Paoli, Ugo Enrico - URBS La Vida en La Roma Antigua (7.ª Ed.)

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Ugo Enrico Paoli - URBS La vida en la antigua Roma (7.ª ed.)Cualquiera que de uno u otro modo sea inducido a pensar en el mundo romano (ve un fragmento de objeto, lee una poesía, visita un museo, recuerda una anécdota histórica), no puede imaginarse aquel mundo sino como un mundo de hombres, los cuales, si hoy están muertos, en un tiempo estuvieron vivos. Y precisamente porque estuvieron vivos nos viene la curiosidad de informarnos de la manera que comían, cómo alhajaban su casa, cómo vestían, cómo pasaban la velada; de saber a qué hora los niños iban a la escuela y si se llevaban la merienda; de qué modo acaecían los noviazgos; cuáles eran los medios de iluminación y de calefacción; si usaban las esquelas mortuorias, etc. Unas cosas se saben ; otras, no ; acerca de otras hay duda, porque aquel acostumbrado «oído decir» las más de las veces está rodeado de un halo de incertidumbre. ¿Es así?, ¿no es así?, ¿debemos creerlo? Esa venerada antigüedad romana, a quien quiere representarla en concreto, se presenta llena de lagunas e inaferrable, enigmática como una esfinge.ADVERTENCIA DE LOS EDITORES DE LA NUEVA EDICIÓN ESPAÑOLA PREFACIO DEL AUTOR A LA PRIMERA EDICIÓN ESPAÑOLA ÍNDICEI. ROMAI. De Rómulo a Constantino. — II. De la «Roma Quadrata» a las catorce regiones augústeas y a la Roma aureliana. — III. El centro de la gran Roma. — IV. El Foro. — V. Los foros imperiales. — VI. La vida en el Foro. — VII. Los barrios populares. Las tiendas. El barrio de la «Subura». — VIII. La zona monumental de Roma. — IX. El Circo Máximo. El Aventino. — X. Los grandes mercados junto al Tiber. La zona de los grandes almacenes y del comercio ultramarino. — XI. El Palatino desde los orígenes de Roma a Nerón. — XII. La «Domus Aurea» de Nerón. — XIII. El Palatino desde la época Flavia al Bajo Imperio. — XIV. El Capitolio. — XV. El ampliado centro de Roma. El Celio. - El Quirinal y el Viminal. El Pincio, «collis hortorum». — XVI. El «Campus Martius». — XVII. El Esquilino. — XVIII. Paredes y puertas. — XIX. «Trans Tiberim». — XX. La vida en las calles de Roma. — XXI. Roma de noche II. LA CASA ROMANAI. Los dos tipos principales de casa romana. — II. La casa romana señorial (tipo pompeyano).—III. La manzana de casas de alquiler (tipo ostiense). — IV. Caracteres generales de la casa señorial; sus diversas partes: «vestibulum y fauces», la puerta, el «posticum», «atrium, tablinum, alae, anfron, peristylium, exedra, oecus», las alcobas, el «triclinium», la cocina, los cuartos para los esclavos, las «tabernae». Partes accesorias. Frescos murales, estucos, mosaicos. — V. Plantas de casas pompeyanasIII. LA CASA DE CAMPO ROMANA I. «Villa rustica» y «villa urbana». — II. Esquema general de la «villa rustica». La «villa rustica» de Bosco- reale, cerca de Pompeya. — III. La «villa urbana». — Las villas de Plinio. — IV. Los lugares adyacentes a la villa IV. EL MOBLAJE DE LA CASAI. Diferencia entre el mobiliario romano y el moderno. — II. «Instrumentum» y «supellex». — III. Los muebles de la casa romana: la cama; los asientos; las mesas; los armarios; las lámparas. — IV. Espejos y relojesV. LOS MANJARESI. Diversidad de gustos entre los romanos y nosotros. — II. Los principales manjares romanos. — III. El «garum» y el «allec» VI. EL BANQUETEI. Las comidas del día. — II. La ordenación del banquete VII. VESTIDOS, CALZADOS Y ORNAMENTOSI. Del vestido de los romanos en general. — II. La «tunica». — III. La toga. — IV. Los mantos. — V. Los vestidos femeninos. — VI. Los calzados y sombreros. —VII. Los ornamentos VIII. BARBA Y CABELLOSI. La barba. — II. Los cabellos. IX. LA MUJER EN LA FAMILIA ROMANAI. La educación de la mujer romana. — II. El matrimonio. — III. Las bodasX. LA ESCLAVITUD EN ROMAI. Del comercio de los esclavos en general. — II. El número de los esclavos en las familias romanas. — III. «Familia rustica» y «familia urbana». Especulación industrial con el trabajo de los esclavos. — IV. La

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  • UGO ENRICO PAOLI

    (JLA VIDA EN LA

    ROMA ANTIGUA

    Disco de poca imperial Escena de caza

    IBERIA

  • UGO ENRICO PAOLI

    L:LA VIDA EN LA

    ROMA ANTIGUATraduccin del italiano

    J. FARRN Y MAYORAL

    NATIVIDAD MASSANS

    CON 170 ILUSTRACIONES

    EDITORIAL IBERIA, S.A.Plato, 26 - 08006 Barcelona

  • La edicin original de esta obraha sido publicada en italiano con el ttulo

    VITA ROMANA

    Diseo de la cubierta Clia Valls

    Sptima edicin

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos, as como la exportacin e importacin de esos ejemplares para su distribucin en venta fuera del mbito de la Unin Europea.

    Editorial Iberia, S.A., Barcelona, 2000

    ISBN 84-7082-270-5 Depsito legal B. 25.503-2000 Printed in Spain A & M Grfic, s.l.

    ArmauirumqueArmauirumque
  • N D I C E

    PaginaeADVERTENCIA DE LOS EDITORES DE LA NUEVA EDI-

    CIN ESPAOLA .................................................................... xi

    PREFACIO DEL AUTOR A LA PRIMERA EDICIN ESPAOLA ...............................................................................XIII

    I. ROMAI. De Rmulo a Constantino. II. De la Roma Quadra ta a las catorce reg iones augsteas y a la Roma au re liana . III . E l cen tro de la g ran Roma. IV. E l Foro . V. Los foros im periales. VI. La v ida en el Foro . VII. Los barrios populares. L as tiendas. E l b a rr io de la Subura. V III. La zona m onum en ta l de Roma. IX. E l Circo Mximo. E l Aventino. X. Los g randes mercados ju n to al T iber. La zona de los g randes alm acenes y del comercio u ltram arino . XI. E l P a la tino desde los o rgenes de Roma a Nern. X II. La Domus Aurea de Nern. X III. E l P a la tino desde la poca F lav ia al B ajo Im perio . XIV. E l Capitolio. XV. E l ampliado cen tro de Roma. E l Celio.E l Q uirinal y el V im inal. E l P incio, collis hortorum. XVI. E l Campus Martius. XVII. E l Esquilino . XVIII. P aredes y puertas. XIX. Trans Tiberim. XX. La v ida en las calles de Roma. XXI. Romade n o c h e .................................................................................... 3

    II. LA CASA ROMANAI. Los dos tipos p rincipales de casa rom ana. II. La casa rom ana seoria l (tipo pompeyano).III. L a m an zana de casas de a lqu ile r (tipo ostiense). IV. C aractere s generales de la casa seo ria l; sus d iversas p a rte s : vestibulum y fauces, la puerta , el posticum, atrium , tab linum , alae, anfron, peristy lium , exedra, oecus, las alcobas, el triclinium, la cocina, los cu a rtos p a ra los esclavos, las tabernae. P a rte s accesorias. F rescos m urales, estucos, mosaicos. V. P lan tas de casas p om p ey an a s .................................................................... 65

  • VI NDICE

    III. LA CASA DE CAMPO ROMANA Pginas

    I. Villa rustica y villa u rbana. II. E squem a gen e ra l de la villa rustica . La villa rustica de Bosco- reale, cerca de Pompeya. III. La villa urbana . Las v illas de Plinio. IV. Los lugares adyacentes a la v i l l a ............................................................................................... 91

    IV. EL MOBLAJE DE LA CASA

    I. D iferencia en tre el m obiliario rom ano y el moderno. II. Instrum entum y supellex. III. Los m uebles de la casa rom ana : la cam a; los a sien to s; las m esas; los a rm ario s; las lm paras. IV. E spejos y r e l o j e s ..........................................................................................101

    V. LOS MANJARES

    I. D iversidad d s gustos en tre los rom anos y nosotros. II. Los p rincipales m an ja res romanos. III . E lgarum y el a lle c .............................................................. 117

    VI. EL BANQUETE

    I. Las comidas del da. II. La ordenacin del banquete ..........................................................................................125

    VII. VESTIDOS, CALZADOS Y ORNAMENTOS

    I. Del vestido de los rom anos en general. II. La tunica. III. La toga. IV. Los m antos. V. Los vestidos femeninos. VI. Los calzados y sombreros. VII. Los ornam entos ............................................ 139

    VIII. BARBA Y CABELLOS

    I. La barba. II. Los cabellos.

    IX. LA MUJER EN LA FAM ILIA ROMANA

    I. La educacin de la m u jer rom ana. II. E l m a trimonio. III. L as b o d a s ..................................... . . . 157

    X. LA ESCLAVITUD EN ROMA

    I. Del comercio de los esclavos en general. II. E l nm ero de los esclavos en las fam ilias rom anas. III. Fam ilia rustica y fam ilia urbana. E speculacin indu s tria l con el traba jo de los esclavos. IV. La posicin ju rd ica de los esclavos y su tra to en la fam ilia rom ana. V Peculium ; contubernium ; penas serviles. VI. Manumissi .......................................... 165

  • NDICE VII

    I. Los ltim os cuidados. II. E l cortejo fnebre. III. La inhum acin. La h o g u e ra ..................................................175

    XI. LOS FUNERALES Psin

    XII. POMPEYA, LA CIUDAD SEPULTADA

    I. Contribucin de las an tigedades pompeyanas al conocim iento de la v ida p rivada rom ana. II. Pompeya an tes de la erupcin. III. Pompeya despus d e la erupcin. Las e x c a v a c io n e s ............................................... 181

    X III. CALLES, CASAS Y DIRECCIONES

    I. Calles sin nombre, casas sin nmero y hombres sin direccin. II. De la g ran u tilidad prctica que la num eracin ofrece a l hombre moderno. III. Ind icaciones topogrficas antiguas mediante referencias genricas. IV. P roxim idad a m onum entos o lugares pblicos: estatuas, sacelios, templos, bosques sag ra dos; monum entos pblicos y puertas ; ja rd in e s ; curiosidades ciudadanas. V. Las tiendas. VI. Los rboles. VII. Caprichos de la toponim ia u rbana . . . 187

    XIV. LA INDUSTRIA

    I. D esarrollo progresivo de las industrias en Ita lia y en el Lacio. II. La industria en Roma y en los centros itlicos. III. La indu stria en las provincias. IV. El im perialismo de Roma no fue im perialismo industria l. V. Los esclavos en la industria . VI. E l artesanado libre. VII. In du s tria an tigua e industria moderna. VIII. In d u s tr ia d om s tic a .................................................... 205

    XV. LA VIDA INTELECTUAL

    I. Los prim eros estudios. II. La enseanza del grammaticus. III. La enseanza del rhetor, IV. Las lec tu ras p b l ic a s ......................................................227

    XVI. PAPEL, LIBROS, CORRESPONDENCIA, PERI DICOS, CORREOS

    I. Pap iro y pergam ino ; otras m aterias pa ra escribir. II. L im itada produccin de m aterias p a ra esc rib ir .III. E l papiro. IV. E l pergam ino. V. E l libro. VI. La tin ta . VII. La pluma. V III. Las tab letas enceradas. IX. Actas pblicas y peridicos. X. Esclavos empleados en la escritu ra . XI. L ibreros ; editores. X II. B ibliotecas p rivadas y pblicas. XIII. E l correo en la poca r o m a n a ............................... 235

  • VIII NDICE-

    I. D ignidad de la abogaca en Roma. II. C arcter esencialm ente poltico de la abogaca en la poca re p u blicana.III. E l abogado rom ano y el abogado de hoy. IV. Con el Im perio , la abogaca se convirti en p ro fesin. V. luris consultus y orator. VI. A sistencia y no presen tacin . VII. E l abogado rom ano en los procesos penales. V III. L a abogaca, oficio pesado. IX. La p reparacin de la d iscusin (medita- to), X. L a discusin pblica. XI. Los causidici. 257

    XVII. LOS ABOGADOS Pg'*

    XVIII. LOS MDICOSI. E l a rte mdica en Roma. II. Remedios empricos. III. Los mdicos de p ro f e s i n .....................................275

    XIX. LOS BAOSI. E l bao rom ano. II . L as p a r te s esenciales de las term as. III. Funcionam ien to de los establecim ientos term ales. La v ida en las te rm as. IV. L a calefaccin. 293

    XX. LOS VIAJESI. Los v iajes. II. Los v e h c u lo s .....................................303

    XXI. DIVERSIONES Y RECREOS DE GRANDESY PEQUEOS

    I. Juegos de nios. II. Juegos in fan tiles colectivos; juegos o rig inarios de G recia; el juego de l rey, de la olla, etc. III. Los juegos de azar. IV. Los juegos sobre la tabula lusoria. V. Los deportes en el Campus Martius. O tros pasatiem pos. VI. E l baile. 307

    XXII. CAZA Y PESCA

    I. Incertidum bre cronolgica acerca de los comienzos en Roma de la caza como deporte . II. Venatio y aucupium. III. La venatio. IV. E l aucupium. V. La p e s c a ..........................................................321

    XX III. LOS JUEGOS CIRCENSESI. Ludi circenses y ludi scaenici. II. O rdenacin de los ludi. III. Los ludi g ladiatorii . IV. Los concursos de coches. L as venattiones. V. E jecu ciones pblicas de delincuentes. E xaltacin sangu inaria del p b l i c o ......................................................................... 331

  • NDICE IX

    X X IV .

    XXV.

    XXVI.

    XXVII.

    I. Los ludi scaenici. L a trad ic in del te a tro griego. II. E l te a tro rom ano con tina las fo rm as del tea tro helenstico. III. O rdenacin ex te rio r del te a tro ro mano. IV. E l p b l i c o .................................................... 341

    EL TEATRO Pgina.

    ITALUM ACETUMI. La chanza rom ana. II. E l epigram a satrico. III. La chanza en los triun fos, en los funerales, en las bodas. P asqu inadas y maledicencias de saln. IV. C ontra los habladores, los vanidosos y los avaros.V. La bu rla con tra los feos. VI. Debilidades h u m anas puestas en b e r l i n a .................................................... 349

    CREENCIAS PAVOROSAS, SUPERSTICIONES. SORTILEGIOS

    I. E l coco de los nios. II. L em ures y espectros. III. E l lobo hechicero, el hom bre m arino, etc. IV. Frm ulas m gicas y supersticiones. V. L as de- fixiones. VI. Sortilegios de m u jeres enam oradas . . 363

    DECADENCIA EDILICIA DE ROMAI. De Constantino a las incursiones de los godos y de los vndalos. II. E l asedio de V itiges y sus consecuencias. III. L a avidez de las p iedras. IV. Monum entos que se convierten en reductos. V. La su e rte de los edificios menores. VI. De los m rm oles se hace cal. VII. Se comercia con los fragm entos arquitectnicos. V III. La obra d es tru c to ra en los siglos XV y XVI. IX. L a g ran costra de barro . X. La recuperacin de la Roma antigua. XI. La Niobe de las n a c io n e s ..........................................................377

  • ADVERTENCIA DE LOS EDITORESDE LA NUEVA EDICIN ESPAOLA

    Al publicar esta nueva edicin, parece obligado subrayar algunas caractersticas de la misma, y ello es lo que aqu se hace, muy brevemente.

    Desde luego, el texto se ha ampliado, y a tal efecto, de acuerdo con el Prof. Paoli, hemos utilizado la ltima edicin aparecida en lengua italiana. Es decir, la sexta, que corresponde al ao 1951 y en la que el autor incluy un nuevo captulo, el que lleva por ttulo Calles, casas y direcciones. Tambin se ha aumentado el nmero de los grabados, si bien en trminos limitados y para adaptarnos a las intenciones del autor, que, como indica en su prefacio, prefiere lo raramente documental a las fciles ilustraciones. Y, en fin, hemos seguido el mismo plan de la ltima edicin italiana.

    Este plan es, evidentemente, ms lgico y sistemtico que el de otras ediciones anteriores, y entre stas, la primera espaola. El panorama desarrollado por el Prof. Paoli, con arreglo a ese plan, cobra mejores perspectivas. Y, naturalmente, no hemos dudado en adoptarlo.

    En pocas palabras: todo el texto conocido se recoge en esta nueva edicin ; se le aaden algunas pginas ms, y cada captulo queda mejor situado.

  • PREFACIO DEL AUTORA LA PRIMERA EDICIN ESPAOLA

    Se habla mucho de la civilizacin romana; pero, en general, se habla de ella de odas, repitiendo algunos lugares comunes, la mayora de los cuales, aunque a veces se apoyen en testimonios dignos de confianza, estn alterados por un error de valuacin y dan lugar a juicios inexactos o falsos. Los datos informativos de que nos servimos para hacer revivir la antigedad romana, y en particular cuando se indagan ciertos aspectos de la vida privada y cotidiana, antes de ser utilizados son examinados con prudencia, uno por uno ; no son materia en bruto para tomar y poner aqu, con la sola preocupacin de catalogarlo todo bajo determinados vocablos. Es menester en toda ocasin remontar a las fuentes y leer bien. No es necesaria mucha perspicacia crtica para comprender que cuando un hecho concerniente a la vida romana es dado como verdadero, s, pero tambin como excepcional, no hay mayor necedad que decir: Los romanos hacan esto, cuando, por el contrario, lo que se dice en realidad es que los romanos no hacan esto ; porque lo que sucede es que no se ha reparado en la rareza de aquel hecho. Si, adems, hay en el escritor intencin de exagerar o caricaturizar, se deber tomar en cuenta aquella intencin y no dejarse ilusionar, tomndolo al pie de la letra; pero ni en este caso deber descartarse la informacin que nos viene de l, pues debe considerarse que debajo de ello hay una pequea verdad por descubrir, precisamente la que da sabor y malicia a la fantstica invencin; todo est, pues, en reducir la pequea verdad escondida a sus justas proporciones y a su verdadero perfil.

  • XIV PRLOGO

    Por esto el lector no hallar aqu repetidas afirmaciones como stas: los romanos engordaban a las murenas con la carne de sus esclavos (recuerdo haber visto, siendo nio, no s dnde, pero s en un libro clebre, una ilustracin muy grande y muy fea donde haba un amo, envuelto en la toga, con dura e imperiosa mueca, y un esclavo arrojado de cabeza a un estanque, y las murenas que se colaban muy calladitas por all, avispadas y dispuestas a comrselo); o bien: durante el convite los comensales se servan como servilleta de la cabellera de los esclavos jovencillos ; o tambin: cuando, en el bao, alguien no tena dinero para pagarse el masajista, se haca el masaje por s mismo, frotndose la piel en la pared de las termas.

    En los autores estas noticias las hallamos realmente; pero la primera es referida por Sneca como ejemplo de espantosa crueldad en el castigo de un esclavo, aunque fuese digno de castigo; la otra es una amena ocurrencia de Petronio en un banquete lleno de sorpresas y refinamientos inauditos; la tercera, que se lee en Elio Sparziano, uno de los Scriptores historiae augustae, recuerda un caso aislado y nuevo: segn parece, un soldado viejo, no teniendo criados, recurri, para hacerse el masaje, al procedimiento que se ha dicho; ello despert curiosidad y fue notado. Tambinlo not el emperador Adriano, y como le desplugo, dio a aquel desgraciado esclavos y dinero para que dejase un sistema de masaje tan poco decoroso, especialmente en un ex militar. Los autores, en suma, dicen una cosa; pero si la noticia que nos suministran es aislada de todo el resto, y generalizada, se entiende otra muy diversa de la que est en el texto, a veces completamente contraria. Los ejemplos de estas desviaciones se podran multiplicar hasta no acabar nunca ; el estudio metdico de las antigedades privadas tiene por objeto poner las cosas en su lugar.

    Cualquiera que de uno u otro modo sea inducido a pensar en el mundo romano (ve un fragmento de objeto, lee una poesa, visita un museo, recuerda una ancdota histrica), no puede imaginarse aquel mundo sino como un mundo de hombres, los cuales, si hoy estn muertos, en un tiempo estuvieron vivos. Y precisamente porque estuvieron vivos nos viene la curiosidad de informarnos de la manera que coman, cmo alhajaban su casa, cmo vestan, cmo pasaban la velada; de saber a qu hora los nios iban a la escuela y si

  • PRLOGO XV

    se llevaban la merienda; de qu modo acaecan los noviazgos; cules eran los medios de iluminacin y de calefaccin; si usaban las esquelas mortuorias, etc. Unas cosas se saben ; otras, no ; acerca de otras hay duda, porque aquel acostumbrado odo decir las ms de las veces est rodeado de un halo de incertidumbre. Es as?, no es as?, debemos creerlo? Esa venerada antigedad romana, a quien quiere representarla en concreto, se presenta llena de lagunas e inaferrable, enigmtica como una esfinge.

    Es verdad que los romanos cocan las setas con miel, y los pescados con albaricoques y albrchigos desmenuzados? (parece extrao, pero es verdad; vase pg. 119). Es verdad que las seoras romanas salan de casa sin sombrero, pero tambin usaban la sombrilla? (vase pg. 149). Es verdad que los invitados a un banquete se llevaban a casa las sobras de la comida, ponindolas en una servilleta? (vase pg. 129).Y en muchos que, poco prcticos en esta materia, estn to dava deseosos de saber, la lista de las dudas se prolonga al infinito. Se dice pero, quin lo garantiza? que al entrar en la casa de los dems era menester quitarse los zapatos (es cierto que era menester quitrselos; vase pgina 147); que hasta en las familias ms seoriales se coma con las manos y se tiraban los desechos por los suelos (es seguro : espinas de pescado, huesos, cscaras, detritus, un poco de todo, pertenencia y delicia de los ratones (vase la pgina 132) ; y que en cada ciudad haba un pequeo parque de bomberos (vase pg. 103); que en el centro de la ciudad, para que el peatn estuviese seguro de su propio pellejo, estaba prohibida la circulacin de los vehculos (vase pg. 305). Oh, cmo han cambiado los tiempos! Pero, es esto verdad?

    Hay en todos nosotros un inters general por el mundo antiguo, que nos impulsa a ir a curiosear dentro de las casas, las termas, las escuelas; y es ste un inters que luego se va extendiendo y multiplicando, y hace ms arduo el cometido del que se proponga satisfacerlo. No basta seguir al ciudadano de Roma en la repeticin cotidiana de sus costumbres individuales ; el lector quiere, adems, una visin panormica de la vida ciudadana; nos pide que lo introduzcamos entre las masas actuantes, acosadas por las imprescindibles exigencias de la vida, que despiertan al hombre cada maana con el programa poco variado de tener

  • XVI PRLOGO

    que buscar entre mil tareas el modo de llegar a la noche y, cuando se puede, divertirse tambin un poco; quiere conocer la ciudad misma: calles, habitaciones, monumentos y gente en movimiento; y, dentro de aquel grande escenario, oficios, profesiones y caracteres, juego de intereses y tumulto de muchedumbre.

    En la segunda parte de esta obra, que en la edicin italiana constituye un volumen aparte, el asunto se presenta, pues, ms complejo y de mayor empeo, porque la tarea de reconstruir sinfnicamente un mundo muerto, bajo la gua de testimonios fragmentarios y alusiones a menudo aisladas, u obscuras, o tendencias, impone a quien se aplique a ella que no se limite slo a registrar con pasiva diligencia una polvareda de ridas noticias, ni nicamente a aclarar en qu grado es cada una digna de fe, sino tambin (y esto es lo difcil) a darle un valor humano, es decir, a buscar en ellas, ms all de los lmites de la mera informacin, huellas de la vida de entonces, entendida en el ms amplio sentido. La indagacin erudita que pesca el dato y lo elabora crticamente resultara una operacin bastante sencilla si todo se redujese a esto; pero para iluminar aquel dato, para volverlo actual y hacerlo vivir, entra en funcin la fantasa; y si bien esto es bello, no deja de ser extremadamente peligroso. Por esto el que estudia el mundo antiguo, por muy prudente que sea, est obligado por su tarea a vivir en peligro ; aunque no quiera, si se pone a escudriar en los textos para buscar en ellos, con pasin de moderno, datos de vida antigua, no puede menos de descubrirse y poner en ello algo de s mismo; y deber suponer siempre un lector insospechado que al leer vaya constelando la lectura de puntos de interrogacin y de cuando en cuando le pregunte a quemarropa : Pero ese mundo, en fin, as como t me lo presentas, es una reconstruccin histrica objetivao te lo has sacado t de la cabeza?

    Hay, pues, aqu algo ms que una obligacin de probidad y de exactitud, y es ms bien un descargo de responsabilidad el que me haya parecido oportuno indicar las fuentes, aunque ello acarree el desagradable resultado de ver aumentarse la mole de las notas, que en libros como ste, destinados al modesto oficio de divulgacin, debieran ser reducidas al mnimo. Puesto en condiciones de comprobar, el lector, o prestar al libro una adhesin ms con

  • PRLOGO XVII

    vencida o cordial, o ser ms justo en su disentimiento. El que lea debe tener la impresin de que el autor no tra baja en el vaco con la imaginacin, sino que labora un material documentarlo ; que si bien le es indispensable prescindir de sus impresiones personales, l es el primero en estar convencido de que este libro sera el ms perverso y daoso de los libros si tuviese, no digo la intencin, sino nicamente el aspecto de una novela, y no se incluyese, al contrario, a su manera, entre los manuales de antigedades romanas. En efecto, cmo se ha originado? Es un largo y agradable paseo que un amante de cosas antiguas ha hecho entre sus apuntes y sus fichas, guiado de un sentido de actualidad y cierto gusto y complacencia de habilidad combinatoria. Quien compare este volumen con otros de su gnero hallar que han sido puestos a contribucin no pocos pasajes informativos que haban quedado ocultos y no debidamente coordenados. Ahora falta ver si, como ha sido placentero el componerlo para quien lo ha compuesto, ser placentero el leerlo para quien lo lea. Pero el rpido agotarse de sus varias ediciones y la favorable crtica que este volumen ha obtenido en Italia hace esperar que libros de este gnero hallen amistosa acogida por todas partes, y ello en virtud ms del tema que de las limitadas fuerzas del escritor, que se propone nicamente ser diligente, pero no enojoso.

    Libros semejantes no existen en Italia; Alemania tiene el Friedlaender; Francia, el Carcopino, diverssimos entre s, aunque originados en un mismo propsito. En Italia no haba ms que colecciones de pasajes de autores, coordenados de modo que dieran una idea de la vida romana, compilados con doctrina y gusto excelentes, pero que no servan a quien no conociese el latn o que se hubiese contentado con leerlo durante los cursos escolares. Y cuando no, manuales esquemticos que podran ser consultados tilmente como repertorios, pero que no invitaban a una lectura continuada.

    Y, con todo, son necesarios libros como ste, aunque slo sea por reaccin contra aquella concepcin romntica de la Roma antigua en la que de la Roma antigua hay harto poco, aunque tal concepcin encuentre an hoy sus pr opugnador es, tanto ms sinceros cuanto menos informados.

    Cul era la verdadera faz de la Roma cotidiana?

  • XVIII PRLOGO

    Esto se pregunta; y a quien desee una respuesta libre de preconceptos retricos, aparecer la funcin disciplinadora de los apuntes y fichas a que aluda, diminutos fragmentos de erudicin, pero al mismo tiempo apelacin a la realidad histrica y justificacin del libro.

    Este volumen va ricamente ilustrado. Al ilustrarlo he procurado aprovechar un material que para quien no sea del oficio tenga el aliciente de cierta novedad. Quien me acusase porque entre las lminas ilustradoras falta una bella reproduccin del Coliseo o de las Termas de Caracalla demostrara haber entendido todo lo contrario de los criterios que me han guiado. Jams he tenido la intencin de quitarles el oficio a los vendedores de tarjetas postales ilustradas, y pienso que est es conocido de todos y no puede serlo ms. En cambio, me ha parecido oportuno dar al lector una idea, del nico modo que era posible, esto es, con la reproduccin de objetos pinturas, muebles, monedas, anillos, etc. poco conocidos y, no obstante, poderosamente expresivos y sugeridores.

    Y me he alargado en los planos topogrficos. Querra que el lector estudiase con escrupuloso cuidado los planos confrontados en las figuras 11 y 11 a (pgs. 32 y 33) de la Roma antigua y la Roma moderna. Estoy convencido de que no puede haber manera ms instructiva para darse cuenta de los desplazamientos ocurridos en la distribucin de los centros de vida ciudadana; para ver, como a distancia de tantas edades, el movimiento de Roma se ha polarizado de modo en todo diferente.

    Nada tan til y eficaz, para situarse en aquella Roma antigua, como asomarse a ambos planos, y relacionar lo que se ve en uno y lo que se descubre en el otro.

    Algunas ilustraciones, ms que una documentacin, ofrecen un comentario genrico a la materia expuesta; su objeto consiste en servir de acompaamiento al texto: ciertos motivos de caza, de pesca, de juegos infantiles o de adultos, de escenas de hostera, son motivos tradicionales que el arte romano repite del arte griego y haban ya penetrado en parte en el arte etrusco; por esto se hallan algo fuera de tiempo, pero no resultan anacrnicos en la representacin de una edad que se haba hecho suyos aquellos motivos y vea en ellos reflejadas costumbres no contradictorias con las propias. Ms que vida romana, son docu

  • PRLOGO X IX

    mentos de vida antigua; de aquella antigedad que es tan variada segn los tiempos y los pueblos, pero que en su conjunto se nos aparece, sin embargo, revestida de los matices de un color arcaico comn, cuando el sentimiento de la lejana nos hace sentir el pasado como fbula y la historia se convierte en poesa.

    Gnova, octubre de 1942.

    U go E nrico P aoli

  • U R B SLA VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

  • C a p t u l o P r im e r o

    ROMA

    I. De Rmulo a Constantino. II. De la Roma Quadrata a las catorce regiones augsteas y ala Roma aureliana. III. El centro de la gran Roma. IV. El Foro. Y. Los foros imperiales. VI. La vida en el Foro. VII. Los barrios populares. Las tiendas. El barrio de la Subura. VIII. La zona monumental de Roma. IX. El Circo Mximo. El Aventino. X. Los grandes mercados junto al Tiber. La zona de los grandes almacenes y del comercio ultramarino. XI. El Palatino desde los arq.enes. de Roma a Nern. XII. La Domus Aurea de Nern. XIII. El Palatino desde la poca Flavia al Bajo Imperio. XIV. El Capitolio. XV. El ampliado centro de Roma. El Celio. El Quirinal y el Viminal. El Pincio, collis hortorum. XVI. El Campus Martius. XVII. El Esquilino. XVIII. Paredes y puertas. XIX. Trans Tiberim. XX. La vida en las calles de Roma.

    XXI. Roma de noche.

    I

    De pequeo arrabal sobre el Palatino, Roma se convirti en la ms grande metrpoli de la Antigedad. Sus primeros habitantes bajaban a pacer los rebaos y a enterrar a sus muertos en el hmedo y angosto valle donde se alz ms tarde el Foro ; pasados diez siglos, cuando Constantino transfiri a Bizancio la capital del Imperio, el recinto habitado de Roma tena un permetro de casi veinte kilmetros y una poblacin numerossima y estable. Las orillas del Tiber, desde Porta Trigemina hasta ms all de las laderas del Aventino hacia el sur, estaban urbanizadas mediante obras portuarias, de manera que asegurase los abastecimientos necesarios, en abundancia y con regularidad. Once acueductos

  • 4 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    suministraban diariamente tal cantidad de agua, que se calcula en mil millones y medio de litros.

    En el siglo iv de J.-C.1 haba en la ciudad once termas y ochocientos cincuenta y seis baos privados ; treinta y siete puertas, cuatrocientos veintitrs barrios (vid); veintinue

    ve grandes calles (viae) del centro a la (periferia, a las c u a le s d eb em os aadir un nmero infinito de vas secundarias y de cal le ju e la s , y las areae, placetas que se alargaban en diversos puntos por entre el laberinto de las calles; veinticinco vas suburbanas; ocho puentes, dos C ap i t o l i o s , 2 ciento noventa graneros, dos grandes mercados (macella), doscientos cincuenta y cuatro molinos, ocho grandes campos, residuos de terrenos, i n cu l t o s , once foros, diez ba

    slicas, treinta y seis arcos de mrmol, mil ciento cincuenta y dos fuentes, veintiocho bibliotecas, dos circos, dos anfiteatros, tres teatros, dos naumachiae capaces para ofrecer espectculos navales, cuatro cuarteles de gladiadores (ludi).

    II

    Desde los tiempos ms remotos, la poblacin de Roma fue aumentando, primero por la unin de publs vecinos que establecieron su sede n la ciudad, despus como resultado del creciente podero de Roma. La ciudad creci poco

  • ROMA 5

    a poco, y en determinados intervalos el territorio fue sometido a una nueva sistematizacin, ms en armona con el cambio de exigencias urbanas y el aumento de poblacin.

    Las diversas etapas del aumento progresivo de Roma, que resumen su historia material, estn ya representadas por estos sucesivos ensanchamientos, gracias a los cuales la Roma Quadrafa sobre el Palatino se transform en el Septimontium (figura l),s y ms tarde en lia c i ud a d quattuor regionum (figura 2),1 ciudad serviana, en la Roma de Augusto y finalmente en la de Aurelio. La densidad de la poblacin vari segn las pocas; alcanz su mximo en el siglo ii de Jesucristo. Pero tambin en aquella poca una parte del rea urbana qued libre (fig. 3).

    Augusto dio a la ciudad, ya muy ensanchada desde los ltimos tiempos de la Repblica, una sistematizacin administrativa que permaneci fundamental eri todo el perodo del Imperio. El territorio de la ciudad fue limitado por l con una zona aduanera,5 y dividido en catorce regiones 6 (trece a la izquierda del ro, una a la derecha, la transtiberina). Las regiones de Augusto son circunscripciones administrativas, que en su mayora (si se exceptan el Capitolio y el Palatino) no tienen en centa ls unidades topogrficas edilicias e histricas de la ciudad.7 A la cabeza de cada regin se colocaba un magistrado anual; en todas haba un cuartel (excubitorium) donde residan los Vigiles, 8 cuerpo de polica creado sobre

  • 6 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    todo para la extincin de los incendios.9 Cuando en el siglo de J.-C. fueron instituidos los mdicos pblicos.10 cada regin tuvo los suyos. La regin augstea comprenda cierto nmero

    HH reas no habitadas I I a tea s Aabtfcto.as _ _ _ _ _ m urafai aure/ianas . _ . _ . _ mura//a g eruiamcrs

    ------------- t im i te s c/'t r* g io n e .4 < xuust*a*

    Fig. 3. A reas hab itadas y reas lib res en la Roma im perial. (S eg n lo s c lcu lo s de A . v o n G e rk an .)

    de circunscripciones menores, llamadas v id , 11 que tenan a su cabeza magistri o mcomaaistri (cuarenta y ocho por cada regin), elegidos por los ciudadanos del barrio. E l circuito exterior de la ciudad, en el siglo ni de J.-C., fue fortificado

  • ROMA 7

    con las murallas aurelianas, que seguan aproximadamente la lnea aduanera de Vespasiano y Tito.

    La ciudad augstea e imperial es la Roma mayor, la de que poseemos ms grande nmero de monumentos.

    III

    Tambin cuando Roma se hubo extendido de manera que los lmites del terreno habitado se hallaban muy lejos del antiguo surco de Rmulo, el centro de la vida romana no se desplaz. Donde haban sido los orgenes, all qued el corazn de Roma. En la hondonada, a los pies del Capitolio y del Palatino, Roma viva su vida ms intensa: la poltica, los negocios, la administracin de la justicia, los cortejos oficiales y hasta el comercio ciudadano del cotidiano vender y comprar, tenan su mayor centro en el Foro y en sus inmediatas cercanas. Adems del Foro, constituan por esto mismo el centro de Roma la regin del Circo Mximo, entre el Palatino y el Aventino; por otra parte, del lado del Tiber (en el trecho situado frente al Palatino y al Capitolio), la regin del Velabro y del Foro Boario, comprendida entre el Capitolio, el Palatino, el Aventino y el ro; a la parte opuesta, el barrio del Argileto y de la Suburra, que se prolongaba a lo largo de las laderas del Esquilmo.

    IV

    El Foro ,12 cuando naci Roma, era una llanura pantanosa y deshabitada; pero muy pronto la cuna de Roma, el Palatino, no tuvo ya terreno para contener la poblacin, que haba aumentado rpidamente ; se desec entonces el cenagoso valle a los pies de la colina, se construyeron en ella los primeros edificios y calles bien empedradas, como la Via Sacra. Entre los primeros templos que se alzaron en ella, el ms famoso es el templo de Jano, cuyas puertas se cerraban slo en tiempos de paz, y permanecieron abiertas durante siglos, hasta que vino Augusto. No quedan rastros de l; pero, en cambio, algunas monedas de Nern conservan su imagen. Antiqusimo era tambin el templo de

  • 8 VIDA EN LA EOMA ANTIGUA

    Vesta, destruido en diferentes ocasiones por incendio, y todas reedificado.

    El Foro estaba recorrido longitudinalmente por la Cloaca Maxima,13 la cual, cruzando despus el Velabro, llegaba al Tiber. Cambi de aspecto muchas veces; pero fue siempre el ardiente hogar de la vida de Roma. En los primeros siglos, la vida poltica del Foro se redujo a la parte septentrional, en el ngulo que se llam Comitium; los hombres de negocios se encontraban en la Baslica Porcia;14 en el resto de la plaza estaba el mercado ciudadano. Algunos versos de P lau to15 documentan que en aquella poca (siglo antes de J.-C.) el Foro era siempre, adems del centro de la vida pblica, un gran mercado. Quien quiera hallar un hombre que falte a su palabra, vaya al Comitium; a los maridos ricos que tengan deseos de arruinarse, bscalos en las cercanas de la Baslica: all hay tambin rameras, hombres pervertidos y gente atenta a estipular contratos ; a los que gustan de celebrar cenas en comn con los amigos, los encontrars en el Forum piscarium .

    En 179 a. de J.-C .16 todas las mejores tiendas del Foro fueron reunidas en un gran Macellum (mercado de toda clase de comestibles; tal es el sentido de la palabra latina, diferente del macello italiano).17

    Pero en el ltimo siglo de la Repblica y en lo comienzos del principado, las exigencias de la intensificada vida poltica predominaron sobre las del trfico y de las compras diarias. Desaparecieron las antiguas tiendas: las Tabernae novae llamadas as desde que en 210 a. de J.-C.,18 destruidas por un incendio, fueron reconstruidas en la parte septentrional del Foro, y las Tabernae veteres, en la meridional; desapareci el Macellum para dar lugar a la construccin de los foros de Csar y de Augusto, y fue substituido por el Macellum Liviae en el Esquilin.19 Todo el Foro fue ocupado por templos y edificios pblicos: tiendas innumerables se apiaban en las inmediaciones.

    El Foro (fig. 4) se transform; fue adquiriendo cada vez ms la magnificencia monumental que demuestran hasta hoy importantes reliquias. El mayor esplendor del Foro comenz con Csar, que levant en l la Baslica Iulia y los Rostra.20 En 42, Munancio Planeo, hombre fiel al dictador muerto, reconstruy el Templum Saturni. Despus, todos los prncipes contribuyeron a aumentar su magnificencia.

  • ROMA 9

    Fig. 4.

    El Foro romano.

  • 10 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    Augusto construy el Templum Divi Iulii, Tiberio reedific el Templum Concordiae en las prolongaciones orientales del Capitolio y el templo de Cstor y Plux, a los pies del Palatino. En los tiempos de Tito se elev el Templum Vespasiani. Domiciano quiso que en el Foro se pusiera una gran estatua ecuestre suya; Estacio la cant en la primera de sus Silvae;21 hoy no se conserva su recuerdo sino en aquel poema algo aburrido .22 A Trajano se atribuyen los dos grandes parapetos junto a los Rostra (anaglypha Traiani), bien conservados todava. Antonino alz all un templo en honor de su mujer Faustina ; el templo, despus de su muerte, fue dedicado por el Senado con el nombre de Templum Antonini et Faustinae. Septimio Severo erigi, junto a las laderas del Capitolio, un nuevo arco, al extremo opuesto del arco de Tito. Constantino termin la construccin, iniciada por Masencio, de una nueva baslica, y mand alzar en ella una estatua ecuestre (equus Constantini), de la que no ha quedado ms que el basamento.23 Tambin en la poca bizantina (602 de J.-C.) el emperador Foca elev en medio del Foro una columna coronada por su esta tua.24

    Cuando el Foro hubo alcanzado su mayor desarrollo, quedaban en l algunos de los monumentos y construcciones de la poca anterior; los principales eran la Baslica Aemilia, y en las laderas del Capitolio, el Tabularium y la Curia, donde habitualmente se reuna el Senado: lo nuevo no destruy del todo lo antiguo.

    Junto a los Rostra estaba sealado el punto central de la ciudad, desde donde irradiaban todas las calles que, salidas de la estrechez del Foro, se hacan ms anchas y regulares en los barrios excntricos; llegaban hasta las puertas, y desde all, continuando rectas y bien conservadas, e insertndose en otras cada vez ms lejanas de Roma, se prolongaban hasta los confines del Imperio. Augusto indic aquel punto central con un miliarium aureum, un cipo de piedra revestido de bronce dorado ; y Constantino, con el umbilicus Romae.

    La calle principal y la ms antigua del Foro era la Via Sacra, y salan de ella las dos vas tan centrales, llamadas Vicus Iugarius25 y Vicus Tuscus26 La Via Sacra27 parta del Sacellum Streniae, situado en el lugar donde hoy se encuentra el Coliseo, y pasando por la Velia28 llegaba hasta el Foro.

  • ROMA 11

    En un lado de la Via Sacra, en el Foro, Csar edific la Baslica Iulia (fig. 5). A lo largo de la Via Sacra, en el trecho que pasa ms all del Foro, se aglomeraban las casas particulares, muchas de las cuales pertenecan a las familias ms nobles de Roma, y un nmero considerable de tiendas.

    V

    Con el engrandecimiento del Imperio romano, creciendo tambin la poblacin de Roma, el Foro comenz a parecer estrecho y a extenderse, con los foros imperiales, fuera de sus primitivos confines (fig. 5). E l Forum Iulium (dejado sin term inar por Csar y terminado por Augusto) con el templo, incluido en l, de Venus Genetrix, y el Forum Augusti, con el templo de Marte Vengador, se prolongaban hacia la zona libre entre el Capitolio y el Quirinal.

    A la parte oriental del Forum Augusti, Vespasiano edific el templo que tom ms tarde el nombre de Forum Vespasiani. En el intervalo entre los foros de Csar y de Augusto, Domiciano inici y Nerva llev a su trmino la construccin del Forum Nervae, el cual, por servir de pasaje, fue llamado Forum Transitorium. Trajano, ensanchado el estrecho espacio entre el Capitolio y el Quirinal,29 continu al Forum A u gusti con el Forum Traiani y con la Basilica TJlpia, y alz all su alta columna historiada.

    VI

    El centro de Roma no estaba limitado al Foro; aqul era el centro del centro, el punto de cita, hasta el medioda, de la mayor parte de la poblacin. Y la animacin presentaba un aspecto muy diverso por la maana que por la tarde. La vida del Foro culminaba en la hora qu in ta30 (las once aproximadamente); pero se prolongaba hasta la sexta y la sptima. Desde la salida del sol a la hora dcima estaba prohibido el paso de los vehculos ; circulaban slo peatones o portadores de literas, pero la muchedumbre era enorme.

    En aquellas horas, gran parte de Roma se mezclaba all ; en los comercios se trataban los asuntos de Estado ; en otros puntos, en la Baslica, junto a la estatua de Marsias,81 se

  • 12 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    Fig. 5. E l F o ro im perial.

  • R mulo y R em o , fundadores de R oma , amamantados po r la loba

    El famoso grupo escultrico del Museo Capitolino, Roma.

  • R u in a s del F oro romano

    po ca ac tu a l.

  • ROMA 13

    reunan los grandes hacendistas y combinaban sus torcidas empresas llenas de astucias y enredos. Por aquellos alrededores estaban los cambistas: esperaban a los parroquianos para negociar, y mientras tanto, hacan bailar y tintinear los gruesos montones de sus monedas32 para que todo el mundo supiese que estaban all, dispuestos a efectuar cualquier operacin. En el trayecto entre el templo de Cstor y el de Vesta, cerca del puteal L ibonis33 (donde estaba el tr ibunal del pretor), se oa de lejos llegar el clamor de la muchedumbre y el vocero de los abogados que enronquecan defendiendo a sus clientes. De cuando en cuando, gritos y malas palabras de contendientes que se tiraban de los cabellos, preludio de litigio judicial (v. pg. 262). Si se mora un hombre ilustre, entonces desfilaba lentamente, cruzando el Foro, su magnfico y regio funeral: las rdenes de los que dirigan las pompas fnebres, los murmullos de la muchedumbre, curiosa y apiada, el llanto de los deudos, el vociferar de las praeficae, el son de las trom pas31 movan tal ruido que, dice Sneca,35 hasta el muerto hubiera podido orlo. Horacio recuerda los funerales como los acontecimientos ms ruidosos de Roma 36 y, desde los comienzos de la Repblica, las leyes procuraron poner freno a los gritos de las mujeres. Las Doce Tablas estatuan: mulieres genas ne radunto, neve lessum funeris ergo habento,37 que las mujeres en los funerales no se araen las mejillas ni griten. Pero continuaron arandose y dando gritos.38

    Con el engrandecimiento del Imperio, la muchedumbre del Foro se hizo, en ciertas horas, cada vez ms espesa y ms variada. La vida matutina del Foro concentraba el movimiento y resuma todos los aspectos de Roma; los ms dispares y contrastantes. En los otros lugares no era as; al contrario, cada uno de ellos tena su fisonoma singular, segn el tipo de gente que ms lo frecuentaba o habitaba ; haba las calles de los ricos y las de los pobres; los distritos suntuosos y los rincones sucios. Se podan encontrar las personas finas junto al templo de D iana39 en el Aventino, meta del paseo favorito de los romanos, o en las cercanas de los Saepta (v. pg. 17), en el Campo de Marte, por las tiendas de lujo; no ya en el Velabro (v. pg. 21) o en la Suburra (v. pg. 16). Burdeles, encrucijadas, callejones,40 y las callejuelas bajo las murallas (v. pg. 38) tenan por todas partes mala fama y eran poco seguras. El demimonde

  • 14 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    elegante se daba cita junto al templo de Isis y de Serapis ; 41 en los muelles del T iber42 estaban los descargadores y faquines, con un vocero vulgar ; haba gente codiciosa que saba emplear bien sus dineros; junto a las puertas, cocheros esperando a los clientes ; en los puen tes43 y en las calles que hacan subida,44 mendigos en espera de hombres de buen corazn. Como sucede hoy en todas las ciudades muy grandes, de un punto a otro, tal vez a corta distancia, cambiaba la gente y cambiaba la escena : Al Foro, en cambio, en las horas antemeridianas, acuda todo el mundo. Roma, en aquel inmenso gento, mostraba sus aspectos innumerables.

    Todas las clases, todas las nacionalidades, todos los intereses, todas las ambiciones tenan all sus representantes. Bastaba una ojeada al Foro para comprender cun numerosa era y diversa la poblacin de Roma. Entre los magistrados y respetables ciudadanos con toga, entre los clientes de los seores, asimismo con toga, entre el gento que se apretujaba en torno al tribunal del pretor, se notaban tambin hombres del pueblo con tn ica45 y esclavos con la cabeza rapada, y orientales, de lengua griega, que se metan por todas partes.

    Aquellos orientales causaban molestia a muchos: eran gente astuta, charlatana, fachendosa; y, con todo, lograba hacerse indispensable; nadie la miraba con buenos ojos, pero nadie poda prescindir de ella. Esta ciudad dice Juvenal 46 se me ha vuelto insoportable. Hace un momento que en el Tiber se ha vertido el Orontes, trayendo consigo la lengua y las costumbres de aquella gente, y adems flautistas, que traen liras con las cuerdas traveseras, tmpanos, su instrumento nacional, y muchachas muy esbeltas. Ah, esos griegos! Llegan de todas partes: de Andros, de Samos, de Traies, de Alabanda ; se dirigen acto seguido hacia el Esquilmo y el Viminal para convertirse en alma y en dueos de las familias ms ilustres. Tienen ingenio pronto, descaro sin lmites, mucha labia. Puedes t decirme lo que son? Son lo que t quieras: literatos, rectores, gemetras, pintores, masajistas, augures, funmbulos, mdicos, magos. El grie- guito muerto de hambre entiende de todo. Dile que se suba al cielo : se subir. En las horas en que la concurrencia del Foro era mayor, te encontrabas siempre entre los pies a aquellos orientales, dispuestos a servirte.

    Por entre la muchedumbre, a cada paso, cruzaba algn pequeo y presuntuoso cortejo ; los grandes seores, tendidos

  • ROMA 15

    en la litera, llevados por esclavos orientales,47 o germanos,48 o dlmatas,49 de robusta corpulencia 50 y pomposamente vestidos, cruzaban as el Foro, con un squito de clientes en toga.51 Muchos ostentaban de manera odiosa la superioridad del rico : adoptaban gestos descuidados,52 sacaban el brazo para que se les vieran las sortijas ; 53 llevaban consigo animales raros y costosos, un cinocfalo, por ejemplo ; 54 algunos iban leyendo, o escribiendo, o durm iendo.55 La muchedumbre abra paso y aquella pompa segua adelante. O bien era algn padre muy solemne, que por primera vez, como lo requera la costumbre, conduca oficialmente al Foro a su hijo, que aquel da se haba puesto la toga.56

    En aquellas horas haba mucha gente que no pensaba en las grandes cosas que tena que hacer,57 y ociosos con la boca abierta; hombres serios y hombres charladores.Y tambin (quin lo creyera?, dice Ovidio, aunque bien poda imaginarse), parejitas que se entendan y amores que empezaban: 58

    Et fora conveniunt, quis credere possit? A mori, Flammaque in arguto saepe reperta foro.

    No siempre, sin embargo, las literas que transportaban a las matronas llevaban las cortinas rigurosamente bajadas, como lo requera su decoro y la severidad de las costumbres.59 Pero cmo se puede impedir a quien es joven y bella (o piensa serlo) que curiosee un poco y procure que la vean?

    Adems, se paseaba por todas partes del Foro mucha gente equvoca : mucho de aquella chusma parasitaria que en las grandes ciudades vive a costa de los ricos, y que Horacio ha definido admirablemente en dos versos famosos :

    Ambubaiarum collegia, pharmacopolae Mendici, mimae, balatrones.

    Hacia las dos (hora octava),61 la actividad de las oficinas haba cesado. Entonces de todas partes acuda al Foro una muchedumbre de ociosos, y all se estaba horas y horas dando vueltas por entre tantos monumentos hermosos, para divertirse y pasar el tiempo. El Foro ya no pareca el mismo : adquira un tono casi provinciano ; pero algunos haba a quienes agradaba precisamente de aquel modo. Horacio, por ejemplo, al cual en las horas antemeridianas todo aquel ir y

  • 16 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    venir del Foro le atacaba tremendamente los nervios, hacia el anochecer daba por all su paseo de buena gana, detenindose un poco, aqu y all, curioso de or a las hechiceras que decan la buenaventura a los patanes.62 Nada le dispona mejor "a comer con apetito.

    VII

    Se ha dicho que, con el engrandecimiento del Foro, el mercado haba tenido que emigrar. Echada del Foro, la vida tendera busc otros centros, pero en particular se intensific en las inmediatas cercanas, extendindose en dos direcciones opuestas: de una parte hacia el Tiber, de otra hacia las laderas del Esquilino.

    En las proximidades del Tiber adquiri proporciones gigantescas; el Vicus Tuscus, donde Horacio nos dice que se vendan aromas y pim ienta,63 y el Vicus Iugarius (v. pg. 10) desembocan en la regin del Velabrum; y la regin del Velabrum continu extendindose hacia el sur, en la llanura, ms all del Aventino, donde se desarroll la mayor zona comercial de Roma (v. pg. 21). En el sentido opuesto, en cambio, el Argiletum, calle de libreros y zapateros (v. pgina 43), era continuado por el populoso barrio de la Suburra ; la Suburra, maloliente y ruidosa,61 siempre llena de movimiento, 65 donde la gente baja y los esclavos encargados de las provisiones iban a hacer las compras.66 Por las calles hormigueantes de gente se abran tiendas de barberos, de zapateros, de laneros, de tejedores de lino, de herreros,67 de peinadoras que fabricaban postizos y hacan otros menesteres semejantes. 68 En aquella baranda todos hallaban cuanto queran. E ra un barrio de operarios y proveedores; laborioso, pero con un tono bajamente plebeyo. Tambin haba, especialmente en su parte interior (media Subura), un aire de vida equvoca. El pueblo humilde hallaba en l huevos, pollos, coles y nabos a precio barato, y a quien por unas monedas afeitaba, o remendaba zapatos; pero surgan rias entre jovenzuelos 69 y se oa un lenguaje tan libre, y se asista a espectculos tan poco edificantes, que, si se poda, se evitaba el pasar por all. Se consideraba prudente no mandar all a los jovencitos hasta que se hubieran puesto la toga .70 Pero no era barrio todo l vulgar y miserable ; porque, como hoy

  • ROMA 17

    ocurre tambin en los barrios populares de nuestras ciudades, en que hay palacios e iglesias, en Suburra haba santuarios y casas seoriales; la uniformidad absoluta en un barrio grande puede ser creada artificialmente (lo vemos, y Dios nos libre de ello, en muchas ciudades modernas), pero no ser nunca resultado del desarrollo histrico espontneo del edi- lismo ciudadano.

    Csar, hasta que fue creado Pontifex maximus, 71 habit en la Suburra, en un alojamiento modesto; en la primera parte de la Suburra abra su puerta hospitalaria la rica casa de L. Arrunzio Stella,72 ilustre personaje de la poca flavia, hombre fino, poeta, cnsul en 101 de J.-C. A pesar de esto no era aconsejable aventurarse por ciertas callejuelas srdidas y oscuras, donde era fcil encontrarse con tipos de mala catadura, y donde, desde ciertas ventanas bajas,73 las malas hembras hacan seas a los que pasaban.

    Farmae non nimium bonae puellam,Quales in media sedent Subura,7i

    dice Marcial. Las mujeres de aquellos parajes no eran precisamente modelos de buena educacin ni espejo de virtud.

    Las tiendas elegantes estaban en lugar muy diferente; no lejanas del Foro, en una zona algo excntrica, aireada, en el primer trayecto del Campus Martius, junto a los Saepta. 75 En la poca imperial, los alrededores de los Saepta se convirtieron en el atractivo de la gente rica, que no reparaba en gastos, y de los elegantes que paseaban por aquellos lugares, hasta por mera ostentacin ; 76 era el lugar ms indicado para quien desease adquirir chucheras preciosas, telas de mucho precio, y hasta esclavos de lu jo .77

    VIII

    La hondonada que, interrumpida slo por las modestas alturas de la Velia, continuaba la llanura del Foro a los pies del Palatino y el primer trecho entre el Esquilmo y el Celio, y, hacia el sur, entre el Celio y el Palatino, fue la zona en que el fausto monumental de Roma alcanz en la poca imperial su ms esplndida expresin. All se alzaron la Domus Aurea (v. pg. 26) y el Colossus78 de Nern; luego el an-

  • 18 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    fiteatro Flavio y el arco de Tito; bajo Adriano, el Templum Urbis et Veneris; despus el areo de Constantino.

    El Templum Urbis era el ms grandioso de todos los templos de Roma, y el ms rico. Fue erigido en un rea vastsima (110x53 m.), en el lugar donde estaba primero el atrio de la Domus Aurea. El propio Adriano, cuenta Din Casio,79 traz su diseo. Quiso hacer algo nuevo, magnfico, que asombrase ; y fue esplndido en cuanto a los medios para conseguirlo. El pavimento reluca con sus mrmoles raros y costosos ; ciento cincuenta columnas de granito sostenan los prticos que cean el templo; otras grandes columnas ornaban los dos atrios por los cuales se pasaba al doble templo de Oriente y de Occidente; tejas de bronce dorado cubran el techo. Era aqul el templo de Roma, y de la diosa que con su amor haba guiado a Roma por el camino del Imperio; haba de ser grande y todo resplandeciente: como una llama, como la inofuscable gloria de Roma. Los preparativos para dejar libre el rea fueron grandiosos. E l arquitecto Decriano80 logr trasladar y colocar en otro sitio el Colossus; veinticuatro elefantes transportaron la gigantesca mole en posicin vertical y sin que tocase al suelo; fue un milagro de ingeniera. Adriano, que haba concebido y querido aquel templo, lo consideraba como cosa suya. El arquitecto Apolodoro, el cual tuvo la franqueza de criticar el diletantismo del proyecto del emperador, pag con su vida su lealtad de artista.

    Los defectos de la concepcin arquitectnica no impidieron su ejecucin, pero en la lucha con los siglos, el Templum Urbis no tuvo buena suerte. Destruido en 307 por un incendio, fue restaurado por Masencio. Luego cay en ruinas ; su misma riqueza fue un incentivo para el saqueo. Los preciosos mrmoles del pavimento fueron dispersados y muy poco qued de ellos; las tejas doradas fueron transportadas para recubrir con ellas la baslica de San Pedro; troncones de columnas, que hasta muy recientemente no han sido levantadas del suelo donde yacan abatidas, son testimonios sobrevivientes de la gran columnata. De los dos bsides, el uno est arruinado en gran parte, el otro ha sido incorporado a la iglesia de Santa Francisca Romana. Podemos todava formarnos una idea sumaria del conjunto por algunos relieves y algunas monedas de Adriano y de Antonino Po, que reproducen el templo.

  • ROMA 19

    Despus de sta, que, con los foros, el Palatino y el Capitolio, constitua la zona ms esplndida de la Roma imperial, vena por riqueza de monumentos, el Campus Martius (v. pgina 34). En los ltimos siglos del Imperio, tambin en zonas perifricas, se alzaron edificios grand-

    Fig. 6. P lano de las te rm as de Caracalla.

    simos: las termas de Caracalla en la regin I (fig. 6), las termas de Diocleciano en la vi.

    IX

    Al centro de Roma perteneca tambin la regin del Circo Mximo, en la Vallis Murcia, entre el Palatino y el Aven- tino ; lugar de reunin de la plebe en el perodo de las luchas con los patricios, fue en todo tiempo populosa y animada,Y tena su decoro edilicio propio de ella. El Circo, con su rea alargada, segua la lnea de la falda del Palatino; a poca distancia se alzaban los edificios pblicos y los templos. Los ediles de la plebe tenan all la sede de sus oficinas. Era un barrio central no tan concurrido como el Foro; all se gozaba plenamente de la vida ciudadana, sin tener que evitar a cada momento los empujones de la gente.

    La regin del Circo Mximo confinaba al sur con el Aventino. El Aventino fue por largo tiempo una colina bos

  • 20 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    cosa y poco habitada,81 y una faja de terreno pantanoso lo separaba del resto de Roma.82 Constitua una fuerte avanzada de las murallas servianas, pero hasta Claudio permaneci fuera del pomerium83 Durante las revueltas de los plebeyos y hasta en tiempo de los tumultos de los Gracos, se convirti en temporal residencia de rebeldes. La vida ciudadana del Foro, si lleg pronto a prolongarse en la regin lindante del Circo Mximo, por mucho tiempo se detuvo all, y, hasta cuando comenz a extenderse por la parte del Aventino, subi, sobre todo por el lado septentrional, vuelto hacia el Circo Mximo, donde, hasta los ltimos decenios del siglo i i i a. de J.-C.,84 fue empedrado el Clivus Publicius. 85 Ms tarde se pobl, y en la poca imperial se nos muestra como una de las colinas ms habitadas. Todo hace suponer que el lado septentrional deba ofrecer un aspecto muy diverso del lado meridional y de la parte ms interior; el primero se abra hacia el centro de Roma; el Clivus Publicius, que conduca al templo de Diana, era, como se ha dicho, uno de los paseos elegantes de Roma, y se alzaban en l casas seoriales. El lado meridional, todo cerrado por las murallas servianas, y que comunicaba con la zona comercial de Roma, en la cual se desembocaba del Aventino por tres puertas, deba de tener el aspecto de un barrio popular y mercantil (v. pg. 44).

    X

    Singularmente caracterstica, como estructura edilicia y como animacin, era la llanura que del Foro llegaba directamente al Tiber. Si, como se ha dicho (v. pg. 16), el pequeo comercio tendero tena su centro en las prolongaciones de las vas del Foro (Via Sacra, Vicus Tuscus, Vicus Iugarius) y, por el otro lado, en el Argileto y en la Suburra, en esta zona lindante con el Tiber, se efectuaban los grandes negocios. Fueron all construidos los primeros puertos fluviales de la ciudad. De Ostia, el muelle martimo de Roma, adonde llegaban las mercancas de todo el mundo, aquellas mismas mercancas, mezcladas y cargadas en pequeas embarcaciones, remontando el tranquilo curso del ro, llegaban a la ciudad. Las esperaban las refinadas exigencias y el apetito cotidiano de una poblacin inmensa, y el todava ms insaciable apetito financiero de una nube de mercaderes

  • ROMA 21

    y hombres de negocios. All estaban los grandes depsitos de la sal (salinae) y los grandes mercados del Velabrum (el mercado general), del Forum Boarium (el mercado de las carnes del matadero), del Forum H olitorium (el mercado de las hierbas); y haba all el Forum Cuppedinis, o de las golosinas, que los autores recuerdan muchas veces como promesa de grandes delicias para la mesa de los comilones. En el Velabrum se hallaban amontonadas cantidades ingentes de aceite,86 de alimentos, de v ino ,87 de queso.88

    El Velabrum es para Horacio89 el vientre de Roma, como les Halles son el vientre de Pars. La continua afluencia de la mercanca determinaba un gran movimiento de dinero y se prestaba a las combinaciones financieras ms atrevidas. En la poca de Constantino fue all erigido, smbolo y sede de todas las especulaciones pecuniarias, el arco de Jano o Cuadrifonte, punto de reunin de comerciantes y de banqueros ; para decirlo con palabra moderna, la Bolsa de Roma.

    Aquel barrio, en poca imperial fue ensanchndose, hasta ocupar, adems de la estrecha zona entre las laderas orientales del Aventino y el ro, la ancha llanura, a medioda del Aventino, donde fueron construidas las mayores obras portuarias en el Tiber, y surgieron enormes almacenes de trigo (horrea), de aceite, de vino, de garum, etc. All, en el Emporium, se amontonaban mercancas de toda especie, venidas del mar. Con la descarga de las nforas rotas se fue levantando una colina, el Mons Testaceus, como hoy en Blgica, cerca de Lieja, con las escorias de carbn de desecho de los talleres metalrgicos ha crecido una colina alta y negra.

    XI

    El Palatino y el Capitolio dominaban desde lo alto el centro de Roma, como dominan tambin con sus ruinas grandiosas la llanura del Foro. El visitante que desde el Foro o el Circo Mximo vuelve la mirada al Palatino, observa una compacta sucesin de bvedas sobrepuestas, restos de edificios vastos y soberbios ; rgidas series de arcos y, debajo de los arcos, cavidades vacas y negras como cuencas de calaveras alargadas y enormes (fig. 7). El tiempo ha despojado aquellos edificios de sus mrmoles, y, rotas

  • 22 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    las capas superpuestas, ha dejado al desnudo los fundan mentos y los armazones. Pero lo que queda pertenece a la residencia imperial de los ltimos siglos. Ms que toda

    Fig. 7. E l Palatino , v isto desde el Foro.(Foto Alinari.)

    otra colina, el Palatino, con sus aspectos sucesivos, ha ido siguiendo la historia de Roma; se ha agrandado con el engrandecimiento del Imperio y ha cambiado muchas veces de vestido; lo que vemos hoy son las poderosas reliquias de la ltima. Con el cambio de aspecto exterior fue cambiando poco a poco de significado: de centro primigenio de Roma, la Roma Quadrata de Rmulo, se convirti en sede de los prncipes; su mismo nombre se adapt a los tiempos: el Palatinus se convirti en el Palatium de los emperadores. Los muros del formidable Palacio Real vieron en los siglos cmo se iba formando y complicando un rgido ceremonial ; fueron los mudos testigos de todas las intrigas de corte, de todas las conjuras, del fausto, del servilismo, de los tenebrosos dramas familiares y polticos, a travs de los cuales Roma creaba su historia en una alternativa de gloria inmensa y de sangre.

    Desde el punto de vista edilicio, la historia de Roma

  • ROMA 23

    parte del Palatino y se resume en el Palatino. Virgilio, en La Eneida,90 represent el Palatino de la poca prerromlea por rara domorum teda , sede de Evandro, rey de pastores, sencillo y pobre. Sobre aquella cima, la aldea de pastores se convirti en ciudad dentro de las murallas sealadas por Rmulo. En los ngulos de la ciudad primitiva (dentro de los lmites del antiguo -pomerium), 91 surgieron los primitivos santuarios, entre ellos el Ara Maxima de Hrcules; en las murallas, las primeras puertas; en las calles campestres que desde el pomerio descendan a la llanura, los antiguos romanos veneraron el Lupercal, donde la loba haba amamantado a los gemelos; la Casa Romuli, sobre el Cermalus (un relieve del Palatino); el Tugurium Faustuli, la cabaa donde creci la fiera adolescencia de Rmulo y de Remo.

    En el Palatino surgieron la Curia de los Salios, el templo de la Victoria (que la leyenda haca remontar a la poca de Evandro) ; el templo de la Magna Mater y tambin, en poca

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    posterior, santuarios de las ms diversas divinidades : Iuppi- ter Propugnator, luno Sospita, Baco, Cibeles, Venus; desde tiempos antiguos, la Luna (Luna Noctiluca), y despus, con Heliogbalo, el Sol; y adems la Lealtad (Fides), la Fortuna (Fortuna Respiciens), cuyo favor hay que ganar para que nos asista; la Fiebre (Febris), a quien hay que rogar que permanezca alejada de nosotros; y hasta la diosa Viriplaca,92 numen providencial en las disputas entre cnyuges. Porque, segn cuentan, cuando entre marido y mujer comenzaba una de aquellas cuestiones en que cada uno quiere tener razn por fuerza, y no quiere dejar que el otro hable, y las voces gritan, entonces, antes de que se originase alguna fuerte pelea o un enfado interminable, los dos iban a la capilla de la diosa, donde era obligacin que slo hablase uno a la vez; exponan con calma cada uno sus razones, se persuadan y as volva la paz a la familia.

    En aquel consistorio de divinidades, muchos de los notables de Roma tenan su casa. El Palatino era en la poca republicana el barrio de los polticos, y cuando la poltica enardeca los nimos, la furia popular se arrojaba sobre alguna de aquellas casas, la demola y la incendiaba. As arruin la casa de un antiguo traidor, M. Vitruvio Vacco,93 en 331 a. de J.-C. ; la casa de Fulvio F laco,91 en los tiempos de los Gracos ; la casa de Cicern, en tiempo de los tumultos suscitados por Clodio. Cicern consigui reconstruir la suya, pero no fue cosa sencilla, porque tambin, despus que le fue reconocido el derecho de reedificarla,95 hubo de luchar contra una turba de forajidos que trataban de impedir los trabajos, amenazando a los obreros y tirando piedras y antorchas encendidas.96 En el rea de Vacco, en cambio, continu creciendo durante siglos la hierba (Vacci prata); en el rea de Fulvio Flaco, que qued desierta durante unos decenios, edific un prtico Q. Lutacio Catulo, el vencedor de los cimbrios, enemigo y luego vctima del partido popular. Pero tambin el prtico de Catulo fue demolido por el pueblo, que hizo levantar en aquel lugar un templo de la Libertad.Y tambin aquel templo de la Libertad fue demolido en virtud de un senadoconsulto que decretaba la reconstruccin del prtico de Catulo.97 Las cosas del mundo siempre han andado as.

    En el Palatino habitaron el orador Craso, cuya casa era recordada como la ms esplndida de Roma; Licinio Calvo, el poeta y abogado famoso, amigo de Catulio ; Hortensio, el

  • ROMA 25

    orador; Miln, el matador de Clodio; Cicern, en la ya mencionada casa de Craso, y, vecino a l, su hermano Quinto; M. Antonio, el triunviro, y, en la poca de Augusto,

    Pig. 9. E l Palatino .

    Agripa y Msala; queda hoy todava la casa de Tiberio Nern, el marido de Livia, padre del emperador Tiberio (Domus Liviae).

    En el Palatino naci Augusto y volvi a habitar all despus de la batalla de Accio (Domus Augustana); y en el

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    Palatino tuvo despus un templo, que erigi Caligula en su memoria. La colina de los grandes romanos de la Repblica se convirti en residencia del prncipe ; aquella residencia, de sencilla casa privada como sigui siendo la morada de Augusto, que, a pesar de concentrar en su mano la preponderancia del poder, vivi u t unus e populo,98 a medida que el principado iba adquiriendo forma de absolutismo monrquico, se fue convirtiendo en palacio real. Tiberio construy un nuevo y grandioso edificio junto a la casa de Augusto (Domus Tiberiana); Caligula la ampli (Domus Galana), prolongndola por la vertiente, hasta hacerla llegar con su vestbulo al templo de Cstor y Plux, en el Foro. Y a veces se pona en postura entre los dos dioses, para hacerse adorar de los visitantes: una de sus locuras.99

    XII

    A la loca fastuosidad de Nern, el Palatino pareci estrecho; aquel megalmano puso su sede en la llanira entre el Palatino, el Celio y el Esquilino (Domus Transitoria); y cuando el famoso incendio del 64 hubo destruido parte de Roma, y se aprovech la ocasin del desastre para reconstru ir una Roma ms bella, Nern, sobre las ruinas de su morada destruida, edific la Domus Aurea. No era un mero edificio, sino un armnico conjunto de construcciones de toda clase, con series de prticos largusimas; un gran lago rodeado de casas ad urbium speciem, y prados, viedos, bosques y campias cultivadas.100 He aqu por fin deca, un lugar donde puede comenzar a vivir un hombre.! 101 Pero los romanos murmuraban que no quedaba ya sitio para los dems, y en las paredes comenzaron a florecer los antiguos pasquines ; entre otros : Roma se convertir toda en una sola casa ; ciudadanos, emigrad a Veyos ; a menos que esta casa no acabe tambin por llegar a Veyos. 102

    Nern no haca caso, porque, entre tantos defectos, no tena el de ser quisquilloso.103

  • KOMA 27

    XIII

    Los Flavios reinstalaron en el Palatino la sede imperial ; en el rea de la Domus de Nern se construyeron edificios pblicos para el pueblo, incluso el Amphitheatrum Flavium (el Coliseo),104 en el lugar del estanque de la Domus Aurea, que fue desecado. No era todo adulacin cuando Marcial105 dijo que Tito haba restituido Roma a Roma:

    Reddita Roma sibi est et sunt, te praeside, Caesar, Deliciae populi, quae fuerant domini.

    Domiciano reconstruy con gran esplendor la Domus Augustana; as se lleg a formar la Domus Flaviana, ms vasta, con un gran jardn, a lo largo de uno de sus lados, que por la forma alargada y curva fue llamado Hippodromum. 106

    Cerca de un siglo despus, Septimio Severo termin la obra, rodeando al Hippodromus de prticos y elevando un poderoso edificio (Septizonium) en el lado meridional de la colina (Domus Severiana). Con Septimio Severo el principado se ha convertido ya en monarqua absoluta; con l tambin la Domus privada de Augusto se ha transformado en la ms grandiosa residencia real del mundo. Ocurre, en efecto, y todos lo experimentamos cada da, que la historia de los edificios corre tras la historia de los hombres, y las piedras consagran a las instituciones.

    XIV

    De las colinas de Roma, el Capitolio, con sus dos cimas, el Capitolium y el Arx, era la ms pequea, pero tambin la ms venerada y respetada. Aunque tambin en sus larderas se hubiesen construido habitaciones privadas, predominaba su carcter sagrado. Ms que en cualquiera otro sitio, se sentan all presentes las divinidades de Roma.107

    La cumbre del Capitolium estaba ocupada por el templo de Jpiter Capitolino, el primero por la importancia de su culto entre los templos de Roma ; sobre el Arx se alzaba el templo de luno Moneta, que tena anexo el edificio de la

  • 28 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    Casa de la Moneda; ms abajo, en el espacio entre las dos eminencias, estaba el archivo (Tabularium); a los pies de la colina, en la extremidad del Foro, el templo de Saturno, con el tesoro del Estado (Aerarium.) y el prtico de los dioses mayores. spero risco en el costado meridional era la roca Tarpeya, desde la cual se precipitaba a los traidores. En la parte baja de la roca se abra una horrenda crcel, el Tullianum, antigua cisterna etrusca, hmeda y oscura, donde Jos prisioneros del Estado iban a morir o de hambre o estrangulados. Por las Scalae Gemoniae, que estaban junto a la crcel, se sacaban, arrastrndolos, los cuerpos de los ajusticiados.

    E l Capitolio: roca de Roma; defensa extrema en los albores de su historia, despus signo concreto de seoro y meta de triunfos; lugar venerando donde tiene su culto la mayor de las divinidades romanas, Iuppiter Optimus Maximus. En las solemnidades, una vestal, acompaada del pontfice, suba al Capitolio a hacer votos por la grandeza eterna de Roma ; 108 y si los dioses rechazasen aquellas preces dice Cicern, el Estado no podra salvarse.109 Como sumo honor entre los hombres se alzaban all las estatuas de los grandes. Tambin estaban all expuestos, en epgrafes, en tablas de mrmol o de bronce, los tratados con los pueblos extranjeros. El Capitolio era el smbolo de la fidelidad de Roma a la palabra dada, de su austera religin, del agradecimiento hacia los ms elegidos entre sus hijos y de inexorable severidad contra los indignos.

    Roma no tena nada que fuese ms sagrado.

    XV

    El Foro romano, con las colinas que sobre l se alzaban, con las inmediatas llanuras del Circo Mximo y a los pies del Esquilino, era, pues, el centro de Roma. Pero Roma haba ido ensanchndose cada vez ms, hasta ms all de los lmites de aquel su centro tumultuoso. Sobre las colinas antes deshabitadas o poco habitadas se alzaban a cada paso nuevas casas, palacios, obras pblicas, jardines y fuentes. En la espesa red de las calles se alargaban, como en el centro, placetas (areae) y encrucijadas (trivia). De da, placetas y encrucijadas eran lugar de encuentro110 y de

  • N e r n , qu e provoc e l in c e n d io de la v ie ja R omaPARA RECONSTRUIRLA MODERNIZNDOLA

    Florencia, Galera de los Oficios.

  • R am pa in t e r io r qu e conduce d esd e e l F oro romano al P a la t in o

    E s ta d o ac tu a l.

  • ROMA

    Fig. 10. Trazado de la m uralla serv iana.

  • 30 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    cita; 111 los petimetres estaban all horas y horas ojeando a los que pasaban; hablaban con afectacin,112 decan agudezas y hacan muestra de refinamiento. De noche se acumulaban all montones de barreduras113 y pasaban cosas de mil colores.114

    Roma se extendi hacia oriente. El Celio, cuando la ciudad comenz a prolongarse, haba sacrificado a las exigencias ciudadanas su hermoso manto boscoso de encinas,115 que en la Antigedad le haba dado el nombre de Mons Querquetulanus, recordado todava por una de sus puertas (Porta Querquetulana). Su feliz posicin, puesto que estaba situado entre el Palatino, a occidente, y las anchas y soleadas alturas del lado oriental, haban favorecido su desarrollo edilicio. No eran muchos los monumentos pblicos, pero haba una gran extensin de palacios nobles y series de casas. En el Celio habitaban los Mamurra, no menos conocidos en la poca de Csar por su fiel adhesin al dictador, que por el refinamiento innovador en embellecer su casa magnfica,116 En el perodo imperial, el Celio vino a ser la residencia preferida de los hombres ms distinguidos, substituyendo en parte al Palatino (v. pgina 24). Sobre aquella colina se alzaban los limina potentiorum , 117 y ms que en cualquier otro lugar se vean correr por all clientes con toga para la salutatio matutina.

    Domiciano, que fue el primero que transform en palacio real la casa de Augusto sobre el Palatino, construy tambin sobre el Celio un pequeo Triann suyo, la migaja de oro, as la llamaba (mica aurea),m donde banquetear, en intimidad, con los amigos. Constantino se traslad al Celio, en las egregiae Lateranorum aedes,119 que haban venido a ser, desde los tiempos de Nern, propiedad del prncipe.120 Sobre el Celio haba nacido y crecido Marco Aurelio,121 y de aquel emperador filsofo ,se admiraba hasta el 1538 la famosa estatua ecuestre, trasladada luego al Capitolio y tenida mucho tiempo por estatua de Constantino.

    Un grandioso desarrollo edilicio en la poca del Imperio tuvieron tambin el Quirinal y el Viminal. A lo largo de la cima del Quirinal, a partir de la parte ms cercana al centro, donde en el siglo iv de J.-C. se alzaron las Thermae Constantinianae, hasta la Porta Collina, corra una calle ancha y recta, llena de sol, la Alta Sem ita.122 Durante

  • ROMA 31

    los trabajos que la Roma contempornea ha realizado en los barrios altos han salido a luz muchos trozos de tuberas de plomo que estuvieron destinadas a llevar el agua a las casas. Y puesto que en el plomo est impreso el nombre de los propietarios, aquellos antiguos restos nos ensean documentalmente que un gran nmero de las ms ilustres familias de Roma resida en el Quirinal, en casas cmodas y ricas. En la poca de Cicern habit all T. Pomponio tico,123 y en la poca imperial, mientras vivieron como particulares, los Flavios.124 No faltaban altas casas de alquiler, 125 colmenas humanas de gente pobre, y en una de ellas habit el poeta Marcial. Si bien la parte central y meridional de la colina tena en conjunto un aspecto seorial, en los lados ceidos de murallas se cobijaban en humildes moradas familias pobres y gente de mala fama.

    En el Viminal haba tono de vida refinada, y tambin all, naturalmente, un gran ir y venir de clientes obsequiosos. Juvenal126 dice ir al Viminal en el sentido de ir a introducirse entre seores ; la casa que construy a ll127 Cayo Aquilio, en los ltimos tiempos de la Repblica, oscureci el recuerdo de las casas de Craso y de Catulo (v. pgina 25) en el Palatino. Diocleciano aadi magnificencia a la luminosa colina construyendo en ella sus termas, cuyos restos grandiosos se admiran hoy al salir de la estacin de Roma.

    Una colina toda cubierta de jardines era, y sigui siendo en adelante, el Pincio, collis hortorum. Cerca de all, en el Quirinal, se abran los magnficos Horti Sallustiani, un parque de los ms suntuosos de Roma, para embellecer el cual el historiador Salustio haba derrochado el dinero acumulado por medios sospechosos durante la administracin de la Numidia. Recogido en sus estudios en medio de aquella verdura, donde la vista se explayaba a lo lejos para abarcar toda Roma, escriba bellsimas pginas de menosprecio para el lujo, la corrupcin y el amor a las riquezas. Tal vez no era el hombre ms autorizado para dar autoridad a aquellos desahogos, pero el caso se ha repetido muchas veces.

  • 32 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    Fig. 11.

    Plano

    de la

    Rom

    a im

    perial.

  • ROMA 33

    Fig. 11

    a.

    Plano

    de la

    Rom

    a de hoy.

  • 34 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA

    XVI

    En los comienzos de la-poca imperial, las dos regiones que ms cambiaron de fisonoma fueron el Campus Martius y el Esquilino.

    Desde los lmites del Poro, el Campus Martius abra su verde llanura hasta aquella curva del Tiber, cuya lnea media seala hoy la Carretera de Vctor Manuel (cfr. figs. 11 y 11 a), Tambin haba una zona pantanosa, pero Agripa, en el ao de su edilidad (36 a. de J.-C.), la sane.

    De la estrechez de las calles angostas y oscuras y de la febril agitacin del Foro se sala casi de improviso al aire libre y al sol. Se respiraba, se experimentaba el gozo del campo y el sentido de distensin que procura el espacio libre al que est cansado. Los romanos se sentan irresistiblemente atrados por aquellos extensos espacios verdes. La juventud masculina se reuna all para adiestrarse en los ejercicios deportivos; 128 luego tambin fue all de muy buen grado la juventud femenina. Y todos iban a tomar el aire, a calentarse, a ver. E l paseo por el Campus Martius era el honesto, dulce atractivo que la metrpoli ofreca a su pueblo.

    Pero aquel gran espacio libre era tambin para la ciudad material una invitacin a extenderse, a ocuparlo. Se construyeron grupos de edificios. En la zona ms cercana al Capitolio se elevaron los Saepta (v. pgina 17), la Porticus Octaviae y el teatro de Marcelo; ms all, el Ara Pacis, las termas y el panten de Agripa, el templo de Isis y Serapis, el mausoleo de Augusto. Nern edific en el Campo de Marte sus termas suntuossimas; Domiciano, el Estadio y el Oden; Adriano, las baslicas de Marciana y Matidia; Antonino Po, el templo de Adriano, divinizado; Marco Aurelio edific una gran columna historiada, mula de la trajana.

    La Roma ms reciente hace mucho tiempo que invadi por completo el rea del antiguo Campus Martius; ha hecho de l su centro, desplazndose del antiguo Foro hacia la curva del Tiber. La actual Carrera de Humberto, que sigue la direccin de la antigua Via Lata (el primer trecho, dentro de las murallas, de la Via flam inia), corta en dos una compacta extensin de edificios de albailera, slo interrumpida por plazas bellsimas, las ms bellas del mundo.

  • ROMA 35

    Sobre los restos del Ara Pacts se eleva el palacio Otto- buoni Fiano, y los fundamentos del antiguo monumento se confunden con las paredes de sus bodegas; el Pantheon de Agripa est hoy ahogado por un conjunto de calles y casas que lo estrechan por tres lados, a duras penas mantenido en respeto por su mole redondeada, y los romanos modernos lo llaman, con poca reverencia, la Rotonda. El templo de Adriano, en la Plaza de Piedra, reducido a la mera columnata frontal, hace sobresalir sus bellas columnas corintias como una muestra de antigedades, y parece casi pedir permiso para conservar un lugar en un mundo que no es ya el suyo. El mausoleo de Augusto, exteriormente, haba desaparecido detrs de una incrustacin de edificios modernos, y cuando en tiempos recentsimos se ha probado a liberarlo no han aparecido ms que unas ruinas espectrales. Era tan hermoso el Campus Martius, tan verde! Y la Roma moderna lo ha sepultado.

    Pero las grandes ciudades son invasoras; avanzan irresistiblemente. No conocen obstculos : Gnova, audaz y soberbia, ha destrozado el monte; Venecia, con su grande plaza, huella y esconde la laguna; Amsterdam en gran parte se ha tragado sus canales. En el centro de Pars, los nombres de las calles recuerdan prados, molinos, pastores; en otras ciudades, valles, huertos, caaverales y puentes de madera. La ciudad se asienta sobre todo ello; suprime la campia, entierra las corrientes de agua, excava el subsuelo para sus cloacas y sus ferrocarriles metropolitanos, endereza y aprisiona los ros, expulsa al mar. Lo moderno devora lo antiguo, y cuando no lo derriba lo estropea y lo estrangula. Las ciudades son verdaderamente terribles, hombres y piedras.

    Y hace siglos que el hermoso Campus Martius ha dejado de existir, que junto al Tiber sus orillas ya no son verdes. Como voz lejana nos llega con el color de la nostalgia un lento verso de Marcial que enumera los goces de la vida tranquila: 129

    Campus, porticus, umbra, Virgo, thermae.

    Primero el Campus en la enumeracin; el Campus con su sol, con sus reposantes atractivos, constante invitacin a quien tiene tiempo que perder y quiere disfrutar serena

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