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MAR CO DE REfERENCIA Y SITUACIÓN ACTUAl , DEI- SECTOR AGROPECUARIO Y RURAL negativas de estos programas, que dieron lugar a impactos y efectos precarios con relación a los objetivos propuestos [ ... ] Se diseñan instrumentos y acciones de diverso orden en una perspectiva del desarrollo rural. Ello responde al diagnóstico formulado por el gobierno sobre las múltiples causas de la pobreza rural en cada una de las regiones del país. Se pretende que estos instrumentos se ajusten a los requerimientos específicos de las áreas rurales y sus sistemas organizativos y empresariales. Instrumentos y acciones que buscan asegurar el acceso a recursos productivos y servicios básicos a la población rural. Se busca, igualmente, dotar de infraestructura económica y de servicios complementarios a la producción agropecuaria, al desarrollo de alternativas tecnológicas adecuadas a las particularidades del desarrollo rural, así como lograr una mejor eficiencia en la asignación del gasto social rural 1 l. Desde la intenüionalidad no es posible construir país, si no existe la volun- tad política y la suficiente generosidad para reconocer las estructuras injustas y las condiciones oprobiosas en las cuales sobreviven millones de colombianos. Igualmente, desde esa década ha predominado un ostensible sesgo para abordar el tratamiento de la problemática del sector rural, caracterizado por una reducción de lo rural a los aspectos puramente agrícolas y pecuarios, lo que no ha permitido aproximarse a una visión más integral. Esta visión limitó las po- sibilidades y la dinámica del modelo, permitiendo la concentración de recur- sos y riquezas y un empobrecimiento paulatino del campo y sus habitantes, con la secuela de inseguridad y violencia que hoy padecemos. En este recuento de vicisitudes se destaca la ruptura definitiva del pacto mundial del café en 1989, que marcó otro hito de la debacle de una de las acti- vidades más dinámicas del sector agropecuario que, tres años antes, tampoco supo aprovechar creativa y productivamente una bonanza; la nueva estructura de demanda y oferta del café llegó para quedarse y por ello nuestras institucio- nes y prácticas productivas y comerciales deben adaptarse tan rápido como sea posible. De manera similar, el mercado bananero resulta incierto con la políti- ca de la Comunidad Europea de primer llegado, primer servido. Las últimas no- ticias informan que se ha retornado a la anterior política de cuotas o licencias, hasta el 2006. Los precios del azúcar apenas si comienzan a repuntar en el mer- 11 Pilar Santacoloma y Héctor Cárdenas. 1995. Los paradigmas del desarrollo rural en la política de modernización y desarrollo empresarial campesino. COYlllltllra Colombiana, nueva época 12 (2), pp. 81-94. f35J

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MAR CO DE REfERENCIA Y SITUACIÓN ACTUAl,

DEI- SECTOR AGROPECUARIO Y RURAL

negativas de estos programas, que dieron lugar a impactos y efectos precarios con

relación a los objetivos propuestos [ ... ] Se diseñan instrumentos yacciones de diverso

orden en una perspectiva del desarrollo rural. Ello responde al diagnóstico

formulado por el gobierno sobre las múltiples causas de la pobreza rural en cada

una de las regiones del país. Se pretende que estos instrumentos se ajusten a los

requerimientos específicos de las áreas rurales y sus sistemas organizativos y

empresariales. Instrumentos y acciones que buscan asegurar el acceso a recursos

productivos y servicios básicos a la población rural. Se busca, igualmente, dotar de

infraestructura económica y de servicios complementarios a la producción

agropecuaria, al desarrollo de alternativas tecnológicas adecuadas a las particularidades

del desarrollo rural, así como lograr una mejor eficiencia en la asignación del gasto

social rural 1l.

Desde la intenüionalidad no es posible construir país, si no existe la volun­tad política y la suficiente generosidad para reconocer las estructuras injustas y

las condiciones oprobiosas en las cuales sobreviven millones de colombianos.

Igualmente, desde esa década ha predominado un ostensible sesgo para

abordar el tratamiento de la problemática del sector rural, caracterizado por una

reducción de lo rural a los aspectos puramente agrícolas y pecuarios, lo que no

ha permitido aproximarse a una visión más integral. Esta visión limitó las po­

sibilidades y la dinámica del modelo, permitiendo la concentración de recur­

sos y riquezas y un empobrecimiento paulatino del campo y sus habitantes, con

la secuela de inseguridad y violencia que hoy padecemos. En este recuento de vicisitudes se destaca la ruptura definitiva del pacto

mundial del café en 1989, que marcó otro hito de la debacle de una de las acti­

vidades más dinámicas del sector agropecuario que, tres años antes, tampoco

supo aprovechar creativa y productivamente una bonanza; la nueva estructura

de demanda y oferta del café llegó para quedarse y por ello nuestras institucio­

nes y prácticas productivas y comerciales deben adaptarse tan rápido como sea posible. De manera similar, el mercado bananero resulta incierto con la políti­

ca de la Comunidad Europea de primer llegado, primer servido. Las últimas no­

ticias informan que se ha retornado a la anterior política de cuotas o licencias,

hasta el 2006. Los precios del azúcar apenas si comienzan a repuntar en el mer­

11 Pilar Santacoloma y Héctor Cárdenas. 1995. Los paradigmas del desarrollo rural en la política de modernización y desarrollo empresarial campesino. COYlllltllra Colombiana, nueva época 12 (2), pp. 81-94.

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UNA MIRADA INTEGRAL

cado mundial y con ellos la industria de la caña. La industria de las flores, en este desierto, es la única que da signos de florecer; no obstante, no faltan sus enemigos: las heladas y las denuncias por dumping.

Hasta ahora, ni el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), como estrategia

enunciada de protección de la producción nacional, ha sido la respuesta para superar las dificultades y limitaciones del modelo aperturista, que pareciera des­conocer el proteccionismo patrocinado por los países desarrollados. La aper­tura ha resultado un modelo nada beneficioso para los países pobres, pues ha permitido absorber la producción agropecuaria excedente de los países indus­trializados (proteccionistas); aunque los acuerdos de la última ronda de la OMe

han dado lugar a un optimismo moderado o a una infelicidad común, ya que prometen disminuir los subsidios de los países ricos, en particular la UE y los Estados Unidos, que últimamente, mediante una ley, ha destinado cuantiosos recursos presupuesta les a irrigar subsidios para su agricultura en los próximos diez años. Actitud que contradice los acuerdos, en el tema agrícola, concerta­dos en el marco de la ronda de negociaciones de la OMe.

I2Como bien lo afirma la SAC :

Los subsidios otorgados en los países desarrollados han provocado profundas

alteraciones en los mercados internacionales. Países tradicionalmente importadores

poseen hoy grandes excedentes exportables. El concepto de las ventajas comparativas

ha quedado superado por esta nueva realidad. Además, tales países se caracterizan

por la activa gestión de sus gobiernos en la conducción del proceso de desarrollo

agrícola. Ello dio lugar a una relativa estabilidad del ciclo productivo, con lo que se

aseguraron a los productores rentabilidades mínimas para acelerar la tecnificación

y modernización del agro.

Como si fuera poco, y considerando la insostenibilidad de los recurSos con las prácticas productivas actuales, para Aldana 13:

Las tendencias negativas de largo plazo comentadas antes (proteccionismo de los

países desarrollados y agotamiento de la revolución verde) continúan pesando, junto

con otra de mayor dimensión y de mayor riesgo hacia al futuro: el progresivo

deterioro de los recursos naturales; éste no sólo ha venido ocurriendo en las zonas

12 SAe. 1991. Las nuevas realidades internacionales y sus implicaciones para el sector agropecuario del grupo andino. Revista Naciollal de Agricultllra 894, marzo, pp. 74-89.

13 Aldana, op. cit., p. 89.

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DH SeCTOR AGROPECUARIO y RURAL

de colonización con la destrucción de los bosques naturales, sino también en las áreas

de agricultura comercial como resultado asociado al patrón de cambio tecnológico,

yen las zonas de ladera de economía campesina, donde la exigua inversión en tierra

yen capital y la lucha por la supervivencia obligan al campesino a una explotación

intensa y continua, contribuyendo a generar graves problemas de erosión y de

pérdida de fertilidad del suelo.

En este escenario,

En efecto, el predominio de una tendencia globalizante en la economía mundial

determina un cambio de carácter radical en las políticas nacionales. En el anterior

esquema, bajo la lógica de una economía mundial dividida en economías nacionales,

la política agroalimentaria se construía teniendo en una mano los objetivos propios

de seguridad alimentaria y en la otra los objetivos económicos de competencia y

penetración de mercados externos, que generan estrategias duales, en las que en el

ámbito interno se mantenían políticas proteccionistas, con sus respectivos subsidios,

políticas de precios yen el ámbito externo se pugnaba por mantener a raya las

barreras arancelarias y paraarancelarias de los otros países, en la competencia por

el predominio de los mercados l4 •

En particular,

Durante la década de los noventa, el entorno del desarrollo agropecuario colom­

biano estaba marcado por el modelo de sustitución de importaciones y por el inicio

de la era de la apertura económica. El legado del modelo de sustitución de impor­

taciones queda marcado en la agricultura, en forma de lento crecimiento, en el

deterioro de sus precios relativos frente a productos industriales y en el continuo

bloqueo al encadenamiento hacia adelante con la industria. En esta perspectiva la

agroindustria es la actividad más eficiente para vincular a los agricultores al siste­

ma de mercado. Siendo el trípode sobre el cual se asienta una estrategia de desarrollo

agropecuario: el desarrollo tecnológico, incentivos a la agroindustria y el fomento a

las exportaciones15.

14 Luis Nieto Arango et al. 1998. Plan Estratégico Indicativo de la Ciencia y la Tecnología Agroalimentaria: 1998-2002. Bogotá: Ministerio de Agricultura y

Desarrollo Rural-Colciencias. 15 Adiwasito Ernoko. 2000. Agro: cambio técnico urgente. Portafolio, Bogotá,

13 de diciembre, p. 57.

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SECTOR AGROPEC UARIO Y DESARROLLO RURAL.'

UNA MIRADA INTEGRAL

La anterior política de Estado, en la última década, la corrobora y resume Ramírez l6

;

A iniciativa del gobierno se han adoptado numerosas medidas de política para

alcanzar la renovación y transformación de la economía del país y establecer

condiciones propicias para la concreción de la estrategia de apertura económica. Es

claro que esta estrategia se contrapone al esquema proteccionista de la economía

que se venía aplicando, pues este modelo lleva consigo sacrificar nuevas

oportunidades para lograr un mayor dinamismo de la economía, generar ingresos

y crear puestos de trabajo, al desaprovechar las posibilidades de progreso casi

ilimitado que ofrece el mercado internacional.

Desdichadamente, nada de esto ocurrió, y por el contrario el sector hoy es más vulnerable y está menos preparado para enfrentar dicho proceso, y no podrá obtener mayores ventajas del mismo.

La formulación e implementación de las políticas macroeconómicas, en­tre ellas la apertura económica, que se adoptaron al final de los años ochenta y se profundizaron a principios de los noventa, implicó un cambio radical en el modelo de desarrollo nacional. Si bien tales políticas y programas han empuja­do, parcialmente, a la disminución de la inflación, también han significado un quebranto en la producción yen el empleo, con incremento de la pobreza ge­neral, agudización del conflicto social y armado, en particular en el sector rural.

A pesar de estas circunstancias desfavorables del entorno agropecuario y rural, es necesario reconocer que hay factores positivos vinculados con la ex­pansión del comercio agrícola, a partir de las cadenas productivas, que han ja­lonado un crecimiento sostenido en los dos últimos años, por encima de otros sectores, que ha dado lugar al optimismo. Obviamente, también hay enseñan­zas que deben asimilarse con respecto a la reforma de las instituciones del sec­tor y del Estado mismo, para orientar planes, programas y/o acciones en la producción yen el funcionamiento de los proyectos de desarrollo rural-agro­pecuario y agro industrial, y para hacer más accesibles los desarroHos tecnoló­gicos a los pequeños y medianos productores, con la perspectiva de lograr la reconversión de los agricultores.

Todos estos sucesos han llevado a los estudiosos y especialistas a reexami­nar los enfoques y los prejuicios y a proponer transformaciones e innovaciones

16 Jorge Ramírez Vallejo. 1991. Sector agropecuario dentro de la apertura económica. Revista Nacional de Agricultura 894, marzo, pp. 60-68.

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MARCO /)" IIE]-'ERENCIA y SITUACIÓN ACTUAL

DH SE C TOR AGROPECUARIQ y RUR,IL

significativas en las políticas y estrategias para corregir y mejorar el acceso a los

mercados (interno-externo) y poner en condiciones de competitividad a las eco­nomías rurales. No puede olvidarse que la recuperación del mercado interno tendría mayor repercusión y capacidad de influenciar el trabajo y la producción de un grupo más amplio de agricultores. Se trataría de capacitar y contribuir a organizar a los actores sociales que participan en distintos espacios de la rurali­dad del nuevo siglo y la producción agropecuaria, para construir nuevas for­mas de relacionamiento económico y social que deben ser propiciadas a través de la formación universitaria y especializada, conformando equipos que apor­ten elementos de análisis para la intervención del medio rural. Es evidente que "el mundo rural, también, es clave como mercado, para los bienes de capital y de consumo generados en las grandes ciudades. Del agro depende la seguridad alimentaria, concepto que alerta sobre el grave riesgo en que quedan los países que renuncien a producir la dieta básica de sus pueblos"!?

En la perspectiva de desandar caminos, la SAC ha hecho una buena radio­grafía:

Si bien es cierto que en materia de política comercial tiene validez el avance

progresivo hacia condiciones de liberalización del comercio agrícola, también lo son

los preceptos bajo los cuales se operó. En nuestro país, la apertura económica y la

desregulación del sector no responden adecuadamente a las condiciones de orden

interno y externo que determinan el dinamismo del agro, lo cual explica, sin duda,

la pérdida de rentabilidad registrada en la presente década. De hecho, ningún sector

productivo puede sobrevivir a una crisis de rentabilidad permanente que ha

soportado la agricultura, cuando se hizo caso omiso de los preceptos de selectividad,

integralidad, gradualidad y concertación que se invocaron en un comienzo l8 .

En este sentido es legítimo el reclamo-denuncia de Mallarino!9:

No he tenido noticia de ningún país pobre, que habiéndose insertado en el sistema

económico internacional, haya dejado de serlo, o haya conseguido para su nación

bienestar y desarrollo verdadero, o haya construido una sociedad justa y equilibrada.

Más bien lo que he visto es lo contrario. Los países del tercer mundo se embarcan

17 Jorge E. Robledo Castillo. 2002. Desprotección del campo: cómo se perdió la prosperidad. El Tiempo, Lecturas Dominicales, Bogotá, 3 de marzo, p. 6.

18 SAC. 1998.El desarrollo agropecuario y rural colombiano: consideraciones y propuestas. Revista Nacional de AgriCIIltura 924- 925, pp. 49-62.

19 Gonzalo Mallarino. 2001. ¿Globalización? Portafolio, Bogotá, abril 18, p. 31.

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en estos procesos de apertura internacional desde una posición tal de desventaja y

debilidad frente a los ricos, que éstos los destrozan, los utilizan, los manipulan, y

finalmente, los pierden históricamente.

Ante esta tragedia, ¿qué hacer desde la universidad y desde las facultades de ciencias agropecuarias?

Hasta la Iglesia, en boca de monseñor Pedro Rubian02o, con invocación al Señor y elevando una plegaria, al referirse también a la crisis, reza: "Con con­fianza, como hijos presentamos a Dios, nuestro padre, las dificultades y los su­frimientos del hombre del campo, y no sólo los inherentes al trabajo de sembrar, cosechar y cultivar en regiones aisladas, con la inclemencia del tiempo, sino a los que genera la concurrencia de un mercado que, por distintos procedimien­tos injustos, margina a los productos nacionales y lleva a la ruina a campesinos y agricultores, frustrando la esperanza de recibir el fruto de su trabajo". Y, para sorpresa, hasta el Papa y Saramago coinciden con los tirapiedras de Londres, Was­hington, Praga, Davos, La Paz, Quito, Québec y Doha; el uno protestando por una globalización que estampa su escala de valores sobre el comportamiento, y porque el mercado impone su modo de pensar y actuar; y el otro -en su últi­ma novela, La caverna-, reivindicando la labor manual (ineficiente) del alfarero quien no encuentra oportunidades en los nuevos guetos humanos, los centros comerciales.

A pesar del cúmulo de programas y planes para el desarrollo del agro, és­tos muestran unos pobres resultados y han sido incapaces para rehabilitar al sec­tor. Sin negar que las crisis político-económicas de los países vecinos, en particular Venezuela, han reducido las posibilidades de un intercambio comer­cial de productos agrícolas más dinámico y favorable para Colombia y, adicio­nalmente, los fenómenos de contrabando han hecho más dudosas las expectativas de reactivación.

En conclusión, en las últimas tres décadas el sector agropecuario ha osci­lado entre el dinamismo, el estancamiento y la crisis -la más aguda de todos es­tos años-; varios gobiernos con diferentes énfasis e invocando sus planes y programas presidenciales nos han invitado "al futuro': a "la revolución pacífi­ca", al "gran revolcón", al "salto social", al "pacto social" y al "cambio es ya", pero en general han hecho ajustes que van en contravía de sus propuestas de campa­

20 Pedro Rubiano Sáenz. 1996. Reflexión litúrgica. Revista Nacional de Agricultura916-917,pp.1l-12.

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MARCO DE REFERENCIA }' SITUAC IÓN ACTUAL

DEL S ECTOR AGROPECUARIO Y RURAL

ña e incluyen, entre otras, las siguientes políticas, alternadas de manera cíclica: devaluación-revaluación con su secuela de damnificados: hoy, los exportado­res; mañana, los importadores; reducción de tasas de interés, las cuales casi siem­pre van en aumento; liberación gradual de las importaciones y mayor impulso a las exportaciones; reducción del déficit fiscal y mantenimiento de los equili­brios macroeconómicos (la disculpa para reducir la intervención estatal), me­diante mayores cargas tributarias, adelgazamiento del Estado, eliminación de subsidios y recorte y postergación de inversiones; mayores aportes presupues­tales para sostener e incrementar el sistema de defensa y seguridad pública -no basta recuperar el monopolio estatal del uso de la fuerza, para proteger la vida, la honra y los bienes de los ciudadanos-; reducción de las transferencias a las regiones y aumentos salariales por debajo de la inflación.

En el anterior contexto, solamente es posible comprender la formación y contribuciones de las ciencias agrarias en Colombia, cuando se considera la evo­lución de la industria y el sector agropecuario y el proceso de modernización que vivió y por el cual atraviesa el país, y sus obvias relaciones con la ciencia y la tecnología y su interacción con la universidad, en cuanto formadora de re­cursos humanos calificados, y su decisivo aporte a la difusión, reproducción y generación de conocimiento necesario para el modelo de desarrollo adoptado.

Desaparici6n de instituciones No podría pasar desapercibida una tendencia de los últimos gobiernos

frente a la reducción de la intervención estatal en las diversas actividades eco­nómicas, y en particular en el sector agropecuario y rural, para trasladar esa fun­ción al sector privado, con el pretexto de una mayor eficacia y de reducir el déficit fiscal (disciplina fiscal), lo cual trajo como consecuencia la desaparición casi total de varias instituciones estatales responsables del sector o la reducción de su pro­tagonismo y capacidad de gestión.

La liquidación, fusión y reestructuración de instituciones del Estado es la moda. Se destaca la del Idema, liquidado a causa de su intervención en la co­mercialización de cosechas, la cual resultaba inconveniente porque interfería el libre juego de los mercados de productos agrícolas y porque contradecía el ob­jetivo de la política macroeconómica de reducir el déficit fiscal, mediante la disminución del gasto público. Más que pretender acabar una fuente de corrup­ción, lo que se pretendía era reducir las restricciones a las importaciones, para el logro de metas antiinflacionarias y para buscar eficiencia en la producción

interna, mediante la competencia externa; es decir, el Estado se libera de estí­

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SEC TOR AGROPEC UARIO Y DESARROLLO RURAL:

UNA MIRADA INTEGRAL

mulos directos para la producción. No menos alarmante resulta la nimia expre­sión a que quedó reducido el ICA.

La muerte del Instituto Nacional de Adecuación de Tierras, INAT, también está anunciada, ya que el gobierno ha dejado de creer que los proyectos de rie­go y drenaje constituyen instrumentos eficaces para la creación de las estrate­gias de internacionalización y modernización del sector agropecuario. Los programas de adecuación quedarán en manos de la iniciativa privada; para un sector lleno de incertidumbre serán pocos los dispuestos a comprometer recur­sos para obras de gran envergadura. Otras instituciones, como Ministerio del Medio Ambiente, Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, INPA, DRJ, In­cara, recibirán tratamientos de ajustes, fusiones o reasignación de funciones.

Acercamiento yvisiones de la crisis

Se precisa, no obstante, plantear de manera genérica las visiones, proble­mas y la perspectiva del desarrollo del sector agroalimentario, a pesar del riesgo de que causas y efectos se entrecrucen en un laberinto difuso. No se podrían dar respuestas adecuadas a los problemas del sector agroalimentario, sin identifi­car factores que modelan su actual crisis. De manera representativa se presentan elementos relevantes que igualmente proyectan y complementan la gran pro­blemática de la sociedad colombiana y en particular del sector rural. Estos elementos referenciales resultan imposibles de ponderar de manera más cohe­rente; pero, no por ello deberían dejarse de lado y no considerarlos como componentes para el análisis. En este listado se referencian heterogéneas inter­pretaciones y responsabilidades, que expresan y reflejan las múltiples percepciones o corazonadas de diversos actores, incluyéndome, que han signa­do la problemática actual. El ordenamiento no es jerarquizado ni expresa necesariamente la noción de continuidad, pero sí alta correlación; veamos:

Es evidente que se precisa un análisis integral para comprender, según Ma­chado, "los múltiples factores que pueden enumerarse como causas de una cri­sis que refleja la incapacidad de la sociedad colombiana y de sus dirigentes para entender lo rural como un espacio estratégico en la construcción de nación, de sociedad y de Estado,,21. Y en el mismo sentido agrega, resumiendo:

Entre las causas de la crisis podrían enumerarse:

21 Absalón Machado. 1999. La crisis del sector rural. UN Periódico, Bogotá: 4,14 de noviembre, p. 9.

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MARCO OF. REFERENCIA Y SITUACiÓN AC TUAL

DEL SECTOR AGROPEC UARIO Y RUU,\L

Institucionales: errática orientación de las políticas oficiales para el sector;

inestabilidad en las reglas del juego; descoordinación dentro de las múltiples

entidades públicas y de éstas con el sector privado; centralización de las

decisiones; debilidad creciente del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural;

débil poder de negociación de los productores con las agroindustrias; conflictos

al interior del sector; gremios disminuidos; pérdida de credibilidad y confianza

en las instituciones que regulan los procesos agrarios.

• Económicas: reducción de la protección tradicional a los cultivos, lo que afectó

la rentabilidad; desgravación arancelaria no gradual, sin tiempo para crear

alternativas para los productores no competitivos; alto costo del crédito; altos

costos de transacción de los pequeños productores; disminución de la inversión

pública en el sector rural; tamaño de la propiedad insuficiente en los pequeños

productores para incorporar tecnología y para escalas de producción; atraso

tecnológico; inetlciente articulación con los mercados; y caída de los precios

internacionales de los productos exportados.

• Sociales: falta de seguridad social (salud, pensión, educación) para los habitantes

rurales; debilidad y atraso de las organizaciones y asociaciones de productores

y comunidad rural; reducida movilidad social; desarraigo e inestabilidad de la

población por causa de la violencia; carencia de condiciones de vida digna para

los habitantes (vivienda, servicios públicos, recreación); carencia de una

verdadera política social que se expresa con los peores indicadores de nivel de

vida y de necesidades insatisfechas; y prevalencia del individualismo sobre los

mecanismos de la cooperación y la acción colectiva.

• PoUticas: falta de una visi6n estratégica y de largo plazo sobre la importancia

de la agricultura en el desarrollo, la cual reconozca y valorice lo rural en

términos productivos, de medio ambiente, de ocupación y ordenamiento

territorial y de calidad de vida; falta de mecanismos de representación de lo

rural en las instancias decisorias, centralismo y concentración; ausencia del

Estado en amplias áreas geográficas; deslegitimación de los partidos y carencia

de un proyecto nacional; y carencia de mecanismos de participación.

A pesar de tan bien lograda síntesis de los principales factores que confor­

man la problemática del sector agropecuario y rural, es importante ampliar al­gunos de los elementos antes reseñados, ya que orientarían la búsqueda de salidas concretas.

• La nueva constitución nacional creó un Estado ideal de derechos, junto con diversas estructuras para garantizarlos, sin prever sus costos ni las consecuencias

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SECTOR AGROPECUARIO Y DESARROLLO RURAL:

UNA MIRADA INTEGRAL

de su financiamiento y, lo más frustrante, con avances limitados en garantizar esos derechos. No resulta irrelevante destacar que alguna dirigencia nacional o aque­llos que, supuestamente, ponen a pensar al país, quieren atribuirle la responsabi­lidad de nuestra desinstitucionalización e ingobernabilidad a la famosa y retocada Constitución Nacional del9l, y ven con nostalgia la añeja del 86.

• La seguridad alimentaria: para el análisis de la problemática asociada a la seguridad alimentaria es indispensable reseñar dos variables22

:

La primera es la disponibilidad de alimentos per cápita para consumo humano

directo (o suministros alimentarios per cápita). La segunda variable se refiere a la

distribución de los suministros alimentarios, es decir, dado el promedio nacional

de la variable precedente, qué proporción de la población del país tiene acceso a un

nivel determinado de suministros alimentarios per cápita. Uno de esos niveles

pertinentes para el análisis de la seguridad alimentaria es el de suministros de

alimentos percápita (calorías/día) iguales a 1,55 veces la tasa metabólica basal (TMB);

si el acceso a los alimentos de una persona es inferior a este nivel, el estado de tal

persona puede calificarse de subnutrición crónica.

Aquí vale preguntarse: ¿cuántos de los 26 millones de colombianos clasi­ficados en el nivel de pobreza estarán en el rango de aporte calórico menor de 1.800 calorías/dla o de la TMB? Admítase que entre disponibilidad y distribu­ción median diversos factores causantes de abundantes pérdidas, por la insufi­ciencia de infraestructura de transporte, centros de acopio, energización rural, beneficio y transformación.

Por tanto, la base de toda propuesta y política de desarrollo de los sectores rurales y agropecuario-forestal-agroindustrial-ambiental, debe estar cimenta­da en garantizar la seguridad alimentaria de los colombianos,

conveniente porque ella introduce equidad en la inversión y en el desarrollo sectorial.

El criterio de acceso a los alimentos como uno de los elementos constitutivos de la

seguridad alimentaria, además de la disponibilidad y la estabilidad, requiere que se

adopten medidas a favor de la mitigación de la pobreza. El hecho que la población

que vive en la absoluta pobreza sea incapaz de manifestar plenamente sus demandas

en el mercado, explica por qué pueden coexistir el hambre y los excedentes de

alimentos23.

22 FAO. 1995. Alimentación, agricultura y seguridad alimentaria y la dimensión mundial. FAO.

23 FAO. 1995. La inversión en la agricuLt-ura: evolución y perspectivas. FAO.

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MARCO DE REFERENCIA Y SITUACIÓN ACTUAL

DEL S ECTOR AGROPE " UARIO y RURAL

La claridad anterior se derrumba y no es asumida como una orientación de política, más que agropecuaria, de visión estratégica para reordenar la eco­nomía por el gobierno, el cual considera que las ventajas comparativas del sec­tor agropecuario son amplias y suficientes para dinamjzarlo de manera inercial o bajo los dictados del mercado, como consecuencia de una biodiversidad ge­nerosa, y que por lo tanto sólo es necesario estimular las ventajas competitivas, dejándose seducir o malinterpretando recomendaciones de la FAO, que entran en parcial refutación de lo invocado en los párrafos anteriores, señalando:

Los intentos de alcanzar la autosuficiencia alimentaria son costosos cuando se

realizan en condiciones de desventaja comparativa... Cuando se trata de desventaja

en la competitividad, es decir, desventaja no causada por una dotación y unos costos

relativos de los factores de producción, sino de distorsiones comerciales nacionales

e internacionales, puede ser conveniente apoyar un grado mínimo de autosuficiencia

en los países pobres en recursos, aun cuando los rendimientos de las inversiones sean

más bajos de lo habitual; cuando tal cosa es necesaria, deberá realizarse, con un agudo

sentido crítico, una completa evaluación de las alternativas y una gran sensibilidad

para las repercusiones de tales políticas en la sostenibilidad.

La apertura económica, con su acelerado crecimiento de las importaciones,

tampoco ha logrado garantizar la buena alimentación de los colombianos, ni me­joras cuantitativas en el suministro, colocando en entredicho nuestra autosufi­ciencia agroalimentaria. Se podrá argumentar que, como producto de la pobreza (bajos niveles de capacidad de compra), la inseguridad alimentaria refleja un cre­cimiento insuficiente de la demanda más que de los factores que limitan el au­mento de la producción. Sin desconocer que una serie de factores, que más adelante se indicarán, gravitan para una disponibilidad y distribución adecuada.

Parece olvidar el gobierno que el artÍCulo 65 de la Constitución de 1991 expresa en forma categórica: "La producción de alimentos gozará de especial protección del estado, señalando a su vez estímulos y recursos para la investi­gación y transferencia de tecnología': Es decir, existen los mecanismos legales para impulsar programas de reactivación y desarrollo del sector agropecuario y rural, aun desde la mirada de los servicios públicos.

Es evidente que, "desde que se renunció inconstitucionalmente a la segu­ridad alimentaria y se optó por la importación masiva de las cosas de comer, el pueblo colombiano empezó a recorrer la senda de la amargura, sin término va­ganlente previsto. Como si este hecho no hubiera tenido graves implicaciones

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SECTOR AGROPEC UARIO Y DESARROLLO RURAL:

UN,\ MIR ,\DA INTEGRAL

sociales; a su persistencia nos hemos ido acostumbrando y amañando,,24. Son

innegables los altos costos sociales inducidos por la apertura. Dentro de ese marco de leyes válido reconocer que la nueva reforma tri­

butaria tendrá efectos negativos sobre las posibilidades de superar la crisis del sector, en la medida que se crean y amplían cargas impositivas sobre insumos (Iva, aranceles) y diversas actividades productivas y ambientales, poniendo en peligro líneas de financiación y programas de apoyo, con el consecuente aumen­to de los costos de producción, sumado a la supresión, reducción y fusión de instituciones comprometidas con el desarrollo rural (INAT, INPA, DRI, Incora); lo cual implica también reducción de la capacidad de intervención e inversión del Estado, como garante del bien común en un tema tan sensible. Queda la sen­sación de que ni los amparos legales y constitucionales son suficientes para de­tener la oleada de reformas regresivas .

• La opción por apertura económica o revolución económica, consecuencia de la globalización de la economía y de la formación de grandes bloques económi­cos y comerciales regionales. A partir de y en correspondencia con los cambios en la economía mundial, la economía colombiana está viviendo un proceso de

crecimiento cíclico e inestable que ya se prolonga por diez años, sin que la adop­ción del nuevo modelo de desarrollo dé signos positivos para el conjunto de la economía. La internacionalización de la economía, bajo el amparo del paradig­ma de la competitividad, ha derivado en una política básicamente agroexporta­dora; política que deja de lado a los pequeños productores. A pesar de este gran énfasis exportador, hemos terminado importando residuos y desperdicios de la industria alimenticia. Es innegable que la apertura reduce la protección y es la for­ma como se cambian los incentivos al sector productivo, para privilegiar al sector exportador y desestimular la sustitución de importaciones. Este modelo desco­noce una gran realidad: que la producción de alimentos, en los países ricos, se hace sobre la base de subsidios y ayudas estatales. Subsidios y barreras que sostienen un alto nivel de vida en los países industrializados, pero condenan a la miseria a los campesinos de los países pobres, que no pueden competir.

En esa línea, para justificar la apertura económica, el discurso neoliberal de funcionarios públicos y consultores insiste en las ventajas del libre comercio en el sector agropecuario y magnifica los perjuicios nacionales causados por la protec­ción prestada en los dos o tres productos que han sobrevivido a la avalancha de

24 Abdón EspinosaValderrama. 2001. Menosprecio del mercado interno. El Tiempo, Bogotá: 24 de mayo, pp. 1-19.

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MAR CO DE REFEIIENCIA y SITUACIÓN ACTUAL

Df.'I_ SECTOII AGIIOPECUARIO y RUII,IL

importaciones; argumentan la protección al consumidor con los bajos precios de los productos importados y la necesidad de dar cumplimiento a los conve­nios internacionales, sin importarles el desempleo, la agudización del contlicto político-social y el estímulo a los cultivos ilícitos, los únicos rentables. Con es­tas recetas no es posible ni dable aceptar que se especialice a Colombia en pro­ductos tropicales -que son aquellos que por causa del clima no pueden cultivarse en las zonas templadas, donde se localizan EEUU y los demás países industrializa­dos- porque se agravaría en grado sumo la crisis agraria y general del país. Entre otras razones, porque se perdería una gran área cultivada que, como es obvio, no podría reemplazarse con café, banano y otros productos de su tip025.

Haciendo caso omiso de estos múltiples impactos, Cortés, citando a Ruth Suárez, reseña: "Estos adoradores del mercado recomiendan reemplazar aque­llos productos con los cuales no tenemos ventajas competitivas por actividades alternas. Pero ¿estas actividades alternas dónde están o cuál mecanismo permi­te de la noche a la mañana pasar de productor agrícola a banquero o comer­ciante? Esta libre movilidad de recursos no se da en el sector agropecuario,,26.

Injustificadamente, a pesar de la formulación de propuestas alternativas para cambiar el rumbo de la política oficial,

En el tratamiento de la crisis económica ha habido en Colombia la tendencia a

ignorar las tribulaciones y posibilidades del mercado interno. Puesta en marcha la

política de comprimir la demanda agregada para restablecer el equilibrio de las

cuentas externas y torcerle el cuello a la inflación, ahí quedó anclado el país, de

espaldas a la plenitud de sus efectos ... Tan necesaria como es la política de promoción

y diversificación de exportaciones, en mala hora, abruptamente interrumpida, se

incurre en el error de asignarle la responsabilidad casi exclusiva de sacar de su

postración a la economía colombiana, con absoluto desconocimiento de la función . d' 1dI' 27prImor la e os consumos propIOS .

La apertura económica ha generado una crisis del aparato productivo dedi­cado a las actividades agroalimentarias, y profundizado la crisis de la vida rural, en un proceso contaminante sobre otras actividades económicas; igualmente, lleva zozobra a las tranquilas zonas urbanas privilegiadas convivientes. Y también tie­ne implicaciones como gestora de procesos hegemónicos y homogéneos (la cul­

25 Robledo, op. cit., p. 6. 26 Cortés, op., cit., p. 15. 27 Espinosa Valderrama, op. cit., pp. 1-19.

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SECTOR AGROPECUARIO Y DESJIRROLLO RURAL:

UNA MIRJIDA INTEGRAL

tura global), con sus efectos sobre el empleo, el bienestar, las autonomías regiona­les, la concentración y distribución del ingreso y el concepto de los bienes públicos.

La crisis sanitaria europea refuerza la apuesta oficial por una reactivación o recuperación económica dependiente, casi exclusivamente, de la capacidad de

exportar y ampliar los mercados externos. Claro que en el campo de las rela­ciones internacionales la promoción de la mesa de donantes también tiene su propia agenda como paliativo para mejorar la imagen y conseguir unos euros y dólares más, para así mismo apostarle a la paz.

En un escenario lleno de incertidumbre para la producción agropecuaria, la difusión de la enfermedad y el síndrome de las vacas locas, la aftosa en Euro­

pa y algunos países suramericanos, y el temor que despiertan los transgénicos, parecieran ser la gran oportunidad para el crecimiento del sector y para la pro­fundización en la formación de estos saberes; si bien, de manera coyuntural, esto

comienza a configurarse como una ventaja competitiva para captar esos nue­vos mercados, que darían nuevas opciones; igualmente, se requiere inteligencia de mercados, innovación y ayuda estatal. Y también se debía esperar que sea otorgada la certificación que declara a Colombia zona libre de aftosa ... que por fortuna fue otorgada.

El café, la política cafetera y la coyuntura del mercado actual evidencian

esta realidad y catalizan más los niveles de pobreza y desesperanza de los pro­ductores del campo. Se ha extraviado el rumbo de la antes orgullosa industria cafetera; ya no somos autosuficientes, y el sector da signos de incapacidad de enfrentar la competencia. La producción en otras latitudes, subsidiada a bajos costos de producción, no permite participar de una mayor proporción del mer­cado mundial, compitiendo con precio, cantidad y calidad.

El mercado mundial no es oferta y demanda; es dominante y dominado. Las políticas son para el beneficio de los sectores productivos del dominante. Las políticas y convenios en materia de café, azúcar, banano, flores, ete., así lo confirman. Más que dejarle todo al mercado, como máximo distribuidor efi­ciente de recursos, se precisa identificar y diseñar la institucionalidad y los ins­trumentos necesarios que asignen más equitativamente los bienes y recursos. Para evidenciarlo, basta mirar la arrogancia y prevalencia de los países desarro­llados en la conferencia de la OMe , de Qatar, donde algunos pretendían la in­clusión de una cláusula de protección del medio ambiente en cualquier futuro acuerdo comercial. Cláusulas como esas sólo sirven de pretexto para impedir la entrada de bienes provenientes de las naciones pobres. Este ambientalismo interesado es corroborado, por un responsable de la UE: "El objetivo es subra­

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