P segundo semestre. 2005 SOCIAL 2 - Funcas

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2SOCIALPANORAMA

FUNCAS

Dependencia y autonomia personal:

Dilemas y compromisos

s e g u n d o s e m e s t r e . 2 0 0 5

SOCIALPANORAMA

Patronato

JUAN R. QUINTÁS SEOANE (Presidente)JOSÉ MARÍA MÉNDEZ ÁLVAREZ-CEDRÓN (Secretario)JOSÉ MARÍA BUENO LIDÓN

JULIO FERNÁNDEZ GAYOSO

ALEIX GIMBERNAT MARTÍ

ROBERTO LÓPEZ ABAD

ANTONIO MARTÍN JIMÉNEZ

JESÚS MEDINA OCAÑA

PERE RIFÁ PUJOL

ATILANO SOTO RÁBANOS

Presidente de Honor

ENRIQUE FUENTES QUINTANA

Número 2. Segundo semestre. 2005

Consejo de redacción

VICTORIO VALLE (Director)ELISA CHULIÁ RODRIGO (Secretaria)FRANCISCO ALVIRA MARTÍN

JOSÉ ANTONIO ANTÓN PÉREZ

CARLOS BALADO GARCÍA

JOSÉ GARCÍA LÓPEZ

FERNANDO GONZÁLEZ OLIVARES

VÍCTOR PÉREZ-DÍAZ

Pedidos e información

FUNDACIÓN DE LAS CAJAS DE AHORROS

Caballero de Gracia, 28, 28013 Madrid.Teléfono: 91 596 54 81Fax: 91 596 57 96Correo electrónico: [email protected]

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© FUNDACIÓN DE LAS CAJAS DE AHORROS. Todos los derechos reser-vados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publica-ción, así como la edición de su contenido por medio de cualquier proce-so reprográfico o fónico, electrónico o mecánico, especialmente imprenta,fotocopia. microfilm, offset o mimeógrafo, sin la previa autorización es-crita del editor.

ISSN: 1699-6852Depósito legal: M-23-401-2005Diseño de Portada: BRAVO LOFISH DISEÑO GRÁFICO

Preimpresión: VERSAL COMPOSICIÓN, S.L.Imprime: RAIZ TÉCNICAS GRÁFICAS, S.L.

PRESENTACIÓN

A DEBATE

Hacia un mayor cuidado público: cambios en las relaciones y las políticas públicas de cuidado a las personas dependientesANNELI ANTTONEN

La protección social de las personas dependientes como desarrollodel estado del bienestar en EspañaGREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO

La atención a las personas en situación de dependencia en España:una aproximación crítica al Libro Blanco de la DependenciaMARGARITA LEÓN

Mayores y dependencia en una sociedad muy envejecida:el caso de AsturiasJOSÉ MARÍA GARCÍA, JOSE MIGUEL ARENAS, MARÍA TERESA BAZO, MANUEL FONSECA Y

ANA MARTA GUILLÉN

Nuevas iniciativas en la provisión de cuidados a las personas mayoresEl cheque asistencial de la Comunidad Autónoma de GaliciaCARLA RODRÍGUEZ GARCÍA

La dependencia de los enfermos terminales: cuidados profesionales y familiaresRICARDO CUBEDO

El cuidado de ancianos: un vínculo entre la inmigración y el envejecimientoRAQUEL MARTÍNEZ BUJÁN

VOCES A CONTRACORRIENTE

Javier Romañach y el Foro de Vida Independiente

LA INMIGRACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS INMIGRANTES

¿Qué ofrece España a los inmigrantes? Factores de atracción de la inmigraciónCarmen González Enríquez

Índice

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PANORAMASOCIAL NÚMERO 2. SEGUNDO SEMESTRE. 2005

Í N D I C E

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La situación laboral de los inmigrantes: ¿una nueva paradoja de la satisfacción?SEBASTIÁN RINKEN

La religiosidad de los inmigrantes musulmanesMarroquíes en Madrid, turcos en Berlín y bengalíes en LondresBERTA ÁLVAREZ-MIRANDA

NOTICIAS DEL TERCER SECTOR

El apoyo de Cruz Roja a las personas dependientes y las familias cuidadorasLa utilización de las nuevas tecnologías en beneficio de la autonomía personalCARLOS CAPATAZ GORDILLO

LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LAS CAJAS DE AHORROS

Las personas en situación de dependencia. La visión desde Bilbao Bizkaia KutxaXabier de Irala Estévez

Las cajas de ahorros ante la inmigraciónCARLOS EGEA KRAUEL

Tú eliges, tú decides: una iniciativa de Caja Navarra que hace protagonistas a los clientesENRIQUE GOÑI BELTRÁN DE GARIZUETA

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A Fundación de las Cajas de Ahorros(FUNCAS) comparte con otras insti-tuciones privadas y públicas españo-las el interés por poner de relieve ydiscutir las cuestiones que plantea –oquizá mejor replantea– el crecientepeso de la vejez en nuestro país y

muchos otros de su entorno. Se ha señalado conacierto que, en la medida en que este fenómenodemográfico implica el aumento de la esperanzade vida, merece ser celebrado. Pero, como todo éxi-to, también éste sitúa a sus protagonistas, en estecaso a las sociedades y los estados, ante nuevas exi-gencias. Entre ellas, una de las más destacables sederiva del incremento de las personas que precisancuidados de otros para el desarrollo de su vida coti-diana. Aunque la dependencia no afecta sólo a losancianos, el hecho de que el grueso de las perso-nas dependientes se localice en los grupos de edadmás avanzada confiere a esta cuestión una par-ticular significación y urgencia.

Ayudar a sus miembros dependientes harepresentado tradicionalmente una de las principa-les responsabilidades de la familia. Sin embargo,tanto por las dimensiones que está adquiriendo, yva adquirir, el colectivo de personas con necesida-des de cuidado, como por los cambios en las pau-tas familiares que se vienen desarrollando desdehace unas décadas, las capacidades de las familiaspara asumir esta responsabilidad con la dedicaciónacostumbrada y deseada decrecen. Ante esta con-tingencia, los gobiernos se enfrentan al dilema demejorar las prestaciones de cuidado a los depen-dientes y reforzar este “cuarto pilar del estado delbienestar” (junto a los otros tres, constituidos porlas pensiones, la sanidad y la educación) en un con-texto en el que la buena marcha de la economía y

los compromisos europeos exigen la contención delgasto público y el equilibrio de las cuentas del esta-do. En España, el gobierno ha expresado su volun-tad de presentar, antes de concluir el año 2005, unproyecto de ley de autonomía personal que intro-duzca nuevas medidas de apoyo a quienes seencuentran en situación de dependencia y a quie-nes les cuidan. Como base para la elaboración deesta norma, el Ministerio de Trabajo y AsuntosSociales publicó en diciembre de 2004 el Libro Blan-co de la Dependencia.

La dependencia y la protección social que ellarequiere es el tema principal de este nuevo núme-ro de la revista Panorama Social, de FUNCAS. Conel propósito de ofrecer una perspectiva amplia yvariada se ha invitado a reconocidos expertos aexponer distintas dimensiones y enfoques sobre estacuestión.

Así, Anneli Anttonen analiza en su artícu-lo el proceso por el cual la cuestión de prestar cui-dados a las personas que los precisan, especial-mente niños y ancianos, se ha ido emancipando desu tradicional ámbito privado hasta transformarseen un tema público. Aun cuando los estados estándiseñando y aplicando medidas diversas en res-puesta a las demandas de mayor protección a losdependientes, la autora observa una tendenciageneralizada a la combinación de recursos públi-cos y privados que consolida un modelo de eco-nomía mixta del cuidado social. Para los estados delbienestar nórdicos, con una tradición de serviciospúblicos de aplicación universal, ello supone recon-ducir parcialmente la oferta mediante iniciativas deprivatización; en cambio, para los de Europa delSur, cuyos esquemas de protección pública a ladependencia se hallan escasamente desarrollados,

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Presentación

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ello significa una mayor intervención estatal en laprovisión de servicios de cuidado que, no obstan-te, no desplace la prestación privada de éstos.

Cómo organizar el campo de protección a ladependencia en España es una de las preguntas quese plantea Gregorio Rodríguez Cabrero. Su ar-tículo aporta mucha información sobre el variadogrupo de las personas en situación de dependen-cia, los diferentes modelos de protección que se hanido fraguando en Europa y la gestión y financiaciónde un sistema nacional de dependencia como elque propone el Libro Blanco. Sobre este documen-to aporta Margarita León un comentario críticoen el que, tras analizar el protagonismo que estáadquiriendo la protección a la dependencia en losprocesos de reforma de los estados del bienestar,subraya el encaje que tiene la propuesta incluida eneste informe técnico con la tradición del estado delbienestar español.

La importancia de contar con datos precisossobre las personas dependientes y, por tanto,potencialmente beneficiarias de prestaciones socia-les, y la complejidad que entraña recoger esa infor-mación quedan bien claras en el artículo de JoséMaría García, José Miguel Arenas, María Tere-sa Bazo, Manuel Fonseca y Ana Guillén. En élexponen con detalle la situación de los mayores enAsturias, una comunidad autónoma con una de laspoblaciones más envejecidas de toda España. Unavez más, este artículo subraya el escaso apoyopúblico que reciben los mayores dependientes y lacarga que asumen sus familias, especialmente lasmujeres, en su cuidado.

Con todo, la escasez no es el único rasgocaracterístico de la protección que el estado espa-ñol presta a sus ciudadanos físicamente más vul-nerables. A él hay que añadir el de la desigualdadterritorial. En efecto, el grado de apoyo de las ins-tituciones públicas depende, en última instancia, dela comunidad autónoma en la que residan los afec-tados por los problemas de dependencia. Las comu-nidades autónomas, cuya competencia en materiade servicios sociales reconoce la Constitución Espa-ñola, han diseñado diferentes programas de ayuday destinado distintas cantidades de recursos para laprotección de la dependencia. Sucede así que, enfunción del lugar de residencia, un ciudadano espa-ñol tiene acceso a más o menos prestaciones, o aservicios de uno u otro tipo. Carla Rodríguez pre-senta en su artículo uno de estos programas espe-cíficos de apoyo a las personas dependientes y susfamilias: el cheque asistencial lanzado recientementeen Galicia.

El protagonismo de las familias, y en especialde las mujeres, la combinación de recursos institu-cionales privados y públicos en la oferta de servi-cios de cuidado a las personas en situación dedependencia, y las asimetrías territoriales destacan,de nuevo, en el artículo de Ricardo Cubedo. Elautor centra su atención en un grupo muy concre-to de personas dependientes, el de los enfermosterminales, y analiza los datos de la experiencia delárea sanitaria 6 de Madrid, resaltando la insuficientecobertura de los servicios de cuidados paliativos yla creciente demanda que se está generando eneste ámbito.

El artículo de Raquel Martínez Buján esta-blece el vínculo entre el tema de la dependencia yel de la inmigración, al que también este númerode Panorama Social presta especial atención. Laautora explica cómo el cuidado de los ancianos seha convertido en un yacimiento de empleo para losinmigrantes, especialmente para las mujeres ibero-americanas, de tal forma que el modo en el quemuchas familias españolas están resolviendo el pro-blema del cuidado a sus miembros dependientesrefuerza el particular modelo de migración españolque se ha ido configurando en estos años.

Antes de concluir el apartado dedicado a ladependencia y pasar al de la inmigración, el lectorpodrá encontrar una entrevista que inaugura unanueva sección de la revista. La sección “Voces a con-tracorriente” pretende recoger, a partir de estenúmero, los puntos de vista de personas que lide-ran grupos u organizaciones con visiones distintasde las predominantes en el debate público. En estecaso, la sección recoge una entrevista con JavierRomañach, miembro fundador del Foro de VidaIndependiente, que, desde una situación habitual-mente definida como de discapacidad, pero que élprefiere denominar de “diversidad funcional”, pro-pone un planteamiento que hace hincapié en laautonomía y las capacidades de las personas, enlugar de en sus limitaciones.

El interés de los artículos sobre inmigraciónque incluye este número de Panorama Social resi-de en que introducen en la discusión una pers-pectiva que no ha sido la más común en los estu-dios sobre este tema: la de los propios inmigrantes.En efecto, los tres artículos se han elaborado sobredatos cualitativos y cuantitativos provistos por inmi-grantes. Mientras que Carmen González refle-xiona sobre lo que a los inmigrantes les atrae deEspaña, Sebastián Rinken expone sus opinionessobre el trabajo que llevan a cabo en nuestro paísy el grado de satisfacción que éste les procura.

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Finalmente, Berta Álvarez-Miranda ofrece unadescripción pormenorizada de la religiosidad de losinmigrantes musulmanes en tres sociedades euro-peas, utilizando datos de sendas encuestas repre-sentativas a inmigrantes realizadas en Madrid, Lon-dres y Berlín. Si no disponíamos ya de suficientesrazones para conocer los deseos, las inquietudes ypreocupaciones, los hábitos y las prácticas de con-ducta de los inmigrantes, la gravedad de las recien-tes revueltas sociales en Francia, en las que la fal-ta de integración y el hastío de los inmigrantesjóvenes se vislumbran como motivos importantes,sugiere el interés y el valor de analizar la inmigra-ción no sólo desde el punto de vista de las socie-dades de acogida, sino también desde el de losinmigrantes.

Para dar mayor consistencia temática a estenúmero de Panorama Social, se ha querido que lostemas de la dependencia y la inmigración esténtambién presentes en la mayor parte de las contri-buciones de las secciones “Noticias del tercer sec-tor” y “La dimensión social de las cajas de ahorros”.En la primera, Carlos Capataz, de Cruz Roja Espa-ñola, muestra cómo ésta hace uso de las nuevastecnologías para atender a la población en situa-ción de dependencia, especialmente, a los mayo-res. En la segunda, Xabier de Irala, presidente deBilbao Bizkaia Kutxa, además de esbozar las inicia-tivas de protección a la dependencia que BBK vie-ne desarrollando, presenta su visión sobre esteámbito de actuación de la obra social de las cajasde ahorros, haciendo hincapié en un aspecto deindudable importancia: la dimensión moral del pro-blema. Cómo resolvamos la cuestión del trato anuestros miembros más frágiles reflejará y marca-rá, al mismo tiempo, los valores básicos que hace-mos prevalecer en nuestra sociedad, y en definiti-va, el tipo de comunidad que construimos. Por suparte, CAJAMURCIA –en un artículo de su direc-tor general, Carlos Egea– aborda el fenómeno dela inmigración y describe la variedad de ayudas yservicios que ponen las cajas de ahorros, y en par-ticular ella misma, a disposición de los inmigrantesy que, en definitiva, promueven su inclusión so-cial y financiera.

En el último artículo de este número, Enri-que Goñi, director general de Caja Navarra, refie-re una experiencia innovadora que ha puesto enmarcha esta Caja para profundizar en la dimensiónsocial de las cajas de ahorros. Se trata del progra-ma “Tú eliges, tú decides”, mediante el cual CajaNavarra pretende que sus clientes decidan perso-nalmente a qué área de la obra social destinan losbeneficios que generan sus operaciones. De algu-

na manera, este artículo final condensa dos con-ceptos clave del debate al que FUNCAS ha queridohacer una nueva aportación con este segundonúmero de Panorama Social: responsabilidad socialy capacidad de decisión individual.

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Resumen

A medida que el cuidado a los ciudadanos quepadecen una mayor vulnerabilidad física ha dejado deser una cuestión predominantemente privada paraadquirir dimensión pública, la prestación de cuidadosse ha convertido en un desafío para todos los estadosdel bienestar europeos. A pesar de que los modelos deprestación de cuidados que se han ido consolidando enlas sociedades europeas difieren considerablemente, latendencia de las políticas públicas apunta hacia unmayor equilibrio en la combinación de recursos públi-cos y privados, de cuidado formal e informal. Tal vezdonde con mayor claridad se aprecie esta tendencia seaen los estados del bienestar escandinavos, que seencuentran en un proceso de transición y reconsidera-ción de un principio que inspiró su desarrollo en los años50, 60 y 70 del siglo XX: la masiva intervención estatalno sólo en la provisión, sino también en la prestaciónde los servicios sociales.

1. Introducción

El cuidado a las personas en situación dedependencia constituye una preocupación crecien-te de los estados del bienestar europeos. Todas lassociedades postindustriales se están planteandocómo apoyar y motivar a las familias y las personascuidadoras, y cómo organizar los servicios asisten-ciales para aquellos que precisan de ayuda en el des-arrollo de las actividades de la vida diaria. Los tradi-

cionales esquemas de prestación de cuidados infor-males a personas dependientes se están viendosometidos a rápidas modificaciones como conse-cuencia de cambios económicos y sociales signifi-cativos. En particular, las familias han dejado de seren muchos países las proveedoras de asistencia delmodo en que solían serlo. Cada vez es más comúnque la gente mayor viva sola. La expansión del tra-bajo femenino fuera del hogar ha cambiado la divi-sión del trabajo entre los sexos. El trabajo no remu-nerado realizado por las mujeres en el hogar y en lacomunidad local ya no puede ser manejado comoun recurso del que se puede hacer uso libremente.

El propósito de este artículo consiste en ana-lizar la transformación del cuidado en un asuntopúblico, con el fin de entender mejor las funcionesde los estados del bienestar modernos. En la pri-mera parte del artículo se estudia desde diferentesángulos teóricos el fenómeno de esta transforma-ción del cuidado. En la segunda parte se lleva acabo un repaso de los distintos modelos de cuida-do (o “regímenes de cuidado”) en Europa, que per-miten compendiar un gran corpus de informaciónacerca de las políticas de cuidado en diversos paí-ses sin tener que prestar atención a cada país espe-cíficamente. Finalmente, se analizará brevementela evolución reciente en el campo de las políticas decuidado, teniendo en cuenta que todos los gobier-nos europeos están buscando soluciones para satis-facer las crecientes necesidades de asistencia porparte de la población de mayor edad.

A lo largo del artículo, prestaré especial aten-ción a las políticas públicas de cuidados. El término“cuidado social” facilita la distinción entre las políti-cas públicas de cuidados y el cuidado informal, estoes, el cuidado ofrecido fundamentalmente por la

A D E B A T E

ANNELI ANTTONEN*

Hacia un mayor cuidado público:cambios en las relaciones y laspolíticas públicas de cuidado a las personas dependientes

* Catedrática de Sociología de la Universidad deTampere (Finlandia).

Traducción de DIORKI, revisada por la redacción dePanorama Social.

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familia en el hogar. La utilización de los conceptosde “cuidado social” y “servicios de cuidado social”remite al papel de los gobiernos estatales y locales,así como de otros proveedores de servicios formales.Aunque en el artículo enfoco la atención predomi-nantemente en los proveedores de cuidados forma-les, presto también importancia al deslizamiento delas fronteras entre las responsabilidades privadas ypúblicas. Como es obvio, el concepto de “cuidado”comprende la prestación de asistencia tanto en ámbi-tos informales como formales (Daly y Lewis, 2000).

2. La transformación públicadel cuidado

La expresión reproduction going public (latransformación pública de la reproducción) fue acu-ñada por Helga Maria Hernes (1987) hace ya cer-ca de veinte años. Mediante este eslogan daba aentender que la división del trabajo reproductivoentre la familia y el resto de la sociedad había cam-biado radicalmente a lo largo del siglo XX. En esteartículo sustituiré el concepto de “reproducciónsocial o humana” por el de “cuidado” o “cuidadosocial”. El cuidado constituye uno de los elemen-tos más importantes de la reproducción social, pormedio del cual las sociedades no sólo se reprodu-cen, sino que también fijan estándares y normaspara actividades reproductivas, como la considera-ción de los niños y los mayores. Muchos de estosestándares y normas son marcadamente sexistas,como las investigaciones de impronta feminista hanmostrado. Son las mujeres, todavía a comienzos delsiglo XXI, quienes asumen la principal responsabi-lidad en el trabajo asistencial.

En algunos países, el cuidado “se ha hechopúblico” en muy escasa medida, mientras que enotros el estado y/u otras instituciones formales, talescomo las organizaciones benéficas, han asumidouna amplia responsabilidad en las actividades asis-tenciales. Aun así, parece indudable que en todaslas sociedades hay una necesidad de expandir losservicios y las prestaciones vinculados al cuidado delas personas dependientes. Varias son las razonesde tal evolución.

– Los cambios en el mercado laboral: laseconomías de mercado actuales precisan de manode obra asequible, es decir, requieren la presenciade la mujer en el mercado de trabajo; los emplea-dores carecen de incentivos para pagar “sueldosfamiliares” a los hombres; la movilidad laboral

separa a unas generaciones de otras. Todos estosfactores intensifican sus efectos en un mercadolaboral global.

– Los cambios en la demografía: los niños sonmenos numerosos que antes, y su cuidado no atadurante décadas a la mujer al hogar y a las laboresde cuidadoras; las personas mayores aumentan entérminos absolutos y relativos, y los servicios querequieren no pueden ser organizados sin interven-ción de la sociedad, especialmente cuando la gentemayor tiene cada vez menos hijos y el divorcio tien-de a disolver las obligaciones intergeneracionales.

– Los cambios en la democracia: las mujeresparticipan más activamente en la política, impul-sando cuestiones que les importan, tales como lapolítica familiar y de cuidados.

– Los cambios en el consumo: el valor del tra-bajo doméstico está decayendo; el capitalismo creapermanentemente nuevas necesidades cuya satis-facción requiere un aumento de la renta, de talmodo que las economías familiares con dos percep-tores de ingresos resultan cada vez más comunes.

– Los cambios de valores y normas: el énfa-sis en el individualismo tiende a desplazar al “fami-lismo”; el crecimiento de la igualdad de género ydel empleo remunerado femenino está reduciendolos recursos de asistencia informal. Todos estos cam-bios implican que las obligaciones familiares e inter-generacionales en el campo de la prestación de cui-dados se estén debilitando.

En la medida en que la asistencia se ha“hecho pública”, los esquemas de prestación decuidados basados en la familia han tenido que cederpaso a otro tipo de medios. Ello no significa que lasfamilias ya no constituyan el cimiento sobre el quese levanta el modo de vida y de reproducción socialen nuestras sociedades. Parece claro que la repro-ducción social ha de tener lugar hasta un ciertopunto crítico en el seno del hogar (o en ámbitosinformales), pero el hecho de que los esquemas decuidados basados en la familia hayan perdido terre-no en muchas sociedades significa que la repro-ducción social y la asistencia ya no se dejan exclu-sivamente en manos de las familias. El apoyo a laprestación de cuidados requiere de servicios pro-ducidos fuera del hogar y, al menos para parte dela población, de ayuda económica. Si los serviciosy la ayuda económica no satisfacen las demandasde las familias, éstas tienen que recurrir a otro tipode soluciones. Por ejemplo, en los países de Euro-pa del Sur el número de trabajadores inmigrantes

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HACIA UN MAYOR CUIDADO PÚBLICO: CAMBIOS EN LAS RELACIONES Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE CUIDADO A LAS PERSONAS...

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en el sector de la asistencia doméstica, tanto regu-larizados como sin papeles, ha crecido rápidamen-te en las dos últimas décadas (Hillmann, 2005).

La aceptación de la idea de que la respon-sabilidad del cuidado de los niños y ancianosdependientes pueda incumbir a otras personas queno sean los miembros de la propia familia, y en par-ticular las mujeres que la integran, sólo se ha desa-rrollado muy lentamente. En ocasiones, la provi-sión de un servicio estatal o público y el cuidadofamiliar se contemplan como opciones alternati-vas, incluso enfrentadas. Se piensa a menudo que,a medida que el estado u otras instituciones for-males amplíen su intervención, las familias se reti-rarán y los servicios reemplazarán a las obligacio-nes familiares. Así, tal como Daatland (2001: 18)ha apuntado, la provisión de un servicio público sepercibe con frecuencia como un riesgo moral parala sociedad.

El cuidado es una cuestión de política socialque levanta pasiones morales y políticas. La opiniónpública tiende a oscilar entre dos posturas extre-mas: una que enfatiza la responsabilidad de los indi-viduos y de las familias en su propio bienestar, yotra que espera que la sociedad en su conjunto asu-ma la responsabilidad en, al menos, algunos aspec-tos de la asistencia. En las sociedades escandina-vas, la opinión pública ha respaldado decisivamentela segunda postura desde que la idea del estadodel bienestar universal comenzó a institucionali-zarse gradualmente. “Universalismo” significa quelos servicios de bienestar, como la educación y laasistencia sanitaria y social, se ofrecen a todas laspersonas en lugar de sólo a quienes tienen unamayor necesidad, y que los ciudadanos puedenhacer uso de ellos sin estigma alguno. El universa-lismo también incluye la idea de servicios gratuitoso fuertemente subsidiados por los gobiernos cen-trales o locales.

Los esquemas de cuidados constituyen unaparte integral de un orden o una estructura socialmás amplia. Las normas y los supuestos que rigenla política de cuidados son producto de pautas degénero, políticas, culturales y religiosas. De ahí queel grado en que la familia asume responsabilidadesde cuidado de sus miembros varíe considerable-mente de un país a otro, y que la provisión de ser-vicios asistenciales cambie tanto, incluso dentro deEuropa occidental (Anttonen, Baldock y Sipilä, 2003;Bettio y Plantenga, 2004). En un extremo se sitúanpaíses como los de Europa del Sur, en los que lasfamilias han adquirido hasta el momento presenteuna amplia responsabilidad en el ámbito asistencial.

En el otro extremo se encuentran países como losescandinavos, donde las autoridades públicas hancontraído una responsabilidad muy amplia en el cui-dado tanto de los niños pequeños como de la pobla-ción adulta necesitada de asistencia y apoyo social.

En algunos países, el proceso de “transfor-mación pública” del cuidado ya casi ha alcanzadosus límites. En efecto, en muchos de los estados delbienestar occidentales, las persistentes demandasde contención del gasto público se han traducidoen recortes de las prestaciones del estado del bien-estar. En países en los que la asistencia se ha “hechopública” en un mayor grado, como, por ejemplo,en Finlandia y Suecia, los gobiernos han llevado acabo reformas que han reducido el alcance de laprovisión del servicio público y han limitado el acce-so de los ciudadanos a algunos servicios asistencia-les, al hacer más rigurosas las reglas de elegibilidady/o elevar las tarifas de servicios que anteriormen-te solían ser nominales. Todo ello significa que tan-to los precursores como los últimos en llegar a lapolítica pública de cuidados están afrontando elmismo problema: cómo ofrecer asistencia en unasituación en la que ni los cuidados basados en lafamilia ni la provisión estatal de las prestaciones decuidados pueden representar la principal solución.

3. Cómo definir el cuidado social

Qué duda cabe que el “cuidado social” esalgo diferente de la asistencia sanitaria profesio-nal. Según Knijn y Kremer (1997: 328-330), “inclu-ye la provisión de atención diaria social, psicológi-ca, emocional y física a las personas” que necesitancuidados: la necesidad de ser asistido puede sertemporal o permanente. Knijn y Kremer prosiguenseñalando que “el cuidado puede ser aportadomediante trabajo remunerado o no, sobre la basede un acuerdo o voluntariamente, y puede ser pro-porcionado profesionalmente o por un sentido deobligación moral”.

Daly y Lewis (1998: 6-7) sugieren un enfo-que similar, pero buscan definiciones que permitanla utilización del concepto de cuidado social comouna herramienta de análisis para la comprensióndel estado del bienestar. Según estas autoras, cabeentender el cuidado como un concepto multidi-mensional con tres aspectos que merecen una par-ticular atención. El primero es el cuidado como tra-bajo. Poner de relieve el aspecto laboral enfatiza la

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connotación de “cuidar” como verbo que expresauna acción, y la de los “cuidadores” como actores.La segunda dimensión del concepto sitúa el cuida-do dentro del marco normativo de las obligacionesy responsabilidades. El cuidado se distingue de cual-quier otro trabajo o aportación de mano de obraporque, con frecuencia, se emprende y se proveebajo condiciones de responsabilidad social y/o fami-liar. En su tercera dimensión, se contempla la asis-tencia como una actividad con costes, tanto eco-nómicos como emocionales, que se extiende másallá de las fronteras entre lo privado y lo público.

Una definición mucho más amplia es la queofrece Tronto (1994: 103): “En un plano más gene-ral, sugerimos que las labores de cuidado sean con-templadas como una especie de actividad que inclu-ye todo lo que hacemos para mantener, darcontinuidad y reparar nuestro “mundo”, de modoque podamos vivir en él lo mejor posible. Ese mun-do incluye nuestros cuerpos, nuestras identidadesy nuestro medio ambiente, todo lo cual intentamosentretejer en una compleja red sustentadora de lavida.” El cuidado es, de acuerdo con Tronto (1994:104), tanto una práctica como una actitud; y cons-ta de cuatro fases interconectadas: “preocuparsepor” (caring about), “responsabilizarse de” (takingcare of), “cuidar a” (care-giving) y “recibir cuidadode” (care-receiving). “Preocuparse por” suponereconocer, en primer lugar, que la asistencia es nece-saria. Esta actitud es importante para que en unasociedad se desarrollen políticas públicas de cuida-do. “Responsabilizarse de” implica asumir algúncompromiso con las necesidades de cuidado deotros, mientras que “cuidar a” conlleva la satisfac-ción directa de las necesidades de cuidado. Final-mente, “recibir cuidado de” significa que la perso-na cuidada responde a la prestación de cuidado.

La definición proporcionada por Tronto per-mite comprobar que la asistencia es más que tra-bajo, y más que una relación entre la persona quecuida y la persona que es cuidada. “Preocuparsepor” y “responsabilizarse de” reflejan representa-ciones de nuestros valores morales. No obstante, elcuidado está devaluado tanto en la teoría socialcomo en las políticas públicas. Su baja considera-ción se debe, al menos parcialmente, al hecho deque el trabajo de cuidar ha sido tradicionalmentedefinido como una obligación femenina enmarca-da en la esfera privada de la familia. Las políticaspúblicas de cuidado social han surgido principal-mente de la tradición de asistencia a los pobres, ytodavía acarrean probablemente algunos rasgos delas leyes para pobres, como la comprobación demedios y de ingresos como requisito para acceder

a una prestación pública. El cuidado social ha tar-dado mucho tiempo en convertirse en una dimen-sión “actual” o “moderna” de las políticas del esta-do del bienestar.

4. La modernización del cuidado social

El bienestar en la la vejez y, en particular, elcuidado a los mayores, hunden sus raíces en las prác-ticas de las leyes de pobres surgidas durante el perío-do de la industrialización. Las administraciones loca-les eran originariamente responsables de las medidasde alivio de la pobreza; por ejemplo, tenían que dis-poner alojamiento para quienes no eran sostenidosni por sus familiares ni por sus patrones. Las institu-ciones residenciales demostraron ser un medioimportante para dar respuesta a las necesidades deestas personas; su creación responde a la idea deque cantidades relativamente pequeñas de “cuida-dores” se encarguen de cantidades relativamentegrandes de necesitados. Los sistemas de alivio de lapobreza administrados localmente experimentaronun proceso de diferenciación a partir del siglo XIX,con la creación de diferentes categorías de pobres.Los niños, los delincuentes y las personas discapaci-tadas fueron remitidos a instituciones separadas.Finalmente, sólo se dejó a los ancianos en el hogarde pobres, que evolucionó con el tiempo hacia la ins-titución tipificada como residencia de mayores.

Todavía en la actualidad las administracionesde muchos países valoran individualmente a los usua-rios de los servicios de cuidado social; los derechos aestas prestaciones se basan en una comprobación delas necesidades, y las pruebas de medios (renta) seemplean con frecuencia. También es habitual que laproducción de los servicios de cuidado social per-manezca en el ámbito local, sin una clara regulaciónnacional. Así se observa específicamente en el casode los servicios de cuidado para los mayores.

Cabe apreciar, no obstante, grandes dife-rencias en la evolución de las políticas públicas des-de las antiguas leyes de pobres a los serviciosmodernos de cuidado social. El cometido de un ser-vicio moderno y actualizado de cuidado social noconsiste en ayudar a la gente situada en las escalasinferiores de la sociedad a solucionar sus problemasindividuales, sino en cumplir una función positivade la que se puede beneficiar cualquier miembrode la sociedad. Contra este telón de fondo, el cui-dado diario de los niños parece, por su naturaleza,

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un tipo muy especial de cuidado social; los gobier-nos y los grupos de interés ven, por lo general, enla crianza de los niños un objetivo nacional; al fin yal cabo, ellos se convertirán en la fuerza laboral delmañana y son, por tanto, una inversión de futuro.Una instrumentalidad semejante no se aplica, sinembargo, a los servicios de cuidado social para laspersonas mayores.

Así pues, mientras que algunos servicios decuidado social merecen una evaluación muy positi-va y se recurre ampliamente a ellos en caso de nece-sidad, otros son contemplados más bien de formanegativa y sólo se usan cuando otros recursos deayuda faltan. Esta diferencia refleja la existencia deservicios de primer y último recurso. Los serviciospúblicos de cuidado social no son siempre de últimorecurso, aunque en muchos países carguen inclusohoy día la etiqueta del estigma y la vergüenza. Impor-ta conocer si tales servicios son más bien versionesmodernas de cuidado social, basadas en las antiguasy selectivas “leyes de pobres”, o servicios orientadoshacia la “clase media”, antes provistos por el mer-cado, que se hacen públicos y universales.

Hoy, la mayoría de las sociedades europeasquiere promover la participación femenina en el mer-cado laboral, por lo que los productos del cuidadosocial resultan muy valiosos. En el caso de los niños,el cuidado social tiene que ver con la reproducciónde la propia sociedad. En el caso de las personasmayores, el beneficio material para el conjunto de lasociedad es más difícil de discernir. Aunque los ser-vicios de cuidado social permanecen, en buena medi-da, en el nivel local, y su desarrollo se ha caracteri-zado por la desgana y la lentitud, algunos de estosservicios han alcanzado una posición legítima y esta-ble en la totalidad del estado del bienestar. No obs-tante, en tiempos de grandes cambios sociales y polí-ticos, los programas de cuidado pueden figurar entrelos primeros aspectos de la provisión de bienestarsusceptibles de cuestionamiento y reforma.

Ninguna sociedad industrializada presta elcuidado a sus mayores única y exclusivamente enel ámbito informal. Hay siempre individuos que nopueden acudir a miembros de la familia o parien-tes cuando necesitan cuidado o asistencia por unau otra razón. Y, como se ha dicho antes, los recur-sos de cuidado informal no pueden satisfacer todaslas necesidades asistenciales en una situación en laque el familismo tradicional pierde terreno enmuchas sociedades. Partiendo, antes o después, deesta situación, los países han asumido diferentesresponsabilidades públicas ante la necesidad de cui-dado de las personas dependientes. Aplican, ade-

más, diferentes intervenciones políticas. Daly (2001:39) ha elaborado una tipología basada en un mode-lo con cuatro dimensiones de intervención:

a) medidas relativas a prestaciones moneta-rias y de seguridad social, tales como los pagos enmetálico o los beneficios fiscales;

b) medidas relativas al desempeño laboral,tales como permisos pagados y no pagados, des-cansos para el cuidador, indemnización por despi-do, flexibilidad horaria, reducción del tiempo detrabajo;

c) servicios o prestaciones provistos en espe-cie, tales como las ayudas domiciliarias y otros apo-yos basados en la comunidad, plazas en residenciaspara adultos y ancianos;

d) incentivos a la creación de empleo o laprovisión de servicios por el mercado, tales comocheques (vouchers) para pagar las contribuciones ala seguridad social, exenciones a las contribucionesa la seguridad social y reducciones fiscales para lacontratación de asistentes domésticos.

Algunas de estas medidas entroncan con latradición de las leyes de pobres. En particular, el cui-dado a las personas mayores en instituciones tieneuna larga historia. Otras medidas, como los servi-cios de ayuda domiciliaria, representan modalida-des más modernas de intervención pública, desti-nadas a incrementar la autonomía de los usuariosdel servicio. En casi todos los lugares del mundooccidental se advierte una tendencia desde la asis-tencia institucional hacia la comunitaria, de modoque las personas mayores puedan permanecer elmayor tiempo posible en sus propias casas.

5. Los gastos en cuidadosocial desde una perspectivacomparada: las diferenciasentre los países de la OCDE

Las comparaciones internacionales han mos-trado que existen diferencias nacionales sorpren-dentemente significativas en la escala, el alcance yel destino de los servicios de cuidado social, asícomo en las prácticas operativas y las justificacio-nes empleadas (Anttonen, Baldock y Sipilä, 2003;Bettio y Plantenga, 2004). Con el término “prác-ticas operativas” me refiero al modelo de cuatrodimensiones presentado antes. Por ejemplo, a las

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personas que prestan los cuidados y a las que losreciben se les puede ofrecer beneficios en metáli-co o beneficios fiscales en lugar de servicios. Alter-nativamente, todo un sistema puede confiar engran medida en el cuidado social provisto porparientes, miembros de la familia, amigos y veci-nos, apoyados y alentados por políticas estatalesen diferentes grados y de diversas formas.

Los actuales patrones globalizadores que pre-valecen en la política, la economía y la cultura, asícomo los crecientes flujos de personas entre países,han aumentado la importancia de las comparacio-nes, un campo que ya tiene una larga historia en elanálisis de la política social. Inicialmente, la investi-gación comparativa en el área del estado del bien-estar se limitaba, en gran medida, a explicar las dife-rencias en el desarrollo de los sistemas públicos deprotección social buscando correlaciones entre elconjunto del gasto social y variables estructurales ypolíticas. El objetivo consistía en avanzar hacia una“gran teoría” del desarrollo del estado del bienes-tar. Más recientemente, la investigación comparati-va ha empezado también, según Clasen (1999: 2-3), a indagar en “las causas de los cambios depolíticas que conciernen a componentes o progra-mas de la política social, tales como la asistencia sani-taria, las pensiones o los arreglos de cuidado social”.

A pesar del creciente interés en el conocimientocomparado de la política social, todavía son pocoslos estudios comparativos acerca del cuidado social.Varias razones explican esta circunstancia.

En primer lugar, no existe aún acuerdo en eldebate comparativo sobre los estados del bienestaracerca de qué incluyen los servicios de cuidado social(Anttonen y Sipilä, 1996). Ello tiene que ver con losconceptos y las denominaciones. El mismo serviciocae, en países diferentes, bajo distintas áreas de ges-tión administrativa, y la línea divisoria entre la asis-tencia sanitaria y los servicios de cuidado social, asícomo entre los servicios educativos y los sociales, noestá siempre clara. En segundo lugar, los principiosde medición estadística varían en ausencia de unaestandarización amplia de los servicios de cuidadosocial. Un tercer problema surge del hecho de que,en algunos países, el acceso es contemplado comoun derecho social, mientras que en otros el uso delmismo servicio abruma y estigmatiza. Resulta, sinembargo, de gran interés comparar los modelosnacionales de cuidado social e intentar hallar res-puestas a la pregunta de por qué se dan esas dife-rencias internacionales tan significativas en la provi-sión de servicios de cuidado social. El cuadro 1 reflejalas diferencias en la financiación de los serviciossociales en diferentes países de la OCDE.

CUADRO 1

GASTO EN SERVICIOS SOCIALES EN PAÍSES SELECCIONADOS DE LA OCDE,EN PORCENTAJE DEL PIB (1998)

PaísServicios sociales

PaísServicios sociales

como porcentaje del PIB como porcentaje del PIB

Australia 1,2 Luxemburgo 0,9Austria 2,0 México 0,3Bélgica 0,3 Holanda 1,7Dinamarca 5,2 Nueva Zelanda 0,1Finlandia 3,0 Noruega 4,7Francia 1,9 Portugal 0,6Alemania 1,5 Eslovaquia 0,5Grecia 1,0 España 0,4Islandia 3,2 Suecia 5,4Irlanda 0,5 Suiza 0,8Italia 0,5 Turquía 0,2Japón 0,6 Reino Unido 1,3Corea 0,3 EEUU 0,3

Nota: Por gasto en servicios sociales se entiende el gasto público agregado en servicios para las personas mayores y disca-pacitadas, así como en servicios familiares.Fuente: OCDE (2002).

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Todos los países y todo tipo de estados delbienestar utilizan más dinero en las transferenciasde renta que en la prestación de servicios sociales.Ahora bien, algunos países asignan una cantidadconsiderable de fondos públicos a los serviciossociales. Las cifras muestran una asignación rela-tivamente elevada en los países nórdicos (Dina-marca, Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia) y, enun segundo nivel, también en algunos países deCentroeuropa (Francia, Holanda y Alemania). Lascifras más bajas corresponden a Nueva Zelanda,Turquía, Bélgica, Corea, México y EEUU (seguidosmuy de cerca por España). La escasa asignación defondos públicos a servicios sociales se localizaobviamente en los países cuyos gastos sociales songeneralmente bajos, y también en aquellos en losque el cuidado es considerado predominantementeun asunto privado de las familias y los individuos.Debido a las discrepancias en cuanto a lo que debecontar como cuidado social, es posible que lasestadísticas internacionales no recojan siempre deforma consistente los gastos en esta partida.

6. Modelos europeos de cuidado social

Junto con Sipilä, me cuento entre los prime-ros estudiosos que argumentan la existencia de dife-rentes modelos o regímenes de cuidado social enEuropa y la falta de correspondencia exacta entreesos modelos y los identificados por Esping-Ander-sen (1990) en su famoso estudio sobre los tres mun-dos del bienestar. Nosotros hemos identificado cua-tro modelos diferentes (Anttonen y Sipilä, 1996).También hemos puesto de manifiesto que la parti-cipación de las mujeres en el mercado laboral esuna variable estrechamente asociada a estos cua-tro diferentes modelos de cuidado social.

En primer lugar, nos referimos a un modelode cuidado social nórdico, basado en el modeloescandinavo de provisión pública de servicios socia-les. Mostramos que, en todos los países escandi-navos, los servicios tanto para niños como para per-sonas mayores en situación de dependencia estánampliamente disponibles, mientras que la partici-pación de las mujeres en el trabajo remuneradoextradoméstico registra tasas más elevadas que encualquier otro lugar de Europa. La amplia disponi-bilidad de los servicios es coherente con el princi-pio de universalismo, lo que significa que hay unestándar uniforme de servicios y que los ciudada-nos obtienen los servicios que demandan a través

del mismo sistema municipal. En los países escan-dinavos, los gobiernos locales desempeñan un papelclave en la financiación y planificación de la pro-ducción de servicios de cuidado social, pero lasorganizaciones de voluntarios y los cuidadores fami-liares también se implican por el lado productivo.Los servicios prestados por el mercado eran, amediados de los años 90, prácticamente inexisten-tes, pero su contribución e importancia se han incre-mentado con fuerza desde entonces. Es precisoseñalar, en cualquier caso, que incluso en los paí-ses escandinavos la mayor parte del cuidado es ofre-cido por cuidadores informales.

En segundo lugar, hemos defendido que tie-ne sentido distinguir un modelo de cuidado fami-liar propio de Italia, España, Portugal y Grecia. Enestos países, con una oferta muy limitada de servi-cios de cuidado social, la mayor parte de la asis-tencia se produce en el mercado informal, mientrasque los sectores sociales más acomodados utilizanservicios privados. También las empresas ofrecenocasionalmente servicios para su personal. En con-junto, las autoridades públicas intervienen de for-ma bastante modesta, pero a este respecto se apre-cia también una significativa variación entre paísesy regiones. En estos países, la proporción de muje-res en el mercado laboral era, en el momento en elque definimos estos cuatro modelos de cuidadosocial, baja, pero la mayoría de quienes contabancon un empleo remunerado tenían trabajos a tiem-po completo.

Los otros dos regímenes de cuidado resulta-ban menos particulares. Cabe argumentar la exis-tencia de un modelo británico basado en la com-probación de medios materiales, en el que el estadoasume la responsabilidad de la provisión de servi-cios de cuidado social, pero, al mismo tiempo, bus-ca activamente minimizar sus responsabilidades yla cantidad de servicios públicos. Aun cuando elpapel central del sector público era bastante simi-lar al del modelo escandinavo, desde los años 80 elReino Unido comenzó a moverse hacia el “resi-dualismo”, mientras que los países escandinavossiguieron avanzando hacia el “universalismo”. Enel Reino Unido, los servicios públicos de cuidadosocial están concebidos exclusivamente para ciu-dadanos pobres, con medios muy limitados. Seespera que los ciudadanos económicamente auto-suficientes se proporcionen de manera indepen-diente sus propios servicios; la oferta de serviciosprivados adquiere notable visibilidad. Irlanda se sitúabastante cerca del modelo británico, pero, por otraparte, se aproxima también al modelo de asisten-cia familiar del sur de Europa.

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Asimismo, en lo que se refiere al cuidado alas personas mayores, es posible distinguir un mode-lo de subsidiariedad centroeuropeo, representadotípicamente por Holanda y Alemania y, en buenamedida, por Bélgica y Francia. En este modelo, laresponsabilidad primaria del cuidado de las perso-nas mayores radica, al menos formalmente, en lafamilia. Las organizaciones religiosas y sociopolíti-cas son importantes productoras de servicios, mien-tras que el sector público asume la principal res-ponsabilidad en la financiación. El seguro sanitarioha adquirido un papel central en la financiación delos servicios. En estos países, el volumen de servi-cios de cuidado social para las personas mayores seencuentra en un nivel intermedio, aunque ha sidoparticularmente elevado en Holanda. Sin embargo,en cuanto a los servicios de cuidado para niños, Bél-gica y Francia difícilmente podrían ser más diferen-tes de Alemania y Holanda. El considerable énfasisque Bélgica y Francia conceden a la política fami-liar se evidencia en el amplio sistema de cuidadodiario y preescolar, el más completo de toda Euro-pa occidental. En estos dos países, las tasas de acti-vidad femenina en el mercado laboral son más altasque en Alemania y en Holanda. Así pues, en Euro-pa central podemos identificar uno o dos modelos,dependiendo de si adoptamos el punto de vista delos servicios de cuidado social para los niños o elcorrespondiente a los ancianos.

Cabe, por tanto, concluir que en Europa exis-ten diferentes modelos de cuidado social. Másimportante todavía, el cuidado de los niños y el delas personas mayores puede trazar diferentes sen-das de modernización dentro de una misma socie-dad. Hay países que invierten más en el cuidado alos niños que a las personas mayores, y viceversa.Sin embargo, es importante recordar que existenmuchas dificultades para el estudio de los patro-nes nacionales de cuidado social. Como se ha seña-lado antes, hay problemas conceptuales, proble-mas de datos y problemas relacionados con laequivalencia funcional. Pese a estos problemas,muchos estudiosos han realizado un valioso tra-bajo de clasificación de las políticas europeas decuidado social.

Mary Daly (2001: 45) llegó en su modeliza-ción a agrupaciones de países ligeramente diferen-tes de las presentadas por Sipilä y por mí. Agrupóa los países europeos en cuatro grupos diferentes:el de los “estados cuidadores” (caring states), el delos “estados cuidadores pro-familia” (pro-familiycaring states), el de los “estados mixtos” (hot andcold states) y el de los “estados no asistenciales”(non-caring states).

Dentro del primer grupo figuran los paísesescandinavos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, No-ruega y Suecia). En estos países, el sector públicoha asumido una amplia responsabilidad en la finan-ciación y producción de servicios de cuidado parasus residentes. El cuidado, concebido principalmentecomo el derecho a recibirlo, representa un compo-nente de la ciudadanía social. El segundo grupo, elde los estados cuidadores pro-familia, consta dealgunos de los principales países de la Europa con-tinental (Austria, Bélgica, Alemania, Francia, Luxem-burgo y Holanda): en ellos el estado asume una res-ponsabilidad limitada en las actividades de cuidadoy delega la prestación de éste en la familia. Cierta-mente, en los últimos años, los gobiernos de estospaíses se han visto forzados a repensar sus políticaspro-familia. En Alemania, por ejemplo, el cuidadode los niños pequeños se encuentra todavía, engran medida, en manos de las madres, mientras quela consideración del cuidado a los mayores ha cam-biado radicalmente con la introducción, en 1995,de un seguro de cuidados de larga duración.

El tercer grupo identificado por Daly reúne aIrlanda, Italia y el Reino Unido, y está caracterizadopor la inacción en algunos frentes, pero la consi-derable provisión pública en otros. En particular, losservicios de cuidado para los niños pequeños estánescasamente desarrollados, mientras que se hanemprendido más esfuerzos para desplegar serviciosde cuidado a personas adultas dependientes. El últi-mo grupo, el de los denominados “estados no cui-dadores”, incluye a España, Grecia y Portugal. Aquívemos de nuevo que los países del sur de Europaconforman su propio modelo. En estos países, elcuidado pertenece a la esfera de responsabilidadde las familias (extensas), y las intervenciones esta-tales son muy limitadas.

Por otra parte, Bettio y Plantenga (2004) hancomparado los modelos de cuidado en Europa,prestando atención a la combinación público-pri-vada en la provisión de cuidado social. Observan,en primer lugar, la provisión de cuidado informalaproximándose a los datos sobre cómo se empleael tiempo en la vida cotidiana. Según su estimación,los países del Mediterráneo –Italia, Grecia y Espa-ña– e Irlanda engrosan el grupo de los que másintensamente se apoyan en el cuidado informal.Más sorprendente resulta que también Reino Uni-do y Holanda dependan fuertemente de los cuida-dos informales. En el otro extremo están los paísesnórdicos, acompañados de Francia y Portugal.Como cabía anticipar, el reparto intergeneracionaldel cuidado es mayor en los países en los que seespera que las familias adopten una amplia res-

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ponsabilidad en el desempeño de las actividadesasistenciales, y menor en los países en los que elsector público ha asumido una mayor responsabi-lidad en la prestación de servicios de asistencia. Entodos los países, las mujeres representan la mayo-ría de los cuidadores informales (Bettio y Planten-ga 2004, p. 87-90).

Bettio y Plantenga comparan también la pro-visión de asistencia formal teniendo en cuenta losservicios para los niños pequeños y las personasmayores. Toman en consideración un amplio aba-nico de prestaciones que cubren permisos para cui-dar a familiares dependientes, reducción de lashoras de trabajo, subvenciones familiares, benefi-cios fiscales, ayudas a la contratación de serviciosdomésticos, servicios de asistencia domiciliaria paralas personas mayores, guarderías para los niños,etc. Sus principales hallazgos coinciden, en líneasgenerales, con los ya expuestos sobre los modelosde cuidado.

El primer grupo incluye a los países que pare-cen delegar toda la gestión del cuidado en la fami-lia: Italia, Grecia y España representan los casos másparadigmáticos. En estos países, el cuidado fami-liar es una norma muy arraigada y el reparto inter-generacional del cuidado es muy amplio. Portugale Irlanda destacan como casos atípicos dentro deeste grupo. Portugal registra una baja provisión deservicios de cuidado formal, aunque la asistenciainformal también parece hallarse en un nivel bajo.Irlanda, de nuevo, difiere de otros países engloba-dos en este grupo porque cuenta con una ciertaprovisión de servicios de cuidado formal para laspersonas mayores.

Reino Unido y Holanda forman el segundogrupo. También en estos países el cuidado informalconstituye un recurso asistencial importante. Los ser-vicios de cuidados para las personas mayores estánbastante bien desarrollados, mientras que el cuida-do de los niños pequeños ha permanecido comouna responsabilidad de las madres. Un tercer gru-po incluye a Austria y Alemania, que responden aun modelo en el que predomian los cuidados infor-males y privados facilitados públicamente. Se apli-can diferentes incentivos para motivar a los cuida-dores informales en su trabajo, tales como los pagospor la prestación de cuidados. Estos incentivos tien-den a fomentar el cuidado familiar y el papel de lasmujeres como cuidadoras informales. El cuarto gru-po comprende a Bélgica y Francia, países en los quelas estrategias de cuidado formal, tanto para niñoscomo para personas mayores, están bastante biendesarrolladas, aunque se ha dado tradicionalmente

prioridad a las políticas públicas de cuidado de losniños. El último grupo incluye a los países nórdicos,que brindan un moderado o alto nivel de serviciosa todas las personas necesitadas de cuidados.

En definitiva, existe cierto consenso en cuan-to a que es posible identificar diferentes modelosde prestación de cuidados en Europa. El modelo decuidado social nórdico y el modelo de cuidado fami-liar de Europa del Sur parecen ser los más distinti-vos. Entre estos dos modelos cabe distinguir otrosque presentan mayor o menor similitud con elmodelo de cuidado familiar o con el modelo de cui-dado social (público), dependiendo de la extensiónde los arreglos de cuidado formal.

En cuanto al punto de partida de este artí-culo, es fácil argumentar que el cuidado se ha con-vertido progresivamente en una cuestión pública entodos los países de Europa, en el sentido de que suprovisión y producción se desplazan del ámbitoinformal y doméstico del hogar y de la familia haciafuera. La gestión y prestación del cuidado se abor-da cada vez de manera más pública por organiza-ciones de bienestar sin ánimo de lucro y actores queoperan en el mercado o el estado.

7. El modelo de cuidado socialnórdico: nuevas tendenciasy tensiones

Las democracias nórdicas difieren de la mayo-ría de las sociedades del bienestar postindustrialesen el grado en que el cuidado informal ha sidotransformado de un asunto privado de las familiasen un asunto público del estado. En el campo delos servicios de cuidado social se aprecian realmen-te muchas similitudes entre Finlandia, Suecia, Norue-ga y Dinamarca. En todos los países nórdicos (conla excepción de Islandia), el acceso a los servicios decuidado social es muy amplio tanto para los niñoscomo para las personas adultas que precisan ayu-da. Por lo demás, el sistema de prestación de servi-cios responde muy específicamente a los interesesde las mujeres. Asimismo, las clases media y alta seencuentran entre los usuarios de los servicios socia-les públicos. Todo ello justifica hablar de un “régi-men o modelo de cuidado social nórdico”.

Mientras que otros países con un elevadonivel de gasto social se concentran más en las trans-ferencias de renta, los estados del bienestar escan-dinavos asignan muchos recursos al consumo públi-

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co. Habida cuenta de su especial énfasis en el cui-dado social, han sido caracterizados como estadosde “servicios sociales” o “cuidadores”. El principiodel universalismo, contrapuesto al selectivismo yparticularismo, se erige en la referencia a la hora dedescribir el modelo de cuidado social nórdico.

Pero, ¿qué significa exactamente “universa-lismo” en la asistencia social? El concepto se usaconvencionalmente, pero a menudo de maneraimprecisa, sin especificar sus diferentes significadose interpretaciones. Aquí, al desarrollar una defini-ción formulada originalmente por Sainsbury (1998),sugiero que, en el marco de la provisión de servi-cios de cuidado social, el universalismo puede refe-rirse a nueve dimensiones diferentes:

– Un sistema público provee servicios de cui-dado social.

– Los servicios están disponibles para todoslos ciudadanos, con independencia de su estatus eco-nómico, sexo o procedencia étnica: todos los ciuda-danos tienen acceso al mismo sistema de servicios.

– Las clases media y alta se encuentran entrelos usuarios de los servicios sociales (de cuidados)públicos.

– El sistema de prestaciones responde, engeneral, a los intereses de las mujeres (igualdad degénero).

– El sistema ofrece servicios uniformes a lolargo y ancho del país (igualdad regional).

– Los servicios son prestados por cuidadoresprofesionales.

– Los ciudadanos tienen derechos reconoci-dos a los servicios de cuidado social.

– Los servicios son prestados gratuitamenteo se subsidian intensamente por los gobiernos localo central.

– Las municipalidades son responsables dela provisión y financiación de los servicios.

Se entiende mejor la distinta naturaleza delmodelo de cuidado social nórdico si se tiene encuenta que los municipios son mucho más que uni-dades administrativas. Aunque el estado fija el mar-co de actuaciones a través de su poder legislativo,sobre los municipios recae la principal responsabi-lidad del funcionamiento de servicios sociales tales

como la educación, la sanidad y la asistencia social.Los municipios son instituciones democráticas yautónomas, en el sentido de que sus representan-tes son elegidos en elecciones municipales y tienenla facultad de imponer gravámenes. La financiaciónmediante impuestos generales es, de hecho, unade las piedras angulares del modelo de cuidadosocial nórdico. Todos los países con provisión exten-siva y universal de servicios sociales se basan prin-cipalmente en los ingresos fiscales como medio definanciación.

En general, el universalismo ha constituidouna meta de las políticas sociales en los países nór-dicos, forjando la gran idea de la ciudadanía social.Sin embargo, importa subrayar que incluso enEscandinavia el universalismo no es completo. Esmás un “tipo ideal” o un objetivo nunca alcanza-do y, en la práctica, el estado del bienestar nórdico–con el universalismo como su seña de identidad–no cumple con todas sus premisas universalistas.Por ejemplo, la oferta de servicios disponible paralas personas mayores en situación de dependencia,ya sean servicios institucionales o de ayuda domici-liaria, no siempre satisface la actual demanda. Asi-mismo, a pesar de la fuerza de la idea de serviciosiguales para pobres y ricos, siempre ha existido unaproducción de servicios privados en paralelo a la delos servicios municipales.

En Finlandia y Suecia, los principios univer-salistas en el campo del cuidado social se toparoncon problemas adicionales durante la recesión eco-nómica de principios de los años 90. Una de lasprincipales víctimas de la contención del gasto fueel subsidio estatal al gobierno local, lo que supusoun duro golpe para los servicios sociales municipa-les. La recesión económica y el auge de la ideolo-gía liberal condujeron a una profunda reestructu-ración de la política de cuidado social. Inicialmente,se dibujó una tendencia hacia la reducción de loscostes de cuidado institucional, y ahora parece con-solidarse una tendencia a incrementar el selectivis-mo y el autopago. El principio del universalismo seha debilitado en el campo de los servicios de cui-dado social para las personas mayores, mientras quese ha fortalecido en el ámbito del servicio de cui-dado a los niños (Anttonen, 2001).

El modelo de cuidado social nórdico ha pro-movido intensamente la participación de las muje-res en el mercado laboral y la igualdad de género(Anttonen, 2005). Sin embargo, también en los paí-ses en los que la provisión de servicios públicos decuidado social es limitada, las mujeres se han des-plazado masivamente hacia el trabajo remunera-

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do. Por ejemplo, en Estados Unidos la participaciónde las mujeres en el mercado laboral se encuentrahoy en un nivel muy alto, en tanto que la provisiónde servicios públicos de cuidado se sitúa en un nivelmuy bajo. Por tanto, la participación de las muje-res en el mercado laboral puede aumentar sin nin-guna intervención masiva del estado en la provi-sión de cuidados.

¿Cómo se puede, pues, valorar el modelo decuidado social nórdico? ¿Representa un modelohacia el que otros países europeos se están enca-minando o está ya perdiendo su poder emancipa-dor? Sabemos que el modelo está en transición.Especialmente en Finlandia y Suecia, el papel de lasautoridades públicas en la provisión de cuidado seha visto limitado. El proceso de privatización mar-ca la nueva situación (Blomqvist, 2004; Szebehely,2005).

Pero “privatización” es un concepto multidi-mensional que recoge una variedad de acepciones.Según Szebehely (2005), privatización significaincrementar la mercantilización de los servicios, demodo que en la actualidad hay más proveedores deservicios privados en el campo del cuidado socialque antes. Privatización significa también que laprovisión pública de cuidado social está cambian-do. En primer lugar, las tarifas de los servicios se hanincrementado, lo cual conduce a una gradual pri-vatización de su financiación. Si las tarifas de losservicios aumentan sustancialmente, cabe pregun-tarse si los ciudadanos tienen aún un derecho uni-versal a los servicios. En segundo lugar, los munici-pios compran ahora servicios a compañías privadasy organizaciones asistenciales, lo que, de nuevo,cambia el modo de producción de la provisión públi-ca. En tercer lugar, en el sector público penetranmodelos organizacionales inspirados en el merca-do, lo que puede ser visto como una privatizaciónde la organización del trabajo. La privatización supo-ne, en consecuencia, un enorme reto para el mode-lo de cuidado social nórdico.

De hecho, la informalización de los cuidadosha avanzado en los países nórdicos. Este fenóme-no se percibe especialmente en el caso del cuidadoa las personas mayores. Hoy día hay menos gentemayor recibiendo, por ejemplo, servicios de ayudadomiciliaria y de enfermería en el hogar que haceuna década o dos (Szebehely, 2005). Además, ser-vicios tales como la enfermería y la ayuda domici-liaria a los ancianos se dirigen hoy de maneramucho más estricta a aquellos con necesidades decuidado más amplias. Cuando la provisión del ser-vicio público disminuye, otros recursos asistencia-

les tienen que ser empleados. Tanto en Finlandiacomo en Suecia se ha registrado en los últimos añosun incremento en los servicios privados de cuidado.La gente más acomodada recurre a las compañíasprivadas para comprar servicios. Esto, de nuevo,podría debilitar la política de universalismo y dedecidido apoyo a las políticas sociales en los paísesnórdicos. La informalización del cuidado significaque, al menos en Suecia y Finlandia, la familia y losparientes cercanos han asumido en las últimas dosdécadas una mayor responsabilidad que antes enla prestación de cuidados.

La prestación de cuidados informales seincentiva económicamente. En muchos países euro-peos, los gobiernos han empezado a abonar sub-venciones asistenciales para fomentar la implicaciónde personas no expertas y de miembros de la fami-lia en el cuidado informal. En Finlandia, algunascomunidades comenzaron a pagar a finales de losaños 70 ayudas a los familiares que asumían el cui-dado de sus ancianos. En 1984, los pagos por laprestación de cuidados se integraron en la Ley deBienestar Social, junto con servicios tales como laayuda domiciliaria municipal, el alojamiento, los ser-vicios residenciales, etc. Se autorizó, aunque no seobligó, a los municipios a abonar subsidios a fami-liares y otras personas no expertas. A finales de losaños 80 y comienzos de los 90, el sistema finlandésde subvenciones al cuidado en el hogar para los cui-dadores de los mayores destacaba como uno de losmás completos de Europa. Se han diseñado, ade-más, nuevos planes para extender los pagos por laprestación de cuidados informales.

Cambios similares están teniendo lugar tam-bién en otros regímenes de cuidado social. Behning(2005) ha comparado seis países que representandiferentes modelos. Argumenta que, aunque losdiferentes regímenes partieron de distintos puntos,a finales de los años 90 la combinación de cuidadoformal e informal basado en el hogar constituía elpatrón dominante en la provisión de cuidados enlos países industrializados. Todos los países estu-diados (Reino Unido, Canadá, Austria, Alemania,Suecia, Dinamarca) han experimentado una des-institucionalización del cuidado formal, y todos lospaíses se han movido hacia las subvenciones al cui-dado informal. En algunos países se ha respondidoa la nueva situación apoyándose decididamente enla contribución de cuidadores inmigrantes.

Esta clase de trabajo asistencial no aparecefácilmente en las estadísticas u otros documentosoficiales. Una considerable (y creciente) cantidaddel trabajo de cuidar se realiza por trabajadores con

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bajos sueldos, a menudo mujeres inmigrantes, enhogares privados. Hochschild (2000) introdujo eltérmino de cadena de cuidado global para descri-bir el fenómeno relacionado con la globalizacióndel cuidado. Por una parte, hay personas pobres entiempo y ricas en dinero que necesitan a alguienpara cuidar a sus hijos o familiares adultos mientrastrabajan. Por otra parte, hay un montón de muje-res en los países pobres que necesitan dinero conurgencia para mantener a su familia y criar a sushijos. Estas mujeres se desplazan a los países ricospara trabajar, con papeles o sin ellos, como emplea-das domésticas o niñeras. La prestación de cuida-dos en hogares privados por parte de inmigrantesestá particularmente extendida en los países queintegran el modelo de cuidado familiar, es decir, enlos países del sur de Europa.

Desde el punto de vista de los individuos, lomás importante es que existan recursos asistencia-les disponibles para ser utilizados cuando se requie-ran, y que el acceso a ellos no implique una pérdi-da de autonomía personal y económica. En unasociedad y un estado del bienestar modernos, unapersona debería poder hacer valer su derecho a serasistido si precisa ayuda: el cuidado debería ser unaparte inseparable de nuestro bienestar personal.Ciertamente, hay diferentes rutas de moderniza-ción y de transformación pública del cuidado social.Ahora bien, las seguidas en los países escandina-vos, aun con todas las reformas emprendidas, hanincrementado efectivamente la autonomía, tantoeconómica como social, de las mujeres y de las per-sonas dependientes.

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HACIA UN MAYOR CUIDADO PÚBLICO: CAMBIOS EN LAS RELACIONES Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE CUIDADO A LAS PERSONAS...

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Resumen

La publicación en diciembre de 2004 del LibroBlanco de la Dependencia por el Ministerio de Trabajoy Asuntos Sociales ha supuesto el inicio de la primerafase del debate social y político que debe concluir, a lolargo de 2006, en una ley de protección social a ladependencia o de apoyo a la autonomía personal. Cómocristalizará finalmente una norma de tanta importanciasocial y política, que implica necesariamente un desa-rrollo del estado del bienestar en España, va a depen-der del grado de consenso que se logre entre las fuer-zas políticas y las organizaciones sociales en torno acuestiones como el alcance de la ley o su cobertura, elcoste de ésta, su fórmula de financiación, la intensidadprotectora y el modo de gestión. En este trabajo se abor-dan de manera sintética algunas de dichas cuestiones apartir de los principales interrogantes que plantea eldebate sobre la dependencia: a quiénes hay que prote-ger, bajo qué modelo, a qué coste y con qué financia-ción, y quién debe gestionar el sistema.

1. A quiénes proteger: la población española ensituación de dependencia

El Consejo de Europa (1998) define la depen-dencia como “aquel estado en que se encuentranlas personas que, por razones ligadas a la falta o ala pérdida de autonomía física, psíquica o intelec-tual, tienen necesidad de asistencia y/o ayudasimportantes a fin de realizar los actos corrientes dela vida diaria”. En la definición de la dependencia

no entran, por tanto, todas las discapacidades quese pueden padecer, sino aquellas que se enmarcandentro de las “actividades de la vida diaria” (esdecir, las actividades relativas al cuidado personal,la movilidad en el hogar y fuera de él, la realizaciónde tareas domésticas y el cuidado de los demásmiembros de la familia).

Por tanto, el volumen de la población depen-diente resultará, en última instancia, de las disca-pacidades que se elijan y del peso que se concedaa cada una, cuestiones abiertas inevitablemente adiscusión. En todo caso, la población que sufredependencias básicas (necesidad de cuidado per-sonal en sus diversas modalidades y problemas demovilidad en el hogar) representa aproximada-mente dos terceras partes del total de las personasen situación de dependencia. No por ello hay queprestar, sin embargo, menos atención a las nece-sidades de ayuda instrumental para otras activida-des de la vida diaria. En cuanto a la magnitud dela población dependiente, también es preciso seña-lar que, aunque la dependencia afecta a todas lasedades, el proceso de envejecimiento de la pobla-ción española incrementará en los años veniderosla incidencia de estas situaciones. Es cierto, no obs-tante, que los avances terapéuticos, las mejoras enla calidad de vida y las nuevas formas de apoyoinformal emergentes pueden compensar relativa-mente dicho efecto en mejoras de la esperanza devida libre de discapacidad.

La estimación del volumen y de la estructu-ra de la población dependiente se basa en el aná-lisis de encuestas de autopercepción realizadas adomicilio. Ello supone que en las estimaciones nosuelen incluirse las personas con dependencia queviven en residencias o las personas sin hogar fue-

A D E B A T E

GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO*

La protección social de las personasdependientes como desarrollo delestado del bienestar en España

* Catedrático de Sociología de la Universidad deAlcalá de Henares.

ra del alcance de los entrevistadores. Por otra par-te, se trata de una evaluación subjetiva del propioentrevistado, y no de una evaluación técnica rea-lizada por un equipo multidisciplinar en funciónde un baremo de medida específico. De ahí quelas diferentes estimaciones deban ser tomadascomo aproximaciones a la realidad, nunca comodatos que la reflejan genuinamente. La conside-ración por una política pública de quién seencuentra en situación de dependencia (umbralde entrada) y la adopción de los baremos paraestablecer el nivel de gravedad de la dependen-cia determinarán, en última instancia, el volumende población que debe ser protegida, que no tie-ne necesariamente que coincidir con la poblacióndependiente.

Según la Encuesta sobre discapacidades,deficiencias y estado de salud (EDDES) de 1999,que excluye a la población que vive en residenciasy a la que carece de hogar, un total de 2.215.393personas de seis y más años presentan alguna dis-capacidad respecto de las actividades de la vida dia-ria: 793.748 varones y 1.421.645 mujeres. De estecolectivo, la población de 65 y más años con pro-blemas de dependencia asciende a 1.423.962 per-sonas (casi dos tercios del total de la poblacióndependiente), de las cuales 997.190 son mujeresy 426.772 hombres.

La población española mayor de seis añosque sufre algún tipo de discapacidad relacionadacon la realización de actividades de la vida cotidia-na representa aproximadamente el 6% de la pobla-ción total, si bien se aprecia un crecimiento expo-nencial de ese porcentaje a partir de los 65 años:11% en el grupo de edad de 65 a 69, 16% en elde 70 a 74 años, 25% en el de 75 a 79 años deedad, 34% en el de 80 a 84, y 54% en el de 85 ymás años.

Conviene aclarar que la EDDES no es la úni-ca fuente de estimación de la población depen-diente, ya que también se han utilizado encuestasde salud para calcular las personas de 65 y másaños que se encuentran en esta situación. La apli-cación de diversas metodologías se traduce en laobtención de distintos tamaños de población (porejemplo, Morán, 1999; Casado y López Casasno-vas, 2001; Abellán y Puga, 2002; IMSERSO, 2004).El cuadro 1 recoge las estimaciones cuantitativasrealizadas en los últimos años sobre personas mayo-res dependientes. Los datos ponen de relieve lasamplias diferencias existentes entre las estimacio-nes. Las de Abellán y Puga (2004) y RodríguezCabrero (2004), efectuadas sobre la base de la

EDDES 1999, son relativamente coincidentes, si biendifieren en lo que se refiere a la cuantificación delos distintos niveles de dependencia.

Entre la población mayor dependiente, elLibro Blanco de la Dependencia (IMSERSO, 2004)distingue a quienes presentan dependencia severao total para la realización de actividades de cuida-do personal y quienes presentan dependencia parala realización de actividades de tipo instrumental odoméstico, sin elaborar un índice sintético que inte-gre ambas. Estrictamente protegibles serían las pri-meras, mientras que las segundas serían objeto deuna protección no especificada. De acuerdo conesta clasificación, la población dependiente de 65y más años con discapacidad severa o total paraactividades de tipo personal se situa en 826.551personas; la población mayor con discapacidadmoderada para alguna actividad básica de la vidadiaria (ABVD) y para alguna actividad instrumentalde la vida diaria (AIVD) asciende a 1.061.404 per-sonas en 2005.

En cambio, las dos estimaciones de la po-blación dependiente que recoge el cuadro 2 parael año 2000 han sido elaboradas a partir de indi-cadores sintéticos relativamente próximos que com-binan las discapacidades de la vida cotidiana, per-sonales (ABVD) e instrumentales (AIVD), y susniveles de gravedad respectivos. Los datos incluyenla población mayor de seis años en situación dedependencia que vive en domicilio y en residencia.

La primera estimación arroja una cifra de1.648.907 personas, de las cuales el 90,2% vive ensu domicilio y el 9,8% en residencias. Quienes vivenen residencias constituyen el 4,8% de la poblacióndependiente de menos de 65 años y el 11,9% dela población dependiente de 65 y más años. Porotra parte, se calcula que la población dependien-te moderada representa el 45,3% del total depoblación dependiente; la población dependientegrave, el 35,3%; y la población con dependenciasevera, el 19,4%. De acuerdo con la segunda esti-mación, la población en situación de dependenciase eleva a 1.957.891 personas, de las que el 8,2%vive en residencias (de estas últimas, la poblaciónde 65 y más años representa el 68,2%). La pobla-ción dependiente moderada se sitúa en el 57,7%;el 24% se hallaría en situación de dependencia gra-ve, y el 18% en situación de dependencia muy gra-ve o severa. Ambas estimaciones, aplicando unmétodo relativamente semejante (toda vez que uti-lizan un indicador sintético de ABVD y de AIVD),supondrían una suerte de hipótesis mínima y máxi-ma de la población dependiente.

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LA PROTECCIÓN SOCIAL DE LAS PERSONAS DEPENDIENTES COMO DESARROLLO DEL ESTADO DEL BIENESTAR EN ESPAÑA

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CUADRO 1

ESTIMACIONES DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA MAYOR CON DEPENDENCIA

Autor/esFuente utilizada

Población mayor dependiente Observacionespara la estimación

Pérez Díaz [1986] Encuesta de 1.077.989 Personas con algunadiscapacidades (1996) minusvalía

Morán Aláez Encuesta Nacional 1.943.373 El 67,9% son(en Rodríguez de Salud (1993) dependientes gravesCabrero, 1999) (641.120 personas)

Defensor del Pueblo Estudio 2072, 1.500.000(2000) CIS (1993)

UNESPA [2000] 1998 954.167/1.267.953

Casado y López (2001) Encuesta Soledad, 2.100.000/2.300.000 34,2% de los mayoresCIS (1998) sufren “dependencia

amplia”

Abellán y Puga (2002) Encuesta Nacional 2.099.884 Personas con problemasde Salud (1997) en las actividades

de la vida diaria

INE (2001) EDDES (1999) 1.423.962 Personas con problemas en las actividades de la vida diaria

Puga [2002] Encuesta Nacional 1.691.799 26% de los mayoresde Salud (1997) (12,4% es dependiente

moderado-grave)

Jiménez Lara y Huete EDDES (1999) 1.464.815 Todos los gradosGarcía (2003) de severidad

Fundació Institut Catalá EDDES (1999) 1.585.844 Selección de actividadesde l’Envelliment [2004] de la vida diaria

Abellán y Puga (2004) EDDES (1999) 1.115.257 Dependencia muy grave (ayuda continuada):359.281; dependenciagrave: 337.748; dependencia moderada: 418.228

Rodríguez Cabrero EDDES (1999) 1.017.104 Dependencia muy grave(2004) o severa: 206.441;

dependencia grave:380.908; dependenciamoderada: 429.755

Libro Blanco de la EDDES (2005) 826.551 personas Se diferencia entre Dependencia con discapacidad un grupo de personas (IMSERSO, 2004) severa o total para con dependencia

alguna actividad severa en actividades básica de la vida de tipo personal y otro diaria y 1.061.404 con grupo más mayoritario dependencia de personas moderada o necesidad que necesitan ayuda de ayuda instrumental para actividades

instrumentales

Si ésas son las cifras estimadas del año2000, para el año 2005 la población dependien-te de 65 años y más años (incluida la que vive enresidencias) se calcula entre un máximo de1.583.234 y un mínimo de 1.444.750 personas.La investigación de la que se desprende este dato,efectuada también a partir de la EDDES 1999, apli-ca un indicador sintético de ABVD y AIVD, asu-miendo en la estimación del número de depen-dientes dos hipótesis alternativas: 1) que lasproporciones de dependientes en los grupos quin-quenales de edad permanecen constantes en el

nivel que registra la EDDES; 2) que se produce unaganancia de un año de vida libre de discapacidadcada cinco años (Morán y Rodríguez Cabrero,2005). En la estimación máxima (hipótesis 1), ycircunscribiéndonos únicamente a la poblaciónmayor con dependencia severa y grave (la queconsidera el Libro Blanco), las diferencias para elaño 2005 entre los valores que proporcionan elLibro Blanco (826.551) y esta investigación(764.212) no resultan muy significativas, ni tam-poco para el año 2015 (1.046.410 en el LibroBlanco frente a 1.037.262).

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CUADRO 1 (continuación)

ESTIMACIONES DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA MAYOR CON DEPENDENCIA

Autor/esFuente utilizada

Población mayor dependiente Observacionespara la estimación

Morán y Rodríguez EDDES (2005) Hipótesis máxima Indicador sintéticoCabrero (2005) de 1.583.234 de ABVD (actividad

e hipótesis mínima básica para la vida de 1.444.750 personas diaria) y AIVD de 65 y más años (actividad instrumental

para la vida diaria)

Fuente: Abellán y Puga (2004), IMSERSO (2004) y elaboración propia.

CUADRO 2

POBLACIÓN EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA EN DOMICILIO Y EN RESIDENCIASEN ESPAÑA (2000)

Moderados Graves Severos Total

Estimación 1Población 6-64 265.297 163.967 65.082 494.346Población 65 y más años 481.095 418.302 255.164 1.154.561

Total población dependiente 746.392 582.269 320.246 1.648.907Porcentaje de cada nivel de gravedad 45,3 35,3 19,4 100

Estimación 2Población 6-64 419.211 123.197 79.803 622.211Población 65 y más años 711.343 344.899 279.438 1.335.680

Total población dependiente 1.130.554 468.096 359.241 1.957.891Porcentaje de cada nivel de gravedad 57,7 23,9 18,4 100

Fuente: Elaboración propia basada en EDDES 1999 (INE). Estimación 1: Rodríguez Cabrero (2004); estimación 2: Morán y Rodrí-guez Cabrero (2005).

Dos son los aspectos referentes a las esti-maciones de la población en situación de depen-dencia que cabe destacar. En primer lugar, comoya se advirtió antes, las estimaciones actuales sebasan en encuestas de autovaloración, y no envaloraciones técnicas de tipo social y sanitario. Losbaremos que se apliquen en la futura ley paraacceder a las prestaciones sociales condicionarán,por tanto, el volumen y la estructura de la pobla-ción dependiente protegida. En segundo lugar, lasestimaciones dependen de los criterios de medi-da que se diseñen en el análisis de las encuestas(además de la propia diversidad de los cuestiona-rios, que condiciona inevitablemente la informa-ción resultante), lo que da lugar a estimacionesdispares, que deben ser consideradas como ten-tativas para aproximarnos a la realidad y servir debase para la planificación social.

En todo caso, las diferentes estimaciones vie-nen a coincidir en dos hechos: 1) el colectivo de per-sonas dependientes de 65 y más años representaaproximadamente dos tercios del total; 2) la pobla-ción en situación de dependencia grave y severaconstituye cerca de la mitad de la población depen-diente según las diferentes estimaciones, en tantoque el colectivo de personas dependientes de 80 ymás años ronda el 40% del total de personasdependientes de todas las edades.

2. Un modelo dual de protección social:protagonismo de la familia(de la mujer) y asistenciasocial

En España, el sistema de cuidados de laspersonas en situación de dependencia se caracte-riza por ser mayoritariamente informal y subsidia-riamente asistencial, basándose en el trabajo noremunerado de los cuidadores (por lo general,mujeres) y en la atención pública a la poblaciónsin recursos o que no supera ciertos límites de ren-ta. No obstante, el crecimiento de la oferta públi-ca y privada está permitiendo el acceso mediantecopago de grupos de población con niveles deingresos superiores a los que marcan los baremosasistenciales.

Este sistema, que ha prevalecido histórica-mente en nuestro país hasta la actualidad, ha sidoclasificado como un caso específico del régimenmediterráneo o latino de bienestar: “asistencial” en

lo que se refiere a la naturaleza de la acción públi-ca, ya que son las personas en situación de depen-dencia sin recursos las que tienen acceso a la redde prestaciones sociales existentes, lo cual suponela exclusión de amplios grupos de renta media ybaja; y, sobre todo, “familístico”, puesto que lafamilia (organizada en una red informal cuyo nodosuele residir en la mujer, que ejerce la labor de cui-dadora principal) constituye la estructura social fun-damental de cuidados personales; una estructurabasada en la centralidad del trabajo no remunera-do de la mujer, que hasta no hace mucho desem-peñaba mayoritariamente el trabajo de ama decasa, pero ahora ha decidido aumentar su presen-cia en el mercado laboral.

Se trata, pues, de un modelo híbrido y des-compensado, debido a que la carga material ymoral de los cuidados recae primordialmente sobrelas mujeres, que únicamente en los últimos añosse están viendo relativamente aliviadas por el cre-cimiento de la oferta de servicios sociales (públicay privada). Se observa el lento concurso de la par-ticipación subsidiaria del hombre como cuidadormayoritariamente secundario y el empleo comocuidadoras de las mujeres inmigrantes, sobre todolatinoamericanas. El modelo que se ha ido confi-gurando pivota, por tanto, sobre dos ejes: por unaparte, la familia, más específicamente la mujer, asu-me casi en solitario la carga más importante de loscuidados en forma de tiempo no remunerado y conelevados costes de oportunidad; por otra parte, elsector público presta recursos para la protecciónde la dependencia que, además de insuficientespara hacer frente a las nuevas necesidades de cui-dados personales, son excluyentes de la mayoríade la población y adolecen de una falta de coordi-nación integral en el conjunto del estado comoconsecuencia de la distribución actual de compe-tencias en materia de servicios sociales.

El modelo de cuidados personales de las per-sonas dependientes es altamente intensivo (en horasde cuidados a la semana) y extenso en el tiempo(en número de años de cuidados). A partir de unanálisis de la EDDES 1999 se ha estimado que casiel 45% de las personas dependientes recibe másde 40 horas de cuidados a la semana por parte delcuidador principal. Los dependientes severos absor-ben muchas más horas de cuidados que el resto: el73,8% de este colectivo, más de 40 horas de ayu-da personal a la semana. El 62,2% de los depen-dientes severos, el 34,8% de los dependientes gra-ves y el 25,1% de los dependientes moderadosreciben más de 60 horas de cuidados semanales(Rodríguez Cabrero, 2004). Encuestas recientes con-

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firman la validez de estos datos en lo referente a laintensidad del cuidado de las personas mayores(IMSERSO, 2005)1.

Los cuidados son, además de intensos, de lar-ga duración, ya que casi el 42% de las personasdependientes los han recibido durante más de ochoaños. El porcentaje se eleva hasta el 62% si se con-sidera a quienes han recibido cuidados durante másde cuatro años. La duración media en años de cui-dados (6,15) es muy elevada; mayor en el varón(6,58 años) que en la mujer (5,94), y también en lapoblación menor de 65 años (7,13 frente a 5,71años), como es lógico. Además, la media en núme-ro de años bajo el cuidado de cuidadores familia-res (6,49) casi duplica la media en número de añosbajo el cuidado de los servicios sociales (3,4) o deempleados domésticos (3,68).

La familia, y más concretamente la mujer,asume este sistema de cuidados personales sin com-pensación económica alguna en su inmensa mayo-ría. El 78% de los cuidadores familiares no percibeninguna remuneración; el 10% ocasionalmente, ysólo el 12% de manera regular.

El modelo de solidaridad familiar en el quese asienta el esquema de protección social a las per-sonas dependientes en España ha entrado en unproceso de transformación profunda debido a cam-bios coincidentes en el tiempo, entre los que cabedestacar: a) el declive del potencial de cuidadoresfamiliares a causa de la reducción del número demujeres cuidadoras y el aumento del número deancianos que precisan cuidados de larga duración;b) el debilitamiento del modelo tradicional de fami-lia, debido al aumento de la tasa de divorcios y delas familias monoparentales, así como de la per-manencia de los hijos en el hogar hasta edades pró-ximas a los 30 años; c) los cambios en la posiciónsocial de la mujer asociados a su incorporación cre-ciente al mercado laboral, que reducen su poten-cial cuidador, sobre todo teniendo en cuenta laintensidad de los horarios que requiere el cuidadode larga duración, y d) la demanda creciente enfavor de políticas de apoyo a los cuidadores, espe-cialmente por parte de las mujeres y también de laspersonas mayores que ejercen las funciones de cui-dadoras (una quinta parte del total).

Así pues, si bien no es probable que la soli-daridad familiar se reduzca sustantivamente, losfactores señalados permiten afirmar que el mode-lo de cuidados hasta ahora dominante va a expe-rimentar transformaciones significativas en losaños venideros; transformaciones aceleradas porel propio proceso de envejecimiento, la integra-ción laboral de la mujer y los cambios culturales eideológicos sobre los cuidados familiares. Ello vaa suponer que la solidaridad colectiva –es decir,los sistemas públicos de protección social– esté lla-mada a tener un papel más determinante que has-ta ahora en la cobertura del riesgo de la depen-dencia y en el desarrollo de políticas sociales deapoyo a las personas dependientes y a la pobla-ción cuidadora.

Hasta el momento, el sistema protector espa-ñol de las situaciones de dependencia se ha carac-terizado por su débil extensión, su baja intensidady su descoordinación. En realidad, existen distintossubsistemas dirigidos a solventar problemas dife-rentes, desde varias administraciones públicas, ycon orígenes históricos y efectos diversos. Comoconsecuencia de los cambios sociodemográficos yculturales ya mencionados, se está produciendo,sin embargo, una demanda creciente de serviciosy prestaciones sociales de apoyo a la poblacióndependiente y a los cuidadores. La solidaridad fami-liar tradicional requiere el complemento de servi-cios formales comunitarios y residenciales. Es pre-cisamente aquí donde hay que destacar la situaciónreal de los servicios de larga duración existentes.Se distinguen éstos por el bajo nivel de la oferta,así como por su desigualdad en la distribución terri-torial y en las condiciones de acceso. Llama, enconcreto, la atención el desequilibrio entre un sis-tema sanitario universal y gratuito y un sistema deservicios sociales asistencial, al que accede sólo unaparte de la población.

En la actualidad, sólo están protegidas algu-nas situaciones de dependencia de manera obli-gatoria, como consecuencia de accidentes en laactividad laboral o imposibilidad de trabajar pordiscapacidad. Sin embargo, en ningún caso secontempla la situación de dependencia derivadade la edad o de determinadas enfermedades,excepto cuando concurre la falta de recursos, esdecir, cuando se aporta la prueba de ausencia demedios. Sucede así que grupos de población conrentas medias y bajas quedan excluidos tanto delsistema público, al que acceden en primer lugarlas personas dependientes sin recursos, como delsistema privado, cuyo coste pueden asumir sóloparcialmente.

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LA PROTECCIÓN SOCIAL DE LAS PERSONAS DEPENDIENTES COMO DESARROLLO DEL ESTADO DEL BIENESTAR EN ESPAÑA

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1 Véase también el capítulo tercero del Libro Blancode la Dependencia. Cualquier ejercicio realizado con precios-sombra para valorar monetariamente el tiempo informal decuidados de larga duración nos da una medida de su impor-tancia social y económica (véase, en este sentido, RodríguezCabrero y Montserrat, 2002).

Por su parte, la protección sanitaria es uni-versal en cuanto a cobertura, si bien incompletaen lo referente a la atención de muchas personasen situación de dependencia. De ahí que el défi-cit en la protección de la dependencia resida fun-damentalmente en la oferta de servicios socialesy en el limitado y descoordinado impacto de lasprestaciones monetarias por dependencia. Enefecto, la cobertura de servicios sociales comuni-tarios es baja en términos comparativos con otrospaíses de la Unión Europea (UE) a pesar de sufuerte crecimiento en los últimos años, tal comoseñala el Libro Blanco de la Dependencia: 3,14%de las personas de 65 y más años reciben ayudaa domicilio; 2,05% disponen de teleasistencia y0,46% son atendidos en centros de día. Se obser-va asimismo una oferta creciente de residenciasprivadas, que tiende a la subocupación a medioplazo.

Así pues, mientras el derecho a la protecciónsanitaria es efectivo, aunque limitado en prestacio-nes para situaciones de dependencia, no sucede lomismo con el derecho a los servicios sociales, underecho “debilitado”, de naturaleza asistencial. Losservicios sociales han sido desarrollados por cadacomunidad autónoma, toda vez que a ellas corres-ponde la competencia en esta materia. Se ha gene-rado así una creciente desigualdad entre regiones encuanto a cobertura e intensidad protectora, a pesardel esfuerzo nivelador, aunque insuficiente, del PlanConcertado de Servicios Sociales Municipales.

El cuadro 3 recoge los distintos recursos y dis-positivos protectores actualmente existentes paracubrir situaciones de dependencia: los serviciossociales, las prestaciones económicas, las ayudas fis-cales y las ayudas al cuidador. No se entra aquí enel análisis pormenorizado de estos recursos, remi-

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CUADRO 3

PRESTACIONES ECONÓMICAS Y SERVICIOS PARA LA PROTECCIÓN DE LA DEPENDENCIA

Prestaciones económicasDesgravaciones fiscales Conciliación de la Vida FamiliarServicios sociales de la seguridad socialLey 40/ 1998, IRPF y el Trabajo (Ley 39/ 1999)y comunidades autonómas

Servicio de Ayuda Ayuda de tercera Mínimo personal: Reducción de jornadaa Domicilio (SAD) persona por gran desgravacionesy Teleasistencia invalidez fiscales en función

del grado dediscapacidade ingresos

Centros de día Complemento Mínimo familiar: Excedencia por cuidadospor invalidez no desgravaciones hasta un añocontributivo 75% fiscales en funcióndiscapacidad del grado de

discapacidade ingresos

Residencias asistidas SATP (LISMI)

Prestación por hijoa cargo con gradode discapacidadsuperior al 75%

Pisos protegidos Ayudas puntualesy servicios de respiro de las comunidades

autónomas y losayuntamientos

Fuente: Elaboración propia.

tiendo al lector interesado al capítulo octavo delLibro Blanco de la Dependencia.

Las estimaciones del gasto en protección a ladependencia han tenido un cierto desarrollo duran-te los últimos años (por ejemplo, Montserrat, 2003,2005; Rodríguez Cabrero, 1999). El Libro Blancocifra un gasto en 2003 de 2.357 millones de euros(el 84% en servicios y el 16% en prestacionesmonetarias). Ello viene a suponer aproximadamen-te el 0,32% del PIB. En términos comparados, Espa-ña realiza todavía en la actualidad un esfuerzo muylimitado de gasto público en protección a la depen-dencia. Como término de referencia, téngase encuenta que el gasto público en cuidados de largaduración, sin incluir el gasto sanitario, representa-ba en el año 2000 un 3% del PIB en Dinamarca oun 2,8% del PIB en Suecia, y en otros países conuna tradición de protección social menos universal–por ejemplo, en Reino Unido, Austria, Francia eIrlanda– en torno al 0,7% (Comisión y Consejo dela Unión Europea, 2003; Rodríguez Cabrero, 2005).

En suma, los factores que condicionan laspolíticas de protección social a la dependencia enEspaña son el creciente número de personasdependientes mayores de 65 años, la crisis inevi-table del sistema tradicional de ayuda informal dela familia y la oferta limitada de prestaciones y ser-vicios sociales públicos; todo ello en un contextode ausencia de un modelo público coordinado deatención a las personas en situación de depen-dencia. Estos factores han puesto de manifiesto loslímites del actual modelo de cuidados en España yla necesidad de establecer una política pública inte-gral de largo alcance. El impacto del envejecimientode la población requiere una política a largo plazo,semejante a la que está teniendo lugar progresi-vamente en la política de pensiones. Por lo demás,aun siendo cierto que la población mayor de 65años constituye el grupo más numeroso de lapoblación en situación de dependencia, no cabeolvidar que ésta recorre toda la estructura de eda-des de la población española. Si bien los nivelesprotectores del colectivo menor de 65 años hansido crecientes durante las dos últimas décadas,todavía existen lagunas importantes que no cabeolvidar en el diseño de la nueva política pública yque inciden, sobre todo, en el apoyo a las ABVDde los discapacitados ocupados.

La iniciativa conjunta de la Comisión y elConsejo europeos en marzo de 2003 plantea unaestrategia de universalización de la atención sociala la dependencia, prestación de asistencia de unalto nivel de calidad y sostenibilidad de los sistemas

de asistencia. Esta estrategia parte de la coexisten-cia de cuatro diferentes modelos nacionales de pro-tección social –liberal, continental o de seguridadsocial, nórdico y latino– que, sin duda, suponen cier-tos límites al desarrollo de estrategias comunes.

En general, los diferentes modelos puedendividirse, no sin cierto esquematismo, en modelosde naturaleza universal (a su vez, de dos tipos: uni-versales y de seguro público) y en modelos de carác-ter asistencial (Jacobzone, et al., 1998; Jenson yJacobzone, 2000). La tendencia general dominan-te en los países de la UE respecto de la protecciónsocial a la dependencia se orienta hacia los mode-los de naturaleza universal (en sus dos versiones).Se trata, en cualquier caso, de modelos topados,cuyos servicios o prestaciones monetarias cubrenuna parte del coste de los cuidados de larga dura-ción y que, en mayor o menor medida, contemplanel copago. El asistencialismo parece estar en ciertoretroceso, mientras que se abre camino la políticade universalización del derecho social a la protec-ción de las situaciones diversas de dependencia, loque supone que la accesibilidad no dependa tantode los recursos del beneficiario, sino de la necesi-dad social. Éste es el esquema u opción política delLibro Blanco de la Dependencia: un modelo uni-versal que reconozca una serie de prestaciones bási-cas o topadas según el grado de dependencia y, portanto, abiertas al copago.

Esta “tendencia general” de los sistemasnacionales de protección social que forman partedel modelo social europeo plantea dos preguntas alas que, de manera tentativa y esquemática, se va aintentar dar respuesta en los siguientes apartados:en primer lugar, qué modelo protector puede sermás efectivo en España en términos de igualdad yeficiencia; en segundo lugar, cuál es el coste de unmodelo universal y cómo financiarlo. Ambas pre-guntas son inevitables en un contexto marcado porla necesidad de desarrollar una política integral deprotección social a la dependencia (reforzada por lastendencias protectoras de los países de la UE) y, almismo tiempo, por la tendencia a la contención delgasto social público. Su adecuada respuesta en eldebate científico y político condicionará la efectivi-dad de la acción protectora en el futuro.

3. Modelos de protección a la dependencia

La extensión actual de la dependencia y,sobre todo, la intensidad que va a cobrar en los

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años venideros estimula la creación de un sistemade protección social que, idealmente, debe ser uni-versal, coordinado, equilibrado territorialmente ysostenible a largo plazo. Tal como indican la expe-riencia internacional y la literatura científica, losmodelos de protección social –descartado el mode-lo asistencial actualmente existente en España– pue-den ser de tres tipos: financiado con impuestosgenerales (países nórdicos), financiado con cotiza-ciones a la seguridad social (como, por ejemplo, enAlemania, Austria y Luxemburgo) o mixto, en el queuna parte del coste se subviene mediante cotiza-ciones sociales y otra parte mediante impuestosgenerales (Pacolet et al., 1998; Montserrat, 2005).Todos ellos tienen, teóricamente, sus ventajas einconvenientes. En la práctica concreta de cada paíspueden variar en función del modelo de estado delbienestar y del sistema de competencias. Teniendoambas variables en cuenta, posiblemente un mode-lo mixto sea el preferible para el caso español; unmodelo en cuya financiación se impliquen las dife-rentes administraciones públicas y que incluya uncopago razonable que no desvirtúe el principio deuniversalidad efectiva de la acción protectora. Elloimplica ciertamente que las prestaciones básicasestén aseguradas por las administraciones centra-les, es decir, por la legislación nacional y el sistemade seguridad social español.

La protección de la dependencia tiene undoble soporte constitucional. El artículo 41 de laConstitución Española (CE) permite interpretar dichaprotección como derecho subjetivo en el ámbito dela extensión y el perfeccionamiento de la seguridadsocial “para todos los ciudadanos” que precisen“asistencia y prestaciones sociales suficientes antesituaciones de necesidad”. En este mismo sentidose han posicionado instituciones como el Defensordel Pueblo y diferentes organizaciones sindicales yexpertos2. También cabe mencionar el apoyo de losagentes sociales y económicos3 y la renovación delPacto de Toledo en octubre de 2003, que apruebauna recomendación adicional a favor de “un siste-ma integrado que aborde, desde la perspectiva dela globalidad, el fenómeno de la dependencia... através de la elaboración de una política integral deatención a la dependencia”. Desde el punto de vis-ta competencial, el artículo 149.1 de la CE recono-ce al estado la competencia en la regulación de las

condiciones básicas de igualdad en el ejercicio delos derechos, mientras que el 149.17 establece sucompetencia en la legislación básica y el régimeneconómico de la seguridad social.

Este marco constitucional permite materiali-zar una cobertura universal que proteja las dife-rentes situaciones de dependencia, superando elrestrictivo marco asistencial en el ámbito de los ser-vicios sociales y, también, aunque en menor medi-da, en la atención sanitaria. Hay que recordar quela protección social de la dependencia suponegarantizar cuidados de larga duración que, por supropia naturaleza, son en parte sociosanitarios. Laatención sanitaria es actualmente universal y gra-tuita, pero incompleta, ya que no contempla demanera específica, por ejemplo, la rehabilitación,entre otras prestaciones sanitarias relacionadas conla dependencia. Es preciso, pues, fortalecer la coor-dinación sociosanitaria, dado que las fronteras entrelo sanitario y lo social son porosas.

La intensidad protectora de las prestacionessociales debería depender, en primer lugar, de lagravedad de la dependencia evaluada por equiposmultidisciplinares de las comunidades autónomasmediante un baremo estatal que garantice el prin-cipio de igualdad. La dependencia podría fijarse entres grados: moderada, grave y severa, lo que noexcluye gradaciones dentro de cada nivel, en fun-ción del tipo de necesidades (instrumentales, per-sonales o mixtas). Un sistema de evaluación mixtode tipo médico-psico-social podría cumplir adecua-damente las funciones de determinación del tipode dependencia y definir el modelo de cuidadosadaptado a cada necesidad personal.

Las prestaciones pueden adquirir tres moda-lidades: en dinero, en servicios o mixtas. Las pres-taciones en servicios (directas por el sector públi-co, concertadas con el sector privado o mediantecheque-servicio) suelen presentarse como el idealde prestación, ya que se genera empleo, a la vezque el recurso utilizado puede resultar más efecti-vo y de evaluación relativamente eficaz. Sin embar-go, la prestación económica tiene la ventaja de quela persona en situación de dependencia puede uti-lizarla como compensación al cuidador informal ocomo ayuda para financiar la contratación de uncuidador en el mercado, maximizando su libertadde elección.

Ahora bien, la utilización incontrolada de laprestación económica puede ser un incentivo paraque el cuidador, o más concretamente la mujer cui-dadora, renuncie a buscar empleo o lo abandone,

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2 Véase, por ejemplo, Frades (2002), Maravall (2003),Casado (2004), Rodríguez Rodríguez (1998 y 1999), Rodrí-guez Rodríguez y Sancho (1995).

3 Véase el “Acuerdo para la mejora y el desarrollodel sistema de protección social” de 3 de abril de 2001.

al tiempo que podría frenar la necesaria expan-sión de una red de servicios sociales. Sería, portanto, conveniente modular (sin restringir) la liber-tad de opción entre prestación en dinero y en ser-vicios, estableciendo límites en función de la nece-sidad a proteger y el grado de dependencia. Entreel modelo japonés (que no contempla más queservicios determinados) y el modelo alemán (quepermite una libertad casi absoluta de elección)pueden establecerse fórmulas intermedias (porejemplo, el modelo luxemburgués, que restringela libertad de elección a medida que aumenta lagravedad de la dependencia). A estas prestacio-nes dirigidas a proteger a la persona dependien-te habría que añadir otras destinadas a protegeral cuidador o cuidadora, que también son con-templadas en los sistemas de protección conti-nental y nórdico: el apoyo directo a la persona cui-dadora reconociendo el tiempo de excedencia porcuidados a efectos de la carrera laboral (o de coti-zación a la seguridad social), así como la oferta deservicios de respiro, información y formación paralos cuidados.

4. Coste, financiación y gestión de un sistemanacional de dependencia

El coste total de un sistema de protecciónsocial a la dependencia es siempre superior al cos-te del seguro público, ya que el primero incorpo-ra el copago y los costes totales (tanto en tiempode cuidados como de oportunidad) que estesegundo no comprende. Por lo demás, el coste delseguro público depende del modelo protector (es

decir, de si las prestaciones son predominante-mente en servicios, económicas o mixtas), del tipode servicios ofertados y de la intensidad de su uti-lización, del sistema de provisión y de los preciosde los servicios. Ello significa que existe una ampliavariabilidad en el coste público de un modelo dedependencia.

Durante los últimos años se han hecho esti-maciones del coste público sobre la base de dife-rentes hipótesis (Montserrat 2003 y 2005; Rodrí-guez Cabrero y Montserrat, 2002). La más recientetoma como referencia la población dependienteestimada en el Libro Blanco, aplica un modelo hipo-tético relativamente parecido al alemán (la mitadde la población opta por servicios y la otra mitadpor las prestaciones económicas), basándose en doshipótesis de copago (del 25 y del 50% del costereal) y en un modelo de consumo de servicios quese incrementa a medida que aumenta la depen-dencia (Montserrat, 2005). Los resultados, resumi-dos en el cuadro 4, son los siguientes: con un tipode copago por servicios del 50% (que supondría3.498,27 millones de euros de gasto público y otracantidad igual como copago), el coste público totalascendería a 5.340,68 millones de euros en 2005en servicios y prestaciones monetarias; con un copa-go por servicios del 25% (un total de 1.749 millo-nes de euros de copago), hipótesis que coincide conla tendencia general de aportación media del usua-rio en los países de la UE, el coste público se eleva-ría a 7.703,97 millones de euros para dicho año enservicios y prestaciones monetarias. Dado que elgasto público estimado en 2005 es del 0,36% delPIB (en torno a 3.000 millones de euros), el resul-tado supondría esfuerzos adicionales de gasto públi-co entre un mínimo del 0,28% y un máximo del0,56% del PIB para lograr una cobertura universal

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CUADRO 4

COSTE PÚBLICO DE LA PROTECCIÓN SOCIAL A LA DEPENDENCIA. GASTO ACTUALY ADICIONAL EN 2005 EN FUNCIÓN DE DOS HIPÓTESIS DE COPAGO

Coste público de la protección social a la dependenciaHipótesis alta de gasto público Hipótesis baja de gasto público

(copago del 25%) (copago del 50%)

Coste total prestaciones en servicios y monetarias 7.703,97 5.340,68Porcentaje del PIB 0,92 0,64Gasto público actual (2005) 0,36 0,36Gasto público adicional necesario 0,56 0,28

Fuente: Montserrat (2005).

completa. Cualquiera de las dos hipótesis es asu-mible, dado nuestro actual nivel de crecimiento eco-nómico, y exigible en todo caso para un desarrollosocial que dé prioridad a la calidad de vida perso-nal y familiar.

La financiación del seguro de dependenciadepende de varios factores: la tradición de cadapaís (modelo continental, liberal o nórdico de segu-ridad social), el entorno económico y el equilibriode las cuentas públicas, el tipo de acuerdo entre losagentes sociales y económicos y, finalmente, el tipode copago. Conviene insistir en que la financiaciónde las prestaciones va dirigida a cubrir una parteimportante del coste de la dependencia, pero no latotalidad. Ningún modelo europeo de proteccióntiene una cobertura ilimitada. La financiación de ladependencia en los diferentes modelos continen-tales y nórdicos se limita a garantizar unas presta-ciones económicas o ayudas consideradas “bási-cas”, o unas prestaciones en servicios, cuyo límite,en este último caso, son los precios públicos exis-tentes o un porcentaje de éstos.

En cualquier caso, parece claro que el mode-lo de financiación del sistema de protección de ladependencia debe ser mixto, teniendo en cuenta lanecesidad de implicación de varias administracio-nes públicas y del usuario, y acordado entre lasadministraciones públicas y los agentes sociales. Unmodelo tentativo, que he propuesto para el deba-te, se asentaría en los siguientes puntos (RodríguezCabrero, 2004):

a) La seguridad social financiaría las presta-ciones básicas de la población dependiente, tantoeconómicas como en servicios, con carreras de tipocontributivo, así como las cotizaciones de la pobla-ción trabajadora en situación de excedencia porrazón de cuidados a un familiar. Ambas se finan-ciarían con una fracción de las cuotas de las coti-zaciones sociales. Los incapacitados para el trabajotendrían el mismo derecho a las prestaciones y ser-vicios, si bien su financiación se podría hacer concargo a los impuestos generales del estado. Por tan-to, la financiación de la parte no contributiva se sub-vendría mediante impuestos generales, aun cuan-do tales recursos estarían integrados en la TesoreríaGeneral de la Seguridad Social. Se integrarían tam-bién en una única fuente de financiación aquellosgastos sociales relacionados con la dependencia yque en la actualidad están incluidos en otras parti-das presupuestarias.

b) Las comunidades autónomas aportaríanla red sanitaria, que está bajo su competencia, y la

red residencial o especializada financiada. A lastransferencias de los servicios sanitarios ya realiza-das habría que añadir la parte correspondiente dela administración central para financiar los serviciossociales y la parte adicional propia que las comuni-dades autónomas incorporarían para financiar elmantenimiento de la red de servicios o mejorarlosen función de sus propias políticas sociales. Por suparte, los ayuntamientos garantizarían el manteni-miento de la red de servicios comunitarios (ayudaa domicilio, centros de día, algunas residencias yservicios complementarios).

De cualquier modo, se hace preciso conciliarel principio de igualdad en todo el estado con elprincipio de competencia y corresponsabilidad fis-cal de las comunidades autónomas. El primer prin-cipio exige universalidad e igualdad en el acceso alsistema (por tanto, igual baremo en todo el terri-torio español para definir los distintos niveles dedependencia) y en las prestaciones básicas, así comola garantía de éstas en el caso de incapacidad delcopago de los servicios. Las comunidades autóno-mas tienen la competencia en materia asistencial yde servicios sociales, si bien no en exclusiva, y portanto no sólo la responsabilidad y competencia desu gestión, sino también la de su posible mejora enfunción de los distintos niveles de vida. La articula-ción de las competencias en esta materia será cru-cial para evitar transferencia de costes en un senti-do (de las comunidades autónomas al estado, comoen parte ha sucedido recientemente en el caso dela sanidad) u otro (evitando que el modelo de pres-taciones básicas del estado transfiera progresiva-mente el coste a las comunidades autónomas, talcomo ha sucedido en Alemania, donde los Ländery los ayuntamientos han asumido una creciente car-ga financiera debido a la congelación nominal delas prestaciones básicas durante años). De ahí queel sistema de financiación deba ir enlazado con elde la articulación de las competencias de los dife-rentes niveles de las administraciones públicas paraevitar duplicidades competenciales, fallos adminis-trativos, desplazamientos incontrolados de costes yotros posibles fallos de coordinación que repercu-tan negativamente en los principios de igualdad yequidad territorial.

En definitiva, al mismo tiempo que se poneen marcha una ley de protección social a la depen-dencia, será necesaria una inversión pública y pri-vada importante para extender la red de serviciossociales. Sin una red extensa de servicios sociales,la opción mayoritaria seguiría siendo durante muchotiempo la de las prestaciones económicas, y difícil-mente se lograría la eficacia protectora.

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5. Conclusión

La necesidad de protección social a las per-sonas en situación de dependencia ha pasado al pri-mer plano de la agenda política como consecuen-cia de la confluencia en el tiempo de varios factores:el envejecimiento de la población; el progresivo ago-tamiento del modelo familiar de cuidados informa-les, en buena medida, como consecuencia de laincorporación de la mujer al mercado de trabajo; lanecesidad de apoyo personal a las personas disca-pacitadas que trabajan; la creciente conciencia socialde que los cuidados informales no constituyen unproblema exclusivamente individual y familiar, sinotambién social; y, no menos importante, el efectodemostración de las políticas de protección socialque se han puesto en marcha durante los últimosquince años en los estados del bienestar de la Euro-pa continental, así como de las políticas de perfec-cionamiento que han acometido los países nórdicosde tradición protectora universalista.

En este artículo se ha puesto de manifiesto laproblemática de la estimación de la población ensituación de dependencia a partir de las encuestasexistentes. Contamos con aproximaciones tentativasa una realidad que cristalizará a principios de la pró-xima década, una vez se consolide el modelo pro-tector que presumiblemente aprobarán las CortesEspañolas bajo forma de ley a lo largo de 2006. Laopción por la que en este artículo abogo es la de unmodelo de protección de tipo universal siguiendo lasenda del modelo social europeo, si bien, por nues-tra tradición de cobertura social de riesgos, pudieramaterializarse una alternativa de tipo mixto, a mitadde camino entre un modelo de seguridad social finan-ciado con cotizaciones y otro de tipo universalistafinanciado con impuestos. Tan importante como lafinanciación es la resolución de problemas institu-cionales que afectan al reparto de competencias entrelas diferentes administraciones públicas, la garantíade la igualdad en el acceso y en las prestaciones bási-cas en todo el estado y una intensidad protectorasuficiente, que no haga recaer sobre los ciudadanosuna parte creciente del coste mediante un sistemade copago desligado de su capacidad real de renta.Entre un sistema universal de baja intensidad pro-tectora y elevado copago (excluyente) y un sistemauniversal de alta intensidad, de difícil financiación ymuy bajo copago, caben fórmulas intermedias, talcomo nos demuestra la experiencia europea.

En todo caso, la protección social de la de-pendencia es una política de estado que tiene su

punto de partida en la regulación y financiación delas administraciones centrales de las prestacionesbásicas, y su desarrollo y gestión tanto en las comu-nidades autónomas, que poseen la competencia enmateria de servicios sociales, como en la adminis-tración local, en cuyo ámbito se proveen los servi-cios comunitarios y que representa la puerta deentrada en el sistema protector. En este modelo, elsector privado, tanto mercantil como sin ánimo delucro, tiene un papel de colaboración en la gestiónde servicios sociales, públicos y privados.

A la altura de 2005, el esfuerzo de gastopúblico de España en protección social a la depen-dencia es aún muy bajo, aunque el punto de par-tida no sea insignificante. El coste público estima-do parece asumible por un sistema de protecciónsocial que, como el español, registra un bajo nivelde gasto social total, comparado con el conjuntode los países de la UE. De ahí que, sin restar impor-tancia a la cuestión de la financiación, lo crucial yprevio es la opción por un sistema institucional uni-versal que garantice la igualdad de acceso, estéequilibrado territorialmente y coordinado entre lasdiferentes administraciones, y resulte sostenible alargo plazo.

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Resumen

Este artículo presenta una aproximación crítica alque ya se conoce, en España y en los países de nuestroentorno, como “problema de la dependencia”, enfocan-do la atención en el Libro Blanco de la Dependencia,publicado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Socialesen diciembre de 2004. Se analiza, en primer lugar, la pers-pectiva desde la cual se articula la necesidad actual deelaborar una ley de protección a la dependencia que sir-va de marco para la intervención pública en este ámbito,y en segundo lugar, el modelo que va a inspirar el diseñode la nueva normativa. Tras la lectura detallada del LibroBlanco de la Dependencia, el presente artículo concluyeque su contenido constituye, en principio, un buen pun-to de partida, toda vez que ofrece un panorama completodel fenómeno, tanto en lo que se refiere a las personasque se encuentran en situación de dependencia y a aque-llas que les prestan cuidados, como a las políticas socia-les aplicables. Quedan, sin embargo, algunos interro-gantes a los que el documento no ofrece respuesta.

1. La importancia del cuidadosocial en las políticascontemporáneas de bienestar

El objetivo del Libro Blanco de la Dependen-cia (LBD, a partir de ahora) es, según puede leer-se en su presentación, “ofrecer al conjunto de lasAdministraciones Públicas, a los agentes sociales, alos movimientos representativos de las personasmayores y de las personas con discapacidad, a la

comunidad científica, los proveedores de serviciosy a la sociedad española entera, los elementos esen-ciales para poder desarrollar un debate con bases yfundamentos asentados en el rigor científico quedesemboque en un deseable consenso general …”(pág. 2). El LBD se concibe como un paso previo ala creación de un sistema nacional de atención a laspersonas dependientes, cuyos principios legalesquedarán establecidos en la futura ley básica deprotección a la dependencia.

El cuidado a los dependientes se ha conver-tido en una parte central de los estados del bienes-tar contemporáneos. El aspecto “cualitativo”, esdecir, el bienestar y las condiciones en las que seencuentran tanto los receptores del cuidado comolos que realizan esa labor, está presente en granparte de las discusiones sobre la reforma de los sis-temas de bienestar actuales como un componen-te progresivamente visible del desarrollo de las polí-ticas sociales. Es, en cierta medida, un eufemismohablar de población dependiente cuando, en rea-lidad, no existe su contrario, ya que todos los indi-viduos, todos los grupos sociales, necesitan, de unamanera u otra y en distintos momentos de su ciclovital, cuidados y atención por parte de otros. Estric-tamente, no hay por tanto una población “inde-pendiente” que podamos oponer a la “depen-diente”. La delimitación de las formas y los gradosde dependencia es, no obstante, imprescindiblepara articular propuestas de intervención dirigidasa determinados colectivos.

El protagonismo del cuidado social en los de-bates actuales de reforma de los sistemas de bienes-tar está en parte motivado por el cambio de prin-cipios y valores culturales y sociales que han ido modificando la percepción de derechos y obliga-

A D E B A T E

MARGARITA LEÓN*

La atención a las personas en situación de dependencia enEspaña: una aproximación críticaal Libro Blanco de la Dependencia

* Profesora de Política Social de la Universidad deKent, Reino Unido.

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ciones en la esfera del cuidado. Como parte del“proyecto civilizador”, relaciones en el seno de lafamilia se mueven hacia estructuras más igualita-rias. Este proceso de democratización funcional,como lo denominó el sociólogo Norbert Elias (1988),del que los estados del bienestar modernos son enparte responsables, tiene fuertes implicaciones parael cuidado social. En las sociedades modernas, laresponsabilidad hacia el cuidado está cada vez másdesmarcada de la unidad familiar y progresivamen-te entrelazada con las responsabilidades públicasdel estado. Así, cada vez más, tareas consideradasde cuidado se incluyen como “bienes públicos”,incluso cuando son desarrolladas en el ámbito pri-vado. En este sentido, el cuidado social se sitúa enla intersección de las relaciones entre el mercado,el estado y la familia (Daly y Lewis, 2000). Lo que seha dado en llamar la economía mixta del estado delbienestar a nivel macro (la división de las responsa-bilidades de cuidado entre el estado, el mercado, lafamilia y los sectores “informales”) y a nivel micro(la división de estas tareas entre los individuos deuna o varias unidades familiares) está ahora en elcentro de un proceso complejo y lento de reajustede las relaciones entre hombres y mujeres, así comoentre generaciones.

No seríamos capaces de entender los desa-fíos a los que se enfrenta el cuidado social hoy sineste trasfondo de democratización de las relacio-nes familiares. La “democratización” afecta tantoa los cuidados como a los cuidadores. Las referen-cias a los derechos al cuidado, tanto en el caso deniños como en el de enfermos y ancianos, estánmuy presentes en la justificación de estas políticasy han sido articuladas como carta de derechos porlas distintas organizaciones internacionales. En elcaso concreto del LBD, el derecho a la protecciónen casos de dependencia y vejez se articula comoderecho fundamental de ciudadanía. Como puedeleerse en las páginas introductorias del documen-to: “Nos encontramos ante el reto de atender a laspersonas que se encuentran en situación de espe-cial vulnerabilidad al precisar de apoyos para poderejercer sus derechos de ciudadanía …” (pág. 3).

Igual relevancia cobra el ejercicio de derechosde ciudadanía de las personas, fundamentalmentelas mujeres, que vienen realizando las labores de cui-dado sin prácticamente ningún tipo de reconoci-miento público ni apoyo social. De acuerdo con losargumentos de las sociólogas feministas, la relaciónde las mujeres con el estado del bienestar se cimen-ta en una situación de partida desigual según la cual,por una parte, su exclusión de las relaciones forma-les de producción las ha relegado históricamente a

una protección social no por derecho propio, sino“derivada” a través del sustentador principal de lafamilia y, por otra parte, la labor que han venido rea-lizando como cuidadoras en el ámbito familiar hasido imprescindible para el propio funcionamientodel estado del bienestar. Tal y como señaló Pateman(1989: 183) hace más de una década: “el carácterpúblico de la esfera de la sociedad civil y el estadose construye, y adquiere significado, a través de loque excluye: la asociación privada de la familia”.

Así pues, la visibilidad del cuidado social estádirectamente relacionada con la incorporación delas mujeres al mercado de trabajo y con el debilita-miento de los roles de género en la asignación detareas en el ámbito público y privado. El crecimien-to del empleo femenino, particularmente en el sec-tor servicios, motiva una serie de cambios que reper-cuten en la esfera del cuidado social. El empleofemenino en el sector servicios es, de hecho, un pro-ceso que se refuerza a sí mismo. La economía deservicios facilita la entrada de las mujeres en el mer-cado de trabajo y, a su vez, el empleo femenino creanormalmente una demanda hacia los servicios pro-porcionados en este sector.

Por lo tanto, el empleo en el sector serviciosy, en general, el aumento de las tasas de empleofemenino están alterando de forma muy significa-tiva las fronteras entre trabajo remunerado y noremunerado. Actividades que se consideraban has-ta hace relativamente poco de ámbito privado semercantilizan trasformándose en fuentes de tra-bajo remunerado gestionado tanto pública comoprivadamente. Esta “mercantilización” de muchosaspectos del cuidado social hace que la variable degénero sin más, es decir, la división entre hombresy mujeres, no sea satisfactoria per se en el análisisde las divisiones sociales y el cuidado. Resulta cadavez más imprescindible su cruce con la posiciónsocio-económica y laboral, ya que ésta afecta a lasdiferencias no sólo entre hombres y mujeres, sinotambién entre mujeres de distintos niveles de for-mación e ingresos económicos.

Pero, junto a estos procesos que otorganlegitimidad a la implantación de políticas socialesde cuidado incluso en países, como España, conpoca tradición de intervención en ese ámbito, exis-ten en paralelo, y como fuerza encontrada, discur-sos de contención del gasto social y sanitario. Lospoderes públicos que apuestan, no obstante, porofrecer una mayor oferta de servicios públicos antela dependencia ponen no poco empeño en demos-trar que lo que se computa como gasto social aefectos estadísticos puede también considerarse

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inversión desde distintos puntos de vista. El últimocapítulo del LBD recoge la siguiente reflexión:“somos conscientes de que el debate técnico ocientífico sobre políticas públicas de protecciónsocial está íntimamente relacionado con el debatesobre la política de control del gasto público y deestabilidad presupuestaria y del sistema de la Segu-ridad Social. Sin embargo, es preciso señalar que,en materia de servicios sociales, los recursos eco-nómicos que se emplean producen un efecto mul-tiplicador en la calidad de vida de las personas y enla generación de empleo, además de un importanteahorro en el sistema sanitario” (cap. XII, pág. 24).

Desde la perspectiva de las políticas públicas,hay que tener en cuenta que el cuidado social afec-ta prácticamente a todas las dimensiones del esta-do del bienestar. Cualquier intento de conceptuali-zación del fenómeno tiene que considerar sumultidimensionalidad. El “universo de la provisión”,como afirma Daly (2002), varía enormemente entrelos distintos países. También es un concepto y unterreno de investigación ubícuo porque cruza lasfronteras tradicionales entre los ámbitos público yprivado, y el trabajo pagado y no pagado, e impli-ca a distintos agentes sociales y medios institucio-nales (Leira y Sarraceno, 2002). Todos estos aspec-tos tienen importancia a la hora de definir einterpretar la prestación de cuidados en el marco delas políticas sociales concretas en un momentodeterminado en el tiempo. En el caso de la depen-dencia, los campos que intervienen fundamental-mente son la salud pública y los servicios sociales.De ahí que, en muchos países, la atención a ladependencia se considere dentro del ámbito socio-sanitario. Pero también se involucran de manera cru-cial otras políticas, como el sistema de pensiones yla protección social. Además, si tenemos en cuentaque una futura ley de protección a la dependenciaafectará no sólo a las personas en situación dedependencia, sino también a quienes se hacen car-go de los dependientes, tanto profesionalmentecomo en el medio familiar, entonces esta nueva polí-tica social influye en otras áreas de interés político,como la inmigración o la conciliación entre la vidaprofesional y la familiar.

2. La dependencia, unconcepto complejo

Quizá el primer paso que es preciso dar antesde iniciar un análisis riguroso del fenómeno queaquí nos ocupa sea la aclaración de a qué nos refe-

rimos cuando hablamos del “problema de la depen-dencia”, y hasta qué punto nos encontramos anteun problema de reciente creación.

En primer lugar, la complejidad de la depen-dencia –en la medida en que recorre varios ámbi-tos de las políticas públicas y en que su definición,por precisa que sea, está sujeta a interpretacionesdiversas y a veces contrapuestas– exige la articu-lación de unos criterios objetivos y contrastablesque detallen no sólo qué situaciones se conside-ran “dependencia” y cuáles no, sino también elestablecimiento de un gradiente capaz de orde-nar los distintos estados de necesidad en funcióndel nivel de gravedad. Es decir, lo que parece apriori difícil es determinar exactamente qué situa-ción o situaciones garantizan el acceso al derecho.Hay una fuerte dimensión social tanto en lo queentendemos por dependencia como en lo queconsideramos “necesidades de la vida cotidiana”.Esta imprecisión, por llamarla de alguna manera,es intrínseca a la cuestión de la dependencia,mientras que no afecta a otros ámbitos de la polí-tica social. Así, el LBD dedica no poco esfuerzo aresolver este problema de conceptualización, apo-yándose para este fin en la extensa bibliografíaproducida en las últimas décadas por parte deorganismos internacionales.

En concreto, el LBD sigue la recomendaciónde 1998 del Consejo de Europa que define ladependencia como “la necesidad de ayuda o asis-tencia importante para las actividades de la vida coti-diana”. De manera más precisa, la dependencia searticula como “un estado en el que se encuentranlas personas que, por razones ligadas a la falta o lapérdida de autonomía física, psíquica o intelectual,tienen necesidad de asistencia y/o ayudas impor-tantes con el fin de realizar los actos corrientes dela vida diaria y, de modo particular, los referentes alcuidado personal” (pág. 4).

El documento adopta también el esquemaconceptual elaborado por la Organización Mundialde la Salud (OMS) en 2001, en el cual conceptoshabitualmente relacionados con situaciones dedependencia se sustituyen por otros que preten-den reflejar de una manera más fiel las circuns-tancias de las personas que atraviesan esta situa-ción. Así pues, el término “deficiencia” se sustituyepor “déficit en el funcionamiento”; “discapacidad”por “limitación en la actividad”, y “minusvalía”queda considerada como “restricción en la parti-cipación”. Esta aproximación al problema pareceacertada, toda vez que pretende prescindir de con-ceptos con cierta carga negativa (que hacen refe-

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rencia, de una u otra manera, a la “anormalidad”)y subraya el carácter más relacional y flexible, estoes, el reconocimiento de que la dependencia no essiempre una circunstancia vital que afecta a la per-sona durante el resto de su vida, sino que, enmuchos casos, existe un componente de reversibi-lidad. La limitación en la actividad y la restricciónen la participación pueden resolverse con inter-venciones como la rehabilitación, adaptaciones enla vivienda, accesibilidad de los servicios, etc. Porponer un simple ejemplo, dos personas con simi-lares restricciones físicas a la movilidad no son igualde dependientes si la vivienda de la primera seencuentra en el quinto piso de un edificio sinascensor y la segunda habita una planta baja confácil acceso a la calle. Los ejemplos pueden serinnumerables, pero lo que importa subrayar es elhecho de que una adecuada intervención con unaapropiada política pública puede no sólo contribuira aliviar el problema, sino también incidir en la pro-pia naturaleza del fenómeno.

Como bien explica el LBD, la dependenciarecorre toda la estructura de edades de la pobla-ción. Existe, sin embargo, un vínculo estrecho entreedad y dependencia. El número de individuos conlimitaciones en su capacidad funcional es muchomayor en los grupos de edad más elevados, particu-larmente a partir de los 80 años. De hecho, condemasiada frecuencia se equipara dependencia convejez, dejando en segundo plano a todas aquellaspersonas con restricciones en la participación y enla actividad que se encuentran en un momento dis-tinto de su ciclo vital. Lo cierto es que la conside-ración dentro de una categoría unitaria de riesgosocial, como es la dependencia, de circunstanciasy situaciones que son muy distintas entre sí puedellevar a confusión a la hora de delimitar necesida-des y articular medidas. Los autores del LBD ha-brían hecho bien formulando diagnósticos y pro-poniendo intervenciones que distingan entre losdistintos grupos de edad. Consciente de este flan-co débil del LBD, y para evitar caer en el error degeneralizaciones desafortunadas, en este artículome referiré, sobre todo, a las necesidades de cui-dado y las circunstancias de dependencia de lapoblación mayor, de relevancia algunas veces, perono siempre, para el análisis de la dependencia enpersonas cuyo déficit en el funcionamiento no estáligado al envejecimiento.

En cuanto a la segunda pregunta planteadaal inicio de este apartado, la de la novedad de ladependencia como problema, ya se han mencio-nado antes algunos factores que le han otorgadoprotagonismo en el escenario de la actual realidad

social española. En una primera aproximación,comprobamos que, si bien, como es obvio, ladependencia no es un fenómeno nuevo, sí que hacambiado radicalmente la escala del problema. Lasestimaciones de población dependiente realizadasa partir de la Encuesta sobre discapacidades, defi-ciencias y estado de salud (EDDES), de 1999, apun-tan a un 2,4% del total de población española ensituación de dependencia: casi dos millones ymedio de personas con discapacidad para las acti-vidades de la vida diaria; por lo tanto, considera-das beneficiarias con derecho a protección con car-go al futuro sistema nacional de dependencia.

En un segundo nivel, la puesta en marcha demedidas destinadas a paliar situaciones de depen-dencia guarda estrecha relación con la crecientedefinición del problema como cuestión que ha deser resuelta colectivamente, y no como un dilemaindividual que atañe únicamente a la unidad o uni-dades familiares correspondientes. Precedida porintervenciones ya muy consolidadas en otros paíseseuropeos, y amparada por un sólido marco nor-mativo a escala europea e internacional, la respuestapública a situaciones de dependencia a través deuna red socio-sanitaria adecuada se considera hoyuna pieza tan imprescindible del estado del bien-estar como antes lo eran, casi en exclusividad, lossistemas públicos de pensiones. Así, en el primercapítulo del LBD se afirma que “la adecuada regu-lación de un sistema de protección social de las per-sonas en situación de dependencia es, hoy por hoy,la gran asignatura pendiente de la protección socialen España” (pág. 10).

Relacionado con lo anterior, los cambios enel modelo de familia y, fundamentalmente, en laposición social de las mujeres han provocado lapráctica de soluciones “alternativas” a formas tra-dicionales de cuidado a personas dependientes. Sibien con frecuencia se vincula el déficit en el cui-dado de las personas dependientes con la crecien-te incorporación de las mujeres al mercado laboral(al menos en el contexto español), una futura leyde protección a la dependencia puede plantearsela relación inversa; es decir, determinadas políticasdirigidas a la atención de las personas en situaciónde dependencia pueden ofrecer oportunidades deempleo que contribuyan a aliviar las dificultadesque, en ocasiones, encuentran las mujeres para par-ticipar en el mercado de trabajo.

Esto explica, por ejemplo, el interés de lossindicatos en consensuar una ley nacional de pro-tección a la dependencia cuya aplicación podríagenerar una demanda de empleo en el sector ser-

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vicios que sería cubierta fundamentalmente conempleo femenino1. Así, una red articulada de ser-vicios socio-sanitarios conseguiría regular y “for-malizar” una actividad que todavía queda mayori-tariamente restringida al ámbito del trabajo noremunerado de las mujeres en el hogar, y querecientemente ha ido trasladándose al terrenosemi-formal del trabajo de mujeres inmigrantescomo cuidadoras en el hogar. Como veremos acontinuación, este “cruce de fronteras” entre elempleo no remunerado y el remunerado, y entreel empleo público y el privado, es uno de los ras-gos que conforman el escenario actual del cuida-do social en los países europeos.

3. Modelos y referencias: lagestión de la dependenciaen países de la UE

Como base para articular una propuesta con-creta al problema de la dependencia en España, elLBD presenta los tres grandes modelos de cobertu-ra de las demandas generadas por la dependencia:1) el modelo “universalista”; 2) el modelo “de pro-tección social”, y 3) el modelo “asistencialista”.

1) El sistema universalista se caracteriza porfinanciarse a través de impuestos y por estar fun-dado en el principio de ciudadanía; es decir, garan-tiza asistencia sanitaria y social “gratuita”, su cober-tura es universal, no está sometida a prueba derecursos. Es un sistema fundamentalmente de pres-tación de servicios, similar por tanto a la políticaeducativa y sanitaria. Opta por la profesionalizacióndel cuidado social, con un alto nivel de calidad asis-tencial y diferentes categorías ocupacionales ajus-tadas a las necesidades de los cuidados de largaduración. Se trata, por lo tanto, de empleos regu-lados en su mayoría por el sector público. La ges-tión de los servicios sociales suele ser competenciade las autoridades locales. Este sistema universalis-ta es propio de los estados del bienestar socialde-mócratas de los países escandinavos, con una fuer-te tradición en garantizar derechos sociales a través

de una noción de ciudadanía asentada en el prin-cipio integrador de solidaridad social.

El principal impedimento para la implanta-ción de este sistema es su elevado nivel de gasto(entre el 2,6 y el 3% del PIB). Otros factores queposibilitan la creación y el funcionamiento de estesistema de dependencia en los países nórdicos, peroque no están presentes en países de corte más“asistencialista” (como España) son, en primer lugar,la existencia de una base fuerte de servicios socio-sanitarios, que permite la extensión de estos servi-cios a nuevos grupos de riesgo, y en segundo lugar,la presencia de un elevado consenso social sobre elfuncionamiento de este tipo de medidas públicas y,en consecuencia, sobre la conveniencia de un ele-vado nivel impositivo. Aun cuando el funciona-miento de estos modelos universalistas ha sido revi-sado en los últimos años, sobre todo para introducirelementos de contención del gasto público, man-tienen básicamente su vigencia.

2) El modelo de protección social es el quepredomina en países como Alemania, Austria y, has-ta cierto punto, Francia. En estos países, el cuidadoa las personas dependientes se concibe como unseguro a la dependencia, quedando integrado enla seguridad social como una forma más de asegu-ramiento, equivalente a las pensiones de vejez, deinvalidez o a las prestaciones por desempleo. Sefinancia a través de cotizaciones de trabajadores yempresarios, y no vía impuestos generales como enel caso anterior. Aunque también se proporcionanservicios directos, la dependencia se articula, sobretodo, como prestación económica, o bien directa-mente a la persona que necesita los cuidados, o ala familia cuidadora, o a un profesional para querealice las tareas de cuidado, muchas veces en lapropia casa de la persona necesitada. Las presta-ciones tienen un tope, y la situación de dependen-cia se evalúa en grados o niveles de gravedad, delos que se derivan prestaciones monetarias de dife-rente cantidad o servicios de distinta intensidad oduración. La gestión de las prestaciones está cen-tralizada, pero los servicios se encuentran descen-tralizados en las administraciones territoriales.

3) Por último, el modelo asistencialista, en elque se incluye España junto con el resto de los paí-ses del sur de Europa, se caracteriza por proporcio-nar una cobertura limitada a aquellas personas ensituación de dependencia, con insuficientes recur-sos económicos y, aunque no reconocido explícita-mente, con carencias de apoyo familiar. En estemodelo opera el principio de subsidiariedad, segúnel cual el estado interviene sólo cuando la familia,

1 De acuerdo con la investigación “La base del ice-berg”, realizada por la socióloga María Ángeles Durán, el5% de los responsables del hogar (mujeres en el 95% delos casos) dedica un promedio de al menos cinco horas dia-rias a cuidar a un familiar enfermo o dependiente. Segúnla autora, para sustituir ese tiempo por trabajo remunera-do sería necesario crear en España al menos 600.000 pues-tos de trabajo.

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entendida de manera amplia, es incapaz de pro-porcionar el cuidado. Es decir, se presupone la obli-gatoriedad de la familia de ocuparse de la personadependiente a través de su cuidado directo, o bienpagando los servicios de atención (por ejemplo, resi-dencias). Su limitado alcance está, en cierta medi-da, amortiguado por la labor de organizaciones pri-vadas, financiadas muchas veces mediante fondospúblicos. En España, por ejemplo, y según la encues-ta EDDES de 1999, el sistema proveedor privado confines de lucro proporciona el 55,6% del total de lacobertura; el 13% corresponde a la categoría “otrosistema privado”, y el 33,5% al sector público. Enel caso de las personas en situación de dependen-cia mayores de 80 años, la ayuda técnica por partedel sector privado con fines de lucro alcanza casi el60% del total (cap. I, pág. 59).

A pesar de estudiar las condiciones, las ven-tajas y los inconvenientes de los tres sistemas, el LBDapuesta claramente por el modelo alemán, al quededica más espacio que a ningún otro. Es una elec-ción que parece haber sido tomada de antemano, yen este sentido llama la atención la ausencia de refe-rencia a otros modelos, como por ejemplo el inglés,que llevan funcionando muchos años. Sin muchopreámbulo, el LBD ve en la seguridad social una víade financiación preferente. En consecuencia, es aesta posibilidad a la que el estudio dedica una mayoratención.

¿Cuáles son las razones que empujan a losredactores del LBD a inclinarse por este modelo deprotección social? Según se argumenta en el texto,el modelo alemán (al igual que el austriaco) es máscercano a la tradición de seguridad social españo-la, lo que facilitaría su implantación. Además, auncuando ambos países muestran unos niveles de gas-to en protección a la dependencia muy por encimadel español, son considerablemente inferiores al sis-tema universalista (entre el 1,2 y el 1,5% del PIB),lo cual hace su implantación más viable económi-camente. Al financiarse a través de cotizaciones enlugar de impuestos directos, supone una subidaindirecta de la carga fiscal y, por ello, quizá conmenos costes electorales. Por último, representauna manera de gestionar la dependencia que noparece entrar en conflicto con la preexistente y tra-dicional labor familiar en este terreno, más bien pre-tende reconocer formalmente lo que las familias, yprincipalmente las mujeres, han venido haciendoinformalmente y sin remuneración a lo largo deltiempo. En general, estos sistemas dan un margenamplio de elección a la persona dependiente o asus familiares en cuanto a la manera de organizar-se. Las personas afectadas tenderán a percibir la

política social concreta como un apoyo a una situa-ción particular, más que como un cambio en suscostumbres cotidianas.

Tanto el sistema alemán como el austriacopertenecen a un grupo cada vez más numeroso depaíses que, trascendiendo la tipologia de los tresmodelos expuesta en el LBD, están introduciendo(algunos han introducido hace ya más de una déca-da) mecanismos de pago para la realización de laslabores de cuidado. Tareas tradicionalmente noremuneradas, consideradas como cuidado informal,están siendo “mercantilizadas” (Ungerson, 1997),resultando en un híbrido entre formas de trabajo ycuidado que se desarrollan en distintas variantes enlos diferentes países. Estos nuevos esquemas de pro-tección adquieren denominaciones diversas: “pagosdirectos” en Inglaterra, “subsidios de dependencia”en Alemania y “presupuestos personales” en Holan-da. Tienen como común denominador el hecho deestar alterando de manera significativa las fronterasentre lo que se consideraba trabajo informal y tra-bajo formal, al ofrecer remuneración –escasa enmuchos casos– a la realización de tareas en el senodel hogar y, en ocasiones, efectuadas por familiares.

Las razones subyacentes a la introducción deestos sistemas de pago son varias. La opción de sub-vencionar el cuidado de quienes prueban necesi-tarlo resulta más económica que la provisión direc-ta de servicios, porque: a) sólo cubre una parte delgasto, dependiendo de la necesidad, y b) salvo enlos casos en los que es necesaria la intervenciónespecializada, como por ejemplo en enfermedadesgraves, los cuidados personales se desarrollan en elhogar, y no en una institución pública. En algunospaíses, en particular Inglaterra, la introducción delos pagos directos a las personas en situación dedependencia ha sido también la respuesta a una rei-vindicación, por parte de los grupos afectados, delderecho a gestionar sus propios recursos y a elegirpersonalmente la forma de cuidado más adecuada.Este “empoderamiento” (empowerment) de losusuarios es, sin duda, un elemento nuevo presen-te en muchas de las actuales reformas de las polí-ticas sociales en los países europeos.

Los mecanismos de pago, como los aquíexpuestos, tienen sus ventajas e inconvenientes. Si,como se adivina de la lectura del LBD, éste es elmodelo en el que se quiere apoyar el sistema espa-ñol de dependencia, conviene prestar atención a lasevaluaciones que se vienen haciendo del impactode estas medidas en aquellos países en los que sehan implantado. En primer lugar, el impacto que lossistemas de pago tienen, tanto en la población cui-

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dadora como en la dependiente, varía en funciónde cómo se diseñe la prestación. Más concreta-mente, los resultados dependen sustancialmentedel grado de regulación.

Austria e Italia son dos países en los que elsubsidio al cuidado de larga duración está total-mente desregulado en cuanto a cómo debe el “con-sumidor” gastarse la prestación. Al no haber un con-trol del destino final del dinero, los beneficiarios dela prestación buscan los servicios más baratos. Enambos casos, el subsidio se emplea ampliamentepara pagar a trabajadores que operan en la econo-mía sumergida. Si bien podemos consignar comoaspecto positivo el hecho de apoyar económica-mente a las personas en situación de necesidad y alas que han venido ejerciendo las tareas de cuidadosin remuneración, como es el caso de la familia, elaumento de personas trabajando en este sector sinapenas regulación, y por lo tanto sin protecciónsocial ni adecuadas condiciones laborales, constacomo consecuencia negativa. En principio, cuantomayor sea la regulación, menor es el margen parala precariedad. En Francia, por ejemplo, se dio elproceso inverso al observado en otros países, al dise-ñar la prestación a la dependencia específicamentepara favorecer la introducción en la seguridad socialy el mercado de trabajo a cuidadores que operabanen la economía sumergida (Ungerson, 2003). Holan-da es otro país donde el subsidio a la dependenciaestá altamente regulado y centralizado en un Ban-co de Aseguramiento Social. Mientras la adminis-tración se asegura así de que las prestaciones seanutilizadas correctamente, el sistema ha sido acusa-do de burocratización excesiva.

Con el fin de explorar la idoneidad de una leynacional de dependencia basada en el modelo deproteccion social, a continuación se detallan algu-nas características específicas del estado del bien-estar español y se esboza el panorama de los cui-dados de larga duración.

4. ¿De qué base partimos? Lacobertura de la dependenciapor el estado del bienestarespañol y el papel destacadode la mujer en el manejo dela dependencia

Como acabamos de ver, el LBD clasifica aEspaña en la actualidad dentro del sistema asisten-cialista, en la medida en que proporciona una cober-

tura limitada a las personas en situación de depen-dencia. Sin embargo, la denominación de “sistemamixto” que recoge el Libro Verde sobre la Depen-dencia de la Fundación Astrazeneca (Sánchez Fie-rro, 2004) parece reflejar con mayor precisión elpanorama de la protección a la dependencia ennuestro país. Este sistema mixto se caracteriza, enprimer lugar, por proporcionar prestaciones econó-micas, tanto contributivas como no contributivas de“gran invalidez” e “invalidez” para personas afec-tadas por problemas de discapacidad. La cuantía deestas prestaciones varía en función del grado deinvalidez y de la trayectoria laboral de la personaafectada. Esto significa que la protección social espa-ñola ya reconoce a través de varios esquemas deaseguramiento la invalidez y la dependencia comoriesgos que precisan cobertura. El principal proble-ma radica en que este sistema de protección noalcanza a todas las personas que se encuentran ensituación de dependencia y, como veremos más ade-lante, muchas de estas prestaciones son de cuantíainsuficiente para la autonomía económica de la persona. En cualquier caso, un posible seguro dedependencia tendría primero que armonizar losesquemas en funcionamiento para evitar una super-posición de medidas que añadiría una mayor com-plejidad al ya de por sí complicado aseguramientode la seguridad social.

En España, el sistema profesionalista de pen-siones contributivas coexiste con una cobertura uni-versal de determinadas prestaciones sociosanita-rias, particularmente aquellas que se englobandentro del sistema sanitario, y con una mucho másrestringida oferta de servicios sociales, accesibleúnicamente a aquellos idividuos con insuficienciade recursos, y totalmente descentralizada en sugestión y financiación. La descentralización terri-torial es, de hecho, un rasgo altamente distintivodel panorama de la asistencia en España.

En el caso de las materias más directamenterelacionadas con la dependencia, los niveles com-petenciales se estructuran en torno al ámbito esta-tal, el autonómico y el local. Este reparto territorialde responsabilidades y derechos, junto a la inter-sección de distintos ámbitos (sanidad, serviciossociales y seguridad social), complican enorme-mente la organización de un sistema unificado ycoordinado de la dependencia. Si bien la descen-tralización puede verse como un factor que aumen-ta los desequilibrios territoriales –reflexión que apa-rece de forma repetida en el LBD–, también abre laposibilidad de la innovación política y la mayor efi-ciencia en la gestión de los propios recursos a esca-la autonómica y local. La futura ley nacional de pro-

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tección a la dependencia pretende articular distin-tos ámbitos de actuación dependiendo del tipo deprestaciones. Así, mientras que los servicios socia-les permanecerán como competencia autonómicay la administración central no podrá ir más allá dela regulación de unos mínimos y de la coordinaciónentre comunidades, las prestaciones económicasquedarán centralizadas en la seguridad social, aun-que gestionadas desde los gobiernos autonómicosy las corporaciones locales.

Pero ¿qué rasgos presenta actualmente lapoblación cuidadora y dependiente a la que va prin-cipalmente dirigida la ley de protección a la depen-dencia? Partiendo de la información ofrecida por lasencuestas que el IMSERSO ha venido realizandosobre las condiciones de vida de las personas mayo-res en España2, el LBD ofrece un análisis detalladotanto de las características de la población poten-cialmente beneficiaria del futuro sistema nacionalde dependencia como de los cuidadores informales.

Comenzando por el perfil de la población cui-dadora, destacan en ella las mujeres entre 45 y 65años, en su mayoría cónyuges o hijas de la personadependiente (23,4 y 25% respectivamente). Casi el62% de las personas cuidadoras viven en el domi-cilio de las personas en situación de dependencia yson miembros del mismo hogar. En cuanto al nivelde estudios y a la situación laboral, el 60% del con-junto de cuidadores principales afirma tener un nivelbajo de estudios y el 73% carecen de actividad labo-ral retribuida [figuran en las categorías de “amas decasa”, “jubiladas(os)” y “desempleadas(os)” (capí-tulo III, pág. 27)]. Existe, por lo tanto, un sesgo con-siderable en cuanto a los niveles de formación yautonomía económica de las personas que realizaneste tipo de trabajo no remunerado. Otra informa-ción relevante en cuanto al tipo de cuidado ofreci-do es su duración e intensidad. El 77% de las cui-dadoras entrevistadas en 2004 definía la ayudaprestada como de carácter permanente. Según estamisma encuesta, el 80% de los cuidadores infor-males no recibía de forma regular una recompensay/o ayuda económica por parte de la persona mayora la que prestaba ayuda (cap. III, pág. 37).

Aunque la mayor parte del cuidado lo reali-zan mujeres con vínculo familiar dentro del hogar,cada vez es más numerosa la presencia de emplea-das de hogar que llevan a cabo esta labor. Segúndatos recogidos en 1999, el 6% del total de cuida-

dores son empleados domésticos, internos y exter-nos. En un 14% de hogares en los que existe unapersona mayor que precisa cuidados permanentes,la cuidadora principal es empleada de hogar ajenaa la familia (LBD, cap. III, pág. 25). El LBD, sin embar-go, no proporciona más información respecto a lanacionalidad de estas empleadas de hogar encar-gadas de cuidar a personas dependientes. A esterespecto, cabe señalar que, en 2002, el 86% de lasmujeres extranjeras registradas en la seguridad socialestaban empleadas en el sector servicios (CES, 2003:112). La mitad de los permisos de trabajo otorga-dos en 1999 en el sector servicios correspondían ala categoría “hogares que emplean trabajadoresdomésticos”: el 62% de las mujeres extranjeras queobtuvieron permiso de trabajo en 1999 pertenecí-an a esta categoría de servicio doméstico, mientrasque en el caso de los hombres sólo representaba el9,3%. No obstante, estas cifras subestiman los nive-les reales, ya que, como es bien sabido, éste es unsector ocupacional con una presencia muy signifi-cativa de economía sumergida. Según el Censo dePoblación de 2001, el número “real” de mujeresextranjeras trabajando en España en este sector esprobablemente alrededor de un 30% superior alregistrado en la seguridad social para el mismo año(CES, 2003: 110).

Sin duda, harán falta más análisis compara-tivos para medir el alcance de esta redistribuciónglobal del trabajo de cuidado favorecida por flujosmigratorios y de movilidad recientes. Hay, sinembargo, razones para examinar con cautela lasimplicaciones de esta “nueva” modalidad de cui-dado y, en cualquier caso, llama poderosamente laatención que del amplio espacio dedicado al análi-sis del perfil de las cuidadoras informales, no hayamás que una breve mención al trabajo que estánrealizando las mujeres de nacionalidad extranjera,presente en la práctica cotidiana de cada vez másespañoles y que está rápidamente alterando lamanera de gestionar las necesidades de cuidadotanto de niños pequeños como de ancianos.

Las mujeres no sólo conforman la mayoría dela población cuidadora; también constituyen el grue-so de la población dependiente. Según las estima-ciones de la EDDES, casi un 60% de la poblacióncon discapacidad es femenina, y este porcentajeaumenta conforme subimos en tramos de edad. Pormotivos de movilidad, y seguramente también porproblemas de recursos económicos, buena parte delas personas mayores en situación de dependenciase trasladan, ya sea temporal o permanentemente,a la vivienda del cuidador o cuidadora; en la mayorparte de los casos, a casa de la hija.

2 Ioe/CIS/IMSERSO (1995), Encuesta condiciones devida de las personas mayores en España. Repetida por elIMSERSO en 2004.

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LA ATENCIÓN A LAS PERSONAS EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA EN ESPAÑA: UNA APROXIMACIÓN CRÍTICA AL LIBRO BLANCO DE LA DEPENDENCIA

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Las pensiones representan la principal fuen-te de ingresos de las personas en situación dedependencia. Es preciso subrayar que, además deque un porcentaje elevado de las pensiones y pres-taciones monetarias son bajas en relación con larenta familiar media disponible de las familias espa-ñolas, la accesibilidad y la generosidad de las pres-taciones económicas de la seguridad social reper-cuten de forma muy distinta en mujeres y hombres(León, 1999 y 2002). Las mujeres representan apro-ximadamente la mitad del total de beneficiarios delsistema público de pensiones; más de la mitad detodas las pensionistas del sistema contributivo sonperceptoras de una pensión de viudedad, presta-ción en la que las mujeres representan más del90% en todos los grupos de edad. En el año 2000,la pensión media de viudedad femenina represen-taba el 55% de una pensión media de jubilaciónmasculina. Las cuantías son considerablementeinferiores para los tramos de edad más altos, en loscuales, dada la mayor esperanza de vida, predo-minan las mujeres.

Todo ello provoca una mayor vulnerabilidadfemenina ante situaciones de pobreza y de depen-dencia. La modalidad no contributiva, creada en1990 e integrada en el sistema de seguridad social,supone una vía de entrada al sistema de pensionespara muchas mujeres, aunque ofrece un nivel muybajo de protección. Su impacto es moderado; enprimer lugar, por el reducido número de benefi-ciarios; en segundo lugar, por su estrecho margenpresupuestario, y en tercer lugar, porque opera unprincipio de subsidiariedad entre la familia y el esta-do (esto es, tiene que ser demostrada la imposibi-lidad de la familia de hacerse cargo de la personaque necesite los cuidados)3. Un futuro sistema deaseguramiento a la dependencia como el que sepropone en el LBD tendrá que tomar como puntode partida esta enorme desigualdad actual en elacceso a las prestaciones económicas de la seguri-dad social. No tendría mucho sentido articular unseguro de dependencia sin antes atender a la pre-cariedad económica en la que se encuentranmuchas personas mayores, que, en sí misma, laspriva de autonomía.

Si bien los párrafos anteriores sólo enfocanselectivamente la atención sobre un grupo de depen-dientes, los mayores, dejando al margen a otroscomo los niños o los discapacitados, queda bien cla-ra la necesidad de intervención pública en este ámbi-to. A este respecto se imponen varias observaciones.En primer lugar, la manera en la que España – y, engeneral, el resto de los países del sur de Europa– ges-tiona la dependencia no parece sostenible a medioy largo plazo. La evolución demográfica de la pobla-ción está desequilibrando la relación entre personasdependientes y población cuidadora. Existe un pau-latino incremento de las personas afectadas y un pro-gresivo “vacío” de las cuidadoras de la propia fami-lia que no siempre se puede compensar con losservicios que prestan otras personas a cambio deretribución. En segundo lugar, esta manera de ges-tionar el problema de la dependencia genera, a cor-to plazo, profundas desigualdades sociales desdediversos ángulos. Por una parte, mujeres en una fran-ja concreta de edad, entre los 45 y 65 años, conbajos niveles de recursos y escasa formación, estánasumiendo prácticamente sin apoyo externo los cos-tes de la dependencia. Como se detalla en el LBD,estas mujeres sufren elevados “costes de oportuni-dad” relacionados con su propia independencia económica (no pueden plantearse trabajar o hanabandonado su trabajo), con su salud (las personascuidadoras se encuentran a menudo cansadas, depri-midas y piensan que las tareas que realizan estándeteriorando su salud) y con su vida afectiva y rela-cional, al verse obligadas a condicionar sus ritmos devida a las exigencias de la persona dependiente.

Por otra parte, las desigualdades se generantambién entre la población que necesita ser atendida.Sólo aquellas personas que son capaces de probar lafalta de recursos y la ausencia de apoyo familiar direc-to pueden aspirar a los servicios sociales de apoyo.Una gran parte de la población no puede acceder alas ayudas y los servicios públicos y, al mismo tiempo,carece del nivel adquisitivo suficiente para costearseel servicio en el ámbito privado. Buena parte de lasclases medias quedan desprotegidas por el restringi-do criterio de acceso (prueba de rentas). En el apar-tado que sigue, y a modo de conclusión, se analizarála concreta realización, según la propuesta del LBD,del futuro sistema nacional de dependencia.

5. A modo de conclusión

La economía mixta del cuidado social no per-mite una división clara entre el mercado, el estado

3 En el año 2000, el número de beneficiarios de pres-taciones no contributivas no superaba el medio millón depersonas, la mayoría de las cuales eran mujeres: más del73% del total, por encima del 84% en el caso de vejez y del62% en el caso de invalidez. Para el año 2000, las cuantíaseran de 263 euros/mes para invalidez, y 233 euros/mes parajubilación. Según el RD 2350-2004, de 23 de diciembre, larevalorización de las pensiones del sistema de la seguridadsocial en su modalidad no contributiva queda fijada en lacuantía de 4.043,06 euros anuales.

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M A R G A R I T A L E Ó N

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y la familia, los tres pilares que, junto con las orga-nizaciones de asistencia sin ánimo de lucro, confor-man el sistema de bienestar (Pérez-Díaz, Chuliá y Álvarez-Miranda, 1998). En el área del cuidadosocial, la distinción entre trabajo y ocupación no-laboral es especialmente compleja, tanto por la natu-raleza de las tareas a realizar, incluyendo la organi-zación del tiempo, como por las relaciones entre lapersona que recibe y la que presta los servicios, ypor el lugar en el cual se desarrolla la actividad.

Se proyecta una ley que dé respuesta al“nuevo riesgo social” de la dependencia. Sinembargo, no queda del todo clara la viabilidad deun sistema de protección a la dependencia queagrupe a todos los individuos con limitaciones ensu capacidad funcional. Existen formas de depen-dencia que están estrechamente ligadas a la edady, en este sentido, quizá hubiera sido más acertadodividir una categoría que no es del todo unitaria.

A la hora de plantear una política social con-creta que venga a solventar el problema crecientede la dependencia, ha de tenerse muy presente elcontexto en el que éste opera. La configuraciónespecífica de un sistema de bienestar y protecciónsocial condiciona enormemente las posibilidadesde acción en un ámbito determinado, en este casola dependencia. A su vez, no puede ignorarse lainteracción que inevitablemente existe entre dis-tintos ámbitos de las políticas sociales. Un futurosistema nacional de dependencia no será inde-pendiente del vigente sistema público de pensio-nes, con todas sus distintas modalidades, ni de lasredes de servicios sociales existentes en cada comu-nidad autónoma, ni de los servicios socio-sanita-rios prestados por los sistemas de salud pública. Eneste sentido, el LBD da pocas pistas sobre cómoarmonizar un posible subsidio al cuidado de largaduración con las existentes prestaciones destina-das a situaciones de invalidez y dependencia. Tam-poco es fácil averiguar tras la lectura del LBD cómoy con qué medios ha de implantarse la futura leyde dependencia, algo de vital importancia para queuna norma, por muy bien articulada que esté, ten-ga un impacto real sobre el campo en el que inter-viene. Asimismo, entre los flancos débiles del LBDhay que consignar que, aunque reconoce la com-plejidad de la estructura territorial del estado espa-ñol, no detalla cómo exactamente se han de orga-nizar las competencias y la financiación para losdistintos programas.

De la lectura del LBD se desprende que laopción preferida para abordar la dependencia enEspaña consiste en el apoyo a las familias cuida-

doras, dando prioridad a los servicios que permitena las personas mayores permanecer en su entorno.El objetivo sería, por tanto, mantener el cuidado dey en las familias a través de distintas ayudas arti-culadas mediante la protección social y los serviciossocio-sanitarios “desde la óptica de la convergen-cia y colaboración (y no de sustitución) con el apo-yo informal” (cap. III, pág 68). La solución pro-puesta, más que modificar la forma en la cual segestiona individualmente el problema de las per-sonas dependientes, pretende proporcionar ele-mentos que mejoren las (hoy día bastante insatis-factorias) condiciones en las cuales se ejerce esalabor.

La respuesta del LBD ante la situación de losdependientes y de sus cuidadores no es innovado-ra; antes bien, encaja en la tradición del sistema debienestar que se ha ido desarrollando en España alo largo de las últimas décadas. Ahora hay queesperar a la puesta en práctica de estas medidaspara evaluar su alcance y efectividad.

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LA ATENCIÓN A LAS PERSONAS EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA EN ESPAÑA: UNA APROXIMACIÓN CRÍTICA AL LIBRO BLANCO DE LA DEPENDENCIA

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Resumen

Estimar cuantitativamente la población depen-diente y distinguir entre grados de dependencia es unrequisito previo al diseño y a la adopción de políticaspúblicas de protección a las personas con necesidadesde apoyo para la realización de las actividades de la vidadiaria. Este artículo presenta los resultados de una recien-te investigación cuyo objetivo principal es analizar lascaracterísticas personales y sociales de las personasmayores de 64 años residentes en Asturias, así como susdemandas de cuidado y el modo en que las satisfacenen la actualidad. Si bien el envejecimiento de la pobla-ción afecta a la sociedad asturiana más que a otras, esteestudio de caso pone de relieve la dimensión del reto alque se enfrentan los estados del bienestar desarrolladoscomo consecuencia de la evolución demográfica pre-decible en la mayor parte de los países europeos.

1. Introducción1

Utilizando el criterio de los 65 años como laedad de entrada a la condición sociodemográficade persona mayor, en 2001, según los datos del últi-mo censo de población disponible previo a dichafecha, la población con una edad igual o mayorrepresentaba el 17% del total de la población espa-ñola –ligeramente superior al 16,4% de media en

la Unión Europea de 15 miembros (UE-15)–, y enAsturias alcanzaba el 21,9%. Esta diferencia tam-bién es patente cuando se toma como umbral dereferencia los 80 años. En 2001, el porcentaje demayores de 79 años sobre el total de la poblaciónera de un 3,88% en el conjunto de España y de un5,22% en Asturias (la media de la UE-15 era del3,8%). Si relacionamos estas cifras entre sí, resultaque la proporción de personas mayores de 64 añoses un 29% mayor en Asturias que en el conjuntode España, mientras que en el caso de los mayoresde 79 años la proporción asturiana es un 34%mayor que la española.

Más aún, en Asturias, la proporción de per-sonas mayores en relación con la de jóvenes se haduplicado en los últimos doce años, de maneraque si en 1991 había 1,03 mayores de 64 añospor cada joven menor de 15, en 2003 había 2,26.De este modo, el índice de envejecimiento de lapoblación asturiana casi duplica en 2003 el nacio-nal. Si además tenemos en cuenta la menor tasade recepción de población inmigrante de Asturiasy la menor fecundidad de la población asturianaen comparación con las medias nacionales, esmuy probable que el proceso de envejecimientosea más intenso aún en las próximas décadas, yalcance cotas que representen un verdadero des-afío para las políticas y los servicios sociales de lacomunidad autónoma. De aquí el interés del aná-

A D E B A T E

JOSÉ MARÍA GARCÍAA, JOSÉ MIGUEL ARENASB, MARÍA TERESA BAZOC, MANUEL FONSECAD Y ANA MARTA GUILLÉNE

Mayores y dependencia en una sociedad muy envejecida:el caso de Asturias

A Catedrático de Sociología de la Universidad de Oviedo.

B Profesor asociado de Sociología de la Universidad deOviedo.

C Catedrática de Sociología de la Universidad del País Vasco.

D Profesor titular de Sociología de la Universidad de Oviedo.

E Profesora titular de Sociología de la Universidad deOviedo

1 Este artículo está basado en un proyecto de investi-gación llevado a cabo en la Universidad de Oviedo, dentrodel Plan Regional de I+D+I, 2001-2003. El proyecto fue diri-gido por José María García Blanco.

lisis de las características personales y sociales delas personas mayores residentes actualmente enAsturias, así como de sus demandas y necesida-des de servicios.

Este artículo se centra en el estudio de lassituaciones de dependencia funcional, con esti-mación de sus diferentes grados y formas de aten-ción entre las personas mayores en Asturias. Estádividido en tres partes. La primera de ellas se ocu-pa de la cuantificación de la dependencia en susdistintos niveles. La segunda versa sobre los tiposde atención recibida por las personas mayoresdependientes en Asturias. Finalmente, la terceraincluye un diagnóstico de la situación y recomen-daciones para la reforma de las políticas y los ser-vicios públicos.

2. Cuantificación y niveles de dependencia de los mayores

La Encuesta a la población mayor asturiana(EPMA-02)2 afronta el estudio de la discapacidaden la vida diaria aplicando una batería de pregun-tas con un listado de actividades básicas e instru-

mentales que han venido siendo utilizadas en lasprincipales investigaciones realizadas durante elúltimo decenio. Este conjunto de indicadores, quehan conseguido establecerse como un estándar enlas investigaciones sobre mayores, permite una esti-mación de las capacidades/discapacidades funcio-nales de las personas mayores en relación con lasllamadas actividades básicas de la vida diaria (AVD)e instrumentales (AIVD), así como de las eventua-les situaciones de dependencia.

Ahora bien, ¿de qué hablamos cuando deci-mos que una persona es dependiente? Una per-sona es dependiente cuando necesita de la ayu-da de otras para realizar una o varias actividadesde la vida diaria. La EPMA-02 evalúa la capacidadde las personas mayores con un listado de 18 acti-vidades, seis de ellas básicas y doce instrumenta-les (cuadro 1)3.

Los resultados del análisis de la capacidad delas personas mayores en Asturias en las 18 activi-dades quedan recogidos en el gráfico 1.

El análisis que vamos a realizar a continua-ción persigue, en primer lugar, cuantificar los efec-tos de la discapacidad sobre la realización de las acti-vidades básicas e instrumentales de la vida diaria.En función de este objetivo, y aunque resulta evi-dente una mayor dependencia y necesidad de ayu-da entre las personas con discapacidad en áreasbásicas, nuestros primeros pasos de observación delos datos no establecen una diferenciación según eltipo de actividad afectada.

Las técnicas estadísticas idóneas para estemomento de la investigación son el análisis facto-rial y de homogeneidad (Homals), por su especia-lización en la reducción de información que, comosucede en la batería de actividades, proviene deun buen número de variables. Así pues, trabaja-mos sobre toda la información disponible para

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2 Los parámetros técnicos de esta encuesta son lossiguientes:

Realización del trabajo de campo. La encuesta fuerealizada por Sondemer, S.L., durante los meses de junio yjulio de 2002, bajo supervisión del equipo de investigación.

Ámbito geográfico. Comunidad Autónoma del Prin-cipado de Asturias.

Recogida de información. Mediante entrevistas perso-nales en el domicilio de residencia de la persona encuestada.

Universo de análisis. Población mayor de 64 años resi-dente en domicilios particulares. De acuerdo con los datospadronales disponibles a comienzos de 2002, el universo deanálisis estaba formado por 221.532 personas.

Tamaño de la muestra. 822 entrevistas proporciona-les. El número de entrevistas inicialmente previstas era de788. Este número se amplió hasta 822 para poder alcanzaruna cuotas mínimas de representación de los grupos cruza-dos por sexo y edad en las áreas menos pobladas.

Error muestral. ± 3,5%, para un margen de confianzadel 95% y bajo el supuesto de la máxima indeterminación(p = q = 50%).

Procedimiento de muestreo. Selección polietápica dela persona entrevistada. Unidades primarias de muestreo(localidades oficialmente registradas en el nomenclátor) selec-cionadas de forma aleatoria proporcional para cada áreasociosanitaria del Principado de Asturias. Unidades secun-darias (hogares) seleccionadas por rutas aleatorias, y unida-des últimas (individuos), según cuotas cruzadas de sexo yedad (65 a 79 años, y 80 y más).

3 Las AVD contienen las denominadas “funcionesbiológicas esenciales” por su menor complejidad y tem-prana adquisición en el contexto del proceso de socializa-ción primaria. Asimismo, la literatura epidemiológica con-sultada demuestra que éstas suelen ser las últimas que sepierden en el proceso de envejecimiento (véase Ruigómezy Alonso, 1996). Las AIVD se refieren a un conjunto detareas más complejas, por sus exigencias de movilidad einteracción social. No obstante, es preciso advertir de lasdificultades metodológicas que surgen cuando las investi-gaciones empíricas realizadas no presentan una estanda-rización clara, al variar tanto el número de actividades,como el tipo y las categorías de respuesta que gradúan ladiscapacidad.

reducir su gran volumen a unos pocos factores,logrando así describir de forma más comprensiblelas relaciones observadas entre discapacidad ydependencia. En el cuadro 2 puede verse el resul-tado del análisis factorial realizado.

Los resultados obtenidos presentan unaestructuración de actividades de la vida diaria de laspersonas mayores en dos grandes factores. El pri-mero, con un porcentaje mayor de la varianza expli-cada (42,3%), agrupa las tareas domésticas esen-ciales de la vida diaria. Como puede observarse, lositems con más peso en la constitución del factor,por orden de importancia, son: “acudir al servicio”,“comer”, “vestirse y desvestirse”, “cuidar de suaspecto físico”, “levantarse de la cama o acostar-se”, “andar por la casa” y “bañarse o ducharse”.Éste es, por tanto, un factor que demuestra la cohe-sión de la variable AVD, y que sólo recoge las acti-vidades instrumentales “andar por la casa”, “tomarmedicamentos”, “utilizar el teléfono” y “acompa-ñar durante la noche”. El segundo factor, con unmenor porcentaje de varianza explicada (30,7%),está constituido por aquellas tareas instrumentales

que exigen una mayor capacidad funcional de movi-lidad, así como las que presuponen habilidades degestión y relación social. El mayor peso en el factorse concentra en las tareas cotidianas de “hacer lacompra”, “limpiar la casa” y “hacer la comida”, almismo tiempo que incluye las actividades de movi-lidad e interacción social: “hacer papeleos, gestio-nes, bancos”, “utilizar el transporte público”,“andar y pasear”, “subir y bajar escaleras” y, porúltimo, el “manejo del dinero”. Este factor con-centra también la dimensión cultural de la depen-dencia de buena parte de los varones mayores,cuando se trata de “hacer la comida”, “limpiar lacasa” y “hacer la compra”.

El análisis factorial, por tanto, señala la nece-sidad de distinguir aquellas personas mayores quetienen dificultades centradas en las actividadesbásicas (cuya información recoge el primer factor)porque precisan de cuidados más intensos quequienes se sitúan en el segundo, con problemasen las actividades instrumentales (gráfico 2). Eneste sentido, un primer paso para una aproxima-ción más detallada es el indicador global de capa-

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JOSÉ MARÍA GARCÍA, JOSÉ MIGUEL ARENAS, MARÍA TERESA BAZO, MANUEL FONSECA Y ANA MARTA GUILLÉN

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CUADRO 1

ENCUESTA A LA POBLACIÓN MAYOR ASTURIANA 2002 (EPMA-02)

Preguntas sobre dependencia Categorías de respuesta

AVD (Actividades básicas de la vida diaria) (6):Levantarse de la cama o acostarseVestirse y desvestirseCuidar de su aspecto físico – Las realiza sin ayudaBañarse y/o ducharseAcudir al servicioComer

AIVD (Actividades instrumentales de la vida diaria) (12):Quedarse solo durante la nocheSubir y bajar escalerasAndar por la casaHacer la comida – Las realiza sin ayuda, pero con dificultadHacer limpieza y tareas del hogar – Las realiza con ayuda de otra personaTomar medicamentos – No puede realizarlas, tiene que hacérselo alguienHacer la compra – No las realiza porque nunca lo ha hechoAndar, pasearUtilizar el teléfonoUtilizar el transporte públicoHacer papeleos, gestiones, bancosManejo del dinero

Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

cidad funcional de todas las actividades de la vidadiaria, independientemente de su adscripción abásicas o instrumentales, elaborado por Casado yLópez (2001).

El indicador aplicado a la Encuesta sobre lasoledad en las personas mayores, del Centro deInvestigaciones Sociológicas (1998), contiene tresactividades de cuidado personal (AVD) y nueve ins-trumentales (AIVD). Del análisis comparativo de losresultados de este último estudio con los que arro-ja nuestra investigación se desprende una imagende mayor independencia y autonomía funcional enlas personas mayores asturianas que en el conjun-to nacional (+7,7%). Un denominador común entreambos se encuentra en el hecho de que las perso-nas con problemas en AIVD son más numerosasque quienes precisan de ayuda tanto en AVD comoen AIVD. En nuestro estudio, ambos grupos reúnena un 26,3% de la población mayor asturiana connecesidad de ayuda en, al menos, una de las 18actividades listadas (gráfico 2).

Otra cuestión de interés radica en la menorincidencia de situaciones de discapacidad en losdatos de Asturias, tanto entre quienes son depen-dientes sólo en AIVD (-1,7%) como entre aque-llos que necesitan ayuda en AVD y AIVD (-6,1%).Este último dato es especialmente destacable,puesto que se da en el grupo con mayores res-tricciones y que, evidentemente, debería centrarel trabajo asistencial.

Conviene tener en cuenta que el menciona-do indicador global de capacidad funcional adop-ta como punto de partida una definición extensivade la dependencia. Oculta, por tanto, situacionescuantitativamente muy dispares de discapacidad,desde las personas mayores con una situación dedependencia leve hasta las que presentan un gra-do más severo de limitación de sus capacidades fun-cionales. De esta forma, se observa que, del con-junto de mayores dependientes sólo en AIVD, cercadel 40% tienen necesidad de ayuda en una de lasdoce actividades consideradas, mostrando así una

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Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 1

CAPACIDAD FUNCIONAL DE LAS PERSONAS MAYORES, RESIDENTES EN ASTURIAS, SEGÚN ACTIVIDADES BÁSICAS E INSTRUMENTALES (%)

Hacer papeleo, gestiones

100806040200

Utilizar el teléfono

Hacer la compra

Limpiar la casa

Andar por la casa

Quedarse solo noche

Acudir al servicio

Cuidar aspecto físico

Levantarse de la cama

Independiente Dependiente

10 30 50 70 90

Independiente con dificultad

discapacidad leve; y un 3,9% de individuos se si-túan con un grado de dependencia severa, al pre-cisar ayuda en nueve y más actividades (gráfico 3).

En relación con la otra categoría de depen-dencia (AVD), se advierten también diferenciasentre los individuos que la forman. Si cruzamoslos datos de las personas mayores necesitadas deayuda hasta en tres AVD con el número de AIVDen el que tienen problemas, surgen dos caracte-rísticas que merecen ser resaltadas. En primerlugar, teniendo en cuenta que el gráfico 4 debeser leído de izquierda a derecha y que la últimacategoría del eje horizontal es la que acumula eltotal de individuos con dependencia en una, dosy más de tres AVD, se aprecia que las personascon problemas en una AVD configuran un con-tingente cuantitativamente similar al de personascon dificultades en tres o más AVD, mientras quelos afectados en dos AVD constituyen un grupomucho más minoritario. Y en segundo lugar, laspersonas en situación de dependencia en una AVDpresentan un número menor de problemas enAIVD que aquellas que tienen dependencia en doso más AVD.

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JOSÉ MARÍA GARCÍA, JOSÉ MIGUEL ARENAS, MARÍA TERESA BAZO, MANUEL FONSECA Y ANA MARTA GUILLÉN

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CUADRO 2

ACTIVIDADES BÁSICAS E INSTRUMENTALES QUE REALIZAN LAS PERSONAS MAYORES DE ASTURIAS*

Factor 1 Factor 2

Acudir al servicio 0,905Comer 0,886Vestirse, desvestirse 0,877Aspecto físico: lavarse, peinarse 0,872Levantarse/acostarse de la cama 0,846Andar por la casa 0,760Utilizar el teléfono 0,717Tomar medicamentos 0,696Bañarse o ducharse 0,687Acompañar durante la noche 0,642Hacer la compra 0,889Limpiar la casa 0,869Hacer la comida 0,811Hacer papeleos, gestiones, bancos 0,732Usar el transporte público 0,713Andar, pasear 0,640Subir y bajar escaleras 0,620Manejo de dinero 0,603

* Factorial de componentes principales (73,6% de la varianza explicada). Se recogen los valores relevantes en la configura-ción de cada factor, con la excepción de aquéllos items con valores en dos factores y diferencias mínimas entre ambos.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

19,1%

73,6%7,2%

Dependiente en AVD y AIVD

Independientes

Dependiente sólo AIVD

GRÁFICO 2

PROBLEMAS DE DEPENDENCIA ENLA POBLACIÓN MAYOR ASTURIANA

AVD: Actividades básicas de la vida diaria.AIVD: Actividades instrumentales de la vida diaria.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002(EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

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Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 3

MAYORES, RESIDENTES EN ASTURIAS, DEPENDIENTES SÓLO EN LASACTIVIDADES INSTRUMENTALES DE LA VIDA DIARIA (AIVD)

15

0

25

40

Porc

enta

je d

e in

divi

duos

1

10

20

30

5

35

Número de AIVD en las que precisan ayuda

2 3 4 5 6 7 8 9 10 1211

AVD: Actividades básicas de la vida diaria. AIVD: Actividades instrumentales de la vida diaria.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 4

MAYORES, RESIDENTES EN ASTURIAS, DEPENDIENTES EN AVD Y AIVD

3.000

0

5.000

8.000

Núm

ero

acum

ulad

o de

per

sona

s (m

iles)

1

2.000

4.000

6.000

1.000

7.000

Número de AIVD

2 3 4 5 6 7 8 9 10 1211

Número de AVD 1 Número de AVD 2 Número de AVD 3

La solución a las disparidades internasobservadas en la clasificación de AVD y en la deAIVD exige un tratamiento metodológico enca-minado a la obtención de un indicador global dedependencia (IGD) que sea sensible tanto alnúmero de actividades en las que se observan difi-cultades como al tipo de ayuda que implican lastareas mencionadas. Como se ha mostrado en elcuadro 1, la EPMA-02 contiene información sobre822 personas mayores, así como sobre el gradode ayuda que necesitan para realizar 18 activida-des básicas e instrumentales. La transformaciónde este caudal de información en un indicadorsintético de dependencia lo proporciona el análi-sis de homogeneidad (Homals), que, como se hapuesto de manifiesto, permite condensar enpocos factores información obtenida con muchasvariables categóricas. Su aplicación a la batería deactividades básicas e instrumentales reduce éstasa dos factores, el primero de los cuales recoge lamayor parte de la varianza explicada. El análisisde las puntuaciones obtenidas por los sujetos dela muestra en el primer factor ofrece la virtuali-dad de ser utilizado como indicador global dedependencia: cuanto más negativo es el valor del

índice, mayor el nivel de dependencia que pre-senta la persona analizada (gráfico 5)4.

La segmentación final del primer factor delanálisis de homogeneidad finaliza, pues, con la crea-ción de un IGD que recoge una graduación en ladependencia observada. El resultado diferencia alos sujetos de la muestra en cuatro grupos: inde-pendientes (74,2%), personas en situación dedependencia leve (5,9%), moderada (14,6%) ysevera (5,4%).

La asociación significativa del IGD y las varia-bles sociodemográficas y socioeconómicas másrelevantes presenta una primera radiografía de lanecesidad de ayuda entre las personas mayoresresidentes en Asturias (cuadro 3).

Aunque es cierto que hay más mujeres inde-pendientes que hombres, la graduación que intro-duce el índice muestra que, en el camino hacia la

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Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 5

ÍNDICE GLOBAL DE DEPENDENCIA DE LASPERSONAS MAYORES DE ASTURIAS

80

0

120

180

Mile

s de

per

sona

s

-6,00

60

100

140

20

160

40

-5,00 -4,00 -3,00 -2,00 -1,00 -0,24 -0,01 0,19 0,75

Severa Moderada Leve independiente

4 Se ha aplicado a los datos muestrales el coefi-ciente de elevación para obtener una interpretación pobla-cional.

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CUADRO 3

MAYORES RESIDENTES EN ASTURIAS: ASOCIACIÓN DE FACTORES SOCIODEMOGRÁFICOSY DE SALUD CON EL INDICADOR GLOBAL DE DEPENDENCIA*

IndependienteDependencia Dependencia Dependencia

(N = 610)Leve Moderada Severa Significación

(N = 49) (N = 120) (N = 44)

Sexo:Hombres 45,3 30,6 28,3 34,1Mujeres 54,7 69,4 71,7 65,9 0,001

Edad media 72 años y 77 años y 77 años y 81 años y9 meses 6 meses 11 meses 11 meses

Estado civil:Soltero/a 9,2 8,3 7,5 6,8Casado/a 58,5 41,7 35,8 29,5Viudo/a 32,3 50,0 56,7 63,6 0,000

Estudios:No fue a la escuela 14,6 18,8 25,8 20,9Sin estudios primarios 38,3 47,9 37,5 51,2Estudios primarios 35,6 31,3 29,2 23,3Estudios medios-superiores 11,5 2,1 7,5 4,7 0,018

Convive:Solo 23,2 49,0 30,8 –Con cónyuge/pareja 37,9 20,4 20,8 18,2Con cónyuge e hijos 19,0 16,3 13,3 11,4Con hijos/nietos y familiares 16,9 10,2 23,3 40,9En casa de hijo/a y familiares 3,0 4,1 11,7 29,5 0,000

Tamaño municipio residencia:100.000 y más habitantes 37,4 22,9 42,5 40,940.000-100.000 habitantes 9,0 27,1 8,3 15,9Semi-rural: más de 3.000 hab. 25,0 10,4 30,0 11,4Rural 28,6 39,6 19,2 31,8 0,000

Salud subjetiva:Muy buena/buena 59,3 18,4 17,5 2,3Regular 35,1 53,1 43,3 20,5Mala/muy mala 5,6 28,6 39,2 77,3 0,000

Ingreso hospital:Sí 11,0 20,8 27,5 38,6No 89,0 79,2 72,5 61,4 0,000

Enfermedades crónicas con discapacidad:Sí 52,5 83,2 85,0 88,6No 47,5 16,7 15,0 11,4 0,000

Medicamentos:Media (d.e.)** 1,5 (1,3) 2,4 (1,4) 2,6 (1,6) 3,1 (1,8)

Enfermedades:Media (d.e.)** 1,8 (1,7) 3,0 (2,0) 3,1 (1,8) 3,4 (2,0)

* Porcentajes sobre la variable independiente IGD.** Desviación estándar.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

dependencia, ésta es una situación que tiene muchoque ver con la condición femenina. Aquí, evidente-mente, es muy probable que la diferencia según elgénero esté en realidad expresando, indirectamen-te, el efecto de la edad: son las personas con unaedad media de 82 años quienes forman el colectivode dependientes severos, edad que coincide con laesperanza de vida de las mujeres, ocho años por enci-ma de la de los varones asturianos (73,94)5. Además,reflejo también de la edad, la condición de indepen-dencia describe la situación de las personas mayorescasadas, de la misma forma que la dependencia seve-ra se asocia a la viudez (63,6%).

La potencialidad explicativa del indicador seobserva cuando se analiza su relación con la moda-lidad de convivencia: sólo un 3% de las personasmayores independientes vive en casa de sus hijos uotros familiares, porcentaje que asciende al 29,5para quienes presentan un grado de dependenciasevera. El tránsito a la dependencia significa, pues,la salida del hogar propio para muchas personasmayores, al exigir el apoyo intergeneracional.

Las personas que fueron a la escuela y, sobretodo, quienes accedieron a niveles educativosmedios y superiores se encuentran asociados signi-ficativamente a una situación de independencia:sólo un 4,7% está en la categoría de dependenciasevera. Este efecto precisa una matización tenien-do en cuenta la variable edad, puesto que se trata,fundamentalmente, de los mayores más jóvenes:sólo un 4% de los mayores de 84 y más años con-siguió una titulación de estudios medios y superio-res; porcentaje que aumenta al 14% entre losmenores de 70 años.

La variable territorio, construida a partir delmunicipio de residencia, mantiene una asociaciónsignificativa con la graduación del IGD. El paso de laindependencia hacia situaciones de dependencia gra-ve presenta una paradoja territorial, puesto que seobserva un crecimiento al unísono de los mayorescon residencia en poblaciones de 100.000 y demenos de 3.000 habitantes. El acceso a la depen-dencia presenta, pues, una pauta territorial diver-gente, al concentrarse en las grandes ciudades y ensus áreas de influencia, por un lado, y aumentar enlos municipios rurales con escasa población, por otro.

Las variables que miden el estado de saludde las personas encuestadas cierran la descripciónde las características básicas de la dependencia. La

percepción óptima del estado subjetivo de salud,la ausencia de ingreso hospitalario, un consumobajo y/o mínimo de medicamentos, así como elescaso padecimiento de enfermedades, mejoransustancialmente las probabilidades de los mayoresde situarse en posición de independencia vital. Ladependencia severa está, como cabría esperar,estrictamente vinculada a una mala valoración del estado de salud, a ingresos hospitalarios y alaumento de la demanda de medicación y delnúmero de enfermedades crónicas6.

La construcción de un continuum con 6 acti-vidades básicas y doce instrumentales nos introdu-ce en la parte final de nuestro análisis (gráfico 6).La elaboración del indicador permite clasificar y dife-renciar a las personas mayores en función de la posi-ción que ocupan a partir del binomio independen-cia/dependencia. La fusión de 18 variables obtieneel resultado de seis situaciones, excluyentes entresí, sin perder de vista el gradiente implícito en lasdistintas posiciones. El elemento que subyace en laclasificación es la distinción entre las situaciones dedependencia en actividades básicas de la vida coti-diana, con una mayor exigencia y necesidad de ayu-da, y las situaciones de dependencia sólo en activi-dades instrumentales.

Los resultados indican que:

– Un 59% de las personas mayores está enuna disposición de independencia completa, esdecir, sin elementos de dificultad en la realizaciónde toda la batería de actividades básicas e instru-mentales.

– Un 15% de mayores tiene dificultad pararealizar al menos una de las 18 actividades listadas.

– El salto siguiente nos sitúa ya en el campode la dependencia, aunque ésta sea moderada ensu primer momento. Se trata de un 9% de mayo-res que, como mínimo, necesitan ayuda para la rea-lización de una o más actividades instrumentales.

– La dependencia se agrava para el 10% demayores dependientes en actividades instrumenta-les y con dificultades en una o más básicas e ins-trumentales.

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5 De acuerdo con el Padrón a 1 de enero de 2002del INE.

6 A efectos de contraste de nuestros resultados,hemos aplicado el indicador de medida global de capaci-dad funcional de Ruigómez y Alonso (1996) a la EPMA-02. En líneas generales, se mantienen las pautas expues-tas anteriormente, sin que se observen desviacionessignificativas.

– Los dos últimos colectivos agrupan a un7% de las personas encuestadas (unas 16.000, entérminos absolutos), y tienen un denominadorcomún: a la necesidad de ayuda en tareas de movi-lidad espacial e interacción social se añaden pro-blemas con una o más actividades básicas y, porsupuesto, mayor necesidad de ayuda suplementa-ria de otras personas para su realización. Un 5%comienza, además, a expresar dificultades en unao más actividades instrumentales y básicas, for-mando el grupo más expuesto a situaciones dedependencia severa.

Como puede observarse en el cuadro 4, losresultados de la aplicación del indicador en su rela-ción con las variables de posición socioeconómicay de salud se sitúan en la línea explicativa de losobtenidos anteriormente.

Una vez clarificado cuantitativamente el pano-rama de la dependencia de las personas mayores enAsturias, completamos nuestra aproximación con unanálisis de los rasgos básicos del perfil social de ladependencia en actividades instrumentales, situaciónen la que, según se ha expuesto, se encuentra un26,2% de la muestra; porcentaje que equivaldría aunas 58.000 personas mayores residentes en Astu-rias con necesidad de ayuda en una o más tareas demovilidad espacial e interacción social.

3. La atención recibida por los mayores dependientes

La EPMA-02 contiene una serie de pregun-tas dedicadas exclusivamente a las personas mayo-res con necesidad de ayuda en una o más activida-des básicas e instrumentales. En concreto, al 26%de las personas mayores que constituyen el colec-tivo de dependientes en actividades básicas y/o ins-trumentales se les preguntó si reciben esa ayudaque necesitan, quién es la (primera y segunda) per-sona que la proporciona y la frecuencia con la quese obtiene. Asimismo, la encuesta aporta dos indi-cadores adicionales: las horas que dedican, por tér-mino medio, cada día los cuidadores, y la edad apartir de la cual se comenzó a necesitar ayuda deotras personas.

El primer dato destacable es que las perso-nas que necesitan ayuda la reciben por medio detres tipos de cuidadores: la ayuda informal defamiliares (cónyuge, hija(o) y otros familiares), laatención domiciliaria y otros dispositivos (comocentros de día) de carácter público, y finalmente,la asistencia privada (empresas y particulares queoperan en el sector de servicios de ayuda perso-nal).

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AVD: Actividades básicas de la vida diaria. AIVD: Actividades instrumentales de la vida diaria.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 6

MAYORES RESIDENTES EN ASTURIAS: EL CONTINUUM INDEPENDENCIA-DEPENDENCIA

Independiente59%

Dependiente AVD-AIVDy dificultades

5%

DependienteAVD-AIVD

2%Dependiente sólo AVD ydificultades en AVD

o AIVD10%

Dependientesólo AIVD

9%

Leve AVD-AIVD15%

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CUADRO 4

MAYORES RESIDENTES EN ASTURIAS: ASOCIACIÓN DE FACTORES SOCIODEMOGRÁFICOSY DE SALUD CON EL CONTINUUM INDEPENDENCIA-DEPENDENCIA*

Dificultades Dependiente DependienteDependiente

Indepen-en AVD

DependienteAIVD y en AVD

en AVDdiente

y AIVDAIVD

dificultades y AIVDy AIVD y Significación

(N = 486)(N = 119)

(N = 75)(N = 82) (N = 19)

dificultades(N = 40)

Sexo:Hombres 48,4 26,2 47,4 20,5 42,1 26,8Mujeres 51,2 73,9 52,6 79,5 57,9 73,2 0,000

Edad media 72 años 76 años 75 años 76 años 80 años 83 añosy y y y y y

2 meses 2 meses 9 meses 6 meses 7 meses 5 meses

Estado civil:Soltero/a 10,7 5,9 5,3 6,1 10,5 5,0Casado/a 59,1 47,1 55,3 39,0 26,3 27,5Viudo/a 30,2 47,1 39,5 54,9 63,2 67,5 0,000

Convive:Solo 23,2 34,5 21,1 34,1 5,3 5,1Con cónyuge 37,6 35,3 34,2 19,5 15,8 12,8Cónyuge e hijos 19,7 11,8 17,1 17,1 10,5 15,4Hijos/nietos/fams. 16,2 16,0 19,7 19,5 52,6 41,0En casa de hijo/a 3,3 2,5 7,9 9,8 15,8 25,6 0,000

Tamaño municipio residencia:+ 100.000 habs. 37,0 43,7 36,0 35,4 26,3 32,540.000-100.000 9,0 5,0 17,3 15,9 15,8 15,0Semi-rural 24,6 25,2 25,3 28,0 10,5 12,5Rural 29,4 26,1 21,3 20,7 47,4 40,0 0,000

Salud subjetiva:Muy buena/buena 64,7 31,1 32,0 12,2 10,5 10,0Regular 31,1 48,7 52,0 41,5 31,6 32,5Mala/muy mala 4,1 20,2 16,0 46,3 57,9 57,9 0,000

Ingreso hospital:Sí 9,7 15,8 19,7 33,7 31,6 35,0No 90,3 84,2 80,3 66,3 68,4 65,0 0,000

Enfermedades crónicascon discapacidad:Sí 46,5 80,7 26,7 13,4 10,5 10,0No 53,5 19,3 73,3 86,6 89,5 90,0 0,000

Medicamentos:Media (d.e.)** 1,4 (1,5) 2,0 (1,3) 2,0 (1,2) 3,0 (1,7) 2,7 (1,8) 2,6 (1,6)

Enfermedades:Media (d.e.)** 1,6 (1,6) 2,6 (1,7) 2,2 (1,5) 3,6 (2,2) 3,7 (2,0) 3,1 (1,5)

* Porcentajes sobre la variable independiente continuum independencia-dependencia.** Desviación estándar.AVD: Actividades básicas de la vida diaria. AIVD: Actividades instrumentales de la vida diaria.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

A partir de la identificación del primer y, siexiste, segundo cuidador, hemos elaborado unatipología de actores implicados en la provisión deayuda. El gráfico 7 viene a confirmar en Asturias unhecho bien conocido por las investigaciones deámbito nacional: la ayuda informal de la familia esla fuente principal de atención y cuidado de losmayores dependientes. En concreto, más del 70%de las personas mayores dependientes recibe exclu-sivamente el apoyo informal de la familia, y el res-tante 30% lo complementa con recursos extrafa-miliares, privados y públicos.

La cobertura de los recursos públicos alcan-za a un 10% de mayores dependientes, aunquemás de la mitad acompaña la atención de los ser-vicios sociales públicos con apoyo informal de lafamilia. La cobertura de los servicios asistencialesprivados alcanza una cifra bastante mayor que lade los públicos: el 19%, es decir, casi el doble. Ade-más, en dos terceras partes de estos casos (un12,3% de la muestra), la asistencia privada lo es deforma exclusiva (tres veces más que en el caso dela asistencia pública).

La diferenciación entre actividades básicas einstrumentales resulta esclarecedora para calibrarlas zonas de especialización según la tipología decuidadores construida. Como puede observarse enel gráfico 8, la familia es la gran protagonista dela ayuda que reciben las personas mayores condependencias funcionales básicas e instrumenta-les. Esta centralidad de la familia como provee-dora de ayuda se hace más visible en las tareasbásicas que en las instrumentales, es decir, preci-samente en las actividades que exigen una mayordisponibilidad de tiempo y esfuerzo de los cuida-dores. Así pues, es la familia (el cónyuge, las hijasy los hijos) la que asiste en la “comida”, “ir al ser-vicio”, “bañarse” y, finalmente, “cuidar del aspec-to físico (lavarse y peinarse)”. Ahora bien, cuandola dependencia es más severa, los cuidados fami-liares se complementan con la asistencia pública oprivada. La necesidad de ayuda para “vestirse ydesvestirse”, “levantarse de la cama o acostarse”y el problema de “quedarse solo(a) durante lanoche” abren el camino al modelo mixto de cui-dados y, por tanto, al incremento de la asistenciadomiciliaria pública y privada.

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Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 7

AYUDA RECIBIDA EN EL HOGAR POR MAYORES DEPENDIENTES, RESIDENTES EN ASTURIAS

Sólo SPAD

80604020100

4,1

AI + SPAD

Sólo ADP

AI + ADP

Sólo AI

705030

Porcentaje de personas

AI: Apoyo informal. ADP: Atención domiciliaria privada. SPAD: Servicios públicos de ayuda a domicilio

6,1

12,3

6,7

70,8

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AI: Apoyo informal. ADP: Atención domiciliaria privada. SPAD: Servicios públicos de ayuda a domicilio.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 8

NECESIDAD DE AYUDA DE LOS MAYORES DEPENDIENTES, RESIDENTES EN ASTURIAS

1) Máxima necesidad de ayuda en actividades básicas, según la tipología de cuidados recibidos

2) Máxima necesidad de ayuda en actividades instrumentales, según la tipología de cuidados recibidos

Cama Vestirse/desvestirse Aspecto físico Bañarse Acudir servicio Comer

Quedarse noche Subir/bajar escalera Andar casa Hacer comida Limpiar casa Medicamentos

Hacer compra Andar/pasear Teléfono Transporte público Papeleos, bancos Manejo dinero

67,6 65,8

72,1 73,9 76,2 76,5

18,913,2

9,3 6,5 5,92,6 4,3

13,518,4 16,3

13,019,0 17,6

67,664,1

82,4

60,256,3

68,4

13,510,3 11,8 10,7 10,9

18,4

5,410,3 11,7

16,010,8

15,4

5,911,7 10,1

13,25,8 6,7

69,464,4

86,7

66,772,2

8,213,3

8,3

16,08,9 8,39,4 6,7

16,7 16,720,0

2,4 2,2

56,0

5,66,7 8,05,610,6 11,1

Sólo AI AI + ADP Sólo ADP AI + SPAD Sólo SPAD

La dependencia instrumental mantiene la ten-dencia a compaginar los cuidados informales de lafamilia con la entrada de recursos públicos o priva-dos. Esta tendencia irrumpe con claridad entre lasactividades instrumentales que implican una ayudapara facilitar la movilidad espacial (“andar, pasear”,“subir y bajar escaleras”, “transporte público”) y larealización de necesidades básicas cotidianas (“lim-piar la casa”, “hacer la comida”, “manejo del dine-ro”). Aquí la ayuda familiar se retrae en favor de unincremento del apoyo extrafamiliar, público y priva-do, que parece indicar una especialización funcionalde los recursos públicos y privados en la asistenciadomiciliaria que “limpia la casa” y “hace la comida”.

Se ha calculado, asimismo, la masa total detiempo de ayuda7 que invierten a diario los cuidado-res de las personas mayores dependientes. De la masatotal de tiempo de ayuda que generan las personasdependientes, el primer cuidador cubre el 83%, y elsegundo el 17% restante. Es necesario subrayar aquí,de nuevo, el papel de la ayuda familiar, que absorbela mayor parte del tiempo ocupado en el cuidado delas personas mayores dependientes; destaca, en con-creto, la carga que asumen hijas y cónyuge, así comola implicación que se observa de la categoría “otrosfamiliares” (nueras, yernos y otros), superando eltiempo de ayuda de los hijos (varones). Por el con-trario, los servicios privados y públicos presentan unamenor contribución en el gasto total de tiempo; lla-ma, en cualquier caso la atención, la mayor presen-cia relativa de los recursos privados (cuadro 5).

El gráfico 9 diferencia el tipo de ayuda ycuantifica, en porcentajes, el tiempo invertido porel primer y segundo cuidador, confirmando la pau-ta descrita: entre el cónyuge y la hija de la personadependiente asumen casi el 60% del tiempo ocu-pado (tanto si ejercen de primer cuidador como silo hacen de segundo) en ambos casos, porcentajeque se eleva al 82,7% para el primer cuidador y al91,2% en el segundo para el total de la ayudainformal, es decir, cuando a la ayuda prestada porel cónyuge y la hija de la persona dependiente seañade la atención que procuran el hijo, otros fami-liares y vecinos.

El cómputo global del promedio de los cui-dados informales se sitúa en 5 horas y 21 minutos,por encima de la media de ayuda de los serviciosprivados (4 horas y 49 minutos), y muy por encimade los públicos (2 horas y 13 minutos).

La desviación más alta con respecto a lamedia la obtiene la ayuda informal del cónyuge,que se configura como el actor más implicado enrazón a la carga asumida, con un promedio de 8horas y 54 minutos al día. La hija o las hijas obtie-nen un promedio mucho más ajustado en la ayudade ambos cuidadores (4 horas y 54 minutos).

Finalmente, la EPMA-02 incluye una pregun-ta para todas las personas mayores dependientesrelativa a la edad en la que comenzaron a precisarla ayuda de otras personas. El objetivo consiste enelaborar un indicador cuantitativo del número deaños en situación de dependencia. El gráfico 10 pre-senta los resultados más relevantes del indicador.Destaca la relación que se observa entre la duraciónde la situación de dependencia y el tipo de ayudarecibida. El promedio del tiempo en situación dedependencia se sitúa en 7 años y 7 meses. La ayu-da informal proporcionada por la familia está vin-culada a experiencias de dependencia temporalextensas, especialmente en el caso de que sean lashijas (sobre todo) e hijos de la persona mayor quie-nes desempeñen el papel de cuidador. Ésta es unasituación en la que se atiende a personas con una

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58

7 La fórmula es: Σ (Nj1 x t1...Njj x tt) siendo j el totalde mayores con dependencia en AVD y AIVD y t el tiempodedicado por cada cuidador que proporciona ayuda.

CUADRO 5

DISTRIBUCIÓN DE LA MASA TOTALDE TIEMPO DEL PRIMER Y SEGUNDOCUIDADOR DE PERSONAS MAYORESDEPENDIENTES, SEGÚN TIPOS DE AYUDA

Proporción de tiempo de ayuda cada díaque representan (en porcentaje)

Sólo AI 68,0Cónyuge 25,6Hija 32,7Hijo 12,1Otros familiares 12,4Vecinos, porteros, amigos 1,4

AI + ADP 11,5Sólo ADP 10,6AI + SPAD 8,2Sólo SPAD 1,6

AI: Apoyo informal.ADP: Atención domiciliaria privada.SPAD: Servicios públicos de ayuda a domicilio.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64años (N = 822).

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Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 9

TIEMPO OCUPADO EN EL CUIDADO DE PERSONAS MAYORES DEPENDIENTES, SEGÚN TIPO DE AYUDA

Servicios privados

706050403020100

Servicios públicos

Vecinos

Otros familiares

Hijo

Cónyuge

13,5

Hija

Primera persona Segunda persona

4,8

3,8 4,0

1,1 2,6

13,9 5,4

9,6 24,3

23,8

34,3

34,4

24,5

AI: Apoyo informal. ADP: Atención domiciliaria privada. SPAD: Servicios públicos de ayuda a domicilio.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

GRÁFICO 10

PROMEDIO DE PERMANENCIA EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA, SEGÚN TIPO DE AYUDA

4

0

6

9

Sólo AI

3

5

7

2

8

1

Cónyuge Hija Hijo AI + ADP Sólo ADP AI + SPAD Sólo SPAD

8 años 8 años y 4 meses

5 años y 2 meses

8 años y 1 meses7 años y 8 meses

6 años y 11 meses6 años y 8 meses

4 años y 11 meses

edad elevada y que se sustenta, en buena medida,en la identidad de género de los implicados: hijasque cuidan a sus madres, después de que éstashayan cuidado de sus maridos, que, a causa de lamenor esperanza de vida de los hombres, proba-blemente hayan fallecido8.

Como se aprecia en el gráfico 10, el indica-dor deja entrever la relación entre el acceso recien-te a la dependencia y la provisión de servicios pri-vados y públicos, en ambos casos por debajo delpromedio general de ayuda. La curva traza una pen-diente de reducción desde el modelo mixto infor-mal-privado, que cuida a los mayores con más añosde dependencia y, por tanto, mayores probabilida-des de que ésta sea severa, hasta el modelo públi-co, que se caracteriza por captar pacientes con unmenor historial de necesidad de ayuda.

En resumen, en la EPMA-02 la atención quereciben los mayores dependientes (recordemos: el26% de personas encuestadas) se valora desde tresindicadores básicos: si reciben los cuidados que ne-cesitan; la(s) persona(s) que proporciona(n) ayuda ycuánta ayuda se recibe. Esta última se desagrega ena) las horas que dedican por término medio cada díalos cuidadores, y b) la edad a partir de la cual se ini-cia la dependencia de los cuidados. Los resultadospermiten formular las siguientes afirmaciones:

– La familia es la fuente principal de ayuda:más del 70% de los mayores dependientes resi-dentes en Asturias reciben el apoyo informal de lafamilia. Cuatro de cada cinco de ellos lo comple-mentan con recursos privados y públicos. La fami-lia soporta el 84% de la masa total de tiempo deayuda, destacando la carga que asumen el cónyu-ge de la persona dependiente y sus hijas, así comola implicación que se observa de la categoría “otrosfamiliares”, que superan el tiempo de ayuda pres-tado por el hijo varón.

– Los recursos públicos cubren a un 10%de los mayores dependientes, aunque más de lamitad acompañan los cuidados formales con apo-yo informal.

– Se observa un peso mayor del sector pri-vado (12,3%) respecto al público (4,1%) en la pres-tación de cuidados a dependientes. Prevalece, entodo caso, un modelo mixto que combina los cui-dados familiares y extrafamiliares.

– El promedio general de ayuda es de 5 horasy 34 minutos al día por persona dependiente. El cóm-puto global del promedio de los cuidados familiaresse sitúa en 5 horas y 21 minutos, por encima de lamedia de ayuda de los servicios privados (4 horas y49 minutos) y públicos (2 horas y 13 minutos).

– La desviación más alta respecto a la mediala obtiene la ayuda del cónyuge, que se configuracomo el actor más implicado, con un promedio de8 horas y 54 minutos al día.

Hechas todas estas consideraciones, pareceimprescindible identificar las necesidades más peren-torias de cuidados a corto plazo. En principio, pare-ce que el colectivo de personas que, a medio pla-zo, pueden ser demandantes claros de atención porparte de los servicios sociales, si no lo son ya, es elformado por quienes viven solos o únicamente consu cónyuge, y son dependientes leves o moderados.Como queda reflejado en el cuadro 6, este colecti-vo está integrado por un 15% de la poblaciónmayor de 64 años, casi la mitad del cual vive sola.

Las necesidades de cuidado y atención amedio plazo pueden aproximarse más teniendo encuenta a las personas que presentan una depen-dencia leve o moderada y que no tienen hijos vivoso no los tienen en Asturias. Un 14,6% de las per-sonas mayores encuestadas viven solas o con sucónyuge y carecen de hijos vivos (10,8%) o no lostienen en Asturias (3,8%). De ellas, presenta unadependencia leve y no tiene hijos vivos el 1,8%, ono los tiene en Asturias el 1,2%. Con una depen-dencia ya moderada (instrumental) y que no ten-gan hijos vivos se encuentra un 0,8%, al que habríaque añadir un 0,3% que, teniéndolos, no residenen Asturias. Por tanto, los datos ponen de mani-fiesto la existencia de un 4% de personas mayoresde 64 años residentes en Asturias que, padeciendouna dependencia leve o moderada y no teniendohijos (o no teniéndolos en Asturias), viven solas oúnicamente con su cónyuge. Éstas se convierten, acorto y medio plazo, en demandantes muy proba-bles de atención y cuidados por parte de los servi-cios sociales para mayores.

4. Dependencia y políticas públicas

Parece claro que la previsible evolución demo-gráfica hacia un todavía mayor envejecimiento dela sociedad española va a agudizar los problemas

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8 Hay que recordar aquí que la mayoría de personasmayores con necesidad de ayuda son mujeres (67,3%), conuna edad media de entrada en la dependencia de 78 años.

de dependencia funcional. A esta evolución de laspautas demográficas hay que añadir otra que seviene observando en la estructura laboral de lapoblación y que todavía puede acentuarse: la incor-poración de la mujer en edad activa al mercado detrabajo, con el consiguiente cambio en las condi-ciones de convivencia familiar y la posible mermade capacidad asistencial en los hogares.

Los datos resultantes de la investigación rea-lizada entre los mayores asturianos dejan bien cla-ro el deseo de las personas mayores de mantenersu independencia mientras sea posible, así como sugeneralizada preferencia por permanecer en el pro-pio hogar, contando con la asistencia de la familiay el apoyo complementario de los servicios sociales,cuando sea preciso, para atender sus necesidades.Por tanto, poner como referencia fundamental delas políticas de atención a las personas mayoresdependientes la potenciación de su permanenciaen el que es su medio habitual parece una directi-va correcta. Así se hace en las orientaciones y medi-das básicas de la política social diseñada desde laadministración autonómica asturiana, en línea conla adoptada por la inmensa mayoría de las admi-nistraciones públicas de nuestro entorno socio-polí-tico. De hecho, ninguna administración pública, nisiquiera en los países con una oferta pública másdesarrollada, se plantea en la actualidad sustituirpor completo a la familia en las tareas de cuidadode las personas mayores. Las pautas generales deactuación tienden a apoyar a las familias, con el finde conseguir mantener a las personas dependien-

tes en su entorno el mayor tiempo posible. Los ser-vicios de asistencia domiciliaria y de teleasistencia,en consecuencia, deberán adquirir de manera efec-tiva el gran protagonismo que les atribuyen los pro-gramas sociales para mayores de la administraciónasturiana, combinándose adecuadamente con laatención familiar. Ahora bien, a tal efecto parecepreciso, además, tomar en consideración no sólo lacantidad, sino también la calidad de la asistenciadomiciliaria, así como el diseño del abanico de ser-vicios incluidos en esta categoría.

En consonancia con este planteamiento, laadministración asturiana ha reconocido también lanecesidad de facilitar a las familias –hacerles másllevadera– la asunción de este papel coprotagonis-ta en la atención a las personas mayores depen-dientes. En este sentido, es preciso tomar muy seria-mente en consideración la merma que cabe esperaren la disponibilidad de las mujeres para estas acti-vidades como resultado de su previsible, y desea-ble, mayor inserción en el mundo laboral. Convie-ne tener muy presente que, a medida que ladependencia se va agravando, las personas cuida-doras necesitan un apoyo cada vez más intensopara ser capaces de hacer real también su propiaautonomía. Por eso, resultaría de la máxima impor-tancia el desarrollo efectivo de los servicios de res-piro y de apoyo psico-social para cuidadores, ya con-templados como uno de los objetivos prioritariosde la política autonómica de atención a mayores,con el fin de evitar la aparición del “síndrome delcuidador”. Del mismo modo, la oferta de cursos

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CUADRO 6

MAYORES RESIDENTES EN ASTURIAS QUE VIVEN SOLOS O ÚNICAMENTECON SU CÓNYUGE, POR GRADO DE DEPENDENCIA

Vive solo/a Vive con su cónyuge

Porcentaje Porcentaje Porcentaje PorcentajeGrado de dependencia de la del total de la del total

columna de la columna de lamuestra muestra

Independiente 56,0 14,2 65,5 21,9 36,1Leve en AIVD y AVD 20,1 5,1 16,4 5,5 10,6Dependiente en AIVD 8,1 2,1 9,1 3,0 5,1Dependiente en AIVD y dificultades en AIVD y AVD 13,9 3,5 5,8 1,9 5,4Dependiente en AIVD y AVD y dificultades en AIVD y AVD 1,9 0,5 3,3 1,1 1,6

Total 100 25,4 100 33,5 58,9

AVD: Actividades básicas de la vida diaria. AIVD: Actividades instrumentadas de la vida diaria.Fuente: Encuesta a la población mayor asturiana 2002 (EPMA-02). Base: Personas mayores de 64 años (N = 822).

Σmayores que viven

solos o concónyuge

formativos para cuidadores no profesionales debe-ría impulsarse de forma decidida. Nos referimoscon ello a cuestiones tales, por poner sólo unosejemplos, como: el conocimiento y manejo por par-te de los cuidadores no profesionales de técnicascomo el cambio postural de las personas quedeben permanecer en cama; la ayuda a la movili-dad; la realización de pequeñas curas a la atenciónsanitaria continuada (pautas de medicación, regu-lación de goteros, cambio de bombonas de oxíge-no, etc.). Todos estos aprendizajes mejoran la cali-dad de los cuidados y disminuyen la ansiedad dequien los provee.

Ante los casos de dependencia más intensa,la potenciación de la atención especializada median-te recursos “intermedios” (centros de día, aloja-mientos temporales, estancias de día en residen-cias), adecuadamente contemplada como otraactuación prioritaria de la política de mayores de laadministración autonómica, resulta de una impor-tancia crucial para aliviar a las familias. Además, elnivel de dependencia de las personas mayores y lasafecciones de salud no se mantienen constantes enel tiempo, sino que se van modificando y requierendistintos tipos de atención. El desarrollo de los ser-vicios sociosanitarios también permitirá determinarmejor la combinación de servicios de cuidado y sani-tarios requeridos para el bienestar de los mayoresen cada situación, bien sea mediante la coordina-ción entre ambas administraciones (sanitaria ysocial), bien creando un nuevo tipo de centros queofrezcan servicios combinados. Al menos, y a laespera de que esto último se convierta en una rea-lidad, el aumento del número de camas para depen-dientes severos y enfermos crónicos en centros delarga estancia y de cuidados paliativos constituyeya en el presente una prioridad.

Con respecto al apoyo a cuidadores, es pre-ciso resaltar que los pagos directos o exencionesfiscales de los que se benefician hoy día resultan,en la inmensa mayoría de los casos, de una cuan-tía económica demasiado reducida. Por otra par-te, la ya mencionada merma que cabe esperar enla disponibilidad de cuidadoras, debido a la evolu-ción del mercado de trabajo, induce a plantearsela eficacia de las políticas de conciliación de la vidalaboral y la vida familiar. España es uno de lospocos países de la UE que no cuenta aún con licen-cias remuneradas para el cuidado de familiaresdependientes. Entre otras carencias, la ley de con-ciliación de la vida familiar con el trabajo, aproba-da en 1999, produce un claro sesgo por género,ya que, dada la discriminación salarial existente, yal tratarse de licencias no remuneradas, son las

mujeres las que tienden a solicitarlas para que losingresos del hogar no se vean afectados por la pér-dida del salario más alto.

Con todo, las circunstancias resultan más gra-ves cuando la familia no existe. Es en estos casosdonde el esfuerzo en el desarrollo de servicios socia-les resulta urgente y supone, no sólo en Asturias yen España, el mayor reto al que quizá se enfrentanlos estados del bienestar en la actualidad. Por ello,y aunque se realice un gran esfuerzo en materia deatención domiciliaria, teleasistencia y adecuaciónde las viviendas y entornos, también es importantepensar en el creciente número de personas mayo-res, con grados de dependencia elevados y condi-ciones de su vivienda realmente malas, que no pue-den permanecer en sus domicilios por más tiempo.Así, el aumento del número de plazas en viviendastuteladas, “mini-residencias” y residencias resultainexcusable ya en el momento presente, y lo serámás en el futuro.

A todo lo señalado debemos añadir el aumen-to de la atribución de responsabilidades a los servi-cios sociales públicos y privados por parte de nues-tros mayores en la satisfacción de sus demandas,actuales y potenciales, conforme aumenta su nivelde ingresos y estudios. Como las nuevas cohortesde personas mayores llegarán a esta condición enlos próximos años con mayor acumulación de recur-sos en ambos aspectos, económicos y culturales,cabe anticipar que la demanda de servicios socialespara mayores aumentará; si las instituciones públi-cas no la satisfacen, la demanda se canalizará haciala oferta privada. De ahí que las políticas públicasdeban prestar atención no sólo al aumento y a lamejora de su propia oferta, sino también a la con-certación con la atención privada y al control rigu-roso de la calidad de sus prestaciones.

Bibliografía

CASADO, D. y G. LÓPEZ (2001), Vejez, depen-dencia y cuidados de larga duración, Barcelona,Fundación “La Caixa”.

RUIGÓMEZ, A. y J. ALONSO (1996), “Validez dela medida de capacidad funcional a través de lasactividades básicas de la vida diaria en la poblaciónanciana”, Revista de Gerontología, 6.

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Resumen

Desde los años noventa se están discutiendo enEspaña distintas posibilidades para la atención de per-sonas con problemas de dependencia. Mientras el deba-te continúa y se anuncia la creación de un sistema nacio-nal de dependencia en la presente legislatura, distintascomunidades autónomas han introducido programasespecíficos que tienen como objetivo no sólo aumentary mejorar la atención a este colectivo, sino también pro-mover la actividad económica en sectores concretos cre-ando lo que se ha denominado “nuevos yacimientos deempleo”. En este trabajo se expone brevemente el con-texto general del debate sobre la atención a la depen-dencia en España, para, a continuación, detallar lascaracterísticas y el funcionamiento de un programa quese ha implantado en Galicia: el cheque asistencial paramayores en situación de dependencia.

1. Debates actuales sobre las políticas de atención apersonas mayores en España

Los retos a los que se enfrentan los estadosdel bienestar son cada vez más complejos. Los ries-gos y su dimensión han cambiado de forma nota-ble en los últimos años. Por ejemplo, el envejeci-miento de la población, unido a cambios en lasdinámicas y estructuras familiares, y la crecienteincorporación femenina al mercado de trabajo hanhecho que la atención a la dependencia y la provi-sión de cuidado a personas mayores pasen de serun asunto, en buena medida, privado a uno públi-

co1. Las dimensiones de este “nuevo riesgo social”obligan a plantearse cuestiones sobre la mejor for-ma de proveer servicios de cuidado, fundamental-mente en países donde la familia constituye el prin-cipal pilar de apoyo a los mayores en situación dedependencia.

En España, si enfocamos específicamente laatención en los ancianos en situación de depen-dencia, la atención de sus necesidades se lleva acabo a través de dos sistemas diferentes (gráfico 1).En primer lugar se encuentra la atención sanitariaen hospitales y centros de atención primaria. Sucobertura es universal y sus competencias están enmanos de las administraciones central y autonómi-ca. En segundo lugar hay que mencionar los cuida-dos provistos por servicios concretos, como resi-dencias, centros de día o atención a domicilio, de lared de servicios sociales. El acceso a estos serviciosse realiza a partir de “pruebas de medios” (meanstests) que valoran la situación socioeconómica yfamiliar del individuo, se regula en los niveles regio-nal y local, y carece de un marco legislativo o de refe-rencia para todo el territorio nacional.

El debate técnico y académico relacionado conla cobertura de las necesidades que genera la depen-dencia, más concretamente la de las personas mayo-res, comenzó en España a principios de los añosnoventa, a partir de la publicación del Plan Geron-tológico Nacional 1991-2000. Sin embargo, el des-pegue de este debate, etiquetado en nuestro paíscomo “atención social a la dependencia”, y su incor-poración a la agenda política es relativamente recien-te. En relación con este tema debemos mencionar la“Ponencia para el estudio de la problemática del

CARLA RODRÍGUEZ GARCÍA*

Nuevas iniciativas en la provisiónde cuidados a las personas mayoresEl cheque asistencial de la Comunidad Autónoma de Galicia

* Investigadora del Instituto Universitario Europeode Florencia. 1 Véase el artículo de Anttonen en este mismo número.

A D E B A T E

envejecimiento de la población española”, elabora-da en 1999 por el Senado (1999), así como tambiénel libro La protección social a la dependencia, edita-do por el IMSERSO (Rodríguez Cabrero, 1999), y elinforme del Defensor del Pueblo La atención socio-sanitaria en España. Perspectivas gerontológicas yotros aspectos conexos (2001). Dichos trabajos nosolamente aportan datos concretos y abren de for-ma clara el debate sobre la dependencia, sino quetambién proponen la adopción de medidas legislati-vas para personas dependientes y la regulación delas situaciones de dependencia dentro del marco dela seguridad social. Estas recomendaciones, en espe-cial las del informe del Defensor del Pueblo, siguien-do los principios inspiradores de los modelos alemán,austriaco y luxemburgués, apuntaban en la direcciónde crear un nuevo pilar de la seguridad social. Sinembargo, estas propuestas, encaminadas a desarro-llar el artículo 41 de la Constitución1, todavía no sehan plasmado en algún avance substancial.

Antes de continuar, es importante recordarque el despegue de este debate en España seenmarca en una discusión transnacional en la queparticipan, en mayor o menor medida, todos lospaíses industrializados, y principalmente los esta-dos miembros de la Unión Europea (UE). En efec-to, el reconocimiento de los retos que plantea elenvejecimiento de la población se ha generalizadoen la segunda mitad de los noventa (por ejemplo,Pacolet et al., 1999; Consejo de Europa, 1998). Másrecientemente, la UE ha puesto de manifiesto suvoluntad de promover y desarrollar la cooperaciónen aspectos relacionados con el envejecimiento yla dependencia2. No obstante, la discusión sobreeste área de protección social es todavía incipien-te si se compara con otras, como las pensiones, laatención sanitaria o la inclusión social.

A pesar de las recomendaciones efectuadasen los estudios mencionados anteriormente, enEspaña el gobierno del Partido Popular (PP) decidióen la legislatura 1996-2000 orientar sus esfuerzospor otros derroteros, barajando la posible puesta en

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Fuente: Casado, Rico y Sabes (2002: 248).

GRÁFICO 1

LA ATENCIÓN A PERSONAS MAYORES EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA EN ESPAÑA

LIMITADA:PRUEBA DE

MEDIOS

UNIVERSAL

COBERTURA

• Gobierno  central• Comunidades  autónomas

• Comunidades  autónomas• Ayuntamientos

COMPETENCIA

ANCIANOSDEPENDIENTES

NECESIDADES

ASISTENCIASANITARIA

CUIDADOSLARGA

DURACIÓN

SERVICIOS

• Hospitales• Atención  primaria

SANITARIOS

• Residencias• Centros de día• Asistencia  domiciliaria

SERVICIOSSOCIALES

Cuidadoinformal

1 “Los poderes públicos mantendrán un régimen públi-co de seguridad social para todos los ciudadanos, que garan-tice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situa-ciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. Laasistencia y prestaciones complementarias serán libres”.

2 Véase, por ejemplo, European Commission (2001,2002) y Consejo de la Unión Europea (2003).

marcha de un seguro privado. La Ley 5/1999, queaprobaba los presupuestos para el año 2000, in-cluía un compromiso por parte del gobierno sobrela elaboración de un informe para el Congreso acer-ca del seguro de dependencia, con una propuestade regular un marco fiscal e introducir modificacio-nes normativas para el desarrollo de la provisión apartir de planes de pensiones, mutualidades de pre-visión social y compañías de seguros (Maldonado,2003: 79). En mayo de 2000 se elaboró el primerborrador del seguro privado como instrumento bási-co para la atención a la dependencia. Sin embargo,el segundo borrador, finalizado en el verano de2001, mostraba más dudas sobre la posibilidad decrear un seguro privado, y parecía más favorable ala puesta en marcha de una combinación de segu-ro privado y políticas públicas.

En abril de 2001, el Acuerdo para la mejora yel desarrollo del sistema de protección social3, fir-mado por el gobierno, el sindicato CCOO y las orga-nizaciones empresariales CEOE y CEPYME, incluía unapartado específico sobre la dependencia, estable-ciendo dimensiones básicas de acción y el compro-miso necesario entre las tres administraciones públi-cas (central, autonómica y local) para diseñar unapolítica de atención a la dependencia que garanti-zase la equidad en todo el territorio español. A suvez, este acuerdo hacía referencia a la voluntad deestablecer unas líneas de atención a la dependenciaantes del 20 de junio de 2002, compromiso que secumplió finalmente en otoño de 2003. Por otra par-te, en las nuevas recomendaciones del Pacto de Tole-do, publicadas en octubre de 2003, se exponía lanecesidad de elaborar una ley de protección a ladependencia (Congreso de los Diputados, 2003).

A pesar de que distintas opciones han esta-do y están en debate, ninguna solución clara ha sidoadoptada hasta el momento. Así, durante el man-dato del PP, las acciones del gobierno se encamina-ron fundamentalmente hacia el aumento de lasdeducciones fiscales para dependientes y sus fami-lias, y a la provisión de transferencias económicas,más que a la puesta en marcha de una acción glo-bal para la atención de las necesidades generadaspor la dependencia4. La falta de impulso a las medi-das de atención a la dependencia ha estado condi-

cionada por la convergencia de varios factores5: a lafalta de visibilidad tanto en el ámbito social comoen el político, se ha unido el hecho de que cualquierintento del gobierno central de establecer un siste-ma de dependencia que incluya el término “asis-tencia social”, o cualquier otro clasificado como deresponsabilidad exclusiva de las comunidades autó-nomas, encontraría seguramente una fuerte oposi-ción por parte de éstas. A estos factores habría queañadir que la prioridad política se ha puesto habi-tualmente en la reforma de otras áreas, como laspensiones o el mercado de trabajo. Asimismo, en elmarco de políticas de control severo del gasto públi-co y de estabilidad presupuestaria ha cobrado fuer-za la opción por medidas privatizadoras.

Sin embargo, recientemente se han puestoen marcha acciones positivas que apuntan a la posi-ble aprobación de un sistema nacional de depen-dencia en la legislatura actual (2004-2008). Unade las claves para su éxito es el apoyo por parte delgobierno del Partido Socialista Obrero Español(PSOE). Ahora bien, que la iniciativa llegue a buenpuerto no depende solamente de la voluntad delejecutivo y de los partidos que lo respaldan parla-mentariamente, sino también de las negociacionescon otros agentes sociales, los cuales finalmenteempiezan a posicionarse en la materia.

Hasta el momento, en la actual legislatura sevislumbran dos puntos positivos para la consecu-ción de este objetivo. En primer lugar, la elabora-ción y la presentación en el Congreso y el Senadodel Libro Blanco de la Dependencia, que aportainformación detallada sobre esta problemática y susposibles soluciones (IMSERSO, 2004). Este informecaracteriza las formas de dependencia siguiendo losmodelos francés y alemán, y considera que un sis-tema nacional de dependencia debería de incluirlos siguientes aspectos: universalidad en las presta-ciones; carácter público de éstas, independiente-mente de las formas de financiación y gestión;igualdad en el acceso al derecho, y cofinanciaciónpor parte de los usuarios con carácter general paratodo el territorio español. Al mismo tiempo, tam-bién aboga por la generación de empleo en estesector y postula la garantía de calidad de las pres-taciones. Por otra parte, el documento defiende la

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C A R L A R O D R Í G U E Z G A R C Í A

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3 Este acuerdo está disponible en: http:// www.tt.mtas.es/periodico/documentos/200104/doc20010409.htm.y http://www.tt.mtas.es/periodico/seguridadsocial/200104/ss20010404.htm.

4 Por ejemplo, en julio de 2003 el consejo de ministrosaprobó un crédito de 12 millones de euros para un programade promoción del cuidado de dependientes en sus hogares.

Su objetivo era el de establecer pagos que pudieran ser perci-bidos por las familias o mayores dependientes para así promo-cionar el apoyo informal y mantener a las personas el mayortiempo posible en sus domicilios (Ministerio de Trabajo y Asun-tos Sociales 25-7-2003, http://www.tt.mtas.es/periodico/).

5 Rodríguez Cabrero (2004) expone argumentossimilares.

creación de una mesa de diálogo social y concerta-ción con los agentes sociales para la discusión delas posibles medidas a llevar a cabo.

Para concluir, como argumenta RodríguezCabrero (2004), mientras que el debate se sigaretardando a escala nacional, las distintas comuni-dades autónomas continuarán aportando sus pro-pias soluciones con sus recursos limitados. Por ejem-plo, a partir de los años noventa varios gobiernosautonómicos aprobaron la segunda generación desus leyes de servicios sociales, con el propósito demejorar y desarrollar las primeras y adaptar susactuaciones a una realidad social diferente. Sinembargo, y a pesar de esfuerzos como el de la Ley1/2003 de Servicios Sociales del Principado de Astu-rias, que trata de definir el acceso a los serviciossociales como un derecho subjetivo, la característi-ca principal de estos servicios sigue siendo su mar-cado carácter asistencial. Al mismo tiempo, se hanimplantado distintos programas cuyos objetivos y/omodos de proceder parten, en ocasiones, de con-cepciones diferentes a la hora de dar respuesta alas necesidades sociales. Éste es el caso de la intro-ducción en Galicia de un mercado semi-competiti-vo a través del cheque asistencial para la atencióna mayores dependientes6. Este programa difiere ensu concepción de las propuestas dominantes, quetratan de situar las actuaciones sobre la dependen-cia en el marco de la seguridad social. A continua-ción detallaré los principales objetivos y caracterís-ticas de este programa.

2. El programa de atención a personas mayoresdependientes a través del cheque asistencial en Galicia

¿Qué es un cheque?

Planas (2002) define los cheques, tambiéndenominados vales o bonos (vouchers, en inglés),como una participación parcial o total del estado enel consumo privado de bienes o servicios que sonproducidos por empresas públicas y/o privadas. Esteinstrumento permite al ciudadano destinar los recur-sos que el estado asigna a aquella empresa u orga-nismo que le ofrezca el servicio que mejor se ade-

cue a sus necesidades. Asimismo, el ciudadano verepercutidas en su renta las decisiones de consumoen las que el precio exceda el valor de la participa-ción del estado. Un sistema de vales o cheques decompra se define como un régimen en el cual losindividuos reciben un derecho con valor monetario,básicamente una subvención, que pueden cambiarpor un bien o servicio predeterminado producidopor un conjunto de proveedores escogidos por unórgano público competente. El objetivo principal deeste tipo de instrumentos consiste en tratar de apro-ximar las decisiones del estado a las preferencias delos ciudadanos, especialmente en materia de servi-cios sociales. Al mismo tiempo, las características deeste tipo de mercados semi-competitivos permitenmejorar la eficiencia, al introducir incentivos a la ges-tión óptima de los recursos, provocando incluso unaumento de la oferta y/o la emergencia de ésta des-de la economía sumergida o informal.

El cheque asistencial para personasmayores dependientes en Galicia

El programa del cheque asistencial cons-tituye un importante cambio de organización yenfoque de la provisión de cuidados a mayoresdependientes en Galicia, una de las comunidadesautónomas con mayor porcentaje de personasmayores sobre la población total (21,7%); sólosuperado por Castilla y León, Principado de Astu-rias y Aragón, el porcentaje gallego se eleva másde cinco puntos por encima de la media nacional,que es del 17% (IMSERSO, 2004).

La puesta en marcha del programa del che-que asistencial encaja de forma bastante precisacon las ideas principales que el PP pretendió desa-rrollar durante su gobierno en Galicia, y que ibanen la línea de la nueva ética social propuesta porla política de este partido en todo el país. Para elPP, esta nueva ética, denominada nuevo concep-to de solidaridad, debía tener como objetivo lamovilización de recursos públicos y privados parala política social. En otras palabras, se fomenta-ba la provisión no-directa de servicios, divorcian-do así financiación pública y provisión del mismotipo.

Conscientes de la necesidad de dar algunarespuesta al problema de la escasa provisión de ser-vicios a personas mayores, principalmente las quesufrían algún tipo de dependencia, un grupo deprofesionales de la Consejería de Salud y ServiciosSociales del gobierno autonómico gallego comen-zó a analizar distintas experiencias ya probadas en

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6 Otras comunidades, como por ejemplo Valencia,habían introducido con anterioridad este tipo de programasaplicados a la cobertura de gastos de estancia en residencias.

otros lugares de España. Antes de lanzar el pro-grama del cheque asistencial, el Consejo Econó-mico y Social de Galicia emitió un dictamen en elque señalaba que éste no garantizaba satisfacto-riamente la equidad y no primaba las situacionesde dependencia a la hora de acceder a los servicios(Consello Económico e Social de Galicia, 1999). Porsu parte, la Confederación Galega de Empresariosapoyó de forma clara esta propuesta, no sólo porreforzar la estructura de apoyo y atención a las per-sonas mayores, sino también por incentivar la cre-ación de empresas y la ocupación dentro de losdenominados “nuevos yacimientos de empleo”7.De hecho, el gobierno autonómico había ligado elprograma al objetivo de creación de empleo y dina-mización económica en Galicia.

El fomento empresarial y de la iniciativa pri-vada en el ámbito de los servicios sociales ha reci-bido también un considerable impulso a través deuna acción concreta para la creación de centros mul-ti-asistenciales para mayores en el marco del Plan

galego de personas maiores 2001-2006 (Xunta deGalicia, 2001b). Esta acción se instrumenta a travésde la firma de un convenio con el Instituto Galegode Promoción Económica (IGAPE), y consiste en ladotación de ayudas a la iniciativa privada para esti-mular la inversión en la construcción de centros resi-denciales hasta un total de 3.000 plazas. Con esteobjetivo, el IGAPE concederá subvenciones a fondoperdido del 10% de los gastos de inversión sub-vencionables. Los recursos previstos para este finalcanzan casi once millones de euros, distribuidosdurante los años de vigencia del Plan.

Finalmente, y teniendo en cuenta el alto por-centaje de personas mayores en Galicia, la imposi-bilidad por parte de las familias de cargar con todoel peso de su atención y el deseo de aprovecharnuevos yacimientos de empleo que pueden bene-ficiar principalmente a la población femenina, elConsejo de Gobierno aprobó el 22 de junio de2000 un decreto regulando el “Programa de aten-ción a las personas mayores dependientes a travésdel cheque asistencial” (cuadro 1). El programa pre-vé ayudas públicas de tipo individual para cubrir losgastos de las personas mayores de 65 años condependencias de tipo severo8. Tiene como objetivoque estas personas alcancen una mejor atención ycalidad de vida a través del apoyo directo a ellas o

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7 Los nuevos yacimientos de empleo son aquellasactividades destinadas a satisfacer nuevas necesidades socia-les que actualmente se configuren como mercados incom-pletos, sean intensivas en empleo y tengan un ámbito deproducción/prestación definido en el territorio (Jiménez,Barreiro y Sánchez, 1998: 18). Los servicios personales y/oservicios a domicilio para personas mayores son algunas delas actividades definidas dentro de esta categoría por laUnión Europea.

8 Por dependencia de tipo severo se entiende aque-lla en la que se necesita de otra persona para la realizaciónde las actividades de la vida diaria.

CUADRO 1

REGULACIÓN DEL CHEQUE ASISTENCIALEN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE GALICIA

– Decreto 176/2000, de 22 de junio, por el que se regula el programa de atención a las personas mayo-– res a través del cheque asistencial

– Orden 5 de diciembre de 2000, que regula las ayudas económicas para la atención de personasancianas dependientes a través del cheque asistencial y la inclusión en el programa de entidadesprestadoras de servicios sociales.

– DO. Galicia 3 enero 2001, núm. 2/2001, que regula las ayudas para las personas mayores depen-dientes a través del cheque asistencial y la inclusión en el programa de las entidades prestadoras deservicios sociales

– Orden 14 mayo 2001, núm. 92/2001, que modifica la Orden 5-12-2000 (LG 2001\5), de ayudas paralas personas mayores dependientes a través del cheque asistencial y la inclusión en el programa delas entidades prestadoras de servicios sociales

Fuente: Elaboración propia.

sus familias, contribuyendo a la creación estable deempleo en el área de los servicios sociales, permi-tiendo la flexibilidad y libertad de elección de laspersonas con necesidad de servicios y el aumentode la calidad en la oferta de éstos. Se integran enel programa cuatro tipos distintos de cheques: resi-dencial, de centros de día, de ayuda a domicilio yde estancias temporales o respiro (cuadro 2).

El acceso al cheque asistencial depende delcumplimiento de las siguientes condiciones: sermayor de 65 años, estar empadronado y tener resi-dencia efectiva en cualquiera de los concejos deGalicia al menos durante el año completo inme-diatamente anterior a la formulación de la solicitud,aunque también podrán ser beneficiarios de las ayu-das los ciudadanos españoles residentes en elextranjero que tuvieran su última vecindad admi-nistrativa en Galicia, si estas personas fijasen su residencia en el territorio gallego. Sólo podrá serbeneficiario quien, además de satisfacer estas con-diciones, padezca una situación de dependencia físi-ca y/o psíquica que le haga precisar la ayuda de otrapersona para realizar las actividades de la vida dia-ria. La aplicación de este programa se lleva a caboa través de los servicios de atención primaria muni-

cipales, ante los cuales el solicitante deberá pre-sentar una serie de documentos (entre ellos, eldocumento que acredite su situación económica),así como un informe elaborado por un trabajadorsocial. En este informe, la situación social, econó-mica, física y mental de la persona mayor es eva-luada sobre la base de unos baremos preestableci-dos. La puntuación obtenida tras la evaluación esclave a la hora de acceder al programa.

El programa comenzó a ser operativo en elsegundo semestre de 2001, y su cobertura haaumentado considerablemente desde esa fecha(cuadro 3), con un presupuesto inicial para el año2001 de 2.141.507 euros, que en los dos añossiguientes se incrementaría hasta 5.138.653 y7.546.037, respectivamente9. El número de usua-rios pasó de 814 en 2001 a 2.718 en 2003. El cua-dro 3 registra el número de usuarios en cada unade las modalidades ofertadas. A continuación, enel cuadro 4 se ofrecen también datos sobre la dis-tribución por sexo, edad y nivel de ingresos de losusuarios. Como se desprende de los datos, el gru-

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CUADRO 2

EL CHEQUE ASISTENCIAL EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE GALICIA.TIPOS DE CHEQUES Y CARACTERÍSTICAS

Tipo Características

Residencial Incluye las ayudas individuales destinadas a cubrir los gastos de estancias permanentes en centros asistenciales integrados en el programa*

Centro de día Incluye las ayudas destinadas a cubrir los gastos ocasionados por cuidados de recuperación y mantenimiento de la capacidadfuncional en centros de atención diurna incluidos en el programa

Ayuda a domicilio Destinada a cubrir los gastos ocasionados por servicios profesionales de atención integral, prestados en el propio hogarfamiliar por las entidades incluidas en el programa

Estancias temporales/respiro Ayudas destinadas a financiar los gastos derivados de estancias temporales en residencias del programa por un máximo de dosmeses. Esta modalidad podrá incluir programas de formación yapoyo psicológico para los cuidadores

* En el caso del cheque residencial será requisito imprescindible no ser o haber sido residente de cualquier residencia pública o pri-vada de la tercera edad en el período de un año completo e inmediatamente anterior a la formulación de la solicitud. Fuente: Decre-to 176/2000, de 22 de junio, por el que se regula el programa de atención a las personas mayores a través del cheque asistencial.Fuente: Elaboración propia.

9 Ha de tenerse en cuenta que los datos correspon-dientes a 2001 se refieren sólo a un semestre.

po que utiliza mayoritariamente este programa esel formado por mujeres mayores de 75 años. Por loque respecta a los ingresos, cerca de la mitad de losbeneficiarios se sitúa en la categoría 450-600 eurosmensuales (gráfico 2).

Desde la perspectiva de la oferta de los ser-vicios, cabe señalar dos datos de interés. Por unlado, el número de empleos dentro de este pro-grama ha ido incrementándose intensamente,desde 334 en 2001, a 670 en 2002 y 1.166 en

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CUADRO 3

NÚMERO DE USUARIOS DEL CHEQUE ASISTENCIAL, POR MODALIDAD (2001-2003)

2001 2002 2003

Residencial 350 557 808Centro de día 33 83 173Ayuda a domicilio 425 898 1.736Estancia temporal/respiro 6 1 1

Total 814 1.539 2.718

Fuente: Xunta de Galicia (2001a, 2002, 2003).

CUADRO 4

NÚMERO DE BENEFICIARIOS DEL CHEQUE ASISTENCIAL, POR SEXO Y EDAD (2003)

Grupos Edad Hombres Mujeres Total

65-75 147 271 41875-85 381 841 1.222> 85 279 790 1.069No consta 7 2 9

Total 814 1.904 2.718

Fuente: Xunta de Galicia (2003: 79).

CUADRO 5

PROVEEDORES Y PLAZAS OFERTADAS, SEGÚN MODALIDAD DEL CHEQUE ASISTENCIAL (2002)

Número de centros* Número de plazas

Residencial 36 761Ayuda a domicilio* 59 59Centros de día 17 214Estancias temporales 4 49

* Principalmente cooperativas de mujeres en áreas rurales.Fuente: Datos proporcionados a la autora por la Dirección Xeral de Servicios Sociales (abril, 2003).

2003. Uno de los problemas iniciales residía en lapráctica ausencia de proveedores privados, lo cualrepresenta un problema importante a la hora dealcanzar uno de los objetivos de un programa deeste tipo: el aumento de la capacidad de elecciónde los usuarios. Por otro lado, el número de pla-zas ofertadas a finales de 2002 todavía quedabapor debajo de las 1.100, lo cual sugiere una ofer-ta limitada y, por tanto, ampliable en los próxi-mos años.

En resumen, ante la inexistencia de un mar-co nacional de referencia en el ámbito de los ser-vicios sociales y el retraso en la aprobación de unmarco regulador para la atención a la dependen-cia, en España han aparecido iniciativas como ladescrita aquí para el caso gallego. Aunque el pro-grama del cheque asistencial cubre sólo parcial-mente los objetivos de atención a los mayoresdependientes, todavía está escasamente extendi-do y no garantiza el acceso a todos aquellos quelo deseen, esta experiencia resulta de momentopositiva en la medida en que extiende la provisiónde servicios a personas mayores, y en que contri-buye a la creación de nuevos empleos y empresasque faciliten la ocupación en sectores hasta elmomento poco desarrollados, favoreciendo la inte-

gración laboral de determinados colectivos, comoel femenino, en distintas áreas, principalmente enzonas rurales.

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Fuente: Xunta de Galicia (2003: 79).

GRÁFICO 2

INGRESOS ECONÓMICOS DE LOS BENEFICIARIOSDEL CHEQUE ASISTENCIAL EN EUROS/MES (2003)

164Más de 900

1.4001.2001.0008006004002000

De 750,01 a 900

De 600,01 a 750

De 450,01 a 600

De 300,01 a 450

De 0 a 450

158

311

1.242

605

238

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Resumen

Cuando el lector termine de leer este artículo, 45españoles que están vivos en este mismo instante habránmuerto; quince de ellos por causas súbitas, pero 30 trasun proceso más o menos largo de dependencia que lla-mamos enfermedad terminal. Sólo diez habrán tenidoacceso a cuidados paliativos adecuados. Los restantes 20padecerán dolor y otros sufrimientos que un sistema sani-tario preparado para curar no sabrá evitar. En el siguien-te texto se repasa la situación de los cuidados paliativosde un grupo de dependientes muy específico, el de losenfermos terminales en España. Se presentan asimismolos datos de una experiencia concreta (la del Área Sanita-ria 6 de la Comunidad Autónoma de Madrid) y se anali-zan algunas de sus implicaciones teóricas y prácticas.

1. Enfermos terminales y cuidados paliativos

La fundación en 1967 del St. Christopher’sHospice en Londres por Cicely Saunders represen-ta el pistoletazo de salida del movimiento hospiceen el Reino Unido y marca el inicio de la atenciónespecializada a los enfermos terminales1. Este

ámbito de acción sanitaria recibe la denominacióngeneral, ciertamente eufemística, de “cuidadospaliativos”2. Aunque existen ejemplos muy anti-guos de instituciones dedicadas al cuidado de losmoribundos, fueron los impulsores del movimien-to hospice los primeros en poner de manifiesto quelos procedimientos de la medicina asistencial norespondían adecuadamente a las necesidades delos enfermos enfrentados a la última fase de lavida, cuando no tomaban por fines sus modernosmedios técnicos, alargando innecesaria y cruel-mente el sufrimiento de la agonía.

La forma en la que se administran los cui-dados paliativos ha variado acusadamente con eltiempo. Los hospices originales eran institucionescerradas cuyo principal propósito consistía en eltratamiento del dolor. Hoy día, la estructura bási-ca de los cuidados paliativos no es un edificio hos-pitalario aislado, sino un equipo móvil, integradoen la estructura del hospital y del centro de saludque han atendido al enfermo desde su diagnósti-co, que trata de llevar la atención al propio domi-cilio siempre que sea posible. Sin embargo, los pila-res básicos de la atención al paciente terminal nohan cambiado desde que se postularon inicial-mente; su objetivo esencial es eliminar tanto sufri-

RICARDO CUBEDO*

La dependencia de los enfermos terminales: cuidadosprofesionales y familiares

* Médico coordinador de la Unidad de CuidadosPaliativos del Área Sanitaria 6 de la Comunidad Autónomade Madrid.

1 El enfermo terminal es fácil de reconocer, perodifícil de definir. La Organización Mundial de la Salud (OMS)considera que son cinco características las que lo definen:1) padecer una enfermedad grave, progresiva e incurable;2) no responder adecuadamente a los tratamientos espe-cíficos; 3) estar afectado por una multitud de problemas ysíntomas intensos, multifocales y rápidamente cambiantes;

4) sufrir un impacto emocional severo ante la inminencia eineluctabilidad de la muerte, que se hace extensivo al cír-culo familiar, y 5) tener una esperanza de vida aproxima-damente menor a tres meses.

2 La OMS define los cuidados paliativos como unenfoque por el cual se intenta mejorar la calidad de vida delos pacientes y la familia enfrentados a la enfermedad termi-nal, mediante la prevención y el alivio del sufrimiento pormedio de la correcta valoración y el adecuado tratamiento deldolor y de otros problemas físicos, psicológicos y espirituales.

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miento como se pueda del proceso de morir, pre-servando la dignidad personal y la autonomía delmoribundo, y entendiendo que el destinatario noes el enfermo dependiente de cuidados paliativos,sino la unidad que forma con su círculo familiar.

La medicina paliativa no atiende a las causasy, por tanto, rara vez se implica en procesos diag-nósticos. En cambio, se centra en los síntomas y enel modo más simple, rápido e incruento de atajar-los. El aspecto físico es sólo una porción importan-te del trabajo con las personas en situación termi-nal. La atención a los problemas psicológicos y laresolución de escollos de tipo social forman partedel trabajo cotidiano de los equipos de cuidadospaliativos. Además de médicos y personal enfer-meril, suelen contar con psicólogos y trabajadoressociales. Los primeros, por ejemplo, se ocupan deasuntos como la depresión, la ideación suicida, lossentimientos de culpa, la negación de la proximi-dad de la muerte, el desarrollo de sentimientospatológicos entre los familiares más próximos trasel fallecimiento del enfermo o el mejor modo deinformar a los niños de la desaparición de suspadres, abuelos o hermanos. Por otro lado, los tra-bajadores sociales procuran ayudas económicas odomiciliarias cuando se necesitan, asisten con lostrámites administrativos de pensiones o herencias,o tratan de hallar recursos económicos para que losfamiliares de enfermos inmigrantes puedan viajar asu lado, situación cada día más frecuente.

Centrando la atención en los enfermos decáncer, se calcula que, en España, sólo uno de cadatres pacientes que fallecen por esta enfermedad reci-be una asistencia paliativa adecuada durante los últi-mos meses de su vida, a pesar de que sus requeri-mientos son, por lo general, simples y baratos. Lamedicina paliativa parece encontrar todavía barreraspara que su implantación llegue a ser la adecuada.Algunas de ellas son consustanciales a su propianaturaleza y la acompañan desde los primerosmomentos de su desarrollo en los años sesenta delsiglo pasado. Otras, en cambio, son reflejo de cam-bios recientes en nuestras sociedades.

Entre el primer tipo de barreras hay que con-siderar la permanente presencia de la idea de lamuerte en cualquier discusión que ronde el asuntode la enfermedad terminal. Su asociación con la ideade la propia muerte de cada cual, que nuestra cul-tura occidental se empecina en ocultar y disimular,y la connotación de “fracaso de la medicina” quearrostra, han llevado a que el problema del enfermopróximo a fallecer sea pospuesto, cuando no senci-llamente ignorado, por todos los actores relevantes,

ya sean administradores sanitarios, médicos, asocia-ciones de pacientes o grupos de presión. Hace déca-das, la gente tendía a considerar la muerte como unasunto ajeno a los médicos, propio de la familia. Tansólo esperaba del hospital que señalase el momen-to a partir del cual “la ciencia ya no podía hacernada” para trasladar rápidamente al enfermo a sucasa. La idea de una muerte deseable tenía lugar enla propia cama y rodeado de la familia. Permitir queun esposo, hermano, no digamos hijo, falleciera enel anonimato de una sala de hospital se considera-ba un borrón indeseable en la biografía familiar.

Esta representación de la muerte ha experi-mentado una revolución copernicana. Hoy día, lamuerte se ha “medicalizado”, se considera un diag-nóstico, una enfermedad, cosa de profesionales. Quela agonía y la muerte escenifiquen su drama bajo eltecho del hogar horroriza. Hasta las personas másformadas, capaces y animosas se retraen llegado elmomento y se ven a sí mismas como absolutamen-te incompetentes para atender al familiar enfermo.Se han esfumado prácticamente conocimientos yhabilidades básicos de los que generaciones previashacían uso como cosa natural (llevar a cabo el aseo,proporcionar alimentación a quien deglute con difi-cultad, bajar la fiebre, cuidar la sequedad de la piely las mucosas, curar una llaga, etc.). En buena par-te, la creciente incorporación de la mujer al merca-do de trabajo explica este retroceso.

De siempre, el cuidado de los enfermos de-pendientes ha sido tarea femenina. El ama de casaera la persona capaz de estar todo el día a la cabe-cera del doliente. El marido podía ser ingeniero ocatedrático, pero aun cuando su propia madre fue-ra la enferma, sería la esposa quien se arrogaría laautoridad y sobre quien recaería la responsabilidadde sus cuidados como cosa natural, atenta a los sín-tomas y quejas, a la higiene, al horario de las medi-caciones. Como veremos más adelante, las mujeressiguen desempeñando este papel en buena medi-da, pero desde una posición mucho más desfavo-rable, atenazadas entre las responsabilidades deatender al enfermo y a sus propios trabajos, y sin losconocimientos médicos caseros, la serenidad, lapaciencia y el buen juicio clínico que, sin alharacasni hacer el menor caso de ello, hacían valer susmadres y abuelas. Desde luego, los hombres noparecen haber compensado adecuadamente la situa-ción compartiendo lo que se podría considerar comola “más exigente de las tareas domésticas”.

Casi cualquier movimiento de la estructurasocial de las últimas décadas parece conspirar encontra del cuidado domiciliario de los enfermos

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dependientes. Por la reducción de la natalidad sonahora menos hermanos los que se pueden turnaren las labores de acompañamiento y asistencia. Lamovilidad laboral aleja a muchos de ellos. Cada vezes más frecuente encontrarse con personas mayo-res gravemente enfermas, en buena situación eco-nómica, con hijos, pero que carecen de todo apoyofamiliar, ya que aquéllos viven en ciudades alejadasy, sencillamente, no se pueden permitir desatendersus trabajos. La inmigración es el último reto. Losinmigrantes que se convierten en dependientes porenfermedad terminal se encuentran a veces en situa-ciones desesperadas, sin familia ni un domicilio conlas condiciones mínimas para la comodidad de unenfermo, carentes de dinero tanto para regresar asus países como para costear el pasaje de algúnfamiliar que los cuide. Otras veces, las dificultadesvienen de la mano de la situación ilegal del inmi-grante, de la imposibilidad de comunicarse con élen su lengua, o de su religión, que exige una seriede precauciones y ritos ante la cercanía de la muer-te que ni nuestra sociedad ni nuestro sistema asis-tencial puede proporcionarle fácilmente.

Los equipos de asistencia paliativa a domiciliopara pacientes terminales son el único instrumentoidóneo capaz de equilibrar estas tensiones y posibili-tar que, pese a todo, el tránsito de la vida a la muer-te sea lo menos malo para el enfermo y deje el recuer-do menos amargo posible en sus familiares. En elresto de este artículo se va a repasar cuál es la situa-ción de los cuidados paliativos en España; se anali-zará la experiencia concreta de un equipo de asis-tencia domiciliaria a pacientes terminales de cánceren Madrid, y se tratará de llegar a algunas conclu-siones generales relevantes, así como de esbozar algu-nas propuestas de mejora futura en este ámbito par-ticular de la asistencia a enfermos dependientes.

2. La situación de los cuidadospaliativos en España3

En1999, la Asamblea Parlamentaria del Con-sejo de Europa emitió la Recomendación 1418/1999sobre Protección de los derechos humanos y la dig-nidad de los pacientes terminales y moribundos,

instando a los países miembros a legislar a favorde esta clase de dependientes. El mismo año, elSenado español, en su sesión del 14 de septiem-bre, exhortaba al Consejo Interterritorial del Siste-ma Nacional de Salud a establecer un Plan Nacio-nal de Cuidados Paliativos. El Grupo de Trabajo delConsejo Interterritorial se formó en octubre siguien-te y elaboró el documento Plan de Cuidados Palia-tivos. Bases para su desarrollo, que se aprobó enel Pleno del Consejo del 18 de diciembre de 2000.El desarrollo de las medidas concretas, ya finaliza-das las transferencias de las competencias sanita-rias, quedó en manos de las administraciones auto-nómicas. Por desgracia, este desarrollo ha sido muyirregular, y todavía hoy la probabilidad de recibircuidados paliativos correctos depende de dóndeviva y de qué enfermedad padezca cada enfermoterminal.

Los cuidados paliativos alcanzan a los enfer-mos por cuatro vías diferentes. En primer lugarestán los equipos de atención primaria (EAP). Sonlos médicos y el personal de enfermería ordinariosde los centros de salud (los “ambulatorios”) quese desplazan al domicilio del paciente terminal. Éstaes la única prestación, por cierto, incluida en elcatálogo del Sistema Nacional de Salud4. Pero, muya menudo, los profesionales de atención primariacarecen de la formación necesaria para que la asis-tencia que prestan sea óptima y, desde luego, deltiempo y de la flexibilidad horaria necesarios, yaque han de ocuparse prioritariamente de sus con-sultorios, de ordinario ya saturados. Por otra par-te, los EAP no incluyen psicólogos ni trabajadoressociales.

En segundo lugar, los equipos de soporte deatención domiciliaria (ESAD) son unidades móvilescompuestas por un vehículo, un médico, personalde enfermería y, en algunos casos, psicólogos y tra-bajadores sociales. Dependen de las gerencias deAtención Primaria y se coordinan con los EAP. Laimplantación geográfica de los ESAD es muy hete-rogénea. Algunas comunidades, como Cataluña,Extremadura y Canarias, disfrutan de coberturasprácticamente completas. En otras, como Castilla-La Mancha, son casi inexistentes. En otros lugares,la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) porejemplo, la cobertura es parcheada y se da el casode que vecinos de la misma ciudad disponen o node esta asistencia en función del área sanitaria a laque pertenezcan.

3 Este apartado se refiere exclusivamente a los cui-dados paliativos de los enfermos adultos. Los pacientes ter-minales infantiles se atienden a través de sistemas comple-tamente diferentes y, en términos generales, la cobertura desu asistencia es mucho más completa que la de los adultosen todo el territorio nacional.

4 Real Decreto 63/1995, de 20 de enero, sobreOrdenación de Prestaciones Sanitarias del Sistema Nacio-nal de Salud.

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En tercer lugar, la Asociación Española Con-tra el Cáncer (AECC) ha sido pionera en la aten-ción a domicilio de los enfermos terminales decáncer desde 1992. Su modelo de acción consis-te en firmar acuerdos marco con las distintas áreassanitarias para crear unidades de cuidados palia-tivos domiciliarios (UCPD). Las UCPD están inte-gradas típicamente por un vehículo, un conduc-tor, un médico, una enfermera, un psicólogo y untrabajador social, cuyas retribuciones cubre laAECC. El área sanitaria proporciona la medicación,las instalaciones de oficina en un hospital o cen-tro de salud y algún médico, tanto del hospital dereferencia como de los centros de salud, que cum-ple funciones de coordinación. La primera UCPDentró en funcionamiento en 1994 y, desde enton-ces, decenas de miles de enfermos de cáncer hansido ejemplarmente atendidos en sus últimos díasgracias a la AECC.

Sin embargo, este modelo está gravado portres inconvenientes. Primero, el mero hecho detener cubierto de algún modo este tipo de asis-tencia ha desalentado a las autoridades sanitarias,ya de por sí remisas a invertir en cuidados paliati-vos, a la hora de desarrollar recursos propios, comolos ESAD, que casi nunca están presentes allí don-de hay una UCPD. El resultado es que en algunoslugares, como es notorio en el caso de Madrid, laasistencia paliativa a domicilio depende en la actua-lidad casi exclusivamente de la AECC5. Segundo,la asistencia prestada por la AECC sólo alcanza alos pacientes con diagnóstico de cáncer. En losmuchos lugares de España donde hay UCPD, perono ESAD, los enfermos terminales con diagnósti-cos como SIDA, enfermedades neurodegenerati-vas, trastornos respiratorios o insuficiencia renal sehallan, por regla general, privados de atenciónpaliativa específica. Tercero, la AECC ha ido varian-do su política de asignación de recursos durantelos últimos años. Desde el año 2000 ya no creanuevas UCPD con cargo exclusivo a sus presu-puestos. Las últimas unidades, desarrolladas en losaños 2003 y 2004, se han instituido medianteacuerdos en los que el coste de personal es com-partido progresivamente entre la Asociación y laadministración sanitaria, de manera que, en unplazo prefijado, esta última termina corriendo conla totalidad de los gastos. En algunos momentos,

incluso se ha llegado a temer sobre la intención dela AECC de abandonar por completo esta activi-dad asistencial, cancelando el programa de UCPD.Si algo así llegara a suceder antes de que el Siste-ma Nacional de Salud cubriera por completo laatención paliativa a los pacientes terminales, lasconsecuencias serían catastróficas para miles deenfermos dependientes y sus familias.

Por último, la cuarta vía de atención paliati-va a la enfermedad terminal son las unidades decuidados paliativos de agudos (UCPA). No son otracosa que unidades de hospitalización específicaspara los enfermos terminales. Ingresan a los pacien-tes con complicaciones agudas que necesitan tra-tamientos imposibles de llevar al domicilio, atien-den a enfermos sin apoyo familiar alguno, ofrecencortas estancias para brindar “un respiro” a losfamiliares que los cuidan en casa y, a menudo, sonel lugar elegido en los últimos días por algunosenfermos y sus familias. Las UCPA están atendidaspor médicos especialistas en cuidados paliativos ypersonal de enfermería habitualmente voluntario.Se suele integrar en ellas a psicólogos y trabajado-res sociales, así como a voluntarios de distintasorganizaciones humanitarias que cumplen funcio-nes como turnarse con los familiares, hacer reca-dos necesarios a quien no quiere abandonar lacabecera del ser querido ni un minuto, o leer unlibro en voz alta.

La notoria carencia de UCPA es probable-mente el problema más grave del sistema españolde cuidados al paciente terminal. Hay unidadesejemplares, como las pioneras de El Sabinal, enGran Canaria6, o la del Hospital Gregorio Mara-ñón, en Madrid, pero instituciones tan emblemá-ticas como La Paz de Madrid o el Hospital Clínicde Barcelona, por sólo poner dos ejemplos, care-cen por completo de ellas. La OMS recomienda 80camas hospitalarias dedicadas a la enfermedad ter-minal por cada millón de habitantes. La media enEspaña es de 41, pero, por ejemplo, en Castilla-LaMancha sólo hay 5, y ninguna en Murcia. La mayorparte de los enfermos terminales que no puedeno no quieren morir en sus casas se han de confor-mar con habitaciones comunes, cuando no un boxdel servicio de urgencias. La carencia de todos esosdetalles que caracterizan una buena UCPA no estrivial. Sólo puede apreciarlos en su justa medidaquien haya vivido la experiencia en la carne ajenade un ser querido. Junto con el buen control deldolor, poder disfrutar de ese conjunto de peque-

6 Hoy integrada en el Hospital Universitario Dr.Negrín.

5 Bien es verdad que, en junio de 2005, la Conseje-ría de Sanidad y Consumo de la CAM hizo público su PlanIntegral de Cuidados Paliativos de la Comunidad de Madrid,que destina 17 millones de euros a dotar a la Comunidad derecursos propios en asistencia paliativa mediante un plan dedesarrollo que finaliza en 2008.

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ñas atenciones (como habitaciones individuales,horarios de visita no restringidos, facilidades paraque los familiares duerman junto a los enfermos…)es el factor pronóstico más importante de unamuerte no traumática para el paciente y un duelonormal para las familias.

En resumen, la calidad de los cuidados palia-tivos en España es buena allí donde llega. Comose ha apuntado más arriba al discutir el papel delos ESAD, los principales defectos de los que ado-lece es la cobertura irregular, tanto en términosdiagnósticos como geográficos. En el gráfico 1 serepresentan los diagnósticos atendidos por losESAD de la CAM durante el año 2004. No sor-prende que el cáncer se lleve la palma de los cui-dados paliativos. En el recientemente presentadoinforme La situación del cáncer en España, el Ins-tituto de Salud Carlos III consignó los tumoresmalignos como la primera causa de muerte de losespañoles, con un 25,6% del total, por primera

vez por encima de las enfermedades cardiovascu-lares. Sin embargo, el desequilibrio que se obser-va en el gráfico está muy lejos de las distribucionesmejor equilibradas de los países con sistemas másexhaustivos de cuidados paliativos. Parece claro queen España los enfermos terminales de cáncer tie-nen más posibilidades de disponer de una asisten-cia paliativa correcta que los de otros diagnósticos.Merece la pena señalar que el gráfico es sólo unejemplo, y no el peor de los posibles. Los datos pre-sentados son los de la CAM y los de los ESAD, queatienden todo tipo de diagnósticos. Si se refirierana otras comunidades peor cubiertas, o incluyeranlos miles de casos atendidos por las UCPD de laAECC, el perfil de la atención todavía estaría mássesgado a favor del cáncer.

Pero quizá sea la irregularidad en la distri-bución geográfica el dato que más sorprende y dis-gusta, ya que, en esencia, distintos asegurados delmismo proveedor, el Sistema Nacional de Salud,

Fuente: Consejería de Sanidad y Consumo de la Comunidad Autónoma de Madrid (2005: 19).

GRÁFICO 1

DISTRIBUCIÓN DE ENFERMEDADES DE LOS PACIENTES TERMINALESATENDIDOS POR EQUIPOS DE SOPORTE DE ATENCIÓN DOMICILIARIA (ESAD) DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE MADRID EN 2004

20

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40

60

80

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2,4 2,4 1,2 0,9 0,5 0,3 1,3

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reciben (o no reciben en absoluto) prestacionescompletamente distintas sólo en virtud del lugarde residencia. Que esos servicios se refieran a unmomento tan delicado como el de la propia muer-te, y en situación de aguda dependencia, ensom-brece aún más la gravedad del asunto. Sería abo-minable que esta discriminación se estableciera enfunción de la raza, el sexo, la religión o el nivel derenta del enfermo. En verdad, no se alcanza porqué semejante segregación es menos escandalosacuando es el lugar del domicilio el que la dicta. Enel gráfico 2 se representa el número de habitantesque cubre cada equipo de cuidados paliativos adomicilio según la comunidad autónoma. Un equi-po por cada 150.000 ciudadanos es el objetivoseñalado como mínimo adecuado por la Organi-zación Mundial de la Salud (OMS). El gráfico 3muestra el número de unidades hospitalarias decuidados paliativos por cada millón de habitantes.Los datos de este último gráfico no son tan signi-

ficativos como los del anterior, pues no tienen encuenta el número de camas que ofrece cada uni-dad. Por otro lado, algún programa domiciliario degran calidad, como es el caso del que se ofrece enExtremadura7, compensa un menor desarrollo hos-pitalario. En todo caso, muy pocas comunidadesautónomas se acercan siquiera a la recomendaciónde la OMS de una unidad de ingreso para pacien-tes terminales en cada hospital general y 80 camaspor cada millón de habitantes. Por ejemplo, la CAMsólo dispone de 40 camas por millón. De éstas,

* Incluye ESAD y UCPD, es decir, cualquier tipo de atención domiciliaria con soporte público a enfermos terminales.Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), INE y OMS.

GRÁFICO 2

HABITANTES CUBIERTOS POR CADA UNO DE LOS EQUIPOS DE CUIDADOS PALIATIVOSA DOMICILIO EXISTENTES EN LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS (2004)*

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0

450

600

750

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7 El programa extremeño es el único que permiteque el mismo equipo atienda al paciente en su domicilio yen el hospital. Ha obtenido el premio a la excelencia de laInternational Association for Hospice and Palliative Care.Extremadura, Cataluña y Canarias disfrutan de los mejoresprogramas de asistencia a los enfermos terminales de Espa-ña. Cataluña es un ejemplo de atención domiciliaria, Cana-rias lo es de asistencia hospitalaria, mientras que Extrema-dura destaca por la integración de ambos.

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además, sólo la mitad son de titularidad pública, yrepresentan una minoría las que está disponiblespara enfermos de cualquier diagnóstico.

3. La experiencia del ÁreaSanitaria 6 de Madrid

En el año 2002, las gerencias de atención pri-maria y especializada del Área Sanitaria 6 de laCAM y la junta provincial de Madrid de la AECC fir-maron un convenio singular de colaboración paraatender a los pacientes de cáncer en situación ter-minal. Este convenio se basa en el Acuerdo Marcopara la actuación coordinada contra el cáncer, esta-blecido en 1994 entre el antiguo INSALUD y laAECC, y que ya había dado lugar a convenios simi-lares en las áreas sanitarias 2, 5, 8 y 11. Los prime-ros enfermos se atendieron a principios de 2003.

A continuación se exponen brevemente los funda-mentos del programa y sus resultados durante losprimeros 20 meses de funcionamiento8.

Teniendo como principal objetivo proporcio-nar cuidados paliativos en el domicilio a los enfer-mos terminales con cáncer, los objetivos específi-cos de la UDCP del Área Sanitaria 6 de la CAM son:1) mantener la calidad de la asistencia hasta el mis-mo momento de la muerte; 2) permitir la perma-

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de SECPAL e INE.

GRÁFICO 3

UNIDADES HOSPITALARIAS DE CUIDADOS PALIATIVOSPOR MILLÓN DE HABITANTES (2004)

0

2

4

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8 En este período de tiempo se realizaron 1.600 visi-tas a los domicilios de 286 pacientes pertenecientes a 28 muni-cipios distintos y se certificaron 236 fallecimientos. Para ellose recorrieron 35.000 Km. El Área Sanitaria 6 de Madrid estásituada al noroeste de la ciudad, llegando hasta los límites pro-vinciales con Segovia y Ávila. Incluye casi 600.000 personascon tarjeta sanitaria individual. Sólo el 24% de estas personasreside en el interior del casco urbano. Se comprende fácil-mente que esta combinación de elevado número de habitan-tes, pero gran dispersión en un amplio territorio, dificulta cual-quier intento de llevar atención médica a los domicilios.

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nencia del enfermo en su domicilio en la medida delo posible; 3) asistir a las necesidades de la familia yotros cuidadores, incluso después del fallecimiento;4) disminuir la presión asistencial sobre las urgen-cias de la Clínica Puerta de Hierro (que atiende a loshabitantes del Área 6) y sobre los centros de salud,y 5) participar en la formación continuada de los pro-fesionales de medicina y enfermería del Área encuanto a la atención de los enfermos terminales.

El programa prevé la participación coordina-da de seis agentes: el Instituto Madrileño de la Salud(IMSALUD), la AECC, los equipos de atención pri-maria del Área 6, la Clínica Puerta de Hierro (CPH),el Hospital de Guadarrama y el Hospital de la Fuen-fría. La AECC proporciona un médico, una enfer-mera, una psicóloga, una trabajadora social, un con-ductor y un vehículo. A través de las instalacionesde la CPH, el IMSALUD aporta oficinas, equipos deofimática, cualquiera de los servicios médicos quelos enfermos pudieran necesitar (fundamentalmen-te a través de sus servicios de oncología médica,oncología radioterápica y urgencias), así como todala medicación y material fungible, además de uncoordinador de programa. Los médicos y el perso-nal de enfermería de los centros de salud se coordi-nan con el equipo de cuidados paliativos para aten-der a los enfermos con mayor frecuencia. Por último,los dos hospitales colaboradores (Guadarrama yFuenfría) ofrecen unas 40 camas en total, de las que,por razones de espacio y saturación, no fue posibledisponer en la propia Clínica Puerta de Hierro.

En cuanto al esquema general de funciona-miento, los enfermos pueden ingresar en el pro-grama por cualquier vía. Lo habitual es que seanlos propios médicos de la CPH o de los centros desalud quienes lo soliciten, pero no se han excluidootras procedencias, como centros privados, servi-cios sociales o los propios pacientes o sus familiasque se hayan puesto en contacto directo con elequipo. La solicitud de inclusión es valorada por elequipo y el coordinador del programa, y se acep-tan todos aquellos casos que: 1) estén diagnosti-cados de cáncer9; 2) residan en cualquier punto delÁrea 6; 3) se enfrenten a una expectativa de vidade pocos meses a lo sumo, y 4) padezcan síntomasseveros propios de la enfermedad terminal.

En la primera visita se identifican los proble-mas físicos, psíquicos y sociales del paciente y de sus

cuidadores, se prescribe la primera pauta de medi-cación y, si es necesario, se solicita una consulta a lapsicóloga y/o a la trabajadora social. También duran-te la primera visita se elige, de entre las persona alle-gadas, a aquella con condiciones idóneas para cum-plir la función de cuidador primario. Éste se convierteasí en el interlocutor del equipo de cuidados palia-tivos, recibe la educación necesaria respecto a la asis-tencia del enfermo, se responsabiliza de la adminis-tración de la medicación y queda encargado decontactar con el equipo en caso de que sea nece-sario10. Siempre que es posible, la primera vista aldomicilio es conjunta entre el equipo de cuidadospaliativos y el médico de cabecera. Se confeccionauna historia clínica común que queda en el propiodomicilio y en la que se van consignando todos losdetalles de cada visita (nuevos síntomas, sospechasdiagnósticas, cambios de medicación, curas…). De

9 El Área 6, como otras, carece de ESAD, por lo quelos enfermos terminales por enfermedades distintas al cán-cer no reciben más atención paliativa a domicilio que la quesea capaz de brindarles el centro de salud correspondiente.

10 Del acierto de la elección del cuidador primariodepende, en buena medida, el funcionamiento correcto de laadministración de los cuidados paliativos en lo sucesivo. Con-ceptualmente, esta persona forma parte tanto del conjuntofamiliar como del propio equipo de cuidados paliativos.

43%

46%

4% 7%

Centros de salud Hospital público

Centros privados Otras procedencias

GRÁFICO 4

CUIDADOS PALIATIVOS A DOMICILIO.ÁREA SANITARIA 6 DE LA CAM.PROCEDENCIA DE LOS PACIENTES(ABRIL 2003-DICIEMBRE 2004)

Fuente: Base de datos propia.

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este modo, se asegura la continuidad de la asisten-cia y se evitan las actuaciones redundantes o con-tradictorias. Por último, durante la primera visita sedecide la frecuencia idónea de las siguientes que,como es natural, variará en función del estado clí-nico del enfermo. Las visitas médicas y de enferme-ría se mantienen hasta que acontezca la muerte, eldomicilio11 cambie de área sanitaria, o el enfermoexprese su deseo de dejar de recibir la asistencia. Laatención psicológica o social se pueden extendermás allá del fallecimiento.

El gráfico 4 indica la procedencia de los enfer-mos. Como se aprecia, tanto el hospital como loscentros de salud respondieron muy adecuadamen-te al programa. Este dato no es baladí. La expe-riencia en otras áreas indica que, si bien los hospi-tales suelen responder con entusiasmo a este tipode iniciativas (ya que se hacen cargo de un proble-ma que consume sus recursos, pero no saben biencómo atender), no sucede lo mismo en el caso delos centros de salud. Con frecuencia, los médicos

de asistencia primaria han visto en los UCPD unasuerte de competencia que invade su ámbito deacción: el domicilio del paciente.

En el gráfico 5 se puede apreciar cómo, tam-bién en cuanto al diagnóstico específico de cáncer,la mortalidad de los hombres es superior a la de lasmujeres, y su supervivencia más breve. Como se veen el gráfico 6, los diagnósticos más representa-dos, como era esperable en una muestra de enfer-mos terminales, son los que aúnan las dos carac-terísticas de prevalencia y mortalidad elevadas.Algunos cánceres muy mortales, como el de cere-bro, son poco frecuentes. Otros muy prevalentes,como los de mama o próstata, son poco habitua-les entre estos enfermos porque se trata de enfer-medades con altas tasas de curación. En cambio,tumores como los de pulmón y aparato digestivo,que aúnan el ser usuales y poco curables, apare-cen muy sobre-representados entre los enfermosde cuidados paliativos.

Los datos alusivos a los cuidadores primariosson particularmente ilustrativos respecto a los con-flictos que impone el cuidado de enfermos depen-dientes. Ya se explicó antes que la selección del cui-dador primario depende del equipo de cuidados

11 El domicilio es donde el enfermo se encuentre,aunque no necesariamente su casa. La UCPD también llegaa residencias de ancianos u hospitales privados que aceptenla coordinación con el equipo.

GRÁFICO 5

CUIDADOS PALIATIVOS A DOMICILIO. ÁREA SANITARIA 6 DE LA CAM. SEXO Y EDAD DE LOS PACIENTES (ABRIL 2003-DICIEMBRE 2004)

Hombres Mujeres

42%

58%

65

70

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Año

s

Hombres Mujeres

69

74

Fuente: Base de datos propia.

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paliativos. Para ser cuidador primario no basta conel parentesco más o menos estrecho. Tal personaha de ser aquella del entorno inmediato del enfer-mo que cumpla mejor una serie de condiciones,como capacidad física, disponibilidad horaria, com-prensión de las instrucciones, cierta resistencia antecometidos ingratos, como pueden ser la limpiezaíntima o la cura de llagas y heridas desagradables,o capacidad de mediación en los conflictos familia-res. El cuidador primario ni siquiera ha de ser nece-sariamente un miembro de la familia. Por ejemplo,en el caso de un anciano viudo, con hijos pero quetrabajan la jornada completa, atendido por una per-sona contratada para cuidarle, huelga decir sobrequién recaería la responsabilidad de los cuidadosprimarios. En realidad, la elección del cuidador sóloviene a confirmar buena parte de las veces la selec-ción implícita que ya ha realizado la familia. De estamanera, los datos que aquí se exponen sobre loscuidadores primarios reflejan, probablemente de unmodo bastante fiel, quiénes son los que, de verdad,están cuidando de los enfermos terminales en nues-tra sociedad, independientemente de que existano no programas de cuidados paliativos a domicilio.

El primer dato relevante es que la mayor par-te de los enfermos están cuidados en sus casas por

la familia (gráfico 7). Sólo una pequeña parte delos pacientes atendidos carecían de cualquier cla-se de apoyo y, por tanto, de cuidador primario.Aun cuando era frecuente que las familias contra-taran algún tipo de personal auxiliar, su cometidosolía ceñirse a labores de apoyo. Únicamente en 5de cada 100 casos era el personal contratado quienasumía la mayor parte del cuidado del enfermoterminal. La experiencia no cuantificada de losequipos de cuidados paliativos señala que la exis-tencia de enfermos solos, sin apoyo familiar de nin-guna clase, está aumentando de manera acusadadurante los últimos años.

Otro fenómeno cuyos datos no se han reco-gido de manera prospectiva, pero que resulta evi-dente, es la aparición de los inmigrantes en esteescenario. Mientras que los individuos contratadospara proporcionar un apoyo limitado en el tiemposuelen ser de nacionalidad española (típicamenteauxiliares o estudiantes de enfermería para reali-zar curas, cambiar sondas, etc), cada vez más soninmigrantes los contratados para sustituir a la fami-lia en el cuidado continuado del enfermo. Con fre-cuencia, residen en el propio domicilio durante lasemana laboral y se ocupan de una amplia gamade tareas, que incluyen aseo e higiene, cocina, cui-

Fuente: Base de datos propia.

GRÁFICO 6

CUIDADOS PALIATIVOS A DOMICILIO. ÁREA SANITARIA 6 DE LA CAM. DISTRIBUCIÓN POR DIAGNÓSTICO (ABRIL 2003-DICIEMBRE 2004)

0

10

20

30

40

Porc

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Digestivo Pulmón Leucemiay linfoma

Riñón yvejiga

Próstata Cerebro Boca ygarganta

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dados básicos de enfermería, administración y con-trol de la medicación e interlocución con el equi-po médico. El dominio del castellano parece ser unrequisito muy apreciado, de manera que casi siem-pre se trata de inmigrantes de América Latina. Casison inexistentes los procedentes de países de Euro-pa del Este, del Magreb, del África subsahariana oAsia. Por lo general, el cuidador inmigrante con-tratado permanece en su puesto durante todo elproceso de la enfermedad y la satisfacción con lacalidad de los cuidados que proporcionan es muyalta en casi todas las ocasiones, ya sea desde elpunto de vista del equipo médico, de la familia odel propio enfermo12. Es posible que en los paísesde origen de estos trabajadores extranjeros el pro-ceso de morir todavía no se haya medicalizado enel modo en el que ha sucedido en España. Quizá

por esto aún se mantienen frescas las habilidades ylos juicios precisos para cuidar en casa de un enfer-mo terminal; esos que, como más arriba se comen-tó, parecen estar desapareciendo entre nosotros.

El segundo dato sobre los cuidadores queinteresa resaltar alude a su sexo. La incorporaciónde las mujeres a puestos de trabajo extradomici-liarios ha dificultado mucho el cuidado de losenfermos en las casas. Esta dificultad se pone demanifiesto de la manera más acusada cuando laenfermedad es tan exigente de tiempo y cuidadoscomo lo es el cáncer en situación terminal. El ale-jamiento de las mujeres de las cabeceras de losenfermos no se ha compensado en absoluto poruna aproximación de los hombres. En el gráfico 8se aprecia cómo más de las dos terceras partes delos pacientes atendidos por la UCPD del Área 6 dela la CAM han sido atendidos por mujeres. En rea-lidad, el gráfico no da cuenta de la verdadera mag-nitud de la situación, pues en la mayoría de loscasos de mujeres cuidadoras también había hom-bres en el entorno familiar que hubieran podidohacerse cargo. En cambio, cuando el cuidador eraun hombre, se trataba frecuentemente de la úni-ca posibilidad, como sucedía, por ejemplo, en elcaso de los matrimonios sin hijos, con todos loshijos fuera de la provincia de Madrid, o viudos yviudas con descendencia exclusivamente varonil.El segundo esquema del gráfico 8 cruza los sexosde los cuidadores con el de los enfermos, y resul-ta muy ilustrativo. Cuando el enfermo es un hom-bre, la cuidadora es una mujer en más del 80% delos casos. Pero cuando la enferma es mujer no seinvierte la tendencia, ya que la mayoría de las cui-dadoras son, asimismo, mujeres. Dicho llanamen-te, cuando enferma el esposo le cuida su esposa,pero cuando enferma la esposa le cuida su hija,hermana o nuera.

Volviendo a la labor realizada por la UCPDdel Área 6 durante sus primeros veinte meses defuncionamiento, los datos recogidos muestran quela primera visita tuvo lugar en una horquilla detiempo que varió entre el mismo día de la solicitudy veinticinco días después, con una media de cin-co (sin descontar los fines de semana y festivos).A pesar de que el número de solicitudes ha idoincrementándose constantemente desde la inau-guración del programa, la demora de la primeravisita ha permanecido constante en esos cinco díasde media. No ha sucedido lo mismo con el inter-valo entre las visitas. Durante el primer trimestrede funcionamiento, cada enfermo era visitado porel equipo una media de una vez cada cinco días(aparte de las llamadas telefónicas para el control

2%

93%

5%

Familiar Contratado Ninguno

GRÁFICO 7

CUIDADOS PALIATIVOS A DOMICILIO.ÁREA SANITARIA 6 DE LA CAM.CUIDADOR PRIMARIO EN EL DOMICILIO(ABRIL 2003-DICIEMBRE 2004)

Fuente: Base de datos propia.

12 No es inusual que la vinculación de estas personascon los enfermos que cuidan vaya mucho más allá de lo estric-tamente laboral. En ocasiones, la atención de los psicólogosal duelo se ha tenido que enfocar sobre el inmigrante con-tratado para cuidar del fallecido antes que sobre sus propiosfamiliares. La muestra de la que disponemos es todavíapequeña y este dato tampoco se ha recogido de maneracuantitativa, pero se diría que los enfermos atendidos por cui-dadores inmigrantes rara vez acuden al hospital para morir.

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de síntomas y las visitas coordinadas con los mé-dicos y las enfermeras de los centros de salud).Durante el último trimestre, esa media ya habíaascendido a una visita cada nueve días. Aunque lacalidad de la asistencia se ha podido mantener,compensando las visitas más frecuentes a los enfer-mos con mayor gravedad con las más espaciadasa los que gozaban de mayor estabilidad, y con-tando con una excelente colaboración de los equi-pos de asistencia primaria, el dato señala que laUCPD está alcanzando su punto de saturación, apesar de su corta andadura. Es difícil pensar queel control de los síntomas de los enfermos se pue-da mantener indefinidamente mientras las visitasse espacian cada vez más. Se impone, pues, ya lanecesidad de más equipos, ya sean UCPD o ESAD.El Plan Integral de Cuidados Paliativos de la CAM,ya referido, parece que apunta hacia la segundasolución. Esto parece lo más razonable, ya que per-mitiría extender el servicio a personas aquejadasde otras enfermedades diferentes del cáncer, peroque también generan dependencia de cuidadospaliativos.

Naturalmente, todos los pacientes recibieronasistencia médica, y la más frecuente de ellas fue elcontrol del dolor. El dolor es el síntoma más fre-cuente del cáncer terminal, el que más merma lacalidad de vida del enfermo y más enerva a sus cui-dadores. La totalidad de los pacientes recibió anal-gésicos en algún momento de su evolución, y en el

84% de los casos se recurrió a los opiáceos. Es rese-ñable que en el 60% de éstos no se recurriera aotro compuesto que la veterana morfina, unaopción más conveniente en muchas ocasiones quelos productos más modernos13.

Pero más interesantes que los datos médicosson quizá los de la atención extramédica. El 52%de las familias recibió asistencia psicológica, y el34%, atención social. Un dato revelador es que sóloen un 6% del total de casos visitados por la psicó-loga, la atención se centró exclusivamente en el pro-pio enfermo. La mayoría de las veces, la interven-ción psicológica afectó sólo a la familia (44%) o aambos (50%). Baste este dato para darse cuentade cuán cojo quedaría cualquier programa queentendiera los cuidados paliativos sólo como aten-ción médica “dura”, sin considerar otras necesida-des del enfermo o de su entorno.

Fuente: Base de datos propia.

GRÁFICO 8

CUIDADOS PALIATIVOS A DOMICILIO. ÁREA SANITARIA 6 DE LA CAM. SEXO DEL CUIDADOR PRIMARIO (ABRIL 2003-DICIEMBRE 2004)

Enfe

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Hombre Mujer

17%

43%

83%

57%

Hombre23%

Mujer77%

13 Los opiáceos son los analgésicos derivados deljugo obtenido de los capullos de la amapola de opio o ador-midera (Papaverum somniferum album). La morfina es el másconocido. Otros son la codeína, la metadona, así como otroscompuestos más modernos que se han formulado para suadministración en forma de parches. Si bien las nuevas for-mulaciones tienen sus indicaciones, la sustitución completade la morfina a la que se está asistiendo se explica, en granmedida, por la política de marketing de los laboratorios far-macéuticos. La morfina es un producto genérico desde hacedécadas, sin protección de patente ni promoción farmacéu-tica alguna.

PANORAMASOCIAL NÚMERO 2. SEGUNDO SEMESTRE. 2005

L A D E P E N D E N C I A D E L O S E N F E R M O S T E R M I N A L E S : C U I D A D O S P R O F E S I O N A L E S Y F A M I L I A R E S

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En cuanto al tiempo de prestación de asis-tencia, el programa atendió a los pacientes duran-te una media de 48 días, oscilando entre uno y311. El 61% de los enfermos falleció en su propiodomicilio, y el resto, a partes aproximadamenteiguales, en la CPH o en los hospitales colaborado-res. Antes de la puesta en funcionamiento de esteprograma, la práctica totalidad de los enfermosoncológicos era trasladada al hospital al aproxi-marse su muerte.

4. A modo de resumen,conclusiones yrecomendaciones

Los cambios demográficos y sanitarios mar-can que cada vez seamos menos quienes vayamosa morir de modo súbito, y más los que lo hagamostras un período de enfermedad terminal. Ésta tie-ne unas necesidades específicas que dependen delpropio hecho de morir, y ya no de la enfermedadconcreta que haya llevado al enfermo a tal situa-ción irreversible. Los especialistas y las estructurasmédicas que antes resultaban de utilidad son aho-ra incapaces de proveer las atenciones médicas, psi-cológicas y sociales que realmente necesitan elmoribundo y su familia. Algunos enfermos se venrechazados por el sistema sanitario en un momen-to de dependencia máxima; otros, atrapados enuna espiral de maniobras diagnósticas y terapéuti-cas altamente tecnificadas, a veces cruentas, siem-pre caras, que ni necesitan ni parecen ayudarles.

Los médicos, el personal de enfermería, lospsicólogos y trabajadores sociales especializados encuidados paliativos cuentan con los conocimientos,la experiencia, los recursos y la voluntad necesariospara atender de la mejor manera posible a estaspersonas en situación de aguda dependencia. Lohacen casi siempre en sus propios domicilios y demanera más rápida, simple y barata que cualquierotro agente sanitario. Dada la universalidad de lacuestión y la relativa sencillez de los medios paraatenderla, sorprende que sólo uno de cada tresenfermos terminales españoles reciba hoy día loscuidados paliativos idóneos.

Ya que los cuidados paliativos ahorran recur-sos económicos y de otro tipo (consultas de espe-cialistas, visitas a urgencias, ocupación de camashospitalarias…), los administradores sanitarios nocuentan con otras excusas para justificar la faltade su completa implementación que la inercia del

statu quo y cierta repulsión humana por todo lo queatañe a la muerte. Al desarrollar estos programas,harían bien en tener en cuenta una serie de cues-tiones importantes.

La primera de ellas hace referencia a las dosprincipales características de nuestro sistema desalud: la universalidad y la equidad. Será, pues, loprimordial que los cuidados paliativos lleguen atodos, y a todos por igual. Hoy día, dos barreraslo impiden. La primera es geográfica; distintasadministraciones autonómicas brindan a sus ciu-dadanos diversos grados de cuidados paliativos,desde los más completos hasta los prácticamentenulos. Sería, por tanto, aconsejable que el Conse-jo Interterritorial de Salud Pública del SistemaNacional de Salud se encargara de armonizar enla práctica los cuidados paliativos entre las 17comunidades autónomas. La segunda barrera quesepara a los enfermos terminales españoles de unaasistencia paliativa igualitaria es diagnóstica. Enefecto, los enfermos de cáncer están privilegiadosrespecto a los demás. En parte, ello se debe a queesta enfermedad genera la porción más nutrida delos enfermos terminales; en parte, también al papelpionero y ejemplar desempeñado por la AECC. Tandesventajoso es que la Administración se desen-tienda de los cuidados paliativos allí donde la AECClos asume, como que decida hacer tabula rasa yempezar de cero. Cualquier solución sensata quese proyecte al futuro con ambición de estabilidadhabría de empezar a construirse a partir de lo queya existe, y contando con lo conseguido.

También resulta imprescindible tener en cuen-ta los cambios sociales que se han operado en nues-tra sociedad y los que se van a producir en el futu-ro. La incorporación de la mujer al trabajo retribuidono sólo ha vaciado los hogares de aquella personaque siempre estaba dispuesta para el cuidado de losenfermos dependientes, sino que también ha inte-rrumpido una especie de cadena de sabiduría, trans-mitida de madres a hijas, que procuraba los cono-cimientos y el sentido común necesarios para uncometido difícil. Los datos presentados en este ar-tículo muestran que, a pesar de todo, siguen siendolas mujeres los miembros de la familia que, a tran-cas y barrancas, cuidan de los enfermos terminales.Ya se observan casos de pacientes con familia, perotan carentes de apoyo como quienes no la tienen.Ésta es una tendencia al alza y probablemente lle-gará a ser un problema, a menos que el vacío decuidadores que han dejado las mujeres se ocupe denuevo con recursos públicos o privados, y median-te la incorporación de los hombres a una tarea“doméstica” que también les corresponde.

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En este contexto, la creciente afluencia deinmigrantes muestra una doble vertiente respectoa los cuidados paliativos. Por un lado, demandanrecursos propios. Los inmigrantes también enfer-man crónica y mortalmente en nuestros países.Cuando lo hacen, presentan necesidades específi-cas, como la comunicación en su propia lengua, elrespeto a ritos y hábitos culturales o religiosos pecu-liares ante la cercanía de la muerte, la repatriaciónpropia o la inmigración de familiares. Por otro lado,la inmigración genera nuevos recursos y constituyeuna posible solución al vacío de cuidadores. Se apre-cia cada vez más cómo los inmigrantes, después deocupar otros nichos vacíos de cuidado, como el delos niños pequeños o el de los ancianos, se estántambién abriendo paso en el de los cuidados aenfermos terminales.

El diseño de programas de cuidados paliati-vos equitativos y sostenibles a escala nacionalrequiere atención a una serie de equilibrios difícilesde obtener y aún más difíciles de mantener: el equi-librio entre los recursos dedicados a las unidadesmóviles que atienden al enfermo en su domicilio ylos empleados en sostener unidades hospitalariasespecíficas para los enfermos terminales; el equili-brio entre los equipos de cuidados paliativos y losprofesionales de los centros de salud, cuya respon-sabilidad en las atenciones prestadas a domicilio espreciso respetar; pero, sobre todo, es menester cui-dar el equilibrio entre la asistencia a los pacientes ya sus familiares, entre la atención médica y la dedi-cada a los aspectos extramédicos, psicológicos ysociales. Un diseño exclusivamente enfocado a loorgánico alcanzaría a ser poco más que un serviciode reparto de morfina a domicilio.

Si se desea que la atención sanitaria de losespañoles sea la adecuada desde su nacimientohasta, también, su muerte, el desarrollo de pro-gramas de cuidados paliativos para los pacientesterminales debe entrar en la agenda de los admi-nistradores sanitarios y ser contemplado desde unaperspectiva estatal. En nuestro país, coexistencomunidades que disponen de soluciones casi ópti-mas con otras en las que este aspecto asistencialestá prácticamente sin desarrollar. La experienciade las primeras debe servir de guía a las segundas.El recientemente publicado Plan Integral de Cui-dados Paliativos de la CAM representa un paso enesta dirección que ha de saludarse. Pero convienetener en cuenta que, sin una adecuada armoniza-ción con las comunidades autónomas vecinas, seseguirá asistiendo al bochornoso espectáculo depueblos vecinos con coberturas completamente dis-pares, tan sólo por estar ubicados a ambos lados

de una línea divisoria fundamentalmente adminis-trativa. Por otro lado, estos planes deben esforzar-se en pronosticar la evolución de las necesidades yprever una flexibilidad adecuada para adaptarse aellas. La demografía española indica que la pobla-ción de enfermos terminales en situación de depen-dencia aguda va a crecer notablemente en el futu-ro. Unos recursos económicos rígidamente fijadosde antemano, la ausencia de un marco legal quepermita incorporar con agilidad a socios no-guber-namentales, o una excesiva burocratización en lacontratación de personal, podrían dar fácilmentelugar a lo que ya hemos podido observar en el casoparticular del Área 6 de Madrid: un programa biendimensionado, que debutó con un funcionamien-to ejemplar, se ha visto pronto sobrepasado por lademanda, alcanzando su punto de saturación yviéndose abocado a prestar un servicio por debajode los objetivos marcados.

Bibliografía

CONSEJERÍA DE SANIDAD Y CONSUMO DE LA CO-MUNIDAD DE MADRID (2005), Plan Integral de Cuida-dos Paliativos de la Comunidad de Madrid, Madrid.

INSTITUTO DE SALUD CARLOS III (2005), La situa-ción del cáncer en España, Madrid, Ministerio deSanidad y Consumo.

Más información sobre los temas tratados eneste artículo se puede encontrar en:

– www.secpal.org, página web de la Socie-dad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL);

– www.eapcnet.org, página web de la So-ciedad Europea de Cuidados Paliativos (EuropeanAssociation for Palliative Care);

– www.nhpc.org, página web de la NationalHospice and Palliative Care Organization de EE.UU.

Un libro clásico acerca de la enfermedad ter-minal y el proceso de morir es el de:

KÜBLER-ROSS, E. (1993), Sobre la muerte y losmoribundos, Barcelona, Grijalbo.

Sobre las cuestiones expuestas en este ar-tículo son también muy recomendables los repor-tajes de:

PÉREZ OLIVA, M. (2005), “Morir en España 1,2 y 3”, El País, 30-31 de mayo, 1 de junio.

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A D E B A T E

Resumen

“Migraciones de reemplazo” es un concepto quevincula los fenómenos de la inmigración y el envejeci-miento, haciendo referencia a los beneficios que ofre-ce la llegada de personas inmigrantes para el creci-miento y el rejuvenecimiento poblacional, así como parala relación entre población activa y pasiva. Ahora bien,el vínculo entre inmigración y envejecimiento va másallá de la tan deseada contribución demográfica. Eneste artículo se expone una nueva perspectiva queentrelaza estos dos fenómenos: los inmigrantes comoprincipales dispensadores de asistencia a los ancianosen los países de Europa del Sur. Enfocando la atenciónen España, se explora cómo surge el cuidado de ancia-nos como un yacimiento de empleo para inmigrantes.La incorporación de la mujer al mercado laboral, laspeculiaridades del sector de la economía sumergida yla deficiencia de la cobertura institucional de serviciossociales de atención geriátrica constituyen los factoresexplicativos básicos.

1. Introducción

La noción demográfica de la inmigracióncomo una solución al envejecimiento en los paí-ses desarrollados es ampliamente compartida ydivulgada desde diversas instituciones nacionalese internacionales. El alcance de esta discusión seha revelado, por ejemplo, en un reciente informede Naciones Unidas, Migraciones de reemplazo:¿una solución ante la disminución y el envejeci-miento de las poblaciones? (ONU, 2001), en el cual

los demógrafos de esta organización han llegadoa calcular y predecir el número de inmigrantes queserían necesarios en cada uno de los países euro-peos para no perder habitantes. En este artículo,sin embargo, analizo otro vínculo existente entreambos fenómenos: la inmigración como recursopara hacer frente a las carencias de un estado delbienestar que no presta suficientes servicios de cui-dado a los mayores dependientes.

Para ilustrar este argumento, comienzo estu-diando el impacto de la inmigración sobre la estruc-tura de edades de la población española. El objeti-vo consiste en cuantificar la incidencia de los flujosmigratorios actuales sobre el envejecimiento de lapoblación, con el fin de mostrar que la repercusión,además de moderada, puede ser efímera. Apoyán-dome en los últimos datos publicados por el IMSER-SO, describo la extensión de los servicios socialesdestinados al cuidado de los mayores. Los datosvisualizan un estado del bienestar caracterizado porexternalizar la atención de los ancianos hacia lasfamilias y el mercado privado.

A partir de esta constatación, examino cómose justifica la contratación de una cuidadora extran-jera. Para ello utilizo la información de veinte entre-vistas en profundidad realizadas a familias que emple-an a inmigrantes para cuidar a sus mayores. Talesentrevistas se han desarrollado en tres comunidadesautónomas: Galicia, Navarra y Cataluña. La exposi-ción finaliza explicando cómo en Europa del Sur exis-te una tendencia similar en materia de política social,al mismo tiempo que en esta región empieza a sur-gir un determinado modelo migratorio. A partir dela década de los ochenta, este espacio recibe unaimportante inmigración femenina que se asienta enun mercado laboral centrado en el sector servicios.

RAQUEL MARTÍNEZ BUJÁN*

El cuidado de ancianos:un vínculo entre la inmigración y el envejecimiento

* Profesora ayudante de Sociología de la UniversidadCarlos III de Madrid.

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R A Q U E L M A R T Í N E Z B U J Á N

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Los servicios personales, entre los que comienza adestacar el cuidado de ancianos y personas depen-dientes, se convierten así en una de las posibilidadesde empleo para estas mujeres extranjeras.

2. El impacto demográfico de la inmigración: tanesperado como efímero

Como es bien sabido, en los países desarro-llados el “problema” del envejecimiento se ha idocentrando predominantemente en la cuestión delmantenimiento del nivel de las pensiones, ante elaumento del número de pensionistas y la disminu-ción de personas en edades laborales que puedansustentar el régimen de la seguridad social a travésde las cotizaciones, que en muchos países consti-tuyen la base de pago de las prestaciones de jubi-lación. El fenómeno migratorio incidiría en estacuestión desde la aportación de los extranjeros al“ralentí demográfico”.

Los recientes resultados del Padrón a 1 deenero de 2005 confirman, en efecto, los beneficiosde la inmigración en el rejuvenecimiento poblacio-nal, aunque muy moderados. En el último siglo, elpeso de las personas mayores de 65 años ha expe-rimentado un aumento progresivo, que puede cali-ficarse de acelerado desde la década de los noven-ta hasta el año en curso, cuando se produce unaestabilidad en la proporción de este colectivo sobreel total de la población. Concretamente, el por-centaje se situaba en 1950 en un 7,2%; en 1970,en un 9,7%; en 2000, en un 16,9%; y en 2005desciende unas décimas hasta el 16,7% (cuadro 1).Parece claro que esta pequeña desaceleración por-centual del último quinquenio es consecuencia delas migraciones internacionales.

La repercusión demográfica de los extranje-ros se observa mejor si únicamente tenemos encuenta la evolución del porcentaje de la poblaciónespañola mayor de 65 años. En el año 2000, lacifra de autóctonos que sobrepasaban esa edadera de un 14,9%, y en 2005 se sitúa en un17,7%. Aunque el envejecimiento de la poblaciónautóctona es progresivo, el asentamiento de per-sonas extranjeras induce una disminución en esteproceso de un 0,2% en el último año (pasándosedel 16,9% en 2000 al 16,7% en 2005). El decre-cimiento es escaso, pero importante, porque rom-pe con la progresión que mantenían los datos des-de 1900.

Sin embargo, hay que tener en cuenta cier-tos matices. Primero, la característica principal delproceso de envejecimiento español es el aumentode personas octogenarias (el llamado envejeci-miento de “los ya viejos”), siendo este colectivo elque más crece en los últimos diez años (IMSERSO,2005). A mediados del siglo XX tan sólo el 1,0%de la población tenía 80 y más años; en el año 2000su peso proporcional alcanzaba el 3,8%, y en 2005ya se sitúa en el 4,3%. En este caso, las migracio-nes exteriores no son suficientes numéricamentecomo para revertir esta tendencia.

Segundo, las implicaciones sobre el mercadolaboral tampoco son claras. No podemos olvidarnosde que los inmigrantes también se encuentran ensituaciones de desempleo. Si la tasa de paro de losespañoles se sitúa en el segundo cuatrimestre de2004 en un 10,8%, entre los extranjeros se eleva aun 13,5%1. Ello, sin contar a los inmigrantes que seocupan dentro de la economía informal: trabajan,pero no cotizan; es decir, no realizan una aportacióneconómica directa al sistema de la seguridad social.

En cuanto a la contribución al crecimientopoblacional de la fecundidad de las mujeres inmi-grantes, no cabe obviar qué tipo de mujeres son lasque migran y cuáles son las pautas reproductivasespecíficas de su grupo social en concreto (y no lasobservables como media en sus países de origen).Migran las mujeres más preparadas, con más estu-dios, por lo que, en la mayoría de los casos, no nosencontramos en España con las más fecundas(Izquierdo y Martínez, 2000). Los índices sintéticosde fecundidad (ISF) según continente de origendifieren de los que registran las mujeres migrantesde tales continentes asentadas en España. Así, “sien África el ISF asciende a 5,1 hijos por mujer, lasmujeres africanas en España sólo alcanzan unamedia de 3,3 hijos. Si las mujeres americanas tie-nen un ISF de 2,3 hijos por mujer, las inmigrantesde este origen sólo tienen 1,6 hijos en España […].Lejos de extrapolar los comportamientos reproduc-tivos propios al lugar de destino, la fecundidad delas inmigrantes en España, y sobre todo las de ori-gen africano y americano, es menor que la de suscompatriotas que permanecen en el continente deorigen” (Oso, 2005).

Si consideramos todas estas matizaciones, qui-zá las mujeres inmigrantes no tengan tantos hijoscomo a simple vista parece y, aunque en un princi-pio puedan mantener sus tasas de fecundidad,

1 Datos elaborados a partir de la Encuesta de pobla-ción activa (INE, 2005).

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parece probable que con el devenir de los años con-verjan hacia las que se presentan en los países dedestino. Por ello, con el tiempo, habrá que contarcon el envejecimiento de los propios inmigrantes,así como también con el que ya se está generandoen determinadas zonas donde tiene lugar el retor-no de inmigrantes jubilados (españoles) y la inmi-gración de personas de más de 65 años proceden-tes de países desarrollados, que se concentran enalgunas áreas de nuestro país en busca de unamayor calidad de vida y de una vejez tranquila yociosa. El impacto demográfico de la inmigraciónque se apunta en la actualidad es, pues, ambiguo,y puede que el rejuvenecimiento de la poblaciónalcance sólo un corto recorrido.

3. El escaso nivel de desarrollode los servicios sociales de atención a personasdependientes

El considerado como “problema” del enveje-cimiento poblacional refleja tanto la pérdida de efec-tivos jóvenes como el incremento de personas mayo-res que necesitan la ayuda de una persona paradesenvolverse en su vida diaria. El crecimiento de

este colectivo, denominado “dependiente”2, y portanto con necesidades asistenciales, se está produ-ciendo de manera acusada en las últimas décadasprecisamente por ese aumento de personas octo-genarias que caracteriza al envejecimiento españoly al de buena parte de los países desarrollados.

Según la Encuesta sobre discapacidades, defi-ciencias y estados de salud (INE, 2000), en el con-junto de la población española existían, justo antesde comenzar el siglo XXI, algo más de tres millonesy medio de personas discapacitadas, lo que supo-nía alrededor del 9% de la población. Especialmentevulnerable es el grupo de población de los mayoresde 65 años (cuadro 2). Casi uno de cada cuatro(22,8%) poseía en 1999 una discapacidad para lasactividades de la vida diaria (AVD), sufriendo másde la mitad de ellos (54,9%) una discapacidad seve-ra o total. Las personas con algún tipo de discapa-cidad para las AVD que recibían asistencia perso-nal, es decir, que eran efectivamente personasdependientes de otras personas, ascendía a casi

CUADRO 1

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN MAYOR EN ESPAÑA, SEGÚN GRUPOS DE EDAD (1900-2005)

Total España 65 y más 75 y más 80 y más

Absoluto Absoluto Porcentaje Absoluto Porcentaje Absoluto Porcentaje

1900 18.618.086 967.754 5,2 264.023 1,4 115.365 0,61910 19.995.686 1.105.569 5,5 292.062 1,5 132.615 0,71920 21.389.842 1.216.693 5,7 329.196 1,5 143.014 0,71930 23.677.794 1.440.739 6,1 411.330 1,7 177.113 0,71940 25.877.971 1.690.388 6,5 512.902 2,0 222.498 0,91950 27.976.755 2.022.523 7,2 629.186 2,2 272.478 1,01960 30.528.539 2.505.165 8,2 815.433 2,7 368.975 1,21970 34.040.657 3.290.673 9,7 1.109.128 3,3 523.656 1,51981 37.683.363 4.236.724 11,2 1.577.311 4,2 725.131 1,91991 38.872.268 5.370.252 13,8 2.200.571 5,7 1.147.868 3,0 2000 40.499.790 6.842.143 16,9 2.933.184 7,2 1.545.994 3,82005 43.975.375 7.328.239 16,7 3.477.898 7,9 1.903.756 4,3

Fuente: Elaboración propia a partir de IMSERSO (2005) e INE, Padrón Municipal de Habitantes a 1 de enero de 2005.

2 Sigo aquí la definición de Rodríguez Cabrero(1999), para quien “son dependientes los que tienen talesdificultades para su cuidado personal, actividad doméstica yrelación social básica que necesitan la ayuda de un cuidadoro tercera persona de manera relativamente prolongada a lolargo del tiempo”.

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1.115.000. La cobertura pública que se ofrecía paraestas personas dependientes (bien a través de la ins-titucionalización en residencias, de los ingresos encentros de día o de la prestación de ayuda a domi-cilio) alcanzaba aproximadamente a la mitad deellas. Tanto los expertos en gerontología como losresponsables políticos mantienen en sus discursosla necesidad de ampliar los mecanismos que per-mitan a las personas ancianas desarrollarse en suentorno (INSERSO, 1993; IMSERSO, 2004b), por loque desde los años noventa las políticas públicasestán promoviendo la atención a domicilio.

¿Con qué cobertura contamos en España?Las cifras referentes a plazas para personas asis-

tidas y a la cobertura del servicio de ayuda adomicilio muestran las debilidades de los serviciossociales en el momento de atender a los másmayores. Como se ha visto, las administracionespúblicas prestan servicios a cerca de la mitad de laspersonas que tienen algún grado de dependen-cia (esto es, que reciben asistencia personal paradesenvolver sus actos diarios). Si desglosamos losdatos según el tipo de recurso asistencial (tal ycomo se muestra en el cuadro 2), el número deusuarios actuales se halla bastante lejos de alcan-zar los estándares marcados por el Plan Geronto-lógico Nacional de 1992 (INSERSO, 1993) para elescenario 2000. El servicio de ayuda a domiciliocubre tan sólo a 3,14% de los mayores de 65

CUADRO 2

PERSONAS DE 65 Y MÁS AÑOS CON ALGUNA DISCAPACIDAD PARA LAS AVD Y RECURSOSASISTENCIALES PÚBLICOS

AbsolutosFrecuencia sobre

>65 años

Con alguna discapacidad para las AVD 1.464.815 22,8Con alguna discapacidad para las AVD de carácter severa o total 805.157 12,5Reciben asistencia personal para las AVD 1.113.496 17,3Total usuarios recursos públicos (SAD + residencias + centros de día) 537.570 8,4

Población >65 años 6.434.524

AVD: Actividades de la vida diaria; SAD: Servicios de ayuda a domicilio.Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta sobre discapacidades, deficiencias y estados de salud (EDDES) del INE (2000),e IMSERSO (2004b). La población mayor de 65 años es la registrada a 15 de mayo de 1999.

CUADRO 3

USUARIOS Y COBERTURA DE ALGUNOS RECURSOS ASISTENCIALES, 2004

Recursos asistenciales Usuarios y cobertura Cobertura deseable marcada por la Administración

Servicio de ayuda a domicilio Usuarios 228.812 Plan Gerontológico (Escenario 2000)Cobertura* 3,14 Cobertura: 8,0

Centros de día Usuarios 33.709 Informe Defensor del PuebloCobertura 0,46 Cobertura: 2% de los que viven solos

Residencias Plazas 275.049 Plan Gerontológico (Escenario 2000)Cobertura 3,78 Cobertura: 4,5

* La cobertura ha sido calculada dividiendo el número de usuarios por la población mayor de 65 años (7.328.239 personassegún el Padrón a 1 de enero de 2005).Fuente: IMSERSO (2004b).

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años, mientras que el Plan Gerontológico esta-blece una cobertura deseable de un 8%. Las pla-zas residenciales llegan al 3,78% de esta pobla-ción, cuando se había marcado una coberturapara el año 2000 de un 4,5%. Los centros de díatienen todavía un escaso desarrollo, cubriendo al0,46% del colectivo. Las cifras también indicanque aún sigue más extendida la institucionaliza-ción (tanto total en el caso de las residenciascomo parcial en el caso de los centros de día) quelos servicios de asistencia en el hogar (servicio deayuda a domicilio).

Esta escasa implantación de los servicios deayuda a domicilio públicos existentes en Españaresalta cuando se compara con las cifras de otrospaíses del entorno europeo. En el gráfico 1 apare-cen representados los porcentajes de los cuidadosde larga duración en instituciones y los llevados acabo en el hogar de la persona receptora en algu-nos de estos países. La cobertura media en los ser-vicios de ayuda a domicilio es, para los países dela OCDE, de un 9,1%. Recordemos que la cifra

española es de un 3,1%. Aunque son pocos lospaíses que sobrepasan esta media (Reino Unido,Noruega, Suecia, Holanda y Austria), España regis-tra la cobertura de atención a domicilio más bajay es el único país, junto con Suiza e Irlanda, en elque los servicios institucionales (las residencias)superan como recurso asistencial a la atención enel hogar.

4. ¿Por qué mujeresinmigrantes comocuidadoras?

Ante la ausencia de una red pública de cui-dados, la carga para las familias es evidente, prin-cipalmente para las mujeres, que tradicionalmen-te han sido las protagonistas en este ámbito.Según datos del IMSERSO (2004a), el 83,5% delas familias cuidadoras no recibe ningún tipo deayuda (ni pública ni privada). En cuanto al géne-

Nota: Los datos son del año 2000 para todos los países excepto para Alemania (2003), Reino Unido (2002) y Luxemburgo (2001).Fuente: HUBER (2005).

GRÁFICO 1

PORCENTAJE DE PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS QUE RECIBENCUIDADOS DE LARGA DURACIÓN EN INSTITUCIONES O A DOMICILIO(SOPORTE PÚBLICO)

OCDE

25,020,015,010,05,00,0

14,83,6

Reino Unido

Suiza

Suecia

Noruega

Holanda

Irlanda

Alemania

Austria

Cuidados de larga duración en instituciones Cuidados a domicilio (soporte público)

3,9

4,6

2,4

6,0

7,9

4,8

5,1

7,0

7,1

5,0

12,3

18,0

9,1

5,4

9,1

20,3

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ro, llama la atención que los varones discapacita-dos son cuidados por su cónyuge en un 44,6% delos casos, mientras que las mujeres dependientesson atendidas por sus hijas en un 36,7% y por susesposos en un 14,9%3.

El papel de la familia como institución bási-ca de prestación de cuidados para los mayores cons-tituye una característica esencial de los regímenesde bienestar de Europa del Sur (España, Italia, Por-tugal y Grecia). El núcleo familiar es la institucióncentral de esta “vía mediterránea” del bienestar–como la han denominado diversos autores, entreellos Moreno (2001), Ferrera (1996), Sarasa (1995)y Flaquer (1995)– en torno a la que gira el bienes-tar de sus miembros, ocupándose de éstos en situa-ciones de enfermedad, desempleo, empleo preca-rio y cualquier otra circunstancia de necesidad. Enel caso de España, tan sólo el 7,7% de los cuida-

dores cuentan con alguna ayuda pública para laatención de sus mayores, y el 7,4% ya han optadopor contratar a un/a empleado/a de hogar o a algu-na empresa privada para la asistencia.

La “mercantilización” de los cuidados (esdecir, la búsqueda de apoyo privado en el merca-do) es una opción que iguala en frecuencia a laprestación ofertada desde las administracionespúblicas. Aun así, son pocas todavía las familiasespañolas que han decidido delegar el trabajo decuidado en alguien ajeno al hogar. Pero cada vezson más las que tienen que adoptar esa opciónante las dificultades que les plantean sus horariosde trabajo extradoméstico. En concreto, la crecienteincorporación de la mujer al mercado laboral indu-ce el aumento de la demanda de personas cuida-doras externas a la familia, toda vez que el incre-mento de la participación femenina en el trabajoformal no ha venido siempre acompañado de unreequilibrio en el reparto de las tareas domésticasentre hombres y mujeres.

De hecho, las familias empleadoras de inmi-grantes para el cuidado de sus mayores señalan,

3 También es debido a que las mujeres viven másaños y, por tanto, nos encontramos con un porcentajemayor de viudas que de viudos. Los hombres cuentan conlos cuidados de sus esposas y las mujeres con el de sus hijas.Fuente: INE (2000).

Fuente: IMSERSO (2004a).

GRÁFICO 2

TIPO DE AYUDA RECIBIDA POR LOS CUIDADORES DE ANCIANOS

Empleado/ahogar

100806040200

Empresasprivadas

AsociacionesONG

Diputación

ComunidadesAutónomas

Ayuntamiento

No recibeninguna ayuda

7,0

0,4

1,2

0,1

0,8

5,2

83,5

Pregunta: ¿Recibe esta persona (cuidadora de ancianos) en su casa ayuda de otras personas de alguna de las organizacioneso instituciones que le leo a continuación?

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entre los elementos que han propiciado la exter-nalización de este trabajo, la inserción laboralfemenina como uno de los más relevantes. Lejosde aducir cuestiones relacionadas con las caren-cias de la política social y la ausencia de una redde servicios sociales, las razones más señaladaspara la contratación de una cuidadora están rela-cionadas con el agravamiento de una dependen-cia y la imposibilidad de hacer frente al cuidadopor motivos laborales. Todas las informantes entre-vistadas4 identificaron como causa determinantede la contratación la aparición de un problema desalud que aumenta la dependencia de la personade edad (una embolia, una caída...).

La iniciativa de contratar a una cuidadoraextranjera responde a una estrategia familiar enla que pesa principalmente la situación de convi-vencia del mayor y la inserción laboral de la mujerespañola que habitualmente se ha responsabili-zado de este trabajo. En este sentido son cues-tiones relevantes el lugar de residencia y los miem-bros que viven en el hogar del anciano. Si el mayorvive solo porque no tiene parientes o porque resi-de en un lugar alejado de su familia (por ejemplo,en el pueblo), el recurso más demandado es unacuidadora en régimen de “interna”. También exis-te la posibilidad de que los hijos, o en su caso loscuidadores principales, no se pongan de acuerdoen la residencia en la que debe vivir el anciano oque el propio mayor no quiera abandonar suhogar “de siempre”. Cuando el anciano vive den-tro de una unidad familiar (con algún hijo u otropariente), la razón para emplear a una cuidadoraestá relacionada con la ocupación extradomésti-ca de la mujer sobre la que recae el peso delhogar. La dificultad de la conciliación de la vidalaboral y familiar se soluciona mediante la exter-nalización del cuidado. En este caso, el régimende contratación es, en la mayoría de las ocasio-nes, “por horas”.

La contratación de una inmigrante única-mente se ha realizado en el momento en que no seha encontrado a una persona nativa que quisiesedesempeñar este trabajo. Ante la imposibilidad deencontrar a una cuidadora autóctona, la salida esla contratación de una persona inmigrante. Algu-nas citas recogidas en las entrevistas que he lleva-do a cabo con mujeres contratadoras de inmigran-tes para el cuidado de mayores ilustran bien estascircunstancias (recuadro 1).

Los organismos públicos son conscientes deque se está contratando a personas extranjeras, enmuchos casos sin papeles, para realizar el trabajode cuidadoras5. En ocasiones, la tendencia hacia laprivatización de los servicios de asistencia a domi-cilio se promueve desde los entes municipales yautonómicos, impulsando la incorporación de muje-res inmigrantes al desempeño de este trabajo.Navarra representa un buen ejemplo. Desde media-dos de la década de los noventa cuenta con la con-cesión de una prestación económica para aquellasfamilias que tengan que hacerse cargo de la aten-ción de una persona mayor con dificultades paravalerse por sí misma. Según el grado de depen-dencia, se ofrece a la familia una cuantía econó-mica que tiene que ser invertida en la contrataciónde un(a) trabajador(a) que se dedique al cuidadode la persona dependiente, ayuda en la cual ya vaincluida la aportación a la seguridad social. Pero elgobierno de Navarra, institución que otorga estasubvención mensual, no ha tomado medidas efi-caces de seguimiento o de evaluación de esas ayu-das, por lo que, en algunos casos, la familia perci-be ese dinero sin externalizar los costes del cuidado,y en otros, ha preferido contratar a una cuidadoraexterna, principalmente inmigrante, debido a lasdificultades de encontrar a personas autóctonasque desempeñen este empleo y al encarecimientoque suponía el trabajo de un profesional.

La potenciación de prestaciones en metálico,junto con las medidas fiscales (como descuentos enel IRPF) por parte de los gobiernos autonómicos,están ganando terreno en los últimos años entre lasfórmulas de gasto en protección social. La opciónde invertir en servicios públicos directos, en cambio,ha decaído. Las ayudas económicas presentan unamayor facilidad de ejecución; además, resultan másbeneficiosas para los gobiernos locales, que no tie-nen que incorporar trabajadores en su plantilla odescentralizar a otras empresas la gestión del ámbi-to de los servicios sociales. Como afirma Vilá (2001:45), el incremento de las ayudas económicas y lasmedidas fiscales “se debe a que son fórmulas máságiles y sencillas que permiten ejercitar la libre elec-ción facilitando las aportaciones de los usuarios ysus familias (copago), posibilitan la extensión delmercado de servicios y la creación de empleo”. Pero,como el mismo autor afirma, “también tiene suslimitaciones (por ejemplo, dificulta la exigencia de

4 Se entrevistó a las personas sobre las que recayóla responsabilidad principal de contratar a una cuidadorainmigrante. Todas ellas eran mujeres.

5 Los datos del proceso de normalización de inmi-grantes de 2005 indican que el 31,8% de las solicitudes fue-ron presentadas para la actividad “Hogar”. El 83,4% de lasmujeres que presentaron una solicitud lo hicieron para des-empeñar este trabajo (MTAS, 2005).

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tratamiento social de determinadas necesidades) eincluso puede producir efectos perversos (por ejem-plo, creación de redes paralelas, según las necesi-dades económicas)”. Eso es lo que ha pasado enNavarra, con la generación de un mercado de tra-bajo dentro de la economía sumergida y delempleo precario. De esta forma, si la ausencia deuna cobertura pública de servicios sociales inducea las familias a externalizar el trabajo del cuidado,las tendencias actuales de la política social hacia laprivatización pueden promover la contratación deinmigrantes irregulares para el desempeño de estaactividad.

5. Un estado del bienestar y un modelo migratoriocomplementarios

La asistencia a los ancianos se ha converti-do para las inmigrantes en un nuevo sector de tra-

bajo, en el que se suele combinar cuidado perso-nal y mantenimiento doméstico del hogar. A medi-da que se produce una mayor incorporación de lamujer autóctona al ámbito público, se va dele-gando en personas ajenas al hogar familiar unacantidad más elevada de tareas, anteriormenterealizadas por aquélla. El 17,9% de las mujeresinmigrantes ocupadas están dadas de alta en laseguridad social dentro de la actividad “Hogaresque emplean personal doméstico”, mientras queesta cifra desciende al 2,7% en el caso de lasmujeres españolas (cuadro 4). En esta categoríalaboral, tradicionalmente segmentada por géne-ro, se está produciendo una segmentación segúnetnia (Parella, 2003).

La situación española no se corresponde conla observable en los países de la Europa continentaly nórdica (gráfico 3). En España existe un 14,8% depoblación foránea que se dedica a prestar “serviciosa los hogares”, y tan sólo un 1,9% desempeña estaactividad de forma profesional en el ámbito de la“salud y los servicios sociales”. Grecia presenta una

RECUADRO 1

JUSTIFICANDO LA DECISIÓN DE CONTRATAR A UNA CUIDADORA INMIGRANTE

“¿Por qué? Porque las dos hermanas que estábamos aquí en Pamplona estábamos trabajando y enton-ces no disponíamos de tiempo suficiente para cuidar a nuestro padre, que no se podía quedar solo,ya que se le iba un poco la cabeza. Aunque se manejaba él pero... sólo no podía estar. Entonces erapara cubrir las horas que nosotras no podíamos estar...” (Mujer contratadora de una cuidadora inmi-grante. Navarra, 2004)

“Pues en el momento en que mi padre se quedó solo. Vivía con mi madre, falleció; entonces se fue unahermana suya que estaba también viuda y decidieron los dos que se iban a vivir juntos. Entonces estu-vieron viviendo juntos durante cinco años. (...) Hasta que a mi tía... fue una cosa muy rápida... y murió.Entonces se decidió en el momento que mi padre tenía muy claro que él no se quería mover de su casa.No se quería mover de su casa” (Mujer contratadora de una cuidadora inmigrante. Barcelona, 2003)

“Bueno, pues porque mi madre estaba muy bien y ella sola en el pueblo, [pero una mañana] la encon-tramos muy mal. (…) Decidimos que, al vivir sola, tenía que haber alguien con ella. Resulta que le habíadado una «trombo» y se encontraba ya muy mal, en un estado muy crítico. ¿Cómo decidimos? Puesninguno vivíamos en el pueblo. Todos estábamos fuera, todos trabajando, todos con hijos” (Mujer contratadora de una inmigrante. Navarra, 2004)

“Contratamos a una persona extranjera para cuidar de mi madre porque yo no podía atenderla duran-te el día. Me dijeron que no había españolas para hacer el trabajo. Tengo una librería, y estoy todo eldía fuera de casa. Ya sabes que una librería es muy «atado», porque tengo que abrir todos los días dela semana, sábados y domingos. Mi marido también trabaja, y mis hijos, cada uno tiene su trabajo.Cuando mi madre empeoró y me la traje a mi casa, se me echó el mundo encima. No era capaz dehacer todo el trabajo. Al final decidí contratar a alguien y las únicas personas dispuestas eran inmi-grantes” (Mujer contratadora de una inmigrante. A Coruña, 2003)

Fuente: Entrevistas en profundidad realizadas por la autora.

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situación parecida; las cifras en este caso son del 17,2y el 1,6%, respectivamente. Sin embargo, en No-ruega el 21,3% de la población extranjera desem-peña las tareas de cuidado inserta en el estado delbienestar. El escaso desarrollo de los servicios socia-les en Europa del Sur implica que estas ocupaciones

sean afrontadas de manera “privada” entre la fami-lia empleadora y la persona empleada.

El desarrollo del mercado laboral para el cui-dado de ancianos, con una amplia demanda de tra-bajadores para estos servicios, ha coincidido con

CUADRO 4

OCUPACIÓN Y ALTAS LABORALES DE MUJERES EXTRANJERAS Y ESPAÑOLAS EN LA RAMADE ACTIVIDAD “HOGARES QUE EMPLEAN PERSONAL DOMÉSTICO” (2004)

Total mujeres ocupadas españolas 6.804.100,0Total mujeres españolas en alta laboral a “Hogares que emplean personal doméstico” 181.900,0Porcentaje 2,7

Total mujeres ocupadas extranjeras 395.232,0Total mujeres extranjeras en alta laboral a “Hogares que emplean personal doméstico” 70.778,0Porcentaje 17,9

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de MTAS (2004).

Fuente: OCDE (2004: 59).

GRÁFICO 3

POBLACIÓN EXTRANJERA EMPLEADA EN LAS ACTIVIDADES “SERVICIOS A LOS HOGARES” Y“SALUD Y SERVICIOS SOCIALES” (MEDIA 2001-2002)

Finlandia

25,020,015,010,05,00,0

1,9

Suecia

Noruega

Reino Unido

Alemania

Francia

Grecia

España

Salud y servicios sociales Servicios a los hogares

1,614,8

17,2

5,16,7

7,00,6

1,314,0

21,3

19,2

11,5

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una situación de gran intensidad migratoria haciaEspaña. El quinquenio 2000-2005 es el de mayorincorporación de inmigrantes en nuestra historia.El número de extranjeros se multiplica por cuatrodesde el año 2000 hasta el 2005. En términos rela-tivos, evoluciona de un 2,3% a un 8,4% de lapoblación residente, según el Padrón Municipal deHabitantes a 1 de Enero de 2005.

En general, todos los países de Europa delSur6 han tenido un desarrollo similar en su modelomigratorio. La característica fundamental es que,en poco tiempo, se han convertido de países deemigración en países de inmigración, atrayendo, enbuena medida, a mujeres extranjeras. Esta peculia-ridad es nueva en las migraciones internacionales.Hasta los años setenta, la inmigración estaba aso-ciada al “varón cabeza de familia”. Castles y Miller(1993: 8-9) han identificado la feminización de lamigración internacional como la tendencia clave dela “nueva era de la migración”. Por su parte, Kingy Zontini (2000) han señalado la existencia de unaserie de condicionantes geográficos, económicos ysociodemográficos que configuran un modelomigratorio propio en la Europa del Sur. Dicho mode-lo presenta unas características bien diferentes delas de aquel que se había instaurado tras la Segun-da Guerra Mundial y extendido hasta los añossetenta. Éste estaba formado principalmente porun flujo de mano de obra masculina centrada enlas actividades industriales de la economía formal.

Estos autores apuntan, en primer lugar, a laposición geográfica estratégica del Sur de Europapara la existencia de movimientos de personas. Másimportantes son, sin embargo, los factores econó-micos y sociodemográficos. En las economías de laEuropa del Sur varios de los sectores principales(turismo, tráfico marítimo, pesca y, en general, elsector servicios) implican un grupo de nexos con elmundo exterior que facilita la llegada de inmigran-tes. De fundamental importancia han sido, además,el desarrollo y la modernización que ha experi-mentado la región entre la década de los sesenta yla de los ochenta. Como elemento sociodemográ-fico hay que contar con el progresivo envejecimientode la población en todos los países europeos. Asi-mismo, es imprescindible tener en cuenta el aumen-to de la participación laboral del colectivo femeni-

no autóctono, junto con las modificaciones en lasformas familiares. Estos dos últimos elementos handado lugar a que la mujer española se encuentreen menor medida disponible para efectuar las ta-reas del hogar y a que, ante el hueco de su ausen-cia, se mercantilice el trabajo que con anterioridadella misma desempeñaba.

En España es necesario incorporar un ele-mento añadido que podría denominarse “factorpolítico”. En el ámbito legislativo cabe recordar que,tras los sucesos de El Ejido en el año 2001 y la fuer-te dependencia que el gobierno parecía encontraren la mano de obra marroquí, éste propició unaardua selección migratoria con el objetivo de “ele-gir otras nacionalidades” consideradas como menos“conflictivas” en el entorno de la sociedad civilespañola. Los elegidos fueron los iberoamericanos,de los que se esperaba que, por sus nexos con lacultura hispana, tendrían una integración “menosproblemática”. Para ello, el gobierno del PartidoPopular desarrolló dos regularizaciones (una en elaño 2000 y otra en 2001) de las que salieronampliamente beneficiados las personas de la regiónSur del continente americano. Si bien en las regu-larizaciones que habían tenido lugar con anteriori-dad (en los años 1985, 1991 y 1996) se visibiliza-ron sobre todo personas originarias del Magreb, lasprimeras realizadas ya en el nuevo siglo dieron pre-dominantemente a los iberoamericanos entrada ala legalidad. Es así como se procedió a una “ibero-americanización” de la población inmigrante7. Estatendencia parece haberse reforzado en el recienteproceso de normalización de 2005: el 39% de lassolicitudes presentadas por inmigrantes que bus-can su regularización en España corresponden tansólo a cuatro nacionalidades iberoamericanas; enconcreto, ecuatoriana, colombiana, boliviana yargentina (MTAS, 2005).

Esa iberoamericanización ha venido acom-pañada de una feminización de la inmigración,pues la emigración iberoamericana a España secaracteriza desde sus inicios por ser predominan-temente femenina. Son mujeres las que satisfacenla necesidad de mano de obra femenina para lasactividades de la economía sumergida y del sectorservicios, entre las cuales se encuentra la del cui-dado de ancianos. No existen datos estadísticosque permitan calibrar la cantidad de mujeresextranjeras ocupadas en la asistencia a personasmayores. Las razones son varias: en primer lugar,porque estos arreglos se encuadran principalmen-

6 Excepto Portugal, donde la inmigración femeninaes minoritaria. Oso (2003) explica la especificidad de estepaís, en el cual la segmentación étnica del del trabajo se pro-duce principalmente en el sector de la construcción y no enel servicio doméstico, por lo que la inmigración es predomi-nantemente masculina.

7 Sobre este tema, véase Izquierdo et al. (2003) yMartínez (2003).

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te dentro de la economía sumergida; en segundolugar, porque cuando esta actividad se desempe-ña de forma legal se incluye dentro del “serviciodoméstico”. Es decir, los registros disponibles notienen en cuenta las diferencias entre las tareasdomésticas y los trabajos emocionales y de cuida-do. De ahí que una metodología cualitativa comola que he aplicado en esta investigación, basán-dome en las entrevistas en profundidad, constitu-ya en la actualidad una forma fructífera de acer-camiento a la situación de este nuevo mercadolaboral.

La preferencia de familias empleadoras deinmigrantes en sus hogares hacia las “asistentas”procedentes de Iberoamérica ha quedado reflejadaen diversos trabajos de campo efectuados en dis-tintas ciudades española, como pone de manifies-to la transcripción de las entrevistas realizadas conmujeres contratadoras de servicios de cuidado parafamiliares ancianos dependientes (recuadro 2). Elidioma ha sido siempre la variable fundamental paraexplicar esa preferencia, junto con la cercanía cul-tural de las personas procedentes de esta región.La igualdad de lenguaje y religión se han converti-do en dimensiones que discriminan positivamente(a la hora de encontrar trabajo en el servicio domés-tico) a las iberoamericanas.

Como resumen de los argumentos hasta aquíexpuestos, cabe afirmar que el fenómeno del enve-jecimiento, unido a factores asociados al diseño delestado del bienestar español, a la incorporación dela mujer al ámbito laboral y al desequilibrio de lastareas del hogar efectuadas por hombres y muje-

res, está generando en nuestro país nuevos yaci-mientos de empleo relacionados con los serviciospersonales y, en particular, con el cuidado de mayo-res dependientes. La demanda de personas quepresten estos servicios privados tiene lugar en uncontexto de gran afluencia de inmigrantes, entrelos que destacan las mujeres iberoamericanas. Yesas dos peculiaridades, “mujer e iberoamericana”,constituyen los requisitos destacados como másimportantes por las familias españolas a la hora deescoger a la cuidadora de personas mayores. La lla-mada a la emigración no solamente se genera enel seno de la sociedad emisora, sino también de lareceptora, que necesita o prefiere mano de obracon unas características concretas. Es así como Espa-ña y, en general, todos los países de la Europa delSur (excepto Portugal) están asociados a un régi-men de bienestar y a un modelo migratorio muydeterminados, que se retroalimentan de tal mane-ra que tienden a consolidarse.

RECUADRO 2

JUSTIFICANDO LA PREFERENCIA DE CARACTERÍSTICAS ÉTNICO-NACIONALESDE LAS CIUDADORAS EXTRANJERAS

“Bueno, pues pedimos mediana edad, que hablase castellano, o sea queríamos sudamericanas más que nada por el castellano, que no fuese muy negra porque mi padre a los negros les tenía fobia...Entonces dijimos: Bueno, pues una que fuese más clarita. De piel normal, que no fuese blanca de todo,de piel normal” (Mujer contratadora de una cuidadora inmigrante. Navarra, 2004)

“No, es que en aquel entonces –sí que es verdad– se nos comentó de poner a alguna persona deRumanía que no conocía bien el idioma. Entonces no, yo lo siento mucho, pero mi padre necesitaba aalguien que por las noches le hablase. Y no alguien a quien le tuviese que enseñar. De ahí que contra-tamos a una sudamericana” (Mujer contratadora de una cuidadora inmigrante. A Coruña, 2003)

Fuente: Entrevistas en profundidad realizadas por la autora.

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El Foro de Vida Independiente es una agru-pación ciudadana, abierta a la participación direc-ta y organizada a través de Internet, que persiguela plena participación, la igualdad de oportunida-des y la no-discriminación de las personas con diver-sidad funcional (discapacidad). Arrancó en 2001con tres personas, y la comunidad virtual constaactualmente de unos 400 hombres y mujeres, cony sin diversidad funcional, que se comunican, deba-ten y realizan acciones a título personal, coordina-dos a través de correo electrónico y vinculados a lafilosofía de vida independiente.

Javier Romañach es un miembro del Forode Vida Independiente muy comprometido con ladifusión de esta nueva manera de ver la diversi-dad funcional desde la propia diversidad funcio-nal. Licenciado en Informática y experto en inge-niería del software, un accidente de tráfico en1991 le provocó una tetraplejia que le ha llevadoa reorientar su carrera y sus intereses intelectua-les hacia la bioética y la tecnología aplicada a lavida independiente. En esta entrevista, JavierRomañach desgrana los argumentos que verte-bran esa perspectiva audaz e innovadora, des-marcándose del modo habitual de tratar “el pro-blema de la dependencia” y ofreciendo un valiosocontrapunto a los planteamientos al uso sobreeste tema.

1. El Foro de Vida Independiente insiste enhablar de “diversidad funcional” en lugar de “dis-capacidad” o “dependencia”. ¿Cuáles son las razo-nes de esta preferencia por el concepto de “diver-sidad funcional”? ¿Cuál es la ventaja de introducireste concepto en el discurso público, en lugar delos otros dos más habituales de “discapacidad” y“dependencia”?

Las palabras no se construyen ni se usan porcasualidad; llevan una carga semántica adquiridaa lo largo del tiempo, relacionada con la culturaen que se crearon. Los términos “discapacidad” y“dependencia” hacen hincapié en la falta de capa-cidad y en la necesidad imperiosa de otra perso-na para realizar tareas. El término “diversidad fun-cional” refuerza la idea de variedad (y, por tanto,de riqueza), inherente a un colectivo de personascuyos cuerpos o mentes funcionan de otra mane-ra; por ejemplo, personas que realizan la funciónde desplazarse utilizando sillas de ruedas en lugarde las piernas. Misma función, diferente manera.En lugar de utilizar la palabra “dependencia”, enel Foro de Vida Independiente preferimos utilizarla palabra “inDependencia”, ya que nuestro obje-tivo consiste en conseguir las herramientas y losrecursos necesarios para controlar nuestra vida y,por lo tanto, llevar una vida independiente. Delmismo modo que se habla del sistema de sanidady no del sistema de enfermedad, preferimos lostérminos positivos o neutros para describir nues-tra situación.

2. ¿Qué entiendes exactamente por “vidaindependiente”?

La expresión “vida independiente” no hacereferencia a las capacidades funcionales; no signi-fica “hacer todo sin ninguna ayuda humana exter-na”. En términos generales, se emplea para indicarque las personas con diversidad funcional (disca-pacidad) deben tener control sobre sus vidas, pue-den acceder a las mismas oportunidades y enfren-tarse a las mismas elecciones en la vida diaria quelas personas sin diversidad funcional. Las personasfuncionalmente diversas tienen derecho a pensar yhablar por sí mismas, sin la interferencia de otros,

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Javier Romañach y el Foro de Vida Independiente

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a tener igualdad efectiva de oportunidades y a noser discriminadas por su diferencia.

3. En España, según la Encuesta de Disca-pacidades, Deficiencias y Estado de Salud que el Ins-tituto Nacional de Estadística llevó a cabo en 1999,a principios de este nuevo siglo había aproximada-mente 750.000 personas en situación de “depen-dencia moderada”, 600.000 en situación de“dependencia grave” y 320.000 en situación de“dependencia severa”. ¿Qué estrategias habría queadoptar para ayudar a estas personas a llevar a cabouna vida independiente?

Desde el Foro de Vida Independiente defen-demos que la mejor solución para que un hombreo una mujer con gran diversidad funcional puedantomar el control de su vida y, por lo tanto, participarplenamente en la sociedad en igualdad de oportu-nidades y sin ser discriminado consiste en dotarle delos recursos y herramientas que precise. Además,debe tener también el control de esos recursos yherramientas. Para ello proponemos la regulaciónde la figura del asistente personal, que es la perso-na que se encarga de realizar las tareas que deter-minadas personas no pueden hacer por sí mismas(por ejemplo, levantarse, lavarse, salir a trabajar, estu-diar, practicar actividades de ocio, etc.). Al igual quelas mujeres no tomaron el control de sus vidas has-ta que tomaron el control económico de sus recur-sos, las personas que tienen diversidad funcionaldeben tener el control económico de los recursosdestinados a la asistencia personal a través de pres-taciones económicas, cuyo uso correcto se deberájustificar ante la administración pertinente.

De esta manera, se dota a la persona condiversidad funcional del poder de elección de suasistente personal y una relación laboral en la quequeda claro quién toma las decisiones. También segarantiza un uso eficiente y controlado de los recur-sos públicos, ya que el gasto se justifica y la pres-tación económica resulta menos costosa que lassoluciones tradicionales.

Esta solución no ha sido nunca contempladaen los diseños de políticas sociales del estado espa-ñol. El Foro de Vida Independiente promueve queesta opción se contemple en todos los diseños depolíticas futuras, ya que nace desde el colectivo depersonas con diversidad funcional, que somos, alfin y al cabo, los mejores expertos en nuestras vidasy nuestras necesidades.

El camino hacia la plena implantación delnuevo sistema de autonomía o “inDependencia”

puede llevar años, y entendemos que se debeempezar por las personas que han sido tradicional-mente más discriminadas; es decir, aquellas que pre-cisan más recursos por tener una gran diversidadfuncional independientemente de su edad. No obs-tante, al final del camino, toda la población querequiera de apoyos para no ser discriminada y desa-rrollar una vida en igualdad de oportunidades, acor-de con sus circunstancias y su edad, debe encon-trar una solución elegida libremente por sí mismaen el nuevo sistema.

4. Entre los argumentos del Foro de VidaIndependiente destaca el que hace referencia a laactual discriminación de las personas con diversi-dad funcional en nuestro país. ¿Cómo se concretaesa discriminación?

Las personas con diversidad funcional, espe-cialmente aquellas con gran diversidad funcional,se ven discriminadas en todos los aspectos de lavida diaria. Sin asistencia personal no se puede par-ticipar en el trabajo, en el ocio, en los estudios; nose puede circular libremente, no se puede comuni-car de igual a igual, recibir la misma información,acceder a los servicios públicos y privados, etc. Nopoder entrar a los mismos locales que los demás,carecer de sistemas de orientación e información,no poder acceder a las escuelas y universidades nientrar a los lugares de trabajo, entre otras muchascarencias y privaciones, son realidades discrimina-torias con las que convivimos las personas con diver-sidad funcional diariamente.

5. ¿Cuáles son, en la actualidad, los princi-pales obstáculos a la consecución de una vida inde-pendiente en España?

El principal obstáculo para poder conseguiruna vida independiente en España es la tradicionalvisión de las personas con diversidad funcionalcomo individuos enfermos que sufren por ser dife-rentes. En el momento en que se nos empiece aconsiderar ciudadanos diferentes de pleno derecho,que padecen diariamente una gran discriminación,se empezará a entender que somos nosotros mis-mos los que más y mejor luz podemos arrojar sobrelas políticas sociales que versen sobre nosotros.

Hasta ahora han sido las personas sin diver-sidad funcional las que han pensado por nosotrosy han decido lo que mejor nos venía, sin tener unaverdadera experiencia de la vida desde la diferen-cia. Por ese motivo hemos sido discriminados, rele-gados a vivir con nuestras familias o en residencias,y se ha perpetuado la desigualdad de oportunida-

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des. Ha llegado la hora de que nuestra voz y nues-tro pensamiento imperen en todo aquello que serefiera a nosotros. De ahí nuestro lema: “Nadasobre nosotras y nosotros sin nosotras y nosotros”.

6. ¿Y cuáles son los principales obstáculosque encontráis a la hora de conseguir que vuestrosplanteamientos penetren en el discurso público einformen las políticas públicas?

El principal obstáculo hasta ahora, y aúnhoy, ha sido y es la percepción de que somos uncolectivo sin ideología clara que mendigaba solu-ciones dispersas y no siempre coherentes. Desdeesa percepción, se nos han “concedido” derechosde manera graciable, sin que se haya abierto uncamino firme para colocarnos en igualdad deoportunidades. Hoy tenemos una filosofía clara,exigimos nuestros derechos y no aceptamos quesean graciables. Queremos erradicar la discrimi-nación cuanto antes.

7. ¿En qué instituciones u organismos estánencontrando los argumentos del Foro de Vida Inde-pendiente mayor respaldo?

La filosofía del Foro de Vida Independienteha sido presentada y difundida en una gran canti-dad de instituciones, entre las que se incluyen elCongreso de los Diputados, el Parlament de Cata-luña, el IMSERSO y varias administraciones con res-ponsabilidades sociales, como la Diputación de Gui-púzcoa, las consejerías de asuntos sociales de lascomunidades de Valencia, Madrid, Andalucía, Gali-cia, Canarias, etc. También han mostrado un graninterés por nuestras ideas muchas universidades detodo el país.

El apoyo real y efectivo a proyectos de vidaindependiente dotados económicamente, aunquede manera parcial, se ha producido hasta ahora sóloen Guipúzcoa. En los demás territorios hemos obte-nido diferentes grados de compromiso, que vandesde proyectos en planes aprobados y dotados derecursos para el próximo año, como es el caso dela Comunidad de Madrid, a las buenas palabras reci-bidas muy recientemente por parte del nuevogobierno de Galicia, pasando por multitud de dife-rentes tipos de respuesta, como es el caso de laComunidad Valenciana, que se ha comprometidoa realizar un proyecto en Valencia y, además, finan-ciar la Oficina Europea de Vida Independiente, quetendrá su sede en esta ciudad.

8. ¿Crees que el Libro Blanco de la Depen-dencia del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales

ofrece algunas vías prometedoras hacia la vida inde-pendiente? ¿Cómo valoras el documento?

El Libro Blanco es fundamentalmente unexcelente documento de diagnóstico, es decir, unmagnífico Libro Verde. En él se abren pequeñas ven-tanas a la vida independiente, pero habrá que espe-rar al borrador del proyecto de ley de autonomíade las personas en situación de dependencia paraconocer con claridad las posiciones y estrategias delgobierno. En principio, se pretendía aprobar la leyantes de fin de año y, por lo tanto, en estos días elborrador debería ser público, permitiéndonos valo-rar con rigor la intención del gobierno de tenernosen cuenta en las nuevas políticas sociales.

9. ¿Qué pedirías a quienes están preparan-do ese proyecto de ley?

Les pediría que nos vean como ciudadanos depleno derecho permanentemente discriminados alo largo de la historia y expertos en nuestras propiasvidas. Que se hagan cargo de que este sistema espara toda la sociedad y que lo preparen pensandoen sí mismos, ya que mañana, por edad u otra cir-cunstancia, pueden formar parte del colectivo depersonas discriminadas por su diversidad funcional.Que entiendan que un sistema universal como éstedebe ser como los otros tres: sanidad, educación ypensiones, y seguir sus mismos criterios básicos:libertad de opción, gratuidad y universalidad. Quepiensen y razonen sobre nuestras propuestas, queya les hemos hecho llegar y conocen: opción de asis-tencia personal, pago directo (prestación económi-ca) y no copago en función de ingresos o patrimo-nio, es decir, universalidad en lugar de “pruebas derenta”, como en el resto de pilares del bienestar. Yque si les parecen razonables, como pensamos queson, las incluyan en la ley.

10. ¿Hay algún país que esté abordando lacuestión que nos ocupa desde una estrategia quese aproxime a los postulados del Foro de Vida Inde-pendiente?

La filosofía de vida independiente se ha intro-ducido ya en el debate público de un gran núme-ro de países como Estados Unidos, Suecia, Norue-ga, Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda, Alemania,etcétera. Gran Bretaña, por ejemplo, ha adoptadoesta filosofía en su Plan Social Estratégico para lospróximos veinte años, porque, tras muchos añosde experiencia, se ha podido comprobar que la asis-tencia personal y el pago directo son las herra-mientas que producen mayor satisfacción a las per-sonas con gran diversidad funcional y las que mejor

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responden al objetivo de la consecución de los ple-nos derechos, la no discriminación y la igualdad deoportunidades. Más allá, también se ha compro-bado que las soluciones propuestas bajo la filoso-fía de vida independiente resultan menos costosaspara el estado y garantizan una respuesta adecua-da a cada persona, ya que es él o ella quien deci-de la solución y toma el control de su propia vida.

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Resumen

España es el país europeo que más inmigrantesrecibe en la actualidad. ¿Qué atrae a los inmigrantes?Evidentemente, la oferta de trabajo. Pero no es éste elúnico factor que consideran importante a la hora deestablecerse en España. Escuchar la voz de los inmi-grantes, tal y como la expresan en entrevistas en pro-fundidad, permite aproximarse a otros elementos quefavorecen la inmigración hacia nuestro país.

1. Introducción1

Al analizar las causas de los movimientosmigratorios internacionales, la literatura especiali-zada ha diferenciado tradicionalmente entre facto-res de expulsión desde los países de origen y deatracción de las migraciones hacia los países de des-tino. Entre estos segundos, ocupa el primer lugarla oferta de puestos de trabajo. Pero desde los añosochenta, tras comprobar que la inmigración haciala Europa central y nórdica no disminuía a pesar deque la crisis económica de 1973 había puesto finoficial a la llegada de nuevos inmigrantes y de queaparecía el desempleo entre los autóctonos, el esta-do del bienestar y sus prestaciones pasaron a serobjeto de los debates públicos sobre las causas deatracción de la inmigración. En España, la oferta detrabajo, especialmente el ligado a la economíasumergida, ha dominado el enfoque público y aca-

démico sobre los motivos de atracción de inmi-grantes, a los que el debate político ha añadido enlos últimos años el del eventual “efecto llamada”de las regularizaciones.

Este artículo presenta una reflexión sobre loselementos que pueden estar influyendo en esaatracción de la inmigración hacia España, el paíseuropeo que más inmigrantes recibe en la actuali-dad. Más allá del efecto evidente de la oferta detrabajo, en el artículo se recogen otros aspectos quepodrían estar actuando como motivos de atracciónhacia España. Se ponen aquí en relación los resul-tados de varias investigaciones, con especial aten-ción a la explotación de entrevistas en profundidada una pequeña muestra de inmigrantes.

La técnica de la entrevista en profundidadimpide otorgar valor estadístico a los resultados; sinembargo, ofrece una riqueza de contenidos muysuperior a la lograda en las encuestas cuantitativascon cuestionario formalizado, y proporciona por elloclaves interpretativas de interés. En total, se utilizanaquí los resultados de 25 entrevistas en profundi-dad a inmigrantes de las provincias de Madrid y deBarcelona, de alrededor de una hora cada una, rea-lizadas en el marco de dos investigaciones sobre laconvivencia entre autóctonos y extranjeros2. Los

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CARMEN GONZÁLEZ ENRÍQUEZ*

¿Qué ofrece España a los inmigrantes? Factores de atracción de la inmigración

* Profesora titular de Ciencia Política de la UNED.

1 Agradezco a Luis Garrido los comentarios que lesuscitó la lectura de una primera versión de este texto.

2 Investigación sobre “La convivencia con los inmi-grantes en la provincia de Barcelona” para el Organismo Autó-nomo Flor de Maig, de la Diputació de Barcelona (2001-2002)e investigación sobre “Inmigrantes y madrileños: relaciones devecindad e integración social”, financiada por la Comunidadde Madrid, Consejería de Educación (proyecto 06/0062/2003).Ambas investigaciones han sido dirigidas por la autora. Unadescripción general de los resultados de estos estudios puedeleerse en González Enríquez y Álvarez-Miranda (en prensa).

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entrevistados eran de origen marroquí (5 personas),ecuatoriano (5), colombiano (5), dominicano (2),rumano (3), peruano (2), paquistaní (1), senegalés(1) y búlgaro (1). Todos ellos llevaban más de dosaños en España. Se recogen aquí también algunasconclusiones, pertinentes al caso, deducidas de otrainvestigación sobre la lucha contra la inmigraciónilegal en España3.

2. La atracción de la inmigración en Europa del Sur

Desde hace algunos años, España parece serel país europeo que más inmigración recibe anual-mente en términos absolutos y, aún más, en rela-ción con su población total. Así, en el año 2003España recibió el 36% de los inmigrantes que lle-garon a Europa, seguida por Italia con un 30%,muy lejos del 13% que recibió el Reino Unido o del7% de Alemania. En conjunto, el desplazamientodel destino de los flujos inmigratorios desde el cen-tro y norte europeo hacia la Europa mediterráneaes apreciable desde mediados de los años ochen-ta y fue descrito desde el principio como un fenó-meno muy diferente al de la inmigración de losaños cincuenta y sesenta hacia Alemania, Francia,Reino Unido, Bélgica, Holanda y Suiza (Simon,1987; Werth y Körner, 1991). Ya entonces se se-ñalaron como características diferentes de esta“oleada” la ilegalidad y el empleo en la economíasumergida de los inmigrantes, su extrema variedadde orígenes geográficos y su escasa cualificación,el empleo en pequeñas empresas del sector agrí-cola y de los servicios y, en conjunto, su mayor mar-ginalidad social (Baldwin-Edwards y Arango, 1999;Ribas-Mateos, 2004).

Desde entonces la tendencia a la concen-tración de nuevos inmigrantes en la Europa del Surse ha acentuado. En el año 2000, la inmigraciónllegada a España e Italia supuso el 41% de toda laque recibió la Unión Europea (UE), frente al 64%de 2004, último año para el que Eurostat ofrececifras. En puridad, resulta prácticamente imposi-ble realizar comparaciones exactas, dada la inexis-

tencia de una definición operativa común en Euro-pa del término inmigrante. España, por otra par-te, al permitir y alentar el empadronamiento de losinmigrantes irregulares desde la aprobación de laLey de Extranjería del año 2000, de tal modo queéstos quedan reflejados en las estadísticas oficia-les, se diferencia de la casi totalidad de los paíseseuropeos, que ignoran en sus cifras de poblacióna este grupo y recogen únicamente la inmigraciónlegal4. Puesto que en España la inmigración ilegalsuponía entre un tercio y la mitad de la inmigra-ción total en el año 2004, esta peculiaridad de lacontabilidad española tiene un efecto importanteen la posibilidad de la comparación5. Así, por ejem-plo, Grecia aparece en las estadísticas nacionalesy de Eurostat como un país de escasa inmigraciónen lo que va de década, por debajo de la media dela UE, pero cuando el gobierno decidió en el año2001 promover una regularización extraordinariade inmigrantes se presentaron 400.000 solicitu-des, lo que supone una cifra muy alta para un paísde poco más de 10 millones de habitantes. El cua-dro 1 refleja con claridad la intensidad del saldomigratorio en España en comparación con el deaquellos países que más inmigrantes han atraídoen los últimos años.

La atracción de esta inmigración en Europadel Sur ha sido explicada, entre otros factores, comoconsecuencia del fuerte desarrollo económico dela zona en los años ochenta –en los casos de Espa-ña, Portugal y Grecia, a raíz de su incorporación ala CE–, de su declive demográfico, de la incorpo-ración masiva de la mujer al trabajo –lo que haabierto un mayor mercado de trabajo en la ayudadoméstica y el cuidado de niños y ancianos–, delrechazo de las nuevas generaciones, más formadasque las anteriores, a los puestos de trabajo de bajacualificación, y del notable peso de la economíaoculta o “sumergida” en la actividad de estos paí-ses receptores. A estos elementos socioeconómi-cos habría que añadir la dificultad de controlar lasextensas fronteras marítimas de España, Grecia e

3 Investigación en el marco del proyecto “Illegalimmigration and trafficking and smuggling on humanbeings” (2004), dirigida por Elspeth Guild y Paul Minder-houd, y financiada por el Centre for Migration Law de laUniversidad de Nimega (Holanda). Los resultados se reco-gen en González Enríquez (en prensa).

4 Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre dere-chos y libertades de los extranjeros en España y su integra-ción social. Esta norma concede a los inmigrantes sin per-miso de residencia el derecho a utilizar los servicios públicosdel sistema sanitario, con el único requisito de su empa-dronamiento. Por su parte, este empadronamiento se lograpresentando cualquier documento que muestre residenciaen el domicilio, como un contrato de alquiler, de electrici-dad, gas, teléfono, etcétera.

5 Sobre la dificultad de conocer el número de extran-jeros en España, véase Garrido (2004).

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Italia (países, además, de gran movimiento turísti-co), la debilidad previa de sus sistemas de controlde la inmigración o el uso de sus territorios comozonas de paso para llegar a países del centro y nor-te de Europa, con políticas muy restrictivas respec-to a la inmigración desde mediados de los añossetenta.

De entre todos estos factores, el del peso dela economía sumergida ha sido el que mayor aten-ción ha suscitado como elemento explicativo de laatracción de la inmigración hacia Europa del Sur,a pesar de las dificultades para medir o estimar elvolumen de esta economía (Baldwin-Edwards yArango, 1999). Como puede apreciarse en el cua-dro 2, los países de Europa del Sur son los queregistran un mayor peso de la economía oculta enEuropa Occidental, un resultado en el que coinci-den las estimaciones realizadas por otras fuentes,como la Comisión Europea6.

Junto a los factores socioeconómicos e ins-titucionales mencionados, habría que señalar unelemento de la cultura política o cívica que hastael momento ha sido minusvalorado como factorde atracción: la tolerancia hacia la ilegalidad en los países mediterráneos, que se traduce en una

amplia aceptación de la presencia de inmigrantesilegales, incluso entre aquellos grupos sociales queno obtienen ningún beneficio con esa presencia.Al contrario de lo que sucede en Suiza, Alemania,Dinamarca o Finlandia, donde una buena parte dela población considera un deber cívico denunciara las autoridades la presencia como vecinos deinmigrantes ilegales, en Europa del Sur las denun-cias no se producen, excepto en algunos casos deexplotación sexual o de condiciones de trabajoextremadamente adversas (Guild y Minderhoud,en prensa).

Por otra parte, la recurrencia al uso de lasregularizaciones extraordinarias, tanto en Italiacomo en España, y la extrema lentitud de los trá-mites administrativos que el inmigrante debe rea-lizar para conseguir o mantener en regla “lospapeles” tiene, entre otros efectos, el de difumi-nar la frontera entre la legalidad y la ilegalidad; detal modo que, a los ojos de muchos, la ilegalidades sólo una estancia previa en el camino hacia lalegalidad y, a veces, un espacio de tiempo entrediferentes estancias legales. Los inmigrantes ile-gales encuentran así un clima social de acogidaque resulta en España o Italia mucho más propi-cio que en el centro y norte de Europa, y ello almargen de que las actitudes de la población hacialos inmigrantes sean más o menos positivas. Esdecir, incluso allí donde la presencia de la inmi-gración provoca rechazo entre la población autóc-tona, ésta no acude a la vía policial o administra-tiva para denunciar la situación ilegal de losinmigrantes “sin papeles”.

6 Según estimaciones de la Comisión Europea refe-ridas al año 2000, Grecia se situaba en cabeza en cuanto alpeso de la economía sumergida, con un 30% sobre su PNB,mientras que España, Italia, Portugal y Bélgica la seguían conun 22% (El País, Economía, 6-8-2001).

CUADRO 1

SALDO MIGRATORIO EN MILES DE PERSONAS (2000-2004)*

Saldo2000 2001 2002 2003 2004 migratorio/pob.

total 2004**

EU-15 1.055,6 1.321,8 1.701,2 2.052,1 1.813,5 0,47España 378,5 427,8 649,9 738,5 610,1 1,46Italia 55,2 47,6 349,3 600,6 558,2 0,97Alemania 167,8 274,8 218,8 142,2 81,8 0,10Reino Unido 168,5 184,3 126,4 260,5 203,6 0,38

* Se recogen aquí todos los países que han llegado a, o superado, los 100.000 inmigrantes en alguno de estos años. El sal-do migratorio recoge la diferencia entre el aumento de población y el crecimiento natural (nacimientos menos defunciones)de la población del año anterior.** Porcentaje que representa el saldo migratorio de 2004 sobre la población total de 2003.Fuente: Eurostat (http://epp.eurostat.cec.eu.int (octubre de 2005).

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3. La atracción de lainmigración en España

Como ya se ha dicho, los datos ofrecidos porEurostat –los únicos que, pese a todas sus limita-ciones, nos permiten una comparación amplia–señalan a España como el principal receptor deinmigrantes en Europa. De acuerdo con ellos, encuatro años, de 2000 a 2003, España habría reci-bido al 48% del total de inmigrantes que se esta-blecieron en la UE (2.194.700 sobre 4.600.700),pese a que la población española en el año 2000representaba únicamente el 11% de la total de losestados miembros de la UE. Aunque con casi com-pleta seguridad la cifra real de inmigrantes esta-blecidos en Europa en esas fechas es más alta,puesto que las cifras no recogen a los inmigrantesilegales (y por tanto el porcentaje español es menor),estos datos parecen indicar, en cualquier caso, unafortísima atracción de la inmigración hacia España.La población extranjera en nuestro territorio hapasado de representar un pequeño 0,9% en 1992al 9% en julio del 2005 (10% si se toma como refe-rencia a los nacidos en el extranjero) o, en térmi-nos absolutos, de 402.350 en 1992 a 4.355.300en el 2005.

¿Qué ofrece España a los inmigrantes? Enprimer lugar, trabajo; sobre todo, ese tipo de tra-bajo que es rechazado por la población autóctona,cada vez con mayores niveles educativos y, por tan-to, con mayores expectativas de ingresos y presti-gio social (Garrido, 2005). Los inmigrantes, con-centrados en edades jóvenes y activas, representanya el 9,4% de los cotizantes a la seguridad social.Estos son obviamente inmigrantes legales, pero yaantes del proceso de regularización o normaliza-ción del año 2005 España contaba con alrededorde un millón de inmigrantes ilegales que, en suinmensa mayoría, trabajaban sin disponer de ladocumentación necesaria para hacerlo. Esta altaocupación laboral de los inmigrantes ilegales sededuce de dos indicadores: la escasez de los servi-cios de asistencia social españoles para atendercasos de pobreza extrema –comedores sociales oalbergues–, lo que impide a la mayoría de los inmi-grantes sobrevivir utilizando ese medio, y el altonúmero de solicitudes de normalización presenta-das en el proceso extraordinario abierto entre febre-ro y mayo de 2005 (en total, 690.679), que exigíapresentar un contrato de trabajo7.

CUADRO 2

PORCENTAJE DE LA ECONOMÍA OCULTA SOBRE EL TOTAL DEL PNB* (2003)

Austria 10,9Bélgica 21,0Dinamarca 17,3Finlandia 17,4Francia 14,5Alemania 16,8Grecia 28,2Irlanda 15,3Italia 25,7Holanda 12,6Noruega 18,4Portugal 21,9España 22,0Suecia 18,3Suiza 9,4Reino Unido 12,2

Fuente: Schneider (2004). El tamaño de la economía oculta se ha estimado por el autor utilizando diferentes indicadores refe-ridos al volumen de moneda circulante, el mercado de trabajo y el mercado de bienes de producción.

7 Datos disponibles en la página web del Ministeriode Trabajo y Asuntos Sociales de España (wwww.mtas.es).

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La demanda de trabajo es, sin duda, el prin-cipal elemento de atracción de la inmigración aEspaña, pero a éste hay que añadir varios otros fac-tores institucionales y sociales. Un primer factor pue-de identificarse en las expectativas de nueva regu-larización creadas por regularizaciones anteriores,todas ellas presentadas por los diferentes gobier-nos en el debate público como “la última”. Hay querecordar que, dado el cierre de vías legales parainmigrar a España después de la regularización delaño 2001, prácticamente la totalidad de los inmi-grantes que llegaron en los años 2002 y siguienteslo hicieron de forma ilegal (o entrando con un docu-mento legal, como visado de turista o estudiante,para permanecer después de expirado éste).

Otro factor reside en la concesión a los inmi-grantes ilegales del derecho a la utilización de la asis-tencia sanitaria pública en las mismas condiciones quelos ciudadanos españoles, con la única condición deestar empadronados. Esta concesión, establecida enla Ley de Extranjería del año 2000 y no modificada enlas posteriores reformas sufridas por ésta, es relativa-mente excepcional en el ámbito europeo8, donde setiende a restringir para los inmigrantes ilegales el usodel sistema público de salud a los casos de urgencias,mientras que la asistencia sanitaria no urgente que-da a menudo en manos de ONG, servicios médicosespecíficos o entidades locales, y es, por tanto, muyinferior en prestaciones a los sistemas públicos nacio-nales9. No existen datos estadísticos publicados sobreel uso por parte de extranjeros de los servicios de saludespañoles, pero cualquier visita a un hospital en algu-na de las ciudades o pueblos españoles en que se con-centra la inmigración permite comprobar la notoriapresencia de inmigrantes. Por otra parte, son lascomunidades autónomas con mayor concentraciónde inmigrantes las que han visto crecer más el déficitde sus presupuestos sanitarios10.

Como tercer factor cabe señalar que los inmi-grantes encuentran en España un ambiente socialde aceptación de su presencia, un clima que hastaahora ha sido notoriamente menos xenófobo queel que se experimenta en otros países europeos.Esta diferencia era muy apreciable en las encuestasinternacionales de finales de los años noventa y pri-meros de este decenio y, aunque se ha reducido enlos tres últimos años, sigue existiendo11.

4. Los atractivos de la sociedad españolasegún los inmigrantes

De las entrevistas realizadas a los inmigran-tes se deduce, en primer lugar, y como resultadodestacado, una opinión general positiva y de satis-facción con su experiencia en España. Prácticamentetodos ellos manifestaron que estaban contentos consu elección, que España había respondido a lo queesperaban de ella, que habían encontrado lo quebuscaban al venir y que deseaban quedarse. Cier-tamente, percibían la sombra de actitudes racistashacia ellos, especialmente entre las personas mayo-res, así como la escasa disposición de los españolesa “socializar” y la frialdad en el trato, pero seme-jante argumento aparecía en su conversación comoun dato de menor importancia frente al de la ofer-ta de trabajo y de servicios públicos. Este resultadoes congruente con los que arrojan las encuestas ainmigrantes realizadas por el Instituto de EstudiosSociales de Andalucía (IESA) o por la empresa ASEPa varias muestras de inmigrantes en España12. Re-cordemos, no obstante, que los entrevistados de lasinvestigaciones que aquí se refieren residían ya enEspaña desde hacía más de dos años, un tiempo

8 Francia concede a los inmigrantes ilegales derechossanitarios similares a los accesibles en España, aunque algomás limitados, ya que se les exige una estancia previa míni-ma de tres meses (Moreno, 2004). En la actualidad existenpresiones políticas para restringir esos derechos.

9 PICUM (Platform for International Cooperation withUndocumented Migrants) proporciona datos al respecto(www.picum.org).

10 De acuerdo con los datos recopilados por el Gru-po de Trabajo sobre el Gasto Sanitario (formado por repre-sentantes de los ministerios de Economía y de Sanidad, y degobiernos de las comunidades autónomas), el mayor aumen-to de gasto sanitario se ha producido en las comunidadesen las que más ha crecido la población inmigrante, es decir,Melilla –cuyo sistema hospitalario atiende a buena parte dela provincia marroquí de Nador–, Baleares, Murcia, Madrid,Cataluña, Comunidad Valenciana y La Rioja.

Al parecer, la exigencia del empadronamiento paraobtener la cartilla o tarjeta sanitaria, que, a su vez, da pasoal sistema nacional de salud, provoca a menudo empadro-namientos de personas extranjeras que visitan España úni-camente para someterse a una prueba diagnóstica o a unaoperación que no se realiza o que es costosa en su país deorigen. No existe, obviamente, evidencia estadística de estefenómeno, pero así lo constatan los investigadores que hanintentado utilizar el Padrón para localizar y entrevistar ainmigrantes.

11 Véanse los datos al respecto de la Encuesta socialeuropea (European social survey), del Eurobarómetro, o losrecogidos por la Encuesta mundial de valores y presentadosen España por Juan Díez Nicolás.

12 Véanse el artículo de Sebastián Rinken en estemismo número de Panorama Social y el reciente libro deJuan Díez Nicolás (2005).

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que les había permitido una cierta consolidación,tanto ocupacional como habitacional o familiar; portanto, habían pasado ya la etapa más difícil de aco-modación tras la llegada.

Esta valoración global positiva aparece men-cionada de forma espontánea en las entrevistas enprofundidad. Su primer componente es el trabajo–todos los entrevistados estaban ocupados, si bienla ocupación no constituía un requisito para la selec-ción–, pero a lo largo de la conversación se des-granan otros elementos que contribuyen a formaresa imagen positiva y que están, de un modo uotro, relacionados con la prestación de servicios yel estado del bienestar en España: la seguridad ciu-dadana, el servicio médico, el transporte público, laeducación y la eficacia e imparcialidad de los servi-cios. A continuación se pasa revista a cada una deestas dimensiones.

La seguridad

Paradójicamente, cuando todas las encues-tas muestran que la población española percibeuna disminución de la seguridad pública, que elloes una de sus principales causas de preocupacióny que, en buena medida, se culpa a los extranje-ros del aumento de la inseguridad, los inmigran-tes señalan la seguridad pública como uno de losmejores activos de la sociedad española13. Estavaloración destaca especialmente en el caso de loscolombianos, cuyo país está sometido a altos nive-les de delincuencia y a la violencia de grupos gue-rrilleros, paramilitares y narcotraficantes. Pero laviolencia y las muertes violentas son en cualquie-ra de los países de los que España recibe más inmi-grantes una realidad mucho más frecuente que enel nuestro. Según cálculos propios a partir de losdatos de la Organización Mundial de la Salud(OMS), en España sólo el 0,1% de las muertes sedeben a homicidios o asesinatos, mientras que enColombia tienen ese origen el 14% de los falleci-mientos, el 4% en Ecuador, el 2% en la Repúbli-ca Dominicana y el 0,5% en Perú y Rumanía (laOMS no ofrece datos sobre Marruecos). Es decir,incluso en el caso de los dos últimos países referi-dos, su porcentaje quintuplica al español. A la pre-gunta sobre qué es lo que más le llamó la aten-ción de la vida de los españoles cuando llegó a

España, un inmigrante colombiano respondía deeste modo:

Lo que más me llamó la atención de Españafue la tranquilidad y la seguridad que se vive; (…)incluso por eso se vienen muchos colombianos paraacá (...). Cuando llegué aquí, me pareció muy bue-na la forma de vivir, muy tranquila, me gustó mucho.España me gustó, es un país muy tranquilo, en com-paración con el país de Colombia, que es un paístensionante. Vivimos tensionados allá; allá robanmucho y eso; y al fin, la gente sin trabajo lo que hacees comerciar robando, que al fin y al cabo, no tie-nen trabajo y van a robar. Por otro lado, la cuestiónde delincuencia común, eso se va sumando… (...).Entonces no hay comparación …, yo siempre le hedicho, le digo a la gente, “esto aquí es un paraísoen comparación con Colombia” (Varón colombiano,46 años, Usera, Madrid).

La seguridad no se traduce únicamente entasas mucho menores de criminalidad, sino tambiénen una sensación de confianza hacia los descono-cidos que se encuentran en la calle, el transportepúblico, los bares, etc., y que se convierte en unaimpresión de tranquilidad relajante en comparacióncon la tensión de la calle en el país de origen. Ade-más, los inmigrantes señalan que ellos son los pri-meros perjudicados por los actos que cometen unospocos extranjeros en España, es decir, por esa delin-cuencia que afecta a la imagen de todos los demás.Varios de los entrevistados, de diversas proceden-cias, insistieron en su interés por que los cuerposde seguridad españoles sean más eficaces en sulucha contra los delincuentes, independientemen-te de su nacionalidad. Como manifesta uno de losmarroquíes entrevistados:

...creo que la solución está en manos delpoder judicial y del gobierno. A la persona que nose comporta, lo lógico es que se la castigue, que seaun ejemplo para los demás y que no se tome conesta ligereza; y esto tanto para los nacionales comolos no nacionales, y esto nos afecta más a nosotros,porque el peso de la información cae sobre el quees ajeno. A lo mejor, a un nacional la sociedad leperdonaría, amparándose en cualquier fenómenosocial. Marginación, drogas, le buscan miles de pre-textos para que tenga otras vías ¡De esto se tienenque beneficiar tanto los nacionales como los nonacionales! Y no se tiene que enfocar la cámarasobre la inmigración... (Varón marroquí, 42 años,Mataró, Barcelona).

Por otra parte, en contra de lo que podríaesperarse a raíz de las denuncias de algunas ONG,como SOS Racismo, sobre el aumento de la violen-cia xenófoba en España, ante una pregunta direc-

13 Véanse los barómetros de opinión del CIS de losúltimos años, donde la “seguridad ciudadana” aparece men-cionada sistemáticamente como uno de los cuatro o cincoprincipales problemas.

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ta sobre este tema todos los inmigrantes entrevis-tados contestaron que no temían actos de violen-cia contra ellos.

Los servicios públicos

De las entrevistas a los inmigrantes se dedu-ce una evaluación muy positiva de los serviciospúblicos españoles y del estado del bienestar. Estavaloración no se refiere sólo a las prestaciones quereciben de ellos, sino a su eficacia y a su funciona-miento basado en la imparcialidad y la igualdad dederechos entre los que acuden a ellos, sean ricos opobres, autóctonos o inmigrantes. Esta imparciali-dad queda simbolizada en el respeto a las colas deespera, algo que implica una actitud de imparciali-dad no sólo por parte del que presta el servicio, sinotambién por parte de los que esperan. Como diceun marroquí:

Ahí se nota mucho, se nota mucho eso que tedigo, cuando vas a comprar, o cuando vas en el metroo el autobús, la gente hace cola y, además, nadie sela salta, se hace cola bien.

Entrevistador: ¿Qué se nota mucho?

Lo que te digo de la democracia, que aquí noes como allí, que si viene un militar pasa primero(Varón marroquí, Usera, Madrid).

Los servicios que suscitan más aprecio porparte de los inmigrantes son la sanidad, la educa-ción, el transporte público y los servicios socialesdestinados específicamente a ellos. La sanidad es,de todos estos, el servicio cuya gratuidad y funcio-namiento provocan mayor entusiasmo, especial-mente entre los iberoamericanos. En la mayoría delos países iberoamericanos de donde procede elgrueso de los inmigrantes hoy residentes en Espa-ña, los servicios públicos de salud son muy defi-cientes, cuando no inexistentes en algunas zonasrurales. En Marruecos, por otra parte, la sanidadpública sólo atiende a una pequeña parte de lapoblación. Algunas citas de las entrevistas realiza-das ponen esta cuestión de manifiesto:

Mira, por lo menos en la cuestión médica,aquí la cuestión médica me parece fenomenal; puesprimero porque aquí uno se accidenta, cualquiercosa, lo llevan al médico. Uno no tiene que dardinero, lo atienden como atienden a un español. Síme entiende, porque pues en mi país, en Colom-bia, si usted se accidenta y no tienes dinero, te que-da la pierna rota como la tienes o tiene que irse aun hospital, que (…) es de lo peor, ¿me entiendes?

Y no te atienden bien; te atienden, por así decir, agaspatadas (Mujer colombiana, 46 años, Villalba,Madrid).

Porque por lo menos mi mujer llegó y el díaque llegó, a los dos días o por ahí, al médico. Le deri-varon para ecografías; en Colombia, por una eco-grafía cobran un dineral, aquí, absolutamente nada.Tras de eso, luego, tarjeta sanitaria. Quién iba a pen-sar que, de un momento a otro, tarjeta sanitaria gra-tis. Yo muy contento. Luego, el parto. No le cobra-ron absolutamente nada, pero nada, nada, por elparto. Antes le regalaron unas cositas a la bebé, queno sé, es algo muy bueno, pero muy bueno. EnColombia, me hubiera costado horribles cantidades.Por eso hay algunas mujeres que todavía tienen losbebés en casa, con una partera del barrio.

Entrevistador: ¿Y en cuanto a la relación per-sonal con el personal del hospital?

Muy buena. Precisamente era una señoracolombiana la enfermera, y pues era una chica espa-ñola joven la que estaba recibiendo al bebé, la doc-tora. Y no sé, muy bien, el trato muy bueno. Iban atodo momento a mirar cómo estaba ella. Tambiénpasaba el médico y la revisaba. O sea era un muybuen trato, muy buen trato. Muy buena comida. Osea, un trato pero genial. Pero genial, genial. Mimujer salió contenta, porque el próximo bebé quetuviera tendría que venir a tenerlo aquí, porque diceque en Colombia no lo quiere tener (se ríe) (Varóncolombiano, 19 años, Ciudad Lineal, Madrid).

No, es que nosotros, si queremos un espe-cialista (médico), por ejemplo, lo tenemos en priva-do, hay que pagarlo. No es como aquí. (…) Con losmédicos, nunca he oído una queja de que éste tra-ta a los españoles mejor que a los inmigrantes, esova muy bien. Funciona muy bien, que lo tratan igual.Si llevas un niño en urgencias, si es marroquí o sino; si tú te toca, te toca, no tienes que esperar mássi es inmigrante a que pase el otro, no. Eso no pasa.Nunca (…) lo he visto. Cuando mi hija se puso mala,si tengo el turno, entonces yo puedo pasar. Si yotengo el volante de urgencias y estoy antes que unaespañola, yo puedo pasar antes que ella. Eso fun-ciona muy bien. Nunca (…) he tenido ningún pro-blema en el centro (Mujer marroquí, 29 años, Villal-ba, Madrid).

En cuanto a la educación, los inmigrantesaprecian mucho la función de la oferta educativapública en su bienestar, en su integración laboralactual y en las posibilidades de sus hijos en el futu-ro, no sólo ocupacionales sino culturales y de inte-gración social. La educación infantil (3 a 5 años) yprimaria (6 a 11) gratuita, a la que tienen accesolos hijos de los inmigrantes legales o ilegales, a loque se une el acceso a las guarderías públicas, per-

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mite la ocupación laboral de los progenitores y elestablecimiento de redes de amistad con autóc-tonos a través de los niños, y representa paramuchos inmigrantes, especialmente para los deci-didos a permanecer en España, una perspectivade progreso para sus hijos. Incluso para los ibero-americanos que planean un retorno a sus paísesde origen, la formación de sus hijos aquí se pre-senta como una oportunidad de mejorar susexpectativas profesionales allí. Por todo ello, laeducación en España de los hijos se convierte enuna de las razones que justifican el sacrificio rea-lizado al emigrar.

Entrevistador: Y ¿qué opinas de la educaciónaquí en España?

Me parece muy buena. Porque trata, no sé,como de que todas las personas estudien y que sal-gan especializadas en algo. Que eso me parece muybueno. Luego, bueno, ya el que quiera estudiar unacarrera, pues ya es otra cosa, ¿no? Pero tratan queen el estudio del bachillerato salgan especializadoscon algún oficio, netamente. Construcción, jardine-ría, muchas cosas. Que luego les puede servir. Enton-ces me parece muy bueno (Varón colombiano, 19años, Ciudad Lineal, Madrid).

No va a tener ningún futuro [un joven enRumanía]. Puede, dentro de 10, 15 años, para teneralgo, pero… para estudiar, sí, en el colegio de esta-do puede estudiar, pero no le enseña nadie. Tienesque irte a la profesora después de clase para ir apagarla para enseñar. Te vas a un colegio privado,pero tampoco lo puedes pagar (Mujer rumana, 40años, Usera, Madrid).

Y hubo mucha gente que estudió acá, y tie-nen cargo alto allá, sabes. Hizo acá su tesis, o buenono sé que hizo acá, y fue allá, pasó la hoja de vida[curriculum] y la recibieron de buena. Allí en mi paísfue cuando yo noté eso, que el estudio acá es muybueno. Es genial pues, ¿me entiende? (Mujer colom-biana, 46 años, Villalba, Madrid).

Sin embargo, a pesar de la estima generali-zada de los inmigrantes al sistema educativo espa-ñol, los iberoamericanos y marroquíes lamentanla falta de autoridad que se aprecia en sus insti-tuciones y que representa una suerte de correlatode la falta de autoridad que perciben en la fami-lia española.

… aunque la educación, en ciertos modos, esun poquito cuestionable... De pronto la relación conlos compañeritos, algo que me choca..., me choca laactitud de los adolescentes con sus padres o con susmayores. En nuestros países es distinta la relación que

tenemos con nuestros superiores, con nuestros maes-tros, nuestros padres; es más de respeto, no te atre-ves a decir malas palabras... Habrá excepciones pero,por lo general, no (Mujer ecuatoriana, 34 años, Ciu-dad Lineal, Madrid).

Ese control, por ejemplo, el instituto no es unacárcel, pero tendría que haber más control. Porqueen el instituto no puedes dejar que estén las puertasabiertas, que un chico que termina las clases puedasalir de allí. No, eso es un colegio, y un colegio tieneun horario. Después de que salga del colegio, pue-des hacer lo que te dé la gana, o lo que te permitantus padres; lo que no puedes hacer es estar dentrodel instituto y salir y entrar a la hora que te dé lagana. En mi vida he visto yo el fumar un cigarro den-tro de un instituto, en mi país. Ni los profesores, ¿eh?Tenían que irse a una sala especial... Pero el que fumaun cigarro, o [bebe] una coca-cola: a la cafetería.Dentro de la cafetería tenían su zona de fumadores,zona de no fumadores, y ahí podían tomar su café…Alcohol no se podía vender dentro, claro. Y eso. Peroaquí (…) tenía que llevarse un poco más de control.(Varón peruano, 36 años, Villalba).

Los servicios sociales dedicados específica-mente a los inmigrantes, o que en los últimos añoshan pasado a atenderles básicamente a ellos, resul-tan asimismo muy bien valorados por los entrevis-tados. Estos servicios cumplen una función infor-mativa y orientadora que es vital para el reciénllegado, y ofrecen después ayuda y formación deutilidad. Por otra parte, los inmigrantes que llevanaquí más tiempo aprecian un cambio positivo en lacalidad y cantidad de servicios que se ofrecen a losinmigrantes. Es curioso que, al hablar de esos ser-vicios, los inmigrantes asimilen ONG y administra-ciones públicas.

Yo llevo cinco años aquí. Yo tenía estudios, yno tenía a nadie que me informe de qué cursos hay,qué tengo que hacer. No tenía nada. Entonces teníaque buscarme la vida. Hasta para aprender la ense-ñanza de castellano, tenía que buscar dónde puedoencontrar una academia privada. No sabía que haycursos que se dan gratuitos. Entonces, ahora hay másinformación, (…) la gente sabe dónde puede accederpara un curso, para aprender, hay talleres. Haymuchas cosas, hay muchas cosas ahora (Mujer marro-quí, 29 años, Villalba, Madrid).

(…) hay un par de ONG que trabajan, que porlo menos aquí dan clases de catalán, tienen bolsas deempleo, ayudan a conseguir habitaciones...

Entrevistador: ¿Sólo a colombianos?

No para todos, en general. Y muy bien, todogratis...

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Entrevistador: ¿Y los colombianos accedenbien a este tipo de cosas?

Sí, pero generalmente lo hacen por la bolsade trabajo, y uno que otro van a clases de catalán,especialmente los que tienen hijos estudiando aquí,para ayudarles con los deberes... (Varón colombia-no, 26 años, El Raval, Barcelona).

…desde las entidades oficiales del país creo quese han hecho pasos gigantescos. Quince años atrás notanto: cada uno tenía que apañarse, pero actualmen-te hay esta iniciativa para que el inmigrante conozca elidioma, y sepa cosas sobre lo que es el país, el ambien-te y la cultura en general, y esto el inmigrante lo reci-be muy bien, de corazón abierto. Tenemos muchosamigos que se han metido en escuelas, ONG, CruzRoja, entidades y asociaciones. También muchos hacenformación profesional, cosa que antes no existía, peroahora, al ser ciudadanos de este país … (Varón marro-quí, 40 años, El Raval).

El transporte público es otro de los elemen-tos cuya calidad y bajo precio, en términos compa-rativos con otros países europeos, constituye un fac-tor importante de atracción hacia las grandesciudades españolas. Muchos de los inmigrantes ibe-roamericanos provienen de grandes ciudades, peroen ellas el transporte público resulta generalmentedeficiente. Ese transporte público es el que permi-te a los inmigrantes de bajos ingresos habitar en losbarrios de mayor oferta en vivienda barata y des-plazarse hasta los barrios donde encuentran traba-jo. Sin el transporte público, la ciudad, o el áreametropolitana, no sería una unidad habitable, sinouna yuxtaposición de barrios aislados. La granmayoría de los inmigrantes, en sus primeros añosde estancia en España, carecen de automóvil, y porello el transporte público es una necesidad vital.

Entrevistador: Y ¿qué es lo que más te gustade Villalba?

La tranquilidad, sobre todo. Es un pueblo…; ytambién eso de los transportes… Como tenemos aquítren, los autobuses, en media hora, más o menos,estás en Madrid; haces tus cosas y puedes estar aquíen Villalba. Eso también es cómodo (Mujer marroquí,29 años, Villalba, Madrid).

Entrevistador: ¿Y allí [en Colombia] no hay metro?

No, ni tampoco autobuses como aquí. Allá soncomo cuatro, cinco empresas de autobuses. Pero vie-jísimos, viejísimos. Y otros que son muy novedosos,muy novedosos, que son marcas americanas y japo-nesas. Pero la mayoría son viejos. Hacen unos ruidoshorribles, van compitiendo entre ellos. No es comoaquí, que la ruta 48 hace su ruta, no. Allí la ruta uno,

la dos, y la tres. Y pues cada persona tiene un auto-bús. O sea, digamos cada autobús tiene su dueño. Ypasa uno, que hace la ruta tres. Y viene la otra tresatrás, y comienzan: “fuuuum, fuuuum”. A ver quiénrecoge más pasajeros. Y les timbra uno, y le parancomo a los diez minutos de uno haber timbrado. (…)Entonces, no sé, la organización nuestra no es comoaquí. Aquí tiene muy buena organización, muy bue-na organización (Varón colombiano, 30 años, CiudadLineal, Madrid).

Yo, teniendo el abono de transportes, memanejo muy bien. Y aquí, Villalba está muy comuni-cada, es como un centro de transportes, porque haytren y hay autobús, que van a Madrid cada diez minu-tos... Hombre, lo que le falta es el metro, nada más...(Varón ecuatoriano, 38 años, Villalba, Madrid).

5. Conclusión

España ofrece a los inmigrantes —legales oilegales— trabajo, asistencia médica gratuita y decalidad, educación, seguridad física, transportepúblico barato, servicios públicos que operan sobrela base de la imparcialidad y la no discriminación,un ambiente de tolerancia con la inmigración ile-gal, expectativas de futuras regularizaciones y unclima de escasa xenofobia en comparación con losposibles destinos alternativos. Sin duda, existentambién sombras –la principal es la dificultad paraadquirir o alquilar una vivienda, algo que resultamás fácil en otros países europeos con mayor mer-cado de vivienda en alquiler y precios más bajos–,pero, en conjunto, estas sombras parecen pesarmucho menos que las luces. Parece, en cualquiercaso, claro que el conjunto arroja un saldo globalsatisfactorio.

Indudablemente, la satisfacción y la evalua-ción positiva de la experiencia vivida no puedeninterpretarse automáticamente como factores deatracción de nuevos inmigrantes. No sabemos has-ta qué punto los elementos que los inmigrantesseñalan como positivos en la sociedad españolainfluyeron en su decisión anterior de viajar a Espa-ña. Pero es conocida la importancia de las redessociales en los movimientos migratorios, lo queimplica, entre otras cosas, que la decisión de emi-grar se toma a partir del conocimiento de las expe-riencias previas de paisanos parientes, amigos y alle-gados en el país de destino. Es decir, aunque loselementos recogidos aquí no tuvieran un peso sus-tancial en la decisión de emigrar a España de losque ahora residen en ella, su evaluación positiva de

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esta experiencia se transmite al país de origen y seconvierte así en un factor de atracción.

Tampoco sabemos cuántos inmigrantes hanrenunciado a su proyecto en España y han retor-nado a su país o lo han intentado en otro. Las fuen-tes estadísticas no permiten conocer este dato nirealizar estimaciones fiables. Los únicos datos conque contamos provienen de la Organización Inter-nacional para las Migraciones, que gestiona con elgobierno español un programa para facilitar el retor-no voluntario de inmigrantes. Este programa lesproporciona el billete de avión más 450 euros porpersona: desde que se inició el programa en 2003hasta octubre de 2005, sólo 700 inmigrantes sehabían acogido a él. Este dato también puede inter-pretarse como un indicador de la satisfacción gene-ral y las expectativas favorables que, de acuerdo conla información que proporcionan las entrevistas ainmigrantes residentes en España, marcan la expe-riencia de la mayoría de ellos.

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Resumen

En la búsqueda de mejores condiciones de vida,motor de la inmigración internacional, el empleo cons-tituye el principal medio para los inmigrantes. En esteartículo se comprueba hasta qué punto la notable satis-facción subjetiva de los inmigrantes residentes en Anda-lucía con sus condiciones laborales y su nivel de remu-neración, respectivamente, responde a una situaciónobjetiva. Si se define como “paradójica” una evaluaciónpositiva de una situación notoriamente mejorable, resul-ta que, en el ámbito laboral, tal paradoja se observa enmás de un 40% de los trabajadores inmigrantes. Cabeinterpretar esta aparentemente paradójica satisfacciónde los inmigrantes en virtud de sus expectativas de movi-lidad ocupacional ascendente. Ahora bien, éstas no sólorepresentan un aliciente para los inmigrantes que favo-rece su aceptación de buen grado de la situación labo-ral en la que se encuentran, sino también un reto estra-tégico para la sociedad de acogida.

1. Introducción1

Los medios de comunicación y el “sentidocomún” de muchos ciudadanos tienden a reservarel término inmigrantes a personas procedentes depaíses menos desarrollados, mientras que a aque-llas personas que se han instalado en España pro-cedentes de la Unión Europea (antes de su recien-

te ampliación) u otros países altamente desarrolla-dos se les suele llamar “extranjeros”. Por poco lógi-ca que pudiera resultar dicha convención semánti-ca para los científicos sociales, no cabe duda de queexiste una necesidad real de diferenciar entre dostipos de inmigración bien distintos. Reduciendodicha diferencia a su contenido tópico (y, por lo tan-to, empíricamente dudoso en los no pocos casosque se desvían del estereotipo), se trata de la dife-rencia entre personas que llegan a España para dis-frutar de un notable nivel de bienestar conseguidoya con anterioridad, por un lado, y personas quevienen a España fundamentalmente para mejorarsu nivel de vida, por otro. Dicha diferencia puedeverse simbolizada por los jubilados procedentes deotros países europeos y por los jóvenes trabajado-res procedentes de África, Iberoamérica y Asia, res-pectivamente.

El uso corriente del término inmigración alu-de, por tanto, a la relación intrínseca de ésta conla búsqueda de un mayor nivel de bienestar mate-rial. Si bien es cierto que los motivos de la emigra-ción desde países económicamente menos desa-rrollados son múltiples, incluyendo potencialmenteaspectos personales y familiares irreducibles a lasesferas laboral y económica, también lo es que elreciente auge de la inmigración dirigida a Españatiene su motor fundamentalmente en el inferiornivel de vida en los países de origen, y su cataliza-dor en la perspectiva de aumentarlo en el país de

SEBASTIÁN RINKEN*

La situación laboral de los inmigrantes: ¿una nueva paradoja de la satisfacción?

* Doctor contratado (Programa Ramón y Cajal) en el Instituto de Estudios Sociales de Andalucía (IESA-CSIC).

1 La redacción de este artículo ha sido posible gra-cias al programa Ramón y Cajal, del que el autor es bene-ficiario desde el año 2001. Asimismo, el autor quiere hacer

constar su agradecimiento a la Dirección General de Coor-dinación de Políticas Migratorias (Consejería de Goberna-ción de la Junta de Andalucía) por haber encargado alIESA-CSIC y financiado (junto con el Fondo Social Europeo)la realización del proyecto de investigación en el que sebasa este artículo, y del que fue coordinador.

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acogida. Así, según una encuesta realizada por elInstituto de Estudios Sociales de Andalucía (IESA-CSIC) en la primavera de 2003, los tres principalesmotivos que citan los inmigrantes establecidos enAndalucía a la hora de explicar la emigración des-de sus países son, por orden de frecuencia, el deseode mejorar la calidad de vida (32%); la existenciade importantes “dificultades económicas o el deseode mejorar la economía” (27%), y el desempleo(24%)2. Es decir, factores que pertenecen, todosellos, al ámbito sociolaboral y económico se colo-can por delante de otros motivos como la reagru-pación familiar, los estudios, la búsqueda de aven-tura, etcétera.

Estas observaciones introductorias permitenapreciar la destacada relevancia de la dimensiónsocioeconómica y sociolaboral no sólo para la géne-sis, sino también para la evolución futura del fenó-meno migratorio en España; relevancia destacadafrente a otras dimensiones que suelen acaparar granparte del considerable interés social, mediático yacadémico suscitado por el fenómeno de la inmi-gración, como son las condiciones de admisión delos inmigrantes como ciudadanos con derechos polí-ticos o las reglas de convivencia en una sociedadpluriétnica. En definitiva, si no se alcanzase una ade-cuada integración sociolaboral de los inmigrantes,todos los avances que pudieran conseguirse en añosvenideros en las dimensiones política y cultural resul-tarían a todas luces insuficientes para establecerunas pautas de convivencia satisfactorias.

La situación social de los inmigrantes asen-tados en España se ha convertido, a lo largo de losúltimos años, en un ámbito de investigación impor-tante. En este contexto, la metodología de encues-tas emerge como herramienta de investigaciónpotencialmente muy prometedora, dadas las limi-taciones de las estadísticas oficiales. A pesar de lasimportantes dificultades para llevar a cabo este tipode encuestas de forma rigurosa (Maya, 2001), enalgunas comunidades autónomas disponemos yade radiografías pormenorizadas de la situaciónsocial de los inmigrantes, y específicamente de susituación sociolaboral (Laparra, 2003; Rinken, 2004;Pérez Yruela y Rinken, 2005); existen además variasaproximaciones a escala nacional, entre las quecabe citar las de Aparicio (2004), Carrasco (1999)y el Colectivo IOÉ (por ejemplo, 1998).

Ahora bien, mientras hemos avanzado algoen la medición de las condiciones de vida objetivasde los inmigrantes, poco sabemos de su evaluaciónsubjetiva. Es decir, desconocemos casi por comple-to la relación entre las dimensiones objetiva y sub-jetiva de la calidad de vida de los inmigrantes. Enabsoluto se trata de un interrogante ocioso: el gra-do de satisfacción de los inmigrantes con su situa-ción social no dejará de tener importantes implica-ciones para las pautas de convivencia en la sociedadde acogida. Desde una perspectiva más amplia,cabe señalar que la relación entre las dimensionesobjetiva y subjetiva de la calidad de vida, no ya delos inmigrantes, sino de la población en su conjun-to, constituye un campo de investigación bien con-solidado a escala nacional e internacional3.

Los conocimientos acumulados por esta líneade estudios (la quality-of-life research) apuntan acierta independencia de la satisfacción subjetivarespecto de las condiciones de vida objetivas, que-dando por tanto por determinar cuáles son los fac-tores determinantes de aquélla. Por poner un ejem-plo relativo al contexto geográfico específico en elque se centra este artículo, en el caso de Andalu-cía se ha observado una “paradoja de la satisfac-ción”; a saber, una tendencia marcada a declararunos elevados niveles de satisfacción subjetiva porparte de segmentos de la población comparativa-mente poco favorecidos desde el punto de vistasocioeconómico (Navarro Yáñez y Pérez Yruela,2000; Pérez Yruela, 2002). Esta paradoja se ha atri-buido, en el caso andaluz, a la doble expectativade que el proceso de mejora de las condicionessocioeconómicas observado durante las últimas doso tres décadas no sólo tendrá continuidad en elfuturo, sino que además acabará favoreciendo tam-bién a aquellos segmentos de la población cuyosingresos son, en la actualidad, inferiores a la mediaregional. En otras palabras, según esta explicación,muchos andaluces estarían atribuyendo al proce-so de modernización de la sociedad andaluza unadinámica y una continuidad futuras, saboreandoya, por así decirlo, de manera anticipada los frutosde una evolución esperada.

¿Existe una “paradoja de la satisfacción” tam-bién entre los inmigrantes asentados en Andalucía?En este artículo me propongo dar una respuesta ten-tativa a esta pregunta. Por su relación especialmen-te estrecha con la búsqueda de un mayor nivel debienestar material (al ser el empleo, como es obvio,2 El enunciado de la pregunta era el siguiente:

“¿Cuáles fueron los motivos u objetivos por los que dejó supaís? Dígame hasta tres por orden de importancia” (Encues-ta Necesidades de la población inmigrante en Andalucía[NEPIA]).

3 Para una primera orientación, de entre la abun-dante bibliografía, véanse Diener y Rantz, 2000; Glatzer y Zapf, 1984, y Michalos, 1985.

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el principal medio para mejorar las condiciones devida), me centraré en la situación laboral.

Se trata de un aspecto de vital importanciano sólo para la satisfacción de los inmigrantes consu experiencia migratoria, sino también para la cali-dad de la convivencia entre las poblaciones inmi-grante y autóctona. Baste aludir al hecho de quelos inmigrantes suelen desempeñar actividades labo-rales consideradas “indeseables” por parte de losautóctonos. Ahora bien, por mucho que este hechogoce de reconocimiento generalizado, incluyendohasta su inclusión en discursos de pedagogía polí-tica sobre los efectos positivos de la inmigración,poca o nula atención se ha prestado a la preguntade qué opinión les merece a los inmigrantes el de-sempeño de dichas actividades. Es decir, o bien nose ha caído en que podrían considerarlas igual-mente indeseables o bien no se ha atribuido impor-tancia al grado de satisfacción de los inmigrantescon su situación laboral (al suponer que su acepta-ción de ésta no precisa de una evaluación positiva,sino que radica en pura necesidad). Conviene teneren cuenta que tal olvido o desinterés tiene implica-ciones poco alentadoras en cuanto a la imagen delinmigrante que predomina en la sociedad españo-la. Es más, cabe pronosticar que, a medio plazo, larelación entre las dimensiones objetiva y subjetivade la situación laboral de los inmigrantes adquiriráun papel primordial en la configuración de la pro-pia sociedad de acogida en su conjunto, empezan-do por su grado de cohesión social.

Este artículo se estructura de la siguiente for-ma. En el apartado 2 presento la fuente de datosde la que extraigo la información cuantitativa deeste artículo. A continuación ofrezco datos gene-rales sobre la situación laboral de los inmigrantesen Andalucía (apartado 3), para posteriormente exa-minar las condiciones laborales de éstos (apartado4) y su grado de satisfacción con el trabajo (apar-tado 5). El apartado 6 explora el impacto del nivelde remuneración sobre la satisfacción de los traba-jadores. El artículo concluye con una discusión delos resultados (apartado 7).

2. La encuesta NEPIA comofuente de datos

Los datos en los que se basa este artículo pro-ceden del estudio Necesidades de la población inmi-grante en Andalucía (NEPIA), realizado en 2002-2003, en el marco del Primer Plan Integral para la

Inmigración en Andalucía, por el IESA, por encargode la Consejería de Gobernación de la Junta deAndalucía y con financiación del Fondo Social Euro-peo. El núcleo de dicho estudio consiste en unaencuesta a 1.800 inmigrantes asentados en Anda-lucía. La encuesta se realizó en marzo y abril de2003 con una serie de procedimientos metodoló-gicos que maximizasen la representatividad de losresultados (Rinken, 2003). Se trata de una fuentecon un elevado grado de validez en cuanto a la des-cripción fidedigna de las condiciones de vida de lapoblación inmigrante.

Uno de esos procedimientos se refiere a laestratificación de la muestra (es decir, al número deentrevistas realizadas en determinados segmentosde la población estudiada). Se utilizó una estratifi-cación cruzada por zona de procedencia del inmi-grante (cinco categorías) y zona de asentamiento(cuatro categorías). En cada estrato se realizó el mis-mo número de entrevistas por categoría, con inde-pendencia de su peso proporcional, reconstituyen-do éste a través de una ponderación posterior delos datos obtenidos. De esta manera, es posibleestablecer comparaciones con criterio de represen-tatividad entre las distintas categorías de los estra-tos, a pesar del reducido peso relativo de algunasde ellas en relación con la población inmigrante ensu conjunto.

La encuesta generó datos sobre un amplioabanico de aspectos temáticos, incluyendo el tra-yecto y proyecto migratorios, la situación residen-cial (vivienda y convivencia), la situación laboral(actual y pasada) y la situación financiera, por men-cionar sólo algunos de los más importantes4. Mien-tras la mayor parte de los indicadores utilizados enla encuesta NEPIA se refieren a la situación objeti-va, la dimensión subjetiva es también abordada enrelación con los siguientes aspectos: la convivenciavecinal, las características del domicilio, el estadode salud, el trabajo y el dinero disponible. Asimis-mo, el cuestionario incluye preguntas sobre losmotivos de la emigración (ya referidos arriba en elapartado introductorio), sobre los proyectos migra-torios inicial y actual, y sobre la experiencia migra-toria en su conjunto. Finalmente, como última pre-gunta, pedimos a los entrevistados replantearse -demanera obviamente ficticia- la decisión de emigrar.

Los cuadros 1, 2 y 3 ilustran algunas de lascaracterísticas más importantes de la muestraentrevistada.

4 Los principales resultados del estudio NEPIA estánrecogidos en Pérez Yruela y Rinken (2005).

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CUADRO 1

CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LA MUESTRA NEPIA, POR SEXO

Total Varones Mujeres

Edad media* (años) 32,41 32,52 32,27Sin estudios (incl. analfabetas y primarios sin acabar) (%) 14 15 13Estudios universitarios (tercer grado) (%) 28 28 27Llegada a España anterior al año 2001 (%) 53 53,5 52,5Llegada a España entre enero de 2001 y marzo de 2003 (%) 47 46,5 47,5Recuento de casos no ponderados 1.797 1.044 753

* Nótese que nos referimos a la edad media de personas mayores de 15 años (16 años cumplidos era la edad mínima paraparticipar en la encuesta).Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

CUADRO 2

CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LA MUESTRA NEPIA, POR CONJUNTO GEOPOLÍTICO DE PROCEDENCIA

TotalÁfrica

Asia Europa Este IberoaméricaMagreb y

Subsahariana OrientePróximo

Principales países Marruecos Senegal China Rumania Argentina Marruecosde procedencia (32%) (34%) (51%) (41%) (30%) (84%)

Argentina Nigeria Pakistán Rusia Ecuador Argelia(11%) (19%) (15%) (17%) (27%) (10%)

Ecuador Guinea Filipinas Ucrania Colombia(10%) Bissau (10%) (16%) (26%)

(16%)

Tasa de masculinización (%) 56 78,0 57 47 45 67

Sin estudios (%) 14 28 10 1 2 29

Estudios universitarios (%) 28 15 20 36 36 20

Llegada entre enero de 2001 47 44,5 22 63 60 34y marzo de 2003 (%)

Recuento de casos no 1.797 359,0 358 359 360 361ponderados

Peso ponderado — 6 5 13 37 39en muestra total (%)

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

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De los datos recogidos en los cuadros 1 a 3cabe destacar especialmente el elevado nivel edu-cativo (superior incluso al nivel de estudios de lapoblación autóctona) de los inmigrantes proce-dentes de Europa del Este e Iberoamérica. Se trataprecisamente de los dos conjuntos geopolíticos deprocedencia que presentan una proporción muy ele-vada de llegadas durante los dos años anteriores ala realización de la encuesta. En general, es llama-tivo que casi la mitad de todos los inmigrantes asen-tados en Andalucía en la primavera de 2003 hubie-se llegado a lo largo de los dos años anteriores.

Se observa asimismo una implantación dife-rencial por regiones de procedencia de los inmi-grantes en las cuatro zonas socioeconómicas en lasque hemos dividido Andalucía. De este modo, enrelación con la población inmigrante asentada entoda Andalucía, los inmigrantes del continente afri-cano (y en menor medida, los europeos del Este)están sobre-representados en zonas dedicadas fun-damentalmente a la agricultura (intensiva o exten-siva), mientras los iberoamericanos y los asiáticos seasientan principalmente en las grandes ciudades yen la costa turística. Finalmente, es interesante notarque las zonas de agricultura intensiva (esencial-mente, el poniente almeriense) acogen a casi uncuarto de la población inmigrante asentada en

Andalucía, frente a sólo un 4% de la poblaciónandaluza en su conjunto.

La distribución por sexo varía fuertementeen función de la procedencia, destacando el Áfri-ca subsahariana y el Magreb por una elevada pro-porción de varones, frente a una ligera feminiza-ción de la inmigración procedente de Europa delEste e Iberoamérica.

3. El empleo inmigrante: datos generales

Los expertos en inmigración suelen destacarla concentración del empleo inmigrante en aquellossectores de actividad y aquellas ocupaciones que,por la elevada temporalidad de sus formas de con-tratación y la precariedad de sus condiciones labo-rales, resultan poco atractivos para la población acti-va de procedencia autóctona, incluyendo aquellaparte de ésta que se encontrase en el paro (Abad,2002; Cachón, 2002; Hoggart y Mendoza, 1999;Izquierdo et al., 2003). Respecto a estos argumen-tos, basados fundamentalmente en trabajos cuali-tativos y la explotación de las estadísticas oficiales,

CUADRO 3

CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LA MUESTRA NEPIA, POR ZONA SOCIOECONÓMICA DE ASENTAMIENTO

TotalAgricultura Costa Grandes Ruralintensiva turística ciudades interior

Proporción de todos los habitantes — 4 7 50 39de Andalucía, según Padrón 2003 (%)

Tasa de masculinización (%) 56 62,5 54 54 54Sin estudios (%) 14 25 8,4 9,5 20Estudios universitarios (tercer grado) (%) 28 17 35 31 22,5Procedencia Magreb y Oriente Próximo (%) 39 54 32 35 38Procedencia Iberoamérica (%) 37 16 44 43 42Procedencia Europa del Este (%) 13 19 13 8,5 14Procedencia Asia (%) 5 0,5 8 7 4Procedencia África Subsahariana (%) 6 10 2 7 3Llegada entre enero 2001 y marzo 2003 (%) 47 47 41 49 53Recuento de casos no ponderados 1.797 450 436 463 448Peso ponderado en muestra total (%) — 23 24,5 40 13

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

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el estudio NEPIA aporta el valor añadido propio deuna encuesta con un elevado grado de representa-tividad. La situación laboral de los inmigrantes hasido objeto, por su destacada relevancia, de uno delos apartados más extensos del cuestionario.

Según los datos de la encuesta, las tasas deactividad y de ocupación entre la población inmi-grante son muy elevadas, alcanzando aproximada-mente un 90 y un 70%, respectivamente, de todoslos inmigrantes en edad laboral asentados en Anda-lucía (frente a tasas del 53 y 44%, respectivamen-te, en la población andaluza en su conjunto). A dife-rencia de la población autóctona, en la poblacióninmigrante apenas se observan diferencias entrehombres y mujeres en cuanto a su incorporación ala población activa. Los trabajadores inmigrantesson, en su gran mayoría, asalariados (79%), aun-que la proporción de los que indican trabajar comoempresarios o autónomos en absoluto es desdeña-ble (16,5%). El 45% de los inmigrantes empleadosen febrero de 2003 no cotizaron a la seguridadsocial; esta proporción era superior entre las muje-res (52%) que entre los varones (40%). Para losinmigrantes asentados en Andalucía desde hace másde tres años (llegadas anteriores al año 2000), elporcentaje de cotizantes rondaba el 80%, mientrasque la proporción de no cotizantes se incrementa-ba entre los recién llegados, superando el 80% entrelos inmigrantes que llegaron durante el 2002.

Esta fuerte relación entre año de llegada ycotización está, a su vez, condicionada por una ter-cera variable, al ser la posesión de un permiso labo-ral un requisito indispensable para poder darse dealta en la seguridad social. Si de las situaciones“regulares”, en cuanto a la gestión administrativadel permiso laboral, excluimos las solicitudes pen-dientes de resolución, en la primavera de 2003, alre-dedor del 58% de todos los inmigrantes empleadosen Andalucía estaban en situación regular. De entreellos, la proporción de personas que cotizaban a laseguridad social se situó en el 88%. Por tanto, pode-mos decir que la amplia mayoría de los inmigrantesposeedores de permiso laboral ejercía una actividadlaboral con cotización a la seguridad social.

En febrero de 2003 los inmigrantes emplea-dos en Andalucía estaban trabajando mayoritaria-mente en cinco sectores de actividad5: “producciónagrícola” (21%), “hostelería” (20%), “hogares que

emplean personal doméstico” (14%), “comercio alpor menor” (13%) y “construcción e instalación deinmuebles” (9%). Juntas, estas cinco categoríasenglobaban a casi el 80% del empleo inmigranteen Andalucía, mientras que el resto trabajaba en unconjunto de “otros” sectores de diversa índole. Pormatizar este dato general, la inserción de las muje-res inmigrantes en los sectores de la construcción yla agricultura era nula o comparativamente escasa(con un 0 y 13%, respectivamente, frente al 15 y25% de los varones), mientras que estaban fuerte-mente sobre-representadas en los hogares emple-adores (un 30% de las mujeres, frente al 1,5% delos varones). Asimismo, se observa una elevada seg-mentación de la implantación laboral en función dela procedencia. Por poner un ejemplo, más de lamitad de los asiáticos estaban empleados en la hos-telería, al tiempo que un 37% de los varonesmagrebíes y un 29% de los del África subsaharia-na se dedicaban a la producción agrícola.

El gráfico 1 representa la proporción de losmencionados cinco sectores de actividad, más todoslos demás sectores como “otros”, en cada una delas cuatro zonas de asentamiento.

Frente al predominio absoluto o relativo, res-pectivamente, de las actividades agrícolas en laszonas rurales (de agricultura intensiva y rurales delinterior), en la “costa turística” destaca la fuerteinserción de los trabajadores inmigrantes en el sec-tor de la hostelería. En cambio, en las “grandes ciu-dades”, el conjunto de las actividades clasificadascomo “otras” tiene un notable protagonismo.

El sector de actividad en el que trabaje el ola inmigrante determina, en gran medida, su nivelocupacional. El cuadro 4 presenta un cruce entreambas variables (sector de actividad y nivel ocupa-cional). Para facilitar la lectura del cuadro, las casi-llas sin casos o con porcentajes inferiores al 0,5%se han dejado en blanco; los demás datos estánredondeados. La modas (los valores más frecuen-tes) se han resaltado en negrita.

En el sector de la producción agrícola es muyllamativa la concentración casi exclusiva de los inmi-grantes en ocupaciones no cualificadas (peonesagrícolas), frente a su ausencia absoluta en ocupa-ciones de nivel directivo y casi absoluta en ocu-paciones cualificadas. Un elevado peso de las

5 Con el término “sectores” me refiero aquí a lassiguientes categorías de la Clasificación Nacional de Activida-des Económicas (CNAE 93): “producción agrícola” (categoría

011), “construcción” (categorías 451 y 453), “comercio al pormenor” (categorías 521-526), “hostelería” (categorías 551,553 y 554) y “hogares empleadores” (categoría 950).

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ocupaciones no cualificadas se observa también enel sector de los hogares empleadores y, en medidabastante menor, en la construcción. En este últimosector existe también un porcentaje considerablede inmigrantes que desempeñan trabajos manua-les cualificados. En los sectores del comercio y lahostelería se observa un porcentaje comparativa-mente elevado de ocupaciones de tipo directivo.Con este matiz, la presencia de trabajadores inmi-grantes en las categorías superiores de la pirámideocupacional se concentra fundamentalmente en laagrupación de “otros sectores” de actividad eco-nómica, agrupación que incluye actividades de índo-le muy diversa (por ejemplo, la educación, la sani-dad y los transportes) y en la que, en su conjunto,está empleada una quinta parte aproximadamentede los trabajadores de procedencia inmigrante.Como resultado de esta configuración del empleoinmigrante, en las zonas de agricultura intensivados tercios de los trabajadores inmigrantes tienen

un empleo no cualificado, proporción que es nota-blemente superior a la observada en las demászonas de asentamiento (sobre todo, las de ámbitourbano y turístico, respectivamente, con valores alre-dedor del 40%).

4. Las condiciones laboralesde los trabajadoresinmigrantes

Para medir las condiciones laborales (exclu-yendo, de momento, la remuneración, que se exa-minará a continuación), el cuestionario NEPIA inclu-ye una batería de cinco indicadores: 1) tener altoriesgo de accidentes o enfermedades; 2) disfru-tar de descanso semanal, vacaciones y permisos; 3) cobrar puntualmente; 4) trabajar por la noche,

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

GRÁFICO 1

PRINCIPALES SECTORES DE ACTIVIDAD ECONÓMICA (CNAE), POBLACIÓN INMIGRANTE OCUPADA EN ANDALUCÍA EN FEBRERO DE 2003, POR ZONA SOCIOECONÓMICA DE ASENTAMIENTO

20

0

40

60

Porc

enta

je t

otal

(m

uest

ra p

onde

rada

)

Zonas ruralesdel interior

10

30

50

Producción agrícola Construcción

Grandes ciudades(capitales y cinturón

metropolitano)

Zonas costerasturísticas

Zonas de agriculturaintensiva

Comercio Hostelería Hogares Otras

Pregunta: “¿A qué se dedica la empresa donde estaba empleado [en febrero de 2003]?”

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y 5) trabajar los domingos u otros días festivos. Lasopciones de respuesta para cada uno de estos indi-cadores son: a) habitualmente, b) ocasionalmentey c) nunca6. El cuadro 5 recoge los resultados rela-tivos a los cinco sectores con más incidencia deocupación inmigrante (prescindiendo en esta oca-sión, por su naturaleza variada, de los “otros” sec-tores de actividad). El cuadro desglosa los datos enfunción de si el entrevistado cotiza o no a la segu-ridad social.

Frente a unas diferencias intrasectoriales enfunción de la variable “cotización” sorprendente-

mente escasas, llaman la atención las abultadasdiferencias intersectoriales. Se observa que, encuanto a las condiciones laborales, cada sector deactividad tiene un marcado perfil propio. La pro-ducción agrícola y la construcción destacan portener los mayores índices de graves riesgos labora-les (viéndose hasta un tercio de los trabajadoresinmigrantes expuestos habitualmente a un alto ries-go de enfermedad o accidente), mientras que eltrabajo en horario nocturno, ausente en el sectorde la construcción y muy minoritario en la produc-ción agrícola, afecta habitualmente a aproximada-mente la mitad de los ocupados en la hostelería y a aproximadamente un cuarto de los trabajado-res en los hogares empleadores y el comercio, res-pectivamente. El trabajo en días festivos es habi-tual para alrededor de dos tercios de los ocupadosen la hostelería y para algo más de un tercio de los ocupados en el comercio. Según sectores, el

CUADRO 4

GRUPO DE OCUPACIÓN (CNO) POR SECTOR DE ACTIVIDAD, INMIGRANTES OCUPADOS EN ANDALUCÍA, FEBRERO DE 2003 (EN PORCENTAJE)

Sector de actividad

Total*ProducciónConstrucción Comercio Hostelería Hogar Otrosagrícola

Grupo de ocupación 1 0,5 19,5 12 3 6(CNO) (% 2 3 1 13 3,5de columna) 3 1,5 4 1 12 3,5

4 2,5 4 10 3,55 1 43 61 24 13 246 1 2 0,57 38 2,5 0,5 14 78 1 4 0,5 1,5 6 29 97 53 28 20,5 74,5 27 50

100 100 100 100 100 100 100

Recuento de casos 291 120 186 281 151 218 1247no ponderados

Pregunta: “¿Cuál era su oficio o profesión en ese trabajo [el empleo principal]?”.

* Se han excluido del cruce 45 casos de “no contesta” y 4 casos de “no sabe” referentes al sector de actividad, y por otra par-te, 12 casos de “no contesta” en relación con el grupo de ocupación.Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA. Los números de filas se refieren al primer dígito de la Clasificación Nacional de Ocu-paciones (CNO), interpretado aquí como indicación del nivel ocupacional: 1. Dirección de empresas y administraciones públi-cas; 2. Técnicos y profesionales científicos e intelectuales; 3. Técnicos y profesionales de apoyo; 4. Empleados de tipo admi-nistrativo; 5. Restauración, servicios personales, protección y vendedores de comercio; 6. Trabajadores cualificados en agriculturay pesca; 7. Artesanos, cualificados manufacturas, construcción y minería; 8. Operadores de instalaciones y maquinaria, mon-tadores; 9. Trabajadores no cualificados. En NEPIA no figura la décima categoría (Fuerzas Armadas).

6 Por si no fuera obvio, cabe señalar que, para losindicadores 2) y 3) se interpretan como favorables unosbajos niveles de respuestas “nunca” y unos altos niveles derespuestas “habitualmente”, al revés que para los demásindicadores.

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disfrute de descanso semanal, vacaciones y per-misos es habitual para entre el 40% (producciónagrícola) y el 75% (hogares) de los trabajadoresinmigrantes.

Sobre la base de estos indicadores puedeconstruirse un indicador sintético de condicioneslaborales adversas. Al considerar que el trabajo noc-turno y en días festivos, respectivamente, constitu-ye un agravio serio sólo si carece de compensacióna través de los turnos de descanso correspondien-tes, definimos como “condiciones laborales espe-cialmente adversas” la exposición a las variantesmás perjudiciales (“nunca” o “habitualmente”,según el caso) de cualquiera de los primeros tresindicadores recogidos en el cuadro 5, siendo unade ellas suficiente para clasificar la situación como“especialmente adversa”. Definida así, la exposi-ción a condiciones laborales especialmente negati-vas afecta a casi el 50% de los trabajadores inmi-grantes del sector agrícola y a más del 40% de losempleados en la construcción, frente a proporcio-nes alrededor del 25% en el comercio y en la agru-pación de “otras” actividades, y valores en torno al10% en la hostelería y los hogares empleadores,respectivamente. Si bien la inclusión de otras varia-bles más (por ejemplo, la jornada laboral y, nota-blemente, la remuneración) podría cambiar sus-tancialmente estas proporciones, para los objetivosde este artículo resulta funcional trabajar con unadefinición restrictiva.

5. La satisfacción con la situación laboral

El cuadro 6 recoge la satisfacción laboral de los trabajadores inmigrantes en Andalucía porsector de actividad. En cada sector, la segundacolumna (B) se refiere a aquellos trabajadorescuyas condiciones laborales están clasificadas, atenor de la definición antes expuesta, como“especialmente adversas”, mientras que la pri-mera columna (A) se refiere a los empleados concondiciones laborales que, por lo menos en rela-ción con los criterios de valoración reflejados ennuestra definición, no merecen dicha calificación.Para facilitar la lectura del cuadro, los porcenta-jes están redondeados.

Al ser muchos los datos recogidos en estecuadro, para captar su significado es oportuno pro-ceder en cuatro pasos.

En primer lugar, comparando fila por fila lascolumnas (A) y (B) en los distintos sectores de acti-vidad, se aprecia que, en la mayoría de los secto-res, las proporciones de insatisfechos (filas 1 y 2)de entre aquellos trabajadores cuyas condicioneslaborales se clasificaron como “especialmenteadversas” (columna B) superan con creces a las desus compañeros con condiciones laborables com-

CUADRO 5

CONDICIONES LABORALES HABITUALES DE LOS INMIGRANTESRESIDENTES EN ANDALUCÍA Y OCUPADOS EN FEBRERO DE 2003 EN CINCOSECTORES DESTACADOS, POR SECTOR DE ACTIVIDAD Y COTIZACIÓNA LA SEGURIDAD SOCIAL (SÍ/NO)

Producción agrícola Construcción Comercio Hostelería Hogar

Sí No Sí No Sí No Sí No Sí No

1. Riesgo enferm./acc. (%) 25 21 29 30 1,5 1 1 5 5 6,5

2. Descanso (%) 43 35,5 67 65 46 40 59 51 80 73,5

3. Cobro puntual (%) 67 83,5 84 62 75 81 91 77,5 87 87

4. Trabajo nocturno (%) 5 1 0 0 20,5 19 55 53,5 24,5 25,5

5. Trabajo festivos (%) 29,5 27 4 9 48 30 61 77,5 23 24

Pregunta: “En su empleo principal, ¿con qué frecuencia se dan las siguientes condiciones?”

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

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parativamente favorables (columna A). Asimismo,aunque con fuertes diferencias entre sectores encuanto al grado, los trabajadores con condicioneslaborales clasificadas como “especialmente adver-sas” dan valoraciones positivas o muy positivas(filas 4 y 5) en proporciones inferiores a las de otrostrabajadores del mismo sector y que disfruten deunas condiciones laborales más favorables. Es decir,en muchos casos, como cabría esperar, una peorsituación objetiva se corresponde con un menorgrado de satisfacción.

En segundo lugar, sin embargo, es necesa-rio resaltar que las mencionadas diferencias entrelas columnas (A) y (B) son reducidas en los secto-res de la construcción y del comercio, mientras queson importantes en los demás sectores (sobre todo,en la hostelería y la agricultura). Además, estos mis-mos sectores (construcción y comercio) son los úni-cos en obtener una evaluación positiva (“a gusto”o “muy a gusto”) por parte de la mayoría de lostrabajadores cuyas condiciones laborales se clasifi-caron como “adversas” (columna B). Tal vez enestos sectores existan mecanismos de compensa-ción (económica, por ejemplo) de las malas condi-ciones laborales que contribuyen a una mayor satis-facción con el empleo.

En tercer lugar, pasando ahora a compararlos distintos sectores, es menester destacar lasimportantes diferencias intersectoriales en los nive-les de satisfacción declarados. En este sentido, sepuede resaltar especialmente la elevada propor-ción de insatisfechos en el sector agrícola, frentea una proporción sorprendentemente alta, en casitodos los demás sectores, de encuestados quedeclaran estar “a gusto” o hasta “muy a gusto”con su trabajo.

En cuarto lugar, centrándonos finalmente enel aspecto más relevante para las finalidades deeste artículo (y resaltado en negrita en el cuadro6), resulta que en la mayoría de los sectores de acti-vidad existe una elevada proporción de “satisfe-chos” (filas 4 y 5) no sólo entre los trabajadorescon condiciones laborales supuestamente acepta-bles (columna A), sino también entre aquellos cuyascondiciones laborales son manifiestamente malas(columna B). Con oscilaciones por sector de activi-dad de entre un 30% y un 60% en el conjunto delos trabajadores inmigrantes expuestos a condi-ciones laborales adversas, la proporción de “satis-fechos” ronda el 40%. ¿Estamos, pues, ante una“paradoja de la satisfacción”? A continuación,exploraré si el nivel de remuneración puede expli-

CUADRO 6

SATISFACCIÓN DE LA POBLACIÓN INMIGRANTE OCUPADA EN ANDALUCÍAEN FEBRERO DE 2003 CON SU TRABAJO, POR SECTOR DE ACTIVIDAD Y TIPOLOGÍADE CONDICIONES LABORALES (EN PORCENTAJES)

Prod. agrícola Construc. Comercio Hostelería Hogares Otro TOTAL

(A) (B) (A) (B) (A) (B) (A) (B) (A) (B) (A) (B) (A) (B)

1 9 22 0 4 9 10 4 10 5 13 5 15 5 15

2 20 42 16 24 10 16 12 20 29 15 19 28 18 31

3 20 7 12 12 15 14 7 24 8 33 15 12 12 12

4 48 29 50 50 55 41 63 31 50 39 41 33 52 35

5 3 0 22 10 11 19 14 15 8 0 20 12 13 7

Recuento 146 140 64 56 117 52 235 41 136 11 156 55 864 355de casos(no pond.)

Pregunta: “Resumiendo, ¿cómo se siente respecto a este trabajo?”. Los números de las filas se refieren a una escala de satis-facción de 1 = “muy a disgusto” a 5 = “muy a gusto” (a diferencia de las demás, la opción 3 = “ni a disgusto ni agusto” no se leyó).

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

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car la satisfacción con una situación laboral carac-terizada por unas condiciones de trabajo adversas.

6. Situación económica y satisfacción laboral

Para la amplia mayoría de los inmigrantes, latotalidad de sus ingresos procede de su actividadlaboral y, más específicamente, de su empleo prin-cipal (si hubiera varios). El gráfico 2 refleja estehecho, indicando además la cuantía de dichos ingre-sos (el término “sueldo” se refiere a todo tipo deremuneración procedente del empleo principal,incluyendo las actividades empresariales o profe-sionales). Se observa que una amplia mayoría de losinmigrantes se ubican en los tres tramos que abar-can ingresos entre 251 y 500 euros, entre 501 y 750euros y entre 751 y 1.000 euros, respectivamente.

Como información adicional, cabe señalarque las mujeres están sobre-representadas en eltramo de 251 hasta 500 euros, mientras que losvarones lo están en los tramos superiores a los750 euros. Esta situación es especialmente acu-sada entre los inmigrantes de Europa del Este, deIberoamérica y del Magreb, y tiene su explicaciónno sólo en la desigual distribución de hombres ymujeres entre los distintos sectores de actividad,sino también en una menor remuneración deéstas en igualdad de sector y situación ante laseguridad social, como ilustra el cuadro 7. Al mar-gen del notable impacto de la variable “cotiza-ción”, es desconcertante observar que la variablesexo marca, en muchos sectores, unas diferenciasabultadas en cuanto al nivel de remuneración.Especialmente en los sectores mejor pagados paralos varones (comercio y hostelería), sobre todo sicotizan a la seguridad social, las mujeres se que-dan muy lejos del nivel de remuneración medioalcanzado por aquéllos.

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

Preguntas: “Y en total, ¿cuántos euros ingresó durante el mes de febrero [de 2003]?”, N = 1.312; En febrero [de 2003],¿cuánto cobró por este trabajo?, N= 1.163).

GRÁFICO 2

COMPARACIÓN ENTRE INGRESOS PERSONALES Y SUELDO, FEBRERO 2003

15

0

25

35

Porc

enta

je t

otal

(m

uest

ra p

onde

rada

)

Hasta250€

10

20

30

Ingresos personales en febrero

5

Entre 251y 500€

Entre 501y 750€

Entre 751y 1.000€

Entre 1.001y 1.500€

Entre 1.501y 2.000€

Más de2.000€

Sueldo en febrero

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Sin embargo, para los objetivos de este artí-culo, el dato más relevante del cuadro 7 es el ele-vado grado de variación intersectorial. Resulta quelos sectores con mejor remuneración media (hos-telería, comercio y construcción, en este orden) sontambién los que agruparon, en el apartado ante-rior, a los mayores porcentajes de “satisfechos” conla situación laboral. Entonces, ¿hasta qué punto lasatisfacción laboral está influida por el nivel deremuneración?

A primera vista, no parece que la satisfaccióneconómica arrastre al alza la satisfacción laboral delos inmigrantes, al ser aquélla, en términos genera-les, notablemente inferior a ésta. Mientras la mayo-ría de los trabajadores inmigrantes se encuentra “agusto” o “muy a gusto” con su situación laboral,no ocurre lo mismo en lo que respecta al dinero deque disponen, pues en este caso los “insatisfechos”,incluyendo a los “muy insatisfechos”, engloban ala mayoría de los encuestados (concretamente,alcanzan el 56%, frente a un 8% de indecisos y un35% de satisfechos). El gráfico 3 ilustra las propor-ciones de insatisfechos con su situación laboral yeconómica, respectivamente, en función de la regiónde procedencia. Se observa que, entre los inmi-grantes procedentes de zonas geográficas caracte-rizadas por presentar elevados porcentajes deempleados en el sector agrícola, la insatisfaccióncon el empleo es claramente más elevada que entreotros grupos de procedencia. Sin embargo, la insa-

tisfacción con el dinero disponible supera con cre-ces, en todas las agrupaciones de procedencia, lainsatisfacción laboral.

Por hacer una comprobación ulterior, los cua-dros 8 y 9 relacionan la satisfacción económica ylaboral, respectivamente, con el nivel de remune-ración. Resulta que, conforme baja el nivel de remu-neración, la proporción de personas que se decla-ran satisfechas con el dinero de que disponentambién baja de forma muy sustancial, mientras res-pecto de la satisfacción laboral, dicha tendencia esmucho menos acusada.

Si invertimos la perspectiva de lectura, elcuadro 8 permite constatar que hasta en los nive-les salariales más bajos sigue existiendo una pro-porción de alrededor de un 20% de trabajadoresinmigrantes que se declaran satisfechos con eldinero de que disponen. Por lo menos en el casode aquellos que cobran menos de 500 euros men-suales, podríamos hablar de una “paradoja de lasatisfacción”. Esta proporción de “paradójica-mente satisfechos” se duplica si nos referimos ala satisfacción laboral, al alcanzar valores cercanosal 50% (cuadro 9). Recuérdese que cuando rela-cionamos la satisfacción laboral, no ya con el nivelde remuneración, sino con la exposición a condi-ciones laborales especialmente adversas, la pro-porción de “paradójicamente satisfechos” rondóel 40% (cuadro 6).

CUADRO 7

REMUNERACIÓN MEDIA MENSUAL (EUROS) DE LOS INMIGRANTES RESIDENTESEN ANDALUCÍA OCUPADOS EN FEBRERO DE 2003 EN CINCO SECTORES DESTACADOS(EMPLEO PRINCIPAL), POR COTIZACIÓN A LA SEGURIDAD SOCIAL (SÍ/NO) Y SEXO

Cotización No cotización Total

Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres

Producción agrícola 590 602 508 488 539 549Construcción 982 — 763 — 877 —Comercio por menor 1.159 781 910 459 1.098 636Hostelería 1.184 835 628 534 1072 733Hogares empleadores 697 513 426 432 502 451Total 995 708 620 462 833 573Recuento de casos no ponderados 344 175 229 177 573 352

Pregunta: “En febrero [de 2003], ¿cuánto cobró por este trabajo?”

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

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CUADRO 8

SATISFACCIÓN ECONÓMICA DE LOS INMIGRANTES OCUPADOS EN ANDALUCÍA,EN FEBRERO DE 2003, POR NIVEL DE REMUNERACIÓN (EN PORCENTAJES)

Hasta 500 €Entre 501 Entre 751 Más

Totaly 750 € y 1.000 € de 1.000 €

Muy insatisfecho 31 31 11 3 17Insatisfecho 41 41 34 18 38Ni satisfecho ni insatisfecho 6,5 6,5 9 10 8Satisfecho 20 20 43 63 34Muy satisfecho 1,5 1,5 3 6 3Recuento de casos (no ponderados) 352 380 266 146 1.144

Pregunta: “Con el dinero de que dispone, ¿está...?”

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

Preguntas: “Resumiendo, ¿cómo se siente respecto a este trabajo [el empleo principal en febrero de 2003]?”; “Con el dinerode que dispone, ¿está...?”)Se han agrupado las categorías de respuesta “muy a disgusto” y “a disgusto” por lo que respecta a la satisfacción conla situación laboral, y las categorías “muy insatisfecho” e “insatisfecho” por lo que se refiere a la satisfacción con laremuneración. La población de referencia de la variable sobre satisfacción laboral es la que declaró haber estadoempleada en febrero de 2003 (N= 1.305). La población de referencia de la variable sobre satisfacción con el dinerodisponible es la que declaró haber tenido algún tipo de ingresos en dicho mes (N= 1.459).

GRÁFICO 3

INSATISFACCIÓN CON LA SITUACIÓN LABORAL Y ECONÓMICA DE LA POBLACIÓN INMIGRANTECON INGRESOS PROPIOS, PRIMAVERA DE 2003, POR REGIÓN DE PROCEDENCIA.

30

0

50

70

Porc

enta

je t

otal

(m

uest

ra p

onde

rada

)

A disgusto con trabajo

20

40

60

Asia

10

Europa del Este

Insatisfechos con dinero

Iberoamérica Magreb y O.P. África sub.

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7. ¿Paradoja o reto?

En definitiva, los datos apuntan a un nivel desatisfacción laboral sorprendentemente alto de unaproporción sustancial de aquellos trabajadores inmi-grantes que se encuentran expuestos a condicioneslaborales adversas. En el presente apartado inten-taré interpretar este resultado. Sin embargo, esmenester señalar que esta interpretación no debeentenderse como una explicación exhaustiva, sinomás bien como pinceladas tentativas para la com-prensión de una cuestión contraintuitiva.

En primer lugar, se comprueba la relaciónentre satisfacción laboral y situación administrativade los trabajadores inmigrantes. Y es que, a prime-ra vista, existe una explicación sencilla de los datosaportados arriba, basada en la idea de que la satis-facción “paradójica”, declarada por una parte delos trabajadores inmigrantes expuestos a condicio-nes laborales especialmente adversas, podría refe-rirse fundamentalmente al propio hecho de dispo-ner de un empleo. Para examinar la veracidad deesta interpretación, averiguaré si la “paradoja de lasatisfacción laboral” se manifiesta fundamental-mente entre aquellos inmigrantes que, por su situa-ción específica, a priori tendrían que estar espe-cialmente contentos por el mero hecho de haberencontrado empleo; es decir, personas que carecende la documentación administrativa correspondientepara el desempeño de una actividad laboral regu-

lar. Como señalé antes, en las fechas de realizacióndel trabajo de campo de la encuesta NEPIA se tra-taba de una proporción notable de entre todos lostrabajadores inmigrantes en Andalucía (concreta-mente, el 42%). Cabe añadir que, en general, estaspersonas llevan poco tiempo en España, ya que apartir de una duración de la estancia de más de dosaños (llegadas antes del año 2001), una ampliamayoría de los inmigrantes sí se encontraba ensituación administrativa regular.

Ahora bien, los datos recogidos en el cua-dro 10 indican que se trataría de una interpreta-ción apresurada. De entre las personas expuestasa condiciones laborales especialmente adversas, lostrabajadores sin permiso laboral vigente se decla-ran “muy a disgusto” con su situación laboral enuna proporción tres veces mayor que la observadaentre aquellos trabajadores que sí disponen de per-miso laboral. Asimismo, de entre los empleadoscon otro tipo de condiciones laborales no incluidasen nuestra definición de especial adversidad, los“sin permisos” señalan estar insatisfechos (“muya disgusto” o “a disgusto”) en proporciones mayo-res que las personas con autorización administra-tiva vigente. En resumidas cuentas, de estos datosno se desprende inclinación especial alguna de lostrabajadores en situación administrativa irregulara declararse satisfechos con una situación laboralclasificada aquí como “adversa”.

Como opción alternativa, cabe sugerir unainterpretación centrada en lo que, a todas luces,

CUADRO 9

SATISFACCIÓN LABORAL DE LOS INMIGRANTES OCUPADOS EN ANDALUCÍA,EN FEBRERO DE 2003, POR NIVEL DE REMUNERACIÓN (EN PORCENTAJES)

Hasta 500 €Entre 501 Entre 751 Más

Totaly 750 € y 1.000 € de 1.000 €

Muy a disgusto 11 10 5 1 8A disgusto 27 23 16 13 21Ni a disgusto ni a gusto 13 19 11 11 14A gusto 42 41 53 54 46Muy a gusto 7 7 15 21 11Total de casos (no poderados) 357 385 268 148 1.158

Pregunta: “Resumiendo, ¿cómo se siente respecto a este trabajo?”

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

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es el propósito básico de los inmigrantes en rela-ción con su proyecto migratorio, a saber: mejorarsu nivel de vida. En analogía con la explicación dela “paradoja de la satisfacción” observada en lapoblación autóctona andaluza (a saber, la con-fianza en poder mejorar su situación social en elfuturo), la interpretación alternativa se refiere aldeseo de mejora social de los inmigrantes y a laconfianza en poder conseguirla.

En cuanto al deseo, no cabe duda de quelos inmigrantes aspiran a conseguir el acceso amejores puestos de trabajo tras recorrer la inevi-tablemente difícil etapa de la primera inserción.La encuesta NEPIA revela que la búsqueda, no yade cualquier trabajo, sino de un mejor nivel ocu-pacional, se convierte en la necesidad prioritariade los inmigrantes una vez superada la primerafase de su estancia en España, típicamente carac-terizada por un elevado grado de incertidumbrerespecto de la situación jurídica. Por otro lado,ya vimos que, en la actualidad, la amplia mayo-ría de los trabajadores inmigrantes desempeñanlabores poco o nada cualificadas (cuadro 4), apesar de disponer en muchos casos de un nivelde estudios medio-alto o incluso alto. ¿Podría serque la “paradoja de la satisfacción” radicara, enrealidad, en la expectativa de poder mejorar, enun momento futuro, la propia situación ocupa-cional?

La bibliografía internacional anima a consi-derar la plausibilidad de esta idea. Existen conoci-mientos bien consolidados específicamente acercade las reducidas posibilidades de movilidad ocupa-cional ascendente para aquellos inmigrantes quetrabajen como asalariados (Portes, 1995; Raijmany Tienda, 1999). En este sentido, el propio hechode que sean emprendedores o autónomos una pro-porción relativamente elevada de los trabajadoresinmigrantes podría ser indicativo de que ven pocaperspectiva de mejora ocupacional en la condiciónde asalariados. Por tanto, y a pesar del limitadonúmero de observaciones disponibles en NEPIA aestos efectos (como se dijo antes, el 16,5% de losempleados son empresarios o autónomos), es posi-ble interpretar la situación profesional como indi-cador indirecto de la movilidad ocupacional espe-rada por los trabajadores inmigrantes.

El cuadro 11 indica que, entre aquellos inmi-grantes que trabajan como empresarios o autóno-mos, una mayoría se declaran satisfechos (“a gus-to” o “muy a gusto”), incluso si las condicioneslaborales son especialmente adversas, mientras queentre los asalariados dicha proporción se reducenotablemente, sobre todo, si nos referimos a un altogrado de satisfacción. En otras palabras, frente a un39% de los inmigrantes asalariados, el porcentajede empresarios y autónomos sujetos a la “parado-ja de la satisfacción laboral” alcanza un 57%.

CUADRO 10

SATISFACCIÓN LABORAL DE LOS INMIGRANTES OCUPADOS EN ANDALUCÍA,FEBRERO DE 2003, POR TIPOLOGÍA DE CONDICIONES LABORALES Y ESTATUSADMINISTRATIVO (EN PORCENTAJES)

Condiciones laborales “especialmente adversas” Resto de condiciones laborales

Con permiso Sin permiso Con permiso Sin permisolaboral vigente laboral vigente laboral vigente laboral vigente

Muy a disgusto 8 24 4 7

A disgusto 32 26 14 23

Ni a disgusto ni a gusto 13 15 11 16

A gusto 39 29 55 46

Muy a gusto 8 6 16 8

Recuento de casos (no ponderados) 216 157 563 330

Pregunta: “Resumiendo, ¿cómo se siente respecto a este trabajo?”

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

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Con toda prudencia, y sin obviar la necesi-dad de ulteriores comprobaciones, estos datos pare-cen reforzar la idea de que, para los inmigrantes, laperspectiva de mejora social es primordial. Quiereesto decir que pueden sentirse “a gusto” con unascondiciones laborales adversas siempre que se inser-ten en un contexto de una (ya manifiesta o espe-rada) movilidad ocupacional ascendente.

En definitiva, la “paradoja de la satisfacción”parece aludir, en lo que a la situación laboral de losinmigrantes se refiere, a un reto estratégico para lasociedad de acogida en su conjunto. Para concluir,de entre las implicaciones de los datos presentadosen este artículo, quisiera resaltar dos: 1) la impor-tancia de conocer el grado de satisfacción laboralde los inmigrantes, y 2) la necesidad de crear lascondiciones objetivas para que pueda evolucionarfavorablemente a medio y largo plazo.

1) Como apunté en la introducción, la socie-dad española ha demostrado escaso o nulo interéspor conocer la satisfacción laboral de los inmigran-tes. Para la opinión pública española, el principalbeneficio de la inmigración internacional es, preci-samente, su aportación de mano de obra a secto-res de actividad y ocupaciones en los que los autóc-tonos no desean trabajar, bien por el reducido nivelde remuneración, bien por la dureza de las condi-ciones laborales. Por implicación, parece darse pordescontada la conformidad de los inmigrantes con

las características de esos empleos. Como suele ocu-rrir, esta idea de “sentido común” tiene cierto fun-damento; en este caso, la manifiesta disponibilidadde los inmigrantes para desempeñar el menciona-do tipo de actividades laborales. Sin embargo, essumamente importante conocer la raíz de dicha dis-ponibilidad. En absoluto es indiferente para la cali-dad de la convivencia entre autóctonos e inmi-grantes, si tal disponibilidad radica exclusivamenteen la ausencia de oportunidades alternativas o si lassituaciones laborales en cuestión son percibidas, engeneral, como aceptables o satisfactorias.

2) El grado de satisfacción que revelan losdatos presentados en este artículo puede calificar-se de ambiguo. En sentido positivo, cabe destacarel hecho de que una mayoría de los trabajadoresinmigrantes se declara “a gusto” o hasta “muy agusto” con su situación laboral (sin embargo, suevaluación de la situación económica es muchomenos favorable). Este dato puede interpretarse nosólo como un indicador más de sus prioridades encuanto al proyecto migratorio (mejorar su nivel debienestar), sino también de su voluntad de inte-gración en la sociedad de acogida, incluyendo laaceptación de las convenciones y normas básicasde ésta. No obstante, parece ser que esa satisfac-ción laboral no radica exclusivamente en la valora-ción fáctica de la situación actual, sino que, singu-larmente entre aquellos inmigrantes expuestos acondiciones laborales especialmente duras, tiene

CUADRO 11

SATISFACCIÓN LABORAL DE LOS INMIGRANTES OCUPADOS EN ANDALUCÍA,EN FEBRERO DE 2003, POR TIPOLOGÍA DE CONDICIONES LABORALES Y SITUACIÓNPROFESIONAL (SELECCIÓN) (EN PORCENTAJES)

Condiciones laborales “especialmente adversas” Resto de condiciones laborales

EmpresarioAsalariado

EmpresarioAsalariadoo autónomo o autónomo

Muy a disgusto 4 15 5 5A disgusto 21 31 13 20Ni a disgusto ni a gusto 17 15 9 14A gusto 36 34 51 50Muy a gusto 22 5 22 11Recuento de casos (no ponderados) 58 294 159 707

Pregunta: “Resumiendo, ¿cómo se siente respecto a este trabajo?”

Fuente: Encuesta NEPIA (2003) del IESA.

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también una dimensión “futurible” relativa a lamovilidad social ascendente. Para consolidar y for-talecer la voluntad (y la capacidad) de arraigo e inte-gración de los inmigrantes, será crucial evitar quela segmentación étnica se convierta, a medio y lar-go plazo, en un rasgo estructural del mercado labo-ral. En otras palabras, la actual configuración delempleo inmigrante, con su concentración mayori-taria en trabajos “poco deseables” para la pobla-ción autóctona, no será sostenible a medio plazo,a no ser que, como sociedad, decidamos que la pro-cedencia (propia o de los antepasados) determinela posición social. A tenor de la experiencia en aque-llos países de nuestro entorno que cuentan ya des-de hace décadas con una notable presencia inmi-grante, nos encontramos ante un reto formidable.

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Resumen

En este artículo se comparan las actitudes y loscomportamientos religiosos de tres comunidades deinmigrantes musulmanes en grandes áreas urbanaseuropeas: los bengalíes en Londres, los turcos en Ber-lín y los marroquíes en Madrid. Los datos proceden dela Encuesta a musulmanes en Europa, realizada simul-táneamente en las tres capitales, con muestras de redu-cido tamaño, pero representativas de las poblacionesanalizadas. Esta encuesta permite una aproximacióncuantitativa a un aspecto tan esquivo al análisis comoes la religiosidad de los inmigrantes musulmanes, conel objetivo de comprender mejor una dimensión impor-tante de su vida cultural y sus modos de incorporacióna las sociedades de acogida.

1. Introducción

La atención que ha merecido el islam en losdebates públicos de las sociedades europeas comoreligión profesada y practicada por colectivosimportantes de inmigrantes se ha visto reforzadaen los primeros años del siglo XXI por el terroris-mo internacional islamista. Este artículo pretendecontribuir al conocimiento sobre la presencia delislam en Europa. En él se describen, utilizandodatos de encuesta, las actitudes y los comporta-mientos religiosos de los inmigrantes musulmanesque forman las comunidades más numerosas entres grandes áreas urbanas europeas. Los datosponen de manifiesto la diversidad de la religiosi-dad de los distintos grupos nacionales, así como

de los subgrupos sociodemográficos que cabe dis-tinguir en su seno.

El estudio de la religiosidad de una comuni-dad puede basarse en indicadores muy variados. Esteartículo se centra, por un lado, en tres aspectos delas actitudes religiosas de la población estudiada,concretamente en qué medida los inmigrantesmusulmanes construyen sus sentimientos de identi-dad colectiva en torno a la religión, hasta qué pun-to consideran que sus creencias religiosas son firmesy qué importancia conceden a la religión en su vidadiaria. Por otro lado, se explora el compromiso delos inmigrantes con seis aspectos de la práctica delislam: el rezo en privado, el rezo en la mezquita, lalectura del Corán, el ayuno durante el Ramadán, laparticipación en organizaciones religiosas y la con-sulta con líderes religiosos sobre asuntos personales.

Los datos analizados aquí forman parte delos resultados de la Encuesta a musulmanes enEuropa, un estudio comparativo de los inmigrantesvenidos de Bangladesh a Londres, de Turquía a Ber-lín, y de Marruecos a Madrid. La encuesta se desa-rrolló en la segunda mitad de 2004 y fue financia-da por la Comisión Europea y la Universidad deMichigan1. Los tres grupos estudiados compartenla característica de haber migrado desde países demayoría musulmana a alguna de las grandes zonas

BERTA ÁLVAREZ-MIRANDA*

La religiosidad de los inmigrantes musulmanesMarroquíes en Madrid, turcos en Berlín y bengalíes en Londres

1 Las unidades de la Universidad de Michigan quehan financiado esta investigación incluyen el European UnionCenter, que recibe apoyo de la delegación en Washingtonde la Comisión Europea con el fin de mejorar los conoci-mientos de la población estadounidense sobre la Europa contemporánea, el Office of Vice President for Research, elCenter for Political Studies, el Research Center for GroupDynamics y el International Institute.

* Profesora titular de Sociología de la UniversidadComplutense de Madrid.

L A I N M I G R A C I Ó N D E S D E L A P E R S P E C T I V A D E L O S I N M I G R A N T E S

urbanas europeas, pero difieren en otras caracte-rísticas. Las comunidades bengalí y turca en Lon-dres y Berlín, respectivamente, presentan un mayortamaño que la marroquí en España, y son, además,más antiguas. Los flujos migratorios de Bangladesha Inglaterra son, en gran medida, herencia de larelación colonial entre ambos países, aunque la lle-gada de contingentes de inmigrantes bengalíes seha prolongado hasta las últimas décadas del sigloXX. Las migraciones de Turquía a Alemania se ini-ciaron más tarde, en el marco de las políticas dereclutamiento de mano de obra extranjera llevadasa cabo durante los años cincuenta y sesenta delpasado siglo, y se han extendido en el tiempo porlos procesos de reagrupación familiar. Los marro-quíes, por último, comenzaron a instalarse en Espa-ña en números significativos a partir de los añosochenta y noventa, atraídos por la oferta de traba-jo del mercado español.

Los tres grupos de estudio son distintos ensu composición sociodemográfica (por sexo, edady educación, entre otros factores), en parte comoresultado de sus diferentes historias migratorias. Ladistribución de la muestra por sexo en Berlín y Lon-dres resulta básicamente equilibrada, con un 46%de mujeres y un 53% de hombres. Sin embargo, enMadrid los hombres marroquíes superan con cre-ces a las mujeres, puesto que representan un 62%frente al 38% de las entrevistadas. También losmarroquíes se diferencian de los otros dos gruposen cuanto a la edad: son más jóvenes, con unamedia de 34 años, cuatro años menos que la corres-pondiente a los turcos de Berlín y cinco años menosque la registrada por los bengalíes en Londres.

Para facilitar la comparación, se han clasifi-cado los muy variados títulos educativos obtenidospor los inmigrantes musulmanes en tres grupos denivel educativo: uno inferior, que reúne a quienesnunca han ido a la escuela o no han completadosus estudios obligatorios; uno medio, compuestopor quienes han completado los estudios obligato-rios (en el colegio o en educación profesional), yuno superior, que incluye a quienes han estudiadoun bachillerato o una carrera universitaria. Apli-cando esta clasificación, resulta que los bengalíeslondinenses poseen menos educación formal quelos otros dos grupos: sólo un 9% de ellos se ubicaen el nivel educativo superior, mientras que un 38%se sitúa en el grupo medio y un 52% en el inferior.Los turcos berlineses se distribuyen de un modo másequilibrado, con un 29% integrando el grupo deeducación superior, un 51% el de educación mediay un 20% el de educación inferior. Por su parte, losmarroquíes madrileños se dividen en tres grupos del

mismo tamaño: un 32% en el nivel educativo supe-rior, un 33% en el nivel intermedio y un 35% en elnivel inferior.

Las muestras de inmigrantes musulmanes encada ciudad son también diferentes en cuanto a sutamaño y al método de muestreo utilizado. Los tama-ños varían desde las 141 entrevistas realizadas enLondres, a las 204 de Madrid y las 225 de Berlín. Elmenor tamaño de la muestra inglesa es un efecto nodeseado del método de muestreo, basado en la bús-queda de los inmigrantes bengalíes que habían par-ticipado en encuestas anteriores y dado su consen-timiento para una futura colaboración. La muestrade la encuesta original se había construido seleccio-nando direcciones aleatoriamente en los barrios don-de se concentran las minorías étnicas, según el Cen-so Británico de 1991. Pero esta muestra original sesaturó antes de completar las 200 entrevistas. Lamuestra berlinesa se seleccionó al azar de entre unalista de residentes con apellido turco extraída de lasguías telefónicas, incluyendo tanto teléfonos fijoscomo móviles. La muestra madrileña se extrajo deuna muestra aleatoria de mayor tamaño compues-ta por los residentes en la ciudad que, al empadro-narse, declararon la nacionalidad marroquí2.

Este artículo ofrece, en primer lugar, una com-paración de las actitudes y los comportamientos reli-giosos de las tres comunidades de inmigrantes conuna ambición básicamente descriptiva y explorato-ria. Conocer mediante datos de encuesta los senti-mientos de identidad, las creencias y prácticas reli-giosas de los musulmanes de origen extranjeroresidentes en Europa contribuye a comprender mejorsu cultura y sus modos de incorporación a las socie-dades de acogida. Explicar las diferencias observa-das entre los tres grupos constituye una tarea máscompleja, dadas sus distintas historias migratorias ycomposiciones sociodemográficas, y teniendo encuenta que cada grupo ha migrado desde un paísde origen diferente a un país europeo distinto. Elúltimo apartado de este artículo contiene algunaspropuestas de explicación de tales diferencias que

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2 En la encuesta realizada a inmigrantes marroquíesen Madrid, los entrevistados podían elegir entre contestar alas preguntas en castellano o en árabe dialectal, puesto quetodos los entrevistadores eran marroquíes adiestrados parallevar a cabo la entrevista en ambos idiomas. Las entrevistasse efectuaron en el domicilio de los entrevistados y se tuvobuen cuidado en hacer coincidir el sexo del entrevistador ydel entrevistado para establecer un clima de confianza pro-picio a la contestación de todas las preguntas. El domiciliode los entrevistados abarcaba toda la ciudad de Madrid, noquedando circunscrito a los barrios en los que habitan másinmigrantes marroquíes.

quizá puedan tomarse como puntos de partida parainvestigaciones futuras.

En segundo lugar, los apartados siguientesincluyen un análisis más pormenorizado de la reli-giosidad de los marroquíes residentes en Madridsegún su sexo, edad, educación, situación laboral,formación religiosa y fluidez en el manejo de la len-gua española. Este análisis se ve limitado por el redu-cido tamaño de la muestra, cuyo margen de error esde ± 6,8%3, de modo que sólo un reducido núme-ro de las variables exploradas en la preparación deeste artículo arrojan diferencias estadísticamente sig-nificativas, esto es, predicables de la población inmi-grante marroquí en Madrid, en general, y no sólo delos seleccionados para las entrevistas. Únicamentelos contrastes entre grupos sociodemográficos queresultan estadísticamente significativos han sido des-critos en el texto y reflejados en los cuadros. A pesarde los límites de la muestra por su reducido tama-ño, es preciso insistir en que su representatividad vie-ne garantizada por el rigor en la aplicación de losmétodos de selección aleatoria de los individuos quela componen a partir del listado más completo delos extranjeros que viven en Madrid, es decir, delPadrón Municipal. Como es sabido, los inmigrantesresidentes en España tienen incentivos importantespara empadronarse, puesto que este trámite les per-mite acceder a los servicios sanitarios y la educaciónpública, dispongan o no de permiso de residencia.Contamos así con una muestra representativa de losinmigrantes marroquíes que tenían esa nacionalidadcuando se empadronaron, independientemente desu situación legal, pero que excluye a quienes teníanla nacionalidad española cuando se registraron en elayuntamiento, aunque ellos mismos o sus padreshubiesen inmigrado desde Marruecos.

En definitiva, este artículo pretende contribuiral conocimiento de la religiosidad de los inmigran-tes musulmanes en Europa a partir de la compara-ción de las opiniones y conductas declaradas por losmiembros de las comunidades musulmanas mayo-ritarias en tres capitales de la Unión Europea. En elcaso de Madrid, la aportación puede ser más nove-dosa por contar con una muestra representativa dela población inmigrante marroquí, cuyo análisis vie-ne a enriquecer las descripciones ya acumuladas enla literatura académica sobre el islam marroquí en

España, sobre todo, mediante técnicas cualitativaso encuestas escasamente representativas4.

2. Las actitudes religiosas

2.1. Los sentimientos de identidadcolectiva basados en la religión

Los sentimientos de identidad colectiva de losinmigrantes pueden apoyarse en factores diversoscomo la etnia, la nacionalidad, la lengua o la reli-gión (factores que, como es obvio, no son inde-pendientes entre sí, combinándose de distintas for-mas) y suelen estar sometidos a las tensionesinherentes al hecho de vivir en una sociedad dife-rente de aquella en la que ellos mismos o sus ascen-dientes se han educado. Las respuestas a las pre-guntas sobre fidelidades nacionales y religiosasincluidas en la Encuesta a musulmanes en Europamuestran que la religión constituye un rasgo deidentidad extremadamente frecuente entre los ben-galíes y los marroquíes, pero no tanto entre los tur-cos, y que va de la mano de la nacionalidad de ori-gen como factor de identidad social para todos losinmigrantes estudiados.

a) La importancia de ser musulmán en la presentación de uno mismo

Los inmigrantes turcos residentes en Berlínno parecen estar de acuerdo con los marroquíes enMadrid o los bengalíes en Londres sobre si “paraque los demás me conozcan como realmente soy,es importante que sepan que soy musulmán”. Lagran mayoría de los entrevistados en Madrid (71%)y Londres (81%) se muestran “de acuerdo” o “muyde acuerdo” con esta afirmación, mientras que el72% de los entrevistados en Berlín expresan su desa-cuerdo. Ahora bien, la nacionalidad es un factor deidentidad social entre los inmigrantes musulmanestan fuerte como la religión. El porcentaje de losmarroquíes de Madrid que confirman que “paraque los demás me conozcan como realmente soy,es importante que sepan que soy marroquí” essimilar al de asentimiento con la frase sobre sermusulmán (73% frente al 71% anterior). Entre losbengalíes, la afirmación sobre el origen nacional

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3 Los márgenes de error en Londres y Berlín son de± 8,3 y 6,5%, respectivamente, para el caso de distribuciónmás desfavorable, es decir p=q=50%. Importa señalar quela proporción de entrevistados que no ofrecieron respuestasconcretas a las preguntas sobre su religiosidad (no sabe/nocontesta) fue muy reducida, rondando en la mayoría de laspreguntas el 2,5%

4 Pueden consultarse listados bibliográficos relativa-mente completos y recientes en López García y Berriane(2004), Pérez-Díaz, Álvarez-Miranda y Chuliá (2004) y Mar-tín Muñoz (2003).

merece aún más acuerdo que la relativa a la reli-gión (97% frente al 81% anterior)5.

Entre los inmigrantes marroquíes, la impor-tancia concedida al islam en la presentación de unomismo depende del nivel de estudios alcanzado porlos entrevistados (cuadro 1). Los participantes en laencuesta que han completado un bachillerato oalgún grado de educación universitaria se declarancon menor frecuencia “muy” o “bastante de acuer-do” con la afirmación según la cual “para que losdemás me conozcan como realmente soy, es impor-tante que sepan que soy musulmán”, y hasta unacuarta parte de ellos niega estar de acuerdo conésta, frente a porcentajes del 5% y del 8% en losdos niveles educativos inferiores. Por otro lado,merece la pena destacar que quienes han recibidoformación en el islam no rechazan en menor medi-da esta afirmación de identidad social basada en lareligión musulmana. Antes al contrario, una cuar-ta parte (27%) de quienes han asistido a una escue-la islámica se declaran poco o nada de acuerdo conla afirmación propuesta en la encuesta, junto conun tercio (34%) de quienes han recibido formaciónen el islam, aunque no en una escuela islámica.Curiosamente, sólo un 4% de quienes carecen deformación religiosa específica opta por estas res-puestas negativas.

b) El orgullo de ser musulmán

Todos los entrevistados de origen bengalí semuestran de acuerdo con la afirmación “estoy orgu-lloso de ser musulmán”; incluso el 70% declara

estar “muy de acuerdo”. Casi todos (95%) los par-ticipantes marroquíes comparten ese sentimiento:un 69% elige la respuesta “muy de acuerdo”, mien-tras que un 26% se muestra simplemente “deacuerdo”. Resulta algo menor la proporción de losturcos (67%) que se declaran orgullosos de sermusulmanes, sin dejar de constituir una mayoríamuy notable, y también entre ellos es más frecuen-te mostrarse “muy de acuerdo” (47%) que “deacuerdo” a secas (20%).

La nacionalidad es asimismo motivo de orgu-llo para los inmigrantes de países musulmanes enlas ciudades europeas. Los turcos residentes en Ber-lín tienen la misma probabilidad de afirmar su satis-facción con el hecho de ser turcos o kurdos (67%)que con el de ser musulmanes; lo mismo ocurre enMadrid en cuanto a la nacionalidad marroquí(94%). En Londres, la diferencia entre ambas res-puestas resulta muy reducida.

2.2. Las creencias religiosas

La mayoría de los inmigrantes participantesen la Encuesta a musulmanes en Europa pertene-cen a la rama sunita del islam. Pero la firmeza desus creencias religiosas y la influencia de éstas en lavida cotidiana de los entrevistados varían notable-mente. De los tres grupos estudiados, los benga-líes de Londres resultan ser los más devotos, y losturcos berlineses los menos religiosos. En el seno decada comunidad, los inmigrantes con menor niveleducativo tienden a dar más peso a las creenciasreligiosas en sus mentes y en sus vidas. Así se com-prueba en el caso de los marroquíes residentes enMadrid, que aquí se desarrolla con mayor detalle.

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CUADRO 1

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “PARA QUE LOS DEMÁS ME CONOZCAN COMO REALMENTE SOY, ES IMPORTANTEQUE SEPAN QUE SOY MUSULMÁN”, POR NIVEL DE ESTUDIOS (PORCENTAJES VERTICALES)

Menos de primarios/noPrimarios completos/FP Bachillerato/universitarios Totalasistió al colegio

Muy de acuerdo 45 51 42 46Bastante de acuerdo 34 23 19 25Poco de acuerdo 16 18 14 16Nada de acuerdo 5 8 25 13

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

5 Esta pregunta no se incluyó en el cuestionario berlinés.

a) Confesión religiosa

El islam sunita predomina claramente comoconfesión religiosa en las comunidades inmigrantesestudiadas en la encuesta: el 97% de los bengalíesque viven en Londres se declaran sunitas, al igualque el 71% de los turcos residentes en Berlín y el63% de los marroquíes empadronados en Madrid.Convive con los sunitas de Berlín una minoría nadadespreciable (20%) de alevitas, mientras que enMadrid un 21% de los entrevistados prefiere defi-nir su confesión como islámica o musulmana antesque inclinarse por una opción más concreta; a ellosse suman un 7% de sufíes y un 10% que no seidentifica con ninguna tendencia o confesión.

b) Firmeza de las creencias religiosas

Los cuestionarios de Madrid y Londres inclu-yeron una pregunta sobre la fuerza con que losinmigrantes musulmanes se adhieren a sus creen-cias religiosas: “¿Diría usted que sus creencias re-ligiosas son: a) muy firmes, b) bastante firmes,

c) débiles, o d) no tengo creencias religiosas?”. Unaenorme mayoría de los bengalíes de la capital ingle-sa y una gran mayoría de los marroquíes de la capi-tal española eligen las dos primeras respuestas. Noobstante, en Madrid casi una cuarta parte de losentrevistados declara tener creencias débiles (20%)o carecer de ellas (3%) (gráfico 1).

La firmeza de las creencias religiosas decla-rada por los marroquíes que residen en Madridguarda relaciones estadísticamente significativascon su edad, su nivel de estudios y su situaciónlaboral. El porcentaje de quienes afirman que seadhieren muy firmemente a sus creencias religio-sas aumenta con la edad (cuadro 2). En cuanto alnivel educativo, quienes no han completado la edu-cación primaria obligatoria o no han asistido nun-ca a la escuela se distinguen claramente del restopor su mayor adhesión a sus creencias religiosas(cuadro 3). Como cabría esperar, este grupo conmenor nivel educativo es también el de mayoredad: dos terceras partes de ellos tienen más de35 años, mientras que en el nivel de estudios inter-medio los mayores de esa edad representan apro-ximadamente una cuarta parte.

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Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

GRÁFICO 1

LA RELIOGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MUSULMANES EN EUROPA: “DIRÍA QUE SUS CREENCIAS RELIGIOSAS SON...”

20

0

40

60

80

100

Porc

enta

je

Muy firmes

10

30

50

70

90

Firmes Débiles o no tengo creencias

Londres Madrid

58

41

1

3641

23

Por último, la situación laboral distingue prin-cipalmente a quienes son activos, tuvieran un empleoo no en el momento de la encuesta (un 67% de losentrevistados se encontraban empleados y un 22%desempleados), del resto de los inmigrantes marro-quíes, dedicados en su mayoría al cuidado de la casay la familia (cuadro 4). Tres cuartas partes (75%) delos inactivos valoran sus creencias religiosas como“muy firmes”, frente al 31% de los que estaban tra-bajando y al 36% de los desempleados.

c) La influencia de la religión en el modo de vivir la vida

Puesto que los bengalíes son quienes conmás frecuencia se adhieren firmemente a sus creen-cias religiosas, no resulta sorprendente que afir-men en mayor medida que la religión tiene muchao bastante influencia en su modo de vivir la vida.Un 99% de los bengalíes elige esa respuesta, com-

parado con un 67% de los turcos y un 62% de losmarroquíes. Entre los primeros, un 61% afirmaque la presencia de la religión en su vida es muyimportante, duplicando aproximadamente los por-centajes de turcos y marroquíes que eligen esaopción (32% y 27%, respectivamente) (gráfico 2).

En las tres ciudades estudiadas, el nivel edu-cativo de los entrevistados influye en sus res-puestas a esta pregunta; de hecho, ésta es la úni-ca relación entre la religiosidad de los inmigrantesmusulmanes y sus características sociodemográfi-cas que resulta estadísticamente significativa en lostres casos (Álvarez-Miranda 2005a). En Madrid, el78% de los individuos que no han completado susestudios primarios obligatorios o no han asistidonunca al colegio concede a la religión mucha o bas-tante influencia en sus vidas, mientras que entrequienes sí completaron los estudios primarios o unaformación profesional el porcentaje cae al 62%,seguido por el 39% de quienes obtuvieron un títu-

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CUADRO 2

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “¿DIRÍA QUE SUSCREENCIAS RELIGIOSAS SON…?”, POR EDAD (PORCENTAJES VERTICALES)

Hasta De 25 a De 35 a Más deTotal24 años 34 años 44 años 45 años

Muy firmes 24 30 40 62 37Bastante firmes 49 37 48 22 40Débiles/no tengo creencias religiosas 27 33 12 16 23

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

CUADRO 3

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “DIRÍA QUE SUSCREENCIAS RELIGIOSAS SON… ?”, POR NIVEL DE ESTUDIOS (PORCENTAJES VERTICALES)

Menos dePrimarios Bachillerato/primarios/no

completos/FP universitariosTotal

asistió al colegio

Muy firmes 54 27 30 37Bastante firmes 33 42 46 40Débiles/no tengo creencias religiosas 13 31 24 23

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

lo de bachiller o universitario (cuadro 5). Agru-pando las diversas credenciales educativas en cate-gorías semejantes a las creadas para los marroquíesde Madrid, se comprueba que los porcentajes demucha o bastante influencia de la religión sobre lavida de los turcos de Berlín caen del 82% al 67%y al 52% según aumenta el nivel de estudios. Entrelos bengalíes de Londres, los porcentajes varían del

59% y 63% de quienes se ubican en las categoríasinferior e intermedia de estudios, respectivamen-te, al 18% de quienes han accedido al grupo deeducación superior.

La religión cobra una mayor influencia reco-nocida en las vidas de los marroquíes de Madrid quemanejan peor el idioma español, son mujeres y/o no

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Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

GRÁFICO 2

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MUSULMANES EN EUROPA: “¿QUE INFLUENCIA TIENE LA RELIGIÓN EN SU MODO DE VIVIR LA VIDA?”

20

0

40

60

80

100

Porc

enta

je

Mucha influencia

10

30

50

70

90

Bastante influencia Poca o ninguna influencia

Londres Berlín Madrid

61

3127

3835 35

1

3437

CUADRO 4

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “DIRÍA QUE SUSCREENCIAS RELIGIOSAS SON… ?”, POR SITUACIÓN LABORAL (PORCENTAJES VERTICALES)

Ocupado Desempleado Resto de situaciones Total

Muy firmes 31 36 75 37

Bastante firmes 44 38 21 40

Débiles/no tengo creencias religiosas 25 26 4 23

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

participan del mercado laboral en el momento de laencuesta. Entre quienes dominan muy bien o bas-tante bien el idioma de la sociedad de acogida, un23% concede mucha influencia a la religión en suvida, y otro 33% bastante influencia, frente a sen-dos grupos del 41% de quienes lo hablan bastantemal o muy mal. Conviene, en cualquier caso, teneren cuenta que la relación entre religiosidad y habi-lidad lingüística no es independiente de la relaciónentre religiosidad y nivel educativo, sexo o actividadlaboral, puesto que también las respuestas sobremanejo del español guardan relaciones estadística-mente significativas con estos otros factores, asícomo con el tiempo de permanencia en España delos inmigrantes. Los hombres, los que tienen mayornivel de estudios, los que están trabajando fuera de

casa y los que llevan más tiempo viviendo en Espa-ña tienden a desenvolverse mejor en castellano.

También se aprecia una relación estrechaentre el sexo y la actividad laboral, puesto que lamayoría de los inactivos entrevistados son muje-res dedicadas al cuidado de la casa y la familia.No sorprende el hecho de que las mujeres y losinactivos concedan con más frecuencia muchopeso en sus vidas a la religión. El porcentaje demujeres marroquíes que afirma que la religióninfluye mucho en su modo de vivir la vida dupli-ca el de los hombres (41 frente a 19%), y el de lasque no le conceden ninguna influencia resulta seisveces menor que el de los varones (3 frente a19%) (cuadro 6).

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CUADRO 5

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “¿QUÉ INFLUENCIA TIENE LA RELIGIÓN EN SU MODO DE VIVIR LA VIDA?”, POR NIVEL DE ESTUDIOS (PORCENTAJES VERTICALES)

Menos de primarios/noPrimarios completos/FP Bachillerato/universitarios Totalasistió al colegio

Mucha influencia 43 28 11 27

Bastante influencia 35 34 38 35

Poca influencia 17 23 35 25

Ninguna influencia 5 15 16 13

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

CUADRO 6

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “¿QUÉ INFLUENCIA TIENE LA RELIGIÓN EN SU MODO DE VIVIR LA VIDA?”, POR SEXO (PORCENTAJES VERTICALES)

Hombre Mujer Total

Mucha influencia 19 41 27

Bastante influencia 37 31 35

Poca influencia 25 25 25

Ninguna influencia 19 3 13

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

3. Los comportamientosreligiosos

La práctica del islam incluye, entre otrasprescripciones, la oración cinco veces al día, la ora-ción colectiva los viernes y el ayuno durante elperíodo del Ramadán. Además de estas obliga-ciones, la Encuesta a musulmanes en Europainvestigó la costumbre de leer el Corán, la parti-cipación en las actividades de organizaciones reli-giosas y la confianza en los guías religiosos a lahora de buscar consejo sobre problemas perso-nales. Como cabría esperar, los bengalíes londi-nenses componen la comunidad de inmigrantesmusulmanes más practicantes. Al igual que ocu-rría con las creencias religiosas, la práctica resul-ta más típica de los musulmanes europeos conmenor nivel educativo (Álvarez-Miranda 2005a).Esta relación entre educación y práctica religiosase explora, entre otras, para los marroquíes deMadrid en este apartado.

3.1. La oración diaria

Las diferencias entre las comunidades deinmigrantes musulmanes estudiadas en cuanto ala práctica de la oración resultan muy notables.Para la enorme mayoría de los bengalíes de Lon-dres (91%), la oración es un hábito diario; y quie-nes afirman rezar todos los días también consti-tuyen la mayoría de los marroquíes de Madrid,aunque menos abultada (57%). Sin embargo, sóloel 21% de los turcos de Berlín afirma rezar almenos una vez al día. La respuesta más pía, la queimplica rezar al menos las cinco veces al día queprescribe el islam, es la que con más frecuenciaeligen los bengalíes (65%). En cambio, señalanesta opción algo menos de la mitad de los marro-quíes (48%) y una pequeña minoría de los turcos(14%) (gráfico 3).

Las prescripciones del islam en cuanto a lapráctica de la oración dividen a los marroquíesque viven en Madrid en dos grupos de tamaño

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Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

GRÁFICO 3

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES EN EUROPA: “¿CON QUÉ FRECUENCIA SUELE REZAR?”

20

0

40

60

80

100

Porc

enta

je

A diario

10

30

50

70

90

Con menor frecuencia que a diario

Londres Berlín Madrid

91

21

57

9

79

43

similar: una mitad (el mencionado 48%) quecumple con la norma de rezar cinco veces al día(30%) o supera esa frecuencia (18%), y otramitad (52%) que no la cumple, y reza “menos decinco veces al día” (9%)6, “los días de fiesta reli-giosa” (1%) o, más frecuentemente, “rara vez onunca” (42%). Esta división en dos grupos detamaños próximos permite observar diferenciasestadísticamente significativas en la práctica dela oración de los marroquíes de Madrid según susexo, edad, nivel de estudios y manejo de la len-gua castellana.

Así, las mujeres tienden a rezar con más fre-cuencia que los hombres (cuadro 7), quizá por pre-ferencias personales o por la mayor disponibilidadde horas y espacio para ello, puesto que suelen

pasar más tiempo en casa. Del mismo modo, losmarroquíes de mayor edad tienden a practicar laoración con más frecuencia que los más jóvenes(cuadro 8). Los 45 años elegidos como límite infe-rior de la última categoría de edad parecen mar-car una frontera en cuanto a la práctica de la ora-ción: hasta ese momento vital, la proporción depracticantes estrictos aumenta levemente con laedad, acercándose a la mitad de la muestra, peroentre los mayores de 45 años, casi tres cuartas par-tes afirman cumplir las normas de su religión alrespecto.

En línea con los resultados sobre las creen-cias religiosas antes expuestos, a mayor nivel deestudios, menor disposición a practicar la oraciónmuestran los inmigrantes marroquíes que viven enMadrid. La proporción de quienes cumplen la nor-ma de las cinco oraciones diarias entre los que nohan asistido a la escuela, o no lo han hecho duran-te el tiempo suficiente para completar sus estudiosprimarios (6 de cada 10), casi duplica la registradaentre quienes han completado un bachillerato o unacarrera superior (1 de cada 3). Entre estos últimos,de hecho, más de la mitad afirma no rezar nunca ohacerlo rara vez (cuadro 9).

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CUADRO 7

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “¿CON QUÉ FRECUENCIA SUELE REZAR?”, POR SEXO (PORCENTAJES VERTICALES)

Hombre Mujer Total

Cinco o más veces al día 38 64 48Menos de cinco veces al día 62 36 52

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

CUADRO 8

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “¿CON QUÉ FRECUENCIA SUELE REZAR?”, POR EDAD (PORCENTAJES VERTICALES)

Hasta 24 años De 25 a 34 años De 35 a 44 años Más de 45 años Total

Cinco veces al día o más 42 44 46 73 48Menos de cinco veces al día 58 56 54 27 52

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

6 Este grupo del 9% que reza “menos de cincoveces al día” está incluido en la barra que representa a quie-nes rezan “a diario” en el gráfico 3, al objeto de favorecerla equivalencia entre los cuestionarios. Sin embargo, paraanalizar las prácticas de los marroquíes resulta más intere-sante, por motivos estadísticos, dividirlos en estas dos cate-gorías: los que cumplen la norma de cinco oraciones diariasy los que no lo hacen.

Por último, también cabe señalar que losmarroquíes con peor manejo del castellano tien-den a practicar la oración con más frecuencia quequienes se desenvuelven bastante bien o muybien en el idioma del país. Como vimos, hablanmejor el castellano los hombres, los más educa-dos, los laboralmente activos y los que llevan mástiempo viviendo en España. A la vista de la rela-ción señalada en esta sección entre la costumbrede rezar a diario y el sexo y la educación, apenasasombra el contraste entre los grupos de habili-dad lingüística en castellano: entre quienes lohablan muy mal o bastante mal, una mayoría del65% practica como mínimo las cinco oracionesdiarias, frente al 43% de quienes lo manejan bieno muy bien (sólo un 11% de los cuales ora másde cinco veces al día).

3.2. La oración en la mezquita

La oración colectiva es una práctica menosfrecuente entre los inmigrantes musulmanes enEuropa que la oración en privado, algo que ape-nas extraña, dadas las prescripciones del islam y larelativa escasez de recursos de algunas de estascomunidades para construir y gestionar mezquitaso lugares de rezo. A la pregunta de con qué fre-cuencia suelen rezar en la mezquita, la mitad delos bengalíes de Londres elige alguna de las res-puestas que indican que acostumbran acudir altemplo a orar: un 6% lo hace cinco veces al día,un 23% una o dos veces diarias, un 20% todos losviernes, y otro 1% los días de fiesta religiosa. Casiun tercio de los turcos de Berlín (32%) acude arezar a la mezquita alguna vez, en tanto que algomás de la cuarta parte de los marroquíes de Madrid(27%) se desplazan a la mezquita para orar, lamayoría de ellos sólo los viernes (14%) o los díasde celebración religiosa (10%) (gráfico 4).

Así como las marroquíes residentes enMadrid rezan más en privado que sus compatriotasvarones, éstos forman más a menudo parte de laminoría que suele acudir a la mezquita para rezar.Entre los varones, un 24% reza al menos una vez ala semana (frente al 7% de las mujeres), básica-mente cumpliendo con la regla del rezo colectivode los viernes (19%). Para las mujeres es más habi-tual, sin embargo, participar de la oración en el tem-plo sólo los días de fiesta religiosa (16% frente al6% de los hombres).

3.3. La lectura del Corán

Los bengalíes residentes en Londres tambiénsobresalen por ser el grupo más practicante encuanto a la costumbre de leer el Corán. El 88% deellos asegura leerlo alguna vez, y el 82% todas lassemanas. Les siguen los turcos de Berlín, con un36% de lectores del libro sagrado, y un 14% de lec-tores semanales. Este hábito parece menos arrai-gado entre los marroquíes de Madrid, ya que sóloun 28% declara leer el Corán, aunque la mayoríade quienes lo leen lo hacen semanalmente (un 21%de la muestra). El grueso de los entrevistados tan-to en Berlín (65%) como en Madrid (73%) recono-ce que lee el Corán raras veces o nunca.

3.4. El ayuno durante el Ramadán

Entre los musulmanes inmigrados a Londresy Madrid, el respeto del Ramadán es una prácticaabsolutamente predominante. El 99% de los ben-galíes londinenses declara ayunar todos los años,y el 95% de los marroquíes madrileños todos o casitodos los años. Los sentimientos de obligaciónhacia el ayuno del Ramadán están menos extendi-dos entre los turcos residentes en Berlín. Aunque

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CUADRO 9

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MARROQUÍES EN MADRID: “¿CON QUÉFRECUENCIA SUELE REZAR?”, POR NIVEL DE ESTUDIOS (PORCENTAJES VERTICALES)

Menos de primarios/no Primarios Bachillerato/Totalasistió al colegio obligatorios/FP universitarios

Cinco veces al día o más 60 52 33 48Menos de cinco veces al día 40 48 67 52

Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

la formulación de las preguntas no permita unacomparación directa de las respuestas7, el hechode que menos de la mitad (43%) de los entrevis-tados turcos afirme ayunar durante todo el perío-do produce la impresión de que el respeto plenodel ayuno es menos frecuente en esta comunidadinmigrante.

3.5. La participación en las actividades de las organizaciones religiosas

Los inmigrantes musulmanes en Madrid, Lon-dres y Berlín que declaran participar regularmente

de las actividades de una mezquita u otra organi-zación religiosa representan una minoría muy redu-cida, del 18% en conjunto, sin diferencias estadís-ticamente significativas entre ciudades. En particular,un 17% de los entrevistados en Madrid respondeque toma parte en las actividades de una organi-zación religiosa, un porcentaje ligeramente inferioral de quienes afirman que participan regularmenteen los planes de organizaciones deportivas o de ocio(22%), organizaciones culturales (18%), o sindica-les y estudiantiles (20%).

3.6. La consulta con guías religiosossobre problemas personales

Muy minoritario resulta también el recurso alos imanes u otros guías religiosos a la hora de bus-car consejo sobre algún problema de tipo personal.Sólo el 20% de los turcos residentes en Berlín, el13% de las bengalíes habitantes de Londres y unexiguo 3% de los marroquíes empadronados enMadrid reconocen que suelen consultar con algúnlíder religioso sus asuntos privados.

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Fuente: Encuesta a musulmanes en Europa (2004).

GRÁFICO 4

LA RELIGIOSIDAD DE LOS INMIGRANTES MUSULMANES EN EUROPA: “¿CON QUÉ FRECUENCIA SUELE REZAR EN LA MEZQUITA?”

20

0

40

60

80

100

Porc

enta

je

Diariamente, semanalmente, o en losdías de fiesta religiosa

10

30

50

70

90

Rara vez o nunca

Londres Berlín Madrid

50

3227

50

6873

7 La pregunta sobre este aspecto del comporta-miento religioso se formuló de un modo algo distinto enBerlín. Mientras que los cuestionarios de Londres y Madridconcebían el Ramadán como una celebración anual, y a lapregunta “¿Suele ayunar durante el Ramadán?” proponíanrespuestas como “sí, todos los años”, “sí, unos años sí yotros no” o “no, nunca ayuno”, el cuestionario de Berlínofrecía opciones como “sí, durante todo el período de ayu-no”, “sí, durante la mayor parte del período”, “una partedel período”, o “no, nunca”.

4. Síntesis y reflexión final

La Encuesta a musulmanes en Europa revelaque las actitudes y los comportamientos religiososde los inmigrantes musulmanes en las ciudadeseuropeas resultan bastante diversos. Las respuestasa las preguntas sobre religiosidad de esta encuestavarían en función de: a) la dimensión de la religio-sidad que se esté investigando; b) la comunidadinmigrante que esté respondiendo, y c) el gruposociodemográfico dentro de cada comunidad quese esté analizando. En cuanto al primer aspecto, laspreguntas sobre actitudes religiosas producenmenos variación que las relativas a las prácticas,puesto que la gran mayoría de los inmigrantesentrevistados elige las respuestas que indican unamayor adhesión a su tradición religiosa. Respectoal segundo aspecto, los bengalíes residentes en Lon-dres destacan como el grupo más devoto y máspracticante, y los turcos inmigrados a Berlín comoel más secularizado. Finalmente, en lo relativo al ter-cer aspecto, llama la atención que los inmigrantescon menor nivel educativo muestran una mayor reli-giosidad en sus respuestas a varias de las pregun-tas, seguidos de las mujeres, los mayores y los labo-ralmente inactivos.

Centrando la atención en esta última ver-tiente, la de la diversidad de las actitudes y los com-portamientos religiosos de los grupos sociodemo-gráficos, que en este artículo sólo se ha exploradoen el caso de los marroquíes de Madrid, cabeextraer las siguientes conclusiones. Hombres ymujeres difieren entre sí en algunos aspectos de sureligiosidad; por ejemplo, las marroquíes residen-tes en Madrid dicen conceder al islam muchainfluencia en su modo de vivir la vida y rezan enprivado con más frecuencia que los hombres; sinembargo, son más los varones que suelen ir a orara la mezquita. También la edad influye en la prác-tica de la oración, siendo los mayores quienes sue-len rezar con más frecuencia; asimismo, estos últi-mos tienden en mayor medida a afirmar que suscreencias religiosas son muy firmes. La situaciónlaboral permite distinguir dos grupos: el de los inac-tivos, dedicados principalmente a las tareas domés-ticas, y el de quienes están trabajando o buscandoempleo. Los primeros son más propensos a consi-derar que sus creencias religiosas son muy firmese influyen mucho en su vida. En cuanto al dominiodel castellano, el modo de vivir de quienes afirmanhablarlo bastante mal o muy mal está más condi-cionado por la religión, y su vida cotidiana másmarcada por la oración.

Con todo, el factor sociodemográfico quedistingue más claramente a los marroquíes queviven en Madrid en cuanto a sus actitudes y com-portamientos religiosos es la formación recibida:haber pasado más tiempo en el sistema educativoreduce la probabilidad de declarar actitudes y com-portamientos religiosos (mientras que haber recibi-do formación específicamente religiosa no la incre-menta, en contra de lo que cabría esperar). Quienespresentan niveles de educación bajos –esto es, nohan asistido al colegio o no lo han hecho duranteel tiempo suficiente como para completar sus estu-dios primarios– dan más importancia al hecho deser musulmán al presentarse a los demás, calificansus creencias religiosas como muy firmes y muyinfluyentes en su vida y rezan a diario con más fre-cuencia que el resto de los entrevistados. La rela-ción entre el nivel educativo y la religiosidad seobserva también en las otras dos ciudades euro-peas incluidas en la encuesta, y resulta particular-mente evidente entre los turcos de Berlín.

Los datos de la Encuesta a musulmanes enEuropa han permitido describir en este artículo loscontrastes entre las diferentes comunidades de inmi-grantes musulmanes en Londres, Berlín y Madrid.Más compleja resulta la tarea de explicar estas dife-rencias, dadas las diversas historias migratorias, ladistinta composición sociodemográfica de cada gru-po y el hecho de que cada uno ha migrado de unasociedad de origen distinta a una sociedad de des-tino diferente.

Las diferencias observadas entre los distin-tos grupos de inmigrantes en las tres capitales euro-peas pueden reflejar diferencias en las actitudes ylos comportamientos religiosos de los países de ori-gen. Una comparación muy ambiciosa publicadarecientemente por Norris e Inglehart (2004), basa-da en datos de encuesta de ochenta sociedades detodo el mundo, pretende confirmar la hipótesis clá-sica en ciencias sociales de acuerdo con la cual lamodernización socioeconómica trae consigo unproceso de secularización. Los autores definen lamodernización en un sentido amplio que incluyelas tendencias al desarrollo humano, la riqueza yla igualdad económica, la alfabetización y la edu-cación, la sanidad y el bienestar social, que, juntas,tienden a reducir los riesgos existenciales y, por tan-to, la demanda de consuelo religioso. Consideranque el contraste más notable en el nivel de moder-nización es el que se da entre las sociedades agra-rias y las industriales, y clasifican a Bangladesh yMarruecos como sociedades agrarias, a Turquíacomo sociedad industrial y a los tres países de des-tino de los entrevistados en la Encuesta a musul-

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manes en Europa como sociedades postindustria-les. Los resultados de esta encuesta, según los cua-les los inmigrantes bengalíes y marroquíes decla-ran actitudes y comportamientos religiosos con másfrecuencia que los turcos, podrían explicarse deacuerdo con este argumento.

Evidentemente, la influencia de las socieda-des de destino tiende, a largo plazo, a modificarlas diferencias entre los grupos nacionales de inmi-grantes, difuminándolas o reforzándolas. Por unlado, en la medida en que las tres forman parte desociedades igualmente postindustriales (para seguircon la clasificación de Norris e Inglehart), los pro-cesos de aculturación (y, por tanto, secularización)de los inmigrantes en las ciudades de Berlín, Lon-dres y Madrid tenderán a difuminar las diferenciasentre ellos. Al mismo tiempo, probablemente gene-rarán en el seno de las comunidades inmigrantesformas de variación de los comportamientos y lasactitudes religiosas según el sexo, la edad y el niveleducativo similares a las que se vienen observan-do en las últimas décadas entre las poblacionesautóctonas de las sociedades postindustriales: losmayores y, en general, los individuos con menornivel educativo tienden a ser más religiosos. Aho-ra bien, también pueden darse casos de reacciónidentitaria de las segundas y terceras generacionesde inmigrantes musulmanes hacia el islam: dehecho, en Berlín, son los jóvenes, nacidos mayori-tariamente en Europa, quienes se muestran másdispuestos a presentarse a los demás como musul-manes, más orgullosos de serlo y más comprome-tidos con el ayuno durante el Ramadán (Álvarez-Miranda 2005a).

Por otro lado, los distintos grados y modosde reconocimiento de las diferencias religiosas porparte de los estados europeos pueden influir en lareligiosidad de las comunidades de inmigrantesmusulmanes. Los estados alemán, británico y espa-ñol reaccionan a la presencia del islam en sus socie-dades principalmente subvencionando o no a lasmezquitas y las organizaciones religiosas, y permi-tiendo o no la enseñanza y la práctica de esta reli-gión en los colegios públicos y/o privados.

El estado británico ha sido el más generosoa la hora de apoyar con fondos públicos la cons-trucción de mezquitas y sus actividades de cuida-do de los mayores, fomentar el empleo entre losjóvenes o la enseñanza de las lenguas de origen.Los colegios públicos británicos, que cuentanmuchos musulmanes entre sus alumnos, puedendar la oportunidad de estudiar el islam y practicarel rezo colectivo del viernes en sus aulas, y algunos

colegios privados específicamente islámicos hanobtenido recientemente subvenciones públicas.

Por el contrario, el culto islámico no hamerecido apoyo público en Alemania, donde lasorganizaciones musulmanas no han obtenido demomento el reconocimiento como interlocutorescorporativos comparables a las cristianas o judías.Tampoco han recibido subvenciones las mezqui-tas en cuanto que organizaciones de acción social.Los colegios públicos alemanes no enseñan elislam como religión, aunque en muchas zonas delpaís los alumnos musulmanes aprenden su tradi-ción en un curso comparativo y no confesionalsobre las religiones en el mundo. En particular, Ber-lín ha abierto camino a la enseñanza confesionalislámica en las escuelas públicas, en pie de igual-dad con las religiones cristianas. Al tiempo que elIslam gana así presencia en la enseñanza pública,los Länder (estados federados) subvencionan unreducido número de colegios privados islámicos:al menos dos centros de educación primaria, enMunich y Berlín, se financian principalmente porsubvenciones públicas8.

Por último, los musulmanes que viven enEspaña han obtenido amplios derechos a construirmezquitas y practicar su religión de modo colecti-vo, así como también para enseñarla en las escue-las públicas. Pero estos derechos conservan, en granmedida, un carácter formal, ya que los gobiernosapenas han avanzado en la ejecución de políticasque los garanticen de hecho, y las organizacionesmusulmanas no han sabido superar su situación derelativa debilidad y fragmentación9.

En conjunto, el estado británico ha sido elmás generoso en cuanto al reconocimiento y a lafinanciación de las religiones minoritarias, lo cualpuede contribuir a entender la mayor adhesión de los bengalíes de Londres a su fe y su práctica,en comparación con los turcos de Berlín y losmarroquíes de Madrid. Pero el argumento sobrelas políticas de los estados receptores no ayuda aesclarecer las diferencias entre estos dos últimosgrupos: aun cuando el estado español es el que,

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8 Comparaciones más exhaustivas entre las políticaspúblicas hacia los musulmanes en diferentes países europeospueden encontrarse en Álvarez-Miranda (2005b), Fetzer ySoper (2005), Monsma y Soper (1997), Rath, Penninx, Groe-nendijk y Meyer (2001), Kepel (1997) y Pauly (2004).

9 Más detalles sobre esta cuestión en Pérez-Díaz,Álvarez-Miranda y Chuliá (2004). Véase también el Acuerdode Cooperación entre el Estado Español y la Comisión Islá-mica de España, en www.webislam.com.

de momento, les ofrece efectivamente menos apo-yo público, son los inmigrantes turcos de Berlínquienes se describen a sí mismos como menos reli-giosos. La variable del país de procedencia cobradesde esta perspectiva renovado valor en la expli-cación de las diferencias entre la religiosidad de lostres grupos de inmigrantes estudiados en laEncuesta a musulmanes en Europa. El peso del pro-yecto de un sistema político laico y un sistema jurí-dico inspirado en las instituciones occidentales enel proceso de construcción del estado y la identi-dad nacional turcos durante el siglo XX difícilmentepuede ser ajeno a las actitudes y los comporta-mientos religiosos de los emigrantes procedentesde Turquía.

Bibliografía

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– (2005b), “Muslim communities in Europe.Recognition of religious differences in Britain, Ger-many and France”, Michigan Paper Series (extraí-do el 1 de abril de 2005 de http://www.umich.edu/~iinet/euc/Academics/MichiganPaperSeries.html).

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1. Introducción

Prevenir y aliviar el sufrimiento de las per-sonas en todas las circunstancias constituye elobjetivo general del Movimiento Internacional dela Cruz Roja y de la Media Luna, del que Españaforma parte desde hace más de ciento cuarentaaños. Entre los colectivos vulnerables con los queCruz Roja Española (CRE) trabaja, destaca el de las personas mayores. Con casi 295.000 usuariosy cerca de 13.000 voluntarios en 2004, el Progra-ma de Personas Mayores es el de mayor cobertu-ra de CRE.

Los mayores integran el colectivo más afec-tado por los problemas de dependencia, definidapor el Consejo de Europa como “el estado en elque se encuentran las personas que, por razonesligadas a la falta o a la pérdida de autonomía físi-ca, psíquica o intelectual, tienen necesidad de asis-tencia y/o ayudas importantes a fin de realizar losactos corrientes de la vida diaria”1. Ahora bien,aun cuando este fenómeno afecta mayoritaria-mente al sector de población de las personas demás edad, accidentes de tráfico, laborales, domés-ticos, así como determinadas enfermedades ydolencias, crean situaciones de dependencia en lapoblación menor de 65 años. CRE atendió, a lolargo del año 2004, a 32.375 personas que, sinquedar clasificadas en la categoría de mayores,padecían discapacidades. En la ejecución de los

diferentes proyectos ofertados a este segundocolectivo de personas particularmente afectadaspor problemas de dependencia participaron casi3.000 voluntarios.

Consciente de que las situaciones de depen-dencia tienen un elevado coste económico yhumano, no sólo para quienes las sufren, sino tam-bién para quienes prestan el grueso de los cuida-dos que éstos precisan (fundamentalmente, lafamilia y otras personas próximas), CRE ha con-vertido a las personas mayores con pérdida deautonomía y las personas con discapacidad ensituación de dependencia en colectivos prioritariosde su actuación. En consecuencia, desarrolla unaamplia variedad de programas destinados a cubrirtoda una serie de necesidades, desde las más bási-cas (apoyo y cuidados) hasta otras de caráctersocial y relacional, pasando por la oferta de servi-cios sociosanitarios orientados tanto a la preven-ción como a la asistencia y a la rehabilitación. Gra-cias a la red territorial de CRE (presente en más de700 localidades en todo el estado), que propor-ciona la cercanía a las personas con mayores des-ventajas y permite el conocimiento de las nuevasdemandas sociales y el apoyo de miles de volun-tarios, CRE se implica fuertemente, tanto a esca-la central como autonómica y provincial, en laprestación de servicios de carácter social y sanita-rio, destinados siempre a quienes se encuentranen situación de mayor desprotección.

Así, se ha puesto en marcha un amplio aba-nico de programas con el propósito de favorecerla permanencia de las personas mayores y las per-sonas con discapacidad en su entorno habitual. Elapoyo domiciliario constituye una alternativa a lainstitucionalización en residencias y se orienta a

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CARLOS CAPATAZ GORDILLO*

El apoyo de Cruz Roja a las personasdependientes y las familias cuidadorasLa utilización de las nuevas tecnologías en beneficio de la autonomía personal

* Director del Departamento de Intervención Socialde Cruz Roja Española.

1 En su Recomendación R(98)9 de 1998.

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disminuir el aislamiento social y la prevención deldeterioro físico y psíquico que éste conlleva. Estalínea de trabajo incluye los proyectos de ayuda adomicilio básica (cobertura de las necesidadesdomésticas y alimentarias, así como pequeñascuras), ayuda a domicilio complementaria (compa-ñía de voluntarios, apoyo en gestiones, acompaña-mientos), teleasistencia, ayudas técnicas, transpor-te adaptado, centros de día –una parte de ellos,especializados en la atención a personas afectadaspor la enfermedad de Alzheimer y otras demencias–y centros de estancias diurnas.

Todos estos proyectos contribuyen a propor-cionar seguridad y a mejorar la calidad de vida delas personas en situación de dependencia, así comoa humanizar las condiciones en las que las familiasdesempeñan su labor de cuidadoras. Hace ya algu-nos años, CRE promovió otra serie de proyectos alobjeto de proporcionar un tiempo de descanso alos miembros de la familia que ejercen de cuidado-res. Los proyectos de “respiro” incluyen sustitucio-nes del cuidador principal, residencias de estanciatemporal, grupos de apoyo mutuo, apoyo psicoló-gico, orientación y formación.

Para las personas mayores que carecen devivienda o no pueden vivir solas por precisar unaatención continuada y específica, CRE ha des-plegado proyectos de viviendas tuteladas, aco-gimiento familiar y residencias. Por último, conel objetivo de prevenir el deterioro asociado alenvejecimiento o a la discapacidad, para poten-ciar la integración de las personas dependientesen la sociedad y para fomentar las relacionesintergeneracionales, se vienen desarrollando pro-yectos de envejecimiento saludable, actividadesde ocio y tiempo libre, voluntariado, dinamiza-ción de centros externos a la institución, abue-los-nietos, etcétera.

En lo que resta de este artículo se va a enfo-car la atención en el papel que las nuevas tecnolo-gías de la información y la comunicación (NTIC) pue-den desempeñar en el fomento de la autonomíapersonal entre las personas dependientes. No sepretende aquí analizar técnicamente la gran varie-dad de dispositivos que la combinación de las tec-nologías de la información y de la comunicaciónestá colocando en el mercado de la atención a laspersonas dependientes. Antes bien, desde nuestropapel como entidad que provee servicios a las per-sonas en situación de mayor vulnerabilidad, se ofre-cen algunas reflexiones sobre las necesidades deéstas, sobre las posibilidades de la tecnología parasatisfacer las demandas y sobre otros aspectos, no

tecnológicos, que deben ser considerados para queestas herramientas contribuyan efectivamente amejorar la calidad de vida de las personas depen-dientes y de sus cuidadores.

En CRE llevamos varios años estableciendo“partenariados” de colaboración con compañíasproveedoras de tecnologías (telefonía móvil, soft-ware, etc.), universidades y administraciones, gra-cias a los cuales ha sido posible validar prototipos ydispositivos de apoyo a las personas en situación dedependencia en el marco de nuestros programas.Y, lo que es tanto o más importante, esta coopera-ción nos ha facilitado la tarea de acercar las solu-ciones tecnológicas a los sectores de población másvulnerables, que tradicionalmente son los últimosreceptores de este tipo de innovaciones; en defini-tiva, nos ha permitido convertir a las personas conmayor desprotección en los primeros beneficiariosde los adelantos tecnológicos. Este tipo de colabo-ración refleja lo que los anglosajones han definidocomo una situación win-win, es decir, un proyectoen el que todos los socios se benefician. En el casode las entidades proveedoras, el contacto con unainstitución como CRE les proporciona conocimien-tos sobre las necesidades reales y sentidas de laspersonas afectadas por dependencias y de las queles prestan cuidados.

CRE ha sido pionera en la prestación de unservicio de teleasistencia domiciliaria para perso-nas mayores, que data de comienzos de los añosnoventa. Pero el enorme potencial de las NTICpara proporcionar seguridad y autonomía, paraevitar el aislamiento y prevenir riesgos se incre-menta día a día con nuevas herramientas que per-miten la integración de aspectos sociales y sanita-rios. La tecnología puede prestar apoyo a laasistencia social, sanitaria y personal, y puede faci-litar una asistencia integrada basada en enfoquesproactivos que, en cierta forma, “empoderan” alas personas dependientes para autogestionar susalud y conducen a cambios hacia estilos de vidamás saludables.

Por otro lado, las NTIC son una fuente indu-dable de apoyo para quienes tienen a su cargo auna persona dependiente, y no sólo porque pro-porcionan una ayuda práctica decisiva al cuidador,sino también porque le ofrecen una mayor auto-nomía y la posibilidad de mejorar los cuidados. Porlo demás, la tecnología puede permitir hoy unaracionalización en la gestión de los recursos y unainteresante relación coste/eficacia que debe servalorada por quienes gestionan los servicios socia-les y sanitarios.

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2. Algunos datos sobre la dependencia en España

Para enmarcar este análisis, conviene queseamos conscientes de las dimensiones que alcan-za en nuestro país el fenómeno de la dependen-cia, la cobertura existente y las demandas socialesque se hacen al efecto. En este año 2005, el deba-te en torno a la protección a la dependencia estáde plena actualidad, como atestiguan la publica-ción del Libro Blanco del Ministerio de Trabajo yAsuntos Sociales y el proceso de elaboración de unproyecto de ley de protección a la dependencia porparte del gobierno.

De acuerdo con los datos que recoge el LibroBlanco, la dependencia severa y grave afecta enEspaña a 1.125.190 personas, de las cuales 826.551tienen 65 o más años. A ellas hay que añadir1.657.400 personas que necesitan algún tipo deayuda para alguna actividad de la vida diaria. Lasprevisiones demográficas indican que en 2020habrá casi 1,5 millones de personas dependientesen nuestro país.

La atención a las personas dependientes serealiza, sobre todo, en el ámbito familiar y recaeespecialmente en las mujeres, que suponen el 83%de los cuidadores. La media de edad de los cuida-dores se sitúa en los 52 años, y tres cuartas partesde estas personas no desarrollan actividad laboralalguna. Únicamente el 6,5% de las familias que cui-dan a personas dependientes se benefician del apo-yo de los servicios sociales. Sólo el 3,4% de las per-sonas mayores de 64 años cuentan con un serviciode ayuda a domicilio, el 2,05% con teleasistencia,y el 0,46% con una plaza en un centro de día. Laproporción de plazas en residencias por habitanteses también inferior a la media europea.

Esta situación está provocando un cambiomuy importante desde el punto de vista de los dere-chos. Hasta hace unos años, la cuestión de ladependencia pertenecía al ámbito privado, pero,indudablemente, se está trasladando al escenariopúblico, y la demanda social es muy clara en estesentido. El Ministerio de Trabajo y Asuntos Socialesencargó al Centro de Investigaciones Sociológicas(CIS) un estudio de ámbito nacional, realizado entreoctubre y noviembre de 2004. Según este estudio(“Opiniones y actitudes sobre la familia”), casi el70% de las personas encuestadas considera que elgobierno debe promover prioritariamente ayudasdestinadas a las personas que dependen de otras

para las actividades de la vida cotidiana. Una granmayoría de los encuestados (94,3%) también con-sidera que el estado, a través de los servicios socia-les, debería cubrir las necesidades de atención delas personas mayores.

En relación con otros países de nuestroentorno comunitario, en España cabe observar unnotable retraso en el debate y la adopción de medi-das sobre esta cuestión. Pero, ultimado el LibroBlanco, se está desarrollando a lo largo de 2005un proceso que debe conducir a la aprobación deuna ley para la autonomía personal y al desarrollode un plan nacional de atención a la dependencia.En este marco, la mayor parte del esfuerzo y de lainversión se destinará a ampliar proyectos de apo-yo domiciliario, tendentes a evitar la instituciona-lización y que permitan a la persona dependientecontinuar viviendo en el entorno en que se ha des-arrollado su vida. Es precisamente este objetivo elque dota de gran importancia a las NTIC en la pro-visión de servicios a las personas dependientes.

Entre las múltiples definiciones de depen-dencia que se manejan en el debate sobre la pro-tección a este riesgo social, merece la pena resca-tar del Libro Blanco una que hace especial hincapiéen la participación de los afectados: “La depen-dencia puede entenderse como el resultado de unproceso que se inicia con la aparición de un déficiten el funcionamiento, como consecuencia de unaenfermedad o accidente. Este déficit comporta unalimitación en la actividad. Cuando esta limitaciónno puede compensarse mediante la adaptación delentorno, provoca una restricción en la participaciónque se concreta en la dependencia de la ayuda deotras personas para realizar las actividades de lavida cotidiana”.

Esta definición adquiere un significadoespecial para CRE, pues nuestra ya larga trayec-toria de programa de atención a las personas ysectores sociales más vulnerables nos ha mostra-do que uno de los factores que suponen unmayor riesgo de exclusión social es, precisamen-te, la falta de participación. Para nuestra institu-ción, la provisión de servicios sociales y de saluda través de las NTIC favorece la autonomía y laindependencia de las personas el máximo tiempoposible, brindándoles la posibilidad de continuarparticipando en su comunidad. Concretamente,la participación y las relaciones con el entornoofrecen a las personas una suerte de “malla socialde seguridad” que constituye uno de los másimportantes elementos preventivos del deterioroasociado al aislamiento.

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A la hora de definir las claves de los futurossistemas de asistencia, además de los aspectos pura-mente técnicos, hay que abordar otras cuestionesque reiteradamente señalan los expertos, como lapersonalización del apoyo que se presta, al accesopara todos, la dependencia del contexto, los entor-nos multilingües y la asistencia preventiva. Se tratade cuestiones vinculadas a las necesidades de losusuarios, de su entorno familiar, así como de losresponsables de los servicios públicos y proveedo-res de asistencia, que son sumamente importantesa la hora de garantizar la eficacia y eficiencia de lassoluciones propuestas.

Por ejemplo, algunos de los problemas quesurgen en la implementación de los servicios detele-asistencia se refieren antes al contexto orga-nizacional en el cual se desarrollan que a la tecno-logía en sí misma. La prestación de asistencia a tra-vés de las NTIC obliga también a plantearsecuestiones de carácter ético sobre la vigilancia ysobre la posible pérdida de privacidad de las per-sonas en situación de dependencia. Otro tema demarcada importancia reside en los aspectos lega-les relativos a la confidencialidad y a la protecciónde datos. Asimismo, al tratarse de la provisión deservicios basados en las nuevas tecnologías, sehacen necesarios estándares de calidad, tanto enlo que se refiere a la organización de los servicioscomo al equipamiento.

3. Las necesidades de laspersonas dependientes y de su entorno social yasistencial

CRE defiende que las soluciones tecnológi-cas deben dar respuesta tanto a las necesidades delas personas dependientes como a las de los cui-dadores de proximidad, un sector altamente vul-nerable, dado el coste económico y humano conque la dependencia grava la vida de las personasque tienen a su cargo los cuidados. Entre las nece-sidades básicas de las personas dependientes quela aplicación de las NTIC puede ayudar a satisfacercabe mencionar la seguridad dentro y fuera deldomicilio –a la que pueden contribuir las comuni-caciones móviles y los sistemas de telelocalización–y la prevención de riesgos. Un mayor grado deautonomía es una demanda marcadamente seña-lada por muchas personas que se encuentran ensituación de dependencia. Las NTIC se conviertenasí en el soporte a una vida más independiente.

También son evidentes las ventajas en lo que res-pecta a las necesidades de comunicación y convi-vencia, es decir, a la disminución del aislamiento yde la soledad.

Otro grupo de necesidades está relacionadocon el diseño para todos: se requieren dispositivosy soluciones tecnológicas que propicien el accesoa la información y el conocimiento sobre los servi-cios disponibles. Las herramientas que se ponen adisposición de las personas dependientes deben,por ello, ser sencillas y “usables”, ofrecer tranqui-lidad al usuario y eliminar la ansiedad sobre sumanejo. Se trata, en definitiva, de eliminar lasbarreras sensoriales o físicas, y también las propiasbarreras tecnológicas.

Entre las necesidades de carácter emocionalde las personas dependientes hay que referirse a lacomprensión, el trato humano, la necesidad de sen-tirse escuchados, la confianza en quienes les cui-dan y la participación social, que, como ya se hamencionado, representa uno de los factores que eli-minan el riesgo de exclusión. En este apartado seha de incluir el respeto a la intimidad: al hacer pro-puestas de asistencia, es muy importante que losdispositivos no sean intrusivos y que los cuidadoresno se adueñen de la vida de la persona depen-diente, para permitirle mantener el mayor nivel deautonomía e intimidad posible.

En relación con este último factor, es conve-niente que cuando se proveen servicios a domiciliosea una sola persona la que visite al usuario, y quela atención integre aspectos tanto sociales comosanitarios. La multiplicidad de cuidadores y provee-dores incrementa la dependencia del usuario.

En un último bloque de necesidades, cabereferirse a la autogestión de la salud y del bienes-tar, al disfrute de actividades intelectuales y de ocio.Todas estas necesidades deben reivindicarse sinobviar la necesidad de que el coste sea asumible.

Pero las necesidades no las presenta sólo lapersona en situación de dependencia, sino tambiénla que se ocupa de los cuidados que precisa aqué-lla. De vital importancia resulta adaptar las solucio-nes tecnológicas a los cuidadores de proximidad.En muchas ocasiones, los instrumentos que se hancolocado en el mercado no han tenido éxito por notener en cuenta este factor.

La dependencia de un familiar genera unavariedad de necesidades emocionales, como ladefensa del estrés, la tranquilidad y la seguridad.

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Los cuidadores precisan tiempo para sí mismos,para su vida personal. Se hacen necesarios estra-tegias y apoyo para la conciliación de su vida fami-liar y laboral, dispositivos que se orienten a la pre-vención de sus riesgos, grupos de autoayuda yorientación para prevenir el burn-out (“quemar-se”), formación sobre el mejor modo de ejercer loscuidados... A través de Internet (chats, correo elec-trónico) y mensajes SMS se puede incidir en elautoapoyo, asesorar y formar en técnicas de cui-dados y disminuir la sobrecarga que experimentael cuidador familiar. La manejabilidad de los dis-positivos representa otro factor decisivo, así comola relación coste/eficacia.

Un período especialmente delicado para lafamilia es el tiempo que transcurre entre la entra-da en situación de dependencia del familiar y elmomento en que se dispone de apoyo público oprivado. Ésta es una fase de desconcierto y ansie-dad en la que pueden ofrecerse respuestas puentedesde entidades que pertenecen al tercer sector.

4. Cruz Roja Española comoproveedora de servicios a personas dependientesbasados en NTIC

Conocer las necesidades de cuidadores yusuarios, integrar servicios financieramente soste-nibles, apoyar a las administraciones públicas, ela-borar bases de datos eficaces, unificar protocolosde actuación, planificar la gestión de los recursoshumanos y co-gestionar los aspectos sociales y sani-tarios son algunos de los retos a los que se enfren-ta CRE en su oferta de programas de apoyo a per-sonas dependientes basados en las NTIC. En estemomento, estamos en condiciones de crear unasuerte de ecosistema, a través de un contact-cen-ter (centro de contacto), que nos permita ofrecerrespuestas a muchas de las necesidades de las per-sonas usuarias y cuidadoras.

Cuando, como proveedores de servicios, ana-lizamos el impulso que las NTIC han experimenta-do, nos damos cuenta de que se dibuja un nuevoescenario para nuestros programas gracias a la inno-vación en detectores (automáticos/semiautomáti-cos, móviles/fijos, domésticos/personales...); a lossistemas de comunicaciones, que permiten que lasseñales lleguen al lugar adecuado eficientemente;al software, que nos ofrece la posibilidad de dise-ñar patrones de comportamiento cotidiano de los

usuarios y usuarias de gran valor preventivo. Otroaspecto muy importante para una entidad que uti-liza las NTIC para prestar servicios a las personas ensituación de dependencia consiste en definir la for-ma de interacción con los usuarios y, por último,articular sistemas eficaces de gestión de los cuida-dores, así como de medición de la calidad de loscuidados.

En función de las necesidades de la personay de su grado de dependencia de otros para efec-tuar las actividades cotidianas, los proyectos o ser-vicios pueden partir de un enfoque de autogestión,con una participación activa de la persona usuaria,o de otro basado en tecnologías que no necesitanser operadas por la persona dependiente (pasivas).La mayoría de los proyectos implantados hasta lafecha parten de un enfoque reactivo: se trata desoluciones que permiten intervenir ante caídas, acci-dentes domésticos o circunstancias similares. Pero,cada vez más, los avances de las NTIC favorecen eldesarrollo de proyectos proactivos, lo que facilita,a su vez, trabajar desde una óptica de prevención.

Los servicios de teleasistencia de CREpara la prevención de riesgos y el apoyo a personas en situación de dependencia

De todos los proyectos que CRE desarrolla enel ámbito del apoyo a las personas en situación dedependencia, el que cuenta con mayor trayectoriaes la teleasistencia domiciliaria, que se presta a per-sonas mayores y a personas afectadas por discapa-cidades. A través de un equipamiento de comuni-caciones e informática específico, CRE proporcionaa los usuarios la seguridad de poder contactar conun equipo de profesionales, de forma inmediata,ante crisis de angustia o soledad, caídas, necesida-des sanitarias o cualquier accidente doméstico.

El equipo profesional es capaz de encauzaro dar solución a situaciones de emergencia, bien através de su propia intervención, bien movilizandolos recursos existentes en la comunidad que seanapropiados para el caso. El sistema funciona las 24horas del día durante todo el año. La seguridad queofrece evita múltiples solicitudes de ingreso en resi-dencias y permite al usuario residir en su mediohabitual.

CRE ha desarrollado un proyecto piloto deteleasistencia móvil, basado en la utilización de tec-nologías de comunicación telefónica móvil y detelelocalización (GSM y GPS), dirigido a rentabili-zar el potencial de las NTIC para ampliar las ven-

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tajas de la teleasistencia domiciliaria. Este servicioaspira a integrar a los usuarios en su medio habi-tual, facilitando la comunicación con el exterior yproporcionando el acceso a los servicios de lacomunidad, a responder inmediatamente ante laseventualidades que puedan surgir, mediante aten-ción constante y a distancia, y a garantizar pro-tección, seguridad, tranquilidad y acompañamientofuera del domicilio.

5. Planteamientos de futuro

Los avances en las comunicaciones móviles,en el desarrollo de software específico, de detec-tores y sensores, de centros de contacto para faci-litar la relación entre las personas dependientes, loscuidadores y CRE, unidos a nuestra ya la larga tra-yectoria en la provisión de servicios a sectores vul-nerables de la población, nos impulsan a buscarnuevos modelos de apoyo a las personas depen-dientes, siempre desde una óptica de vulnerabili-dad-capacidad, con el objetivo de combatir los ries-gos de exclusión social. La cercanía a las personasnos coloca en un papel decisivo en los proyectos decolaboración con nuestros socios tecnológicos. Sonlas necesidades sociales las que deben estimular losproyectos de ámbito socio-sanitario basados en lasNTIC, para que éstos ofrezcan respuestas adecua-das a los contextos que las demandan.

CRE concibe su modelo de intervencióncomo una herramienta dirigida a personas en situa-ción de dependencia o de pre-dependencia, a losfamiliares o personas próximas que les proporcio-nan los cuidados, a profesionales y voluntarios y,por último, a responsables de recursos públicos ydel diseño de políticas públicas de ámbito socio-sanitario. Este proyecto permite retrasar o ralenti-zar los procesos que conducen a la dependencia,incrementar el nivel de autonomía de sus usuarios,mejorar su calidad de vida, y fomentar la realiza-ción de actividades de ocio y tiempo libre, posibi-litando la convivencia y la participación en la vidacomunitaria y creando o fortaleciendo vínculos conla red de apoyo social. Asimismo pretende facilitarel aprendizaje de habilidades y técnicas de auto-cuidado, convirtiendo a los usuarios en agentes desu bienestar socio-sanitario. A la vez, CRE aspira aproporcionar a los familiares que tienen a su car-go una persona dependiente, y a los voluntariosque, desde nuestros programas les prestan apoyo,recursos dirigidos a disminuir su ansiedad y aumen-tar su bienestar.

En resumen, CRE ha ido creando un sistemaque pueda proporcionar a las personas depen-dientes y sus familias cobertura especialmente enun lapso de tiempo crítico: el que cubre el períodoinmediatamente anterior y el inmediatamente pos-terior al reconocimiento formal de la situación dedependencia; es decir, el tiempo en el que no sedispone de servicios de apoyo. En este ámbito, lasentidades del tercer sector tienen una flexibilidade inmediatez que pueden ser de gran importanciapara orientar a la familia y evitar situaciones de cri-sis. Y, como todos los proyectos que dependen denuestra institución, también éste considera la par-ticipación del voluntariado una pieza clave dentrodel sistema.

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1. Introducción

Este breve artículo ofrece una aproximacióna una de las realidades sociales más relevantes a lasque se da respuesta desde la acción social de lascajas de ahorros: la dependencia. No se trata de unfenómeno nuevo ni tampoco lo es la intervenciónde Bilbao Bizkaia Kutxa en relación con él; sí, sinembargo, de una realidad cuya configuración yabordaje están cambiando de forma rápida, demodo que se hace necesario recapitular y revisarnuestra mirada y nuestra acción al respecto.

Tras unas breves consideraciones sobre ladependencia y una presentación de las respuestassociales que exige, el artículo se centra en los deba-tes actualmente en curso acerca de esta cuestión,para esbozar posteriormente la realidad de las per-sonas que se hallan en situación de dependenciaen nuestro entorno. Finalmente, los dos últimosapartados se referirán a la acción social de BilbaoBizkaia Kutxa y, específicamente, a algunas contri-buciones de nuestra entidad a la cobertura del ries-go social de la dependencia.

2. Aproximándonos a la dependencia

Cuando hablamos de dependencia, nos refe-rimos, siguiendo la definición utilizada por el Con-sejo de Europa en la Recomendación relativa a la

dependencia, de 1998, a “la necesidad de ayuda o asistencia importante para las actividades de lavida cotidiana” o, de forma más precisa, a “un esta-do en que se encuentran las personas que, porrazones ligadas a la falta o la pérdida de autono-mía física, psíquica o intelectual, tienen necesidadde asistencia y/o ayudas importantes a fin de reali-zar los actos corrientes de la vida diaria y, de modoparticular, los referentes al cuidado personal”.

Y quizá sea conveniente comenzar diciendoque la dependencia es una situación muy natural ypropia del ser humano. Del Río (1992) ha subraya-do que la dependencia del bebé humano respectode quienes le rodean (si lo comparamos, por ejem-plo, con un cordero) es algo que caracteriza pro-fundamente al ser humano, algo que nos hace enbuena medida ser lo que somos. Posiblemente, silos seres humanos no hubiéramos sido tan depen-dientes de las otras personas, no habríamos forta-lecido nuestra dimensión social, no habríamos desa-rrollado el lenguaje y no habríamos alcanzado elgrado de desarrollo del que disponemos.

Así pues, aunque se afirme que el estadodeseable para cualquier persona es el de la mayorautonomía posible, también se ha de reconocer laconnatural interdependencia entre las personas yel hecho de que, en algunos momentos de la vida,podamos estar en lo que se denomina situación dedependencia sin menoscabo de nuestra dignidad,de nuestros derechos, de nuestro bienestar y denuestra felicidad. Para todo ello, obviamente, resul-tan fundamentales las respuestas sociales a esasituación de dependencia.

En todo caso, como ya se apuntó arriba, ladependencia no es un fenómeno nuevo. Como tal

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XABIER DE IRALA ESTÉVEZ*

Las personas en situación de dependencia. La visión desde Bilbao Bizkaia Kutxa

* Presidente de BBK.

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ha existido siempre. Sin embargo, es en años re-cientes cuando se acuña y se va generalizando eltérmino, y cuando la dependencia adquiere unanueva configuración como objeto de estudio e inter-vención social. Ello se debe, fundamentalmente, ala conjunción de dos factores: por un lado, el impor-tante aumento del número de personas en situa-ción de dependencia, debido, en buena medida, alincremento de las posibilidades de supervivencia amuchas enfermedades y accidentes; por otro lado,la rápida disminución de la disponibilidad de lasfamilias para la ayuda personal, como consecuen-cia, entre otras razones, de importantes transfor-maciones de las estructuras de las familias (menornúmero de hijas e hijos, incremento del número defamilias en las que ambos cónyuges trabajan fueradel hogar, diversificación del modelo de familianuclear, por citar sólo algunos de estos cambios).

Son estos factores los que han llevado a que,con frecuencia, al hablar de dependencia, se pien-se inmediatamente en las personas mayores. Sinembargo, si bien las personas de más edad con-forman el grueso de la población en situación dedependencia, es importante recordar la heteroge-neidad de esta población y la presencia en su senode personas de todas las edades. Olvidarse de estedato puede llevar a errar en las políticas y las actua-ciones para afrontar la dependencia. De hecho,según datos de Rodríguez Cabrero (2004), delmillón y medio aproximado de personas en situa-ción de dependencia que hay en España, aproxi-madamente un tercio tiene entre 6 y 64 años. Tam-bién hay que notar que, según esos mismos datos,casi dos tercios de las personas en situación dedependencia en España son mujeres.

Sea como fuere, la dependencia se presenta,hoy y aquí, como un verdadero reto social en el que,en buena medida, nos jugamos la calificación moralque pueda merecer nuestra sociedad. Aquello quehagamos con las personas que más ayuda necesi-tan de otras para llevar adelante su proyecto vitalserá posiblemente una de las mejores muestras decuáles son los valores realmente vigentes en nues-tras sociedades.

3. Respuestas a la dependencia

Ante la pregunta sobre cómo puede y deberesponderse socialmente a este reto, es necesarioacudir a la comunidad científica, profesional e ins-titucional relacionada con la dependencia, de la cual

las cajas de ahorros forman parte, para indagarsobre las necesidades y demandas relacionadas conla dependencia y los recursos o instrumentos deactuación adecuados.

Intentando hacer una síntesis muy resumidade los enfoques y herramientas disponibles para darrespuesta a la dependencia, se ha de empezarsubrayando la importancia de la prevención de ésta.Es evidente que, más allá de los factores genéticos,existen variables de tipo social y ambiental que ope-ran como desencadenantes o catalizadores de situa-ciones de dependencia. Por ello, es posible y nece-saria la prevención de la dependencia mediante lapromoción de hábitos saludables, la estimulación ypotenciación de capacidades o el tratamiento pre-coz de las enfermedades crónicas, por poner algu-nos ejemplos.

En la medida en que la dependencia no hapodido ser, o de hecho no ha sido, evitada, seimpone, en general, brindar a la persona en dichasituación la ayuda personal que necesite para sudesenvolvimiento cotidiano. A la hora de brindaresta atención, existe un amplio consenso respectoa que resulta preferible, en principio, el apoyo pres-tado por la red sociofamiliar natural o informal dela que forma parte la persona, de tal manera queésta permanezca en su entorno comunitario. Dichoapoyo, en todo caso, ha de contribuir a que la per-sona pueda dar respuesta a sus necesidades ejer-ciendo, en la mayor medida posible, el control libresobre su vida.

Sin embargo, esta preferencia por los apoyoscomunitarios no debe servir para justificar la situa-ción en la que hoy se encuentran muchas familiascon personas en situación de dependencia y, fun-damentalmente, las mujeres de esas familias queasumen la tarea del cuidado. En muchos de estoscasos, la ausencia o escasez de otros apoyos llevaa que estas familias, y en particular estas mujeres,sufran problemas de salud, vean cortocircuitadassus relaciones personales y actividades sociales y, endefinitiva, no puedan desarrollar satisfactoriamen-te su proyecto personal de vida.

Se impone, por tanto, una respuesta desdeel sector formal de cuidados y, en este momento,una estructuración y fortalecimiento de la res-puesta desde el sistema de servicios sociales anteuna demanda creciente que va a seguir aumen-tando. Parece evidente la necesidad de ir incre-mentando la cantidad y el elenco de prestacionesy servicios que ayuden a las personas en situaciónde dependencia a desenvolverse en sus ámbitos

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vitales (escolar, laboral, hogareño, comunitario uotros). Entre estos servicios cabe destacar la tele-asistencia, la ayuda a domicilio, la atención socioe-ducativa, los centros de día y los servicios residen-ciales, sin dejar al margen otros programas oalternativas de intervención social que puedansatisfacer ese objetivo.

Un reto de particular importancia es el engra-naje y la coordinación de los servicios sociales conlos servicios sanitarios, tan presentes e importantesen la vida de muchas personas en situación dedependencia. La estructuración de esa respuestasociosanitaria, tanto en su dimensión asistencialcomo en su dimensión habilitadora o rehabilitado-ra, resulta clave en la respuesta a las situaciones dedependencia.

En este breve resumen sobre las respuestasa la dependencia no cabe olvidar otras medidasque, en definitiva, buscan la real equiparación deoportunidades para las personas en situación dedependencia: desde las prestaciones económicasy ayudas técnicas hasta la intervención en losentornos para facilitar la movilidad y la comuni-cación con un enfoque de “diseño para todas laspersonas”, o la sensibilización social para modi-ficar valores y actitudes excluyentes o discrimi-natorios.

4. La dependencia en el debate de la política social

La estructuración y provisión de este abani-co de recursos constituye, como se ha venido dicien-do hasta aquí, un reto al que nuestra sociedad, apesar de haber dado pasos importantes, dista deestar respondiendo de manera satisfactoria. Y elloes así porque, muchas veces, nuestros propios éxi-tos en la gestión de los riesgos sociales nos colocanante nuevos retos para los que hemos de idear nue-vas herramientas y modelos de respuesta.

Ciertamente, esta nueva emergencia delfenómeno de la dependencia coloca a la sociedady las instituciones ante encrucijadas y debates, yasugeridos, que en este apartado se van a desarro-llar algo más; encrucijadas y debates que formanparte de las preocupaciones estratégicas de BilbaoBizkaia Kutxa como entidad que pretende ajustarsiempre su acción social a la hora que, en cadamomento, le toca vivir.

En este momento, tras la elaboración delLibro Blanco de la Dependencia del IMSERSO, se hainiciado ya en España el proceso que conducirá ala aprobación de una nueva ley en relación con ladependencia. Cabe pensar que ello responde a unaconciencia social sobre el hecho de que se trata deuna contingencia ante la que el estado ha de rea-justar e incrementar su protección. En efecto, unode los grandes debates en curso se refiere a lamedida y la manera en la que los poderes públicosse harán cargo de la protección social de la depen-dencia y cómo se incorporará la aportación de lasfamilias y comunidades, las empresas con ánimode lucro o el sector no lucrativo. Con independen-cia de las diferentes posiciones legítimas en mate-ria de política social o de los modelos de solidari-dad preferidos por cada cual, no parece discutiblela necesidad de conceder un papel estratégico yfundamental a los poderes públicos en materia deprotección social de la dependencia, ni tampoco laconveniencia de buscar sinergias entre las aporta-ciones de los diferentes sectores mencionados, puesel concurso de todos ellos va a ser necesario pararesponder al reto que tenemos delante.

Un segundo debate, diferente del anteriorpero relacionado con él, es el que tiene que ver conel modelo de atención que se va a ofrecer a las per-sonas en situación de dependencia. Como ya se haapuntado, desde la comunidad científica y técnicade referencia se plantea un modelo de “atencióncomunitaria” que promueva la integración de la per-sona en su entorno y la continuidad de cuidadoscon una perspectiva de atención integral. Sin embar-go, no deja de haber dinámicas y tendencias quevan, con o sin discurso justificador, en contra dedicho modelo y plantean el eterno retorno a fór-mulas de atención que parecen llevarnos de vueltaal modelo de “institución total”.

Un tercer debate de interés está relacionadocon el papel del sistema sanitario, el de los serviciossociales y la coordinación de la atención entre ambasredes. Las personas en situación de dependencia cons-tituyen uno de los grupos para los que resulta másnecesaria la adecuada integración entre las presta-ciones sanitarias y las de servicios sociales. Hoy en díason diversas las dificultades para la articulación delespacio sociosanitario, y una de ellas radica en el dife-rente grado y modo de estructuración del sistema desalud y del sistema de servicios sociales. Por ello, sehabla de la necesidad de fortalecer los servicios socia-les como “cuarto pilar del Estado del bienestar”.

Como cuarta cuestión que caracteriza losactuales debates en relación con la atención a las

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personas en situación de dependencia, se ha deseñalar que el propio concepto de dependencia invi-ta a una nueva forma de segmentación de las pobla-ciones destinatarias en el ámbito de la intervenciónsocial. Así, muchas iniciativas públicas y privadas,convencionales o voluntarias, se han estructuradoen torno a segmentos como los de “las personasmayores” o “las personas con discapacidad”. Estasegmentación, y la consiguiente estructuración dela respuesta, sin embargo, resultan muchas vecesdisfuncionales para una adecuada atención a las per-sonas en situación de dependencia, cuyo colectivono coincide con ninguno de los segmentos clásicosutilizados que se han mencionado.

En última instancia, el de la dependencia esun debate político, ético e incluso antropológico.La decisión sobre si hay que invertir los recursosescasos, por ejemplo, en hacer una carretera o enincrementar la ayuda a domicilio es política y, en elfondo, remite a valores morales y a concepcionessobre el ser humano. En definitiva, el debate sobrela dependencia nos coloca ante la pregunta acercadel valor que concedemos a la vida humana; a lavida humana, sin más, despojada de muchos de losatributos a los que nuestra cultura está acostum-brada a otorgar valor.

5. La situación de ladependencia y su atenciónsocial en nuestro entorno

En el proceso de planificación estratégica deBilbao Bizkaia Kutxa hemos intentado hacer unanálisis de las necesidades y las respuestas que hayen nuestro entorno en materia de acción social apersonas en situación de dependencia. Así, unanálisis de los servicios sociales para estas perso-nas en la Comunidad Autónoma del País Vasconos muestra un creciente compromiso público, queactúa tanto con un modelo de gestión públicadirecta como de gestión concertada con centrosprivados. Se ha de destacar, no obstante, la ini-ciativa privada convencional, particularmente espe-cializada en servicios residenciales, que parecehaber encontrado en ellos un nicho de mercadointeresante.

El mayor porcentaje de gasto público corres-ponde a las residencias, que, sin embargo, no alcan-zan aún el estándar de cobertura recomendado porel Plan Gerontológico de 1992. No olvidemos, sinembargo, que los centros de día se van consoli-

dando como una nueva oferta asistencial, comple-mentaria de la atención domiciliaria y alternativa ala residencial. Atención especial merecen los pro-blemas detectados en relación con el transporte, larigidez de algunas ofertas y su precaria conexióncon los recursos comunitarios.

Los programas de apoyo a cuidadores y cui-dadoras (como los servicios denominados de alivioo respiro, o de asesoramiento) son realmente esca-sos, aunque se espera que crezcan en los próximosaños. En este aspecto interesa señalar la incidenciaque está teniendo el envejecimiento de la pobla-ción también en el colectivo de cuidadores y, sobretodo, de cuidadoras. No es extraño el caso de per-sonas mayores de 65 años que, pudiendo ser obje-to de cuidados y atención ellas mismas, ejercen decuidadoras de familiares ya en la cuarta edad y congraves limitaciones de autonomía.

Este análisis sería compartido por el Depar-tamento de Acción Social de la Diputación Foralde Bizkaia (que es la competente en materia deservicios sociales especializados para personas ensituación de dependencia), ya que en su Plan Estra-tégico 2004-2007 contempla actuaciones para laampliación del parque de plazas en centros resi-denciales. Apuesta asimismo por la creación de unared comarcalizada de centros de día especializa-dos y la extensión al fin de semana de estos servi-cios, además de explorar la financiación de la asis-tencia informal remunerada. La persona cuidadoraes también objeto de atención, y a ella se dirige la implantación de un programa psicosocial de cuidado.

6. La concepción de la acción social en Bilbao Bizkaia Kutxa

Según se recoge en la declaración de misiónde nuestro Plan Estratégico 2004-2007, “nuestraobra social es la principal razón de ser de Bilbao Bizkaia Kutxa y su instrumento primordial para elapoyo comprometido a la integración social activay solidaria de las personas”.

En Bilbao Bizkaia Kutxa entendemos la acciónsocial en términos de influencia proactiva, sistemá-tica y legítima en los procesos de exclusión o inclu-sión social. Asimismo, partimos de que la exclusiónsocial no representa un problema que afecta úni-camente a determinados colectivos, sino que todas

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las personas pueden verse, en un momento u otrode sus vidas, afectadas por procesos de exclusiónsocial, y todas pueden participar en procesos quegeneren mayor inclusión social.

Los destinatarios de la obra social de BilbaoBizkaia Kutxa son, por tanto, las personas, los gru-pos, las organizaciones y las comunidades de suentorno, en tanto en cuanto vivan riesgos o pre-senten situaciones de exclusión social, o puedaninvolucrarse o estén participando en procesos quegeneren mayor inclusión social. Si bien la acciónsocial puede tener en muchas ocasiones un carác-ter asistencial o paliativo, cada vez se pone másénfasis en la promoción y en la prevención. Portodo ello, las personas en situación de dependen-cia y sus redes familiares y comunitarias son consi-deradas como destinatarias de la acción social deBilbao Bizkaia Kutxa.

7. La acción social de Bilbao Bizkaia Kutxa en relación con la dependencia

En este marco que acabamos de presentarse encuadra la acción social de Bilbao Bizkaia Kut-xa dirigida a las personas en situación de depen-dencia. La intervención de la obra social de BilbaoBizkaia Kutxa, en lo que respecta a la prevenciónde la dependencia y la atención a personas ensituación de dependencia, se realiza fundamental-mente a través de:

– los recursos residenciales, con 400 plazasen residencias para la tercera edad y un extenso pro-grama de actividades socioculturales, que se reali-za tanto en nuestros treinta clubes de personas jubi-ladas como en medio centenar de clubes de Bizkaiaque colaboran con BBK;

– la Fundación Eragintza1 y la colaboracióncon la Fundación Argia2 en el ámbito de las enfer-medades mentales.

Además de nuestra actuación directa, traba-jamos en estrecha colaboración con el importantetejido social de Bizkaia que apoya a las personas ensituación de dependencia. Fortalecer este tipo deentidades y ayudarlas en su actuación se ha con-vertido en un objetivo estratégico para nuestra enti-dad, como fórmula eficaz y flexible de apoyo a laspersonas que precisan cuidados. A través de las con-vocatorias anuales de ayudas a proyectos sociales,apoyamos más de 200 proyectos con una dotaciónde más de 2,5 millones de euros cada año.

Por otra parte, en nuestro plan estratégicoactualmente vigente está previsto un estudio de via-bilidad para la construcción y gestión de residen-cias como medio para la generación de empresassociales económicamente rentables y la inserciónlaboral de personas desempleadas. Merece desta-carse, sin embargo, la transformación que estamosrealizando en nuestro centro situado en la localidadde Ola, creado en 1972 como institución pioneraen el ámbito de la educación especial para niños,niñas y adolescentes con discapacidad intelectual.Por el colegio del Centro de Ola han pasado desdeentonces cerca de 1.600 niños y jóvenes, y a casi7.000 ha atendido su centro de diagnóstico. Conanterioridad, en 1967, habíamos creado el TallerOcupacional Iturlan, que desde su fundación halogrado ocupar a 209 jóvenes con deficiencias inte-lectuales.

De hecho, puede decirse que, en este cam-po, hemos sido una entidad de referencia, punte-ra y pionera en las respuestas educativas y en eldesarrollo del empleo protegido, que ha contri-buido de manera importante a sentar las bases delactual sistema de atención a las necesidades edu-cativas y laborales de las personas con discapaci-dad intelectual.

Intentando mantener esa capacidad referen-cial, en los últimos años la obra social de Bilbao Biz-kaia Kutxa se ha embarcado en una revisión a fon-do de su respuesta a las necesidades de las personascon discapacidad intelectual y sus familias, y haoptado por reorientar su intervención a los momen-tos de transición en la vida de los afectados porestos problemas o de segmentos no atendidos enesa población. Por ello, uno de los grupos a los quese dirigirá principalmente el nuevo Centro Ola parala Atención Integral a Personas con Discapacidades el de las personas con discapacidad intelectualque se van aproximando a una situación de cre-ciente dependencia. Ello sucederá fundamental-mente en etapas de envejecimiento de las perso-nas, en las que puede ocurrir, por ejemplo, que el

1 La Fundación Eragintza es una entidad de carácterbenéfico, sin ánimo de lucro, constituida en 1991 por laDiputación Foral de Bizkaia y Bilbao Bizkaia Kutxa, cuyo obje-tivo es la rehabilitación y reinserción socio-laboral de las per-sonas con enfermedad mental de larga evolución.

2 La Fundación Argia es una institución benéfico-asistencial dirigida a personas con secuelas provocadas porel padecimiento de trastornos psíquicos crónicos.

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centro ocupacional o de empleo al que venían acu-diendo encuentre dificultades para adaptarse a lanueva situación de la persona.

Este nuevo centro en Ola, para cuya creaciónse ha previsto una inversión de 4,6 millones deeuros, supondrá la remodelación de los serviciosactuales y la oferta de nuevos recursos, poten-ciando la intervención diurna y residencial en elproceso de envejecimiento; la prevención de ladependencia; la investigación, el desarrollo y lainnovación, o el servicio de información, orienta-ción, formación y gestión de recursos. Bajo la úni-ca dirección de Bilbao Bizkaia Kutxa, el Centro Olade Atención Integral para Personas con Discapaci-dad Intelectual combina obra propia y obra en cola-boración con las administraciones públicas y lasentidades privadas sin ánimo de lucro del sector,para aunar esfuerzos de cara a conseguir unamayor eficacia en la prestación de los serviciossociales al mundo de la discapacidad. Con unacobertura prevista de aproximadamente 1.750usuarios, comenzará a funcionar entre finales de2005 y comienzos de 2006.

Bibliografía

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L A D I M E N S I Ó N S O C I A L D E L A S C A J A S D E A H O R R O S

1. Introducción

Desde finales del pasado decenio, estamosasistiendo a una intensificación de la presencia depoblación extranjera en España. Este fenómeno,que es ya una realidad ampliamente reconocida,influye notablemente en muchos ámbitos de lavida económica y social española. El sector finan-ciero, en general, no ha sido ajeno a este fenó-meno, toda vez que con la figura del inmigrantesurge un nuevo tipo de cliente al que ha sido nece-sario atender, tanto adaptando productos y servi-cios como incluso introduciendo otros nuevos. Peroal mismo tiempo, y sobre todo desde el sector delas cajas de ahorros, se están realizando otrasactuaciones que contribuyen a la integración deeste colectivo y evitan el riesgo de exclusión socialy financiera.

Como se ha puesto repetidamente de mani-fiesto, la población extranjera residente en Españaconstituye un grupo social de difícil cuantificación.Es conocida la presencia de un importante númerode inmigrantes en situación irregular que, por tan-to, escapan, en gran medida, de los procesos esta-dísticos de medición. De ahí que cualquier aproxi-mación a su dimensión, realizada a partir de fuentes

oficiales, tenga siempre un carácter de mínimos. Lascifras que se barajan van desde algo más de2.000.000 a casi 4.500.000 de inmigrantes1.

Conviene, en cualquier caso, distinguir dosgrandes grupos de origen y comportamientos dife-rentes en la conformación del colectivo de inmi-grantes residentes en España. De una parte seencuentran los procedentes de los países comuni-tarios y de otros que pueden considerarse desa-rrollados2. Este grupo, que representa tan sólo el22% del total, se diferencia notoriamente del for-mado por el resto de nacionalidades y tiene su pro-pia especificidad, en sentido amplio, destacandopor su proximidad a la población española encuanto a su comportamiento social, cultural, eco-nómico y financiero. Por lo que se refiere al restode inmigrantes de otras nacionalidades, procedende los con frecuencia denominados “países en víasde desarrollo”, y entre sus motivos para emigrarprevalece la búsqueda de trabajo y medios mate-riales. Aunque de origen diverso, se aprecia unaconcentración en determinadas nacionalidades,entre las que descuellan la ecuatoriana, la marro-quí, la rumana, la colombiana y la argentina. Setrata, en todo caso, de una inmigración que pre-senta características comunes en cuanto a su moti-vación última, pero también elementos claramen-

CARLOS EGEA KRAUEL*

Las cajas de ahorros ante la inmigración

* Director General de CAJAMURCIA.

1 A 31 de marzo de 2005, antes de iniciarse el últi-mo proceso de regularización, la Secretaría de Estado deInmigración y Emigración situaba la cifra de inmigrantes regu-lares en 2.054.453. Según el INE, el número de extranjerosinscritos en el Padrón Municipal de Habitantes a 1 de enerode 2005 se elevaba a 3,7 millones de personas, un 8,4% dela población española. Conviene recordar que la inscripción

en el Padrón no requiere la posesión de un permiso de resi-dencia y también que una gran parte de los residentes nacio-nales de países de la Unión Europea no solicitan permiso deresidencia. La cifra de casi cuatro millones y medio aparecepublicada en el artículo de Carmen González incluido en estenúmero de Panorama Social.

2 Entendidos como el grupo de los 30 países perte-necientes a la OCDE.

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te diferenciales en términos culturales, educativos,vitales e incluso idiomáticos que deben tenerse encuenta en el trato y la oferta de integración a losinmigrantes.

2. La actuación de las cajas en materia de inmigración

El inmigrante laboral se caracteriza, en gene-ral, por una escasa cultura financiera. Se deriva ésta,entre otras razones, de la propia desconfianza enel sistema bancario de su país de origen, del des-conocimiento del coste asociado al uso de deter-minados productos financieros, de la reticencia autilizar una oficina bancaria, de la calidad del servi-cio recibido en casos concretos, e incluso de la fal-ta de adaptación de ciertas entidades financieraspara atender adecuadamente a algunos de estosemigrantes, tanto por cuestiones de horario comodel tiempo de dedicación que pueden precisar a

consecuencia de las barreras culturales e idiomáti-cas existentes.

De ahí que el inmigrante, como usuario deproductos y servicios financieros, tenga un perfilparticular, al que el sector de cajas de ahorros, ensu conjunto, ha adaptado su estrategia. Las cajastratan al inmigrante como un cliente cuyas deman-das y necesidades van más allá de las estrictamen-te financieras; es decir, aplicando una estrategiageneral –con las lógicas peculiaridades de cadaentidad– que se apoya en dos grandes líneas,esquematizadas en el gráfico 1: una exclusivamentefinanciera, con productos y servicios adaptados asus necesidades, y otra, complementaria de la pri-mera, derivada de la orientación social de las cajas,basada en líneas de actuación y programas quecontribuyen a la inclusión social y financiera de losinmigrantes.

Aparte de lo ya indicado, importa resaltar elmodo en que las cajas de ahorros han realizado suaproximación al inmigrante. Este acercamiento se

GRÁFICO 1

DE LA INTEGRACIÓN FINANCIERA A LA INCLUSIÓN SOCIAL DEL INMIGRANTE

Actividad financiera

Envío de remesas

Productos de pasivo(soporte de ahorro)

Utilización decircuitos financieros

Tarjetas de débito

Tarjetas de crédito

Financiaciónde viviendas

Préstamos consumoProductos de activo

Préstamospersonales

Obra social y cultural

Integración financieraen origen y destino

Introducción en lacultura financiera

Introducción en lacultura financiera

Adaptación eintegración social

Nuevos emprendedoresAutoempleo

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ha abordado de muchas formas, pero sobre todomediante un proceso de adaptación a su idiosin-crasia, que parte del convencimiento de que, ade-más de medidas que puedan considerarse tradicio-nales, se precisan otras de acompañamiento quegeneren proximidad y confianza. En esta línea sehan puesto en marcha actuaciones específicas, contratamiento personalizado y adecuado en múltiplesformas y conceptos. Entre ellas cabe resaltar el usode agentes financieros, la definición de espacios oáreas especializadas en algunas oficinas y la creaciónde oficinas específicamente orientadas y adaptadasa las necesidades de los inmigrantes tanto en hora-rio como con empleados de su nacionalidad. Tam-bién se han desarrollado conceptos más amplios,como los centros multiservicio, en los que se inclu-yen tanto servicios de telefonía y videoconferenciacomo de envío de remesas, gestión de microcrédi-tos o servicios financieros y bancarios a través deagentes con una disponibilidad de horarios y deatención personalizada específicos.

Entrando ya en la cuestión del comporta-miento financiero del inmigrante, puede afirmar-se que sigue una línea evolutiva en cierto modoacompasada con su tiempo de permanencia enEspaña y su integración social y laboral. Así, el inmi-grante pasa de ser inicialmente un demandanteneto, y casi exclusivo, de un servicio de remesas ode envío de dinero a su país de origen a convertir-se, más tarde y en función de que alcance un cier-to grado de estabilidad, en consumidor de deter-minados productos de activo y pasivo que cabecalificar de tradicionales, aunque con determina-das singularidades.

Para atender las necesidades financieras desu primera etapa, las cajas de ahorros han aborda-do el servicio de remesas con diferentes fórmulas,pero siempre desde la perspectiva de que, con laprestación de este servicio, se consigue un doble ypositivo efecto. Por una parte, se incluye al inmi-grante en la operatoria bancaria habitual, y por otra,se logra también que el dinero enviado al exteriorentre a formar parte, en el país de destino, del aho-rro generador de inversión.

Así, con la prestación de este servicio, lascajas han impulsado diversas iniciativas que vandesde actuaciones particulares a estrategias de grupo, incluyendo la definición de procedimientosespecíficos y novedosos como los que se exponena continuación:

– Acuerdos o alianzas con empresas reme-sadoras que hacen llegar el dinero al beneficiario

utilizando su red de distribución en los países dedestino. Las iniciativas en este sentido van desde elacuerdo mutuo entre una caja de ahorros y unaempresa remesadora hasta las alianzas con empre-sas concretas o la participación en el accionariadode éstas. Es el caso de algunas cajas y, en particu-lar, del proyecto BEM-Centro del Emigrante puestoen marcha recientemente por un conjunto de ochocajas de ahorros para ofrecer un modelo de servi-cio integral al inmigrante, como los centros multi-servicio antes indicados.

– Realización de convenios de colaboracióncon entidades financieras en el país de origen delinmigrante, las cuales reciben el dinero y lo ponena disposición del beneficiario. Pueden citarse aquítanto los convenios realizados por alguna caja enparticular, como la iniciativa BRAVO, recientemen-te adoptada, que consiste en una plataforma deenvío de remesas integrada por 32 cajas y coordi-nada por la Confederación Española de Cajas deAhorros.

– Además de estos dos enfoques, e inclusosuperpuesto a ellos, se han dado pasos y avancesbasados en las posibilidades que abren las nuevastecnologías y el uso de tarjetas para ofrecer el ser-vicio con más facilidad y rapidez. Cabe citar aquí lautilización de tarjetas que permiten hacer transfe-rencias internacionales desde cajeros, los sistemasde envío de dinero a través de móvil que permitenretirarlo en cajeros automáticos del país de destino,e incluso la utilización de tarjetas prepago.

El siguiente paso del inmigrante como con-sumidor de productos financieros, dentro de su ciclode permanencia en España, se orienta fundamen-talmente hacia los productos de pasivo. Conformecomienza a tener una cierta estabilidad laboral, pasaa ser demandante de un producto de ahorro, libre-ta o cuenta corriente, que, además, sea soporte deuna tarjeta de débito. Con ello puede afirmarse queempieza realmente la etapa de su integración finan-ciera, en la que juega un papel significativo la posi-bilidad que supone la utilización de una tarjeta pararealizar disposiciones de efectivo en cajeros auto-máticos. Es éste un hecho que, en otro contexto,puede parecer trivial, pero que aquí alcanza parti-cular relevancia, dados los horarios, usos y cos-tumbres de gran parte de los inmigrantes. No obs-tante, es preciso señalar que en estos productosapenas existe diferenciación con el cliente habitualde una entidad financiera. O, dicho de otro modo,frente a este tipo de demanda apenas ha sido nece-sario realizar proceso de adaptación alguno de losproductos previamente existentes.

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Donde surge una diferenciación más con-creta, siempre que el inmigrante haya logrado con-solidar su residencia en España y se convierta enusuario de un abanico amplio de productos y ser-vicios financieros, es en determinados productosde activo que requieren un diseño o un tratamien-to específico. Así, es habitual que el inmigrante sehaya endeudado en origen para poder realizar suviaje, o bien que precise dinero para volver a su paíso traer a su familia a España. En caso de alquilaruna vivienda, suele necesitar avales, o incluso finan-ciación para llevar a cabo reparaciones o atenderlos primeros gastos de equipamiento de ésta. Sonalgunas de las necesidades de los inmigrantes que,en no pocos casos, son difíciles de cubrir con losestándares habituales del negocio financiero. Lacarencia de garantías, el escaso conocimiento quese posee del cliente, dada su corta historia comotal, y los empleos temporales son algunos elemen-tos que no encajan fácilmente con la operatoriabancaria usual.

Es aquí donde, de nuevo, las cajas han pues-to en marcha otras iniciativas que ayudan neta-mente a la inclusión social y financiera de los inmi-grantes. Así, se han iniciado actuaciones puntualesy de carácter específico, entre las que destacan ofer-tas concretas de préstamos a grupos desfavoreci-dos o con escasas posibilidades de acceso al crédi-

to, y dirigidos a financiar necesidades personales ofamiliares. De ello constituyen un ejemplo los pro-gramas destinados a superar situaciones de exclu-sión, ayudas para cuestiones relacionadas con elalquiler de viviendas, o bien productos específicosa muy bajo coste, con condiciones especiales al serapoyados por la obra social de las cajas (gráfico 2).

No obstante, las necesidades más relevantesde los inmigrantes, desde el punto de vista de lafinanciación, son las derivadas de iniciativas de auto-empleo o de adquisición de vivienda en España (conel objetivo de reagrupar a la familia con una pers-pectiva de mayor permanencia) o en su país de ori-gen (con vistas a un futuro regreso o al alojamien-to de familiares que han quedado allí). En particular,y por lo que se refiere al autoempleo o a iniciativasemprendedoras, hay que poner de relieve la líneade microcréditos. Nacida en la década de los seten-ta, se ha extendido mundialmente, culminando sureconocimiento con la designación del año 2005como Año Internacional del Microcrédito por par-te de la ONU.

Aplicado al caso de los países desarrollados,y con la lógica adaptación conceptual, en Españaesta iniciativa fue lanzada institucionalmente por elInstituto de Crédito Oficial (ICO) con su línea demicrocréditos en 2002, en la que las cajas partici-

GRÁFICO 2

LA OBRA SOCIAL Y LA INCLUSIÓN FINANCIERA Y SOCIAL DE LOS INMIGRANTES

Apoyo a lainclusión financiera

Obr

a so

cial

de

las

caja

s de

aho

rros

Inclusión social

• Acciones directas• Fundaciones

Obra en colaboración

• ONG• Entidades sin ánimo de lucro• Asociaciones• Sector público• Otros

• Asesoramiento• Información• Acogida• Educación• Idiomas• Proyectos interculturales• Orientación laboral• Divulgación cultural• Acciones sociales• Otras actuaciones

• Imagen (confianza, acciones de proximidad al colectivo)• Distribución de productos financieros específicos• Mejoras de condiciones en algunos productos de activos• Ayuda a instituciones de apoyo y dinamización• Apoyo a iniciativas emprendedoras. Microcréditos• Formación e información

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pan. Tras varios años de vida y un éxito razonable,las acciones puestas en marcha desembocan en unimpulso específico en el presente ejercicio.

En este sentido, el pasado mes de julio se fir-mó un protocolo de colaboración entre el ICO y lascajas de ahorros para impulsar la concesión de préstamos dirigidos a colectivos con mayor dificul-tad de acceso a la financiación –entre los que seencuentran los inmigrantes–, con el objetivo de pro-mover la creación de empresas o autoempleo. Larenovada adhesión de las cajas a este proyecto,además de consolidarlo, abre la posibilidad deampliar su alcance apoyándose en su extensa redde oficinas.

Aparte de lo indicado hasta el momento, lascajas de ahorros promueven acciones de carácterexclusivamente social, a través de su obra social, dedistintos modos y maneras y con una panoplia deprogramas y líneas de actuación. Precisar todas ellasaquí desborda las posibilidades de este breve artí-culo, si bien pueden aportarse algunas referenciasconcretas. Las actuaciones que las cajas practicanen orden a la inclusión social se realizan bien direc-tamente, bien a través de sus propias fundaciones,bien en colaboración con diversos organismos yentidades. En este último caso, las cajas ofrecen ensus territorios de actuación programas, convenioso líneas de ayudas en colaboración con aquellas ins-tituciones, generalmente sin ánimo de lucro, quemejor conocen la casuística o las necesidades de losinmigrantes, siendo éstas las que realizan las accio-nes directamente.

Destaca aquí, en todo caso, la orientación deestas actividades hacia proyectos de inserción labo-ral, programas de interculturalidad, integraciónsocial, orientación educativa o sanitaria, formacióny servicios de asesoramiento, que, dotados con fon-dos en algún caso significativos, pretenden satisfa-cer una necesidad sentida por la sociedad españo-la y difícilmente abordable desde otras instancias.Todo ello conforma un amplio abanico de accionesque constituyen una tupida red de apoyo al colec-tivo y que pueden englobarse dentro de la culturade responsabilidad social corporativa en la que lascajas se encuentran inmersas desde su fundación,aunque adaptándola siempre a los nuevos tiemposy las necesidades de la sociedad en la que actúan.

Ésta es, en líneas generales, la orientaciónque CAJAMURCIA ha dado a su actuación con elcolectivo de inmigrantes. Como consecuencia deldinamismo del fenómeno migratorio en su zona deinfluencia, esta actuación se caracteriza por su

intensidad y anticipación, habiendo sido pionera endeterminadas actividades. De este modo, y desdeel punto de vista de las relaciones financieras, sehan puesto en marcha diversas iniciativas que vandesde la apertura de agencias financieras, atendi-das por personal de la misma nacionalidad que elinmigrante, hasta el establecimiento de conveniosespecíficos con entidades financieras de su país deorigen, como el realizado con el Banco Solidario deEcuador. En virtud del mismo, y desde hace ya variosaños, no sólo se ha conseguido que el envío dedinero se realice con seguridad, agilidad y un redu-cido coste, sino que también se ha avanzado en la atención personalizada al inmigrante ecuatoria-no, con la apertura de varias agencias financie-ras. Por otra parte, y en un contexto más amplio,CAJAMURCIA participa en el ya citado proyectoBEM-Centro del Emigrante, que permitirá el esta-blecimiento, con carácter inmediato, de cuarentacentros de atención multiservicios.

Por lo que se refiere a las actuaciones deíndole social, y en la misma línea de lo indicadopara el conjunto de las cajas, se pueden señalartanto la participación activa de nuestra entidad enla línea de microcréditos como la realización denumerosas actividades en colaboración con diver-sas organizaciones no lucrativas a través de la Fun-dación CAJAMURCIA. Entre ellas cabe mencionarla atención, las ayudas y el asesoramiento en cues-tiones laborales, culturales o de integración, comoejemplifica el convenio con el Consorcio para laAcción Social con Migrantes, CEPAIM, para fomen-tar encuentros culturales.

En definitiva, CAJAMURCIA ha desarrolladoa lo largo de los últimos años una extensa oferta deactuaciones dirigidas a la integración de los inmi-grantes, desde el convencimiento de que constitu-yen un colectivo de referencia que forma parte sin-gular de nuestro entorno socioeconómico.

1. Introducción

Italo Calvino se había comprometido a pro-nunciar seis conferencias en la Universidad de Har-vard durante el curso 1985-1986. Murió antes departir para Estados Unidos, sin llegar a redactar eltexto de la última. Las otras cinco fueron publica-das en un libro que rinde culto en su título al planoriginal de aquel ciclo de intervenciones: Seis pro-puestas para el próximo milenio.

Los títulos de las conferencias se corres-pondían con los valores de la literatura y las caren-cias que Calvino apreciaba en la sociedad finise-cular, y que habían de cuidarse como rasgoscaracterísticos en el tercer milenio: Levedad, Rapi-dez, Exactitud, Visibilidad y Multiplicidad.

Caja Navarra, fundada en el primer cuartodel siglo XX, considera, al igual que Calvino, queel siglo XXI viene caracterizado por sus propiosrasgos, y que dar respuestas a las demandas so-ciales exige en esta época dotar a cada una de susactuaciones de una serie de dimensiones especí-ficas:

– Transformadora

Toda actividad social que gestione la Funda-ción Caja Navarra ha de tener voluntad y accióntransformadora en la sociedad, especialmente enaquellos ámbitos de actuación a los que no llegala acción de las administraciones públicas.

– Universal

Las actuaciones de la Fundación habrán deproyectarse hacia ámbitos y colectivos lo más exten-sos y plurales posibles, con el fin de que lleguen almayor número de beneficiarios, que en la actuali-dad superan 1.200.000.

– Intergeneracional

Las acciones integran a colectivos muy diver-sos, tanto por edad, como desde el punto de vistasocial: infancia, juventud, ONG, grupos de disca-pacitados, asociaciones (culturales, deportivas, eco-logistas), administraciones públicas, universidadesy centros educativos.

– Participativa

La participación de todos los públicos, colec-tivos y grupos relacionados con la Entidad consti-tuye uno de los principales objetivos de ésta. Losclientes de la Caja tienen la posibilidad de escogerel destino de los fondos que sufragan las accionesde la Fundación Caja Navarra mediante la iniciati-va Tú eliges, tú decides. Por otra parte, el desarro-llo de las actividades gestionadas por la Fundaciónpermite la participación de un amplio número depersonas, y no sólo en la definición de las actua-ciones, sino también en su organización, materia-lización y desarrollo.

– Independiente

La independencia de los criterios está garan-tizada por las decisiones individuales de decenas demiles de clientes que eligen individual y soberana-mente el destino social del beneficio que su rela-

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ENRIQUE GOÑI BELTRÁN DE GARIZUETA*

Tú eliges, tú decides: una iniciativade Caja Navarra que haceprotagonistas a los clientes

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* Director General de Caja Navarra.

L A D I M E N S I Ó N S O C I A L D E L A S C A J A S D E A H O R R O S

ción con la Caja proporciona. Son ellos quienes deci-den las prioridades, los plazos y la ejecución de lasactuaciones.

– Adaptable

Una de las características más notables de lasociedad actual es su condición mudable, por lo quela actividad social debe anticiparse a las demandas ynecesidades, y adaptarse permanentemente a losnuevos tiempos mediante la incorporación de losvalores socialmente dominantes en cada momento.

– Transparente

La Fundación Caja Navarra ha hecho de latransparencia uno de sus rasgos. Su gestión estárigurosamente supervisada por el Patronato y losprofesionales de prestigio que integran los distin-tos comités de la entidad. En busca de esa trans-parencia, la Caja requiere la colaboración de per-sonalidades y entidades que participan en susactividades. Además, la adecuación de la asigna-ción de fondos de acuerdo con las decisiones delos clientes es auditada anualmente por Ernst &Young para dar testimonio público del rigor en lagestión de dichas decisiones.

Actualmente, ninguna organización empre-sarial puede considerar seriamente que su cuentade resultados y los efectos secundarios que generade manera natural su actividad económica, como lacreación de empleo y la contribución al aumento dela riqueza del país, son suficientes para el arraigosocial de la empresa. Hoy no hay empresas que pue-dan sustraerse a debates sociales como el medioam-biental o el crecimiento sostenible, aunque tales cau-sas no figurasen entre sus objetivos en el momentode su constitución. Los valores colectivos han cam-biado, y en la actualidad no sería imaginable ennuestro entorno una empresa que aspire al lideraz-go careciendo de sensibilidad hacia esos debates.

Siendo esto así en el mundo empresarial queconocemos en el siglo XXI, lo es especialmente paralas cajas de ahorros, en cuyo nacimiento se encuen-tran ya las señas de identidad que las distinguen deotras entidades financieras, que se resumen en suresponsabilidad social empresarial. Lo que para otrasempresas o entidades financieras son exigencias delos tiempos que ponen a prueba su flexibilidadadaptativa, para las cajas de ahorros es su razón deser, su vocación empresarial. Nacieron con una de-cisión fundacional que se recoge en los principiosfundamentales de todas las cajas de ahorros: susórganos de gobierno deciden destinar una parte

importante de sus beneficios a finalidades socialesde manera análoga a las decisiones que toman elconsejo de administración y la junta general deaccionistas de las sociedades anónimas, cuando fijanqué cantidad se destina a dividendo, a reservas o aotros fines. Este objetivo se atiende a través de susrespectivas obras sociales y constituye el dividendosocial de las cajas.

Caja Navarra, que desarrolla un modelo debanca universal, con una gama amplia de produc-tos y servicios de banca minorista, banca de nego-cios y banca privada, ha definido sus objetivos enla divisa: Hacerlo bien, hacer el bien y hacerlo dife-rente. Hacerlo bien –es decir, la eficacia en la ges-tión y la excelencia empresarial a todos los niveles–es la condición necesaria para satisfacer su respon-sabilidad social empresarial, la exigencia inexcusa-ble que le permite generar recursos para su obrasocial, al mismo tiempo que contribuye al creci-miento económico de su entorno y obtiene renta-bilidad para sus clientes. Hacer el bien implica queal resultado económico de la actividad de la Caja,a su gestión como entidad financiera, ha de sumar-se la cuenta de resultados sociales o, lo que es lomismo, la mejora de la calidad de vida en los entor-nos en los que se desarrolla su actividad. Y hacerlodiferente es la expresión de un compromiso denaturaleza doble que se dirige a los clientes y a lasociedad a través de iniciativas únicas y originales.El modelo de Caja Navarra se asienta sobre la fór-mula Resultados con diferenciación, con la que seaspira a la maximización de rentabilidad, eficienciay beneficios, al mismo tiempo que se persigue ladefinición de un modelo único de gestión, de rela-ción con los clientes y de atención a éstos basadoen el diálogo y en el reconocimiento de la capaci-dad de decisión a sus clientes.

2. Características específicasde Tú eliges, tú decides

Caja Navarra es la primera entidad de carác-ter financiero en el mundo cuyos clientes puedendecidir el destino social de los beneficios que gene-ra su relación económica con la Caja mediante elprograma Tú eliges, tú decides. El procedimiento esmuy sencillo: en el momento de contratar un servi-cio o un producto, los clientes indican la actividadsocial de su preferencia como destino social delbeneficio que genere su dinero, que se encargaráde gestionar la Fundación Caja Navarra. Despuésreciben una tarjeta y una libreta nuevas, que susti-

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tuyen a las que estaban en vigor y en las que des-taca la opción que han elegido.

Así, los clientes, además de tomar una deci-sión financiera al contratar una hipoteca o un fon-do de inversión, están adoptando también una deci-sión de carácter social que les va a vincular con laspersonas que han de recibir las ayudas por ellos mis-mos decididas. Caja Navarra se compromete a ges-tionar la financiación de las actividades que los clien-tes han decidido y a informarles de los programasque están financiando. En adelante, éstos podránelegir un proyecto particular e incluso participar enél. Todo el proceso en el que se desarrolla esta ini-ciativa es auditado e incluido en el informe anual deauditoría de Caja Navarra y en una memoria de res-ponsabilidad social corporativa que ha sido valida-da por AENOR, y que sigue los requisitos estableci-dos por la guía de Global Reporting Initiative (GRI)para la elaboración de memorias de sostenibilidad,sobre actuaciones económicas, medioambientales ysociales de la empresa.

En 2005 muchos clientes han elegido ya lalínea de acción social a la que desean destinar losbeneficios que su dinero genera en Caja Navarra.En 2006 podrán elegir proyectos concretos dentrode cada línea y se contempla como objetivo para2007 que puedan participar de alguna forma en lospropios proyectos si así lo desean.

A lo largo del año 2005 se ha invertido enobra social una tercera parte del beneficio netocorrespondiente al año anterior. Una mayoría con-siderable de los clientes de la Caja ha decidido porvez primera cuál es el destino que desea para esosfondos entre una gama amplia de opciones que sedescriben a continuación.

– Discapacidad y asistencia

Con el fin de mejorar la calidad de vida delos discapacitados y de las personas que, por suedad u otras causas, requieren asistencia, la Fun-dación mantiene una serie de líneas de actuaciónque comprenden la educación especial, los acuer-dos de colaboración y las medidas de asistencia alos discapacitados. Especial mención merece el Pre-mio Caja Navarra de Investigación en DiscapacidadIntelectual. Este premio, creado en 2004, es dealcance internacional, tiene carácter bienal, estádotado con 120.000 euros y pueden optar a él laspersonas, equipos de trabajo e instituciones quemás hayan contribuido a la integración social de losdiscapacitados intelectuales, mediante sus trabajosde investigación o su tarea divulgadora.

Para la primera convocatoria, realizada enseptiembre de 2004, se realizaron 1.200 envíospor correo postal y más de 7.000 por correo elec-trónico. Se recibieron 36 candidaturas, más de lamitad de las cuales eran procedentes de España.El fallo del jurado, que tuvo lugar el 15 de mar-zo de 2005, eligió como ganador el proyectoRoma, cuyos autores son Miguel López Melero yPablo Pineda Ferrer, de la Universidad de Mála-ga. Dicho proyecto define las estrategias y dise-ña las herramientas necesarias para integrar, edu-cativa y humanamente, a personas con síndromede Down.

En este ámbito de actuación destaca tambiénla teleasistencia a las personas mayores, con res-puesta a más de 57.000 llamadas; las vacacionespara minusválidos; los comedores para personasmayores; el apoyo a proyectos de investigación dela dependencia; el programa de vacaciones para losfamiliares, y el apoyo al voluntariado y a la coope-ración internacional.

– Investigación

El impulso a la investigación es un compro-miso social que la entidad ejerce mediante un grannúmero de iniciativas, como la financiación debecas, estudios e iniciativas que persigan la inno-vación y el conocimiento; la dotación de premiosfin de carrera; el patrocinio de congresos, cursos yreuniones científicas; los estímulos a la innovaciónempresarial, y el fomento del desarrollo y aplicaciónde nuevas tecnologías, entre otras.

– Medio ambiente

La preocupación por el medio ambiente seexpresa a través de la financiación de programaseducativos, actividades del voluntariado, como lalimpieza de ríos, revegetación y recuperación demontes, recuperación de caminos e itinerarios demontaña, así como numerosos proyectos para larecuperación del entorno, programas de sensibili-zación medioambiental, etcétera.

– Cooperación

Caja Navarra entiende la cooperación comouna actitud solidaria, que apoya mediante la finan-ciación de toda clase de proyectos de las más varia-das asociaciones dedicadas a la ayuda de quieneslo necesitan en todo el mundo: desde la dotaciónde infraestructuras y servicios en favor de comuni-dades indígenas hasta la ayuda humanitaria a losafectados por catástrofes naturales.

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E N R I Q U E G O Ñ I B E L T R Á N D E G A R I Z U E T A

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– Deporte y ocio

La Fundación fomenta el deporte y financiapropuestas de ocio para todos los públicos, entre lasque cabría destacar, a título de ejemplo, las becas adeportistas olímpicos, las ayudas a deportistas detodas las modalidades, los clubes de jubilados y lasactividades deportivas y recreativas para los mayo-res, el patrocinio de espectáculos deportivos y laorganización de actividades para jóvenes y adultosa través del centro cultural de Caja Navarra Civican.

– Cultura

Caja Navarra promociona las actividades cul-turales mediante el patrocinio de festivales, el apo-yo a fundaciones musicales y culturales, y la finan-ciación de exposiciones, conciertos, espectáculos,conferencias, publicaciones y cursos.

– Empleo y emprendedores

El apoyo a los emprendedores se expresafinanciando programas de formación y proyectosde empresas innovadoras. Estos programas y pro-yectos van desde las ayudas al autoempleo univer-sitario hasta el impulso a la internacionalización delas empresas, pasando por el establecimiento deacuerdos con la Cámara de Comercio, la Asociaciónde Jóvenes Empresarios, el CEIN (Centro Europeode Empresas e Innovación de Navarra), la ANEL(Asociación Navarra de Empresas Laborales), la Fun-dación Cetenasa, etc., y la promoción y el desarro-llo turístico de zonas rurales.

– Conservación del patrimonio

El apoyo a la conservación del patrimoniocomo parte fundamental de la memoria colectivaes un objetivo por el que se financia la recupera-ción de obras de gran valor histórico y artístico.

Existe, por último, una novena opción bajoel epígrafe de Todos, para los clientes que prefie-ren repartir equitativamente entre todas las opcio-nes citadas los beneficios que genera su relacióneconómica con Caja Navarra.

3. Primeros resultados de Tú eliges, tú decides

Hasta septiembre de 2005, las decisiones delos clientes se han distribuido de esta manera:

– Discapacidad y asistencia: 29,22%.

– Investigación: 13,17%.

– Medio ambiente: 10,31%.

– Cooperación: 10,26%.

– Deporte y ocio: 7,63%.

– Cultura: 4,26%.

– Conservación del patrimonio: 1,71%.

– Empleo y emprendedores: 1,63%.

– Todos: 21,77%.

La entidad ha incrementado paulatinamenteel porcentaje de participación en la iniciativa hastaalcanzar a toda la clientela, que en un breve plazode tiempo decidirá sobre el destino de todos losfondos destinados a programas sociales.

Éste es, sin duda, uno de los logros más esti-mables del diálogo con los clientes, que señala uncamino de futuro para las cajas de ahorros y aunpara otras entidades financieras.

4. La iniciativa Viálogos

Semejante evolución no es, sin embargo, elúnico logro de Caja Navarra en lo que respecta a laparticipación de los clientes. Los empresarios for-man un sector de clientes de importancia capitalpara el desarrollo económico y social, lo que nos hallevado a establecer con ellos una vía específica decomunicación, un modelo de gestión de clientespor segmentos. Con el fin de mejorar su relacióncon las empresas clientes, Caja Navarra lanzó másde 700 cuestionarios en petición de críticas y opi-niones que pudieran optimizar dicha relación. Estainiciativa, Viálogos, está orientada a empresas cuyafacturación supere los tres millones de euros anua-les, y busca crear una red de negocio nacional einternacional orientada hacia sus clientes del seg-mento empresarial.

Hoy participan en este programa más de milempresarios y doce cajas de ahorros que cubrenla práctica totalidad del territorio nacional, inclui-das las islas. Las cajas aportan el conocimientominucioso de sus respectivos mercados locales, de

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T Ú E L I G E S , T Ú D E C I D E S : U N A I N I C I A T I V A D E C A J A N A V A R R A Q U E H A C E P R O T A G O N I S T A S A L O S C L I E N T E S

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manera que las empresas clientes de otras cajasdisponen de una vía privilegiada para acceder ainformación. Viálogos tiene también carácter deforo, de lugar de encuentro en el que empresariosy ejecutivos pueden intercambiar ideas, informa-ciones y proyectos sobre aspectos relevantes de laeconomía y el mundo empresarial. Esta iniciativa,puesta en marcha hace dos años, constituye tam-bién una plataforma mediante la cual los clientesde Caja Navarra pueden acceder a servicios enlugares en los que la entidad carece de presenciafísica. En definitiva, Viálogos facilita a sus clientesel acceso a proveedores, distribuidores e institu-ciones en mercados de su interés, además depoder disponer de una caja que les dispensa ser-vicios financieros en las mismas condiciones quela suya propia. Han bastado los dos años transcu-rridos desde el nacimiento de Viálogos para queel volumen de actividad de Caja Navarra con lasempresas haya aumentado en un 68%, alcanzan-do una tercera parte de la cifra total de negociode la entidad.

5. El Observatorio deResponsabilidad SocialEmpresarial y la oferta de servicios específicos a los inmigrantes

El pasado mes de abril se constituyó en Pam-plona el Observatorio Navarro de ResponsabilidadSocial Empresarial (RSE) como fruto de la colabora-ción entre cuatro entidades relevantes para el pre-sente y el futuro de Navarra: la Asociación de Indus-tria Navarra, la Confederación de Empresarios deNavarra, el grupo La Información y Caja Navarra,en un acto que contó con la asistencia de más decien empresas.

La ética se ha incorporado al mundo econó-mico como índice de calidad para las institucionespúblicas, pero también para las privadas y para cual-quier tipo de entidades y organizaciones, convir-tiéndose en la piedra angular sobre la que se levan-ta la responsabilidad social corporativa. No se tratade una responsabilidad que sea definible en térmi-nos jurídicos. Tal como indicó el profesor ManuelOlivencia durante la conferencia que pronunció conmotivo de la constitución del Observatorio de RSE,se trata más bien de una responsabilidad volunta-riamente asumida por los empresarios ante la socie-dad. La RSE empezó a instalarse en las grandesempresas a través de los códigos de conducta de

los que se dotaron las que cotizan en Bolsa. Lasprácticas de buen gobierno están cada vez másarraigadas en la empresa y operan claramente afavor del prestigio empresarial. Cada vez resulta másobvio que los beneficios no se cuantifican exclusi-vamente en términos monetarios.

Hoy asistimos a un fenómeno migratorio deproporciones desconocidas hasta ahora. Durantelos últimos años se han empadronado en Navarraunas 50.000 personas procedentes de distintos paí-ses, en busca de mejores oportunidades de vida yde un futuro para ellos y sus familias. Conformanun sector de población con necesidades muy espe-cíficas. Para satisfacer sus demandas, CorporacciónCan, holding que agrupa los activos empresarialesdel Grupo Caja Navarra, participa en un proyectoempresarial para definir y materializar una red dedistribución multiservicio dirigida a este segmentoespecial de clientes. Se trata de construir una redde oficinas abiertas en las que puedan contrataruna gama amplia de servicios y productos que vanmucho más allá del locutorio o del acceso a Inter-net –los servicios más habituales que se les ofre-cían en espacios acotados–, añadiendo otros comola videoconferencia y el asesoramiento financiero.La red de oficinas Más cerca facilita también el envíode remesas de dinero y de paquetería a otros paí-ses, servicios de oficina, asesoramiento para la rea-lización de toda clase de eventos y actividades,correduría de seguros, agencia de viajes y alquilerde vehículos.

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Los cinco rasgos que, en opinión de Italo Cal-vino, van a caracterizar la realidad en la que nosestamos moviendo ya en el tercer milenio estánimplícitos en las características de las actuacionessociales de Caja Navarra. El sexto, que no llegó adesarrollar, llevaba un título que parece pensadoespecíficamente para señalar la característica másdestacada de la responsabilidad social corporativade las cajas de ahorros, en el siglo XXI como en sumomento fundacional a comienzos del XX: Con-sistencia.

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