Performance. Carina Ferrari
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Sección: ARTE
Performance. Arte sin límites.
¿Cómo hablar de un género artístico que escapa a todas las definiciones?
¿Cómo aprehender lo que continuamente se escurre entre los dedos?
Autora: Carina Ferrari
¿De qué se trata ese género artístico al que se llama performance, performa,
arte vivo, arte de acción y varios otros nombres indistintamente? ¿Cómo
podemos comprenderlo?
El intento de definición de la performance es una misión compleja; pero que
intentaremos hacer en este breve espacio, teniendo en cuenta que nada de lo
que se diga significa una limitación o una categorización cerrada de la misma,
sino un disparador de ideas y de pensamiento en torno a sus problemáticas.
¿Qué hacen varias personas acostadas sobre cartones, tapadas con sábanas
blancas, durmiendo abrazados a sus almohadas en el piso de un supermercado?1
¿Qué hacen varias mujeres, rodeadas de flores o muñecos, encerradas en vitrinas
de una antigua farmacia a punto de ser demolida?2
Estas son generalmente, las primeras preguntas que nos pueden surgir al ver una
performance. ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Cómo es que esta gente, que
parece bastante común, se encuentra en estas situaciones, a la vista de todo el
mundo? ¿Esto es arte?
¿Cómo podemos, entonces, ingresar al mundo de la performance, acercarnos a sus
códigos para responder alguna de estas preguntas?
Tenemos que comprender que la dificultad de definición y circunscripción de la
performance radica en su propia estructura, es parte de su constitución. La propia
palabra performance es escurridiza. Los teóricos y artistas de la performance no se
ponen de acuerdo sobre su significado, su utilización, ni siquiera sobre su género.
En algunos países como en México se la menciona como masculina (el
performance) mientras que en Argentina es femenina (la performance). Se cree que
1 - Al Ras (Hipermercado). 2000. Grupo Fosa: Sandra Botner, Claudio Braier, Norberto José Martínez, Javier Sobrino,
Ada Suárez, Anabel Vanoni.
2 - S/T. Modelo para Armar.. 1994. Almarmada: Verónica Allocati, Guadalupe Neves, Gloria Passarella, Alejandra
Polito, Silvina Reznik. Farmacia ubicada en Cochabamba y Defensa
proviene del latín per-formare, que significa “realizar”. Luego, en los distintos
idiomas se ha emparentado con la actuación, la ejecución musical, lo que se
presenta ante un público. En inglés performance significa ejecución, desempeño,
cumplimiento, ejercicio, realización, actuación, interpretación. Tal variedad de
acepciones nos muestra su multiplicidad de significados, lo cual puede ser entendido
como una ventaja al abrir las posibilidades de interpretación. Es una palabra que
también puede ser aplicada a una serie de acciones en distintos campos, la
semiología, la crítica de arte, la sociología, la mercadotecnia. Se ha utilizado también
el término performatividad para hablar de los actos del habla y la palabra
performance para designar aquellos actos de la cultura que se trasmiten por medio
de la repetición de una acción. En Latinoamérica, la aceptación de la palabra
performance ha generado mucha resistencia entre los mismos artistas del género,
por considerarla extranjerizante. En español es difícil de traducir y de utilizar como
verbo, no obstante eso, en algunos países se dice performancear y performero para
designar al que realiza performances. Muchos prefieren utilizar la palabra acción,
performa o arte vivo.
Entonces una manera de definir a la performance es hacerlo abierta y
escuetamente. Rosalee Goldberg, en su libro Performance Art la define como un arte
vivo hecho por artistas. Su característica común, el punto de su máxima
especificidad es el uso del cuerpo vivo en presencia de uno u otros cuerpos.
El campo de la performance está en constante mutación porque no tiene reglas
rígidas y los performers son, generalmente, artistas que escaparon de las trabas
impuestas por su propia disciplina y encuentran en la performance el lugar donde
poder experimentar libremente entre distintos lenguajes sin restricciones, “visibilidad
sin vigilancia, sin categorizaciones, donde sea posible el juego entre lo público y lo
privado, el recorrido entre presencia y ausencia como dialéctica de la creación, del
movimiento” como dice Patricia Márquez. Los performers o performeros provienen
de distintas disciplinas: artes visuales, artes dramáticas, danza, música, video y
otras; a los cuales les quedó chico su propio campo de expresión y se expandieron
hacia otros, realizando combinaciones novedosas y sin prejuicios. Desde el
momento en que trabajan realizando producciones nunca vistas, interrelacionando
elementos de maneras novedosas, tornan más difícil su análisis y comprensión por
parte del público y los especialistas, quienes deben dejar de lado algunos
preconceptos para poder acercarse a ellas. Kaprow decía, hablando de los
happenings, que debía hacerse algo tan distinto al teatro que no hubiera forma de
compararlo, que no se supiera qué decir al respecto.
Los artistas de la performance se oponen al arte como mercancía de cambio, a los
lugares tradicionales asociados a la experiencia artística (los museos, galerías, salas
de conciertos, teatros) y buscan acercar el arte a la vida en una relación más
estrecha y espontánea con el espectador. La propia obra es indisoluble del cuerpo
del performer, esa es una diferencia fundamental, sobre todo para las artes visuales,
donde tradicionalmente la obra se encuentra separada del artista. Y ya que el cuerpo
es la obra, la obra deja de existir como objeto.
Muchas veces se define a la performance a partir de la negación, de lo que no es.
No es una actuación ni una obra teatral tal como se las conoce habitualmente.
Puede tener algunos elementos en común con el teatro, porque se utiliza el cuerpo y
la palabra, inclusive a veces, se presenta sobre un escenario; pero se aleja del
teatro desde el momento en que no busca representar sino presentar situaciones.
No hay un guión convencional, sino una secuencia de acciones a desarrollar, como
puntos y nodos en el espacio, movimientos y marcaciones más o menos fijas, más o
menos establecidas previamente; pero aptas para ser cambiadas si así lo requiere la
situación. No hay ensayos, sólo se investiga el espacio, el tema y público que
concurrirá. No se arma un personaje, no hay una “psicología del personaje” que se
deba comprender. Porque no se actúa, no hay simulacro, no hay narración. Se
muestra. Se muestra el cuerpo, un cuerpo convencional, realizando acciones
convencionales. Es el cuerpo en sus propias manifestaciones, muchas veces
íntimas, llevadas a la superficie ante la mirada colectiva. Esta verificación a la vista
de todos es lo que vuelve insoportable a más de una performance. Lo que le
acontece al cuerpo, le acontece realmente, sin fingimientos.
A diferencia del teatro no tiene una duración estandarizada, puede ser breve o
extensa según su propio tiempo interno. Por lo general, no duran más de diez o
quince minutos, aunque si es una performance duracional puede sostenerse por
varias horas. Reniega de la espectacularidad porque implica un regreso al espacio
interior para mostrar lo no visible. Se prefiere hacer a nivel del piso, entre la gente,
negando de esta manera la diferenciación entre el espacio de exhibición y el espacio
espectatorial, anulando la distancia entre el artista y el público, entre el “ser
iluminado que tiene cosas importantes que decir” y “el otro, que lo debe mirar
embelesada y estáticamente”. Muchos performers utilizan frentes múltiples, cambian
de posición y orientación en el espacio para obligar a que los espectadores deban
moverse para poder ver la acción que se está presentando. De esta manera buscan
sacarlo de la anestesia a la que el mundo del espectáculo lo ha conducido.
En la performance, el artista se pone en escena, entre el público, para decir algo. Se
lo puede mirar, tocar, sentir; todas estas situaciones que movilizan a los
espectadores, sumado a la falta de previsibilidad de la acción a la que se asiste. Eso
es probablemente, lo que es más interesante en este tipo de producción: la cercanía
física con el cuerpo del artista. Debe distinguirse en este caso, la distancia física de
la psíquica, ya que esta última es muy marcada, más allá de la resonancia que
pueda generar la acción. El cuerpo que se muestra es un cuerpo-otro, aunque
realice acciones similares a las que el espectador realiza habitualmente. El público
se identifica con el cuerpo accionando, pero se diferencia en su no exposición y ahí
es donde reside la distancia psíquica. Pero al no haber escenario, al moverse el
performer en el espacio, hay necesariamente una cercanía física con el espectador.
El performer y el público se perciben por medio del cuerpo. Las vibraciones y
respiraciones de cada uno son sentidas por el otro, sentidas más a nivel corporal
que por otro sentido.
El cuerpo es entendido como metáfora del cuerpo social más amplio. El cuerpo está
constreñido a las pautas que le impone la propia cultura. Hay una manera correcta
de hacer las cosas. Esas maneras son diferentes de acuerdo a si se es hombre o
mujer, de acuerdo a la raza, al color. Entonces el cuerpo del performer y del
espectador cargan esas huellas de la cultura sobre sí. Esa huella es inevitablemente
política. Y eso es lo que se intenta mostrar. El cuerpo actúa en un doble sentido,
como escritura en el espacio y como lugar de inscripción de las marcaciones
sociales. Es por eso que la performance es un territorio abierto a los desterrados de
otros ámbitos sociales, culturales, de género, que nos muestran en sus propios
cuerpos, las huellas de su lugar impuesto por la sociedad.
Un performer no busca respuestas sino que gusta de hacerse y hacernos preguntas,
intenta generar algún tipo de reflexión en el espectador, no busca gustar ni que se lo
comprenda, sino crear un sedimento en la psique del público. El artista sabe, que
ese sedimento seguirá actuando en el otro, quien buscará sus propias respuestas y
generará nuevas preguntas.
Carina Ferrari
Twitter: @carincyn