Revista ArqueoUCA nº3

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Nº 3 Diciembre 2015

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Tercer número de la revista científica independiente de Arqueología de la Unión Cultural Arqueológica.

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  • N 3 Diciembre 2015

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    La alimentacin en el antiguo Japn (pocas Jomon, Yayoi y

    Kofun); La colonizzazione fenicia: una sintesi del fenomeno;

    El Triunfo de la Narratividad Popular en el Primer Arte

    Budista en India; Construcciones de prestigio de la emperatriz

    Wu Zetian: Mingtang y Tianshu; Naucratis y sus redes

    comerciales; Resea: Los otros hijos de Hefesto.

    Ilustracin de la portada: Carla Garrido Garca

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    Editor:

    Guillermo Palomero Lpez (Unin Cultural Arqueolgica)

    Consejo Cientfico

    Dr. Jess lvarez-Sanchs (Prof. Titular del Dpto. de Prehistoria, UCM), Dra. Mngeles

    Querol Fernndez (Catedrtica del Dpto. de Prehistoria, UCM), Dra. Isabel Rodrguez

    Lpez (Prof. Titular del Dpto. Ciencias y Tcnicas Historiogrficas y de Arqueologa,

    UCM), Dr. Jos Jacobo Storch de Gracia y Asensio (Prof. Titular del Dpto. Ciencias y

    Tcnicas Historiogrficas y de Arqueologa, UCM), Dr. Jos Ramn Prez-Accino

    Picatoste (Prof. Contratado del Dpto. de Historia Antigua, UCM), Dr. David lvarez

    Jimnez (Doctor por el Dpto. de Historia Antigua, UCM; Prof. Asociado de la UNIR), Dr.

    Luis Alberto Cabrero (Prof. Contratado del Dpto. de Historia Antigua, UCM) Dra. M

    Cruz Cardete del Olmo (Porf. Titular del Dpto. De Historia Antigua, UCM), Dra. Rosa

    Sanz Serrano (catedrtica del Dpto. Historia Antigua, UCM), Dr. Carlos Gonzlez Wagner

    (Catedrtico del Dpto. De Historia Antigua, UCM), Dr. Javier de Santiago Fernndez

    (Catedrtico del Dpto. de Ciencias y Tcnicas Historiogrficas y de Arqueologa, UCM)

    Junta Directiva Unin Cultural Arqueolgica 2015-2016

    Carmen lvarez Granell, Julia Montes Landa, Fernando Mora Rodrguez, Irene Mara

    Ordez Belln, Guillermo Palomero Lpez, Jess Puertas Corral, Nuria Schlesinger

    Ilustradora:

    Carla Garrido Garca

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    NDICE

    La alimentacin en el antiguo Japn (pocas Jomon, Yayoi y Kofun)..............pg 6

    La colonizzazione fenicia: una sintesi del fenmeno....pg 18

    El Triunfo de la Narratividad Popular en el Primer Arte Budista en India...pg 33

    Construcciones de prestigio de la emperatriz Wu Zetian: Mingtang y Tianshu.....pg 46

    Naucratis y sus redes comercialespg 65

    Resea: Los otros hijos de Hefesto..pg 88

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    LA ALIMENTACIN EN EL ANTIGUO JAPN (POCAS JMON, YAYOI Y KOFUN)

    Irene M. Muoz Fernndez

    (rea de Historia Antigua. Dpto. H Antigua, H Medieval y Paleografa y Diplomtica Universidad Autnoma de Madrid)

    [email protected]

    Resumen: Uno de los aspectos ms importantes para el ser humano es la alimentacin. La dieta pasa a ser, de este modo, un aspecto muy importante dentro del estudio de las sociedades: cultura, religin, tabes y creencias se ven reflejados en la dieta de las distintas culturas, as como aspectos de su entorno fsico e incluso de sus relaciones con otros grupos humanos, con los que el intercambio de alimentos es habitual. Este trabajo pretende realizar un estudio acerca de las caractersticas de la dieta en la Pre- y Protohistoria japonesas y los cambios de sta a lo largo del periodo estudiado.

    Abstract: Food is one of the most important aspects in humans life; thats why diet is a mayor subject in cultural researching: culture, religion, taboos or believes are shown in every cultures diet, altogether with some other aspects of their geographic environment, and even with some facts relating to their relationships with other human groups, with which they usually exchange food. This work aims to make a study of the diet characteristics at Prehistory and Protohistory at Japan, as well as the changes on it throughout these periods.

    Palabras clave: Alimentacin, Japn, Jmon, Yayoi, Kofun, Prehistoria, Protohistoria.

    Key words: Diet, Japan, Jmon, Yayoi, Kofun, Prehistory, Protohistory

    ndice: 1. Introduccin; 2. La alimentacin en poca Jmon (ca. 11000 900 a.n.e); 3. La alimentacin en poca Yayoi (ca. 900 a.n.e. 250 d.n.e.); 4. La alimentacin en poca Kofun (s. III-VII d.n.e.)

    1. INTRODUCCIN

    Para poder abordar el estudio de la alimentacin en la pre- y protohistoria japonesas, es necesario

    acudir a diferentes fuentes de informacin: en primer lugar, y dada la ausencia de fuentes escritas

    japonesas para la poca que se estudia, es imprescindible consultar la informacin de las fuentes

    documentales y crnicas chinas, aunque es importante tener en cuenta que la informacin que este

    tipo de fuentes puede aportar acerca de las costumbres y medios de produccin en tierras japonesas

    es bastante limitada, y siempre sujeta a la visin e interpretacin propia de los autores chinos, ya que

    estos autores podran haber subestimado la cultura de los habitantes del actual Japn, al tener un

    desarrollo cultural y econmico menos floreciente que la suya; adems, la terminologa de estas

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    fuentes, derivada de la cultura china, podra haber sido demasiado imprecisa y sofisticada para

    aplicarse a la sociedad japonesa, mucho ms simple en aquel momento (WAYNE, 1998: 36).

    Adems de las fuentes escritas chinas, tambin se puede acudir a documentacin escrita tanto

    coreana como propiamente japonesa, ya que estas fuentes, a pesar de ser de pocas

    posteriores a la que se estudia, en ocasiones se refieren a tradiciones ancestrales o hechos

    sucedidos en el pasado, por lo que podran servir para analizar ciertos aspectos de la dieta en

    pocas anteriores.

    Pero sin duda, las fuentes que ms informacin pueden proporcionar sobre la alimentacin

    en el Japn de las pocas Jmon, Yayoi y Kofun son los restos arqueolgicos: no slo los

    restos de alimentos propiamente dichos (restos seos, ictiolgicos, paleocarpolgicos o

    palinolgicos), sino otros restos materiales como podran ser aperos de labranza, marcas de

    campos de cultivo o de cermica comn de cocina, que pueden aportar una rica informacin

    sobre la produccin y transformacin de los alimentos y la manera en la que estos se

    consuman.

    Por ltimo, en el caso del estudio de la arqueologa japonesa, y sobre todo para los casos de

    pocas Jmon y Yayoi, se cuenta con la posibilidad de realizar una comparacin etnolgica

    tomando como ejemplo el caso de los Ainu, una comunidad indgena japonesa que habita

    hoy en da en el extremo norte de Japn, en la zona de Hokkaido, y que, aunque no tanto

    hoy en da, hasta tiempos relativamente recientes mantuvieron un modo de vida tradicional

    altamente basado en estrategias de obtencin de recursos propias de las sociedades de

    cazadores-recolectores (ISHIGE, 2008: 87), si bien practicaban la agricultura a pequea escala

    (WALKER, 2006: 23).

    2. LA ALIMENTACIN EN POCA JMON (ca.11000 900 a.n.e.)

    En poca Jmon los grupos humanos que habitaban en las islas japonesas tenan un modo

    de vida propio de las sociedades de cazadores-recolectores, por lo que su dieta estaba

    fuertemente condicionada por los factores fsicos y climatolgicos del entorno en el que

    habitaban. As, en funcin de la poca del ao, la dieta ira variando, siempre en funcin de

    la zona en la que estos grupos habitaban (interior o costa), o de los recursos disponibles en

    cada momento.

    De este modo, en invierno los recursos disponibles en el archipilago japons seran sobre

    todo los provenientes de la caza, tanto mayor como menor, hecho corroborado por los

    diferentes restos animales excavados en numerosos yacimientos jmon: jabales, ciervos u

    osos eran consumidos junto con otros animales ms pequeos como conejos, liebres o aves

    (AIKENS y HIGUCHI, 1982: 184). Es interesante destacar la gran cantidad de restos de

    consumo de ciervo y jabal (ISHIGE, 2001: 13) en yacimientos japoneses a pesar del tab

    sintosta sobre la carne y el derramamiento de sangre (ISHIGE, 2007: 101 y ss.).

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    Junto con estos animales, en algunos casos se ha podido documentar la pesca de grandes

    mamferos marinos, como las ballenas, para su aprovechamiento crnico (AIKENS y HIGUCHI, 1982: 183).

    Con la primavera llegara el punto de mximo aprovechamiento de los mariscos en la costa,

    entre los que destacaran ms de 350 especies diferentes de moluscos, destacando entre ellos

    los bivalvos, encontrados en los numerosos concheros excavados a lo largo de las costas

    japonesas, y que compaginaran con la recoleccin de brotes verdes y tubrculos en los

    bosques (ISHIGE, 2001: 15). Parece que la acumulacin de grandes vertidos de conchas de

    una sola vez podra indicar que los moluscos obtenidos en la costa se cocan en masa para

    vaciarlos y luego secarlos al sol y comerciar con ellos con las zonas del interior, hecho que

    parece estar corroborado por la aparicin en un conchero de un cuchillo de obsidiana

    proveniente de una zona situada unos 100 Km. al interior (ISHIGE, 2001: 15).

    Segn iba avanzando el verano, los recursos ictiolgicos iban amplindose, incluyendo entre

    ellos algunas especies nuevas como los tnidos, mientras que poco a poco iba decreciendo

    el acceso a los moluscos. La dieta se complementara con la caza de ciertos mamferos

    marinos como las focas, especialmente en las zonas ms septentrionales del archipilago

    (AIKENS y HIGUCHI, 1982: 183).

    Sera a finales del verano cuando la posibilidad de obtener alimentos mediante el marisqueo

    se ira difuminando, mientras que la dieta ira tomando un giro hacia los alimentos tpicos de

    esta poca: frutos de monte, frutos secos y bayas seran parte primordial de la dieta,

    consumidos en fresco o transformados en harinas con las que se realizaran tortas, pasteles

    o gachas (ISHIGE, 2001: 11); la dieta quedara complementada con la pesca de trucha y

    salmn, aprovechando la poca de remonte de estas especies en los ros para desovar

    (MATSUI, 1996: passim).

    Esta dinmica de obtencin de recursos se mantendra durante toda la poca Jmon de

    manera invariable en los diferentes mbitos y grupos humanos por todo el archipilago

    japons; no sera hasta el momento final de este periodo cuando empieza a haber evidencias

    de una agricultura y horticulturas incipientes (TSUDE, 2001: 57), y cuando parece que se

    empieza a dar un cultivo en secano del arroz (Ibidem: 57), especie originaria de la cuenca del

    ro Yangts (NAKAMURA, 2010: passim), y llegada a las islas japonesas por estas fechas (RHEE

    et al., 2007: 415). A pesar de estos tmidos avances en agricultura, las comunidades japonesas

    todava no abandonarn del todo el modo de vida nmada que haban llevado hasta entonces.

    No ser hasta el inicio de poca Yayoi, con la llegada al archipilago de nuevos grupos

    poblacionales provenientes del continente y de Corea (RHEE et al., 2007:passim), y con la

    introduccin de nuevas tcnicas de cultivo, destacando el sistema de cultivo de arroz en

    campo anegado (TSUDE, 2001: 55), cuando finalmente se haga efectiva una sedentarizacin

    de los grupos humanos que adoptaron dichos avances y que poco a poco terminarn aislando

    a las comunidades nmadas indgenas en el norte del archipilago, donde con el tiempo

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    quedarn reducidos a unos pocos grupos humanos, identificados con la cultura Ainu, que

    conservarn un modo de vida no agrcola hasta tiempos relativamente recientes (TANAKA,

    2011: 38).

    3. LA ALIMENTACIN EN POCA YAYOI (ca. 900 a.n.e. 250 d.n.e.)

    Como se ha comentado anteriormente, la poca Yayoi marca grandes diferencias en las

    estrategias de obtencin y produccin de alimentos con respecto a la poca anterior: la llegada

    de grupos humanos provenientes del Continente y de Corea traen consigo numerosas

    novedades tcnicas, entre ellas el trabajo del bronce y, posteriormente, del hierro (TSUDE,

    2001: 57), lo que implicar la introduccin de diversos aperos de labranza realizados en estos

    metales, as como la tecnologa agrcola asociada a los mismos, destacando muy

    especialmente la introduccin del sistema de arrozales en bancal, que supondr un avance

    revolucionario en la agricultura japonesa. De este modo, con las nuevas herramientas se

    podrn realizar trabajos de acondicionamiento del terreno, aterrazamientos, canalizaciones y

    todo lo necesario para poder poner en explotacin arrozales irrigados que han dejado en

    ocasiones huellas arqueolgicas que nos ayudan a conocer cmo se daba la produccin de

    arroz en poca Yayoi, como es el caso de los arrozales que se han excavado en el yacimiento

    de Toro, donde se pueden apreciar las parcelaciones del terreno, as como las canalizaciones

    para el riego (AIKENS y HIGUCHI, 1982: 234-235). Estudiando estas huellas de arrozales, podemos saber que los terrenos se dividan en pequeas parcelas regulares, entre las que se

    excavaban canales de irrigacin para facilitar la llegada del agua a los campos.

    Otra de las novedades introducidas en tierras japonesas y relacionadas con la extensin del

    cultivo del arroz son los segadores con forma de media luna, realizados en piedra o concha,

    cuya similitud con otras piezas encontradas en yacimientos coreanos no deja lugar a dudas

    de la va de introduccin de los mismos en el archipilago japons (RHEE et al., 2007: 416).

    En cuanto a la manera de consumir el arroz, los restos parecen confirmar que en la mayora

    de las ocasiones, se consumira sin pulir (ISHIGE, 2001: 31). Por otro lado, en funcin de si

    se trataba de arroz de la variedad indica o japonica, o de si era un arroz glutinoso o no, su

    utilizacin y consumo podra variar desde la produccin de sake hasta el cocido simple con

    agua o el cocinado caldoso.

    Para la fabricacin de sake, hay documentados dos mtodos de produccin: en primer lugar,

    est el mtodo antiguo, consistente en escupir en un recipiente el arroz crudo o tostado una

    vez masticado, para que las enzimas de la saliva arranquen la transformacin del almidn del

    arroz en azcares que posteriormente fermentarn gracias a las levaduras naturales, hasta

    convertirse en alcohol. Este mtodo queda reflejado en unas crnicas del s. VIII en la que se

    describe cmo todos los habitantes de la aldea se juntan para masticar el arroz y

    posteriormente se reparten el sake ya fermentado entre todos.

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    En segundo lugar, est el mtodo de fermentacin por levadura kji: el kji es una levadura

    que se desarrolla muy fcilmente sobre la harina del arroz o del trigo, con ciertas condiciones

    de temperatura y humedad. Aadiendo esta levadura al arroz, es capaz de sacarificar el

    almidn contenido en ste. Este mtodo est documentado en China desde el s. II a.n.e., y

    los primeros registros escritos que datan su introduccin en Japn, lo hacen en una

    cronologa del s. V, aunque algunos autores defienden que este mtodo ya se practicaba

    muchsimo antes en Japn, y que se introdujo en el archipilago junto con el arroz en poca

    Yayoi (ISHIGE, 2001: 33 y ss.).

    Independientemente de los enormes cambios que la introduccin del sistema de arrozal

    irrigado produjo en los grupos humanos que habitaban en tierras japonesas, y de la

    consecuente y progresiva sedentarizacin de las poblaciones, la dieta bsica sigui contando

    en muchas regiones con un gran aporte proveniente de la caza y pesca, as como del cultivo

    de otras plantas, siguiendo el sistema de quema y roza (ISHIGE, 2008: 86). As, cereales como

    el trigo, la cebada, el mijo o el arrocillo, junto con otros como el ssamo o el alforfn, se

    combinan en la dieta con otras plantas cuyos restos han sido encontrados en diferentes

    yacimientos japoneses, como la juda ryokut, la juda azuki, la soja, el melocotn o los

    ctricos (ISHIGE, 2001: 23).

    En lo referente al consumo de pescado y marisco, de los que se seguiran explotando las

    mismas especies del entorno, en funcin de la poca del ao y la localizacin geogrfica, hay

    que destacar la pesca de pescado de agua dulce, tanto de ro, como en arrozal (IMAMURA,

    1996: 74 y ss.), aprovechando la poca de crecidas en la que los campos anegados se llenaban

    de peces. Adems, la pesca de especies migratorias en poca de desove, como la trucha o el

    salmn (MATSUI, 1996: passim), seran tambin muy habituales, y probablemente se

    conservaran secados al sol, tal y como los Ainu lo conservan hoy en da.

    Otra manera de conservar los pescados, tanto marinos como de agua dulce, sera mediante

    la salazn. En esta poca, la extraccin de sal marina se realizara vertiendo agua de mar sobre

    un lecho de algas y dejndolo secar, repitiendo el proceso sucesivamente. Tras varias

    repeticiones, se aclararan las algas en agua de mar, que despus se hervira hasta la completa

    evaporacin, o bien se quemaran las algas, para obtener una mezcla de cenizas y sal (FARRIS,

    2009: 40).

    Por otro lado, la fabricacin de pastas de pescado salado, muy directamente relacionada en

    todo Extremo Oriente con la presencia de arrozales (ISHIGE, 2001: 35 y ss.), tambin sera

    una manera de aprovechar los pequeos peces que se obtenan en la poca de crecidas en los

    arrozales.

    En lo referente a los recursos cinegticos, hay que destacar la importante presencia de restos

    de consumo de especies del entorno, especialmente ciervo, jabal y oso, tal y como ya vena

    ocurriendo para poca jmon. Aunque con el desarrollo del cultivo del arroz la caza pasa a

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    ser un recurso cada vez de menor importancia, es cierto que en zonas donde el cultivo no se

    puede dar o se da en condiciones poco ptimas, la caza sigue teniendo un gran peso en la

    dieta.

    En cuanto al consumo de carne de animales domsticos, siempre hay que tener en cuenta

    que el clima monznico hmedo japons no es apto para el pastoreo, a excepcin de la cra

    del cerdo, del que s que se encuentran algunos restos seos, sobre todo en las zonas ms

    meridionales (ISHIGE, 2006: passim). Tambin se sabe que la gallina fue introducida en Japn

    en esta poca, pero existen ciertas dudas sobre su consumo, pues existen numerosos tabes

    sobre este animal, considerado mensajero de los dioses (ISHIGE, 2001: 54).

    4. LA ALIMENTACIN EN POCA KOFUN (s. III-VII d.n.e.)

    En poca Kofun se dan varias circunstancias religiosas y econmicas que hacen que la dieta

    en las islas japonesas sufra algunos cambios con respecto a pocas anteriores: en primer lugar,

    la extensin de los arrozales y la inclusin generalizada del arroz como elemento principal de

    la dieta favorece el progresivo abandono de la caza y la recoleccin (TSUDE, 2001: 58), que a

    partir de esta poca tendrn un papel subsidiario dentro de la dieta. Estos datos se ven

    reforzados por la cada vez menor cantidad de restos seos de animales aparecidos en los

    yacimientos Kofun, a lo que hay que sumar el tab shintosta sobre la impureza de la sangre

    y el tab de la recientemente introducida religin budista sobre matar y consumir- animales

    (ISHIGE, 2001: 52 y ss.). De hecho, en el ao 675, el emperador Temmu proclama una

    ordenanza en la que se prohben el consumo de ciertos animales (SEKIYAMA, 2011: 150.),

    por las connotaciones sagradas y religiosas que los mismos tenan: as, el consumo de carne

    de vacuno junto con el de caballos, ya de por s muy escasos por su reciente introduccin en

    el archipilago en poca Yayoi qued mermado, y salvo en muy excepcionales ocasiones

    religiosas, como sacrificios (COMO, 2007: 396), no se podan consumir; de hecho, poco a

    poco las vctimas propiciatorias de estos sacrificios rituales fueron siendo sustituidas

    progresivamente por representaciones de las mismas, hasta que la costumbre de realizar

    sacrificios cruentos qued en desuso.

    Otro de los animales cuyo consumo se prohibi en la ordenanza de Temmu fue el perro:

    este animal era consumido asiduamente (y de hecho, hoy en da sigue siendo consumido) en

    otras zonas asiticas donde no haba tradicin de caza, debido al temprano desarrollo de la

    agricultura, pero en Japn, donde la introduccin de la agricultura fue muy tarda, el perro

    era considerado un animal domstico; de hecho, la consideracin de los perros como

    animales de compaa y el aprecio que sus dueos les tenan queda reflejada en la aparicin

    de tumbas de perros ya desde poca jmon. Es de comprender que en estas circunstancias

    los motivos para prohibir su consumo eran ms de ndole cultural que propiamente religiosa.

    Otros dos animales prohibidos en el ao 675 son el mono y la gallina; ambos tienen fuertes

    connotaciones religiosas que, en el caso de los monos, se agudizaban por ciertos tabes

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    debidos a su similitud con los humanos y que hacan que de vez en cundo se diera su

    consumo como medicina, por atribursele propiedades mgicas.

    Por ltimo, la ordenanza anteriormente mencionada prohbe tambin el consumo de cerdo.

    Este animal fue introducido desde China, aumentando los restos seos en yacimientos de

    poca kofun. Aun as, la cantidad de restos no lleg a ser nunca especialmente significativa,

    y salvo por una referencia en la crnica japonesa NihonShoki, de principios del s.VII, sobre

    la existencia de piaras imperiales desde el s.V, da la sensacin de que el consumo de este

    animal nunca se generaliz ms all de los crculos de consumo de artculos de lujo. La nica

    excepcin a este patrn se puede encontrar en la isla de Okinawa donde, probablemente por

    influencia coreana, los restos de suidos en yacimientos arqueolgicos son relativamente

    habituales (ISHIGE, 2007: 106).

    Tambin en poca Kofun parece que tiene su origen el narezushi, una conserva de pescado

    que llegara a ser la versin ms arcaica de lo que actualmente se conoce como sushi, aunque

    el sushi en su forma actual tiene su origen en poca Edo (ISHIGE, 2008: 79). El antiguo

    narezushi se elaboraba retirando los rganos y espinas del pescado, y almacenndolo ya

    limpio, junto con las huevas en abundante sal durante un periodo comprendido entre uno y

    tres meses, tras los que se volvera a extraer el pescado y se limpiara con agua para retirar el

    exceso de sal. Acto seguido, en un recipiente de madera, se alternaran capas de arroz cocido

    con capas de este pescado salado, cubrindolo con una tapa de madera interior y cubriendo

    hasta el borde del recipiente con agua, para evitar que el contenido tuviera contacto con el

    oxgeno exterior. Con este proceso se facilitaba la fermentacin conjunta del arroz con el

    pescado, que quedara conservado gracias al vinagre producido por el arroz. Una vez

    terminada la fermentacin, se sacara el pescado, que ya estara listo para su consumo

    (ISHIGE, 2001: 42).

    Otro producto elaborado que tiene su origen en poca Kofun es la salsa de soja. La actual

    salsa de soja lquida no se desarroll hasta el s.XVI en Japn (SHURTLEFF y AOYAGI, 2007:

    passim.), pero ya desde poca antigua se tiene constancia de la existencia de una pasta espesa

    elaborada mediante la fermentacin de las habas de soja con sal, tal y como muestra el Cdigo

    Taihou (701 d.n.e.), donde se describe su elaboracin con soja, sal y levadura kji, o en su

    defecto, un poco de trigo (TANAKA, 2000: passim).

    Junto a la salazn, una manera muy tpica de conservar los alimentos en la Antigedad era

    en un medio dulce. En el caso de Japn surge la incgnita de si este mtodo de conservacin

    se practicaba, y en caso de darse, en qu condiciones o con qu ingredientes se haca: la miel

    no se introduce como alimento en el archipilago hasta el s. XVIII (antes, se utilizaba como

    una medicina exclusiva, pero siempre importada desde el continente); se tienen registros

    sobre un inmigrante coreano que intent desarrollar la produccin de miel hacia el 643 d.n.e.,

    pero sin xito. Por otro lado, el azcar tambin era raro de encontrar en el Japn antiguo: al

    igual que la miel, se empleaba como medicina y era importado desde China, no siendo

    introducido en la dieta habitual hasta el boom comercial del s. XVI, cuando se generalizara

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    por influencias de los occidentales que arribaron a tierras niponas para comerciar (ISHIGE,

    2001: 259).

    Entonces, si no contaban con miel ni azcar, con qu podran endulzar sus comidas? Hay

    constancia de que en el s. X los refrescos de los nobles de la Corte Heian se endulzaban con

    amazura, un sirope realizado con la savia de la Parthenocissus tricuspidata, una trepadora muy

    habitual en Japn, y que pareca que ya en aquella poca era un alimento que contaba con

    una gran tradicin (ISHIGE, 2001: 259).

    En cuanto a la preparacin y cocinado de los alimentos en poca Kofun, gracias a los restos

    arqueolgicos excavados, se pueden obtener varias conclusiones interesantes: la escasez de

    grasa animal, debido al cada vez ms bajo consumo de carne, haca que la fritura de los

    alimentos sea una manera de cocinar que prcticamente podamos desechar para esta poca.

    No ser hasta el contacto con los espaoles y portugueses en el s. XVI cuando se introducirn

    las frituras como, por ejemplo, la tempura (ISHIGE, 2001: 245). sto nos hace pensar que las

    formas ms habituales de cocinado deban ser el estofado y los asados. Tambin existen

    evidencias de la realizacin de harinas, tanto de arroz como de otros cereales, con las que se

    realizaran tortas, pasteles (ISHIGE, 2008: 80) o tal vez se consumiran en forma de gachas o

    papillas.

    Adems, se han encontrado en los diversos yacimientos numerosos objetos que ayudan a

    componerse una idea de cmo se cocinaban e incluso consuman los alimentos: ya desde el

    s. IV empiezan a aparecer las manaita (ISHIGE, 2001: 212), unas tablas para cortar pescado

    que an hoy siguen utilizndose en las cocinas japonesas (OGAWA, 2009: passim).

    La Arqueologa tambin da cuenta de la aparicin de las primeras vaporeras realizadas en

    barro cocido a partir del s. V d.n.e. (AIKENS y HIGUCHI, 2008: 302), y que no slo

    proporcionan evidencia de la manera de cocinar el arroz, sino que apuntan a una

    generalizacin del consumo de variedades de arroz glutinoso, para las que el cocido al vapor

    es la manera ms adecuada de cocinarlas, dada su dificultad para alcanzar un grado de coccin

    ptimo y uniforme con una coccin ordinaria.

    En cuanto a los palillos, hoy en da omnipresentes en las mesas japonesas, parece que su uso

    comenz en la China de la dinasta Shang y generalizndose durante la dinasta Han,

    alrededor del 100 a.n.e, pasando de ah a Corea, ya en el s. VI d.n.e., desde donde seran

    introducidos en Japn, aunque parece ser que en un principio su uso se limit al mbito de

    la Corte (ROYAL WARRANT, HASHIKATSU HONTEN K.K., 2008: 11). En lo referente a la

    introduccin de la cuchara, parece que tampoco cal su uso en el archipilago japons, dada

    la costumbre tan asentada para beber del cuenco (ISHIGE, 2001: 68).

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    Tambin es significativa a la hora de formarse una imagen de cmo sera el consumo de los

    alimentos en la Protohistoria japonesa la progresiva sustitucin de los grandes platos

    comunes, aparecidos en los hbitats jmon por pequeos platos individuales, que empiezan

    a aparecer en poca Yayoi, y que se generalizarn en poca Kofun, aunque los grandes platos

    comunes no desaparecen del registro arqueolgico (ISHIGE, 2001: 69); todo apunta a que la

    comida se seguira sirviendo en los platos comunes, y que luego cada comensal se servira en

    su propio cuenco su racin, donde lo consumira. De hecho, la costumbre de tener el propio

    cuenco individual para cada miembro de la familia arraigara rpidamente en la cultura

    japonesa, hasta el punto de que en las excavaciones de las dependencias administrativas del

    palacio de Heijokyo, del s. VIII han aparecido numerosos cuencos con los nombres de los

    empleados gubernamentales, en los que se especificaba la prohibicin de que otra persona

    que no fuera su propio dueo los utilizara (ISHIGE, 2001: 69).

    Por ltimo, y al hilo de la manera de consumir los alimentos, destacar que la comida se

    consumira con los comensales sentados en el suelo, dado que el desarrollo de las sillas y la

    mesa en Extremo Oriente no se dara hasta la dinasta Tang china (618-967), ya en poca

    muy avanzada (ISHIGE, 2001: 70).

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    LA COLONIZZAZIONE FENICIA: UNA SINTESI DEL FENOMENO

    Sugli inizi dellirradiazione fenicia e sul suo rapporto con la colonizzazione greca

    Chiara Maria Mauro

    Licenciada y especializada en Arqueologa Clsica en la Universidad de Pisa; doctoranda en Estudios del Mundo Antiguo (UCM)

    [email protected] Resumen: Este estudio se centra en el rea del Mediterrneo y del Atlntico prximo entre los siglos XIII y IX a.C.: en particular: pretende analizar los grandes desplazamientos que se produjeron dentro de este contexto y que determinaron la creacin de intercambios comerciales a larga distancia. El objetivo es el de individuar las diversas fases de este fenmeno y determinar quines fueron los agentes principales, subrayando como la as llamada Edad Obscura no se considere un periodo de estancamiento, sino ms bien una

    fase de fervientes desplazamientos que tenan su centro centrpeto en las costas orientales. Riassunto: Questo studio si incentra sullarea mediterranea e vicino atlantica tra il XIII e il IX sec. a.C.: in particolare analizza i grandi spostamenti Est-Ovest che si produssero in tale contesto e che determinarono la creazione di scambi commerciali a lunga distanza. Lintento quello di riconoscere le varie fasi di questo processo e determinarne gli agenti principali, sottolineando come la cosidetta Dark Age non sia da considerare come un periodo di stasi, quanto piuttosto una fase di ferventi spostamenti che avevano nella zona orientale del Mediterraneo il loro principale centro centripeto. Abstract: This paper focuses on the Mediterranean and near Atlantic areas between the thirteenth and the ninth century b. C.: in particular it analyzes the major east-west movements which happened in this context and the way they set the creation of long-distance trades. Its principal purpose is to recognize the various stages of this process and to determine the main agents in order to prove that the so-called "Dark Age" is not to be considered as a period of stasis, but rather a period of fervent movements that had in the East Mediterranean their main centripetal center. Palabras llave: colonizacin, fenicios, expansin, intercambios de larga distancia, edad obscura Parole chiave: colonizzazione, fenici, espansione, scambi a lunga distanza, dark age Keywords: colonization, Phoenicians, expansion, long-distance trade, dark age ndice: 1. Quadro della frequentazione del mediterraneo al momento della diaspora fenicia; 2. Gli inizi dellirradiazione fenicia; 3. Conclusioni. Lespansione fenicia depoca arcaica e la colonizzazione greca a confronto

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    I. QUADRO DELLA FREQUENTAZIONE DEL MEDITERRANEO AL MOMENTO DELLA DIASPORA FENICIA

    I.1. Gli antecedenti

    Tra il XIII ed il IX sec. a.C. il Mediterraneo non era la terra di nessuno, ma nemmeno uno spazio unificato sotto una sola dominazione politica e culturale (GRAS 1997). Era un mare frequentato, solcato e vissuto, in cui ancora ogni circuito era aperto e non esisteva una forza preponderante. Molte erano le genti che si mettevano in viaggio e le relazioni tra i vari popoli erano intense e frequenti (RIDGWAY 2000).

    Studi piuttosto recenti (VV.AA. 2008, GRAZIADIO 1997, MEDEROS MARTN 1996, VAGNETTI 2000) dimostrano che, dopo la crisi che invest il mondo miceneo e leconomia

    palaziale che lo contraddistingueva, il Mediterraneo continu, nei secoli bui, ad essere attraversato; la direttiva che conduceva da Est ad Ovest non venne mai del tutto abbandonata. Certamente, la crisi del XIII sec. a.C. che interess le strutture economiche, politiche e sociali, ebbe ripercussioni sul mondo mediterraneo e ne influenz gli sviluppi storici successivi; non bisogna, per, guardare a questo secolo come allinizio di un periodo in cui gli scambi vennero interrotti e le reti di comunicazione congelate. I cosiddetti Dark Ages nascondono dietro di s un brulichio di attivit commerciali che continuarono a fervere: centinaia di mercanti percorrevano ancora le rotte est-ovest e continuavano a tener vivi i collegamenti tra le parti pi lontane del Mediterraneo. Le linee commerciali erano, insomma, trafficate e lorganizzazione di tali rapporti doveva essere complessa. Il ritrovamento del relitto di Capo Gelidonya, attribuito da G. Bass ad ambiente siriano-cananeo e da altri studiosi ad ambiente cipriota o miceneo, aveva gi fatto sorgere il problema dellimpossibilit di assegnare una nave ad un contesto preciso. Lanalisi del relitto di Ulu Burun, datato al TE IIIB, conferm (con il suo carico misto comprendente materiali mesopotamici, siro-palestinesi, ciprioti, africani e micenei (VAGNETTI 1996) questa impressione, restituendo unimmagine concreta di quelli che dovevano essere i traffici mediterranei dellepoca. Lincapacit di attribuire una specificit alla pluralit di provenienze dei carichi navali ha fatto pertanto pensare a equipaggi misti: si trattava di navi che si fermavano in ogni porto, caricando o scaricando ad ogni scalo merci differenti, e che si dirigevano l dove gli interessi economici le spingevano. Quindi, se da un lato pare arduo risalire al porto di partenza di unimbarcazione, il carico quasi come fosse un diario di bordo - ci consente di tracciarne i possibili spostamenti e le eventuali soste. Questa situazione di eterogeneit tra laltro riscontrabile anche a livello portuale: dagli scavi di Kommos a Creta e di Hala Sultan Tekk a Cipro provengono materiali di origine differente, spesso associati allinterno degli stessi strati (VAGNETTI 1996).

    Linsieme di cambiamenti che, per semplicit di cose, conosciuto come invasione dei Popoli del Mare (espressione con la quale, in realt, le fonti bibliche ed egiziane schematizzano una serie di trasformazioni) favor la crescita economica delle citt costiere sopravvissute alla distruzione e port a una modifica parziale delle forze in gioco: cos Micenei e Levantini cedettero il posto a nuovi e influenti protagonisti. Il passaggio fu per graduale: pare che i Fenici, contrariamente a quanto affermano le fonti classiche, non si siano inseriti immediatamente in questi circuiti commerciali, ma che, tra XIII e X secolo a.C., siano stati i Ciprioti (VV.AA. 2008, GRAZIADIO 1997, MEDEROS MARTN 1996, VAGNETTI 2000) a occupare un ruolo determinante nel mantenere aperte le rotte mediterranee. Lisola di Cipro (lontana dai luoghi interessanti dalla devastazione dei Popoli

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    del Mare) ag da centro propulsore per la ripresa delleconomia e i suoi mercanti

    continuarono, per iniziativa indipendente, a frequentare i siti del lontano Occidente. Questo non significa, tuttavia, che furono i Ciprioti gli unici ad attraversare le acque mediterranee, dal momento che riferibile a questo arco temporale una serie di rinvenimenti (che interessano Sicilia, Sardegna e Penisola Iberica) che farebbe pensare a viaggi di carattere misto cui partecipavano elementi micenei, ciprioti, filistei e orientali in generale. In questo periodo le acque del Mediterraneo occidentale, dallIberia alla Sicilia, sono attraversate da equipaggi indecifrabili, sono percorse da economie cifrate; i viaggiatori ed i mercanti che portano sulle loro navi materiali tardomicenei e sub micenei, oxhide ingots e bronzi di produzione cipro-levantina, sfuggono a definizioni precise, a connotazioni certe; e meccanismi e le strategie economiche del rapporto attivato con i popoli dellOccidente

    permangono in gran parte oscuri(BERNARDINI 2000). Bisogna aspettare, dunque, il X secolo a.C. per assistere al graduale aumento dellelemento

    fenicio.

    I.2. La precolonizzazione: miti e terminologie da sfatare

    Le teorie sullesistenza di una fase precoloniale si basano soprattutto sulle fonti classiche che riferiscono di stanziamenti fenici in Occidente gi a partire dal XII sec. a.C.

    Velleio Patercolo (VELL. PAT., Historiae romanae ad M. Vinicium libri duo, I, 2, 1-3), ad esempio, afferma che Tum fere anno octagesimo post Troiam captam, centesimo et vicesimo quam Hercules ad deos excesserat [...], Tyria classis, plurimum pollens mari, in ultimo Hispaniae tractu, in extremo nostri orbis termino, in insula circumfusa Oceano, perexiguo a continenti divisa freto, Gadis condidit. Ab iisdem post paucos annos in Africa Utica condita est (Circa ottantanni dopo la guerra di Troia e centoventi dopo lascesa di Eracle tra gli dei, [] la flotta di Tiro, che controllava il mare, fond Cadice nella regione pi lontana della Spagna, ai limiti del nostro mondo, su unisola unita al continente da un sottile lembo di terra. I Tirii stessi, qualche anno dopo, fondarono Utica in Africa [trad. a cura dellautrice]). Pi avanti (VELL. PAT., Historiae romanae ad M. Vinicium libri duo, I, 6, 4) si legge: Hoc tractu temporum ante annos quinque et sexaginta quam urbs Romana conderetur, ab Elissa Tyria, quam quidam Dido autumant, Carthago conditur. (In questo periodo, sessantanni prima che la citt di Roma fosse fondata, la regina tiria Elissa,

    conosciuta anche come Didone, fece sorger Cartagine [trad. a cura dellautrice]). Pomponio Mela (MELA, De corographia, I, 6 [46], trad. a cura dellautrice) avalla questa cronologia quando, parlando di Cadice, dice che fu fondata dai Tirii e che lepoca quella degli anni che seguirono la guerra di Troia. Plinio il Vecchio (PLIN., Naturalis historia, XVI, 40 [216]) dichiara altres che Utica fu fondata nel 1101 a.C.

    I ritrovamenti archeologici, sebbene negli ultimi anni stiano restituendo cronologie sempre pi alte, smentiscono almeno per il momento - queste datazioni, indicando segni pertinenti a insediamenti stabili solo a partire dallultimo quarto del IX sec. a.C. Ciononostante, seppur non si possa parlare ancora di stanziamenti, sono attribuibili al XIII-XII secolo a.C. le tracce di una serie di contatti comunemente definiti come precoloniali (MAZZA 1988). Tali tracce indicano sostanzialmente che la fondazione di insediamenti/scali in Occidente fu preceduta da un periodo di frequentazioni pi sporadiche1: in realt, per, i contatti in questa

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    fase non sono ancora caratterizzati dalla predominanza dellelemento fenicio, quanto piuttosto da una compresenza di elementi orientali di varia provenienza (BOND 1985)2.

    I.3. Il punto di snodo: Cipro, X sec.a.C.

    Il X sec. a.C. rappresenta per Cipro un periodo fiorente: subito dopo la crisi del sistema palaziale lisola si era inserita a pieno titolo nei circuiti commerciali, rilevando il ruolo che precedentemente era stato dei Micenei. Daltra parte fu la sua stessa situazione geografica a favorirla: la posizione a cavallo tra lEgeo e lOriente (i due maggiori poli economici del II millennio a.C.) la rese la naturale intermediaria dei commerci internazionali (BARTOLONI 2002; ROBERTSON BOARDMAN; KUNTS 1994; RUIZ DE ARBULO 1996; TATTON BROWN 1997); la disponibilit naturale di buoni porti e la presenza di risorse economicamente e commercialmente appetibili fecero il resto.

    Data questa condizione di partenza, molti individui si rifugiarono sullisola in seguito al crollo del sistema palaziale: qui fondarono nuovi insediamenti, in un contesto che era sicuramente facilitato nelle comunicazioni con lOriente (COLDSTREAM 1988).

    Elementi archeologici di origine cipriota fanno la loro comparsa almeno a partire dal XIII sec. a.C. affiancati a materiali egei (KARAGEORGHIS 2002a; VAGNETTI 2000). Il fenomeno, gi noto e conosciuto nel Levante, si ripete su scala ridimensionata- anche in Occidente. Si ricorda, a tal proposito, il pithos (Fig. 1) proveniente da Antigori (Sardegna) e decorato con solcature orizzontali e a festone. Datato al XIII sec. a.C., il contenitore stato attribuito, grazie ad indagini archeometriche, ad ambiente cipriota. Rinvenimento peculiare inoltre quello piuttosto recente - di alcuni lingotti, identificati come ciprioti dalle analisi agli isotopi, in una Sardegna che di metalli era gi di per s ricca (KARAGEORGHIS 1998; LO SCHIAVO 2002).

    Tuttavia anche altri contesti italici hanno restituito questa commistione di elementi (si pensi alla ceramica dalle tombe dei contesti funerari della costa orientale della Sicilia [KARAGEORGHIS 2002b]) , tanto da far pensare che nel XIII sec. a.C. i Ciprioti abbiano ricoperto un ruolo di primo piano nella diffusione del vasellame (miceneo e di produzione propria) in Occidente. Un commercio, dunque, che aveva in Cipro il tramite fondamentale (GRAZIADIO 1997).

    LXI sec. a.C. segn larrivo di una nuova ondata di elementi allogeni: molti Greci emigrarono a Cipro sulla scia della popolazione egea che da tempo si era trasferita sullisola; a partire da

    questo momento anche la componente levantina divent degna di considerazione nellambito dei traffici commerciali (KARAGEORGHIS 2002b; MARKOE 1985).

    Nel X sec. a.C. la situazione rimase pi o meno stabile: la circolazione di navi e genti cipriote in Occidente attestata da rinvenimenti in Sicilia e Sardegna. Si tratta soprattutto di manufatti metallici, ma son note anche testimonianze ceramiche. E in questo periodo che nuclei fenici

    instaurano con i Ciprioti strette relazioni che si ripercuotono soprattutto sui rinvenimenti nel Mar Egeo (BOTTO 2008a): nota , ad esempio, lesistenza di rapporti tra la comunit di

    2 Per indicare questa serie di contatti entrato in uso il termine precolonizzazione che si riferisce alle frequentazioni che precedono il periodo di fondazioni fenicie vere e proprie. In realt questa espressione sarebbe da mettere in discussione alla luce delle recenti scoperte archeologiche, nonch di una serie di considerazioni sulla natura del fenomeno. Una breve riflessione sullargomento stata da me presentata nel corso del IX Colloquio Internazionale del Centro di Studi Fenicio-Punici tenutosi ad Almeria nel Marzo 2015. A tale intervento si rimanda per lapprofondimento del tema.

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    Lefkandi e lOriente. Erano generalmente scambi reciproci: allarrivo in Grecia di oreficeria,

    manufatti bronzei e avori ciprioti faceva riscontro lattestazione, in Oriente, di ceramica greca (BOTTO 2008a; COLDSTREAM 1985). Di queste interazioni risente anche lOccidente. Ancora a questa fase potrebbero essere riferiti alcuni manufatti cipro-fenici rinvenuti nella necropoli di Torre Galli, Tropea (PACCIARELLI 1999); nella Penisola Iberica (Fig. 2) sono state, inoltre, trovate fibule a gomito datate col C14 a un periodo compreso tra lXI e il IX sec. a.C. ( rinvenimenti da La Raquejada e dal Cerro de la Mora [MEDEROS MARTN 1996]). Lintensificazione dei rapporti a lunga da datarsi al 1050-950 a.C. e pare attribuibile allacquisita consapevolezza, da parte di Ciprioti e Fenici, della ricchezza delle risorse

    minerarie iberiche: proprio per averne accesso, navi cipro-fenicie salparono alla volta dellOccidente Estremo, toccando lungo il percorso punti del litorale italiano. E proprio in

    questa fase che i Cipro-Fenici presero le redini della rotta e ne divennero gli utenti pi assidui.

    I.4. Contatti in Oriente tra Greci e Fenici allalba del I millennio

    Il continuo ed inevitabile incrociarsi delle rotte marittime e la vicinanza tra le regioni di provenienza misero in contatto Greci e Fenici gi prima dellinizio delle rispettive avventure occidentali (DOMINGUEZ MONEDERO 2000). Il background dellincontro deve essere rintracciato, ancora una volta, nella Cipro dellXI-X sec. a.C.: qui pervennero numerosi elementi greci, in fuga dalla crisi del mondo miceneo, e fenici, in cerca di fortuna e di nuovi mercati. Le attestazioni pi numerose di questi scambi/contatti provengono dallisola del rame, dove gi dal X sec. a.C. importazioni greche ad Amathus testimoniano lapertura di una rotta che, dal continente, aveva il suo terminale nella centripeta Tiro (COLDSTREAM 1988). Provengono, infatti, dallinsediamento due vasi potori (uno skyphos, h 14 cm, e una tazza, h 9,9 cm) facenti parte del corredo di una tomba del Cipro-geometrico I (KARAGEORGHIS 2002b ; Fig.3). Tale dialogo trova conferma su altri fronti: quello levantino (rinvenimento a Tiro di materiale greco di X sec. a.C. [COLDSTREAM BIKAI 1988] ) e quello greco (contesti funerari di Lefkandi). In particolare il caso di Lefkandi riveste un ruolo chiave, dal momento che il materiale proveniente dalla necropoli pare attestare lo stabilimento di contatti con aree geografiche differenti (Cipro, Siria) a partire dallepoca proto-geometrica (1050 a.C. ca. [BONNET 1995]). A lungo si discusso circa contatti e commerci tra Greci e Fenici in questa prima fase [STAMPOLIDIS 2003]: se da un lato pare impossibile arrivare (con i dati oggi a disposizione) a determinare lesistenza (o la non esistenza [PAPADOPOULOS 1997]) di stanziamenti egei in Levante e viceversa (Niemeier 2000 parla di possibili nuclei fenici insediatisi in comunit greche importanti quali Knosso, Creta, Samo e, forse, Atene), vi sono alcuni elementi che farebbero pensare se non altro- a scambi frequenti e regolari, seppur modesti in quanto a proporzioni (BONNET 1995). In primis il gi citato caso di Lefkandi, in cui questi contatti non hanno carattere sporadico e/o eccezionale, ma si inseriscono in un flusso continuativo testimoniato da importazioni che coprono un arco cronologico abbastanza ampio (XI IX sec. a.C.). Pur tuttavia, la situazione di Lefkandi potrebbe essere il risultato di realt differenti che non implicano forzatamente il rapporto diretto Fenici Greci: potrebbe, ovvero, essere effettivamente conseguenza di viaggi fenici in Grecia (Fenici che portavano sulle coste eubee oggetti preziosi, dai Greci tesaurizzati e inseriti nelle sepolture? [BONNET 1995]) e viceversa, oppure essere lesito di contatti indiretti mediati dai Ciprioti.

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    Il quadro dei rinvenimenti euboici deve pertanto essere coadiuvato da altre componenti per poter essere ritenuto valido. Le testimonianze di Erodoto, in questo senso, sembrano arricchire lo scenario sopra esposto di nuovi elementi: lo storico torna insistentemente sul tema della presenza fenicia in Grecia a Thasos (HDT. II, 44; IV, 147; VI, 47.1), Kythera (HDT. I, 105.3) e Tebe (HDT. II. 49,3; V. 57-58). Ancora, Omero parla a pi riprese di mercanti fenici regolarmente presenti nei principali porti greci (OD. IV. 612 ss. ; XI. 113 ss.), a Lemnos ( IL. XXIII. 741 ss.) e a Syrie (OD. XV. 415-483) (probabilmente una delle isole Cicladi [MELE 1979: p.87]). Da quanto si pu desumere dai poemi epici, i Fenici appaiono attivi soprattutto come mercanti di manufatti metallici e sembrano perfettamente inseriti allinterno del codice greco dellospitalit e dello scambio di doni (MELE 1979). Zenone, nella prima met del II sec. a.C., raccontando le vicende di Cadmo, gli attribuisce la fondazione di un tempio di Poseidone a Ialyso, come forma di ringraziamento al dio per averlo fatto scampare ad una tempesta (COLDSTREAM 1969). Un altro storico locale, Ergia, scrive che i Fenici, capeggiati da Falanto, vennero estromessi dai Greci dalla loro citt fortificata nel territorio di Ialyso (COLDSTREAM 1969). Abbiamo notizia, inoltre, di varie localit in Grecia chiamate Phoinikous (STARR 1961), che potrebbero essere persistenze toponomastiche dellesistenza di luoghi di scambio fenici, e di un culto a Corinto di Melikertes, il cui nome pare molto vicino a quello del dio fenicio Melqart (STARR 1961).

    Per concludere questa breve panoramica dei contatti tra Greci e Fenici allalba dellavventura occidentale, mi pare opportuno riportare il parere della Bonnet che, a proposito di Thasos, afferma che quantunque non sia possibile, alla luce degli scavi archeologici, confermare la notizia di Erodoto dellesistenza di una colonia fenicia sullisola, gli oggetti rinvenuti attestano comunque il passaggio dei Levantini a fini commerciali (BONNET 1995). Quello che si evince, dunque, (Fig.4) lesistenza di un elevato numero di luoghi di scambio tra Greci e Fenici. La curiosit nei confronti dell altro e del diverso soggiaceva sicuramente ad altri motivi: i Greci erano attratti dai preziosi oggetti importati dallEst e da quella che Burkert defin Orientalizing Revolution (BURKERT 1992); per i Fenici, invece, il richiamo was probably resources, although it is not clear what (BOARDMAN 2000: p. 36).

    II. GLI INIZI DELLIRRADIAZIONE FENICIA

    Bisogna cercare () sulla terra come sullampio dorso del mare di allentare i penosi legami del bisogno

    Teognide, Elegie, I, 179-180

    Se vogliamo ricercare la linea di demarcazione che segna il passaggio dai contatti commerciali misti allinizio dellespansione prettamente fenicia, dovremmo individuare il punto in cui, in questi viaggi, lelemento levantino comincia a divenire preponderante. Quando possibile, dunque, avvertire questo cambiamento? Con lavanzare del IX sec. a.C. si entra progressivamente in una nuova realt mediterranea: realt in cui lelemento fenicio assume un peso e una rilevanza sempre maggiori. Si passa a una nuova fase culturale in cui possibile rintracciare le basi di un sistema economico nuovo, nellambito del quale i Levantini giocarono un ruolo di primo piano. Non fu, per, un salto nel vuoto: come in precedenza sottolineato, elementi fenici avevano gi partecipato alle iniziative commerciali in Occidente in epoca precedente. Inoltre, qualora la partecipazione sporadica a imprese commerciali di tipo misto non basti da sola a convincere il lettore dellacquisita conoscenza - da parte dei

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    Fenici - delle risorse occidentali, lintensificarsi dei rapporti con la vicina Cipro in questa fase potrebbe fornirgli la prova definitiva della trasmissione di informazioni. Se non gi avvenuto in precedenza, dunque, la notizia della ricchezza mineraria dellOccidente e delle nuove

    opportunit che lespansione avrebbe loro offerto arriv alle orecchie dei Fenici proprio su questisola. La datazione al IX sec. a.C. di questo cambiamento sembrerebbe riscontrabile, tra laltro, anche in archeologia: le recenti indagini radiometriche condotte a Cartagine hanno reso possibile lattribuzione allinizio del VIII sec. a.C. di alcuni materiali fenici. Questa cronologia molto vicina a quel fatidico 814-3 a.C. indicato dalle fonti come possibile anno della fondazione di Cartagine. Il gap cronologico pertanto minimo e parrebbe legittimare, per lappunto, lipotesi di insediamenti stabili fenici in Occidente gi a partire dallultimo quarto del IX sec.a.C.

    II.1. Sul rapporto consequenziale tra precolonizzazione e colonizzazione

    Nonostante esista una continuit temporale tra la fase nota come precolonizzazione e quella, posteriore, della colonizzazione, tale legame si dissolve nel momento in cui si

    consideri la questione da altri punti di vista3. Daltra parte, come scriveva Finley gi nel 1975 (FINLEY 2000), non corretto metodologicamente studiare la storia utilizzando la stessa ottica per periodi cronologici differenti: approcciarsi al fenomeno della colonizzazione partendo da quella che si considera la fase precedente, se da un lato a prima vista parrebbe semplificare la questione, dallaltro la vizia inevitabilmente, fornendoci un falso punto di partenza. Gli uomini che si mettevano in mare nel XIII sec. a.C. non erano pi gli stessi che viaggiavano nel X/IX sec. a.C.: almeno 3 secoli di distanza li separano e questi 300 anni erano andati ad influire profondamente sulla situazione mediterranea. In altre parole, nonostante allontanando il punto di osservazione le distanze cronologiche sembrino accorciarsi, bisogna tener pur sempre conto dellesistenza di un notevole discrimine temporale: allo stesso modo in cui eventi del 1700 d.C. non sono spiegabili a partire da situazioni del 1400 d.C., non dovremo pretendere di far luce sulla fase di espansione fenicia di IX sec.a.C. partendo dai circuiti commerciali di XIII sec. a.C. I due fenomeni risultano indipendenti e affatto consequenziali: lunica cosa che li avvicina, come prima ricordato, losservazione di una linea di commerci mai realmente interrotta. Le acque mediterranee furono solcate senza soluzione di continuit per secoli: ma, mentre sul finire del II millennio a.C. si avvicendavano navi con equipaggi indecifrabili (definizione ripresa da BERNARDINI 2000), nel IX sec. a.C. ormai possibile riconoscere che allinterno di queste imbarcazioni i marinai parlassero tra loro fenicio.

    La navigazione a lunga distanza pot certo fornire informazioni circa i posti pi favorevoli per linsediamento (vuoi per particolari condizioni geografiche o per disponibilit di risorse naturali), ma non sempre precedette installazioni stabili. Il rapporto, quindi, fra contatti

    commerciali e fondazione dell non cos meccanico come potrebbe apparire da

    certe allusioni antiche e da schematiche teorie moderne. L non genera

    immediatamente (DAGOSTINO 2008; si veda anche ASHERI 1996)

    3 Anche per il termine colonizzazione e per le problematiche relative alluso di questa espressione si rimanda allintervento presentato al Colloquio del Cefyp.

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    Conclusioni. Lespansione fenicia depoca arcaica e la colonizzazione greca a confronto.

    Quando si parla dellespansione fenicia per il Mediterraneo spesso si d per scontato che si tratti di un fenomeno in tutto simile a quello, quasi coevo, della colonizzazione greca. Questidea, pi o meno fondata, deriva sia dal consolidato uso dello stesso termine per indicare entrambe le realt, sia perch le fonti classiche descrivono gli stanziamenti occidentali fenici in modo del tutto simile a quanto fatto per quelli greci (ZAMORA LPEZ 2006: p. 335). Le stesse fonti sono, per, piuttosto esplicite nel sottolineare come i propositi dellespansione fenicia fossero divergenti dai motivi principali dellespansione greca: mentre i Greci si sarebbero spostati principalmente per cause interne, il motore fondamentale dellavventura fenicia sarebbe stato il desiderio di ricchezza e di guadagni facili. Gi dallantichit, quindi, si percepirono i due fenomeni come realt parallele, con laggravante che le uniche fonti per esaminare la questione erano greche.

    Lidea di associare i movimenti Fenici agli interessi commerciali deriva in primo luogo da Omero, che a pi riprese racconta di come i Levantini fossero impegnati nei traffici di

    , paccottiglia (es. Od., XV.416). Lattribuzione di una sfumatura negativa agli interessi commerciali dei Fenici , per, da considerarsi posteriore e trova riscontro, a esempio, in Diodoro Siculo che a proposito dei Fenici non utilizza il verbo (usato

    generalmente dagli storici greci e che significa fondare una colonia), ma (DIOD., Bibliotheca historica, V, 35, 5), ovvero mandare: sembra indicare, quindi, che i Fenici non avessero mire territoriali, bens che inviassero gruppi di persone a curare, in Occidente, interessi di tipo commerciale (TUSA, V. 1985).

    Nonostante la tradizione perpetrata da Diodoro sia servita in seguito a molti studiosi contemporanei per evidenziare le differenze esistenti tra i due fenomeni (NIEMEYER 1988 e 2006), le avventure occidentali dei Greci e dei Fenici presentano, invece, molte convergenze. sempre Diodoro a narrare di come i Fenici fossero riusciti a fondare le proprie colonie grazie ai guadagni derivati dagli scambi commerciali (V.35.1-5). Soggiace a questa testimonianza uno schema che proprio della colonizzazione greca e che viene attribuito in questo caso - anche a quella fenicia, ovvero quello dello spostamento come processo finalizzato alla fondazione (in un secondo momento) di una . In questo senso, quindi, il risultato del processo degli spostamenti di entrambi i popoli simile e si concretizza nella creazione di nuovi insediamenti permanenti. Ma a convergere non solo il risultato: sono anche le rotte utilizzate. In molti punti esse si toccano, si intrecciano e rendono quasi impossibile operare una distinzione netta, dal momento che spesso Fenici e Greci navigano assieme, fianco a fianco, in vesti di partners commerciali. Chiaro esempio della situazione lemporio di Al Mina (Bond 1987), sulla costa settentrionale siriana, oppure ancora, per rimanere in ambito occidentale, lisola di Pithekoussai, stanziamento di carattere aperto nel quale coabitavano Greci e Orientali.

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    IMGENES

    Fig.1. Pithos con decorazione a solcature sinuose da Antigori (Vagnetti 2000)

    Fig.2. Oggetti proto-

    orientalizzanti provenienti

    dalla Penisola Iberica.

    (Almagro Gorbea 1987)

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    Fig. 3. Due vasi potori dellEubea, da Amathus: a sinistra uno skyphos, a destra una

    tazza. Limassol, Museo Distrettuale. Inv. 46/3 e 4. Databili al 950-900 a.C.

    (Karageorghis 2002b)

    Fig. 4. Luoghi di contatto tra Greci e Fenici (X - IX sec. a.C.)

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    El Triunfo de la Narratividad Popular en el Primer Arte Budista en India

    Cayetana Ibez Lpez

    Investigadora UCM. Proyecto I+D 'Trama'

    [email protected]

    Resumen: El presente artculo expone las relaciones entre las tradiciones populares de los

    cuentacuentos indios y el primer arte budista de India, mostrando el vnculo que se establece

    desde ese momento entre narratividad y artes plsticas.

    Abstract: This paper presents the relationships between the Indian Popular Tradition of the

    Storytellers and the Early Buddhist Art of India, showing the connection established since

    that moment between Narrative and Fine Arts into the Indian History of Art.

    Palabras Clave: Arte budista, cuentacuentos, narratividad, jtakas, stpa, Sc y Bhrhut.

    Key Words: Buddhist Art, Storyteller, Narrative, Jtakas, Stpa, Sc y Bhrhut.

    Una de las caractersticas ms notables del primer arte budista de India es la desbordante

    y exuberante presencia del lenguaje plstico popular. Su presencia resulta evidente en los

    monumentos funerarios de peregrinacin budista (stpa) de los recintos de Sc y Bhrhut,

    irrumpiendo desde ese momento en la historia del arte indio como rasgo distintivo propio.

    La fuerza de lo popular en India se nutre de varios aspectos culturales, entre ellos destacan

    la bhakti y la narratividad. El primero es un tipo de filosofa y ritual, presente en cualquiera

    de las religiones que se encuentran en India, que se caracteriza por la fuerza devocional y est

    presente en los innumerables cultos locales. El segundo elemento, la narratividad, puede

    encontrarse en casi todas las facetas de la vida india y puede vincularse a varios oficios

    generacionales, siendo una de las expresiones ms antiguas la tradicin de los cuentacuentos,

    cuya vigencia contina en la actualidad en India. La presencia de estos narradores itinerantes

    se recoge tanto en la literatura medieval como en los ilpa stra4 (KUMAR SHARMA, 1993:

    5), donde se menciona su existencia en pocas remotas, adems de contar con varios textos

    literarios donde se documenta su existencia en poca Maurya (MAIR, 1988: 17-19). Los

    nombres que reciben varan segn las zonas, pero todos ellos aluden a una de sus

    caractersticas ms evidentes, los rollos de pinturas en los que se ilustran las historias, y que

    hace que se les conozca bajo el apelativo genrico de los portadores de rollos [Fig. 1 y 2]. Tanto

    la letra como la msica y la composicin plstica estn realizadas ntegramente por estos

    artistas, que conservan las tcnicas de su trabajo prcticamente inalteradas hasta el da de hoy,

    pasndose la informacin generacin tras generacin. La base utilizada para realizar dichas

    pinturas suele ser tela de algodn o lana, que permite que se puedan enrollar y facilitan la

    portabilidad. Sobre el soporte aplican los pigmentos que ellos mismos confeccionan, de

    4 ilpa hace referencia al arte. Por este nombre se puede reconocer tanto al tratadista sagrado, como al

    que interpreta los textos, como al que realiza la obra.

    stra significa tratado sagrado.

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    acuerdo a un estilo de representacin codificado y fcilmente reconocible por el conjunto de

    la poblacin.

    Sus repertorios narrativos abarcan desde los cuentos tradicionales a las grandes epopeyas

    (el Mahbhrata y el Ramyna), y desde las fbulas a las historias religiosas. Uno de los corpus

    ms antiguos que se conservan en India son las jtaka, donde se cuentan las 547 vidas previas

    de Siddhrta Gautama5, como ejemplo de las virtudes budistas. Su importancia y presencia

    no slo se circunscribe a India, sino tambin al resto de Asia por medio de la expansin del

    budismo por el Continente. El historiador del arte y administrador cultural britnico en India,

    E.B. Havell (1861-1934), se refiri a las jtaka como "el libro de la selva de los cuentacuentos

    indios" (HAVELL, 1920: 33). Havell nos sita ante el manantial primigenio de donde proceden todas

    las historias, distincin con la que reviste a las jtaka debido a su antigedad como escrito y a

    la gran cantidad de obras posteriores que beben de sus aguas. Sin embargo, no conviene

    perder de vista la mirada occidental de Havell sobre el asunto, que nos sita ante la

    concepcin romntica del hallazgo de la fuente de gran pureza de las jtaka, que se

    encuentran en lo ms impenetrable de la selva, y, por cierto, otorgndole a la tradicin escrita

    una superioridad a la que la mentalidad occidental ya se ha acostumbrado. Sin embargo, a

    pesar de esta carga, es incuestionable la relevancia de las jtaka como libro escrito, sin olvidar

    aadir el peso que la tradicin oral jug en su configuracin, y que ha seguido jugando en

    India, con un papel de esencial importancia tanto en crculos cultos como entre la numerosa

    poblacin iletrada. Esta magnitud puede resultar difcil de entender para un occidental, por

    la envergadura de una tradicin escrita que ha ido arrinconando a la oralidad, y sin embargo,

    en pases como India el lugar que ocupa en la cultura es innegable. Hoy en da, los

    cuentacuentos siguen desempaando una labor fundamental entre la poblacin,

    entreteniendo con sus historias, transmitiendo noticias, nuevas leyes y consejos de salubridad,

    especialmente en las zonas ms aisladas del pas, donde su voz puede llegar a ser la nica con

    capacidad para difundirse.

    Durante el periodo budista de India, desde el siglo III a.C. hasta el siglo V, las jtaka y

    las historias sobre la vida de Buda cobraron un mayor protagonismo, en parte debido a su

    presencia en el arte. Cuando el emperador Aoka oficializ el budismo como religin del

    Imperio Maurya, tras la rebelin del reino de Kalinga en el 250 a.C., utiliz la moral budista

    como vehculo de los principios de su gobierno y para su difusin cre toda una serie de

    elementos que contribuyeron a la unin poltico-territorial y socio-religiosa6 por un territorio

    que abarcaba desde la actual Afganistn hasta Bengala y desde Nepal hasta el ro Ka en

    el Dekn. Uno de estos elementos es el stambha, un gran pilar monoltico que serva como

    soporte de los edictos imperiales que se tallaban en distintos idiomas y se ubicaba en lugares

    estratgicos, tanto fronterizos como especialmente simblicos. El stambha poda ir rematado

    por el conocido capitel de Srnth7, tal y como revelan varios relieves antiguos. La iconografa

    5 Muchas de las historias cuentan las vidas anteriores de Buda en las que naci bajo la forma de animal,

    como mono, ciervo, tortuga o elefante de seis colmillos. Tambin hay algunas que mezclan a animales y

    seres humanos y las que slo son vidas humanas, destacando las vidas principescas en las que tambin

    busc la iluminacin sin xito. Cada vida pasada es un ejemplo de una virtud budista y ejemplo de la

    purificacin del alma nacimiento tras nacimiento, hasta alcanzar la iluminacin. 6 Esta unidad poltica y territorial no se volver a repetir en India hasta la Independencia en 1947. 7 El capitel mide en su totalidad 215 centmetros de altura y est realizada en arenisca de Chunr

    pulimentada. Una de las mejores piezas conservadas se encuentra en el Museo de Srnth. Es el emblema actual de India, elegido tras la Independencia en 1947.

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    de este emblema propaga una imagen slida del poder de Aoka, mostrando la unin del

    poder con la religin, que el Estado Indio actual, India Union, ha recuperado para s como

    smbolo de la nacin independiente. El capitel consta de una flor de loto, smbolo de

    universalidad y pureza, sobre la que se encuentra un disco en el que aparecen representados

    los cuatro vientos dominantes como smbolo de la propagacin de la ley budista. Se alzan

    sobre el disco cuatro leones8 mirando cada uno hacia un punto cardinal, soportando el peso

    de una enorme cakra9 que corona el conjunto como smbolo de la ley budista.

    Adems de los stambha y la creacin del capitel de Sarnath, Aoka tambin patrocin los

    primeros templos budistas, conocidos como caitya, los monasterios (vihra) para las

    comunidades de monjes en el retiro y los stpa, monumentos funerarios de peregrinacin

    budista, que alentaron el movimiento de fieles facilitando la unidad socio-religiosa.

    Es en los stpa donde puede observarse la irrupcin de las jtaka y las historias de la vida

    de Buda, en un estilo de fcil transposicin de la pintura al relieve, con dos planos de

    profundidad, el del fondo y el de la superficie de la piedra, donde se encuentran comprimidas

    todas las figuras (TADDEI, 1975: 83). El recinto arqueolgico de Sc [Fig. 3], situado en el

    distrito de Raisen, cerca de Bhopal, en el estado de Madhya Pradesh, se eleva como uno de

    los puntos de inters de la historia y arqueologa de India. Ya desde su descubrimiento en

    1818, por el General Taylor, llamaron poderosamente la atencin varias caractersticas. En

    primer lugar la enorme semiesfera (aa), que contiene en su interior macizo una reliquia

    budista. En segundo lugar se encuentra la caracterstica empalizada de piedra (vedik) que

    rodea y delimita el espacio de culto entorno al aa, imitando constructivamente a sus

    semejantes lignarias, y que concentra decoracin puntual en tondos y paneles. En tercer y

    ltimo lugar, destacan las puertas monumentales (toraas) que dan acceso al espacio ritual

    desde los cuatro puntos cardinales, constituyendo uno de los iconos ms representativos de

    Sc [Fig.4]. Tanto la vedik como sus puertas de acceso se crearon con posterioridad a la

    fundacin del aa de Aoka, durante la dinasta ndhra Stavhana (c.a. 230a.C.- c.a. 96

    d.C.), correspondiendo a un movimiento de mayor intensidad en la peregrinacin que exiga

    respetar el espacio de oracin dedicado a la circunvalacin del objeto de culto, es decir, para

    la veneracin de la reliquia que encierra en su interior el stpa. La estructura arquitrabada de

    las toraas, dos pilares que sostienen tres dinteles superpuestos a distintas alturas, sirven de

    soporte en la totalidad de su superficie a relieves que ilustran los cuentos de las jtaka y la

    vida de Buda. Los dinteles evidencian la importancia de la tradicin oral de los cuentacuentos,

    ya que a ellos se traslada el lenguaje plstico de las pinturas de los rollos, convirtindose en

    relieves de piedra e imitando el formato popular con la representacin de las espirales en los

    extremos.

    8 Los cuatro leones son el smbolo herldico del Imperio Maurya y a la vez hace referencia a la familia

    de Buda, la dinasta de los kya, vinculando el nuevo gobierno con los orgenes principescos de Buda. Los leones poseen un estilo afn al persa debido a la recepcin de artistas de origen aquemnida refugiados

    en la corte de Aoka, el cual senta una gran admiracin personal sobre esta cultura, cargando de cierto tono herldico forneo el nuevo smbolo Imperial y ensalzando el poder real.

    9 Cakra significa rueda y es una de los elementos fundamentales de la cultura india, que se relaciona

    con la visin cclica del mundo. Es smbolo de poder y universalidad del espritu, aunque dependiendo de

    la religin de la que hablemos significan diferentes cosas. En la Historia india es sinnimo de poder real,

    existiendo un ttulo excepcional al que no todos los soberanos tienen acceso: Cakravarti o Seor de la Rueda, rey de los puntos cardinales, del horizonte y rey del absoluto e infalible. El emperador Aoka posea este ttulo.

  • ARQUEO UCA

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    Desplegados en toda su longitud, exhiben continuamente varias historias, lo que llevaba

    a los artistas a plantearse ciertos retos como el modo de representar el transcurso del tiempo

    en la narracin, la articulacin de los distintos espacios y escenas, o la divisin en captulos y

    su composicin (DEHEJIA, 1990: 374) [Fig. 5]. Se trata de cuestiones habituales que el

    cuentacuentos debe plantearse cuando est componiendo el rollo, si bien la diferencia estriba

    en que el narrador activa el mecanismo de las ilustraciones. Como si fuera una gran mquina,

    lo habitual es que, en regiones como Rajasthan, el rollo pintado, dispuesto como una gran

    pantalla de fondo que se despliega de noche, entre en funcionamiento cuando el

    cuentacuentos y su ayudante van sealando con una lamparilla las escenas que se encuentran

    esparcidas sin orden aparente, mientras cantan la historia, tocan un instrumento musical y

    bailan. Por otro lado, en Bengala, el narrador sujeta con las dos manos el rollo, y mientras

    canta la historia hace girar los extremos enrollados, de tal manera que las escenas se suceden

    encadenadas unas a otras. Sin embargo, en las toraas de Sc los rollos estn completamente

    desplegados en una exuberancia de figuras y sucesos que muestran el triunfo de la

    narratividad popular. Sus relieves han llamado la atencin de muchos historiadores del arte

    por su vitalidad y sencillez, por su abreviacin de la realidad y su ingenio a la hora de

    acomodar las historias al formato y al espacio del soporte. En ocasiones resulta naive, tal y

    como ha sealado Stella Kramrisch, quin observa que esta inocencia representativa es en

    realidad el poder de invocacin del mundo natural: "Toda figura da una idea exacta del

    significado e importancia del objeto representado. El gran tamao de cada flor, hoja y fruto

    reemplaza su nmero." (KRAMRISCH, 1921: 9-10). Los objetos despiertan una resonancia

    potenciada y expresiva del mundo y la naturaleza, utilizando los relieves como medio y, a la

    vez, como cuentacuentos de la historia que se narra.

    La creatividad artstica no parece estar supeditada al aspecto religioso, aunque siempre se

    respeta la no antropomorfizacin de Buda, como corresponde a este momento del primer

    budismo conocido como Theravda (Doctrina de los Ancianos), tambin denominado

    Hnayna (Pequeo Vehculo). Su presencia se hace notar por un espacio vaco en la multitud,

    destacado por un parasol o unas huellas de los pies, un trono vaco o la presencia de un gran

    rbol, como smbolo del lugar de la iluminacin de Buda [Fig. 6]. Tampoco parece tener

    especial relevancia el hecho de que se repita en varias ocasiones la misma historia,

    evidenciando que en Sc no existe un plan centralizado. Esto se debe al mecenazgo de las

    familias adineradas del momento, que encargaban la realizacin concreta de una de las

    leyendas segn sus deseos, si bien la creacin del artista nunca quedaba condicionada y cada

    versin ofrece unas soluciones distintas (DEHEJIA, 1996: 56). De la misma manera que se

    observa libertad creativa, tambin el espectador puede observar una peculiar manera de

    narrar las historias. Tras un primer momento donde la confusin podra dominar sobre la

    lectura de los relieves, el iniciado es capaz de recomponer y disfrutar del patrn irregular de la

    narracin (DEHEJIA, 1996: 50-51). Esta forma catica es uno de los recursos ms utilizados

    por la tradicin oral, que capta as la atencin de los oyentes incluso cuando la historia es

    conocida. El novelista de origen indio, Salman Rushdie, lo explicaba en una entrevista de la

    siguiente manera:

    "De lo que ms he cogido de India es, creo, [] la narracin oral. Porque es un campo

    amplio de simple desliteratura donde el poder y la vitalidad continan en la tradicin de los

    cuentacuentos orales. Y lo ms interesante de estas historias es que alcanzan a un vasto

  • REVISTA CIENTFICA DIGITAL INDEPENDIENTE DE ARQUEOLOGA

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    nmero de audiencia, los mejores cuentacuentos llegan a reunir, literalmente, a cientos de

    miles de personas. Van a sentarse sobre un campo mientras un hombre cuenta una historia.

    Es una forma electrizante. Y, por supuesto, no usa un recorrido lineal. Quiero decir, la

    historia no empieza por el principio hasta el final, sino que va en grandes crculos, hacia

    atrs, repite cosas tempranas, divaga, utiliza a veces un sistema como el de las Cajas Chinas,

    donde puedes encontrar una historia dentro de otra historia y dentro otra ms, y entonces

    vuelve donde se qued. Es como si no tuviera forma. Cuando lo miras, aparentemente es

    un caos, donde el cuentacuentos te arrastra a su antojo y hace lo que quiere. Ahora

    pongamos por caso la cuestin al contrario. Asumamos que, la agitacin del argumento no

    es que no posea forma, sino que ti