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1 Perú La cosmovisión andina* Para comprender a los Inkas lo primero que uno debe saber es que para ellos todo en el universo estaba conformado por diversas gamas de energías vivas. Don Benito Coriwaman, respetado sacerdote Inka El Tawantinsuyö o Cultura Inka, desde el punto de vista geográfico, fue el más extenso en relación a las otras culturas nativas de América; abarcó desde Ankasmayö (río azul) al sur de Colombia hasta Maulimayö (río Mauli) al sur de Santiago de Chile, incluyendo los diferentes pisos ecológicos (costa, sierra y selva) que en la actualidad es territorio de seis países sudamericanos, como son: Perú, Bolivia, Ecuador, parte de Colombia, de Chile y Argentina. Antes de la invasión española en el año 1532, la cultura Inka alcanzó un desarrollo que sorprende al mundo actual, destacando en los diferentes campos del saber humano, como es en la arquitectura (Saqsaywaman), ingeniería, astronomía, medicina, agronomía, ganadería, geología, textilería, cerámica, orfebrería, idioma, etc. y una cosmovisión propia. No se excluyeron las culturas preincaicas que se desarrollaron a lo largo de la costa, sierra y selva, las cuales dieron su aporte para el enorme bagaje de conocimientos andinos. Esto se logró gracias a que los Inkas no destruyeron pueblos ni culturas, ni tampoco se impusieron a sangre y fuego como comúnmente se cree (si existieron encuentros bélicos, se debieron a la resistencia o respuestas violentas por parte de algunos kurakas que se negaron a formar parte del Tawantinsuyö por no querer asumir una cultura superior y humana; esta situación bélica sólo se presentaba cuando se agotaba toda gestión diplomática), ya que el principal objetivo de la expansión de los Inkas era para orientar y guiar el desarrollo y evolución de todos los pueblos (en todos los campos de la vida humana, así como de la naturaleza). Como Hijos del Sol (Hijos de la Luz y de la Sabiduría, con una vasta comprensión y vivencia en los planos material, psíquico y mental superior), los Inkas tenían la misión de velar por todos los pueblos, con un gran sentido humano y paternal; conducta que fue vivenciada, reconocida y después recordada en todos los rincones del Tawantinsuyö. Los propios cronistas españoles, a pesar de la supuesta superioridad española y estar coaccionados por la Santa Inquisición para desprestigiar a los Inkas, dan cuenta de ello. Cieza de León escribió: Verdaderamente, pocas naciones hubo en el mundo, a mi ver, que tuvieron mejor gobierno que los incas. Polo de Ondegardo afirmó: Y anzí, jamás hubo hambre en ese reyno. Blas Valera: Que aquellos reyes del Perú, por haber sido tales, fueron tan amados y queridos de sus vasallos que hoy los indios con ser ya cristianos, no pueden olvidarlos, antes en sus trabajos y necesidades, con llantos y gemidos, a voces y alaridos los llaman a uno a uno, por sus nombres; porque no se lee de ninguno de los Reyes antiguos de Asia y África y Europa hayan sido para sus naturales vasallos tan cuidadoso, tan apacible, tan provechoso, franco y liberal como fueron los Reyes Incas para con los suyos. Los Inkas han tenido una visión cósmica completa y esto no es novedad para ningún quechua hablante monolingüe que vive en los ayllus altoandinos a lo largo de todo el Tawantinsuyö, pero los que viven en los pueblos o valles, después de que sus ancestros fueron sometidos violentamente, ahora en estos tiempos los descendientes se someten pasivamente a una cultura importada, materialista e individualista, recuerdan muy poco de lo que les enseñaron sus ancestros, o lo han olvidado por completo, o lo rechazaron por esa alineación cultural como sucede en la mayoría de los casos, especialmente en los descendientes nacidos en las ciudades. La cosmovisión andina que desarrollaron los Inkas y que lo vivenciaron, ordenando sus vidas en todo el Tawantinsuyö, es única, razón por la cual lograron también alcanzar una organización socio económica y cultural sin paralelo en el mundo; sin embargo, cuando la orientación de la vida superior y según sus normas ético-morales se vio amenazada a la llegada de los españoles, se dispuso que sus descendientes cuidaran celosamente la información sobre los símbolos sagrados (Willka Unanchakuna) como un secreto de estado, de ahí que el conocimiento se transmitió verbalmente en familias selectas, de padres a hijos y de generación en generación, aunque los símbolos estuvieron a la vista y paciencia de todos. Por esta razón, ni el mejor historiador nacional o extranjero pudo tener acceso a la verdadera información completa sobre los símbolos sagrados, de su significado, su importancia, de la función que cumplen y lo que realmente simbolizan. Existe, además, la barrera del idioma, de la dignidad y lealtad a su cultura de los depositarios y la barrera del medio geográfico. Por ello, durante 473 años han tenido que contentarse sólo con migajas de información y tener una visión muy limitada, a pesar de apoyarse con fotos, videos, estudios de campo, etc. El material recopilado no pasa del contexto folklórico y costumbrista popular, pero está lejos de alcanzar al verdadero conocimiento de la cosmovisión andina ancestral. Es necesario acotar que cada palabra sagrada y secreta o clave, se menciona solamente una vez al año en una u otra ceremonia. A su vez la explicación de un símbolo se da a la persona elegida por una sola vez en la vida para que la desarrolle; todo lo demás se lleva

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Perú La cosmovisión andina*

Para comprender a los Inkas lo primero que uno debe

saber es que para ellos todo en el universo estaba

conformado por diversas gamas de energías vivas.

Don Benito Coriwaman, respetado sacerdote Inka

El Tawantinsuyö o Cultura Inka, desde el punto de vista geográfico, fue el más extenso en relación a las otras culturas nativas de América; abarcó desde Ankasmayö (río azul) al sur de Colombia hasta Maulimayö (río Mauli) al sur de Santiago de Chile, incluyendo los diferentes pisos ecológicos (costa, sierra y selva) que en la actualidad es territorio de seis países sudamericanos, como son: Perú, Bolivia, Ecuador, parte de Colombia, de Chile y Argentina.

Antes de la invasión española en el año 1532, la cultura Inka alcanzó un desarrollo que sorprende al mundo actual, destacando en los diferentes campos del saber humano, como es en la arquitectura (Saqsaywaman), ingeniería, astronomía, medicina, agronomía, ganadería, geología, textilería, cerámica, orfebrería, idioma, etc. y una cosmovisión propia.

No se excluyeron las culturas preincaicas que se desarrollaron a lo largo de la costa, sierra y selva, las cuales dieron su aporte para el enorme bagaje de conocimientos andinos. Esto se logró gracias a que los Inkas no destruyeron pueblos ni culturas, ni tampoco se impusieron a sangre y fuego como comúnmente se cree (si existieron encuentros bélicos, se debieron a la resistencia o respuestas violentas por parte de algunos

kurakas que se negaron a formar parte del Tawantinsuyö por no querer asumir una cultura superior y humana; esta situación bélica sólo se presentaba cuando se agotaba toda gestión diplomática), ya que el principal objetivo de la expansión de los Inkas era para orientar y guiar el desarrollo y evolución de todos los pueblos (en todos los campos de la vida humana, así como de la naturaleza).

Como Hijos del Sol (Hijos de la Luz y de la Sabiduría, con una vasta comprensión y vivencia en los planos material, psíquico y mental superior), los Inkas tenían la misión de velar por todos los pueblos, con un gran sentido humano y paternal; conducta que fue vivenciada, reconocida y después recordada en todos los rincones del Tawantinsuyö. Los propios cronistas españoles, a pesar de la supuesta superioridad española y estar coaccionados por la Santa Inquisición para desprestigiar a los Inkas, dan cuenta de ello. Cieza de León escribió: Verdaderamente, pocas naciones hubo en el mundo, a mi ver, que tuvieron mejor gobierno que los incas. Polo de Ondegardo afirmó: Y anzí, jamás hubo hambre en ese reyno. Blas Valera: Que aquellos reyes del Perú, por haber sido tales, fueron tan amados y queridos de sus vasallos que hoy los indios con ser ya cristianos, no pueden olvidarlos, antes en sus trabajos y necesidades, con llantos y gemidos, a voces y alaridos los llaman a uno a uno, por sus nombres; porque no se lee de ninguno de los Reyes antiguos de Asia y África y Europa hayan sido para sus naturales vasallos tan cuidadoso, tan apacible, tan provechoso, franco y liberal como fueron los Reyes Incas para con los suyos.

Los Inkas han tenido una visión cósmica completa y esto no es novedad para ningún quechua hablante monolingüe que vive en los ayllus altoandinos a lo largo de todo el Tawantinsuyö, pero los que viven en los pueblos o valles, después de que sus ancestros fueron sometidos violentamente, ahora en estos tiempos los descendientes se someten pasivamente a

una cultura importada, materialista e individualista, recuerdan muy poco de lo que les enseñaron sus ancestros, o lo han olvidado por completo, o lo rechazaron por esa alineación cultural como sucede en la mayoría de los casos, especialmente en los descendientes nacidos en las ciudades.

La cosmovisión andina que desarrollaron los Inkas y que lo vivenciaron, ordenando sus vidas en todo el Tawantinsuyö, es única, razón por la cual lograron también alcanzar una organización socio económica y cultural sin paralelo en el mundo; sin embargo, cuando la orientación de la vida superior y según sus normas ético-morales se vio amenazada a la llegada de los españoles, se dispuso que sus descendientes cuidaran celosamente la información sobre los símbolos sagrados (Willka Unanchakuna) como un secreto de estado, de ahí que el conocimiento se transmitió verbalmente en familias selectas, de padres a hijos y de generación en generación, aunque los símbolos estuvieron a la vista y paciencia de todos.

Por esta razón, ni el mejor historiador nacional o extranjero pudo tener acceso a la verdadera información completa sobre los símbolos sagrados, de su significado, su importancia, de la función que cumplen y lo que realmente simbolizan. Existe, además, la barrera del idioma, de la dignidad y lealtad a su cultura de los depositarios y la barrera del medio geográfico. Por ello, durante 473 años han tenido que contentarse sólo con migajas de información y tener una visión muy limitada, a pesar de apoyarse con fotos, videos, estudios de campo, etc. El material recopilado no pasa del contexto folklórico y costumbrista popular, pero está lejos de alcanzar al verdadero conocimiento de la cosmovisión andina ancestral.

Es necesario acotar que cada palabra sagrada y secreta o clave, se menciona solamente una vez al año en una u otra ceremonia. A su vez la explicación de un símbolo se da a la persona elegida por una sola vez en la vida para que la desarrolle; todo lo demás se lleva

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en el corazón y en la mente, únicamente se hace visible en la conducta y vida moral de la persona. Sobre los conocimientos y demás aspectos de la cultura Tawantinsuyana los andinos depositarios aún no han hablado, aún no han sido escuchados, y menos han escrito en toda su extensión a la fecha.

Sobre nuestra cultura nativa muchos lo han estudiado y analizado a su manera, algunos han extraído muchos restos arqueológicos y productos naturales, e incluso hubo otros que han patentado en el extranjero como suyos (como son los productos agrícolas, entre otros) que son obra cultural de nuestros ancestros; pero, con la cosmovisión andina es muy difícil que se proceda de esa manera, pues mientras más se habla, más se aleja uno de ella.

Para comprender la verdadera cosmovisión andina es necesario tener en cuenta algunas consideraciones preliminares:

Lliupacha Yuyaychay o cosmovisión andina: No puede ser traducida a otro idioma con exactitud, ya que en su integridad se transmite en Runasimi (Lenguaje Humano), mal llamado como “Quechua” en la actualidad.

Hinantinpacha o mundo andino: Corresponde a todo el territorio tawantinsuyano en donde se transmitió y se practicó esta simbología hasta antes de 1532, para luego conservarse bajo la protección de los andinos depositarios.

Existencia de una información abundante sobre la cosmovisión andina: Pero esta información es incompleta y sin orientación, que más bien deforma el verdadero concepto y sentido de la cosmovisión andina, lo cual indigna a todo descendiente que la custodia. Esta situación nos lleva a exponerla en toda su integridad panorámica, buscando su revaloración y su aplicación en nuestros tiempos; pues, lo ofrecemos de todo corazón esta sabiduría andina a todos los seres humanos, como un modelo de vida auténtico y

equilibrado conducente a la evolución ontológica o Wiñay.

Lliupacha Yuyaychay:

Por primera vez y con cierta reserva se expuso la Cosmovisión andina en la ciudad de Salta, Argentina en el marco del III Congreso Mundial de la Lengua Quechua, que se desarrolló los días 8, 9 y 10 de octubre del 2004.

Ante todo, la cosmovisión andina es la unidad, en ella nada se excluye, todos cumplen una función y evolucionan permanentemente; por eso es la ubicación y relación del andino o runa (persona que vivía en el territorio del Tawantinsuyö) frente a todo lo que le rodea en forma objetiva (visible) y subjetiva (invisible), en la cual quedan incluidos sus logros, sus conceptos y su sabiduría; es decir, desde el origen y la evolución de todo y en todo hacia el todo.

En este contexto, lo indicado (la Sabiduría Andina) no cambia ni cambiará, los que cambiamos somos las personas. Sea que estemos alienados o no, por falta de orientación y ejemplos adecuados, todos vivimos según el medio donde hemos nacido, adquiriendo sus hábitos y costumbres sociales, pero la cosmovisión andina se ha mantenido al margen sin ser afectado en absoluto.

Pachakamaq

En la filosofía andina, Pachakamaq (el que crea, origina el tiempo, la naturaleza y el cosmos) es el Creador y Origen de todo cuanto existe, sea de todo lo objetivo como subjetivo. Es la energía en potencia, es la divinidad en potencia aún no manifestada. Es por ello que los

andinos conscientes no expresamos su nombre sin una razón verdadera que lo justifique, y menos lo pronunciamos en voz alta; solo lo reconocemos en nuestra mente y lo llevamos en nuestro corazón. Solo en el silencio y en la paz es posible captar su manifestación y comprenderlo.

Origen o manifestación

Cuando la divinidad suprema, el Absoluto o Pachakamaq en algún momento se manifiesta (kamakuy), lo hace como un haz de luz, un centelleo, un sonido fugaz como el rayo y se percibe como una Vibración, el cual se representó con inti (el Sol), es decir que inti representa a la manifestación divina, sin que él sea la divinidad misma. A esta manifestación que ya es cognoscitiva y más comprensible, también desde otro ángulo se le llamó Tëqsiwiraqocha, Pachayachëq, Hanqpacha Yaya, Taytacha, etc. pero sin que ella sea el mismo Pachakamaq.

Debe quedar en claro que la divinidad manifestada en todos los planos, estados o dimensiones tiene su presencia en forma natural, donde ningún ser humano puede modificar por más poderoso que pretenda ser, es decir, el sol o la energía positiva siempre estará a través de la eternidad relativa, por eso en el cosmos o espacio sideral para nosotros está el sol. En la naturaleza está representado por la montaña o nevado (Apu), en una familia por el padre o el más anciano, en una persona la representa la cabeza. En forma simbólica tenemos al intiwatana, más conocido como el Reloj Solar (como el existente en el Machupijchö).

Nada está separado, todo está unido y todos evolucionamos. Pretender ir contra de esto sería más que ignorancia. Esa sabiduría es uno mismo, está en usted mismo, no es necesario tanto filosofar ni abstraerse en los dominios del pensamiento concreto y utilitarista, tampoco perderse en palabras confusas y contradictorias.

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El equilibrio

En el proceso de la manifestación el Tayta Inti , por ser luz es muy fugaz, el cual es equilibrado por la Mama Killa (la luna) que representa el opuesto complementario, por ello tenemos durante el día la presencia del sol y por la noche la presencia de la luna, ambos con mayor iluminación que cualquier otro astro para nosotros. La cosmovisión andina es comparativa; no solo es el sol y la Luna en el firmamento, es también la Montaña o Nevado con el Lago en la naturaleza; es el padre y la madre en una familia, mientras que en el ser humano está representado por la cabeza y el abdomen. La presencia de ellos es importante para la vida universal, pero oscilan permanentemente de uno a otro. Simbólicamente está representado por el inka punkö (Portada Inka).

La estabilidad

Para que algo sea visible y objetivo requiere de una estabilidad. Esta estabilidad es dado con el surgimiento de un tercer elemento llamado ch’ashka, que fue originado por el Inti y Killa en el cosmos; en la naturaleza está representado por el nevado, el lago y la planicie (lugar donde vivimos los seres humanos y conseguimos la mayor parte de nuestros alimentos para vivir). En la familia corresponde al Padre, la Madre y el Hijo. En una persona está representado por la Unidad de las tres cavidades: la craneana, toráxico y abdominal. Simbólicamente está representado por el Qori Inti (Sol de Oro).

La materialización de la Manifestación se produce en todos los planos; en lo visible e invisible, en lo objetivo y subjetivo. Es la tri-unidad que se manifiesta desde el Hanaqpacha - Kaypacha - Ujupacha, hasta la estructura corporal: Uma – Sonqo – Wisa, pasando por el átomo: Protón – Neutrón – Electrón. Sin

embargo, en el ser humano esta tri-unidad ya materializada y estabilizada aún no tiene relación con su entorno. La relación con su entorno se establece con la articulación de los fonemas del Runasimi, es decir la articulación oral de las palabras, verbos, etc. (o sea el rimay ). Entonces, a la tri-unidad anterior indicada se complementa el lenguaje articulado (runasimi), que adquirió y que tiene ahora su propia identidad en la comunicación. Esto originó el surgimiento de otro componente.

Actividad y dinamismo

Si bien uma – sonqo – wisa – simi forman la estabilidad y la relación con el entorno mediante la expresión y la comunicación vía oral, por medio de las palabras; esto se materializa formando el cuaternario con la presencia de los dos miembros superiores (maki) y los dos miembros inferiores (chaki), los cuales facilitan el movimiento y actividad del ser humano y nos permiten trabajar y ejercer buenas obras. Sin ellos sería muy difícil que hagamos obras y nos desplacemos de un lugar a otro.

La Evolución

La razón de nuestra vida (Kausay) en este mundo visible y objetivo es la evolución (Wiñay), sin la cual nuestra vida no tendría sentido desde el punto de vista de la Cosmovisión andina. Esta evolución es integral, es en todos los planos de la existencia. Si bien las cuatro extremidades nos permiten el trabajo físico, la práctica de las cuatro normas o principios inkas nos permiten elevarnos de la condición inferior o animal, nos permiten evolucionar para la reintegración con la Vibración Universal del Pachakamaq. Estos cuatro principios inkas que fueron transmitidos oralmente son: ama qella (sé laborioso), ama suwa (sé honesto), ama llulla (sé veraz) y ama hap’a (sé fiel y leal).

Estas expresiones también se utilizaron en el saludo andino de segundo nivel.

La representación del Cuaternario en el cosmos está dado por la Cruz del Sur. En la naturaleza, por los cuatro suyos del Tawantinsuyö; en la familia, por el cumplimiento de las normas de conducta; y en la persona, por las cuatro extremidades. Simbólicamente se representa por la chakana.

Los Receptores y El Unancha

La unidad o unión del ternario y el cuaternario genera el septenario. Ellos se encuentran presentes en el ser humano como receptores o puntos de ingreso de la información a la persona cuando se relaciona con su medio entorno. Nos referimos a los receptores que se encuentran ubicados en la cabeza: dos ojos, dos fosas nasales, dos oídos y una boca. Este septenario (al igual que la unidad, la dualidad, el ternario y el cuaternario) tiene relación en el cosmos con el Qoto (grupo de estrellas). En la naturaleza, con el Warkaya o K’uichi (arco iris); en el ser humano, con los sentidos de la recepción. Y simbólicamente se representa con el unancha o bandera símbolo de los siete colores lineales.

Esta cosmovisión andina se explica aquí de la forma más objetiva posible, pero no queda ahí ya que debe ser ampliado desde el punto de vista psíquico y mental superior o evolutivo, ya que no se puede separar la unidad. En la filosofía andina todo está relacionado, de ahí que la vida humana se orienta en unidad con el cosmos, la naturaleza y la familia. Uno mismo se organizó para poder evolucionar y reintegrarse a la vibración universal en las futuras vidas, pero la gran mayoría aún no toma conciencia. Los símbolos sagrados no son meras figuras sino que son los guías indispensables en nuestra evolución antológica. Los Inkas empelaron estos símbolos no como objetos de valor material, sino por lo que representan, y que

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orientan y guían en la evolución (wiñay) de las personas o runakuna.

El conocer los símbolos, las palabras claves de Pase y vivirlas personalmente, se conoció como Qhapaq Ñan, Qori Ñan o Cheqaq Ñan (vía de la sabiduría o vía de la verdad); en otros casos se conoció como Inka Ñan o Hatun Ñan (vía del gobernante o la gran vía). El hecho de expresarlo o darlo a conocer correctamente es el Qhapaq Simi, Inka Simi, Apu Simi, etc.

Vivir la cosmovisión andina es vivir una vida equilibrada y humana. Todo daño que se haga a cualquier ser detiene la evolución. Esta evolución queda grabado en cada una de nuestras células y conciencia, al igual que todos nuestros actos; por ello, nosotros mismos somos los responsables y jueces de nuestros hechos cuando pasamos de un plano a otro.

Aspectos Parciales de la Cosmovisión

De esta filosofía de vida o cosmovisión andina principal u original se han derivado los demás. Ello ocurre cuando se relaciona con los diversos aspectos de nuestra cultura, como son los lugares, símbolos, costumbres, artes (canto, danza, vestimenta, etc.), alimentación, medicina, etc. a los que muchos tuvieron acceso, pero lo real o integro se ha mantenido intacto. Teniendo la “llave de oro”, puede abrirse la puerta de la cosmovisión o filosofía andina, según inclinación, cualidad, aspiración u objetivos del “buscador”. Una vez que tenga acceso debe desarrollarla durante su vida, mostrándolo en su conducta y su moral.

Significado de los símbolos en la práctica diaria

El Intiwatana: Simboliza la decisión, que es personal e independiente de todo, es la luz que siempre ilumina

en presencia de las dificultades o dudas, sea cual fuere. Es necesario desarrollar el discernimiento.

El Inka Punkö: Simboliza el aprender y practicarla los nuevos conocimientos, es decir saber y dominarla. Para cruzar esta puerta antes debe haber existido una decisión firme de vencer los obstáculos.

El Qori Inti: Simboliza la comprensión a sus semejantes, en lo físico, psíquico y mental superior. Lo que le identifica es, cuando acude en ayuda de su semejante en los tres planos. Es la primera materialización de la Unidad.

La Chakana: Simboliza el servicio, es la practica completa de las 4 normas: ama qella (sé laborioso), ama suwa (sé honesto), ama llulla (sé veraz) y ama hap’a (sé fiel y leal). Estas normas permiten que sin limitación se realice el servicio impersonal a todos los seres vivos. Dentro de la simbología existe el quinto y el sexto nivel que son más internos, es decir corresponden al conocimiento de sí mismo en su forma objetiva y subjetiva, en lo físico, psíquico y vibratorio; siendo indispensable la unidad con su complemento.

El Unancha: Simboliza el haber alcanzado el dominio sobre sus pasiones, sentimientos, apegos, emociones, deficiencias físicas y psíquicas, así como haber desarrollado las facultades superiores a la par de un gobernante o Inka. Es gobernarse a así mismo y gobernar a la naturaleza viviendo según las normas. Le caracteriza la pureza y la verdad.

Los símbolos andinos indican una vida bien organizada al servicio de otros, y no de uno mismo ni sus intereses particulares. Es la unidad.

Por todo lo expresado: Se pide no atropellar ni profanar los símbolos andinos Inkas o del Tawantinsuyö, pues estos conducen y guían en el Qhapaq Ñan o en el Vía de la evolución ontológica en toda su extensión.

Actualmente, andino no es solamente aquel que ha nacido en las cordilleras del Tawantinsuyö y lleva los genes Inka , existen también muchísimos andinos de raíces y de corazón en todo el mundo o Tëqsimuyö que aman la cultura y la filosofía andina Tawantinsuyana en su verdadera dimensión. Ahí estamos todos, dirigidos al oriente, mirando la luz tenue del amanecer: Pachaillariy.

Finalmente, la cosmovisión andina no excluye a nadie, más bien integra y humaniza; es un regalo ancestral de los Andes peruanos del Tawantinsuyö al mundo entero.

Kay Qhapaq simita sonqöykiswan hashkiyukuychis.

¡Sami!

*Lic. Evaristo Pfuture Consa

La Conquista del Imperio Inca

Francisco Pizarro nació en la ciudad de Trujillo , Extremadura, España. Existen dudas acerca de la fecha exacta de su nacimiento puesto que, si para unos historiadores fue el 16 de marzo de 1476, para otros fue la misma fecha, pero del año 1478. Algunos historiadores llegan a hablar de 1472.

La infancia de Francisco Pizarro González fue muy pobre y difícil, de forma que tuvo que dedicarse a cuidar cerdos. No recibió ninguna educación y nunca aprendería a leer y escribir. Al parecer abandonó Trujillo y se dirigió a Sevilla entre 1492-93, debido a que perdió algunos de los animales a su cargo y temía ser castigado.

En 1502 llegó a América en la expedición de Nicolás de Ovando, el nuevo gobernador de La Hispaniola. De sus primeros años en América se conoce muy poco. Probablemente participó en la “pacificación” de La Hispaniola.

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En 1524, Pizarro se asocia con Diego de Almagro y Hernando de Luque, un hombre influyente, cura de Panamá, para conquistar “Birú” (el Imperio Inca de Perú), del que tenían vagas noticias, repartiéndose las responsabilidades de la expedición. Pizarro la comandaría, Almagro se encargaría del abastecimiento militar y de alimentos y Luque estaría al cargo de las finanzas y de la provisión de ayuda. Existen noticias de un cuarto asociado, el licenciado Espinosa, que no quiso figurar oficialmente y que habría sido el financiador principal de las expediciones hacia el Perú.

Entre 1524 y 1528, Pizarro y sus socios hicieron dos intentos de conquista (1524-1525 y 1526-1528). En ambas fracasaron, pero las noticias y la captura de algunos indígenas y algunas piezas de oro les hicieron intentar la conquista una tercera vez.

Después de las dos primeras expediciones, y ante la negativa del gobernador panameño Pedro de los Ríos de continuar apoyando más expediciones hacia el sur, Pizarro se dirigió a España en 1529 a pedirle al emperador Carlos V los títulos y el apoyo necesario para la conquista. El rey dispone la redacción de un convenio y se firma la Capitulación de Toledo el 17 de agosto de 1529.

Pizarro obtiene ayuda y muchos beneficios, principalmente para él, cosa que en el futuro le traerá serias complicaciones con Almagro, uno de sus socios. Específicamente, la capitulación le nombra a él únicamente gobernador, capitán general y adelantado de las nuevas tierras conquistadas. Se da tiempo para ir a Trujillo y convence a sus hermanos y allegados para que lo acompañen en la empresa. Sus invitados más valiosos son Francisco de Orellana, futuro descubridor del Amazonas, y Hernando, su hermano.

En 1531, llega a Perú, escenario en esos momentos de una guerra civil en el imperio inca que enfrenta a Atahualpa (de Quito) y a su hermano, Huascar (de Cusco), ambos hijos del Inca Huayna Capac. Pizarro

se adentró temerariamente en el territorio inca con 180 soldados y 37 caballos. ruzó una zona desértica y arribó a Tanará, lugar en el que fundó la población de San Miguel, en julio de 1532. Dejó una pequeña guarnición y prosiguió al sur, hallando ya tierras bien cultivadas. En Caxas recibió al fin noticias del Emperador Atahualpa, quien había enviado varias comunicaciones. Se trataba de unos patos desollados con los que venía un mensaje que decía: “De esta manera os ha de poner los cueros a todos vosotros si no le volvéis (a Atahualpa) cuanto habéis tomado en la tierra”. Pizarro hizo caso omiso de la advertencia y continuó, adelante, por lo cual recibió otro mensaje del Inca citándole en Cajamarca, donde pensaba acabar con los españoles.

Pizarro abandonó la costa y empezó la subida a la sierra. El 15 de noviembre llegó a Cajamarca. Se trataba de una típica ciudad incaica de sierra, totalmente abandonada. Se instaló en ella y empezó a estudiar su defensa para el momento en que arribara el Inca. No tardó en aparecer, pero no quiso entrar en la ciudad. Acampó en sus proximidades. Los españoles quedaron aterrados al ver un ejército tan numeroso.

Pizarro envió a sus hermanos a cumplimentar al monarca y uno de ellos hizo una exhibición para atemorizarle, lanzando su caballo al galope y frenando ante el mismo Inca quien, lejos de inmutarse, le dijo que al día siguiente iría a visitar a su jefe para exigirle la devolución de cuanto había robado a su pueblo.

El 16 de noviembre de 1532 Atahualpa se dirigió a Cajamarca, tal como había prometido. Iba en una litera de oro, rodeado de señores, y acompañado por unos diez mil indios. En vanguardia iba un escuadrón limpiando el suelo y colocando mantas sobre él.

El Inca llegó a la plaza principal donde le esperaba Pizarro. Se le acercó entonces el padre Valverde, capellán de la hueste, para leer el Requerimiento. Un intérprete, el indio Felipillo , fue traduciendo las palabras del sacerdote. El Inca interrumpió el

discurso y dijo algo que el religioso interpretó como dudas sobre la fuente de autoridad de lo que decía, y señaló entonces la Biblia. Los cronistas Trujillo, Jerez, Estete y Ruiz de Arce coinciden en afirmar que Atahualpa tiró entonces la Biblia, lo que puso furioso Padre, que se volvió indignado a Pizarro pidiéndole atacar.

Tras el pago de un fabuloso rescate en oro y plata, Pizarro, reforzado por la llegada de Almagro con un centenar de arcabuceros, no sólo no cumple su promesa de liberar a Atahualpa, sino que con la excusa de que había mandado ejecutar a su hermano (lo cual era cierto) y de que preparaba una sublevación general del país (que no lo era) es ejecutado.

A continuación se alió con la nobleza del Cusco, partidaria de Huáscar, lo cual le permitió completar sin apenas resistencia la conquista de Perú. Tras nombrar Inca a un hermano de Atahualpa, Tupac Huallpa, marcha al Cusco, capital del Imperio Inca, ocupándola en noviembre de 1522.

Atahualpa fue luego procesado, según legislación española, por haber mandado matar a su hermano, por incesto, ya que se había casado con su hermana, y por hereje contumaz al rechazar el bautismo cuantas veces se le propuso. Fue ejecutado el 26 de julio de 1533.

La resistencia inca prosiguió por parte de los quiteños, los más fieles a Atahualpa. Sus ejércitos, dirigidos por prestigiosos generales, intentaron salvar lo que quedaba del imperio. Pizarro se dirigió hacia Cusco, donde tuvo un encuentro con las tropas quiteñas. Entró en la capital el 14 de noviembre del mismo año. Un enorme saqueo de los templos terminó con lo que quedaba del culto al sol.

El gobernador envió desde allí una expedición para que descubriera y tomara posesión del lago Titicaca, del que tanto hablaban los naturales. El 23 de marzo de 1534, Pizarro ordenó repartir los solares de Cusco a los nuevos pobladores españoles. La ciudad no sufrió

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los estragos de la guerra y siguió con su vieja traza incaica.

El 18 de enero de 1535, fundó en la costa la Ciudad de los Reyes, pronto conocida como Lima , con lo que se inició la colonización efectiva de los territorios conquistados. Poco después, el 5 de marzo del mismo año, asentó Trujillo , en homenaje a su ciudad natal. Con ello se completaría el primer conjunto poblacional del Perú.

Las disparidades entre almagristas y pizarristas motivaron el asesinato del Marqués de Cajamarca en 1541, año que puede considerarse el término de esta conquista.

Resistencia Inca

La aparición de los españoles en 1532 coincidió con la encarnizada y cruel guerra sucesoria entablada entre Huáscar y Atahualpa, hijos de Huayna Cápac, el postrero de los grandes gobernantes Incas. Tal hecho, que había producido enorme desconcierto entre los habitantes andinos, no permitió ofrecer resistencia organizada en los primeros momentos del contacto. Fue en 1536 cuando reaccionó Manco II cercando el Cusco durante trece o catorce meses. Manco fue el monarca elegido por Francisco Pizarro para poderse entender con tantos y tan diferentes pueblos que no aceptaban su presencia. Este, en un principio pareció acceder a las propuestas de los extranjeros, pero en su fuero interno siempre abrigó la esperanza de expulsarles de sus tierras. De ahí que coenzase por sitiar al Cusco; mas al no haberlos podido vencer, se retiró a los inaccesibles parajes del Antisuyo.

Así, repentinamente, Vilcabamba pasó a protagonizar las últimas páginas del gran imperio del Tahuantinsuyo; poque desde ella Manco lideró la guerra de reconquista contra los españoles, guerra que a su muerte continuaron los sucesores. Transcurrieron casi cuarenta años de lucha, en los que hicieron frecuentes ataques a las ciudades de la sierra andina,

habitadas por vecinos aborígenes y españoles. La lucha sólo terminó en 1572, con la captura y posterior ejecución en el Cusco de Túpac Amaru I, el hijo menor del monarca sublevado.

En ese lapso de tiempo, bajo las lógicas variantes impuestas por la ecología del lugar y algunos factores provenientes de la incipiente aculturación con los recién llegados, como el uso de armas de fuego, caballos, etc., los Incas refugiados en Vilcabamba mantuvieron la organización social y administrativa del estado, especialmente el culto a su ancestral religión. Con tales objetivos, construyeron una importante red vial que articuló toda la zona. Desde el exterior, dos grandes caminos terminaban en Vilcabamba, uno descendía de la cordillera del mismo nombre y otro corría por el valle del río Pampaconas. A dichos caminos llegaban otros secundarios, que desde los asentamientos humanos se unían a los principales. Paralelamente a la estructura vial, crearon pueblos, de los cuales hasta ahora se desconocen la mayoría. Viajeros y embajadores de la corona española constataron la existencia de Otaynas, Paro, Macaparo, Momori, Garco, Acobamba, Talavara, Apaylla, etc. También fundaron ciudadelas y ciudades de mayor categoría: Vitcos, Lucma, Rangalla, Puquiura, Choquequirao, Marcanay, Pampaconas y la propia Vilcabamba son algunas de ellas.

José Gabriel Condorcanqui: el padre de los peruanos

José Gabriel Condorcanqui era el descendiente de Túpac Amaru I , el último Inca de Vilcabamba, quien fuera ejecutado en la plaza de Cuzco en 1572 por orden del virrey del Perú, Toledo.

José Gabriel Túpac Amaru nació en Tinta, el 19 de marzo de 1738. Era el segundo hijo de Miguel Condorcanqui y de Rosa Noguera. A la muerte de su hermano mayor es el único heredero de las posesiones de Surimana, Tungasuca y Pampamarca. Es educado

por los Jesuitas en el colegio de San Francisco de Borja situado en Cuzco.

Tiene un poco más de 20 años cuando se casa con Micaela Bastidas Puyucahua. Él posee campos de coca en Carabaya, campos de maíz en Tinta, minas, y es el propietario de 350 mulas.

En 1776, presenta una petición oficial para que los indios sean liberados del trabajo obligatorio en las minas. Frente a la negación de las autoridades de Lima, toma medidas más radicales. En 1780, se pone a la cabeza de la rebelión popular más importante de la historia del virreinato.

Los tributos excesivos, la "Mita" y los abusos de los Corregidores han sido las causas principales de la revuelta india que, en noviembre de 1780, estalló en el valle de Tinta. Durante esta rebelión, el Corregidor Arriaga fue hecho prisionero y ejecutado, por órdenes del jefe José Gabriel Condorcanqui, hijo de Miguel Condorcanqui y descendiente por parte de su madre de Túpac Amaru, el último soberano Inca, de quien adopta el nombre.

Aún si al comienzo el movimiento reconocía la autoridad de la corona de España, se transforma rápidamente en un movimiento independentista, luchando contra los abusos de los españoles.

Después de haber vencido una tropa de 1200 españoles en Sangarará, Túpac Amaru no se decide a marchar sobre Cuzco sino que regresa a su ciudad natal en Tungasuca. Desea negociar la paz, reconociendo que su objetivo no es la guerra contra los españoles sino terminar con los abusos de los Corregidores.

Eso le da tiempo a los españoles de organizar la resistencia y los rebeldes son vencidos una primera

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vez, el 8 de enero de 1781, por el ejército enviado por el virrey, y después entre el 5 y el 6 de abril en Tinta, por las tropas del Mariscal del Valle.

Perseguido por el general Ventura Landa en Tatanico, es tomado prisionero, juzgado, y el 18 de mayo de 1781, asiste al asesinato de toda su familia en la Plaza de Armas de Cuzco, así como de su esposa y consejera, Micaela Bastidas.

El juez Areche lo condena a morir descuartizado por cuatro caballos atados a sus cuatro miembros. Pero Túpac Amaru es un hombre robusto y sus verdugos no logran matarlo de esta manera. Se ordena entonces su decapitación. Su cuerpo es cortado en pedazos, su cabeza puesta sobre una lanza que se exhibe en Cuzco y Tinta, sus brazos son enviados a Tungasuca y Carabaya, y sus piernas, a Livitaca y Santa Rosa.

A pesar de la ejecución de Túpac Amaru y su familia, los españoles no lograron apagar la rebelión que prosiguió bajo las órdenes de su medio hermano Diego Cristóbal Túpac Amaru, y que se extendió hacia el altiplano boliviano, la región de Jujuy y el noroeste de la Argentina.

El renombre de Túpac Amaru se hizo tal que los indios que se habían sublevado en la planicie de Casanare, en Nueva Granada, lo proclaman rey de América.

Siguiendo los pasos de sus predecesores que habían intentado encontrar una solución pacífica al conflicto, después de difíciles negociaciones, el nuevo jefe inca acepta bajar las armas en enero de 1782, con la promesa española de ser indulgente hacia los rebeldes y de hacer algo en cuanto a los problemas de los indios.

Las rebeliones criollas que siguieron tomaron la costumbre de invocar el nombre de Tupac Amarú a fin de obtener el apoyo de los indios.

Micaela Bastidas Puyucahua*

Mujer tenaz, no descansó un instante, mucho menos vaciló en cumplir las tareas que le fueron encomendadas.

Cuando se trata de hablar de nuestras mujeres heroínas, indiscutiblemente tendremos que colocar en primer lugar, en primer plano, a doña Micaela Bastidas, pues ella fue la primera mártir de la grandiosa lucha por nuestra independencia. Su abnegación, sacrificio y martirio constituyen un orgullo y un ejemplo para todos los peruanos.

Doña Micaela Bastidas y Puyucawa nació en Abancay el año 1745. De su aspecto físico se sabe que era de mediana estatura, de cara algo redonda y, según el escritor cuzqueño Juan de la Cruz Salas: Tenia la frente alta y ancha con la serenidad del mar, los ojos negros como una noche serena, nariz aguileña y caída sobre labios gruesos; la cabellera larga y extendida en la espalda… y este mismo autor la dedicaba emocionado estos bellos versos: Mujer como ninguna.

El 4 de noviembre de 1780 Túpac Amaru dio a conocer los motivos del movimiento. Desde ese momento Micaela participó de la causa de la revolución, reuniendo contingentes de campesinos, arengándoles y dándoles a conocer las causas de levantamiento. Y cuando su esposo tenía que movilizarse a diferentes lugares, ella no vaciló en ponerse al frente de las tropas para rechazar los ataques realistas, y de esta forma guió a las huestes revolucionarias cuantas veces fue necesario. También llevaba refuerzos y abastecimientos a su marido. En el Archivo histórico de Sevilla se conservan numerosas proclamas y edictos redactados por ella. En esos documentos se puede apreciar su espíritu patriótico y revolucionario. Uno de estos documentos decía así: Que nuestra fe se guarde con el mayor acotamiento y veneración, la que hemos de llevar adelante, y si fuera posible, morir por ella, respondo con toda distinción a los ministros de Jesucristo… que en nuestra tropa

brille la insignia de la Santa Cruz en monteras y sombreros… que esta proclama, después de publicarse, se fije en la puerta de mi casa en Tungasuca.

Formó parte del movimiento integrando el Consejo de los Cinco. Con sus proclamas mantuvo viva la llama del entusiasmo de la fe en el triunfo de la revolución.

Su talento se manifiesta en la numerosa correspondencia que mantuvo, en la que se pone de manifiesto sus profundos sentimientos hogareños, su ternura familiar y hasta su criterio estratégico, cuando le sugiere a su esposo la urgencia de tomar la ciudad del Cusco, después de la victoria de Sangarara. Sin embargo no se tomó en cuenta su valiosa sugerencia Y Túpac Amaru procedió con demasiada confianza ante los movimientos del enemigota campaña, con su esposo el caudillo.

Matrimonio

No tendría veinte años cuando la pretendió José Gabriel. Formalizada la situación, Micaela pasó con sus padres a Surimana, los cuales comienzan a figurar como españoles de dicho pueblo, y Manuel Bastidas a anteponerse un Don a su nombre. Se presume que el joven curaca dio facilidades a sus futuros suegros para cimentarse en el lugar, porque de otro modo habrían seguido residiendo en Pampamarca.

La boda se efectuó en la iglesia del pueblo de Nuestra Señora de la Purificación de Surimana, en el altar mayor que todavía existe, el 25 de mayo de 1760. El matrimonio fue de españoles desde el ángulo social, fue indio desde el ángulo curacal y fue mestizo desde el ángulo racial, pero, por encima de

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todo, el matrimonio cristiano don José Gabriel y Micaela estaban llamados a convertirse en un matrimonio histórico. Ella lo llamaba a él cariño. De la unión matrimonial de José Gabriel y Micaela vinieron al mundo tres hijos: Hipólito, el primogénito, nacido en Surimana en 1761, Mariano, que vio la luz en Tungasuca el 17 de septiembre de 1762 y Fernando, nacido también en Tungasuca en 1768. Sabemos que en la intimidad este hogar era feliz. Samente Chepe (abreviatura de Jusephe) y él a ella Mica o Micaco (diminutivo afectuoso de Micaela). De vez en cuando hubo pleitos conyugales, siempre cortos y pasajeros, pero tales disensiones no sirvieron sino para enraizar más la creciente felicidad de la pareja.

Heroína

Vencido por una infidencia más que por los 16000 hombres que lo combatieron, Túpac Amaru y su familia fueron entregados a las tropas del feroz visitador Areche. Micaela Bastidas fue sometida a interrogatorios mediante torturas, pero la heroína supo resistirlas con admirable entereza.

Se condena a Micaela Bastidas a la pena de muerte. Será arrastrada antes con una soga en el cuello, con los pies y manos atados y un pregonero publicará sus delitos. Se le someterá a la pena de garrote, cortándole antes la lengua. Luego se le colgará en una horca y luego su cuerpo será descuartizado. Su cabeza será llevado al cerro Piccho, un brazo a Tungasuca, otro brazo a Arequipa, una de sus piernas a Carabaya y el resto del cuerpo al cerro Piccho, donde será quemado justamente con su marido. Además perderá todos sus bienes. Se le dio a conocer la sentencia pero ella igual la recibió con entereza. Fue ejecutada a la vista de su esposo y sus hijos. Era el 18 de mayo de 1781. La sangre que derramó Micaela fue semilla de nuevas revoluciones.

Muerte

En esta guerra, que ha hecho crujir la tierra con dolores de parto, Micaela Bastidas no ha tenido descanso ni consuelo.

Esta mujer de cuello de pájaro recorría las comarcas haciendo más gente y enviaba a los frentes nuevos huestes y escasos fusiles, las largas vistas que alguien había pedido, hojas de coca y choclos maduros galopaban los caballos, incesantes, llevando y trayendo a través de la serranía y sus órdenes, salvo conductores, informes y cartas. Numerosos mensajes envió a Túpac Amaru urgiéndolo a lanzar sus tropas sobre el Cusco desde una vez, antes de que los españoles fortalecieran las defensas y se dispersaran, desalentados, los rebeldes.

Chepe, escribía, Chepe, muy querido: bastantes advertencias te dí…

Ttirada de la cola de un caballo, entra Micaela en la plaza mayor del Cusco, que los indios llaman Plaza de los Llantos. Ella viene adentro de una bolsa de cuero, de esas que cargan hierba del Paraguay. Los caballos arrastran también, rumbo al cadalso, a Tupac Amaru y a Hipólito, el hijo de ambos. Otro hijo, Fernando, mira. El niño quiere volver la cabeza, pero los soldados le obligan a mirar. Fernando ve cómo el verdugo arranca la lengua de su hermano Hipólito y lo empuja desde la escalera de la horca. El verdugo cuelga también a dos de los tíos de Fernando y después al esclavo Antonio Oblitas, que había pintado el retrato de Tupac Amaru, y a golpes de hacha lo corta en pedazos; y Fernando ve. Con cadenas en las manos y grillos en los pies, entre dos soldados que le obligan a mirar, Fernando ve al verdugo aplicando garrote vil a Tomasa Condemaita, cacica de Acos, cuyo batallón de mujeres ha propinado tremenda paliza del ejercito español. Entonces sube al tablado Micaela Bastidas y Fernando ve menos. Se le nublan los ojos mientras el verdugo busca la lengua de Micaela, y una cortina de lágrimas

tapa los ojos del niño cuando sientan a su madre para culminar el suplicio: el torno no consigue ahogar el fino cuello y es preciso que echándole lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte y dándole patadas en el estómago y pechos, la acaben de matar.

Ya no ve nada, ya no oye nada Fernando, el que hace nueve años nació de Micaela. No ve que traen a su padre, a Túpac Amaru, y lo atan a las cinchas de cuatro caballos, de pies y de manos, cara al cielo. Los jinetes clavan las espuelas hacia los cuatros puntos cardinales, pero Tupac Amaru no se parte. Es tiempo de larga sequía en el valle del Cuzco. Al mediodía en punto, mientras pujan los caballos y Tupac Amaru no se parte, una violenta catarata se descarga de golpe desde el cielo: cae lluvia a garrotazos, como si Dios o el Sol o alguien hubiera decidido que este momento bien vale una lluvia de ésas que dejan ciego al mundo.

* http://lasmicaelas.blogspot.com/2008/10/micaela-bastidas-puyucahua.html

18 de mayo 1871: Tupac Amaru Padre de la Emancipación americana*

Ya en Cuzco con empeño quieren sacudir, y es ley, el yugo de ajeno rey y reponer al que es dueño.

¡Levantarse americanos! Tomen armas en las manos Y con osado furor

¡maten sin temor a los ministros tiranos!

(Afiche pegado en Oruro en abril de 1780 por los criollos Tupamaristas)1

1.- 4 de noviembre de 1780: El inicio de la Rebelión Túpac Amaru II encabezó la mayor rebelión que

1 LEWIN, Boleslao: La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la Independencia Hispanoamericana, Editorial SELA, (Bs.As. 2004).

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conoce la historia de los países del Tercer Mundo, hasta muy entrado el siglo XX, luego de la ocupación y expansión europea, iniciada a lo largo del siglo XV, con la llegada de Colón a América y de Vasco da Gama a África y Oriente. Organizó y armó a 100.000 americanos originarios contra el poder español, proclamando la libertad y la independencia de América. Su rebelión fue el golpe más fuerte sufrido por el imperio español, desde la invasión a América en 1492. El jefe del gabinete de Carlos IV, “el favorito” (de la reina) Don Manuel Godoy, exclamaría unos años más tarde: Nadie ignora cuánto se halló cerca de ser perdido, por los años de 1781 y 1782, todo el virreinato del Perú y una parte del de la Plata cuando alzó el estandarte de la insurrección el famoso Condorcanqui, más conocido por el nombre de Tupac Amaru2.

El 4 de noviembre de 1780 Túpac Amaru da comienzo a la sublevación. (...) Tupac Amaru y el corregidor de la provincia de Tinta, Antonio Arriaga, se reunieron en la casa del cura de Yanaoca, doctor Carlos Rodríguez, para "celebrar el día de nuestro augusto soberano". Antes de terminar la comida, fingiendo haber recibido un llamado urgente del Cuzco, Túpac Amaru se retiró de la casa del eclesiástico, y oculto en el camino que conducía a Tinta con un grupo de sus partidarios, esperaba el paso de Arriaga de vuelta para el pueblo (...)

Retirábase (el corregidor Arriaga) después de comer al pueblo de Tinta, y en la travesía que media le acometió Tupac Amaru con alguna gente que le acompañaba. Echáronle un lazo al cuello y lo trajeron de la mula a la tierra, hicieron a un criado que con él venía y presos dos negros esclavos que a alguna distancia lo seguían, fueron todos conducidos a un sitio separado y secreto, y allí detenidos hasta la medianoche en que fueron introducidos en el pueblo

2 PIGNA, Felipe: Los Mitos de la Historia argentina (Tomo I), Editorial Norma, (Bs.As. 2004).

de Tungasuca, y encarcelado el corregidor en una pieza o calabozo en la casa de Tupac Amaru. Observose tal secreto en orden a su situación que absolutamente se ignoraba donde se hallaba el corregidor; a unos se decía que estaba actuando ciertas diligencias de importancia que lo negaban a otra atención.”

Tupac Amaru llevó al corregidor a Tungasuca y allí estableció su cuartel general, y no en Tinta capital de la provincia. Los motivos saltan a la vista: la situación estratégica de Tinta es mucho menos favorable que la de Tungasuca, que se halla en la cordillera y es de difícil acceso. (...) De acuerdo con el plan previamente fijado y perfectamente ejecutado, obligó de inmediato al corregidor a firmar una carta dirigida a su cajero, en la que le ordenaba remitirle todos los fondos disponibles y todas las armas alcanzables. (...) La fingida carta produjo su efecto. El jefe rebelde, que necesitaba tan apremiosamente armas, sobre todo de fuego, y dinero, gracias a su ardid obtuvo 22000 pesos, algunas barras de oro, 75 mosquetes, bestias de carga y mulas. Pero el corregidor no sólo se vio obligado a firmar esa carta; también tuvo que poner su firma bajo la misiva a su dependiente Manuel de San Roque, natural de Santiago de Chile, que no le podía presagiar nada bueno. En ésta le ordenaba (…) fuese a Tungasuca llevando dos pares de grillos, su cama, y llaves de las principales viviendas del Cabildo. El antes tan soberbio funcionario español, bajo el dictado de Tupac Amaru, el 8 de noviembre de 1780, tuvo que extender órdenes a todos los pueblos de la provincia para que sus habitantes en el término de 24 horas, se presentaran en Tungasuca. (...) Don Miguel de Mesa y don Félix Castelo, a quienes se da la comisión en derecho necesaria, pasarán al pueblo de Citarangani y notificarán a todos los españoles que restan, para que dentro del término de veinte y cuatro horas se presenten en este pueblo. Asimismo a los indios de ambos ayllus; sin que en esto haya reserva de persona alguna, por convenir al servicio del Rey y causa pública. Tungasuca, y noviembre ocho, de mil

setecientos ochenta. Antonio de Arriaga. Naturalmente, la rigurosa orden del gobernador de la provincia fue ejecutada con toda puntualidad. En Tungasuca se hicieron, pues, presentes miles de criollos, mestizos e indios, y aun algunos europeos. Un genovés residente en Sicuani, en su declaración judicial nos ofrece algunos detalles interesantes sobre los momentos iniciales de la gran rebelión. Según dice, ya el día 8 comenzaron a afluir a Tungasuca muchas personas. De inmediato fueron puestas en pie de guerra, por Tupac Amaru, quien montado en un caballo blanco y vestido de terciopelo negro, dirigía los ejercicios militares en la pampa vecina a Tungasuca. Daba órdenes en los dos idiomas: a los criollos y mestizos, en castellano; a los indios en quechua.

2.- La primera Independencia: Entre el 4 de noviembre de 1780 y el 18 de mayo de 1781 (fecha del horrendo sacrificio de Tupac Amaru, su esposa Micaela Bastidas Puyucawa y toda su familia) América disfrutó el único período de libertad desde el inicio de la invasión y opresión española, hasta su emancipación en 1824. En ese breve período, que en verdad se extiende hasta 1784 en la continuidad de la rebelión por los diferentes jefes indios del Perú, del Alto Perú y del Norte Argentino, quienes prosiguieron la rebelión iniciada por Tupac, hasta ser totalmente exterminados a sangre y fuego por los genocidas españoles. Cien mil hombres en armas levantó Tupac Amaru a lo largo de más de 1500 kilómetros en una insurrección india preparada a lo largo de varios años, que contaba con jefes y lugartenientes tan importantes como su esposa Micaela Bastidas Puyucawa, Julián Tupac Katari (proclamado virrey del Alto Perú, en concordancia con que Tupac Amaru era el Inca de todo el Tuhwantysuwu restaurado), su esposa Bartolina Sisa, Diego Cristóbal Tupac Amaru (el más destacado de los colaboradores del Inca), Mariano Tupac Amaru, Miguel Tupac Amaru, Andrés Tupac Amaru y Dámaso Katari entre otros. Todos ellos (y sus completas familias, incluido el desaparecido hijo

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de Tupac Katari de 8 años) asesinados de la misma atroz manera que el gran Inca, por los “civilizados” españoles. Cien mil indios levantados en armas, con palos, piedras, recursos hidráulicos, macanas y lanzas, pero con muy pocas armas de fuego y sin conocimiento de su manejo. Cien mil indios asesinó en represalia el terror español, en otro de los genocidios con que los europeos trataron históricamente a los americanos nativos. Pero fue en noviembre de 1780, cuando una nueva generación india recobró la dignidad mancillada por el opresor y expresó su grito de libertad e independencia, extendida al corazón de la América india. De hecho, Condorcanqui retomaba el estandarte invicto de Juan Santos Atahualpa, quien había combatido entre 1742 y 1761, sin ser nunca vencido por los españoles. Santos Atahualpa llegó a crear un estado libre de la dominación goda en la selva central del Perú extendido hasta el Matto Grosso, en alianza con una diversidad de pueblos guaraníes. Aún hoy, los pueblos de la selva esperan su regreso. Vinculada con su rebelión, se había producido una insurrección india en Lima en 1750, con apoyo criollo, sofocada a sangre y fuego por el poder español. Luego de la muerte de Juan Santos en 1761, sería Tupac Amaru quien continuaría la heroica resistencia india iniciada el 13 de octubre de 1492.

El 4 de noviembre de 1780 el Inca dio inicio a la rebelión (según dicen algunos historiadores, antes del tiempo previsto, precipitada por la detección de la rebelión criolla de Farfán de los Godos en Cuzco, que lo obligó a actuar antes de tiempo para eludir la represión). Según lo relatado, el día 4, el Inca detuvo al odiado y perverso corregidor Arriaga. El día 10 Arriaga fue ejecutado por Tupac Amaru en la plaza de Tungasuca, ante un gentío exultante de indios y mestizos que no podían dar crédito a lo que sus ojos veían. En los días siguientes continuó Tupac, al mando de sus hombres recorriendo la provincia y liberando indios y mestizos esclavos de las encomiendas y obrajes, repartiendo su bienes entre los

pobres americanos y ejecutando a todos los españoles europeos presentes, las mujeres españolas eran obligadas a vestirse con ropas de las mujeres americanas, para escándalo de las ibéricas damas. La rebelión se extendió como un reguero de pólvora sobre la mancillada tierra americana. Causa admiración al ver la prontitud con que obedecieron las voz de este Rebelde en todo el Reino del Perú, pues se sabe notoriamente que en toda la costa de Arica, Tacna y Huantajaya hicieron los indios iguales muertes, robos y atrocidades que en la Sierra, manteniéndose sin sujeción alguna. Y hasta los bárbaros Mocovíes y Pampas de la parte de Jujuy y Salta, tuvieron noticia de esta rebelión, y salieron de sus términos insultando e intentando asolar estas dos ciudades, en donde tuvieron la fortuna de haber llegado a ese tiempo la Compañía de Granaderos del regimiento de Saboya, que venía de Buenos Aires, con la cual pudieron resistir sus terribles invasiones. También los Chiriguanos de la frontera de Tomina, hicieron sus salidas costosos con los deseos que tuvieron de conocer al Titulado Rey Tupac Amaru. (...) Pocas veces se habrá visto desolación tan terrible, ni fuego que con más rapidez se comunicase a tantas distancias, siendo digno, de notar, que en 300 leguas que se cuenta de longitud, desde el Cuzco hasta la frontera del Tucumán, en que se contienen 24 provincias, en todas prendió casi a un mismo tiempo el fuego de la rebelión. (Relato de dos Relaciones españolas de la época.) El día 12, Condorcanqui ocupó el obraje de Pomacancha, liberando a los indios allí esclavizados, repartiendo entre ellos sus bienes, dejando a cargo del mismo (ya no como obraje, sino como propiedad comunal indígena, Ayllú) a su hermano menor Juan Bautista Tupac Amaru. Juan Bautista (único sobreviviente de la familia del Inca), pasaría cuarenta años en las prisiones españolas en África (en Ceuta) y sería proclamado Rey Inca por el general Belgrano en el Congreso de Tucumán, propuesta que el Congreso aprobara el 31 de julio de 1816. Juan Bautista moriría en Buenos Aires en 1827,

encontrándose enterrado en una tumba sin nombre en el cementerio de la Recoleta.

3.- Tupac Amaru proclama y la Independencia americana: Luego de liberar obrajes, indios esclavos y ejecutar corregidores, Tupac Amaru hizo públicas reiteradas proclamas, reclamando la libertad e independencia de los pueblos de América. Su proclama más difundida es, sin dudas, uno de los documentos liminares de nuestra independencia, la misma casi repite los argumentos del Manifiesto por la Independencia de América de Juan Vélez de Córdova, proclamados en la Revolución India Criolla de Oruro del 8 de julio 1739. Por supuesto Vélez de Córdova sufrió la misma suerte de Tupac Amaru, a manos de los piadosos opresores españoles.

La diferencia entre el proyecto de Condorcanqui y el que luego triunfaría en el siglo siguiente, radica en que él proponía una nación India-mestiza-criolla con hegemonía indígena y no una nación hispano-blanca-criolla-británica, con exterminio y genocidio permanente del indio, como luego seríamos. Yo Don José I por la gracia de Dios, Inca, Rey del Perú, Santa Fe (Bogotá), Quito, Chile, Buenos Aires, y continentes de los mares del sud, duque de la Superlativa, señor de los Césares y Amazonas con dominio en el gran Paititi, Comisario distribuidor de la piedad divina por erario sin par, etc. Por cuanto es acordado en mi Consejo por junta prolija por repetidas ocasiones, ya secreta, ya pública, que los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables gabelas, tributos piezas, lanzas, aduanas, alcábalas, estancos, catastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias, corregidores, y demás ministros, todos iguales en la tiranía, vendiendo la justicia, en almoneda con los escribanos de esta fe a quien más puja y a quien más da, entrando en esto los empleos eclesiásticos y seculares, sin temor de Dios, estropeando como a bestias a los naturales del reino;

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quitando la vida a todos los que no supieron robar, todo digno del más severo reparo. Por eso y por los clamores que con generalidad han llegado al cielo, en el nombre de Dios Todopoderoso, ordenamos y mandamos que ninguna de las personas dichas, pague ni obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos, y sólo se deberá tener todo respeto al sacerdocio, pagándole el diezmo y la primicia como, que se da a Dios inmediatamente, y el tributo y el quinto a su Rey y Señor natural, y esto con la moderación con que se hará saber, con las demás leyes de observar y guardar. Y para el pronto remedio de todo los uso expresado, mando se reitere y se publique la jura hecha a mi Real Corona en todas las ciudades, villas y lugares de mis dominios, dándome parte con toda la verdad de los vasallos prontos y fieles para el premio igual, y de los que se rebelaren, para la pena que les compite remitiéndonos la jura hecha, con razón de cuanto nos conduzca, etc.3.

4.- La batalla de Sangarará, día de redención americana: Finalmente en el apogeo de la primera Independencia americana, Tupac Amaru derrotó a las tropas españolas en la batalla de Sangarará el 18 de noviembre de 1780. Tal vez el máximo día de libertad e independencia americana desde la llegada de los españoles hasta entonces. El terror se apoderó de los ibéricos: La tropa al mando del señor mariscal de campo, don José del Valle, volvió al Cuzco muy disminuida por muertos y desertores, y los que entraron en dicha ciudad causaban compasión, viéndolos cubiertos de piojos, muchos o los más descalzos y otros envueltos en pellejos. Fueron a alojarse en los hospitales, porque de los malos alimentos estaban padeciendo disentería; no tuvieron un colchón, casa de medicina, ni médicos para la curación de los enfermos, y las tiendas de campaña estaban hechas pedazos, de podridas y maltratadas.

3 LEWIN, Boleslao: La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la Independencia Hispanoamericana, Editorial SELA, (Bs.As. 2004).

Dicen que no se puede leer sin lágrimas los diarios de los señores Valle y Avilés, y conviene en que aquellos infelices que dejaron el bello temperamento de Lima, la quietud y regalo de sus casas para servir al rey, como sus buenos vasallos, no han sido pagados. (Relato español del regreso de las tropas imperiales vencidas en Sangarará)4.

Los españoles del Cuzco estaban espantados; no sólo se refugiaban en las Iglesias, sino que pedían a los sacristanes les franqueasen las bóvedas para sepultarse vivos5 (cita original de De Angelis Pedro, Colección de obras y documentos…). La pavura realista, llegó hasta Buenos Aires, donde el fiscal del Virreinato, doctor Pacheco, lanzó una proclama contra la rebelión: Cree el fiscal poderse declarar por rebelde al cacique Túpac Amaru, y en caso no se entregue, o le entreguen sus partidarios a las reconvenciones o requerimientos que permitan las situaciones de cada partido, autorizarse a todo vasallo del Rey, tanto del partido rebelde como del que pase a subyugarle, para que le aprendan o maten para la más cabal inteligencia de aquel excelentísimo señor Virrey, y que las tropas de una y otra parte procedan con la mayor armonía. Buenos Aires y enero 15 de 17816.

Y pues, el indio ha exhortado

a criollos, atrevido

a seguir el vil partido

que alevoso se ha fraguado

para que entienda el alzado

que a todas luces se engaña

criollo es el que desengaña 4 PIGNA, Felipe: Los Mitos de la Historia argentina (Tomo I), Editorial Norma, (Bs.As. 2004). 5 Ibídem ant. 6 PIGNA, Felipe: Los Mitos de la Historia argentina (Tomo I), Editorial Norma, (Bs.As. 2004).

y exhorta a la recia plebe

que sólo conocer debe

por Padre y Rey al de España.7

Pero el terror de los españoles, no residía sólo en la posibilidad de perder la vida a manos de los esclavizados indios, sino en algo mucho peor para la hidalga raza ibérica: tener que trabajar con sus propias manos, la peor de las maldiciones para un señorito, caballero o hijodalgo español, que tenía prohibido ejercer oficios “serviles”:

Nos hicieran (los victoriosos indios) trabajar

del modo que ellos trabajan

y cuanto ahora los rebajan, nos hicieran rebajar;

ande pudiera esperar

casa, hacienda ni esplendores

ninguno alcanzara honores

todos fueran plebeyos

fuéramos los indios de ellos

y ellos fueran los señores…8

Luego del triunfo de Sangarará, Tupac Amaru expidió un mensaje a los pueblos del Perú, volviendo a convocar a los criollos a la unidad con la causa india: Vivamos como hermanos y congregados en un solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles; criollos, mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de un mismo origen.

5.- La derrota demasiado conocida: Como muy bien ha señalado Felipe Pigna, la historia escolar y oficial se ha encargado (y solozado) en enseñar la derrota, captura y posterior descuartizamiento de Tupac

7 Panfleto arequipeño español 8 Copla colonial española, fragmento.

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Amaru, por los genocidas españoles, pero ha ocultado deliberadamente el carácter y la magnitud de su lucha y su movimiento. Como si sólo se quisiera mostrar que es lo que puede ocurrirle a quien osara rebelarse contra el poder. También se ha soslayado la inocultable relación entre la rebelión de Tupac Amaru y la Revolución y Emancipación americanas que estallarían a menos de treinta años de su movimiento. Aquello, que en términos históricos constituye una inocultable procesión generacional. Serían los hijos de los derrotados con Tupac Amaru (como justamente ha señalado Alcira Argumedo) quienes conformarían los ejércitos emancipadores que incendiarían el continente y destruirían al imperio español, vengando al Inca. Sólo que, en esta nueva etapa de la lucha liberadora la hegemonía final sería burguesa (criolla) y no india. Por el contrario, los indios, los mestizos, los mulatos, los negros y los gauchos, serían los derrotados por el recambio de clases dominantes. Ya no serían esclavizados por los godos, sino por sus descendientes directos las oligarquías blancas-criollas asociadas a un nuevo amo imperial: el británico. Sin embargo, es imposible eludir la continuidad histórica de la gran rebelión de los Andes iniciada por Tupac Amaru en 1780, con los sucesos despuntados en 1809-1810. Es más, de alguna u otra manera, la rebelión perduró en los pueblos indios del Norte casi hasta empalmar con la etapa siguiente, ya que territorios del actual norte argentino y del sur boliviano mantendrían sublevaciones indias indómitas casi hasta 1805.

Luego de su triunfo en Sangarará el Inca, no ocupó el Cuzco, que se hallaba desguarnecido, en un error fatal para su campaña. El mayor recelo que se tenía era de que el traidor llegase a entrar y fortificarse en el Cuzco, por el crecido número de indios que hay dentro de sus muros, pues si lograra, costaría más el desalojar que lo que costó la Conquista de todo el reino; pero una vez que Dios por su misericordia le negó el concurso para internarlo al principio de su rebelión o después de la derrota de Sangarará (...), en que sin resistencia lo hubiera verificado, pues sus

habitantes sobrecogidos de un temor pánico, sin armas, sin municiones, sin tropa, no pensaban en defenderse, sino en hacer fuga muchos de ambos sexos y estados, temerosos del golpe que los amenazaba9. Es dable pensar que el Inca (tal como Aníbal) no quería quedar encerrado en una ciudad y prefirió el movimiento liberador de sus tropas. Sin embargo el hecho de no tomar el Cuzco, unido a la falta de apoyo de los criollos al movimiento indio (los criollos del Perú y Alto Perú eran parte de la clase social que explotaba a los indios y no querían de ninguna manera una Revolución India, tal como comprobarían luego Castelli, Belgrano, Güemes, Juana Azurduy, Ascencio Padilla, San Martín, Artigas, Andresito, O' Higgins, Sucre y Dorrego). Este conjunto de factores lo llevarían a la derrota. A esto se sumaba el envío de refuerzos de todas partes de la América española (incluido un fuerte destacamento del Plata enviado por el “muy progresista” virrey Vértiz), la traición de los criollos que Tupac había incluido como artilleros (los indios no sabían usar la artillería, ni la mayoría de las armas de fuego), la indudable superioridad militar de las armas de fuego españolas y en particular la participación militar directa de la Iglesia en la lucha contra el Inca. Al punto, que en la batalla final, fue decisivo el papel de las tropas armadas por la iglesia española en América, en lucha contra el “indio hereje”. La Iglesia estuvo en la primera línea de la represión a la sublevación tupamarista, considerando la rebelión del pueblo americano casi como un asunto particular de desafío a su labor evangelizadora-esclavizadora. Para la Iglesia se trataba de la restauración de la herejía. Como muy bien lo expresaría más tarde, Fray Justo Santa María de Oro en el Congreso de Tucumán en 1816, cuando el General Manuel Belgrano propusiera la monarquía inca. Como dijimos, el candidato propuesto era el único familiar sobreviviente del Inca, Don Juan Bautista. En dicha ocasión, Santa María de Oro

9 Documento español de la época.

amenazó con “renunciar al Congreso si se elegía tal Rey”10. Su oposición, no resultaba precisamente por fe republicana. En 1818 apoyó sin remilgos la posibilidad de coronar a un medio hermano de Fernando VII. De ninguna manera podía aceptar a un “indio hereje” como Rey de los americanos.

Finalmente Tupac fue derrotado, por fuerzas superiores. Traicionado a cambio de la promesa de libertad por un lugarteniente mestizo llamado Francisco de Santa Cruz, ayudado en su infamia por el cura del pueblo de Langui (donde libró su última batalla) Antonio Martínez. Los españoles acudieron al mismo sistema que usaron siempre para dominar a los pueblos americanos: el engaño, la doblez, la traición a los acuerdos establecidos y la violación de la palabra empeñada. También buscaron debilitar la rebelión, otorgando varios de los reclamos del Inca, y desatando una represión de exterminio sobre todos los pueblos que lo apoyaban. Mataron a todos los indios que pudieron: cien mil en total entre 1871 y 1875.

6.- La dignidad del Inca, “Volveré y seré millones”: El 18 de mayo de 1871, Tupac Amaru fue ejecutado en el suplicio en la plaza principal del Cuzco. Junto a él fue asesinada toda su familia, incluida su esposa y principal lugarteniente Micaela Bastidas Puyucawa. También sus hijos, demás hermanos y familiares directos, quienes fueron asesinados previamente al gran Inca. Lo obligaron a observar cómo uno a uno, sus seres queridos eran atrozmente asesinados por los “civilizados” españoles. Pese al inmenso dolor de ver morir a sus seres amados y a las torturas por él recibidas y al terrible martirio que le esperaba, el Inca no sólo no quebró su coraje y dignidad sino, que volvió a desafiar a los criminales invasores españoles. Antes que el verdugo le cortara la lengua, Tupac Amaru expresó en Qeshwa y castellano: “Volveré y seré millones”. Dicho y hecho. El dominio español en

10 AMUCHÁSTEGUI, A. J. P.: Crónica Histórica Argentina (Tomo II), Editorial Codex (Bs.As. 1968).

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América no duraría treinta años más. Al ser capturado, el Inca tenía entre sus ropas una copia de la proclama independista que reprodujimos más arriba. Aparentemente la misma estaba destinada a ser entregada a un aliado criollo que encabezaría una revolución criolla en Lima. Pese a las atroces torturas aplicadas por el infame Areche, Tupac guardó el secreto de su socio blanco y respondió con dignidad y desprecio al torturador español. El visitador Areche entró intempestivamente en su calabozo para exigirle, a cambio de promesas, los nombres de los cómplices de la rebelión. Tupac Amaru le contestó con desprecio: “Nosotros dos somos los únicos conspiradores; Vuestra merced por haber agobiado al país con exacciones insoportables y yo por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía. Aquí estoy yo para que me castiguen solo, al fin de que otros queden con vida y yo solo en el castigo.” (...) fue sometido a las más horribles torturas durante varios días. En uno de los interrogatorios le respondió así al sádico juez Mata Linares: “Siendo descendiente de los Incas, como tal viendo que sus paisanos estaban acongojados, maltratados, perseguidos, él se creyó en la obligación de defenderlos, para ver si los sacaba de la opresión en que estaban”.

La sentencia del visitador real Areche es muy elocuente sobre le carácter de la dominación española en América, mostrando a su vez el origen de las políticas del Terrorismo de Estado aplicadas sobre nuestros pueblos hasta hoy. Debo condenar, y condeno a José Gabriel Túpac-Amaru, a que sea sacado a la plaza principal y pública de esta ciudad, arrastrado hasta el lugar del suplicio, donde presencia la ejecución de las sentencias que se dieran a su mujer, Micaela Bastidas, sus hijos Hipólito y Fernando Túpac Amaru, a su tío Francisco Túpac Amaru, su cuñado Antonio Bastidas, y algunos de los principales capitanes o auxiliares de su inicua y perversa intención o proyecto, los cuales han de morir en el propio día; y concluidas estas sentencias, se le cortará por el verdugo la lengua y después amarrado

o atado por cada uno de sus brazos y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada uno de éstas se pueda atar o prender con facilidad a otras que pendan de las cinchas de cuatro caballos; para que puesto de este modo, o de suerte que cada uno de éstos tire de su fado, mirando a otras cuatro esquinas, o puntas de la plaza, marchen, partan o arranquen de una vez los caballos de modo que quede dividido el cuerpo en otras tantas partes, llevándose éste, luego que sea hora al cerro o altura llamado Picchu, adonde tuvo el impedimento de venir a intimidar sitiar y pedir que se le rindiese esta ciudad, para que allí se queme en una hoguera que estará preparada, echando sus cenizas al aire, y en cuyo lugar se pondrá una lápida de piedra que exprese sus principales delitos y muerte, para sola memoria y escarmiento de su execrable acción. Su cabeza se remitirá, al pueblo de Tinta, para que estando tres días en la horca, se ponga después en un palo a la entrada más pública de él; uno de los brazos al de Tungasuca, donde fue cacique, para lo mismo y el otro para que se ponga y ejecute lo propio en la capital de la provincia de Carabaya; enviándose igualmente y para que se observe la referida demostración, una pierna al pueblo de Livitaca en la de Chumbivilcas y la restante al de Santa Rosa, en la de Lampa.(...) Que las casas de éste sean arrasadas, o batidas y saladas a la vista de todos los vecinos del pueblo o pueblos donde los tuviera o existan. Que se confisquen todos sus bienes, a cuyo fin se da la correspondiente comisión a los jueces provinciales. Que todos los individuos de su familia, que hasta ahora no hayan venido, ni vinieran a poder de nuestras armas y la justicia que suspira por ellos para castigarlos con iguales rigurosas y afrentosas penas, queden infames e inhábiles para adquirir, poseer u obtener de cualquier modo herencia alguna o sucesión, si en algún tiempo quisiesen, o hubiese quienes pretendan derecho a ella. Que se recojan los autos seguidos sobre su descendencia en la expresada real Audiencia, quemándose públicamente por el verdugo en la plaza pública de Lima, para que no

quede memoria de tales documentos; y de los que sólo hubiese en ellos testimonio, se reconocerá y averiguará adonde paran los originales, dentro del término que se asigne para la propia ejecución11. Pero el terror no terminó allí: como respuesta a la rebelión, el rey de España proclamó la Ley del Terror en América, a través del llamado Catecismo Regio. La Iglesia sería su principal difusora: La cárcel el destierro, el presidio, los azotes o la confiscación, el fuego, el cadalso, el cuchillo y la muerte son penas justamente establecidas contra el vasallo inobediente, díscolo, tumultuario, sedicioso, infiel y traidor a su Soberano. El vasallo deberá denunciar toda conjuración que llegue a su conocimiento; aun cuando los conjurados fueran amigos, parientes, hermanos o padres, hay obligación de delatarlos. (El mismo fue reproducido y difundido en nuestro territorio por el arzobispo de Córdoba, José de San Alberto)12. Como puede verse, el Terrorismo de Estado y la colaboración de la jerarquía católica con él, tiene raíces profundas en nuestra historia.

7.- Tupac Amaru y la Emancipación Americana: Sólo una visión racista fundante de la historiografía y sociología argentinas y latinoamericanas, basada en el racismo estructural de nuestras sociedades, sustentadas en la supremacía racial blanca-criolla-europea, impuesta por la invasión europea y la derrota de las naciones indias (racismo expresado sin ambages en las genocidas consignas tales como “civilización o barbarie” u “orden y progreso”) sólo desde esa visión se puede intentar ocultar lo evidente. La revolución norteamericana estalló en 1774, la Revolución Francesa en 1789, en medio de ambas la historiografía liberal o la católico-nacionalista, no ubican

11 LEWIN, Boleslao: La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la Independencia Hispanoamericana, Editorial SELA, (Bs.As. 2004). 12 AMUCHÁSTEGUI, A. J. P.: Crónica Histórica Argentina (Tomo II), Editorial Codex (Bs.As. 1968).

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absolutamente nada hasta llegar a la Revolución de Mayo de 1810, hecho en la que coinciden con distintas miradas ambas corrientes europeístas argentinas. Una tributaria de la dominación británica y de la hispana-católica la otra. Este déficit se extiende a la mayoría de la historiografía occidental, con honrosas excepciones como las de Boleslao Lewin, Eduardo Astesano, Rodolfo Kusch, José Carlos Mariátegui, Alcira Argumedo, Ernesto Giúdici, Gabriela Mistral, César Vallejo, Pablo Neruda, Osvaldo Bayer, Felipe Pigna y Enrique Dussel, entre otros. Autores que han aportado una mirada diferente, abarcatoria de la real dimensión de la rebelión Tupamara y del Incario fundante. El resto, ignora que en el período comprendido entre la revolución norteamericana y nueve años antes de la francesa, estalló una revolución que conmovió el corazón estratégico del imperio español en América, y que a punto estuvo de liberar los inmensos territorios del Incario. Es imposible negar su conexión con el estallido de la revolución en el norte de América. Siendo además que, entre 1774 y 1789 se sucedieron en la América española decenas de rebeliones indias y criollas, siendo la Tupamara la principal y más profunda. Ambas visiones dominantes ignoran (u ocultan) que los planteos de Tupac Amaru, proclamando la abolición de la esclavitud, la encomienda y la servidumbre indias, y de toda dominación sobre otras personas, así como de todo poder colonial sobre los pueblos americanos, eran mucho más avanzados que los principios de supremacía blanca de las revoluciones norteamericana y francesa. Movimientos que no abolieron ni la esclavitud, ni el poder colonial sobre sus territorios sometidos, a excepción de los planteos revolucionarios de Maximilien Robespierre. Es de tal magnitud el racismo de ambas corrientes historiográficas, que incluso al hablar de la Revolución de Mayo, dan por iniciado el proceso el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires. Sin embargo, el proceso emancipatorio realmente comienza como

proceso histórico, el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca y en junio del mismo año en La Paz. Ambas ciudades de clara connotación india y Tupamara, situadas en el corazón estratégico del imperio español en América. Claro que, iniciar la emancipación americana con los sucesos del Alto Perú, sería reconocer la herencia tupamara y el carácter mayoritariamente indio de la América del siglo XIX; y aun de la actual. Baste señalar que Buenos Aires contaba en 1810 con 42.000 habitantes, sin embargo en el Perú y el Alto Perú residían casi 2.500.000 de personas, el 85% de ellos indios y mestizos. Es imposible, como hacen Mitre, Vicente Fidel López y Sarmiento, o el Pepe Rosa, Ibarguren y Palacio, por ejemplo, centrar la emancipación americana en Buenos Aires. El puerto carecía de importancia real en el contexto americano, más allá de su importancia estratégica. Peor aun, centrar el movimiento o la mirada en Buenos Aires, llevaría a la destrucción de la unidad continental, tal como ocurrió. Ni Moreno, ni Belgrano, ni Castelli, ni San Martín, ni Artigas, ni Güemes pensaron así. Tampoco Monteagudo, Murillo, O'Higgins, Miranda, Nariño, o Bolívar Nadie que se propusiera una Revolución continental (nadie pensaba en los paisitos actuales por entonces), ignoraría ese hecho fundamental: el corazón de la América española no era Buenos Aires, ni Caracas, ni Santiago de Chile, sino el Alto Perú y el Perú. De allí la importancia de la revolución encabezada por Túpac Amaru y sus ecos en la generación que lo sucedió.

8.- Los continuadores y vengadores de Túpac Amaru:

Al amigo Ño Fernando

vaya que lo llama un buey

porque los tupamaros

no queremos tener Rey…13

Tampoco lo ignoraron quienes se consideraron los continuadores de la rebelión Tupamara. Así Juan José Castelli (“el más peligroso tupamaro de la América del Sud”, según la policía secreta española en 1803) tendría el honor de conducir los ejércitos de la Revolución a vengar al Inca y redimir a los pueblos indios hacia el Alto Perú. Su accionar sería exitoso y altamente revolucionario en lo social, lo político, lo cultural y en la propia marcha de la Revolución. Sólo podría ser derrotado por la traición. Traición que incluyó el pacto con el general enemigo Goyeneche, llevado adelante por la alianza del saavedrismo con las burguesías del interior en la batalla de Huaqui. Los criollos y españoles del Norte (y los comerciantes de Buenos Aires) estaban aterrados de perder su dominio sobre las encomiendas, obrajes, haciendas y mitas con mano de obra esclava o servidumbre india, que llevaba adelante Castelli cumpliendo el Plan de Operaciones y las órdenes secretas de Moreno. (Saavedra era originario de Potosí, minero y terrateniente. El Deán Funes miembro de la iglesia cordobesa y su mirada sobre los indios era la del racismo hispano-católico.) Ese sería también el pensamiento de Moreno, de su obra y de su estrategia expresada sin ambages en el Plan de Operaciones. Tanto Moreno y Castelli, como Bernardo de Monteagudo (su heredero más directo, uno de los jefes de la revolución chuquisaqueña, refundador luego de la derrota morenista con San Martín de la Logia Lautaro) eran hombres del Alto Perú, habían estudiado en Chuquisaca. Castelli y Moreno habían trabajado como abogados (en distintos períodos) en el estudio de Agustín Gascón, defendiendo “indios pobres y abusados”. Eran amigos de Ascencio Padilla y su mujer, Doña Juana Azurduy. La tesis doctoral de Moreno (escrita luego de visitar los horrores de la bocamina de Potosí) se refiere exactamente a la

13 Copla anónima argentina durante la guerra de la independencia

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“Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios en general y sobre el particular de Yanaconas y Mitarios”. Sus instrucciones a Castelli y Belgrano son claramente indigenistas (indianas en el lenguaje de los patriotas). Tanto Belgrano, pero en particular Castelli durante su gobierno del Alto Perú, librarían una verdadera redención india y una venganza concreta de la derrota de Túpac Amaru. Castelli escarmentaría a los feroces explotadores españoles, simbolizados en el fusilamiento de Francisco De Paula Sanz, Nieto y Córdova, y en la deportación masiva de los españoles del Alto Perú hacia Buenos Aires (dejada sin efecto por la Junta, ya derrotado Moreno). En estos hechos revolucionarios y redentores, radica la razón de la traición saavedrista. Son también, la causa del posterior arresto de Castelli, su enjuiciamiento y su ocultamiento por la historia oficial de ambos lados. En su fervor indiano, se explica que Juan José Castelli sea uno de los execrados de nuestra historia, y que la oligarquía del norte (la más esclavista, reaccionaria y racista de nuestro país) siga acusándolo de “hereje, impío, lujurioso y autoritario”. No le perdonan su intento por vengar la memoria y retomar el programa de Tupac Amaru.

Igual sentido indiano, tuvo el accionar de Manuel Belgrano en sus campañas al Paraguay, a la Banda Oriental y luego al norte y al Alto Perú, donde apoyaría incondicionalmente a los ejércitos indios de los 105 caudillos altoperuanos, encabezados entre otros por (su secretario en la campaña del Paraguay) el héroe Ignacio Warnes, Manuel Ascencio Padilla, Juana Azurduy y Martín Miguel de Güemes, coordinados por Antonio Álvarez de Arenales; uno de los sobrevivientes de la Revolución de La Paz de 1809. El mismo sentido tendría Belgrano cuando propusiera en el Congreso de Tucumán (en acuerdo con San Martín y Güemes) la monarquía Inca (la vieja propuesta de Miranda), coronando al hermano menor de Tupac Amaru, don Juan Bautista. El proyecto, aprobado el 31 de julio de 1816, también incluía que la capital de las Provincias Unidas en Sud América

(con ese nombre proclamó la independencia el Congreso el 9 de julio de 18169 tuviera su lugar en el Cuzco y no en Buenos Aires. En el mismo ocultamiento racista también silencia, la mirada indiana de la Revolución de Mayo. La misma es distorsionada ya fuera detrás de supuestos objetivos librecambistas o de unidad de los españoles americanos y criollos en una única Revolución Hispanoamericana, sin indios, o mejor dicho con los indios siguiendo como esclavos, según la visión que algunos atribuyen a Saavedra y al Déan Funes. No era por cierto, ese el pensamiento del núcleo revolucionario central: Moreno, Castelli, Belgrano, Murillo y Monteagudo. Ellos planteaban una revolución americana continental, agraria, nacionalista, con las masas indias en el centro de la escena y en completa libertad y restitución de sus derechos. Ellos, y luego San Martín, Artigas, O' Higgins, Sucre, Güemes y Dorrego intentarían juntar ambas revoluciones: la india, de emancipación social y redención; y la criolla de liberación nacional e independencia. Es decir una revolución popular-quasisocialista y otra burguesa. En términos actuales: “piquete y cacerola”. Tal como efectuara Belgrano en la Banda Oriental, allí designó dos jefes: Artigas por los indios, mestizos, negros y mulatos (la chusma, la plebe) y Rondeau por la “gente decente”. Quedaba claro en ese esquema belgraniano, que el jefe real del pueblo Oriental era Artigas (como lo señaló Moreno en el Plan de Operaciones), pero Don Manuel guardaba el lugar a la gente decente para tenerla adentro. Pero la contrarrevolución saavedrista-rivadaviana eliminó a Artigas y dejó a Rondeau. La “revolución” sería sólo para la “gente decente”, como aclararía después Vicente Fidel López. Desde esta perspectiva de Revolución Social que proclamaran Tupac Amaru primero, y los Revolucionarios de Mayo a posteriori, es comprensible, que no existiera en la historia mundial ningún documento similar al Plan Revolucionario de Moreno (aun cuando Gaspar Rodríguez de Francia, O'Higgins y San Martín

gobernarían con políticas muy parecidas a las propuestas por el …), hasta el estallido de la Revolución Rusa y los escritos de Lenin y Trotzky posteriores a 1920-22, cuando ambos desarrollaran sus trabajos sobre el desarrollo del capitalismo nacional en los países carecientes de burguesía industrial nacional.

9.- Reparación histórica de Tupac Amaru: Ya que los indios y mestizos constituían la mayoría absoluta de la población de los Virreinatos del Plata y del Perú, ellos constituían el sujeto social central de la Revolución. Debían ser liberados, y debía devolvérseles su soberanía y libertad. Tal fue la proclama clara y nítida del fundador de la Revolución Americana, el Inca Tupac Amaru II en 1780. Él propuso especialmente la unidad a los criollos. Pero éstos no aceptaron. No querían perder la mano de obra esclava y la servidumbre india. Y ése sería el conflicto central que se desarrollaría en la larga guerra civil que estallaría apenas producido el inicio de la emancipación. Sería el choque entre las dos revoluciones (para la chusma o para la gente decente) que habían madurado en América: la de independencia y la que además propiciaba el cambio de régimen social. Como señalara Boleslao Lewin, una revolución india y una revolución criolla, que maduran a veces en contacto pero en general enfrentadas a todo lo largo del siglo XVIII. Pero en particular, luego de la independencia de las colonias inglesas del norte de América, que como no podía ser de otra forma, impactó fatalmente al sur del Río Mississipi (por entonces el límite entre la América española y la anglosajona). La revolución norteamericana estalló en 1774, la francesa recién en 1789. Pero la de Tupac Amaru II y la de Farfán de los Godos (es decir una india y otra criolla) ocurren en 1780; es decir apenas producido el estallido de libertad en América del norte. Dos revoluciones en 1780. Una radical, india y otra burguesa. Una obligatoriamente destinada a borrar de raíz todas las formas de explotación, incluidas la Mita, la Encomienda, la Servidumbre, los Obrajes, los

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Repartos y la esclavitud tal cual entendió y proclamó Tupac Amaru II, eliminando también por lo tanto el dominio colonial. Así lo entendieron y plantearon Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, Artigas, San Martín, O' Higgins, Güemes, Sucre y Dorrego, sus continuadores. La revolución criolla por su parte, sólo se proponía romper los lazos coloniales con España, y a lo sumo ser independientes o neocolonia asociada de Inglaterra, como expresarían el Déan Funes, Saavedra, Rivadavia, los directoriales, los unitarios, los liberales y algunos federales. Está demás decir que esta última es la línea que triunfó, acción británica de por medio.

La historia americana y universal, está en deuda con el Inca Tupac Amaru, de la misma manera que está en deuda con las naciones indias sojuzgadas y asesinadas por la invasión española. Es necesario ubicar en su justo lugar al Inca, junto a los revolucionarios que en 1774 levantaron el estandarte de la libertad (para los blancos poseedores) en las colonias inglesas del norte de América y los que nueve años más tarde que él, recién en 1789, proclamaron los Derechos del Hombre (blanco y poseedor) y del Ciudadano Francés (es decir no para las colonias de Francia, ni sus esclavos y pobladores originarios) en París en 1789. En medio de ambos hechos, sin duda cataclísmicos para occidente, emerge la inmensa figura del Padre de nuestra Emancipación, quien se animó a enfrentar al más sanguinario y atroz poder del mundo de entonces: el imperio español, absolutista, esclavista saqueador, e inquisitorial. No sólo se atrevió, organizando el mayor ejército popular que poblara las tierras de la América española hasta hoy (baste recordar que San Martín invadió el Perú con 4990 hombres), sino que proclamó además por primera vez, en las revoluciones de finales del siglo XVIII, la igualdad y la libertad real y efectiva para todos los hombres que poblaban la América española, suprimiendo toda forma de esclavitud y servidumbre. Cuestión que, ni Washington, ni Paine, ni Jefferson, ni Laffayette, ni Danton, ni Napoleón se atrevieron a plantear. Tupac Amaru debe ser ubicado en su justo sitial, como

impulsor primigenio de los Derechos del Hombre, la igualdad, la libertad y la Independencia de América. Con mucha mayor razón, en esta nueva etapa americana donde los Andes han vuelto a sacudir sus cimientos y de la mano de Hugo Chávez, de Evo Morales, del Subcomandante Marcos, de los manes del gran padre Pachacutik, comienzan a completar la obra de inconclusa de José Gabriel Condorcanqui, el gran Tupac Amaru II.

El general Inca viva,

jurémosle por Rey

porque es muy justo y de ley

que lo que es suyo reciba.

Todo Indiano se aperciba

a defender su derecho

porque Carlos con despecho

los aniquila y despluma,

y viene a ser todo en suma

robo al revés y al derecho.

Tanto daño penetrado

vengarse a gusto cumplido

pues españoles han sido

autores del mal causado.

Morirán con el soldado

alcaldes, corregidores

ricos, pobre y oidores.

O no he de ser Tupac Amaro.14

14 Proclama pegada en Chuquisaca el 22 de marzo de 1782.

*www.desruralypoliticas.com.ar/index.php

Por Desarrollo Rural y Políticas

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La independencia del Perú

La llegada del primero de los ejércitos independentistas que pisarían suelo peruano se dio en un momento de gran convulsión en casi todas las esferas sociales virreinales. La crisis económica galopante que se volvió más crítica con la independencia de Chile no hizo sino ahondar los gastos en defensa y desarticular el comercio con dicha región. Las campañas represoras financiadas en parte por el Estado y en parte por la elite limeña, también afectó a los sectores provincianos donde se libraron las batallas y quienes debían refinanciar a las tropas realistas. Por otro lado, la opresión que sufrían los sectores más populares provocó adhesiones voluntarias al ejército sanmartiniano, mientras que otras se hicieron de manera compulsiva o mediante la entrega de beneficios y libertades particulares.

En las haciendas de la costa, cuya mano de obra mayoritaria fue la de esclavos negros, se dieron las primeras manifestaciones de apoyo, mientras que la campaña de Álvarez de Arenales en la sierra atrajo no pocos adeptos a la causa separatista.

Donde la causa sanmartiniana no fue vista con buenos ojos, evidentemente, fue en la aristócrata Lima. Inclusive con la crisis económica causada por la onerosa y ya inútil defensa del virreinato y el asilamiento económico, las elites apostaron al monopolio y absolutismo económico brindado por la Corona española, al menos hasta 1820 antes de la rebelión del general Rafael de Riego. Finalmente el ejército extranjero tuvo que ser aceptado por la rancia aristocracia limeña, pero debilidad militar del ejército

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sanmartiniano, quebraron las posibilidades de consolidar la independencia en el Perú.

Los primeros atisbos de vida republicana formal se ven en la creación del primer Congreso Constituyente en 1822 y la primera constitución ese mismo año, de corte liberal. También se ve el inicio de la anarquía política y de la intromisión del ejército en los asuntos del poder civil, tendencias de la vida republicana que durarían más de un siglo.

Finalmente, con la independencia consolidada gracias a las tropas bolivarianas con la participación de montoneras peruanas y luego con el fracaso del proyecto confederativo bolivariano, el Perú asumió el reto de vivir en una república. Sin embargo, como veremos en las líneas siguientes, no se produjeron las rupturas estructurales necesarias que mantuvieron a la sociedad peruana colonial por más de trescientos años, y la nueva república se vio imposibiliada por el atraso galopante político, social y económico que promulgaba aristocracia. Nuevos sectores como los caudillos, ligados al ejército y a las elites provinciales, serían los portavoces de exigencias y demandas de grupos de poder que no tenían participación directa en la política, los sectores populares; mientras que la gran mayoría de la población indígena permanecería al margen de la comunidad imaginada.

La Corriente Independentista del Sur

El desembarco de San Martín en las costas de Paracas en 1820 se produjo en un momento en que la historia española dio un nuevo giro. La revolución liberal del general Riego en la Península causó que finalmente parte de la sociedad criolla de los virreinatos más importantes de Hispanoamérica, México y Perú, decida separarse de la metrópoli. Los deseos absolutistas de la elite criolla limeña no sólo los habían aislado de sus pares en otros virreinatos, sino que también engendró una serie de enemistades y

tensiones con sectores de poder en el interior, norte y sur del país.

Asimismo, el debilitamiento económico de la elite era palpable. Sumado a la crisis comercial, agrícola y minera, en 1818 se sumó un nuevo problema, el fin del comercio de azúcar con Chile luego de su independencia. La economía agrícola costeña sufrió entonces un nuevo golpe, mientras las elites criollas seguían financiando, cada vez en menor cantidad, las guerras de represión y la defensa del virreinato. La deuda interna del estado virreinal subió vertiginosamente a medida que se sucedían las guerras de independencia, mientras que el déficit comercial hacía imposible el pago de las importaciones británicas.

La Campaña del Perú: La Unidad de nuestra América*

El Libertador era un gran lector y escribía con cierta elegancia (pero deplorable ortografía). Por él se fundó la primera biblioteca mendocina y más tarde la del Perú; fomentó la instrucción y educación en Cuyo, dictó instrucciones a los maestros de escuela, prohibió los castigos corporales a los escolares y contribuyó a la creación del colegio de la Santísima Trinidad,

primer establecimiento educacional mendocino de enseñanza secundaria. Fue un educador metódico para su tropa. No solo en las artes militares sino en los principios democráticos y populares que identificaban a la revolución americana: La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes ni le da armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene.

José de San Martín comprendió cabalmente que la independencia de nuestro país estaba atada a la de los demás países del continente y por ello se declaraba miembro del partido americano. Su visión de Nuestra América era la de un solo cuerpo que era necesario confederar ante los peligros exteriores. El sostenimiento de la emancipación fue su principal objetivo entendiendo que la independencia de las naciones americanas era la llave que aseguraría el éxito. Pueblo en armas y unidad latinoamericana serán el aliento de su campaña americana.

Esta necesidad de conformar un bloque que desafíe el poder dominante conlleva, como parte misma de su fortaleza, la tarea de señalar a quienes al interior del mismo Por un indigno espíritu de partido se unen al extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española. Una felonía tal ni el sepulcro puede hacer desaparecer.

Como tantos otros patriotas, una vez derrotado el poder español, San Martín sufrirá las consecuencias de la mezquindad de una clase dominante que se desinteresará de la integración regional para privilegiar los lazos de la dependencia económica como socia menor de la potencia de turno. Esos sectores que lo hostilizaron, lo llevaron al exilio e intentaron transformarlo en mármol. Pero el general San Martín, ese hispanoamericano, ese “oscuramente pigmentado” no sólo fue un gran militar, sino también un político de Estado y un gran organizador que conocía y confiaba en el espíritu de rebeldía y libertad

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de las mujeres y hombres comunes que fueron el sujeto de la revolución. Así lo definirá cuando en entrevista con el enemigo virrey peruano sentenciándole que sus ejércitos se batirán con la bravura tradicional de su brillante historia militar; pero aún cuando pudiera prolongarse la contienda, el éxito no puede ser dudoso para los millones de hombres dispuestos a ser independientes.

*Daniel Ezcurra

Obra política y social de San Martín en el Perú

Ante la proclamación de la independencia del Perú, el sábado 28 de julio de 1821, el Generalísimo Don José de San Martín consideró indispensable adoptar una forma de gobierno que permitiera organizar las instituciones de la nueva República Libre y Soberana.

Por decreto de 3 de agosto de 1821, se estableció el Protectorado, como forma de gobierno transitoria, para entrar a las definitivas de la futura estructura política del Perú; San Martín asumió el mando Supremo, político y militar de los Departamentos Libres del Perú, con el título de Protector y constituyó el Poder Ejecutivo designando como Ministros de Estado al colombiano D. Juan García del Río, como Secretario de Relaciones Exteriores; al argentino D. Bernardo Monteagudo, como Secretario de Guerra y Marina; y al prócer peruano, D. Hipólito Unánue como Secretario de Hacienda.

La labor del gobierno protectoral ha pasado desapercibida para la historia política del Perú, pues sólo duró 413 días, cabe mencionar como importantes, algunos decretos y medidas de bien público, pero no se le ha dado la trascendental importancia que desempeño el Protectorado para poner los cimientos de la legislación nacional. Sólo se ha considerado como un período transitorio de la iniciación de la vida independiente de la República, pero sin aquilatar la

proficua labor que se realizo en la difícil etapa de la formación de las instituciones democráticas.

La obra de ordenamiento legislativo, económico, político e institucional que realizó el Protector, debe ser considerado como uno de los más importantes esfuerzos en la vida nacional peruana, teniendo en cuenta el Anuario de la Legislación del Protectorado que abarca desde su iniciación el 3 de agosto de 1821, hasta la instalación del Primer Congreso Constituyente, el 20 de septiembre de 1822, demuestra la trascendental obra de San Martín en su afán de sentar las bases inconmovibles del Estado Peruano.

Labor de ordenamiento que es mucho más laudable porque se realizó durante la enconada pugna ideológica de monarquistas y republicanos que caracterizo esta etapa; y durante la campaña militar que los soldados de América libraban en tierras del Perú, para obtener y consolidar la Libertad del Continente. Precisamente, por eso, se afirmó que San Martín había descuidado su misión militar, por su afán de organizar la vida institucional del Perú, en proceso de emanciparse del yugo español.

El protector consideró indiscutible establecer los símbolos de la patria y creó el glorioso bicolor de nuestra Bandera. Estableció el Escudo de Armas y se preocupó de vigorizar el nacionalismo popular peruano, Convocó a concurso para dar a la nueva República una Canción nacional o marcha nacional del Perú el 07 de agosto de 1821, más tarde llamada Himno Nacional, y desde entonces existe este símbolo de la Patria debido a Don José Bernardo Alcedo, en la música, y a Don José de la Torre Ugarte, en la letra, que como sabemos sufrió en los primeros decenios de la república la interpolación de una estrofa apócrifa ofensiva al pueblo, así como también algunas alteraciones en la música.

Dispuso que en el frontispicio de los edificios públicos se esculpiera el Escudo Nacional; que en toda clase de actuaciones públicas se exclamara ¡Viva

la Patria!, que se construya en el segundo Ovalo del Camino al Callao la gran Plaza de Independencia y que en ella, se erigiera el monumento a la libertad y que la plazuela de la inquisición, se denominará Plazuela de la Constitución.

San Martín dictó la primera Carta fundamental o Constitución del Perú con el nombre de Estatuto Provisional, que fue promulgado solemnemente el 8 de octubre de 1821 y cuyos preceptos, ha servido de inspiración y de norma, para la formulación de las diversas Constituciones del Perú Republicano.

Dictó la Nueva Demarcación Política y Territorial del Perú, a base de los Departamentos, Provincias y Distritos, reemplazando el régimen colonial de las Intendencias y Partidos, disponiendo que los Presidentes de los Departamentos designen comisiones para hacer la estadística nacional y para levantar planos topográficos y formular planes de mejora y progreso para sus respectivas circunscripciones.

Sentó las bases de la organización del poder judicial, con el establecimiento de la Alta Cámara de Justicia, decreto del 4 de agosto de 1821 y de los juzgados que reemplazaron a las Audiencias y a la cámara de Apelaciones de Trujillo, pero con las mismas atribuimos de la Real Audiencia y dictó normas para la mejor administración de justicia, aboliendo todo tipo de tortura inquisitorial y servicio personal de los indios esclavizados.

Estableció las municipalidades, como expresión de los gobiernos locales, reemplazando a los ayuntamientos o Cabildos de la época colonial.

Abolió la Constitución Española; declaró vigentes los códigos y leyes de la metrópoli que no se oponían a la Independencia del Perú; sentó las bases de la Legislación Peruana que se inició, precisamente con todos los decretos y disposiciones dictadas por el gobierno protectoral. San Martín puso las bases de la organización económica del país: en el orden

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tributario, abolió rezagos de servidumbre como el cobro de tributo el 27 agosto de 1821 que pesaba sobre los indios, hasta entonces, esclavos o súbditos del rey, pero que San Martín nombró como ciudadanos legítimos y primeros del Perú; estableció gravámenes a los licores y azúcares extranjeros, reorganizó el estanco del papel sellado y resellado con las armas de la República y, dictó diversas disposiciones proteccionistas del comercio y la industria. En cuanto al sistema monetario, hizo acuñar monedas con los símbolos de la libertad y con la inscripción: Perú Libre, La Justicia y la Paz por la virtud y la Justicia, declaro el curso legal de las onzas de oro y plata de Chile, ordenó la acuñación de monedas de cobre; autorizó la emisión de papel moneda; estableció severas sanciones contra los falsificadores. Reorganizo los servicios de aduanas y resguardos.

En orden a una mejor estructuración de la administración pública, estableció diversas reparticiones públicas: la Dirección General de Censos y Obras Publicas, Dirección de Minería, Juzgado de Secuestros, Administraciones del Tesoro Público, Contaduría Mayor, Tesorería General, Cámara de Comercio del Perú, etc.. Dictó diversos Reglamentos tales como: el Provisional de Comercio, de Distribución de Censos, de Cárceles, Provisional de Tribunales de Justicia, de presas, de la Biblioteca Nacional, el 28 de agosto del Cuerpo de Ingenieros, etc.. Además dictó diversas disposiciones sobre nombramiento y promoción de los funcionarios del Estado, por orden de méritos es decir meritocracia, estableció la Jornada de trabajo en las oficinas públicas; el ceremonial oficial en todos los actos civiles y religiosos; y la subrogación de los empleados de hacienda, por graves faltas cometidas en el ejercicio de su función.

Como medidas en defensa de la dignidad humana, debemos mencionar: el decreto dando la libertad a los hijos de los esclavos, nacidos después del 28 de julio

de 1821, otorgándoles Los mismos derechos que al resto de los ciudadanos peruanos; las disposiciones sobre los esclavos y su progresiva manumisión; la abolición del servicio personal y gratuito y de la servidumbre de los indígenas, so pena de expatriación, para los contraventores; el establecimiento de las garantías individuales, a base de la defensa del derecho a la existencia, al honor, la libertad, la seguridad, la propiedad y la inviolabilidad del domicilio.

La abolición de las penas infamantes de azotes y de la horca; la declaración de que todo esclavo que llegue al Perú queda libre por el hecho de pisar territorio peruano; declarando ciudadanos del Perú a todos los habitantes de los pueblos libres de América; estableciendo el descanso obligatorio en los días de fiesta; otorgando carta de ciudadanía, franquicias y tierras a todos los extranjeros que poseyera algún arte o ciencia o desearan establecer comercio o industria en el País; y otorgando carta de naturaleza a todos los españoles que juraran la Independencia Nacional.

El protector expidió numerosas disposiciones reconociendo y premiando los servicios prestados a la causa de la independencia del Perú y de América, tales como: concediendo premios y goce a los individuos del Ejército Unido y de la Escuadra Libertadora; premios y distinciones a los guerrilleros por su valor y constancia a la par que los ejércitos regulares; estableciendo la Orden del Sol para premiar a los próceres y beneméritos de la Patria, concediendo a las mujeres de la Independencia, el uso de una banda bicolor y una medalla de oro con las armas del Estado y la Inscripción Al Patriotismo de las más Sensibles.

Mayor importancia tienen los decretos dictados por el Protector a favor de la educacion y la cultura, tales como el que ordena establecer escuelas gratuitas en todos los conventos de regulares; teniendo en cuenta que sin educación no hay sociedad y que La educación de un pueblo sirve de apoyo a las instituciones que se le dan, decretó el establecimiento

de la primera escuela nacional conforme al sistema de enseñanza mutua o lancasteriana bajo la dirección de Don Diego Thonson, el 6 de Julio de 1822, encargando el cumplimiento a la Sociedad Patriótica, con la indicación de que se hiciera extensivo el sistema a la educación de la mujer.

Decretó la creación de la biblioteca nacional; la formación de la Sociedad Patriótica, para debatir asuntos de interés público, sin atentar contra las leyes fundamentales del país y el honor de las personas; reglamentado el ejercicio de la libertad de imprenta, por decreto del 13 de Octubre de 1821, reconoció el derecho que tiene todos los hombres de pensar, hablar y escribir, sin estar sujeto a ninguna censura previa, aprobación o revisión, tan sólo estaba sujeto este derecho a la responsabilidad consiguiente para los que abusarán de él y la responsabilidad de los editores; prohibiendo la introducción de libros obscenos; declarando que el arte escénico no irroga infamia; prohibiendo la extracción de objetos arqueológicos de las “Huacas” y enterratorios.

Muchas disposiciones fueron dictadas por el Protector con respecto a los españoles: ordenando que los Títulos de Castilla se denominaran del Perú; ordenando la expulsión de todos los que no hubieren obtenido carta de naturaleza; legislando sobre los bienes de los españoles; prohibiendo el desempeño de los puestos públicos y privados, y el ejercicio del comercio y la industria, para los que no quieran someterse a las leyes del Perú y no juren su Independencia.

En el orden internacional, el Gobierno Protectoral, guardó la más estrecha relación con los países libres de América y del Mundo y celebró tratados de unión y amistad perpetúa con Colombia. La obra de ordenamiento de San Martín, llego a legislar hasta en asuntos de orden protocolar, privado y de usos y costumbres: estableció el ceremonial oficial; fijó los distintivos y uniformes de las autoridades políticas; prohibió el juego de envite y las

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peleas de gallos; prohibió sepultar los cadáveres en los templos; dispuso que los curas, inocularan la vacuna en sus respectivas Parroquias; reglamentó los repiques y dobles de los campanarios, y el uso del luto, fuera de los grados más próximos de consaguinidad y afinidad.

Por ultimo, sentó las bases del ejercicio de la soberanía nacional, por medio del sufragio; dictó el Reglamento de Elecciones; organizó el sistema electoral por medios de los Colegios Electorales y de las agrupaciones formadas por naturales de los diversos departamentos, ocupados por los realistas, residentes en Lima; organizó todo el mecanismo electoral y convocó a la reunión del Primer Congreso Constituyente, primero, para el 1º de mayo de 1822 y después, para el 28 de julio del mismo año. Realizadas las elecciones San Martín, respetuoso de la voluntad popular, dispuso que el Soberano Congreso sesionara en el local de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, institución, docente, que debía trasladarse al local de San Pedro. Por último, el 20 de septiembre de 1822, luego de su entrevista con el libertador Bolívar en Guayaquil, concurrió a la instalación del Soberano Congreso Constituyente, símbolo de la soberanía nacional, ante la cual renunció el Protectorado, después de pronunciar estas admirables palabras que representan una verdadera vocación democrática y popular:

Al depositar la insignia que caracteriza al Jefe Supremo del Perú, no hago sino cumplir con mis deberes y con los votos de mi conciencia. Si algo tienen que agradecerme los peruanos, es el ejercicio del Supremo Poder, que el imperio de las circunstancias me hizo obtener. Hoy que felizmente lo dimito, yo pido al Ser Supremo, el acierto, luces y tino que necesita el Congreso para hacer la felicidad de sus representados.

¡PERUANOS, Desde este momento queda instalado el Congreso Soberano y el pueblo reasume el Poder Supremo en todas sus partes!

Admonición que se hace más concreta, cuando desde su alojamiento de Pueblo Libre (Magdalena Vieja) y antes de embarcarse en el Bergantín Belgrano, en el puerto del Callao; camino del olvido, de la injusticia y del destierro, lanzo al país esta ejemplar proclama:

¡PERUANOS!, Presencié la declaración de la Independencia de los Estados de Chile y el Perú. Existe en mi poder el estandarte que trajo Pizarro para esclavizar el Imperio de los Incas y he dejado de ser hombre público. He aquí recompensado con usara diez años de Revolución y de guerra.

“Mis promesas para con los pueblos en que he hecho la guerra están cumplidas: Hacer su independencia y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos.

La presencia de un militar afortunado, por más desprendimiento que tengan es terrible a los Estados que de nuevo se constituyen; por otra parte, yo estoy aburrido de oír decir que quiero hacerme soberano. Siempre estaré pronto a hacer el último sacrificio por la libertad del país, pero en caso de simple particular y nada más.

En cuanto a mi conducta pública, mis compatriotas (como en lo general de las cosas), dividirán sus opiniones; los hijos de éstos darán su verdadero fallo.

¡PERUANOS!. Os dejo establecida la Representación Nacional: Si depositáis en ella una entera confianza, contad con el triunfo; sino la anarquía os devorará…

La Corriente Independentista del Norte

Las tropas libertadoras del venezolano Simón Bolívar lograron sus primeras victorias en 1813, para luego lanzar una nueva y definitiva ofensiva en 1817 llegando a liberar Bogotá el 10 de agosto.

Luego de la creación de la Gran Colombia, se dirigió a su tierra natal, Venezuela, y consiguió su independencia el 24 de junio de 1820. A

continuación, se dirigió junto al general José Antonio de Sucre hacia el Perú, donde tuvieron su primer contacto con los peruanos en la independencia de Quito.

Allí las tropas al mando de Santa Cruz, enviadas por San Martín apoyaron a las bolivarianas. La ocupación de Quito y Guayaquil en mayo de 1822 abrió otro frente de batalla, que a la postre sería el decisivo. Las tropas provenientes de la Gran Colombia esperaron, expectantes, a que los acontecimientos en el territorio peruano inclinaran la balanza para uno u otro lado antes de intervenir.

Conversaciones en Guayaquil

El 19 de enero de 1822 delega el mando en manos de Torre Tagle, en vista de sus planes de viaje para entrevistarse con Bolívar. San Martín se embarca rumbo a Guayaquil el 6 de febrero. Al llegar a Huanchaco se informa que Bolívar ha abierto campaña por Pasto y que está decidido a intervenir en Guayaquil para que esta provincia quede dentro de la soberanía colombiana.

El Protector decide su regreso, llegando al puerto del Callao los últimos días de febrero de 1822. El 3 de marzo decretaba que Torre Tagle continuase al mando de la administración, en tanto él se encargaba de preparar la campaña a puertos intermedios. Meses después, San Martín emprenderá nuevo viaje para entrevistarse con Bolívar.

El 14 de julio el Protector zarpó del puerto del Callao, a bordo de la goleta Macedonia, rumbo a Guayaquil, donde llegará el día 25, entrevistándose con el Libertador de Colombia los días 26 y 27. Sin haber logrado los objetivos de su encuentro con Bolívar, San Martín emprende de inmediato el viaje de regreso y después de más de 20 días de travesía, llega a su destino. Apenas llegado al Callao, fue informado de una ingrata noticia: la deposición de su ministro

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Bernardo Monteagudo. Ingresó a la ciudad de Lima el 19 de agosto. El día 21 el Protector aceptó la renuncia, que un día antes le presentara Torre Tagle, estableciendo que él (San Martín) reasumiría el mando supremo al día siguiente, 22 de agosto de 1822. Menos de un mes gobernaría el Perú, porque el 20 de setiembre presentará su dimisión ante el Congreso Peruano y se alejará definitivamente de este territorio.

Consolidación de la Independencia

Con la llegada de Simón Bolívar a Lima el 1 de setiembre de 1822 se dio un nuevo ciclo de batallas y negociaciones en la medida que la correlación de fuerzas había cambiado una vez más a favor del campo popular. Bolívar sólo aceptó el cargo militar que le fue ofrecido, más no el político, por lo cual y nominalmente el presidente del Perú seguía siendo Torre Tagle.

La situación de Riva Agüero en Trujillo seguía sin resolverse. Tenía bajo su mando las tropas lideradas por Guise y Santa Cruz, y además consiguió el apoyo de los líderes guerrilleros de la zona al anunciar que su guerra era en contra del nuevo dominio extranjero. Sus aspiraciones eran las de la elite criolla que buscó un punto medio de restauración monárquica, así que entabló relaciones con La Serna, ofreciéndole un pacto y el mismo sistema de gobierno que le ofreció San Martín, una monarquía constitucional, pues representaba esto un ejecutivo fuerte capaz de revertir la situación de constante hostigamiento por parte de la aristocracia urbana de Lima. Finalmente, Riva Agüero fue traicionado por sus propios hombres y desterrado hacia Panamá el 25 de noviembre de 1822, mientras que sus generales se unían a las tropas bolivarianas.

Mientras tanto, Bolívar decidió que a causa de la anarquía política no era posible defender la capital y decidió partir a Trujillo para iniciar el ataque final a los realistas. Las tropas fidelistas ocuparon

nuevamente Lima desde febrero hasta diciembre de 1824, desatando una vez más una crisis política que esta vez incluyó la deserción del propio presidente de la república, Torre Tagle, al bando realista. El liderazgo patriota en Lima desapareció, la aristocracia recibió una vez más con los brazos abiertos a los españoles y Bolívar monopolizó todos los poderes, con lo cual el destino de la independencia del Perú quedaba enteramente en sus manos.

La primera acción del venezolano fue nombrar a José Faustino Sánchez Carrión como jefe de gobierno y reunir a sus fuerzas, las cuales llegaron a conformar un ejército de diez mil hombres. Sumado al ejército bolivariano se encontraban las guerrillas del centro que fueron asignadas al general Miller. En su intento de ingresar al valle del Mantaro, el ejército unido se encontró en las pampas de Junín con las tropas acantonadas de Canterac, librándose batalla el 6 de agosto de 1824. Lo que en un principio pareció una derrota militar bolivariana devino en victoria gracias a la intervención del escuadrón peruano Húsares del Perú, guerrilleros convertidos en fuerzas regulares liderados por Isidoro Suárez. Esta victoria hizo que las tropas realistas se acantonaran en el sur andino, último bastión fidelista en el Perú.

Bolívar dejó el mando de la tropa a Sucre y se dirigió a Lima para reconquistarla. Allí, el pánico ante la llegada del libertador se apoderó de los españoles fidelistas y sus socios peruanos, que se acantonaron en el fuerte Real Felipe del Callao, incluyendo el ex presidente Torre Tagle, quien luego moriría en dichas instalaciones. El sitio al Real Felipe por parte de Bolívar se inició el 7 de diciembre. Por otra parte el virrey La Serna se vio estratégicamente obligado a dar batalla, para lo cual reclutó un ejército de españoles, criollos, mestizos y castas, liderado por el general realista Valdés. Luego de unos movimientos tácticos, los dos ejércitos se encontraron el 9 de diciembre de 1824 en la pampa de Ayacucho. El

ataque de las caballerías realistas fue frenado por las tropas patriotas en diversas ocasiones, dando la oportunidad de ataque a los generales Córdova y Miller . El confuso repliegue realista fue el corolario de la batalla. El virrey La Serna, presente en la batalla, fue herido y tomado prisionero, mientras que los realistas desertaban en masa. Canterac, en un último intento, trató de retirar sus tropas hacia el Alto Perú, pero el desorden hizo imposible tal tentativa. La capitulación de Ayacucho significaba el derrumbe total del poder español en continente americano. Luego de trescientos años en el poder colonial, los españoles debían volver a su península, tras sólo veinte años de levantamientos, insurgencias y revoluciones.

Finalmente, la constucción del nuevo Estado vino de la mano de Sucre y Gamarra, cuando el 25 de marzo la asamblea de Chuquisaca convocada por Sucre constituyó un país independiente con el nombre de Bolivia, separando definitivamente al Perú de dicho territorio.

La dictadura de Simón Bolívar

La presencia de Simón Bolívar en territorio peruano nunca fue bien vista ni por las elites políticas recién conformadas, ni por la antigua elite criolla, igual que con San Martín. Los primeros vieron en el libertador a un dictador y a un usurpador napoleónico que quiso establecer un gobierno absoluto basado en su figura, mientras que los segundos lo asociaron con su condición de extranjero que amenazaba sus privilegios de grupo.

Una vez con el Perú pacificado y completamente independiente, Bolívar emitió una nueva constitución en 1826, llamada bolivariana o vitalicia . En ella se intentó equilibrar las libertades individuales de los ciudadanos con la fuerza de la autoridad, a la vez que concentraba todo el poder en la figura del libertador, cumpliendo así, el proyecto sanmartiniano de la

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“monarquía” constitucional, que no es otra cosa que un poder ejecutivo fuerte para cumplir las tareas de una clase burguesa ausente al llamado que la historia le impone.

El proyecto bolivariano comprendía formar una nación sudamericana, en ese sentido la convocatoria al congreso de Panamá el 7 de diciembre de 1824 fue el primer paso. Fueron los representantes de Colombia, México, la República de Centro América y Perú, también los de Estados Unidos e Inglaterra, a pesar de no ser bienvenidos por el Libertador. El congreso, que sesionó un mes, no llegó a mayores acuerdos y fue un fracaso político. Las rencillas regionales avivaron viejas diferencias y la fraternidad expuesta durante las guerras de independencia se esfumó. El fracaso del congreso de Panamá fue el inicio del fin del proyecto bolivariano de unir a parte de Sudamérica en la Confederación de los Andes. Ni si quiera se susbtancializó la expedición libertaria que tenia pensada al mar Caribe para liberar a Cuba. Todo esto, sumado al asesinato de Sucre en Bolivia y la traición de Santander en Venezuela quebró su proyecto de Nación Latinoamericana.

Consecuencias, permanencias y cambios

El cambio más importante fue el nuevo régimen político. El congreso constituyente de 1822 y la primera constitución política que se produjo en 1823 determinaron que el Perú sería una república, con poderes ejecutivos y legislativos, basada en los principios liberales de la democracia, ciudadanía, propiedad privada y derechos y garantías individuales. Las libertades que permitieron las discusiones políticas y doctrinarias, así como la libertad irrestricta de prensa produjeron largos debates sobre la libertad, la democracia y el progreso nacional. Sin embargo, el capital político de la emancipación sólo fue usufructuado por las élites limeñas y las del interior, quedando truncado los proyectos de democracia

popular sanmartiniano (del cual tenemos un ejemplo concreto en Cuyo) y bolivariano.

Este debate doctrinario e ideológico, paradójicamente, no se vio traducido al campo de las acciones. Las permanencias sociales coloniales continuaron configurando al Perú republicano, que si bien se sostenía sobre una base de igualdad liberal, ésta parecía estar destinada más a las clases políticas dominantes, herederas de las elites criollas y de advenedizos grupos de poder, como los militares. En realidad muy poco cambió en la estratificación social peruana a pesar de los intentos de San Martín y Bolívar. Los sectores populares, indios y negros mayoritariamente, estuvieron al margen de las decisiones políticas y de los planes de gobierno, mientras se configuraba un Estado favorecedor de la aristocracia limeña principalmente y de la provinciana en un segundo término.

Otra permanencia es la crisis económica. En los últimos años del virreinato, como ya ha sido mencionado, los gastos de los ejércitos represores realistas y las respectivas crisis comerciales y mineras se vieron agudizados con los ingresos de los ejércitos sanmartinianos y bolivarianos respectivamente. La guerra contra la independencia, financiada por los sectores de poder comercial fue la causa de la bancarrota para estos sectores reaccionarios, únicos detentadores de los resortes del Estado. Esto produjo el intento de la aristocracia comerciante por volver a privilegios y mercedes coloniales del siglo XVIII en la producción y el comercio.

Una consecuencia que se debate entre la permanencia de una tendencia y el cambio es el apogeo de los militares. Si bien durante la segunda mitad del siglo XVIII los militares habían aumentado su poder considerablemente gracias a las continuas represiones en todo el continente, esta tendencia se agudizó a inicios del XIX, cuando se debieron enfrentar a las elites criollas de virreinatos como el de Buenos Aires. A partir de entonces, la corona dio una serie de fueros

y privilegios a los militares de alto rango que les permitían actuar contra los poderosos criollos. Fueron esos mismos militares los que asumieron el mando del virreinato representados por José de la Serna, y conservaron sus cargos y fueros luego de las concesivas capitulaciones de Ayacucho y del Callao. Además, los generales que llegaron con las dos campañas libertadoras y el advenimiento de una serie de líderes regionales rápidamente convertidos en militares de mediano rango con mando efectivo, fortalecieron a este nuevo grupo que se encontraba disperso por el territorio nacional. En muchas ocasiones, estos caudillos militares fueron los árbitros y negociadores de las exigencias de sectores provinciales que buscaban los beneficios que habían recibido durante la colonia y que ahora eran centralizados por el poder político y la aristocracia. Las consecuencias directas de este apogeo es la crisis política que siguió a la independencia y la inestabilidad posterior hasta mediados del siglo XIX.

Las relaciones comerciales internacionales tampoco cambiaron con respecto a los últimos años de la colonia. Ya el comercio con España había caído en decadencia y los productos norteamericanos e ingleses habían inundado el menguado mercado peruano. Luego de la independencia, esta tendencia no cambió, sino que se confirmó y agudizó. El ingreso de productos foráneos al mercado interno ante la debilidad de los antiguos comerciantes limeños fue inevitable, así como la influencia de estas nuevas potencias en los ámbitos de la vida política nacional.

Sin embargo, nuestras clases dominantes, las de Buenos Aires, las de Quito, las de Santiago y Lima, han intentado continuamente que reneguemos (o directamente olvidemos) de nuestra revolución de independencia, pues el germen de la soberanía nacional, la soberanía nacional de la Patria Grande, brotó allí y su fuerza sigue empujando a los pueblos que reivindican los verdaderos logros y astucias de estos hombres que, empapados con el barro de la

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historia van rebrotando cada vez que la soberanía nacional y la justicia social se encuentran en la encrucijada frente a las clases dominantes que, triunfantes, han escrito una historia traicionera.

La confederación Peruano-boliviana

A pesar de la creación de Bolivia en 1825 y de los 49 años que la región del Alto Perú estuvo desmembrada del virreinato peruano, los vínculos sociales y económicos aún continuaban intactos en esta parte del sur andino. Tanto en Perú como en Bolivia se percibía un futuro común, pues desde los inicios del asentamiento español en Sudamérica, esta región se mantuvo unida.

Sin embargo, cuando en ambos países se empezó a hablar de hegemonía, las rencillas y los nacionalismos de las patrias chicas se impusieron sobre cualquier sentimiento de continuidad o unidad. Las clases dominantes de ambos países no veían factible la unificación de estos territorios, por el contrario, era perjudicial para su desarrollo autónomo.

En el Perú no hubo consenso en el tema de la reunificación. Arequipa sí se mostraba de acuerdo pues los circuitos comerciales entre esta región peruana y el norte boliviano, nunca dejaron de intercambiar productos. Cuzco por su parte no estaba tan de acuerdo, aunque sí coincidía en hacer un frente que rompa con el centralismo limeño. Por otro lado, el norte del país se encontraba totalmente en contra de una unión que ponga en peligro las relaciones económicas con Chile. Este país tampoco veía con agrado la unión entre Perú y Bolivia pues sabía con seguridad que esta fusión ponía en riesgo su proyección como país hegemónico del Pacífico Sur. Ante esta situación, cuando Andrés de Santa Cruz propuso la Confederación Peruano-Boliviana, las elites de Lima y Santiago y los principales hacendados del norte del Perú, trataron por todos los medios de

disolver dicha unión, apelando a sus ejércitos para acabar con el proyecto santacrucino.

Los inicios de la Confederación

En 1835, una serie de hechos políticos propiciaron la unión entre ambos países andinos. Andrés de Santa Cruz, presidente boliviano se puso en contacto con Agustín Gamarra, ex presidente del Perú y uno de los caudillos más importantes de los primeros años republicanos, con el fin de exponerle la idea de unir los dos países en un gran estado confederado. Santa Cruz no quiso dividir al país altiplánico, por el contrario, el Perú sí seria partido en dos estados: Norperuano y Surperuano, que con el tiempo este último podría anexarse a Bolivia. Sin pedir nada a cambio, Gamarra se subordinó a Santa Cruz y rápidamente ocupó el Cuzco.

El presidente de facto era José Luís Orbegoso, sin embargo muchos caudillos desconocieron su autoridad. Uno de ellos, Felipe Santiago Salaverry se sublevó en el Callao y destituyó a Orbegoso. Sitiado el principal puerto del Perú, Orbegoso busca ayuda en Santa Cruz. El boliviano, al percatarse del clima de inestabilidad que existía en territorio peruano, le promete ayuda a Orbegoso, pero con la condición de que le otorgue facultades extraordinarias para poder ingresar con sus tropas y posteriormente hacerse cargo del poder.

Al enterarse Gamarra de este pacto, rompe relaciones con Santa Cruz y se une con Salaverry. Rápidamente las tropas bolivianas cruzaron el Desaguadero y se dirigieron hacia las principales ciudades del sur del Perú. El 13 de agosto de 1835, Santa Cruz derrotó a las fuerzas comandadas por Gamarra, en Yanacocha. Al verse perdido, Gamarra buscó ayuda en Lima; sin embargo, fueron los allegados del propio Salaverry quienes lo deportaron ya que percibían en el caudillo cuzqueño demasiada ambición.

Al encontrarse solo, Salaverry le hizo frente a Santa Cruz, pero el boliviano lo venció fácilmente en Socabaya y lo mando a fusilar en la plaza de armas de Arequipa (18 de febrero de 1836).

Para Santa Cruz, el clima político por fin le era favorable para llevar a cabo la gran ansiada unificación. Con Gamarra desterrado, Salaverry muerto y Orbegoso a su lado, convocó a los representantes de los tres estados en tres asambleas (Huaura, Sicuani y Tapacari) y finalmente en Tacna reunió al congreso (conformado por los representantes de los tres estados, un militar y un representante de la iglesia) que decidió la creación de la Confederación Peruano-Boliviana y la designación de Andrés de Santa Cruz como supremo protector por diez años renovables.

La iniciativa de Santa Cruz si bien era favorable para el desarrollo de Perú y Bolivia, no tuvo aceptación en el norte peruano (donde se encuentra la ciudad de Lima) pues desde un inicio la política de la Confederación apuntaba a la consolidación y hegemonía del sur (sobretodo en el altiplano más populoso y pobre). Económicamente el norte tenía vínculos con Chile a través de la exportación de azúcar y algodón; por el contrario, con el sur no existía un circuito comercial importante.

Al ver sus intereses comprometidos la elite limeña y norteña se opuso frontalmente, revistiendo sus intereses económicos con un discurso nacionalista que mostraba a la Confederación como un intento de Bolivia para invadir el Perú.

En el país altiplánico la situación no era diferente. Las ciudades de La Paz y Chuquisaca (hoy Sucre), se encontraban divididas y la mayoría de ciudades importantes (Tarija y Potosí) no se encontraban de acuerdo con la Confederación.

El sur peruano no era tampoco un bloque compacto. Sólo Arequipa se encontraba totalmente de acuerdo con la unificación pues el antiguo circuito comercial

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iba a ser reactivado, contando además con la posibilidad de introducir a través de esta vía los productos importados de Europa, principalmente de Gran Bretaña. En el Cuzco, la elite se encontraba dividida ya que, a pesar de los lazos comerciales que unían ambas regiones, la política liberal que Santa Cruz pretendía imponer hacía temblar a los pequeños productores textiles pues creían que no tendrían oportunidad ante la llegada de productos extranjeros.

Como era de esperarse, Chile se opuso tajantemente a la Confederación pues representaba un peligro político, y especialmente comercial. Un país tan grande como lo sería la Confederación tendría en un corto plazo el dominio hegemónico en esta parte del continente.

El ministro y ex gobernador de Valparaíso, Diego Portales fue el principal artífice del ataque político y militar a la Confederación. Rápidamente se comunicó con el jefe de las fuerzas navales y militares chilenas, Manuel Blanco Encalada, y le propuso acabar con Santa Cruz y su proyecto político. Como parte de sus acciones para destruir la unión de Perú y Bolivia, Portales se contactó con los enemigos de la confederación afincados en Lima y La Paz y también con la legión de peruanos que habían sido deportados nada menos que al país sureño. Así, Agustín Gamarra, Ramón Castilla, Manuel Ignacio de Vivanco, Felipe Pardo y Aliaga y Antonio Gutiérrez de la Fuente, entre otros personajes del mundo político limeño, no dudaron en ponerse de lado del gobierno chileno para acabar con la Confederación. Inclusive, algunos militares peruanos se pusieron al frente de batallones chilenos y en dos expediciones llamadas “restauradoras” invadieron el Perú, llegando inclusive a ocupar Lima.

Cabe resaltar que la presencia de tropas chilenas en territorio peruano, polarizó más a los pobladores, quienes no querían la intromisión militar de aquel país, pero tampoco eran partidarios de la permanente ocupación boliviana. Es por ello que numerosos

caudillos se hicieron a las armas y pelearon principalmente por la emancipación del Perú de cualquier fuerza extranjera.

El fin de la Confederación

La Confederación llegó a su fin tras tan sólo 3 años de vida. Santa Cruz fue derrotado en la batalla de Yungay el 20 de enero de 1839 por el chileno Manuel Bulnes.

Andrés de Santa Cruz tuvo en la inestabilidad política y en el caudillismo a su peor enemigo. Los intereses personales y comerciales de las elites norteñas, el centralismo limeño y la poca cohesión de los mismos partidarios de la Confederación impidieron la implementación de políticas que permitieran una estabilidad duradera como para hacer frente a las fuerzas opositoras, principalmente del bando chileno.

La prosperidad falaz

La explotación y venta del guano

Fue el peruano Francisco Quirós el primer comerciante en arriesgarse en una empresa que no había tenido antecedentes y de la que se conocía realmente muy poco. En 1841 firmó con el Estado un contrato de explotación por tan sólo 10 mil soles al año siendo la primera transacción bajo la modalidad de venta directa. Durante siete años se celebraron distintos contratos comerciales con peruanos y firmas comerciales extranjeras logrando exportar alrededor de 300 mil toneladas. El margen de ganancia para el Estado fue de un poco mas del 30% del valor vendido, cinco millones de pesos, que si bien no representaba un ingreso importante, fue suficiente para que el Perú sea un país elegible para créditos y préstamos del exterior.

El sistema de venta que mayor tiempo permaneció activo fue el de consignaciones. Este sistema era un acuerdo entre el Estado y un grupo comercial o empresarios (peruanos o extranjeros) en el que se les otorgaba un lugar para la explotación durante un tiempo que podía durar entre dos y nueve años. El consignatario se encargaba de todo el proceso de explotación, exportación y venta del guano. El estado recibía una porción del ingreso líquido, tras los respectivos descuentos que el consignatario hacía por todo el costo del proceso de producción. Entre 1849 y 1869 los consignatarios se convirtieron en los mayores prestamistas del Estado al facilitarles por adelantado los beneficios de las ventas aún no realizadas. Estos adelantos debían ser pagados con un porcentaje que oscilaba entre el 4 y 13 % según como se encontraran las arcas del estado. Como es de suponerse, estos prestamos significaron al Perú una deuda que en pocos años se volvió muy difícil de pagar. Los consignatarios por su parte amasaron ingentes fortunas pues recaudaban no sólo las ganancias producto de las ventas, sino también los altos intereses por el adelanto de dinero al Estado. El guano fue exportado mayormente a Europa y Estados Unidos, aunque también fue vendido a países como Costa Rica, Guatemala, China, Japón e inclusive llegó a la lejana isla Mauricio, en el océano Índico. Esta variedad de países puede dar una idea de la cantidad de guano que se logró extraer de las islas y de los ingresos que significaron tanto al erario como a los ávidos consignatarios nacionales y extranjeros.

El contrato Dreyffus

Con el paso de los años la opinión pública empezó a criticar el sistema de consignaciones pues era escandalosa la forma como los comerciantes peruanos y las casas comerciales extranjeras se llenaban de dinero a costa del Estado. Las denuncias se formalizaron y hubo varias comisiones investigadoras que viajaron a Inglaterra, Francia y a los Estados

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Unidos con el fin de indagar en los cuadernos y actas de exportación los reales precios y si el tonelaje de guano que llegaba era el mismo que se declaraba cuando salía del Perú. Los resultados fueron evidentes: las irregularidades y los fraudes existían y se hallaron culpables. Sin embargo, el Estado peruano no pudo hacer mayor exigencia de justicia porque le debía enormes cantidades de dinero a los consignatarios. Lo más que consiguió fue rescindir contratos, pero continúo pagando su deuda con dichos empresarios.

Durante el gobierno de José Balta (1868-1872) se trató de revertir el pésimo estado en el que se encontraba la economía peruana. Nicolás de Piérola, a la sazón Ministro de Hacienda durante aquellos años, fue el encargado de revertir la administración del tesoro público. Él sabia que el principal obstáculo para llevar a cabo cualquier reforma era el sistema de consignaciones. La comercialización del guano, o bien debía ser administrada en su totalidad por el Estado o en todo caso, debía estar en manos de un monopolio que era mucho más fácil de controlar y supervisar que numerosos comerciantes o empresarios.

Piérola viajó a Europa, y en París hizo pública la licitación de una enorme cantidad de guano (dos millones de toneladas) que debía ser pagada según condiciones que podían ser establecidas entre el Estado peruano y la firma ganadora del concurso.

La licitación fue ganada por la casa comercial Dreyffus & Sons quien ofreció condiciones muy ventajosas para el Perú. Se comprometió a cubrir la deuda externa (alrededor de 5 millones de soles) y entregar dos mensualidades de 1 millón de soles y desde la firma del contrato, julio de 1869, hasta marzo de 1871, mensualidades de 700 mil soles.

Como era de esperarse, los consignatarios peruanos protestaron enérgicamente pues la licitación fue realizada en secreto y el monto entregado a Dreyffus hacía imposible que pudiera participar otro

exportador. El Congreso ratificó el acuerdo con la casa comercial francesa y las mensualidades empezaron a ser pagadas. El Perú se encontraba otra vez con la posibilidad de nivelar sus gastos y programar el pago de sus deudas. Sin embargo, el dinero producto de este ventajoso acuerdo fue mal utilizado. Pasó a ser el capital que servía de garantía en onerosos empréstitos que el mismo Dreyffus hacía al Estado peruano para llevar a cabo obras públicas poco rentables. La política ferrocarrilera fue el principal destinatario fiscal del gobierno de Balta que en pocos años volvió a tener una deuda externa muy difícil de pagar. Al final de este gobierno, el Perú tenía una deuda externa superior a los 30 millones de libras esterlinas. El contrato con la casa comercial francesa fue cancelado en 1875, durante el gobierno de José Pardo.

Ramón Castilla

Ramón Castilla y Marquesado (1797-1867) llegó a la presidencia de la república tras derrotar al dictador Manuel Ignacio de Vivanco en la batalla de La Palma. Esta victoria significó no sólo el comienzo de una relativa calma política, sino que terminó con un prolongado periodo de guerras intestinas y anarquía político-militar que caracterizó los primeros 20 años de vida republicana.

Hay que tener en cuenta que Castilla podría ser tildado por la Historia Oficial como un caudillo más, inclusive tuvo una participación intensa en todas las guerras intestinas de su país, pero sobretodo en la de Independencia. También fue conocido del Libertador San Martín y en sus últimos años, desde el ostracismo, pedía novedades de la patria que había fundado al presidente Castilla.

Su carrera militar la inició en las guerras de independencia pero en el bando realista. Rápidamente pasó a las filas patriotas y tuvo una digna participación al lado de San Martín y Bolívar. Siempre

estuvo presente en aquellos años de inestabilidad política junto a Domingo Nieto, Felipe Santiago Salaverry y Agustín Gamarra. Fue prefecto de Tarapacá (su tierra natal) y Puno y opositor feroz de la Confederación peruano-boliviana. Fue deportado a Chile junto a otros peruanos inconformes con el proyecto santacrucino y desde allí confabuló junto al ministro Diego Portales para acabar con la Confederación. Junto a Manuel Bulnes ingresó al Perú en las llamadas campañas restauradoras y venció a Santa Cruz en la batalla de Yungay.

Ramón Castilla asumió la presidencia por primera vez en 1845 y tuvo una política que iba de lo liberal a lo conservador, negociando con las elites y caudillos regionales la estabilidad política del país. Una vez quietas las aguas en el ámbito militar y asumida la legalidad del gobierno entre los más conspicuos caudillos, Castilla aprovechó los réditos del guano para llevar a cabo un ordenamiento fiscal sin precedentes. Entre sus obras destacan la creación del presupuesto para los años 1846 y 1847, que por primera vez indicaba las pérdidas y forrados fiscales en el erario nacional. El guano se convirtió en el principal agente de divisas para el reordenamiento económico.

Otra de las preocupaciones de Castilla fue la poca capacidad militar del Perú frente a sus vecinos y potenciales enemigos. Ordenó la compra de varios buques y bergantines y la apertura de una escuela militar. Pertrechó al ejército y adquirió material bélico, cañones, obuses y nuevos rifles.

El embellecimiento de Lima fue otra de sus preocupaciones. Durante su gobierno se inauguró el alumbrado a gas en la ciudad capital, se reconstruyó el Paseo de los Descalzos, y se construyó el Mercado Central de Lima, acaso una de las obras más relevantes, pues las paraditas o mercadillos que abundaban en la ciudad, fueron muchas veces focos infecciosos y de propagación de enfermedades.

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Durante su primer gobierno se inició el pago de la deuda interna a las familias, hombres y empresarios que aportaron con dinero, joyas u otros objetos valiosos a las guerras de independencia o durante las sublevaciones caudillescas. En un primer momento Castilla calculó que la deuda no sobrepasaría las 7 u 8 millones de pesos. Lo cierto es que el pago de los bonos de consolidación fue un escándalo de proporciones mayúsculas pues en el gobierno siguiente de José Rufino Echenique pagó bonos por 23 millones de pesos. La corrupción que se generó en torno a este tema alcanzó no solo a comerciantes inescrupulosos sino también a honorables hombres de la sociedad limeña. El ingenio para la falsificación de bonos llevó a muchos hombres a falsificar firmas de los presidentes pasados, inclusive las firmas de Bolívar y San Martín.

Ramón Castilla regresó al poder tras levantarse en armas contra el gobierno de Echenique. El detonante fue el escándalo de los bonos de consolidación. Se supo que había una “fabrica de bonos” y que el gobierno se hacía de la vista gorda. Denunciado el hecho por el comerciante peruano Domingo Elías, Ramón Castilla no demoró en tomar las armas y encabezar una revolución moralizadora. Contaba con el apoyo del sur peruano y con las clases sociales que no se habían visto favorecidas por la repartija de bonos. Partió de Arequipa y paso por Cuzco y Ayacucho. En esta última ciudad decretó la finalización del tributo indígena y en su paso por Huancayo abolió la esclavitud (1854). Se enfrentó a las tropas de Echenique en la Palma, a pocos kilómetros de la ciudad de Lima de la cual salió airoso. Asumió el cargo de presidente el 14 de agosto de 1855.

Este segundo gobierno fue de corte liberal. La expresión máxima de los pensamientos y expectativas de esta época se expresó en la constitución de 1860, caracterizada por la inclusión de sectores sociales hasta ese momento excluidos de la vida política

nacional. De igual manera la soberanía popular no hizo mella a las corrientes conservadoras que postulaban la soberanía de la inteligencia sobre el ignaro pueblo que, supuestamente, no tiene los medios económicos ni las facultades mentales para conducir al Estado.

La constitución se caracterizó por fortalecer las funciones de la cámara de diputados, reducción del tiempo de gobierno (de seis a cuatro años), elección de dos vicepresidentes y se le permitía el derecho a voto a todos los hombres que supieran leer y escribir, a los jefes de taller o pequeña empresa y a los que paguen alguna contribución al Estado.

Entre las principales obras del segundo periodo de Castilla sobresale la realización del Censo General de la República, que dio como resultado una población de 2 millones 487 mil habitantes, la creación del Departamento de Loreto y la compra de varios barcos para la exploración y el patrullaje del Amazonas. Otras obras a destacar fueron la restitución de las Municipalidades y la creación de la Dirección de Obras Públicas, la inauguración del servicio de agua potable en la ciudad capital, la construcción del tren de pasajeros Lima-Chorrillos, la promulgación del Reglamento de Instrucción Pública (1855), de tendencia liberal y elaborado principalmente por Sebastián Lorente.

El gobierno de Castilla llegó a su fin en 1862. Miguel de San Román fue elegido presidente y le sucedió en el mando sin ningún contratiempo. Tuvo un corto mandato debido a su débil estado de salud. En los pocos meses que estuvo al mando estableció el Sistema Métrico Decimal de Pesos y Medidas y cambió el sistema monetario pues el Perú había sido invadido de la moneda feble boliviana de poco valor. De igual manera, durante su gobierno se supo de la presencia de una escuadra española en el océano Pacífico cuyas intenciones verdaderas (recuperar sus colonias) estaban revestidas bajo el nombre de expedición científica. Miguel de San Román murió

el 3 de abril de 1863, a tan solo 6 meses de asumir la dirección del gobierno.

Guerra con España

A pesar de que la independencia peruana se realizó en 1821, fue recién en 1853 que España la reconoció formalmente. El Perú ya había reconocido la deuda pendiente con la corona española por concepto de indemnización por las guerras de independencia.

Sin embargo, las relaciones entre ambos países se enfriaron debido a la política intervencionista que España aún tenía en América. La Doctrina Monroe: América para los americanos, ya tenía eco en casi todos los países de América del Sur, aunque algunos países aún eran colonia (Cuba y algunas pequeñas islas en el Caribe). Cuando Francia, con apoyo español invadió México, el gobierno peruano, a través de su cónsul protestó enérgicamente por la intromisión.

En 1863 apareció en aguas sudamericanas una escuadra española cuya finalidad nominal fue de ser una expedición científica. Su intención era llegar a Valparaíso, el Callao y luego llegar a California. Cuando estuvieron en el puerto sureño hubo un incidente entre vascos y peruanos en la hacienda Talambo (norte del Perú) dando como resultado la muerte de un español. Se cree que esta disputa se inició por los reclamos de los grupos vascongados frente a la condición de explotación en la que se encontraban. Hay que recordar que este grupo llegó al Perú gracias a la promoción de inmigración de europeos que el Estado impulsaba. El incidente entre españoles y peruanos fue conocido por la escuadra que rápidamente se trasladó al Perú y ocupó las islas Chincha como protesta, y envió a un comisario regio para la investigación de los hechos. La opinión pública se encontraba indignada ante la pasividad del gobierno peruano que por el temor a un

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enfrentamiento (el Perú se encontraba en desventaja frente a la escuadra española) prefirió firmar un convenio. El gobierno de José Antonio Pezet firmó el tratado Vivanco-Pareja que en pocas palabras resultaba humillante para el pueblo peruano. El Perú debía pagar un montó superior a los dos mil pesos por los gastos ocasionados a la escuadra, aceptar la investigación del comisario regio (funcionario de la corona que tenía injerencia en las colonias) y lo más oneroso, cancelar la deuda que el Perú tenía pendiente con España. La chispa que causó la mayor indignación en el pueblo peruano fue la aceptación del saludo con artillería a la bandera española una vez desocupadas las islas guaneras.

Acusado de traidor, el General Pezet huyó hacia Europa cuando se enteró del levantamiento de Manuel Ignacio Prado en Arequipa. Declarado nulo el tratado Vivanco-Pareja, se formó una cuádruple alianza entre Ecuador, Perú, Chile y Bolivia y se declaró la guerra a España. La escuadra española bloqueó las costas chilenas y bombardeó Valparaíso pero la armada conformada por los buques peruano-chilenos la derrotaron en el combate de Abtao (febrero-1866) y en el definitivo combate del Dos de Mayo. En el combate librado frente al Callao murió el ministro de guerra José Gálvez al estallar una bomba en el torreón La Merced del cuartel Real Felipe.

Perú y España retomarían la vía diplomática en 1871 cuando ambos países, por mediación de Estados Unidos, se dieron una tregua. En 1879 se cerrarían los incidentes con la definitiva firma del tratado de paz en París entre los representantes de ambos países, Mariano Goyeneche por Perú y el Marques de Molins, Roque de Togores por España.

La guerra con Chile

Sin duda, la guerra con Chile fue el episodio más fatídico de la historia del Perú republicano. La falta de

preparación de las tropas, el poco armamento utilizable, la confianza desmedida y, principalmente, la poca unión entre los mismos peruanos fueron los principales factores que llevaron a la pérdida no sólo de la guerra, sino también de una porción importante de territorio sureño.

Desde que el Perú fue una república independiente caracterizó su política la inestabilidad, las guerras, el despilfarro y la corrupción. La larga sucesión de caudillos impidió concretar cualquier tipo de políticas a largo plazo; por el contrario, cuando los réditos del guano otorgaron los medios para una modernización e industrialización importante, se optó por invertir en obras improductivas o demasiado onerosas. La sensación de crecimiento económico fue llamada por Basadre como la época de la “prosperidad falaz”, cuya característica fue el despilfarro producto de los empréstitos o adelantos que los consignatarios o casas comerciales hacían al estado como parte de pago de las ventas del guano.

El resultado no pudo ser peor. En la década de 1870 el Perú se encontraba en una bancarrota total. La deuda externa superaba los 30 millones de libras esterlinas y no había recursos con qué pagar, pues el guano ya no era de tan buena calidad; además, los fertilizantes químicos tenían mayor aceptación en los mercados internacionales.

Así, el Perú llegó a 1879 con muy pocas probabilidades de oponerse a un enemigo que por muchos años se había preparado para tal evento. La guerra se había perdido muchos años atrás, las batallas sólo fueron consecuencia de la pésima administración de los gobernantes y de la falta de visión de un hecho que a todas luces era previsible.

Antecedentes

La zona del sur del Perú y el litoral boliviano poseían en ese entonces grandes yacimientos de salitres,

producto que empezó a sustituir al guano como fertilizante en los campos agrícolas europeos.

Bolivia y Chile firmaron un acuerdo en el que se establecía que el límite entre ambos países era el paralelo 24º y que los yacimientos que se encontraban entre el paralelo 23º y 25º debían ser de explotación compartida, siendo igualmente compartidas las ganancias de la venta del salitre. Este tratado era totalmente perjudicial para los intereses altiplánicos pues desde la creación de Bolivia (1825), la frontera con Chile fue el paralelo 25º. Mariano Melgarejo, presidente boliviano validó el tratado, viéndose beneficiadas las empresas británicas y chilenas que desde hacía buen tiempo se encontraban explotando dicha zona. El tratado no fue ratificado por el congreso boliviano. En 1874 se firmó otro tratado entre ambas naciones en el que se establecía el paralelo 24º como límite final, Chile renunciaba a las ganancias que se obtuvieran del paralelo 23º, pero el impuesto y los derechos a exportación de las empresas chilenas que se encontraban en territorio boliviano no debían modificarse en 25 años.

La indignación en el país altiplánico era general. Chile sabía que la respuesta no tardaría en llegar. Es por ello que mandó a construir en Inglaterra dos blindados de gran tonelaje y empezó a pertrechar a sus tropas con los mejores armamentos de la época.

En 1878 Hilarión Daza llegó al poder y una de sus primeras medidas fue imponer a las empresas extranjeras que se encontraban en su litoral un impuesto de 25 centavos por cada quintal de salitre extraído. Las empresas chilenas se quejaron ante el gobierno de su país obteniendo respuesta rápidamente. Chile le increpó al gobierno boliviano por tal medida, pero Daza fue más radical, exigía el pago de 90 mil pesos adeudados por las exportaciones realizadas desde su operación en la zona. De no pagar en el plazo establecido, Bolivia reivindicaría las salitreras mediante confiscación.

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Chile no esperó que el asunto llegara a mayores y de inmediato invadió Antofagasta con fuerzas militares (14-02-1879). El Perú atento a lo que pasaba entre ambos países sureños, envió a Chile una delegación encabezada por José Antonio de Lavalle para mediar en el conflicto. Sin embargo, al llegar a tierras chilenas, Lavalle se dio con la sorpresa que era de conocimiento público el tratado defensivo “secreto” que el Perú y Bolivia habían firmado en 1873. Lo peor de todo fue que el diplomático peruano desconocía la existencia de dicho tratado defensivo, por lo que no fue posible esgrimir alguna posición que evitara el conflicto. El presidente peruano Mariano Ignacio Prado tampoco pudo hacer nada pues el tratado nos unía a Bolivia inexorablemente.

Sin consultarle al Perú, Hilarión Daza le declaró la guerra a Chile. Con este acto, el Perú es arrastrado a una guerra para la cual no estaba preparado.

La guerra

El 5 de abril de 1879 Chile le declaró la guerra al Perú. La población peruana se sentía confiada en que el resultado sería favorable a la alianza peruano-boliviana. A pesar de que Chile ya había invadido el Perú cuando la Confederación, la sociedad se sentía optimista de un desarrollo rápido del conflicto en el que el Perú saldría airoso. Los periódicos de la época exaltaban el patriotismo y no trataron el conflicto objetivamente. Chile era descrito como un país pequeño, carente de recursos y de poca población, incapaz de hacerle mella a un país poderoso como el Perú.

Lo cierto es que el Perú se encontraba en desventaja y solo muy pocos conocían la realidad de la armada peruana. El ejército había sido diezmado años atrás, pues Manuel Pardo redujo el gasto militar, e inclusive detuvo la compra de dos blindados. Tan sólo contaba con municiones y rifles viejos. El problema de fondo era que la precaria economía peruana no

permitía la compra de nuevos pertrechos pues además de no contar con dinero, el Perú no era susceptible de ningún crédito en el extranjero a causa de las deudas no pagadas en años anteriores.

Las primeras acciones de la guerra fueron en el mar. Perú contaba con dos barcos de mediano tonelaje, el monitor Huáscar y la fragata Independencia. El resto de naves eran viejos barcos de madera que a veces servían como baterías flotantes o para el transporte de tropas. Chile por su parte poseía barcos modernos y de menor antigüedad. Sus blindados poseían mas de 5 pulgadas de blindaje que los peruanos. En estas condiciones el Perú se encontraba en diferencia numérica, más el arrojo y valentía de sus hombres lograron que el conflicto en el mar dure más cerca de 6 meses.

El primer combate fue frente a las costas de Iquique el 21 de mayo de 1879. En este enfrentamiento el Perú perdió a su mejor nave: la Independencia, tras encallar en un banco de arena. Por su parte el monitor Huáscar hundió a la Esmeralda. En este combate murió Arturo Prat , héroe máximo de la marina chilena.

Entre mayo y octubre el Huáscar sorteó a la escuadra chilena, atacó varios puertos del país sureño y capturó al transporte Rimac. La situación provocó una crisis en el gobierno chileno. Se ordenó dar caza al monitor peruano. El combate de Angamos, ocurrido el 8 de octubre de 1879 significó la inmolación de Grau y su estado mayor. Sin poder huir, Grau ordenó la retirada de la Corbeta Unión y se enfrentó valientemente a toda la escuadra chilena. Sin marina, el Perú no se encontraba en condiciones de ofrecer resistencia alguna. Chile se disponía a invadir y el Perú se defendió heroicamente hasta el término de la guerra.

Aniquilada la fuerza naval peruana, la guerra se trasladó a las provincias sureñas. Chile avanzó con su ejército por la provincia de Tarapacá. A pesar de los esfuerzos por contener la invasión, el ejército peruano

nada pudo hacer frente a la superioridad numérica y armamentística del ejército chileno. Los militares peruanos fueron derrotados en las batallas de Pisagua y San Francisco. Logró una victoria en Tarapacá, pero la falta de armamento y los desembarcos chilenos que aumentaron el número de atacantes, forzó al batallón peruano atrincherado en esta ciudad a abandonarla. Chile tomó con facilidad la provincia de Tarapacá y enrumbó hacia Tacna y Arica .

El presidente Mariano Ignacio Prado abandonó el país en medio de una fuerte polémica. No se sabe a ciencia cierta las intenciones por las que viajó. Él adujo la compra de municiones y una fragata. Sin embargo nunca regresó y mucho menos llegó algún tipo de armamento. Asumió la presidencia Luís La Puerta, hombre anciano y enfermo que a pesar de su voluntad patriótica, no podía conducir al país en medio de la guerra. Nicolás de Piérola fue aclamado por la guarnición limeña y se convirtió rápidamente en presidente del Perú. En Bolivia la situación no era diferente. Hilarión Daza fue acusado de retirar tropas de Camarones y de ser el responsable del desastre militar en la batalla de San Francisco. Fue depuesto del cargo y le siguió Narciso Campero.

Chile desembarcó más de 15 mil hombres frente a las costas de Moquegua capturando dicha ciudad sin resistencia alguna. Chile quería aislar a los batallones aliados de sus centros de aprovisionamiento. Las derrotas de peruanos y bolivianos no se hicieron esperar. En cerro Los ángeles y en la batalla del Alto de la Alianza (26 de mayo de 1880) Chile derrotó sin problemas a los batallones aliados. El Alto de la Alianza significó el retiro definitivo de Bolivia de la guerra dejando al Perú a merced de la invasión chilena.

La guarnición de Arica sería la siguiente en ser atacada. Francisco Bolognesi sabía que se encontraría rodeado por el enemigo, pero aún así organizo la defensa del puerto peruano. La valentía del viejo Bolognesi y el arrojó de Alfonso Ugarte no lograron

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evitar que la ciudad cayera en manos enemigas el 3 de abril de 1880. Con la caída de Arica, todas las provincias sureñas se encontraban en poder de Chile.

La búsqueda de una solución al conflicto era inminente. Sin embargo, el Perú no aceptaría ninguna condición que suponga la perdida de su territorio. Es por ello que Chile, hacia 1881, continuó sus avances y ocupó Lima tras las heroicas batallas de San Juan (13 de enero) y Miraflores (15 de enero) y el saqueo e incendio de Chorrillos. Los cuerpos diplomáticos extranjeros evitaron la destrucción de Lima. La ciudad capital fue ocupada pacíficamente y Patricio Lynch asumió el gobierno de la capital.

Con Piérola fuera de Lima, se nombró a Francisco García Calderón presidente del Perú. Manuel Baquedano, jefe militar del ejército chileno, quiso negociar con él los términos de la rendición peruana. Fiel a sus principios, García Calderón se negó a firmar cualquier tratado que supusiera la pérdida de territorios. Ante su negativa fue deportado a Valparaíso.

La sierra central resistió las entradas del ejército chileno. Dirigida por Andrés Avelino Cáceres, la resistencia de la Breña pretendía cansar al enemigo a través de una guerra de guerrillas que terminaría por derrotarlo. Las batallas de Pucará, Marcavalle y Concepción a favor del ejército peruano fueron alicientes frente a las derrotas pasadas, sin embargo, los hacendados preferían pagar muchas veces cupo a los chilenos que aceptar las condiciones de las montoneras de Cáceres. Miguel Iglesias hombre importante en la defensa de Lima se encontraba en el norte cuando ocurrió la batalla de Huamachuco a favor de los chilenos. Hastiado de la presencia chilena y de la destrucción sistemática del país, Iglesias terminó la guerra capitulando con el enemigo.

El 20 de octubre de 1883 se firmó el Tratado de Ancón entre Perú y Chile. Mediante este tratado Perú perdía para siempre la provincia litoral de

Tarapacá y quedaban bajo tutela del país sureño las provincias de Tacna y Arica que tras un plebiscito debían decidir su suerte (tras 10 años de cautiverio). De igual manera, el Perú debía pagarle una fuerte suma de dinero como indemnización de guerra El ejército chileno empezó a retirarse lentamente del Perú y hacia agosto de 1884 ya todas las tropas se habían embarcado hacia su país.

Sin embargo el Perú entró en una nueva guerra civil. Cáceres no reconocía ni la autoridad de Iglesias ni los términos del tratado firmado con Chile. Se iniciaba así el segundo militarismo y la lenta reconstrucción del Perú a manos, nuevamente, de militares y caudillos.

El segundo militarismo y la Reconstrucción Nacional

Tras la guerra con Chile la sociedad se encontraba destruida y no había ningún dirigente civil capaz de tomar las riendas del gobierno. A la sazón era presidente Miguel iglesias, militar que llevó a cabo la rendición del Perú y la firma del tratado de Ancón en 1883.

A pesar de no contar con recursos, hizo cuanto estuvo a su alcance por sacar adelante al Perú. Abrió las puertas del Colegio Guadalupe y encargó a Ricardo Palma la reconstrucción de la Biblioteca Nacional, que fue utilizada como caballeriza por el ejército chileno. Las colecciones bibliográficas y archivísticas peruanas fueron enviadas a Santiago.

Constantemente hubo rebeliones por todo el territorio nacional. Sin embargo, su acérrimo enemigo, Andrés Avelino Cáceres, fue quien a la larga terminó por deponer a Iglesias. Entre 1884 y 1885 las tropas comandadas por el mismo caudillo de la Breña atacaron los alrededores de la capital. Tras larga batalla, Cáceres logró tomar la ciudad de Lima y contar con el apoyo popular. Fundó el Partido Constitucional (sarcástico nombre para un partido

cuyo líder violaba constantemente la Constitución) y se presentó a las elecciones. Nicolás de Piérola que también se presentó con su partido, el Demócrata, acusó el extremo favoritismo del gobierno transitorio a la figura de Cáceres.

El 3 de junio de 1886, Andrés Avelino Cáceres asumió la presidencia en medio del clamor popular. Su principal objetivo fue la recuperación económica del Perú a través del refinanciamiento del pago de la deuda externa. La deuda alcanzaba los 52 millones de libras esterlinas, un monto impagable si se toma en cuenta que a lo más el Perú tenía ingresos por cerca de 9 millones de soles. Es por ello que Cáceres optó por firmar el Contrato Grace, en condiciones sumamente desventajosas para el Perú. A los tenedores de bonos representados por William Grace se les entregó el usufructo de los ferrocarriles por 66 años y la facultad de explotar más de 3 millones de toneladas de guano. Se le otorgó también la explotación de centros mineros, la producción de carbón ancashino, el tráfico de inmigrantes, los derechos de navegación en la Amazonía, etc. a cambio del pago total de la deuda externa. Gran oposición causó la firma del tratado por lo que Cáceres tuvo que valerse de una rígida expresión de poder, cerrando periódicos, deportando a sus contrincantes y convocando a tres legislaturas extraordinarias. Estos hechos enturbiaron la imagen del héroe de la Breña. Sin embargo, a pesar del oneroso pago, logró mejorar en cierta medida la economía. Las Cámaras de Comercio de Lima, Arequipa y Callao vuelven a funcionar, se fundó la Sociedad de Minería y los grupos extranjeros residentes en Lima fundaron varias asociaciones, bancos y beneficencias.

Terminado el gobierno de Cáceres, le sucede un miembro de su partido, el coronel Remigio Morales Bermúdez. Su gobierno no tuvo mayores alcances; por el contrario, fue en extremo discreto. Morales Bermúdez murió meses antes de concluir su mandato y lo reemplazó el vicepresidente Justiniano Borgoño.

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Ya para este tiempo Piérola aglutinaba a gran parte de los sectores sociales, por lo que su participación en las elecciones era evidente. Sin embargo, cuando convocan a elecciones solamente se presentó el grupo liderado por Cáceres. Tras una cruenta lucha civil, Piérola se alza con el poder y es proclamado presidente en 1895. Su gobierno fue uno de los más importantes del siglo XIX e inició el regreso de la civilidad al estado. De igual manera durante su gobierno llegaron las ideas modernizadoras que cambiaron la forma de habitar, principalmente en Lima. Se creó la Escuela Militar de Chorrillos y se encargó a Pablo Clement, militar francés, de organizarla. En lo económico sustituyó el patrón monetario de plata por el patrón oro, ganado mayor fortalecimiento la moneda peruana.

El Perú del Siglo XX

El triste fin de Leguía

El siglo XX trajo enormes cambios al país, pero las conspiraciones y rebeliones siguieron siendo las mismas. Hasta la clásica violación de la Constitución continuó siendo una norma. Durante el oncenio del presidente Augusto B. Leguía, la Carta Magna redactada por él, fue violada por él mismo y por el fiel oficialismo de aquella época.

Leguía llevó al país hacia la modernidad y fue uno de los presidentes más destacados del siglo XX, fue un sujeto pragmático y dirigió al país con mentalidad empresarial, pero también se caracterizó por mantener el control absoluto del poder y con una tendencia hacia el autoritarismo.

En 1920 Leguía aprobó una nueva Constitución que no contemplaba la reelección presidencial inmediata. Sin embargo, en 1923 modificó un artículo constitucional e introdujo la reelección por una sola vez. Y luego de ser reelecto, volvió a modificar la Constitución aceptando la reelección indefinida: “el

presidente durará en su cargo cinco años y podrá ser reelecto”, decía la norma. Estas reformas, en manos de un congreso siempre sumiso, permitieron que Leguía permanezca once años en el poder.

Todo marchó bien hasta que llegó la crisis económica producto de la Primera Guerra Mundial. El repudio por la presencia del “tirano” fue capitalizado por la revolución de Arequipa encabezada por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro en agosto de 1930. Leguía aceptó renunciar y partió hacia el exilio, pero fue arrestado y llevado a la Penitenciaria. Murió en el Hospital Naval de Bellavista, en absoluta pobreza, en 1932, pesando apenas 30 kilos.

El “macho” Sánchez Cerro

Como ha sido frecuente en la historia peruana, la revolución de Sánchez Cerro se originó en el sur del país, en Arequipa. De origen humilde y rasgos indígenas, Luis Miguel Sánchez Cerro era el típico militar "macho"

latinoamericano. Participó del golpe contra Billinghurst en

1914, se alzó en armas contra Leguía en 1922

y estuvo preso en la isla de Taquile, en Puno.

Desorientación política, efervescencia social y crisis económica fueron las notas dominantes en los agitados días que siguieron a la caída de Leguía.

La junta presidida por Sánchez Cerro convocó a una Asamblea Constituyente, con la finalidad de elegir un

presidente provisorio y dictar una nueva Constitución que reemplace a la de 1920.

Sánchez Cerro renunció públicamente al alto cargo de la presidencia de la República debido a la agitación popular que produjeron sus ambiciones políticas a todas luces contrarias al espíritu del Manifiesto de Arequipa.

Como consecuencia, además de que el mando pasara por tres manos en un día (Sánchez Cerro, Holguín, Elías), aparecen Samanez Ocampo y el comandante Jiménez. Ambos convinieron en la formación de un Junta Nacional de Gobierno mediante la cual se convocarían elecciones democráticas para presidente de la República y la instalación de una Asamblea Constituyente.

Víctor Raúl Haya de la Torre (APRA), Luis M. Sánchez Cerro (Unión Revolucionaria), fueron los dos principales candidatos a las elecciones programadas para el 11 de octubre de 1931.

Mientras que el APRA con el PAP formuló su “programa mínimo” coherente a la realidad sociopolítica del país y Haya de la Torre pronunciaba vibrantes y enérgicos discursos por el interior del país, por su parte, la Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro seguía una tendencia nacionalista con su lema: “El Perú ante todo”.

Las elecciones se realizaron en un ambiente de sosiego y asombroso orden, propio de una madurez cívica.

En las cuales Sánchez Cerro resultó electo. Pero los apristas consideraron que hubo fraude y declararon a Víctor Raúl Haya de la Torre como “presidente moral del Perú”.

Luego de establecido Sánchez Cerro en el poder, promulgó la Ley de Emergencia destinada a restablecer el orden interno y controlar los desmanes que el APRA promovía tanto en el Parlamento como en las calles. Se apresaron y deportaron apristas, se

Sánchez Cerro

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clausuraron sus locales y el periódico la Tribuna. Los apristas iniciaron una oposición desenfrenada que casi lleva a una guerra civil y que concluyó con una revolución aprista en Trujillo y el asesinato del presidente Sánchez Cerro en 1933 en manos de un militante aprista.

Las rebeliones del Apra

Para octubre de 1936, Benavides convoca a elecciones. El Partido Socialista y el APRA fueron excluidos por ser consideradas “agrupaciones políticas internacionales”.

Realizadas las elecciones, Luis A. Eguiguren, primero en el conteo, no pudo llegar a ocupar la presidencia puesto que sus votos no eran válidos por provenir de un partido proscrito.

Por consiguiente se anularon las elecciones y se prorrogó el mandato de Benavides por tres años más.Benavides emprendió su segunda y más dura fase como gobernante. Sus más grandes pilares fueron el ejército y la oligarquía financiera, a través de la familia Prado. Lo primero que hizo fue deportar a su tenaz opositor Luís A. Flores y a otros prominentes líderes de la UR. Los apristas y los comunistas fueron, igualmente, hostilizados.

Cansados de esta situación, civiles y militares complotaron para poner fin a lo que llamaban la “dictadura del dinero” y exigir la inmediata convocatoria a elecciones.

Ante este comportamiento, Benavides opto por convocar a elecciones para el segundo semestre de 1939. EL triunfador resultó siendo el candidato oficialista Manuel Prado y Ugarteche, quien a parte de contar con el apoyo de Palacio de Gobierno y de los círculos bancarios y financieros, tuvo la simpatía del Partido Comunista.

Ya en el gobierno, se alejó de su patrocinador Benavides consiguiendo el apoyo del parlamento y de loa militares. Mantuvo al APRA en su calidad de proscrito. Algunos dirigentes comunistas ocuparon cargos públicos. Se formó el Frente Democrático Arequipeño. Se lograron entender Benavides y Haya de la Torre. Se le permitió al APRA postular sólo candidatos para el Congreso.

Para las elecciones de 1945, Bustamante y Rivero obtuvo la presidencia apoyado por los apristas, quienes, a su vez, lograron una mayoría parlamentaria. Lamentablemente esta unión se deterioró hasta tal punto que el APRA fuera considerado ilegal. El APRA atrincherado en el Parlamente se confrontó al poder Ejecutivo censurando sus ministros.

En 1948 los apristas realizaron una férrea oposición desde el Congreso, el país vivía una crisis social que desembocó en la sublevación que tenía por objetivo tomar el poder y deshacerse de los mandos castrenses. El 3 de octubre de 1948, el Real Felipe fue atacado por mar y tierra, pero los apristas no consiguieron el respaldo popular y Haya de la Torre tuvo que refugiarse en la embajada de Colombia. Bustamante y Rivero no duraría mucho tiempo.

El 27 de octubre de 1948, otra vez Arequipa se levantó contra el gobierno constitucional, y el Gral Manuel A. Odría dirigió un golpe que derrocó al presidente, al cual se le acusó de fomentar la anarquía.

Odría, su golpe y su "Montesinos"

Odría convocó a elecciones para legitimarse, pero participó solo, mandó a la cárcel al otro candidato, el general Ernesto Montagne. Por entonces surge una nueva rebelión en Arequipa, comandada por la Liga Democrática, se levantaron barricadas y hubo varios muertos. En este clima, Odría, que era candidato único, se eligió “presidente constitucional”, el 28 de julio de 1950.

Odría también tuvo su “Montesinos”: Alejandro Esparza Zañartu, un siniestro personaje quien se desempeñó como director de Gobierno y como ministro de Gobierno (hoy del Interior). Su actuación se rodeó de misterio y sus excesos contribuyeron al desprestigio del régimen, que acabó siendo muy impopular. La indignación aumentó cuando nuevamente en Arequipa hubo un levantamiento popular debido a una salvaje represión militar contra una huelga estudiantil, donde murieron tres jóvenes que portaban una bandera blanca. Odría tuvo que prescindir de Esparza Zañartu y derogar la ley de seguridad interior.

El golpe luego del fraude

En las elecciones de 1962 Haya de la Torre quedó en primer lugar, Belaúnde Terry en segundo y Odría en tercero, pero no hubo un ganador con mayoría absoluta, el Congreso debía elegir al nuevo presidente. Era vox populi que había habido fraude. Las Fuerzas Armadas exigieron que se anularan los comicios y como el poder electoral se negó, sobrevino un nuevo golpe de Estado que convocó a nuevas elecciones donde ganó Fernando Belaúnde Terry.

Las rebeliones de los años 60

Los años 60 fueron plagados de rebeliones y de movimientos guerrilleros inspirados por el éxito de la revolución cubana. Hugo Blanco y Luis de la Puente

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Uceda fueron los más famosos líderes revolucionarios. Se realizaba la toma de pueblos, haciendas y puestos militares con el fin de ganar adeptos. Pero a la población no le interesaba la ideología que predicaban y no los respaldó.

Fernando Belaúnde no trajo la ansiada estabilidad al Perú. En 1968 su gobierno firmó un convenio con la International Petrolium Company que tuvo el apoyo multipartidario. Pero el Director de la Empresa Petrolera Fiscal, Carlos Loret de Mola, denunció que había desaparecido la página once del acuerdo, donde estaría estipulado el monto de la indemnización que pagaría el Estado a esa empresa. Se produjo un gran escándalo que llevaría a una nueva rebelión. El 3 de octubre se produce un golpe de Estado que depone a Belaúnde. La junta militar presidida por el General Juan Velasco Alvarado contaría con el apoyo de la izquierda peruana y del partido comunista.

El Gobierno Revolucionario de las FF.AA.

Al frente del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (de tendencia socialista que aproximó al Perú a la Unión Soviética, la República Popular China, Cuba y el llamado bloque soviético) el general Velasco formó un gabinete integrado exclusivamente por militares, estatizó los diarios y canales de televisión. La nacionalización de los yacimientos de Talara pertenecientes a la Internacional Petroleum Company IPC subsidiaria de la Standard Oil y la de todos los yacimientos mineros importantes en manos extranjeras como la Cerro de Pasco, Marcona, etc. marcaron el carácter del proceso y la recuperación de la dignidad nacional. Sin embargo, aquello no fue todo. Lo fundamental del nacionalismo castrense fueron las reformas estructurales hacia una sociedad distinta enumerada como Democracia Social de Participación Plena. En efecto, el proyecto denominado plan Inca inició un camino sindicado como irreversible con la reforma agraria, la reforma

de la empresa, la reforma educativa, la reforma judicial, la comunidad industrial (participación de los trabajadores en la gestión y la propiedad de las empresas), la movilización social y el sistema prioritario de propiedad social como base del futuro autogestionario de la sociedad peruana. La reforma agraria bajo el lema “Campesino: el patrón no comerá más de tu pobreza” confiscó de manera radical los latifundios azucareros, algodoneros y todas las propiedades consideradas como una representación antisocial de la tenencia de la tierra.

Esta confiscación tuvo dos ejes principales: el de la justicia social, sin llegar a destruir el complejo industrial en torno a la propiedad de la tierra; y el de promoción, a través de la incorporación de nuevas tierras de cultivo, la eliminación del minifundio y la propuesta pro-industrialista de usar los bonos del tesoro público producto del pago a justiprecio de las tierras expropiadas en la creación de empresas productivas de los diversos sectores. El establecimiento de las cooperativas agrarias de producción para operar los latifundios y la creación de distintas empresas asociativas de base campesina con la finalidad de dar cabida al esfuerzo de los agricultores fue otro de los aspectos fundamentales de la ley. Así surgieron las sociedades agrícolas de interés social SAIS, las asociaciones agrarias y las ligas agrarias de campesinos.

Durante el gobierno del Gnral. Velasco Alvarado por DL 21156 del 27/05/1975 el quechua fue reconocido como idioma oficial además del castellano.

El 24 de junio de 1969 (Día del Indio) decretó la Ley de la Reforma Agraria y se procede a la inmediata ocupación de las grandes haciendas azucareras y de las haciendas de todo el país. Los campesinos reciben las tierras. Se cumplió el sueño de 1780 de Tupac Amarú que predijo: “Campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza”.

Estas reformas sociales y económicas realizaron un cambio sin precedentes en el país, las clases trabajadoras consiguieron un reconocimiento que nunca habían tenido, pero la producción agraria prácticamente desapareció, por lo que se produjeron enormes migraciones del campo a la ciudad. Estos cambios continúan afectando al país hasta la actualidad.

El 29 de agosto de 1975, el general de división EP Francisco Morales Bermúdez hizo otro golpe de Estado y depuso a Juan Velasco Alvarado, quien murió el 24 de diciembre de 1977.

El "relevo institucional"

Morales Bermúdez estuvo cinco años en el poder y durante su gobierno continuaron confiscados los

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diarios y canales de televisión. También siguieron los encarcelamientos y las deportaciones de los críticos al gobierno. Fue entonces que se engendran las rebeliones y el terrorismo que sacudirían al país durante los años 80 e inicios de los 90. El alzamiento de dos grupos armados que sembrarían el caos y la muerte en el país y que dejarían un saldo de más de 25 mil muertos (70 mil según la Comisión de la Verdad instaurada en 2001).

El Autogolpe de Fujimori

En 1990, en medio de la hiper-inflación y la violencia terrorista, Alberto Fujimori llegó al poder sin ningún apoyo de los partidos políticos tradicionales y tuvo que enfrentar una fuerte oposición en el Parlamento. Fujimori acusaba al Congreso de ser "paquidérmico" y el Congreso a Fujimori de tener actitudes "totalitarias".

La discusión terminó el 5 de abril de 1992, a la voz de "disolver", cuando Fujimori cerró el Congreso e intervino el Poder Judicial, tomando el poder absoluto. El sui generis golpe sería conocido como "el autogolpe" de Fujimori y contó con un respaldo de entre el 80% y el 90% de la población. El gobierno de mano dura de Fujimori consiguió vencer la hiper-inflación y capturar a los cabecillas terroristas.

Sin embargo, Fujimori las vería díficiles cuando el 13 de noviembre de 1992 el Grl. Jaime Salinas Sedó lideró un "contragolpe" que a última hora fue debelado y sus líderes encarcelados. Luego de ello Fujimori hizo una nueva Constitución, fue reelecto e "interpretó" la Constitución para reelegirse nuevamente.

Montesinos y su intento de tomar el poder

En el año 2000 se hicieron evidentes las fraudulentas manipulaciones del asesor presidencial Vladimiro Montesinos, el cual controlaba casi todas las instituciones del Estado, sobre todo, las Fuerzas Armadas. Tras exhibirse un vídeo donde Montesinos sobornaba a un congresista, Fujimori destituyó a Montesinos y anunció que acortaría su tercer mandato.

Pero al asesor presidencial no le gustó la idea y trató de mantenerse en el poder deponiendo a Fujimori y colocando a un títere en su lugar, sin embargo, gracias a la presión popular por regresar a una verdadera democracia, Montesinos se vio obligado a huir y vivir en la clandestinidad por varios meses hasta ser encarcelado.

Cuando los humalas eran buenos

Mientras Fujimori y Montesinos se peleaban, en Moquegua surgió una rebelión periférica liderada por el teniente-coronel Ollanta Humala y su hermano, el militar retirado, Antauro Humala secundados por 50 soldados.

Los Humala se dieron a conocer entonces, como los líderes de un movimiento, que según algunas voces, es de carácter ultranacionalista, racista y xenófobo llamado “etnocacerista” que proponía la supremacía de la “raza cobriza”. La rebelión etnocacerista buscaba sacar del poder a Fujimori y a los militares corruptos que lo secundaron. Los Humalas ganaron cierto apoyo en el sur y el respaldo de diversos políticos que los consideraron héroes de la democracia. Sin embargo, poco después fueron

abandonados por sus soldados, quienes se entregaron a sus superiores.

Más tarde, Fujimori renunció y asumió la jefatura del Estado el presidente del Congreso, el Dr. Valentín Paniagua. Al haber cambiado la situación política, Ollanta Humala se entregó a las autoridades. A pesar de sus posturas radicales, Ollanta Humala fue reintegrado al Ejército y premiado, siendo enviado a Francia y Corea como Agregado Militar recibiendo un abultado sueldo.

En el año 2001 asumió el gobierno del Perú el economista Alejandro Toledo. Desde sus inicios, su gobierno fue duramente criticado por Antauro Humala, que consideraba a Toledo “la cabeza de un gobierno corrupto y vendido a capitales extranjeros, sobre todo chilenos”. En diciembre de 2004, su hermano, el Comandante Ollanta Humala, quien era agregado militar del Perú en el extranjero, fue dado de baja intempestivamente, lo cual provocó las iras de Antauro Humala.

Así, en las primeras horas del 1º de Enero de 2005 Antauro Humala, junto con 150 ex soldados, tomó una comisaría en la ciudad de Andahuaylas, exigiendo la renuncia del presidente Toledo, que en ese momento tenía 90% de impopularidad.

El asalto a la comisaría le ganó a Humala las simpatías de la población local pero dejó como saldo cuatro policías y dos subversivos muertos. Según Antauro, se escogió como fecha para el asalto el 1º de enero porque Toledo estaría “tan borracho y drogado” que ellos tendrían 48 horas para actuar sin ninguna reacción del Estado. Luego de 3 días de confusión, Antauro Humala fue hecho prisionero y trasladado a Lima, donde continúa encarcelado.