Pop art, equipo cronica..un pop incomodo

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18 Culturas La Vanguardia Miércoles, 2 junio 2004 EXPUESTO MERCÈ IBARZ Fueron en Valencia y en Barcelona casi tan famosos como los Beatles. Eran los pintores pop. Se llamaban Equipo Cróni- ca, un nombre colectivo para una pintu- ra histórica, crítica y joven, que llegó a ser conocida y bien apreciada entre los modernos de los 60 y 70. No sólo en Espa- ña, también en Italia y en Francia. Pin- tura como la norteamericana pero mu- cho más política. Arte de acción que, en sus inicios, podía ser un dibujo para una octavilla y una manifestación. Sus imágenes partían de la capacidad del es- pectador para leer entre líneas y recono- cer los iconos colectivos –del museo y de la subcultura–, así como los gags políti- cos y las consignas antifranquistas. Na- cidos hace 40 años, en 1964, los Crónica desaparecieron en 1981 al morir uno de sus pintores, Rafael Solbes. El humor les evitaba las iras de la censura gubernamental y su “reescritu- ra” de la pintura clásica y de la moderni- dad les permitía dialogar con el especta- dor con desparpajo: “Cuatro hombres, tres mujeres y tres nenes hacen una fa- milia. 1969. Pintura sobre cartón pie- dra”, reza una obra de los Crónica, a par- tir de la “Familia de Carlos IV” de Goya. El director de cine y coleccionista Billy Wilder tenía cuadros suyos, que había comprado en Alemania. A pesar de sus pocos años de existencia, hoy y mañana aparece obra de los Crónica en subastas en América del norte y del sur. Coloristas y fragmentados, bien in- formados sobre las tendencias interna- cionales, los cuadros Crónica son una es- pecie de palimpsesto que rescribe tanto la historia de las vanguardias como ins- cribe la cultura de masas: el cine, la prensa, la publicidad. Solían trabajar por series, que tenían títulos como “Poli- cía y cultura”, “Serie negra” o “La sub- versión de los signos”. Las series del Equipo Realidad, sus coetáneos en Va- lencia, se titulaban “Hogar dulce ho- gar”, “Cuadros de historia” o “Hazañas bélicas”. Los dos equipos habían com- partido orígenes, en los movimientos Es- tampa Popular y Crónica de la Realidad. Rafael Solbes, José Antonio Toledo (que estuvo sólo un año) y Manolo Val- dés crearon Crónica bajo el tutelaje del crítico e historiador Tomàs Llorens, de quien se llegó a decir que era, cuando ya Toledo había dejado el grupo, el tercer miembro del equipo. La voluntad docu- mental de los Realidad (Joan Cardells y Jorge Ballester) les hizo disolverse en 1976, tras diez años. Mientras que Cróni- ca, resonantes en Barcelona, París y Mi- lán, se propuso continuar a pesar del hi- to de la muerte del general Franco, de las tensiones que el futuro de su obra y del arte despertaban entre la crítica, y cuando amanecían pintores más jóve- nes en Barcelona y en Madrid: Broto, García Sevilla, Barceló, Gordillo… El pop había sido un indicador del nuevo Occidente rico y, en España, un signo del desarrollo franquista que en materia cultural y de costumbres había empezado a cambiar de raíz en los 60, co- mo vio Buñuel al volver de México a rea- lizar en 1962 “Viridiana”, que termina con un rock. Como el cómic, la moda o el diseño, las manifestaciones o la psicode- lia, los coches y la maquinaria agrícola, como la música pop, las imágenes del Equipo Crónica eran estrellas. La palabra “pop” se extendía por las nuevas revistas, la radio y la incipiente televisión. En Catalunya otros pintores se sumaban, como Mensa, Artigau o Guinovart, que también lo fueron. No hacía falta ser abstracto o informalista para ser moderno. Surgían también los conceptuales, los chicos y las chicas del vídeo y de la contrainformación. No ha- bía museos, ni las exposiciones de aho- ra. El arte se veía en revistas, y en eso los pop funcionan muy bien. La Trinca, trío musical muy solicitado en fiestas mayores rurales, compusieron un título a ritmo de sardana: “Tots som pop”. Nada podía hacer prever entonces que el futuro del pop español sería bre- ve, tan ligado al final franquista. Ni que su exilio duraría. A pesar incluso de la revisión del arte de los 60 y 70 general en Estados Unidos y en Europa, donde las exposiciones de los pop anglosajones se suceden. Ya todos sabemos quién es Warhol, o al menos creemos saberlo. Este año es pop. Rosenquist está en el Guggenheim bilbaíno hasta octubre y Lichtenstein llega a finales de este mes al Reina Sofía tras pasar por Londres. En otoño, el Museo Esteban Vicente, en Segovia, mostrará el pop internacional y algo se verá de Crónica. Equipo Reali- dad ha sido rescatado en Pamplona por Javier Lacruz. Pero casi nunca se ve al pop hispano en exposiciones temáticas o históricas. A pesar de que la cita pos- moderna –que tan bien usaban los Cró- nica– está por todas partes. En los museos aparecidos en estos ya casi treinta años de democracia, no es- tán con sus mejores obras y en algunos casos, como los Realidad, no están. De los Crónica hay obra en el IVAM, en el Reina Sofía, en el Macba como do- nación de la Caixa y en el museo contem- poráneo de Málaga. No hay en cambio monografías críticas al día (sólo una de 1971), sus catálogos están agotados, sus imágenes no se pueden consultar fácil- mente. Existe ya un catálogo razonado de su pintura pero no es fácil de encon- trar, ni en bibliotecas ni en librerías. Ca- si ninguno de los expertos consultados en este reportaje lo conoce. Crónica conoció la fama sobre todo cuando la galería Maeght abrió su filial barcelonesa y, recuerda Valdés, contri- buyó decididamente con ellos a hacer de Barcelona la capital de las galerías espa- ñolas: “Crónica está ligado a todo eso”. Un momento muy distinto al de la enfe- brecida evolución del mercado del arte, que empezaría justo cuando los Crónica desaparecieron. Solbes murió inesperadamente en 1981. Un año histórico. La transición em- pezaba a asentar posiciones. Una retros- pectiva se intentó en 1982. Necesitó siete años tras la victoria socialista. “El proce- so de la transición”, recuerda Tomàs Llorens, fundador y primer director del IVAM y del Reina Sofía, hoy del Thys- sen, “se sostuvo gracias a un pacto de eli- minación de tensiones que borró el anti- franquismo, en particular el de los 70. En literatura lo sufrieron los realistas y en plástica el Grup de Treball y Crónica sobre todo, por más conocido. Además no eran simplistas, aunque les acusaran de ello cierta crítica marxista. Tampoco eso les ha favorecido”. El año de la re- trospectiva, 1989, también fue decisivo en lo político. El Muro de Berlín caía. Según Llorens, advirtieron pronto, y no tras Franco, que no podían ser inge- nuos. En 1973, con “El panfleto” empeza- ron a reflexionar sobre la dimensión po- lítica de la historia de la pintura. Coinci- dieron en la Bienal de Pintura Joven de París con Polke y Richter. “Todo era mo- EXPUESTO Bajo el título de “Ciudades. Pasajes. Casas del alma”, la galería madrileña Almirante (Tel. 91–532–74–74) muestra las obras de Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas, pinturas que conforman retablos llenos de simbolismo. Arriba, “Nuevo mundo”, de Brigitte Szenczi. Hasta el 10 de junio Reportaje Hace 40 años nacía en Valencia Equipo Crónica. Su trayectoria fue corta y su impacto intenso. Mercè Ibarz reconstruye con variados testimonios sus éxitos y analiza su extraño olvido tras la transición Equipo Crónica, el pop incómodo 02 01 Szenczi y Mañas Equipo Crónica Sus cuadros y objetos obtuvieron amplia difusión en los años 60 y 70. Pero actualmente su obra casi no se expone, aunque sube y sube de precio Desaparecieron en 1981 al morir Rafael Solbes. El superviviente, Manolo Valdés, es hoy un cotizado artista

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MERCÈ IBARZFueron en Valencia y en Barcelona casitan famosos como los Beatles. Eran lospintores pop. Se llamaban Equipo Cróni-ca, un nombre colectivo para una pintu-ra histórica, crítica y joven, que llegó aser conocida y bien apreciada entre losmodernos de los 60 y 70. No sólo en Espa-ña, también en Italia y en Francia. Pin-tura como la norteamericana pero mu-cho más política. Arte de acción que, ensus inicios, podía ser un dibujo para

una octavilla y una manifestación. Susimágenes partían de la capacidad del es-pectador para leer entre líneas y recono-cer los iconos colectivos –del museo y dela subcultura–, así como los gags políti-cos y las consignas antifranquistas. Na-cidos hace 40 años, en 1964, los Crónicadesaparecieron en 1981 al morir uno desus pintores, Rafael Solbes.

El humor les evitaba las iras de lacensura gubernamental y su “reescritu-ra” de la pintura clásica y de la moderni-dad les permitía dialogar con el especta-dor con desparpajo: “Cuatro hombres,tres mujeres y tres nenes hacen una fa-milia. 1969. Pintura sobre cartón pie-dra”, reza una obra de los Crónica, a par-tir de la “Familia de Carlos IV” de Goya.El director de cine y coleccionista BillyWilder tenía cuadros suyos, que habíacomprado en Alemania. A pesar de suspocos años de existencia, hoy y mañanaaparece obra de los Crónica en subastasen América del norte y del sur.

Coloristas y fragmentados, bien in-formados sobre las tendencias interna-

cionales, los cuadros Crónica son una es-pecie de palimpsesto que rescribe tantola historia de las vanguardias como ins-cribe la cultura de masas: el cine, laprensa, la publicidad. Solían trabajarpor series, que tenían títulos como “Poli-cía y cultura”, “Serie negra” o “La sub-versión de los signos”. Las series delEquipo Realidad, sus coetáneos en Va-lencia, se titulaban “Hogar dulce ho-gar”, “Cuadros de historia” o “Hazañasbélicas”. Los dos equipos habían com-partido orígenes, en los movimientos Es-tampa Popular y Crónica de la Realidad.

Rafael Solbes, José Antonio Toledo(que estuvo sólo un año) y Manolo Val-dés crearon Crónica bajo el tutelaje delcrítico e historiador Tomàs Llorens, dequien se llegó a decir que era, cuando yaToledo había dejado el grupo, el tercermiembro del equipo. La voluntad docu-mental de los Realidad (Joan Cardells yJorge Ballester) les hizo disolverse en1976, tras diez años. Mientras que Cróni-ca, resonantes en Barcelona, París y Mi-lán, se propuso continuar a pesar del hi-to de la muerte del general Franco, delas tensiones que el futuro de su obra ydel arte despertaban entre la crítica, ycuando amanecían pintores más jóve-nes en Barcelona y en Madrid: Broto,García Sevilla, Barceló, Gordillo…

El pop había sido un indicador delnuevo Occidente rico y, en España, unsigno del desarrollo franquista que enmateria cultural y de costumbres habíaempezado a cambiar de raíz en los 60, co-mo vio Buñuel al volver de México a rea-lizar en 1962 “Viridiana”, que terminacon un rock. Como el cómic, la moda o eldiseño, las manifestaciones o la psicode-lia, los coches y la maquinaria agrícola,como la música pop, las imágenes delEquipo Crónica eran estrellas.

La palabra “pop” se extendía por lasnuevas revistas, la radio y la incipientetelevisión. En Catalunya otros pintoresse sumaban, como Mensa, Artigau oGuinovart, que también lo fueron. Nohacía falta ser abstracto o informalistapara ser moderno. Surgían también losconceptuales, los chicos y las chicas delvídeo y de la contrainformación. No ha-bía museos, ni las exposiciones de aho-ra. El arte se veía en revistas, y en esolos pop funcionan muy bien. La Trinca,trío musical muy solicitado en fiestasmayores rurales, compusieron un títuloa ritmo de sardana: “Tots som pop”.

Nada podía hacer prever entoncesque el futuro del pop español sería bre-ve, tan ligado al final franquista. Ni quesu exilio duraría. A pesar incluso de larevisión del arte de los 60 y 70 general enEstados Unidos y en Europa, donde lasexposiciones de los pop anglosajones sesuceden. Ya todos sabemos quién esWarhol, o al menos creemos saberlo.

Este año es pop. Rosenquist está en elGuggenheim bilbaíno hasta octubre yLichtenstein llega a finales de este mes

al Reina Sofía tras pasar por Londres.En otoño, el Museo Esteban Vicente, enSegovia, mostrará el pop internacionaly algo se verá de Crónica. Equipo Reali-dad ha sido rescatado en Pamplona porJavier Lacruz. Pero casi nunca se ve alpop hispano en exposiciones temáticaso históricas. A pesar de que la cita pos-moderna –que tan bien usaban los Cró-nica– está por todas partes.

En los museos aparecidos en estos yacasi treinta años de democracia, no es-tán con sus mejores obras y en algunoscasos, como los Realidad, no están.

De los Crónica hay obra en el IVAM,en el Reina Sofía, en el Macba como do-nación de la Caixa y en el museo contem-poráneo de Málaga. No hay en cambiomonografías críticas al día (sólo una de1971), sus catálogos están agotados, susimágenes no se pueden consultar fácil-mente. Existe ya un catálogo razonadode su pintura pero no es fácil de encon-trar, ni en bibliotecas ni en librerías. Ca-si ninguno de los expertos consultadosen este reportaje lo conoce.

Crónica conoció la fama sobre todocuando la galería Maeght abrió su filialbarcelonesa y, recuerda Valdés, contri-buyó decididamente con ellos a hacer deBarcelona la capital de las galerías espa-ñolas: “Crónica está ligado a todo eso”.Un momento muy distinto al de la enfe-brecida evolución del mercado del arte,que empezaría justo cuando los Crónicadesaparecieron.

Solbes murió inesperadamente en1981. Un año histórico. La transición em-pezaba a asentar posiciones. Una retros-pectiva se intentó en 1982. Necesitó sieteaños tras la victoria socialista. “El proce-so de la transición”, recuerda TomàsLlorens, fundador y primer director delIVAM y del Reina Sofía, hoy del Thys-sen, “se sostuvo gracias a un pacto de eli-minación de tensiones que borró el anti-franquismo, en particular el de los 70.En literatura lo sufrieron los realistas yen plástica el Grup de Treball y Crónicasobre todo, por más conocido. Ademásno eran simplistas, aunque les acusarande ello cierta crítica marxista. Tampocoeso les ha favorecido”. El año de la re-trospectiva, 1989, también fue decisivoen lo político. El Muro de Berlín caía.

Según Llorens, advirtieron pronto, yno tras Franco, que no podían ser inge-nuos. En 1973, con “El panfleto” empeza-ron a reflexionar sobre la dimensión po-lítica de la historia de la pintura. Coinci-dieron en la Bienal de Pintura Joven deParís con Polke y Richter. “Todo era mo-

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Bajo el título de “Ciudades.Pasajes. Casas del alma”, lagalería madrileña Almirante (Tel.91–532–74–74) muestra lasobras de Brigitte Szenczi y JuanAntonio Mañas, pinturas queconforman retablos llenos desimbolismo. Arriba, “Nuevomundo”, de Brigitte Szenczi.Hasta el 10 de junio

Reportaje Hace 40 años nacía en Valencia Equipo Crónica. Su trayectoriafue corta y su impacto intenso. Mercè Ibarz reconstruye con variadostestimonios sus éxitos y analiza su extraño olvido tras la transición

Equipo Crónica,el pop incómodo

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Szenczi y Mañas

Equipo CrónicaSus cuadros yobjetos obtuvieronamplia difusión enlos años 60 y 70.Pero actualmente suobra casi no seexpone, aunquesube y sube deprecio

Desaparecieron en1981 al morir RafaelSolbes. El superviviente,Manolo Valdés, es hoyun cotizado artista

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tivo de reflexión, también el Grup deTreball. Se les quiso enfrentar pero losestimaban mucho. Sólo que Crónica noquería abandonar la pintura-pintura”.

Para Llorens es indudable que el si-lencio les envuelve. “La crítica ha perdi-do independencia. La europea lo ha per-dido respecto de la de Nueva York y lade Nueva York respecto del mercado yde las galerías. A Nueva York no le con-viene el pop europeo. Hay razones prác-ticas –eliminar competencia– e ideológi-

cas: olvidar el componente político delpop. El exponente fue el mismo Warhol,que dejó pronto de lado sus series sobrela silla eléctrica o los accidentes de co-che. Se han visto muy poco”.

Tras la muerte de Solbes, Valdés seinstaló en Nueva York. Cuando llegó fuea saludar a Roy Lichtenstein. “Me habíadejado en la Maeght una nota. Quería sa-ber cuándo le habíamos conocido. Seasombró. Eran revistas que no podíaimaginar que unos chicos de una peque-

ña ciudad europea conocieran”.Valdés está hoy vinculado a una de

las grandes galerías internacionales, laMalborough, alejado de las disputas quese centraron en los Crónica en el pos-franquismo –sobre sus baches creati-vos, sobre si su pintura es o no panfleta-ria, sobre si vehiculan consignas parti-distas. Para algunos observadores, Val-dés sería responsable en parte del silen-cio actual, sin interés por revivir el pasa-do ni por mostrar aquellos cuadros, al-

gunos de los cuales, importantes, son desu propia colección. Valdés es distancia-do, indirecto y amable al hablar de ello:

“Siempre me he sentido cómodo conla historia del grupo y con mi propia tra-yectoria. Se suele decir que informalis-tas y abstractos no nos trataron bien, pe-ro la verdad es que el primer cuadro noslo compró Lucio Muñoz [pintor abstrac-to madrileño] y que Saura nos llamó élmismo a Valencia para venir a vernos alestudio con representantes de su gale-

ría, la Staedler de París, con la que luegotrabajamos. También conocimos a Mi-ró, gracias a Paco Farreras [galerista dela Maeght], y nos dijo que nos aprecia-ba. Estábamos en el bar del hotel Colóny no sabíamos qué decir. Miró se volvióhacia Paco: 'Farreras, díselo tú, dilesque a menudo te repito que los Crónicame gustan'. No seré yo quien me queje”.

“Este no es un momento Crónica”,prosigue. “Ahora existe un consumidorpropio del arte de hoy. Ni la especula-ción ni el coleccionista compran el pre-sente. Nos compraban gente que partici-paba del movimiento. Estuvimos muy li-gados a Catalunya, pero luego la socie-dad ha tenido otros intereses. Nuestrasobras están en casas, salen muy poco.No hay un mercado secundario, ni paragalerías ni para museos. Aunque los pre-cios suben. Acabo de comprar en Colom-bia un trabajo que vendimos por 80.0000pesetas y he pagado ¡190.000 dólares!”.

En el contexto internacional la obrale parece “modesta. Pero existió. Si sepiensa qué era entonces Valencia, es sor-prendente”. Últimamente, el MoMa deNueva York ha comprado unos graba-dos. El Pompidou ha editado postales.“No me parece que haya tanto silencio.Aunque tal vez la obra podría estar máspresente. A veces veo cosas que noso-tros ya hicimos, pero así es la historiadel arte. La pintura surge de la pintura.La bienal del Whitney permite ver añotras año el uso continuado de la cita, pe-ro eso no lo inventó Crónica. La pinturadel siglo XX ha hecho siempre muchasreferencias a su propia historia”.

Rafael Tous es, junto a Isabel de Pe-dro, uno de los coleccionistas de Cróni-ca en Barcelona. En Valencia el coleccio-nista más conocidos es el industrial Gui-llermo Caballero, amigo de juventud.Tous conoce bien la evolución del mer-cado de Crónica: “Habrá subido, desdela muerte de Solbes, un 140%”.Ser un

Pops yconceptuales:rasgos defamilia

Los pop surgieron en Valencia y seagruparon: Solbes y Valdés (y Toledoel primer año), formaron EquipoCrónica en 1964. Cardells y Ballesterfundaron Equipo Realidad en 1966 ylo disolvieron al morir Franco. Losconceptuales se dieron en Barcelona yen distintos lugares catalanes en los60 y 70. Formaron el Grup de Treballentre 1971 y 1974 . Reunió aMuntadas, Francesc Abad, JordiBenito, Xavier Franquesa, Carles HacMor, Imma Julián, Àngels Ribé,Francesc Torres, Antoni Mercader,Carlos Pazos, Carles Santos, JoanRabascall, Miralda... Aparentemente,unos y otros son muy diferentes. Lospop trabajaban con las imágenes y lasreferencias de los medios de masas.Los conceptuales también, perorenunciaban al color e incluso a lacomposición, se centraban en lapalabra escrita –las letras era eranclaves– y en la contrainformación, enprovocar una alternativa crítica alfranquismo más que en la obra única,ni que fuera seriada como la de lospop. Empezaron a usar el vídeo. Sólotuvieron en común la cerrazón ante suspropuestas y estrategias de los seniorsdel arte español de posguerra, losinformalistas. Los pop desaparecieron,los conceptuales dejaron Cataluña y

continuaron en París y en Nueva York.En perspectiva, no obstante, pop yconceptuales no parecen tan distintoshoy. Lo son en una primera mirada, porsupuesto, pero cuando el espectadorentra en ellas debe participar con algomás que lo sensible y, entonces, susdiferencias no son mayores que lo queles unen. “Sí, para todos la obra partede un proyecto”, reconocen Todolí,María Corral y Borja-Villel, que ven enlas dos tendencias principales de los60 y 70 maneras complementarias.Los conceptuales han sidorecuperados por Pilar Parcerisas yAntoni Mercader en Barcelona, entreotros críticos e historiadores. Artistascomo Muntadas o Francesc Torres(instalado de nuevo en la ciudad,donde ejerce como comisario deexposiciones y directivo de colectivosartísticos influyentes) son yareconocidos por artistas jóvenes y notan jóvenes, por galerías y museos.Herederos de los Crónica, en cambio,sólo se reconocen las pintoras,también valencianas, Esperanza CasaGuillén y Carmen Roig Castillo, queformaron Equipo Límite en 1988. Popsy kistsch, las Límite continúan unaprovocación que hoy las vincula más acierto arte latinoamericano o gay queal contexto español, donde son raraavis

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01 Rafael Solbesy Manolo Valdés

02 Manolo Valdésfotografiado esteaño en su estudio

03“Pim–Pam–Pop”.Serie “Policía ycultura”, 1971.Equipo Crónica.Acrílico sobrelienzo. ColecciónRafael Tous.Barcelona

04 “Ha votado”.Serie “La trama”,1976. EquipoCrónica. Técnicamixta sobre lienzo.Colecciónparticular, Francia

05 “Papá dijo no(al R.Z.R.), 1983,de Carlos Pazos.Colección RafaelTous. Barcelona

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TO grupo que desaparece joven (por la

muerte de uno de sus artistas) y tener po-ca producción conduce a esta paradojacontemporánea: obras de arte caras, por-que hay pocas, y sin repercusión por noverse a menudo ni contar en el relato ar-tístico contemporáneo. Tous es el pro-pietario de uno de los cuadros de granformato y reputación de Crónica,“Pim–Pam–Pop”, que estas páginas re-producen. “A la muerte de Solbes, hacemás de veinte años, la Tate Gallery loquería. Ciertamente, es un compendiodel arte pop. No quise vender, a mí tam-bién me gusta mucho. Ya entonces mequedé sorprendido. Ofrecían más de ca-torce millones de pesetas de la época”.

Efectivamente, “Pim–Pam–Pop” esun irónico e incisivo comentario sobreel pop y sus usos, su evolución y sentidodesde el expresionismo abstracto: deWarhol están sus flores, una lata de so-pa Campbell y una de sus cabezas en elcasco de uno de los policías; de Lichtens-tein, sus estructuras del fondo superiory sus ráfagas de viento pintadas al estilodel cómic; de Robert Indiana, sus letras;de Jim Dine, un zapato en blanco y ne-gro; de Frank Stella una flecha verde yde Willem de Kooning el personaje clow-nesco que ríe en medio del cuadro. Lospolicías que avanzan hacia la izquierday dominan el cuadro, son Crónica.

Vicent Todolí, un conocedor más jo-ven, se formó como comisario en elIVAM de los primeros tiempos. Ahoradirige en Londres una de las dos gran-des ramas en que se ha dividido la viejaTate que quiso comprar“Pim–Pam–Pop”. La Tate Modern eshoy uno de los templos artísticos de en-tresiglos. Desde allí opina que Crónica“es fundamental para el arte español,aunque creo que sólo son buenos entre1969 y 1975, después sus series son deco-rativas. Pero 'Serie negra', 'Policía y cul-tura' y 'El billar' son muy buenas”. Lesorprende saber que empezaron en 1964.

“Incluso en Inglaterra hay artistasen la sombra. Peter Blake, que hizo laportada del Sargent Peppers de los Beat-les, está olvidado. Richard Hamilton,que ya empezó en 1956, con el Indepen-dent Group, y que pronto fue hacia Esta-dos Unidos, no ha sido considerado has-ta hace poco”. Al reconocimiento de Ha-milton ha contribuido el propio Todolí,comisario de la retrospectiva del año pa-sado en el Macba y que luego itineró.

“En Francia, los pop de la NouvelleFiguration se ven muy poco, como suce-de con Martial Raysse. Solamente hansobrevivido bien los alemanes, Polke yRichter empezaron pops. En Italia, Ada-mi y Baj también están en la sombra. EnEspaña parece que sólo Gordillo ha su-perado bien el bache”. Todolí es contun-dente en otro aspecto: “Para que el popse vea en perspectiva hace falta que lasgeneraciones jóvenes, de artistas y de co-misarios, se interesen. No sólo para ex-posiciones pop, sino también temáticas.Creo que sí, que sería interesante una re-visión, una representación hoy de loque fueron aquellos años”. No cree sinembargo que la influencia de EstadosUnidos sea un escollo: “influyen, siem-pre, pero no son decisivos”.

Juan Manuel Bonet, que ha sido di-rector del Reina Sofía y del IVAM, fueuno de los críticos que primero ensalzóa Crónica y luego, en los 80, les rechazóen favor de la generación siguiente, los“support-surface” que enfrentó a Gordi-llo con Crónica, la generación de la queha quedado sobre todo Barceló. “Vivíun idilio al descubrirlos y al conocerloscon Jean Clair, que entonces hacía la re-vista 'Chronique de l'Art Vivant'. La se-rie sobre el arte español me fascinó. Pe-ro los 50 y los 80 me parecen todavía mu-

cho más intensos respecto del placer dela pintura… Los 60 no han conocido for-tuna crítica en España. Si algo queda se-rán Crónica y Arroyo. El ingenio visualy conceptual de Crónica es grande”,

A Manuel Borja-Villel, director delMacba, uno de expertos que en el pano-rama internacional revisan la historiadel arte del siglo XX y subrayan los com-ponentes políticos del arte del presente,Crónica le interesa no de forma sustanti-va ni particular, sino colectiva.

“Lo más interesante es que formanparte del discurso abortado tras la muer-te de Franco. Es algo por replantear, nosólo en su caso. Hay que analizar ese la-mento de Arco, que el arte español nocuenta hoy. No cuenta porque no tienediscurso, porque fue abortado. La expo-sición 'Desacuerdos' que preparamos pa-ra febrero va de éso. El informalismofue la modernidad que no existió. De allíarrancaron prácticas nuevas, sobre to-do en Barcelona y en Valencia: concep-

tuales y pop. Pero la transición apostópor el kitsch, por lo falso. Por una falsaruptura: movida, engaño semiótico, lapintura sin proyecto de los 80, el modelocultural español desarrollado hasta aho-ra y que el PP llevó hasta la caricatura.Pasó en todo: en el cómic, en el cine...”.

“Desacuerdos” evocará los Encuen-tros de Pamplona, de 1972, un episodiotrascendente para las sensibilidadesque habían emergido más acá de Tà-pies, Saura, Chillida y Oteiza. Los Cróni-ca hicieron para la ocasión un centenar(!) de muñecos recortables de madera:un policía secreta con gafas negras sen-tado. Los dispusieron por las calles, encines y otros lugares públicos. Lo que pa-só con ellos pertenece a la historia delpop en tanto que realismo. Bonet recuer-da aquellos días de verano con entusias-

mo: “Vino gente muy interesante, comoel músico John Cage o el pintor Raysse.Fueron días llenos de impresiones, tam-bién porque ETA hizo uno de sus atenta-dos de repercusión, de tanta gente comohabía. Al salir de un espectáculo, la gen-te, muy joven algunos, se lanzaron con-tra las figuras de Crónica, las destroza-ron, eran una representación de la poli-cía secreta de Franco. Los Crónica esta-ban encantados. Otros ejemplares se losllevó la gente. Quedan muy pocos. Aho-ra deben costar unos siete u ocho millo-nes de las antiguas pesetas”. Un ejem-plar lo tiene el coleccionista Tous.

Para María Corral, que también hadirigido el Reina Sofía, ha sido responsa-ble de la colección de arte contemporá-neo de la Caixa hasta muy recientemen-te y hoy es comisaria independiente de-dicada en gran medida al arte político ac-tual, los Crónica son “fundamentales enel arte español y europeo”. Desde luego,ella no los ha olvidado. Compró cuatro

obras para el Reina Sofía y ha hecho ex-posiciones sobre el pop en los que los haincluido, como la que la Royal Academyde Londres dedicó al pop en 1993. “Estánen plena vigencia, pero no creo que in-fluyan en los artistas jóvenes. Termina-ron demasiado pronto, mientras que Ha-milton está vivo y trabajando...”. Tampo-co cree que pueda hablarse de un recha-zo por parte de la hegemonía estadouni-dense, “es una cuestión económica y demuseos”. Pero no tiene duda de que laobra de Crónica interesará en el futuro.

Carlos Pérez, experto en el IVAM yen el Reina Sofía, amigo de Solbes, apun-ta a la pintura histórica y a la improntade la censura franquista: ”Su lenguajepuede ser a veces muy complejo, por lacensura. Solbes procedía de un cierto ex-presionismo, Valdés de la abstracción.

Equipo Crónica tuvo dos valedores.Uno fue Tomàs Llorens, factor luegodel IVAM e ideólogo del Reina Sofía ydel Thyssen madrileño, que todavíadirige. De ahí que el IVAM fuera elprimer museo moderno de lademocracia. El otro, Valeriano Bozal,historiador de reconocida impronta encircuitos y revistas antifranquistas.Cuando Solbes murió, en 1981, lascríticas a Crónica se repetían desde1976, cuando tras Franco y como faseprevia a las nuevas tendencias que seimpondrían en los 80, la crítica de arteespañola anunció en Venecia lasreglas del juego inmediatas. ConFranco ya enfermo, en julio de 1975,Llorens había presentado a la Biennaleveneciana el proyecto “España,vanguardia artística y realidad social1936–1976”. El comité directivo, delque formaba parte entonces el pintorEduardo Arroyo, adherido a los popfranceses, encargó la realización delproyecto a una comisión formada porOriol Bohigas, Valeriano Bozal, AlbertoCorazón, el propio Llorens, AntonioSaura, Rafael Solbes, Antoni Tàpies yManuel Valdés. La crítica reaccionócon dureza en Madrid y Barcelona.Firmas destacadas como VicenteAguilera Cerni y José María MorenoGalván, en la revista “Triunfo”, seopusieron frontalmente. Que losCrónica formaran parte de la comisiónera una de las razones de la oposiciónal proyecto, que por otro parte seconvirtió en el eje de las diferenciasentre las izquierdas de entonces.La polémica contó con manifiestos ycontramanifiestos. Desde Roma, RafaelAlberti, Giulio Carlo Argan y EmilioVedova se declararon contrarios.Acusaban al proyecto de ser “sólo deizquierdas” y pedían “pluralismodemocrático”, fueran o novanguardistas los artistasrepresentados, fuera la que fuera larelación que hubieran mantenido conel franquismo. La controversiapostfranquista se empezaba a plantearen las artes: ruptura o reforma.En un clima tenso, la exposición de1976 se inauguró en Venecia sincatálogo. Franco ya había muerto. Alaño siguiente se vio en Barcelona, enla Miró, que conserva el listado deobras y autores. La polémica reviviópero en tono menor. Crónica participócon las cuatro piezas de Venecia y unaserie nueva, “El paredón”. Esta seriepuede verse hoy como una doblerespuesta: a la última matanzafranquista, del 27 de septiembre de1975, como elemento mayor, sin duda,pero también como alusión a lapolémica que les estaba poniendoentre la espada y la pared.A partir de entonces Crónica se retiróen cierta forma. Según MichèleDalmace, “en Venecia comprobaronque ya habían hecho lo que tenían quehacer: establecer el puente con lasprimeras vanguardias europeas”.Hicieron ocho series más. Sus títulosresultan hoy elocuentes y pueden serpensados en clave transitiva de latransición y su costes: “La trama”(1975-76), “El billar”, “A modo deparábola” (1977-78), “Paisajesurbanos” (1978-79), “Los viajes”(1979-80), “Crónica de transición”(1980-81), “El circo” (1981), “Lopúblico y lo privado” (1981)

“El RealismoSocialista y el PopArt en el campode batalla”. Serie“La recuperación”,Equipo Crónica,1969, acrílicosobre lienzo.Colecciónparticular, España

Venecia1976: lasnuevas reglas

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Para unos, la transición abortó el pop español yotras expresiones. Para otros, Estados Unidos hamenospreciado, por político, el pop europeo

Page 4: Pop art, equipo cronica..un pop incomodo

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TOReflexionaron sobre su oficio como sólo

lo han hecho tal vez los del IndependentGroup inglés. Son sobre todo decisivosen el campo de arte y política. Una expo-sición ahora sería un éxito seguro”.

El pintor Rafael Ramírez Blanco ad-vierte algo que se dice menos: la histo-ria de los Crónica “terminó justo cuan-do empezaba. Solbes descreía de lo querealizaban. No quería ser el 'chico de losrecados', estaba cansado. Buscaba el bo-rrón y cuenta nueva, sin ejercicios de es-tilo. No creía que el arte pueda transfor-mar la sociedad, lo que ya entonces pare-cía desatinado, ingenuo y sobre todo im-procedente. Tomábamos cervezas y ca-da día hacíamos el mismo brindis: 'Elpeor pecado es la ingenuidad'... Veo supintura como ilustración política de al-tura, a la manera de un Hogarth”.

“Son los padres de la cita en pintura,más incluso que Picasso”, apunta Mi-chèle Dalmace, que desde hace treintaaños los estudia. Profesora en la Univer-sidad Bordeaux 3 y autora del catálogorazonado de su pintura, prepara ahorael catálogo razonado de los dibujos, tam-bién para el IVAM. “De momento, se lesconoce mal. Sus aportaciones son unproceso doble: La variedad de la cita–que no sólo es de imágenes sino tam-bién de técnicas– para poner en tela dejuicio las concepciones dominantes dela cultura y establecer nuevas relacio-nes entre la obra, el espectador y el pin-tor. Ahora esta actitud no está de moda,pero seguramente es el único problemadel arte. Se les conoce más de lo que pare-ce. Los artistas del Caribe les adoran.Los vieron hace poco, en una exposiciónque llevó el gobierno del PP... es curioso.La segunda aportación es de contenidosy se les ha reconocido más. Ahora es pre-

ciso verlos en conjunto. No hicieron só-lo pintura plana, como el pop más gene-ralizado. También hicieron collage ymezclaban acrílico y óleo. Perturbabanconstantemente los elementos planos.También trabajaron mucho el color ne-gro, buscaron uno para cada obra. Suforma de conjugar las citas es un placercontinuado y una muestra de rigor. Es-pero que cuando se vean sus dibujos secomprenda mejor su trabajo. En los di-bujos se ve bien cómo gestionan el espa-cio y cómo se plantean el cuadro”.

En la misma dirección ha trabajadoJosé Carlos Suárez, profesor de la Uni-versitat Rovira i Virgili (Tarragona) yautor de la tesis de doctorado, “EquipoCrónica: Crónica de un equipo. 1964 -1981” leída en 1991. Presidía el tribunalJosé María Valverde, quien ya no parti-cipaba en estos rituales académicos pe-ro había aceptado porque quiso defen-der este catálogo razonado que da cuen-ta incluso de dónde sale cada referenciaen cada obra. Desde entonces está enuna editorial barcelonesa, sin editar.

“Dan Cameron lo vio y quedó fascina-do”. Si Crónica se conociera allí desper-tarían interés grande, le comentó el ex-perto estadounidense y buen conocedordel arte español del siglo XX. “Son un re-ferente internacional. Una ligazón conel pop norteamericano, que sólo ha sabi-do, escribió Simón Marchán, ser afirma-tivo, casi sin crítica. Crónica se adelan-tó además en muchas cosas de los 90 y deahora: en la fragmentación, en la apro-piación, en la cita. Si volviéramos a verCrónica, sorprendería mucho”. |

Piranesi

Roma,grandeza ydecadencia

MARÍA DOLORES JIMÉNEZ-BLANCOCuando una galería hace exposicionesque podrían –o deberían– verse en los ga-binetes de grabado de los museos, hayque saludar la iniciativa con entusias-mo. En este caso, la convocatoria resul-ta especialmente atractiva porque se tra-ta de un artista mítico pero cuya obra nosuele estar fácilmente visible para el pú-blico barcelonés. El arquitecto y graba-dor veneciano Giambattista Piranesi(1720-1778) se convirtió ya en vida enuna referencia en el contexto de los deba-tes culturales de la Europa de su tiempo,que no es sino el del origen de la era mo-derna. A lo largo del s. XVIII se produ-cen posturas encontradas sobre los mo-delos que debían inspirar al nuevo artey arquitectura, que convencionalmentellamamos neoclásicos. Frente a las posi-ciones del alemán Winckelmann, ar-diente defensor de la belleza ideal del ar-te griego, o de los rigoristas franceses co-mo Laugier o Lodoli, que opinaban quesólo la austeridad y funcionalidad del ar-te griego era legítima –algo que en últi-ma instancia conduce, a través de los si-glos, a las posiciones del movimientomoderno–, Piranesi defiende no sólo lagrandeza del arte romano, sino inclusosu superioridad respecto al griego.

Para apoyar sus tesis Piranesi grabaa buril innumerables imágenes destina-das a visualizar la ciudad de Roma, enfa-tizando su grandeza y su decadencia,sus proezas arquitectónicas y su desola-ción presente. Una parte importante deeste esfuerzo la consituyen los grabadosde la serie “Vedute di Roma” (ca. 1750),estampas que los elegantes viajeros delGrand Tour se llevaban a casa como re-cuerdo, y que explotan el atractivo senti-mental que la ruina comienza a ejercersobre el público europeo. Aunque mu-chas de ellas son visiones que pueden re-lacionarse con la categoría estética de losublime, hay que decir que el clímax eneste sentido se alcanza en otra serie, laconocida como “Le Carceri”, ca. 1744, enlas que Piranesi crea unos inquietantesespacios, a menudo de escala colosal, cu-ya capacidad desestabilizadora procedetanto de dramático claroscuro como desu deliberada indeterminación.

La serie de grabados que presenta Ar-tur Ramon Col.leccionisme presentaotra faceta quizá menos tópica de Pira-nesi, aunque igualmente coherente consu deseo de estudiar y exaltar la grande-za de la arquitectura romana. Frente alPiranesi que recrea la imagen de Romacomo imaginativo prerromántico, pode-mos contemplar aquí al Piranesi que tra-baja rigurosamente en la reconstruc-ción arqueológica de sus principales mo-numentos, y que rebate a los defensoresde la superioridad griega con los argu-mentos de un intelectual implicado enun debate académico. Lo más vistoso dela exposición son los enormes grabadosde las columnas Trajana y Antonina, im-ponentes no sólo por su tamaño sinotambién por la minuciosidad filológicade su descripción de los momumentos.También, como siempre en Piranesi,por la calidad de su estampación.

Pero en el conjunto hay muchas

otras piezas destacables, que tratan as-pectos parciales de estos y otros munu-mentos romanos con toda la delicadezade un anticuario, el fervor de un huma-nista y la precisión de un arquitecto. Ensu erudito texto del catálogo, Artur Ra-mon i Navarro señala la dualidad queya Horace Walpole, poco después de lamuerte de Piranesi, supo ver en el graba-

dor: la del exuberante salvaje que es ca-paz de ser al mismo tiempo un geóme-tra. Pues bien, esta exposición demues-tra que, incluso el Piranesi más frío pue-de llegar a ser sobrecogedor, que inclu-so el Piranesi más clásico es al mismotiempo un romántico –si es que ambosconceptos no son las dos caras insepara-bles de una misma moneda–. |

“Veduta delpiedestallodell' Apoteosidi Antonio Pioedi Faustino...Trofeo o siaMagnificaColonnaCoclide”,1774–1779,aguafuerte

PiranesiClásicoGALERÍAARTURRAMÓNCOL·LECCIO-NISME

C/ Palla, 23Tel.93–302–59–70Hasta el 12 dejunio

La última revisión deCrónica fue en 1989.Casi no aparecen enexposiciones colectivasy no hay monografías