Recluta la mara

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a mexicanos la Mara Salvatrucha ESTABLECE PANDILLA CENTROAMERICANA ‘CENTRO DE CAPACITACION’ EN TAPACHULA, CHIAPAS POR DARIO DAVILA | enviado TAPACHULA, Chis.- Se paró en medio de las vías del tren a media noche. Agarró la chimba -la pistola que había hecho con tubos de acero-. Giró el cuello hacia los hombros. Encogió los dedos de la mano derecha con los que agarraba el arma y ¡pum!, Roger Alexis, un pandillero de la Mara Salvatrucha, sóltó el disparo que pegó en la cabeza de uno de sus rivales del Barrio 18. Roger Alexis, tiene 16 años y cinco lágrimas tatuadas abajito de la línea de los ojos. Están pintadas de negro. Una la tiene dibujada muy cerca del pómulo derecho. Ahí donde se ha escri- to con aguja y sangre el código con el que asesina y por el que dice luchar, la M.S: ¡Viva La Mara Salvatrucha, hermano!”. Ese código con sus costumbres y creencias está en México desde hace cuatro años y ya es- cogió su centro de capacitación para quienes de- seen ingresar a la Mara: la ciudad de Tapachula, Chiapas y C iudad Hidalgo. Aquí, la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, dos bandas centroamericanas antagónicas desde los años 80, que han puesto en jaque a Honduras, El Salvador y Guatemala, están aglutinando a pandilleros mexicanos para enseñarles la escuela de “La Mara”. ¡La Mara no nada más es para matar. Si al- guien se mete con uno de nosotros es como me- terse con todos. No le hace que seas mexicano, hondureño, salvadoreño, vas pa bajo hermano!, dice Jonathán Dubón, un guatemalteco con un enorme tatuaje de la MS en la frente. A Jonathán lo acompañan treinta pandille- ros más de la Mara detenidos hace un mes en Tapachula. La celda donde permanecen todavía transpira sangre. El olor a humedad y las paredes descoloridas llenas de simbolismos de la banda convierte el cuarto también en su territorio. ¿Y por qué la gente le tiene miedo a la Mara?, se le pregunta a El Virus, uno de los detenidos en la Prisión 3. La Mara rifa y controla. ¿Y que has ganado con la Mara? He ganado un chingo de carnales, ¿me entiendes? Todos damos la vida por todos. ¿Tus jefes qué te dicen? En la Mara no hay jefes. Al entrar aquí tienes hermanos. El calor en la celda hace sudar a chorros a los miembros de MS que se pasean de un lado a otro. Impacientes. Llevan 27 días ahí y no se les ha permitido, por cuestiones de seguridad, salir o mezclarse con los otros reclusos. De entre el grupo, sale otro pandillero. Se detiene en la sombra, buscando que la luz que entra por una ventana con barrotes oxidados no enseñe su rostro. Tiene los ojos desorbitados. También un tatuaje que le cruza los pectorales. ¿Asesinan? ¡Simón, matamos!, donde quiera con los encon- tremos. ¿A quién? Al Barrio 18 ¿Y los indocumentados que han matado? Es que se ponen locos, y les damos pa’ bajo. Sólo a los que se meten con nosotros. La presencia de custodios les inquieta. Los seis vigilantes asignados observan a distancia. De pronto quedan en silencio. Alguien a sus espaldas exclama: ¡sssssssh! Acariciándose la bar- billa y abriéndose paso entre los demás sale El Pavón. Parece uno de los líderes. “¡La Mara va a estar controlando todo el mundo!”, dice este hondureño de Tegucigalpa. ¿Y por qué tiene esa lágrima? Son lágrimas de muerte. Cuando le hemos dado pa’ bajo a alguien. Cuando uno de nuestros fa- miliares ha muerto. ¿Y qué pasa con los que has matado? En la Mara no nada más es por matar. ¿Me entiendes? Para todo hay una razón. Si alguien se mete con uno es como meterse con todos. ¿Y si es del Barrio 18? Vas pa’ bajo. Debe ser mediodía. Lanzando una car- cajada gozosa, uno de los miembros de la Mara Salvatrucha “lanza la señal de la 13”. Eso desconcierta a los guardias. “¡Ah, ver- dad!”, dice Jhonny Orlando Ramírez Castro, otro de los detenidos que le ha dado por col- garse de la reja oxidada por donde observan el patio en que el sol y sus 38 grados pega a los demás internos, menos a los de la MS. Enseguida se suelta y pega la espalda con- tra el muro. Las palmas de las manos vueltas hacia atrás, y dice: “Cuando entras a la Mara ya no sales. Bueno, sí sales... pero muerto”. Juan Carlos Cinta, un comandante de la policía municipal de Tapachula tiene una teoría sobre lo que está ocurriendo: “Los jóvenes están imitando a la Mara. Los miem- bros de esta organización que se quedan son los que están influenciando a los demás, ape- nas hace dos semanas asesinaron a un mucha- cho mexicano al que confundieron”. En colonias como el Confetí y Democra- cia la MS está haciendo escuela. “Los niños comienzan a imitar las señas de los pandille- ros. Algunos se están asentando en casas de seguridad donde se les da protección, pues tienen amedrentado a medio barrio”, explica el comandante Cinta. “Aquí es donde han corrido. Saltan desde el tren y se esconden”, platica Juan Santiago Aguilar, uno de los encargados de cazar Maras por la noche. “Ya existen miembros de la MS que hemos agarrado en muchas ocasiones y siguen re- gresando a México. Algunos son El Gatos, El Garro, El Willy, pandilleros que vuelven para saldar deudas. A algunos se las ha visto en el centro, pero se camuflan con los muchachos de las colonias populares”, explica. “Ellos están peleando el territorio como pueden. No le hace que tengan que matar”. Ya en días pasados, la procuraduría de Chiapas consignó a 31 integrantes de la Mara Salvatrucha, quienes fueron detenidos en el municipio de Suchiate, por asociación delictuosa, portación de armas de fuego y delitos contra la salud. De vuelta en el Penal. Han pasado 24 horas desde la última visita al Penal 3. Mujeres hacen fila buscando ingresar comida al interior de la cárcel. Las paredes es- tán desgastadas. Un tibio olor a orines se cuela por los estrechos pasillos que conducen a la oficina del director. Justo abajo permanece otro grupo de Maras. Asoman las manos por entre las rejas. “En este negocio nos critican por nuestros tatu- ajes, pero nada ganan teniéndonos aquí ad- entro. Los que están afuera siguen avanzando, no se detienen”, expresa El Chango. ¿Y dónde están yéndose? A donde la bestia nos lleve ¿Cuál bestia? El tren. Sí, esa bestia de la que El Chango habla, sale todas las noches de ciudad Hidalgo, la última frontera de México con Guatemala. El silbato parece bufar a lo lejos. Encima de los vagones van agarrados in- documentados de todas las nacionalidades. Junto con ellos, va también la Mara Salvatrucha. “Les van siguiendo las huellas desde sus países de origen. Luego llegan a Tapachula que es un embudo y de ahí esperan paci- entemente hasta que el tren vuelva a salir y se enfilan hacia Oaxaca o Veracruz”, dice el comandante Cinta. A bordo de la locomotora –señala el co- mandante- atracan cuantas veces quieren y, después, bajan en el municipio de Río Blanco, en Veracruz. Ahí también se han establecido y lo sabe el Instituto Nacional de Migración que ha hecho operativos en esa zona. Los Maras comienzan a gritar desde el interior de la celda. Un guardia da la orden de abandonar el lugar. Un reguero de sudor escurre por la cabeza de varios custodios. - ¡Viva la 13, mexicanito!, dice otro más. Lu- ego vuelven a apretar el puño y hacer más señas. ¡Ahí te va la 13, dìles que ya va vamos a llegar!. ORIGEN DE LA MARA Se relaciona con salvadoreños que emigraron a Estados Unidos durante la guerra civil en El Salvador, en los años 80, y posteriormente fueron deportados de regreso a su país. La palabra ‘Mara’ se emplea en Centroamérica con el significado de gente alborotadora. ‘Salva’, de salvadoreño. Y, finalmente, ‘trucha’ viene a significar listo o espabilado. CUANDO ENTRAS A LA MARA YA NO SALES. BUENO, SÍ SALES... PERO MUERTO Fotos: Ovaciones I Darío Dávila 5 • ovaciones ESPECIAL Lunes 12 de Enero de 2004 R ecluta

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a mexicanos

la Mara Salvatrucha ESTABLECE PANDILLA CENTROAMERICANA‘CENTRO DE CAPACITACION’EN TAPACHULA, CHIAPAS

POR DARIO DAVILA | enviado TAPACHULA, Chis.- Se paró en medio de las vías del tren a media noche. Agarró la chimba -la pistola que había hecho con tubos de acero-. Giró el cuello hacia los hombros. Encogió los dedos de la mano derecha con los que agarraba el arma y ¡pum!, Roger Alexis, un pandillero de la Mara Salvatrucha, sóltó el disparo que pegó en la cabeza de uno de sus rivales del Barrio 18.

Roger Alexis, tiene 16 años y cinco lágrimas tatuadas abajito de la línea de los ojos. Están pintadas de negro. Una la tiene dibujada muy cerca del pómulo derecho. Ahí donde se ha escri-to con aguja y sangre el código con el que asesina y por el que dice luchar, la M.S: ¡Viva La Mara Salvatrucha, hermano!”.

Ese código con sus costumbres y creencias está en México desde hace cuatro años y ya es-cogió su centro de capacitación para quienes de-seen ingresar a la Mara: la ciudad de Tapachula, Chiapas y C iudad Hidalgo.

Aquí, la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, dos bandas centroamericanas antagónicas desde los años 80, que han puesto en jaque a Honduras, El Salvador y Guatemala, están aglutinando a pandilleros mexicanos para enseñarles la escuela de “La Mara”.

¡La Mara no nada más es para matar. Si al-guien se mete con uno de nosotros es como me-terse con todos. No le hace que seas mexicano, hondureño, salvadoreño, vas pa bajo hermano!, dice Jonathán Dubón, un guatemalteco con un enorme tatuaje de la MS en la frente.

A Jonathán lo acompañan treinta pandille-ros más de la Mara detenidos hace un mes en Tapachula. La celda donde permanecen todavía transpira sangre. El olor a humedad y las paredes descoloridas llenas de simbolismos de la banda convierte el cuarto también en su territorio.• ¿Y por qué la gente le tiene miedo a la Mara?, se le pregunta a El Virus, uno de los detenidos en la Prisión 3.La Mara rifa y controla.• ¿Y que has ganado con la Mara?He ganado un chingo de carnales, ¿me entiendes? Todos damos la vida por todos.• ¿Tus jefes qué te dicen?En la Mara no hay jefes. Al entrar aquí tienes hermanos.

El calor en la celda hace sudar a chorros a los miembros de MS que se pasean de un lado a otro. Impacientes. Llevan 27 días ahí y no se les ha permitido, por cuestiones de seguridad, salir o mezclarse con los otros reclusos.

De entre el grupo, sale otro pandillero. Se detiene en la sombra, buscando que la luz que entra por una ventana con barrotes oxidados no enseñe su rostro. Tiene los ojos desorbitados. También un tatuaje que le cruza los pectorales. • ¿Asesinan?¡Simón, matamos!, donde quiera con los encon-tremos.• ¿A quién?Al Barrio 18• ¿Y los indocumentados que han matado?Es que se ponen locos, y les damos pa’ bajo. Sólo a los que se meten con nosotros.

La presencia de custodios les inquieta. Los seis vigilantes asignados observan a distancia. De pronto quedan en silencio. Alguien a sus espaldas exclama: ¡sssssssh! Acariciándose la bar-billa y abriéndose paso entre los demás sale El Pavón. Parece uno de los líderes. “¡La Mara va a estar controlando todo el mundo!”, dice este hondureño de Tegucigalpa.• ¿Y por qué tiene esa lágrima?Son lágrimas de muerte. Cuando le hemos dado pa’ bajo a alguien. Cuando uno de nuestros fa-miliares ha muerto.

• ¿Y qué pasa con los que has matado?En la Mara no nada más es por matar. ¿Me entiendes? Para todo hay una razón. Si alguien se mete con uno es como meterse con todos.• ¿Y si es del Barrio 18?Vas pa’ bajo.

Debe ser mediodía. Lanzando una car-cajada gozosa, uno de los miembros de la Mara Salvatrucha “lanza la señal de la 13”. Eso desconcierta a los guardias. “¡Ah, ver-dad!”, dice Jhonny Orlando Ramírez Castro, otro de los detenidos que le ha dado por col-garse de la reja oxidada por donde observan el patio en que el sol y sus 38 grados pega a los demás internos, menos a los de la MS.

Enseguida se suelta y pega la espalda con-tra el muro. Las palmas de las manos vueltas hacia atrás, y dice: “Cuando entras a la Mara ya no sales. Bueno, sí sales... pero muerto”.

Juan Carlos Cinta, un comandante de la policía municipal de Tapachula tiene una teoría sobre lo que está ocurriendo: “Los jóvenes están imitando a la Mara. Los miem-bros de esta organización que se quedan son los que están influenciando a los demás, ape-nas hace dos semanas asesinaron a un mucha-cho mexicano al que confundieron”.

En colonias como el Confetí y Democra-cia la MS está haciendo escuela. “Los niños comienzan a imitar las señas de los pandille-ros. Algunos se están asentando en casas de seguridad donde se les da protección, pues tienen amedrentado a medio barrio”, explica el comandante Cinta.

“Aquí es donde han corrido. Saltan desde el tren y se esconden”, platica Juan Santiago Aguilar, uno de los encargados de cazar Maras por la noche.

“Ya existen miembros de la MS que hemos agarrado en muchas ocasiones y siguen re-gresando a México. Algunos son El Gatos, El Garro, El Willy, pandilleros que vuelven para saldar deudas. A algunos se las ha visto en el centro, pero se camuflan con los muchachos de las colonias populares”, explica.

“Ellos están peleando el territorio como pueden. No le hace que tengan que matar”.

Ya en días pasados, la procuraduría de Chiapas consignó a 31 integrantes de la Mara Salvatrucha, quienes fueron detenidos en el municipio de Suchiate, por asociación delictuosa, portación de armas de fuego y delitos contra la salud.

De vuelta en el Penal.Han pasado 24 horas desde la última visita al Penal 3. Mujeres hacen fila buscando ingresar comida al interior de la cárcel. Las paredes es-tán desgastadas. Un tibio olor a orines se cuela por los estrechos pasillos que conducen a la oficina del director. Justo abajo permanece otro grupo de Maras.

Asoman las manos por entre las rejas. “En este negocio nos critican por nuestros tatu-ajes, pero nada ganan teniéndonos aquí ad-entro. Los que están afuera siguen avanzando, no se detienen”, expresa El Chango.• ¿Y dónde están yéndose?A donde la bestia nos lleve• ¿Cuál bestia?El tren.Sí, esa bestia de la que El Chango habla, sale todas las noches de ciudad Hidalgo, la última frontera de México con Guatemala. El silbato parece bufar a lo lejos. Encima de los vagones van agarrados in-documentados de todas las nacionalidades. Junto con ellos, va también la Mara Salvatrucha.

“Les van siguiendo las huellas desde sus países de origen. Luego llegan a Tapachula que es un embudo y de ahí esperan paci-entemente hasta que el tren vuelva a salir y se enfilan hacia Oaxaca o Veracruz”, dice el comandante Cinta.

A bordo de la locomotora –señala el co-mandante- atracan cuantas veces quieren y, después, bajan en el municipio de Río Blanco, en Veracruz. Ahí también se han establecido y lo sabe el Instituto Nacional de Migración que ha hecho operativos en esa zona.

Los Maras comienzan a gritar desde el interior de la celda. Un guardia da la orden de abandonar el lugar. Un reguero de sudor escurre por la cabeza de varios custodios.

- ¡Viva la 13, mexicanito!, dice otro más. Lu-ego vuelven a apretar el puño y hacer más señas. ¡Ahí te va la 13, dìles que ya va vamos a llegar!.

‘ORIGEN DE LA MARASe relaciona con salvadoreños que emigraron a Estados Unidos durante la guerra civil en El Salvador, en los años 80, y posteriormente fueron deportados de regreso a su país.La palabra ‘Mara’ se emplea en Centroamérica con el significado de gente alborotadora. ‘Salva’, de salvadoreño. Y, finalmente, ‘trucha’ viene a significar listo o espabilado.

CUANDO ENTRAS

A LA MARA

YA NO SALES.

BUENO, SÍ

SALES...

PERO MUERTO

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5 • ovaciones ESPECIAL Lunes 12 de Enero de 2004

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