Procesos de Formación de Imágenes Son Inconcientes

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4. Los procesos de formación de imágenes son inconcientes Esta generalización parece ser válida para todo lo que ocurre entre mi acción, a veces conciente, de dirigir un órgano de mis sentidos hacia cierta fuente de información y mi acción conciente de derivar información de una imagen que "yo" creo ver, oír, palpar, gustar u oler. Hasta un dolor es ciertamente una imagen creada. Sin duda, tanto el hombre como los monos y los perros son concientes de que escuchan un sonido ya que paran las orejas en dirección a ese sonido. En lo tocante a la vista, si algo se mueve en la periferia de mi campo visual llamará mi "atención" (sea esto lo que fuere) de modo tal que yo desplazaré mis ojos y hasta mi cabeza para verlo. A menudo este a un acto conciente, pero a veces es poco menos que automático, hasta el punto de pasar inadvertido. Con frecuencia yo soy conciente de que doy vuelta la cabeza pero no me percato de la visión periférica que me llevó a

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Introducción de cómo opera el proceso cognitivo.

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4. Los procesos de formacin de imgenes son inconcientes

Esta generalizacin parece ser vlida para todo lo que ocurre entre mi accin, a veces conciente, de dirigir un rgano de mis sentidos hacia cierta fuente de informacin y mi accin conciente de derivar informacin de una imagen que "yo" creo ver, or, palpar, gustar u oler. Hasta un dolor es ciertamente una imagen creada. Sin duda, tanto el hombre como los monos y los perros son concientes de que escuchan un sonido ya que paran las orejas en direccin a ese sonido. En lo tocante a la vista, si algo se mueve en la periferia de mi campo visual llamar mi "atencin" (sea esto lo que fuere) de modo tal que yo desplazar mis ojos y hasta mi cabeza para verlo. A menudo este a un acto conciente, pero a veces es poco menos que automtico, hasta el punto de pasar inadvertido. Con frecuencia yo soy conciente de que doy vuelta la cabeza pero no me percato de la visin perifrica que me llev a hacerlo. La retina perifrica recibe un cmulo de informacin que permanece fuera de la conciencia -posiblemente (aunque no seguramente) en la forma de una, imagen-. Los procesos de la percepcin nos son inaccesibles; slo tenemos conciencia de los productos de esos procesos y, desde luego, son esos productos los que necesitamos. Estos dos hechos generales son para m el comienzo de la epistemologa emprica primero, que yo no tengo conciencia de los procesos de construccin de las imgenes que concientemente veo, y segundo, que en estos procesos inconcientes aplico toda una gama de presupuestos que se incorporan a la imagen terminada. Todos sabemos, naturalmente, que las imgenes que "vemos" son en realidad fabricadas por el cerebro o espritu. Pero poseer este saber intelectual es muy distinto de darse cuenta de que es verdaderamente as. Este aspecto del asunto se impuso a mi atencin hace una treinta aos en Nueva York, donde Adalbert Ames hijo, estaba haciendo demostraciones experimentales de cmo dotamos a nuestras imgenes visuales de profundidad. Ames era oftalmlogo y trabajaba con pacientes que padecan aniseicona, vale decir, en cuyos ojos se formaban imgenes de diferente tamao. Esto lo llev a estudiar los componentes subjetivos de la percepcin de la profundidad. Como este tema es importante y sienta las bases mismas de la epistemologa emprica o experimental narrar con algn detalle mi encuentro con los experimentos de Ames. Ames haba montado sus experimentos en un gran apartamento vaco de la ciudad de Nueva York. Por lo que recuerdo, eran una cincuenta experimentos. En el momento en que llegu para ver el espectculo, yo era el nico visitante. Ames me salud y me aconsej que empezara desde el principio de la secuencia de demostraciones mientras l se iba a trabajar un rato a un pequeo cuarto amueblado como una oficina. Aparte de ello, el apartamento no contenta otro mobiliario, excepto dos reposeras plegables. Fui pasando de un experimento a otro. Cada uno de ellos inclua alguna especie de ilusin ptica que afecta la percepcin de la profundidad. La tesis de la serie en su conjunto era que, para crear la apariencia de profundidad en las imgenes que forjamos al mirar el mundo a travs de nuestros ojos, nos guiamos por cinco claves principales. La primera de esas claves era el tamao; [i] vale decir, el tamao de la imagen fsica sobre la retina. Por supuesto, no podemos ver esta imagen de modo que seria ms exacto decir que la primera clave de la distancia es el ngulo que el objeto subtiende en el ojo. Ahora bien, este ngulo tampoco es visible. La clave de la distancia sobre la cual informa el nervio ptico es, quizs, el cambio en el ngulo subtendido. [ii] Para demostrar esta verdad se utilizaba un par de globos sobre un fondo oscuro. Ambos globos reciban la misma iluminacin, y el aire poda pasar de uno al otro: estaban inmviles pero a medida que uno se inflaba y el otro se achicaba, al observador le pareca que el primero se aproximaba y el segundo se retiraba. O sea que mientras el aire se iba desplazando de un globo al otro y volva otra vez al anterior, a uno le pareca que se movan alternadamente hacia adelante y hacia atrs. La segunda clave era el contraste en el brillo. Para demostrarlo, los globos se mantenan de igual tamao e inmviles pero se cambiaba la iluminacin hacindola recaer primer sobre uno y luego sobre el otro. Esta alternancia de iluminacin, como la alternancia de tamao, creaba la apariencia de una aproximacin y retroceso de los globos. La secuencia de experimentos mostraba luego que estas dos claves (tamao y brillantez) podan jugar entre s creando una contradiccin. Para ello se haca caer siempre la mayor cantidad de luz sobre el globo que se desinflaba. Este experimento combinado introduca la idea de que ciertas claves predominan sobre otras. La secuencia total de claves de las demostraciones de ese da inclua: tamao, brillantez, superposicin, paralaje binocular y paralaje creada por movimientos de la cabeza. De toda ellas, esta ltima era la predominante.