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    LITERATURA Martes 11 de junio de 2013 - 11/06/13

    Posedas por la lecturaEl libro Las mujeres que leen son peligrosas, de Stefan Bollmann, recorre la historia

    del arte a partir de esta iconografa que, segn Luis Gusmn, atraviesa el placer, la

    libertad y la prohibicin.

    Por Luis Gusman

    Hay un libro de Stefan Bollmann: Las mujeres que leen son peligrosas, que es la historia

    lustrada con escenas de mujeres leyendo, y que va desde la Virgen Mara a Marilyn Monroe. Un

    ecorrido desde la pintura y de la fotografa, a partir del siglo XIII y hasta el siglo XXI. Podemos

    ecir que su mirada interviene esa iconografa. Por lo tanto, este recorrido excede la disciplina

    el comentario de un libro, ya que su lectura nos precipit en un tema. La escritora y ensayistaEsther Tusquets, en su prlogo, advierte la cuestin y transforma el ttulo del libro en pregunta:

    Son peligrosas las mujeres que leen? Esa pregunta atraviesa este texto.

    En Rojo y negro, la novela de Stendhal, la seora Rnal quien ha contratado un preceptor

    ara sus hijos, termina enamorndose de ste que se llama Julin Sorel. Ella no hace ms que

    ealizar los sueos de las novelas que lee. A Emma Bovary le sucede algo parecido: su marido

    Charles nunca ser el personaje de alguna de las novelas que ha ledo. Ms

    ontemporneamente, Molly Bloom, en su monlogo, vive en la cama esperando que su marido,

    Leopoldo Bloom, le traiga novelitas porno erticas como Las dulzuras del pecado .

    Las mujeres leen novelas y Ricardo Piglia, en su libro El ltimo lector, cuando habla de la

    interna de Anna Karenina, se detiene en los libros que lee la protagonista. David Vias tambin:

    n su trabajo sobreAmaliase fija en los libros que estaban sobre el tocador de la herona

    omntica: Lamartine, Jorge Issacs.

    Llena eres de gracia

    En las mujeres virtuosas, rezo y lectura parecen inseparables. Hay un cuadro de Simone Martini

    el ao 1333,Anunciacin, que es un cono fundante. En esta anunciacin, un ngel se hace

    resente a laVirgen Mara y parece interrumpirla en su lectura. Mara parece retirarse hacia

    trs como temerosa. Bollmann, describe la epifana: su mano izquierda sostiene un libro rojo

    smbolo de su sabidura que estaba leyendo y que mantiene abierto con el pulgar para no

    erder el pasaje en que estaba sumergida en el momento de la llegada del ngel que interrumpi

    u lectura. Si bien la lectura ha sido interrumpida, el ltimo detalle anotado por Bollmann

    evela, al menos, una contradiccin ejemplificada en ese dedo pulgar abierto, ya que la Virgen

    onserva su serenidad y no ha perdido el pasaje que estaba leyendo.

    Entre el cielo y la tierra

    Hay un momento en la historia de la cultura en que se pasa de la lectura en voz alta, a la lectura

    n silencio, que se supone ntima, solitaria. San Agustn en sus Confesiones da cuenta de ella. En

    stas imgenes, esta lectura que ha ido del rezo fervoroso al musitado, a los labios y la lengua

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    uieta, para decirlo en palabras de San Agustn cuando ste recuerda cmo lea San Ambrosio.

    En Las mujeres que leen son peligrosashay una fotografa del monumento funerario de

    Leonor de Aquitania del ao 1204, erigido en el monasterio de la abada de Fontevrault. Esta,

    ace en el sarcfago con un libro abierto. Est leyendo en silencio. Bollmann afirma que esta

    scultura no es de ninguna manera la seal de un placer terrestre autorizado, sino un smbolo de

    oces celestiales.

    Lecturas solitarias, pecaminosas, lecturas hechas a hurtadillas. En la oscuridad, con una luz

    iltrndose por una ventana o con una linterna oculta como Anna Karenina. Estas lecturas, porer secretas y clandestinas, traslucen en las lectoras una agitacin angustiosa como en el cuadro

    e Franz Eybl: Joven leyendo, 1860. Tambin el cuadro de Peter Ilsted, de 1908, Interior con

    uchacha leyendo. La joven retirada en un rincn, no en el centro de la escena, revela esa

    ntimidad que parece exigir la lectura.

    Es posible que Bollmann haga girar la secuencia de su iconografa sobre el placer de la lectura.

    La lectura angustiosa est representada por la lectora a la luz de la lmpara pintada por James

    histler (Lectura a la luz de la lmpara, 1859). La lectora sostiene un libro con angustia, muy

    erca de sus ojos. La explicacin de la posible miopa de la mujer, no parece un argumento

    onvincente.

    Hijos e hijas

    Es una escena familiar. La madre leyendo a los hijos. Lo interesante es que la escena muestra no

    lo una lectura instructiva, escolar o religiosa, sino de un placer que pareciera compartido. Es

    osible que la escena ms placentera, casi en el borde de lo buclico, sea la de una madre

    eyndole a sus dos hijos retratados en una pintura de Anton Ebert de 1883, cuyo ttulo es:

    Cuento para antes de dormir.

    Pareciera que el tpico de la lectura en compaa, y como compaera, explica que la existencia

    e muchos cuadros de nios y nias adolescentes leyendo. En las pinturas nrdicas este tema es

    recuente. Como bien seala Bollmann, miran el libro con ojos grandes y abiertos, en seal de

    sombro. Mediante la lectura, estn descubriendo el mundo. Como se advierte en el cuadro de

    Carl Christian Constantin Hansen: Las hermanas del artista de 1826. Es probable que en este

    atlogo falten aquellos libros que en nuestra infancia con sus historias terrorficas nos dejaban

    aralizados. En ese caso, el pintor hubiera localizado otra mirada, tambin infantil: la del

    iedo.

    La dama del perrito

    Distintas mujeres aparecen en la escena de lectura acompaadas de un perro. En la pintura de

    Charles Burton Barber de 1879, Muchacha leyendo con doguillo, aparece una joven que

    ientras lee, tiene en sus brazos y apoyado sobre su regazo, un cachorrito. Lo que se conoca

    omo perrito faldero proveniente de China lo que denota cierta seal de exotismo. Como seala

    Bollmann, estos perros fueron introducidos en las casas burguesas como una moda de la poca,

    ncluso aquellas figuras hechas de porcelana, donde esta esttica se vuelve un poco kitsch.

    Las lectoras sentimentales

    En estos cuadros, la mirada de Bollmann se ha detenido en lo que llama las sensaciones que

    roduce la lectura. Este efecto se refleja en cierto sentimiento de suspenso ante lo que se est

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    eyendo y que se revela en un gesto, una mirada, un hombro desnudo, la mano sobre el pecho,

    omo poses de cierta lasitud. El libro, su lectura, parecen cortar la respiracin de la lectora,

    nota con exactitud Bollmann. La podramos llamar: una lectura palpitante. De las emociones.

    Una lectura mstica en el sentido de transporte. Lo que se conoce como estado de xtasis.

    Uno podra imaginarse a Lou Andreas-Salom leyendo una carta de Freud, a Milena leyendo

    na carta de Kafka, a Louise Colet leyendo los afiebrados comentarios de Flaubert que pasaban

    e observaciones literarias a los encantos de los pies de su corresponsal. Flaubert, quien su

    obre Bovary confundi la vida con la literatura. En las lectoras hechizadas, Bollmann destacaquellas imgenes donde las mujeres leen una carta, o una misiva de amor. Cartas de encuentro

    despedida. A esta escena, la denomina: momentos ntimos. Llama la atencin la pintura de

    Pieter Janssens Elinga (Mujer leyendo, 1670) de una lectora cautivada. Es una criada que est

    eyendo un best-sller. Abandona sus obligaciones por la pasin por la lectura. Bollmann habla

    e la agitacin del personaje, lo que no se advierte en la figura que est de espalda y que no nos

    acilita el ttulo del libro. Con lo cual, es difcil adivinar por qu se trata de un best-sller de la

    poca.

    El cuadro de Vermeer, Mujer de azul leyendo una carta (1663/64) en que se ve a una mujer

    robablemente embarazada; con lo cual, la espera, la dulce o la amarga, revela el espritu del

    uadro. Seguramente, est esperando noticias de su esposo. El mapa del sudeste de Holanda,

    nota certeramente Bollmann, que cuelga en la pared de fondo es una alusin al ausente.

    Escenografas de lectura

    En estos cuadros, la mirada se detiene en los detalles del entorno, la luz, el mobiliario, la

    osicin de la lectora. O en el libro, su tamao, su encuadernacin, si las pginas doradas

    evelan en su color cierta cuestin rficamente religiosa. Es una lectura del recogimiento. Un

    ibro encuadernado en terciopelo rojo, era la alegora de la promesa de matrimonio. En estos

    uadros, es frecuente que aparezca El libro de las Horas que adems de su carcter de

    evocionario y de libro de meditacin, seala no slo el espacio, el hbitat, sino el tiempo de la

    ectura.

    El cuadro de Edward Burne-Jones, Retrato de Katic Lewis (1886), est dedicado a la hija de su

    bogado, una nia que cuando la comenz a pintar tena cuatro aos y cuando termin el

    uadro tena ocho. No parece tan nia. El pintor la sorprende en una lectura que no es apta para

    u edad, una historia romntica de San Jorge y el dragn. Lo inconveniente de la lectura y los

    fectos de esa inconveniencia se revelan en el aspecto desordenado de sus cabellos. La manzana

    ue se encuentra sobre el divn en que est tendida indica cierta indolencia. En realidad, la

    hica parece un escudero medieval mimetizada con algn personaje de las historias que esteyendo.

    Por su parte, los cuadros de Hopper pintan una soledad americana. La chica est en una

    abitacin de un hotel, y no lee la biblia que suele estar en la mesita de luz de todos los cuartos

    ino un folleto para un viaje sin rumbo. La escena muestra la melancola de las estaciones de

    ren y los hoteles de mala muerte, impersonales; una anomia a veces compartida. En realidad

    arece que la chica no agarra el libro, sino que se agarra de l.

    Hay cuadros en los que las mujeres estn en peligro pero el peligro se debe a la depresin, y ya

    o por una lectura apasionada o por una imaginacin desbordante o la cabeza afiebrada por las

    istorias de amor. Este estado se refleja en una foto de Andr Kertsz de 1929, tituladaHospicio de Beaune.

    La lectura masculina pareca tener en s misma un sentido utilitario que no se le otorgaba a la

    ectura femenina que era peligrosa; con lo cual, sta quedaba del lado de lo intil, el despilfarro,

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    a diversin. Quiz la aclaracin ms ejemplar que anota Bollman es la de un arquelogo y

    illogo kantiano, el suizo Johann Adam Bergk, quien en 1799 declara que la lectura femenina

    epresentaba un despilfarro insensato, un temor insuperable a cualquier esfuerzo, una

    ropensin ilimitada al lujo... El pedagogo Karl G. Bauer, ochos aos antes, en 1791, ya era

    recursor de ese rechazo y condena: la somnolencia, la obstruccin, la flatulencia y la oclusin

    e los intestinos son consecuencias bien conocidas sobre la salud sexual, de ambos sexos

    specialmente el femenino. Si a esto se le agrega una imaginacin desbordada por la lectura y

    n ms, en el caso de la mujer, una imaginacin febril: las mujeres lectoras eran peligrosas.

    El cuadro de 1760 de Pierre-Antoine Baudouin titulado La lectura, muestra a una mujer que

    s que abandonada o transportada por la lectura parece ida. Una pose similar se ve en el

    uadro de Ramn Casas y Carb de 1895, titulado: Joven decadente. Ya su ttulo indica de qu

    e trata. Es una joven que no est tendida sobre un divn sino despatarrada y esa posicin

    orporal revela una indolencia al borde de la posesin. El fillogo Bergk y el pedagogo Bauer,

    odran haber dicho: posedas por la lectura.

    Marilyn Bloom

    En la foto de Eve Arnold tomada en 1952, Marilyn Monroe est leyendo el Ulises . La pregunta

    i lo ley o no tiene poca importancia. La foto es un documento. Un profesor universitario

    lamado Richard Brown quiso conocer la verdad y le pidi a la fotgrafa que le develara la

    ncgnita. Esta le dijo que ella haba ido a visitar a Marilyn y la encontr concentrada leyendo el

    ibro de Joyce. Eve Arnold cargaba su cmara y as la inmortaliz, nos cuenta Bollmann.

    Marilyn Monroe y Molly Bloom, dos mujeres para el mayor mito literario del siglo pasado y de

    ste siglo. Marilyn prosigue con sus lecturas y se anota en la universidad con un especialista

    oyceano. El mito de Joyce se ha cumplido. Las dos mujeres mticas del siglo XX se juntan en el

    onlogo. Y si en la versin cinematogrfica del Ulises , Marilyn hubiera hecho de Molly en

    ugar de la actriz Sandra Milo? Y, entre nosotros, es tan difcil imaginar a Cristina Banegas

    irando esa foto? No. Y si Marilyn lo ley fragmentariamente? Finalmente, el profesor Brown

    onfes que era la manera de leerlo.

    El libro de Bollmann nos ofrece en su iconografa, cuadros donde uno podra encontrar la

    magen de la lectora moderna. El cuadro de Alexander Deineka que muestra a una militante

    usa en 1914; o la pintura de Vittorio Matteo Corcos: Sueos, 1896. El ttulo es engaoso, no es

    na soadora, aclara Bollmann con pertinencia. El ademn enrgico y su vestimenta, muestran

    una muchacha independiente y decidida. Los libros estn amontonados sobre un banco junto

    un sombrero.

    Este recorrido iconogrfico nos otorga esta conjetura, es posible que la lectora moderna haya

    acido en aquel intervalo transcurrido entre el monlogo de Molly Bloom y la foto de Marilyn

    eyendo el Ulises .

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