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parte cuarta: calidades formales y su originalidad en la arquitectura de los tres siglos virreinales. Nuestra anterior plática estuvo consagrada no a demos- trar sino a sentir el elevado nivel de originalidad que presenta, al observador actual, el acerbo de monumen- tos arqueológicos del Arte prehispánico en la parte que se ubica en nuestro territorio. Siguiendo el método que hemos convencionalmente adoptado, objetivo y propio al observador arquitecto no especializado en histo- riografía y Teoría del Arte; emprendimos una breve incursión por el vasto campo que nos ofrece este primer período de nuestra historia, sin perseguir otra cosa que aprehender con sensibilidad de arquitecto creador, las diversas calidades formales en que brilla con mayor o menor esplendor la originalidad. No intentamos enton- ces, como en esta segunda incursión tampoco lo preten- deremos, ni enfocar la totalidad de aspectos que los estudios crítico-hitóricos ponen hoya nuestra disposi- ción ni emprender nuevos a la luz de las actuales doctri- nas en que se apoyan; lo que hicimos y haremos también hoy, fué aprovechar las calidades óptico- hápticas de la forma arquitectónica, a que estamos ave- zados a menejar los arquitectos y como instrumento de observación, apreciar algunos de los tantos carices de su originalidad. , La aceptación de esta calificación para la-forma esti- lística precortesiana y en general la prehispánica, es ac- tualmente un dato y por ello, lo que practicamos constituye una mera mostración de evidencias, con la finalidad manifiesta que hemos dejado asentada desde nuestra primera plática: la de palpar las raíces de origi- nalidad que alimentan de modo real, con o sin cons- ciencia, nuestra actual etapa histórico-arquitectónica, Por tal motivo, recorrimos unos cuantos casos típicos y significativos, seleccionados de entre los monumen- tos que podemos aún contemplar en ruinas y en restau- raciones parciales. Debe recordarse que la 'figura' nos manifestó coincidencias por sus determinantes tronco- piramidales con arquitecturas milenarias anteriores. La 24 " ~ originalidad de su figura, sin embargo, se hace patente en su composición dentro del dicho marco determinan- te. La denominamos originalidad compositiva y solo en parte elemental. La métrica que practicó esta arquitectura fué del tipo colosal, comparable con las mayores que conocemos en otras culturas. Puede también suponerse, como para la figura, una coincidencia con la egipcia en su aspecto físico-dimensional, o según las recientes doctrinas de Gerstemberg o de Freyer proceder de una geo-psico- logía; del influjo de la amplitud y grandiosidad de nues- tro paisaje. De positivo interés resulta, como hemos de vedo repetidas ocasiones, esta calidad por su concep- ción generosa de los espacios abiertos. Otro punto ob- servado fué la comprobada armonía estético-cósmica que campea en los grandes monumentos, aquellos cu- yos datos dimensionales conocemos hoy como los más acordes respecto a los ideados por sus autores. Su exis- tencia habla del grado a que llegó este Arte. La calidad cromática solamente apreciable tras los pocos vestigios de que se dispone actualmente, muestra el empleo de un colorido plano y primario, como el usado por tantas otras arquitecturas antiguas. Las textu- ras, por lo que puede juzgarse, fueron de tipo planifor- me, en paramentos recubiertos de mortero, o con profundidad en las omamentaciones, particularmente las mayas, escultórico-arquitectónico como les ha de- nominado en su reciente obra la investigadora de Ar- quitectura Foncerrada de Molina. -El período virreinal que ahora debemos contemplar representa, más que el anterior, interés capital, no tanto por referirse a tres siglos que hablan una lengua más ac- cesible a nosotros, cuanto por costituir el momento his- tórico crucial en que nace y se desenvuelve nuestra cultura hispano-mexicano. Una de sus expresiones más elocuentes está viva en las decenas de millares de mo- numentos de muy variados géneros que van desde la ca- sa modesta y popular hasta las más suntuosas señoriales y las grandiosas catedrales cuyas torres y cúpulas re- cortan aún hoy en inconfundiblemente perfil mexicano nuestras ciudades y capitales. Uno de los más eminentes investigadores y críticos histori6grafos actuales, George Kubler, (que acaba de ~ " ~

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parte cuarta: calidades formales ysu originalidad en la arquitecturade los tres siglos virreinales.

Nuestra anterior plática estuvo consagrada no a demos-trar sino a sentir el elevado nivel de originalidad quepresenta, al observador actual, el acerbo de monumen-tos arqueológicos del Arte prehispánico en la parte quese ubica en nuestro territorio. Siguiendo el método quehemos convencionalmente adoptado, objetivo y propioal observador arquitecto no especializado en histo-riografía y Teoría del Arte; emprendimos una breveincursión por el vasto campo que nos ofrece este primerperíodo de nuestra historia, sin perseguir otra cosa queaprehender con sensibilidad de arquitecto creador, lasdiversas calidades formales en que brilla con mayor omenor esplendor la originalidad. No intentamos enton-ces, como en esta segunda incursión tampoco lo preten-deremos, ni enfocar la totalidad de aspectos que losestudios crítico-hitóricos ponen hoya nuestra disposi-ción ni emprender nuevos a la luz de las actuales doctri-nas en que se apoyan; lo que hicimos y haremostambién hoy, fué aprovechar las calidades óptico-hápticas de la forma arquitectónica, a que estamos ave-zados a menejar los arquitectos y como instrumento deobservación, apreciar algunos de los tantos carices desu originalidad. ,

La aceptación de esta calificación para la-forma esti-lística precortesiana y en general la prehispánica, es ac-tualmente un dato y por ello, lo que practicamosconstituye una mera mostración de evidencias, con lafinalidad manifiesta que hemos dejado asentada desdenuestra primera plática: la de palpar las raíces de origi-nalidad que alimentan de modo real, con o sin cons-ciencia, nuestra actual etapa histórico-arquitectónica,Por tal motivo, recorrimos unos cuantos casos típicosy significativos, seleccionados de entre los monumen-tos que podemos aún contemplar en ruinas y en restau-raciones parciales. Debe recordarse que la 'figura' nosmanifestó coincidencias por sus determinantes tronco-piramidales con arquitecturas milenarias anteriores. La

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originalidad de su figura, sin embargo, se hace patenteen su composición dentro del dicho marco determinan-te. La denominamos originalidad compositiva y solo enparte elemental.

La métrica que practicó esta arquitectura fué del tipocolosal, comparable con las mayores que conocemos enotras culturas. Puede también suponerse, como para lafigura, una coincidencia con la egipcia en su aspectofísico-dimensional, o según las recientes doctrinas deGerstemberg o de Freyer proceder de una geo-psico-logía; del influjo de la amplitud y grandiosidad de nues-tro paisaje. De positivo interés resulta, como hemos devedo repetidas ocasiones, esta calidad por su concep-ción generosa de los espacios abiertos. Otro punto ob-servado fué la comprobada armonía estético-cósmicaque campea en los grandes monumentos, aquellos cu-yos datos dimensionales conocemos hoy como los másacordes respecto a los ideados por sus autores. Su exis-tencia habla del grado a que llegó este Arte.

La calidad cromática solamente apreciable tras lospocos vestigios de que se dispone actualmente, muestrael empleo de un colorido plano y primario, como elusado por tantas otras arquitecturas antiguas. Las textu-ras, por lo que puede juzgarse, fueron de tipo planifor-me, en paramentos recubiertos de mortero, o conprofundidad en las omamentaciones, particularmentelas mayas, escultórico-arquitectónico como les ha de-nominado en su reciente obra la investigadora de Ar-quitectura Foncerrada de Molina.

-El período virreinal que ahora debemos contemplarrepresenta, más que el anterior, interés capital, no tantopor referirse a tres siglos que hablan una lengua más ac-cesible a nosotros, cuanto por costituir el momento his-tórico crucial en que nace y se desenvuelve nuestracultura hispano-mexicano. Una de sus expresiones máselocuentes está viva en las decenas de millares de mo-numentos de muy variados géneros que van desde la ca-sa modesta y popular hasta las más suntuosas señorialesy las grandiosas catedrales cuyas torres y cúpulas re-cortan aún hoy en inconfundiblemente perfil mexicanonuestras ciudades y capitales.

Uno de los más eminentes investigadores y críticoshistori6grafos actuales, George Kubler, (que acaba de

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honrar nuestras aulas universitarias con sus lecciones),asientaen su consistente obra: 'Arquitectura mexicanadel siglo dieciséis': 'La tarea de establecer conclucio-nes detinitorias del estilo del siglo dieciséis es difícil.La variedad de tipos y de tendencias parecen invali-dar todo intento de generalización. Aún así, lo sobresa-liente debe tomarse de un grupo cuyas diferenciascaracterísticasllevan a situar el estilo mexicano apartedel correspondiente a edificios éuropeos del mismo si-glo'. Y esto que se afirma del siglo XVI, resulta ~ten-siblea las dos siguientes centurias, no solo en lo tocantea la dificultad que supone generalizar estilísticamente,sinotambién en lo que reza el último párrafo respectoa que el estilo de la arquitectura mexicana exige capítu-lo aparte del relativo a Europa y sobre todo a Españaen igual lapso histórico.

Esta última aseveración de constituir en propia laarquitecturaproducida en nuestro suelo durante los tressiglosvirreinales, es un concepto habitualmente acepta-dopor los historiógrafos de hoy y también por el arqui-tectoactivo ajeno a la especialidad histórica. El criterioquecalificaasí, la copiosa producción trisecular virrei-na!, es indudable fruto de las doctrinas trascendentalesque enumeramos en nuestro segundo capítulo. Se hanrequeridomás de un siglo y dos guerras mundiales parallegara semejanteaserto; ya por el camino de mera se-cuenciahistórica que vive e ignora dichas teorías o porel consciente seguimiento de algunas de ellas. En loparticulary entre nosotros se han ensayado en muy di-ferentesniveles la dirección psico-forma1y la propia-menteformal, suguiendo a Riegl más que a Wolfflin,que se recordará constituyen los dos capitales troncosen que se desdoblaba durante el segundo decenio denuestro siglo, la tesis de Fiedler y del trascendentalpensamientoalemán de los últimos tiempos.

Afirmar que la arquitectura de esta etapa virreimilposeepropiedades distintivas de la española de igualesépocas, significa que estilísticamente es original y enconsecuenciaque su forma así se conceptua en nuestraactualidad.Colocándonos dentro de la finalidad propiade nuestro estudio, esta calificación indica que paranuestropropósito, al igual que lo hicimos ante lo pre-hispánico,no pretenderemos descubrir lo ya conocido

y calificado hoy de original, sino contemplar y más quecomprender el sentido psico-histórico, sentir su origi-nalidad, así sea al través de la pobreza de unas cuantasdecenas de ilustraciones, para mejor estimada y avalo-rarla y sobre todo arraigar más en nuestro criterio yconciencia de arquitectos, la responsabilidad de que ca-da nuevo eslabón que agreguemos a esa brillante cade-na, sea digno sucesor de nuestra noble tradición.(llustraciones) .

Tras la andanada de ilustraciones que acabamos decontemplar, cuantiosa en número para una plática comoésta, pero paupérrima ante la riqueza extraordinaria denuestro acerbo arquitectónico trisecular en que se for-jan las bases y la estructura de nuestra cultura dentrodel occidente, no podría abusar más de su generosaatención, pero tampoco cabe cerrar esta breve y sin em-bargo prolongada incursión a velocidad de 'sputnik',sin enumerar unas cuantas observaciones. La primera:es afirmar una vez más, a la luz de las doctrinas vigen-tes en materia de Teoría del Estilo, que nuestras sucesi-vas arquitecturas de la etapa virreinal poseenoriginalidad compositiva y métrica estética que les espropia y original; elaboradas con elementos o figuraseuro-españolas, pero combinadas o sea compuestas ycon proporciones que autorizan calificadas y denomi-narlas con propiedad hispano-mexicanas. Dentro de susexquisiteces formales, que hoy gustamos o solo com-prendemos, la calidad métrica dimensional y física,empalma con la pre-hispánica, dejando abierta una in-cógnita más acerca de si se eslabona de hecho conaquella o es fruto de una vivencia de la gigantesca natu-raleza que en cumbres y en valles, en perspectivas y enluminosidad- el lugar más limpio de la atmósfera-impresiona tan grandiosamente a quien la contemplapor vez primera al pisar la costa mexicana. En el ren-glón cromático y háptico representa nuestra arquitectu-ra, una asombrosa originalidad y pasmosa variedadparticularmente en su edad de maduración mexicana,en el siglo XVIII y sobre todo en las manifestacionespopulares; ingenuas y no académicas. Es colorista porexcelencia; semejante quizás a la pre-hispánica, máscón un gusto y un frenesí barroco por lo táctil y por loprofundo o paisajista y lo unitario en el sentido que les

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da W61fflin; que lo lleva a una originalidad incontro-vertible que estudiada por destacados críticos e histo-riógrafos, a mi modesto juicio, .espera aún mayorescomprensiones y para nosotros, los arquitectos de hoy,una penetración más honda y con arraigo profundo enlas capas más mexicanas de nuestra cultura y, dentro deella, de nuestro arte secular y nuestra inconfundibleidiosincracia. Esta aseveración me hace recordar unafrase del inolvidable Juan de la Encina, a quien tantodebemos: "Ustedes hablan la misma lengua que noso-tros españoles, pero dicen cosas diferentes".

-Dos tesis de capital interés, pertenecientes al campode las Teorías del Arte y de la Cultura, las reservamospara nuestra próxima sesión, revisten particular interésal juzgar las actitudes de la época virreinal y tambiénal aplicarse a nuestro tiempo. Nos ocuparemos de esaapasionante tesis de la figura que se copia con intencióny también de otra acerca del grado de penetración de lacultura trasculturada en la nueva resultante.

Elevemos para concluir una loa a nuestra gloriosatradición trisecular hispano-mexicana y una invitaciónen voz bien alta y entusiasta a nuestros arquitectos dehoy para que cada eslabón que agreguen a esa gloriosacadena que heredamos, sea no solo digno, sino áureo.

oilustraciones:

1.- Cronología comparada hispano-mexicana de los tres siglos virreinales.Gótico. 1472-1525.

2.- 1nt. Catedral de Segovia. 1525-1615. Gil. de HontañÓn y otros.3.- Bóvedas de Tepeaca. 1nt. Notar ausencia estructura típica górica de

apoyos y contrafuertes y botareles. Sobre muros laterales y contrafuer-tes.

4.- Bóvedas de Yanhuitlan. Lateral de Tepeaca.Plateresco. 1489-1565.

5.- Universidad de Alcalá de Henares. Portada.6.- Portada de Yuriria.

7.- Calpan. Portada (Colonial, Kubler).8.- Tepoztlán Portada.9.- Tepoztlán, detalle portada.

10.- Tepoztlán, detalle portada.Renacimiento Clásico. 1528-1600.

n.- Granada Palacio de Carlos V. Machuca.

12. - Cuilapan.13.- Almería, Catedral, Puerta Norte. Juan de Orea.14.- La Concepción. México.15.- Detalle de la anterior.

Barroco. 1617-1750.

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16.- Catafalco de la Réina Ma. Luisa. Churriguera. 1689.17.- Sto. Domingo, Oaxaca.18.- Granada, Sacristía de la Cartuja.19.- La Soledad, Oaxaca.

Churrigueresco. 1718-1790.20.- Tepotzotlán.21.- Ocotlan, Hgo.

- 22.- Interior de Sto. Domingo. Capilla del Rosario.23.- Interior Idem. Intrados de la bóveda del Coro Alto.24.- El Pocito. Guerrero. .25.- San Larenzo.26.- El Prada. Villanueva.27.- Lareto. México28.- Loreto. México29.- Loreto. México

30.- El Carmen. Celaya. Torre.31.- Cúpula de la Catedral de México.

Urbanismo

32.- Plano del siglo XVI de la C. de México:-Capillas abiertas-Posas-Una nave

33.- Calpan. Planta General.34.- Tepoxcolula Capilla abierta.35.- 1dem. Detalle.

36.- Capillas Posas. Calpar¡.37.- Idem. detalle. -

Factológicas.38.- Celda de Tepoztlán.39.- Planta Casa Moneda 24

40.- Planta Sagrario México.41.- Vista Aérea conjunto.42.- Sagrario vista exterior conjunto.

Tratamiento

43.- Revestimiento de ladrillos. Casa Apartada. México.Métrica.

44.- Métrica comparada hispano-mexicana.45.- Idem.46.- Vista Plaza de Cholula.

Color y Texturas.47.- Pórtico La Soledad. Oax.

48.- Calle Tequisquiapan.49.- Tlacochahuaya. Templo.50.- 1dem.

51.- S. Francisco Ecatepec.52.- Idem. Detalles.53.- Sta. María Tonantzintla.54.- Idem. Detalle.

Manejo de la luz y del volumen.55,- Idem. Interior cúpula.56.- El Pocito. Detalle.

57.- San Felipe. Guadalajara. Ventana.58.- Sagrario. México, Ventana59.- Catedral de Puebla. Int.60.- Torres de la Catedral de Morelia.

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México, D. F., 28 de octubre de 1966.

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