PEQUEÑOS PRODIGIOS, SELECCIÓN Y PRÓLOGO POR AQUILES JULIÁN

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1 Aquiles Julián Selección y presentación Pequeños prodigios Historias para aprender a superar desafíos y alcanzar metas en tu vida. Libros de Regalo 9

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Un puñado de parábolas e historias de sabiduría para el crecimiento interior.

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Aquiles Julián Selección y presentación

Pequeños prodigios

Historias para aprender a superar desafíos y alcanzar

metas en tu vida.

Libros de Regalo 9

2

Pequeños prodigios

Aquiles Julián Selección y presentación

Edición digital a cargo de

Colección Libros de Regalo

9

Copyright ©2008, Aquiles Julián Todos los derechos reservados

[email protected] [email protected]

Primera edición Marzo 2008

Santo Domingo, República Dominicana

Este libro es cortesía de:

Cul de Sac Vista del Cerro No. 2, Edif. Robert Collier, Suite 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo Domingo, D.N., República Dominicana. Tels. 809-227-6099 y 809-565-3164

Email: ideacció[email protected]

Se autoriza la libre reproducción y distribución del presente libro, siempre y cuando se haga gratuitamente y sin modificación de su contenido y autor.

Si se solicita, se enviarán copias en formato PDF vía email. Para solicitarlo, enviar e-mail a [email protected]

IDEIDEIDEIDEACCION Desarrollo del Capital

Humano

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la Pág. 32

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Bendiciones disfrazadas: presentación 4 Comparte tu maíz 6 El loro que quería ser libre 7 El bambú japonés 8 Sólo quiero aire 8 El zorro inválido 9 El gato del gurú 10 Tarjeta de presentación 10 Un discípulo que se quejaba 10 Un monje rico y un monje pobre 11 Los dos loros 11 La lagartija y la araña 12 Meditación del águila 13 Buscando la verdad 13 ¿Qué es la iluminación? 14 El monasterio y el ajedrez 14 Las babuchas del comerciante 15 Una golondrina enamorada 18 El científico 18 El samurai y el ratón 19 El pichón de águila 19 En la orilla del Tigre 21 El camino de siempre 22 La opinión de los demás 22 Extraño o hermano 34 Empezar por uno mismo 24 El rey y la semilla 25 Dos califas justos 26 El campesino y Dios 27 El viejo samurai 28 El hombre que prestó dinero 29 Un hombre, su caballo y su perro 29 Dos monjes y una mujer 31 Datos sobre el compilador 33

Contenido

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¿Has experimentado desafíos? ¿Problemas? ¿Dificultades? Tienen dos beneficios: primero: te sacan de tu zona de confort, te obligan a sacudirte, sacar de abajo, estirarte. Segundo: despiertan capacidades, talentos e iniciativas que no se te hubiesen ocurrido o se hubiesen activados, si el desafío no te hubiese amenazado.

Experimentar dificultades no es agradable, pero si no las viviéramos, ¿nos sacudiríamos y exigiríamos? Lo cierto es que hay una poderosa tendencia a la autocomplacencia, a la pasividad, a la rutina, a acomodarnos.

Revisa tu vida: ¿es una vida de retos y de perseguir metas? ¿O prefieres resignarte y autolimitarte? Y las personas a tu alrededor, ¿qué tipo de vida ves que escogen?

Es increíble la vocación de quejarnos, justificarnos y excusarnos que prevalece en los dominicanos. Y, de seguro, porque tenemos amigos y participantes de esta comunidad de lectores en Argentina, Puerto Rico, Chile, Colombia, Venezuela, México, Perú, Ecuador, Uruguay, Nicaragua, Panamá, Estados Unidos, Italia y España (¡ya somos más de 40,000 en la red de lectores!), en cada país se vive la misma experiencia en mayor o menor grado.

Es más fácil quejarse porque deseamos una vida utópica sin conflictos, sin problemas, sin precariedades, sin desafíos.

Sin embargo, son los conflictos, problemas, precariedades y desafíos los que nos hacen crecer y nos transforman.

Los problemas, dicen, son oportunidades en ropa de trabajo. En cada historia de éxito, en cada logro, hubo un desafío, un problema, un reto, una dificultad como origen. El aportó el combustible, la motivación, la energía que impulsó la conducta de solución. En ese sentido, con el tiempo, vimos que fue una bendición disfrazada.

Bendiciones disfrazadas

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Cada problema, conflicto, dificultad nos exige actuar. Y, muchas veces, esa acción es algo que nos sentimos renuentes a hacer. El problema no es el problema, el problema es nuestra actitud, nuestra negativa a romper con un hábito, a realizar una acción que no nos gusta, a cambiar de patrón de conducta.

El problema, entonces, no es la circunstancia, no es externo. El problema siempre es interno. La circunstancia externa no es más que un reflejo de una falla de carácter, de información, de conducta que lo genera y externaliza.

Y la historia de Moisés y los israelitas frente al mar Rojo es un fiel ejemplo: desafiados a cruzar el mar Rojo, en su salida de Egipto hacia la tierra prometida, los israelitas se quejaron de Moisés y de Jehová, gritando que preferían la esclavitud en Egipto y el yugo del faraón. Renunciaban a la bendición de la libertad y a la tierra “donde fluye leche y miel”, por la seguridad de la cadena y el látigo del mayoral. Preferían la mediocridad al riesgo.

Mientras la polvadera de los carros del Faraón anunciaba su furia en el horizonte y sus horrendas intenciones, Dios sólo les pedía confiar en El y echar a andar en medio del mar, pero ellos lo rechazaban. Ese es el tipo de reto que vemos: personas que se regodean en sus problemas, que gimen su desesperación, que recitan sus males, se autorebajan, declaman su dolor, lloran sus lastimaduras, pero no mueven un dedo para cambiar su situación y que, si les sugieres un curso de acción que les puede sacar del estado lastimoso en que están postrados, recurren a todos los “peros” posibles.

Cada problema es tu mar Rojo. Al otro lado Dios te tiene tu recompensa, tu tierra prometida. El sólo te pide que confíes en El y pongas tu pie en el mar Rojo, que pases a la acción positiva, que El abrirá para ti el mar y te facilitará alcanzar lo que te propongas.

Diariamente, frente a los distintos mares Rojos a los que te enfrentas, Dios te promete que no te abandonará, que te socorrerá, que hará maravillas por ti si sólo tienes un poco de fe y tomas acción.

Así que empieza a caminar, sin dudar en que Dios es justo, fiel y misericordioso y si te trajo hasta aquí es porque tiene bendiciones para ti.

Aquiles JuliánAquiles JuliánAquiles JuliánAquiles Julián

Marzo, 2008 ©

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COMPARTE TU MAIZ En cierta ocasión, un reportero le preguntó a un agricultor si podía divulgar el secreto de su maíz, que ganaba el concurso al mejor producto, año tras año. El agricultor confesó que se debía a que compartía su semilla con los vecinos. “¿Por qué comparte su mejor semilla de maíz con sus vecinos, si usted también entra al mismo concurso año tras año?” Preguntó el reportero. “Verá usted, señor,” - dijo el agricultor - “el viento lleva el polen del maíz maduro, de un sembradío a otro. Si mis vecinos cultivaran un maíz de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la calidad del mío. Si voy a sembrar buen maíz debo ayudar a que mi vecino también lo haga”.

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1. EL LORO QUE QUERIA SER LIBRE

Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira. Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente: -¡Libertad, libertad, libertad! No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: -¡Libertad, libertad, libertad! Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: -¡Libertad, libertad, libertad! Al invitado se le partía el corazón. ¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula ya abrió la puertecilla de la misma.

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Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando: -¡Libertad, libertad, libertad!

2. EL BAMBU JAPONES

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo convierte en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable; en realidad no pasa nada durante los siguientes siete años, a tal punto que un cultivador inexperto pensaría que las semillas eran infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año en un período de tan solo seis semanas la planta de bambú crece hasta treinta metros.

¿Tardó solo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante esos siete años de aparente inactividad el bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

3. SOLO QUIERO AIRE

Un joven fue a ver a un sabio maestro y le preguntó:

-Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?

El sabio no contestó. El joven después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado se marchó y volvió al día siguiente con la misma demanda. No obtuvo ninguna respuesta y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta:

-¿Qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?

El sabio le dijo:

-Ven conmigo.

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Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua y pese a los esfuerzos del joven por desasirse de él, allí lo mantuvo. Al fin lo dejó salir y el joven respiró recuperando su aliento. Entonces preguntó el sabio:

-Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?

Sin vacilar contestó el joven:

-Aire, quería aire.

-¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?

–No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire -fue su inmediata respuesta.

-Entonces -contestó el sabio-, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la misma intensidad que querías el aire, debes luchar por ello y excluir todo lo demás. Debe ser tu única aspiración día y noche. Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que quieres.

4. EL ZORRO INVÁLIDO

Una vez un hombre vio a un zorro inválido y se preguntó cómo haría para estar tan bien alimentado. Decidió pues, seguirlo y descubrió que se había instalado en un lugar donde solía ir un gran león a devorar a sus presas. Cuando el león terminaba de comer, se alejaba y entonces el zorro iba y se alimentaba a placer.

El hombre se dijo:

-Yo también quiero que el destino me ofrezca de igual manera.

Y se marchó a un pueblo y se sentó en una calle cualquiera a esperar. Pasó el tiempo y no sucedió nada, excepto que cada vez estaba más hambriento y débil. Entonces, en su debido momento, escuchó una voz interior que le dijo:

-¿Porqué quieres ser como un zorro que busca la manera de beneficiarse de otros?, ¿por qué no ser como un león para que otros se beneficien de ti?

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5. EL GATO DEL GURÚ

Cuando cada tarde se sentaba el gurú para las prácticas del culto, siempre andaba por ahí el gato del ashram distrayendo a los fieles. De manera que ordenó que ataran al gato durante el culto de la tarde.

Mucho tiempo después de haber muerto el gurú, seguían atando al gato durante el referido culto. Y cuando el gato murió, llevaron otro gato para atarlo durante el culto vespertino.

Siglos más tarde, los discípulos del gurú escribieron doctos tratados acerca del importante papel que desempeña el gato en la realización de un culto como es debido.

6. TARJETA DE PRESENTACION

Keichu, el gran maestro Zen de Meiji, era director de la catedral Tofuku en Kyoto. Un día el gobernador de Kyoto llegó por primera vez a visitarlo. Su asistente le llevó la tarjeta del gobernador que decía, “Kitagaki, Gobernador de Kyoto”.

-No tengo ningún asunto con este señor -le dijo Keichu a su asistente-. Dígale que se vaya de aquí.

El asistente regresó la tarjeta al gobernador con sus disculpas.

-Fue mi error, -dijo el gobernador, y con un lápiz tachó las palabras Gobernador de Kyoto-. Solicítale a tu maestro de nuevo mi presencia -le dijo-.

-¿Ah es Kitagaki? -exclamo el maestro cuando vio la tarjeta-, quiero verlo de inmediato

7. UN DISCIPULO QUE SE QUEJABA

A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás le dijo el Maestro: -Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra.

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8.UN MONJE RICO Y UN MONJE POBRE

En las montañas O Mei Shan existían muchos monasterios. Los monjes de los grandes monasterios eran muy ricos, mientras que los de los monasterios más pequeños eran muy pobres. Cierto día, un monje de un pequeño monasterio fue de visita a un gran monasterio con la intención de despedirse, pues partía en peregrinación a Putu, una isla del mar del Este. Para llegar allí es necesario escalar altos montes y atravesar numerosos ríos, a través de muchos kilómetros. Este arduo viaje duraba muchos meses, o incluso años. Cuando el monje pobre puso al corriente de su intención al monje rico, éste quedó asombrado: -¿Y qué llevas para tu viaje? -Un jarro y una escudilla proveerán todas mis necesidades. Recogeré el agua con mi jarro y cuando sienta hambre, pediré alimentos de limosna con mi escudilla. -Yo también deseo hacer esa peregrinación; hace varios años que estoy preparándome, pero nunca he podido ponerme en camino, pues siempre me falta algo. Me temo que te tomas las cosas muy a la ligera. ¡Este viaje no es tan fácil como tú crees! Dos años más tarde, el monje pobre regresaba de su peregrinación, y fue a saludar al monje rico y le contó como había sido su peregrinación a Putu. A pesar de su desconcierto, el monje rico confeso: -En cuanto a mí, aún no he terminado mis preparativos para el viaje.

9. LOS DOS LOROS

Un hombre, que pasaba por delante de una tienda, vio que vendían dos loros, encerrados en la misma jaula. Uno era muy bonito y cantaba maravillosamente, mientras que el otro estaba en un estado lastimoso y permanecía mudo. El primero valía cincuenta monedas y el segundo tres mil.

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El hombre, asombrado por la diferencia de precio, le dijo al comerciante: -¡Deme el loro de cincuenta monedas! -Imposible, no puedo vender los dos pájaros por separado -dijo el vendedor. -¿Pero, por qué? ¿Cómo explica usted una diferencia de precio semejante? Pues el más feo cuesta infinitamente más que el más bonito y, además, no canta. -¡ No se equivoque usted, señor¡ El loro que encuentra usted feo es el compositor.

10. LA LAGARTIJA Y LA ARAÑA

Una lagartija y una araña se encontraron. La lagartija dijo: -¿Qué comes? -Moscas -dijo la araña. -Yo también -dijo la lagartija-, parecemos que somos compañeras adecuadas. Y comenzaron a vivir juntas. Una noche estaban cazando moscas, cuando se aproximó un gato. En el instante antes de abalanzarse sobre ella, la lagartija exclamó: -¡Un gato me va a atrapar, ¿qué hago? -Teje una tela y escapa hacia este agujerito en el cual estoy. Mientras la lagartija trataba de entender, el gato la atrapó.

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11. MEDITACION DEL AGUILA

El águila es el ave con mayor longevidad entre esas especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40 debe tomar una seria y difícil decisión. A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo se curva apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas. Volar se le hace ya tan difícil. Entonces el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durara 150 días. Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzara a arrancar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.

12. BUSCANDO LA VERDAD A un visitante que a sí mismo se definía como buscador de la verdad le dijo el Maestro:

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- Si lo que buscas es la Verdad, hay algo que es preciso que tengas presente por encima de todo. - Ya lo sé, una irresistible pasión por ella. - No, una incesante disposición a reconocer que puedes estar equivocado

13. ¿QUÉ ES ILUMINACION? Un discípulo se reunió con su maestro espiritual para investigar algunos aspectos de la liberación interior y de aquellos seres que logran alcanzarla. Estuvieron comentando durante horas hasta que finalmente, el discípulo le preguntó al tutor: -¿Cómo es posible que una persona iluminada pueda permanecer serena a pesar de las terribles desgracias que padece la humanidad? El mentor tomó las manos del discípulo entre las suyas y le dijo: -Imagínate que tú estás durmiendo. Y además estás soñando que vas en un barco muy grande con otros muchos pasajeros. De pronto, el barco encalla y comienza a hundirse. En ese preciso momento, totalmente angustiado, te despiertas. Y una vez despierto, la pregunta que yo te hago es: ¿Acaso te vas a dormir de nuevo rápidamente para avisar a los personajes de tu sueño?

14. EL MONASTERIO Y EL AJEDREZ El joven dijo al abad del monasterio: -Me gustaría mucho ser un monje, pero no he aprendido nada importante en la vida. Lo único que me enseñó mi padre fue a jugar al ajedrez, que no sirve para la iluminación. Además, aprendí que cualquier juego es un pecado. -Puede ser un pecado, pero también puede ser una diversión, y quien sabe si este monasterio no está necesitando un poco de ambos - fue la respuesta. El abad pidió el tablero de ajedrez, llamó a un monje y le ordenó jugar con el muchacho. Pero antes de comenzar la partida dijo:

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-Aun cuando necesitemos diversión, no podemos permitir que todo el mundo se pase jugando al ajedrez. Entonces, solamente conservaremos aquí al mejor de los dos jugadores; si nuestro monje pierde, saldrá del monasterio y dejará la plaza para ti. El abad hablaba en serio. El joven comprendió que jugaría por su vida y le vino un sudor frío; el tablero se convirtió en el centro del mundo. El monje comenzó a perder. El muchacho atacó, pero entonces vio la mirada de santidad del otro, y a partir de ese momento comenzó a jugar mal a propósito. Al fin y al cabo prefería perder porque el monje podía ser útil al mundo. De repente, el abad tiró el tablero al suelo. -Tú aprendiste mucho más de lo que te enseñaron –dijo-. Te has concentrado lo suficiente para vencer, fuiste capaz de luchar por lo que deseabas. Después, tuviste compasión y disposición para sacrificarte en nombre de una noble causa. Sé bienvenido al monasterio, porque sabes equilibrar la disciplina con la misericordia.

15. LAS BABUCHAS DEL COMERCIANTE

Érase una vez un comerciante que compró un par de zapatos. Los llevó hasta que estuvieron gastados del todo y entonces como eran cómodos hizo que los remendaran y los siguió llevando hasta que incluso los remiendos se convirtieron en tiras. Luego puso remiendos sobre los remiendos y aunque algunos aplaudieron su economía y ahorro, los zapatos eran pesados y desagradables a la vista y arrastraban gran cantidad de polvo por la calle.

Cuando la gente protestaba el comerciante siempre respondía:

-Si no hubiera polvo en las calles, los zapatos no lo levantarían, así que dirigíos a la municipalidad y protestad allí.

Los zapatos hacían mucho ruido cuando el comerciante avanzaba pesadamente por la calle, pero la mayoría de la gente se había acostumbrado y los que no, acabaron por acostumbrarse.

Así que, con suficiente gente dispuesta a aplaudir su cautela con su dinero y otra mucha gente dispuesta a acostumbrarse a su fastidiosa valía, lo que lo restantes pensasen carecía de importancia. Se entendió que los zapatos del comerciante deberían de ser como eran. Esto era tan aceptado por todos, empezando por el propio comerciante, que algo insólito debería de

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pasar para que la gente comenzase a pensar de modo diferente respecto del asunto.

Y con toda seguridad un día comenzó a ocurrir.

El comerciante había comprado una partida de cristalería de gran valor y a muy buen precio y esperaba revenderla y obtener un gran beneficio. Para celebrarlo, decidió acudir a los baños turcos y disfrutar de un espléndido remojón y un baño de vapor. Mientras estaba en el baño comenzó a cavilar si no debería de comprar un nuevo par de zapatos con los beneficios de la cristalería; pero se quitó la idea de la mente diciéndose a sí mismo que aún servirán por un tiempo.

Pero la idea permaneció en su mente y parece que de alguna forma afectó su pensamiento, a los zapatos e incluso a la cristalería y a otras muchas cosas. Lo primero que ocurrió fue que al abandonar la casa de baños, puso automáticamente sus pies en un par de babuchas de mucho valor y echó a andar con ellas. Había salido por la puerta equivocada y las babuchas que allí encontró, en la posición correspondiente a su propio calzado horroroso, pertenecían al juez principal de la ciudad.

Cuando el juez salió de los baños, echó en falta sus babuchas y sólo pudo encontrar los horribles zapatos del comerciante, los cuales se vio obligado a calzar hasta su casa. Por supuesto como todos los demás identificó los monstruosos zapatos.

Al momento el juez hizo comparecer al comerciante ante su juzgado y se le impuso una fuerte multa por robo.

Indignado el comerciante se dispuso a tirar sus zapatos por la ventana de su casa que daban a un río. Pensó que así se libraría de aquellos instrumentos de pérdida y escaparía a su influencia. Pero el poder de los zapatos todavía no se había extinguido.

Poco después un pescador extrajo los zapatos con sus redes. Tan fuertes eran los clavos con los que habían sido claveteados en el curso de tantos remiendos, que desgarraron las redes del pescador.

Furioso con el comerciante, pues como todos los demás reconocía la procedencia de los zapatos, el pescador se dirigió a la casa del propietario de los zapatos y los arrojó a través de la ventana. Cayeron sobre la valiosa cristalería del comerciante y la destrozó por completo.

Al ver esto el comerciante casi explotó de rabia. Se dirigió al jardín y cavó un agujero para enterrarlos.

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Pero los vecinos poco acostumbrados a verle trabajar, informaron al gobernador de que el comerciante parecía estar buscando un tesoro que después de todo pertenecía por ley al Estado. El gobernador convencido de obtener sustanciosas ganancias en aquel asunto se endeudó comprando a crédito unas maravillosas piezas de porcelana que siempre había deseado. Llamó luego al comerciante y le pidió que entregase todo el oro enterrado.

El comerciante explicó que tan solo intentaba desembarazarse de sus malditos zapatos; el gobernador ordenó que se excavase completamente el jardín y luego impuso una fuerte multa al comerciante que cubría sus molestias, su porcelana y el coste de la excavación, además de una tasa por hacer que los funcionarios malgastasen su tiempo.

El comerciante llevó entonces sus zapatos lejos de la ciudad y los arrojó a un canal. Al poco tiempo, arrastrados por el agua hacia las acequias de riego, bloquearon un conducto y privaron de agua al jardín del Rey. Todas las flores murieron. El comerciante fue llamados tan pronto como los jardineros encontraron e identificaron los zapatos y de nuevo fue penalizado con una fuerte multa.

El comerciante desesperado, cortó las zapatillas por la mitad y enterró un trozo en cada uno de los cuatro vertederos que rodeaban la ciudad. Y así fue como cuatro perros, escarbando entre las basuras, cada uno encontró medio zapato, y cada de uno de ellos lo llevó de vuelta a la casa del comerciante, ladrando y gruñendo para que se le recompensase, hasta el punto que la gente no podía ni dormir, ni ir tranquila por la calle debido a la agresividad y pegajosa presencia de los perros. Cuando el comerciante consiguió acallarlos, se dirigió a la corte judicial. Honorable juez, dijo:

-Deseo renunciar formalmente a estos zapatos pero ellos no me abandonan. Por lo tanto, por favor redacte un papel, un documento legal, que atestigüe que cualquier cosa hecha por, con, o mediante estos zapatos, de aquí en adelante no tendrán relación conmigo.

El juez reflexionó acerca del asunto y finalmente se pronunció:

-No puedo encontrar en mis libros ningún precedente para la suposición de que los zapatos sean personas, en ningún sentido de la palabra, capaces de que se le permita hacer o prohibir algo, no puedo acceder a su petición.

De modo sorprendente, tan pronto como el comerciante se compró un nuevo par de zapatos, pues había permanecido descalzo, ninguna otra adversidad le volvió a ocurrir.

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16. UNA GOLONDRINA ENAMORADA

En el palacio de Salomón una golondrina macho acechaba de cerca a una golondrina hembra que la rechazaba de forma vigorosa. El macho gritó: -Pero, ¿cómo puedes rechazarme a mí? ¿No sabes que si quisiese podría echar abajo la cúpula más alta de este templo? ¿Echarla encima del mismísimo Salomón? Salomón, que comprendía el lenguaje de los pájaros, llamó a la golondrina macho y le preguntó con severidad: -¿Cómo has podido decir una estupidez semejante? ¿Por qué? ¿Qué te ha empujado a hacerla? -No hay que tomarse en serio las palabras de un pájaro enamorado - dijo el pájaro. -Tienes razón -dijo Salomón. Y dejó que el macho se fuese volando

17. EL CIENTIFICO

Érase una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción. Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo. El Ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz. Pero no por mucho tiempo, porque como era un experto en la naturaleza humana se le ocurrió una ingeniosa estratagema. Regresó de nuevo y dijo: -Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo, sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto. El científico pegó un salto y gritó:

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-¡Imposible! ¿Dónde está el defecto? -Justamente aquí -respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo.

18. EL SAMURAI Y EL RATON

Un samurai tenía problemas a causa de un ratón que había decidido compartir su habitación. Alguien le dijo:

-Necesitas un gato.

Buscó uno en el vecindario y lo encontró. Era un gato impresionante, hermoso y fuerte. Pero el ratón era más listo que el gato y se burlaba de su fuerza.

El samurai adoptó un segundo gato, muy astuto. Desconfiado, el ratón sólo aparecía cuando aquel se dormía. Entonces le trajeron al samurai el gato de un templo zen. Tenía aspecto distraído, era mediocre y parecía siempre soñoliento.

El samurai pensó:

-No será éste el que me librará del ratón.

Sin embargo, el gato, siempre soñoliento e indiferente, pronto dejó de inspirar precauciones al ratón, que pasaba junto a él sin apenas hacerle caso. Un día, súbitamente, de un zarpazo, lo atrapó.

19. EL PICHON DE AGUILA

Había una vez un campesino que fue al bosque vecino a atrapar un pájaro para tenerlo cautivo en su casa. Consiguió cazar un pichón de águila. Lo colocó en el gallinero, junto con las gallinas. Comía mijo y la ración propia de las gallinas, aunque el águila fuera el rey o la reina de todos los pájaros.

Después de cinco años, este hombre recibió en su casa la visita de un naturalista. Mientras paseaban por el jardín, dijo el naturalista:

-Este pájaro que está allí no es una gallina. Es un águila.

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-De hecho -dijo el campesino- es águila, pero yo lo crié como gallina. Ya no es un águila. Se transformó en gallina como las otras, a pesar de tener las alas de casi tres metros de extensión.

-No –dijo el naturalista - ella es y será siempre un águila pues tiene un corazón de águila. Este corazón la hará un día volar a las alturas.

-No, no –insistió el campesino-. Ella se convirtió en gallina y jamás volará como águila.

Entonces, decidieron hacer una prueba. El naturalista tomó el águila, la levantó bien en alto y, desafiándola, le dijo:

-Ya que usted es de hecho un águila, ya que usted pertenece al cielo y no a la tierra, entonces, ¡abra sus alas y vuele!

El águila se posó sobre el brazo extendido del naturalista. Miraba distraídamente alrededor, vio a las gallinas allá abajo, picoteando granos y saltó junto a ellas.

El campesino comentó: Yo le dije, ¡ella se convirtió en una simple gallina!

-No –insistió el naturalista-. Ella es un águila. Y un águila será siempre un águila, experimentaremos nuevamente mañana.

Al día siguiente, el naturalista subió con el águila al techo de la casa. Le susurró: Águila, ya que usted es un águila, ¡abra sus alas y vuele!

Pero, cuando el águila vio allá abajo a las gallinas, picoteando el suelo, saltó y fue junto a ellas. El campesino sonrió y volvió a la carga:

-Yo le había dicho, ¡ella se convirtió en gallina!

-No –respondió firmemente el naturalista. Ella es águila, poseerá siempre un corazón de águila. Vamos a experimentar todavía una última vez, mañana la haré volar.

Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron bien temprano. Tomaron el águila y la llevaron fuera de la ciudad, lejos de las casas de los hombres, en lo alto de una montaña. El sol naciente doraba los picos de las montañas. El naturalista levantó el águila al cielo y le ordenó:

-Águila, ya que usted es un águila, ya que usted pertenece al cielo y no a la tierra, ¡abra sus alas y vuele!

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El águila miró alrededor. Temblaba como si experimentase una nueva vida. Pero no voló. Entonces, el naturalista la tomó firmemente, en dirección del sol, para que sus ojos pudiesen llenarse de la claridad solar y de la vastedad del horizonte. En ese momento, ella abrió sus potentes alas, graznó con el típico kau, kau de las águilas y se levantó, soberana, sobre sí misma.

Y comenzó a volar, a volar hacia lo alto, a volar cada vez más alto. Voló... Voló hasta confundirse con el azul del firmamento

20. EN LA ORILLA DEL TIGRI

Maaruf Kharki, el sufí, se paseaba por la orilla del Tigris, en Bagdad, acompañado de un gran número de discípulos. Un grupo de jóvenes se divertía de manera indecente en el río, gritaban, cantaban, bailaban, bebían y su exuberancia ofendía a los discípulos, quienes requirieron a Maaruf Kharki:

-¡Maestro, si le place, ruegue a Dios que ahogue estas condenadas almas en las profundidades del Tigris!

El sufí, levantó las manos al cielo y pidió: ¡Oh, Señor, en este mundo les has dado alegría y felicidad, concédeles felicidad y alegría en el otro también!

Extraña oración a los ojos de los discípulos que se ofendieron aún más. Presionaron a Maaruf Kharki para que les diera una explicación por semejante súplica.

-No comprenden nada -dijo-, pero Él está de acuerdo.

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21. EL CAMINO DE SIEMPRE

Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Como era un animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas. Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, jefe de un rebaño, que viendo el espacio ya abierto hizo a sus compañeros seguir por allí. Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha y a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa. Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro. Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, finalmente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible. Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si esa es la mejor elección.

22. LA OPINION DE LOS DEMAS

Un viejo y un joven viajaban con un asno. Al llegar a la aldea caminando junto al animal, los niños de la escuela rieron al verlos pasar diciendo:

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-Mira esos tontos, tienen un asno robusto y van caminando, por lo menos el viejo podría montarse en él. Al escuchar a los niños, los hombres pensaron que deberían de seguir el consejo, pues pronto llegarían a otra población y la gente se volvería a reír de ellos. Así pues, el viejo se montó en el burro y el joven caminó detrás. Entonces encontraron un grupo de gente que los miro y dijo: -¡Miren! El hombre viejo montado en el burro y el pobre muchacho caminando. Así que cambiaron puestos, el hombre viejo camino y el joven montó en el burro. Entonces otro grupo de gente se acercó y dijo: -¡Mira que muchacho más arrogante! Quizás el viejo es su padre o su maestro, y va caminando mientras el joven va montado en el burro. Esto es contrario a toda norma. Ahora, ¿qué podían hacer? Ambos decidieron probar la única posibilidad restante: sentarse los dos en el burro. Así que montaron ambos en él. Entonces otro grupo se acercó y dijo: -¡Miren qué gente tan violenta! El pobre burro está casi muerto, mejor sería que lo cargaran ellos en sus hombros. Así que otra vez lo discutieron y decidieron llevar al burro en hombros, pues de otra manera la gente de la aldea vecina los llamaría tontos. Por lo tanto, cortaron un bambú, colgaron al burro de las patas y lo cargaron. El pobre animal trato de rebelarse -como cualquier burro lo haría- y trato de escapar, pues no era un fanático de la sociedad, no creía en la opinión de los otros. Pero los dos hombres estaban empeñados y lo forzaron, así que el burro se doblegó. Precisamente cruzaron el puente para llegar a la aldea cuando una multitud se reunió en derredor suyo y exclamó: -¡Miren a esos tontos! Jamás existieron idiotas semejantes, en vez de montar el burro lo llevan a cuestas. ¿Se habrán vuelto locos? El burro mientras tanto se puso inquieto, tan inquieto que saltó y se cayó desde el puente al rió, matándose enseguida. Ambos bajaron al rió y junto al

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animal muerto el hombre viejo habló al muchacho, pues ésta no es una historia ordinaria, el viejo era un maestro Sufí, y el joven su discípulo El viejo dijo: -Mira, así como el burro, tú estarás muerto si escuchas demasiado la opinión de los demás. No te preocupes de los demás, pues ellos son muchos y tienen su propia mente, por lo que dirán siempre cosas diferentes. Si continúas escuchando a otros y no escuchas tu propio centro intimo, serás llevado de un lado para otro. Escucha tu voz interior, siéntela y muévete de acuerdo a ella.

23. EXTRANO O HERMANO

Un maestro le preguntó a sus discípulos: -¿Cómo sabemos que la noche ha llegado a su fin y el día amanece? -Porque podemos distinguir una oveja de un perro -dijo uno de los discípulos. -No, no es la respuesta -dijo el maestro. -Porque -dijo otro discípulo- podemos distinguir una higuera de un olivo. -No, tampoco es la respuesta -dijo el maestro. -Entonces, ¿cómo lo sabemos? -Cuando miramos un rostro desconocido, un extraño, y vemos que es nuestro hermano, en ese momento ha amanecido

24. EMPEZAR POR UNO MISMO

Había una vez un hombre que tuvo un sueño, en el cual Dios le encomendaba una importante misión: -Debes cambiar el mundo, para convertirlo en un mundo mejor.

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Al día siguiente cuando el hombre despertó, se dijo: -Y ahora por donde empiezo entre todos los países del mundo? Pues empiezo con mi país. ¿Y de todas las ciudades…? Pues empiezo con la mía. ¿Y entre todos los barrios?, empezaré con el mío. ¿Y entre todas las viviendas?, pues por mi casa. ¿Y entre todos los miembros de mi familia?, pues empezaré conmigo mismo.

25. EL REY Y LA SEMILLA

En un pueblo lejano, el rey convocó a todos los jóvenes a una audiencia privada con él, en dónde les daría un importante mensaje. Muchos jóvenes asistieron y el rey les dijo: -Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de seis meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino. Así se hizo, pero había un joven que plantó su semilla y ésta no germinaba; mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas. Pasaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. El joven estaba demasiado triste pues su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al palacio, pero su madre insistía en que debía ir pues era un participante y debía estar allí. Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló el último hacia el palacio, con su maceta vacía. Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo soltaron en risa y burla; en ese momento el alboroto fue interrumpido por el ingreso del Rey y todos hicieron sus reverencias mientras el rey se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas. Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que llevó su maceta vacía; atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción. El rey dijo entonces: -Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y

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mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece

26. DOS CALIFAS JUSTOS

Hubo una vez un califa en Bagdad que deseaba sobre todas las cosas ser un soberano justo. Indagó entre los cortesanos y sus súbditos y todos aseguraron que no existía califa más justo que él. -¿Se expresarán así por temor? -se preguntó el califa. Entonces se dedicó a recorrer las ciudades, disfrazado de pastor y jamás escuchó la menor murmuración contra él. Y sucedió que también el califa de Ranchipur sentía los mismos temores y realizó las mismas averiguaciones, sin encontrar a nadie que criticase su justicia. -Puede que me alaben por temor -se dijo-. Tendré que indagar lejos de mi reino. Quiso el destino que los lujosos carruajes de ambos califas fueran a encontrarse en un estrecho camino. -¡Paso al califa de Bagdad! -pidió el visir de éste. -¡Paso al califa de Ranchipur! -exigió el del segundo. Como ninguno quisiera ceder, los visires de los dos soberanos trataron de encontrar una fórmula para salir del paso. -Demos preferencia al de más edad -acordaron. Pero los califas tenían los mismos años, igual amplitud de posesiones e idénticos ejércitos. Para zanjar la cuestión, el visir del califa de Bagdad preguntó al otro: -¿Cómo es de justo tu amo? -Con los buenos es bondadoso -replicó el visir de Ranchipur-, justo con los que aman la justicia e inflexible con los duros de corazón. -Pues mi amo es suave con los inflexibles, bondadoso con los malos, con los injustos es justo, y con los buenos aún más bondadoso -replicó el otro visir.

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Oyendo esto el califa de Ranchipur, ordenó a su cochero apartarse humildemente, porque el de Bagdad era más digno de cruzar el primero, especialmente por la lección que le había dado de lo que era la verdadera justicia.

27. EL CAMPESINO Y DIOS

Un día un viejo campesino le pidió a Dios: - Mira, tú eres Dios y has creado el mundo, pero hay una cosa que tengo que decirte, no eres un campesino, no conoces ni siquiera el abc de la agricultura. Tienes algo que aprender. Dios dijo: -¿Cuál es tu consejo? El granjero dijo: -Dame un año y déjame que las cosas se hagan como yo quiero y veamos que pasa. La pobreza no existirá más. Dios aceptó y le concedió al campesino un año. Naturalmente pidió lo mejor y sólo lo mejor: ni tormentas, ni vientos, ni peligros para el grano. Todo era confortable y cómodo y él era muy feliz. El trigo crecía altísimo. Cuando quería sol, había sol; cuando quería lluvia, había tanta lluvia como hiciera falta. Ese año todo fue perfecto, matemáticamente perfecto. El trigo crecía tan alto que el granjero fue a ver a Dios y le dijo: -¡Mira! Esta vez tendremos tanto grano que si la gente no trabaja en diez años, aún así tendremos comida suficiente. Pero cuando se recogieron los granos estaban vacíos. El granjero se sorprendió. Le preguntó a Dios: -¿Qué pasó, qué error hubo? Dios dijo: -Como no hubo desafío, no hubo conflicto, ni fricción. Como tu evitaste

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todo lo que era malo, el trigo se volvió impotente. Un poco de lucha es imprescindible. Las tormentas, los truenos, los relámpagos son necesarios, porque sacuden el alma dentro del trigo. La noche es tan necesaria como el día y los días de tristeza son tan esenciales como los días de felicidad. Entendiendo este secreto descubrirás cuan grande es la belleza de la vida, cuanta riqueza llueve sobre ti en todo momento, dejando de sentirte miserable porque las cosas no van de acuerdo con tus deseos.

28. EL VIEJO SAMURAI

Había una vez en el antiguo Japón, un viejo samurai , ya retirado que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate.

Sabiendo de la fama del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible. El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró.

Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.

-Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó el samurai.

-A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.

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-Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

29. EL HOMBRE QUE PRESTO DINERO

Un día un hombre le prestó dinero a un viejo amigo. Unos meses más tarde, sintió que necesitaba su dinero y se fue a casa de su amigo, que vivía en una ciudad próxima, para pedirle que le devolviese el préstamo. La esposa del amigo le dijo que su marido había ido a visitar a alguien al otro lado de la ciudad. Le dio al visitante unas indicaciones y éste se fue a buscar al deudor. De camino, pasó al lado de una procesión fúnebre. Como no tenía ninguna prisa, decidió unirse a la procesión y ofrecer una oración por el alma del muerto. El cementerio de la ciudad era muy viejo. Al tiempo que se excavaba una tumba, se exhumaban algunas de las antiguas. Al lado de la tumba que se acababa de abrir, el hombre vio una calavera recién desenterrada. Entre los dos dientes delanteros de la calavera había una lenteja. Sin pensar en lo que hacía, el hombre cogió la lenteja y se la metió en la boca. Justo entonces, un hombre sin edad definida y con barba blanca se le acercó y le preguntó: -¿Sabes porqué estás aquí hoy? -Pues claro, estoy en esta ciudad para ver a un amigo mío. -No. Estabas aquí para comerte esa lenteja. Ves, esa lenteja estaba destinada para ti, no para el hombre que murió hace algún tiempo y que no pudo tragársela. Estaba destinada para ti y a ti ha llegado. Así ocurre con todo. Dios provee tu sustento. No dudes que lo que está destinado para ti, te llegará sea lo que sea.

30. UN HOMBRE, SU CABALLO Y SU PERRO

Un hombre, su caballo y su perro andaban por una calle. Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta de que los tres habían muerto en un

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accidente. Hay veces que lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de su nueva condición. La caminata era muy larga, cuesta arriba, el sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que desde una garita cuidaba de la entrada. -Buen día -dijo el caminante-. -Buen día -respondió el hombre-. -¿Qué lugar es este, tan lindo? -preguntó el caminante-. -Esto es el cielo -fue la respuesta-. -¡Qué bien que hemos llegado al cielo!, tenemos con mucha sed –dijo el caminante-. -Usted puede entrar a beber agua a voluntad -dijo el guardián, indicándole la fuente-. -Mi caballo y mi perro también tienen sed. -Lo lamento mucho -le dijo el guarda-. Aquí no se permite la entrada de animales. El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Mas él no bebería, dejando a sus amigos con sed. De esta manera, prosiguió su camino. Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio, cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semiabierto. El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero, parecía que dormía. -Buen día -dijo el caminante-. -Buen día -respondió el hombre-. -Estamos con mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.

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- Hay una fuente en aquellas piedras -dijo el hombre indicando el lugar-. Pueden beber a voluntad. El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed. -Muchas gracias -dijo el caminante al salir-. -Vuelvan cuando quieran -respondió el hombre-. -A propósito -dijo el caminante-, ¿cuál es el nombre de este lugar? -Cielo -respondió el hombre-. -¿Cielo? ¡Pero si el guardián del portón de mármol me dijo que allí era el cielo! -Aquello no es el cielo, aquello es el infierno. -Entonces -dijo el caminante-, esa información falsa debe causar grandes confusiones. -De ninguna manera -respondió el hombre-. En verdad ellos nos hacen un gran favor, porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

31. DOS MONJES Y UNA MUJER

Dos monjes iban cruzando un río. Se encontraron con una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar pero tenía miedo, así que un monje la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la otra orilla. El otro monje estaba furioso. No dijo nada pero hervía por dentro, esto estaba prohibido. Un monje no debía tocar una mujer y este monje no sólo la había tocado sino que la había llevado sobre sus hombros. Recorrieron varias leguas. Cuando llegaron al monasterio, mientras entraban, el monje que estaba enfadado se volvió hacia el otro y le dijo: -Tendré que decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de esto. Está prohibido.

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-¿De qué estás hablando, qué está prohibido? -le dijo el otro-. -¿Te has olvidado?, llevaste a esta hermosa mujer sobre tus hombros -dijo el que estaba enojado-. El otro monje se rió y luego dijo: -Sí, yo la llevé. Pero la dejé en el río, muchas leguas atrás. Tú, todavía la estás cargando...

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Aquiles Julián El Seibo, República Dominicana. Especialista en comunicación integrada de marketing, psicólogo cognitivo y formador empresarial. Fue director creativo de reconocidas agencias publicitarias nacionales e internacionales como Retho Publicidad, McCann-Erickson Dominicana, Publicitaria del Caribe (hoy Pagés BBDO), Extensa, Latina, Mercurio y Target Publicidad.

Fue gerente de comunicación del Consorcio Bancomercio y el Banco del Comercio Dominicano. Fue gerente general de Systema Creativo, S.A., Mercurio Publicidad, Target Publicidad y Maxiventas, S.A. En 1988 inició los Cursos Prácticos Aquiles Julián de publicidad, mercadotecnia y comunicación. En 1993 fundó Maxiventas, S.A., la primera compañía en Rep. Dominicana especializada en comunicación integrada de marketing. Se desempeñó como director de mercadeo de Laboratorios Rysell, Fábrica de Colchones Rex, Tecnafrenos y otras empresas. Fue consultor de mercadeo y publicidad de compañías como Muebles de Oficina Omar, Fábrica de Colchones Rex, Herrera Pérez & Cía, Refrigeración Antillana, Tony Rodamientos, etc.

En el 2001 fusionó su compañía con Optimus para crear IDEACCION, S.A., empresa especializada en el desarrollo del capital humano. Es especialista en neurocompetencias, aprendizaje acelerado, programación neurolingüística, PNL, coaching de alto desempeño, creatividad publicitaria y mercadotecnia. Ha sido columnista de los periódicos Listín Diario (La Revista Económica), Hoy, El Financiero y El Siglo. Ha sido catedrático en las universidades APEC, INTEC, Universidad Católica de Santo Domingo, Universidad del Caribe y de los monográficos de mercadeo de la UNPHU. Fue productor del programa “Hablemos de Negocios” por Carivisión, Canal 57. En la actualidad, es director ejecutivo de IDEACCION, S.A., compañía especializada en el desarrollo del talento humano. Es presidente de la Asociación Dominicana para el Aprendizaje Acelerado, ADAA. Es facilitador internacional de World Wide Training, Motivation Team y Optimus. Ha sido galardonado en concursos literarios nacionales e internacionales en distintos géneros.

Es director de CIENSALUD , una organización de promoción de la salud e higiene preventiva, junto a

su esposa, la Ing. Cristina Gutiérrez Campos, de nacionalidad colombiana. Dirige la Colección Libros de Regalo que edita estos libros digitales y los envía gratuitamente por la Internet. Reside con su esposa en Altos de Arroyo Hondo III, en Santo Domingo, D.N, República Dominicana.

Datos del compilador

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Títulos publicados 1. Llevar a Gladys de Vuelta a Casa y otros cuentos Aquiles Julián 2. Letras sin Dueños (Selección de parábolas) Aquiles Julián 3. Música, Maestro Aquiles Julián 4. Una Carta a García Elbert Hubbard 5. 30 Historias de Nasrudín Hodja Aquiles Julián 6. Historias para Crecer por Dentro Aquiles Julián 7. Acres de Diamantes Russell Conwell 8. 3 Historias con un país de fondo Armando Almánzar R. 9. Pequeños prodigios Aquiles Julián

Próximos envíos 10. El Go-getter Peter Kyne 11. Mujer que llamo Laura Aquiles Julián 12. El hombre más rico de Babilonia George S. Clason 13. Historias para reír más de una vez Arkadi Averchenko 14. Como un hombre piensa… James Allen 15. El viejo y el mar Ernest Hemingway.

CIENSALUD 1. Inteligencia de Salud y Bienestar: 7 pasos Cristina Gutiérrez

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Colección Libros de Regalo

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