Periódico Manantial – Edición 02

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INSTITUTO PENSAMIENTO Y CULTURA EN AMÉRICA LATINA ENSEÑANDO A PENSARC. C. T. 12PSU0072K RVOE SEG/00017/2005 Periódico Manantial 1 México D. F. Hugo Zemelman Merino, Director Ipecal. Estela Quintar, Secretaria Académi- ca, Ipecal. Miguel Alberto González González, Director Publicaciones, Ipecal. Se aceptan artículos o textos, siempre y cuando el autor se haga responsable de las fuentes y los conceptos que decide abordar. Se pueden enviar a los correos [email protected], [email protected] Año 1. Edición 2. Octubre de 2011. ¿En cuál epistemología nos asumimos como sujetos investi- gadores? Luz Elena García García 1 Partiendo de la pregunta: ¿En qué óptica epistemológica nos asumi- mos como investigadores en un 1 Docente-Investigadora Centro de Investigaciones en Desarrollo y Medio Ambiente (CIMAD), Directora Línea de Investigación en Desarrollo Social y Humano de la Maestría en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente (CIMAD), estudiante doctorado en Cono- cimiento y Cultura en América Latina en el Ipecal (México). [email protected] luzelenagar- [email protected] Reflexiones derivadas del libro de Zémelman, H. (2002). Horizontes de la Razón. campo de conocimiento específico?, inicio estas reflexiones que nos convocan como sujetos investigado- res a situarnos en un óptica expe- riencial, propia y relacional. Desde una óptica metodológica tra- dicional diría que el investigador, en aras de una abstracción metafísica en la relación del conocimiento y la sociedad, se sitúa por fuera de las dinámicas constituyentes propias, para garantizar la objetividad, sin dar cuenta de cómo se sitúa para afrontar los problemas, en tanto considera que son exógenos a él. Si es desde una óptica cualitativa puede incurrir en su invisibilización al adecuarse a un proceso pre- establecido metodológicamente que tiende, al igual que el anterior, a garantizar la objetividad del conoci- miento en un movimiento pendular entre la objetividad y la subjetividad. En una perspectiva crítica, la exi- gencia ineludible por la construcción de una totalidad articulada como proceso que alcanza diversas acep- ciones, implica la estructuración no funcionalista de la realidad humano- social, entendida como proceso in-

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Periódico Manantial

1

México D. F.

Hugo Zemelman Merino, Director Ipecal.

Estela Quintar, Secretaria Académi-ca, Ipecal.

Miguel Alberto González González, Director Publicaciones, Ipecal.

Se aceptan artículos o textos, siempre y cuando el autor se haga responsable de las fuentes y los conceptos que decide abordar. Se pueden enviar a los correos [email protected], [email protected]

Año 1. Edición 2. Octubre de 2011.

¿En cuál epistemología nos asumimos como sujetos investi-

gadores?

Luz Elena García García1

Partiendo de la pregunta: ¿En qué

óptica epistemológica nos asumi-

mos como investigadores en un

1 Docente-Investigadora Centro de Investigaciones en Desarrollo y Medio Ambiente (CIMAD), Directora Línea de Investigación en Desarrollo Social y Humano de la Maestría en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente (CIMAD), estudiante doctorado en Cono-cimiento y Cultura en América Latina en el Ipecal (México). [email protected] [email protected] Reflexiones derivadas del libro de Zémelman, H. (2002). Horizontes de la Razón.

campo de conocimiento específico?,

inicio estas reflexiones que nos

convocan como sujetos investigado-

res a situarnos en un óptica expe-

riencial, propia y relacional.

Desde una óptica metodológica tra-

dicional diría que el investigador, en

aras de una abstracción metafísica

en la relación del conocimiento y la

sociedad, se sitúa por fuera de las

dinámicas constituyentes propias,

para garantizar la objetividad, sin

dar cuenta de cómo se sitúa para

afrontar los problemas, en tanto

considera que son exógenos a él.

Si es desde una óptica cualitativa

puede incurrir en su invisibilización

al adecuarse a un proceso pre-

establecido metodológicamente que

tiende, al igual que el anterior, a

garantizar la objetividad del conoci-

miento en un movimiento pendular

entre la objetividad y la subjetividad.

En una perspectiva crítica, la exi-

gencia ineludible por la construcción

de una totalidad articulada como

proceso que alcanza diversas acep-

ciones, implica la estructuración no

funcionalista de la realidad humano-

social, entendida como proceso in-

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acabado y multidimensional, tempo-

ral y perviviente, determinado y po-

sible, utópico y concreto.

Cuando nos

referimos a

la estructu-

ración de la

realidad en

su inacaba-

miento, ésta y la estructura las con-

cebimos como construcciones que

devienen de los modos de organi-

zación de los sujetos, en los proce-

sos y horizontes de pensamiento y

acción en diferentes campos, por lo

que se entreteje en la articulación

de lo posible, lo emergente y lo iné-

dito. La realidad, lo práctico y lo

político son perspectivas del cono-

cimiento contextualizado, del pen-

samiento concreto en acción y de la

acción que transforma espacios de

realidad. De ahí que el conocimien-

to como praxis ya no es esencial,

fundamental, ni hipotético-

deductivo, implica la construcción

de parámetros nuevos y opciones

de lo real y la realidad de los sujetos

colectivos y personales que la vi-

vencian en proceso de articulación

creciente del pensamiento, para

potenciar horizontes a partir de lo

que nos constituye y podría llegar a

constituirnos en proceso de proble-

matización, crítica y prospectiva.

Lo real “es un nivel de realidad ana-

lizado en su articulación” (Zemel-

man, 2002), reto que conlleva a un

cambio del sujeto en su racionalidad

y lenguaje científico, en cuanto de-

manda ruptura y cambio, para abrir-

se a nuevos lenguajes y relaciones

epistémicas. En la construcción de

la realidad, generamos modos de

organización y expresión a través

de los lenguajes, los comportamien-

tos, las actitudes y las prácticas,

que producen continuidades o dis-

continuidades en el mundo social y

vital de las personas, dándose un

enriquecimiento del entorno en el

sujeto que es capaz de ensanchar

su mirada, su lenguaje y sus espa-

cios de acción. Los lenguajes son

base para reflexionar sobre las

prácticas de investigación, crear

nuevas formas de relación de cono-

cimientos y pensar diferente y dis-

tante de las maneras ya estableci-

das, lo cual se traduce en nuevos

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procesos y maneras de nombrar las

cosas, los hechos y los aconteci-

mientos, y en la construcción de

sentido para el sujeto que los nom-

bra. En este tránsito, la problemati-

zación de la realidad es ineludible

para potenciar la construcción de

relaciones radicalmente nuevas, el

tensar aquello que afirmamos y el

dudar de aquello que en apariencia

tiene fuerza constituyente.

La problematización y la crítica pe-

netran en lo más profundo del cono-

cimiento dado, para generar duda,

movilidad y cambio. Las rupturas

en la construcción del conocimiento

que devienen de la reflexión de los

problemas se constituyen en el de-

safío de quienes vivimos la investi-

gación, quienes ya no conformes

con las metodologías existentes,

vamos tras las huellas de lo posible

para pensar y relacionar diferente,

en lógicas de articulación y acción

más incluyentes de lo que ha estado

fuera o al margen del conocimiento

y de lo humano.

Partir de las fisuras, las rupturas y

los límites para desbordarlos, para

deslizarnos por ellos, en un movi-

miento hacia lo no dicho aún y lo

inédito, asumiendo el desafío crítico

de pensar, razonar y vivir en un con-

texto específico propio, nos exige un

pensar categorial o pensar por

campos de conocimiento, esto es,

pensar epistémico, aperturarnos a la

tensión entre lo determinado y lo

indeterminado, a la articulación de

lo que ha estado disyunto en niveles

crecientes de complejidad.

El pen-

samiento

categorial

incorpora

la forma

como

contenido (organización) y posibili-

dad (apertura de opciones); la obje-

tividad dándose (no dada) como

contorno realizable en contenidos

específicos y potenciales, en tanto

se abre a otros contenidos. Implica

ser conscientes de los “horizontes

posibles de conocimiento y/o accio-

nes” (Zemelman, 2002) que pode-

mos realizar en un momento; sensi-

bilizarnos con el conocimiento de la

realidad, determinando la “base ca-

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tegorial” (Zemelman, 2002) para

construir juicios atinentes a la mis-

ma. Las categorías se construyen,

por lo que se hace necesario distin-

guir dos funciones: la lógica como la

posibilidad de predicar, presuponer

o predeterminar una propiedad de

un objeto, y la exigencia de objetivi-

dad, como apertura a lo real a

través de la problematización y no la

explicación o manipulación del obje-

to, lo que demanda la construcción

de sentidos posibles derivados de la

problematización.

De este modo la posibilidad deviene

en objeto reconocido por el conoci-

miento científico bajo ciertos crite-

rios, pero la adjetivación de la reali-

dad a partir de la praxis implica el

sentido como opción de construc-

ción teórico-práctica, un sentido que

comprende el contorno de su histo-

ricidad . La dimensión de la con-

ciencia nos sitúa en posibilidades de

sentido, y éstas a su vez se trans-

forman en “contenidos de experien-

cia” (Zemelman, 2002) lo que impli-

ca que los sujetos se incorporan al

conocimiento, personas y colectivos

que piensan, asumen una postura

crítica y creativa de la realidad que

los constituye en movimiento rela-

cional constituyente.

De ahí que pensar nos libera la

conciencia de aquello que histórica

y cognitivamente nos aprisiona, nos

insta a liberarnos de nuestras atadu-

ras, nos mueve conocer la realidad

circundante desde el reconocimien-

to de nuestras circunstancias, las

cuales se entretejen en un texto

donde damos cuenta de la determi-

nación histórica de la que hemos

sido objeto, pero también de la utop-

ía, del sueño posible en proceso de

concreción, de la resistencia en el

camino de potenciar nuevas expe-

riencias y formas de aprehender la

realidad que vivimos. Lo posible es

el horizonte que afronta el hombre,

lo real es lo construible, y lo cons-

truible incluye las heterogeneidades

que el pensamiento tradicional re-

chazó en razón de su rigor metódi-

co.

La necesidad de construir una lógi-

ca de articulación puede potenciar

el cambio de nuestros espacio so-

ciales, lo que exige tomar distancia

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de los procesos cognitivos y orde-

nadores de la manera de pensar la

historia, como momento donde

usamos nuestro entendimiento para

dar cuenta que lo que nos acontece

y acaece en el diario vivir, y ante

todo intersubjetivamente cómo

construimos espacios de relación y

significación con los otros que se

tornan en prácticas instituyentes de

los espacios donde nos desenvol-

vemos. Esto visto racionalmente

puede llevarnos a generar cambios

en nuestra forma de pensar la reali-

dad, trasgredir los condicionamien-

tos por las experiencias con sentido

que incorporamos en nuestra coti-

dianidad en relación con los otros y

en nuestros espacios culturales, lo

que nos potencia para poner un

grano de arena en la transformación

social.

La democracia en Iberoamérica.

Por Luis Fernando Valero2

2 Doctor en Educación, docente e inves-tigador español.

.

Básicamente hay dos formas de

democracia: Las “democracias par-

lamentarias” en las que el pueblo

elige al Parlamento, donde reside el

Poder Legislativo, y el Parlamento

nombra al primer ministro, que es la

cabeza del Poder Ejecutivo, ello

proyecta una línea vertical, el poder

del Parlamento deriva del pueblo y

el poder del primer ministro deriva

del Parlamento; y las “democracias

presidencialistas” en las que tanto el

Presidente como el Parlamento tie-

nen la misma fuente: el voto popular

directo. Por ello se denominan de-

mocracias “presidencialistas”. Pero

en estas segundas ¿Quién manda?

¿El Presidente o el Parlamento? Por

ello en bastantes constituciones ibe-

roamericanas hay un plazo fijado

para ser Presidente de la Nación.

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Esta situación como se observa

está siendo modificada por algunos

presidentes que cambian estos pla-

zos para hacerlos más “populares”

según ellos más “democráticos”. Por

ejemplo los presidentes de Brasil,

Chile, México, Perú, Colombia, Uru-

guay, han aceptado la limitación de

los plazos. Otros como los de Vene-

zuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua,

han levantado las barreras de sus

plazos de origen.

En estos momentos nadie duda de

que Iberoamérica ahora sea más

democrática que hace 50

años. Antes había democracias so-

metidas al imperio y estelas legiti-

maba; decir que la Nicaragua de

Somoza era democrática porque se

hacían elecciones, era un chiste. El

problema era que Somoza era

“nuestro hijo de puta”, como lo

llamó un político norteamericano;

decir que el Chile de Pinochet era

democrático es una broma de mal

gusto y así podríamos ir poniendo

países del continente.

Hoy evidentemente hay países con

una calidad democrática indiscuti-

ble, y si tienen problemas, ¿pues

quién no los tiene?

En Hispanoamérica aún perviven

demasiados tics de aquella época

pues perduran los políticos que mi-

raban para otro lado o siguen es-

tando enquistados en los aparatos

de los partidos, como en Argentina

o México.

En otros países, ante las aberracio-

nes de algunos partidos políticos

democráticos y la corrupción impe-

rante, los pueblos creyeron en cau-

dillos salvadores y los hicieron llegar

al poder en aras de las masas em-

pobrecidas, léase Venezuela, Boli-

via, Ecuador, Nicaragua y tristemen-

te esos líderes, en vez de profundi-

zar en la democracia que los elevó

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al poder, se han dedicado a cons-

truir su propia "democracia", perso-

nal, caudillista, expresada como un

populismo difuso, mezcla de socia-

lismo de nueva ola, etéreo, en el

que convergen el indigenismo, el

marxismo guevarista castrista con

influencias de un cristianismo revo-

lucionario, cuando no evangélico o

dedicado a los dioses ancestrales

de las culturas precolombinas o a

los libertadores contra los españo-

les; pero la realidad es que esta

democracia no está solucionando

los eternos problemas sociales de

los pueblos y sí, en cambio, está

empobreciendo a las clases medias

y llevando al país al caos por los

pavorosos índices de violencia y

corrupción que se están instalando

en el país.

Por ello, tristemente, no se puede

hablar de un crecimiento armónico

democrático de Hispanoamérica,

hay países como Brasil en los que

la democracia se consolida y

además lucha contra la corrupción,

y encima saca de la pobreza a mi-

llones de compatriotas, igual se

puede decir, con los matices ade-

cuados a cada país, de Colombia,

de Chile, Uruguay.

En otros países, formalmente de-

mocráticos, las estructuras del po-

der siguen manteniendo firmes las

influencias del ejército, del poder

judicial y en algunos se deteriora el

ambiente por ser incapaces de po-

der atajar el avance de las mafias

internacionales del narcotráfico, la

trata de `personas, ya que sus in-

gentes beneficios económicos

hacen que las masas empobrecidas

consigan trabajos con salarios im-

pensables en esos países. Ello es

un cáncer en el nudo gordiano del

crecimiento futuro, pues la juventud

no observa horizontes y el país va

siendo invadido por ese cáncer ma-

ligno social que hemos señalado.

Si algo han logrado los altercados

de Londres ha sido evidenciar

que los países deben invertir masi-

vamente en educación, por ello es

más importante en estos momentos

construir escuelas que construir au-

topistas, y en Iberoamérica luchar

contra el caudillismo y el clientelis-

mo y educar a los jóvenes en for-

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mas distintas de hacer política para

evitar que, cuando los jóvenes se

integren a la esfera pública, no si-

gan actuando como muchos de los

viejos políticos.

Debe reconocerse que algo no ha

funcionado del todo bien en la zona

cuando, después de 200 años del

proceso de emancipación de los

iberoamericanos, sobre 587 millo-

nes de personas 235 millones viven

en la pobreza, y 94 de ellas malvi-

ven con algo más de un dólar diario.

Hispanoamérica tiene el inmenso

lastre: que se refunda cada equis

tiempo y comienza de cero dema-

siadas veces, llega el líder de turno

y llama un nuevo amanecer y todo

lo hecho anteriormente no vale na-

da, hay que derrumbarlo.

Se inventan eslogan y consignas

que se repiten una y otra vez como

mantras que aniquilan la voluntad

de las masas demasiado a menudo.

Si el futuro de Venezuela, Bolivia,

Ecuador o Nicaragua es la actual

Cuba, después de 50 años de revo-

lución, apaga y vámonos.

El peligro es que en esta Hispano-

américa de un mundo global algu-

nos comiencen a despegar y otros

no sean capaces ni de avanzar por

la pista, pegados a un suelo move-

dizo y traicionero. ¡Hay que salir de

esta trampa en donde se va de un

extremo al otro cada lustro!

Norman Birbaum, uno de los más

connotados intelectuales de EE.UU,

acaba de señalar que hay una trai-

ción de las elites intelectuales y polí-

ticas de su país ya que reniegan de

actuar de forma autónoma, niegan

en voz alta que estén dominados y

sean serviles. <El País,

15/8/2011>. Si esto dice este inte-

lectual de su país, qué podría decir-

se de los iberoamericanos en algu-

nos de sus países, que están au-

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sentes y eso es imperdonable en un

mundo como el actual, con una cri-

sis como la existente y en un mundo

global.

Quizás sea el momento de que ca-

da quien reflexione y deje de pensar

que puede Iberoamérica hacer por

mí, sino que puedo hacer yo por

Iberoamérica.

Las Hurdes. (Tierra Sin Pan). (1932). Luis Buñuel

Luis Miguel Potau de la Muela3

Ficha Técnica.

Producción: Ramón

Acín. Género: Do-

cumental. Duración:

27 min. Dirección:

Luis Buñuel. Guión:

Luis Buñuel, basa-

3 Historiador del Arte. Universitat Rovira i Virgili. Tarragona - España

do en un libro de Maurice Legendre. Foto-

grafía: Eli Lotar. Comentario: Texto de Luis

Buñuel y Pierre Unik. Edición: Luis Buñuel.

Música: Cuarta sinfonía de Brahms.

La niña llevaba tres días sin mover-

se del sitio, al final evidentemente

muere. La imagen que nos da esta

película documental es una realidad

extrema, pero a la vez cruda reali-

dad, de la España de 1932. Re-

cuerdo en los años 70 cuando iba

en autocar al “semi-infernado”, para-

fraseando lo de “infernado” del Pro-

fesor Kittin de

El Club de los Poetas Muertos, que

era el colegio Turó del Opus Dei en

Tarragona, que pasábamos por el

centro de Constantí y veía algún

niño tapado pero con la cara extra-

ña, por entonces no sabía que era

lepra. Si explico este aspecto es

para recalcar que la España de los

años 70 todavía mantiene aún mise-

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ria y enfermedades. Lo que refleja

Luís Buñuel en Tierra sin pan no

desaparece del todo tras la postgue-

rra ni con la apertura de finales de

los años 50 y la década de los 60.

Las Hurdes en Ex-

tremadura es un laberinto de mon-

tañas, olvidado de la mano de dios y

de la República española en ese

momento, 8000 habitantes que vi-

ven un condiciones que hoy en día

encontraríamos en poblados sin

ayuda humanitaria de ningún tipo,

con una mentalidad primitiva com-

pleta, la niña se está muriendo y

queda allí, nadie la ayuda es lo na-

tural, el cachorro enfermo va a mo-

rir. La enfermedad gana la batalla a

los más débiles, algo normal en lu-

gares sin ningún tipo de salubridad.

No hablaría de que viven en el siglo

XIX en esta tierra de la Península

Ibérica, más bien en un estado sal-

vaje casi total. Hasta las cerezas

verdes que pueden comer les pro-

voca la disentería, algo que implica

desconocimiento. Me hace recordar

que en la Roma clásica se le echa-

ba plomo al vino pues daba un sa-

bor y un estado alterado muy fuerte

y evidentemente morían pero con el

desconocimiento de que era el plo-

mo el que provocaba la muerte.

Precariedad en todo lo que les ro-

dea, también en el momento de la-

brar la tierra, tierra dura sin duda,

tierra que limpian a mano y jara,

abonando con madroño.

El pregón de la muerte “nada te

mantiene más alerta que pensar en

la muerte”, dice la voz en off en uno

de los pocos acontecimientos que

se pueden rodar, la muerte es algo

normal y presente continuamente;

los enanos y los cretinos, cretinismo

una enfermedad muy observada

desde el siglo XIX, verdaderas hie-

nas humanas que asesinan o matan

por que les sale así, tipos de perso-

najes medievales o salidos de algún

cuadro de Zurbarán, o de los ena-

nos de Velázquez. “Miseria desca-

rada”, repite la voz en off, y en un

cartel que reza “Respetad los bie-

nes ajenos”, como si hubieran tan-

tos bienes que preservar. Los ricos

pueden comer patatas y habichue-

las y ¡¡¡hasta tener un cerdo!!!

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El incesto es algo normal en esos

parajes, no hay mezcla de sangres

y los casos de cretinismo o malfor-

maciones eran corrientes.

Cinematográficamente es de una

gran calidad. Se observan detalles

muy del Buñuel surrealista como la

imagen de las serpientes y las cule-

bras. La República provoca que la

industria cinematográfica crezca.

Las imágenes rodadas de la cabra

cayendo de un barranco, provoca-

das a voluntad de los realizadores

según se dice, o el arrancar la ca-

beza a un gallo vivo, prácticas primi-

tivas que son rodadas en su realis-

mo más diáfano. Esta película do-

cumental es debida a la visita del

monarca Alfonso XIII a Las Hurdes

en 1922 y 1930. Este hecho lo pro-

voca Maurice Legendre, geógrafo

francés enamorado de esta zona

extremeña, incluso realiza su tesis

doctoral sobre Las Hurdes, reci-

biendo de Alfonso XIII la Cruz de

Comendador de la Orden de Alfon-

so XII, lo que hace que este docu-

mental se oiga en francés la voz en

off pues en Francia debido a la figu-

ra de Legendre era de un gran in-

terés.

Época de tierra dura y mísera la

España de los años 30. El movi-

miento obrero y del campesinado ya

está organizado de hace más de 40

años en la tierra de España y la vo-

luntad de cambio, un cambio drásti-

co y revolucionario está presente en

las clases menos favorecidas.

Cuando en algún momento se toca

el tema de la Guerra Civil Española

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a mí alrededor mi objetividad intenta

ponerse en primer plano pero los

sentimientos son demasiado fuertes

y veo la historia de ese momento

con un sentimiento trágico, desde el

punto de vista nietzscheano o del

mundo griego, muy fuerte y sentido.

Para mí no es la Guerra Civil úni-

camente es más bien un gran inten-

to de la humanidad de ser humanos

demasiado humanos por fin, mas el

momento elegido no es el adecuado

aunque las circunstancias que exis-

ten en esta tierra de España lo de-

mandan. El 18 de julio de 1936 em-

pieza la guerra pero el 19 de julio da

comienzo la revolución. La frase

que manifiesta una mujer americana

en un documental sobre las mujeres

extranjeras que vinieron a ayudar a

la República lo resume: “Ir a España

en ese momento me hizo formar

parte de la especie humana”, trans-

crito no literalmente pero creo que la

idea ha quedado más que clara. Es

nuestra guerra la primera a la ma-

nera de hacer la guerra en el siglo

XX puesto que la Gran Guerra fue al

estilo del siglo anterior aunque con

medios militares de 1914. Lo que se

cuece en España mueve a gran par-

te del mundo a poner aquí sus ojos

y a su vez, a parte de los coopera-

ción oficial de los estados fascistas

europeos y la relativa y lejana ayuda

de la Unión Soviética, la venida de

ingente cantidad de voluntarios en

calidad de Brigadas Internacionales

de las que formaban parte muchos

intelectuales, artistas, periodistas,

literatos, etc. George Orwell y su

Homage to Catalonia, Ernest

Hemingway con Por quién doblan

las campanas, de la que se realiza

una versión cinematográfica el año

1943 dirigida por Sam Wood e in-

terpretada por Gary Cooper e Ingrid

Bergman, y la creación del docu-

mental de guerra, de denuncia, algo

que expresa este documental de

Luis Buñuel Tierra sin Pan de 1932,

con una intencionalidad bien mar-

cada de tomar parte de unos de los

dos bandos para explicar lo que es-

taba pasando, que no sólo era una

guerra, lo que aquí estaba suce-

diendo en 1936 es que el mundo

estaba cambiando.

Se habla demasiado de lo que mo-

tivó la Guerra Civil Española y la

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verdad es que normalmente se ob-

via totalmente algo que cuando no

se tiene provoca revoluciones: El

hambre. Cierto es que en Las Hur-

des podríamos decir que existe la

versión más radical y extrema de la

miseria pero la realidad española

del momento es que el cacique, el

patrono, el empresario, la nobleza,

los militares de alta graduación y

sobre todo la iglesia no pasan ham-

bre, no pasan miseria, y se dedican

a castrar de cualquier manera a

quien no pertenece a su nivel

económico ¿Porqué se hizo la revo-

lución?, una pregunta que siempre

he considerado irónica, mientras

unos tratan de populacho y misera-

bles a aquellos y aquellas que inten-

tan un mundo nuevo se obvia el te-

ma del hambre y la precariedad en

el trabajo como si ello fuera algo

intrínseco de la clase obrera. Viendo

esta película documental de Luís

Buñuel quizás se aprenda y sepa

que hará 70 años en España habían

zonas olvidadas de la mano de dios,

nunca mejor dicho.

…y ¿quién nos defiende de las

democracias? A propósito del sinuoso y elegante “meneo” del

capote torero.

Antonio Jiménez Castillo4

Las constituciones políticas moder-

nas se crearon originariamente para

defenderse del absolutismo monár-

quico que asolaba y desmantelaba

Elogiaba Filón de Alejandría que

solo una democracia limitada, purifi-

cada de sus elementos más indeco-

rosos representa la forma de go-

bierno más perfecta para la huma-

nidad. Dos mil años después al-

guien debe retomar esta idea.

4 Licenciado en Ciencias Económicas, Máster en Desarrollo Económico y Docto-rando En Economía Regional. Publicacio-nes: tiene textos publicados en revistas españolas. Universidad de Sevilla España. E-mail. [email protected]

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por mandato divino a “su pueblo”

como medio para disfrutar de sus

privilegios bien merecidos. No obs-

tante, ninguna de nuestras constitu-

ciones actuales nos protege frente a

las arbitrariedades “democráticas”

orquestada por políticos deprimen-

tes razón de pueblo canallamente

acobardado. Cuestión de tiempo y

ganas, que no me merece desple-

gar cada una de las irregularidades

democráticas que se extienden par-

ticularmente en nuestro país conti-

nuamente. Además que un análisis

descriptivo tampoco vierte un in-

terés especial a la vista de las ar-

chiconocidas veleidades que im-

pregnan las páginas de diarios y

periódicos matutinamente.

Hablemos de algo más serio. Anali-

cemos de manera sistemática 4

principios canallas con función legi-

timadora de la democracia y utilice-

mos la semilla que dio origen a este

sistema, la razón, como filtro esca-

tológico de buen hacer.

1) La regla de la participación

como principio caracterizador de un sistema democrático: Se ar-

gumenta comúnmente que el voto,

como acto de participación política

diferencia a los estados democráti-

cos de aquellos que no lo son. Sin

embargo, la proclamación al viento

de esta idea no hace nada bien a

propósito de un sistema democráti-

co. El encasillar a todos los países

que utilizan un sistema de votación

para elegir desde representantes

políticos hasta la ubicación de la

próxima fuente para el pueblo impli-

ca que consideremos igualmente

democráticos a países como Vene-

zuela y Noruega, España y Argenti-

na, Estados Unidos y Afganistán.

Parece a simple vista, que el princi-

pio de participación no es al menos

suficiente para catalogar a un país

como democrático. O todos lo son o

no lo son ninguno.

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2) La regla del voto universal:

Algunos teóricos de la democracia

se enorgullecen de la historia de

progreso de Occidente cuando ar-

guyen con pleitesía acerca de la

universalización del voto. Se piensa

que existe una especie de cenit, de

“ad valorem” en cuanto a todo lo

que se hace “sin discriminación”.

Claro que el carácter universal ya es

un acto de discriminación. Es ver-

dad, algunos dirán que no discrimi-

na a las personas pero si lo hace a

las ideas. Y la democracia se com-

pone de ideas libres y críticas, antes

que de “cualquier” tipo de hombre.

Otra de las críticas que he escucha-

do durante mucho tiempo es aquella

que dice que el hecho de que el vo-

to sea universal radica no en un ac-

to supremo en sí sino en que nos

resulta imposible establecer una

división entre decisores y no deciso-

res sin violar el acto de igualdad de

las personas.

Este principio se resquebraja hasta

donde da mi imaginación por al me-

nos dos salientes. Por un lado, en

España las personas menores de

18 años no tienen acceso al voto en

razón a una incompleta conciencia

de la realidad social en la que viven.

Si bien, ello no implica que esta

misma razón no se aplique a todas

aquellas personas con “capacidad

de voto” que son analfabetas, o su-

fran algún tipo de patología psicoló-

gica (muchos de nuestros políticos).

Al no rechazar a la persona analfa-

beta nos libramos de la responsabi-

lidad de discriminar pero nos con-

denamos de su ignorancia. Por otro

lado, y esto sería para extenderse

mucho más de las limitadas hojas

de un editorial, ese mito fundacional

de las democracias modernas ven-

dido como progreso de la humani-

dad por el cual todos hombres tie-

nen igualdad de derechos y deberes

ante la ley, que quede claro, la

misma cantidad y calidad de dere-

chos y deberes, me parece un error

conceptual histórico que no ha

hecho del todo bien. La cuestión no

debería ser de una relación simétri-

ca entre personas sino entre dere-

chos y deberes y deberes y dere-

chos. Ni somos ni debemos ser

iguales, pero convenimos en cuanto

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a la igualdad no igualitarista entre lo

que ofrecemos y recibimos. Para

combatir la tiranía de la minoría,

previamente debemos guardarnos

de la de la mayoría.

3) Sobre la regla de la mayor-ía: La mayoría es considerada

como la fuerza legitimadora de todo cambio social y político: Es

la mayoría quien decide qué partido

vence etcétera. No obstante, deber-

íamos de convenir previamente

¿quién es la mayoría? ¿Es la ma-

yoría el 60% que va como media a

votar en las elecciones nacionales?

¿es la mayoría la que mayor resul-

tado obtiene entre los dos partidos

principales? ¿es la mayoría, la ma-

yoría que no va a votar? ¿la mayor-

ía que vota en blanco? ¿la mayoría

que yerra en la votación? ¿la ma-

yoría que olvida la documentación

en casa? El concepto de mayoría

como el de universal, viene deter-

minado por una decisión exclusiva-

mente política y no natural ni divina.

Quién es la mayoría y quién deja de

serlo, no la compone un número

aunque lo parezca sino lo hace una

decisión humana, no tiene por con-

siguiente, ninguna fuerza de absolu-

to. Imaginemos que somos un país

de 20 personas y pretendemos al-

canzar una decisión por mayoría, es

decir, que al menos 11 personas

voten a favor o en contra, mientras

que yo como jefe supremo (personi-

fico la constitución) concluyo que 5

no pueden votar por diversas cau-

sas (menores de edad por ejemplo),

y los 3 votos restantes son nulos por

que no tienen opinión concisa (votos

en blanco), la mayoría pasa de 11

votos a 7, aunque la opción que

vence se acaba imponiendo sobre

los 20. En este sentido, existe en el

hombre una especie de irresponsa-

bilidad para con su propio destino y

vida, de tal forma que se cobija bajo

sus propias ficciones (en forma de

número) con tal de no sufrir el peso

de la existencia, es decir, de la res-

ponsabilidad de decidir sobre su

propia vida.

4) La regla de la separación

de poderes: Montesquieu habló de

la separación de poderes como

elemento prioritario en cualquier

sistema libre. Si bien, la desnaturali-

zación que los intereses a lo largo

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de la historia han vertido sobre esta

aserción queda patente en la divi-

sión moderna de poderes. Se dice

que un sistema es democrático

cuando existe una separación entre

el legislativo, ejecutivo y judicial. Sin

embargo, se pasa de largo de un

detalle fundamental como es la na-

turaleza de la separación; es condi-

ción indispensable que lo sea de

facto, es decir, que sean indepen-

dientes originariamente unos de

otros. Aquellos que vivieron la épo-

ca franquista recordarán que tam-

bién existía separación de poderes

por medio de unas cortes, unos jue-

ces, y un gobierno, claro que todos

nacían y morían en la figura del dic-

tador. Ahora ocurre lo mismo, con la

figura del gobierno.

No existe en la democracia como en

casi nada en la vida, un mástil lo

suficientemente grande y resistente

donde agarrarnos. La única brújula

que nos puede ayudar a que la de-

mocracia se encuentre a nuestro

servicio y no nosotros al suyo, sea

la de la auto-crítica permanente, un

pensamiento crítico, con todo lo que

ello implica. No encuentro otra

fórmula. Aferrarnos a cualquier idea

por sugerente que parezca solo nos

apartará de nuestro objetivo. Como

decía una vieja pandemia, recuerda

que cuando necesites una barca

para cruzar el río, no te quedes a

vivir en ella cuando la atravieses.

Por supuesto que es necesaria la

participación pública como garante

de un buen sistema democrático,

pero no cualquier participación; sino

¿quién nos protegería de esta? La

pregunta que se requiere sería del

modo ¿cómo participar? ¿Para

hacer/cambiar que cosas? ¿Quié-

nes serán los beneficiarios?

…como demócrata hágase las tres

preguntas básicas de buen ciuda-

dano; ¿Porqué? ¿Para qué? ¿Para

quién?

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La democracia como las leyes que

la sustentan han sido imaginadas

por el hombre antes de disponerse.

Como decía Lord Act, “una ley que

pierde su utilidad ya no sirve”. La

democracia y la constitución como

garante de aquella no es más que

un medio para un fin, su naturaleza

es únicamente instrumentalista, solo

es verdadera mientras nos sea útil

para aquellos propósitos que que-

ramos imaginar/crear.

La democracia es educación pero

no solo educación, es participación

pero no solo participación, es res-

ponsabilidad pero no solo respon-

sabilidad, es control pero no solo

control, es transparencia pero no

solo transparencia…

Los problemas a mi modo de ver

deben afrontarse como el sinuoso y

elegante movimiento de la mano

que conduce al toro a través del

capote. Un movimiento efectivo,

tajante, pero al mismo tiempo inse-

guro, incierto, indeterminado; flexi-

ble a la vez que dinámico, complejo

a la vez que estilizado. Un movi-

miento que no mira con ojos de

muerto al toro, que sabe que su po-

se no es como fue ni cómo será.