REPARAR LOS PECADOS DE LOS OTROS ES LA …€¦ · por primera vez, a Santa Margarita María de...

4
BEATOS FRANCISCO Y JACINTA MARTO BOLETÍN DE LOS PASTORCITOS ENERO - MARZO 2009 (AÑO 47) Publicación trimestral precio de cada ejemplar = 0,05 ISSN 1645-1317 El Cardenal Cerejeira, Patriarca de Lisboa, buen conocedor de las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima, ya en 1930, decía: “Para mí, la misión de Fátima en el mundo es semejante a la de Paray-le-Monial. Lo que Paray-le-Monial (1673-1690) fue para la devoción al Inmaculado Corazón de Jesús, Fátima (1916-1926), lo es para la devoción al Inma- culado Corazón de María”. Y proféticamente añadía: “Las Apariciones de Fátima abren un período nuevo: el del Inma- culado Corazón de María”. Fue el 27 de diciembre de 1673 cuando Jesús se apareció, por primera vez, a Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690), en la Capilla del Monasterio de la Visitación de María, en Paray-le-Monial. Como el discípulo amado, Santa Margarita descansó sobre su pecho: y Jesús le reveló los secretos indecibles de Su Divino Corazón: “Me dijo Él: Mi Corazón está lleno de un amor apasionado por los hombres y no puedo retener más las llamas de Mi amor ardiente… Debe ser revelado a los hombres, para enriquecerlos con Mis tesoros preciosos que Yo quiero revelarte…” No es posible, ni siquiera aproximadamente, indicar el número de las revelaciones que se dieron en los años siguientes. El Divino Corazón le fue mostrado en el trono de Su glorificación y sus cinco llagas brillaban como cinco soles. Jesús le mostró Su Corazón lleno de amor, abierto a todo el mundo y difundiendo su amor a todos los pueblos. Pero los hombres le respondieron sólo con ingrati- tud e indiferencia. “Esto me duelo mucho más – se quejó Jesús – de todo lo que sufrí durante Mi Pasión. Si ellos me amasen sólo un poco, Yo les daría mucho. Pero mi celo por hacerles bien encuentra por respuesta sólo frialdad e indiferencia. Al menos tu dame la alegría que puedas, para reparar su ingratitud”. En otro momento se apareció el Señor Resucitado en su gloria luminosa. Su Corazón cercado por una corona de espinas, se encontraba como sobre un trono en llamas, más claro que el sol, emitiendo rayos de fuego en todas las direcciones. “El me dio a entender su deseo ardiente de ser amado por los hombres –escribió Margarita María- y de desviarlos del camino de la condenación hacia donde Satanás los llevaba…” Fue en mayo de 1689 cuando Santa Margarita María recibió la gran promesa de los primeros viernes de mes: “Yo te prometo en mi infinita Misericordia, que mi Amor todopoderoso concede a todos aquellos que durante nueve meses seguidos, en el primer viernes, co- mulgaren, la gracia del arrepentimiento: no irán a caer en mi desgracia, ni morirán sin sacramentos y mi Divino Cora- zón será, en el último momento, su refugio”. En 1882, en los Estados Unidos, un sencillo comerciante tomó la inicia- tiva de divulgar gratuitamente en 238 lenguas esta promesa. Desde hace 350 años brilla en el firmamento de la Iglesia la devoción al Corazón de Jesús. “Entonces, anteriormen- te, durante 1650 años, ¿no se sabía que Jesús también tenía Corazón?”– podría preguntar alguien. Los Santos Padres griegos y latinos de aquellas épocas ¿no tenían modo sensible para llegar generosamente hasta el Cora- zón de Jesús?”. Para eso sólo hay una respuesta: es el Espíritu Santo quien determina para la Iglesia, en cada época, cual es la devoción que le conviene. Con las Apariciones de la Madre de Dios, en Fátima, el Espíritu Santo ofrece a la Iglesia un Mensaje en conformi- dad con las necesidades más urgentes que desde 1917 se hacen sentir. “Jesús quiere” – afirma Lúcia las pala- bras de la propia Virgen: “Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Corazón Inmaculado”. En el transcurso de todo el Mensaje, empezando por las Apari- ciones del Ángel, encontramos la llamada a la oración y al sacrificio ofrecido a Dios por amor, en reparación de los pecados cometidos contra Dios, contra Jesús, contra el Corazón Inmaculado de María y por la conversión de los pecadores. Para la Hermana Lúcia, esta llamada es como la norma básica de todo el Mensaje que introdujo a los Tres Pastorcitos en un plano de fe, esperanza y amor. Para salvar a los pobres pecadores, también Nuestra Se- ñora, en todas sus seis Apariciones recomendó la recita- ción diaria del Santo Rosario y pidió a los Pastorcitos: “Cuando recéis el Santo Rosario, decid después de cada misterio: ¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del Infierno; lleva a todas las almas al Cielo, principal- mente las más necesitadas”. La Luz que ilumina todo el Mensaje viene del Corazón Inmaculado de María. Y esta “luz” tardó en llegar, se reco- noció primero, el mensaje fundamental de penitencia y de oración que la Santísima Virgen traía más de una vez al mundo. Un día sin embargo, Lúcia reveló, finalmente, los aspectos más íntimos del Mensaje, todos centrados y animados por lo que es el “alma” del Mensaje: el Corazón Inmaculado de María. No se trataba únicamente de aque- llo que daba a Fátima una personalidad propia, figurando entre los carismas de la Iglesia, sino principalmente, que daba unidad y espíritu interior a todos los otros temas. El Corazón Inmaculado de María, como el Corazón de REPARAR LOS PECADOS DE LOS OTROS ES LA ESCUELA DEL AMOR SANTO

Transcript of REPARAR LOS PECADOS DE LOS OTROS ES LA …€¦ · por primera vez, a Santa Margarita María de...

BEATOSFRANCISCO Y JACINTA MARTO

BOLETÍN DE LOS PASTORCITOS �– ENERO - MARZO 2009 �– (AÑO 47)

Publicación trimestral �– precio de cada ejemplar = 0,05! ISSN 1645-1317

El Cardenal Cerejeira, Patriarca de Lisboa, buen conocedorde las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima, ya en1930, decía: “Para mí, la misión de Fátima en el mundo essemejante a la de Paray-le-Monial. Lo que Paray-le-Monial(1673-1690) fue para la devoción al Inmaculado Corazón deJesús, Fátima (1916-1926), lo es para la devoción al Inma-culado Corazón de María”. Y proféticamente añadía: “LasApariciones de Fátima abren un período nuevo: el del Inma-culado Corazón de María”.Fue el 27 de diciembre de 1673 cuando Jesús se apareció,por primera vez, a Santa Margarita María de Alacoque(1647-1690), en la Capilla del Monasterio de la Visitaciónde María, en Paray-le-Monial. Como el discípulo amado,Santa Margarita descansó sobre su pecho: y Jesús lereveló los secretos indecibles de Su Divino Corazón: “Medijo Él: Mi Corazón está lleno de un amor apasionado porlos hombres y no puedo retener más las llamas de Miamor ardiente… Debe ser revelado a los hombres, paraenriquecerlos con Mis tesoros preciosos que Yo quierorevelarte…” No es posible, ni siquiera aproximadamente,indicar el número de las revelaciones que se dieron en losaños siguientes. El Divino Corazón le fue mostrado en eltrono de Su glorificación y sus cinco llagas brillaban comocinco soles. Jesús le mostró Su Corazón lleno de amor,abierto a todo el mundo y difundiendo su amor a todos lospueblos. Pero los hombres le respondieron sólo con ingrati-tud e indiferencia. “Esto me duelo mucho más – se quejóJesús – de todo lo que sufrí durante Mi Pasión. Si ellos meamasen sólo un poco, Yo les daría mucho. Pero mi celopor hacerles bien encuentra por respuesta sólo frialdad eindiferencia. Al menos tu dame la alegría que puedas, parareparar su ingratitud”.En otro momento se apareció el Señor Resucitado en sugloria luminosa. Su Corazón cercado por una corona deespinas, se encontraba como sobre un trono en llamas,más claro que el sol, emitiendo rayos de fuego en todaslas direcciones. “El me dio a entender su deseo ardientede ser amado por los hombres –escribió Margarita María- yde desviarlos del camino de la condenación hacia dondeSatanás los llevaba…” Fue en mayo de 1689 cuando SantaMargarita María recibió la gran promesa de los primerosviernes de mes: “Yo te prometo en mi infinita Misericordia,que mi Amor todopoderoso concede a todos aquellos quedurante nueve meses seguidos, en el primer viernes, co-mulgaren, la gracia del arrepentimiento: no irán a caer enmi desgracia, ni morirán sin sacramentos y mi Divino Cora-

zón será, en el último momento, su refugio”. En 1882, enlos Estados Unidos, un sencillo comerciante tomó la inicia-tiva de divulgar gratuitamente en 238 lenguas esta promesa.Desde hace 350 años brilla en el firmamento de la Iglesiala devoción al Corazón de Jesús. “Entonces, anteriormen-te, durante 1650 años, ¿no se sabía que Jesús tambiéntenía Corazón?”– podría preguntar alguien. Los SantosPadres griegos y latinos de aquellas épocas ¿no teníanmodo sensible para llegar generosamente hasta el Cora-zón de Jesús?”. Para eso sólo hay una respuesta: es elEspíritu Santo quien determina para la Iglesia, en cadaépoca, cual es la devoción que le conviene.

Con las Apariciones de la Madre de Dios, en Fátima, elEspíritu Santo ofrece a la Iglesia un Mensaje en conformi-dad con las necesidades más urgentes que desde 1917se hacen sentir. “Jesús quiere” – afirma Lúcia las pala-bras de la propia Virgen: “Jesús quiere establecer en elmundo la devoción a Mi Corazón Inmaculado”. En eltranscurso de todo el Mensaje, empezando por las Apari-ciones del Ángel, encontramos la llamada a la oración yal sacrificio ofrecido a Dios por amor, en reparación de lospecados cometidos contra Dios, contra Jesús, contra elCorazón Inmaculado de María y por la conversión de lospecadores. Para la Hermana Lúcia, esta llamada es comola norma básica de todo el Mensaje que introdujo a losTres Pastorcitos en un plano de fe, esperanza y amor.Para salvar a los pobres pecadores, también Nuestra Se-ñora, en todas sus seis Apariciones recomendó la recita-ción diaria del Santo Rosario y pidió a los Pastorcitos:“Cuando recéis el Santo Rosario, decid después de cadamisterio: ¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuegodel Infierno; lleva a todas las almas al Cielo, principal-mente las más necesitadas”.La Luz que ilumina todo el Mensaje viene del CorazónInmaculado de María. Y esta “luz” tardó en llegar, se reco-noció primero, el mensaje fundamental de penitencia y deoración que la Santísima Virgen traía más de una vez almundo. Un día sin embargo, Lúcia reveló, finalmente, losaspectos más íntimos del Mensaje, todos centrados yanimados por lo que es el “alma” del Mensaje: el CorazónInmaculado de María. No se trataba únicamente de aque-llo que daba a Fátima una personalidad propia, figurandoentre los carismas de la Iglesia, sino principalmente, quedaba unidad y espíritu interior a todos los otros temas.El Corazón Inmaculado de María, como el Corazón de

REPARAR LOS PECADOS DE LOS OTROS ES LA ESCUELA DEL AMOR SANTO

2

Jesús –representa, según la mejor teología de nuestrosdías, el aspecto más formal de la persona que manifiestasu amor bajo el símbolo natural del Corazón. Así, la Virgende Fátima vino a traernos el mensaje de Su Corazón. Eltema del Corazón Inmaculado de María surge desde elinicio varias veces bajo la forma conjunta de los Sacratísi-mos Corazones de Jesús y de María, a partir ya de laPrimera Aparición del Ángel. Después de enseñar a repetirtres veces la oración: Dios mío yo creo, adoro, espero yos amo…” dijo a los Pastorcitos: “Orad así. Los Corazo-nes de Jesús y María están atentos, a la voz de vuestrassúplicas.” En la segunda vez, él los sorprendió a la som-bra de los árboles de un pozo con las palabras: “– ¿Quéhacéis? Orad! Rezad mucho. Los Corazones de Jesús yMaría tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofre-ced constantemente al Altísimo oraciones y sacrificios.”Francisco parecía no haber comprendido lo que las pala-bras significaban, por eso preguntaba a Lúcia:“– ¿Quién es el Altísimo? ¿Qué quiere decir, los Corazo-nes de Jesús y María están atentos a la voz de vuestrassúplicas? Etc.”En la Tercera Aparición el Ángel, con la Hostia suspensaen el aire, les enseñó la oración reparadora: “– SantísimaTrinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profunda-mente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Almay Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrariosde la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios eindiferencias con que Él mismo es ofendido…”Los Pastorcitos no tuvieron que esperar por las aparicio-nes de Nuestra Señora, porque, llevados por la fuerza delo sobrenatural, imitaron al Ángel en todo, esto es, pos-trándose como él y repitiendo día y noche las oracionesque les enseñó, a veces hasta caerse de cansancio; y talvez sin haber percibido el profundo sentido de la oración,iniciaron la adoración reparadora por los pecados delmundo entero. Nuestra Señora, al aparecérseles por pri-mera vez, les dirigió esta pregunta: “¿Queréis ofreceros aDios para soportar todos los sufrimientos que Él quisieraenviaros, en acto de desagravio por los pecados con quees ofendido y de súplica por la conversión de los pecado-res?”.En nombre de los tres Lúcia dio la respuesta: “Sí queremos”.Y ya en la Segunda Aparición, al anunciarles que Francis-co y Jacinta iban a morir en breve, indicó a Lúcia sumisión específica. “Pero tu quedas aquí algún tiempo Je-sús quiere servirse de ti, para hacerme conocer y amar. Elquiere establecer en el mundo la devoción a Mí Inmacula-do Corazón. Fue en el momento en que dijo estas pala-bras que abrió las manos y nos comunicó, por segundavez, el reflejo de esta luz inmensa. En ella nos veíamoscomo sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecíaque estaban en esa parte de la luz que se elevaba al Cieloy yo en la que se desparramaba sobre la tierra. Al frentede la palma derecha de Nuestra Señora, estaba un cora-zón cercado de espinas que parecía que estaban clava-das. Comprendimos que era el Corazón Inmaculado deMaría, ultrajado por los pecados de la humanidad, quequería reparación”.El 13 de julio la Aparición, después de pedirles por terceravez que rezasen el Santo Rosario todos los días, les hizoesta recomendación que se volvió norma de su vivir: “Sacri-ficaos por los pecadores y decid muchas veces: Oh Je-sús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y

en reparación por los pecados cometidos contra el Inma-culado Corazón de María”. Al decir estas últimas palabras,abrió de nuevo las manos, como en los meses pasados.El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un marde fuego. Sumergidos en ese fuego, los demonios y lasalmas…” Lúcia, el 31 de agosto de 1941, redactó, porprimera vez, en su Tercera Memoria, con una preocupa-ción literaria verdaderamente notable, la visión del Infiernoy continúa: “Asustados, y como para pedir socorro, levan-tamos la vista a Nuestra Señora que nos dijo con bondady tristeza: “ – Habéis visto el Infierno, a donde van lasalmas de los pobres pecadores; para salvarlos, Dios quie-re establecer en el mundo la devoción a mi InmaculadoCorazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvaránmuchas almas y tendrán paz…”No sólo Lúcia, sino también sus primos, principalmenteJacinta, percibieron muy bien esta futura gran misión de laprima. Esto testimonia la propia Lúcia en la Tercera Me-moria, cuando reveló las dos primeras partes del secretode Fátima, sobre la visión del Infierno y el Corazón Inma-culado de María: “Poco tiempo antes de ir (Jacinta) para elhospital, me decía: Ya me falta poco para ir al Cielo. Tú tequedas aquí para decir que Dios quiere establecer en elmundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuan-do sea el momento de decirlo, no te escondas. Di a todala gente que Dios nos concede las gracias por medio delInmaculado Corazón de María; que se las pidan a Ella;que el Corazón de Jesús quiere que, a su lado, se venereel Corazón Inmaculado de María, que pidan la paz al Inma-culado Corazón de María, que Dios se la entregó a Ella…”La Hermana Lúcia explica la vida mística de Francisco yde Jacinta por la iluminación que recibieron del célebre“reflejo” y por la visión del Infierno.Así ellos estaban preparados para dar respuesta a la peti-ción de la Señora en todas las formas de oraciones ysacrificios, que los propios Videntes practicaron hasta elheroísmo. Ha sido su vida y su ejemplo lo que dio origen auna espiritualidad cristiana en el espíritu de Fátima, queconsiste en huir del pecado, en la oración y en la peniten-cia, con la intención vivida de la reparación de las ofensascometidos contra Dios, contra Jesús y contra el CorazónInmaculado de María.En la última petición de la Santísima Virgen el 13 deoctubre, resume como el núcleo de todo el Mensaje: “Espreciso que se enmienden; que pidan perdón por sus pe-cados. No ofendan más a Dios Nuestro Señor que ya estámuy ofendido… ¡Qué amorosa queja y que tierna petición!– escribe Lúcia en sus Memorias. Quien me diera que sehiciera eco por todo el mundo y que todos los hijos de laMadre del Cielo oyesen el sonido de su voz”. Esta peticiónes vitalmente animada por el Corazón Inmaculado de Ma-ría. No es una reparación generalizada, sino concretamen-te de la reparación pedida por las ofensas cometidas con-tra su Corazón Inmaculado.Y mientras Ella se elevaba de la pequeña encina, el reflejode su propia luz continuaba proyectándose en el sol queseguidamente comenzó a bailar sobre la Cova da Iría antecerca de 70.000 personas.Entonces, ¿qué quiere exactamente el Corazón de Maríade nosotros? Ciertamente tiene las mismas intencionesespeciales que Jesús pidió en Paray-le-Monial, visto queel pensar y querer de María son las intenciones del DivinoCorazón de Jesús. Y para eso llego el tiempo; nos garanti-

3

za San Juan Evangelista que a la pregunta de la místicaMatilde: ¿Cómo es que tú, que descansaste sobre el Co-razón de Jesús no hablaste de este Corazón en tu Evan-gelio?” San Juan respondió: “Esto quedó reservado paratiempos futuros entibiados paralizados” Para tiemposdonde abunda el pecado, superabunda la gracia (cfr Rom5,20). Cuando se apagaba el amor. Fue cuando se dio larevelación de la devoción al Sagrado Corazón Divino deJesús que tanto sufre a causa de la ingratitud, de la indife-rencia y de las blasfemias de los hombres, reparar estoscrímenes de los hombres y practicar los primeros viernesde nueve meses seguidos, para alcanzar, por el Misericor-dioso Corazón de Jesús, en el último momento de la vida,la gracia de la salvación.La tendencia del Mensaje de Fátima tiene el mismo senti-do, pero, mirando ahora al Inmaculado Corazón de Maríaque se queja a causa de la ingratitud, de la indiferencia yblasfemia, de los hombres. María pide reparación y prome-te, por la gran promesa de los primeros sábados de cincomeses sucesivos, asistir a las almas, en la hora de lamuerte, con todas las gracias necesarias para su salvación.Jesucristo es el Hijo de María es Nuestro Salvador. Maríaes la Madre de Jesús y también Nuestra Madre. Por susufrimiento, en los infinitos méritos de los Sagrados Cora-zones, el mundo encontró el remedio contra todos losmales en que incurre por sus pecados. Por su Pasiónredentora Jesús unió a todos los hombres en Su CuerpoMístico que es la Iglesia. Se encuentran en ella todos susmiembros, los santos y los pecadores. Él que nos dueleen la vida individual, que es piedra de escándalo en laandadura del mundo, todo eso se encuentra fundido en lossentimientos humano-divinos del Corazón de Jesús, como,también, en el Corazón Inmaculado de María y en nues-tros corazones, Es, sobre todo, el pecado que ofende aDios y a todos los miembros del Cuerpo Místico de Jesús.Nosotros somos miembros de su Cuerpo Místico; si que-damos asustados por causa de nuestros pecados y nosamargan también los pecados del mundo, debemos repa-rarlos. Por los Mensajes de Paray-le-Monial y de Fátimasomos llamados a la reparación. Así nuestra amargura yarrepentimiento de los pecados podrán ser elevados a lamajestuosa reparación de los Sagrados Corazones.No es difícil amar a Dios, a un alma noble, que vive su vidareligiosa y es acompañada e inspirada por la gracia deDios. No es difícil amar a Jesús, nacido de la VirgenMaría, que vivió nuestra condición humana en todo igual anosotros, excepto en el pecado, No es difícil amar al Cora-zón Inmaculado de María, sabiendo que Jesús nos dio aSu Madre para ser también nuestra. Sin embargo, nadanos sorprende tanto, como aquel deseo suyo de que nues-tro amor para con Ellos sea un amor compasivo, quenosotros tengamos pena de Ellos. Él se quejó del sufri-miento de Su Corazón y Ella pidió que le consoláramos.Esperan que nosotros Les atendamos ¿Cómo se com-prende que los Santísimos Corazones busquen nuestracondolencia, estén sedientos de nuestro desagravio, denuestra reparación y que vengan a buscar nuestra compa-sión? ¿Qué podremos dar nosotros al Infinito Amor?El corazón nunca encontrará dificultad en entender eso,porque sabe, por experiencia, que en el mundo todo correen el camino de la contradicción, de la lucha y de laambición; sabe también que el Hijo de Dios y Su Madre, alentrar en nuestro mundo, tienen que amar y también tie-

nen que sufrir; y cuanto más aman ellos, tanto más lescabe de sufrimiento. Si Ellos entran en nuestro mundo,entrarán también en la relación del amor, del sufrimiento,de la lucha, de la victoria y de la compasión.Jesucristo tiene sus leyes y ellas pueden ser desprecia-das; si hay almas que siente el horror al pecado, existentambién otras que no respetan a Dios y beben el pecadocomo agua. ¿Qué debería hacer Dios con ellas? ¿Lanzarun rayo sobre ellas como deseaban los Apóstoles? Lavoluntad santa de Dios, en esta tierra, depende de noso-tros: Si tú quieres, entonces haces como Yo deseo ytambién te recompenso, pero si no quieres, así Me des-precias. Me ofendes lo mismo que sucede con la Iglesia,con el Cuerpo Místico de Jesús. Que gran lucha transcurrea su alrededor… Por ventura ¿tratan mejor el Cuerpo Místi-co de cómo trataban al Verbo Encarnado? Y la suerte delHijo es la suerte de la Madre. Que desprecio, que perse-cución, que corazones fríos en Su entorno… Las espinas,que significan los pecados, crecen en abundancia alrede-dor de Sus Santísimos Corazones y hasta parece que enningún lugar hay tanta pasión y tanto dolor como en lascosas de Dios.No se puede vivir el amor sin dolor. Y cuanto mayor es elamor, tanto más profundo es también el dolor. Tal vez estacorona de de espinas del amor de Dios todavía no tengacercado nuestro corazón. Cuando, sin embargo, nuestraalma alcanza su transparencia, en nuestra concienciatambién entrará la pena, el arrepentimiento y la compasiónen relación a la suerte de los intereses de Dios que entodas partes son despreciados: un corazón amante quedacubierto de dolor.Jesús declaró claramente que le duelen los desprecios delos hombres. Dijo a Santa Margarita cuanto sufre por eso.Le mostró, en su gloria, Su Corazón infinitamente feliz;pero al mismo tiempo una corona de espinas Le cercaba yla sombra de una cruz cubría el sufrimiento de la llaga delCostado. No se puede imaginar la vida, ni siquiera la glo-ria, insensible para con todo lo que le es querido; no sepuede imaginar un Corazón glorificado, ni siquiera los San-tísimos Corazones de Jesús y de María que no sienta lasofensas. Sentir y sufrir las ofensas es lo mismo. Perohasta es cierto que ese sufrimiento no es dolor y tortura,como lo de un martirio en la tierra. Su tristeza quedaincluida en la alegría eterna y la derrota aparece comotransportadora de la victoria definitiva: así vienen Ellos, enla luz de Dios que ilumina los proyectos de este mundo, eldesenvolvimiento de las luchas y también el pecado quemetió la lanza en Sus Corazones que sirve ya hoy para Suglorificación.No podemos coordinar el sufrimiento de los Corazonesglorificados con Su felicidad, pero creemos que aquellosCorazones que tanto aman a los hombres, reciben enrecompensa mucho desprecio y mucha indiferencia. Nosbasta esta petición: Reparar Nuestros Corazones, tenedpena de Nuestros Corazones. Esto es para nosotros elmensaje más importante de Paray-le-Monial y de Fátima.Por eso hemos de transformar nuestro amor en amor com-padecido. Los hombres ofenden a los Santísimos Corazo-nes, porque ofenden a Dios; y nosotros lloramos a Diosofendido, cuando lloramos por los Corazones ofendidos; elmundo carnal, salvaje, no comprende y ultraja: blasfema alos Santísimos Corazones, se comporta ingrato, nos dueletambién su comportamiento y queremos reparar los Cora-

4

BEATOS FRANCISCO Y JACINTA MARTO �– Publicación trimestral. Precio de 1 ejemplar = 0,05 ! �– Director: P. Luis Kondor, svdEditor y Propietário: Secretariado dos Pastorinhos �– Apartado 6 �– 2496-908 Fátima

Tel. 249539780. Fax 249539789 e-mail:[email protected] Visite nuestra web: www.pastorinhos.com Impreso en Gráfica Almondina, Zona Industrial, 2354-909 Torres Novas D.G.C..S. Nº 101051

(Ident. Bancaria): Banco Millennium bcp IBAN: PT50 0033 0000 45340426373-05 Swift Code: BCOMPTPL

zones ultrajados. Estamos convencidos que nuestro senti-miento es el Amor perfecto, es el Amor verdadero de Diospor Él generado, la escuela del amor más santo. Quienquiera aprender a amar, comience por compadecerse. Ypara el corazón que quiere amar es importante que seconmueva. Dios quiso cautivar los corazones de los hom-bres. Los teólogos dicen que Jesús sufrió tanto, para quenosotros comprendiéramos mejor la gravedad de la ofensaa Dios y para conmover el corazón del hombre: “Oh voso-tros que andáis por el camino, prestad atención y ved comoes grande mi sufrimiento”; y si veis, dejad ablandarse vuestrocorazón. Cuanto a Dios, bastaba cualquier pequeño sufri-miento, porque lo más pequeño también era de infinitovalor; pero el pequeño sufrimiento no bastaba para ser laescuela del amor. Para eso era necesario tormento y sufri-miento que fuese capaz de romper el corazón humano.Jesús sufrió, por tanto, para que se compadeciese de Él elcorazón humano. Él buscaba el amor compasivo y desea-ba conquistar nuestro corazón. Compadezcámonos de losCorazones de Jesús y de María y ofrezcámosles nuestroamor reparador. Y si queremos amar a Dios verdadera-mente, reparemos no sólo por nuestros pecados, sinotambién por los pecados de los otros, tal como Ellospidieron y nuestra reparación será así desinteresada. Alver que el mundo queda helado junto al fuego de los Santí-simos Corazones, nos llena un santo horror. Aterrémonosde la suerte de Dios ultrajado cuando entendemos el peca-do como blasfemia a Dios, como el Señor ultrajado quedatriste, tal como lo entendió el Beato Francisco y quisoconsolar a Jesús. Así el corazón puede elevarse por enci-ma de si mismo.Por este camino condujo el profeta Nathan a David al máspuro arrepentimiento. Nathan no presentó los pecados deDavid, ni le atacó en nombre de Dios con palabras encole-rizadas, pero le presentó los crímenes, la dureza de cora-zón, la tiranía de un hombre fabuloso, y así inflamó suvenganza contra su súbdito; ¿por causa del pecado dequien se compadeció Dios? Propiamente por causa delsuyo. Esto sucede también con nosotros, el amor compa-decido; Él es nuestro profeta; llega hasta nosotros y nosdice: ¡alma cristiana mira lo que hace el mundo con Dios!¡Su último suspiro, su sentimiento más bajo es para élmás importante de lo que le interesa de Dios! ¡Si tienes uncorazón noble, preséntate y compensa el amor de Diosofendido! Limpia de la cabeza de la humanidad el sello deCaín. Esfuérzate: donde ahora surge el pecado, florezca lavirtud; brote tu celo de reparación en presencia de lossentimientos infames del mundo.

Reparar los Sagrado Corazones, andar triste por causa delos pecados de los otros, sentir vivamente la bajeza delmundo es el camino más seguro para alcanzar el santoamor de Dios. El corazón reparador toma parte en la Pa-sión de Jesús y se alegra de hacer algún sacrificio de losque gustan a los Santísimo Corazones. En cuanto que élse compadece así, su alma gana más fuerza, porque elamor de Dios nunca hace a nadie más débil, ni siquiera en

las lágrimas, pero recuerda los sacrificios, cuya pasión es:hacer cada vez más, ofrecer todo a Dios, sin reservarsenada.Reparemos los Sagrados Corazones con amor compasivoy convenzámonos de que, al repararlos, también nuestrocorazón llegará más cerca de Ellos. Compartamos suspensamientos. Lo que Ellos quieren compartir con noso-tros siempre a nuestro favor, es Su Pasión.

BEATO FRANCISCO, EL CONSOLADOR DE DIOSEn la Tercera Aparición de Nuestra Señora “Francisco pa-reció ser el que menos se impresionó con la visión delInfierno – nos dice Lúcia, en sus Memorias- aunque lecausase también una sensación grande. Lo que más leimpresionó y absorbió era Dios, la Santísima Trinidad, enesa luz inmensa que nos penetraba en lo más íntimo delalma. Después decía: Estábamos ardiendo en aquella luzy no nos quemábamos ¡¡¡Cómo es Dios!!! ¡No se puededecir! ¡Esto sí, que nadie lo puede decir! ¡Da pena que estétan triste! ¡si yo le pudiese consolar!...”Fue en ese momento, cuando el Espíritu Santo transformóa Francisco en Consolador de Dios. Él comprendió que elpecado es la causa de la tristeza de Dios. “¡Gusto tantode Dios! –decía muchas veces- ¡Pero Él está tan triste porcausa de tantos pecados! ¡Nunca debemos cometer ningu-no!” A la pregunta de Lúcia: “Francisco, ¿tú de que gustasmás?” respondió: “Me gusta mucho más consolar a Nues-tro Señor. ¿No te fijaste como Nuestra Señora, en el últi-mo mes, se puso tan triste cuando dijo que no ofendiesenmás a Dios Nuestro Señor que ya está muy ofendido?”Este fue su ideal, Y su misión consistió en consolar aDios. “… Francisco era de pocas palabras; y para hacersu oración y ofrecer sus sacrificios, le gustaba ocultarsehasta de Jacinta y de mí –recuerda Lúcia. No pocas vecesle sorprendíamos detrás de una pared o de un matorraldonde, de una manera disimulada, se había escapado delos juegos para de rodillas, rezar o pensar, como él decía,en Nuestro Señot, que estaba tan triste por causa detantos pecados.”Cuando él iba a la escuela, a veces, al llegar a la iglesiade Fátima, decía a Lúcia: “Ahora, tú vas a la escuela. Yoquedo aquí en la iglesia, junto a Jesús Escondido... Cuan-do regreséis, pasad por aquí a llamarme”. Y allí pasó eltiempo con Su Jesús Escondido. Después de su muerte,Jacinta le siguió el ejemplo: “Cuando yo asistía a clase,ella entraba en la iglesia y allí quedaba hasta regresar yoal final. Para no ser importunada por el pueblo que labuscaba, acostumbraba, por sugerencia mía, a esconder-se en el púlpito y allí quedaba todo el tiempo en que yoestaba en la escuela. Al final yo entraba en la iglesia, lallamaba, regresando las dos a nuestras casas.Así no sólo el ejemplo del Beato Francisco, cuyo centena-rio del nacimiento estamos celebrando, sino también el dela Beata Jacinta, nos ayudarán a vivir la reparación de losSagrados Corazones, a que somos llamados en Paray-le-Monial y en Fátima.