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Por:
Enrique Bailón Aguirre; Juan Carlos García; Luís Gómez; Teodoro Hampe; A/do F. Ponce Ugolíní; Henríque Urbano
ESCOBAR, Alberto. Patio de letras 3. Alfredo Alpi ste Bazalar, Editor, Lima, 1995. 338p. , 14 fotograbados.
Hay obras que en la vida de un escritor, a la manera del bajo estrófi co en música instrumental, perseveran sin decaer, no obstante las modifi caciones que afectan a sus distintas partes con cada nueva edición.
En el vasto comentario crítico de Alberto Escobar 1, esta función la cumple su Patio de Letras. Obra publicada por primera vez en 1965 (Lima: Ediciones Caballo de Troya) , revi sada y ampliada en 1973 (Caracas: Monte Avila), su tercera versión aparece ahora, treinta años después de la primera. No se trata, en estas distin-
Véase la relación de las publicaciones de Albe110 Escobar en E . Bailón Aguirrc y R. CerrónPalomino (eds .). Di¡;losia Li11 guo -Lireraria v Edurn ción en el Perú - f/11111 e11aje a Alberto Escobar. Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología - GTZ, Lima, 1989. 15 -32 .
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tas ediciones , de proceder simplemente a publicar un mismo texto "corregido y aumentado" sino de renovar la armadura manteniendo la continuidad, es decir, de conservar los textos que tienen plena vigencia para los lectores de hoy y, a la vez, incorporar otros textos escritos a lo largo del tiempo, cuyas estrategias discursivas preservan vivo el aliento enunciativo original.
A modo del navío Argo que, según cuenta la leyenda, permanecía el mismo a pesar de la reorganización de sus componentes cada vez que tocaba un puerto, este libro es , en cada una de sus variaciones, unitario no obstante su diversidad . Unitario, digo, ya que su motivo central - y único- es glosar, con un mismo enfoque, ciertas muestras literarias peruanas institucionalizadas, gloses que al sumarse han llegado a constituir hoy una sólida cadena reflexiva; diverso. puesto que el comentario reúne varios órdenes dircursivos de géneros y épocas dispares tales como la crónica (Garcilaso de la Vega), la tradición (R . Palma), el cuento (C. Palma, M. Beingolea, García Calderón) , la novela (Alegría, Arguedas , Ribeyro, Vargas Llosa, Vargas Vicuña). la poes ía (Salaverry , Vallejo , Salazar Bondy,
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Reseñas
Yarela, Belli , Cisneros) e incluso el quehacer crítico ("Sobre la novela y la crítica").
Ahora bien , ¿cuáles so n las cabuyas que perm iten mantener la coherencia de esta serie de ensayos? Ante todo, la foca li zación en la materia literaria: la lengua y la escritura. Corno otrora lo hiciera C. Lévi-Strauss al tornar la vía de las máscaras para estudiar la cultura swaihwé. Escobar asume la vía de la lengua para interpelar e interpretar los discursos literarios peruanos , desde sus reflexiones inici ales sobre la obra de Garcilaso ( 1960), hasta las que sobre el mi smo terna cierran el libro en 1995; el reactivo utilizado será el fenómeno rnultilingüe que define la amalgama de las naciones peruanas y hace transparentar, en los textos analizados , las interferencias y los conflictos linguoescriturales del mundo andino.
Siempre en este campo, y aunque no encontrarnos aplicaciones concretas de uno de los Criterios descriptivos de la visión linguocultural andina, de_sarrollados por Escobar desde 1976, la noción teórica de interlecto2 , aquí ya no se exhibe en la vitrina del texto literario -corno ocurría hasta entonces, y desgraciadamente sigue sucediendo- e l idiolecto (la autoridad, el estilo, las imágenes, las influencias , las escuelas ... ), del escritor, sino que se resalta el sociolecto ahormado por la pluricultura que lo mantiene vigente. Esta decisión ejemplar de alejar el conocimiento literario de la divagación diletante y acercarlo a las ciencias sociales efectivas -corno otrora nos enseñara Luis J. Cisneros-, revela la función que ha cumplido el libro reseñado dentro de la crítica literaria de la zona: se trata de un verdadero escampavías ideológico cuyas repercusiones alcanzarán, sin duda, el trabajo textual del siglo que se avecina.
Otra reata de coherencia no menos sólida, es la de asumir -sin reparos y con todos sus
2 A. Escobar ha ido perfilando este concepto en sus diversos trabajos más a ll á de la perspe,ti va psicolingüística original. Por medio de él trató de captar el fenómeno que, posteriormente, abarc:a la llamada heteroglosia lingüística peruana (cf. E. Bailón Aguirre . "La identidad lingüíslica y cultural peruana: bilingüismo y diglosia". Amaw11í" Pe -1w111". XI, 17 . Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, Lima. 1989, pág. 56, nota 19) y no sólo en su artículo "El influjo de las lenguas indoamericanas sobre el español" . Rel'i.,·w Andina, 13, 1. Cuzco: Centro de Estudios Re· gionales Andinos "Bartolomé de Las Casas". 1995. p. 179. nº . 44.
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riesgos- la crista li zación intelectual de una generación. En efecto, el cnunciador puesto ame e l problema de conciliar las ex igencias de un a in ev itable diacrónica con la necesidad de aprehender sincrónicamente el texto literario insiste, una y otra vez, en la labor conjunta desarrollada por sus coetáneos dedicados a estudiar la sociedad andina, los cuales , a pesar de no haher llegado a formular una teoría ele conjunto, han permitido reforrnular ele arriba abajo e l conocimiento decimonónico de esa sociedad. La incorporación al estudio literario de los saberes disciplinados producidos en la época, constituye una actillld responsable que, por retroacción, denuncia los anacronismos en que suelen refugiarse quienes viviendo ele antiguallas eruditas, construyen un muro entre ello y el conocimiento contemporáneo. Desde este punto de vi sta, los ensayos de Escobar reunidos en su libro, constituyen una seria advertencia contra "el jueguito de antaño. la elegancia, los impulsos del corazón, la desenvoltura, las bellas frases , el bonito toque de pluma"' que engalana hasta la fatiga tanto escarceo crítico actual sobre la literatura peruana.
Es justamente esta decisión de localizar los textos literarios corno parte de la cultura, donde la sociedad se reconoce, se piensa y se plantea en cuanto a valor, que se da el enfrentamiento con la definición tradicional, individualista e idealista, de la institución literaria andina. Por ejemplo, vista desde hoy, la temprana actitud de Escobar ( 1960) por abordar esos textos a partir de las propiedades sígnicas que enmarcan su identidad, constituye una verdadera ruptura frente a la crítica académica de entonces y que todavía se sostiene (gracias a l abono pasadi sta y demagógico , la mala hierba se aclimatará rápidamente en los nuevos invernaderos) , colgada de sus presupuestos trascendentales; de hecho, los murciélagos críticos andinos se ufanan , entonces como hoy . por escribir en el aire.
De manera pareja, encontramos que desde 1963 Escobar ponía en guardia sobre la "puerilidad' ' al tratar de definir la especificidad de la literatura latinoamericana, acudiendo a factores no lingüísticos ni antropológicos; sin embargo. la crítica aerófaga y simplista que desde siempre milita contra cualquier conocimiento orgánico, ha demorado seis largos lustros en reconocer -
3 Rolands Barthes. El ¡;r111w de la rnz. Siglo XX 1 Editores. México. 1983, p. D .
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merced a la declaración molu propio ele su preboste- la inconsecuencia ele sus alardes.
Así. ante el esquematismo académico que excluye tocia concepción dialéctica del devenir crítico. girando siempre en un círculo cuyo centro pretende encontrarse dondequiera y la circunferencia en ningun a parte , esta obra ele Escobar diseña lo que podría ll amar la continuidad dialéctic a ele un pensamiento crítico consciente , orientado entre los acontecimientos multilingües ele la sociedad andina y los valores ele pluricultura que porta el texto literario. De ahí que su voz - su lección- esté destinada, tal vez ahora con más fuerza que en las precedentes ocasiones. a sacudir el letargo ele las buenas conciencias críticas que tratan ele perpetuar las hagiografías de l santoral literario historicista peruano.
Enrique Bailón Aguirre
BURGOS GUEVARA, Hugo. Primeras doctrinas en la Real Audiencia de Quito. 1570-1640, Quito. Ediciones Abya-Yala, 1995. 488p.
El libro constituye una valiosa recopilación ele documentos sobre las doctrinas o parroquias ele indios en los siglos XVI y XVII en el obispado ele Quito (c reado en 1545. sufragáneo en la época ele la Arquidiócesis ele Lima) cuyos originales se encuentran en cuatro importantes repositorios: el Archivo General ele Indias ele Sevilla. la Biblioteca Nacional ele Madrid, el Archivo Histórico de la Compañía de Jesús de Roma y el Archivo del Cabildo Metropolitano de la Catedral ele Quito. Contiene un estudio preliminar del autor de la recopilación en su primera parte; en la segunda, el autor divide los documentos en cuatro grandes acápites: Las relaciones eclesiales y misionales, De las quejas de los indios, De misiones y misioneros, De crónicas v concilios. ·
El es-tudio pre liminar pretende responder brevemente algunas preguntas básicas para el estudio del proceso de evangelización en la Audi encia ele Quito , que deberán encontrar respuesta en los documentos que aquí se publican , más específicamente. se trata de cuatro cuestiones: las transformaciones de la religión nativa -léase idolatrías- «en confrontación» con la evangelización:
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el resultado de las reducciones ele indios como política eclesiástico-estatal que alteró los patrones ele poblamiento-organización de los señoríos prehispánicos : la prohibición de las lenguas locales y el impulso ele la evangelización utilizando para ello la lengua quechua, así como el impacto ele todos estos factores sobre la sociedad quiteña temprano colonial. En lo que respecta al primer problema, las idolatrías ele los indios , el autor prefiere contemplarlas en base a lo que él denomina comunicación autocontenida de comunidades cerradas, es decir que tanto la república de indios como la de españoles encubren lo que podríamos identificar como un juego recíproco de represión y resistencia por medio de una serie ele estrategias utilizadas por colonizadores y colonizados para instaurar la nueva religión o para rechazarla sin tener que recurrir ambas a reacciones violentas y ele abierto rechazo. Es cuando se rompe el acuerdo tácito de convivencia entre las «comuniclacles cerradas» y dejan ele funcionar las respectivas políticas de «convencimiento» y «aceptación» que las actitudes cobran un matiz violento. Dos ele estos momentos son la extirpación ele las idol atrías (que el autor refiere por alguna razón a 1570) y el otro, las así llamadas rebeliones mesiánicas (persecuciones inqui sitoriales y Taki Onqoy). La tesis, como sabemos, no es nueva. Ha siclo expresada -en otros términos y con otras fechas- por el profesor sevillano Antonio Acosta y discutida por otros autores en los últimos años 1. También parece ignorar el autor los últimos estudios sobre el Taki Onqoy que introducen nuevos factores ele vital importancia para comprender el problema2.
En el acápite Relaciones eclesiales y misionales se publican 19 documentos, en su mayoría inéditos. En general podemos dividir los informes que se transcriben en esta parte del libro en tres tipos: los que proporcionan nóminas ele cligniclacles, doctrineros y doctrinas relati-
Sobre la discusión de estos temas véase el debate aparecido en García, Juan Carlos, «Por qué mintieron los indios de Cajatambo. La extirpación de la idolatría en Hacas 1656-1665», Revista Andina 14( 1 ), Nº27, julio 1996, pp.7-52.
2 Véase Ramos, Gabriela, «Política eclesiástica y ex tirpación de idolatrías: discursos y silencios en torno al Taki Onqoy». en Ramos G. y Urbano H. , Catolicismo r extiipocirín de idolatrías. siilos XV!XV!ll. Cu zco. Centro de Estudios Regionales Andinos ,,Bartolomé de Las Casas». 1992.
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vas a varios años entre 1572 y 1631 (Relaciones 1-2, 5, 7, 15, 18); las Consideraciones sobre el estado de éstas , de sumo interés para comprender la situación política y administrativa de la Iglesia quiteña (3-4, 8) y las Memorias, de personajes no eclesiásticos que tratan también este aspecto (Relaciones 6, 9 [del conocido presidente de la Audiencia de Quito, Lic. Miguel de [barra], 1 O, 1 1-14 [del presidente de la Audiencia, Antonio de Morga] , 16-17, 19).
Algunas de estas Relaciones tienen excepcional importancia. Tal el es el caso de las Relaciones 1 y 2 que transcriben un resumen del informe del obi spo de Quito, Pedro de Oviedo, en 1572 y una nómina de 1597 (pp.3-36), en las cuales encontramos datos bastante detallados sobre las dignidades de la Iglesia de Quito así como sobre las doctrinas en los términos del obispado (incluidas nóminas de pueblos de Tumbes y Piura, en ese entonces parte de la diócesis de Quito) , similares a las publicadas hace varios años para el Perú por Li sso n Chaves3, y por Vargas Ugarte y Domingo Angulo en la revista del Arzobispado de Lima El Amigo del Clero. De igual tenor es la Relación 5, que constituye una lograda descripción de la diócesis a fines del siglo XVI (pp.57-79). La Relación 6 (pp.80-93) contiene un memorial de los oidores de la Audiencia de Quito, Lic . Zorrilla, Lic. Marañón y el doctor Ignacio de Barrio , con información sobre el medio administrativo, social y eclesiástico: en particular la oposición de la Audiencia a los Sínodos Provinciales de 1594 y 1596 del obispo López de Solís por contradecir éstos la jurisdicción del poder civil; trata también sobre la postura de la Audiencia en cuanto al pago de diezmos por los indios.
Los documentos reunidos en el acápite De las quejas de los indios, contienen como indica el título las quejas de los naturales expresadas a través de cuatro documentos: una probanza de los indios pastos contra la mita realizada en 1576 (pp.253-262), una memoria de los indios de Sangolqui en el valle de Chillo contra los padres de la Compañía (pp.289-291) y otra de los habitantes de Choacallo en Latacunga contra su
3 Lisson Chaves, Emilio. u, Iglesia de España e11 el Perú. Colección de documentos para la hisroria de la lxlesia en el PerLÍ que se encuentra11 e11 varios archivos, Sevilla, 1943- 1947. 5 tomos.
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cura, un fraile agustino, en 1632 (pp.293-303)4. El cuarto documento es una memoria escrita en 1579 por un fraile franciscano , fray Antonio de Zúñiga, en la que denuncia los abusos de los españoles contra los indios , señalando remedios estructurales, denunciando a la vez los problemas en la conversión de los indígenas y la pervivencia de la idolatría. Entre los remedios que propone está, en primer lugar, el erradicar el cultivo de la coca y moderar el servicio de la mita (pp.263-287).
De misiones ,. misioneros nos brinda información sobre la acción misional hacia fines del siglo XVI y principios del XVII. Los documentos presentados aquí son de gran valor para conocer las estrategias misi o nales de los mercedarios en las selvas de los campaces, niguas, esmeraldas y barbacoas. En la Relación 28 se presentan datos valiosos sobre la acción misionera del jesuita Rafael Ferrer entre los cofranes, záparos y omaguas entre 1603-1605, que poseen indudable importancia etnológica (pp.389-406).
La parte última del libro De crónicas,, concilios nos presenta una rareza bibliográfÍca: se trata de fragmentos del libro «Becerro» escrito por el célebre arcediano Miguel Sánchez Solmirón (pp.4 11-431) (específicamente se publica el protocolo de presentaciones y el Catálogo de obispos y presidentes de la Audiencia, el calendario de fiestas y sus contenidos). Este acápite incluye también una recopilación de decretos de los cinco concilios limenses (1551 , 1567, 1583, 1591, 1601) y los tres sínodos qui tenses (de 1570, 1594, y 1596) en base a tres puntos: las lenguas, reducciones e idolatrías. Para el caso de los concilios de Lima se recurre a la edición del padre Vargas Ugarte5, el Sínodo de Quito de 1570 se reproduce en base a la edición de 1978 del conocido historiador dominico José María Vargas, los otros dos son transcripciones originales.
La presente publicación, no obstante lo modesto de la parte introductoria (cabe anotar que
4 Para el ~aso del arzobispado de Lima, el lector interesado puede consultar el libro La fe y las costumbres. Cmúluxo de la sección documental de Capítulos ( 1600- /898). Archivo Arzobispal de Lima , de Melccio Tinco Morón (Cuzco: Centro de Estudios Regionales Andinos ,,Bartolomé de Las Casas». 1992).
5 Vargas Ugarte S.J ., Rubén, Concilios li111e11ses (1551 -1772). Lima.Tip . Peruana, 1951 -1954. 3 tomos.
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el autor promete este volumen como el primero de dos tomos, en el segundo se publicaría su estudio sobre el impacto de las primeras doctrinas católicas en la sociedad quiteña de los siglos XVI y XVII) tiene un indudable valor para los estudios eclesiásticos coloniales del antiguo virreinato peruano. Además de lo arriba anotado, los documentos que se publican _permiten acercarnos a otros grandes temas de la historia eclesiástica colonial como son las relaciones entre la organización eclesiástica y e l sistema social y político de la Audienci a de Quito , el rol de las cofradías en la sociedad urbana y la dinámica de las fiestas religiosas rurales.
Juan Carlos García
GONZALES, Osmar. Sanchos fracasados. Los arielistas y el pensamiento político peruano. Lima: Ediciones Preal, 1996, 346 p.
" No somos los quijotes que se es trellan contra los molinos de viento sino los sa nchos fracasados, expuestos al mantenimiento de la risa universal". Con estas palabras, Víctor Andrés Belaunde (en una carta al conocido historiador José de la Riva-Agüero en diciembre de 1916), calificaba y sentenciaba el accionar de su generación. Fueron todos ellos precoces intelectuales peruanos surgidos en la primera y segunda década del siglo XX, llevados por diversas circunstancias a la política, fraca sados y desalentados con la llegada de Leguía al poder y, finalmente, influyentes católicos ultramontanos y/o filofascistas al final de sus vidas.
De ellos sólo nos ha quedado mal que bien el recuerdo de es ta última etapa. Esta visión entrecortada de su obra fue no sólo obra de sus críticos (Sánchez, Mariátegui) sino, sobre todo, obra de sus herederos ideológicos, quienes encontraron en las ideas de esta última etapa respaldo a sus posiciones políticas y académicas. Por otro lado , la g ran influencia que adquirió el marxismo en las décadas del 60 y 70 generó, en parte, que su pensamiento quedara relegado al olvido, sobre todo al nivel universitario. Sólo en los últimos años, producto de la as í llamada "crisis de los paradigmas", su pensamiento comienza a ser rccntendido, tal vez, algunas veces más
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con una actitud de apologista mesurado que de crítico indulgente 1.
Pues bien, el libro de Gonzales se inscribe dentro de toda esta corriente de "balance y recuperación" del pensamiento novecentista (o "arielista" como el autor prefiere llamarlo) : "a pesar de la importancia de los intelectuales arielistas en el programa intelectual peruano, de la certeza en muchos de sus diagnósticos, de la honestidad de sus planteamientos, las ciencias sociales nacionales no le han prestado la atención que merecen" (p. 27). Por ello en este libro se pretende "estudiarlos sistemáticamente y objetivamente" entre los años de 1900 a 1932, "que personalmente creo que son los de mayor productividad y reflexión sobre los asuntos nacionales de estos intelectuales" (p. 27).
El libro, de buena presentación, se terminó de escribir en 1992 y no salió publicado en ese entonces por problemas financieros. Está dividido en cuatro partes: en la primera se hace un breve y útil estado de la cuestión sobre el arielismo peruano. En la segunda parte se hace un estudio diacrónico sobre su derrotero político intelectual (casi podríamos decir que el autor quiso escribir una historia sobre la ideología del 900), dividida en varios acápites: "El optimismo ( 1905-1913)'', ' 'El desencanto ( 1914-1921 )" y "La reacción ( 1922-1932)". En la tercera parte, se analiza la propuesta novecentista sobre el indio. Es en realidad la versión corregida de un artículo del autor publicado en Allpanchis (Cuzco), nº 34, 1989. Y en la cuarta y última parte, en el fondo , se vuelve a las cuestiones discutidas en la segunda parte, pero ahora desde un punto de vista más sincrónico; se tratan tem as como el " tradicionalismo" de Belaunde y Riva-Agüero, su visión de la Confederación Peruano-Bolivi ana, etc.
Las ideas que guían las explicaciones en este libro están enunciadas, con algo de imprecisión, en la p. 26: "El arielismo peruano se caracteriza, aunque con algunos énfasis ( ... ) , por su afincamiento en el hispanismo de manera particular, y en la cultura latina en términos generales. En el fondo de lo que se trata es del distanciamiento que ellos propugnaban de la cultura sajona, representada por Estados Unidos
Ejemplo de e llo son los trabajos de Pedro Planas reunidos en e l libro El 900. balance _v recupera ciá11. Lima: CITDEC, 1994. Ellos , por cierto. resultan interesantes y sugerentes al respecto.
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( ... ). [Por otro lado], sí tuvieron un proyecto nacional basado en cuatro ejes fundamentales; en lo social por la clase media (o burguesía), en lo político por el reformismo desde el Estado, en lo cultural por el mestizaje y en lo ideológico por el cristianismo, ( .. . ) sobre un espíritu de transacción explicable por la necesidad de mantener la unidad luego del fracaso de 1879" (p. 26). Y al final de este párrafo dice: "a los arielistas hay que entenderlos en su entorno" (p. 27).
¿Realmente es así? ¿El autor estudia sus frases, proyectos, actitudes de acuerdo a su actuar, sin sacarlos de su contexto?
Recordemos. Los arielistas (gente con "ascendencia social" , término que imaginamos -el autor no lo dice- se referirá al "status" y "prestigio" que tenían) eran aristócratas "venidos a menos" y hombres de clase media; algunos -no muchos- tenían fortuna. Interpelaron a la elite en el poder, intervinieron en la política a través del Partido Nacional Democrático (PND)2, se dispersaron con la llegada de Leguía al poder, y a la caída de éste -y con el avance de la organización sindical- la elite, huérfana de intelectuales, acogió a varios de ellos -no sin tropiezoscomo sus intelectuales "orgánicos"'.
Ahora bien, el autor tiene intuiciones muy interesantes en su libro. Por ejemplo, ve cómo
2 El autor escribe que el fracaso de este partido se debió a que constituyó "un cenáculo de pensadores, constituido por jóvenes ligados entre sí por amistad, por vínculos familiares, por afinidades intelectuales ( .. . ). Hicieron política de auditorio, salones y banquetes pero se olvidaron ( ... ) de las plazas, las calles y las multitudes" (p. 103) Pero esta idea necesita desarrollarse mucho más. De las acciones concretas del PND, de sus disputas internas (y con otros grupos), de sus propuestas concretas entre 1915 y 1919, es muy poco lo que sabemos. ¿Cómo, por ejemplo, funcionaban concretamente los mecanismos de acceso al poder? ¿ Cómo el pueblo podía influir en las decisiones de los grupos políticos en la "República"?
3 El estudio del autor se detiene justo en este punto. V al dría la pena estudiar más este asunto, señalado ya por Macera ("La historia en el Perú: ¿ciencia o ideología", en Trabajos de Hiswria. Lima: UNMSM, 1988) pero criticado por el autor. Y es que el problema está en saber en qué momento se está analizando a los arielistas: ¿en 1905?. ¿1910'l, ¿1932? Por momentos , da la impresión de que el autor olvida esa mínima contextualización.
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los novecentistas no pretenden romper con el orden dominante de la época (p. 27 ya citada); señala también los límites de su supuesto "indigenismo", ya que los novecentistas veían al indio como un ser muy pasivo. En este sentido, señala bastante bien las diferencias de éstos con otro contemporáneo suyo: Julio C. Tel10, al cual llamaban el "cholo Tell o" (p. 163 ). Apunta también cómo los acontecimientos más importantes de la época influyeron en su visión de las cosas (efectos de la guerra de 1879, la llegada de Piérola al poder, la Gran Guerra Europea -1914-1918-, etc.). Resumiendo estos cambios, el autor intuye lo siguiente: "Si tomamos en conjunto todo el pensamiento arielista, notaremos que el mismo está preñado de una gran contradicción: la convivencia de un proyecto modernista y un espíritu tradicionalista"4. Es decir, ideología y mentalidad se relacionan en un conflicto que, a medida que se iba confrontando con la cambiante realidad y enmarcado por las propias evoluciones personales, terminaría siendo irreconciliable y resolviéndose por el lado más conservador. Desde ese momento su estusiasmo por la ciencia disminuiría, su fe en el progreso se debilitaría y su convicción de ser sujetos partícipes en la vida nacional para regenerarla quedaría abandonada. Es decir, se frustraron. Por ello ·'se abrirá paso su desconfianza frente a la democracia, su intolerancia en el aspecto religioso cuando el cristianismo más conservador sea el refugio perfecto para sus frustraciones y temores" (p. 222).
Respecto a lo anterior, el autor esgrime otra intuición muy interesante sobre el impacto de los principales hechos de la época en José de la Riva-Agüero y Osma, que valdría la pena investigar más. Se refiere al hecho de cómo crea el concepto de "alma nacional": "La necesidad de [R.A.] por encontrar una continuidad histórica a nuestro país y por hallarle una comunidad espiritual trascendental , responde a dos impulsos. El primero, el que está marcado dentro del contexto nacional de derrota en que nos sumió la Guerra del Pacífico, y la emergencia de los movimientos campesinos que hacían ver que el dominio tradicional se escapaba de las manos y que nuestro país estaba fracturado física y espiritualmente.
4 En esto, sigue a Femando de Trazegnies. quien nos dice que toda la época estudiada por el autor está signada por una "modernización tradicionalista" (p. 231-232).
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El segundo es la búsqueda del propio RivaAgüero por aferrarse a un ideal" (p. 234)'i.
Sin embargo. el libro nos causa varios reparos. A veces, nos da la impresión de que el texto es un comentario de lo que otros han dicho sobre los temas ana li zados en él. Por momentos el autor suele parafrasear las memorias de Belaunde y el texto de Flores Galindo y Burga sobre la república aristocrática. Pareciera, en definitiva, que el texto hubiera sido escrito como una forma de poner en claro varias ideas sobre el tema: un texto preparatorio para otro más completo. Esto último es algo que el mismo autor sugiere, al decir que su texto representa, sobre todo, un conjunto de ideas que necesitan mayor verificación (p. l 1 ).
A pesar de esta advertencia, creemos que el autor pudo verificar con mayor precisión la verdad o falsedad de algunas de sus afirmaciones. Por ejemplo, en las pp. 234-235. el autor termina repitiendo la propuesta de Pacheco Vélez sobre el "proceso mental" de Riva-Agüero6, de su evolución de una posición anticlerical a una católica ultramontana. Se nos dice que es la "búsqueda de un racionalista· por encontrar dogmas nuevos que le den razón de ser a su existencia". El problema es que no se nos explica de qué tipo de racionalismo se habla (y quien lea el Carác1er de la litera/Ura del PerlÍ independiente verá que es un racionalismo con límites muy precisos. muy cercanos al pensamiento ilustrado francés). o de qué dogmas nuevos se trataría, o qué pasaba concretamente con la existencia de Riva-Agüero para entender estos cambios.
En otras ocasiones el autor hila ideas sin decirnos las fuentes concretas que alimentan dicha reflexión. Pero tal vez el mayor problema de este libro es que el estudio del arielismo peruano es por momentos impreciso. A veces, el
5 Habría que añadir que, precisamente, cierto temor e inseguridad frente al mundo que lo rodea es lo que hace que Riva -Agüero no sólo se aferre , sino que invente un "ideal": el "alma nacional"
6 Dicha propuesta tiene curiosas afinidades con la propuesta estructurahsta que veía tajantemente, en la vida de Marx, dos etapas: el joven Marx y el viejo. Igual , aquí se ve al joven Riva-Agüero y al viejo. sin explicar exhaustivamente cómo las dos etapas se relacionan entre sí. Incluso suponiendo que este esquema sea cie110, viene la pregunta obligada: ¿de qué manera el joven Riva-Agüero se convi11ió en el viejo '' Esta pregunta tampoco es resuelta satisfactoriamente.
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autor termina asumiendo las posiciones de los tres autores más estudiados en su texto -José de la Riva-Agüero y Osma, Víctor Andrés Belaunde y Francisco García Calderón Rey- sin la objetividad prometida. Veamos un buen ejemplo de esto. A propósito de la obra Ensayos de Psicología Nacional de Víctor Andrés Belaunde nos dice: "[Según Belaunde] actuamos no por amor, no por interés sino por odio, que ni siquiera es odio sino simplemente rencor, pues el odio, explica Belaunde, no se concibe sin el amor y supone un ideal, además de poseer una energía que puede ser creativa y engendradora de nuevas cosas. El rencoroso vive del pasado, no tiene futuro, es inmóvil y estéril. Colectivamente, la unión de muchos rencores sólo puede producir uniones pasajeras, episódicas y nada sublimes" (p. 253). Luego nos dice el autor que, "En verdad, Belaunde está expresando una profunda crítica a las clases "directoras", tanto por el caudillismo y el militarismo que convirtieron a nuestro territorio en escenario de permanentes guerras civiles impidiendo la ansiada y necesaria unificación, como por su actuación en el infausto episodio del 79 (. .. )" (p. 253). Pero al final el autor termina asumiendo sin más, que el rencor es algo inherente a toda la sociedad peruana: "El rencor y la revancha siempre han estado presentes a lo largo de nuestra historia. No cabe duda al respecto, más aún cuando constatamos que nuestros rencores se entrecruzan con nuestros conflictos raciales" (p. 254). Es más, en el párrafo siguiente, el autor hace del rencor casi el leil motiv de toda la sociedad oligárquica: "El rencor es un sentimiento producto de la división estamental de la sociedad. Cada grupo social desde su propia ubicación mira con recelo y desde lejos al otro" (p. 254). Llegados a este punto, habría que preguntarse, ¿cómo y con qué fuentes y estudios constató el autor lo que afirma? No estamos diciendo que en el Perú no haya estamentalidad y racismo, pero, afirmaciones tan generalizantes y absolutas deberían estar sustentadas en otros estudios.
Por todo ello, queda aún la ingente iarea de estudiar más a la generación del 900. En este sentido, el libro de Osmar Gonzales es un buen intento de resumir y repensar ideas y opiniones que circulan sobre este tema. Creemos, por otro lado, que hubiera sido bueno también poner una bibliografía al final, como una guía de textos a revisar para ampliar mucho más lo sugerido por e l autor. Varias de sus afirmaciones e intuiciones nos parecen sugerentes, pero no están suficiente-
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mente desarrolladas. Tal vez el autor pudo encadenar mucho más los textos que anali zaba, relacionar más ideas y acontecimientos políticos, y desarrollar más sus propios argumentos. Queda esto como labor pendiente, no tanto para "liquidar" (Sánchez) o "recuperar" (Planas) su pensamiento, sino para colocarlos en su justa posición, como parte de un pasado que -cómo negarlo- nos dice aún mucho sobre nuestro presente.
Luis Gómez
BÜSCHGES, Christian. Familie, Ehre und Macht. Konzept und soziale Wirklichkeit des Adels in der Stadt Quito (Ecuador) wahrend der spaten Kolonialzeit, 1765-1822. Stuttgart: Franz Steiner, 1996. 318 p. (Beitrage zur Kolonial- und Übersee-geschichte, 66). ISBN 3-515-06908-9.
Esta monografía trata, con sólido apoyo de fuentes, del grupo social de la "nobleza" en la sierra central y norte del Ecuador durante los últimos decenios de la época colonial , y se pregunta si en la audiencia de Quito ocurrió por entonces un proceso de transformación de la estructura estamental a la moderna sociedad de clases. Christian Büschges, actualmente profesor asistente en el Instituto de Historia Ibérica y Latinoamericana de la Universidad de Colonia, recibió con esta obra su título de doctor en 1995. La investigación fue desarrollada sobre todo en repositorios documentales de España (Archivo Histórico Nacional y Archivo General de Indias), así como en el Archivo Nacional del Ecuador y en los archivos municipales, eclesiásticos y universitarios de la ciudad de Quito.
Büschges toma como fundamento las contribuciones de teóricos alemanes de la historia social (Dreitzel, Wehler, Kocka) para demarcar sus líneas de análisis . El tipo ideal de "estamento" , apunta, se distingue por una desigualdad jurídica, unos modos de vida convencionales y la coincidente ubicación de las personas en los rangos de la economía, la política y la cultura. Partiendo de aquellas definiciones, rechaza el uso de la palabra elite -tan habitual en la literatura colonialista a partir de los años 1970-por contribuir poco al entendimiento de la estratificación social en las colonias indianas. S,ólo se puede hablar propiamente de elites, en-
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tendidas como agrupaciones de gente selecta y especializada, desde el fenómeno de constitución de las sociedades de clases (p. 26-27) .
Dos contribuciones previas de la historiografía americanista se pueden citar en relación directa con este nuevo libro: son las obras de Doris M. Ladd, The Mexican nobility al independence, 1780-1826 ( 1976), y Alberto Flores Gal indo, Aristocracia y plebe: Lima, 1760-1830 ( 1984), que se ocupan del comportamiento social de la aristocracia en las capitales de los dos grandes virreinatos de Hispanoamérica, allí donde la concentración de títulos nobiliarios era especialmente grande. Por contraposición, el concepto de "nobleza" no se reducía en la sociedad quiteña sólo a las familias portadoras de título y a los caballeros de las órdenes militares; también comprendía este sector a los más importantes dignatarios de la burocracia, el clero y la milicia. Tomando en cuenta los datos de un censo del corregimiento de Quito de 1784 (que ha publicado Lucena Salmoral), resulta que la "nobleza" así definida comprendía alrededor de 500 habitantes en la sede de la audiencia y sobre una población de cerca de 24.000 almas formaba el 2,8 por ciento de los estamentos blanco y mestizo.
Es sabido que la Corona española, compelida por sus deficiencias fiscales, llevó adelante una política bastante generosa en el otorgamiento de títulos nobiliarios . Para el caso de Quito, se observa que el criterio más importante era la capacidad económica del pretendiente, sin importar excesivamente su limpieza de sangre y su eventual hidalguía. Cinco de los títulos de Castilla otorgados para esta región -el condado de Selva Florida y los marquesados de Solanda, Lises, Villa Orellana y Miraflores- fueron cedidos, entre los años 1692 y 1753, por una suma promedio de 22.000 pesos. En otras ocasiones, sin embargo, el ennoblecimiento de los colonizadores se justificó con los méritos y servicios distinguidos y con la prosapia ilustre.
Cierto es que los hábitos de las órdenes caballerescas y sobre todo los títulos de nobleza constituían los símbolos más importantes de prestigio social, pues conllevaban funciones representativas eminentes en las ceremonias civiles y religiosas; pero al final del coloniaje había algunas familias nobles empobrecidas, a las cuales superaban en riqueza algunos linajes de mercaderes. Sostiene Büschges que el fundamento esencial para ingresar en dicho círculo de honor era la reputación, un concepto más bien informal, que resultaba de la intermediación entre aspira-
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ciones personales y aceptación grupal ( p. 238). La "nobleza" quiteña era pues un grupo social de carác ter dinámico, móvil, que permitía el ascenso e incorporaci ón de nuevos miembros , especialmente si cumplían con los requisitos de fortuna, desempeño de oficios importantes y desarrollo de un modo de vida lujoso.
El in vestigador alemán en el segundo capítulo de su libro toca la relación de la ·'nobleza" quiteña con las categorías étni cas vigentes en la época colonial, así como la dimensión jurídica del estatus nobiliario y sus mercedes , privilegios y obligaciones: también se fija en los antepasados de la gente noble en la Penínsul a ibérica y entre las filas de los conquistadores y primeros colonizadores. Examina los oficios más importantes de la burocracia, clerecía y milicia y la relación peculiar entre los conceptos de "sangre" y "virtud". Además, observa el apego a las normas de honra y honor, el papel del estamento nobiliario en las representaciones públicas y sus múltiples actividades económicas . Junto a los aristócratas con títulos de Castilla. repara en los "caballeros de hábito", perteneciente s a las órdenes de Santiago , Calatrava, Carlos III e Isabel la Católica.
El tercer capítulo contiene una investigación hi stórico-empírica sobre la vida soc ial de la "nobleza" quiteña, limitada a las familias poseedoras de título. Once residentes en la audiencia de Quito obtuvieron esta suprema distinción , la mayoría de las veces durante el siglo XVIII. A ese grupo aristocrático pertenecían las familias Carcelén , Flores, Guerrero, Jijón , Lago de Bahamonde, Larrea, Maldonado, Matheu, Montúfar, Ponce de León , Quiñones, Rocha, Sánchez de Orellana y Villavicencio (varias de ellas estudiadas por Gangotena y Jijón en la primera mitad de nuestro siglo , y más recientemente por Jurado Noboa). Con respecto a dichos linajes, Büschges investiga su presencia en cargos de la audiencia, corregimientos y cabildos; su intervención en la jerarquía eclesiástica y las órdenes religiosas; sus rangos en la milicia, la vida universitaria y los gremios profesionales. Tambi én analiza sus propiedades de bienes inmuebles, ya sean haciendas o casas, la constitución de sus mayorazgos, sus negocios de manufactura textil y su política matrimonial (con detalladas informaciones, tabl as y diagramas) .
En líneas generales, la incorporación de nuevos elementos a la "nobleza'' quiteña durante el siglo XVIII sirvió al mantenimiento de la jerarquía social preexistente. y con ello a la
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conservación de las familias antiguas en el estrato superio r de la vida urbana. Al mismo tiempo, se mantuvo vigente la mentalidad de tipo aristocrático, basada en criterios de exclusivismo y distanciamiento social. No hallaron prácticamente lugar para formarse nuevas capas burguesas , con identidad propi a, surgidas de la eventual consolidación de actividades mercantiles ; fenómeno que se explicaría en gran medida por la estructura económica de la región de Quito y la crisis de su producción durante la época investigada. En medio de tal ambiente, no hubo margen para el ascenso impresionante de ningún hombre de negocios, ni para el desarrollo de las virtudes empresariales en general.
A modo de conclusión , escribe Christian Büschges : «La ubicación social y la mentalidad de la nobleza quiteña al final del período colonial estaban todavía marcadas por caracteres tradicionales , correspondientes al modelo de la sociedad estamental , sobre todo en lo que se refiere a la importanci a central del prestigio y de la pertenencia familiar. Por el contrario, en Quito estaban los factores del éxito económico y del rendimiento -que enaltecen el rol del individuo particular-[ ... ] relativamente poco desarrollados y poseían un valor subalterno» (p. 241 ; la traducción es mía). Hasta donde ha sido investigado. parece distinto el caso de otras sociedades urbanas tardocoloniales, como Buenos Aires y Guayaquil (cf. Socolow y Hamerly, respectivamente), donde existió una economía mercantil más dinámica y tuvo lugar una acentuada imposición de la mentalidad burguesa. ¿Se hallará acaso la explicación en factores como la jerarquía dentro del aparato burocrático, la antigüedad en la empresa de colonización, la vinculación a la renta agraria, el prestigio de las ocupaciones precolombinas, u otros?
Teodoro Hampe Martí11ez
GALSTER, Ingrid. Aguirre oder Die Willkür der Nachwelt. Die Rebellion des baskischen Konquistadors Lope de Aguirre in Historiographie und Geschichtsfiktion (1561-1992). Frankfurt am Main: Vervuert, 1996. IX , 927 p. ISBN 3-89354-075-X.
Recordemos ante todo los hechos: en 1561 el conquistador vasco Lope de Aguirre escri-
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Reseñas
be una vigorosa carta a Felipe 11, por entonces el soberano más poderoso de la Tierra, donde tutea al rey y lo acusa de crueldad e ingratitud frente a los servicios que Lope ha prestado a la Corona. Mientras los verdaderos conquistadores del Nuevo Mundo quedaran sin recompensa. decía, no tendría el rey derecho a obtener ningún beneficio de los pueblos americanos, ya que nada había arriesgado en la empresa de colonización . Aguirre terminaba desvinculándose de España y declarando la guerra a su monarca. Acogiéndose a las medidas de amnistía implantadas por la Corona, sin embargo, los seguidores de Aguirre decidieron abandonar su estandarte en el pueblo de Barquisimeto (Venezuela) , y enseguida fusilaron, degollaron y descuartizaron al "traidor".
Buscar las causas del enfoque tan frecuente que ha merecido la rebelión de Lope de Aguirre y su hueste en los últimos lustros, justifica plenamente el desarrollo de la presente investigación. Se trata de la tesis para habilitación en la docencia (o segundo doctorado) que la profesora Ingrid Galster, estudiosa de las lenguas y literaturas románicas, presentó en 1993 a la Universidad Católica de Eichstatt, en Baviera. En el grueso volumen se procura responder, entre otras. las siguientes preguntas : ¿qué es lo que predestina a una figura como Aguirre para tal diversidad de interpretaciones?, ¿a qué necesidades históricas responden las visiones de los autores y los grupos que ellos representan?. ¿cómo influye la tradición de los géneros literarios en la respectiva presentación del tema? , ¿cómo se utiliza o instrumentaliza el pasado, a través de la historiografía y la ficción, para los fines del presente?
La autora ha tratado de reunir todos los textos sobre la rebelión de los llamados ''Marañones" acerca de los cuales poseía noticia, consultando para ello gran cantidad de bibliotecas y centros de documentación en Europa y América. A diferencia de las investigaciones producidas hasta la actualidad, Galster incluye en su corpus de análisis también a los textos que se autodefinen como historiográficos, en lugar de confinarlos a las notas de pie de página en calidad de garantes de la "verdad histórica". Lo hace así siguiendo, por cierto, las criterios en boga sobre la indistinguibilidad de los discursos pragmáticos y de ficción ; bajo el entendimiento de que ninguna (re)escritura de la historia es objetiva o neutral , sino está condicionada personal e ideológicamente. De lo que se trata en la
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presente obra es, justamente, de determinar tales factores condicionantes.
La expedición a Omagua de Pedro de Ursúa y la rebelión de Lope de Aguirre son dos acontecimientos conexos de los cuales la posteridad se ha ocupado intensamente. En los relatos de los testigos presenciales -Francisco Vázquez es el más conocido- se basan amplias relaciones de cronistas e historiógrafos de la época colonial, desde el propio siglo XVI. La Recopilación historial del franciscano Pedro de Aguado, las Elegías de varones ilustres de Indias de Juan de Castellanos , la lomada del río Maraiión de Toribio de Ortiguera y El Mara,ión de Diego de Aguilar y Córdoba, en concreto, brindaron el fundamento para tratar aquellos episodios en las historias nacionales surgidas después de la Independencia. Por lo que se refiere al Perú, país de donde salió la expedición de los "Marañones", la autora destaca la presencia de Aguirre en la compendiosa Historia del Perú bajo la dinas1ía auslriaca de Sebastián Lorente (1863) y en el Diccionario hi.Hórico-biográfico del general Manuel de Mendiburu ( 1874); asimismo, enfoca la silueta trazada por Ricardo Palma, ''Lope de Aguirre el traidor", que vio originalmente la luz en el Correo del Perú en 1873. En la Península ibérica, el personaje fue relanzado por escritores de la ·"generación del 98", como Pío Baroja, Ciro Bayo y Miguel de Unamuno.
A partir de los años 1930, o poco después , la rebelión aguirreana empezó a ser tratada no sólo por historiadores y ensayistas, sino también por poetas, cuentistas, novelistas y psiquiatras. En la parte correspondiente, Galster recoge el estudio histórico-psicológico de los peruanos Juan B. Lastres y Carlos Alberto Seguín ( 1942), la biografía de Rosa Arciniega, chilena radicada en nuestro país ( 1946), y el enfoque marxista del antropólogo Emilio Choy que promueve al conquistador a la categoría de abanderado de la resistencia autóctona ( 1958). Más aún, la investigadora germana asume la tarea de rastrear la imagen de Lope de Aguirre a través de los manuales escolares de historia del Perú, hasta llegar a uno redactado por Pablo Macera unos cuantos años atrás.
Posteriormente tuvo lugar el salto de Aguirre hacia el campo intercontinental , vale decir, más allá de los países involucrados en su aventura rebelde. Con la película realizada por el alemán Werner Herzog, Aguirre, la cólera de Dios ( 1972), gran parte de la audiencia europea comenzó a interesarse por el trasfondo de la con-
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quista española de América. Ese filme contribuyó al surgimiento de otras producciones, como tiras cómicas, novelas de ambientación histórica, y rcedicioncs y traducciones de las viejas crónicas , por no hablar de la propia filmación de Carlos Saura, el director español , bajo el título El Dorado ( 1988). Desde entonces los trabajos de la crítica especializada sobre Lope de Aguirre han experimentado un crecimiento vertiginoso.
En unas páginas densas, cargadas de reflexión, lngrid Galster analiza al final de su libro el desarrollo de la imagen del personaje, sin tomar partido por la figura del héroe o del malhechor. Más bien , le interesa poner en relieve las complejidades de la reconstrucción histórica: ésta depende siempre de la posición individual del "historiógrafo" -en el sentido más amplio de la palabra-~ y está signada, en consecuencia, por una inevitable (y a veces inconsciente) arbitrariedad (p. 830). No es extraño el caso de autores que por cuestiones oportunistas ocultan una parte de la realidad, en tanto que no corresponde a su línea estratégica.
A lo largo de la historia ha ido cambiando la imagen d; Aguirre, pero las diversas interpretaciones del pasado pueden también encontrarse reunidas en la actualidad. Todavía hoy es un lugar común tildarlo de loco e insistir en la demonización adoptada por los cronistas tempranos, así como (por el contrario) elevarlo al rango de precursor de la emancipación latinoamericana. La autora procura demostrar, sin embargo, que no todas las concepciones endilgadas por la posteridad tuvieron cabida en el personaje real. Opina Galster que no siempre se ha tenido en cuenta el complejo contrapunto de dominado y dominador que latía en el conquistador vasco; se ha omitido el asunto de la distribución de los bienes americanos -incluyendo mano de obra nativa- que estaba detrás de la rebelión de Lope. Al "tercermundismo" de nuestros días debería parecerle monstruosa la defensa de un soldado que procuraba aprovecharse de los indios como presa de guerra, añade (p. 832).
Hoy en día la figura de Lope de Aguirre no cosecha mayores simpatías ideológicas. En todo caso, el episodio de su rebelión sirve para reconstrucciones fictivas de la conquista y la historia colonial latinoamericana, cuyos actores aparecen como caricaturas, desprovistos de toda verosimilitud. Respecto a las piezas que reclaman una mayor correspondencia con la "verdad
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histórica", empero, es cierto que desde el establecimiento de la historiografía como disciplina científica (en el siglo XIX), tienden a reducirse los procedimientos ficcionales y retóricos. En la obra de los historiadores la presentación de los hechos toma una forma más unívoca y ganan en consistencia los elementos analíticos y argumentativos. Los historiadores modernos no llegan hasta la (ilusoria) objetividad, pero se esfuerzan por limitar la arbitrariedad de los factores subjetivos. ¡ Una observación profunda amanera de conclusión'
La detallada bibliografía de más de 1.000 títulos, perfectamente ordenados según su utilización en la obra, refleja la minucia del trabajo de investigación emprendido por la profesora lngrid Galster. Fomentar la publicación de esta magna contribución en lengua castellana -la misma que utilizó Lope de Aguirre en su famosa carta al rey- es un deber verdaderamente ineludible. Así tendrán los estudiosos y teóricos de la cultura en América Latina un ejemplo bri-1 lante de los frutos que produce hoy la Rezeptions-geschichte (historia de la recepción) en el mundo académico de habla alemana.
Teodoro Rampe Martí11ez
NOEJOVICH CHERNOFF, Héctor. Los Albores de la Economía Americana. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, Lima, 1996. 582 pp.
Este libro es el resultado de varios años de investigación y reflexión que condujeron a Héctor Noejovich a obtener el grado de doc;.tor en ciencias sociales en la École des Hautes Etudes (París - Francia).
De manera novedosa, el libro pretende abordar los aspectos económicos precolombinos más relevantes, como demografía, tributo, producto, flujo de bienes y servicios, administración indígena, etc. Para lograr este cometido, el autor hace una cuidadosa selección que intenta excluir toda visión europea, todo criterio occidental. Tras este escrutinio, extrae, de la documentación proveniente de las primeras décadas de la colonia, datos que cuantifica y ordena y que constituirán la base para la elaboración de nuevos modelos y
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Reseñas
mecanismos que expliquen los orígenes económicos de América.
Cabe recalcar que Noejovich, consciente de que los obstáculos principales para este tipo de investigación son la heterogeneidad de las fuentes y el bajo grado de confiabilidad que presentan, ha realizado una cuidadosa manipulación de estas fuentes con el objetivo de llegar, en la medida de lo posible, a las conclusiones más coherentes. En consecuencia no confió todo su trabajo a los métodos estadísticos y matemáticos sino que adoptó un enfoque multidisciplinario que aprovecha el aporte de otras disciplinas como la etnohistoria, la antropología y la arqueología.
Con el afán de integrar su obra, el autor, a lo largo de su exposición, somete la economía andina y la mesoamericana a una constante comparación cuya pertinencia no queda del todo clara al principio en tanto que ambos espacios tienen un desarrollo cultural y económico en autarquía. Además, sus propias diferencias geográficas predisponen distintas estructuras en la administración de los recursos. A los andinos. por la gran variedad climática y la difícil configuración de su territorio, les resultó más costoso mantener el control ecológico que a los mesoamericanos. Ello redundó en un mayor cuidado por aprovechar las ventajas comparativas de las distintas regiones mediante la redistribución y la reciprocidad en todos los niveles posibles. Tomando en cuenta lo anterior, tal comparación entre las economías precolombinas se convierte en un mero ejercicio de curiosidad académica, como si lo hiciéramos entre la economía andina y la europea antes del arribo español. Sin embargo, si asumimos que la comparación tenía el propósito de dilucidar aspectos relacionados con la política española durante el proceso de conquista de ambas regiones, podemos afirmar que adquiere plena justificación.
Finalmente, Noejovich llega a conclusiones importantes en su obra. Es importante señalar aquí que algunas enriquecen el debate y la discusión. Así, por ejemplo, en la página 457, para explicar la fuerza política y la expansión del estado inca, privilegia el factor parentesco en detrimento de los factores materiales. Si bien sabemos que el parentesco está en la base de la configuración social de estas sociedades americanas , los factores materiales también pueden explicar satisfactoriamente la expansión sin que se pueda priorizar un aspecto sobre otro, sino
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que más bien la intersección de ambos ofrece una lectura más rica de dicha realidad. Consi deremos que la variedad geográfica y climática, al menos más clara para los Andes, significó que las ventajas comparativas se hicieran más perceptibles. Para aprovecharlas, por ejemplo, los incas se vieron en la necesidad de incorporar a su sistema redistributivo y de reciprocidad la mayor cantidad de áreas posibles, todo esto para que la población goce de una mayor gama de recursos (por ejemplo, el logro de una adecuada dieta alimenticia). En realidad, la fuerza política del estado inca se conservó mediante la incorporación de nuevas regiones que redujeron los márgenes de error en el abastecimiento de alimentos por fluctuaciones climáticas (sequías).
El lncario mostró así, una organización integrada y capaz de cubrir escaseces temporales ante eventualidades de diverso tipo, así como de satisfacer adecuadamente las necesidades de ciertos sectores en apremios.
Afirma además (430 y 452) que el equilibrio social es buscado a través de mecanismos de nivelación en lugar de la maximización de la utilidad . Pensamos más bien, que la maximización de la utilidad fue de carácter social y que fue perseguida por medio del desarrollo de nuevas técnicas, como la de los andenes (terrazas), claro indicio de que se buscaba obtener mejores resultados (siempre mediante el trabajo colectivo). Esta búsqueda de la maximización de los resultados hacía más viable la nivelación a la que alude el autor.
Esperamos que este libro de Héctor Noejovich sea la puerta para nuevos estudios que ayuden a entender mejor la realidad peruana. Teniendo en cuenta investigaciones como ésta, las próximas políticas económicas que se implementen en nuestra realidad deben considerar que tenemos una economía dual en la que confluyen criterios occidentales que se superponen a una población indígena que piensa y trabaja en función a flujos y no a stock de capital. No deben repetirse, por lo tanto, políticas erróneas como la Reforma Agraria de Yelasco que se centró en la repartición de tierras ( stock), al estilo occidental y no consideró la mentalidad ancestral indígena basada en los flujos.
A/do Femando Po11ce Ugolini
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MARCOY , Pa ul. Voyage de l'Océan Atlantique a 1 '0céan Pacifique, a travers l' Amérique du Sud (Quellen zur Geschichte Amazoniens, tomo 3). ed. de Bernd Schmelz, Holos Yerl ag , Bonn , 1994, 697 p.
Como es sa bido , Pa ul Marcov es e l pseudónimo de un viajero francés cuyo nombre es La ure nt Saint-Cricq . T a mbién usó e l pseudónimo ele Paul de Carmoy. Integ ró la expedición francesa ele Castelneau para in ves ti gar las tierras de América del Sur que duró ele 1843 a 1847. Son parti cularmente importantes los elatos recogidos sobre la Amazonía, que forman parte de estas páginas editadas por primera vez en Le tour r/11111.mzde, tome 6- 16, en París, entre 1862 y 1867 . y ahora nuevamente publicadas, con una breve nota bio-bibliográfi ca de Berncl Schmelz. Otra edición , la ele 1869, se publicó en dos tomos bajo e l títul o ele Vovage á travers / 'Amériq11e c/11 S11d de / 'Océan Paci/h¡11e á /'Océa11 A1/a111ique. Las ediciones en inglés y castell ano permiti eron que la obra ele Marcoy se volviera muy popular y difundi era en Europa un gran número de conocimientos sobre es tas misteriosas tierras. Muchas ele sus observaciones tienen un carácter primigenio.
El libro ele Marcoy está escrito en un es tilo muy de moda a mediados del siglo XIX. Acompañan el texto muchos dibujos que ilu stran los momentos del viaje y dan cuenta del paisaje y costumbres de las gentes y del viaJero. De un a gran riqueza y gran novedad para la época son los mapas de estas regiones inhóspitas. Lo son también los di seños de especies botánicas y de la fauna. De tocio hay en es tas páginas porque la idea de expedición era preci samente la de describir y ejemplificar gráficamente el resultado de l viaje. No causará extrañeza, que esas pági nas sean aún consultadas por los investigadores, porque en ellas se encuentran numerosos datos y re feren cias que el tiempo borró o que confirmó.
Dada la dificultad para consultar estas páginas, la presente edición de Holas Yerlag es un aporte importante a la difusión de los conocimientos amazóni cos y sudamericanos. La breve pero erudita introducción de Schmelz abre la puerta a nuevas inves ti gaciones.
He11rique Urbano
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RÓSING , lna. La mesa blanca callawaya, Libro 1: Una introducción (Estudios callawayas-3) , Los Amigos de l Libro, La Paz, 1992, 292 p.; Libro 2: Variaciones locales y curación del susto (Estudios callawayas-4) , Los Amigos del Libro, La Paz, 1993, 260 p. : Libro 3: Contribución al análisis: Observaciones intraculturales y transculturales (Estudios callawayas-5), Los Amigos de l Libro, La Paz, 1995, 330 p.; El rayo. Amenaza y vocación. Creencia y ritual en los Andes bolivianos, U l mer Ku I turanth ropologische Schriften, 1996, 251 p.
Si hay alguien que haya estudiado con tenacidad y constancia los callawayas, Rósing es esa persona. Luego de una larga permanencia en tierra call awaya, la etnóloga alemana se dedicó a publicar sus notas de campo. De todo ello resultó una literatura etnográfica de primera mano, muy ri ca y vari ada. La autora se ciñe al dato folclórico sin descuidar el análisis de los rituales. Con los curanderos callawayas vivió las experiencias de curación. Las pa labras que las acompañan han sido grabadas y transcritas.
En el primer libro, e l de la introducción , la autora expone sus puntos de vista y la manera cómo enfocó sus trabajos de campo. Se ha hecho di scípula de los maestros curanderos para conocer desde adentro la "curación blanca". La mesa blanca "da un rumbo favorable a todo: es para la salud y e l bienestar, para la casa, para las chacras y el ganado, para los viajes , para la tienda y el camión. para mi hijo que está en el cuartel , para todo" (p. 75 ).
El cuerpo del primer libro está consagrado a la curación blanca de doña Rosenda efectuada por tres curanderos. La "enferma" es de edad. Repasando los más mínimos gestos y palabras rituales, el lector sigue paso a paso, las oraciones y los ingredientes empleados por los curanderos en las "mesas" : hojas de coca, fetos , vino. Y las invocaciones tradicionales de los Andes, los cerros , la Pachamama, los ancestros, los santos.
El libro segundo estudia la curación del susto. El susto es una "enfermedad" cuya difusión en los Andes está bien documentada con numerosos estudios etnográficos y folclóricos. Rósing la analiza a través de la "triple curación del peón Satuco". Siguiendo los mi smos principios etnográficos expuestos en el primer libro, la autora va transcribiendo la palabra de los actores y describiendo los gestos que el curandero empica
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Reseñas
para liberar al peón de su susto. Un cuadro sinóptico explica el contenido de la "gloria mesa", los tiempos del ritual. la mesa para la Pachamama, el fuego y los doce platos (pp. 52-54; 67-69; 98-100). Otros cuadros sinópticos resumen el cuadro ritual en que se desarrollan las ceremonias y los actos de curación.
El libro tercero tiene como tema; "observaciones intraculturales y transculturales". Rosing determina lo que constituye lo esencial de una curación blanca, lo que la distingue de otras curaciones, entre otras la curación negra, y lo que es secundario. Hay elementos invari ables y variables (p. 98 y ss.) . Son seis las fases esenciales del rito: salutaciones, preparación y bendiciones de la mesa, aplicación de los platos al enfermo, descanso, purificación y quema de la ofrenda. Las oraciones son parte importante en el ritual. Además de transcribir muchas, la autora analiza el conjunto a fin de determinar sus elementos constitutivos. Una sinopsis establece los rasgos esenciales (p. 116).
En las últimas páginas del tercer libro, la autora trata de dar una visión global de la práctica callawaya comparándola con la cultura occidental. Con ello busca comprender lo que es una "curación simbólica": "los símbolos parecen tener un alto potencial curativo ... " (p. 253). No lo dudamos y Rosing da pruebas más que suficientes de ello.
El último libro, El rayo. Amenaza y vocación. Creencia _,. ritual en los Andes bolivianos,
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está consagrado al rayo que representa en los Andes un sinnúmero de dimensiones simbólicas, y entre ellas, muchas que se relacionan con curanderos y actividades rituales (p. 49 y ss.). Como es sabido, el rayo garantiza al curandero la vocación. Pero también es señal de eficiencia simbólica cuando se trata de curar a alguien que ha sido tocado por el rayo.
Rosing procede en este libro como lo había hecho en los anteriores : muchas transcripciones literales de oraciones, descripción minuciosa de los rituales y elementos explicativos para comprenderlos. La parte tercera (p. 153 y ss.) está consagrada a la vocación del curandero: ''El que ha sido tocado por el rayo, se va a convertir en adivino de las hojas de coca, en ritualista, en curandero. El rayo entrega al hombre la señal para realizar estas tareas. Uno es elegido" (p. 157).
No cabe la menor duda de que los trabajos de lna Rosing son una importante contribución a la etnografía del ritual callawaya y en general, a la comprensión del mundo ritual andino. Con los de Fernández Juárez, Van Den Berg, Van Kessel y los pioneros de Oblitas Poblete la medicina folclórica y ritual boliviana queda bien documentada. El cuidado que la autora pone en transcribir las palabras de los actores y describir los gestos rituales transforman estos libros en una fuente donde el lector puede encontrar con toda confianza el dato seguro y correcto .
Henrique Urbano
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