Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

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  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

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    . .

    .

    .

    .

    \ .

    L POESI

    TIENE L

    P L BR

    REVISTA

    CASA

    SILVA

    No l

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    2/16

    Poesía

    colombiana:

    El

    decenio

    del 8

    J . G.

    COBO

    BOR

    D

    E

    N 1970 S E PUBL ICARON e n Co l

    omb

    ia 545

    títul

    os. En 1985 la cifra

    asce ndi ó a 7.670. En 1986

    ll

    egó a 9.196 títul os con

    un

    tiraje de 60

    mi

    ll

    o nes de

    ejemplare

    s y exportaciones, en el mismo año, p

    or

    41

    millones de dólares .

    Algo de tod o es

    to

    debe de haber fa vorecid o a

    la

    p

    oe

    s

    ía

    , pero lo s nuevos

    poeta

    s

    co n t

    inúa

    n ,

    en

    tradi

    ció

    n

    milenaria

    , pagand o la edición de s u primer libro de

    ve r

    sos,

    a no

    se

    r

    qu

    e

    se

    ga

    nen

    un

    concu

    r

    so

    un

    iversi t

    ario

    de

    poesía.

    Con

    ello

    obtienen una e

    di ció

    n de q

    uin

    ie

    nt

    os ejemp

    la

    res

    y

    la

    gara

    nt ía

    abso lu t a de q ue el

    libro no se dis

    tribuirá

    en Colombia ni mucho menos en el ex terior . Tal el ca so

    d e J

    ai

    me J a r

    amillo

    Escobar , antes

    X-504,

    q u ien obtuvo un

    premio de

    este tipo

    co n s us P

    oe

    mas

    de

    t ierra cal i

    en

    te,

    ap a

    recidos e n 1985 , los cua les

    marcan un

    bu e n momento de nu es tra lí rica. Pero

    es

    to no es

    totalmente

    ex te ns ibl e a la

    poesía joven  , ñ ueva , última  o reciente . Al fin

    y

    al cabo , J a ramillo

    E

    scoba

    r nac ió en 1932.

    La pr

    eg

    unta sería e

    nt

    o nces: si la regla

    conti

    nú a s ie nd o los qui nie

    nt

    os, máximo

    mil , e

    jemplare

    s

    ca

    n

    ónicos, ¿có mo

    ejemplarizar

    la

    s

    incide

    n

    cias co

    l

    ec

    ti

    vas

    de

    un a lec

    tu

    ra? Difícil comet ido . L

    ejos

    de la teo r

    ía

    de la

    rec

    e pción , co

    nt

    e

    nt

    ém

    o-

    nos co n

    preci

    sar los rumbos d e ésta, cóm o no ,

    nu

    eva po

    esía,

    pe n

    sand

    o en

    que toda ella fu e

    esc

    r ita en lo s últimos

    ocho

    a ños , tiempo demas iado cort o

    para medir la incidencia de c ua l

    qu i

    er

    po

    esía.

    TR

      D

    ICION

    HI

    SP N  CA Y

    MO

    R

    POR L

    POESIA

    Se cuen cialmente las n o tas y características del pueh lo

    co

    lom

    bia

    n o en el vasto

    conjunt

    o

    de

    las

    na cio

    nes

    americanas

    han

    s

    id

    o

    es

    ta

    s:

    sentid

    o c

    ri

    s tiano

    de

    La vida,

    profundo arraigo

    en

    la tradi

    ción his

    páni

    c

    a,

    cul to p or la lengua casLellana y la tradición

    human

    ís

    ti

    ca

    de

    la

    cu ltura

    ;

    hi

    st ó

    rica aspiración

    ha

    cia la

    co

    n viven

    cia y

    unidad na

    cio

    nal

    ,

    adhe

    sión

    hacia

    las

    fo rm a

    s j

    urídi

    cas y las

    so lu

    cio

    ne

    s civiles,

    am

    or a la

    poesía

    y las disciplinas clási

    ca

    s.

    le

    altad

    s

    uperi

    or a la inteligen cia. p erpetuo

    anhel

    o de con ci liar la

    lih e

    rtad

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    No sé

    cuántas de

    las notas

    que Eduardo Carranza,

    en 1966  consideraba

    definitorias

    del pueblo colombiano, como preámbulo a su caracterización de

    nuestra poesía, continúan siendo válidas. En

    todo

    caso, y

    retomando

    sólo dos  

    bien

    podría

    decirse que

    el peso de

    la tradición hispánica es

    cuando

    menos  

    relativo y que el

    amor

    por

    la

    poesía

      a

    juzgar por

    las tres mil

    personas que

    en

    noviembre de 1987 se

    reunieron

    en el centro de convenciones Gonzalo J iménez

    de Quesada

    para elegir el

    poema más votado por todos

    los

    colombianos

    bajo el

    lema de La

    poesía tiene la

    palabra''

     

    demostraron cómo

    ese

    amor

    por

    la

    poesía

    no había

    desfallecido del

    todo.

    Por el con tra rio: muchos se entusiasmaron con ese p l e i s i t o

    un

    plebiscito. en

    cierto modo, contra la

    ola de

    violencia que

    arrasaba

    al país. Pero ¿es la poesía

    un

    arte

    público,

    de

    recital y no

    de lectura?

    Dejemos

    de lado tan inquietante

    pregunta y

    conce

    ntrémonos

    en

    el escalafón

    poético

    que

    esta

    encuesta ofrecía.

    Un escalafón, por cierto   que no

    mostraba

    mayores síntomas de renovación.

    Lo s tres

    mejores

    poemas colombianos,

    según

    tal referéndum. eran:

    l.

    Canción de

    l

    vida profunda de

    Porfirio

    Barba Jacob.

    2

    Nocturno

    )

    de

    José

    Asunción Silva.

    3.

    Flores negras de

    Julio Flórez .

    El cronista del periódico El Tiempo tituló

    su

    escrito:

    A

    la poesía le faltó

    espacio . Algún malicioso podría haber añadido que

    en el

    ranking

    poético

    colombiano

      del nada

    ísmo

    para acá, a la joven

    poesía

    no sólo le

    había

    faltado

    espacio: simp lemente

    no

    existía   ante el potencial

    electorado

    nacional.

    Su

    existencia

    habría que ras trearla

    en

    pequeñas

    ediciones

    más

    o menos clandesti-

    nas,

    como

    las de la Fundación Simón y Lola Guberek   los Cuadernos de

    Poesía Ul rika, las ediciones

    Puesto

    de

    Combate,

    o las Ediciones Embalaj e   del

    M useo

    Rayo,

    en Roldanillo,

    además de

    las mencionadas editoriales universi-

    tarias,

    como

    las

    de

    la Uni versidad

    de Antioquia

    y la Un

    iversidad

    Nacional. O

    en

    revistas

    como

    Puesto de Comba te Ulrika  Neutro o Gradiva, sin olvidar la

    legendaria y también clandestina Golpe de

    Dados,

    que entre enero de 1973 y

    octubre de 19

    87

    había publicado

    LXXX X

    números,

    único

    tributo que

    conozco, por parte de

    la

    nueva

    poesía,

    y

    fuera

    de

    Cavafis,

    a

    la

    tradición

    greco

    l

    atina:

    esos

    nú m

    eros

    romanos

    de

    sus

    sucesivas entregas,

    cada

    dos meses.

    Pero para

    no

    ser

    unilaterales

    en

    las ci

    ta

    s cerremos este apartado

    abierto por

    Carranza con

    una referencia de

    otro

    orden,

    pero afín:

    Colombia

    más que ningún otro país de

    América es hechura

    de su

    clase

    media

    urbana. De ahí los dos rasgos

    más marcado

    s del

    carácter

    nacional

    ,

    en

    relación

    al orden político: co

    n

    servadurismo

    y legafismo.

    Jaime Jaramillo Uribe, El pensamientO co lombiano en

    el siglo

    XIX Bogotá 

    Temis, 1964 pág.

    14

    3.

    HUELL S

    EN

    EL

    BOSQUE

    A

    partir

    de

    los

    treinta

    y siete

    poetas que

    in t

    egra

    n el

    Album

    de

    la

    nueva

    poesía

    colombiana (Caracas, Fundarte, 1981 224 págs.)   con los cuales se

    intentaba

    dar

    un panorama

    de la década 1970- 1980 es fact ible prolongar, a vuelo de

    pájaro,

    algunas

    otras caracte

    rísticas: el

    descubrimiento ta

    rdío del s

    urr

    ealismo

    se

    ha decantado.

    Hay

    quizá mayor justeza expresiva

    y

    más

    posibilidades

    de

    86

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    que la

    imagen, de

    la

    exaltación

    a la crítica, se flexibilice con ímpetu: el

    caso

    ,

    por ejemplo , de Juan Manuel

    Roca

    1946) al antologizar en 1983 varios de sus

    libros.

    En

    Colombia,

    por otra parte, la

    experimentación formal ha

    sido escasa, al

    igual que la traducción.

    Por

    ello es útil mencionar las versiones que de poetas

    norteamericano s, o

    rusos,

    desde el inglés, como J ohn

    Ash bery

    , Denise Lever-

    tov

    , Elizabeth Bish op, o

    lo

    s if Brodsky,

    han

    realizado poetas

    colombiano

    s

    como

    J osé Manuel

    Arango, Harold

    Alvarado

    Ten

    o ri

    o,

    Luis Ivá n Bed oya o

    Jaime Manrique Ardila . No juzgo sus versiones: señalo el interés de

    estos

    poetas

    colombianos por aquella poesía ,

    que bien puede

    resumirse en

    este

    poema

    de Marianne

    Moore

    , en versión de Bedoya:

    Poesía

    A mí, también, me disgusta.

    Sin

    embargo, ley

    éndola con

    desdén total,

    se descubre

    en

    ella, a

    pesar

    de

    todo un

    espacio

    para

    lo

    auténtic

    o.

    A través de otras voces se intenta llegar a un espacio auténtico para lo nuest ro.

    La versión es también

    recreación

    , apoyo para partir de cero.

    Conviene añadir,

    también

    , el papel de la mujer como

    autora,

    papel cada vez

    más reco nocido. A dos veteranas, María Mercedes Carranza 1945) y Anabel

    Torres 1948) , que han publicado

    tres libros

    cada una , a partir de 972 y 1975

    respectivamente, se un en Montserrat

    Ordóñez 94

    ),

    con Ekdysis

    Roldani-

    llo,

    Ediciones

    Em balaje,

    Museo

    Rayo, 1987), Lucy Fabiola Tello 1943),

    con

    Canción de las sirenas

    Roldanillo

    ,

    Ediciones

    Embalaje, M useo Rayo , 987) ,

    Renata Durán 1948) con

    Oculta

    ceremonia Buenos Aires , Emecé, 1985),

    Amparo

    Yillamizar

    1

    949)

    con

    a

    retórica

    del

    llanto

    Bogotá, Colcultu

    ra,

    1986), E ugenia Sánchez

    Nieto

    1953) co n Que venga el tiempo que nos prenda

    Bogotá, Cuadernos de Poesía Ulrika, núm. 3, 1985), Mónica Gontovnik

    9

    53)

    co

    n

    sus Transparencias

    y Orietta Lozano 956) con

    El

    vampiro

    espe-

    rado

    Bogotá, Ediciones Puesto de

    Comba

    te, 1987),

    para

    só lo mencionar

    algunas.

    Todas ellas le

    han dado

    un

    tono valiente

    y

    ur

    gido a lo que se escribe.

    Una

    sinceridad más expuesta y desgarrada, exenta de confo rmismos. Como dice

    Lucy

    Fabiola

    Tello

    , en su Canción de las sirenas:

    Ven Odisea te

    dijimos

    Regálate con

    nuestros

    cuerpos

    [ ]

    Pero

    tuviste

    miedo

    Preferis

    te el

    calor y l seguridad de/tálamo

    Que agostará tu

    aventura

    y su brillo.

    Lo auténtico

    como

    algo lejano de lo establecido , cuando no su

    op

    uesto. Di cha

    apertura, que habrá que considerar en detalle , carga temas conocidos, como

    en

    este

    caso,

    o e n el d e

    Mónica Gont

    ov nik

    , r

    ef

    re

    nd

    ando

    mito

    s

    grietes

    desde

    un

    ángulo

    con

    t

    emporáneo. Femeninamente

    co n temporáneo. S u va lidez no es eco

    sino reclamo q ue se encauza en un molde elástico. Sus lec turas se tornan

    corpóreas, en hu

    esos,

    sangre y piel , a pe

    sa

    r de cierta

    hojarasca

    retórica aun

    visible. Además, y

    en otro orden,

    si

    en

    a lgunos

    casos

    el pastiche

    arcaico puede

    87

    u i ~ l

    ván

    l  o ya.

    {) ¡

    -

    verswnes

    l::m ily D  1nson,

    M

    ananne M

    oln

    ·c.

    Edna

    M illay. E

    l

    .

    abcth

    8 1shop,

    Sylvia Pl

    l

    llh

    ). M

    ede

    ll

    ín.

    Otras

    Palabras,

    1985 .

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    5/16

    POfSf c

    LOMBIANA

    Juan

    Gusta vo Coho Bo rda. Po

    t

    sía co lorn h

    iana

    . Mede ll ín. Um ·er

    sidad d i. Ant ioqwa. / 987.

    l ( l f

    \1

    \ :-.

    1

    \ \ 1 \ \ 1 11  \ ( ( ) \ 11 \

    ft

    ' ' tMttn ' . ¡v

    o

    tL\ C• : ~ I f

    r x T\

    Gra lh W

    r.

    r

    ev

    isla lit eraria dirig ida p or San t iaJ?O

    lv ull.l . de r

    ecte

    m e apanción. 198

    7.

    Ramón Co t

    e.

    Poemas para una fo sa comt.in,

    Bogo tá. Fu

    nd

    ación Simón y Lo/a Guhe rek . 1985.

    Co lección Literaria:

    núm

    . 9.

    vol ver a la

    palabra

    mucho más sesgada y oblicua, en su explícito

    ana

    c

    roni

    s

    mo

    ,

    es más bien el correlato objet ivo del cine, la pintura o la propia literatura, o el

    redesc

    ubrimient

    o de la

    natural

    eza como referencia insoslay

    ab l

    e , lo

    que

    es

    factible percibir en

    alguno

    s de los

    s legibles libros últimos , descubridores,

    de nuevo , de la poe

    a latin oamericana , aho

    ra

    fec

    undad

    a

    por

    los aportes

    brasileños. El circuito se a mplía y vigoriza, como lo at estigua la Pá gina de

    poes ía , que el

    po

    eta Juan Manuel Roca

    mantien

    e en el Magazín de El

    Esp

    ectador , invirtiend o el orden de la secuencia c

    ultural

    de Carranza. Lo

    ame ricano bien

    pu

    ede llevar a lo hispánico , latino o católico, pe ro

    ahora

    lo

    americ

    ano

    comienza a asumirse co mo propio , desde el inicio. De allí partimos.

    L B T LL INTERMIN BLE

    La creación p

    tica se inicia en

    la

    f rontera misteriosa en do

    nd

    e

    la

    s

    teorías terminan y comienza una vez más

    la

    batalla interminable

    entre el hom bre y el lenguaje - esa abundancia de amor e

    imp

    os

    tura, cólera e insolencia, nos

    tal

    g

    ia

    y es

    plendor

    [

    ... ].

    De este

    modo. en una antología de j óvenes poetas donde todos son des

    oladorame

    nt

    e iguales, hasta en el plagio de la imagen descabe

    llada, busco

    aqu

    el que es

    dif

    erente. En la línea de los que todo

    ace

    ptan y

    co

    mpr

    enden, busco la

    man

    o lista a levantar el estan

    darte de la inco

    mpren

    sión o de una

    nue

    va

    y

    brillante insolencia.

    En el rebaño de los ortodoxos, mi mirada insiste en localizar el

    heterodoxo indeseable. Sé que se esconde siempre, en el un iverso

    de

    la

    s rutinas y aciertos , y brilla com o una estrella,

    la

    transgresión

    que redime".

    Ledo lvo ,

    "T

    odos son caminos , e n

    Confissáos de

    um

    poeta,

    Río

    de

    Janeiro

    , 1979.

    ¿Cuál sería la

    tran

    sgresión que redime, en el caso colombiano? La realidad

    mis

    ma.

    Ello res

    ulta

    ap

    e

    na

    s

    natural

    en su

    paí

    s

    que experimenta

    una

    crisis

    de

    crecimiento e irrupción de nuevas

    capa

    s sociales,

    desgarrado entre

    la pobreza

    absoluta de trece millones de sus habitantes, tal como lo reconoció el

    gobierno

    an te la Cepa , y un crecimiento anual de su producto

    bruto,

    en 1987, del5.5

    %,

    de los más auspiciosos del continente.

    88

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    6/16

    Esto es así y no conviene eludirlo en cualquier

    co

    nsideración so bre la

    poe

    sía.

    A

    tr

    avés de ella vería mos mejor a

    Colombia

    como u n paí atípico d

    on

    de

    co n

    viven desarrollo econó m ico - el país que más ha crecido en la regió n, entre

    19

    80 y

    19

    87, con un 24,7 , s in s

    ufr

    ir descenso del prod ucto bruto en

    ningún

    año de es te decenio co n

    pobreza abso

    luta , na rco tráfico

    y

    gue rrilla (la más

    vieja del

    co

    ntine

    nt

    e), viole ncia indiscriminada de t

    odo

    upo

    co

    n perdurabilidad

    democ rática y care ncia,

    sa

    lvo un o, de gol pes de E tado a lo largo del siglo.

    D

    esde

    allí, en consecuencia , se escribe esta poesía, aunque tod o ello no tenga

    po r qué hacerse visible en sus líneas. Pe

    ro ta

    l e el trasfondo que la

    nutre

    .

    Su rumb

    o po

    dría

    par

    ecer in

    cierto ,

    ante

    tantas seña les co

    ntr

    adic to rias, pero

    en

    mucho

    s casos se meja es ta r llena de vi talidad crí tica. Esto de la vitalidad crí tica

    se ap lica en primer té rmi no a la figu

    ra

    del p

    oe

    ta , a sus ilus iones perso nales y a

    sus m itos consti tuidos. Au tod idactos

    algun

    os, la mayo ría provenientes del

    circuito

    universitari o, esta nueva poes ía enfren

    ta

    así e l caos de un país, en

    ebullición diaria

    con

    res

    pu

    es tas creativas y busca eludir el mesia nismo o

    la

    pro tes

    ta

    simpl

    e,

    en los m

    ejo

    res,

    tendiend

    o hacia la búsq ueda de su prop ia

    autonomía . De

    un

    texto

    lid o

    por

    mi

    smo,

    y

    no por

    ex

    ud a r buenos senti-

    mi

    en

    tos o co mpasivas so

    lidaridades bald

    ías. Pero la pregunt a podría ser la

    mis

    ma

    que

    se

    ha

    cen

    mu

    ch

    os

    colegas

    suyos, en

    América

    Lati

    na

    : ¿se

    termina

    escribiendo só lo para aq uellos que también intent an escri

    bir

    poesía? Fuera

    de

    los o

    tr

    os

    poetas,

    o aspi

    rant

    es a poe

    tas,

    ¿

    quiéne

    s má leen poesía? ¿Los profeso-

    res de litera

    tura

    y sus po bres alumnos?

    Si todo poe ma es autorretrato de quien lo escribe , una verd ad fingida , ella

    opone al

    fracaso,

    qu e pa rece ser toda existencia,

    no

    só lo las

    virtude

    s com pen-

    sat

    oria

    s de l ca nt o.

    No

    só lo eso. Ell a se vuelve muc ho más d

    espo

    j ada , enfre n

    tánd ose

    di

    recta mente a m ue

    rt

    es cotidianas, a

    tr

    oces e ina lterab les día

    tr

    as dí a:

    las once mil muer tes violentas ocurr idas en Co lo mbia en 1986 . Ent re las

    fuerza

    s q ue inc

    iden en

    el

    carácter

    de u n

    paí

    s

    la

    poe

    s

    ía

    tambié

    n tiene

    un papel

    que cumplir:

    permanece

    r

    viva

    . Hacerse

    oír.

    Convertir el lenguaje

    en alg

    o

    pleno

    de se ntido, incluso

    en

    medio del sinsentido o d e la

    mu

    erte

    co

    mo negocio, con

    tarifas públicas . Como

    decía

    Vladímir Holan :

    Entonces eras joven ...

    No

    te dabas cuenta

    de lo cruelmente desgascado

    qu

    e estaba el

    pi

    capo

    ne

    del cementeri

    o

    Edgar O Hara. Agua de Culomhta. Bogo tá, Fun-

    da

    ción

    Si

    món

    y

    Lo/a Guberek.

    1988

     

    Co

    le

    ccíón

    Literaria;

    núm

    . 26 .

    l l t , \1{ 1111\M \

    \ , \

    1)1. ( 0 1 0 \ 11\ 1 \

    H -O '

    cm'

    ''''o' \ LOU

    C.\

    utau.

    IKJC.OII

    Avanzado ( 1943-1948).

    Dano

    Jaramtllo

    Agudelo

    . Poemas de

    A

    mor.

    Bogo tá. Fundación

    Si

    món

    y .o

    la

    Gubn ek.

    1986 

    Colección Utna rta .

    m.

    17

    .

    1 ••

    \

    •\ 1

    \

    '

    \('• ' ' '

    '

    \ ,

     

    ) \

    \'l'' ''' '

    Raúl Come:

    Juum

    .

    RetrciiO\ ,

    Bogotá. Fundac tlin Smwn

    1

    1olu

    Gul>ert•k

    .

    98H

    Colen

    l  

    ut>ru

    ·

    na

    :

    núm

    . 22

    1 . 1 1 1 : \ 1

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    7/16

    Esa edu cación de los poe tas, que se hace a cachetadas, según

    Pr

    oust, arrojaba

    tal sa

    ld

    o. Pero lo

    si

    ng

    ul

    ar de la poes

    ía es

    su

    carácter

    concreto.

    El

    represe

    ntar

    d

    ic

    ho

    drama

    en la desnudez de un sustantivo, con un relampague

    ant

    e adje

    ti

    vo

    que a la vez hiere y cura.

    Co

    mo ese L

    áz

    aro qu e c

    ada

    tercer d ía resucita de su

    tumba

    , y

    duda

    si vo lve r a ella,

    para

    siempre allí. de seguro, estaría más

    tranquilo) la poes ía

    in

    siste en convocar sus pode

    re

    s, tan hermo os co mo

    terribles: los de todos los día

    s.

    Los más ancestrales y efímeros: el aso mb ro

    co

    ti

    dian

    o de es

    tar

    vivos. La poesía

    qu

    e no es s

    in

    o el poe ma. O el lib ro de

    p

    oe

    mas.

    y

    el lector que lo escucha.

    Un

    poema

    es

    un

    objeto verb

    al

    en el

    qu

    e s

    und

    en dos propie

    dad

    es

    contradictorias: la vivacidad de la sensación y la objetividad de

    las

    cos

    a

    s

    William Carlos Williams

    N

    TO

    LOGIZ N O

    ESTE DECENIO

    Es ev

    id

    ente que

    dura

    nte estos ocho años los poetas co lombianos vivos han

    publicad o v

    ar

    ios y valioso libro de poesía. Sin

    pr

    etender ser exhaustivo, y

    co mo una forma de e nmarca r el conjunto , destacaría:

    Fe

    rnand

    o

    Char

    ry

    La

    ra 1920): Pens

    ami

    e

    ntos

    del

    amant

    e 198 1 ,

    lama de

    am

    or viva Bogotá, Procultura, 1986).

    Alvaro

    Muti

    s

    19

    23): Cara v

    an

    s

    ary

    México ,

    Fondo

    de

    Cultura

    Eco nómica,

    1981 ), Los

    emi

    sari

    os

    xi

    col Fo

    ndo

    de

    Cultura Económi

    ca, 1984) y Cró

    ni

    ca

    regia y alabanza del reino

    Madrid

    , Ediciones Cátedra, 1985 ), agrupad os

    todos ellos en el tomo I de su obra

    Obra literaria. p

    oes

    ía

    Bogotá , Procultura ,

    1985

    ).

    Fernand

    o

    Arb

    eláez 1924): P

    oema

    s

    de

    e

    xili

    o Bogotá ,

    Pro

    cultura, 1986).

    Jaime J a

    ram

    illo Escobar 1932):

    S om brero de

    ah

    o

    gad

    o

    Medellín , Colección

    de

    Aut

    ores

    Antio

    queños, 1984), P

    oema

    s de

    ti

    erra caliente Medellín , U

    ni

    ve r-

    sidad de Ant ioqu ia, 1985),

    Se

    lec ta Bogotá, Tercer

    Mund

    o Editores, 1987).

    Mario Rive ro 1935):

    M is as

    unt

    os

    Bogo tá , Uníversidad Nacio naL 1986).

    José Manuel Arango 1937): Este

    lu

    gar

    de

    la n

    oc

    he 1983), C

    anti

    ga Medellín ,

    Universidad de Antioqu ia, 1987).

    Giov

    anni Que

    ssep 1939): Muerte

    de Merlín

    Bogotá, Ins

    tituto Caro

    y

    Cu

    ervo, 198

    5)

    .

    Elkín Res

    trep

    o 1942): Retrato

    de

    arris

    1as

    198 3), A

    bso

    rto escuchando el

    cercano canto de sirenas   donde se inco

    rpora

    Retra to de artistas Medellin,

    Colecció n de Auto res Ant ioqueños, 1985).

    María

    Mercedes C

    arranza

    1945

    ):

    Tengo miedo Bogo

    . Editorial Ove

    ja

    Negra ,

    19

    83).

    Hola

    so

    le

    dad

    Bo

    gotá,

    Editorial Ovej a Negra, 1987).

    Ed mund o Perry 1945): Circui to ce

    rrad

    o

    Bogotá

    ,

    Litografía

    Helvetia, 1984),

    ibr

    o del buen

    am

    or Bogo

    , Producciones Gráficas RG R, 1985), a

    mi

    s

    ma

    hi

    storia Bogotá , Producciones Gráficas RGR , 1986).

    90

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    8/16

    Darío J aramillo

    (1947): Po

    ema

    s

    de am

    or

    (Bogo tá , Fundació n S1món

    y

    Lota

    G

    u

    berek. 1986

    .

    Dent ro de marco ini cial tentativo. tan susce ptible de ampli ar

    e . ~

    q ue ha

    reci bid o la atención crítica

    que

    merece, incluso en e te m1:,mo Boletín = habrí a

    que añad ir los cinco vo lúme nes de Poe tas en

    ahnl

    . esfo

    uad

    o y ex hau ti\ o

    proyecto edi toria l llevado a cabo por Luz Eugenia ierra . en Medellí n para

    cubnr el mapa poé tt

    co

    colo

    mb

    iano. por reg10 nc

    y

    generacione\. el

    Pano-

    rama

    inédu

    o

    de

    la

    nue

    va

    poesía

    en Colomh10,

    19

    70-

    19

    86.

    qu e.

    preparado

    por

    anti

    ago

    Mut is. fue publlcad o en 1986 por Pr ocu ltura. All í de

    Man

    o R

    i\e

    ro

    1935) a Ramón Cote ( 196

    3

    se ag rupan tex tos. en buena parte

    o ~ .

    de

    59

    p o e t a ~ . »

    Ól

    o ci nco de ellos mujeres.

    Aunque la cifra de

    59

    poe tas resultaba de por sí intimidante.

    la

    puntillosa

    crí tica no dejó de ano tar las au sencias. y en una reseña aparecida en el Magazin

    de

    El

    Espectador se anotaban , entre otras, las siguientes: Henry Luque

    (

    1944

    ,

    Ed mundo Per ry (

    1945

    ), Helí Ramírez ( 1948), A m paro Villami7ar ( 1949).

    Samuel

    J a ramillo ( 1950), Javier He rnández {1952). Mónica Go ntovnik

    1

    95

    3).

    Euge

    ni

    a

    nche7 ' ieto (

    1953),

    Ru bén Vélez (

    1956),

    Fe

    rnand

    o Linero

    1

    95

    7

    .

    . . En este caso, co mo en

    tant

    o otros, cada cual podría

    ap

    o

    rtar

    su

    pr

    opia li

    sta .

    Lo

    que

    ant en taba decir es

    que

    en este material enumerado ha ta aquí, o en

    libros

    como

    El uiJraje

    de

    los años

    ( 19

    86), de Haro

    ld

    Alvarado, Fáhrica

    de

    sombra

    s ( 1987}, de Augusto Pinilla, Espa cios y usos del cuerpo ( 1988). de

    Rafael Día7. Bor bón, o en tex tos de los más jóvenes, como Ramón Co te ( J963):

    P

    oema

    s

    para una fo s

    a co

    mún (Bogotá. Fund ació n Simón y Lola Guberek.

    1985) o J osé

    Li

    bardo Porras ( 1959): Partes

    de

    guerra (M ede

    lll

    n, Biblioteca

    Pú blica Pilo to de Medellí n, 1987) es factible percibir el tono de lo que se

    e cribía . La moduiació n peculiar de este co rt o plazo de oc ho

    años.

    Au nque me

    he refe rid o a algunos otr

    os

    jóve

    nes, en estas mismas pági

    na

    1

    ,

    una atención

    concre

    ta a ciertos libros podría ser úti l: de es tas lec

    tu r

    as específicas a lo mejor

    surgen ideas más ampl ias. Interrelaciones más precisas.

    Las que pueden presen

    ta r

    se, por ejem

    pl

    o, e

    ntr

    e los

    tr

    es

    miembro

    s supervivien

    te de Piedra y Cie lo, J orge Rojas , Gerardo Valencia y Cario Martín . a los

    cua les la Universidad Ce ntral rindió homenaje en tre 1985

    y

    19

    86

    publ ic

    ando

    su tres últimos lib ros de poesía: Soledad

    es

    111

    .

    de R o j a ~ .

    P

    oema

    s

    wrdív

    s.

    de Valencia, y El

    sonid

    o del h ombre, de Martín .

    O los

    46

    poe mas

    qu

    e Ju an Ma nuel R

    oca

    esc ribió entre

    1979 y 1

    98

    7 y qu

    e

    agrupó en Pais secreto " La poesía,/ Ri esgosa y vagabunda,/ Territorio libre

    del sueñ o, / C ult iva las n ores prohibidas , y el resca te y revalo

    ri n

    _ción qu e el

    propi o Roca ha hecho de Luis Vidales, prologando una an tología de su ·

    poemas, e

    ditada

    por la Universidad de Antio

    quia

    en

    1

    982

    .

    O las que pueden exl lllr entre las

    Lu

    ces

    de

    na\ C

     K

    anón, de Mcdardo rías.

    pr

    emio nacional de p o c ~ í a Uni ve rsidad de A ntioq uia

    1

    9g 7. llevú ndonos de

    Bu

    ena

    ve ntura

    a Nueva York , a

    tr

    avés de los

    u e r d o

    de un ntñ o

    que

    a ·imiló

    el estilo e

    u n i d e n

    de

    vida me

    diante

    S c l e c c w n c ~

    d

    el

    Rcad cr\ Dige

    t

    y

    el

    l u m b r a n t

    m o

    co n que desde Ccreté. o tra c1udad al margen. Raúl

    Góme1

    Jattin

    vuelve a otorgarle peso, cuerpo

    y

    sentido a la de  >de lo  >

    w i t m a n i a n

    Retra tos de su terruño ( Fun

    dación

    Sim ón

    y

    Lola Ciubere

    k.

    1

    9R8

    , uno de los más log rados libros de todo el pc

    otJo . en sud ual apertura.

    9 1

    : 1

    n

    ' ' ' II

    I:Ct:

    numere•' del

    B

    okt

    n

    C u h u r < ~ l

    \

    Hah ltugr .al u.:o f ll

    thlhHcc,

    ,

    1 u¡,. n ~ c l \ r . U l l < ~ . Hol(ut.t l,

    R.ant.. l ú ~ : la

    ~ : p u l n . a .

    a p . ~ r c t .

     

    l' l l lr

    l· I

    1

    J>.  '

    ~ e · e

    rH

    :

    uen trn n

      n o r 11aua' r c , c í l a ~ l. e

    mcnllllll.tÚ O\. úc .alguno'

    u trc .

    ~ : n un .1n

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    4ue

    ' ,

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    Charn ' \1 uu

    ..

    ,, lo' m.t'

    JO' ene:-. c.:umu \\ tllldm

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    14U1 c

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    dc:

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    pu k

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    .

    dc

    coro ,amcntc . pcw

    :.tn dc,pcgar nunca

    (num

    1

    2. pág

    10

    5 J l r U h U J

    del peruan

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    9/16

    O lo que implica.

    como

    relectura. la antología Una generación desencantada.

    que Haro

    Id

    Alvarado compiló para la Universidad Nacional , en 1985, y

    que

    agrupa a J osé M anuel A rango.

    Giovanni

    Quessep, Ju

    an

    Manuel Roca,

    María

    Mercedes

    Carranza,

    Harold Al varado. Daría J ararnillo y J. G.

    Co

    bo Borda.

    O, para terminar, el hermoso libro El viento en el puente con el cual Alvaro

    Rodríguez, desde la tradición anglosajona, obtiene

    el primer

    premio en

    el

    concurso

    de

    poesía Octavio Paz, organizado

    por el

    Festival de Arte de Cali, en

    1988, a la vez nos descubre, de

    modo

    reflexivo y

    entrañable, una

    sabana de

    Bogotá que aun no percibíamos. Sin olvidar, claro está. como lo anunciaba

    Golpe

    de Dados, en su núm. LXXX V, a los

    Nacidos

    en los sesentas . entre los

    cuales se destaca, en primer lugar, Ramón Cote.

    La

    poe

    sía no cesa. De ahí que el mapa poético

    colombiano

    sea

    cada

    vez más

    amplio, cada día más difícil su registro exhaustivo. Pero todo ello acaba por

    volver más distinguible la ca lid

    ad

    de los auténticos poetas. Así lo comprobé al

    preparar el número 15 de

    Equivalencias, revista

    internacional

    de poesía que se

    edita

    en Madrid y que ded icó. en 1987 , 16 páginas bilingües, en español e

    inglés. a presentar la poesía colombiana a través de once de sus nombres

    s

    destacados.

    Ahora

    existen mayores

    punto

    s de comparación, y Colombia nada tiene que

    envidiarles a sus

    hermano

    s ricos . en poesía. de América Latina: México,

    Argentina. Chile, Perú o Nicaragua. La poesía co lombiana ya compone un

    corpus sólido, en su unidad , y

    ri

    co , en su variedad. Por eso ya es hora de hablar

    de poesía.

    H BL R DE

    POESI

    Si los caracteres centrales del grupo de Piedra y Cielo ya se hallan definidos. tal

    como se desprende del come nta

    ri

    o

    de Edgar

    O'Hara al respecto , en

    su

    libro

    Agua

    de Colombia

    Notas

    sobre poetas colombianos

    (Fundación Simón

    y

    L

    ota Guberek,

    1988), al hablar de Rojas y Arturo Camacho Ramírez , valdría

    la pena

    anotar,

    tan sólo, la

    apertura

    americana que, desde Holanda

    y

    a través

    de

    su estudio del surrealismo en América, ha experimentado la poesía de

    Carlos Martín, enfrentada a la doble nostalgia del exilio y de la tierra

    de

    sus

    antepasados. Tal desga

    rramiento

    ha enriquecido sus versos .

    Por otra parte, si los tres activos

    poetas de

    Mito , Charry , Mut is y Arbeláez,

    certificaban en

    sus

    últimos libros el s

    abio dominio

    de

    textos

    cada vez más

    tersos, notas

    per

    so nales los diferenciaban uno a uno. Alvaro Mutis , en Cró-

    nica regia

    se alejaba de su

    proverbial álter

    ego, Maqroll

    el

    Gaviero, para

    entregarnos una intimidad

    personal

    mu

    cho

    más

    expuesta:

    la

    que

    lo lleva a

    indagar por

    sus raíces

    gaditanas,

    y su entronque

    con

    lo hispánico-musulmán ,

    como

    una forma de buscar, y obtener, paz y reconciliación con su

    propia

    alma

    de exiliado

    de Colombia,

    desde 1959.

    Pero

    si Mutis se fija en España , en Don Quijote

    y

    la monarquía, como asideros

    para su errancia, Fernando Arbeláez opone,

    mediante

    su poesía china apó

    crifa, un si

    gno

    leve y

    enigmá

    ti

    co a la

    aplastante

    mole del

    imp

    erio n

    orteameri

    cano, simbolizado en Nueva York ,

    donde

    la

    ''jeta

    del

    esbirro

    y el vacío

    último

    intercambian

    sus señales represivas. Im perio al cual, según atestiguan

    Jo

    s breves poemas de

    Arbeláez

    , la religiosidad del

    hippismo

    parecía corroer

    pero qu e en realidad

    sólo

    Vietnam

    humilló,

    cas ti

    ga ndo su ostentación.

    Así

    el

    9

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    , •••

    . . .

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  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    11/16

    del

    mutu

    o vacío.

    La

    s sire

    na

    s qu e oye Res

    tr

    epo

    so

    n las de su

    rápida

    mente,

    inve nt ando es pej ismos.

    Edmundo

    P

    erry, por

    su p

    arte. es uno de

    l

    os po

    e

    tas

    q ue más ha c r

    ec

    ido

    en

    es

    te

    de

    ce nio.

    Su mundo, de

    difícil lec

    tura en

    sus

    co

    mien

    zos, di

    spara

    tad

    o y

    ab

    s

    urd

    o

    en ciertos sesgos vailejianos, se ha v

    uelto diáfano

    , en lo iró nico de s u se nsi bili-

    dad.

    T eniendo siempre

    detrás

    un te l

    ón

    de

    fondo ca mp

    esi no, de ce nce rros y

    eucaliptos,

    y de pueblos

    y ve r

    edas sa banera

    s,

    Perr

    y

    apela

    al

    hum

    o r

    brusco

    para

    narrarnos sus co

    nqui

    stas. Allí donde el burlador, co n g

    ran desparpajv,

    sale burlado. y la gale ría de mujeres

    seduci

    das sólo

    dejan

    al final la evanescente

    so

    nri

    sa

    del

    gato des

    v

    aneciéndose

    en el

    aire

    .

    Una

    lis

    ta de

    ama

    nt es

    es s

    iempre

    una

    lis

    ta de vacíos

    .

    Por

    ello

    su

    Lihro del buen am or

    termina de es ta forma:

    '' H ay

    algo

    en ella que siempre / vence, y no hablo de la cegue ra ;/ se adentra en la

    ca

    ma

    seguida

    /

    por

    mí ,/

    se

    tensa d

    ebajo

    de mi

    abrazo1

    y

    lentame

    n

    te

    d

    esapare

    cen /

    So l

    e

    dad

    y las

    que

    la

    imitan.

    /

    Sólo quedan

    los

    libros

    .

    E

    sos

    li

    br

    os

    de

    Perry,

    poblado

    s de

    personas tan

    r

    eales como

    irris

    orias:

    Esos

    libros

    suyos, incongruentes y siempre llenos de

    certe

    ros

    golpes bajos, tan

    pun

    za ntes como di ve rtidos.

    D arío aramillo, e n Poem s de am or ( 986),

    ha

    realizado , por

    su

    parte , un

    libro perfecto, co

    n

    su sa

    b io

    eq uilibri

    o e

    ntr

    e la n

    osta

    l

    gia

    cristallza

    da y

    la pasión

    de

    sa t

    ada.

    Allí canta la

    maravilla

    del c

    uerp

    o y la luz

    blanca que

    fue su

    in fan

    cia.

    Cuerpos

    poseído

    s

    con

    entereza y orgullos. C

    ulpa

    s asumidas co n

    altiva

    se reni

    dad.

    Es

    ta poe

    sía

    celebra

    e l

    goce

    y la se

    nsualidad

    , la

    ex ul tante

    risa d e la

    dicha

    , y

    ya

    sin

    complacencias

    morbo

    sas

    o

    apelacione

    s a

    la sórdi

    d a

    complicidad,

    se

    d

    esnu

    da

    de

    todo adjeti vo .

    Sus

    poemas

    so

    n

    también cuerpos

    d

    es

    nudos. P or ello

    s u estilo, a la vez vigoroso y

    terrenal.

    termina

    por

    despegar hacia un en s

    ueño

    concreto.

    Hac

    ia

    una

    fí si

    ca

    y

    palpable se

    n

    sac ión:

    aquella

    que hace

    del l

    en guaje

    se

    res

    próxim

    os y

    más aun, palpables,

    en su con

    turbad ora inmediatez.

    La tr adición exis te: Ramón

    Co

    te,

    en

    P

    oe

    m s para

    un

    fosa

    com

    ún

    rinde

    h

    omenaje

    a Conrad y Vallejo, Alejandra Pi

    za

    rnik y Aurelio Arturo, pero

    ha

    y

    algo en su s intaxis , en e l

    golpe

    de sus frases,

    que

    r

    ec

    u

    er

    da in mediatamente a

    Muti

    s.

    Sólo que

    a

    travé

    s de

    Muti

    s

    se

    ha

    visto

    a sí mi s

    mo.

    A su r

    ea

    lidad

    única

    .

    La q u

    e,

    o

    mitiendo tiempo

    s

    y

    espacios, va

    de

    Santa María

    la Antigua

    del

    D

    arién

    a la carrera 7a.

    de

    B

    ogotá.

    El poema re

    hace

    la

    historia

    y no s revela, en

    cada nu

    eva

    in s tancia

    auté

    ntica, q ue el

    ca

    nt o

    comienza

    de nuevo, re

    petiti

    vo y

    no

    ve

    doso

    .

    En algunos

    d e

    estos libros se

    encie rra

    algo

    d e lo

    s

    valioso que la

    po e

    sía

    colombiana

    ha pr

    o

    du

    cid o en este decenio. Pero la

    lectura

    no se

    inte

    rrumpe

    aquí. Continúa a tr avés de o tra s vías,

    y

    nu

    evas

    opciones.

    ALGUN

     S

    POCOS) LIBROS

    C

    a111i

    g

    a

    de J

    osé Manuel Ar

    ango, es

    un libro ex acto en

    su manera

    de

    afrontar

    t

    an

    to la naturaleza

    corno

    al ho mbr

    e, la

    vejez como el a mor ,

    la muerte san

    grienta como la

    terca vida .

    Así se

    titula un breve poema que da

    la pauta

    del

    libro

    ,

    esa terri

    ble

    dialéctica

    vida

    -m

    uert

    e

    que rige

    e l

    conjunt

    o: Lo s

    pichone

    s

    de

    la nu eva nidada

    ya

    empluman para el

    vuelo

    / El muchacho apres

    ta la honda .

    Este

    enf

    re

    ntamiento

    se

    repetirá, con

    insiste

    ncia

    , en

    la

    muchacha albina que

    baila so bre

    una

    tumba

    ;

    en

    Jos

    gallinazos

    ,

    también

    te

    rcos, que no

    abandonan

    un ca

    d

    áver,

    o en las uñas

    qu

    e cr

    ecen hasta co nv

    e

    rtirse

    en

    garras. Ante la

    calami

    tosa

    barbarie

    que

    aq

    u

    eja

    a

    Colombia,

    Arango ha

    reaccionado con

    inus ual ent ereza

    poética.

    94

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    12/16

    H

    abla

    allí ,

    por ejemplo, de quien

    se

    halla en una

    lista

    de amenazados. del

    si muiacro de fusilamiento

    por parte

    de unos

    soldados,

    pero lo

    hace desde la

    poesía. Sin é nfasis, co n

    liviandad, y mu

    y consciente de

    ese tr

    emendum

    que

    allí

    se

    per

    c ibe: U na apariencia mansa / y un fondo de de sasosiego l a ~ co s

    as

    su

    fantasmagoría''.

    Inclu

    so

    las

    cosas

    se

    han

    v

    uelt

    o inquietantes.

    cargadas de

    ho

    rribl

    es

    presagios,

    rec ubiertas

    por sinuosas

    id

    eolog

    ías .

    Su

    tex to ,

    por

    el lo. n

    os

    despeja

    la

    vista para

    me

    dir

    p

    eces

    y < e ~ . y

    g

    racias

    a

    dicha

    apertura

    -

    la de quien

    aprende

    a

    mirar cuanto

    lo

    r

    odea

    - n

    os

    pe

    rm

    ite

    ad

    en

    ir

    mej

    or

    a

    quiene

    s

    limpian la

    sangre de las

    calles,

    no

    sea que

    lo s

    primeros

    tran se únt es

    la

    piso tee n

      .

    Sí,

    matar

    es fatigoso , y lo agrado es necesari o

    pr e

    servarlo en una dim

    ens

    ión inmediata

    -

    de

    tact

    o, de

    piel,

    de

    c

    uerpo ani-

    mado por

    el de

    seo

    o es t remecido p

    or

    el

    fr

    ío- . P

    or

    ello la pareja

    qu

    e

    avanza

    cerca de cue

    rpo

    s caídos, no se sabe bien si

    mu erto

    s o bo rrachos, co nti n úa

    cantando una

    canción

    entre dientes .

    Canción entre dientes la de Arango, breve. entrecortada, de s ilbido

    nervio

    so

    pe ro no

    impaciente. Aún

    tie

    ne

    tiempo

    , s iguiendo a

    Walla

    ce

    Steve

    ns,

    para

    encontrar

    una r

    efe

    re nci a

    quizás

    pueril

    pero

    sin lugar a

    dudas

    co

    mpanibl

    e.

    como e n

    es

    tas

    Proposicio

    ne

    s tonTas acerca de los árbo les:

    /  

    L

    os

    árboles no

    ti

    e

    nen

    cara.

    L

    os

    árboles no hablan.

    os árboles no van de aquípara allá

    desasosegados.

    2

    Un

    árbol

    un

    arnrno.

    El

    de

    sasos iego de A rango , tan co nt r

    olado

    , da paso e n Giova nni Quesse p, y su

    Muerte de Merlin 

    a un

    dese

    ncanto

    cada

    d ía

    s pe rce ptible.

    Su imaginería

    peculiar resulta

    cada

    vez más débil a

    nt

    e

    la

    fragilidad de su propia fe .

    Véase esta

    r

    ápida sec

    uencia : .. En nad a crees (pág. 47) , ' 'pisamos la hoja caíd a, no

    mira

    m

    os

    al cie l

    o (pág. 6 1 ,

    lo bello

    es

    lo

    que

    pa

    sa   {pág.

    63)

    y

    quizá

    s ,

    con

    ma yo r é

    nfa

    s is

    romá

    n

    ti

    co: noso

    tros

    escogim

    os

    la

    roca

    de la cu lpa /

    de

    donde

    no

    podemos

    mirar

    cielo ni n

    guno (pág. 81

    ).

    ¿Q uié n lo

    sa

    lva rá? ¿C u

    ál

    redención es posi ble? ¿Po r q ué el rein o

    se

    ha perdido?

    Las p regu n

    ta

    s de Q uessep so n

    ins

    istentes y

    llega

    n a se r te

    rrible

    s.

    Su evasión.

    hacia Biblos o la s

    leja

    n

    as

    is

    l

    as,

    no pa rece

    po

    s ible.

    Curiosamente Que

    ssep,

    -

    como

    A ra n

    go

    - , se

    afer

    ra

    al

    á r

    bol

    q ue ve

    po

    r su

    ventana

    : allí se t ra nsfigura

    y

    co ns idera a

    la

    mue rt e

    como una

    historia ca

    nt

    able .

    Sin

    sa be r mu y

    bi

    e n lo que

    el de st ino le o torgará,

    en

    medio de tantas sombras, acepta, por fin, y e n forma

    de

    preg u

    nta

    , un

    lugar alejad

    o

    de la

    s

    fábula

    s de

    infa

    nc

    ia

    . Se

    dice

    :

    ¿No adorarás

    ac a

    so la co nd ena / de la vida , su ro nda

    inútil por

    e l patio de l tie

    mpo? (pág.

    7 1 .

    P

    oesía

    mi tológica

    és ta de Quessep,

    en e l

    se ntido que Aud cn le daba

    a la

    palabra

    ,

    con

    t r

    aponié

    nd o

    la

    a p

    oesía

    ocasionaL Lo exp

    li

    ca ba así :

    mientras

    la

    p

    oesía oc

    as

    ional

    atiende

    a las

    ex

    pe

    r

    encias

    personales,

    la

    segu

    nda

    se

    fund

    a

    en

    las figura cio nes alegó ricas. Hay en

    co

    nsecue

    ncia.

    que

    co

    mplementar ambas

    actitudes

    ha

    c

    iend

    o q ue lo ocasional se

    cargue

    de

    uni

    ver

    sa

    lid ad .

    Que

    lo mit

    oló-

    gico

    se

    ll

    ene con

    un

    máxi m o de experiencia perso nal. Así la p

    oes

    ía

    seguirú

    sien

    do un

    pr

    oceso

    vital del

    espí ritu

    y no a lgo para mej orar la se ns

    ibilidad.

    95

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    13/16

    Fanand

    u

    Arlwlác:. Poema

    .\

    de

    e nl io. BoKO ilÍ .

    Prunliwr a.

    /986 .

    Senc Br

    eve

    A /¡·aro .\1ll l l.\ . Caravansarv, .\1é.

    n-

    ,·o.

    Fo ndo

    de

    ( ultura Económ ¡,·a.

    JIJR

    1

    Co ln ·n¡ jn Tierra Firme.

    }al/11

    }aramlf

    u Est ohar. :·

    x-

    tra cto di: P

    oe

    .

    1i

    a. Bo¡:otá. Col-

    ndtura

    .

    1981. (

    ·

    uatlern

    o.l d e pu l  ·

    .

    1 a: IIÚIII

    . f   .

    Fernando Clwrr Lara. Pen  a-

    1111< 11 o del am f l /1 . Bof{otá. Co l·

    cultura. IWU Cua derno de poi'·

    .lÍa . num

    1

    Renata Durán. Oc

    ulta

    Cerem o

    ma

    . Buen

    o.

    \ A EM ECE.

    1985.

    M ám ca Gom m ·

    nik

    . Ofos de Ternera. Ediciones

    Alca

    raván. 19 79.

    Anahel Torrt·s. La hoca

    del

    am or. Box o tá. Ediciones Ar bo/

    de

    Papel.

    /98

    2.

    Mar ia M ercedes Carranza. Tengo M1edo. Bo¡:otá. La Oveja Neg ra, 1985.

    D

    esasos

    i

    ego

    en

    Arango

    , dese

    ncant

    o en

    Que

    ssep,

    cuando

    cierra su

    libro

    así:

    Entre bosques el re

    in

    o ha concluido.

    No tiene sino puertas con herrumbr

    e.

    El son ilegio era

    fa l

    so. los encantado

    re

    s

    ya

    ce

    n bajo el espino blanco.

    Y, sin

    embargo

    el

    canto

    continúa.

    DE LA PROFECIA A

    LA

    /RON/A

    Del

    lenguaje

    de la

    profecía

    hemos

    pa

    s

    ado

    , en

    otros

    autores , al

    iró

    nico

    senti-

    mental. Quedan

    atrás

    la

    rebeldía y el rechazo. Lo suceden la apatía y la

    indiferencia , lo que Har

    old

    Alvarado, en sus Proverbios de uno llegado a los

    cuarenta,

    e

    xpre

    sa así: Quien

    no pudo cambiar su

    pa ís

    antes

    de c

    umplir

    la

    c

    uarta década

    / Es

    tá condena

    do a

    pagar

    su cobardía

    por

    el

    resto

    de sus días .

    ¿Pero

    es fu

    nción de

    la

    poe

    sía ,

    como

    se

    intentó

    en

    el

    decenio

    de160,

    cambiar

    un

    país? En todo caso, ya no se busca convencer si no seduc ir. La personalidad se

    estructura

    narcisísticamente. La

    convicción cede

    paso al humorismo que todo

    lo relativiza. Se disuelve lo po lítico:

    estalla

    lo social.

    ¿Cómo

    a b

    ordar

    , e

    nt

    onces, la

    poe

    sía

    colombiana en

    el decenio

    del80

    ?

    ¿A travé

    s

    de

    una idea

    gene

    ra l?

    ¿

    Reseñando

    ,

    uno por

    un o , media

    docena

    de

    libro

    s?

    ¿Sacando

    de es te ejercicio

    previo

    alguna

    conclusió

    n, como se dice, totaliza-

    dora

    ? Es perceptible, en tod o caso , que e

    ll

    a

    oscila

    entre un doble

    juego:

    no sólo

    el de lo

    mitológico y

    lo

    ocasional, sino aquel que

    la lleva de lo

    explícitamente

    poético

    a lo e

    xacerbadamente pro

    s

    aico

    .

    Aclar

    e

    mos

    lo

    anterior con un

    ejem-

    plo: Piel imagina, de H

    ernand

    o Socarrás (Cartagena , El ca

    nto

    de la cabuya

    e

    di t

    ores,

    9

    87).

    Al

    re

    unir

    y

    seleccionar

    su

    obra poética,

    del 80 en

    adelante por

    lo menos,

    Socarrás

    trata

    de

    convertir todo

    el

    co njunto en

    poesía evidente

    por

    sí misma.

    Desentreve

    r,

    A cr

    ob

    al, Empreño, A blanco semeja/, Marinecer, Be/mar, Mise-

    ra

    ción, Espumar tus párpados. Todo

    humanamente

    se decliva:

    algunos

    de

    tales

    título

    s

    de poema

    s pueden r

    esult

    ar s

    ug

    erentes. Unidos,

    convocan

    el

    rechazo del lector. No importa. Más

    allá

    de c

    ualquier

    posible reacción, insis-

    ten

    en

    lo

    obvio: alguien

    se

    presenta como poeta

    ,

    desde

    un

    comienzo, debili-

    tando de

    algún

    modo

    el lenguaje al

    sobrecargarlo

    de

    advertencias. Sabemos

    que

    quizá

    más

    tarde no

    s

    enfrentaremos

    a

    un poeta pero no queremos

    que nos

    lo diga él mismo ,

    y

    des

    de

    el comienzo. Sus pocos pero reales aciertos

    quedan

    así

    sobredeterm

    inados de

    antemano

    por

    esa explícita intención

    de

    querer

    ser

    96

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    14/16

    -

     

    -

    Tres lthrtJ.Sde

    l:.dmund

    o Ptrr l L n o más un

    o.

    Bogotá. L:m vers1dad Pedai

    OJ{IC O

    Vonono l /977

    ulunó

    n CoJO de Ponduro.

    nú m

    . L Clrc

    wt

    u C

    nrod

    o. Lo

    m1vna

    hm u

    na

    . Box

    otá

    . P

    rod

    un w nes Gráficas R. G. R . 1986

    De

    Jorxt> Ro¡os Soledades. BoRtiiO

    tdrc

    1 ne\ E1ptrol

    Colomh1o. J

    N

    H. \ oc urno

    de A

    don. Bol ota 8 1hltorrc

    u

    Fun

    clat uin e

    nt

    e

    no n

    o ele/

    Banco

    dt> olomhw . / 9 ~ 1 > wma pot•·

    lt

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    15/16

    co

    nf

    un

    d iénd ose

    co

    n la naturaleza, luego la i

    nt

    ertextualidad - Borges, Pa ves a,

    Virginia Wool f, Lewi s Carro - la enfrentará a su propia explo ración fí sica :

    cirugía p

    ara

    extirpar el amor , cánce r y g

    an

    grena a la vez. Piel

    untada

    de

    ause ncia

    qu

    e

    lam

    o a peda ci tos ha sta

    qu

    e

    pu

    eda esc

    apar

    de ella   (pág. . Pero

    su leng

    uaje

    , en el

    recha

    zo , termina por ha ce rse duro , casi minera l Ante el

    dol

    or

    se petrifica. Su image n definit o ria es la de la

    R

    oc

    a vieja:

    un útero

    "c

    oncentrad o mem o

    ri

    oso / a lerta a su des

    tin

    o .

    De a llí, s í podrán bro tar sus j ue gos de

    palabra

    s; su

    danza

    de so nid os. Afir1es

    fec

    und

    a nd o la des

    car

    ga ve

    rb

    a

    l

    Ella

    también,

    c

    om

    o

    tant

    os

    otr

    os

    p

    oe

    ta

    s

    co lombianos de es te tiempo, o po ne la res istenc

    ia

    a la de predació n, fí s ica o

    psíquica . Qu iere afirmarse com o se r pleno , incluso desde la tumba. La expe

    riencia

    adquirida

    se res

    umirá

    as

    í: ba

    jo tierra "diminutas cuc

    aracha

    s

    pr

    ehistó

    ricas le e nse ña

    ran

    a persistir" (pág. 27). A pesar de

    tod o,

    y contra todo , quiere

    la vida que flu ye , mientras dure .

    M a

    ría

    Mercedes Carranza , por su parte, y e n Hola soledad, parte de allí , de la

    patria, es ta casa do nde tod os es ta mos e

    nt

    errado s v ivos", y luego de

    cambiar

    de sueño s, cons tata r lo sucio de la luz, y precipitarse , fe

    li

      , e n ese ..dulce

    eng

    añ o

      al cual el enem i

    go,

    qu

    e es ella mis

    ma

    ,

    la co nduce;

    re

    co bra

    , no ese

    "en a morad o montó n de carne   que nunca se s

    acia

    , s ino algo aun más pertur-

    bad or po r su fuerza, por s u aleaci ón de idea fija y de svarío co ns

    entid

    o: esa

    mezcla a

    dmirable

    de

    am

    or y renco r

    qu

    e ha cri staliza

    do

    en

    uno

    de s us mejo res

    po

    emas:

    en

    una Maldición

    Te pe

    rs

    eguiré por los siglos de los s iglos.

    No dejaré piedra sin rem over

    Ni mis ojos hori

    zo

    nt es sin mirar.

    Do

    nde qui

    e

    ra

    qu

    e

    mi

    voz hahl

    e

    Llegará sin p erdón a

    tu

    oído

    Y mis pa

    sos

    estarán sie

    mpr

    e

    Dentro del laberinto

    qu

    e tracen los tuy os.

    Se sucederán

    mill

    o

    ne

    s de amaneceres de

    oc

    asos.

    Resucitarán los muertos y vo lverán a morir

    Y alll do

    nd

    e

    estés:

    Pol

    vo

    , luna.

    nada

    , te he de encontrar [pág

    . 29).

    He aquí la ir a fría de la au téntica poesía.

    Aqu

    ella

    que

    ha e

    nard

    ecido

    la

    pro sa , a

    veces a ut odes tr ucti va, a veces

    autoconmi

    se rativa,

    con

    su

    grano

    de locura .

    HISTORI

    EXILIO

    Es esto lo

    qu

    e desde

    otro ángul

    o s

    eñala

    Jaime

    Jaramillo

    Es

    cobar

    ,

    presentando

    a J

    os

    é Libardo

    Por

    ras:

    La

    concis

    ión y

    claridad en medio de

    tanta

    poes

    ía

    patid ifu sa que a tiborra los diarios y revis tas". Solo

    que

    la concisión puede

    con clu ir en el h a

    ikú

    fal s

    amente

    enigmático o

    en

    la

    luz

    demasiado nítida como

    para

    no

    de

    c

    ir nada. aramillo

    Es

    cobar

    insiste en su batalla, hablando del

    piedracie

    li

    sm

    o,

    esa desgrac iada escue

    la

    que embobó a la poesía colombiana"

    (pág. 1

    y

    de có

    mo

    el reproche por lo que

    fue

    ya

    no

    es lícito: "Las generaciones

    viejas se

    quejan por

    lo

    que

    es tá pasando. No debieran quejarse. Es

    la

    cosecha

    que

    sembraron" . Una

    dura co

    s

    echa

    , a juzgar

    por la amargura epigramática

    del

    libro q ue presenta: Partes de guerra. Pero en

    Jo

    sé Libardo Porras (1959),

    98

  • 8/18/2019 Poesía Colombiana - El Decenio Del 80

    16/16

    como en tantos otros

    poeta

    s

    colombianos

    actuales , lo que

    cuenta

    es la vid a. no

    las

    ruina

    s

    de

    la his

    toria

    .

    Humor

    rec

    hinante

    , a veces desaj us tad o, pero

    necesa-

    rio

    para

    so

    bre

    vivir.

    En uno

    de

    sus

    p

    oe ma

    s,

    Desertor,

    lo planteará

    mejo

    r:

    El comandante dio

    la

    orden

    y

    todos,

    menos

    uno,

    acataron sin repr

    oc

    hes sus desig

    ni

    os.

    ¡ Ya nadie

    pu

    ede amarme desertor 

    Un ejército,

    al

    que

    falta apenas

    un so ldado,

    yace en el campo de batalla

    [p ág. 47].

    El

    poeta

    -

    de

    se rt or se salva para narrar la tragedia . El poe

    ta

    , de sde el exi lio ,

    divaga

    ,

    intentando

    devo lverle al

    mundo

    su mis

    terio original.

    Así,

    co

    n

    gran

    lucidez

    , habla

    Fernando Arb

    e

    láez

    ,

    en uno

    de s

    us

    t

    ex to

    s,

    preguntándo

    se: ¿ He

    de responder

    colérico /

    por

    éstos cadáveres? . Y

    co

    ncluye, así , r

    ef

    utand o

    la

    po

    br

    e

    ex perienci

    a / d el

    tiemp

    o :

    y el rey

    con su traje de conserje

    lo esencial arbitrario

    una

    especie de desesperación

    y estos mármoles

    y estas este

    la

    s

    que responderán

    por

    n

    oso

    tros

    dina

    st ía

    Truman

    dina

    stí

    a Eisenhower

    dinastía Kennedy

    dinastía Johnson

    dinastía Nixon

    et caetera

    [pág

    . 16].

    De

    sde el

    exilio, la

    s

    dina

    stí as

    son apenas

    sec uencia

    cro

    n

    ológica

    ,

    im p

    erios

    que

    se

    derrumban

    , polvo y ruinas.

    Cayó Egipto

    , cayó

    Roma

    , iz

    an

    cio y Nap o leó n.

    La

    poesía

    continúa.

    Por ello mi smo no es pos ible ex

    tr a

    er n

    inguna

    co nclusió n

    definitiva.

    lo c

    itar

    ,

    tran

    s

    cribir.

    Aludir

    a lo

    qu

    e s

    ub

    yace

    y no es del

    todo

    visible

    para aquellos

    q ue

    aún se niegan

    a ver.

    Concl

    u

    yamo

    s

    co

    n lo q ue d ijo

    J ean

    Paulhan

    ,

    en

    1964,

    hablando

    de Perse (sus palabras son aun

    s vigentes

    r

    eferida

    s a la

    poe

    sía

    colombiana

    de

    esta década

    de l 80):

    ¿Es

    so

    rprendente que el p oeta admire y celebre

    la

    s cosas del

    mundo? Inactual. a lo sumo Sin duda.

    nun

    ca se había visto a

    tantos poetas ocupados en denigrar, rechazar

    y

    blasfemar com o

    l

    os

    que se encue

    ntran

    actualme

    nt

    e: entregad

    os

    por comp leto a la

    repugnancia y a

    la

    có lera, no sin razo nes. es p osibl

    e Si

    n embargo,

    en todo tie

    mp

    o, l

    os

    p

    oe

    tas

    han

    cons

    id

    e

    rad

    o a la

    poesía

    como un

    elogio: como un recitativo sagrado.

    El poe ta ,

    aqu

    el

    por qui

    en la le ngua vive. Esa lengua que pe rdura mu c ho

    s