Oscar Romero. Dossier Nueva Tierra

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Textos, aportes y testimonios para aproximarnos a la vida del obispo Oscar Romero, asesinado en El Salvador

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  • 2Dossier Nueva Tierra Mayo de 2015 Ao 3 / N 9

    23 de Mayo de 2015 BEATIFICACIN de Monseor Oscar Arnulfo ROMERO

    Produccin y seleccin de textos: Susana Ramos / Nstor Borri

    Diseo: Sebastin Prevotel / Barbi Couto

    Foto de tapa: Thiago Leon de Oliveira Quiroz

    www.nuevatierra.org.ar facebook.com/centronuevatierra

  • 3AMPLITUD, VALENTA Y TOMA DE PARTIDO

    Celebrar la beatificacin de Oscar Romero es celebrar su plena con-viccin de creer y encarnar el Evangelio de Jess. Su indiscutida pertenencia al proyecto del Reino lo hicieron parte de las mismas alegras, luchas, conquistas y suerte, que su Maestro, su vida y su muerte lo declaran.

    Para Amrica Latina y el Caribe, Oscar Romero fue, en vida, un pro-feta y, despus de ser asesinado, un mrtir. Desde este continente nunca se dud de la valenta de su vida y de las feroces causas e intereses para acallarlo. Por qu entonces es una buena noticia su beatificacin? En verdad, la alegra y celebracin es que el Papa Francisco haya decidido hacer este reconocimiento pblico y ecle-sial al compromiso social y pastoral de Monseor Romero, y a su lucha contra la injusticia y desigualdad de su pueblo: El Salvador.

    Segn la raz hebrea YS (salvar) tiene que ver con ser espacioso, ser amplio, lo contrario de ser estrecho, oprimir. Salvar equivale a llevar a un lugar espacioso: si alguien, si el pueblo est afligido, acorralado y encuentra un interlocutor, una abertura, una brecha, ah mismo experimenta la accin salvadora de Dios: Respndeme cuando te invoco, oh Dios, mi salvador, t que en el aprieto me diste anchura (Sal 4,2), Romero entendi esta lgica de amor, de compa-sin y de compromiso de Dios con su pueblo y se sum con toda la fuerza de su vida fiel.

    Desde esta mirada, la beatificacin de Oscar Romero es una seal clara y contundente que confirma el caminar proftico de la Iglesia pueblo en el Continente, y una invitacin a seguir haciendo suyos los sueos de liberacin de los pobres y excluidos, para quienes el

  • 4testimonio martirial y el grito de justicia sigue siendo prctica y promesa.

    Y junto a Romero hay una nube de testigos: las monjas Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan, to-das ellas de El Salvador; Carlos Mugica, Alice y Leonie, Wenceslao, Carlos y Gabriel; Monseor Angelelli, los cinco Palotinos, Ignacio Ellacuria; Dorothy Stang, y podramos seguir Todos ellos y todas ellas mrtires por confesar la fe hecha prctica de justicia, defensa de los derechos humanos, solidaridad y compasin.

    Muchas de las opciones que hoy apreciamos y valoramos como pa-sos y acciones concretas de justicia y dignidad, son las que hereda-mos de estos hombres y mujeres con espritu y compromiso, y son las mismas que hoy nos desafan y tensionan como sociedad, como pueblos y como cristianos de la Patria Grande

    Por todo lo que queda por hacer, con la palabra clara y el tono deci-dido; el compromiso urgente sigue latiendo, don Romero de Am-rica, mientras va resucitando en opciones valientes, en proyectos inclusivos, en sueos emancipadores, en horizontes anchos donde nadie quede afuera.

    Susana Ramos Equipo CNT

  • 5Nos ha llegado la noticia de imprevisto. En la reunin del clero del 4 de noviembre, monseor Jos Luis Escobar dijo que, en su estancia en Roma, el papa Francisco le comunic que monseor scar Ro-mero ser beatificado el ao entrante. El arzobispo no dio detalles sobre la fecha y el lugar. Pero la noticia ya ha llenado de alegra.

    DIOS PAS POR EL SALVADOR

    Jon Sobrino / Director del Centro Monseor Romero(*)

  • 6Los dos papas anteriores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, habla-ron de ello, pero no con mucha conviccin y decisin. Y se no-taba el temor de incomodar a los poderosos: Todava no es el tiempo oportuno. El lengua-je del Vaticano era ambiguo y poco entusiasmante.

    Todo ha cambiado con el papa Francisco. Hace un ao dijo que la causa de monseor estaba estancada, pero que sin duda avanzara. Ms que estancada pienso que estaba bloqueada por muchos intereses que nada tienen que ver con Jess de Na-zaret.

    Lo hemos dicho muchas veces: la alegra y el jbilo de la gente est asegurado. Pero es slido tener un pequeo temor y una duda: qu dir el acta de canoni-zacin sobre monseor Romero. Santo y virtuoso lo fue en grado sumo. Pero fue algo ms, como lo puso en palabras Ignacio Ella-cura en la misa de funeral de la UCA, inmediatamente despus del asesinato del arzobispo: Con monseor Romero, Dios pas por El Salvador. Por aque-llos mismos das, don Pedro Casaldliga escribi el poema

  • 7San Romero de Amrica, pastor y mrtir nuestro. Y espontnea-mente el pueblo lo llam san-to. El culto del pueblo, popular, ha sido masivo, aunque no est permitido durante el proceso de beatificacin.

    Esperamos, pues, al ao entran-te. En 2015 no habr mundiales ni juegos olmpicos. No lucha-rn unos contra otros para ga-nar. Algo o mucho ganaremos todos, con excepcin de algunos irredentos. No corrern millo-nes de millones para esconder pobreza, violencia y angustias. S habr pupusas y tamales.

    En 2015 ganar la niita de una champa de Zimbabue, quien, cuando le pregunt en 2007 qu conoca de El Salvador, me dijo al instante: Un obispo. Y das despus, tambin en Zimbabue, salud a Desmond Tutu. Le dije que vena de El Salvador y me contest: La tierra de Rome-ro! Cunto le recordbamos en tiempos de guerra!. Y as, muchas otras historias que no cabran en todos los libros del mundo.

    Ha desaparecido mi temor de que beatifiquen a un monseor

    Romero aguado. Hoy es difcil manipularlo. Y una peticin: San Romero de Amrica, ruega por todos los pobres del mundo. Y ruega por este pueblo salva-doreo, que es el tuyo.

    (*) Artculo publicado en 2014

  • 8Profetas de un futuro que no es nuestroOracin atribuida a Monseor Oscar Romero

    De vez en cuando, dar un paso atrs nos ayudaa tomar una perspectiva mejor.El Reino no slo est ms all de nuestros esfuerzos,sino incluso ms all de nuestra visin.

    Durante nuestra vida, slo realizamos una minscula partede esa magnfica empresa que es la obra de Dios.Nada de lo que hacemos est acabado,lo que significa que el Reino est siempre ante nosotros.Ninguna declaracin dice todo lo que podra decirse.

    Ninguna oracin puede expresar plenamente nuestra fe.Ninguna confesin trae la perfeccin.Ninguna visita pastoral trae la integridad.Ningn programa realiza la misin de la Iglesia.

    En ningn esquema de metas y objetivos se incluye todo.Esto es lo que intentamos hacer:plantamos semillas que un da crecern;regamos semillas ya plantadas,sabiendo que son promesa de futuro.

    Sentamos bases que necesitarn un mayor desarrollo.Los efectos de la levadura que proporcionamosvan ms all de nuestras posibilidades.

  • 9No podemos hacerlo todo y, al darnos cuenta de ello, sentimos una cierta liberacin.Ella nos capacita a hacer algo, y a hacerlo muy bien.Puede que sea incompleto, pero es un principio,un paso en el camino,una ocasin para que entre la gracia del Seor y haga el resto.

    Es posible que no veamos nunca los resultados finales,pero sa es la diferencia entre el jefe de obras y el albail.Somos albailes, no jefes de obra, ministros, no el Mesas.Somos profetas de un futuro que no es nuestro. Amn.

    El lado del puebloJos Mara Valverde Profesor de esttica de la universidad de Barcelona

    En oscuros siglos, se cuenta, algn obispo muri, por orden de un rey, salpicando con su sangre el cliz por defender la libertad de la Iglesia frente al poder. Est muy bien, pero Desde cundo no se haba contado que mataran a un obispo en el altar sin hablar de libertad de la Iglesia, sino simplemente porque se puso de lado de los pobres y dio voz a su sed de justicia que clama al cielo? Quizs hay que ir al origen mismo, al que mataron con muerte de esclavo subversivo.

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    El ngel anunci en la vspera... Pedro Casaldliga

    El corazn de El Salvador marcaba24 de marzo y de agona.T ofrecas el Pan,el Cuerpo Vivo-El triturado cuerpo de tu Pueblo;Su derramada Sangre victoriosa-La sangre campesina de tu Pueblo en masacreque ha de teir en vinos de alegra la aurora conjurada!

    El ngel del Seor anunci en la vspera,y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;como se hace muerte, cada da, en la carne desnuda de tu Pueblo.

    Y se hizo vida nuevaen nuestra vieja Iglesia!

    Estamos otra vez en pie de testimonio,San Romero de Amrica, pastor y mrtir nuestro!Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.Romero en flor morada de la esperanza inclume de todo el Continente.Romero de la Pascua latinoamericana.Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dlar, a divisa.

    Como Jess, por orden del Imperio.Pobre pastor glorioso,abandonadopor tus propios hermanos de bculo y de Mesa...!(Las curias no podan entenderte:ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).

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    Mstico y concretoDolores AleixandreFragmento de una entrevista en Crdoba Local Diario de AndalucaUn gran mstico, para m, fue monseor Romero, el arzobispo de San Salvador asesinado en 1980.Hoy (por ayer) es el aniversario de los mrtires de El Salvador, y he recordado especialmente a monseor Romero, todo un hombre de Dios y a la vez tremendamente sensible a los problemas del mundo.

    El ngel anunci en la vspera... Pedro Casaldliga

    Tu pobrero s te acompaaba,en desespero fiel,pasto y rebao, a un tiempo, de tu misin proftica.El Pueblo te hizo santo.La hora de tu Pueblo te consagr en el kairs.Los pobres te ensearon a leer el Evangelio.

    Como un hermano herido por tanta muerte hermana,t sabas llorar, solo, en el Huerto.Sabas tener miedo, como un hombre en combate.Pero sabas dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!

    Y supiste beber el doble cliz del Altar y del Pueblo,con una sola mano consagrada al servicio.Amrica Latina ya te ha puesto en su gloria de Berninien la espuma-aureola de sus mares,en el retablo antiguo de los Andes alertos,en el dosel airado de todas sus florestas,en la cancin de todos sus caminos,en el calvario nuevo de todas sus prisiones,de todas sus trincheras,de todos sus altares...En el ara segura del corazn insomne de sus hijos!

    San Romero de Amrica, pastor y mrtir nuestro:nadie har callar tu ltima homila!

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    Poda estar ahora echando prdicas en asambleas o conferencias, con un solideo rojo en la cabeza, cardenal de la Santa Iglesia Cat-lica. Con su trayectoria de ortodoxia fiel tena ya compradas casi todas las papeletas para que le premiaran con ese cargo.Pero est enterrado en el stano de una desvencijada catedral de un pobre pas de Centroamrica, en el olvidado Sur, con un tiro a la altura del corazn.Son pocos los seres humanos que se quitan ellos mismos el suelo de debajo de los pies cuando ya son viejos. Cambiar seguridades por pe-ligros y certezas amasadas con los aos por nuevas incertidumbres, es aventura para los ms jvenes. Los viejos no cambian. Es ley de vida.

    PIEZAS PARA UN RETRATO

    Mara Lpez Vigil

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    Y es ley de historia que en la medida en que una autoridad tiene ms poder, ms se aleja de la gente y ms insensible se le vuelve el corazn. Vas subiendo y muchos te van perdiendo. La altura emborracha y asla.

    En Oscar Romero se quebraron estas dos leyes. Se convirti a los 60 aos. Y fue al ascender al ms alto de los cargos eclesis-ticos de su pas cuando se acer-c de verdad a la gente y a la realidad. En la mxima altura y cuando los aos le pedan repo-so, se decidi a entender que no existe ms ascensin que hacia la tierra. Y hacia ella camin. En esa hora undcima eligi abrir-se a la compasin hasta poner en juego su vida. Y la perdi. No le ocurre a muchos.

    Por eso y varias razones ms creo que la historia de Oscar Romero merece la pena ser con-tada. Pens este libro en 1981. Cada amanecer aparecan en las calles y caminos de El Sal-vador ms de treinta cadveres de muertos matados. Y cada salvadoreo con el que me to-paba me relataba con pasin su historia personal con Monseor Romero. El arzobispo de San

    Salvador pareca haber dejado en su pas una huella tan pro-funda como la que haba logra-do imprimir en el corazn de tantos de sus compatriotas.

    Socializar estos recuerdos dis-persos, poner en comn anc-dotas tan decidoras, transfor-marlas en piezas de un mosaico para reconstruir con ellas un retrato de Oscar Romero, se me convirti en desafo. Resultara al final el retrato del mero Mon-seor Romero? En cualquier caso, sera un retrato. Pero he-cho en colectivo.

    So este libro en el tiempo de la represin ms dura, cuando la memoria de Monseor estaba an fresca y cuando en el mun-do dola el destino de los pue-blos pobres que luchan por su liberacin. Solidaridad era en-tonces una palabra casi sagrada.

    El libro lo escrib y fue publica-do ya en otro tiempo. Tanta san-gre y la terca esperanza de los salvadoreos lograron forzar las compuertas de otra etapa, la del inicio de la paz con el fin del enfrentamiento armado. En la memoria colectiva, Monseor Romero es ya un mito, pero una

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    nueva generacin de salvadore-os no lo conoce bien.

    Es otro tiempo tambin en el mundo. Aceleradamente, se de-valuaron sueos, ideas y proyec-tos y en medio de una confusa ola de cambios, tenemos que se-guir buscando en direccin a la solidaridad, aunque las brjulas estn medio quebradas.

    Vuelco rpido y jodido el que ha dado el mundo. Vendrn otros tiempos, tal vez ms alentado-res. Pese a todos los giros, ayer en su tiempo, y hoy y tambin maana, creo que sigue siendo vlido y bueno contar la historia de este hombre bueno que es Oscar Romero.

    Entre otras muchas cosas, su historia revela la accin de Dios: revela cmo la compasin le va ganando cada vez ms espacio a la ideologa. Y es eso lo que necesita ste y quizs todos los tiempos del mundo: autorida-des buenas, gente con poder -en la Iglesia tambin- que llamen a las cosas por su nombre, que miren a la realidad y no a la ima-gen de la realidad, que se com-padezcan y acten: tanta vida a medias, tanto dolor evitable.

    Este es un libro de testimonios, no un archivo documental ni si-quiera una biografa. No hay rigor cronolgico en el orden y hay mu-chos vacos y baches. Los nom-bres de los testigos -slo algunas veces camuflados- ah estn. Al tratar de reconstruir el retrato de Oscar Romero -el ms universal de los salvadoreos- la verdad de todos estos testimonios me lle-g muy cargada de amor o muy matizada ya por la dorada luz del icono y la leyenda. Yo tambin he puesto mis propias cuotas de plu-ma y veneracin.

    Este es un libro incompleto y queda abierto a crecer y a madu-rar con el aporte de muchos ms testigos, a los que no pude llegar.

    Est dedicado al pueblo sal-vadoreo, al pueblo que hizo a Monseor Romero.

    (Prlogo de Piezas para un Retrato, 24 de

    marzo de 1993, a 13 aos del martirio).

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    Alrededor de la tumba de Monseor Romero, en las paredes, sobre la lpida, se han ido amontonando da con da los agradecimientos. Tablitas de madera barnizada agradecen milagros en los ojos, en las piernas varicosas o en el alma. Plaquitas de mrmol cuadradas, rectangulares, a veces de plstico en forma de rombito o de corazn, dan tambin las gracias al arzobispo por el hijo hallado o por la ma-dre curada, piden la paz, piden la paz, piden la paz y que acabe la guerra y recuerdan nombres. Hay tambin papelitos donde las gra-sias son historias, novelas a medio contar, cartas y hasta poemas y cantos. Cartones tambin, pedacitos de tela, bordados, en blanco, con hilos de colores...

    HAN PASADO LOS AOS

    Regina Basagoitia / Relato del libro Monseor Romero Piezas para un retrato, de Mara Lpez Vigil

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    Todo lo que doli est all, la fe-licidad recobrada tambin. No se pierde nada, todo vuelve al regazo de Monseor.

    Una maana de invierno, el cie-lo cerrado en agua, un hombre harapiento, pelo encolochado por el polvo, camisa de hoyos, limpia con esmero esa tumba, valindose de uno de sus hara-pos. Apenas amanece pero l ya est activo y despierto. Y aun-que el harapo est sucio de gra-sa y tiempo, va dejando brillante la lpida.

    Al terminar, sonre satisfecho. A aquella hora temprana no ha visto a nadie. Tampoco nadie lo ha visto. Yo s lo vi.

    Cuando sale a la calle, necesit hablar con l.

    - Y usted, por qu hace eso?- El qu hago...?- Eso, limpiar la tumba a Monse-or.- Porque l era mi padre.- Cmo as?- Es que yo no soy ms que un pobre, pues. A veces acarreo en el mercado con un carretn, otras veces pido limosna y en veces me lo gasto todo en licor y paso la cruda botado en la calle... Pero siempre me animo: son babosadas, yo tuve un padre! Me hizo sentir gente. Porque a los como yo l nos quera y no nos tena asco. Nos hablaba, nos tocaba, nos preguntaba. Nos confiaba. Se le echaba de ver el cario que me tena. Como quie-ren los padres. Por eso yo le lim-pio su tumba. Como hacen los hijos, pues.

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    Mis venas no terminan en msino en la sangre unnimede los que luchan por la vidael amor, las cosas, el paisaje y el pan.

    (Len Magno Montiel, peridista venezolano Fragmento de su art-culo en Noticias al Da)

    SUENAN CAMPANAS

    Roque Dalton

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    Han pasado varias dcadas des-de el asesinato de Monseor Os-car Arnulfo Romero, y las notas de la cancin de Rubn Blades lo dibujan en la distancia: Suenan las campaas, por un cura bueno, Arnulfo Romero de su celebrri-mo lbum Buscando a Amrica publicado en 1984, grabado con la agrupacin lite Los Seis del Solar. Ese tema se ha converti-do en un homenaje permanen-te al legado del pastor Romero, que no pierde vigencia. El pue-blo creyente de Centroamrica erige la figura de Romero como un ttem de amor al prjimo, de valiente defensa de los derechos fundamentales del hombre: un autntico lder cristiano.

    El papa Francisco, ese noble ar-gentino dotado de un gran caris-ma y sensibilidad social, aprob en febrero 2015 el esperado de-creto para la beatificacin del arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero. As lo inform la oficina de prensa del Vatica-no. El papa, junto al prefecto de la Congregacin para la Causa de los Santos, cardenal ngelo Amato, aprob el decreto en el que se reconoca el martirio de Romero in odium fidei, es decir: fue asesinado por odio a la fe.

    Pocos hombres se han parecido tanto a Jess de Nazareth como Oscar Arnulfo Romero, y al igual que El Nazareno, el padre Rome-ro predic el amor entre herma-nos, la justicia, el servicio al pr-jimo, el respeto a la vida de los humildes: y por ello muri a ma-nos de verdugos despiadados. Su altar fue profanado, lo con-virtieron en un Glgota centroa-mericano, su sangre unnime de mrtir fue derramada.

    Por ese cura bueno, que siempre estuvo firme ante las asechan-zas, hoy suenan las campanas, las oraciones de su pueblo han logrado que sea beatificado. Ese ha sido un autntico acto de jus-ticia, pues Monseor Romero, es un santo del pueblo latinoameri-cano.

    Parafraseo a su paisano Roque Dalton, el poeta asesinado cin-co aos antes, en mayo de 1975 y afirmo: Las venas de Romero no terminaron ah, ahora estarn junto a la sangre unnime de los que luchan por la vida, el amor, el paisaje y el pan.

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    En una entrevista que concedi tres semanas antes de ser asesina-do Monseor Romero dijo estas palabras: Si me matan resucitar en el pueblo salvadoreo. Lo digo sin ninguna jactancia, con la ms gran humildad. Y Monseor estaba en lo cierto.

    MONSEOR ROMERO ESTABA EN LO CIERTO Jon Sobrino

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    Lo ocurrido en este XX aniver-sario no deja lugar a dudas; si acaso universaliza esa resurrec-cin. San Romero de Amrica le llam don Pedro Casaldliga inmediatamente despus de su martirio, y ahora lo proclama santo universal. En los anhe-los de justicia, dignidad y vida de los pueblos crucificados, en el compromiso de hombres y mujeres que no han perdido del todo la vergenza y quieren re-vertir la historia Monseor ha resucitado.Y todo ello ha ocurrido sin vien-to a favor, sino teniendo, prc-ticamente, a todos los poderes de este mundo en contra: oli-garquas, militares, gobiernos de aqu y de Estados Unidos, poderes tambin eclesisticos, algunos hermanos obispos y hasta cardenales de curias... Y teniendo a favor a un grupo de seguidores y a un pueblo que lo ha mantenido slo con su des-nudez y una flor, como la cam-pesina que lo sostiene en sus brazos en el cuadro de Benja-mn Caas.Esto es lo primero que llama la atencin de este XX aniversa-rio: Monseor Romero estaba en lo cierto. Recordarlo no tie-ne ningn ribete de hybris, ni

    atisbo de arrogancia a lo que somos dado los seres humanos ni en Monseor Romero ni en quienes seguimos en la historia. Expresa, ms bien, gozo porque esta nuestra cruel y encubridora historia, a veces, milagrosamen-te, muestra su mejor rostro. En lenguaje cristiano, gozo porque Dios ha hecho justicia a una vc-tima y el verdugo no ha triunfa-do sobre ella.Y si Monseor estaba en lo cier-to al afirmar aquellas palabras, entonces nos est permitido es-perar que tambin ser verdad la esperanza que expres en la misma entrevista: que mi san-gre sea semilla de liberacin, la bondad y reconciliacin: desde ahora perdono y bendigo a mis asesinos, y la supervivencia de una Iglesia de Jess: ojal, s, se convenzan que perdern su tiempo. Un obispo morir, pero la Iglesia de Dios, que es el pue-blo, no perecer jams.Es verdad, pues, que Monseor estaba en lo cierto, pero sus pa-labras siguen dejando atnitos. Cmo pudo decir semejantes cosas? De dnde sacaba luci-dez y conviccin para decir lo que nadie ha dicho, y decirlo con toda naturalidad? Pienso que entender esto nos introdu-

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    ce en lo ms ntimamente suyo. Vemoslo.Puede discutirse si en Mon-seor se dio un cambio o una conversin, pero lo que es in-dudable es que en un momen-to de su vida relativamente pronto despus del comienzo de su ministerio arzobispal el pueblo, su pobrera, entr en su corazn para quedarse para siempre. Se apoder de l e hizo de l un hombre y un creyente sin fisuras, un ser humano y un creyente total.Esa esencial referencia a su pue-blo se le convirti en segunda naturaleza, mejor an, en su verdadera naturaleza, de la cual nunca pudo despojarse, como si de su propia piel se tratara. Y esa referencia esencial, pien-so yo, es lo que expresan frases suyas que no son ejercicio de re-trica edificante, sino expresin honda de su propia persona: El pueblo es mi profeta. Con este pueblo no cuesta ser buen pas-tor. Que mi muerte sea por la liberacin de mi pueblo... Siem-pre, el pueblo.El pueblo sin ningn matiz populista es lo que le hizo ser, actuar y hablar a Monseor Ro-mero. El pueblo te hizo santo, dijo Casaldliga desde el princi-

    pio. Dicho en lenguaje cristiano, Monseor Romero fue agracia-do, liberado, bendecido, sacado de s mismo, por el Espritu de Dios. Dicho en lenguaje his-trico, Monseor Romero fue agraciado, pero, como dice el canto, por el pueblo que tanto te am. Y una vez consumada esa gracia, Monseor comenz a ser, a hacer y a hablar de ma-nera muy otra, como si hubiera redescubierto lo que significaba para l ser humano y ser cristia-no.No tuvo que negar nada de lo bueno anterior, pero algo muy nuevo le fue dado: la libertad para que nada se convirtiese en obstculo para servir al pueblo les pido sus oraciones para serles fiel hasta el final, la compasin para que nada hi-ciese pasar a segundo plano su sufrimiento a m me toca ir re-cogiendo cadveres, la espe-ranza para que la palabra final fuese siempre una buena noti-cia sobre estas ruinas brillar la gloria del Seor. Y se le dio la intuicin de la solidaridad, la que expresan estas palabras que rara vez si alguna ha pro-nunciado un obispo: Me alegro, hermanos, de que nuestra Igle-sia sea perseguida... Sera triste

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    que en una patria donde se est asesinando tan horrorosamente no contramos entre las vcti-mas tambin a los sacerdotes. Son el testimonio de un Iglesia encarnada en los problemas del pueblo. No habla aqu un ms-tico, y ciertamente no un ma-soquista. Habla un agraciado, alguien que quiere ser real en y con su pueblo. No queremos ser diferentes, pareciera decir Monseor Romero, desafian-do siglos de tradicin eclesial. Identificado con sus ovejas has-ta ese punto, nada tiene de ex-trao que escuchasen su voz y se reconociesen en ella.De mrtir a mrtir Ignacio Ella-cura puso a Monseor Romero en relacin con Dios y con su pueblo. En palabras audaces y concisas dijo as lo primero: Con Monseor Romero Dios pas por El Salvador. Y as for-mul lo segundo: Monseor Romero, un enviado de Dios para salvar a su pueblo. Dios y pueblo, lo que qued unido desde el principio, aunque tan-tas veces ha sido separado, en Monseor lo volvi a ver uni-do un poco calcedonianamen-te Ignacio Ellacura. Sobre dos pilares, deca, apoyaba Monseor Romero su esperan-

    za: un pilar histrico que era su conocimiento del pueblo al que l atribua una capacidad inago-table de encontrar salidas a las dificultades ms graves, y un pilar transcendente que era su persuasin de que ltimamente Dios es un Dios de vida y no de muerte, que lo ltimo de la reali-dad es el bien y no el mal.De Monseor y el pueblo ya hemos hablado, digamos aho-ra una palabra sobre Monse-or y ese Dios que se apoder de l. Es el misterio santo, ms all de todo lo humano, el Dios que puede salvar sin someter, el Dios que puede dar sin empe-queecer. Eso fue central para Monseor. Quin me diera, queridos hermanos, que el fruto de esta predicacin de hoy fuera que cada uno de nosotros fura-mos a encontrarnos con Dios y que viviramos la alegra de su majestad y de nuestra peque-ez!.Y ese misterio de Dios se le fue apareciendo de diversas formas y en distintos rostros. Con de-finitividad, Dios se le dej ver como Dios de vida, Dios de jus-ticia, Dios de los pobres... Clara prueba de ello fue que el Monse-or que no saba muy bien qu hacer con Medelln, aunque for-

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    malmente lo aceptaba, empez a encontrarse en Medelln como en casa: Medelln comenz a hablarle de los pobres y de su Dios verdad central que hay que mantener en estos tiempos en que se quiere ignorar o ente-rrar a Medelln.Y de ah tambin, por recordar-lo brevemente, que Monseor Romero, cristiano y obispo, de quien se esperaba ortodoxia y fidelidad a la tradicin eclesial, retomase novedosamente, con naturalidad y gozo, lo que en esa tradicin encontr de un Dios de los pobres y de unos po-bres que claman a Dios. De ah que parafraseara la frase de san Ireneo, obispo de Lion, del siglo II, la gloria de Dios es el pobre que vive. De ah que pusiera en prctica cotidiana hasta el martirio lo que, en el siglo XVI, se exiga de los obispos: ser, por oficio, defensores del in-dio, segn aquello del Antiguo Testamento de que Jahv es el goel, el rescatador de lo que es de los pobres. De ah que orientara su pastoral desde la supremaca absoluta de la vida: vale ms indio vivo que bau-tizado muerto, como deca el obispo Bartolom de las Casas. Y tambin de ste recogi su in-

    tuicin cristolgica central: yo dejo en las Indias a Jesucristo, nuestro Dios, azotndolo y afli-gindolo y abofetendolo y cru-cificndolo, no una sino milla-res de veces, cuanto es de parte de los espaoles que asuelan y destruyen aquellas gentes.... En esa misma tradicin Monseor Romero a su pueblo lo llam el divino traspasado, el Cristo crucificado, el siervo sufriente de Jahv que carga sobre s los pecados del mundo, y quien, as, trae salvacin.Dios y pueblo, pueblo y Dios, es lo que unific Monseor Rome-ro con profundidad inigualable. Con ellos se identific y a ellos se entreg hasta el final. Eso es lo que recordamos con gozo y agradecimiento en este aniver-sario. Pero aadamos, aunque sea ahora muy brevemente, que, en la eucarista, ese recuerdo y esa accin de gracias, se ex-presan a travs de un hagan esto. Recordar, anunciar, cele-brar a Monseor es, ante todo, seguir a Monseor, en la vida y en los hechos. Sin esto, aquello siempre ser proclive a la tergi-versacin y hasta la manipula-cin.En la preparacin de la misa de su funeral, el 30 de marzo de

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    1980, pensando en cmo debe-ra ser la homila, alguien pro-puso que, en la primera parte, se hablase de las lecturas b-blicas y de Monseor, y que la segunda parte comenzase como comenzaba Monseor: stos son los hechos de la semana.... A Monseor hay que celebrar, pues, pero siendo y haciendo hoy lo que l fue e hizo, as como hay que anunciar a Cristo, sien-do y haciendo como Jess. Y en esta misma lnea, ahora que es-tamos en tiempo de jubileo, de conversin y de pedir perdn, bien har la Iglesia, entre noso-

    tros la salvadorea, en pedir perdn de lo que ha hecho mal o ha dejado de hacer bien en los ltimos veinte aos.Terminemos como empezamos. Monseor vive en su pueblo, y, ms all de l, en el mundo en-tero. Es un mrtir y un santo, universal. Sin embargo, quizs no hemos dicho todava lo ms especfico suyo: Monseor Ro-mero es entraable. Fue, y sigue siendo, un arzobispo querido. Ese es el Monseor, gracia de Dios a su pueblo, el Monseor a quien hay que recordar y ce-lebrar, y a quien hay que seguir.

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    Ningn soldado est obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: cese la represin! (Homilas, 23-3-1980) [1]. Una semana ms tarde era ase-sinado. Cmo llego monseor a ser San Romero de Amrica? por-que el autor de esta homila es el mismo Romero que en la matanza de Tres Calles en la que murieron 6 campesinos (21-6-1971) escribi al presidente pidiendo justicia pero sin atreverse a protestar pbli-

    EL PUEBLO ES MI PROFETA Jos Mara Segura / Publicado el 24 marzo 2015

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    camente. Romero no fue un revolucionario, a no ser un revolucio-nario del amor fundado en el evangelio. Fue un buen conocedor de Medelln y de Puebla, como tambin del CVII y de Santo Toms y de Agustn. A todos ellos apela en sus homilas y es en la moral cristia-na ms ortodoxa donde ancla sus homilas ms incendiarias como la que abre este post. La que quizs determin su muerte porque los mando militares interpretaron que llamaba al motn a las bases mi-litares a quienes ordenaba desobedecer las rdenes inmorales que mandan matar a campesinos indefensos.

    El nombramiento de Romero, amigo personal del presidente Molina, como Arzobispo (1977) fue recibido como un jarro de agua fra para el clero medilli-nista de San Salvador, los que creyeron en esa iglesia por y de los pobres. No en vano su reputacin le preceda; en 1968 se hizo cargo del semanario ar-chidiocesano al ser destituido su director por elogiar la opcin guerrillera de Camilo Torres y lo convirti en una publicacin conservadora, en 1972 expuls a los profesores jesuitas del se-minario y a instancias del go-bierno cerr el centro pastoral campesino de los Naranjos (ins-pirado en Medelln).

    El encuentro con Cristo en el Pueblo crucificado convirti a Romero. Posiblemente el asesi-

    nato de Rutilio Grande SJ fue la gota que colm el vaso. El martirio de su amigo, que haba hecho de maestro de ceremo-nias en su investidura como ar-zobispo, hizo que en monseor se cumpliera lo que l dijo de su iglesia quisieron apagar la voz del P. Grande para que los cu-ras tuvieran miedo y no siguie-ran hablando, han despertado el sentido proftico de nuestra iglesia (Homilas, 9-10-1977). Un sentido proftico que se ve-na gestando en monseor por la cercana con el pueblo pobre y perseguido. Como dice Tojeira fueron los pobres, los sencillos y los humildes los que fueron evangelizando a Mons. Romero, alimentando su fuerza profti-ca. Romero confesaba: El pue-blo es mi profeta por eso Rome-ro es San Romero de Amrica

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    porque como dice Casaldliga el pueblo le hizo santo.

    Romero fue el obispo del pue-blo, un pastor que dio dignidad a los pobres del Salvador y fue testigo del Dios que no abando-na a su pueblo en el crisol de la persecucin y la violencia. Fue puesto con el Hijo en el compar-tir del cliz Aqu donde Cristo es carne que sufre (), aqu es Cristo con su cruz a cuestas (), vivido en el pueblo (Homilas, 5 marzo 1978), un cliz que apu-r hasta el final mientras cele-braba la eucarista en el Hospi-tal de la Divina Providencia un 24 de Marzo de 1980. Parece que horas antes haba querido tener una confesin pormenorizada, y es que el martirio no se impro-visa. As deca el propio Rome-ro en una entrevista unos das antes: El martirio es una gra-cia que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la seal de que la esperanza ser pronto una rea-lidad si llegasen a matarme perdono y bendigo a quienes lo hagan Un obispo morir, pero la Iglesia de Dios, que es el pue-blo, no perecer jams (La voz de los sin voz. 1987, 461).

    El pueblo lo convirti en su pastor. Romero predic de modo cercano y sencillo sobre la liberacin integral de la per-sona. Una liberacin que exiga la mejora de las estructuras so-ciopolticas y econmicas cau-santes de la opresin, y conde-n repetidamente la idolatra del dinero como pecado que nace del egosmo y la codicia y no respeta la dignidad y la hu-manidad de los pobres. Deca Romero: La palabra que a mu-chos molesta, la liberacin, es una realidad de la redencin de Cristo una redencin que ya comienza en esta tierra (Ho-milas, 27-11-1977). Su implica-cin, su toma de partido por el pueblo crucificado le vali acu-saciones de marxista, de meter-se en asuntos polticos y de ha-berse desviado de la tradicin de la iglesia. Romero siempre tuvo claro que la predicacin del verdadero evangelio era necesariamente conflictiva en una realidad de desigualdades econmicas como las que el vi-van en el Salvador El reino de Dios que se va construyendo en la historia tiene que chocar con realidades histricas y esto no es meterse en poltica, sino simplemente es buscar la salva-

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    cin de Dios en nuestra histo-ria (Homilas, 19-11-1978).

    Romero fue hecho santo y pas-tor por su pueblo, transformado y conmovido en sus entraas por las madres, viudas, hijos, nietos de desaparecidos que inundaban los despachos parro-quiales pidiendo que intercedie-ra por los desaparecidos: Son cartas para m muy dolorosas, o visitas, cuando yo siento, tam-bin, con ellos, la incapacidad de poder hacer algo por ellos (Homilas, 9 septiembre 1979). Deca monseor: A m me toca ir recogiendo atropellos, cad-veres, y todo eso que va dejan-do la persecucin de la Iglesia (Homilas, 19 junio 1977) y como pastor, como obispo, como au-

    tntico servidor de la comunin de su pueblo, viva la Eucaris-ta como Misterio en el que la la presencia del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, derrama-da por nosotros recoge tanta sangre y el amontonamiento de cadveres masacrados aqu en nuestra patria, y en el mun-do entero (Homilas, 17 junio 1979). En estas madres mon-seor vio a Mara a los pies de la Cruz acompaando a su hijo que se alza como testigo de los atropellos del estado y es un grito contra el pecado. Son tam-bin estas madres que ha reci-bido con la angustia, hasta las lgrimas cuando le narran que van como mendigas de puerta en puerta a los centros de segu-ridad, preguntando por sus hi-

    Imagen extrada de: Universidad Luterana Salvadorea

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    jos (Homilas, 25-9-1977) quie-nes hicieron de un obispo por lo dems profundamente tmido, la voz de los sin voz: le ruego que, por favor, en su predicacin del domingo pregunte a las au-toridades por estos desapareci-dos. Se lo pido de todo corazn y as hizo Romero Esa es la voz que no se oye y la que nosotros tenemos que hacer or (Homi-las, 19 agosto 1979).

    Fue pues, el Pueblo, la Iglesia pobre, campesina, perseguida, la iglesia sencilla, la que hizo de Romero el siervo de Dios y quien lo convirti en el amplifi-cador de la profeca del pueblo. Fue el pueblo quien hizo de un obispo conservador en su as-cesis y su doctrina, profunda-mente tmido y amigo personal del presidente sintiera en sus entraas la obligacin de cari-dad que le urge a acompaar a quienes sufren las injusticias y a ayudar tambin a las reivindi-caciones justas (Homilas, 9-12-1978) y se viviera ungido por Dios para despertar a su pueblo e invitarlo a sacudirse las ca-denas de la esclavitud: No te duermas; eres hijo de Dios; tra-baja tu dignidad; s artfice de tu propio destino; trabaja en tu

    propio bien comn (Homilas, 24-7-1977).Monseor Romero fue un profe-ta, que imbuido por una santa agresividad critic espiritualis-mos que adormecieran, y cris-tianismos opiceos. Al pueblo adormecido que no se organiza-ba por mejorar sus condiciones, Romero le present una cruz que no es una paciencia sin valenta; no es un pasivismo; no es una conformidad sin esfuer-zo (Homilas, 3-9-1978). En un rgimen de terror de estado el pueblo salvadoreo encontr en Romero un valedor de sus dere-chos, que excomulg en cuatro ocasiones a torturadores y pa-ramilitares e invit a la iglesia a ser antes mrtir que cmplice de la represin.San Romero de Amrica, ruega por la iglesia.

    [1] El pensamiento teolgi-co-pastoral en las homilas de Monseor Romero. Director: Marciano Vidal. Alumno: Tho-mas Greenan. Universidad Pon-tificia Comillas (Madrid). Facul-tad de Teologa. Departamento de Teologa Moral y Praxis Cris-tiana.

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    ENTREVISTA A LEONARDO BOFF

    LA JUSTICIA Y EL AMOR: IMPLICANCIAS DE LA FEPor Gloria Silvia OrellanaRedaccin Diario Co LatinoFuente: Noticias de Amrica Latina y el Caribe

    -Diario Co Latino - Por qu Monseor Fernando Sanz, insiste cuando se habla de Monseor scar Arnulfo Romero, que no debe politizarse?-Leonardo Bolff (LB) Porque normalmente la poltica de la igle-sia institucional era poltica de derecha, y se compona del status quo, no se daban cuenta que era una poltica peor.

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    Una poltica que pone como centralidad la vida amenazada, la justicia de los pobres, el res-cate de la memoria de las cultu-ras originarias, la dignidad de los seres humanos, y la sacrali-dad de la vida, esa para m, es la poltica de Jess, la poltica del Reino.

    -Monseor Romero evangeliz, pero para unos eso era poltica...-LB Para m l no hizo poltica, hizo evangelizacin, esa es la poltica de Dios y uno tiene que hacerla, porque si no se hace, no estamos en la tradicin de los apstoles.Cuando San Pablo visita a Pe-dro, para ver si estaba bien, y a ponerse de acuerdo, Pedro le pregunt Y cmo trats a los pobres?, esa es la esencia del evangelio pertenecer a los po-bres.Luchar por los pobres, es hacer-lo por la vida porque mueren antes del tiempo, su derecho a la salud, la vivienda, trabajo y su dignidad, es, a mi juicio, no hacer poltica, es hacer funcin pastoral de un Obispo en nom-bre del evangelio.Es aqul que denuncia lo malo y anuncia lo bueno, que apoya a esos movimientos, que fortale-

    cen los bienes del reino como la justicia, la compasin, la solida-ridad y la centralidad de la vida.

    -Por qu entonces su muerte martirial an no ha sido recono-cido como Santo, por el Vatica-no?-LB Porque somos pobres, por-que cuesta mucho el proceso de un Santo, entonces, Amrica La-tina tiene muchos santos, pero no canonizados, porque hay que pagar mucho por ese proceso.Pero, creo que Monseor Rome-ro est canonizado en el cora-zn de su pueblo, porque todos los que articulan la fe cristiana, el discurso del mundo de la po-breza y la injusticia, que es de donde nace la liberacin de l como un gran testigo.Es un mrtir, es una persona que tiene virtudes, santidad, que tie-ne una profunda irradiacin de profunda verdad, bondad y tran-quilidad de sentirse de la mano de Dios y no tener miedo de las amenazas de muerte.

    Creo que pasado un tiempo dentro de 40 50 aos, despus que todo haya pasado me pre-gunto quines sern los refe-rentes de la iglesia en Amrica Latina?, ser Romero, Angelelli,

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    Elder Cmara, y tantos que han sido sacrificados.

    Recordemos que hay muchos religiosos, laicos, catequistas, personas de las comunidades de base de los crculos bblicos, que por el sencillo hecho de te-ner una Biblia en su casa fueron perseguidos, esos son los mrti-res annimos, y es a todos ellos hay que rescatar su memoria, porque tuvieron la actitud co-rrecta.

    -Entonces los postulados de la Teologa de la Liberacin si-guen vigentes, en este siglo?-LB - La Teologa de la Libera-cin naci escuchando el grito de los oprimidos, de los pobres econmicamente, de los in-dgenas, de los negros, de las mujeres, eran muchos gritos de los rostros de la pobreza. Y ocurre que esa pobreza no slo sigue, sino que se ha profun-dizado a nivel del mundo. Hay un grito enorme de la humani-dad, hay un escenario de sufri-miento, un inmenso va crucis de la humanidad.No solamente los pobres gritan ahora, gritan tambin la tierra, los animales, las plantas, ya que, tambin son oprimidos y mien-

    tras esos gritos siguen habr siempre cristianos que lo escu-chen y hagan el seguimiento de Jess y Dios, vamos a actuar y vamos ayudar a esta gente para que haya ms justicia y ms es-peranza de vida.

    -Y siempre sern sealados de un pensamiento poltico?-LB Recordemos que Jess fue un mrtir, fue un perseguido, fue calumniado por sus propios hermanos, as que, la Teologa de la Liberacin, tendr a mi jui-cio, actualidad y ahora mucho ms, que la situacin es ms grave que cinco aos atrs.

    -Cmo vio usted a Monseor Romero?-LB - Monseor Romero vivi dos pasiones, una fue la pasin por Dios en su dimensin reli-giosa y la pasin por el pueblo, por los pobres. Y su nica pa-sin, un amor entraable que ama a los suyos hasta el final de su martirio.

    -Es un mrtir contemporneo?- LB Hay que entenderlo bien, normalmente se entiende como mrtir aquella persona que da su vida y testimonio de una ver-dad religiosa, de un dogma, de

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    una afirmacin bblica, y son los grandes mrtires de la tradicin cristiana que de cara a la perse-cucin tomada de cara al cristia-nismo, preferan morir que sa-crificar al emperador sus dioses.

    El martirio tiene un significa-do ms grande, no solamente mrtir por la fe sino tambin, en consecuencia a lo que la fe im-plica, que es justicia y amor, que es la nica fe que salva, cuando es formada por el amor, y dado a aquellos que ms lo necesitan.

    Entonces Monseor Romero vi-vi su dimensin profunda de pasin por Dios y por los po-bres, como consecuencia de esa justicia que viene de la fe y la nica que salva, dio testimonio de Jess, que lo llev hasta el final de su martirio. Monseor Romero derram su sangre y dio su vida; para m es un mrtir de los valores de liberacin que nace de la fe, de los pobres y as ser siempre. Un Santo que fue canonizado por todos nosotros.

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    EL PAPA HIZO MRTIR A MONSEOR ROMERO

    Washington Uranga Fragmento de un artculo del Diario Pgina/12 del 4 de fe-brero de 2015

    A pesar de que Romero fue asesinado por militares salvadoreos mientras pronunciaba una homila en la capilla de un hospital, el proceso de canonizacin estuvo trabado hasta ahora por resisten-cias de sectores conservadores.

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    Al margen del reconocimiento oficial que ahora llega desde el Vaticano a travs del decreto firmado por el Papa, desde su muerte Oscar Romero se convir-ti en smbolo de los cristianos latinoamericanos comprometi-dos en las causas populares y en la perspectiva teolgica de la li-beracin. Gregorio Rosa Chvez, arzobispo auxiliar de San Sal-vador (El Salvador) y quien ha sido el principal impulsor de la causa de canonizacin del obis-po Oscar Romero, haba pedido recientemente que en l no se cumpla la ley del olvido. Argu-mentando por la santidad de Ro-mero, el arzobispo sostuvo que en el siglo veinte hubo millones de mrtires, pero el ms conoci-do y el ms amado es monseor Romero. Mueren muchos lderes y se van olvidando. Con l pasa todo lo contrario. La misma ONU le rinde tributo declarando el 24 de marzo el Da Mundial del De-recho a la Verdad como recono-cimiento a su trabajo pastoral. Donde quiera que vaya se refie-ren a l, sostuvo Rosa Chvez.

    El 17 de febrero de 1980, Oscar Romero escribi una carta al presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, pidiendo que

    cancelara toda ayuda militar a El Salvador. Para entonces, el pe-queo pas centroamericano era la principal base de operaciones estadounidense contra la revo-lucin sandinista triunfante en la vecina Nicaragua en julio de 1979.

    El 23 de marzo de 1980, el da anterior a que se produjera su asesinato, el arzobispo Romero haba pronunciado una elocuen-te homila en la catedral de San Salvador. Dada la censura noti-ciosa existente, el obispo sola utilizar su homila dominical no slo para reflexionar sobre los textos bblicos sino para dar in-formacin sobre la situacin po-ltica, econmica y social de un pas que se encontraba en guerra civil y gobernado por la ultrade-recha militar. Bajo el subttulo Hechos nacionales, ese da Romero habl de una semana tremendamente trgica, infor-m que los militares asesinaron en La Laguna a un matrimonio campesino, a sus hijos de 13 y 7 aos y a 11 campesinos ms. Que en Arcatao en esos mismos das fueron asesinados dos campesi-nos y un nio, en Calera de Jutia-pa otro, y que lo mismo ocurri con 15 campesinos en Hacienda

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    Colima, y 16 en Suchitoto. En to-dos los casos la denuncia estaba acompaada de nombres de los muertos y circunstancias en los que ocurrieron los asesinatos.

    En esa oportunidad, Romero ley tambin en el plpito un in-forme de Amnista Internacional indicando que a pesar de que el gobierno lo neg el organismo ratific hoy que en El Salvador se violan los derechos humanos a extremos que no se han dado en otros pases. Y agreg que el vocero de Amnista dijo que los cadveres de las vctimas apare-cen con los dedos pulgares ama-rrados a la espalda y que tam-bin aplicaron a los cadveres lquidos corrosivos para evitar la identificacin de las vctimas por parte de los familiares y para obstaculizar las denuncias de tipo internacional.

    Las homilas de Romero se ex-tendan durante horas cada domingo, ocasin en la que el arzobispo pasaba revista a la rea-lidad nacional e internacional y haca llamamientos a la paz. La asistencia creca cada semana y superaba largamente la habitual feligresa catlica. Despus de registrar los datos del asesinato

    de ms de 200 personas en una semana, el domingo 23 de marzo Romero denunci que la inten-cin del gobierno es decapitar la organizacin del pueblo y es-torbar el proceso que el pueblo quiere. Pero advirti que sin las races en el pueblo ningn gobierno puede tener eficacia, mucho menos cuando quiere im-plantarnos a fuerza de sangre y dolor.

    Y dirigindose a los militares pronunci las frases que, segn muchos, fueron el detonante de su asesinato. Yo quiero hacer un llamamiento especial a los hom-bres del ejrcito, en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la polica, de los cuarteles, co-menz diciendo. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campe-sinos y ante una orden de matar que d un hombre, debe prevale-cer la ley de Dios que dice: no ma-tar... Ningn soldado est obliga-do a obedecer una orden contra la ley de Dios... Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla... Ya es tiempo de que recuperen su con-ciencia y de que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. Y alzando la voz, casi a los gritos, reclam: En nombre

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    de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamen-tos suben hasta el cielo cada da ms tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: cese la represin!.

    Al da siguiente Oscar Romero fue asesinado de un certero ba-lazo en el corazn mientras pro-nunciaba su ltimo sermn. La

    muerte nunca fue aclarada por la Justicia, pero todos las prue-bas apuntan a que fue ejecutada por un escuadrn paramilitar a las rdenes del mayor Roberto DAubuisson, quien posterior-mente fuera uno de los funda-dores del ultraderechista partido Alianza Republicana Nacionalis-ta (Arena).

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    DIALOGAR, ESCUCHAR, HABLAR

    Fuente: Entre Parntesis: Dialogar en las fronteras- Publica-do el Martes, 24 Marzo 2015

    Este 24 de marzo, se cumplieron 35 aos desde que Monseor s-car Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, fuera asesinado mientras celebraba la eucarista, en 1980. Desde el agradecimien-to por la vida entregada de este gigante de la fe y la justicia, que-remos rendir homenaje a su figura y acoger su vida, su testimonio

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    y su palabra. Para ello, hemos seleccionado una serie de textos, tomados de diversas homilas, desde una clave particular: dialo-gar, escuchar, hablar.

    DIALOGARHermanos, el dilogo no se debe caracterizar por ir a defen-der lo que uno lleva. El dilogo se caracteriza por la pobreza: ir pobre para encontrar entre los dos la verdad, la solucin. Si las dos partes de un conflicto van a defender sus posiciones, sola-mente saldrn como han entra-do (20 de noviembre de 1977).La palabra es fuerza. La pala-bra, cuando no es mentira, lleva la fuerza de la verdad. Por eso hay tantas palabras que no tie-nen fuerza ya en nuestra patria, porque son palabras mentira, porque son palabras que han perdido su razn de ser (25 de noviembre de 1977).La Iglesia no puede ser sorda ni muda ante el clamor de mi-llones de hombres que gritan liberacin, oprimidos de mil es-clavitudes. Pero les dice cul es la verdadera libertad que debe buscarse: la que Cristo ya inau-gur en esta tierra al resucitar y romper las cadenas del pecado, de la muerte y del infierno. Ser como Cristo, libres del pecado,

    es ser verdaderamente libres con la verdadera liberacin. Y aqul que con esta fe puesta en el resucitado trabaje por un mundo ms justo, reclame con-tra las injusticias del sistema actual, contra los atropellos de una autoridad abusiva, contra los desrdenes de los hombres explotando a los hombres, todo aqul que lucha desde la resu-rreccin del gran libertador, slo se es autntico cristiano (26 de marzo de 1978).

    ESCUCHARYo tambin, hermanos, recibo la predicacin de ustedes. Yo s, con la doctrina teolgica de la Iglesia, que ese don de la infali-bilidad, que slo Dios posee, lo ha dado al pueblo de Dios. Y ese pueblo de Dios tiene un rgano que es el Papa. El Papa expresa el carisma de la infalibilidad al mismo tiempo que el pueblo lo siente y lo vive. Ustedes tie-nen un sentido muy fino que se llama sensus fidei, sentido de fe, por el cual un miembro del pueblo de Dios puede detectar

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    cuando un predicador no est a tono con la doctrina verdadera-mente revelada por Dios (2 de julio de 1978).

    No slo el predicador ensea, el predicador aprende. Ustedes me ensean. La atencin de ustedes es para m tambin inspiracin del Espritu Santo. El rechazo de ustedes sera para m tambin rechazo de Dios (16 de julio de 1978).

    HABLARLa Iglesia no puede callar ante esas injusticias del orden eco-nmico, del orden poltico, del orden social. Si callara, la Igle-sia sera cmplice con el que se margina y duerme un confor-mismo enfermizo, pecaminoso, o con el que se aprovecha de ese adormecimiento del pueblo para abusar y acaparar econ-micamente, polticamente, y marginar una inmensa mayora del pueblo. Esta es la voz de la Iglesia, hermanos. Y mientras no se le deje libertad de clamar estas verdades de su Evangelio, hay persecucin. Y se trata de cosas sustanciales, no de cosas de poca importancia. Es cues-tin de vida o muerte para el

    reino de Dios en esta tierra (24 de julio de 1977).Queremos ser la voz de los que no tienen voz para gritar contra tanto atropello contra los dere-chos humanos. Que se haga jus-ticia, que no se queden tantos crmenes manchando a la pa-tria, al ejrcito. Que se reconoz-ca quines son los criminales y que se d justa indemnizacin a las familias que quedan desam-paradas (28 de agosto de 1977).

    Queridos hermanos, que no vaya a ser falso el servicio de ustedes desde la palabra de Dios. Que es muy fcil ser ser-vidores de la palabra sin mo-lestar al mundo. Una palabra muy espiritualista, una palabra sin compromiso con la historia, una palabra que puede sonar en cualquier parte del mundo porque no es de ninguna par-te del mundo; una palabra as no crea problemas, no origina conflictos. Lo que origina los conflictos, las persecuciones, lo que marca a la Iglesia autntica es cuando la palabra quemante, como la de los profetas, anuncia al pueblo y denuncia: las mara-villas de Dios para que las crean y las adoren, y los pecados de los hombres, que se oponen al

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    reino de Dios, para que lo arran-quen de sus corazones, de sus sociedades, de sus leyes, de sus organismos que oprimen, que aprisionan, que atropellan los derechos de Dios y de la huma-nidad (10 de diciembre de 1977)

    Predicacin que no denuncia el pecado, no es predicacin del Evangelio. Predicacin que contenta al pecador para que se afiance en su situacin de peca-do, est traicionando el llama-miento del Evangelio. Predica-cin que no molesta al pecador sino que lo adormece en el peca-do es dejar a Zabuln y Neftal en su sombra de pecado. Predi-cacin que despierta, predica-cin que ilumina, como cuando se enciende una luz y alguien

    est dormido, naturalmente que lo molesta, pero lo ha desper-tado. Esta es la predicacin de Cristo: despertad, convertos. Esta es la predicacin autntica de la Iglesia. Naturalmente, her-manos, que una predicacin as tiene que encontrar conflicto, tiene que perder prestigios mal entendidos, tiene que molestar, tiene que ser perseguida. No puede estar bien con los pode-res de las tinieblas y del pecado (22 de enero de 1978)La palabra queda y se es el gran consuelo del que predica. Mi voz desaparecer pero mi palabra, que es Cristo, quedar en los corazones que lo hayan querido recoger (17 de diciem-bre de 1978).

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