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ISSN: 1132-0869 ISBN - 10: 84-616-4858-7 ISBN - 13: 978-84-616-4858-0 Pérdida de Biodiversidad. Responsabilidad y soluciones. Benito Muñoz Araujo y Pablo Refoyo Román (Eds.) Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural Segunda época, Tomo X, año 2013

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-0Pérdida de Biodiversidad. Responsabilidad y soluciones.

Benito Muñoz Araujo y Pablo Refoyo Román (Eds.)

Memorias de la Real Sociedad Española de Historia NaturalSegunda época, Tomo X, año 2013

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Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural

Las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural constituyen una publicación no periódica que recogerá estudios monográficos o de síntesis sobre cualquier materia de las Ciencias Naturales. Continuará, por tanto, la tradición inaugurada en 1903 con la primera serie del mismo título y que dejó de publicarse en 1935.

La Junta Directiva analizará las propuestas presentadas para nuevos volúmenes o propondrá tema y responsable de la edición de cada nuevo tomo.

Cada número tendrá título propio, bajo el encabezado general de Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, y se numerará correlativamente a partir del número 1, indicando a continuación 2ª época.

Foto de portada: Fotografía realizada por Benito Muñoz Araujo

en el Lago de Santiago, Isla de Sao Miguel (San Miguel), Azores. Tomada el 11 de septiembre de 2009.

Correspondencia: Real Sociedad Española de Historia Natural Facultades de Biología y Geología. Universidad Complutense de Madrid. 28040 Madrid e-mail: [email protected] Página Web: www.historianatural.org

© Real Sociedad Española de Historia Natural

ISSN: 1132-0869ISBN - 10: 84-616-4858-7ISBN - 13: 978-84-616-4858-0DL: XXXXXXXXX

Fecha de publicación: 31 de mayo de 2013Composición: Alfredo Baratas DíazImprime: Gráficas Varona, S.A. Polígono “El Montalvo”, parcela 49. 37008 Salamanca

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Pérdida de BiodiversidadResponsabilidad y soluciones

Benito Muñoz Araujo y Pablo Refoyo Román (Eds.)

R S E H NFacultades de Ciencias Biológicas y Geológicas

Universidad Complutense de Madrid28040 - Madrid

2013ISSN: 1132-0869

ISBN - 10: 84-616-4858-7ISBN - 13: 978-84-616-4858-0

M R S E H N

Segunda época, Tomo X, año 2013

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Índice

Presentación 7Introducción, por Pablo Refoyo, Benito Muñoz, Ignacio Polo, Cristina Olmedo y Ana Requero.

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Pérdida de biodiversidad. Causas y consecuencias de la desaparición de las especies, por José Luis Tellería.

13

Situación y Retos Globales de la Biodiversidad. Perspectiva de Naciones Unidas, por Helena Caballero Gutiérrez.

27

Pérdida de biodiversidad en el Mediterráneo: causas y propuestas de conservación, por Nieves García y Annabelle Cuttelod.

41

Causas de la pérdida de biodiversidad: Especies Exóticas Invasoras, por Laura Capdevila-Argüelles, Bernardo Zilletti y Víctor Ángel Suárez Álvarez.

55

La lucha contra las especies exóticas invasoras: una cuestión de estrategia y compromiso, por Bernardo Zilletti, Laura Capdevila-Argüelles y Víctor Ángel Suárez Álvarez.

77

El hombre como factor de extinción biológica, por Pablo Refoyo, Benito Muñoz, Ignacio Polo, Cristina Olmedo y Ana Requero.

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Presentación

El siguiente documento es el producto de una mesa redonda organizada por el Colegio Ofi cial de Biólogos de la Comunidad de Madrid en el marco del décimo Congreso Nacional de Medio Ambiente y cuyo objetivo era asentar los conocimientos básicos sobre la pérdida de biodiversidad que sufre nuestro planeta y las razones concretas que la produce así como las posibles soluciones.

Las conclusiones obtenidas en dicha mesa se exponen a continuación:

C

1. La información disponible hasta la fecha permite inferir un mensaje común: la diversidad biológica disminuye a todos los niveles y escalas geográfi cas.

2. Algunos planteamientos sobre biología de la conservación adolecen de un defecto grave: se extrapolan tendencias a partir de observaciones puntuales.

3. También es un error extrapolar a nivel específi co: no todas las especies introducidas, incluidas las que tienen facilidad en asentarse y proliferar, producen los mismos efectos.

4. Hemos podido extinguir especies, y lo hemos hecho durante siglos o milenios. Sólo muy recientemente, hemos (algunos, al menos) decidido conservar, y la capacidad humana para ello es formidable, aunque, desde luego, hay que aprender. Si continuamos en ello e incrementamos los esfuerzos, los resultados no se harán esperar.

5. El estado de los ecosistemas de agua dulce es especialmente grave, en particular en el contexto del creciente impacto del cambio climático, como pone en evidencia el gran número de especies amenazadas. Unos ecosistemas de agua dulce sanos son fundamentales para el total de la sociedad, a la que proporcionan no solamente agua limpia y pesca, sino también importantes servicios ambientales como, por ejemplo, la prevención frente a las inundaciones.

6. La progresiva pérdida de especies, en la medida en que puede afectar a la funcionalidad de los ecosistemas del planeta, es un proceso grave de consecuencias imprevisibles que puede privarnos de importantes recursos.

C

1. Las principales causas de amenaza de extinción son la destrucción y degradación de hábitats, la contaminación, la introducción de especies exóticas invasoras y la explotación no sostenible de los recursos. Se prevé que el cambio climático se convierta en un factor importante de amenaza en el futuro, y que los episodios de sequía sean cada vez más importantes y frecuentes en las regiones que se caracterizan por su aridez.

2. El cambio climático está afectando negativamente tanto a especies de animales como vegetales, tanto en aspectos comportamentales como en probabilidades de supervivencia.

3. El hombre es un homogeneizador del territorio. De forma voluntaria

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o involuntaria estamos creando ecosistemas similares en lugares dispares e incorporamos a dichos medios las mismas especies en todo el planeta. La consabida globalización no solo es un concepto económico sino que lo estamos convirtiendo en un término biológico.

4. Parece que potencial y realmente sí somos causantes de la sexta extinción masiva de especies, sin embargo, y a diferencia de las catástrofes anteriores, en nuestra mano está evitarla.

C

1. Las opciones de respuestas orientadas hacia un objetivo, ya sea por medio de áreas protegidas o de programas de gestión de recursos y prevención de la contaminación, pueden cambiar el rumbo de esa tendencia en el caso de determinados hábitats o especies.

2. Las medidas emanadas de los diferentes tratados internacionales y/o de la creciente asunción de su papel en nuestro futuro, son demasiado lentas e inefi caces.

3. En realidad, y salvando ciertos enclaves privilegiados, estamos fracasando estrepitosamente en la conservación de la diversidad biológica del planeta. Como diría el gran biólogo evolucionista Ernest Mayr (1997), sorprende lo mucho que nos está costando asumir nuestra responsabilidad en un proceso que afecta a todas las formas de vida con las que hemos convivido desde nuestros orígenes.

4. Las medidas de conservación más urgentes y relevantes son una gestión sostenible de los recursos y la protección legal de las especies y sus hábitats, siendo también importantes la investigación y la educación.

5. La primera y necesaria actuación es proporcionar una información adecuada a los dirigentes y gestores regionales y municipales sobre biodiversidad

6. Los datos básicos indispensables para el estudio de la biodiversidad animal los proporcionan disciplinas de tipo descriptivo: la taxonomía y la faunística.

7. Queda patente que una gestión efi caz de las EEI precisa de un compromiso político serio y a largo plazo con el medio ambiente, con el conjunto de estamentos implicados en el problema y con la ciudadanía, y de la dotación de recursos adecuados.

8. Es imprescindible hacer hincapié en promover la gestión ambiental de base local, garantizando el acceso a los recursos de la diversidad biológica, la reforma de la propiedad de la tierra y el reconocimiento de su tenencia consuetudinaria. Los programas destinados a la protección de la diversidad biológica y a la mitigación de la pobreza han de dirigirse también a los derechos humanos de todos, y en particular a los de los pobres.

9. Para conservar la diversidad biológica, reducir a la vez la pobreza y mejorar el bienestar humano y el desarrollo, esta ha de formar parte de las políticas de desarrollo de los gobiernos. Del mismo modo, el desarrollo y la reducción de la pobreza han de ser una parte integral de las políticas y programas ambientales y de conservación de la diversidad biológica. La clave consiste en administrar la ayuda de forma que se mantenga y se restaure la capacidad de los ecosistemas para ofrecer la gama completa de servicios que estos proveen a los seres humanos, contribuyendo así a la reducción de la pobreza. Instrumentos como las estrategias y planes de acción nacionales sobre diversidad biológica y los documentos de estrategia de lucha contra la pobreza así como las estrategias para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas, han de reforzarse.

Benito Muñoz Araujo y Pablo Refoyo RománMayo de 2013

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Introducción

Pablo Refoyo, Benito Muñoz, Ignacio Polo, Cristina Olmedo y Ana Requero1

1. Departamento de Zoología y Antropología Física, Facultad de Ciencias Biológicas,

Universidad Complutense de Madrid. C/José Antonio Novais, nº 12,

28040 Madrid. [email protected], [email protected], [email protected],

[email protected], [email protected]

La diversidad de especies de la Tierra ha aumentado desde el origen de la vida y continúa en pleno proceso de expansión. Este aumento no se ha producido de forma gradual (P , 2000).

Algunas especies no son capaces de acomodarse a las permanentes variaciones de las condiciones ambientales y desaparecen, al mismo tiempo que aparecen otras nuevas. Existe, por tanto, un ritmo de aparición y desaparición de especies producto de múltiples acciones e interrelaciones entre los organismos vivos y el medio que los rodea (E , 2009).

Todos los seres vivos que habitan la Tierra explotan los recursos naturales a su alcance y, por tanto, modifi can el medio en el que viven; pero también se ven afectados invariablemente por los cambios del medio, sean o no producidos por ellos mismos. Estas modifi caciones acontecen en la zona de infl uencia de cada uno de los individuos que las provocan, por lo que se pueden considerar alteraciones puntuales del medio. El ser humano, al igual que el resto de seres vivos, modifi ca y se ve afectado por los cambios que produce o se producen en el medio en el que vive.

La extinción se puede considerar un proceso natural presente en la historia de la vida desde su origen. La desaparición de las especies ha sido un hecho normal a lo largo de la vida sobre el planeta (S , 2002). De hecho, la esperanza de vida de las especies se sitúa entre los 5 - 10 millones de años (M et al., 1995).

La intensidad de las extinciones ha variado a lo largo del tiempo, con niveles comparativamente más bajos durante la mayoría de los periodos (extinciones de fondo) y niveles altos durante unos periodos muy cortos (extinciones en masa). Sin embargo, es en estas extinciones en masa cuando se produce la desaparición de entre el 75 y el 95% de las especies vivas en esos momentos (G & S , 2004), aunque en conjunto solo representan alrededor del 4% de todas las extinciones acontecidas en los últimos 600 millones de años (R , 1994). Es decir, la importancia de las extinciones masivas no radica en su contribución a la desaparición de especies sino en su efecto de ruptura en el desarrollo de la biodiversidad, lo que provoca que cuando la diversidad se recupera, ésta tiene una composición a menudo muy diferente con respecto a la situación previa a la extinción (G & S , 2004).

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P. R , B. M , I. P , C. O A. R10

Las extinciones en masa se producen porque, de forma extraordinaria y más o menos globalizada, existen fenómenos catastrófi cos que modifi can las condiciones ambientales imperantes. Algunos de estos fenómenos catastrófi cos pueden asignarse a causas geológicas (erupciones volcánicas, terremotos), otros a procesos climáticos (glaciaciones repentinas) o extraterrestres (impacto de meteoritos) y otros a causas biológicas (provocadas por agentes biológicos). De acuerdo con S (2002) podemos agrupar las causas que pueden provocar un proceso de extinción biológica y que afectan a áreas geográfi cas amplias de la siguiente manera:

Tabla I. Causas que provocan extinciones. - Extincions causes

Causas terrestres (se originan en el planeta):

Causas que están fuera de la Tierra (cósmicas o extraterrestres):

Vulcanismo a gran escalaGrandes fugas de gas del manto terrestreDescensos rápidos del nivel del marEpisodios de falta de oxígeno en los maresCambios rápidos de temperaturaGlaciacionesRadiación e inversiones del campo magnético terrestre

Erupciones solares violentasProximidad de una supernovaEstrellas cercanasDesplazamiento a través del plano de la GalaxiaImpactos de meteoritos y asteroides Tormentas de meteoritos y cometas

En cualquier caso, estas modifi caciones suelen provocar que muchos individuos sean incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones y mueran, induciéndose una elevada mortandad de ejemplares y una reducción en la biodiversidad.

La primera gran extinción masiva de la que se tiene constancia se produjo al fi nal del Ordovícico, hace 440 millones de años; 90 millones de años después, en el Devónico Superior, se produjo la segunda. Al fi nal del Pérmico, 110 millones de años después, se produjo la tercera; y la cuarta ocurrió 50 millones de años después, al fi nal del Triásico, hace 190 millones de años. La más reciente ocurrió al fi nal del Cretácico.

De todas estas extinciones, la que produjo una mayor pérdida de biodiversidad fue la ocurrida al fi nal del Pérmico, hace 248 millones de años, en la que se cree desaparecieron el 80% de los géneros que entonces poblaban la Tierra.

La extinción en masa más conocida tuvo lugar hace 65 millones de años, la última de todas ocurrida al fi nal del Cretácico y en la que desaparecieron el 50% de los géneros y el 70% de las especies. Fue entonces cuando se produjo la desaparición de los grandes dinosaurios, pero también de los amonites, belemnites y rudistas. En este caso la causa más aceptada es el impacto de un gran meteorito sobre la superfi cie terrestre.

Tras cada uno de estos periodos de extinción se produce un cambio sustancial de los componentes bióticos existentes en el planeta que provoca una reestructuración más o menos relevante. Por ejemplo, los mamíferos placentarios ocuparon los nichos de los reptiles inmediatamente después de la gran extinción del cretácico, aunque los niveles de biodiversidad volvieron a restablecerse e incluso se incrementaron (S , 1984).

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B

E , A.M.T. (ed.) 2009. Mass Extinction. 252 págs. Springer. New YorkG , K.J. & S , J. I. 2004. Biodiversity: an introduction. 192 págs. UK. Blackwell

Publishing. 2nd edition . M , R.M., L , J.H. & S , N.E. 1995. Assesing extinction rates. In: Lawton,

J. H. y May, R. M. (eds.), Extinction Rates. págs1-24. Oxford University Press. Oxford, New York.

P , R.B. 2000. A Primer of Conservation Biology (Second edition). 319 págs. Sinauer Associates. Sunderland, USA.

R , D.M. 1994. The role of extinction in evolution. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 91: 6758-6763.

R , R. & M , R. 2005. Cycles in fossil diversity. Nature , 434: 208-210.S J . J.J. 1984. A kinetic model of Phanerozoic taxonomic diversity, III. Post-

paleozoic families and mass extinctions. Paleobiology, 10: 246-267.S J . J.J. 1989. Periodicity in extinction and the problem of catastrophism in the

history of life. Journal of the Geological Society London,146: 7-19.S , L. 2002. La extinción de las especies biológicas. Construcción de un

paradigma científi co. 85 págs. Monografías de la Academia de Ciencias Exactas Físicas Químicas y Naturales de Zaragoza. Nº 21.

S , P.W. 1990. The geologic history of diversity. Annual Review of Ecology and Systematics, 21: 509-539.

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Pérdida de biodiversidad. Causas y consecuencias de la desaparición de las especies

Loss of biodiversity: causes and consequences of the species loss

José Luis TelleríaDepartamento de Zoología y Antropología Física

Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad Complutense-CEI MoncloaMadrid 28040, España

[email protected]

P : Ciencia de la conservación, Contaminación, Homogenización biológica, Pérdida de hábitat, Servicios smbientales, Sobreexplotación

K : Biotic homogenization, Conservation science, Environmental services, Habitat loss, Overexploitation, Pollution.

R

Como advertía Otto Frankel hace cuarenta años, “las especies salvajes, crecientemente amenazadas por la pérdida de hábitats, dependerán de una organizada protección de su supervivencia. A largo plazo, esto es sólo posible si se las mantiene en continua evolución dentro de sus comunidades naturales…”. Este objetivo es difícil si atendemos al creciente impacto de la expansión del hombre sobre el planeta (destrucción de hábitat, homogenización biótica, contaminación…) con sus negativas secuelas sobre la biodiversidad. Un problema adicional para evaluar la verdadera dimensión de este impacto es la falta de información básica sobre la diversidad taxonómica de las especies, su distribución y tendencias numéricas por falta de investigación básica y seguimiento. En cualquier caso, la información disponible es preocupante. La UICN considera amenazadas al 36% de las 48.000 especies evaluadas hasta el 2010 y el Living Planet Index (WWF-UNEP), que sintetiza la evolución de 5000 poblaciones de 1700 especies de vertebrados en todo el mundo, registra un declive medio del 40% en los últimos 30 años. Se conoce todavía mal la forma en que la pérdida de especies afecta a la resiliencia de los ecosistemas, aunque diferentes estudios demuestran que suelen asociarse con pérdidas graduales o repentinas de funcionalidad según las circunstancias. La presencia de muchas especies en un grupo funcional dado puede impedir que la desaparición de alguna de ellas tenga consecuencias inmediatas e irreversibles. Por eso, como indicaba Norman Myers hace treinta años, puede ser tan incorrecto mantener que cada especie es siempre una parte esencial en el funcionamiento de un ecosistema como defender que se pueda extinguir con impunidad.

A

Forty years ago, Otto Frankel wrote that “wild species, increasingly endangered by loss of habitats, will depend on organized protection for their survival. On a long term basis this is feasible only within natural communities in a state of continuing evolution…”. This is a diffi cult aim if we realize the growing human impact on Earth (habitat loss,

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biotic homogenization, pollution…) and their negative effects on biodiversity. An additional problem to asses the true dimension of this impact is the lack of knowledge on the taxonomic diversity, distribution and numerical trends of most species by the lack of research and monitoring. Despite these shortcomings, the information available is worrying. According to the IUCN, 36% of the 48.000 assessed species were endangered in 2010, and data provided by the Living Planet Index (WWF-UNEP) report a mean decrease of 40% in the abundance of 5000 populations of 1700 vertebrate species monitored during the last 30 years. The way the loss of species affects ecosystem resilience and functionality is not yet fully understood, but several studies have reported gradual or sudden losses of functionality. The presence of many functionally equivalent species within one ecosystem will retard immediate or irreversible ecological effects. Thus, according to Norman Myers, it is probably so incorrect to accept that each individual species is always an essential part of each ecosystem, as to maintain that species can be destroyed with impunity.

1. I

La crisis de biodiversidad que hoy padecemos tiene ciertas similitudes con lo ocurrido en el pasado cuando desaparecieron de forma relativamente rápida grupos enteros de organismos (L & L , 1995). Pero las extinciones de hoy difi eren de lo ocurrido en otras épocas. Mientras que aquellas fueron provocadas por perturbaciones naturales (cambios climáticos, orogenias, impacto de meteoritos….) ahora es el hombre el principal inductor de los cambios por causa de su expansión numérica y creciente demanda de recursos. Ha aumentado tanto su capacidad para modifi car voluntaria, profunda e irreversiblemente cualquier lugar del planeta que hoy son las decisiones políticas y no los impedimentos técnicos los que limitan -cuando lo hacen- su capacidad destructiva. Somos la causa y posible solución de un problema que, lejos de tener una salida científi ca o técnica, deberá abordarse a través del cambio de los fundamentos sociales, económicos y fi losófi cos de nuestra propia existencia (C et al., 1999). Por lo tanto, la conservación de la biodiversidad transciende a la capacidad de la investigación biológica por más que, desde hace décadas, ésta se esfuerce en responder a este reto proponiendo soluciones y nuevas aproximaciones (E , 1970, S , 1985).

En 1992 se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo donde se estableció el Convenio sobre Diversidad Biológica. En él se introdujeron nuevos conceptos y obligaciones al propugnarse la conservación de la diversidad biológica o biodiversidad (G , 1995), el uso sostenible de sus componentes y el reparto justo y equitativo de sus benefi cios. Se abría así una nueva etapa en la conservación del planeta caracterizada por la creciente implicación de los agentes sociales, una sucesión de importantes acuerdos internacionales y la propuesta de orquestar cambios a escala planetaria (los denominados Objetivos del Milenio, establecidos en Nueva York en 2001). La preocupación por la pérdida de especies forma parte de este panorama ya que invita a preguntarnos si su desaparición puede aumentar la fragilidad de los ecosistemas o reducir los servicios de los sistemas ambientales de los que dependemos (Tabla I). Una inquietud que no difi ere mucho de nuestra preocupación por la disponibilidad de otros recursos más convencionales en un

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planeta fi nito donde nuestra población sigue creciendo (M E A , 2005).

Tabla I. Servicios prestados por los ecosistemas (M E A , 2003).

- Services provided by ecosystems (M E A , 2003)

Servicios básicos: producción primaria, ciclo de nutrientes, formación de suelos …Productos: alimento, madera, combustibles, fi bras, productos químicos, recursos

genéticos…Regulación ambiental: regulación climática, regulación de plagas y enfermedades,

regulación hídrica, purifi cación del agua, purifi cación del aire…Servicios culturales: servicios espirituales, recreación, turismo, educación, herencia

cultural, información científi ca…

2. T

En los nuevos escenarios modifi cados por el hombre sobreviven las especies preadaptadas a las nuevas condiciones o las capaces de evolucionar con la rapidez exigida (M , 2002). El resto, la mayoría, son arrinconadas primero y eliminadas luego víctimas de una progresiva acumulación de perturbaciones. En tal situación y como nos advertía hace ya cuarenta años O F (1974), uno de los padres de la biología de la conservación, “las especies salvajes, crecientemente amenazadas por la pérdida de hábitats, dependerán de una organizada protección de su supervivencia. A largo plazo, esto es sólo posible si se las mantiene en continua evolución dentro de sus comunidades naturales…”.

El catálogo de perturbaciones humanas responsables de la desaparición de las especies no ha cambiado demasiado a lo largo de la historia (Tabla II).

Tabla II. Principales amenazas para la supervivencia de las especies (WWF, 2010)- Major threats to species survival (WWF, 2010)

Pérdida, degradación y fragmentación de los hábitats: expansión agrícola, actividades extractivas (deforestación, minería...), acuicultura industrial, desarrollo urbano, infraestructuras, erosión, fuegos.

Sobreexplotación de especies silvestres: caza y recolección, explotación legal e ilegal por encima de la capacidad de reposición de las poblaciones.

Contaminación: uso excesivo de pesticidas, efl uentes mineros, industriales y urbanos, exceso de fertilizantes.

Cambio climático: debido al vertido creciente de gases de efecto invernadero resultados de la actividad industrial y de la destrucción de los bosques.

Especies invasoras: propagadas inadvertidamente por todo el planeta y que se convierten en competidoras, depredadoras o parásitas de las forma nativa.

Factores intrínsecos de las especies: pobre dispersión, pobre reclutamiento, especialización…

Sí lo ha hecho, sin embargo, su importancia relativa, la progresiva acumulación de sus efectos y la constante aparición de sinergias dañinas no siempre evidentes (S & W , 2009). Hemos pasado de representar un humilde papel de primate cazador-recolector a convertirnos en un

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ubicuo agente de cambio ambiental responsable del denominado cambio global (H , 1986). Repasemos las principales perturbaciones:

2.1. Sobreexplotación

La explotación de las plantas y animales parecer ser tan antigua como nuestra propia historia. El registro fósil revela una desaparición masiva de grandes mamíferos en el Pleistoceno (50.000-10.000 años a.c.). El tamaño de las especies afectadas y la expansión coetánea del hombre parecen apoyar la hipótesis de que fue debida a una cadena de extinciones parcialmente inducidas por nuestros antepasados (K & B , 2006). Esta actividad recolectora continúa hoy. En unos casos, es una explotación de subsistencia practicada por poblaciones rurales empobrecidas. Su impacto puede ser grande en ciertas especies si atendemos a las estimas sobre el consumo de la llamada “carne de monte”. En la Amazonía Brasileña se cazan entre 67.000 y 164.000 toneladas de animales salvajes cada año y en las selvas centroafricanas se extraen entre 1 y 3,4 millones de toneladas de esta carne. Los tapires, primates y ciertos antílopes son los objetivos más codiciados pero, cuando son esquilmados, la actividad cinegética se desplaza a otras especies menores (M -G et al., 2003). En otros casos, se trata de una actividad comercial dirigida a la explotación industrial de ciertas especies codiciadas por su valor de mercado. Su efi cacia extractiva puede ser tan grande que, de no regularse adecuadamente, termina por esquilmar a las poblaciones afectadas. Un caso espectacular por sus implicaciones ambientales y socio-económicas es la abusiva explotación de las poblaciones de peces. En 1950, más de la mitad de las pesquerías mundiales estaban aparentemente inalteradas. Pero, a partir de los años 70, con el inicio de una explotación intensiva, tecnifi cada y planetaria de este recurso, comenzó un claro declive de estos animales. En el año 2007 sólo el 20 % de los bancos pesqueros tenían una explotación moderada (FAO, 2009). Es importante resaltar que algunas modalidades de pesca industrial producen grandes daños colaterales sobre la biodiversidad marina: las redes de arrastre dañan los fondos alterando la estructura de las comunidades bentónicas; las redes de deriva capturan especies raras o amenazadas (tortugas, delfi nes, tiburones…) y el descarte de las especies sin interés comercial produce el deterioro de sus poblaciones y una lluvia de cadáveres que favorece el aumento de las especies necrófagas (G , 1988). Esto también ocurre en la explotación maderera de muchos bosques donde la tala de los pies más codiciados puede deteriorar al resto de la vegetación.

2.2. Destrucción del hábitat

La destrucción sistemática de los hábitats naturales se inicia con el desarrollo de la agricultura y la proliferación de los asentamientos humanos en el Neolítico (10.000 años a.c). A partir de ese momento, se cultivan los valles más fértiles y se desmontan los bosques para crear pastizales útiles para el ganado. Todavía hoy, la “ampliación de la frontera agrícola” constituye una oferta electoral válida en países en los que el fuego y los buldózer son vistos por muchos como los mejores aliados de su desarrollo. Todos estamos familiarizados con la vertiginosa desaparición del bosque intertropical, donde se han perdido millones de hectáreas en la última década (Tabla III). En unos casos, estas pérdidas se asocian al crecimiento de la población, pero en muchos otros tiene que ver con la expansión de ciertos cultivos (L , 2006). Está, además, la expansión urbana, la

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actividad minera, la inundación producida por los grandes embalses o el trazado de ferrocarriles, carreteras, oleoductos y tendidos eléctricos con sus secuelas sobre el medio natural. En la información sobre los últimos 20 años destaca, como rasgos más llamativos, la persistente deforestación de Sudamérica, Sudeste Asiático y Africa (L et al., 2005; Tabla III), lugares que albergan algunos de los sectores del planeta más ricos en especies (B et al., 2006).

Tabla III. Cambios de la superfi cie forestal en diferentes regiones entre 1990 y 2010 (FAO, 2010).

- Regional changes in forest cover from 1990 to 2010 (FAO, 2010)

Área de bosque* Tasa de cambio anual

1990 2010 Cambio anual*

Tasa anual (%)

África 749.238 674.419 -4.067 -0,56Asia meridional 325.423 284.373 -2.428 -0,77Europa con Siberia 989.471 1.005. 001 +877 +0,09Caribe 5.902 6.933 +53 +0,87Norte y Meso-América 708.383 705.393 -289 -0,04Oceanía 198.744 191.384 -36 -0,02Sudamérica 946.454 864.351 -4213 -0,45Total 4.168.399 4.033.060 -8.323 -0,20

*en miles de ha

2.3. Homogenización biótica

Buena parte del impacto del hombre sobre el planeta previo a la Revolución Industrial se debe a su interés por favorecer a unas pocas especies de plantas (trigo, cebada, garbanzo…) y animales (ovejas, vacas, cabras, caballos…). Con este objeto ha modifi cado la vegetación, combatido a sus enemigos, monopolizado el agua y contaminado el ambiente con toneladas de vertidos fecales, nutrientes y pesticidas. Hoy el hombre comparte el territorio colonizado con 56.000 millones de animales domésticos, una cantidad que se doblará en el 2050 según las previsiones de la FAO (S et al., 2006). Se han generado así sistemas ecológicos intensamente intervenidos que ocupan buena parte del planeta donde, además de prosperar las pocas especies elegidas y los organismos locales pre-adaptados a estas condiciones, se expanden con facilidad otros polizones llegados al amparo de la expansión humana. Esta homogenización ambiental, junto con el creciente trasiego de personas y mercancías y el popular interés por mantener animales y plantas exóticos, ha producido un intercambio adicional de especies silvestres entre continentes que pueden alterar el funcionamiento de diferentes procesos ecológicos al competir ventajosamente con los organismos autóctonos y eliminarlos (S , 2010). Un repaso al listado de las 100 especies invasoras más impactantes preparado por el Grupo de Especialistas en Especies Invasoras de la UICN (L et al., 2000) aporta algunas tendencias interesantes. En primer lugar, por lo que concierne al tipo de organismos implicados, son las

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plantas quienes ocupan el lugar más destacado (suponen el 35% de las especies más perjudiciales) por su capacidad para competir con la vegetación autóctona y tapizar grandes superfi cies de las áreas invadidas. Les siguen los mamíferos (15% de las especies), por su impacto sobre la vegetación u otros animales, y los insectos (15%), por su devastador efecto sobre los sistemas ecológicos. Pero esta evaluación puede cambiar según el área analizada y los criterios considerados. Por ejemplo, según revisan V et al. (2010), las especies con una mayor variedad de impactos sobre los servicios ecosistémicos en Europa son ciertos vertebrados terrestres (Branta canadensis, Cervus nippon, Myocastor coypu, Salvelinus fontinalis…), invertebrados acuáticos (Dreissena polymorpha, Procambarus clarkii, Balanus improvisus), algunas plantas (Oxalis pes-caprae) y ciertas algas (Codium fragile, Undaria pinnatifolia). Algo parecido podría decirse de la expansión y efectos de las enfermedades infecciosas en un mundo cambiante e interconectado, con sus preocupantes secuelas sobre la conservación de las especies (S et al., 2009).

2.4. Contaminación y catástrofes

La producción de deshechos ha aumentado exponencialmente al crecer la población humana y consagrarse, con la Revolución Industrial (fi nales del siglo XVIII), un modelo de desarrollo basado en el uso creciente de recursos mineros. Nuestra actual capacidad para domeñar a la naturaleza y expandir las fronteras del sistema ecológico que nos alberga se basa en el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo...) que, desde hace décadas, está descargando en la atmósfera descomunales cantidades de CO2 y otros compuestos nocivos (N2O, CH4). Esta masiva puesta en circulación del material orgánico fosilizado, está cambiando el clima de forma lenta, global y, tal vez, irreversible (IPCC, 2007). Hoy hay ya evidencias sólidas de un calentamiento del planeta atribuible a esta actividad, de sus efectos directos sobre muchas especies (retracción o extinción local de aquellas propias de ambientes fríos; avance de la sequía en ciertos sectores, etc.; P , 2006) y de las sinergias destructivas resultantes de su combinación con otros efectos (Tabla IV). Finalmente, aunque no hemos de ignorar el régimen natural de perturbaciones, con sus catástrofes asociadas (erupciones volcánicas, riadas, etc.), no hay que desconocer el pernicioso efecto de aquellas grandes perturbaciones alimentadas por la actividad humana. El vertido de sustancias contaminantes (como los derrames de los petroleros, el vertido a los ríos de fl uidos industriales…), las inundaciones en zonas deforestadas donde el agua fl uye sin control, o los incendios de origen humano son buenas muestras del carácter catastrófi co de muchas de nuestras actividades.

3. C

Es difícil conocer las tasas de desaparición de las especies a escala planetaria por varios motivos. En primer lugar porque, tres siglos después de que el naturalista sueco C L (1707-1778) iniciara el inventario de la variedad de especies de nuestro planeta, estamos lejos de conocerla. Hoy sólo se controla razonablemente bien la riqueza de especies y estado de conservación de algunos grupos de grandes animales (Tabla V), pero se desconoce la situación de muchos otros (M E A , 2005). En segundo lugar, porque con este défi cit de conocimiento (el denominado défi cit linneano;

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B & L , 1998), es muy difícil evaluar la importancia relativa de su desaparición por efecto de la acción humana ¿Cómo calcular el número de especies que se extinguen si no sabemos cuantas hay? Aunque las razones de esta situación son múltiples, todas pudieran explicarse por la falta de interés o recursos para afrontar un objetivo tan formidable (C et al., 2011). De hecho, muchos lamentamos el declive de los estudios taxonómicos (V , 2011) y los problemas para garantizar su continuidad a través de una docencia especializada en medio de un deterioro rampante de la diversidad biológica de nuestro planeta (D , 2003). Tenemos que impedir que se extingan los científi cos capaces de conocer y describir las especies pues, sin ellos, su desaparición será todavía más invisible e impune. Y, en tercer lugar, porque el todavía limitado esfuerzo de evaluación propiciado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza nos ofrece un panorama alarmante, con cerca de un 40 % de las evaluadas en situación de amenaza (Tabla V).

Desde hace décadas, hay programas de seguimiento periódico de las poblaciones de diferentes especies de vertebrados en diversos lugares del planeta. Los resultados son también demoledores. El Living Planet Index, coordinado por el WWF Internacional y la UNEP-Worl Conservation Monitoring Center, que sintetiza la evolución de 5000 poblaciones de 1700 especies de mamíferos, aves, anfi bios, reptiles y peces en todo el mundo (L et al., 2008), registra un declive medio cercano al 40% de esas poblaciones durante los últimos 30 años, con caídas más severas en las especies dependientes del agua dulce. Resulta preocupante constatar que dichas pérdidas se acentúan en latitudes intertropicales, como Sudamérica (-76%), África (-19%) y la región Indopacífi ca (-23%) donde se acumula la mayor diversidad de especies del planeta y donde las agresiones al medio natural parecen perpetuarse (Tabla III). Es esperanzador ver, sin embargo, que en Europa, tras siglos de descaste, se asiste a una recuperación de las poblaciones de las especies objeto de este seguimiento (+30%), una tendencia que también se insinúa en Norteamérica (+3%). Tras años de impacto, el despoblamiento del medio rural, el aumento de las áreas protegidas, el incremento de la conciencia

Tabla IV. Área cubierta por los corales y porcentaje de su superfi cie alterada por amenazas locales y globales (blanqueo por efecto del calentamiento). Se indica también la superfi cie protegida por reservas marinas (B et al., 2011).

- Coral reef distribution and percentage of the area affected by local threats and global warming (reef bleaching). The percentage of protected coral reefs is also shown (B et al., 2011).

Región Área en Km2 a) Amenazas locales (%)

b) Estrés térmico (%) a y b (%) Superfi cie

protegida (%)Atlántico 25.849 75 56 92 30Australia 42.315 14 33 40 75Océano Índico 31.543 66 50 82 19Oriente Medio 14.399 65 36 76 12Pacifi co 65.972 48 41 65 13SE Asia 69.637 94 27 95 17Global 249.713 61 38 75 27

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conservacionista y la inversión de recursos dirigidos a refl otar los retazos de las poblaciones amenazadas parecen estar dando sus frutos en ambos subcontinentes.

Pese a todos los problemas arriba expuestos, sería injusto tratar de pasivos a los científi cos y gestores implicados en el estudio y la conservación de las especies (C et al., 2012). Los grandes proyectos de investigación sobre la diversidad de la vida permanecen vigentes y avanzan en los ambientes más inaccesibles (A et al., 2010); se han incorporados nuevas técnicas analíticas al estudio taxonómico y biogeográfi co de las especies (E et al., 2006, H et al., 2007); se está usando Internet como gran vehículo de la globalización del conocimiento de la diversidad biológica del planeta (F et al., 2007); se diseñan nuevas estrategias de conservación (P & C , 2005), se promueve la creación de áreas protegidas (UNEP-WCMC, 2010) y se está desarrollando con rapidez la ecología de la restauración, una disciplina dirigida a recuperar parte del esplendor natural de las áreas perturbadas (H

Tabla V. Estado de conservación de algunos grupos de especies de acuerdo con la información facilitada por la lista roja de la UICN para 2010 (http://www.iucnredlist.org). Es interesante comparar en cada grupo el número de especies descritas con el número de evaluadas desde una perspectiva conservacionista y, dentro de éstas, el porcentaje de aquellas que se encuentran amenazadas. Se marca en gris los grupos en los que la evaluación es razonablemente completa.

- Conservation status of several groups of species according to the IUCN red lis (2010, http://www.iucnredlist.org). It is interesting to compare the number of described vs. evaluated species and, within these, the percentage of endangered species. Grey bands show the groups in which the assessment has been reasonably comprehensive.

Especies descritas

Especies evaluadas

(2010)

Especies amenazadas

(2010)

Especies amenazadas vs. descritas

(%)

Especies amenazadas

vs. evaluadas (%)

Mamíferos 5.490 5.490 1.143 21 21Aves 9.998 9.998 1.223 12 12Reptiles 9.084 1.672 467 5 28Anfi bios 6.433 6.284 1.895 29 30Peces 31.300 4.446 1.414 5 32Insectos 1.000.000 2.886 740 0,1 26Moluscos 85.000 2.305 1.037 1 45Crustáceos 47.000 1.735 606 2 35Arácnidos 102.248 32 18 0,02 56Musgos 16.236 93 80 0 86Helechos 12.000 211 139 1 66Gimnospermas 1.021 909 322 32 35Angiospermas 281.821 10.916 7.945 3 73Líquenes 17.000 2 2 0 100Hongos 31.496 1 1 0 100TOTAL 1.740.330 47.978 17.315 1 36

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& H , 2001). No se ha descuidado, además, el tradicional maridaje entre científi cos y conservacionistas a través de un creciente número de asociaciones ciudadanas implicadas en la conservación de la biodiversidad (WWF, BirdLife, etc.).

4. C

Las especies son piezas básicas de los ecosistemas. Son responsables de los fl ujos de materia y energía que confi guran la vida en nuestro planeta generando los servicios ambientales básicos de los que dependemos (Tabla I). La progresiva pérdida de estas entidades tiene, por lo tanto, consecuencias evidentes aunque todavía mal cuantifi cadas. Un estudio en el que se analizó un centenar de investigaciones sobre este aspecto observó que las respuestas variaban en función de los ecosistemas analizados (dominaban los experimentos en pastizales) y las funciones consideradas (se analizaba el efecto de la pérdida de especies sobre la productividad, biomasa, resiliencia…), aunque en un 71% de los casos se detectó algún tipo de relación (S & V , 2005). Entre estos, un 39% de los casos presentaron una relación lineal entre la reducción de especies y la pérdida de la función ecosistémica analizada (la perdida de una sola especie tendría un efecto medible) mientras que en un 53% de los estudios las funciones ecosistémicas analizadas se desplomaban a partir de un umbral de pérdida de especies (al principio no pasa nada, pero a partir de un numero dado de especies desaparecidas se desploma la función ecosistémica analizada). Esto se podría explicar considerando la existencia de grupos de especies que realizan una función ecológica similar (los grupos funcionales) de forma que, sólo cuando se pierde el último representante de un grupo, la función se resiente (M et al., 1995). Otras aproximaciones basadas en el estudio de las redes ecológicas (grupos de especies que protagonizan una interacción ecológica dada, como las plantas y sus polinizadores o sus dispersantes; B & J , 2007) también apoyan la idea de la existencia de grupos funcionales. Por lo tanto, dependiendo de la riqueza de especies en los grupos funcionales de un sistema ecológico, éste será más o menos resiliente. Es decir, más o menos capaz de encajar perturbaciones sin producir cambios en su organización y funcionamiento.

Estas ideas han llevado a clasifi car a las especies según su papel en un determinado sistema ecológico. Destacan, por ejemplo, las especies clave (antítesis de las redundantes) que son las que desempeñan un papel fundamental, muy por encima de su abundancia o biomasa, en el mantenimiento del sistema ecológico al que pertenecen (P , 1969). Su desaparición implicará un desajuste sensible, incluso el caos. Se trata, sin embargo, de un concepto relativo pues la condición de una especie dependerá de la existencia de otras especies similares en su mismo grupo funcional en un determinado lugar y momento (después de todo, las comunidades de organismos varían en el espacio y en el tiempo). De esta forma, una especie puede ser redundante (y tal vez prescindible) en un ecosistema rico en especies similares y clave en otro, donde sea la única representante de su grupo funcional. Igualmente, si analizamos la dinámica temporal de los sistemas ecológicos, es posible que una especie redundante en un momento dado termine

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por convertirse en clave cuando el ecosistema cambie de estado (G , 2000).

Pudiera concluirse entonces, a la vista de las teorías y evidencias disponibles, que la extinción de una especie no tiene por qué implicar un cambio ambiental inmediato, aunque sí produzca una disminución de la capacidad del sistema ecológico afectado (se pierde una de las especies de un grupo funcional) para afrontar sin consecuencias nuevas extinciones (M , 1980, H et al., 2005). Como indicaba N M en 1996, parece ser tan incorrecto mantener que cada especie es siempre una parte esencial en el funcionamiento de cualquier ecosistema como defender que se pueda extinguir con absoluta impunidad.

5. C

La progresiva pérdida de especies, en la medida en que puede afectar la funcionalidad de los ecosistemas del planeta, es un proceso de consecuencias imprevisibles. Puede privarnos de importantes recursos que, sólo en el capítulo de los servicios ambientales, se calcula que ascienden a muchas veces el PIB de la economía mundial (C et al., 1997). Pero puede privarnos, además, de una valiosa información sobre la diversidad de soluciones al problema del mantenimiento de la vida en circunstancias atípicas o extremas, sin entrar en otro tipo de benefi cios culturales o espirituales (Tabla I). Sin embargo, a dos décadas de la Conferencia de Río y sus expectativas, las cosas no van bien. Las medidas emanadas de los diferentes tratados internacionales y de la creciente asunción de su importancia para nuestro futuro, son demasiado lentas o inefi caces si atendemos al fi asco de los Objetivos del Milenio para el 2010, en los que se preveía una reducción signifi cativa de la perdida de biodiversidad para esta fecha (B et al., 2010). En realidad, salvando ciertos enclaves privilegiados por su protección o marginalidad, estamos fracasando en la conservación de la diversidad biológica del planeta. Lo urgente nos impide hacer lo importante con lo que, a día de hoy, seguimos siendo los responsables de la denominada sexta gran extinción (L & L , 1995). Como diría E M (1997), sorprende lo mucho que nos está costando asumir nuestra responsabilidad en un proceso destructivo que afecta a las otras formas de vida con las que hemos convivido desde nuestros orígenes.

A

Este trabajo, preparado para el Congreso Nacional de Medio Ambiente (Conama) 2010 por invitación del Prof. Pablo Refoyo y del Colegio Ofi cial de Biólogos de la Comunidad de Madrid, es una contribución al proyecto CGL 2011-22953 del Ministerio de Economía y Competitividad y al Campus de Excelencia Internacional CEI-Moncloa de la Universidad Complutense de Madrid, Universidad Politécnica y resto de entidades agregadas. Agradezco muy sinceramente los comentarios, correcciones y críticas constructivas de Silvia Abril, Jofre Carnicer, Emili García-Berthou y Francisco I. Pugnaire.

B

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Situación y Retos Globales de la Biodiversidad. Perspectiva de Naciones Unidas

Status and Challenges of Global Biodiversity. UN Perspective

Helena Caballero Gutiérrez Ex-Consejera de Agua y Medio Ambiente.

“Las tendencias actuales nos están acercando

más a una serie de puntos de infl exión que reducirían catastrófi camente la capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios esenciales. Los pobres, que tienden a ser los

que más dependen de esos servicios, serían los primeros en verse afectados y con la mayor

severidad. Están en juego los principales Objetivos de Desarrollo del Milenio: la

seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza y una población más sana”

BKM, Secretario General Naciones Unidas Global Outlook Biodiversity 3

P : Biodiversidad, ONU, Retos globalesK : Biodiversity, ONU, Global challenges

R

En el artículo se presenta un panorama sobre la situación, así como los retos globales que amenazan la biodiversidad y las soluciones desde la perspectiva de Naciones Unidas, tomando como referencia el año Internacional de la Biodiversidad-2010- y las directrices adoptadas internacionalmente hasta la fecha. Hasta 2009, se habían evaluado 47.677 especies, de las cuales el 36% está amenazado, son especies vulnerables, están en peligro de extinción o en peligro crítico de extinción. De las 12.055 especies vegetales evaluadas, el 70% está con algún grado de amenaza y el 23% de las especies vegetales están al borde de la extinción. Las plantas medicinales corren un alto riesgo de extinción precisamente en las partes del mundo donde las personas más dependen de ellas. Los ecosistemas de aguas continentales son los que han sufrido cambios más drásticos. Hoy en día, más del 40% de la descarga fl uvial de todo el mundo es interceptada por grandes presas, y ya no llega a las costas un tercio de los sedimentos que solían desplazarse hacia ellas. Respecto a los ecosistemas terrestres, la pérdida neta de bosques en el mundo se ha desacelerado considerablemente pero los bosques reforestados son jóvenes, por lo tanto de baja biodiversidad y casi un cuarto de los suelos del mundo se fue degradando entre 1980 y 2003. Siguen reduciéndose los hábitats costeros, lo que pone en peligro un gran número de los servicios que esos ecosistemas proveen.

En defi nitiva, la meta de la biodiversidad para 2010- lograr para el año 2010 una reducción signifi cativa del ritmo de pérdida de la biodiversidad -no se ha alcanzado a

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nivel mundial y en la región europea, España es el país con más especies consideradas amenazadas. Por último se presentan los principales acuerdos tomados en 2010 hasta la reciente onceava Conferencia de las Partes, el pasado mes de octubre en Hidebarad, India, donde se revisó el grado de cumplimiento de las metas acordadas en Aichi dos años antes y los objetivos principales del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020, acordando los gobiernos duplicar los fondos destinados a apoyar las medidas para frenar el ritmo de pérdida de diversidad biológica.

A

The article presents an overview of the situation as well as the global challenges that threaten biodiversity and solutions from the perspective of the United Nations, with reference to the International Year of Biodiversity-2010-and the guidelines adopted internationally to date. Until 2009, had been evaluated 47.677 species, of which 36% are threatened, are vulnerable species, are endangered or critically endangered. Of the 12,055 plant species evaluated, 70% is with some degree of threat and 23% of plant species are on the brink of extinction. Medicinal plants are at high risk of extinction in just parts of the world where most people depend on them. Inland water ecosystems are those that have undergone drastic changes. Nowadays, more than 40% of river discharge worldwide is intercepted by large dams, and no longer sweeps a third of the sediment that used move them. Regarding terrestrial ecosystems, the net loss of forests worldwide has slowed considerably but replanted forests are young, so low biodiversity and nearly a quarter of the world’s soils progressively degrading between 1980 and 2003. Coastal habitats continue to shrink, putting at risk a large number of services that these ecosystems provide.

Ultimately, the goal of biodiversity by 2010 - to achieve by 2010 a signifi cant reduction in the rate of biodiversity loss, has not been achieved globally and in the European region, Spain is the country with the most species considered threatened. Finally we present the main decisions taken in 2010 to the recent eleventh Conference of the Parties, last October in Hidebarad, India, where he reviewed the extent of compliance with the agreed targets in Aichi two years before and the main objectives of Strategic Plan for Biodiversity 2011-2020, governments agreeing to double the funding to support measures to slow the rate of biodiversity loss.

1. P B M

La tasa actual de pérdida de biodiversidad es severa. Biodiversidad o diversidad biológica es, según el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica, el término por el que se hace referencia a la amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra y los patrones naturales que la conforman, resultado de miles de millones de años de evolución según procesos naturales y también de la infl uencia creciente de las actividades del ser humano. La biodiversidad comprende igualmente la variedad de ecosistemas y las diferencias genéticas dentro de cada especie que permiten la combinación de múltiples formas de vida, y cuyas mutuas interacciones con el resto del entorno fundamentan el sustento de la vida sobre el planeta.

Las poblaciones de especies silvestres de vertebrados disminuyeron de media casi un tercio (31%) a nivel mundial entre 1970 y 2006; la disminución fue especialmente marcada en los trópicos (59%) y en los ecosistemas de agua dulce (41%). Actualmente, el 14% de las aves, el 31% de los anfi bios, el 22% de los mamíferos y el 35% de las gimnospermas están amenazadas de extinción.

Hasta 2009, se habían evaluado 47.677 especies, de las cuales el 36% está amenazado, es decir, que son especies vulnerables, están en peligro de extinción o

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en peligro crítico de extinción (Fuente: IUCN). De las 12.055 especies vegetales evaluadas, el 70% está con algún grado de amenaza y el 23% de las especies vegetales están al borde de la extinción. Las plantas medicinales corren un alto riesgo de extinción precisamente en las partes del mundo donde las personas más dependen de ellas, tanto para el cuidado de la salud como para obtener ingresos de la recolección, en África, Asia, el Pacífi co y América del Sur.

En cuanto a las aves, se están reduciendo las poblaciones del 40% de las especies de aves del mundo y desde 1980 las poblaciones de aves de las tierras agrícolas de Europa han disminuido un 50%. De las 1.200 poblaciones de aves acuáticas cuyas tendencias se conocen, el 44% está disminuyendo también.

Respecto a los anfi bios se están reduciendo las poblaciones del 42% del total de especies. Este grupo es, entre los vertebrados, el que corre más riesgo de extinción, sobre todo en América Latina y el Caribe, al sumarse la incidencia de enfermedades causadas por hongos a la modifi cación de su hábitat y el cambio climático.

En la región europea, España es el país con más especies amenazadas. España es uno de los países más ricos de Europa en biodiversidad, con

85.000 especies de fauna y fl ora, el 54% del total de las especies europeas. Desgraciadamente, España también sufre el mismo proceso que afecta a otros lugares del planeta y en los últimos cien años se han extinguido al menos 17 especies animales y 24 vegetales. Las especies declaradas en peligro de extinción se han duplicado en los últimos 25 años, afectando en muchos casos a especies tan emblemáticas como el lince ibérico, el águila imperial o el oso pardo.

Las especies amenazadas en España son, según la IUCN en 2010, 107 especies de vertebrados, además de las mencionadas anteriormente, la foca monje o el sapillo balear; 62 de invertebrados; y 49 de las especies de plantas estudiadas. A esto hay que añadir la existencia de 69 especies invasoras inventariadas en España, entre las que cabe destacar el galápago de Florida, el cangrejo americano, el siluro, el picudo rojo de las palmeras o las cotorras de Kramer.

En la actualidad, todas las especies conocidas están ahora más al borde de la extinción y la situación siempre es más grave entre las especies utilizadas para la alimentación humana o para usos médicos, en las que el ritmo de extinción de las variedades silvestres es muy elevado. Estamos perdiendo especies a un ritmo que es, según algunos expertos, hasta 100 veces la tasa natural de extinción.

Es interesante hacer una panorámica de la situación de la biodiversidad en los principales ecosistemas del mundo según el Informe del PNUMA “ Perspectiva Mundial sobre la biodiversidad “ presentado en 2010:

Los ecosistemas de aguas continentales, los ríos y sus llanuras aluviales, lagos y humedales han sufrido cambios más drásticos que cualquier otro tipo de ecosistema debido a una combinación de actividades humanas, entre ellas, el drenaje para la agricultura, la extracción de agua para el riego, el uso industrial y el doméstico, el aporte de nutrientes y otros contaminantes, la introducción de especies exóticas y la construcción de presas en los ríos. Sólo en Grecia se han drenado el 70% de las marismas del norte del país y en España se ha perdido el 60% de la superfi cie original de los humedales. Según el tercer Informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, publicado por la UNESCO, para el año 2030 casi la mitad de la humanidad vivirá en zonas con un elevado estrés por falta de agua. De 292 grandes sistemas fl uviales, dos tercios han experimentado una fragmentación moderada o alta a causa de la existencia de presas y embalses. Los ríos más fragmentados se encuentran en regiones industrializadas, como son gran parte de los Estados Unidos y Europa, y en países

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con gran densidad de población, como China e India. Hoy en día, más del 40% de la descarga fl uvial de todo el mundo es interceptada por grandes presas, y ya no llega a las costas un tercio de los sedimentos que solían desplazarse hacia ellas. Muchos expertos creen que en el año 2100 habrá menos especies de peces en un 15% de los ríos, solamente a causa del cambio climático y la mayor extracción de agua. En las cuencas fl uviales de los países en desarrollo se introduce un número cada vez más alto de especies no autóctonas como resultado directo de la actividad económica, lo que aumenta el riesgo de pérdida de la biodiversidad por las especies invasoras. Estas alteraciones a gran escala han tenido graves repercusiones en la migración de los peces y en general, sobre la biodiversidad de aguas dulces y los servicios que este ecosistema presta. También inciden considerablemente en la biodiversidad de los ecosistemas costeros y marinos.

Respecto a los ecosistemas terrestres, la información más fi able sobre los hábitats terrestres se refi ere a los bosques, que hoy en día ocupan aproximadamente el 31% de la superfi cie terrestre del planeta. La pérdida neta de bosques en el mundo se ha desacelerado considerablemente, debido sobre todo a la reforestación en las áreas templadas del planeta, pero los bosques reforestados son jóvenes, por lo tanto de baja biodiversidad. América del Sur y África siguieron registrando la mayor pérdida neta de bosques entre 2000 y 2010. La deforestación acumulativa de la Amazonia brasileña es considerable, representa más del 17% de la superfi cie selvática original, pero a menor ritmo: el ritmo de deforestación tropical se redujo en un 20 % entre 2000 y 2010 (FAO), pero sigue siendo muy alto: 13 millones de hectáreas destruidas cada año (lo que equivale a la superfi cie de un país como Grecia). Oceanía también tiene una pérdida neta de bosques, mientras que se estima que en 2010 la extensión forestal de América Central y del Norte permanece similar. Los hábitats terrestres se han vuelto muy fragmentados, lo que amenaza la viabilidad de las especies y su capacidad de adaptarse al cambio climático. Según la Evaluación Mundial de la Degradación de las Tierras, se estima que casi un cuarto (24%) de los suelos del mundo se fue degradando entre 1980 y 2003 y se encuentran principalmente en África al sur del Ecuador, Asia Sudoriental y China meridional, el norte y centro de Australia, las llanuras de las pampas de América del Sur y parte de los bosques boreales de Siberia y América del Norte.

Mas información sobre la situación de los ecosistemas terrestres se encuentra en la fi gura 1. En un el estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), los expertos identifi caron 200 eco regiones terrestres prioritarias, defi nidas como grandes sistemas ecológicos con la fl ora característica, la fauna y el clima de alta prioridad para la conservación. Por otra parte, tal como se presenta en el mapa de la fi gura 1, las 200 eco regiones se clasifi can en base a las amenazas actuales y futuras y su estado de conservación. A partir del estudio, el 47% de las eco regiones terrestres se consideran críticas o en peligro de extinción y el 29% clasifi cado como vulnerable. Sólo el 24% de estas eco regiones son clasifi cadas como intactas o estables. El WWF defi ne una eco región como un área extensa de tierra o agua que contiene un conjunto geográfi camente distintivo de comunidades naturales que comparten la gran mayoría de sus especies y dinámicas ecológicas, comparten condiciones medioambientales similares e interactúan ecológicamente de manera determinante para su subsistencia a largo plazo.

Proteger la biodiversidad salvaguardando sus hábitats a través de la designación de áreas protegidas es una de las medidas más utilizadas. A nivel mundial, ha aumentado el porcentaje de tierras designadas como áreas protegidas, no obstante, la meta de haber llegado en 2010 a proteger por lo menos el 10%

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de cada una de las regiones ecológicas del mundo, con el fi n de conservar una muestra representativa de la biodiversidad, no se cumplió.

Respecto a los ecosistemas costeros y marinos, siguen reduciéndose los hábitats costeros, como los manglares, lechos de algas marinas, marismas y arrecifes de mariscos, lo que pone el peligro servicios de los ecosistemas sumamente valiosos. Entre ellos, la eliminación de cantidades signifi cativas de dióxido de carbono de la atmósfera. No obstante, se ha registrado cierta disminución en el ritmo de pérdida de bosques de manglares, excepto en Asia. La FAO estima que entre 1980 y 2005 se perdieron 36.000 km2 de manglares, cerca de un quinto de la superfi cie total mundial. Desde 1980, la pérdida de lechos de algas marinas y zosteras ha llegado, en promedio, a unos 110 km2 por año, ritmo de pérdida comparable al de los manglares, arrecifes de coral y bosques tropicales. Las marismas de marea, cuya importancia radica en que sirven de barrera natural contra las tormentas y son hábitat para las aves costeras, han perdido un 25% de la superfi cie mundial que abarcaban originalmente, y el ritmo actual de pérdida se calcula entre el 1 y el 2% anual. A nivel mundial se ha perdido el 85% de los arrecifes de ostras y estos están extintos funcionalmente en el 37% de los estuarios y en el 28% de las ecorregiones. En la región del Indo-Pacífi co, donde se encuentra la gran mayoría de los corales, la cubierta de corales vivos disminuyó abruptamente, de un 47,7% estimado de la superfi cie de los arrecifes en 1980 a 26,5% en 1989, lo que representa una pérdida media del 2,3% anual. Aproximadamente un 80% de las poblaciones mundiales de peces marinos de cuya evaluación se tienen datos está totalmente explotado o sobreexplotado. Hay que recordar que la pesca emplea a 200 millones de personas y aporta cerca del 16% de la proteína que se consume en el mundo, por lo que esta sobreexplotación tiene graves consecuencias para asegurar la alimentación y el modo de vida de una gran parte de la población.

Mientras que la extensión de las áreas marinas protegidas ha aumentado de manera signifi cativa, solo un pequeño porcentaje (menos del 20%) de las ecorregiones marinas ha alcanzado la meta para 2010 de tener por lo menos el 10% de su superfi cie protegida.

Y, más recientemente, el informe: “Seguimiento a nuestro medio ambiente” elaborado por el PNUMA y presentado en el 2012 en la Cumbre Rio +20, respecto a la evolución de la biodiversidad en los últimos 20 años, desde la cumbre de Rio en 1992, destaca que de media, 52 especies al año se acercaron una

Figura 1. Situación de las ecorregiones terrestres - amenazas y vulnerabilidades. Fuente: WWF 2007.

- Status of terrestrial ecoregions - threats and vulnerabilities. Source: WWF 2007.

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categoría más a la extinción entre 1980 y 2008 y señala como muy signifi cativo el índice «Planeta Vivo», que recoge los cambios en la salud de los ecosistemas del planeta, basado en el monitoreo de casi 8.000 poblaciones de más de 2.500 especies de vertebrados. Este índice ha disminuido desde 1992 el 10% a nivel global y un 30% en los trópicos lo que evidencia la grave degradación de los ecosistemas, debido a las altas tasas de deforestación de los bosques primarios y su transformación en tierras de cultivo y de pastoreo (WWF, 2010)

2. A G B

La meta acordada internacionalmente para la biodiversidad para 2010 -lograr para el año 2010 una reducción signifi cativa del ritmo de pérdida de la biodiversidad- no se alcanzó a nivel mundial.

Las mayores amenazas para la biodiversidad resultan de la acción combinada de cinco mecanismos. (Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 3.PNUMA.CBD.2010)

La pérdida de hábitats y espacios naturales. La pérdida de hábitats se traduce de forma directa en la pérdida de los ecosistemas que se dan en ellos, de las especies que los forman y de su diversidad genética. La pérdida de hábitats es la principal causa que explica la extinción del 85% de las aves y del 47% de los mamíferos. En el caso de los ecosistemas terrestres, la pérdida de hábitats se debe en gran medida a la transformación de hábitats naturales para usos agrícolas, que ahora representan un 30% de las tierras a nivel mundial. En algunas zonas, esta transformación ha sido consecuencia de la demanda de biocombustibles. Una de las amenazas más urgentes a la que nos enfrentamos son los procesos de desertifi cación. Este fenómeno causado por cambios climáticos y actividades humanas insostenibles, como el sobrepastoreo, el cultivo intensivo y la deforestación (en los últimos 300 años la masa forestal del planeta se ha reducido en un 40%), afecta gravemente a las zonas áridas del planeta, de las que un 70% se encuentra degradado en la actualidad.

La introducción de especies foráneas. La introducción de especies en ecosistemas a los que no pertenecen es la segunda causa de extinción a nivel global. Los daños ecológicos que producen las especies invasoras son enormes, especialmente en ecosistemas que han evolucionado aisladamente, ecosistemas fl uviales o islas como Nueva Zelanda, donde el 40% de las plantas son alóctonas. Según algunas estimaciones estas especies podrían estar costando 1,4 billones de USD o más a la economía global. En el África subsahariana, las pérdidas globales debidas a especies exóticas podrían superar los 12.000 millones de USD en lo que se refi ere a los ocho cultivos principales de África. Se ha estimado que de aproximadamente 11.000 especies exóticas en Europa, una de cada diez tiene impactos ecológicos y una proporción ligeramente mayor produce daños económicos. La tendencia a la introducción no se ha frenado, todo indica que sigue en aumento.

la sobreexplotación de los recursos. A nivel global son la caza, la pesca y la industria maderera las actividades que más contribuyen a la sobreexplotación de los recursos biológicos. La FAO estima que más de un cuarto de las poblaciones de peces marinos están sobreexplotadas (19%), agotadas (8%) o recuperándose del agotamiento, mas de las tres cuartas partes de las reservas de pesca del mundo ya han llegado a su límite biológico o lo han superado y cerca del 63% de las poblaciones de peces que fueron evaluadas en todo el mundo necesitan recuperarse.

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La contaminación. El depósito de nitrógeno es el principal impulsor del cambio de especies en diversos ecosistemas de zonas templadas en particular las praderas de toda Europa y América del Norte, y también se han registrado elevados niveles de nitrógeno en el sur de China y en zonas de Asia oriental y Sudoriental. La pérdida de biodiversidad por esta causa puede ser más grave de lo que se creía en otros ecosistemas, entre ellos los bosques boreales polares, los sistemas mediterráneos, algunas sabanas tropicales y bosques de montaña En los ecosistemas costeros y de aguas continentales, la acumulación de fósforo y nitrógeno estimula el crecimiento de algas y algunas bacterias, lo que pone en peligro los valiosos servicios que prestan los ecosistemas en sistemas tales como lagos y arrecifes de coral y menoscaba la calidad del agua. Además, crea “zonas muertas” en los océanos, generalmente en las desembocaduras de los principales ríos al mar.

El cambio climático. Éste es un proceso de alta incidencia sobre la biodiversidad, ya que afecta especialmente al régimen de lluvias y a las temperaturas, que son dos de los factores claves en la distribución de las especies en el planeta. En opinión del Grupo intergubernamental sobre el cambio climático IPCC (segundo informe IPCC 2007), un aumento de la temperatura de más de 1,5 a 2,5 grados centígrados colocaría en riesgo de extinción entre el 20% y el 30% de las especies. Ya se ha observado en todo el mundo una variación de la periodicidad de la fl oración y de los patrones de migración, como también de la distribución de las especies. En Europa, el comienzo del período vegetativo se ha adelantado unos diez días de media en los últimos 40 años. Esos tipos de variación pueden alterar las cadenas alimentarias y crear desequilibrios dentro de los ecosistemas donde las distintas especies han desarrollado una interdependencia sincronizada, por ejemplo, entre la época de nidifi cación y la disponibilidad de alimento, los polinizadores y la fertilización. En los últimos 200 años, los océanos han absorbido aproximadamente un cuarto del dióxido de carbono generado por las actividades humanas, que de otra manera se habría acumulado en la atmósfera. Como consecuencia de ello, el agua es un 30% más ácida hoy. La combinación de la acidifi cación, la contaminación, el cambio climático y la pesca excesiva, disminuye la capacidad de recuperación de los arrecifes de coral y aumenta la proliferación de algas, produciéndose una enorme pérdida de biodiversidad. Estas acciones combinadas de las causas que provocan la pérdida de biodiversidad multiplican sus efectos y son en realidad, las acciones más frecuentes en la naturaleza, donde todo está relacionado.

3. E : I

Respecto a la aplicación del Convenio Internacional sobre la Biodiversidad (CBD), la mayoría de los esfuerzos y del éxito conseguido hasta ahora corresponde al incremento en el número de áreas protegidas: Hacia 2010, el mundo contaba con más de 148.000 áreas protegidas (UICN, 2011) que, en total, representan casi el 13% de la superfi cie terrestre, el 7% de las aguas costeras y el 1,4% de los océanos constituyen áreas protegidas. En el Plan estratégico sobre la Biodiversidad negociado en octubre de 2010, estructurado en 5 objetivos que incluyen las 20 metas de Aichi, los países miembros de la Convención se comprometieron a proteger hasta 2020 el 17% de las aguas continentales e interiores, el 10% de las zonas costeras y marinas, especialmente aquellas de

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particular importancia para la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas (CDB 2010). Los esfuerzos en combatir amenazas como las de la contaminación y las especies exóticas invasoras se realizaron hasta ahora sin que se prestara mucha atención a las causas subyacentes y, en consecuencia, sin que se tuviera mucho éxito. Una serie de nuevas problemáticas y fenómenos ambientales ha surgido desde 1992 (Seguimiento a nuestro Medio Ambiente. PNUMA 2012):

La demanda creciente de recursos como agua, energía, alimentos, minerales y tierras está determinada por poblaciones crecientes con mayores ingresos, al tiempo que dichos recursos están cada vez más limitados por los cambios en los ecosistemas, la inherente variabilidad de las condiciones climáticas y la productividad de los recursos, así como los impactos del cambio climático.

Al alcance de los ciudadanos, de los encargados de la política, de la industria y del comercio están soluciones innovadoras. Es imprescindible hacer hincapié en promover la gestión ambiental de base local, garantizando el acceso a los recursos de la diversidad biológica, la reforma de la propiedad de la tierra y el reconocimiento de su tenencia consuetudinaria. Los programas destinados a la protección de la diversidad biológica y a la mitigación de la pobreza han de dirigirse también a los derechos humanos de todos, y en particular a los de los pobres (Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2009. Biodiversidad, desarrollo y alivio de la pobreza: Reconociendo el papel de la biodiversidad para el bienestar humano). La fi gura 2 muestra la relación biodiversidad y pobreza en el mundo.

Pueden surgir incentivos para conservar la biodiversidad y garantizar la participación justa y equitativa en los benefi cios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos, aspecto contemplado en la Convención sobre la diversidad biológica. La situación actual es que la diversidad genética se está perdiendo en los ecosistemas naturales y en sistemas de producción agrícola y ganadera. No obstante, se están logrando importantes avances en la conservación de la diversidad genética de las plantas, sobre todo con el uso de bancos de semillas ex situ. De entre 200 y 300 variedades, se estima que más del 70% de la diversidad genética ya está conservado en bancos de genes, con lo que se ha alcanzado la meta fi jada en la Estrategia Mundial para la Conservación de las Especies Vegetales. Los sistemas de ganadería estandarizados y de alto rendimiento han perjudicado la diversidad genética del ganado. Por lo menos un quinto de las razas de ganado (entre 35 especies domesticadas de aves y mamíferos) corre peligro de extinguirse, con lo que posiblemente esté en riesgo la disponibilidad de recursos genéticos mejor adaptados para prestar apoyo a los medios de subsistencia que dependen del ganado. Se cree que solamente en los primeros seis años de este siglo se extinguieron más de 60 razas autoctonas. (Fuente FAO).

Para conservar la diversidad biológica, reducir a la vez la pobreza y mejorar el bienestar humano y el desarrollo, la diversidad biológica ha de formar parte de las políticas de desarrollo del gobierno. Del mismo modo, el desarrollo y la reducción de la pobreza han de ser una parte integral de las políticas y programas ambientales y de conservación de la diversidad biológica. La clave consiste en administrar la ayuda de forma que se mantenga y se restaure la capacidad de los ecosistemas para ofrecer la gama completa de servicios que los ecosistemas proveen a los seres humanos, contribuyendo así a la reducción de la pobreza. Instrumentos como las Estrategias y planes de acción nacionales sobre diversidad biológica y los documentos de estrategia de lucha contra la pobreza así como las estrategias para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas, han de reforzarse.

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Figura 2. Mapa mundial de la pobreza y la diversidad biológica. Fuente: L , FAO, Conservation International 2004. Este mapa muestra el resultado de las áreas en las que la biodiversidad se ve amenazada. Áreas donde la alta densidad de la población y alto nivel de pobreza coincide con una alta biodiversidad puede indicar las áreas en las que los pobres probablemente no tienen más remedio que extraer recursos de manera insostenible, lo que a su vez amenaza la biodiversidad.

- World Map of poverty and biodiversity. Source: L , FAO, Conservation International 2004. This map shows the result of the areas in which biodiversity is threatened. Areas with high population density and high poverty coincides with high biodiversity may indicate areas in which poor people probably have no choice but to unsustainably extract resources, which in turn threatens biodiversity.

En el ámbito de la OCDE surgió una iniciativa en 2006 en este sentido; tanto los Ministros de desarrollo y medio ambiente de la OCDE como las Instituciones de la Unión Europea esbozaron las esferas principales para que la Comisión Europea y sus estados miembros presten apoyo a los países en desarrollo, siguiendo la idea de reducir la pérdida de biodiversidad aliviando la pobreza. Las líneas clave son las siguientes (Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2009. Biodiversidad, desarrollo y alivio de la pobreza: Reconociendo el papel de la biodiversidad para el bienestar humano):

Apoyo a la incorporación de los aspectos ambientales en el desarrollo: Fomentar el desarrollo rural sostenible haciendo uso de la diversidad

biológica como activo para la reducción de la pobreza rural, mejorando la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud.

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Desarrollar y prestar apoyo al uso de mecanismos fi nancieros innovadores para la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica y para la reducción de la pobreza.

Fortalecer la sociedad civil, en particular las comunidades indígenas y locales, con miras a crear la representación nacional para la integración del medio ambiente y el desarrollo.

Incorporar las cuestiones del medio ambiente a las estrategias de planifi cación nacional para la reducción de la pobreza e instrumentos de política macroeconómica (PRSP), y supervisar el progreso en lo que atañe a pasar de la política a la acción.

Gobernanza Los sistemas equitativos, transparentes y efectivos de gobernanza son

esenciales tanto para la reducción de la pobreza como para la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica. Incorporar medidas efectivas a las estrategias y políticas sectoriales del país para fortalecer políticas e instituciones que presten apoyo al reconocimiento ofi cial de los derechos de los pueblos rurales e indígenas de administrar los recursos naturales y de benefi ciarse de los mismos.

Buscar sistemáticamente datos y opiniones de la sociedad civil, en particular de los pobres y de los pueblos indígenas, así como puntos de vista del gobierno, al establecer las prioridades del país en los programas de ayuda.

Instrumentos y coherencia de las políticas Aprovechar al máximo las oportunidades que ofrecen instrumentos

como los de apoyo al presupuesto, canje de deuda por actividades de protección del medio ambiente y otros para adelantar la incorporación de las inquietudes ambientales al desarrollo, incluso mediante un diálogo de políticas de alto nivel.

Prestar apoyo al uso de evaluaciones estratégicas ambientales. Mejorar la coherencia entre las políticas de la UE y los acuerdos de

asociación económica relacionados con el medio ambiente y el desarrollo, el comercio, la agricultura, la pesca, el turismo, el transporte y la infraestructura.

Proporcionar el liderazgo y los medios de apoyo a los países en desarrollo creando un campo de juego equilibrado en el que el comercio sostenible pueda ser un socio efectivo para la conservación y el desarrollo sostenible.

Más allá del ámbito de la OCDE, en el año 2002, los Países fi rmantes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) se comprometieron a lograr en el año 2010 una reducción signifi cativa del actual ritmo de pérdida de la diversidad biológica como contribución a la mitigación de la pobreza y en benefi cio de la vida sobre la Tierra. Las medidas necesarias para lograr la meta de 2010 para la diversidad biológica fueron incorporadas al Plan de aplicación de la cumbre mundial sobre el desarrollo sostenible adoptado en Johannesburgo en septiembre de 2002 y más tarde aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. La meta de 2010 para la diversidad biológica fue incorporada como nueva meta del Objetivo 7 “Garantizar la sostenibilidad del medioambiente” de los Objetivos de desarrollo del Milenio (ODM). En la reunión de revisión de la marcha del convenio de biodiversidad, COP 10 de la CBD, que tuvo lugar en Nagoya, Japón en Octubre de 2010, se tomaron algunas decisiones importantes, que marcarán las líneas de trabajo de la década siguiente.

Se adoptó el Protocolo de Nagoya, que crea un marco internacional para equilibrar el acceso a los recursos genéticos, que a partir de ese momento debe producirse sobre la base del consentimiento previo y condiciones mutuamente acordadas, incorporando una participación justa y equitativa en los benefi cios y

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tomando en cuenta el importante papel de los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas y locales.

También se acordaron nuevas metas y un Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020. Los fundamentos para este plan residen en que la diversidad biológica apuntala el funcionamiento de los ecosistemas y la provisión de servicios de ecosistemas esenciales para el bienestar humano. Promueve la seguridad alimentaria y la salud humana, proporciona aire puro y agua limpia; contribuye al sustento de la población y al desarrollo económico locales y es esencial para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que incluyen la reducción de la pobreza. Su objetivo fi nal es: “tomar medidas efectivas y urgentes para detener la pérdida de diversidad biológica a fi n de asegurar que, para 2020, los ecosistemas tengan capacidad de recuperación y sigan suministrando servicios esenciales, asegurando de este modo la variedad de la vida del planeta y contribuyendo al bienestar humano y a la erradicación de la pobreza”. El plan estratégico consta de cinco objetivos estratégicos, que incluyen las veinte Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, organizadas en torno a estos objetivos:

Objetivo estratégico A. Abordar las causas subyacentes de la pérdida de la diversidad biológica mediante la incorporación de la diversidad biológica en todos los ámbitos gubernamentales y de la sociedad.

Objetivo estratégico B. Reducir las presiones directas sobre la diversidad biológica y promover la utilización sostenible.

Objetivo estratégico C. Mejorar la situación de la diversidad biológica salvaguardando los ecosistemas, las especies y la diversidad genética.

Objetivo estratégico D. Aumentar los benefi cios de la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas para todos.

Objetivo estratégico E. Mejorar la aplicación a través de la planifi cación participativa, la gestión de los conocimientos y la creación de capacidad.

Este Plan estratégico se aplicará durante la década 2011-2020 , proclamada como Década de la Biodiversidad, bajo el lema “Viviendo en armonía con la naturaleza” por una resolución de Naciones Unidas con el objeto de lograr la implementación del Plan Estratégico de Biodiversidad y alcanzar las Metas de Aichi para 2020. Algunos de los objetivos establecidos para esta Década de la Biodiversidad son:

Contribuir a integrar la biodiversidad en todos los niveles, en todos los sectores económicos y políticos, especialmente, con el sector forestal, agrícola, pesquero, transporte, energético y la planifi cación urbana.

Sensibilizar al público en las cuestiones relacionadas con la diversidad biológica.

Monitorear el estado de los componentes más importantes de la biodiversidad.

Rehabilitar y restaurar ecosistemas degradados y promover la recuperación de las especies amenazadas en colaboración con la población local.

Prevenir la introducción de especies exóticas invasoras y controlar y erradicar aquellas ya introducidas que amenazan habitats y especies autóctonas.

Controlar los riesgos provocados por los organismos genéticamente modifi cados.

Promover la participación pública, fundamentalmente a la hora de valorar los impactos ambientales de los proyectos de desarrollo que amenazan la biodiversidad.

Respetar y mantener el conocimiento tradicional del uso sostenible de la

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biodiversidad.El siguiente hito a destacar para la conservación de la biodiversidad se ha

producido en la Conferencia de Rio +20, que tuvo lugar en junio de 2012, en la que el PNUMA presentó la iniciativa “Economía verde” (UNEP 2011.Towards a Green Economy: Pathways to Sustainable Development and Poverty Eradication) que promueve el proceso de valorización económica de los servicios ambientales que proveen los ecosistemas para asegurar su sostenibilidad fi nanciera, mitigar el cambio climático y reducir la pobreza. Esta iniciativa impulsa medir los valores, costes y benefi cios de los ecosistemas. El razonamiento es que sólo se conserva lo que se valoriza; así las funciones de la naturaleza (fotosíntesis, polinización, prevención de la erosión del suelo, etcétera) se transforman en “servicios ambientales” y “capital natural”, y como tales entran al mercado. Se va imponiendo que tenemos que hablar el lenguaje de la economía si queremos aplicar con éxito una estrategia que enfrente la pérdida de biodiversidad. Desde este punto de vista, la pérdida de biodiversidad debilita la capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios valiosos para nosotros, y es una pérdida de capital natural. Como parte de la iniciativa “Economía verde”, el PNUMA ha elaborado también el Estudio TEEB (The Economics of Ecosystems and Biodiversity, La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad). El informe trata de documentar el valor de los bosques, el agua dulce, los suelos y los arrecifes de coral en la economía global y hace una llamada a capturar los valores económicos de los servicios de la naturaleza a través de una serie de instrumentos y políticas.

Este fl ujo de benefi cios y servicios que proveen los ecosistemas puede verse en la fi gura 3.

Algunas de sus recomendaciones son: Elaborar con urgencia cuentas e inventarios físicos de las reservas

forestales y servicios de los ecosistemas para el desarrollo de nuevos mecanismos forestales de carbono.

Considerar como prácticas comerciales normales los principios de “sin pérdida neta” o “impacto positivo neto”, utilizando pruebas de rendimiento sobre la diversidad biológica y procesos de aseguramiento para evitar daños y mitigarlos, junto con inversiones en favor de la biodiversidad que compensen impactos adversos que no pueden evitarse.

Incorporar los principios de que “quien contamina paga” y la “recuperación total de los costes” en los nuevos programas sobre incentivos y reformas fi scales. En algunos contextos se puede aplicar el principio de que “el benefi ciario paga” en apoyo de nuevos incentivos positivos tales como pagos por servicios ambientales, incentivos fi scales y otras transferencias fi scales que tienen por objeto alentar a los agentes del sector público y privado a valorar los servicios de los ecosistemas.

Establecer áreas protegidas nacionales y regionales con el fi n de conservar la biodiversidad y mantener una amplia gama de servicios de los ecosistemas.

Incluir en la mitigación y adaptación al cambio climático la conservación y la restauración de ecosistemas.

Por último, en la undécima Conferencia de las partes, que ha tenido lugar el pasado mes de octubre en Hyderabad, India. El proyecto TEEB (La Economía de los Ecosistemas y la Diversidad Biológica) del PNUMA presentó también una serie de guías prácticas para los gobiernos, para que integren el valor económico, social y cultural de los ecosistemas en los planes nacionales de diversidad biológica. Los países desarrollados también acordaron en esta última cumbre sobre la biodiversidad, duplicar respecto a lo aportado en 2010, la fi nanciación

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para apoyar los esfuerzos de los países en desarrollo para cumplir las Metas de Aichi acordadas para la Diversidad Biológica y los objetivos principales del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020.

En conclusión, se han producido compromisos esperanzadores, como mejorar la fi nanciación y compartir y facilitar el conocimiento científi co para que los países en desarrollo integren el valor económico, social y cultural de los ecosistemas en los planes nacionales de diversidad biológica, habrá que observar atentamente si la valorización de ecosistemas y servicios de los mismos puede crear oportunidades de fi nanciación e inversión, y apoyar las prioridades de conservación, como promueve la Agencia de NNUU para el Medio Ambiente o si estamos asistiendo a una mercantilización del medio ambiente, como sostienen muchos países en desarrollo.

Figura 3. Benefi cios económicos y servicios que provee la Biodiversidad. Fuente TEEB2008.

- Economic benefi ts and services provided by biodiversity. Source TEEB 2008

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H. C G40

B

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Pérdida de biodiversidad en el Mediterráneo: causas y propuestas de conservación

Biodiversity loss in the Mediterranean: causes and conser-vation proposals

Nieves García y Annabelle Cuttelod*

Programa de Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

219c Hutingdon Road. CB3 0DL. Cambridge. Reino Unido. E-mail: [email protected].

P : Mediterráneo, Diversidad, Especies, UICN, Lista Roja, Amenazas, Conservación.

K : Mediterranean, Diversity, Species, IUCN, Red List, Threats, Conservation.

R

El presente documento proporciona una visión sobre el actual estado de conservación de las especies de la cuenca del Mediterráneo según los resultados de las evaluaciones de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las principales causas de amenaza identifi cadas y acciones de conservación necesarias en la región. Los resultados presentados en C et al. (2008) muestran que aproximadamente una quinta parte (19%) de las especies evaluadas a escala global y regional se encuentran en peligro de extinción. Más de la mitad de los peces de agua dulce endémicos, delfi nes y ballenas se encuentran en peligro de extinción, hasta el 42% de los peces cartilaginosos, más de un tercio de los cangrejos de agua dulce y más de un cuarto de los anfi bios, casi una quinta parte de las libélulas, un 14% de los mamíferos, el 13% de los reptiles, el 5% de las aves y el 15% de las plantas acuáticas. El incremento de la densidad de la población y del turismo en este punto caliente de biodiversidad contribuyen a potenciar el riesgo de extinción de estas especies al incrementarse la presión sobre los ecosistemas derivada de las actividades humanas. Las principales amenazas para la conservación de la biodiversidad regional son la pérdida, fragmentación y degradación del hábitat, la contaminación, la sobreexplotación de los recursos y las especies invasoras introducidas.

A

The outstanding fl ora biodiversity of the Mediterranean, with between 15,000 and 25,000 species, 60% of which are unique to the region, has given this area the recognised status of a global biodiversity hotspot (M et al., 2000). In addition to this relevant

* Los puntos de vista expresados en este documento no refl ejan necesariamente los de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) u otras organizacio-nes participantes. Todas las fotografías utilizadas en este documento son propiedad de sus autores (ver pies de fotografía individuales) y no pueden ser reproducidas o utilizadas en otros contextos sin permiso escrito de éstos.

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number of plant species, about one third of Mediterranean fauna is endemic. Out of the total number of taxa assessed, two out of each three amphibian species were found to be endemic, more than half of the freshwater crabs, 48% of the reptiles, a quarter of the mammals, 14% of the dragonfl ies, 4% of the sharks and rays, 3% of the birds and a 32% of the aquatic plants.

In 2008, C et. al. pointed out that, within the 1,912 species of amphibians, birds, cartilaginous fi shes, endemic freshwater fi shes, crabs and crayfi sh, mammals, dragonfl ies and reptiles that have been assessed to date in the Mediterranean region, about 19% are threatened with extinction, i.e., are listed as one of the three categories of threat under the IUCN (International Union for Conservation of Nature) Red List of Threatened SpeciesTM: 5% Critically Endangered (CR), 7% Endangered (EN) or 7% Vulnerable (VU).

The extinction at a global level of at least 16 irreplaceable species from the region confi rm the loss of an important part of the global biological heritage, including a bird, Canary Islands Oystercatcher Haematopus meadewaldoi, a mammal, the Sardinian Pika Prolagus sardus and seven endemic freshwater fi sh (Tristramella intermedia, Tristramella magdelainae, Alburnus akili, Chondrostoma scodrense, Mirogrex hulensis, Telestes ukliva and Salmo pallaryi.

Habitat loss and degradation, for example through dam construction and coastal infrastructural development, are the major causes of Mediterranean species’ high risk of extinction. Population growth and tourism contribute to the increased pressures of human activities on species through pollution, droughts, invasive alien species introduction and overexploitation (over-fi shing, -hunting and -harvesting), which have been identifi ed as important factors in the decline of Mediterranean biodiversity.

Regional and international experts have identifi ed key conservation measures needed to alleviate the risk of extinction in the Mediterranean, which should be applied at different scales (global, regional, local) and support the fulfi lment of the regional, global conventions as well as the multilateral agreements. Urgent conservation actions are needed to preserve the future of the Mediterranean diversity. Enforcement of adequate legislation as well as sustainable management of exploited species site protection, through establishment of protected areas networks, and conservation of the wider environment (Ecosystem approach) should be a priority. Communication, education, monitoring and research are key measures to be promoted in the region.

Urgent action is needed to protect Mediterranean freshwater ecosystems, which are under severe pressure –more than half of the endemic freshwater fi shes are threatened–. There are geographic concentrations of freshwater threatened fauna in several regions, in particular the Iberian Peninsula, the Balkans and the North-Eastern Mediterranean. Distribution patterns of terrestrial threatened species display a fragmented mosaic of areas facing particularly serious threats in a region that has a natural and cultural mixture of landscapes that favoured the evolution of an extraordinary diversity of species. Marine biodiversity is still very poorly understood in the region, with a high number of species yet to be assessed or listed as Data Defi cient.

1. L

En el año 2000, M y sus colaboradores ubicaron la cuenca del Mediterráneo y su elevada riqueza en especies en el mapa mundial al reconocer esta región como uno de los 25 “biodiversity hotspots” a escala mundial. Esta designación de “punto caliente de la biodiversidad” le es concedida debido al gran número de especies vegetales nativas que pueden encontrarse en la región (casi 25.000 especies de plantas de acuerdo con C et al., 1996) y su elevado nivel de endemismos, con más de la mitad de éstas ausentes en cualquier otro lugar del planeta. Esta gran diversidad de especies se extiende también a su fauna, habiéndose concluido que dos de cada tres especies de anfi bios son endémicas, la mitad de los cangrejos, el 48% de los reptiles, un cuarto de los mamíferos, el

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14% de las libélulas, el 4% de los tiburones y rayas, el 3% de las aves y un 32% de las plantas acuáticas evaluadas hasta la actualidad. Además, los humedales y otros hábitats de la región son importantes zonas de reproducción y escala en las rutas migratorias de millones de aves entre Europa y África, y hasta tres especies de tortugas marinas amenazadas de extinción a nivel global y 9 cetáceos pueden encontrarse en las aguas del mar Mediterráneo.

Desde el año 2004 y todavía en la actualidad, se han llevado a cabo las evaluaciones del estado de conservación de más de 2.300 especies de la cuenca del mediterráneo de acuerdo con la metodología de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (www.iucnredlist.org). En total, se han evaluado 253 peces de agua dulce endémicos, 355 reptiles, 115 anfi bios, 71 peces cartilaginosos, 9 cetáceos, 14 cangrejos de agua dulce, 601 aves, 297 mamíferos, 164 libélulas y caballitos del diablo (C et al., 2008), 469 plantas acuáticas seleccionadas (UICN, 2010), y más recientemente tres tortugas marinas (C & M , 2010).

En conjunto, aproximadamente un quinto (19%) de las especies presentes en la región y evaluadas a escala global o regional se encuentran amenazadas, es decir dentro de una de las tres categorías de amenaza de la Lista Roja de la UICN: En Peligro Crítico (CR), En Peligro (EN) o Vulnerable (VU). Según de los resultados de las evaluaciones de la Lista Roja, hasta un 56% de los peces de agua dulce endémicos se encuentran amenazados de extinción, el 56% de los delfi nes y ballenas, el 42% de los peces cartilaginosos, el 36% de los cangrejos de agua dulce, un 29% de los anfi bios, el 19% de las libélulas, el 14% de los mamíferos, 13% de los reptiles, el 5% de las aves y el 15% de las plantas acuáticas evaluadas (Tabla I).

Además, una parte importante del patrimonio biológico mundial se ha perdido a escala global, habiéndose confi rmado la extinción de 16 especies, entre las que se encuentran siete peces de agua dulce endémicos (Tristramella intermedia, Tristramella magdelainae, Alburnus akili, Chondrostoma scodrense, Mirogrex hulensis, Telestes ukliva y Salmo pallaryi), un ave (el ostrero unicolor canario Haematopus meadewaldoi) y un mamífero (la pica sarda Prolagus sardus).

Las causas de extinción de estas especies son diversas, y una parte importante de éstas se encuentra relacionada con el desarrollo y la creciente presión que las actividades humanas ejercen sobre las especies y sus ecosistemas en la región, considerada por M et al. (2000) como uno de los cuatro puntos calientes de biodiversidad más signifi cativamente modifi cados del planeta.

2. C :

Entre las principales causas de amenaza sobre las especies evaluadas las más importantes son la pérdida, fragmentación y degradación del hábitat, la contaminación, la sobreexplotación, la pesca accidental o descarte, las catástrofes naturales, las especies invasoras introducidas y las perturbaciones vinculadas a la actividad humana.

2.1. Pérdida, fragmentación y degradación del hábitat.

Todas las especies necesitan de unas condiciones específi cas del medio en el que viven para completar su ciclo de vida, encontrándose vinculadas a hábitats específi cos en los que se alimentan y reproducen, y que les proporcionan todo

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2 Especies evaluadas a nivel global.3 Especies evaluadas a nivel regional.4 Datos preliminares, pendientes de confi rmación por la Autoridad de la Lista Roja.5 Solamente especies presentes en las cuencas que desembocan en el Mar Mediterráneo (S & D , 2006).6 “Extinto” incluye las categorías de Extinto (EX), Extinto en Estado Silvestre (EW) y Extinto a Nivel Regional (RE).7 De acuerdo con datos de Birdlife International (comunicación personal, 2008), Autoridad de la Lista Roja para aves.8 Incluidas 71 especies de peces cartilaginosos (tiburones, rayas y chimaeras).9 El conjunto de plantas acuáticas evaluadas no incluye todas las especies presentes en la región si no un grupo representativo de taxa a nivel de especies.10 Dermochelys coriácea, Chelonia mydas and Caretta caretta.11 Orcinus orca, Physeter macrocephalus, Delphinus delphis, Tursiops truncatus, Stenella coeruleoalba, Balaenoptera physalus, Globicephala melas, Grampus griseus y Ziphius cavirostris.

2 Species assessed at the global level.3 Species assessed at the regional level.4 Preliminary data; still to be confirmed by the IUCN Red List Authority.5 Only the species occurring in river basins flowing into the Mediterranean Sea and adjacent Atlantic waters were included in the assessment (S & D , 2006).6 “Extinct” includes the categories Extinct (EX), Extinct in the Wild (EW) and Regionally Extinct (RE).7 According to data provided by Birdlife International (personal communication, 2008), Red List authority for birds.8 Including 71 cartilaginous fi sh species (sharks, rays and chimaeras).9 The aquatic plants set doesn´t include all the species preset in the región but a repesentative set of taxa evaluated at the species level.10 Dermochelys coriácea, Chelonia mydas and Caretta caretta.11 Orcinus orca, Physeter macrocephalus, Delphinus delphis, Tursiops truncatus, Stenella coeruleoalba, Balaenoptera physalus, Globicephala melas, Grampus griseus and Ziphius cavirostris.

Tabla I. Número de especies presentes en los países del Mediterráneo atribuidas a cada una de las categorías de la Lista Roja de UICN por grupo taxonómico. Las evaluaciones fueron llevadas a cabo entre el 2004 y el 2010 por UICN y sus socios. La categoría Datos Insufi cientes es atribuida cuando no existe información sufi ciente para asignar a la especie en una de las otras categorías, lo que no signifi ca que no se encuentre amenazada.

- Numbers of species from Mediterranean countries assigned to each IUCN Red List category, by taxonomic group. Assessments carried out between 2004 and 2010 by IUCN and its partners. Data Deficient means that there is not enough information to assign the species to one of the other Categories, and it does not imply that the species is not threatened.

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los recursos necesarios para desarrollarse. Cuando un hábitat es modifi cado o se pierde, las especies que viven en él ven amenazada su supervivencia y en algunos casos estos cambios llegan a provocar su desaparición. Por ejemplo, la extracción de agua por encima de la capacidad de recarga de los acuíferos puede llegar a provocar la desecación de los humedales, los cuales son ecosistemas críticos para las aves. La intensifi cación de la agricultura ha llevado a la transformación de grandes extensiones de bosque en campos de cultivo, y el abandono de las prác-ticas tradicionales, especialmente de los pastos, ha conducido a la recolonización de las praderas y dehesas por arbustos, lo que impide a las mariposas y abejas encontrar las fl ores adecuadas y llevar a cabo la polinización.

A lo largo de la región mediterránea, todos los grupos taxonómicos evaluados se ven afectados en mayor o menor medida por esta amenaza de origen humano, identifi cada como la principal causa de extinción de las especies mediterráneas (C et al., 2008). Más concretamente, la extracción de agua, los cambios en el uso del suelo como la intensifi cación o el abandono de las prácticas agrícolas, la urbanización, la industrialización y el desarrollo del turismo son algunas de las actividades humanas que mayor impacto negativo generan sobre las especies y sus hábitats.

En total, 43 especies de mamíferos (90%), 19 especies de anfi bios (70%), 38 especies de reptiles (83%) y 30 especies de libélulas (97%) están amenazados de extinción a causa de la destrucción o pérdida de sus hábitats (T et al., 2009; R et al., 2009; C et al., 2006).

En particular, el desarrollo de infraestructuras de gestión de los recursos hídricos como la regulación del caudal natural de los ríos mediante la construcción de presas altera de manera drástica las características naturales de unos de los hábitats más frágiles, los ecosistemas de agua dulce. Las más de 3.500 presas construidas en la región para la producción de energía, riego o suministro de agua (P & C , 2002) han reducido la descarga de sedimentos así como la disponibilidad de agua en las secciones bajas de los cauces de los ríos mediterráneos, en algunos casos bloqueando las rutas migratorias de las especies de peces y pudiendo llegar a difi cultar la reproducción. Esto ha generado que un 32% de los peces de agua dulce se encuentran amenazados por la construcción de presas (S & D , 2006).

Además, 547 de las especies evaluadas de anfi bios, cangrejos, peces, libélulas, reptiles y mamíferos dependen del agua dulce al menos durante una parte de su ciclo de vida, y por lo tanto sufren directamente las consecuencias de la explotación actual de los recursos hídricos, un uso que según el informe del B (2005) se encuentra cada vez más cercano al límite disponible. Aproximadamente el 38% de estas especies de agua dulce están amenazadas, lo que nos proporciona una referencia del preocupante sobre el estado en el que se encuentra este bioma en el Mediterráneo.

2.2. Contaminación

Las diversas formas de contaminación, destacando la contaminación del agua, suponen la segunda causa de amenaza para las especies de la región mediterránea. 178 peces de agua dulce (70%), 67 anfi bios (58%), 33 reptiles (9%), 97 libélulas (59%) y 23 tiburones y rayas (32%) se encuentran afectados por algún tipo de contaminación.

En el mar Mediterráneo, la presencia de productos químicos policlorobifenilos (PCBs) afecta al sistema inmune de los delfi nes, su sensibilidad a enfermedades

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y reduce el éxito reproductivo de sus poblaciones (C et al., 2008). Asimismo, la contaminación por escorrentía de fertilizantes agrícolas causa eutrofi zación en los ríos, y el vertido de residuos sólidos genera serios problemas en tortugas, aves y delfi nes que mueren al quedarse atrapados en ellas o ingerirlas accidentalmente al confundirlas con medusas. Un tipo especial de contaminación que se origina en el mar Mediterráneo como consecuencia de los crecientes niveles de tráfi co marítimo en la zona es la contaminación acústica, una amenaza a la que están negativamente expuestos los cetáceos, que ven afectada su capacidad para comunicarse y orientarse, lo que ocasiona que en casos extremos se produzcan colisiones con las propias embarcaciones (R & N D D , 2006).

2.3. Sobreexplotación.

La sobreexplotación como consecuencia de actividades no sostenibles de caza, pesca o recolección afecta a 29 mamíferos (60%), 81 reptiles (23%) y 97 libélulas (59%) mediterráneos. Uno de los reptiles más amenazados de la región como consecuencia del comercio ilegal a escala nacional e internacional es la tortuga egipcia Testudo kleinmanni, actualmente En Peligro Crítico de extinción (CR). Además, 7 especies de mamíferos (2,4% del total de especies evaluadas de este grupo) se encuentran actualmente Extintas a nivel Regional (RE), como consecuencia de la caza y captura, entre otras amenazas. El león (Panthera leo), el tigre (Panthera tigris), el addax (Addax nasomaculatus), el alcelafo (Alcelaphus buselaphus), el órix cimitarra (Oryx dammah), el gamo mesopotámico (Dama mesopotámica) y el hipopótamo común (Hippopotamus amphibius), podían encontrarse previamente en la región mediterránea (T & C , 2009).

El comercio de plantas acuáticas es un problema importante en los países del norte de África, donde numerosas especies perennes se recolectan para su uso en artesanía, decoración, como alimento o por motivos culturales. Asimismo, las plantas medicinales son recolectadas y utilizadas en la producción tradicional de medicinas, cosméticos y perfumes, y son con frecuencia el único recurso médico disponible para las comunidades. En la actualidad, muchas de estas plantas han adquirido valor farmacéutico potencial y para la producción de nuevas variedades de cultivo (UNEP, 2006).

2.4. Pesca accidental o descarte

Un elevado número de especies marinas se encuentran amenazadas como resultado de la pesca accidental y su captura en palangres y redes de deriva, una de las principales causas de amenaza para las especies mediterráneas de tiburones y rayas (C & G , 2007), tortugas (C & M , (2010) y aves marinas (C et al., 2008). A pesar de estar prohibida, la pesca con redes de arrastre es todavía utilizada de manera ilegal en el mar Mediterráneo (WWF, 2005).

2.5. Catástrofes naturales

Recientemente se ha observado una mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos en la región mediterránea como consecuencia del cambio climático y meteorológico. Se prevé que fenómenos como los incendios, la sequía y la desertifi cación, propios del sur de la región, se acentuarán en las zonas

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más secas como consecuencia de la creciente demanda de agua para agricultura intensiva y el actual crecimiento poblacional (B et al., 2008).

Los resultados de las últimas evaluaciones estiman que 75 especies de libélulas se encuentran amenazadas como consecuencia de la creciente sequía que afecta a la calidad de sus hábitat de cría en la región, factor que también infl uye en la calidad del hábitat de 112 peces de agua dulce y 19 anfi bios. Algunos grupos taxonómicos como las plantas acuáticas y los moluscos de agua dulce se encuentran más expuestos a los efectos negativos de los cambios en las condiciones ambientales debido a su restringida distribución y limitada movilidad. Se ha observado que determinadas poblaciones de moluscos del norte de África ya han desplazado su rango de distribución hacia el norte como consecuencia del aumento en la temperatura en los ecosistemas donde viven, donde se encuentran con la barrera fi siográfi ca del Mar Mediterráneo (C et al., 2008).

2.6. Las especies foráneas invasoras

Son aquellas especies que al establecerse en ecosistemas o hábitats naturales o semi naturales se convierten en un agente de cambio que amenaza a la biodiversidad biológica autóctona (UICN, 2000). Estas especies son generalmente más adaptables, agresivas y competitivas que las especies locales y, además de ser potenciales precursoras de serios daños en los ecosistemas, el medio de vida de las comunidades y la salud humana, son también una de las causas más importantes de la pérdida de biodiversidad, especialmente en las islas mediterráneas. Pueden ser introducidas de manera voluntaria (por ejemplo, la introducción de peces en ríos o lagos para pesca deportiva, o de pequeños mamíferos en las islas para el control de plagas), de manera involuntaria (por ejemplo, la mariposa Paysandisia archon, nativa de América del Sur, es una plaga para las palmeras del Mediterráneo que fue introducida en la región por medio de la importación de árboles contaminadas con el insecto, y que causa todavía en la actualidad la muerte de palmeras en el mediterráneo occidental y sigue en expansión) o accidental (por ejemplo, el conocido caso del visón europeo Mustela lutreola que compite en desventaja con el introducido visón americano Neovison vison que escapó de las granjas de cría). El 63% de los peces de agua dulce endémicos (89 taxa), el 50% de los mamíferos (24 taxa) y el 16% de los anfi bios (38 taxa) amenazados se encuentran afectados por la introducción de especies.

2.7. Perturbaciones vinculadas a la actividad humana

Según el B P (2008), la densidad de población en la región en el año 2008 alcanzaba los 460 millones de habitantes. Además, la región recibió 246 millones de visitantes en 2005 (el 31% de los turistas internacionales), principalmente concentrados en las zonas costeras (B P , 2009).

La fl ora y fauna mediterránea está sometida a una gran presión como consecuencia de esta elevada concentración de personas. El turismo y otras actividades humanas son una causa relevante de amenaza al afectar directamente a las especies o sus lugares de cría, como es el caso del alimoche Geronticus eremita o la foca monje mediterránea Monachus monachus, ambas clasifi cadas como En Peligro Crítico de extinción en la región, así como para diversas especies de murciélagos.

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3. P : ¿ ?

Las especies mediterráneas de agua dulce (peces endémicos, anfi bios,

reptiles, cangrejos, mamíferos y libélulas) amenazadas de extinción se concentran en la Península Ibérica, los Balcanes, el oeste de Grecia y un área de Turquía próxima a Israel (Fig. 1).

Figura 1. Riqueza de especies de agua dulce amenazadas evaluadas en la cuenca mediterránea. Esta representación no incluye las plantas acuáticas (UICN, 2008).

- Threatened freshwater-dependent species richness in the Mediterranean Basin. This representation doesn´t include aquatic plants (UICN, 2008).

Las especies terrestres (anfi bios, reptiles y libélulas) amenazadas se concentran en Marruecos, en la costa este de la cuenca mediterránea y Turquía. Sin embargo, estos datos han de interpretarse con cuidado al considerar únicamente las especies evaluadas hasta el momento en la Lista Roja de la UICN. Por otro lado. esta información puede estar sujeta a cambios como resultado de futuras evaluaciones de nuevos grupos taxonómicos relevantes (Fig. 2).

En cuanto a las especies marinas amenazadas (mamíferos, peces cartilaginosos), señalar que se encuentran distribuidas de manera más o menos homogénea. También se ha de destacar que el Mar Mediterráneo es considerado como el que mayor densidad de especies amenazadas de peces cartilaginosos alberga a nivel global (C & G , 2007). Sin embargo, la falta de información reciente pone en relieve la necesidad un mayor esfuerzo en investigación antes de perfi lar el estado real de las especies marinas de la región (Fig. 3).

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Figura 2. Riqueza de especies terrestres amenazadas evaluadas en los países de la región Mediterránea (UICN, 2008).

- Threatened terrestrial species richness in the Mediterranean region countries (UICN, 2008).

Figura 3. Riqueza de especies marinas amenazadas evaluadas en el Mar Mediterráneo. Esta representación no incluye las tortugas marinas (UICN, 2008).

- Threatened marine mammal species richness in the Mediterranean Sea. This representation doesn´t include marine turtles (UICN, 2008).

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4. F : M

Con el objetivo de favorecer e impulsar las acciones de conservación dirigidas

a salvar las numerosas especies mediterráneas amenazadas, es fundamental contar con una base legal sólida. Los principales instrumentos para llevarlo a cabo en la región son las convenciones internacionales fi rmadas por casi todos los países mediterráneos, como el Convenio de Berna (1979) relativo a la Conservación de la Vida Silvestre y el Medio Natural en Europa, el Convenio de Bonn (1979) sobre Especies Migratorias, el Convenio de Barcelona (1995) para la protección del Medio Marino y la zona costera del Mediterráneo y, el más importante, el Convenio de Río de Janeiro (1992) sobre Diversidad Biológica.

Sin embargo, a pesar de la existencia de un marco internacional para conservación de las especies y de sus hábitats en la región, las medidas puestas en marcha a nivel regional, nacional y local son todavía escasas y en ocasiones poco efectivas, como demuestra el aún importante número de especies amenazadas y su actual tasa de extinción. No obstante, cuando las acciones necesarias son puestas en marcha, resultan en un gran éxito y varias especies han sido salvadas de la extinción gracias a medidas oportunas.

Expertos regionales e internacionales han identifi cado medidas de conservación urgentes para reducir el riesgo de extinción de las especies del Mediterráneo durante diversos talleres de evaluación de las especies mediterráneas celebrados en San Marino (2003), Málaga (2004, 2007), Turquía (2006) Oporto (2007), Rabat (2007) y Túnez (2009). Estas medidas de aplicación a diversas escalas (local, nacional, internacional) son también la base para el cumplimiento por parte de los países mediterráneos de las convenciones regionales y globales así como de los acuerdos multilaterales.

4.1. Protección de las especies por medio de legislación y planes de acción

Es necesaria una mejor aplicación de la normativa y de las leyes existentes, así como el desarrollo de nueva legislación para garantizar la conservación efectiva tanto de las especies amenazadas como de sus hábitats. Gran parte de las especies mediterráneas carecen de la legislación específi ca necesaria o su aplicación no es efectiva. Por ejemplo, sólo un 27% de las especies de tiburones está protegido por algún tipo de fi gura legal, y la normativa de protección de los lugares de percha de muchos murciélagos o de control de la introducción de especies foráneas de pequeños mamíferos como mascotas o con fi nes comerciales no se cumplen de manera adecuada.

La convención de Barcelona ha defi nido planes de acción para algunas de las especies amenazadas consideradas clave en los ecosistemas del Mediterráneo, como son la foca monje, los tiburones o la vegetación marina. Otras especies endémicas han mejorado notablemente su estado gracias a la implementación de planes de conservación y recuperación dirigidos a estas especies, en combinación con otras acciones de conservación. Por ejemplo, el sapo partero balear Alytes muletensis (amenazado por la pérdida de su hábitat, la depredación por especies introducidas y la urbanización) ha sido bajado de la categoría En Peligro Crítico a la de Vulnerable gracias a la efectividad de las actividades de un plan de recuperación de la especie llevado a cabo por el Servicio de Conservación de Especies de la Conselleria de Medi Ambient de Mallorca. En Grecia, el gizani

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(Ladigesocypris ghigii), un pez endémico de la isla de Rodas y amenazado por la extracción de agua, ha sido objeto de un Plan de acción dentro del marco de un proyecto LIFE-Nature que ha ayudado a garantizar la supervivencia futura de la especie.

En situación crítica, cuando la supervivencia de las especies en estado salvaje es cuestionable, las acciones de gestión intensiva como la cría en cautividad son una buena alternativa para tratar de asegurar la conservación de poblaciones viables. Sin embargo, la gestión más adecuada sería aquella que, dentro del rango natural de distribución de la especie, garantiza la existencia de poblaciones en estado silvestre. Este tipo de acciones de conservación ex situ se lleva a cabo hoy en día para la recuperación el lince ibérico (Lynx pardinus).

Indicar por último que los Grupos de Especialistas de la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN han elaborado planes de conservación para un amplio número de taxones, y determinadas especies prioritarias también cuentan con planes de acción bajo el marco del Convenio de Berna (1979), relativo a la Conservación de la Vida Silvestre y el Medio Natural en Europa.

4.2. Protección de lugares y redes de áreas protegidas

Cualquier estrategia efectiva de conservación de especies tiene que ir vinculada a una protección de sus hábitats o de las áreas clave para la supervivencia de éstas. En la actualidad, varios tratados internacionales exigen la selección y protección de lugares sobre la base de su importancia para la biodiversidad. Así mismo, es necesaria la designación de redes de áreas protegidas y la integración del análisis de lagunas de información en su diseño con el objetivo de evaluar su adecuación para la protección de todas las especies amenazadas y en especial de aquellas endémicas. En la parte europea de la región Mediterránea, el mecanismo primordial para la protección de sitios a escala comunitaria es la red de áreas protegidas Natura 2000. En los ecosistemas marinos, las áreas protegidas se encuentran en general aún muy poco desarrolladas, sobre todo en las partes sur y este de la región y, como consecuencia, una parte importante de la biodiversidad marina no cuenta todavía con la sufi ciente protección.

4.3. Conservación de ecosistemas funcionales

Uno de los principales objetivos de las evaluaciones regionales de la Lista Roja es la integración de la información sobre la biodiversidad en las políticas públicas no sólo de conservación de la naturaleza, sino también en otros sectores como la agricultura, la pesca, la gestión de bosques, la planifi cación urbanística, el transporte y la gestión de aguas. A nivel de los ecosistemas de agua dulce euro-mediterráneos, la Directiva Marco del Agua es la principal normativa en materia de la política del agua, la cual se basa en el enfoque de gestión integrada de cuencas hidrográfi cas (GICH o IRBM en sus siglas en inglés) para garantizar un uso sostenible de los recursos hídricos sin comprometer la salud de los ecosistemas de agua dulce y sus especies.

4.4. Comunicación y educación

Crear conciencia pública sobre el estado real de las especies así como involucrar a la población que depende de los recursos naturales en su conservación son dos estrategias imprescindibles para lograr una adecuada protección de la

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biodiversidad. Las evaluaciones de la Lista Roja proporcionan información fi able acerca del estado real de las especies y pueden utilizarse para desarrollar estrategias de educación y comunicación. A pesar de considerarse un grupo “poco atractivo” para el público en general, los invertebrados (insectos, cangrejos, moluscos) ocupan un lugar clave en los ecosistemas donde habitan, llegando a ser importantes agentes en el reciclado de nutrientes o el mantenimiento de la calidad de las aguas. Por otro lado, muchas de las especies de pequeños mamíferos son vistas como plagas, mientras que los grandes depredadores son considerados en muchos casos como una amenaza, lo que les convierte en objeto de persecución y difi culta su conservación. Para mejorar esta situación son necesarios programas adecuados de educación y participación pública dirigidos tanto a funcionarios del Estado nacionales, regionales o locales, como al público en general.

4.5. Monitoreo e investigación

Las evaluaciones regionales de la Lista Roja son una fuente de información útil para su utilización como línea de base para futuras evaluaciones de los cambios en el estado de las especies, el tamaño, tendencias y distribución de su poblaciones, la amenazas y las medidas de conservación necesarias por agentes encargados de la toma de decisiones, los responsables de diseñar políticas, conservacionistas y gestores de recursos naturales, entre otros actores. Estos resultados hasta la fecha han puesto en evidencia que todavía existe una notable falta de datos para muchas especies, así como numerosas lagunas de información acerca de áreas como el norte de África o el noreste mediterráneo y, especialmente, en los ecosistemas marinos.

5. C

Hasta la fecha, se han evaluado 11 grupos de especies presentes en la región mediterránea: anfi bios, aves, peces cartilaginosos, cetáceos, cangrejos de agua dulce, peces endémicos de agua dulce, mamíferos, libélulas, reptiles, tortugas marinas y un buen número de plantas acuáticas, de los cuales 783 (33%) son endémicas de la región y una quinta parte (19%) están amenazadas de extinción (5% En Peligro Crítico, 7% En Peligro y 8% Vulnerable).

El estado de los ecosistemas de agua dulce es especialmente grave, en particular en el contexto del creciente impacto del cambio climático, como pone de evidencia el gran número de especies amenazadas presentes en estos biomas. Más del 56% de los peces endémicos, el 19% de las libélulas y el 15% de las plantas acuáticas se encuadran en alguna de las categorías de amenaza de la Lista Roja de la UICN. Unos ecosistemas de agua dulce sanos son fundamentales para el bienestar de las sociedades humanas de la región mediterránea, ya que proporcionan importantes bienes y servicios ambientales, como es el caso del agua destinada al consumo humano, la pesca o la prevención frente a las inundaciones.

A pesar de que el mar Mediterráneo ha sido utilizado de manera intensiva como fuente de recursos desde hace más de 4.000 años y de que posee una notable importancia económica en la actualidad, el ecosistema marino es el peor conocido, con aproximadamente un tercio de las especies incluidas dentro de la categoría de Datos Insufi cientes (C et al., 2008), una parte signifi cativa de ellas probablemente enfrentándose a importantes amenazas. Es por lo tanto fundamental un mayor esfuerzo en investigación para asegurar el uso y gestión

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sostenibles de este recurso compartido. Las principales causas de amenaza de extinción en la región son la destrucción

y degradación de hábitats, la contaminación y la explotación no sostenible. Se prevé que el cambio climático se convierta en un factor importante de amenaza en el futuro, y que los episodios de sequía sean cada vez más importantes y frecuentes en esta región que se caracteriza por su aridez.

Las medidas de conservación más urgentes y relevantes son una gestión sostenible de los recursos y la protección legal de las especies y sus hábitats, siendo también importantes la investigación y la educación. Para garantizar el futuro y bienestar de las sociedades del Mediterráneo resulta esencial adoptar lo antes posible medidas y acciones políticas sólidas destinadas a la conservación.

B

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Causas de la pérdida de biodiversidad: Especies Exóticas Invasoras

Causes of biodiversity loss: Invasive Alien Species

Laura Capdevila-Argüelles, Bernardo Zilletti & Víctor Ángel Suárez Álvarez

GEIB, Grupo Especialista en Invasiones Biológicas. Calle Tarifa nº7 Navatejera

24193 León (España) [email protected], [email protected]

P : Especies exóticas invasoras, impactos, invasiones biológicas. K : Biological invasions, impacts, invasive alien species.

R

Las especies exóticas invasoras son una de las cinco causas principales de la pérdida de biodiversidad, junto con la destrucción del hábitat, la sobreexplotación, la contaminación y el cambio climático. El ritmo en el número de introducciones ha ido creciendo a lo largo de la historia. Pero, es a partir de las últimas décadas del siglo XX cuando alcanza ritmos sin precedentes. Muchas de las especies, trasladadas de forma accidental o voluntaria, pueden llegar a naturalizarse en un nuevo territorio, establecer poblaciones, y convertirse en especies exóticas invasoras. Entonces compiten, desplazan, depredan e incluso se hibridan con las especies autóctonas, alteran la estructura y composición de las comunidades bióticas y en ocasiones pueden llegar a alterar los ecosistemas. Sus impactos, que varían según la especie y sus interacciones con el ecosistema invadido, resultan en una pérdida de biodiversidad. También, pueden causar importantes pérdidas económicas derivadas de sus impactos directos, de los costes de gestión, de la pérdida de los servicios que ofrecen los ecosistemas, y problemas sanitarios pudiendo actuar como reservorio, vector de patógenos o agente agresivo. El actual nivel de conocimiento y la difi cultad para predecir el éxito de una invasión fundamenta la aplicación del enfoque de precaución como elemento clave de las políticas y estrategias de gestión en materia de especies exóticas invasoras.

A

Invasive alien species are one of the fi ve major causes of biodiversity loss, alongside habitat destruction, over-exploitation, climate change and pollution. The rate of introductions has been increasing throughout history, but it is in the last decades of the twentieth century when it reaches an unprecedented rate. Many of the alien species accidentally or intentionally transferred into a new area, can become naturalized, establish populations, and turn into invasive. When it occurs, invasive alien species compete, displace, prey and even hybridize with native species, alter the structure and composition of biotic communities and sometimes can alter the environment and disrupt ecosystems. Impacts, which vary depending on species and their interactions with the invaded ecosystem, result in a loss of biological diversity. Invasive alien species can also

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cause signifi cant economic losses arising from their direct impacts, costs of management, loss of services provided by ecosystems, etc. Moreover, they can cause health problems by acting as a reservoir and/or vector of pathogens or representing per se a problem (e.g. allergogenic species, diseases, etc.). The current level of knowledge and diffi culties in predicting the success of an invasion support the adoption of the precautionary approach as a key element of policies and management strategies dealing with invasive alien species.

1. I

El transporte de especies fuera de su área nativa de distribución es tan antiguo como la propia humanidad, ya que diversos tipos de plantas y animales han ido acompañando a los humanos en sus rutas migratorias (A et al., 2001; H et al., 2003; V & G , 2004). El ritmo en el movimiento de organismos ha ido creciendo a lo largo de la historia junto con la extensión del comercio y la mayor efi cacia de los medios de transporte, hasta llegar a la época colonial y de las grandes exploraciones que constituyen, sin duda, un momento clave en la historia de la introducción de especies. Es desde esta época que la transferencia tanto accidental como intencionada de organismos comenzó a acelerarse sensiblemente. Los primeros intercambios de plantas y animales domésticos entre Europa y América se produjeron poco después del inicio de la conquista: especies cultivables y ganaderas europeas se introdujeron en el continente americano a la vez que otras especies fueron traídas a Europa bien para uso alimenticio (especies para cría o cultivo) bien por su valor ornamental o como curiosidad (C -A et al., 2006). A partir del siglo XVIII y a lo largo de todo el siglo XIX, coincidiendo con los viajes de exploración y el fl orecer de las ciencias naturales, empezaron a proliferar numerosas sociedades cuyo fi n era la aclimatación de especies exóticas (plantas y animales). Éste era, por ejemplo, el objetivo de la Societé Zoologique d’Acclimatation en Francia cuya esperanza, con la correcta aplicación de la ciencia, era enriquecer los paisajes galos con yaks, llamas, canguros así como con numerosas especies de plantas e impulsar al mismo tiempo la ganadería y la agricultura (B , 2002). Dichas sociedades fueron muy activas e infl uyentes, tanto en Europa como en Australia, Nueva Zelanda o Norte América (D , 1997). Sin embargo, es a partir del siglo XX y particularmente en las últimas décadas asociadas al fenómeno de la globalización cuando el número de introducciones alcanza ritmos sin precedentes (M & M , 2007; H , 2009). El auge de las relaciones comerciales primero y la creación de los mercados comunes después, han propiciado el movimiento de organismos anulando el efecto de las barreras geográfi cas y marcando nuevos ritmos en la historia de la vida del planeta. La mayor capacidad para trasladar organismos vivos de los medios de transporte y su incrementada velocidad gracias a los avances de la tecnología, han acortado la duración de los viajes permitiendo la supervivencia de las especies transportadas. Todo ello ha conllevado que se multiplique tanto la escala espacial de las introducciones como las tasas de cambio, llevando a un mundo en el que no existen distancias ni fronteras. De esta forma, el ser humano ha sido capaz de borrar las barreras naturales que han mantenido a las especies dentro de su área de distribución natural durante miles o millones de años; tómese como ejemplo la apertura de nuevas vías como el Canal de Suez, que ha supuesto la entrada de más de 300 especies originarias del Mar Rojo al Mar Mediterráneo en menos de un siglo (especies lessepsianas) (V et al., 2008). Este hecho no sería tan signifi cativo si no fuera porque el

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elevado número de especies que se trasladan en la actualidad de forma accidental o voluntaria incrementa la probabilidad de que algunas de ellas puedan llegar a naturalizarse en un nuevo territorio, dispersarse, y convertirse en invasoras.

Para que una especie exótica introducida en un nuevo ambiente se vuelva invasora debe atravesar dos fi ltros: uno biogeográfi co (solventado por los medios de transporte, las introducciones voluntarias, etc.) y otro biológico en sí mismo, determinado por sus propias características biológicas y las del ecosistema receptor (Fig. 1) (O -A , 2007).

Figura 1. Proceso de invasión.- Invasion process.

No todas las especies introducidas pueden desencadenar procesos de invasión y sólo una proporción de ellas se naturalizan al igual que de éstas sólo una parte se dispersan y se convierten en invasoras. Dichas proporciones no son constantes y varían en función de la especie, del ecosistema receptor, y de la modalidad de introducción (se vuelve invasor el 1% de plantas, el 34% de aves, y el 63% de mamíferos) (J & S , 2005; J , 2008; K et al., 2011). En Europa por ejemplo, de las más de 10.000 especies exóticas presentes en el territorio se han documentado impactos ecológicos y económicos respectivamente para un 11 y un 13% del total (V et al., 2010).

Muchas especies exóticas introducidas son benefi ciosas para el ser humano y no presentan riesgos de invasión asociados al tratarse de especies cultivadas y/o domesticadas incapaces de establecer poblaciones viables por si mismas. Sin embargo, otras, que en la actualidad no parecen tener impactos negativos apreciables podrían convertirse en invasoras con el tiempo si se producen condiciones favorables. En esta línea, E et al. (2011) apuntan a que muchas de

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las especies exóticas más problemáticas en Europa no son fruto de introducciones recientes sino que se introdujeron hace unas décadas y que el actual número de especies exóticas establecidas en el medio natural estaría más estrechamente relacionado con los indicadores de actividad socioeconómica de la primera parte del siglo pasado pese a que la mayoría de la introducciones se hayan producido durante la segunda mitad del siglo. Los autores sugieren que la actual actividad socioeconómica podría resultar en una acumulación adicional de especies exóticas en el futuro (deuda de invasión) y que las consecuencias de las introducciones más recientes podrían no manifestarse hasta dentro de unas décadas, una idea que se refuerza si se tiene en cuenta el tiempo de latencia.

Otras especies introducidas (algunas de ellas invasoras) sustentan economías locales y nacionales y constituyen una fuente de bienestar para la sociedad. Sin embargo, un creciente número de pruebas sugieren que las especies exóticas invasoras (en adelante EEI) conllevan al mismo tiempo importantes impactos negativos sobre la biodiversidad, los ecosistemas y sus servicios que también se pueden medir en términos monetarios (K et al., 2008). Una vez introducidas, aunque mantenidas bajo control, existe el riesgo de que estas especies puedan “escapar” y convertirse en invasoras.

Por sus enormes implicaciones las invasiones biológicas se han vuelto en un tema destacado en las políticas medioambientales de muchos países. En España, el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, incluyó en el cuarto informe nacional sobre la diversidad biológica la introducción de EEI como uno de los factores más importantes de amenaza para la biodiversidad (MARM, 2009). Un hecho evidenciado recientemente en la Evaluación de Ecosistemas del Milenio en España dónde las EEI son consideradas uno de los impulsores que más afectan a la biodiversidad amenazada y a los endemismos de la Península Ibérica y las Islas Baleares y Canarias (EME, 2012).

No obstante, en el contexto de la terminología referente a las invasiones biológicas no existe una defi nición universalmente aceptada de EEI (B et al., 2013). Algunas defi niciones excluyen específi camente el impacto considerando invasoras aquellas especies exóticas cuyas poblaciones se auto-mantienen a menudo en gran número y a distancias considerables del sitio de introducción (B , 2011; R , 2011). Otras, por el contrario, defi nen las invasoras en términos de impactos (negativo) (CBD, 2002). La defi nición ofrecida por el ISSG/IUCN (Invasive Species Specialist Group/Internacional Union for Conservation of Nature) en sus Líneas directrices para la prevención de pérdidas de diversidad biológica ocasionadas por especies exóticas invasoras (IUCN, 2000), posiblemente la que más se ha adoptado en las diferentes normativas, proporciona la siguiente clave para determinar qué especie es invasora y cuál no lo es: una especie exótica invasora es aquella especie exótica que se establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural; es un agente de cambio y amenaza la diversidad biológica nativa. Esta aproximación conceptual, ligada a los impactos negativos, se ha adoptado en la normativa española, en la LEY 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad (BOE, 2007) y en el Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, por el que se regula el listado y catálogo español de EEI (BOE, 2011)1. Sin embargo, muchos científi cos discrepan con 1. Especie exótica invasora: la que se introduce o establece en un ecosistema o hábitat na-tural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor, o por el riesgo de contaminación genética. (BOE, 2007 y 2011)

Especie exótica con potencial invasor: especie exótica que podría convertirse en

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defi niciones fundamentadas exclusivamente en impactos puesto que éstos son escalados y graduales y no son fácilmente detectables ni cuantifi cables (V et al., 2008; R et al., 2011); recomiendan por tanto el uso de criterios ecológicos y biogeográfi cos y que una especie se considere invasora en base a su distribución real o potencial (H , 2011; R et al., 2011). Por otra parte, este parámetro no proporciona una estimación de la probabilidad del daño ni se correlaciona con el impacto percibido (H , 2011). Estas diferencias pueden generar ciertas difi cultades a la hora de desarrollar políticas de gestión (B et al., 2013) y tienen implicaciones importantes en los análisis de riesgos para los que se sugiere evaluar separadamente el riesgo de invasión y el impacto defi niendo claramente el ámbito espacial de referencia (R et al., 2011).

2. I

‘La introducción de EEI está considerada como la segunda causa de pérdida de

biodiversidad a nivel mundial’ (G & S , 2004).

Las EEI pueden afectar a la diversidad biológica de diferentes formas repercutiendo a menudo sobre más de un nivel organizativo del ecosistema simultaneamente (Fig. 2).

Los impactos generados por la presencia de especies alóctonas con un comportamiento invasor varían según la especie de la que se trate y sus interacciones con el ecosistema invadido. Cuando una especie introducida ocupa el mismo nicho ecológico que una autóctona mostrando una mayor capacidad competitiva (competencia por los recursos e indirecta), o impacta mediante depredación, herbivoría, parasitismo, mutualismo, las especies nativas pueden caer en regresión e incluso llegar a extinguirse localmente con graves consecuencias si éstas desempeñan papeles clave en el ecosistema (C & D , 2007). La importancia de las EEI como causa de la disminución y la extinción de especies nativas ha sido analizada; los resultados apuntan a las EEI como la principal causa de extinción de aves y la segunda causa de extinción de peces y mamíferos (C & G -B , 2005).

Las EEI pueden consumir una parte importante de los recursos y, aunque no sean limitantes, explotarlos con más efi cacia que las especies nativas reduciendo su disponibilidad en el medio (V et al., 2008). Con carácter netamente invasor en el Norte de España (País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia) (S E et al., 2004; V et al., 2011), la hierba de la Pampa (Cortaderia selloana), puede llegar a desplazar especies nativas, difi cultar su establecimiento y ralentizar su crecimiento compitiendo con éxito por la luz, agua y nutrientes, gracias a su rápido crecimiento y a la acumulación de una gran biomasa aérea y subterránea (H G & C P , 2006; V et al., 2008). La falsa invasora en España, y en especial aquella que ha demostrado ese carácter en otros países o regiones de condiciones ecológicas semejantes (BOE, 2011).

Invasión: acción de una especie invasora debida al crecimiento de su población y a su expansión, que comienza a producir efectos negativos en los ecosistemas donde se ha introducido (BOE, 2011).

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acacia (Robinia pseudoacacia) profusamente naturalizada en España, está siendo particularmente problemática en el Norte del país. Por su crecimiento agresivo y su longevidad (200-300 años) es muy peligrosa para los ecosistemas naturales, invadiendo claros y bosques de ribera y desplazando a la vegetación nativa. Se asocia en simbiosis con bacterias fi jadoras del nitrógeno atmosférico (Rhizobium sp.), modifi cando las condiciones naturales del suelo que ocupa, enriqueciéndolo en nitrógeno y favoreciendo la presencia de especies nitrófi las. Es además una especie alergogénica y tóxica tanto para los humanos como para el ganado (S -E et al., 2004; GEIB, 2006). Otro ejemplo lo constituye el galápago de Florida (Trachemys scripta subsp. elegans) que en España compite con las especies de galápagos nativas (galápago leproso -Mauremys leprosa- y europeo -Emys orbicularis-) por los lugares de asoleamiento, alcanza tallas superiores y produce mayor descendencia que los galápagos autóctonos (A et al., 2003; M et al., 2003; P -M & M , 2005; M -S et al., 2011).

En otros casos las EEI presentan una mayor tolerancia a ciertas limitaciones ambientales (disponibilidad de nutrientes, de espacio, luz, etc.) y consiguen explotarlos más efi cazmente que las especies nativas, llegando a dominar competitivamente en ese ambiente. Por ejemplo, en las dunas y roquedos litorales peninsulares, hábitats caracterizados por un fuerte estrés hídrico, la uña de gato (Carpobrotus spp.), compite con éxito por la luz y el agua y desplaza a las especies nativas (S E et al., 2004; T et al., 2008). De igual forma, pero en ambientes mediterráneos áridos y de elevada insolación, determinadas especies de chumberas (Opuntia spp.) compiten ventajosamente con la vegetación nativa desplazándola y obstaculizando su regeneración (S E et al., 2004).

Figura 2. Consecuencias ecológicas derivadas de la introducción de EEI.- Ecological consequences of the introduction of invasive alien species.

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Las EEI pueden impedir a sus competidores nativos el acceso a un recurso común (competencia por interferencia). Algunas plantas invasoras pueden desplazar a las especies adyacentes produciendo compuestos químicos tóxicos (alelopatía) inhibiendo su crecimiento y germinación y provocando un impacto negativo sobre la comunidad vegetal nativa (C & A , 2000; H & C , 2003). La mimosa plateada (Acacia dealbata) libera en el periodo de la fl oración unos aleloquímicos que tienen efectos adversos sobre especies de sotobosque (L et al., 2011). Esta especie, particularmente problemática en Galicia y naturalizada también en puntos diversos del país, presenta una elevada velocidad de crecimiento y una gran capacidad de rebrote. Invade claros y parches de arbolado o matorral, llegando a ser dominante y pudiendo reducir la diversidad biológica en las áreas invadidas. Su gran capacidad de germinación y su asociación con bacterias fi jadoras del nitrógeno pueden llegar a alterar las condiciones del suelo (S -E et al., 2004; L et al., 2010). El árbol del cielo (Ailanthus altissima) libera toxinas alelopáticas que no perjudican a sus propias plántulas pero que provocan una elevada mortalidad de plántulas de otras especies (H , 1990). Otro caso de competencia por interferencia con un efecto indirecto, implica a los mecanismos de polinización. En las comunidades vegetales de las Islas Baleares invadidas por Carpobrotus spp. la especie nativa Lotus cytisoides recibe menos visitas de polinizadores (T & M , 2004). La falsa acacia (Robinia pseudoacacia) con llamativas fl ores, puede atraer a las abejas más intensamente que las plantas nativas, afectando negativamente su polinización (DAISIE, 2009).

Determinadas especies introducidas pueden llegar a depredar intensamente sobre especies autóctonas (tanto animales como vegetales) llegando a provocar importantes descensos en las poblaciones nativas (M et al., 2000). Esto llega a ser un hecho muy llamativo en islas o ecosistemas aislados evolutivamente ya que las especies han evolucionado en ausencia de depredadores (O , 2003). Se ha sugerido por ejemplo que la ausencia natural de peces ictiófagos primarios en los ecosistemas de aguas continentales ibéricos, donde muchas de las especies de peces introducidas tienen hábitos piscívoros, podría haber favorecido cierta propensión de las especies autóctonas a ser depredadas (L , 2010). El lucio (Esox lucius), introducido en España a fi nales de los años 40 para pesca deportiva, ha afectado a las comunidades de peces de algunas localidades, provocando una reducción de la abundancia y riqueza de especies (S , 2012). Así mismo la presión de especies herbívoras puede llegar a afectar seriamente a las comunidades vegetales conduciendo a la desaparición de especies. Un ejemplo de esto es el arruí (Ammotragus lervia), un bóvido de origen norteafricano introducido en las islas Canarias en los años 70 que está mermando la vegetación endémica de bajo porte (R L & R P , 1987).

Las EEI pueden llegar a comprometer la integridad genética y provocar la extinción de especies nativas por hibridación e introgresión. Las actividades humanas favorecen el contacto entre especies alopátricas y existen pruebas crecientes de que las especies introducidas hibridan frecuentemente con especies nativas y/o otras exóticas (L , 2007). Este fenómeno puede ser muy pernicioso sobre todo para especies poco comunes o en peligro (R & S , 1996) puesto que al cruzarse, se produce una inundación del acervo genético de la especie nativa, se crean híbridos, pudiendo en ocasiones llevar a la extinción completa del genotipo nativo puro (M & C , 2001). Este es el caso de la malvasía canela (Oxyura jamaicensis), cuyas características (machos dominantes, mayor agresividad en el cortejo, carácter polígamo y

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mayor capacidad de adaptación) hacen que los machos se reproduzcan con las hembras de la especie nativa (malvasía cabeciblanca, Oxyura leucocephala) dando como resultado híbridos fértiles, pudiendo llegar a perderse el genotipo nativo (GEIB, 2006). Otro ejemplo de alteración genética lo constituye el visón americano (Neovison vison). En España, la especie se distribuye en el centro y norte peninsular y sus poblaciones están en expansión. Esta especie interfi ere en el fl ujo génico del visón europeo (Mustela lutreola) provocando una reducción de su tasa de reproducción; al entrar en celo antes que éste, puede aparearse con sus hembras que, aunque produzcan un embrión inviable, no vuelven a aparearse. Neovison vison compite además con la especie nativa Mustela lutreola, desplazándola gracias a su comportamiento mucho más agresivo y mayor tamaño. Es un fuerte competidor y un depredador. Sus impactos negativos más signifi cativos son sobre especies de avifauna nativa Rállidos y Anátidas en ecosistemas de aguas continentales y de Láridos en zonas costeras, con efectos locales relevantes. Es portador, entre otras enfermedades, del Parvovirus de la Enfermedad Aleutiana (ADV) una patología que afecta ya a los ejemplares de visón europeo en España (GEIB, 2006). En otros casos, la hibridación junto a la capacidad de fi jar genotipos de algunas especies incrementan la evolución de la capacidad invasora (V et al., 2008). En las plantas, los poliploides recién formados, y particularmente aquellos de origen híbrido, son con frecuencia especies invasoras (A et al., 2009). Este el caso de Spartina anglica resultante de la duplicación del genoma de S. x townsendii, un híbrido obtenido a partir de S. maritima y S. alternifl ora que muestra un mayor potencial invasor en comparación con sus especies parentales (A et al., 2004).

Algunas especies introducidas pueden provocar cambios en el comportamiento de otras especies en su propio detrimento. Por ejemplo, en Norteamérica, la mariposa monarca (Danaus plexippus) pone sus huevos en su planta hospedadora, el algodoncillo (Asclepias syriaca). Al eclosionar, las larvas se alimentan de esta planta y almacenan energía y nutrientes que utilizarán en la fase de pupa, durante la cual no se alimentan. Llegadas a este punto se produce la muda, desarrollándose la mariposa adulta. Sin embargo, Cynanchum rossicum y Cynanchum nigrum, dos especies nativas de Europa, están reemplazando los algodoncillos comunes de los campos donde las larvas monarcas se sustentan. En ausencia de la especie hospedadora las mariposas monarca cesan prácticamente la oviposición y las larvas apenas se alimentan de esta plantas, viendo reducida sensiblemente su supervivencia (D T & L , 2003; M & O , 2003).

Ciertas especies invasoras pueden generar impactos importantes en los ecosistemas llegando a alterar sustancialmente el medio físico, alterando la red trófi ca, los fl ujos de energía, reduciendo su capacidad de resistir y recuperarse de perturbaciones y disturbios y en ocasiones interfi riendo con ellas (C & D , 2007). Un claro ejemplo en España se ha dado con la introducción del jacinto de agua (Eichhornia crassipes) en el Guadiana. Esta especie, procedente del Amazonas y comercializada como planta ornamental de lagunas y estanques, es una especie transformadora que ha sido introducida en los cinco continentes. Cubre las masas de agua disminuyendo su fl ujo, incrementa la sedimentación, impide el crecimiento del fi toplancton afectando a la cadena alimenticia, provoca fenómenos de anoxia catastrófi cos para la fauna y fl ora nativa, compite con la fl ora por la luz, nutrientes y oxígeno, y reduce la biodiversidad nativa. La especie puede tener también importantes repercusiones económicas sobre la agricultura y la navegación, y sanitarias ya que provee un hábitat ideal para la proliferación

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de mosquitos (GEIB, 2006). En el Guadiana, las especies vegetales asociadas a las riberas y al medio acuático han resultado profundamente afectadas por su crecimiento (R T et al., 2008) y se ha producido una reducción en la diversidad del plancton (EPPO, 2008). Su presencia podría además favorecer a Trachemys scripta, presente en el río, que de ella se alimenta. En España y Portugal, se han observado efectos negativos sobre la pesca, las actividades recreativas, y el turismo. Su presencia ha causado además importantes pérdidas económicas en los arrozales de la cuenca del río Sado (Portugal). Los costes de gestión para eliminar casi 200.000 toneladas de la planta de aproximadamente 75 km del Guadiana fueron de 14.680.000 euros entre 2005 y 2008 (EPPO, 2008). Otro ejemplo lo constituye la diatomea dulceacuícola didymo (Didymosphenia geminata) una especie en expansión en Norte América, Nueva Zelanda y Europa, detectada también en algunos ríos españoles (K , 2004; B -L et al., 2010; T et al., 2010). K (2004) aporta datos sobre el impacto derivado de proliferaciones masivas: la luz del sol no entra en la columna de agua de los ríos perturbando los procesos ecológicos, causando el declive de la vegetación nativa y de la vida animal (tanto invertebrados como vertebrados) asociada a los cursos de agua. Así mismo, en estadios avanzados provoca fl uctuaciones en el oxígeno disuelto e incrementa el pH del agua. Debido a que cubre el sustrato, los recursos alimenticios y de hábitat cambian o son completamente eliminados en detrimento de los organismos nativos.

En otros casos las especies introducidas pueden alterar el régimen de las perturbaciones (por ejemplo el fuego), incluso con consecuencias muy signifi cativas (cambios en las comunidades y el ecosistema) si las especies nativas no logran adaptarse (B et al., 2004). Algunas plantas invasoras pueden producir directamente alteraciones en el régimen del fuego (frecuencia, intensidad, estacionalidad, etc.) a través de un aumento en la biomasa, cambios en la distribución de la biomasa infl amable, por ser más infl amables o alterar el tiempo de secado de la biomasa combustible. Otras aprovechan los intervalos más cortos entre incendios para incrementar su abundancia y propagarse (B et al., 2004; L et al., 2010). En Florida, la gramínea Imperata cilindrica, especie originaria de arenales riparios europeos, actúa incrementando la verticalidad y la temperatura del fuego provocando una mayor mortalidad en las plantas jóvenes de Pinus palustris. Su elevada capacidad de regeneración tras los incendios contribuye a facilitar la expansión de esta especie, ocupando áreas dejadas vacías por especies con menor capacidad de regeneración (L , 2000; B et al., 2004; H & J , 2011 y 2012).

3. I .

‘En Europa, el coste de las EEI supera los 23.000 euros al minuto’.

Las EEI, además de infl igir graves impactos en los ecosistemas, alteran también aquellas funciones y servicios que son fundamentales para el bienestar humano generando, tanto de forma directa como indirecta, pérdidas económicas, en ocasiones, muy elevadas.

De forma directa pueden provocar la destrucción de alimentos o cosechas, la disminución en la supervivencia, el éxito reproductivo y producción de animales

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domésticos, la reducción en la cantidad y calidad de determinadas actividades extractivas como la pesca o el marisqueo, etc. También pueden ocasionar daños considerables en las infraestructuras, obstruyendo y destruyendo canales o diques, alterando cimientos, etc. con el consiguiente coste económico. El coipú (Myocastor coipus) puede destruir cosechas en las zonas donde ha sido introducido y desestabilizar los márgenes de los cursos de agua aumentando el riesgo de inundaciones (GEIB, 2006). Entre las plantas, Reynoutria japonica reduce la capacidad de desagüe de ríos y canales, desestabiliza los cauces fl uviales, difi culta el tráfi co ferroviario y la visibilidad en las carreteras, y provoca daños en las construcciones e infraestructuras públicas, causando por todo ello pérdidas económicas. Por otro lado, disminuye el valor de los pastos para el ganado, con la consiguiente disminución de rendimiento de los mismos (S -E et al., 2004).

A las pérdidas directas se añaden las indirectas derivadas del coste de combatir los efectos de las invasiones biológicas, incluyendo las medidas de cuarentena, detección temprana, control y erradicación de las especies, así como solventar económicamente los daños producidos por éstas. En España por ejemplo, los costes de gestión (principalmente enfocada a paliar los daños producidos por su presencia) del mejillón cebra (Dreissena polymorpha), han alcanzando un montante de 13,7 millones de euros en la cuenca del Ebro, desde 2009. Teniendo en cuenta el ritmo de crecimiento de este gasto la cifra podría alcanzar los 105,5 millones de euros en 2025 según P P & C M (2010). No obstante cabe señalar que los gastos a nivel nacional podrían ser superiores puesto que la especie se encuentra también en las cuencas del Júcar, Segura y Guadalquivir. Otro ejemplo lo constituye Didymosphenia geminata, cuyas masas mucilaginosas afectan a los valores de uso de los cauces fl uviales, disminuyendo drásticamente su valor recreativo y estético (K , 2004). La necesidad de limpieza de embarcaciones y aparejos de pesca lleva asociada un importante coste económico. Se han reportado también problemas por colmatación en canales y centrales hidroeléctricas, depuradoras, etc. provocados por la acumulación de esta diatomea, lo cual implica costes añadidos para la limpieza de infraestructuras. A todo ello se debe añadir la difi cultad de encontrar una correspondencia económica a pérdidas tales como la extinción de una especie, la pérdida de hábitat, el valor estético de un paisaje alterado, la pérdida de los servicios que ofrecen los ecosistemas, etc.

Un estudio realizado sobre el impacto económico de un reducido número de EEI en Europa ha cuantifi cado el coste anual de los daños sufridos por diferentes sectores productivos y de los costes de gestión en más 12.000 millones de euros (K et al., 2008). No obstante, los propios autores consideran esta cifra como una subestimación signifi cativa de la realidad puesto que a) los datos sólo están disponibles para un número limitado de especies, b) no se han documentado todavía todos los impactos socio-económicos sobre los servicios de los ecosistemas, c) sólo se conocen impactos relativos a un 10% de las especies, y d) no son comúnmente disponibles estimaciones monetarias relativas a los costes derivados de la extinción de especies y de la pérdida de la biodiversidad. Así mismo, en los últimos 15 años, la Comisión Europea ha contribuido a fi nanciar con 132 millones de euros casi 300 proyectos que abordan este problema (S , 2010). Posteriormente V et al. (2010), en un estudio de ámbito europeo, profundizan en este tema comparando impactos, ecológicos y económicos entre áreas geográfi cas y grupos taxonómicos. Proponiendo un nuevo marco conceptual ponen en relieve la relación entre los servicios de los ecosistemas y el

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bienestar humano y hacen hincapié en la necesidad de no limitarse a evaluaciones económicas basadas únicamente en los costes de mercado, y tener también en cuenta los costes indirectos y valores de no uso.

Disponer de información sobre valoraciones económicas en este campo es fundamental puesto que podría constituir un ‘impuesto invisible’ que pocas veces se tiene en cuenta en la toma de decisiones. Desafortunadamente, en España la información sobre los costes que las EEI están generando es escasa y dispersa. A & V (2007) han estimado el coste de las medidas de gestión para plantas exóticas naturalizadas (invasoras y no invasoras) en los espacios naturales españoles en unos 50 millones de euros. No obstante, según indican las autoras, la falta de datos sobre los costes monetarios de muchas de las actuaciones realizadas hace suponer que se pueda tratar de una subestimación de los costes reales. Respecto a la fauna exótica invasora no se han hallado estudios que aporten estimaciones económicas de las pérdidas ocasionadas.

4. I

Las EEI pueden constituir un riesgo sanitario. Las consecuencias sobre la salud humana, animal o vegetal, pueden llegar a suceder por dos vías diferentes: a) la especie actúa como reservorio de patógenos, y b) la especie es un patógeno en si misma o causa un daño directo.

El mosquito tigre (Aedes albopictus) es una especie invasora en varios países del mundo. La especie está experimentando un rápido proceso expansivo tanto en Europa como en España (C & D , 2011), donde desde su primera detección en 2004 en la provincia de Barcelona se ha constatado su presencia también en las provincias de Girona, Tarragona, Castellón, Alicante, Murcia (B M & J P , 2012) y Mallorca (L Z U I B , 2012). Aunque el impacto principal de esta especie sobre la salud pública sean las molestias ocasionadas por sus picaduras, existe una creciente preocupación puesto que la especie es un vector potencial de diversas enfermedades (fi lariasis animales y arbovirosis) (B M & J P , 2012). Hasta 2007 en Europa tan sólo se había evidenciado la transmisión de dirofi larias. Sin embargo, en el verano de ese mismo año se confi rmó su rol de vector en la transmisión del virus de la fi ebre del Chikungunya (CHIKV) (B M & J P , 2012), una enfermedad emergente, a raíz de un brote de esta enfermedad (248 casos detectados) (S et al., 2008) en la provincia de Ravenna (Italia). Una ulterior preocupación deriva también de la participación de la especie en ciclos de transmisión autóctonos de dengue en Europa, un hecho recientemente confi rmado en Francia y Croacia (B M & J P , 2012).

Los mapaches (Procyon lotor), introducidos en España a través del comercio de mascotas, pueden ser portadores de numerosas enfermedades infecciosas: rabia, moquillo, parvovirus felino y canino, enfermedad de Aujeszky (pseudorabia), tripanosomiasis, coccidiosis, toxoplasmosis, pueden trasmitir el Baylisascaris procyonis, causante de encefalitis severa, etc. (V et al., 2006).

En EEUU, entre mayo y junio de 2003 se documentaron en humanos 37 casos de viruela del simio (monkeypox), una enfermedad nunca vista en el hemisferio occidental. La infección fue adquirida a través de perrillos de la pradera (Cynomis spp), una especie mascota, que habían estado en contacto con roedores africanos

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importados (G et al., 2004).Un caso muy conocido en España es el del cangrejo rojo americano

(Procambarus clarkii) y el cangrejo señal (Pacifastacus leniusculus). La primera introducción en España de cangrejo rojo americano se realizó en los arrozales de una fi nca particular de Badajoz en 1973 para su explotación comercial en acuicultura. Tras su exitosa aclimatación, al año siguiente comenzó su cría en un vivero de anguilas en la provincia de Sevilla, desde el cual llegaron al medio natural debido a la ausencia de fi ltros. Posteriormente los pescadores facilitaron la dispersión de la especie en las marismas del Guadalquivir efectuando introducciones ilegales. La expansión natural de la especie (puede cubrir distancias que pueden exceder los 3 km a día) fue acelerada posteriormente por las numerosas traslocaciones a partir de las cuales se introdujo en toda la Península Ibérica, islas Baleares y Canarias (G -Y et al., 1997). En los mismos años (1974 y 1975) se producían también las primeras introducciones de cangrejo señal en las provincias de Soria y Guadalajara fomentadas sucesivamente por algunas Administraciones Autonómicas. No obstante es a partir de la autorización de su pesca en 1994 que se disparan las introducciones ilegales y se empiezan a detectar nuevas poblaciones (A G & M C , 2010). Ambas especies son portadoras y vectores del hongo Aphanomices astacii, que produce la afanomicosis, una enfermedad letal para los cangrejos de río autóctonos (Austropotamobius italicus) que han desaparecido de todos los enclaves donde las especies exóticas han sido introducidas (A et al., 2000). Por otra parte, Procambarus clarkii es transmisor de la tularemia, una zoonosis interespecífi ca que afecta a mamíferos (principalmente lagomorfos y roedores) detectada por primera vez en humanos en España en 1997, fecha a partir de la cual se han producido varios brotes (A et al., 2001).

En otros casos es la propia EEI la que actúa causando un daño directo. Quizás una de las especies mejor estudiadas por su severo impacto a nivel mundial es la hormiga roja de fuego (Solenopsis invicta). Además de causar impactos ecológicos y económicos de gran entidad, su presencia constituye un riesgo sanitario. Su picadura puede causar severas reacciones alérgicas (ISSG, 2010). De la misma manera, muchas plantas pueden causar reacciones alérgicas como por ejemplo Acacia dealbata o Ambrosia artemisifolia. A esta última especie, presente en España aunque con una distribución restringida (S E et al., 2004), se le atribuyen un 80% de las alergias al polen en Hungría, un 60 % en Norte Italia (Milán), un 30-40% en Francia (Lyon) un 35% en la Republica Checa y un 30% en Austria (Viena). En Alemania, los costes sanitarios generados por asma y rinitis alérgicas ocasionadas por polen de Ambrosia han sido estimados en unos 32 millones de euros al año (R et al., 2003). Otras especies pueden producir daños por contacto como Heracleum mantegazzianum, una especie invasora con distribución norte y centro europea. El contacto directo con la piel induce fotosensibilidad extrema, y combinado con las radiaciones solares (UV) puede desembocar en quemaduras de diferente gravedad (R et al., 2003; DAISIE, 2009).

5. ¿Q ?

Comprender las razones que determinan el éxito o el fracaso de una EEI ha sido uno de los temas centrales de la investigación en este campo, puesto que poder estimar el riesgo de una invasión constituiría una herramienta básica para la prevención (L et al., 2004; L et al., 2005). La literatura muestra

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que no hay una explicación única para justifi car el éxito de las invasiones, sino que éste depende de varios factores como la presión del propágulo, las características del ecosistema receptor y los rasgos propios de la especie considerada.

Varios estudios sobre la presión del propágulo (función de la frecuencia y el número de individuos y/o taxones introducidos) y las variables que lo modulan apuntan a este factor como uno de los más consistentes en determinar el éxito de una invasión (K & L , 2001; L , et al., 2005; C et al., 2006; S , 2009; R et al., 2011). Se trata de un concepto que abarca la variación en la cantidad, calidad, composición y tasa de aportación de organismos exóticos resultante de las condiciones de transporte y las vías de entrada entre el lugar de origen y de destino (R et al., 2011). Su rol afecta directamente al grado de invasión que parece depender más de este factor que de la invasibilidad de un área o un ecosistema (V et al., 2008). Este factor se ha convertido en un pilar de los mecanismos de prevención en el medio marino (M et al., 2005), y obviarlo a la hora de seleccionar áreas sensibles a las invasiones podría conllevar graves errores de interpretación y de categorización, afectando a la efi cacia de las estrategias de gestión de EEI (O -A , 2007).

Por otra parte, aunque no existan ecosistemas que no cuenten con especies invasoras entre su acervo biológico, algunos presentan una mayor proporción de especies exóticas que otros. Por ejemplo, las islas poseen una elevada riqueza en especies exóticas (E , 1958; A , 1989; L , 1999).

La vulnerabilidad de los ecosistemas insulares a las invasiones biológicas es muy elevada debido a las características intrínsecas de la biota que los ocupa (menores tamaños poblacionales y evolución aislada) (T & S , 2004). La historia biológica de muchas de ellas muestra consecuencias drásticas derivadas de la introducción de EEI (C et al., 2003). También los ambientes perturbados parecen ser más propensos a albergar EEI que aquéllos en buen estado de conservación (C -D et al., 2004), siendo las comunidades más fuertemente perturbadas las que se consideran más propensas a ser invadidas (H & H , 1992; L , 1999). Numerosas hipótesis contribuyen a explicar el éxito de de las especies exóticas. Las más debatidas incluyen: a) la existencia de un nicho vacío que una especie exótica pueda ocupar en el ecosistema utilizando unos recursos no explotados y cumpliendo unas funciones en la comunidad distintas a las de las especies nativas (hipótesis del nicho vacío) (E , 1958; M A , 1970); b) la ausencia de enemigos naturales (depredadores, parásitos, enfermedades) en el lugar de introducción (hipótesis del escape de enemigos naturales) (E , 1958; K & C , 2002); c) una menor resistencia a las invasiones de las comunidades con baja riqueza de especies (hipótesis de la resistencia biótica) (E , 1958; L , 1999) que volvería las islas más vulnerables a las invasiones (hipótesis de la susceptibilidad de las islas) (E , 1958; S , 1995); d) la presencia en el ecosistema de otras especies invasoras que facilitaría la supervivencia de nuevas especies introducidas (hipótesis del colapso por invasión) (S & V H , 1999); y e) estar dotados de un rasgo biológico de ataque o de defensa novedoso en el ecosistema invadido (hipótesis de las nuevas armas) (C & A , 2000; C & R , 2004). Muchas investigaciones aportan argumentos a favor de una u otra hipótesis. No obstante, en un reciente estudio que aborda seis de las hipótesis más representativas (J et al., 2012) apuntan a que las hipótesis que tienen en cuenta las interacciones entre EEI con su nuevo entorno (complejo de invasión, nuevas armas, escape de

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enemigos naturales) encuentran mayor soporte en pruebas empíricas que las otras (resistencia biótica, susceptibilidad de las islas, regla del 10%). Los autores también indican que el apoyo empírico a las hipótesis analizadas ha disminuido con el tiempo, diferenciándose entre grupos taxonómicos y hábitats.

Por otro lado, las EEI poseen ciertas características que les ofrecen ventajas respecto a las especies nativas. Algunas especies presentan una elevada tasa de crecimiento y reproducción, dos caracteres que facilitan una efi caz monopolización de recursos con el consiguiente desplazamiento de las especies nativas por exclusión competitiva. Otras presentan una mayor capacidad para aclimatarse en condiciones ambientales nuevas o cambiantes, bien por una elevada plasticidad fenotípica, bien por una alta fl exibilidad funcional; es decir, el fenotipo puede variar en respuesta a las oscilaciones ambientales. Por último, algunas especies poseen gran facilidad para hibridar con otras, incrementando su variabilidad genética y pudiendo, en ocasiones, constituir poblaciones estables en las áreas de introducción a partir de unos pocos ejemplares (C -D et al., 2004).

También el mutualismo puede jugar un papel relevante en la integración de especies invasoras en las comunidades nativas. En el caso de las relaciones plantas-animales tanto las propias características de la especie (generalista, o dotadas de rasgos morfológicos o fenológicos particulares) como de las redes mutualistas (alta asimetría y baja dependencia reciproca) explicarían las mayores probabilidades de una EEI de integrarse en la comunidad receptora. Una vez integradas en la comunidad receptora, las EEI pueden afectar a las propias características de la red o a especies determinadas y establecer interacciones con otras invasoras (mutualistas o no) dando lugar a complejos de invasión (V et al., 2008)

No obstante, a pesar de los avances en la comprensión de los mecanismos que favorecen a las EEI, la gran variedad de contextos y de respuestas que las especies exhiben, así como la complejidad de las relaciones entre las muchas variables que entran en juego difi culta todavía la extrapolación de leyes generales que permitan predecir con seguridad el éxito de una invasión.

6. R

El limitado conocimiento y la imprevisibilidad del fenómeno “invasiones biológicas” en su sentido más amplio (variabilidad espacio-temporal de vías de entrada y vectores, composición de especies, factores que condicionan su establecimiento, impactos, etc.) fundamenta la aplicación del enfoque de precaución como elemento clave de las políticas y estrategias de gestión en materia de EEI. Esta aproximación pone el énfasis sobre la prevención, dirigiendo las acciones de manejo en los primeros estadios de la secuencia de invasión para interrumpir la transferencia de especies. La prevención responde a una aproximación proactiva y a una visión estratégica del problema y es más efi ciente y económica en comparación con otras opciones de manejo, eliminando desde un principio las potenciales consecuencias de una invasión. La prevención constituye, por lo tanto, una prioridad en la lucha contra las EEI y como tal debe ser tratada.

En España, pese a que el interés por parte de las autoridades hacía el problema se haya acrecentado en años recientes, los esfuerzos realizados se han dirigido casi exclusivamente hacia las EEI establecidas mediante el desarrollo de campañas de mitigación enfocadas a las especies más problemáticas y tan sólo

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recientemente se han emprendido pasos signifi cativos en materia de prevención. Entre ellos uno de los más relevantes ha sido la promulgación del Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, por el que se regula el listado y catálogo español de especies exóticas invasoras (BOE, 2011) (actualmente en vigor pero en fase de revisión). No obstante, debido a la transversalidad del problema hubiera sido deseable unifi car la normativa sobre medio ambiente, sanidad vegetal y animal bajo un nuevo marco legal sobre bioseguridad. Por otra parte, el Real Decreto no trata en profundidad otros temas esenciales en materia de prevención como los análisis de riesgos, es restrictivo en cuanto a la participación en las redes de vigilancia y plantea serias dudas sobre el estatus legal de aquellas especies, que pese a ser invasoras, no están incluidas en el catálogo.

Tanto la aproximación reactiva al problema de las invasiones biológicas como una importante serie de lagunas denotan la ausencia de una visión estratégica del problema y dejan patente la necesidad de poner en marcha acciones urgentes orientadas a construir una herramienta de prevención más efi caz y estructurada en un sólido marco estratégico. Dicha herramienta debería sentar sus bases sobre: a) el desarrollo de un marco normativo en el contexto de la bioseguridad o al menos una mayor armonización entre la normativa existente, b) la reorganización de los actuales sistemas de control e inspección, c) la implantación de los Análisis de Riesgos en todos los procesos de decisión y gestión sobre especies exóticas y exóticas invasoras incluyendo también vías de entradas y vectores, d) la adopción de criterios más conservadores aplicando de forma más consistente el enfoque de precaución para el catálogo, e) el desarrollo de códigos de buenas prácticas al menos para aquellos sectores de alto riesgo, y f) el desarrollo de acciones educativas y de sensibilización.

No obstante, incluso con un sistema de prevención efi caz, podrían producirse nuevas invasiones (derivadas de nuevas introducciones o de la expansión de especies exóticas ya establecidas en el territorio) lo cual exige la implantación urgente de un sistema de alerta temprana y respuesta rápida que aún previsto por la normativa no está todavía en función.

Por último, es preciso seguir luchando contra las EEI ya establecidas teniendo en cuenta que su eliminación no constituye un objetivo per se sino que el fi n último es la restauración de la biodiversidad nativa cuya resiliencia puede proporcionar una mayor protección frente a las invasiones.

La conservación de la biodiversidad nativa es tarea de todos y como tal debemos asumirla. Formar e informar a la población es un factor clave para poder prevenir futuras invasiones en España.

B

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La lucha contra las especies exóticas invasoras: una cuestión de estrategia y compromiso

Fighting against invasive alien species: a matter of strategy and commitment

Bernardo Zilletti, Laura Capdevila-Argüelles y Víctor Ángel Suárez Álvarez

GEIB, Grupo Especialista en Invasiones Biológicas. Calle Tarifa nº7 Navatejera 24193 León (España) [email protected]

P C : España, Especies exóticas invasoras, Gestión, Herramientas, Invasiones biológicas.

K W : Biological invasions, Invasive alien species, Management, Spain, Tools.

R

Las especies exóticas invasoras (EEI) están consideradas universalmente como una de las mayores amenazas para la biodiversidad y el bienestar humano. La magnitud del problema ha llevado a la comunidad internacional a desarrollar unas directrices que necesitan ser adaptadas a las circunstancias de cada país. En España, pese a los progresos realizados (incremento en el número de investigaciones, acciones de gestión, nueva normativa, etc.), las iniciativas llevadas a cabo a menudo no refl ejan los actuales conocimientos científi cos sobre la dinámica del problema, ni responden a las necesidades de gestión y opciones de respuesta para abordarlo. El esfuerzo se ha centrado principalmente en la erradicación de EEI establecidas. Pero, la irreversibilidad de muchas invasiones pone en énfasis la importancia de trabajar en la prevención. La ausencia de un sistema nacional de información, la dispersión de competencias y la falta de coordinación entre administraciones constituyen otras lagunas importantes. Queda patente que una gestión efi caz del problema precisa: a) de un compromiso político serio y a largo plazo con el medio ambiente, con el conjunto de estamentos implicados y con la ciudadanía, b) de directrices claras y estructuradas de acuerdo con una estrategia que defi na funciones y responsabilidades, y c) de la dotación de recursos adecuados.

A

Invasive alien species are recognized as one of the greatest threats to native biodiversity and human welfare globally. The magnitude of this global and cross-cutting issue has led the international community to develop guidelines and tools to deal with it. These guidelines, conceived to be applied on a global and/or regional scale need to be tailored to individual country circumstances. Important steps forward have been carried out in Spain in the last decade. The number of researches and publications increased considerably as well as regional management initiatives and public awareness campaigns. New regulations dealing with invasive alien species have been enacted recently. However, despite these progresses, policy and management of invasive alien species often appears poor and inconsistent. Management actions undertaken by the

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different administrations often do not adequately refl ect current scientifi c knowledge on the dynamics of the problem, or fi t the needs of management and response options to address it. Management effort has been mainly made to eradicate the established invasive alien species. Nevertheless, in spite of some successful campaigns, the irreversibility of most invasions emphasizes the importance of prevention. Moreover, the lack of a national information system on invasive alien species and the dispersion of competences and scant coordination among different administrations are still unfi lled gaps that resulted in the implementation of measures that do not match a strategic vision of the problem. It is patently obvious that an effective management of invasive alien species in Spain still requires: a) strong and long-term commitment to the environment, involved stakeholders and citizens; b) clear and structured measures according to a strategy that establishes competences and responsibilities, and c) the provision of adequate resources.

“Los científi cos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer lo posible imposible”.

Bertrand Russell

1. I

La dispersión de especies es un fenómeno natural, limitado entre otros factores por las barreras biogeográfi cas. Sin embargo, muchos organismos han logrado superar dichas barreras transportados intencionada o accidentalmente hacia nuevos lugares por el ser humano.

El actual ritmo de introducciones, mucho más elevado de lo que podría ocurrir de forma natural, ha generado una nueva dinámica biogeográfi ca que constituye hoy en día uno de los grandes factores del cambio global (S & R , 2011).

Aunque la mayoría de las especies introducidas no tienen o muestran seguidamente un impacto negativo apreciable, algunas manifi estan de inmediato o tras un corto tiempo de adaptación al nuevo entorno un comportamiento invasor (N , 2007). Las consecuencias pueden ser diferentes y de magnitud variable para las especies nativas (competencia, depredación, parasitismo, alteración del fl ujo genético, etc.), las comunidades (alteración de su estructura y composición) y los ecosistemas receptores (alteración de los procesos ecológicos y ciclos vitales) (C -A et al., 2006; H , 2007). Muchas especies invasoras son además agentes alergógenos o patógenos o actúan como vector de enfermedades y parásitos, constituyendo un riesgo, no sólo para la salud vegetal y animal sino también para la humana (W & C , 2001; P , 2002; T & P , 2006) . Sus impactos acarrean importantes perjuicios económicos derivados de la pérdida de funciones del capital natural, de los valores de uso de los ecosistemas y de los gastos para su gestión (C -A et al., 2006; K et al., 2008; A et al., 2009; V et al., 2010).

La preocupación por las invasiones biológicas ha ido in crescendo a lo largo de las últimas dos décadas, hasta el punto de estar consideradas universalmente como uno de los problemas ambientales más graves cuyas consecuencias negativas repercuten también sobre la economía y la salud (M N et al., 2001; E C , 2002).

La magnitud y la propia naturaleza del problema (transversal y global), requieren la puesta en marcha de iniciativas supra-regionales y regionales que dependen en gran medida de la efi cacia de las estructuras nacionales (B & W , 2004). Consecuentemente la comunidad internacional ha venido

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desarrollando a lo largo de los últimos años una serie de tratados y herramientas. Así, en la sexta Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica, las Partes adoptaron una decisión (VI/23) (CBD, 2002) que insta a los gobiernos a crear la capacidad nacional para hacer frente a las especies exóticas invasoras (en adelante EEI), en el marco de estrategias y planes de acción, y en conformidad con un conjunto de principios rectores.

Entre ellos destaca el Principio de orientación 2 o enfoque jerárquico en tres etapas, que ampliamente aceptado a nivel internacional establece como bases para la gestión de EEI: 1) prevenir su entrada por ser económicamente más rentable y medioambientalmente compatible, 2) detectarlas rápidamente y erradicarlas inmediatamente tras su entrada (detección temprana y respuesta rápida), y 3) minimizar su impacto al fallar la erradicación mediante contención y control.

Sucesivamente, tanto la propia Conferencia de las Partes como otros programas e instituciones, a partir de los contenidos de la Decisión VI/23, incorporan a las correspondientes resoluciones y programas de trabajo una serie de principios transversales o enfoques reconocidos a nivel internacional tales como el principio de precaución1, el de quien contamina paga y el enfoque por ecosistemas. Estos programas enfatizan la importancia del intercambio de información, de cooperación y de abordar la gestión del problema desde una perspectiva intersectorial (S , 2008). Más allá del enfoque meramente defensivo propuesto por el Principio de orientación 2, la Estrategia Europea sobre Especies Exóticas Invasoras propugna la necesidad de incluir medidas de apoyo a la restauración de las especies, los hábitats naturales y los ecosistemas que han sido afectados por las invasiones biológicas (G & S , 2004).

Las líneas de acción propuestas por estos documentos están pensadas para ser aplicadas a escala global y/o regional y necesitan ser adaptadas a las circunstancias de cada país. Aunque la gravedad del problema varía de un estado a otro, ningún país puede permitirse el lujo de ignorar esta amenaza (B & W , 2004). De hecho muchas de las introducciones ocurridas en tiempos recientes se podrían haber evitado y/o sus impactos podrían haber sido minimizados (G & S , 2004).

No obstante, a la hora de aplicar con efi cacia las herramientas disponibles es necesario establecer criterios de actuación en función de unidades biogeográfi cas abandonando la visión localista puesto que las EEI no conocen fronteras políticas. Hay que tener en cuenta que los esfuerzos unilaterales en la gestión del problema pueden ser anulados por la inercia de las entidades administrativas limítrofes (Q et al., 2003).

Recientemente la Comisión Europea ha establecido la lucha contra las especies exóticas invasoras como un objetivo de la estrategia europea de biodiversidad para 2020 y está trabajando en el desarrollo de un instrumento legislativo especial relativo a las EEI (C E , 2011a). Este paso es extraordinariamente importante para solventar la falta de un enfoque coherente y coordinado adoptado hasta el momento por los estados miembros a la hora de abordar el problema (C E , 2006 y 2011a). Así mismo puede ayudar a conferir cierta estabilidad a las normativas nacionales sobre la materia, dando continuidad y evitando cambios repentinos en las políticas adoptadas.

En España, por ejemplo, tan sólo dos meses después de la entrada en vigor del Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, por el que se regula el listado

1. Frente a una amenaza constituida por una invasión la falta de pruebas científi cas no debe utilizarse como razón para posponer o no adoptar medidas que eviten o minimicen dicha amenaza (CBD, 2002).

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y catálogo español de especies exóticas invasoras (BOE, 2011), las autoridades competentes ya anunciaban la revisión de sus contenidos como consecuencia de las polémicas surgidas en torno a las limitaciones que afectaban a especies concretas. Poco después parte de la norma (referente a especies concretas de pesca) era suspendida cautelarmente por el Tribunal Supremo.

Frente a esta situación, se ha considerado oportuno repasar las principales medidas de gestión para EEI recogidas en los compromisos adquiridos por España con la comunidad internacional para darlas a conocer a lectores no especializados en materia de invasiones biológicas.

2. E

2.1 Prevención

La prevención persigue: a) la exclusión de las EEI con el objetivo de impedir a priori su entrada y b) su interceptación antes de que lleguen a su destino, evitando y/o minimizando el riesgo de introducciones indeseadas (C -A et al., 2006).

Es aplicable para especies concretas y/o vías de entrada/vectores. La mayoría de los sistemas de prevención están orientados a frenar la entrada de especies (por ejemplo plagas agrícolas, forestales y organismos patógenos). No obstante, la prevención de vías de entrada y vectores permitiría interceptar y excluir aquellas especies que pese a ser invasoras o potencialmente invasoras no son objeto de vigilancia y que pueden utilizar una misma vía de entrada/vector. En este contexto el conocimiento de los factores subyacentes a los mecanismos de entrada de especies exóticas cobra un valor de máxima importancia (C -A et al., 2006). Desde una perspectiva estratégica los esfuerzos deberían por tanto comenzar en el lugar de origen o de exportación es decir antes de que un organismo vivo pueda cruzar la barrera biogeográfi ca (G & S , 2004). La categorización del riesgo asociado a los lugares de importación en dependencia de la presencia de organismos indeseados juega un papel fundamental a la hora de prevenir la transferencia accidental de EEI. Entre las acciones clave a desarrollar se incluyen: acuerdos bilaterales que permitan inspecciones ex situ, sistemas de certifi caciones que garanticen la ausencia de organismos indeseados, la aplicación de tratamientos sanitarios y fi tosanitarios y en el caso de organismos vivos un período de pre-cuarentena (C -A et al., 2006; S , 2008).

Por otro lado, en los puntos de entrada, que suelen coincidir con las fronteras, es esencial disponer de sistemas efi cientes de inspección para verifi car las introducciones autorizadas, detectar las introducciones ilegales e interceptar aquellas especies introducidas accidentalmente a través de los principales productos básicos, vías de entrada y vectores. Su efi cacia es estrictamente dependiente de la existencia de un adecuado marco normativo, sufi ciente personal capacitado, técnicas y protocolos de vigilancia adecuados, disponibilidad de herramienta de detección, listas de referencia de productos y especies con alto riesgo asociado, plantas de tratamiento y cuarentena, etc. (G & S , 2004). La disponibilidad de dichos recursos debería optimizarse en función del riesgo asociado a cada punto de entrada teniendo en cuenta la ubicación, el volumen y/o el tráfi co soportado y la tipología (C -A et al., 2006; S , 2008).

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A este respecto, exceptuando los regimenes de sanidad animal y vegetal, la UE carece de un enfoque conjunto para la gestión desde pre-a post-frontera de las vías de entrada de EEI y las invasiones (S et al., 2010).

Con respecto a las introducciones planifi cadas, es importante destacar que muchas de las invasiones con mayores impactos en Europa proceden directa o indirectamente de introducciones intencionales. Esto es por ejemplo el caso de Procambarus clarkii, Pacifastacus leniusculus, Reynoutria japonica, y de Sciurus carolinensis (D , 2009; S et al., 2010). Por otra parte el cultivo de los bivalvos Crassotrea gigas y Ruditapes philippinarum ha conllevado la introducción de unos 60 organismos asociados mientras el de ciprínidos de 31 parásitos/agentes infecciosos (S et al., 2010).

Resulta por tanto imprescindible que una estrategia de prevención tenga en cuenta las introducciones intencionales cuya autorización debería expedirse única y exclusivamente tras la aplicación previa de un análisis de riesgos de invasión que integre factores relacionados con la propia biología de la especie, medioambientales (bióticos y abióticos), económicos, socio-culturales y sanitarios junto con un proceso coordinado de toma de decisiones (W & C , 2001; G & S , 2004; C -A et al., 2006). Dichos procedimientos tratan de evaluar científi camente la probabilidad y las consecuencias (el riesgo) de la introducción y establecimiento de una especie exótica y las medidas que puedan aplicarse para reducir o controlar esos riesgos (C -A et al., 2006). La aplicación de los análisis de riesgos debería constituir además la base para la elaboración de un sistema de listados dinámicos útil de cara a la expedición de autorizaciones, que incluyan especies indeseadas (lista negra), especies cuyo potencial invasor no está del todo claro (lista gris) y especies inocuas (lista blanca) (G & S , 2004; C -A et al., 2006).

De aplicación rutinaria en Australia y Nueva Zelanda, también se están empleando en diferentes estados de la Unión Europea aunque de forma no siempre estandardizada ni vinculante (S et al., 2010; C E , 2011b). Recientemente también la normativa española en materia de EEI hace mención de los análisis de riesgos (BOE, 2011). No obstante, aún describiendo sus contenidos básicos no provee ningún tipo de metodología detallada que permita identifi car y categorizar especies exóticas y su uso en España se restringe todavía al sector científi co (A & V , 2010).

Siendo patente que el factor humano es la principal causa del problema, resulta imperativo que una estrategia para dirigir la cuestión de las invasiones biológicas de forma efi caz y sostenible en el tiempo cuente no sólo con el desarrollo de medidas de cumplimiento obligatorio (la normativa) sino que también incluya elementos diseñados para modifi car los valores humanos, creencias y comportamientos en los sectores implicados. Esto cobra una importancia relevante no sólo a la hora de prevenir nuevas introducciones sino también para minimizar la dispersión de aquellas EEI ya establecidas puesto que en muchos casos las técnicas de control son inviables por las propias características del medio físico o por su agresividad para el medio ambiente.

Por otra parte, la puesta en marcha de una acción educativa intensiva y continuada en el tiempo a través de la educación formal y no formal así como la elaboración de códigos de buenas prácticas sectoriales de cumplimiento voluntario generados de forma participativa con los estamentos interesados son clave para conseguir este objetivo. Estos pueden constituir unas herramientas de gran utilidad para que tanto el público en general como los diferentes actores

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implicados tomen conciencia de los benefi cios para la biodiversidad nativa, la economía, la salud humana y el bienestar en general, que derivan de la prevención de las EEI y se impliquen en la gestión del problema cumpliendo voluntariamente con las normas (G & S , 2004; C -A et al., 2006).

2.2 Detección temprana y respuesta rápida

El creciente movimiento de especies y mercancías como consecuencia de la globalización hace que los sistemas de prevención no sean barreras infranqueables e incrementa el riesgo de que alguna especie exótica pueda penetrar y establecerse. Detectar e identifi car estas especies antes o inmediatamente después de su establecimiento se vuelve por tanto en una prioridad para poder frenar el proceso de colonización y de expansión antes de que sea demasiado tarde (C -A et al., 2006).

En este contexto los sistemas de detección temprana y respuesta rápida cobran un papel fundamental puesto que tienen la función de identifi car las invasiones antes de que se produzcan para combatirlas de forma efi caz.

Las acciones de detección temprana pueden estructurarse a través de un programa coordinado que permite identifi car la amenaza, detectarla mediante una red de vigilancia, notifi carla de forma inmediata, y contrarrestarla rápidamente (incluyendo la restauración de las áreas afectadas) tras haber evaluado los impactos potenciales tanto de la propia especie como de las distintas opciones de gestión. Su buen funcionamiento precisa de una capacidad básica de diagnóstico, conocimientos taxonómicos, de la introducción de los análisis de riesgos como práctica común en la lucha a las invasiones biológicas, de la implicación de distintos estamentos, de elevados niveles de coordinación, y de planes de contingencia a través de los cuales llevar a cabo las opciones apropiadas de respuesta rápida (USDA, 2007). Además es fundamental que la respuesta de emergencia esté exenta de largos procesos de aprobación puesto que las oportunidades de erradicación son más elevadas inmediatamente después de la llegada de la nueva especie exótica, antes de que haya podido establecerse y dispersarse. Cuanto más rápida sea la respuesta tanto menores serán los impactos ecológicos, económicos y/o sanitarios así como los costes de gestión (W & C , 2001). La elección entre las diferentes opciones de respuesta dependerá de las probabilidades de éxito, la duración de la acción, sus impactos sobre el medio ambiente, la economía y el público y un análisis de costes-benefi cios (W & C , 2001).

Por otro lado el desarrollo de planes de contingencias (previos a las introducciones) podría permitir acelerar la respuesta frente a las invasiones biológicas. Estos deberían elaborarse para aquellas especies potencialmente más dañinas y/o con elevado riesgo de introducción y deberían designar roles, responsabilidades y acciones claras a los estamentos involucrados en la operación de respuesta (W & C , 2001).

La implantación de este sistema, que debe concebirse como un continuum de la prevención y que debe contar con los sufi cientes recursos humanos, materiales y económicos favorecería además la toma de decisiones a la hora de asignar los recursos y realizar planifi caciones estratégicas para la gestión de las EEI.

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2.3 Erradicación, contención y control

Cuando se produce una invasión, la erradicación2 es la opción de gestión preferible pero debería intentarse sólo si es viable y si tiene elevadas probabilidades de éxito. Con respecto a otras opciones, la erradicación tiene ciertas ventajas puesto que permite eliminar directamente el problema y sus consecuencias, ofrece mayores posibilidades de reestablecer las condiciones ambientales previas a la invasión, y tiene costes inferiores y menor impacto a largo plazo (W & C , 2001).

Las probabilidades de éxito son mayores en los primeros estadios de una invasión cuando la especie objeto de control no se ha establecido del todo, ocupa un área reducida y la población fundadora es pequeña (G , 2007; P et al., 2012). Éstas se incrementarán mediante el uso de técnicas adecuadas, teniendo en cuenta las experiencias tanto positivas como negativas llevadas a cabo en otros lugares, y gracias a un exhaustivo conocimiento de la ecología de la especie a erradicar y actuando en los períodos de máxima vulnerabilidad de la especie (W & C , 2001). Los métodos empleados tienen que ser además de efi cientes, selectivos, éticos y sin crueldad, y cumplir con la normativa aplicable (G & S , 2004).

Cualquier iniciativa en este sentido debería ser precedida por un análisis que evalúe las posibilidades de éxito, los recursos humanos, materiales y económicos necesarios, los posibles efectos secundarios sobre otras especies o sobre el ecosistema y los tiempos de realización así como las medidas posteriores para evitar episodios de reinvasión. No se debería emprender ningún programa de erradicación si no están asegurados un apoyo fi nanciero que cubra la totalidad de la acción, el compromiso de las partes interesadas y el apoyo del público con el fi n de evitar fenómenos de rechazo social que podría interferir en el éxito de la acción (W & C , 2001; G & S , 2004). El programa de eliminación del conejo en Montaña Clara, una pequeña isla del archipiélago canario, fue suspendido al estar casi completado porque el proyecto se quedó sin fondos (G , 2005).

Sin embargo, la interrupción de una campaña de erradicación puede comportar una serie de consecuencias negativas directas e indirectas: a) la persistencia de la especie invasora y de sus impactos, b) el desperdicio de fondos que podían haberse invertido en otra iniciativa de conservación y c) la erosión del apoyo a los programas de erradicación como herramienta para la conservación M et al., (2011). Por otra parte, la erradicación a menudo representa una práctica de manejo confl ictiva, y en varios casos encuentra la oposición del público o de colectivos que pueden hacer peligrar o incluso paralizar un programa. Recientes ejemplos incluyen los casos de la ardilla gris y de la cabras en Italia, del erizo en Escocia (Uist), de la malvasía canela en Inglaterra y Gales, del cisne mudo en los Estados Unidos, y de los caballos en Australia (G , 2005; B et al., 2010).

Cuando la erradicación no es viable y la EEI ha invadido un área relativamente aislada, contener a la población invasora dentro de la misma para evitar su propagación es la siguiente opción de gestión. Estos programas precisan de sistemas de vigilancia continuada del perímetro de la zona afectada por la invasión y de métodos de control que impidan la dispersión de la especie desde la periferia. Así mismo, la implicación del público es imprescindible para evitar

2. Extirpación de toda la población de una especie exótica de una zona concreta

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la propagación voluntaria y/o accidental de la especie y colaborar en la detección temprana de una posible expansión (W & C , 2001).

Por el contrario, cuando no sea posible erradicar o controlar las EEI a gran escala, otra opción que puede aplicarse a la gestión de especies con alto riesgo de extinción y/o a zonas extremadamente vulnerables, consiste en excluir a las EEI de las áreas a proteger eliminándolas sistemáticamente (W & C , 2001).

Si una EEI se ha establecido con poblaciones consistentes y ocupa un área de distribución amplia y la erradicación no es viable, las posibilidades de gestión se reducen a convivir (aunque temporalmente) con ella intentando minimizar sus impactos, controlando y reduciendo sus densidades poblacionales y abundancia por debajo de un umbral asumible. No obstante, una reciente evaluación sobre la gestión de plantas invasoras en España ha apuntado a que los programas de control a menudo tienen objetivos a corto plazo y a la falta de monitoreo y de indicadores para evaluar el éxito de las acciones emprendidas. Así mismo el estudio indica que lo gestores medioambientales difi eren en sus puntos de vista sobre la mejor forma de gestionar a las EEI debido posiblemente a la falta de orientación y la escasez de recursos (A et al., 2009). Por el contrario, antes de emprender cualquier programa de control se deberían defi nir claramente los resultados deseados y realizar en función de los mismos un análisis de costes y benefi cios que incorporen también indicadores de valores intangibles, una evaluación de los métodos a emplear con respecto a su efi ciencia y selectividad, un examen de las consecuencias potenciales sobre la biodiversidad nativa y plantear un seguimiento de los resultados obtenidos. Así mismo, como en el caso de la erradicación es de vital importancia conseguir el apoyo del público (W & C , 2001).

En el corto plazo los métodos de control son más baratos y requieren un menor compromiso por parte de los estamentos gestores, razones por la cuales son generalmente preferidos como opción de manejo (W & C , 2001). Sin embargo, el control sólo palía el problema, no lo elimina, y requiere un esfuerzo constante y continuado en el tiempo (C -A et al., 2006) que en el largo plazo lo vuelve en la opción de gestión más cara (W & C , 2001). Una comparación entre los costes de la erradicación exitosa del coipú en Inglaterra (5 millones de euros en 11 años) y la campaña de control permanente en Italia (14 millones de euros en sólo 6 años) indican que incluso las erradicaciones muy costosas, si tienen éxito, pueden tener una relación coste-benefi cio favorable en el largo plazo (P et al., 2007). Además, si se acaban los recursos económicos y se interrumpen las acciones de control tanto la población invasora como sus impactos negativos aumentarán pudiendo causar daños irreversibles.

A la hora de intervenir sobre poblaciones invasoras existe un gran número de métodos específi cos referentes a tres categorías fundamentales los cuales pueden utilizarse de forma aislada o combinada (W & C , 2001; C -A et al., 2006):

• Mecánicos, por ejemplo trampeo, disparo, pesca eléctrica, tratamientos con calor, arranque, tala, etc.

• Químicos, mayoritariamente uso de pesticidas• Biológicos, por ejemplo uso de enemigos naturales y patógenos, de

sustancias de origen biológico, inducción de resistencia en el organismo hospedante, etc.

Tanto el uso incorrecto (por ejemplo cuando el personal que los lleva a cabo no está previamente entrenado) como la falta de consideración a la hora de

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evaluar los riesgos asociados a su uso (por ejemplo en la introducción de agentes exóticos de control biológico, el uso de sustancias tóxicas, etc.) pueden tener consecuencias desastrosas sobre el medioambiente, y en ocasiones facilitar la dispersión de la especie objeto del control y/o provocar nuevas invasiones, según se desprende de los ejemplos citados a continuación. Entre los invertebrados terrestres introducidos en Europa se hallan varias especies liberadas en el propio medio natural o en invernaderos como agentes de control biológico. Entre ellos, la mariquita asiática Harmonia axyridis se encuentra en la actualidad ampliamente distribuida por Europa central y occidental donde se ha vuelto en una amenaza para las especies nativas (R & W , 2008; R et al., 2009). Así mismo el uso indiscriminado de pesticida empleado en Estados Unidos para erradicar la hormiga de fuego (Solenopsis invicta) se tradujo en un autentico desastre medioambiental y desperdicio de dinero. Las hormigas invasoras volvían a invadir las zonas de las cuales habían sido erradicadas con más rapidez que las especies nativas y su dispersión se vio favorecida por la eliminación de competidores y depredadores; restos de pesticidas fueron encontrados en numerosos organismos e incluso en humanos (S et al., 2000).

2.4 Restauración

La gestión de EEI no puede constituir por sí misma el objetivo principal de una estrategia de conservación, sino que debe interpretarse como un medio para alcanzar un fi n más importante que es la preservación del ecosistema y sus funciones (W & C , 2001; G & S , 2004). Debido a que los ecosistemas que sufren mayores perturbaciones son más vulnerables a las invasiones, mantener su buen estado y potenciar su resiliencia se vuelve en un paso imprescindible. En el contexto de la gestión de EEI la erradicación, contención y/o control deberían complementarse con medidas de restauración puesto que podrían liberar recursos o abrir nichos propiciando tanto la re-invasión como nuevas invasiones (S , 2003; H et al., 2005). No obstante, en España la restauración de hábitats previamente invadidos no se ha llevado a cabo con mucha frecuencia y las inversiones destinadas a ello constituyen tan solo una mínima parte del presupuesto dedicado a la gestión de plantas invasoras (A et al., 2009).

Además de fomentar acciones de restauración, sería conveniente que éstas se fundamentaran sobre un análisis de viabilidad teniendo en cuenta los rasgos biológicos de las especies erradicadas (banco de semillas, impacto sobre el suelo, etc.) las características estructurales de los ecosistemas, costes y benefi cios, etc. e incluyeran medidas de monitoreo de EEI a largo plazo (D’A & M , 2002).

Las intervenciones tendrían que desarrollarse según protocolos de actuación elaborados específi camente para el área a intervenir, teniendo en cuenta los posibles factores de riesgo asociados a las propias operaciones de restauración (maquinaria contaminada, uso de sustratos orgánicos y vegetales de procedencia remota, modalidades de remoción y transporte de EEI, etc.) que podrían actuar como vectores de nuevas especies y/o favorecer la dispersión de aquellas que han sido objeto de control.

En cuanto al tipo de plantas a emplear en las obras de revegetación o control de la erosión, se debería privilegiar el uso de especies autóctonas y de proveniencia local a fi n de evitar la contaminación genética y limitar el uso de especies exóticas (preferentemente formas estériles) seleccionadas mediante un

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procedimiento de análisis de riesgos que indique la ausencia impactos adversos asociados, para áreas de escaso valor medioambiental (G & S , 2004). En el caso de reintroducir especies animales nativas debería prestarse especial atención para evitar la introducción subespecies diferentes o de individuos procedentes de poblaciones alejadas debido al riesgo de contaminación genética y en todo caso debería llevarse a cabo únicamente de forma acorde a las líneas guía de la IUCN sobre reintroducciones (G & S , 2004; IUCN, 2012).

3. O EEI

3.1 Sistemas de información

La efectividad de la gestión de EEI depende estrictamente de la precisión de la información sobre su distribución, abundancia relativa, superfi cie ocupada, tendencias poblacionales, vías de entrada, vectores, etc. Una clara comprensión de la situación es fundamental para identifi car y establecer prioridades para la investigación, prevención, seguimiento y control y detectar con rapidez las nuevas introducciones (G & S , 2004).

Además es necesario disponer de información básica sobre las diferentes opciones de gestión a la hora de prevenir nuevas introducciones, la expansión de las especies ya establecidas o mitigar sus impactos. Las experiencias técnicas y metodologías llevadas a cabo en materia de prevención y mitigación de EEI utilizadas en otros países con las mismas especies pueden ser de gran utilidad a la hora de identifi car los mejores métodos de gestión así como para evitar la repetición de errores (W & C , 2001).

Disponer de dicha información a través de sistemas digitales y accesibles vía Internet puede contribuir al monitoreo, detección temprana, erradicación y control de especies invasoras. Constituye además una base útil para la toma de decisiones a nivel de políticas públicas o iniciativas privadas encaminadas a la solución de este problema. Su ubicación en la red agiliza las consultas evitando barreras burocráticas y favorece el intercambio de información, dos elementos esenciales a la hora de abordar la gestión de EEI. Son un ejemplo de ellos el Global Invasive Species Database (GISD) y el Invasive Species Compendium (ISC) a nivel mundial, Delivering Alien Invasive Species Inventories for Europe (DAISIE) a nivel Europeo, y The European Network on Invasive Alien Species (NOBANIS) a nivel regional (países norte europeos y bálticos).

3.2 Investigación

La importancia de promover la investigación sobre la biología de las EEI y los factores tanto ecológicos como socioeconómicos subyacentes a los procesos de invasión es innegable e indispensable para la gestión del problema (G & S , 2004). Tanto la taxonomía como la ecología juegan un papel esencial en todas las etapas de gestión del problema. Esto incluye tanto la detección e identifi cación inicial de las EEI que requiere conocimientos taxonómicos, como las fases sucesivas de respuesta rápida y control que precisan de la comprensión de la ecología de los invasores en sus rangos nativos e introducidos, necesaria por ejemplo para determinar cuando y cómo las medidas de control deben ser iniciadas. Por otro lado, la investigación aplicada aporta continuas mejoras a herramientas de gestión tales como los análisis de riesgos y técnicas de control.

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No obstante, al tratarse de un tema transversal muchas más son las disciplinas que contribuyen a un mejor conocimiento del problema y de sus consecuencias. Desde un punto de vista operativo, además de potenciar las fi nanciaciones en el campo de la biología también sería conveniente promover un mayor número de estudios sobre otros aspectos menos explorados como la economía de las invasiones y su impacto sanitario, así como investigaciones en el campo legal con el objetivo de aportar nuevas perspectivas y soluciones de cara a la gestión de las EEI. La Estrategia Europea sobre Especies Exóticas Invasoras (G & S , 2004) establece las siguientes áreas prioritarias de investigación: a) metodologías de análisis de riesgo sobre vías de entrada, vectores y especies; b) patrones de dispersión de EEI o potencialmente invasoras; c) biología, taxonomía y ecología de las EEI en sus rangos nativos e introducidos y epidemiología; d) vulnerabilidad de los ecosistemas; e) evaluación de los impactos adversos de las EEI sobre la biodiversidad nativa incluyendo la diversidad genética; f) evaluación de las consecuencias sobre la economía y la salud pública; g) evaluación y desarrollo de técnicas mejores de prevención, detección temprana control y restauración.

Por otro lado, se hace hincapié en la necesidad de establecer canales de comunicación y mecanismos de retroalimentación positiva y recíproca entre el sector de la investigación y los estamentos encargados de la gestión.

3.3 Normativa

Pese a que a nivel internacional y regional existen diferentes instrumentos (vinculantes y no) que abordan de una u otra manera a las EEI, y aunque varios países y algunas regiones hayan hecho progresos signifi cativos, los ordenamientos jurídicos e institucionales de muchos estados tratan todavía el problema de forma poco sistemática y fragmentaria (S et al., 2000; S , 2008). La gran mayoría de disposiciones han sido desarrolladas para sectores productivos concretos (agrícola, forestal, etc.) dejando en un segundo plano la biodiversidad autóctona, y/o como reacción a la presencia de EEI particularmente problemáticas (como por ejemplo las medidas relativas al género Pomacea), (S et al., 2000; DOUE, 2012). Existen varios condicionantes y de diferente naturaleza que pueden explicar esta laguna; entre ellos a) la difi cultad para predecir el riesgo asociado a especies, vías de entrada y vectores de forma objetiva, b) la escasez y/o dispersión de datos, c) la amplitud de actividades y sectores relacionados con las especies exóticas y el valor que se les atribuye, d) la escasa conciencia que tanto el público en general como los políticos tienen del problema y e) la ausencia de un enfoque estratégico (S et al., 2000).

Sin embargo, el desarrollo y la aplicación de medidas normativas son componentes esenciales para prevenir o reducir el riesgo de nuevas introducciones y proveer una base sólida para su gestión (S et al., 2000). Idealmente los marcos legales deberían integrar más claramente principios fundamentales de la política internacional como el de precaución y el de “quien contamina paga” insufi cientemente aplicados en el contexto de las EEI en la UE (C E , 2011b) y fundamentarse en objetivos claros y centrados más en los benefi cios de la acción que se pretenden conseguir que en las propias EEI (S , 2008). No obstante, la reglamentación por si sola no es efi caz puesto que para alcanzar los objetivos de conservación se precisa de acciones de gestión continuadas en el tiempo que implican medidas costosas tales como el control de EEI o la restauración. Esto es particularmente cierto cuando un particular no es responsable de la presencia de una EEI en sus propiedades (D ,

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2003). Aún prohibiendo o limitando ciertas actividades, sería conveniente que los marcos normativos promovieran la consecución de los objetivos marcados mediante incentivos positivos y establecieran mecanismos consultivos con los principales estamentos implicados (autoridades medio ambientales, fi tosanitarias, veterinarias, sanitarias, administraciones regionales y locales, sectores industriales, expertos, etc.). Esto resultaría de gran utilidad a la hora de elaborar reglamentos adecuados y consensuados y asegurar su aceptación y cumplimiento. Por otra parte, de forma consistente con la diversidad de las normativas en la Unión Europea, las responsabilidades de gestión de EEI dentro de los estados miembros siguen todavía muy fragmentadas (C E , 2011b). La normativa debería por tanto abordar este problema defi niendo más claramente responsabilidades y funciones, y desarrollar reglamentos más específi cos en materia de prevención y gestión (S et al., 2000; S , 2008).

3.4. Educación y concienciación pública

La necesidad de educar y concienciar a la sociedad es un aspecto considerado en las Estrategias sobre este tema del CBD y el Consejo de Europa para ser tenido en cuenta de manera horizontal en las tres etapas: prevención, detección y rápida intervención, y erradicación o control (CBD, 2002; G & S , 2004).

Una mayor concienciación y entendimiento del problema son la clave para conseguir un mayor apoyo a las políticas y programas pertinentes y para involucrar a un mayor número de sectores/actores en la puesta en marcha de acciones que reduzcan el riesgo de introducción de EEI así como de facilitar su propagación, y que colaboren en su detección y seguimiento.

No obstante, pese a que la población en general apoye la conservación de la biodiversidad, la comprensión del problema de las invasiones biológicas sigue siendo todavía limitada (B & P , 2007). Esto se debe en gran medida a la falta de un nexo claro e inmediato entre causas y efectos de una invasión (los impactos de las EEI pueden tardar en volverse evidentes) lo que difi culta la percepción del riesgo asociado a las EEI (C -A et al., 2006).

La gestión de EEI es tanto una cuestión social como científi ca y el apoyo de la población puede ser determinante para su éxito o fracaso. Esto es particularmente cierto en las campañas de erradicación y control donde las especies implicadas y los métodos empleados pueden condicionar el nivel de apoyo público sobre todo en aquellos casos en los cuales la especie resulte atractiva. Constituyen dos ejemplos opuestos la paralización del programa de erradicación de la ardilla gris en Italia y el incremento en el apoyo para el control y erradicación de especies no autóctonas en Escocia (del 38 al 78%) después celebrar reuniones con grupos focales para discutir dichos proyectos (B & P , 2007).

En España, el número de iniciativas de divulgación y sensibilización sobre EEI se ha multiplicado en los últimos años (C -A et al., 2006). Sin embargo se trata en muchos casos de acciones aisladas fundamentadas sobre patrones comunicativos unidireccionales y verticales, y sin tener en cuenta el hecho de que la información científi ca no necesariamente motiva a los que no están muy interesados en la problemática abordada. Por otra parte la ausencia, en muchos casos, de un proceso de retroalimentación, que permita verifi car el impacto sobre los destinatarios de los mensajes emitidos, difi culta medir el impacto de dichas iniciativas.

Siendo patente que el factor humano es la principal causa del problema y teniendo en cuenta la complejidad y transversalidad del problema abordado,

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resulta necesario adoptar un enfoque que persiga cambios de actitudes y comportamientos y la socialización en la gestión del riesgo a través de la participación activa y consciente de la comunidad.

De aquí la importancia de desarrollar una estrategia que se fundamente en la comunicación, educación y conciencia pública (CEPA) que: a) garantice el acceso a la información para todos los actores/sectores implicados para poder participar en todas las fases de la gestión del riesgo ocasionado por las EEI; b) detecte los canales de comunicaciones adecuados en función de las diferentes capacidades perceptivas del problema, y c) realice acciones específi cas en función de los destinatarios y un posterior seguimiento para comprobar el alcance de los resultados obtenidos y medir el grado de cumplimiento de los objetivos (H et al., 2007).

4. S EEI E

Según reporta el cuarto informe nacional sobre diversidad biológica, la introducción de EEI está reconocida como una de las principales amenazas a la biodiversidad en España donde, se está dedicando un esfuerzo notable a la lucha contra las EEI (MARM, 2009).

Entre los principales avances acometidos por diferentes agentes destacan:• La realización de estudios básicos en el marco del Inventario nacional de

biodiversidad para establecer planes de gestión. Por otro lado varias CCAA cuentan con obras sobre EEI y aproximadamente la mitad disponen de publicaciones o documentos inéditos que incluyen inventarios o catálogos de sus EEI.

• Un incremento en el número de estudios y publicaciones científi cas sobre EEI.

• La celebración de varios congresos, reuniones y seminarios técnicos-científi cos.

• La elaboración de códigos de buenas prácticas sobre jardinería, horticultura y anillamiento científi co y en materia de prevención de la expansión del mejillón cebra.

• La elaboración de un manual de diagnóstico, prevención y gestión de especies exóticas invasoras y un manual de control de vertebrados invasores.

• Un aumento a escala autonómica de las iniciativas de gestión para EEI, la continuación de planes para la malvasía canela y el visón americano a escala nacional y la creación y puesta en marcha de una estrategia nacional de lucha contra el mejillón cebra.

• La elaboración de nueva normativa (tanto a nivel autonómico como nacional) destacando por su importancia la Ley 42/2007, del 13 de diciembre, del patrimonio natural y de la biodiversidad (BOE, 2007) y el Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, por el que se regula el listado y catálogo español de especies exóticas invasoras (BOE, 2011), este último de inminente derogación.

• Un incremento en el número de campañas de divulgación y sensibilización.No obstante, a pesar de estos progresos, la gestión de EEI aparece en muchos

casos defi ciente e incongruente.La producción científi ca en esta materia ha tenido un gran impulso en los

últimos años, y ya se comienza a disponer de información cada vez más detallada sobre EEI (aunque muy sesgada hacia las plantas y los vertebrados) (Z et al., 2008), sobre los mecanismos subyacentes y los factores asociados a las invasiones biológicas. Sin embargo, pese a un mayor conocimiento y comprensión del problema, y a los avances realizados en este campo, la respuesta política al

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problema de las EEI sigue siendo débil e insufi ciente. Las iniciativas políticas llevadas a cabo por las diferentes administraciones para hacer frente a las EEI a menudo no refl ejan adecuadamente los actuales conocimientos científi cos sobre la dinámica del problema, ni responden a las necesidades de gestión y opciones de respuesta para abordar seriamente el problema, solicitadas en varias ocasiones por científi cos y técnicos. Y esto, a pesar del incremento en el ritmo de las introducciones y de la creciente acumulación de consecuencias negativas derivadas de las invasiones biológicas (H et al., 2009; S , 2010; G et al., 2012).

Frente al problema de las invasiones biológicas, gran parte del esfuerzo se ha dirigido hacia aquellas EEI ya establecidas llevando a cabo campañas de control puntuales, dirigidas a especies concretas y casi exclusivamente en aquellos en lugares donde crean mayores impactos (Z et al., 2008).

Pero, pese a los éxitos obtenidos en alguna campaña de erradicación, la irreversibilidad de muchas invasiones pone en énfasis la importancia de la prevención. Sin embargo, las iniciativas tomadas en este campo han sido débiles y limitadas en términos de cobertura y alcance, y delatan una falta de compromiso político que se ha traducido en la puesta en marcha de medidas que no responden a una visión estratégica del problema.

Una de las mayores lagunas la constituye la ausencia de un sistema nacional de información, una herramienta básica e imprescindible para una gestión efi ciente de las EEI cuya importancia fue subrayada ya en 2006 por los participantes del 2º Congreso Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras que reconocieron frente a la dispersión de la información existente sobre EEI en España y a la proliferación de bases de datos que duplican en muchos casos los esfuerzos, la necesidad de aunar las mismas en un portal de Internet accesible al público y de libre consulta (GEIB, 2007).

Por otro lado, la dispersión de competencias y la falta de coordinación entre diferentes administraciones (un problema evidenciado también en las conclusiones del 4º Congreso Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras (GEIB, 2012), y la ausencia de directrices estratégicas nacionales acordadas por todos los estamentos implicados, se traducen a veces en una gestión contradictoria de las EEI. Este es, por ejemplo, el caso de varias especies acuáticas invasoras que son objeto de medidas de control en alguna CCAA mientras que en otras se favorece su mantenimiento y expansión, incluso cuando su impacto negativo es manifi esto (C -A et al., 2006).

Por último, entre los pasos acometidos en tiempos recientes para la lucha a las EEI están la elaboración y publicación de la ley 42/2007 del patrimonio natural y de la biodiversidad, que introduce, como principal herramienta de prevención, el catálogo español de especies exóticas invasoras (BOE, 2007) y del Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, por el que se regula el listado y catálogo español de especies exóticas invasoras (BOE, 2011). No obstante, el rechazo a las limitaciones impuestas por la norma reglamentaria sobre todo en materia de pesca recreativa han motivado las protestas de algunas Comunidades Autónomas y colectivos de pescadores. Éstas han desembocado, en la suspensión de la vigencia de la norma para algunas especies ícticas y en un acuerdo del Consejo de Ministros que anunció, entre otras cosas, el inicio de un procedimiento inmediato de modifi cación del Real Decreto (actualmente en curso) (BOE, 2012).

Aún reconociendo la relevancia de la ley 42/2007 y del Real Decreto 1628/2011, su propia concepción sigue refl ejando una forma de actuar muy alejada de una aproximación estratégica al problema de las EEI.

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Tanto la citada ley como el resto de la normativa actual son todavía insufi cientes para soportar la puesta en marcha de políticas orientadas a luchar contra las invasiones biológicas, un problema cuyas implicaciones y cuya gestión precisan de la elaboración de un marco jurídico y una normativa más específi ca (Z et al., 2008).

Queda patente que una gestión efi caz de las EEI precisa: a) de un compromiso político serio y a largo plazo con el medio ambiente, con el conjunto de estamentos implicados en el problema y con la ciudadanía, b) de líneas de actuación claras y estructuradas de acuerdo con una estrategia que defi na funciones y responsabilidades, y c) de la dotación de recursos adecuados.

Lamentablemente, mientras muchas herramientas para combatir las EEI ya existen, la preocupación por el problema y la voluntad de resolverlo fl aquean.

B

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El hombre como factor de extinción biológica

Man as a biological extinction factor

Pablo Refoyo, Benito Muñoz, Ignacio Polo, Cristina Olmedo y Ana Requero1

1. Departamento de Zoología y Antropología Física, Facultad de Ciencias Biológicas,

Universidad Complutense de Madrid. C/José Antonio Novais, nº 12,

28040 Madrid. [email protected], [email protected], [email protected],

[email protected], [email protected]

P : Hombre, Sexta extinción, BiodiversidadK : Man, Sixth extinction, Biodiversity

R

La superpoblación del ser humano es una de las causas que más está infl uyendo en el deterioro que sufre el planeta Tierra en la actualidad. La adaptabilidad del ser humano y su efi ciencia para modifi car el medio está provocando que para satisfacer sus necesidades requiramos de, al menos, cinco o seis planetas.

Las acciones del hombre sobre el planeta tienen tanto carácter puntual como global. Todas estas actuaciones están provocando una reducción de la biodiversidad a un ritmo no conocido en épocas anteriores.

En los últimos años se ha incrementado en más de un 10% el número de especies amenazadas. Desde 1800 han desaparecido 103 especies, lo que indica una tasa de extinción 50 veces superior al ritmo natural. Las estimaciones más pesimistas hablan de una pérdida de hasta 30.000 especies al año, lo que implica más de 80 especies diarias.

Para solucionar el problema se han planteado soluciones globales mediante la Estrategia Mundial para la Conservación de la Naturaleza, el Convenio sobre la Diversidad Biológica o el Plan de Acción para detener la pérdida de biodiversidad para 2010 y en adelante. Somos causantes de la llamada “sexta extinción” pero en nuestra mano está evitarla.

A

Human overpopulation is undoubtedly one of the reasons that most infl uence in the enormous worsening that is suffering the Earth today. Human adaptability and their effi ciency to modify the environment is making that we require of at least 6 or seven planets to satisfy the current human needs.

Disturbances of man on the planet have both an infrequent nature, -on specifi c habitats and species-, as a global nature, -changing weather conditions, altering water composition and homogenizing the Earth-. All these actions are causing a decline in biodiversity on the planet at an unknown rate in earlier times.

However, the human being is not only capable of destroying the environment but also has the ability to restore the damage caused. Our only doubt is if we are on time to

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solve it. According to IUCN (2003), the number of species with documented extinction

since the sixteenth century has been of more than 800, of which 330 are vertebrates (78 mammals, 132 birds, 22 reptiles, 7 amphibians and 91 fi sh), 381 invertebrates (303 molluscs, 70 insects and 8 crustaceans) and 99 plants (4 monocotyledons and 95 dicotyledons). The number of threatened species has increased in more than 10% in recent years. Since 1800, 103 species have disappeared indicating an extinction rate 50 times the natural rate. The most pessimistic estimates speak up to 30,000 species that disappear each year, involving more than 80 species per day.

The number of seriously threatened vertebrates has increased signifi cantly since 1996 (22% of mammals, 13.6% of birds, 23% of amphibians, 25% of reptiles and 30% of fi sh). But worst of all is that defi nitely many species have already been lost and, at this rate, many more will be lose even before being discovered.

Plants are also in danger, there are a total of 5.611 threatened plant species -many of them arboreal- although only 4% of higher plants have been evaluated.

Global solutions have arisen to solve the problem through the Global Strategy for the Conservation of Nature, the Convention on Biological Diversity and the Action Plan to halt the loss of biodiversity. We are responsible of the “sixth extinction” but in our power to avoid it.

Neither society nor government can be indifferent to this evidence considering that they take actions to reduce biodiversity loss, so that are achieved some conservation successes. Nature is the largest company in the world, that works to the benefi t of 100% of humanity - and does it for free -. Governments should invest as much effort, if not more, to save nature and not to save the economic and fi nancial sectors. For example, in North America and Eurasia the number of threatened species are maintained and reduced by 43% respectively, while in South America, Africa and Indo-Pacifi c, endangered species have increased by 55, 18 and 6% respectively.

1. I

El mundo natural es ahora un lugar muy diferente de lo que fue hace 10.000 años o incluso hace solo 100. Cada ecosistema natural del planeta ha sido alterado por la humanidad, algunos hasta el punto del colapso. Numerosas especies se han extinguido prematuramente, los ciclos naturales hidrológicos y químicos se han visto alterados, se han perdido miles de millones de toneladas de suelos, se ha erosionado la diversidad genética e incluso el propio clima del planeta se ha alterado signifi cativamente. ¿Cuál es la causa de un cambio ambiental tan grande? Simplemente, el impacto acumulado de 6.400 millones de personas. (G , 2005).

Thomas Robert Malthus en “An Essay on the Principle of Population” (1798) ya comentaba hace dos siglos que el principal problema del hombre era la superpoblación, ya que no habría alimentos para todos. Malthus sostenía que el crecimiento demográfi co era mayor que el de los medios de subsistencia, afectados por la ley de rendimientos decrecientes. Así, mientras la población crece en progresión geométrica, la producción de alimentos lo hace en progresión aritmética. Los momentos de crisis de subsistencia se resolverían gracias a las hambrunas, guerras y epidemias por las que disminuiría la población, sobre todo la perteneciente a los grupos más desfavorecidos.

Conocido lo anterior, la pregunta que habría que hacerse sería ¿está provocando cambios en el medio susceptibles de considerarse catastrófi cos el actual modelo de desarrollo humano?; en tal caso, nosotros seríamos la causa (en este caso biológica) de la sexta extinción en masa. La biodiversidad del planeta, garantía del equilibrio y pervivencia de los ecosistemas, disminuye de manera

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alarmante. No existe ninguna acción tan devastadora sobre la biodiversidad como la ejercida por la especie humana en los últimos cientos de años. L & L (1997) denominan a esta acción la “sexta extinción”, en paralelismo con las cinco grandes etapas de extinción masiva de seres vivos.

L & L (1997) evalúan que la tasa de extinción de especies de aves y mamíferos, entre el año 1600 y el 1975, ha sido entre cinco y cincuenta veces más elevada que la habida a lo largo de la mayoría de los eones de nuestro pasado evolutivo.

El hombre, como el resto de seres vivos que pueblan la Tierra, provoca modifi caciones del medio de forma puntual (H et al., 1994); sin embargo, en la especie humana se da un condicionante añadido relacionado tanto con nuestro elevado crecimiento (7.000 millones de personas) como con nuestra capacidad para ocupar casi cualquier lugar del planeta (UNFPA, 2011). La proliferación de nuestra especie provoca que esos cambios puntuales se produzcan en toda la Tierra, por lo que la afección es planetaria. A esto hay que sumar nuestra efi cacia en la modifi cación del medio, resultado de nuestra condición de especie invasora, y nuestra voracidad que provoca que, para satisfacer nuestras necesidades, necesitemos entre cinco y seis planetas (S , 1993).

Desde nuestros inicios y tras la salida de África, nos hemos comportado como una especie que ha desplazado o eliminado directamente innumerables taxones de nuestro entorno (Hombre de Neanderthal, megafauna en América y Europa, etc.); de hecho, nuestro éxito como especie radica, de alguna manera, en esta condición de especie invasora por lo que, al menos potencialmente, nos podemos comportar como una catástrofe biológica susceptible de provocar una extinción masiva (K & B , 2006).

Los cambios puntuales a los que nos referimos tienen nombre y apellidos y son muy variados. Algunos tienen que ver con la eliminación directa de las especies mismas, como la caza ilegal o el uso de venenos para la eliminación de “alimañas” (M -G et al., 2001), los atropellos (R et al., 2003), la utilización de productos fi tosanitarios o insecticidas para aumentar la producción de los cultivos (M et al., 2005; R et al., 2004; F et al., 1999, B H et al., 1998; F et al., 1999), etc. Otros están relacionados con el medio en el que habitan, es decir su hábitat; algunos ejemplos son la fragmentación del medio natural producto de la construcción de infraestructuras (N , 1996; R , 1997), la construcción de presas o explotación de canteras (B et al., 2007), la eliminación directa por asfaltización o conversión en cultivos (M et al., 2011), la explotación maderera intensiva (W , 2005; L , 2006) y piscícola (FAO, 2005), etc.

La eliminación de especies es el efecto más conocido y mejor estudiado y es uno de los que más impacta sobre nuestra huella en el planeta (W et al., 2000). Los primeros humanos pudieron contribuir de manera signifi cativa a la extinción de varias especies de aves y mamíferos de gran tamaño y, quizás también, de otros grupos durante el Pleistoceno, según iban colonizando las diferentes grandes masas de tierra (G & S , 2004; T , 2009; C et al., 2009).

La ejemplifi cación de estos casos resulta mucho más gráfi ca cuando hablamos de las islas, donde la extinción de un gran número de especies está directamente relacionada con la ocupación humana (G & S , 2004) ( Figura 1).

El alto ritmo de disminución en la población de las especies terrestres se

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refl eja en la pérdida del hábitat natural, especialmente en los trópicos, sustituido por tierra cultivada o de pastoreo entre 1950 y 2005, siendo la conversión a la agricultura la principal responsable de esta pérdida y la causante de la reducción de un 33% en las poblaciones de vertebrados (M et al., 2011; WWF/ZLS, 2010). La deforestación de los trópicos, con la transformación de 3,5 millones de hectáreas al año en Brasil y 1,5 millones en Indonesia entre 2000 y 2010, ha provocado una disminución del 60% en las poblaciones de animales (WWF/ZLS, 2010).

Sin embargo, estas no son las únicas agresiones que nos convierten en potenciales exterminadores de especies. Además de la suma de modifi caciones puntuales, hay que añadir una agresión de forma global como es la producción de gases de efecto invernadero y contaminantes (E et al., 2011; S et al., 2011), que provoca tanto la desaparición de especies (F et al., 2005), como cambios en sus costumbres relacionados con la migración, la reproducción o la alimentación (UNEP/CMS, 2006; D et al., 2004; G et al., 2004, L et al., 2004). Indudablemente, y aunque puedan existir causas naturales (ciclos solares, radiaciones cósmicas, etc.) que estén ayudando a disimular o ampliar los cambios atmosféricos, el actual desarrollo está provocando un cambio climático de marcado carácter global reconocido en mayor o menor medida por todos.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático también muestra cierta preocupación al respecto, y en su último informe revela que en 50 años desaparecerán un millón de especies de plantas y animales si no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de ello, el cambio climático no es actualmente la amenaza principal a las especies silvestres, aunque la situación puede cambiar próximamente, ya que el último informe elaborado por dicho Panel Intergubernamental, y tras examinar las características biológicas de

Figura 1. Porcentaje de aves extintas o en peligro de extinción en islas del Pacífi co en relación a la ocupación humana. Fuente: G & S , 2004.

-Percentage of birds extinct or endangered in the Pacifi c Islands in relation to hu-man occupation. Source: G & S , 2004.

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17.000 especies de aves, anfi bios y corales de arrecife, indica que una proporción signifi cativa de las especies que hoy no están amenazadas de extinción (30% de las aves, 51% de los corales y 41% de los anfi bios) son vulnerables al cambio climático (V et al., 2009). Por otro lado, son muchas las opiniones que vienen poniendo en evidencia la relación existente entre la extinción puntual de especies y/o la modifi cación de comportamientos migratorios, fenológicos o biogeográfi cos de éstas con el cambio climático (UNEP/CMS, 2006; D et al., 2004; G et al., 2004; L et al., 2004).

El hombre es un homogeneizador del territorio. De forma voluntaria o involuntaria estamos creando ecosistemas similares en lugares dispares e incorporamos a dichos medios las mismas especies en todo el planeta (S et al., 2006). La consabida globalización no solo es un concepto económico sino que lo estamos convirtiendo en un término biológico.

Con estos argumentos es fácil considerarnos como posible causa de la extinción masiva de especies. Según la UICN (2003), desde el siglo XVI el número de especies con extinción documentada ha sido de más de 800, de las que 330 son vertebrados (78 mamíferos, 132 aves, 22 reptiles, 7 anfi bios y 91 peces), 381 invertebrados (303 moluscos, 70 insectos y 8 crustáceos) y 99 plantas (4 monocotiledóneas y 95 dicotiledóneas). Hoy hay 4.000 especies en peligro de extinción. El 25% de las especies actuales se encontrarán en peligro de extinción en el próximo cuarto de siglo (hacia el 2025). De todas las épocas, la mayor velocidad de extinción se localiza entre 1850 y la actualidad. (S , 2002).

La última lista roja de la UICN (2008) indica que en los últimos años se ha incrementado en más de un 10% el número de especies amenazadas. Las estimaciones más pesimistas hablan de la desaparición de hasta 30.000 especies al año, lo que implica más de 80 especies diarias (D , 2004). Según dicho informe, y considerando únicamente taxones superiores (vertebrados y plantas superiores), en los últimos 500 años la actividad humana ha llevado 816 especies a la extinción y desde 1800 han desaparecido 103 especies, lo cual indica una tasa de extinción 50 veces superior a los ritmos naturales previos (UICN, 2008; M et al., 2006).

Esta misma lista roja establece que de 44.838 especies analizadas, 869 se consideran Extintas o Extintas en Estado Salvaje, número que aumenta a 1.159 si incluimos aquellas especies que se consideran Posiblemente Extintas. Además hay 16.928 consideradas en algún grado de amenaza: 3.246 como En Peligro Crítico, 4.770 En Peligro y 8.912 Vulnerables. Igualmente, y considerando solo las especies evaluadas (no las descritas), el 22% de los vertebrados, el 41% de los invertebrados y el 70% de las plantas están incluidas en alguna de las categorías de amenaza.

El número de mamíferos en peligro serio aumentó de 169 a más de 700 desde 1996, de los cuales 98 se consideran Extintos o Posiblemente Extintos. Cerca del 22% de los mamíferos, 3.110 especies, están bajo amenaza de extinción, y de las 600 especies de primates existentes en el planeta, 166 están amenazadas frente a las 96 que estaban en esta categoría a fi nales del siglo pasado. En relación a las aves, las especies con alto grado de amenaza subieron de 168 a casi 800, mientras que el 13,6% de las especies están amenazadas, lo que representa más de una de cada siete especies evaluadas. Las aves marinas están mucho más amenazadas que las terrestres, con un 27,5% en Peligro de Extinción, comparado con 11,8% de las terrestres. Como consecuencia de la pesca industrial en alta mar, dieciséis especies de albatros se encuentran ahora amenazadas, frente a sólo tres en 1996. Las especies de pingüino amenazadas aumentaron de cinco a diez desde 1996.

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También son cada vez más las especies de gorriones y golondrinas amenazadas. Por otro lado, alrededor del 25% de los reptiles fueron considerados en riesgo y las especies de reptiles amenazadas aumentaron de 253 en 1996 a 291 en el año 2000; asimismo, cerca del 30% de los peces han sido incluidos en alguna categoría de amenaza. Los anfi bios también se han visto seriamente afectados; según la “Global Amphibian Assessment “ en la que participaron más de 500 científi cos de 60 países, de las más de 5.700 especies estudiadas en los últimos años, el 23% están En Peligro de Extinción o Extintas lo que representa 1.439 especies, además otras 563 están amenazadas y de 1.533 no hay datos sufi cientes para su evaluación (GAA, 2012). En relación a los peces, al menos el 17% de las 1.045 especies de tiburón y de raya, el 12,4% de los meros y seis de las siete especies de tortugas marinas están amenazadas de extinción; el 27% de las 845 especies de corales de arrecife están amenazadas, el 20% están casi amenazadas y 17% no cuentan con datos sufi cientes para evaluarlas. Las plantas tampoco se salvan, a pesar de que solo el 4% de las plantas superiores han sido evaluadas, existen un total de 5.611 especies vegetales amenazadas, muchas de ellas arbóreas (V et al., 2009).

En Europa, por ejemplo, el 38% de todos los peces están amenazados; en África Oriental, el 28%. Las razones por las que el grupo de los peces se ve tan afectado hay que buscarlas en la gran conectividad de los sistemas de agua dulce, que permite a la contaminación y a las especies invasoras propagarse con rapidez (V et al., 2009).

El seguimiento continuado de esta pérdida tampoco nos proporciona buenas noticias. Entre 1970 y 2007, el Índice de Planeta Vivo (WWF/ZLS, 2010) parámetro que evalúa el estado de la biodiversidad global en base a las tendencias de casi 5.000 poblaciones de más de 1.686 especies de vertebrados de todo el mundo, cayó en un 30%. La tendencia global sugiere que estamos degradando los ecosistemas naturales a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad (Figura 2).

Figura 2. Índice biodiversidad planeta vivo. Fuente: WWF/ZLS, 2010. - Living Planet Index of biodiversity. Source: WWF/ZLS, 2010.

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Las poblaciones de especies tropicales disminuyeron un 60% de promedio, mientras que las poblaciones de especies de zonas templadas han aumentado un 29% desde 1970 (WWF/ZLS, 2010).

Sin embargo, y a pesar de lo dicho anteriormente, lo peor de todo es que muchas especies se perdieron y, a este ritmo, se perderán muchas más incluso antes de haber sido descubiertas.

2. A

Ni la sociedad ni los gobiernos pueden ser ajenos a esta evidencia. Quizás sea por lo que Edward O. Wilson (1984) ha llamado biofi lia, por la existencia de elementos emocionales en el miedo a la extinción o a la pérdida de una especie para siempre (D , 2005). Según Jean-Christophe Vié (Director Adjunto del Programa de Especies de la UICN) “cuando los gobiernos toman medidas para reducir la pérdida de biodiversidad, se logran ciertos éxitos de conservación, pero todavía distamos mucho de invertir la tendencia”. Es hora de reconocer que la naturaleza es la empresa más grande del planeta, que trabaja para benefi cio del 100% de la humanidad – y lo hace gratis -. Los gobiernos deberían dedicar el mismo esfuerzo, si no más, a salvar a la naturaleza que a salvar a los sectores económicos y fi nancieros (V et al., 2009). Por ejemplo, en Norteamérica y Eurasia (áreas donde se realiza un mayor esfuerzo económico en la conservación) el número de especies amenazadas se ha mantenido o reducido un 43% respectivamente, mientras que en Sudamérica, África e Indo-Pacífi co, las especies amenazadas han aumentado un 55, 18 y 6% respectivamente (WWF/ZLS, 2010).

Sin embargo, estos logros locales no pueden ser signifi cativos si no se extrapolan al resto del planeta y se plantea una solución global del problema. Para lograrlo se propuso el concepto “Desarrollo sostenible” en los años ochenta, cuando se elaboró la Estrategia Mundial para la Conservación de la Naturaleza. Posteriormente, en 1992 se estableció el Convenio sobre la Diversidad Biológica, fi rmado en la Conferencia de Naciones Unidas de Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro en 1992, y es aquí donde se plantea conservar la biodiversidad en su conjunto, como la variedad de la vida en sus formas genética, de especies y de comunidades y el mantenimiento de los procesos ecológicos, defi niendo la biodiversidad como: “la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas”. El concepto de biodiversidad es, por lo tanto, relativamente reciente, difundiéndose su uso en la década de los noventa.

Desde entonces, la pérdida de biodiversidad ha obtenido una gran relevancia política que llevó, en la Cumbre de Johannesburgo de 2002, a establecer el objetivo de “alcanzar una reducción signifi cativa de la tasa actual de pérdida de biodiversidad para el año 2010”. Sin embargo, la Unión Europea decidió ir más allá, comprometiéndose a “frenar la pérdida de biodiversidad”.

En la reunión de 2001 celebrada en Gotemburgo, los Jefes de Estado de la Unión Europea prometieron detener la pérdida de biodiversidad para el año 2010. A este primer objetivo de conservación global, le siguió una decisión similar tomada por los países europeos no pertenecientes a la Unión Europea en Kiev en el año 2003.

En 2006, se aprueba el “Plan de Acción para detener la pérdida de biodiversidad para 2010 y en adelante” mediante el apoyo a la Red Natura 2000

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y la integración de la biodiversidad en la política agraria, pesquera, de desarrollo territorial y el apoyo a las evaluaciones ambientales (C , 2010).

Así, la “Cuenta Atrás 2010” pretendía ser una poderosa red de socios activos que colaboraran para informar y comprometer al público en el objetivo del año 2010, ayudar a los gobiernos y las administraciones en la implementación de dicho objetivo y controlar y evaluar el progreso anual realizado por todos los gobiernos europeos.

Hasta la fecha, más de una veintena de instituciones europeas han respaldado esta iniciativa, desde el Consejo de Europa hasta los Ministerios de Medio Ambiente del Reino Unido, Italia o España. Sin embargo, a pesar de este esfuerzo no se han logrado los objetivos buscados y la Unión Europea ha planteado nuevos objetivos a cumplir en 2020. Dichos objetivos pretenden integrar la biodiversidad en las políticas sectoriales y reclaman una aplicación plena de las directivas comunitarias (O , 2010).

3. C

En defi nitiva, parece que potencial y realmente, sí somos causantes de la sexta extinción masiva de especies; sin embargo, y a diferencia de las catástrofes anteriores, en nuestra mano está evitarla. No con el fi n de dejar las cosas como estaban, ya que el concepto de conservar la Naturaleza no debería consistir en dejarla como está, sino dejar que ésta evolucione de tal forma que nos permita explotarla de forma indefi nida, tal y como hace el resto de especies con las que convivimos.

Como ente biológico que vive en este planeta tenemos el derecho y la obligación de explotar todos los recursos naturales para satisfacer nuestras necesidades, al igual que el resto de especies; como seres racionales que nos suponemos, tenemos la obligación de hacerlo, al menos, tan bien como lo hace el resto de seres, considerados irracionales.

B

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