa del litoral fue otro factor que se tuvo muy en cuenta en elXVII, haciéndose cada vez más diflcil llevar a cabo con éxito el desembarco yapoyo a una fuerza en tierra ante la intervención de la fuerza organizada deladversario, si ésta ejercía el control del mar, como pudo comprobarse en el fracaso de nuestra campaña en Irlanda, en la batalla naval de las Dunas o en el asálto ala costa inglesa en 1692, que se saldó con la derrota naval francesa de la Hougue.

Por consiguiente, las fuerzas navales se convirtieron en ese siglo en la piezabásica para la defensa del territorio y del tráfico, principio que continúa vigente yque haría escribir a Mahan, «la destrucción de la fuerza del enemigo debe convertirse en la misión principal de una flota si se desea preservar las vías de comunicación que son las que condicionan el esfuerzo bélico y conducen a la victoria».

Asimismo, en ningún conflicto anterior se había visto a los beligerantesanimados de un sentimiento ófensivo tan fuerte que terminó con las florituras delos encuentros de otros siglos, siendo una novedad el advertir que la guerranaval no se reducía ya a celebrar un encuentro entre flotas del que salía unvencedor y, generalmente, el ganador de una contienda o la anulación de unaamenaza, como fueron las batallas de Salamina, Actium, Cuerno de Oro oLepanto, puesto que como se demostró en las guerras anglo-holandesas, elcontacto entre las fuerzas enemigas fue constante a lo largo de todas las contiendas con momentos de máxima intensidad, que fueron las llamadas batallas

Por último recordaremos que la guerra en la mar continuó subordinada a lasoperaciones terrestres, en las que continuó descansando la decisión política yestratégica, y por tanto la victoria, con la única excepción de las guerras queenfrentaron a dos potencias marítimas sin fronteras.

El componente naval en las guerras del siglo XVII

Con independencia de la guerra de los Treinta Años, en la que los aspectosnavales fueron secundarios, se desarrollaron tres contiendas con un gran prota

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gonismo marítimo: la guerra en Flandes, las anglo-holandesas y las mantenidascon Francia.

La guerra con Holanda

Ignorando la tregua de 1609, las Provincias Unidas no había dejado demostrarse hostiles a España, dando apoyo a Manuel de Portugal, hijo del Priorde Crato y cuñado de Mauricio de Nassau, en sus reclamaciones a la corona dePortugal, penetrando en la Guayana, apresando mercantes flamencos, etcétera,presintiéndose con la desaparición del archiduque Alberto el final de la paz.

La tregua se rompió cuando una flóta holandesa bloqueó Ostende y Dunkerke, estimando Madrid que para doblegar a Holanda se debía disponer de unatotal libertad de acción, lo que podría conseguirse si se mantenía dividida aAlemania —pero en tranquilidad—, si se fomentaban las discordias internas enFrancia y se aseguraba la neutralidad inglesa favoreciendo su rivalidad comercial con los neerlandeses.

Por otro lado también pretendía España debilitar la flota mercante holandesa y la de la pesca del arenque, lo que implicaba fortalecer nuestra flota deDunkerke y atacar el tráfico de nuestro virtual enemigo en el Atlántico, si bienno debíamos olvidar que nuestras derrotas con América, Italia y Flandes representaban, a su vez, nuestro «talón de Aquiles» y se encontraban igualmenteexpuestas al ataque de cualquier adversario. Por ello, la gran baza holandesadescansaba en hostigarnos en la mar, forzándonos a incrementar la escolta a losconvoyes que transportaban tropas y dinero a Flandes en detrimento de unamayor libertad de acción de la flota de Dunkerque, cuya amenaza potencialhabía incidido en la decisión neerlandesa de crear una potencia marina militar.

Ante la situación que heredaba, Felipe IV decidió aumentar la proteccióndel litoral de la monarquía, de las flotas de Indias y mantener el dominio delmar en el canal de la Mancha y mar del Norte, pareciendo ignorar nuestra debilidad naval ante el aumento del bloqueo holandés, que se hizo efectivo a partirde 1625, la excesiva edad media de la flota de Flandes, que en 1633 se situaríaen doce años, así como la escasez de buques de guerra que impulsaría en 1635a armar mercantes y recurrir la corona a la permanente firma de «asientos».Asimismo se debía tener presente la falta de dotaciones y créditos para mantener operativas las fuerzas navales, puesto que desde 1630 el promedio operativo de los galeones de Dunkerque se situaba en sesenta días de mar por cuatrocientos de permanencia en puerto, lo que incidía negativamente en el material,adiestramiento y en la moral.

Sería ese panorama el que nos impulsaría a partir de 1631 a practicar laguerra de corso, que se mantuvo con un gran rendimiento con la captura entre1635 y 1638 de unos dos mil buques desplazando alrededor de 200.000 toneladas, cuatro veces lo que representaba el tráfico anual indiano. Fue también en

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL SIGLO XVII

aquel año cuando se inició una gran actividad en aguas brasileñas y del Caribe, loque nos forzaba a distraer fuerzas de otros teatros, precisamente lo que buscabanlos neerlandeses para disminuir la presión sobre la llegada de sus convoyes sinque, por otra parte, se alcanzase ninguna decisión favorable en la lucha en tierrasde Flandes.

Aunque en 1634 Fuentes arribó a los Países Bajos con 38 navíos, 4.000 soldados y millón y medio de ducados de plata, con el fin de relevar a Ribera al frente de las fuerzas navales de Flandes, y en 1637 la escuadra de Dunkerque todavíaaseguraba las comunicaciones con la Península, el poder naval holandés se incrementaba paulatinamente, mientras Francia desviaba su ofensiva del Rin a los Pirineos orientales.

Tampoco lograría Hoces, relevo de Fuentes, mantener el control total sobre elcanal de la Mancha, pues aunque llegó de España con 38 buques, 12.000 soldados y un millón ochocientos mil ducados, se trataba de una flota de escaso valormilitar puesto que, de aquéllos, solamente doce eran galeones, pese a lo cualregresaría al Cantábrico con 38 presas.

Mientras desde Flandes se solicitaban más hombres y dinero, Hoces eradeshecho en Guetaria en 1638 por brulotes franceses, entrándose en 1639 con lasfuerzas francesas y suecas instaladas en el Rin y con ello perdiéndose momentáneamente el enlace con el Milanesado, retaguardia logística y en refuerzos humanos de los Países Bajos. Por otro lado, se enfriaron las relaciones con Alemaniapor no haber recibido ningún tipo de apoyo militar en Flandes en más de veinteaños, tierra convertida en verdadera fortaleza asediada que disponía como únicoenlace logístico la mar. Ese negro panorama impulsó al Consejo de Estado yGuerra a decidir el envío de nuevos refuerzos para salvar Borgoña y atacar aFrancia por el norte, pues si se aplastaba a este país, Holanda se encontraría solay aislada, viéndose obligada a pedir la paz o una nueva tregua que se impondríasin condiciones.

Para llevar a cabo aquella decisión, la Armada española debía afrontar tresmisiones: combatir o rehuir a la flota francesa, esquivar a la holandesa en francaprogresión y que alcanzasen sin pérdidas Dunkerque los convoyes que debíaescoltar, misiones tanto más dificiles de cumplir cuanto nuestros puertos delCantábrico sufrían impunes ataques de la flota francesa. Por otro lado, la ayuda aFlandes podía lograrse por dos derrotas, la excesivamente larga que contorneabala costa atlántica de Irlanda y Escocia o navegando directamente al Canal, derrota ésta que fue la elegida por Madrid.

Enjulio de 1639 se constituyó una escuadra en Cádiz que a mediados de agosto alcanzó Lisboa y La Coruña, puertos en los que se vería reforzada por lasescuadras de Portugal, Galicia, Nápoles y La Coruña y las tomadas en arriendode San José y Massibradi y, ya en el Canal, por la de Dunkerque, conjunto de másde cien buques al mando de Antonio de Oquendo en el que embarcaban 8.000hombres de mar y guerra de las dotaciones, y 6.000 soldados para reforzar lostercios de Flandes, así como tres millones de ducados, solicitando el almirante,además de entusiasmo y fe en la victoria, no alterar el dispositivo y de no poderentrar algún buque en Dunkerque que regresase a Santander.

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Si atendemos a la descripción que nos ha dejado uno de los participantes, elalmirante Feijó, esa fuerza contaba con insuficientes artilleros; le faltabanpólvora, cañones y pertrechos; disponía de escasos pilotos que conociesen elCanal; la marinería había sido reclutada a la fuerza sin haber embarcado jamásla mayoría; la infantería, si se exceptuaba a los veteranos de los tercios deCarbajal, habían subido a bordo sin uniformes ni adiestramiento; gran númerode buques eran viejos, de mala factura y hasta con remiendos en su obra viva,etcétera.

En los primeros días de septiembre, Oquendo puso proa al canal de laMancha donde le aguardaba el holandés Tromp, dispuesto a evitar que arribase a Dunkerque, por lo que entró en contacto con objeto de obligar al española dirigirse al puerto inglés de las Dunas, contacto en el que se perdió la ocasiónde haber deshecho a los holandeses y evitar la entrada de Tromp en Boulogne,si cuando Mateo Ulajani intentó abordar a la nao almiranta holandesa se hubiese visto acompañado por otros buques.

Esa situación no la aprovechó Oquendo para entrar en Dunkerque, desconociéndose las razones de tan errónea decisión, fondeando en el puerto ingléstal como deseaba su adversario, y viéndose obligado a saludar el pabellónbritánico a requerimiento del almirante Pennington, allí fondeado al frente deuna agrupación inglesa. No obstante, aprovechando la niebla, Oquendo pudoenviar al puerto flamenco de Mardick un cierto número de soldados embarcados en 56 pesqueros, mientras Tromp bloqueaba la salida del fondeadero conel beneplácito de Pennington.

En reunión con sus capitanes, Oquendo, a la vista de la precaria situaciónen la que se encontraba, falto de víveres, pólvora y con numerosos enfermos,lo que hizo exclamar al citado Feijó, «en los más de los navíos sólo había lasespadas de los oficiales», decidió hacerse a la mar desoyendo al derrotistaAndrés de Castro, almirante de la escuadra de Galicia, confiando en romper elbloqueo y alcanzar algún puerto flamenco, salida con mucha niebla que provocó una gran confusión y la varada de 33 buques, entre ellos el de Castro, quiencayó prisionero, estimando Oquendo que se trataba de una defección, arrastrando a varios capitanes, salvándose de la infamia Hoces, Medrano Carbajal,Feijó, Mássibradi y unos pocos más.

De nuevo leyó anclas Oquendo el 21 de octubre, sufriendo los galeones elataque de los brulotes holandeses, permaneciendo dentro del fondeadero, porimpericia o cobardía, otros 23 buques. De los que alcanzaron alta mar, el buquede Hoces sufrió un fuerte ataque muriendo éste, mientras la nao de Feijóquedaba aislada y diezmada, terminando por rendirse, arrastrando con su decisión a otros capitanes que se apresuraron a izar bandera blanca, pudiendo dedicarse Tromp a acorralar a navíos dispersos, entre ellos el de Oquendo, quiendespués de nueve horas de combate y en mal estado su galeón, pudo ser remolcado por buques de Dunkerque al puerto flamenco de Mardick.

El balance final de la llamada batalla de las Dunas arrojó el saldo de nuevegaleones rendidos, de los que tres se hundirían. En cuanto a las naves embarrancadas en las Dunas, Calais o Boulogne, nueve entrarían en Dunkerque y el

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL SIGLO XWI

resto regresaría a España, pudiendo achacarse el desastre a la poca combatividad de nuestros mandos; a la defección de Castro y otros capitanes; al empleode brulotes por parte holandesa; a una total falta de información sobre elenemigo; a haberse enviado unas flotas sin mantenimiento, faltas de apoyologístico incluso en sus propios pañoles, sin moral y sin adiestramiento previoy, finalmente, a una mala concepción de la maniobra.

Así terminó prácticamente nuestra hegemonía naval en el canal de laMancha y mar del Norte, pasando a Holanda el dominio de sus aguas cuatroaños antes de la derrota de Rocroy, en la que sucumbieron nuestros hasta allíinvictos tercios, y aunque la guerra continuaría hasta firmarse la paz de Munster en 1648, las operaciones en tierra y en la mar disminuirían en intensidad yefectividad hasta ser totalmente neutralizadas.

Por su parte los holandeses se vieron favorecidos por la proximidad delteatro de operaciones a su retaguardia logística, por su espíritu patriótico ycombativo, por la mentalidad marítima que animaba a todo el pueblo, por lapujanza de su industria naval y por la calidad de las dotaciones, habiéndosehecho totalmente con la iniciativa y maniobra.

Las guerras anglo-holandesas

Fueron las guerras con Holanda en el siglo XVII las.que condujeroñ a Inglaterra al dominio incontestable de la mar, que sabría mantener durante dossiglos.

Si se exceptúa el ataque a Cádiz en 1596, hasta mediados del siglo XVIIInglaterra no había obtenido ningún triunfo naval resonante, sin duda debido alas luchas intestinas que siguieron a la muerte de Isabel 1, lo que aprovechóHolanda para convertirse en gran potencia naval, hacerse con el comercio dellevante mediterráneo y disputar a españoles y portugueses las derrotas conAmérica y el Extremo Oriente, auge que reflejaba el comercio exterior alalcanzar una cifra que solamente superaría Inglaterra a partir de 1750.

Pero un cambio drástico iba a producirse cuando, tras ejecutar a Carlos 1,Oliver Cronwell proclamó la república inglesa, pues adivinó el valor de laMarina en un país insular, doblando el número dé buques entre 1648 y 16.1,aunque sintiese la falta de mandos por haber permanecido la mayoría fieles almonarca ejecutado. De ahí que colocase al frente de la flota al coronel de milicias Blake, quien a sus cincuenta años jamás había pisado una cubierta peroque, asombrosamente, alcanzaría un puesto destacado ente los grandes almirantes británicos.

Después de eliminar en Scilly y Jersey las aspiraciones realistas, su valía lademostraría ante el holandés Tromp, un gran marino de la época.

La primera guerra anglo-holandesa respondió a las exigencias formuladaspor Cronwell en su conocida «Acta de Navegación» de 1651, que no sólo prescribía que únicamente los buques ingleses transportarían mercancías ultramarinas a la metrópoli, lo que suponía un golpe mortal al comercio holandés, sinoque obligaba a todos los buques extranjeros que navegasen por el canal de la

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Mancha a saludar a los navíos británicos que encontrasen y a pagar un impuesto por la pesca del arenque dentro de las 30 millas de sus costas.

En aquellos momentos sobre Holanda incidían varios factores negativos: unGobierno muy débil para anular las rivalidades políticas existentes entre lassiete provincias federadas; una posición geográfica muy vulnerable por lo quesu tráfico sólo podía acceder al Atlántico a través de la Mancha o por la derrota del norte, bordeando la costa escocesa, en ambos casos expuestas a laamenaza inglesa; unas aguas interiores repletas de canales que les forzaban aconstruir buques de poco calado y, por ello, poco adaptados a la alta mar; escasa autosuficiencia en alimentos y recursos, etcétera.

Por el contrario Inglaterra contaba con un Gobierno sin fisuras dirigido porel inflexible Cronwell; una inmejorable situación geográfica; ser autosuficiente en recursos; disponer de barcos más robustos y mejor armados que losholandeses, etcétera.

El chispazo se produjo el 19 de mayo de 1652 al encontrar Blake a Trompcuando éste escoltaba un convoy cerca de Dover. Al exigir aquél el preceptivosaludo, el holandés respondió con una andanada, iniciándose un combate decinco horas en el que sólo la ineficacia artillera evitó daños a ambos contendientes, retirándose Tromp con los mercantes a la costa francesa. Aunque elalmirante neerlandés regresó al Canal al frente de 100 barcos, no pudo evitarque su adversario diezmase la flota del arenque, perdiendo por ello el mando ysiendo sustituido por With, jefe de escasa talla para rivalizar con Blake.

Ello se demostró el 8 de septiembre al colocar los ingleses a With entre dosfuegos, salvando a los holandeses la oscuridad de la noche. Esa acción ofrecióa Inglaterra una sensación de superioridad y seguridad que le impulsó a bajarla guardia, sin advertir que Tromp iba a reaparecer dos meses más tarde,venciendo a Blake en la batalla de Dungeness, que entregó a los holandeses elcontrol del Canal, propagándose a partir de allí la leyenda de que Tromp navegaba ante la costa británica enarbolando a tope una escoba, leyenda que otrosatribuyen a un almirante español.

El 18 de febrero de 1653 Blake se hizo a la mar llevando como segundo aMonk, asimismo coronel de milicias, avistando a su enemigo cerca de Portlandcuando Tromp esperaba la llegada de un convoy ultramarino, dando comienzola batalla llamada de «los tres días».

Aunque el británico escalonó sus 80 buques a lo ancho de La Mancha,Tromp surgió en la bruma sorprendiendo a los barcos ingleses demasiadodispersos, concentrando su ataque sobre la nao de Blake, a quien se le ofrecíandos opciones, retirarse hasta encontrar a Monk que acudía con reservas o iniciarel encuentro, opción que eligió de acuerdo con su talante agresivo, cesando elcombate al caer la tarde pero manteniéndose ambas flotas en contacto visual.Para proteger el convoy Tromp adoptó una formación de media luna con losmercantes a barlovento, cayendo inopinadamente el almirante inglés sobre éstoscon objeto de cortarles toda posibilidad de arrumbar hacia Holanda pero sinpoder evitar que, amparado en la oscuridad, Tromp fondease en Calais e hiciese llegar el convoy a un puerto neerlandés, con la pérdida de 50 mercantes y diez

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL SIGLO XVII

navíos, mientras que los ingleses sufrían también graves pérdidas y Blake estaba seriamente herido.

El resultado de ese encuentro condujo a los británicos a tomar la iniciativae iniciar una acción ofensiva sobre las costas holandesas, conscientes de lamejor factura de sus barcos y de su superioridad artillera.

En mayo de 1653 Tromp avistó a Monk ante Dover, dado que Blake serestablecía de sus heridas, sin verse esta vez hipotecado por ningún convoy,entablándose el 1 de junio el combate de Gabart que iba a ser condicionado porunos constantes cambios de dirección del viento, decidiendo el resultado elpropio Blake, al acudir desde el hospital en ayuda de su subordinado, viéndose obligado Tromp a buscar refugio en la costa flamenca.

Extenuados los Países Bajos por el esfuerzo bélico solicitaron la paz, queno podrían aceptar ante las exigencias de Cronwell, puesto que ello hubierasupuesto la pérdida de su independencia, en unos momentos en que fallecíaBlake y Monk bloqueaba la costa holandesa, iniciándose el 3 de julio de aquelmismo año el último episodio, el enfrentamiento de Scheveninge, en el quemoriría Tromp arrastrando a su flota al repliegue a sus aguas interiores, batallaque señaló el límite del esfuerzo holandés, concediendo esta vez Cronwell lapaz sin cláusulas leoninas.

El interés de este conflicto no residió en las batallas o en los audaces almirantes que las protagonizaron, sino en que por primera vez en la historia navalse había desarrollado una contienda caracterizada por campañas navales continuas, cerrándose la era en la que la decisión y hasta la victoria se obtenían enuna única batalla o en una expedición afortunada.

Por otro lado, debe destacarse que en los seis encuentros más importantesse enfrentaron de 70 a 100 unidades por cada bando, cuando en Trafalgarcombatirían 27 navíos ingleses contra 33 franco-españoles. Otra peculiaridadfue que los buques ingleses se iban ya a diferenciar muy poco de los que unsiglo y medio más tarde mandaría Nelson, pues si los navíos disponían de dospuentes y eran de menor desplazamiento que los tres puentes de Abukir, SanVicente o Trafalgar, el mismo año en que moría Blake se lanzaba al agua enLondres el primer navío de tres puentes. Finalmente recordaremos que sesiguió empleando la misma arma que Howard utilizó contra la Gran Armadaen 1588, los brulotes.

Con independencia de los resultados, Tromp demostró ser tácticamentesuperior a sus rivales, combatiéndose sin romper las formaciones y sin acudira los choques individuales, cuyo último antecedente fue el de las Dunas.Asimismo, se advirtió en ambos contendientes un buen control de sus unidades, una excelente sincronización en los cambios de rumbo y respuesta rápidaen las señales, operando las flotas subdivididas en escuadras como unidades.tácticas. Una diferencia a señalar fue que, aunque bajo el control directo delalmirante, los ingleses otorgaron una gran iniciativa a sus capitanes, exactamente igual a como actuaría Nelson en Trafalgar cuando agrupó a sus fuerzasen dos divisiones y dejó a su segundo plena libertad para ejecutar la tarea quele había asignado.

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F. FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS

En resumen, esa primera guerra anglo-holandesa se condujo con maestría,lo que contrasta con la parálisis que sufriría la táctica naval en ese mismo sigloy durante la mayor parte del XVIII, en que se iba a sacrificar la eficacia al mantenimiento de una rígida línea de fila, en la que el más mínimo movimientosería ordenado y controlado por el almirante jefe.

Añádase a todo ello que tanto Blake como Monk gozaron de una mejorvisión estratégica que Tromp y Ruyter, si bien Inglaterra lograría hacerse alfinal con el dominio de la mar y pocos almirantes británicos pueden presentartantos éxitos como los obtenidos por Blake, debidos tanto a su habilidad comoa su intrepidez y audacia.

Entre la primera y segunda guerra con los Países Bajos, Cronwell se enfrentó a España, conflicto en el que cabe destacar su fracaso ante Santo Domingo,la pérdida de Jamaica, el bloqueo de Cádiz y el ataque en abril de 1657 a SantaCruz de Tenerife.

Con el restablecimiento por Monk de la monarquía en la persona de Carlos II,finalizó el caos que había seguido a la muerte del «Protector». Sería aquél unmonarca nefasto para la Marina al destruir la eficacia de la flota con respecto ala época anterior, debido a la corrupción que alentó en todos los estamentos delEstado.

No obstante, a los cinco años de su coronación se originó un nuevo conflictocon Holanda, debido al interés de la Compañía inglesa de Guinea de desembarazarse de sus competidores neerlandeses, que persistían en vender esclavos enAmérica a precios más bajos. En 1665 se abrieron las hostilidades con un ataqueinglés a los establecimientos holandeses en Africa occidental y con la conquistade Nueva Amsterdam, a la que dieron el actual nombre de Nueva York, ofreciendo ambos bandos idéntica relación de fuerzas que en el conflicto anterior.

El primer encuentro naval fue el de Lowestoff, entre fuerzas bajo el mandodel Duque de York, futuro Jacobo II, y el holandés Ruyter. La novedad radicó enque los dispositivos ingleses. respondían ahora a una directiva del duque quedurante más de un siglo gobernaría la táctica de todas las marinas del mundo, lade colocar los buques en una línea de fila que aproando hacia la línea adversariay una vez alcanzada la distancia de alcance artillero, cambiaba de rumbo paranavegar ambos contendiéntes en líneas paralelas intercambiándose cañonazos,táctica que se reducía a un duelo artillero en el que si se luchaba con fuerzas equivalentes no existía la mayoría de las veces vencedor ni vencido.

Iniciado el combate, ciertos buques ingleses del centro de su línea viraronhacia los de Ruyter logrando abrir una brecha en la mitad de la fonnación holandesa, por la que desfilaron el resto de los navíos británicos martilleando el centroneerlandes, viéndose forzado Ruyter a retirarse, habiendo colaborado a esa derrota la cobarde conducta de ciertos capitanes holandeses, por lo que cuatro seríanfusilados y seis expulsados de la Marina. Debe recordarse que si el encuentrocomenzó sujeto a las reglas formales de la línea de fila, posteriormente se caracterizó por la ruptura de la línea enemiga respondiendo a la vieja maniobra deBlake y a ello se debió la victoria.

El 1 de junio de 1666 se enfrentaron de nuevo Ruyter y Monk en la conocida

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL SIGLO XVII

batalla de «los cuatro días», que Mahan considera bajo ciertos aspectos la másnotable de cuantas se libraron en los océanos. Los sucesivos choques fueronfavorables a los holandeses, obligando a Monk a batirse el día 3 en retirada antela superioridad numérica de su adversario, siendo destiozadas sus fuerzas el día 4y forzado a refugiarse en el Támesis, volviendo el dominio de las aguas del Canaly del mar del Norte a manos holandesas, con la posibilidad de bloquear el estuario del mencionado río.

El 22 de junio se produjo un nuevo enfrentamiento denominado de San Jacobo o de Gun Fleet, en el que Monk se limitó a aplicar las «Instrucciones decombate» del Duque de York, alcanzando una pobre victoria que pudo ser decisiva de haber maniobrado como él mismo acostumbraba en tiempos de Blake.

Incapacitado Ruyter para poder controlar las aguas de la Mancha, su rivaltomó la iniciativa arrasando el litoral de los Países Bajos, lo que provocó unanueva euforia en Carlos II, quien decidió reducir drásticamente los recursos otorgados a la flota, cayendo el mantenimiento y el adiestramiento a niveles muybajos. Esa situación la iba a aprovechar Ruyter para infligir a Inglaterra la mayorde las humillaciones, al remontar el Támesis sin oposición alguna, atacarLondres y sus arsenales y, más tarde, bloquear durante seis semanas el estuariodel río y la costa oriental y meridional de Gran Bretaña, ocasionando a éstagraves perjuicios económicos, lo que movió al monarca inglés a firmar la paz deBreda, que Holanda no sabría aprovechar para imponer duras condiciones a suadversario.

Cinco años después Carlos II encendió una tercera contienda, al estimar queLuis XIV pensaba atacar a su antigua protegida, abriéndose el conflicto con unataque de los corsarios ingleses contra un convoy holandés.

Atacados por Francia por tierra y por Inglaterra en la mar, los Países Bajos notenían otra alternativa que abrir sus diques para detener el ataque terrestre y reforzar su flota, conflicto en el que acaecieron cuatro acciones navales de importancia: la de Solebay en mayo de 1672, las dos de Schooneveldt en mayo y junio de1673 y la de Texel en agosto del mismo año, en las que si el honor quedó del ladoholandés, éstos fueron incapaces de detener la creciente pujanza naval británica,guerra en la que Ruyter daría muestras de su habilidad táctica y de su visiónestratégica al basar sus operaciones en su complicado litoral y canales de escasofondo, dado que era consciente de la aplastante superioridad de su adversario.

Estableció una maniobra defensivo-ofensiva en la que cuando el viento favorecía a los aliados sus buques se refugiaban entre sus islas y canales, en cuyasaguas sus enemigos no intentaban penetrar dado el gran calado de sus unidades,y cuando aquél cambiaba de sentido se hacía a la mar para asestar sus golpes,aunque no lo suficientemente decisivos como para decidir la victoria.

En lugar de jugar con su flota al efecto disuasivo de una «fleet in being»,Ruyter aproaba a alta mar para sorprender a sus enemigos si éstos habían dividido sus fuerzas o si advertía un flanco o agrupación debilitada, logrando alcanzarsu objetivo principal, imposibilitar un desembarco en las costas de su país yhaber roto cualquier intento de bloqueo.

La impopularidad de esa guerra en el pueblo inglés y el desgaste que sufría

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F. FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS

Holanda, sumergida en una grave bancarrota que no le permitía resistir los enormes gastos que implicaba la lucha contra dos grandes potencias como Francia eInglaterra, son las causas que condujeron a la paz en 1674. Por un azar del destino, quince años después un príncipe holandés se convertiría en rey de Inglaterra con el nombre de Guillermo III, y si Holanda conseguiría afianzar su independencia, también pasaría a ocupar entre las naciones europeas un puesto desegunda potencia que nunca remontaría.

Por su lado Inglaterra, aprovechándose del desgaste que en hombres y dinero consumían las empresas de Luis XIV, se lanzaría a la aventura colonialapoyada en un fuerte y eficiente poder naval, pasando el comercio ultramarinode las manos españolas y holandesas a las suyas. Asimismo sabría mantener asu Marina como una institución basada en una estructura y organización biendefinidas y poseyendo un órgano de mando que aún subsiste, colaborando aconvertirla en la primera potencia naval de la época.

Las guerras con Francia

No se cerraría el siglo XVII sin surgir un nuevo conflicto de enormes repercusiones marítimas, muy escalonado en sus fases puesto que realmente seprolongaría durante 125 años, ya que finalizaría con la derrota de Napoleón enWaterloo, siendo su causa inicial la coronación de Guillermo de Orange comoRey de Inglaterra y la expulsión de Jacobo II, protegido de Luis XIV.

En su primera fase la lucha se extendería desde 1688 a 1697, en unos añosen los que la flota francesa sobrepasaba numéricamente a la inglesa y holandesa reunidas y que se enorgullecía de verse mandada por Tourville, quien nopodía evitar el desembarco de Guillermo en suelo británico y el de los inglesesen Irlanda, y si éstos mantuvieron las comunicaciones con su país se debió alas torpezas francesas, pues sus almirantes parecieron desconocer el significado del control del mar.

En el campo operativo se pudo comprobar el contraste que se daba entre lamaniobra practicada por un Blake, Monk, Tromp o Ruyter y la de los nuevosalmirantes de la época, tal como lo demuestran dos claros ejemplos. El primero se relaciona con el indeciso combate de Bantry Bay en mayo de 1689, quese redujo a un simple cañoneo sin pérdida alguna por ambos bandos, siendoparadójico que el almirante inglés Torrington fuese nombrado conde en«premio a su victoria». El segundo ejemplo nos lo ofrece el encuentro del citado almirante con Tourville en junio de 1690, en la costa sur de Inglaterra, en elque Torrington fue batido por no reaccionar con una energía de la que tampoco dio muestras Tourville, el vencedor, dado que pudo haber obtenido un éxitoaplastante, advirtiéndose en ambas partes que la línea de fila en combate sehabía convertido para los mandos en un verdadero «fetiche».

El encuentro más celebrado en esa contienda fue el de Hougue, acaecido en mayo de 1692 y que Inglaterra celebró como una gran victoria,pues aunque ningún almirante perdió un solo barco en la acción, en loscuatro días de retirada francesa Tourville vio hundir a 15 de sus navíos

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EL PENSAMIENTO NAVAL Y LAS CAMPAÑAS MARÍTIMAS EN EL SIGLO XVII

por efecto de la dispersión. Aunque supuso un golpe severo pero no decisivo para la Marina gala, ésta quedaría paralizada a partir de allí ante lasexigencias de las operaciones en tierra, viéndose impulsados los franceses a entregar algunos navíos a corsarios de renombre, como Jean Bart yDugay Trouin, para operar en un tipo de guerra naval que ya se consideraba secundaria, la del corso.

Ese conflicto de Luis XIV contra Europa entera agrupada en la Liga de Augsburgo terminaría por agotar al país vecino, viéndose impelido el citado monarcaa firmar la paz en la que perdería cuanto había logrado conquistar a lo largo desu dilatado reinado. No obstante, la guerra volvería a resurgir con fuerza en 1702con motivo de la entronización en España del nieto de Luis XIV, Felipe deAnjou, futuro Felipe Y, que encendió la Guerra de la Sucesión española con laque se abriría el siglo xvm.

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LA HISTORIA VIVIDA

José Manuel VEIGA GARCÍACapitán de navío

Los setenta años de la Escuela de Guerra Naval

Se cumple en este año el LXX aniversario de la creación de la Escuela deGuerra Naval española, que durante todas estas décadas ha venido fotj andodiplomados y nutriendo excelentes cuadros de especialistas. El acto en sumomento alcanzó gran relieve por la presencia en el mismo de Su Majestad elrey Don Alfonso XIII, que había manifestado su expreso deseo de presidir lainauguración, realizándolo así con su asistencia. De las distintas fuentes informativas de la época, rememoramos el acontecimiento que forma parte ya deun testimonio irrefutable de historia vivida.

Su Maj estad el Rey llegó al hotel de la calle Quintana, primera sede quefuera del organismo, acompañado de su ayudante capitán de navío Jáudenes, yfue recibido por el marqués de Magaz, presidente interino del Directorio;subsecretario del Ministerio de Marina, vicealmirante Cornejo; almiranteCarranza, jefe del Estado Mayor Central; contralmirante Montero Reguera ypor el director de la Escuela, capitán de navío Salvador Carvia, con el personala sus órdenes constituido por el subdirector, capitán de fragata don MiguelAngel de Mier, y profesores don Enrique Pérez Chao y don Francisco Moreno,capitanes de corbeta, así como los primeros alumnos, capitán de corbeta donFernando Bastarreche y tenientes de navío don Mateo Mille y don Juan Pastor,concurriendo además al acto numerosos jefes y oficiales en representación delos distintos Cuerpos de la Armada.

Su Maj estad recorrió detenidamente las distintas dependencias de la Escuela quedando muy complacido, así como de la organización de aquélla, pasando después al salón de actos para presidir la sesión inaugural del curso acompañado de las autoridades mencionadas y, acto seguido, con la venia delSoberano, el director de la Escuela, capitán de navío Carvia, pronunció laprimera lección magistral, de la que se destacan los siguientes párrafos:

«Inauguramos, Señor, en estos instantes —comenzaba el capitán de navíoCarvia— el primer ensayo que se hace en nuestra Marina de un centro en quese estudie la guerra naval. De la grandeza del momento actual, de la importancia del acto que V. M. se ha dignado solemnizar con su augusta presencia, nopodemos juzgar nosotros por impresión directa, ya que formamos parte delcuadro; pero sí el pasado puede ofrecernos imparciales normas de criterio parajuzgar el presente, basta remontarse a un pasado no muy lejano para conjeturarque si nuestros padres, si la generación que nos precedió, hubiera tenido la

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JOSÉ MANUEL VEJGA GARCÍA

inspiración de anticiparse a su época y de celebrar hace cuarenta años el actoque hoy celebramos nosotros, acaso fuera en la actualidad bien distinto el mapade los dominios españoles.»

Se refirió a continuación a cómo tres oficiales norteamericanos procurabanconvencer al secretario de Marina de que una Marina de guerra en la que nadiese ocupaba de estudiar la guerra naval era una cosa vacía de sentido. La observación fue atendida, y muy poco después, en 1887, recopilaba ya Mahan susconferencias sobre estrategia naval dadas en el colegio Newport, naciendo asíla Escuela de Guerra Naval norteamericana. No es la marina militar el organismo llamado a intervenir en la política exterior de un país, pero si Españahubiese tenido cuarenta años antes una Escuela de Guerra, el problema estratégico del conflicto cubano no hubiese pasado casi inadvertido y se hubiesenpodido aportar soluciones prácticas a los estadistas, que no las tenían ni sospechaban quizá que pudieran existir. Y si a los tímidos preparativos americanos,hechos casi a espaldas de un pueblo pacífico entonces, y enemigo de aventuras, hubieran correspondido otros preparativos españoles efectuados con lafirmeza que da la plena conciencia de lo que se hace, es muy posible que no sehubiera llegado a la guerra internacional, o que de haber llegado a ella, y en elcaso de haberla perdido, ni Puerto Rico ni Filipinas estuvieran hoy bajo eldominio americano.

«La Escuela de. Guerra —continuaba el capitán de navío Carvia— no tieneotro objeto que el estudio de la guerra naval, pero hay quienes no aprecian niacaso sospechan la importancia de este estudio ni la influencia y valor delentrenamiento mental, y creen que estas cosas son fáciles y que cualquiera lasjuzga y las resuelve sin necesidad de estudios. Todos sabéis sin embargo queello no es cierto. Y así todos los estudios que en nuestra Escuela se realicenquedarán concretados en una sola y trascendente asignatura; el Arte de laguerra naval dividida en tres partes: Estrategia, Táctica y Orgánica, que notienen límites precisos que la separen sino amplios sectores comunes en los quese superponen y cuyo estudio se completará con el de las materias auxiliaresmás indispensables». En la Memoria oficial que se publicó casi íntegramenteen la Revista General de Marina está sintetizado el plan de enseñanza, aunquefalte naturalmente el detalle de su desarrollo, que tampoco ha de ser cosa secay rígida, sino de grandísima flexibilidad. La Escuela enseñará en lo político, enlo militar, en lo orgánico y en lo moral, porque es Escuela de intenso análisisy de profunda meditación. En lo orgánico enseñará, por ejemplo, que el objetivo principal y casi exclusivo de una Marina de guerra es hacer la guerra navalcon la máxima eficacia y obteniendo el mayor rendimiento de los recursos quea tal fin facilita la nación; en lo militar enseñará las aplicaciones infinitas, lavariadísima gama de consecuencias prácticas de todo género que pueden deducirse de ese principio único de la concentración en que se inspira todo el artede la guerra: concentración de ideas, de propósitos, de objetivos, de esfuerzos,de inteligencia, en suma de voluntades al logro de un fin común y, por último,la Escuela enseñará en lo moral a inspirarse siempre en un sano optimismo, nocaprichoso y fantástico sino sensato y racional.

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LA HISTORIA VIVIDA

El capitán de navío Carvia terminaba su larga y documentada lecciónmagistral haciendo votos porque los Estados Mayores que salgan de la Escuela sean capaces de poner a España en condiciones de afrontar con serenidad lascontingencias del porvenir, y si al fin se desencadena la tormenta, sea porOriente, sea por cualquier otro punto del horizonte, surja de aquí también elhombre afortunado que lleve a la victoria la flota de la Patria.

El marqués de Magaz, presidente interino del Directorio, agradeció a SuMajestad el Rey, en nombre del Gobierno y de la Marina, el haberse dignadopresidir el acto, que estimaba de gran trascendencia para la historia de nuestropoder naval, terminando con las siguientes frases:

«Si a los comandantes y a los Estados Mayores de los barcos y de losDepartamentos sólo la guerra debe inspirarles y sólo en la guerra deben pensar,debe, por lo tanto, esta Escuela contribuir completamente a cambiar la conciencia del personal y preparar a esa juventud que tan buenos ejemplos nos estádando en Africa, para obtener días de gloria para la Patria; y yo espero que esepersonal podrá templar esas virtudes que ya demuestra, en un alto patriotismoy una gran adhesión a Vuestra Majestad.»

Don Alfonso XIII inauguró después oficialmente el curso académico,departió cordialmente con profesores y alumnos, fue obsequiado con un lunch(palabra de la época) y despedido por todas las personalidades oficiales que lerecibieron a su llegada.

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DOCUMENTOEl combate de Abtao (7 de febrero de 1866)

Ofrecemos hoy a la curiosidad de nuestros lectores una carta sobre elcombate naval de Abtao, cuya leyenda copiamos literalmente:

Plano de la situación de los buques españoles, peruanos y chilenos en laacción sostenida el 7 de febrero de 1866 en el canal de la isla Abtao.

Es copia de la carta inglesa, teniendo a la vista el derrotero de Fitz-Roy ytransportado a una escala 48 veces mayor, por lo que faltan los precisos detalles de sondas, restingas, etc., etc. Salvador Llegat.

Hagamos memoria y recordemos que una vez firmada la alianza defensivacontra España entrePerú y Chile, y que éste desoyese las protestas españolas,Méndez Núñez, entonces brigadier comandante general de la Escuadra delPacífico, se decide a lograr la paz en esta zona por las armas, y emprende unatenaz búsqueda de la goleta Covadonga, que había sido apresada por la corbeta chilena Esmeralda, pero no la encueñtra.

En junta de oficiales se acuerda emprender el rastreo de la escuadra combinada chileno-peruana que se suponía estacionada en el laberíntico archipiélagode Chiloé. El 4 de febrero de 1866 salen las fragatas Blanca y Villa de Madridpara este archipiélago, pero antes reconocen la isla de Juan Fernández. El día 7,ya en las Chiloé, la Blanca descubre a la fragata peruana Amazonas varada yabandonada en la isla de Abtao. Se sigue estudiando la ensenada, pero a causade los bajos fondos existentes en la zona y a la falta de cartas de navegación,ambos buques han de limitarse a dar pasadas en línea de fila, sondando constantemente y disparando en andanadas cortas contra la división enemiga, quese había situado en su fondeadero natural, formando en arco y cubriendo susextremos con defensa desde tierra, empleando los cañones retirados de laAmazonas, tal como puede apreciarse en este documento. El intercambio artillero, a una distancia de 1.500 metros, no tuvo mayores consecuencias: 14impactos, con media docena de heridos entre los españoles y 16 impactos, condos muertos para los aliados.

La flota española permaneció toda la noche esperando la salida de éstos,sosteniendo máquinas. Después de repetir la maniobra al día siguiente sin obtener resultados, determinó volver a Valparaíso.

El comandante general de la Escuadra, brigadier Méndez Núñez, felicitó alos capitanes de navío Juan Bautista Topete y Juan Alvargonzález, comandantes de la Blanca y de la Villa de Madrid respectivamente, por llevar a cabo estaarriesgada acción.

Archivo del Museo Naval, Madrid.

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DOCUMENTOS

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LA HISTORIA MARÍTIMA.EN EL MUNDO

José Antonio OCAMPO

El Instituto Histórico-geográfico del Uruguay

El Instituto Histórico-geográfico del Uruguay es una corporación académica de carácter privado, sin objeto de lucro, con fines de interés público, constituida por personas vinculadas al estudio de la Historia y la Geografía, en sumás amplia acepción, y del Uruguay en particular. Fue creado por iniciativa deAndrés Lamas y Teodoro Miguel Vilardebó el 25 de mayo de 1843, cuando pordecreto dado en Montevideo, «el Gobierno toma a la Institución bajo su especial protección en cuanto dependa de sus atribuciones», reiterando «bajo elpatrocinio» gubernamental por ley sancionada durante la XXV legislatura el 21de junio de 1916.

En la propuesta de creación podía leerse que el Instituto se procuraría lareunión «de aquellos que estén llamados a despojarse a las puertas del Instituto de sus prevenciones y colores políticos para entrar en él a ocuparse tranquilamente en objetos de interés común y permanente», cori el fin de aproximar ynivelar todas las opiniones y reunirlas en el centro de la utilidad y la gloria dela patria.

Los objetivos del Instituto son la investigación de las materias de su especialidad, realizar cursos y conferencias, editar folletos y libros, publicar laRevista, asesorar al Gobierno, velar por la conservación de monumentos ysitios históricos, archivos, bibliotecas, museos, etcétera.

Los académicos que lo componen son designados por el pleno académicocon voto secreto, aunque el resto de las votaciones son públicas. Existe unaComisión Directiva compuesta por un presiderite y un vicepresidente, dossecretarios, un tesorero, un bibliotecario y un director dé cursos y conferencias,contando, además, con el director de publicaciones y el director de la Revista.La Asamblea del cuerpo académico es la autoridad máxima del Instituto y susmiembros pueden ser de honor, de número, correspondientes o supernumerarios. Los miembros honorarios pueden ser tanto uruguayos como extranjeros,e igual sucede con los correspondientes y supernumerarios, ya que el Institutomantiene corresponsalías con la Real Academia de la Historia española, con laAcademia Nacional de la Historia argentina y organizaciones similares deChile, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, etcétera. Ha designado correspondientes en los Estados Unidos, GranBretaña, Italia y Suecia, así como en las propias provincias uruguayas, y cuenta con la colaboración de destacados miembros supernumerarios.

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JOSÉ ANTONIO OCAMPO

Cabe destacar entre los miembros de honor al general José de San Martín yal presidente argentino don Bernardino Rivadavia. Entre los españoles figuródon Ramón Menéndez Pidal, y hoy ostenta este rango el catedrático don Demetrio Ramos.

El Instituto Histórico-geográfico del Uruguay ha realizado investigacionesy estudios que están a punto de ser terminados o en fase de desarrollo, así comolos que se programaron en relación con la conmemoración del Y Centenariodel Descubrimiento de América. Con referencia a ello, y como vía de ejemplo,cabe destacar:

Que el Instituto tiene en sus archivos el comienzo de una colección demapas y planos de la región platense, y más especialmente del territorio queocupaba el país durante el período hispánico, con vistas a su edición.

Que el Instituto ha creado una Comisión Permanente de Estudios de Historia del Derecho Indiano, que trabaja actualmente sobre el tema de la personalidad, época y obra de Francisco de Vitoria.

Ultimamente el Instituto ha cumplido con su deber estatutario de asesoraral Gobierno con sugerencias y proyectos sobre «los deterioros en la colonia deSacramento», estado actual y proposición de destino de la casa en que nacióArtigas y sobre homenajes a Francisco de Vitoria.

En el capítulo de las publicaciones son muy destacables sus contribucionesdocumentales (documentos para servir al estudio de la independencianacional), la biblioteca de autores nacionales y la publicación de los informesy conferencias redactadas, que constituyen un excelente fondo editorial, relativo tanto a la primera época fundacional como a su reapertura histórica a partirde 1915.

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NOTICIAS GENERALES

Bicentenario de la muerte de Vicente Tofiño

El 20 de enero último, bajo la presidencia del jefe de la Zona Marítima delEstrecho, almirante Sánchez de Toca Acebal, y del presidente de la Academiade San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes, Emilio Jiménez Villarejo, laArmada rindió homenaje, en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando,Cádiz, al ilustre marino y eminente cartógrafo Vicente Tofiño San Miguel yWander Walle, en un acto conmemorativo del bicentenario de su muerte en laIsla de León. Hicieron uso de la palabra el capitán de navío Manuel Baturone,delegado del Instituto de Historia y Cultura Naval y director del Museo Navalde aquella Zona Marítima, quien expuso a los presentes una semblanza delmarino gaditano en su andadura militar, y Jiménez Villarejo que, en brevespalabras, ilustró al auditorio sobre la vida y obra de Tofiño, haciendo mencióna la búsqueda por la Academia de los restos mortales del marino, cuyo últimoparadero conocido fue la iglesia de San Francisco.

Siguiendo la programación de los actos, se inauguró a continuación, en elMuseo Naval, una exposición monográfica sobre la obra cumbre de Tofiño: elAtlas Marítimo de España.

Esta obra fue realizada entre los años 1783 y 1788 bajo su dirección, auxiliado por oficiales discípulos suyos de la Academia de Guardias Marinas, abordo de las fragatas Santa Magdalena y Santa Lucía y los bergantines Vivo yNatalia. Se editaron 80 ejemplares en 1789, encuadernados en tafilete rojo conlas armas reales en oro. Existe una edición facsímil de 1989, de 200 ejemplares, ya agotada, patrocinada por el Instituto de Historia y Cultura Naval yejecutada por el Instituto Hidrográfico de la Marina.

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NOTICIAS GENERALES

Documentos varios (derroteros, observaciones astronómicas, manuscritosde cartas de puertos españoles ...) y 26 cartas de la costa peninsular, insular ydel norte de Africa completan la exposición.

Hay que señalar la colaboración prestada por el Instituto Hidrográfico de laMarinaypor el académico José María Cano Trigo.

Un ejemplar de la primera parte del Atlas Marítimo de España, de los ochenta que se encuadernaronen tafilete rojo con las armas reales en oro y que se conserva, restaurado, en el Servicio Histórico

del Instituto Hidrográfico de la Marina.

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NOTICIAS GENERALES

Convenio entre la Fundación para el Apoyo de la Cultura y el MuseoNaval

El pasado 21 de diciembre se celebró el acto de la firma de un convenioentre la Fundación para el Apoyo de la Cultura y el Museo Naval de Madrid,mediante el cual la Fundación hace donación de doce millones de pesetas paratrabajos de restauración de parte de los frescos del siglo XVI del palacio de losmarqueses de Santa Cruz, en el Viso del Marqués, Ciudad Real, en el que estáenclavado el Archivo Museo «D. Alvaro de Bazán» de la Armada española.Esta colaboración materializa el citado convenio, que fue firmado por el presidente de la Fundación, Juan de Herrera, marqués de Viesca de la Sierra, ypor el director del Museo Naval, contralmirante José Ignacio Gon.zález-AllerHierro, en presencia del jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Romero Caramelo,, y el presidente del Patronato del Museo Naval, el infante de España don Carlós de Borbón, duque de Calabria.

Conmemoración en Tautira, Tahití

El día 1 de enero pasado se celebró en Tautira, Tahití, el 220.° aniversariode una expedición española que mostró por primera vez deseos de establecer-se permanentemente en aquella península. Materializaron el acontecimientoerigiendo una cruz a cien metros de la playa, después de que el padre Jerónimo Clota celebrase una misa, la primera misa en aquellas tierras, el 1 de enerode 1775, en un terreno donado por los jefes locales (eríes) Tu y Vehiatua paralevantar allí la casa misionera. Este es el origen de la actual villa de Tautira.

En esa fecha fondeó en aquella bahía la segunda expedición española,compuesta por la fragata El Aguila y el paquebote Júpiter, al mando del capi’tán de navío de la Real Armada Domingo Boenechea. Procedía de Perú y llevaba a bordo dos misioneros franciscanos, Jerónimo Clota y Narciso González,del monasterio de Ocopa, cerca de :‘ ‘

Huancayo, en Perú. La expedición se . ¡

enmarcaba dentro de la política de __

velar por la soberanía española en el S�Pacífico llevada a cabo por el entonces virrey Manuel de Amat, queseguía instruçciones del ministro deMarina e Indias Julián de Arriaga.Domingo Boenechea sería’ enterrado,allí, al pie de la cruz, el 27 de enero,junto con otro marino llamadoManuel Vázquez, muerto por la caída ‘ ‘‘ ‘-‘ -‘-‘

de uii árbol. Sello postal conmemorativo del 220.° aniversario

A la misa de aniversario, que fue de las expediciones españolas a Tautira, Tahití,

presidida por monseñor José Cap- (De un cuadro de Jean Louis Saquet)

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NOTICIAS GENERALES

many,, obispo director nacional de las Obras Misionales Pontificias, acudiómucha gente, algunos incluso procedentes de las islas vecinas. Predicó el señorarzobispo de Papeete en francés y en tahitiano, explicando el significado de laconmemoración y recordando a los dos padres franciscanos que se establecieron allí.

La Oficina de Correos y Telecomunicaciones emitió un sobre y un selloconmemorativos, de valor facial 172 y 92 francos respectivamente. La celebración terminó, después de los discursos, cantos y regalos por parte de losnativOs, con una exposición sobre el tema central «Los españoles y Vehiatuaen Hui-Fatutira-TaYarapas, que contó, entre otras, con la colaboración delMuseo Naval de Madrid.

Seminario de Mulazzo sobre el complot de Malaspina

Durante los días 20 y 21 del pasado mes de enero, y organizado por elCentro de Estudios Malaspinianos, en colaboración con la Real AcademiaHispanoamericana ‘de Cádiz y el Instituto de Cultura «Juan Gil Albert» deAlicante, se celebró en Mulazzo (Italia) un seminario bajo el título «,Complotde Malaspina o complot de Godoy?», consistente en una serie de conferenciassobre los problemas historiográficos acerca de las ideas políticas, el arresto,

Foto cortesía de Francisco Rodríguez Romero y Herminia Alzamora Lacaba, participantesen este seminario

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NOTICIAS GENERALES

proceso y prisión de Alejandro Malaspina, todo ello en el marco de la culturapolítica de la sociedad de la época.

Se impartieron un total de diez conferencias en jornadas de mañana y tarde,a cargo de especialistas italianos y españoles. La representación del Instituto deHistoria y Cultura Naval estuvo a cargo del coronel auditor José Cervera Pery,director de la Revista de Historia Naval, que disertó sobre el tema «El procedimiento penal en la Real Armada del siglo XVIII».

Además de la clausura del acto,que estuvo a cargo del sindaco de Mulazzo,profesor Roberto Malaspina, se giraron visitas a los principales lugares malaspinianos como Montrepoli, Portovenere y La Spezia.

II Jornadas de Historia Militar

Los días 7, 8 y 9 del pasado mes de marzo se celebraron en el Paraninfo delCentro de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) las II Jornadas deHistoria Militar sobre el tema central «La presencia española en Cuba (1868-1895)». La apertura fuepresidida, enausenciadeiteniente general jefedeEsta-..do Mayor de la Defensa José Rodrigo Rodrigo, por el teniente general Pardode Santallana, presidente de la Comisión Española de Historia Militar, promotora de estas Jornadas, quien, asimismo, hizo la presentación.

Se pronunciaron cinco conferencias centradas sobre el tema de las Jornadas:«La revolución de 1868 y su proyección cubana. Los capitanes generalesLersundi, Dulce y Caballero de Rodas», por don José Cervera Pery; «LaGuerra de los diez años (1868-1878)», por don Fernando Redondo Díaz; «Elitemilitar e intereses cubanos», por don Manuel Espadas Burgos; «Muerte de JoséMartí en el combate de Dos Ríos», por don Guillermo Calleja Leal, residenteen Madrid; «Maura: una propuesta para la solución del problema de Cuba», pordon Javier Tusell. Todas las conferencias fueron seguidas de un animado coloquio de 10 minutos de duración.

Actuaron como moderadores, sucesivamente, el contralmirante GonzálezAller Hierro, el general de división Sosa Hurtado y el asimismo general dedivisión Almodóvar Martí.

CONVOCATORIAS

IX Coñferencia anual sobre la II Guerra Mundial

El 1 y 2, de junio próximos se celebrará’ la IX Conferéncia anual sobre laII Guerra Mundial, en el Siena’College, Londonville, N.Y.,.EE.UU., que tienecomo tema central «La II Guerra Mundial: cincuenta años de perspectiva». ‘Serecuerdaque el plazo para hacer las propuestas de intervención terminó el 1 dediciembre último. Para pedir información dirigirse a:

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NOTICIAS GENERALES

Dr. Thomas O. Kelly II, Dept. of History, Siena College, Londonville, NY12211-1462, EE.UU. Teléfono 518-783-2595.Fax: 518-783-4293.

XXI Coloquio de la Comisión Internacional de Historia Militar

El XXI Coloquio de la Comisión Internacional de Historia Militar se desarrollará en la Ciudad de Quebec, Canadá, entre el 20 y el 26 de agosto próximos, la semana anterior al XVIII Congreso Internacional de Ciencias Históricas que se celebrará en Montreal del 27 de agosto al 3 de septiembre.

El tema principal de este XXI Coloquio será «El mantenimiento de la paz»,y corresponderá al período histórico que va desde 1815 hasta nuestros días.Este título general permite el empleo de operaciones militares en el períodocitado que hayan exigido el empleo de fuerzas de ocupación o el envío de fuerzas expedicionarias a otro Estado para asegurar la paz interna, el mantenimiento de políticas imperialistas o el empleo de guerras preventivas. El Coloquio se desarrollará, pues, en un campo más amplio que el mero mantenimientode la paz, tal como se entendía este término después de 1950. La reunión secelebrará en el hotel Hilton, situado en el centro de la ciudad de Quebec, cercadel edificio del Parlamento, en el que se podrán reservar habitaciones, aunqueexisten otras soluciones en la misma ciudad.

Con objeto de tener disponibles las Actas lo más pronto posible, después deque se clausuren los actos, habrán de recibirse en Otawa todas las comunicaciones el 30 de mayo a lo más tardar. Lo mismo que en Montreal en 1988, setiene la intención de facilitar una traducción simultánea en cuatro idiomas:inglés, francés, alemán y español. Pero para poder asegurar la traducción deeste idioma se precisa la asistencia de una nutrida representación de españoles.

Finalmente, se recuerda a aquellos que deseen participar en el Coloquio quela fecha límite para suministrar el título y el asunto se fijó en el 15 de juliode 1994.

III Simposio de Historia Militar y Naval Iberoamericana

Bajo los auspicios de la Armada Argentina se celebrará en Buenos Aires, enla sede del Departamento de Estudios Histórico-Navales de la Armada Argentina, y entre los días 20 a 24 de noviembre del año en curso, el III Simposio deHistoria Marítima y Naval Iberoamericana, con arreglo al siguiente ternario:

— El mundo marítimo iberoamericano.— Las ciencias náuticas y su difusión.— El comercio marítimo. Siglos xv al xix.— Exploraciones marítimas.

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NOTICIAS GENERALES

— Gente de mar.— Las Armadas y sus actuaciones en tiempos de paz y guerra.

Concurrirán a este simposio historiadores navales europeos y americanos,quienes presentarán trabajos inéditos para ser considerados en los plenarios deasistentes, para desarrollar a lo largo de los cinco días que dura este acontecimiento.

Este III Simposio de Historia Marítima y Naval Iberoamericana es continuación de los celebrados en Lima (Perú) en 1991 y en Valparaíso (Chile) en1993, y cuyas Actas se dieron a conocer en su momento.

Conmemoracion del IV Centenario del viaje de Álvaro de Mendaña

Organizado por la Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, dentro del marco del Instituto de Estudios Histórico-marítimos del Perú, seprevén diversos actos conmemorativos del IV Centenario del viaje de Alvarode Mendaña, en cuya ocasión se ha considerado conveniente reforzar las vinculaciones históricas del Perú con la cuenca del Pacífico, dado que éstas sonbastante significativas y pueden servir de elemento de coincidencia con lasnaciones y Estados que la constituyen, sirviendo también de ejemplo los descubrimientos que llevara a cabo Mendaña en sus dos viajes (1567 y 1595) o losde Quirós y Váez de Torres en 1605 y 1606; las exploraciones de Bonaechea,González Haedo, Domonte y otros, que partieron del Perú a finales del sigloXVIII, así como las vinculaciones comerciales que desde el siglo xvi se mantuvieron con China, Japón y Filipinas.

El programa, todavía tentativo, para la citada conmemoración es el quesigue:

Marzo-junio: Exposición sobre el viaje, que será preparada por laAsociación Hispano-Latino-Americana de la Polinesia francesa, con diversosaportes españoles y peruanos. Dicha exposición, una vez presentada en la Polinesia francesa, será expuesta en el Perú.

Julio: Probablemente el día 21, inauguración de una placa en la Polinesiafrancesa en homenaje al IV Centenario de la llegada de Alvaro de Mendaña alas islas Marquesas, con la presencia de un representante peruano y otro español.

Conferencia en la Universidad francesa del Pacífico, en Papeete, sobre elviaje y su época, tratándose los siguientes temas: «España en Oceanía a finalesdel siglo XVI», por el representante español; «El Perú marítimo en la época deMendaña», por el representante peruano, y «El viaje de Alvaro de Mendaña»,por un representante local.

Septiembre (del 6 al 8): Coloquio internacional en Lima sobre América yOceanía, con ocasión del IV Centenario del viaj e de Alvaro de Mendaña.Descubrimiento de una placa conmemorativa en El Callao, en un lugar sindeterminar todavía, probablemente en el reverso del monolito existente en el

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NOTICIAS GENERALES

muelle de Guerra. Descubrimiento de una placa conmemorativa en Paita, en unlugar pendiente de determinar, e inauguración de la exposición itinerante sobreel viaje.

Congreso Internacional de Historia Marítima

El Congreso Internacional de Ciencias Históricas se celebrará en Montreal,PQ, Canadá, entre el 27 de agosto y el 3 de septiembre próximos. Este Congreso comprende al también Congreso Internacional de Historia Marítima, cuyotema central es «Puertos, ciudades portuarias y comunidades marítimas», y secelebrará del 28 de agosto al 1 de septiembre. Para cuestiones relacionadas conla organización de este Congreso, dirigirse a:

Prof. Lewis R. Fisher, Maritime Studies Research Unit, Memorial Universityof Newfoundland, St. John’s, NF A1C5S7, CANADA.Teléfono: 709-737- 8424. Fax: 707-737-8427.E-mail: fisher leif. ucs. mun.ca.

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RECENSIONES

BERNABEU ALBERT, Salvador: El Pacífico ilustrado: del lago español a lasgrandes expediciones. Fundación MAPFRE. Colección Mar y América,1992. 319 páginas.

Esta colección Mar y América, dirigida por el antiguo director del Institutode Historia y Cultura Naval, almirante Bordejé y Morencos, está formada pordiecinueve títulos de los que, según informes, faltan dos por salir a la luz y dela que ya han sido recensionados diez en otros números de esta revista. Todosellos obra de auténticos especialistas en temas relacionados con el Y Centenario y de indudable interés para todos los lectores de temas histórico-marítimos.

Salvador Bernabeu es doctor en Historia de América, y autor de El IVCentenario del Descubrimiento de América en España (1987). Bernabeu, congran precisión en el lenguaje y en el dato histórico, nos expone la exploracióndel océano Pacífico desde el siglo xvi hasta el siglo xix. Estamos lejos de situaciones bélicas, se trata de conocer cronológicamente cómo, cuándo y qué se fueconociendo de la inmensidad que representa el Pacífico, algo más de un terciode la superficie de la tierra. Se analizan los viajes marítimos, tanto los comerciales como los de transporte y, como no, las expediciones científicas que tantoaportaron al conocimiento del Mar del Sur, descubierto por Balboa el año1513.

A lo largo de las páginas conocemos con precisión los descubrimientosespañoles tantas veces olvidados, las más de las veces voluntariamente pornuestros tradicionales enemigos. Especialmente interesantes son los análisissobre las comunicaciones con las Filipinas y la obra cartográfica española,destacando el fabuloso Galeón de Manila.

El Índice es el siguiente: Capítulo 1. La aparición del Pacífico (Balboa,expediciones a las islas de las especies , Magallanes, California). Capítulo II.La rivalidad internacional en el nuevo Océano (las difíciles costas del Mar delSur; el galeón de Manila; piratas, corsarios y bucaneros; los holandeses). Capítulo III. Los primeros avances del siglo ilustrado (nuevos marinos y nuevacreencia; la expedición Roggeveen; la penetración rusa en el Pacífico Septentrional). Capítulo IV. El asalto definitivo (viajes de Byron, Wailis y Carteret,Bougainville). Capítulo V. La resolución de los enigmas del Pacífico (viajes deCook y expediciones españolas). Capítulo VI. La ampliación de los conocimientos (La Pérouse, Marchand, Entrecasteaux, Malaspina). Capítulo VII. Lasconquistas ilustradas (La Compañía de Filipinas, los viajes por El Cabo, expediciones peleteras). Epílogo. Apéndices: Cronología y Bibliografía e IndicesOnomástico y Toponímico.

Particularmente interesante es el análisis que hace Salvador Bernabeu en elEpílogo, titulado «La herencia de Robinson», que demuestra su fina sensibilidad más allá de la exposición habitual de tantos historiadores. Nos destaca elautor la gran influencia que tuvieron en Europa los textos literarios con quefueron difundidas las expediciones. Los europeos aprendieron a conocer las

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RECENSIONES

razas humanas, el estado de la naturaleza casi puro, a filosofar sobre «el BuenSalvaje». Aprendieron que habían roto el equilibrio de unas civilizaciones quenada necesitaban, para su vivencia en paz, de Europa y de su pretendida civilización. El autor tennina su libro con un texto de Diderot relativo a lo anterior,de una claridad increíble.

Para los especialistas es conveniente destacar que Bernabeu en la bibliografia dice que la mejor obra sobre el Pacífico es debida a la pluma de O. H.K. Spate de título The Paciflc since Magellan dividida en tres tomos: TheSpanish lake (1979); Monopolist and Freebooters (1983) y Paradise Foundand Lost (1988).

Antonio DE LA VEGA

Grau i PUJOL, Josep M. T. y PUIG i TARRECH, Roser: El corali a la costa deL’Empordá (Begur S.S. XVIII- xix). Editor Rafael Dalmau. Barcelona, 1993.90 páginas.

Constituye este libro el número 298 de la colección Episodis de la Historiaque desde hace largos años viene publicando el editor Rafael Dalmau sobretemas de la historia catalana, tanto la gran historia como la pequeña. Otros títulos de interés marítimo-náutico son El rei Jaume i la Renaixença als PaiTsosCatalans del muy conocido historiador Jaume Sobrequés y Callicó, Un corsari anomenat Colom y Entorn de Cristfor Colom, estos últimos de Pere Catalá i Roca.

Nos cuentan los autores en su introducción que el coral es una riqueza natural, propia del mar Mediterráneo, aunque se halla también en el Atlánticooriental. En Cataluña s& effcuntrá desde Cap de Sant Sebatiá hasta PÓrti’endres y, sobre todo, en las lles Forinigues, Medes y Cap de Creus, en toponimia local. El coral fue y es buscado por su belleza y, cómo no, también por surareza, es un bien suntuario, conocido desde la antigüedad, también se le atribuyeron propiedades mágicas y curativas en la farmacopea.

Objeto central del análisis es la evolución del comercio local de coral durante los siglos citados en el título. En particular, la gran expansión ocurridadurante la segunda mitad del siglo XIX, debida, según la pluma del lloradoJosep Pla, al naciente capitalismo y al mimetismo de la pequeña burguesíarespecto a las clases altas.

El Indice es el siguiente: El corall, moneda d’intercanvi. La pesca delcorali a Begur. A la recerca del corali. La manufactura del corall. La comercialització. Completan el Indice las Notas y la habitual Bibliografía.

• Antonio DE LA VEGA

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RECENSIONES

DE LA VEGA BLASCO, Antonio: La Familia Real y su Real Armada. ColegioHeráldico de España y de las Indias. Madrid, 1994.

El colaborador de esta REVISTA, encargado de las recensiones de libros,Antonio De La Vega Blasco, publica bajo los auspicios del Colegio Heráldicode España y de las Indias un interesante estudio sobre la Familia Real y su RealArmada, en el que relata la vinculación de la monarquía borbónica a la Marina española, en la doble vertiente del Principado y los Príncipes de Asturias ylos buques que han llevado los nombres de los reyes, reinas, príncipes y princesas de la dinastía.

Se estructura el libro con una introducción y dos partes; en la primera setrata de la Familia Real y su Real Armada, con los buques portadores denombres, tanto en la marina de vela como en la de vapor, y en la segunda sepenetra en el ámbito exclusivo de la comunidad asturiana, con los nombres debuques que identificaron a la región, desde la fragata de hélice Princesa deAsturias hasta el actual portaviones Príncipe de Asturias en un recorrido exacto y puntual, enriquecido con pequeños datos biográficos de los personajesprotagonistas.

Cuidadosamente editado e impreso, se trata de una sencilla aunque valiosaaportación al conocimiento de los lazos de unión entre Marina y Monarquía, yen el que cabe destacar, sobre todo, el espléndido cuadro resumen de las primeras páginas que autentifican y confirman tal vinculación.

J.C.P.

DE LA VEGA BLASCO, Antonio y Ruiz FERNÁNDEZ DE CAÑETE, Pilar: El resurgir de la Armada: Certamen Naval de Almería de 25 de agosto de 1900.Instituto de Historia y Cultura Naval. Madrid, 1994.

La guerra naval hispano-norteamericana del 98 comportó, al margen de lasoperaciones bélicas, una serie de factores políticos y sociológicos que han sidomuy debatidos y estudiados por plumas propias y ajenas a lo largo del tiempo.El papel de la Marina española como gran sacrificada en la contienda no fue,sin embargo, tratado en su justa dimensión y alcance, y habría de esperarsehasta dos años después del término de la conflagración para que la concienciaespañola despertara de su injusto letargo. Y fue el Certamen Naval de Almeríade 25 de agosto de 1900 el primer revulsivo, el detonante inicial en la búsqueda de una nueva revitalización del impulso naval en la España dolida y perpleja de primeros de siglo. El despertar de la Marina se va a iniciar por tanto, nodesde un Parlamento rayano en el desconcierto, sino a través de un certamenliterario o ensayístico propiciado por la mentalidad patriótica de unos ilustresalmerienses.

Antonio de la Vega Blasco y Pilar Ruiz Fernández de Cañete han buceadoa fondo y diestramente en tal certamen, pero no se limitan sólo al mismo y a suentorno, sino que contemplan como antecedentes la situación política españo

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RECENSIONES

la dentro de la panorámica internacional, la discusión parlamentaria de lospresupuestos de Marina de 1900, con abundante riqueza testimonial, y lo másimportante, las reacciones posteriores al certamen que en su momento fueroncanalizadas en una serie de congresos navales y marítimos, y que en ciertomodo habrían de servir de orientaciones para el primer plan naval MauraFerrándiz en pleno proceso reconstructor del siglo xx.

Libre, directo, bien concebido y con excelente hilo conductor, es sin dudauno de los testimonios indispensables para el mejor conocimiento de lo que nodejó de ser en su momento la triste realidad española de fin de siglo.

J.c.P.

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A PROPÓSITO DE LAS COLABORACIONESCon objeto de facilitar la labor de la redacción, se ruega a nuestros colaboradores que se

ajusten a las siguientes líneas de orientación en la presentación de sus artículos:

El envío de los trabajos se hará a la Redacción de la Revista de Historia Naval, Juan deMena, 1 ,1.° 28071 Madrid, España.

A la entrega de los originales se adjuntará una hoja en la que debe figurar el título deltrabajo, un breve resumen del mismo, el nombre del autor o autores, la dirección postal yun teléfono de contacto; así como la titulación académica y el nombre de la institución oempresa a que pertenece. Podrá hacer constar más titulaciones, las publicaciones editadas,los premios y otros méritos en un resumen curricular que no exceda de diez líneas.

Los originales habrán de ser inéditos y referidos a los contenidos propios de esta REvIsTA. Su extensión no deberá sobrepasar las 25 hojas escritas por una sola cara, con el mismonúmero de líneas y convenientemente paginadas. Se presentarán mecanografiados a dosespacios en hojas DIN-A4, dejando margen suficiente para las correcciones. Deben entregarse con los errores mecanográficos corregidos y si es posible grabados en diskette,preferentemente con tratamiento de texto Word Perfect 5.1. u otros afines.

Las ilustraciones que se incluyan deberán ser de la mejor calidad posible. Los mapas,gráficos, etc., se presentarán preferentemente en papel vegetal, convenientemente rotulados.Todas irán numeradas y llevarán su correspondiente pie, así como su procedencia. Seráresponsabilidad del autor obtener los permisos de los propietarios, cuando sea necesario. Seindicará asimismo el lugar aproximado de colocación de cada una. Todas las ilustracionespasarán a formar parte del archivo de la REVISTA.

Advertencias

• Evítese el empleo de abreviaturas, cuando sea posible.• Las siglas y los acrónimos, siempre con mayúsculas, deberán escribirse en claro la

primera vez que se empleen. Las siglas muy conocidas se escribirán sin puntos y ensu traducción española (ONU, PP, UGT, EE.UU., Marina de los EE.UU., etc.).

• Se aconseja el empleo de minúsculas para los empleos, cargos, títulos (capitán, gobernador, conde) y con la inicial mayúscula para los organismos relevantes.

• Se subrayarán (letra cursiva) los nombres de buques, libros, revistas y palabras yexpresiones en idiomas diferentes del español.

• Las notas de pie de página se reservarán exclusivamente para datos y referencias relacionados directamente con el texto. Se redactarán de forma sintética y se presentaránen hoja aparte con numeración correlativa.

• Las citas de libros y revistas se harán así:

• APELLIDOS, nombre: Título del libro. Editorial, sede de ésta, año, número de las páginas a que se refiere la cita.

• APELLIDOS, nombre: «Título del artículo» el Nombre de la revista, número de serie,sede y año en números romanos. Número del volumen de la revista, en números arábigos, número de la revista, números de las páginas a que se refiere la nota.

• La lista bibliográfica deberá presentarse en orden alfabético; en caso de citar variasobras del mismo autor, se seguirá el orden cronológico de aparición, sustituyendo parala segunda y siguientes el nombre del autor por una raya. Cuando la obra sea anónima, se alfabetizará por la primera palabra del título que no sea artículo. Como es habitual, se darán en listas independientes las obras impresas y las manuscritas.

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