Poemas de la espiga vieja 002
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Poemario por Daniel Maganto Iniesta.
Índice
LA ESPIGA VIEJA ............................................................................................. 2 PILLUELA .......................................................................................................... 3
EL NIÑO MUERTO ............................................................................................ 5 UN SUEÑO PERDIDO ....................................................................................... 6
NIÑA POESÍA .................................................................................................... 8 A LA VERA ........................................................................................................ 9
FUENTE ........................................................................................................... 10 POEMA A LA MEMORIA DEL HOMBRE ........................................................ 11
RECUERDOS NO VIVIDOS ............................................................................. 12 AÑORANZA ..................................................................................................... 13
NAMASTÉ ........................................................................................................ 15 GUITARRA ...................................................................................................... 16
CIPRÉS ............................................................................................................ 17 AÚN.................................................................................................................. 18 CADA MAÑANA .............................................................................................. 20
POEMA MELANCÓLICO ................................................................................. 22 POEMA A MI PALABRA ................................................................................. 23
NEZAH ............................................................................................................. 25 DOS ALMAS .................................................................................................... 26
LA NIÑA AMADA ............................................................................................ 28 PARTIDA ......................................................................................................... 29
ARENA............................................................................................................. 31
LA ESPIGA VIEJA
La espiga vieja,
enraizada,
anclada en su base
a la tierra que besa,
la cara curtida
por años de recia sequía
y el aire serrano.
El fruto maduro se fue
con la siega aquel año,
los hoscos braceros denotan
su esfuerzo en los brazos,
y sajan...
y bregan...
y tú te rebelas, y agitas
al aire tu cuello
mas nadie se fija y te dejan.
La espiga vieja,
el tiempo ha lisiado tus hojas
y el sol ha quemado tus sueños.
El viento torció tu destino
y plantó tu semilla a lo lejos
y ahora, de vieja, te agarras
con fuerza a la tierra y
evocas tu grano dorado.
La nube se espesa,
la lluvia te bate y te mueve
y sigues prendida a este mundo
con mano de hierro.
La nueva cosecha
rebasa el sendero,
la vida se pasa
y tú te rebelas y gritas,
y plantas tu férrea raíz
en el suelo.
Ahí sigue...
y sigue...
la carne seca,
la caña hueca,
el fruto ciego.
La vieja espiga,
la muerte en vida.
PILLUELA
Esa carita pilluela
esa boca,
esas manos,
esos ojillos curiosos
que me miran ensimismados.
¿Cómo quieres
que los ignore?,
¿dónde esperas
que estén a salvo,
de sus encantos,
las almas gemas,
los sueños bellos,
los corazones?.
Esa cosita chicuela,
némesis de mi llanto,
pilla las manos
de extraños y lee
en las líneas que encuentra.
Si ve que se cortan,
con arte les cuela
una mueca de espanto.
Si ve que son largas
les habla de damas,
o de hombres,
de triunfo y de dinero,
que pa’ urdir
ficciones ciertas,
retahílas de bonanzas,
su tonillo es como el cielo.
Esa niñita cojuela,
con su andar entre barrancas,
con su lazo, coquetilla,
y sus alzas, pizpireta,
que no entiende de mentiras,
que se mofa de su suerte
mientras corre, siempre,
a trancas.
Cuando juega con las
niñas es la reina,
cuando juega con los
niños es su amada,
cuando viaja del
hospicio al hospital,
con su tutor,
gasta ganas de reír,
sonríe y canta.
Esa chiquita locuela,
si pudiera renacer,
por ti, lo haría,
y serías mi doncella,
me reiría de tus gracias,
con tus bromas,
con la risa que contagias,
y amaría la fortuna
de correr tras de tu estela,
volvería a ser el niño que perdí
y daría, a Dios, las gracias
por tenerte junto a mí,
cosita chica,
guapa,
pilla,
bella.
EL NIÑO MUERTO
El niño muerto,
en una glauca urna de cristal,
con su carita pálida en el féretro,
en un capazo, roto...muerto.
Ya no juegan sus manos blancas,
y el hermano fraterno
no entiende por qué recogen
los muñequillos del hermanito
con tanto apremio.
Aún no fluye su habla entera
y ya lo llevan, en la cajita,
al cementerio,
aún no plantan sus piernas firmes
y lo recuestan, entre algodones,
para su entierro.
¿Por qué se mueren los niños chicos?,
¿por qué no pueden vivir
la vida que Dios ha puesto?,
¿por qué se rasgan las
vestiduras por tonterías
los que no saben que ayer
hallaron un niño muerto?.
Las lágrimas de la madre cortan
como cuchillas que se
clavaran en sus adentros,
y el padre se desploma de rodillas
porque daría su propia alma
por suplantar
el cuerpo gélido que Dios
le roba sin miramiento.
Se murió el chiquillo sin arrancar
el exabrupto de algún maestro,
se murió...sin llegar a amar,
sin conocer el desaliento.
La vida nos sustrae y nos da,
y se ceba con el débil y el hambriento,
la vida es el antojo del azar,
y por eso hoy se llevan a
enterrar a un niño muerto.
UN SUEÑO PERDIDO
Te vi junto al cauce del río,
sentada en la orilla desierta,
pensé que era un sueño y dormido
llamé con el alma a tu puerta.
Tus ojos me vieron mendigo
y alzaron su porte sereno
llenando de fresco el camino,
la linde de sombras de enebro.
Te dije si estaba soñando
y tú recogiste el cumplido,
y vi tu mirada añorando
los labios de un viejo amorío.
Brilló en tu mano un anillo
y supe el porqué de tu llanto,
que hiere tu piel el cuchillo
del vínculo fiel sacrosanto.
Me fui envidiando al marido,
al hombre que tuvo el acierto,
de hacerte su sueño dormido
y amar a ese sueño despierto.
A veces recorro el camino
y creo observarte, chiquilla,
el rostro de un sueño perdido,
sentado en el río, a la orilla.
POEMA DEL ABANDONO
Y entre los olmos vaga el alma,
junto a un perro, abandonado,
de famélico cuerpo sin lustre.
Madera, y carne,
al uno le han talado un sueño,
al otro le ha cegado el hambre.
El alma...
en el redil del infortunio,
escasa paga que no cubre tanto empeño.
El perro...
buscando un amo,
yerto de frío y miedo.
El alma, y el perro,
porque la vida les ha dejado
comparten solos su lloriqueo.
El alma que busca un alma,
el perro que busca un dueño.
NIÑA POESÍA
La niña poesía
apenas camina,
se yergue a ratos
sobre sus piernas,
se cae de bruces…
y patalea.
La niña poesía
ha nacido
para enjugar mi alma
de tanto llanto,
para llenarla
de borracheras.
La niña poesía
rogó a la lluvia,
mientras nacía,
que me lavaran
sus tenues trazos
con el enjuague
de la ambrosía.
La niña poesía
me mira en brazos
de los poemas desordenados
que su carita,
risueña, inspira.
La niña poesía
me habla bajo,
para que no
se fustigue el sueño
y me adormezca
su letanía.
La niña poesía,
que ha nacido,
se ha adueñado de mi alma,
y la amo,
y me ama,
como se aman
el sol y el día.
A LA VERA
Y a la vera de mi halago
peinas tu belleza de orgullo,
con un aire de desgana,
con la mirada lejana
frente a un espejo de jade,
mostrando modales de reina,
afrentando, en el garbullo,
a los hombres que
en tu imagen se condenan.
Y a tu vera me aturullo,
y me fallan las palabras,
y me sobran los temblores,
y me busco en un barullo
de ademanes,
y me pierdo en parloteos
y sermones.
Y en la vera he sido tuyo,
con mi cuerpo emocionado,
de pasión enfebrecido,
con jadeos como arrullo
mientras cubre tu
lozana complacencia
la apetencia de un afán
que disimulo.
Y en mi vera se ha hecho oscuro,
porque el sol de mi
jolgorio se ha escondido,
y ahora el agua que era
clara se me enturbia
entre las manos y se
angosta, por mi vera,
en fino embudo…
¡ay!, mi vera…
¡ay!, mi vera…
FUENTE
Reguero de frescura claro y puro,
pábulo de sed y desacuerdos.
Me veo en ti reflejo,
hombre con la faz erosionada,
ya maduro.
Me veo en ti reviejo,
hombre avejentado por las dudas,
por recuerdos.
Perdura tu fluencia pese al frío,
sémola de vida sobre el cierzo.
Me puede tu hermosura,
cuerpo de translúcido contorno,
todo brío.
Me puede tu ricura,
vianda de placer de los sentidos,
sin esfuerzo.
Renaces de la lluvia lengua y lecho,
caño generoso y pavorido.
Me ciega tu desuello,
lágrima insolente de frescura,
en mi pecho.
Me ciega tu destello,
claustro cristalino de descanso,
ya dormido.
POEMA A LA MEMORIA DEL HOMBRE
Si el hombre olvida la sombra
a su espalda,
¿cómo puede no temer
a los fantasmas que lo acosan?,
si el hombre aleja su pasado
y lo espanta,
¿cómo puede la memoria
no sajar al viejo sueño que rebrota?.
Si el hombre se olvida
de que es hombre,
de que toda la semilla
que ahora amasa
la guadaña plantará
junto a su tumba
a más tardar...
¿tras una vida procelosa?,
¿tras el suspiro de los meses?,
¿mañana?.
Si el hombre olvida su historia
y repite sus errores,
si el hombre se niega otra alma
y la suya la ciega,
si el hombre deja atrás su sombra...
¿qué le queda?.
RECUERDOS NO VIVIDOS
Hay besos que saben
a miel en la nada,
hay miradas que respiran
brillo e ilusión
frente al vacío,
hay abrazos de humo,
espalda contra espalda,
hay paseos rectos de
la mano del perfume,
en el recuerdo,
de la amada,
hay imágenes límpidas,
tan nítidas como que
tú ya no estás,
y aún sigues estando,
imagen que se evapora
como el rocío de Enero,
que el brillo del nuevo sol
derrite y funde
junto a los sueños
que no vivimos
y que yo, al fin,
viví de tus recuerdos.
AÑORANZA
To’ lo que guardas lo escondes,
ahí,
bien perdío,
pa’ que nadie lo halle,
donde el tiempo lo melle
y el polvo del chasco baldío
lo raye.
¡Ay, mi rocío!,
¡mi sueño!,
¡mi vida!,
¡mi sangre!,
qué duro se muestra tu filo,
qué flojo se muestra tu aguante,
y es que yo,
que no soy tu marío, ni tu amante,
que no busco dinero ni lustre,
te digo,
¿de qué la belleza que gastas,
si goza de ella un mal hombre?,
¿de qué tu sonrisa mimada,
las manos curiosas,
tu nombre?,
¿de qué la aureola de reina,
si el tiempo lo fútil se come?.
Que sigo en la lluvia esperando,
calado de un frío de amores,
que sólo a tu lado respiro,
y luego me ahíno y te escondes.
¡Chiquilla!,
¡carilla!,
¡pilluela!,
me fijo y tu risa me rompe,
me dejas dormir a entrevelas,
sin fe,
ni horizonte,
¿y sabes qué dice mi pena?,
que temes hallarte morrena,
que el río que raudo te arrastra
es río que acaba en condena,
que el vino que ahora te llena
se agría, y agría tus dones,
que vives oculta en burdeles
soñando con besos y amores.
Aquí me retiro,
pilluela,
que el padre me espera pa’ verme,
pa’ oír la aflicción que me pesa,
y unirme a su alma,
y cogerme.
Aquí ya no sigo,
pilluela,
que el surco se abre,
de frente,
que el verte me hiere la risa,
que oírte fingir me insumisa,
y amarte me clava a la muerte.
NAMASTÉ
Me has llamado amigo del alma...
namasté.
Tus palabras resonando en mis oídos:
"amigo del alma...".
Tan sólo te guardo en mis sueños
y, sin embargo, tu rostro aparece vivo,
la láctea sonrisa en tu cara ajada,
los sucios remiendos que dan
a tu ofrenda el sentido.
El duro muñón de tu mano manca
guía preciso mi viaje,
camino hacia la fe junto a
tu alma hermana,
junto a la mata rala de tu pelo liso.
No necesito decirme tu nombre,
ni saberlo,
ni sanar tu precaria pobreza.
Mi fe no se rasga en jirones,
perdura,
al igual que tu amistad inmensa.
Tus palabras resonando en mis oídos:
"tu alma y mi alma son una sola alma...".
Aún sigo llamándote...
namasté.
GUITARRA
Cuerpo de desnudo,
viejo,
madera corroída
por el tiempo,
que se esmera en afinar
tu tono agudo
y en limar tu clavijero
rapacejo.
Sonata,
novia eterna,
dulce arrullo,
me pierde en bulerías
tu gracejo,
¡canta, baila, recita!,
liga la segunda con la quinta
palo santo de nobleza
y de orgullo.
Tus cuerdas,
en hiladas,
asemejan las ventanas
de los patios andaluces,
prisiones de belleza,
plantas, pozo, agua,
refugio de los nudos
y clavejos
de tus tripas de serrín.
Madera añeja,
madera parda,
la blanca copla
que es copla amarga,
el cante jondo,
pasión gitana.
Con fe mi pulso
saca de tu mástil
una danza jaranera.
Sin fin mi mano
ciñe tu lacónica
escultura de madera…
de madera…
de madera…
CIPRÉS
Dos amantes se declaran
a tus pies,
el torso palo,
ramaje hirsuto,
nada altera la prestancia
de tu porte,
ni los llantos de los vivos,
ni las voces de difuntos.
Viejas grietas de sopor
cubren tu talle,
hiedra y musgo,
las de historias que
relatan mudos huesos
descarnados desde
fosas y sepulcros.
Tu copa mira firme
las hileras de granito,
los ángeles de mármol,
las verjas oxidadas,
las coronas de flores,
los tilos,
la vetusta tapia carcelaria
que rodea el camposanto,
la herrumbre de los siglos.
Guardián de bienvenida de
esta villa vieja y lúgubre,
estatua que, impasible,
bebe ansiosa de los
brotes de rocío en
primavera,
dona sombra refrescante
en el estío,
guarda amores declarados
en otoño
y rescata una inscripción
de lo injusto del olvido,
una frase ya gastada,
epitafio de dos lápidas
que cubre de los
copos de Diciembre:
“Macarena y Rafael, amantes siempre”.
AÚN
Me refugio, cada noche,
en tu memoria perdida,
y como el niño se hace hombre
mi amor madurará hasta la muerte
y tú, aún, seguirás dormida.
La saliva de tus labios
será la savia prohibida,
y cuando mi sed sea enorme
beberé del manantial de la locura
y tú, aún, seguirás dormida.
Regaré, con mi dolencia,
tu soberbia torcida,
y cuando el ojo se deforme
morirá vacía el alma de emociones
y tú, aún, seguirás dormida.
Y del brazo de la ausencia
partiré a escondidas,
y como el sueño de tu nombre
dejaré que mi existencia se diluya
y tú, aún, seguirás dormida.
CAMPO
Campo que escondes
la magia de los recuerdos
de mis ancestros,
las siestas sobetas
y las labranzas,
las correrías de los mozos,
la belleza encorsetada
en lagos de ojos verdes,
en agrestes senos de piedra
asentados en tu cuerpo hermoso.
En tus laderas he hollado
senderos de libertad,
he comulgado con el viento,
he gozado de la inopia
de un instante de abstracción,
de la paz,
del caudal argento
de tus arterias.
Veo, en tu seno, momentos
de gloria de la vida
que bulle,
regalos de armonía,
instantes de furia
y de amistad,
el paso cansino de las eras,
la ley que cubre de grandeza
la arrogancia de tu potestad.
Aquí, en mi corazón,
te llevo cada día
que recorro tus caminos
en mis sueños,
ahora que mis piernas
ya flaquean,
cuando las arrugas
de mi frente se confunden
con mi ceño,
cuando el ánimo se arquea
y el alma se desplaza
apoyada en un bastón.
CADA MAÑANA
Cada mañana te vislumbro
por entre las celosías de tu jardín.
Me cubro de noche,
rezando para atisbar
la esquiva estela de tu sombra,
y cuando la descubro,
presa de los ventanales,
me siento novicio,
inerme ante la erección de la vida.
Cada mañana descubro en mí
la herrumbre que arrastra,
junto a tu valla,
mi alma en pena,
la lacónica amargura
y la presencia pedigüeña
que le implora a la fortuna
las migajas que resbalan de tu mesa,
y los besos que desdeñas.
¡Ay!, tu pelo ensortijado
en el envés de la ventana,
la risa que imaginan mis oídos,
tu pasión enfebrecida en otra cama.
Y así cada mañana,
protegido por la bruma,
cómplice de la oscuridad dormida,
de la soledad hermana.
¡Qué contraste el de mi andar
y tus pisadas!,
¡qué equilibrio ha de alcanzarse
para alzar de su sepulcro
al muerto amor
y mudarlo en amistad
hacia la amada.
¡Ay!, tu boca jugosa,
tu labio fresco,
tu caricia pintada,
el óleo de tu egregia figura
y el pasmo de mi suplicio a salvo,
en la negra noche,
de tu mirada.
¡Ay!,qué avaricia la que te guardas,
el que sepulta tu fino encanto,
el que me ocultas en tu morada,
el que me roba la fría gota
que traza el surco de mi mejilla,
mientras me alejo,
cada mañana.
POEMA MELANCÓLICO
El poema de la melancolía
nace del hombre anciano,
de los cruces polvorientos
donde chocan los destinos,
del esfuerzo de las manos
cuarteadas por el tiempo.
Las estrofas se enamoran
del arpegio mortecino,
de la voz atribulada
por un gesto,
de la grata parsimonia
del desliz de un beso presto.
Pequeño destello de gloria,
reseña de sueños vetustos,
palabras de oscuras memorias
que ocultas,
historias de amores ilusos
que leen poetas risueños.
Arado de acero cetrino,
rotura la tierra del verso,
ingenia verdad y mentira
en el alma,
que vive la paz en tu sino,
apócrifo y dulce universo.
Todo poema es camino...
Todas las sendas son versos...
POEMA A MI PALABRA
No sabría cómo expresarte
la palabra que viaja en el viento,
en un vano susurro, aparte,
alejada del cauce del tiempo.
La palabra la trajo la mar
en las tablas de un viejo velero
que pescaba cariño al azar
y arribó, sin quererlo, a mi puerto.
Te la quiero citar con la paz
que ahora cabe en mi fe marismeña
tras oírla sonar en la mar
al romper una ola pequeña.
Un alarde de espuma en su filo,
un huella desnuda que entierra,
y mi alma cautiva en su brillo
mientras habla a mi oído la arena.
Su siseo perturba el sentido
recostado en la playa serena,
que no hay roce que sea más fino
ni palabra que suene más bella.
En el barco se encuentra el destino
en un trazo tallado en madera,
en el nombre que hallé manuscrito
al varar con su quilla en la arena.
La congoja dispensa en la vida
un dolor que en el alma se esmera,
y al madero la ruda traílla
de su nombre me amarra con fuerza.
No podría decir más que el cielo
a su lado se encuentra más cerca,
que en su surco se seca mi cieno
y mi áspera inquina se anega.
De la vela he colgado mi sueño
y en el mástil mi nueva bandera
y he dejado en la tierra mis fueros
que ya el mar me dará recompensa.
Si pudiera enunciarte su nombre,
extender su embeleso en el aire,
juzgarías mi gesto de un hombre
que reclama un anhelo distante.
La palabra me guía a un apodo
que en el mar es el eco de un grito,
el del nombre del sueño que añoro...
y soñar que soñé el infinito.
NEZAH
De estos días aciagos
en los que las ilusiones
se derraman por el suelo
como hojas en Otoño,
de estos instantes turbios
he tomado el agrio licor
para ser voluntad,
para desdibujar tu rostro
confuso y afinarlo,
para volver a nombrarte
con el nombre que siempre
te hube de dar.
Ya no volverás a ser pureza,
no cabe en ti,
ni en mí,
la falsa impudencia del
velo de las apariencias,
la máscara de la no verdad.
Nunca más “naranjana”,
alma pura,
o alma oscura,
¡qué más da!,
tu nombre, hasta donde
llegue lo infinito del sueño,
siempre será Nezah...
siempre...
eternidad...
DOS ALMAS
LLevo en mi pecho dos almas,
la una te pertenece,
alma preciosa,
no sólo hoy...para siempre,
la otra aún germina
y crece en un hueco adusto,
pero crece, niña hermosa, crece.
El alma que tú criaste
con las caricias libadas en
las flores de tus entreteces
es un alma gloriosa,
que la miro con los ojos
que al mirar me regalaste,
y encabrito el lagrimal,
y cae la lágrima,
y cae,
por no más verte.
La nueva alma aún no palpita,
se construye de pedazos
de palabras y visiones
que en rincones de la otra permanecen,
es soberbia,
se levanta y me golpea cual ariete,
porque quiere ya vivir, y yo la entierro,
y me pide respirar, y yo la ahogo,
y me ruega madurar, y por más
que no la aliento
su pálpito se anuncia y en mí
crece, niña hermosa, crece.
Mi antigua alma ya no es mía,
ya no reino entre sus sueños,
ni vigilo sus desnudos,
ni la embrujo con mis besos,
ni la dañan mis dobleces,
ya no es mía, aunque vaya a mis espaldas,
porque no me pertenece.
Mi nueva alma histriónica
se ríe de mis palabras,
de mi poemas,
de mis escritos,
y me pide nuevos besos,
nuevas risas,
nuevos frutos,
nuevas nueces,
porque no tiene medida,
y quiere ser...luz del día,
y negra noche,
y Dios de cuanto acontece,
lo quiere todo de mis entrañas
y como tú ya no eres mía
crece, niña hermosa, crece.
Dos almas vivirán conmigo,
tan inmutables como la muerte,
la una...en la inmanencia,
la otra...¿quién sabe?,
quizás la guarde por si algún día,
tal vez al verme,
tu risa vuelva de su retiro
y sea yo quien le pida a voces
¡crece, alma preciosa, crece!.
LA NIÑA AMADA
La niña no ríe,
ni llora,
ni sabe del paso del día,
ni cuenta las lánguidas horas.
La niña reside en su mundo
y allí se entretiene contenta,
princesa soñada,
colmada y atenta.
Tan claro es su sueño profundo
que brilla feliz su mirada,
no ríe,
ni llora,
y aún muda, todo lo dice su cara.
La niña nació sin un gesto
y el aire de afuera la ahogaba,
y no sabe hablar,
ni corre,
ni anda.
La niña se mueve en su silla
y pide sustento con babas,
el padre la limpia,
la madre la mima,
la aman.
Yo lloro por ti, niña mía,
y río,
feliz de saber que en tu mundo
te cuidan las hadas.
La niña no ríe,
ni llora,
y nunca sabrá qué le falta,
¡qué importa!,
la vida la lleva en silencio
y todo lo dice su cara.
PARTIDA
No me sigas que yo
ya soy tallo viejo,
estas manos se arrugaron
en las minas,
estos ojos se cegaron
con estrellas que nacieron
en el alba de la noche
y murieron abrasadas
en un trazo.
Este pelo se hizo cano
con la marcha de la vieja,
con el manto mal bordado
que tapaba su rendido
rostro amargo,
con los cruces entre cejas
y los ruegos no escuchados.
Si retrasas tu impaciencia
hasta mañana
tal vez pueda caminar
mi pie cansino,
tal vez pueda recordar
de aquel pasado
y dictarte los consejos
que daría un buen amigo.
Si de algo yo he sabido
este tiempo
es que un joven vale más
que mil ancianos,
que su fuerza no la aplacan
las barreras
ni su espíritu lo allana
el desafío,
que es el fruto de la vida
en el estío
y la siembra en el invierno
enamorado.
Anda que ya veo como llevan
los mozuelos mis despojos,
a la vieja que me llama,
y no guarda su textura
ni el desgaste de los años
ni el color de tanto enojo.
Mira que me voy alborozado
de haber visto, la pobreza,
de reojo,
a mis hijos, en mis brazos,
de retoños,
y a mi vieja, con dolor,
haber parido.
Que me voy, amigo mío,
que me voy sin una queja
por la vida que he vivido.
ARENA
Se sueñan nuestros cuerpos tumbados
sobre la arena,
templados por el calor del cuarzo,
mecidos por las caricias
de las palmas de las palmeras,
regados por el sudor de la piel amada,
calmados en la victoria de la fatiga,
sobre la arena.
Tu lágrima, tierna y frágil,
me atrajo sobre tu pena,
me atrajo tu labio rojo
con un deseo que ardiente quema,
tu voz de ruiseñor solícito,
tu sensibilidad morena,
tu corazón de mujer ansiosa
que palpita con el latido
que marca mi amor,
y tu deseo de ser mi amante,
de entregar tu virtud plena.
No nos robarán el sueño
los ladrones de la esperanza,
y tú, y yo, seremos arena,
y nos moverá el viento a su antojo,
y nos llevará lejos,
donde no existan recuerdos,
ni miradas ajenas,
a una playa desierta
donde el calor del astro sol
nos fundirá en un grano,
y seremos el uno del otro,
amantes en un suspiro,
con nuestros cuerpos unidos,
placenteros,
desnudos,
generosos hasta la muerte,
sobre la arena.