Ratzinger Joseph - Dios Y El Mundo

download Ratzinger Joseph - Dios Y El Mundo

of 221

Transcript of Ratzinger Joseph - Dios Y El Mundo

w*+Bill l l flbil I JOSEPH RATZINGER

Dios yEL M U N D OU N A CONVERSACIN CON P E T E R SEEWALD

LAS OPINIONES DE

BENEDICTO

XVI

SOBRE LOS GRANDES TEMAS DE HOY

JOSEPH RATZINGER

Dios yEL MUNDOCreer y vivir en nuestra pocaUNA CONVERSACIN CON PETER SEEWALD

Traduccin de Rosa Pilar Blanco

DeBOLSULO

PREFACIO

Ttulo original: Gott und die Welt Diseo de la portada: Adaptacin del diseo de la cubierta de Crculo de Lectores, S. A. Fotografa de la portada: AP/Radial Press Primera edicin: junio, 2005 2000, Deutsche Verlag-Anstalt G m b H , Stuttgart-Munich 2002 y 2005, Crculo de Lectores, S. A. (Sociedad Unipersonal) 2005, de la presente edicin: Random House Mondadori, S. A. Travessera de Gracia, 47-49. 08021 Barcelona 2002, Rosa Pilar Blanco, por la edicin Edicin al cuidado de Victoria Malet Quedan prohibidos, dentro de los lmites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos egalrnente previstos, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrnico o mecnico, el tratamiento informtico, el alquiler o cualquier otra forma de cesin de la obra sin la autorizacin previa y por escrito de los titulares del copyright. Printed in Spain - Impreso en Espaa ISBN: 84-9793-812-7 Depsito legal: B. 25.245 - 2005 Fotocomposicin: Vctor Igual, S. L. Impreso en Liberdplex, S. L. Constituci, 19. Barcelona P 838127

En 1996, Peter Seewald me propuso conversar sobre las cuestiones que el hombre actual plantea a la Iglesia y que a menudo le cierran el acceso a la fe. De ah surgi el libro Salz der Erde (Sal de la tierra), que para muchos se convirti en una contribucin a la orientacin que aceptaron con agradecimiento. El enorme eco, asombrosamente positivo, que despert el libro anim al seor Seewald a proponer una segunda ronda de conversaciones en la que se esclareceran las cuestiones internas de la propia fe, que a muchos cristianos les parece una selva tan impenetrable que apenas son capaces de orientarse en ella; muchos aspectos de la misma, algunos importantes, resultan difcilmente comprensibles y aceptables para el pensamiento actual. A este proyecto se opona en principio mi sobrecarga profesional. En el escaso tiempo libre del que dispongo deseaba escribir, por fin, el libro sobre el espritu de la liturgia que tena proyectado desde comienzos de los aos ochenta, pero que nunca haba podido trasladar al papel. A lo largo de tres vacaciones de verano surgi finalmente la obra, que se public a comienzos de este ao. El camino a la segunda conversacin con Seewald quedaba por fin despejado, y l propuso celebrarla en una sede preada de simbolismo: la casa matriz de la orden benedictina, la abada de Montecassino. All, fortalecidos por la hospitalidad benedictina, sostuvimos del 7 al 11 de febrero de este ao nuestro ltimo di5

logo, que el seor Seewald haba preparado con sumo cuidado. Yo tuve que confiar en la inspiracin del momento. La tranquilidad del monasterio, la amabilidad de los monjes y del abad, el ambiente de oracin y la celebracin respetuosa de la liturgia nos ayudaron mucho; la suerte quiso que tambin pudiramos celebrar all, con la brillantez debida, la fiesta de la hermana de san Benito, santa Escolstica. Ambos autores, que tomaron ese lugar venerable como un lugar de inspiracin, expresan su cordial agradecimiento a los monjes de Montecassino. Huelga decir que cada uno de los dos autores habla por s mismo y ofrece su propia aportacin. Al igual que en Sal de la tierra, tambin esta obra -me parece- ha propiciado, precisamente por los diferentes orgenes y formas de pensar, un autntico dilogo, en el que el carcter directo de preguntas y respuestas se revela fructfero. El seor Seewald, que grab mis respuestas en cinta magnetofnica, se encarg de trasladarlas al papel y de realizar las correcciones estilsticas necesarias. Yo mismo las le con ojos crticos y, cuando lo juzgu necesario, las pul lingsticamente o inclu con cuidado algn que otro aadido, aunque dejando en conjunto la palabra hablada tal como haba surgido en su momento. Espero que este segundo libro de conversaciones encuentre una acogida de amabilidad similar a Sal de la tierra, y ayude a muchas personas a comprender la fe cristiana. Roma, 22 de agosto de 2000

PRLOGO

por Peter Seewald

Montecassino en primavera. El sinuoso camino que conduca al monasterio de San Benito era angosto y empinado, y cuanto ms subamos, ms fresco se tornaba el aire. Nadie deca una palabra, ni siquiera Alfredo, el chfer del cardenal. No s, habamos dejado atrs definitivamente el invierno, pero en cierto modo tenamos miedo de las fras noches que an nos esperaban. Cuando publiqu junto con el cardenal Ratzinger el libro de entrevistas Sal de la tierra, muchos lo consideraron una oportunidad para adentrarse en una temtica hasta entonces inaccesible. Aunque el nombre de Dios se usa con ms frecuencia que nunca, en el fondo nadie sabe ya de qu habla cuando se refiere a cuestiones religiosas. Yo lo haba comprobado con amigos o en las redacciones de las revistas para las que trabajaba. En un plazo de tiempo brevsimo amplios sectores de la sociedad haban sufrido una especie de ataque nuclear espiritual, una especie de big bang en la cultura cristiana que hasta entonces constitua nuestro fundamento. Aunque las personas no negasen a Dios, nadie contaba ya con que ejerciera poder sobre el mundo y pudiera hacer algo de verdad. Durante esa poca visit en numerosas ocasiones una iglesia. A pesar de que albergaba dudas y desconfiaba de los mensajes de la revelacin, me pareca incuestionable que el mundo no era una casualidad, ni el resultado de una explosin o algo parecido, como sostenan Marx y otros. Y menos an una creacin del ser humano, que no es ca7

paz de curar un simple catarro ni de impedir la rotura de un dique. Tom conciencia de que, tras el entramado de liturgia, rezos y preceptos, deba de existir una causa, una verdad. Nosotros no hemos seguido unas historias inteligentemente inventadas, dice la epstola de uno de los apstoles. Pero me habra parecido absurdo hacer la seal de la cruz o siquiera manifestar humildad, como es habitual en las misas. Y por ms que contemplase la iglesia a mi alrededor, era incapaz de descifrar nada. El autntico sentido del conjunto pareca ocultarse tras un muro de niebla. Abandonar la Iglesia, que desde haca muchos aos me pareca vaca y reaccionaria, no es fcil, pero regresar es mucho ms difcil an. Uno no slo desea creer lo que sabe, sino tambin saber lo que cree. Montaas de preguntas insolubles obstaculizan el camino. Es Cristo de verdad el hijo de Dios, que nos trajo la redencin? Y en caso afirmativo, de qu Dios se trata? Uno bondadoso que nos ayuda? Un cnico, que, aburrido, sigue escribiendo lnea a lnea su gran libro de la vida? Qu propsito alberga respecto a las personas que pueden incluso caer vctimas del poder del maligno? Para qu estamos aqu? Qu hay de los mandamientos? Siguen siendo vlidos hoy? Qu significan los siete sacramentos? Se oculta realmente en ellos, segn se dice, el plan de toda la existencia? Son todava conciliables en el siglo xxi la fe y la vida, para aprovechar en el mundo moderno algo de los conocimientos bsicos del legado de la humanidad? En fin, demasiadas cuestiones para responderlas o experimentarlas en poco tiempo. Muchas jams podrn expresarse del todo con palabras. Pero cuando el cardenal Joseph Ratzinger, gran sabio de la Iglesia, se sent frente a m en el monasterio y me cont con paciencia el evangelio, la fe cristiana desde la creacin del mundo hasta su final, logr vislumbrar cada vez con mayor claridad algo del mis8

terio que proporciona la coherencia ms profunda al mundo. En el fondo, acaso sea muy sencillo. La creacin misma, dice el sabio, entraa un orden en s. A partir de l podemos leer los pensamientos de Dios... e incluso el modo correcto en que deberamos vivir. Munich, ij de agosto de 2000

INTRODUCCIN

Fe, esperanza, amorEminencia, tambin usted tiene a veces miedo de Dios? Yo no lo llamara miedo. Sabemos por Cristo cmo es Dios, que nos ama. Y l sabe cmo somos nosotros. Sabe que somos carne. Y polvo. Por eso acepta nuestra debilidad. N o obstante, una y otra vez me acomete esa ardiente sensacin de defraudar mi destino. La idea que Dios tiene de m, de lo que yo debera hacer. Tiene usted a veces la sensacin de que Dios critica o considera incorrecta alguna de sus decisiones? Dios no es un gendarme o un juez que te imponga una sancin. Pero dentro del espejo de la fe y tambin de la misin que me ha sido encomendada, he de reflexionar cada da en lo que est bien y cundo he cometido una equivocacin. Como es natural, entonces me apercibo de que he fallado en algo. Pero para eso existe el sacramento de la penitencia. Se dice que los catlicos rebosan sentimientos frente a Dios. de culpa

Yo creo que los catlicos estn invadidos sobre todo por el gran sentimiento de indulgencia de Dios. Observemos el arte del barroco o del rococ. Desprenden una gran alel

gra. De tpicas naciones catlicas como Italia o Espaa se dice, no sin razn, que poseen una ligereza interna. Quizs en algunas zonas de la cristiandad haya habido tambin una cierta educacin deformada donde lo aterrador, lo oneroso, lo severo tengan primaca, pero eso no es autntico catolicismo. En mi opinin, en las personas que viven la fe de la Iglesia predomina en ltima instancia la conciencia de la salvacin: Dios no nos abandonar! Existe un lenguaje que Dios use para decirnos a veces de forma muy concreta: S, hazlo. O: Alto, ltimo aviso! Ser mejor que no lo hagas! ? El lenguaje de Dios es silencioso. Pero nos ofrece numerosas seales. Si lanzamos una ojeada retrospectiva, comprobaremos que nos ha dado un empujoncito mediante amigos, un libro, o un supuesto fracaso, incluso mediante accidentes. En realidad, la vida est llena de estas mudas indicaciones. Despacio, si permanezco alerta, a partir de todo esto se va conformando el conjunto y empiezo a percibir cmo Dios me gua. Para usted, que habla personalmente tural como hablar por telfono? con Dios, es tan na-

Personalmente creo que tiene un gran sentido del humor. A veces le da a uno un empelln y le dice: No te des tanta importancia!. En realidad, el humor es un componente de la alegra de la creacin. En muchas cuestiones de nuestra vida se nota que Dios tambin nos quiere impulsar a ser un poco ms ligeros; a percibir la alegra; a descender de nuestro pedestal y a no olvidar el gusto por lo divertido. Y en ocasiones, se enfada usted con Dios sin poder evitarlo? Naturalmente, de vez en cuando pienso: Por qu no me ayudar ms?. A veces tambin me resulta enigmtico. En los casos que me enfado percibo su misterio, su naturaleza ignota. Pero enfadarse directamente con Dios significara rebajarlo demasiado. Muchas veces la culpa de un enfado la tienen cuestiones muy evidentes. Y cuando el enfado est realmente justificado, uno ha de preguntarse siempre si tal vez no le habr comunicado algo importante a travs de l y de las cosas y de las personas que le irritan. Con Dios mismo, yo no me enfado jams. Cmo comienza usted el da? Antes de levantarme rezo primero una breve oracin. El da parece diferente cuando uno no se adentra directamente en l. Despus vienen todas esas actividades que se realizan temprano: lavarse, desayunar. A continuacin, la santa misa y el breviario. Ambos son para m los actos fundamentales del da. La misa es el encuentro real con la presencia de Cristo resucitado, y el breviario, la entrada en la gran plegaria de toda la historia sagrada. Aqu los salmos son la pieza esencial. Aqu se reza con los milenios y se oyen las voces de los Padres. Todo eso le abre a uno la puerta para iniciar el da. A continuacin viene el trabajo normal.13

En cierto modo, es una posible comparacin. Yo s que l est siempre ah. Y l sabe sin duda alguna quin y qu soy. De ah que aumente la necesidad de llamarle, de comunicarme, de hablar con l. Con l puedo intercambiar tanto lo ms sencillo e ntimo, como lo ms agobiante y trascendental. Para m, en cierto sentido, es normal tener la posibilidad de hablarle en la vida cotidiana. Entonces, Dios se muestra siempre lleno de respeto o tambin manifiesta humor?12

Y con qu frecuencia reza? Los momentos fijos de oracin son a medioda, cuando, segn la tradicin catlica, rezamos al ngel del Seor. Por la tarde estn las vsperas, y por la noche las completas, el rezo eclesistico nocturno. Y entremedias, cuando siento que necesito ayuda, siempre es posible deslizar breves plegarias. Reza usted siempre una oracin distinta antes de levantarse? N o , es una oracin fija; en realidad una suma de distintas pequeas plegarias, pero, en conjunto, una frmula fija. Alguna recomendacin al respecto?

reunirme con los amigos me permite olvidarme un poquito de lo que siempre est ah. Estos tres componentes son importantes. Yo creo que en algn momento todos estamos cansados, y destrozados, y sin fuerzas, y desesperados, y furiosos por nuestro destino, que parece completamente torcido e injusto. Usted hablaba de introducir los problemas en la oracin, eso cmo se hace? Quizs haya que empezar como Job. Primero, por ejemplo, hay que gritarle en tu interior a Dios, decirle sin rodeos: Pero qu ests haciendo conmigo?!. Pues la voz de Job sigue siendo una voz autntica, que tambin nos dice que tenemos esa posibilidad - y que tal vez incluso debamos utilizarla-. A pesar de que Job se mostr ante Dios realmente quejumbroso, al final Dios le da la razn. Dios dice que ha hecho bien, y que los dems, que lo han explicado todo, no han hablado bien de l. Job se enzarza en una lucha y enumera sus quejas ante l. Poco a poco va oyendo hablar a Dios, las cosas cambian de rumbo y se ven bajo otra perspectiva. As salgo de ese estado de tortura y s que, aunque en ese momento no pueda entender que l es amor, puedo confiar sin embargo en que todo est bien como est. Acaso deberamos simplemente manejar con ms rigor los problemas, no permitirlos en absoluto. Los problemas existen. Determinadas decisiones, el fracaso, las tiranteces humanas, las decepciones, todo eso te afecta y adems as debe ser. Pero los problemas tambin tienen que ensearte a elaborar esas cuestiones. Rodearse de una coraza de acero, hacerse impenetrable, implicara una prdida de humanidad y de sensibilidad, incluso para15

Seguro que todo el mundo puede escoger algo del tesoro de la Iglesia. Por la noche, cuando uno no logra encontrar la paz... ...yo recomendara el rosario. Es un rezo que, adems de su significado espiritual, ejerce una fuerza anmicamente tranquilizadora. En l, al atenerse siempre a las palabras, te vas liberando poco a poco de los pensamientos que te atormentan. Cmo aborda personalmente niendo que los tenga)? los problemas (presupo-

Cmo no iba a tenerlos? Por una parte, intento introducirlos en la oracin y afianzarme en mi interior. Por otra, procuro ser exigente, consagrarme de verdad a una tarea que me exija y al mismo tiempo me agrade. Y por ltimo,14

con los dems. El estoico Sneca dijo: La compasin es algo abominable. Por el contrario, si contemplamos a Cristo, l es el que compadece, y eso nos lo hace valioso. La compasin, la vulnerabilidad tambin forman parte del cristiano. Hay que aprender a aceptar las heridas, a vivir herido y a encontrar finalmente en ellas una salvacin ms profunda. Muchos saban rezar de pequeos, pero en cierto momento lo olvidaron. Hay que aprender a hablar con Dios? El rgano de Dios puede atrofiarse hasta el punto de que las palabras de la fe se tornen completamente carentes de sentido. Y quien no tiene odo tampoco puede hablar, porque sordera y mudez van unidas. Es como si uno tuviera que aprender su lengua materna. Poco a poco se aprende a leer la escritura cifrada de Dios, a hablar su lenguaje y a entender a Dios, aunque nunca del todo. Poco a poco uno mismo podr rezar y hablar con Dios, al principio de manera muy infantil -en cierto modo siempre seremos nios-, pero despus cada vez mejor, con sus propias palabras. Usted dijo una vez: Si el ser humano slo confa en lo que ven sus ojos, en realidad est ciego.... ...porque limita su horizonte de manera que se le escapa precisamente lo esencial. Porque tampoco tiene en cuenta su inteligencia. Las cosas realmente importantes no las ve con los ojos de los sentidos, y en esa medida an no se apercibe bien de que es capaz de ver ms all de lo directamente perceptible. Alguien me dijo que tener fe era como saltar de un acuario al ocano. Recuerda usted su primera gran vivencia de la fe?16

Yo dira que en mi caso fue ms bien un crecimiento tranquilo. Como es natural, hay puntos culminantes en que uno descubre algo, en la teologa, en el primer indicio de comprensin teolgica, algo que de repente se vuelve amplio y sustentador y que ya no es mera transmisin. Yo no podra identificar en mi vida el gran salto del que usted habla, un acontecimiento especial. Ms bien me fui aventurando despacio y con mucha cautela desde aguas poco profundas hacia mar adentro y fui percibiendo lentamente algo del ocano que sale a nuestro encuentro. Tambin creo que uno nunca termina con la fe. La fe ha de ser vivida siempre en el sufrimiento y en la vida, al igual que en las grandes alegras que Dios nos regala. Nunca es algo que se pueda guardar como una simple moneda.UNA IMAGEN DE D I O S

Mi hijo pequeo me pregunta a veces: Oye, pap, cmo es Dios?. Yo le contestara diciendo que uno se puede imaginar a Dios tal como lo conocemos a travs de Jesucristo. Cristo dijo una vez: Quien me ve a m, ve al Padre. Y si despus se analiza toda la historia de Jess, empezando por el pesebre, por su actuacin pblica, por sus grandes y conmovedoras palabras, hasta llegar a la ltima cena, a la cruz, a la resurreccin y a la misin del apostolado... entonces uno puede atisbar el rostro de Dios. Un rostro por una parte serio y grande. Que desborda con creces nuestra medida. Pero, en ltima instancia, el rasgo caracterstico en El es la bondad; l nos acepta y nos quiere.17

Pero no dicen tambin que no deberamos forjarnos ninguna imagen de Dios? Este precepto se ha transformado en la medida en que Dios se dio a s mismo una imagen. La Epstola a los Efesios dice de Cristo: El es la imagen de Dios. Y en l se cumple plenamente lo que se dice del ser humano en la creacin. Cristo es la imagen original del ser humano. Eso ciertamente no nos permite representar a Dios mismo en su eterna infinitud, pero s contemplar la imagen que l se dio a s mismo. Desde entonces no nos forjamos ninguna imagen de Dios, sino que es Dios mismo quien nos la muestra. Aqu nos mira y nos habla. Ciertamente, la imagen de Cristo no es una simple foto de Dios. Esta imagen del crucificado trasluce ms bien la biografa entera de Jess, sobre todo la biografa ntima. Con ello se nos proporciona una visin que abre y trasciende los sentidos. Cmo caracterizar a Jess en unas cuantas frases? Aqu nuestras palabras estn siempre sometidas a una sobreexigencia. Lo importante es que Jess es el Hijo de Dios, que es Dios y al mismo tiempo verdadero hombre. Que en l no slo sale a nuestro encuentro la genialidad o la heroicidad humanas, sino que tambin trasluce a Dios. Puede decirse que en el cuerpo desgarrado de Jess en la cruz vemos cmo es Dios, en concreto Aquel que se entrega por nosotros hasta ese punto. Era Jess catlico? No podemos afirmarlo con mucha seguridad, porque l est por encima de nosotros. Hoy se oye la formulacin inversa, es decir, que Jess no era cristiano, sino judo. Y tam18

bien es cierto, pero con limitaciones. Por su nacionalidad era judo. Lo era porque adopt y vivi la ley, y fue tambin, pese a todas las crticas, un judo piadoso que mantuvo el orden en el templo. Y a pesar de todo infringi y trascendi el Antiguo Testamento -desde su poder de Hijo. Jess se conceba a s mismo como el nuevo y ms grande Moiss que ya no se limita a interpretar sino que renueva. En ese sentido, trascendi lo existente y cre algo nuevo, es decir, condujo el Antiguo Testamento hasta la universalidad de un pueblo que se extiende por toda la tierra y que ha de crecer an ms. l es, pues, el origen de la fe, el que crea intencionadamente la Iglesia catlica, pero no es uno ms de nosotros. Cmo y cundo supo personalmente lo que Dios quera de usted? Creo que eso siempre hay que aprenderlo de nuevo. Porque Dios desea siempre lo trascendente. Sin embargo, si usted se refiere a la decisin profesional, a la direccin fundamental que yo quise y tuve que tomar, fue un proceso de maduracin intenso y, en parte, tambin complejo durante mi poca universitaria. Este camino me llev a acercarme a la Iglesia, a guas y compaeros sacerdotes y, naturalmente, a las Sagradas Escrituras. Este conglomerado de relaciones fue luego clarificndose paulatinamente. Pero tambin mencion en una ocasin que en su decisin de optar por el sacerdocio existi un autntico encuentro entre Dios y usted. Cmo podemos imaginar ese encuentro entre Dios y el cardenal Ratzinger? Desde luego, no al estilo de una cita entre dos personas. A lo mejor se puede describir como algo que sientes en la piel y despus se adentra y arde en tu alma. Uno siente sencillamen19

te que eso tiene que ser as, que es el camino acertado. N o fue un encuentro en el sentido de una iluminacin mstica. N o es ste un mbito de experiencias del que pueda vanagloriarme. Sin embargo, puedo decir que el conjunto de la lucha desemboc en un conocimiento claro y exigente, de forma que tambin se manifest en mi interior la voluntad de Dios. Dios te am primero, dice la doctrina cristiana. Y te ama sin tener en cuenta tu origen o tu importancia. Qu significa eso? Esta frase debe tomarse en el sentido ms literal posible y as intento hacerlo. Porque es realmente el gran motor de nuestra vida y el consuelo que necesitamos. Lo cual no es en absoluto tan extrao. l me am primero, antes de que yo mismo fuese capaz de amar. Fui creado slo porque ya me conoca y me amaba. As que no he sido lanzado al mundo por azar, como dice Heidegger, ni me veo obligado a advertir que voy nadando por ese ocano, sino que me precede un conocimiento, una idea y un amor que constituyen el fundamento de mi existencia. Lo importante para cualquier persona, lo primero que da importancia a su vida, es saber que es amada. Precisamente quien se encuentra en una situacin difcil resiste si sabe que alguien le espera, que es deseado y necesitado. Dios est ah primero y me ama. sta es la razn segura sobre la que se asienta mi vida, y a partir de la cual yo mismo puedo proyectarla.

ltimos cincuenta aos, el nmero de catlicos en todo el mundo se ha duplicado hasta superar los mil millones. Sin embargo, en numerosos pases del llamado Viejo Mundo estamos viviendo una secularizacin cada vez ms amplia. Parece como si grandes sectores de la sociedad europea quisieran desligarse paulatina y totalmente de su herencia. Los enemigos de la fe hablan de una maldicin del cristianismo de la que es preciso liberarse al fin. En nuestro primer libro Sal de la tierra abordamos ampliamente esta temtica. Muchas personas estn dispuestas a seguir estereotipos anticristianos o anticlericales sin reflexin personal. Con frecuencia se debe a que hemos perdido los contenidos y signos de la fe. Ya no sabemos lo que significan. Tiene la Iglesia algo que decir? Vivimos sin duda en un momento histrico en el que la tentacin de querer crear sin Dios se ha vuelto muy grande. Nuestra cultura de la tcnica y del bienestar se basa en la conviccin de que, en el fondo, todo es factible. Naturalmente, si pensamos as, la vida termina en lo que nosotros podemos hacer, construir y demostrar. Por tanto, la cuestin divina queda relegada a un segundo trmino. Si se generaliza esa actitud - y la tentacin para que eso ocurra es muy grande, porque buscar a Dios significa realmente adentrarse en otro plano que antes quiz fuese ms accesible-, la respuesta es palmaria: lo que no es obra nuestra, no existe. Entretanto se dan bastantes intentos de construir ticas sin Dios. Sin duda, y en ese sentido el clculo consiste en bucar lo que, al parecer, ms conviene al ser humano. Por otra parte, observamos tambin intentos de convertir la realizacin ntima de la persona, la felicidad, en un producto construi21

C R I S I S DE FE

Seor cardenal, en la mayora de los continentes de la tierra, la fe cristiana es ms requerida que nunca. Slo en los2.0

ble. O el entregarse a formas religiosas que aparentemente pueden prescindir de la fe, ofertas esotricas que, a menudo, son simples tcnicas fortuitas. Todos estos modos de querer mantener el mundo en equilibrio y arreglrselas con la propia vida son muy naturales debido al actual modelo vivencial y existencial. La palabra de la Iglesia, por el contrario, procede del pasado, ya sea porque sucedi hace mucho y no pertenece a nuestro tiempo, o porque proviene de una forma de vida completamente distinta que ya no parece actual. Sin duda la Iglesia an no ha conseguido del todo dar el salto al presente. Volver a llenar de experiencia y vitalidad las antiguas palabras, verdaderamente vigentes y grandes, hasta que se tornen audibles es la gran tarea que nos espera. Tenemos mucho que hacer al respecto. La imagen de Dios basada en el esoterismo presenta la idea de un Dios completamente diferente, cuyos nuevos mensajes se van distanciando de la doctrina juda y cristiana. Ni rabinos, ni sacerdotes, ni siquiera la Biblia, dicen, son fuentes de su mensaje. En lugar de eso las personas deberan orientarse por sus propios sentimientos y liberarse de una vez de las coacciones de esas religiones tradicionales, ms an, ridiculas, y de sus poderosas castas sacerdotales, para volver a ser ntegras y felices, tal como fueron concebidas al principio. Gran parte de este mensaje suena muy alentador. Eso responde punto por punto a nuestras necesidades religiosas actuales y tambin a la necesidad de simplificacin. En ese sentido tiene en s algo convincente que augura el xito. Pero ciertamente tambin es preciso preguntarse quin o qu legitima este mensaje. Est suficientemente legitimado como para parecemos plausible? Basta la plausibilidad como criterio para aceptar un mensaje sobre22

Dios? O es precisamente la plausibilidad una tentacin que nos halaga? Pues nos muestra el camino ms fcil, pero tambin nos impide descubrir la realidad. En ltima instancia, con ello convertimos nuestros sentimientos en la pauta de quin es Dios y de cmo deberamos vivir. Pero los sentimientos son cambiantes, y pronto nos damos cuenta nosotros mismos de que de ese modo estamos edificando sobre una base engaosa. Por convincente que pueda parecemos al principio, ah vuelvo a toparme con ideas humanas que, en ltima instancia, siguen siendo cuestionables. Sin embargo, lo esencial de la fe es que en ella no me encuentro con algo inventado, sino que lo que sale a mi encuentro supera con creces todo cuanto nosotros, los hombres, podemos inventar. Objecin: eso lo dice la Iglesia! Est probado por la historia. En ella Dios, en cierto sentido, se ha sometido a prueba una y otra vez y seguir hacindolo en el futuro. Creo que en este libro conoceremos muchas cosas ms al respecto. Pero, en ltima instancia, a las personas no les basta con que Dios haya expresado esto o aquello, o con que nos imaginemos esto o aquello sobre l, sino que slo cuando El ha hecho algo por nosotros, sucede lo que necesitamos y sobre lo que puede fundamentarse una vida. As podemos darnos cuenta de que no slo existen palabras sobre Dios, sino tambin una realidad de l. Que las personas no slo han inventado algo, sino que ha pasado algo; pasado en el sentido literal de pasin. Esta realidad trasciende las palabras, aunque sea menos accesible. Para muchos no slo es increble, sino que constituye una jactancia, una enorme provocacin, creer que una persona que fue ejecutada alrededor del ao 30 en Palestina es el*3

ungido y elegido de Dios, precisamente el Cristo. Que un nico personaje sea el centro de la historia. En Asia cientos de telogos afirman que Dios es demasiado grande y vasto como para haberse encarnado en una sola persona. De hecho, no se reduce la fe si la salvacin de todo el mundo ha de estar orientada segn un nico punto? Esa experiencia religiosa asitica considera a Dios tan inconmensurable y nuestra comprensin tan limitada, que Dios slo puede representarse a travs de una infinitud de reflejos. En ese caso Cristo acaso sea un elevado smbolo de Dios, pero slo un reflejo que no capta en absoluto el conjunto. En apariencia, esto revela la sumisin del ser humano ante Dios. Se juzga absolutamente imposible que Dios pueda pasar a formar parte de una sola persona. Y desde una perspectiva exclusivamente humana, quiz tampoco podamos esperar otra cosa que vislumbrar alguna chispa, un pequeo detalle de Dios. No suena descabellado.

jarse tanto; en que l mismo pase de verdad a formar parte de una persona, en que no se limite a disfrazarse para luego quitarse el disfraz y vestirse con otros ropajes, sino que l sea esa persona. Slo ah captamos la verdadera infinitud de Dios, porque eso lo hace ms poderoso, inimaginable y al mismo tiempo ms salvador. De otra manera, tendramos que vivir siempre con un cmulo de mentiras. Los pasajes contradictorios que existen en el budismo y en el hinduismo sugieren realmente la solucin de la mstica negativa. Pero entonces Dios se convierte en negacin, y ya nada positivo, y en ltima instancia constructivo, tiene que proponer a este mundo. Y viceversa: precisamente ese Dios que tiene el poder de plasmar en una persona el amor que l es, que est ah y se nos da a conocer, que acepta la afinidad con nosotros, es justo lo que necesitamos para no tener que vivir hasta el final con fragmentos, con medias verdades. Eso no significa que no podamos aprender de las dems religiones, o que el canon de lo cristiano est tan acabado y cimentado que imposibilite cualquier avance. La aventura de la fe cristiana es siempre nueva y su inconmensurabilidad deriva precisamente de atribuir sas posibilidades a Dios. El ser humano es creyente de por s? A juzgar por los datos que nos proporcionan las excavaciones de la historia de la humanidad desde la prehistoria ms remota, cabe afirmar que la idea de Dios siempre ha existido. Los marxistas predijeron el fin de la religin. Decan que con el final de la opresin ya no se necesitara la medicina llamada Dios. Pero se vieron obligados a reconocer que la religin no acaba nunca, porque realmente es consustancial al ser humano. Sin embargo, este sensor interno no funciona con el automatismo de un aparato tcnico, sino que es algo vivo que2-5

S. Desde la ptica racional deberamos decir de hecho que Dios es demasiado grande como para pasar a formar parte de la pequenez de una persona. Dios es demasiado grande como para que una idea o un escrito pueda abarcar su palabra; slo puede reflejarse en experiencias diversas, incluso contradictorias. Por otra parte, la sumisin se convertira en orgullo si negramos a Dios la posibilidad de tener la libertad y el poder amoroso de hacerse tan pequeo. La fe cristiana nos ofrece precisamente el consuelo de que Dios es tan grande que puede hacerse pequeo. En realidad aqu radica para m la grandeza inesperada e inconcebible de Dios, en que disfrute de la posibilidad de reba2-4

puede ir creciendo con el ser humano o adormecerse casi hasta morir. Esa accin conjunta agudiza cada vez ms el sensor, reavivndolo e intensificando su reaccin -en caso contrario se queda romo y casi sepultado bajo la anestesia-. Y no obstante, en la persona incrdula de alguna manera subsiste la pregunta residual de si, pese a todo, no existir algo. Sin este rgano ntimo, la historia de la humanidad resultara ininteligible. Por otra parte hay montones de libros y teoras importantes que intentan rebatir esa fe. As que la lucha de un credo contra otro tambin parece existir en principio, y posee incluso algo de espritu misionero. Los mayores experimentos humanos de la historia hasta la fecha, el nacionalsocialismo y el comunismo, intentaron llevar ad absurdum y arrancar del corazn de los hombres la fe en Dios. Y no ser el ltimo intento. Por eso la fe en Dios no es una ciencia que se pueda estudiar, como la qumica o las matemticas, sino que sigue siendo fe. Aunque posee una estructura muy racional; volveremos ms adelante sobre este punto. No es simplemente un oscuro asunto cualquiera del que me fo. Me proporciona claridad de juicio. Y existen bastantes razones juiciosas para entregarse a ella. Sin embargo, jams se convierte en pura ciencia. Pero como la fe exige toda la existencia, la voluntad, el amor, el desprendimiento, tambin necesita superar siempre el mero conocimiento, la pura demostracin. Por ello, tambin puedo vivir siempre lejos de la fe y hallar razones para refutarla. Porque, como usted mismo sabe, hay numerosas razones contrarias. Basta con analizar el enorme sufrimiento existente en el mundo. Este simple hecho parece una refutacin de Dios. O tomemos esa pequenez, la sencillez de Dios. Para aquel que ha abierto los ojos a la fe, aqu radica preci26

smente toda su grandeza; sin embargo, el que no puede o no quiere dar el salto convierte a Dios en cierto modo en refutable. Tambin se puede disolver todo en numerosos detalles. Las Sagradas Escrituras, el Nuevo Testamento pueden hacerse aicos a fuerza de leerlos hasta dejarlos reducidos a un montn de trocitos, de manera que luego un erudito diga que la resurreccin es una invencin posterior, que todo se aadi ms tarde, que carece de fundamento. Todo esto es posible. Precisamente porque la historia y la fe son algo humano. En este sentido, el debate sobre la fe no concluir nunca. Adems, este debate supone una lucha de la persona consigo misma y con Dios que perdurar hasta los albores del fin de la historia. La sociedad moderna duda de que pueda existir siquiera una verdad. Esto se refleja tambin en la Iglesia, que se aferra imperturbable a ese concepto. Usted lleg a comentar en cierta ocasin que la profunda crisis actual del cristianismo en Europa se deba esencialmente a la crisis de su reivindicacin de la verdad. Por qu? Porque ya nadie se atreve a decir que lo que afirma la fe es cierto, pues se teme ser intolerante, incluso frente a otras religiones o concepciones del mundo. Y los cristianos se dicen que nos atemoriza esa elevada reivindicacin de la verdad. Por una parte esto, en cierto modo, es saludable. Porque si uno se dedica a asestar golpes a su alrededor con demasiada rapidez e imprudencia con la pretensin de la verdad y se instala en ella demasiado tranquilo y relajado, no slo puede volverse desptico sino tambin etiquetar con enorme facilidad como verdad algo que es secundario y pasajero. La cautela a la hora de reivindicar la verdad es muy adecuada, pero no debe provocar el abandono generalizado de dicha pretensin, pues entonces nos moveremos a tientas en diferentes modelos de tradicin.17

De todos modos, las fronteras se tornan realmente ms imprecisas. Muchos suean con una especie de religin a la carta, aunque con ingredientes escogidos y muy acomodados al gusto. Cada vez se diferencia ms entre religin mala y buena. Es interesante que el concepto de tradicin haya sustituido al concepto de religin y de confesin -y con ello tambin al concepto de verdad-. Las distintas religiones se consideran tradiciones. Entonces se juzgan venerables, hermosas, y se afirma que quien est dentro de una tradicin debe respetarla, as como debe respetar las tradiciones ajenas. Pero contar slo con tradiciones provoca tambin, es lgico, una prdida de la verdad. Y en cierto momento uno se preguntar por qu ha de existir tradicin siquiera. Y entonces la rebelin contra la tradicin quedar justificada. Recuerdo siempre las palabras de Tertuliano, que coment una vez: Cristo no ha dicho: "Yo soy la costumbre, sino yo soy la Verdad". Y es que Cristo no sanciona simplemente la costumbre; al contrario, l nos arranca de las costumbres. l desea que las abandonemos, nos exige que busquemos la verdad, lo que nos introduce en la realidad del Creador, del Salvador, de nuestro propio ser. En ese sentido, hemos de ser cautelosos con la reivindicacin de la verdad en cuanto gran compromiso, pero tambin tener el valor de no perder la verdad, de tender hacia ella y aceptarla con agradecimiento y humildad cuando nos sea ofrecida.SOBRE LA D U D A

to. Quiere demostrar al rabino que no existe verdad alguna en la fe, que la fe es incluso retrgrada, una reliquia del pasado. Cuando el erudito entra en el cuarto del religioso lo ve con un libro en la mano, caminando, meditabundo, de un lado a otro. El rabino no presta atencin al ilustrado. Vero al cabo de un rato se detiene y, dirigindole una mirada fugaz, se limita a decir: Pero a lo mejor es verdad. Eso bast. Al erudito le temblaron las piernas y abandon la casa a la desbandada. Una bonita historia, pero tambin los clrigos vuelven la espalda a su Iglesia una y otra vez, los monjes huyen de sus monasterios. Usted mismo habl en una ocasin del poder opresivo de la falta de fe. La fe nunca est sencillamente ah, de forma que yo pueda decir a partir de un momento determinado que yo la tengo y otros no. Ya lo hemos comentado. Es algo vivo que incluye a la persona entera -razn, voluntad, sentimientoen toda su dimensin. Entonces cada vez puede arraigar ms profundamente en la vida, de forma que mi existencia se torne ms y ms idntica a mi fe, pero a pesar de todo nunca es una mera posesin. La persona conserva siempre la posibilidad de ceder a la tendencia opuesta y caer. La fe sigue siendo un camino. Mientras vivimos estamos de camino, de ah que se vea amenazada y acosada una y otra vez. Y tambin es curativo que no se convierta en una ideologa manipulable. Que no me endurezca ni me incapacite para pensar y padecer junto al hermano que pregunta, que duda. La fe slo puede madurar soportando de nuevo y aceptando en todas las etapas de la vida el acoso y el poder de la falta de fe y, en definitiva, trascendindolos para transitar por una nueva poca. Qu sucede en su caso? Conoce usted personalmente ese poder opresivo de la falta de fe?2.9

En cierta ocasin usted refiri la historia de Martin Buber sobre un rabino judo. En ella, el rabino recibe un buen da la visita de un racionalista. Se trata de un hombre cul28

Por supuesto. Cuando uno, en su calidad de catedrtico o maestro de la fe, intenta comprender la situacin espiritual de nuestro siglo tiene que dejarse asaltar por los interrogantes que dificultan esa tarea. Y entonces, lgicamente, tambin te asaltan esos modelos vitales que nos presentan con la promesa de sustituir o tornar innecesaria la fe. En este sentido, la aceptacin, la resistencia ntima y el ser acosado por todos los argumentos contrarios a la fe constituye una parte esencial de mi labor. Pero, aunque no quisiera, tambin me asaltaran datos, acontecimientos, todas las experiencias que te proporciona la vida. Todo eso hace por una parte fatigoso el camino de la fe. Pero despus, cuando uno retorna a la luz, comprueba tambin que es como ascender a una montaa, y que sa es la manera de acercarse al Seor. Y eso finaliza en algn Nunca del todo. Es concebible que tambin el Papa se vea acosado por la duda o incluso por la falta de fe? Por la falta de fe, no, pero uno debera ya imaginarse que tambin sufre por las cuestiones que obstaculizan la fe. Para m result inolvidable un pequeo encuentro en Munich, cuando era capelln. Blumscheid, mi prroco de entonces, era amigo del prroco de la vecina parroquia evanglica. Un da vino Romano Guardini a impartir una conferencia y los dos prrocos lograron hablar con l. Ignoro cmo transcurri la conversacin, pero despus, Blumscheid me cont, estupefacto, que Guardini haba dicho que cuando uno se hace mayor la fe no se vuelve ms fcil, sino ms difcil. Guardini deba de tener por entonces unos sesenta y cinco o setenta aos. Como es natural, la30

suya era la esperanza especfica de una persona melanclica y que haba sufrido mucho. Pero, como he dicho, la situacin nunca se resuelve del todo. Por otra parte se torna algo ms fcil porque tambin la llama de la vida se empequeece. Pero mientras uno est de camino, est de camino. Pero sabe la Iglesia catlica con absoluta seguridad cmo es Dios de verdad, qu dice y qu quiere realmente de nosotros? La Iglesia catlica sabe por la fe lo que Dios nos ha dicho a lo largo de la historia de la revelacin. Como es natural, nadie -ni siquiera la misma Iglesia- lograr comprender la grandeza de lo que Dios ha dicho. Por eso la fe evoluciona. Desde sus contextos vitales, cada generacin puede descubrir nuevas dimensiones que la Iglesia no ha conocido con anterioridad. El Seor mismo predice en el Evangelio segn san Juan: El Espritu Santo os guiar hasta la verdad completa, para conocer lo que ahora de ningn modo podrais soportar. Esto significa que hay siempre un supervit, un exceso de revelacin, no slo respecto a lo que el individuo ha comprendido', sino tambin a lo que la Iglesia sabe al respecto. Por eso dicho supervit plantea un nuevo reto a cada generacin. Qu significa eso? Nunca podemos afirmar que ya lo sabemos todo, que el conocimiento del cristianismo ya est cerrado. Como Dios y la vida humana son insondables, siempre surgen nuevas dimensiones. Pero, en cualquier caso, a la Iglesia se le ha dado la seguridad de lo que no es compatible con el evangelio. Ella ha formulado los conocimientos esenciales en sus creencias y en sus dogmas. Todos de manera negativa. Le dicen31

momento?

a uno dnde est el lmite, a partir de qu momento se extraviara. El espacio interior permanece siempre, por as decirlo, abierto y amplio. Por eso, la Iglesia tambin puede indicar las grandes direcciones fundamentales para la vida humana y decir adonde es seguro que no se debe ir si se quiere evitar la cada. Reconocer y agotar las diversas posibilidades de su camino sigue siendo tarea del individuo. Ciertamente algunos piensan que el cristianismo no es tanto una religin prctica como algo para el ms all, es decir, un camino que permite reunir puntos para una cuenta en el otro mundo. Es cierto que el ms all forma parte de la perspectiva vital del cristianismo. Si se pretendiera suprimirlo, nuestra perspectiva se convertira en un extrao fragmento, quedara hecha aicos. La vida humana quedara burdamente mutilada si slo la considersemos desde la ptica de esos setenta u ochenta aos que podemos vivir. As surge esa extraa avidez de vida. Si la vida momentnea es lo nico que puedo tener, naturalmente he de procurar sacar y acumular el mximo posible. Lo que me impide mostrar la menor consideracin hacia los dems. El ms all me proporciona las pautas y confiere a esta vida la seriedad y el peso para no tener que vivir exclusivamente en funcin del instante, sino de manera que al final esta vida sirva, valga algo -y no slo para m, sino para el conjunto-. El Dios que escucha no nos exime de responsabilidad, sino que nos ensea a ser responsables. Nos impulsa a vivir con responsabilidad lo que se nos ha dado, para que de ese modo tambin algn da lleguemos a ser capaces de salir airosos ante l. Cristo dice: Pedid y se os dar. Buscad y encontraris. Llamad y se os abrir. Por otro lado, cuando mi hijo, por32

ejemplo, est haciendo los deberes, pide ayuda a Dios. Pero, para ser sinceros, no siempre da resultado. Se pide, por ejemplo, salud; la madre para su hijo, el marido para la esposa; se pide que un pueblo no se precipite en un tremendo error -y sabemos que no siempre es escuchado-. Para una persona que se encuentre en una situacin de vida o muerte, esto puede convertirse en un gran interrogante. Por qu no ha recibido respuesta, o al menos no la respuesta que pidi? Por qu calla Dios?, se preguntar. Por qu se aleja? Por qu sucede justo lo contrario de lo que yo quera? Este distanciamiento entre la promesa de Jess y lo que experimentamos en nuestra propia vida ha hecho reflexionar a todas las generaciones, a cada individuo y, desde luego, a m. Pero cada uno debe luchar para obtener por s mismo una respuesta, aprendiendo finalmente a entender por qu Dios le ha hablado precisamente as. Yqu respuesta es sa? San Agustn y otros grandes afirman que Dios nos da lo que es mejor para nosotros -aunque no podamos advertirlo por anticipado-. En efecto, a menudo consideramos que lo mejor para nosotros es justo lo contrario de lo que l hace. Deberamos aprender a aceptar y a considerar como una seal ese camino que, segn nuestra experiencia y nuestro dolor, nos resulta tan penoso. El camino de Dios suele ser un camino formidable de transformacin, de refundicin de nuestra vida, en el que somos modificados y enderezados de verdad. En este sentido hay que reconocer que ese Pedid y se os dar no significa, con toda seguridad, que yo pueda recurrir a Dios para hacerme la vida cmoda, para todo lo que se me antoje. O que va a eliminar mi sufrimiento y mis pre33

guntas. Al contrario, significa que en cualquier caso Dios me escucha y atiende mi ruego de una forma que slo l conoce y que es la correcta para m. Retomando el caso concreto que me planteaba; para su hijo tambin puede ser saludable aprender que el buen Dios no interviene cuando no ha aprendido bien el vocabulario, sino que es uno mismo quien debe esforzarse. A veces tambin puede significar que uno necesita la pequea correccin que supone un fracaso. Que quiz necesita precisamente eso para hallar su propio camino.

decimos con la base de certeza de que recibiremos la respuesta correcta porque el crucificado, que tambin vivi experiencias tan penosas y atroces, siempre se encuentra a nuestro lado. Quiz me equivoque, pero en el cristianismo se mantiene una relacin ms bien devota con Dios. San Agustn dice: Seor, yo no discuto contigo porque T eres la Verdad... No te pedir cuentas... Pero djame hablar de tu compasin, a m, polvo y ceniza. A san Agustn, que siempre fue un hombre doliente y combativo, le conmovi mucho esa cuestin. Al principio pensaba que, en cuanto uno se convierte, inicia un camino de montaa. Ms tarde se dio cuenta de que tambin esa ascensin segua siendo terriblemente difcil y que haba valles muy oscuros. l opinaba que incluso san Pablo padeci tentaciones hasta el final, lo que, a buen seguro, haba proyectado desde s mismo. Pero precisamente por encontrarse en apuros, era tan esencial para san Agustn hablar al Dios compasivo, esperar amparo de l, ver en l el rostro bondadoso y no discutir con l. En ese sentido, creo que, de hecho, la figura de Cristo quita algo de amargura a nuestra discusin. Con el paso del tiempo, la respuesta que en Job es muy limitada con la aparicin del Creador ha avanzado un buen trecho. Insistamos, en una situacin de penuria numerosas personas buscan la ayuda de la fe. A veces funciona, pero otras uno se pregunta: Dios mo, dnde ests en realidad? Por qu no me ayudas cuando ms te necesito? El libro de Job es el grito clsico del ser humano que experimenta toda la miseria de la existencia y al Dios silencioso. E incluso al Dios aparentemente injusto. Job se siente35

QUEJUMBROSO COMO JOB?

El escritor Joseph Roth, siguiendo la antigua tradicin juda, discuti en toda regla con su Dios. Engendras millones de mis semejantes en tu fecunda insensatez, escribi, impresionado por los horrores de la primera guerra mundial. No quiero tu gracia!, grita al cielo lleno de desesperacin, mndame al infierno. Quizs en el judaismo eso sea ms acusado, entre otras razones, porque todava no ha aparecido Cristo, el Dios compasivo, el que salva almas y se adentra en la afliccin, el que ya no es frente a nosotros el gran Incomprensible, como aparece al final en Job, sino que ha descendido en persona al punto ms bajo, de manera que puede afirmar de s mismo en el salmo: Soy un gusano, no una persona, un ser que es pisoteado, aplastado. En efecto, precisamente en pocas de penuria nos planteamos una y otra vez la pregunta: por qu haces esto?! Ya hablamos al principio de que este punto de partida en el que decimos con toda franqueza a Dios que no le entendemos puede suponer tambin, en numerosas situaciones, el comienzo de la oracin personal y del sobreponerse. Lo34

desesperado y furioso, de forma que entonces explaya de verdad ante Dios todo cuanto le oprime y le hace dudar de la bondad de la vida. Son las preguntas: es bueno vivir? Ser Dios bondadoso, existir y nos ayudar de verdad? Esas noches no se nos ahorran. Evidentemente tambin son necesarias para que aprendamos del sufrimiento, para que aprendamos la libertad y madurez internas y, por encima de todo, la capacidad de compasin hacia los dems. La respuesta ltima, racional, la frmula universal que nos permita explicar estas cuestiones, no existe. Porque cuando verdaderamente te llega al alma y al corazn, estn en juego factores muy diferentes que ya no se pueden explicar con frmulas universales, sino en ltima instancia tan slo esclarecerse con un sufrimiento muy personal. Me han deparado noches llenas de fatiga, se quejaba Job, me tumbo y pregunto cundo puedo levantarme. Cuando se hace de noche estoy harto de agitacin... Nunca ms ven mis ojos la dicha. Si a alguien no se le ahorra este dolor del alma, qu obtiene realmente de la fe? Es lcito plantear esta pregunta, porque mi obrar debe tener sentido. El individuo quiere saber: es esto realmente correcto? Significa algo o en realidad es un engao? Este planteamiento se revela errneo cuando se analiza todo lo existente desde la ptica del Yo, partiendo de lo que voy a obtener de ello. Porque entonces uno adopta una perspectiva de avidez de vida, encerrndose en s mismo, que imposibilita la comprensin y que al final provoca el fracaso en la vida. Cristo dijo una vez: Quien quiera ganar su vida, la perder. Y slo quien pierde su vida, quien est dispuesto a entregarla, adopta la perspectiva correcta, abriendo de ese modo la posibilidad de encontrarla. Es decir, que en ltima36

instancia he de descartar la pregunta de qu obtengo a cambio. He de aprender a darme cuenta de que es importante soltarse. He de estar dispuesto a darme. Eso es fcil de decir. Sin embargo, cualquier amor humano slo se convierte en verdaderamente enriquecedor y grande cuando estoy dispuesto a renunciar a m mismo por esa persona, a salir de m mismo, a entregarme. Esto es vlido sobre todo en la gran escala de nuestra relacin con Dios, de la que, en definitiva, derivan todas las dems relaciones. Tengo que comenzar por dejar de mirarme, y preguntarme qu es lo que l quiere. Tengo que empezar aprendiendo a amar, pues el amor consiste en apartar la mirada de m mismo y dirigirla hacia l. Si a partir de esta tendencia fundamental, en lugar de preguntarme qu es lo que puedo conseguir para m mismo, me dejo sencillamente guiar por l, si me pierdo realmente en Cristo, si me dejo caer, me desprendo de m mismo, entonces me doy cuenta de que sa es la vida correcta, porque de todos modos yo soy demasiado estrecho para m solo. Cuando salgo al aire libre, valga la expresin, entonces y slo entonces comienza y llega la grandeza de la vida. Ahora seguramente se dir que esta historia puede ser muy duradera. Bueno, como es lgico, este camino no se recorre de la noche a la maana. Dedicarse especialmente a conseguir una felicidad rpida no encaja con la fe. Y quizs una de las razones de la actual crisis de fe sea que queremos recoger en el acto el placer y la felicidad y no nos arriesgamos a una aventura que dura toda la vida -con la enorme confianza de que ese salto no termina en la nada sino que, por su na37

turaleza, es el acto de amor para el que hemos sido creados-. Y en realidad es lo nico que me proporciona lo que quiero: amar y ser amado, hallando de ese modo la autntica felicidad.MOVER MONTAAS

Pero el propio Jess dice: Si vuestra fe slo fuese tan grande como un grano de mostaza, dirais a esta montaa: "Trasldate de aqu all!". Y ella lo hara. Nada sera imposible para vosotros. He aqu uno de los textos enigmticos del Nuevo Testamento, al menos para m. Tambin los Padres, los grandes telogos, los santos, han luchado con estas palabras. Tampoco aqu -de manera anloga a lo que sucede con la frase Orad y se os escuchar- debemos aferramos a una interpretacin banal que diga: Bien, tengo mucha fe, as que podra decirle a la montaa de Montecassino: "Fuera de ah". En realidad alude a las montaas que obstaculizan nuestra vida. Y stas son casi siempre mucho ms importantes que las que figuran en los mapas. Esas montaas puedo superarlas, de hecho, si me pongo en las manos de Dios. Gracias a una especie de autosugestin? El acto de fe no es convencerse en cierto modo de una idea o atribuir un poder a la fe. El acto de fe consiste en confiar en que Dios est ah y puedo ponerme en sus manos. Entonces tambin desaparecer la montaa. Dentro de este contexto, el Seor emplea el smbolo del grano de mostaza, que es el menor de todos los granitos y semillas, pero acaba convirtindose en un rbol en el que anidan los pjaros del cielo. El grano de mostaza alberga38

por una parte la pequenez -que me empobrece-, pero tambin la potencialidad del crecimiento. Este grano de mostaza es, pues, un profundo smbolo de la fe. Segn esto, la fe no es la mera aceptacin de determinados axiomas, sino una semilla de vida dentro de m. Slo ser un verdadero creyente cuando la fe sea una semilla viva que crece en mi interior, y slo entonces transformar realmente mi mundo aportando algo nuevo. Jess hizo una gran promesa. l dice: Mi doctrina no procede de m, sino de Aquel que me ha enviado. Quien hace la voluntad de Dios experimentar en l si esta doctrina es de Dios o si hablo por mi cuenta. Hasta los fariseos exclamaron entonces: Jams ha hablado nadie como lo hace ste. Esto responde exactamente a lo que hemos hablado antes. La verdad de la palabra de Jess no es exigible tericamente. Sucede lo mismo que en una hiptesis tcnica: su certeza slo se prueba en el ensayo. La verdad de la palabra divina incluye a todos los seres humanos, al experimento de la vida. Slo puede hacerse visible para m si me adentro realmente en la voluntad de Dios tal como se me manifiesta. En efecto, esta voluntad creadora no es algo ajeno a m, externo, sino que constituye la base de m mismo. Y en este experimento vital se percibe de hecho cmo la vida se vuelve correcta. No cmoda, pero s correcta. No superficial, placentera, pero s llena de alegra en el sentido profundo. ste es asimismo el autntico significado de los santos para nosotros: son personas que han aceptado ese experimento de la voluntad de Dios. En cierto modo son faros para la humanidad, guas que nos muestran cmo llevar una vida correcta. Creo que en la cuestin sobre la verdad del cristianismo esto es fundamental.39

D I O S Y LA R A Z N

el poder de la oracin. Y no slo como catlico creyente, sino tambin como cientfico. No hay duda, al hacernos cristianos no nos precipitamos en una aventura supersticiosa. Yo slo mencionara dos salvedades: la fe no es comprensible en el sentido de que pueda aprehenderse igual que una frmula matemtica, sino que se adentra en estratos cada vez ms profundos, en la infinitud de Dios, en el misterio del amor. Dentro de ese mbito existe un lmite de lo que se puede entender nicamente pensando. Sobre todo de lo que, en cuanto seres limitados, podemos comprender y elaborar con el intelecto. Nosotros no podemos entender del todo a las dems personas porque ello implica descender a simas ms profundas de lo que la razn nos permite verificar. Tampoco podemos comprender en ltima instancia la estructura de la materia, sino llegar siempre a un punto determinado. Tanto ms razonable es la imposibilidad de someter a la inteligencia todo lo que significan Dios y su palabra, porque la superan con creces. En este sentido, la fe tampoco es realmente demostrable. Yo no puedo decir que quien no la acepte es tonto. La fe responde a un camino vital en el que la experiencia va confirmando poco a poco la creencia, hasta que se revela plena de sentido. Es decir, que a partir de la razn existen aproximaciones que me conceden el derecho a aceptarla. Me proporcionan la certidumbre de que no me entrego a una supersticin. Pero la demostrabilidad exhaustiva, como la que disponemos para las leyes fsicas, no existe. Cabe afirmar que es necesario ampliar el espritu humano para conocer cada vez mejor a Dios? Tambin la persona sencilla puede tener un conocimiento muy grande de Dios. De por s, el vasto conocimiento del41

La Iglesia y sus santos subrayan que tambin se puede comprender, comprobar y demostrar la fe cristiana por medio de la razn. Es cierto? S, pero con limitaciones. Es verdad que la fe no es un entramado de imgenes cualesquiera que uno pueda forjarse a su antojo. La fe asalta nuestra inteligencia porque expone la verdad -y porque la razn est creada para la verdad-. En ese sentido, una fe irracional no es una verdadera fe cristiana. La fe desafa nuestra comprensin. Y en esta conversacin tambin intentamos averiguar que todo eso -empezando por la idea de la creacin hasta la esperanza cristiana- es una formulacin inteligente que nos presenta algo razonable. En este sentido se puede demostrar que la fe tambin se adeca a la razn. Precisamente los cientficos han teorizado una y otra vez sobre la cuestin de Dios y la fe. He trado algunas citas. Isaac Newton, por ejemplo, el fundador de la fsica terica, afirm: La maravillosa organizacin y armona del universo slo puede haberse realizado de acuerdo con el plan de un ser omnisciente y todopoderoso. ste es y seguir siendo mi conocimiento ltimo y supremo. Augustin Louis Chaucy, matemtico francs, opinaba: Soy cristiano, lo que significa que creo en la divinidad de Cristo como Tycho de Brahe, Coprnico, Descartes, Newton, Leibnitz, Pascal... como todos los grandes astrnomos y matemticos del pasado. Y el italiano Guglielmo Marconi, un premio Nobel al que debemos la telefona sin hilos y, en consecuencia, la generacin del telfono mvil, lo expres as: Declaro con orgullo que soy creyente. Creo en40

material cientfico e histrico que poseemos no hace a los seres humanos ms capaces de obtener la idea adecuada de Dios. Porque uno tambin puede ahogarse en lo meramente fctico. Quien no consigue percibir el misterio que impera en los hechos de la naturaleza o de la historia, llena su cabeza y su corazn con un montn de cosas que acaso lo incapaciten para la profundidad y amplitud espiritual. Dicho con otras palabras, el efecto de los grandes conocimientos cientficos puede conducir por una parte a que la persona sea incapaz de ver ms all de lo fctico, hecho que limita, en definitiva, el horizonte. Por saber tanto, slo puede seguir pensando siempre en el plano de lo fctico, lo que le impide dar el salto al misterio. Ya slo ve lo palpable. Y desde el punto de vista metafsico, la persona se vuelve ms tonta. Pero, por otro lado, tambin puede ocurrir que precisamente la grandeza de la percepcin, al captar los reflejos tan diversos de la inteligencia divina en la realidad, agrande y ample nuestra imagen de Dios y mostremos ante l un respeto, una humildad y una admiracin an mayores. Un ejemplo muy prctico para una posible transformacin de la imagen de Dios: la antigua idea de que Dios ve a cada ser humano, de que sabe exactamente lo que cada persona hace en cada momento, fue rechazada en su da. Se dijo que era una quimera infantil, e incluso un ademn amenazador y un factor atemorizador de la Iglesia. Pero hoy, curiosamente, esta idea retorna a nosotros a travs del progreso de la tcnica. Con el correr de los aos, no slo hemos instalado satlites en el universo que nos irradian con imgenes televisadas, sino tambin sistemas de navegacin capaces de localizar y conducir hasta su destino a todos los coches de este mundo. Ms an, la tecnologa informtica e Internet nos demuestran que, con los estmulos4Z

correspondientes, se pueden dirigir y reticular en fracciones de segundo miles de millones de impulsos y movimientos, ya sea en Oslo o en Ciudad del Cabo. Pero el caso es que a travs de esta ampliacin de la imaginacin humana regresa de repente, completamente nueva y llena de inters, una idea de Dios que ya haba sido desterrada a un museo porque pareca demasiado ingenua. S, es cierto y hemos de constatar, agradecidos, que aqu recibimos nuevas ayudas perceptivas. En ese sentido vuelven a abrirse puertas que permanecan cerradas. Al entender mejor el mundo, la imagen de Dios se torna ms grande y comprensible. Aunque esto no sucede automticamente.UNA C O N T R A D I C C I N

Por un lado estn los mandamientos de Dios, por otro nuestra naturaleza humana. Ambas cosas proceden de la creacin. Y sin embargo cualquiera puede comprobar que, a menudo, encajan con enorme dificultad. Los malos pensamientos y las malas acciones son evidentemente humanos. En cualquier caso, esta paradoja nos conduce una y otra vez a una situacin que nos desborda. La fe cristiana est convencida de que hay una perturbacin en la creacin. La existencia humana no es como sali realmente de las manos del Creador. Est lastrada con un factor diferente que, adems de la tendencia creada hacia Dios, tambin dicta otra, la de apartarse de Dios. En este sentido, el ser humano se siente desgarrado entre la adaptacin original a la creacin y su legado histrico. Esta posibilidad, ya existente en la esencia de lo finito, de lo creado, se ha conformado en el curso de la historia. Por una parte el ser humano ha sido creado para el amor. Est43

aqu para perderse a s mismo, para darse. Pero tambin le es propio negarse, querer ser solamente l mismo. Esta tendencia se acrecienta hasta el punto de que por un lado puede amar a Dios, pero tambin enfadarse con l y decir: En realidad me gustara ser independiente, ser nicamente yo mismo. Si nos examinamos con atencin, tambin observaremos esta paradoja, esta tensin interna de nuestra existencia. Por una parte consideramos correcto lo que dicen los diez mandamientos. Es algo a lo que aspiramos y que nos gusta. Concretamente ser buenos con los dems, ser agradecidos, respetar la propiedad ajena, encontrar el gran amor en la relacin entre los sexos que despus conllevar una responsabilidad mutua que durar toda la vida, decir la verdad, no mentir. En cierto modo, sta es una tendencia que no est solamente dirigida contra nosotros, ni es nicamente un yugo sobre nuestros hombros. Por otra parte sentimos el hormigueo de sustraernos a ella. Ah est el gusto por la contradiccin, la comodidad de la mentira, la tentacin de la desconfianza - t o d o eso tambin existe en el ser humano por una tendencia a la destruccin, por la voluntad del no. Esta paradoja muestra una cierta perturbacin interna en el ser humano que, lisa y llanamente, le impide ser el que querra ser. Veo lo que es bueno y lo apruebo, dijo Ovidio, el poeta latino, y sin embargo despus hago lo contrario. Y san Pablo tambin afirm en el captulo 7 de la Epstola a los Romanos: No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. A partir de eso asciende finalmente en san Pablo este grito: Quin me redimir de esta contradiccin interna?!. Y en este punto san Pablo comprende realmente por primera vez a Cristo - y a partir de ese instante llev la respuesta redentora de Cristo al mundo pagano.44

No obstante, hay otra contradiccin externa. Es la existente entre el mensaje de alegra de ese Dios presuntamente bueno, amable, y la verdadera situacin de nuestro mundo. La consecuencia es la decepcin de Dios. Muchas personas no perciben un pice de su efecto presuntamente salvador. Y, a veces, hasta yo pienso que acaso la fe ya no resista nuestras ideas tan desarrolladas. En realidad, l no puede soportar la luz plena de los hechos. Aqu se aade, a la contradiccin interna de la que acabamos de hablar, el momento colectivo. Existe una conciencia colectiva que fortalece la contradiccin. Que da la razn a las tendencias egostas de alejamiento de Dios y aspira a caminos vitales en apariencia ms cmodos. Cada persona no slo vive ella misma, tambin es vivida siempre, es conformada o tambin cotentada y deformada. Existen distintos niveles de decadencia o tambin de construccin de sociedades. Las comunidades pueden ser sustentadoras y encaminarme de forma que la contradiccin interna se mitigue poco a poco y desaparezca. Pero por otro lado, existen las colectividades del promedio, donde uno dice, bueno, los dems tambin lo hacen. Se trata de sociedades donde el robo se ha vuelto normal, el soborno ya no se considera inconveniente y la mentira es la forma habitual de relacin. Las sociedades pueden tirar de la persona cada vez ms hacia abajo - o ayudarla a ascender-. En el primer caso reina un predominio tal de las cuestiones materiales y una vinculacin intelectual a lo meramente material que todo lo que trascienda ese materialismo parece algo superado, absurdo e inadecuado a la persona. En el segundo caso existe realmente una cierta evidencia de Dios, y es ms fcil moverse hacia l.

45

Pero por qu no debera ser la vida simplemente fcil, grata y placentera? Como es lgico, satisfacerse con lo material, con lo palpable, con las vivencias felices que se puedan comprar y suministrar, es, por el momento, lo ms sencillo. Puedo entrar en un local de diversin, y a cambio del dinero de la entrada vivir una especie de xtasis, ahorrndome de ese modo todos los esfuerzos del difcil camino de la autorrealizacin y la autosuperacin. Esta tentacin es grandsima. La felicidad se convierte entonces en una mercanca susceptible de ser vendida y comprada. ste es el camino ms cmodo, el ms rpido, la contradiccin interna parece eliminada, porque la cuestin divina ya es innecesaria. Pero tambin se podra considerar el estilo de vida civilizado desarrollado y absolutamente acorde con nuestro mundo moderno. Sin embargo, tambin sabemos que esto se revela muy pronto como un engao. El individuo lo nota, al final me quedo vaco, estoy agotado, y cuando caigo desde el xtasis ya no soy capaz, en definitiva, ni de soportarme ni de soportar al mundo. En ese momento se pone de manifiesto que he sido engaado. Lo cierto es que nunca participamos en este drama slo personalmente, con nuestra propia intimidad, sino bajo la modalidad del nosotros. Esta forma colectiva puede dificultar o facilitar nuestro destino. La Iglesia antigua instituy el catecumenado por este motivo. Su intencin era crear una especie de sociedad alternativa en la que uno pudiera adaptarse a Dios y, mediante la convivencia con los dems, llegar poco a poco a la zona donde se poda aprender a verle. Durante el periodo que mediaba hasta el bautizo, llamado iluminacin, llegaba el momento en que sur46

ga en el individuo el conocimiento adquiriendo con ello la independencia en la fe. Creo que hoy, en sociedades de orientacin atea o agnstico-materialista, eso se ha convertido en una nueva necesidad. Antes daba la impresin de que la Iglesia y la sociedad estaban muy identificadas. Ahora la Iglesia tiene que esforzarse de nuevo para presentar espacios alternativos donde no slo se ofrezca el nosotros gravoso y degradante sino un nosotros que abra, que sustente al individuo y le ensee a ver. La cuestin es si la fe nos hace de verdad mejores, ms compasivos y altruistas, menos codiciosos, menos vanidosos. Tomemos a los que el propio Dios ha elegido para la fe, a aquellas personas que por su designio slo deberan pensar en agradar a Dios y convertirse en seres humanos casi perfectos. Por qu se encuentran tambin entre los clrigos, entre los monjes y monjas, dosis tan elevadas de rivalidad, de envidia, de celos, de mentira y de falta de caridad? Por qu su fe no los ha hecho mejores? Esta pregunta es, de hecho, muy opresiva. En ella comprobamos de nuevo que la fe no est simplemente ah, sino que puede contraerse o crecer, moverse por una lnea ascendente y descendente. No es una garanta acabada sin ms, algo que uno pueda considerar un capital desembolsado que crece y crece. La fe va siempre vinculada a una libertad muy frgil. Nosotros desearamos que fuera diferente. Pero ste es precisamente el riesgo difcilmente comprensible de Dios, que no nos haya administrado una medicina ms fuerte. Aun cuando se comprueba que en el mundo de los creyentes existen conductas errneas (en las que subyace siempre un debilitamiento de la fe), tampoco debemos pasar por alto el otro balance. En efecto, las historias de tan47

tas personas sencillas, bondadosas, a las que la fe ha hecho buenas, demuestran que la fe produce efectos muy positivos. Pienso sobre todo en las personas ancianas de parroquias muy normales que han madurado gracias a la fe hasta alcanzar una enorme bondad. En los encuentros con ellas se percibe calidez, una especie de brillo interior. Y al revs: tambin hemos de constatar que la sociedad, con la evaporacin de la fe, se ha vuelto ms dura, ms violenta, ms mordaz. El ambiente, esto lo ha dicho hasta un telogo tan crtico como Vorgrimler, no ha mejorado, sino que se ha tornado ms irritable y maligno.

LO MISTERIOSO

El mundo de los cristianos es un mundo en el que lo invisible es tan natural como lo visible. Los cristianos estn rodeados de ngeles y ngeles custodios. Pueden contar con la ayuda del Espritu Santo. Pueden, si lo desean, pedir consuelo y ayuda a la Virgen Mara. El gran intelectual catlico Romano Guardini dice que incluso podra hacerse visible lo espiritual y misterioso. El mtodo es coger cosas o ejercicios sagrados y concentrar todos los pensamientos, todo el espritu, en estos signos. Entonces uno puede percibir en el acto su poder santificador. Para los no catlicos esto desde luego suena extrao, e incluso muy ingenuo. No debemos analizar esto desde una ptica superficial y, en definitiva, supersticiosa. Como si viviramos en un cosmos de poderes auxiliadores que nos arrebatan media vida. Lo cierto es que en la fe percibimos una realidad segn la cual no existen nicamente las cosas palpables. De hecho, los grandes santos siguen vivos. Esa gran familia est ah, y percibirla significa que estoy rodeado de atencin y de amor.48

Para aprender correctamente estas cosas como las formul Guardini, tengo que encariarme con ese hecho desde dentro y asumirlo y comprenderlo -y entonces yo tambin distinguir una orientacin-. No se trata de un recurso cmodo, de apartar la mitad de mi vida, sino de una indicacin. Recientemente, aqu, en Italia, en las noticias, apareci una mujer que habl de su caso. Esperaba un hijo y la operacin de corazn que tena que afrontar conllevaba un gran riesgo. Al periodista le cont, con nimo muy alegre, que le haba dicho sencillamente al padre Po: Padre Po, aydame a m y a mi hijo, y entonces supo que no le ocurrira nada. A lo mejor eso es muy infantil e ingenuo, pero refleja la confianza original que se le brinda a uno cuando sabe que tiene hermanos en el otro mundo. Ellos estn prximos, me pueden ayudar, y yo recurrir a ellos lleno de confianza. Sin embargo, cada vez menos personas parecen conocer los misterios de la fe. Cmo ha sucedido esto? Acaso algo en nuestra fe se haba vuelto demasiado mecnico. A lo mejor tambin exista demasiada alienacin, demasiada poca penetracin ntima, tal como manifiestan las palabras de Guardini. La fe tiene que ser revivida y reencontrada en cada generacin. Y a la inversa: cuando una generacin ya no percibe la fe cristiana y sus poderes auxiliadores, emprende otro tipo de bsqueda, en mbitos esotricos, donde uno intenta procurarse ayuda con piedras y qu s yo con qu cosas ms. Es decir, se buscan nuevas formas de convocar a poderes invisibles porque el ser humano siente que podra o debera tener otros auxiliadores. En ese sentido, nosotros, los catlicos, y sobre todo aquellos que tienen responsabilidad dentro de la Iglesia, hemos de preguntarnos y49

reflexionar por qu no somos capaces de proclamar la fe de manera que responda a los interrogantes actuales. Que las personas vuelvan a ver y sentir que esta fe atesora precisamente lo que en realidad pretendemos con nuestros afanes.EST YA T O D O E S C R I T O ?

Existe una expresin rabe que intenta enunciar un gran misterio de este mundo: Maktub. Traducido, significa ms o menos: 'Est escrito'. A lo mejor realmente est ya todo escrito, la historia global del mundo, la historia de mi nacimiento y de mi muerte. En una misa escuch una vez: Bienaventurados los que ya estn anotados en Dios, concretamente en el gran libro de la vida. Acaso Dios seala previamente el camino que debe recorrer cada persona de forma que yo slo he de percatarme de lo que est anotado para m? Creo que en este punto -a pesar de no ser un especialista en el islam- existe una verdadera oposicin entre el islamismo y la fe cristiana. El islam parte de una idea de la predestinacin muy rgida; las cosas estn predestinadas, y yo vivo en esa red firmemente ensamblada. La fe cristiana, por el contrario, introduce de lleno en el clculo el factor libertad. Es decir, por una parte Dios lo abarca todo. Lo conoce todo. Dirige la historia. Y sin embargo la ha diseado de tal forma que tiene cabida la libertad. Es decir, la posibilidad de desviarme de lo que l tena previsto para m. Podra explicarlo con ms exactitud? Es muy misterioso y difcil. Tambin en el cristianismo se ha desarrollado en numerosas ocasiones la denominada teora de la predestinacin. Segn dicha teora, unos predesti5

nados irn al infierno y los dems al cielo, porque as estaba fijado desde siempre. La fe de la Iglesia siempre ha rechazado esa idea. Porque pensar que, en cuanto individuo, en el fondo nada puedo hacer -si soy carne del demonio pues lo soy, y si estoy destinado al cielo, entonces tambin es as-, no se corresponde con la fe. Dios ha creado la verdadera libertad y tambin permite desbaratar sus planes (aunque lo hace de una forma que siempre vuelve a crear algo nuevo). La historia lo pone de manifiesto. Primero tenemos el pecado de Adn, que derriba el proyecto de Dios. Y Dios responde entregndose con ms fuerza an en la persona de Cristo. Es, por as decirlo, el ejemplo por antonomasia. Adems, hay muchos ms. Tomemos al pueblo de Israel. Tena que ser una teocracia, un orden sin monarcas humanos, slo con jueces que aplicaran el derecho divino. Pero los israelitas tambin deseaban un rey. Queran ser como los dems. Y derriban el plan. Dios cede. Les da a Sal, luego a David, y a partir de ah recrea el camino hacia Cristo, hacia el rey que invierte toda realeza muriendo en la cruz. Tenemos aqu modelos en los que las Escrituras nos permiten entender cmo, por un lado, Dios acepta plenamente la libertad, y por otro, cmo despus se engrandece, y a partir del fracaso, de la destruccin, tiene la posibilidad de iniciar un nuevo punto de partida que, en cierto modo, superar incluso al anterior y resultar mejor y ms grande. El hecho de que Dios lo sepa todo y sin embargo sean posibles otros proyectos es algo que ha trado de cabeza a los ms grandes filsofos y telogos. En algn lugar terminan nuestras posibilidades, pues no somos Dios, y nuestro horizonte es, en definitiva, muy limitado. Pero pienso que podemos entender lo inmediato: Dios tiene la historia en la mano, me tiene a m en la mano, pero me deja la libertad de convertirme personalmente y de ver51

dad en un amante o en renegar del amor. En este sentido, Dios no ha cifrado mi cdigo de manera invariable, sino que ha incluido en l la posibilidad de variacin que nosotros denominamos libertad.

sentido de: Bueno, ahora la maquinaria funcionar tal como ha sido ajustada para siempre. N o , Dios puede obrar an. Sigue siendo el Creador y, en consecuencia, siempre tiene la posibilidad de intervenir. Acaso cualquier intervencin es, de por s, un milagro?

S O N REALES LOS M I L A G R O S ?

La fe siempre considera posibles los milagros, y ya en vida de los apstoles se les ofreci mucho dinero por revelar el secreto de su poder milagrero. Existen numerosos testimonios provocativos de lo inexplicable, que mueven a la burla a unos y a la veneracin a otros. En la gran baslica de Padua, por ejemplo, se puede ver en un relicario la lengua de san Antonio, que fue un gran predicador. En Lourdes est el cuerpo de Bernadette, y en Lisieux, el de santa Teresa, ambos incorruptos. Y sin tratamientos qumicos, como hicieron los comunistas con su santo Lenin. Cmo es posible eso? Si ahora mismo pudiramos preguntarle a Dios, qu dira l sobre esos milagros? Como es natural, no me atrevo a expresar lo que dira Dios. Pero la cuestin del milagro se plantea y, de hecho, la fe cristiana afirma que Dios ejerce poder sobre el mundo y verdaderamente puede hacer algo. La pregunta primaria no es hasta qu punto deben transgredirse para ello las leyes naturales o si stas llevan implcitas en su seno las variantes que Dios puede aprovechar. En efecto, hoy vemos cada vez con ms claridad que slo conocemos las leyes de la naturaleza como reglas de aplicacin. En ltima instancia, no podemos definir qu es la naturaleza misma, ni cul es la envergadura de las leyes naturales. Es importante considerar que, despus de haber terminado la creacin, Dios no se retir. N o se retir en el5*

N o debemos convertir esto en una idea supersticiosa y prodigiosa, como si los milagros pudieran provocarse. N o cabe extraer recetas baratas de ello. Pero tampoco se debe ser un sabiondo racionalista y pretender prescribir a Dios lo que puede hacer. He ledo un comentario muy interesante sobre esta cuestin. Es de un libro sobre el telogo evanglico Adolf Schlatter, que era un hombre muy creyente. Schlatter fue llamado a Berln cuando imparta clases all Adolf von Harnack, el gran telogo liberal. De ese modo, la Iglesia evanglica pretenda compensar un poco el liberalismo de Harnack. Harnack era un hombre realmente noble. Pese a que la llegada de Schlatter supona un golpe contra l, lo acogi muy positivamente y, bueno, dijo que tambin haba que aceptar esas cosas y que ya se entenderan. Y la verdad es que su colaboracin fue buena. En cierta ocasin, en una reunin, cuando alguien aludi a las diferencias de opinin entre ambos telogos, Harnack replic: A nosotros dos, al seor Schlatter y a m, en realidad slo nos separa la cuestin de los milagros. A lo que Schlatter le interrumpi de inmediato exclamando: No, la cuestin divina!. Porque la cuestin de los milagros plantea la cuestin divina. Quien no reconoce los milagros tiene otra imagen de Dios. Yo creo que eso es dar en el clavo. N o se trata de si se puede reconocer como milagro este o aquel suceso extraordinario. Se trata de que Dios sigue siendo Dios. Y de53

que, de la forma que quiera y sea buena para el mundo, cuando l desee, puede seguir manifestndose en el mundo como Creador y Seor. Juan Pablo II dijo una vez: Cuando uno se ocupa de Dios, puede recibir la luz que le muestra los caminos del Seor, desvelando de esa forma el plan divino. Significa esto que la fe permite incluso ver el futuro? De hecho podemos percibir atisbos del plan divino. Este conocimiento desborda el destino individual de mi persona y mi camino. Con l tambin, echando la vista atrs sobre la grandeza de la historia, podemos comprobar que no hay un impulso al azar, sino que contiene un camino y que se persigue un fin. En el acontecer, en apariencia tan casual, podemos vislumbrar una razn interna, la razn de Dios. Si bien esto no nos permite predecir lo que suceder despus, s que puede propiciar cierto estado de alerta ante los peligros que entraan ciertas cosas - y a la inversa, las esperanzas que albergan otras-. Surge una sensibilidad para el futuro al ver que por un lado lo destruye -porque se opone a la lgica interna del camino-, y por otro lo hace avanzar -porque abre puertas y responde al plan interno del conjunto-. En este sentido, surge la capacidad de predecir el futuro. As sucede con los profetas. No hay que considerarlos adivinos, sino voces que, por mediacin de Dios, saben distinguir el tiempo, previniendo contra lo que es destructivo, y sealando por otra parte dnde est el verdadero camino. Si Jesucristo es el hijo de Dios y Dios l mismo, omnipotente y omnisciente, acaso tambin deberamos poder decir: S, hace dos mil aos, en el momento en que colgaba martirizado de la cruz, ya me conoca personalmente a m. Incluso su providencia divina conoca mi nombre.54

En la Epstola a los Glatas, Pablo escribe: l me conoci y se entreg por m. Como es natural, l no haba conocido a Pablo de forma puramente emprica. Pero Pablo saba que haba sido llamado por el resucitado, que la mirada del Seor tambin se dirigi hacia l. N o deberamos intentar imaginar cmo Cristo, en su calidad de hombre, pudo visualizar la infinitud de seres humanos que han existido a lo largo de la historia, pero s podemos decir que al final, en ese momento de miedo en el monte de los Olivos, en el momento de decir s a la cruz, nos tena presentes y tambin me conoci a m. En efecto, ese acto contiene la decisin amorosa incluida en la eternidad y que atraviesa y determina la vida temporal de Cristo. Con ello s que no soy un hijo postumo cualquiera, alguien situado fuera del cono de luz, sino que existe una relacin personal conmigo que tiene su anclaje ms profundo en el acto de entrega de Cristo.

DIOS S, IGLESIA NO?

El vocablo griego del que deriva iglesia significa en sentido original: 'La que pertenece al Seor'. Quiere decir esto que la Iglesia pertenece al mismo Dios? Exacto. Ekklesa significa 'llamar', 'la llamada'. La palabra, en su significado tcnico, quiere decir 'asamblea', que en el mbito griego se refera a la asamblea del pueblo de las democracias de entonces. Pero en el uso idiomtico cristiano se interpreta segn la asamblea del Sina, la asamblea del pueblo de Israel. En ese sentido significa 'los convocados por Dios', aquellos que estn reunidos con l, los que pertenecen a Dios y saben que l est entre ellos. Eso conlleva, como usted dice, que la Iglesia es por atribucin la propiedad especfica de Dios en el mundo, algo55

que le pertenece de manera especial, el templo viviente. Los cristianos estaban totalmente convencidos de que Dios no vive en la piedra, sino que est vivo. Segn esto, el autntico templo son los seres humanos en los que l vive y que le pertenecen. Tambin la frase pueblo de Dios implica una especial dedicacin a Dios, y, por tanto, vivir en funcin de esta relacin de propiedad. A lo largo de los dos mil aos de historia del cristianismo, la Iglesia se ha escindido una y otra vez. Actualmente existen alrededor de trescientas iglesias diferentes protestantes, ortodoxas u otras confesiones cristianas. El nmero de comunidades cristiano-baptistas en Estados Unidos supera ampliamente las mil. Al otro lado de este ro sigue todava la Iglesia catlica y romana con su Papa a la cabeza, que se denomina a s misma la nica Iglesia verdadera. Ciertamente, pese a todas las crisis, sigue siendo la Iglesia ms universal, importante y de mayor xito del mundo, con un nmero actual de adeptos nunca alcanzado a lo largo de su historia. Creo que, siguiendo el espritu del Vaticano, no deberamos en absoluto considerarlo un triunfo de nuestra eficacia como catlicos, ni abusar de la fuerza siempre grande desde el punto de vista institucional y numrico. Si nos lo apuntsemos como tanto y propiedad nuestra, estaramos abandonando esa pertenencia a Dios erigindonos en una asociacin propia con poder propio. Y eso puede desembocar en un rpido fracaso. Una Iglesia puede ejercer gran poder institucional en un pas, pero si se quiebra la fe, lo institucional se desmorona muy pronto. Quiz conozca usted esa historia medieval de un judo que viaj a la corte papal y se hizo catlico. Cuando regres, un conocedor de la corte papal le pregunt: Pero llegaste a darte cuenta de todo lo que sucede all?. S, res56

pondi l, ciertamente, lo vi todo, hasta los asuntos escandalosos. Y a pesar de todo te hiciste catlico?, replic el otro, eso es un completo disparate! Y el judo repuso: Precisamente por eso me hice catlico. Porque si la Iglesia sigue existiendo a pesar de todo, verdaderamente tiene que haber alguien que la sustente. Y otra historia cuenta que Napolen afirm un da que iba a exterminar la Iglesia. Un cardenal contest: Eso no lo hemos conseguido ni siquiera nosotros. Creo que en estas paradojas sale a relucir algo muy importante. Es cierto que en la Iglesia catlica siempre ha estado presente la imprevisibilidad humana. Pero el hecho de que a pesar de todo se mantenga, aunque sea entre jadeos y suspiros, de que siga existiendo todava, de que produzca grandes mrtires y grandes creyentes, personas que ofrecen su vida como misioneros, como enfermeros, como educadores, demuestra de verdad que hay alguien que la sustenta. As que no debemos atribuirnos como mrito los xitos de la Iglesia, pero, a pesar de todo, podemos decir con el Vaticano Segundo -aunque otras confesiones y comunidades tienen muchos aspectos vivos del Seor- que la Iglesia como sujeto en sentido propio est presente y se conserva precisamente en ese sujeto. Y slo se explica porque El nos da aquello de lo que los seres humanos carecenos. En cierta ocasin, Guardini describi el sentido de la Iglesia con las siguientes palabras: Tiene que mostrar de manera terminante al ser humano las verdades ltimas, la imagen definitiva de la perfeccin, las ms profundas directrices de valoracin, sin dejarse confundir por pasin alguna, ni por las oscilaciones de nimo, ni por los ardides de la egolatra. Una elevada pretensin. S, pero acertada. Incluso aunque est formulada aqu de manera tan imponente. A Guardini, que era un intelectual57

de gran talla, le gustaban las pretensiones elevadas, y eso tambin tiene su importancia. Nosotros no debemos ahogar la grandeza de la pretensin en frmulas de compromiso, hacindola desaparecer poco a poco. La Iglesia no puede proceder segn el lema: qu conseguiremos y qu no? No est ah para hallar frmulas de compromiso lo ms soportables posible, sino para presentar la palabra y la voluntad de Dios en toda su grandeza, sin falsearlas, incluso en contra de s misma y de sus propios heraldos. A m siempre me impresionan las palabras de san Pablo en su discurso de despedida a los sacerdotes de Efeso (l ya saba que en Jerusaln le esperaba la crcel). Os he anunciado, declar, toda la voluntad de Dios. No os he escatimado nada, ni he procurado hacroslo ms cmodo. Tampoco he intentado daros mi propia frmula, sino que os he anunciado la voluntad de Dios. De hecho, para eso est la Iglesia. Seguramente nunca se le habr pasado por la cabeza abandonar la Iglesia. No existe nada en ella que le moleste o incluso le irrite? En efecto, jams se me ocurrira abandonar la Iglesia, pues, a decir verdad, es mi patria ms ntima. Estoy tan fundido con ella desde que nac que sin ella en cierto modo me partira en dos, incluso me destruira. Pero, como es natural, en conjunto siempre hay cuestiones que le irritan a uno. Empieza en la iglesia local y puede llegar hasta el mbito del gobierno global de la Iglesia, en el que trabajo ahora. Siempre hay personas y cosas molestas. Pero uno tampoco se separa de su familia por mucho que se enfade; y menos cuando el amor que te une con los dems es ms fuerte; cuando es la fuerza original que sustenta tu vida.58

Lo mismo sucede con la Iglesia. Tambin en este caso s que no estoy aqu por ste o aqul, s que ha habido desaciertos histricos, que pueden existir contrariedades fcticas. Pero tambin s que todas esas cosas no anulan la autenticidad de la Iglesia. Por la sencilla razn de que procede de un lugar completamente distinto, y, en consecuencia, siempre se impondr de nuevo. Joseph Roth escribe en su novela La marcha Radetzky: En este mundo podrido, la Iglesia romana es todava la nica que conforma, que conserva la forma. Incluso cabra decir, dispensadora de forma... Al fijar los pecados, por ese mero hecho los disculpa. Casi no tolera personas intachables: esto es lo eminentemente humano en ella... Con eso la Iglesia romana demuestra su tendencia ms noble a disculpar, a perdonar. Es, pues, la Iglesia por naturaleza una Iglesia de pecadores? Evidentemente! Acabamos de ver que la Iglesia, a pesar de los pecadores, es sostenida por Dios. La cita manifiesta una determinada ptica de la Iglesia que sta considera buena y til, aunque slo sea por consideraciones profanas. Que la Iglesia d forma, que la mantenga, que no se desvanezca en lo indeterminado, que pueda pregonar la voluntad de Dios es algo muy esencial. Pero entenderla exclusivamente a partir de su grandeza histrica, implica poner a Dios al servicio de fines humanos. Entonces se pretende tener de algn modo una religin, aunque se considera a Dios mismo una mera construccin auxiliar para mantener a las personas unidas y dependientes. Por otra parte, yo criticara la idea de que la Iglesia catlica establece los pecados y despus los disculpa en el acto. Como es natural, la Iglesia no inventa los pecados, sino que reconoce la voluntad de Dios y la proclama. Ciertamente la grandeza de esta cita reside en que la Iglesia,59

que tiene que pregonar la voluntad de Dios en todo su esplendor, incondicionalidad y severidad para que la persona conozca su medida, ha sido tambin agraciada con el cometido del perdn. De hecho, la Iglesia puede decir a las personas: Quien quiera ser recto por s mismo, quien crea no necesitar el perdn, se equivoca. Entonces surge la arrogancia, el orgullo por la propia eficacia y la propia edificacin que, en definitiva, es inhumano. Por eso es importante no poseer un pice de ese orgullo. Yo tampoco necesito renunciar al perdn. Al contrario,' cuando intento asumir la voluntad de Dios, identificarla con la ma, s que siempre obtengo el perdn. Soy un ser que tiene la humildad de aceptar que necesito ser perdonado. En este sentido, la humildad y la confianza son lo que de verdad humaniza a las personas. Dios s, Iglesia no se ha convertido en un lema habitual. San Cipriano, obispo de Cartago (200-258), dijo a este respecto: Fuera de la Iglesia no hay salvacin, pues quien no tiene por madre a la Iglesia no puede tener por padre a Dios. Estas palabras, siguen siendo vlidas hoy? No, si las entendemos como que todos los no cristianos