Pataletas. propuestas para su control

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LAS RABIETAS Propuestas para su control Cuando el niño da patadas, grita, da puntapiés a los muebles, se echa al suelo, golpea la cabeza contra la pared…, está haciendo una pataleta. La mayoría de las familias han tendido que aguantar pataletas de sus hijos, especialmente con niños de dos o tres años que están intentando establecer su individualidad y quieren hacerlo todo a su manera y no como se les pide. De hecho se trata de un signo de independencia y es bastante normal, aunque ello no significa que sea fácil de soportar, especialmente en público. La tendencia de un niño a las pataletas puede deberse tanto al temperamento heredado como a la educación que recibe, así que no hay que culpabilizarse si el niño hace pataletas, ni hay que sentirse orgulloso si no las hace. Cualquiera que sea la razón, no hay que vivir con el miedo perpetuo a que el niño caiga al suelo, pelee y chille cuando se le niega algo que ha pedido. Se puede influir sobre la frecuencia y la intensidad de los episodios a partir de lo que haga después del episodio. Las pataletas del niño tienen siempre un motivo. Quizás experimentó que con este comportamiento obtenía éxitos. La mayoría de las pataletas tienen un fin concreto. Cuando ya no es útil, es mucho menos probable que se produzca. Esto ocurre en el 99% de los casos. 1

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LAS RABIETASPropuestas para su control

Cuando el niño da patadas, grita, da puntapiés a los muebles, se echa al suelo, golpea la cabeza contra la pared…, está haciendo una pataleta.

La mayoría de las familias han tendido que aguantar pataletas de sus hijos, especialmente con niños de dos o tres años que están intentando establecer su individualidad y quieren hacerlo todo a su manera y no como se les pide. De hecho se trata de un signo de independencia y es bastante normal, aunque ello no significa que sea fácil de soportar, especialmente en público.

La tendencia de un niño a las pataletas puede deberse tanto al temperamento heredado como a la educación que recibe, así que no hay que culpabilizarse si el niño hace pataletas, ni hay que sentirse orgulloso si no las hace.

Cualquiera que sea la razón, no hay que vivir con el miedo perpetuo a que el niño caiga al suelo, pelee y chille cuando se le niega algo que ha pedido. Se puede influir sobre la frecuencia y la intensidad de los episodios a partir de lo que haga después del episodio.

Las pataletas del niño tienen siempre un motivo. Quizás experimentó que con este comportamiento obtenía éxitos. La mayoría de las pataletas tienen un fin concreto. Cuando ya no es útil, es mucho menos probable que se produzca. Esto ocurre en el 99% de los casos.

En ocasiones, los niños hacen pataletas simplemente porque están muy cansados o sobre-estimulados y no pueden controlar sus emociones. Otras veces reflejan el enfado y la frustración que sienten por no poder hacer algo que querían hacer.

Sin que importen las razones desencadenantes de las pataletas, se trata de un comportamiento que es preciso corregir.

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Un dato importante para entender cuáles son los principios que subyacen al aprendizaje del comportamiento humano es tener en cuenta que las conductas que exhiben tanto los adultos como los niños dependen de las consecuencias de esas conductas, en uno mismo y en los demás.

1. Las consecuencias positivas que siguen a una conducta reciben el nombre de reforzadores y, siempre, aumentan la probabilidad de que esa conducta se produzca:

1.1. Reforzador positivo: Cuando la conducta va seguida de un premio o recompensa, ya sea material o social.

1.2. Reforzador negativo: Cuando la conducta va acompañada de la desaparición de una situación o experiencia que al niño le resulta desagradable.

En el caso de las rabietas de algunos niños observamos que se cumple el segundo de estos casos (reforzador negativo): la rabieta suele ocurrir ante propuestas de la profesora que no son del agrado del niño; con esta conducta el niño pretende lograr que la propuesta le sea retirada. Con seguridad está en su experiencia que con la rabieta suele conseguir los fines que se propone y por ello la sigue utilizando como arma para manipular las situaciones.

APLICACIÓN DE UN ESTÍMULO AVERSIVOLa profesora da una orden, manda una tarea…

RESPUESTA INADECUADA DEL ALUMNOGrita, patalea, llora, etc.

DESAPARICIÓN DEL ESTÍMULO AVERSIVOLa profesora cede y retira la orden

La estrategia más conveniente a utilizar en estos casos sería la retirada de consecuencias: LA EXTINCIÓN.

APLICACIÓN DE UN ESTÍMULO AVERSIVO

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La profesora da una orden, manda una tarea…

RESPUESTA INADECUADA DEL ALUMNOGrita, patalea, llora, etc.

EXTINCIÓNLa profesora ignora la conducta y mantiene la orden

o la tarea

Si una conducta como las rabietas del niño ha estado sometida a un proceso de reforzamiento (en este caso negativo) mediante el cual el alumno conseguía evitar los límites que los adultos ponían a sus deseos; en el momento que iniciemos un proceso de extinción (evitando que obtenga refuerzo por esa conducta), es muy probable que ocurra:

Un aumento de la frecuencia de la conducta inadecuada.

Un agravamiento de la misma. La aparición de ciertas conductas agresivas. Y, posteriormente, una disminución gradual de la tasa

de emisión de dicha conducta.

Es importante para los profesores conocer estos primeros efectos indeseables de la extinción, con el fin de insistir en el programa a pesar del aparente empeoramiento de la conducta, ya que si desisten o abandonan no sólo no ayudarán a la eliminación de dicha conducta, sino que enseñarán al niño que para conseguir lo que quiere ha de manifestar conductas cada vez más inadecuadas.

Por otra parte, es obvio que las conductas inadecuadas como las rabietas no sólo se mantienen por refuerzo negativo, sino que también en ello juega un papel importante el refuerzo positivo: los profesores podemos aplicar refuerzo positivo, tal como atención verbal o física (afectiva) hacia las conductas inadecuadas (rabietas) y, por el contrario, a menudo ignoramos los comportamientos adecuados cuando estos se producen. De esta forma el alumno puede realizar una gran cantidad de conductas

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adecuadas a lo largo del día, pero a cambio de ellas no recibir ningún refuerzo (no se le dice nada no se le presta atención, etc.)Además de los procesos de aprendizaje a los que nos hemos referido hasta ahora, es necesario hacer notar que existen otras variables que influyen en el comportamiento del alumno y que, en la medida de nuestras posibilidades, hemos de controlar y modificar:

Rabietas

Situaciones que las facilitan

Situaciones que las fortalecen y

mantienen

Situaciones que las hacen disminuir

(A)Acontecimie

ntos externos

(B)Característi

cas del alumno/a

(C)Aparición refuerzo positivo

(D)Aparición refuerzo negativo

(E)Desaparición refuerzo

positivo

(F)Desaparición refuerzo negativo

Situaciones que facilitan la aparición de conductas inadaptadas:

(A) Acontecimientos externos: dos son las variables que pueden influir en la aparición y mantenimiento de las conductas inadecuadas: el ambiente psicosocial en el que ha experimentado la eficacia de sus conductas (experiencia familiar y escolar, clima de clase, régimen de autoridad...) y el ambiente físico (silencio o ruido, luminosidad, calor, etc.).

(B) Características del niño: Estado físico (cansancio, enfermedad, etc.). Habilidades (psicosociales, cognitivas...) para enfrentarse a las situaciones y actividades propuestas y a las modificaciones que pretendemos. Variables de personalidad (grado de consciencia del mundo social, sumisión, docilidad, etc.). Estados afectivos y emocionales (alegría, tristeza, enfado, etc.).

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Situaciones que favorecen y mantienen las conductas inadecuadas:

(C) Aparición de refuerzo positivo: Atención al niño durante la conducta inadecuada. Caricias y muestras de afecto para que se calme...

(D) Aparición del refuerzo negativo: Supresión de la orden, actividad o propuesta que resultaba desagradable al niño. Éste consigue hacer lo que le apetece.

Situaciones que las disminuyen:

(E) Desaparición del refuerzo positivo: Retirar la atención física, afectiva y social que se presta al niño en estas situaciones. Retirar todo ofrecimiento de juguetes, materiales, golosinas que se le pudieran dar para que se calmase.

(F) Desaparición del refuerzo negativo: en su lugar, ignorar la conducta, aplicar consecuencias negativas: castigos consecuentes con la conducta, retirada de recompensas.

¿QUÉ PODEMOS HACER ANTE UN NIÑO QUE SUFRE UNA PATALETA?

Medida 1- Ignorar las pataletas

Es la fórmula más rápida para liberarse del comportamiento, ya que el objetivo principal de la mayoría de pataletas es llamar la atención y nada más. Como no se

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puede razonar con un niño que tiene una pataleta, es preferible no intentarlo. Si se le ignora mientras está en un lugar seguro, se le enseñará que las pataletas no son eficaces y aprenderá a utilizarlas con menos frecuencia. El hecho de ignorar las pataletas requiere que los adultos contengan la respiración y aguanten sin dar señales de afectación. Hay que tener paciencia.

Medida 2- Apartarse

Con frecuencia es eficaz hacer otras cosas mientras dura la pataleta. Continuar con lo que estábamos haciendo antes de que ésta empezara: podemos hablar con los demás niños, dirigirnos a ellos, ayudarles a acabar un trabajo. Hay que tener mucho cuidado de no mirar al niño, ya que incluso una breve mirada puede prolongar una pataleta.

Un ejemplo: Un niño quiere jugar con un libro que ha traído de casa y el profesor no le deja: hace una pataleta. El profesor lleva al niño al lugar más seguro de la clase y le dice: “No puedes jugar con el libro”.

Si dura un tiempo (unos minutos)Si la pataleta se prolonga durante mucho tiempo, esperamos a que el llanto disminuya y le sugerimos una salida de la pataleta, decimos: “Cuando hayas terminado de llorar, vuelve e iremos a trabajar a la mesa”. No decirle nada más: no se sorprenda si grita más, ya que le hemos prestado atención.

Si continúaSi la pataleta continúa durante más tiempo (después de haber hecho todo lo anterior) y esto hace que nos sea muy difícil seguir con el desarrollo de la clase, nos acercaremos al niño y decirle: “Esto no está bien para los demás niños que están trabajando, les estás interrumpiendo. Si continúas así tendré que llevarte al vestíbulo o al rincón de la silla hasta que se te pase.”

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No debemos decir nada más que ofrecerle una salida a su estado ya que lo que perseguimos es que el niño abandone su actitud.

Medida 3- Poner al niño en un rincón

Si la pataleta se prolonga a pesar de haber llevado escrupulosamente las pautas anteriores, llevaremos al alumno a una silla que tengamos para ese efecto en la clase y le sentaremos ahí durante 5 minutos (se considera adecuado un minuto por cada año de edad que tiene el niño) y se le dirá que no podrá moverse de la silla hasta que no esté 30 segundos tranquilo

Fin de la pataletaCuando el niño termina la pataleta no hay que darse por enterado.

Hay que recibir al niño de vuelta a la rutina normal como si no hubiese pasado nada, proporcionándole una ocasión de volver a congraciarse con los demás, sin mencionar el incidente. No decirle: “te has portado como un pequeño” o “has hecho una tontería”. Es aconsejable decirle simplemente: “Anda vamos a trabajar, vamos dentro…”

OTROS ASPECTOS A TENER EN CUENTA

Usar un sistema de elogios y recompensas para forzar la cooperación

Nunca hay que decir a un niño: “me ha gustado mucho que no hayas hecho ninguna pataleta”. Se debe decir “me gusta cuando estás tranquilo y haciendo tus trabajos”.

Elogiar y alabar los comportamientos positivos

Enseñar al niño las formas apropiadas de atraer la atención de los adultos y de que exprese su frustración. Para ello es imprescindible darle un modelo correcto. Si no hace bien una actividad en lugar de romper la hoja, podemos decir nosotros al hacer un ejercicio incorrectamente por ejemplo en la pizarra: “Esta vez, no

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me ha salido, probaré un poco más adelante a ver si me sale mejor”

Contabilizar la duración y la frecuencia de las pataletas.

Aunque las pataletas parecen durar una eternidad, en realidad duran unos minutos y duran menos si se ignoran firmemente.

Prestar al niño una atención especial cuando no haga pataletas

Darle atención inmediata a lo largo del día cuando se porta bien. Esto le hará saber que sus buenos comportamientos se notan y son apreciados. Es preferible llevar un diario de buenos comportamientos que uno de malos.

Recompensar el buen comportamiento

Si el niño ha utilizado las pataletas durante años para atraer la atención, con un buen sistema de recompensas además de firmeza por nuestra parte, se pueden modificar las conductas más rápidamente. Los premios son una forma positiva para que el niño crea que merece la pena cambiar de comportamiento.

Para ello le diremos que no vamos a escuchar sus pataletas sino que vamos a premiar su cooperación. Podremos ganar puntos o pegatinas cada vez que acepte un NO sin hacer pataletas. Antes de empezar es conveniente una puesta en escena con él o ellos haciendo el papel de adultos y niños.

Este registro difiere del utilizado en clase hasta ahora porque vamos a apuntar el comportamiento positivo no el negativo. Se puede entrenar esta Norma: aceptar un no por respuesta mediante un programa específico. Dicho entrenamiento va a estar sujeto a la disponibilidad del profesorado que atiende el aula.

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Preste al niño atención especial cuando no haga pataletas. Deberemos prestarle atención cuando se porta bien y comentarle lo que hace bien.

No dejar que el niño utilice pataletas para eludir responsabilidades

Resulta increíble la rapidez con que los niños aprenden que las pataletas distraen tanto a los adultos que se olvidan del hecho que las desencadena. Un niño de la clase tiene una pataleta porque le mandamos recoger el material utilizado, se le manda a un rincón y mientras recogemos el material. El niño se ha salido con la suya: no ha recogido el material.

Para evitar estas situaciones debemos tener firmeza: después de haber estado en el rincón, hay que hacer que el niño lleve a cabo la tarea.

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