Relaciones Peru Bolivia y Chile

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Revista de Ciencia Política / Volumen XXIV / Nº 2 / 2004 / 212-227 VERBATIM Perú, Bolivia y Chile: por una nueva relación trilateral * Alejandro Deustua C. Academia Diplomática del Perú Como cualquier relación de vecindad en América del Sur, la vinculación entre Perú, Chile y Bolivia conforma un sistema de interacciones dinámico, complejo y singular. Es probable que, desde la perspectiva de una observador externo, la especificidad del ámbito no sea tan particular si se tiene en cuenta la historia suramericana de conflictos, desconfianza y cooperación trunca. Pero para el común observador peruano, boliviano o chileno, son precisamente esos elementos los que concentran la racionalidad y el ánimo nacional en cada país y otorgan a la relación tripartita un sello distintivo indiscutible. El Pacífico sur suramericano organizado por Estados marítimos, marítimo-continentales y continentales, con una sucesiva historia de conflictos prerrepublicanos y republicanos, una tendencia a relacionarse a través de mecanismos de balance de poder antes que de integración y un patrón desconcentrado de alianzas externas y reclamos históricos pendientes, ciertamente constituye un escenario de muy específica problemática. Ésta adquiere mayor intensidad si el punto de inflexión de la misma -la guerra del Pacífico- fue una de las tres "guerras verdaderas" que ha experimentado Suramérica en los siglos XIX y XX (las otras dos fueron la guerra de la Triple Alianza y la guerra del Chaco). La intención de este artículo no reside en el reconocimiento reiterado de este lugar común, sino en indagar si el enorme potencial de complementariedad tripartita, inserción externa conjunta y desarrollo y seguridad colectivos puede materializarse en el futuro y si el presente puede constituir, al respecto, un punto de partida a pesar de la seria erosión actual de la relación

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Breve descripcion de las relaciones en varios aspectos de Perú, Bolivia y Chile

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Revista de Ciencia Poltica / Volumen XXIV / N 2 / 2004 / 212-227VERBATIM

Per, Bolivia y Chile:por una nueva relacin trilateral*Alejandro Deustua C.Academia Diplomtica del Per

Como cualquier relacin de vecindad en Amrica del Sur, la vinculacin entre Per, Chile y Bolivia conforma un sistema de interacciones dinmico, complejo y singular.

Es probable que, desde la perspectiva de una observador externo, la especificidad del mbito no sea tan particular si se tiene en cuenta la historia suramericana de conflictos, desconfianza y cooperacin trunca. Pero para el comn observador peruano, boliviano o chileno, son precisamente esos elementos los que concentran la racionalidad y el nimo nacional en cada pas y otorgan a la relacin tripartita un sello distintivo indiscutible. El Pacfico sur suramericano organizado por Estados martimos, martimo-continentales y continentales, con una sucesiva historia de conflictos prerrepublicanos y republicanos, una tendencia a relacionarse a travs de mecanismos de balance de poder antes que de integracin y un patrn desconcentrado de alianzas externas y reclamos histricos pendientes, ciertamente constituye un escenario de muy especfica problemtica. sta adquiere mayor intensidad si el punto de inflexin de la misma -la guerra del Pacfico- fue una de las tres "guerras verdaderas" que ha experimentado Suramrica en los siglos XIX y XX (las otras dos fueron la guerra de la Triple Alianza y la guerra del Chaco).La intencin de este artculo no reside en el reconocimiento reiterado de este lugar comn, sino en indagar si el enorme potencial de complementariedad tripartita, insercin externa conjunta y desarrollo y seguridad colectivos puede materializarse en el futuro y si el presente puede constituir, al respecto, un punto de partida a pesar de la seria erosin actual de la relacin boliviano-chilena.La tesis de este artculo responde cauta pero afirmativamente a esa cuestin. La hiptesis que se plantea al respecto afirma que el trnsito de la relacin de conflicto a la de cooperacin, estimulada por un vnculo de integracin regional creciente, no slo es posible por voluntad nacional, sino consistente con una tendencia de la historia contempornea siempre que se reconozcan las diferencias entre las partes y se satisfagan, en escenarios de beneficios compartidos, los intereses primarios comprometidos.

I. LAS TRES ETAPAS1. El pasadoCon relacin al pasado, la historia republicana de los tres pases aparece marcada por dos guerras (una de ellas devastadora), por una solucin mutilante e irreflexiva del ltimo conflicto, por un perodo de posguerra signado por el desacuerdo persistente, un perodo postacuerdo (1929 en el caso peruano-chileno y 1904 en el boliviano-chileno) resumido por el incumplimiento (o la frustrada intencin de cumplimiento o versiones contradictorias sobre el cumplimiento), por la desconfianza y por alineamientos internacionales distintos en pocas de confrontacin sistmica (como los proceso que conducen primero a la segunda guerra mundial y, ms tarde, a la participacin desigual en el Movimiento No Alineado y el Grupo de los 77). A pesar de ello, a partir del primer tercio del siglo XX se establecen entre las partes los sedimentos de una relacin de paz pragmtica de consistencia intermitente hasta el advenimiento, en la post-Guerra Fra, del proceso de reformas liberales democrticas y de mercado en los tres Estados.Esa evolucin ha sido menos complicada entre pases que mantienen una dimensin martima y niveles de desarrollo y de poder ms o menos equivalentes (Per y Chile), dependiendo de la etapa que se observe, que con el Estado que perdi aquella dimensin geopoltica y cuya evolucin econmica y militar ha sido ms lenta (Bolivia). La relacin de competencia peruano-chilena en el Pacfico sur suramericano marcada por una disposicin al predominio, siendo ms significativa geopolticamente, ha sido menos determinante en la relacin tripartita que la enorme frustracin boliviana y su debilidad estatal. Entre otros factores, ello condujo a ese Estado a aproximarse a un interlocutor u a otro, segn las circunstancias, para satisfacer su inters nacional mientras incrementaba su arraigo creciente en el Cono Sur a costa del vnculo establecido en el altiplano peruano-boliviano. Un escenario estable tripartito y de intereses compartidos no se organiz ni quiso organizarse en el pasado por el peso de la historia y de la inercia poltica, pero especialmente por ausencia de voluntad nacionales orientadas a ese propsito. Ello no obstante, Per ha mantenido con Bolivia, en el pasado republicano y reciente, una relacin poltica, econmica y de seguridad mucho ms estrecha que con Chile.2. El presenteEn el presente, definido a partir de la recuperacin democrtica en Bolivia, Chile y Per (dcadas de 1980, 1990 y 2000, respectivamente), de la reforma econmica (que es impuesta en Chile en la dcada de 1970 por una dictadura y en Per por una autocracia en la dcada de 1990, mientras que en Bolivia se origina democrticamente en la dcada de 1980) y del fin de la Guerra Fra, la tendencia a la cooperacin entre las partes se ha incrementado ostensiblemente. Sin embargo, en el ltimo ao esa tendencia se ha desacelerado en el caso peruano-chileno e involucionado crticamente en la relacin boliviano-chilena. La emergencia de diferencias "tradicionales" y el rol corrosivo de algunos actores no estatales (especialmente empresariales, agudizado por complicaciones institucionales y de opinin pblica) explican la desaceleracin de la tendencia a la cooperacin peruano-chilena. La crisis del Estado boliviano y la emergencia en ese pas de nuevos actores polticos con fuerte influencia nacionalista en la poltica exterior explican la crisis de la relacin boliviano_chilena que ha adquirido una riesgosa intensidad. A ello ha contribuido, segn versiones de comentaristas chilenos, la relativa desatencin de ese pas a la problemtica vecinal (vis a vis la relacin extrarregional) y una sobredimensionada sensacin de aislamiento en ese vecino que ambienta su reaccin externa. El contexto internacional, crecientemente influido por problemas de seguridad, ciertamente ha sido funcional al deterioro.

En el lado econmico, la reforma liberal coadyuv a consolidar la tendencia a la cooperacin (a travs de acuerdos de complementacin econmica bilateral y de inversin chilena en Per y Bolivia, por ejemplo). Sin embargo, en la relacin de cooperacin boliviano-chilena pareci predominar el proceso poltico interno (la democracia antes que la dictadura, abri las puertas a la cooperacin econmica). En cambio, la cooperacin peruano-chilena pareci ms influenciada por los procesos de reforma econmica que por la afinidad poltica (las convenciones de 1993 y de 1999 se producen mientras rega un sistema democrtico en Chile y uno autoritario en el Per). En ambos casos, el ambiente externo expresado en el incremento de la integracin regional (especialmente a partir de la aproximacin argentino-brasilea que da lugar al MERCOSUR), la desaparicin de los trminos confrontacionales de la Guerra Fra y la expansin capitalista influyeron intensamente en los trminos de cooperacin.La prdida reciente del impulso cooperativo tripartito es coincidente, de otro lado, con el proceso de degradacin democrtica y con la erosin de los instrumentos de gobernabilidad en la regin a la vuelta del siglo (Latinobarmetro). Y hoy, un contexto internacional deteriorado por el atizamiento de conflictos regionales (Medio Oriente) y amenazas globales (el terrorismo), ha contribuido a traducir la influencia creciente de los trminos de seguridad en actitudes nacionales de desconfianza en escenarios distantes, aun cuando, en el caso peruano-chileno, al revs que en el chileno-boliviano, la cooperacin institucional se ha incrementado ostensiblemente.En trminos ms especficos, la desconfianza reciente ha sido estimulada por la conciencia del incremento de las asimetras de defensa convencional, especialmente entre Per y Chile, la reciente publicidad o exacerbacin de diferendos histricos -como la delimitacin martima peruano-chilena, en el primer caso, o el reclamo martimo boliviano, en el segundo-, la emergencia de conflictos por recursos -el agua y el gas en el caso chileno-boliviano-, el deterioro del clima de negocios -problemas empresariales cuyas causas son asumidas por los Estados a instancias de las primeras- y la escasa publicidad de los contenidos de los procesos de cooperacin institucional -el 2+2 y el COSEDE, en el caso peruano-chileno, quizs debida a la lenta evolucin de acpites sustanciales-. El factor principal corresponde, en este captulo, a los efectos centrfugos del conflicto boliviano-chileno.En cuanto a los procesos internos, la interaccin entre poltica interna, estimulada por la emergencia de nuevos actores y prdida de gobernabilidad, y poltica externa ha influido fuertemente en el deterioro de la cooperacin. El rol de los medios de comunicacin de los tres pases en la extrapolacin de la imagen del "contrincante", de la "agresin" eventual o del "aislamiento" y de las consignas nacionalistas de los actores emergentes, especialmente en el caso boliviano, ha contribuido fuertemente a ese proceso ms all de las diferencias histricas.A ello se han sumado poderosos catalizadores internos. Entre stos destaca la poltica boliviana de fomentar oficial, pblica y explcitamente la competencia peruano-chilena por el recurso energtico (el gas), a cuyo contexto se ha sumado otro diferendo menor por recursos (el agua). Per y Chile, por lo dems, han jugado esa carta con entusiasmo sin evaluar bien las posibilidades de una solucin que no sea de suma cero, mientras que la empresa encargada ha tenido, al respecto, un rol desarticulador. Este factor ha implosionado en Bolivia en un contexto de emergencia agresiva de nuevos actores y de fuerte crisis econmica y de gobernabilidad interna.

De otro lado, no es intrascendente que la erosin sustancial de los fundamentos econmicos bolivianos en contraste con la mejor actuacin peruana y chilena en el 2003 y 2004 coincidan en el tiempo, influyendo en el debilitamiento o el quiebre de la tendencia a la cooperacin. El impacto de la crisis es sustancial en el debilitamiento de la cooperacin si se considera que la reforma econmica contribuy a establecer ese nuevo vnculo.3. El futuroEl futuro de la relacin tripartita estar determinado tanto por la solucin de los problemas del pasado y del presente como por la calidad de las polticas prospectivas que los interesados adopten. Una solucin a los problemas histricos entre las partes -la salida soberana al mar de Bolivia y la delimitacin martima peruano-chilena-, la organizacin de una relativa equivalencia geopoltica -derivada de la devolucin de la cualidad martima boliviana-, la disposicin a la convergencia de alineamientos externos -por ejemplo, relaciones simultneas de cooperacin con Estados Unidos y la Unin Europea-, la generacin ms visible de medidas de fomento de la confianza sustantivas, la cooperacin en la confrontacin de amenazas globales y en emprendimientos de seguridad colectiva y un equilibrio estratgico entre las potencias del Pacfico son indispensables para superar los desencuentros del pasado.En el mbito interno, un condicionante mayor para recuperar los niveles de cooperacin y luego superarlos, ser el restablecimiento de las capacidades de gobernabilidad democrtica en nuestros pases -especialmente en Bolivia y Per-, el incremento de la perfomance econmica -en el caso de Per y Chile- o el restablecimiento de sus fundamentos -en el caso de Bolivia-, al tiempo que se incorporan incrementalmente contenidos de equidad en las polticas correspondientes. La perspectiva de crecimiento global en los prximos dos aos brinda un marco adecuado para este emprendimiento, en la medida en que la incidencia de factores perturbadores -como el inminente incremento de las tasas de inters norteamericanas, las tendencias inflacionarias derivadas de los altos precios del petrleo, el redireccionamiento de los flujos de capital entre pases desarrollados, el impacto comercial de una eventual nueva frustracin de las negociaciones comerciales multilaterales, la concentracin del esfuerzo europeo en la expansin hacia el Este o la desaceleracin del crecimiento chino-, no frenen el crecimiento econmico.Para mejorar la cooperacin poltica, la democracia representativa debe poder administrar mejor la tendencia a convalidar la denominada democracia participativa promoviendo una mejor inclusin de los actores emergentes y un reforzamiento del control de la poltica exterior por los gobiernos all donde su desborde populista la pueda poner en peligro. A ello deben contribuir los medios de comunicacin que hoy tienden a exacerbar los reclamos antes que a explicarlos.En el mbito externo, si bien los procesos derivados de la interaccin espontnea de actores no estatales tendern a generar ms cooperacin que conflicto entre las partes, stos deben ser, dependiendo del caso, mejor promovidos, regulados o controlados por los gobiernos. Los Estados, a su vez, deben ser responsables de la creacin de ciertos vnculos sociales como la provisin de servicios pblicos conjuntos (en las fronteras, por ejemplo), mientras que su rol regulador de flujos sensibles como el de migraciones, por ejemplo, debe incrementarse.

En este contexto, los gobiernos deben buscar soluciones no confrontacionales a nuevos problemas como los derivados del acceso a los recursos. Soluciones de integracin energtica gradual, que deben entenderse como una asociacin entre exportadores e importadores antes que como un cartel de productores, no slo mejorarn los trminos de la interdependencia tripartita, sino que tendern a crear una masa crtica de intereses compartidos generadora de beneficios mutuos y de solucin de problemas que puede racionalizar los trminos de la competencia en lugar de impulsarla en espacios que no cuentan con recursos suficientes para emprender el desarrollo autnomo. El aprovechamiento compartido del esquema IIRSA puede ser la columna vertebral de una indispensable aproximacin entre el sur del Per, el norte de Chile y el occidente boliviano.Para fundamentar esos esfuerzos, es necesario promover conjuntamente un doble tipo de insercin. Primero, una adecuada insercin externa tripartita en el marco occidental y regional que permita crear el marco externo de configuracin de intereses complementarios (por ejemplo a travs de la participacin activa en mecanismos de seguridad colectiva o la proyeccin econmica hacia los miembros de la APEC) deber ser requerida. Segundo, una insercin local entre el sur del Per, el norte de Chile y el occidente boliviano ser indispensable para una mejor complementacin interestatal, en tanto otorgue un centro de gravedad geogrfico a la relacin tri-nacional y restaure los vnculos de cooperacin naturales a una regin natural sin descuidar el rol regulador de los gobiernos centrales.Si el futuro de la relacin entre Per, Chile y Bolivia depende de la solucin de los problemas del pasado y del presente, es evidente que el escenario de cambio consecuente implica la alteracin de las tendencias predominantes hacia un tipo de relacin que tiene referentes inmediatos en la historia contempornea: los procesos de articulacin franco-alemn en la construccin del nuevo orden europeo, el brasileo-argentino en la organizacin del MERCOSUR y el ruso-norteamericano en el plano de la reestructuracin del sistema internacional son las ms visibles entre potencias rivales que reorientan sus esfuerzos hacia la generacin de fuerzas de cohesin que, respetando los intereses nacionales, confontan la emergencia de muy poderosas fuerzas de fragmentacin. En ninguno de estos casos, la aproximacin de contrincantes ha supuesto para ellos la condicin de prdida de status o de capacidad de poder. Ms bien, ha ocurrido lo contrario: los Estados comprometidos o se han fortalecido o estn en proceso de recuperar el potencial perdido mientras superan los costos intolerables de las crisis preexistentes.Si, en cambio, el futuro de la relacin entre Per, Chile y Bolivia permanece dominado por las tendencias del pasado que organizan la competencia mediante la potenciacin excluyente de los Estados nacionales, esa perspectiva ser sostenible en tanto la capacidad de adquisicin de poder de estos Estados sea suficientemente como para organizar un sistema de balance de poder en un contexto poco propicio. Pero, bajo condiciones de emergencia de fuerzas de fragmentacin representadas por las propias incapacidades nacionales, por el arraigo de actores antisistmicos que ingresan al escenario poltico desprovistos de institucionalidad, que se incorporan al campo de seguridad como representantes locales de las denominadas amenazas globales o que permanecen injusta y peligrosamente marginadas por las tendencias excluyentes de polticas nacionales e influencias transnacionales que erosionan la cohesin nacional, el escenario de la competencia sobre la base de un Estado-nacional de soberana creciente no parece el ms viable.

Peruanos, chilenos y bolivianos no tienen mucho tiempo para elegir qu tipo de relacin desean privilegiar.II. CARCTER HISTRICO DE LA RELACINSi se considera que el proceso de constitucin de los Estados moldea parcialmente su naturaleza e influye en su comportamiento inicial -tendencia determinista que sirve para la descripcin primaria pero no para la explicacin de la conducta interestatal de largo plazo-, se puede decir que en el status prerrepublicano de Per, Chile y Bolivia se encuentra el germen de los conflictos suramericanos del siglo XIX. Sin embargo, una vez que la tendencia inercial derivada de ese origen traspas el umbral de una guerra catastrfica, la tendencia se instal en las polticas de largo plazo de los tres pases, estimulada por los resultados de la confrontacin, por la carga emocional consecuente y una relacin de poder ms claramente definida en el escenario trinacional.En consecuencia, podra concluirse que el determinismo triunf en la organizacin de las polticas exteriores entre los tres Estados. Esta conclusin, sin embargo, slo resulta "racional" si se considera que antes de la estructuracin de las escuelas geopolticas por alemanes, ingleses, americanos, franceses e italianos de fines de siglo XIX y principios del XX, los gobernantes que rigieron la etapa formativa de los estados republicanos del Pacfico sur suramericano pensaban en trminos de "polticas de poder" o del "realismo clsico" (que es anterior a su formulacin terica).En el siglo XXI la opcin para quebrar la inercia determinista entre los tres Estados y el comportamiento exclusivamente "realista" de algunos de sus gobernantes no slo tiene antecedentes histricos, sino que puede realizarse dependiendo de la adopcin conjunta de una racionalidad que obedezca a principios compatibles con el progreso de las relaciones internacionales. Desde la interdependencia hasta el funcionalismo, desde las perspectivas transacionales hasta los regmenes internacionales, entre muchos otros puntos de vista, las relaciones internacionales ofrecen hoy un bagaje de instrumentos de interpretacin histrica, normativos y de prctica poltica menos ligados a la geopoltica tradicional sin que ello implique el abandono de los intereses nacionales.Pero esa opcin puede cerrarse si no se resuelven o contrarresten las intensas fuerzas de fragmentacin derivadas de la coyuntura global de seguridad y de crisis de gobernabilidad general en la regin. Aunque stas afligen a Per, Chile y Bolivia con diferentes intensidades, es en los pases ms vulnerables donde la crisis se ha transformado en un problema de viabilidad mucho ms preocupante. Y si las posibilidades de progresar en el siglo XXI bajo los trminos de una "nueva relacin" tripartita puede ser confrontada por una reversin del camino hacia el siglo XIX, es bueno indagar por los orgenes estatales de esos tres pases para corregir a tiempo sus negativas consecuencias.La condicin de centro virreinal otorg al Per republicano un carcter defensivo que sus vecinos cobraron en territorio y poder. Basta echar una mirada a la cartografa de los dos perodos para comprobar grficamente esta afirmacin (Bkula). La condicin virreinal de centro de poder ayuda a entender la magnitud del descalabro poltico que implic para el Per la prdida del status prerrepublicano. sta se agrav en proporcin al impacto del cambio de rgimen, que fue mucho ms violento que el que ocurri en un Estado cuya naturaleza colonial fue flexible pero tambin inestable (Bolivia) y que el que remeci a Chile, cuyo vnculo prerrepublicano tuvo una menor intensidad metropolitana, reflejada en menores beneficios econmicos pero en mayor autonoma poltica y en la generacin de ambiciones propias de un Estado que naca insatisfecho. El contraste del origen fracturado de los tres Estados con la forma relativamente continuista con que emerge Brasil a la vida independiente (Laffer) ilustra el punto.

En la perspectiva comparativa, la etapa caudillesca que acompa el advenimiento de la Repblica refleja en el Per un grado de desorganizacin mucho ms corrosiva para la unidad estatal que la de sus vecinos. En ese escenario de decapitacin de la autoridad imperial no fue extrao que los diferentes liderazgos, en ausencia de una sociedad articulada, intentaran personalizar, en el caudillo, al liberalismo y al conservadurismo, la recuperacin de status externo o la simple gravitacin interna a travs del ejercicio de la racionalidad militar propia de las confrontaciones napolenicas.Las pugnas bolivianas de la poca fueron tambin ms intensas que las chilenas tanto porque su origen estatal se deriv de un muy especial e interesado patrocinio externo (Bolvar), como porque su condicin prerrepublicana estuvo ligada a una pertenencia indefinida que oscil, hasta el final, entre los virreinatos del Per y del Ro de la Plata. El alto grado de regionalismo interno y de filiaciones determinadas por diferentes actores externos (Per, Argentina, Brasil, Chile) condicion conflictivamente la conducta externa del nuevo Estado en un patrn de aproximaciones vecinales intermitentes. Quizs ese condicionante, dramticamente incrementado por la prdida de la calidad martima en la guerra del Pacfico, ayuda a explicar con anterioridad a ese acontecimiento, lo arraigado de la oscilacin de la conducta boliviana entre Per y Chile.La emergencia chilena a la condicin de Estado republicano fue menos costosa que la prdida de status virreinal, en tanto su condicin administrativa tuvo una menor jerarqua poltica. Las pugnas internas que ocurrieron fueron menores que las que complicaron los orgenes de Per y Bolivia, mientras que la cohesin de poder fue mayor (la ofensiva independentista argentino-chilena cuaj mejor la causa anti imperial), al tiempo que las expectativas de poder externo se organizaron con menos restricciones internas y mayor conciencia de lo que se poda ganar o perder frente a Per y Bolivia. La causa del Estado-nacin que patrocin Portales encontr menos obstculos que sortear y ms cohesin en el esfuerzo de los actores internos.A pesar de las iniciales contradicciones autodestructivas (hasta que el primer gobierno de Castilla logr cuajar, a partir de 1845, los cimientos del Estado-nacin peruano), el factor de cohesin externa -la seguridad colectiva frente a la amenaza extrarregional- encontr en el Per una voluntad congregante reflejada en las diferentes conferencias multilaterales de la poca, que no se reflej en los diferentes intentos de integracin regional por razones de balance de poder, sea por rechazo a la hegemona boliviariana, sea por la emergencia incipiente de un nimo nacional fortalecido luego del fracaso de la Confederacin Peruano-Boliviana (en todo caso, del Per eman el proyecto ms ambicioso de integracin continental, el Congreso Anfictinico de Panam, al tiempo que el recurso a la conformacin de tratados de comercio y navegacin form parte fundamental del nacimiento de la poltica exterior de un Estado en formacin (St. John)).Esto no explica, pero s ilustra la proclividad contempornea del Per hacia la organizacin de regmenes de seguridad colectiva (por ejemplo, el Per mostr mayor disposicin interamericana que Chile en el largo proceso de formacin del sistema hemisfrico y menor tendencia a la desafiliacin -Smith- salvo en el caso del gobierno militar de 1968-1980). Y tambin ilustra el relativo menor xito de los acuerdos de integracin influenciados por consideraciones geopolticas propias (por ejemplo, el gobierno militar de Velasco Alvarado pareci concebir el Acuerdo de Cartagena ms influenciado por razones geopolticas que por los requerimientos de economas de escala para los modelos de sustitucin de importaciones que patrocinaba Prebisch). La participacin boliviana en esos esfuerzos fue decayendo desde el gran esfuerzo confederado de Santa Cruz.

En la perspectiva econmica, el costo de la independencia fue tambin mayor para el Per que para sus vecinos. Al perder el vnculo privilegiado con la metrpoli no slo se perdi el mercado externo, sino una fuente principal de recursos (que sus vecinos dispusieron, histricamente, en menor cantidad), al tiempo que el cambio de la matriz de produccin (de una economa minera a una agraria o agropecuaria) implic una descapitalizacin inicial de muy difcil recuperacin. El costo del esfuerzo de la independencia pauperiz tambin el mercado interno (a ello debe agregarse la interrupcin de los circuitos comerciales del sur despus de la guerra del Pacfico). Quizs para Chile, este costo fue menor en tanto su economa no alter radicalmente sus fundamentos, en tanto que para Bolivia el escaso desarrollo portuario fue, quizs antes que la economa -que mantuvo el condicionante minero-, una preocupacin irresuelta desde la misma creacin de ese Estado (a pesar de la existencia de Cobija como principal puerto boliviano, Bolvar lleg a pactar, sin resultados, el cambio de Arica por Apolobamba, subrayando el inters boliviano por ese puerto as como su dilema martimo desde antes de la guerra del Pacfico (Deustua)). El cercenamiento martimo de la guerra del Pacfico increment exponencialmente para Bolivia los costos derivados de la incapacidad portuaria, convirtiendo su comercio exterior en dependiente de los puertos chilenos (cuya competencia con los peruanos la poltica exterior boliviana emple a su favor). Este problema se increment, a costa del Per, por la persistente ambicin boliviana sobre Arica en la post guerra del Pacfico.La prdida por el Per de un mercado externo comparativamente mayor y los requerimientos portuarios bolivianos marcaron, sin embargo, en la perspectiva comparativa, una mayor predisposicin peruana y bolivana a la integracin econmica entre ellos que la que quizs dispuso Chile inicialmente. Por lo dems, la relacin de competencia al respecto se registra menos en trminos de mercados continentales a ser ganados (matizada por espordicos arreglos, como el acuerdo de preferencias arancelarias entre Per y Chile poco tiempo despus de la independencia (Rodrguez), que en la competencia portuaria entre Valparaso y el Callao (Deustua). Esa lnea de competencia, que perdura hasta hoy, fue dramticamente intensificada por los requerimientos de expansin econmica y territorial chilena en la segunda mitad del siglo XIX. De all que la competencia peruano-chilena en el Pacfico derivara y se mantuviera despus de la guerra del Pacfico en una contienda por el predomino en ese espacio (Garca Bedoya).

III. LAS TENDENCIAS HISTRICAS Y LA POLTICA EXTERIOR PERUANA

Si bien la historia es un fundamento principal de la poltica exterior, no es su nico condicionante, aun tratndose de Estados cercanos y hasta de origen comn. En lo que hace a Bolivia, las variables emocional, geopoltica y demogrfica basadas en la afinidad altiplnica, tnica y social ciertamente constituyen para el Per factores de aproximacin con ese Estado, cuya ltima formulacin se ha expresado en los trminos de una "relacin especial" en el marco de asociaciones preferenciales con que el Per tiende a relacionarse con sus vecinos en los ltimos aos.

1. La relacin peruano-boliviana

La "relacin especial" tiene antecedentes prximos e infraestructurales que se derivan de la declaracin del rgimen de condominio indivisible de las aguas del lago Titicaca a mediados de la dcada de 1950. Aqulla evolucion en la dcada de los 70 hacia la concesin de zonas francas con el propsito de facilitar a Bolivia una alternativa a la dependencia de su comercio exterior de puertos chilenos. Ms tarde, en 1992, con propsitos geopolticos y de integracin mayores, la relacin progres hacia la sistematizacin y ampliacin del rgimen de zonas francas (industrial y turstica) y el uso de la infraestructura portuaria de Ilo. Posteriormente, la posibilidad de otorgar, en ese puerto, facilidades adicionales condicionadas a la exportacin del gas boliviano hacia la costa occidental norteamericana, progres de manera paralela a la negociacin de un proceso de integracin profunda entre ambos pases con el propsito adicional de no hacer del gas una cuestin excluyente de la agenda bilateral.La propuesta peruana sobre la alternativa de Ilo se plante en el marco de la abierta competencia peruano-chilena en esta materia, estimulada explcitamente por Bolivia, aun cuando la tendencia de ese gobierno era la de favorecer la alternativa chilena. En esa medida, la propuesta peruana, si bien competa, favoreca tambin, en la perspectiva boliviana, la obtencin de mayores ventajas frente a la propuesta chilena alentada, adems, por la regin de origen (el sur oriente boliviano) y el consorcio multinacional eventualmente a cargo. Cuando la grave crisis de gobernabilidad se agudiz en Bolivia en octubre del 2003, generando la renuncia del presidente democrticamente elegido, Francisco Snchez de Lozada, la emergencia de nuevos actores polticos, el incremento de demandas sociales insatisfechas y la crisis econmica, encontraron un catalizador en la confluencia de la preferencia por la alternativa chilena para la exportacin del gas con la potenciacin del reclamo martimo boliviano. La poltica boliviana de inducir la competencia peruano-chilena por un recurso boliviano se volvi contra sus propios organizadores.La descripcin de este ltimo proceso, en el que confluyen un nuevo inters estratgico boliviano con la causa histrica fundamental de ese Estado, se propone ac como ejemplo de una constante en la conduccin de su poltica exterior: acercarse alternativamente a Per o a Chile de acuerdo con la percepcin de la eventual solucin del problema de la mediterraneidad. Aunque la circunstancia actual favorece al Per, en la perspectiva histrica esta situacin genera en el Per una sensacin de incertidumbre en la relacin con Bolivia, estimulada adems por su inters imbatible de acceder al mar por un puerto que fue peruano -Arica-, expresado an en coyunturas extremadamente difciles para el Per. Tal es el fundamento de lo que Garca Bedoya denomina la "hipoteca" de la mediterraneidad boliviana sobre la poltica exterior peruana.De esa situacin se pueden extraer tres conclusiones. Primero, la lnea histrica del comportamiento externo boliviano con relacin a Per y Chile no ha variado en su alternancia, a pesar de ciertas inflexiones, desde el siglo XIX. Y la existencia de actores "liberales" favorecedores de un arreglo pragmtico con Chile -a los que Basadre denomin "practicistas"- y de los "reivindicacionistas" - que plantean el reclamo en trminos de mayor aliento histrico-, tampoco ha cambiado en lo esencial. En consecuencia, la proclividad hacia el Per hoy no implica su permanencia en tanto subsista el problema de la mediterraneidad. Segundo, las limitaciones y la condicionalidad "mediterrnea" a la poltica exterior peruana son tales que el Per no tiene inters en mantener esa "hipoteca" siempre que se respeten sus intereses en territorios que fueron peruanos (aunque muchos bolivianos y chilenos perciban lo contrario). Tercero, la lnea bsica del comportamiento externo boliviano puede ser confundido por ese actor y sus vecinos como el rol del balancer en la tpica relacin trilateral de balance de poder. Bolivia hoy no tiene suficiente capacidad como para desempear ese rol definido como la prevencin del intento de predominio de uno de los otros dos actores sobre el conjunto. Esa confusin puede ser peligrosa si Bolivia desea establecer pactos o alianzas que alteren el equilibrio en la zona.

2. La relacin peruano-chilena

En lo que hace a Chile, el sentimiento nacional peruano no ha sido afn a ese Estado no slo debido a las consecuencias emocionales de la guerra del Pacfico, sino a la rivalidad derivada de una permanente competencia por el predominio por el Pacfico sur en su versin portuaria o en la ocenica y de la influencia de terceros actores, regionales y extrarregionales, interesados en fortalecer la posicin chilena.La escasa intensidad de la aproximacin peruano_chilena preexistente a los conflictos de 1836-1837 y 1879 slo tendi a recuperarse, como ya se ha mencionado, pragmticamente, a partir de la suscripcin de los tratados de 1929 (Bkula). En el mbito martimo, la cooperacin jurdica se increment extraordinariamente a partir de 1947 y 1954 con las declaraciones unilaterales sobre las 200 millas y la suscripcin de la Declaracin de Santiago, que concluira en la fundacin de la Comisin Permanente del Pacfico Sur para la defensa conjunta de los recursos naturales de ese espacio. Ese proceso continu a travs de la participacin en negociaciones de la Convencin del Mar entre 1972 y 1983, que Chile suscribi (con reservas) y Per no, a pesar de haberse constituido este ltimo en un lder global de lo que algunos calificaran como el tratado organizador del rgimen ms importante desde la creacin de la ONU (Prez de Cullar).Esa cooperacin pragmtica convivi con la competencia militar en el Pacfico, con visiones geopolticas no complementarias, con la disposicin a la supremaca armamentista por una parte y la otra con alineamientos externos contrapuestos (especialmente en la crtica dcada de los 70). Tal comportamiento fue azuzado por el advenimiento de gobiernos castrenses en ambos pases. En el caso chileno, ello supuso la cancelacin de vnculos de aproximacin como el Acuerdo de Cartagena, del cual Chile se retir. En el caso peruano, los gobiernos militares de la dcada de 1970 sobreexplotaron simblicamente acontecimientos histricos de carcter disociador como el centenario de la guerra del Pacfico, lo que condujo a una carrera armamentista en ambos pases.A pesar de ello, la cooperacin pragmtica marc otro hito en 1999 con la culminacin de los asuntos pendientes de los acuerdos de 1929, precedidos por la frustracin de 1993 (la "Convenciones de Lima" sobre la misma materia). Ese tratado revirti parcialmente la predisposicin antagnica de las respectivas colectividades y acerc ms a los Estados. Sin embargo, la remanencia del problema de la demarcacin martima (que el Per reconoce como pendiente y Chile no) y los malos entendidos entre diferentes empresas, instituciones y agentes de mercado definieron una creciente cooperacin sin intensos niveles de afinidad.

Las asimetras econmicas (expresada materialmente por la presencia de la inversin y de agentes comerciales chilenos en el Per, sin una presencia equivalente peruana en el mercado del vecino), militares (derivada de la potenciacin y modernizacin de la fuerza armada chilena mientras la peruana se desgastaba en la guerra antisubversiva, el conflicto con el Ecuador y en la cooptacin fujimorista), polticas (Chile recuper su democracia antes y ms establemente que el Per), de reconocimiento y vinculacin internacional (el xito del "modelo"chileno, que adquiri status por propio mrito pero tambin por fuerte apoyo externo del que no goz el Per) y su vinculacin especial con Estados Unidos y con la Unin Europea (que constituye una ventaja estratgica ostensible), mantienen vivas no slo la dinmica de competencia sino la percepcin de la predisposicin al predominio chileno en el Pacfico sur.

A pesar de ello, la poltica exterior de ambos pases se orient a generar mejores niveles de interaccin econmica (los acuerdos de complementacin econmica y de doble tributacin de 1998 y 2003), militar (la generacin de medidas concretas de fomento de la confianza) y diplomtico_militar (las relaciones institucionales organizadas por los estamentos del Comit de Seguridad y Defensa -COSEDE- a nivel de altos funcionarios y el Comit Permanente de Consulta y Coordinacin Poltica -o 2+2- a nivel de ministros, y la insistencia diplomtica peruana a negarse a una carrera armamentista, cuestin que lamentablemente se confunde con la indisposicin a restablecer un necesario equilibrio estratgico en la zona). Ello intensific los niveles de interdependencia en este captulo, estrechando la brecha entre esta disposicin y la lnea general de competencia.

IV. UNA EVALUACIN PRELIMINAR

Si se tiene en cuenta la vigencia de las constantes del comportamiento externo en la relacin bilateral peruano-boliviana y peruano-chilena, el mejoramiento cualitativo de ambas es manifiesto en trminos absolutos. Pero si estas vinculaciones se evalan en trminos relativos -es decir, considerando comparativamente la relacin con cada uno de los interlocutores teniendo en cuenta el punto de partida-, se puede concluir que, hasta el 2002, la relacin peruano-chilena avanz bastante ms que la peruano-boliviana (dada la fluidez de la relacin trilateral, esa situacin puede no ser la misma hoy). Por lo dems, tambin se puede afirmar que la relacin con cada uno de estos vecinos est mejor constituida, ha progresado ms y se orienta a generar beneficios mutuos en mucho mayor dimensin que la relacin chileno-boliviana. Por tanto, el Per est en capacidad de contribuir a mejorar esa relacin bilateral que no le es ajena, siempre que las partes estuvieran dispuestas a construir una relacin trilateral de beneficios compartidos para todos en lugar de la excluyente que genera beneficios a cada vector. Este es el nuevo punto de inflexin que los tres pases, y la iniciativa peruana, estn en capacidad de organizar.La mejora sustancial en la relacin peruano-chilena indica que sta puede ser mejorada de manera equivalente a la aproximacin brasileo-argentina de 1988, que sent las bases del MERCOSUR. Ello conducira a la creacin de un nuevo polo de poder en el Pacfico sur suramericano generador de riqueza, que servira a Bolivia como marco de solucin de su reclamo histrico. Y tambin puede contribuir extraordinariamente a la superacin de la crisis actual de la relacin boliviano-chilena. sta requiere un manejo racional e institucional capaz de contener el impulso inorgnico de los nuevos actores polticos que tienden a confundir la poltica interna y la externa, aadiendo a los problemas de gobernabilidad interna en Bolivia el riesgo externo de la crisis que tiene influencia desestabilizadoras en los vecinos. El hecho de que la actual coyuntura no sea propicia para ese desarrollo, no resta un pice a su imperiosa necesidad.

1. Las tendencias de insercin boliviana

A pesar de su filiacin altiplnica, Bolivia se ha ido insertando en el Cono Sur con intensidad creciente. Su condicin mediterrnea ha obligado a una dependencia sustantiva de su comercio exterior de los puertos chilenos. sta, sin embargo, ha sido mitigada por la alternativa de Matarani (y el potencial de Ilo) que tiende incrementalmente a atraer carga boliviana que, sin la alternativa peruana, slo podra canalizarse por Arica e Iquique. El progreso de Matarani se ha establecido en el manejo de hasta un tercio de la carga a granel boliviana, con una proyeccin ascendente. Arica, en cambio, concentra el comercio de alrededor del 75% de la carga boliviana por contenedores y sigue siendo superior a Matarani en el manejo de la carga a granel (alrededor del 43%).

De otro lado, la exportacin de gas, inicialmente orientada hacia Argentina, se ha consolidado en el sur del Brasil desde fines de la dcada de los 90. Si se tiene en cuenta que la minera ha perdido considerable peso en la composicin de la oferta exportable boliviana, que el gas pasara a dominar la estructura exportadora de ese pas y que el mercado brasileo-argentino absorbe la totalidad de esa oferta boliviana en Suramrica, se concluye que la insercin boliviana en el Cono Sur, en las vertientes del Atlntico y del Pacfico, es plena y determinante para la economa de ese pas.Y si el altiplano peruano-boliviano no puede competir con esa filiacin estructural (aunque s puede atenuarla), la articulacin boliviana con la Comunidad Andina contribuye cada vez menos a compensar la absorcin de su economa por el Cono Sur. La incorporacin boliviana al MERCOSUR -comprometida tambin por el Per- ha consolidado esa articulacin estructural. Este condicionante podra mitigar considerablemente su intensidad si el gas boliviano se exporta por el sur del Per y si el acuerdo de integracin profunda en negociacin logra resultados infraestructurales sustantivos.

2. La relacin econmica boliviano-chilena

A pesar del incremento de la relacin boliviano-chilena hasta el 2003, la relacin comercial entre las partes no ha logrado constituir masa crtica suficiente como para establecer slidas relaciones de interdependencia. En efecto, las exportaciones bolivianas hacia Chile no llegan a los US$ 40 millones en ninguno de los aos que componen el perodo 1998-2002. En 1998, el mejor ao de esa etapa, Chile import de Bolivia apenas US$ 37.6 millones, cayendo de un nivel de US$ 62.5 millones en el ao 1997.

Con relacin a las importaciones, los flujos chilenos hacia Bolivia son ms importantes desde la perspectiva boliviana (alrededor de US$ 250 millones en 1998 y cayendo luego, a lo largo de ese perodo, hasta US$ 139 millones). Desde el punto de vista chileno, sin embargo, las exportaciones a Bolivia apenas rondan el 1% de las exportaciones totales, mientras que las importaciones no alcanzan el 0.5 %. La irrelevancia comercial mutua contrasta fuertemente con el peso de otros mercados en ambos pases y con la dependencia portuaria boliviana de puertos chilenos. Su escaso volumen y valor no logra contrarrestar an la dimensin del diferendo poltico entre esos dos pases. Es ms, el compromiso de un acuerdo de complementacin econmica suscrito en 1993 no ha cambiado la situacin significativamente ni su perfeccionamiento, como estn las cosas, modificar sustancialmente la situacin actual.

En el mbito de las inversiones, Bolivia, a diferencia de Argentina, Per, Colombia y Ecuador, tampoco es un mercado significativo para los flujos de capital chilenos, cuyo stock global para el perodo 1990-2002 fue de US$ 26658 millones (Banco Central de Chile). En efecto, el stock de la inversin chilena en Bolivia alcanza apenas a US$ 366 millones, mientras que la boliviana en Chile no supera los US$ 20 millones (Direcon, RREE Chile). Ello indica que la relacin financiera generada por Chile en Bolivia es apenas 1.1% del total y la boliviana en Chile es irrelevante desde la perspectiva chilena (aunque no desde la boliviana).

Al respecto se puede concluir que la ausencia de interdependencia econmica derivada de la cuasi irrelevancia de los intercambios es un pasivo en la relacin boliviana-chilena. El intercambio econmico, en esta perspectiva, no ayuda a compensar la intensidad de la problemtica estratgica que separa a los dos pases. En la medida en que esa situacin no mejore, el diferendo poltico tender a monopolizar la agenda, sea en su fase de confrontacin sea en el intento de solucin.

3. La relacin econmica peruano-boliviana

La relacin econmica peruano-boliviana tampoco genera flujos que califiquen como de interdependencia consistente. En efecto, en el perodo 2001-2003 las exportaciones peruanas apenas se incrementaron en unos US$ 15 millones, partiendo de US$ 90.1 millones en el 2001 hasta US$ 105 millones en el 2003 (Min. RREE). Ello implica el compromiso de apenas el 1.3% de las exportaciones peruanas aproximadamente.El caso de las importaciones peruanas desde Bolivia presenta un cuadro an ms frgil para el mismo perodo. Si bien las importaciones se incrementan de manera equivalente a las exportaciones (US$16 millones), el valor total es mnimo, pasando de US$ 44.4 millones en el 2001 a US$ 60 millones en el 2003. Esto implica un vnculo del mercado boliviano con el peruano de apenas 0.8% respecto del valor del mercado importador peruano.La debilidad en la interaccin comercial es an ms grave si se considera que sta se produce en el mbito de un acuerdo de libre comercio vigente entre las partes. Por lo dems, la referencia andina puede servir para mejorar el perfil relativo de las exportaciones peruanas a Bolivia (alrededor del 18% del total), hecho que no ocurre en el caso de las importaciones (0.5% del total aproximadamente). El cuadro es an ms dramtico si se considera que el Per es despus de Colombia, en la subregin andina, el mercado ms grande para Bolivia.En trminos de inversin, los montos son ms significativos si se tiene en cuenta el relativamente escaso potencial peruano (alrededor de US$ 80 millones en Bolivia, de los cuales alrededor del 70% se concentra en la banca), pero no a la inversa (la inversin boliviana en el Per bordea los US$ 5 millones, mientras que en Chile la inversin boliviana alcanza los US$ 20 millones, lo que indica claramente las preferencias del capital boliviano). Esto ocurre a pesar de las facilidades tursticas e industriales que Bolivia goza en el sur del PerEste marco de precariedad en la relacin de interdependencia econmica indica varias cosas. Primero, que el trabajo de promocin econmica entre los dos pases es fundamental y de largo plazo, teniendo en cuenta que el techo de crecimiento es muy alto. Para que este sea eficaz, resulta imprescindible restaurar o potenciar los viejos circuitos comerciales interregionales. Segundo, es necesario comparar los flujos econmicos formales con los informales. La hiptesis de trabajo al respecto consiste en que los flujos informales generados por el trnsito de personas, el contrabando (que en el Per se estima entre US$ 600 y US$ 900 millones buena parte del cual compromete la relacin peruano-boliviano-chilena) y el narcotrfico pueden estar produciendo una interdependencia negativa cuya valencia es necesario alterar. Tercero, que la relacin bilateral sigue dependiendo de factores polticos, de los resultados que puedan producirse en funcin de las agendas mutuas en proceso cuya redefinicin peridica parece una constante del vnculo diplomtico correspondiente y, especialmente, de la realizacin de las oportunidades infraestructurales (IIRSA) y las que ofrece el sur peruano para el gas boliviano. En este proceso podemos estar arribando a un punto de inflexin tanto con la prxima decisin del gobierno boliviano sobre el destino del gas como con la negociacin de un tratado de integracin profunda con el que las partes desean establecer un mercado comn a partir de agosto prximo.

4. La relacin econmica peruano-chilena

El intercambio econmico peruano-chileno es sustantivamente mayor que el peruano-boliviano y, aunque sus montos no han alcanzado todava una masa crtica generadora de valor y de inters sustantivo entre las partes, s ha consolidado un piso mnimo (alrededor de 5% del comercio total) que da lugar a un vnculo de interdependencia en formacin. Aunque ste tiene un alto potencial, est lejos de los trminos, volmenes y valor de la interdependencia alcanzada por Argentina y Brasil (alrededor del 20% del comercio entre dos socios que fueron rivales).En todo caso, las exportaciones peruanas a Chile crecieron casi diez veces ms que las orientadas a Bolivia (US$ 130 millones) en el perodo 2001-2003, con valores totales muy superiores: de US$ 282 millones en el 2001 las exportaciones peruanas se incrementan hasta US$ 412.4 millones en el 2003. Ese monto es equivalente a aproximadamente 5.15% de las exportaciones peruanas.Las perfomances de las importaciones peruanas desde Chile tienen un comportamiento menos relevante si se considera que entre el 2002 y el 2003 crecieron apenas unos US$ 10 millones. La tasa es equivalente a la progresin peruano-boliviana para el mismo ao. En valor, sin embargo, las importaciones peruanas desde Chile decuplican a las importaciones peruanas desde Bolivia, pasando de US$ 402 millones en el 2001 a US$ 404.4 millones en el 2003. La incidencia de las mismas en las importaciones peruanas totales bordea el 5.4%En trminos absolutos, sa es una proporcin poco significativa. Sin embargo, ese vnculo constituye el sedimento de una interdependencia comercial de proyeccin sustantiva, habiendo alcanzado un punto de sustento mnimo (5% de los intercambios) en el que, a diferencia del intercambio peruano-boliviano, el comercio s parece significativamente beneficiado de elementos institucionales como el acuerdo de complementacin econmica de 1998.Por lo dems, la interdependencia negativa, como en el caso peruano-boliviano, est signada por el contrabando que encuentra en Iquique un punto de entrada mayor que organiza una red que se extiende hasta Puno por los montos ya referidos. El tipo de agente involucrado en esta interaccin ilegal -que pretende ligarse, en no poca medida, a la "comunidad aymar"-es especialmente relevante para la definicin de la integracin de la zona comprometida.De otro lado, el intercambio financiero expresado a travs de la inversin extranjera directa es tan asimtrico que resulta casi unilateral. En efecto, de los US$ 26658 millones de inversin chilena en el exterior (el principal origen suramericano de este tipo de financiamiento), alrededor del 10% se afinca en el Per (dependiendo de la fuente, el stock se calcula entre US$ 1340 millones y US$ 2500 millones). No ocurre lo mismo a la inversa, en tanto el potencial financiero peruano, que es menor, parece mejor instalado en Bolivia y encuentra el mercado chileno -especialmente en el sector bancario- ms complejo de penetrar (al respecto se estima un stock de US$ 24 millones). En ste mbito el Per bsicamente proporciona el mercado, que constituye, luego del argentino, el segundo en importancia de la regin. Por lo dems, mecanismos institucionales, como acuerdos de proteccin de inversiones y de doble tributacin favorecen estos flujos cuya atmsfera se ha deteriorado, sin embargo, a propsito de conflictos entre empresas chilenas y peruanas con autoridades locales sealando la remanencia de escenarios que no han terminado de organizar una cultura empresarial comn.

A la fuerte asimetra que genera este tipo de interdependencia (proveniente menos del flujo de ida y vuelta del capital que de la relacin capital-mercado), debe aadirse otra: la generada por la migracin peruana hacia Chile de fuerte carcter unilateral (o no recproco) como en el caso peruano-boliviano. sta ha comenzado a ser ordenada a travs de acuerdos de tipo social que permiten, por ejemplo, que las pensiones que recibe el emigrante peruano (o chileno) puedan devengarse en cualquiera de los puntos de origen.

V. CONCLUSIN PRCTICA

De lo anterior se puede concluir que la interdependencia econmica peruano-chilena ha alcanzado un punto de sustento inicial y es ciertamente mayor que la existente entre Per y Bolivia (salvo en el caso del contrabando y otras actividades ilcitas, por montos significativos, con Chile). En el mbito de las inversiones, los flujos cuasi unilaterales no deben confundirse con interdependencia financiera peruano-chilena, aunque el vnculo entre mercado y capital es intenso al respecto. Lo mismo vale, pero a niveles muy inferiores, para la relacin peruano-boliviana en este sector. En trminos sociales, expresados por las migraciones, la interdependencia tambin es atpica en tanto el Per es el origen principal de la misma, con un nivel de recepcin o de reciprocidad muchsimo menor.A la luz de estos hechos se puede decir que una relacin tripartita peruano-bolivano-chilena carece an de bases comerciales suficientes, que son parcialmente compensadas por los flujos financieros y demogrficos. Su cobertura, por tanto, debe ser todava poltica, infraestructural y de seguridad. Sin embargo, la precaria base econmica puede explotarse al respecto a partir de sus puntos ms fuertes. stos los proporciona la articulacin peruano-chilena, sobre la cual puede articularse una relacin bilateral ms intensa y una columna de la integracin trilateral. Tal aspiracin encuentra un antecedente -o mejor, una referencia- que define relaciones privilegiadas entre actores que fueron rivales en la asociacin brasileo-argentina de 1988, que estableci la base para la organizacin del MERCOSUR. Y si Suramrica es el gran escenario de encuadre, la referencia a tener en cuenta es la franco-alemana, que constituye el centro de gravedad de la constitucin del la Unin Europea.Esta alternativa de integracin debe ser enriquecida por el futuro establecimiento del mercado comn peruano-boliviano en tanto ste brinda un piso ms firme a la relacin trilateral antes que a una vinculacin bilateral excluyente que carece an de masa crtica. Lo mismo debiera ocurrir si la exportacin del gas boliviano se organiza por el sur del Per, considerando que el valor geopoltico adicional de esa alternativa -el razonable balance altiplnico de la fuerte insercin boliviana en el Cono Sur- brinda mejores trminos de vinculacin negociada con Chile.

Para que esta agrupacin funcione, resulta indispensable, como es evidente, reactivar la relacin chileno-boliviana e insistir en el proceso de solucin del diferendo peruano-chileno. La sustentabilidad del nivel de conflicto que sta ltima ha alcanzado no es alta y tiene, en cambio, una gran poder desarticulador en la regin. ste debe ser estabilizado, entre otras vas, mediante la bsqueda de un equilibrio estratgico en el Pacfico entre el Per y Chile y el incremento de los vnculos de cooperacin entre las partes.De otro lado, la situacin de conflicto a la que ha que llegado la relacin boliviano-chilena no puede continuar en el estancamiento bilateral en el que hoy se encuentra ni seguir erosionando escenarios de dilogo -como son los foros pluri o multilarales hoy devenidos en marcos de confrontacin- sin grave dao para la parte ms dbil y fuerte perturbacin para los dems. La alternativa a esta situacin ditorsionadora es la recuperacin por bolivianos y chilenos de la agenda de Algarve, mediante la que los presidentes Banzer y Lagos se comprometieron a dialogar sobre todos los asuntos que no correspondieran a los de la mediterraneidad, a tratar luego este problema especficamente y a convocar, para los fines pertinentes, a los pases concernidos. La solucin definitiva del diferendo boliviano-chileno no parece razonable fuera de este escenario.Mientras ello ocurre, el Per debe continuar en la lnea de integracin profunda con Bolivia (para lo cual se requiere estabilidad a los dos lados de la frontera) y emprender, con Chile, un esfuerzo de aproximacin recproca similar al brasileo-argentino, que interacte con los dems. Un escenario de integracin y de equilibrio en el Pacfico sur suramericano que pueda abordar el problema de la mediterraneidad boliviana revolucionar, para bien de todos, los trminos de la relacin tradicional entre los tres pases, generar un mercado y un polo de poder estabilizadores en la zona y potenciar enormemente la participacin conjunta o separada de los tres pases en la cuenca del Pacfico.* Las fuentes estadsticas utilizadas en este artculo fueron obtenidas a travs del Ministerio de Relaciones Exteriores del Per y del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.Alejandro Deustua C. abogado y MA en Relaciones Internacionales de SAIS, Johns Hopkins University) y MPA en Gestin Pblica de John F. Kennedy School of Government, Harvard University. Actualmente es profesor de la Academia Diplomtica del Per, donde imparte las ctedras de Teora de Relaciones Internacionales y Polticas Exteriores Comparadas. Es autor, entre otras publicaciones, de El Altiplano Peruano-Boliviano y el Lago Titicaca: Proyeccin y Alternativas Internacionales.