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Revista de Derechos Humanos y Estudios Sociales

ISSN 1889-8068

Año VII No. 13 Enero-Junio 2015

Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis PotosíDepartamento de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla

Departamento de Derecho de la Universidad Autónoma de AguascalientesEducación para las Ciencias en Chiapas (ECICH)

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LO POLÍTICO, LA NACIÓN, EL ESTADO Y EL DERECHO:SUPERANDO LA CRISIS DEL MARXISMO1

(en homenaje a Bolívar Echeverría)Jorge Veraza Urtuzuástegui2

Resumen: El argumento, inaugurado por Althusser en 1977, sobre la inexistencia de una teoría del Estado en Marx, sólo puede operar a partir de una doble mistificación que, en primer lugar, considera la política como parte de una “superestructura” determinada esencialmente a partir de una “base” económica y que, en segundo lugar, confunde el contenido transhistórico de la Nación con su contenido propiamente burgués. En este análisis, se propone la recuperación del valor de uso como elemento transhistórico, que constituye la matriz analítica básica para la crítica de las formas sociales bajo el capital; con ello, se descubre la existencia de una politicidad básica que, al desarrollarse el régimen de propiedad privada, se ve reprimida y suplantada por el mercado, como forma de regulación económica del metabolismo social; dicho de otra forma, en un régimen donde el capital industrial es la relación social determinante, la asocialidad fundamental de la propiedad sólo puede ser superada instaurando la mercancía como “nuevo vínculo social”, como la forma de regulación económica del metabolismo social. En este marco, resulta necesaria una recuperación seria del plan de los seis libros, esbozado por Marx en la Introducción de 1857, que permitirá una mejor comprensión del Estado como parte de la crítica de la economía política

Palabras clave: Nación, Valor de Uso, Estado, política, superestructura, mercado, politicidad básica, regulación social.

Abstract: The argument, inaugurated by Althusser in 1977, about the existence of a theory of the State in Marx, can only operate based on a double mystification that, on the one hand, considers politics as part of a superstructure determined by an economic base and on the other, the

1 Artículo recibido: 12 de febrero de 2015; aprobado: 25 de mayo de 2015.2 Profesor de la licenciatura en Psicología Social de la UAM-Iztapalapa, ganador del Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2011. Correo-e: [email protected]

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confusion of the transhistoric content of the Nation with its bourgeois content. In this analysis, we propose the concept of use-value as a tran-shistoric element which constirutes the basic analytic matrix for the cri-tique of social forms under capital; with this we discover the existence of a basic politicity that, in the developing of the private property regime is repressed and substituted by the market, as a form of economic regula-tion of the social metabolism; in other words, in a regime where industrial capital is the determinant social relationship, property’s fundamentally a-social aspect can only be overcome by the instauration of commodities as the “new social bond”, as the new form of economic regulation of the social metabolism. In this framework, it becomes necessary to recast the six book plan sketched by Marx in the 1857 introduction, that would al-low a better understanding of the State as a part of the critique of politi-cal economy.

Key words: Nation, use value, State, Politics, Superstructure, Market, Ba-sic politicity, social regulation.

1. Inicio mi exposición en el año de 1977, en noviembre Louis Althusser3, marxista estructuralista francés, afirma, en una reunión sobre “poder y oposición en las socie-dades postrevolucionarias” verificada en Venecia, que no hay una teoría del Estado en Marx. A partir de esta afirmación de Louis Althusser se suscitó evidentemente una es-pecie de “tercera crisis del marxismo”; así lo observó y lo documentó Norberto Bob-bio que participó en el conjunto de polémicas que desencadenó dicha intervención de Althusser.4 De pronto la sociología marxista, la ciencia política marxista y también la teoría marxista del derecho quedaban en entredicho, porque el objeto que podía cohe-sionar sus afirmaciones, sus modelos, sus directrices, sus perspectivas, de pronto no ex-istía: “Marx no tenía una teoría del Estado”. Pero es a propósito del Estado, supuesta-mente pensado y criticado por Marx que habría que ubicar la superestructura política y la superestructura jurídica, etcétera. Si Marx dice que hay una base económica y una su-perestructura jurídico-política-ideológica5, pero en realidad no tiene, como está supo-niendo o afirmando Althuser, una teoría del Estado, esta afirmación acerca de la super-estructura jurídico-político-ideológica cae por su propio peso o tiene muy poco en que sostenerse. Así que, por eso se habló entonces de una “tercera crisis del marxismo”.

3 Cf. Althusser, Louis et al., Discutir el estado. Posiciones frente a una tesis de Louis Althusser, Folios ediciones, España, 1982.4 Ídem.5 Cf. Marx, Karl, Prólogo a la Contribución de la crítica de la Economía Política, varias ediciones.

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Y Althusser lanzó otra afirmación sobre el tema de la política. No solamente no había una teoría del Estado en Marx –y especialmente por lo que toca al tema del Estado posrevolucionario–, sino que tampoco había una teoría de la política o de lo político.6

En primer lugar trataré de contextualizar la intervención de Althuser. Tiene la característica de que se muestra como una afirmación teórica, pues aparentemente él ha revisado el corpus de la obra marxiana y como especialista muy reconocido para ese entonces da su diagnostico: “aquí no hay una teoría del Estado”. Pero esta afirmación de forma teórica es en realidad fundamentalmente una intervención política.

A partir de 1974�75, dos años antes de su afirmación, había comenzado una fuerte lucha entre los partidos comunistas europeos y el partido comunista de la URSS. Los partidos comunistas europeos, fundamentalmente el italiano, el español y en poco menor medida el francés, intentan adquirir cierta independencia respecto de las direc-trices del partido comunista soviético y se empieza a conformar lo que se dio en llamar el eurocomunismo.7 Una de las dimensiones importantes de este eurocomunismo era que necesariamente el socialismo estaba ligado a la democracia. Si íbamos a construir el socialismo, si íbamos a luchar por el socialismo, sería un socialismo democrático. Evi-dentemente la debilidad de la democracia o casi ausencia de la democracia en la URSS, era muy mala propaganda para los partidos comunistas europeos en un contexto de lu-cha democrática. Democracia burguesa, sí, pero que entonces aparecía como superior que la dictadura estaliniana y neo estaliniana que prevalecía en la URSS y en el bloque soviético en general. Así que era muy importante vincular la política socialista con la democracia en vista de que, efectivamente, pudieran tener oportunidad en la lucha de oposición dentro de Europa los distintos partidos comunistas: pero esto significaba si-multáneamente hacer una crítica a la URSS, misma que luego se convirtió en una crítica abierta y con sentido por sí misma.

El tema de la dictadura del proletariado fue un tema que empezó a convertirse en incómodo para los partidos comunistas europeos que procedieron a identificar falazmente al socialismo democrático con inexistencia de la dictadura del proletari-ado.8 No observaron a la dictadura del proletariado como la forma más desarrollada de la democracia sino como opuesta a ésta. De tal manera que ahora había, no sólo un enfrentamiento entre el eurocomunismo y el comunismo de la URSS, sino una toma de posición de los eurocomunistas frente a proposiciones que venían de Lenin, de Engels y de Marx. Había aparentemente una auténtica crisis del marxismo y no sólo una crisis entre los partidos comunistas.

6 Cf. Althusser, Louis, op. cit.7 Cf. Claudin, Fernando, Eurocomunismo y socialismo, Siglo XXI, México, 1977.8 Ídem.

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Pero no todos los integrantes de los partidos comunistas europeos eran pro-clives al eurocomunismo o a un nuevo reformismo o revisionismo democratista sino que algunos querían seguir insistiendo en posiciones clásicas como la de la dictadura del proletariado, pero al insistir en la dictadura del proletariado, vieron que esto era consistente con convalidar no la dictadura del proletariado sino la dictadura de que existía en la URSS; dictadura que había que ver si era del proletariado o no; si bien, el-los identificaban ambas cuestiones, manteniéndose como prosoviéticos. Un perfil de esta naturaleza es el que muestra Althusser. Miembro del partido comunista francés, pero que no quiere convalidar las proposiciones eurocomunistas italianas, españolas y francesas. Sino que pertenece a una izquierda dentro del partido comunista francés que quiere mantener ciertos lazos con la URSS y con la idea de dictadura del proletariado cuestionando el reformismo de los parlamentarios del partido comunista que estaban promoviendo el eurocomunismo.

De suerte que su intervención acerca de que no hay una teoría del Estado en Marx, es una intervención política de tipo oportunista. Porque intenta resolver el prob-lema más allá del posible diagnostico teórico que pudo haber hecho Althusser en el corpus marxiano. Esto es, intenta salirse del problema que se estaba discutiendo entre el eurocomunismo y la URSS.

En fin, ese Estado ¿que no dijo Marx que habría de abolirse, que habría un mo-mento en que el Estado se disolvería, que la dictadura del proletariado era un momento de transición y que después el Estado dejaba de existir?, pero no parece que el Estado soviético se esté adelgazando; más bien, está engordando y se está fortaleciendo. Y ¿cómo va a ser el Estado después de una revolución? Será una dictadura, una democ-racia, ¿qué será? Es en medio de tales cuestiones vueltas paradójicas por el desarrollo histórico, que dice Althuser: “no hay una teoría del Estado en Marx”. Eso significa que entonces, todo mundo puede decir lo que quiera sobre el Estado. Lo que mejor convenga en la coyuntura para ganar votos, para hacer una alianza, etc., etc. �ste es el sentido de fondo de su intervención; aunque también generó toda una discusión y un aparente resquebrajamiento de toda la teoría marxista.

Así pues, en primer lugar, tenemos el carácter oportunista de la intervención. En segundo lugar, es una afirmación que en términos científicos es perfectamente irre-sponsable. Pues si no hay un libro del Estado en Marx, si que hay múltiples acercamien-tos monográficos sobre temas del Estado, sobre temas de la revolución, sobre temas de la política etc. etc. Además hay todo un programa –en conexión con los textos ex-istentes y otros por desarrollar dentro de ese programa– de cómo construir una teoría

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del Estado, eso sí, distinta a la teoría del Estado burgués. Todo esto existe9, y sin em-bargo de un plumazo Althuser dice: “no hay una teoría del Estado Marx”. 2. Ahora puedo insistir en dos aportes decisivos en referencia a este presunto vacío que Althusser registrara, en torno a una teoría de la política o de lo político y una teoría del Estado. Y voy a hacer referencia a los aportes de Bolívar Echeverría al respecto, recientemente fallecido, marxista ecuatoriano arraigado desde hace más de 25 años en México, quién escribió un artículo sobre la nación10; y hacia 1980 otro ensayo titulado “Cuestionario sobre lo político”.11 Por supuesto, está contestando directamente a la polémica que desde fines de 1977 se generó acerca de si había o no una teoría de lo político y del Estado en Marx.

De entrada, no entendemos que tiene que ver el artículo sobre la Nación; pero veamos, si el Estado es la forma que somete a un contenido, su contenido es la Nación. Se dice Estado-nación o Estado nacional. El Estado tiene sentido en la medida en que impone una administración, una política económica, una política cultural, en que impone un tipo de derecho a una Nación. Así que es premisa básica para la construc-ción de una teoría del Estado la construcción de una teoría de la Nación. Y, bien, si supuestamente no hay una teoría del Estado en Marx, en vista de construir esta teoría vayamos desde la base a darle cuerpo. Por eso es que la intervención de Bolívar Echev-erría en 1980 es con un ensayo sobre lo político y con un ensayo sobre la Nación.

Ciertamente es decisivo para todos los niveles de intervención de un jurista marxista, el tener un cierto cuadro para guiar su intervención práctica y su intervención reflexiva, su intervención en la lucha de clases o con el juez y la contraparte enfrente, en litigio. Es importante tener una noción crítica de la Nación burguesa. De esto se trata en el ensayo de Bolívar Echeverría. Lleva a cabo una crítica de la Nación como parte del desarrollo de la crítica de la economía política y de la base económica de la sociedad. Es decir, entrando a la crítica de la política, Bolívar Echeverría lleva a cabo una crítica de la Nación.

La Nación burguesa no es la única forma de Nación, ésta sería la primera tesis. Sino que la Nación burguesa es la configuración histórica concreta de una estructura básica, de una estructura transhistórica, común a toda historia, incluida también dentro de lo que es la Nación burguesa y que queda sometida en la Nación burguesa. Este contenido transhistórico sería una estructura transhistórica de Nación. Hay que distin-

9 Cf. Veraza Urtuzuástegui, Jorge, “Karl Marx y la política” en Política y Estado en el pensamiento moderno, UAM-Xochimilco, México, 1996, pp. 213-250.10 Cf. Echeverría, Bolívar, “El problema de la nación desde la Crítica de la economía política” en El discurso crítico de Marx, Era, México, 1986.11 Cf. Echeverría, Bolívar, “Cuestionario sobre lo político” en El discurso crítico de Marx, Era, México, 1986.

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guir bien cuál es la Nación entendida en general, cuáles son sus necesidades, sus ca-pacidades, sus horizontes, y cual es la Nación propiamente burguesa, y en qué sentido ésta no cumple o reprime ciertas necesidades y capacidades de la Nación en general o transhistóricamente entendida.

Tenemos, por ejemplo, a los indígenas. Son Naciones o etnias, no son Naciones burguesas, sin embargo, se encuentran sometidas claramente dentro de la Nación bur-guesa ¿En qué medida la Nación burguesa somete a la Nación precapitalista de estos indígenas? Y, en general ¿qué relación mantiene la Nación burguesa con la Nación transhistóricamente entendida? Ya se ve, entonces, el sentido que tendría esta crítica de la Nación burguesa a partir de la Nación transhistóricamente entendida o en general, propiamente dicha.

Del mismo modo que la crítica al valor, la crítica a la plusvalía, a la economía política burguesa, la lleva a cabo Marx desde un elemento transhistórico: el valor de uso. Pues, dentro de El capital se critica a la sociedad burguesa, a la necesidad de acu-mulación de capital –o valor que se valoriza– sí, se las critica a partir de las necesidades humanas, desde el valor de uso. ¿Cumple el capital con las necesidades humanas o las reprime? Si cumple con todas no hay nada que decir. Pero en todo aquello que no cum-pla, que reprima necesidades o reprima capacidades de los seres humanos, es decir, que reprima el Valor de Uso total con el cual metaboliza la sociedad, ahí hay puntos de críti-ca; desde la producción hasta el consumo, pasando por la distribución y la circulación. Todo lo que en el cuerpo del valor de uso: necesidades y capacidades, quede reprimido, allí hay que criticarlo. Siguiendo en esta tesitura, Bolívar Echeverría encuentra que la Nación es un valor de uso total que nos engloba (incluyendo múltiples usos y costum-bres) y que la Nación burguesa somete, subordina y precisamente a partir de la injeren-cia de la forma Estado y sus formas jurídicas-políticas-administrativas. Así que, desde la Nación puede hacerse la crítica de la Nación burguesa y la crítica del Estado.

En segundo lugar, el tema de lo político. Lo político supuestamente está en la superestructura. Pero esto supone que es siempre a posteriori. Primero está lo prin-cipal: la economía, y luego viene una mera derivación: la política. Entonces ¿cómo puede suceder que una revolución social, que involucra una serie de propuestas políti-cas, transforme a la sociedad desde su base? Tal parece que, ahora, en este momento decisivo para el marxismo y para la sociedad, es la política la que esta en primer lugar y no la base económica. Lo cual patentiza que hay que poner en orden qué es base, qué es superestructura, y si este esquema es suficiente o es insuficiente. Justamente de esto es de lo que se trata en el “Cuestionario sobre lo político”: ubicar a lo político no en la superestructura sino que precisamente, habla de una politicidad básica de la sociedad. Y que es decisiva para orientarnos en referencia al derecho.

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Por ejemplo, tenemos en el capítulo primero de El capital, parágrafo II sobre el trabajo abstracto y el trabajo concreto representado en la mercancía, que la mercancía ha surgido históricamente en sociedades que se han dividido en propietarios privados, sociedades en donde de pronto deja de haber sociedad, deja de haber una unidad so-cial y la sociedad se escinde en propietarios privados. No hay unidad sino múltiples propietarios privados. La sociedad está a punto de morir. Y en esta emergencia surge la mercancía; la mercancía es una emergencia. Emerge en una situación de urgencia y muerte posible de lo social, re-vincula a los propietarios privados dándole de nueva cuenta unidad a la sociedad que se había deshilachado. La propiedad privada es una institución asocial por esencia, para usar la expresión de Kant sobre la sociedad bur-guesa como “sociedad asocial”. Idea que retoma Marx cuando plantea: pero ¿cómo se logra entre una serie de individuos privados que de todas maneras exista socialidad? La mercancía los re-vincula y mediante la ley de la oferta y la demanda, traducida en ley del valor, se establece una regulación económica de la sociedad, de las necesidades y capacidades sociales. Yo te vendo mi mercancía si tienes dinero, tu mercancía me sirve, pues entonces podemos hacer la transacción, etcétera, sino pues véndesela a otro; ahí yace la mediación del dinero para que se puedan satisfacer necesidades y capacidades de la sociedad.

En fin, este mecanismo cósico del mercado es el que está repartiendo necesi-dades y capacidades en la sociedad actual. De modo que si tienes una necesidad y no tienes cómo solventarla, será como si no existiera. Pues el mercado en tanto mecan-ismo automático decide qué necesidades son reconocidas y cuáles no de acuerdo a si tienes o no dinero, así que también decide quien muere y quien sobrevive, qué necesi-dades se satisfacen, qué capacidades van a ser promovidas y cuáles van a ser reprimidas. Es un mecanismo automático cruel. Mientras que antes de que esto existiera, antes de que hubiera esta situación de propiedad privada y se diera la emergencia de la mercan-cía para re-vincular la propiedad privada, se tenía un socious, una colectividad cara a cara, una asamblea que decidía en parte racionalmente, en parte míticamente cuáles son las necesidades sociales, cuáles las capacidades sociales y cuáles satisfacemos, cuáles pro-movemos, cómo repartimos la caza, cómo repartimos lo que se ha sembrado; en fin, hay una comunidad: y cara a cara los seres humanos son autoconscientes y en recipro-cidad establecen la repartición de la riqueza. Todo lo cual involucra un tipo derecho completamente distinto que el derecho cuantitativo formal que emana de la ley del valor, esto es, de la situación de propiedad privada. Se trata, entonces, de dos tipos de derecho: uno que se atiene al cara a cara y a la cualidad de la necesidad y otro a canti-dades de mercancías, de cosas que chocan y que van a ser repartidas cuantitativamente al azar y a ver quién se salvo y quién no.

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De tal manera, he aquí que a nivel de la economía tenemos –o sea en la base de la de la sociedad, en la infraestructura de la sociedad no en la superestructura– un hecho político decisivo: este socious, esta colectividad cara a cara, en donde los seres humanos definen sus necesidades, sus capacidades y sus libertades. Mientras que la propiedad privada ha reprimido esta politicidad básica y la suplanta por el mecanismo objetivo del mercado.

Aparentemente el mercado no es una institución política sino meramente económica. Pero, en realidad, es política en la exacta medida en que está reprimiendo una capacidad política, la de los seres humanos que van a definir sus vidas, que van a definir sus necesidades, sus libertades y sus capacidades. Es una instancia política pero que encubre su política represiva. Así que hay que hacer la crítica de este encubrim-iento y, también, resaltar cuál es el sentido fundamental de lo político a nivel básico; y luego, cómo es que esta politicidad básica de una sociedad puede desarrollarse hasta una politicidad sobreestructural, a nivel del parlamento, a nivel del Estado, etcétera. Pero no podemos entender la política a nivel de la superestructura –lo que comúnmente se entiende por política, la sociedad política– si no entendemos qué le está sucediendo a la politicidad básica, sea en la sociedad burguesa, o en una sociedad no burguesa precapital-ista o post capitalista. Así que este “Cuestionario sobre lo político” nos guía sobre este tema fundamental y sobre la manera en que se relaciona con el derecho.

3. Ahora bien, ¿en qué estriba el problema o dificultad fundamental para definir la teoría del Estado en Marx, y su diferencia específica con la teoría del Estado burguesa y por eso Norberto Bobbio y Althusser “encuentran” supuestamente que no hay una teoría del estado en Marx? En la Introducción de 1857 y todavía en el Prólogo de 1859 a la Con-tribución a la crítica de la economía política, Marx expone un plan de crítica de la economía política en 6 libros. El primer libro es el libro sobre el capital, que corresponde a los tres tomos que actualmente conocemos sobre El Capital, ése es el primer libro de crítica a la economía política; un segundo libro es sobre la propiedad de la tierra; un tercer libro es sobre el trabajo asalariado. En ellos tenemos caracterizadas las tres clases fundamen-tales de la sociedad burguesa: la burguesía, la clase terrateniente y el proletariado. Un cuarto libro –una vez que tenemos la tres clases–, es el libro del Estado que las sin-tetiza. Como vemos el Estado forma parte del plan de la crítica de la economía política vista en su conjunto. El capital es solamente una parte de esta crítica de la economía política: El quinto libro es sobre el comercio exterior. He aquí una cuestión decisiva; el Estado queda ubicado en este plan en el gozne entre las clases y las otras naciones, que en primer lugar se ven como comerciantes, como otras naciones que comercian con la nuestra. El Estado lo tenemos, así, en la bisagra entre la política nacional y la política

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internacional; y el sexto libro es el que Marx llama el del mercado mundial. Aparente-mente está diciendo lo mismo en el quinto y sexto libro, pero ¿qué diferencia hay?

Cuando habla del mercado exterior habla únicamente de relaciones circulatorias, una cohesión de todas las naciones en términos meramente comerciales; los barcos llevan mercancía de un lugar a otro, las bancos mandan dinero de un lugar a otro, de-scribiendo una relación comercial que intervincula a las naciones, hay acuerdos intergu-bernamentales para llevar a cabo todo esto y un derecho correspondiente. Finalmente, el mercado mundial incluye esta dimensión circulatoria; pero lo que tiene de diferente es que incluye el resto de dimensiones metabólicas de cada una de las sociedades y de todo el mundo, especialmente la vinculación económica productiva, industrial; expone, pues, la dialéctica de toda la interconexión planetaria no a nivel de la circulación mon-etaria o de la circulación mercantil sino de la producción industrial. A partir de la cual se generan crisis que, primero, son financieras y, luego, crisis de la economía real, crisis industriales; y estas crisis generan crisis políticas, y estas crisis políticas y económicas generan guerras. Por donde en el mercado mundial tenemos una serie de dimensiones que rebasan con mucho al mero comercio exterior. Tenemos un mundo concreto y vi-viente que es el mundo concreto viviente del planeta.

En fin, es muy interesante que el programa de crítica de la economía política de Marx sea en 6 libros y que el cuarto libro sea el del Estado; es decir que el tema del Estado en Marx queda ubicado como parte de la crítica de la economía política. Esto no es así en la teoría burguesa. No es que la política no tenga una dimensión específica sino que Marx piensa que la política dentro de la sociedad burguesa vive de un modo diverso a como es la política en otras sociedades, está configurada de modo peculiar: está sometida a la economía.

En la Introducción de 1857, cuando Marx ofrece este plan, discute brevemente la diferencia específica de la sociedad burguesa respecto de sociedades anteriores. En las cuales, especialmente en la sociedad feudal, la relación de producción dominante está ubicada en la tierra; mientras que en la sociedad burguesa la relación de produc-ción dominante es el capital industrial y ya no más la tierra, pues ha quedado sometida. Antes predominaba el señor feudal sobre cualquier banquero, o cualquier comerciante; aunque llegaba el momento en que aquel les pedía en préstamo dinero y a la postre él era quien quedaba sometido.

Ahora bien, que la relación de producción dominante sea el capital industrial sig-nifica que la tierra que antes era dominante va a aparecer dominada por el capital y todo el conjunto de relaciones sociales quedan dominadas por el capital industrial. Todas las formas de capital –el capital comercial, el capital bancario– que antes predominaban y eran autónomas, ahora quedan sometidas. El hecho de que antes dominara la tierra y sobre la tierra los aristócratas y los señores feudales y sobre los señores feudales domi-

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nara el rey y así se constituyera el Estado feudal desarrollándose, incluso, un Estado absolutista, nos muestra una configuración del Estado en donde la política es despl-egada para dirimir las cuestiones de la tierra y las cuestiones de la tierra se dirimen en-tre señores autónomos. Así que es el señor feudal quien inmediatamente tiene relación con la política en tanto que es terrateniente. Es decir, porque la tierra es la relación de producción dominante, el Estado aparece como una dimensión política por sobre la economía, porque es una economía de señores autónomos, de sujetos personales au-tónomos, en donde sus manejos (en referencia a necesidades, capacidades y libertades) los deciden ellos. Así que la autonomía de la política y del Estado depende de la au-tonomía de todos los señores feudales frente a los siervos y frente a la economía.

Pero eso no sucede más en la sociedad burguesa; en ella la tierra no es la relación de producción dominante y el capitalista ya no es el señor ya no es un ente autónomo, sino que es el capital industrial la relación de producción dominante. El cual domina a la tierra y a todo lo que tenía que ver con el resto de relaciones sociales y también con el Estado. Incluso, no es el burgués el dominante sino un mero instrumento del capital industrial. Mera personificación de éste, es decir, el agente del capital para realizar sus necesidades. De tal manera que el Estado queda sometido al capital industrial y someti-do a las reglas del mercado en tanto dispositivo de superación de la politicidad básica y suplantador de la misma por un mecanismo cósico represor. Así que tenemos una in-versión completa de la teoría del Estado tal y como generalmente es entendida por la academia. Pero es de este nuevo modo como Marx la está entendiendo de acuerdo al tipo peculiar de sociedad de que se trata.

Así las cosas, la teoría burguesa del Estado está hablando del Estado burgués pero lo trata como si hablara del Estado en general o del feudal en particular y no tal y como existe el Estado dentro de la sociedad burguesa, como un Estado sometido al capital. �ste es uno de los puntos nodales, importantes y sugerentes de la teoría del Es-tado en Marx, pero que al mismo tiempo implican su dificultad para ser rastreada. Y eso invita a una investigación, a un trabajo de equipo, a un trabajo arduo, teórico, prác-tico, jurídico, político para sacar adelante eso que sólo aparentemente está en crisis: el marxismo. En realidad, fue crisis de los partidos eurocomunistas, crisis de Bernstein, crisis de los marxistas que estaban en lucha política táctica pero no, definitivamente, de un cuerpo teórico fundamental escrito por Marx y luego desarrollado por otros marxistas.

4. Actualmente el mercado mundial está realizado. Los ideólogos del capital le llama-ron “globalización”. Y todos los Estados nacionales tienen que someterse porque es más importante la globalización que cualquier soberanía nacional. Excepto la de Es-tados Unidos. Pero todo el resto de Estados ya no tienen vigencia y hay que abolirlos

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por razones económicas. Nótese cómo en este discurso ideológico falaz, sin embargo, se refleja el carácter sometido del Estado a reglas económicas mundiales. ¿El Estado existe o no existe?

En realidad Marx es quien precisa el horizonte teórico científico de esto que apenas se esbozaba en su época pero que ahora está realizado. Por eso es que muchas veces no se lo ha entendido, porque no estaba la realidad lo suficientemente madura como para reconocer en ella fácilmente el modo en que estaban siendo argumentados los problemas por Marx. Mientras que la vigencia de El Capital. Crítica de la Economía Política ahora es plena en la medida en que el mercado mundial se encuentra realizado, está redondo.

Por supuesto, queda en pie la necesidad de cumplir este programa de crítica de la Economía Política en 6 libros. Así que el marxismo actualmente es vigente de doble manera: porque es que ahora sí se articula con la realidad de manera concreta, así que ya no está en crisis si no que empieza su auge para esclarecer problemas y para posi-bilitar caminos de investigación fructíferos, así como para sugerir alianzas, para indicar caminos de transformación de la realidad. Pero también es vigente, porque el programa teórico que previó Marx está todavía por cumplirse; y, precisamente, el mundo actual permite cumplirlo. Hay una exigencia cada vez más enérgica para que el pensamiento pueda desarrollarse por ese cause.

Bibliografía

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