psicosis infantil

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Otra particularidad que presentan estos niños, es la de hablar sin sujeto que comande la oración o sin agente que lleve a cabo la acción que se describe en esa oración. Se expresan de manera impersonal . Dicen, por ejemplo: “caramelos en el frasco”, para referirse a que él mismo o alguien más, puso o quiere sacar caramelos de un frasco. Juego: Lo primero que hay que observar es si realmente juegan, es decir, si participan de alguna actividad de representación que sea simbólica . Esto es, un niño puede ser Superman (para él mismo) o puede jugar a ser Superman. En esta última posibilidad, existe “el como sí”, donde el niño representa a otro –en este caso, a un personaje de ficción- y que es característico del juego. No sucede así en la anterior descripción. Pueden no usar los juguetes para jugar; pueden simplemente romper por romper, a veces, sin ninguna motivación. Esto ocurre cuando son muy pequeños y, ocasionalmente, en edades infantiles más avanzadas. Además, es difícil para ellos sostener las reglas propias de los juegos. Lo cual representa un aporte decisivo del psicoanálisis a la clínica de la psicosis. Como lo observa Freud a propósito del delirio, las manifestaciones de la locura no son la enfermedad sino su tentativa de curación ; constituyen una respuesta del sujeto a la presencia de un goce enigmático , un esfuerzo de tramitación frente a una irrupción

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Otra particularidad que presentan estos niños, es la de hablar sin sujeto que comande la

oración o sin agente que lleve a cabo la acción que se describe en esa oración. Se expresan

de manera impersonal. Dicen, por ejemplo: “caramelos en el frasco”, para referirse a que

él mismo o alguien más, puso o quiere sacar caramelos de un frasco.

Juego: Lo primero que hay que observar es si realmente juegan, es decir, si participan de

alguna actividad de representación que sea simbólica. Esto es, un niño puede ser

Superman (para él mismo) o puede jugar a ser Superman. En esta última posibilidad, existe

“el como sí”, donde el niño representa a otro –en este caso, a un personaje de ficción- y que

es característico del juego. No sucede así en la anterior descripción.

Pueden no usar los juguetes para jugar; pueden simplemente romper por romper, a veces,

sin ninguna motivación. Esto ocurre cuando son muy pequeños y, ocasionalmente, en

edades infantiles más avanzadas. Además, es difícil para ellos sostener las reglas propias de

los juegos.

Lo cual representa un aporte decisivo del psicoanálisis a la clínica de la psicosis.

Como lo observa Freud a propósito del delirio, las manifestaciones de la locura no son la

enfermedad sino su tentativa de curación; constituyen una respuesta del sujeto a la

presencia de un goce enigmático, un esfuerzo de tramitación frente a una irrupción que no

puede simplemente ser “olvidada” y obliga al sujeto a movilizar todos sus recursos

Extrae de Freud el término verwerfung, que traduce por cercenamiento, es el

término que define el punto preciso en el que en la afirmación primordial, por la que un

sujeto ingresa a lo simbólico, se produjo un vacío significante dejando su marca de

ausencia en lo simbólico. Ese símbolo que falta al sujeto tiene sus consecuencias en lo

imaginario, “Lo que ha quedado fuera de la abertura al ser no volverá a encontrarse en su

historia”(6) consecuentemente el sujeto no contará con la posibilidad de evocarlo en el

interior mismo de la representación afectando de ese modo el juicio de existencia.

En una primera conceptualización, Lacan ubica en el registro de lo Simbólico el

lenguaje y el significante; en lo Imaginario, las imágenes en general, el cuerpo, el yo y la

percepción; en lo Real, ubica lo innombrable, pero también la realidad material y lo que no

engaña

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El fenómeno de la escritura es entendido en este seminario como uno de los

síntomas de la psicosis, la graforrea. En tanto que la psicosis es producto del agujero

excavado en el campo del significante del Nombre del Padre (2: p.545), será alrededor de

ese agujero que el sujeto se reconstruye vía el delirio

En el seminario 20 hace la distinción entre el registro del significante y el del

escrito diferenciándolos. La escritura es definida como la huella que deja el lenguaje.

Antes de la década 97 del ‘70, la psicosis se explica por el agujero en el campo del

significante, agujero del Nombre del Padre; en esta época, en la cual el significante debe

estructurarse en términos topológicos -“la topología (…) es la estructura” (4: p.55)- éste

significante es pluralizado y su función puede ser cumplida por otros.

Entenderemos por anudamiento la posibilidad de introducir un cuarto término, un cuarto

elemento que permita mantener juntos a los otros tres registros (Real, Simbólico e

Imaginario). En el seminario 23 Lacan concibe el lazo borromeo como tetrádico (8: p.9 y

10) y llamamos “sinthoma” a este cuarto elemento (8: p.67). Otra posibilidad abierta por la

teoría de los nudos es que si bien en la psicosis el Nombre del Padre no ha sido inscripto,

otras funciones pueden reemplazarlo, suplirlo, en tanto que su función radical es dar un

nombre a las cosas (5: p.105). “A ese Nombre del Padre se sustituye una función que no es

otra cosa que la del “nombrar para”. Ser nombrado para algo, he aquí lo que despunta en un

orden que se ve efectivamente sustituir al Nombre del Padre”.(Para Schreber hay una falla

en el orden del universo). Las estructuras clínicas son una respuesta frente a lo que no

funciona.

Lo primero que se busca en la clínica psicoanalítica es la división del sujeto.

"Lo primero que buscamos en las entrevistas preliminares a cualquier tratamiento posible

es la división del sujeto que se evidencia en el conflicto", Freud llama síntoma a la división

subjetiva. En el sentido analítico, el síntoma se reconoce por ser una formación de

compromiso entre un goce que el sujeto conserva y deseo que exige desembarazarse

parcialmente de ese goce.

Para Lacan no hay sujeto concebible si no es como efecto del lenguaje, en cierto

tipo de ser viviente que se caracteriza por hablar. Las palabras no representan el mundo ni

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las cosas, lo que cuenta es que cada significante interviene en un síntoma, sueño, lapsus o

asociación libre, cada significante representa al sujeto.

Un sujeto surgido del lenguaje debe acomodarse a la situación de ser además un

sujeto de goce, por estar inserto en un lenguaje y padecer sus efectos, cuestión que lo

divide.

Hay un saber en el delirio, así como hay un saber en el sueño, un saber que el

psicótico padece, en el cuerpo, que introduce un goce más allá de los límites de lo

placentero. Sin embargo, el psicótico desconoce este goce a pesar de estar afectado y

determinado por el.

El prejuicio según el cual al psicótico le falla la lógica es un prejuicio del sentido

común. Y es precisamente allí donde reside la fortaleza del psicótico, en el hecho de que -

como no comparte nuestros fantasmas- el sentido común no lo detiene en sus deducciones

lógicas.

Hay un déficit en el psicótico, que es consecuencia de la ausencia de la operación

del padre como metáfora, pero ese déficit no imposibilita que el psicótico pueda atenerse al

rigor discursivo que exige una lógica digna de ese nombre.