Punto de destino

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Punto de destino El mundo dentro de una clase Cruce de sabores Media hora con Katrina Belsué Alhubb: El amor en música y verso Viaje contra los prejucios

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La revista que une culturas

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Punto de destino

El mundo dentro deuna clase

Cruce desabores

Media hora conKatrina Belsué

Alhubb: El amor enmúsica y verso

Viaje contra los prejucios

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El mundo viene de visitaLos continentes hicieron un trayecto

tan largo que no podían venir solos.

Les acompañaban un brujo que

asustaba a los niños y un hada. La

música venía con América del Sur y

sus percusionistas y danzantes. Y ce-

rraban la comitiva unos bufones y

niños provenientes de todas partes

del mundo. Un público multicultural

se unió a la fiesta hasta l legar a la

Casa de las Culturas. Entonces se

vio el truco: todos eran miembros de

asociaciones de inmigrantes, que ha-

bían aprendido a maquil larse, a andar

con zancosC Tantas cosas en tan

poco tiempo que era más sorpren-

dente que la propia visita.

Los que sí eran de verdad eran los

bailarines peruanos. El público estuvo

hipnotizado con sus volteretas. Los

asistentes no paraban de aplaudir ni

de preguntarse cómo eran capaces

de bailar así sin romperse. Y sin per-

der el ritmo, porque acompañaban la

música con el sonido de las ti jeras.

Después de tanto movimiento, l legó

un momento de reposo con el discur-

so de la directora de la Casa de las

Culturas, María Jesús Lapeña. Claro

que los niños preferían jugar, subir y

bajar del escenario. A Lapeña le si-

guió Marga Cebrián, la coordinadora

de los Servicios Sociales de la comar-

ca de Valdejalón, que presentó la ex-

posición “Una imagen vale más con

mil palabras”. La sala en la que se

encontraba era pequeña, por lo que

mucha gente se quedó en el patio de

la Casa de las Culturas. Lo que allí

había merecía la pena: platos de paí-

ses como Rumanía o Ghana, prepa-

rados por los participantes del curso

de cocina del Centro de Estudios Ru-

rales y de Agricultura Internacional.

También hubo cocina españolas, co-

mo las migas, que fue lo que tuvo

más aceptación.

Pero el público se fue animando a

probar sabores más exóticos y pron-

to personas desconocidas entre sí se

avisaban de que los pastel i l los argeli-

nos eran empalagosos o de que los

gogosi rumanos estaban buenos.

Ya era tarde y la gente se fue mar-

chando, cansada después de un lar-

go trayecto con paradas en Perú y

Valdejalón, pero con un estupendo

sabor de boca.

Silvia Arcega Corral

Dar la vuelta al mundo no es algo que cualquiera pueda hacer. Hasta Phileas Fogg nece-sitó ochenta días. Sin embargo, los zaragozanos tuvieron la ocasión de hacerlo en una solatarde en el Día Internacional contra el Racismo.

Los continentes pasean por Zaragoza //S.A.

Page 3: Punto de destino

Iqal abrió su negocio hace dos años.

En un barrio multicultural como este,

sus productos tienen salida; aunque

la mayoría de los cl ientes son es-

pañoles y no pasan de las lechugas y

las patatas. Él anima a experimentar

con los sabores de su Pakistán natal:

«las patatas fritas con harina de gar-

banzos están buenísimas», asegura.

Cruzar la tienda es como cruzar el Ín-

dico y el Pacífico en un segundo: nos

l leva a los productos latinos, como la

harina de maíz. Iqbal se queda en el

otro lado: nunca ha uti l izado muchos

de los productos que él mismo vende.

Un par de calles más allá encontra-

mos el establecimiento del senegalés

Papa Diop. Su cartel anuncia produc-

tos africanos, pero los latinos y ára-

bes también se han colado. En sus

estantes hay cuscús, leche de coco,

incluso dos tipos de crema de

cacahuete, una dulce y. Conoce bien

sus productos y hasta intenta bajar

de su pedestal al aceite de oliva: «El

aceite de palma es mejor», presume.

Además de los productos de alimen-

tación, en el local encontramos un

locutorio que ayuda a llegar a fin de

mes. «Antes la gente compraba más,

pero ahora no tiene dinero para pagar

estos productos», cuenta Diop.

«Claro que se nota la crisis», asegura

Yuri Isayev, que abrió su tienda en

2005. Sus productos no vienen de tan

lejos como los del senegalés, sino

que proceden de Europa del Este.

Isayev es ucraniano, pero conoce

bien los demás países porque su pa-

dre era piloto de helicóptero en la

URSS y viajó mucho cuando era

niño. La cultura rumana le queda más

lejos, («es hasta otro alfabeto», expli-

ca) pero no tiene problema: «lo que

no conozco, lo busco en internet y ya

está».

Muchos de los cl ientes proceden de

los países de sus productos, pero al-

gunos españoles también se animan

a probarlos: “Nos compra gente de

una asociación española que ayuda a

niños sin recursos de estos países.

Los chavales vienen dos veces al año

y ellos van también, así que los prue-

ban allí y luego cuando vuelven, vie-

nen a la tienda adquirirlos”, explica

Isayev.

En su establecimiento podemos en-

contrar periódicos, l ibros, revistasC

hasta unas muñecas rusas. Pero la

comida y la bebida (no falta el famoso

vodka) es lo que más espacio ocupa

en el establecimiento. Los sabores se

parecen a los españoles, pero con

pequeñas diferencias. Por ejemplo,

en las estanterías encontramos ba-

rras de pan, pero son negras, de cen-

teno. También encontramos pipas

negras, con un sabor un poco dife-

rente a las rayadas que podemos

comprar en otras tiendas. Pequeños

cambios, pero capaces de hacer via-

jar a quienes los saborean a través

de las papilas gustativas.

Silvia Arcega Corral

2Más allá de la borraja

Comida española y pakistaní conviveen la frutería de Iqbal // S.A.C.

Exóticos perono lejanos

Encontrar productos como el plátano

macho o la salsa de soja no es difíci l

hoy: los comerciantes como Iqbal,

Diop e Isayev los pueden encargar a

empresas de Barcelona, Madrid,

Logroño o Alicante.

Antes las empresas los tenían que

traer directamente de sus paises de

origen; pero ahora muchos se fabri-

can en España, como la harina de

maíz. Tanto es así que incluso se

producen harinas de diferente grosor

de grano para adaptarse a los gustos

de los diferentes países.

Los vendedores no tienen más que

llamar a los grandes distribuidores y

en un par de días los tienen

productos hasta hace poco desco-

nocidos en España en sus tiendas

sin ningun problema.

La frutería de Javaid Iqal parece como todas las que encontramos en el barrio

de Delicias, en Zaragoza. Tomates y borrajas l lenan las estanterías de la tienda.

Pero Iqal va más allá y junto a ellos encontramos productos no tan comunes en

las cocinas aragonesas, como hojas de mostaza o fri joles.

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En el gueto desde niños

En el colegio Santo Domingo, en Za-

ragoza, los estudiantes cursan por

obligación lengua española e inglés.

Sin embargo, la mayoría de ellos sa-

ben otras como árabe o chino. Es

uno de esos centros l lamados «cole-

gios gueto», en los que casi todos los

alumnos pertenecen a una minoría

cultural. Esta denominación «no deja

de tener una cierta propiedad, más

allá de que pueda tener un tinte peyo-

rativo», reconoce Javier Sanz, su di-

rector, en un centro en el que

alrededor del 80% de sus estudiantes

son de origen extranjero. La convi-

vencia de diferentes culturas es el

día a día, por lo que no hay activida-

des específicas: «nosotros lo vivimos

con normalidad».

Los centros como el Santo Domingo

tienen una gran dificultad: conseguir

que los niños salgan con un buen ni-

vel de conocimientos. Algunos l legan

sin saber español. incluido niños na-

cidos en Zaragoza. Otros nunca han

ido a la escuela: «hay niños que con

diez años no habían cogido un lápiz

en su vida», cuenta el director del

Santo Domingo.

Romero Jiménez, asesora del Centro

Aragonés de Recursos para la Edu-

cación Intercultural (CAREI), enume-

ra otros problemas, como el

absentismo o las diferencias del sis-

tema educativo: «En los países del

Este, el sistema es muy competitivo».

Otras veces las dificultades vienen

por el cambio de vida. «Hay alumnos

con un buen expediente que empie-

zan a fal lar», cuenta Jiménez.

El perfi l de las escuelas con un gran

número de estudiantes extranjeros se

parece: públicas, antiguas y situadas

en barrios con un gran número de in-

migrantes. Pero no todas son así. No

lo es el colegio Cantín y Gamboa, si-

tuado en el distrito Centro, donde los

inmigrantes son del 1 0% de los veci-

nos. Además, es concertado: una ra-

ra excepción.

En las aulas del Cantín y Gamboa

hay 260 niños de 31 países, un 1 5%

de ellos gitanos. Todos juegan por

igual en el pequeño patio del edificio,

creado para la Exposición Hispano-

Francesa de 1 908. Pero una vez que

vuelven a sus clases, las diferencias

resaltan de nuevo.

Una de las clases del colegio tiene 26

alumnos, pero en ella encontramos

niños que siguen el ritmo normal de la

clase, otros necesitan un refuerzo, los

hay con problemas de idioma o fami-

l iares. . . Además, la crisis dificulta su

educación: «sabemos que hay niños

que la única comida que tienen es la

que hacen aquí», explica Blanca Abe-

nia, la directora de este centro. La

clave está en la atención individual i-

zada, pero «si aumentan las ratios de

alumnos por aula, va a ser muy com-

plicado», asegura. Enseñar en entor-

nos difíci les engancha. «Llevo 23

años con niños de medios desfavore-

cidos y a mí no me mandes a un cole-

gio normalizado», asegura.

Estos colegios muestran que el racis-

mo y la xenofobia son cosas de ma-

yores. Olga Rodríguez, Luisa Garrido

y Marisol Franco, miembros de la

Asociación de Madres y Padres de

Hay niños que nunca

habían ido a la escuela

3

El 1 4% de los alumnos de primaria son de origen extranjero, pero en algunos colegios el

porcentaje es muy superior, mientras que en otros casi no hay niños inmigrantes. Los

centros buscan hoy un equil ibrio que favorezca a todos.

Niños de varios países aprenden jugando //Colegio Santo Domingo

Page 5: Punto de destino

Alumnos (AMPA) del colegio Tenerías,

aseguran que los niños lo ven como

algo natural. «El otro día teníamos un

cumpleaños y los niños avisaban “tú

de esto no puedes comer, que lleva

cerdo” a sus compañeros árabes», re-

cuerda Luisa Garrido. Además, solo

ven ventajas a tener una educación in-

tercultural: «les beneficia muchísimo,

porque conocen otras costumbres»,

asegura Olga Rodríguez.

Pero no todos los padres ven el lado

positivo de la multicultural idad. Blan-

ca Abenia recuerda a unas hermanas

que estaban muy integradas en el co-

legio, pero a mitad de curso su madre

las sacó de allí: «Me dijo: “a mí entrar

al patio de este colegio me cuesta la

vida”. No admiten que el de al lado

sea rumano, el otro de color negro,

árabe, de etnia gitanaI De esto se

han dado algunos casos».

Para Wilson Otero, vicepresidente de

la Plataforma de Inmigrantes en

Aragón, esto son casos aislados. Isa-

bel Jiménez, responsable territorial de

la Fundación Secretariado Gitano en

Aragón, no está de acuerdo. Para ella,

la creación de los colegios gueto tiene

dos razones: la política de vivienda so-

cial y el rechazo a la población sin re-

cursos. La población en exclusión

social queda concentrada en bloques

y sus niños estudian en los colegios

cercanos. Cuando los padres ven el

aumento de estos alumnos, sacan de

allí a sus hijos porque creen que el ni-

vel va a bajar y los recursos van a ser

menores.

«Los centros gueto no son desea-

bles», explica Romero Jiménez, «ya

que no tienen parangón en la socie-

dad». Tampoco son recomendables

los colegios en los que no hay alum-

nos de culturas minoritarias; no es

bueno vivir en una burbuja. Lo ideal es

que los colegios sean un reflejo de lo

que hay al otro lado de sus muros. Pe-

ro los padres pueden elegir la escuela

que quieran para sus hijos y es difíci l

conseguir el equil ibrio entre estudian-

tes autóctonos, inmigrantes y gitanos.

Para el director del colegio Santo Do-

mingo «tiene que haber algún apoyo

de la administración». De la misma

opinión es la Comisión Europea contra

el Racismo y la Intolerancia, que en

2011 pidió a España que tomase me-

didas para garantizar la distribución

equitativa de los estudiantes

autóctonos, extranjeros y gitanos. Pa-

ra Isabel Jiménez, esta sería una bue-

na solución, «lo que hace falta es que

se cumpla».

Sin embargo, algunos centros han lo-

grado el equil ibrio. «Elegimos el cole-

gio porque es público y está cerca de

casa», aseguran las madres del Te-

nerías. Era 2006, un momento en el

que muchos de los alumnos del cole-

gio eran inmigrantes y gitanos y donde

sobraban plazas a pesar de ser un co-

legio bil ingüe. Antes de matricular a

sus hijos hablaron con la directora,

que les explicó que no había proble-

mas de convivencia. «Nos dijo que lo

que se necesitaba eran padres valien-

tes», que matricularan a sus hijos sin

miedo a que el nivel fuera bajo o sus

hijos no se fueran a integrar. Les con-

venció, «fuimos un poco kamikazes»,

recuerdan; y consiguió lo que parecía

imposible: que los muros de su colegio

no escondan un gueto.

Silvia Arcega Corral

Lo ideal es que los colegios

reflejen lo que hay al otro

lado de sus muros

Un colegio gueto no aparece espontá-

neamente, tiene una historia detrás.

Por ejemplo, el colegio Santo Domingo

era un colegio normalizado, es decir,

con una proporción de alumnos autóc-

tonos, inmigrantes y gitanos que co-

rrespondía con la media del barrio.

Todo cambió con el desmantelamiento

en los años 80 de la Quinta Jul ieta, un

poblado gitano enclavado en el barrio

de La Paz, cuya población se instaló

en chabolas en la ribera del Ebro. Los

niños fueron matriculados en este co-

legio, junto a inmigrantes por-

tugueses, también gitanos, que suma-

ron un 40% del alumnado. y con ellos

«apareció un pequeño recelo de los

alumnos autóctonos», señala su direc-

tor, Javier Sanz, que prefirieron cam-

biarse a otros colegios de la zona,

como las Escuelas Pías.

El caso del Cantín y Gamboa es muy

diferente. El colegio pertenece a la

Fundación La Caridad, formada por el

Ayuntamiento de Zaragoza, el Arzobis-

pado, y entidades como la Confedera-

ción de la Pequeña y Mediana Empre-

sa, UGT y CCOO. Desde su creación

en 1 898, su objetivo ha sido erradicar

la pobreza y una de sus herramientas,

la educación de los desfavorecidos a

través del colegio. Esta idea sigue en

pie, a través de los programas de aco-

gida a los inmigrantes y la supervisión

individual de cada alumno.

S.A.C.

Colegios con historia

4

Tras los muros del Cantín y Gamboa hay alumnos de 31 países //S.A.C.

Page 6: Punto de destino

Katrina Belsué: “Los inmigrantesno deberían integrarse por obligación”

¿Hay ahora más xenofobia?Yo no creo que aumente o disminuya

la xenofobia porque haya más inmi-

grantes, lo que aumenta o disminuye

son los actos racistas y xenófobos.

Hay una pequeña diferencia. Esto es

una opinión muy personal, pero si tú

no tienes con quién actuar de esa for-

ma, no lo expresas. Hace treinta años

no había inmigrantes, en Zaragoza

los únicos negros que veías eran los

de la base americana; pero sí que

había gitanos y el racismo que ha ha-

bido contra el pueblo gitano es algo

que tenemos tan asumido socialmen-

te que muchas veces ni no nos da-

mos cuenta de que existía una

discriminación contra los gitanos.

Pero lo que sí que incrementa con el

aumento del número de población in-

migrante son los confl ictos de convi-

vencia.

¿Son habituales los comenta­rios racistas?Sí, además lo que más ha aumentado

en los últimos años es lo que denomi-

namos racismo social. No son actos

muy llamativos para la sociedad en

general, como una agresión o que no

te dejen entrar a un bar; pero sí son

actos de racismo mucho más suti les,

como que viva una persona inmigran-

te en un edificio y que un vecino salu-

de a todos el mundo menos a él. Eso

es lo más leve. Pero también que

cuando subas al autobús, alguien di-

ga, aunque no se diri ja a ti : “hay de-

masiados inmigrantes en España”.

Una serie de comentarios que deno-

tan que hay un fondo racista bastante

evidente.

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En la sede de SOS Racismo Aragón el teléfono no para de sonar. La ONG recoge denuncias por xenofobia

pero también l laman periodistas en busca de información. A Katrina Belsué, coordinadora de denuncias de la

organización, no le gusta demasiado hablar para ellos porque dice que se pone nerviosa, pero al final siempre

acepta. Entre l lamada y llamada, explica que la xenofobia no solo se expresa a través de las agresiones, sino

de pequeños detal les.

Katrina Belsué. coordinadora de denuncias de SOS Racismo, en la sede de la ONG. //S.A.C.

Page 7: Punto de destino

¿Los jóvenes son xenófobos?Lo importante es que el racismo sigue

existiendo. Los estudios del CIS eran

bastante sorprendentes porque dije-

ron hace un par de años que los jóve-

nes eran bastante racistas. Siempre

hemos defendido que lo que acaba

con el racismo es que cuando tú ves

a un inmigrante no veas a un inmi-

grante: que un chico marroquí que se

llama Mohamed y vive en el quinto

pase de ser “el moro del quinto” a

Mohamed. Ahora hay mucha más

multicultural idad en los colegios y la

esperanza que se tiene es que ese

contacto continuo sirva para que haya

menos racismo. El problema es que si

luego en su casa oyen cosas distintas

en el discurso de sus padres, de los

políticos, de la sociedadD el colegio

no pueda cambiarlo.

¿Las personas que vienenestán integradas?Se habla mucho de la integración de

los inmigrantes. Pero hay de todo:

quien se relaciona más y quien

menos, como los españoles. Muchas

veces exigimos un plus de partici-

pación a las personas inmigrantes. Si

ha venido un andaluz no hablamos de

por qué no me enseña a hacer

gazpacho, sin embargo sí se habla de

si ha venido un inmigrante y por qué

no nos enseña a hacer cuscús. Al

final, cada uno debería poder

integrarse o no lo que quisiese, no

tendría que ser tu obligación porque

tu vida privada es tu vida privada.

Desde luego, para nosotros lo ideal

es el mestizaje y que desde las

administraciones debería potenciarse

como algo enriquecedor para la

sociedad.

¿Las expresiones políticamen­te correctas evitan el racis­mo?En SOS Racismo siempre hemos

defendido que el problema no es lo

que dices sino la intención con la que

lo dices. Antes no he dicho "personas

de color". Yo a la mayoría de los

negros que he conocido les gusta que

les l lamen negros. Miento: les gusta

que les l lamen Mohamed o DuduD El

problema es cuando esos términos se

uti l izan de manera insultante. Sí que

hay términos despectivos como

“moro”, que nació ya como término

despectivo, pero cuando te refieres a

un color de piel no es mejor decir “de

color” que “negro”. A veces, puedes

ser muy racista uti l izando el lenguaje

política-mente correcto.

¿Cómo afecta la crisis a lasONG como SOS Racismo?No lo lo sabemos, porque las ayudas

del 2011 nos las pagaron en marzo y

las convocatorias de 201 2 no han sa-

l ido, asi que estamos viviendo un mo-

mento de incertidumbre. Pero aquí se

empezó con voluntariado y tenemos

claro que seguiremos aunque no lle-

garíamos a lo que hacemos ahora.

¿Es duro escuchar las histo­rias de la gente que viene?Es muy duro. Cuando empecé volvía

l lorando por los dramones que me

contaban. Luego te vas haciendo

fuerte y aprendes a dejar en la puerta

los problemas. Con la crisis ha vuelto

a venir gente muy desesperada

porque vienen a contarte un caso de

racismo pero te cuentan sus vidas,

que son muy difíci les. Sin embargo

está la otra parte: cuando sale un

caso bien es muy gratificante. Pero

nosotros vamos más allá: lo que

intentamos hacer es que la sociedad

cambie. El pensar que no lo ves, pero

que la sociedad habrá cambiado un

poquito por lo que tú has hecho

también es muy satisfactorio.

Silvia Arcega Corral

"El racismo contra los

gitanos está asumido

socialmente"

SOS Racismo Aragón nació en 1 992,

tras una agresión racista que tuvo lu-

gar en Fraga ese verano. Un grupo de

temporeros argelinos y marroquís l le-

garon al pueblo para que los agriculto-

res les contrataran durante la

recogida de la fruta. Una noche, un

grupo de jóvenes del pueblo fueron y

apalearon a algunos de ellos. “No

había viviendas para los temporeros y

empezaron a lavarse en la fuente del

pueblo, o esta es la excusa que se

puso después”, relata Katrina Belsué.

Varias personas que estaban traba-

jando en Zaragoza con inmigrantes se

desplazaron hasta el lugar para apo-

yar a los temporeros. También acudie-

ron personas de SOS Racismo

Cataluña a ayudar, y tras este primer

contacto se creó SOS Racismo en

Aragón.

La organización cumple 20 años en

su lucha para acabar con el racismo.

El año pasado tramitó 1 52 denuncias

por causas muy variadas, como agre-

siones por parte de particulares o por

los Cuerpos y Fuerzas de seguridad

del Estado, prohibiciones de entrar a

un lugar público o casos de discrimi-

nación laboral: «La situación de crisis

ha hecho que [los empresarios] se

sientan más protegidos a la hora de

discriminar a una persona inmigrante,

bajo la amenaza de “tú necesitas coti-

zar para que les renueven los pape-

les”».

También hubo más de 500 consultas,

muchas sobre la Ley de Extranjeria,

«una legislación xenófoba en nuestra

opinión», asegura Katrina Belsué.

S.A.C.

"Se puede sermuy racista

utilizando el lenguaje

políticamente correcto"

20 años de SOS Racismo Aragón

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Page 8: Punto de destino

Punto y seguido

Vueltas al amor

A LA CONTRA

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