PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE CÁDIZ 2016³n-de... · partituras inundadas, con la música sagrada...

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1 PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE CÁDIZ 2016 “En los ojos de mi Amparo” A CARGO DE D. FRANCISCO JESÚS DEVESA MOLINA GRAN TEATRO FALLA 13 DE MARZO DE 2016

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PREGÓN

DE LA

SEMANA SANTA

DE CÁDIZ

2016

“En los ojos de mi Amparo”

A CARGO DE

D. FRANCISCO JESÚS DEVESA MOLINA

GRAN TEATRO FALLA

13 DE MARZO DE 2016

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DEDICATORIA

Al Consejo Local de Hermandades y Cofradías

por confiar en mi persona. Antes de pronunciar mis palabras,

ya doy por hecho que será una Semana Santa irrepetible.

A mi familia y pareja, por montarse en mi mismo tren de pasiones

y compartir conmigo las cruces y alegrías de la vida.

A Noelia y Rosa, porque son lo más sagrado de la familia.

A mis Titulares;

Ntro. Padre Jesús de la Paz y

Ntra. Madre y Sra., María Stma., del Amparo,

Ellos se encargaron de fijar el pregón en el día 13, el número de mi suerte.

A Ntro. Padre Jesús Cautivo, para que siga abriendo senderos hasta donde Él quiera.

Al Stmo. Cristo de la Buena Muerte y María Stma. del Mayor Dolor, mis pilares de

contemplación, rezo y meditación.

A tres amigos especiales: Francisco Moscoso Parra; por servirme de faro y guía.

Ignacio Ortiz Acero; quien me dio la primera oportunidad de sentirme pregonero. Y

Francisco Javier Salido Santos- Meni; por su confianza ciega y desinteresada.

A Cádiz, la ciudad más bonita de occidente.

“AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA”

“La pobreza de Cristo

que nos enriquece,

consiste en el hecho

que se hizo carne,

cargó con nuestras

debilidades y nuestros pecados,

comunicándonos

la misericordia infinita

de Dios”.

(Papa Francisco)

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CAMPANAS DE PASIÓN

Ya se siente en catedral,

el estruendo de la gloria.

Ya resuena en mi memoria,

el sonido celestial

de unas torretas de sal,

de poniente y de levante.

Ya los rezos se hacen cante

pentagrama evangeliario,

ya se viste el calendario

con su traje más brillante.

Ya se siente la ilusión

en la música que suena.

San Severiano se estrena

con campanas de oración,

redoblando la emoción

entre nubes que se alzan,

espadañas que te abrazan

y te dan los buenos días,

contagiando su alegría,

mientras las horas avanzan.

¡Espadañas del Carmelo!

redoblad por alegrías,

y arrojad por la bahía

el sentir del Mentidero.

Que se entere el mundo entero

que al rugir de las campanas,

llegará nuestra semana,

empapada de emociones.

Ya se visten los balcones

con bellas palmas cruzadas.

¡Campanas de salesianos! exclamad con gallardía,

que en tan sólo siete días

se nos irá de las manos,

el sentir más gaditano

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de todo un año de espera.

No corta el mar sino vuela

con su canción del pirata,

ya va la taza de plata

viento en popa a toda vela.

¡Campanas de San Lorenzo!

preparad la sinfonía,

con celeste angelería

desde Armengual hasta el cielo.

San Agustín lanza al vuelo

partituras inundadas,

con la música sagrada

de gloriosos gaditanos,

compositores paisanos

trovadores de la gracia.

Redobla Santo Domingo

allá por Santa María,

torreones que vigían

van marcando los latidos,

y hasta el alma da suspiros

cuando se atisba a lo lejos,

la antesala de un cortejo

y un final desenfrenado.

La cuaresma se ha gastado

como el pie del Nazareno.

¡Mis queridos gaditanos!

se han volado las cenizas,

que besaron nuestras frentes

hace a penas treinta días,

recordándonos que somos

polvo de muerte y de vida.

Nuestro tiempo se ha cumplido,

y el rumor de letanías,

ya lo anuncian los caireles

con badajos que agonizan.

Llega el tiempo de montajes

de limpieza sin medidas,

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en las Casas de Hermandades

y en añejas sacristías.

¡Campanarios de la Palma!

afinad la melodía,

y acercadnos con el canto

la frescura de la brisa,

de un nuevo tiempo de gozo,

de la música y la horquilla,

del crujir de los varales

buscando gloria infinita.

¡Campanas del Caminito!

coread “gloria bendita”

y mostrad por la alameda

la Cruz desnuda y vacía,

para formar el escudo

nuestro trono y nuestra insignia,

Santa Cruz sobre las aguas

defensa catedralicia.

Ya se palpa la emoción

en los nervios, en las prisas,

en los palcos bien dispuestos,

en la rampa y en las sillas,

en las túnicas planchadas,

y en los ritos de familia.

¡Campanas de San Antonio!

regaladnos mil sonrisas,

de almanaques que se cierran

con la cuenta prometida,

colgando de sus campanas

nueva cuaresma cumplida.

Ya se nota en los aromas,

en la flor de buganvilla,

que retoña entre saetas

sobre el leño de la vida.

¡Torreón de San Francisco!

silba fuerte en cada esquina,

anunciando los revuelos

de azahares y felicias.

Repicad desde Santiago

ese que ronda y vigila,

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recubriendo sus torreones

con mantones y mantillas.

Y la torre de San Pablo

ya nos da su bienvenida,

prediciendo la nostalgia

con crepúsculos que abrigan,

con sueños de Martes Santo

entre plumas infinitas,

de romanos penitentes

guardianes de “la tacita”.

Y es que el incienso aletarga

y unifica nuestras vidas,

y nos templa la impaciencia

con los tópicos de vísperas;

capirotes bajo el brazo,

prolegómenos de almíbar,

preludios para la Virgen

¡Sin pecado concebida!

Ya se siente en Catedral el rezo de golondrinas,

surcando cada plazuela

desde Puntales hasta Mina.

Escaparates de fiesta

pasitos de cartulina,

y un cristal dispuesto y presto

para soñar bambalinas.

Ya se palpa en el ambiente

ya se asoma en cada esquina:

en cada puesto de flores,

en cada ramo de orquídeas,

en cada frunce del manto,

en el peso de la insignia,

en la inclemencia del tiempo,

en el sol del medio día,

en balcones adornados,

en el “ tupper” de torrijas,

y en nuestros viernes marceños

de besapié y de vigilia.

Ya se siente la impaciencia

y el tic-tac de siete días,

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que se cuentan a la inversa

en la fe de Andalucía.

¡Ya retumba en la Castrense!

militares campanillas,

bañadas con pan de oro

de una esbelta canastilla.

Cuenta atrás para la gloria

que estalla en candelería,

y en la llama de los cirios;

chorreón de estalactita,

tallada a golpe de gubia

con la gubia de la brisa.

¡Campanas de Santa Cruz!

¡Convento Santa María!,

entonad un Padre Nuestro

de Fray Félix a Botica,

con suspiros de fervores

y devoción infinita.

¡Que se abra el Evangelio!

y surjan evangelistas,

manifestando el mensaje

de la escritura divina;

hecha paso de misterio,

hecha estandarte y bocina,

hecha cíngulo de esparto,

mecido de una cuadrilla,

catequesis caminante,

propagada y difundida.

¡Que se agranden los portones

de la eterna Palestina,

de este Cádiz cofradiero

paradigma en nuestra vida!.

¡Campanas de la Merced!

descorred vuestras cortinas,

hechas con velos del incienso

y aromas de la bahía.

Dejad caer esos bronces

y que atraviesen con prisa,

para dar aldabonazo

último toque y salida,

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a la Semana más intensa

más sagrada y más bendita.

¡Abrid las puertas del Falla!

¡Sólo quedan siete días!,

para ver los campanarios

hecho pura poesía,

repujando atardeceres

entre hosannas y entre vivas.

¡Ondead vuestras banderas

alzad vuestra Cruz de guía,

y haced vuestra fe presente

presente en las cofradías!

SALUDOS

Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo,

Ilustrísimo Sr. Alcalde,

Dignísimas Autoridades, Religiosas, Civiles y Militares,

Sr. Presidente y Junta Permanente del Consejo Local de

Hermandades y Cofradías,

Sr. Director del Secretariado Diocesano de la ciudad,

Hermanos Mayores y Cofrades de nuestras queridas Hermandades,

Sres. Pregoneros de anteriores ediciones,

Mi querida y respetada antecesora, Rosa María Cossi Magaña. Debo

comenzar dándole las gracias por abrirme de par en par, esta

puerta de la literatura cofradiera. Muchas gracias querida Rosa, por

esas palabras todas llenas de afecto y amistad. Hoy, esas

bambalinas de ropa tendida al claro sol de la tarde, que con tanto

arrojo mecían tus palabras el año pasado en estas mismas tablas,

vuelven de nuevo para mecer el aire de mis versos, agradecidos a ti.

Que la Virgen de la Esperanza de tu Hermandad del Amor, te pague

como sólo Ella sabe hacerlo, el interés demostrado con tu

entrañable y cariñoso mensaje de presentación, que Dios te bendiga

pregonera eterna.

Queridos compañeros de los diversos medios de comunicación de la

ciudad. Especialmente los que formáis parte de Onda Luz TV y

Canal Sur Radio.

Sras., y Sres…

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PREFACIO

Aquí estoy Cádiz, asomado a este balcón de vértigos y escalofríos,

para cumplir con el rito, de hacer estallar los sentimientos a modo de

pregón. La cuaresma, ya cruzó su última esquina y fue tornando sus

cenizas, en nuevas fumatas blancas de incienso y aromas primaverales.

Me presento ante ustedes, con tanta ilusión como respeto, para hacer de

la víspera un gozo y de la tradición una Fe sin fronteras.

Yo no he venido al Falla, para serviros una teología precocinada, de esas que terminan siendo una homilía infumable, propia de quienes no estamos cualificados para practicarla. Sólo mis queridos Sacerdotes están llamados por Dios para ejercerla, y no seré yo quien usurpe la misión evangelizadora de nadie.

Yo traigo almacenada en las alforjas de mi alma, aquella doctrina

que aprendí de mis mayores, escuchándoles hablar de Cofradías. Sí, os

ofrezco un poco de literatura cofrade, de la que le leí a mi abuelo

Francisco Devesa, en esos años de inspiración lasaliana, que le llevó a

fundar la Hermandad de la Oración en el Huerto. Traigo una porción de

la elegancia y sabiduría que descubrí en Antonio Llaves y Eduardo Domenech; un trozo de paladar cofradiero como el que percibí de

Leonardo Andamoyo y Manolo Garrido; y toda la condición y el

compromiso constante, de otros cofrades destacados como Rafael Corbacho, Antonio Barrueco, Manuel Fernández o Ignacio Ortiz.

Instituciones de nuestras Corporaciones nazarenas, con las que yo crecí y

con las que quiero empezar este pregón, pues sin sus vidas y obras,

nuestra Semana Santa no sería tal y este pregón, estaría vacío de

sentimientos. Pero entre tantos maestros cofrades, hoy me acuerdo

especialmente de ti, mi querido José Luis Ibáñez. Te lo juré en aquel

apretón de manos de despedida, cuando me deseaste suerte, entre

lágrimas y sonrisas, desde el lecho de tu adiós más consciente y reflexivo.

Estarás en mi pregón José Luis…y efectivamente no me equivoqué, hoy te

siento cerca…probablemente más cerca que nunca.

Traigo, mis queridos cofrades, las lecciones marianas que aprendí

rebuscando entre las capillas de los respiraderos del palio de las Angustias

o aquellas que surqué observando fijamente, los penetrantes ojos de mi

Señor de la Paz. Yo soy de esos que reconoció a Jesús, en el reflejo de un

escaparate, mientras cruzaba lentamente la calle San Francisco, el paso de

misterio del Cristo de la Buena Muerte.

Vengo de la mano de nuestra Patrona, la Virgen del Rosario, a

barrer estas tablas, de todos esos papelillos tan multicolores como

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hirientes, con los que don carnal salpica cada año -entre sombras de

pasodobles y resonancias de cuplé- a esa Semana cenicienta del mes de

marzo, que tanto amamos los cofrades.

Permítanme que les hable de la Semana Santa en todas sus facetas,

ya que en todas sus facetas, se esconde un poco de Dios. Cada cofrade

lleva en sí mismo una Semana Santa distinta y particular, como grabada a

fuego en lo más recóndito del corazón.

En este domingo de pasión, el pregonero viene a renovar de la

mano de su pueblo, su bendita condición de cofrade. Para que el mundo

entero sepa de nuestra disposición convencida y militante, de defenderla -

con nuestra vida misma si hiciera falta, como solemnemente juramos y

protestamos con la mano extendida sobre los Santos Evangelios.

Para ello, seguiré una línea trazada desde el desorden ordenado de

mis sentimientos, uniendo así mi corazón al vuestro. Porque yo vengo a

hablarles de la Semana Santa de todos. La que vives tú desde abajo del

faldón y la que vive él con su hábito nazareno desde el alma de un

cortejo.

Porque la Semana Santa vive donde tu alma la sienta: ¿Acaso no la

sientes en el alma de un pregón, donde los sentimientos se hacen

literatura y donde la literatura te hace divagar con autenticas

experiencias cofradieras? ¿No la sientes cuando la trasera del palio de “La

Amargura” se dibuja en las trompas y trombones de la banda del

Nazareno de Rota? Búscala en el público, en los ojos del que reza y se

santigua en la plaza de Las Canastas, cuando ve bajar –inigualable- al

Señor de la Sentencia. Semana Santa que espejea en el martillo de Adolfo Morera, en un veinte aniversario de capatacía y devoción, por unos

titulares que son faro y guía de Perdón y Rosario.

La Semana Santa Vive en los labios de María, en el pecho lacerado

de la Virgen del Buen Fin y en el puñal que traspasa sus dolores más

furtivos. Siéntela en la Calle de San Pedro, al escuchar las horquillas del

Cristo de la Vera-Cruz. Búscala por Pomponio Mela, cuando la urna del

Santo Entierro cruce sigilosa, los umbrales de la muerte.

La Semana Santa vive donde tu alma la sienta. Pero sobre todo, hoy

el pregonero os pide, que la busquéis en esa Cruz desnuda y vacía, que es

el símbolo del Cristiano. Una Cruz, la de mi Hermandad de la Paz, que

hoy me acompaña y se eleva al viento, para esparcirse en cada calle y en

cada plaza, para que la sigamos – como el propio Cristo nos pidió-

tomándola como brújula en el sendero de la vida.

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La Semana Santa vive

donde viven tus quimeras.

Donde vive tu ilusión

y la Cruz como bandera.

En los ritos de cuaresma,

en albores que se cuelan

sobre el vidrio colorido

de las eternas vidrieras.

La Semana Santa vive

donde tu alma la sienta,

porque su alma y tu alma

son el alma de la fiesta.

Una fiesta que este año

se alzará como bandera,

en la Cruz de un nuevo viernes

de dolores y clemencias.

Cruz de guía de Servitas

que se alzará la primera,

degustando un nuevo sueño

en el día de su fiesta.

Cruz de guía de la Paz

hecha trono en la alameda,

aclamada como insignia

entre olivos y palmeras.

Cruz de guía en la Avenida

despojada y altanera,

con ríos de capirotes

y clamores de saetas.

Santa Cruz de Expiración

que en la Cruz se nos presenta,

marcándonos el camino

hacia la Pascua perpetua.

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Cruz de guía de humildad

que en San Pedro nos espera,

y en San Pedro vuelve a hacerse

Sanidad de cruz austera.

Cruz de guía de las Aguas

hecha cielo y hecha tierra,

en una Cruz de dioramas

y plegarias lastimeras.

Cruz de guía de la Palma

recortada en la caleta,

Cruz de guía en San Lorenzo

de Afligidos y las Penas.

Cruz que anuncia nueva Cruz

de varones y escaleras,

Descendimiento templado

Cruz desnuda centinela.

¡Alzad vuestra Cruz de guía

penitentes de la Cena!

y fundirla en calle Plocia

con la Cruz de Cigarreras.

Todo es fiesta en nuestras calles

celebración que se enreda,

en las cruces de la Sed

peregrinas por Novena.

Cruz de guía en Calle Ancha

Ecce- Homo en nuestras venas,

caminando en ríos de sangre

nuestra sangre cofradiera.

Y veremos florecer

entre insignias y entre velas,

el Amor echando al vuelo

blancas cruces nazarenas.

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Cruz de guía en San Antonio

pilar de plata y maleza,

donde azotan al Señor

con flagelos de dureza.

Cada extremo de la Cruz

norte y sur de nuestras penas,

son los puntos cardinales

que en la pascua se hacen fiesta.

Por el Este Vera-Cruz,

y al Oeste la Sentencia,

Buena Muerte destemplada

tras una Cruz de madera.

Cruz de guía en caminito,

Cruz de guía en Puerta tierra,

hecha huerto de Oración,

por Acacias ya de vuelta.

Cruz ceñida entre las manos

de ese Cristo que azulea,

con la Cruz alzada al viento

Prendimiento en la Alameda.

Ya lo sueñan las murallas,

ya lo gritan las troneras,

¡que la Cruz del Nazareno

se detenga en calle Nueva!.

La Semana Santa vive

donde viven tus quimeras.

En la Cruz de la Piedad

y en las cruces mensajeras.

Tres cruces que abren paso

a Jesús Caído en tierra,

con las cruces de Perdón

que se cruzan entre ellas.

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Cruz de sueños trinitarios

que en el pópulo se eleva,

Cruz de urna de cristal

que se hunde y se reserva.

Se reserva en el sepulcro

de una Catedral vieja,

que en tan sólo algunas horas

será Cruz de pascua eterna.

Cruz de luz y eternidad

Cruz de guía sin fronteras,

¡la Semana Santa vive

en las cruces de mi tierra!

LA SEMANA SANTA EN EL ALMA DE UN PREGÓN

El anuncio de la imperiosa Semana grande, acaba de estallar en el

alma del pregón. Lo que significa, que un trozo de esa Semana de Dios

que se nos avecina, la tenemos ya aquí, en el Gran Teatro Falla.

Quiero comenzar hablándoles del pregón en toda su dimensión. Y

lo haré ajustándome, casi de manera literal, a esa primera vez en la tuve

la ocasión de descubrirlo siendo yo un chiquillo de la mano de mis

padres.

Era sábado, 19 de marzo de 1988. En el Cádiz de D. Carlos Díaz

como alcalde y de D. Antonio Dorado como Obispo, también se daban

cambios importantes en el apartado cofrade. El pregón de la Semana

Santa, se había tenido que pasar al sábado, y el escenario, no sería el Gran

Teatro Falla, pues por temas de reformas, este Teatro donde hoy nos

encontramos, permanecía cerrado.

Lo recuerdo como si de ayer mismo se tratara. Mi reloj marcaba las

doce del medio día y el sol se derramaba sobre la fachada principal del -

ya desaparecido- Teatro Andalucía. Justo en ese momento, hace hoy

veintiocho pregones, daba comienzo la historia más hermosa y

apasionante, que jamás un cofrade haya podido experimentar.

Sí, con sólo seis añitos recién cumplidos, con ambos brazos

extendidos; una mano para mi madre y la otra para mi madrina, respiré

por vez primera las fragancias de las vísperas del gozo, a golpe de versos y

aplausos.

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El Rvdo. Padre Zurita, predicador Carmelita, ponía fin a su

presentación, brindándole su atril a un joven Francisco Moscoso, algo

afónico, aunque desbordado de furor y energías cofradieras. Un pregón,

que recuerdo que empezaba con una dedicatoria que hoy se me antoja

más especial que nunca, decía así: “A mi madre del cielo y a mi madre de

la tierra, porque entre las dos hicieron posible mi fe”.

Hace unos meses, querido Moscoso, se han encontrado tus dos

madres en el mismo orbe celestial que preside ese moreno hebreo de

Medinaceli, en quien Doña Francisca tanto confiaba. Ambas estarán

dichosas no sólo de la fe que te inculcaron a ti, sino de la que por ti,

hemos adquirido los que venimos detrás, siguiendo tus pasos.

Son recuerdos del corazón, imágenes imborrables, fotografías

inéditas que revuelan en mi mente, de aquella primera vez en la que sentí,

cómo la vocación de pregonar, se entremezclaba en la madeja del cordón

de mi medalla.

Desde entonces, aquel cándido infante de ojos azules, que ya vestía

cada jueves Santo, el hábito penitente de la Hermandad de su abuelo, le

juró amor eterno a ésta tribuna de versos, y fidelidad perpetua a todas las

Hermandades de ésta ciudad. Desde aquel 19 de marzo de 1988, comencé

a soñar con ser algún día elegido pregonero de la Semana Santa de mi

tierra.

Por ello, quiero aprovechar esta ocasión inmejorable, para

congratularme con todas esas personas y Hermandades, que en algún

momento apostaron por mí en calidad de pregonero.

En primer lugar quiero dar las gracias a la valiente Permanente del

Consejo, quien se ha arriesgado por segundo año consecutivo, en poner

ante el estrado a otro joven cofrade, para cantar las grandezas de nuestra

Semana Mayor. Gracias a Martín a Juan Carlos, Romero Freire, quienes

apostaron desde el primer día por el nombramiento de este humilde

gaditano.

Gracias a mi familia. Hoy, como aquél sábado de los ochenta,

vuelvo a extender mis brazos para volver a abrazar, tanto a mi madre

como a mi madrina, porque ambas -cada una a su manera-, están aquí en

el Teatro. A mi padre, para quien no tengo palabras ni pinceles que

lleguen a manifestar mi admiración por él. A mi abuela - quien escucha

atentamente estas palabras, desde la privilegiada tribuna del cielo, en

compañía de su mulato milagroso San Martín de Porres-. Gracias a mis

hermanos, sobrinas, cuñados, pareja y amigos… gracias a todos, por

montaros en mi mismo tren de pasiones y delirios.

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Como no acordarme de todos esos amigos que me vieron en este

atril, mucho antes incluso que yo mismo: Gracias a Pastora, Mila, Chari,

Fran, Torrejón, Lulu, Pablo… pero sobre todo a ti, Moscoso, a quien hoy

tengo el gusto de saludar como Pregonero de las Glorias de Cádiz. Te doy

las gracias porque tu fuiste el que sin conocerme, me contagiaste éste

veneno que es, el de rimar los sentimientos y lanzarlos al viento. Gracias a Ignacio Ortiz, mi Hermano Mayor de la Paz, quien me

ofreció cuando tan sólo tenía 24 años, el primero y más difícil pregón de

mi vida, el pregón de esa Virgen que me hace rezar cada día,

premiándome con su Amparo.

Por último, y no por ello menos importante, a todas esas

Hermandades y cofradías, de Cádiz y de fuera de Cádiz, que en algún

momento llenaron sus proclamas de cultos, con el apellido de éste

humilde pregonero, como portavoz de sus propias devociones. Sin sus

nombramientos como aval, este pregón no sería posible.

He venido a pregonar

las pasiones de mi tierra.

Un pregón de Paz y Amparo,

un pregón que se renueva

en la voz de un nuevo joven

de corriente y brisa fresca.

Un pregón para el quinario,

un pregón que en la cuaresma,

pregona cultos y altares

depurando las conciencias.

Un pregón para el florista,

un pregón hecho saeta,

un pregón para el que viste

su túnica nazarena,

como mortaja y sudario,

como eterna compañera.

Un pregón para el reparto

del control y papeleta,

un pregón para los niños

que en el cortejo se estrenan.

Un pregón para la calle,

para balcones y aceras,

colgaduras que recorren

lo oficial de la carrera,

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un pregón para los palcos

y una rampa sempiterna.

Un pregón de bambalinas,

de faldones y crucetas,

de una plaza abarrotada

de trípodes y escaleras.

Un pregón para las bandas,

para el solo de corneta,

un pregón para el que luce

de corbata y de chaqueta.

Para las tardes de marzo,

para las noches en vela,

para el que limpia la plata,

para el que funde la cera,

para esos cargadores

que bajo el palo se entregan,

con el arte y el compás

de esta tierra marinera.

Un pregón “pal” pregonero

para el que uniendo sus letras,

consigue llegar al fondo

de su gente y de su tierra.

¡He venido a pregonar

y a entregar mi vida entera,

a este escenario de lujo

que derrocha primavera,

y me embriaga de emoción

y me colma de quimeras ,

por sentirme portavoz

de mi gente cofradiera,

pregonero de este Cádiz

de tradición nazarena!

LA SEMANA SANTA EN LOS OJOS DEL PUEBLO

Y cuando a este pregón le caiga el telón, entonces todo lo escrito y

todo lo cantado, se hará realidad tangible y palpable. La Semana Santa se

hará Templo del Carmen, se hará mirada inocente de esos niños que en

sus graciosos andares -entre palmas y olivos-, buscarán sin cesar a sus

padres y familiares en la masa del público.

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El público, porque si hay un protagonista en esta fiesta, después de

nuestros amantísimos titulares, ese es el pueblo; «la Pietas populi».

Porque nuestras Hermandades, no son más que unas nutridas e

históricas manifestaciones de fe, que sin su gente por las calles, sería un

ente muerto e inservible.

Las esquinas de los pasos, son como el lomo de un barroco libro

abierto, de donde brotan sus letras, convirtiéndolas en todo un grupo

escultórico y pasional. Cada calle guarda un misterio de las escrituras,

porque las escrituras se hacen calle y paso de misterio, al llegar Semana

Santa.

Y aprenderemos a dialogar con esas imágenes sagradas que se salen

de los misterios, para ofrecernos una nueva catequesis, un nuevo pasaje

de la pasión, un nuevo credo difundido y popular.

Así nos mirará San Juan Evangelista -la primera imagen de la

Semana - cuando asome bajo el dintel carmelitano, tirando del

privilegiado jumento que soporta el peso de Dios: ¡Bendito el que viene en

nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo! Benditos diálogos de aquellos doce discípulos, que se nos quedarán

mirando desde el Compás de Santo Domingo, haciéndonos participe de la

Cena más vital y Sagrada de todos los tiempos. Y a mitad de la calle

Sopranis, se levantará Mateo – como fiel evangelista- y buscándonos entre

la muchedumbre, exclamará: “Venid gaditanos, venid al banquete Santo.

Participad de la fiesta del Señor. Los que tienen hambre quedarán

saciados. Los que tienen Sed, se saciarán por siempre. Venid a la fiesta de

Cristo por las calles gaditanas, venid a la Sagrada Cena de Dios”.

Son los guardianes de la pasión, encargados de representarnos la

historia: evangelistas, soldados romanos, las santas mujeres, los santos

varones… imágenes que entrarán en conversación constante, con todo un

pueblo entregado y dispuesto.

Y amanecerá un nuevo Domingo de Ramos, con sones de cornetas

por el barrio de San José.

Domingo de oleajes en el ambiente; de trajes azules, de pirulís y

arropías, de brumas infinitas que saben a incienso. Domingo de plumas al

viento y ciriales inclinados; de una calle Poeta Nieto, que retendrá sobre la

cal de sus edificios, las sombras imborrables de ese vecino Cautivo,

rescatado y trinitario, que se asomará entre las hebras de un sol josefino,

para saludar a su buena gente salesiana.

Domingo de colgaduras granates engalanando los balcones, de la

Avenida Andalucía camino de Catedral. Blancos penitentes que en su

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largo itinerario, con sus cíngulos de espartos y cirios al cuadril,

precederán a un soberbio misterio que avanza desapaciblemente,

meciendo su sarga morada y arrancada, al compás –milimétricamente- de

su soga prisionera. Y será el nuevo sayón, uno de los verdugos que llevó a

cabo la pena a la que fue condenado el maestro, el que se nos presente

como nuevo vecino gaditano, desde el paso de misterio. Y sin perdernos la

vista, se dirigirá a todo un pueblo agitado y exclamará desconcertado:

“éste que viene camino del patíbulo, no es como lo pintan. Lo he sabido tan solo al mirarle a los ojos. Se han mofado de Él, como si de un loco se

tratara. Lo han insultado en cada esquina, le han silbado porque no creen

en su palabra. Trátenlo con AMOR porque todo es AMOR en su semblante…”

¡ Hasta herido y golpeado

tiene porte en sus pisadas!

Viene sudando su muerte,

lleva azotada su espalda,

lleva abrojos y espinos

atravesando su cara,

coronando su cabeza

con la burla y con la chanza.

Pero algo tiene Cádiz;

algo desprenden sus playas,

que al olor de la marea,

la pleamar se desamarra,

vaporizando sus sales

como antídoto en el alma.

Cuanto mayor es el daño

más finura y elegancia,

se derraman por los pliegues

de su túnica sagrada.

¡Hasta herido y golpeado

tiene porte en sus pisadas!

Y no hay dolor que lo hunda,

y no hay silbidos que hagan,

que su cuerpo desfallezca,

ni que acorte sus zancadas.

A pesar de sus heridas

algo tiene en su mirada,

que trasmite paz eterna

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y alianza salesiana.

Algo tiene en sus andares,

algo tiene que desata,

a esos buenos cargadores

que van sobrados de casta,

en un trayecto de gloria

de ida y vuelta sobrada.

¡ Hasta herido y golpeado

lleva a Cádiz en su alma,

en sus manos siempre abiertas

y en sus eternas pisadas!

Imágenes de la pasión, juglares de la historia, que recorrerán toda

la ciudad, haciendo del Evangelio una realidad patente.

Y marcharemos a la Plaza de San Francisco. Se preguntarán los

naranjos: ¿qué tendrá este Lunes Santo, que hasta se están multiplicando a

manojos nuestros brotes de azahar…? Y el murmullo, formará parte de

las ansias y la espera. Y otra vez la primavera, se hará túnica y antifaz;

Cruz de guía y bandera franciscana; cirio tiniebla goteante…

Y el pueblo asistirá, así como el propio pueblo judío, al mismísimo

escenario de la pasión del Señor. Porque el pueblo es parte y tribunal. Es

música de ambiente. Es aplauso distinguido y chorreón de petalada al

paso de Ntra. Señora.

Si se fijan, el Simón de Cirene, que soporta el peso de la Cruz

alborea del Nazareno del Amor, no solo lo está mirando a Él. El Cirineo

también se dirige al pueblo. Dialoga constantemente con los gaditanos y

entre gestos y miradas, nos invita a seguir la estela, del divino redentor:

Y un diálogo constante

renacerá desde el pueblo,

conversando con Simón

hecho voz del Evangelio.

Un mensaje de fervor

de aquel ayudante eterno,

explicará el dolor de Cristo

bajo el peso del madero.

Y hoy que soy el portavoz

hoy que soy el pregonero,

resumiré sus palabras

encarnando al Cirineo.

21

Dijo así, con ronca voz

bajando Arquitecto Acero:

-

“Me ofrecí para ayudarle

porque aquel hombre tan bueno,

me transmitió puro amor misericordia y afecto.

Esta cruz que lleva encima nuestro blanco Nazareno,

hoy la llevo yo en mis brazos

para calmar sus desvelos. Yo quisiera gaditanos

explicaros que el madero,

no le pesa por sus nudos no es molesto por el viento,

es doliente porque en él

sabe Dios que está su pueblo, crucificado de muerte

con sus temores y miedos. Por eso a ti cargador

cargador del nazareno,

que no te pese su amor

que su amor es por su pueblo.

Que no te pese la horquilla

querido “maniguetero”, porque en ella está el latido

del corazón más sincero.

Me ofrecí para ayudarle porque en la Iglesia lo vieron,

suspirar por éste Cádiz del dolor y el desempleo.

Lloró por la juventud

de la droga y el veneno,

juventud perdida y mustia

de los vicios más extremos.

Suspiró por la igualdad, el abuso en los colegios,

las mujeres maltratadas,

la salud de los enfermos. Justo antes de salir

22

en la oscuridad del Templo,

lo vieron besar su cruz

temeroso y prisionero. Por eso cargo sus penas

porque sé que es verdadero,

lo que dice su semblante desolado y sin aliento.

Yo quisiera gaditanos que a pesar de los momentos;

de mecidos y folclore,

de petaladas al viento, de saetas en su nombre

y levantadas al cielo,

aplaudáis de corazón por su esfuerzo siempre eterno,

de llevar su larga cruz

velando por nuestro pueblo. Porque sé que cuando Cádiz

se lo encuentre en Palillero, con los sones de su marcha

que compusiera Guerrero,

aplaudirá su llegada

y en ese aplauso sincero,

mi Señor se hará más fuerte

mi bendito nazareno. Nazareno del Amor

¡Que no te pese el madero

porque Cádiz quiere ser tras tu paso de requiebros

la tarde del Lunes Santo tu sirviente Cirineo”!

LA SEMANA SANTA EN LA CALLE DE LA AMARGURA

Hay una mística calle en Cádiz, que pase el día que pase, a la hora

que pase y sea cuál sea mi destino, siempre me hace pensar, que algo así

tuvo que ser la vía dolorosa que cruzó el maestro, camino del Gólgota.

Porque después de tantos Domingos de Ramos reencontrándome allí con

la Amargura, y después de tantos Lunes Santos reencontrándome allí

mismo, con la Soledad, no me queda más que interferirme en esa vía

23

atormentada, en la que -recíprocamente-, tanto Jesús como su Madre,

sintieron amarguras al mirarse y soledad al despedirse.

Por eso San Pedro al llegar la primavera, le cambia el rotulo a su

calle, para convertirla en un autentico viacrucis de Amargura y Soledad.

Y pasará Cristo varias veces, en distintas apariencias. Porque Cristo

aparece y desaparece, se crucifica y se desclava, para que sean nuestras

mentes, las que ordenen el precioso desorden de su desconsolada pasión.

Y pasará su sombra por nuestra vera, cuando ya sea castigado con

la carga de su cruz, y se oriente lentamente, al mismo monte calvario.

¡Pero que grande es la religiosidad popular y cuánto nos enseña con sus

benditos dioramas! Allí, nos quedaremos en el sitio y sin movernos,

asistiremos a una clase magistral de la vida, viendo cómo tres vecinas

hebreas, aplacan el Mayor Dolor de Cristo, enjugándole el sudor y la

sangre de su divino semblante. Una Hermandad que nos resume en tres

anónimas mujeres, cómo se encontraría esa calle de la Amargura, al paso

de Jesús.

Porque por allí circularían ancianas que verían en Jesús, la misma

imagen de un hijo, que va camino del patíbulo. Por allí andarían jóvenes

mujeres de su misma quinta y edad, que verían en Él, a ese hermano, a ese

amigo conocido o a ese esposo recluso y cautivo, condenado a pena de

muerte. Caminarían por allí chiquillas inocentes, que verían en su figura,

herida y arqueada, la silueta de aquel padre castigado por la justicia.

Las tres edades de la mujer, las tres etapas de la vida. Tres maneras

diferentes, que la Hermandad de Sanidad nos enseña, para interpretar,

según nuestras edades, la pasión de Jesucristo.

Y en ese mismo marco, el aliento de Dios Padre, se crucificará por

nosotros, en el cuerpo gélido y cadavérico del Rey de Santiago. Por allí

cruzará el Señor, apagado y dormido sobre el camastro de su Cruz,

divagando entre sueños de roncas cornetas y ásperos tambores.

No se pierdan ni un detalle,

por San Pedro el Martes Santo.

Cuando el cielo se haga manto

de ocaso preso en el valle,

sin movernos de la calle

se cruzará la humildad,

hecha Cruz de humanidad,

en calvario velatorio

Lágrimas del purgatorio

Consolación y Piedad.

24

A decir verdad, nuestra tacita de plata, es tan recoleta y misteriosa,

que toda ella se convierte en algún momento de la semana, en la autentica

vía dolorosa del Señor. ¿O es que a caso no se convierte San Severiano, en

ese huerto del olivete, donde Cristo desahoga su alma, reclamándole

clemencia a su Padre? Yo puedo aseverarlo, porque además soy vecino de

aquella feligresía. Y no hay película famosa, ni actores tan exactos, como

esas sagradas imágenes que Manuel Ramos Corona y Luis Gonzalez Rey,

crearon para representar, aquel momento escrito de la pasión.

Y un año más, mezclaremos la historia con esos anacronismos

consentidos, que sólo entendemos los cofrades. Porque sólo así se entiende

una historia tan remota, en una sociedad tan desarrollada y moderna

como la nuestra. ¡Benditos anacronismos que nos conducen a la gloria

con el sonido de los flashes parpadeando efímeramente, en el rostro

sudoroso y sangriento del Señor! Anacronismo rutilante, es ver a Jesús en

su Oración en el Huerto, con un moderno y novelesco pirulí de fondo,

que emociona y enamora, a todos los que llevamos a gala vivir en “Puerta

de tierra”. Anacronismo de belleza extrema, es el rostro de una Virgen

niña, que tiene un alma tan diestra y veterana, como la más madre entre

las madres. Y es que “La Señorita de Puerta de Tierra”, enclaustra una

belleza en sus parpados tronchados, que hasta el alma me enamora,

cuando la veo cruzar, zalamera, por las calles de mi barrio.

«Dijo el sol que ya era hora

de encender la devoción.

en un barrio que atesora

el perfil de una Señora

providencia en mi oración.

Bañó de luz su mejilla,

y hasta el rostro se encendió.

Y una suave gargantilla

derramó por su mantilla

y en su pecho la frunció.

Dio retazos de blancura

con claros tonos de luz.

-Descúbrase la guapura-

dijo el sol con su hermosura

hecha piropo andaluz.

25

Mediadora universal

coalición en toda guerra.

Que tu mirada me encierra

con tus aires de juncal

Señorita en Puerta Tierra.

Eres luz del cargador,

eres mi eterna vecina,

Jueves Santo de fervor,

suplicante y soñador

singladura beduina.

Y en el alma del pregón

eres soplo de mi infancia,

vuelta esquina de elegancia,

de infinita evocación.

Dulce valle de ilusión,

cáliz de amor y alianza.

Eres Gracia y Esperanza,

mi cuna de devoción».

Otro tramo gaditano de la ruta del dolor, es la esbelta Calle Sagasta.

Y eso lo palpamos cuando esa misma tarde del Jueves, la brisa se viste de

sedas moradas y azules, y cien cuchillos apuñalan el viento,

contemplando emocionadamente, la aflicción de Jesús, ante el

Desconsuelo de su Madre.

Y de nuevo Cádiz, se convertirá en la misma tierra de Cristo. Por

ello iremos en su busca, y justo en la confluencia de Sagasta con Hospital

de Mujeres, descubriremos y nos extasiaremos, con el inigualable grupo

escultórico de Peter Sterling. Dos corazones fusionados - Madre e Hijo-,

encarnando el dulce nombre de Jesús.

Porque la ciudad entera

se hace vía dolorosa.

Cada barrio es una rosa,

cada calle y cada acera,

cada luz que reverbera

en los ojos de la mar,

es un modo de rezar

26

e invocar a Jesucristo,

tan verdad como que existo

Dios habita “Armengual”.

Lleva suelta su melena

por “Sagasta” y “compañía”,

y en la Cruz de su agonía

lleva afligida una pena.

Porque no hay mayor condena

que intercambiar la mirada,

con tu Santa Madre amada

sin poder parar el tiempo,

maldito sea el contratiempo

de encontrarse en la explanada.

A la orilla del dolor

se condensa el desconsuelo,

con llantos de terciopelo

y suspiros de fervor.

Pero hay un soplo de amor

en los ojos de María

lleva visos de alegría

a pesar de estar llorando

su hijo la está abrazando

camino de recogía.

Porque la ciudad entera

se convierte en Tierra Santa.

La bella escondida canta

como guardia mensajera,

la pasión más lastimera

del Divino Redentor,

que afligido de dolor

se despide en el quebranto

de un doliente Jueves Santo,

cofradiero y con sabor.

Bendita sea mi ciudad;

bendita vía dolorosa,

bendita la causa hermosa,

27

¡que no fue casualidad!

que se fueran a encontrar,

cogiditos de la mano.

Fue designio soberano

de la Virgen a conciencia,

quiso calmar su dolencia

en el reino gaditano.

Y si hay un Reino por antonomasia, en esta noble y heroica ciudad,

ese es el reino que palpita noche y día, en el barrio que lleva el mismo

nombre de la Virgen Santa María. Un humilde arrabal situado a orillas

del mar del Campo del Sur, que bien podríamos identificar, con la

verdadera tierra de Cristo. Sí, Cafarnaún. Un pequeño pueblo costero, que

Jesús escogió para realizar la mayoría de sus milagros y enseñanzas. Por

ello, cada vez que releo en los diferentes pasajes evangélicos, los

diferentes milagros que hizo el maestro en ese rincón de Tierra Santa, no

puedo dejar de acordarme de ese barrio gaditano, donde vive Ntro. Padre Jesús Nazareno.

Nos encontramos en un año especial para la Hermandad. Un año

muy significativo para todos los gaditanos. Pues en Cádiz, todos tenemos

nuestra particular devoción, pero a todos nos une nuestro fervor al

Nazareno. Un año en el que la Hermandad celebra el 400 Aniversario de

la llegada al Convento. 400 años de milagros, de asistencia a sus vecinos

y entrega a la ciudad.

En Cafarnaún tuvo lugar el milagro del stater en la boca del pez. Al

igual que muchos vecinos humildes del barrio de Santa María, se ponen

en manos de Jesús cada viernes, porque no tienen para llegar a fin de mes,

Simón Pedro, -que tampoco tenía con qué pagar los diferentes impuestos

de ayuda al templo israelí-, solicitó clemencia al maestro, y cuando llegó

la hora del pago, un misterioso prodigio hizo que de la boca de un pez,

brotara una oculta y brillante moneda.

En Cafarnaún se produjo la curación milagrosa de un

endemoniado; la curación milagrosa de la madre de Pedro-en-ley, la

curación milagrosa de muchos enfermos que al igual que ocurre hoy en

Santa María, ofrecían sus cabellos como agradecimiento, si por manos de

Jesús, quedaban sanados.

Cuando vuelvan a subir al camarín de Jesús Nazareno, y vean los

exvotos de sus fieles vecinos rodeando su silueta, o esos anónimos

papelitos doblados en la rendija o grieta de su peana, entenderán mis

palabras.

28

¿Os habéis preguntado alguna vez, por qué en el panel de exvotos

de Santa María, nos encontramos a diario con muletas, trenzas o con

pequeñas fotografías de niños, niñas y demás familiares…? Pues por

dicha semejanza entre ambas tierras de Dios. Porque en el Cádiz del siglo

XXI, se siguen produciendo divinos portentos, como en el Cafarnaún del

año XXX de nuestra era. Curaciones milagrosas de paralíticos; la curación

milagrosa de aquel hombre con una mano seca -que nos cuenta el

Evangelio-, o el milagro y la resurrección de la hija de Jairo.

¿Quién dijo que los milagros eran cosas de tiempos pasados? Fíjense

si son actuales, que al igual que en Cafarnaún hizo Jesús que un ciego

recobrara la vista, también en nuestra ciudad, -hace algunos meses- el

Nazareno hizo que uno de esos vecinos que tenían ciegos los ojos de la fe,

de esos que renegaban de su nombre y de su icono en la cruz, recuperara

la visión del alma – aunque solo fuera por un instante- y recibiera sobre

su pecho, la medalla corporativa de la Hermandad. Obra y milagro del

vecino más antiguo del barrio de Santa María.

Por ello, queridos gaditanos, la Semana Santa también vive en el

barrio de Santa María. Porque el barrio lleva 400 años viviendo estas

historias, que son las mismas historias que cuentan las sagradas

escrituras.

Y en justa correspondencia, la semana que viene, al igual que los

vecinos han estado durante todo el año, -viernes a viernes- yendo al

Templo en busca de Dios, ahora será Dios, el que vaya en busca de sus

vecinos, por las diferentes calles de la ciudad. Entonces…

La calle se hará convento

cuando el Rey de los Cristianos,

asome en “Jabonería”

la tarde del Jueves Santo.

Se harán retablos las torres

las estrecheces del barrio,

talladas con santa gubia

del dolor y del quebranto.

Porque el barrio más humilde

más artista y más gitano,

se hará santo presbiterio

y crucero enamorado,

de su Cruz de vida eterna

Santa Cruz de los parados.

Cada hogar y cada puerta

29

se harán eternos sagrarios,

cuando surja su silueta

visitando cada patio,

con la bella Magdalena

cogidita de su brazo.

La calle se hará convento

y el convento desertado,

se hará nostalgia infinita,

camarín abandonado,

sacristía sin aliento,

hermandad sin sus hermanos.

Quedará el convento sólo

con la ausencia en el retablo,

del vecino más antiguo

más humilde y más humano.

La Iglesia será la calle

y el gentío irá soñando,

entre gritos de silencio

y rezos encadenados.

La calle se hará convento

entre muros “lasalianos”,

llegando a “San Juan de Dios”

el único Alcalde Santo,

Regidor y Gobernante

de su pueblo gaditano.

Y en la calle “La Pelota”

echará su escapulario,

sobre un mar de tempestades

bendiciendo y ensalzando,

a esos que cada viernes

acuden a visitarlo.

Y volverán las miradas,

y volverán los quebrantos,

y volverá su misterio,

y volverá a emocionarnos

su perfil inconfundible,

con su espalda y pelo largo.

Y volverán las plegarias,

y volverán los aplausos,

y volverá a repetirse

30

la tradición en sus manos,

al llegar a “Catedral”,

elegante y soberano.

Volverán a repetirse

cada rito y cada acto,

con la hilera de recuerdos,

de nuestros antepasados.

La calle se hará convento

de vidrieras y de claustros,

de aceras reclinatorios

en el túnel de “Santiago”.

“Candelaria” y “Montañés”

se harán estación de paso,

en todas las casapuertas

cual viacrucis implorado.

Y allí estará “El Palillero”

como pulpito sagrado,

camarines los balcones

tabernáculos los palcos.

Y el viento querrá quedarse

en su rostro ensangrentado,

para secar sus heridas

con la brisa y con el manto,

de la noche más intensa

y hermosa de todo el año.

Por “Novena” y “Calle Ancha”

“San José” estará esperando,

y otra vez en “Plaza Mina”

el levante irá soplando,

despeinando esa melena

que lo hace tan humano.

La Calle se hará convento

para el Rey de los gitanos,

presente en los azulejos

repartidos por el barrio.

Calle “Tinte” es otro altar

es otro altar dibujado,

con la escala y la medida

de su cuerpo y de su paso.

Y el altar de “San Francisco”

31

de azahares exornado,

en las jarras cinceladas

sobre troncos de naranjos.

¡Qué convento más enorme

tiene Cristo en su regazo!,

Tiene credencias y altares

desde “Nueva” hasta su barrio,

y una pila bautismal

que conserva el atlántico,

para bañar a los hombres

con el agua del Cristiano.

Cuando va de recogida

y lo esperan los gitanos,

llegando a la “Cárcel Vieja”

“Campo del Sur” gaditano.

Porque de nuevo Jesús;

el que camina descalzo,

el que nos da su talón

todos los viernes del año,

el que no mira, y te mira

cuando tú lo estás buscando,

el de las colas de fieles

que dan la vuelta al retablo.

El que frenó la epidemia,

el que vieron caminando,

aquella noche de julio

entre rezos coreados.

El que nos quita las penas,

el que nos llena de encanto,

el que pudo calcinarse,

pero nunca fue quemado,

en las continuas revueltas

del Cádiz republicano.

El que asomó bajo un pozo

un dieciocho de marzo,

en el portal veintidós

de la calle del milagro,

gloriosa calle “Botica”

del corazón de su barrio.

Ese que a todos nos colma

32

de bendición y entusiasmo,

volverá a estar presente

en la estrechez de su barrio,

con su zancada de gloria

con su cayado de mando,

con María Magdalena

tras la sombra de sus pasos.

¡Porque de nuevo la calle

se hará convento y sagrario,

para Jesús Nazareno

la tarde del Jueves Santo!

Por eso, cuando el reloj del Jueves Santo sitúe sus manecillas al

límite y despidamos la trasera del paso de palio, de María Santísima de los Dolores, las campanas enmudecerán y Dios, se hará presente en el

Monumento. Porque también nuestra Semana Santa vive en ese

Monumento catedralicio, que como ya dijera el insigne Rodríguez Buzón,

es el primer altar de la ciudad y el primer “paso” de todos sus cofrades.

Y otra vez, el estruendo popular se echará a las calles, en el

repeluco de las altas horas de la noche, para presenciar la salida de la

Hermandad de Medinaceli.

Cuando el ocaso florezca

y el silencio nos invada.

Cuando tan sólo las toses

y el racheo de alpargatas,

se distingan por Fray Félix

bajo la noche estrellada.

Cuando todos los relojes

den el toque de campana,

anunciando la salida

de aquel moreno de barba;

de pelo largo encrespado,

y las manos amarradas.

Será síntoma y anuncio

será la prueba más clara,

de que un nuevo Jueves Santo

se deshace y se desangra.

Será que a paso de horquillas

se consume la jornada,

33

despertando poco a poco

el viento de madrugada.

Cuando el silencio se estampe

en el centro de la plaza,

un revuelo de angelotes

trinitarios por la gracia,

anunciarán la salida

entre siseos de plata.

Y otra vez la tradición

repetirá las estampas,

con el eco del megáfono

derramando sus plegarias.

Y al llegar al azulejo

cruzará la Opera sacra,

de “Miguel Laínez Capote”

sombreando la fachada.

¡Cristo de Medinaceli!

el de las manos atadas,

cuando el ocaso florezca

y el silencio nos invada,

seguiremos tu silueta

para besar tus pisadas.

Y al perderte de la vista

cuando tu cuerpo se vaya,

dejarás por penitencia

toda una estela trenzada,

de ofrecimientos votados

y promesas consumadas.

Cuando de nuevo se cumpla

la tradición esperada,

de ver salir por las puertas

entre varales de plata,

la Sagrada Trinidad

en la Virgen encarnada.

Será el mismísimo Juan

evangelista quien vaya,

fortaleciendo sus males

tan sólo con su mirada.

Con la mirada de un hijo

con la mirada cansada,

34

del discípulo prefecto

que nunca mengua ni falla.

Cuando el ocaso florezca

y el silencio nos invada,

sentiremos con tristeza

el final de una semana,

tan Santa como efímera

tan fugaz como precaria.

Y el silencio de la noche

volverá de madrugada,

crepitando entre varales

y entre caireles de plata.

Y hasta el arco de La Rosa

se hará dosel de esmeraldas,

para guardar en sus piedras

entre “ostioneras” plegarias,

la piedad más populosa

la piedad que nunca falla,

la piedad de todo un pueblo

bajo sus manos atadas.

LA SEMANA SANTA TRAS UN ANÓNIMO ANTIFAZ

La pasión de Cristo, respira dentro y fuera del bullicio. Desde la

acera, brotará la Semana Santa del folclore y la tradición, pero desde

dentro, un río de capirotes defenderá la Semana Santa de la oración y la

penitencia.

Se me vienen a la mente tantos y tantos penitentes de siglos, que

han cimentado una Semana Santa única e incomparable, con el simple

gesto de revestirse de Cristo y seguir su Santo sendero. Nazarenos

anónimos que siguen siendo cada año la estampa viva de la Fe y la

religiosidad de todo un pueblo. Porque son ellos los que desde el silencio y

el anonimato, hacen posible cada año, el prodigio de nuestro rigor

cofradiero.

Cada año más parones, más ajustados los horarios, más exigencias y

más ignorado, pues parece que todo es siempre más importante, que

nuestro hermano de fila. Sin embargo sigues ahí, en ese mismo cortejo

que pobló mi abuelo Paco, mi tío Ramón, el mismo que piso yo cada

Domingo de Ramos y cada Viernes Santo y el mismo que si Dios quiere,

poblarán los herederos de mi fe.

35

Vestir el habito, es como convertir un trozo de sarga o terciopelo,

en la misma piel de Jesucristo. Por eso callamos, por eso gritamos en

silencio, porque revestirse del Hijo del Hombre, es como llenar nuestras

calles de unos pétalos arrancados, que al ensamblarlos sobre el tallo de un

cortejo, forman la misteriosa rosa de Dios.

Túnicas Sagradas, túnicas que son como los bancos de una Iglesia

por donde pasan cientos y cientos de fieles, para invocar a Jesucristo y

confesarle nuestros desvelos e inquietudes. Sentémonos sobre el banco de

la fe. Recubrámonos con el ropaje de Cristo, sintamos que nuestra piel se

funde con la suya, quedándose adherida por el reguero de una cera que

chorrea, desde nuestro cirio suspendido y altivo.

Y nacerá una nueva perspectiva de nuestra Semana Santa, cuando

el anónimo hermano de fila, inmortalice las estampas que tras la abertura

de un antifaz, nos hacen escribir la historia. ¿Cuántas estampas y cuantas

historias, al otro lado del antifaz?

Nazarenos de La Palma que archivaron para siempre en la vitrina

de sus ojos, atardeceres de Lunes Santo por el Hospital de Mora.

Nazarenos del Perdón, que aún conservan en el brillo de sus ojos, aquellas

despedidas del barrio, con sus dos pasos frente a frente, con aires de

Viernes Santo camino de recogida. Nazarenos de Jesús Caído que

recortaron con la magia de unos ojos soñadores, las estampas imborrables

de un parque tan genovés como gaditano.

Quiero acordarme en este momento, de un penitente que lleva 450

años guardando en el cofre nazareno de su alma, un baluarte de estampas

en blanco y negro y a todo color. Nazarenos franciscanos de la

Vera+Cruz, que acumulan en sus retinas, las estampas más notables de su

historia y de su casa.

Y es que, cada Lunes Santo, los hermanos de Vera+Cruz, cuando los

arreboles de la tarde se estampan en la fachada del Convento de San

Francisco, silenciando el canto de golondrinas y el bullicio de la gente,

proyectan en su memoria, 450 estampas, de una historia tan real como

innegable.

Escenas de su fundador, Fray Juan Navarro, escenas de aquel

primer Hermano Mayor, Cristóbal Marrufo, escenas de aquellos primeros

cinco pasos, con los que contaba la Hermandad, para su salida

procesional, la tarde del Jueves Santo.

Estampas coloreadas en sepia, pero que aún reflejan

nebulosamente, aquel primer crucificado de la Hermandad, que durante

muchos años se guardó en la cripta franciscana y que aún hoy se

conserva, como germen y origen, como estampa irrebatible de la historia.

36

Cómo no imaginarse, cuando uno va de penitente en ese cortejo

negro de cirios al cuadril, cómo pudieron ser aquellos momentos

históricos, del viejo Giussepe Picano, encerrado en su taller de Nápoles,

trazando sobre un tronco santo de madera celestial, la silueta más

hermosa de la verdadera Cruz y el verdadero Cristo. Cómo no imaginarte

Sebastián, en ese éxtasis profundo, cuando la Soledad de tu taller fue

desgarrada por la visión de un nuevo rostro de la Virgen Santa María.

Por eso, Cádiz, la semana que viene, cuando veamos pasar por

delante de nosotros, ese nazareno negro franciscano, valedor de la

Hermandad decana de la ciudad. Guardemos silencio y respeto, porque

muchos siglos antes de que naciéramos todos los que estamos hoy en este

teatro, ya estaba la Vera+cruz de penitencia por las calles de la ciudad.

Mucho antes que internet apareciera

mucho antes que pisáramos la luna

mucho antes que la radio y la vacuna

vino a Cádiz nuestra Cruz más verdadera.

Mucho antes que el avión aquí surgiera

San Francisco ya ostentaba la fortuna

-a pesar de las miserias y la hambruna-

de llevar a su Señor como bandera.

Banderolas de piedad y de clemencia,

de una túnica de ruán y arisco esparto,

de una cera que se enciende de impaciencia.

Un joyero derramado en su canasto

ceremonia, Limnum Crucis, penitencia

galanura y protección del Lunes Santo.

Cuatrocientas cincuenta primaveras

ya te cuelgan del cordón de la medalla

penitente, fiel devoto, nunca falla

nazareno suplicante sin fronteras.

Estimula a los que están en las aceras

esperando a ver a Dios en su rocalla

hoy lo grito desde el Gran Teatro Falla

porque en todo siempre fuiste las primera.

37

Ten clemencia, mi Señor del pregonero,

lléname de tu entereza y tu virtud,

yo te busco porque sabes que te quiero.

Con paciencia, sumisión y esclavitud,

con las luces de la muerte yo te espero

por San Pedro, mi Señor de Vera+Cruz.

LA SEMANA SANTA EN LOS LABIOS DE MARÍA

Y tras el noble paso rocalla del Señor, vendrá contoneándose, sin

salirse de los cánones serios y estrictos del respeto y la sobriedad, Ntra.

Señora de la Soledad. Porque cuando el Señor ya esté dentro del Convento,

iremos a buscar a María. Esa bella dolorosa, que como todas las imágenes

que representan a la Señora y Madre del Maestro, nos ofrecerá entre sus

manos un papel preponderante sobre la Iglesia católica. Porque así lo ha

anunciado nuestro actual papa Francisco: “MARÍA SOSTIENE LA MISIÓN

MATERNA DE LA IGLESIA”.

Y la encontraremos en esa bulla muda que se forma frente al palio,

donde el silencio sólo es roto por el sonido digital de las cámaras

fotográficas, por las toses y siseos, por los rumores y comentarios que

hacen balance de la jornada.

Y sonará la banda sonora que cierra el sueño franciscano del Lunes

Santo, “Soledad” del Maestro Escobar. Sus bambalinas se mecerán de

atrás hacia delante, abanicándole el rostro, de ese calor que producen las

Marías ya fundidas de amor y ternura.

Soledad, ¡gloria bendita!,

Soledad de Aniversario,

Soledad, vientre y Sagrario,

Soledad de letanía.

Soledad de recogida,

Soledad mujer cercana,

Soledad que me desgrana

mi corazón al rezarte,

Soledad sólo al nombrarte

mi Soledad franciscana.

38

Detengámoslos ahora, en ese otro perfil de nuestra Semana Santa,

que es el perfil de la Virgen María y Madre de Dios.

Desde el principio de todos los tiempos, la Virgen fue estandarte y

símbolo materno de la figura de Cristo. En el antiguo testamento; en su

papel de conductora en las acciones de Marcos, Mateo, Lucas y Juan; en el

Concilio Vaticano segundo y como no; en la fe y la devoción popular.

Una fe, la de la Virgen, que se resume en el bello semblante de las

Angustias del Caminito. Ella representa el modelo de la fe de la Iglesia,

que tiene como foco y epicentro, la encarnación del amor infinito a Dios.

En el centro de su alma

siempre habita Jesucristo.

Y su vientre está provisto

de un pesebre y una cama,

de un Sagrario y una llama,

que enciende el amor eterno.

Que no hay regazo más tierno,

que el caminito de Agustia

desde la Cruz vana y mustia

hasta su pecho materno.

Os habéis preguntado alguna vez: ¿cómo vivió María su fe? La

respuesta la encontraremos el próximo Viernes de Dolores, en ese otro

icono maternal de la Virgen de los Servitas. Porque María vivió su fe

como sierva de las miles de ocupaciones y preocupaciones, propias de

todas las madres. Y con sus manos unidas, entretejiendo amores, nos

anunciará entre sones fúnebres y mecidos elegantes, su servicio

incondicional de Madre e intercesora.

María siempre fue primero MADRE, por ese Amparo desinteresado

y entregado a su hijo. Luego fue CONFIDENTE, porque pudiendo decir no,

siempre aceptó la Amargura como una condición de vida, para poder

llegar a la salvación de su hijo.

Por eso cada Domingo de Ramos, se nos cae el mundo a los pies

cuando, primero vemos salir al Señor de la Humildad y Paciencia, herido

y castigado sobre una tosca piedra de reflexión y miedo. Y tras Él, la

vemos a Ella. Vemos a su Madre, haciendo suyo el dolor y masticando las

Amarguras más brutales y crueles. Así la vio Francisco Lima a su paso por

San Francisco y así la plasmó en su obra para el cartel Oficial de la

Semana Santa. “Porque el Domingo de Ramos la luna posa en San Pedro y derrama su blancura por San Francisco hasta el cielo…”

39

Así la veremos también el Martes Santo, confidente y amiga, cuando

en medio de la Plaza de San Antonio, Cristo sea flagelado sin límites, y

bajo el zaguán de la Iglesia, Ella se desplome en un manantial de Lágrimas infinitas. Pero sobre todo María siempre fue, DISCÍPULA, porque el hecho

de ser madre nunca le restó disposición de servicio, ante la Santísima

Trinidad.

Con DIOS aprendió a ser esclava; servidora y enfermera, la Salud de

los enfermos. Con el ESPIRITU SANTO aprendió a ser mensajera de la

palabra celestial, corredentora y aliada de los más Desamparados. Con su

divino HIJO, aprendió a ser un alma caritativa, bondadosa y buena.

Por eso el pregonero, hoy quiere hacer eco de las palabras del Santo

Padre, cuando habla de María como el icono más representativo, de

maternidad de la Iglesia. Porque María, Reina de todos los Santos, lleva

envuelta entre sus manos, la misión materna de nuestra Iglesia Universal.

Una misión de Patrocinio para saciar las Angustias, y para el Desconsuelo

una misión de Caridad.

Hay una Virgen bendita

que entre sus manos conserva,

las misiones más bonitas

del corazón de la Iglesia.

Es la eterna confidente

es la lámina materna,

del mensaje universal

que mismo Dios nos enseña.

Lleva en sus manos la gloria

lleva en sus manos las Penas,

de su hijo maniatado

magullado sin clemencia.

Cada Domingo de Ramos

en Sagasta nos espera,

la busquemos en la orilla

de la eterna primavera.

¡La encontrareis gaditanos!

en medio de la plazuela,

que no es un cuento de hadas

María está en tus problemas,

y en los problemas del mundo

donde nadie se la espera.

Ella está entre los mendigos,

40

Ella está en las casapuertas,

donde fluye la injusticia

del dolor y la pobreza.

Hay una Virgen bendita

que entre sus manos conserva,

las misiones más bonitas

del corazón de la Iglesia.

Caridad para el hambriento

Caridad divina estrella,

Caridad para el que llora

sin consuelo ni clemencia.

Te esperamos el domingo

donde siempre nos esperas,

para soñarte despierto

relicario de pureza.

¡Virgen niña Caridad!

te esperamos Virgen buena,

para pedirte consuelo,

para ofrecerte promesas,

para reírnos contigo,

porque en tu rostro se encierran,

los perfiles más bonitos

y las sonrisas más bellas.

Cuando en la Iglesia del Carmen

se apague la última vela,

te buscaré donde siempre

donde tú siempre me esperas,

te buscaré en San Lorenzo

y entre sones de saetas,

me perderé en tu mirada

pregonera de mis letras.

Hay una Virgen bendita

que entre sus manos conserva,

la embajada y el legado

de la Cruz sobre la tierra.

Y esa Virgen eres Tú;

Caridad de mis poemas,

novia de pregoneros,

inspiración del poeta,

misionera de la fe,

41

Caridad de nuestras Penas,

la que en sus manos conserva

el corazón de la Iglesia.

Y por todo lo que María encierra y nos enseña…en Andalucía la

queremos y la enaltecemos tanto. Yo no sé si es desproporcionada la

pomposidad con la que los cofrades tratamos a la Madre de Dios, pero

Ella es el puente por el que cruzamos siempre, para llegar a la felicidad

eterna del Padre. Porque mi fe – siempre aferrada a Ella-, me hace

imaginar, cómo pudo ser en realidad su autentica fisonomía. Siempre

imaginé que la Virgen María tendría los mismos parpados henchidos, que

la Virgen del Rosario en sus Misterios dolorosos. Los mismos ojos

penetrantes que Nuestra Señora de la Amargura. Unas manos tan

delicadas como las de Nuestra Señora del Amparo. Los andares propios y

gaditanos de la Esperanza Cigarreras y un perfil tan radiante y señorial

como el de la Virgen de los Dolores, Reina de Santa María.

Imaginé su voz en el susurro de varales de ese primer paso de palio

de la historia gaditana, que con motivo del 250 Aniversario de la Virgen

de las Lágrimas, su Hermandad le está restaurando con todo mimo y

ternura. Imaginé su olor en las fragancias del palio de la Victoria, que

derrocha primavera cada tarde del Viernes Santo.

Siempre busqué su sombra en la cal limpia y rutilante, de todas esas

casitas que cercan la entrañable Iglesia de la Palma, en pleno corazón del

barrio de la Viña. Ay mi Virgen de las Penas…en cuantas sombras percibí

tu terso semblante, en cuantas noches tu dulce flama…

Quiero contaros, en este Año Jubilar de la Misericordia, que además

coincide con el 325 Aniversario de la primera Compañía Espiritual en la

Casa de Peñalba, un sueño que tuve hace algunos años, mientras me

bañaba plácidamente, en las aguas santas de La Caleta, donde de nuevo

un icono de la Virgen bendita, me mostró entre sus manos, su misión

evangelizadora como figura materna de la Iglesia:

En la playa “La Caleta”

percibí su dulce flama.

En la piedra del “Erizo”

mientras el sol se ocultaba,

yo agitaba un garabato

bajo la mar plateada,

fracasando en el intento

de mariscar unas lapas.

42

La playa estaba desierta

el bullicio se alejaba,

y un revuelo de chiquillos

en las duchas se agolpaban,

con la riña de sus madres

que pacientes esperaban,

con las sillas y sombrillas,

las neveras y las palas.

El sol huía despacio

anaranjando la estampa,

de unas barcas bailarinas

que entre ellas se miraban,

derramando sus piropos

sobre guijarros de nácar.

En la piedra del “Erizo”

allí sentí su mirada,

y una esencia de jazmines

correteó por mi espalda,

dibujándome una estela

entre arrecifes de algas,

que me llevaron al nido

donde se muere la playa,

y donde nace la orilla

más enfática de España.

Y en las blondas de la arena

sobre rocas desgastadas,

allí encontré su silueta

con una capa azulada,

y una túnica granate

de terciopelo bordada.

Yo buscaba su semblante

me perdía en su mirada,

de perfiles elegantes

y mejillas nacaradas.

Virgen Santa de las Penas

viñerita gaditana,

fue en la playa “La Caleta”

donde percibí tu flama,

en la piedra del “Erizo”

en la “Puntilla” y “La Laja”,

43

entre piedras ostioneras

y mojarritas de plata.

La cogí por la cintura

y empezó la caminata,

más hermosa de los tiempos

profundizando en el alma.

Fueron testigos las olas,

fueron testigos las barcas,

fue testigo “Don Fernando

Quiñones” y “Paco Alba”,

de aquellas conversaciones

tan valiosas y cercanas.

Hablamos de nuestras cosas

de mil historias pasadas,

de secretos confesores

que en su pecho reposaban.

Yo quise ser pregonero

se lo dije cara a cara,

embajador de su nombre

y mensajero de su gracia.

Pero mis versos prohibidos

Se deshacían al alba,

y de nuevo otra cuaresma

mis romances se alejaban,

melancólicos y tristes

por la calle de la Palma.

Pero la vida es tan justa

y era tal lo que soñaba,

que en la playa “La Caleta”

percibí su dulce flama,

y me nombró pregonero

para cantarle en el Falla.

Me lo dijo susurrando

mientras sus pies enjuagaba,

en la orilla de estos versos

que hoy trasmito con nostalgia.

Y así se cumple mi sueño

mi quimera más soñada,

de pregonarte por siempre

viñerita gaditana.

44

Que tus Penas son mis penas

y en esta hermosa mañana,

quiero gritar a los vientos

lo que no grité en tu casa.

Gracias Virgen e las Penas

por hacer que en estas tablas,

pueda sentirme dichoso

de escribirte mis baladas,

siendo ya tu pregonero

sin que nadie me nombrara.

Pregonero de tu barrio

de la que eres guardiana,

pregonero de tus calles

de sus bares y terrazas.

Pregonero de balcones

y macetones que estallan,

con revuelos de azucenas

y lirios de filigranas.

Pregonero de tu gente

de tus cuadrillas, las bandas,

pregonero de claveles

que te besan y engalanan,

en los eternos ribetes

que contonean tu estampa.

Pregonero de tus broches,

del pañuelo que te calma,

pregonero de los cirios

que el Lunes Santo no fallan,

para alumbrar tu figura

entre luces de esperanza.

Pregonero de tu aire,

de balcones y persianas

que se recogen por verte

sobre tu palio de nácar.

Pregonero de tu palio

Candelería iluminada,

Pregonero en calle Torre

donde hasta el tiempo se para,

para dejarte por siempre

entre mecidos de nana.

45

Pregonero de tus ojos,

de las saetas cantadas,

del sonar de los caireles,

del incienso que te embriaga,

de tu corona de Reina,

de tu fajín y tu saya,

del bolillo que recorre

el perfil de tus enaguas.

Pregonero de tus noches,

de las marchas dedicadas,

aquella de “Abel Moreno”

la que entre horquillas te canta,

y aquella que ya soñamos:

“De las Penas Coronada”.

Pregonero del pendón

que puso freno a las aguas,

aquel noviembre lejano

muy cerquita de tu casa.

Pregonero del cortejo,

de las promesas descalzas,

pregonero de azulejos

que reproducen tu cara,

en cada hueco del barrio

y en cada esquina soñada.

Pregonero de tu boca

de los pliegues de la saya,

pregonero de la piedra

donde me vino tu flama,

para ser tu pregonero

entre cangrejos y barcas.

Pregonero del Señor

el Cristo que nunca falla

¡Misericordia bendita,

de las Penas gaditanas,

pregonero de la viña,

y de la mística Palma!.

46

JUVENTUD DE ESPERANZA

Como no podía ser de otra manera, este pregón tenía que guardar

un espacio privilegiado para los jóvenes cofrades de Cádiz. Porque este

humilde pregonero, que siempre fue un hombre en el cuerpo de un niño,

hoy se siente un niño en el cuerpo de un hombre.

Juventud que se resume en los ojos verdes de la Esperanza. Porque

ser joven es esperar con ilusión, es el presente y es el anhelado futuro que

soñamos.

Y ese mensaje lo vemos reflejado en los ojos de una bella mujer

Cigarrera, que bajo palio mece a los niños de su barrio y de su casa.

Esperanza, que cada Miércoles Santo renueva de ilusiones, los corazones

de todo el barrio de Santa María.

Juventud, que despierta entre las blondas del pecherín de la

Esperanza dominica y vuelve a recogerse, en el pecho franciscano de la

reciente y bellamente restaurada Esperanza del Amor.

Por eso a ti, joven cofrade, que serás futuro pregonero, a ti que

serás futuro hermano Mayor, y futuro presidente del Consejo, futuro

alcalde o futuro Obispo, quiero que tomes conciencia de lo que eres y

hacia dónde te diriges.

La sociedad está cada vez más lejos de nosotros, nuestra presencia

es molesta y mal recibida. Pero no temas, la verdad de Dios siempre

prevalece, y las modas contrahechas, siempre tienen fecha de caducidad.

Por desgracia el libro de la historia habla por si solo, de las

equivocaciones y errores del ser humano a lo largo de los siglos.

No corren buenos tiempos en la esfera local, tampoco en la nacional

y mucho menos en términos internacionales. Pero a pesar de todo,

siempre nos quedará la esperanza. Ponte en las manos de la Esperanza franciscana, Patrona de la juventud y cúbrete bajo el verde manto de la

Esperanza cigarrera, Patrona del la ilusión.

Porque nuestra esperanza eres tú, querido joven cofrade. Es hora de

dar un golpe en la mesa, de que saques tus libros como bandera y

aprendas a superarte. Porque no sé si habrá algún interesado en que la

ignorancia y la mediocridad reinen entre nuestros cofrades. Pero contigo

no hay quien pueda. Tú sigue tu rumbo, lucha con tu palabra y tus

estudios como aval y asimila nuestra historia para no volver a repetirla,

aunque lamentablemente vuelven a sonar tambores de guerra.

Cito literalmente las palabras del maestro Herrera, en su pregón de

la Semana Santa sevillana:

47

“Han pasado veinte siglos, dos mil años, y ese

sencillo hombre de Nazaret aún hoy sigue siendo la

figura central para la gran parte de la humanidad. Todos los ejércitos que han desfilado, todas las

armadas que han navegado, todos los reyes que han

reinado, juntos, no han tenido la misma influencia sobre la vida de los seres humanos que tuvo ese

hombre que protagonizó una vida solitaria”.

Y te llamarán de todo porque no vas a la moda: te tacharán de

antiguo, de carca, capillita, te llamarán “cÓfrade”… pero la vida pasa, las

personas van y vienen y Dios…Dios siempre se queda.

Querido joven cofrade, tú eres nuestra Esperanza… Recuerda estas

palabras: cuando estés en los cursos de formación, en las diversas

convivencias entre hermandades, cuando estés en la mesita de las

estampas, cuando seas el encargado de limpiar la mano de tu virgen,

cuando vayas de diputado de tramo, tocando la corneta, o aromatizando

como acolito la silueta de tu Cristo… toma conciencia de que unidos en la

fe, en la oración y en el compañerismo constante, la juventud cofrade de

la Esperanza, también podrá gritar a los vientos, sin vergüenza ni

complejos, que con Cristo y con María ¡Podemos!...porque de la mano de

la Fe, siempre se puede.

Por si te tienta la duda

y las modas te convencen…,

por si crees que hay un final

tras esta historia patente,

de siete siglos fundidos

con sueños de penitentes.

Yo quiero que tú me atiendas,

y que sepas que esta fiebre,

de dudar de Jesucristo

ya surgieron muchas veces.

Pero aquí manda la historia

y nuestra historia no miente,

que esta Semana de Dios

de mi Cádiz no se mueve,

porque el pueblo soberano

con su fe se hace valiente.

Porque esta noble ciudad

48

colecciona atardeceres,

de canastillas doradas

y caprichos de caireles.

Por si te tienta la duda

te pido que no te dejes,

influenciar por las modas

ni presunciones endebles.

Juventud de la Esperanza

no te apartes ni te alejes,

ponte el lazo en la solapa

y espérala donde siempre,

en las aristas del tiempo

con tu antifaz impaciente.

Que por mucho que pretendan

provocar donde nos duele,

de la mano de Jesús

¡podemos!, siempre se puede.

No te quepa ni una duda

que el domingo si Dios quiere,

nos veremos en el Carmen

con todo un cielo celeste,

aireando nuestras calles

y unificando el ambiente.

Y volverá a derrumbarse

esa impaciencia perenne,

que soporta los suspiros

de la cuaresma ferviente.

Se inflamarán los sentidos

el olor omnipotente,

y el del tacto con el gusto

de los sonidos de siempre.

Y como ayer y mañana

volverán a encenderse,

las tulipas de la tarde

antes de que el sol se mengüe.

Volverán nuestras costumbres;

el aplauso de la gente,

el suspiro incontenible,

el soplo y la brisa leve,

la emoción hasta en los huesos,

49

las miradas inocentes,

del niño que pide cera,

con fervor al penitente.

Por si te tienta la duda

yo quiero que no te alejes,

y acaricies esa fe

que te hace diferente.

Porque juntos, ¡sí podemos!

haremos que el mundo ruede,

en la dirección que sea

solo con Cristo en su sede.

Y las modas ateístas

y el rumor que tanto hiere,

se marcharán a la aurora

como tantas otras veces.

¡No me pregunten cómo

supongo que como siempre,

con la fe como bandera

y mi Dios omnipresente,

gritaremos, ¡sí podemos!

para que el mundo se entere,

que con Cristo y con María

Podemos, siempre se puede!

LA SEMANA SANTA EN LOS MEDIOS

(NARRACIÓN DE JUAN MANZORRO)

-

Y así se hará posible como cada año, el milagro de la radio. El

prodigio de poder estar presente, sin estar, con cinco Hermandades a la

vez. Porque en esa magia de las ondas, también vive nuestra Semana

Mayor.

Quiero aprovechar la ocasión, para felicitar a todos mis

compañeros de los medios de comunicación, por su entrega durante todo

el año, a esta parcela de la información cofrade.

Gema Freire, José Manuel Romo, Guillermo Riol, Mayte Huguet…que con sus micrófonos o cámaras en ristre, recorrerán toda la

ciudad entera, para contarnos la verdad, sobre esa pasión de Cristo

representada en las calles.

50

Y despertaremos cada día de la semana, con esas crónicas en papel,

de café y tostada, desayunando en El Liba. Y conoceremos estrenos,

novedades, opiniones -que no siempre serán de nuestro agrado-, pero

créanme, y hablo con conocimiento de causa, que serán escritas desde el

corazón y la indudable profesionalidad.

Porque a mi se me divide el alma cuando llegan los días grandes del

gozo. Una parte de mí voluntad, desea callar por el bien de los cofrades,

pero otra parte del sentido común, hace que tenga que desgranar la vida,

para ofrecérsela a mi pueblo a modo de noticia.

Por ello, creo que como todo en la vida, en el equilibrio está el

triunfo. Contaremos con total nitidez el paso de la vida, porque es nuestra

obligación, pero intentaremos tratar con máxima delicadeza, todo lo que

venga de Dios y de su bendita su Madre.

Quiero acordarme en este preciso momento, de un gaditano de

postín, pregonero de nuestra Semana Mayor, que también dividió su alma

entre los medios y las Hermandades. Un buen periodista y mejor persona,

que aún sigue ejerciendo la profesión, desde el paraíso celeste de la vida

eterna. Un gaditano convencido, que nos dejó para siempre el pasado mes

de julio, con su última crónica a medio escribir. Querido Emilio López,

créeme allá donde estés, que el próximo domingo, todos nuestros pasos de

misterios, todos los campanarios de la ciudad, y todos los periodistas e

informadores gaditanos, guardaremos para ti, un dulce y merecido

susurro de silencio, por tantos años de dedicación profesional y cofrade.

Y en honor a él y a otros grandes profesionales de la información

gaditana, como Jesús del Río, -que también nos dejaba recientemente- o

Agustín Merello, Juan Martínez Nieto, Antonio Pérez Sauci o el propio

Bartolomé Llompart, compensaremos las posturas con profesionalidad,

devoción y sentido común.

Por ello cojámonos de las manos, -cofrades e informadores- y

caminemos juntos hacia Cristo y hacia la libertad de expresión.

Tiene Cádiz repartido

por sus plazuelas y calles,

evangelistas que cuentan

con todo empeño y detalle,

la pasión de Jesucristo

y el calvario de su Madre.

En cada esquina se esconde

un cronista paseante;

con bocinas cinceladas,

51

y altavoces celulares.

Son ellos los que cuentan

cuando despunta la tarde,

prolegómenos de ensueño

mientras las puertas se abren.

Son ellos los que entran

en las casas y en los bares,

en los taxis ya de vuelta

y en las plantas de hospitales.

Con sus voces prestigiosas

nos actualizan el parte,

con el último minuto

restablecido al instante.

Y hoy que soy el pregonero

no puedo menos que darle,

mi sincera enhorabuena

al que firma con su sangre,

la reseña más certera

más objetiva y fiable.

Yo que llevo en mi bolsillo

la experiencia de contarte,

cómo hierve el corazón

cuando la noticia arde,

cuando llegan nuestras voces,

cuando el sonido renace,

cuando el micrófono apunta

rebosando entre azahares.

Yo que llevo en mi memoria

los recuerdos más galanes,

de una infancia dibujada

con sueños de auriculares,

con voz de “Pepe Benítez”

institución y estandarte

con voz de “Jesús del Río”,

“gitano” de puro arte.

Yo que guardo en mi antifaz

lo que se vive en el Carmen,

cada Domingo de Ramos

cuando el reloj nos invade,

y las campanas redoblan

52

y las compuertas se abren

para ver “la borriquita”

un año más por las calles.

Y hasta el olor de las flores,

hasta el sentir palpitante,

hasta el calor que desprenden

los cargadores delante

lo describe “Juan Manzorro”

con su verbo inigualable.

Pregoneros del sonido,

pregoneros del instante,

pregoneros del incienso,

la pasión itinerante.

Así son los periodistas

de nuestro Cádiz Cofrade.

Porque pregonan la vida

retransmitiendo con arte,

el compás del cargador

que se imprime en los andares.

Tiene Cádiz repartido

por sus plazuelas y calles,

evangelistas de casta

y expertos profesionales.

Ellos también dan pregones

con espacios cuaresmales,

para que el mundo nos oiga

en las tertulias de tarde.

Suena “Carlos Alarcón”, “Fernando Pérez Cabrales”,

“Carmen Paúl” en la Onda,

más gaditana y cofrade.

Hoy le pido a su Patrón

a San Francisco de Sales,

que vele por la noticia

más cristalina y pujante.

Compañeros de la prensa

prensa escrita y digitales;

“Gema Freire”, “Pablo Durio”,

“Jesús Caña” y “Paco Márquez”, anunciantes de la gloria

53

cantadores cuaresmales.

Pregoneros de la prensa

tratad con mimo y con arte,

esa noticia que -a veces-

condena a las Hermandades.

¡Quede patente mi orgullo

quede patente el mensaje,

de sentirme bien dichoso

del periodismo que sabe,

difundir la información

de la mano del cofrade!

Y es que contar la Semana Santa, para el que siente y vive esta

pasión de una manera tan intensa, es como estar verdaderamente

contando la pasión del Maestro al pie de la Cruz.

Quiero compartir con vosotros una bella historia, que tuve la

ocasión de vivir en primera persona el pasado Viernes Santo.

Como Saben, tengo la suerte de pertenecer a la nómina de

hermanos de la Hermandad de la Buena Muerte. Hermandad en la que

salgo habitualmente con mi hermano de sangre Fernando y con mi

hermano en la fe Fran Salido, para ejercer la penitencia más rigurosa,

desde las filas nazarenas. Sin embargo el pasado año, tuve la sensación de

que el Santísimo Cristo, quiso darme otra faena distinta a la de participar

en el cortejo.

Faltaban quince días para el Viernes Santo y me encontraba

inmerso en la promoción por los diferentes medios de comunicación de

Andalucía, de mi primer libro de poemas y reflexiones: “Los Versos de un

Cofrade”.

En medio de esta vorágine, desconocía qué días de la Semana

estaría de promoción y qué días estaría libre. Por lo tanto, no quise

comprometerme, hasta que el mismo Martes Santo terminé por desistir, e

informé al grupo de fiscalía, de mi no participación en el cortejo.

Pero como suele ocurrir, el destino tenía otros planes para mí. Me

tenía previsto por Control de Salida, una invitación de prensa para el

balcón de Canal Sur Radio, en la plaza de Candelaria, en la tarde/noche

del Viernes Santo, con la inmejorable compañía de Fernando, Juan y

Jaime.

Cuando se apagaron las luces, y el escalofriante semblante del

Señor de la Buena Muerte se encendió por sus cuatro hachones tiniebla,

entendí que mi misión evangelizadora para el año 2015, no sería la de

54

salir con un cirio en el cortejo. El Señor del Silencio y mi bendita Virgen

del Mayor Dolor, me habían hecho el regalo de mi vida, dándome la

oportunidad de contar -en riguroso directo, la muerte más trascendental

de todos los tiempos.

«El balcón de la radio itinerante,

permitió que naciera este soneto:

mi corazón fugaz y tan inquieto:

se deshizo con sólo imaginarte.

La oscuridad emergió en un instante,

Candelaria se anegó de respeto:

el silencio se impuso por decreto

tras la muerte de Cristo agonizante.

Y así retransmitimos en directo

la extinción de Jesús omnipotente ,

lo llevaban rezando con afecto

debajo del balcón de nuestra suerte

yo viví con Manzorro aquel momento:

y en silencio yo conté la Buena Muerte».

LA SEMANA SANTA EN LOS OJOS DE LA MUERTE

Sin embargo, yo la muerte la percibo siempre un poco antes del

Viernes Santo. Sí, concretamente la percibo en ese semblante derribado

que Francisco Buiza nos dejó como legado, en la Parroquia de San

Lorenzo.

A golpe de muñidor, se encumbrará la madrugada. La Calle

Sagasta, con los goterones de cera de los hermanos de Afligidos, aún

calientes en el suelo, volverá a hacerse claustro de oración y pórtico

gozoso. Hábitos negros de muerte y cirios azules al cuadril, elevarán la

penitencia a su máxima potencia.

En el público caras muy serias. Silencio imperioso en el ambiente y

desde lejos, el sonido del luto acompasado entre horquillas y el crujir

cimbreante de dos santas escaleras. Y en esa Cruz -a punto de quedarse

huérfana de Dios-, percibiremos a todos esos conocidos, amigos y

familiares, que en este año de la Misericordia, han ido subiendo por esas

55

santas escaleras del cielo, para encontrarse, más allá del madero y de las

nubes, con el verdadero Dios y el verdadero Cristo.

Porque será duro asumir la ausencia, de todos esos cofrades

gaditanos, que este año ya no estarán entre nosotros. Será duro aceptar

que nuestro querido amigo Joaquín Aragón Pérez, no vaya a estar debajo

de ninguno de los antifaces, ni de su Hermandad de las Penas estrenando

túnica nueva, ni tampoco de su Hermandad del Descendimiento en la

“madrugá”. El Señor siempre se lleva a los mejores, porque la mejor junta

de gobierno, es la que preside Él mismo, desde la Hermandad redentora

de los cielos. Unas Santas Escaleras, por las que ya ascendieron el Rvdo.

Padre Enrique Arroyo, buscando la gloria de Dios, en los ojos de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, El Rvdo. Padre Don Félix, ese eterno

Vicario que tanto trabajó por nuestras Hermandades y Cofradías o ese

joven cargador gaditano, que pisó la gloria del cielo, dejando bajo los

palos, sus anécdotas y recuerdos.

Están de luto los faldones,

están de luto las crucetas,

están de luto las horquillas

y las eternas maniguetas,

porque “Fernando Gutiérrez”,

el que sudó las camisetas

de la Amargura y Borriquita,

la de “la Lola” y “la Carmela”,

pidió su último relevo

más allá de las estrellas…

Y la verdad es que nos cuesta tanto entender la muerte. Nos cuesta

tanto las despedidas terrenales… Pero créanme de verdad, la próxima

semana, cuando estéis por las calles de la ciudad contemplando el

escalofriante rostro del Descendimiento, fijaos cómo duerme. Su muerte

no es más que un dulce sueño de Pascua y Resurrección.

Dios, hasta para el tramite de la muerte, es un autentico genio.

Porque la muerte es nuestra última estación, y para ella, nos ofrece el

mejor medio de transporte que existe; el Sueño. Por eso, queridos

hermanos, esperemos la muerte sin miedos, con el ceremonial preparado

debajo de la cama. Y cuando nos llamen a golpe de martillo para partir

hacia el largo viaje, tengamos listo nuestro equipaje. Escueto, si acaso

nuestro habito penitente. Con él, nos reconocernos en el cielo y así

sabremos en qué sección o tramo nos debemos colocar.

56

Confiad, queridos cofrades, en que cuando suene el golpeador de

nuestra vida, nos levantaremos de esa siesta -que es la muerte-, como si la

vida hubiera sido un largo y prolongado sueño. Pero una vez en la gloria,

confiad en que ese Cristo del Descendimiento, nos acogerá con una dulce

y acentuada sonrisa, recordándonos las palabras de la recientemente

elevada a los altares, Madre María de la Purísima: “Cuando te llegue la hora, vierte el alma en tu maleta y prepárate para el largo viaje hacia la

gloria”.

Me prepararé con tiempo

los detalles del viaje.

Que yo no soy de imprevistos

yo dispongo el equipaje,

por si acaso me sorprenden

en un crujir de varales.

Envolveré mi figura

con el único ropaje,

que me iguala a mis hermanos

sin distinciones sociales.

Túnica blanca de gloria

blanca capa y blancos guantes,

y el antifaz encarnado

como el cíngulo granate.

Me llevaré en la maleta

los consejos de mi padre,

las anécdotas de hermanos,

y los besos de mi madre.

Y un reguero de miradas

y el dialogo constante,

de mi eterna compañera

medicina de mis males.

Pero siempre en mi maleta

dejaré un espacio grande,

para guardar los recuerdos

que me hicieron más radiante.

Los torreones vigía

de poniente y de levante,

con la piedra de su cuerpo

catedral de mis romances.

Me llevaré las fragancias

57

de las noches cuaresmales,

el papelón de pescado

en las casas de Hermandades.

Me llevaré mi medalla

la que me enciende el semblante,

los misterios del rosario

entre luces de ciriales.

Un “quejío” a medio brazo

con voz de “Ramón Velázquez”,

una eterna maniobra

con sueños de capataces,

de los “hermanos Martín”

con estilo y con coraje.

Exhibiré por la gloria

mi regato de amistades,

las anécdotas vividas,

las tertulias de los bares,

y el orgullo de nacer

en territorio de “Gades”. ¡Señor del Descendimiento!

te esperaré entre azahares,

porque tu muerte es mi muerte

y en esa muerte me sale,

el despertar más bonito

que deshace mis pesares.

Deja los cardos y espinos

en los montes terrenales,

que yo te espero en el cielo

para limpiarte la sangre,

para perderme en tus llagas

y en tu rostro deslumbrante.

Me prepararé con tiempo

los detalles del viaje.

Paz y Amparo en mi memoria

al son de Pedro Morales,

semifusas y corcheas

formando Virgen del Valle.

El dinero y la cartera

que se lo lleve el levante,

que yo me iré bien dichoso

58

con un escueto equipaje,

donde quepa mi ilusión;

mis benditos titulares,

y la suerte más inmensa

de llevar como estandarte,

mi condición de cristiano

y mi orgullo de cofrade.

AÑO JUBILAR: «MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE».

Y estoy convencido de que resucitaremos contigo Señor. Porque sé

que cuando cerremos los ojos para siempre, veremos en un sólo

semblante, todas esas advocaciones cristíferas, presentes en nuestra

Semana Santa.

Entonces, cuando mi voz calle con la muerte en los labios, mis

versos te seguirán nombrando en esa pasión y muerte, para cantarte una

última elegía con auras de resurrección.

Y volveré a soñar tu espalda bajando por San francisco, como cada

domingo de Ramos, humilde y paciente.

Me inclinaré ante ti, bendito Jesús Caído, para resucitar en esa

Cruz tuya y mía, derramada sobre todos los hombres desamparados de la

tierra.

Resucítanos Señor, pero resucítanos contigo para que el mundo

crea. Porque mi pascua no sería pascua, si al volver abrir mis ojos, no te

viera, como cada Miércoles Santo, sentadito dulcemente sobre el regio

trono de tu calle Plocia. Resucítanos en tu hogar de Santo Domingo y seré

yo mismo el que te quite, -una a una-, las espinas de tus sienes mi Señor de la Salud.

Resucítanos en calle nueva, en la soledad de tu misterio ya vacío.

Cuando el trono de Pilatos, ya se encuentre desierto, cuando sobre la

palangana llena de agua veamos flotar – empapada- la caduca Sentencia

de tu muerte. Sólo entonces habrá llegado el Buen Fin de las tragedias.

Y volveremos a Santa Cruz, donde un revuelo de capirotes blancos

y azules se agolpará impaciente, paralizando los relojes del mundo, a esa

hora propia y soberana, donde Cristo, según el evangelio itinerante de

Cádiz, absuelve los pecados de todo aquel que lo precise. Porque antes de

pedir la resurrección del alma, necesitamos tu Perdón, tu indulgencia

plena, tu misericordia.

59

Tú Señor. Que te mantuviste en silencio ante el desprecio de

Herodes, en las burlas, en los azotes y durante la misma crucifixión,

derramarás tu misericordia – como cada año- ante la santa conversión de

“Dimas”.

Cuando contemplo el emblema que resume el Año Jubilar de la

Misericordia en el que nos encontramos, no puedo remediar, evocar el

misterio caoba de las tres cruces, saliendo de Santa Cruz.

Con el lema “Misericordiosos como el Padre”, el Papa nos propone

vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Santísimo Cristo del Perdón,

que pide no juzgar ni condenar, sino dispensar y amar sin medidas.

Y volverán los santos diálogos evangélicos, a encender la

madrugada, cuando “Gestar”, uno de los ladrones crucificados, vuelva a

ultrajar al Señor diciéndole: “¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y

sálvanos a nosotros”. Pero será “Dimas”, el que dándonos una clase

magistral de arrepentimiento y pesadumbre, le responda: “¿Ni siquiera tú

que estás en el mismo suplicio, temes a Dios?

Por ello un año más, en la esquina de Posadilla con la Plaza de San

Martín, Jesús derramará su Misericordia, y lo hará ajustándose a ese

emblema del Año Jubilar que la Santa Sede ha diseñado para

transmitirnos su eterna compasión y clemencia.

Se desclavará de la Cruz, y como buen pastor cargará sobre sus

propios hombros, al extraviado y reconvertido “Dimas”, y haciendo un

símil con la famosa frase cargadora nos dirá: “Para llamarse cristiano hay

que cargar el perdón sobre los hombros y perdonar al arrepentido diciendo: “Tu fe te ha salvado, hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

Y resucitaré contigo

cuando perdones mis faltas.

Cuando cruce tu silueta

por el centro de la plaza,

de ese pópulo bendito

que te reza y que te abraza.

Te buscaré en cada esquina

por Candelaria y por Ancha,

para despertar contigo

resucitando en tu alma.

Resucitaré en tus ojos

60

cuando la noche se vaya,

cuando estés por San Francisco

bajo la aurora pintada,

con oleos de “Ortega Bru”

sobre el lienzo de tu cara.

La aurora me irá marcando

tu indulgencia más galana,

cuando me asome a buscarte

el viernes por la mañana.

Resucitaré contigo

cuando encuentre tu mirada,

clavada en el cielo absorto

traspasando las murallas,

del dolor y el sufrimiento

del Perdón que a mi me falta.

Cuando desde Calle Nueva

los capirotes al alba,

recorten todo el contorno

de un cortejo que se afana,

en gritar tu santo nombre

por las calles gaditanas.

Cuando el sol se desperece

y se recojan las capas,

los penitentes de vuelta

con la cera derramada,

sobre el suelo adoquinado

de esta tierra milenaria,

yo me haré tu cargador

junto a tu Cruz de esperanza.

Cuando veamos cruzar

con elegantes zancadas,

aquel misterio caoba

de querubines en alza,

de dos ladrones que sueñan

con un perdón de alabanza,

iré a buscarte descalzo

por la orilla de la playa.

Cuando surjan las tres cruces

te buscaré por la espalda,

y veré llorar a Juan

61

a María de “Magdala”,

a la Virgen del Calvario

aturdida y espantada.

Cuando encuentre bajo palio

doce rosarios de nácar,

bailando entre los caireles,

de una Virgen más que guapa,

que se llama del Rosario

en sus misterios del drama.

Me verás por las esquinas

con mi cabeza inclinada.

¡Dame Cristo tu Perdón!

por mis culpas y mis faltas,

que vengo para quedarme

para por siempre a tus plantas,

y resucitar contigo

a las tres de la mañana.

Hablar del Perdón de Cristo, es hablar de su Cruz. Hablar de la

Cruz es volver a empezar, y volver al principio, es llegar al final. Un final

de la pasión, que al igual que al comienzo de esta proclama poética,

volverá a asomarse por los diversos campanarios de la tacita. Sin

embargo, ahora sentiremos un escándalo mudo, de fúnebres campanas en

la voz de la Catedral. Pues anunciarán que Cristo se nos va en sus últimas

palabras.

Y seguiremos recorriendo las estaciones de tu vía crucis oficial,

Santo Cristo de la Sed, hasta que este pueblo, contigo, también quede

saciado.

Señor Jesús, tú que fuiste maltratado sin límites. Tú que fuiste

condenado de manera injusta. Tú, que conociste el dolor y lo sentaste a

comer en tu misma mesa, aparta ese cáliz de dolor y de agonía, que

vulnera el día a día de esta sociedad gaditana. Porque Cádiz, al igual que

Tú en tus últimos minutos, también tiene Sed: Sed de trabajo, Sed de amor

al próximo, Sed de tolerancia, Sed de justicia, Sed de libertad…

Ofrécenos agua fresca cada día, para que podamos refrescar las

callejuelas de este Cádiz, que poco a poco, se está muriendo de Sed y

expirando de agonía.

La romántica jornada del viernes, avanzará sin tregua, y todo lo que

antes fue aplauso, petalada, bulla y mecidos de misterios, ahora será

62

mortaja, silencio, saeta y respeto. Las horas caminarán de puntillas, hasta

postrarse a los pies de la Soledad de Santa Cruz.

Y la nostalgia se quedará a vivir con nosotros, otro intenso año de

espera y de trabajo: las candelerías -ya como estalactitas-, atraparán mil

pétalos soñados, de esos que fueron lanzados a los pies de Ntra. Señora. El

suelo, dibujará un arco iris de paz y esperanza, arqueando y

entremezclando toda la cera multicolor, de los diferentes hermanos de

fila. Sonarán pisadas de vuelta, tijeretazos en el cierre de las sillas, y una

virgen dulce y enlutada, nos mostrará su inconfundible trasera, como

broche de filigrana y remate final. Ecce- Mater Túa:

-Madre, aquí tienes a tu hijo,

-Hijo, aquí tienes a Cádiz.

Y volverán a la Castrense los temblores de campanas y Cádiz, se

encerrará en los cándidos y espantados ojos del Santísimo Cristo de la

Expiración. Pero antes de tu último suspiro, déjanos también morir

contigo, en esta muerte tan tuya y tan nuestra.

Expiración bendecida

con bocanadas de viento.

Y en el viento riguroso

la lluvia de un sentimiento,

hará rodar en segundos

desde el alfa del comienzo,

al final de su existencia

en imágenes y en sueños.

Señor de la Expiración:

¿Qué buscas en ese cielo?,

¿estás buscando la Gloria

de ese Dios y Padre Nuestro,

o estas de charla y tertulia

con “Lassaletta” y “Montero”,

hablando de la priostía

de los horarios y estrenos?,

Te estás muriendo a sorbitos

y nosotros no podemos,

más que esperarte en la gloria

y en el gozo más supremo,

de tu perpetuo retorno

63

tras el triunfo de los cielos.

Sólo queda la Esperanza

de esperar nuestro reencuentro,

con la “V” de Victoria

bajo palio malagueño.

Y en su regazo de madre,

y en su refugio materno,

esperaremos la hora

para salir a tu encuentro.

Pero antes de la Gloria

dice y reza el Evangelio:

morirás dando Piedad

hecha clemencia y consuelo.

Morirás en el calvario

entregando por pañuelo,

a la Virgen, tu sudario,

de cendales entre velos,

con hojillas y bordados

Consolación en su pecho.

Lágrimas de pesadumbre

de tortura y desconsuelo,

Lágrimas de San Antonio

por tanto azote maltrecho.

Y en la Iglesia de Santiago

sucumbirás en el lecho,

de tu serena capilla

como trono y aposento.

Te esperaremos señor

porque nosotros creemos,

que al final del negro túnel

una luz como un lucero,

se encenderá en tu costado

atravesado y transpuesto,

con una lanza perversa

de duda, odio y el recelo.

Agua y sangre de crueldad

Sangre y Agua, Cristo ha muerto,

Guadalupe en el calvario

Soledad del Santo Entierro.

Ayúdanos a creer

64

en este final incierto,

que volveremos a verte

reviviendo entre los muertos.

Por eso, hermanos cofrades

confiemos en su Credo,

porque volver, volverá

redimiendo a los infiernos.

Y viviremos soñando

con tu imperioso regreso,

asomando entre las piedras

de tu sepulcro entreabierto.

Y aunque no sabemos cuando

regresará a nuestro tiempo,

cuando vuelva que nos busque

sobre el seno de un cortejo.

Que nos pille en una bulla

de ciriales y de inciensos,

de estandartes en su nombre,

y mecidos de misterios.

Que nos encuentre en la calle

pero siempre sonriendo,

porque el drama se termina

cuando su Cruz se hace Reino.

¡Reino de Resurrección!

¡Cristo Rey del Universo!,

¡Reino de vida y de Pascua!

¡el Reino de amor eterno!

LA SEMANA SANTA EN LOS OJOS DE MI AMPARO

Y ahora, llegado el momento de silenciar mi voz, el pregón desea

recogerse en el atrio particular de cada uno de los cofrades gaditanos.

Todo fue un sueño, todo fue una enajenación preciosa. Quisiera

cerrar los ojos y al volver a abrirlos, sentir que Martín sigue en espera al

otro lado del teléfono. “¡Si de nuevo presidente!”. “¡Si y mil veces si

volvería a pregonar, esta Semana de Dios cuantas veces el cielo me lo

permitiera!”, porque en esta hora y media de pregón, este torpe aprendiz

de pregoneros, no fue capaz de soltar ni la cuarta parte de lo que siente

por su bendita ciudad y por sus benditas Hermandades.

65

Ahora todo huele a Cristo, la brisa sabe a fiesta. Marzo viste sus días

de espera, con capirotes de plegarias y terciopelos de ilusión.

Ya se siente en catedral, el estruendo de la gloria. Los torreones, y

espadañas, ensayan sus cantilenas. Prueban sus campanas de azúcar y sal,

para que el próximo domingo todo sea música de Falla desde los altos

campanarios.

La Señorita del mar ya está de Semana Santa, lo anuncian sus

troneras de oro, el duende de sus callejuelas, los pasos ya dispuestos en las

naves de sus templos.

Los balcones dan permiso a los caireles. Los zaguanes se dilatan

para que Dios entre y salga de su casa. Las baquetas dan permiso a los

tambores. Las alpargatas dan permiso al cargador….y es que Cádiz, da

permiso a sus gaditanos y forasteros, para que todo comience.

Y como ayer y mañana me perderé entre el bullicio de la Iglesia del

Carmen, cuajada de palmas y olivos, de niños con chupetes vistiendo ya el

habito penitencial.

Y volverán las estampas de siempre… Prendimiento y Patrocinio,

los invitados de lujo cada Domingo de Ramos, se quedarán con nosotros,

para ensanchar las paredes en el discurrir del cortejo. Me encerraré de

nuevo en esos ojos azules, evocando ya el cielo de un imperioso Lunes

Santo, bajo un olivo de súplicas por la Calle Beato Diego. Ay...Beato Diego

José de Cádiz, ¿cómo es posible que a estas alturas, aún no hayas cruzados

los umbrales de la santidad, después de todo lo que te aman y veneran

nuestros Hermanos del Prendimiento?

Yo te pido hoy, mi viejito capuchino, tú que vives frente a frente del

Convento de mis sueños carmelitanos, para que no se vayan esos frailes de

mi infancia. Tienen tanto por hacer…

¿Qué tal si hacemos un trato? Tú haces que nuestra Orden

carmelita permanezca entre rumor de las olas de la alameda. Y ellos

pedirán tu merecido y aclamado ascenso a los altares, como Santo

gaditano. ¡Ayúdanos Virgen del Carmen, con ambos sueños anhelados!

Y ahora, necesito de tu venia, Señor de la Paz. Necesito que seas tú

el que me de permiso para volver a buscarte, otro nuevo domingo de

Ramos por esa alameda hecha a tu medida. Necesito tener tu venia y

aprobación, para poder salir a las calles, a gritar tu nombre, por los

múltiples callejones de la nostalgia. Pero como todos los padres, dejarás

que sea Ella la que diga la última palabra, porque desde tiempo

inmemorial, en las casas siempre mandaron las madres.

Así, me iré en tu busca, Señora, y al contemplarte sobre tu palio de

oro y malla, listo para salir, intentaré aguantar la emoción y los suspiros.

66

Te robaré una sonrisa de esas que me dabas de niño y te pediré con los

ojos endomingados de lágrimas, que me acompañes en este último tramo

del pregón de mi vida.

Para ello, quisiera pedirle a sus encendedores de siempre, Pablo y

Antoñito, que me la enciendan entera, que en esa ascua de luz, quiero

quemar estos folios y concluir mis plegarias, con la rima de su nombre.

La Semana Santa vive, donde tu alma la sienta, gaditano. Déjenme

que este ultimo sueño, de locura y de fervor, lo concluya donde siempre

concluí mis oraciones. Dónde mejor que a tus benditas plantas, Santa

Madre de Paz y Amparo.

Que me la enciendan entera

que quiero verle la cara.

Porque hasta el tiempo se para

cuando pasa por mi vera,

derramando primavera;

primor, belleza y dulzura.

Que se encienda la hermosura

de esa que ríe y solloza,

cuando en Calle Zaragoza

se hace Templo de clausura.

Que se ericen los pabilos

y hagan fuego en su mirada.

Y en la noche silenciada

solo suene entre sigilos,

el rumor de los suspiros

de los cantos de la luz.

Ese torrente andaluz

con el que reza mi tierra,

cuando pasa y se encierra

con Sor Ángela en la Cruz.

Y es ahí cuando repaso

el transcurso de mi vida.

Cuando va de recogida

se me viene paso a paso;

el acierto, el fracaso

la derrota y la victoria.

Y en ese canto de euforia

67

de las monjitas y hermanas

cual repique de campanas

me conducen ala gloria.

Lo juré en tu despedida

cuando me diste tu mano.

Mi querido José Luis

hoy te siento tan cercano…,

ya te dije que vendrías

con tu Cruz y escapulario,

vestido de nazareno

con tu habito soñado,

así como te marchaste

para por siempre a sus brazos.

Por eso dejo el pregón

sobre el corazón alado,

de es Virgen tuya y mía

que hoy la tienes a tu lado.

Dejo el pregón donde siempre

donde hace nueve años

dejé mi verso encogido

en el atril de sus manos.

Lo dejo en el Mentidero

en las plazas y aledaños,

y en la calle Vea-Murgía

catedral de tus encantos.

Dejo el pregón en el Carmen

para volver a encontrarlo,

en tan sólo una semana

tras los pliegues de tu manto.

Quédate con mi poesía

en ella están mis quebrantos,

quédate con los suspiros

de este cofrade entregado,

que ya cumplió su misión

lo que tanto había soñado.

Déjame que otro domingo

pueda rezar a tu lado,

oscureciendo en tus ojos

y amaneciendo en tus labios.

68

Déjame que en el final

de este día tan cargado,

de emociones contenidas

pueda cerrar este acto,

con mis rezos revestidos

de pliegues carmelitanos.

Porque Tú eres el pregón

y mi pregón es un ramo,

de claveles y azucenas

de petunias y amarantos,

que piropean tu nombre

relicario inmaculado.

¡Que me la enciendan entera

de regreso por su barrio!.

Que le arrimen los ciriales

y los cirios de los tramos,

y los faroles fundidos

con la cera del cansancio.

Que quiero verle la cara

para seguir pregonando,

los embrujos de esta fiesta

que hoy se acunan en sus brazos.

Aquí se apaga este rezo

tal vez algo emocionado,

porque es aquí donde clausuro

algo más que un simple canto,

a mi eterna devoción

propietaria de mis actos.

Aquí se acaban mis trovas,

otro sueño consumado,

otra etapa que se cierra,

otro presente pasado.

Que no suene a despedida

sólo cumplo lo pactado,

hoy se cierra un nuevo ciclo

desplegando un nuevo espacio,

con un nuevo cometido

que el destino irá marcando.

Paradojas de la fiesta,

yo concluyo comenzando,

69

nuevo tiempo y nuevos aires

nuevos senderos y atajos.

Yo termino y tú comienzas

y al sentirme en tu regazo,

me acurruco para siempre

para por siempre gritarlo.

¡Que no habrá quien nos separe!

por más que pasen los años,

por más que cambie mi vida

no me apartes de tu lado.

Quiero volver a ser niño,

el que siempre fue soñando,

con el cirial de la infancia

regordete y repeinado.

Quiero ser ese fiscal

que por Cristo fue nombrado,

para llevar por las calles

la Paz de los gaditanos.

Fiscal de “La borriquita”

pero sin varas ni horarios,

el Fiscal de tu sonrisa

quijote de tu legado.

Desde Cádiz o Sevilla

trazaré mi itinerario,

para llegar puntual

a la cita en el Sagrario.

El sagrario de tu vientre

donde Cristo está sentado,

sobre su trono triunfante

Cristo Rey de los Cristianos.

No hay distancias ni caminos,

ni hay muralla en nuestro abrazo,

porque las madres abrazan

con tan sólo imaginarlo.

Porque tú estás en mis noches,

porque tú estás en mis labios,

cuando pronuncio la gloria

hecha verso cincelado.

Eres todo cuanto tengo;

eres todo cuanto valgo,

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eres ocaso de insomnio,

y amanecer dibujado

en la alameda del cielo,

con sus mares plateados.

Plaza Mina de emociones,

mes de octubre levitando,

y otra vez la paradoja;

yo levito por tu Santo

cuando bajas a mi altura

para ofrecerme tu mano.

Eres tú la primavera

eres tú nuestro verano,

y un Noviembre que a la aurora

siendo luto lo haces canto,

de guitarra y parihuela

con tus jóvenes cargando.

Y eres gubia del artista

que dejó su anonimato,

porque supo que al tallarte

pudo ser idolatrado,

por crear tanta belleza

tanto primor concentrado.

¡Ya se siente en Catedral!

el estruendo esperanzado,

y el anhelo de esperarte

tras el templo de tu palio.

Ya se siente la emoción

en el aire despeinado,

con fumata blanca y roja

que brota del incensario.

Aquí te dejo el pregón

y te pido apabullado,

que la próxima semana

seas tú nuestro cayado,

para vivir las pasiones

igual que todos los años;

rituales, tradiciones,

el respeto necesario,

allá por donde encontremos

nuestros “Cristos” caminando.

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Tu estarás en cada esquina

con tus rosarios velando,

por esa abuela que espera

desde un balcón tus milagros.

Estarás todos los días

representada en un barrio,

pero siempre en mi memoria

contrayendo y dilatando,

las ilusiones fervientes

de tu corazón alado.

Se acaba el sueño y la gloria

ya mi voz se va apagando,

ya se visten las tribunas

los balcones y los palcos.

¡Ocupad las carreteras

mis queridos gaditanos,

que ya ha llegado la hora

de pintar con arrebato,

la blancura de la Paz

en las palmas de las manos.

Id sacando las insignias

Cruz de Guía, el Simpecado…

y plantarlas en las plazas

presidiendo nuestros barrios.

Por el puente de “La Pepa”

por Carranza y San Fernando,

ya se acercan los tambores

y las cornetas silbando.

Llegan vientos de esperanza

de evangelios caminando,

convertidos en fragmentos

de la fe que profesamos.

Siento la misericordia

retallada en cada paso,

como pide el Santo Padre

en este bendito año.

¡Cádiz abre tus sentidos

abre con fuerza tus brazos,

y recibe jubilosa

lo que ansías esperando.

72

Porque ya es Semana Santa

ya la siento respirando,

entre palmas y entre olivos

y en los ojos de mi Amparo!.

73

CORTESÍA

Y así concluye la historia

de este humilde pregonero,

aquí naufraga el crucero

de mi oración amatoria.

Ya podéis tocar la gloria

hecha toda cofradía,

porque en sólo siete días

palparemos con las manos,

otro Domingo de Ramos

en la fe de Andalucía.

HE DICHO