Rearme 09 2008

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Organo de la Tendencia Socialista Revolucionaria año 1 • número 1 • septiembre 2008 [email protected] VIVA LA CLASE OBRERA VIVA EL SOCIALISMO REVOLUCIONARIO El proceso encaminado a renovar concejales y alcal- des concita la atención de la prensa y de los con- glomerados políticos burgueses. Aparentemente el acontecer político nacional se expresa a plenitud y se agota en esta carrera por hacerse de las arcas del poder comunal y en la perspectiva de las elecciones presidenciales del año 2009. Inclusive el disminuido Partido Comunista se suma al acto eleccionario con candidatos propios en aquellas comunas en que la concertación gobernante se lo permite. Las condiciones en las que el gobierno enfrenta este proceso eleccionario son complejas. Y sus personeros lo saben. La Concertación como tal –su idea fuerza de reemplazar la lucha entre las clases por la “uni- dad nacional de las fuerzas democráticas” - ha dejado de rendir frutos. Este es un pacto político burgués di- señado para conducir de manera suave, sin grandes conmociones internas, el tránsito del régimen dictato- rial al régimen de gobiernos encabezados por civiles manteniendo intacta la obra antiobrera de la dicta- dura. A 35 años del golpe contrarrevolucionario de 1973 y luego de 18 años de gobiernos encabezados por la Concertación podemos verificar que las condiciones del pueblo empeoran dramáticamente. La salud, la educación y la seguridad social convertidas en vulga- res negocios, la desnacionalización del cobre, la Cons- titución Política de 1980, las privatizaciones, la legis- lación laboral pro patronal constituyen los pilares fundamentales de la obra de restauración capitalista de la sociedad chilena realizada durante la dictadura. Estas condiciones han sido mantenidas y en más de un aspecto empeoradas por la Concertación. A las promesas incumplidas hacia los trabajadores; a las políticas económicas, tributarias y laborales abier- tamente favorables a la minoría social burguesa se agrega hoy vergonzosamente la represión abierta ha- cia estudiantes, trabajadores y mapuches. Los duros hechos socavan aceleradamente las bases de susten- tación social de la política gobernante y de la burgue- sía como clase. Las masas obreras y populares hacen su balance. El resultado es inevitable. Disminuye aceleradamente el apoyo a la Concertación pero esta baja no favorece a la alianza derechista. Las holgadas mayorías ob- tenidas por los primeros gobiernos concertacionistas no se repetirán. Forman parte inevitable del pasado porque dichos resultados estaban determinados por la necesidad impostergable de poner fin al régimen oprobioso de Pinochet y por la esperanza de recon- quistar en democracia los derechos sepultados du- rante la dictadura. No fue así y ninguno de dichos factores existe al presente. Todos los actos electorales realizados desde el año 1990 a la fecha se han caracterizado por la ausencia de enfrentamiento entre programas políticos diferen- tes. Hace 18 años la disputa por el sillón presidencial o por los escaños legislativos se verifica entre pactos políticos burgueses que defienden el mismo progra- editorial Indice • editorial • lecciones de la derrota • carta cordones indus- triales 5 sep. 1973 • partido de clase y par- tido revolucionario • homenaje a hector velasquez • crisis del capitalismo • balance estudiantil • situación de la clase obrera A 35 AÑOS DEL GOLPE CONTRAREVOLUCIONARIO

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Organo de la Tendencia Socialista Revolucionaria año 1 • número 1 • septiembre 2008

[email protected]

VIVA LA CLASE OBRERAVIVA EL SOCIALISMO

REVOLUCIONARIO El proceso encaminado a renovar concejales y alcal-des concita la atención de la prensa y de los con-glomerados políticos burgueses. Aparentemente el acontecer político nacional se expresa a plenitud y se agota en esta carrera por hacerse de las arcas del poder comunal y en la perspectiva de las elecciones presidenciales del año 2009. Inclusive el disminuido Partido Comunista se suma al acto eleccionario con candidatos propios en aquellas comunas en que la concertación gobernante se lo permite.

Las condiciones en las que el gobierno enfrenta este proceso eleccionario son complejas. Y sus personeros lo saben. La Concertación como tal –su idea fuerza de reemplazar la lucha entre las clases por la “uni-dad nacional de las fuerzas democráticas” - ha dejado de rendir frutos. Este es un pacto político burgués di-señado para conducir de manera suave, sin grandes conmociones internas, el tránsito del régimen dictato-rial al régimen de gobiernos encabezados por civiles manteniendo intacta la obra antiobrera de la dicta-

dura.

A 35 años del golpe contrarrevolucionario de 1973 y luego de 18 años de gobiernos encabezados por la Concertación podemos verificar que las condiciones del pueblo empeoran dramáticamente. La salud, la educación y la seguridad social convertidas en vulga-res negocios, la desnacionalización del cobre, la Cons-titución Política de 1980, las privatizaciones, la legis-lación laboral pro patronal constituyen los pilares fundamentales de la obra de restauración capitalista de la sociedad chilena realizada durante la dictadura. Estas condiciones han sido mantenidas y en más de un aspecto empeoradas por la Concertación.

A las promesas incumplidas hacia los trabajadores; a las políticas económicas, tributarias y laborales abier-tamente favorables a la minoría social burguesa se agrega hoy vergonzosamente la represión abierta ha-cia estudiantes, trabajadores y mapuches. Los duros hechos socavan aceleradamente las bases de susten-

tación social de la política gobernante y de la burgue-sía como clase. Las masas obreras y populares hacen su balance.

El resultado es inevitable. Disminuye aceleradamente el apoyo a la Concertación pero esta baja no favorece a la alianza derechista. Las holgadas mayorías ob-tenidas por los primeros gobiernos concertacionistas no se repetirán. Forman parte inevitable del pasado porque dichos resultados estaban determinados por la necesidad impostergable de poner fin al régimen oprobioso de Pinochet y por la esperanza de recon-quistar en democracia los derechos sepultados du-rante la dictadura. No fue así y ninguno de dichos factores existe al presente.Todos los actos electorales realizados desde el año 1990 a la fecha se han caracterizado por la ausencia de enfrentamiento entre programas políticos diferen-tes. Hace 18 años la disputa por el sillón presidencial o por los escaños legislativos se verifica entre pactos políticos burgueses que defienden el mismo progra-

editorial

Indice• editorial

• lecciones de la derrota

• carta cordones indus-triales 5 sep. 1973

• partido de clase y par-tido revolucionario

• homenaje a hector velasquez

• crisis del capitalismo

• balance estudiantil

• situación de la clase obrera

A 3 5 A Ñ O S D E L G O L P E CONTRAREVOLUCIONARIO

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rearme obrero numero 1 • 2008

REARME es una publicación de la Tendencia Socialista Re-volucionaria. Nuestro periódi-co nace para contribuir desde las filas militantes del marxis-mo revolucionario al fortale-cimiento político, orgánico e ideológico de todos los explo-tados y oprimidos de nuestro país.

El momento actual se caracte-riza por la crisis mundial del capitalismo y, particularmen-te para nosotros, por el agota-miento del modelo económi-co neoliberal heredado de la dictadura y mantenido por la Concertación. El capitalismo y la burguesía en su decadencia arrastran a la educación, la sa-lud, la vivienda, la energía, el medio ambiente, el sistema de transporte y la producción de alimentos a una catástrofe que golpea a diario la vida de las mayorías.

La carestía de la vida, los sa-larios congelados convierten a la familia obrera en víctima del crédito y de la sobrecarga de trabajo. A lo anterior se suma el cierre de fábricas, la preca-riedad del empleo y el estanca-miento de la economía.

La situación presente se carac-teriza también por nuevos y he-roicos levantamientos obreros y estudiantiles. La burguesía férreamente unida como cla-se entrega respuestas clásicas. Rechaza las reivindicaciones obreras y envía a su brazo ar-mado a sembrar el terror y la muerte entre los obreros mien-tras sus representantes políticos –desde la Alianza a la Concer-tación– aparentan diferencias que no logran ocultar su cínica defensa del orden capitalista que explota y humilla a los tra-bajadores.

El proletariado debe avanzar, articular sus demandas en un programa que recoja las reivin-dicaciones inmediatas unién-dolas al programa Histórico del Proletariado que no es otro que el fin del sistema de explotación del hombre por el hombre y su reemplazo por una sociedad sin clases, edificada sobre la pro-piedad social de los medios de producción. Esa es la sociedad socialista a la que aspiramos.

REARME se pone al servicio de esta titánica tarea. Debe-mos preparar conscientemente nuestra victoria. Necesitamos hoy más que nunca un partido revolucionario. La Tenden-cia Socialista Revolucionaria trabaja tenazmente para cons-truirlo. Bienvenidos al debate y a la acción conjunta todos los revolucionarios que realizan el mismo esfuerzo desde otras organizaciones que comparten el norte del socialismo y de la fraternidad humana.

PRESENTACION REARME OBRERO ma: el programa de la propiedad privada,

el programa de la concentración de la ri-queza en manos de unas cuantas familias, el programa de la entrega de nuestros re-cursos naturales a la voracidad de la bur-guesía trasnacional. Entre la Concertación y la Alianza existen diferencias menores relativas a la forma de gestión del estado, pero son diferencias difíciles de apreciar.

Lo determinante de la situación política nacional es el anormal y prolongado au-sentismo del proletariado en la vida polí-tica nacional. El golpe contrarrevolucio-nario de 1973 aniquiló las organizaciones políticas y sindicales que dirigieron las lu-chas proletarias durante décadas y aplas-tó también los órganos de doble poder gestados por la clase obrera en el momento culmine de su ofensiva revolucionaria.

La tarea política prioritaria e imposterga-ble consiste en trabajar por el Rearme sindical, político, orgánico e ideológico del proletariado nacional. Debemos levantar el Programa Político de los Trabajadores y del Pueblo explotado, programa que ex-

prese las demandas más urgentes de los trabajadores del Chile actual unidas a sus objetivos históricos: poner fin a la socie-dad que se erige sobre la explotación del hombre por el hombre y su reemplazo por una sociedad socialista.

El Programa Político Obrero no existe en el aire. Debe ser enarbolado, hecho suyo y defendido por las organizaciones clasistas y revolucionarias que los interesados en transformar la realidad cruel que el capi-talismo nos ofrece ya comienzan por todas partes a construir. Es el momento propicio para unir y organizar porque los trabaja-dores arrastran hoy pesadas cadenas. Las extensas jornadas de trabajo no se ven recompensadas por un salario suficiente. Al contrario, pareciera que mientras más horas de su existencia dedica el hombre a la fábrica más crecen sus deudas. La ca-restía de la vida agrava la situación de la familia obrera porque son los alimentos necesarios los que más suben de precio.

No existe en la actualidad ninguna condi-ción que permita nuestra participación en

estas elecciones. El proletariado sin pro-grama, sin partidos, sin que ningún pacto político exprese verdaderamente sus inte-reses ¿a quién puede apoyar?, ¿a quién elegir? En sentido estricto, una vez más, los trabajadores, estudiantes, las mujeres proletarias no tienen candidatura alguna que defender. Pero resulta inadmisible la pasividad social y política.

En este contexto, en esta coyuntura resulta necesario organizar desde la base el des-contento social que ya existe. Es hora de protestar votando nulo y organizando una extensa red de comités de base que se co-ordinen y enfrenten unidos en el terreno comunal el inicio de la lucha por sus verda-deros intereses. Desde Rearme llamamos a todas las organizaciones de la izquierda revolucionaria, a todas las organizaciones sindicales y de base a coordinar sus es-fuerzos para permitir que el descontento se exprese organizadamente en todos los rincones del país.

continuación editorial

lecciones de una derrota

A 35 años del triunfo de la contrarrevolución en-cabezada por el brazo armado de la burguesía, Rearme pone a disposición de las nuevas gene-raciones de revolucionarios un trabajo -“PAR-TIDO DE CLASE Y PARTIDO REVOLUCIONA-RIO”- redactado en agosto o en septiembre del año 1970, probablemente unos días previos al triunfo de la Unidad Popular en las elecciones presidenciales de 1970.

Este trabajo expresa la posición política del Par-tido Socialista Revolucionario, organización de la que nos reconocemos sus herederos. También editamos otro documento de carácter histórico que es una carta de los Cordones Industriales dirigida a Salvador Allende.

A modo de introducción de ambos documentos entregamos una reseña acerca de la derrota de 1973 y de las tareas actuales de los revolucio-narios.

1.la acción contrarrevolucionaria de 1973 expresa la reacción del conjunto de la burguesía nacional y del imperialismo norteamericano para liquidar el ascenso revolucionario protagonizado por obre-ros, campesinos, pobladores y estudiantes en los cruciales años 1970 - 1973 ; 2.los obreros y campesinos sobrepasaron la le-galidad y los estrechos marcos impuestos por la lucha puramente sindical construyendo sus pro-pios organismos de poder a lo largo y ancho del territorio nacional, tales fueron los Cordones Industriales, Comandos Comunales y Comandos Campesinos;3.la ofensiva revolucionaria de las masas obre-ras y populares ocupó las fábricas, expropió las tierras y expulsó a los imperialistas de las minas. Las masas proletarias demolían las vetustas es-tructuras de dominación burguesa y avanzaban decididas hacia la toma del poder para construir en Chile la sociedad sin clases, para construir el Socialismo.4.las direcciones del Partido Socialista y el Par-tido Comunista, componentes fundamentales de la Unidad Popular, se alzaron como el peor obstá-culo para el triunfo revolucionario que los trabaja-dores anhelaban. El programa de reformas, la po-lítica de conciliación de clases, la desconfianza hacia la acción directa , las ilusiones sembradas por los reformistas en torno a la “vía pacífica al Socialismo”, el respeto a la Constitución Política Burguesa, la negativa a asumir el programa mili-tar de la revolución, la consigna de “no a la gue-rra civil” y la ley de control de armas desarmaron

al movimiento proletario y lo condujeron a la peor de sus derrotas;5.el proletariado entregó lo mejor de sí en esta gesta heroica, su conducta impecable lo exime históricamente de cualquier responsabilidad ante la derrota. Las generaciones presentes saluda-mos a los combatientes proletarios que lucha-ron por la victoria de la revolución socialista en Chile, con lealtad revolucionaria nos disponemos a extraer las sabias lecciones que nos deja su experiencia;6.el proletariado debe forjar la Dirección Política Revolucionaria que conduzca sus luchas hasta la victoria definitiva sobre el capital y el imperialis-mo. Esa es la lección fundamental y en esta tarea la Tendencia Socialista Revolucionaria pone todo su empeño;7.durante 17 años de dictadura militar soportamos represión, humillaciones y miseria. Las Heroicas Jornadas de Protesta Nacional de los años 82 – 83 minaron las bases de dominación de la dic-tadura. El recambio político burgués comienza a diseñarse. La burguesía golpista agrupada en el Partido Demócrata Cristiano encabeza el progra-ma de recambio y se convierte en el paladín de la “vuelta a la democracia”;8.la Concertación de partidos por la Democracia, conglomerado burgués que aún gobierna en Chi-le, se puso a la cabeza del movimiento antidic-tatorial para acallar el ánimo insurgente que se gestaba en las poblaciones obreras, negoció la salida de la dictadura garantizando la impunidad de los criminales y el respeto a la “obra econó-mica” de la dictadura. En esta salida, la burgue-sía contó con el vergonzoso apoyo de los ex iz-quierdistas agrupados en el Partido Socialista, el MAPU y otros. 9.transcurridos 18 años de gobiernos concerta-cionistas elegidos con votos populares, los pro-letarios podemos comprobar que la burguesía nacional ha aumento su riqueza y su poder. Las garras sucias de los imperialistas han vuelto a saquear nuestras riquezas básicas. Mientras los proletarios nada bueno hemos obtenido de estos gobiernos que se autodenominan democráticos.10. la Concertación ha arrebatado nuevos dere-chos a los trabajadores. Han llenado las fábricas, minas y campos del país con empresas subcon-tratistas fragmentando a la clase obrera. Hoy se preparan para flexibilizar aún más la jornada de trabajo mientras el hambre amenaza nuevamente la mesa obrera. Entretanto los patrones imponen el terror en las empresas11.pero todo proceso tiene su inicio, su desarrollo y su fin, el dominio burgués y el aplastamiento

del proletariado nunca serán eternos. Grandes huelgas de trabajadores forestales, mineros y de la agroindustria anuncian que un nuevo ciclo de la lucha entre las clases se ha iniciado en Chile; movilizados por acuciantes necesidades econó-micas aumenta el número de huelgas y protestas. El proletariado nacional, con su acción directa y de masas, ha vuelto a ocupar un importante es-pacio en la escena política nacional. La burgue-sía defiende furiosa su cuota de ganancia y exige al unísono la vuelta al orden; 12.el gobierno de Bachelet ha lanzado una feroz represión contra el movimiento obrero que co-mienza a levantar cabeza, contra los estudiantes y contra los campesinos mapuches. Se dice que la Concertación gobernante tiene dos “almas”, y las tiene, una que mira a la derecha y otra que mira a la ultraderecha. Hacia el pueblo miran sólo cuando es necesario acallarlo con represión o con mentiras. 13.en la fase presente las tareas del proletariado están relacionadas con su fortalecimiento orgá-nico, ideológico y político. Hay que aumentar la sindicalización, fortalecer la unidad por la base e imponer la negociación por rama industrial o por grupo económico. Hay que enarbolar las banderas de la lucha anticapitalista y por el socialismo. La lucha contra el orden neoliberal, caballito de bata-lla de los reformistas y a la cual se unen hasta los cínicos socialistas que han aplicado este modelo hasta cansarse, es insuficiente. El neoliberalismo no es más que una modalidad del capitalismo. La lucha por mejorar los salarios es una lucha necesaria y justa. Pero nadie puede engañarse: no existe salario justo, no existe salario ético. El sistema asalariado produce y reproduce la escla-vitud, la miseria y las deudas. El proletario nacio-nal avanza, acompasando el ritmo de sus luchas con las de los demás pueblos latinoamericanos y forjará sus herramientas de liberación. Los re-volucionarios enfrentan hoy el deber de aportar su esfuerzo militante para orientar las luchas de todos los explotados. Trabajar por la construcción del Partido de la Revolución Socialista es la tarea ineludible del presente. En ese camino llamamos a la unidad de la izquierda revolucionaria, de los auténticos luchadores anticapitalistas a construir un Bloque de Izquierda que acelere la madura-ción de las posiciones revolucionarias al interior de la vanguardia proletaria.

¡¡ POR LA UNIDAD DE LA CLASE OBRERA !!

¡ POR LA CONSTRUCCIÓN DEL PARTIDO DE LA REVOLUCION SOCIALISTA!

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Carta de los cordones Industriales a Salvador AllendeCarta de la Coordinadora de Cordones al presidente Salvador Allende (5 de setiembre de 1973)¿Era “nuestro” gobierno?Carta enviada de la Coordinadora de Cordo-nes a Salvador AllendeA su Excelencia el Presidente de la República 5 de septiembre de 1973.Compañero Salvador Allende:

Ha llegado el momento en que la clase obrera organizada en la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Único de Trabajadores en conflicto ha considerado de urgencia dirigirse a usted, alarmados por el desencadenamiento de una serie de aconteci-mientos que creemos nos llevará no sólo a la liquidación del proceso revolucionario chileno, sino, a corto plazo, a un régimen fascista del corte más implacable y criminal.

Antes, teníamos el temor de que el proceso hacia el Socialismo se estaba transando para llegar a un Gobierno de centro, reformista, de-mocráticoburgués que tendía a desmovilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurrec-cionales de tipo anárquico por instinto de pre-servación.

Pero ahora, analizando los últimos aconte-cimientos, nuestro temor ya no es ése, aho-ra tenemos la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo.

Por eso procedemos a enumerarle las medidas que, como representantes de la clase trabaja-dora, consideramos imprescindibles tomar.

En primer término, compañero, exigimos que se cumpla con el programa de la Unidad Po-pular, nosotros en 1970, no votamos por un hombre, votamos por un Programa.Curiosamente, el Capítulo primero del Pro-grama de la Unidad Popular se titula Poder Popular”, Citamos: Página 14 del programa: “...Las fuerzas populares y revoluciona-rias no se han unido para luchar por la simple sustitución de un Presidente de la República por otro, ni para reemplazar a un partido por otros en el Gobierno, sino para llevar a cabo los cambios de fondo que la situación nacional exige, sobre la base del traspaso del poder de los antiguos grupos dominantes a los trabaja-dores, al campesinado y sectores progresistas de las capas medias...” “Transformar las ac-tuales instituciones del Estado donde los tra-bajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder...” “...El Gobierno popular asentará esencial-mente su fuerza y autoridad en el apoyo que le brinde el pueblo organizado...” Página 15: “...A través de una movilización de masas se constituirá desde las bases la nueva estruc-tura del poder...” Se habla de un programa de una nueva Constitución Política, de una Cámara Única, de la Asamblea del Pueblo, de un Tribunal Su-premo con miembros asignados por la Asam-blea del Pueblo. En el programa se indica que se rechazará el empleo de las Fuerzas Arma-das para oprimir al pueblo... (Página 24). Compañero Allende, si no le indicáramos que estas frases son citas del programa de la Unidad Popular, que era un programa mínimo para la clase, en este momento se nos diría que este es el lenguaje “ultra” de los cordones industriales. Pero nosotros preguntamos, ¿dónde está el nuevo Estado? ¿La nueva Constitución Políti-ca, la Cámara Única, la Asamblea Popular, los Tribunales Supremos? Han pasado tres años, compañero Allen-de y usted no se ha apoyado en las masas y ahora nosotros los trabajadores tenemos desconfianza. Los trabajadores sentimos una honda frus-tración y desaliento cuando su Presidente, su Gobierno, sus partidos, sus organizaciones, les dan una y otra vez la orden de replegarse en vez de la voz de avanzar. Nosotros exigi-mos que no sólo se nos informe, sino que tam-bién se nos consulte sobre las decisiones, que al fin y al cabo son definitorias para nuestro

destino. Sabemos que en la historia de las revo-luciones siempre han habido momentos para replegarse y momentos para avanzar, pero sa-bemos, tenemos la certeza absoluta, que en los últimos tres años podríamos haber ganado no sólo batallas parciales, sino la lucha total. Haber tomado en esas ocasiones medidas que hicieran irrevocables el proceso, después del triunfo de la elección de Regidores del 71, el pueblo clamaba por un plebiscito y la disolu-ción de un Congreso antagónico. En octubre, cuando fue la voluntad y or-ganización de la clase obrera que mantuvo al país caminando frente al paro patronal, donde nacieron los cordones industriales en el calor de esa lucha y se mantuvo la produc-ción, el abastecimiento, el transporte, gracias al sacrificio de los trabajadores y se pudo dar el golpe mortal a la burguesía, usted no nos tuvo confianza, a pesar de que nadie puede negar la tremenda potencialidad revoluciona-ria demostrada por el proletariado, y le dio una salida que fue una bofetada a la clase obrera, instaurando un Gabinete cívicomilitar, con el agravante de incluir en él a dos dirigentes de la Central Única de Trabajadores, que al acep-tar integrar estos ministerios, hicieron perder la confianza de la clase trabajadora en su or-ganismo máximo. Organismo, que cualquiera que fuese el ca-rácter del Gobierno, debía mantenerse al mar-gen para defender cualquier debilidad de éste frente a los problemas de los trabajadores. A pesar del reflujo y desmovilización que esto produjo, de la inflación, las colas y las mil dificultades que los hombres y mujeres del proletariado vivían a diario, en las elecciones de marzo de 1973, mostraron una vez más su claridad y conciencia al darle un 43% de votos militantes a los candidatos de la Unidad Popular. Allí también, compañero, se deberían haber tomado las medidas que el pueblo merecía y exigía para protegerlo del desastre que ahora presentimos. Y ya el 29 de junio, cuando los genera-les y oficiales sediciosos aliados al Partido Nacional, Frei y Patria y Libertad se pusieron francamente en una posición de ilegalidad, se podría haber descabezado a los sediciosos y, apoyándose en el pueblo y dándole responsa-bilidad a los generales leales y a las fuerzas que entonces le obedecían, haber llevado el proceso hacia el triunfo, haber pasado a la ofensiva. Lo que faltó en todas estas ocasiones fue decisión, decisión revolucionaria, lo que faltó fue confianza en las masas, lo que faltó fue conocimiento de su organización y fuerza, lo que faltó fue una vanguardia decidida y hege-mónica. Ahora los trabajadores no solamente tene-mos desconfianza, estamos alarmados. La derecha ha montado un aparato terro-rista tan poderoso y bien organizado, que no cabe duda que está financiado y por la CIA. Matan obreros, hacen volar oleoductos, mi-cros, ferrocarriles. Producen apagones en dos provincias, atentan contra nuestros dirigentes, nuestros locales partidarios y sindicales. ¿Se les castiga o apresa? ¡No compañero! Se castiga y apresa a los dirigentes de izquierda. Los Pablos Rodríguez, los Benjamines Mat-te, confiesan abiertamente haber participado en el “Tanquetazo”. ¿Se les allana y humilla? ¡No compañero! Se allana Lanera Austral de Magallanes donde se asesina a un obrero y se tiene a los trabajadores de boca en la nieve durante ho-ras y horas. Los transportistas paralizan el país, dejando hogares humildes sin parafina, sin alimentos, sin medicamentos. ¿Se los veja, se los reprime? ¡No compañero! Se veja a los obreros de Cobre Cerrillos, de Indugas, de Cemento Melón, de Cervecerías Unidas. Frei, Jarpa y sus comparsas financiados por

la ITT, llaman abiertamente a la sedición. ¿Se les desafuera, se les querella? ¡No compañero! Se querella, se pide el desafuero de Pa-lestro, de Altamirano, de Garretón, de los que defienden los derechos de la clase obrera El 29 de junio se levantan generales y ofi-ciales contra el Gobierno, ametrallando horas y horas el Palacio de la Moneda, produciendo 22 muertos. ¿Se les fusila, se los tortura? ¡No compañero! Se tortura en forma inhumana a los mari-neros y suboficiales que defienden la Consti-tución, la voluntad del pueblo, y a usted, com-pañero Allende. Patria y Libertad incita al golpe. ¿Se les apresa, se les castiga? ¡No compañero!, siguen dando conferen-cias de prensa, se les da salvoconductos para que conspiren en el extranjero. Mientras se allana Sumar, donde mueren obreros y pobladores, y a los campesinos de Cautín, que defienden al Gobierno, se les so-mete a los castigos más implacables, paseán-dolos colgados de los pies, en helicópteros sobre las cabezas de sus familias hasta darles muerte. Se le ataca a Ud. compañero, a nuestros dirigentes, y a través de ellos a los trabajado-res en su conjunto en la forma más insolente y libertina por los medios de comunicaciones millonarios de la derecha. ¿Se les destruye, se les silencia? ¡No compañero! Se silencia y se destruye a los medios de comunicación de izquierda, el canal 9 de TV, última posibilidad de voz de los trabajadores. Y el 4 de septiembre, en el tercer aniversa-rio del Gobierno de los trabajadores, mientras el pueblo, un millón cuatrocientos mil, salía-mos a saludarlo, a mostrar nuestra decisión y conciencia revolucionaria, la FACH allanaba Mademsa, Madeco, Rittig, en una de las pro-vocaciones más insolentes e inaceptables, sin que exista respuesta visible alguna. Por todo lo planteado, compañero, nosotros los trabajadores, estamos de acuerdo en un punto con el señor Frei, que aquí hay sólo dos alternativas: la dictadura del proletariado o la dictadura militar. Claro que el señor Frei también es ingenuo, porque cree que tal dictadura militar sería sólo de transición, para llevarlo a la postre a él a la Presidencia. Estamos absolutamente convencidos de que históricamente el reformismo que se bus-ca a través del diálogo con los que han traicio-nado una y otra vez, es el camino más rápido hacia el fascismo. Y los trabajadores ya sabemos lo que es el fascismo. Hasta hace poco era solamente una palabra que no todos los compañeros comprendíamos. Teníamos que recurrir a lejanos o cercanos ejemplos: Brasil, España, Uruguay, etc. Pero ya lo hemos vivido en carne propia, en los allanamientos, en lo que está sucediendo a marinos y suboficiales, en lo que están su-friendo los compañeros de Asmar, Famae, los campesinos de Cautín. Ya sabemos que el fascismo significa ter-minar con todas las conquistas logradas por la clase obrera, las organizaciones obreras, los sindicatos, el derecho a la huelga, los pliegos de peticiones. Al trabajador que reclama sus más mínimos derechos humanos se lo despide, se lo apri-siona, tortura o asesina. Consideramos no sólo que se nos está llevando por el camino que nos conducirá al fascismo en un plazo vertiginoso, sino que se nos ha estado privando de los medios para defendernos. Por lo tanto le exigimos a usted, compañero Presidente, que se ponga a la cabeza de este verdadero Ejército sin armas, pero poderoso en cuanto a conciencia, decisión, que los par-tidos proletarios pongan de lado sus divergen-cias y se conviertan en verdadera vanguardia de esta masa organizada, pero sin dirección. Exigimos: 1) Frente al paro de los transportistas, la requisición inmediata de los camiones sin

devolución por los organismos de masas y la creación de una Empresa Estatal de Transpor-tes, para que nunca más esté en las manos de estos bandidos la posibilidad de paralizar el país. 2) Frente al paro criminal del Colegio Mé-dico, exigimos que se les aplique la Ley de Seguridad Interior del Estado, para que nunca más esté en las manos de estos mercenarios de la salud, la vida de nuestras mujeres e hi-jos. Todo el apoyo a los médicos patriotas. 3) Frente al paro de los comerciantes, que no se repita el error de octubre en que deja-mos en claro que no los necesitábamos como gremio. Que se ponga fin a la posibilidad de que estos traficantes confabulados con los transportistas, pretendan sitiar al pueblo por hambre. Que se establezca de una vez por toda la distribución directa, los almacenes po-pulares, la canasta popular. Que se pase al área social las industrias alimenticias que aún están en las manos del pueblo. 4) Frente al área social: Que no sólo no se devuelva ninguna empresa donde exista la vo-luntad mayoritaria de los trabajadores de que sean intervenidas, sino que ésta pase a ser el área predominante de la economía. Que se fije una nueva política de precios. Que la producción y distribución de las in-dustrias del área social sea discriminada. No más producción de lujo para la burguesía. Que se ejerza verdadero control obrero dentro de ellas. 5) Exigimos que se derogue la Ley de Con-trol de Armas. Nueva “Ley Maldita” que sólo ha servido para vejar a los trabajadores, con los allanamientos practicados a las industrias y poblaciones, que está sirviendo como un en-sayo general para los sectores respuesta de la clase obrera en un intento para intimidarlos e identificar a sus dirigentes. 6) Frente a la inhumana represión a los mari-neros de Valparaíso y Talcahuano, exigimos la inmediata libertad de estos hermanos de clase heroicos, cuyos nombres ya están grabados en las páginas de la historia de Chile. Que se identifique y se castigue a los culpables. 7) Frente a las torturas y muerte de nuestros hermanos campesinos de Cautín, exigimos un juicio público y el castigo correspondiente de los responsables. 8) Para todos los implicados en intentos de derrocar el Gobierno legítimo, la pena máxi-ma. 9) Frente al conflicto del Canal 9 de TV, que este medio de comunicación de los traba-jadores no se entregue ni se transe por ningún motivo. 10) Protestamos por la destitución del compañero Jaime Faivovic, Subsecretario de Transportes. 11) Pedimos que a través suyo se le ma-nifieste todo nuestro apoyo al Embajador de Cuba, compañero Mario García Incháustegui, y, a todos los compañeros cubanos persegui-dos por lo más granado de la reacción y que le ofrezca nuestros barrios proletarios para que allí establezcan su embajada y su residencia, como forma de agradecerle a ese pueblo, lo que hasta ha llegado a privarse de su propia ración de pan para ayudarnos en nuestra lu-cha. Que se expulse al Embajador norteame-ricano, que a través de sus personeros, el Pentágono, la CIA, la ITT, proporciona proba-damente instructores y financiamiento a los sediciosos. 12) Exigimos la defensa y protección de Carlos Altamirano, Mario Palestro, Miguel Henríquez, Oscar Gerretón, perseguidos por la derecha y la Fiscalía naval por defender va-lientemente los derechos del pueblo, con o sin uniforme. Le advertimos compañero, que con el res-peto y la confianza que aun le tenemos, si no se cumple con el programa de la Unidad Popular, si no confía en las masas, perderá el único apoyo real que tiene como persona y gobernante y que será responsable de llevar el país, no a una guerra civil, que ya está en ple-no desarrollo, sino que a la masacre fría, pla-nificada, de la clase obrera más consciente y organizada de Latino América. Y que será res-

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El imponente desarrollo de la lucha de clases, pone al descubierto todas las contradicciones que parecían dormitar en el interior de la socie-dad capitalista chilena. El despertar de la acción cuestiona todos los instrumentos sociales; no se compadece de las ilusiones, los anacronismos e implacablemente remece a los que avanzan y golpea a los rezagados. Al enfrentarse las clases sociales, presagiando conflictos aún mayores, demuelen las convicciones que transformadas en prejuicios impiden el progreso de la lucha revolucionaria. Al reiniciar sus luchas, los explo-tados del campo y la ciudad, abren un capítulo trascendente que compromete su suerte por largos años. El dilema está planteado sin equí-vocos: avanzar hacia una sociedad sin clases o caer en un régimen social más oprobioso. La conducta de los partidos obreros es uno de los elementos más importantes para una solución positiva. ¿Qué anticipan?

No se requiere poseer mucha sabiduría política, para constatar que las masas obreras carecen de un partido político cuyo verdadero objetivo sea conquistar el socialismo instaurando la Dic-tadura del proletariado y el Gobierno Obrero y Campesino. La realidad es elocuente. Programa revolucionario, intencionalidad manifiesta de conquistar el poder, dirección responsable y po-líticamente formada, influencia efectiva sobre los grandes conglomerados explotados, son los fac-tores que al conjugarse posibilitan la conquista del poder y definan la naturaleza revolucionaria de un partido. Este partido no existe.

El Partido Comunista y el Partido Socialista cuen-tan con la confianza de la mayoría de la clase obrera y en una situación como la presente de extrema tensión determinarán en gran medida la suerte del proletariado nacional. Es inevitable indagar de su verdadera naturaleza. En los últi-mos años han surgido otras vigorosas tenden-cias políticas, cuya orientación revolucionaria es inobjetable, careciendo aún de vinculaciones relevantes con el movimiento de las masas, rea-lidad que posterga la cristalización de su objetivo revolucionario.

Sin un partido de naturaleza revolucionaria, obre-ros y campesinos avanzarán dificultosamente, comprometiendo perder el logro de sus mengua-das conquistas, condenándose quizás, a largos años de estancamiento y descomposición. La urgencia de contar con un partido revoluciona-rio surge de una situación política y socialmente madura. Los diversos elementos que posibilitan la creación de un partido de esa clase, ya es-tán dados en la realidad actual. Lo que conspira para su concreción es su diseminación político-organizativa en el conjunto de las fuerzas de la clase. Es esta una contradicción que debe ser explicada por la propia historia del movimiento obrero.

El crecimiento del proletariado ha sobrepasado sus lentas acumulaciones, alcanzando el límite cualitativo posible del período y que sólo podría amplificarse por un ensanchamiento social y un salto industrialista. Esa eventualidad, que en teoría no puede descartarse, está cerrada por el encajonamiento de la sociedad burguesa y por el dinamismo insurgente que hoy muestran las fuerzas anti-explotación. No es exagerado pen-sar que el pleito histórico se resolverá en una realidad orgánica en lo fundamental inmodifica-ble.

El proletariado ha construido sus propios parti-dos, herramientas para su permanente lucha so-cial. Desde hace ya cuatro décadas se moviliza y combate siguiendo la orientación de sus partidos de clase, políticamente desprendido de las frac-ciones burguesas, expresando su masiva libera-ción política. Un fenómeno como ese constituye un innegable progreso, que demuestra tanto la existencia de la clase definitivamente constitui-

da, como la comprensión político-social de esa misma existencia.

Para nuestros hábitos políticos esta situación no resulta sorprendente y queremos pensar que esos partidos son consustanciales a la clase. Una mirada al contorno Americano bastaría para sacarnos del error. En la mayoría de los países de América Latina el proceso de unión de las clases con una conciencia política propia es un proceso inscrito en el futuro. Los trabajadores carecen de partidos independientes que los libe-ren como clase de la influencia de la burguesía. Los trabajadores chilenos han dado este paso en hora temprana.

La historia de los partidos de la clase es singu-lar. Han rescatado al proletariado de la órbita burguesa, asumiendo ellos los compromisos de la clase. Tan pronto nacidos, los partidos de la clase han pactado con los partidos burgueses, arrastrando al proletariado a la colaboración de clases. Es sabido. Eso significa supeditar el in-terés de los trabajadores a los intereses de la burguesía y mantener el sistema de la explota-ción. Los partidos de la clase, Socialista y Co-munista, fueron los responsables conscientes de la política colaboracionista. Al proceder así, ¿expresaban los intereses reales de obreros y campesinos? Sus dirigentes se han empeña-do –con cierto éxito debemos reconocerlo- en explicar que su táctica arabesca conducía a la destrucción del régimen de la explotación y que miraba a los fines históricos del pueblo. Después de años de combate y sacrificio el proletariado puede hacer su balance.

La emulsión por parte de la clase de sus propios partidos clasistas plantea más de una reflexión al pensamiento revolucionario. Esos partidos han sido generados en momentos distintos del desarrollo de la clase obrera. Esa diferencia generacional condicionó más de una vez rutas contradictorias uniendo o separando a sectores de la clase que con su gimnasia han sellado el destino de los partidos de la clase.

Si en un momento “tener partidos de clase” pudo ser el salto que unía indeleblemente a la clase a los fines del socialismo, esa cualidad se ha di-luido en el nuevo marco social resultante, justa-mente por la impotencia de destruirlo. Que la po-lítica impotente de los partidos, ungiera a la clase al carro del desarrollismo y que este desarrollo amplifique las posibilidades de la conquista del poder, no puede justificar históricamente a esos partidos y mucho menos concederles nuevos plazos. A la sombra del desarrollismo han creci-do nuevos factores que plantean el problema de clase, Partido y Revolución en fórmulas ajenas a todo transformismo interno de los viejos partidos de clase.

En el tiempo, el más antiguo partido de clase es el Partido Comunista, fundado en 1922. Formal-mente su nacimiento se entroncaba con el movi-miento sindical de la época, ligado a Recabarren, su máxima figura directiva. Los primeros años del siglo son los de las luchas de los trabajadores empeñados en elevarse de su misérrima condi-ción laboral. En esos años surgieron las primeras organizaciones sindicales que tomaban en sus manos la defensa económica y social de la bal-buceante clase obrera. En esas organizaciones se perfilaba la independencia política futura del proletariado, que no era aún una realidad.

Al sonar en 1917 las nobles campanas de la Re-volución de Octubre, las ideas del bolchevismo comienzan su expansión. Caerían en tierra de barbeche sobre un proletariado en formación que no se sacudía aún de la influencia de las clases dirigentes y que iniciaba la formación de sus cuadros directivos. Con la formación del PC, bajo la tutela de Recabarren –real secretación política el movimiento obrero tendía a la con-

quista de su pensamiento político para unificar el movimiento economicista- pasado de la cla-se –con la expresión política- futuro de la clase –que se programaba con fines diferenciales, irrenunciables. Venido de fuera el Socialismo se inyectaba al movimiento espontáneo de la cla-se. El partido recién creado debía vivir su propio drama. Paradojalmente el partido no se fundió con el movimiento masivo del cual parecía su lógica expresión. El aparente partido de la clase no representaba a la clase real. Durante una dé-cada los trabajadores seguirían siendo pasto de la voracidad de las corrientes progresistas de la burguesía nacional, como ocurriera los años 20 con el liderazgo de A. Alessandri.

Un largo período debería transcurrir antes de que el proletariado acomodara su curso y supe-rara el hiato histórico entre la clase económica y la clase política. Los movimientos militares habían derrocado a Alessandri y la dictadura de Ibáñez interrumpe el curso normal del movi-miento obrero destruyendo las organizaciones sindicales y políticas. La crisis económica de 1931 desencadena un proceso político que de-bería derribar la dictadura y es al calor de gran-des acontecimientos sociales que se reinicia el diálogo del proletariado con las formas políticas. El golpe militar del 4 de Junio de 1932 debería desempeñar un papel catalizador para todo el proceso político chileno dando una perspectiva al movimiento político de los trabajadores. Es en ese año cuando se forma el Partido Socialista. La aparición del PS es un acontecimiento deci-sivo en la trayectoria del movimiento obrero. Se produce la fusión real de la clase con su partido. Mayoritariamente el proletariado, se vuelca en su simpatía y adhesión al partido del socialismo; lo reconoce como su criatura legítima. Esta identi-ficación se produce en circunstancias en que el movimiento de la clase muestra anomalías y de-bilitamientos concretos. El sindicalismo refleja en su estructura legalista, amarilla, post-dictadura, el pasado del movimiento y sus dirigentes no se identifican con las masas.

Esta realidad será positivamente modificada por su reajuste interno y por la necesidad del PS de conquistar la dirección real de un movimiento sindical que básicamente se le da. La unidad sin-dical y la formación de la CTCH, trae las cosas al orden natural. Al crecer y organizarse el sin-dicalismo lo hace bajo el pabellón de su partido de clase. Dirección sindical y política se corres-ponden y tras ellos, la clase en sí y su partido se identifican. Se abre así el capítulo más impor-tante de la conjunción clase, programa y partido. La clase obrera enfrenta en un nuevo plan a sus enemigos.

El año 1938 es un hito importante para el movi-miento obrero. La clase obrera abría la marcha acaudillada por el Partido Socialista y el Partido Comunista. La participación de ambos es des-igual. El primero tiene una formación de aluvión, contando con la adhesión de la clase, agrupa en su torno a la mayoría de las pequeñas fraccio-nes socializantes que campeaban lúgubremente en la lucha política y que en lo fundamental son soldadas por el apoyo masivo. El programa y la estrategia del partido expresa esta fusión de las micro tendencias, con sus antagonismos relati-vos y la presión mayoritaria del proletariado, que vive su adolescencia clasista.

Un proletariado reducido, un artesanado paupe-rizado, una minería en lo fundamental paralizada y cuyos obreros por miles habían emigrado a la capital, componían esa masa abigarrada que era el proletariado nacional. Todo el proletariado de un país no industrializado. El PS lo representa-ba. Era todo el partido de clase que podía ser en esas circunstancias del desarrollo económico y social.

La crisis económica de 1931, generando crisis

política y sociales había lanzado al país al reaco-modo de todas sus estructuras, planteando con urgencia modificaciones substanciales. La eco-nomía monoproductora del país, había puesto dramáticamente en relieve el atraso general, su insuficiente desarrollo industrial, que al conjugar-se con la muerte del comercio exterior amena-zaba con quebrantar toda la arquitectura de la sociedad clasista.

De 1931 a 1938 burguesía había logrado en equilibrio inestable, sortear peligrosas situacio-nes. Un afortunado escamoteo de la voluntad po-pular mantenía en el poder a la derecha burgue-sa, afincada en el latifundio. Su base económica y social le había permitido enfrentar en mejores condiciones las crisis provocadas después de 1931 y al mismo tiempo operar exitosamente en una lucha de clases, en momentos en que el pro-letariado se desentumecía y aceitaba su partido recién creado.

El país debía dar solución a sus agudos proble-mas. Este solución resultaba imposible si no ser provocaba un desarrollo de las fuerzas producti-vas. Esa tarea no podía se enfrentada por la de-recha burguesa. A su vez el sector industrialista burgués era demasiado débil para emprenderlo con sus exclusivas fuerzas. Esta “empresa” exi-gía un desplazamiento político con la derrota de un adversario que parecía poderoso.

En esas condiciones existía una sola fuerza ca-paz de provocar ese desplazamiento político: el proletariado nacional, que emancipado política-mente, ya no era una clientela política manejable al viejo estilo.

Para dialogar con los obreros era necesario ha-cerlo con sus partidos, sus sindicatos, con sus organizaciones de clase. La burguesía ya no pisaba terreno seguro. Un quinquenio de luchas (1932-37), huelgas, manifestaciones callejeras, mítines incesantes; la entrada a los Municipios y al Parlamento de los nuevos representantes del proletariado, el vigor de una Central Sindical que agrupaba a todos los trabajadores, no dejaban lugar a ningún equívoco. La democracia obrera adentraba en el corazón de la sociedad de cla-ses. La izquierda burguesa no vaciló y enfrentó la tarea de construir una alianza de clase que inauguraba un nuevo estilo en el sojuzgamien-to de los explotados. El Frente Popular hacia su entrada.

Si en el pasado el proletariado había participado en las luchas políticas ayudando al triunfo de una u otra coalición burguesa, su intervención había estado limitada por la preponderancia de los líde-res de las fracciones burguesas.

No se trataba solamente ahora que el proleta-riado por su número, organización y disciplina, inclinara la balanza del poder. El proletariado resultaba la única clase que podía impulsar los fines de su adversario y ensanchar las bases de la sociedad de su propia explotación. Creyendo luchar por sus propios fines, los hipoteca a favor de un sector clasista, impotente por sí mismo para enfrentar su tarea. Socialista y rebelde la clase obrera impulsaba la reforma burguesa. Re-presentaba su particular drama histórico. Pujante y resuelto en una situación de gran inestabilidad política, con un sector burgués débil, estaba en condiciones de empujar la reforma burguesa hasta la revolución. Esta era coyunturalmente posible, pero este proletariado tenía una debili-dad estructural. Una falta de desarrollo propio, por la carencia de crecimiento de la sociedad capitalista y la falta de industrialización. Ese sal-to exigía una dirección de una cualidad superior que en ese momento no existía.

El gobierno del Frente Popular inicia una fase de desarrollo indiscutible, en el plano industrial y social; permite el crecimiento de una burguesía

partido de clase y partido revolucionario

ponsabilidad histórica de este Gobierno, lleva-do al poder y mantenido con tanto sacrificio por los trabajadores, pobladores, campesinos, estudiantes, intelectuales, profesionales, a la destrucción y descabezamiento, quizás a qué

plazo, y a qué costa sangriento, de no sólo el proceso revolucionario chileno, sino también el de todos los pueblos latinoamericanos que están luchando por el Socialismo. Le hacemos este llamado urgente, com-

pañero Presidente, porque creemos que ésta es la última posibilidad de excitar en conjunto, la pérdida de las vidas de miles y miles de lo mejor de la clase obrera chilena y latinoame-ricana. 1) Coordinadora Provincial de Cordones

Industriales. 2) Comando Provincial de Abastecimiento Directo. 3) Frente Único de Trabajadores en Con-flicto.

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industrializada y por el mecanismo de la reforma ensancha la sociedad burguesa y realiza gran parte de las reivindicaciones demo-burguesas. Compromete al proletariado en el proceso de capitalización y la industrialización. Así surge un proletariado propiamente industrial y urbano con un peso numérico y específico trascendente, que en el curso de su crecimiento define sus obje-tivos formales y se entrega al proceso del cre-cimiento reformista, conformándose a un rol de sector de presión.

La generación de los partidos de la clase obre-ra, ha desencadenado procesos contradictorios, complejos, que de una parte condicionaron la propia marcha de la atrasada sociedad chile-na, dando una fisonomía extraña al historial del movimiento obrero, desvirtuando la profunda característica clasista de sus propios partidos, impidiendo en definitiva que su calidad de Par-tidos de Clase, se coronara con el cumplimento revolucionario de los fines de la clase. Si por un momento pudieron expresar la necesidad social e histórica de crecimiento y maduración de la cla-se obrera dentro de la expansión necesaria de la sociedad capitalista y burguesa, al expresar a la clase en ese proceso –oposición obrera dentro del sistema- la realización como política cerrada –autosuficiente- y cayendo en una forma –semi-colonial- del viejo revisionismo bersteniano. El fin no importa, basta luchar por la reforma.

Es efectivo que los partidos Socialista y Comu-nista tienen una influencia decisiva en los más fuertes estratos de la clase. Los obreros depo-sitan su confianza en ellos. Existe aún, en sus términos estructurales una ligazón entre el mo-vimiento económico y político de la clase y esta ligazón está dirigida por estos partidos. En el constante vaivén entre explotados y explotado-res, en su lucha permanente por sus reivindi-caciones y demandas dentro del régimen, en el juego democrático, que sólo en su potencialidad hace peligrar el régimen capitalista, estos parti-dos se comportan como la vanguardia de los tra-bajadores, al mismo tiempo que ponen el cuerpo para impedir su escalada revolucionaria. No ha-biendo sufrido la sociedad hasta el presente una fractura verdaderamente crítica, esta política ha sido posible: mantener la confianza de las masas y necesarios a la burguesía y a la llamada convi-vencia democrática.

Desde 1938 adelante la Sociedad Chilena ha consumido la revolución democrática burguesa, sus contenidos precisos, sus reivindicaciones, llegando al límite de la ampliación democrática de la burguesa sociedad chilena y ello sin satis-facer las aspiraciones fundamentales del prole-

tariado.

Hemos sostenido que el PS surge como una eclosión que lo funde en un momento de su his-toria con las grandes masas y que lo pone en ecuación unificadora al frente del movimiento político y sindical. Por un momento condensa desde la potencialidad nacionalista (implícita a un país que depende del imperialismo) a las reivindicaciones propias del movimiento obrero, adquiriendo una cierta “causal legitimidad políti-ca”. Esta característica produce un “socialismo sui géneris”: programáticamente aúna incons-cientemente un nacionalismo criollo a una formu-lación socialista ambigua, intentando representar a todas las clases. Representante de los obreros hurta el cuerpo buscando fórmulas híbridas de alianza de clases. Su fórmula Gobierno de Tra-bajadores Manuales e Intelectuales lo define. Su estrategia, convertida fundamentalmente en táctica se moldea más en consonancia con los recursos políticos del reformismo europeo a con-trapelo de la propia realidad nacional. Presiona-do por una realidad explosiva y por la debilidad de la burguesía industrialista, comparte con ella el gobierno. Que en el gobierno jugara un papel subordinado estaba en la naturaleza de las co-sas.

Sus relativas oposiciones al Partido Comunista no nacían de un antagonismo fundamental con la concepción mundial del stalinismo, sino de las diferenciales temporales de la cambiante táctica de éste a escala mundial. Cambio que en algu-nas circunstancias de la realidad nacional toma-ban carácter sustantivo.

En un período considerablemente corto el Partido Socialista perdió su condición hegemónica en la clase obrera. Los trabajadores, comprometidos, interesados en el proceso de la capitalización, a lo cual el Partido Socialista y el Partido Comunis-ta le daban un sentido de apoyo político al régi-men burgués, se orientaban instintivamente a un apoyo crítico al régimen, apoyando la expansión industrialista demo-burguesa, desde el punto de vista de sus intereses concretos. Sin oponerse al desarrollo de la sociedad por la vía capitalis-ta, defendían en esta expansión, sus intereses reales en permanente oposición a los intereses burgueses. Si los dos partidos eran responsa-bles de la colaboración, el PS se comprometía negativamente en el proceso expansivo. El PC con su independencia del aparato del Estado, se presentaba como el receptáculo izquierdista que recibía el descontento de las masas.

Así el PC crece por constante decantación polí-tica y paulatinamente ve reemplazando al PS de

su condición de partido mayoritario de la clase, transformándose en una fuerza que termina por doblegar el primado político masivo del PS. Su carácter internacional, sus rígidas formas disci-plinarias, la lentitud del proceso, explican en más de un sentido tanto la adhesión de las masas como la incondicionalidad de los militantes. Si desde su formación a 1938, el PC podía conside-rarse programáticamente un partido de la clase, aunque su influencia sobre ella fuera minoritaria, desde 1940 adelante por sucesiva decantación, se transforma en el partido de la clase y en su conciencia política.

Resulta innegable que si bien el PC se transfor-ma cuantitativamente, no ha superado, sino tal vez agravado, el fenómeno de ser partido de cla-se en el seno de la convivencia burguesa. No se trata de una afirmación gratuita. Por su negativa a participar en los gobiernos burgueses desde 1938 a 1946, por su ligazón internacional, repre-sentante del estalinismo mundial que las masas confunden con la URSS y el bolchevismo, se be-neficia del desprestigio del PS en la postguerra acelera el proceso y las masas se desplazan a la izquierda fortaleciendo al PC. Pero éste no era y no lo es, un partido independiente, sigue los dictados de la política de Moscú, condiciona su política a los intereses externos de la burocracia. En 1946 impulsa la colaboración de clases una vez más y no sólo ayuda al triunfo del radicalis-mo, sino como ayer el PS, ingresa a los ministe-rios burgueses. A poco andar Gabriel González Videla inicia la contrarreforma, se deshace de los comunistas, los persigue y al dictar la ley de defensa de la democracia los eclipsa legalmente por 10 años. Si orgánicamente ha podido recon-quistar y mejorar su condición de partido mayo-ritario de la clase, su historial demuestra que se ha desembarazado en definitiva de los objetivos esenciales de la clase.

La independencia política que ambos partidos han exhibido en los últimos años, más que la expresión de sus reconsideraciones políticas, responde a las fuertes presiones e inclinaciones de la clase obrera y a la negativa burguesa de entenderse con ella. En un período político, con Ibáñez en 1952-58, con Alessandri y Frei, la bur-guesía se ha sentido lo suficientemente fuerte, como para rechazar la colaboración orgánica de clases.

Ante los nuevos acontecimientos, no bastan ya los partidos de clase. Son el pasado de la lucha. Si todavía son fuertes y muestran una influencia que parece acrecentada, se debe a que la clase en vísperas de un gran combate no renuncia a sus partidos, sino los somete, quizás por última

vez a la prueba de gigantescos acontecimientos. “Nunca está más oscuro que antes que ama-nezca”. Ahora más que nunca es importante no engañarse. Debemos mirar al fondo del proce-so, a la entraña de los partidos de la clase. Su reciedumbre externa tiene mucho de la rigidez de la muerte. Internamente están profundamente conmovidos. Los militantes cumplen todavía su deber, pero ya no están seguros. Al igual que la clase esperan la hora de la prueba, combativos, pero con la muerte en el alma.

Por sus condiciones especiales el PS es el más conmovido. Más que un partido es hoy una fe-deración de tendencias. Su avanzada revolucio-naria interna ha desatado una no siempre tácita tregua política, pero no ha arriado sus banderas revolucionarias. En el triunfo o en la derrota ella habrá de elevarse hasta la concepción del Parti-do Revolucionario de la Clase.

Si en el PC el diseño de las tendencias restau-radoras se ve disminuida por la disciplina buro-crática y el monolitismo, es bien evidente que su confianza está corroída y en su momento eclo-sionará para sumarse a las fuerzas vivas de la revolución.

Fuera de los dos partidos, las auténticas van-guardias revolucionarias cumplen con su deber, profundizan y disciplinan su trabajo y cada día mayores audiencias las reciben.

Sin partido revolucionario de la clase la revo-lución sufriría graves tropiezos y la revolución está ad portas. Pero este Partido ya existe en sus bases ideológicas y materiales. Sólo debe conjugarse.

La ampliación y la elevación del combate provo-cará desgarramientos inevitables en el seno de los partidos tradicionales que entregará a lo largo de todo el país cuadros numerosos, fundidos a la clase y que al unirse a las corrientes revolucio-narias externas harán realidad el nuevo Partido Revolucionario, única garantía del triunfo pleno de la Revolución Socialista.

Por encima de cualquier diferencia ideológica, la Vanguardia externa y aquella que vive su tregua en el interior de los partidos se unen en su volun-tad de conquistar el poder para los trabajadores, por su voluntad de conquistarlo con las armas en la mano destruyendo el viejo orden, por su volun-tad de unirse bajo el alero del único partido hoy posible: el Partido Revolucionario de la Clase, el Partido de la Revolución Proletaria y Socialista.

Agosto/Septiembre 1970

Cinco años han transcurrido desde que no contamos con la presencia física del compañero Héctor Velásquez, pero el brillo de su ejemplo y sus ideas no dejan de dar poderosos deste-llos.

Hoy más que nunca se engrandece su ejemplo señero de com-promiso absoluto con los trabajadores, siendo su consecuen-cia con los intereses inmediatos y futuros del pueblo trabajador sus rasgos más destacados como luchador social.

Eminente miembro del sindicato Madeco, gestor y fundador de la Federación Nacional De Sindicatos Metalúrgicos y de la Coordinadora de Sindicatos del grupo Luksic, participa tam-bién en la formación de la CUT, impulsor en 1982 de la Primera Conferencia Intersindical Metropolitana.

A Héctor siempre se le encontraba comprometido en proyectos de unificación sindical, esforzándose y trabajando para llevar-los a cabo. Estaba consciente, y lo hacia ver, de las agresiones que se orquestaban en contra de los trabajadores con el propósito de debilitar sus filas y aumentar las arcas patronales. Una larga lista de impúdicos planes de despojos, eran ya las preocupaciones que mostraban sus discursos: flexibilización laboral, rebajas salariales, privatizaciones, subcontrato, etc.

Ahora, habría que agregar que en el gobierno de Bachelet se ha legalizado el suministro de mano obra (que es trafico de carne humana), y se escuchan por parte de supuestos socialis-tas, propuestas de terminar con el pago de mes por año. Ayer, él nos decía que para enfrentar todo esto, era necesario la organización de los trabajadores, y que la tarea imposter-

gable era recuperar la CUT para que dejara de ser caja de re-sonancia de los proyectos patronales, o bien, conformar otras convergencias sindicales.Cinco años después sigue estando esta tarea pendiente.

El ámbito de las actividades de Héctor comprendía también su militancia destacadísima en el Socialismo Revolucionario, asumiendo esto desde temprana edad, se inicia en Valparaíso como dirigente estudiantil y conoce en la organización política en que hace sus primeras armas a eximios cuadros obreros que ayudan a acerar su ser revolucionario.

Ya más tarde lo encontramos ayudando a conformar conver-gencias políticas con otros sectores que en ese entonces se reivindicaban como socialistas y revolucionarios.

Años después, propuso trabajar para conformar un bloque de izquierda que contuviera a los que todavía no claudicaban al poder del capital, y a los que en ese entonces constituían un 40% de sectores populares que se restaban a participar en el juego electoral.

Nos decía en un documento que él redacta en el año 2003:

“ Nuestra principal preocupación debe orientarse hacia la creación de un frente independiente y representativo de las fuerzas populares, independiente del Gobierno, de los partidos sostenedores del sistema capitalista y de las concepciones

burguesas o reformistas “

Y nos advirtió:

“ Durante los últimos 12 años la escena política nacional ha sido dominada por los clanes políticos del gobierno y de la de-

rechista Alianza por Chile. Constituiría un grueso error buscar en la pugna política entre estos dos bloques una expresión de

la lucha social que divide a la sociedad”

Que atingentes son estas palabras, cuando estamos a pocos días de la invitación que nos hacen a legitimar con nuestro voto las instituciones creadas por los patrones y gerenciadas por la Concertación.

Nos convocan a que demos justificación y sustento al circo de pillos, donde deciden cómo van a apalear a nuestros hijos estudiantes y cuales planes antipopulares y antiobreros van a realizar.

En cambio nuestro compañero, nos llamaba a despreciar a los que habían recibido sus cargos de gobierno con el voto de los trabajadores y sin embargo estaban prestos a hacerles genu-flexiones a la burguesía y darle la espalda a los trabajadores.

Nosotros como TSR llamamos a no participar en la farándula electorera, pero sí a buscar los medios y métodos para dar visi-bilidad a esta opción. No podemos permitir que la intención de voto solo tenga que distribuirse entre un clan burgués u otro.

Tenemos que levantar la alternativa de los trabajadores.

Mejor sigamos al compañero Héctor Velásquez en su sueño de formar un partido revolucionario de la clase obrera, que tra-baje para hacer realidad un gobierno de los trabajadores, para los trabajadores y por los trabajadores.

¡ Viva el compañero Héctor Velásquez!

homenaje al compañero héctor velásquez diazEl día 5 de septiembre se realizó en la sede del Sindicato Nº 1 de trabajadores de Madeco un acto de homenaje a nuestro querido compañero fallecido el 4 de septiembre del año 2003. En dicha ocasión numerosos trabajadores, dirigentes sindicales y militantes revolucionarios se die-ron cita para reafirmar su compromiso con la lucha obrera y por el socialismo, las mismas banderas que levantó el compañero Velásquez. El

texto que sigue corresponde a palabras pronunciadas ese día en nombre de la Tendencia Socialista Revolucionaria.

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1º de Mayo de 2008:Es hora de dar un paso al frente para construir un Partido de Trabajadores Revolucionario

Este primero de mayo, día en que los trabajadores del mundo se hermanan en la lucha por sus reivindicaciones, transcurrirá atravesado por los primeros embates de una crisis de enormes proporciones en la economía mundial capitalista, a la que algunos analistas internacionales ya están empezando a comparar por su magnitud, con la del año 1929.

Los gobiernos de EE-UU, Alemania, Suiza y en los úl-timos días Inglaterra, tuvieron que salir al rescate de los grandes bancos, gastando centenas de miles de millones de dólares para salvarlos de la quiebra.

Mientras tanto, el hambre golpea a las grandes masas populares. Millones de trabajadores y pobres salen a pro-testar contra la carestía de los alimentos en Haití, Hondu-ras, República Dominicana, Egipto, Indonesia, Maurita-nia, Marruecos, Yemen, Guinea, Mozambique, Senegal, Camerún y Burkina Faso.

La decadencia de EE-UU es profunda. Si en la época de auge EE-UU era considerado “el país de la libertad” por-que abría sus brazos a la inmigración, hoy, “el país más poderoso de la tierra” tuvo que levantar un muro vergon-zoso en la frontera con México porque no puede absor-ber el ingreso de las masas pobres centroamericanas.La decadencia del capitalismo imperialista no se ma-nifiesta solo en la crisis económica, sino también en la depredación del medio ambiente y la expoliación de los recursos naturales.

Tras la recesión del 2000, el imperialismo americano –con la excusa del terrorismo- se lanzó a la conquista del dominio exclusivo de las fuentes de energía en Medio Oriente, generando guerras en las que asesinan a man-salva a los pueblos de Irak y Afganistán. El apoyo de EUA a la ofensiva de Israel contra Hamas condena a los palestinos de la Franja de Gaza al genocidio, mientras al interior de la “democracia” americana se legaliza la

tortura, y la amenaza de una guerra contra Irán acerca la posibilidad de un holocausto nuclear.

Actualmente, las primeras manifestaciones de la crisis, con epicentro en EE-UU pero de consecuencias mun-diales, están provocando no sólo luchas reivindicativas de los trabajadores en varios países de Europa (Grecia, España, Suiza, Alemania, Francia), sino también brus-cos virajes políticos. La popularidad de Sarkozy en Fran-cia cayó estrepitosamente en pocos meses de gobierno, mientras que en Italia el descontento popular por la si-tuación económica le dio el triunfo a Berlusconi.

Pero, si la anterior recesión estadounidense del 2000 tra-jo como consecuencia fundamental la invasión imperia-lista a Afganistán e Irak, la que está comenzando, que todo indica será mucho mayor, promete abrir un período de grandes convulsiones en la lucha de clases y en las relaciones internacionales entre los estados.

En América Latina, la crisis asiática de 1997 y la pos-terior recesión en EE-UU (2000-2002) provocaron pro-fundas crisis políticas y levantamientos populares en va-rios países: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina. Por estos procesos de lucha y su influencia en el conjunto del continente, llegaron al poder, en alianzas con parti-dos tradicionales de la burguesía, partidos reformistas de base obrera, (Lula en Brasil y Tabaré Vázquez en Uru-guay), movimientos pequeñoburgueses como el MAS de Evo Morales o el Movimiento Bolivariano de Chávez, y el ala burguesa de “centroizquierda” del peronismo en Argentina. La salida artificial de la crisis en EE-UU ba-sada en el endeudamiento, tuvo como consecuencia una recuperación económica en la región, a partir de un gran crecimiento de sus exportaciones, lo que le permitió a estos gobiernos contener al movimiento de masas, y ga-nar una base importante de apoyo. Pero con la recupe-ración económica se fue fortaleciendo la clase obrera, que todavía de manera desigual está empezando a dar luchas, ocupando el lugar de vanguardia que en el ante-rior período tuvieron los campesinos, las clases medias y sectores populares urbanos. A la primera oleada protago-nizada en varios países por sectores estatales (principal-

mente docentes y trabajadores de la salud) con su punto culminante en el levantamiento de Oaxaca (México), le sigue ahora la clase obrera industrial incluyendo los tra-bajadores tercerizados o precarizados. Así vimos –por nombrar algunas de las más importantes- las huelgas de los mineros y otros sectores obreros en Bolivia, México, Chile y Perú, además de varias huelgas generales contra el gobierno uruguayo del Frente Amplio, y últimamente la huelga de los obreros de Sidor en Venezuela, que deri-vó en la nacionalización de la acería. Con distintos ritmos, la clase obrera está haciendo su ex-periencia con el contra-reformismo antiobrero de Lula, Tabaré y Bachelet, por un lado y con los tibios “naciona-lismos” de Evo y Chávez, por otro.

Al mismo tiempo, los primeros efectos de la crisis inter-nacional están polarizando a las burguesías latinoame-ricanas. La derecha proimperialista venezolana se recu-peró parcialmente tras la derrota de Chávez en el último referéndum. En Bolivia se profundiza la crisis generada por la oposición de la gran burguesía de Santa Cruz y otros departamentos orientales, a las tibias reformas del gobierno de Evo Morales.

Por otra parte, el ataque de las FFAA colombianas con apoyo yanky, contra un campamento de las FARC en te-rritorio ecuatoriano, marca la intención del imperialismo yanky de retomar la ofensiva en la región. Ante esta si-tuación, así como Chávez y Correa capitularon vergon-zosamente ante el peón del imperialismo yanky, Uribe, Evo Morales cede ante la oligarquía cruceña. PRS-La Causa Obrera (Argentina)

*Artículo publicado para el 1º de Mayo por el órgano del PRS, Argentina

crisis capitalista y situación latinoamericana

aporte al balance estudiantil

Las fuerzas contenidas de la sociedad han explota-do y este proceso no es reversible históricamente y debe alcanzar su clímax, desenvolverse en todo su potencial ya que todo movimiento nace para madu-rar. Esta evolución no tiene por qué seguir un curso lineal, recto, sino que se verifica a través de saltos y retrocesos, pero no por ello deja de estar inscrito en una curva ascendente.

Básicamente, es posible afirmar que un nuevo pe-ríodo de la lucha de clases ha sido inaugurado y esto ha corrido por cuenta del estudiantado, sector por definición híbrido, de composición policlasista que no se corresponde de manera exacta con las clases fundamentales de la sociedad. Importa comprender por qué el estallido se produce justamente por ahí y no por otro sector.

Solo el análisis de la situación por la que atraviesan burgueses y proletarios puede alumbrar una res-puesta.

La clase obrera

Tras 17 años de gobierno militar, la burguesía chile-na se ve obligada a continuar su dictadura de clase bajo formas democráticas, única manera posible de fracturar el eje socialismo/capitalismo que amena-zaba con reaparecer, y suplantarlo por el falso su-cedáneo dictadura/democracia, quedando la clase obrera embarcada en una política de colaboración de clases que no eligió, que le fue impuesta.

Si el golpe de estado del 11 de septiembre significó la

derrota del proceso revolucionario labrado por tra-bajadores y campesinos, la salida pactada de la Dic-tadura equivale a la continuación de esta derrota. La clase obrera chilena no ha sido capaz de recom-ponerse orgánica ni ideológicamente y esta tarea, de primer orden, ha sido hasta el momento difícil jus-tamente por la permanencia y manutención intacta del orden inaugurado en 1973. Despedazar esta pe-sada loza que oprime a las grandes mayorías desde hace décadas se inscribe como requisito ineludible para que se produzca el rearme de los explotados. Es esta una tarea que necesariamente revestirá la forma de demandas democráticas.

La burguesía

La burguesía por su lado padece su propia crisis y descomposición. La política de Pacto Social, tras 20 años, se ha desgastado y se ha demostrado impoten-te para gobernar sin Pinochet. La represión extrema que se impone en Chile es un síntoma inequívoco de la conflictividad social encerrada en el centro de la sociedad. Ante las abrumadoras demandas popula-res, la burguesía se muestra mezquina y sorda, sin querer comprender que con esta actitud allana el ca-mino para los enfrentamientos decisivos que afano-samente intenta postergar. Aún así, ¿podría la bur-guesía ceder, ampliando el marco democrático, a las demandas populares? La posibilidad de regenerar la colaboración de clases a manos de los antiguos par-tidos obreros (PS y PC), que en otro momento pu-dieron jugar el rol de salvavidas del orden burgués, se encuentra en este periodo descartada tanto por el traspaso del PS a las filas de la burguesía como por

la imposibilidad del PC de ofrecer un programa de reformas que apacigüe y canalice el descontento de las mayorías explotadas.

La situación por la que atraviesan las clases fun-damentales, les impiden tomar por el momento el rol que les corresponde jugar dentro de la sociedad. La vía de escape se canaliza por un sector que no se corresponde exactamente ni con explotados ni explotadores pues no está inserto en la producción. El estallido estudiantil no viene más que a expre-sar esta realidad, ahí radica su importancia. Su sello está dado por el hecho de que el clima social desata-do no podrá durar indefinidamente dirigido por el estudiantado.Los secundarios

Por la importancia que reviste, por develar las con-tradicciones más profundas de la sociedad, el esta-llido estudiantil del 2006 y su continuación el 2008 expresada con nuevos elementos, merece ser anali-zado en su propia dinámica.

La gigantesca arremetida secundaria del 2006 vino a modificar el clima social mantenido durante dé-cadas en la sociedad, dando inicio a una temporada de intranquilidad para el gobierno y la burguesía en general.

Más de 800.000 jóvenes fue el contingente que se arrojó a las calles del todo el país en ese entonces. La enorme represión desatada por el gobierno no significó el repliegue: la burguesía debía responder con algo más que con policía a las demandas de los

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estudiantes. La creación del Consejo Asesor Presi-dencial y más tarde el proyecto de Ley General de Educación fueron la respuesta que buscaba apaci-guar los ánimos de la juventud, procurando mante-ner a la vez intacto todo lo que de repudiable tiene la educación en Chile.

El movimiento no podía durar indefinidamente y decayó, pero dio de sí todo de lo que era capaz. Lle-gó hasta donde podía llegar dentro de la situación general de la sociedad: fue una avalancha que se cuestionó el sistema educacional entero, ese fue el techo.

El repliegue parcial que sobrevino durante el 2007 significaba el tiempo necesario para digerir lo su-cedido, sacar las lecciones y volver a embestir con las armas de la experiencia, con un escalón más de experiencia y desengaño agregado a la escala de la evolución del movimiento.

El 2008 se cosechó lo sembrado dos años antes. El grito de desasosiego descargado por los secunda-rios a toda la sociedad no fue indiferente para otros sectores los cuales a pesar de su incapacidad para tomar un rol activo en las primeras jornadas, se su-maron aunque con retraso al segundo round de la lucha: los universitarios y los profesores hacían su entrada. Los universitarios

Los universitarios se incorporan a la lucha inaugu-rada por los secundarios arrastrando su propia his-toria de derrota, sin haber logrado aún el rearme or-gánico ni ideológico tras la descomposición sufrida por ellos y por la universidad misma en 1973. Tras la represión física desatada contra los estudiantes, es destruida la FECH como ente aglutinador y coordi-nador de las luchas universitarias a nivel nacional. A finales de los 70´s la U. de Chile es desmembrada, quedando su presencia reducida sólo a Santiago. En 1981 comienza el florecimiento de las universidades privadas. En este sentido es posible aseverar que este sector estudiantil corrió la misma suerte de la clase obrera a manos de la contrarrevolución bur-guesa. Tomando en cuenta este pasado que hoy se expresa como una realidad aún no superada, los se-cundarios cuentan con una ventaja respecto de los universitarios. No podía parecer extraño entonces que fueran justamente los primeros quienes arras-traran a estos últimos. Así tampoco aparece como raro el hecho de que en 2008 los estudiantes de la educación superior se sumen a la lucha de manera dispareja: por un lado, a través de la FECH, resabio burocrático y reformista de la FECH de otros tiem-pos; y por otro de manera inorgánica y dispersa los estudiantes de las universidades privadas. Esto no es más que reflejo de las mutaciones históricas su-fridas por la educación y por el estudiantado.

Los profesores

Si bien el estallido del 2006 fue apoyado por la in-mensa mayoría de la población, este apoyo no se expresó más que abstractamente. Con una debili-dad orgánica de proporciones, los trabajadores eran incapaces de asumir organizadamente la anhelada unidad obrero-estudiantil, menos aún con una CUT que, burócra-ta y ofensiva contra los mismos trabajadores, tomó una actitud abiertamente reaccionaria contra el estudiantado.

Hoy la CUT políticamente im-pulsa y defiende la colaboración de clases que contra su voluntad soporta la clase trabajadora. En su interior subsisten con fuerza gravitante los gremios que no son propiamente proletarios, como los empleados fiscales, de la sa-lud, municipales y los profesores. Éstos sectores no están insertos en la producción y representan más bien los intereses de las ca-pas medias de la sociedad que miran con recelo a los obreros y

que velan por asegurar ante todo el status quo que su profesión les ofrece. Cierto que objetivamente la implantación de un modelo económico que deja reducido a cenizas el rol del Estado, ha pauperiza-do a este tipo de trabajadores, sin embargo eso no se traduce necesariamente, mecánicamente en un cambio de la subjetividad de estos sectores, quienes siguen sintiéndose ostentadores de una posición más acomodada dentro de la sociedad. En el fondo los gremios vienen a reproducir deformadamente en el interior de la CUT la política colaboracionista de la misma. El Colegio de Profesores es un ejemplo de esto.

La actuación del Colegio de Profesores en el mo-vimiento en el 2008 cumplió un rol retardatario respecto de las demandas alcanzadas por los estu-diantes. El timonel del gremio, Jorge Gajardo, al declarar abiertamente que ellos no perseguían una educación pública y gratuita, si no ciertas modifica-ciones al proyecto LGE, dejó en claro las profundas diferencias que separaban al gremio del conjunto del estudiantado. Al hacerse asesorar por siniestros personajes como los abogados Aníbal Palma y Jor-ge Arrate (el primero un radical que fue ex-ministro de educación de Allende y que hoy defiende a los empresarios en desmedro de los trabajadores; y el segundo uno de los socialistas ideólogo de la Con-certación del ala más derechista, ex-ministro de educación de Aylwin y embajador de Lagos), el Co-legio de Profesores esclarece sin dejar lugar a dudas con quiénes quiere hacer alianzas y tras qué objeti-vos. Baste mencionar también las reiteradas visitas de senadores y diputados a la sede del magisterio. No es casual que sea el PC quien se encuentre hoy en la presidencia del Colegio.

El hecho es que la apariencia es engañosa. A prime-ra vista el que los universitarios y los profesores se sumaran este año al movimiento estudiantil pare-cía algo positivo, pues los actores involucrados en la educación, en su conjunto, se mancomunaban por la defensa de la misma, saliendo por fin los secun-darios de su inicial aislamiento. Pero la alianza ter-minó siendo amarga.

La FECH demostró que su política buscaba sofocar las manifestaciones y protestas como herramienta de lucha, suplantándolas por formas “cívicas” de expresión, lo que se hizo muy patente con el llama-do a plebiscito por la educación, donde la voz de la ciudadanía pasaba por el sufragio, como si fuera ne-cesario preguntar por las calles si a alguien le gusta pagar $200.000 al mes para poder estudiar y, pero aún, como si este gesto fuera un elemento de pre-sión para el gobierno. En el fondo, lo que se perse-guía era que los estudiantes se retiraran de las calles y que se resignaran a declarar sus posiciones sin la posibilidad de defenderlas por medio del enfrenta-miento. Este elemento de forma, naturalmente iba acompañado de otro más retardatario en el conteni-do: en el momento más álgido de debate estudiantil de este año, cuando cientos de estudiantes trataban de develar las relaciones imperialistas que rigen el modelo educacional en Chile, la FECH intentaba reducir las demandas al aporte fiscal indirecto que debía pasar a ser directo en las universidades pú-blicas (!)

Evidentemente el Colegio de Profesores apoyó ani-madamente la forma de pronunciamiento propues-ta por la FECH, y fue más allá, logrando montarse sobre el movimiento y aparecer como el único sec-tor capaz de llevar al senado propuestas concretas, no limitándose meramente, como los caprichosos estudiantes, a alegar contra lo que existe. ¡Como si el programa estudiantil no fuera lo suficientemente explícito, como si requiriera ser redactado, cuando han sido miles de miles los que lo han formulado con hechos, no con palabras!

El hecho de que estas políticas reformistas y retar-datarias pudieran colarse sin mayor resistencia en las filas de un movimiento que, débil o fuerte, sigue defendiendo los principios de la democracia estu-diantil directa y de base verificada el 2006, devela la gran debilidad que padece hoy el mismo.

Si afirmamos que el 2006 el techo fue la LOCE y afirmamos también que todo movimiento nace para madurar, resulta evidente que lo que antes fue el punto más alto alcanzado, hoy constituya apenas el punto de partida. De hecho fue así, toda vez que las movilizaciones de este año comenzaron de lle-no contra la LGE, no teniendo que repetir todo el período de defensa del valor del pasaje escolar por ejemplo, ni otras cuestiones que si bien impor-tantes, no apuntan directamente al corazón de la educación de mercado. Pero tal vez la más grande lección que ofrece el 2006 es que los estudiantes, a pesar de desatar en toda su potencialidad las fuer-zas que poseía, simplemente no pudieron derrocar la LOCE. El estudiantado solo no podría conquistar sus demandas, era vital aliarse a otros sectores, y los demás sectores no debían sumarse a las luchas de los estudiantes por un sentimiento altruista, si no que la lucha por una educación pública y gratui-ta queda inscrito como punto de un programa más amplio que deberá ser defendido por el conjunto de los explotados del país.

El problema de la unidad de los explotados ha que-dado planteado por los estudiantes, pero esta con-clusión tan importante no resuelve por sí sola las preguntas de quiénes deben unirse, cómo y tras qué objetivos, ni tampoco dicta los principios por los cuales debe regirse esta unidad. Responder a estas interrogantes constituye la médula del futuro del movimiento estudiantil: o se constituye como un movimiento clasista que sepa ganar la confianza de los trabajadores tras la conformación de un progra-ma independiente del pueblo; o se desperdician las fuerzas y la experiencia ya ganadas tras el carro de la colaboración de clases.

Por la capacidad de organización expresada, por la masividad y por poner en riesgo uno de los enclaves más preciados de la burguesía, la educación como negocio, los estudiantes han contribuido a la tarea principal que tiene planteada hoy la clase obrera: su rearme orgánico. Sin embrago este aporte se verá desvanecido de no corresponderse también con un rearme ideológico, que necesariamente pasa por la conformación de un Bloque Estudiantil Anticapi-talista que defienda ante todo la independencia de clase de los sectores explotados por el capital. Los

estudiantes no han operado en una intemporalidad social, muy por el contrario, tiene como te-lón de fondo una línea histórica, inaugurada militarmente hace ya 35 años. Es a esta herencia dic-tatorial a lo que lo se oponen. En este sentido, el movimiento es perfectamente coherente con el contenido de las luchas que ya se están dando en ciertos sectores y, por supuesto, con las por ve-nir. Desperdiciar la coherencia y la grandeza con que el estudian-tado aparece en la escena social constituiría un retroceso en el ya difícil camino que las fuerzas po-pulares han reiniciado.

rearme obrero numero 1 • 2008

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Organo de la Tendencia Socialista Revolucionaria año 1 • número 1 • septiembre 2008

El golpe militar de 1973 expresa la decisión del conjunto de la burguesía nacional y del impe-rialismo que aunaron voluntades para aplastar el proceso revolucionario protagonizado por obreros, campesinos, explotados y oprimidos que en el curso ascendente de sus luchas ame-nazaban la existencia de la sociedad capitalis-ta.

Ninguna clase dominante tolera pasivamente que se le expropien los bancos, las fábricas, las minas y los fundos, todos fundamentos mate-riales de su poder y privilegios de clase. Chile y su burguesía no constituían la excepción. El 11 de septiembre se derrumbaron estrepitosa-mente las ilusiones sembradas por el refor-mismo obrero y por la dirección de la Unidad Popular. Las FFAA no eran constitucionalistas ni demócratas y al contrario eran y continuarán siendo el brazo armado de la burguesía siem-pre dispuestas a masacrar a huelguistas, estu-diantes, mapuches y a revolucionarios. Tam-poco era posible derribar el orden capitalista construyendo el socialismo por la vía pacífica. Esta política de ilusiones facilitó la acción con-trarrevolucionaria y determinó la profundidad de la derrota.

El golpe y los golpistas se dirigieron con furia a demoler el andamiaje orgánico e ideológico construido por nuestra clase durante décadas de lucha. Desaparecieron sus partidos, sus sindicatos, sus cordones industriales, sus con-quistas económicas y sociales y sobre todo, me-diante el terror sistemático, aplastaron la con-ciencia revolucionaria de clase que anidaba en millones de cabezas y corazones proletarios.

A 35 años del golpe, ¿ cual es la situación por la que atraviesa la clase obrera?

Sobre la base de la derrota, las clases domi-nantes procedieron a reconstruir su burguesa sociedad. El restablecimiento pleno de la pro-piedad privada sobre los medios de producción vino acompañado de la administración exclu-siva de los patrones en fábricas y lugares de trabajo. La burguesía nacional contó con pre-ciosos años para restablecer su dominio y re-configurarse como clase. Durante la dictadura y en base a la privatización de empresas del esta-do se consolidaron los grupos económicos que con los años acrecentaron su poder asociándo-se con capitales internacionales. El poder y la riqueza se acumularon en forma creciente en un polo minoritario de la sociedad mientras en el polo opuesto crecía la pobreza.

Las transformaciones de la actividad económi-ca nacional determinan la aparición de nuevos sectores de trabajadores y la desaparición de otros de más antigua data. Se fortaleció el sec-tor servicios de la economía (comercio al de-talle, área financiera) , de la agroindustria de exportación y de cultivos no tradicionales. En consonancia con este proceso el proletariado como clase creció en número, se ha fortalecido objetivamente y pasó a jugar un rol de primera importancia en variados sectores de la econo-mía nacional.

Pero este fortalecimiento objetivo del proleta-riado nacional no ha sido acompañado de un proceso de fortalecimiento orgánico e ideoló-gico. Situación explicable en dictadura pero injustificable después de 18 años de gobiernos democráticos.

El rearme sindical es una tarea pendien-te

Las tasas de sindicalización en Chile son ex-traordinariamente bajas. No más del 8% o 9% de los trabajadores se encuentran organizados sindicalmente. Esta cifra de por si baja revela una realidad grave que es peor aún si se consi-dera que las organizaciones existentes son ma-yoritariamente sindicatos de empresa.

Es necesario tener presente que en Chile preva-lece la llamada pequeña y mediana empresa. Se afirma que el 80% de la producción nacional se

realiza en las PYMES. Esta realidad estructural determina la existencia de sindicatos pequeños que no reúnen más de 50 socios en promedio.

La política económica y los procesos de reor-ganización de las empresas iniciados en dic-tadura y legalizados por la Concertación han permitido la división de la gran industria en verdaderas cadenas de pequeñas empresas contratistas, subcontratistas y suministradoras de mano de obra. Esta realidad ha fragmenta-do a la clase obrera y al mundo concreto de los trabajadores desde la base, desde sus lugares de trabajo.

La debilidad impuesta por la división de la gran empresa sólo ha sido superada cuando sectores específicos de trabajadores –subcon-tratistas del cobre y forestales- han sobrepa-sado la ley y de hecho negocian en forma con-junta recurriendo a métodos y formas de lucha rupturistas y de clase.

La escasa fuerza sindical ha permitido, factor que recién comienza a revertirse, que la derrota económica de la clase iniciada en 1973 se per-petúe en estos años de falsa democracia. Los resultados son demoledores. Por ejemplo en materia de distribución del ingreso se verifica un retroceso histórico del que hablan las si-guientes cifras.

La distribución del ingreso es un concepto eco-nómico que se refiere a la participación de los distintos factores productivos en el total de lo producido. A todo lo producido lo llamaremos Producto y este producto nacional se reparte entre los trabajadores (reciben remuneracio-nes); los dueños del capital (reciben utilidades) y los dueños de la tierra y de las minas (reciben renta) .

En los países desarrollados la participación de las remuneraciones en el producto alcanza al-rededor del 65% al 70% y el resto correspon-de a utilidades y renta. En Chile la situación es exactamente inversa. Revisemos algunas cifras de distribución del ingreso desde los años 1970 en adelante.

En el año 1970 las remuneraciones partici-paban con un 42,7% del producto; en 1972 este porcentaje se elevó al 52,2%. En 1973 la baja fue brusca y llegó a un 37,0 % para ba-jar nuevamente en el año 1988 a un 30,9%. Con la llegada de la Concertación la situación mejoró un poco y el año 2001 el porcentaje de participación de los salarios llegó al 40,7% para comenzar un nuevo descenso, al año 2004 ya era de 38,7 % y en 2006 llegó al 34 , 9% cifra similar a la de 1973.

Estas cifras han puesto a Chile en el sitial de uno de los países más injustos de la tierra. Los salarios son tan insuficientes que obligan a la mayoría a trabajar durante extensas jornadas a cambio de salarios miserables situación que hace inevitable el endeudamiento. El Banco Central ha denunciado que el 58% del ingreso mensual de los asalariados se destina (como promedio) a pagar deudas.

Deudas, crisis económica y fondos pre-visionales

El capitalismo es un sistema económico ana-crónico, irracional e injusto que ofrece a la in-mensa humanidad sufrimientos crecientes. La irracionalidad del capitalismo adquiere carac-teres nítidos en tiempos de crisis económica. En el Chile actual los trabajadores piden cré-dito para vivir, lo pagan caro trasfiriendo una parte de su escuálido salario a la burguesía fi-nanciera. Hay que considerar que dicho salario ya se encuentra castigado por descuentos de seguridad social y por impuestos de variado tipo. Ahora bien, uno de los legados de la dicta-dura es el sistema previsional que permite que los fondos previsionales de los trabajadores puedan ser administrados en forma exclusiva por las AFP. Sociedades anónimas, privadas y con fines de lucro que pueden (porque la ley se

los permite) invertir en el extranjero.

Millones de dólares correspondientes a nues-tros fondos previsionales se encuentran inver-tidos principalmente en fondos de inversión estrechamente ligados a los especuladores que desataron la crisis inmobiliaria en los Estados Unidos. Nuestros fondos se están desvalorizan-do día tras día. La turbulencia bursátil afecta principalmente a los trabajadores que mantie-nen su dinero en el Fondo A los que han perdi-do un 16% de lo acumulado en años de trabajo. Se estima que la pérdida promedio es de un 11% en 2007 y este 2008 ya se habla de 5. 6 % de retroceso. ¿Por qué el gobierno no toma una medida urgente de rescate de nuestros fondos previsionales? Porque el gobierno de Chile se encuentra al servicio de las grandes empresas y de las trasnacionales. Con nuestros fondos están financiando la crisis de los poderosos mientras sus verdaderos dueños (los trabaja-dores chilenos) pasan hambre, piden crédito y se encuentran aplastados por las necesidades y las deudas. ¿No es profundamente irracional e injusta esta situación? ¿Si de usted dependiera compañero , mantendría su dinero invertido a pérdida en el extranjero mientras pide crédito para sobrevivir?

El proletariado necesita una dirección sindical clasista y revolucionaria

La actual CUT no es la dirección sindical que los trabajadores tanto necesitan. La CUT no es más que el brazo sindical de la Concertación. Paralizada por el burocratismo y la corrupción, promueve la política de los acuerdos, del com-promiso con los patrones renunciando a todo combate serio en favor de quienes dice repre-sentar.

Las elecciones de la CUT verificadas a fines de agosto dieron por ganador nuevamente a Ar-turo Martínez. Su reelección resulta poco es-peranzadora para los trabajadores y de alguna manera refleja lo que serán las próximas elec-ciones municipales. En ambos casos el sistema electoral es antidemocrático. La CUT tiene su propio binominal y frena la expresión de las bases. En ambos casos el aspecto financiero de la campaña electoral determina los resultados. Tanto en las elecciones de la CUT como en las municipales los resultados se cuentan sobre una base electoral disminuida porque la regla general es la falta de participación. En ambos casos se vota por la maquina mejor armada pero no por un programa. En ambos casos los problemas más graves continúan desatendidos y ocultos.

Pero lo que debe llamar nuestra atención es que tanto en las elecciones de la CUT como en las elecciones municipales la ventaja de la bu-rocracia, de la Concertación y de los patrones reside en la inexistencia de organizaciones sin-dicales y políticas de clase, capaces de levantar un programa obrero anticapitalista que dirija efectivamente las luchas de los explotados con-tra quien corresponde, contra el capital y sus aliados.

Comencemos ahora la tarea de agrupar a los ex-plotados tras su programa y banderas de clase. En el marco de la campaña por las elecciones municipales levantemos nuestro programa, el programa de la democracia obrera, del control de los medios de producción por los trabaja-dores y en beneficio de los trabajadores. Por la seguridad social en manos de sus verdade-ros dueños. Fin a las AFP. Por la renaciona-lización del cobre para financiar salud, educa-ción y vivienda digna a nuestro pueblo. Fin a la represión contra los que luchan. Formemos comités de base en todas partes para denunciar a la concertación y a sus aliados. Votemos nulo porque nadie representa nuestros intereses.

¡¡VIVAN LOS TRABAJADORES!!

¡¡VIVA EL SOCIALISMO REVOLUCIONARIO!!

situación por la que atraviesa la clase obrera