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La poda de los árboles forestales es tema de constante, con-

troversia.

No interesa a^los fines de la presente publicación el estudio^die sus consecuencias en las múltiples finalidades perseguidas conla operación de la poda.

Dejamos a un lado, por apartarse del tema, todo lo que se re-

fiera a las objetivos de las podas del pino piñonero, de la encina

a el alcornoque; a la practicada en los árboles de paseos y par-

ques, y aun aquella que, proponiéndose i^d^nticos fines que el que

nos ocupa - cual es el de saber si la poda mejora la producción le-

ñosa -, no se refiere estrictamente al P. Insignis en la zona espa-

ñola en que vegeta.

El estudio más acabado se debe al distinguido forestal italiano

Dr. ALESSANDRO DE PHILIPPIS, de la R. Stazione Sperimental^ de

Selvicoltura.

13n su notabl^e trabajo de investigación La potatura delle

piante forestali, recoge tod^a la bibliografía aparecida sabre el teana

desde e) pasado siglo, a]a que agrega sus prapias experiencias.

Sobre la poda d^el P. Insignis, en las repoblaciones del nortede España, no ha existido fundamento racional alguno que acon-seje su conveniencia o inconveniecia.

A falta de normas, se han seguido con frecuencia dos prácticas

extremistas, d'iametralmerite opuestas.

La una, con veneraciún druídica, considera que la poda, por

moderada que sea, rr►utila un cuerpa vivo y estirna que debe pros-

cribirse en absoluto de las prácticas selvícolas.

La otra, movida por instinto salvaj^e y anárquico, debe esti-

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mar, sin duda, que el ramaje es una excrecencia morbosa, si se juzga

por la saña con que "ataca" a la copa para d^estrozarla.

A consecuencia de esta arremetida, de la que sólo se salva unpenacho corto en la punta del tronco, el árbol queda transformadoen uno de esos plumeros que se emplean pára quitár las teIarañasde los techos.

Tales atentados a ia estética y á[ sentido común se dejan vercon dicmasiada frecue^icia y se extiende a los dominios del pinogallego y a las repablaciones andaluzas det pino pifionero.

Entre estos dos extreznos debe situarse la poda, que debe serpracticada en la forma que más adetante se indica.

Aero antes precisa ve,r qué v^entajas e inconvenientes conllevaesta operación.

En ta citada monografía del Dr. PH^LIPPis se insertan unosd^atos comparativos de árboles podados y na podados en experien-cias llevadas a efecto por el forestal KuxzE y también por HEMP^L,

deduciéndose de las mismás que el coeficíénte mórftco de Ios árbo-les podados, al cabo de algunos áño ŝ, había mejorado sobre el coefi-ciente, de los no podados.

No podemos aportar ningún dato sobne este punto particular,por no haber readizado en Ias parcelas de e,nsayo ninguna experien-cia en este sentido.

En cuanto a la influ^encia de la poda en el aumento del creci-

miento, las deducciones señalad^as en dicho trabajo, en consecuen-

cia de diversas experimentacíones de KuNZE, HEMPEL, ZEDER-

BAUER y KIENITZ, se concretan en lo siguiente: 'la poda diszninuye

el crecimiento en volumen y diámetro, aunque aumenta general-

mente en altura.

5itio de ensayo: Guacaalupe.

FoTO 4. - Asliecto ciel arlwlatl„ <^ur rudea la parc^la A.

Pu^rr^ $, - Parccla A. En la cutrtiparatiión Ile am^has parcelas se aprecia la dife^renciaI^^cistemte entre ríus masas c^ietáneas y de igurll caliclad, pero podad.t la ri7la y s^n

}xxlar 9rt ^tra.

1. ^.CIIEVEXRIA: )~.1 ^t311lS iRSllJlt75.iNSTITtTTO F(3RF.STAi. I3F: INVF.STIf.ACtONF.F

Y EXI'L"RIENCIAS

TRATAI[IENTO DEL "PINUS IN5IGNIS" 51

6stas conclusiones no coinciden con las que resultan para elP. 1 nsignis.

Si de todas las experiencias ejecuta^das en ed norte de Españapuede desprenderse alguna consecuencia clara y categórica, hayque poner en primer término ésta: la poda baja practicada enmasas de P. Insignis desde la eda^d' en que se inicia el cierre de es-pesura, produce un aumento apreciablle en el desarrollo y forma-ción de volumen de la m^asa, en las alturas y en los diámetrosnormales.

Esta abservación, recogida de las parcelas d+e ensayo, ha sidolograda por una pura casualidad, at podar los árboles con propó-sitos ajenos a la producción de las masas.

El hecho sucedió como sigue : A1 instalar las primeras parce-las, la abundancia de ramas obstaculizan tod'as las labares de fija-ción de vértices, numeración y pintado de los anillos, tomas dediámetro, etc. Con el fin de abreviar estas labores y ías de inven-tariaciones sutesivas, se podó la porción inf^erior dle los troncos,hasta una altura inferior a los dos metros de altura en toda la ex-tensión de las parcelas y calles, dejándose sin podar el arbolado quecircundaba el sitio, El raTnaje, con sus acículas, quedb en el suelode la zona podada, enriqueciéndolo de materia orgánica.

Al visitar el Sitio a^l año siguient,e, con ocasión del segundo

inventario, se vió que todo el macizo formado por el arbola^db deí

misrno destacaba por su altura del resto del pinar. Quedaba la duda

de saber si aquellos crecimientos proce.dían ^d'e la poda o del efecto

de las claras graduadas realizadas en aquel sitio.

Posteriorrnente, todas las parcelas instaladas fueron ^poda-das en i.déntica forma, y en muchas de ellas no hubo clara ni lim-pia alguna. Só^lo se realizó la poda, quedándo el arbolado de la par-cela en igual espesura que el resto del rodal, y se repitió el mismofenómeno de desarrollarse con mayores alturas el bosquete del Sitiode Ensayo.

Como el mismo hecha se repitió en todos los casos, en distin-tas altitudes, exposiciones y calidades y en ^las cuatro estacio-

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ne^s del año, ello nos permite llegar a la conclusión expuesta.Las causas de este aumento de producción son, a nuestro jui-

cia, varias, que pueden ser sintetizadas en este concepto: la podaes el abono forestal.

Al extraer el ramaje de la porción ínferior del tronco, no seha perdido el equilibrio que debe existir entre el área de la copay la raíz, entre el flujo de savia ascendente y materia plástica elabo-rada, porque esta poda nada resta a la porción de ía copa másbañada ^de luz, y a la que prapiamente le corresponde desplegar lafunción clorafiliana. A1 contrario, al extraer las ramas bajas chu-ponas se evita esa formación cónica de los troncos ramudos hastasu base y se concentra toda la fuerza asimilativa en la partemedia y superior del tronco, con lo que éste crece más esbelfoy rectilíneo. Facilita también la renavación de aire en el interiorde la masa.

Pero, adernás, todo el ramaje qued^a depositado en el suelo, y,al acumularse formando la capa vegetal, empieza la acción micro-.biana a descomponerlo. La intensa fermentación que ésta producedesdobla la materia orgánica en ^los dos elementos más preciados

para el mejor desenvolvimiento de la función nutritiva del árbol:

humus y anhídrido carbónico.

La influencia del humus en los suelos forestales es conocida

de sobra, en especial en lo que se refiere al aumento del poder

reMntivo de la humeda^d^, por obrar a modo de esponja, que re-

coge el agua de las precipitaciones acuosas y luego la ce.de lenta-

mente, aumentando de esta manera el períoda útil de aprovecha-

miento de agua por las raíces y la duración del períad^o ascensio-

nal de la savía. EI anhídrido carbónico, al desprenderse del suelo

a modo de vaho y restituirse a la atmósfera - los alemanes deno-

minan este desprendimiento respiración del suelo.-, enriquece la

proporción de C02 sobre la que es normal en la atmósfera, un

3/io.ooo. La capa de aire envuelve las copas del arbolado con pro-

porciones de anhídrido carb8nico superiores a las normales; es

TRATA][IENTO DEL "PINUS INSIGNIS" 53

mayor cantidad de materia prima para la función clorofiliana, yla consecuencia es la intensificación de actividad de la misma.

Las experiencias realizadas por varios centros de investigacio-

nes microbialógicas de los suelos forestales ( ^) registran una rela-

ción ^directa del enriquecimiento de CO^ atmosférico al aumento

de crecimiento del arbolado, dependencia que tiene un límite, pa-

sado el cual no se logra aumentar la producción.

La poda proporciona, por consiguiente, al árbol, agua y carbo-

no; es deci'r, ^los dos cuerpos - descompuesto el primero en las dos

simples que lo forman - entran en la composición de la materia

leñosa seca de árbol en estas proporciones, aproximadamente (des-

preciamos las décimas) :

Carbono.... _ _ 50 %Hidrógeno.. _ 6 %Oxígeno.... _ . . . 43 %

quedando, escasamente, el ^ por ^oo restante para el nitrógeno ymaterias minerales.

La materia más importante del cuerpo leñoso, la que forma la

base sóli^d^a del tabique de las células, es la celulosa, que está

constituída exclusivamente con aquellos tres cuerpos simples, car-

bono, oxígeno e hidrógeno, formando una combinación química

según la fórmula CaHioO^.

Llegamos con lo expuesta a esta conclusión: Podar es fabricar

celulosa.

^ Cuántas repoblacianes ganarían en prod'ucción y turno si se

las sometiese a una limpia y poda o^orti^cna!

La influencia de la espesura en la poda natural se rnanifiesta

impidiendo la penetración de la luz en las ramas más bajas del

tronco, con lo que éstas se secan.

(I) "Untcrsuchw^gen iiber díe Mikrabialogie des Wald^odens", Dx. FEfre^:.

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Aero tardan en desprenderse del árbol, y como la rama del

P. Insignis es gruesa en su base, al permanecer adherida al tron-co, a medida que éste forma nuevos anillos, éstos siguen rodeandoy envolviendo a aquélla, con lo que el nudo que queda en el futurorolla adquiere de año en año mayor longitud, y alcanzará dimen-

siones exageradas, si antes no se corta la rama.La poda se propone alcanzar, en el individuo, parecidos fines

que la clara en una masa.

Una clara extrae en el vuelo aquellos pies que en la luchapor la existencia han mostrado su manifiesta inferioridad. La fun-

ción de la clara anticipa la eliminación de unos seres inferiores,

que, de todas maneras, había de realizarse a la larga, por mediosnaturales, al formar un buen día los árboles dominantes un piso

superior que ahogue a aquéllos.Aues bien: la poda artificial es al individuo lo que la clara

es a la masa: se anticipa a una operación que, al formarse la cu-

bierta de las copas, se realizaría naturalmente, y, al anticiparse, alla- •

na el camino a las fuerzas naturales, para que éstas se desenvuelvan

por cauces propios.

^La poda debe limitarse sólo a las ramas secas, o puede ex-

tenderse también a las verdes?También este aspecto está concienzudamente estwdiado por

el Dr. PHILIPPIS.

Las consideraciones que antes han sido transcritas de este

ilustre forestal, sobre la influencia ^dé la poda en la forma ,y cre-

cimiento de los árboles, se referían a la poda en verde, lo mismo

que lo expuesto de nu^estras parcelas.

En nuestras experiencias no sólo se incrementaba la produc-

ción, sino que, en ocasiones, mejoró el color del ramaje en com-

paración con el arbolado vecino.En algunos casos que se observó cierto raquitismo en el arbo-

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lado, se apeló a la poda como remedio, lográndos^e vigorizarlo, sibien se tuvo buen cuidado de depositar las acículas del ramajeen el suelo (I).

Por el contrario: ni una sola ve^ . han prodxcido estas podasmoderadas efectos negativos en las repoblaciants de Pinus [n-signis.

***

Es obligada candición que las podas hayan de ser bien hechas.Para acometer la poda hace falta que el arbolado entre en cier-

ta espesura.La ^práctica de la poda de árboles distanciados con espesuras

clarísimas podrán tener su razón en jardinería, pero no es aconse-jable ^en el monte de Insignis hasta que este aislamiento en quevegetan los pies de un monte bravo no se supere con el contactomutuo de las copas o un estado próximo a él.

Nos referimos, claro está, al Norte de España, porque si algún

día se extiende el área del P. Insignis a otras regiones españolas de

más luz y calor y menos hum^edad, el espaciamiento será diferente,

y quizás entonces convendría podar el arbolado en estas condi-

ciones.

Tan íntima es la relación de poda a espesura, que en numero-sos casos el exceso de ramaje produce una falsa impresión de densi-dad, causando el efecto de hallarse ]a masa excesivamente apretada,y entonces se aclara indebidament'e la masa en ve^ de podarla.

Como cons^ejo extraído de la realid'ad, con resultados extraordi-

narios, indicamos a los repobladores que, llegado el mom^ento de

realizar en el repoblado la primera ^limpia, si la impresión del esta-

do de la masa es la de tener una espesura excesiva, realicen prime-

ro la extracción de los pies muertos, enfermos, puntisecos o anor-

males, poden después hasta ^,50 ó z metros, a lo sumo, y vean

(i) Siempre hemos cuidaclo c^e cei^ciararnas primera si ^las acículas estabaal sanas,porque de haber estaclo atacadias por algún homga, en vez de mejorar la calidad deIsuelo, se hubiera consegt(do ern efecto contraprodt^nte, propagando la enfermedad.

56 IGNACIO ECHEVEBRÍA

qué impresión de espesura les prucíuce, y sólo en el caso ^de que seconfirme la impresión de encontrarse el arbolado excesívamentedenso, deben practicar la clara.

La segunda condición de una poda ha de consístir en el respe-to a la part^e más activa de la copa, que no puede desapaneoer. Esd'ifícil definirla, porque el volumen ocupado por el ramaje del Pinus

Insignis puede envolver al tronco desde su ápice hasta la base.A nuestro juicio, la copa puede adoptar estas tres formas:

GR,4F[CO C

No podado. Podado con moderación, Maltratado por 1a poda.

Nosotros hemos respetado siempre tado el ramaje comprendi-

do des+áe el vértice hasta la porción de copa, de diámetro l^ori^ontal

más ancho, cortando siempre desde esa altura todas las ramas com-

prendidas des^de dicho plano hasta la bas^e.Este sistema nos ha dado buen resulta^do. Como quiera qu^e

pasado un período de dos o tres años se había modificado la forma

y ampl?tud de Ia copa, esta nos permitía renovar la poda; y así,

por podas sucesivas, íbamos elevando gradualmente la extracción

de ramaje a alturas mayores del tronco sin dañar el árbol.

TRATA1^IiENTO DEL "PINUS INSICNIS" 57

De todo lo expu^esto; sintetizamos la práctica de la poda en

estos términos :

Debe efectuarse en masas qr^e inician el cierre de espesrtra. Será

siempre practicada en la porción baja del tronco, moderada, esto

es, desproporcionadamente inferior a la porción de copa qu.e queda

intacta. Se practicará siempre en lu tona inferior a su máxinla

anchura. Es preferible emp^ear podas sucesivas y gradualmente

elevadas desde el suelo, a medida que el tronco gane en zlltura y

desarrollo de copa.

Quien cuide cle podar y aclarar a su tiempo y con moderación,

a los pocos años se verá sorprendido con una masa renovada total-

mente en su aspecto, y mejorada en grado incomprensible en su

calidad. .

No es ^de este lugar la indicación del modo de efectuar la poda

en eI P. Insignis, instrumentos emplea^dos, forma de practicar el

corte, etc., porque en nada s^e separa de la práctica general.