Psicosis Basadas en El Automatismo

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De Clérambault Psicosis basadas en el automatismo primer artículo: 1925 (*) RESUMEN 1º) Las Psicosis Crónicas de Persecución, llamadas Sistemáticas Progresivas, no deben ser es- tudiadas aisladamente, sino junto con las Psicosis Alucinatorias Crónicas de Hipocondría, de Posesión y de Influencia. 2º) Su fuente no se encuentra en la ideación ni tampoco en la afectividad: reconocen un origen histológico. Los elementos considerados hasta ahora como esenciales (temas ideativos, tonalidad afecti- va, grado de sistematización) son accesorios. Lo pri- mordial es el elemento alucinatorio. 3º) Las Psicosis Alucinatorias Crónicas llamadas Sistemáticas, sea cual fuere su género, son resulta- do de procesos mecánicos extraconscientes, y no productos de la conciencia. Dichos procesos son secuelas de lesiones infecciosas, tóxicas, traumá- ticas o esclerosantes, sólo que son las más tardías, las más sutiles y las más sistematizadas de todas las secuelas neurológicas. 4º) De este modo estas Psicosis se reintegran a la neurología. I. CONSTRUCCIÓN DE LAS PSICOSIS ALUCINATORIAS LLAMADAS SISTEMÁTICAS El término automatismo mental es susceptible de aceptaciones más o menos vastas: provi- soriamente, y a falta de algo mejor, lo emplea- mos en un sentido extremadamente restringido, para designar cierto síndrome clínico que contie- ne fenómenos automáticos de tres órdenes: mo- tor, sensitivo e ideoverbal. Este síndrome englo- ba a todos los tipos de alucinación conocidos; sin embargo, el término automatismo verbal es

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De Clérambault

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De ClrambaultPsicosis basadas enel automatismoprimer artculo: 1925 (*)RESUMEN1) Las Psicosis Crnicas de Persecucin, llamadas Sistemticas Progresivas, no deben ser es- tudiadas aisladamente, sino junto con las Psicosis Alucinatorias Crnicas de Hipocondra, de Posesin y de Influencia.2) Su fuente no se encuentra en la ideacin ni tampoco en la afectividad: reconocen un origen histolgico. Los elementos considerados hasta ahora como esenciales (temas ideativos, tonalidad afecti- va, grado de sistematizacin) son accesorios. Lo pri- mordial es el elemento alucinatorio.3) Las Psicosis Alucinatorias Crnicas llamadas Sistemticas, sea cual fuere su gnero, son resulta- do de procesos mecnicos extraconscientes, y no productos de la conciencia. Dichos procesos son secuelas de lesiones infecciosas, txicas, traum- ticas o esclerosantes, slo que son las ms tardas, las ms sutiles y las ms sistematizadas de todas las secuelas neurolgicas.4) De este modo estas Psicosis se reintegran a la neurologa.

I. CONSTRUCCIN DE LAS PSICOSIS ALUCINATORIAS LLAMADAS SISTEMTICASEl trmino automatismo mental es susceptible de aceptaciones ms o menos vastas: provi- soriamente, y a falta de algo mejor, lo emplea- mos en un sentido extremadamente restringido, para designar cierto sndrome clnico que contie- ne fenmenos automticos de tres rdenes: mo- tor, sensitivo e ideoverbal. Este sndrome englo- ba a todos los tipos de alucinacin conocidos; sin embargo, el trmino automatismo verbal es

ms comprensivo que el trmino alucinacin, como se ver en seguida.De acuerdo a nuestro criterio, este sndrome es el elemento inicial, fundamental, generador de las psicosis alucinatorias crnicas, llamadas psicosis sistematizadas y progresivas. La idea dominante de la psicosis no es su generadora, aunque la Psi- cologa comn parezca indicarlo y la Psiquiatra cl- sica lo confirme. El ncleo de dichas psicosis est en el automatismo, siendo la ideacin secundaria.En esta concepcin, la frmula clsica de las

psicosis se invierte.

De este modo, el delirio de persecucin aluci- natorio no deriva de la idea de persecucin, la idea de persecucin no crea las alucinaciones: son las alucinaciones las que crean las ideas de perse- cucin. Veremos incluso que no bastan por s so- las para suscitar el carcter persecutorio; all don- de tal carcter est claramente desarrollado, es porque preexista el automatismo bajo la forma ya sea de paranoia, ya sea de psicosis interpretativa, una psicosis de persecucin completa, es decir con trastornos sensoriales por una parte y trastornos profundos de la afectividad, por otra parte. Es una simbiosis de dos procesos diferentes.

Pero en la mayora de los casos tal simbiosis no existe: la mayor parte de los perseguidos aluci- nados son falsos perseguidos. Por otro lado, vere- mos que los primeros trastornos experimentados en el terreno ideoverbal (especialmente eco del pensamiento) son de tenor neutro y pueden per- sistir mucho tiempo, en ocasiones incluso indefi- nidamente, sin modificar el carcter del enfermo y sin el agregado de delirio (alucinosis pura).

Enseguida aportaremos algunos complementos a este esquema.

La concepcin que exponemos reintegra las psicosis llamadas sistemticas dentro de los mar- cos de la patologa general. Tiene la ventaja, en la prctica, de suministrarnos un plan simple y crite- rios seguros para el interrogatorio de los enfermos.II. ORIGEN DE LAS ALUCINACIONES

El contenido ideativo de las alucinaciones ideoverbales tiende siempre a hacernos olvidar, que lo nico que importa cientficamente es su mecanismo. Deben ser encaradas slo en bloque y asimiladas, en naturaleza, a las alucinaciones sensitivas de todo tipo, y a las alucinaciones mo- trices, constituyendo estos tres grupos un triple automatismo de origen unvoco.

Tal triple automatismo es una secuela tarda

de infeccin o de intoxicacin. Incluso puede sospecharse traumatismo en algunos casos; pero retengamos solamente las dos primeras causas.

El proceso alucinatorio crnico es una secuelalejana de infecciones agudas olvidadas o que pa- saron incluso desapercibidas: difteria, fiebre tifoi- dea, encefalitis epidmica, gripe, trastornos puerperales, sfilis que hayan evolucionado sin P.G. y sin focos. Puede ser tambin el resultado de una intoxicacin crnica exgena (alcohol, caf) o end- gena (trastornos endcrinos, especialmente basedowismo, menopausia natural o quirrgica). La revisin estadstica de los casos muestra tales ante- cedentes en una proporcin tan elevada, que apare- cen como causa mayor del proceso, sin contar las condiciones constitucionales ms que como predis- ponentes, al menos en la mayora de los casos.El proceso alucinatorio sera as una secuela tarda y sutil, resultado de electividades insidiosas y sistem- ticas. Intentaremos explicar tales caractersticas.El ataque sufrido por las clulas es sutil y sistemtico, porque son golpeadas a una edad avanzada y despus de un largo perodo preparatorio. Las con- diciones de la defensa de las clulas nerviosas pueden ser resumidas de este modo:1) Las clulas ms inferiores del eje neuronal son las que se defienden mejor;

2) Las clulas nerviosas, bajas o elevadas, se defienden mejor cuanto ms edad tiene el organismo;

3) Se defienden ms completamente cuanto ms lento es el ataque a rechazar.De este modo, a una edad avanzada, slo las clulas nerviosas ms elevadas sern susceptibles de ser afectadas; entre estas clulas superiores el impacto sufrido no ser destructivo sino que per- vertir la funcin.

La escala de las edades nos muestra afeccionesdiferentes en el eje neuronal para cada perodo de la existencia. Perodo fetal y primera infancia: afec- ciones medulares y cerebrales masivas (parlisis e idiotez); primera y segunda infancia: afecciones psquicas menos profundas (imbecilidad, atraso); a partir de los doce aos, afecciones motrices casi suprimidas; de doce a dieciocho aos, afecciones de la inteligencia y del carcter, todava globales pero no totalmente uniformes (predominio de la aprosexia y de las perversiones); a partir de la pu- bertad: formas confusionales crnicas y demencia precoz, sobre todo en la forma demencial; pasados los veinte aos: demencias precoces paranoides, tanto ms paranoides cuanto ms avanzada sea la edad del sujeto; a los cuarenta aos: psicosis aluci- natorias, llamadas sistemticas, con conservacin total o subtotal de la integridad intelectual y afecti- va. As, de dos hermanos afectados a edades dife- rentes, uno har hacia los veinticinco aos una de- mencia paranoide, el otro har hacia los treinta y cinco aos una psicosis llamada sistemtica. Las alucinaciones y los temas ideativos sern sensible- mente los mismos en uno y en otro, pero el prime- ro, a consecuencia de alteraciones globales se con- vierte en seguida en un pilar de asilo, mientras que el segundo sigue siendo capaz de un rendimiento social, durante mucho tiempo.Los impactos nerviosos de una misma infeccinvan restringindose con la edad. La encefalitis epi- dmica que en la infancia produce demencia y per- versiones, el acercarse la adolescencia produce so- bre todo perversiones; hacia los veinte aos, produ- ce confusiones alucinatorias crnicas con tendencia paranoide; a edades avanzadas, no parece producir comnmente ms que la aprosexia y la astenia. Las repercusiones cerebrales de la fiebre tifoidea en ge- neral slo son globales por debajo de los quince aos. A partir de los veinticinco aos, las demen- cias precoces pierden su forma demencial para

revestir modalidades delirantes, con persistencias afectivas y mentales ms extendidas cuanto ms tar- da es la psicosis. De tal suerte, el sntoma demencia se hace dudoso en numerosos casos y, entre de- mencia paranoide por una parte y psicosis sistemti- ca por la otra, se extiende una serie ininterrumpida de formas intermedias, serie tan graduada y rica que se puede decir que los casos extremos, diferentes por su tenor, son idnticos por su naturaleza.La lentitud del ataque es tambin un factor de sutileza de la lesin; adems, favorece el juego de lo que podemos llamar electividades solidarias. De este modo, el perodo de latencia entre la infeccin y le psicosis, con la edad, e independientemente de la edad, es un factor de reparto sistemtico; en resu- men, de sistematizacin en el sentido neurolgico de la palabra. Cuando una misma infeccin por ejemplo, la infeccin puerperal afecta cerebralmente a varios sujetos de la misma edad, los sujetos con dao cerebral inmediato harn, en caso de cronicidad, trastornos masivos: confusin, demencia afectiva y alucinaciones groseras. La demencia ser menos glo- bal si los trastornos comienzan tardamente o proceden con remisiones. En el caso de comienzo tardo o de remisin, los trastornos sensoriales sern en s menos groseros, lo que ya explicaremos. En resumen, en un gnero de casos se establece una confusin demencial; en otro, una confusin paranoide. As, una rapidez de invocacin y masividad van a la par. Esta relacin directa que observamos entre latencia y sutileza de las afecciones en el conjunto de las psicosis, volveremos a encontrarla en el detalle de los automatismos, correspondiendo a las psicosis ms insidiosas los fenmenos ms tenues (especialmente el eco del pensamiento).Las causas de sistematizacin antes enunciadas(reglas de la edad y de la latencia) no nos parecen actuar slo en las zonas elevadas del encfalo y en las funciones superiores, sino tambin a lo largo de todo el eje neuronal y en las funciones ms simples. Las formas neurolgicas ms sistemticas se observan en la edad adulta, para una misma forma, los casos ms jvenes son tambin los menos regu- lares (Parkinson, esclerosis en placas, etc.). Las ex- cepciones varias que se nos pueden oponer no nos parece que puedan invalidar la regla.Pero la vulnerabilidad de una clula es funcin de algo ms que su valor jerrquico. Si slo se

tratase de este factor, tendramos una preponderancia considerable de alteraciones supra- rrolndicas y sern raras las alteraciones del diencfalo. Justamente, el diencfalo podra bien ser una de las sedes ms importantes de nuestro triple automatismo. La vulnerabilidad puede de- pender de causas estructurales contingentes (queremos decir, sin relacin con la funcin) como relaciones de vecindad, minusvala por emigracin o rechazo en el curso de la organognesis, vascu- larizacin especial: un simple acodamiento vascu- lar podra bastar como causa excitante. Un dispo- sitivo as parece haber explicado el punto de ataque sistemtico de la ataxia. El futuro precisar sin ninguna duda estas causas excitantes y nos har conocer otras, pero ya mismo podemos decir que la alucinacin crnica est dependiente de la ideacin como lo es la hemorragia cerebral.

III. EL DELIRIO, REACCIN SECUNDARIALa idea delirante es la reaccin de un intelecto y una afectividad, conservados sanos tanto el uno como la otra (salvo reservas conciliables con nuestra teora), a los trastornos del automatismo, surgidos espontneamente y que sorprenden al enfermo, en la mayor parte de los casos, en pleno perodo de neutralidad afectiva y de quietud intelectual. Vamos a probarlo partiendo de los automatismos ms simples: el sensitivo y el motor. Nuestra demostracin se aplicar por s misma ulteriormente al automatismo mental propiamente dicho.Veremos, por otra parte, que la reaccinpsquica queda en gran medida subordinada, en la tonalidad afectiva y en el tenor ideativo, a las cualidades de la sensacin original.

1) Dentro del automatismo sensitivo incluimos todos los modos de sensibilidad. En general, varios modos de sensibilidad son afectados simultneamente. Sin embargo, se encuentran automatismos monocordes.

A veces trastornos exclusivamente olfativos sirven de base a delirios de persecucin en sujetos primitivamente desprovistos de toda hostilidad (no paranoicos, diramos), incluso benvolos, en los que puede ser que la interpretacin sea facilitada

por la debilidad mental o la insenescencia (fre- cuentemente son mujeres viejas), pero sin que ni el debilitamiento intelectual ni las alteraciones seniles del carcter sean tales como para que, en ausencia de alucinacin, puedan engendrar un delirio. La intensidad, lo imprevisto, la constancia y la extraeza de la sensacin son las que incitan a estos sujetos dbiles o seniles a tender hacia la explicacin exgena. Nunca hemos visto que la interpretacin hipocondraca se aplicara al trastor- no olfativo aislado, sino solamente la interpreta- cin persecutoria. Si este dato fuera constante, merecera ser comentado.

En uno de nuestros casos el trastorno olfativo pareca estar regido por una lesin perifrica (cancroide de la aleta nasal, irritacin probable del olfativo por intermedio del trigmino y de la mucosa). La interpretacin, por lo tanto, recaa sobre trastornos en cierto modo reales que, en cier- tos aspectos, no merecan el nombre de alucina- cin; pero sea cual fuere la sede del trastorno neu- rolgico basal, siempre es en el punto de llegada a la conciencia que lo psquico se apodera de l, siendo por lo tanto los mismos los fenmenos a- fectivos e intelectuales. Veremos, por otra parte, que frecuentemente, ante la presencia de tal pare- ja de idea ms sensacin, es imposible juzgar si hay delirio interpretativo sobre sensaciones reales basales, o delirio alucinatorio propiamente dicho. Las causas de ello son que, neurolgicamente, existen numerosos estadios entre periferia y centro y, ps- quicamente, muchos grados en la interpretatividad. Y por ltimo, que las dosis respectivas de los dos factores son indefinidamente variables.Este ejemplo de alucinacin monocorde nos muestra exactamente que la relacin entre auto- matismo e ideas es la misma, ya se trate de auto- matismos sensitivos de orden sensorial, cenestsi- co o emotivo, de un automatismo motor, o del automatismo mental propiamente dicho, cuyas formas sern precisadas ulteriormente. En todos los casos el delirio no ser ms que una reaccin casi obligatoria del psiquismo conservado intacto (salvo complicaciones muy especiales) a trastor- nos neurolgicos de orden inferior y de caracters- ticas subjetivamente inslitas artificiales.

El prurito ligado a las dermatosis puede pro- vocar la idea de persecucin, lo mismo ocurre, a fortiori, con las sensaciones bizarras, sin causalidad

objetiva, que se definen por comparacin con picaduras, corrientes o corpsculos pulverulentos. La explicacin de tales sensaciones por medio de influencias exteriores se observa en estado experimental, por as decirlo, en psicosis txicas agudas (cocainismo y cloralismo).

La idea de persecucin puede surgir tambin de trastornos sensitivos monocordes de sede interna. En la enferma del trastorno olfativo ya citada, exista un trastorno sensitivo visceral: disnea paroxstica ligada a un enfisema, con congestin de las dos bases y alteracin cardaca. Ella atribua sus sofocaciones a gases que le enviaba una vecina, que detectaba a travs de su olfato: reacciones protectoras inge- nuas, resignacin. Ninguna otra alucinacin.II) Generalmente, los trastornos cenestsicos son mltiples y polimorfos. Frecuentemente, son pro- vocados por una lesin visceral autntica, localizada o difusa. Se prestan muy especialmente a la interpretacin porque son innumerables, variados, indecibles, angustiantes por s mismos, frecuentemente enigmticos en todos los casos.a) Si antes de los trastornos cenestsicos intensos, el sujeto ya estaba predispuesto a la hipocondra, su delirio est trazado por anticipado. Se inclinar tambin a la hipocondra si presenta las siguientes ditesis: neurastenia, morosidad congnita, tendencia obsesiva fundamental, tendencia interpretativa hasta entonces difusa. Estas modalidades, cuyas definiciones diferenciales lamentamos no poder dar aqu, producirn todas el siguiente resultado: intros- peccin subcontinua, interpretacin subansiosa. La extraeza de las explicaciones correspondea la extraeza de las sensaciones. Esta extraeza de las sensaciones es un estimulante muy especial para la imaginacin, y pone en juego todas las latencias supersticiosas, pues basta un poco de inquietud para conmover los escepticismos ms firmes en aparien- cia. La ingenuidad de las explicaciones adoptadas, no siempre est rigurosamente relacionada con el grado de inteligencia o de cultura del delirante. Que las doctrinas del momento y la actualidad misma influyen sobre el repertorio de las ideas explicativas es un hecho de los ms conocidos.El hipocondraco simple alegar una enfermedad inverosmil o por lo menos inexistente; a veces tambin alegar, como presente, una lesinfutura, cuyo germen, solamente, determina en l una repercusin vagosimptica enorme. El hipocondraco simple (o sea, sin persecucin ni posesin propiamente dichas) puede invocar trastornos fantasmagricos (ranas, serpientes); los casos de creencia de una transformacin total del organismo son raros, complejos y ambiguos.b) Menos inquieto pero ms constructivo que el hipocondraco es el posedo. Cree llevar dentro de s mismo seres inteligentes (zorros, diablos, etctera).

Algunas veces, el posedo puede no ser ni hipocondraco ni perseguido. Una mujer de cua- renta y cinco aos aloja en su abdomen un perso- naje al que siente bajar, subir, mover el tero, cam- biar de volumen, que le da placeres sensuales y que le habla con amor. Es un mdico del que ha sido paciente (posesin con erotomana y erotis- mo). Acosa entonces con persecuciones amorosas al mdico cuyo doble tiene en el vientre. Interna- da, es operada pocos meses despus por un cn- cer de tero, manifiestamente punto de partida de todo el sndrome. Deben destacarse las caracte- rsticas positivamente agradables de las sensacio- nes patolgicas premonitorias del neoplasma. La relacin de las alucinaciones ideoverbales (en este caso alucinatorias psicomotrices) con los trastor- nos sensitivos ser comentada luego.

La posesin interna de naturaleza agradable

puede ser completada por la interpretacin msti- ca, con o sin erotismo.

Sensaciones kinestsicas de todo gnero (gestos involuntarios, levitacin, etc.) pueden dar lugar e un sentimiento de posesin, pero esta vez de posesin externa. Lo mismo ocurre con sen- saciones emocionales sin causa, espontneas, no previstas por el enfermo y no reconocidas por l como propias. Estas parestesias delicadas se ven sobre todo en los delirios muy justamente llamados de influencia, forma sutil de la posesin exterior.c) La tendencia a la explicacin exgena, ya visi- ble en la idea misma de posesin, puede acentuarse y desarrollarse como idea de persecu- cin; los sapos y los gusanos pueden no haber sido ingeridos por azar sino introducidos durante el sueo por un brujo. La nocin de malevolencia completa la exogenia. El envenenamiento, que

para el hipocondraco es slo una mala suerte, ser, para el perseguido, la obra de un traidor; los malestares internos sern causados por una influencia elctrica, etc. De esta manera, transi- ciones continuas enlazan los delirios de hipo- condra, de posesin y de persecucin. Estas tran- siciones se observan en el orden sensitivo, en el orden afectivo y en el orden ideativo. En efecto, la eleccin o el rechazo de uno u otro de los tres modos de explicacin, o su mezcla, dependen:1, de las modalidades Intrnsecas de le sensa- cin inicial; 2, del carcter previo del sujeto; 3, de sus ideas y de las ideas ambientales.III) Las alucinaciones visuales muy rara vez se dan aisladamente. Aisladas o asociadas a otras alucinaciones, difieren de ellas en que la nocin de su irrealidad forma parte de su apercepcin. Son intrnsecamente neutras, la ansiedad las disipa, un estado de euforia las favorece; es por esa razn que prosperan en los delirios msticos, no derivan consecutivamente de ellos, sino que se les asocian por congruencia; su relacin con el tono psquico es el mismo que existe en las psicosis agudas entre el estado neutro o eufrico y las visiones liliputienses.La alucinosis, es decir, la produccin crnica en un sujeto de alucinaciones de uno o varios sentidos, nos da el prototipo exacto de la base de las psicosis alucinatorias crnicas llamadas sis- temticas progresivas. Todo sistema de ideas, especialmente toda novela de persecucin, est ausente de ellas. Es el pedestal que espera a la estatua. La alucinosis se acompaa de un estado afectivo neutro o incluso ligeramente eufrico, y no puede ser de otro modo, pues si apareciera un estado afectivo penoso o positivamente euf- rico, resaltara de ello una construccin ideativa. Aqu tampoco se trata de una relacin de con- secuencia, ni siquiera indirecta, ni de una rela- cin de causa comn, sino de una relacin de congruencia: un gnero de relacin muy frecuente en psicologa. Sin embargo, la relacin de causa comn entre automatismo mental y euforia debe ser admitida en numerosos casos, sobre todo los observables en mujeres viejas, en los que se cons- tatan influencias suaves, voces amistosas, temas muy ligeramente orgullosos y sin delirio. La ex- citacin y el automatismo son entonces funcinde una misma causa histolgica, pero insistir en este punto nos llevara a hablar de las modifi- caciones adquiridas del humor y del carcter, lo que complicara prematuramente el esque- ma (automatismo y carcter propicio a nuestra demostracin).En las alucinaciones ligeramente eufricas, con frecuencia el sujeto sufre los fenmenos (espe- cialmente los de orden mental) sin buscar una explicacin. Las sufre con un leve asombro, sin que le inquieten en absoluto los dudas sobre su realidad; a veces cree en una tentativa inocente de procurarle una locura artificial. Se producen todas las combinaciones ideativas por conciliacin entre las dos tesis de realidad o de falsedad de los fen- menos. En general, el sujeto termina por ceder a las explicaciones, todas fantsticas, que se ofre- cen y que se le imponen; no se puede trazar una demarcacin entre credulidad y delirio.IV) La constructividad delirante tiene por causas: primero, la forma afectiva del sujeto (pesimismo, optimismo, hostilidad; en segundo lugar, su forma intelectual (tendencia interpretativa o imaginativa, con frecuencia las dos juntas); y en tercer lugar, la concordancia entre la tonalidad alucinatoria, por una parte, y las disposiciones afectivas e intelectuales, por otra.Es evidente que una alucinacin dada har prosperar el orden de ideas con el que concuerde y al que llame, por sus modalidades intrnsecas. Adems, la intensidad de la alucinacin contribuir a la intensidad del delirio. Por otra parte, una tendencia a tal gnero de interpretacin subyace a la forma del psiquismo: hipocondra, paranoia. La paranoia, por ejemplo, favorece la interpretacin exgena de las voces mentales, ayuda a objetivarlas, aun cuando sus caractersticas sensoriales son incompletas, en definitiva ayuda a personificar a sus autores.En resumen, la naturaleza y la riqueza de la construccin delirante son funcin de tres rdenes de causas: modalidades alucinatorias, modalidades ps- quicas y congruencias entre distintas modalidades.IV. SEDE DE LAS SENSACIONES PARSITASLas alucinaciones deben asentarse entre las zonas ms elevadas, donde reside la represen- tacin del yo y cuya inhibicin engendra la idea

de negacin corporal, la prdida de la visin mental, etctera.I) Las alucinaciones de sede ms central, o al me- nos las ms prximas al centro, deben ser las ms complejas en s, y muy a menudo estar asociadas.La solidaridad del triple automatismo sin

duda se explica por identidades estructurales que constituyen causas excitantes comunes. Identidades que, por s mismas, se deberan a la equivalencia de las funciones y a la igualdad de los niveles. Pero la identidad de estructura, ms o menos completa, que engendra una receptividad comn, puede recentrarse, como fortuitamente, en neuronas (o equivalentes de la neurona) muy diferentes por la funcin y el grado. La receptividad comn puede estar ba- sada en motivos indiscernibles: existe para tal reactivo y no existe para tal otro; tal txico hace una seleccin que otros no hacen; cada txico tiene su mapa especial de impregnacin his- tolgica; las reacciones solidarias de dos puntos dados pueden provenir de semejanzas para nada lgicas; la misma llave puede abrir dos cerradu- ras diferentes y no es forzoso que todas las puertas de un piso tengan la misma llave. De este modo, en las psicosis agudas, las mismas sensa- ciones puntiformes son provocadas, con muy dbiles diferencias, por la cocana y el cloral, y existen lo que es notable tanto en el terreno del tacto como en el terreno de la visin.

Despus de la identidad lgica, despus de la identidad fortuita, la simple contigidad entre dos tractos dados puede explicar su solidaridad mrbida, en caso de trastorno vascular o de otro tipo, por un mecanismo anlogo al que explica los sndromes neurolgicos alternos.

De este modo, la asociacin de las alucina- ciones, al igual que su nacimiento, se explica por causas orgnicas y no por la ideognesis.

II) En qu estrato del neuroeje residen las neuro- nas (o, en lugar de las neuronas, los sistemas) afectadas por el automatismo? Zona rolndica y zonas corticales del mismo orden? O zonas corti- cales funcionalmente superiores? Zonas subcorticales, ncleos grises del diencfalo? Ac- tualmente, ninguna regin parece que deba ser excluida. Alucinaciones psicomotrices verbales enlos P.G. han tenido claramente por origen una lesin del pie de F.3; afectados el mismo tiempo de trismus, presentaban una lesin del bajo de la frontal ascendente. Por otra parte, hay trastornos sensitivos que pueden residir en las capas pticas y trastornos motores residentes en el cuerpo estriado. El hecho de que la electrizacin rolndica en trepanados haya podido producir la ilusin de movimientos voluntarios, parece colocar en un lugar distinto al plano rolndico los movimientos alucinatorios, que, justamente, aparecen como involuntarios: pero quizs la electrizacin sobrepasaba la clula rolndica. Por otra parte, los P.G. antedichos sentan como impuestos los movimientos verbales y el trismus.Quizs nuestras localizaciones topogrficas son groseras, demasiado groseras para el gnero de funcin, como lo eran antao, y por la misma causa, las localizaciones psquicas de los frenlogos, con trastornos de transmisin, cuya edicin alterara la sntesis final, mientras que fallas y desvos en la serie de las transmisiones trastornaran la anexin al yo.

III) Suministra el anlisis clnico inducciones a favor de una diferencia entre la percepcin normal y la percepcin ilusoria? Apuntara en favor de esta hiptesis el hecho de que en la percepcin ilusoria ni el nmero ni el orden de los elementos puestos en juego seran los normales.Las sensaciones alucinatorias, incluso muy simples, aparecen en el mayor nmero de los casos como extraas y como extranjeras: ex- traeza intrnseca y extranjera casi inmediata- mente supuesta. Son extraas, dicho de otro modo, inslitas, inefables e indecibles, de apa- riencia totalmente artificial.

Las sensaciones internas de los perseguidos no se parecen enteramente a las sensaciones normales; las de los hipocondracos, aunque tambin complejas, son, el parecer, de una calidad ms verosmil, y es por ello que, por una parte, la interpretacin exgena no se le agrega y, por otra, que su repercusin sobre la vitalidad del sujeto es ms grave.

La identidad total de la alucinacin con la percepcin real ha sido admitida en otro tiempo por dos escuelas antagonistas, y por dos

motivos exactamente inversos: unos conside- rndola surgida de la percepcin, y los otros de la imaginacin, admitiendo todos que, ya sea en un trayecto ascendente o en uno descendente, sta lograba ocupar ntegramente los dos trminos opuestos de la sensacin y todo el espacio comprendido entre ellos.

La nocin de los rels que sobrevive a la teora de la neurona, nos suministra una solucin mixta o, para decirlo mejor, intermedia. La conmocin artificial primitiva puede residir en uno de los rels interpuestos entre la periferia y el centro, o en uno de los recorridos situados entre los rels. El primum patiens, en la alucinacin, con mayor frecuencia, no sera ni central ni perifrico, sino intermedio; y por otra parte, en general, muy prximo al centro.

Los matices diferenciales que existen subjetivamente entre alucinacin y sensacin normal, resultan de sumas, de lagunas y de mezclas testificadas tanto por las locuciones extravagantes como por las hiptesis absur- das del alucinado.

Las sensaciones alucinatorias son generalmente menos agudas, menos precisas y menos doloro- sas. El alucinado se queja de un sufrimiento que no localiza claramente y que, despus de pasar, deja totalmente sano e intacto el lugar perjudica- do. De ah la idea de reparacin de rganos o de resistencia sobrenatural. Por otra parte, la reper- cusin emotiva de los suplicios que dicen sufrir es mediocre: la prueba est en el buen estado de salud global y tambin en el confort moral de nues- tros alucinados asilares, salud y confort que arrui- naran en algunos momentos una odontalgia, una migraa o una citica. La prueba tambin est en la poca energa de sus rencores (teniendo en cuenta la gravedad de sus afrentas); son muchos los alu- cinados que acusan al mdico asilar de torturarlos por la noche y que, sin embargo, lo reciben bien durante el da. La intensidad de los odios en algu- nos de los alucinados y su tendencia a las reaccio- nes se explican por complicaciones de fondo, o episdicas (paranoia, ansiedad o excitacin).

La objetivacin de las sensaciones alucinatoriasparece menor que la de las sensaciones normales, para todos los trastornos, excepto los auditivos, que deben ser tratados aparte. A menudo losenfermos no dudan de la realidad de sus suplicios, sin embargo actan como si dudasen.

La suposicin de que el elemento dolor pueda estar ausente de la sensacin dolorosa misma, parece un sinsentido. Sin embargo, dicho fenme- no ha sido notado muchas veces en el eterismo y en otras intoxicaciones: existen dolores percibi- dos y sin embargo no asimilados. Tal disociacin e incompletud muy bien podra realizarse, por lo menos en cierto grado, en nuestros enfermos.

Por otra parte, la emocin ansiosa slo existe

en estado reducido, como acompaamiento de los dolores alucinatorios; la inquietud de fondo de nuestros enfermos lo prueba. Algunos enfermos presentan alucinaciones de orden afectivo, bajo la forma de emociones espontneas y no reconoci- das como personales, pero stos no son ms que fenmenos paroxsticos.

De este modo, en la mayor parte de las sensa- ciones alucinatorias de los crnicos, existe un carc- ter particular de incompletud. Esta incompletud pa- rece ser la traduccin de una puesta en juego no integral ni regularmente seriada de elementos recep- tivos conexos. En una especie de carrilln dispuesto en gama ascendente, ya sea que la puesta en juego tenga como punto de partida un elemento interme- dio y se propague de izquierda a derecha, ya sea que se propague solamente de un lado, de todas maneras, la sensacin de la gama perfecta ser per- turbada. En la objetivacin imperfecta, sern percibi- das lagunas, a la vez que el orden de accin de los rels usuales ser reconocido como pervertido.Algunos intoxicados agudos parecen objetivartotalmente las sensaciones visuales, pero sus neu- ronas perifricas pueden ser tocadas directamente por el txico y, por otro lado, su discernimiento se ve disminuido por prevencin afectiva (ansiedad) o un poco de obnubilacin.

IV) El carcter de extranjera se liga ntimamente a la extraeza. Este carcter de extranjera puede ser inmediato, es decir, puede formar parte de la misma sensacin; tal es el caso de las visiones que se presentan ordinariamente como irreales y luego se interpretan como provocadas por influencia. Numerosos trastornos motores y verbales se presentan de entrada como impuestos, evidentemente porque les falta la graduacin usual en la emisin o

en la recepcin.V) Nuestra hiptesis supone la existencia de una kinestesia intracerebral, o, mejor dicho, intraneural, que le permitira al subconsciente percibir, topogrficamente, el estadio en que reside une conmocin aislada, o primitiva, dentro de un circuito compuesto de clulas y de tractos fisiolgicamente solidarios. El hecho de que una clula intermedia fuese primariamente conmocionada dara lugar a una sensacin inusi- tada: lo mismo ocurrira, y a fortiori, con el he- cho de que una conmocin primitiva recaiga sobre un tracto en lugar de recaer sobre una clula. La puesta en juego prematura o aislada, o invertida, de tal o cual punto intermedio en- gendrara una impresin de artificiosidad: im- presin espontnea que completaran los jui- cios. Este mecanismo nos parece general: lo volveremos a encontrar como sustrato de la alucinacin psquica.

VI) Es singular que los dolores de los tabticos, que son extraos, dan lugar raramente a construcciones delirantes; pero su intensidad, por una parte, y su acompaamiento emocional, por otra, los tornan propicios a la hipocondra legtima y racional mu- cho ms que a la hipocondra delirante, y mucho ms an que al delirio de persecucin (aunque se hayan producido ejemplos de tales delirios).Del mismo modo, hay en los cancerosos dolores agudos que raramente dan origen a delirios, mientras que parestesias prodrmicas soportables dan origen a enormes delirios.

Puede destacarse que las parestesias tabticas, en cuanto a la sede, son relativamente perifricas, y que las sensaciones mrbidas incitan tanto ms a la interpretacin cuanto ms centrales son, sin duda porque los caracteres de inefabilidad e incompletud van creciendo de la periferia al centro.Se puede plantear, a propsito de los delirios tabticos, la misma pregunta que a propsito de ciertos delirios de sustrato perifrico.

Se los debe considerar como interpretativos so- lamente, o son alucinatorios? Se llamar inter- pretativa a la porcin del delirio en los trastornos sensitivos y alucinatoria a la basada en los trastor- nos sensoriales? Para los trastornos sensitivosmismos, se sabe siempre en qu nivel se detiene la lesin ascendente?

En todos los casos, ya se trate de interpretaciones sobre datos sensitivos banales o sobre datos sensitivos raros, o bien sobre datos sensoriales, el trabajo intelectual es el mismo. Slo hay una diferencia en el grado de aptitud interpretativa puesta en juego: espontnea, activa e innata en un caso; provocada, creada, impuesta en el otro; este ltimo caso es el de los delirios alucinatorios propiamente dichos.

V. AUTOM ATISMO IDEATIVO E IDEOVERBALEsta porcin de nuestro programa ser objeto de un segundo artculo.

I) Mostraremos que los trastornos ideativos, ideover- bales y sensoriales, tomados en bloque o exami- nados en detalle, tienen un origen mecnico y un desarrollo mecnico, que se presentan a la conciencia como elementos espontneos, aut- nomos y parasitarios, que sirven de base a una cogitacin reaccional y racional, exactamente igual que los fenmenos sensitivos o motores; y que la disposicin sistemtica de las ideas curiosa desde la perspectiva de lo pintoresco, importante desde la perspectiva social desde la perspectiva patognica es un fenmeno de ltimo orden.Pero hay ms. Buena parte de la ideacin no est construida por la reflexin del sujeto, sino que se elabora mecnicamente en el subconsciente, revelndose a la conciencia slo por sus resultados ltimos, dispuestos y organizados, a menudo de naturaleza imprevista y de calidad importuna. Reina entonces junto al sujeto, simultneamente con una ideacin autnoma y coherente, adems progresiva, que se podra llamar neoplsica.

En este estadio, la ideacin delirante del sujeto puede escindirse tericamente, en dos partes: una personal, reactiva y no mrbida, la otra parasitaria y a menudo antagonista. La primera es una reaccin a diversos automatismos. La segunda es ntegramente automtica.

Entre estas dos personalidades tienen lugar intercambios continuos, efectivos e ideativos.

El triple automatismo sealado al principio, sobre el que ha desarrollado una ideacin

delirante pero en s misma fisiolgica, se com- pleta as con un automatismo ideativo, patol- gico en todos los puntos.

II) Para no apartar por ms tiempo el trmino precioso de automatismo de sus distintos sen- tidos generales, nos hemos esforzado por en- contrar un nombre especial para el sndrome descripto ms arriba. Los nombres de automa- tismo basal y de pequeo automatismo no nos parecen suficientes. Otros, propuestos luego por colegas partidarios de nuestra teora, nos parecen igualmente rechazables. Proponemos provisoriamente la locucin Sndrome de Pasi- vidad. Esta locucin tendra por lo menos la ventaja de designar los fenmenos en su mo- mento cercano a su comienzo, a saber, el mo- mento de su emergencia en la conciencia. El trmino de automatismo los toma an antes, pero es demasiado comprensivo, y sera bueno reservarlo para determinismos ms vagos o ms vastos. Todos los otros trminos que nos sean propuestos no seran aceptables, a nuestro parecer, a menos que designen el proceso en accin y sorprendido en estado naciente, y no sus aspectos tardos, ni menos an sus resultados.El trmino de pasividad tiene adems la ventaja de aplicarse tambin a la ideacin segunda que llamamos neoplsica, puesto que, en cuanto al sujeto, es sufrida.El sndrome de pasividad es un conjunto de fenmenos totalmente orgnicos: la psicosis que resulta de ellos es de naturaleza mecnica tanto en el punto de partida como en el desarrollo. La personalidad psicolgica primaria, los procesos psicolgicos propiamente dichos no aparecen all sino subsidiariamente. El ideogenismo es expulsado de todas las funciones fundamentales, slo sobrevive en los detalles.

III) El sndrome de pasividad, en su comienzo, sorprende al sujeto en un estado afectivo neutro. Los mismos trastornos iniciales, en un gran nmero de casos, son neutros: parestesias, en el orden psquico, eco del pensamiento y enun- ciacin de los actos en el orden mental. En ese ltimo orden el tenor inicial neutro es de re- gla. El desarrollo rpido e intenso de las ideas hipocondracas, msticas o de persecucin slotiene lugar all donde las tendencias aferentes preexistan y en proporcin a dichas ten- dencias. Un delirio de persecucin rico y animado presupone una paranoia indepen- diente o un delirio interpretativo ya en curso. La psicosis de Magnan, en la que se hallan reunidas la alucinacin, la interpretacin y la hostilidad, en un mximo de realizacin, resulta as ser una simbiosis.El carcter paranoico es, en principio, congnito. Sin embargo, a veces es adquirido y puede ser relacionado entonces con la misma infeccin lejana que es la fuente de los automatismos. Tambin un delirio interpretativo propiamente dicho puede tener la misma fuente. Por ltimo, los sndromes de pasividad, pueden estar acompaados de euforia simple o de euforia con mentismo, de una verdadera excitacin a la vez discreta y crnica; excitacin eufrica que subsiste an en casos de ideas de persecucin o de posesin muy activas. Estos estados adquiridos son independientes del sndrome y sin embargo estn emparentados con l por comunidad de origen.La misma psicosis de Magnan puede presentarse todava de una forma ms compleja que ladescripta; en efecto, puede nacer en un psiquismo no slo paranoico o interpretativo, sino tambin afectado de mitomana, de perversidades pasionales (querulencia, erotomana, celotipia) se injertan a ttulo subsidiario sobre la psicosis fundamental, mientras que, en tantos alienados, viven en estado autnomo. La psicosis es, entonces, una simbiosis ms compleja, pero fcilmente descomponible en sus partes. Sigue siendo una unidad clnica, pero desde un punto de vista estrictamente patognico, es un sndrome de sndromes.Nuestra concepcin ayuda a comprender la variedad de los casos clnicos. Mostraremos adems que es una ayuda para el examen de todo caso clnico.IV) El origen puramente mecnico y la elaboracin igualmente mecnica que atribuimos a las psicosis alucinatorias progresivas llamadas sis- temticas, nos parece que tambin pueden ser atribuibles a los delirios interpretativos puros e incluso a los delirios dogmticos. Pero el desarrollo de esta concepcin no podr siquiera ser abordado en el artculo siguiente, reservado a la ideacin de las psicosis alucinatorias.(*) traduccin de la versin francesa:De Clrambault, G. G., Psychoses a base d'automatisme, 1925, Oeuvres Psychiatriques, Paris, Frnsie, 1987, pp. 528-544.