Paradojas Del Sindicalismo Japonés

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Paradojas del sindicalismo japonés Daniel Toledo * I21 de noviembre de 1989 el movimiento sindical ja- E ponés vivió una jornada memorable, aunque un tanto pa- radójica. Ese día culminó exitosa- mente una de las más ansiadas metas de los sindicalistas japone- ses en los últimos años: la unifica- ción de la mayor parte de los sindicatos privados y públicos del Japón en un solo frente na- cional, la Confederación Sindi- cal Japonesa (Nihon Rodokumiai Sorengokai), reconocida más p pularmente por la sigla RENOO, que agrupa a casi ocho millones de trabajadores y a un total de 78 federaciones sindicales de todo el Japón. De esta manera -y a pe- sar de que, para contrarrestar tal acción unificadora, sindicatos in- dependientes y de izquierda fun- daron la Confederación de Sindi- catos del Japón (ZENROW) y el Consejo Nacional de Sindicatos (ZENROKYO), que en su conjunto reúnen a unos dos millones de afiliados, RENGO es, hasta ahora, la mayor y más poderosa organi- zación sindical japonesa en toda su historia, por lo menos en cuan- to su membresía y aspectos orga- nizacionales. AI respecto, es oportuno re- cordar que SOHYO -o sea el Consejo General de Sindicatos IZTAPALAPA 36 ENERO-JUNIO DE 1995, pp. 207-226 * Profesor investigador de tiempo completa de la Unidad laapdapa de la Universidad Autónoma Meuapolituia

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SINDICALISMO JAPONES

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  • Paradojas del sindicalismo japons

    Daniel Toledo *

    I21 de noviembre de 1989 el movimiento sindical ja- E pons vivi una jornada

    memorable, aunque un tanto pa- radjica. Ese da culmin exitosa- mente una de las ms ansiadas metas de los sindicalistas japone- ses en los ltimos aos: la unifica- cin de la mayor parte de los sindicatos privados y pblicos del Japn en un solo frente na- cional, la Confederacin Sindi- cal Japonesa (Nihon Rodokumiai Sorengokai), reconocida ms p pularmente por la sigla RENOO, que agrupa a casi ocho millones de trabajadores y a un total de 78 federaciones sindicales de todo el

    Japn. De esta manera -y a pe- sar de que, para contrarrestar tal accin unificadora, sindicatos in- dependientes y de izquierda fun- daron la Confederacin de Sindi- catos del Japn (ZENROW) y el Consejo Nacional de Sindicatos (ZENROKYO), que en su conjunto renen a unos dos millones de afiliados, RENGO es, hasta ahora, la mayor y ms poderosa organi- zacin sindical japonesa en toda su historia, por lo menos en cuan- to su membresa y aspectos orga- nizacionales.

    AI respecto, es oportuno re- cordar que SOHYO -o sea el Consejo General de Sindicatos

    IZTAPALAPA 36 ENERO-JUNIO DE 1995, pp. 207-226

    * Profesor investigador de tiempo completa de la Unidad laapdapa de la Universidad Autnoma Meuapolituia

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    del Japn, fundado el I 1 de julio de 1950 y disuelto el 2 1 de noviembre de 1989-, haba sido la otra organi- zacin sindical nacional de mayor importancia y dura- cin en la historia del movimiento sindical japons que, al momento de su establecimiento, no slo aglu- tin a 4.8 millones de afiliados, sino que dio importan- tes luchas y movilizaciones en favor de la defensa de los derechos laborales y polticos de los trabajadores japoneses. No se podra decir io mismo de ZENMIN ROREN, o sea, la Confederacin Sindical del Sector Privado Japons -el antiguo RENGO- que aunque reuni a 5.4 millones de afiliados, tuvo una corta duracin y su importancia radic, en buena parte, en llevar a cabo la transicin entre S ~ H Y O y el actual ENGO.

    ,,Y dnde estara lo paradjico de todo este pro- ceso? L o paradjico est precisamente en que tal proceso de unificacin e integracin de tan amplio frente sindical, -fenmeno que en nuestro medio se estimara como un acto de fortalecimiento de la organizacin sindical misma-, en el Japn se efec- ta en momentos en que la tasa de sindicalizacin ha descendido dramticamente, alcanzando el ms bajo nivel en todo el periodo de la posguerra, es decir, en momentos de una crisis de afiliacin sindical aguda y, por ende, de un debilitamiento de la organizacin sindical tradicional del pas como lo es el sindicato de empresa. En efecto, de una afiliacin de un 55.8% alcanzado durante el llamado boom de la sindicalizacin en 1949, se ha descendido a un 25.9% en 1989. Todava ms, a fines de 1992 dicha tasa de afiliacin sindical se ubicd prctica- mente en un 24.496, colocando al Japn en los niveles ms bajos entre los pases industrializados,

    slo superado por los Estados Unidos, tal como se puede apreciar en el cuadro 1 . Esta paradoja, real o aparente, amerita una mayor explicacin.

    UN POCO DE HlST0Rl.A

    Uno de los llamados pilares de oro del Sistema Japons de Relaciones Industriales (SJRI) es el Kig- yoo-Betsu Kumiai, o el sindicato de empresa, tam- bin reconocido como el sindicato de la casa (Uchi- no Kumiui) en cuanto a su dimensin, radio de ac- cin y competencia. En este sentido, la membresa de tales sindicatos se extiende a todos los obreros y empleados que tengan la condicin de trabajadores regulares o permanentes de alguna compaa, los llamados Blue y White Collar -0 sea, en la cla- sificacin no se toma en cuenta su ocupacin, y pueden ser los trabajadores que operan en la inea de produccin, o empleados administrativos-, y se ex- cluye a todos los trabajadores de tiempo parcial, temporal, subcontratados, etc., que no acreditan tal condicin. Por lo general, el trabajador regular per- manece afiliado a su sindicato hasta el momento del retiro de la empresa, a menos que sea promovido a responsabilidades administrativas superiores o ge- renciales dentro de la empresa, mismas que exigen su renuncia inmediata al sindicato. El sindicato de empresa abarca todas las plantas de una misma com- paa, aunque sean diferentes lineas de produccin o diferentes tipos de industrias; de all que cuando se trata de grandes empresas, es frecuente la existencia de grandes y poderosos sindicatos industriales. En 1992, el 94.5% de todos los sindicatos existentes en

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    el Japn eran de este tipo y afiliaban al 84.3% de los trabajadores sindicalizados en todo el pas.

    Otro de los rasgos fundamentales del sindicato de empresa es su gran autonoma en materia organiza- cional, operativa y financiera, aun cuando se en- cuentre afiliado a alguna federacin regional o na- cional; asimismo, otro aspecto interesante lo consti- tuye el hecho de que, por lo general, las oficinas sindicales estn dentro o junto a los establecimientos fabriles, por lo que las consultas. negociaciones e interacciones entre la empresa y el sindicato son

    muy frecuentes, aunque no se trate de periodos de negociacin colectiva propiamente como tal. Esto ltimo ha reforzado la idea del sindicato de casa, categorizacin que, segn algunos analistas, podra llegar a tener UM equivalencia con los llamados sindicatos blancos de nuestro medio, aunque la analoga me parece un tanto discutible.

    Profundamente enraizado en un contexto funcio- nal dado por los otros dos pilares de oro del SJRI: el sistema de empleo de por vida (Shoogai Koyooo Seidoo) y el sistema de determinacin de salarios

    Cuadro 1. Poblacin, empleados, desempleados, sindicalizados

    Pais Poblacin Nmero de Nmero de Porcentaje Miembros de Porcentaje en millones) empleados desempleados de desempleados sindicatos de sindicados

    (en miles) (en miles) (%) (en miles) @)

    lapn (1991)

    Estados Unidos (1991)

    Reino Unido (1991)

    Alemania Federal (1989)

    124.0 51 390 I 420 2.2 12.541 24.4

    252.7 102 786 8 426 6.7 16.568 16. I

    57.2 22 656 2 287 8.1 9.947 43.9

    61.8 25 488 1 689 6.3 9.620 37.7

    Fuente: Labour Manngemenf Relations in Japan 199.3, The Japan Institute of Labw, Tokyo, p. 10.

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    por antigedad (Nenko Dyoretsu Chinguin Seidoo). el sindicato de empresa ha pasado a constituirse en la unidad primaria y bsica de la organizacin sindi. cal japonesa, sobre todo a partir del periodo de la posguerra. En efecto, las peculiares condiciones de la inmediata y mediata posguerra, particularmente la alta tasa de desempleo y la aguda crisis econmi- ca y social que enfrent la sociedad japonesa, movi- liz al resurgente sindicalismo japons en favor del establecimiento y reforzamiento de prcticas labora- les como el sistema de empleo de por vida y el sistema de determinacin de salarios por antige- dad, dentro de un mercado de trabajo cerrado cano el del Japn de aquella poca. Estas condiciones eran altamente deseables tanto para individuos y sindicatos - q u e buscaban seguridad y continuidad en el em- pleo- como para las grandes empresas manufacture- ras que, por esta va, deseaban tambin una plantilla laboral estable y capacitada. El xito e institucionali- zacin de las referidas prcticas de empleo y salarios consolid tambin la modalidad sindical. A partir de esta poca y en tales condiciones, el sindicato de empresa se expandi rpidamente en el espectro labo- ral japons, llegando a dominar ampliamente en las grandes inciustrias manufactureras privadas y en el sector pblico, y en menor grado en las empresas medianas y pequeas, al punto de que en 1959 el 88 % de todos los sindicatos existentes en el Japn estaban ya clasificados como sindicatos de empre~a .~

    Mientras la estructura bsica del sindicalismo japons viva una historia de xitos, caracterizada por su continua expansin y consolidacin, los in- tentos por construir una federacin o confederacin sindical nacional, unitaria y poderosa, congruente

    con la fuerza que en ese momento detentaban las bases del movimiento sindical, fracasaban rotunda- mente y culminaban en una historia de enfrenta- mientos y fragmentaciones. En efecto, luego de una serie de separaciones y unificaciones ocurridas des- pus de la Segunda Guerra Mundial y a lo largo de la dcada de los cincuentas, el frente sindical japo- ns termin dividido en cuatro centros nacionales que, en la primera mitad de la dcada de 10s sesen- tas, eran los siguientes: el SOHYO -Conse jo Gene- ral de Sindicatos del Japn-, constituido en 1950; SHINSANBETSU -Federacin Nacional de Organi- zaciones industriales-, creada en 1S52; CHURITSKI- ROREN -Federacin de Sindicatos Independientes del Japn-, establecida en 1956; y DOMEI - C o n - federacin Japonesa del Trabajo-, que inici sus actividades en 1964. Esta situacin ha sido sealada como otra paradoja o contradiccin del movimiento sindical nipn.

    No obstante lo anterior, existen algunas explica- ciones muy concretas que aclaran la referida contra- diccin. Como se sabe, el proceso de la negociacin colectiva, particularmente la que tiene que ver con los salarios y las condiciones del trabajo, se realiza directa y esencialmente entre la empresa y su sindi- cato, sin intervencin de ningn otro agente o actor externo al mundo de la empresa, proceso que inhabilita automticamente la participacin directa de las federaciones sindicales en dicho proceso ne- gociador. As, al estar impedidas de negociar direc- tamente con las empresas, las federaciones sindica- les deben dirigir sus esfuerzos hacia la consecucin de metas econmico-sociales ms amplias, que tras- cienden los marcos estrechos de las empresas parti-

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    culares, mismas que tienen que ver con la clase trabajadora en su conjunto -por ejemplo, la defini- cin de la estrategia de SHUNTO, o sea la llamada ofensiva laboral de primavera-, o tambin con el esfuerzo por tratar de darle alguna expresin polti- ca a los intereses de los trabajadores, canalizndolos hacia algn partido o agrupacin poltica determina- da, accin en la cual, naturalmente, no slo han diferido polticamente segn la confederacin nacio- nal de que se trate, sino que tambin explica la historia de sus divergencias y confrontaciones.

    De esta manera, desde la perspectiva pragmtica, limitada y domstica del sindicato de empresa, los objetivos y actividades de las federaciones sindica- les durante este periodo no son cabalmente com- prendidas. En este sentido, el miembro del sindicato de empresa pierde fcilmente el inters por los problemas externos a la compafia, mismos que tie- nen su origen y motivacin en las necesidades na- cionales o responsabilidades poltico-sociales mayo- res, razn por la cual el sindicado se muestra reacio a participar en los llamados frentes laborales am- plios, de alcances nacionales. Si bien es cierto que una consecuencia de todo esto es la indudable estre- chez de miras y la falta de perspectivas amplias de la lucha sindical por parte de los miembros del sindicato de empresa, otro resultado incuestionable lo es tambin la relativa debilidad de las federacio- nes sindicales nacionales. Por el contrario, el carc- ter mixto y nico del sindicato de empresa, su permanente defensa de la seguridad del empleo y de los salarios para sus agremiados; el cultivo de rela- ciones laborales directas y flexibles, predominante- mente amistosas y de cooperacin -sustentadas en

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    la observacin del principio del mutuo inters y del sentimiento de navegar en el mismo barco-, pero sobre todo su liderazgo ampliamente reconoci- do dentro de la empresa, no slo le permiten al sindicato de casa resolver conflictos y contribuir al establecimiento de la llamada paz industrial, sino tambin ser reconocidos y respetados por parte de la empresa, cuyos lderes fueron alguna vez miembros activos del mismo sindicato.

    En cuanto estructura y en cuanto frmula, el sindicato de empresa result un factor indispensable para el cumplimiento de la meta que el proyecto nacional japons se haba trazado para el periodo de posguerra: el logro del rpido y elevado crecimiento econmico. ReconstNirse y rehabilitarse de las de- vastaciones de la guerra, recuperar, y aun sobrepa- sar su condicin de potencia econmica-industrial que haba alcanzado en el periodo de la preguerra, por la va del crecimiento econmico, era la meta fundamental. En este sentido, el sindicato de empre- sa, en tanto pilar esencial del SJRI, contribuy defi- nitivamente a estructurar un sistema estable, efi- ciente y armonioso de relaciones industriales acorde con el modelo y metas econmicas del proyecto nacional, pero sobre todo permiti un sistemtico control y explotacin de una fuerza de trabajo no slo flexible ante los cambios tecnolgicos y admi- nistrativos, sino alineada ms en funcin de las metas del crecimiento econmico del pas que de sus propios intereses como trabajadores. Por eso se dice que el sindicato de empresa ha estado en la base de los procesos de acumulacin, reproduccin y expan- sin del capitalismo japons durante el periodo del llamado milagro econmico japons.

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    El final de la era del rpido crecimiento econmi- co, ocurrido a mediados de la dcada de los setenta, adems de los profundos cambios estructurales pro- ducidos en el terreno econmico, gener tambin importantes transformaciones en, las instituciones y prcticas laborales que le haban servido de soporte, entre ellas el sindicato de empresa. La moderacin y , hasta cierto punto, el estancamiento de las luchas y movilizaciones sindicales por reivindicaciones sa- lariales que sigui a ese periodo bajo la nueva era del crecimiento econmico estable -a partir de la segunda mitad de los setenta- inhibi el protago- nismo de los sindicatos de empresa y fortaleci el papel de las federaciones sindicales. En este mismo sentido, y. como resultado de las presiones de la sociedad civil, el hecho de que en el modelo de desarrollo japons fuera transferido el acento hacia el mejoramiento de los niveles de vida de la socie- dad japonesa representaba polticas que uecesaria- mente deban ser impulsadas por organizaciones sindicales ms amplias que el sindicato de empresa y dirimidas en instancias poltico-institucionales que trasciendieran el estrecho marco del mundo de la empresa individual. Era claro, entonces, que las nuevas modalidades de la accin y organizacin sindicales apuntaban a la conformacin de un frente laboral ms amplio - q u e no encontraba otro cami- no que el de la unificacin de los cuatro diferentes centros nacionales- como nica va para fortalecer el poder de negociacin del movimiento sindical frente al sector empresarial y , de ese modo, alcan- zar reformas polticas e institucionaies que a su vez permitieran a los trabajadores japoneses el acceso a mejores condiciones de vida.

    En congruencia con lo anterior, y despus de una serie de ensayos, el 14 de diciembre de 1982, los sindicatos del sector privado lograron el consenso para avanzar en favor de la unificacin de su sector con el establecimiento del ZENMIN ROKYO -Conse- jo de Sindicatos del Sector Privado Japons-, orga- nizacin que iba ms all del marco de los referidos cuatro centros sindicales nacionales y que abarcaba unas 4 1 federaciones industriales y agrupaba a aire- dedor de 4.24 millones de afiliados. Dentro del movimiento sindical nacional japons, ZENMIN ROK- Yo afirm el camino hacia la unificacin total del movimiento sindical, y desde el punto de vista orga- nizacional tuvo UM gran influencia en todo el sindi- calismo japons. No slo activ las demandas y discusiones sobre las remuneraciones a escala nacio- nal, sino que tambin propici movilizaciones y demandas para reformas polticas e instituCiOnaleS en beneficio de los trabajadores japoneses. As, amparado en su gran poder de convocatoria, el 20 de noviembre de 1987 cambi su forma organizacio- nal de Consejo a Confederacin y pas a llamarse ZENMIN ROREN -Confederacin de Sindicatos del Sector Privado Japons- reconocida como la anti- gua RENGO, la cual aglutinaba 62 federaciones y tena 5.55 millones de miembros. Este proceso sig- nific la disolucin de DOME1 y de CHURITSURO- REN, pero SOHYO no se disolvi, aunque la mayora de sus sindicatos miembros en el sector privado se afiliaron a ZENMIN ROREN; por su parte, los sindica- tos del sector pblico permanecieron con SOHYO.

    De esta manera, en el transcurso de la segunda mitad de la dcada de los ochenta, el movimiento sindical japons se desplaz de cuatro a slo dos

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    centros nacionales: ZENMIN ROREN y SOHYO. A partir de all, las discusiones, y negociaciones se concentraron en la unificacin final de los sindicatos del sector privado y del sector pblico, proceso que culmin exitosamente el 21 de noviembre de 1989 con la formacin de RENGO, organizacin que cu- bre, como ya se ha sealado, 78 federaciones (que incluyen cuatro organizaciones fraternas) y unos ocho millones de trabajadores afiliados, tanto del sectore pblico como del privado. En lnea con este desarrollo organizacional, SOHYO se disolvi, pero estableci el SOHYO Center para continuar con aquellas actividades que RENGO no poda heredar y para tratar los problemas residuales de la disolucin de dicha central nacional. Por su parte, y como ya tambin se ha dicho, los sindicatos izquierdistas

    mar una fuerza que contrarrestara la accin y filoso- fa de RENGO, a la cual consideran oficialista.

    establecieron ZENROREN y ZENROKYO para confor-

    LA CRISIS DE AFILIACIN SINDICAL Y SUS CAUSAS

    Tal como se pudo apreciar en el cuadro I , a finales de junio de 1992 la totalidad de trabajadores sindica- lizados en el Japn era de 12 541 O00 y la tasa estimada de sindicalizacin era de un 24.4%. Esto quiere decir que, si consideramos que el volumen total del empleo efectivo fue de 5 1 390 O00 slo uno de cada cuatro trabajadores japoneses est afiliado a un sindicato. Estas cifras, comparadas con las de otros paises industrializados, estn, por ejemplo, muy por debajo de los niveles de Inglaterra y Alemania Occi- dental. y slo son superiores a los de Estados Uni-

    dos. Sin embargo, la relevancia de estos datos no slo est en la comparacin internacional, sino sobre todo en su significacin interna. En efecto, si nos atenemos al cuadro 2, observaremos que mientras el volumen total de empleo ha ido aumentando consis- tentemente, la tasa de afiliacin sindical, particular- mente en los ltimos 15 aos, ha disminuido signifi- cativamente, fenmeno que tambin se expresa en la disminucin del nmero de sindicatos existentes en el Japn, aunque no con la misma intensidad que el porcentaje de sindicalizacin.

    Cuadro 2. Nmero de empkados, sindicatos, membresla sindical y porcentaje de sindicalizacin 1940-1991

    Afio Nm. de Nm. Membresa Porcent.

    (miles) catos (personas) sindic. empleados de sindi- sindical de

    1940 13 508 49 9 455 o. 1 1945 - 509 380 677 3.2 1949 12974 34688 6655 483 55.8 I950 12248 29 144 5 173908 46.2 1955 17780 32 012 6285 878 35.0

    7661 568 34.5 1960 23 700 41 561 1965 28760 52879 IO 146872 34.8 I970 33 060 60954 11 604770 35.4 1975 36460 69333 12590400 34.4 1980 39710 72693 12369262 30.8 1985 43 130 74499 I2417527 28.9 I989 46790 72605 I2227073 25.9 1990 48350 72202 12264 509 25.2 1991 50620 71 685 I2396592 24.5

    Fuentes: Iwao F. Ayusawa, A hisfory of lobor in modern Japan, E. W. Center, Hawai, 1963; Japan Labour Siafis- tics. Japan Institute of Labour, Tokio, 1974; Japanese Wor- king Life Profile, lil, Tokio, 1992-1993.

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    Todava ms, si exceptuamos el llamado boom de la sindicalizacin de 1949 -cuando se alcanz e1 porcentaje rcord de toda la historia del sindica- lismo japons con un 55.8% en la tasa de afiliacin sindical- el otro momento culminante lo encontra- mos en 1970, cuando el llamado milagro econmi- co japons lleg a su mxima expresin. Sin em- bargo. ambos momentos responden a contextos dife- rentes y expresan distintas orientaciones dentro del movimiento sindical. En el primer caso se trata de un fenmeno un tanto coyuntural, claramente impu- table al proceso de liberalizacin que sigui a la inmediata posguerra, cuando los trabajadores japo- neses buscaban superar las penurias de la guerra, sustraerse al frreo tutelaje impuesto por la ocupa- cin alidada del pas y pugnaban por encontrar canales de expresin poltica a travs de una de las pocas formas o medios legales disponibles en ese momento: la organizacin sindical. En el segundo caso se trata de un proceso mucho ms estable y duradero, y responde a causas ms estructurales que circunstanciales. En conjuncin con el empleo total, particularmente en la industria manufacturera, lo- grado como consecuencia del apogeo de la era del rpido y alto crecimiento econmico a lo largo de la dcada de los sesenta, la tasa de afiliacin se mantu- vo elevada en forma consistente, de acuerdo con los modelos japoneses, en alrededor del 35%, y alcanz su punto culminante en 1970 con un 35.4%. A partir de entonces, el porcentaje de la membresa sindical empez a caer sucesiva e irreversiblemente hasta llegar al 24.4% sealando antes, y sin que haya habido o se haya advertido hasta ahora un esfuerzo concertado por parte del movimiento sindical por

    revertir tal tendencia. Estamos, pues, ante una evi- dente crisis de afiliacin sindical cuyos alcances son, por ahora, imprevisibles.

    Cmo explicar la referida crisis de afiliacin que, de acuerdo con la tendencia mostrada en el cuadro 2, permitira presuponer si no una virtual extincin, por lo menos una drstica reduccin del sindicalismo japons a proporciones insignificantes? Por qu han fracasado los sindicalistas japoneses en atraer y en afiliar a las nuevas generaciones que se incorporan al mercado de trabajo? Ha perdido el sindicato de empresa su papel protagnico en la sociedad posindustrial en que se ha convertido el Japn? A continuacin algunas respuestas y explica- ciones al respecto.

    L o primero que hay que decir es que la cada del porcentaje de afiliacin sindical es una consecuencia de las transformaciones estructurales sufridas por el Japn a mediados de los setenta, cuando la era del milagro econmico japons lleg a su fin. Los cambios y ajustes introducidos a su modelo de desa- rrollo a raz de las crisis petroleras de 1973 y 1979 aceleraron el trnsito definitivo de una economa sustentada bsicamente en la industria pesada y qu- mica, con un alto consumo de energticos y un uso intensivo de mano de obra, a una economa de servicios sustentada en el uso intensivo de conoci- mientos y en la alta tecnologa, orientada a la pro- duccin de servicios de gran complejidad, como la administracin computarizada, el diseo de sistemas y programas, el desarrolio de la informtica al ser- vicio del procesamiento computarizado de datos, de la programacin de microprocesadores, de la bs- queda y desarrollo de nuevas tecnologas y estrate-

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    gias de planeacin y administracin para la fabrica- cin de nuevos productos; en suma, una economa orientada a la prestacin de nuevos servicios para UM sociedad de consumo masivo y sofisticado en que se ha convertido la sociedad japonesa. Es evi- dente que todas estas transformaciones estructurales no slo impactaron profundamente en el mercado de trabajo, sino que pusieron en serio entredicho la vigencia de aquellas instituciones y prcticas que haban servido de soporte a la era del milagro, entre ellas las prcticas sindicales.

    Para comprender con mayor claridad el impacto que la reestructuracin del modelo de desarrollo japons provoc en el empleo y en la tasa de afilia- cin sindical a mediados de los setenta, es necesario recordar que las personas empleadas en el sector primario de la economa eran el 17.4% del total en 1970, mismas que se redujeron drsticamente a casi el 7 % en 1990; por lo que respecta al sector secun- dario, tambin disminuy, aunque no tan violenta- mente, del 35.2% a una cifra cercana al 33%. Por el contrario, el empleo en el sector terciario subi abruptamente de un 47.5% a casi el 60% en el mismo periodo.6 Por otro lado, hay que considerar tambin que la existencia e influencia de los sindica- tos ha sido siempre mucho mayor en las grandes empresas, tanto privadas como pblicas, que en las pequeas y medianas, a pesar de que el nmero de estas ltimas es abrumadoramente mayor. Del mis- mo modo, los sindicatos de las grandes empresas manufactureras han detentado siempre el mayor porcentaje de afiliacin y , por ende, el mayor poder de negociacin. ste ha sido un rasgo que ha preva- lecido a lo largo de todo el periodo de la posguerra;

    sin embargo, en los ltimos veinte aos ha habido cambios importantes en la materia. Por ejemplo, en el ao 1969 la tasa de afiliacin sindical en las grandes empresas manufactureras privadas de 500 y ms empleados llegaba al 76%, las que empleaban entre 100 a 499 alcanzaban un 37.2% y los estable- cimientos que empleaban hasta 99 trabajadores rep- resentaban el 11.4% de dicha afiliacin. Esta rela- cin cambia bastante en 1991, momentos en que la tasa de afiliacin sindical en las grandes empresas que emplean a loo0 o ms trabajadores llega a 58.7%. las que emplean entre 100 y 999 alcanzan al 23.3% de afiliacin y las empresas de hasta 99 empleados slo llegan a un magro I . 8 % . Entonces, el decremento de la presencia, y probablemente de la accin sindical, es evidente. Todos estos cambios en la estructura del empleo

    -particularmente la creciente expansin del sector terciario- tendrn una profunda repercusin en la proporcin de la afiliacin sindical. En este sentido habra que recordar tambin que los sindicatos, so- bre todo los de las grandes empresas manufacure- ras, estn organizados con base en el empleo de por vida --o empleo @U time, como tambin se le conoce-, y preservados por la afiliacin obligato- ria para quienes tienen esa condicin. Por lo tanto, el aumento del empleo en esos sectores - c o s a que ocurri en Japn entre 1955 y 1975- se reflejaba automticamente en el aumento de la membresa sindical. Pero esta dinmica se interrumpi a partir de 1973 con el derrumbe del milagro. El agota- miento de la estrategia de desarrollo, las dos crisis petroleras (1973 y 1979), la revaluacin del yen, la recesin mundial, la inflacin y el subsecuente in-

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    cremento de los precios y del costo del trabajo, etc. ,* impusieron la reestructuracin industrial. Por esta va, las grandes empresas y el Estado introduje- ron nuevas tecnologas encaminadas ai ahorro de energa y de trabajo, diversificaron sus operaciones hacia nuevos campos industriales y transfirieron instalaciones, capitales y tecnologas al exterior. Como resultado de todo esto, el aumento del empleo ,@U rime empez a disminuir en las grandes com- paas, y en algunos casos en forma drstica, como en la minera, la industria de los astilleros y la petroqumica. Por el contrario, las industrias de produccin masiva de servicios, informtica y pro- cesamiento computarizado de datos, etc., experi- mentaron UM considerable expansin, con el consi- guiente aumento del empleo. As, sectores donde el empleo full time haba sido preservado por l a afiliacin sindical obligatoria se estancaron o dismi- nuyeron ostensiblemente, mientras que en sectores y empresas donde el porcentaje de afiliacin haba sido tradicionalmente bajo, el empleo se increment considerablemente. Por esta va, la crisis de afilia- cin era inevitable; sin embargo, debe quedar claro que la cada global de la tasa de afiliacin sindical no es imputable al retiro o desafiliacin de los trabajadores, sino ms bien a los cambios estructu- rales ya expuestos.

    No obstante lo anterior, hablar de la reestructura- cin del empleo en el plano sectorial, y del impacto que sta ha tenido en la tasa de sindicalizacin, no es suficiente. Es necesario examinar ms especfica- mente las transformaciones que en el nivel de mer- cado de trabajo ha provocado, por ejemplo, la refe- rida expansin del sector terciario de la economa en

    la reorganizacin del trabajo y en la apertura de nuevas opciones laborales y profesionales para to- dos los japoneses. En efecto, la revolucin inform- tica y las innovaciones tecnolgicas que han hecho proliferar las fbricas, tiendas y almacenes, bancos y oficinas altamente automatizadas, que disean y utilizan programas, procesan datos y manejan sofis- ticados equipos electrnicos, han aumentado la de- manda de trabajo altamente calificado, requerimien- to que slo puede ser realizado por aquellos que cuentan con un alto nivel educativo, como es el caso de las jvenes generaciones que recin se incorpo- ran al mercado de trabajo, o el caso de aquellos, y sobre todo de aquellas trabajadoras de mediana edad que an conservan la ductibilidad para ser capacita- das y entrenadas en las nuevas modalidades produc- tivas

    Las nuevas modalidades de la produccin y del consumo, as como el nuevo tipo de empleo deman- dado, han reforzado la opcin por jvenes con un alto nivel educativo; sin embargo, esto ha tenido quiz un precio demasiado alto para el viejo sistema japons de relaciones industriales. En efecto, las nuevas generaciones de trabajadores que se estn incorporando al mercado de trabajo vienen imbuidas de una mentalidad innovadora: por principio de cuentas demandan ms altos salarios, mayor flexibi- lidad en el empleo y en el horario de trabajo, salarios por funciones y promocin por mritos; ms espacio y condiciones para su realizacin per- sonal, mayor disponibilidad y discrecionalidad en cuanto al uso del tiempo libre, etc., demandas todas que estn en abierta contradiccin con el SJRI, es decir, con el sistema de empleo de por vida, el

  • Paradojas del sindicaiismo japons 217

    sistema de determinacin de salarios por antige- dad, la organizacin sindical por empresa y con UM peculiar relacin entre trabajador y empresa, sus- tentada en el paternalismo, familiarismo y subordi- nacin, de muy largo arraigo en la sociedad japone- sa. En lo que respecta ai presente trabajo, hay que subrayar la particular indiferencia que dichas gene- raciones jvenes de trabajadores muestran respecto del sindicato y del sindicalismo, en tanto instancia organizativa y en tanto herramienta de defensa de los trabajadores.

    Otro importante fenmeno que impacta directa- mente ai mercado de trabajo lo constituye la baja tasa de natalidad, el progresivo envejecimiento de la poblacin y la subsecuente escasez de mano de obra. ste es uno de los cambios notables que ha experimentado la sociedad japonesa en los ltimos tiempos. Es tambin un hecho preocupante, sobre todo para una economa en permanente expansin como la japonesa, y sus efectos se dejan sentir ya en el corto plazo. Por ejemplo, una reciente encuesta realizada por el Ministerio de Trabajo (1990) mos- tr que existe un dficit de 2.2 millones de trabaja- dores calificados en el pas, escasez que se torna crtica en algunas reas de servicios, como la cons- truccin, el transporte, los servicios hospitalarios, municipales, etc. De all que, junto al cada vez ms difcil y competido reclutamiento de los jvenes, la escasez de mano de obra ha obligado a la reincorpo- racin ai mercado de trabajo de las mujeres casadas de mediana edad, las llamadas cuarentonas, y de una parte de los trabajadores jubilados, ambos tradi- cionalmente marginados del mercado de trabajo; y ha obligado tambin a la incorporacin de mano de

    obra extranjera, bajo la forma de trabajo ilegal y clandestino. Toda esta gama de recursos humanos ha ingresado al mercado de trabajo como trabajado- res irregulares, concepto que designa a una gran diversidad de empleos que van desde aquellos traba- jadores de tiempo parcial (o part time, como lo denominan los japoneses) hasta aquellos que exhi- ben contratos por tiempo determinado. Es obvio que el trabajo extranjero ilegal no se conceptualice ni mucho menos aparezca en las estadsticas oficiales; sin embargo, clculos conservadores estimaban que en 1990 existan en Japn ms de 350 O00 trabajado- res ilegales. En suma, se trata de una especie de periferia de la fuerza de trabajo regular que no tiene la condicin del empleo full-time, ya sea por- que no han podido lograr tal condicin o sencilla- mente porque no la desean, pues han optado por un empleo ms flexible y de mayor libertad personal. Un dato ilustrativo ai respecto es que entre 1.983 y 1987 el llamado empleo NI-time, tanto de hom- bres como mujeres, creci un 4.7%, mientras que el empleo part-time creci un 40% durante el mis- mo periodo.9 Pero verdaderamente IO que queremos destacar aqu es que esta creciente gama y cantidad de trabajadores est, en los hechos, totalmente ex- cluida de la vida sindical por dos razones fundamen- tales: la primera, porque la afiliacin sindical s6l0 es posible cuando se tiene la condicin de empleo de por vida o full-time y, la segunda, porque no les interesa.

    En el esfuerzo por desentraar las razones de la cada de la afiliacin sindical en el Japn en los ltimos veinte aos, tres cam fundamentales han quedado ya perfectamente claras: la primera tiene que

  • 218 Daniel Toledo

    ver con los cambios estucturales que encar el Japn a mediados de los setenta; la segunda es la evidente faita de inters o indiferencia, por decir lo menos, de parte de los nuevos contingentes de traba- jadores frente al sindicaiismo o la actividad sindical, y la tercera tiene que ver con el manifiesto anacro- nismo, faita de flexibilidad y lentitud de los sindica- tos para atraer y organizar a dichos trabajadores. Desde el momento en que la afiliacin sigue siendo exclusivista, marginante y compuisiva, es el propio sindkato el que esta cerrando las puertas de su organizacin a ms del 75% de los trabajadores japoneses

    HACIA UNA SOClEDAD SIN SINDICATOS?

    Hasta hace poco tiempo, una pregunta como la que encabeza este apartado hubiera parecido francamen- te aberrante; hoy da suena hasta pertinente, toda vez que nadie ignora que el sindicalismo vive momentos dificiles en la mayora de las sociedades de industria- lizacin avanzada, y el Japn no es la excepcin Tambin es efectivo que muchas de las funciones sindicales han sido enajenadas en favor de la gestin del Estado y de las empresas por la va del llamado Estado de bienestar y del familiarimo empresa- rial, y que las jvenes generaciones de tratrajadores se muestran reacias a militar en las filas del sindica- lismo, mientras que los sindicatos se muestran faltos de autocritica, imaginacin y con muy poca flexibi- lidad para asumir los cambios que se estan produ- ciendo en el mercado de trabajo. Entonces, todo parece indicar que se transita hacia una sociedad sin

    sindicatos o, en el mejor de los casos, hacia una sociedad donde el papel protagnico del sindicato en materia de negociacin colectiva quede reducido a una mnima expresin. Existen ya en el Japh una serie de indicadores que bien pueden apoyar esta hiptesis; por ejemplo, cualquiera podra suponer que ante la ausencia o bajo petfil de la accin sindi- cal en la empresa, los conflictos laborales como las huelgas prosperaran con facilidad y aumentaran en cantidad al no existir la contraparte sindical adecua- da frente a los designios o arbitrios de la empresa; sin embargo, ste no es el caw en el Japn, tal como se puede observar en el cuadro 3 .

    Cuadro 3. Conflictos Iaborales 1975-1991

    .__ Nmero de Trabajadores Nmero de das

    (en miles) perdidos (miles)

    AAo conflictos participantes de trabajo

    huelgas (casos)

    1975 3 391 2 732 8 015 1917 1 707 692 1493 1979 1 151 449 919 1981 955 247 554 1983 893 224 507 1985 627 123 264 1987 414 101 256 1989 362 86 220 1990 284 84 145

    .I991 310 53 96

    Fuentes: Year Book of Labour Slaiisfics, Ministerio del Traba- jo, 1983; Japanese Working Life Profie, The Japan Inst. of Labour, Jap6n, 1993, p. 56.

    Los datos son categricos: junto a la disminucin del porcentaje de sindicalizacin dentro de la fuerza

  • Paradojas del sindicalismo japons 219

    de trabajo empleada en el Japn, tambin es muy significativa la declinacin del nmero de huelgas, del nmero de trabajadores que participan en ellas, as como la disminucin de los das perdidos a causa de dichos conflictos obrero-patronales. Esta tenden- cia es particularmente evidente desde mediados de los setenta, precisamente cuando se empieza a mani- festar con mayor claridad la declinacin de la tasa de sindicalizacin.

    Otra lectura que se pude hacer a partir de la anterior comprobacin es que al ser tan baja la tasa de sindicalizacin, en los hechos las tres cuartas partes de los trabajadores japoneses estn excluidos de la defensa sindical directa y de las ventajas de la negociacin colectiva; se crea as una situacin que deja a la empresa y al Estado *cuando ste acta como patrn- el camino libre para imponer en forma unilateral salarios y condiciones del trabajo. No obstante la magnitud de dicho problema, lo paradjico es que parece no importarles demasia- do a los trabajadores japoneses, particularmente a los jvenes, puesto que la ausencia de sindicatos -fenmeno muy frecuente en las pequeas y me- dianas empresas, como ya se ha visto- no elimina la negociacin colectiva, misma que tiene lugar permanentemente en todo tiempo, lugar y condicin entre trabajadores y empresas. Esto es as por el tradicional predominio del famiiurismo en las rela- ciones obrero-patronales, que trasciende la exist- encia de los sindicatos, pero sobre todo por la influencia de SHUNTO, o la llamada ofensiva laboral de primavera, en el mundo del trabajo en Japn, fenmeno que merece un prrafo aparte.

    Desde 1956 hasta hoy, en todo el Japn se reali-

    zan, de una manera concertada y general, negocia- ciones entre sindicatos y empresas sobre los salarios y las condiciones del trabajo que prevalecern du- rante el ao laboral por venir. Esfa negociacin colectiva se lleva a cabo en el periodo de primavera; es decir, entre abril y mayo de cada ao; de all que se le denomine ofensiva laboral de primavera, o SHUNTO. En forma prcticamente simultnea, cada sindicato de empresa presenta sus demandas y rei- vindicaciones, y luego las negocia con su respitiva gerencia bajo la direccin, coordinacin y orienta- cin de los centros nacionales o federaciones sindi- cales, impedidas de negociar directamente. Los sin- dicatos japoneses adoptaron esta estrategia a fin de fortalecer su fuerza negociadora, en tanto que trata- ban de superar la gran brecha entre productividad y salarios en su favor, a la vez que aspiraban a nivelar los salarios con las demandas sociales y de consumo cada da ms amplias.

    En tanto estrategia negociadora, SHUNTO se ha consolidado como un proceso de determinacin de salarios en Japn, constituyndose en una prctica singular en comparacin con los mtodos de nego- ciacin desplegados por otros pases. Considerando que casi todos los trabajadores japoneses, sindicali- zados y no sindicalizados, participan de alguna ma- nera en estas negociaciones, SHUNT0 se ha convert- ido en un acontecimiento anual de gran importancia para las relaciones obrero-patronales. En cuanto procedimiento, y como regla general, inician las negociaciones los sectores industriales ms podero- sos en ese momento (como las industrias del hierro y el acero, la construccin naval, maquinaria elc- trica, industria automotriz, etc., es decir, todos los

  • 220 Daniel Toledo

    afiliados a la Federacin Internacional de Trabajado- res Metalrgicos -Consejo Japons- (IMF-JC)), y los principales sindicatos del sector privado siguen sus pasos. A continuacin, los resultados de estas negociaciones se reflejan en la determinacin de salarios .de las empresas estatales, resultados que, a su vez, impacian e influyen en el aumento de sala- rios de las empresas medianas y pequeas, incluyen- do la amplia gama de los trabajadores no organiza- dos. De esta manera, SHUNTO -que ya es ritual dentro de la negociacin sindical japonesa- propor- ciona tambin directrices y pautas al sector no sindica- lizado, sobre las cuales ste pacta o contrata sus condiciones de trabajo, mismas que difcilmente esta- rn por debajo de los parmehos establecidos por SHUNTO, tal como lo hemos corroborado en una re- ciente investigacin realizada en empresas japonesas

    10 sin organizacin sindical. Si bien la creciente disminucin de las huelgas y

    del nmero de trabajadores que participan en ellas en el transcurso de los ltimos 15 aos en el Japn -as se observa en el cuadro 3- confirma una tendencia hasta ahora invariable respecto del des- censo de los niveles de confiictividad laboral y. por aadidura, UM prdida de protagonismo del sindica- to y, por esta va, su potencial extincin, etc., tratndose del caso del Japn, habra que ser muy cuidadosos con tales conclusiones, particularmente con aquellas relativas al papel de los sindicatos, la negociacin colectiva y la conflictividad laboral. En efecto, la asumida prdida de protagonismo del sin- dicato en el contexto global de la fuerza de trabajo no autoriza necesaria y automticamente la tesis de la desaparicin de los sindicatos. Como sabemos, el

    poder smdical es ejercido ms bien como una de- mostracin potencial de su fuerza y de su capacidad de movilizacin, que como un ejercicio real y con- creto del mismo a travs de paros y huelgas; su sola existencia y/o presencia demuestra que, llegado el caso, es capaz de contrabalancear el poder de la administracin empresarial, o es capaz tambin de llegar al conflicto abierto, incluso violento, para equilibrar las instancias negociadoras y defender los intereses de sus agremiados, cuando las negociacio- nes y la bsqueda del consenso han fracasado. De all entonces que haya que revitalizar la referida falta de protagonismo, sustentada exclusivamente en una estadstica de la confiictidad laboral. Por otra parte, afirmar que el Japn es una sociedad sin conflictos laborales de importancia, donde los pro- cesos de negociacin colectiva tienen un bajo per- fil, no equivale a decir que no hayan existido, tanto en el pasado como en el presente, conflictos, disputas, confrontaciones y aun enfrentamientos violentos y prolongados entre trabajadores y empre- sas sobre los variados aspectos que engloba l a rela- cin obrero-patronal. La diferencia estriba en que en el Japn se negocia constantemente, haya o no haya sindicato, a travs de un sistema de consulta permanente, en una atmsfera proclive a la coopera- cin, flexibilidad, comprensin y confianza mutua, que evita, o trata de evitar, casi todos los conflictos abiertos y duraderos.

    Otra opcin para postular UM nueva paradoja respecto del sindicalismo japons esi en su relacin con la vida poltico-social. SI asumimos que el sin- dicato es una clula fundamental de la vida demo- crtica -indispensable en todo proyecto de socie-

  • Paradojas del sindicalismo japons 22 1

    dad integral, en tanto instancia de participacin, organizacin, representacin, gestin y defensa de los derechos e intereses de los trabajadores, etc.-, tendramos que concluir que el sindicalismo japons -al disminuir su presencia en el cuerpo social y al fracasar en sus intentos por atraer a nuevos y am- plios contingentes de trabajadores a sus filas- no slo se ha colocado a la defensiva frente a los cambios sociales y a su responsabilidad de liderear las demandas laborales, sino que ha contribuido al debilitamiento de la vida democrtica en el Japn. A su vez, como la democracia es condicin imprescin- dible para el funcionamiento de los sindicatos, stos no encontraran espacios ni condiciones para su desarrollo lo que, en definitiva, cerrara las posibi- lidades para que el movimiento sindical incidiera ms significativamente en la vida civil. En conse- cuencia, prevalecera la hiptesis de que la crisis de afiliacin y la prdida ylo debilitamiento del prota- gonismo social del sindicato ha tornado menos de- mocrtica a la sociedad japonesa, por lo menos en los ltimos veinte aos. Pero, no obstante la contun- dencia de tal lgica, lo paradjico es que dicho fenmeno no se da en la realidad. No tenemos en estos momentos bases concretas para sostener que la sociedad japonesa sea hoy menos democrtica que hace 20 aos. Por el contrario, una serie de indica- dores poltico-sociales apunta a un proceso de ma- yor apertura democrtica, como sera el caso de los rewltados de las recientes elecciones generales que d4uncaron del gobierno al Partido Liberal Demo- crntico (PLD) despus de 38 aos de ejercicio ininte- I riJiilpid0 del monopolio del poder. La coalicin opositora triunfante, convertida ya en una fuerza

    poltica significativa, no slo ha logrado debilitar los rgidos moldes de la poltica tradicional, sino tambin vencer numerosos obstculos en su lucha por consolidar un gobierno ms democrtico, ms estable, menos corrupto, ms abierto y sensible a las demandas de la sociedad civil japonesa, etc., polti- cas que a fines de 1993 contaban con un apoyo popular sin precedentes en la historia del Japn contemporneo. Entonces, lo menos que se puede decir es que la vida poltica se desarrolla hoy en un contexto ms democrtico que en algunos momentos del pasado, cuando el PLD monopolizaba sin contra- pesos el poder poltico y la conduccin del gobierno japons.

    Como puede advertirse, en las ltimas cuatro consideraciones hay material suficiente para cons- truir otras tantas paradojas, pero lo que verdadera- mente importa al presente trabajo es establecer si en realidad en el Japn se transita hacia una sociedad sin sindicatos o, lo que vendra siendo lo mismo, si verdaderamente el sindicalismo japons afronta UM potencial extincin, por la va del decremento pro- gresivo de su tasa de afiliacin.

    Es verdad que los cambios estructurales ocurri- dos en el Japn en el transcurso de la dcada de los setenta y los procesos de reconversin industrial que le siguieron provocaron una serie de ajustes y trans- formaciones en la economa, en el mercado de tra- bajo y en el SJRI. En efecto, el sector manufacturero se estanc, o se comprimi severamente en algunas reas; sus fbricas se achicaron y su empleo decre- ci; sus sindicatos, tradicionalmente con el mayor porcentaje de afiliacin, disminuyeron. Es verdad tambin que el sector terciario y la llamada econo-

  • 222 Dmiel Toledo

    ma de servicios al expandirse extraordinariamente provocaron un ingreso masivo o reingreso de nuevas fuerzas laborales al mercado de trabajo, contingentes que, sea por exclusin obligada, indiferencia o convic- cin propia, se han mostrado reacias a militar en las filas del sindicalismo, haciendo disminuir drstica- mente la tasa de sindicaiizacin.

    Ahora bien: nos autoriza todo este proceso a pronosticar la extincin del sindicato y del sindica- lismo en la sociedad japonesa?

    La respuesta no puede ser otra que una categrica negativa. Es an demasiado prematuro el pronstico de la desaparicin de los sindicatos en las llamadas sociedades posindustriales Hay todava demasiadas carencias y muchas demandas que reclaman la pre- sencia y accin de los sindicatos no slo en el mbito de las reivindicaciones propiamente labora- les, sino tambin en aquellas que tienen que ver con la sociedad civil como un todo. Y ste sera el caso del Japn. Aunque todos los problemas que deman- dan una accin sindical ms enrgica y decidida podran sintetizarse en la reivindicacin bsica de hacer ms compatible el xito industrial-econmico- financiero del Japn con UM mayor justicia social, que mejore significativamente la calidad de vida del trabajador japons, necesitamos ser ms explcitos ai respecto.

    Lo anterior puede tener varias lecturas, empezan- do por la necesidad de UM urgente disminucin de la brecha entre la tasa de rentitbilidad del capital de las emjmsas y los salarios de sus empleados, y siguiendo por una pronta detencin de la espiral de los precios e impuestos, que encarecen constante- mente los bienes y servicios. En los ltimos tiempos

    en el Japn, todo el mundo paga elevadsimos pre- cios por la comida, el vestido, transportes y servi- cios, bienes manufacturados, etc., de tal manera que aunque el ingreso per cpita japons supera ai de Estados Unidos y al de muchos pases europeos, el nivel de vida todava es considerablemente infe- rior al de estos ltimos.

    Por su parte, el problema habitacional merece UM mencin especial: actualmente muchos Saray man japoneses (empleado promedio), a pesar de toda una vida de trabajo, dificilmente podrn ser propietarios de una habitacin o departamento de los denominados mansin (de unos 64 metros cuadrados) por su excesivo costo; y los que persis- tan en la reivindicacin de la casa propia debern esperar por lo menos tres generaciones para lograr- lo, esto es, por la va de la contratacin de crditos para adquirir habitaciones con vencimientos a 80 aos, que es un plazo como los que se ofrecen actualmente en Tokio, Osaka o algunas otras urbes japonesas.

    De naturaleza menos cuantitativa, pero igualmen- te importante es la evaluacin de los resultados de las presiones impuestas por el modelo de desarrollo sobre el sistema educativo japon6s. El imperativo de alcanzar el xito econmico requera tambin el concurso de UM educacin para el xito, nica manera de asegurar UM fuerza de trabajo capacita- da, eficiente y disciplinada, proceso que desencade- n UM extrema competitividad en el sistema educa- tivo. El problema de esta articulacin vino con aquellos jvenes y adolescentes que no resistieron la competencia, no alcanzaron el xito y no fueron capaces de asimilar el fracaso. No sin razn, en el

  • Paradojm del sindicnlrrrno japons 223

    transcurso de la dcada de los setenta, el Japn disput seriamente el rcord del pas con la ms alta tasa de suicidios de menores en el mundo. El sindicalismo no puede permanecer impvido ante tamao costo social de un proyecto econmico M- cional.

    En lo que respecta a condiciones de trabajo y su impacto social, dos o tres sealamientos bastan para identificar otras tantas tareas u objetivos de la lucha sindical. En primer lugar est la existencia de largas e intensas jornadas de trabajo que, en trminos de promedios de das y horas por ao laboral, as como del promedio de horas trabajadas por semana, colo- can al Japn en un nivel muy superior al resto de los pases industrializados, tal como puede observarse en el cuadro 4.

    Cuadro 4. Dias y horas de trabajo anual, promedio de horas semanales. EstimaciC para 1986.

    Pais Das trabaja- Horas traba- Promedio de dos por ao jadas por ano horas trabaja-

    das por semana

    Japn 253 2 150 41.34 Gran Bretaa 230 I 9 3 8 37.26 Estados Uni- 23 1 1 924 37.00 dos Alemania Fe- 221 1655 31.81 deral Francia 228 I 6 4 3 31.59

    Fuente: Labour in Japan, Ministerio del Trabajo, 1988, pp. 158- 159.

    Todava ms, en 1990 los japoneses continuaba con los horarios de trabajo ms extensos del mundo pues, segn cifras oficiales del Ministerio del Tra- bajo del Japn, cada japons trabaj en promedio 2 124 horas; es decir, 176 ms que los estadouni- denses ( 1 948), y acerca de 500 horas ms que los alemanes ( 1 598). que los franceses (I 638) y que los italianos (1 656). En promedio, un japons tra- baja aproximadamente dos meses y medio m s que los europeo^".'^ Y , no obstante que el Ministerio del Trabajo ha recomendado un mximo de 40 horas semanales y limitado las horas extras a un mximo de 450 por ao (aproximadamente 40 por mes), cada empresa - e n concordancia con el sindicato de dicha empresa y en nombre de las necesidades y exigencias que impone la produccibn- puede au- mentarlas a lmites muy superiores. Por esta va, en 1 9 9 1 Toyota marc el rcord con un promedio de 2 400 horas anuales de trabajo, unas 750 horas ms que Fiat o Volkswagen, es decir, como si el ao

    14 para los trabajadores de Toyota tuviese 16 meses. No cabe duda de que por estos caminos el Japn

    se ha convertido en uno de los pases ms ricos del mundo, pero tambin se ha convertido en uno de los pases ms cansados del mundo, ai punto de que cada ao mueren cientos de personas por Karos- hi, literalmente por exceso de trabajo. Muchos trabajadores sufren de fatiga crnica y otras enfer- medades derivadas de su intensa y prolongada jor- nada laboral. Se calcula que desde 1989 un prome- dio de 10 O00 personas al ao han muerto de hemo- rragias cerebrales atribuidas clnicamente ai exceso de trabajo; en 1990 los tribunales japoneses del trabajo reconocieron 676 casos de muerte por Ka-

  • 224 Daniel Toledo

    roshi, cifra que subi a unos 900 casos en 1991. En una encuesta realizada por el peridico Yunziuri, uno de los de mayor tiraje en el lapn, en enero de 1992, se evidenci que el 82% de los japoneses teme morir de Karoshi, lo cual supera por mucho a los temores de morir por cncer o SIDA. Los testimonios son drsticos: Se trata de la locura de un pas drogado por el trabajo y la competencia. Operarios que se desmayan sobre las cadenas de montaje despus de dos turnos de trabajo consecuti- vo habitual; automovilistas que se inclinan sobre el volante golpeados por un infarto tras largos turnos de trabajo de 24 horas con un intervalo de dos empleados que se caen del 12 piso a las 11 de las noche, despus de haber trabajado desde las ocho de la maana, seiiala el abogado Kawahito Hiroshi, representante de la Asociacin de los Abogados en Defensa de las Familias Vctimas del Karoshi. Como se puede advertir no slo por las cifras - q u e continan creciendo-, sino por sus alcances y con- notaciones humanas, el Karoshi tiene dimensio- nes impresionantes que urge resolver.

    Pero las largas e intensas jornadas laborales en el Japn no impactan slo en el drama del Karoshi, sino que inciden tambin en la exigidad de las vacaciones, en la poca disponibilidad de tiempo libre y en la escasa existencia de actividades recrea- tivas que, a su vez se revierten en causales del Karoshi y en el incremento del costo social del &xito econhiico, problemas que requieren pronta solucin

    Otro priibleiiia ejemplar que clama por una ac- cin sindical ms decidida y permanente 52 ubica en el mbito

  • Paradojas del sindicalismo japons

    ~

    225

    re su solucin a manos de las federaciones o confe- deraciones nacionales, con mayor capacidad de ges- tin y negociacin ante las entidades empresariales e instituciones laborales y polticas de alcance na- cional. De all entonces la preeminencia que, por estos das, han adquirido dichas organizaciones sin- dicales frente a los sindicatos de empresa.

    Por otro lado, la apuesta por la justificacin y por la vigencia de los sindicatos en el Japn no pasa slo por la magniiud y diversidad de los problemas por resolver, sino tambin por la transformacin o mod- ernizacin de sus esquemas organizacionales, sobre todo el cambio de sus estrategias de afiliacin. Esta reestructuracin organizacional debe contemplar tanto el reclutamiento y la organizacin de aquellos amplios sectores de trabajadores que hoy da perma- necen al margen de la vida sindical, como la defensa de objetivos sociales ms amplios y trascendentes, mismos que se han venido corporizando y priorizan- do en los ltimos aos con el movimiento Shunki- Seikatsu Toso, es decir, la ofensiva de primavera para mejorar los estndares de vida.

    Es en ese contexto problemtico, pero a la vez esperanzador, que surge RENGO, hecho que hemos calificado al principio del presente trabajo como uno de los mayores cambios ocurridos dentro del movi- miento sindical japons a lo largo de su historia. Sus espectativas se reflejan tanto en su plataforma bsica como en sus objetivos: por una parte, se trata de preservar y continuar con la tradicin de un movi- miento sindical libre y democrtico; de buscar siem- pre la justicia social; de constituirse en la vanguar- dia del pueblo en el proceso de construccin de una sociedad libre, igualitaria, justa y pacifica; de elimi-

    nar toda forma de intervencionismos y de hacer todos los esfuerzos posibles por asegurar la paz mundial, la coexistencia y la coprosperidad de todas las naciones, etc.; por otra parte, se trata de alcan- zar los objetivos de mantener su independencia o autonoma frente al gobierno, los partidos polticos y las empresas; de consolidar y expandir el movi- miento sindical, promoviendo la sindicalizacin de los trabajadores no organizados, a la vez que refor- zando las actividades sindicales en los niveles nacio- nal, regional, sectorial y local; de impulsar la mate- rializacin de un modo de vida ms humano median- te el mejoramiento de las condiciones del trabajo; de reforzar su poder de gestin y capacidad poltica, buscando la cooperacin con partidos polticos con- vergentes con sus objetivos, polticas y demandas tendientes a preservar el empleo pleno, estabilizar los precios de los bienes de consumo, mejorar los niveles de vida de los trabajadores y, por extensin, la calidad de vida de toda la nacin, etctera. No cabe duda de que, tanto por su representativi-

    dad, capacidad organizativa, plataforma ideolgica, objetivos y metas a lograr, virtual clientela poltica, etc., RENGO constituye un enorme potencial de fuer- za negociadora del movimiento sindical japons, sobre todo en estos ltimos tiempos, cuando en casi todo el mundo asistimos a una ofensiva sin contrape- sos del neoliberalismo, tiempos en los que la discu- sin y las decisiones en torno a los grandes temas y problemas relativos a las condiciones del trabajo y sus implicaciones sociales se realizan ms bien en las cmaras parlamentarias, altos tribunales de justi- cia y del trabajo, partidos polticos, que eii los sindicatos de empresa. La represeiiiaciOii

  • 226 Daniel Toledo

    en estas instancias del poder es importante y desde alli puede influir en la legislacin y aplicacin de las leyes laborales a escala nacional y observar corres- pondencia internacional.

    En deftntiva, las espectativas en tomo a RENUO son amplias y optimistas; sin embargo, es an una historia por construir. Es todava demasiado pronto para saber si sus propuestas tendrn como resultado en metas realistas, suficientemente atractivas para recuperar o atraer el inters de los japoneses por la actividad sindical. En todo caso, mucho depender de la fuerza, calidad y congruencia que le imprima a esta nueva organizacin su propia dirigencia que, por lo pronto, ya se ha autoproclamado Nuevo liderazgo para nuevos tiempos del movimiento sin- dical japones. Habr que ver.

    NOTAS

    Japan institute o f Latmur (JIL), Labour Managemenie Relaiiom in Japan 1990, Tokio, p. I 1 JIL, Labor Managemeni Relations in Japan 1993, Tokio, Japn, p. 14. JIL. Japan Labor Bulletin, vol. 15, nm. 3, marzo de 1976, Tokio, p. 5. Por ejemplo, en reconocido que, desde su fundacin, SOHYO ha coopaado estrechamente con el Partido Socialista del Japn, alpuntodequeamediadosde losochentamsdela mitadde los represeniantesde ese partidoenel parlamento japones eran tambin miembros de SOHYCI Por otro lado, DoMEitrabaja con el Partido Socialista Democrtico. Por su parte, el Partido Comunista Japons form ZENROREN para oponerse a la campaa de unificacin y fnrmacin de RENW al cual califican de frente oficialista y de derecha.

    Japan 1993, An Internaiional Comparison, Ed. Keizai Koho Center, Tokio, 1993, p. 21

    6 Por ejemplo, en el ao 1973, y como consecuencia del aumento de precios, del alto nivel inflacionario y de la gran ofensiva de S ~ T O desplegada por el movimiento sindical japons, se logr el mayor incremento salarial en la historia del Japn de la posguerra, equivalente al 32.9% anual.

    Tokuichi Utada, Labour Unions and Labour-Manage- meni Relatiom, Japanese Industrial Relations Series, nm. 2, ed. m, Tokio, 1993, p. 12.

    9 Machiko Osawa, Structural Transformation and Industrial Relations in the Japanese Labor Market, en Searching for a New System in Industrial Relations, ed. IIL, Tokio, 1989, p. 96.

    10 J. Daniel Toledo B., Los cambios y ajustes experimenta- dos por el Sistema Japons de Relaciones Industriales en los itimos 15 &os: 1975-1900, en Signas, Anuario de Humanidades, UAM-1 ao V, tomo 11, 1 9 9 1 , pp. 369-389.

    I I En I987 el FTJB del Japn era de 19 553 dlares, superando el de Estados Unidos (18 570), Alemania Federal (I8 3731, Francia (15 759), Italia (13 089) e Inglaterra (12 107), Japan 1990. An Internaiional Comparison, pp. 12.

    12 Michiko Tanaka, La sociedad japonesa en una encrucija- da: el balance de la socializacin para el xito, en Japn despus del milagro, varios autores, El Colegio de Mxi- co, Mxico 1982, pp. 155-188.

    3 Exclsior, domingo 8 de marzo de 1992, seccin Interna- cional, pp. 8 .

    14 Ibidem. 15 Ibidem. 16 Para 1988 las expectativas de vida para los hombres eran

    de 75.54 aos y para las mujeres eran de 81.30, compara- tivamente & altas que Islandia, Suecia, Noruega, Austra- lia y Estados Unidos; es decir, las mSs altas del mundo.

    1 We, This is RENCO Japanese Trade Union Confederation Tokio, lapn 1990, pp. 4-8.

    m, Japan Lobour Staiisiics, Tokio, 1974, p. 165.